Chapter 1: Curiosidad
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NOTA (04/01/2024): Debo recalcar que la primera versión de la historia data de 2015-2019, a mis 14-18 años de edad. Muchas situaciones manejadas en el fic pueden tratarse de manera inapropiada, quizá irrespetuosa, entre las que se mencionan la salud mental, las relaciones interpersonales, el amor romántico, y las relaciones con diferencias considerables de edad con menores. Hago esta nota justamente por eso, porque a mi adultez he identificado que no son la manera más adecuada, y hago advertencia al lector que el escrito es bastante imperfecto y normaliza situaciones que en la vida real no deben ser normalizadas. Es ficción, en ningún momento está inspirado en algún hecho real, y cualquier similitud es mera coincidencia.
(Primera edición 2015)
Gotenks no hacía otra cosa más que mirar a través del vidrio de la ventana del autobús del orfanato. Se sentía algo bien por el hecho de que evitó que ese chico se suicidara, aunque le causaba demasiada intriga saber por qué lo intento. No esperaba que un extraño le dijera sus problemas personales, pero era esa curiosidad común en los seres humanos.
—¿En qué tanto piensas, Gotenks? —preguntó un pequeño niño de ojos verdes y cabello castaño que llegó a su lado, para sentarse en ese asiento que estaba desocupado a la derecha del de cabello bicolor.
—En nada... —dijo y volteó a ver hacia el techo—. Ojalá pudiera recordar algo. Sé que he visto a ese muchacho antes, pero... ¿dónde? Además, ¿por qué sentí mis mejillas arder cuando me acarició el rostro? Debo reconocer que era un chico apuesto... Espera, ¿soy gay? Supongo que sí lo era... bueno, un papel de dominante es perfecto... ¿¡A quién engaño!? A pesar de que perdí la memoria sé que me gustaría que me tomaran. No tiene nada de malo, así que seguiré con esto. Aunque, ese chico era muy apuesto... Lamentablemente, jamás lo volveré a ver. Quizás en mis sueños... Aunque no estoy muy seguro de eso.
***
—¿Quién tocará la puerta a estas horas? —se preguntaba Tarble mientras bajaba por las escaleras acompañado de Raditz. Desde hace varios minutos habían escuchado que alguien golpeaba frenéticamente la puerta de madera.
—No creo que sea tu padre, él traería llaves—razonó el mayor. Vio que el pequeño iba a abrir, así que lo detuvo—. Yo lo hago, tal vez el sujeto que esté al otro lado de la puerta es un maniático—sugirió.
Se colocó adelante del más bajito para protegerlo si era necesario y, cuidadosamente, abrió la puerta, dejando ver a un Goku muy alterado.
—Kakarotto, ¿qué ocurre? —le preguntó arqueando una ceja.
—¡Vi a Vegeta!—dijo emocionado mientras caminaba de un lado a otro.
—Ohh…—murmuró Raditz creyendo que su a su hermano se le botó la canica (se volvió loco) —. Kakarotto, Vegeta murió...
—No... Bueno, sí, pero lo vi—respondió.
Tarble se sintió un poco triste, las lágrimas se acumularon en sus ojos al escuchar al más alto hablando de su hermano que ya tenía un tiempo que falleció, y de ese gesto se percató el mayor. A pesar de que ya habían pasado un par de meses, la sola mención de Vegeta hacía deprimir al pequeño Saiyan.
—Deja de jugar, ¿no ves que lastimas a Tarbly? —dijo.
—¿Tarbly? —preguntó de repente al escuchar eso. El mayor se sonrojó y empezó a tartamudear. Pero antes de que dijera algo, el de cabellera alborotada lo interrumpió, recobrando su emoción—. No estoy jugando. No sé cómo es posible, pero era Vegeta. Me salvó antes de que me lanzara del puente Wiss.
—Oye, hermano, Vegeta está... Espera un segundo, que tú ibas a hacer ¿qué? —le preguntó viéndolo a los ojos.
—Sí, quería volver a verlo en el otro mundo. Pero él me salvó, caímos hacia atrás los dos. Luego se tuvo que ir—le explicó con desesperación.
—Menos mal que ya no intentarás eso de suicidarte en La Esfera del Dragón—murmuró.
—¿Eh? —preguntó confundido ante esas palabras.
—Papá cree que lo mejor es enviarte ahí. La directora Fasha es amiga de él, y desde hace tiempo te había observado y quería que formaras parte de esa institución. Empezarás dentro de unos dos meses—le dijo.
—No quiero irme. ¡Quiero venir y quedarme en la habitación de Vegeta!—replicó.
—Kakarotto, conocí a Vegeta muy bien, y estoy seguro de que él no querría que te aferraras tanto a él . Él querría que siguieras con tu vida y que cumplieras tus metas—le dijo mientras colocaba una mano sobre su hombro.
Goku permaneció unos segundos pensando en eso que le dijo. Sí, tenía razón, Vegeta no dejaría que se olvidara de sus estudios y se volviera un vago luego de su muerte. Luego de recapacitarlo, decidió responder.
—Iré—dijo en murmullo.
—Bien. Dentro de un tiempo harán un examen a todos los de las escuelas, y sólo los mejores entrarán. A pesar de que ya estás dentro, debes presentar esa prueba—le aclaró. El de cabellera alborotada sólo asintió.
—Sé que eras tú, Vegeta...
Chapter 2: Sueños cortos, pero muy confusos
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—Sé que eras tú, Vegeta…—pensaba Goku.
No, no podía explicarlo. Sabía perfectamente que su novio murió; estuvo presente cuando ocurrió el accidente, cuando dejó de presentar pulso, cuando lo enterraron en esa caja de madera… Pero estaba completamente seguro de que ese chico que lo salvó era Vegeta, su Vegeta.
Además escuchó cuando esa mujer llamó a ese muchacho de cabello bicolor “Gotenks”. Pero era idéntico a su amado. Esa sonrisa, esa mirada, esa voz, ese rostro, ese peinado, la suavidad de su piel… todo era de él. No, no parecía, estaba completamente seguro de que era él. Su corazón se lo decía, su mente también, sus ojos no intentaban engañarlo…
Su intención, al decírselo a Tarble, no era lastimarlo, ni siquiera jugarle una broma. Intentaba hacerle saber que ese chico que tanto quisieron estaba con vida. Era inexplicable, pero seguía con vida.
—Iré a casa…—dijo en voz baja. El de cabellera larga asintió lentamente.
—Ve con cuidado—le advirtió, luego colocó su mano sobre su hombro y le sonrió cálidamente—. No se te ocurra hacer alguna tontería, cabeza de alcornoque—dijo y el menor asintió con una sonrisa.
—Espérame un segundo—dijo Tarble mientras subía rápidamente por las escaleras. A los pocos segundos bajó con una almohada con funda blanca en las manos. Se la entregó al menor de los Son—. Supongo que la querrás de todos modos—ambos sonrieron viéndose a los ojos. Raditz, algo celoso, decidió interrumpir.
—Bien, etto… Kakarotto, creo que realmente deberías ir a casa, se puede hacer más tarde y las calles son muy peligrosas de noche—dijo con un poco de molestia. Goku asintió y caminó hacia la puerta, la abrió y volteó a ver a su hermano.
—No tienes porqué ponerte celoso, yo amo a Vegeta y a Tarble sólo lo veo como amigo, y eso jamás cambiará—dijo y salió, dejándolo sonrojado. El de baja estatura rio ante el comentario que hizo el de cabellera alborotada.
Al ver que el de cabellera larga estaba algo distraído por lo que dijo el otro muchacho, quiso aprovechar para besarlo. Se puso de puntitas e intentó acercarse a su rostro; pero al ser demasiado bajito no alcanzó a llegar. El mayor se percató de eso, saliendo de ese “trance”. Tomó al menor de la cintura, se agachó un poco, y lo besó suavemente.
***Orfanatorio Esperanza***
—Gotenks, has estado un poco callado, ¿te sientes bien?—preguntó la maestra Bulma al ver al menor en un gran silencio.
Al llegar al orfanato fueron a la cocina, y todos estaban sentados alrededor de una mesa. Esperaban a que la cocinera entrara al comedor y les sirviera los alimentos. Mientras esperaban, los niños de distintas edades conversaban sobre distintos temas. Gotenks se sentó al lado de la maestra peliazul, pero estaba demasiado silencioso. Sólo veía el plato que estaba sobre la mesa frente a él; apoyaba su cabeza en su puño, tenía el brazo izquierdo flexionado y apoyado con el codo sobre la mesa.
—No es sólo que… no he podido dormir bien últimamente. Usted sabe que no recuerdo nada, y eso me molestaba un poco al principio, pero después me fui despreocupando de ello. Pero ahora…—no sabía cómo decir las cosas—, hoy, cuando fuimos a repartir volantes… vi a un chico que me pareció familiar…—explicó.
—Crees que lo conociste en el pasado, ¿no es así?
—Sí. Y quisiera recordarlo. Quisiera saber qué tipo de relación tuve con él, cómo lo conocí… y preguntarle quién soy—habló melancólico.
—Verás que tarde o temprano sabremos más de ti, sólo ten paciencia—le dijo con una sonrisa. La cocinera entró y colocó distintas ollas con estofados y otros tipos de guisos, luego le sirvió a cada uno de los niños en sus platos para que comenzaran a comer.
***
Luego de comer, Gotenks fue al patio con cuatro de sus amigos; ellos tenían trece, catorce, quince y doce años. Se sentaron en una banca que estaba al lado de una mesa. Empezaron a conversar un poco.
—Escuché que la señorita Fasha se molestó mucho contigo, Gotenks, porque te perdiste del grupo hoy—habló Scott, un chico de cabello color castaño claro de ojos cafés.
—Es que… un chico…—intentó vacilar, no sabía si era correcto decirle a ellos (que eran menores que él) acerca de lo que vio.
—Te gustó y quisiste saber su nombre o su número telefónico para salir con él, ¿verdad?—preguntó insinuador David.
—No… bueno…—se sonrojó, a lo que sus amigos rieron. En ese orfanato les habían enseñado acerca del respeto a distintas ideas o preferencias, por eso no ven de mala manera la (posible) homosexualidad de su amigo de cabello bicolor, la risa se debió a que acertó el pelinegro en lo que dijo—. Lo que pasa, es que ese chico… intentaba suicidarse…—dijo lo último en susurro.
—¡¿Qué?!—exclamaron los cuatro al unísono.
—Se iba a arrojar por el puente Wiss, así que evité que lo hiciera. Le dije que no lo intentara, ya que su familia no soportaría perderlo. Luego la maestra me gritó y tuve que regresar con ella. No supe más de él—les contó.
—Vaya… Pero no te preocupes, Gotenks, ya verás que volverás a verlo. Y…—iba a continuar hablando pero pasó por ahí el pequeño Max, el niño castaño de ojos verdes que se había sentado al lado del de cabellera en punta en el autobús. El niño tenía una leve expresión de asco.
—¿Qué te pasa, Max?—preguntó John.
—Vinieron un señor y una señora. Adoptarán a Valeria. Pero cuando hablaban con la señorita Fasha, se dieron un beso en la boca—dijo levemente asqueado, como la mayoría de los niños pequeños reaccionan al ver a dos adultos besarse. Los adolescentes rieron, y el menor se fue a jugar con una pelota con otro menor.
—¿Y tú, Gotenks?—preguntó Jake.
—¿Yo qué?
—También te vas a dar “besos en la boca” con ese muchacho del puente–dijo en burla, a lo que el aludido se sonrojó.
Luego de vario rato charlando, anocheció. Todos fueron a sus respectivas habitaciones para dormir. El de cabellera en forma de flama se cepilló los dientes y fue a recostarse en su cama. Se acostó sobre su espalda viendo al techo, pero no se sintió cómodo. Se movió, quedando sobre su brazo derecho, pero tampoco se sintió cómodo, así que volvió a moverse. Se quedó sobre su brazo izquierdo, colocando su mano derecha sobre la almohada. No, tampoco estaba cómodo así; por tanto, se movió hasta quedar boca abajo. Esa fue la peor de todas, ya que se torcía un poco el cuello. Resignado, volvió a la posición original.
Cerró los ojos, intentando dormir. Pero no podía hacerlo. Decidió pensar un poco; imaginar cómo pudo haber sido su vida antes de perder la memoria, qué había logrado, quién era su familia o qué le ocurrió…
Luego de un rato, vencido por el cansancio, cayó rendido en sueño.
—¡Déjenlo a él!—se escuchaba una voz muy parecida a la propia. Todo era completa oscuridad, no se veía absolutamente nada. Una silueta color gris borroso se veía corriendo, alejándose, perdiéndose de ese espacio sombrío.
Gotenks despertó sobresaltado ante esa ¿pesadilla? Bueno, no sabía con exactitud qué clase de sueño fue ese. Volteó a ver hacia el pequeño reloj de manecillas y vio que marcaba las seis treinta de la mañana. Era de esas veces en las que soñaba poco, pero las horas pasaban volando.
Estaba temblando, y su corazón latía a gran velocidad, como si estuviera asustado. Sintió un poco de humedad en sus ojos, así que llevó su mano a sus mejillas y pudo sentir unas gotas de líquido.
—¿Lágrimas?—murmuró extrañado por el hecho de que haya llorado, aun dormido, con ese simple sueño—. ¿Qué demonios fue eso?—se preguntó en murmullo. Se volvió a recostar en la cama, y murmuró con pesadez—: Ojalá pudiera recordar algo…
Chapter 3: Mucho gusto, soy Gotenks, ¿y tú?
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Gotenks se levantó, fue al baño a lavarse la cara y se quedó despierto el resto de la noche. Su mirada se centró en un punto fijo del techo una vez que se recostó de nuevo, su mente buscaba una respuesta lógica a lo que hace unos momentos había pasado, pero nada, no encontraba nada que fuera útil.
Sin más, lo único que le quedaba era descansar, olvidarse del asunto y seguir adelante aunque existan inconvenientes de ese tipo.
***
Los días pasaban, y todas las noches eran un martirio para Goku, quien no podía olvidar a Vegeta. ¿Cómo es posible que alguien, con quien sólo pasó unos días y con quien no compartió muchos momentos a su lado, se haya vuelto una parte importante en su vida? ¿Cómo es posible que, cuando las cosas parecían ir mejorando, el destino irrumpe en su tranquilidad y crea situaciones inhóspitas para ambos? ¿Cómo es posible que la vida le haya arrebatado de un segundo a otro a la persona que más amaba?
Siempre se preguntaba eso, pero jamás encontraba una respuesta...
Ahora… ahora tenía que aguardar. Presentía que aquel muchacho de cabello bicolor era Vegeta, pero no podía explicarlo, simplemente lo sentía en una parte de su corazón.
Y su padre… él estaba molesto, mucho. Entendía que su hijo menor se pusiera así por lo que le pasó a su amor, pero ¿suicidarse? Casi le daba un infarto cuando se enteró por medio de Raditz lo que su hijo intentó hacer en el puente Wiss. Aunque, mezclado con el enojo, también había preocupación, tristeza, decepción, angustia… Lo amaba, lo amaba tanto; cada cosa que el menor se hacía a sí mismo, cada corte, cada herida, cada noche que se la pasaba en vela por llorar, cada cosa que hacía era como si se las estuviera haciendo a él mismo. Como su padre, cada daño a su pequeño era como una ráfaga de espinas clavadas en su pecho, espinas venenosas que se clavan más y más en su interior buscando causar dolor y más dolor, un dolor insoportable como el que se siente cuando un fuerte peso cae sobre tu cuerpo y rompe cada uno de tus huesos hasta pulverizarlos por completo o simplemente hasta que queden inútiles o inservibles…
La decisión estaba ya tomada: Goku iría a la Esfera del Dragón, ese internado del cual le había mencionado Raditz. Ya había estudiado lo suficiente para el examen de admisión y tenía la certeza de que lo aprobaría, incluso sabiendo que entraría de todos modos. Y el malentendido se había aclarado: Fasha era amiga de su padre, pero la directora del internado era su hermana, y por ello ella pudo influenciar para que él entrara de cualquier manera. Si lo pensaba bien, su padre no les había explicado bien la situación, y eso demostraba el por qué su hermano le había dicho otras cosas distintas.
Sharotto, la directora del internado, ya había llamado a la casa diciendo que estaba ya registrado su nombre en el sistema, sólo faltaba que fuera a presentar el examen y ya. No había hablado con ella, pero sí con su hermana, quien le contó que ella estaba a cargo de un orfanatorio, y también un muchacho de ahí se estuvo preparando mucho y estudiando arduamente porque también quería estudiar ahí; sin embargo, cuando preguntó el nombre del muchacho, ella sólo se quedó callada por unos segundos y luego dijo “No te puedo decir su nombre, porque ni siquiera nosotros estamos seguros de cómo se llama”, lo cual le pareció muy extraño.
En estos momentos se encontraba recostado sobre su cama, abrazando la almohada que antes pertenecía a Vegeta, aspirando su aroma tan embriagador que aún conservaba. Por fin pudo quedarse dormido, tenía que estar muy bien descansado para la prueba de mañana.
***
Gotenks se encontraba en su habitación, las luces estaban encendidas pero la puerta cerrada, sin embargo la poca iluminación se veía en el pequeño espacio que quedaba entre la puerta y el suelo. Él estaba sentado en su cama, con un libro en las manos, repasando para el día de mañana.
—La fórmula general es equis es igual a menos b, más menos la raíz cuadrada de b cuadrada menos cuatro ac entre dos a…—murmuraba en un intento de memorizar dicha fórmula.
Mientras seguía repasando, la puerta se abrió causándole un pequeño sobresalto, pero al ver quién era se tranquilizó.
—Gotenks, ¿qué haces despierto?—le preguntaba la mujer peliazul.
—Estoy estudiando para el examen de mañana—respondió.
—¿Te falta mucho?—preguntó un poco preocupada por la hora que era, ya que el reloj marcaba las 2:37 a.m. y el examen sería a las ocho en punto.
—No, de hecho acabo de terminar—dijo y le sonrió.
—Realmente quieres entrar ahí, ¿verdad?—exclamó al ver que había mostrado gran entusiasmo y empeño para ese día.
—Sí. Escuché que tienen distintos equipos deportivos, clubes y diferentes actividades extracurriculares…—dijo emocionado—. ¿Me podrán llevar, verdad?—preguntó dubitativo.
—Sí, no te preocupes, ahora descansa. Tendré que venir a despertarte a las cinco para que puedas alistarte, sólo dormirás dos horas...
—Sí, está bien. De todos modos, sólo será una ocasión. Estaré bien…—le dijo y se acostó, se acomodó y colocó el libro bajo la almohada. Ella se acercó y lo cobijó bien, le besó la frente y apagó la luz. Salió de la pequeña habitación, no sin antes dirigirle una última sonrisa al menor.
***
Todos los alumnos estaban ya en las respectivas aulas, sólo esperaban a que el maestro llegara y les entregara la prueba. Gotenks ya estaba ahí, sentado, algo nervioso; sin embargo, mientras miraba hacia la ventana, pudo ver a alguien con una cabellera inconfundible.
—Es… ese muchacho que intentó arrojarse del puente…—pensó.
Sólo vio su cabello, y sus ojos, además de que lo vio de perfil. Pero no pudo evitar sonrojarse al recordar la plática que había tenido con sus amigos y el hecho de que le haya parecido apuesto.
—No... no debo distraerme… al menos no por ahora…—pensó. El maestro entró con varios cuadernillos en las manos, a lo que todos se acomodaron bien en sus asientos.
Entregó uno a cada quien y una hoja de respuestas en la que debían llenar los alveolos, dando inicio a ese examen.
***
Bulma estaba sentada en una de las bancas que había cerca de la entrada del internado, leyendo un libro. Llevaba ya varias horas esperando a que Gotenks saliera. Al levantar la mirada pudo verlo acercarse, tenía una expresión neutra, lo cual tomó como una mala señal.
—¿Cómo te fue?—preguntó cuando llegó a su lado. Él sonrió.
—Bien, me sabía casi todo—dijo emocionado.
—¿Sabes qué? En casa te tenemos una sorpresa. ¿Nos vamos ya?—preguntó sonriéndole.
El menor, antes de responder, se volteó hacia la multitud de jóvenes que salían del interior, pero ninguno tenía ese cabello que creyó haber visto.
—¿Acaso fue mi imaginación?—se preguntó mentalmente. Se volteó con un poco de resignación hacia Bulma y dijo—: Sí, vamos a casa.
*~* *~* *~*
Ya ha pasado mucho desde aquello. De hecho, ya eran vacaciones de verano. Gotenks ya había hecho su registro y presentado su examen de admisión a la preparatoria, todo en caso de no haber entrado a La Esfera del Dragón. Los resultados de su examen aún no se los daban, tenía que esperar unos días más, lo cual lo ponía sumamente nervioso.
Sus constantes pesadillas también lo hacían quedarse durante el día pensando en qué había vivido antes como para soñar cosas de ese tipo. Lo peor era que nunca encontraba una respuesta aunque lo pensara mucho.
También empezó a practicar deportes, su favorito era el futbol soccer, y también le gustaba el baloncesto. Aunque no había muchos de su edad con quien jugar, entre ellos se las arreglaban para formar un equipo y convencer a las encargadas del orfanato para que los dejaran ir al parque y retar a otros equipos; ganaban la mayoría de las veces, pero los malos perdedores casi siempre terminaban burlándose del hecho de que no tenían familia. Esa era una de las razones por las cuales Gotenks pensaba seriamente en practicar también boxeo o artes marciales, sólo por si su paciencia se agotaba, ya que los comentarios eran cada vez más crueles.
Por otra parte, Goku había terminado ya la secundaria. El año fue muy largo, más al tener que haber visto muchas parejas abrazadas al salir de la escuela el día de su graduación. Cómo le hubiera gustado haber salido así con Vegeta; haberlo cargado, abrazarlo, besarlo, salir a pasear o a festejar yendo a un restaurante a comer… Pero no estaba ya… se había ido… Y a ese muchacho que conoció en el puente Wiss ya no lo había visto de nuevo, lo que provocaba que sus esperanzas disminuyeran drásticamente.
*
Las vacaciones estaban pasando muy rápido, pero cierto día ocurrió algo distinto y bueno para el de cabello bicolor.
—¡¡¡Gotenks!!! ¡¡¡Gotenks!!!—gritaba Bulma en el patio, intentando localizar al menor. Lo vio lejos, junto con otros jóvenes, por lo que se acercó corriendo a la vez que gritaba—. ¡¡¡GOTENKS!!!—esta vez su voz fue audible para el joven, quien corrió hacia donde estaba ella al verla tan agitada.
—¿Qué sucede? ¿Qué pasa?—preguntó al tenerla en frente.
—Gotenks, tienes que ir inmediatamente con Fasha. Es sobre la escuela en la que quieres estar…—le dijo entre jadeos por haber corrido y gritado tanto.
El menor no lo pensó dos veces y corrió hacia donde estaba la mujer. Ahí estaba, en su oficina, sentada frente a otra mujer de cabellos azabaches pero largos, ambas sostenían una plática. Se acercó a ellas y saludó.
—¿Me llamó, señorita Fasha?—preguntó intentando ocultar lo cansado que se encontraba por el largo recorrido.
—Sí, Gotenks, quiero presentarte a alguien. Siéntate—dijo y el menor acató la orden, pero antes saludó a la otra mujer.
—Buenos días—dijo y se sentó en la otra silla que estaba frente al escritorio.
—Es un muchachito muy educado—dijo la de cabello largo.
—Lo es… Gotenks, quiero presentarte a mi hermana. Su nombre es Sharotto.
—Mucho gusto, señorita Sharotto—dijo y estrecharon sus manos.
—El gusto es mío—le dijo con una sonrisa.
—Gotenks. Ella es la directora de La Esfera del Dragón. Estuve hablando con ella, quería convencerla de que te dejara entrar ya que estuviste muy emocionado y…
—Espere… Yo no quisiera entrar ahí porque me ayudó, señorita Fasha. Yo quisiera entrar por mi propio esfuerzo, por eso me estuve preparando mucho—dijo interrumpiéndola, pero con gran respeto.
—De todos modos—dijo Sharotto—no podría hacer eso. Mi hermana ya me contó sobre tu situación y no podría dejarte entrar así, como si nada, ya que no tienen ninguna papelería tuya—le explicó. El menor creyó que le intentó decir que no podía estudiar ahí por esas razones, así que bajó la cabeza con un poco de tristeza; ella, al entender ese gesto, prosiguió—. Pero como sacaste la décima calificación más alta tienes el derecho de estudiar en mi escuela, además de que te voy a dar una beca para lo que necesites—le dijo con una sonrisa.
—¿E-entré?—dijo el menor con una sonrisa, lleno de emoción.
—Sí. Yo me las arreglaré por tu falta de papeleo, pero te quiero dentro. Serías un gran elemento—le dijo—. Quiero entregarte algo—sacó de su bolsa varias hojas grapadas y se las entregó—, tienen información sobre la escuela, bases, reglas… Además, creo que pueden aclarar todas las dudas que puedas tener.
—Gracias—dijo sonriendo.
La conversación siguió, hasta que Sharotto tuvo que irse. Y fue ahí cuando pudo festejar por su logro, aparte de que sus compañeros y Bulma y Fasha lo felicitaron. Cenaron todos y comieron un pequeño postre que la cocinera preparó por esa pequeñita situación especial.
Mientras degustaba el helado que tenía el postre, el menor no pudo evitar sonreír al ver a quienes lo rodeaban. Era… su familia… ¿Qué importaba que no llevaran su sangre? Ellos le demostraron su apoyo siempre, su cariño, su amor… Todo eso que no hace cualquiera.
Sonrió agradecido y continuó comiendo.
***
El día llegó, faltaba una semana para que las clases iniciaran, pero los jóvenes ya podían ir al internado para conocerlo y acostumbrarse a su estancia ahí. Gotenks se despidió de todos y cada uno de sus amigos, compañeros, encargados… en resumen, de todos. Bulma se ofreció a llevarlo y se fueron ese día en la misma camioneta de color blanco. Ya llevaba su maleta con su ropa y unas cuantas pertenencias personales, sólo tenía que buscar la habitación que le habían asignado. Antes de entrar, la mujer lo abrazó.
—Te extrañaré mucho, Gotenks—dijo la peliazul mientras rodaban unas lágrimas por sus mejillas.
—No llore, por favor—le pidió al verla en ese estado.
—Lo siento, es que así me pasa siempre que alguien tiene que irse por un tiempo, o cuando adoptan a uno de ustedes. Nunca se lo dije a nadie más que a Fasha, pero debes saber que yo no puedo tener hijos. Cuando era niña pasaron muchas cosas y perdí la capacidad. Es por eso que los veo como mis hijos a todos ustedes y los quiero como tal…—dijo y el menor la abrazó un poco más fuerte al escuchar eso.
—Bulma… Perdón, señorita Bulma, créame que todos la vemos como una madre al igual que a la señorita Fasha…—le contó.
Permanecieron así por unos segundos más, hasta que se separaron.
—Cuídate mucho—le dijo y le revolvió la cabellera—. Ya veré cómo te traigo un poco de tinte de contrabando…—dijo y el menor se rio.
—Usted es quien más se emociona a la hora de teñirme. De hecho, creo que usted es a la única que le gusta…
—No, de hecho no. Te queda bien el color, es algo original y lindo…
—Como sea, estoy seguro de que encontrará la manera…—dijo todavía riendo—. Tengo que entrar ya, nos vemos en Navidad—dijo sonriendo.
Se despidió de un abrazo rápido y entró. En cada una de las paredes del interior del internado estaban pegadas las listas con los nombres de los alumnos y con la habitación a la cual estaban asignados, Gotenks se acercó a una lista, pero no alcanzaba a ver muy bien debido a que enfrente había una larga fila de jóvenes amontonados alrededor de ésta. De hecho, aunque hubiera varias listas había muchos que se peleaban por ver primero.
Cuando por fin pudo acercarse, pudo observar que le tocó en la habitación 114, estaba en el piso 3 del edificio B. Al llegar ahí colocó sus cosas sobre la cama de la derecha. Era un cuarto lo suficientemente grande para dos personas, ya que se pudo percatar al ver la cama de la izquierda que tendría que compartirlo. Había una puerta en la pared de la izquierda, al abrirla pudo ver que había un baño con regadera y tina. Supuso que la escuela ganaba bien como para poderle brindar lujitos de ese tipo a los estudiantes.
Regresó a la habitación y pudo ver que la base de la cama tenía cajones para guardar la ropa, lo cual le agrado, ya que así no tendría que abrir y cerrar su maleta todos los días.
Se acercó a la cama, subió la maleta y la abrió, dispuesto a comenzar a guardar sus pertenencias. Sin embargo, la puerta se abrió, dejando ver a quien sería su nuevo compañero de habitación…
***
Goku estaba harto. Su padre no sólo lo había obligado a ir a un internado al cual no quería ir, sino que también, la noche anterior, lo había llevado con un psicólogo. ¿Acaso no podían ver que lo que se hacía era para regresar con Vegeta? Ahora se encontraba en el auto, en el asiento del copiloto, viendo hacia la ventana con los brazos cruzados. Al llegar, se bajó y bajó también su maleta, dispuesto a correr y alejarse antes de que su padre le diera un sermón sobre que lo que hacía era malo, que existían otras maneras de sentirse mejor, que aunque no conocía a Vegeta estaba seguro de que él no querría eso… bla… bla… bla…
Pero al dar el primer paso hacia el interior, su padre lo sujetó del brazo. Y en lugar de escuchar un montón de palabras sólo escuchó el latir del corazón de su padre: él lo había abrazado y había apoyado su cabeza en su pecho.
—Kakarotto… te amo, hijo. Sabes que lo que hago es por tu bien, ¿verdad? Te quiero mucho, cuídate—le dijo y se separó. El menor se acercó a él y le dio un rápido beso en la mejilla a su padre, cosa que no hacía desde los cinco años, y entró rápidamente a la escuela, ignorando por completo que su padre sonrió ante esa acción.
Se acercó hacia una de las listas y vio a qué habitación debía ir, por lo que comenzó a caminar hacia allá. Estando por los pasillos pudo relajarse un poco, ya que esas palabras realmente le ayudaron. Sonrió un poco y creyó que quizás Vegeta podría esperarlo un poco… aunque también ese muchacho del puente podía topárselo en un fututo.
Llegó, y una vez frente a la puerta, giró la perilla. Se llevó una gran sorpresa al ver que su compañero ya había llegado y ya se estaba acomodando. Su apariencia le era familiar, tanto, era quien robó gran parte de sus pensamientos.
El chico de cabello bicolor se acercó a él, y le dio un abrazo, lo cual lo dejó más sorprendido.
—Me alegra que estés bien—le dijo. Se separó y le sonrió—. Sé que quizás no sea gran cosa y que puede que no te interese puesto que soy un completo extraño, pero me siento orgulloso de ti—agregó.
—¿C-cómo te llamas?—preguntó deseando que dijera “Soy yo, Vegeta. Sólo me teñí el cabello. Te extrañé mucho, te amo…”.
—Ah, perdón por mi descortesía. Mucho gusto, soy Gotenks… ¿y tú?—saludó.
—Goku…—susurró con un poco de tristeza.
Para aclarar todas sus dudas, le acarició la mejilla con sus nudillos, causándole un rubor al de cabello bicolor. Pero eso respondía a todas las preguntas en la mente de Goku. Seguía estando seguro de que era Vegeta porque 1-Su piel es tan suave como la de Vegeta. 2- Su rostro es como el de Vegeta. 3-Su voz era la misma…
La lista era larguísima, pero estaba seguro de que ese muchacho era aquel azabache que una vez amó.
—Por favor, no hagas eso. Haces que me sonroje—pidió apenado el de más baja estatura.
—De acuerdo…—dijo. Vio hacia la maleta que estaba sobre la cama.
—Ah, disculpa. Tomé esa cama pero si tú la quieres me puedo cambiar a la de la izquierda…
—No… está bien—dijo y se acomodó en la otra cama, dispuesto a guardar sus pertenencias.
—Sé que eres tú, Vegeta…—pensó con una pequeña sonrisita en su rostro. Pero de pronto algo pasó por su mente—. ¿Cómo podré controlarme para no besarlo ni abrazarlo como quiero hacerlo? No podré resistir mucho tiempo—se asomó por encima de su hombro y lo vio de espaldas, guardando sus pertenencias en los cajones de la base de la cama—. Realmente extraño sus besos… Te sigo amando igual o más, Vegeta...
Chapter 4: Por siempre a tu lado
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—¿Y… por qué lo hiciste? —preguntó el de cabello bicolor luego de unos segundos de profundo silencio. El pelinegro volteó, y pudo observar que estaba sentado en la orilla de la cama, con una mirada insistente.
—Pues… sucede que… perdí a dos personas muy importantes para mí—suspiró con pesadez y se sentó en la orilla de su cama. El más bajito lo veía a los ojos, en esos orbes negros pudo observar un toque de preocupación—. Mi mamá y mi… pareja…—dijo. Tomó la almohada que segundos antes había sacado de su maleta y la abrazó. Ocultó su rostro en ella, dejando levemente visibles sus ojos, los cuales a su vez eran cubiertos por aquel flequillo que tenía.
—Lo siento mucho…—dijo con cierta culpabilidad al notar cómo se entristeció el más alto. Se acercó y se sentó a su lado. Empezó a acariciarle la espalda a modo de consuelo.
—No es tu culpa, descuida. Estaré bien—le dijo con una sonrisa un tanto fingida.
—Sé que quizás pueda no significar mucho para ti puesto que no me conoces y… ya sabes… sólo tuvimos un encuentro por coincidencia aquella vez en el puente Wiss… Pero si necesitas algo, lo que sea, yo estaré aquí… para ti…—le dijo sinceramente. Le levantó el brazo y se acomodó mejor en su costado. Lo rodeó de la cintura con sus brazos, mientras el de cabellera alborotada lo rodeaba de los hombros. El más bajo seguía acariciando constantemente su espalda, sintiendo lo fornido que era.
—Gotenks… Gracias…—mencionó en un susurro casi inaudible, pero que fue escuchado por el otro. Se acercó a él y le besó la frente, para después ocultar su rostro en su cabellera.
El aludido, al recibir ese pequeño beso, no pudo evitar sonrojarse. Ese tacto no era más que una pequeña muestra de agradecimiento, de eso estaba consciente, pero ¿entonces por qué se ruborizaba sabiendo esto?
—Goku… —susurró—. Etto… yo…
—Shh…—lo silenció sutilmente—. No digas nada…—esta vez le besó la mejilla, la cual sintió muy caliente.
—Pero…
—Por favor, no te vayas otra vez—susurró con su voz entrecortada, el menor sintió como si casi le estuviera rogando. Se separó un poco, y vio que tenía los ojos brillosos y una mirada suplicante. Se volvió a acomodar entre sus brazos.
—Está bien… no me iré…—ahora fue él quien besó la mejilla, logrando transmitirle gran confianza al mayor, esa confianza y seguridad de que “realmente estaría ahí para él”.
Goku sentía que su corazón saldría de su pecho si seguía de ese modo. No podía evitar sentir el deseo de besarlo, acariciarlo, tenerlo entre sus brazos y demostrarle todo ese amor que sentía por él. Era Vegeta, ya no tenía ni la menor duda, estaba seguro de que ese muchacho de cabello bicolor y actitud serena era su príncipe, el amor de su vida. No encontraba una explicación lógica para poder demostrar esta afirmación, pero era él… se lo decía su corazón…
Y su corazón nunca mentía…
***
La noche cayó, y junto con ella un silencio reinó en la institución. Luego de ese pequeño momento íntimo, ambos fueron a conocer la escuela. Iba muy cerca uno del otro, en un silencio para nada incómodo, al contrario, era lo que ambos necesitaban luego de lo ocurrido. Gotenks sentía que cualquier cosa que diría podría causarle una sensación de nostalgia o melancolía al mayor, por lo que prefirió callar; además, no sabía exactamente qué decir para hacerlo sentir mejor; aunque, si lo pensaba bien, ¿qué cosa podría hacerlo sentir mejor, si dos personas que amaba murieron y jamás las volvería a tener a su lado aunque las necesitara y lo deseara con todo su corazón? Incluso estúpida le parecía la pregunta luego de analizarla.
Por otra parte, Goku realmente estaba afligido. Sentía un dolor proviniendo de su pecho. Mientras recorrían los pasillos pensaba en aquellos momentos que había pasado junto a su príncipe, sonreía cada vez que recordaba que sólo bastaron unos días para sentirse profundamente loco y enamorado de él, que sólo bastaron un par de miradas para que su corazón le perteneciera, y que sólo fueron suficientes unas cuantas palabras para que tuviera la necesidad de decirle “Te amo”, y demostrarle claramente que sentía eso.
Mientras ellos avanzaban, él veía disimuladamente a aquel joven que caminaba al lado suyo. Era su Vegeta. Sí, ya estaba completamente convencido. Era todo de él. Sólo había un minúsculo detalle que aún no comprendía, y era “¿por qué se hacía llamar Gotenks?”. Porque entendería que una amnesia fuera la que no lo hiciera recordarlo, ni todo lo que vivió. Pero, al fin y al cabo, ¿de dónde había sacado ese nombre?
¿O acaso… estaba equivocado?
No, eso era imposible, estaba seguro de que era él… ¿Entonces por qué se llamaba Gotenks?
En todo su recorrido no dejó de pensar en ello, su mente creaba múltiples conexiones para entender mejor todo ello. De una idea salían otras secundarias, una serie y cadenas que lo hacían ver muchas posibilidades, pero por más que lo meditaba no encontraba una respuesta que lo hiciera sentir seguro.
“Tal vez debería preguntarle”, fue una de las cosas que pensó, ya que quizás de ese modo podría comprender todo lo que ocurrió, pero inmediatamente desechó esa idea, porque, aunque le doliera en el fondo de su alma siquiera pensarlo, había una pequeña probabilidad de que realmente no sea quien creía que es…
***
—Buenas noches…—dijo luego de dar un bostezo. Estaba vestido con una pijama celeste, era un pantalón algo holgado, pero con una playera sin mangas color blanca. Se restregaba un ojo con su puño, su voz se escuchaba adormilada, y eso era evidente en su mirar. Sus ojitos estaban entre cerrados, y su expresión sumamente relajada.
—¿Eh? Ah, sí, buenas noches, Gotenks…—dijo con cierto titubeo. Esa imagen que tenía de él era sumamente irresistible, con esa apariencia tan adorable sentía una inmensa necesidad de abalanzarse sobre él y besarlo apasionadamente… pero tuvo que contenerse y limitarse a una simple despedida verbal.
El menor se recostó en su cama, dándole la espalda. Goku se acercó y apagó las luces, para imitarlo y acostarse, intentar conciliar el sueño y descansar. Miraba el blanco techo mientras sonreía amargamente. “Tan cerca y tan lejos”, así es como sentía a aquel joven que tenía a tan sólo tres metros de distancia. Sentía que estallaría si no podía ir y unir sus labios en un demandante beso lleno de sentimientos.
Sin darse cuenta el paso de los segundos se volvió minutos, y a su vez éstos se convirtieron en horas. Había pasado un largo tiempo admirando el cuerpo dormido de aquel joven al otro lado de la habitación. Estaba embelesado por esa figura cubierta por aquellas sábanas.
Cuando acordó, volteó a ver el reloj que colgaba de la pared, marcaba las 2:06 a.m.
Suspiró, realmente estaba agotado por sus desvelos anteriores, de aquellas ocasiones en las cuales lloraba hasta caer rendido por pensar en el accidente; en esas ocasiones en las cuales amanecía con un fuerte dolor de cabeza por el desgaste emocional que él mismo se causaba, o mejor dicho, que inevitablemente sufría. Pensó que lo mejor era dormir, pero…
No podía.
Una parte de su interior tenía miedo.
Miedo de que al despertar ese muchacho ya no estuviera.
Miedo de que cuando abra los ojos se dé cuenta de que todo resultó ser un simple sueño.
Miedo de que cuando voltee a ver a su lado, se queden las sábanas vacías al igual que esa habitación con un único huésped y que fuera él.
Miedo de que nada de esto fuera real y tener que afrontar la realidad y que su Vegeta realmente murió.
Tenía que aprender a distinguir de la realidad a la fantasía, pero todo era tan extraño incluso para él que se había planteado todas las posibles situaciones para pensar que su querido azabache seguía con vida.
Cerró los ojos con cierta pereza, sus párpados pesaban demasiado…
—Basta—escuchó esa voz entrecortada.
Se incorporó rápidamente y vio que aquel joven de cabello bicolor se removía entre las cobijas. Se acercó lentamente, y cuando estuvo a un lado suyo pudo ver que tenía su frente perlada de gotas de sudor, que sus ojos eran apretados con fuerza y que en la pequeña comisura de ellos había gran humedad que mojaba sus pestañas, estaba llorando aún entre sueños.
—Deténganse, por favor—sus súplicas se oían tan profundas, una parte de su corazón se agitó, sintió gran dolor al verlo en ese estado tan lastimoso. Sabía que era peligroso despertar a alguien de una pesadilla tan bruscamente, por lo que decidió quedarse a su lado hasta que se calmara o despertara y luego hablar con él.
—Tranquilo…—susurraba.
—Déjenlo a él—decía con un hilo de voz.
Goku ya no resistió más, era demasiado dura esa imagen. Verlo tan impotente, suplicando, llorando, sufriendo aún en sueños le causaba una punzada en el corazón, la cual sentía como un millón de espinas que se clavaban en su interior y se incrustaban cada vez más profundo.
Se acomodó a su lado, lo abrazó y le empezó a acariciar su cabellera lentamente, mientras le susurraba en el oído con voz suave: “Tranquilo, yo estoy aquí, cuidándote”. El menor seguía alterado, lo cual aumentaba la angustia del pelinegro.
—No quiero, déjenme en paz… Por favor… no me toquen…—sus súplicas eran demasiado profundas, lo cual le causó un nudo en la garganta a Goku.
—¿Acaso… Acaso alguien lo tocó…? A Vegeta unos sujetos se aprovecharon de él… Y estoy casi completamente seguro de que es él… Y con esto sólo me hace confirmar mis sospechas—pensó. Siguió acariciando la cabellera en forma de flama que tenía, intentaba tranquilizarlo en su subconsciente.
—Tarble, corre…—dijo en voz baja, como si algo le apresara el cuello evitando que pudiera pronunciar palabras. El pelinegro abrió completamente los ojos al escuchar ese último susurro. Lo acercó más a sí, transmitiéndole su calor corporal. Siguió hablándole al oído, calmándolo poco a poco.
Sus músculos se fueron relajando al igual que su expresión. Su respiración se fue relajando lentamente, a tal punto que dejó de estar tenso. Su ser consiguió un estado de paz y tranquilidad, calmando la angustia del mayor. Goku se acercó y le besó la mejilla. Empezó a susurrarle cosas tiernas al oído.
—Eres una persona muy fuerte, te amo con todo mi corazón, Vegeta. Amo esa sonrisita que tienes, y esos ojos negros me vuelven loco. Cuando te vi por primera vez, mi corazón latió fuertemente, y cuando leí tu diario, sentí que mi mundo se venía abajo, pero decidí afrontarlo y tomar este reto junto a ti. Me dije a mí mismo que te ayudaría a afrontar todos los desafíos que se te presenten, estar a tu lado siempre. Realmente era algo extraño que tan sólo en unos días te hayas vuelto alguien tan importante para mí, que me haya enamorado completamente de ti… Pero así fue. Yo no te puedo asegurar qué fue lo que me hizo saberlo, sólo lo sentí…—tomó aire, un nudo se formó en su garganta—. Me dolió mucho lo que te pasó, créeme que me sentí completamente culpable. Pero Milk se sentía triste, siempre fue muy apegada a mi mamá. Lamento que por haber estado hablando con ella no me percaté de que estabas detrás, en medio de la calle…—suspiró hondo y después sonrió con amargura—. Y saber que te había perdido fue suficiente para mí, realmente no podía vivir sin ti… por eso intenté quitarme la vida… quería reunirme de nuevo contigo, estar a tu lado aunque sea en el paraíso… Pero, tan sólo lo intenté definitivamente, en el puente Wiss, tú apareciste como el angelito que eres, me salvaste, y verte ahí me hizo tenerle un poco de esperanza a la vida… Pero el hecho de que no te volviera a ver me hizo sentir devastado, ese rayito de luz se fue desvaneciendo poco a poco… Y ahora te tengo aquí, Veggie, a mi lado, compartiendo la cama… Así quería nuestro amor, puro, sincero, yo te respetaría en todo momento, jamás te lastimaría… Vegeta, jamás lo haré. Aquí estoy, contigo, y lo estaré por siempre. Yo… yo te amo, Vegeta. Te amo con todo mi corazón…—susurró y unió sus labios con los de él.
Ahora estaba casi completamente seguro de que era él, su Vegeta. Pero aún había tantas cosas que lo hacían pensar lo contrario. Deseaba obtener una respuesta, pero no había nada que se lo demostrara.
Tal vez, y sólo tal vez debía averiguarlo él mismo.
Pero… ¿cómo?
¿Cómo cerciorarse de que era efectivamente ese pelinegro que una vez amó?
¿Cómo estar seguro de que era ese muchacho del cual se enamoró?
¿Cómo convencerse de que todas las sospechas que tenía eran ciertas y que, por increíble que parezca, él estaba ahí, a su lado, y que seguía con vida?
¿Cómo explicar que regresó a la vida?
A menos de que…
¿Acaso nunca murió…?
¿Cuál era la pregunta o la respuesta correcta que debía formularse?
…
Sólo había un modo de averiguarlo, pero realmente necesitaba saber la verdad.
Tal vez era hora de visitar de nuevo a Vegeta allá en donde estaba enterrado…
y asegurarse de que sigue ahí…
¿Y si no estaba? ¿Acaso eso significaría que estaba vivo y que a quien estaba abrazando en estos momentos era él?
Tanta incertidumbre había en estos momentos, pero lo que sí tenía en claro era una sola cosa…
realmente debía visitar a Vegeta…
y asegurarse de que estuviera ahí…
Chapter 5: Decisiones
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—¿Eh?—sus ojos lenta y pesadamente se fueron abriendo. Tenía un fuerte dolor de cabeza, su pecho le dolía un poco y sentía un agotamiento considerable. Dirigió su mirada al reloj que estaba colgado en la pared—. Cinco treinta y uno—pensó.
Fue en ese momento en el que se percató del cuerpo que lo abrazaba protectoramente. Un tenue sonrojo apareció en sus mejillas al verlo dormido a su lado. ¿Acaso había pasado la noche abrazándolo? Y si era así, ¿por qué lo hizo?
Sintió su cuerpo cálido, realmente era reconfortante estar a su lado. Sin embargo, en sus adentros sintió que estaba mal dormir con él. Si eso creía, ¿por qué no quería hacer nada para alejarlo? Era demasiado agradable dormir entre sus brazos, le brindaba una calidez única.
Comenzó a observar detalladamente su rostro. Tenía unas ojeras algo notorias, como si no durmiera bien en semanas; su piel era demasiado pálida, tanto que no parecía su color natural de piel; y esos labios… se veían temblorosos y acallando gemidos de dolor.
Dirigió su mirada a sus ojos, seguían cerrados, estaba dormido aún, eso lo suponía porque se veía relajado y sus músculos no estaban para nada tensos. Volvió a ver esos labios, tan carnosos y suaves a la vista a pesar de su estado tan dolido. Alternó su mirada entre sus ojos y sus labios, seguía dormido, entonces ¿por qué estaba tan nervioso si no iba a hacer nada malo?
Cayó en cuenta en que sí era algo malo lo que quería hacer, pero no podía evitar sentir esos deseos de probar esos labios dulces que tenía en frente. Lentamente y sin moverse mucho, inclinó su cabeza hacia adelante y, mientras cerraba sus ojos, unió sus labios con los de él, en un simple contacto.
Se asustó al sentir una mano moverse rápidamente hacia su nuca y otra hacia su cintura, evitando que se separara. Abrió sus ojos y pudo ver que se trataba de aquel pelinegro de cabellera alborotada.
—¿Acaso no estaba dormido?—pensó. El mayor logró moverlo, a modo de que Gotenks quedara encima de él, aún sin separarse.
Goku comenzó a mover lentamente sus labios, en un compás simple, nada apresurado ni apasionado, más bien tierno y dulce, el cual, a los pocos segundos, fue correspondido por el menor, quien se dejó llevar. Cerró sus ojos y unas cuantas lágrimas comenzaron a deslizarse por sus mejillas, éstas fueron sentidas por el de cabellera en punta, por lo que abrió sus ojos y observó su llanto.
—¿Qué sucede?—preguntó separándose levemente. El pelinegro abrió los ojos.
—Nada, realmente—sonrió de medio lado y lo atrajo, acostándolo sobre su pecho.
—Lamento lo del beso, no quería…—se sonrojó completamente y apretó con fuerza las sábanas—. Es sólo que creo que… me gustas—susurró.
—Veg… Gotenks—corrigió—, ¿cómo te sientes contigo mismo?—preguntó.
Esa pregunta era demasiado rara, lo desconcertó completamente.
—¿A qué te refieres?
—A que…—dudó un poco. Si bien recordaba, Vegeta tenía un odio hacia su persona, pero no podía decirle directamente eso, por lo que decidió buscar otra alternativa que disimulara sus intenciones—, verás, anoche mientras dormías llorabas mucho… creí… que tal vez te sentías mal por algo…
—Oh, eso…—se quedó callado unos segundos y después levantó la mirada, topándose con ese par de orbes negros que lo miraban con preocupación—. Suelo tener pesadillas muy raras, cuando despierto no recuerdo mucho, pero realmente son algo recurrentes y extrañas… no sé cómo describirlas…
—¿Y no te sientes mal por ellas?
—¿Por qué preguntas eso?—arqueó su ceja, en signo de confusión.
—Etto… olvídalo, estoy aturdido, eso es todo. Lo siento si te incomodé.
Goku cerró los ojos, y al abrirlos posó su mirada hacia el techo. Estuvo a punto de cometer un error que lo haría perder la relación tan amena que llevaba con él.
—Yo perdí la memoria—confesó. El mayor se incorporó rápidamente, de modo en que quedara sentado, con él de frente sentado en sus piernas. Eso hizo sonrojar al menor, sobre todo por la mirada fija sobre sus ojos.
—¿No recuerdas nada?—preguntó incrédulo.
—He pensado que…—calló unos segundos y se abrazó a él, escondiendo su rostro en su cuello, aspirando su aroma—esas pesadillas tienen que ver con mi anterior vida—susurró. El mayor comenzó a acariciarle la espalda.
—No tienes que decir más si no quieres—dijo comprensivamente, aunque lo cierto era que por dentro deseaba saber todo lo que tenía que ver con ese tema, pero debía ganarse su confianza y no atacarlo con preguntas.
—Gracias… etto… ¿puedo preguntarte una cosa?—el mayor emitió un sonidito a modo de afirmación—. ¿Me abrazaste esta noche por mis pesadillas?
—Sí—susurró, incluso pudo sentir el calor que emanaba el cuerpo del más pequeño por su sonrojo—. Pasé la noche a tu lado, creí que te podrías calmar un poco si sentías la compañía de alguien…—se excusó.
—Bueno, gracias. A decir verdad me siento cómodo contigo—confesó—. Otra cosa… cuando te besé… ¿tú…?
—Llevaba rato despierto, pero no quería moverme para no despertarte. Sentí que te moviste, pero creí que estabas incómodo. Me sorprendió que me besaras, pero quise corresponderte—admitió.
—Pensaste en él, ¿no es así?—dijo en susurro. El mayor suspiró. Ayer le había contado lo que le pasó a Vegeta y ahora se arrepentía en cierta manera.
—Pensé en otras cosas… En la manera en cómo te conocí, por ejemplo—mintió, no quería admitir que había pensado en Vegeta mientras besaba a “Gotenks”, a pesar de que él los consideraba la misma persona—. Me gustaste desde entonces.
El menor se acomodó a modo de verlo de frente, por lo que Goku siguió hablando.
—Me duele todavía lo de mi anterior pareja—reconoció, el rostro del menor se decepcionó—. Tengo que superarlo, lo sé. Por eso quiero hacerlo antes de iniciar algo contigo, porque a pesar de que realmente quiero ser tu novio… no quisiera arruinar nuestra relación por mis inseguridades.
El más bajito sonrió de medio lado y se volvió a aferrar a su cuello.
—Tómate todo el tiempo que necesites.
***
—Mgh, Rad…—gimió tímidamente al sentir las manos del mayor acariciando su pecho desnudo.
Su relación, en ese tiempo, había progresado demasiado. No era tan bien visto por otros que ambos estuvieran juntos por la notoria diferencia de edades, pero a ellos no les importó, ya que sus padres lo habían aprobado desde un inicio. En ese tiempo sus inocentes muestras de afecto fueron aumentando de intensidad, a tan punto de que ya no había nada de inocente en ellas.
Raditz había demostrado que no quería aprovecharse del menor, en cada oportunidad que tenía lo llenaba de detalles, algunos simples, pero eran con gran cariño.
Aunque en ocasiones, por el aumento de temperatura en el ambiente y su estancia solitaria en una habitación, ambos estaban casi por efectuar el acto más puro de amor, lo único que se los impedía eran interrupciones externas.
—Raditz…—gimió el nombre de su pareja. Estaba recostado completamente en el colchón, su playera estaba tirada en algún lugar de la habitación y el mayor, aún vestido, estaba posicionado encima de él, acariciando su torso delicadamente. Las luces estaban apagadas y las cortinas cerradas, lo único que iluminaba la habitación era la pequeña lámpara de lectura que estaba cubierta por la sábana que arrojó el mayor cuando comenzaron a besarse con más pasión.
—Tarble… —se acercó a su oído—. Te amo—susurró sensualmente y le mordió sutilmente el lóbulo de la oreja.
—Raditz… yo… también…—el de cabellera larga se acercó al torso del menor y deslizó su lengua en su pezón izquierdo—. Mgh.
—¡Todo por tu estupidez!—un grito proveniente de la parte de enfrente de la casa, seguido de un fuerte portazo, los hizo separarse inmediatamente y cada uno arreglar su vestimenta. Salieron sigilosamente, y pudieron observar a los padres de ambos, furiosos, tomando asiento en el sillón de la sala. Vegeta tenía un ojo hinchado y Bardock tenía su labio partido y un golpe en la mejilla.
—Padre, ¿qué pasó?—preguntó Raditz acercándose. Al estar a unos metros pudo percibir el gran olor a alcohol proveniente de ellos.
—El idiota provocó que nos echaran del bar—dijo con desprecio y su voz sonaba rara, como si en cualquier momento él fuera a perder la conciencia.
—Fue tu culpa por… —bostezó y sacudió su cabeza, estaba mareado.
—Llevan bebiendo tres días seguidos, ¡ya basta!—dijo el de cabellera larga con voz autoritaria.
—¡Tú cállate!—dijo lentamente, arrastrando varias letras al pronunciarlas—. Que yo no te digo na… nada cuando casi… le rompes el… ga a mi… mijo…—dijo torpemente, sin que se le entendiera fácilmente lo que dijo. El más pequeño de los cuatro se sonrojó al escuchar lo que (probablemente) su padre intentó decir.
—Se equivoca—dijo el hijo mayor del Son—. Yo no pienso tocar de ese modo a Tarble—dijo molesto ante esa insinuación—. Iré a casa—dijo apretando sus puños y saliendo de la residencia.
El menor se quedó ahí, observándolo irse. ¿Acaso era un juego lo que estaban haciendo hace unos minutos? No quería quedarse con la duda, por lo que siguió al mayor con pasos firmes y decididos a enfrentarlo. Antes de salir vio de reojo a su padre y al padre de Goku ya dormidos en posiciones muy raras, roncando sonoramente. Salió y cerró. Visualizó a su pareja caminando lejos, por lo que lo siguió con cierta distancia.
Luego de varios segundos, él se sentó en la banca de un parque, se veía muy frustrado, por lo que caminó y se paró frente a él.
—Te ves muy molesto, ¿realmente te incomodó lo que dijo mi padre?—cuestionó.
—No es eso…—se hizo a un lado, invitándolo a tomar asiento en su costado—. Tarble, ¿qué somos?
—Pues novios…—dijo confundido por su pregunta.
—Exacto… Antes que nada, quiero que sepas que no me quiero aprovechar de ti… Sé que ya te lo he repetido muchas veces, pero… —suspiró hondo y prosiguió—cuando estamos solos… ocurren ciertas reacciones involuntarias que…—su frente se perló de gotas de sudor—bueno, ya eres un niño grande, sabes a qué me refiero…
—S-sí—dijo con un tenue color carmín en su rostro.
—Y eso me hace dejarme llevar y querer pasar a la siguiente base—rascó su nuca y vio hacia el cielo—. Y cuando veo tu disposición, esos deseos aumentan—su tez se había tornado del color de un tomate maduro al decirle eso, no era capaz de verlo a los ojos.
—Raditz—susurró viendo hacia el suelo. Los temas de sexualidad siendo explicados por su pareja eran sumamente incómodos, diría que más que a cuando los tratan con los padres.
—Pero siempre hay interrupciones…—aclaró y después lo volteó a ver, lo tomó de la barbilla, y lo obligó a verlo a los ojos—. Aunque no sólo por eso me detengo… Tarble, tú lo has dicho, somos novios, pero eso no me da derecho a querer “profanar” tu inocencia—el menor estaba confundido—. Quiero decir que, a pesar de que estamos en una relación, yo te pienso respetar hasta el último momento… Si estuviéramos a punto de hacerlo, si tú ya no quieres sea cual sea la razón, yo me detendría completamente.
—Rad… gracias…—murmuró.
—¿O en serio creíste que desaprovecharía la oportunidad que tuvimos cuando estábamos solos en tu casa hace una semana, sólo por el mensaje de Shima que quería que le pagara lo que le pedí prestado para el autobús? —dijo riéndose un poco. Soltó el mentón de su pareja y volvió a ver hacia el cielo—. Tú me sigues la corriente, pero en el fondo sé que no estás listo y que tienes miedo de decírmelo y decepcionarme, ¿no es así?
—Bueno, yo…—desvió la mirada a otro lado.
—Yo no te presionaré. Si no estás listo, esperaré hasta que lo estés. Así sea en un mes, o en un par de años, yo esperaré…—dijo y le sonrió. El menor se abrazó a su costado.
—No creo que sea tanto, sólo necesito pensar unas cosas…—aclaró avergonzado.
—Aun así, lo que te digo es verdad…
—¿Por eso te molestaste por lo que mi padre dijo?
—Sí. Sé que por ser mayor cree que lo único que quiero es sexo, pero se equivoca…
Tarble sonrió. Realmente tenía gran corazón, y, aunque su apariencia era hostil y tenía un gran orgullo, le había demostrado en más de una ocasión lo mucho que lo quería.
***
—Buenas noches—dijo el menor mientras se recostaba. La noche ya había caído y todas las luces estaban apagadas.
—Buenas noches. Etto… Necesito hacer una llamada, iré al pasillo y usaré el teléfono que está al inicio del corredor…
—Está bien—respondió adormilado—. Ehm… cuando vuelvas… ¿podrías dormir… aquí… conmigo…?—pidió tímido—. Digo, sólo si tú quieres…
—Sí, está bien. Ahora vuelvo—dijo con una sonrisita y salió de la habitación. Caminó por el pasillo hasta llegar al teléfono. Metió una moneda y marcó el número de la persona con la que necesitaba hablar. El sonido de varios “bip” se hizo presente, y luego una voz conocida le habló.
—¿Quién es?—se escuchaba aquella voz adormilada y grave.
—Uub, soy Goku. Disculpa que te llame tan tarde, pero era urgente—dijo mientras observaba a su alrededor, cuidando que no hubiera alguien que pudiera escucharlo.
—¿Eh? ¿Goku? ¡Amigo! Cuánto tiempo sin saber de ti… ¿cómo has estado?
—Bien, gracias. Uub, seré breve. Estoy estudiando en el internado que está a cinco cuadras de tu casa.
—¿En La Esfera Del Dragón?—preguntó.
—Sí. Necesito pedirte un favor urgente…—sus manos empezaban a temblar y miraba desesperado a todos lados, no quería que nadie se enterara de lo que iba a pedir.
—Te escucho, amigo—dijo con voz seria, sabiendo que era muy importante lo que iba a pedir, conociendo que jamás le llamaría a media noche a no ser de que fuera una verdadera emergencia.
—Necesito varias linternas, una soga muy larga y resistente… También un impermeable, una navaja y… un boleto para autobús nocturno con rumbo hacia el oeste.
Un silencio se hizo presente al otro lado de la línea. Por momentos creyó que había colgado, pero volvió a escuchar su respiración.
—¿A dónde piensas ir?
—Tengo que hacerle una visita a alguien…
—¿Y acaso a ese “alguien” lo piensas secuestrar? ¿O por qué pides eso?
—Tengo que hacer varias cosas, y el camino es peligroso, podría caer o pasarme algo. El autobús me dejará un poco lejos, tengo que atravesar un pequeño bosque…
—Ou ou ou… Espera, espera… El único bosque que hay para esos rumbos está junto al cementerio, ¿qué piensas hacer, Goku?
—Debo ver a alguien colina arriba… Descuida, no haré nada malo…
—Goku, ¿qué clase de persona te cita en un bosque profundo, de noche, y que su única entrada es atravesando un cementerio?
—Uub, por favor, es urgente. Prometo pagarte tan sólo te vea, tengo ahorros, te daré el dinero que te gastes en todo lo que compres, pero necesito que me ayudes en esto…
—…—el silencio al otro lado lo hizo sentirse nervioso—. Goku, te ayudaré. Tardaré dos semanas en conseguirte lo que me pides, recuerda que también tengo que ocultárselo a mis padres. Y por el dinero no te preocupes, tú siempre me apoyaste cuando no tenía dinero para el almuerzo, en esos días en los que mi familia estaba por una crisis económica, te lo debo… Sólo prométeme que, sea lo que sea que debas hacer, sea quien sea la persona a la que debas ver… tendrás mucho cuidado…
—Te lo prometo.
—Bien. Estaré en la entrada el viernes dieciocho a las tres de la tarde, ¿está bien?—preguntó.
—Sí, está bien. Gracias amigo.
—No es nada… Y por favor, cuídate mucho…
—Sí.
El joven Son terminó de despedirse de su amigo y suspiró. Sonrió de medio lado al saber que pronto lograría su cometido. Caminó hacia su habitación y vio al de cabello bicolor poniéndose sus zapatos.
—¿Pasa algo, Gotenks?
—Ah, Goku. Nada, es sólo que tardaste mucho. Iba a buscarte—dijo sinceramente. Se quitó las zapatillas deportivas y se volvió a acomodar en la cama.
El azabache se acercó y se recostó a su lado. Lo abrazó por la espalda y colocó sus manos en su cintura.
—Luces preocupado, ¿estás bien?—preguntó el menor quien, a pesar de no verlo en esos momentos, lo había observado cuando llegó.
—Sí, solamente llamé a un amigo de la infancia. Quizás algún día me visite…
—¿Y eso era motivo para que te pusieras en este estado?
—Ah… A ti no se escapa nada, ¿verdad?
—No tienes que decirme, respeto tu privacidad y…
—Pienso salir—dijo interrumpiéndolo. El menor se giró y se colocó completamente encima del mayor, quien se sorprendió por el movimiento y, más que nada, por la posición: él recostado boca arriba, y el menor sentado a la altura de su entrepierna, colocando sus manos a cada lado de la almohada, viéndolo de frente.
—¿A dónde?—preguntó seriamente.
—No importa—dijo un poco nervioso, la posición era demasiado comprometedora.
—¿No importa? Si no importara no irías… Goku, por favor…—suspiró y dijo más calmado—: no tengo derecho a meterme en tu vida, lo sé. No te conozco lo suficiente y no puedo juzgar tus actos, estoy de acuerdo… Pero no quiero que te pase nada, estoy preocupado, eso es todo… No me digas si no quieres. Sólo dime, no, prométeme que no harás nada malo y que estarás bien.
—Vegeta…—pensó—. Jamás lo había visto tan decidido y tan… dominante…—un ligero sonrojo se divisó en sus mejillas—. Así que, si esos sujetos no le hubieran hecho nada, sería así…—reflexionó—. Gotenks, te aseguró que estaré bien, sólo debo arreglar unos asuntos…
—Dime, ¿puedo ir contigo? Así estaré más tranquilo—dijo.
—¿Eh? No, no creo que sea buena idea. Mira, yo sé que te esforzaste mucho en entrar aquí, vi tu nombre en los diez mejores… Y si se enteran que te fuiste, podrían expulsarte, por eso no quiero que me acompañes, no haré que desperdicies tu esfuerzo sólo por mis asuntos…
—¿Y que te expulsen a ti no es malo?—dijo sarcástico.
—Gotenks, por favor…—el menor entendió a qué se refería con eso, por lo que tuvo que acceder—. Gracias por tu preocupación, pero es urgente ese viaje. Haré todo lo posible por que no se enteren, y además tendré cuidado…
El de cabellera en punta se acercó a su rostro, dejando sólo unos centímetros de distancia.
—Prométemelo.
—Te lo prometo.
El azabache lo tomó de la nuca y lo besó, a los pocos segundos fue correspondido.
***
Yacía dormido en su pecho, estaba muy cansado, por lo que dejó de besarlo luego de unos minutos y lo había dejado descansar. Ahora se encontraba mirando hacia el techo, acariciándole su cabellera en forma de flama. Ya tenía planeado qué haría exactamente en dos semanas, su cuartada y la ruta que tomaría. Sólo faltaba una cosa:
Preparación emocional.
Hacía ese viaje por una razón, y era comprobar que sus sospechas eran ciertas. Vegeta estaba ahí, con él, en esos momentos, durmiendo plácidamente sobre su pecho. Pero su mente aún le decía que estaba equivocado, que Vegeta había muerto y que sólo era una muy grande coincidencia todo lo que había pasado.
Suspiró derrotado, tenía que afrontar la realidad, por eso iría a ese bosque, debía buscar aquello que le daría todas las respuestas.
—Sólo espero estar en lo cierto. Porque, de no ser así, yo… no podría con esto. A pesar de que la persona que está aquí tiene todo tuyo, si no eres tú, yo no podría seguir. Porque… sólo te quiero a ti Vegeta. Aunque existiera otra persona como tú, sólo te amo a ti—vio al menor que estaba profundamente dormido y sonrió—. No me queda duda, eres tú. Sólo debo comprobar para que así tu hermanito y tu padre se den cuenta de ello—le besó la frente—. Te amo Vegeta…
Chapter 6: ¿Nuevo amigo?
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Los días pasaron, y esa mañana tendrían su primera clase. Ambos dormían plácidamente, Gotenks reposaba tranquilamente siendo abrazado por Goku, como ya era su costumbre luego de aquella noche. En ese tiempo, las pesadillas desaparecieron, dándole al de cabellera en forma de flama una gran calma.
~~~pip…pip…pip~~~
El molesto sonido de la alarma se hizo presente. El menor, perezosamente, estiró su brazo para apagarla. Se removió un poco y después se levantó. Vio al de cabellera alborotada dormido, con un ceño fruncido y una expresión de dolor. Suspiró.
—Realmente lo extraña…—pensó. Vio la puerta del cuarto de baño y se levantó, tomó sus cosas y caminó hacia ella, para tomar una ducha.
***
—Gracias por despertarme, de no ser por ti seguiría roncando—rio un poco. El menor lo imitó.
—Sí… Será mejor irnos ya, ya sabes, para conseguir lugares juntos—comentó. El mayor asintió.
Ambos caminaron hacia el aula que les correspondería. Se sentaron juntos al fondo, y siguieron conversando en lo que llegaban los demás. Gotenks dirigió su mirada hacia la puerta de entrada, y pudo divisar a un chico un tanto peculiar. Llevaba una playera holgada de color blanco y jeans de mezclilla. Su cabello era castaño, y sus ojos de un hermoso color verde, era alguien de alta estatura. Caminó con la mirada gacha hasta llegar a un asiento del otro lado del salón, en la esquina, sin despegar su mirada del suelo.
—¿Pasa algo, Gotenks?—preguntó confundido por su repentino cambio de actitud.
El menor negó con la cabeza y volvió su mirada al frente. ¿Por qué la actitud de ese chico le parecía familiar? Además, ¿por qué ese chico repelía a todos?
—¿A quién mirabas?—preguntó.
—Al chico del fondo… Se ve que es tímido—dijo. El mayor lo vio y asintió.
—Tal vez sólo está preocupado porque nunca antes estuvo en un internado…—sugirió. El menor apoyó sus brazos sobre la mesa y posó su cabeza sobre ellos.
—Te confieso que hay algo en su actitud que me parece familiar…—susurró.
—Tal vez porque tú eras así de reservado, Vegeta…—pensó.
***
—Vaya, mira a quién tenemos aquí…—dijo un tipo pelirrojo, alto, de ojos negros, al ver al pelinegro con cabellera en forma de flama. Lo tomó del brazo, para evitar que avanzara—. Lindos colores en tu cabello—dijo con tono burlesco.
Luego de todas sus clases habían ido a la cafetería. Pero Goku tuvo que ir al baño, por ello Gotenks se adelantó. Las mesas estaban casi llenas, salvo algunas que estaban casi vacías. El de cabellera en punta había caminado entre ellas, topándose a un trío que ahora tenía en frente. Al estar en una esquina era un punto ciego para los pocos profesores que cuidaban el comedor.
Sólo había un chico cerca, pero este estaba en la mesa más cercana sentado y leyendo un libro, casi ignorando a todos. Gotenks estaba acorralado contra la pared, mientras el pelirrojo colocaba una mano a un lado de su rostro y se aproximaba a él.
—Muy colorido—agregó riéndose. Sus subordinados lo imitaron.
—¿Qué es lo que quieren?—dijo seriamente, confrontándolos.
—Nada, sólo una cosa…—se acercó a su oído—. Aléjate del equipo de básquet… Le agradas al entrenador, demasiado… Aléjate de mi equipo…—demandó amenazante. El menor sólo chasqueó la lengua, extrañando al mayor.
—¿Así que ese es tu miedo? ¿Qué te quite tu puesto?—dijo en tono provocativo.
—Jamás lo lograrías…—dijo con orgullo. El menor sonrió.
—Si tú lo dices…
—Estoy completamente seguro de ello, cabeza de pincel…—alzó la voz, ya molesto.
—Eso es lo que tú piensas, cerecita…—ese fue el colmo para el mayor. Lo golpeó fuertemente en el rostro con su puño cerrado, obligándolo a caer.
—Te haré cenizas—dijo y se acercó a él, pero una mano sostuvo su muñeca. Aquel castaño cerró el libro que sostenía en su mano izquierda, y lo empujó levemente hacia atrás.
—Antes de acercarte a él, primero pasarás sobre mí—le advirtió. Su voz no sonaba amenazante, pero en su mirada se podía observar gran determinación. El pelirrojo sólo lo vio con rencor.
—Vámonos…—fue lo único que dijo, a lo que todos se comenzaron a alejar. El castaño, una vez estuvieron lejos, se giró al de cabello bicolor y pudo notar que su nariz sangraba.
—Oh, permíteme—pidió. Se quitó la playera y se arrodilló junto a él. Le limpió la sangre y después se levantó, tomó aquel vaso con agua que había sobre la mesa, sacó dos hielos y los envolvió en la tela, para después volver a acercarla al rostro del pelinegro, con intenciones de desinflamar un poco aquel golpe.
Gotenks no pudo evitar sonrojarse al ver que aquel castaño tenía un poco de músculos, cosa que no había notado porque usaba vestimenta holgada. Desvió la mirada hacia un costado.
—Gracias…—fue lo único que pudo decir.
—Conozco al pelirrojo… Es un caso perdido, ten cuidado con él…—dijo. Luego sonrió—. Aunque no le tuviste miedo, eso es bueno—mencionó. El pelinegro volteó a verlo, a lo que se puso sumamente nervioso—. Eh, bueno, yo sólo decía—susurró.
—Eres tímido, ¿no?—preguntó. El otro sólo veía al suelo, con un ligero sonrojo.
—Creo que ya se desinflamó…—dijo. Se puso de pie y tomó sus cosas. Caminó hacia la salida, ignorando las miradas curiosas de todos ahí.
Gotenks no lo pensó dos veces y lo siguió. Pudo notar que entró al baño, por lo que entró también. Él se estaba lavando la cara.
—No lo decía por molestar, si eso es lo que piensas—aclaró. Colocó su mano sobre su hombro—. Gracias por lo que hiciste por mí allá afuera…
—No fue nada—dijo. Le dedicó una pequeña sonrisita.
—¿Sabes? Tu actitud me parece familiar…—susurró. Bajó la mirada. Después lo volteó a ver con una sonrisa—. Podemos ser amigos, sólo si quieres…
—¿Eh?—de nuevo se puso un poco nervioso. El menor soltó una risita.
—Tranquilo…—comenzó a acariciarle la espalda a modo de calmarlo—. Mejor vamos a tu habitación, para que puedas vestirte—ambos caminaron hacia la habitación del castaño. Al llegar el más alto sacó de su armario una playera azul. Se la colocó y se sentó en la orilla de la cama.
—No soy bueno relacionándome con la gente—admitió. El menor se sentó a su lado—. Me acostumbre a alejarme de todos…
—¿Alguna razón en especial?—preguntó mientras volvía a pasar su mano por su espalda.
—Miedo, tal vez…—dijo—. Miedo a ser rechazado… Y, bueno, preferí dejar todo de lado, y me acostumbré a la soledad…
—Dime, ¿cuál es tu nombre?
—Hiroshi…
—Pues, Hiroshi, tal vez deberías intentarlo…—dijo. El más alto sonrió—. ¿Me permites ser tu amigo?
—B-bueno…—dijo con una sonrisita—. ¿Por qué eres bueno conmigo? Digo, está bien que te haya ayudado allá abajo… Pero…
—Eres alguien muy amable y me agradas demasiado… Además…—hizo una pausa para suspirar pesadamente—. Si yo estuviera solo, o con miedo de relacionarme con los demás, me gustaría que alguien se acercara a mí… Que fuera mi amigo aunque nadie más intentara hacerlo…—susurró. El mayor notó el escaso dolor en sus palabras, por lo que lo abrazó…
***
Goku lloraba desconsoladamente, sus brazos estaban cubiertos de sangre y sus manos apoyadas en la pared. Estaba dentro del baño, había entrado al cubículo y lo había cerrado con seguro. Sentía un fuerte dolor en el pecho, y se había desahogado cortando sus muñecas.
Pero, cuando le pareció escuchar la voz de su compañero de habitación, había guardado silencio. Escuchar las palabras llenas de confianza y amistad pronunciadas por él lo hacían sentir gran pesar. Recordar cuando él era así con Vegeta y, por consiguiente, recordarlo dentro de aquella caja hacían querer matarse en esos momentos para acompañarlo una vez más.
Gotenks era una esperanza y a la vez una tortura para él. Era un “sigue vivo” o un “es una copia, pero jamás será él”. Cuando se fueron, continuó desahogándose.
—Vegeta…—pensaba con dolor—. Ahora no sé qué pensar… Gotenks y tú son demasiado parecidos, pero…—apretó sus ojos con fuerza—. Tus brazos… tenían muchas cicatrices… y él… no tiene ninguna marca…—levantó la mirada, para ver el azulejo—. No sé qué pensar, no sé qué creer… Tiene tu actitud, tu voz, tu rostro… Tiene todo de ti… Pero si realmente no eres tú… yo… moriría…—tragó grueso—. No puedo vivir sin ti…—murmuró.
***
—Raditz, lo hiciste muy bien—comentó el menor cuando su novio llegó a su lado. Él jadeaba mientras posaba sus manos sobre sus rodillas, estaba sumamente cansado por la carrera que había realizado.
—Aunque haya sido una competencia obligatoria para la materia de educación física, no iba a perder…—dijo. El menor se acercó y lo abrazó, sorprendiéndolo.
—Raditz… ¿pasarías la noche en mi casa? —preguntó levantando la mirada.
—¿Pasa algo, pequeño?—el menor negó únicamente—. ¿Tu padre irá de nuevo a beber?—preguntó.
Bardock y Vegeta frecuentaban mucho sus salidas a cantinas o a bares para emborracharse. Como si quisieran, de alguna manera, ahogar sus penas u olvidarlas. Aunque se mostraran muy fuertes, en el fondo sabían que sentían un fuerte dolor ante la muerte de sus mujeres y, en el caso de Vegeta, también por la repentina muerte de su hijo.
—Sí, pero no es por eso solamente… Necesitamos hablar…—se separó de él y le dio una bebida rehidratante—. Te espero—dijo y se fue.
El mayor estaba completamente asustado. “Necesitamos hablar”, ¿cómo es posible que esas dos palabras juntas le causaran ese gran nerviosismo?
No, no debía alterarse, debía calmarse. Recién lo había abrazado de esa manera tan tierna y llena de cariño, no es como si fuera a terminar con él… ¿o sí?
No, imposible… Bah, ¿a quién engañaba? Tarble era muy joven, susceptible a cambiar de opinión; además, podría encontrar a alguien mucho mejor que él, alguien que no tuviera esa apariencia de delincuente juvenil que escapó de la correccional.
—Demonios… ¿acaso hice algo malo? No, no le he faltado al respeto… Pero… ¡Aigh! Será mejor que terminé con estas pruebas de una maldita vez y vaya a averiguarlo…—pensó angustiado, tenía miedo de saber de qué “necesitan” hablar.
***
—¡Se sorprenderá al vernos ahí!—decía exaltado un pelinegro.
—¡Hey!, baja de ahí—dijo el pelilila refiriéndose a que estaba caminando sobre una barda (aunque de baja altitud) delgada, que evitaba el paso a un jardín que se encontraba diez metros hacia abajo.
—Ay, eres un amargado—bajó de un brinco y siguió avanzando muy entusiasmado—. Es sólo que hace mucho que no lo veo, ¡estoy muy emocionado!—dijo, el mayor sonrió al verlo—. Mi tío dijo que estudiará en La Esfera del Dragón, y ¡nosotros también! Aunque llegaremos un día tarde por la competencia de béisbol a la que fuimos… ¡Pero aun así! ¡Extrañaba tanto a Goku!—dio un brinco. Atravesaron un pequeño parque. El menor se subió a un muelle balancín que tenía la forma de un conejo y comenzó a mecerse.
—Goten, baja de ahí, es para niños…—dijo el mayor frustrado.
—No—dijo con un puchero y siguió meciéndose.
A pesar de su edad, para ser más exactos quince años, seguía comportándose de una manera algo infantil. Su inocencia y manera de ser habían cautivado a Trunks quien, por muchos años siendo su amigo solamente, y lanzando indirectas muy directas, hasta hace poco había logrado hacerlo entender lo que sentía por él y se habían formalizado como pareja.
—Eres muy amargado, Trunks… Deja eso para cuando tengas ochenta años y unos niños corran en tu jardín—dijo.
Trunks sonrió. También debía reconocer que su actitud era todo lo contrario a ese pelinegro relajado y extrovertido. Él era una persona seria y muy responsable, había madurado a tan corta edad, y no soportaba juegos absurdos. Era muy terco y muchas veces egoísta. Goten era la única persona que lo aguantaba, y que lograba calmarlo cuando se enojaba (cosa que pasaba con mucha facilidad). Eran completamente diferentes, pero, aun así su relación, su amor, era muy fuerte.
—¿Te confieso algo?—dejó de mecerse mientras su expresión se ensombrecía un poco—. Mi tío Bardock dijo que mi primo había cambiado demasiado, pero su voz se escuchaba rara… Mi tía Gine murió hace poco, y creo que eso le habría afectado… Pero no sé, Goku… él siempre fue una persona muy alegre… No me lo quisiera imaginar deprimido…—le confesó. El mayor se arrodilló frente a él, ignorando que su pantalón se ensuciara con la arena.
—Tal vez sólo es algo pasajero. Como tú lo describes, él es alguien fuerte, podrá superarlo. Pero le costará trabajo… Perder a una madre no es fácil…—le revolvió su cabellera, logrando que sonriera.
—Tienes razón—siguió meciéndose, por lo que el mayor se volvió a poner de pie y se dirigió a la banca más cercana. Sacó de su mochila un libro y se puso a leer. Luego de unos minutos un sonido semejante a una campanilla se hizo presente.
—Tres, dos, uno…
—¡Trunks, cómprame un helado!—gritó el menor. El pelilila sonrió y caminó hacia el vendedor
— Uno de chocolate con mucho jarabe y uno de vainilla, por favor—pidió amablemente. Mientras servía, volteó a ver al menor.
No había tenido el gusto de conocer a Goku, pero conforme el menor hablaba de él, lo quería y admiraba mucho.
—Una muerte de alguien cercano despierta instintos suicidas en gran número de casos…—pensó—. Y, si este fuera el caso, Goten se decepcionaría y se entristecería mucho…—vio al cielo—. Pero siempre estaré con él, para apoyarlo…
—Aquí está—dijo el hombre. Le pagó y después tomó los helados.
—Gracias.
Se acercó a su pelinegro, quien ya veía con ojos brillosos su postre. Le extendió el de chocolate y sonrió al verlo comiendo muy feliz.
—Porque yo… Te amo, Goten…
***
El agua caía sobre sus muñecas e inmediatamente ésta se tornaba de color rojo. Llevaba ya rato con el grifo abierto, pero el sangrado no cesaba, sólo había disminuido. Goku levantó su vista y se vio en el reflejo.
¿Qué pensaría Vegeta si lo viera en ese estado? ¿Qué diría el resto de su familia si lo vieran así, ojeroso, con su piel pálida, con los brazos llenos de heridas abiertas?
—Sólo faltan unos días, y todo esto terminará… Ya sea para bien… o para mal…
Sólo era cuestión de esperar unos cuantos días. Ya había pedido el favor, y ya casi estaba listo todo. Aunque su mente aún no estaba lista, estaba dispuesto a realizar ese viaje.
—Si no está ahí, significaría que, tal vez, Gotenks es él. No sé cómo, pero es él… Pero si no…—vio una vez más su reflejo y sonrió vacíamente—… le haré compañía a Vegeta por toda la eternidad…
Chapter 7: "Estoy bien"
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Goku cerró la llave del agua. La sangre seguía corriendo, pero realmente no le importaba ya. Suspiró con cansancio y tomó una toalla de papel del dispensador para limpiar el exceso de líquidos de su brazo. Lo tiró y salió del baño.
¿Y si alguien lo veía sangrando y llamaba a un maestro? No le interesaba. A veces llega el punto en el que no importa nada, sólo dejas fluir la vida a su antojo. Pero al parecer la vida le daba camino libre si quería suicidarse en silencio, los pasillos estuvieron completamente vacíos, no se topó con nadie en toda su trayectoria hacia su habitación.
Al llegar cerró con seguro, confiado en que su compañero llevaba su llave. Se recostó en su cama y dejó sus brazos colgando a un costado, mientras la sangre goteaba al suelo.
Quería llorar, pero no lo hacía. Sus lágrimas se habían agotado, o quizás sus ojos estaban demasiado irritados y cansados que eran incapaces de producir más. ¿Y qué hay de su cabeza? Dolía demasiado, sentía fuertes mareos, pero no quería descansar. No, mejor dicho era incapaz de hacerlo, porque no importaba cuánto durmiera el desgaste seguía ahí, el dolor seguía ahí, la culpabilidad seguía ahí...
Se estaba matando de una forma muy cruel.
Se estaba matando lentamente.
* * *
—¿Y con quién compartes habitación?—mencionó de la nada Gotenks al ver la cama vacía al otro lado de la alcoba.
—¿Eh? Bueno, en realidad estoy solo—dijo viendo hacia abajo—. La cantidad de estudiantes es un número par, pero mi compañero pidió un cambio. A final de cuentas la directora nos dejó una habitación para cada quien—desvió la mirada al sentir los ojos negros del menor fijos sobre él—. Además me dijo que quedan muchas habitaciones vacías, y sólo faltan dos estudiantes ya confirmados para que asistan.
—Tal vez suene ridículo, pero...—empezó a reír, captando su total atención—. Algo me dice que tu excompañero era la cerecita.
El castaño se sonrojó un poco, más que nada por la vergüenza, inevitablemente había adquirido una sensación de "me descubrieron".
—¿Cómo lo supiste?—atinó a preguntar, dándole también la respuesta que pedía.
—Pues... No le temías y decías conocerlo. Y él parecía tenerte cierto... ¿respeto? A decir verdad no sé cómo decirle, el punto es que no quería problemas contigo—le acarició el brazo, intentando calmarlo.
—Hizo amigos rápidamente, ehm, del club de baloncesto, creo. Hace unos días hicieron una fiesta, aquí, pero como ya sabes yo no soy muy social. Terminé yéndome casi al inicio. No soporté tantas personas en un lugar tan pequeño como éste—miró al menor—. Me fue a buscar preguntándome cuál era mi problema, y le dije la verdad, que no quería estar ahí... No insistió, supongo que sí notó que no hablaba mucho, y no sólo en la fiesta, sino en general...
—¿Y no te sientes solo?
—En realidad no, es como en casa. Mis padres trabajando todo el tiempo y mi hermano mayor saliendo a cada rato con su novia. Casa sola.
—Vaya...—susurró—. Si algún día te sientes mal o necesitas compañía, puedes buscarme. Mi habitación es la 114, está en este mismo piso—el castaño le dedicó una sonrisa—. Mi compañero se llama Goku y...—cayó en cuenta de algo y se puso de pie inmediatamente—. No...—susurró.
—¿Sucede algo?
—No, sólo recordé que... Hiroshi, tengo que irme. Quizás vuelva más tarde o mañana. ¿De acuerdo?—lo vio a los ojos.
—¿Eh? Sí, está bien. Gracias por tu compañía—susurró con timidez. El de cabellera bicolor sonrió.
—Nos vemos—se despidió y salió.
Pensó en que quizás Goku ya no estaría en la cafetería al no encontrarlo, o pudo ir a otro lugar a comer. Así que se dirigió a la habitación, para esperarlo ahí en lo que regresaba.
Llegó y abrió la puerta. Se sorprendió al verlo sentado en la orilla de la cama, anudando una venda en su mano con ayuda de la otra que ya estaba vendada.
—Goku, ¿estás bien?—se sentó a su lado y le acarició la mano.
—Sí. Gotenks, te escuché entrar al baño con otra persona, ¿hiciste un nuevo amigo?—preguntó sin voltear a verlo, veía fríamente hacia adelante.
—Sí, se llama Hiroshi, es el chico tímido de nuestro salón—recargó su cabeza en su hombro—. Me topé con un tipo en la cafetería, discutimos y me golpeó—ante esas palabras Goku volteó a verlo.
Notó la mejilla enrojecida y levemente hinchada. Acarició unos centímetros más abajo con sus nudillos. Eso provocó que se sonrojara.
—¿Te duele todavía?
—Un poco. Hiroshi me defendió y me ayudó poniéndome hielo. Una cosa llevó a la otra y nos volvimos amigos. Lo acompañé a su habitación para que se cambiara y me quedé charlando con él. No era mi intención dejarte solo—se disculpó.
—Supongo que estamos a mano, no debí dejarte, así no te hubieran golpeado. Yo te habría defendido.
—Gracias, pero puedo defenderme solo—lo vio con orgullo—. Entrené artes marciales un tiempo, y me consideraron "prodigio"—empezó a reír—. Además, dudo que lo hayas notado, pero mi físico evidencía mi fuerza.
—Lo noté—reconoció que había visto bien su cuerpo—. Aunque yo no te dejaría solo en una pelea... Somos un equipo...—le besó suavemente la mejilla en el lugar del golpe.
Gotenks sintió la sangre subírsele a la cabeza, sus mejillas estaban enrojecidas y de pronto sintió un poco de calor en el rostro. ¡Demonios! Amaba cuando recibía besos de ese chico aunque no lo conociera lo suficiente. Sus labios eran tan suaves, parecían un par de bombones que amaba que pusiera contra sus labios.
—Gotenks...—susurró juntando su frente con la de él y cerrando los ojos—. Quería estar solo para practicar box, por eso las vendas—mintió—. Ya sabes, "hacer sombra". Solía hacerlo cuando necesitaba desahogarme—desvió la mirada—. No me malinterpretes, pero quiero estar solo el mayor tiempo posible.
—Oh, de acuerdo... Entonces, si no te molesta, pasaré la noche con Hiroshi, él no tiene acompañante...—se agachó en la base de la cama y abrió el cajón, sacó un cambio de ropa y comenzó a guardar varios libros en su mochila.
Goku se puso de pie y caminó hacia su cama. Se sentó ahí y observó con detenimiento las acciones del de cabellera bicolor. Se sintió mal por haberle mentido con algo serio como eso, pero en el fondo temía que teniéndolo cerca se dejara llevar y arruinara su amistad. Además no quería que viera sus heridas que aún estaban abiertas, por eso las había cubierto y limpió la sangre antes de que pudiera llegar.
—Adiós—respondió seriamente sin voltear a verlo y se dirigió a la puerta.
Pero apenas el menor tomó la perilla, una mano se posó sobre la puerta a la altura de él, impidiendo que la abriera. Se giró y topó con su rostro a unos centímetros de distancia.
—Goku...—susurró intentando separarse, pero le era imposible retroceder por la madera tras él.
—No quiero que te enojes conmigo—murmuró uniendo su frente con la de él.
—Ah—cayó en cuenta del tono de voz que usó con él denotando su molestia—. Yo...
—No quiero que te enojes conmigo—repitió interrumpiéndolo—. Estoy bien, aunque tengo muchas emociones acumuladas y necesito desahogarme, por eso quiero entrenar aquí... No me perdonaría si en un ataque de ira repentino te digo cosas que no siento en realidad únicamente por la emoción del momento...—confesó. El de cabellera bicolor empezó a acariciarle la espalda.
—Entonces me quedaré contigo... Tú lo has dicho, somos un equipo, así que te apoyaré. ¿Necesitas desahogarte? Pues yo estoy aquí para escucharte.
—Gotenks... por favor... no me lo hagas más difícil...—el menor entendió a lo que se refería y suspiró con resignación.
—De acuerdo, pero quiero que cualquier cosa que suceda me llames o me busques. Estaré en la habitación 93, ¿está bien?—el más alto asintió.
—Quisiera pedirte una última cosa—se acercó a su oído—. ¿Me darías un beso? Por... favor...
¡Demonios! A ese paso estaría por dejarse llevar. Sentía una fuerte conexión con él, como si en cualquier momento fuera a revelársele que era el amor de una de sus vidas pasadas. Ese chico sabía cómo volverlo loco fácilmente.
Se aferró a su cuello y aproximó sus labios a los de él, uniéndolos en un tierno beso. Sus movimientos eran lentos y suaves, no llevaba prisa, incluso sentía como si de esa manera le transmitiera sus sentimientos más puros.
Se separaron y Goku le dedicó una sonrisa, el menor también sonrió, aunque sus mejillas estaban coloradas por la vergüenza.
—Ehmm, yo ya me voy—dijo nervioso por su cercanía.
—Ten mucho cuidado, por favor—pidió y se separó. Así el menor pudo abrir la puerta y retirarse de la habitación.
Gotenks se encaminó a la habitación de Hiroshi. Tocó a puerta al llegar y esperó a que abriera. Cuando lo hizo el castaño se sorprendió.
—Creí que tardarías más—admitió haciéndose a un lado para que pasara—. Cuando te fuiste lucías muy preocupado—se sentó en la orilla de la cama, el de cabellera bicolor en la otra cama, estaban viéndose directamente.
—Lo que sucede es que Goku es mi amigo, acordamos almorzar juntos. Yo iba a buscar una mesa en lo que regresaba del baño, pero pasó el incidente y me olvidé de él—vio al suelo—. Fui a mi habitación y ahí estaba, pero me dijo que quería estar solo.
—¿Crees que se molestó contigo?—dedujo.
—Insistió en que no es así, pero la verdad es que siento como si así fuera... Hiroshi, ¿puedo quedarme contigo esta noche?—preguntó.
—¿Eh?—sus mejillas se coloraron.
—Sé que no te conozco muy bien, pero quería pasar aquí la noche en lo que arreglo las cosas con Goku.
—Está bien—bajó la mirada y sonrió—. ¿Me podrías decir tu nombre?
—¿Mi nombre?—repitió confundido—. ¡Tienes razón! No me he presentado apropiadamente. Me llamo Gotenks.
—Pues, Gotenks, ponte cómodo, quédate el tiempo que necesites—ofreció con una sonrisa sincera.
—Gracias.
Pero mientras ellos se volvían amigos, Goku no la pasaba nada bien. Tan sólo su compañero de habitación se había retirado, él había comenzado a arrojar las almohadas en un intento de liberar aquel enojo que sentía. Después golpeó varias veces el muro con sus puños y, finalmente, cayó al suelo y se abrazó a sus rodillas mientras lloraba desconsoladamente.
—Vegeta...—susurraba entrecortado por el llanto—. Me duele tanto tenerte cerca y no poder besarte o abrazarte, me duele mucho que no recuerdes los momentos que pasamos juntos. Me cuesta trabajo aceptar que ahora sólo soy tu amigo nada más...
La voz de la directora se hizo presente, las bocinas que había en los pasillos permitían que los mensajes que comunicara llegaran a todos los alumnos sin importar dónde estuvieran.
Goku sonrió tristemente. Necesitaba distraerse, aunque fuera estudiando. Pero la vida... la vida lo estaba atormentando. Muchas casualidades que lo hacían continuar en su estado de depresión.
—Vegeta... Perdóname por todo. Yo era quien te ayudaba a salir de donde estabas... Pero ahora no sé si seré capaz una vez que recuerdes todo tu pasado... Perdóname, olvidé cómo sonreír con alegría, y no podría transmitirte ese sentimiento de seguridad una vez más...—un par de lágrimas se deslizaron por sus mejillas—. Siento... que ya no me necesitas...
***
—Joven Brief, me permito decirle que siento un gran orgullo porque usted haya escogido esta institución para continuar sus estudios. Y permítame felicitarlo al mismo tiempo por su calificación perfecta en el exámen de admisión —extendió su mano al joven pelilila que estaba sentado enfrente de ella, al otro lado del escritorio en el lado derecho—. Sea bienvenido a "La Esfera del Dragón".
—Muchas Gracias, directora Sharotto—respondió con cortesía.
En la espaciosa oficina sólo se encontraban tres personas. La mujer sentada en su puesto, observando con una sonrisa a los dos adolescentes frente a ella: a Son Goten a la izquierda y a Trunks Brief a la derecha. El primero vestía un pantalón de mezclilla y una playera verde con su nombre escrito en el pecho, mientras que el segundo llevaba una vestimenta formal, además de llevar puestos unos anteojos.
—Y usted, señor Goten—se dirigió esta vez al menor—. Debo informarle que su calificación fue entre regular y buena, pero aun así me enorgullece tenerlo estudiando aquí porque ha demostrado ser un deportista muy competitivo y destacado; me haría muy feliz que formara parte de los equipos deportivos de esta institución.
—Sí, eso haré. Me gustaría representar a la escuela en las competencias—dijo con una risilla.
—¿Y cómo les fue en la competencia que tuvieron esta mañana? Tengo entendido que fue la final de un torneo de béisbol.
—Así es. Obtuvimos la victoria y el título fue para la secundaria en la que estudiamos. Se extendió la temporada por cuestiones climatológicas que impedían llevar a cabo algunos partidos, pero por fin pudo terminarse—el pelilila aclaró su garganta—. El equipo festejó la victoria, y después Goten y yo salimos a festejar por nuestra cuenta, somos mejores amigos desde niños, fuimos a pasear a un parque. Es por eso que llegamos aquí hace apenas unos minutos.
—Entiendo... Los felicito por su esfuerzo. Sin más, los dejo retirarse para que puedan instalarse en su habitación, es la ciento veinticinco, está en el cuarto piso del edificio B—les entregó un par de llaves, para que cada uno tuviera una copia.
—Muchas gracias—el de ojos azules las tomó—. Antes de que lo olvide, mi abuelo me pidió que le entregara unos archivos importantes—abrió su maleta, la cual tenía a un costado de la silla, y sacó un folder amarillo con el símbolo de la C.C. —. Es la lista de todo lo que la Corporación Cápsula donará a esta escuela a cambio de que las escuelas derivadas y pertenecientes a ésta en otras ciudades ofrezcan becas completas a estudiantes de escasos recursos—la mujer lo tomó y sonrió.
—Sí, se lo agradezco. Se están dando becas en todas las primarias y secundarias que pertenecen a esta institución. Además se mandó construir una escuela en una ciudad retirada donde no hay acceso para los niños a estudiar, y una vez esté terminada se enviarán docentes muy preparados para que impartan las clases, será gratuito y se entregarán libros de texto a todos—comentó.
—Gracias. Eso es todo lo que él me dijo que le diera. Por último, le informo que el próximo martes él vendrá personalmente a hacer una demostración de cómo usar las nuevas tecnologías que envió.
—De acuerdo, más tarde me pondré en contacto con él y fijaremos horarios. Como comenzarán mañana las instalaciones, se cancelaron las clases para evitar riesgos para el alumnado, pero se reanudarán el lunes.
—Gracias por el aviso, y por sus atenciones. Nosotros ya nos retiraremos para poder conocer esta escuela y guardar nuestras cosas en nuestra habitación—se pusieron de pie y él le extendió la mano—. Fue un gusto conocerla.
—Igualmente, jovencitos—estrechó la mano de ambos y ellos salieron mientras cargaban sus maletas correspondientes.
Ya afuera, el pelilila se permitió quitarse aquellos lentes, los guardó en el bolsillo del saco que portaba y pasó su mano por su frente.
—Trunks—llamó. Goten arrastraba su maleta aprovechando que tenía una agarradera y ruedas. En cambio el más alto, aunque su valija era igual, la cargaba—. Me gusta cómo te ves con lentes—bajó la mirada con un tierno sonrojo en las mejillas.
—...—no dijo nada, sólo lo abrazó por un costado y le besó la mejilla. El menor se sonrojó más ante esa acción del más alto. Se libró de su agarre y caminó nervioso en dirección de donde venían.
—Olvidé algo importante—corrió y regresó a la oficina de la directora. Tocó la puerta y asomó la cabeza—. ¿Puedo pasar? Es que olvidé algo—preguntó. La mujer le hizo una seña para que se adentrara mientras terminaba de preparar su café.
—¿Qué se le olvidó, joven Goten?—preguntó amablemente.
—Verá, mi primo se llama Son Goku, y me dijeron que aquí está estudiando. Quería pedirle que me dijera, si sabe, su número de habitación. Hace mucho que no lo veo y quisiera hablar con él—pidió. La mujer se quedó pensativa unos segundos.
—Son Goku... ¿Así que eres sobrino de Bardock?—comentó.
—¿Eh? Sí... ¿Conoce a mi tío?—se sentó en la silla frente a ella.
—Fuimos juntos a la preparatoria, fuimos buenos amigos... Además, Gine también era mi amiga... Te doy mi pésame.
—Ah, gracias... De hecho, casi no visitaba a mis tíos, era Goku quien iba con su hermano a verme en la Montaña Paoz—empezó a reír un poco—. Yo no estoy muy familiarizado con la ciudad porque sólo iba a la escuela y pasaba el resto del día en las montañas...
—Eso explica tu alto rendimiento en los deportes—comenzó a teclear cosas en su computadora—. Y dime, ¿qué otras actividades practicas aparte de béisbol?
—Artes marciales, atletismo, natación... Soccer, baloncesto...—se rascó la mejilla—. A decir verdad muchos deportes, y además puedo aprender rápido...
—La primera temporada es de baloncesto... Me gustaría que usted se inscribiera en el equipo, el torneo es el día 31 de este mes—el menor hizo cálculos mentales antes de responder.
—¿En tres semanas? Vaya... será divertido... ¿Trunks también puede entrar?
—¿El joven Brief?—preguntó extrañada de que ese muchacho serio y que tenía muchos compromisos gustara de practicar varios deportes, el menor asintió con una sonrisa—. Bueno, si él quiere puede inscribirse también.
—Gracias. Es que siempre entramos juntos a los equipos deportivos. Y cuando él no puede entrar a uno por sus responsabilidades de la Corporación, me va a ver a las competencias... Somos muy unidos desde siempre—hablaba con gran entusiasmo, el cual no fue desapercibido por la mujer, ella notó claramente el brillo en sus ojos y las mejillas levemente sonrosadas que mantenía el joven durante su relato.
—A ver. Son Goku, primer año, grupo 141... Está en la habitación 114, es el edificio B, tercer piso... Está a un piso de diferencia que la habitación que le corresponde a usted, joven Son—explicó. El brillar de la mirada del menor aumentó.
—¿En serio? ¡Gracias!—se puso de pie y corrió a la puerta—. Se lo agradezco mucho, iré a verlo—y se retiró.
La mujer soltó una risa al ver la emoción del joven pelinegro. Aunque a la vez le parecía tierna la manera en que quería volver a ver a su primo, era evidente que le tenía un gran cariño.
Goten, cuando salió, se topó con el pelilila, que esperaba pacientemente recargado en la pared frente a la puerta. El azabache comenzó a caminar a su habitación, el mayor lo siguió.
—¿La directora te dio pastelillos o por qué estás tan feliz?—preguntó con una media sonrisa. El menor infló las mejillas.
—Bueno fuera eso... Le pregunté sobre Goku y me dijo que estaba en la habitación 114—apresuró el paso.
Llegaron a las escaleras, y Goten siguió arrastrando su maleta, provocando un fuerte ruido con cada escalón golpeado. El pelilila rio por lo bajo al verlo tan emocionado e ignorando la mirada llena de molestia que le dirigían varios chicos que estaban cerca conversando.
—¡Apúrate, Trunks! Quiero dejar mis cosas antes de ir a verlo—el mayor asintió y siguieron subiendo escalones.
Al llegar al cuarto piso buscaron su alcoba. Entraron y el pelinegro colocó rápidamente su maleta sobre la cama, la abrió, sacó su ropa y la metió velozmente dentro de los cajones de la base de la cama posicionada a la derecha. La ropa quedó completamente arrugada y mal acomodada, pero eso no le importaba, estaba demasiado feliz y ansioso por ir a ver a Goku. Otros de los objetos que había traído consigo los acomodó del mismo modo sobre la mesita de noche.
Sacó por último una cinta adhesiva y varios posters de eventos deportivos a los que había ido, sobre todo de artes marciales, en ellos únicamente estaba el logo del evento. Subió a la cama y cortó un enorme pedazo de cinta, colocó el cartón sobre el muro y la puso atravesada, pegándolo rápidamente. Así fue con todos.
Mientras él hacía eso de esta manera, Trunks guardaba sus cosas muy ordenadas, colocó su laptop sobre la mesa de noche que le correspondía a su lado de la habitación y guardó su ropa bien doblada, separada la interior de la exterior.
—¡Trunks, ya vámonos!—bajó de la cama de un brinco y lo vio con una sonrisa insistente.
—Dame un minuto—pidió, el pelinegro asintió.
Comenzó a quitarse el saco que llevaba, lo arrojó sobre la cama y después desanudó su corbata y la puso sobre el colchón. Arremangó su camisa y se permitió desabotonar los primeros botones para no sentir tanto calor.
—Listo—levantó la mirada y se topó con un Goten sonrojado que jugaba nerviosamente con sus dedos—. Goten, ¿qué te ocurre? Últimamente te pones nervioso cuando me cambio frente a ti, y es algo que siempre hago.
El menor rascó su brazo mientras giraba su rostro hacia otro lado. El pelilila se aproximó a él, tomó su cara con ambas manos y depositó un beso sobre sus labios.
—Trunks, ¿prometes no enojarte... ni reírte?—el más alto asintió—. Hace unos días tuve un sueño y...—calló, pero el rojo de sus mejillas delataba el posible contenido de dicho sueño—. Me gustó—su mirada bajó—. Pero después soñé que tú me engañabas porque te aburriste de mí—lo abrazó y ocultó su rostro en su cuello—. Promete que no me dejarás jamás—lo vio a los ojos.
—¿Ese es tú miedo, Goten? Eres lo mejor que ha llegado a mi vida... Por eso yo, Trunks Brief, te prometo a ti, Son Goten, amarte por siempre y nunca dejarte—le dio un beso para sellar la promesa.
—Gracias, Trunks—sus mejillas coloradas hacían juego con su mirada brillante, características que el de ojos azules amaba en el azabache.
—Sólo digo la verdad... Ahora, ¿quieres ir con tu primo?
Eso fue como azúcar para un niño hiperactivo. Goten asintió y corrió rápidamente fuera de la habitación. El mayor sonrió ante su acción. El pelinegro volvió a entrar, esta vez arrastrándolo a él consigo.
—Espera, debo cerrar—pidió. Introdujo la llave en esa ranura y la giró, colocando el seguro. Guardó bien su llave y no pasaron ni dos segundos cuando volvió a ser arrastrado por el menor.
Bajaron al tercer piso y buscaron la habitación. Al estar frente a la puerta Goten soltó a Trunks y comenzó a golpear frenéticamente la puerta con ambos puños, alternando los golpes. Luego de unos segundos acercó su oreja a la madera.
—¿Hola? Goku, ¿estás ahí?—preguntó mientras intentaba girar la perilla, pero ésta tenía el seguro puesto. Hizo un puchero y volvió a golpear la puerta—. Goku, ¡ábreme!—muchos que pasaban por ahí veían confundidos a ese pelinegro que actuaba de una manera muy infantil, pero después de recibir una mirada asesina por parte del pelilila se retiraban.
—Goten...—susurró en su oído y le tomó las manos, para que se detuviera—. Tranquilízate un poco, tal vez no está—giró al menor para tenerlo de frente.
—Pero...
—Sé que quieres verlo, pero tendrás un semestre entero para ello... Quizás no está y volverá más tarde, o tal vez decidió pasar la noche en otra habitación—le tomó de los hombros—. ¿No quieres ir a ver la escuela?—el más bajo negó con un puchero—. ¿Quieres que regresemos a la habitación? Traje tus dulces favoritos, podemos ver una película en mi computadora—ofreció. El azabache sonrió y asintió con sencillez. Y así ambos fueron a pasar tiempo juntos, abrazados, mientras comían y reían animadamente por el film.
***
Las horas habían pasado volando, Gotenks y Hiroshi pudieron conocerse más, además de que compartieron experiencias pasadas como si fueran viejos camaradas contando su pasado.
El castaño cerró el libro con el separador en la hoja que recién terminó de leer. Volteó a ver a la cama que estaba al otro lado de la habitación y suspiró, ver a ese chico ahí lo ponía levemente incómodo, no estaba acostumbrado a tener a alguien que lo apoyara de esa manera como lo hacía él.
Revisó la hora en su celular y se sorprendió al ver que era la 1:04 a.m. Se puso de pie y salió silenciosamente de la habitación. Comenzó a caminar por los pasillos, necesitaba un tiempo a solas y tomar aire fresco. Subió al quinto piso y fue al gigantesco balcón, estuvo ahí unos minutos, en los que pudo acomodar sus pensamientos.
Pero... ¿cómo hacerlo cuando tenía a un chico apuesto y amable con él en la misma habitación?
Sí, alguien que no lo juzgaba por su personalidad y había insistido para ser su amigo, no como los demás que sólo se alejaban y lo ignoraban. Tanto tiempo había esperado para encontrar a alguien como él, que se fijara en el por cómo era y buscara la manera de acercarse.
Aunque, estaba mal... ¿no? Porque lo más obvio era que él ya tuviera a alguien.
"Goku...".
El chico que compartía habitación con Gotenks. Al de cabellera en punta se le escapaban sonrisas al hablar de él, y sobre todo notó el dolor cuando "peleó" con él y fue a pedirle que le dejara quedarse en su habitación. Miró por última vez la luna llena y se adentró al edificio.
Caminó por toda la extensión del pasillo, hasta llegar al extremo, ahí bajó las escaleras, pero sólo al cuarto piso. Pensó que lo mejor era distraerse un rato más antes de volver, por lo que caminó por la extensión de éste y bajaría cuando llegara al extremo opuesto por las escaleras de aquel lado.
Sin embargo, notó que de una habitación salía un chico pelilila con una mochila en mano, y después volvía a cerrar con llave. Aquel joven de ojos azules lo vio y sonrió de medio lado.
—¿Insomnio?—preguntó.
—Un poco—admitió el castaño—. ¿Trabajo?
—Algo así. Estuve viendo películas con mi compañero, se acaba de quedar dormido, necesito terminar unos archivos y enviarlos, y no quiero despertarlo—se acomodó las gafas y tomó aire—. Supongo que iré a la azotea, la biblioteca está en mantenimiento.
—Hay un balcón en el piso de arriba. Y en el piso de abajo hay un salón de estudio—desvió la mirada al sentir esos ojos azules analizándolo de pies a cabeza.
—Ah, gracias. Si me disculpas, quisiera ir ya. Permiso—se despidió con un ademán de manos y se fue en dirección contraria.
Hiroshi soltó aire y bajó la mirada. No había mucho ruido en el edificio, pero eso no significaba que no estuvieran despiertos los alumnos, seguramente seguían activos jugando videojuegos o enviando mensajes. Siguió caminando hacia el frente, hasta que una puerta diez metros frente a él se abría y dejaba salir a un muchacho bajo de cabellera negra. Éste lo vio y volvió a adentrarse en la habitación, cerrando.
No le tomó importancia, así que continuó. Ya estaba cerca de la puerta de donde había salido aquel chico, a un metro de distancia se podía percibir fuertes ruidos y risas. Ignoró eso, posiblemente había muchos chicos ahí perdiendo el tiempo o haciendo tonterías.
La puerta se abrió y salió un chico alto y pelirrojo, fornido y de ojos negros. Éste lo vio.
—Ah, hola—saludó indiferentemente mientras medio cerraba la puerta tras de sí.
—Hola—respondió Hiroshi de igual manera, incluso sin ánimo alguno.
—Qué raro verte por aquí—seguía serio el más alto.
—Salí a caminar, eso es todo—desvió la mirada, levemente incómodo por la situación, aquel chico lo veía fijamente, con los brazos cruzados sobre su pecho—. Me imagino que hicieron una fiesta o algo así—refirió al escándalo que había dentro.
—Eso... Sí, ordenamos algunas pizzas, pusimos música... ¿Quieres quedarte?—giró su cabeza a otro lado—. Jugamos beer-pong... no te preocupes, también hay soda, la cerveza la están tomando sólo los de curso superior.
—No, gracias—respondió pesadamente.
—De acuerdo, allá tú—tragó saliva y cerró totalmente la puerta para poder recargarse bien en ella sin abandonar la posición de sus brazos—. ¿Piensas delatarnos o algo?
El castaño solamente negó, desinteresadamente. Y es que era verdad, no le importaba en lo más mínimo que ellos se estuvieran emborrachando.
—Espera aquí—pidió y entró a la alcoba.
El de ojos verdes empezó a ver en todas direcciones, algo incómodo por hablar con ese chico, principalmente por la mirada penetrante que le dirigía.
—Toma—le extendió una lata de soda cerrada y un plato desechable con dos rebanadas de pizza de peperoni encima—. Supongo que te quedarás callado.
—¿Intentas sobornarme?—alzó una ceja mientras tomaba la lata y el plato. El más alto rio.
—Tal vez sí, tal vez no...
—¿Por qué no lo aceptas? Es más que obvio que es la única razón por la cual te portas así en este momento—dijo y volteó a ver a otro lado mientras el otro sólo sonreía.
—¿Eso piensas? Vaya... ¿Y qué si te dijera que hay otra razón...?
—¿La hay?
***
El pelilila bajó al piso inferior a buscar la dichosa sala de estudio. Pero, ¿qué se le podría hacer? Goten estaba muy emocionado por que pasaran tiempo juntos comiendo golosinas y viendo películas en su computadora mientras se abrazaban. A final de cuentas el menor se quedó dormido y él, para no despertarlo por el sonido de él tecleando a alta velocidad y la luz encendida para poder leer otros documentos escritos, prefirió dejarlo descansar mientras él trabajaba.
Sonrió al recordar su hermoso rostro sonrosado cuando dormía, Goten solía arrugar la nariz mientras dormía, detalle que le gustaba demasiado a Trunks, por eso siempre que dormían juntos él se desvelaba por ver su carita adormilada.
Caminó a lo largo del pasillo intentando encontrar el salón, pero algo le llamó mucho la atención. Un chico de cabellera alborotada estaba a punto de entrar a la habitación a la que habían ido a buscar a Goku. Se acercó rápidamente y atrajo su atención.
—Discúlpame por molestarte a esta hora—el pelinegro volteó a verlo—. ¿De casualidad tu nombre es Goku?—preguntó.
—Sí, ¿por qué?—preguntó en tono bajo, viendo detalladamente al pelilila. No, nunca antes lo había visto.
—Permíteme presentarme—extendió su mano a él, el azabache la tomó y estrechó—. Mi nombre es Trunks Brief.
—¿Trunks Brief?—repitió en el mismo tono decaído—. ¿El "Trunks Brief" heredero de la Corporación Cápsula o el "Trunks Brief" cuyo nombre encabeza la lista de los diez mejores y además su puntuación en el examen de admisión fue perfecta?—dijo recordando ese nombre. El de ojos azules se incomodó un poco ante aquella pregunta, estiró un poco el cuello de su playera antes de contestar.
—Ambos—respondió—. También soy pareja de tu primo, Goten y...—se puso a analizar al chico que tenía enfrente de sí, tenía una playera de mangas largas pero pudo divisar varias cortaditas cicatrizando en la parte de su mano y un vendaje en sus muñecas; Goku se sintió incómodo y ocultó sus brazos en su espalda. Ante esa acción Trunks dirigió su mirada a su rostro, y pudo notar que sus ojos casi no tenían brillo, y que poseía unas ojeras muy pronunciadas, además de tener una expresión de profunda tristeza. El azabache, ante esa observación, giró su rostro a otro lado—. Hace unas horas vinimos porque Goten quería verte, pero no te encontramos. Él está muy entusiasmado por reencontrarse contigo, acordamos venir a verte mañana a las siete treinta—explicó luego de haber hecho ese rápido análisis.
—Ya veo, así que eran ustedes quienes querían tirar la puerta—soltó una risilla, pero sólo fue de unos segundos, de nuevo apareció su expresión de dolor.
—Así que sí te encontrabas. Eso explica por qué Goten insistía en que escuchó un ruido dentro—suspiró hondo—. Escucha, él quiere verte, y tarde o temprano tendrán que hacerlo. Por favor te pido de la manera más amable que lo recibas actuando como lo hacías con anterioridad—posó su mano sobre su hombro—. No soy nadie para juzgar lo que haces. Espero que no te tomes mal lo que te pido, Goten te recuerda como un chico alegre y optimista y, no te ofendas por lo que diré a continuación, pero eres ahora todo lo contrario a ello—vio que el azabache bajó la mirada, palmeó su espalda—. Eres su héroe y siempre te verá de ese modo... mi temor es que se asuste y él recaiga en la tristeza que tú llevas.
Goku volteó a verlo. Era verdad, Goten sentía un gran apego a él desde siempre, y todo el tiempo se mostró fuerte frente a él. Si lo veía en ese estado se decepcionaría demasiado; además, podría entristecerse mucho. No quería eso, no para esa alma alegre e inquieta que era.
—Está bien, cubriré bien mis heridas y diré que me quemé mientras cocinaba en mi casa con agua caliente. Y que he padecido de insomnio porque nunca antes estuve en un internado.
—No te pido que finjas totalmente, Goten debe saber cómo es el mundo real aunque sea muy duro... Sólo quiero que se vaya preparando, para que no le afecte tanto cuando se entere de la verdad—explicó.
—Gracias por cuidar de él—el azabache le dedicó una sonrisa sincera. El pelilila respondió con una igual—. Se ve que te importa demasiado.
—Es la persona más importante en mi vida—aclaró—. Amo a Goten con todo mi ser...—carraspeó un poco, apenado por lo que se atrevió a confesarle—. Goku, fue un gusto conocerte. Me retiro, tengo que terminar un trabajo y sé que debes descansar. Más tarde vendremos los dos, a las siete treinta. Buenas noches—extendió su mano y él la tomó.
—Está bien, estaré listo a esa hora para su visita. Adiós.
Terminaron de despedirse. Goku se adentró a su habitación y Trunks fue a buscar el salón de estudio.
***
—¿Y qué si la hubiera?—preguntó el pelirrojo.
—Nada, realmente—desvió la mirada y se recargó en el muro frente a él.
—Está bien—sonó desinteresado. El castaño observó a todos lados mientras el ambiente se hacía más tenso—. Ehm, yo ya tengo que regresar y...
—Sí, yo también debo volver...
—Sí, bueno, ehm, adiós.
—Adiós—caminó en dirección a las escaleras mientras el pelirrojo soltaba un pesado suspiro y entraba a su habitación.
Hiroshi retomó sus pensamientos. ¿Por qué no había conocido a alguien que intentara acercarse a él para ser amigos? ¿Por qué Gotenks fue la única persona que lo hizo? ¿Por qué nunca nadie lo había intentado incluir en sus planes, tratarlo amable con insistencia o hacerlo sentir menos excluido?
Tomó aire y se adentró en su habitación. Tenía que aceptar que Gotenks tenía a alguien más y que sólo eran y serán amigos. Colocó la lata y el plato sobre su mesita de noche y comenzó a acomodar sus cobijas.
—Mhg basta—escuchó ese sonido por parte de su compañero. Se giró a él y notó que se removía entre las sábanas de manera agitada—. De... deténganse—pronunciaba dificultosamente.
—Tiene... una pesadilla—encendió la pequeña lámpara de su lado de la alcoba y se sentó en la orilla de su cama. Comenzó a acariciar su cabello—. Tranquilo...
Pero eso no funcionaba, seguía alterado, y esta situación comenzaba a preocuparlo.
—No... no lo hagan... por favor—suplicaba.
—Gotenks despierta...—pidió suavemente.
—No lo hagan... déjenme... no me toquen—Hiroshi notó cómo un par de lágrimas escapaban de la comisura de sus ojos, los cuales estaban cerrados con fuerza—. Ya no me hagan esto...
—Gotenks—llamó cálidamente, esperando que pudiera reaccionar.
—Bas... ta... No me to... quen—su pecho subía y bajaba con fuerza—. Tar... ble... corre...Basta... ¡Déjenlo a él...!
El castaño estaba asustándose. Aquel chico no parecía dar señales de querer reaccionar, y lo que alcanzaba a entender de las palabras que escapaban de sus labios delataban una historia muy trágica y perturbadora.
—No... no lo metas...—empezó a sollozar—. ¡Basta!
Fue en ese momento en el que alzó su cuerpo hacia adelante a la vez que tomaba grandes bocanadas de aire. Seguía sollozando, incluso temblaba; una calidez lo envolvió, eran las sábanas que anteriormente lo cubrían, y seguidamente el castaño lo abrazó.
—Tranquilo, sólo fue una pesadilla—habló suavemente.
El de cabellera bicolor seguía muy alterado. Limpió las lágrimas de sus ojos y se sentó recargado contra la pared, aún envuelto en las cobijas. El de ojos esmeraldas se sentó a su lado sin soltarlo.
—Tranquilo, ya pasó, sólo fue un mal sueño...
—Lo sé, pero... Ni siquiera logro recordar mucho, y aun así estoy en este estado—sonrió tristemente mientras perdía su mirada en algún punto del suelo.
—¿No recuerdas... nada?—preguntó incrédulo.
—No... Suelo tener muchas pesadillas, y casi nunca recuerdo nada, sólo mínimos detalles o palabras—explicó—. Es de estos sueños de los que te hablé.
—Entiendo... ¿Qué hacía tu compañero de habitación para tranquilizarte? Te confieso que me preocupé mucho por ti.
—Él... con él no tenía pesadillas—una media sonrisa y un color carmín aparecieron en sus mejillas—. Solía abrazarme en las noches, dormía con él—desvió la mirada—. Creí que al fin las había superado, pero veo que sólo era la tranquilidad que él me transmitía.
—¿Ninguna ocasión se topó con un caso de este tipo?
—La primera noche solamente, yo no despertaba así que me abrazó mientras dormía hasta que pude calmarme. Permaneció a mi lado hasta que amaneció. A partir de ese día dormimos juntos todas la noches.
—Comprendo... Me asusté que hablaras entre sueños y lloraras—le acarició suavemente la cabellera—. Me alegra saber que estás más tranquilo.
—Hiroshi... ¿qué cosas decía?—preguntó seriamente—. Goku jamás me quiso decir, me pedía que sólo lo olvidara... ¿Podrías decirme, para ver si recuerdo algo más de mi sueño?
—¿Estás seguro de que no recuerdas nada?
—Sólo recuerdo una persona pequeña alejándose y algo me arrastraba a algo que parecía un callejón, la verdad no estoy muy seguro. Había pocas luces, era muy oscuro... Aunque—hizo una pausa para pensar con los ojos cerrados—. En las paredes del callejón pude distinguir cuatro sombras además de la mía, creo que eran personas las que me arrastraban... Eso es todo lo que recuerdo, lo demás no puedo hacerlo. Todo era muy oscuro...
—Gotenks, no creo que sea buena idea que lo sepas, mejor olvídalo y vuelve a dormir—pidió amablemente.
—Hiroshi, por favor, necesito saberlo... Yo... creo que sueño estas cosas porque son parte de mi pasado, y recordarlas me ayudaría a saber quién soy... Te conté que perdí la memoria y quisiera recuperarla, quiero saber si tengo familia, y si es así dónde están... Hiroshi, por favor. Sea lo que sea, dime qué es lo que decía—volteó a verlo con los ojos vidriosos. El castaño decidió ceder a su súplica, aunque sabría que no sería fácil para él escuchar esa información.
—Tú...—suspiró hondamente y desvió la mirada—. Decías cosas como 'no me toquen', 'déjenme', 'basta'... Incluso llamaste a alguien, creo que era 'Tarble' su nombre, le decías que corriera y suplicabas para que lo dejaran... Ehm... Gotenks—volteó a verlo, y notó en su rostro esos ojos asustados y a punto de desbordar lágrimas—. Gotenks, pedías que no te tocaran más, y... que no lo metieran...—bajó la mirada—. Se escuchaba como si... como si estuvieras siendo víctima de una violación—explicó.
El menor sentía que la información llegaba a su cabeza, pero no quería aceptarlo. No, era imposible que fuera eso lo que había soñado, ¿no? Pero todo encajaba, Hiroshi no podría estarle mintiendo, y además esas sombras arrastándolo a un callejón oscuro... Y Goku jamás quiso decirle, probablemente para no asustarlo o preocuparlo...
Ocultó su rostro en sus rodillas mientras analizaba una vez más lo dicho.
—Lo siento—se disculpó el castaño—. No debí decírtelo, yo...
—Está bien, gracias—interrumpió—. Es sólo que... siempre creí que estos sueños eran como recuerdos de lo que alguna vez fue mi vida y yo—las lágrimas corrieron por sus mejillas—. No me imaginé jamás que haya vivido algo como eso...
—Aún no es un hecho eso, quizás tu cerebro intenta hacerte recordar algo pero lo único que llegue a él sean escenas de películas que habrías visto o algo similar, no necesariamente tuvo que pasarte eso... Podemos ir al cuarto de estudio esta tarde para investigar más acerca de este tema y de la amnesia—el menor asintió débilmente—. Gotenks, ¿eres feliz?
—¿Eh? Sí, claro que lo soy. ¿Por qué lo preguntas?—lo miró confundido.
—Supongamos que tienes razón y lo que sueñas es parte de tu pasado que no puedes recordar con claridad... ¿Estarías dispuesto a aceptarlo sin importar qué pueda ser? Es decir, ¿te aceptarías a pesar de que haya sucedido eso?—preguntó seriamente.
—Yo... no sé qué decirte—estaba completamente confundido.
—Gotenks, dime, ¿realmente quieres saber más de ti? Eres feliz ahora, ¿qué tal si antes no lo eras?, ¿qué tal si vivías un infierno? A veces...—lo abrazó un poco más fuerte al notar que él se acurrucaba tímidamente en su costado—. A veces el cerebro, cuando sufre de amnesia bloquea los recuerdos negativos a propósito. O sea que... quizás tú no recuerdes porque tu cerebro quería olvidar algo que sucedió... Y ahora que al fin lo logró, no quiere volver a recordarlo.
—Lo sé, ¡lo sé! Pero...—bajó el tono de su voz—. Sé que alguien me necesita y... debo volver...
—¿Sea lo que sea que te haya pasado, lo resistirías con esta actitud?—el menor suspiró.
—Tal vez no pero... ¿y si alguien me está buscando? ¿Y si alguien necesita de mí? No... no podría dejarlo...
—Entiendo que te preocupas mucho por los demás, eso... eso me encanta de ti. Pero, por un momento ponte a pensar en ti, Gotenks, por favor. Con todas las contradicciones que se te puedan presentar, con todas las ventajas y desventajas de saber quién eres, de todos los posibles altibajos que tendrás... A pesar de todo, ¿realmente quieres saber de ti aunque ahora eres feliz?
El castaño tenía razón, ¿y si su anterior vida no le gustaba? ¿Y si tenía un pasado que quería olvidar y que ahora que lo consiguió debía seguir su actual vida? Claro que no podría saberlo con certeza, pero ¿realmente resistiría saber sobre él si de cosas malas se tratara?
Sin embargo, existía la posibilidad de que también tuviera familia, seres queridos que lo buscaban o que necesitaban de él. A lo mejor tenía una pareja y... la engañaba con Goku... O quizás era un adolescente que cometió un error y ahora debía hacerse responsable de un bebé que lo necesitaba...
Había tantas posibilidades, algunas buenas, otras malas. Pero, ¿y si las malas resultaban ser terribles? ¿Y si... y si él tuvo un pasado malo? ¿Qué tal si su amigo tenía razón y debía aprovechar para seguir con su vida llena de felicidad? ¿Y si no recordaba porque su mente tanto tiempo trató de olvidar su pasado y ahora que lo consiguió debía seguir así?
¿Realmente quería saber sobre su pasado, abandonar ahora sus ilusiones y pensar que todo fue una farsa si su vida era distinta a esta?
¿Debía hacerlo? ¿Debía investigar más de su historia?
¿O debía avanzar?
¿Y qué hay de Goku? ¿Y si su pasado determinaba que debía alejarse de él?, ¿y la escuela? ¿Su futuro?
¿Realmente quería saber sobre él?
¿Era...?
¿Era buena idea buscar información de sí?
Y en caso de ser muy dura, que ese sueño reciente fuera real y que fue víctima de una tragedia... ¿lo soportaría?
¿Sería capaz de afrontar su pasado sin importar cuál fuera?
Él...
¿Seguiría siendo feliz cuando lo supiera?
Chapter 8: Distancia
Chapter Text
—Yo... tal vez... no lo resistiría—confesó luego de unos minutos de silencio—. Al menos no solo...—agregó.
—Entonces... quiero que sepas que tendrás mi apoyo incondicional—el mayor lo abrazó un poco más fuerte.
—Gracias—limpió todos los residuos de lágrimas que le quedaban y sonrió. Olfateó un par de veces al notar un peculiar aroma—. Huele... a comida...
—Ah, sí... "La cerecita" según tú, tenía una fiesta, y pues... me dio pizza con tal de que no los delatara—explicó—. Son dos rebanadas, una para ti y la otra para mí—le dedicó una sonrisa.
—Gracias, pero... no tengo hambre—rio—. No suelo comer a las dos de la mañana.
—Yo tampoco—tomó aire—. Gotenks, ¿volverás a dormir?
—Mmm... Creo que lo mejor es que me quede despierto—abrazó sus rodillas—. No quiero volver a tener otro ataque de pesadillas, al menos no por esta noche...
—De acuerdo, entonces me quedaré despierto contigo para hacerte compañía—se levantó para ir por la soda y la pizza, buscó dentro de los cajones de la mesita de noche una bolsa con vasos desechables y tomó dos, para vertir el contenido de la lata en ambos. Le extendió uno y él sonrió.
—Gracias... Me sorprende que tengas estas cosas—el castaño volvió a sentarse a su lado, mordiendo la rebanada.
—Son buenos haciendo fiestas, pero no limpiando... Sobraron muchos vasos y platos desechables dentro de la bolsa, además servilletas y varios caramelos y chocolates. No se dieron cuenta, así que los guardé.
—¿Limpiaste tú solo?
—Ellos no lo iban a hacer, mi compañero tenía práctica el día siguiente, aproveché su ausencia y lo hice. Volvió a media noche cuando ya dormía—vio al techo—. Y al día siguiente me estuvo cuestionando el por qué no lo esperé para que me ayudara.
—Vaya...—sonrió de medio lado—. Ahora lo entiendo todo—soltó una risa algo baja.
—¿Entender qué?—algo confundido, preguntó.
—Quería ayudarte a limpiar, durante la fiesta insistió en que te quedaras pero al pedirle espacio accedió, y ahora te da comida...—miró al castaño—. No me hagas mucho caso, pero cualquiera supondría que quiere algo contigo.
—¿Eh? Te equivocas—respondió tranquilamente—. Es imposible eso, además... Un bravucón como él no es de mi tipo.
—Nunca se sabe...
***
Goku terminó de ducharse y se vistió. Vendó sus muñecas y se dispuso a peinarse un poco. Practicó varias veces su sonrisa y voz alegre falsas y se sentó en la orilla de su cama para anudar las agujetas de sus tenis.
La puerta fue abierta y vio a su compañero de habitación entrando con un plato desechable en mano y su mochila colgada en los hombros. Bajó de nuevo la mirada para atar correctamente sus agujetas.
—¿Estás bien?—preguntó el menor acercándose a él.
—Sí... ¿Cómo te fue esta noche? ¿Todo bien?—lo vio a los ojos y le mostró una media sonrisa.
Una media sonrisa falsa, como esas que había practicado desde que se despertó.
—No tanto... te extrañé...—le entregó la rebanada de pizza—. No es lo más saludable del mundo, pero puedes desayunarla.
—No, gracias. Comeré fuera—desvió la mirada.
—¿Con quién?—inevitablemente el de cabellera bicolor preguntó resentido.
—Con... mi primo... Él también asiste a este lugar—respondió en voz baja.
—Ajá—no quería creer esas palabras. Volteó a ver a otro lado—. Primero tus "desahogos" y ahora tu lejanía. ¿Qué vendrá después?, ¿un intento de suicidio?—volteó a verlo—. ¿Qué diablos te pasa? ¿Acaso te hice algo malo, o por qué no quieres estar conmigo? Dime, ¿acaso fue por lo de la cafetería?—empezó a cuestionar.
—Basta—pidió en voz baja.
—No, no me detendré—se puso de pie y se colocó delante de él—. Dime, ¿qué demonios te pasa? Acaso... ¿te hartaste de mí? Porque si es así prefiero que lo digas a que me trates con tu maldita indiferencia—exclamó casi gritando, sin percatarse de que el Son empezaba a empuñar sus manos con cada vez más fuerza—. Y esos besos... ¿sólo fui un juego para ti? ¿Acaso sólo fui el idiota con quien liberabas tus ganas ya que tu noviecito se fue?
—¡Ya cállate!—levantó la mirada, mostrando su rostro lleno de lágrimas—. ¡Tú no entiendes! ¿Quieres la verdad? Me siento fatal, y lo que menos quiero es acarrearte en mis problemas, pero tú ni siquiera eres capaz de verlo. "Soy Gotenks, y perdí la memoria". ¿Acaso no sabes que hay cosas peores que la amnesia? Si no te habías dado cuenta, tú por lo menos eres feliz—bajó la vista—. No sé si llegue a dormir, no me esperes—se puso de pie y salió de la habitación.
Impactado.
Esa palabra definía perfectamente el estado actual del de cabellera bicolor. Su vista se empezó a nublar, su pulso a acelerar, y su respiración comenzaba a agitarse.
Hundió su rostro en la almohada y empezó a llorar.
***
Goku suspiró vacíamente. No se arrepentía de lo que había hecho, al contrario, dijo lo que pensaba. Aunque le doliera, sabía que debía alejarse de Gotenks (o Vegeta, como él quería pensarlo).
Él, contrario a sí, era capaz de formar nuevas amistades, incluso de conseguir pretendientes. Era consciente de que existía la posibilidad de que alguien más se enamorara de él. Sin embargo, lo que acabaría por matarlo lentamente de dolor sería que se comenzara a alejar, ser remplazado por alguien más que llegara a sus vidas.
—Me alejaré por el bien de ambos... Tú ya no me necesitas, Vegeta, así que ya no te estorbaré. Si tú así lo aceptas, así será...—pensó.
Bajó de la barandilla de la azotea y se adentró al edificio. Suspiró hondo nuevamente y caminó con las manos en los bolsillos y su mirada perdida en el piso, chocando accidentalmente con varios chicos por no prestar atención a lo que había frente a él.
Bajó al cuarto piso y siguió caminando por la extensión de éste, confiado en que caminar le ayudaría a despejar su mente y acomodar sus ideas, sobre todo a tranquilizarse, que era lo que verdaderamente necesitaba.
Sin embargo, al levantar la vista, su mirada se cruzó con la de alguien conocido.
***
Goten y Trunks salieron de su habitación. Tal y como el mayor lo había prometido, irían a visitar a Goku a su habitación. Goten estaba completamente emocionado, ¡Por Kamisama, vería de nuevo a Goku! Lo extrañaba demasiado, este año que estarían internados ahí sería de lo mejor.
Sin embargo, el pelilila aún dudaba. ¿Cómo reaccionaría Goten al ver el estado tan lamentable de su primo? Claro que él estaría ahí para apoyarlo, pero ¿y si no es suficiente? Sacudió levemente la cabeza y dejó de pensar en ello, tenía que confiar en que todo estaría bien.
Guardó la llave en su bolsillo y se giró a ver a Goten, dedicándole una cálida sonrisa.
—¿Listo?—el menor asintió rápidamente con una sonrisa llena de ilusión al igual que su mirada.
—¿Te digo algo, Trunks?—habló mientras caminaban en dirección a las escaleras—. Quisiera pasar la noche en la habitación de Goku... Sé que siempre dormimos juntos tú y yo, pero me gustaría estar con él, además...—levantó su mirada y vio al otro lado del corredor a un chico pelinegro de cabellera alborotada.
Su rostro se iluminó, dejó a medias aquella oración y corrió a toda velocidad hacia el frente.
—¡Goku!—gritó mientras se lanzaba contra él, provocando que cayeran fuertemente contra el suelo.
Muchos paseantes estaban completamente confundidos, ¿por qué aquel niño había tacleado a aquel chico que caminaba tranquilamente sin molestar a nadie? Algo extrañados se alejaron de ahí por seguridad propia.
Ambos Son se miraron a los ojos, sus rostros sólo estaban distanciados unos centímetros, incluso la punta de sus narices se tocaban. Goten estaba sobre él, con su pecho apoyado en el de su primo.
—Hola—saludó con una risita ante aquella situación.
Pero, en lugar de molestarse, Goku sonrió de medio lado, divertido por la situación. Hace mucho que no tenía un encuentro de ese tipo con Goten y vaya que le encantaba.
—Goten, ponte de pie—pidió serenamente el pelilila extendiendo su mano para ayudarlo.
Enérgicamente el menor se puso de pie sin ayuda. Goku, por el contrario, se permitió tomar aquella mano que le brindaba su ayuda, agradeciéndole al de ojos azules.
—Te extrañé—abrazó al más alto con fuerza.
—Goten, lo asfixias—el pelilila se tocó el tabique con una sonrisa de resignación. Toda la mañana intentado prepararlo para que su encuentro fuera tranquilo, y resultó en esto: correr a gran velocidad a través de un pasillo con el riesgo de llevarse a alguien por accidente, una tacleada, y un intento de asfixia.
—Goku, te quiero—el menor seguía aferrado al más alto.
—Yo también te extrañé, Goten—sonrió y colocó su mano sobre su cabeza.
Aquella sonrisa no era falsa, al contrario, era muy sincera. En un inició pensó que tendría que fingir, que verlo sólo lo haría sentir más soledad e incomprensión. Pero no, se sentía querido, feliz, que él estaba ayudando a su corazón a calentarse por esa manera tan especial de ser del menor.
—Goten, tu primo necesita oxígeno—insistió el pelilila.
—No. No lo soltaré hasta que me diga que me quiere—levantó la mirada.
—Te quiero, Goten. Te quiero mucho—accedió el de cabellera alborotada.
—Goten—tomó de la cintura a su pareja y la empezó a jalar hacia atrás, haciendo que libere su agarre del más alto. Eso fue un pequeño alivio para Goku, ya que su rostro comenzaba a enrojecerse.
—Trunks, eres un amargado—cruzó sus brazos e hizo un puchero. Luego se percató de algo—. Goku, ¿por qué traes puestas esas vendas?
—¿Eh?—le dirigió una mirada rápida al de ojos azules, que lo veía con un poco de preocupación—. Verás, Goten. Hace unos días, porque yo vendría aquí, intenté cocinarle a mi familia... un pastel, ya sabes, con la receta de mamá... Pero cuando estaba calentando agua para preparar el glaseado no sostuve bien la olla y... me quemé ambos brazos—explicó.
—Oh...—susurró. Luego volvió a sonreír—. Amaba ese pastel de la tía Gine... Recuerdo que cada vez que cumplía años lo llevaba a mi casa en la Montaña Paoz—lo abrazó—. Lo siento mucho, Goku. Sé que la extrañas demasiado y...
—Estoy bien, tranquilo, Goten. Sigo triste, lo admito, y a veces recordarla me hace llorar. Pero estaré bien—le revolvió la cabellera.
—Yo te apoyaré en todo, Goku. Te lo prometo—lo soltó y abrazó por un costado al pelilila—. Te presento a Trunks, él era mi mejor amigo desde que estaba en el kínder—explicó.
—Ah, sí, hola, Trunks. Un gusto en conocerte—aparentó ser la primera vez en verlo.
—Hola Goku. Me alegra por fin conocerte, Goten me ha hablado demasiado de ti—siguió el plan que el más alto impuso—. Goten, como te lo mencionó, fue mi amigo en un inicio, pero ahora somos pareja. Espero no te moleste esto.
—No, descuida. Sólo quiero que Goten sea feliz—respondió con sinceridad. Vio al menor y sonrió al ver el brillo en la mirada y ese tierno sonrojo que tenía. Se veía tan enamorado... así como él lo estaba cuando tenía a Vegeta a su lado...
—Ehm... ¿Quieren ir a almorzar? Yo invito—propuso al notar que el mayor comenzaba a deprimirse nuevamente, no quería que su novio lo notara.
—¡Sí! Muero de hambre... Anda, Goku, ven con nosotros. No te preocupes por el dinero, Trunks tiene mucho, así que puedes pedir lo que sea—lo tomó del brazo y comenzó a arrastrarlo mientras seguía hablando rápidamente, consiguiendo que Goku volviera a sonreír.
Trunks los siguió a una distancia considerable. Tenía que estar pendiente de todas las reacciones de Goku para que no se entristeciera nuevamente y Goten lo notara. Sacó su teléfono y llamó a alguien.
—Hola, Black, ¿también estudias en "La esfera del Dragón", verdad? Perfecto. ¿Ya tienes la investigación que te pedí? Excelente. Déjala en el cuarto de estudios del edificio "B", en el pupitre 23. La recogeré hoy a media noche. Gracias por todo—colgó y continuó su camino—. Ahora sabré por qué estás pasando, Goku....
Los tres jóvenes llegaron a la cafetería. Colocaron en bandejas algunos platillos y buscaron una mesa. Una vez acomodados ahí, comenzaron a charlar.
—Dime, Goku, ¿qué técnica te interesa?—llenó el silencio incómodo que comenzaba a hacer presencia.
—¿Técnica?—levantó la mirada confundido, bajando la cuchara con un bocado de pastel de chocolate.
—Sí. La preparatoria se especializa en varias ramas, por ejemplo, si te interesa Sistemas Computacionales tomas ciertas materias que te hacen volverte experto en ese ámbito, como arreglar equipos o programación —bebió un poco de agua y aclaró su garganta—. Las materias normales de preparatoria se llevan en las mañanas, y al mediodía se ven las de la especialidad que quieras tomar. El interés principal de la escuela es volverte competente para ello, al menos en el campo laboral, una especialidad completa tendrías que llevarla en la universidad, pero llevarías un gran porcentaje de conocimientos más allá de lo básico—explicó.
—No sabía que se podía hacer eso—admitió.
—Puedes tomar la preparatoria sola, pero si tomas una técnica saldrías con un título—mordió su pastelillo. Goten bebió de su malteada de fresa y quitó una galleta del plato de Trunks.
—¿Y ustedes qué escogieron?—preguntó analizando la situación.
—Yo Actividad Física y Deporte, no me interesa otra cosa—dijo el menor emocionado—. Veré de todos los deportes. ¿Acaso no es genial?—introdujo un pastelillo entero a su boca, haciendo que la comisura de sus labios se llenaran de crema batida.
—Yo quisiera estudiar Mecatrónica Industrial—el de ojos azules sonrió de medio lado—. Tal vez te interese Diseño y Comunicación Visual. Goten me comentó que tú adoras dibujar. Básicamente se enfoca en dibujo, pintura, dibujo digital, arquitectura, hacer maquetas, planos... es algo muy completo...
—Supongo que estudiaré eso... No sabía que era posible estudiar cosas así aquí—sonrió al probar el glaseado de la galleta en su plato y bebió de la malteada—. Sé que Goten ama los deportes y por eso escogió lo suyo, pero ¿por qué elegiste eso, Trunks?
—Heredaré la Corporación Cápsula tan sólo cumpla dieciocho, así que tengo que estar lo más preparado posible para tomar el puesto de presidente—explicó.
—Cualquiera supondría que eres un chico rico mimado, pero ahora veo que tienes muchas responsabilidades y eres alguien agradable—comentó con una risilla.
—Tú no lo conociste cuando éramos niños—dijo Goten riéndose—. A todos les caía mal porque era muy presumido a veces, y nadie le hablaba por ser nieto del dueño de la Corporación Cápsula. Pero sólo yo sabía de la vida de Trunks y de lo difícil que era lo que tenía que pasar día a día, así que lo acompañé hasta el final—un sonrojo apareció en sus mejillas y bajó la mirada—. Lo quiero mucho a pesar de que a veces es insoportable, o está estresado... O cuando tiene mucho trabajo y parece zombie de tan agotado que está.
—Goten—habló el pelilila con una media sonrisa.
—¡Aigh!—se puso de pie avergonzado—. Dame tu billetera, quiero más pastelillos—pidió con sus mejillas en color carmín.
—Está bien, trae algo más para nosotros—pidió comprendiendo su sentir.
—Sí—tomó la cartera del mayor y se fue corriendo.
—Nunca antes lo vi así—dijo Goku con una sonrisa.
—Me costó un año seis meses para hacerle ver lo que sentía por él—colocó su codo sobre la mesa y apoyó su rostro sobre su puño—. Y vaya que valió la pena...
—Trunks, cambiando de tema—dijo al ver que su primo tendría que hacer una larga fila. Bajó su rostro y su mirada se entristeció—. Me imagino que sabes casi de todo, ¿no?
—Bueno, siempre llevé materias avanzadas desde que era un niño, en todas las ciencias. Así que sí, se podría decir...
—Una persona con amnesia, ¿qué tan probable es que recuerde las cosas?
—Mmm... Depende de qué tipo de amnesia tenga... ¿Se trata de ti?—preguntó analizando todas sus reacciones.
—No. De mi... compañero de habitación... Yo quiero ayudarlo y...—apretó sus ojos con fuerza mientras empuñaba sus manos sobre la mesa—. Trunks, tú eres un genio, necesito tu ayuda para algo—sus ojos se pusieron vidriosos—. El día que mamá murió, mi novio, Vegeta Saiyan, tuvo un accidente, y estuvo en coma unos días... Se perdieron sus signos vitales y lo dieron por muerto... Estoy consciente de que lo sepultaron, yo vi cuando metieron la caja a ese agujero y lo cubrieron con tierra. Pero mi compañero de habitación es idéntico y dice haber perdido la memoria y no saber quién es. Creo que es Vegeta, porque habla entre sueños y una vez dijo "Tarble", ese es el nombre de su hermano.
—¿Y qué es exactamente lo que dice entre sueños? Tal vez el contexto ameritaba decir una palabra similar y tu cerebro, al notar el parecido de esta persona con él, quiso escuchar eso.
—Te diré todo lo que decía, pero promete no decirle a nadie, es un tema delicado—el mayor levantó su mano izquierda mientras colocaba su mano derecha en su pecho a la altura del corazón—. Dime, ¿qué supones al oír frases como "basta", "déjenme en paz", "deténganse", "no me toquen", "Tarble, corre"?—pronunció cada palabra con amargura.
El de ojos azules guardó silencio y comenzó a analizar cada palabra dicha por el mayor. Soltó un suspiro y bebió un poco de agua para aclarar su garganta.
—Una violación, al parecer de dos o más agresores, y una segunda víctima involucrada que tuvo oportunidad de huir, con lo poco que has dicho dudosamente podría deducir si tuvo o no éxito en su intento de escapar—miró aquellos ojos negros directamente—. ¿Estoy equivocado?
—Vegeta...—volteó a ver hacia donde estaba Goten, que seguía haciendo fila pacientemente mientras veía la barra de postres—. Fue víctima de una violación, lo tomaron entre cuatro sujetos. Su hermanito, Tarble, estaba cerca, pero pudo escapar. Lamentablemente Vegeta no y... esos tipos hicieron con él lo que quisieron—una sonrisa triste se hizo presente en sus labios—. Empezó así su actitud suicida, ya no le encontraba sentido a la vida, su familia se preocupaba mucho por él, pero jamás lo iban a poder comprender. Sufría en las noches pesadillas, recordaba entre sueños ese martirio que vivió... Y luego de tres años lo conocí... Confieso que sólo bastó una mirada para enamorarme profundamente de él, esa aura guerrera que emanaba me atrajo demasiado, y su voz... Todo en él me interesó... Cuando leí su diario me enteré de todo, y lo fui a buscar a su casa. Hablamos y creí que todo se había solucionado...
—Goku, ¿qué lo hizo recaer en su depresión?—preguntó serenamente.
—Que una noche un sujeto volvió a abusar de él en su propia casa... Se intentó suicidar y yo lo evité... Le dije lo que sentía y aceptó ser mi novio, pero después otra tormenta llegó: mi mamá y la suya murieron en un accidente de auto, que más bien fue planeado por la misma persona que había abusado de él días atrás.
—¿Y él cómo lo tomó cuando se enteró?
—Se vengó, destruyó el auto del sujeto. Lo detuvieron, pero después nos topamos a los tipos que habían abusado de él cuando era un niño. Los enfrenté, pero él se alteró demasiado. Discutimos y lo dejé solo, y cuando él fue a buscarme... lo atropellaron en medio de la calle... Llegó una ambulancia, lo llevaron al hospital, pero—su voz quebró y comenzó a sollozar.
—Goku, no es momento de que llores. Intento comprender qué ocurrió; por favor, aunque sé que es difícil, continúa con tu relato—pidió.
—Está bien—se limpió las lágrimas y continuó—. Después de que lo dieran por muerto y de que lo sepultaran, yo caí en depresión y también intenté suicidarme... Una ocasión quise arrojarme desde el puente Wiss, pero Gotenks lo evitó, después él se tuvo que ir. Fue en ese momento en el que creí que él era Vegeta por su parecido físico y en la voz.
—Sigue hablando.
—Y después me enteré de que sería mi compañero aquí, pero al preguntarle me dijo que él sufría de amnesia, no recuerda nada más atrás de hace unos meses. Dijo haber despertado en un callejón y encontrar un papel con su fotografía diciendo ser del Orfanatorio Esperanza, sin embargo no estaba su nombre en el sistema.
—Hay al menos siete orfanatorios con ese nombre, lo que los diferencia es el sello o logo que usan—buscó entre sus bolsillos un pequeño cuadernillo y comenzó a anotar cosas con un bolígrafo—. Si te preocupa que crea que estás demente, descuida, no lo hago. De hecho tiene mucho sentido todo lo que has dicho. Sólo hay una cosa que no concuerda, y es que tú dices haber visto cuando lo sepultaron. Suponiendo que fuera catalepsia, ya habría muerto de todos modos por la falta de oxígeno. Pero esto no responde el por qué esta persona tiene datos suyos. Otro punto importante es que las historias, tanto tuya y suya, se complementan. Y ninguno sabía nada del otro hasta ese día en el puente. Goku, podría pensar en negligencia médica diciendo que te dieron mal el último diagnóstico, pero eso no explica por qué está él aquí—guardó silencio unos segundos—. Habrá que investigar más acerca de algunas posibilidades aparte de la catalepsia.
—Entiendo...—susurró.
—Sobre la amnesia, que era tu pregunta original, suponiendo que realmente es Saiyan, mi diagnóstico final es que padece amnesia disociativa. En resumen, su mente bloquea temporalmente sus recuerdos traumáticos. Lamentablemente, no sólo lo es la violación, sino todo aquello que vino después, ya que como tú mencionas día a día era infeliz a causa de ello.
—¿Hay una cura?—levantó su mirada con esperanza.
—Sí, y no. Muchos estudios demostraron que las terapias muchas veces no aplicaban cuando se sufrió violación infantil. Sin embargo, tal vez lo pueda hacer, ya que es reciente, y fue cerca de la pubertad... No te garantizo nada, pero tal vez pueda recordar todo. O mínimo a su familia y a ti.
—Yo... tengo su diario... No sé si quieras leerlo para saber qué exactamente sufrió...
—Es algo privado, pero me ayudaría mucho para saber la gravedad del asunto. Aun así, para tratar este tipo de amnesias se hacen varias cosas, aunque dudo que te gusten... La primera consiste en hacerlo recaer en su trauma original para que recuerde, implicaría que alguien intentara abusar de él—el mayor iba a reclamar algo, pero hizo un ademán para que se calmara—. La segunda implica que su mente se deprima, para que una sección de su cerebro se vea estimulada y pueda recordar. O sea, que aunque sea feliz tienes que hacerlo sufrir...
—¡Esto es ridículo!—inmediatamente se molestó.
—Y la última, de las tres que recuerdo, a mi juicio es la peor de todas—calló para acomodar sus ideas en su mente y decirlas correctamente—. Implica que poco a poco le digas cosas o asemejes sonidos que le parezcan familiares, para que recuerde poco a poco su anterior vida... No, no te emociones, Goku, no es tan bello como crees. Dejemos en porcentajes la situación, es cincuenta por ciento posible que sea él, pero todavía queda la otra mitad. Si resulta que no es Saiyan, su cerebro podría aceptar todos los datos y adoptar la identidad aunque no lo sea—explicó.
—O sea que... Si Vegeta realmente murió, y Gotenks sólo sea una gran coincidencia, y yo le hablo de todo lo que su familia pasó... él ¿puede creer que es su vida, así no lo sea?
—Básicamente, así es. Por eso te pido que pienses mucho lo que harás. Yo estoy dispuesto a ayudarte, tenlo por seguro, sólo no te decepciones de los resultados, sea lo que sea que concluya.
—Está bien, gracias...
—¡Ya llegué!—exclamó muy alegre el menor con una enorme bandeja llena de postres y golosinas. La colocó sobre la mesa y se introdujo un pastel en la boca.
—Iré al baño, ahorita vuelvo—el Son se puso de pie y se retiró.
Pero no fue al baño, sino a buscar un teléfono. Al encontrar uno llamó a alguien con quien necesitaba hablar de algo importante, sentía la necesidad de contarle a una persona de lo charlado hace unos minutos.
—¿Hola?—la voz de su hermano al otro lado de la línea se hizo presente. Pero antes de responder, prefirió colgar.
¿Se lo tomaría a bien aquello que le quería decir, o terminaría por darlo por demente? Suspiró y caminó de regreso a la cafetería, no sin antes darse una refrescada en el baño.
***
Gotenks observaba molesto su comida. Miró una vez más hacia la mesa de la esquina y no pudo evitar molestarse al ver a Goku hablando plácidamente con otros dos chicos. ¿Cuál de los dos era en el que estaba interesado? Seguramente era en el de cabello negro, que parecía sonrojarse muy seguido.
—¿Por qué se fijaría en él? Se comporta como un niño—murmuró con cierta molestia.
—¿Celoso?—comentó el castaño que estaba a su lado derecho, sin dejar de leer su libro.
—¿Eh? ¿Por qué tendría que estarlo? Goku sólo es mi compañero de cuarto. Y si acaso quisiera algo yo con él, sería algo casual únicamente—dijo indiferentemente mientras giraba su rostro a otro lado.
Inmediatamente volvió a ver en dirección a aquella mesa arrinconada, notando perfectamente cuando Goku se levantó y se fue cuando el pelinegro, que había ido a hacer fila para comprar más comida, regresó.
—Gotenks, la verdad es que creo que ellos sí son primos—comentó—. ¿En serio no piensas regresar sólo por esto?
—Yo...—bajó la mirada—. No sé cómo mirarlo a los ojos luego de lo que pasó. Le dije cosas horribles, reconozco que toqué un punto delicado en él... Pero también me respondió de mala manera... Yo sé que debo disculparme, pero no me siento capaz de ello. Al menos no por ahora.
—Mientras sigas consciente de tu error, está bien. Puedes quedarte conmigo.
—Gracias. Y sobre lo que dijiste, no entiendo por qué sugieres eso. Mira de una extraña manera a Goku.
—Tienen cierto parecido, no es muy evidente porque tu amigo tiene piel un poco pálida, pero sí comparten ciertas características—cambió la página y sin despegar la vista de su lectura continuó—. Y si no me crees, sigue observando.
Gotenks miró nuevamente hacia allá. No pudo evitar sonrojarse levemente al observar esa escena. El pelilila deslizaba su dedo índice por el rostro del pelinegro, tomando la crema batida con él y llevándoselo a la boca, dirigiendo una mirada algo seductora.
Notó perfectamente cómo se acercaba a su oído para susurrarle algo, cosa que hizo colorar el rostro del más joven, y después pasó su lengua por la comisura de sus labios, quitando todos los residuos de esa cosa blanca.
Y no sólo eso. Contrario a que parecía una insinuación sexual, después le besó dulcemente la mano y depositó un tierno beso en su frente, a lo que el menor se acurrucó en su costado con una sonrisilla. Sí, se veía como una dulce pareja feliz.
—Soy un idiota—bajó su cabeza y ésta se golpeó contra la mesa—. Yo y mi bocota.
—Si no lo hubieras hecho, ninguno habría dicho cómo se sentía con la situación. Aunque no lo creas, fue lo mejor.
—Sí, lo sé... Hiroshi, ¿te quedas? Iré a buscar al entrenador del equipo de baloncesto, quiero unirme—se puso de pie y tomó su botella de agua.
—Te acompaño. De todos modos hay mucho ruido en este lugar—se paró y lo acompañó a la salida.
***
Goku se adentró a la cafetería. Sintió de nuevo aquellas ganas de llorar al ver a Gotenks yéndose con aquel chico. Pero resistió, tenía que ser fuerte por Goten.
Al llegar a la mesa ellos ya estaban de pie, el más pequeño le entregó una bolsa de papel.
—Pedí que te envolvieran las tartaletas de chocolate, tus favoritas—se acercó a él, tomó su mano y caminó—. Quiero conocer tu habitación, quiero ver todas tus cosas. Tomaré una camisa tuya y me la llevaré, y también...
El menor hablaba y hablaba, mientras que el más alto reía. Goten llegaba a ser muy extrovertido a veces y algo inquieto, pero con él tenía felicidad garantizada.
Trunks los seguía tranquilamente a un metro de ellos, tomando la debida distancia para no entrometerse en su relación.
Por fin llegaron a la habitación del azabache mayor, entraron y el más pequeño fue el que observó todo con mayor detenimiento. Se subió sobre la cama de la izquierda y comenzó a brincar sobre el colchón, ganándose inmediatamente un regaño por parte de su pareja.
Goku, por otro lado, se acercó a la mesita de noche, donde reposaba un papel doblado de color amarillo. Lo desdobló y comenzó a leer su contenido.
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Goku,
Ya lo pensé bien, y creo que debemos darnos un tiempo. No estamos en las mejores condiciones para vernos luego de lo ocurrido. Aun así, te agradezco por las noches anteriores cuando me apoyaste por mis pesadillas, lamento haber sido una molestia para ti.
Ya no lo seré más, al menos no por un tiempo. Sé que antes de que tome cualquier decisión, debemos hablarlo, aunque no me siento listo en estos momentos para ello.
Pasaré la noche con Hiroshi, en la habitación 93, puedes ir a buscarme si necesitas algo. No sé si decida quedarme más días, si no vuelvo es por eso.
Atte. Gotenks.
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Goku suspiró hondo y guardó el papelito en su bolsillo. Miró de reojo a la parejita que "discutía", y fingió una sonrisa.
—Mi compañero pasará la noche fuera, así que tendré la habitación sola...
—¡Genial!—bajó de un brinco al suelo y comenzó a empujar a Trunks en dirección a la puerta—. Lo siento, pero son cosas confidenciales de primos y tú no estás autorizado para saberlas.
Lo sacó del cuarto, pero salió él también y cerró tras sí, se apoyó contra la puerta y lo vio con una sonrisita algo coqueta.
—Nos vemos mañana, Trunks—se despidió y lo besó en los labios.
—Adiós—sacó de su bolsillo una cadenita plateada y se la colocó alrededor del cuello. Como dije llevaba la llave de su habitación—. Tal vez salga, no lo sé. Depende si me envían algo para trabajar.
—Oh—susurró con decepción—. Bueno, está bien, de todos modos me quedaré aquí esta noche...—volvió a besarlo y se adentró a la habitación.
—Más te vale, Goku, que él no sufra—pensó con cierta preocupación. Sin más se alejó, ya no le correspondía eso a él.
***
—¿Y qué quieres hacer, Goten?—preguntó tranquilamente sentándose en la orilla de su cama.
—Hablar—respondió seriamente—. Goku, ¿por qué te cortas?
El mayor se quedó estático en su lugar. Observó sus muñecas, y no, nada, tenía un perfecto vendaje que ocultaba sus marcas. El menor se sentó en la orilla de la cama contraria, viéndolo serenamente.
—No dije nada frente a Trunks porque sé que él se preocuparía. Pero yo ya suponía esto, la tía tenía en casa guantes de cocina, no pudiste haberte quemado. Además, su receta no necesitaba nada de agua caliente—soltó una risita triste—. Al principio te creí, pero mientras hacía fila recordé y... te vi llorando mientras hablabas con Trunks.
—Me preguntó cómo me sentía y sólo le dije la verdad. Además, él lo sabe, anoche me lo topé y se dio cuenta de todo.
—Es muy inteligente, y se fija en todos los detalles. Analiza todo lo que ve, no se le escapa nada—susurró—. ¿Puedo ver?
—A él le preocupa cómo puedas reaccionar al verlas... y que caigas en lo mismo. Además, no es agradable, no te gustará verlas...
—Goku, por favor. Ignora todo lo que te dijo Trunks—insistió.
Algo resignado comenzó a descubrir sus muñecas, quitó cuidadosamente ambos vendajes y dejó libres sus brazos. El menor se acercó a ver la gravedad, no pudo evitar desviar la mirada al ver múltiples marcas, cicatrices y heridas aún abiertas en ambos brazos. Volvió a ver y se arrodilló frente a él. Acarició con delicadeza su piel, tomó ambas manos y lo vio a los ojos.
—Yo no caeré en tu dolor, al contrario, estaré aquí por siempre para ayudarte a salir de él—le sonrió y lo abrazó.
Goku no pudo evitar sollozar ante aquel contacto. Era tan cálido y lleno de cariño, realmente tenía a alguien que lo quería y apoyaba sinceramente. Sonrió hacia sus adentros.
Se sentía querido.
***
Ya era medianoche, Gotenks y Hiroshi se alistaban para dormir. Cada uno se acomodó sobre su cama y se arropó muy bien, aquella noche sería fría.
—¿Seguro que quieres que te deje despertarte por ti solo si es que tienes otra pesadilla?—confirmó.
—Sí. Quiero recordar, y espero con mis sueños poder hacerlo.
—Mañana tienes tu primera práctica, ¿seguro que quieres alterarte tanto esta noche?—intentó convencerlo de la pésima idea.
—Sí, no importa. Además, la práctica es en la tarde—se acomodó y le dio la espalda, para que la luz de la lámpara (que tenía encendida para poder leer un poco antes de dormir) no le molestara—. Buenas noches.
—Buenas noches—suspiró con resignación.
Sería una larga y difícil noche.
***
Goku y Goten dormían abrazados plácidamente. No como pareja, más bien como un padre abrazaría a su hijo luego de un mal sueño. Esa tarde el mayor pudo desahogar sus penas, se permitió incluso hablarle de Vegeta (exceptuando sus teorías sobre que seguía vivo) y contándole su relación con "Gotenks" junto con sus peleas.
Contrario a los demás, Goten no lo regañó, le hizo ver una vez más la belleza de la vida, la unión de su familia, los regalos del destino. Lo hizo sentir paz interior de nuevo.
También logró lo más difícil de todo: que Goku se perdonara a sí mismo por lo que pasó y que viera que no fue culpa suya. Eso fue lo que terminó de liberar su alma, por ello ahora estaba relajado, incluso era evidente con él dormido.
La verdadera pregunta era ¿cuánto tiempo podría permanecer así?
***
—Muy puntual, como siempre—mencionó un chico de cabello rosa y ojos grisáceos que estaba sentado en la oscuridad bajo la tenue luz de una lámpara de techo.
—Hola, Black—lo saludó y se sentó frente a él—. ¿Cómo has estado?
—Bien, gracias a tu abuelo tendremos otra semana más de vacaciones—le extendió varios papeles grapados—. Aquí está tu investigación sobre depresión adolescente ante la pérdida de un ser querido, síntomas, consecuencias, daños mentales, suicidio y cómo detectar señales—bostezó—. Iré a dormir, mañana tengo una fiesta.
—No era necesario que me esperaras—se sentó en el pupitre y sacó una libreta de apuntes.
—Lo sé, pero esperaba que me contaras el chisme de eso. Aunque al ver tu cara de aburrido ya se me quitaron las ganas de saberlo, le quitarías el drama—lo observó unos segundos mientras leía los archivos que le entregó y transcribía puntos importantes—. ¿Cómo lo haces?
—¿Eh?—dejó de lado sus cosas y volteó a verlo con confusión—. ¿A qué te refieres, Black? No comprendo—sacó sus lentes y se los colocó, la escasa luz comenzaba a molestarle un poco.
—Casi cumples dieciséis, creciste sin padres, únicamente con tus abuelos; has llevado clases avanzadas desde niño; hablas japonés, chino, español, ruso, inglés e italiano a la perfección, y otros diez idiomas en proceso; dentro de dos años te harás cargo de la Corporación Cápsula, incluso ya te están asignando gran parte del trabajo; estudias una preparatoria técnica en Mecatrónica Industrial; tienes tiempo para pasarla con tu novio, y para ir a comer con amigos, incluso te hiciste tiempo para pertenecer a varios equipos deportivos. Y ahora puedes hacer de psicólogo sin esfuerzo alguno. ¿Cómo le haces?
—Nunca me había puesto a pensar en eso—soltó una risilla—. Sólo hago las cosas y ya, no pienso mucho.
—Sí piensas en todo, pero no piensas en esto—reconoció—. Bueno, ya me voy. Si quieres ir a la fiesta mañana, estás invitado. Puedes llevar a Goten. Adiós, Trunks.
Se terminó de despedir y se fue. El pelilila siguió leyendo aquella investigación que encargó, la cual,
hasta ahora, sólo confirmaba sus sospechas del futuro comportamiento de Goku. Además, había notas de señales que podría presentar una persona depresiva que piensa en el suicidio.
Sí, tendría que vigilar muy bien todos los movimientos y acciones suyas para saber si intenta quitarse la vida.
—Aunque te acabo de conocer, me preocupas, Goku...—susurró.
***
Iba caminando tranquilamente por una calle solitaria. A lo lejos observó un grupo de tres personas, no sabía quiénes eran, sólo los observaba como si fueran sombras oscuras. Sin saber por qué sintió la necesidad de irse, alejarse de ahí. Pero al intentar huir una mano en su espalda lo hizo sobresaltarse, era un hombre, no distinguió su rostro, pero su vestimenta delataba su género.
Ese hombre lo tomó con fuerza del cuello, y comenzó a arrastrarlo en dirección a las otras personas. Entre todos lo llevaron al interior de un callejón abandonado.
Ya estando en las sombras, esos sujetos comenzaron a deslizar sus manos sobre su cuerpo sin pudor alguno. Sólo sentía una gran desesperación por no poder gritar, sentía cómo ese brazo en su cuello lo ahogaba y no podía tomar aire.
Estiraron su camisa, la rompieron, dejaron su torso al descubierto, tocaron todo y dejaron marcas. Luego fueron sus pantalones, quedó desnudo su cuerpo completamente ante la mirada lujuriosa de esas personas. Aplicando fuerza lo obligaron arrodillarse y vulgarmente lo hicieron introducir sus miembros en la boca del menor.
Sentía todo lo que le hacían, y no podía evitarlo. Lo peor vino después. Uno se sentó en el suelo y lo obligó a sentarse sobre su miembro. Un grito salió de su garganta al sentir cómo su interior se desgarraba.
Suplicó para que lo dejaran, pero siguieron haciéndole lo que quisieron. Su cuerpo parecía sin vida, estaba entrando en un estado de shock, así fue hasta que su vista se perdió a lo largo de todo el callejón, y se centró en un espejo roto que se recargaba en una pared. Vio un cuerpo idéntico al suyo pero de cabellera completamente negra, siendo penetrado bruscamente por una sombra que asemejaba el cuerpo de un hombre.
Vio todo, la manera en cómo otro hombre se sentaba y se adentraba al mismo tiempo, cómo la sangre escurría por sus piernas, la manera en cómo lo obligaban a hacer sexo oral a los que seguían de pie.
Toda una violación, una violación que sentía hecha en su propio cuerpo.
Después se corrieron en su interior y lo dejaron tirado en el suelo.
Luego ese escenario cambió, ya no estaba en aquel callejón, sino en el techo de un edificio muy alto, veía bajo sus pies colgados una calle, el cielo estaba nublado y sentía el viento correr y acariciar su piel.
Quería saltar, sabía que así acabaría todo. Hasta que una voz habló detrás de sí, una voz cálida. Volteó y vio un cuerpo muy conocido.
—¡Hm!—su cuerpo se alzó, estaba temblando y su respiración sumamente agitada. Alguien lo abrazó por la espalda, y posó sus manos sobre su pecho de manera protectora.
—Tranquilo, sólo fue un sueño, cálmate, por favor...
—No fue un sueño—sollozó con dolor al recordar la violación que sintió hace unos instantes—. Fue real, ¡fue tan real!—se quejó.
—Gotenks, por favor... Tranquilízate... ahora estás bien—se colocó atrás de él, muy cerca, apoyando su pecho contra su espalda y con sus piernas a cada lado de su cuerpo.
—Fue tan real... de verdad lo sentí... sus manos tocándome... ellos metiéndose en mi interior... todo...—respiró hondo y pasó su brazo por su cuello sin abandonar su posición, causándole un sonrojo al mayor—. Por favor, dime la verdad... ¿Cuánto asco doy?
—...—soltó aire y le besó la mejilla, el menor se removió un poco y se abrazó a sí mismo—. Ninguno, al contrario, eres una persona muy agradable, que podría conseguir a quien quisiera con dedicarle una sonrisa.
—Necesito pensar muchas cosas—se separó un poco y se recostó de nuevo, dándole la espalda—. Tal vez sólo me metí demasiado esa idea en la cabeza y por eso soñé esto.
—Posiblemente—se puso de pie y lo arropó.
—Quédate—pidió—. Necesito a alguien ahora que Goku no estará conmigo.
—Mmm... E-está bien—se recostó a su lado y el menor inmediatamente se abrazó a su cuerpo.
—En mi sueño Goku estaba, yo iba a saltar de un edificio y él lo evitaba... Qué absurdo, ¿no? Ayudándome antes de conocerlo en el puente—sintió de nuevo las ganas de llorar.
—Deberías disculparte, es más que obvio que lo necesitas en tu vida. Creo que tu mente te está enviando estas señales para hacerte ver que lo necesitas y debes recuperar la bonita relación que tenías con él.
—Yo... tal vez no quiero volver a verlo...
Chapter 9: Reconciliación
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—¿A qué te refieres?—se separó para encender la luz y verlo seriamente.
—Supongamos que lo que sueño es completamente real... ¿Por qué Goku no me ha querido decir mi pasado? No sé si pueda perdonarle que me oculte algo tan importante.
—Gotenks... Suponiendo que fuera así, ¿no crees que él intentaría protegerte de ti mismo? Mírate, te alteras demasiado por esas pesadillas, ¿crees resistir algo mayor? Además, ni siquiera estás seguro de que sea verdad lo que sueñas...
—No, pero se siente tan real que dudo que sea una simple pesadilla—bajó la mirada.
—Debes volver con él—le dijo—. Sabes que lo necesitas...
—¡No quiero estorbarle!—le gritó mientras sus ojos volvían a llenarse de lágrimas—. Siento que soy una molestia para él.
—Pues yo creo que lo que te molesta es que él extrañe a su novio todavía un poco y no te corresponda al cien por ciento—el menor volteó a verlo—. Él te quiere, y lo sabes. Pero él aún tiene problemas para superar aquella pérdida. ¿Sabes lo que creo? Que tiene miedo de perderte a ti también y por eso no es capaz de decir abiertamente lo que siente... Tal vez tiene la sensación de que ya te está perdiendo a ti también por la manera en que cuando él se siente mal tú te alejas...
—¡Él me lo pidió!
—Tal vez debiste insistir—suspiró—. Lo conociste en un intento de suicidio por parte suya, ¿en serio crees que ahora está perfectamente bien?
—No...—susurró—. Está bien, tú ganas, me iré a disculpar mañana temprano y haré las paces con él.
—Perfecto. Ahora, si no te importa, vamos a dormir—apagó la luz y se acomodó a su lado—. No hay pizza para comer esta noche.
—Ve y pídele, seguro te dará... ah, y también pizza...
—¡Gotenks!
***
—¿Trunks? ¿Qué haces aquí?—preguntó adormilado el de cabellera alborotada después de abrir la puerta.
—Quería venir a ver cómo está Goten—se estiró un poco el cuello de la playera para acercarse a él y susurrarle—: está tomando medicamento y necesita una inyección, debo llevarlo a la enfermería para que se la pongan. Después pienso llevarlo a comer postres para que no se enoje conmigo... ¿Vienes?
—No—bostezó—. Gracias por la invitación, pero necesito dormir, él me obligó a saltar sobre la cama hasta media noche.
—Entiendo—sonrió—. Veo que estás muy relajado y...—notó sus brazos descubiertos—, ¿se lo dijiste?
—Se dio cuenta por sí solo, y quiso apoyarme. Lo hablamos y me hizo sentir mejor—sonrió sinceramente—. Hace mucho que necesitaba algo así, una verdadera conversación acerca de mi situación, pero creo que dejaré que pasen tiempo juntos ustedes dos, Goten me dijo que a partir de mañana trabajarás demasiado por el nuevo equipo que llegará a la escuela, así que será mejor que estén juntos hoy.
—Gracias—sonrió y se adentró a la habitación. Se acercó a su novio, que llevaba puesta una playera que decía "Son Goku" en el pecho—. Pss, Goten, vamos a comer pastelillos.
—¿Pastelillos?—abrió un poco los ojos y vio a su novio—. ¿De qué sabor? ¿Chocolate?
—De todos los sabores. Vamos—lo ayudó a levantarse y, gracias a que estaba más dormido que despierto, lo encaminó fuera de la habitación—. ¡Adiós!
—¡Adiós, primo!—se despidió y se fue con su pareja.
—¡Adiós, chicos!—hizo un ademán y cerró la puerta.
Vio las cobijas en desorden sobre su cama y rio, anoche ni siquiera se molestaron en acomodarlas luego de saltar por dos horas sobre la cama. Comenzó a acomodarlas, para poder dormir otro poco, tarareando su canción favorita con una sonrisilla. Pero el sonido de la puerta abriéndose con ayuda de la llave lo hizo voltear.
Guardó silencio y siguió haciendo lo suyo. Cuando terminó, se sentó en la orilla de la cama viendo al suelo.
—¿Podemos hablar? Por favor—pidió sentándose en el suelo, frente a él.
—Sí, claro. ¿De qué quieres hablar?—sonrió de medio lado. Su alma ya estaba en paz, y sinceramente le daba gusto volver a verlo a pesar de lo ocurrido entre ellos.
—Yo... quiero...—levantó la mirada y lo vio a los ojos—. Quiero ofrecerte disculpas. No debí decirte aquello, me comporté como un niño porque creo que yo—sus mejillas se sonrojaron—yo estaba celoso—bajó la mirada—. Me molestaba creer que tú jugabas conmigo porque me gustas y... no debí, en serio no debí enojarme.
—No te puedo perdonar ahora—lo tomó de la barbilla y lo hizo levantar la mirada—. Ya lo había hecho, no puedo estar molesto contigo—le sonrió—. Yo también me disculpo por lo que te dije, no fue la mejor manera de hacerlo. Me sentía mal, sí, y espero no te enojes por lo que diré, pero te dije lo que realmente pienso. No porque me molestara las noches que dormí contigo, sino porque no eras capaz de ver toda la felicidad que te rodea y sigas preocupándote tanto por recuperar la memoria en lugar de dejar que tu cuerpo lentamente lo haga al ritmo que le parezca mejor—el menor se sorprendió.
—¿Entonces era por eso?—el mayor asintió—. Entiendo, entonces te lo agradezco. Y sí, te disculpo.
—Gracias—sonrió, pero esa sonrisita sólo duró unos segundos, soltó un suspiro y lo vio seriamente—. Te diré la verdad, yo me sentí mal desde antes de lo de la cafetería, cuando fui al baño yo...—mostró sus brazos, ganándose una mirada llena de preocupación por parte de él—. Cuando te escuché irte con tu nuevo amigo, aproveché para ir a la habitación y desahogarme, después me vendé y limpie la sangre—bajó la mirada con decepción—. No quería tener otro ataque de ira que me hiciera gritarte, por eso necesitaba que te fueras. No quería lastimarte, ni mucho menos preocuparte—le acarició la mejilla—. Lloré, arrojé cosas, golpeé la pared... Hice de todo con tal de liberar mi enojo...
—Debí quedarme—apretó sus puños—. Debí quedarme y apoyarte, me necesitabas.
—Tal vez. Tal vez pudiste ayudarme, tal vez no, no lo sé—soltó aire—. Te conté lo de mi novio, de que murió. También de que me sentía culpable por ello, lo sabes casi todo... Tienes un carácter fuerte, eso me encanta de ti, aunque también eres sensible, yo jamás pensaría en ti como un juego. Amé a mi novio, sí... Pero contigo estoy descubriendo un nuevo sentimiento muy fuerte.
—Goku—susurró mientras su rostro se volvía color carmín.
—Goten vino con su novio, Trunks, y fuimos a desayunar juntos, después Goten se quedó conmigo aquí mientras Trunks se iba a trabajar en unos documentos que debía enviar. Hablé con Goten y me desahogué, me ayudó demasiado, porque él tiene un alma demasiado tranquila y serena, muy pura y llena de buenas intenciones. Pude ver cosas que no vi antes y me ayudó a calmarme... Esta fue la primera noche después de tantos meses que pude dormir serenamente.
—Me alegra que estés mejor—le sonrió, después acarició su brazo.
—Eso me ayudó tanto, como no tienes idea—aclaró su garganta y le dedicó una sonrisa—. ¿Aceptas tener una cita conmigo esta tarde?
—¿Eh?—abrió los ojos con sorpresa—. ¡Claro que quiero una cita contigo!
—Perfecto... Ehm... él me ayudó a tener valor de iniciar una nueva relación, así que quiero estar más tiempo contigo—se acercó y le besó la frente.
—¡No!—cerró los ojos e hizo su cabeza hacia atrás—. Lo había olvidado por completo, tengo la tarde ocupada...
—¿Ocupada?
—Me inscribí al equipo de baloncesto, y esta tarde harán preselecciones para los aspirantes, debo estar ahí a las dos, y terminaré a las seis...
—Entonces iré a verte y apoyarte. Y después de que termines, te acepten y hagan lo que sea que hagan los que quedan seleccionados, vamos a cenar juntos y paseamos por el campus—propuso. El menor arqueó una ceja.
—¿Tan seguro estás de que me seleccionarán?
—Sí. Dudo que ese cuerpo se formara por leer libros—giñó un ojo y le sonrió. El menor se sonrojó demasiado ante aquello, bajó la cabeza algo avergonzado.
Una brillante idea llegó a su mente, así que se puso de pie y comenzó a desvestirse, quitándose su playera de manera sensual y provocativa.
—¿Qué haces?—respondió algo nervioso haciéndose hacia atrás.
—Bueno, creí que te gustaría ver mi cuerpo de nuevo para que verifiques qué tan pronto me seleccionarán—se sentó sobre sus piernas y arrojó su playera al suelo—. ¿Crees que tengo habilidades?
—...—desvió la mirada completamente sonrojado—. Okey, ya entendí. Tú ganas.
—Jajaja—rio un poco—. Sólo juego, realmente te agradezco que tengas fe en mí—se inclinó hacia adelante y le besó la mejilla.
—Siempre la tendré—le tomó el rostro con ambas manos y besó la punta de su nariz—. Me hace feliz estar contigo.
—Te extrañé demasiado—lo abrazó del cuello y aspiró su aroma.
—¿Más pesadillas?—acarició su espalda.
—Sí, más fuertes que antes...Goku, ¿te gusto seriamente?—lo vio a los ojos.
—Sí, demasiado—respondió confundido.
—Si tú quisieras algo serio en un futuro conmigo, creo que tienes que saber algo—sus ojos se llenaron de lágrimas—. Creo que yo... si lo que sueño es un recuerdo de mi pasado antes de perder la memoria... Me violaron cuatro sujetos de la forma más cruel posible—admitió aún con lágrimas en sus ojos.
—Yo...—bajó la mirada—. Supuse algo parecido porque en la primera pesadilla desde que nos conocimos hablabas y decías algo así. No te dije nada porque no quería preocuparte. Perdón...
—No, está bien. Contigo estaba en paz, pero estos días que nos distanciamos soñé algo así... Tal vez sólo son pesadillas, tal vez sólo es un temor oculto y eso... Quería que lo supieras, eso es todo.
—¿Temes que no te acepte si resulte ser verdad?—buscó su mirada.
—Algo así—rascó su brazo con cierta pena.
—Te apoyaré a que lo superes, si resulta ser cierto... Y no te podría rechazar por eso, al contrario, siempre te vería como un guerrero que pudo afrontar la vida misma—le dedicó una sonrisa sincera y lo besó dulcemente.
El menor correspondió gustoso, moviendo sus labios al ritmo impuesto por el mayor. Sintió cómo el de cabellera alborotada succionó su labio inferior, se separó un poco sobresaltado.
—¿Ocurre algo?
—No, es sólo que me tomaste desprevenido—sonrió un poco avergonzado—. Es la primera vez que haces esto y... bueno, eres la única persona que recuerdo haber besado.
—Lo haría de nuevo, pero te noto algo cansado. ¿No quieres dormir un poco antes de tu práctica?
—Por favor—se puso de pie y tapó la ventana con las cortinas, evitando que la luz se filtrara.
—Yo también quería dormir otro poco, sobre todo si es contigo—se hizo a un lado y dejó un espacio para el menor.
Gotenks comenzó a quitarse el cinturón, desabotonó su pantalón y lo deslizó por sus tonificadas piernas. Quedó en un bóxer celeste a líneas algo holgado. Cuando volteó con el mayor vio que lo veía con una media sonrisa.
—Espero no te incomode que duerma así, me es más cómodo—se acercó.
—No—negó con la cabeza—. Para mí está bien—lo tomó de la cintura y lo atrajo, para que se acostara a su lado.
Así, ambos abrazados con cariño, se dejaron llevar por los brazos de Morfeo.
***
—¿Estás enojado?—preguntó con una sonrisa al ver su puchero y sus brazos cruzados sobre su pecho.
—¡Sí! ¡Es la quinta inyección que me ponen en la semana! ¡Ya no te quiero!—le mostró su lengua.
—Goten—le besó la frente y acarició su brazo—. Sé que detestas las inyecciones, pero son por tu bien. Además, ésta es la última, ya terminaste el tratamiento. Por eso te llevaré a comer postres y pasaremos el día juntos.
—¿No trabajarás hoy?—lo vio con emoción.
—No. Y además me inscribiré contigo al equipo de baloncesto, estaremos juntos todo el día porque a partir de mañana tendré que trabajar mucho.
—¡Genial!—bajó de un brinco de la camilla y comenzó a salir de la enfermería—. Vamos a nuestra habitación, quiero... bañarme contigo...
—Sí—lo siguió con una sonrisa, el menor se sonrojaba de una manera tan linda. Al llegar, el más alto se dirigió al cuarto de baño—. Alistaré la bañera.
—¡Sí!—se empezó a quitar la ropa, quedando sólo en bóxer.
Se acercó a su cajón y sacó un cambio de ropa, después buscó otro para Trunks. Por último, buscó en su celular aquella música clásica que tanto le gustaba oír cuando se duchaban juntos.
—¡Ya está lista!—avisó desde el interior.
—Voy—cerró con seguro y caminó al baño. Dejó su teléfono en el suelo cerca de la puerta mientras la melodía sonaba y entró bajó la regadera, quitándose la ropa interior en el camino.
La ducha fue tranquila, el mayor le lavó el cabello al pelinegro consiguiendo que se relajara. Cuando ambos terminaron, fueron a la tina. Trunks abrazaba por la espalda a Goten, mientras que estaba recargado en la bañera. A pesar de que estaban desnudos los dos no podía tener malos pensamientos, al contrario, estaba en gran calma con su compañía.
—Trunks, te quiero mucho—abrazó con más fuerza aquellas manos que reposaban sobre su pecho—. Te amo.
—Yo también te amo, Goten—susurró en su oído—. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida...
***
—Pss, despierta—le dijo al oído—. Vamos, sé que estás despierto.
—Tal vez—sonrió sin abrir los ojos—. Convénceme de levantarme.
—Tu práctica es en dos horas.
—Dame un motivo mayor—seguía sonriendo.
—Éste—lo besó en los labios y se separó. Se puso de pie y le quitó las cobijas, después descubrió las ventanas, para que toda la luz se adentrara a la habitación.
—Bien, bien. Ya me levantaré—se puso de pie y cerró de nuevo las cortinas—. Vamos a comer algo y después vamos a las canchas.
—Fui por algo de comer, estabas tan dormido que ni te diste cuenta—le mostró una bolsa con contenedores.
—¿Y qué trajiste?—lo vio con una sonrisa.
—Pues... pollo condimentado y papas fritas, algo de pasta y... ensalada de frutas...
—Perfecto.
***
—¿Nervioso?—comentó de la nada al verlo anudar las agujetas de sus tenis.
—La verdad no, estuve entrenando mucho estos meses, soy bueno en este deporte—levantó la mirada y le sonrió.
—Confío en que te irá bien—se acercó y lo besó con dulzura—. Estaré apoyándote en todo momento.
—Gracias—lo rodeó del cuello con ambos brazos y lo besó.
Su beso continuó con ambos de pie, hasta que la intensidad los hizo caminar un poco, el menor comenzó a retroceder hasta que su espalda chocó contra la pared. Eso no parecía molestarles, siguieron besándose tiernamente y con algo de pasión, sólo demostraban lo mucho que se habían necesitado.
El mayor delineó sus labios con su lengua, el de cabellera en punta por la sorpresa separó sus labios. Fue ahí donde Goku aprovechó para introducir su lengua en su cavidad bucal, explorándola sin restricciones y acariciando su lengua constantemente.
El sonido de que alguien tocó la puerta lo obligó a separarse del menor, que estaba completamente sonrojado por aquel tacto. Goku suspiró y sonrió, a pesar de haber arruinado el momento no podía estar de mal humor.
Gotenks vio perfectamente cómo el de cabellera alborotada abría la puerta y a los segundos era derribado por una presencia que reía alegremente, posicionándose arriba de él.
—Goten, ¿qué te dije?—un pelilila que se adentró a la habitación lo regañó.
—Goku, ¡ve a verme en la selección de baloncesto!—pidió el pelinegro sentándose en el abdomen de su primo.
—Sí, iba a ir a ver—respondió el aludido con una sonrisa tierna, sí que le emocionaba el estar juntos.
—...—guardó silencio unos segundos y después agrandó su sonrisa—. ¡Inscríbete con nosotros!
—¿Eh? No, Goten. No creo que sea buena idea, hace meses que no practico algún deporte—el pelilila cerró la puerta y se apoyó contra ésta.
—¡Por favor!—insistió.
—...—vio a su primo, la mirada insistente que le dirigía era tal que sonrió. Luego vio al pelilila, que mantenía los brazos cruzados y una media sonrisa al ver su escena. Y por último miró a su compañero de habitación, dedicándole una sonrisa mientras mantenía un sonrojo tenue en sus mejillas por lo que segundos atrás habían hecho. Volvió a mirar a su primo—. Está bien, lo haré.
—¡Genial!—se puso de pie y fue a buscar un cambio de ropa deportiva para él.
—Lo siento, tal vez no debí decirle "pide todos los dulces que quieras"—el de ojos azules lo ayudó a levantarse.
—Gracias—sacudió un poco su vestimenta.
—Vamos, Goku. Debes alistarte—comenzó a arrojar ropa sobre la cama.
—Se ve muy emocionado—comentó el de cabellera bicolor dirigiéndose al pelilila.
—Sí, quiere demasiado a su primo—volteó a verlo y extendió su mano—. Un gusto, mi nombre es Trunks Brief.
—¿Eh? Ah, claro. Un gusto, me llamo Gotenks—intentó imitar su tono formal.
—No le hagas caso, Trunks es bien payaso—dijo Goten con una risa—. Está tan metido en la oficina que a veces olvida que está con amigos. ¡Esto es perfecto!—se acercó al de cabellera alborotada y lo tomó del brazo, encaminándose al cuarto de baño.
—¿Oficina?—se sentó en la orilla de la cama.
—Ehm, así es—aclaró su garganta—. Tengo que trabajar, y paso mucho tiempo en una oficina administrando varias cosas.
—Eres el heredero de la Corporación Cápsula, ¿verdad?—el de ojos azules, algo apenado, asintió—. Supongo que debo agradecerte, por las donaciones de tu empresa para el Orfanatorio Esperanza.
—¿Donaciones al...?—susurró. Calló un segundo, recordando todo lo hablado con Goku el día anterior. Debía analizar todo el comportamiento del de cabellera bicolor ahora que lo tenía cerca—. Ah, claro. Realmente no es nada. Ehm... mi abuelo creció en el orfanato, ya que su madre trabajaba ahí, tenían que quedarse en ese lugar, no tenían a dónde ir. Creció sin padre, y en condiciones no favorables, pero tenía un gran ingenio y actitud, cuando cumplió dieciocho desarrolló una tecnología innovadora y rápidamente salió al mercado—se sentó a su lado—. Él está muy agradecido con las personas de ese lugar, ya sabes, a todos aquellos que le brindan su mano a quien lo necesita sin mirar sus condiciones.
—Entiendo...—sonrió al escuchar tal historia.
—Y, dime, ¿también te inscribirás al equipo de baloncesto?
—Sí, desde que me enteré quise unirme.
—¿Y qué técnica te interesa?—llenó el silencio que comenzaba a hacer presencia.
—Gastronomía—volteó a verlo con una sonrisa—. Verás, yo pertenezco al orfanato, y... quiero ayudar más, dar algo a cambio por todo lo que han hecho por mí... Mi intención es ayudar en la cocina—bajó la mirada sin que la comisura de sus labios bajara—. Te parecerá tonto, pero quiero entrar también al club de literatura.
—¿Te gusta la poesía?
—Sí... Ya sé, es ridículo—rio.
—No, no lo es... Comparto tu gusto, aunque yo sé que podría escribir un poema basándome en la lírica tradicional y eso, pero no por pasión propia como posiblemente lo harías tú—reconoció.
—¡Ya vámonos!—exclamó el menor saliendo del baño, arrastrando a Goku fuera de la habitación.
—Él se lo llevará, así que es mejor apresurarnos si no queremos quedarnos atrás—salieron y el de cabellera bicolor cerró.
—Me alegra que él lo esté ayudando a superar su situación—dijo sinceramente.
—Sí, bueno, él no se iba a quedar tan tranquilo sabiendo que, citando sus palabras, su "súper ultra híper mega genial primo favorito", la esté pasando mal—sonrió viendo a su novio llevarse alegremente a Goku—. Sé que, como todos lo demás, te parece molestamente aniñado, ¿no es así?—se giró a verlo.
—No te mentiré, en un inicio creí eso—seguía viendo al frente sin inmutarse, estaba siendo inmune a las reacciones a las que intentaba someterlo disimuladamente el mayor—. Yo... me enojé porque Goku saldría con alguien más, así que básicamente espié gran parte de su estadía en la cafetería. Sí, tienes razón, creí que era un niño—volteó a verlo y sonrió—. No me equivoqué completamente, esa es su actitud, sólo lo confirmé cuando tacleó a Goku. Aunque no me parece molesto, al contrario, se ve que es muy agradable, alguien alegre y lleno de ilusiones, tiene un alma pura—volvió a ver al frente—. Se ve inocente y eso, la pureza en persona—soltó una sonrisa.
El pelilila también sonrió, aunque en el fondo seguía pensando en sus reacciones, no se veía a la defensiva ni exageradamente relajado, lucía demasiado normal, como si esa fuera su actitud de siempre.
Los cuatro llegaron a las canchas, las cuales estaban al aire libre. Faltaban unos minutos para que iniciaran las selecciones, pero ya había muchos jóvenes interesados en entrar al equipo. Unos eran chicos altos y de cuerpos atléticos, aunque también había otros que no tanto. Gotenks era uno de los de más baja estatura, ganándose burlas a sus espaldas que no fue capaz de escuchar.
El de cabellera bicolor dirigió su mirada hacia las gradas, y notó a un peculiar chico que parecía tener siempre un libro pegado en las manos. Avisó a su ¿amigo con derechos? de su retirada momentánea, así como a sus nuevos amigos, y fue en dirección al castaño.
—¡Hola! creí que no vendrías—se sentó frente a él.
—Pues... realmente no me interesa mucho verlo... Pero esto es algo importante para ti, así que aquí estoy para darte apoyo moral a distancia—el menor soltó una carcajada.
—Está bien, aunque sé que te la pasarás leyendo todo el tiempo y no voltees lo suficiente para verme, te lo agradezco.
—Parece que alguien tuvo una mañana feliz, ¿se te adelantó la Navidad o por qué sonríes tanto?—cerró el libro y le prestó total atención.
—Tenías razón, yo lo necesitaba en mi vida y... pude disculparme. Lo hablamos y, no creas que no quiero pasar tiempo contigo, pero quiero volver—el de ojos azules asintió.
—Lo suponía. Puedes regresar a mi habitación si vuelves a enojarte por tonterías
—Gracias... Y también tenías razón, sólo son primos—bajó la mirada—. Actué mal.
—Perfecto, aceptaste tu error, te disculpaste... Espero que te vaya bien con él.
—Gracias. Si me disculpas, debo ir ya—se despidió y se adentró a la cancha.
Se acercó de nuevo con sus compañeros, los cuatro se mantuvieron cerca cuando el entrenador, quien era de un aspecto de dictador, comenzaba a ordenar unas últimas cosas. Un chico de cabello plateado comenzó a repartir etiquetas a los aspirantes, para que las colocaran en su playera con su nombre escrito en el lado izquierdo del pecho.
—Muy bien, señoritas. Si creen que esta práctica será un juego, que sólo harán cosas simples y quedarán en el equipo, están muy equivocados—hablaba con voz grave y potente, intimidando inmediatamente a los de carácter débil—. Seré directo, sólo seis de ustedes o menos entrarán al equipo, o sea que treinta princesitas se irán llorando de nuevo a su habitación—comenzó a caminar de un lado a otro viéndolos mientras hablaba.
Así fue hasta que se topó con cierto muchacho bajito que tenía una etiqueta con el nombre "Gotenks". El entrenador calló y se colocó frente a él, inclinó su rostro hacia adelante y lo vio fijamente.
—Así que tú eres el famoso Gotenks, quien se decía era un buen elemento y debería entrar al equipo—escupió a un lado—. Estoy medio metro decepcionado.
—¿Eh?—apretó sus puños con fuerza ante aquella burla, sobre todo por las risas que se hicieron presentes.
—Así es. Esperaba algo de, ¿cómo decirlo? Más altura—una vez más los otros chicos se rieron.
—Hmph—iba a replicar algo, pero la mano del pelilila en su hombro lo hizo detenerse.
—¿Eh? ¿Qué tenemos aquí? Son Goten, el mejor deportista que llegaría a esta escuela—negó con una sonrisa de fingida decepción—. Creo que ustedes dos se equivocaron, ésta no es selección infantil—eso fue suficiente.
Goku apretó sus puños con fuerza, no le perdonaría que se burlara de la estatura de "su Vegeta" ni mucho menos de la apariencia de su primo Goten; estaba a poco de perder la poca paciencia que le quedaba. Trunks, por el contrario, aunque estaba molesto sabía mantener la calma, sería necesario considerando que estaba entre dinamita a punto de encender su mecha.
—¿Selección infantil? ¡Eso es ridículo! Somos buenos deportistas—replicó el pelinegro algo ofendido. El hombre sólo rio.
—Mira, niño, esta no es guardería, vete con tu mami a que te cambien los pañales—se giró y caminó en dirección al resto de los chicos—. Lárguense los dos.
El de cabellera bicolor volteó a ver a Goten, quien en su rostro reflejaba un poco de humillación por haber sido tratado de esa manera. Claro, ¿cómo podría reaccionar alguien que toda su vida había entrenado, y ahora se le impedía una oportunidad sin siquiera ver sus habilidades? Frunció más su ceño y lo tomó del hombro, le dedicó una sonrisa sincera y después vio con algo de odio al adulto.
—¿Siguen aquí? Váyanse, sólo estorban.
Gotenks sonrió de medio lado de forma burlona, sus dientes se mostraban con cierta malicia.
—Oblígame—todos callaron al escuchar la manera de contestar de aquel valiente joven.
—¿Qué dijiste?—lo vio con enojo.
—Lo que oíste... ¿O es que los años te están cayendo tan rápido que ya no oyes?—agregó.
—Escucha, enano—se agachó a su altura—. Por si no lo sabías, sólo hay una altura para la canasta, y yo no te voy a poner un banquito para que la alcances—devolvió la ofensa.
—¿Y qué le hace creer que lo necesito?
—Uuhhh—la mayoría hizo ese sonido ante el atrevimiento del de cabellera en punta. El adulto bufó.
—Demuéstralo—le arrojó el balón con fuerza, a lo que lo atrapó con facilidad.
Caminó unos pasos, hasta estar al centro de la cancha. Ni siquiera se molestó en acercarse más a la canasta, arrojó con fuerza el balón, logrando que entrara fácilmente a la red. Un silencio se hizo presente al ver el talento del más bajo.
—¿Crees que por un tiro de suerte voy a dejarte entrar al equipo?
—... Sí—respondió con cinismo.
—Estás equivocado, jovencito. Te propongo algo, forma un equipo, tú y otros tres. Si tan bueno te crees en esto, entonces te será fácil competir en un pequeño partido contra un equipo de seis—lo vio con una sonrisa de puro orgullo, creyendo que por fin había ganado la discusión—. Si ganan, los consideraré. Pero si pierden, los cuatro se me largan de este lugar.
—Pff, que sean ocho, para volverlo más interesante—dijo con cierta burla.
—Acepto el reto, niño—estrecharon sus manos y el hombre caminó hacia la banca—. Empezamos en cinco minutos—dictó.
El de cabellera en punta se giró a ver a Goten, quien veía con una sonrisa la escena.
—¿Estás bien?—el menor asintió.
—Gracias por intentar defenderme—estrecharon sus manos con fuerza, símbolo de apoyo.
—No fue nada—lo soltó y se giró hacia Goku. Soltó un suspiro y se rascó el brazo con cierta pena—. ¿Estarías en mi equipo? Nadie más querría porque podrían perder la oportunidad de entrar por lo que hice, y como a ti no te interesaba entrar en un inicio...
—Claro—le dedicó una sonrisa sincera—. Tú y yo somos un equipo, jamás te dejaré sólo en una batalla... Nunca lo olvides...—ambos se estaban perdiendo en la mirada del otro, mirada enamorada que sólo aparecía al verse.
—¡Ejem!—exclamó el otro pelinegro con ciertos celos. Se colocó al lado de Goku y lo abrazó por un costado—. Goku y yo venimos en combo, si él entra a tu equipo yo también.
—Está bien—soltó una risita al ver esa escena tan adorable del chico haciendo un puchero porque no lo invitó primero.
—¡Genial!—estiró al pelilila de un brazo para atraerlo a sí, provocando que casi se desequilibrara—. Y Trunks viene conmigo como extra.
—De acuerdo, empecemos a calentar—propuso y así lo hicieron, para evitar posibles desgarres musculares.
Luego, tal como lo había determinado, el entrenador sonó el silbato, avisando que daría inicio aquel partido.
—Espera, Gotenks—llamó el pelilila antes de que se acercara al centro de la cancha como el capitán—. Allá hay un chico de cabello rosa, él era muy bueno en este deporte, Goten y yo lo conocimos. Juega limpio, sí, pero es muy hábil. Debemos tener cuidado con él.
—Sí, gracias, Trunks.
Caminó y se quedó cerca del entrenador, que lo veía con una mirada llena de confianza. El menor imitó el gesto, no se dejaría intimidar por él a pesar de su autoridad. Miró al otro equipo, analizando quiénes se veían buenos jugadores.
El muy maldito había elegido a los de mejor apariencia física para competir contra ellos. Bien, estaba bien, de todos modos podrían ganar... O al menos haría su mayor esfuerzo para ello, por Goten, por Trunks, por Goku y por él mismo.
Un chico de cabello rosado atado en una coleta alborotada se colocó frente a él. Aquel chico tenía ojos grises muy brillantes, y una sonrisa que resplandecía. Su estatura era alta, así como la de Goku, y su piel levemente bronceada. El chico lo vio y extendió su mano, la tomó y sintió que la estrechó amigablemente.
—Espero que tengamos un buen juego—el más bajo se perdió unos segundos en esos ojos. Después, algo sonrojado, sonrió con orgullo.
—Obviamente lo tendrás.
Sonó el silbato y lanzó el balón hacia arriba, por la estatura el pelirrosa pudo golpear el balón, sin embargo cayó en manos de Goten, quien al tener la pelota en manos sólo empezó a reír.
—¿Sabes, Gotenks?—botó tranquilamente la pelota, bajo la mirada confundida de todos los del equipo contrario y del entrenador, que hacía de árbitro—. Tienes buen estilo, me gusta. Pero yo tengo el mío.
Se dio media vuelta y sin ver hacia atrás arrojó el balón, que encestó perfectamente. Después Goten volteó a ver al de cabellera bicolor y le giñó un ojo algo coqueto.
—Nada mal—reconoció el de cabellera en punta—. Pero mi estilo es el juego rápido.
—Veamos qué tan rápido...
***
El juego iba avanzando, los minutos pasaban y ambos equipos daban lo mejor de sí. El equipo del ojigris, a pesar de la ventaja por número de jugadores, no le hacía frente al de Gotenks, ya que ellos tenían gran participación por parte de todos los miembros, contrario al otro.
Un silbatazo final se escuchó. Aquel juego fue tan impactante que todos, incluso a quienes no les atraía el deporte, lo habían observado sin perder detalle, emocionándose como si de una final del campeonato mundial se tratase.
Así, con el marcador 24 -23, se dio por ganador el equipo conformado por Trunks, Goten, Goku, y Gotenks. Algo agitados, los ganadores caminaron hacia la banca, para reposar un poco.
—Buen juego—halagó el castaño entregándoles bebidas hidratantes, las aceptaron gustosos.
—¿Lo... viste?—preguntó el de cabello en punta con una sonrisa, su pecho subía y bajaba con frenesí, pero estaba orgulloso de su victoria.
—Sí. Durante el medio tiempo fui a comprar esto, y cuando volví ya no había lugares disponibles. Realmente fue un gran juego, muy bien hecho. Debo irme, tengo que... arreglar un asunto con alguien—bajó la mirada. Después la levantó con una sonrisa—. Nos vemos. Y, felicidades...
Se terminó de despedir y se fue, dejando a los cuatro tomar aire. El entrenador se acercó con una mirada severa, no se veía contento. Al estar frente a ellos, escupió al suelo, se cruzó de brazos y miró seriamente a los cuatro.
—Aunque ganaron ese "partido", tienen que hacer las pruebas... Les toca dentro de una hora—sin más se retiró.
—Já, se molestó—mencionó con un poco de burla—. Gracias, chicos... Por apoyarme—agradeció sinceramente.
—No fue nada—dijo Goten y le guiñó un ojo—. Ahora somos equipo.
—Goten—susurró en su oído—. Basta de coqueteos.
—¡No le estoy coqueteando!—se quejó y se cruzó de brazos.
—No te pongas celoso, Trunks—ahora el de cabellera bicolor se metió en la discusión luego de oír aquello—. Sólo juega. Además, me gusta alguien más—bebió de aquel líquido azul, y cuando notó la mirada del azabache de cabellera alborotada entrelazarse con la suya le guiñó un ojo, ganándose un sonrojo por parte de él.
***
Sí, se la cobró muy bien. Primero fueron múltiples vueltas alrededor de la cancha, para probar resistencia... de nuevo... Luego fueron abdominales, sentadillas y lagartijas.
Muchos ejercicios más, los cuales habían obligado a muchos a retirarse sin terminar, agotados completamente. Al final sólo quedaron cinco, pero ni así el dictador disfrazado de maestro se detenía. Hasta que por fin, luego de unas últimas quince vueltas alrededor de la cancha les mandó llamar.
—A ver, Son Goku. Aprobado—apuntó cosas en una hoja—. Tienes agilidad, resistencia y buena altura.
—Ah, está bien—dijo sin tantos ánimos, realmente no le interesaba tanto el equipo.
—Bien, Trunks Brief, nada mal. Aprobado.
—Ehm, gracias.
—Son Goten—vio al menor que estaba como si todo aquel ejercicio realizado jamás hubiera pasado—. Vaya, es verdad eso que dicen de los niños de montaña, resisten demasiado... Aprobado.
—¡Genial!—fue a donde estaba su pareja y primo a abrazarlos con emoción.
—Y tú, Black... Vaya nombrecito...
—Alias, maestro—sonrió.
—Como sea, aprobado—al igual que los demás, le entregó una hoja.
—Ehm, gracias—permaneció ahí, viendo con alegría aquel papel.
—Es todo—se dirigió hacia la banca, aún con la tabla en mano y anotando cosas.
—¿Eh?—se indignó completamente—. ¿Qué hay de mí?—lo siguió, dispuesto a encararlo.
—Creí que era obvio—se giró a ver al joven.
—Pff, ¿lo dice por mi estatura?—comentó sarcástico. Vio que sacaba un nuevo bolígrafo de su maleta y seguía haciendo apuntes.
—Ten. Los espero el lunes a las cuatro de la tarde—se quitó la gorra y se la colocó al menor, quien sólo lo vio con confusión retirarse luego de entregarle una hoja.
Al leerla pudo ver que había comentarios positivos acerca de su desempeño, aunque obviamente también otros malos por su actitud. Pero lo que terminó de agrandar su felicidad fue el leer lo siguiente:
"Nunca dejes que los demás se interpongan entre tú y tus sueños. Si alguien trata de impedirlo, enfréntalo. Si alguien te dice que no puedes, demuestra que se equivoca. Nunca tengas la cabeza lo suficientemente baja como para que la puedan pisar, pero tampoco lo suficientemente alta como para que la puedan cortar.
Aprende a disfrutar la vida y aceptar los retos. Siempre habrá quienes te digan que no puedes. Es ahí donde tú tienes que saber salir adelante, aunque todo se te venga en contra.
Efectivamente, eres tal como te describieron: un muchacho capaz y luchador, orgulloso pero con un corazón dispuesto a defender a quien lo necesite. Tienes buenas habilidades, pero nunca dejes que la arrogancia te ciegue.
Tienes un gran futuro, muchacho. No lo desaproveches. Ve siempre por el buen camino.
Atte. Maestro P. Daimaku "
—Gracias, maestro—susurró viendo en dirección a donde se fue aquel hombre, con una sonrisa dibujada en sus labios.
—Ehm... Hola—saludó el pelirrosa colocándose frente a él con los brazos detrás de su espalda—. Me dicen Black... ¿Cuál es tu nombre?
—Gotenks. Un gusto, Black.
—Tú y tus amigos son buenos, fue un gran juego... Eres muy hábil—aduló. El menor sólo sonrió con orgullo.
—Lo sé—después su mirada se llenó de dulzura—. Aunque debo admitir que tú fuiste el mejor elemento de tu equipo.
—Pues... algo, sí—rascó su nuca y desvió la mirada—. Habrá una fiesta esta noche en la habitación de un amigo, ¿vienes?
—¿Fiesta?
—Sí, habitación doscientos veintiuno, del edificio C.
—Mmm, no lo sé—vio en dirección a sus nuevos amigos.
—Si te preocupan Goten y Trunks, los invité, son viejos camaradas.
—¿Puedo llevar a Goku?
—...—vio en dirección al azabache. Notó claramente aquella mirada llena de recelo que dirigía—. Está bien, puedes llevar a quien quieras—lo vio con una sonrisa—. Bueno, nos vemos a las diez si es que decides ir.
—Sí, gracias—se despidieron y se acercó a los demás, que conversaban animadamente—. Valió la pena.
—Sí—Goten se acercó y lo abrazó fuertemente por un costado—. Anda, Trunks, dime algo.
—¿Eh?—sólo sonrió al ver que esperaba una reacción de celos—. Vamos a comer, yo invito.
—No, gracias. Quisiera ir a descansar—negó amablemente el de cabellera bicolor.
—Opino igual—agregó Goku—. Salgan ustedes, chicos... Merecen un tiempo a solas como pareja.
—Pero—el azabache menor se colocó frente a él con un puchero—, ¡quiero pasar tiempo con ustedes!
—Goten—susurró en su oído—. Lo de tiempo a solas en pareja lo dicen también por ellos, se gustan y quieren estar solos—el menor se sonrojó al escuchar esas palabras murmuradas en su oído.
—¡Está bien! Los dejamos solos—tomó al pelilila del brazo y lo comenzó a arrastrar para irse de ahí.
—Entendió mal—suspiró el de cabello en punta, sonriendo por verlos alejarse rápidamente, con el pelilila siendo empujado por el pelinegro.
—No. Trunks le dijo que quería tiempo para nosotros—tomó su mano y entrelazó sus dedos—. Vamos a la habitación—susurró en su oído, causándole un sonrojo.
—Goku...—soltó su mano—. Yo no...—bajó la mirada—. Me da vergüenza hacer este tipo de cosas en público—levantó la vista con sus mejillas completamente rojas—. Vamos a la habitación—le dedicó una sonrisa y Goku correspondió el gesto.
Caminaron tranquilamente por el campus hasta llegar a su edificio. Al entrar a su alcoba arrojaron sus playeras al suelo, acalorados por el deporte y también por el clima.
—¿Te ducharás primero?—preguntó el azabache con una sonrisa.
—Entra tú, necesito reposar un poco—se acostó en el suelo y extendió sus brazos.
—Bien—sonrió al verlo y se metió al baño.
Cuando terminó de ducharse y relajarse un poco, salió vestido con un pants únicamente, su torso descubierto aún era acariciado por gotas de agua que se deslizaban por su piel.
—Goku—mencionó desde el suelo al verlo—. Black me invitó a una fiesta, ¿irías conmigo?
—¿Fiesta? No lo sé, las fiesta no son lo mío, al menos no las de los que se creen universitarios...
—Por favor—insistió y bajó la mirada—. Quiero ir... y quisiera que me acompañes...
—No creo que sea buena idea, además, te invitaron a ti directamente—soltó aire y lo vio con una sonrisa sincera—. Ve tú, y diviértete. Y si necesitas algo o quieres que vaya por ti, llámame y ahí estaré.
—¿Seguro?
—Sí. Sería muy egoísta de mi parte decirte que no quiero ir y obligarte a quedarte, o acompañarte sabiendo que no podré sentirme bien y hacerte pasar mala noche. Descuida, si me aburro puedo llamar a mi hermano y hablar con él—pasó su mano por la cabellera del menor.
—Bueno, pero... ayúdame a elegir ropa, no sé cómo...—pasó su mano por su cuello y lo vio.
—Sí—deslizó sus dedos desde su cabellera hacia su mejilla, cuello, y después pectorales, pero al inicio de ellos el menor se puso de pie y caminó al baño.
—Necesito ducharme—entró y cerró.
Goku solamente sonrió, aquel sonrojo pronunciado que tuvo le fascinaba, era tan adorable cuando sus mejillas se tornaban de color carmín e inmediatamente se tornaba inofensivo.
Pensó en ese tal Black. Suspiró con decepción al recordar la mirada que el pelirrosa le dirigía, obviamente veía con otros ojos a "su Vegeta". ¡¿Y cómo no hacerlo?! Era apuesto, de actitud agradable, muy masculino y excelente deportista.
Su único consuelo era que sin importar lo que pasara en un futuro jamás se perdería aquella conexión que tuvieron desde el primer momento en que sus miradas se cruzaron, desde que sus manos se tomaron y que sus labios se volvieron beso.
Se recostó en la cama y colocó sus brazos detrás de la cabeza. Cerró los ojos y respiró hondo, recordando los buenos momentos que había pasado con Vegeta antes del accidente, y ahora estaba sumándole más recuerdos agradables como el de esa tarde.
Escuchó la puerta del baño abrirse, pero no abrió los ojos, siguió pensando con tranquilidad. También oyó cómo corría las cortinas, posiblemente tapando las ventanas. Después el sonido del seguro de la puerta. Por último, los resortes del colchón propio siendo presionados por un peso que se colocaba a un lado suyo. Fue ahí cuando abrió los ojos y se dio cuenta del menor sentándose en su abdomen con sus piernas a cada lado.
—¿Qué haces?—preguntó con una sonrisa. Después lo vio detenidamente y notó que sólo llevaba un bóxer azul puesto, su torso estaba descubierto y sus hombros anchos se podían apreciar por la luz que seguía encendida.
—Nada, sólo pensé que te gustaría verme así—sus mejillas estaban completamente rojas, pero se veía gran determinación en su rostro—. Sólo quería decirte que tú... tú puedes... si quieres...—cerró los ojos fuertemente y lo tomó de su mano.
La guio a su pecho, y se acarició el mismo con ella, deslizándola desde su pectoral hasta su abdomen, ahí fue cuando Goku se detuvo y la quitó. Tomó al menor de la cintura y se sentó, haciendo que él terminara sobre sus piernas. Ya de frente y a pocos centímetros de distancia le dio un dulce beso en los labios.
—Tú también tienes todo derecho de tocarme... Siempre lo tendrás...—le susurró el azabache en el oído al menor, quien aceptó inmediatamente y acarició la espalda fornida del más alto.
—Goku, yo... Estoy enamorado de ti—confesó viéndolo a los ojos.
El pelinegro no se sentía en libertad de decir lo mismo, algo en su interior le decía que no lo hiciera. Por eso, en lugar de mentirle diciendo que él no, o de admitirlo diciendo que sí, únicamente se permitió besarlo con mayor pasión, introduciendo su lengua en su cavidad bucal y tocando con una mano su pecho, mientras la otra la reposaba en su cintura.
El de cabellera en punta no se quedó atrás, tomó un poco de iniciativa y lo empujó levemente, quedando encima de él. Con un poco de vergüenza se acercó a su cuello y repartió tiernos besitos por la extensión de éste. Lo besó nuevamente con sus ojos cerrados, dejándose llevar por la situación.
Comenzó a mover sus caderas intencionalmente, haciendo que sus miembros se rosaran aún con la ropa puesta, haciendo que su temperatura se fuera elevando y el ambiente en torno a ellos se calentara. El mayor correspondía las caricias, aunque dejaba que fuera el menor quien, como todo hombre, tenía instintos de dominante y quería llevar las riendas.
Así fueron unos minutos, entre beso y beso ambos despacito fueron acariciando sus pieles por primera vez. Se decían al oído lo que les gustaba del otro, sin que el menor abandonara su movimiento de caderas.
Cuando sus miembros ya estuvieron erectos a causa de los constantes roces, y que se marcaban en su ropa, Goku tomó las riendas de la situación. Con su respiración agitada y su frente perlada de sudor, de un rápido movimiento invirtió sus posiciones, quedando arriba ahora. Tomó las rodillas del menor y flexionó sus piernas, las colocó a cada lado y se inclinó más hacia adelante, retomando sus labios con las piernas del menor flexionadas contra su pecho.
Ahora él era quien llevó el ritmo, movía sus caderas para que sus entrepiernas se rosaran, su cadencioso vaivén les permitía sentir el miembro endurecido del contrario, sintiendo el placer de sus caricias reflejado. El mayor se acercó al cuello del más bajo y succionó su piel.
—Mgh—gimió al sentir el chupetón.
—Me gustas demasiado—le dijo al oído al dejar la marca.
—Tú... también...—hizo lo mismo, marcando su piel cada vez más sensible por la situación.
Sus bocas volvieron a unirse en una, mientras aquel molesto rechinar de los resortes del colchón hacía eco en la habitación. Goku colocó su mano por su pecho hasta su abdomen, bajó más y acarició sus entrepiernas con la tela de su vestimenta, tocando con ritmo y fluidez, ejerciendo algo de presión en sus testículos y apretando un poco para estimularlo más, mientras escuchaba los suspiros que se escapaban de su garganta como gemidos ahogados.
Así, con ambos en aquella posición, sin necesitar de un contacto directo de piel contra piel, ambos se corrieron, llenando de fluidos sus vestimentas.
Tomaron aire, intentando relajarse. Goku se acostó a su lado, así el menor pudo acostarse sobre él, sintiendo el latir de su corazón agitado y su pecho subir y bajar a causa de su respirar.
—Me gusta estar contigo, Goku... Lamento todo lo que dije... Por favor, no me vuelvas a dejar.
—Nunca más lo haré—le besó la cabeza y lo abrazó. Lo cubrió con las sábanas y lo dejó descansar—. Nunca más te dejaré, Vegeta...—pensó.
Chapter 10: Reflexiones, engaños, secretos ¿y más peleas?
Chapter Text
El primero en despertar fue el menor. Realmente le cayó bien aquella siesta luego del extenuante ejercicio que realizaron, además de ese otro ejercicio que hizo con Goku. De tan sólo recordar ese acercamiento sus mejillas se enrojecieron, de nuevo la vergüenza lo invadía.
Se separó con cuidado para no despertarlo, y fue a tomar otra ducha para quitar aquel líquido viscoso que seguía húmedo en su ropa interior. Al salir vio que el mayor sonreía aun con sus ojos cerrados, se acercó y depositó un beso en sus labios.
—Tenías razón, se siente mejor levantarse después de un beso—abrió los ojos y se sentó.
—Ya es algo tarde, son las nueve treinta—avisó—. ¿Vamos a cenar?
—¿Y tu fiesta a qué hora inicia?—talló su ojo y bostezó.
—A las diez. Pero quiero pasar tiempo contigo antes de irme.
—Por favor, no te preocupes por mí, sólo serán unas horas—le sonrió y se acercó a la mesita de noche, sacó del cajón una bolsa de papel—. Comamos unos postres y después te acompaño a la fiesta.
—¿Postres?—inmediatamente su mirada se iluminó.
—Tartaletas de chocolate—le extendió la bolsa y el menor la tomó—. Me ducharé, sólo tardaré cinco minutos.
El más bajo asintió. Pero cuando el mayor se adentró al cuarto de baño, salió de la habitación y cerró. Comenzó a caminar a su destino, llegó rápidamente puesto que era en ese mismo piso. Tocó la puerta y el castaño salió.
—¿Tienes de casualidad algunos bocadillos?—preguntó con una sonrisa.
—Hasta ahora se ve que has tenido buen día—mencionó adentrándose, el menor lo siguió—. Tengo chocolates y papas fritas—abrió un cajón y sacó dos bolsas grandes que seguían cerradas.
—¿No los has abierto?
—No, no me gusta realmente. Si quieres, llévatelo—con algo de duda, los aceptó.
—Gracias.
Hablaron unos minutos y después se despidió. Regresó a la habitación justo en el momento en que Goku terminó de alistarse. Se sentaron en el suelo y comenzaron a comer aquellos postres de chocolate con un poco de glaseado a base de queso crema y jarabe de chocolate.
—Me gustaría que me acompañaras esta noche—tomó una papa frita y se la llevó a la boca—. Sólo conozco a pocas personas aquí, y tú eres con quien mejor me siento.
—Lo sé, pero no quiero arruinar tu noche. Sólo serán unas horas, y si te aburres puedo ir a buscarte—posó su mano en su hombro—. Yo estaré bien, no te preocupes. Y tú harás más amigos, estoy seguro de que les agradarás.
—De acuerdo—bajó la mirada y después la levantó con una sonrisa—. ¿Me ayudas a escoger ropa?
—Claro, aunque no sé si sirva de algo. Es decir, estamos hablando de que será en una habitación, ¿qué tanto se puede hacer en una?—abrió la cajonera del menor y sacó ropa suya, empezó a verla y sonrió al ver un pantalón de mezclilla y una playera blanca de manga corta, además había una chaqueta negra de tela sintética—. Te verás bien con esto.
El menor asintió y se quitó lo que llevaba puesto, para vestirse con lo recomendando. El mayor sonrió al verlo, era alguien muy apuesto y aquel conjunto le daba un estilo clásico del chico adolescente de los 80s. Y aquellos tenis blancos hacían juego con todo a pesar de que eran deportivos.
—Me gusta cómo te ves—el más bajo suspiró y se acercó a él para besarlo.
—¿Me acompañas en el camino?
—Por supuesto—se puso de pie y se colocó una sudadera.
Comenzaron a caminar por los pasillos, uno al lado del otro. Estar juntos era algo que los llenaba de satisfacción, pero debían recordar que no estaban solos y que debían mantener su distancia. Caminaron por el sendero en el jardín, veían hacia las plantas que había y no fue sólo uno de ellos que pensó que sería lindo tener una comida bajo la sombra de un árbol.
El menor bajó la mirada, ya no se sentía muy convencido de ir a esa mentada fiesta. Tenía deseos de mandar al diablo eso y regresar con él a la habitación y tener una ronda más pero con contacto directo de sus pieles.
—¿Qué habitación dices que era?—interrumpió sus pensamientos.
—Doscientos veintiuno—tomó aire y levantó la mirada. Tenía que aprender a hacer amistades y no depender tanto de Goku, era lo mejor para que no se sintiera asfixiado o, su temor, se cansara de él.
Llegaron al piso indicado y buscaron la habitación. No fue difícil identificarla, ya que desde cinco metros atrás se escuchaba la estruendosa música que tenían dentro. El más bajo empuñó sus manos con fuerza y le dedicó una sonrisa al azabache.
—Bueno, gracias por acompañarme. Llámame si necesitas algo—dijo algo nervioso, sería la primera vez que se separaban y que él vería a gente desconocida.
—Sí. Y avísame cuando quieras regresar, vendré por ti para llevarte a la habitación, no quiero que estés solo en el campus tan noche.
—Sí.
El más alto le dio un beso rápido en los labios y se retiró, no sin despedirse con un ademán antes de desaparecer en la oscuridad del fondo del pasillo. El de cabellera bicolor tomó aire y tocó la puerta. Contrario a que parecía que nadie abriría por no escuchar a causa del volumen tan alto de la bocina, un chico con un collar hawaiano y un vaso rojo en mano abrió.
—Hola—saludó con una sonrisa aquel muchacho de cabellera rubia hasta los hombros y piel bronceada.
—Ehm, hola. Black me invitó—respondió algo nervioso. El chico sonrió y abrió la puerta para que pasara, después volvió a cerrar.
—Hey, Black. Tu cita ya llegó—llamó al pelirrosa, que inmediatamente volteó.
—Ya te dije que no es una cita—se acercó al menor y chocó sus puños—. Él es Tim, ignóralo, está ebrio.
—De acuerdo—respondió con una sonrisita tímida.
—Ven conmigo.
Lo guió hasta una silla al fondo, cerca de la ventana abierta que dejaba entrar aire fresco. Ahí le entregó una soda que estaba en una hielera cercana.
—Creí que no vendrías... ¿Y tu amigo?—dijo en voz alta para que lo pudiera oír.
—No quiso venir—abrió la lata y bebió—. La habitación es muy amplia—comentó al notar el tamaño.
—Es doble, hay varias en este edificio únicamente, son para cuatro personas, aunque también hay de parejas—le sonrió—. Iré a traer más comida, volveré en unos minutos.
—Sí, está bien.
Cuando el de ojos grises se fue, Gotenks sacó su teléfono y, aprovechando el Internet gratuito del edificio, envió un mensaje a su amigo castaño.
Gotenks: ¿Te gustaría venir a una fiesta?
Hiroshi: No, gracias. Sabes que no me gustan.
Pero es raro que hayas querido ir a una, ¿del equipo de baloncesto?
Gotenks: No, me invitó un chico. Le dicen Black, él también hizo las pruebas para el equipo. Estamos en el edificio C, habitación 221.
Hiroshi: ¿Tu amigo te acompañó?
Gotenks: No, vine solo.
Hiroshi: No me parece buena idea que estés en ese lugar lleno de gente desconocida. Por si no sabías, en ese edificio están los de tercer año.
Gotenks: Vamos, nada malo pasará.
Hiroshi: No lo sé, por favor, ten cuidado. Si notas algo inusual, mejor sal de ahí.
Gotenks: Basta, no me trates como si fuera una niña. Puedo defenderme solo.
Hiroshi: Fuiste a una fiesta con desconocidos, ¡te puede pasar algo malo!
El menor decidió ya no responder a aquel mensaje. Suspiró hondo y se relajó, era una fiesta, nada podía pasar, ¿cierto? Sólo comerían algo y beberían refresco como si su vida dependiera de ello.
—Ya llegué, toma. Apartadas especialmente para ti—dijo el mayor al llegar a su lado. Le entregó un plato con rebanadas de pizza .
—Gracias—comenzó a comer y le ofreció a él, ya que notó que los chicos vaciaban las cajas rápidamente. El más alto tomó una y sonrió—. ¿Y qué edad tienes?
—Diecinueve... Yo me atrasé un año porque cuando era niño tuve un fuerte accidente que me impidió ir a la escuela por un largo tiempo... ¿Y tú?
—Dieciséis—bebió un poco más de soda, sonriendo al ver que todos se divertían ya sea bailando o conversando—. ¿Y qué técnica estudias?
—Gastronomía.
—Genial, tal vez te vea en los pasillos. Quiero estudiar eso... Black, ¿por qué me invitaste?
—No lo sé, sólo me pareció buena idea—pero la mirada del menor le hizo saber que no estaba satisfecho con esa respuesta—. Bien, te diré la verdad. A mí me gustan por igual las chicas y los chicos. Y me pareciste lindo, me gustaste desde que te vi retar al maestro.
—Vaya gustos interesantes que tienes—el mayor rio.
—Sólo te digo que me gusta lo difícil—se inclinó hacia él con intenciones de besarlo, pero el menor sonriendo lo empujó por el pecho—. Y vaya que lo encontré contigo...
***
Los minutos pasaban, y ellos dos siguieron conversando animadamente. Claro que uno que otro chico se sumaba a la conversación.
—Ya llegó la cerveza. ¿Quién empieza con el Beer-pong?—dijo un chico llegando. Dejó aquel cartón en el suelo y otros sólo se dedicaron a extender una mesa y acomodar los vasos.
—Yo empiezo—dijo un chico de cabellera azul sirviéndose y dando inicio al juego.
Algo curioso, el de cabellera en punta caminó hacia allá, viendo cómo aquel chico bebía al mismo tiempo que botaba la pelota. El pelirrosa colocó su mano en su hombro y se acercó a su oído.
—¿Quieres jugar?
—No...—respondió nervioso.
—Vamos, Gotenks. Tú puedes... ¡Oigan! ¡Gotenks quiere jugar!—inmediatamente todas las miradas se posaron sobre él.
—De verdad, yo no...
—Vamos amigo, diviértete—todos comenzaron a animarlo, diciendo su nombre una y otra vez. El menor suspiró y se colocó en la orilla de la mesa. Tomó un vaso y le dedicó una sonrisa al pelirrosa.
—Está bien, lo haré.
Bebió de aquel líquido dorado y comenzó a jugar.
***
—En serio no puede estar pasando esto—murmuró al tiempo que se terminaba de abrochar las agujetas de sus tenis.
Salió de su habitación y caminó al piso de arriba, necesitaba despejarse de todas sus dudas y comprobar que aquello que temía sólo fuera producto de su paranoica imaginación. Llegó a la habitación que necesitaba y suspiró antes de tocar. A diferencia de otras ocasiones, no se escuchaba ningún ruido dentro. La puerta se abrió y se pudo apreciar un chico de cabello rojo y ojos color miel abrir, ese muchacho llevaba puestos unos lentes que le daban un toque intelectual, vestía una playera sin mangas de color gris y un pants deportivo negro.
—Hola. Es raro que vengas de visita... ¿Quieres pasar? Mi compañero no está—el castaño asintió y pasó, se sentó en la orilla de la cama izquierda, mientras que el mayor se sentó en la cama de la derecha—. ¿Tienes hambre?—señaló una caja de pizza que tenía al lado—. Tranquilo, me la acaban de entregar.
—No, gracias—bajó la mirada y empuñó fuertemente sus manos—. Vine porque necesito que hablemos de algo importante—revisó la hora en su teléfono y suspiró—. ¿De casualidad conoces a un tipo al que llaman Black?
El rostro del mayor se endureció un poco. Acomodó sus gafas y miró con seriedad al menor. Analizó todas sus reacciones antes de responder.
—Sí, lo conozco. ¿Algún interés especial que tengas en él?
—Uno. Me invitaron a una fiesta a donde él iría, quería saber si él es buen tipo—levantó la mirada y lo vio con la misma seriedad que él.
—Hmph, Black es buen sujeto—murmuró con evidente desprecio—. Saca altas notas, tiene buen historial deportivo, le agrada a todos los maestros. Bebe, pero no es adicto... En fin, sí es un buen chico, aunque a veces algo insoportable. Niño rico, consentido de papá, tengo entendido que trabaja para la Corporación Cápsula, y es bisexual.
—Bien...—sonrió un poco.
—No vayas a esa fiesta—pidió—. Él es buen sujeto, pero sus amistades no. Esa fiesta está llena de peligros, estoy seguro. Si tienes ganas de tener una fiesta, el sábado haremos una aquí, puedes venir si quieres.
—¿A qué te refieres con "peligros"?—inmediatamente se alarmó.
—No me creerás, y es mejor que no lo sepas—sacó una pieza de la caja y empezó a comer.
—Necesito que me digas—dijo más serio que antes.
—Bien, te lo diré—masticó el último bocado y bebió un poco de soda serenamente, irritando al menor—. Tú notaste claramente que las fiestas que nosotros realizamos son algo tranquilas, no se catalogarían como sanas porque comemos comida chatarra y bebemos la diabetes de un envase... Pero ellos hacen cosas fuertes. Una vez fui a una, y al día siguiente terminé intoxicado por tanto alcohol que bebí. A ellos no les importa tu edad o si es legal, todos beben por igual y te incitan a hacerlo. Terminan a las cinco de la mañana completamente ebrios.
—Entiendo...—en su rostro se evidenció su preocupación.
—Y eso no es lo peor—apoyó sus codos en sus rodillas, se inclinó hacia adelante y lo vio con una mirada preocupada—. Existe un rumor, yo no estoy seguro de que sea verdad, pero se extendió demasiado que estoy dudando que sea falso—aclaró su garganta y bajó la mirada—. ¿Conoces la ruleta rusa?
—Sí, es... el juego del arma con una única bala, ¿no?
—Sí... Verás, las variantes de ese juego implican que hay una condición que... quien la realice, automáticamente pierde el juego... Se cuenta que cierto día de cada mes, no se sabe exactamente qué día es, se realiza una fiesta. Y se hace una ruleta rusa... sexual...
—¿Qué?—las palabras muy apenas salieron de su garganta.
—Dicen por ahí que cerca de las dos de la mañana, cuando ya es menos gente la que hay, empieza el juego. Cinco chicos se sientan sobre sillas formando un círculo. Y otros tres, que se rumora siempre son los mismos, se... sientan sobre ellos, ehm... Cabalgan sobre ellos, mientras que los otros dos se masturban... Tengo entendido que se van rotando, después de cierto tiempo cambian de pareja sexual y continúan. Se supone que gana quien dure más tiempo sin correrse—explicó, notó perfectamente el rostro algo aterrado del menor—. No sé si sea verdad, yo sólo te cuento lo que escucho, ya sabes que en los equipos mezclan de todas técnicas y años... Pero hay algo que me tiene con mayor pendiente, y es que dicen que hay ocasiones en las que llevan a un "New", o novato. Lo emborrachan y ya ebrio lo convencen de ser un cuarto en la ruleta—caminó hasta estar frente de él, se arrodilló y colocó su mano sobre su rodilla—. Por eso no quiero que vayas, me preocupa que te pase algo.
El castaño sólo analizaba todo lo que le habían dicho. A su mente no llegaba una respuesta positiva, con la información obtenida sólo sentía mayor angustia. Se puso de pie rápidamente.
—Tengo que ir.
—¿Qué? ¿Acaso no escuchaste lo que acabo de decirte?
—Tú no entiendes, mi amigo está allá. Black lo invitó... Desde hace dos horas que no contesta mi mensaje y no responde mis llamadas... Debo ir a buscarlo—el pelirrojo se puso de pie y se anudó correctamente las agujetas de los tenis.
—Voy contigo. Yo tengo más experiencia en estos asuntos... Además, hace tiempo que quiero arreglar cuentas con Black...
***
—¡Soy el mejor!—exclamó al ganar nuevamente. El de cabellera en punta por fin, luego de varios minutos, dejó la mesa y se fue a sentar.
Todo aquel alcohol en su cuerpo comenzaban a hacer efecto. Miró a su alrededor y sonrió bobamente al ver al pelirrosa frente a él. Delineó su frente, nariz y labios con su dedo índice.
—Apenas voy notando que eres muy guapo—le dijo al oído, sus palabras se arrastraban y eran lentas al salir de sus labios.
—¿Ah, sí?—respondió juguetón el de ojos grises—. ¿Qué tanto?
—Tú júzgalo—se abrazó a su cuello y unió sus labios en un demandante beso que rápidamente fue correspondido.
—Vamos a otro lugar donde haya menos personas—susurró en su oído.
El de cabellera en forma de flama asintió y lo siguió. Salieron de ahí y caminaron al piso superior, donde había un gran balcón que estaba vacío. Ahí el más bajó se acercó a la barandilla y se inclinó hacia adelante.
—Este lugar es fantástico—dijo extendiendo sus brazos, sintiendo la brisa fresca y el viento correr por su cabello—. ¡Soy el rey del mundo!
Las palabras salían torpemente, su habla era incompleta y tenía un acento inusual por la falta de coordinación de su mente a causa de la cerveza. Volteó a ver al mayor, que sonreía dulcemente al verlo actuar como si fuera un niño. El de cabellera bicolor le dirigió una mirada seductora y lo tomó de la corbata, lo atrajo hacia él y volvió a unir sus labios, esta vez con más pasión.
***
—Aquí es—dijo y tocó la puerta. Cruzó sus brazos y esperó a que abriera alguien. Cuando el rubio se asomó, éste sonrió ampliamente.
—¡Dash! Hermano, ¡cuánto tiempo! ¿Vienes a la fiesta? Ya se pondrá bueno el ambiente...
—Tim, necesitamos hablar. ¿Dónde está Black?
—Mmm... no lo sé, hace tiempo que se fue con alguien, el pincelito colorido—rio estúpidamente mientras su mirada se perdía—. Creo que se llamaba Gotenks... Jeje, se lo llevó a "tú ya sabes qué"—hizo un movimiento insinuatorio, que provocó la molestia en el más alto—. ¿Siempre has tenido los ojos de ese color?
—Tim, ¿cuál es la habitación de Black?—su voz seria y su mirada severa daban a entender que no estaba jugando y que era importante. Sin embargo, el rubio, a causa de los altos niveles de alcohol en su sangre, no era capaz de notarlo.
—No lo sé—dijo y después rio—. ¿Quieres una cerveza?
—Por favor—dijo harto. Sacó su billetera y le extendió un billete—. Dime, ¿cuál es su habitación?
—Amigo... no puedo aceptar ese dinero...—salió y cerró la puerta—. Dash, en serio no sé. Se ha estado cambiando de habitación cada dos días que ya ni siquiera te puedo asegurar que siga en este edificio... Dame un minuto, le preguntaré a los chicos—se volvió a adentrar—. Hey, ¿saben dónde se está quedando ahora Black?
—En la trescientos veintidós—dijo un chico en el fondo.
—No, la dejó la semana pasada, está en la doscientos noventa y cinco.
—Claro que no, yo me quedo ahí y no está—replicó alguien más.
Rodó los ojos y volvió a salir, ahí lo esperaba impaciente aquel chico pelirrojo. Suspiró hondo y negó con la cabeza, diciendo claramente que no obtuvo aquel dato que necesitaba.
—Bueno, gracias... Si regresa—le dio el billete y se acercó a su oído—. Cuida a Gotenks, que nadie le haga nada raro.
—Hecho—estrecharon sus manos y el rubio volvió a la fiesta.
—Lo siento, pero no está y nadie sabe dónde puede estar—lo tomó del rostro con ambas manos y unió su frente con la suya—. Hicimos lo que pudimos, tienes que calmarte y confiar que todo saldrá bien.
—Tengo que ir a avisarle a su compañero—se separó abruptamente de él y comenzó a caminar por el pasillo.
***
—Ah...—suspiró al sentir las manos del más bajo pasearse por debajo de su camisa, acariciando su espalda ancha. Su beso se intensificó, sus lenguas danzaban en una pequeña batalla en la cual el sabor de la cerveza se hacía presente para ambos.
—¿Dónde está tu habitación?—susurró en su oído y mordió su oreja.
—Espera—rio al sentir su respiración en su cuello—. Vamos—su respiración se había agitado demasiado, estaba empezando a elevarse la temperatura de su cuerpo.
Comenzaron a caminar, el menor de vez en cuando se iba de lado, estaba algo aturdido y no tenía mucha facilidad para moverse rectamente. El pelirrosa lo sostenía si notaba que iba a caer, lo tomaba fuertemente de la cintura y se aferraba a él, pero el más bajo sólo reía y aprovechaba para pasar sus manos por el pecho del mayor.
Llegaron al último piso y caminaron hasta el fondo, había silencio total. El más alto sacó sus llaves y entró, el menor se recargó en el marco de la puerta y sonrió.
—Esta es mi habitación... las demás de este piso están vacías—explicó con una sonrisa.
El menor cerró la puerta y colocó el seguro. Luego se recargó contra ella. Miró con una sonrisa algo seductora al mayor, que comenzaba a sentir que su rostro ardía.
—Gotenks, ¿ya habías hecho esto antes?—preguntó tranquilamente sentándose en la orilla de la cama.
—Tal vez sí, tal vez no... No lo recuerdo...—el pelirrosa asintió lentamente cuando a su memoria regresó aquel comentario que le había hecho acerca de su amnesia—. ¿Y tú?
—Nunca llegué hasta el final—sonrió de medio lado algo tímido.
—Pff, dejemos de hablar y divirtámonos un poco.
El menor caminó hasta estar frente a él y lo besó con fogosidad. El mayor intentó colar sus manos por el cuerpo del de cabellera en punta, pero él no lo dejaba, simplemente las tomaba y las retiraba de sí. El de cabellera bicolor empujó con un poco de fuerza al pelirrosa, a modo que quedó recostado sobre el colchón.
El mayor intentaba tomar las riendas, pero el más bajo tenía gran iniciativa y tomó total control de la situación, repartió besitos en su cuello y pecho luego de deshacerse de su molesta camisa. El de ojos grises aprovechó un descuido para chupar la piel en su hombro y dejar varias marcas. El de cabello en forma de flama sonrió y mordió varias partes en su piel, para que al succionarlas la marca fuera aún mayor.
—No pensé que te gustaría estar en esa posición conmigo—susurró en su oído.
—Sólo quiero divertirme un poco—respondió torpemente sintiendo el alcohol casi en su garganta. Parpadeó débilmente y sonrió.
El menor se colocó sobre él con sus piernas una a cada lado. Se arrodilló de modo que no quedara completamente sentado en su abdomen y comenzó a bajar su pantalón, dejando a la vista su boxer negro. El más bajo se inclinó hacia adelante y lo besó nuevamente, mientras movía sus caderas de adelante hacia atrás rozando sus entrepiernas con intención de que despertaran.
El mayor no se quedaría atrás, también tenía instintos y deseos y obviamente no sería quien estuviera abajo. ¿En qué momento las cosas se habían tornado de esa manera con él? ¿Acaso tendría sexo con un chico que acababa de conocer, y no con sus anteriores parejas con quienes compartió muchos momentos? ¿De verdad tendría su primera vez, con un chico que era mucho menor que él? Decidió no pensar en eso. Aunque, ¿era bueno ese momento para perder la virginidad, ya sea de una u otra manera? Tenía líos mentales que no sabía si ignorar o no para no arruinar el momento.
Y es que... ¡qué momento! Su temperatura estaba elevada y su frente ya se perlaba de gotas de sudor, instintivamente deslizó sus manos por la extensión completa de su columna vertebral. Se detuvo hasta llegar a su entrada y ejerció un poco de presión con su dedo aún con la tela del boxer estorbándole.
El de cabellera en forma de flama paró en seco al sentir aquel dedo intentando abrirse paso en su interior, de tan sólo tener aquel toque a su mente llegaron recuerdos de algunas de sus pesadillas. Aquellas imágenes de él arrodillado succionando un miembro de alguien desconocido que lo forzaba a eso y que además lo tomaba fuertemente del cabello incitándolo a moverse más rápido, la sensación de ese líquido blanco liberándose en su garganta con tal fuerza que casi se ahogaba le hacía tener una opresión en el pecho y un nudo en el estómago.
Subió nuevamente sus pantalones y bajó rápidamente de la cama. Corrió al baño y se arrodilló frente al inodoro, para vaciar su estómago y tirar lo comido hace unas horas.
—Gotenks, ¿estás bien?—se acercó y al oírlo vomitar se detuvo—. ¿Necesitas que me quede aquí?
—No—respondió antes de que una nueva arcada lo hiciera doblarse de dolor.
Resignado, el mayor lo dejó a solas. Empezaba a saldar la primera resaca de su vida. Se sentó en la orilla de la cama y cerró los ojos en busca de relajación, esperando que saliera nuevamente.
***
—¡No puede ser!—exclamó. Llevaba ya diez minutos tocando la puerta y nadie abría. Seguramente el amigo de Gotenks se había ido a otro lugar a pasar la noche.
—Relájate—pidió. Lo tomó del brazo y lo atrajo a sí. Lo abrazó a modo que quedara oculto en su pecho y besó su cabeza—. Deja de pensar tan negativamente.
—¡Tú no entiendes nada!—se separó de él y caminó molesto a su habitación. El mayor lo siguió.
—¿Entender qué?, ¿que te fijaste en el enano buscapleitos?—el castaño se detuvo antes de abrir la puerta de su alcoba.
—¿Y qué si así fuera?—volteó a verlo con el ceño fruncido.
—Pff, nada en realidad—cruzó sus brazos sobre su pecho y desvió la mirada—. Intenté ayudarte y así me pagas. Bien, gracias por hacerme ver que lo que hago está mal y que no me necesitas.
—No...—tomó aire y se relajó—. No me gusta, sólo me agrada demasiado... Y sí te agradezco tu ayuda, pero no puedo calmarme en un momento así.
—Ven—lo tomó del brazo y abrió la puerta, se adentraron y él se acostó en la cama de la izquierda, se hizo a un lado y el menor se acostó a su lado dándole la espalda—. Vendrá seguramente esta noche, o si no lo verás mañana de nuevo con su amigo—susurró en su oído—. Todo saldrá bien... —el menor se acomodó mejor entre las cobijas para poder dormir—. O al menos eso espero...—pensó.
***
El de cabellera bicolor hizo un par de gárgaras con agua y enjuague bucal antes de salir del baño. Su estómago estaba vacío, su garganta ardía y él no se sentía bien para nada.
No fue precisamente el alcohol lo que le estaba dando náuseas, sino las imágenes que llegaron a su mente de él mismo siendo penetrado por sujetos desconocidos mientras sus partes íntimas sangraban a mares. No fue la cerveza lo que provocó en él el actual dolor de cabeza, sino todo aquello que le proyectó su cerebro de algunas situaciones que ya habían aparecido en sueños y también otras que no. No, el nudo en la garganta no era por el malestar físico, sino por aquello que pasó por su mente acerca de Goku, sí, su Goku enfrentándose a unas sombras que se parecían mucho a las que habían abusado de él en sueños. Y su confusión no era por falta de coordinación, sino porque una palabra se repetía una y otra vez en su cabeza, una palabra que le parecía extremadamente familiar.
—¿Todo bien?—preguntó amablemente.
—No...—colocó sus manos sobre su abdomen y se sentó en el suelo, recargándose en la base de la cama—. Me iré en un rato, realmente no me siento muy bien.
—Perdona, no quería que esto pasara. Tal vez no debí insistir con lo del Beer-pong...
—No, no es tu culpa... Fue divertido. Además, esto me hizo saber que el alcohol es asqueroso. He decidido no volver a beber ni una gota—el más alto rio.
—Bueno. Estoy algo cansado, y quiero dormir. ¿Te acuestas conmigo?
—No, me iré pronto, no suelo dormir en habitación ajena—susurró. El mayor asintió.
—De acuerdo...—se acercó y besó su frente—. Buenas noches...
Pero el menor no respondió, solamente se quedó viendo hacia el frente con una mirada perdida. ¿Acaso eso que pasó por su cabeza fueron recuerdos de su pasado antes de perder la memoria? No, era imposible. Goku no tenía por qué estar en su pasado, lo conoció en el puente, esa vez fue la primera en que se vieron. Entonces, ¿cómo explicaba aquellos sueños donde él aparecía?, ¿cómo definiría esa conexión que tuvieron desde el primer momento en que sus miradas se cruzaron para saber que eran el uno para el otro?
Cayó en cuenta de algo. Aquel líquido que bebió en grandes cantidades ya estaba perdiendo su efecto sobre él. Empezó a reflexionar lo que hizo. Giró a ver al pelirrosa y sí, efectivamente, no era un sueño ni una pesadilla, en realidad estuvo a poco de tener sexo con un chico que ni conocía. ¿En serio quería algo casual? Dudaba ya de ello. Y si así fuera, ¿qué había de Goku y sus sentimientos?, ¿le rompería el corazón por su falta de sensibilidad y su interés en algo pasajero? Para empezar, ¿realmente quería eso? Vio por última vez al de cabellera rosa y se puso de pie difícilmente.
—Tengo que salir de aquí—se dijo a sí mismo antes de atravesar la puerta.
Torpemente caminó por el pasillo. De vez en cuando sus piernas flaqueaban y tenía que aferrarse a la pared para no caer. Miró a su alrededor, todo daba vueltas, ¿las paredes siempre se movían o sólo era efecto de su falta de prudencia hace rato? Sacó su teléfono, necesitaba llamar a alguien, necesitaba ir a su habitación. Pero su teléfono no encendía, posiblemente se acabó la batería.
Maldijo y siguió su camino. Lo más difícil fue las escaleras. ¿Cómo bajaría cuatro pisos en su estado? Claro, había varias formas. Aferrándose fuertemente al pasamanos y cayendo de vez en cuando hasta el final de la escalera, como le sucedió.
Por fin respiraba aire fresco. Pero el olor de las flores de jazmín le provocaba asco, su nariz estaba demasiado sensible. Siguió caminando por la vereda del campus, parecía un zombie solitario en busca de alimento, pero sólo era un joven inteligente que cometió un error por no pensar las cosas bien.
Llegó al otro edificio luego de mucho, el paso lento lo retrasaba demasiado. Nuevamente había escaleras, una tortura que logró soportar de manera más estable.
Por fin llegó a su piso, y caminó con una media sonrisa a su habitación. Pero estaba cerrada, y no tenía la llave consigo, la había olvidado en su otro pantalón. Golpeó varias veces la puerta, pero nadie abría. Goku seguramente fue con Goten y Trunks a pasar la noche.
Caminó más, necesitaba resistir otro poco. Al estar frente a la puerta que requería intentó abrir, para su sorpresa pudo hacerlo. Y sin importarle nada, se adentró y caminó hasta la cama de la derecha, tan agotado estaba que tan solo su cuerpo cayó sobre el colchón se quedó dormido.
Sí, estaba tan alterado su estado que ni siquiera notó que una persona había encendido la luz dentro, sólo tenía como objetivo llegar a la cama y dormir. Aquel chico suspiró y se puso de pie, despertó al castaño que estaba a un lado suyo.
—Tu amigo acaba de llegar—el de ojos azules se incorporó rápidamente—. Calma, está dormido... La resaca le afectará, posiblemente duerma hasta mediodía... Se ve bien—deslizó sus dedos por su cabellera—. Ya me voy, más tarde te traigo un "levanta muertos", sabe extraño, pero le ayudará a pasar más rápido la 'cruda'. Nos vemos.
***
—Me sorprende lo que vivió—comentó el pelilila al terminar de leer el diario de Vegeta—. Curiosamente, una coincidencia más es que "Gotenks" también ama la poesía.
Ambos estaban en el cuarto de estudios. Solos, en una mesa, bajo una única luz de una lámpara que parpadeaba cada cierto tiempo.
—No sé qué creer—apoyó sus brazos sobre la mesa y apoyó su cabeza en ellos.
—Sinceramente, yo tampoco... Goku, tenemos una única variable, la cual es crítica: ¿qué ocurrió dentro de la habitación luego del paro cardíaco? Porque fácilmente pudieron haber mentido... Normalmente se deja entrar a los familiares a ver al paciente aunque haya fallecido, ya que si es por paro, no es necesario hacer una autopsia muy a fondo analizando muestras de ADN u otra cosa que se vea afectada por contacto externo—se quitó las gafas y pasó su mano por su cabello—. Y esa nota que me diste, que según te dio Gotenks, tiene la caligrafía exacta de Saiyan.
—Lo sé... Estoy confundido—murmuró.
—Te diré un detalle que tal vez tú no estás contemplando—tomó aire y miró nuevamente el diario—. ¿Por qué regresó esa noche? Algo me dice que iba a hacer otra cosa, en serio, siento que ocultaba algo. ¿Tenía qué, doce años? Una edad a la cual uno es muy voluble en sus decisiones. Hablando con franqueza, me gustaría investigar en su habitación... Sus familiares no lo harían por respeto a su "muerte", pero siempre se tienen secretos que se ocultan porque no quieres deshacerte de ellos.
—¿Y cuándo quisieras ir? Porque salimos hasta diciembre.
—Verás. Mañana iniciará la instalación de los nuevos equipos tecnológicos en el edificio 2. Debo ir a la empresa el domingo con mi abuelo para hacer reporte oral y escrito de unos datos que obtuve, he hecho calibración de la corriente eléctrica y del cableado y necesito que me ayude a unos cálculos, sólo para corroborar que esté en lo correcto. Tardaré únicamente dos horas, iré a las tres de la tarde. No sé si sea posible ir a su habitación en la tarde, claro que si su familia me lo permite. Aunque podrías acompañarme, ya sabes, con la excusa de que sustituirás a "Black" porque está enfermo, te doy su gafete y entras sin problemas a la Corporación. Puedes esperar afuera de la oficina y saliendo vamos juntos—propuso.
—Está bien—susurró. Luego volvió a ver su celular.
—¿Esperas una llamada?—dedujo.
—Sí. Fue a una fiesta, y acordamos que me llamaría cuando quisiera regresar—bostezó.
—Ve a dormir, estará bien—el mayor asintió.
—Está bien, sólo le enviaré un mensaje para que de todos modos me llame—escribió rápidamente en su celular, hasta que envió su texto—. Trunks, gracias por todo. Y sí te agradecería que hicieras eso conmigo... yo no sé qué pensar. Vivo con el pendiente de que me recuerde y pregunte si lo conocí antes...
—Si es así, dile la verdad—el mayor ladeó su cabeza con confusión—. Sólo dile que sí, pero que no quisiste decir nada porque es demasiado feliz ahora y no eres capaz de arrebatarle esa felicidad.
—¿Y si se enoja?
—Posiblemente lo haga... Pero explícale tus razones: no sabías cómo iba a reaccionar, iba a ser muy duro para él y querías que poco a poco recordara para que no le afectara tanto la llegada de nueva información.
—Está bien... Iré a descansar, fue un día pesado—estiró sus brazos y se puso de pie—. ¿Seguirás aquí?
—No, en cinco minutos iré con Goten.
—Bueno, nos vemos, Trunks.
El mayor terminó de despedirse y se fue a su habitación. El poco aire que circulaba por los pasillos era fresco, por lo que se abrazó para conservar un poco el calor. Sus pasos eran lentos, estaba muy agotado y adolorido por aquel ejercicio que hicieron esa tarde para entrar a un equipo que no le interesaba. Pero a final de cuentas le ayudaría, podría tonificar sus músculos que comenzaban a debilitarse y le ayudaría a despejar su mente, y vaya que le hacía mucha falta eso último.
***
—Ten. Esto cura cualquier resaca—le entregó un vaso con un líquido rojo dentro, aunque también se podían apreciar pedacitos de algo verde dentro y una que otra cosa extraña—. Te recomiendo que lo despiertes y le des esto. Una vez que se lo termine, una ducha con agua fría. Y después que beba agua y coma algo ligero.
—Gracias, Dashiell—agradeció con una sonrisa.
—De nada. Si me disculpas, tengo que ir a arreglar un asunto.
Cerró la puerta y miró con el ceño fruncido al chico de cabellera bicolor que seguía durmiendo, incluso roncaba por la inflamación de sus vías respiratorias. Colocó el vaso en la mesita de noche y se acercó a su oído.
—¡Despierta, Gotenks!—le gritó.
El aludido, alterado, se removió entre las cobijas y abrió los ojos. Inmediatamente los cerró por la luz que lo cegó. Se talló ambos ojos y miró molesto a su amigo.
—¿Cuál es tu problema?—su voz era grave, aunque su habla era lenta, pero esta vez podía formular oraciones congruentes y completas.
—Ten, bebe esto—el menor tomó aquel vaso y lo examinó—. No preguntes qué es, sólo bébelo.
Algo resignado empezó a tragar aquella cosa roja. Algo asqueado siguió pasándolo por su garganta, el sabor era agrio y para nada agradable a su paladar. Tan sólo lo terminó, abrió sus ojos completamente, sintiendo que los efectos de su borrachera se disminuían un poco.
—¿Qué pasó?—preguntó preocupado el mayor.
—Sólo jugué Beer-pong...—luego calló unos segundos y empezó a recordar—. No...—susurró con una mueca de susto.
—Por favor, ¿no me digas que hiciste...?—señaló su cuello, donde había un muy marcado chupetón.
—¿Eh?—se puso de pie y caminó al cuarto de baño. Ahí se quitó la playera y no pudo evitar sentir un nudo en la garganta al ver múltiples marcas tanto enrojecidas como amoratadas en su hombro, cuello y pecho.
—Por favor, dime que no hiciste una tontería...
—Yo... no...—guardó silencio y trató de hacer más memoria—. Recuerdo que lo besé y fuimos a su habitación, y después...—esa parte estaba borrosa, no recordaba qué había hecho, ni qué sucedió—. No lo sé, no recuerdo...
—Entiendo...—se acercó y lo abrazó protectoramente—. Debí ir y cuidarte de esos infelices...
—Todo estaba perfecto, no recuerdo haber hecho algo que no quisiera. Aunque—miró detenidamente una sección del piso—... Creo que estoy empezando a recordar más de mi pasado... Es que... no sé por qué llegaron a mi mente imágenes de lugares que no he visitado y de gente que no conozco... Claro que si los vuelvo a ver ahora te identificaría a quienes vi entre sueños, pero no quiénes son o fueron para mí antes.
—Será mejor que regreses a tu habitación, tu amigo debe estar preocupado por ti. Ya son las diez. Pero antes dúchate con agua fría, para no llegar en un estado tan grave con él. Después de todo, dejaste un cambio de ropa limpia.
***
Tomó valor y abrió la puerta, esta vez no tenía el seguro puesto, delatando que el pelinegro estaba ahí dentro. Cerró su chaqueta hasta arriba, haciendo que el cierre que quedaba debajo de su cuello pudiera tapar parte de sus pecados.
—¡Llegaste!—inmediatamente soltó su ropa sobre la cama y se acercó a él para abrazarlo. Al menor sólo se le estremeció el corazón al sentirlo tan cerca, verlo tan preocupado mientras él iba y se divertía con un muchacho desconocido.
Sutilmente se separó de él y, disimuladamente encogido de hombros le dio la espalda. Miró su cama, estaba algo destendida, como si hubieran dormido en ella en un intento de calmar sus ansias por estar con él aspirando el aroma de su piel impregnado en las sábanas blancas y en la almohada. Tragó difícilmente saliva y se giró a verlo con una sonrisita nerviosa.
—Perdón por preocuparte—dijo mientras se encaminaba al baño—. Dame un minuto—pidió.
Al entrar se recargó contra la puerta y soltó aire. Una gran culpabilidad lo invadía. De nuevo esa opresión en el pecho y ese vacío en el estómago que le provocaba náuseas iba a su cuerpo. Lavó su boca correctamente y miró su reflejo en el espejo. ¿Qué estaba haciendo?, ¿qué pretendía con sus acciones? Suspiró una y otra vez y volvió a la habitación, se sentó en su respectivo lugar y miró al suelo.
—¿Por qué no me llamaste?—preguntó serenamente el mayor.
—Mi teléfono se apagó, no lo cargué antes de irme—explicó—. Vine en la noche, pero estaba cerrado. Olvidé mi llave, así que fui con Hiroshi a dormir.
—Sí, bueno, como iba a esperar tu llamada fui con Trunks. Él quiere que lo acompañe a la empresa de su abuelo, ya que la persona que lo iba a acompañar no podrá—levantó la mirada y lo vio. Su tez expresaba toda la preocupación que sentía en su interior—. ¿Por qué tu voz suena tan grave?
—Yo...—levantó la mirada para verlo a los ojos—. Yo me emborraché, jugué Beer-pong.
—Eres menor de edad—comentó mientras su mirada se entristecía un poco.
—Lo sé, pero quería divertirme un poco. Jamás lo volveré a hacer, sabe muy mal.
—Por favor, dime que no hiciste una locura—sus ojos se pusieron algo brillosos a causa de las lágrimas que comenzaban a asomarse.
—Goku... no sé de qué hablas... Mira, mejor vayamos a comer algo y después podemos...
—Por favor... —pidió—. Quiero saberlo de ti... No me gustaría enterarme por otras personas... ¿Qué hiciste anoche?
—Yo... estuve en la fiesta todo el tiempo, jugué mucho tiempo, lo suficiente para emborracharme... Después fui con Black a su habitación...—lo miró seriamente a los ojos—. Yo quería tener sexo con él.
—Entiendo—tomó aire—. ¿Y qué pasó?
—Vomité—desvió la mirada con vergüenza.
—...—el mayor sonrió levemente ante esa respuesta. Además, le causaba un poco de gracia que el más bajo tuviera un sonrojo a causa de la pena que sentía—. Me alegra que no hayas hecho algo de lo que te pudieras arrepentir.
—Goku—llamó con seriedad—. Yo... sólo quiero algo casual.
—... ¿Qué?—le dirigió una mirada llena de confusión.
—No quiero nada serio, yo sólo quiero algo casual. Lo siento.
—No hablas en serio, tú no eres así—respondió con el ceño un poco fruncido, pero sin alzar la voz, mantenía aquel tono bajo.
—Hablo en serio, yo no quiero una relación... Hace poco me di cuenta de eso y no quiero ningún compromiso.
—No, ¡tú no eres así! Tú quieres una relación seria y estable, alguien que te respete y te ame...
—¿Cómo puedes estar tan seguro de eso si apenas me conociste? ¿Por qué hablas de mí como si me hubieras acompañado en el pasado? ¡¿Por qué aparentas que sabes todo de mí si en realidad no lo haces?! Dime, ¿por qué no me crees que sólo quiero algo de sexo casual, no me importa si es con un desconocido?—exclamó completamente alterado.
—Tú no quieres eso, tú no eres así—susurró bajando la mirada—. Tú quieres a alguien con quien te sientas afine, con quien llevaras tiempo de una relación estable y llena de cariño. Tú no quieres sexo, tú quieres hacer el amor con alguien... Te gustaría una cena bajo la luz de las estrellas, una habitación solamente iluminada con velas, y que te digan cosas lindas al oído mientras te acarician...—levantó la mirada y pudo verlo con una expresión de terror.
—No... te equivocas—apenas pudo pronunciar mientras las lágrimas caían por sus mejillas. Se puso de pie y cerró los ojos fuertemente—. ¡Yo no quiero eso!
—¡Claro que sí!—imitó su acción, exclamó en voz alta al verlo negando la realidad.
—¡Cállate! ¡No es verdad! Eso es absurdo, no quiero eso—susurró lo último mientras su cuerpo empezaba a temblar.
—Sí lo quieres... Lo sé, te conozco perfectamente—se acercó lentamente y tomó su rostro con ambas manos. Acercó su cuerpo al suyo, unió sus frentes y juntó sus labios en el beso más puro que pudiera entregarle a alguien.
Comenzó a empujarlo lentamente y se recostó sobre él cuando su espalda reposó sobre el colchón. Continuó besándolo con dulzura, siendo correspondido por el menor, que se permitía pasear sus manos por la espalda fornida del más alto.
—Si estás completamente seguro de que tú sólo quieres algo casual...—susurró en su oído luego de besar su cuello—. Búscate a alguien más, y conmigo no cuentes para ello...
Se separó y se adentró al baño con una toalla, dándole a entender que tomaría una ducha.
Mientras tanto, el menor sólo miraba sorprendido hacia la puerta del baño, maldiciendo todo lo dicho y hecho. Miró al techo y cerró los ojos para respirar profundamente.
...A pesar de todo, aunque llegó a su vida hace poco, sí lo conocía...
***
Goku terminó de lavar su cabellera y miró su teléfono, que sonaba insistentemente. Se enrolló la toalla en la cintura y se acercó al lavabo, donde lo había dejado. Pudo ver en el remitente el nombre "Trunks".
—¿Goku?—llamó el pelilila una vez contestó.
—¿Qué sucede, Trunks?—respondió un poco triste por lo ocurrido hace unos minutos.
—¿Estás bien? Tu voz tiene un tono demasiado bajo.
—Es él... Casi se acostó con un sujeto que ni conoce y...—soltó aire—. Dice que sólo quiere sexo casual.
—Goku, aunque no lo creas esto es muy normal. Está buscando una identidad al no recordar la suya... Básicamente probará varias personalidades hasta encontrar una que se acople a su ser... Es como cuando uno atraviesa la pubertad—explicó.
—Aun así, me duele que sea así...
—Aprende a tolerarlo, está pasando por un momento difícil. Recuérdale disimuladamente sus cualidades y gustos.
—Está bien—suspiró resignado—. ¿Para qué me llamaste?
—Investigué en varias redes sociales, y encontré algo particular. Se trata de Saiyan, antes del incidente, se tomó una foto interesante con alguien... Hay un álbum dedicado a ambos dentro...
—¿Qué "alguien"?—preguntó dudoso.
—Posiblemente pareja. Aunque en su diario no lo mencione, creo que hay algo que sólo los involucra a ellos. Hablemos esta noche, por favor. Otra cosa, la junta se pospondrá para el martes, ¿podrás ir?
—¿Eh? Sí, claro. Te acompañaré.
—Gracias. Nos vemos esta noche, a las once en punto en el cuarto de estudios. En un momento te envío el álbum.
El pelilila colgó. Así que Goku dejó su celular nuevamente en el lavabo y terminó de ducharse. Cuando se vistió tomó su teléfono y se sentó en la orilla de la bañera para poder revisarlo tranquilamente. Se sorprendió tanto al ver aquellas imágenes.
En la primera, era Vegeta sonriendo solo en lo que parecía una cabina fotográfica. En la segunda aparecía un chico pelirrojo que aparentaba tener dieciocho años, abrazándolo del hombro como si fueran camaradas.
En la tercera, el pelirrojo lo besaba en la mejilla mientras el menor se sonrojaba. Y en la cuarta ambos se besaban tiernamente.
Así eran las siguientes imágenes, ambos felices y demostrándose su cariño con caricias y besos.
Sí, eran próximas a la fecha de su tragedia. Así que, ¿iba a ir a verlo, o por qué se regresó aquella vez? Y si es así, ¿por qué no escribió nada sobre él en su diario?, ¿fue lo suficientemente relevante como para querer guardarlo en su memoria o no? Y si así era, ¿acaso ocultaba algo?
—Vegeta, ¿qué pasó exactamente esa noche?
Chapter 11: Al borde del abismo
Chapter Text
Estaba completamente consciente de que Vegeta debió tener varias relaciones antes que él. Pero, ¿por qué con chicos demasiado mayores? ¿Acaso era un gusto extraño que él tenía o simplemente era muestra de rebeldía? Quizás era por la manera de ser de aquellos muchachos lo que le atraía, aunque también se cuestionaba el por qué ese chico pelirrojo se fijaría en alguien que evidentemente no era legal.
Y sobre lo que dijo Trunks esa noche, ¿por qué Vegeta se regresó aquella fatal noche donde aquellos hombres se robaron su inocencia de la peor forma posible? ¿Acaso en esa ocasión iba a ver a alguien y quiso "ocultar su secreto" cambiando la versión de los hechos en su diario? Suspiró pesadamente, ya no sabía ni qué pensar.
Además, ¿ese tal noviecito suyo era (o fue) realmente alguien importante para su vida? Si no, ¿por qué tenía bellas fotografías de ellos juntos circulando por redes sociales donde se demostraban lo mucho que se querían? Y si sí, ¿por qué no había mención suya en su diario, que era donde apuntaba los hechos más relevantes de su vida?
Miró por última vez aquellas fotografías y apagó la pantalla de su teléfono. Salió del cuarto de baño y se topó con el menor que yacía llorando en su sitio, sentado y tomando su cabellera con cierta desesperación. Miró tristemente aquella escena y se sentó a su lado.
—Lo siento, no fue mi intención hacerte sentir mal—ante esas palabras, el de cabellera en punta se aferró a él, ocultando su rostro en su pecho, mojando su playera.
—¡Perdón! ¡Sí quería, pero me arrepiento!—levantó la mirada y lo vio a los ojos, al mayor sólo se le removió el corazón al verlo en ese estado—. Yo no sé qué tengo, sólo me dejo llevar por mis impulsos y no pienso bien las cosas antes de decirlas...
—Tranquilo...—acarició su cabellera y lo tomó de los hombros. Lo guió a sí, para que se pusiera de pie y, una vez estuvo de frente, se sentara en sus piernas, para verse a los ojos—. Está bien, yo te perdono...
—¡No! ¡Grítame o trátame mal!—apretó sus puños con fuerza, arrugando su playera—. No es justo para ti que me perdones tan fácil.
—Yo no puedo hacer eso, no... no puedo hacerte daño—besó la punta de su nariz y unió sus frentes—. Sé que estás pasando por un momento difícil, y que los recuerdos te llegan de golpe y te hieren... Tienes muchas emociones acumuladas que buscan salir, y lo entiendo...
—¿Por qué perdonas a un idiota como yo tantas veces?—cerró los ojos y tomó aire calmamente.
—No es tu culpa, es de la situación—besó su mejilla y sonrió enormemente.
—Pff, si yo fuera tú ya me habría hartado.
—Si tú fueras yo sabrías por qué me gusta estar contigo—se acercó a su oído y mordió el lóbulo de su oreja—. Me gustan mucho tus ojos, y tu voz...—besó suavemente su cuello—...tu mirada... tu actitud fuerte...
—Goku...—susurró cerrando sus ojos—. Perdón por todo.
—Ya no importa, es más, ya se me olvidó—le dedicó una enorme sonrisa que el menor tímidamente devolvió—. Mejor cuéntame, ¿por lo menos te divertiste anoche?
—Algo...—susurró—. Me agradaron varios tipos del club de fútbol, hice muchos amigos nuevos, pero... —abrazó su cuello y unió sus frentes—. Pensé en ti cada cinco minutos, te extrañaba tanto y...
—¿Y qué?—preguntó al verlo callado.
—Goku, me di cuenta de lo mucho que te necesitaba conmigo, tú me haces más feliz—unió sus labios en un casto beso y luego bajó su mirada con pena.
—Y tú a mí—tomó su rostro con ambas manos y lo besó con dulzura—. Descansemos, yo tampoco dormí bien por la preocupación de que algo te pasara—el menor asintió y se acomodó en la cama.
—Goku, lo he pensado y... creo que iré con psicológico de la escuela, necesito hablarlo con un especialista—el mayor acarició su mejilla durante su conversación ya recostados ambos—. Tal vez me impidan ir a algunas clases, y corro riesgo de que si resulta ser algo grave me suspendan temporalmente para ir a terapias.
—¿Quieres eso?—preguntó mientras cerraba sus ojos y unía sus frentes.
—La verdad... es que estar en esta escuela es una gran oportunidad que, si pierdo, estoy seguro que me arrepentiré... Pero ya no quiero seguir atormentándome... Yo sueño cosas terribles, y siento una gran impotencia al no poder recordar algo...
—Trunks sabe un poco de psicología, él me ha ayudado a aceptar algunas cosas—acarició su cabello, deslizaba sus dedos ante la sedosidad de éste—. Para evitar esa posibilidad que tú temes, puedes hablarlo con él.
—¿No crees que me creería loco? Es decir, es muy extraño esto que me pasa.
—No, no lo creo. Es alguien muy maduro y muy inteligente, además, si quieres puedo hablarlo primero con él antes para ponerlo al tanto de la situación—sugirió.
—¿Enserio... harías eso... por mí?—buscó su mirada lleno de ilusión al escuchar aquello. Era una increíble persona que llegó así, de la nada, no imaginó que él se converiría en alguien tan importante en su vida y que además le demostrara de esa forma (mediante ayuda) lo mucho que estaba dispuesto a enfrentar el mundo a su lado.
—Claro que sí—unió sus labios en un tierno beso—. Mi prioridad serás siempre tú... Además, me preocupa mucho que te alteres por eso.
—Goku, yo... realmente creo que sí abusaron de mí—confesó—. El alcohol, en lugar de hacerme olvidar, avivó ese recuerdo... no sé si sea sólo lo del sueño o si fue real.
—¿Y cómo te sientes sabiendo esto?
—Confundido, es lo único que puedo decir. Ni siquiera sé qué pensar—se abrazó fuertemente a él—. ¿Qué opinas?
—Que dejes de preocuparte por el pasado y disfrutes tu presente—lo tomó de la cintura y en un rápido movimiento giró un poco para que quedara sobre él, recostado en su pecho—. Sé que es difícil para ti ignorar todo ello, pero al menos intenta que no te afecte tanto.
—Goku... Gracias.
—No es nada—le besó la cabeza y acarició su espalda—. ¿Algo más de lo que quieras hablar?
—Sólo una última cosa, cuando me iba a acostar con él, tuve un fuerte miedo repentino antes de hacerlo, cuando él me tocó—lo vio a los ojos—. Creo que tengo alguna clase de trauma a causa de ello.
—Probablemente—concordó.
—Goku, no te mentiré. Tengo miedo de que, si algún día tú y yo lo...—sus mejillas se coloraron—bueno, si nos dejáramos llevar, yo reaccione mal y tenga que dejarte con las ganas.
—No me molestaría, al contrario, me preocuparía mucho más por ti—besó sus labios y le dedicó una sonrisa—. Y dime, ¿acaso él besa mejor que yo?—intentó desviar la conversación por el bien del menor, que se sonrojó ante aquella pregunta.
—La verdad, no—cerró los ojos y se acomodó en una posición agradable para dormir—. Tú eres mejor que él besando.
—¿Y en la cama?—mencionó pícaramente.
—Mucho mejor en la cama—reconoció sinceramente—. Te amo, Goku.
—Llámame Kakarotto—pidió—.Sólo las personas que más amo en este mundo permito que me llamen así... Como Raditz, papá, y también mamá lo hacía.
—¿Kakarotto?—repitió, luego soltó una risilla—. ¿Y por qué Goten, tu ultra híper mega súper genial primo, no te llama así?
—Porque a él no le gusta ese nombre—posó finalmente sus manos en su espalda—. Te quiero mucho...
Y así, el menor siendo arrullado por el latir enamorado de su corazón, se quedó dormido tranquilamente. Mientras que Goku, sintiendo paz interior al tenerlo entre sus brazos, se permitió dejarse llevar por los brazos de Morfeo.
***
Esa noche Goku fue a ver a Trunks, luego de dejar dormir a Gotenks en la habitación sin despertarlo, sabiendo que se sentiría muy mal luego de su borrachera. Y, bueno, le contó al pelilila todo lo conversado con el de cabellera bicolor esa tarde.
—Goku, cálmate—pidió al verlo angustiado al terminar su relato.
—No puedo, él... me cambiará por alguien más—susurró.
—Estaba ebrio, su sistema nervioso central se vio afectado a causa del alcohol. Goku, seré franco, Black es un buen tipo, y si le gusta puede que intente conquistarlo—el mayor sólo cerró los ojos con impotencia—. Goku, ese no es el peor de nuestros problemas.
—¿A qué te refieres?—no pudo evitar sentir curiosidad ante aquellas palabras.
—A esto—le extendió un folder con varias hojas dentro, incluyendo una fotografía de un joven hombre pelirrojo. Mientras el de cabellera azabache veía esos papeles, siguió hablando—. Su nombre es Gogeta, él es el chico de las fotografías que envié esta tarde.
—¿Y por qué es un problema?—en el fondo, esperaba lo peor por la mirada seria del menor.
—Tengo entendido que "Gotenks" está interesado en gastronomía, ¿no es así?—el más alto asintió—. El problema es que Gogeta pertenece a esta institución como docente, del área de gastronomía.
—¿O sea que...?
—Así es, Gogeta puede reconocerlo y hacerle volver la memoria—completó tranquilamente—. Si hace eso de la manera equivocada y resulta ser Saiyan, los recuerdos le llegarán de manera brusca y se sentirá mal. Infiero que caerá en las etapas del duelo una vez salga del shock inicial.
—¿Y qué sugieres que hagamos?
—Gogeta, por ser alguien joven a pesar de ser maestro, reside en este edificio. En el último piso, última habitación. Es el único docente en esta área—bebió de la botella con agua y se quitó las gafas—. Me infiltré en la base de datos de la escuela, cosa simple, y obtuve esta información. Creo que él sigue despierto, después de todo es casi un adolescente.
—¿Me estás diciendo que vayamos a hablar con él?—preguntó sorprendido.
—Goku, en primer lugar, el merece saber acerca de la "muerte" de Vegeta; y en segundo lugar, debemos decirle nuestras teorías; empezando porque, considerando las fechas de su diario y además las fotografías... yo creo que la noche de la violación él no se regresó a detenerlo, sino a ver a Gogeta. Quiero preguntarle específicamente esto, claro, siempre y cuando lo permita aquello que nos diga.
—Trunks, no lo sé...—dudó.
—Te planteo esta posibilidad: resulta ser el maestro de Gotenks, y nota el parecido con Saiyan; pide hablar después de clases y le pregunta por qué se hace llamar así, él le confiesa acerca de su pérdida de la memoria y Gogeta por pensar que es Saiyan le cuenta su pasado para que lo recuerde—miró con una sonrisa al más alto—. Lo que sigue ya lo conoces: si resulta serlo, entrará en un shock y desarrollará las etapas del duelo. Si no, puede que adopte la personalidad de Saiyan aunque no lo sea.
—Esto es demasiado complicado—soltó aire y miró al techo—. ¿Y si yo se lo digo de una vez, para que no me odie tanto?
—Al final es decisión tuya, pero no olvides lo que dije—sacó una hoja donde tenía varios apuntes y dibujos de la corteza cerebral con señalamientos—. Ten, para que sepas a qué te atienes.
—Trunks, gracias por todo—miró con detenimiento los estudios entregados—. Quisiera una opinión sincera, ¿tú crees la mejor opción el hablar con Gogeta?
—Sí. Sirve que así aclaramos dudas directamente con él, y sabremos exactamente qué buscar en su habitación—se colocó nuevamente las gafas—. Sugiero ir ya, ¿estás listo? Igualmente yo ya tengo un listado de cosas para preguntarle, ya si tú deseas preguntar algo más puedes hacerlo.
—Sí, vamos.
***
El alegre joven pelinegro abrió la puerta con las llaves prestadas. Miró sentado en la orilla de la cama al de cabellera bicolor que, al escuchar el sonido de la puerta abrirse, había volteado a verlo.
—¡Hola, Gotenks! ¿Cómo estás?—saludó efusivamente a pesar de ser muy tarde.
—Bien—respondió luego de un bostezo—. Dame un minuto—pidió al tiempo que entraba al baño.
—¡Sí!—miró la cama destendida donde había estado durmiendo el mayor y sonrió.
El pelinegro comenzó a acomodar las cobijas con intención de, cuando volviera, dormir a su lado. El de cabellera en punta salió del cuarto de baño y lo saludó con una sonrisa.
—Hola. Disculpa, pero en verdad era una urgencia. ¿Cómo estás?
—¡Excelente!—se sentó en la orilla de la cama y le dedicó una enorme sonrisa—. Goku me pidió que viniera a pasar la noche contigo porque él tenía que hablar con Trunks de algo importante... ¿Sabías que lo acompañará el martes a una junta importantísima porque Black no podrá hacerlo? ¡Será genial! Porque siempre que van a esas juntas les dan bocadillos de regalo, y Trunks siempre me da los suyos, y ahora le podré pedir a Goku los que le den, ¡es increíble!, ¿no lo crees?—el mayor sonrió y asintió.
—No quiero ser grosero ni nada, pero necesito dormir—pidió y el menor lo dejó recostarse. Después el pelinegro se acostó a su lado.
—Te haré compañía.
—Está bien, gracias—se acercó un poco al de cabellera azabache y juntó su frente con su hombro.
—Estoy feliz—dijo al cabo de unos segundos.
—¿Por qué?—preguntó sin abrir los ojos.
—Es que yo crecí en las montañas, y casi no había personas, era un lugar muy pacífico. Sólo tenía amigos en la escuela, y casi siempre dejaba de verlos por cambio de grupos y eso—agrandó su sonrisa—. Me hace feliz saber que ahora podré estar más tiempo con mi primo, con Trunks, y que ahora tú serás mi amigo.
El mayor abrió los ojos al escuchar aquellas palabras que sonaban tan sinceras. Sonrió tiernamente al verlo, se veía como un niño, un niño inocente y de corazón puro. Era una maravilla de persona, inevitablemente se sintió afortunado de tener a alguien como él ofreciéndole su amistad.
—Pienso lo mismo. Estoy agradecido por tenerte como amigo...
***
—Aquí es...—dijo con seriedad. El pasillo se veía sumamente lúgubre por el extremo silencio y la ausencia de suficiente luminaria—. ¿Estás nervioso?
—Un poco, es decir, ¿qué pensará cuando le digamos que Vegeta está...?—ni siquiera pudo terminar de decir esa oración sin sentirse mal.
—Y que aún hay esperanza de que esté vivo, no lo olvides—posó su mano sobre su hombro—. ¿Estás listo?
—Sí.
El pelilila tocó la puerta con su puño dos veces. Tenía en manos los papeles que necesitaría como evidencia y justificación para preguntar. Sus anteojos le daban ese toque intelectual y serio que requeriría en caso de que quisiera evadir las cuestiones y tuviera que influir un poco.
La puerta se abrió, dejando ver a un hombre pelirrojo. Éste tenía su cabellera atada en una coleta alborotada, y vestía únicamente un pants deportivo, dejando a la vista su bien formado torso. Se veía adormilado y algo cansado, como si lo hubieran despertado.
—Hola, chicos. ¿Ocurre algo?—los menores se miraron de reojo y de nuevo miraron al adulto.
—Tenemos que hablar con usted—dijo seriamente el pelilila. El mayor, algo confundido, lo vio con el ceño algo fruncido.
—¿Sobre qué? Si es que se puede saber—se colocó a la defensiva.
—Sobre Vegeta Saiyan—agregó.
Trunks notó perfectamente cómo el adulto empuñaba sus manos y pasaba saliva tras escuchar ese nombre.
—No sé de quién se trate. Vuelvan a sus habitaciones, es tarde y deben dormir—intentó cerrar la puerta pero el de ojos turquesa puso el pie para impedirlo.
—¿Entonces debo suponer que no le interesa saber que está muerto?—Goku inmediatamente volteó a ver a Trunks con sorpresa, ya que esa no era parte del trato—. Bien, nos iremos. Una disculpa por molestarlo.
Trunks dio el primer paso para irse, Goku lo imitó. Sólo pasaron dos segundos para que el mayor tomara al menor del hombro con el fin de que se detuviera, al igual que lo hizo el pelinegro.
—Esperen...—su mirada reflejaba una especie de dolor y tristeza tras pronunciar aquello—. Pasen, por favor.
Ambos se adentraron en la habitación. Trunks tomó la silla de rueditas que estaba a un lado del escritorio y se sentó frente a la cama. Goku tomó otra silla pero de madera y se sentó al lado del pelilila. El pelirrojo, al ver que sus miradas apuntaban hacia la cama, se sentó en la orilla del colchón para verlos.
—¿Cómo que Vegeta está muerto?—preguntó con preocupación. El de ojos azules solamente suspiró tranquilamente.
—Dijiste que no lo conocías—perdió todo semblante respetuoso ante él.
—¿Quiénes son ustedes y por qué quieren saberlo?
—No es que queramos saberlo. Ya lo sabemos—aclaró. El mayor sólo abrió los ojos con sorpresa—. Un adulto de dieciocho años con un niño de doce... Curiosamente merecería una pena de cinco años de prisión...
—No sé de qué me estén hablando...—se hizo el desentendido.
—¿No?—le mostró una hoja donde estaban impresas las fotografías de ellos dos besándose dulcemente.
—¿Qué quieren?, ¿extorsionarme?—tomó la hoja y no pudo evitar sonreír con nostalgia al ver lo felices que eran.
—No exactamente, queremos información—extendió su mano—. Me llamo Trunks, y él es Goku. Él conoció a Vegeta, lamentablemente era un chico con ciertos "problemas". Estoy realizando una investigación para saber qué era de él antes de su llegada, además de entender ciertas razones que lo orillaron a realizar algunas acciones autodestructivas.
—¿Realmente murió?—preguntó seriamente sin despegar la vista de aquella fotografía donde él y Vegeta se besaban castamente.
—Sí—respondió sin sentir ninguna emoción—. Un accidente automovilístico, fue hace unos meses.
—Entiendo...—susurró. Guardó silencio unos instantes y después los vio con una media sonrisa—. Conocí a Vegeta hace cuatro años, recuerdo perfectamente ese día... Yo estaba en una cafetería, esperaba que la mesera me entregara la carta para pedir el almuerzo. Vi que entró Vegeta con un sujeto alto mucho mayor que él, incluso lo consideré mayor que yo, inicialmente creí que era su tutor o su hermano mayor. Se sentaron en una mesa al fondo cerca de la barra, pude escuchar todo. Vegeta estaba discutiendo con él, según entendí ese sujeto, su nombre creo que era Nappa, había arruinado su amistad con su mejor amigo a causa de una mentira. Pasaron como veinte minutos en los cuales seguían hablando de ello, hasta que Veg se hartó y terminó con él...—soltó una risilla—. Como el presumido que era, ese sujeto alegó que "se iba a arrepentir de haber hecho eso".
—¿Abandonó el local?—preguntó mientras lo veía a los ojos.
—Sí. Y Vegeta se quedó ahí, lucía molesto, y luego decepcionado. Finalmente estiró los brazos y sonrió viendo al techo, parecía que se quitó un peso de encima—miró sus zapatos sin borrar aquella sonrisa—. Me senté con él y lo felicité por acabar con una relación destructiva...—volvió a reír—. E inició una nueva discusión conmigo por escuchar conversaciones ajenas—lentamente las comisuras de sus labios fueron bajando—. Siempre tuvo un carácter fuerte...
—¿Cómo lograste que cambiara ese mal trato hacia ti?
—No era mal trato, era natural considerando que era un desconocido para él. Comenzamos a charlar y lo invité a almorzar. Accedió y hablamos toda la mañana... En ese día me di cuenta de que era exactamente lo que yo había esperado toda la vida...—miró nuevamente la fotografía—. Nos volvimos amigos y en unas semanas me le declaré, lo invité a cenar en mi casa, a solas, y durante el postre le extendí una pancarta con un "¿Quieres ser mi novio?" escrito. Fui muy feliz cuando me aceptó.
—¿No te importó que fuera seis años menor?—preguntó Goku, mordiéndose el labio inferior para evitar reclamarle por meterse con su Vegeta cuando era niño.
—¿Qué, acaso eres de la ONU? Nunca me importó la edad, me importaba su actitud, era alguien muy maduro e inteligente, y su manera de ser me volvía loco... en el buen sentido—sacó de una nevera cercana una lata de soda y les extendió una a cada quien también—. Éramos muy felices, estas fotos son de nuestro primer aniversario, cumplíamos un mes de novios—abrió la lata y bebió—. Intenté planear algo especial para nuestro segundo aniversario, quería llevarlo a la playa, mi tío tiene un departamento en un hotel cerca del mar.
—¿Y qué ocurrió?
El pelilila analizaba cada uno de los movimientos y reacciones del mayor con el fin de comprender si lo que decía era verdadero o no. No perdía detalle, cada mínima acción era percibida por él. Mientras que Goku sólo se sentía más triste al saber que alguien más puede ganarse el corazón de Vegeta.
—Ya tenía todo listo, incluso le había avisado con una semana de anticipación. Él estaba muy emocionado, y yo también... Sé que ustedes piensan que quería acostarme con él, pero no es así. Sólo quería que pasáramos un tiempo juntos, a solas, disfrutando del lugar... Él también lo deseaba, incluso ya me había ido a dejar su maleta sin que sus padres se enteraran; planeamos que diría que se quedó a dormir en casa de un amigo, y llamaría cuando estuviéramos allá para pedir permiso de pasar la semana aprovechando las vacaciones—su sonrisa se fue convirtiendo en una expresión de dolor—. Y, el día veintinueve de diciembre de ese año, me dejó plantado en casa.
—¿Veintinueve de diciembre?—repitió el pelilila.
—Así es... Lo cité a las diez, a esa hora nos iríamos... Como no llegaba, lo estuve buscando, temí que le pasara algo. No lo encontré—suspiró hondamente—. Lo llamé quince veces y no respondió, no devolvió mis mensajes ni nada... Excepto el último, me contestó un "quiero terminar contigo".
—¿Sabes qué pasó esa noche?
—Al principio no lo sabía, creí que se hartó de mí o que sus padres se enteraron de lo nuestro y le prohibieron volver a verme... Pero esa idea cambió cuando, el primer día de clases, lo vi en la hora de salida con una expresión de suma tristeza... Intenté acercarme y hablar con él, pero no quiso. Me repetía una y otra vez que lo dejara. Un día fui a su casa, sólo estaba él con su hermanito. Tarble abrió la puerta porque Vegeta estaba en su habitación encerrado, afortunadamente era yo y no otro tipo que tuviera malas intenciones...—apretó fuertemente la lata—. Cuando le pregunté a Tarble por qué Vegeta se veía triste, me contó todo... Al parecer ese día fue a recogerlo a casa de un amigo, y cuando regresaron a su hogar un hombre ebrio los estuvo siguiendo—sus ojos se llenaron de lágrimas—. Vegeta regresó diciendo que tenía que ir a hacer algo mientras que él entró. Como no veía a sus padres se regresó con Vegeta y vio que lo arrastraban a un callejón cuatro hombres. Huyó porque Vegeta le gritó que lo hiciera. Y cuando llegó a su casa sus padres recién llegaban de una fiesta. Les contó lo que vio—aquel líquido salado resbaló por sus mejillas, así que cerró los ojos mientras se hacía hacia atrás y se recargaba en la pared aprovechando que estaba contigua—. Tenía diez años, por eso no lo comprendía. Pero cuando llegaron al lugar, dice que lo vio sin ropa sobre un charco de sangre, y que además había un líquido blanco sobre su cuerpo...—miró a los chicos con dolor—. No se necesita ser un genio para saber que sufrió una violación.
—Gogeta, eso que tenía que hacer, era reunirse contigo, ¿no?—el mayor únicamente empuñó sus manos con impotencia.
—Sí... Luego de enterarme de eso, en ese mismo momento lo busqué en su habitación, le dije que yo lo apoyaría, que nos amábamos, que estaría con él siempre para que lo superara... Que a mí no me importaba nada de eso porque mi amor hacia él era puro y sincero...
—¿Accedió?—preguntó tímidamente Goku.
—Al inicio no, pero después aceptó... En ese momento nuestro amor era más fuerte que cualquier obstáculo—pasó sus manos por su cabellera con frustración—. Yo le confesé que me sentía culpable, y él me perdonó, me hizo sentir que no causé el incidente... Incluso, esa semana, lo hice muy feliz... Fuimos felices.
—¿Cómo terminó definitivamente su relación?
—Lo visité siete días después de nuestra reconciliación... Nos besamos un rato, pero... bueno, él estaba en la edad de las hormonas y, se podría decir, que yo también... Nos dejamos llevar, nos estábamos excitando... Pero cuando toqué su "entrada"... se paralizó del miedo, se alteró tanto que me costó mucho trabajo calmarlo... Fue ahí cuando me dijo que no quería saber más de mí, que jamás lo volviera a buscar. Me prometió que no estaba enojado conmigo, y que no me culpaba por lo que pasó, pero que no quería una relación nunca más y que necesitaba espacio. Estúpidamente acepté creyendo que mejoraría y me volvería a llamar—soltó una risa irónica—. ¿Y qué hice? Lo veía de lejos todos los días cuando salía de la escuela, cada maldito día lo veía más triste y decaído... Mi peor error fue no acercarme.
—¿Cuándo tocaste fondo y dejaste de verlo?—preguntó serenamente el pelilila, quien no se inmutaba ante el dolor ajeno. En cambio Goku sólo sentía una opresión en el pecho al escuchar la manera en cómo sufrió tanto Vegeta como Gogeta.
—Cuando fue el último en salir y vi que tenía los brazos sangrando. Ahí ya no pude más y dejé de torturarme buscándolo, era más doloroso para mí verlo en ese estado, pero nunca tuve el valor para hablarle nuevamente.
—Gogeta, dime una cosa, ¿acaso tenías atenciones hacia él, como detalles?
—Sí, solía darle cartas, flores, chocolates... Incluso le regalé un oso de peluche... Sólo quería hacerlo feliz.
—Comprendo—cerró los ojos y guardó silencio unos segundos, acomodando las ideas—. Gogeta, Saiyan tuvo un accidente de auto, lo atropellaron. Los doctores lo dieron por muerto, Goku lo estaba visitando en el hospital cuando sufrió un paro cardíaco.
—Que duro debió ser para su familia—susurró.
—¿Lo extrañas?—preguntó el azabache con cierta tristeza contenida.
—Mucho, aunque no lo creas él era mi primer amor—tomó la cadena que colgaba de su cuello y se la quitó para extendérsela al menor—. La llevo conmigo desde entonces, él me la dio en nuestro aniversario. Tiene... tenía una igual...
Trunks la observó detenidamente, el dije era una pieza de rompecabezas con una frase que difícilmente podía leerse por la pieza faltante que la complementaba. Pero atrás había un "Vegeta" escrito dentro de la mitad de un corazón. Supuso que adelante, al estar juntos los dijes de Saiyan y él, formarían una frase de amor y atrás un corazón con un "Gogeta & Vegeta" escrito.
Una vez terminó de verla, se la pasó a Goku para que también la observara. El azabache sólo sintió su corazón despedazarse al ver que alguien más pudo hacer feliz a Vegeta mucho mejor de lo que él podría hacerlo.
—No dejaron a su familia ver el cuerpo cuando murió, ni tampoco fue un notario de defunción—bebió algo de soda mientras el mayor lo veía confundido—. Incluso prepararon la caja y vistieron a Saiyan, lo colocaron dentro y la sellaron con la excusa de que el estado en el que se encontraba no era muy agradable y que sería doloroso para su familia ver el cuerpo así.
—Pero cuando se trata de un accidente automovilístico de ese tipo, si no fue grave no requiere esos cuidados.
—¿Por qué crees que no fue grave?—preguntó serenamente el de ojos turquesa.
—Porque tú dijiste que estuvo en el hospital y tardó en morir—explicó.
—Efectivamente, los daños fueron más internos que externos, o eso dijo el doctor... Gogeta, antes del accidente, Goku fue su pareja—el mayor miró al azabache con sorpresa—. Y él, ante su pérdida, también se sintió mal—el de ojos negros suspiró y mostró sus brazos llenos de cicatrices y marcas que evidenciaban que lo dicho era cierto—. Y en un intento de suicidio—el mayor iba a replicar algo con sorpresa, pero el menor con una seña le pidió que lo dejara terminar—, esta persona lo evitó.
Le mostró su teléfono, en la pantalla se veía una fotografía del chico de cabellera bicolor en punta, sonriendo mientras veía hacia la cancha, día de la prueba de baloncesto. Había otras iguales donde aparecía en diferentes posiciones. Y la final era una de él dormido, tomada por Goku esa tarde.
—Es... Vegeta...—susurró mientras veía con los ojos vidriosos a los menores—. No puedo equivocarme, es él.
—Goku y yo suponemos lo mismo. Dice llamarse Gotenks, pero padece amnesia, no recuerda nada antes de unos meses atrás. Tiene la misma voz, estatura, complexión, rostro, incluso la misma caligrafía...—bebió algo de soda y miró un largo tiempo la lata—. Pero entonces cómo explicar que no tiene ninguna cicatriz.
—...—el adulto miró seriamente las fotografías, no podía estar equivocado, realmente era Vegeta, su Vegeta—. Lo del hospital pudo ser negligencia—se apresuró a decir.
—Concuerdo con esto. Y todo atenta a favor de que sigue vivo, pero ¿cómo explicar que no tiene ninguna marca, si se supone es el mismo cuerpo?
—Yo no...—cerró los ojos—. Es... imposible...
—Touché—sonrió satisfactoriamente—. No es imposible, pero sí poco probable... A lo que queremos llegar es a lo siguiente, tú obviamente lo extrañas, y es normal que si lo ves quieras acercarte y hablar con él. Él posiblemente sea tu alumno, estudia aquí y quiere entrar a gastronomía—al pelirrojo se le iluminaron los ojos—. El problema es que no puedes hacer eso.
—¿Eh? ¿Pero por qué no?—miró confundido al pelilila, ya que el azabache no decía nada.
—Sufre amnesia disociativa, es decir, olvidó todo lo relacionado a la violación—suspiró y se quitó los anteojos—. Hay un setenta y nueve punto ocho por ciento de posibilidad de que sea Saiyan—explicó, el mayor asintió sin entender muy bien—. Este porcentaje nos dice que si le llegan los recuerdos de manera brusca, él puede reaccionar igual o de peor magnitud que en el mismo momento de la violación, ya que la información llegaría rápidamente y todos los recuerdos juntos.
—¿Y si se trata de ese otro veinte punto dos porciento?—preguntó con cierto temor.
—Si ese es el caso, y tú le hablas como si fuera Saiyan, adoptará esa identidad aunque no sea suya. Llenará sus recuerdos con la información que le llegue—ante esas palabras el mayor sólo cerró los ojos con impotencia.
—Qué complicado...
—Lo es. Mi deber es demostrar que es Saiyan aunque haya cosas que atenten en contra—se volvió a acomodar las gafas—. Por ello te pido que, aunque lo veas, no le hables de su "vida pasada". No estoy sugiriendo que no seas su amigo, sino que cuides bien tus movimientos y acciones para evitarle un daño psicológico.
—De acuerdo... Muchas gracias, muchachos...—sonrió débilmente.
—Una última cosa—dijo Goku tímidamente—. ¿Dormías con él?
—¿Eh?—sus mejillas se coloraron—. Sé a qué quieres llegar, y lo entiendo, muchacho. Así que te seré franco. Sí dormía con él, compartíamos cama a veces. Sólo dormíamos, nunca llegamos a algún acercamiento íntimo. Vegeta me confesó una noche que le gustaba la compañía de otra persona para sentirse protegido, pero que no con cualquiera se sentía así. Me puso de ejemplo su exnovio, con él se sentía alterado; con su hermanito tenía que estar alerta porque era él quien debía protegerlo. Conmigo me dijo que se sentía seguro, le transmitía paz.
—Comprendo—suspiró vacíamente—. Si resulta serlo, ¿intentarás conquistarlo?—lo vio seriamente. El mayor lo pensó unos segundos.
—Quisiera, pero no podría. Una relación maestro-alumno terminaría en expulsión. Y a mí me despedirían, además de meterme a la cárcel. Por eso tendría que esperar a que salga de aquí.
—Bien...—susurró y bajó la mirada.
—Aunque ese es mi punto de vista, si Vegeta quisiera lo contrario yo me arriesgaría por él—el azabache volvió a verlo—. Goku, yo llegué antes que tú, pero tú lo apoyaste en el momento más difícil. Sinceramente, creo que estamos en igual condición ante él. A lo que quiero llegar es a que tú y yo tenemos el mismo derecho de cortejarlo, y él al final tendrá que decidir.
—Estoy de acuerdo con él, Goku—reconoció Trunks—. Aunque no es momento para ello, sino para ayudarlo antes de que alguno de los dos haga algo.
—Sí, lo sé...—susurró el de ojos negros.
—Bien. Es todo. Muchas gracias por tu colaboración, espero tomes en cuenta mis recomendaciones—se puso de pie y estrechó su mano—. Me gustaría que me tuvieras al tanto de lo que ocurra con él.
—Sí, así será... Y gracias por todo, chicos. En serio se los agradezco...
***
—Vaya, no sabía que le quisieras dar un regalo de agradecimiento a mi primo por sus atenciones contigo—mencionó con una risilla. Parecía como si no tuviera sueño y, además, hubiera bebido varias latas de bebida energizante.
—Sí, ¿qué le puedo regalar?—preguntó medio adormilado, estaba a punto de quedarse dormido.
—Obviamente el mejor regalo que puede tener soy yo—dijo con cierto egocentrismo, el mayor rio un poco—. Jeje, la verdad es que te quiere mucho, así que cualquier cosa que le des le gustará... Aunque yo te recomiendo que tengan una cita, eso en verdad le gustaría.
—¿Cita?—repitió—. Está bien, muchas gracias, Goten.
—No fue nada—habló aceleradamente.
—Tranquilo...—posó su mano en su pecho al verlo respirar agitadamente por la emoción—. Intenta dormir.
—¡Pero no tengo sueño!—replicó.
—Lo sé, pero tienes que dormir.
—¡Aigh!—se acurrucó entre las cobijas y se hizo bolita—. Hasta mañana, Gotenks. Que descanses. Si necesitas algo, despiértame, ¿sí?
Pero el mayor no respondió. Lo miró con detenimiento y vio su pecho subir y bajar despacio, estaba muy relajado.
—Se durmió...—pensó con una sonrisa.
Así que, como buen amigo, se acurrucó a su lado para transmitirle su calor corporal en esa fría noche.
***
—Es buena persona—comentó al caminar de regreso al cuarto de estudios.
—Sí, y su historia concuerda muy bien con lo escrito en el diario...Goku, no lo habías notado, estoy seguro, pero Saiyan sí había escrito de él en su diario—el mayor paró en seco.
—¿Qué?
—Sí—se adentraron al cuarto de estudios y una vez estuvieron en su lugar de siempre, le mostró el diario abierto en una página específica—. Arrancaron las hojas, quedó un residuo cerca de la grapa.
El mayor lo vio de cerca y era verdad. El cuaderno estaba grapado, no cosido ni de resorte. Y en el lugar donde estaba la grapa había un pedacito de papel, como si hubieran arrancado una o varias hojas y se quedó esa pequeña parte únicamente. Miró de nuevo al menor.
—Goku, hay muchas cosas que no entiendo acerca de su relación con Gogeta, y estoy seguro de que esas hojas me ayudarían a comprender—suspiró—. Goku, esto cada vez es más complicado, tanto para ti como para mí. Sé que mueres por decirle todo, y créeme que a mí también me gustaría que lo hicieras para que no siguiera sintiéndose mal por su amnesia... Pero hay muchas cosas qué comprender antes, para saber qué es correcto decirle y qué no...
—Lo sé, Trunks. Lo sé... Pero es tan difícil para mí saber que él durmió con otro sujeto y se sintió como lo hace conmigo...
—Es natural, Goku. La compañía de la persona que te gusta hace sentirte seguro y protegido, eso te lo puedo garantizar. Cómo él era el amor de su vida en ese momento, Saiyan estaba en paz con él. Pero no es en sí sólo eso, también puede ser por la actitud y personalidad de la persona con quien lo haga—el mayor asintió débilmente—. Si no me crees, te apuesto a que está durmiendo tranquilamente con Goten en estos momentos, ya que él es alguien tranquilo y de buen corazón.
—Sí, tienes razón—intentó animarse un poco—. Él cree necesitar un psicólogo, pero como corre riesgo al hablarlo con el de aquí de la escuela, prefiere hablarlo contigo.
—Me lo veía venir—miró sus hojas unos momentos—. El miércoles estaría bien para mí, tengo libre la noche siempre y cuando puedas controlar a Goten.
—Sí—empezó a reír—. Por favor, ya no le compres dulces, no creo soportar otra tacleada.
—Lo sé, no asimila bien el azúcar—miró con una sonrisita el techo—. Pero no puedo negármele, realmente estoy muy enamorado de él.
—Lo sé, y él de ti... Trunks, gracias por todo lo que has hecho por mí...
***
El lunes llegó rápidamente, y con él llegó la angustia del mayor por sus primeras clases. Suspiró hondo e intentó relajarse, debía confiar en que Gogeta acataría las precauciones debidas. Su único temor era que, al verlo, Vegeta lo recordara.
—Despierta—lo zarandeó un poco. El menor abrió lentamente los ojos y miró con reproche al mayor—. Hoy es el primer día de clases, andando.
—Bah, cinco minutos más—se volvió a cubrir con las cobijas.
—Por favor, también hoy será nuestra primera práctica... Anda, ya levántate—era muy evidente que ahora era un poco más entusiasmado, le había ayudado mucho hablar con Trunks esas noches.
—Está bien—notó el cabello mojado del más alto y que desprendía un olor a perfume—. ¿Ya te duchaste?
—Sí, ya te dejé todo listo en el baño—le beso la frente y se acercó a la puerta—. Traeré algo para desayunar.
Goku fue a la cafetería a conseguir algo de comida y regresó a la habitación. Ahí comieron tranquilamente mientras de vez en cuando se daban besitos juguetones. En realidad eran muy felices juntos, ¿por qué dejaban entonces que los demás se interpusieran en su cariño?, ¿por qué existía ese pasado que les impedía disfrutar ese presente? Ambos tenían esa fuerte conexión que los obligaba a estar juntos, que los unía como si fueran una sola alma.
Cuando terminaron de desayunar fueron a tomar las clases. Y cuando se llegó la hora para terminar éstas, cada quien tomó un rumbo distinto a los talleres.
Gotenks se dirigió al piso donde estaba la cocina A, que era donde tomaría sus clases. Mientras caminaba pudo ver de lejos al pelirrosa, por lo que se puso el gorro de la chaqueta y bajó la mirada para que no lo viera. Entró y se lo quitó. Se sentó en un banquillo cerca de la pizarra que había en una pared y dejó sus cosas debajo de la barra.
Un chico castaño le entregó una liga y una cofia para que se cubriera el cabello, además de un cubre bocas. Una vez tomó las debidas medidas de higiene, se lavó las manos donde el más alto le indicó.
Quien sería su maestro entró. No pudo evitar notar lo apuesto que era, sacudió un poco la cabeza y bajó la mirada al sentir sus mejillas arder.
—Hola, chicos. Me llamo Gogeta, seré su maestro. El día de hoy veremos algo de repostería, no se preocupen, no haremos un pastel de bodas, empezaremos con algo simple, haremos unos cupcakes. Yo haré la muestra inicial y ustedes después lo harán. Quiero que formen equipos de cuatro personas para ello...
***
Goku: De verdad, Trunks. Ni siquiera puedo concentrarme en clase sabiendo que tal vez Gogeta intente algo con él.
Trunks: Goku, calma. Nada malo pasará.
El Son no podía prestar completa atención a la clase, bueno, en realidad el maestro sólo estaba charlando con varios chicos que se acercaron a sacar plática, haciendo que la clase fuera innecesaria a ese punto.
Intercambiaba mensajes con el pelilila, que se supone estaba en clase, aunque posiblemente también le ocurriera lo que a él. Recibió un audio, así que se puso los audífonos para escucharlo.
Trunks: (audio) "Goku, tienes que tranquilizarte, angustiarte no ayudará en nada. Gogeta conoce los riesgos que implica hacer algo más, incluso él presenció cómo reaccionaba ante su trauma. Todo saldrá bien".
Miró con tristeza la pantalla. Era cierto, Gogeta había presenciado cómo Vegeta sufría estragos por aquella noche, y si lo amaba tanto como decía, no le diría nada con tal de no verlo triste otra vez.
***
—Bien, todos lo hicieron bien, a excepción del equipo del fondo que quemó los pastelillos—comentó el maestro, todos rieron—. Laven los utensilios que utilizaron y dejen su área limpia, después pasen a que les tome asistencia.
Gotenks hizo lo que les pidió el maestro, aunque su equipo no le ayudó. Y, cuando unos empezaron a salir, ellos se fueron también dejándolo solo con mucho trabajo. A falta de ayuda, fue el último en terminar. Se quitó la cofia y el cubrebocas y lo tiró al contenedor de basura, como lo habían hecho todos los demás. Al voltear se topó con su maestro dirigiéndole una mirada algo tierna.
—Disculpe por la tardanza—sonrió apenado.
—Sí, no te preocupes, sí vi que tu equipo se fue y te dejó solo—mordió su labio inferior al verlo ahí, de nuevo frente a él, con esa enorme sonrisa que hace años que no veía, con esa mirada orgullosa y alegre, con esos labios dulces que mostraban felicidad.
—Maestro, ¿está bien?—preguntó al verlo con los ojos vidriosos, el aludido sólo rio bajo y se limpió las lágrimas cuando cayeron.
—Sí, no te preocupes, estoy bien—sacó su lista y un bolígrafo—. Gotenks, ¿verdad?
—Sí—el pelirrojo lo vio con una sonrisa unos segundos, provocando que el menor se sonrojara.
—Eres muy lindo, Gotenks—comentó, provocando que su rostro se enrojeciera más—. Bueno, dejo que salgas, supongo que querrás ir a salir con amigos o descansar. Que tengas linda tarde—revolvió su cabellera mientras se recargaba en la barra donde estaban los fregaderos.
—Sí, gracias, igualmente—respondió con pena.
—Una última cosa—el menor asintió—. Sigue así, haces muy buen trabajo.
—Sí, muchas gracias—tomó su mochila y se la colgó en los hombros—. ¡Adiós!
El de cabellera bicolor se fue y el mayor solamente pudo sentir una enorme dicha. Era él, no podía equivocarse, esa esencia era suya, todo era idéntico. Sacó su cartera y vio la fotografía de ellos juntos besándose. Apretó con fuerza aquel dije que colgaba de su cadena y sonrió con nostalgia.
—Te extrañé tanto...—pensó.
***
—¡Kakarotto!—lo abrazó cariñosamente al verlo cerca de la cancha, donde tendrían su entrenamiento.
—Yo también te extrañé—correspondió el abrazo.
—¡Oigan! ¡Yo también quiero!—gritó el pelinegro menor de lejos y se acercó corriendo a unirse a ese abrazo—. ¡Trunks, ven tú también!
El de ojos turquesa sólo rodó los ojos y sonrió con ternura. Dejó su mochila y la de Goten a un lado, en el suelo, y formó parte de ese lazo. Los cuatro rieron ante aquello.
—¿Por qué hay tanta gente?—preguntó al ver incluso chicas en una sección de las gradas, aparentemente porristas, y un grupo de chicos con uniformes de color blanco.
—Habrá un partido amistoso—comentó el pelirrojo, acercándose a ellos, respondiendo su pregunta—. Quiero que se vistan rápido—les entregó el uniforme correspondiente a cada uno.
—Gracias... Dashiell, ¿cierto?—el pelirrojo asintió ante la pregunta del pelilila.
—El entrenador quiere que entren ustedes dos primero—miró a los menores, el pelinegro sonrió sumamente emocionado mientras que el de cabellera en punta sólo sonrió burlón.
—¡Genial! ¡Vamos a cambiarnos!—tomó a los tres como pudo y comenzó a arrastrarlos hacia los vestidores.
Cuando regresaron a la cancha, vestían un uniforme naranja con detalles azules. Gotenks sonrió y se anudó correctamente las agujetas de sus tenis para evitar un accidente. Una vez terminó, comenzó a hacer estiramientos mientras Goku y Trunks controlaban a Goten que estaba muy emocionado saltando la cuerda rápidamente.
—¿Nervioso?—preguntó el castaño a unos dos metros, recién llegaba.
—No, al contrario—miró hacia donde estaban las chicas, y vio que el pelirrojo hablaba con ellas rodeándolo—. ¿Mujeriego?
—Un galán para las mujeres desde siempre—respondió y le entregó una bebida hidratante—. La necesitarás, es buen equipo.
—Gracias...
—Gotenks, Goten—llamó el entrenador—. A la cancha...
—¡Sí!—se giró hacia el castaño—. Nos vemos...
Corrió hacia la cancha y Goten también lo hizo. Una vez ahí, el pelirrojo, que tenía residuos de lápiz labial en varias partes de su rostro, se acercó a ellos. Miró con una sonrisa al equipo y formaron un círculo.
—Okey, sigue siendo el mismo equipo, no tiene nuevos integrantes, por tanto ya nos conocen. La ventaja que tenemos es que no conocen a los novatos y se confiarán por sus estaturas—mostró un papel donde tenía varias figuras de círculos y flechas—. Videl me lo dio, se trata de la posición que tomará cada quien... Es la misma que hace un año.
—Dash, ¿cuál es la estrategia?—preguntó uno.
—Pasarle el balón a los novatos—todos asintieron—. Si yo consigo el dominio del balón al inicio, se lo pasaré a Goten—el menor asintió—. Y quiero que hagas tu magia desde esa posición.
—¡Claro que sí!—le giñó un ojo mientras hacía una pose coqueta. Al pelirrojo se le pudo divisar las mejillas sonrosadas luego de eso.
—Ehm, sí, excelente... Si no, durante el juego quiero que, si toman el balón, se lo pasen a Gotenks—el menor sonrió con altanería esperando que se molestara el mayor, cosa que no pasó—. No te tomarán en serio por ser el más bajo del equipo, pero no saben que juegas demasiado bien. ¿Dudas?
—¡Yo!—levantó el brazo completamente emocionado—. ¿Hay alguna regla que prohíba haber comido mucho chocolate antes del partido?
—No, Goten. Prohíben el uso de drogas, no el de caramelos... Normalmente no queremos eso porque causa dolor estomacal, pero si con ello estás bien, no hay problema—sonrió al verlo alterado por el azúcar—. ¿Alguna otra duda?—nadie hizo sonido—. Perfecto. Buena suerte a todos, y den su mejor esfuerzo...
Tomaron sus posiciones, y el pelirrojo fue con el árbitro, lanzaron una moneda pero el del equipo contrario ganó el balón. Cuando dieron el silbatazo de inicio, jugaron rápidamente, sin embargo Gotenks pasó entre dos chicos que se lanzaban constantemente el balón y lo tomó, corrió botándolo hasta el otro lado de la cancha, logrando evitar que se lo quitaran. Finalmente dio un salto y lo arrojó, encestando.
Sonrió y regresó trotando a su lado de la cancha. El pelirrojo sonrió y colocó una mano sobre su hombro para darle unas palmaditas.
—Bien hecho.
Se quedó confundido. ¿Por qué el pelirrojo ahora lo felicitaba, si unos días atrás estuvieron a punto de pelearse? Prefirió no darle importancia y seguir jugando.
*
Cardíaco, así definían ese partido. Los del equipo local llevaban 24 puntos mientras que el visitante 0. La mayoría eran por parte de Goten, Gotenks y Dashiell, pero principalmente por parte del de cabellera bicolor que, como había dicho el pelirrojo, no lo habían tomado en serio por su estatura. Estaban a veinte minutos de terminar el encuentro, y no habían hecho cambios en su alineación.
Goten tomó el balón y, gracias a los altos niveles de azúcar en su sangre, corrió velozmente de un extremo de la cancha al otro y encestó. Luego regresó riéndose a abrazar al pelirrojo a modo de festejo. Incluso las porristas, en lugar de animar a su equipo, simplemente tomaron asiento y dieron por perdido aquel partido para ellos.
Nuevamente empezó otra ronda, el pelirrojo robó el balón, pero al verse rodeado por varios del equipo contrario, pensó rápidamente otra estrategia.
—¡Gotenks!—le pasó el balón y el de cabellera en punta lo tomó. Corrió rápidamente mientras lo botaba.
Cuando vio a uno acercarse, intentó evadirlo para que no le quitara el balón. Sin embargo, no pudo hacerse a un lado y, en lugar de que le arrebatara el esférico, recibió un fuerte golpe en el abdomen que lo hizo parar en seco y caer de rodillas.
—¡Gotenks!—gritó el pelirrojo al ver aquella acción.
Corrió a donde estaba el menor tirado y miró enojado al de cabellera plateada. Lo empujó por los hombros y casi inició una pelea, de no ser porque sus compañeros lo tomaron de los brazos para que no lo golpeara. Goku, al ver aquello, corrió adentrándose en la cancha.
El de cabellera en punta, molesto, se puso de pie dificultosamente y miró con el ceño fruncido al que lo había golpeado.
—¡¿Cuál es tu problema?!—reclamó mientras lo empujaba, intentando ignorar el fuerte dolor que sentía en su tórax. El pelinegro de cabellera alborotada llegó y se colocó delante del él, tomándolo bruscamente del cuello.
—¡¿Por qué lo golpeaste?!—reclamó. El entrenador llegó y lo tomó para que lo soltara.
—Goku, sal de la cancha. Ustedes también—dijo al equipo.
El pelinegro miró con furia por última vez al de cabellera plateada y vio al menor con preocupación.
—¿Estás bien?—se acercó, pero sólo recibió un empujón por parte de él y una mirada llena de molestia—. ¿Por qué me tratas así?—lo siguió al verlo irse.
—¡Estoy harto que me trates como si fuera débil!—replicó.
—¿Eh? ¡Tú y yo somos un equipo! ¡¿Por qué no quieres que te defienda?!
—¡Ese es el problema, Kakarotto!—se giró a verlo—. Yo no necesito que cuides de mí.
—¿Qué tiene de malo que quiera hacerlo?—empezaba a molestarse también él al ver su terquedad y que no viera sus intenciones de querer cuidarlo por amor—. ¡Me preocupo por ti!
—¡Pues no quiero que lo hagas!—ambos tenían carácter fuerte, y se enojaban con facilidad, nuevamente se estaban dejando llevar por sus impulsos.
—¡Lo hago porque te quiero!
—¡No puedes defenderme todo el tiempo!
—¡Claro que sí! ¡Sólo quiero protegerte porque te amo!
—¡A tu noviecito también lo amabas y no fuiste capaz de protegerlo a él!
Calló y se cubrió la boca. Fue ahí donde se dio cuenta de que había tocado fondo. Fue ahí donde se dio cuenta de que aquello que pensó lo dijo, ya que vio el rostro dolido a punto de desbordar lágrimas de él.
En ese momento se dio cuenta de que, a pesar de que se había equivocado en el pasado, supo perdonarlo. Sin embargo, todo tenía un límite. Y ese límite lo cruzó cuando lo hizo derramar lágrimas. Por fin pudo ver que estaba mal su actitud cuando él sólo quería lo mejor, no pensaba bien las cosas antes de decirlas y ahora tenía que pagar caro lo que acababa de decir, rompió un corazón que estaba cicatrizando todavía por una pérdida. Al fin pudo ver algo que terminó por hacerlo tocar fondo:
Hay palabras que son imperdonables.
Chapter 12: Pagando caro los errores
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Todos los que estaban cerca habían escuchado con claridad esas palabras dichas por el de cabellera en forma de flama. El silencio era tal en esa área que incluso provocaba una densidad alrededor de ellos. El menor retiró lentamente las manos de su boca, mientras que Goku sólo lo veía con dolor. El de cabellera alborotada tenía un sendero inagotable de lágrimas en su rostro, sus manos eran empuñadas débilmente y tenía una clara expresión de tristeza.
Con un nudo en la garganta, deseando con toda el alma conseguirlo, trató de corregir y enmendar su error.
—Kakarotto, yo no...
—Quiero que te vayas de la habitación—dijo con seriedad viéndolo a los ojos.
—¿Eh? Espera, yo...
—¡Quiero que te vayas!—cerró sus ojos con fuerza—. Quiero que esta noche, cuando vuelva, ya no estén tus cosas—exigió.
—¡Por favor, escúchame!—sus ojos avecinaban lágrimas que le eran imposibles retener.
—¡¿Para qué?! ¿Para culparme por el accidente?, ¿para recordarme que fue mi culpa que él sufriera?, ¿para hacerme ver que si él no hubiera muerto tú felizmente jamás te habrías topado con mi estúpida presencia?—relajó sus músculos mientras lo veía con el ceño fruncido—. No quiero volver a verte.
Y sin más salió corriendo en una dirección desconocida. El menor sólo lo observó irse, sintiendo rabia en su interior, la cual quiso liberar inconscientemente arañando su brazo izquierdo con disimulo.
—¡Goku! ¡Espera!—el menor de los Son salió corriendo a toda velocidad queriendo alcanzarlo.
—Yo...—susurró. Apretó sus puños fuertemente, al punto en que comenzaron a sangrar. Miró con odio hacia donde se fueron los pelinegros y corrió en dirección opuesta, ignorando las peticiones del pelilila para que se quedara.
***
—Goku, lo que dijo Gotenks no era cierto—se sentó a su lado. El mayor reposaba sentado contra un árbol, abrazaba sus piernas y ocultaba su rostro en sus rodillas—. Sólo estaba enojado por el golpe, no siente eso realmente...
—Sí, lo sé—levantó su mirada y lo vio—. Estoy cansado de equivocarme, Goten... Por más que lo intente nunca logro tenerlo feliz, es... como si no lo conociera...
—Goku—lo abrazó y se apoyó en su hombro—. No te equivocaste, sólo lo amas mucho y te preocupas por él, es normal... Trunks hace lo mismo conmigo a pesar de que no necesite que me defienda... Él se siente molesto porque la gente lo considera débil, y cree que tú haces eso cuando sólo lo amas con todo tu corazón—colocó su mano sobre su pecho.
—Gracias, Goten—sonrió nuevamente—. Aunque prefiero ya no darle molestias... Él... puede conseguir a alguien más, yo sólo le traigo problemas...
—No, no digas eso...—se aferró con más fuerza.
—Hay alguien que... tal vez lo merece más que yo—soltó un suspiro—. Hay ocasiones en las que uno solamente debe dejar ir lo que le hace daño... Y, aunque tú no lo creas, yo lo estoy dañando más de lo que te puedes imaginar.
—¿Por qué dices eso?
—Porque yo sé cosas de él que me dolería hacerle recordar, pero por no hacerlo él también está sufriendo.
—¿Qué cosas, Goku?—buscó su mirada.
—Es que... creo que es Vegeta...—el menor lo miró confundido—. Creo que nunca murió y es él.
—Entiendo...—susurró bajando la mirada.
—Le dije a Trunks y él piensa lo mismo—el pelinegro volvió a verlo—. No te dijimos nada porque no sabíamos qué pensarías.
—Está bien, no estoy molesto. Me alegra que Trunks te esté ayudando... Pero, Goku, no te preguntaré por qué no se lo has dicho, sino ¿por qué te culpas tanto de su mal sentir?
—No lo sé, sólo... sólo lo veo tan triste a veces que me duele no poder ayudarlo...
—Pero no necesariamente es tu culpa—besó su mejilla—. A veces uno necesita también estar triste, no sólo feliz.
—Goten, ¿dormirías conmigo esta noche? Necesito a alguien—pidió.
—Eso no lo tienes que pedir. Sólo dilo y lo haré...
***
Estiró sus brazos, consiguiendo deshacer esa tensión en sus músculos. Había sido un duro día de trabajo, tuvo que hacer la planeación y programa para el resto de la semana y además tuvo que hacer el reporte de las actividades a seguir.
Pero por lo menos ahora llegaría a su habitación y dormiría un poco después de ducharse y cambiarse de ropa a una más cómoda o, ¿por qué no?, andar en ropa interior.
Ese era su plan inicial, hasta que vio al final del corredor un chico de cabellera inconfundible. Lo observó unos segundos, una mochila y una maleta estaban a un lado, y veía fijamente a través de la ventana mientras su cuerpo se estremecía con constancia, como si estuviera llorando.
—¿Estás bien?—preguntó al estar a su lado. El menor se sobresaltó completamente por el susto. Cuando volteó a verlo sintió un fuerte dolor en el pecho al ver su rostro lleno de lágrimas.
—Sí—limpió rápidamente su rostro y tomó su mochila—. Ya me iba, disculpe las molestias.
—Espera—lo tomó de las muñecas y lo vio a los ojos, esos ojos negros que reflejaban una gran tristeza—. ¿Qué tienes?
—Nada—respondió con voz temblorosa—. Ya me voy...
—Mírame a los ojos y dime que estás bien—pidió. El menor lo miró seriamente, pero a los segundos sus ojos se llenaron nuevamente de lágrimas y comenzó a sollozar. Suspiró y lo abrazó, para ocultarlo en su pecho—. Tranquilo, yo estoy aquí para ti...
—¡Es mi compañero! ¡Me odia!—lloraba con dolor—. Le dije cosas horribles, soy un asco de persona, él no se merecía ese trato por parte mía.
—Shh, ya no llores—deslizó sus dedos por su cabellera—. ¿Él te hizo algo?
—No, ese es el problema...—susurró—. Sólo me intentaba defender cuando me golpearon—levantó su camisa y mostró la gran marca enrojecida del anterior golpe. El más alto tomó su rostro entre sus manos y unió sus frentes.
—Ya deja de sentirte mal—susurró—. Si de verdad te quiere como tú a él, podrán perdonarse.
—Me ha perdonado tanto...—respondió.
—Entiendo...—lo soltó y lo volvió a abrazar, su cabeza quedaba contra su pecho—. Ya no llores, eso no solucionará nada... Tal vez necesitan darse un tiempo, y hablarlo cuando ambos estén más tranquilos.
—Sí...—suspiró.
—Bien. Ahora que no tienes habitación, ¿me haces compañía? Sólo hay una cama, pero es algo grande mi cuarto—miró al más bajo, quien tenía un profundo sonrojo—. ¿Aceptas?
—Yo no... no creo que sea correcto—se aferró a su playera, aspirando su aroma.
—Está solo todo el pasillo—comentó—. Además, no es como si fuéramos a hacer algo malo—soltó una risilla.
—Maestro, le tomaré la palabra—limpió sus mejillas y lo vio con una media sonrisa—. Usted me agrada mucho.
—Y tú a mí—susurró. El menor bajó la mirada con tristeza nuevamente.
—Yo siento que lo conozco. Disculpe que le pregunte esto, ¿pero lo conocí antes?—el más alto negó lentamente con la cabeza, sabiendo que si hablaba su voz saldría entrecortada delatándolo—. Oh, está bien. Perdone que pregunte este tipo de cosas, pero yo perdí la memoria.
—Está bien, no te preocupes—el menor empezó a sollozar—. Vamos a mi habitación.
De un movimiento lo cargó en sus brazos, el menor sonrojado sólo pudo ocultar su rostro en su pecho y rodear su cuello con sus brazos. El más alto pasaba sus brazos por detrás de la espalda del menor y por las corvas, equilibrando bien su peso. Con su mano derecha alcanzó la maleta y la mochila arrodillándose un poco, y después caminó en dirección a su habitación.
Al llegar, soltó con cuidado las pertenencias en el suelo y después se sentó en la orilla de la cama, aún con él en brazos.
—Gotenks, mírame—pidió. El más bajo acató—. ¿Ya hablaste tu situación con un psicólogo?
—No...—cerró sus ojos—. Maestro, gracias.
—No es nada... ¿No quieres ducharte? Para que puedas dormir más relajado.
—Sí...—bajó de los brazos del pelirrojo. El de ojos azules como el mar sintió un vacío cuando dejó de sentirlo.
El de cabellera bicolor sacó algo de ropa limpia de su maleta y entró al baño, para ducharse. Gogeta solamente pudo suspirar con dolor, le dolía demasiado verlo llorar. A su mente solamente pudo llegar aquel momento en el cual lo dejó ir, cuando decidió ya nunca más volver a insistir viéndolo de lejos. Se levantó de la cama y se adentró al baño luego de tocar.
—Hola, disculpa que entre, pero olvidé que se acabó el champú—sacó de un cajón debajo del lavabo una botella con un líquido verde dentro y volteó con él. Lo miró sentado en el suelo de la regadera, abrazado a sus piernas con el agua corriendo todavía.
Suspiró y se acercó. Abrió la puerta de vidrio y cerró la llave del agua. Se arrodilló a su lado y deslizó su mano por su húmeda cabellera. Permaneció así unos segundos, hasta que el menor se atrevió a hablar.
—Me violaron—el mayor tragó saliva con dificultad—. Lo recuerdo casi todas las noches en sueños.
—Tranquilo...—acarició su mejilla con sus nudillos—. Ahora estás bien, ya no te preocupes por eso.
—Maestro—volteó a verlo—. ¿Puedo dormir con usted? No me mal interprete, pero duermo más tranquilo abrazado a alguien—explicó.
—Claro que sí—sonrió de medio lado—. Pero termina de ducharte, el piso está frío.
El más bajo asintió y se puso de pie, el pelirrojo desvió la mirada ante la desnudez del menor. Le pasó la botella del champú sin mirar y salió del cuarto de baño luego de despedirse. El de cabellera bicolor terminó de asearse, quitando todos los residuos de sudor. Se vistió con un bóxer únicamente y salió del baño una vez terminó de secar bien su cabellera.
—¿Ya estás más tranquilo?—preguntó cuando lo vio salir.
—Un poco—soltó aire—. Estoy cansado.
—Entonces recuéstate y duerme, me ducharé y en unos minutos vengo a hacerte compañía...
Cuando arropó bien al más bajo se adentró al baño, se desvistió y se metió bajo la regadera. Pero no podía estar tranquilo, las lágrimas no tardaron en correr por su rostro al verlo así de herido, tenerlo tan cerca y no poder implorarle disculpas y decirle lo mucho que todavía lo amaba.
Además le dolía demasiado que sufriera todavía por ese pasado. ¿Por qué tuvo que olvidar todo excepto su tragedia?, ¿por qué ya no recordaba a su familia, amigos, amores, pero sí la causa de sus intentos de suicidio?
Tomó aire hondamente. Ahora él estaría ahí, ahora no lo abandonaría. Le haría compañía en todos los pasos que dé. ¿Y qué si fuera como amigo? Así empezaría, y si después las cosas salen bien sería su novio, para poder brindarle todo ese amor que por tanto tiempo había guardado exclusivamente para él.
Dibujó una leve sonrisa en su rostro. Ahora podría tenerlo consigo, ser sólo ellos dos de nuevo.
***
—Ya se fue...—suspiró mirando la cama tendida y los cajones abiertos y vacíos.
—Ya no te sientas mal, Goku—lo abrazó—. Deben hablarlo, pero es mejor que se tranquilicen primero.
—Sí...—se sentó en la orilla de la cama—. ¿Irás por tu ropa a tu habitación?
—No, confiscaré la tuya—se empezó a reír—. Trunks se quedará solo, pero... está bien, tiene que preparar sus cosas para la junta de mañana.
—Entiendo...
—Goku, me iré a bañar, espérame aquí—entró corriendo al baño con sus brazos hacia atrás, logrando sacarle una risilla al de cabellera alborotada por su hiperactividad.
Sonó su teléfono, signo de que había recibido un mensaje. Lo tomó y desbloqueó la pantalla. Suspiró al leer el contenido.
Trunks: La junta de mañana se adelantó, será a las 8:00 am. Antes de mediodía estaremos en casa de Saiyan buscando evidencia.
***
Ambos estaban acostados en esa cama individual, abrazados; el menor reposaba sobre el pecho del mayor, arrullándose con el latir de su corazón y el sonido de su respiración. Gogeta también dormía con tranquilidad, por fin tenía a Vegeta a su lado, podría hacerlo feliz nuevamente, ésta vez sí lucharía por él.
El exasperante sonido de la alarma inundó la habitación. Con pereza la apagó. Parpadeó un par de veces y miró el cuerpo que estaba con él, sonrió al ver que no fue un sueño, estaba ahí con él. Lo abrazó y besó su cabeza.
—Buenos días—susurró el menor.
—Buenos días, ¿dormiste bien?—preguntó con una media sonrisa.
—Sí... No sé por qué, pero siento gran calma con usted...
—Me alegra—besó otra vez su cabeza.
—Por favor... no haga eso—pidió.
—¿Por qué?—sonrió de medio lado. Lo conocía, lo conocía perfectamente, sabía cómo tratar con él—. ¿Temes dejarte llevar?
—¿Eh?—se sonrojó completamente.
—Es broma—el más bajo se aferró a su pecho.
—No sé por qué siento que debo hacer algo, pero... creo que lo haré... Disculpe—el mayor no entendió a lo que se refería, sino hasta que el más bajo se levantó y lo besó tímidamente en los labios.
Fue ahí cuando recordó cuando salía con Vegeta y, debido a que se les hacía sumamente tarde cuando iban a cenar o al cine, él se quedaba a dormir en su casa y compartían cama. Y, cuando amanecía, Vegeta se levantaba y lo besaba para despertarlo...
Él seguramente siempre supo que estaba despierto cuando hacía eso, pero jamás faltaba un beso por parte de él a modo de "Buenos días".
Posiblemente ahora esté recordando parte de esos momentos y por ello sintió el impulso de besarlo.
—Perdone—se separó y quiso bajar de la cama, pero el pelirrojo lo tomó del brazo y lo aproximó a sí, para volver a besarlo.
Al menor le parecía extrañamente familiar ese contacto, no pudo evitar corresponderle, era tan dulce y cariñoso que le hacía falta palabras para describirlo. Casi por instinto se sentó sobre sus piernas para que sus cuerpos estuvieran más cerca, necesitaba sentir su piel con mayor intensidad.
—Me gustas demasiado—dijo el pelirrojo cuando se separaron.
—Esto está mal...—susurró bajando la mirada—. Si alguien se entera tendremos problemas los dos...
—No tienen por qué saberlo—le dijo al oído—. ¿Quieres continuar?—quiso asegurarse.
La respuesta no fue necesaria, el menor retomó sus labios. Ese contacto era tal cual lo recordaba. ¡Claro! Fue él quien le enseñó al menor cómo besar. Sus bocas se movían en sincronía, ¿qué importaba que no lo reconociera?, seguramente su subconsciente sí y por eso se podían coordinar tan bien.
Pasó a otro nivel, deslizó su lengua por la comisura de sus labios, claramente entendió el mensaje y abrió su boca para darle paso a su lengua. Aquel contacto era suficiente para que ambos se demostraran el deseo que se tenían, deseo que tenía atrás aquel amor que se tuvieron en el pasado.
—Se me hace tarde para mi primera clase—se separó con pena.
—Está bien—acarició su espalda—. Te veo en clase de repostería.
***
—Bien, Goku. Espera aquí, si te da hambre puedes pedirle a Mai que te traiga algo—señaló a una mujer pelinegra que tecleaba rápidamente en la computadora de escritorio—. Ya la puse al tanto de quién eres.
—¿Black también esperaba afuera?—preguntó mirando a su alrededor.
—No, él normalmente me apoyaba en las juntas... No te preocupes, estaré bien. Me preparé toda la noche, además, es mi abuelo el dueño, estoy en confianza—lo animó.
—Está bien... Y después vamos a la habitación de Vegeta—pidió.
—Sí, Goku. Créeme que esa es mi prioridad ahora.
***
—Me odia tanto que no quiso venir para no verme—pensó al ver que ya había iniciado la clase y el más alto no llegaba todavía. Suspiró y decidió copiar lo que el maestro escribía en el pizarrón.
Colocó una mueca de fastidio y miró hacia la puerta de entrada. Tal vez una salida "al baño" lo ayudaría a relajarse y calmarse, o ir corriendo a su alcoba para ver si se encontraba bien. Pero se extrañó al ver a un pelinegro asomarse por la puerta y, cuando el maestro terminó de escribir y se dirigió al escritorio que estaba en dirección opuesta, se adentró corriendo al aula, logrando múltiples risas por parte de sus compañeros por la manera tan extraña de correr agachado para evitar ser visto. Así, cuando el docente por fin volteó para ver qué cosa tan graciosa causó ese alboroto en su clase, el pelinegro ya se había sentado en una silla al fondo, cerca de él.
—Goten, ¿qué haces aquí?—le susurró.
—Vine a decirte que Goku y Trunks se fueron temprano a su junta y por eso no vendrán—aclaró—. Y tendré las primeras dos horas libres, así que vine a hacerte compañía para no aburrirme.
—Goten, ¿cómo está Kakarotto?—preguntó con timidez.
—Preocupado por ti... pero sigue dolido...—lo tomó del hombro—. Está bien, pero ambos necesitan darse un tiempo, tranquilizarse antes de volver a hablar, para que reflexionen bien. Yo sé que no fue tu intención esa, pero no te enojes si intenta defenderte. Mi primo te quiere mucho, por eso lo hizo. No porque te vea débil, sino porque le duele verte en cualquier cosa que te ponga en riesgo—el mayor sonrió de medio lado sintiendo ganas de llorar nuevamente—. Ahora tú y yo también somos equipo, así que puedes contar conmigo.
—Gracias—el menor le guiñó un ojo coquetamente, con lo cual se sonrojó. ¡Demonios! Ese niño podía llegar a ser irresistible por su inocencia. Podría jurar que, de no ser porque quería a Goku y porque era amigo de su novio, intentaría algo con él—. ¡Ay! ¿Física?—se quejó al ver el pizarrón.
—¿No te gusta?—sonrió de medio lado al verlo haciendo un puchero.
—¡No!—cruzó sus brazos e infló sus mejillas. Después rio un poquito—. Ya me voy, disfruta tu tortura—señaló la pizarra llena completamente de textos y fórmulas.
Y así como entró, salió rápidamente, evitando cualquier vistazo del maestro. El de cabellera bicolor se alegró un poquito por esa visita, le reconfortaba saber que Goten lo apoyaría y que sería su amigo incondicional. Él sería un amigo de verdad.
***
—Perdón, no estaba en mis planes que demoraran tanto—se disculpó tan sólo salió de la oficina junto con un grupo de hombres que al igual que ellos iban trajeados.
—Sí, no te preocupes—se puso de pie y estiró sus músculos.
—Goku, dime. ¿Estás seguro de que te sientes listo para lo que sea que encontremos?
—Sí, estoy seguro... Aunque no lo creas, quiero saber qué pasó antes de mí para poder comprenderlo...
—De acuerdo. Entonces vamos, mi chofer ya espera en el auto...
Ambos adolescentes bajaron al estacionamiento y subieron al auto negro perteneciente a la familia Brief. Estando atrás se quitaron los sacos. Trunks le mostró una caja, Goku algo extrañado no se atrevió a preguntar qué era.
El mayor le dio indicaciones al chofer de dónde estaba la casa de la familia Saiyan y, cuando llegaron, ambos jóvenes bajaron del auto.
—Le envié un mensaje a Tarble preguntándole si iba a estar en casa—comentó el mayor al estar frente a la puerta principal—. No estará nadie.
—¿No te preguntó por qué le dijiste eso?—arqueó una ceja.
—Sí. Le dije que saldría contigo a una junta para acompañarte y quería pasar a visitarlo a él y a Raditz... Por suerte ambos iban a estar ocupados fuera—explicó.
—Excelente—el más alto abrió la puerta y ambos se adentraron con cautela.
Trunks siguió al mayor hasta la habitación que correspondía a Vegeta. Estando ahí, observó todo. Algunos muebles estaban cubiertos de polvo, como si a su familia le doliera tanto estar en ese lugar que le era incapaz de entrar ni a limpiar.
Trunks abrió aquella caja que llevaba consigo y sacó dos guantes de látex. Se los colocó y empezó a abrir cajones, para ver el contenido. Goku sólo se sentó en la orilla de la cama y dejó que el menor hiciera todo el trabajo. Estar ahí le traía recuerdos, como esa primera tarde cuando durmieron juntos y él por fin tuvo un sueño tranquilo y relajado.
—No hay nada—dijo al cabo de unos minutos de inspeccionar el armario, las cajoneras e incluso el mueble dentro del baño—. Sólo queda revisar debajo de la cama.
—Sí...—susurró haciéndose a un lado para que pudiera inspeccionar correctamente.
Miró al techo luego de recargarse en la pared. Soltó un suspiro y cerró los ojos. Luego escuchó un ruido particular en la sala. Abrió lentamente la puerta para evitar algún ruido y se asomó. Pudo ver a Tarble y a Raditz entrando a la casa, charlando animadamente. Volvió a la habitación y cerró con mucho cuidado.
—Trunks, ¡ya llegaron!—le dijo en susurro.
Pero el pelilila estaba demasiado ocupado tratando de sacar una caja de cartón que estaba hasta el fondo. Se estiró un poco más y la arrastró.
—"Rad, buscaré la gorra en la habitación de Vegeta"—se escuchó la voz del menor lejana.
—Trunks, vámonos—pidió al escuchar los pasos del menor subiendo las escaleras.
—Espera—volvió debajo de la cama para alcanzar un último papel.
***
Le dolía demasiado tener que volver a ese lugar, le traía muchos recuerdos tristes. Recordaba cuando escuchaba a su hermano gritar en las noches a causa de pesadillas, de cuando lloraba pensando que nadie podía oírlo pero él siempre lo escuchó perfectamente.
Tomó aire para deshacerse de ese nudo en la garganta que amenazaba con asfixiarlo. Se armó de valor y abrió la puerta.
Se extrañó de que la ventana estuviera abierta, supuso que su padre entró la noche anterior y la dejó así luego de tomar un poco de aire.
***
—¡Eso fue muy arriesgado!—le reprochó. Ambos caminaban por la banqueta. Habían salido por la ventana y corrido rápidamente para evitar ser vistos.
—Lo sé pero... creo que aquí están todas las respuestas que necesitamos.
***
—Te veo distraído—comentó el pelirrojo.
El de cabellera bicolor terminaba de lavar los moldes que utilizaron esa clase, pero como el día anterior también se quedó hasta el final.
—No, todo está bien... Sólo pienso algo, no se preocupe.
—...—prefirió ya no insistir y se aseguró de que ya no había alguien en la cocina—. ¿Te quedarás también esta noche conmigo?
—No lo sé... preferiría estar con un amigo, no me malinterprete, lo hago porque si alguien se entera lo podría tomar a mal—dejó la vajilla en el escurridor y se quitó el delantal.
—Por favor...—acarició su mejilla—. Hazme compañía esta noche.
—Yo...—miró al más alto y pudo ver en su mirada un brillo especial, tan familiar que le era inevitable apreciar. Guiado por su instinto se puso de puntillas para besarlo—. Está bien.
***
—Sí, lo siento, Goten. Por favor no te enojes, sé que te prometí llegar a dormir contigo pero es necesario que arregle este asunto.
—Está bien—no se necesitaba ser un genio para deducir que el menor estaba haciendo un puchero al otro lado de la línea.
—Adiós. Te amo.
—Y yo a ti...
Colgó y entró al cuarto de estudios. Afortunadamente estaba vacío, excepto por Goku que estaba sentado al fondo con la caja sobre la mesa frente a él. Al estar ahí notó que seguía cerrada y él la veía con duda. Suspiró y se colocó otro juego de guantes de látex.
Abrió la caja con cuidado, inevitablemente alzó sus cejas al ver dentro un oso de peluche. Lo sacó y lo miró con cuidado. Lo colocó encima de la mesa. Después vio aquel collar en forma de pieza de rompecabezas con el nombre "Gogeta" grabado. Efectivamente, esto confirmaba la historia del adulto.
Luego sacó varias cartas con remitente con el nombre "Gogeta".
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Vegeta:
¿Qué me has hecho? No puedo dejar de pensar en ti cada segundo del día. Te pienso día y noche, me traes completamente loco. No dejo de recordar tus ojos negros, tu hermosa sonrisa que parece que no la demuestras muy seguido, esa cabellera azabache que resalta el brillar de tu mirada fuerte...
Vegeta, ¿qué me has hecho? Eres una persona increíble, nunca pensé encontrar a alguien como tú. Eres todo lo que yo soñé, créeme que haría cualquier cosa por tenerte aquí a mi lado, cualquier cosa por verte sonreír. Me fascinan tus ojos, en serio, son los ojos más bonitos que he visto en mi vida.
De verdad siento una fuerte atracción hacia ti, que me cuesta mucho trabajo ignorarla... Es más, no quiero ignorarla.
Me gustas, Vegeta.
Me gustas demasiado.
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—Eso es lo que dice—terminó de leer.
—Lo quiere mucho—comentó por las palabras escuchadas.
—Sí, Goku. Me temo que sí—concordó.
—Bien, ya me había resignado a perderlo.
—Goku, por favor, no seas pesimista.
—Sólo soy realista, ¡mírame!, ¡mira mi estado! ¿Cómo se supone que lo ayudaré, si estoy en peor estado que él cuando lo conocí?—bajó la mirada—. ¿Qué dicen las demás cartas? Quiero saber si no se trata de un demente posesivo.
—Está bien—susurró.
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¿Te han dicho antes que eres muy lindo? Cada vez que te veo sólo me enamoro más de ti. Me sorprende que no seas narcisista, cualquiera se prendaría de tu apariencia con sólo un vistazo.
¿Y tu manera de ser? Eres como un guerrero, de verdad, estoy seguro que tú eres la persona con carácter más fuerte que he conocido, y eso me encanta de ti. Tu valentía, tú no le temes a los problemas, me inspiras a ser igual de luchador con la vida, te esfuerzas tanto en tus trabajos que sólo puedo pensar en que eres un gran chico.
Veo mucho futuro en ti, tanto académico, como deportivo y personal... Toda tu presencia está llena de maravillas, simplemente eres perfecto.
Créeme que nada me encantaría más que formar parte de tu futuro.
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El pelilila leía cada carta en secuencia según la fecha que tenía escrita, delatando que su amor más allá de ser enfermizo o falso, era demasiado puro y sincero, se podía leer el amor que le tenía a Vegeta desde antes de iniciar su noviazgo.
—Goku, de verdad lo amaba—comentó cuando terminó de ver todas las cartas—. Lo siento.
—Está bien—susurró. Se apoyó en la mesa sobre sus brazos cruzados y aguantó las ganas de llorar—. ¿Hay algo más?
—Sí, lo último que encontré fue esto—sacó de una bolsa de plástico transparente unos papeles arrugados—. Los metí en esta bolsa porque creo que lo que tienen es sangre—explicó.
—¿Sangre?—preguntó sorprendido.
—Así es—Lo sacó y desdobló con cuidado. Deslizó su dedo sobre una mancha ya color rojo oscuro para que notara que estaba un poco tiesa en esa sección—. La sangre cuando se seca se ve de este color.
—Sí, entiendo...—susurró—. ¿Pero que no son...?
—Así es, Goku—afirmó sabiendo qué iba a preguntar—. Son las hojas faltantes del diario.
—¿Y qué dicen?—lo miró con cierta curiosidad.
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25-Diciembre-735
Sé que pedí ese deseo anoche, aunque tal vez me estoy cegando yo sólo. Es decir, hace unos meses conocí a Gogeta. Él es... él es todo lo que he esperado en la vida. Tal vez exagero, pero así lo siento, jamás había encontrado a una persona que tuviera todas esas cualidades. Nunca antes escribí aquí de él porque simplemente no encontraba las palabras correctas para expresar lo mucho que estoy enamorado de él.
Tiene unos ojos tan azules, como el mar, que simplemente me encantan. Y esa sonrisa que me hace enamorarme más de ella cada vez que la miro dedicada únicamente a mí.
En estos meses he sido muy feliz con él, es difícil de explicar lo nuestro, pero de verdad me siento muy agradecido con la vida por ponerlo en mi camino. Me ha demostrado lo mucho que me ama en más de una ocasión, incluso he dormido con él. Es lindo poder estar en los brazos de la persona que quieres, él me transmite una gran calma, me hace sentirme protegido.
Viví grandes momentos con él, y lo mejor es que nos queda mucho por delante. Estoy muy emocionado porque me llevará a la playa, nunca he ido y claro que quiero. Mamá y papá jamás se enterarán, sólo iré a su casa y estando de camino llamaré diciendo que pasaré la noche con mi "amigo". Me duele mentirles, pero sé que no lo aceptarían. Además, no haremos nada malo, sólo tener unas pequeñas vacaciones, únicamente él y yo.
El deseo que pedí ayer, creo que ya se me cumplió, y que lo tengo conmigo desde hace unos meses y no me había querido dar cuenta de eso.
Creo que Gogeta es el amor de mi vida.
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03-Enero-736
Hoy Gogeta fue a verme a la escuela, yo... de verdad no... No puedo verlo a los ojos luego de lo ocurrido, me duele demasiado.
Él no merece algo como yo, me doy asco, ¡soy un asco! No quiero que se entere de lo que me pasó, de verdad no quiero que me odie, me dolería su desprecio.
Por eso lo mejor es que me aleje, no soportaría su rechazo...
De verdad, yo quería guardar mi primera vez a quien de verdad amara. ¿Y qué demonios pasó? Me utilizaron como objeto.
Gogeta no merece una humillación como yo.
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5-Enero-736
Gogeta vino a buscarme a casa, me hizo recordar todo ese amor que me tiene. Me hizo recordar ese cariño que yo le tengo a él. Lo amo y él me ama, él... me quiere de verdad... No quiero dejarlo, y él tampoco quiere dejarme. Nacimos para estar juntos, por eso... Por eso acepté volver a su lado, sin él el vacío en mi interior fue mayor, sin él las noches fueron más largas y tristes, su simple presencia hace que me sienta en paz y seguro.
Yo amo a Gogeta, así que ahora estaremos juntos. Me prometió apoyarme después de... esa noche... y es justo lo que necesitaba, que alguien estuviera dispuesto a tenderme la mano ahora que me siento caído.
Me hizo ver que soy importante para él, y él es importante para mí. Mi vida no tenía sentido, hasta que llegó él. Después del incidente mi mundo se vino abajo, pero su esencia me mostró una luz, y era imposible ignorarla. Su simple apostura y guapura provocó que reviviera en mi interior esa chispa de amor que le tenía, que fuera capaz de hacerme salir de la depresión para concentrarme en mi felicidad que es él.
Estoy dispuesto a dar lo mejor de mí, para salir de esto y superarlo, debo ser fuerte, por mí y por nuestra relación...
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12-Enero-736
Soy un asco, de verdad me doy vergüenza. ¿Cómo es posible que dejé ir esto tan lejos? Lo mejor fue acabar con todo de una vez por todas.
Gogeta y yo estuvimos a punto de hacerlo y yo... no puedo, simplemente no puedo. No quiero que nadie vuelva a tocar mi cuerpo, no quiero recordar esa tortura, cada vez que toco esa zona me duele demasiado como si aún estuvieran ellos dentro de mí, obligándome a hacerles...
Yo de verdad no puedo más con esto, Gogeta no merece alguien que no es capaz de entregarse por un maldito trauma. Ya no quiero que sufra a mi lado, él la está pasando mal cuando podría ser feliz con otra persona que pueda ser para él completamente. Así que... adiós, Gogeta.
Gracias por los momentos hermosos que pasamos juntos.
Gracias por tenderme la mano cuando más lo necesité.
Gracias por darme tu amor.
Gracias por todo, Gogeta. Jamás te olvidaré...
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—Y así termina—las colocó sobre la mesa y se sentó en una silla frente a él—. ¿Qué opinas?
—Que yo jamás estaré a la altura de él—cerró los ojos y las lágrimas por fin cayeron—. Gogeta estuvo más tiempo con él, y lo apoyó más que yo. ¿Para qué intentarlo si ellos dos seguramente se siguen amando?
—Goku. Si lo amara todavía, no te hubiera aceptado a ti... Es más, su subconsciente lo hubiera detenido antes de que tú y él tuvieran ese encuentro en su habitación. Contigo es feliz, así que no tomes una decisión precipitada. Ahora tú eres su felicidad—el mayor sonrió un poco ante eso.
—Gracias...—susurró. Miró con detenimiento las hojas que el pelilila aún conservaba en mano—. ¿Por qué las habrá arrancado?
—Tengo una teoría—el de cabellera alborotada asintió, para que prosiguiera—. Imagino que días después de recaer en su trauma y terminar su relación con Gogeta, inició la conducta "suicida" a causa de las pérdidas y la baja emocional. Lo que yo creo que pasó es que se negaba todavía a aceptar lo sucedido, por lo que intentaba olvidarlo. Sin embargo, eso implicaría deshacerse de los bellos momentos que tuvo con Gogeta antes y después de lo sucedido, que corresponden técnicamente a una parte del trauma, en realidad tiene relación con él.
—¿Pero por qué esconder todo en una caja?
—A eso voy. Tal vez no se sentía capaz de olvidarlo, o simplemente no quería hacerlo. Este diario es trágico, Goku. Y lo que vivió con Gogeta es algo que él recuerda con cariño. Tal vez no quiso mezclarlo solamente, o manchar la "bella memoria de esto" con todo su estado. ¿Me expliqué bien?
—O sea que... Se estaba cortando, miró las hojas donde escribió su cariño a Gogeta, y las arrancó...—dedujo.
—No me sorprendería que las haya abrazado contra su pecho como si lo "sintiera a él y su presencia", es algo común en un estado de desesperación—bebió un poco de agua y sonrió de medio lado—. Posiblemente recapacitó, y guardó todo en una caja, sabiendo que tenía que tener todo lo bueno en un solo lugar.
—¿Cómo es que llegaste a pensar en todas esas conclusiones?
—Por la caja—le señaló un lado que era visible para ambos. Deslizó su mano enguantada y limpió el exceso de polvo que había ahí. Después de esta acción pudo leerse un "HOPE 1" escrito.
—Tenía esperanza en volver con Gogeta... Su primer gran amor...—mencionó bajando la mirada.
—O tal vez tenía la esperanza de encontrar otro amor, igual o mejor que Gogeta, con quien pudiera tener su primera vez por amor—el mayor sonrió después de escucharlo.
—Trunks, gracias por todo.
—No es nada... Pero, si no te molesta, me gustaría mostrarle esto mañana a Gogeta, para liberar su alma, aún siente culpa.
—Sí, por mí no hay problema... ¿Te molesta si me quedo con ustedes en su habitación, en la cama de Goten? No quisiera estar solo en la habitación ahora que se fue y enojado.
—Por mí no hay problema. Y es obvio que Goten amará tu presencia con nosotros...
***
—Gotenks, buenas noches—susurró en su oído después de apagar la luz. Lo abrazó y acurrucó sobre su pecho.
—Buenas noches, Gogeta—respondió—. Perdón, maestro Gog...
—Basta de formalidades, a mí me puedes llamar como tú quieras—acarició su cabellera en forma de flama—. Descansa.
El mayor estaba demasiado pensativo una vez que el menor se durmió. Le era tan difícil tenerlo entre sus brazos y no poder besarlo como le gustaría, que ahora sólo podrían ser alumno-maestro, que su condición sobre no decirle su pasado evitaba que fuera feliz nuevamente a su lado.
Besó su cabeza y lo aferró con un poco más de fuerza, las lágrimas cayeron de sus mejillas y sollozó en silencio. Le dolería demasiado que todo fuera un sueño y que él al amanecer ya no estuviera en sus brazos y tuviera que afrontar que Vegeta ya no estaría jamás con él.
***
—¡Genial!—respondió energéticamente cuando le dijeron que su primo pasaría la noche en su habitación—. ¡Acuéstate conmigo!—se hizo a un lado para hacerle espacio.
—Gracias—se acomodó a su lado mientras el pelilila iba a la cama del otro lado de la habitación—. Buenas noches.
El menor se aferró a él rápidamente, y el pelilila leyó un poco antes de quedarse dormido. Cuando los dos por fin descansaban, Goku seguía sumido en sus pensamientos.
Pensamientos que le dolían y otros que lo reconfortaban. Suspiró y sonrió tristemente.
—Si tú lo prefieres a él, está bien, no me meteré... Sólo quiero que seas feliz, Vegeta...—pensó. Cerró los ojos y aquel par de lágrimas se deslizaron por sus mejillas—. Porque yo te amo con todo mi corazón...
Chapter 13: Sospechas
Chapter Text
—¿En qué piensas, Gotenks?—preguntó. Dejó de teclear en su computadora y miró al menor con una sonrisa para animarlo a que hablara.
—Gogeta, hace unos días yo casi tuve sexo con un chico—volteó a verlo. El pelirrojo asintió débilmente sin entender el por qué decir eso en esos momentos, considerando que era la tercera noche que pasaban juntos—. Yo...—sus ojos se llenaron de lágrimas, por lo que cubrió su rostro con ambas manos. El adulto se acercó a él y lo abrazó.
—¿Te obligó a algo?—preguntó serenamente.
—No... Yo lo estaba disfrutando, pero la verdad es que cuando él me tocó reviví todos esos recuerdos de la violación y yo no... No puedo con ello, es demasiado...
—Tranquilízate, alterarte no te ayudará en nada. Es más, mejor dime. ¿Crees que la actitud del chico influyó en algo?—intentó desviar la plática poco a poco, porque él sabía perfectamente que no se trataba de un simple cambio de actitud o inseguridad, ese trauma hacía presencia cuando él era tocado en ese lugar tan íntimo. Él lo había descubierto a la mala.
—No... El chico se llama Black, ¿lo conoces? También estudia gastronomía—al adulto parecía dolerle escuchar aquel nombre.
—Sí, él fue mi estudiante hace un año, es muy buena persona—soltó un suspiro—. ¿Qué pasó después de eso?
—Vomité—se quedó confundido. Vegeta no había hecho eso cuando lo iban a hacer—. Había bebido mucha cerveza antes de que fuéramos a su habitación.
—Entiendo... Gotenks, eres menor de edad—el menor asintió, reconociendo que estuvo mal el embriagarse—. Bueno, guardaré tu secreto sólo por esta vez.
—Gracias...—miró hacia arriba, viendo detenidamente el techo—. Gogeta, necesito tomar aire. Quiero estar solo un rato, para acomodar ideas. Espero no te moleste.
—No, claro que no—le sonrió.
—Bien, volveré más tarde—bajó de la cama y se acercó a la puerta. Salió y el mayor salió con él.
—Ten cuidado, y ya no llores. Mejor relájate y disfruta de los buenos recuerdos que tengas—el menor asintió—. Dejaré la puerta abierta—revolvió su cabellera—, anda.
El menor se despidió y se dirigió a un rumbo desconocido para el más alto, quién sólo atinó a volver a entrar en la habitación.
***
Le encantaba la vista desde ese lugar, esa ventana permitía ver el jardín desde el ángulo perfecto. Escuchó un ruido al otro lado del pasillo, así que volteó. Vio cómo un chico de cabellera en forma de flama salía de la habitación y seguidamente lo hacía quien era actualmente su profesor.
Sí, era Gogeta, su apuesto maestro. Y después de reconocerlo a él pudo reconocer al más bajo, que era su compañero y además con quien trabajó en equipo alguna ocasión.
Vio que Gogeta revolvió su cabello antes de que se fuera y él entrara nuevamente.
Sonrió con algo de burla y chasqueó la lengua. Miró en dirección a aquel lugar mientras metía esa paleta de caramelo sabor fresa en su boca.
***
—¿Gotenks?—se extrañó de ver a su amigo ahí, frente a su puerta, a altas horas de la noche—. ¿Qué haces aquí?
—Quería hablar contigo—se adentró y se sentó en el suelo, recargándose en la base de la cama.
—¿De qué? ¿De Goku? Me enteré de lo que pasó—él asintió.
—Arruiné todo...
El menor se dedicó a contarle todo lo sucedido el día de ese partido amistoso, donde al final le dijo cosas horribles a quien era su compañero de cuarto. También le contó lo de Gogeta, y que se habían besado un par de veces y además ahora dormía con él.
—Sabes que estás mal por hacer lo que haces, ¿cierto?—el menor afirmó con la cabeza.
—Sí, pero... Hiroshi, te juro que siento que conozco a Gogeta, siento una fuerte conexión con él. Él asegura que no me conocía antes de que yo perdiera la memoria, pero siento como si tuviera años de conocerlo—se abrazó a su amigo para seguir llorando, el haberle contado todo despertó nuevamente los sentimientos en él.
—Tranquilo, ya sabremos de ti dentro de poco, sólo ten paciencia. Seguramente pronto recuperarás la memoria...—acarició su cabellera mientras lo consolaba.
—La verdad es que no sé qué hacer—limpió sus ojos—. Tengo un enorme lío en mi cabeza.
—Sólo aclara tus ideas, después te darás cuenta por ti solo qué es lo mejor.
—Sí... Bueno, te dejo dormir—se levantó y cuando el castaño también estuvo de pie lo abrazó—. Gracias por todo.
***
Miró el cuerpo que dormía ya a su lado. Gotenks o "Vegeta" regresó hace ya varios minutos y se durmió rápidamente, estaba agotado. El pelirrojo únicamente lo observaba embelesado por su figura, amaba a ese chico con todo su corazón. Suspiró y se puso de pie, se colocó una playera para tapar la desnudez de su torso y salió de la habitación.
Bajó las escaleras sintiendo gran duda, pero a la vez curiosidad. Ese mensaje era demasiado extraño: "Necesitamos que vengas al cuarto de estudios lo más pronto posible. Es algo importante sobre Vegeta". Aunque un punto importante de recalcar era ¿cómo había conseguido su número?
Tal vez su actitud de investigador profesional le comenzaba a asustar un poco. Llegó con ellos y sonrió de medio lado para ocultar su nerviosismo.
—Hola, chicos—saludó y se sentó frente a ellos. Trunks leía un libro cuyo título no alcanzaba a ver bien, y Goku apoyaba su cabeza sobre sus brazos mirándolo con suma tristeza—. ¿Para qué me necesitaban?
—Para que vieras esto—le pasó la caja, así el adulto pudo mirar todo lo que había ahí.
***
El cuerpo adormilado del más alto era zarandeado por el menor, quien insistía en que despertara de una buena vez.
—¡Raditz!—el mayor abrió lentamente los ojos y miró a su pequeño novio, le sonrió y lo tomó de la cintura, abrazándolo posesivamente.
—¡Hola!—saludó con una sonrisa seductora.
—Raditz, tu papá recién llegó—señaló el reloj—. Comprendo que sea duro para él, pero... ¡debes convencerlo de salir adelante!
—Hmph—se molestó—. Yo ya lo he intentado, muchas más veces de las que te imaginas... Entiendo que estés preocupado—le dio un dulce beso—, pero si él no tiene iniciativa, de nada servirá—la mirada de decepción en el menor se hizo presente.
—Papá está igual, él... incluso ha llevado a mujeres en las noches, está desesperado que no sólo le basta con emborracharse... Por eso vine a vivir contigo...
—Lo sé, Tarble... Ya no te pongas triste, por favor—acarició su mejilla y lo abrazó nuevamente, para acurrucarlo en su pecho y que volviera a dormir—. Mejor descansa...
***
—Chicos, gracias...—sonrió agradecido mientras esas lágrimas caían de sus mejillas—. Ahora estoy en paz...
—Lo suponía, necesitabas ver tú mismo que, a los ojos de Vegeta, tú no tenías la culpa de nada—el pelilila lo miró con una sonrisa, la cual desapareció cuando dio paso nuevamente a esa actitud de seriedad y desafiadora—. Está durmiendo contigo, ¿cierto?
El adulto se sorprendió al escuchar eso, sobre todo porque era más una afirmación que una pregunta. ¿Cómo era posible que ese adolescente fuera tan perspicaz? Y no sólo eso, actuaba de manera tan natural que hasta parecía ensayar cada movimiento para hacer las cosas de la forma correcta y producirle esa inquietud a él. Pero, sobre todo, la manera de actuar que tenía donde demostraba que sabía cosas que, aparentemente, Goku desconocía, y esto era evidente por la expresión de sorpresa que ponía casi siempre que el pelilila hablaba.
—Sí, se está quedando en mi habitación—admitió, sabiendo que le era inútil negarlo cuando él, sin tener muy en claro cómo, ya sabía todo.
—¿No has sobrepasado la línea, cierto?—preguntó el decaído pelinegro ante esa respuesta.
—No, pero...—suspiró—. Me preocupa demasiado... Él quiere recordar su pasado, y, chicos, no sé cuánto tiempo más podremos mantener esta mentira.
—¿Por qué sugieres?—preguntó calmamente el de ojos turquesas.
—Porque él me contó que siente conocerme... Y no sólo eso, que siente conocer a Goku—cerró sus ojos—. No quiero insistir en el tema, pero me da miedo de que un día recuerde todo y me...—abrió los ojos—. Nos odie—corrigió.
—No pasará—debatió tranquilamente el de cabellera lacia.
—¿Por qué estás tan seguro de eso?—estaba confundido, pero en el fondo estaba consciente de que si ese chico decía algo seguramente tenía con qué refutar lo contrario.
—Porque les tiene gran cariño, a ambos, y sería incapaz de separarse de ustedes por una tontería—bebió un poco de agua y aclaró su garganta—. No los va a odiar, si acaso sólo estará confundido y volvería a hablarles hasta que aclare su mente—explicó.
—Trunks... ¿cómo supiste que duermo con él? Siempre me aseguro de que nadie esté en los pasillos.
—Fue algo simple. Visité al chico con el que pasa las noches a veces, Hiroshi, y no estaba ahí. Cuando le pregunté dijo que no sabía, pero por su nerviosismo deduje que sí lo hacía pero era un tema complicado o inadecuado... Mi otra opción era Black, pero le llamé y dijo que no... Por tanto, descartando todas mis opciones y considerando lo sucedido, tú eres quien lo está apoyando.
El pelirrojo analizó todo lo dicho. Sí que ese pelilila era muy sagaz. Suspiró hondamente. Estaba confundido, cansado, adolorido... Necesitaba de alguien que lo apoyara, posiblemente pida unas terapias con el psicólogo de la escuela para que le dé unos calmantes.
—¿Hay algo que quieras comentar?—preguntó Trunks al verlo inquieto.
—Una cosa... ¿cómo conoces a Black?
—Trabaja para la Corporación Cápsula... Por tanto, trabaja para mí—sonrió de medio lado—. ¿Algo más?
—No, eso es todo. Gracias, chicos... Por primera vez en muchas noches podré dormir tranquilo—les dedicó una sonrisa y se puso de pie—. Si necesitan algo, saben dónde encontrarme... Y, Goku—el aludido volteó a verlo—, tranquilo, no sobrepasaré la línea... Principalmente porque él también te extraña, pero su maldito orgullo es el que le impide buscarte—lo animó.
—Gracias, Gogeta...
***
La mañana siguiente...
—A ver, chicos. Esta receta es muy simple y es muy clara, estoy seguro de que todos podrán hacerlo. Si tienen dudas pueden preguntar—se sentó y comenzó a llenar unos formatos acerca del rendimiento académico y desempeño de sus alumnos.
—Pss, Gotenks, ¿cierto?—saludó un chico castaño de cabellera alborotada que terminaba en punta.
—Sí, ¿tú eres Vegetto?—el aludido asintió—. Bueno, tú serás mi pareja en esta actividad.
El de cabellera bicolor comenzó a romper huevos en un tazón bajo la mirada del más alto, quien veía serenamente la escena recargado en la barra.
—Y dime, Gotenks... ¿qué clase de relación tienes con el maestro Gogeta?—preguntó. El pelinegro volteó a verlo con cierta duda.
—¿A qué te refieres?—cuestionó cautelosamente, adquiriendo una pose algo desafiante.
—Ya sabes... ¿te ensucias las rodillas para ser su alumno favorito o qué?—comentó con burla.
—Bah, no sé de qué estás hablando—lo ignoró y tomó el batidor de globo para revolver la mezcla.
—El equipo de Gotenks y Vegetto, ¿cómo van?—preguntó el pelirrojo desde su lugar, algo celoso de las miraditas que le dirigía a su Vegeta.
—Muy bien, profe—respondió el castaño guiñándole un ojo al adulto, quien ignoró ese gesto viéndolos con seriedad.
—Está bien. Pero si siguen hablando les bajaré puntos—advirtió y siguió trabajando.
—A ti seguro te baja algo y no precisamente puntos—comentó con la misma tonalidad en su voz.
—¿A qué quieres llegar?—lo confrontó.
—Mmm... nada, realmente—tomó un pedazo de carne, lo sumergió en la mezcla y después lo empanizó con un polvillo dorado que había en un plato. Por último lo colocó en la sartén para que se friera.
—¿Entonces por qué lo dijiste?—cuestionó.
—Já—miró con presunción al más bajo—. Te vi salir anoche de su habitación...
—...—el de cabellera bicolor se sentía descubierto, pero no por eso cedería—. ¿Y? Ese no es tu problema...
—Tal vez no, o tal vez sí. No lo sabes...—sacó una paleta y la metió en su boca luego de retirarse el cubre bocas.
—Bah, sólo te molesta que yo sí obtenga buenas notas y tú no por ser un holgazán—volteó la carne con ayuda de una espátula.
—¡Claro! Te pone diez cuando te pones en cuatro...
—¡Ya cállate!—le recriminó alzando la voz.
—¡Gotenks!—llamó el docente—. En mi oficina, después de clases. Tienes un punto menos por gritar.
Todos veían al de cabellera en punta por haber sido regañado luego de gritar.
—Todos, sigan trabajando. Y tú, Vegetto, un punto menos por comer en clase—al castaño tal afirmación no le importó.
—Tu amorcito se enojó—se burló una vez el docente dejó de mirarlos.
—No quiero que me hables—sirvió las carnes en un plato y empezó a decorar con salsa y algunas hierbas clásicas.
—¿Sólo por eso? Bah, ni aguantas nada...—respondió tranquilamente.
—Hablo en serio, nunca más vuelvas a hablarme... Es más, aunque mi vida dependa de tu ayuda, date la vuelta y vete que no te quiero cerca de mí nunca más—decretó.
—Tsk—chistó la lengua y giró su rostro al lado contrario.
Gotenks intentó calmarse para hacer las cosas bien, el sonido de su celular lo hizo sobresaltarse. Lo revisó disimuladamente para que Gogeta no lo regañara, y sonrió.
Goten: ¿Qué crees? ¡Me inscribí en fútbol y me aceptaron!
Tendré un partido amistoso hoy a las dos, espero que puedas ir a verme. ;)
Con mucho amor (de amigos solamente), tu sexy Goten.
Sonrió enormemente y se permitió soltar una risita al haber sido "friendzoneado" por el pelinegro menor quien siempre lograba hacerlo reír. Seguramente ese "de amigos solamente" se debió a que Trunks llegaba a ponerse celoso cuando coqueteaba inconscientemente con otros.
Por higiene volvió a lavarse las manos. Se secó y vio que su (molesto) compañero terminaba de decorar el platillo de una manera espectacular, incluso parecía tener práctica cocinando puesto que quedó mejor que platillo de restaurante lujoso.
No lo dijo, seguía enojado con él por sus comentarios y que por su culpa ahora tendría menos calificación.
—Chicos, si terminan lavan los utensilios y pueden retirarse, dejen el platillo en la barra con una nota con su nombre, lo revisará la directora el día de hoy, para diagnosticar su nivel—explicó el maestro, todos comenzaron a apurarse para salir más temprano.
Vegetto sonrió y tomó todos los trastes sucios, se acercó al fregadero y los lavó mientras tarareaba una canción aún con la paleta dentro de su boca. Gotenks sólo se le quedó mirando, aunque le costara tenía que admitir que ese chico era mejor que él en la cocina, tenía como una pasión para eso.
Suspiró derrotado y se acercó a su lado, para ayudarlo a lavar los trastes que quedaban, no iba a ser un desgraciado y dejarlo con todo el trabajo.
—Está prohibido ese tipo de relación—dijo después de un rato en silencio—. Haya o no haya algo, por el simple hecho de estar con él en su habitación lo pueden despedir.
—...—no dijo nada, sólo soltó aire.
—Gog se ha esforzado mucho como para que lo echen así, de la nada—secó sus manos y se quitó el delantal.
—¿Gog?—frunció el ceño.
—Sí...—se acercó a su oído—. Ten cuidado con lo que haces con MI Gogeta... Yo lo vi primero...
Y sin más, se retiró del aula. El de cabellera bicolor pudo ver su nerviosismo y enojo, pero no le incomodaba esa situación, al contrario, era lo mejor: tal vez así acataría mejor su petición sobre nunca más cruzarle la palabra. Lo que menos quería era que se interpusiera en su camino y siguiera molestando con lo mismo.
Salió de la cocina y se adentró en la oficina del pelirrojo, la cual estaba a un lado. Ahí tomó asiento y se dispuso a esperarlo.
***
—¡No vendrá!—se quejó luego de leer el mensaje que le envió su amigo de cabellera bicolor.
—Goten, cálmate...—pidió el pelilila.
—¡No quiero!—cruzó sus brazos sobre su pecho e hizo un puchero.
—Goten, ¿te dijo algo más?—preguntó el de cabellera alborotada tímidamente, a pesar de lo sucedido le preocupaba.
—Lo castigaron por gritarle "cállate" a su compañero que no paraba de molestarlo—sonrió—. Me agrada mucho Gotenks.
—Goten, ya nos llama el entrenador—mencionó el pelilila.
—Suerte, chicos.
—¡Goku! ¡Te dedicaré todos mis goles!—gritó mientras se alejaban. El más alto soltó una sonrisa al oír esas palabras.
***
—¿Me dirás qué hizo Vegetto para hacerte enojar a tal punto que gritaras?—comentó riéndose, después de entrar a la oficina—. En serio, es la primera vez que te veo así de molesto.
—Sabe de lo nuestro—eso hizo parar de reírse al mayor.
—¿Qué?—atinó a decir.
—Me vio saliendo de tu habitación anoche... Hizo bromas vulgares con respecto a eso...
—...—cerró los ojos y pasó su mano por su rostro con frustración.
—Gogeta, ¿lo conoces?—preguntó seriamente.
—No te mentiré, sí lo conozco. No muy bien, pero ya había tratado con él antes de que iniciara el año escolar—la mirada insistente del menor lo hizo proseguir—. Hace tres años me mudé, por problemas personales, y en mi nuevo hogar conocí a un hombre, mi vecino, que me pidió que le ayudara haciéndole una dieta especial por su diabetes, yo cocinaba todas las tardes en su hogar lo que el médico y nutriólogo le recetó... Pero este hombre tenía un hijo algo presumido, arrogante y molesto llamado Vegetto... No le tomé importancia, en la universidad conocí gente, sólo piénsalo, si ahí no me interesó nadie, ¿por qué me interesaría en un niño mimado?
—Pero Vegetto sí se interesó en ti—dedujo.
—No te negaré que me pareció tierno al inicio, pero ese niño caprichoso poco a poco me parecía molesto... A veces charlábamos bien, como camaradas, incluso le enseñé a cocinar algunas cosas... Pero en otras se ponía algo meloso y sinceramente no andaba de humor para tratar con un niño una relación amorosa—soltó aire—. Cuando por fin me aceptaron como docente aquí, me despedí de ambos, él y su padre, explicándoles mi sueño de ser maestro y... no los había vuelto a ver, sino hasta el examen de admisión y a Vegetto como mi estudiante.
—¿Entonces crees que nos delate?—preguntó luego de analizar todo.
—No, si lo hace me echarían y, por los viejos tiempos, no lo hará... Pero sí creo que llegue a comportarse un poco más pesado que de costumbre...
—Aun así, es mucho riesgo...—bajó la mirada y se rascó el brazo con pena—. ¿Y qué si hubiera sido otra persona? Ambos corremos mucho riesgo y... Gogeta, me quedaré con un amigo. Y no es pregunta, ya lo decidí—dijo firmemente.
El mayor se derretía con esa imagen del menor, esa seriedad y determinación le encantaban tanto que si no fuera por ese trato hecho con Goku (sobre no cruzar la línea) lo llevaría a la cama a hacerle tocar las estrellas mientras le hacía el amor.
—Creo que es lo mejor—cedió luego de pensarlo—. Pero quiero saber una cosa—se puso de pie y caminó hasta estar frente a él, ahí acarició su rostro con dulzura—, lo nuestro ¿seguirá?
Parecía que dudaba, pasaban los segundos y seguía sin responder. Hasta que por fin soltó el aire que tenía contenido con un suspiro.
—Sí, yo... te he tomado gran cariño y...—los labios del mayor contra los suyos le imposibilitaron hablar, y las palabras parecían ya no hacer falta, la manera en que le correspondió demostraba todo.
***
Bueno, tal vez si corría podría alcanzarlos aunque sea a festejar la posible victoria que obtuvieron en ese partido de fútbol. Aquella conversación con Gogeta le había quitado mucho tiempo, y el tener que hacer su maleta y mudarse a la habitación de Hiroshi (además de explicarle todo) había provocado que se desocupara cuando probablemente ya se acabara el partido y desalojaran las canchas.
Caminó por los pasillos, ya con más calma. Era tarde, ¿qué importaba si corría? No podría llegar aunque detuviera el tiempo. Miró a lo lejos tres chicos saliendo del baño, con uniformes de color blanco, quizá eran contra quienes jugó Goten, delatando que ya se había acabado todo el evento. No le tomo importancia, a pesar de los cuchicheos y las miradas raras que dirigían en su dirección.
Gotenks siguió caminando tranquilamente, restándole interés a esos tipos. Tal vez sólo se burlaban de su cabellera como solían hacerlo los que lo veían por primera vez.
Sin embargo, sintió una mano cubriendo su boca y un cuerpo apresándolo por detrás. Comenzó a forcejear, pero era inútil, sus brazos eran sostenidos por dos chicos, uno a cada lado. Intentó liberarse pero simplemente no pudo, aplicó toda su fuerza para soltarse, incluso parecía avanzar un paso con intención de quitárselos de encima, pero sus pies lentamente se deslizaban hacia atrás por la sumatoria de las fuerzas de los chicos.
Gotenks hacía su mayor esfuerzo, pero eran más y lo tenían bien sujeto. Vio al otro lado del pasillo a Vegetto, quien, como siempre, comía una paleta de caramelo. Éste lo vio durante un segundo, sus miradas se cruzaron y entrelazaron, la de Vegetto con confusión y la de Gotenks con desesperación y miedo.
Finalmente, el de cabellera bicolor fue arrastrado hasta el baño, perdiendo de vista al castaño cuando la puerta fue cerrada. Lo arrojaron con fuerza al piso, haciendo que se golpeara la cabeza.
Gotenks se sobó la parte herida, sintiendo algo de humedad, al ver sus dedos notó que estaban teñidos de sangre. Desde el suelo miró a sus atacantes, que lo rodeaban con una sonrisa ladina y miradas cómplices dirigidas entre sí.
—¿Qué quieren?—preguntó sin miedo, esperando que sólo fuera una broma de mal gusto a lo mucho.
—Nada, sólo que nos pareciste lindo y queremos “divertirnos” contigo—respondió uno con voz algo lasciva.
El menor se tensó al escuchar esas palabras, y al ver a los otros dos chicos notó que se acariciaban sus entrepiernas sobre la ropa. Un nudo se formó en su garganta, los vellos de su nuca se erizaron y una gota de sudor resbaló de su frente. Intentó gritar, pero las palabras no alcanzaban a salir, estaba temblando, sus manos sudaban frío y era incapaz de que algún sonido saliera de su garganta.
Estaba solo y nadie lo ayudaría. Su única salvación sería Vegetto, pero por lo ocurrido esa tarde y por esa orden acerca de no acercarse a ayudarlo aunque su vida dependiera de ello, no lo haría. Estaba solo. Tenía que ser fuerte y salir de ese lugar a como diera lugar, pero sus piernas no respondían.
Un chico lo tomó de la cabellera e hizo su cabeza hacia atrás, simplemente pudo cerrar sus ojos al sentir que metían un dedo en su boca y simulaba embestidas estirando su cabello para hacerlo moverse.
Las lágrimas comenzaron a caer de su rostro y el miedo lo invadía. Podía ver en su mente las imágenes de sus pesadillas, esos hombres penetrándolo y obligándolo a hacerles sexo oral...
Sollozó al sentir un golpe en su rostro y otro dedo en su boca, era incapaz de controlar su cuerpo, el cual estaba congelado.
Miró hacia la puerta, quería gritar pero sólo escapó un balbuceo a causa del nudo en su garganta.
Deseaba que alguien entrara a salvarlo pero...
al parecer la suerte estaba echada...
y nadie lo rescataría...
Chapter 14: Paletas de fresa
Chapter Text
(Viernes. 9:32 p.m.)
—Buenas noches, Gogeta—saludó el pelilila cuando el adulto llegó a su lugar de reuniones: el cuarto de estudios.
—Chicos, cada vez que me llaman me preocupa algo. Siento como si me fueran a dar una mala noticia cada vez que me citas aquí—miró al de ojos azules, mientras el pelinegro sólo observaba callado la escena.
—Verás, Goten y yo tuvimos un partido de fútbol, así que él invitó a Vegeta, alias Gotenks, al juego. No se presentó porque estaba castigado por gritar en tu clase.
—Y así fue, tenía que reprenderlo—el de ojos turquesas lo veía fijamente, sólo atinó a desviar la mirada—. Ya no se queda conmigo, se fue esta tarde a la habitación de su amigo.
—¿No pasó la tarde contigo?—preguntó el pelinegro.
—No. ¿Por qué?, ¿qué pasa?—Goku y Trunks intercambiaron miradas—. ¡¿Chicos?!
—Él no fue a ver el partido, dijo en un mensaje que tal vez después del castigo estaría libre, quedamos de vernos a las cuatro en el comedor... Nunca se presentó—el pelirrojo se angustió.
—Seguro está con su amigo—intentó calmarse.
—Lo prudente sería confirmar—se puso de pie—. Gogeta, si él está en un lugar extraño o, peor aún, solo, sus pesadillas lo atormentarán. Incluso puede llegar el momento en que recuerde todo.
El pelilila salió, seguido de los otros dos. No, era imposible, ¿cómo fue capaz de no contar con esa posibilidad? Miró de reojo al pelirrojo, ¿en serio fue capaz de dejarlo ir? Sí, muy probablemente. Pero, ¿"Gotenks" quería alejarse de su lado? Sólo tenía dos opciones para ello: o Gogeta se sobrepasó o hizo algo indebido, o se vieron en riesgo de que los delataran.
Miró de nuevo al frente, aproximándose a su objetivo. Al estar delante de la puerta de una habitación específica, tocó con su puño. Pasados unos segundos, esta se abrió.
—Buenas noches, soy Trunks Brief. ¿Podrías llamarle a Gotenks?—preguntó al chico castaño, él lo miró confundido.
—Gotenks no está aquí—eso hizo quedar estático al pelilila. Cerró los ojos y suspiró.
—Escucha, esto es un asunto delicado y necesito hablar con él. ¿Podrías...?
—En serio, no está aquí—abrió la puerta completamente, así el pelilila vio y comprobó que decía la verdad—. Dijo que iría con un tal Goten a festejar el partido que jugaron, creí que pasaría la noche con ustedes...
—¿A qué hora se fue?—preguntó seriamente. El castaño lo observó, se notaba su semblante preocupado, al igual que el del pelinegro y del adulto pelirrojo (quien supuso era Gogeta por las características dichas por su amigo con anterioridad).
—A eso de las tres treinta—el pelilila asintió.
—¿Te ha llamado?
—No. Le marqué y me enviaba a buzón...
—De acuerdo, gracias. Nosotros lo localizaremos, si vuelve, ¿podrías contactarme?—sacó una libretita y anotó su número de teléfono—. Por favor.
—Sí, pero, ¿podrías avisarme tú a mí si saben algo de él? Me preocupa que no esté con ustedes.
—Sí. Vendré personalmente si sé algo de él esta noche.
El castaño cerró la puerta después de despedirse con una seña de los tres. Trunks caminó unos pasos para alejarse de ahí y sacó su móvil, para llamarle a su empleado.
—Black, ¿Gotenks está contigo?—preguntó directamente.
—No, ¿pasó algo?
—Black, dime la verdad.
—¡Te digo la verdad! No lo he visto desde la fiesta—el pelilila suspiró frustrado.
—Si sabes algo, llámame.
Sin esperar respuesta colgó. Se quedó callado, pensativo. A ver, debía haber algo que pasara por alto, era imposible que estuviera con alguien desconocido.
—A ver, Trunks. Piensa... Gotenks es consciente de su problema de pesadillas, por tanto no dormiría con alguien desconocido o que no le inspire confianza. Eso significa que está solo o con un amigo, pero no está con nosotros. Eso descarta esa opción, sin embargo, ¿por qué dejar sus cosas en una habitación si no estaría ahí? Debió pasar un incidente imprevisto que lo hiciera alejarse...—pensó.
—¿Qué haremos?—preguntó el pelirrojo, no aceptaba la idea de que a su Vegeta le pasara algo.
—Esperar—fue lo único que respondió el pelilila.
—¡Vegeta sufre mucho cuando tiene pesadillas! Trunks, tú no lo has visto, es horrible verlo llorar. Necesita compañía...
—Goku, lo sé—interrumpió.
—Trunks, por favor no me pidas esperar, ¡necesito saber si está bien!—alzó la voz
—Lo sé, pero no puedo hacer nada. Su teléfono está apagado, no puedo rastrearlo. No está con ninguno de nosotros, ni avisó a dónde iría. El campus es enorme, y no podemos ir de puerta en puerta preguntando si lo han visto—explicó con calma. El pelinegro bajó la mirada.
—Yo no quiero que sufra...—sus ojos se llenaron de lágrimas.
—Tengo una teoría, pero aún no tengo buenos fundamentos para sostenerla—los dos lo miraron con detenimiento, así que prosiguió—. Si recuerda todo, estando solo, sentirá un gran dolor, pero este lo orillará a buscar a alguien de gran confianza. Posiblemente a ustedes.
—¿Y si se lo toma a mal y nos odia?—preguntó el pelirrojo.
—Entonces irá con ese chico o con Goten y conmigo—ambos asintieron resignados—. Estará bien...
—¿Y si no...?
—El tiempo lo dirá.
***
(Viernes. 3:56 p.m. [horas antes])
Los miembros semierectos se marcaban en sus shorts deportivos, el de cabellera bicolor era incapaz de moverse por voluntad propia, estaba paralizado del miedo y además bien sujeto por esos chicos.
La puerta se abrió, dejando entrar a un joven castaño de cabellera en punta, con dos mechones que caían en su frente. Su cuerpo era atlético, era realmente apuesto ese muchacho. Los pendientes que colgaban de sus orejas se movían con cada paso que daba aproximándose a ellos, finalmente se recargó en una pared y los vio. Sacó aquella paleta de su boca y los miró como si fuera un niño serio pero curioso.
—¿Qué hacen?—preguntó tranquilamente, aunque en el fondo sabía la respuesta: de sólo verlos excitados y con el menor completamente asustado y paralizado sabía lo que hacían.
—Este no es tu problema, ¡vete de aquí!—exigió uno.
—Vaya, son algo irritantes... Tal parece que buscan diversión—mordió el caramelo macizo para que se rompiera en su boca y lo masticó para pasarlo más rápido.
—Niño, ya vete. Estamos ocupados—pidió otro, impaciente por consumar el acto.
—Pff, si buscaban diversión, me lo hubieran pedido a mí—les guiñó un ojo, dejándolos confundidos—. Es decir, ¿acaso les interesa este tipo? Obviamente yo estoy mucho mejor que él y no sólo eso—los miró seductoramente desde su lugar, consiguiendo que tragaran saliva y centraran toda su atención en él—también hago ciertos trabajitos mejor, ya saben...
Colocó su puño enfrente de su rostro, no completamente cerrado, a la altura de su boca. Separó sus labios lo suficiente, y su lengua la golpeó con fluidez y ritmo contra su mejilla, provocando que se marcara en su rostro en el exterior. Parecía que tenía un pene invisible en su boca al cual le hacía una excelente felación.
—Dejen al niñato y divirtámonos nosotros—pidió con un tono juguetón que acabó por enloquecer a esos chicos.
Miraron al pobre pelinegro teñido y soltaron, después se dirigieron lentamente hacia el castaño, que los veía con una sonrisa desde su lugar. Gotenks simplemente no podía creer lo que había visto, ¿acaso lo que Vegetto quería era satisfacerse a él también? Su cuerpo seguía temblando y su respiración era irregular, todavía sentía esa sensación idéntica a las pesadillas de la violación.
—Niño, ya vete de aquí y deja de estorbarnos, ¿no vez que quiero divertirme un poco?—el de cabellera bicolor notó la mirada de burla del castaño, mas no supo identificar si era falsa o no.
Torpemente y tambaleándose de un lado a otro, salió del baño, todavía en shock por el intento de violación.
—Ahora que se fue, ¿por qué no nos ayudas con estos problemitas?—dijo uno lujuriosamente en su oído, luego lo tomó del hombro y empujó fuertemente hacia abajo para que se arrodillara.
—Claro que les ayudaré a bajar eso—le guiñó nuevamente el ojo. Luego empezó a reír disimuladamente al tenerlos frente a él, acariciándose sobre la ropa a modo que sus entrepiernas estaban a la altura de su rostro. Después se dejaron de tocar incitándolo a que él hiciera el trabajo—. Sí que son estúpidos.
Y sin más, los golpeó rápidamente a los tres en esa zona prohibida sin que pudieran reaccionar a tiempo, inmediatamente se dejaron caer al suelo con sus manos en su entrepierna quejándose del gran dolor que sentían, incluso peor de romperse todos los huesos.
Vegetto se puso de pie y sonrió con burla.
—Les dije que les ayudaría a bajarlo, pero no les dije cómo—empezó a reír—. Gracias por todo chicos, me divertí mucho.
Salió despacio del baño, colocó sus brazos detrás de su cabeza y atravesó el pasillo. Vio al de cabellera bicolor recargado en una pared, sus brazos cruzados sobre su pecho parecían más un autoabrazo que de molestia, y su rostro mostraba todavía miedo. Se acercó a él, y ya estando delante acarició su mejilla. Su piel estaba fría en esa zona, acarició su brazo y comprobó que no sólo la piel de su cara estaba en esa temperatura, sino todo su cuerpo.
Se quitó su chaqueta azul con detalles naranjas y lo tomó de los hombros, para atraerlo a sí y abrazarlo. Sintió que era correspondido rápidamente, el cuerpo tembloroso del chico se aferraba a él. Pasó su chaqueta por los hombros del pelinegro sin separarlo de sí y le colocó el gorro, para que se sintiera un poco más protegido. Acarició su espalda.
—Vamos a mi habitación—pidió al sentirlo sollozar.
Cuando Gotenks se separó, lo ayudó a ponerse las mangas del suéter. Después se colocó a su lado y lo hizo rodearlo por un hombro con su brazo, mientras que él pasaba su brazo por su cintura. Caminaban a paso lento, el pelinegro únicamente veía hacia abajo, dejándose guiar por el castaño, quien ocasionalmente lo miraba de reojo.
Subieron al piso siguiente y el de cabellera en forma de flama se detuvo a cubrirse el rostro con ambas manos. Vegetto lo observó unos segundos, se veía demasiado afectado por lo sucedido. En un rápido movimiento lo cargó en sus brazos, un brazo atrás de su espalda y otro en las corvas, como si fuera un niño pequeño que se había caído de la bicicleta.
Pero no era eso, sino que estaba asustado por algo mucho más grave que un raspón por una caída, estuvo a punto de ser violado por adolescentes con las hormonas alborotadas. Llegó hasta su habitación y suspiró después de entrar. Lo dejó sobre su cama y lo arropó bien para que adquiriera calor en su cuerpo.
El castaño abrió una pequeña nevera que estaba en una esquina de la habitación y sacó una lata, la abrió y bebió su contenido.
—Gracias—alcanzó a escuchar por parte de él. Vio que Gotenks se sentaba en la cama y se recargaba contra la pared. Se sentó al centro de la cama luego de quitarse los zapatos, frente a él, viéndolo a los ojos, esos ojos llenos de lágrimas y dolor.
—No es nada...—bebió un poco de soda.
—¿Qué sucedió con esos chicos?—preguntó en susurro abrazando sus piernas y colocando su rostro sobre sus rodillas, bajando la mirada.
—Lo que es obvio, bajé su erección mientras me divertía—le guiñó un ojo—. Los golpeé, fue divertido verlos retorcerse en el suelo de dolor.
—Vegetto... ¿por qué me ayudaste a pesar de cómo te traté esta mañana y de lo que dije?—preguntó y levantó la mirada para verlo.
—Já—soltó burlón, dejando nuevamente al aire su actitud molesta—. ¿Me crees un maldito?
—No, pero creí que tal vez lo harías—el castaño sonrió.
—No, la verdad no...—se terminó la soda y arrojó la lata a una esquina, consiguiendo que cayera en el bote de basura—. Algo importante aquí es que tienes que hacer la queja formal, directamente con la directora...
—No me siento capaz de hablar de ello—sus ojos se llenaron de lágrimas nuevamente.
—Entiendo—tomó la almohada aprovechando que no la necesitaba y metió su mano en la funda. Sacó una paleta en forma de corazón y le quitó la envoltura, la metió con un poco de fuerza en la boca del pelinegro—. Iré yo, además también me involucra por haberlos golpeado. Puedes quedarte aquí, no me molesta. Si quieres algo de la nevera sólo tómalo...
***
—No puedo creerlo—se cubrió la boca con su mano y cerró los ojos.
—Él está en mi habitación, sigue algo alterado por lo ocurrido. No sé usted, pero yo creo que lo mejor es dejarlo descansar, él no es capaz de abordar el tema en estos momentos—ella asintió.
—Sí, gracias, Vegetto—extendió su mano y la estrechó con el menor—. Me encargaré de esto.
—Gracias, directora. Iré con él, necesita compañía.
***
—Sigues aquí...—susurró después de adentrarse en la habitación. Se quitó la playera blanca que llevaba puesta, dejando al descubierto su bien formado cuerpo, la cambió por otra limpia sin mangas color negro.
—En un rato me voy, no te preocupes—comentó, pero su voz se escuchaba lejana, como si estuviera ido.
—Pasa la noche conmigo si eso te hace sentir mejor—se bajó los jeans de mezclilla y se colocó un pants deportivo, sin importarle el estarse casi desnudando frente al pelinegro.
—Sí, gracias—bajó la mirada y nuevamente abrazó sus piernas.
—¿Sabes? Me sorprendió tu reacción, fue, ¿cómo decirlo? Inusual—abrió la nevera y rebuscó en su interior, intentando localizar algo que se le apeteciera.
—Hace tiempo me violaron—confesó. El castaño se quedó estático en su lugar y volteó a verlo lentamente.
—¿Qué?—fue lo único que alcanzó a decir.
—No lo recuerdo, tengo amnesia. Sólo recuerdo de unos meses atrás... Pero esto está en mi memoria, comencé a recordarlo en sueños yo... todas las noches lo vivo en pesadillas—explicó. Empezó a sollozar—. Lo que esos tipos intentaron hacerme hoy me hizo recordar todo y no...
Lloró y dejó inconclusa la oración, el castaño se sentó a un lado de él y besó su frente. Eso lo desconcertó.
—Llorar nunca ha solucionado nada—limpió sus lágrimas—. Ya relájate. ¿Y qué si esos tipos pensaron con su otra cabeza? Ahora estás bien, aquí nadie te lastimará, menos si yo estoy contigo, ¿de acuerdo?—el de cabellera bicolor sólo se le quedó viendo a los ojos, luego desvió la mirada algo sonrojado.
Vegetto aprovechó su calma para regresar a la nevera y sacar dos empaques congelados, envolvían algo con un papel encerado color blanco. Le pasó uno a Gotenks y se sentó a su lado nuevamente.
Era una paleta de hielo compuesta de fresas con crema, muy agradable a la vista. Al probarlo sintió el delicioso sabor de las fresas dulces en su paladar, y la consistencia perfecta de la crema con un ligero toque a vainilla.
—Te gusta mucho la fresa, ¿no?—preguntó ya calmo, saboreando aquel postre.
—Sí—mordió la paleta, manchándose de ese líquido blanco ya derretido por las comisuras de sus labios, además de que había goteado en su ropa.
—Vegetto, ¿delatarás que pasé la noche con Gogeta?—preguntó seriamente.
—Mmm... no, Gog se ha esforzado mucho, no soy capaz de provocar que lo despidan. Aunque ya no me habla, es mi amigo.
—Está bien...—bajó la mirada y siguió comiendo.
Luego de un rato en silencio, el de cabellera bicolor volvió a hablar.
—Entonces, ¿qué somos a partir de ahora?—preguntó refiriéndose al trato tan contradictorio que estaban teniendo respecto a esa mañana.
—Amigos, supongo—tomó su mano y entrelazó sus dedos.
—Vegetto, de nuevo te agradezco lo que hiciste por mí...
—Ya, no fue nada—terminó la paleta y arrojó el envoltorio en la basura. Alguien tocó a la puerta, así que el castaño fue a abrir.
—Hola, Vegetto—saludó esa persona.
—¿Black?, ¿qué quieres? Estoy ocupado en algo.
Por un momento pareció que el chico desvariaba en pensamientos, después desvió la mirada sonrojado.
—Perdón, no sabía que estabas con alguien. Te llamo mañana. Adiós—rápidamente se alejó de ahí. El chico de pendientes miró desconcertado eso y cerró otra vez.
—Bah, es un idiota. ¿Qué le pasa?—murmuró. Después vio que el de cabellera bicolor hizo el mismo gesto, desviando la mirada con un tierno sonrojo adornando sus mejillas—. ¿Tú también? ¿Qué rayos te ocurre?
—Es que... parece otra cosa—el chico abrió un cajón y sacó un espejo para verse, en ese momento se percató de que también tenía manchas de líquido blancuzco en su pants.
—¿Qué? ¿Parece semen?—preguntó con tranquilidad, el otro sólo pudo sonrojarse más—. ¿A poco te da pena que diga que parece que le hice una felación a alguien?
—Ya, límpiate—pidió.
El castaño se acercó, demasiado, estaba ahora a pocos centímetros de su rostro, incluso sus respiraciones se mezclaban. El de cabellera en forma de flama no podía estar más nervioso.
—Tal parece que piensas ciertas cositas—dijo en tono juguetón. Tomó la mano de Gotenks que sostenía la paleta y lamió aquel postre helado, cerrando los ojos mientras movía su cabeza de arriba hacia abajo. Después se separó, dejando un hilillo de saliva y crema uniendo su boca con el dulce frío todavía—. No te emociones, no eres de mi tipo.
Sin más, le arrebató la paleta y se puso a degustarla como si lo hecho hace unos segundos no hubiera ocurrido. Fue ahí donde Gotenks comprendió un poco lo conversado con Gogeta; y no sólo eso, notó que Vegetto era muy seductor, a tal punto que podría llevar al cielo a cualquiera. Pero también hacerlo aterrizar de golpe y en caída libre de un segundo a otro.
—No te preocupes, tú tampoco eres de mi tipo—limpió su boca con su puño.
—Sólo lo dices porque sabes que no eres digno—comentó en tono presuntuoso, Gotenks sólo empezó a reír.
—Y según tú, ¿quién es digno?—el castaño levantó la mirada con gran orgullo.
—Nadie—eso hizo que riera más.
—Eres muy presumido—dejó de reír pero no borró su sonrisa—. Aun así me agradas.
—¿Y por qué no debería agradarte? Soy inteligente, audaz, fuerte, apuesto, divertido, el rey y dueño de todo, el más popular. O sea, es un honor que yo te hable—eso hizo que volviera a reír.
—Tienes una actitud detestable, pero un gran corazón, Vegetto—sonrió un poco—. ¿Entonces puedo quedarme?
—Si no te molesta compartir colchón conmigo, adelante—se limpió en su pantalón los residuos de la crema derretida.
—¿Por qué sólo hay una cama?—preguntó mirando el espacio vacío al otro lado de la habitación.
—Porque, al parecer, el tipo que antes estaba aquí, hace como dos años, fumaba y bebía. Se quedó dormido, la colilla de cigarro seguía encendida, ardió en llamas la cama. Cuando despertó salió asustado, no sabía cómo reaccionar por su estado alcoholizado... Hasta que alguien consciente notó el humo y entró con un extintor a apagar todo—empezó a reír—. Lo expulsaron.
—¿La cama se quemó completamente?
—No, pero sí se dañó mucho y eso significa mucho riesgo, así que la sacaron y pintaron las paredes nuevamente. Afortunadamente no hubo daños en la estructura de la habitación. Fin.
—Sigo sin saber por qué no hay cama—el castaño volvió a reír.
—Estamos en el tercer piso, ¿quién va a estar dispuesto a subir una cama hasta acá? Por eso prefirió la directora que fuera individual.
—Entiendo...—suspiró y miró el techo.
—¿Sigues pensando en eso?—arqueó su ceja.
—Es inevitable—volvió a verlo—. El chico que vino, ¿era Black?
—Sí. ¿Lo conoces?—el pelinegro asintió.
—Fui a una fiesta con él y terminé ebrio.
—¿Y te llevó a la cama?—sonrió burlón.
—Más bien yo quería llevármelo a él—Vegetto soltó una carcajada—. Pero al final sólo me fui.
—Es su táctica—el otro lo miró confundido—. Te lleva a una fiesta, te hace jugar beer-pong y ya que estés ebrio te lleva a la cama.
—¿De verdad? Porque dijo que era virgen—el castaño volvió a reír.
—Y lo es. Principalmente porque a todo ebrio le da sueño—Gotenks entendió a qué se refería.
—¿Y por qué te buscaba?
—Bah, no lo sé...—frunció el ceño—. Supongo que para invitarme a salir. Lo ha hecho a diario desde que lo conocí.
—Y lo ignoras porque...
—Porque él no me merece—sonrió.
—Jajaja, eres único.
—Lo sé.
***
Vegetto dormía de lado cerca de la orilla de la cama, mientras que Gotenks reposaba acostado boca arriba, a una prudente distancia del castaño. Ambos dormían, sus rostros se podían apreciar por la escasa luz de la Luna que entraba por la ventana.
—Mgh, no...—dijo dificultosamente—. Bas...ta—parecía que le faltaba el aire por la dificultad de su habla.
Abrió los ojos y se removió alterado. Sintió una mano en su pecho, volteó y vio al castaño con un rostro de pocos amigos, algo adormilado.
—Cállate y duérmete otra vez, sólo fue una pesadilla—dijo con mal genio. Cerró los ojos y dejó de tocar el pecho del de cabellera bicolor.
Gotenks miró al chico, se veía sumamente cansado. Suspiró y cruzó sus brazos sobre su pecho, seguía alterado por lo reciente, esas manos acariciando sin pudor su cuerpo, y esas burlas por ser humillado así...
Vegetto abrió los ojos y miró al de cabello en forma de flama. Soltó aire y se apoyó en su brazo izquierdo para verlo mejor.
—¿Soñaste con la violación?—preguntó con voz calma.
—Sí... Perdón por despertarte—miró al chico, su silueta era iluminada por la luz filtrada.
—Ya, como sea, igual no me estaba gustando el sueño que tuve—lo miró con más detalle—. Abrazabas a alguien mientras dormías, ¿verdad?
—¿Eh? ¿Cómo lo sabes?
—Tus brazos están cruzados y te vez asustado, inconscientemente te estás autoabrazando—el de cabellera bicolor colocó nuevamente sus brazos a los costados, algo avergonzado.
—Sí, duermo mejor abrazando a alguien—confesó.
—Vale—se acercó a él y, estando ya muy cerca, pasó su brazo por su cintura y su pierna también la pasó por encima de él—. Ahora sí, no quiero que me despiertes a media noche con otro golpe en las costillas y palabras raras.
—¿Te golpeé?—el castaño sonrió y se incorporó, se quitó la playera, quedando su torso desnudo. Encendió la pantalla de su celular e iluminó su cuerpo en la zona de las costillas, estaba muy enrojecido.
—No me hiciste daño, pero quedará una marca durante varios días—volvió a acomodarse a su lado, sin cubrirse la piel desnuda.
—Perdón.
—Da igual, estaré bien—pasaron unos segundos en silencio—. Gotenks.
—¿Sí?
—¿Estás bien?
—¿Eh?—se sorprendió por la pregunta—. Sinceramente no del todo, pero sí.
—Bien...—suspiró—. Jeje, seré tu oso de peluche esta noche.
Se colocó encima de él, quedando completamente recostado sobre su cuerpo. Sus piernas se entrelazaban con las del contrario, y su cabeza se escondía entre el espacio entre su cuello y hombro.
—Así te sentirás más protegido—le murmuró en el oído, el de cabellera bicolor estaba completamente sonrojado.
—Sí, gracias—susurró.
—Y si eso no te sirve de motivación—bostezó—. Sólo piensa en que si alguien entra con la intención de hacerte algo, me verá y me lo querrá hacer a mí porque soy más sexy que tú—Gotenks rio, el castaño sonrió.
—Vegetto, gracias—posó sus manos sobre la cintura del aludido, quien después de eso mordió su oreja, poniéndolo sumamente nervioso.
—Cuidado con la mercancía—susurró en su oído sensualmente, él sonrió.
—Lo tendré—le siguió el juego, ya acostumbrándose a los cambios que tenía y a su narcisismo.
Y así, ambos chicos volvieron a dormir. Vegetto estaba agotado, no le costó mucho volver a caer rendido, además se sentía bien reposando sobre el cuerpo fornido del pelinegro teñido, aunque no lo admitiera él también necesitaba de la calidez de alguien.
Y Gotenks, por otra parte, sintió calma. Se sentía protegido, y sabía en el fondo que así era. Vegetto cuidaría de él, así como lo hizo ese día.
La realidad era que Vegetto no era Gogeta, por eso al despertar el trato sería rutinario, Vegetto era únicamente su amigo y, obviamente, iría a otros lugares y podría ignorarlo, tenía una vida social muy activa (al parecer) donde su agenda podría estar llena y no haber cabida para él.
Al mismo tiempo, Gogeta no era Goku. Así que... ¿cómo remplazar al pelinegro con el pelirrojo? Era imposible. A ambos los quería, pero era necesario reconocer que ninguno sustituiría al otro.
—Te extraño, Goku...—fue lo único que pensó antes de quedarse dormido.
Chapter 15: Sobrepasando la línea
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Abrió los ojos y miró al chico que dormía sobre él. Vegetto, aunque le costara aceptarlo, era muy apuesto; además tenía un estilo único: el peinado, su flequillo y los pendientes en sus orejas le daban ese toque diferente.
—¿Ya te enamoraste de mí?—preguntó el castaño en su cuello, el de cabellera bicolor se sobresaltó un poco.
—Creí que seguías dormido—admitió.
—No, llevo rato despierto—se incorporó sólo un poco para verlo con una media sonrisa—. Eres la almohada más cómoda que he tenido.
—Jajaja, ¿sólo soy digno para ser tu almohada?—el castaño cerró los ojos y sonrió con orgullo.
—Claro.
—...—dejó de reír y lentamente fue borrando su sonrisa—. Vegetto, ¿por qué no le das una oportunidad a alguien?
—Hmph—giró su rostro a otro lado—. Nadie me interesa lo suficiente.
—¿Sólo Gogeta?—preguntó tímidamente.
—Pff—volvió a verlo—. Si me quieres restregar en la cara que ahora sale contigo...
—Nada de eso—interrumpió—. Es sólo que...—se sonrojó—, eres muy guapo y me sorprende que no tengas a alguien contigo.
—Hmph. ¿Cuál es tu punto?
—Ha pasado mucho tiempo y sigues insistiendo con Gogeta. ¿Por qué simplemente no tratas de conocer a alguien más?—preguntó con calma.
Gotenks notó que el castaño sólo desvió la mirada. Aun así percibió que sus ojos se estaban cristalizando y su ceño se fruncía con impotencia.
—No es tan fácil—el de cabellera en forma de flama notó perfectamente que se reusaba a llorar frente a él, se hacía el fuerte cuando posiblemente tenía el corazón destrozado.
Lo atrajo a sí para que se volviera a recostar sobre él, pero esta vez colocó su mano en su nuca para que se sintiera abrazado. Pudo escuchar ese sollozo casi inaudible de él.
—Es molesto esto, ¿sabes? Y que no te salga con la estupidez de que me ignoró porque era un niño—el pelinegro se confundió.
—Gogeta me dijo que era por eso...
—Já, es un imbécil—se aferró a los hombros del chico que yacía debajo—. Que no se haga el idiota, aún no superaba a su ex...
—¿Su ex?—repitió, sin entender. La versión planteada por el castaño era muy diferente a la relatada por el pelirrojo.
—Sí. Su ex. Me contó mucho de su relación, mas no todo. Al parecer terminaron y el tipo se volvió un suicida depresivo, Gogeta guardó todo el peso y culpabilidad antes de mudarse al lado de mi casa—chasqueó la lengua—. ¿Y qué hizo? En lugar de permitirse avanzar y continuar su vida, se la pasaba dejándome a la sombra de su ex a pesar de mis intentos... Pasa un año y medio, dice que se va a cumplir su sueño. Y cuando por fin nos volvemos a ver, quedo ahora bajo tu sombra.
—Lo siento...—se disculpó sinceramente, sintiéndose culpable del pesar del castaño.
—Ya, que no quiero tu lástima—se removió un poco sobre él, para acomodarse mejor—. Ya acepté mi derrota, pero olvidar tardará un poco.
—Vegetto, lamento que ahora estés sufriendo...
—Como sea. Sólo hazlo feliz y estaré bien—el pelinegro sonrió.
—Así será.
—Dime, ¿ya se te pasó el trauma o necesitas que me quede más tiempo contigo? Porque es necesario aclarar que muero de hambre—el mal genio había tardado en aparecer, pero al de cabellera bicolor no le molestó.
—Sí, estoy mejor. Gracias.
—Oye, tengo una duda—se incorporó nuevamente, sus ojos ya no estaban acuosos ni tenía un rastro de lágrimas, más bien parecía que se había tragado el dolor—. ¿Qué se supone que harás si algún día estás solo? Debes superar tu miedo...
—Lo sé—suspiró—. Estoy harto de depender de los demás cada vez que tengo un problema.
—Vale—se acostó otra vez—. Como quiera, si estoy cerca te tenderé la mano.
—Gracias.
—¿Tienes planes para esta tarde?
—¿Eh? No, ninguno... ¿por qué?
—Tengo que ir a entrenar natación, pero después podemos ir a comer—propuso con tono desinteresado.
—¿Natación? Vaya, eso explica tu físico... Sí, Vegetto. Me gustaría salir contigo...
***
Gotenks abrió la puerta con lentitud, queriendo no hacer tanto ruido, esperando internamente que estuviera sola la habitación a donde entraba.
—¿Dónde estabas?—preguntó el castaño. El más bajo cerró los ojos y soltó el aire que tenía retenido, ya lo habían pillado así que no tenía caso seguir escabulléndose. Se adentró a la habitación normalmente y miró al de ojos verdes.
—Hola—mala idea, el ceño de aquel muchacho tranquilo se frunció más—. Perdón.
—¿Dónde estabas?—volvió a preguntar, ya agotando las reservas de paciencia.
—Con un amigo—se sentó en la orilla de la cama, para ser regañado debidamente por su amigo. Sabía que estaba preocupado.
—¿Por qué no avisaste?, ¿y por qué apagaste tu teléfono? Además, se suponía que ibas a ver a tus amigos...
—Intentaron violarme—interrumpió, cortando lo que el castaño decía. El más alto se arrodilló frente a él, para verlo a los ojos.
—¿Qué dijiste?
—Como lo oyes—cerró los ojos y giró su cabeza a otro lado—. Fueron tres chicos del equipo visitante. Iba pasando, me llevaron al baño y estuvieron a punto de obligarme a hacerles un oral.
—¿Qué pasó después?—le acarició el brazo para que se calmara, su respiración se había agitado un poco inconscientemente.
—Vegetto me ayudó a salir de ahí, golpeó a los chicos... Pero de verdad me sentía fatal en esos momentos—soltó aire—. Todas esas sensaciones nuevamente, acumulándose en mi interior...
—¿Pasaste la noche con Vegetto?
—Sí...
—Gotenks—se acercó y lo abrazó. El de cabellera bicolor sólo derramó un par de lágrimas, estaba superando la situación poco a poco—. Perdona, me preocupé. Creí que habrías arreglado las cosas y que te quedarías a dormir con tu excompañero, pero después vino Trunks a preguntar por ti y... de verdad me preocupé.
—¿Vino Trunks?—el castaño asintió—. ¿Vino solo o... con Goku?
—Goku venía con él—el pelinegro teñido bajó la mirada—. Gotenks, ¿cómo te sientes?
—Bien...—le sonrió al más alto—. Estar con Vegetto me ayudó mucho porque... es detestable.
—¿Eh?—inevitablemente soltó una risita al oír eso.
—Es... muy presumido y habla mucho de él, me ayudó a distraerme y no pensar en mi situación, y no sentir lástima por mí.
—De acuerdo...—seguía riéndose.
—Es alguien muy agradable cuando le hallas el modo...
—Sí, te creo... No cualquiera hace lo que él hizo—unió su frente con la del menor—. ¿Hoy sí dormirás aquí?
—No lo sé, creo que sí... Por lo pronto, quiero ducharme. Después iré con Vegetto a su entrenamiento, espero que no te moleste.
—¿Molestarme? Para nada—le sonrió sinceramente—. Me alegra que te puedas desenvolver y superar tus miedos.
—Sí, bueno. Le enviaré un mensaje a Trunks diciéndole que estoy bien... Ehm, Hiroshi, quiero pedirte un favor.
—Sí, claro. El que quieras
—No les digas lo que me pasó, lo que menos quiero es que me vean débil o que dependo de los demás, ¿sí?—el más alto entendió perfectamente sus intenciones, quería mostrarse fuerte e independiente (aunque no lo fuera en su totalidad) para que no lo subestimaran más.
—De acuerdo... Iré a traerte algo para que almuerces...
Cuando el castaño salió, el pelinegro encendió su teléfono y miró sus mensajes. Tenía tres de Trunks, ocho de Gotenks y veinticuatro de Goku. Ver eso último le sorprendió más que los demás. Decidió abrirlos en ese orden.
Trunks: Gotenks, ¿dónde estás?
¿Vendrás o cancelarás la reunión?
Gotenks, cuando mires este mensaje, ponte en contacto conmigo. Estamos muy preocupados por ti, por favor hazlo para saber que estás bien.
Goten: ¡Dijiste que vendrías! (T^T)
Oye, mi primo y Trunks están muy preocupados por ti, ¿estás bien? ¿Pasó algo malo?
Gotenks, por favor, dí algo.
¿Hola?
¡Gotenks! Por favor, me estás asustando. ¿Estás bien? ¿Sucedió algo?
¡¡¡¡¡¡¡Gooooooteeeeenksssssss!!!!!!!
?????
Por favor, llámame cuando veas esto, me estás comenzando a asustar. Espero que estés bien u.u
Goku: Hola.
Oye, sé que no lo hemos hablado, pero dejemos eso a un lado, ¿quieres? Goten está muy ilusionado en verte.
Por favor, no me ignores. No quiero que nuestra estúpida discusión llegue a arruinar este pequeño círculo de amistad que tenemos entre todos.
Gotenks, por favor. Te estamos esperando. Dime, ¿acaso es por mí que haces esto? Porque si es así estoy dispuesto a irme para que Goten esté feliz contigo.
Oye, por favor, ¡dime algo! No puedo con esta situación, no me gusta tu silencio.
Ya pasó una hora y todavía no te presentas. ¿Te surgió algún imprevisto?
Por favor, él está ilusionado con que vengas con nosotros.
¿Sabes? Goten metió dos goles, y quiere festejar la victoria.
Está esperándote... Todos lo hacemos...
¿Estás ahí?
Te conozco, sé que tu orgullo puede hacerte no doblegar e impedir que vengas con tal de no verme, pero... hazlo por él, no por mí. Por favor.
Estoy preocupado, llevas mucho sin contestar, ¿estás bien?
Te lo suplico, dime que no te pasó nada malo.
Gotenks, por favor, me estás asustando.
Por favor, aunque sea déjame en visto, pero hazme saber que estás bien.
¿Dónde estás? Para ir por ti y asegurarme de que nada te pasó.
Te lo ruego, quiero saber si estás bien.
¿Quieres que me disculpe o que te pida perdón de rodillas? Está bien, lo haré.
Yo lo único que quiero es saber que estás bien.
A pesar de todo, me preocupas demasiado.
¿La razón? Simple: te quiero más de lo que piensas.
Por eso quiero que me respondas, no soporto la idea de que te pase algo.
Por favor, responde algo.
Lo que sea, sólo quiero saber que estás bien.
Inmediatamente se sintió mal. No merecía a alguien como Goku, que se preocupara tanto por él como lo hacía hasta ahora. Maldecía lo que hizo, todo por su bocota. Tomó una almohada y la arrojó contra la pared en un intento de liberar su enojo.
Decidió responderles a los tres, algo breve, diciendo que estaba bien y que no pasó nada malo. Aunque en el fondo extrañaba tanto a su pelinegro de cabellera alborotada y deseara estar a su lado.
***
—Hola, Vegetto—saludó al chico cuando fue a tocar a su puerta—. Te presento a mi amigo, Hiroshi—señaló al castaño que estaba leyendo recostado en el suelo. El mayor hizo un ademán sin despegar la vista de su lectura.
—Sí, como sea. ¿Vendrás o no?—su mal humor no pasaba desapercibido. El de cabellera bicolor asintió.
—Adiós, Hiroshi.
Se terminó de despedir de su amigo y acompañó al castaño de cabello en punta. Caminaron por todo el campus hasta llegar a donde estaba algo parecido a un gimnasio, pero al adentrarse el pelinegro notó las albercas grandes y los trampolines, además de las gradas en toda la extensión del lugar.
—Espérame aquí—señaló un área de la grada—. Tardaré como media hora o menos en lo que me califican. Después vamos a comer.
—Sí.
El castaño se fue al área de vestidores, así que se sentó y dispuso a observar las pequeñas competencias, algunas de "carreras" y otras de clavados. A lo lejos notó a un chico conocido, decidió restarle importancia al pelirrojo teñido y esperó a su amigo.
—Toma—le entregó una maleta deportiva. Vegetto únicamente vestía ese pequeño traje de baño, dejando en todo su esplendor su cuerpo bien formado. A pesar de usar esa prenda diminuta que cubría su entrepierna, no se dejaba nada a la imaginación por lo ajustada que era, resaltando su trasero y su bien dotada entrepierna—. Te recomiendo que estés cerca del entrenador—señaló a un hombre robusto de tez clara—, ya sabes, por si sucede algo.
El pelinegro asintió y se cambió a un lugar cerca de aquel hombre. Vegetto se colocó aquella última prenda que le serviría para que su cabello no se mojara, además de que se colocó los goggles. Una vez estuvo en posición y al lado de otro chico con un cronómetro, se lanzó al agua y nadó velozmente al otro lado de la piscina, para después regresar luego de tomar impulso a su lugar original. Al llegar, se sostuvo en la orilla de la alberca y pasó su mano por su rostro para quitar el exceso de agua.
En la pantalla, que estaba en una parte alta de una pared, apareció el nombre del castaño con su tiempo, al parecer marcaba un nuevo récord. Gotenks sonrió y mostró su pulgar en señal de felicitación, el chico correspondió de la misma manera.
—Muy bien, Vegetto será quien represente a la escuela en la próxima competencia—escuchó decir al entrenador.
—¿Qué? No puede estar hablando en serio—se quejó uno.
—Por favor, entrenador. No puede hacer eso. De por sí Vegetto es muy presumido ahora no lo callaremos...
—Es mi decisión y ya está tomada. Él es el mejor en esta categoría.
—No entiendo cómo lo soporta, ¡es desesperante! Se cree la gran cosa, por eso a nadie le agrada y nadie le habla.
Gotenks no podía creerlo. Bueno, en parte sí, pero la actitud de Vegetto demostraba tenerlo todo. ¿Acaso era más solitario de lo que creía y el hecho de estar solo en su habitación también se debía a su manera de ser?
—Hola, nunca antes te había visto por aquí—dijo un chico que se acercó a él. El de cabellera bicolor reconoció la voz inmediatamente, se trataba del primero en quejarse del triunfo de Vegetto—. ¿Cómo te llamas?
—No es de tu incumbencia—respondió secamente al oír al de cabellera blanca hablarle.
—Oh, vamos. No seas así—pasó su brazo por sus hombros, lo rodeó y le dedicó una coqueta sonrisa—. ¿Viniste a ver a los ganadores? Porque si es así, estás al lado del mejor.
—¿Apoco tú te llamas Vegetto y eres el que acaba de romper el récord?—dijo burlón.
—Bah, ese tipo es un maldito, todos lo odian. Es un presumido—dijo despectivamente. El más bajo frunció el ceño.
—Lárgate de aquí, déjame tranquilo...
Gotenks intentó ignorarlo, se concentró mejor en su amigo, quien se estaba acercando con una sonrisa demasiado orgullosa a donde el entrenador. Al estar frente a él, con aires de grandeza, habló.
—¿Qué tal lo hice, entrenador?
—Excelente. Vegetto, mi decisión ya está tomada: tú representarás a nuestra escuela en la próxima competencia.
—Me lo suponía—una vez más se mostraba tan confiado y seguro de sí.
—Idiota—murmuró el chico peliblanco.
El de cabellera en forma de flama, algo harto de ese sujeto, se puso de pie y abrazó al castaño frente a todos.
—Felicidades, aunque era obvio que sería así—felicitó en voz alta, como si engrandeciera el ego del castaño.
—¿Y a ti qué te ocurre?—correspondió el abrazo y murmuró en su oído discretamente.
—El idiota me coqueteaba y se molestó de tu victoria. Eso pasa—el castaño sonrió, tomó al pelinegro de la cintura y abrazó un poco más fuerte, mirando desafiante al de cabellera blanca que había coqueteado con su amigo.
—Oye, Zamasu. ¿Cómo está eso de que te acercaste mucho a mi chico en mi ausencia? ¿Intentabas ligártelo o qué?
—Bah, ¿tu chico?—preguntó en son de burla. El castaño bajó sus manos a las nalgas del de cabellera bicolor, estrujándolas un poco bajo la mirada molesta del de ojos grisáceos. Gotenks hacía un esfuerzo sobrehumano para no sonrojarse ante ese tacto.
—¿Lo dudas?—se separó un poco del más bajo y pasó su brazo por su cintura, mientras Gotenks pasaba su brazo por sus hombros, siguiéndole el juego de la parejita feliz.
—Bah, iré a demostrarte que yo soy mucho mejor que tú. Sólo eres un tipo ordinario—se dirigió a donde antes estaba el castaño, posicionándose para dar inicio.
—Ese chico es detestable—dijo Vegetto después de sentarse.
—Ojalá se caiga—respondió Gotenks.
—Oye, ya terminé por este día. ¿Quieres ir a comer ya o quieres quedarte otro rato a desearle el mal a Zamasu?—el pelinegro soltó una risa.
—Vamos a comer algo.
—Bien, acompáñame a los vestidores. Si te dejo aquí es probable que venga a molestarte de nuevo—cargó la maleta y caminó al lado del pelinegro, se notaba una sonrisa resplandeciente en su rostro, la cual no pasaba desapercibida por el se cabello bicolor, se estaba comportando muy distinto, se podría decir que más alegre.
Ambos llegaron y el pelinegro teñido esperó afuera. Cuando Vegetto salió, caminaron por todo el campus buscando una cafetería. Entraron y se sentaron al fondo después de comprar algo de comida.
—Vegetto, tú no tienes amigos, ¿verdad?—el castaño dejó la papa frita a medio camino. Volteó a ver a pelinegro con una sonrisa burlona, clásica de él.
—Ja. ¿Qué te hace creer eso?
—Esos chicos decían que nadie te habla—el castaño borró su sonrisa lentamente, luego soltó un suspiro y frunció el ceño.
—Son unos imbéciles—el más bajo se paró de su lugar y se sentó al lado del castaño, rodeó sus hombros con su brazo y recargó su cabeza en su hombro.
—¿Es cierto?
—No me gusta la gente. Es raro que alguien me agrade.
—Entiendo—tomó una papa frita del plato del más alto y regresó a su lugar, para que no se molestara por su "compasión y lástima".
—Como sea, que hablen lo que quieran, a mí me da igual... ¿Sabes por qué?—el de cabellera bicolor, sabiendo con qué clase de cosas podría salir en ese momento, se animó a preguntar.
—¿Por qué?—sonrió y apoyó su rostro en su puño, mirándolo algo divertido.
—Me tienen envidia...
***
—Sí, lo sé. Lo siento, pasaré la noche con Vegetto, perdona que te deje solo. Te prometo que mañana sí llego a dormir...
—Está bien, no pasa nada. Ten cuidado. Que descanses.
—Adiós. Buenas noches.
El menor colgó y miró al otro chico terminando de alistar la cama. Se acercó y se recostó a su lado una vez terminó.
—Gotenks, ¿te puedo confiar un secreto?—el aludido volteó a verlo y asintió. Vegetto tomó aire y después entrelazó su mano con la del más bajo.
—Yo tenía un hermano, pero se mudó junto a mi madre cuando ella nos abandonó. Más bien mi mamá se lo llevó, sólo teníamos diez años—sonrió—. Éramos mellizos.
—¿En serio?—el castaño sacó una fotografía del cajón de la base de la cama y se la enseñó.
—Su nombre es Gojita.
—Vaya, jamás podría haber pasado por mi mente que fuera rubio de ojos verdes—el castaño soltó una risilla.
—Lo sé... No lo he visto en casi siete años—volvió a guardar el portarretratos—. Él era el amigable y social, a mí me gustaba dormir y encerrarme en mi habitación.
—Vegetto, ¿a qué quieres llegar?—el otro sólo suspiró y comenzó a quitarse los pendientes de sus orejas.
—Esa era tu pregunta, el por qué no tengo amigos. No está en mí ser amable con la gente, no me agrada ser así. Se podría decir que Gojita era la parte buena de mí.
—Entiendo—guiado por un impulso se abrazó a él—. Así de malhumorado me agradas.
—Jaja—empezó a reír—. Como sea, ven acá—de un rápido movimiento lo colocó sobre él, para que se recostara sobre sí—. Estoy cansado, ya duérmete. Y por favor, no quiero otro golpe de media noche.
—Tranquilo, no lo tendrás...
***
El lunes llegó por fin, y con él llegaron los tristes recuerdos de todo lo que había pasado en esos días. Miró a su compañero de ojos verdes que terminaba de alistarse, así que abrió la puerta.
—Me adelantaré, Hiroshi. Quiero ver si encuentro a Goten en los pasillos para disculparme personalmente.
—Sí, descuida. Te veo en clases...
***
La última clase del día por fin terminó. Estaba un poco decepcionado por no haberse encontrado con Goten para disculparse debidamente por no asistir al festejo de su victoria, y sobretodo porque Goku se veía más triste que la última vez que lo vio, pero fue incapaz de acercarse y preguntarle qué tenía. Aprovechó que todos se habían retirado de la cocina y que terminó de lavar los utensilios usados para acercarse a su maestro de gastronomía.
—Gogeta, ¿podemos hablar?—preguntó educadamente, como lo haría un alumno con su maestro.
—Claro—le sonrió—. Vamos a mi oficina—sugirió.
Ambos se dirigieron a la oficina del adulto. El pelirrojo cerró con seguro para evitar algún tipo de interrupción (por si se trataba de algo delicado) e invitó al menor a tomar asiento. Gogeta se sentó en su respectivo lugar y miró con una sonrisa tonta y enamorada al menor.
—¿Qué ocurre?—preguntó con voz dulce, se le notaba lo mucho que quería al más bajo.
—Se trata de Vegetto. Me pidió que te dijera que hoy faltó por un entrenamiento muy importante, más tarde traerá el justificante—explicó.
—¿Entrenamiento?—arqueó una ceja—. ¿De qué?
—Natación.
—¿En serio?—soltó una risita—. Es curioso porque él de pequeño tenía miedo a las albercas. Una vez casi se ahoga...
—¿En serio?—sonrió—. Aunque no lo creas ahora es el mejor. Rompió un récord de velocidad ayer en la tarde.
—¿Ahora se llevan bien?
—Es muy agradable...
—Espera, ¿hablamos del mismo Vegetto? Porque el que yo conozco es una pesadilla.
—...—suspiró—. Es complicado, sí. Pero tiene un gran corazón...
—Lo reconozco...—se puso de pie y se recargó en la orilla del escritorio delante de su silla, quedando a corta distancia—. Pero no más que tú, estoy seguro—eso lo hizo sonrojar.
—Gogeta...—susurró apenado por esas palabras.
—Gotenks, te quiero...
Se inclinó, tomó su rostro y lo besó dulcemente, saboreando un sutil sabor azucarado en sus labios. Se separó sólo unos centímetros, pudiendo compartir sus respiraciones todavía.
—Estoy muy enamorado de tus ojos...—volvió a unir sus labios. Esta vez el menor correspondió con más pasión, poniéndose de pie y pegando su cuerpo al pelirrojo—. De tus labios...—unió sus frentes—. De tu manera de ser...
Bajó su cabeza y la acercó a su cuello, para besarlo con cariño, unía sus labios con su piel en ligeros toques que lograban estremecer el cuerpo del más bajo. Gogeta lentamente dirigió sus manos a su pecho, para desabotonar su camisa a la vez que retomaba sus labios. Cuando la desabrochó, levantó con cuidado la playera interior hasta sus axilas. Bajó su rostro y pasó su lengua por sus pectorales, jugueteando en los pezones alternadamente.
Los suspiros del menor inundaron la oficina, sentía ese tacto tan placentero. Entrelazó sus dedos entre sus cabellos rojos, arqueando su espalda al sentir esas succiones en sus botones rosados.
—Perdóname, pequeño, pero siento un deseo muy fuerte de entregarme a ti—susurró en su oído.
El mayor lo tomó de la cintura y cambió de lugares, esta vez el menor se recargaba contra el escritorio, sin despegar sus labios de ese místico baile donde sus lenguas danzaban en perfecta y armoniosa melodía.
Gogeta sólo se separó para pasar su brazo por la superficie de madera y tirar algunas cosas al piso. Las mejillas de ambos estaban sonrojadas, el calor de sus cuerpos poco a poco se elevaba, su respiración se agitaba y además sentían que la ropa poco a poco estorbaba. El pelirrojo deslizó sus manos por la espalda del menor, bajando hasta su cintura, y después hasta sus nalgas. Las apretó un poco, ya excitado por la situación. De un rápido movimiento lo tomó de los muslos y lo levantó, aprovechando su liviandad, y lo sentó en la orilla del escritorio. Ahí estaban sus caderas a la altura misma.
—Te haré sentir bien—susurró y besó su hombro.
Gogeta desabrochó el botón del pantalón del menor, y bajó su cierre. Miró el bóxer azul y sonrió al notar el miembro semierecto del más bajo. Tomó su ropa interior y lo descubrió, pudiendo apreciar esa parte íntima de él.
Gotenks estaba completamente sonrojado, esas manos acariciaban su hombría con constancia, tal parecía que el pelirrojo tenía experiencia en eso. Gogeta besó la punta de su miembro, después lo metió completamente en su boca, empezando así su movimiento de cabeza con la intención de hacer sentir bien a quien alguna vez fue su gran amor.
Gotenks se hizo hacia atrás y se apoyó en sus codos. Cerró los ojos, intentando concentrarse en sus caricias, aquellas sensaciones tan placenteras lo estaban llevando a un nuevo nivel. Volvió a ver a su maestro, sólo alcanzaba a ver su cabellera roja entre sus piernas.
Sonrió tristemente de pronto. Ese no era Goku.
Intentó olvidarse del pelinegro, miró al techo y se dispuso a concentrarse en el tacto de esa lengua en su piel sensible. Pero no podía, a su mente llegaban los recuerdos de aquella tarde donde ellos dos se habían tocado por primera vez hasta llegar a un climax puro y placentero.
Cerró los ojos, queriendo pensar en otra cosa. Sin embargo, todos sus pensamientos recaían en él, como esa vez en la que lo vio por primera vez, él intentando arrojarse del puente Wiss; o esa ocasión cuando sus miradas por fin se entrelazaron cuando se presentaron en la habitación; sus pláticas, almuerzos juntos y charlas antes de dormir; o también a esos sueños donde él aparecía salvándolo antes de caer a un abismo, él tendiéndole la mano y diciéndole "te amo".
¿Cómo olvidarse de él, si en cada pensamiento él estaba? Recordó sus peleas, cuando siempre terminaba perdonándole sus idioteces, abriéndole sus brazos y dándole un fuerte abrazo y un dulce beso a pesar de sus equivocaciones.
Miró al pelirrojo, que se esmeraba mucho en darle placer esos momentos. Pensó en sus noches juntos, la manera en cómo lo había tratado ese tiempo de conocerse, sus pláticas, sus besos, la justicia con la que lo trataba... Todos esos detalles pequeños que tenía. ¡Pero volvía a lo mismo! ¡Él no era Goku! Goku ya no estaba con él, lo había lastimado tanto que no sabía si lo perdonaría ahora, y Gogeta no merecía que lo tratara de la misma manera.
Tantas dudas en su mente que nublaban su decisión, no sabía qué hacer. Si dejar al pelirrojo, cuando su única culpa era cuidarlo y quererlo, o permanecer a su lado a pesar de que su corazón le pertenecía a otra persona que ya nunca estaría más con él.
Los movimientos se intensificaron, las caricias le causaron espasmos, estaba a poco de llegar al clímax, sus suspiros no salían, los reprimía, no se sentía en libertad de disfrutar. Tenía un peso muy grande dentro de sí, una decisión que definiría muchas cosas, una carga emocional que le era incapaz de sostener y que además la culpa residía en él.
Un par de lágrimas se deslizaron por sus mejillas, una rara combinación de excitación y dolor emocional lo orillaron a que éstas salieran. A pesar del placer, estaba sufriendo.
Chapter 16: Perdonado al alma
Chapter Text
Miró nuevamente esa cabellera roja, ese hombre de ojos azules no era Goku. No era él y ni siquiera se le comparaba.
ㅡB-bastaㅡ alcanzó a decir.
Pero aquel hombre continuaba con su labor, esa palabra susurrada por el más joven no llegó a los oídos del pelirrojo. Se esforzaba tanto en aquella acción, su concentración era total.
ㅡ B-bastaㅡ repitió.
Pero de su garganta muy apenas salían quejidos. Un nudo lo asfixiaba y le impedía hablar. Miró abajo nuevamente, esto era demasiado, estaba próximo al clímax.
Gogeta aumentó el ritmo de sus movimientos al sentir sus piernas temblar. Sentía una satisfacción enorme al tenerlo ahí, con él, en esa posición tan dulce, a punto de entregarle su cuerpo.
ㅡ¡Basta!ㅡ gritó. El de ojos azules se sorprendió. Levantó la mirada y vio una desgarradora imagen que lo hizo separarse unos centímetros de su intimidad.
El menor tenía un sendero de lágrimas enmarcando sus mejillas, el negro de sus ojos se veía opacado por el dolor, un dolor que le transmitió, un dolor que le pareció extrañamente familiar. Sí, esa imagen ya la había visto antes, era esa que juró nunca ser causa de que la mostrara.
ㅡNo quieroㅡdijo el menor sollozando. Gogeta lo miró unos segundos, sintiendo una opresión en su pecho.
ㅡ Perdóname, yo me dejé llevar...ㅡ intentó excusarse.
ㅡTú...ㅡhablaba entrecortado, las lágrimas seguían cayendo y las limpiaba bruscamente, a la vez que su cuerpo temblabaㅡ. Tú no eres Goku...ㅡ bajó del escritorio y, con sus piernas temblando, subió su bragueta bajo la mirada del mayor.
ㅡ Esperaㅡpidió. Lo tomó del hombro, inmediatamente retiró su mano al sentirlo estremecerse.
ㅡYo no puedo hacerlo… ㅡ seguía llorandoㅡ. Tengo que irme a buscarlo…
Los pasos torpes del menor se dirigían a la puerta. Gogeta tuvo un poco de desesperación al verlo en ese estado, no podía con la situación.
ㅡ Quédate, por favorㅡ rogó.
ㅡ¡No puedo!ㅡy sin más salió corriendo.
ㅡ¡Espera!ㅡ gritó. Pensó en seguirlo pero no fue capaz. Sólo lo observó irse desde el marco de la puerta de su oficina.
El pelirrojo mostraba un vacío en sus ojos, estaba completamente acabado emocionalmente. Ser la causa del dolor de Vegeta terminó dañándolo más que todos estos años con su ausencia.
***
Gotenks seguía temblando. Era imposible creer que hace tan sólo unos minutos estuvo a punto de tener un orgasmo, y ahora trataba de huir de una realidad. Sus pasos zigzagueantes no eran interrumpidos por alguien, los pasillos estaban vacíos, cosa que no era notada por el de cabellera bicolor porque su mirada estaba perdida en el suelo.
Seguía sollozando, su respiración agitada ya le estaba provocando un dolor de cabeza.
Pero no paraba.
A pesar de que su caminar era inestable y que en cualquier momento podría caer, no mostraba intenciones de detenerse. Se veía más alterado que en ocasiones anteriores, como cuando tenía pesadillas, o cuando aquellos chicos lo tomaron en el baño. Esta situación era diferente.
ㅡ¡Ouch!ㅡ chocó con alguien fuertemente, ambos cayeron al suelo. El único que reaccionó fue el otro chico, ya que él seguía en su tranceㅡ. ¿Gotenks? ¿Cuál es tu problema?ㅡse quejó por el contacto. Luego lo observó detalladamenteㅡ. ¿Qué pasó?
El de cabellera bicolor levantó la mirada, luego volvió a bajarla para seguir sollozando mientras se ponía de pie difícilmente. Vegetto lo imitó de una manera más veloz. Tomó sus hombros y buscó su mirada nuevamente.
ㅡ¿Qué pasó, Gotenks?
ㅡ¡Tengo que irme!ㅡ trató de soltarse, el mayor lo tomó de la muñeca.
ㅡEspera, primero quiero saber quién fue el maldito que te hizo dañoㅡ frunció el ceño al ver su insistencia en irse sin decirle qué le pasó o, mejor dicho, quién lo hirió.
ㅡ¡Déjame!ㅡse libró luego de forcejear. Vegetto lo tomó de la otra muñeca en un intento desesperado de retenerlo a su lado. Intento inútil ya que el menor se libró y salió corriendo mientras un montón de cuentas caían esparcidas por el suelo.
Vegetto observó esos cristalitos pintados, eran de una pulsera que su amigo (de acuerdo a lo que le contó) recibió como regalo de un amigo dentro del orfanato. Se arrodilló y comenzó a recogerlos, a pesar de que quería saber qué le ocurrió a Gotenks y que tuviera ese instinto de protegerlo, sabía que también debía darle su espacio. Además, si ahora a él no le importó lo que le ocurrió a su pulsera, se debía al trance, y posiblemente cuando esté estable le pesaría.
Suspiró hondo y decidió ir en dirección opuesta a donde se fue, posiblemente ahí encontraría la causa de su malestar. Después de unos segundos de caminar, vio la cocina donde tomaba clases, y al lado estaba la oficina de Gogeta. Este último se recargaba contra el marco de la puerta y tenía una mirada perdida en el suelo, combinada con una extraña mueca de culpa y angustia.
ㅡGogㅡ llamó colocándose frente a élㅡ. ¿Sabes qué le ocurrió a Gotenks?
Pero el adulto, en lugar de responder, sólo frunció el ceño y se adentró a la oficina. Pareciera que el escucharlo le molestara. Vegetto lo notó y se adentró junto con él.
ㅡ No me ignores, te hice una pregunta importanteㅡ el adulto lo miró casi furioso.
ㅡ Vegetto, éste no es tu asunto. Si tu preocupación era tu inasistencia, puedes entregarme el justificante mañana. Ahora vete, necesito estar solo.
ㅡ¡¿Cuál es tu maldito problema?! Siempre que trato de ser amable contigo me tratas malㅡ golpeó el escritorio con ambas manos, encarándoloㅡ. Ah, pero que no se trate de tu amorcito porque a él le perdonas todo.
ㅡBasta, Vegetto. No pienso aguantar tus niñerías.
ㅡ¿Niñerías? ¿Eso es lo mío?ㅡlo miró a los ojosㅡ. ¿Y lo que hacía tu noviecito a los doce años qué era?, ¿un acto de madurez?ㅡ soltó con ironía.
ㅡCon él no te metas, Vegettoㅡ demandó.
ㅡHmphㅡ cruzó sus brazos sobre su pechoㅡ. ¿Sigues defendiéndolo? Seguramente si Gotenks dice algo malo se lo perdonas.
ㅡ¿A qué quieres llegar?ㅡsu tolerancia estaba casi al límite, no soportaba esa situación.
ㅡ¡¿Qué tiene Gotenks que no tenga yo?!ㅡ frunció el ceñoㅡ. ¿Por qué él en días consiguió lo que yo me esforcé durante años en conseguir?
El menor hablaba, a pesar de que su voz se escuchaba fuerte y reclamante, el adulto sabía perfectamente del dolor que sentía el adolescente. Aunque, claro, Vegetto era muy fuerte en cuanto al carácter y llegaba a guardarse todos los sentimientos.
ㅡ¿No piensas contestar?ㅡdijo molesto al ver al de ojos azules en silencioㅡ. Hmphㅡ soltó aire y giró su rostro al lado contrarioㅡ. No vine para reclamar algo que ya me quedó claro que debo enterrar… Quiero saber qué le ocurrió a Gotenks.
ㅡSoy un monstruo.
ㅡ¿Eh?ㅡ volteó a verlo. El adulto se veía devastadoㅡ. Gog, no creo que seas un monstruo. ¿Qué pasó?ㅡdijo con voz más calma, ver así al amor de su vida le llenaba el alma de pesar.
ㅡ Crucé la línea, casi lo hago míoㅡse tomó el cabello con frustración e impotenciaㅡ. Le hice daño, casi tengo relaciones con él a pesar de sus miedos, me aproveché de la situación y… lo lastimé…
Levantó la mirada y pudo ver el rostro vacío del castaño, quien mostraba un poco de palidez tras aquella confesión.
ㅡSin importar mis esfuerzos, siempre estoy bajo la sombra de alguien más. Primero ese tal Vegeta y ahora por Gotenksㅡuna lágrima se deslizó por su mejilla, rodó limpiamente desde la comisura de su ojo hasta su barbillaㅡ. A veces me pregunto qué hice mal…
ㅡYa lo habíamos hablado, no eres tú, tú eres buen chico, con muchas cualidades…
ㅡ¡Pero no te enamoraste de mí!ㅡ alzó la voz nuevamenteㅡ. ¡¿Por qué demonios tuvo que aparecer Gotenks en tu vida?! ¿Eh? ¡Dímelo! ¿Por qué te gustó más él que yo? ¿Por qué él sí reemplazó a Vegeta y yo no?ㅡsu voz alta se asemejan a gritos desesperados.
ㅡ¡Tú no entiendes!ㅡsu tono era igual de alto, estaban confrontándose ambos por aquella situación.
ㅡ¿¡Entender qué!? ¿Que te gustan otros menos yo? ¿Que jamás seré suficiente para ti? Gogeta, dime, ¿qué tiene Gotenks que no tenga yo? ¿¡Por qué él sí pudo reemplazar a Vegeta!?
ㅡ¡Porque él es Vegeta!
…
Silencio.
El menor calló al escuchar esas palabras. Miró confundido al adulto, deseando que se tratara de locura. Pero no era así. La historia de Gotenks se acoplaba perfectamente a lo dicho por el pelirrojo. Su primer amigo resultó ser el causante del dolor de su corazón.
ㅡYo...ㅡ sonrió de medio lado mientras las lágrimas caían, esta vez ni se molestó en retenerlasㅡ. Jamás fui suficiente… A pesar del tiempo no lo olvidaste y sigues amándolo… A pesar de que te entregué todo de mí tú no lo pudiste olvidar. Dediqué tanto tiempo a enamorarte que incluso perdí el deseo de estar con alguien más…ㅡsu tono era bajo, algo quebrado. Era observado por el más alto, que estaba atónito por lo revelado y también por lo que estaba oyendoㅡ. ¿Qué haré con mis días, ahora que sé que te perdí? Hablamos sólo cuando tú estás de humor, traté de esconder lo mucho que deseaba amanecer contigo, a tu lado, para evitar molestarte pero era imposible. Me aferré tanto a ti que te convertiste en mi más grande amor. ¿Cómo se supone que te olvidaré?
ㅡ Vegettoㅡ susurró. El mayor recapacitó las palabras dichas.
Era verdad, mientras él se sumergía en su burbuja, Vegetto había estado luchando por su interés, mientras que él lo ignoraba o le decía que no tenía ganas de iniciar algo más. Lo cierto era que siempre necesitó cariño, cariño que recibió por parte de él, ese cariño y saber que era importante para alguien, pero que nunca valoró.
Trató por mucho tiempo recordar su relación muerta y pensando en mil maneras de salvarla, sin ver qué había alguien que estaba dispuesto a luchar con él todas sus batallas. Pensaba en alguien que lo había terminado, mientras que a su lado tenía a un pequeño castaño que hacía de todo para poder tener un poco de atención.
Tuvo tanto tiempo a una valiosa persona a su lado y no la supo valorar.
ㅡVegetto, yo...ㅡ colocó su mano en su hombro. El menor sólo se movió y caminó a pasos lentos hacia la puertaㅡ. No te vayas…
ㅡ¿Para qué quedarme, si tú lo amas a él?ㅡsu voz era lejana y débil, se veía muy afectado por lo discutidoㅡ. Ya me voy, haré tarea.
ㅡNo te vayas, Vegettoㅡ apenas pudo decir, un nudo en su garganta comenzaba a asfixiarlo.
ㅡTienes lo que más deseabasㅡ soltó una risitaㅡ. Yo sólo fui un estorbo, sé feliz, Gogeta.
El menor salió, lentamente, a como su dolor se lo permitía. Gogeta no dijo más, sólo sintió su alma desgarrarse por aquella manera tan dura de perder a esos dos chicos que habían marcado su vida y corazón.
***
ㅡ Goku, te noto tristeㅡ dijo Goten al ver que no había probado bocado, sólo observaba su plato con la barbilla apoyada sobre su puñoㅡ. ¿Es porque tú y Gotenks no se han reconciliado?
ㅡEstoy bienㅡ forzó una sonrisa y miró al menorㅡ. Extraño a papá y a Raditz, eso es todo.
ㅡ¿Seguro?ㅡ insistió.
ㅡ Sí...ㅡ agrandó su sonrisaㅡ. Creo que los llamaré desde el teléfono del pasillo de arriba, seguro a ellos también les agradará saber de nosotrosㅡse puso de pie y tomó su mochilaㅡ. ¿Quieres que le envíe un mensaje a papá de tu parte?
ㅡ¡Sí! Dile que nos traiga comida de contrabandoㅡdijo animadamente.
ㅡ Sí, le diré. Nos vemos después, chicos. Cuídenseㅡel pelinegro se retiró, dejando sola a esa parejita.
Sin embargo, tan sólo cruzó la puerta de la cafetería, su semblante cambió. Ya no mostraba esa sonrisa, ahora su expresión era de dolor. Ya no tenía por qué fingir, ahora desahogaría su pena. Con cada paso sus ojos se llenaban más de lágrimas, lo único que quería era terminar con todo.
ㅡ Goku, esperaㅡ escuchó detrás la voz del pelilila. Al voltear vio que venía solo. Giró nuevamente hacia el frente y siguió caminando, lloraba con cada paso debido al dolor en su pecho.
ㅡ¡Déjame! Necesito estar soloㅡ pidió antes de entrar al baño.
***
Abrazó sus rodillas sin dejar de llorar. Estaba sentado sobre el inodoro, éste tenía la tapa abajo y servía de asiento. El hecho de tener las piernas arriba provocaba que nadie notaba su estancia en ese cubículo, además de que hasta ahora no había escuchado a alguien entrar, por lo que sollozaba libremente.
Se sentía tan mal, tan sucio. Eso que estuvo a punto de hacer con Gogeta fue muy bajo. Es decir, su corazón le pertenecía completamente a Goku, y sabiendo eso casi se entrega a otra persona.
Escuchó la puerta abrirse, así que cubrió su boca para evitar emitir algún ruido. Escuchó un llanto de la persona que entró, así que con curiosidad abrió un poco la puerta del cubículo y se asomó por el espacio. Se sorprendió demasiado por ver a Goku frente a los lavabos, llorando amargamente.
Poco después entró Trunks al baño, colocándose al lado del pelinegro. Al parecer ninguno de los dos notaba su presencia, estaban muy concentrados en su conversación.
ㅡGoku, no lo hagasㅡ pidió el de ojos azules. El mayor, al girarse a él, pudo dejar que Gotenks (quien seguía escondido en el cubículo) alcanzará a apreciar sus brazos ensangrentados por las heridas recién hechas.
ㅡYa no quiero seguir, lo extraño tantoㅡ dijo con dolor.
ㅡ Goku...ㅡ suspiróㅡ. Te estás haciendo mucho daño con esta situación.
ㅡ Quiero tenerlo conmigoㅡ cubrió su rostro con ambas manosㅡ. Ya no quiero que esté enojado conmigo.
ㅡ Él no lo está, pero ninguno sabe cómo acercarse nuevamenteㅡ colocó su mano sobre su hombro.
ㅡ Quiero que vuelva conmigoㅡ el pelilila asintióㅡ. Trunks. Yo lo amo.
ㅡLo sé.
ㅡNo puedo vivir sin él, menos sabiendo que ahora está con ese sujetoㅡ miró directamente esos ojos azules y suspiró hondoㅡ. Temo que él lo lastime… no me importa perderlo si es feliz, pero que le haga daño es algo que jamás le perdonaría.
El de cabellera bicolor se sorprendió al escuchar eso. Al parecer ya sabía de su “relación” con Gogeta. Pero lo que más le sorprendió es que, a pesar de todo lo sucedido, lo único que Goku quería y deseaba era su felicidad. Un nudo creció en su garganta nuevamente tras eso. No, tal vez no merecía a ese chico pelinegro.
ㅡEstoy muy cansado...ㅡ empezó a decir con voz idaㅡ. Tengo sueño...ㅡ cerró los ojos y se recargó contra los lavabos. El pelilila, con su mano, tocó su frente.
ㅡVe a descansarㅡ sugirió. El más alto asintió.
ㅡTrunks, no quiero dormirㅡel de ojos azules lo vio un segundo y después lo estiró un poco para que empezara a caminar.
ㅡIré con Goten y le diré que te sentiste un poco mal y que por eso te fuisteㅡel de cabellera azabache afirmó con la cabeza.
ㅡAdiósㅡse despidió antes de que ambos salieran, posiblemente afuera tomarían rumbos distintos.
Cuando estuvo nuevamente solo, el de cabellera bicolor salió del cubículo. Se acercó lentamente a los lavabos y vio el rastro de sangre. Un vacío en el estómago lo llenó, y una sensación de vómito amenazaba con ahogarlo.
Lo pensó unos segundos. Si alguien entraba y veía eso, levantaría el reporte. Y si se enteraban de que se trataba de Goku, el mayor recibiría un castigo o, en el peor de los casos, una expulsión.
Con una toalla de papel limpió aquel líquido carmín, posteriormente arrojaba los papeles manchados al contenedor envueltos en otros limpios, para que no se notara la sangre. Una vez aseada esa zona, levantó la mirada y se miró al espejo.
Observó su cabello, sus raíces negras hacían presencia y formaban una línea irregular con el resto del cabello teñido en lila. Sus ojos negros resaltaban por su frialdad, se veían tristes y cansados. Miró su cuello, la última marca hecha por el pelinegro de cabellera alborotada ya había desaparecido. Bajó un poco más la mirada, hasta su clavícula, estaba muy resaltada, la delgadez de su cuerpo había aumentado estos días que estuvieron separados él y Goku.
Se veía tan triste, tan lastimado.
ㅡDebo volver…
***
Cambió la página y retomó la lectura. El lugar era silencioso, lo único que interrumpía la paz ocasionalmente era el sonido de los clavados en el agua. El castaño levantó la mirada, y notó a un chico de cabello rubio anaranjado acercarse a él. Colocó el separador en la página que leía y cerró el libro.
ㅡ Creí que no vendríasㅡ admitió el de cabellera naranja.
ㅡDijiste que era importanteㅡel rubio sonrió.
ㅡ Representaré a la preparatoria en la categoría de tercer añoㅡel de ojos verdes asintió lentamente sin despegar la vista de esos ojos color mielㅡ. Ésta última vuelta fue la selectiva…
ㅡ Felicidades, Dashiellㅡel aludido sonrió y se colocó los anteojosㅡ. Te ves mejor con gafas, ¿por qué usas los pupilentes?
ㅡUn estudio reveló que los ojos negros son más atractivos que los de color claro… así como los pelirrojosㅡel castaño rodó los ojos.
ㅡA cualquier chica le parecerías atractivo sin necesidad de que te tiñerasㅡel más alto se rascó la cabeza.
ㅡEs buen momento para aclarar que no me gustan las chicasㅡel castaño no dijo nada, sólo hizo un gesto para restarle importancia.
ㅡEso no importa. Supongo que el resultado es el mismo en hombresㅡel rubio se sentó en la grada de abajo y miró al menor seriamenteㅡ. Dashiell, ¿por qué te has estado comportando como un patán?
ㅡ También es sabido que la actitud de bravucón es más atractiva que la del chico serio e intelectualㅡel castaño soltó aire.
ㅡ¿Lo haces para impresionar a alguien?ㅡarqueó una cejaㅡ. ¿Al menos ha funcionado?
ㅡCreo que noㅡ mostró una sonrisa de medio ladoㅡ. Tú dímelo.
ㅡEspera, ¿qué?
ㅡAsí esㅡ soltó una risa burlonaㅡ. ¿Funcionó o no funcionó para atraerte?
ㅡDashiellㅡdijo seriamenteㅡ. ¿Acaso toda la farsa del chico malo fue para impresionarme?
ㅡLa respuesta es afirmativaㅡreconoció. El castaño sólo conservó su semblante de seriedad.
ㅡ¿Y la razón por la que golpeaste a Gotenks…?
ㅡEso es aparteㅡ frunció el ceñoㅡ. Me molestó que lo defendieras. ¿Acaso él era la razón por la cual no te fijaste en mí durante todo este tiempo?
ㅡ Dashiellㅡsus mejillas se sonrosaron levementeㅡ. ¿Estás celoso?
ㅡ¿Eh?ㅡsu rostro se enrojecióㅡ. ¡Claro que no!
ㅡGotenks es sólo un amigoㅡ volvió a mostrarle su semblante de seriedadㅡ. Dashiell, no pienso crearte falsas expectativas. Tú no me gustas.
El rubio torció un poco los labios y soltó aire. Miró con una sonrisa algo triste al menor antes de que este volviera a hablar.
ㅡUn bravucón no es de mi tipoㅡel más alto, al escucharlo, sólo se pudo tocar el cabello con frustración.
ㅡ¿O sea que mi intento fue un fracaso total?
ㅡMe temo que síㅡel rubio colocó su brazo sobre su rodilla flexionada y miró con una sonrisita al menor.
ㅡMe gusta verte así de serioㅡ tomó su manoㅡ. Dame una oportunidad.
ㅡ¿Eh?ㅡmiró fijamente su mano, la cual era sostenida por el mayor. Luego observó esos ojos ámbar a través de esos cristalesㅡ. No te puedo prometer nada.
ㅡY no te pido que lo hagasㅡ tragó salivaㅡ. Escucha, sé que no nos conocemos muy bien, y que debemos ver nuestras verdaderas facetas antes de iniciar algo… Pero no te miento al decirte que en verdad me atraes.
ㅡ...ㅡ sólo soltó aire y desvió la mirada.
ㅡ¿Puedo volver contigo a la habitación?ㅡ eso hizo que el menor volviera a verlo.
ㅡNo creo que sea buena idea.
ㅡPor favor, no es como si te fuera a hacer el amor esta noche. Sólo quiero volver a verte como mi compañero de alcobaㅡel castaño había adquirido un color carmín en sus mejillas tras aquello.
ㅡCreo que… creo que sí puedes volver… ㅡeso hizo que la sonrisa del mayor se ensancharaㅡ. Gotenks se estuvo quedando conmigo estos días, pero creo que puede ir con Vegetto o con alguien más…
ㅡ¿Hubo algo entre ustedes?ㅡfrunció el ceño.
ㅡ¿Aparte de amistad? Nadaㅡ respondió tranquilamente.
ㅡEspero que así haya sidoㅡel de ojos esmeralda sonrió.
ㅡNo creí que fueras del tipo celoso-posesivoㅡel más alto mostró una sonrisa ladina.
ㅡMe gusta cuidar lo que es mío…
***
Suspiró hondo y miró hacia abajo. Estar en ese balcón para reflexionar le hizo ver sus errores. Debía volver, era un hecho. No podía vivir sin Goku, lo extrañaba tanto.
Con determinación se dirigió a la habitación 93, esa donde estuvo residiendo unos días y donde se encontraba la mayoría de sus pertenencias. Gotenks lucía triste, cualquiera podía notar la depresión en la que estaba sumido el menor. Al estar frente a la puerta debida, tomó aire y abrió.
Se sorprendió mucho al ver al castaño sentado en la orilla de su cama, y a un rubio frente a él en la cama contraria. A este último le costó un poco reconocerlo, principalmente por los lentes, pero después se familiarizó con él. Además, vio la maleta, posiblemente pertenencia del rubio, a un lado de la cama.
ㅡHiroshiㅡ llamó el de cabellera bicolor.
ㅡPerdona, Gotenks. Dashiell me pidió volver, y creí que te quedarías con Vegetto…
ㅡ¿Eh? No te preocupesㅡ forzó una sonrisaㅡ. Volveré con Goku y...ㅡ tragó saliva.
Ni siquiera estaba seguro de que lo aceptaría de regreso. El sólo pensar en su situación le dolía nuevamente y le ganaban las ganas de llorar. Al sentir que sus ojos se estaban cristalizando, tomó aire y volvió a sonreír.
ㅡYa me iréㅡse acercó a la maleta donde estaban sus cosas y la agarróㅡ. Adiós…
Sin esperar algún comentario por parte de ellos salió. Gotenks, al estar afuera, dejó correr una lágrima, después la limpió y suspiró. Caminó a pasos lentos por el pasillo. Con cada paso su corazón se aceleraba más y un nudo en la garganta lo ahogaba.
¿Y si no lo perdonaba? Es decir, entendía si no quería que volviera, ¿pero el no perdonarlo? Eso sí no lo resistiría.
Por fin llegó. El momento que ansiaba posponer otro poco hasta que se sintiera listo, pero que sabía que era urgente arreglar. Y no sólo por él, sino por ambos.
Tocó la puerta dos veces. Sostenía la manija de la maleta con fuerza, estaba demasiado nervioso. Al ver que no abría, volvió a tocar. Esta vez la puerta se abrió casi al instante.
Sus miradas se cruzaron por primera vez en tanto tiempo. Esos pares de ojos negros se veían fijamente, con tristeza. Ambos veían a través de sus pupilas el dolor del otro. El de cabellera alborotada fue el primero en hablar.
ㅡHola, Gotenksㅡ saludó en voz baja, se podía escuchar la pesadez con la que hablaba. Pesadez por dolor, por angustia, por todo lo sucedido.
ㅡ¿Podemos hablar? Es importanteㅡpudo apenas pronunciar a causa del dolor en su pecho.
ㅡ Claro, pasa...ㅡ susurró. Abrió la puerta y se hizo a un lado para que entrara. El menor lo hizo, estando dentro se sentó en la orilla de la cama que, en un inicio, le pertenecía. Posteriormente Goku se sentó en la cama de enfrenteㅡ. ¿De qué quieres hablar, Gotenks?
ㅡYo...ㅡ tragó saliva y empuñó sus manosㅡ. Quiero disculparme y… pedirte perdónㅡsus ojos desbordaron rápidamente lágrimas, pero no se haría para atrás. Tenía que decir y sacar todoㅡ. Antes de que hables, sólo escucha. Sé que no es justificación, pero la razón por la cual estuve muy inestable fue porque… me siento raro… ㅡ bajó la mirada al suelo, aquel líquido salado seguía corriendo por sus mejillasㅡ. Goku, te amo. Perdona que te lo diga en estos momentos, pero así es… Sé qué tal vez no lo parece por las idioteces que he hecho, pero siempre regreso a esta conclusión…
ㅡ Gotenks, si no puedes seguir hablando, yo…
ㅡNo, déjame terminarㅡ pidióㅡ. Cuando fui a la fiesta y me besé con Black, estaba bajo los efectos del alcohol, pero casi completamente consciente, quería probarme. Y en estos días yo… yo tuve una relación con uno de mis maestros, sentí conocerlo antes y por eso acepté, porque tenía la sensación de esa historia de amor inconclusa, pero...ㅡ empezó a sollozarㅡ. Goku, yo hace unas horas estuve a punto de tener relaciones con él, me hizo un oral y lo estuve disfrutando, pero sólo físicamente, porque por dentro estaba destrozado. A pesar de la sensación de que él formó parte de mi pasado, a quién amo es a ti. Actúe como un idiota, lo sé… Goku, soy un asco…
ㅡNo eres un…
ㅡCasi me acuesto con Black, y me detuve por mí trauma… Y hoy casi me acuesto con alguien que me quiere mientras pienso en ti… Soy un ascoㅡ limpió sus lágrimasㅡ. Goku, hace unos días casi abusan de mí. Un amigo nuevo fue quien me salvó. Yo… no puedo con esto…
ㅡPero…
ㅡTe hago mucho daño por mis inseguridades...ㅡ empuñó fuertemente las manos mientras mordía su labio inferiorㅡ. Goku, la razón por la cual yo hice lo que hice, fue porque en el fondo tengo mucho miedo porque… sé que no podré reemplazar a tu novio, que jamás me podría comparar a él...ㅡ soltó aireㅡ. Eso me dolía y creo que por eso he actuado de esta manera, tratando de compensar que tú no me quieres estando con alguien que sí…
ㅡ Gotenks...ㅡsusurró. Se acercó a él y se arrodilló enfrente. Tomó sus manos y acarició su pielㅡ. Yo te quiero muchoㅡ besó su pielㅡ. Te has convertido en la persona más importante de mi vida ahora.
ㅡNo es justo para ti perdonarme tanto…
ㅡYo te quiero demasiadoㅡ repitióㅡ. Yo supuse que era la causa pero… me dolióㅡ admitióㅡ. Sin embargo, te perdono. Espero que me perdones tú también a mí por comportarme como un idiota.
ㅡGokuㅡsus ojos por fin se encontraron con los del mayorㅡ. Yo también sufrí en tu ausencia, no quiero vivir sin ti. Por favor, ya no te dañes… no cortes tu pielㅡ pidióㅡ. Por favor…
ㅡNo puedo evitarlo…
ㅡEntonces, por cada corte que te hagas, yo me haré unoㅡel de cabellera alborotada se sorprendióㅡ. No quiero verte herido…
ㅡYo...ㅡsuspiróㅡ. Ya entendí… intentaré dejarlo.
ㅡ Goku… yo… ㅡsoltó sus manos y tomó su rostro. Se acercó y lo besó. El más alto correspondió. Ese beso desesperado y ansiado por ambos transcurrió de forma lenta, tenían tantos sentimientos qué expresarse. El menor tímidamente se separó y acercó su boca a su oídoㅡ. Tómame.
ㅡ¿Eh?ㅡtragó saliva.
ㅡQuiero que tú seas la primera personaㅡel de cabellera alborotada asintió.
ㅡAntes quisiera decirte una cosaㅡel más bajo le prestó atenciónㅡ. Tú eres el amor de mi vida, sin importar nada. Yo estaré aquí para ti siempre, para cualquier cosa que necesites, ahí estaré para ti.
El de cabellera bicolor sintió nuevamente esas ganas de llorar, incluso se le escapó una lagrimilla. Volvió a unir sus labios, ambos se besaban con tanto amor que es difícil de explicar.
Gotenks se separó un poco de él y aprovechó para quitarse la playera que vestía. Goku lo imitó, quedando ambos con sus torsos descubiertos. El más alto aprovechó la posición para desabrochar el botón del pantalón del menor, posteriormente lo bajó por sus muslos y se lo quitó completamente.
Finalmente lo abrazó por la cintura y se puso de pie, cargándolo. Colocó sus manos en sus muslos para poder sostenerlo mejor. El de cabello en punta abrazó al más alto por el cuello y volvió a besarlo.
ㅡTe amoㅡdijo. Su respiración ya estaba agitada.
ㅡY yo a ti…
Pareciera que los últimos días donde tuvieron sus conflictos no sucedieron. Ambos estaban entregándose en su forma más pura.
El menor sonrió. Sus ojos estaban cerrados, profundizando su sentidos. Goku lo bajó lentamente. Cuando sus pies tocaron el suelo, comenzó a empujar al más alto hasta que llegó a la cama contraria y se sentó. Estando ahí se arrodilló y colocó sus manos en las rodillas del de cabellera alborotada.
ㅡ¿Qué sucede?ㅡpreguntó, temiendo lo que pensaba.
ㅡQuiero hacerte sentir bien…
ㅡPero…
ㅡPor favorㅡle sonrió. Sus mejillas sonrojadas y su mirada brillante llenó de dulzura al más alto. Estaba mostrando gran determinación por él. Estaba siendo valiente y superando sus miedos y el pasado.
El más bajo desabrochó el cinturón y después el botón. Bajó el zíper y descubrió un poco el área. Acarició su miembro sobre la tela de la ropa interior. Tomó aire y lo dejó completamente a la vista. Se sentía muy nervioso, pero estaba decidido. Cerró sus ojos y aproximó su boca a su entrepierna, separó sus labios e introdujo su intimidad en su cavidad bucal.
ㅡMhgㅡ apretó la sábana con fuerza al sentir ese lugar húmedo y calienteㅡ. Ahhㅡlos movimientos del menor eran constantes.
Con el paso de los minutos aceleró el ritmo, perdió la pena y se movía más rápido. Goku lo tomó de su cabellera y deslizó sus dedos por sus cabellos. Su pecho subía y bajaba, estaba disfrutando demasiado esa sensación. Ese momento era único, y no por lo carnal, sino por la persona con quién compartía ese instante. Por otra parte, el menor por fin había superado el miedo y podía hacer eso con mayor fluidez, disfrutando él también por los gemidos que escuchaba, excitándolo más, motivándolo a hacerlo de mejor manera.
ㅡVegeta...ㅡ susurró casi inaudiblementeㅡ. Mhgㅡ sintió que el menor se detuvo. Abrió lentamente los ojos, pero los volvió a cerrar al sentir una succión en la punta de su miembro. Las sensaciones acumuladas eran demasiadas, ya no resistía másㅡ. Me… corro…
Eso motivó al de cabello en punta a moverse más rápido. El más alto liberó su esencia con un gemido sonoro. Con su respiración agitada volteó a ver al menor. Se sonrojó al verlo pasar ese líquido blanco por su garganta. Le sonrió y se inclinó a él para besarlo, probando algunos residuos de su propia semilla.
Lo ayudó a incorporarse y lo colocó contra la cama, recostándolo. Acarició su pecho, deslizando sus dedos cuidadosamente. Se inclinó hacia adelante y lo besó, esta vez más pasional, sus lenguas se unían perfectamente, acariciándose en una danza majestuosa y entendible sólo para ellos.
Un sonido de golpeteos se empezó a escuchar, pero eso no evitaba que los amantes siguieran demostrándose su amor incondicional.
Besó su cuello, sus pectorales, su abdomen… Sonrió y tomó la ropa interior con sus dientes, dedicándole una mirada seductora al menor.
***
ㅡIré a dejarle sus llavesㅡ avisó antes de salir.
ㅡAjá, espero que sólo dejes sus llavesㅡ respondió cruzándose de brazos y recargándose contra la pared.
ㅡSí, lo que digasㅡ rodó los ojos y salió de la habitación.
Bueno, tenía que admitir que jamás se pensó en esa situación. Es decir, ¿acaso era el objetivo de un chico tan popular como él? Y no sólo eso, ¿ese chico en serio era tan posesivo? Una extraña sensación de atracción recorrió su columna vertebral. Sería interesante conocer más a fondo al chico de cabello desteñido.
Continuó caminando por los pasillos, hasta que llegó a la habitación que correspondía a la de Gotenks. Pudo ver a un par de chicos frente a ella, uno de ellos, el pelinegro, golpeaba constantemente la puerta, en un intento desesperado de que abrieran.
ㅡ¿Ocurre algo?ㅡpreguntó el castaño.
ㅡGoku está triste y quiero verloㅡ siguió tocando la puerta frenéticamente.
ㅡGoten...ㅡ suspiróㅡ. Una disculpa, es sólo que su primo tuvo un pequeño malestar emocional y él quiere reanimarlo.
ㅡOh… yo venía a ver si Gotenks regresó con él, olvidó sus llaves en mi habitación y…
Calló al sentir que las mencionadas llaves fueron arrebatadas de su mano. Goten la colocó en la posición correcta y la giró. Ya sin seguro, giró la perilla y abrió la puerta.
Los tres chicos se sonrojaron al ver a Goku sobre el pelinegro tenido, ambos sin camisa y en una posición que, a pesar de verlos de espaldas, era muy comprometedora. Ninguno por la impresión fue capaz de moverse.
Goku, por su parte, volteó a ver quién pudo abrir la puerta. Suspiró y acomodó su ropa para bajar de la cama y acercarse a ellos.
ㅡ¿Qué ocurre, chicos?ㅡ preguntó algo decepcionado, la llegada imprevista de ellos interrumpió su mágico momento con el pelinegro.
ㅡYo sólo venía a dejarle las llaves a Gotenksㅡdijo el castaño. Goku tomó las llaves y, al ver que nadie más pronunciaba algo, sonrió de medio lado.
ㅡGraciasㅡy sin más, cerró la puerta.
Ante eso, Goten reaccionó. Por la manera en que alzó su puño parecía que volvería a golpearla, pero la mano del pelilila lo hizo desistir en su idea. Volteó a verlo con duda.
ㅡVámonos. Necesitan tiempo a solas.
ㅡ Pero…
ㅡSe extrañaron, necesitan espacioㅡdijo el castaño antes de perderse en el pasillo, dándole la razón al de ojos azules.
ㅡ¡Trunks!ㅡlo miró a los ojos. Sin embargo, rápidamente entendió que esta vez su primo no necesitaba de él, necesitaba de Gotenks y de su amor. Suspiró y después sonrióㅡ. Quiero ver una película contigo…
***
Goku cerró la puerta con seguro y volteó a verlo. El de cabello en punta estaba completamente sonrojado, sentía tanta vergüenza por la posición en la que los encontraron.
ㅡFue incómodoㅡdijo Goku rascando su mejilla.
ㅡSíㅡ bajó la mirada. El más alto notó que la entrepierna del menor seguía despierta. Se acercó.
ㅡ¿Continuamos?ㅡse posicionó otra vez sobre él, con sus rodillas a cada lado. Lo besó dulcemente, saboreando sus labios con tanta pasión.
Con su mano tomó su miembro y acarició sobre la tela. Luego bajó su ropa interior para dejarlo a la vista. Goku aprovechó ese momento para quitarse el pantalón, quedaron los dos desnudos. El de cabellera alborotada tomó las riendas, aproximando su miembro al contrario para que se rozaran. Movía sus caderas para conseguir que ambas pieles se tocaran constantemente.
Las sensaciones comenzaron a profundizarse, sentían mucha satisfacción al tener al otro así de cerca, entregándose de forma tan pura. Cuando ambos estuvieron nuevamente excitados, se acomodó a un lado suyo y lo ayudó a flexionar un poco una pierna. El de cabello en punta entendió lo que iba a hacer, así que por iniciativa tomó a mano derecha del más alto y lamió sus dedos, humectando con su saliva perfectamente. Al estar lubricados, Goku aproximó su mano a la entrada del menor. Antes de introducir uno, se acercó a su oído a susurrarle.
ㅡIremos lento, por ti y por mí. ¿De acuerdo?ㅡel más bajo, al entender el verdadero significado de eso, asintió.
Goku no iba a hacer todo esta noche, por ambos llegarían sólo hasta cierto punto. Goku no lo forzaría a llegar al final, irían a pasos lentos para que pudiera superar sus miedos. Y no sólo los suyos, sino los de ambos.
Metió un dedo lentamente. El cuerpo del menor se estremeció, así que lo besó con dulzura, eso lo hizo reaccionar, lo hizo ver que no estaba en sus pesadillas, estaba bien, estaba con el amor de su vida. Continuó avanzando en su interior, moviendo sus dedos con constancia, simulando un excitante vaivén que enloqueció al más bajo.
ㅡMghㅡ gimió al sentir que la velocidad de sus movimientos aumentó.
Los sonidos que salían de su garganta eran acallados por los besos del más alto. El menor, al poder moverse un poco a pesar del enorme placer, tomó el miembro del más alto y comenzó a masturbarlo, disfrutando así él también ese momento. Sus bocas estaban unidas y sus pieles sudadas, se sentían ambos en un momento único donde el calmar la sed de sus carnes era en realidad calmar la sed de sus almas de unirse.
Ambos estaban próximos al clímax, así que aumentaron la velocidad de sus movimientos. Sin dejar de besarse, siguieron hasta que ambos, presas de la excitación y de la locura , liberaron su esencia a manos del contrario. Abrieron lentamente sus ojos, brillantes como estrellas, destellantes de amor.
Despacio sacó sus dedos del interior del menor, quién se permitió soltar un suspiro. Se miraron, sus mejillas sonrojadas y sus respiraciones agitadas delataban lo mucho que ambos lo habían disfrutado. Con una sonrisa tierna, Goku lo besó en la frente, ambos se sentían extremadamente satisfechos. Se sentían, ahora que estaban juntos, completos.
***
ㅡTe amoㅡsusurró en su oído. El de cabellera en punta ya estaba dormido, así que las palabras no fueron escuchadas por él.
Sin embargo, no era necesario, ya estaba seguro de que así era. Ambos se amaban con fuerza, ambos ya habían confirmado su sentir.
Ellos dos ahora eran uno solo. Y no podrían separarlos.
Chapter 17: Sin razón ni medidas
Notes:
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Chapter Text
—Buenos días, dormilón—saludó al menor que apenas despertaba.
—¿Dónde estoy?—parpadeó un poco y miró al de cabellera alborotada. Se aferró a su cuello, desconcertándolo.
—¿Qué ocurre?
—No quiero separarme de ti nunca más—tomó aire—. Sé perfectamente que gran parte de la culpa la tengo yo, pero no puedo vivir sin ti.
—Ya no nos separaremos—le dedicó una dulce sonrisa antes de abrazarlo protectoramente.
La realidad era que Goku, a final de cuentas, no se sentía completamente libre para decirle sus sentimientos. Tenía esa ligera sensación del asunto pendiente. Y sabía perfectamente cuál era. Tenía una cosa qué hacer antes de poderle decir esas dos palabras que amenazaban siempre con salir de su boca.
—Tenemos que ir a clases—el menor gruñó.
—No quiero…
—Anda, no quiero volver a estar solo en el aula—besó su cabeza—. Tú tenías a tu amigo, pero yo... yo me encontraba solo. Y no hacía otra cosa que pensar en ti.
—Perdóname.
—No te estoy reclamando, sólo te pido que vayas a clases conmigo y me alegres el día con tu presencia—le besó la punta de su nariz—. ¿Vas conmigo?
—Sí.
***
La semana transcurrió de forma tranquila, ambos chicos estaban disfrutando de su amor esta vez sin dificultades ni problemas. El haber sufrido tanto por la ausencia del otro les ayudó a reconsiderar todo antes de iniciar una discusión, por lo que los problemas se volvieron nulos.
Sin embargo, para el resto era historia diferente. Gogeta siguió dando las clases de forma normal, pero evitaba a toda costa el cruzar miradas o palabras con Gotenks, llegando al extremo de que si el menor tenía una duda con respecto a su clase, el adulto sin verlo le decía que preguntara a sus compañeros “porque ya había dado la indicación”.
Entendía perfectamente el porqué de su actuar, y aceptaba la responsabilidad de ello. Sin embargo, el disculparse no era una opción, ya que él no tenía por qué lamentar sus sentimientos. Hubiera sido peor engañarlo y estar con él cuando su corazón le pertenecía a alguien más. Y aunque fuera una opción, no solucionaría nada. Lo hecho, hecho está; y no podría cambiarlo.
Sin embargo, su principal preocupación, y no porque menospreciara a Gogeta, era Vegetto. El castaño llegaba a ser un poco rebelde, y no le sorprendería que de vez en cuando quisiera darse un tiempo libre por lo hastioso que podían ser las clases para él, ya que de cocina sabía suficiente por las enseñanzas de Gogeta, ¿pero faltar a clases una semana entera? Eso era mucho incluso para él.
Quería pensar que el chico se encontraba entrenando para su futura competencia, pero en el fondo le parecía muy extraño. Incluso estaba considerando el ir a verlo a su habitación para cerciorarse de que estuviera bien.
En estos momentos se encontraba hablando con Hiroshi en la cafetería a la vez que almorzaban, distrayéndose un poco de esa inquietud que tenía desde hace rato.
—Me alegra que hayan solucionado todo. Por favor, haz que duren las cosas así—mencionó el castaño antes de meter una papa frita en su boca.
—Sí, lo haré...—sonrió un poco burlón—. ¿Cómo te va con la cerecita desteñida? Sabía que le gustabas.
—Bah, es muy molesto—jugó con la pasta con su tenedor—. Es un completo posesivo, celoso, manipulador… Anoche yo leía mientras él estudiaba, cuando terminé me acomodé para dormir, y cuando él terminó de estudiar invadió mi cama. Me abrazó toda la noche con fuerza, aún tengo sus manos marcadas en mi abdomen.
—Y aun así te gusta…
—...—soltó aire—. Sí… Pero no se lo digas porque es capaz de creerse más y no soltarme…
—Jajaja—le dedicó una sonrisa—. Me alegro por ti…
—¡Gotenks!—un pelinegro llegó corriendo y lo abrazó—. Me alegra verte.
—Hablando de asfixiar con abrazos...—comentó el castaño—. Bueno, me voy. Dash quería que lo viera en su práctica de natación.
—¿Eh? ¡No!—el pelinegro soltó al de cabellera bicolor y corrió al otro lado de la mesa para aferrarse al castaño—. Tú eres amigo de Gotenks y también serás mi amigo, así que no huyas de mi amistad.
—Goten, no molestes al muchacho—dijo el pelilila llegando con ellos, a su lado se encontraba Goku que, al ver al de cabello en punta, se acercó a él para darse muestras de cariño disimuladas—. Suéltalo...
—¡No!
—Oh no...—susurró Gotenks al ver una figura en la puerta de la cafetería, cuya persona emanaba un aura asesina. Y eso no era lo peor de todo, ese chico veía fijamente en su dirección. Y por si fuera poco, empezó a acercarse.
—Ejem, ¿podrías soltarlo?—pidió sin ocultar su molestia.
—¡No!—como si fuera una provocación, Goten subió las piernas y con ellas apresó más el cuerpo del chico.
—Escucha… quiero que lo sueltes de una vez, Goten, ¿está claro?—pidió quien era su capitán de equipo de baloncesto.
Pero el menor, en lugar de obedecer, le mostró su lengua al de cabellera naranja. Éste frunció el ceño y, antes de tomar bruscamente al pelinegro, el pelilila tomó su hombro, calmándolo.
—Goten—lo abrazó por detrás, luego lo estiró—. Anda, suéltalo.
—Ay—lo soltó y cruzó sus brazos mientras su novio lo apresaba por detrás.
—Goku—llamó al de cabellera alborotada—. Debemos irnos ya. Gotenks, disculpa el que tengamos que irnos y te dejemos estos días solo.
—Está bien—le dedicó una sonrisa sincera—. Entiendo que es tu trabajo ir a esa junta, y me alegra que Goku y Goten te puedan acompañar y ver a su familia.
—Adiós...—lo abrazó fuertemente, causándole un sonrojo después de ser besado en la mejilla—. Llámame si necesitas algo.
—Sí—permanecieron unos segundos más así hasta que se separaron y los tres salieron de la cafetería. El de cabellera bicolor soltó aire y miró al castaño, que era sostenido de los hombros por el pelinaranja—. Hiroshi, ya me voy. Iré a vera Vegetto.
—¿Vegetto?—preguntó el de ojos color miel—. Si lo ves, ¿podrías decirle que vaya a los entrenamientos? Lleva una semana sin ir y ya están reconsiderando que sea el representante en la competencia…
—¿Él no ha ido a entrenar?
—No…
—Eso significa que algo anda mal—miró a los chicos—. Debo irme ya.
Algo angustiado salió deprisa. Esto era malo, Vegetto tenía un orgullo enorme que le impediría faltar a algo tan importante como lo era el superar a un fastidio como lo era Zamasu, nunca permitiría que él lo sustituyera. Entonces, ¿qué provocó un descuido así en el chico?
Tenía en su mente un recuerdo que realmente lo atormentaba. El día que casi tenía relaciones con Gogeta, se cruzó con Vegetto en el camino. Lo único que podía esperar era que el castaño haya ido a la oficina del pelirrojo y hayan discutido. Entonces sí entendería perfectamente la reacción de Vegetto, ya que amaba fuertemente a Gogeta y éste ni siquiera era amable con él.
Llegó por fin a la habitación del castaño, tocó la puerta con su puño y esperó a que abriera. Cuando por fin se abrió, interpuso su pie para que no volviera a cerrarla.
—¿Qué quieres Gotenks?—preguntó. Sin embargo no sonaba como el chico arrogante que era, sino como una persona lastimada que aguantaba el llanto.
—¿Qué te pasa?—preguntó con preocupación. El castaño soltó aire y dejó de forcejear, le permitió pasar y se sentó en la orilla de su cama viendo al suelo.
—Gotenks, no me pasa nada—su voz sonaba ida—. Sólo quiero estar solo…
—Vegetto...—se sentó a su lado y lo abrazó. El castaño no resistió y, pese a sus ojos irritados y enrojecidos, empezó a llorar nuevamente, esta vez aferrándose al cuerpo de su amigo.
—¡Es Gogeta!—apretó la playera del más bajo entre sus manos empuñadas—. No importa lo que haga, ni cuánto me esfuerce, jamás logré que me quisiera. Yo sólo soy un estorbo, una molestia para él…
—Algún día encontrarás alguien que…
—¡Para ti es fácil decirlo!—alzó su voz—. Tú ya tienes a alguien que te ama, y Gogeta te quiere a ti. Aunque terminaras con tu novio habría alguien más esperándote…
—Vegetto...—soltó aire y acarició su cabellera—. Tienes razón no lo entiendo completamente, pero sí la mitad. Goku tuvo un novio antes que yo, y, como tú con Gogeta, creí que jamás lo superaría. Entiendo que estás sintiéndote mal por mi culpa, es decir, ya sufriste por el recuerdo que tiene de alguien y la única oportunidad que se da para enamorarse nuevamente de alguien más la utiliza en mí, alguien que jamás podrá corresponderle porque su corazón quiere a alguien más...—besó su cabeza, haciéndolo estremecer por la calidez y afecto—. Primero su novio y ahora yo…
POV Vegetto
Inevitablemente trago saliva tras escuchar eso. Gotenks perdió la memoria, eso quiere decir que no recuerda que él y Gog… Me siento de pronto mal, no sé si decirle lo que Gogeta me confesó, tal vez la información le caiga mal y tenga un colapso nervioso. No puedo hacerlo… Es mi amigo.
Já, vaya suerte la que me cargo. Quién diría que estoy abrazado al culpable de que perdiera a Gogeta en dos ocasiones… Jamás podría creer que esa persona, quién fue causante de mal trato por parte del amor de mi vida, de causarme un dolor y muchas lágrimas se convirtiera en mi mejor amigo.
No puedo enojarme con él, no tiene la culpa de nada…
¡La culpa la tiene el imbécil de Gogeta! Por no poder dejar de quererlo, es más que obvio que ahora es feliz con alguien más, ¡ya supéralo, idiota! Nunca estuvieron destinados a estar juntos, acéptalo de una buena maldita vez.
—Vegetto, ¿quieres tomar un baño? Puedo preparar la bañera con agua caliente para que te relajes—esta amabilidad… en serio no puedo enojarme con él.
—Sí—apenas pude decir. Inmediatamente se pone de pie y va al baño.
Siento de pronto ese vacío al sentirlo alejarse, de verdad necesitaba de alguien conmigo, que me apoyara como sólo Gojita hacía. Gotenks… Vegeta se ha convertido en una persona muy importante para mí.
—Ya está—me avisa. Voy con paso lento, de verdad me siento agotado. Sin importarme que esté aquí me desnudo frente a sus ojos y me meto al agua.
Está cálida, pero no tanto como el abrazo de alguien que te quiere y se preocupa por ti. Él mete una taza en una tina con agua que está al lado de la bañera y moja mi cabello. ¡Demonios!, nuevamente quiero llorar. Desearía que Gogeta fuera quién hiciera esto, desearía que él me quisiera y se preocupara así por mí.
—No quiero tener secretos contigo ni ocultarte cosas— suspira hondo, demasiado—. Gogeta me hizo una felación ese día. Hui porque no podía traicionar a Goku ni a ti… Pero siento que aun así lo hice.
—Una felación—repito sin ganas al sentirlo ponerme champú—. ¿Huiste llorando porque te recordó a la violación?
—Hui porque no dejaba de pensar en Goku—tal como me lo imaginaba.
—Si yo no amara a Gogeta… Me hubiera gustado enamorarme de ti.
—¿De mí?—pregunta alterado.
—Gotenks—volteo a verlo—. ¿Puedo besarte?
Fin del POV
—Vegetto...—se separó y su semblante se tornó serio—. Perdóname, pero no puedo hacerle eso a Goku—el castaño sonrió.
—A esto me refiero—hizo su cabeza hacia atrás y la apoyó en la orilla de la bañera—. Consciente eres muy fiel. Cuando peleaste con tu Goku, empezaste una relación con Gogeta y le fuiste leal. Terminaron y ahora que estás con Goku no puedes serle infiel ni por un beso—lo miró—. Por eso digo que me hubiera gustado enamorarme de alguien como tú, leal, sincero y que además se preocupe por mí. Aunque creo que sufriría igual porque tú lo amas a él, así que el resultado sería el mismo.
—Supongo que sí—masajeó con sus dedos la cabeza del mayor para que hiciera espuma—. Dashiell me dijo que el entrenador puede sacarte de la competencia por no ir a los entrenamientos.
—Tsk—chasqueó la lengua—. Nadie en mi categoría me supera.
—¿Puedes ir hoy sólo por si acaso? No quisiera saber que ponen a ese idiota con peinado punk como tu reemplazo.
—Sólo si me acompañas—susurró.
—Sí, iré contigo.
***
—Vegetto, ¿dónde estabas metido?—regañó el hombre a cargo.
—Bah, necesitaba vacaciones—respondió con ese tono rebelde que lo caracterizaba—. Sé que me extrañaron pero no es para tanto.
—Casi pongo a Zamasu en lugar tuyo.
—Sí, “casi”. Porque todos saben que soy el mejor—colocó sus brazos detrás de la cabeza—. ¿Puedo ir a cambiarme?
—Que sea rápido.
El castaño fue a vestirse con el traje de baño. Se colocó el protector para el cabello y unos goggles y se posicionó en la orilla de la alberca, al lado de otros dos chicos. El entrenador dio un silbatazo y se arrojaron al agua. Nadando velozmente llegaron al otro lado de la alberca e, impulsados con sus pies, pudieron dar una vuelta y nadar en dirección de donde venían. Cuando llegaron, en tiempos muy similares, salieron y se quitaron todas las protecciones.
—Bien hecho, Vegetto—dijo el de cabellera bicolor cubriéndolo con una toalla—. Ni parece que dejaste de entrenar.
—Es obvio. Mi talento es natural—le dedicó una sonrisa y caminó a su lado a donde estaba el entrenador.
—Vegetto—el hombre soltó aire—. No sé qué te ocurrió para que quisieras faltar de esa manera. Llamé al tutor de tu grupo y me dijo que faltaste a clases. No te pediré explicaciones, sólo te pido que reconsideres tus acciones.
—Así será, entrenador—respondió cortante—. Iré a cambiarme. Gotenks, espera aquí.
El castaño se alejó, sin embargo el de cabello en punta notó ese cambio al oír las palabras del hombre. Y es que, el tutor de su grupo, era Gogeta. Nuevamente la mención del pelirrojo causaba un revuelco en el chico. Miró hacia los vestidores, Vegetto no tardaba en salir. La puerta del vestidor estaba a un lado del baño, y frente a ambas puertas había una especie de pared que cubría a la vista externa, formando un pequeño pasillo de tres metros como máximo. Sin embargo, miró a una persona familiar por aquella zona, extrañándole debido a que, si su memoria ebria no le fallaba, ese chico no practicaba ese deporte.
—Tal vez lo mejor sea ir…
***
—Hola, Vegetto—saludó.
—Ah, Black—arqueó una ceja—. ¿Qué quieres?
—Suena como si no quisieras verme—se acercó y acarició su cabello, el castaño retrocedió un paso, sintiendo la pared en su espalda.
—Tsk, ¿cuándo he querido verte?
—Ay, Vegetto… sabes que me gustas dos veces más que lo que yo te gusto a ti.
—Ajá, dos por cero es igual a cero… Ya déjame en paz.
—Shh...—se acercó a su oído—. Escuché que te vieron llorando la semana pasada, ¿tuviste un mal de amores? Yo te ayudaré a olvidarlo.
Sin importarle el lugar en donde estaban, empezó a besar su cuello. Vegetto hizo su cabeza a un costado, dejándolo hacer lo que quisiera. En esos momentos no tenía ganas de nada, pero tal vez eso ayudaría a que olvidara a ese pelirrojo. Miró al pelinegro teñido llegar.
Gotenks, tan sólo vio la escena, frunció el ceño y se acercó, tomó a Black del hombro y lo jaló. Finalmente le dio un puñetazo en el rostro que lo hizo caer.
—¡Aléjate de Vegetto!—tomó al castaño de la muñeca y furioso lo arrastró con él.
—¿A dónde me llevas?—preguntó molesto
El más bajo no respondió, sólo siguió su camino. Luego de unos minutos llegaron a la habitación del chico de pendientes, ahí lo empujó al interior de ella y cerró con llave.
—¡¿Qué te pasa?! ¿Por qué hiciste eso? Dime, ¿acaso quieres arruinarte la vida estando con alguien por despecho?—empezó a regañar, pero calló al verlo sollozar. Soltó aire y se acercó a él para abrazarlo—. Eres mucho para él, no puedo permitir que salgas con alguien indigno—el más alto soltó una risilla entre lágrimas.
—Quédate esta noche—pidió.
—Me quedaré… Vegetto, debes empezar de nuevo aunque sea difícil—el castaño se separó y se sentó en la orilla de la cama.
—Estuve pensando en estos días cambiar un poco mi apariencia, para distraerme.
—¿En serio?
—Mi cabello—caminó hasta el escritorio.
—¿¡Te cortarás el cabello?!
—No exactamente—le extendió una cajita colorida.
—¿Tinte?
—Esperaba que me ayudaras—el menor mostró una sonrisa torcida.
—¿No pudiste escoger otro color?
—Ese es mi color favorito, además sólo durará unos días—le dedicó una sonrisa—. Será divertido ver la reacción de todos—el menor se permitió sonreír.
—De acuerdo.
***
—Yo entiendo, Goku. Tu familia te extrañaba—sonrió—. Nos vemos el martes. Buenas noches.
Colgó el teléfono y miró al castaño. Se quitó los zapatos y se recostó a su lado para abrazarlo. Gotenks muchas veces necesitó de alguien para poder estar en paz, pero ahora podía ayudar a alguien. Para él debía ser fuerte.
—¿Puedo preguntar por qué decidiste no acompañarlo?—mencionó el castaño.
—Fue decisión suya—bostezó—. Su familia conoció a su ex y no sabe cómo reaccionarían conmigo, principalmente porque su hermano sale con quien se supone es hermano de su exnovio.
—Vale, entiendo—lo miró con empatía—. ¿Te molesta esta situación?
—Sí, creo que es evidente—el castaño lo observó unos segundos.
—Hay algo más que te molesta, ¿verdad?
—Hace unos días él y yo tuvimos un… encuentro. Mientras yo le hacía un oral, él… tal vez escuché mal, de hecho estoy considerando creer que lo imaginé, pero él...—tragó saliva, el mayor sólo prestó atención a sus reacciones que eran un poco inusuales—. Él dijo “Vegeta” mientras le hacía la felación—cerró los ojos, el más alto estaba sorprendido por lo dicho, empezó a formular en su mente miles de posibilidades—. Ese nombre me resulta demasiado familiar, creo que es el nombre de su ex, tal vez me lo dijo en algún momento y no lo recuerdo, no lo sé…—sonrió vacíamente—. Espero estar equivocado, porque es horrible imaginar que pensaba en él estando conmigo.
—Gotenks, seguramente escuchaste mal o lo imaginaste, tal vez tu miedo a perderlo otra vez te está jugando una mala pasada—se aferró a él—. Quiero decirte una cosa.
—Te escucho.
—Siempre recuerda que sin importar tu pasado o tu presente, te considero mi amigo. Y te apoyaré en todo.
—Está bien...—respondió confundido. Decidió ignorar un poco el comentario extraño, empezó a hablar—. Debo admitir que me gusta tu estilo. Se ve bien tu cabello en ese color.
—Todos los colores se me ven bien—mordió el hombro del menor—. Necesito dormir.
—No tenías por qué hacer eso—se quejó—. ¿Qué harías si yo te mordiera así, eh?
—Te lo agradecería.
—¿Eh?
—¿Recuerdas la táctica de Black? Bueno, caí en ella. Fui con él a una fiesta, bebí como loco y me llevó ebrio a su habitación. En lugar de estar alegre me puse a llorar y contarle mi fracaso en el amor, sin decir nombres. Empezamos a besarnos y me separé porque empezó a tocarme. Reaccioné y me fui de ahí—chasqueó la lengua—. Se aprovecha de esa situación para acorralarme y querer besarme porque no tengo a nadie.
—Entonces si ve marcas en tu piel…
—Creerá que estoy con alguien y dejará de molestar—completó.
—Entiendo...—acercó su boca a su cuello y empezó a succionar su piel con intenciones de marcarlo.
El castaño dejaba salir uno que otro suspiro al sentir esa lengua caliente y esos dientes afilados en su cuello. Apretó con fuerza las sábanas al ser mordido en la manzana de Adán. Las marcas fueron hechas también en la parte superior de sus pectorales, para que fueran más evidentes. Cuando terminó, el más alto abrazó al menor.
—Gracias—susurró—. Será suficiente para que ese imbécil deje de molestar.
—Esperemos—empezó a reír—. Vegetto, causarás alboroto en la piscina.
—Mejor. Así se enterará más rápido—bostezó—. Buenas noches, Gotenks.
—Buenas noches, Vegetto.
***
—¿Así que Goku volverá mañana?—preguntó el castaño antes de tomar su mochila.
—Sí, está con su familia—miró a un grupo de personas que, al salir, miraban a algo o alguien afuera del salón—. ¿Qué ocurre allá afuera?
Invadidos por la curiosidad, ambos chicos salieron y miraron aquel blanco de la sorpresa de muchos. Un chico apuesto de cabello en punta color azul, usaba pendientes amarillos colgando de sus orejas, vestía una playera holgada que dejaba ver más abajo de su cuello permitiendo visualizar múltiples marcas en su nívea piel.
—Ah, Vegetto. ¿Qué haces aquí?—preguntó el de cabello bicolor—. En serio estás llamando la atención.
—Esa era la idea—le guiñó un ojo—. Hiroshi, ¿cierto? Dash está allá viendo fija y asesinamente en esta dirección—señaló una esquina al otro lado del pasillo—. Si fuera tú huiría en dirección contraria, tienes al menos diez segundos de ventaja.
—¿Huir?
—Ganó una apuesta de popularidad en su clase… En estos momentos su ego está por las nubes—lo miró con una sonrisa burlona—. Te cubriremos.
—Gracias—miró al más bajito—. Lo siento pero suficiente tengo con aguantarlo en estado normal como para soportarlo en modo engreído.
—Suerte—el castaño se fue. Y como si fuera predestinado, el chico de ojos miel se acercó a ellos.
—¿A dónde fue Hiroshi?—les preguntó.
—Dijo que iría a la piscina para buscarte.
—Bueno… gracias—algo dudoso fue a donde el peliazul le dijo.
—¿Nos vamos, Gotenks?
—Sí.
Ambos se dirigieron al aula de cocina. Todos aquellos que veían al peliazul se sorprendían por su apariencia tan extravagante y por las marcas en su piel. El pelinegro sólo sonreía raramente ante esos gestos.
—Vegetto…
—¿Sí?
—Repíteme por qué soy tu amigo.
—Porque te di el privilegio de serlo—visualizó la puerta de la cocina donde tomaban clases—. Debo superarlo, ¿verdad?
—Por tu bien, Vegetto—posó su mano sobre su hombro—. Si es para ti tarde o temprano se dará cuenta y te buscará, pero hasta que no lo sepas con certeza trata de no depender de él.
—...—le dedicó una sonrisa y entraron al aula. Inmediatamente todos lo vieron, él sólo sonrió con orgullo.
—Chicos, buenos días, el día de hoy tendremos la clase de repostería, los ingredientes están en las mesas, trabajarán en parejas hoy—el pelirrojo dejó su maletín sobre el escritorio y miró a su grupo. Inmediatamente su vista enfocó una cabellera azul, era de un chico que veía al suelo, le era incapaz mirarlo—. Pueden empezar—desvió él también la mirada al notar a Gotenks mirarlo con el ceño fruncido.
La clase transcurrió de forma normal, ambos amigos prepararon un delicioso pay de manzana y canela, evidenciando que eran muy buen equipo. Mientras lavaban los utensilios, el peliazul decidió hablar.
—Tu entrenamiento para baloncesto inicia en una hora, ¿verdad?
—Sí, ¿irás conmigo?
—No, necesito hablar con Gog y darle los justificantes—miró al menor—. Debo enfrentarlo para superarlo, ¿no?
—Sí, pero… ¿estarás bien?
—Claro, y si no...—bajó la mirada y tragó saliva—. Puedo ir a buscarte… ¿cierto?
—Sí—miró unos segundos más al más alto—. Vegetto, ¿seguro que no quieres que esté contigo?
—Gotenks, estaré bien.
***
—Vegetto, ¿qué haces aquí? La clase terminó hace una hora?—preguntó el pelirrojo en voz baja.
—Traje el justificante de hace una semana y los de la próxima. La competencia será pronto y ese día me ausentaré.
—Felicidades por tu triunfo—el menor miraba al suelo en todo momento. El hombre, algo dolido, siguió hablando—. Tu padre envió un regalo para ti, lo dejé en mi habitación porque no sabía si vendrías hoy a clases.
—Entonces mañana puedes dármelo—apretó la correa de su mochila—. Iré a mi habitación.
—Puedes acompañarme para que te lo dé de una vez—el peliazul tragó saliva.
—E-está bien…
Ambos se dirigieron a la habitación del pelirrojo. A esas horas los pasillos estaban vacíos casi en su totalidad, permitiéndoles ir con calma. O al menos eso intentaban, ambos se encontraban en una situación muy tensa que les impedía mantener una conversación. Llegaron luego de unos minutos a la habitación del pelirrojo. Vegetto entró y después Gogeta, quién buscó entre unos cajones el regalo mencionado y se lo entregó.
—¿Un libro?—preguntó antes de quitar la envoltura. Sonrió al ver el título—. Es el que quería para Navidad.
—Supongo que no quiso esperar más y por eso lo envió.
—Gracias—miró al hombre y le sonrió. Sin embargo, luego su vista se posó en un lugar particular sobre el escritorio, se trataba de una botella de licor y un vaso medio lleno—. ¿Estuviste bebiendo?
—Han pasado muchas cosas...—dijo y se sentó en la orilla de la cama.
—Supongo que perder a Vegeta por segunda ocasión—mencionó. El hombre soltó una risa sin gracia.
—Yo también pensé que esa era la razón—unas lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas—. Estuve bebiendo todo el sábado, lamentándome por lo que pasó, por lo que le hice a Vegeta…
—Lamentarte no solucionaba nada…
—Pero me hizo ver una cosa—estiró su cabello con frustración—. Cuando me mudé y trabajé para tu padre, siempre hubo un niño molesto que me sacaba de quicio constantemente, ese niño era caprichoso y era muy consentido… Sin darme cuenta fue mi soporte emocional todo ese tiempo. Cuando ese niño me decía que yo le gustaba le pedía que ya no lo hiciera, pero lo cierto era que yo siempre disfrutaba escuchar esas palabras dulces—el peliazul dejó correr una lagrima al escuchar lo que el hombre de corazón roto y alma destrozada decía, un nudo se formó en su garganta lentamente al oír eso—. Ese niño siempre estaba de mal humor, y siempre requería mi atención, pero… era tierno… Recuerdo que una ocasión por estarme pidiendo insistentemente que le preparará un postre de fresas me corté con el cuchillo, y él me regañó mientras curaba mis heridas. Me dijo que era muy descuidado, y que siempre debía llevar conmigo una bandita para emergencias. Me regaló una de sus favoritas, tenía un dibujo de un dragón verde—sacó su cartera y la abrió. Sacó un papel y se lo entregó, ahí el chico vio que se trataba del objeto recientemente mencionado—. La llevo conmigo desde ese día.
—Gog...—un nudo en la garganta le impidió hablar.
—Ese niño, cierto día, me robó un beso… su primer beso—cerró los ojos y sonrió—. Como capricho me pedía dormir con él cuando su padre trabajaba doble turno “para no sentirse solo…”—el peliazul tenía un sendero de lágrimas hasta su barbilla, atento a las palabras del mayor—. Siempre creí que Vegeta era el causante de mi dolor, que si tenía la oportunidad de tenerlo a mi lado nuevamente no lo dejaría ir y que haría lo que fuera para mantenerlo conmigo, porque sin él no podría vivir, pero...—apretó sus puños con fuerza—. Sólo podía pensar en ti estos días, no sé sinceramente desde cuándo son así las cosas, pero sin ti no puedo vivir—miró al menor—. Puedo aceptar que Vegeta ya no me quiere, ya lo acepté de la forma más increíblemente fácil. Pero no puedo aceptar el que te vayas de mi vida, Vegetto. Y menos que haya alguien contigo.
—Yo…
—¡No dejaba de pensar en ti!, ¡te necesito conmigo fastidiándome la existencia! No me veo sin ti, ¡maldita sea! Vegetto, sin darme cuenta sólo veía a Vegeta como esa obsesión...—se acercó al menor que yacía estático en su lugar—. Pero a mi corazón no puedo engañarlo—abrazó al peliazul—. No quiero verte de nuevo como esa tarde, no quiero verte llorar ni decirme que todo se acabó. No quiero verte destrozado… Sé el niño caprichoso de siempre, el que se la pasa siendo rebelde y contestándole a los adultos. El que defiende sus ideales y se cree la octava maravilla del mundo…—tomó el rostro del menor entre sus manos—. No quiero que cambies tu manera de ser…
El adulto había confesado sus sentimientos con gran honestidad, la cual se veía reflejada en su rostro y principalmente en sus ojos llorosos. Tímidamente el peliazul pasó sus manos por la espalda del mayor, abrazándolo con fuerza al oír eso que por tanto tiempo ansió y que ahora no creía que de verdad estuviera pasando.
—Gog...—empezó a gimotear—. ¡Júrame que dices la verdad!
—¡Lo juro!—abrazó con fuerza su cuerpo tembloroso—. Me di cuenta estos días sin ti… Pude haberme distanciado un par de años, pero el perderte definitivamente de esta manera no lo soporté…
Sin decir nada, el mayor cargó al menor y lo recostó sobre la cama, así pudo él acostarse a su lado y abrazarlo protectoramente, como si fuera un niño abrazando un oso de peluche muy preciado para él. Lo cierto era que Vegetto se había convertido en lo más valioso en su vida y no lo supo hasta que él decidió alejarse.
Sin embargo esta vez no cometería el error que cometió con Vegeta, esta vez no lo dejaría ir, ahora sí lucharía por él.
Cuando Gogeta perdió a Vegeta, lo convenció de continuar juntos, y por un error todo se fue al diablo. Y en lugar de intentarlo más, simplemente huyó como un cobarde siendo incapaz de luchar. Por mucho tiempo se arrepintió y juraba que si tenía la oportunidad de enmendar su error, o de luchar por él lo haría, pero ¿y si la batalla estaba perdida? Vegeta ahora le pertenecía a alguien más, a alguien que de verdad estaba dispuesto a jugarse todas las cartas por él. ¿Y qué había de él? Sin notarlo le tomó cariño a Vegetto, y descubrió su amor hacia él cuando estuvo a poco de perderlo.
Esta vez no podía dejar las cosas así, tenía que luchar por él, no le diría adiós de una forma tan fácil, tenía que dar guerra para no cometer la misma equivocación porque sabía perfectamente que si lo hacía se arrepentiría toda la vida.
—¿Quién te hizo esas marcas?—preguntó el mayor de repente.
—Gotenks—se removió entre sus brazos para acomodarse mejor—. Black no deja de molestarme, así que con esto creerá que salgo con alguien.
—Ahora lo haces...—acarició su azulada cabellera—. Ahora estás conmigo…
—Eres el otro lado de mi hilo rojo.
—¿Hilo rojo?
—Me contabas esa historia cuando era niño. “Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo rojo se puede estirar, contraer o enredar, pero nunca romper”...—tomó la camisa del mayor entre sus manos—. Eres el otro lado de mi hilo.
—Recuerdo que un día tú me amarraste un hilo de verdad y lo ataste a tu meñique—empezó a reír, el peliazul sintió sus mejillas arder de la vergüenza—. Me dijiste que eras mi destino…
—Hmph, ya cállate—se removió entre la cama y se cubrió con las sábanas.
—Tenías razón, tú eres mi destino—abrazó su cuerpo que asemejaba una oruga—. Tenía la felicidad frente a mí y no me daba cuenta.
Las horas pasaron con las dos figuras abrazadas, estar juntos pudo curar todas las heridas abiertas en sus corazones, ambos podían disfrutar de la presencia del otro como si fueran una sola alma.
—Debo irme, ya casi anochece—salió de su escondite bajo las cobijas y se puso de pie.
—Puedes pasar la noche aquí.
—Vegeta, alias Gotenks, se está quedando conmigo—tomó su mochila, la cual sin recordar en qué momento ocurrió, estaba tirada en el suelo de la habitación.
—¿Le contarás su origen?
—Él quiere saber de su vida, pero sé que si le digo lo dañaré—miró esos ojos azules con empatía—. Me ha tocado verlo teniendo pesadillas y no es algo fácil, así que quiero acompañarlo para que no se sienta solo en su batalla.
—Entonces ve, buenas noches—le sonrió y besó su frente.
—Tsk, ¿vas a besarme bien o me dejarás con ganas?—sí, la actitud arrogante había vuelto.
—Te besaré—tomó su rostro entre sus manos y unió sus labios—. Buenas noches.
—Espero mi pastel de fresas mañana.
—El mismo que te preparaba todos los martes, ¿cierto?
—Ajá—abrió la puerta—. Adiós, Gog. Sueña conmigo.
—¿Qué la expresión no era “sueña con los angelitos”?
—Tsk, es lo mismo…
***
Goku veía a través de la ventana la luna llena. Ver a su familia le había traído gran alegría y satisfacción, es decir, por fin pudo estar en paz frente a ellos. Hablar con su padre ayudaría a reducir el alcoholismo al que se había sometido desde la muerte de quien era su esposa. Y no sólo eso, Goten también ayudó a que Bardock pudiera continuar el camino y decirle adiós a Gine.
En esos momentos todos estaban dormidos, su padre en su habitación, Goten y Trunks en la de Raditz y él en la propia. Tomó un poco de aire antes de abrir por enésima vez aquel diario manchado de sangre que ya muchas veces había leído, con la excepción de que ahora podía leer páginas que en un inicio no tenía conocimiento de ellas.
—Debería decirle...—pensó, pero inmediatamente desechó esa idea. Aún tenía algo qué hacer.
Sacó su teléfono y marcó un número específico. Espero unos segundos y oyó una voz adormilada al otro lado de la línea. Se metió al baño de su habitación para evitar que alguien al otro lado de su puerta escuchara sus palabras.
—¿Goku…?
—Uub…, ¿recuerdas que pospuse el viaje?
—¿No me digas que…?
—Este viernes iré—miró al suelo y tomó aire antes de que unas lágrimas llenaran sus ojos—. Tengo que hacerlo, me dijiste que ya tenías los materiales listos, no puedo desistir ahora, debo ir.
—¿Puedo ir contigo?
—No, es muy arriesgado y es algo que debo hacer solo.
—Goku… De acuerdo, mañana a las diez a.m., frente a la malla trasera de la escuela te entregaré los boletos.
—Gracias, amigo.
—Goku, sea lo que sea que hagas, ten cuidado…
***
—Eso pasó—el peliazul terminó su relato y se acomodó mejor entre las cobijas, el menor atónito lo abrazó por la espalda, acomodándose para dormir.
—Vaya… fue inesperado—atinó a decir.
—También lo fue para mí—admitió—. Estoy cansado y mañana tengo que entrenar desde temprano.
—¿Eh? Claro, buenas noches.
El de cabellera bicolor se quedó pensando en esa situación, era demasiado pronta esa respuesta por parte de Gogeta. Es decir, no cuestionaba sus sentimientos, pero tampoco quería que Vegetto sufriera nuevamente.
Cuando notó que Vegetto estaba dormido, cuidadosamente salió de la cama y salió de su habitación. Fue a pasos firmes al último piso, tenía que hacer algo. Tocó la puerta y un pelirrojo adormilado apareció frente a él.
—Gotenks, ¿qué haces aquí?—el menor lo empujó y cerró la puerta tras de sí.
—¡Escúchame bien, Gogeta! ¡Lastimas a Vegetto y te arrepentirás!—amenazó, sorprendiendo al adulto—. Te juro que si le rompes el corazón yo seré el primero en ir con la directora a decirle personalmente que mantuvieron una relación porque tú lo obligaste, aunque él en estos momentos esté de acuerdo—el pelirrojo sonrió con ternura y se sentó en la orilla de la cama tranquilamente.
—Espero él te haya contado la historia completa de cómo me siento. V… Gotenks, fui completamente honesto on él, de verdad lo quiero y fui un idiota por no notarlo. Te juro que no quiero lastimarlo—le dedicó una sonrisa—. ¿Sabes? Vegetto no tiene amigos, es muy solitario porque así lo prefiere. Y el verte defendiéndolo así y que él también intente siempre protegerte me hace ver que tienen una muy buena amistad—el menor relajó su expresión—. Gotenks, te pediré algo similar, cuida de Vegetto, él es una persona débil por dentro. Es… un chico sensible.
—No tienes que pedírmelo—desvió la mirada—. Lo considero mi mejor amigo.
—Excelente—miró el reloj de la pared—. Será mejor que vayas a dormir, mañana tienen clases.
—Sí, adiós.
***
POV Goku
Está situación es complicada para mí, el ocultarle algo tan grande a Gotenks, a mi Vegeta, me hace sentir mal, pero es necesario. Llevo varios días considerando hacerlo y no puedo desistir en estos momentos, debo ir y arreglar este asunto de una buena vez.
No supe qué responder el martes pasado cuando me fugué de clases por ir a recoger el boleto de autobús. Simplemente le dije que quería tomar aire, es muy listo y no me creyó. Me duele que haya dejado de insistir para no presionarme, principalmente porque sé que a él le afecta que no le tenga confianza.
Pero no es falta de confianza, es que… está mal lo que haré, y no puedo dejar que se vea involucrado en esto. Menos porque sé que le dolerá, su corazón sufrirá al entender por qué debo irme y ver a… No resistiría, él no puede soportar esto. Él lleva tanto tiempo compitiendo contra una figura que acabaré por arruinar sus ilusiones.
Debo decirle algo pronto para tranquilizarlo, no puedo irme en estos momentos así como si nada. Estoy guardando las cosas que necesitaré en una mochila mientras él me ve con algo de tristeza.
No puedo ver su rostro así, me duele. Inevitablemente empiezo a contarle mi plan, o parte de él. Debo irme, debo salir sólo por esta noche, mañana o pasado volveré a su lado. Es un asunto que debo arreglar y sólo hay una forma, y debo salir hoy, debo aprovechar que la noche es joven.
Fin del POV
—Entonces... ¿saldrás esta noche?
—Sí, tengo que ir. Es muy importante—respondió en voz baja mientras veía vacíamente su mochila, la cual sólo contenía una linterna, una soga y algunas otras cosas pequeñas
—Goku, te cubriré... Pero si se dan cuenta, te podrían expulsar del instituto—advirtió.
—Lo sé pero...—sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas, y el más bajito lo notó—, tengo todavía esperanza de algo, y tengo que ir a comprobar... Si estoy equivocado, sé que no podré resistirlo y...—su voz se entrecortó—probablemente la próxima vez que sepas sobre mí será porque mi nombre estará escrito en una lápida—el menor abrió completamente los ojos ante esa declaración—. Pero estoy seguro de que todo está bien. Tú me haces ver día a día que aún hay esperanza... tú eres mi esperanza—tomó al más bajo y lo besó con cierta desesperación, no quería separarse de él, pero ese viaje nocturno debía ser realizado.
El menor no comprendía a qué se refería exactamente, pero lo único que pudo hacer fue corresponderle a esos dulces labios que lo besaban con ternura.
Poco a poco eran presas de la excitación y la pasión, no pudieron controlar su cuerpo que reclamaba por sentir al contrario.
Goku miró el reloj, había pasado poco más de una hora desde que terminó de empacar. Él y “Vegeta” habían tenido un encuentro íntimo como la vez anterior, donde el acto no se consumó en su totalidad. Miró al menor dormido luego del reciente orgasmo.
Cubrió su cuerpo con la sábana y besó su frente. Tomó su mochila y la colgó en sus hombros. Salió de la habitación y cerró, confiado en que el menor a la mañana siguiente podría abrir desde adentro.
Había analizado dónde estaban las cámaras de vigilancia y la rutina que seguían los guardias de seguridad era la misma todas las noches, por lo que cruzar todo el campus sin ser notado por alguna autoridad fue cosa sencilla. Llegó al lugar donde el martes recibió el boleto de autobús y, con unas pinzas entregadas por su amigo Uub, cortó varios alambres y la levantó. Al tratar de salir recibió varios rasguños, pero continuó hasta que estuvo afuera. Volvió a dejar la malla como estaba, tratando de que no fueran evidentes los cortes hechos.
Caminó varias calles que le eran un poco desconocidas, algo nervioso se colocó la capucha de su chaqueta y siguió su rumbo hasta su destino: la casa de Uub. Al llegar, tomó aire y se acercó al patio trasero, tal como lo habían acordado anteriormente. Lo encontró sentado frente a la puerta de atrás, algo pensativo. Al llegar el moreno levantó la mirada para verlo.
—Goku, tengo lo que me pediste—le extendió un estuche para guitarra—. Está adentro, así nadie sospechará de lo que sea que harás.
—Gracias, Uub—tomó el estuche y dio un largo suspiro—. Escucha, sé que estás preocupado, pero estaré bien…
—Espero que así sea—miró al suelo—. ¿Qué harás?
—No puedo hablar de eso…
—¿Por qué no?
—Porque no estoy seguro si lo lograré...—le dedicó una sonrisa sincera—. Tal vez deje las cosas así a último momento.
—De acuerdo, confiaré en ti pero prométeme que estarás bien.
—Es una promesa.
Cuando Goku terminó de despedirse de su amigo, fue en dirección a la parada de autobuses. Cuando abordó el correspondiente se sentó hasta el final. Iba completamente solo a excepción de la compañía del conductor. Inevitablemente empezó a llorar al ver a través de la ventana ¿En serio llegaría tan lejos sólo para comprobar una teoría? Sí, claro, era necesario. La incertidumbre lo dañaba peor que su consciencia en estos momentos.
—Dime, Vegeta, ¿por qué las cosas tuvieron que terminar de esta manera? Yo no puedo vivir sin tu calor, sin tu presencia. Yo… tengo el corazón roto por esta maldita duda. Mi alma se siente vacía y me siento perdido en la soledad, no te olvida mi corazón. No quiere comprender tu muerte, simplemente se rehúsa a aceptarlo.
>>Cada vez que estoy cerca de Gotenks mi corazón insiste en que tú y él son la misma persona, y quiero creerlo porque me estoy muriendo solo… Sin embargo, también reconozco que es un imposible, no existe la reencarnación... No es así de simple.
>>Demonios, estoy cansado de llorar tanto por lo mismo, pero es inevitable. ¡¿Por qué tenían que ocurrir así las cosas?! ¡Maldita vida! Me arrebataste a alguien, lo alejaste de mi lado. Y lo peor es que todos los días estoy con la duda de quién es ese chico que me produce las mismas emociones que tú, ¡no pueden ser la misma persona! ¡Es imposible!
Goku estaba teniendo una pequeña recaída depresiva, su mente solamente podía pensar en las posibilidades de que ese chico dulce de cabellera bicolor no era Vegeta, que Vegeta había muerto hace tiempo y que lo imaginaba con él por su parecido. Además, Goku se sentía solo, demasiado solo. Estaba muy dañado por su muerte que, pensar en que tal vez sí murió y que ese chico valiente solamente era un remplazo que lo salvaría de su soledad, era un intento desesperado para salvarse a sí mismo.
Después de unos minutos donde pudo llorar desahogándose, bajó por la puerta trasera del autobús al verse cerca de su destino. Bajó la mirada y sonrió con tristeza al haber leído “Cementerio Giru”.
—Es hora...—apretó la correa de la mochila con fuerza—. Debo hacerlo...—susurró.
Se acercó a la pared y la escaló fácilmente. Tragó saliva y saltó al interior del camposanto. Caminó por toda la orilla, esperando no toparse a ningún velador o perro en su trayecto. Estar en ese lugar le provocaba un fuerte estremecimiento en su columna vertebral, pero había tantas cosas que planteó en su mente que ahora no podía dar paso atrás.
Llegó hasta una lápida familiar y se arrodilló frente a ella, soltando unas lágrimas al leer “Son Gine”. Sacó de su mochila una rosa de plástico de un suave color rosa pastel, el favorito de su madre.
—Hola mamá...—empezó a susurrar—. Te traje esta rosa porque creí que te gustaría, yo… Agradezco a Kamisama por haberme dado una madre como tú, aunque me hubiera gustado tenerte conmigo más tiempo—cerró los ojos—. Haré algo horrible, mamá. Espero me puedan perdonar todos, pero es necesario… yo debo hacerlo...—susurró lo último.
Hizo una pequeña oración en nombre de su madre y se puso de pie. Siguió atravesando los senderos entre tumbas, algunas estaban abiertas y tenía extremo cuidado de no caer en alguna. Cuando atravesó toda la extensión del panteón llegó a las faldas de una colina. Sí, había otro camino para llegar, pero hubiera sido más tardado; además, quería visitar a su madre para poder sentir aquellas fuerzas que sólo ella le brindaba.
Comenzó a subir, era una colina empinada y muy alta, la tierra estaba algo suelta pero había muchos árboles en los que el pelinegro podía recargarse para reposar unos minutos o incluso para evitar caer. Le era complicado por lo que llevaba cargando, pero su determinación era demasiada. Pasó casi una hora hasta que por fin llegó al lugar deseado. Miró el camino formado por la falta de vegetación, era tierra lisa y plana con varias huellas de autos. Caminó al lado del sendero hasta el último lugar al que llegaba.
Con una vista privilegiada al lado de la terminación de la parte alta de la colina se encontraba una última lápida. Con tristeza se arrodilló frente a ella y acarició el nombre escrito, “Vegeta Saiyan”.
—Perdonen todos por esto…
Hizo una pequeña oración y abrió aquel estuche para guitarra. Adentro tenía una pala y un pico, las herramientas principales para su objetivo. Empezó a aflojar la tierra y después la sacó con ayuda de la pala. Recordaba perfectamente que la caja estaba muy superficial, por lo que rápidamente dio con ella.
El cielo estaba cubierto de nubes, y la oscuridad de la noche, que antes era evitada por la luna, ahora era enfrentada por la lámpara que Goku cargaba en su mochila. Las gotas de lluvia cayeron rápidamente, por lo que aquella tierra suelta se convertía en lodo que acababa de manchar su ropa.
Finalmente pudo descubrir la tapa de la caja quitando toda la tierra. Sin embargo, en esos momentos dudó. ¿Qué haría cuando se entere de la verdad? Es decir, si Vegeta seguía vivo entonces esa caja estaría vacía y la respuesta era que Gotenks era su novio. Pero si había un cuerpo adentro…
Tragó saliva y empezó a llorar, no quería pensar en eso. No podría resistirlo, sería muy fuerte para él. Sin embargo debía darle paz a su alma, debía cerciorarse de que su duda era cierta o si estaba equivocado al creer que Vegeta seguía con vida.
Había múltiples posibilidades de que Vegeta estuviera muerto, es verdad, era lo más probable. Pero su corazón gritaba siempre que Gotenks era el amor de su vida, que la similitud entre ellos no era simple coincidencia y se trataban, sin saber muy bien cómo, de la misma persona.
¿Y si no? Su felicidad se vería destruida, incluso parecería la forma perfecta de haberlo hecho sufrir, la manera más simple en que la vida podría arruinarlo y burlarse de él. La vida, Kamisama, la muerte… que Vegeta haya muerto sería la respuesta más evidente para que él sufriera la decepción más grande de su existencia, la cual podría llevarlo a la muerte de tanto dolor.
Le aterraba la posibilidad de que eso ocurriera y es que era lo más probable, ¿por qué la vida le regresaría a la persona que más amaba? Hasta absurdo sonaba.
Es más, la única cosa que le decía que Vegeta estaba vivo era su corazón, sólo él. Pero… su corazón no podía equivocarse… ¿o sí?
Con manos temblorosas tomó la cubierta de madera y la levantó, de este modo pudo ver en su interior.
Cerró los ojos y dejó que un último par de lágrimas resbalaran por sus mejillas.
—Era obvio....
Notes:
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Trataré de subir memes, videos, curiosidades acerca de mis fanfics (y procuraré dedicarle esta semana a esta historia)
¡Gracias por leer!
Chapter 18: Razones
Chapter Text
—Era obvio...—soltó un largo suspiro. Había retenido el aire por mucho tiempo debido al nerviosismo.
Y es que en esa caja sí había algo dentro, pero no aquello que le aterraba. El hecho de que el cuerpo de Vegeta no estuviera ahí significaba sólo una cosa: seguía con vida y era quien se hacía llamar Gotenks.
Sacó su teléfono y tomó una fotografía. Luego volvió a guardarlo. Goku observó unos segundos el interior, estaba adentro un sobre plástico transparente con varios papeles dentro. Con ayuda de la navaja pudo quitar el sello de los bordes del vidrio y lo retiró con cuidado de no cortar sus dedos. Tomó el sobre y lo guardó en la mochila.
Se puso de pie y empezó a dejar el lugar como estaba cuando llegó. Volvió a llenarla de tierra y escondió la pala y el pico dentro del estuche. Agotado por el esfuerzo físico realizado se sentó y se recargó contra la lápida, sintiendo un gran alivio y paz interna.
Aprovechando que la lluvia se había vuelto más ligera al punto de considerarse una llovizna, sacó su celular y realizó una llamada.
—¿Hola?
—Hola, Trunks—saludó con serenidad.
—Goku, son las cuatro de la mañana. ¿Qué pasa?—se escuchó la voz del pelilila algo cansado.
—Trunks, no pude resistirlo más y… fui a la tumba de Vegeta… Me fugué de la escuela.
—¿¡Qué!? Goku, dime que no cometiste una tontería...—notó su nerviosismo.
—La cometí—empezó a reír sintiendo cómo las lágrimas caían de su rostro—. Estoy en paz, Trunks. Te enviaré lo que encontré.
***
Trunks se encontraba durmiendo tranquilamente con el cuerpo de su novio entre sus brazos. Hasta que su celular vibrando debajo de su almohada lo despertó. Al ver el nombre de la persona que lo llamaba se levantó cuidadosamente para no despertar a Goten y salió de la habitación. Se alejó lo suficiente de la puerta para poder responder.
—¿Hola?—preguntó.
—Hola, Trunks—la voz del pelinegro se oía serena, sin embargo el sonido de la lluvia de fondo lo hizo imaginar algo malo.
—Goku, son las cuatro de la mañana. ¿Qué pasa?—se sentía tan agotado, el trabajo acumulado lo estaba dejando sin tiempo suficiente para dormir.
—Trunks, no pude resistirlo más y… fui a la tumba de Vegeta… Me fugué de la escuela—el pelilila sintió que casi se le paraba el corazón al oír las palabras del pelinegro.
—¡¿Qué!? Goku, dime que no cometiste una tontería...—en esos momentos temía lo peor.
—La cometí—pudo escuchar algunas risas—. Estoy en paz, Trunks. Te enviaré lo que encontré…
La llamada finalizó. Trunks recibió un mensaje, y al abrirlo se llevó una gran sorpresa. Era una fotografía de una lápida con el nombre de Vegeta, y la caja abierta. Pero, aliviando su cuerpo, estaba vacía. Eso quería decir muchas cosas. Volvió a llamar a Goku, siendo contestado al instante.
—Goku, ¿cómo te sientes?—oyó un suspiro.
—Tranquilo… Saber que Vegeta está con vida me hace sentir bien… Aunque encontré papeles dentro de la tumba—Trunks tragó saliva después de analizar todas las posibilidades.
—Goku, quiero que me envíes tu ubicación. Enviaré un taxi para que vaya por ti. Iremos a la Corporación Cápsula a analizar lo que encontraste, y si no te molesta creo prudente el avisarle a Gogeta… Merece saber las conclusiones…
—Está bien, Trunks. ¿Pero por qué en la empresa?
—Ahí vivo… Tendremos acceso a gran tecnología para hacer investigaciones de ser necesario y podremos comer algo. ¿Te parece?
—Sí, está bien… Y, Trunks… muchas gracias.
El Son colgó y le envió su ubicación. Trunks la reenvió a uno de sus empleados para que hiciera su trabajo yendo por él, explicándole las características del pelinegro. Dio un largo suspiro y volvió a su habitación. Movió el cuerpo del menor para que despertara.
—¿Trunks?—dio un pequeño bostezo y talló su ojo con su puño—. ¿Qué pasa?
—Tengo que irme de urgencia a la Corporación, habrá una junta a primera hora y necesito ordenar unos documentos allá. Goku me acompañará como reemplazo de Black—el menor se abrazó a su cuello.
—¡Quiero ir!—se quejó.
—Gotenks se quedará solo… Necesitará compañía, ¿no crees?—el pelinegro asintió débilmente—. Y no hay nadie mejor que tú para que se divierta. Mañana hay entrenamiento de baloncesto, así que diviértanse demasiado, ¿sí?
—¡Sí!—unió sus labios con los del mayor.
—Anda, duerme otra vez—el menor se recostó nuevamente y, con ayuda de las caricias del mayor, no tardó en quedarse dormido.
El pelilila se cambió y tomó sus llaves, maletín y cartera. Besó la frente de su novio y salió de la habitación. Tenía algo importante que hacer, así que lo efectuó rápidamente y siguió su objetivo. Caminó hasta el último piso para ver al pelirrojo y hacerle saber la situación de Goku y lo encontrado en la tumba.
Estando frente a la puerta tocó con su puño esperando que abriera. Al hacerlo lo notó sumamente cansado, casi cayéndose de lado y con sus ojos entrecerrados por el sueño.
—¿Trunks? ¿Qué pasa?—dio un bostezo—. ¿Ocurrió algo malo?
—Goku se fugó y fue a la tumba de Vegeta—esto pareció quitarle el sueño al adulto.
—Trunks, ¿acaso él…?
—Sí, lo hizo—mostró una imagen en su celular—. Había papeles, no un cuerpo.
—Me imagino que los investigarás—el menor asintió—. ¿Debo estar presente?
—Eso es decisión tuya, yo recomendaría que sí para ayudarnos a armar todas las piezas del rompecabezas y…
—Gog, ¿quién es?—se escuchó la voz de alguien dentro que después se asomó por debajo del brazo del pelirrojo—. ¿Quién eres tú?—preguntó viendo al pelilila con molestia.
—Mi nombre es Trunks Brief—volvió a ver al adulto—. No sabía que habías superado al fin lo sucedido.
—Tenía la felicidad conmigo y no lo sabía—abrazó a Vegetto—. ¿Debemos irnos ya?
—Un taxi espera abajo.
—De acuerdo, deja me visto y salgo…
—¡Exijo saber de qué hablan!—dijo el menor—. Escuché que dijeron que Vegeta tenía algo que ver.
—¿Lo sabe?—preguntó seriamente el pelilila.
—Algunas cosas…
—¿Cómo que”algunas”?—reclamó el peliazul.
—Te explico cuando vuelva…
—¡Exijo que me lleven!
—No te llevaré—dijo seriamente el de ojos turquesas.
—¡Gogeta!—miró con una especie de puchero a su novio, quien sólo atinó a suspirar y ver con súplica al joven genio.
—Trunks, por favor… Además, Vegeta se lleva bien con él y pasan mucho tiempo juntos…
—Siempre y cuando no interrumpa...—dio media vuelta—. Los espero aquí afuera.
Trunks se dispuso a esperar que se vistieran. La actitud del peliazul era de alguien caprichoso y terco, notó perfectamente cómo trataba de convencer a Gogeta de que abogara por él y lo convenciera de llevarlo. En cierto modo le recordó a Goten, ambos poseían actitud infantil a la hora de querer salirse con la suya y persuadir a los adultos; la diferencia era que ese chico se veía más caprichoso, lo cual seguramente le causaría una migraña.
—Ya—avisó el pelirrojo saliendo de su habitación. Atrás venía el peliazul, quien también se había cambiado de ropa.
Comenzó a guiarlos hasta el estacionamiento. Ahí pasó una credencial por el lector y el seguro de la puerta que daba a la calle se desbloqueó. Salieron y procuró volver a cerrar bien. Señaló un auto blanco con el logo de la Corporación Cápsula que estaba estacionado metros más adelante.
—Pido ir al frente—dijo el peliazul adelantándose para ganar dicho lugar.
—Lo siento—se disculpó el pelirrojo por el comportamiento de su novio. El pelilila poco a poco sentía cómo aquella actitud empezaba a fastidiarle.
—Espero no dé problemas—dijo antes de subir al asiento trasero—. Shin, a la Corporación Cápsula, por favor.
—Sí, señor…
—Pondré música—el chico de pendientes avisó tocando el estéreo y encendiéndolo, escogió una melodía y subió el volumen.
Trunks frunció el ceño y cerró la escotilla que había en esa especie de pared detrás de los asientos delanteros. Desconectó las bocinas traseras y la parte de atrás quedó en completo silencio. El menor se permitió soltar aire al estar algo en paz ahora.
—Sólo cinco minutos—empezó a decirle al pelirrojo—. ¿Por qué no puede dejar de molestar por sólo cinco minutos?
—Vegetto es así—dijo con una sonrisa—. Sé que parece un niño malcriado, y en realidad lo es, pero también es muy inteligente y una gran persona…
—¿Vegetto, dices?—el más alto asintió—. No puedo creer que sea él.
—¿De qué hablas?—preguntó confundido.
—Tengo entendido que en el examen de admisión hubo un caso especial. Un chico no terminó de contestar el examen, básicamente había dejado en blanco a partir de la mitad de los problemas razonados, también la sección siguiente que correspondía a geografía. Según informó la directora, se dejó el examen inconcluso a propósito, diciendo que se había aburrido y que no quería seguir ahí—tocó su tabique—. Resulta que todo lo que sí había respondido estaba correcto y fue suficiente para quedar en la escuela. Y por si fuera poco el puntaje bastó para que estuviera dentro de los diez mejores.
—No me sorprende que se haya ido por aburrimiento, es difícil de controlar—mostró una sonrisa y miró al pelilila—. Lo cierto es que aunque parece detestable, es un gran amigo… ya verás.
—Cambiando de tema… —miró al pelirrojo—. ¿Qué pasó para que desistieras con Vegeta?
—Si te miento te darás cuenta, así que te diré la verdad—tragó saliva y soltó un suspiro—. Casi tuve relaciones sexuales con él, me dejó solo a mitad de una felación diciendo que yo no era Goku.
—Entiendo—cerró los ojos—. Escucha, sea lo que sea que descubramos necesito que mantengan todos la calma.
—Hablas como si algo malo pudiera pasar—el menor mordió su labio inferior.
—Es difícil garantizar que sea Vegeta sólo porque la tumba está vacía—sonrió con ironía—. Existen los saqueadores de tumbas, los gemelos separados al nacer, la teoría de que hay seis personas en el mundo que lucen exactamente como tú…
—Sería necesario una prueba de ADN—dedujo.
—La cual haré esta noche—el adulto lo miró incrédulo—. Tardé casi un mes en conseguir una pieza para una máquina que tenemos en la corporación. Era para la policía, comparaba huellas dactilares, pero se dejó inconclusa su reparación por órdenes del jefe de policía, prefirieron comprar equipo nuevo y más avanzado.
—¿Cómo compararás sus huellas?
—Las de Vegeta están en su diario—miró a través de la ventana—. Y las de Gotenks están en este papel—le mostró un empaque que tenía dentro un papel con polvillo gris que dibujaba un dermatoglifo.
—¿Cómo conseguiste eso?—aquel adolescente era aterrador en cierta manera por la forma en que deducía acertadamente las cosas y por su alcance en muchos objetos.
—Antes de ir contigo fui con Vegeta alias Gotenks—cerró sus ojos—. Días atrás Goten confiscó la llave de la habitación de Goku, aproveché eso para sacar una copia. Con ella pude entrar a su habitación y tomar sus huellas frescas.
—¿Quién es Goten?
—Mi novio, primo de Goku—el pelirrojo mordió su labio inferior.
—Trunks, ¿y si la comparación arroja resultados negativos?
—En ese caso necesitaré que me ayudes a detener a Goku y a atarlo. Después del shock intentará dañarse por la desesperación...—miró directamente a sus ojos—. Requerirá terapia urgente, sinceramente dudo que pueda seguir su vida normal.
—Trunks, tal vez sea fuerte y pueda aceptarlo… Tal vez incluso le dé una oportunidad a Gotenks…
—He observado a fondo a Goku. Tal vez no soy psicólogo, pero su comportamiento y las estadísticas dicen que así resultará.
—Trunks… Si da un resultado negativo… miéntele—pidió tras oír las consecuencias.
—No lo haré—cruzó sus brazos—. Porque por defender a un amigo, otro quedará destrozado por tratar de imponerle una realidad que no es suya.
—...—suspiró—. Tienes razón.
El auto se detuvo, el motor fue apagado y la puerta a su lado fue abierta. El chofer esperó a que bajaran para poder cerrar. Los tres se encaminaron al interior de aquel enorme lugar, Trunks se veía muy serio en su andar, mientras que Gogeta y Vegetto miraban las instalaciones con curiosidad.
—Señor Brief, el joven Goku está en su cuarto de estudios—el empleado caminaba a su lado para informarle la situación.
—¿Le ofreciste algo para tomar?
—Sí, señor. ¿Gusta usted algo?
—Gogeta, ¿prefieres café o jugo?—preguntó volteando hacia él.
—Un café está bien—respondió llegando a su lado.
—Bien, yo también quiero un café, llévalo allá—miró su reloj—. ¿Llevaste lo que te pedí?
—Sí, todo está listo. ¿Necesita algo más?—el pelilila miró de reojo al peliazul, chasqueó la lengua y soltó aire—. Vegetto, si quieres algo puedes pedírselo a Kaio.
El pelilila siguió su trayecto, mientras el adulto lo seguía. Llegaron a una habitación y ahí estaba Goku sentado frente a una mesa. Parecía un laboratorio, tenía una gran mesa al centro, pero había muchas más pegadas a la pared. Había grandes pantallas y computadoras, la más grande tecnología. El pelilila analizó rápidamente a Goku, se veía levemente tranquilo, como si el haber profanado aquella tumba y no haber encontrado nada calmó su alma.
—Hola, Trunks—saludó el pelinegro cuando llegó.
—Hola, Goku—señaló un sobre transparente manchado de lodo—. ¿Eso es lo que encontraste?
—Sí. Hice lo que me pediste, no lo abrí porque ibas a hacer algo antes—miró a la puerta y vio que entraba un peliazul, quien se sentó sobre uno de los bancos y dio vueltas—. ¿Qué harás, Trunks?
—Escucha, Goku. Lo que te diré a continuación es delicado y necesito que mantengas la calma en todo momento—el más alto asintó—. Independientemente de los resultados dentro de esa tumba, sólo hay una manera de comprobar si Gotenks es Vegeta.
—Momento, ¿por qué hablan de tumbas?—preguntó el peliazul viendo a los dos amigos.
—Después sabrás—fue la única respuesta del de ojos turquesas—. Goku, cuando me contaste lo sucedido empecé una búsqueda de una pieza que requería para este aparato—se acercó a una máquina con pantalla, parecía un escáner combinado con una computadora portátil—. La conseguí apenas hace dos días.
El pelilila, con ayuda de un desarmador, abrió la coraza del aparato e instaló la tarjeta. Estuvo colocándola cuidadosamente para echarla a andar. Cuando vio que funcionaba la cerró y encendió.
—Compara huellas dactilares—cerró los ojos—. Goku, lo que quiero decir es que, si las huellas que están en el diario son diferentes a las de Gotenks, Vegeta está muerto.
—Pero…
—Es la única forma de saberlo—cruzó sus brazos y lo vio seriamente—. Es tu decisión si continúo o dejo las cosas así.
—Yo...—mordió su labio inferior—. Hazlo.
—¿Entiendes las consecuencias?—el mayor asintió—. Lo haré.
Trunks tomó el diario de Vegeta, específicamente las hojas que había arrancado. En ellas se podía apreciar sangre seca, pero con ella habían quedado grabadas algunas huellas de sus dedos. Las escaneó en aquella máquina y a los segundos apareció en el lado izquierdo de la pantalla la huella resultante. Sacó de su bolsillo la muestra que había obtenido del pelinegro e hizo lo mismo, apareciendo la huella en el lado derecho. El aparato empezó a comparar ambos registros, para finalmente desplegar el resultado.
—Coinciden—Goku dejó correr unas lágrimas de alegría.
—Era obvio… Tanta coincidencia no podía ser casualidad…
—Señor Brief, traje lo que pidieron—se adentró el empleado a la sala de estudios—. Dos tazas de café, le traje otra al señor Son—se acercó al peliazul—. Malteada de chocolate y pastel de fresas para usted—hizo una reverencia—. Si necesitan algo más, llámame.
—¿Por qué le pides tus caprichos?—reclamó el joven, pero el chico empezó a degustar el postre—. Bah, mantente lejos para que no manches nada.
—Disculpa—le dijo el pelirrojo disimuladamente.
—Espero que sirva para mantenerlo lejos—se colocó unos guantes y abrió la bolsa. Sacó las hojas que había dentro y las pasó por el aparato—. Sólo hay un tipo de huellas aquí—mencionó el pelilila.
—Eso significa que sólo una persona está detrás de eso—sugirió el pelirrojo.
—O sólo una encargada del envío—aclaró el de ojos turquesa—. Les leeré lo que viene escrito aquí.
Proyecto Mariposa
Vegeta Saiyan, ingresó al hospital de la Ciudad del Este el día 26 de septiembre del 737. Tenía daños internos, fue inducido al coma para la ejecución del proyecto Mariposa.
El sujeto de quince años de edad presentaba heridas autoinflingidas en ambos brazos y piernas. El estudio de sangre reveló que padecía anemia.
Fue declarado muerto el 31 de septiembre del 737, se programó para que sus signos vitales dejaran de leerse a las 19:37. Los únicos testigos a partir de ese momento fueron los fundadores de este proyecto, quienes seguíamos operando como doctores y enfermeras luego del rechazo público de esta alternativa.
El cuerpo aún con vida fue aislado y los arreglos funerarios fueron planeados por parte del personal para cumplir con nuestro fin.
La identidad que se le otorgará fue de Gotenks, perteneciente al Orfanato Esperanza de la ciudad del Norte.
Las razones de su selección para este proyecto fueron los indicios de intento de suicidio presentados en su cuerpo y posibles traumatismos emocionales. Se estima la tardanza de tres semanas para desaparecer sus heridas y conseguir una amnesia inducida con posible fuga disociativa.
—Eso dice la primera hoja—terminó de leer. El pelinegro suspiró.
—No entiendo nada—su estómago gruñó, así que colocó su mano en su abdomen—. Perdón, no he comido en horas.
—Descuida—tomó su teléfono—. Pediré que traigan algo para comer, tardará alrededor de media hora, ¿está bien?
—Sí, gracias, Trunks.
—Ya terminé—dijo el peliazul acercándose. Colocó el plato frente a Goku, quedaba la mitad de la rebanada de pastel—. Les ayudaré.
Goku miró con duda al pelirrojo, extrañado por la actitud del chico. Gogeta sólo sonreía tiernamente y le hizo una seña para que comiera. Vegetto había dejado a medias su preciado pastel de fresas al verlo tan hambriento, pero era demasiado orgulloso para admitirlo. El de cabellera alborotada sonrió y se dispuso a degustarlo.
—Trunks, ¿puedo leer el resto de las hojas? No entiendo nada—pidió el pelirrojo.
—Sí, ya terminé yo de leerlas.
—¡¿Tan rápido?!
—Les contaré algo confidencial, chicos—soltó aire y cerró los ojos para mantener la concentración—. He acompañado a mi abuelo los últimos tres años a las muestras científicas, una reunión anual donde los más grandes en la ciencia muestran su talento y una forma revolucionaria para cambiar al mundo… Hace dos años un grupo de tres integrantes propuso el proyecto Mariposa.
—¿O sea que esto… en serio es real? ¿No se trata de una broma?—preguntó el adulto.
—Me temo que no—bebió un poco de café—. El proyecto consistía en elegir a una persona que tuviera grandes dificultades y que se necesitara, en el sentido literal, una nueva vida para salir adelante. La idea era alejarlo de sus recuerdos para que empezara de nuevo otorgándole una nueva identidad.
—Eso explica el término Mariposa—susurró Goku—. Realmente era un buen proyecto. Es decir, podrían ayudar a mucha gente que se encuentra desesperada.
—Es atractivo, lo reconozco. Pero se generaría un gran dilema en cuanto a las familias. Simplemente no podrían dejar ir a alguien querido…
—Trunks, te juro que no te estoy entendiendo nada—dijo el pelirrojo tomándose la cabeza.
—Es simple, Gog—el peliazul metió una paleta de caramelo en su boca—. La idea era cambiar su vida, que olvidaran todo lo que les hacía daño. Estar con su familia, o el simple hecho de estar en la misma ciudad los harían recaer en la depresión.
—Se negaron a apoyar el proyecto por eso—el pelilila suspiró—. Debido a las insistencias se hizo una prueba experimental con una chica llamada Launch. Ella era una asesina serial, ya la habían condenado a la pena de muerte por las masacres que había hecho; la eligieron como candidata por ese detalle. Tenía varias cicatrices y tatuajes, los quitaron con un tratamiento, el cual era muy costoso y esto era una de las muchas razones por las que seguían negándose en llevarlo a cabo. Tiñeron su cabello a azul y sus ojos… la hacían llevar pupilentes como excusa de una falla retinal, inducieron una amnesia que terminó como fuga disociativa.
—¿Fuga disociativa?—repitió Goku.
—Dame un minuto, es una llamada de Black—pidió saliendo del laboratorio.
—”Fuga disociativa: es una clase de amnesia en la que el individuo que la padece sufre una o más "salidas" de su personalidad de manera repentina e inesperada, es decir, que no recuerda una parte o la totalidad de su vida pasada y no sabe quién es. Ello puede dar lugar a la creación de una nueva identidad”—leyó Vegetto de su celular tras haber investigado en internet—. También dice que puede durar incluso años.
—¿Por qué Vegeta terminaría con un problema así?—suspiró.
—Defensa, tal vez—el de cabellera alborotada miró confundido al peliazul—. Por los intentos de suicidio—explicó.
—Black acaba de decirme que habrá una visita de rutina aleatoria—miró con seriedad a todos—. La directora irá a habitaciones al azar, y si alguien no está por alguna razón injustificada tendrá problemas.
—¿Qué problemas?
—Suspensión, incluso una expulsión si se trata de algo grave—sonrió—. Gogeta, eres un adulto. Por tanto eres libre los fines de semana, ese día le toca guardia a otro maestro en nuestro edificio—miró al pelinegro—. Llamé a Goten y le pedí que fuera a tu habitación y se hiciera pasar por ti en caso de ser necesario, aparentando que sigues profundamente dormido—miró al peliazul—. Tu coartada es que estuviste con Black.
—¿Y qué hay de ti, Trunks?
—Mi abuelo me llamó urgentemente para negociar una inversión en esa escuela por parte de socios de la compañía.
—Señor Brief—entró el empleado y empezó a servirles un buen desayuno a todos—. ¿Algo más?
—Así estamos bien, gracias—se sentó y empezó a comer sus hotcakes—. Me quedé en el experimento Launch. Después de la fuga disociativa se comportó de una manera dulce y maternal con los niños, se veía muy diferente. Podría decirse que estaba una persona completamente distinta a la anterior—bebió jugo de naranja—. Dos meses después, tras haber visitado un lugar donde había cometido un asesinato, recordó todo. Tuvo un colapso nervioso, empezó a arañarse la piel y finalmente se suicidó. No soportó la conmoción.
—Eso es horrible—dijo Goku—. ¿Acaso Vegeta puede terminar así?
—Creo haberte dicho antes que sí—terminó de desayunar y dejó el plato a un lado. Sacó su laptop y empezó a investigar—. Se negaron a que se llevara a cabo el proyecto, era muy riesgoso y costaba mucho por paciente—le mostró una fotografía en la pantalla—. ¿Reconoces a alguien?
Goku se puso a observar los múltiples rostros, tanto femeninos como masculinos, de un grupo de científicos en bata. Luego de unos segundos miró al pelilila.
—Este señor de aquí fue el que dio la noticia de que Veg murió—señaló a un hombre calvo y bajito—. Y ella fue la enfermera que me sacó del lugar cuando le dio el supuesto paro cardiaco—siguió viendo los rostros—. Sólo recuerdo a ellos dos, nadie más me parece familiar.
—Son Pilaf y Mai, son los del proyecto. El tercer integrante había fallecido poco después de su fracaso en un accidente de avión.
—Trunks, ¿es posible que pueda ir con ellos para preguntarles si hay algún modo de que Veg recuerde sin sufrir algún daño emocional?
—Goku, puedes preguntarles. El problema está en que te respondan.
—¿A qué te refieres?
—Se suicidaron hace alrededor de un año. Los estaban investigando, trataron de huir y al no encontrar escapatoria se arrojó el auto de arriba de un puente con ellos dentro.
—¿Por qué harían algo así? ¿Acaso eran criminales o..?
—Se sospechó que ejercían la medicina en un lugar fuera de un hospital. Eso es motivo para arresto.
—¿Pero si no era cierto?
—Era peor lo que hacían en realidad, así que evitaron cualquier condena y ese fue el veredicto final—sonrió—. Al menos hasta que alguien saqueara la tumba y se diera cuenta de que hicieron mucho más—miró fijamente sus ojos—. Trataban de cambiarle la vida a un chico que había sufrido mucho, y darle otra oportunidad en el mundo.
—Si Veg estabiliza sus emociones… ¿Crees que apoyen el proyecto?
—No en su totalidad—sonrió—. Eso es lo bello de la ciencia. Los fracasos son los más importantes porque a partir de ellos se aprende más.
—Entiendo—dejó su plato vacío a un lado.
—Creo que es buen momento de recapitular esto—miró a los tres—. La historia empieza con…
—Conmigo—susurró Gogeta, sintiendo la mirada levemente celosa de su pareja.
—No, empieza con Nappa—susurró Goku.
—Pero terminaron cuando nos conocimos…
—Goku tiene razón—apoyó Trunks—. El diario dice todo.
—La historia empieza con Nappa. Vegeta y él eran pareja, pero ese sujeto era muy celoso y le prohibió entablar amistades. Incluso repelió a mi hermano, su mejor amigo, a base de mentiras. El cariño se apagó, Veg se hartó, y terminaron. Nappa dijo que se arrepentiría por eso—miró a Gogeta—. La historia te corresponde ahora.
—De acuerdo. Conocí a Vegeta cuando terminó con su novio. Éramos amigos, me enamoré y le pedí que fuera mi novio.
—Y lo llenaste de detalles—colocó la caja de cartón sobre la mesa, Vegetto con curiosidad miró su interior. Sacó un collar que le llamó la atención, tenía el nombre del pelirrojo escrito. Volteó a verlo y vio que se quitaba un collar, el cual nunca había visto con detenimiento.
—Era un regalo suyo—le aclaró al menor—. En fin, para nuestro segundo mes juntos tenía planeado llevarlo a la playa. Dejó su maleta en mi casa días antes, y ya había pedido permiso para ir a la casa de un amigo a pasar la noche. Él iba a pedir pasar la semana conmigo estando de camino a la playa—tragó saliva—. Llegaría a mi casa a las diez del día veintinueve de diciembre… nunca llegó.
—Fue el día de la violación, ¿cierto?—preguntó el peliazul abrazando el peluche que había ahí.
—Sí. Me enteré días después y le pedí que nos diéramos la oportunidad de estar juntos… nos amábamos—cerró los ojos, todavía le dolía hablar de eso—. Una semana después arruiné todo por dejarme llevar, recayó en su trauma y lo nuestro acabó… Iba a verlo de lejos cuando salía de la escuela, nunca me atreví a acercarme y dejé de verlo cuando lo vi con sus brazos sangrando…
—Gog se mudó al lado de mi casa—el peliazul tomó voz en el relato—. Recayó en él el peso de Vegeta.
—Bueno, creo que me toca a mí ahora—vio a los tres chicos con duda—. Cuando lo conocí no pensé que fuera alguien malo, creí que era tímido. Me enteré de su pasado porque leí su diario…
—Al cual le había arrancado hojas—aclaró Trunks—. Hablaban de Gogeta y su relación, estaban manchadas de sangre. Creo que se cortaba, las arrancó las abrazó con dolor y escondió todo en esta caja. Los recuerdos que tenía de Gogeta los asociaba con la violación por ser en el mismo lapso. Sin embargo no quería deshacerse de ellos porque los recordaba con cariño, simplemente los guardó y trató de no pensar en ello para no manchar la belleza del momento.
—Así es. Yo no sabía que hubo alguien después de Nappa y antes de mí—mordió su labio inferior—. Leí todo y fui a buscarlo a su casa. Ehm… Raditz y él eran amigos de años, mientras yo estudiaba en un colegio privado enfocado en deportes… Por eso di con su casa. Vegeta se desahogó conmigo y se veía más animado, la compañía le hacía falta y… pude sanar sus heridas un poco—frunció el ceño—. El problema es que esa noche el maldito de Nappa abusó de él.
—¿¡Qué!?—el pelirrojo se puso de pie—. ¿Dónde está? Voy a matarlo con mis propias manos…
—Está en prisión—aclaró Goku, el adulto relajó su expresión y volvió a sentarse—. Una segunda violación lo hizo recaer e intentó suicidarse, pero lo evité—sus mejillas se sonrosaron—. Nos dimos una oportunidad de estar juntos.
—Vegeta estaba feliz por eso—dijo el pelilila cruzando sus brazos y cerrando los ojos.
—Sí, pero… mi mamá y la suya tuvieron un accidente de auto—sus ojos se cristalizaron—. El maldito de Nappa tuvo la culpa, y logró sacar de prisión y contactar a los malditos que abusaron de Vegeta—limpió con su puño las lágrimas que alcanzaban a salir—. Vegeta… logró que confesara y lo arrestaron, pero después llegaron esos tipos y recayó en el trauma… Intenté hacerlo reaccionar pero no pude, discutimos y le dije cosas horribles. Lo dejé y cuando él me fue a buscar un auto...—Goku quebró en llanto, provocándole un nudo en la garganta al pelirrojo.
El pelinegro había estado con Vegeta en los momentos más difíciles, y además le tocó presenciar cómo aquel chico luchaba contra sus demonios internos.
—Lo llevaron al hospital, y varios días después dijeron que había muerto…
—Y no lo dejaron ver el cuerpo, sellaron la caja y vivieron creyendo que en serio estaba dentro cuando en realidad estaban experimentando con él—completó el pelilila—. Mi teoría dice que sacaron a Vegeta del hospital y lo llevaron a su hogar. Trataron de darle una nueva vida, pero se ven descubiertos. Lo abandonan en un callejón y huyen. Los localizan, persiguen, pero se quitan la vida.
—Dijo que había encontrado un papel con ese nombre y su fotografía, por eso se nombró Gotenks—jugó con el vaso—. Pero en el orfanato no había registro suyo.
—Hay muchos orfanatos llamados así—susurró Gogeta.
—En fin… yo caí en depresión e intenté suicidarme arrojándome del puente Wiss, pero él lo evitó. Lo volví ver en mi habitación, como mi compañero. Pero entre pesadillas delataba que era Vegeta—sonrió—. Así acaba la historia.
—Tiene sentido, excepto un detalle—mencionó el peliazul—. ¿Quién en realidad era Gotenks?
—Voy a investigar—empezó a teclear en la computadora—. Demonios, no podré obtener datos personales, están encriptados por seguridad—bufó—. Tardaré al menos una hora tratando de desbloquear, me pide una contraseña.
—Pon mi nombre y mi número favorito—dijo el peliazul. El de ojos turquesa miró molesto al chico.
—Escucha, no he dormido en días, tengo más experiencia que tú en informática y con tu comentario no ayudas en nada—replicó harto.
—Tsk, quítate. Yo lo hago—se colocó a su lado, pero el pelilila frunció el ceño.
—Ya deja de creerte un dios…
—¡Soy un dios!—dijo engreído—. Ahora muévete—lo empujó y empezó a teclear cosas en la laptop—. Genial, gracias a que todos tienen tecnología de aquí y conectada a la empresa puedes obtener todo lo que quieras…
—Información asegurada, te recuerdo.
—Bah, sólo no sabes el truco—sonrió burlón—. Shift, más mi nombre y mi número favorito y ¡Bum! Desbloqueado.
—¡¿Qué?!—miró la pantalla y, efectivamente, ahora tenía acceso a todos los datos del orfanato—. ¿Cómo lo…?
—Ya te lo dije, soy un dios—el de ojos azules frunció el ceño.
—¡Que hayas desbloqueado esto no quiere decir que seas un dios! ¡Sólo eres un tipo con suerte y ya! No eres la gran cosa—explotó, estaba demasiado estresado que no pudo contenerse. El peliazul se quedó callado unos segundos, observando seriamente al heredero.
—Te doy envidia.
—¡Suficiente! Vuelvo en cinco minutos—salió del laboratorio. Goku suspiró y fue tras él.
—¿Por qué lo trataste así, Vegetto?—preguntó el pelirrojo.
—Estaba empezando a aburrirme—cruzó sus brazos y miró al hombre—. ¿Por qué a mí no me das cartas?
—Porque todas las cosas que siento por ti te las digo al oído mientras te abrazo.
—¿Por qué no me das peluches?
—Te da alergia la pelusilla—respondió divertido del pequeño mohín.
—¿Flores?
—Te empalaga el olor.
—¿Collares?
—Tú sólo usas oro blanco, y con salario de maestro no creo poder conseguirlo pronto.
—¿Hacer el amor?
El hombre guardó silencio al oír eso—. No estás listo, eso es todo.
—¡Claro que lo estoy!
—Vegetto...—acarició su rostro—. ¿Por qué la prisa?
—¿Todavía lo preguntas?—cruzó sus brazos y desvió la mirada—. Es la segunda vez que tratas de tener sexo con él.
—Eso no quiere decir nada…
—Sólo que no te atraigo lo suficiente—el adulto se acercó y tomó su rostro entre sus manos.
—¿Podemos hablarlo cuando volvamos? No es lugar para hacer un drama con algo tan íntimo—besó sus labios—. Sólo quiero decirte que a mí me aterra el lastimarte.
***
—Trunks, ¿estás bien?—se acercó al menor que estaba recargado contra un barandal, admirando el inmenso jardín.
—Es tan molesto...—cerró los ojos y tomó su cabeza.
—Lo sé—rio un poco—. Es curioso que cuando dijo ser una deidad habló de un modo que sonó muy sincero, como si en verdad fuera un dios.
—Dios del fastidio, quizá—miró al pelinegro—. Goku, estoy demasiado agotado. Desde que empezó el asunto de Vegeta he pasado mi tiempo libre haciendo muchas investigaciones. Y por trabajo de la empresa no he dormido lo suficiente.
—Perdona que tengas que ayudarme—bajó la mirada.
—En un inicio lo hacía para probarme—admitió—. Quería ver de qué soy capaz… Después mi objetivo era ayudarte a estar en paz, por ser mi amigo… —sonrió—. Pero ahora sé que mi prioridad es poder ayudar a Vegeta… Es mi amigo y por eso no pude dejar las cosas así.
—Gracias—lo abrazó, siendo correspondido.
—Volvamos. No quisiera que cometiera un accidente creyéndose inmortal.
Ambos regresaron al laboratorio, donde estaban ambos sentados esperando pacientemente. O al menos eso hacía Gogeta, ya que Vegetto usaba su laptop.
—¿Qué haces?—preguntó el pelilila.
—Investigando—sonrió ampliamente—. Encontré lo que buscamos, pero no sé si decirlo o si primero tenemos que terminar con la historia de Vegeta.
—¿De qué hablas? Eso era todo lo que sucedió—dijo Goku. Vegetto negó lentamente.
—Hablemos de Black. Lo emborrachó, lo llevó a la cama y al intentar tocarlo causó que recordara cosas referentes a la violación—miró con burla al pelinegro—. ¿Metemos sus conflictos maritales? El día que Goten tendría su partido casi lo violan.
—¿¡Qué!?—el pelilila golpeó la mesa—. ¿Por qué no lo dijo? ¡Aseguró estar bien!
—Tsk, detesta que lo vean débil—colocó sus manos en la cintura mientras alzaba su pecho—. Por suerte súper Vegetto fue al rescate—empezó a reír—. Pasó la noche conmigo, y me contó que gracias a ese incidente se convenció en que lo que sueña fue real.
—Vegetto, gracias por cuidar de él—dijo el pelinegro, sintiéndose un poco culpable por lo que casi le pasó a Vegeta cuando ellos dos habían peleado.
—No es nada… En fin, lo siguiente fue su pleito con Gogeta—miró de reojo a su pareja, sonriendo satisfecho al verlo tragar saliva—. Casi se lo lleva a la cama, pero Vegeta sobrepuso su cariño hacia ti y salió corriendo a buscarte—cerró los ojos—. Su reconciliación fue buena, pero cometiste un pequeño error que ha provocado que se atormente mucho sobre qué vivió y qué no.
—¿A qué te refieres?
—Mientras te daba placer “Gotenks” dijiste el nombre de Vegeta… Y te escuchó—Goku se asustó ante eso—. Le parece extrañamente familiar ese nombre y cree que es de tu ex, pero al mismo tiempo sospecha que sabes más de él que él mismo.
—No puedo creer que lo hiciera—se sentó en la silla y tomó su cabello.
—Ahora sí. Fin de la historia—empezó a teclear en la laptop del pelilila—. Encontré a un chico de nombre Gotenks, pertenecía al orfanato Esperanza. Tenía quince cuando huyó porque todavía no era adoptado. No pudo conseguir empleo, así que se fue por el camino delictivo. Cuando huía de la policía en una moto robada se vio en un choque. El auto de enfrente chocó y él intentó desviarse pero volcó la moto y él cayó sobre los vidrios rotos de los autos. Murió por un vidrio que atravesó su yugular—explicó.
—¿Por qué escogerían su identidad? Es decir, habiendo muchas más personas, o crearle una falsa...—mencionó el pelirrojo.
—Es más fácil cuando ya hay un registro. Pueden invadir la base de datos y modificarlos—aclaró Trunks.
—Chicos, vean al muchacho—giró la computadora para que pudieran ver la pantalla. Era la fotografía de un muchacho de cabellera en punta pero corta, con cabellos negros con mechones lilas a los costados. Sus ojos eran negros y su tez clara—. Independientemente del cabello, tiene cierto parecido con Vegeta por sus expresiones.
—¿Habrán escogido a Gotenks por su parecido con Vegeta?
—O más bien escogieron a Vegeta por su parecido con Gotenks—dijo Vegetto, consiguiendo que todas las miradas se posaran sobre él—. Entré más en los archivos, la mujer que abandonó a Gotenks en el orfanato se llama Mai Shimizu. Trunks, sé que ya pensaste lo que yo.
—De hecho se rumoró dentro de la comunidad científica que ella había perdido a su bebé. Jamás se pensó que lo había abandonado—suspiró—. Una pérdida de ese tipo jamás se supera. Es decir, dejó a su hijo en un orfanato y su destino fue la muerte, tal vez quiso compensarse.
—O la mujer enloqueció y quiso que Veg fuera su nuevo hijo—soltó aire—. Sea cual sea la razón, ahora ya están todas las piezas juntas. Sólo falta que Goku le diga su identidad—miró al pelinegro—. Es tu decisión cuándo y cómo le dirás. Pero te recomiendo que no tardes mucho, podría reconocerte pronto.
—Entiendo… Lo haré cuando se presente la oportunidad—sonrió—. Gracias por todo.
—Creo que es buen momento para volver a la escuela, ya casi son las nueve…
***
—De acuerdo, todos saben qué decir si preguntan. Black estuvo espiando a la directora a lo lejos, al parecer no visitó nuestras habitaciones. Aun así nuestra historia debe concordar para evitar dificultades—dijo en el pasillo, ya estaban dentro de la institución.
—Rayos, la directora quiere verme—mencionó viendo su teléfono—. Vegetto, nos vemos esta noche. Adiós, chicos—se despidió antes de irse.
—Trunks, iré con Veg y le diré a Goten que puede volver—le dedicó una tierna sonrisa—. Estoy seguro que querrá venir a cuidar de ti ahora que estás cansado.
—Sí, gracias. Nos vemos.
—Adiós, Vegetto—se despidió del peliazul y se fue en dirección a su habitación.
—Quiero hablar contigo—dijo el pelilila cruzando sus brazos—. Eres un patán, pero debo reconocer que sabes suficiente de informática—desvió la mirada—. La Corporación Cápsula fue invitada a un concurso juvenil, se trata de formar un equipo por compañía y desarrollar un videojuego que concientice a la sociedad… El máximo de integrantes es seis, de dieciséis a dieciocho años.
—¿Y?
—Soy el capitán, Goten se encargará de las pruebas y Goku del diseño. Vegeta, alias Gotenks, me ayudaría como asesor creativo. Pensé que tal vez querrías unirte.
—¿Y por qué pensaste eso?
—Vi el historial de búsqueda, tienes un hermano estudiando en Europa—el peliazul desvió la mirada—. El primer premio es una fuerte cantidad de dinero. Incluso dividiéndolo en partes iguales sería suficiente para que pudieran financiar su transferencia a esta escuela.
—¿En serio?—volteó a verlo.
—Sí. Escucha, tengo muchas responsabilidades en la empresa, por lo que mi tiempo es limitado—sonrió de medio lado—. Me serviría que me ayudaras.
—¿A la programación?
—Sí. He notado que sabes demasiado, sería útil—sonrió—. ¿Lo harás?
—Tsk, obvio… Debo demostrar mi superioridad ante todos—colocó sus brazos detrás de su cabeza—. Iré a ducharme. Avísame si Veg necesita algo.
—Lo haré.
***
—Hola—saludó al entrar en la habitación. Su primo inmediatamente se puso de pie y corrió a abrazarlo, colgándose de su cuello.
—¡Goku!—lo miró a los ojos con una sonrisa—. ¿Cómo les fue? ¿Eh?—olfateó su ropa—. Hueles mal, ¡te ayudaré a ducharte!
—Sería mejor que volvieras con Trunks—el menor hizo un puchero. Al ver que iba a replicar continuó hablando—. Él está muy agotado, debe descansar. Sería bueno que estés con él para que se relaje.
—Tienes razón...—susurró, luego ensanchó su sonrisa—. Iré a darle un masaje—bajó de sus brazos—. ¡Adiós, Gotenks! Otro día nos vemos para jugar… Adiós primo.
Cuando el menor salió, Goku cerró con seguro la puerta. Observó que el de cabellera bicolor tenía una expresión de alivio al verlo, aunque su rostro como quiera demostraba preocupación.
—¿Cómo te fue?—preguntó el más bajo en un susurro.
—Bien… ya estoy en paz—sonrió—. Tú siempre fuiste mi luz de esperanza.
—Tú...—se acercó y le dio un golpe en la cabeza.
—¡Ouch! ¿Por qué me pegas?—se quejó sobándose la parte donde recibió el impacto de su puño.
—¡Eres un idiota!—le gritó, mientras sus ojos se ponían vidriosos—. La directora pudo haberse dado cuenta de tu ausencia, ¡te habría expulsado por irte!—golpeó su pecho con ambos puños, eran débiles sus ataques en medio del pequeño llanto que inició—. No quiero que te alejes…
—Ya no lo haré—tomó su rostro entre sus manos y lo besó con ternura—. Te amo.
—¿Eh?—sus mejillas se coloraron, ya que era la primera vez que el mayor decía esa palabra, siempre había recibido sólo “te quiero” por parte de él.
—Te amo—repitió en su oído, sintiéndolo estremecerse entre sus brazos.
—Yo...—apretó su playera entre sus manos—. También te amo.
—Oye, espero no te moleste. Quiero tomar una ducha, Goten tiene razón, ¡apesto!—pero el menor seguía aferrado a él—. ¿Estás bien?
—Sí, no es nada—limpió sus ojos con su puño—. Sólo te extrañé…
—Ya no me iré a ningún lado—besó su frente—. Me sorprende que sigas tan cerca considerando que huelo como perro mojado.
—No me importa—empezó a deslizar hacia arriba la playera del mayor—. Quisiera… ducharme contigo…
—Claro—amplió su sonrisa—. ¡Tomemos una ducha!
Goku se arrodilló y tomó las piernas del menor, para que su abdomen quedara en su hombro. Así, al alzarse, pudo cargarlo. Gotenks, por otra parte, sólo atinó a patalear, completamente avergonzado de ser llevado así.
—¡Bájame!—exigió cuando se adentraron al baño.
—Alistaré la bañera—dijo bajándolo y acercándose a la tina. Ahí empezó a llenarla de agua caliente. Una vez terminó, se empezó a desvestir con lentitud, sin tener ninguna prisa por acabar pronto.
Goku volteó, y pudo ver al más bajo desnudo, desviando la mirada con un tierno sonrojo adornando sus mejillas. Sonrió y se acercó, lo besó con dulzura mientras se adentraban a la ducha y abría la llave del agua, pronto aquel líquido cayó sobre ellos acariciando sus pieles.
—Te amo—besó su cuello, sacándole un suspiro—. Te amo tanto…
Empezó a bajar, repartiendo muchos besos en su abdomen. Se arrodilló y tomó el miembro semierecto del más bajo, empezó a acariciarlo de arriba a abajo, consiguiendo que se pusiera rígido. Miró tiernamente al menor antes de introducirlo en su boca.
—¡Ah!—gimió fuertemente mientras cerraba sus ojos.
El Son siguió su labor, satisfecho por escuchar los sonoros gemidos de su Vegeta resonando en todo el baño. Nunca antes había probado su esencia, era la primera vez que lo hacía y se sentía extrañamente feliz. Siempre se había reprimido por un cargo de consciencia, sintiendo que el hecho de no estar cien por ciento seguro de que era Vegeta era como una traición hacia él y hacia sí mismo.
Pero ahora que ya lo había confirmado se sentía libre de poder amarlo con fuerza, dándole a su mente la paz que necesitaba y siendo el impulso que lo orillaría a poder demostrarle todo, absolutamente todo, lo que sentía por él.
—Voy… a…
Aumentó la velocidad de sus movimientos y la fuerza de sus succiones. Recibió aquel líquido blancuzco directamente en su garganta, pasándolo gustoso. Saboreó hasta la última gota, para después ponerse de pie y sostenerlo, casi caía por la intensidad de su orgasmo.
—Yo...—tomaba aire agitado—. Yo…
Con sus ojos entrecerrados y sus pulmones intentando estabilizar su respiración empujó al más alto contra el azulejo y empezó a besarlo, para después succionar la piel de su cuello, marcándolo. Acarició ambos brazos, tomó sus manos y las estampó contra el muro, sosteniendo fuertemente sus muñecas para que no se moviera.
Goku sonrió internamente al verlo así, tan dominante, tomándolo a su merced. Dejó que siguiera tomando el control, disfrutando sus caricias un poco agresivas pero al mismo tiempo dulces. Gimió al sentir las manos del más bajo acariciando su intimidad, lo hacía de una forma espectacular. Poco a poco fue cediendo, soltando profundos suspiros de placer mientras era besado en sus pectorales.
—¡Ah!—gimió al liberar su esencia. Miró con sus ojos entrecerrados al más bajo, percatándose que llevó su mano a su rostro para saborear su semilla.
—Te amo, idiota. Aunque me hagas preocuparme como loco por ti—susurró en su oído.
Ambos se besaron, transmitiéndose lo que sentían, Un amor tan puro y fuerte, un lazo que no dejarían que se rompiera tan fácil, pese a los obstáculos que les había presentado el destino.
Se terminaron de duchar apropiadamente y fueron a la bañera, para relajarse un poco estando en el agua. Goku estaba abrazando al menor, quien tenía su espalda contra el pecho del mayor. El de cabellera alborotada tenía sus manos en el abdomen de Vegeta, sintiéndose completo al tenerlo con él.
—Pronto te diré quién eres, sólo ten paciencia… Tu hermano estará feliz de verte, te extraña tanto. Tu padre también estará contento de tener a su hijo de vuelta. Y tú y yo volveremos a estar juntos—tragó saliva—. Aunque tengo miedo de cómo reaccionarás al enterarte de la verdad… Espero que no me odies…
Chapter 19: Cambio de roles
Chapter Text
—¿Seguro de que quieres ir? No has dormido lo suficiente—cuestionó el menor.
—Sí—le dedicó una sonrisa—. No quiero faltar, me gusta mucho verte jugar.
—Está bien…
Ambos se encaminaron hacia la cancha. Atravesaron tranquilamente el campus, disfrutando su compañía. Pese a que sólo fue una noche distanciados y que ya habían pasado más tiempo separados, ellos dos se sentían por fin completos, no querían volver a alejarse jamás.
—¡Goku!—se abrazó a su primo—. Qué bueno que viniste a pesar de que estás cansado—señaló al pelilila—. Ahora estamos completos.
—Entrarán los cuatro esta vez—avisó el chico de cabello rubio anaranjado llegando con ellos—. El partido empieza en quince minutos, les recomiendo haga un calentamiento.
—¡Genial!—dijo el menor de los Son—. Vamos a calentar.
El pequeño pelinegro comenzó a saltar una cuerda, los demás prefirieron no entrometerse, sabiendo que era inútil poder hacer que se calmara. Goten era alguien muy hiperactivo, pero no por eso lo considerarían como una “pesadilla”, era alguien muy dulce y divertido, se podría decir que era el mejor amigo que pudieran tener.
—Gotenks—el aludido, al escuchar su nombre, volteó—. Buena suerte.
—¿Vegetto?—se acercó a las gradas donde estaba él—. ¿Qué haces aquí? Creí que ibas a estar con… ya sabes…
—Tsk—desvió la mirada hacia otro lado—. Lo están regañando porque falté mucho la semana pasada.
—¿Te disculparás con él?—preguntó riéndose.
—Obvio que no—sonrió de medio lado. Se recargó en la pequeña barda para poder verlo mejor—. ¿Es cosa mía, o en serio tuviste sexo con él?
—¿Qué?—se sonrojó completamente.
—Te ves más relajado, incluso… ¿cómo decirlo? Radiante...—el más bajo desvió la cara con vergüenza.
—Ese no es tu asunto.
—Hmph, como sea… Dedícame tus anotaciones—le guiñó un ojo.
—¿Como por qué debería hacerlo?—empezó a reír—. ¿No crees que lo apropiado sería dedicárselas a Goku?
—No. Siempre debes ofrendar a tu dios—se señaló—. O sea, yo.
—¡Gotenks!—llamó el pelinaranja.
—Nos vemos, Vegetto.
El menor se adentró a la cancha y se colocó en su posición. Miró una última vez a Vegetto y le dedicó una sonrisa, la cual fue correspondida. En ese poco tiempo ellos dos habían creado un lazo significativo, volviéndose muy buenos amigos. Sí, Vegetto era su mejor amigo; porque el castaño (ahora peliazul), pese a sus diferencias, le había tendido la mano cuando más lo necesitó, estuvo ahí para escucharlo y le levantó el ánimo (a su manera).
Gotenks había estado con Gogeta antes que Vegetto, y sin anteponer eso el peliazul estuvo con él, aunque por dentro se muriera del dolor por esa relación del pelirrojo y el de cabellera bicolor. Su amistad se fortaleció con el paso de los días, por eso ahora ellos dos se consideraban los mejores amigos.
El árbitro dio el silbatazo que dio inicio a aquel juego de baloncesto. Ambos equipos comenzaron su enfrentamiento, donde los más sorprendentes eran Goten y Gotenks, quienes habían coordinado muy bien sus movimientos para poder encestar más veces.
—¡Goku!—dijo el pelinegro arrojándole el balón.
El de cabellera alborotada lo recibió y lo botó, empezó a correr por la extensión de la cancha tratando de llegar a la canasta. Burló con agilidad a los que trataban de quitarle el balón, pero fue empujado por uno del equipo contrario, por lo que cayó rodando al suelo.
—¡Auch!
—¡Kakarotto!—gritó el de cabellera bicolor acercándose. Frunció el ceño y empujó por los hombros al chico que lo había empujado—. ¡¿Cuál es tu maldito problema?!
—Oh, tu guardaespaldas ya llegó—dijo en tono infantil mirando al de cabellera alborotada, quien seguía en el suelo—. No me sorprende que tengas que ser defendido por alguien, ¡sólo mírate! Por Kamisama, me da asco el sólo verte—el Son abrió completamente los ojos al escuchar eso.
¿Cuántas veces Vegeta escuchó ese tipo de frases en su mente? ¿Cuántas veces su novio se había sentido así sin que alguien le hiciera ver lo contrario? ¿Por cuánto tiempo Vegeta estuvo sufriendo agresiones por su estado?
—Y esos brazos… deben estar destrozados, me da asco el hecho de imaginar su estado… Eres, ¿cómo te lo digo? Desprecia...—calló al sentir un puñetazo en el rostro.
Gotenks fue rápidamente sostenido por Goten y Trunks, quienes trataban de evitar que atacara al chico. El moreno, por el contrario, sólo seguía en su porte de superioridad, algo divertido porque aquel chico alto estaba empezando a derramar lágrimas mientras yacía todavía en el suelo.
—Y tú también me das lástima, amigo—dijo mirando al de cabello bicolor—. ¿Por qué tratas de defender a esta basura?
—¡Infeliz! ¡Suéltenme! Quiero arrancarle la cabeza con mis propias manos—el menor empezó a dar pasos lentos, arrastrando al pelilila y al pelinegro que trataban de detenerlo—. ¡Eres un imbécil! Tú no tienes derecho de juzgar lo que él hace…
—¿Qué cosa? ¿Que sólo quiere llamar la atención?
—¡No se trata de eso! Él...—bajó la mirada, para después levantarla con un porte serio y de fortaleza—. ¡Él ha luchado demasiado! Ha vivido muchas cosas horribles, y a pesar de eso se mantiene en pie aunque le es difícil. Tú no entiendes su dolor, ¡pero yo sí! Así que… ¡cierra tu maldita boca!
—¿Sabes qué creo? Que tú sólo eres un idiota solitario…
¡PUM!
Sintió un golpe en su nuca, como si le hubieran arrojado una piedra. Se tocó la zona lastimada, quejándose del dolor. Miró al suelo buscando el proyectil que le lanzaron y se encontró con una paleta de caramelo macizo. La levantó y la observó detenidamente.
—¿Una paleta de fresa?—susurró—. ¿Quién es responsable de esto?
—Yo—se acercó un peliazul con una sonrisa muy burlona—. ¿Alguna queja?
—¡Idiota! ¿Por qué lo hiciste?
—Tsk—cruzó sus brazos y desvió la mirada—. No puedo permitir que te metas con mis amigos… Si tienes algún problema con ellos también lo tienes conmigo...
El de cabellera en forma de flama se sorprendió por esa respuesta, pudo visualizar un tierno sonrojo en las mejillas del peliazul. Vegetto era un chico solitario, no sabía hacer amigos y tampoco había quienes soportaran su carácter. Pero ahora que tenía a alguien daba la cara por esa persona.
—¡Imbécil!
El moreno le lanzó un golpe directo al rostro, sorprendiéndose porque el peliazul, inclinando su cabeza, pudo esquivarlo. Vegetto tomó el brazo del chico y lo tiró al suelo en un rápido movimiento. Antes de que se levantara nuevamente colocó su pie sobre su espalda.
—Nunca le faltes el respeto a tu dios—ordenó.
—Vegetto, ¡sal de la cancha!—ordenó Dashiell llegando con él. El menor cruzó sus brazos y frunció el ceño.
—No hasta que me pida perdón de rodillas.
—Vegetto, ¡sal ahora!—ordenó.
—¡No!
—¡Es una orden!
—¡Bien!—tomó al moreno del tobillo y comenzó a arrastrarlo, ya estando afuera del área de cancha se sentó sobre su espalda.
—¡Tú ganas! ¡Perdón por haberle gritado a tus amigos!—se quejó del peso del chico.
—Di que soy tu rey.
—Eres… ¡ouch! Mi rey…
El peliazul se puso de pie, dejando al pobre chico completamente adolorido tirado en el suelo. Se acercó de nuevo con sus amigos, al parecer por el incidente el partido se canceló.
—¿Todo bien?—preguntó.
El menor asintió. Lentamente fue soltado y se acomodó su ropa. El de cabellera bicolor se veía todavía enojado por lo sucedido, así que el más alto lo rodeó de los hombros.
—¿Ahora lo entiendes?—el más bajo lo miró confundido—. Te la pasas quejándote de que Goku te defienda, pero es lo que acabas de hacer ahora.
—Yo...—bufó y bajó la mirada—. ¿Por qué tienes que aparecer culpándome y haciéndome sentir miserable?
—¿Para qué son los amigos?—se acercó a su oído—. Pero si tú quieres podemos ser algo más…
—Te recuerdo que sales con Gogeta—mencionó, sabiendo que era una broma por parte suya.
—No me ha hecho la pregunta oficial, así que sigo disponible—mordió el lóbulo de su oreja—. ¿Un beso?
—Yo estoy con Goku—el castaño sonrió aún más burlón.
—Entonces ve con él...—se acercó a su oído—. No cometas el error de dejar a la persona que te ama.
—Nunca más…
El de cabellera bicolor se acercó al de cabellera alborotada, quien ahora estaba en las bancas, con Goten y Trunks tratando de animarlo. Verlo en ese estado tan decaído le provocaba algo de pesar, le parecía extrañamente familiar verlo así, pero también le dolía en el fondo del alma verlo tan herido. Simplemente no iba a permitir que nadie lo hiciera llorar.
—¿Me dan un minuto a solas con él?—les pidió.
—¡No!—le mostró su lengua.
—Claro—el pelilila tomó de la cintura al menor de los Son y lo llevó consigo, lejos de ellos dos.
—¡Trunks!—se escuchaban sus quejas porque no quería dejarlos solos.
—Kakarotto—dijo con seriedad. Limpió con sus pulgares los residuos de lágrimas que todavía estaban en su rostro y se colocó de cuclillas frente a él—. Ignora lo que ese imbécil te dijo.
—Es difícil, ¿sabes?—sin poder evitarlo empezó a sollozar—. Una persona confió en mí y lo perdí, yo era su soporte emocional… ¡Mírame! ¿Cómo se supone que pueda ser fuerte por si alguien lo necesita?
—Te diré una cosa—su seriedad era demasiada, denotaba gran hombría—. Tú… ayudaste a tu novio, le hiciste ver una luz cuando no la podía apreciar. Lo que pasó fue un accidente, fue algo aparte, tú le diste una luz de esperanza y salvaste su alma.
—A veces siento que no lo hice yo…
—Kakarotto, entonces si no crees haberlo ayudado a él, quiero que sepas que...—mordió su labio inferior—. A mí sí me salvaste.
—¿Eh?
—Me has liberado de mis demonios internos, y me has hecho ver mis errores. Sé que discutimos mucho por mis idioteces, pero sé que nunca encontraré a alguien que ilumine mi camino más que tú.
—Tú...—sus mejillas estaban completamente sonrojadas por esa declaración. ¿Acaso así sería Vegeta si lo ocurrido con esos sujetos jamás hubiera pasado? Sí, seguramente. Ahora podía ver a Vegeta en su versión más pura, su verdadero ser.
—Te pido perdón por todas las veces que me enojé contigo porque me defendiste. Ahora entiendo por qué lo hiciste… Aunque no lo necesites, no puedo permitir que alguien le haga daño a la persona que amo… Somos un equipo, Goku.
—Te perdono—le dedicó una sonrisa resplandeciente—. ¿Vamos a la habitación? De todos modos ya se fueron todos y el partido se canceló…
—Sí—el mayor se puso de pie y comenzó a caminar, limpió los restos de lágrimas. Volteó y vio que el menor seguía sin avanzar—. ¿Pasa algo?
—Kakarotto—caminó a pasos lentos hasta llegar frente a él. Estando ahí se arrodilló—. ¿Aceptas ser mi novio?
***
—Vegetto, perdona que no pueda verte mañana en tu competencia, tengo que ir a una junta en otra escuela—se escuchaba la voz del pelirrojo saliendo de su teléfono.
—Pues falta—respondió con molestia.
—Sabes que no puedo hacer eso—escuchó una risilla—. Te compensaré por esto…
—¿Qué me darás? Espero sea algo costoso…
—Jajaja, te prepararé una rica cena, y pasaremos una noche sólo tú y yo.
—¿Por qué no eres un novio normal, de esos que regalan peluches enormes cuando cometen un error?
—¿Te lo repito? Eres alérgico…
—¡Claro que no!—se quejó. Las paredes del pasillo eran las únicas testigos de de sus pucheros.
—Vegetto… por favor, no te pongas caprichoso en estos momentos...—escuchó un suspiro—. Yo… estoy ahorrando, quiero comprar una casa porque dentro de un par de años me trasladarán a otra escuela, la cual no es un internado…
—Tsk, entonces ahorra lo suficiente porque tendrás dos bocas qué alimentar.
—¿Dos? ¿Cuál es la otra aparte de ti?
—Quiero un perro.
—Etto, Vegetto… ¿Qué clase de perro?
—Quiero un Pitbull Terrier…
***
—Yo...—empezó a sollozar bajo la mirada confundida del menor.
—Perdón por presionarte...—se puso de pie y se acercó a él, para tomar sus manos—. Perdona, yo no quería que te sintieras mal.
—No es eso—Goku limpió con su antebrazo aquellas lágrimas que empezaron a caer—. Es sólo que… me siento inútil, siento que no me necesitas, yo… ¡Yo debía ser fuerte por ti! Pero ya no...—cubrió su rostro con ambas manos—. Tú no me necesitas… ese chico sólo reveló la verdad, por favor… No quiero que te molesten por salir con una vergüenza como yo…
—¿Lo dices por los cortes?—cruzó sus brazos y arqueó una ceja—. ¿Por las ojeras de noches sin dormir por estar llorando? Dime, ¿es acaso porque te has descuidado físicamente por tu falta de apetito?
—Basta—pidió en un susurro, sintiendo dolor con cada palabra pronunciada.
—Te diré lo que yo veo… Veo que a pesar de que sufriste mucho sigues de pie, estás aquí dispuesto a luchar siempre una vez más aunque te sientas incapaz. Te he visto cortándote y… tienes el valor para acabar con tu vida, pero no lo haces. Tienes todavía la fortaleza para estar aquí, apoyando a Goten, apoyándome a mí...—cerró sus ojos, el más alto sólo lo vio con sorpresa—. Y a pesar del cansancio has mostrado las sonrisas más bellas que podría haber visto en toda mi vida…—abrió nuevamente sus ojos y tomó sus brazos, comenzando a quitar sus vendas, dejando a la vista sus heridas en proceso de cicatrización—. ¿Por qué me avergonzaría de alguien como tú? Siempre que te veo me haces ver que siempre queda esperanza.
—Yo debía protegerte...—susurró, sintiendo la culpabilidad llenarlo.
Cuando Vegeta estaba pasándola mal él le había hecho la promesa de cuidarlo, de nunca dejarlo y se prometió ser más fuerte cada vez para protegerlo. ¿Y cuando “murió”? Empezó a decaer, quiso morirse, se derrumbó completamente. Aquella persona que había prometido ser, ahora era todo lo contrario.
—Lo hiciste—le dedicó una sonrisa—. Gracias a ti he dejado de hacer idioteces, gracias por ti mi estupidez y prepotencia se ha convertido en madurez y querer hacer lo correcto: cuidar de quien amo, preservar un amor, y sobre todo jamás rendirme. Me has hecho ver que a los problemas a veces les doy demasiada importancia cuando debería enfocarme en mi presente y futuro… También descubrí que el amor que te tengo es lo que más me importa en esta vida.
—Yo…
—Si lo que querías era protegerme, te confieso que lo hiciste—colocó una mano sobre su pecho—. Ahora es mi turno de protegerte a ti…
Apresó su playera con su puño y, colocándose de puntillas, se acercó a su rostro para unir sus labios en un tierno beso.
—Creí que te daba vergüenza hacer este tipo de cosas en público—comentó cuando el menor se separó.
—Ahora no quiero perder ninguna oportunidad para demostrarte lo mucho que te amo...—abrazó su cuello y volvió a unir sus labios.
Sin importarle estar en medio de la cancha, con algunos paseantes mirando a lo lejos, el menor se permitió besar al chico que tenía delante de él. ¿Cómo era posible que amara tanto a alguien? A su lado sentía gran emoción, se sentía tan feliz, tan lleno, tan completo… Él era esa pieza que le faltaba en su vida. ¿Y qué si no recordaba su pasado? Con ese chico dejó de sentir soledad, dejó de sentir pena por sí mismo, y aprendió a valorar las pequeñas cosas de la vida.
—Acepto...—le dijo al oído, inclinándose para abrazarlo.
—¿Qué dijiste?
—Acepto ser tu novio…
***
—Deja eso—dijo arrebatándole la botella de cerveza. El castaño se giró a ver a la persona que había osado en quitarle su bebida, se topó con el hombre de cabellera alborotada.
—¿Qué diablos quieres, Bardock?—preguntó molesto.
—Deja de matarte en vida—dijo tranquilamente mientras se sentaba a su lado en aquella barra.
—¡Tú no entiendes!
—¿No?—empezó a reír vacíamente—. Mi esposa también murió en ese accidente, y mi hijo está cayendo en el mismo problema que el tuyo vivió… Eres un imbécil.
—¡Cierra la boca, maldito!
—Recuerda que estuve en su casa el día que tu hijo tuvo el accidente… Lo último que discutieron fue la falta de atención a sus problemas—la mirada del mayor se ensombreció un poco al escucharlo—. No tengo intenciones de culparte, sino de abrirte los ojos—posó su mano sobre su hombro—. No quiero que te arrepientas en un futuro por cometer el mismo error con Tarble.
—Tarble...—repitió. Cubrió sus ojos con su mano, sintiendo las emociones acumularse nuevamente en su interior—. Es lo único que me queda de ellos…
—Por eso debes cuidarlo—soltó aire—. Este tiempo que se ha quedado con mi hijo le ha ayudado como distracción, pero te recuerdo que a ti, como su padre, te necesita.
—Mañana busco otro empleo...—susurró.
—Más te vale, Vegeta—sonrió—. Llega el punto en que debes dejar ir a los que murieron, para concentrarte en los que todavía siguen con vida…—se puso de pie y volvió a dejar la botella sobre la barra, confiado en que dejaría intacto aquel alcohol. Empezó a caminar hacia la salida.
—Gracias, amigo...—alcanzó a oír antes de salir de aquel bar.
***
En aquella habitación sólo se escuchaba el sonido de sus respiraciones agitadas y el rechinar de los resortes del colchón. Ambos chicos se besaban con dulzura, marcaban sus pieles, repartían besos por doquier. Goku se encontraba recostado en la cama, mientras que el menor yacía sentado sobre su abdomen, inclinándose hacia él para besar cualquier área visible en su pecho.
El de cabellera alborotada sentía un poco de nostalgia y pesar. ¿Cuántas veces deseó que Vegeta pudiera ser fuerte y salir adelante? Demasiadas. El problema era que ahora él no se sentía capaz de cuidar de él, se sentía débil y decaído, incapaz de ayudarlo si lo necesitara.
Por mucho soñó una relación donde ambos pudieran ir juntos, a la par, luchando mano a mano. Eso era cuando Vegeta estaba deprimido, deseaba con todo su corazón que pudiera superar el incidente y ambos salir adelante.
Pero, ¿ahora? Ahora él cargaba con culpa, ahora él tenía muchas heridas abiertas, ahora él está en un estado tan lamentable que incluso provocaba asco a quien lo viera.
—Te amo...—le susurró el menor en el oído. Sintió también un beso en su mejilla. El menor volvió a unir sus labios en un tierno beso, el cual correspondió con el mismo cariño que él—. Te amo tanto…
El más bajo tomó las manos del mayor y las aproximó a su rostro, para besar sus heridas, lo que descolocó al más alto. Gotenks le dedicó una sonrisa, para después quitarse su playera. Esos días que estuvieron juntos le cayeron de lo mejor, incluso su físico se veía muy atractivo por la forma en que se ejercitaba. Su abdomen era marcado y sus brazos se veían fuertes.
—Te amo como eres, yo te cuidaré a partir de ahora…
El más bajo se encargó de desvestirlo mientras besaba su piel, quedando al final ambos completamente desnudos. Se permitió acariciar sus hombros pecho, abdomen. Goku, por otro lado, sólo se dejó hacer, pensando que tal vez ahora le tocaba estar abajo, quizá era su turno y el menor lo tomaría.
—¿Sabes?—comenzó a decir mientras pellizcaba sus pezones—. Sé que no es momento para contar este tipo de cosas, pero… Cuando me iba a acostar con Black, yo quería tomarlo, no iba a dejar que me tomara a mí—el pelinegro sólo lo observó con confusión—. Y cuando lo iba a hacer con Gogeta, al final pensaba chantajearlo para que estuviera abajo…
—¿De verdad?—el de cabellera bicolor asintió con una sonrisa de medio lado, acariciando el miembro del mayor—. Entonces, si quieres… puedes tomarme…
—Lo cierto es que sólo quiero que tú me tomes...—respondió, moviéndose de forma insinuadora, haciendo que su trasero se rozara con su entrepierna ya erecta—. Sólo tú…
Goku no podía estar más sorprendido por su determinación. Al parecer, pese que ahora parecía más dominante que él, sólo quería ser suyo, entregarse a él de esa manera tan pura. Sintió una pequeña felicidad interna, él estaba siendo de una forma tan dulce que no podía resistirse. Nunca pensó llegar a amar a Vegeta más, se equivocó.
Ahora su amor era más grande, lo quería tanto, era demasiado especial para él y cada una de sus facetas lo cautivaron con mayor intensidad. Antes amaba al Vegeta tímido y callado, el que luchaba en silencio pero que era fuerte por su hermano. ¿Y ahora? Ahora amaba al chico que tenía frente a él, el que defendería a cualquiera que estuviera sufriendo, el mejor amigo que pudiera tener, el chico de buena condición física y que era algo grosero si algo atentaba en contra de lo que él consideraba como justicia.
—Te amo, Kakarotto…
Tomó la mano del mayor y la llevó a su boca, para lamer sus dedos de una forma tan seductora. Bueno, al menos eso intentaba, trataba de imitar el estilo de insinuación que solía tener su amigo Vegetto, pero llegaba a pensar a veces que se veía hasta ridículo en un intento fallido.
Goku llevó su mano ya lubricada a la entrada del menor, para empezar a meter un dedo en su interior. Observó a detalle todos los gestos de placer en su rostro, sus mejillas sonrojadas y sus ojos entrecerrados, además de su boca abierta dejando salir uno que otro suspiro. Luego metió el segundo, notando cómo su respiración se irregulaba y tomaba más aire para resistir la incomodidad, la cual en segundos cambió por una expresión de placer cuando empezó a moverlos en su interior.
—Con eso basta—dijo con su respiración entrecortada, retirando la mano del más alto.
Goku tomó la cadera del menor, para poder cargar su peso y que no tuviera un movimiento abrupto que lo lastimara. El de cabellera bicolor tomó aire antes de posicionar la punta de su miembro en su entrada ya dilatada. Se acomodó bien y empezó a descender, introduciendo el glande en su interior.
El mayor se le quedó viendo. Inmediatamente tomó la cadera del más bajo con fuerza, impidiendo que descendiera más. Su Vegeta… otra vez estaba recordando el día de su tragedia. Tenía los ojos vidriosos, delatando que iba a empezar a llorar, y pese a que su cuerpo en un inicio delataba gran disposición ahora incluso su erección había disminuido. No podía reclamarle nada, su mente, su traicionera mente, le estaba haciendo malas pasadas.
Con cuidado lo levantó, para salir de él. Se incorporó, quedando sentado con él en sus piernas. Tomó su rostro con ambas manos y besó sus labios con demasiado amor, transmitiéndole la calma y paz que necesitaba.
—En serio lo siento, creí que…
—Ya, tranquilo… Todo está bien...—besó su cuello—. No hay prisa…
—Pero no es justo para ti… ¡Ah!—gimió al sentir una masturbación rítmica en su miembro, la mano del más alto se movía con constancia y buen ritmo, consiguiendo que su cuerpo se encendiera nuevamente.
—En verdad no hay prisa...—mordió su hombro, sacándole un fuerte suspiro—. Estar contigo es suficiente…
Unió sus labios nuevamente, esta vez en un beso más pasional. La sensualidad con la que sus labios se movían era exquisita, encendiendo cada uno de sus sentidos, elevando la temperatura de sus cuerpos y haciéndolos desear cada vez más rapidez en su tacto. El menor hizo lo mismo que el más alto, acariciando su miembro aprovechándose de su cercanía, moviendo su mano de arriba a abajo.
Sus besos no paraban ni tampoco el ritmo de sus movimientos. Ambos sabían leer las reacciones de su pareja sacándoles fuertes gemidos de placer que a su vez acallaban en sus bocas, manteniendo en esas cuatro paredes los secretos de su amor y pasión. El ritmo se hizo más acelerado, el más bajo dejó sus labios para apoyar su frente en su hombro y soltar suspiros algo desesperados, sintiendo su clímax acercarse. Mordió su piel al liberar su semilla, sintiendo también el líquido caliente del contrario en su mano.
Abrió con lentitud sus ojos, notando que sus dientes seguían marcados en la piel del contrario. Parpadeó un poco y miró su rostro, topándose con la mirada tierna que le dirigía el más alto. Sonrió también, sonrojándose en el proceso. Bajó de su regazo para recostarse en la cama, siendo abrazado por la espalda. Acarició las manos que abrazaban su abdomen y sonrió mientras cerraba sus ojos.
Él era en su existir su mayor felicidad. Ahora que sabía que era correspondido en su amor, le tocaba ser esa esperanza que jamás querrá morir en ese amor sin fin. Y al despertar siempre procuraría que sus mañanas fueran paraísos de pasión junto a él. Él sería siempre su alma, su luz de vida, aquel que lo acompañara en su camino. Ambos estarían juntos a partir de ahora, sin separarse. Se amaban, eran esperanzas mutuas, enfrentarían todas sus dificultades siendo un equipo.
***
—Sabía que ganaría Vegetto—dijo antes de meter una papa frita en su boca, ambos estaban presenciando la competencia de natación en donde participaba el amigo del de cabellera bicolor.
—Es muy hábil, fue muy veloz—respondió, sorprendido de la agilidad del peliazul caprichoso.
—Su talento es natural—tomó la mano del más alto, entrelazó sus dedos y apoyó su cabeza en su hombro—. Es un demonio cuando lo conoces, pero créeme que lo considero mi mejor amigo.
—Sí, se ve algo… terco...—besó su cabeza—. Nunca terminaste de contarme qué pasó el día que Goten y yo fuimos a la competencia de soccer.
—Los del equipo visitante trataron de abusar de mí, me paralicé del miedo y Vegetto fue a mi auxilio—soltó un pesado suspiro—. No les dije nada porque no quería preocuparlos, detesto que me miren vulnerable.
—Lo sé, pero… me preocupé más… Creí que nuestra pelea afectaría que tú y Goten fueran amigos…
—Jamás...—besó su mejilla—. Pensé volver ese día, pero luego pasó eso y...—vio a lo lejos el castaño ya vestido con la chaqueta oficial de los equipos deportivos—. Vegetto y yo comenzamos a pasar más tiempo juntos.
—Ya no nos separaremos, ¿verdad?
—Nunca.
Ambos se giraron a ver la premiación. Vegetto vestía un pants holgado de color gris, tenis deportivos color azul rey, y la característica chaqueta azul en detalles naranjas. Se veía muy apuesto, y los colores de su vestimenta resaltaban su cabellera azulada, la cual estaba perdiendo su tono. Era increíble que debajo de esa ropa deportiva se escondiera el cuerpo fornido y atractivo de un apuesto muchacho como lo era él.
Vegetto subió al podio, mientras a sus costados subían el tercer y segundo lugar. Como era de esperarse él había obtenido el primer puesto, ¡por supuesto! Era lógico considerando su incomparable potencial.
—Idiota—dijo el chico que estaba a su lado.
—Tsk, sólo eres un envidioso—dijo con aires de superioridad. Un chico pelinegro se acercó a tomar una fotografía, le dedicó una seductora sonrisa al pequeño fotógrafo, sacándole un tierno sonrojo y ocasionándole un nerviosismo.
—¿Envidioso? ¡Yo debía ganar! Seguro hiciste trampa—replicó. El peliazul ensanchó su sonrisa y se inclinó hacia él, haciendo que su medalla colgara un poco y quedara a su mirada directa.
—Yo gano porque soy perfecto…
El chico no resistió más y empujó al peliazul. Vegetto se desestabilizó, cayó del podio y, como era el más alto de los tres, pisó mal el suelo, torciéndose el tobillo.
—Kjj—cerró sus ojos por el dolor. El chico aprovechó eso para tirarle un puñetazo al rostro y empujarlo con fuerza a la alberca.
El peliazul se mareó demasiado con el golpe, ahora era incapaz de reaccionar. Únicamente sonrió mientras su cuerpo se iba hundiendo en el agua. A su mente llegó su hermano, Gojita, y los momentos que habían pasado juntos, sus travesuras, sus regaños, las veces que lo había defendido… Después pensó en Gogeta, sus peleas, las discusiones, las veces que durmieron juntos cuando él era pequeño, y su declaración de amor. Pensó por último en Vegeta, su mejor amigo, a quién creyó odiar siempre sin conocerlo pero que terminó queriéndolo mucho. Su vida había tenido muchas bajas, pero ahora tenía gran felicidad…
***
—Lleva mucho sin salir del agua—mencionó el de cabellera bicolor poniéndose de pie, se quitó rápidamente la playera y le entregó su teléfono y cartera.
Al haber visto que nadie se acercó al peliazul, y que ya habían pasado largos segundos sin dar señales de salir del agua, corrió hacia las áreas de albercas, evadiendo al personal de seguridad, para saltar finalmente a la piscina. Estando bajo el agua lo visualizó, se veía inconsciente y unas últimas burbujillas de aire salían de su boca. Se acercó, lo tomó de la cintura y se impulsó hacia arriba, sacándolo del agua.
Nadó hacia la orilla y lo colocó sobre el suelo. Salió del agua y empezó a aplicar presión en su pecho. Unió sus labios con los suyos e inició su respiración boca a boca, alternándola con presión en su pecho.
—Cof cof—escupió un poco de agua y miró con sus ojos entrecerrados al de cabellera bicolor—. Gotenks…
—¿Estás bien?—preguntó con preocupación.
—Sí...—sonrió—. Siempre sí me besaste…
—¿Cómo está tu tobillo?—lo tocó y vio que se quejó—. Vegetto, deja de meterte en problemas.
—No—sonrió—. ¿Podrías quitarme el tenis? Es el derecho—pidió.
El menor con cuidado retiró el zapato deportivo, al ver que su pie no lucía con alguna torcedura exagerada imaginó que sólo se trataba de una especie de esguince. El peliazul tomó el zapato deportivo y lo arrojó, golpeando al chico con quien había tenido el conflicto, consiguiendo que se cayera del podio y se introdujera al agua.
—Etto, ¿por qué hiciste eso?—preguntó con una sonrisa torcida, observando como el chico luchaba por salir del agua, ya que sus prendas empapadas le añadían un peso extra.
—Se lo merecía—intentó incorporarse, el menor lo ayudó a ponerse de pie, pero inmediatamente cayó.
—No puedes caminar—soltó aire y colocó su mano detrás de su espalda y en las corvas, para después cargarlo.
Con pasos lentos lo llevó a las gradas, donde Goku esperaba con una sonrisa al más bajo. Ayudó a colocar a Vegetto sobre una camilla y los encargados lo llevaron en dirección a la enfermería, para poder atender su lesión como era debido.
—Vamos, me preocupa que por su actitud los médicos no quieran atenderlo—dijo mientras comenzaban a caminar.
—Fuiste muy valiente—mencionó tomando su mano—. La forma en que fuiste a ayudarlo cuando nadie imaginó que estaba ahogándose… —se acercó a su oído y mordió el lóbulo de su oreja—. Haces que cada vez me enamore más de ti.
—No es para tanto—respondió. Pero en sus mejillas se podía divisar un tierno sonrojo.
—Te espero aquí—dijo quedándose afuera de la enfermería. El menor asintió y se adentró al pequeño lugar.
Pese a que era sólo una habitación grande, se alcanzaba a distinguir el olor a medicamentos, lo que le causó un poco de asco. Se acercó al peliazul a quien le revisaban su pie y se lo vendaban. Cuando los médicos se fueron se acercó a él y se sentó en la orilla de la cama.
—¿Qué te dijeron?
—Es un esguince… No podré competir en un mes—soltó aire y ensanchó su sonrisa—. Pero con la fuerza divina que atenta para que todo salga a mi favor, los directivos cambiaron la fecha de la próxima competencia para dentro de un mes y medio.
—Tu suerte es aterradora—empezó a reír—. ¿Y cuánto reposo debes tener?
—Hacer el mínimo esfuerzo posible en mi pie, así que lo siento, maestros, no iré a clases, estoy indispuesto…
—¿Ni a Gogeta?—arqueó una ceja.
—Él tiene membresía especial…
—Disculpa, ¿me permites un minuto con él? Debo ponerle una inyección para desinflamar su lesión—pidió la enfermera llegando con él.
—Claro—lo dejó y se alejó un poco, la mujer cerró la cortinilla y espero a que la mujer saliera para poder volver a donde estaba el chico.
—Detesto las inyecciones—soltó aire y miró al de cabellera bicolor—. Con lo de hoy sólo terminé comprobando algo…
—¿Ah, sí? ¿Y qué comprobaste?
—Soy inmortal…
***
—Goten, ¿pero estás bien?—preguntó con preocupación.
—¡No! Trunks se irá a una junta toda la noche y estaré solo—se quejó—. ¡Y tú siempre que estás con Gotenks me ignoras!
—Escucha… Una noche estando solo no te pasará nada malo…
—¡Me quedaré contigo!—soltó un suspiro y sonrió, Goten siempre había estado con Trunks, y ahora que se separaban cerca de su aniversario estar separados era algo que el pelinegro se rehusaba a aceptar.
—Bien… Creo que V… Gotenks querrá quedarse con su amigo, se lesionó y necesitará cuidados especiales…
—¡Genial! Te espero en mi habitación en una hora—y antes de que le pudiera replicar algo el menor le colgó. Goku sonrió y se dedicó a esperar que Vegeta saliera de ahí, para comentarle el trato que se vio obligado a aceptar.
***
—Hmph, es Gogeta, responde tú—le entregó su teléfono, el cual estaba cubierto con un látex bastante peculiar.
—Vegetto.
—¿Sí?
—¿Por qué tu teléfono está dentro de un condón?
—Ya me veía venir los celos… Y tengo archivos importantes ahí.
—¿Qué este teléfono no es a prueba de agua—el peliazul lo miró con confusión—. Creo haberlo visto en un comercial.
—No tengo idea… Lo averiguo mañana...—se cubrió con la sábana—. No dejará de molestar hasta que no le responda… Ya contéstale.
—Bien… Hola, Gogeta. Soy Gotenks....
—¿Gotenks? ¿Vegetto sigue compitiendo?
—No, sólo quiere descansar un poco, las medicinas le están dando dolor de cabeza…
—¿Medicinas? ¿Le pasa algo a Vegetto?
—Tuvo una pelea con un chico y… terminó con un esguince en el tobillo.
—Ay, no… ¿Ahora qué le dijo?
—No sé, pero… El tipo reaccionó mal.
—¿Cuántos días de incapacidad le darán?
—No estoy seguro, creo que con muletas podrá estar bien…
—¿Podrías cuidarlo el día de hoy? Mañana me encargo de él…
—Sí, claro… Adiós.
Colgó y miró al peliazul, quien trataba de ponerse de pie con ayuda de las muletas que le prestaron. Soltó aire y se acercó. El chico de flequillo lo recriminó con una mirada, dándole a entender que no necesitaba su ayuda. Efectivamente, Vegetto podía apoyarse a la perfección en aquellas muletas.
—Le avisaré a Kakarotto.
El de cabello en punta salió de la enfermería, topándose con Goku. El de cabellera alborotada le dedicó una sonrisa, la cual fue correspondida. El mayor le entregó su playera, así que se la colocó y abrazó al más alto, para poder besarlo con ternura.
—Vegetto necesitará cuidado, fue un esguince…
—Y Goten me quiere como su compañía esta noche, Trunks tiene junta.
—Por lo menos no me siento tan mal de haberle prometido cuidarlo...—volvió a besarlo—. ¿A qué hora debes ver a Goten?
—Ya me envió veinte mensajes insistiendo que vaya con él—escuchó el sonido de su teléfono—. Veintiuno—corrigió.
—Anda, puedes ir… No te preocupes, le pediré prestada ropa a Vegetto...—el más alto besó su frente y ensanchó su sonrisa—. ¿Podrían aprovechar para probar el demo? Trunks cree que los niveles ya están bien y que las correcciones son mínimas…
—Sí… Antes de que lo olvide, Trunks me dijo que Vegetto también entró al equipo. Así que él se encargará de las correcciones finales, tengo entendido que ya sabe qué hacer.
—¿Vegetto?—arqueó una ceja—. ¿Cómo se conocieron?
—No sé—dijo para evitar confusiones o problemas—. Pero es muy inteligente y Trunks quiere que le ayude.
—Está bien...—miró la puerta—. Nos vemos mañana temprano—besó sus labios—. Que se diviertan…
El menor terminó de despedirse y entró a la enfermería, topándose con que el chico estaba saltando con ayuda de sus muletas.
—Etto...—torció su expresión—. ¿Qué estás haciendo?
—Nada...—se sentó de nuevo en la orilla de la camilla.
—¿Qué hacías?—se sentó a su lado.
—Quería acostumbrarme un poco—dijo sin tomarle importancia—. ¿Dormirás conmigo?
—Sí—lo ayudó a caminar cuando se apoyó en las muletas—. Vegetto, felicidades por tu triunfo.
—Tsk, te dije que me felicitaras ayer…
***
—Goku me dijo que estás en nuestro equipo—mencionó de repente.
—Ajá—respondió sacando la paleta de su boca y observándola.
—¿Cómo se conocieron tú y Trunks?
—Sólo pasó—respondió, sabía que el menor era astuto y estaba sospechando de su pequeño complot para que él no se enterara de su pasado.
—Y dime… ¿Cuándo pasó?
—Ya, ¿quieres la verdad? Estuvimos discutiendo sobre quién era superior a quién… Obvio yo gané—frunció su ceño—. El tipo necesitaba ayuda en su proyecto, se tragó su orgullo y me la pidió—soltó aire y relajó su expresión—. Me da flojera esto, pero… quiero que Gojita vuelva conmigo.
—¿Quieres buscarlo?—preguntó sorprendido.
—Ya sé dónde está, estudia en Europa en un colegio privado… Quiero que lo transfieran a esta escuela, pero será muy costoso—le dedicó una sonrisa—. ¿Tienes idea de cuánto deseo verlo? Casi se cumplen siete años desde la última vez que lo vi.
—Esperemos que ganemos el primer puesto...—se acostó a su lado en aquella cama—. Sería interesante conocerlo.
—Te confieso que Gojita a veces era molestado por su cabello y color de ojos… Nadie en mi familia tiene esas características, sólo mi bisabuelo… Gané varias palizas cuando era niño sólo por tratar de defenderlo—se quitó los pendientes—. Cuando mamá se lo llevó ni siquiera tuve oportunidad de despedirme… Fui corriendo detrás del auto de mamá tratando de alcanzarlos, pero… fue inútil…
—Debió ser muy duro para ti, es decir, ustedes estuvieron juntos desde antes de nacer…
—Demasiado… Ese tiempo dejé de comer, incluso huí de casa dos veces… —miró al menor—. Culpé a mi padre por dejarla llevárselo, hasta que lo vi llorando y diciéndome que él jamás quiso que se lo llevara. Ese día me enteré que mamá nos dejó porque tenía un amante—miró nuevamente su paleta de caramelo—. Es curioso porque su rutina diaria jamás se vio de diferente manera.
—Vegetto...—acarició su rostro con su dedo índice, ese chico había pasado por muchas cosas que, probablemente, eran las que habían desencadenado su actitud rebelde y egocéntrica—. Te prometo… No, te juro que haré todo lo posible por que te puedas reencontrar con Gojita…
—¿Eh?—miró al pelinegro.
¿En serio odió tanto a ese chico tan dulce? Vegeta antes era como un tema tabú para él, no podía escuchar ni la más mínima mención de su nombre porque inmediatamente le molestaba su existencia, el hecho de que Gogeta por mucho estuvo enamorado de él le daba náuseas y lo llenaba de molestia. Por tanto tiempo odió a Vegeta por ser la razón de la tristeza de Gogeta, y por ser la razón por la cual el pelirrojo se rehusaba a salir con otra persona.
Cuando “Gotenks” llegó a su vida lo vio de la misma manera, ¿en serio había ganado el corazón de Gogeta cuando él se esforzó por mucho más tiempo? Le había provocado una acidez estomacal el ver que ese chico había conseguido su cariño sin esfuerzo. Pero ya estaba tan decepcionado que incluso no le sorprendió, Gogeta le había mostrado muchas veces que le fastidiaba su existencia, por lo que su corazón se había lastimado con el paso de los meses.
Y cuando lo vio tan vulnerable no fue capaz de abandonarlo a su suerte, decidió proteger a Gotenks y se volvieron amigos. La suerte le hizo ver que a la persona que había odiado con creces, y a quien quiso después de detestarlo, eran la misma, se trataban de Vegeta. Se trataban de una persona que empezó a querer cada día más y a quien no le podía reprochar nada, su mejor amigo. Pensó que tal vez el destino estaba siendo demasiado caprichoso por hacerle ver las cosas de esa manera, pero no se quejaba, ahora agradecía tener al pelinegro a su lado, brindándole su valiosa amistad.
—Gotenks—soltó aire—. He pensado acerca de tu pasado y… si te enteras de que tal vez no era lo que esperabas o tu pasado te hace sentirte culpable, quiero que sepas que no me importará y que te seguiré considerando mi mejor amigo, ¿de acuerdo?
—¿Por qué haces comentarios de ese tipo?
—Porque no me gustaría que te hicieras ideas estúpidas y dejes de ser mi amigo—respondió desviando la mirada, percibiéndosele un tierno sonrojo en sus mejillas.
—Jamás dejaré de ser tu amigo—se acurrucó en su lado, procurando no lastimar más su pie herido.
—Por cierto...—sacó de la funda de la almohada un pequeño objeto—. La volví a anudar, ahora es un collar.
El pelinegro observó el objeto mencionado. Recordó cuando Gogeta y él casi tienen un encuentro y, en su huída, había roto su pulsera al forcejear con Vegetto. El chico había recogido todos los abalorios de su pulsera para poder convertirlo en un collar.
—Gracias—besó su mejilla.
—Oye, ya que Goku no está aquí y Gogeta no me ha hecho la pregunta oficial…
—Goku y yo ya somos novios, así que por ahora es un no—interrumpió.
—Jajaja, sí los vi, tú le hiciste la pregunta…
—¿Nos viste?—sus mejillas se sonrojaron.
—Iba a hacer una estupidez, pero si lo hacía saldrías corriendo avergonzado y lo dejarías solo, así que me abstuve—el más bajo lo observó con detenimiento.
—¿Qué clase de estupidez?
—Iba a gritar “¡bebió la pócima, bésalo ya!—el más bajo soltó una carcajada.
—¿Por qué gritarías algo como eso?
—Porque estaba aburriéndome...
***
—Trunks...—suspiró al sentir las manos de su novio en su pecho, acariciando sus pezones con sus pulgares.
Estaban aprovechando su reencuentro luego de ese largo día sin haberse visto. El menor tomó aire y cerró sus ojos con algo de fuerza, sintiendo la entrepierna del mayor contra la suya.
—Goten… te extrañé estas horas...—besó su mejilla, cuello, hombro, pectorales, abdomen…
—¡Ah!—arqueó su espalda al sentir un pequeño lenguetazo en su entrepierna.
El pelinegro se llevó su mano a la boca en un intento inútil de acallar los sonidos que escapaban de su garganta. Tomó un poco de aire, aguantó un poco la respiración tratando de no gemir. Tomó la cabellera del mayor, quien se esforzaba en darle placer con su boca, para acariciar sus cabellos lilas en cada movimiento.
Desde hace varios días el mayor se veía algo insistente en un acercamiento íntimo, pero como siempre lucía cansado tenían que interrumpir su acto. Pero ahora… ahora estaban celebrando su aniversario, y vaya que el pelilila tenía suficientes energías.
Miró con sus ojitos entrecerrados sus ojos azules, se veían tan bonitos como siempre. Algo que amaba de Trunks eran sus ojos, parecían dos lapislázulis. Sonrió y cerró sus ojos, para concentrarse en la maravillosas experiencias que le brindaba su novio.
Sintió al pelilila detenerse, por un momento pensó en reclamarle por eso, hasta que fue besado en los labios. Soltó una risita por la respiración del mayor que le causaba cosquillas.
—Te amo, Goten...—le dijo y besó su frente.
Trunks humedeció con su saliva su mano, para empezar a introducir dedos en su interior. Con el primero se ganó un quejido por parte del menor, quién lo reprochaba con su mirada y un ceño fruncido que le pareció sumamente adorable. Con el segundo se ganó un grito pequeño y un golpeteo en su pecho, símbolo del dolor que le ocasionó.
—¡Ya! Trunks, me duele—se quejó.
—Espera un poco, por favor—pidió, inclinándose para darle un beso.
—Me duele mucho...—dijo con un puchero—. ¡Sácalos!
—¿Te duele esto?—tocó un punto en específico que hizo que el menor arqueara su espalda y soltara un pequeño gemido—. ¿Y esto?—volvió a tocar pero con un poco más de fuerza.
—Ay—cruzó sus brazos e hizo un puchero al verse derrotado y sucumbiendo en el placer. El más alto terminó de dilatarlo y sacó sus dígitos. Masturbó un poco su miembro y lo posicionó en su entrada—. Ya hazlo—dijo desviando la mirada sin quitar su expresión.
—No te enojes, Goten...—besó su mejilla.
Jamás imaginó estar en esa posición. Y no se refería al hecho de hacer el amor con quien una vez fue su mejor amigo, sino que en pleno acto su pareja estaba haciendo unos infantiles pucheros que le causaban un poco de gracia.
—No estoy enojado—sonrió y abrazó el cuello del pelilila—. Feliz aniversario.
—Feliz aniversario, Goten—besó sus labios mientras comenzaba a introducirse en su interior.
El menor se separó de su beso para poder soltar suspiros algo profundos por el intenso placer al que estaba siendo sometido. Sus paredes internas abrían paso al miembro de su novio, con el roce y fricción sus sentidos se encendían y el placer aumentaba, con cada centímetro que avanzaba una descarga eléctrica lo llenaba por completo.
Los suspiros y gemidos salían de su garganta al sentirse completamente lleno, incluso sin moverse el menor estaba cayendo en un mar de sensaciones placenteras, las cuales eran delatadas por el profundo sonrojo de sus mejillas y su pequeña sonrisilla juguetona.
—Eres lo mejor que me ha pasado en la vida—tomó las piernas del menor para levantarlas un poco y poder acomodarse mejor, dando inicio a su vaivén lento—. Te amo tanto, Goten…
—Kjj—apretó sus ojos y su mandíbula se vio forzada, Goten reprimía los gemidos que amenazaban con salir.
Sentir el golpeteo de su pelvis contra su trasero y aquel miembro moviéndose en su interior le ocasionó un gran placer, el pelilila tocaba un punto que lo volvía loco.
Trunks empezó a moverse más rápido, buscaba ahora el placer propio, confiado en que sin importar lo que hiciera el pelinegro lo disfrutaría completamente. ¿Cuánto tiempo esperó para poder estar así entregándose a la persona que amaba? Demasiado.
Goten era lo más valioso que tenía, era la única persona a quien amaba y que además había aprendido a soportarlo. Reconocía que llegaba a ser insoportable, pero el pelinegro supo aceptarlo tal como era, complementándolo.
Aumentó el ritmo de sus movimientos, levantó más las piernas del menor para profundizar sus estocadas, llenando la habitación con el ruido de sus pieles chocando y sus respiraciones agitadas.
—¡Ahh!—gimió al sentir el líquido caliente en su interior, llevándolo al borde de sus emociones y liberándose.
Con su respiración agitada el más alto salió de su interior y lo abrazó posesivamente, sonriendo enormemente por el acto consumado con su verdadero amor.
***
—Vegetto, deja de verme así—pidió el pelirrojo.
Se encontraban ambos en la habitación del más alto, el peliazul estaba acostado en su cama, viéndolo fijamente con sus brazos cruzados sobre su pecho desde hace varios minutos, como si quisiera encenderle fuego con la mirada.
—No fuiste a verme triunfar—el menor se quejó.
—Vegetto, también hay cosas en las que debo enfocarme… Cuando termine mi certificación tú serás mayor de edad y ya podremos vivir juntos—le dedicó una sonrisa tierna—. Me estoy esforzando mucho, tal vez algún día pueda llegar a brillar como tú en mi trabajo.
—Yo nací brillando, tú échate brillantina—el adulto bajó la mirada abruptamente, sin importar lo que dijera el menor seguiría siendo arrogante.
Y, bueno, no se lo cuestionaba. Debía reconocer que amaba esa faceta del menor, tan caprichoso, tan egocéntrico, creyéndose una deidad.
—¿Vas al museo conmigo el fin de semana?
—Pff, ¿para qué quieres ir a un museo si frente a ti tienes a la mejor obra de arte?—el pelirrojo volvió a bajar la mirada.
Al menos lo intentó, aunque era un hecho de que el menor no querría ir a un museo ya que, aunque costara creerlo, a los doce años había visitado todos los museos de la ciudad y había aprendido demasiado en esa ocasión. Por la inteligencia sobrenatural del peliazul infería que posiblemente todavía tenía presentes esos conocimientos.
—Quiero hacer otra cosa contigo—dijo incorporándose y bajando con cuidado de la cama, se acercó a él y se sentó sobre sus piernas, el adulto tuvo que girar un poco en su silla de rueditas para que el escritorio no fuera un estorbo para el menor.
—¿No me dejarás terminar mi trabajo?—preguntó arqueando una ceja.
—Es viernes. Para eso tendrás el fin de semana—dijo quitándole su corbata.
—Vegetto, ¿por qué estás tan insistente en hacerlo?—preguntó tomando su cintura, el más bajo desvió la mirada—. ¿Es por lo que me dijiste la vez pasada?
—No es sólo eso—chasqueó la lengua—. En serio quiero hacerlo contigo.
—Estás lastimado…
—¡El pie, no la ingle!—replicó, ya malhumorado de la situación.
—Vegetto...—tomó su rostro entre sus manos—. No te ofendas, pero en estos momentos no tengo muchas ganas de hacerlo, ando muy estresado por el trabajo y…
—Excusas no quiero, Gogeta—cruzó sus brazos—. Sé sincero.
—Vegetto...—unió sus frentes—. Me da miedo lastimarte por mi falta de experiencia.
—Tsk—se sonrojó y desvió la mirada—. No lo harás.
—Vegetto, por favor, entiende mi preocupación. No quiero que en tu primera vez te lleves algún tipo de lesión por mi estupidez en este tema…
—No es mi primera vez, así que hazlo—el pelirrojo se sorprendió por esa declaración. El menor jugaba con los botones de su camisa de una forma nerviosa, empezando a despojarlo de su prenda.
—Vegetto, ¿cuándo pasó?—preguntó con voz baja, observando cada una de sus reacciones. El menor no era capaz de verlo a los ojos, y pese a su insistencia se le divisaba un sonrojo en sus mejillas.
—Hace un par de meses, ya no preguntes...—deslizó su camisa por sus hombros, dejando al descubierto su torso.
—Pero yo creí que…
—¡Ya cierra la boca!—pidió ocultando su rostro en su hombro. El cuerpo del más bajo se veía levemente tembloroso, como si el nerviosismo lo invadiera—. Ya tengo experiencia, lo he hecho varias veces.
El menor se levantó de su regazo, para arrodillarse en el suelo y empezar a quitarle el cinturón. El adulto se veía completamente nervioso, sabía lo que significaban las acciones del peliazul, sin embargo lo dejó hacer, ya excitándose por la vista que tenía de Vegetto.
El chico de cabello teñido dejó al descubierto el miembro del mayor, sonriendo por su tamaño, a Gogeta le había caído muy bien la adultez. Empezó a masturbarlo con su mano, sacándole suspiros al pelirrojo, cuando adquirió firmeza se lo llevó a la boca sin pensarlo, dirigiéndole una mirada fija a sus ojos con cada lento y tortuoso movimiento.
—Ah… Mhg… Vegetto...—tomó su cabello, acariciándolo con lentitud, ¡se sentía en el paraíso! ¡Maldita sea! ¿Acaso había algo que ese niño no hiciera bien? Sólo el ser modesto, porque para todo demostraba gran talento y agilidad.
¡Y qué agilidad! Con unos simples lengüetazos y un pequeño vaivén ya sentía sus piernas temblar y sentía que en poco llegaría al clímax. Hizo su cabeza hacia atrás, perdiendo su mirada en el techo. Sentía su rostro arder, ¡estaba en la gloria! ¿Estaba mal que en esos momentos se arrepintiera de no haberlo hecho antes con él?
Sintió una fuerte succión en su miembro. Ya no lo resistió, simplemente era imposible soportar más aquel placer que le brindaba el chico. Cerró sus ojos con fuerza al venirse adentro de su cavidad bucal.
Los abrió con lentitud y trató de recuperar el oxígeno perdido. Algo mareado por el intenso clímax miró al menor. Vegetto le dedicó una sonrisa ladina antes de tragar su esencia, para después relamerse los labios.
—Bien, continuemos—dijo el menor poniéndose de pie, con cuidado y apoyándose en su tobillo sano. Tomó al adulto de la cintura, incitándolo a que se pusiera de pie, una vez lo hizo lo empujó a la cama—. Quítate el pantalón—ordenó, empezando a desvestirse frente a la mirada completamente excitada del mayor.
Vegetto tenía gran dificultad para poder moverse, su tobillo lastimado le restaba la libre movilidad que en ese momento desearía tener. Tan sólo quedó completamente desnudo se acercó al pelirrojo, quien ya estaba despojado de toda prenda, pudiendo apreciar su cuerpo fornido en todo su esplendor.
Se colocó sobre él, sentándose en su abdomen. Le dedicó una sonrisa, satisfecho por ver cómo tragaba saliva. Gogeta se veía demasiado vulnerable, se inclinó hacia adelante y unió sus labios con los de él. El pelirrojo lo besaba con dulzura, la cual no pasó desapercibida por el menor.
¿Por cuánto tiempo ellos dos, estando destinados a estar juntos, no se habían permitido formalizarse como una pareja? Mucho tiempo, aunque todo era por decisión de Gogeta. El adulto, debido al incidente de Vegeta, se veía incapaz de iniciar algo con otra persona, había guardado en su mente y en su corazón aquella relación con final trágico, se sentía completamente restringido, dudando encontrar la felicidad con alguien más.
Pero el destino le había mostrado su felicidad tan pronto que no pudo identificarla, Vegetto había llegado para ser su felicidad, alegría, y al parecer también el dueño de sus quincenas. Aquel chico era demasiado orgulloso, arrogante, un presumido de lo peor. Entonces, ¿por qué si tenía actitud detestable se sentía profundamente enamorado de él?
Él conoció a Vegetto en su versión más pura, lo conoció como un niño inocente, como un pequeño soñador, lo conoció cuando tenía grandes aspiraciones y que quería buscar su identidad. Y ahora lo veía nuevamente, ya realizado, capaz de cumplir todo aquello que se propusiera, brillando como una galaxia a comparación de una simple estrella.
—Te amo—le dijo cuando separaron sus labios para tomar aire—. Te amo tanto, Vegetto.
Gogeta lubricó rápidamente sus dedos con su propia saliva y los dirigió a la entrada del menor, para poder retomar sus labios. Se sentía tan dichoso de estar con el menor, ser uno solo en ese momento tan especial que se alegraba guardar para él solamente. Vegetto era completamente arrogante, era increíblemente presuntuoso, pero ahora se sentía feliz de poder tener el privilegio de tenerlo consigo.
—Ya, hazlo—retiró la mano del mayor y se acomodó, posicionando la punta de su miembro en su entrada.
—Vegetto, te puedes lastimar, deja que te prepare bien…
—No lo necesito...—dijo antes de empezar a descender, sintiendo cómo se abría paso en su interior.
—Pero…
—Cierra la boca, Gog—en un rápido movimiento bajó, haciendo que entrara completamente en él.
—¡Mgh!—el adulto gimió al sentir aquella calidez abrasadora en su entrepierna.
Gogeta abrió lentamente sus ojos, aquel placer era mucho mejor que el que Vegetto le había brindado con su oral. Vio que el peliazul tenía sus ojos cerrados fuertemente, se sostenía con sus manos en su pecho, pese a que se rehusaba a abrir los ojos el mayor pudo identificar el dolor en su expresión: se había lastimado por su impaciencia.
—Puedes moverte—dijo el menor, tomando grandes bocanadas de aire de forma lenta y pausada.
—Ven aquí...—el menor se recostó sobre su pecho, con el miembro del pelirrojo todavía en su interior—. Deja de ser tan caprichoso, y deja de ser tan mentiroso… —besó su frente, sintió que empezaba a sollozar, al parecer el daño sí había sido mucho—. Vegetto, al principio te creí, pero ahora me doy cuenta de que es tu primera vez…
—Claro que no—respondió con un quejido.
—Ya deja de ser tan orgulloso, Vegetto—acarició su espalda—. A veces deberías dejar de ser tan prepotente, pequeño…
—Cállate...—susurró.
—Te amo como eres, Vegetto, pero lo que menos quiero es que te hagas daño por tus impulsos—empezó a reír—. Eres mi más grande tesoro…
—Gogeta, te amo...—susurró. El mayor buscó su mirada, el menor estaba con su rostro sonrojado, y tenía una mirada juguetona con un brillo que nunca antes había visto.
—Te amo, pequeño…
—Ya no llevas el collar—mencionó, levantando la mirada para verlo—. Creí que era un hábito llevar siempre el collar que te dio Veg.
—Ya era hora de que lo dejara ir—besó sus labios—. Ahora me interesas tú… sólo tú—volvió a besarlo, esta vez de una manera más pasional.
El menor se separó de sus labios y se incorporó, quedando sentado. Le dedicó una sonrisa seductora y empezó a levantar sus caderas, subiendo y bajando de forma lenta, sintiendo cómo su cuerpo se estremecía al sentir un enorme placer del pelirrojo adentrándose en él. Gimió cuando tocó un punto en él, tomó aire y se apoyó con sus manos en el colchón, a los costados del mayor, para empezar a cabalgar, buscando un poco más de placer en cada movimiento.
—Ahh—el pelirrojo tomó las caderas del menor, sentir sus movimientos de arriba a abajo le provocaban un inmenso placer.
Lo dejó hacerlo, se sentía tremendamente bien estando abajo. Y Vegetto tampoco la pasaba nada mal, él mismo buscaba el compás adecuado para satisfacerse, estaba jugando con los ritmos que más erizaban su piel y terminaban de encender su piel, cediendo cada vez más por la manera en que el mayor lo estimulaba con una masturbación rítmica. Aumentó la velocidad de sus movimientos, sintiendo que el mayor también se movía desde abajo, coincidiendo en sus estocadas para poder brindarse ambos el máximo placer en su acto.
El rechinar del colchón disimulaba los gemidos que escapaban de su garganta, la habitación rápidamente se ambientó con sus temperaturas corporales, sólo ese espacio era testigo de lo mucho que ellos dos se amaban de forma carnal y espiritual.
—¡Ahhh!—arqueó su espalda hacia atrás mientras se corría en la mano del mayor.
El menor tomó aire, con dificultad se levantó un poco, sintiendo los fluidos salir de él. Con cuidado se retiró de encima del mayor, cayendo desplomado a su costado en el colchón.
—¿Estás bien?—se acomodó para verlo mejor, todavía tenía su respiración agitada y su cuerpo sufría muchos espasmos.
—Sí—cuando el pelirrojo se acomodó de costado se acurrucó con él, quedando su rostro oculto en su pecho.
—Me haces tan feliz, pequeño...—besó su cabeza y acarició su cabello—. Eres mi mundo.
—Hmph—escuchó su molestia, sonrió y acarició su espalda.
—Perdón… Eres mi Universo…
—Eso se escucha mejor…
*****
—¿Cómo está tu tobillo? Ya pasó un mes...—mencionó el de cabellera bicolor al ver llegar al castaño. Su tinte ya se había caído y su cabello había recuperado su color original.
—Bien, pero debo tener cuidado todavía—le dedicó una sonrisa—. ¿Nos iremos mañana u hoy?
—Trunks prefiere que nos vayamos hoy, al parecer la Corporación Cápsula será la anfitriona esta ocasión—estiró sus brazos—. Los directivos ya recibieron el videojuego la semana pasada, probablemente ya lo probaron.
—¿Conseguiste smoking? Mi padre puede traerme uno de la casa para que lo uses—bajó de las gradas y se acercó a él, aprovechando que su práctica todavía no daba inicio.
—Trunks me prestará uno, gracias—respondió. El castaño le estiró el cabello para verlo mejor.
—¿Volverás a decolorarlo o dejarás que crezca así?
—Depende...—soltó aire—. Creo que lo mejor será enfocarme en otras cosas y no en mi apariencia.
—Tsk—soltó su cabellera y giró su rostro al lado contrario—. Como quieras…
—Vegetto, ¿es cosa mía o ya lo hiciste con Gogeta?—preguntó inspeccionándolo. El mayor lo vio con una sonrisa burlona.
—Lo hemos estado haciendo tres veces por semana desde que me lesioné.
—¿Tres veces por…?—su rostro se puso azul y torció su expresión—. ¿Cómo no tienes vergüenza para decir este tipo de cosas?
—Bah, tú también lo has hecho con él, ¿no?
—No, yo no...—cerró los ojos y soltó aire—. No puedo hacerlo.
—¿Te enseño?
—¿Y si te enseño yo a ti?
—Cuando quieras—el pelinegro rodó los ojos, aunque lo intente el castaño jamás se doblegará.
—Vegetto, si no ganamos mañana…
—Ganaremos.
—¿Pero...?
—En serio, ganaremos—bufó—. Gotenks, Trunks y yo somos los dos malditos genios del mundo, juntos podríamos descubrir la cura para el cáncer, acabar el hambre, limpiar el agua de los océanos, y encontrar vida en otros planetas…
—Y no lo hacen porque…
—Me aburro en los laboratorios...—se inclinó hacia él—. Y no lo soporto así como él tampoco me soporta a mí…
—Hagan las paces—pidió. El mayor empezó a reír—. Por el bien de la humanidad…
—No.
—Bueno, al menos tendré el orgullo de decir que intenté detener la tercera guerra mundial…
—Gotenks—el rubio llegó a su lado—. Es hora. Y, Vegetto, deja de distraerlo siempre…
—No lo distraigo—le mostró su lengua—. Tú que no soportas mi esplendor…
—Vegetto… Por favor, deja de creerte la maravilla del mundo.
—No me creo la maravilla del mundo—dio media vuelta—. Soy una maravilla del universo…
—Gotenks, ya ven… —insistió el rubio.
—Ya voy, Dash…
El de cabello bicolor se despidió con una seña y se adentró a la cancha. Empezaron su rutina de calentamiento, haciendo estiramientos previos a iniciar un juego. Gotenks era muy ágil en cuanto a sus movimientos, eran rápidos, pero con gran coordinación. Él junto con Goten formaban un dúo espectacular.
—Yo voy—avisó cuando el balón salió de la cancha.
Los demás siguieron jugando con uno de los muchos balones, la ventaja de la posición de la cancha en el campus era que no podía ir demasiado lejos por su cercanía con el muro y la malla de la escuela. Llegó a la orilla, levantó el balón y se lo lanzó a un chico que se acercó. Aquel muchacho regresó a la cancha, mientras él se dispuso a empezar a trotar para ir allá.
—Mgh—escuchó un sonido cercano. Giró su rostro hacia donde le parecía que provino el ruido.
—¿Pasa algo?—le preguntó el chico de cabellera alborotada a unos metros.
El de cabello bicolor lo ignoró, para aproximarse a un arbusto pequeño. “Mgh”, volvió a escuchar aquel sonido, esta vez más claro. Tragó saliva e invadido por la curiosidad se acercó más. Por dentro tenía un leve temor, el suspenso en el que se encontraba le cortaba un poco la respiración. Armándose de valor se acercó más, observando el origen de los misteriosos ruidos.
Había un canasto, y adentro de él estaban varias cobijas. Temiendo lo que se imaginaba, se arrodilló a un lado y descubrió lo que se ocultaba bajo la tela. Sus ojos se encontraron con otro par de ojitos negros que se veían tristes y cansados, llenos de lágrimas. Un nudo se formó en su garganta al ver que el menor seguía sollozando mientras le extendía sus bracitos.
El mayor sin pensarlo lo levantó, sintiendo el cuerpo del bebé aferrarse a él. ¿Cuánto tiempo había estado ahí? ¿Y si tenía hambre, de dónde sacaría comida? Una gran necesidad de protegerlo lo invadió, lo abrazó con cariño y empezó a arrullarlo.
—¿Qué pasa…?—preguntó acercándose, llevándose una gran sorpresa al ver al pequeño ser—. ¿U-un be-bebé?
—Debieron haber roto la malla para dejarlo aquí. Ya, ya...—empezó a mecerlo en sus brazos, su pecho se veía oprimido al imaginar qué persona desalmada fue capaz de abandonar a un angelito como lo era ese pequeño.
—Ustedes dos, ¿qué rayos están…?—el rubio abrió sus ojos completamente al ver al bebé pelinegro—. ¿Esa cosa de dónde salió?
—Debemos llevarlo a la enfermería—dijo el más bajo—. Debe tener hambre…
—Hay una nota—dijo Goku levantando el canasto, leyendo en voz alta el papel arrugado.
Espero que alguien pueda hacerse cargo de Kyabe ahora que yo no podré.
Por favor denle una vida completamente distinta a la que hubiera tenido con sus padres.
—Pequeño Kyabe, tranquilízate un poco—comenzó a caminar—. Ya, ya…
—¿De dónde sacaste esa cosa…?—preguntó el castaño con una expresión torcida, caminando al lado del pelinegro, observando al pequeño bebé con curiosidad.
—Vegetto, ahí está Black—el castaño miró hacia el noroeste, viéndolo a quince metros—. Él haría cualquier cosa por ti. Ve a pedirle que traiga una cajita de leche de la cafetería, a temperatura ambiente
—Hmph—frunció su ceño—. Me lo debes…
Confiado de que el pelirrosa traería lo pedido, siguió caminando hacia la enfermería, escoltado por el resto del equipo de baloncesto, todos sorprendidos por la aparición del pequeño Kyabe.
Cuando por fin llegaron el de cabello en punta fue el único en entrar, aunque acompañado del rubio, Goten, Trunks y de Goku. Inmediatamente la enfermera a cargo les hizo un interrogatorio, interrumpido solamente cuando el castaño llegó con el pedido especial. Gotenks se encargó de darle pequeñas porciones de la leche aprovechando la boquilla, el menor bebía desesperadamente, mientras las lágrimas seguían saliendo de sus enormes ojos.
—Gotenks—llamó una mujer entrando, todos al verla le hicieron una señal de respeto—. Tengo que hablar contigo en privado.
Los chicos y las enfermeras salieron de ahí, dejando a la mujer sola con el chico y el bebé. A los segundos entró un hombre que vestía un uniforme azul policiaco, el de cabello teñido pensó lo peor por su aparición.
—La malla de la escuela fue cortada con pinzas—empezó a decir la mujer—. Estuvimos checando las cintas de seguridad, una mujer las cortó anoche para poder dejar el bebé dentro del campus.
—La mujer que lo dejó ya había realizado anteriormente denuncias contra su esposo por maltrato—el hombre miró fijamente al bebé—. A dos cuadras de aquí ella fue encontrada sin vida hace ocho horas. La mataron a golpes.
—¿Su esposo…?—preguntó el menor.
—La evidencia arroja que así era… Al parecer ella intentó proteger a su bebé escondiéndolo aquí y apostando su propia vida—el hombre dejó unos papeles sobre el escritorio—. Su nombre es Kyabe, y tiene siete meses de edad. Nunca fue registrado debidamente, los únicos archivos de su existencia son de una capilla, de cuando la mujer lo dio a luz.
—Pobre Kyabe, estaba hambriento—se lo colocó contra su hombro y le dio suaves palmaditas en la espalda para hacerlo eructar.
—Gotenks, ¿podrías entregarle al señor el bebé?—pidió amablemente la mujer. El menor, desconcertado, acató la indicación.
Cuando intentó entregarle al menor, Kyabe empezó a patalear, intentando volver a los brazos del menor. Gotenks, apenado, decidió no forzarlo y volvió a acunarlo en sus brazos para que se tranquilizara.
—Tal como lo pensé—el hombre se sentó en el escritorio—. Se podría decir que tiene un complejo con las personas al haberse visto en medio de peleas de sus padres. Así que como tú le mostraste cariño desde el primer momento no quiere estar con alguien más.
—Eso lo entiendo, pero…
—Gotenks. Por esta situación me encargué de llamar a un médico especial. Instalarán una pequeña incubadora para el bebé, y se quedará aquí hasta que arreglemos el asunto legal—le dedicó una sonrisa cálida—. Sé que eres muy joven para lo que te pediré, pero quisiera que por un tiempo, tan sólo deje de estar internado, cuides de él.
—Pero… ¿no tiene más familia?—miró al pequeño bebé, quien empezaba a quedarse dormido.
—Lamentablemente no—el hombre sonrió—. ¿Sabes? Los bebés saben identificar quién le transmite calma por ser buena persona.
—Entonces me haré cargo de él.
—Sólo serán unos días, ¿de acuerdo?—el menor asintió—. Bien, entonces necesito que me ayudes a mí y al doctor a colocarlo en la incubadora...
***
—Lamento llegar tarde—se disculpó al llegar al estacionamiento, donde estaban los demás chicos esperando pacientemente, además de que también iba Gogeta como el maestro a su cuidado.
—¿Cómo está el bebé?—preguntó emocionado Goten—. ¡Felicidades por ser papá!
—No soy papá, sólo lo cuidaré unos días hasta que alguien lo adopte—sonrió—. Pero está bien, lo conectaron para ver su estado. Está en perfectas condiciones.
—¡Qué bien!—todos subieron a la camioneta, el pelirrojo en el asiento del copiloto y los adolescentes atrás—. ¡Estoy muy emocionado!
—¿Estás bien?—le preguntó en el oído mientras Goten y Trunks charlaban con Goku.
—Me preocupa Kyabe—le susurró viendo por la ventana—. Digo, no dudo que lo adopten, la gente prefiere a los bebés… Pero su historia es la que me duele, ¿sabes? Un bebé no tiene que vivir algo así.
—¿Historia?—arqueó una ceja—. No eran de esos padres que tatúan a sus hijos, ¿o sí?
—¿Eh? No, pero sí peleaban frente a él. No lo alimentaban adecuadamente, tenía riesgo de desnutrición—miró con una sonrisa al castaño—. Ahora estará bien…
—Eso espero—colocó sus brazos cruzados sobre su pecho—. Despiértenme cuando lleguemos…
Aprovechando que el chico dormiría y que él también se sentía agotado, apoyó su cabeza en el hombro del castaño, para poder quedarse profundamente dormido.
***
—¿Hm?—abrió lentamente los ojos, dándose cuenta de que estaba sobre una cama—. ¿Dónde estoy?—murmuró desorientado.
—Te veías muy cansado, así que te dejé dormir más—le dedicó una sonrisa—. Trunks espera en el salón principal, están terminando de arreglar los asuntos finales de la competencia. Están invitadas escuelas de todo el mundo, así que debe ser lo mejor posible.
El menor se puso de pie, estiró sus brazos y sonrió. Le dio un dulce beso en los labios y abrazó su cuerpo cálido, disfrutando mucho su compañía.
—Vamos con Trunks, él nos explicará lo que debemos hacer…
Bajaron al enorme salón de la Corporación Cápsula, sorprendiéndose por su lujosa decoración, la gran cantidad de mesas que había adornadas con manteles de un brillante tono blanco y de los candelabros con cristales que colgaban del techo en varias secciones. Miraron al pelilila haciendo apuntes en unas hojas, supervisando el correcto orden en el cual las personas hacían sus labores.
—Hola, Trunks—saludó el de cabellera alborotada. El de ojos azules volteó y les dedicó una sonrisa.
—Hola, chicos. Gotenks, ¿cómo estás?
—Bien, algo adormilado todavía—miró a su alrededor, muchos hombres y mujeres terminaban de decorar y colocar cosas—. ¿Y los demás?
—En la mesa de allá—la señaló, ahí se veían el pelinegro, el pelirrojo y el castaño—. Es ahí donde mañana nosotros debemos estar durante la ceremonia.
—Etto… ¿por qué Vegetto se ve enojado?
—Gogeta lo despertó cuando llegamos—sonrió de medio lado—. Le dije que mejor lo dejara dormir más tiempo, de todos modos no había urgencia en hacer algo.
—Rayos, se pone de muy mal humor cuando lo despiertan—empezó a reír nerviosamente—. Tal vez rompa algo…
—No, le prometí que mis chefs le prepararían un postre de fresas recién cortadas y frambuesas…
—Sólo no demoren mucho…
—No, de hecho creo que no tardan en servirlo. Chicos, necesito contarles cómo será todo esto, es importante que no se cometan errores.
El pelilila se acercó a los que estaban en la mesa, seguido de los otros dos. Ahí les contó cómo sería la ceremonia, qué haría cada quién y el tipo de comportamiento que tendrían todos, por lo que deberían mantenerse al margen de la situación y siguiendo la forma de actuar apropiada. Les hizo un rápido recuento de tipos de modales, tales como estrechar la mano de forma correcta, la manera adecuada para presentarse, incluso cómo comer y cómo beber.
—¿Dudas?—dijo tras finalizar. Sus empleados les sirvieron a los seis un pequeño platillo con un pay de queso con frambuesas y fresas encima, lleno de jalea de frutos rojos.
—Trunks—empezó a decir el adulto—, ¿cuánto durará aproximadamente este evento?
—No mucho, creo que seis horas—el castaño soltó su tenedor al oír eso.
—Oye, ¿esperas que estemos sentados escuchando a un montón de viejitos podridos en plata durante seis aburridas horas?—reclamó el de pendientes.
—No será aburrido, se los prometo—sonrió—. Suelen hacer muestras de nuevos inventos, hace un año incluso trajeron animales biomecánicos, tendrían fines terapéuticos.
—Brief—soltó aire y se tocó el tabique con frustración—. Al menos promete que la comida será buena.
—Lo será—cruzó sus brazos y rodó los ojos—. Tú prométeme que no actuarás arrogante frente a estas personas, a partir de ahora seremos imagen de la Corporación Cápsula.
—Tsk—terminó de comer—. Vale, sólo una noche si cumples tu palabra.
—Bien. La temática se cambió a último momento por sugerencias del coordinador del evento, será noche de blanco. Pedí que llevaran un smoking blanco a sus habitaciones, si es necesario hacer alguna modificación avísenme con tiempo para que mi sastre los arregle.
—¡¿Blanco?!—se quejó el castaño—. Oye, detesto el blanco.
—¿Por qué?—preguntó ya hastiado el pelilila.
—Ni siquiera dejaste que volviera a pintarme el cabello, ¿cómo se supone que resalte, eh?
—Por favor...—empuñó sus manos y tomó una honda bocanada de aire—, sólo hazlo…
Completamente estresado se puso de pie y fue a terminar de supervisar el avance de las personas que estaban ahí. Vegetto, pese a que era el causante de la molestia del pelilila, yacía sentado en su silla, haciendo un extraño puchero ofendido. Gogeta, por más que lo intentara, no podía sacar de su enojo al menor, así que simplemente dejó de insistir y se fue a su habitación. Goten se fue con Trunks a ayudarle y Goku y el de cabellera bicolor fueron a su habitación, incómodos por el enojo del castaño.
Vegetto se puso de pie y caminó a pasos lentos por la extensión de la corporación. Sonrió al visualizar el laboratorio, o cuarto de estudios, del pelilila y entro ahí. Tomó la computadora del de ojos azules y empezó a hacer una investigación, obteniendo rápidamente aquello que necesitaba. Soltó aire al encontrar aquello que se imaginó, cerró los ojos y rezó una pequeña oración antes de borrar el historial y apagar la computadora portátil.
***
—¡Esto es mejor que el año pasado!—dijo Goten completamente emocionado al ver cómo, con las luces, se creaba un escenario genial.
Cuando los invitados empezaron a llegar se vieron obligados a convivir un poco con las personas, ya que muchas se acercaban con Trunks, él era reconocido mundialmente como heredero de la Corporación Cápsula, por lo que estaban interesados en él, y a Goten lo conocían porque desde hace tiempo lo habían visto en sus ceremonias, así como también se reveló en una revista pública hace un par de meses que ellos dos supuestamente eran pareja, lo que causó gran conmoción sobre todo porque el pelilila nunca desmintió esa noticia, tomándose como verdadera.
Como se había previsto, la ceremonia fue muy tardada, empezando por un discurso del fundador del concurso, seguida por distintas presentaciones de los más grandes inventores de la época, volviendo aquella experiencia una de las más sorprendentes de sus vidas.
—¿Ya me darán mi premio?—dijo de repente el castaño a sus compañeros de mesa.
—Ya anunciarán al ganador—avisó el pelilila, dándole su respuesta.
—Genial, ya quiero mi dinero.
—Aún no es un hecho de que ganemos…
—Lo haremos—sonrió con orgullo—. Yo estoy en el equipo.
—Damas y caballeros, a continuación les presentaremos al ganador de este concurso...—empezó a dar un discurso, hablando del esfuerzo de todos en general y que agradecía su interés en participar en eventos de ese tipo para el bien de la sociedad—. Y los ganadores son… El equipo del joven Trunks Brief, representando a la Corporación Cápsula…
—Felicidades, chicos—felicitó el pelirrojo aplaudiendo junto a la multitud mientras los adolescentes caminaban hacia el foro, siendo felicitados por todos los invitados en su trayecto.
Los menores hicieron su presentación del videojuego, liderados por el pelilila, sorprendiendo a todos por aquella obra maestra creada por genios como ellos. Finalmente se dieron unas palabras de agradecimiento y fueron premiados con una medalla cada quien. Posteriormente fueron a sentarse para dar inicio a la cena.
—Te lo dije...—le mencionó en el oído al pelilila, quien sólo pasó su mano por su cabello con frustración.
—A veces es aterrador cómo la suerte está de tu lado—confesó el de ojos azules, para dedicarle una sonrisa—. Te tengo una sorpresa, Vegetto. Alguien quiere verte.
—¡Trunks!—el pelinegro se quejó—. ¿Por qué él tendrá sorpresa y yo no?
—Goten, esta noche te daré un regalo a ti, no te preocupes—miró a los demás—. Y a ustedes también, como agradecimiento por su colaboración en este proyecto, es muy importante para mí... —carraspeó un poco—. Quiero darles las gracias a todos por permitirme también su amistad…
—No te pongas cursi—el castaño cruzaba sus brazos y desviaba la mirada, aun así se le podía divisar las mejillas sonrosadas.
—Felicidades, Vegetto...—dijo alguien detrás de él, por su tono de voz se podía distinguir que era un chico.
—Tsk, era obvio que ganaría—respondió sin verlo.
—Lo sé… siempre has sido el número uno…
—Autógrafos no doy, así que déjame cenar tranquilo, por favor...—dijo metiendo un bocado de pasta en su boca.
—Sólo quería decirte que te extrañé mucho—dijo el chico antes de abrazarlo del cuello por detrás, colocando sus manos sobre su pecho y posando sus cabeza sobre la suya.
—¿Qué demon…?—se giró, soltándose del agarre para ver al chico, sorprendiéndose al ver quién era. Se trataba de un muchacho de su edad, con una brillante cabellera rubia y unos ojos verdes como esmeraldas que brillaban demasiado. El chico se veía emocionado, con unas lágrimas asomándose por sus ojos mientras su rostro mostraba una enorme sonrisa—. ¿Gojita?
—Te he extrañado tanto, hermano—cuando el castaño se puso de pie el rubio se acercó a abrazarlo con gran cariño—. No imaginé encontrarte aquí, pero me alegra que estés, Vegetto—su abrazo fue correspondido—. Hermano, me has hecho falta…
—Gojita...—aún no salía de su asombro, parecía tan irreal tenerlo ahí, con él, abrazado a su cuerpo.
—Participé en este concurso porque si ganaba podría volver a casa contigo y papá—confesó el rubio sin soltarlo—. Pero estoy orgulloso de tu triunfo, Vegetto.
—Volverás a casa conmigo—dijo el de cabellera oscura—. Te llevaré a casa—ocultó su rostro en su hombro, sintiendo por fin esa calma, esa paz que tener a su hermano con él le transmitía.
—Gracias...—se separó para dedicarle una sonrisa, limpiando las lágrimas que se habían escapado de sus ojos, miró al grupo que estaba en la mesa—. Felicidades a todos. Permítanme presentarme, soy Gojita, hermano menor de Vegetto.
—¡¿Hermano?!—dijo emocionado Goten—. ¡Genial! Tenemos que jugar un día de estos juntos, ¿practicas deportes?
—Sí, pero… tengo que volver a Europa mañana en la noche—respondió, para después dedicarle una sonrisa—. Tal vez en otra ocasión, espero poder transferirme a La Esfera del Dragón, tal vez en las vacaciones los vea…
—Estudiamos ahí—dijo el pelilila bebiendo un poco de agua—. Y él—señaló al pelirrojo—, es maestro de la institución.
—Entonces seremos buenos amigos—miró a todos con una sonrisa.
—Te presentaré a todos—dijo el castaño—. Él es Goten, novio de este amargado de nombre Trunks; él es Goku; él es Gotenks, mi mejor amigo; él es Gogeta, me acuesto con él en las noches…
—¡PFF!—escupió el agua al oír la presentación que hizo el menor, sonrojándose intensamente—. ¡Vegetto!
—Tsk, ¿acaso estoy mintiendo?—le cuestionó al mayor arqueando una ceja, mientras el rubio sólo reía.
—No sabía que tenías novio—continuó riéndose—. Yo también quiero presentarte a alguien—le hizo una seña a una persona que estaba sentada en una mesa al otro lado del salón. Ese alguien se acercó, era un muchacho alto de cabellera negra y piel bronceada—. Se llama Broly, es mi novio…
Al escuchar que un vaso de cristal se rompió giraron su rostro hacia donde provino el sonido, se trataba de Gotenks, quien tomaba su cabeza.
—¿Estás bien?—le preguntó Goku con preocupación, el menor sólo se puso de pie.
—Sí, sólo iré al baño...—caminó a pasos torpes hacia la salida, Goku empezó a seguirlo con considerable distancia. Se detuvo al sentir una mano en su espalda, Vegetto lo había seguido.
—Exijo una explicación, ¿qué rayos le ocurrió?
—Al principio no lo entendí, pero…—miró al chico pelinegro a lo lejos, todos en esa mesa estaban atentos a su dirección, a todos les sorprendió la reacción del de cabellera bicolor—. No se trata de él, pero tiene su mismo nombre… Me atrevería a decir que comparte algunos rasgos.
—¿De quién te refieres?—preguntó en voz baja de forma discreta, ya que había varios meseros que se paseaban con charolas por el salón.
—Uno de los sujetos que abusó de Vegeta...—respondió bajando la mirada.
—¡¿Qué dijiste?!—miró sin disimulo hacia donde estaba Broly, aquel muchacho de apariencia fuerte pero que se veía tímido.
—No es él, la persona que lo lastimó era un hombre maduro, cabello claro y piel blanca… De su misma estatura, ojos también rasgados y complexión parecida—miró al castaño—. Su nombre es el mismo, sólo eso…
—Tsk—desvió la mirada—. Debo saber si tienen relación con algo, tú busca a Vegeta y asegúrate que esté bien—se quitó el saco—. Cuida que esté bien…
Goku se alejó en busca del de cabellera bicolor, Vegetto se acercó al rubio y lo tomó del brazo, dejando desconcertados a todos por la forma tan estrepitosa en que lo alejó de ellos, Vegetto se llevó al rubio a una esquina para charlar con él.
—¿Qué es lo que pasa?—buscó su rostro, el castaño se veía distraído—. Sólo hacías esto cuando me contabas un secreto o pasaba algo malo.
—¿De dónde es tu novio?
—¿Broly? Es de Europa, su mamá es de España… ¿Por qué?
—¿Y su padre?
—De Japón—el mayor mostró una expresión de sorpresa combinada con miedo—. Vegetto…
—¿Sabes la historia?
—Su mamá tuvo un encuentro con él, se embarazó pero tenía que volver a Europa, no volvió a verlo y le puso su nombre para recordarlo…
—Gojita...—empezó a temblar y tomó su cabello con frustración—. Dame un minuto…
El chico comenzó a teclear cosas en su teléfono bajo la mirada confundida del rubio, pasaron largos minutos hasta que por fin apagó la pantalla. Se veía muy afectado, sorprendido y dolido el de cabello oscuro. El menor le dio espacio, hasta que el mayor se animó a hablar.
—Tu novio es hijo de un hombre que ahora está detenido por delito de violación a un menor de edad.
—¿Qué? ¿Pero cómo…?
—Te contaré todo lo que sé…
***
—¿Estás bien?—preguntó tocando la puerta del baño. A los segundos salió el menor con una expresión de asco.
—Creo que me hizo daño la comida, creo que estoy muy acostumbrado a la comida chatarra—bromeó tomando su abdomen—. Vamos a la mesa, se ve que Broly y Gojita son muy divertidos…
Ambos se dirigieron a la mesa, ahí estaban todos sentados, charlando animadamente, principalmente Gojita y Vegetto.
—Por fin regresaron—dijo el castaño—. ¿Todo bien?
—Me cayó mal la comida, eso es todo—le dedicó una sonrisa—. Me da gusto de que ustedes dos vuelvan a estar juntos.
—Gojita se quedará en la Corporación esta noche, al igual que Broly—dijo el pelilila tranquilamente—. El resto de los invitados se hospedará en el hotel que está en la calle próxima.
—¿En serio tardamos mucho?—se refirió al hecho de que muchas mesas estaban vacías.
—Sí—bostezó—. Chicos, la ceremonia ya acabó. Yo me retiraré, estoy muy cansado. Vegetto, Gojita y Broly pueden quedarse en la habitación que está al lado de la tuya.
—Iré contigo, Trunks—dijo el menor de los Son acompañándolo.
—Entonces iré yo también a dormir—dijo el de cabellera bicolor, extendiendo su mano al rubio—. Un gusto conocerte, Gojita—después vio al pelinegro—. A ti también, Broly…
Goku y él fueron a su habitación, la que le prestó el pelilila, despojándose del traje y quedando sólo en ropa interior. Se acomodaron bajo las cobijas, abrazados, para poder descansar un poco, ese día había sido muy agotador.
***
—Broly, me quedaré con Vegetto—avisó el rubio antes de cerrar la puerta, prácticamente en el rostro del más alto. Ambos adolescentes estaban charlando animadamente, disfrutando demasiado de su compañía, contándose secretos, recuperando el tiempo perdido, hablando de cómo fueron los días en ausencia del contrario.
Y es que sin importar el tiempo que estuvieron separados ambos se querían igual o más que antes, los mellizos estaban juntos desde antes de nacer, su lazo era demasiado fuerte que no se rompería por la distancia.
Cuando eran niños, Gojita y Vegetto tuvieron muchas críticas, sobre todo el menor, ya que por su cabello rubio ajeno a la familia era usualmente molestado. Y Vegetto, como el mejor hermano mayor, lo defendía, ganándose palizas por insultar a los de curso superior.
Jamás le importó las diferencias físicas que tenía con su hermano, es decir, ¿acaso importaba eso? Por supuesto que no, él era su amigo desde que ambos nacieron, estuvieron juntos todo momento, compartían todo.
El día que su mamá decidió irse con el rubio, Vegetto había corrido tras su auto durante varios minutos, mientras que Gojita lo veía desde el asiento trasero a través del vidrio, sollozando al ver a su hermano tratando de alcanzarlos. Cuando intentó abrir la puerta su mamá lo estiró de la ropa, evitando que saliera del vehículo para reencontrarse con Vegetto.
Finalmente vio al castaño disminuir su velocidad y caer sobre el pavimento, fracasando en su intento de alcanzarlo.
Recordaba perfectamente que odió a su mamá por ello, había perdido toda comunicación con su hermano y eso es algo que no le supo perdonar. Sobre todo porque, aparte de alejar a su compañero de vida, lo estaba forzando a llamar padre a un hombre que no conocía y que, además, era increíblemente hipócrita, insultándolo cuando su madre no estaba, delatándole que nunca aceptó al hijo de la mujer que decía amar.
El hombre, de alta posición social, lo envió a un internado, más para deshacerse de él que para darle un mejor futuro, y fue ahí donde conoció a Broly, un chico tímido y callado, de buenos sentimientos, quien permanecía en soledad a veces. Como hijo de una mujer reconocida mundialmente como escritora, él era envidiado por muchos por tenerlo todo, además de que el de piel bronceada no era muy bueno en las relaciones interpersonales, por lo que se le dificultaba iniciar conversaciones y hacer amigos.
En ese momento quiso ser su amigo, empezando a charlar más y a convivir, disfrutando de su compañía y de la paz que le transmitía. Y como el destino era siempre incierto, terminó enamorándose de él, siendo correspondido por el más alto. De no ser por él estaba seguro que se habría encerrado en un mundo de amargura y soledad por la forma tan egoísta que su familia se fue desmoronando.
Pero ahora, gracias a que se rehusaba a aceptar que su novio financiara su intercambio y que se esforzara de forma sobrehumana para ser competitivo en esa competencia, ahora tenía a su lado al de cabellera castaña, a quien fue su primer amigo y que era, junto con Broly, la persona más importante de su vida y a quien amaba fuertemente.
***
Abrió los ojos con pereza, miró al chico que dormía a su lado. Sonrió y bostezó. Con cuidado de no despertarlo bajó de la cama y tomó una cobija del mueble cercano, se sentó unos segundos en la orilla de la cama, para después levantarse y salir de la habitación, siendo cubierto por aquella cobija como si fuera una capa. Notó una presencia sentada en el suelo, recargándose contra la pared de una habitación cercana. Se acercó a él y se arrodilló a su lado.
—Broly, ¿estás bien?
—Sí—respondió el chico en voz baja.
—¿Gojita pasará la noche con Vegetto?—el pelinegro asintió—. ¿Por qué no vas a la habitación?, te enfermarás, la noche es fresca.
—Gojita y yo siempre dormimos juntos—dijo ocultando su rostro en sus rodillas. El más bajo sonrió.
—Anda, ven—lo tomó de la mano y lo ayudó a ponerse de pie, se quitó la cobija ya cálida y lo cubrió con ella—. Te arroparé. No te sientas mal porque están juntos, ambos se extrañaban demasiado.
—Lo sé—respondió en voz baja, al parecer sí era una persona muy tímida.
—Ya mañana ustedes dos volverán a estar más tiempo juntos—cuando el más alto se recostó sobre la cama lo arropó, cuidando de que las cobijas lo cubrieran bien.
—Gracias...—susurró antes de empezar a cerrar sus ojos ya cansados.
—De nada… —salió de la habitación y, antes de cerrar la puerta, miró al chico de cabellera negra—. Buenas noches.
Cerró tras sí y volvió a lo que quería hacer inicialmente. Bajó a la cocina y sirvió un vaso con agua, bebiendo un poco y calmando la resequedad en su garganta. Estaba un poco angustiado, pensando en la familiaridad que le causaba ese chico de piel bronceada. ¿Acaso a él lo conoció antes? Lo dudaba, era imposible que viajara antes a Europa o algo parecido.
Dejó de tomarle importancia a ese asunto, es decir, ¿acaso importaba ahora? Ahora estaba con Goku, él era su felicidad, tenía grandes amigos como Gotenks, Vegetto y Trunks, y ahora a la lista se sumaban Broly y Gojita, había hecho las paces con Gogeta y, aunque no era muy cómodo estar con él luego de lo ocurrido, ahora sabía que no era mal tipo y toleraba estar con él. Asimismo, ahora tenía el dinero suficiente para financiar sus estudios y apoyar al orfanato, donde tenía grandes amistades y personas que lo querían. Y por último, y no menos importante, tenía a Kyabe, quien, aunque sólo cuidaría de él unos días podría tenerlo con él, saber qué se sentiría ser padre.
Eso era felicidad, ahora sabía la respuesta. No quería cambiar esto por nada.
***
—Buenos días—saludaron al llegar al comedor, ahí estaba Trunks leyendo el periódico, Goten comiendo algo de cereal, Broly comiendo unos panecillos y Gogeta bebía algo de café.
—Buenos días, Goku y Gotenks—saludó el menor de los Son—. Gojita y Vegetto aún no vienen.
—Deben estar agotados—sugirió el de cabellera alborotada antes de sentarse. Un empleado les colocó un desayuno frente a ellos, así que empezaron a degustarlo con tranquilidad, algo hambrientos.
—¡Buenos días!—los hermanos llegaron al comedor, Vegetto siendo cargado en la espalda por Gojita. A todos se les resbaló una gotita de sudor por la frente al ver su aspecto.
—Gojita, ¿por qué tu cabello ahora es azul?—preguntó Broly al ver a su novio con cabello en un brillante tono azulado, al igual que Vegetto.
—Ahora somos gemelos—dijo riéndose el mayor, actuando de manera muy diferente a la del Vegetto de todos los días.
—Vegetto, ¿por qué tu piel también es azul?—preguntó el pelirrojo, refiriéndose a que ambos tenían manchas en el rostro de azul, en el mismo tono que su cabello.
—Porque accidentalmente me manché, y Vegetto no quería que fuera el único—respondió quien antes tenía cabellera rubia.
—¡Les queda muy bien ese color!—dijo Goten cuando ambos se sentaron en la mesa, después les sirvieron el desayuno y empezaron a comer, hablando con incluso claves secretas que sólo ellos dos se podían entender.
Luego volvieron a encerrarse en la habitación prestada, al parecer harían algo que sólo ellos dos estaban autorizados en saber. Por lo que los demás, por invitación de Trunks, fueron a un museo cercano a pasar el rato. Broly trataba de involucrarse en la conversación, sintiendo cada vez más confianza por la forma tan amistosa con la que lo trataban todos.
Cuando volvieron a la Corporación se encontraron con los hermanos bajando por las escaleras. Habían colocado cartones en ellas para usarla como resbaladilla. Cuando de pronto Vegetto rodó y cayó boca abajo al suelo, golpeándose el mentón. Gojita lo imitó, cayendo sobre él, para después reírse los dos.
Parecía que con su actitud infantil estuvieran regresando el tiempo que perdieron, como si una vez más estuvieran en su niñez, la cual se vio interrumpida cuando los distanciaron.
—Gojita—el de piel bronceada se acercó, lo ayudó a ponerse de pie, mientras el peliazul sólo reía—. ¿Estás bien?
—Sí. ¡Vegetto, hagámoslo de nuevo!
—No quiero interrumpir su felicidad, pero si no vas al aeropuerto dentro de veinte minutos perderán su vuelo—dijo el pelilila.
—Disculpen—dijo el pelirrojo cuando su teléfono sonó, se alejó un poco para responder.
—Hmph, está bien—dijo Vegetto poniéndose de pie—. Grandulón, cuida a mi hermano.
—Sí—respondió mirando al chico que estaba entre sus brazos.
—¿Dónde está tu maestro?—cuando lo vio, alzó la voz—. ¡Constrúyele un altar a mi hermano!
El pelirrojo rodó los ojos y siguió atendiendo su llamada. Minutos después, cuando el anteriormente rubio y el pelinegro fueron por sus maletas, y los adolescentes hicieron las propias para ya volver al internado, se acercó.
—Vegetto, no sé qué clase de pacto con el diablo hiciste para tener todo a tu favor—empezó a decir, tocándose el tabique con frustración—. La directora me dijo que se enteró que tienes un hermano estudiando en el mejor instituto de Europa, siendo sobresaliente, y lo quiere en La Esfera del Dragón, incluso está dispuesta a financiar todo para su traslado y que empiece a estudiar con nosotros el próximo semestre…
—¡Genial!—saltó a la espalda de su hermano mayor—. ¡Funcionó la sangre de gallina!
—¡¿Sangre de…?!
—¡Caíste!—dijeron ambos al unísono, riéndose de la cara de susto que colocaron todos al oír eso.
—Niños, con eso no se juega—dijo el adulto, todavía alterado por creer en la broma que hicieron—. Ya, Gojita, baja de Vegetto y vámonos al aeropuerto, nosotros también debemos ir al internado.
—Ven—tomó la mano de su hermano mayor y empezaron a correr a la salida—. Broly, trae nuestras cosas—se alcanzó a escuchar su voz antes de que se fueran.
—Nunca lo vi tan feliz—dijo el pelirrojo, cargando la maleta de Vegetto. el menor acostumbraba llevar muchas cosas pese a que sólo iban a salir dos días—. Vamos, muchachos, debemos irnos.
El viaje camino al aeropuerto fue tranquilo, el equipo de los chicos ya se había ido, ellos dos fueron quienes decidieron quedarse aparte para que el rubio pasara tiempo con el castaño, se veían ambos muy felices y animados por la forma en que pasaron el tiempo juntos. La camioneta se vio inhundada de risas y bromas de los dos, derrochaban alegría.
Al llegar al aeropuerto se despidieron con un fuerte abrazo, y el peliazul y pelinegro también se despidieron del resto, para después abordar. El camino de vuelta al internado fue muy silencioso, al peliazul se le podía observar una gran sonrisa mientras veía por la ventana. Tan sólo llegaron a la escuela todos se dirigieron a un lugar en específico.
Goten y Trunks fueron a su habitación, disfrutaron de su amor entregándose intensamente, llenando su habitación con la calidez de sus cuerpos y el sonido de sus pieles amándose con locura.
Goku y Gotenks fueron primero a la enfermería, donde el pequeño Kyabe estaba dormidito en la cuna, se veía muy cansadito y como si hubiera llorado. La mujer a cargo se acercó a ellos, mirando con una sonrisa maternal al de cabello bicolor.
—No quiso comer—le explicó—. Se instaló en su habitación una cuna provisional, la directora me dijo que te avisara que, si lo preferías, podría llevarse a una habitación aparte para que estés solo con el bebé.
—No, está bien—le sonrió a la mujer—. Ambos estaremos bien con el bebé.
—Puedes llevártelo ya, su salud está bien—el menor asintió antes de levantar al pequeño, quien se despertó y sonrió al visualizar al de cabello bicolor.
—Kyabe, hola… —la mujer le extendió un biberón, el menor se lo acercó al bebé e inmediatamente empezó a comer.
—Sólo quiere comer contigo...—ella sonrió—. Si fueras mayor de edad te pediría que lo adoptaras...—comentó, refiriéndose al hecho de que sólo con él se veía más tranquilo.
—Bueno, me lo llevaré ya—Goku tomó la pañalera que le extendió la mujer—. Gracias por todo.
Cuando ambos llegaron a su habitación se sorprendieron por la decoración en la pared de enfrente, habían pintado con colores alegres, dibujando figuras, y había una cuna con varios peluches adentro. El de cabello bicolor terminó de alimentar al bebé, y lo hizo eructar, para después arrullarlo bajo la mirada enternecida de Goku.
—¿Sabes?—empezó a decir, mirando a Kyabe. Goku, sentado en la orilla de su cama, sólo lo vio con atención—. Me parece muy familiar Broly… También Kyabe…
—Tal vez sólo tengan parecido con alguien que conociste en el pasado—sugirió, el menor asintió.
—Tal vez... —mordió su labio inferior—. Tal vez te parezca estúpido, y egoísta de mi parte considerando que ahora somos pareja, pero a mí… A mí realmente me gustaría adoptar a Kyabe…
—No puedes por ser menor de edad...—mencionó, luego sonrió con cariño—. Pero si te lo permiten, a mí me gustaría cuidar de él contigo… Seremos una familia…
El más bajo se sonrojó. Miró al pequeño bebé que ya dormía y lo recostó en su cuna, para después acercarse a Goku y abrazarlo, acostándose sobre la cama en el proceso.
—Te amo—dijo el de cabellera alborotada.
—Yo también te amo—besó sus labios—. Te amo tanto…
***
—Te veías muy feliz—comentó el pelirrojo. Ambos estaban en la habitación del mayor, Vegetto sentado en el suelo a un lado de la cama mientras el adulto secaba su cabellera con una toalla.
—Lo extrañaba, eso es todo...—sonrió y cerró los ojos—. Y saber que volverá a casa me hace feliz.
—Me alegro, pequeño—besó su frente, causándole un sonrojo—. Ustedes dos deben estar juntos, es lo mejor…
—Ya sé—se veía muy relajado, tal vez por haber visto a Gojita, o por el reciente baño con agua caliente, o por las caricias en su cabellera por parte del mayor—. No iré mañana a clases.
—¿Por qué?—preguntó con el ceño fruncido.
—Tengo flojera.
—¿Ni a mi clase?
—No.
—Debes ir, para aprender debes practicar. ¿Cómo quieres acreditar mis materias si no vas?
—¿Te lo digo?—preguntó con un tono pervertido.
—¿Crees que me sobornarás tan fácil? Te conozco desde que eras niño y sé qué tan manipulador eres—respondió.
—Veamos si sigues opinando lo mismo—se giró hacia él y empezó a desabrochar su pantalón.
—Vegetto, esta noche no, por favor—pidió tomando su frente, cubriéndole el rostro con su mano—. Quiero dormir, mañana tengo una prueba importante.
—Hmph, aguafiestas—se metió bajo las cobijas, el adulto soltó aire y lo abrazó, esa pequeña oruga de sábanas recibió un ataque de cosquillas del pelirrojo.
—¿Desde cuándo haces tantos pucheros?
—Jajaja, ¡basta!
—Pequeño—dejó de hacerle cosquillas y lo abrazó por la cintura—. Te amo, pequeño…
—Pareces grabadora—respondió, el mayor imagino que pese a su comentario el peliazul estaba sonrojado.
—Te amo, te amo, te amo…
—¡Ya te oí!—se hizo bolita—. Y yo a ti…
—Que tú ¿qué?—dijo en tono juguetón.
—¡Que tú tienes el privilegio de que te ame!—respondió, el adulto sólo soltó una risilla. Sin importar nada, Vegetto siempre se consideraría un dios…
****
Había pasado ya dos semanas desde aquello. Las revistas científicas fueron inundadas por noticias acerca de aquella ceremonia a la que habían asistido, conociéndose a todos en la portada de varias. La Corporación Cápsula era alabada por la increíble participación que mostró en el evento, de modo que también adquirió mayor prestigio del que ya tenía.
—¡No puedo hacerlo!—dijo sollozando bajo la mirada del pelilila, quien no se inmutaba ante su dolor.
—Goku, últimamente Vegeta está recobrando sus traumas—se sentó a su lado y colocó una mano en su espalda—. Tú lo has dicho, Broly tiene parecido con su agresor, yo no creo que se haya sentido mal aquella ocasión por la comida, su cuerpo está reaccionando ante todo lo que le recuerde su pasado. ¿Sabes por qué quiere a Kyabe? Porque se parece a Tarble, su hermano menor.
—Pero sufrirá...—susurró, limpió bruscamente sus lágrimas con su manga—. Trunks, no quiero que sufra, ha estado muy feliz últimamente…
—Goku—le dedicó una sonrisa sincera—. Gracias a ti él ahora es más fuerte, podrá afrontar este reto con la mirada en alto.
—Pero...
—Lo lograste, Goku. Vegeta ahora es fuerte y le has entregado la felicidad que por mucho tiempo él deseó… Ahora sólo falta que vuelva con su familia, ellos también lo extrañan.
—Trunks, no quiero que sufra—soltó aire—. Es tan feliz ahora, lo tiene todo…
—Excepto a su padre y a Tarble, su hermano menor, su adoración...—bebió un poco de agua—. Goku, desde hace días tú insistías en decírselo, pero ahora estás desistiendo. ¿Me contarás la razón?
—Está ilusionado en que lo dejen adoptar a Kyabe—el pelilila sin poderlo evitar alzó las cejas en signo de sorpresa—. Quiere que seamos una familia.
—Goku...—soltó aire—. Ahora entiendo… Pero, independientemente de eso, si él no tiene comprobante de quién es, me refiero como Gotenks, no podrá adoptarlo… Y si se entera de que es Vegeta, y no aprueba el examen psicológico, tampoco lo dejarán cuidar de él… El resultado es el mismo.
—¿En serio?—cerró fuertemente sus ojos—. Quiero hacerlo… Trunks, te juro que cada día me es más difícil decirle “te amo” sin querer llamarlo Vegeta.
—Entiendo eso, Goku…
—Trunks—lo vio a los ojos, penetrando en su mirada con ese par de ojos tristes—, no soy capaz de poder hacerle el amor porque él recuerda lo que le sucedió esa noche… —cubrió su rostro—. Quiero hacerle el amor como Vegeta, no como Gotenks…
—Entonces… tienes que decírselo... —lo abrazó, transmitiéndole apoyo—. Sólo tú tienes derecho de hacerle saber quién es en realidad.
—¿Y si me odia?
—¿Por qué te odiaría?
—Porque no se lo dije antes…
—Goku...—le ofreció un poco de agua para que se tranquilizara—. Antes él no estaba preparado para saberlo, ahora lo está…
—Entonces… se lo diré…
***
—¿Y el bebé?—preguntó cuando entró y vio la cuna vacía.
—La enfermera quiere que le hagan análisis de rutina, mañana puedo ir por él...—respondió terminando de tender las camas, luego volteó a verlo—. Kakarotto, ¿qué te ocurre?, ¿por qué lloras?
—Yo...—empezó a sollozar, el más bajito se acercó y lo abrazó, el más alto caminó a pasos torpes a la cama y se sentó en la orilla, mientras el más bajo se sentaba en el suelo para tomar su mano y acariciarla.
—Creí que irías con Trunks para ayudarlo con algo, ¿alguien te dijo algo en el camino?—el más alto negó con la cabeza—. Kakarotto, ¿qué pasa?
—Es que tú...—no podía soportar tanta presión, sentía su pecho estallar de dolor por lo que iba a hacer, simplemente no podía.
¿Y si se arrepentía y dejaba las cosas así? No, no era justo para Vegeta negarle lo que por mucho tiempo deseó recordar, tampoco era justo para su familia pensar que había muerto cuando la vida les había presentado una segunda oportunidad para estar juntos.
—¿Hice algo yo que te molestara?—el más alto volvió a negar—. ¿Quieres tomar una ducha para que te relajes?—nuevamente negó con un movimiento de cabeza—. Kakarotto, sabes que yo haré cualquier cosa por ti, cualquier cosa que tú necesites.
—Es que… no quiero que me odies… No soportaría eso...—el más bajo buscó su mirada.
—¿Por qué te odiaría?—preguntó calmamente.
—¿Recuerdas que siempre que me preguntabas si yo sabía algo de ti yo te decía que no?—el más bajo asintió débilmente, empezando a fruncir el ceño con confusión e intriga—. Te he mentido.
—Kakarotto, ¿por qué dices que me mentiste? Tú y yo nos conocimos hace unos meses en el puente Wiss…
—No. Tú y yo nos conocimos hace más de un año y estuvimos juntos como pareja...—refutó cerrando sus ojos con cada vez más dolor, cada palabra que decía lo acercaba más a su peor temor.
—Kakarotto...—marcó un poco más su ceño fruncido—. No mientas…
—No lo hago—limpió bruscamente sus lágrimas con la manga de su playera, irritándose más los ojos.
—Kakarotto… ¿a dónde quieres llegar?—sin entenderlo sus ojos se cristalizaron un poco, su ceño estaba muy marcado, su interior se llenó de una extraña mezcla de emociones diversas, y una espinita se clavó en su corazón.
—Tú no te llamas Gotenks—soltó aire y miró al menor—. Tu nombre es Vegeta...
Chapter 20: Analepsis
Chapter Text
—Felicidades por ganar el primer puesto—dijo el mayor sin quitar la vista del camino.
—Tks, era obvio—respondió el menor. Ambos aprovechaban su compañía a solas para charlar, ya que el menor había tenido su competencia de natación fuera de la ciudad y él fue su tutor a cargo de llevarlo en el auto de la escuela.
—Lo sé, lo sé—soltó una risilla, para después suspirar—. Me gustaría celebrar contigo, pero tengo cosas que hacer, y una junta hoy con la directora.
—Nunca tienes tiempo para mí—dijo cruzando sus brazos y mirando por la ventana.
—Al contrario. Todo mi tiempo libre te lo dedico a ti. Te amo, pequeño...—las palabras del mayor sonaban con gran sinceridad, incluso se le podía divisar un tierno sonrojo.
—Desearía que no fuera sólo tu tiempo libre...—susurró.
—Pues tal vez si fueras a clases…
—¡No es eso!—replicó—. Hmph, es imposible hablar contigo…
—Sé a qué te refieres, sólo jugaba—aprovechó el cruce del tren para detenerse y ver al menor—. A mí también me gustaría gritarle al mundo entero lo nuestro, pero simplemente no sería bien visto.
—Lo sé—no veía al mayor, su mirada se perdía en la ventana contigua a él—. Odio esto.
—Es increíble—el peliazul lo vio—. Me refiero a que has madurado mucho. Cuando te conocí insistías en que no importaba que fuera un adulto. Tú ahora ves las consecuencias.
—Tuve que madurar—colocó sus brazos detrás de la cabeza—. Mi padre necesitaba un sostén, era mi turno de ser el suyo.
—Lo sé… Me tocó ver parte de ese proceso, antes de irme, claro.
—Ya sé… Te perdiste de muchos problemas.
—Y te felicito por poder hacer lo que no cualquier hijo está dispuesto a ser por sus padres—tomó su mano y la besó. El menor volteó a verlo.
—Ya lo pensé bien, y estoy listo—miró los ojos del mayor y sonrió.
—¿Para qué?—preguntó confundido.
—Gog, estoy listo para conocer a tus padres…
— ¡¿Qué?!
***
—No...—susurró, todavía en ese extraño trance en el que se encontraba por la información que se rehusaba a aceptar.
—Tú y yo salimos hace más de un año, estuvimos varias semanas juntos—aguantó la respiración y con gran dificultad tragó saliva—. Es por eso que conozco todo sobre ti.
—No...—las lágrimas se desbordaron de sus ojos—. Es… imposible… No puede ser verdad…
—Tú...—con sus manos temblorosas levantó la esquina del colchón y sacó una libreta vieja y desgastada, con misteriosas manchas guindas, se veía algo sucia y maltratada—. Escribiste muchas cosas importantes aquí en esta libreta… Es tu diario...—se lo extendió. El menor, con gran temor inexplicable, lo tomó—. Por favor… no me odies…
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14 de mayo del 735
A veces había días aburridos, pero ese exageraba. No había nada bueno en la televisión, su tarea estaba hecha, el clima cálido le provocaba sueño... Así parecía ser, hasta que escuchó un camión estacionarse en la calle. Curiosamente se asomó por la ventana, tratando de no ser visto, y se topó con una familia mudándose a la casa de a lado. Una mamá, un papá y un joven adolescente que parecía que había visitado el reformatorio un par de ocasiones.
Cabello corto y alborotado, expresión fuerte, músculos algo marcados y gran estatura. Sintió gran intriga por ese chico que, si bien no era apuesto, lucía interesante. Notó que aquel muchacho volteó, por lo que se escondió velozmente, sintiéndose al instante estúpido por portarse de esa manera tan absurda.
Conforme pasaron los días, y por obligación, cruzó palabras con aquel chico, sintiendo atracción por esa manera de ser algo rebelde y desinteresada con todo. Charlaba con él de muchas cosas, volviéndose camaradas. Sin embargo, ¿cómo atar un corazón joven y alocado? Un extraño enamoramiento surgió de esa compañía, el cual le era difícil al menor ocultar.
Con gran determinación decidió contarle al más alto de sus sentimientos, añorando el ser correspondido.
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30 de julio del 735
Hace un mes que Vegeta y Nappa habían formalizado su relación como una pareja. Una no tan normal, donde el menor de tan sólo 12 años era mimado por su novio de 20, demasiado mayor para la vista de cualquiera que los viera. Sin embargo, el peliflama estaba seguro de que en ese mes juntos los sentimientos del mayor eran sinceros, ya que en ningún momento le faltó al respeto ni algo parecido.
Todo había sido como miel sobre hojuelas para ambos, donde el tiempo compartido había roto todas las brechas que quedaban entre ambos. Desde el primer momento en que sus labios se unieron en un casto e inocente beso sintieron ese “clic” de que tal vez, sólo tal vez, eran el uno para el otro.
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18 de agosto del 735
Sin embargo, era demasiado pronto para hablar así. No conoces bien a una persona sino hasta que pasas más tiempo con ella. Vegeta había limitado su tiempo libre a estar con Nappa, estando un poco más distante con Raditz, quien era su mejor amigo. Conforme los días transcurrían, las invitaciones al cine, a fiestas, a comidas en su casa por parte del de cabellera larga eran rechazadas.
Y todo como resultado de celos infundamentados del mayor, quien figuraba una atracción del de cabello largo con su pequeño novio. Llevado en un ataque de celos, se acercó a Raditz y le dijo que Vegeta ya no quería saber nada de él y que era mejor que se alejara, que ya no quería una amistad. Y el menor se alejó sin decir nada, Vegeta era ajeno a lo que había sucedido y no comprendía el por qué de la distancia de su mejor amigo.
Hasta que un día se enteró de la verdad, y ya harto del comportamiento controlador de Nappa, lo citó en una cafetería, para hablar de lo mal que se estaba portando con él y sus amigos.
—Nappa, tienes que parar con todo esto—exigió el más bajo. Los dos yacían en una mesa al fondo, donde había pocas personas y era poco probable que alguien escuchara su conversación.
—¿Qué cosa? ¿Lo tuyo con tu amiguito?
—¿Qué?, ¿nuestra amistad?—dijo con altanería, causando un gran enojo en el más alto.
—Sabes de qué hablo, él estaba enamorado de ti…
—¿Oyes las tonterías que dices, imbécil?—colocó sus manos sobre la mesa, para levantarse e inclinarse hacia delante, viendo fijamente sus ojos—. Le dijiste a mi mejor amigo que ya no quería nada con él por tus estúpidos celos enfermizos.
—¿Imbécil?—frunció el ceño—. Niño, bien que te gusta que te lleve a donde quieras y te cumpla tus caprichos.
—¿Mis caprichos? ¿O los tuyos?—chasqueó la lengua—. ¿Sabes qué? No quiero saber nada de ti nunca más. Terminamos.
—¿Tú me cortas a mí?—frunció el ceño, se puso de pie y golpeó la mesa, inclinándose hacia él—. Bien, pero te vas a arrepentir…
Y así de molesto se fue, empujando a cualquiera que se interpusiera en su camino y desquitando su rabia con todos los inocentes. Vegeta lo siguió con la mirada hasta que salió del local. Miró con algo de rabia los cubiertos sobre la mesa, para después soltar un suspiro lleno de decepción: tanto tiempo dedicándole a una persona para que resultara alguien que no valía la pena.
Estiró sus brazos con algo de pereza, para después colocarlos detrás de su cabeza y ver al techo, sintiendo un gran alivio por liberarse de las cadenas de ese chico al que le permitió más de lo que merecía.
—Te felicito—giró su rostro hacia donde provino la voz, topándose con un muchacho que estaba anteriormente sentado frente a la barra y ahora se iba a sentar frente a él, donde antes estuvo Nappa—. No cualquiera puede darse cuenta de una relación tóxica y tiene el valor de terminar con ello.
—¿E-estuviste escuchando?—su rostro se coloró un poco—. ¡¿Con qué derecho escuchas conversaciones ajenas?!
—Perdón, no fue mi intención, pero escuché que levantaron la voz y me preocupó que el tipo reaccionara mal contra un niño—se excusó, riendo con algo de nerviosismo, luego le dedicó una sonrisa—. Me llamo Gogeta, mucho gusto.
—Hmph—desvió la mirada después de cruzar sus brazos—. Me llamo Vegeta.
—¿Vegeta? Lindo nombre—apoyó sus codos sobre la mesa y lo miró con una sonrisa—. ¿Puedo invitarte a almorzar?
—¿Acaso le invitas el almuerzo a todas las personas que cortan con su pareja?—cuestionó arqueando una ceja, el mayor sólo empezó a reír. Vegeta, al oírlo, sólo atinó a sonreír de medio lado.
—Esta será la primera ocasión, si me lo permites…
—Está bien—tomó el menú y se puso a mirarlo—. Te advierto que como mucho, ¿traes suficientes billetes?
—Pues...—sacó su billetera—. Tengo cinco mil yenes, un ticket de una recarga telefónica y un dólar para la buena suerte.
—Bien—escondió su rostro en el menú, mientras el pelirrojo sólo lo vio con gran ternura.
—Vegeta, háblame de ti…
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14 de septiembre del 735
Tras salir del problema llamado Nappa, Vegeta empezó a charlar más con Gogeta, aquel pelirrojo que conoció en la cafetería era una dulzura de muchacho, tan amable y divertido, se sentía extrañamente en paz con él. Sin embargo, Gogeta no era Raditz, su mejor amigo seguía haciéndole falta. Así que, animado por su nuevo amigo de ojos azules, se dispuso un día a buscar a Rad y aclarar con él el malentendido.
—Sinceramente ya me imaginaba que era una mentira—dijo sin interés colocando sus brazos detrás de la cabeza—. Pero… no sé, preferí alejarme antes de arruinar su relación, aunque me desagradaba el sujeto.
—Jajaja—chocó su puño en el hombro del más alto—. Gracias, amigo.
—¿En serio creíste que tres años de amistad se irían a la basura por un imbécil?—con su brazo rodeó el cuello del menor y con su otro puño rascó su cabeza—. Entonces, ¿ya no habrá más relaciones por un tiempo?
—No...—respondió entre risas. Una vez fue liberado se acomodó la cabellera—. Acabo de salir de prisión y no pienso volver…
—Jajaja—volteó a verlo después de la bromita, inspeccionando su expresión—. No…
—¿Qué?
—Te gusta alguien…
—Claro que no—respondió apresurando el paso, el más alto lo siguió.
—¿Quién es? ¿Es chica o chico? ¿Dónde lo conociste?... ¡Espera, Vegeta! ¡No huyas! ¡Exijo saber quién te gusta!...
Luego de ser perseguido y alcanzado, se dispuso a contarle cómo conoció a Gogeta y lo bien que la pasaba con él, además de las insistencias del pelirrojo porque se animara a retomar su amistad. Y, como era de imaginarse, Raditz como buen amigo apoyó que si él lo hacía feliz estuviera a su lado. Vegeta por un momento dudó, ya que su mala experiencia le daba un toque de temor a que se repitiera, sobre todo porque el pelirrojo realmente le agradaba y no quería arruinar esa bella amistad que habían formalizado..
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Como ya le era costumbre esa noche y las siguientes mensajeó con Gogeta, disfrutando demasiado conocer más de él y lo que hacía. Se enteró, por ejemplo, que recién había terminado sus estudios en gastronomía en uno de los colegios más prestigiosos de todo el mundo, “La Esfera del Dragón”. Así que, después de varios mensajes, recibió la invitación para comer en su casa algo que él prepararía.
Cuando fue a su casa se topó con una mesa perfectamente acomodada, con un bello centro de mesa conformado por flores y a un lado una vela que iluminaba perfectamente el ambiente en un amarillo cálido.
—Espero que te guste—le dijo al oído antes de que tomara asiento. Le ayudó a ajustar la silla y se sentó en la correspondiente.
Ambos permanecieron charlando durante toda la cena, reían, bromeaban, disfrutaban su compañía. Hasta que se llegó la hora del postre, Gogeta colocó los platos sobre la mesa, ambos cubiertos con un pequeño domo de aluminio.
—Espera un poco—pidió antes de que levantara aquella tapa. El adulto se acercó a la alacena que había atrás—. Puedes destaparlo.
Vegeta levantó aquella tapa, quedándose confundido al leer sobre el pay de queso, escrito con jalea de frutos rojos, un “Mira al frente”. Tragó saliva y levantó la mirada, Gogeta se recargaba contra la barra. Cuando sus ojos lo enfocaron, el mayor abrió con una mano la alacena, sin perderle de vista al menor. Así pudo desplegarse un letrero que decía “Vegeta, ¿quieres ser mi novio?”
—Escucha, Vegeta. Sé que hace poco terminaste tu relación y tal vez no estés de humor para empezar algo con alguien más—se arrodilló frente a él y tomó su mano—. Pero te juro que mis sentimientos son verdaderos y si tan sólo me dieras la oportunidad yo…
El menor no lo dejó terminar, se abalanzó sobre él y cayó encima, uniendo sus labios en un tierno beso que el pelirrojo se apresuró en corresponder. Gogeta abrazó el cuerpo del menor tan sólo sus labios se separaron.
—¿Eso es un sí?—el menor asintió con lentitud—. Vegeta—se acercó a su oído—, te juro que te haré feliz…
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21 de octubre del 735
—Feliz cumpleaños, hermanito—le dijo en el oído después de abrazarlo por la espalda. El menor recién había soplado las velitas que estaban sobre su pastel de chocolate. Se sentó a su lado cuando se alejaron un poco las personas y se quitó el collar que tenía, uno que había sido regalo de su madre en su cumpleaños número cinco—. Tarble, te juro que yo siempre te voy a proteger de cualquier cosa, eres lo más importante para mí. Quiero que sepas que siempre puedes contar conmigo para lo que necesites, yo nunca, nunca te voy a abandonar. ¿De acuerdo?
—Sí, Vegeta—se abrazó al mayor—. Te quiero mucho…
Luego de disfrutar el resto de la fiesta, Vegeta se permitió sentarse en un rincón para responder los mensajes de su ahora novio.
Gogeta: Descuida, me alegra que te la pases muy bien con tu hermanito. Entiendo que no puedes presentarme ni como amigo ante tu familia porque levantaría sospechas.
Vegeta: El último domingo del mes quiero que salgamos a la feria para celebrar nuestro aniversario.
Gogeta: ¿A la feria? Excelente, te quiero dar un regalo, pequeño.
Vegeta: No me digas pequeño (¬¬)
Gogeta: Jeje, lo siento. Olvido a veces que todavía estás en crecimiento.
Vegeta: Calla, baka!!!
Gogeta: No te enojes :D estoy ansioso por nuestro aniversario. Será ese domingo a las 10 am, ¿de acuerdo? Sé que falta mucho, pero estoy ansioso...
Vegeta: Lo sé, pero tendré más tiempo para pedir permiso.
Gogeta: Perfecto. Sigue divirtiéndote con tu familia, pequeño.
—Vegeta, ayúdame a cortar el pastel—pidió su madre amablemente.
—Ya voy…
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El último domingo del mes por fin había llegado, Vegeta se apresuró esa mañana para coincidir con el pelirrojo en la parada de autobuses. A lo lejos lo visualizó, el mayor vestía pantalones negros semiajustados y una camisa de botones blanca, se veía demasiado apuesto, y su larga y alborotada cabellera la llevaba en una coleta despeinada.
Tomaron el autobús que los llevaría a la feria, durante el camino aprovecharon para charlar de muchas cosas, por ejemplo cómo había mejorado sus vidas desde que conocieron al contrario. El menor tomó la mano del pelirrojo cuando éste le leía al oído una carta que escribió:
—¿Qué me has hecho? No puedo dejar de pensar en ti cada segundo del día. Te pienso día y noche, me traes completamente loco. No dejo de recordar tus ojos negros—besó su mejilla—, tu hermosa sonrisa que parece que no la demuestras muy seguido—besó su cuello—, esa cabellera azabache que resalta el brillar de tu mirada fuerte...—besó su hombro para después abrazarlo con mucho cariño—. Vegeta, ¿qué me has hecho? Eres una persona increíble, nunca pensé encontrar a alguien como tú. Eres todo lo que yo soñé, créeme que haría cualquier cosa por tenerte aquí a mi lado, cualquier cosa por verte sonreír. Me fascinan tus ojos, en serio, son los ojos más bonitos que he visto en mi vida—aprovechó que el menor volteó, con su rostro en un rojo intenso, para unir sus frentes—. De verdad siento una fuerte atracción hacia ti, que me cuesta mucho trabajo ignorarla... Es más, no quiero ignorarla. Me gustas, Vegeta. Me gustas demasiado—dijo para finalmente unir sus labios en un pasional beso, el cual no fue percibido por ninguno de los pocos pasajeros del camión.
Llegaron por fin luego de varios minutos a su destino, una enorme y atractiva feria, la cual parecía casi vacía por la falta de visitantes, ya que el parque de diversiones a un kilómetro le quitaba atracción a ésta por su modestidad. Primero fueron a la montaña rusa, luego a los carritos chocones.
—Vegeta, dame el volante—exigió el adulto al ver al menor con una mirada tétrica acelerando lo más que pudo en dirección a un chico que minutos atrás había chocado su carrito.
—Primero lo mando al infierno—respondió girando el volante ágilmente para alcanzar al chico. Gogeta inútilmente trataba de tomar el volante, el menor lo sostenía con fuerza para conseguir su cometido.
—Vegeta, ¡no!
—Oh, sí…
Luego de un gran choque por la parte de atrás, el chico se golpeó contra el volante. Ante el silbatazo final los carritos se apagaron, Gogeta tenía su cabello erizado, permaneció unos segundos sentado para relajarse, mientras Vegeta caminaba serenamente hacia la salida.
Para calmar la adrenalina de su cuerpo creyó conveniente ir a comer, se acercaron a un puesto de hamburguesas y se sentaron a comer con tranquilidad, la soledad del lugar les permitía poder hablar sin restricciones.
—No vuelvas a hacer eso—pidió.
—Tsk—subió las piernas a la silla y desvió la mirada—. Como si no lo hubieras hecho alguna vez.
—Admito que lo hice—reconoció y bebió de su malteada, el menor lo vio esperando una respuesta—. El chico me estuvo molestando todo el tiempo, me harté e hice lo que tú. Se golpeó mal y terminó con un diente roto y sangraba de la nariz… Minutos después me enteré que era la primera vez que iba a un lugar así, era un niño rico hijo de papi—miró al menor—. El chico tenía todo el dinero del mundo, pero amor de sus padres no.
—¿Qué hiciste después?
—Me volví su amigo—apoyó su codo en la mesa y su cabeza la posó en su puño para mirar al menor con una sonrisa—. Quería llamar la atención de sus padres, pero no lo consiguió. Ni con el accidente lo logró, así que mejor pasé la tarde con él.
—¿A qué quieres llegar?
—Nunca sabes por qué las personas actúan de una u otra manera, por eso no debes ser impulsivo.
—Hmph—desvió la mirada nuevamente—. No me des sermones como los de mi mamá.
—Jaja, está bien—terminaron de comer en silencio, disfrutando la paz de su compañía.
—Feliz aniversario—dijo el menor extendiéndole una cajita pequeña.
—¿Me compraste un regalo?—el menor asintió. Gogeta tenía sus mejillas sonrosadas ante el gesto del menor—. No te hubieras molestado…
Abrió aquella cajita aterciopelada, encontrándose con una cadenita plateada con un llamativo dije en forma de pieza de rompecabezas. Al tomarla entre sus dedos notó que tenía un grabado que decía “Vegeta”. Levantó la mirada y notó que el menor le extendía la otra pieza. Al unirlas puedo leer un “Gogeta & Vegeta” de un lado, y en la parte posterior se alcanzaba a leer:
El cariño que nos une durará por siempre
~Aishiteru~
—Vegeta...—susurró—. Gracias, pequeño—tomó su mano y la besó. Con cierta emoción se colocó la cadenita, mientras Vegeta se colocaba la suya—. ¿Quieres que te lleve a otro lugar?—preguntó el mayor cuando tiraron la basura.
—Quería ver una película, pero creo que sólo hay espacio después de las ocho.
—Bueno, podríamos ir a caminar a un parque en lo que llega la hora—el menor asintió mientras seguían su trayecto—. ¡No veía una de esas en años!
—¿Qué cosa?—preguntó mirándolo confundido, el pelirrojo se acercó a la pared.
—Es una cabina fotográfica—rebuscó en su bolsillo y sacó varias monedas—. Ven.
—Ya voy…
Ambos entraron al pequeño espacio. Tomaron cuatro fotos normales, al salir el mayor tomó la tira y las observó con una sonrisa emocionada. Se inclinó a la altura del más bajo y se acercó a su oído.
—Gracias por estar conmigo…
Vegeta no resistió las palabras sinceras del más alto. Lo tomó de la camisa y lo arrastró al interior de la cabina. Colocó las monedas donde iban y sonrió para la cámara, cosa que casi nunca hacía. Después Gogeta se acomodó y lo abrazó por el hombro, posteriormente besó su mejilla. Y para la cuarta y última fotografía ambos se besaron con gran cariño.
—Te quiero, Veg—le dijo al salir, veía ilusionado aquellas fotos.
—Y yo a ti—bajó la mirada, avergonzado porque su rostro estaba muy enrojecido.
—Después de ir al cine, ¿iremos a mi casa?
—Sí...—tomó su mano—. Quiero volver a dormir contigo.
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—#Vegeta, ¡tengo excelentes noticias!—se sentía la emoción del mayor salir de la bocina de su teléfono.
—¿Cuáles?—preguntó mientras se dejaba caer en la cama.
—#Mi tío tiene un departamento cerca de la playa, y se irá a Tokyo por las vacaciones… Le pedí prestado el apartamento, ¡y dijo que sí!—se escuchó una pausa, Vegeta aprovechó para meter un puñado de frituras en su boca—. Pequeño, nuestro segundo mes lo pasaremos en la playa.
—Cof, cof… ¡¿qué dijiste?!
—#Lo que oíste, Vegeta… Te llevaré a la playa, estaremos cuatro días allá. Mi tío me dijo que podíamos ir a partir del 29, después de las cinco...
—Pero…
—#No te preocupes por los gastos, de eso me encargo. Lo único que tienes que hacer es convencer a tus padres de que te den permiso de “pasar varias noches” en casa de un amigo.
—No lo sé, si se enteran me matarán.
—#Oh… Pequeño, no te forzaré a mentirle a tus padres…
—Lo haré, pero...—mordió su labio inferior—. ¿Seguro que no necesitas que te apoye con algo de dinero? Gasté todos mis ahorros para comprarle la bicicleta a Tarble.
—#Pequeño, no te preocupes por eso…
—Entonces… hablaré con mis padres. Mañana ellos no estarán en casa, llevarán a mi hermano a visitar a mi abuela. Iré a tu casa y dejaré mi maleta, ya veré qué les digo después…
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24 de diciembre del 735
—¡Gracias, Vegeta!—exclamó el menor abrazando al de cabello en punta.
—De nada, enano—respondió con una media sonrisa. Tarble emocionado se llevó casi a rastras a su padre a la calle para poder estrenar su regalo, su mamá aprovechó para hacer la cena, así que él se fue a su habitación para seguir conversando con Gogeta.
Gogeta: ¿Le gustó tu regalo?
Vegeta: Sí, lo hubieras visto… Ahora está convenciendo a papá de que le enseñe.
Etto… Gogeta…
Gogeta: ¿Pasa algo malo?
Vegeta: Goge, mis papás irán a cenar el 29, volverán a las 9:30pm, llegaré a las 10 a tu casa.
Gogeta: Perfecto. Nos vemos a esa hora.
Pequeño…
Vegeta: ¿Qué? (¬¬)
Gogeta: Te quiero mucho :D
Vegeta: Deja las cursilerías…
Ambos chicos siguieron conversando toda la tarde. Vegeta, en cierto momento, se acercó a la ventana a tomar aire. Sonrió y se quedó viendo al cielo, disfrutando la brisa de aire fresco acariciando su piel. Visualizó una bella luz atravesando el firmamento, era una estrella fugaz.
—Deseo encontrar al amor de mi vida—tomó aire y lo dejó salir con lentitud—. Aunque estoy casi seguro de que es Gogeta.
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25 de diciembre del 735
El Saiyan leyó varias veces aquel sobre que recibió. Adentro tenía una carta con las palabras más dulces y sinceras que jamás había recibido. Con cada letra, palabra, verso… con cada símbolo podía incluso sentir el cariño del pelirrojo. Un cariño tan puro que deseaba jamás perder…
—Creo que Gogeta es el amor de mi vida…
Sin importar desde qué punto de vista mirara las cosas, Gogeta había demostrado ser un novio excepcional, y el cariño que le brindaba era demasiado único e incomparable. Aquel pelirrojo de ojos color azul marino le había hecho sentir incluso como si sus almas se conectaran.
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29 de diciembre del 735
—Sí, mamá. Justo iré por Tarble…
—#Gracias, cariño...—respondió la mujer antes de colgar la llamada.
Vegeta metió su celular en su bolsillo y salió de la casa cerrando tras de sí. Miró con algo de pereza el cielo, el atardecer se veía sumamente hermoso, pero lo que ansiaba era lograr ese cometido que llevaba planeando desde días atrás. Caminó por las calles con tranquilidad, sintiendo una fresca brisa acariciando sus mejillas con cada metro que avanzaba.
—Buenas noches, señora Sato, ¿podría llamarle a mi hermano?—pidió cuando la mujer abrió la puerta.
—Hola, Vegeta—jaló sus mejillas con un poco de fuerza, tan sólo lo soltó el menor se sobó—. Tarble, tu hermano ya llegó.
—Ya voy...—se escucharon sus pasos apresurados—. Adiós, gracias por todo...—se despidió de la mujer y tomó la mano de su hermano mayor.
Con el cielo ya levemente oscurecido, y las farolas y estrellas iluminando sus pasos, ambos hermanos iban por la banqueta para poder llegar a su casa. Tarble, a sus 10 años, seguía siendo muy unido a Vegeta, y el mayor disfrutaba también de esa conexión fraternal.
—Te ves muy feliz, Vegeta...—dijo de repente.
—¿Muy feliz?
—Sí, desde hace mucho te veo más alegre… Sonríes mucho, ya no tienes cara de amargado…
—¡Enano!
—Jajaja—se empezó a reír—. Me gusta más verte así…
—¿Cuánto tiempo dices que llevo así?
—Dos o tres meses…
—Gogeta...—pensó al escuchar las palabras del menor. Sin darse cuenta, aunque para los demás resultaba evidente, su felicidad había aumentado con la presencia del pelirrojo en su vida. Y no podía dudarlo, el de ojos azules había hecho de su vida una aventura día con día.
—Veg...—dijo el menor deteniéndose. El mayor salió de sus pensamientos y enfocó su vista en aquello que el menor veía aterrado.
—No...—pensó al ver a un hombre con una botella en mano, tambaleándose de un lado a otro en un intento de avanzar hacia donde estaban los menores. El peliflama tragó saliva y sus vellos se erizaron. Se puso en un estado de alerta al sentir la mirada fija del hombre en su hermanito—. Corre.
—¿Qué dijiste, Veg?—preguntó el más bajo.
—¡Corre!—dijo esta vez en un tono más audible. El menor se quedó paralizado de pronto, pero el ser jalado del brazo por el más alto que empezó a correr lo hizo reaccionar.
Ambos menores corrían por las calles, tomaban atajos que sólo ellos conocían por callejones angostos. Simplemente huían. El pequeño Tarble con confusión pero el mayor completamente consciente de lo sucedido.
¿Qué clase de persona mira lascivamente a un niño de diez años? Ninguno que haya conocido antes por más ebrio que estuviera. Miró velozmente hacia atrás sin detenerse y, como creyó, lo había perdido: el alcohol hizo sus movimientos más torpes y lentos.
Por fin llegó a su hogar. Apoyó sus manos en sus rodillas y tomó aire a bocanadas. Limpió la sudoración de su rostro con su antebrazo, ¿cuántas veces había tenido una sensación de miedo y adrenalina recorrer sus venas? Miró a su hermanito, quien seguía confundido.
—Son las 9:35...—murmuró—. Tarble, papá y mamá no tardan en llegar. Entra y enciérrate… Tengo que ir a hacer algo…
—Pero…
—Obedece…
Empezó a trotar, alejándose nuevamente de su hogar, cada vez más próximo hacia el lugar donde había visto al sujeto. Tragó saliva y se detuvo de pronto, tenía que hacerlo. Ese era el único camino por el que podría ir, de lo contrario tendría que rodear demasiado. Cubrió su cabeza con el gorro de la sudadera y sacó su teléfono, para grabar un audio mientras volvía a caminar.
Pero antes de poder hacerlo, miró hacia el callejón próximo, recargado contra un poste de luz y con la mirada perdida estaba el hombre que había minutos antes.
—Será fácil burlarlo...—pensó ante la posibilidad de que tratara de hacerle algo. Siguió caminando a pasos lentos, tratando de pasar desapercibido para él.
Sin embargo… al estar más cerca notó que dentro del callejón había otro par de hombres en un mismo estado de ebriedad, con los que al parecer charlaba. Sintió una extraña electricidad recorrer toda su columna vertebral cuando la mirada del hombre se enfocó en él.
Iba a dar media vuelta y salir huyendo, pero una mano sostuvo con fuerza su hombro. Con algo de miedo torció su cuello para ver a su atacante, se llevó una sorpresa al ver que era otro hombre maduro, con una sonrisa algo tétrica y de quien provenía un fuerte olor a licor.
—¡Ahh!—gritó al sentir cómo los dedos se clavaban en su clavícula. Intentó liberarse pero fue sostenido con una mano de su brazo, imposibilitando sus movimientos para defenderse.
—Tráelo aquí, Broly, vamos a divertirnos un poco con él...—el Saiyan sudó frío al entender lo que significaba eso.
—¡Suéltenme!—forcejeó un poco, pero con cada movimiento el agarre era más fuerte y lastimaba más su cuerpo.
Lentamente fue arrastrado hacia el inicio del callejón, los intentos por escapar parecían surtir efecto, el ser demasiado inquieto y ellos demasiado torpes hacían casi imposible que lo apresaran bien
—¿Vegeta?—casi se detiene su corazón al reconocer aquella vocecita angelical.
—¡¿Por qué se regresó?!
—Parece que tendremos dos juguetitos...—escuchó decir a uno que tenía intención de salir del callejón e ir por su hermano.
—¡Tarble, corre!—gritó cuando consiguió descubrir su boca. Sintió un leve alivio al verlo escapando pese a que su cuerpo seguía inmóvil.
—Debería ir a buscar a ese niño… Creo que se tropezó y se lastimó—escuchó decir a uno que poco a poco liberaba su agarre.
—Perdóname, Gog...—tragó saliva y dejó de ejercer fuerza.
—¿Eh? Ya no se está resistiendo—velozmente entre los cuatro lo llevaron al interior del callejón, muy cerca de la pared del final. Nuevamente empezó a resitirse, aunque sabía que la suerte ya estaba echada: firmó su contrato al entregarse con tal de que no dañaran a Tarble.
Trató y trató, pero era inútil, las fuerzas se le comenzaron a esfumar. Primero empezaron rompiendo su ropa con brusquedad, dejando su pecho descubierto. Sus pezones fueron pellizcados con algo de fuerza, dejándolos enrojecidos e hinchados. Acariciaron su abdomen, marcándolo y dejando moretones.
Lo despojaron de las prendas faltantes, quedando su cuerpo desnudo ante la mirada lujuriosa de esos hombres. Los gritos del menor eran acallados por una mano en su boca y otra apresando su cuello. Sus genitales fueron acariciados también, pero de forma agresiva que, en lugar de hacerlo sentir placer, sólo lo hacía gemir de dolor .
—¡Hmhghh!—intentó gritar al sentir un dedo introducirse en su entrada. Uno, dos, tres dedos abriéndose paso en su interior con velocidad.
—Quiero divertirme un poco...—escuchó decir a uno antes de ser forzado a arrodillarse en el frío suelo. Su piel levemente amoratada por el viento helado era iluminada por la farola afuera del callejón.
Tan sólo sus rodillas tocaron el suelo cubrieron su nariz. Ante la falta de oxígeno se vio obligado a abrir la boca. El más alto de todos desabrochó su pantalón y bajó su ropa interior hasta los muslos, dejando a la vista su ya excitado miembro. Vegeta intentó girar su cabeza al lado contrario, pero la fuerza con la que era sostenida le imposibilitó hacerlo. Finalmente el hombre metió su miembro en su boca, para empezar a mover la cadera simulando estocadas.
Vegeta cerró sus ojos y dejó que un par de lágrimas de impotencia se deslizaran por sus mejillas. Tenía que ser fuerte, pese a que estaban utilizando su cuerpo debía tener fuerza y coraje, poder mantener su mente estable. Paseó su mirada hacia todos lados dentro del callejón, tratando de ignorar la profanación en su cuerpo.
Sus ojos se encontraron con los suyos: había una ventana rota con cristal unidireccional. Pudo verse en todo su esplendor, de cómo era usado como un vil títere o muñeco para satisfacer deseos sexuales. Cerró los ojos y trató de aclarar su mente de nuevo.
—Es mi turno…
El miembro dentro de su boca fue sustituido por otro, mientras aquel trío de dedos seguía enterrándose en su interior.
—Vamos a empezar que esto está aburriéndome—dijo uno sentándose en el suelo, su compañero lo imitó.
Vegeta, por mera curiosidad sobre lo que harían, miró sus reflejos en aquel espejo. Los hombres se habían sentado demasiado cerca, sus entrepiernas erectas se rozaban y ellos mismos se estimulaban para aumentar su placer. Lentamente fue forzado a moverse, aunque se resistía y todavía trataba de luchar por escapar.
Tomaron sus hombros, cintura y cadera y lo hicieron sentarse de golpe en ese par de miembros.
Sintió cómo el aire se le escapaba de los pulmones al sentir su piel desgarrarse. Tragó saliva y miró desorientado a su alrededor, todo daba vueltas y se veía borroso, no era capaz de cargar ni su propio peso. Sentía un fuerte dolor en el pecho que no lo dejaba tomar aire y las lágrimas empezaron a rodar a mares, aquel grito de dolor se atoró en su garganta, ahogándolo.
Parpadeó un par de veces, no podía reaccionar. ¿Por qué sentía como si se partiera en dos su cuerpo? Cerró sus ojos y se dejó caer hacia adelante…
*
Le pareció escuchar una voz, sí, una voz. Una voz cálida como tarde de verano, una voz que decía su nombre. Trató de buscar el origen de la voz, su cabeza se movía con dificultad tratando de visualizar a la persona que estaba frente a él. Era una mujer, una mujer de cabellera negra, con unos ojos que lloraban.
*
—¿Dónde estoy?—murmuró abriendo sus ojos, cegándose un poco por la intensa luz blanca del techo. Miró su alrededor con algo de confusión, encontrándose con un ambiente de un blanco luminoso.
—Estás en el hospital Satan—explicó una mujer que apenas se pudo percatar que lo acompañaba en el cuarto.
—¿Qué hago aquí?... ¿Y mis padres?...—las palabras salían algo lentas y arrastrándose.
—Tus padres están comiendo algo, dentro de poco vuelven, tenía que cambiar tus gasas…
—¿Gasas?—repitió sin entender nada. La mujer tomó su carrito y se aproximó a la puerta de salida.
—Estás aquí porque te desangraste por un desgarre interno—muy apenas pudo decir antes de salir y dejarlo nuevamente solo.
—Desgarre interno…
Fue en ese momento que todo lo ocurrido llegó a su mente, de cómo su cuerpo era ultrajado de la forma más salvaje posible, donde tuvo que sacrificarse para que su hermanito pudiera escapar. Si tan sólo hubiera esperado unos minutos más para ver a su pelirrojo, o el menor hubiera escapado con éxito sin lesionarse…
Pero ahora que estaba bajo la tormenta se daba cuenta de que el hubiera no existe…
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3 de enero del 736
Salió con algo de pereza de la escuela, desde el incidente se veía en él a una persona completamente diferente. Sí, lo habían dado de alta; sí, sus heridas estaban curadas casi completamente; sí, los moretones en su piel ya casi habían desaparecido… Pero, ¿cómo aliviar el dolor de su alma?, ¿cómo ignorar su mente que lo torturaba con recuerdos casi tangibles de esa noche?
¿Cómo se supone que salvaría su ser de caer en la locura y el dolor en el que se veía sumergido cada que cerraba los ojos? Necesitaba llegar a casa, encerrarse y poder relajarse aunque le era casi imposible.
—Vegeta...—escuchó su nombre siendo pronunciado metros más adelante, esa voz tan masculina y aterciopelada que le hacía sentir un estremecimiento en su cuerpo cada que la oía, pero ahora sólo conseguía agitar su corazón y hacerlo sentir un hueco en su alma.
Intentó hacer como que no lo escuchó, quiso salir huyendo pero sus piernas no respondían, estaba paralizado frente al pelirrojo. Gogeta se acercó con lentitud, estando cerca acarició su mejilla y se inclinó a su altura.
—Vegeta… ¿qué pasa?, creí que irías conmigo aquel día...—el menor tembló ante esas palabras—. Pequeño, ¿qué te ocurre?—la voz del ojiazul sonaba con mucha preocupación, sus ojos estaban algo vidriosos, como si un miedo lo invadiera—. ¿Te hartaste de mí acaso, o…?
—Déjame—quitó con un manotazo aquella mano que acariciaba su rostro con cariño. Su voz sonaba temblorosa y sus ojos acumularon un par de lágrimas.
—Vegeta, ¿qué ocurre…?
—¡Déjame en paz!—exigió y salió corriendo, dejando atrás a un muy confundido Gogeta, quien lo único que podía pensar era que el cariño que el menor le tenía se había apagado y ahora estaría con alguien más...
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5 de enero del 736
Vegeta se encontraba sentado en el suelo de su habitación, mirando con un vacío desolador el techo, mientras lloraba a mares. ¿Cuándo se suponía que llegaría el olvido?, ¿en qué momento podría superar lo que le ocurrió? Escuchó el ruido de la puerta principal abriéndose, pero se sentía demasiado incapaz de bajar a ver, estaba tan absorto en sus pensamientos que muy apenas pudo notar el sonido de unas pisadas de alguien subiendo las escaleras a toda velocidad.
La puerta de su alcoba fue abierta con fuerza, dejando ver a Gogeta con una expresión abatida. El de ojos azules cerró con lentitud y se acercó despacio, sentándose frente a él sin decir nada en el trayecto.
—Tarble me dijo lo que pasó ese día...—empezó a hablar con voz quebrada.
—Vete y déjame solo…
—¡No!—gritó—. ¡¿Por qué demonios me quieres alejar?!—empezó a sollozar bajo la mirada sorprendida del menor, era la primera vez que veía a Gogeta, ese chico que actuaba con fortaleza ante todos los obstáculos, llorando con desesperación.
—¿Te das cuenta de lo que ocurrió…? No quiero que pierdas el tiempo conmigo, te fallé...—susurró.
—¡No lo hiciste, Vegeta!—tomó sus manos entre las suyas—. ¡No me fallaste!
—¡Tú no tienes idea de lo que…!
—¡La tengo, Vegeta!—cerró sus ojos y trató de tomar aire—. Entiendo que es demasiado difícil para ti continuar este reto tú solo... —unió sus frentes—. Entonces, ¿por qué me dejaste?
—No quiero que malgastes tu tiempo, puedes conseguir a otra persona…
—Vegeta—susurró—, yo no quiero a otra persona, te quiero a ti…
—Pero…
—¡¿Por qué quieres que me vaya de tu lado?! ¡De eso se trata de ser una pareja! Tus problemas son míos, mi deber es estar contigo en las buenas, las malas y las peores—tomó su rostro entre sus manos—. Pequeño, yo te acompañaré…
—Pero…
—No puedes dejar que esto muera, Vegeta, ¡nos amamos!—acarició con desesperación su cabello—. Pequeño, yo te amo…
—Yo...—no resistió y lloró con fuerza, abalanzándose a los brazos del más alto, llorando con desesperación y dolor, sintiendo su corazón latir a mil por hora.
Tenía razón, no podía dejar simplemente que muriera su cariño, tenía que ser fuerte por él y por Gogeta. El mayor lo apoyaría en su proceso y era algo que agradecía. Un amor fuerte como el suyo no podía acabar así…
—Pequeño, ya...—acarició su espalda mientras él se desahogaba—. Ya acabó todo lo malo, y yo no me alejaré de tu lado…
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12 de enero del 736
—Mis padres están fuera—susurró dejándolo entrar—. Trabajan, y Tarble toma una siesta.
—Pequeño—besó su cabeza—, ¿cómo te sientes?
—Sige doliendo, pero un poco mejor—mostró una mueca que simbolizaba una sonrisa.
—Perfecto, un príncipe nunca se rinde...—se agachó y se colocó de espaldas frente a él—. Sube, te llevaré a tu habitación.
Con cuidado subió a la espalda del más alto. Sus piernas eran sostenidas mientras él se aferraba a su cuello, el cabello rojo levemente largo le causaba incomodidad en la nariz. Llegaron y el mayor lo bajó en la cama. Volteó a verlo y colocó sus manos apoyadas en el colchón, a los costados de su cabeza.
—Estás engañoso en tu peso…
—¡Cállate, baka!—se ruborizó.
—O yo estoy perdiendo forma—se miró—. Creo que debería dejar los postres un tiempo…
—Sí, deja la glotonería…
—¡Oye!—dijo ofendido, para después mostrar una sonrisa maliciosa.
—¿Qué…?
—Nada, sólo esto…
Gogeta se acercó al abdomen del menor y empezó a hacerle cosquillas con esfuerzo, consiguiendo sonoras carcajadas por parte del menor.
—¡De… detente!—decía difícilmente entre risas. El mayor se detuvo, permitiéndole a Vegeta tomar bocanadas de aire.
—Te amo, Vegeta...—susurró en su oído.
Vegeta tomó su cabellera roja y lo atrajo para darle un beso, uno donde le demostró todo lo que sentía en ese momento. Siguieron besándose, deteniéndose únicamente para que el mayor se sentara en la orilla del colchón. El de cabellera en forma de flama se acercó y se sentó sobre sus piernas, rodeando su cuello con sus brazos y volviendo a unir sus labios.
¿Cómo era posible que una sola persona encendiera todos sus sentidos? Gogeta se separó un poco del menor, desabrochando su camisa, sintiendo el calor apoderarse de su cuerpo. Acercó más el cuerpo del menor, sintiendo contra su abdomen la erección semierecta del más bajo. Sonrió y acarició la extensión de su espalda, deteniéndose abajo, en sus glúteos, para estrujarlos un poco, sacándole un tierno gemidito.
Siguió besándolo, también marcando sus dientes en su hombro y cuello. Llevado por la excitación del momento decidió colar sus manos por el pants deportivo del menor, sintiendo su piel tersa. Pasó su dedo índice por su entrada, intentando estimular esa zona.
Se detuvo al sentir las uñas clavarse en su espalda, pero de una forma tan ansiosa que no era normal. Se acomodó para ver el rostro del más bajo, y sintió su mundo venirse abajo al observar la expresión de miedo, de terror, en su carita llena de lágrimas silenciosas.
—Vegeta...—lo movió un poco, tratando de hacerlo reaccionar. Con lentitud el pelinegro miró al adulto, tomó un poco de aire.
—Déjame sólo...—pidió alejándose torpemente.
—Pequeño, yo…
—¡Aléjate de mí!—tomó su cabello con desesperación, tomando aire repetitivamente mientras susurraba una y otra vez “no es real, no es real, no es real…”.
—Vegeta…
—¡Vete!—exigió cuando fue tocado de su hombro—. Yo… sólo quiero que te vayas, no quiero volver a saber de ti ni de esta relación, ¡sólo déjame tranquilo…!—abrazó sus piernas—. Necesito… algo de tiempo...—susurró.
—Vegeta...—tragó saliva y abotonó su camisa—. Me iré…
Dio un beso en la cabeza del menor, pero Vegeta ni siquiera volteó a verlo.
—Veg, yo te amo...—alcanzó a oír antes de que saliera de su habitación.
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14 de enero del 736
¿De qué sirve dormir si las pesadillas, tan vívidas y casi reales se aparecían cuando iba a la cama?
Sólo lo hacían martirizarse y su interior se quemaba en el infierno de la cruda realidad que había vivido.
El dolor se encerró en su pecho, y nada de lo que intentara le daba alivio a su ser. Su alma pendía de un hilo demasiado fino, que parecía que rompería en cualquier momento.
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14 de febrero del 736
Aunque se trate de ignorar, el ver la felicidad ajena, muchas veces crea una sensación de envidia. Pero, ¿qué ocurre con las personas que pasan por un mal momento? Sólo crea una sensación de vacío y tristeza, una enorme nostalgia que no puede ser llenada, esa grieta se hace grande y dolorosa.
~Aishiteru~
Ahora sólo quedaba el recuerdo de lo que alguna vez fue…
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19 de febrero del 736
Las inseguridades de Vegeta habían crecido, su mente se vio inundada de desprecio hacia sí mismo por el incidente. Además de no sentirse… ¿cómo decirlo? Digno de estar con alguien después de ser ultrajado de esa manera.
Y su última esperanza era Gogeta… Ese “no me alejaré de tu lado” sólo se había vuelto en su contra, ahora se veía en medio de una soledad interna, que no podía ser llenada, sólo ser perturbada por los demás a su alrededor.
Pese a que estaba en un mar de gente, no se sentía completo, tenía dentro de sí una pena que el estar solo aliviaba levemente. Ya que si permanecía con alguien que no supiera identificar todos sus gestos, sólo le haría sentir más vacío en su anterior.
Y Son Raditz, su viejo compañero, ya no se sentía bien estando con él. Verlo tan feliz le hacía sentir aún más miserable. Verlo saliendo con chicas, verlo tan conforme con la vida. ¡Sentía asco de esa felicidad que no tenía, que le fue arrebatada!
Era hora de decirle adiós a su mejor amigo para siempre.
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28 de agosto del 736
Llega el punto en que el dolor es demasiado y, por más esfuerzo que se haga, las lágrimas caen intentando inútilmente liberar todo eso que se siente. Pero, ¿qué ocurre cuando la presión es mucha? Sin nadie acompañándote, sin nadie que esté dispuesto a escuchar tus males, sin nadie que se haya esforzado por aferrarse a permanecer a tu lado por más veces que le pidieras que se fuera… sin nadie así aquellos sentimientos que estuvieron contenidos forzosamente tienen que salir de otra manera.
Vegeta simplemente veía a los demás sonreír, tener una vida tranquila sin pesadillas en su mente o recuerdos desastrosos de aquel día. Simplemente callaba y después se aparentaba fuerte. Una y otra vez veía y callaba, sintiéndose incapaz de liberar aquello que su cuerpo se aferraba en sacar. Así hasta el día en que el agua se desbordó del vaso.
En plena clase comenzó a sollozar, el dolor de su alma trataba de escapar, aquella culpa y pesar estaban esforzándose por dejar de ser una carga en el menor. Pero simplemente no se podía deshacer de ella. A mitad de aquel llanto que era visualizado por toda la clase confundida, tuvo un arranque de ansiedad y desesperación y huyó al baño. Cerró con seguro la puerta y rompió su sacapuntas, tomó la navaja y trató de hacer a su mente ignorar el dolor de su alma con dolor físico.
Una tras otra caricia de la navaja contra su piel, dejando salir aquel líquido carmín. Ardía, su piel quemaba de ardor. Pero no se comparaba con lo vivido, no se comparaba con lo que noche tras noche tenía que recordar y revivir entre siniestros sueños.
Con ayuda del dolor físico levemente ignoraba el dolor de su ser…
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19 de diciembre del 736
Los vicios matan, dañan, envenenan, hieren…
Alcohol, tabaco, droga, cortes… Cada quien elige cómo cavar su tumba. Pero, ¿por qué un jovencito de apenas 14 años tenía que caer en ese último? Se le volvió hábito, cada vez que estaba triste la endorfina trataba de apaciguarlo, y en momentos parecía funcionar, en momentos las lágrimas caían por el dolor que le producía su carne siendo cortada. Pero en otros… en otros no sentía nada.
Las cicatrices tardan de un mes a dos años en formarse. A veces desaparecen, en otras ocasiones queda una marca visible para siempre. Pero herida tras herida deja de ser algo difícil de ocultar…
—Vegeta...—susurró su madre cuando el adolescente llegó a la mesa del comedor—. Hijo, ¿no tienes calor? Tu padre encendió la calefacción...—mencionó refiriéndose a su playera de manga larga.
—No...—metió un bocado de comida en su boca.
—Vegeta...—llamó esta vez su padre, frunciendo el ceño—. Quítate esa playera—el menor tragó saliva.
—¿Para qué? No pasa nada…
—Vegeta, obedece—ordenó. El menor se levantó de la mesa y se quitó aquella playera azul. Debajo sólo llevaba una interior sin mangas color blanca.
—¡Por Kamisama!—la mujer cubrió su boca al ver las heridas aún abiertas del menor.
—¡¿Qué demonios te pasa, Vegeta?!—reclamó su padre, el menor sólo bajó la mirada—. Estás siendo irracional…
—Irracional...—pensó al escucharlo.
—¡¿Acaso lo haces para llamar la atención?!
—”Llamar la atención”—tragó saliva y tomó la playera—. Gracias por la comida, mamá.
Y sin esperar más reclamos por parte de él se fue a su habitación, sintiendo su estómago rugir de hambre. Al llegar lo único que pudo hacer fue colocarse bajo sus sábanas y sentirse más solo que nunca. Sentirse tan incomprendido y juzgado hasta por su propia familia. Sentía que su dolor nadie lo veía y quedaba ignorado ante todos los que amaba.
Limpió con brusquedad sus lágrimas y se puso de pie, rebuscó aquella navaja y una vez más dañó su cuerpo con ella. Se sentía mal, le dolía, el filo sólo quemaba… pero lo relajaba, le hacía sentir distracción. Miró las gotas de sangre y empezó a sollozar nuevamente.
Hizo lo que hacía siempre que se sentía mal, sacó su diario y comenzó a desahogarse, liberó todo su pesar en esas hojas, como si fuera la única cosa que le escuchara sus penas. Terminó de escribir y empezó a leer las fechas anteriores. Un nudo se formó en su garganta al leer aquellas hojas donde mencionaba a Gogeta.
Sentía que la bilis le quemaba la boca del estómago y que en cualquier momento vomitaría. Frunció el ceño, esa fecha… esa estúpida fecha donde todo comenzó…
Gruñó con desesperación y arrancó las hojas donde hablaba del pelirrojo, maldiciendo una y otra vez y las arrugó con furia.
Pero… no era eso…
Miró nuevamente las hojas, ya teñidas en un rojo carmín. No podía culpar a su chico, él no tenía la culpa de lo ocurrido, él sólo quiso darle lo mejor. Limpió su rostro con su antebrazo, consiguiendo que unas manchillas de sangre llegaran a su cara.
No podía… no, no quería deshacerse de los buenos recuerdos que tenía de ese chico, todo el tiempo que estuvieron juntos era una bendición que le había llegado, y no podía ensuciar esos bellos momentos por lo que le pasó.
Suspiró y sacó una caja de su armario, esa en la que guardaba su consola de videojuegos. La vació y empezó a llenarla con las cartas y regalos que había recibido de Gogeta, releyéndolas con tristeza. Una vez terminó, la selló con cinta adhesiva y con un marcador escribió HOPE #1.
Esperanza… esperanza que tenía por volver a ser fuerte, encontrar a alguien como el pelirrojo o mejor aún, que él cumpliera su promesa de que siempre lo acompañaría, sin importar nada. Esa promesa, al parecer, ahora quedaba en el viento. Tomó aire y metió la caja bajo la cama, hasta el fondo. Y esas últimas hojas del diario las conservó, las dejó a un lado suyo sobre la cama. Las miraba y todavía sentía ese hueco en el pecho, ¿había sido lo correcto decirle adiós para siempre al pelirrojo? Con el cansancio sobre su cuerpo, cerró los ojos y se quedó dormido, esperando que la inquietud de sus sueños sea menor que otras veces.
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19 de marzo del 737
Miró hacia abajo, una enorme avenida muy transitada donde autos pasaban a gran velocidad. Tragó saliva y cerró los ojos, únicamente se sostenía de los tubos de agarre de aquel puente al que había subido, estaba del otro lado de la barandilla. Sus pies difícilmente se apoyaban sobre una sección que sobresalía.
—Sólo hazlo...—susurró—. ¡Acaba con todo! ¡Muérete ya!—abrió los ojos y miró de nuevo los autos—. Pero… no puedo dejar solo a Tarble todavía.
—¡Vegeta!—escuchó su nombre pronunciado en un grito. Giró su cabeza y pudo ver a su familia. Miró cómo su padre se acercaba con incluso miedo.
—Hijo, baja de ahí, podemos arreglar esto...—sus pasos eran con cautelosos, mientras su madre y hermano se quedaban más atrás mirando con horror la escena.
El joven miró a su madre, desesperada y llorando a mares. Después vio a su hermano, quien tenía una expresión sombría y un miedo profundo que alcanzó a visualizar en sus ojos color carbón.
—No saltaré, papá...—susurró dando media vuelta y subiendo una pierna a la barandilla. El hombre se acercó deprisa y lo ayudó a colocarse del otro lado.
—¡Nunca vuelvas a asustarnos así, Vegeta!—su madre llegó con una bofetada, la cual dejó enrojecida la mejilla del menor. Después se arrodilló frente a él y lo abrazó mientras lloraba sin medida—. ¡No tienes idea de lo mucho que sufriría si no te tengo!
—Mamá, yo…
—Hijo, ¡te amamos, no queremos perderte!—miró su rostro y lo tomó entre sus finas manos—. Prométeme que no volverás a intentar esto…
—Te lo prometo, mamá—abrazó a la mujer—. Tranquila…
Pero… ¿qué tan ciertas eran sus palabras?
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“¡Hola, soy Goku!”
“Qué cosas tan lindas escribiste, ya quisiera que alguien me dijera cosas tan bonitas como estas”
“La leí hasta el final”..., “No es lástima, quiero ser tu amigo”... “Vegeta, estoy seguro que la persona que quieres te aceptará, no importa nada”...
“Tal vez no comprenda, pero ten por seguro que te escucharé siempre, no te juzgaré y además jamás te abandonaré”.
“Hola, Vegeta… me he sentido un poco solo últimamente y quería que jugaras conmigo”. / “¡Aléjate!” / “Tranquilo, Veggie…”.
“Vegeta, ayer estabas perfectamente bien, ¿qué pasó?” / “Ayer Nappa apareció y me violó” / “No lo hagas, por lo que más quieras”.
“¿Y qué hay de mí? ¿A quién voy a querer si no es a ti?”
“¿Quieres ser mi novio?”
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“Vegeta, mi mamá y la tuya se conocían desde hace tiempo. Ayer salieron de compras, iban por la carretera y… se estrellaron contra un árbol. Ambas murieron…”
“¡Vegeta, deja de decir esas cosas! Supera esto, deja de fingir. Si quieres atención sólo dilo…”.
“¿Sabes qué creo? Creo que eres alguien muy fuerte y valiente… has logrado llegar hasta aquí, incluso aunque el dolor sea tan grande…” / “Pero…” / “Superaste obstáculos que pocas personas podrían superar, estoy sorprendido. Te amo, mi príncipe…”.
“Estuvimos investigando el choque. Los cables de los frenos fueron cortados, eso ocasionó el accidente..”
“¡Contesta! ¿Por qué mataste a mi madre?” / “Le pagué a alguien para que lo hiciera”.
“Vegeta, quería pedirte… un beso…”
“¡Hey!” / “F-Freezer…”
“Deja de mentir, ¡ya no quiero tu maldita lástima. [...] Vete al demonio si sólo piensas juzgar” / ¿Sabes qué pienso? Que deberías dejar de hacerte la víctima. Sabes perfectamente que no fue tu culpa, y que te amo tanto que no me importa tu pasado… porque yo te quiero conmigo para que disfrutemos nuestro presente”.
(Y tras pensarlo, salió detrás de aquel chico que había aprendido a amar. Lo último que recordaba haber visto era a él hablando con una chica. Después sólo sintió un fuerte golpe que lo hizo dormir).
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“No dejaré a Vegeta”
Podía escuchar perfectamente las palabras de ese chico que se había robado su corazón. Sin embargo su cuerpo no podía manejarlo, lo sentía muy pesado. Ni siquiera era capaz de abrir los ojos, sólo escuchaba atentamente su alrededor.
“No quiero una vida sin ti, quiero estar contigo por siempre… Nuestros padres aprueban nuestra relación, también nuestros hermanos. Por favor, quédate conmigo…”.
Un extraño pitido inundó el espacio en el que se encontraba, para después percibirse gritos desesperados de Goku llamando a la enfermera y pidiéndole a él que no se fuera.
“Por favor, salven a mi Vegeta”.
Escuchó un sonido, de un peso alzándose abruptamente y bajando con la misma intensidad. Pero no era él, no sentía nada en su cuerpo. Difícilmente entreabrió sus ojos, lo poco que sus pestañas le permitían apreciar era una habitación y un médico con una enfermera, cuchicheando algo que no alcanzó a escuchar.
“Enfermera, llévatelo a la otra habitación. Le informaré a la familia que falleció y que no pueden verlo por su estado”. “Sí, señor Pilaf”.
Sintió cómo el lugar donde reposaba se movía con lentitud.
—¿Dónde… dónde estoy…?—muy apenas alcanzó a decir.
“Rápido, Mai, anestésialo y llévatelo”. Oyó la voz desesperada de ese hombre bajito antes de volver a caer en un sueño profundo.
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Abrió sus ojos y miró a su alrededor. Todo daba vueltas, y su mareo no ayudaba en nada. Cuando por fin enfocó bien su mirada, notó que estaba en lo que parecía un consultorio médico, pero muy pequeño. Tragó saliva y buscó algo que le dijera dónde estaba.
“3 de octubre del 737” alcanzó a leer en un calendario sobre el escritorio. Miró el resto del lugar, parecía uno común y corriente.
—Veo que despertaste—escuchó una voz femenina, volteó a ver la puerta y miró que recién entraba—. Creí que tardarías más.
—¿Dónde estoy?—preguntó con confusión.
—En un hospital—mostró una sonrisa—. Has mostrado un avance muy bueno, has sido muy fuerte.
—Me duele demasiado todo…
—Es porque tenías anemia, te traje algo para que comas—le colocó el soporte que funcionaba como mesita sobre la camilla y ajustó la reclinación de ésta.
—Gracias…
—Oye, me sorprendió mucho que tienes muchas heridas en los brazos—acarició su cabello con lentitud—. ¿Por qué te cortabas?
—Algo que me pasó—respondió con lentitud.
—¿Me podrías hablar de eso?
—No… no me gusta hablar de eso…
—Está bien, aunque supongo que debió ser algo muy malo porque son muchas…
—Demasiado...—soltó un suspiro—. Por mucho tiempo deseé regresar el tiempo y nunca hacerme daño así…
—Entiendo...—siguió acariciando su cabello—. Pequeño, verás que algún día esto se cumplirá.
—Tsk, como si fuera posible…
—Bueno, nunca se sabe…
Los días pasaban y era atendido muy bien por esa mujer, además del doctor que ocasionalmente entraba en la habitación. Sin embargo, llegó el punto en el que sentía que hacían algo más en su cuerpo cuando lo hacían dormir. A veces sus brazos le causaban una extraña comezón o sensación desconocida.
—Vegeta, te pediré que mires este video—dijo colocando una reproducción en la televisión—. Es… importante que la mires hasta el final…
La cinta empezó a correr, y estuvo tan absorto a todas las imágenes que se presentaban, pasaron los minutos y por fin finalizó el video. El joven Saiyan estaba tan confundido por lo que había visto, incluso se veía alterado y sentía demasiada confusión.
—¿Cómo te sientes?
—¿Quién es usted?—preguntó al ver a la mujer—. ¿Dónde estoy?
—Tranquilo, soy tu enfermera...—se acercó, el menor por su parte sólo trataba de levantarse—. Relájate, estarás bien…
—¡Quiero irme a casa!
—Relájate—tomó una jeringa e inyectó en el brazo del menor su líquido.
—Yo...—se dejó caer hacia atrás, miró con desconcierto a la mujer.
—¿Sabes tu nombre, pequeño?
—Yo… yo me llamo...—miró al techo—. No sé, no me acuerdo…
—¿Y sabes por qué estás aquí?
—Sólo recuerdo que alguien me decía que no me fuera, pero sólo recuerdo su voz.
—Pequeño, tuviste un accidente automovilístico, eso es todo...—acarició su cabello—. Tu nombre es Gotenks.
—¿Gotenks?—repitió.
—Sí, pequeño… Tu nombre es Gotenks…
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—Mai, tenemos que escapar...—dijo el hombre bajito.
—Gotenks, ven, cariño—lo ayudó a bajar de la camilla—. Vístete con esto, y ya puedes quitarte las vendas de tus brazos, la alergia ya desapareció.
—Está bien—con cuidado se colocó aquellas prendas blancas y se puso sus tenis deportivos. Quitó sus vendas y miró que en sus brazos no había ningún tipo de marca o enrojecimiento de la supuesta alergia que le había ocurrido.
—Vámonos ahora...—dijo la mujer tomándolo de la mano y llevándolo consigo. Subieron a una camioneta y el hombre rápidamente arrancó.
—Díselo, Mai…
—¿Decirme qué?
—Nada, cariño, que tenemos que hacer una parada antes de seguir.
—¿Por qué huimos?
—Porque gente mala quiere que trabajemos para ellos—le sonrió—. Ven conmigo—tan sólo el hombre estacionó el auto, la mujer llevó al menor al interior de un callejón.
—¿Qué pasa? Aquí no hay nada…
—Lo sé...—colocó un pañuelo en su rostro aprovechando que le daba la espalda, el menor aspiró su aroma y al poco tiempo quedó inconsciente.
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Abrió sus ojos y miró a su alrededor, no sabía en qué lugar estaba, ni por qué razón vestía de blanco. Al salir del callejón notó en un espejo que su cabello era bicolor, el centro negro y los costados teñidos de lila. Encontró un papel quemado con una fotografía suya, donde decía que su nombre era Gotenks y que tenía 15 años de edad, además de que era perteneciente al Orfanatorio Esperanza.
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Su nombre no estaba en el sistema, pero le permitieron quedarse.
Un chico trata de suicidarse, él lo impide.
Se reencuentran en el internado. Dice llamarse Goku.
Le parece familiar, pero insiste en que no se conocían antes.
Inician una relación donde pelean y se distancian a cada rato.
Conoce a Gogeta, también insiste en no saber nada de él.
Goku, en medio de una felación, le llama Vegeta.
Luego de su misterioso viaje le comienza a decir “Te amo”.
Goku ahora le entrega un diario que dice que le pertenecía antes, le dice que estuvieron juntos como pareja hace más de un año y que sí sabía todo de él.
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Soltó aquel diario, sus manos temblaban y su mirada estaba perdida hacia el frente. A pesar de que sus ojos estaban completamente abiertos, el menor dejaba caer unas lágrimas. Su respiración se veía agitada y no era capaz de moverse, sólo se estremecía.
—Vegeta...—tomó su hombro, preocupado por su reacción. El de cabello bicolor, aún en su trance, volteó a ver al de cabellera alborotada.
—Tú...—cerró sus ojos y abrazó sus rodillas, respirando agitadamente—. No puedo creerlo…
—Veg…
—Yo...—apretó los ojos con fuerza y contuvo el aire, para después abrirlos con serenidad—. Iré a ducharme...—se puso de pie y buscó un conjunto de ropa limpia.
—Vegeta...—llamó, pero el menor no respondió.
***
—Vegetto, ya llegué...—avisó entrando a su habitación. El menor estaba terminando de doblar ropa, así que cerró tras sí. Sonrió al verlo, así que se acercó al peliazul y lo abrazó por detrás, colocando sus manos en su cintura. Comenzó a besar su cuello sacándole suspiros. Vegetto pasó su brazo hacia atrás, tratando de tomar la cabeza del mayor y atraerlo, pero se sorprendió por una sensación demasiado peculiar. Se separó abruptamente y miró al pelirrojo, que vestía la misma camisa blanca que esa mañana, pero usaba una gorra de béisbol, la cual se quitó para después dedicarle una sonrisa.
—Sorpresa...—dijo con una risita—. Supongo que fue algo muy notorio…
—Tú...—frunció el ceño con lentitud—. ¿Por qué demonios te cortaste el cabello?
—Ah, esto...—soltó aire y se sentó en la orilla de la cama—. Pues debido a nuestro “encuentro” en mi oficina, donde me estiraste el cabello… La directora me fue a ver un par de horas después y me regañó por un par de cabellos sobre el escritorio. Dijo que debía cortármelo…
—Gog, lo tenías a la cintura. Ahora está muy corto, casi como el de Goten…
—Oh...—soltó aire y miró con desilusión al menor, bajando la mirada—. Perdón, creí que te gustaría o que siquiera pensarías que se me veía bien…
—Tsk—chasqueó su lengua y se acercó—. Cállate y quítate la ropa ahora mismo…
—¿Eh?—levantó la mirada y lo observó con su rostro sonrojado y se veía un poco urgido por dar inicio a su acto.
Lo obedeció, no quería hacerlo esperar, se quitó la camisa y besó al menor para desvestirlo mientras lo recostaba en la cama. No perdió el tiempo, besó cada parte de su cuerpo hasta que consiguió excitarlo, aprovechó para darle placer, succionando su miembro y dándole placenteros lengüetazos, inundando la habitación con sonidos húmedos y los suspiros altos que soltaba el más bajo.
—Entonces… ¿te gusta?—preguntó en su oído al acercarse, siguió masturbándolo con una mano mientras besaba su cuello.
—Sí, ya cállate—dijo estremeciéndose entre sus brazos.
—No te escuché…
—Hmph, maldito—se acomodó sobre él y desabrochó su pantalón, dejando a la vista su miembro ya erecto—. ¿Por qué demoraste tanto si estás peor?
—Sólo no quería parecer desesperado…
—Hmph...—le dedicó una mirada juiciosa, el pelirrojo atinó únicamente a reír—. Eres el colmo…
—Así me amas—le dedicó una sonrisa e invirtió las posiciones, quedando el peliazul abajo.
Sin esperar se posicionó y empezó a penetrarlo con cuidado, su líquido preseminal ayudaba a que resbalara más fácil en su interior. Con cuidado subió las piernas del menor a sus hombros y aumentó la velocidad, ya conociendo perfectamente el punto que enloquecía al menor.
Amaba su rostro sonrosado, con sus mejillas en color carmín, con sus ojitos entrecerrados y su boquita abierta suspirando su nombre. Amaba ser el causante de esas reacciones en el menor, de ser quien disfrutara esa vista única. Amaba con cada parte de su ser a ese niño. Sí, ese niño caprichoso, que para todos era un mocoso mimado de lo peor. Sí, un adolescente rebelde con el autoestima hasta los cielos.
Pero también era un chico dulce, que daba la cara por sus amigos, que renunciaría a cualquier cosa por un ser querido. Alguien con un corazón muy grande. Y su físico… ¡Por Kamisama! Ese chico era perfecto, con sus hermosos ojos negros, su nariz afilada perfecta y sus pectorales, abdomen marcado…
—¡Ahhh!—gritó de placer mientras manchaba con su blanca esencia la mano del mayor. Gogeta sonrió y siguió moviéndose, unas últimas estocadas más y pudo correrse él también en su interior.
—Te amo, Vegetto—le dijo en su oído antes de salir de su interior. Se acomodó a su lado y lo acurrucó en su pecho, esperando que se relajara luego de esa intensa sesión.
—Gog, yo también te amo—susurró antes de ser besado en su frente.
—¿Sabes, Vegetto? Estuve pensándolo mucho, sobre que no podemos mostrarnos como una pareja en público… Pero he pensado que si quiero tener algo que me recuerde a ti todos los días, y que sea evidente incluso a futuro, lo mejor sería hacerlo pronto—el menor se veía confundido ante sus palabras—. Me tatuaré tu nombre, creo que a la altura del pecho o en la espalda en la parte superior.
—¿Tatuaje?—repitió—. Tatúate el trasero—cruzó sus brazos y el adulto sólo lo vio con sorpresa por su respuesta.
—¿No te gustan los tatuajes?
—Ggg, en ti no quiero ninguno.
—¿Y esa respuesta?—arqueó una ceja.
—Me gusta el tono de tu piel—el pelirrojo inclinó su cabeza en señal de no entender—. No quiero nada que manche tu cuerpo.
—¿Se trata de eso, pequeño?—sonrió y besó su mejilla—. Entonces no lo haré…
—¿Por qué tenías esa estúpida idea?
—Sólo quería llevar algo que me recordara a ti…
—¿Como tu collar que te dio Veg?
—No es eso, Vegetto. Es porque…
—Vale, ya entendí...—bajó de la cama y sacó una cajita de su mochila. Volvió a acostarse a su lado y se la entregó—. Planeaba dártelo en Navidad, pero no me dejas opción.
—¿Qué es esto, Vegetto?—abrió la cajita y se encontró con una cadenita cuyo dije era un mini Vegetto versión chibi, y otra con un mini Gogeta también en esa versión.
—Pensaba dártela en Navidad—tomó la que tenía el mini Gogeta de dos centímetros—. Pero puedes quedártela.
—Gracias, pequeño—lo abrazó—. Es la primera vez que me das un regalo así, usualmente nunca das nada…
—Ya, no importa—se recostó sobre su pecho y empezó a formar figuras con su dedo sobre su pectoral—. Gog, mañana iré a una investigación de campo.
—¿Sobre qué?—del cajón de la base de la cama sacó una bolsa de frituras y empezó a comer.
—Sobre Vegeta.
—¿Vegeta?—repitió.
—Hay cosas que todavía no entiendo, y quiero investigar por mi propia cuenta.
—Oh, no. Vegetto, no te fugarás de la escuela…
—Goku lo hizo, ¿por qué yo no puedo?
—Porque no—respondió y el menor se le quedó viendo con el ceño fruncido—. No me mires así.
—Exijo una explicación.
—Te puede pasar algo en el camino… Y yo no puedo acompañarte—besó su cabeza nuevamente—. Entiende, no quiero que corras peligro.
—Un mensaje—susurró y soltó aire, su flequillo se alborotó con eso—. Más vale que sea bueno porque me interrumpieron en medio de algo importante.
Se acercó a su pantalón, rebuscó en los bolsillos hasta encontrar su teléfono y desbloqueó la pantalla. Su rostro mostró una expresión más dura que la que tenía.
—Es un mensaje de Goku—miró al pelirrojo—. Ya le dijo todo a Vegeta.
—¿T-todo?—se incorporó—. ¿Y cómo reaccionó?
—No tengo idea, pero te apuesto que será mal…
—¿Te irás?—preguntó cuando comenzó a vestirse.
—Admitámoslo, si llega a odiar a alguien los odiará a ti y a Goku. Soy su mejor amigo y...—soltó aire—. Me buscará.
—De acuerdo...—tomó su cabello con frustración—. Cuida que no haga una estupidez…
—Bueno, ya me voy.
—Espera—tomó su mano—. Vegeta puede ser muy difícil de tratar cuando está muy enojado, puede decir cosas hirientes y es tu deber no caer en esa provocación.
—Lo sé, Gog—miró los ojos del mayor—. Ya he discutido con él antes, es muy duro en sus comentarios. No sabe controlar su ira, pero es por la amnesia, su cerebro reacciona de ese modo por la confusión.
—Pequeño—tomó su rostro entre sus manos y le besó los labios—, te amo…
***
Su cuerpo estaba entumecido, la fría agua que salía de la regadera acariciaba su piel desnuda y bajaba la temperatura, haciéndole tiritar. Abrazaba sus rodillas, llorando desconsoladamente, ahogándose con su propio llanto tratando de no hacer ruido. Su cabeza dolía, y todavía no entendía cómo fue que no pudo recordar todos esos eventos en su vida.
Tarble… ¿su pequeño estaba bien? ¿Raditz lo había cuidado como correspondía? ¿Había recaído en un pesar grande creyendo que algo malo le había ocurrido? Y lo que había dicho el doctor cuando escuchó la voz de Goku, ese “les diré que falleció”, y su estadía en aquel consultorio… ¿en serio todos creyeron que había muerto?
Sí, seguramente. Porque esa era la idea que tenía Goku sobre él al parecer, pero el pelinegro sabía que era Vegeta, lo supo desde el primer momento en que se vieron y lo había mantenido en secreto hasta ahora, sin importarle sus insistencias por saber su pasado.
Mordió su labio inferior y ejerció fuerza en sus manos, enterrando sus uñas en su piel. Maldijo, maldijo entre murmullos, arañó sus brazos y también su rostro, tratando de liberar esa ansiedad que poco a poco lo consumía.
Goku… Goku le había mentido tantas veces que no podía contarlas. Se había aprovechado de su confianza, y había aprovechado que sabía todo de él para seducirlo a tal punto que en más de una ocasión había avanzado demasiado rápido, llegando incluso casi a la intimidad sexual.
Confió en él y lo traicionó.
***
—Vegeta, ¿estás bien?—le preguntó con voz baja cuando salió del baño.
—Kakarotto...—no volteó a verlo, sólo siguió secando su cabello con una toalla—. ¿Sólo tú lo sabes?
—No...—sus ojos se llenaron de lágrimas, sintiendo la voz del menor más áspera que en otras ocasiones cuando discutían—. Todo esto fue parte de un experimento, encontré papelería que decía que te llevaron a otro lugar después de decirnos que habías muerto, y Trunks me confirmó eso porque alguna vez oyó hablar de ese proyecto.
—Trunks...—susurró—. ¿Hace cuánto lo sabe?
—Lo suficiente… Desde que empezamos a hablar.
—Yo...—empuñó sus manos—. No estoy enojado—soltó aire y miró con el ceño fruncido al mayor—. Pero sí quiero estar solo.
—¡¿Q-qué?!—sintió cómo su corazón se oprimía en su pecho, como si fuera un cristal y lo impactaran con fuerza rompiéndolo en mil pedazos.
—Quiero tiempo—endureció su expresión—. Es lo mejor.
—Tiempo...—limpió sus lágrimas con su antebrazo—. ¿Cuánto tiempo, Vegeta?
—El necesario—se acercó a su cama y empezó a sacar su ropa de los cajones.
—Vegeta...—se puso de pie y se acercó, para sentarse sobre la cama del menor y tocar su mejilla con su pulgar—. Si decides no volver, sólo quiero decirte que espero que seas feliz—empezó a sollozar, cubriendo su rostro con sus mangas—. Sin importar que no sea conmigo…
—Kakarotto—mencionó con voz cortante, extremadamente serio viendo con el ceño fruncido al más alto—. No tomes decisiones apresuradas—terminó de guardar las cosas en la maleta y levantó la agarradera—. Adiós Kakarotto.
—Yo te amo, Vegeta...—dijo el mayor cuando el menor se iba. El de cabellera bicolor se detuvo a centímetros de la puerta tras oírlo. No dijo nada más y salió de la habitación, dejando con un enorme vacío al mayor.
Goku ahora tenía la habitación vacía, y sólo quedaría el recuerdo de quien fue alguna vez, y será por siempre, el amor de su vida.
***
—Gotenks, te estaba buscando...—miró a Trunks atravesando el pasillo, acercándose a él—. Es sobre la competencia de baloncesto, yo...—el de cabello bicolor no se detuvo a escucharlo, pasó por un lado suyo chocando fuertemente su hombro—. ¿Qué ocurre?
—Tú deberías saberlo, ¿o qué no eras un genio?—dijo con sarcasmo sin voltear a verlo.
—Sabes perfectamente que hay una razón por la que no dijimos nada—dijo con seriedad el pelilila, confrontándolo.
—Sólo me dejaron en claro una cosa—volteó a verlo, el pelilila tragó saliva al ver su expresión de enojo y furia—. Confié demasiado en ustedes…
—¿Ese es tu veredicto final, Vegeta?
—Tsk—regresó para estar frente a él, sus rostros estaban muy cerca. El de cabello lila se tensó ante aquella mirada tan seria y fúrica—. Tu peor error es sacar conclusiones apresuradas, Brief…
—¿Entonces volverás?—arqueó una ceja.
—No me conociste bien antes… Ni lo intentes, no sabes mi decisión—acercó sus labios a su oído—. Sólo recuerda que mintieron demasiado—le susurró, causándole un estremecimiento al de ojos azules.
Vegeta lo dejó sólo, se fue en dirección contraria a donde estaban, no podía estar con ellos, ya no. Después de lo ocurrido, no podía volver a acercarse sin sentir todo aquello en su interior, aquel coraje que lo invadía y la acidez de su interior acumularse en su garganta asfixiándolo.
Llegó a donde quería y tocó la puerta con su puño, esperando que abrieran. Un rubio de ojos color miel se asomó, se veía algo adormilado y fastidiado, cuando lo vio este se quedó confundido.
—Gotenks, ¿qué haces aquí?
—Necesito hablar con Hiroshi—dijo adentrándose, el rubio simplemente lo observó mientras se metía y se sentaba en la cama de la derecha.
—¿Por qué tan enojado?—sacó de la nevera una lata de soda, empezó a beber—. ¿Acaso te corrieron nuevamente de tu alcoba?—se refirió a la maleta.
—¿Dónde está Hiroshi?
—No está, su abuela enfermó y fue a cuidarla esta semana—se le quedó viendo, se veía demasiado tenso y con una extraña expresión torcida, donde una venita se alcanzaba a visualizar en su frente—. Ya suéltalo, ¿qué te traes?
—Nada que te interese…
—Oye, ya dilo. Deja de hacerte el idiota y dime qué te pasa, Gotenks…
—Mi nombre no es Gotenks—soltó aire y por primera vez en ese rato se atrevió a ver al rubio—. Mi nombre es Vegeta.
—Oh, ya recordaste. Qué genial por ti...—siguió observándolo—. ¿Es por eso que andas tan enojado?
—No lo entenderías, Hiroshi sabía la historia—respondió desviando la mirada.
—Ya, como sea. Supongo que está bien, es decir, ya sabes de dónde vienes y qué harás con tu vida en diciembre.
—Necesitaba hablar con él...—tomó su cabello con frustración.
—En todo caso pensé que Vegetto era tu mejor amigo—mencionó, el menor lo miró con una ceja alzada—. Hace mucho que no hablabas con Hiro.
—No puedo ir con Vegetto...—pasó su mano por su rostro, se veía la angustia en su ser—. Recordé, y ahora sé que le hice mucho daño en el pasado.
—¿Ah, sí? Pues no parece por cómo te trata…
—Él no sabe que fui yo.
—Ya veo, qué dilema...—arrojó la lata vacía al cesto y se recostó, colocando sus manos detrás de la cabeza—. Puedes quedarte si quieres, pero yo creo que deberías ir con el presumido.
—Dash, ¿por qué eres amable conmigo si en un inicio casi peleábamos?
—Eso fue idea del entrenador—empezó a reír—. Quería saber si eras buscapleitos o si manejabas las cosas con madurez. Es por eso que me envió, no quería a alguien así en el equipo.
—¿Y qué le dijiste?
—Lo que pasó, quería saber si esa actitud sería también con los maestros pero se dio cuenta de que eras buen amigo solamente. Me contó que por eso te escribió en la hoja de aceptación que debías manejar mejor tus actos.
—Entonces, ¿no me odias?
—Claro que no, sólo obedecía órdenes—lo miró con expresión neutra—. Tú no lo sabes, pero cuando decidiste emborracharte con Black yo fui en busca de ti junto con Hiroshi.
—Ya veo… entonces te lo agradezco...—se puso de pie y tomó su maleta—. Creo que iré entonces con Vegetto, aunque no sé si me acepte luego de lo ocurrido.
—No lo sabrás si no le preguntas. De todos modos, si no quedan bien puedes venir si lo necesitas—bostezó—. Cierra después de salir.
Vegeta tomó sus cosas y se retiró, dejando solo nuevamente a ese chico.
Estaba demasiado desesperado, tenía gran urgencia en desahogarse con alguien, su cuerpo imploraba por dejar salir a flote sus emociones del momento y todo aquel dolor en su pecho. La ira acumulándose en su interior lo hizo sentir la necesidad de llorar, una impotencia lo llenó y sentía que aquel nudo en su garganta se hacía más grande.
Tomó con desesperación su cabello, mientras con su otra mano jalaba su maleta conforme avanzaba. Estaba sollozando, no podía con tanto. Levantó la mirada y vio la puerta de la habitación del peliazul. Deseando que estuviera ahí y no en otro lado tocó con su puño. Éste abrió al cabo de unos segundos.
—Pasa—fue lo único que dijo. El de cabello bicolor se adentró y colocó la maleta a un lado de la cama. Tan sólo el mayor cerró se acercó a abrazarlo, gimoteando en su hombro y aferrándose a su espalda.
—Nunca fue mi intención lastimarte—el peliazul acarició su espalda para que se calmara—. Ni siquiera pasó por mi mente que Gogeta se aferraría así conmigo en el pasado…
—Ya, relájate…
—Kakarotto me dijo todo, yo soy Vegeta, el chico que estuvo con Goge antes y que por mi culpa tú sufriste demasiado…
—Ya...—se separó de él y sacó de su nevera el arma secreta para que se relajara, un delicioso postre de fresas. Se lo entregó y el de cabello bicolor difícilmente podía comer, seguía sollozando con cada cucharada que metía en su boca—. Así que Goku te lo dijo, ¿eh?
—Él sabía todo de mí—frunció el ceño—. Él… me mintió...—gruñó—. Y no sólo él, el imbécil de Gogeta también se aprovechó de eso… Trunks también sabía y no dijo nada…
—¿Eso quiere decir que ya no les hablarás o algo así?—levantó una ceja, el menor endureció su expresión ante la pregunta. Vegetto sólo dejó salir aire—. Bah, entonces supongo que yo también me incluyo en la lista. Creo que estoy listo para que me odies.
—¡¿Qué?!—volteó a verlo con sorpresa ante ese comentario—. ¿Desde cuándo tú…?
—A Gogeta se le escapó y me lo dijo, fue ese día en el que casi tienes sexo con él—el de cabello bicolor empezó a tartamudear—. En el momento pensé en eso, de cómo era posible que fueras tú, pero… eras mi amigo, y te tenía demasiado aprecio, por eso no podía enojarme contigo.
—Vegetto...—volvió a fruncir el ceño—. ¿Por qué no me dijiste nada?
—”¿Por qué?” Oye, no me hables así, ten más respeto.
—¿Respeto? Eso esperaba en nuestra amistad, Vegetto.
—Tsk, ¿ya me odias? Vegeta, exageras demasiado las cosas—dijo antes de meter un dulce en su boca.
—¿Yo exagero? Tú eres el idiota que se idolatra hasta por respirar, ¿qué no entiendes que por eso todos allá afuera te odian, Vegetto? Porque no entiendes la maldita palabra de “modestidad”. No me hables de exageraciones, que no tienes con qué hacerlo—chasqueó la lengua—. No exagero, Kakarotto debía decírmelo…
—¿Sabes qué? Ya me cansé, Vegeta—se quitó la camisa y se abalanzó sobre él, aplicando fuerza para colocarlo sobre la cama, recostado, y posicionarse sobre él.
—E-espera… ¿qué haces, Vegetto?
—Nada.
Tomó las muñecas del menor con una mano y las colocó sobre su cabeza, con la mano libre tomó su mentón fuertemente y unió sus labios con los suyos, sorprendiendo a Vegeta. Los movía con lentitud, saboreándolos a pesar de no ser correspondido. Encajó su pulgar, lastimándolo y haciéndolo abrir la boca, lo que aprovechó para introducir su lengua.
—Mghh—intentó decir algo, pero no podía, únicamente sentía resbalar un hilillo de saliva de sus labios.
—Espero que te prepares para lo que viene…
—No… ¡Detente!
Vegetto deslizó su mano por el pecho del menor y después la bajó a su entrepierna, donde empezó a acariciar lentamente. El pelinegro se sonrojó, apretó su mandíbula para evitar soltar un suspiro, aunque su expresión delataba que comenzaba a excitarse.
—Basta...—dijo entre suspiros.
—No me detendré...—se acercó a su cuello y lo marcó, dejando varios chupetones y mordidas, aquella zona quedó muy enrojecida.
—Vegetto, basta...—abrió los ojos completamente al sentir cómo sus piernas eran separadas y el peliazul se acomodaba entre ellas, rozando su entrepierna con la suya—. ¡Detente!
—Pff, ¿acaso tan inútil eres que no puedes librarte de esto?—se acomodó mejor entre él—. Entonces te haré el amor.
—¡Detente!—alzó la voz.
—No me detendré...—siguió acariciando su entrepierna ya erecta.
—¡Basta!—empezó a forcejear—. ¡Detente!—en un movimiento rápido logró librar sus manos, aprovechó eso para darle un puñetazo directo al rostro al mayor, Vegetto se hizo hacia atrás, tuvo que apoyar su mano en el colchón para no caer. Se tocó la zona golpeada, sonriendo mientras veía al menor con el ceño fruncido.
—Te preguntabas por qué Goku no te dijo nada—se puso de pie y se acercó a su mochila que estaba en el suelo, para sacar sus cuadernos bajo la mirada confundida del más bajo—. Antes el simple hecho de que te tocaran te paralizaba del miedo y empezabas a llorar—lo miró con una sonrisa burlona—. ¿Y ahora? Incluso eres capaz de excitarte cuando alguien te toca—se refirió al hecho de que en su pantalón se delataba una mancha blanquecina—. Además, eres capaz de defenderte solo—comenzó a guardar un par de hojas y bolígrafos, una lupa y una cámara fotográfica instantánea, cosas que no sabía que poseía el peliazul, además de un juego de bolsas herméticas.
—Tú… ¿me estabas probando?
—Así es—le dedicó una sonrisa—. Me atrevería a decir que, si alguien más intenta hacerte esto, sabrías cómo defenderte y ya no necesitarías que alguien te salve—soltó una risilla—. ¿Lo disfrutaste o quieres que lo vuelva a hacer?
—Deja de humillarme—apretó la sábana con sus manos—. Suficiente tengo con lo que me han hecho.
—Vegeta—soltó aire—. Me odiarás por lo que te diré, pero es necesario que lo sepas—se colgó la mochila—. Te victimizas demasiado.
—¡Soy la víctima!—reclamó.
—Pues a ti no te veo intentando suicidarte por la presión emocional, o cortándote por desesperación.
—¡Eso hacía antes!
—Exacto. Y ahora estás perfectamente bien, y la persona que necesita apoyo es Goku y tú no se lo estás dando—el menor calló—. ¿Quieres odiarme? Adelante, pero antes te diré tus verdades, Vegeta. Intentas controlar todo a tu favor, que todo te preste atención a tu miseria de vida, pero no entiendes que hay quienes sufren más que tú.
—¡Tú no entiendes!—gritó, empezando a sollozar. Tomó su cabello entre sus manos y lo estiró, desesperado—. ¡Lo tenía todo! ¡Tenía la felicidad y me fue arrebatada! ¡Me dolió demasiado, durante semanas no podía ni caminar! ¡Nunca tuve quién me escuchara, mis padres minimizaban mis problemas y no estuvieron ahí para mí!
—Tsk—se acercó y le dio un par de palmaditas en el rostro—. Te creeré que eres la víctima todavía cuando hagas todo lo que ha hecho Goku.
—Hablas como si te gustara él—el peliazul sólo rio.
—Tal vez me equivoqué y de quien me hubiera gustado enamorarme, si no estuviera con Gogeta, sería de él.
—¡¿Cómo puedes decir eso?!—de un salto bajó de la cama y se abalanzó sobre él, tirándolo y quedando encima.
—Deja de celarlo, que ya no sales con él…
—¡No hemos terminado!
—Creí que sí porque lo dejaste solo, llorando de desesperación porque cree que lo odias—el pelinegro calló—. Quítate de encima, Vegeta, tengo cosas qué hacer.
—¿Qué tanto hablas con él?—demandó saber mientras el más alto sólo sonrió.
—De muchas cosas—lo empujó, tirándolo al suelo a un lado suyo—. Ya me voy, tengo que hacer una investigación de campo.
—¡Espera!—intentó alzarse rápido, pero el dolor del golpe contra el suelo se lo impidió.
—Te dejaré una copia de la llave—se la arrojó—, cierra cuando te vayas.
Y sin dejarlo hablar se retiró, dispuesto a comprobar aquello que necesitaba saber. El menor se quedó ahí, en el suelo, mirando con incredulidad hacia la puerta. Cerró los ojos y salió de ahí, cerrando tras su paso y huyendo hacia donde la última vez había podido desahogarse. Fue al baño de hombres, se encerró en un cubículo y subiendo los pies pudo ocultarse y llorar con ganas.
***
—No tienes la culpa, Goku—acarició su espalda—. Gotenks, digo, Vegeta aún no entiende cómo pasaron las cosas.
—Debí decírselo, debí hacerlo antes… Pero no quería lastimarlo y quitarle su felicidad—abrazó a su primo—. Me odia, ¡me odia!
—Goku, sabíamos que la reacción sería negativa… Aunque me sorprende lo que dijo, ese “no saques conclusiones apresuradas”—pasó su mano por su cabello—. No me lo tomes a mal, y te juro que desearía equivocarme, pero pareciera que quisiera torturarte este tiempo antes de terminarte definitivamente.
—¡Trunks!
—No, Goten. Es mejor ser claro con Goku. Vegeta tiene un carácter muy fuerte, y ya pasó algunas fases del duelo, como la negación y la ira. La siguiente sería la negociación, o en su caso el dolor emocional…
—Vegeta no debía sufrir—limpió sus lágrimas con brusquedad—. Ya sufrió mucho…
—Goku, deja de dañarte.
—¡No puedo, Trunks!—gritó—. Prometí cuidar de él…
—Goku, tú sí lo cuidaste—el pelinegro menor acarició su espalda—. Incluso él te lo dijo, ¿no recuerdas?
—Pero…
—Lo hizo su subconsciente, Goku—el de cabellera alborotada lo miró—. Ese “ayudaste a tu novio” lo dijo su subconsciente que sí recordaba, porque eso hiciste con él. Goku, él mismo lo admitió. A sus ojos sí lo ayudaste, y lo sigue haciendo ahora.
—Yo… gracias, Trunks.
—Pero...—acomodó sus anteojos—. Me temo que quien te falló fue él.
—Él no me falló, él…
—No trates de negociar, Goku. Tienes que admitir que te falló muchas veces, le perdonaste mucho y no supo apoyarte como debería.
—Pero él… —bajó la mirada—. No tiene la culpa de nada.
—Goku, a partir de hoy quiero que duermas con nosotros en nuestra habitación—el pelinegro levantó la mirada para ver ese par de ojos azules que lo veían seriamente—. ¿O me juras que no volverás a cortarte o algo parecido?
—Yo...—miró a su primo—. No puedo prometer nada, me acostumbré mucho a hacerlo cuando estaba triste que no puedo dejarlo de un día a otro.
—Me lo suponía—se sentó a su lado, para abrazarlo también—. No te dejaremos solo, te apoyaremos en esto, Goku. Pero para eso también debes cooperar.
—De acuerdo, me mudaré con ustedes—cerró los ojos—. Yo… sólo quiero que él sea feliz, sin importar que no sea conmigo…
***
—Demonios, este lugar se ve horrible cuando oscurece—murmuró cuando llegó a la calle—. A ver, si mi memoria no falla, hacia el norte está la casa de Gogeta, de cuando todavía vivía con sus padres, y hacia el sur entonces está la casa de Vegeta. Significa que voy bien—tomó una fotografía hacia el frente—. Y sólo hay un callejón en toda esta calle, así que debe ser este.
Se acercó a esa callejuela sin salida y antes de entrar tomó una fotografía, la cual muy apenas alcanzó a distinguir por la escasez de luz. Siguió caminando, encontrándose con una familia de ratas saliendo a toda velocidad de un conjunto de basura.
—A esta hora más o menos debió ser, Gogeta lo vería como a las diez...—sintió un par de gotas caer sobre él, guardó la cámara dentro de una bolsa hermética y también las fotografías y siguió caminando hacia el interior—. Aquí más o menos debieron violarlo—miró el suelo, viendo que había manchas oscuras, como si con el pasar de los años no se borraran en su totalidad. Incluso podía escuchar y ver las siluetas de cómo esos hombres efectuaban el acto, como si esa mala vibra se conservara en el ambiente, sintió un estremecimiento en todo su cuerpo por ello.
Miró hacia el frente, mirando una zona en la pared del fondo que parecía puesta después, como si antes hubiera un hueco de una ventana o puerta trasera y la quitaron y taparon la vista. Mordió su labio inferior y se acercó más, confirmando lo que pensaba. El tamaño era propio de una ventana. Le pareció ver algo que se movía por el rabillo del ojo, así que volteó, encontrándose con un perro blanco que le mostraba los dientes justo en la esquina del fondo.
—Tranquilo, perrito...—dijo en voz baja, atento a todas las acciones del can—. Tranquilo… Te daré comida—se descolgó la mochila y sacó una bolsita con un sandwich, le colocó la mitad en el suelo al perro esperando que se acercara—. Anda, come...
—Jejeje—escuchó detrás y volteó, sintió un fuerte golpe en la cabeza, y el sonido de un metal cayendo. Intentó mantenerse de pie pero un nuevo golpe llegó esta vez en su abdomen.
Cayó al suelo y difícilmente pudo enfocar a su agresor, éste estaba de pie frente a él, recogiendo el teléfono que era suyo y que se había caído cuando fue atacado. Lo único que pudo distinguir de su entorno borroso era que aquel perro que había visto se lanzaba contra el ladrón y lo mordía con fuerza.
***
—Buenos días, chicos, feliz lunes. No se sientan mal, es inicio de semana y deben empezar con buena actitud—dijo el pelirrojo entrando al salón de clases—. Chicos, habrá examen escrito, así que saquen una hoja y apunten lo que anotaré en el pizarrón—miró al de cabello bicolor, que lo veía con el ceño fruncido y una expresión de enojo—. Gotenks, haz lo que pedí.
—¿Por qué debería?—respondió, Gogeta sintió la presión a la que lo estaba sometiendo.
—Soy tu maestro, obedece—miró en todas direcciones del salón—. ¿Dónde está Vegetto?
—No ha ido a clases en todo el día, yo estoy en su grupo—dijo uno al fondo.
—¿A alguien le dijo algo?
—Deberías saber, ¿no, Gogeta?—dijo el menor con voz sarcástica.
—Suficiente, Gotenks. Ve a mi oficina, espera ahí hasta que tus compañeros terminen la prueba.
—Tsk—bajó de su banco y caminó a la salida—. Prefiero eso a verte la cara…
—Hmph...—empezó a sudar frío, aliviándose en parte de que no haya exhibido algo enfrente de sus compañeros, pero preocupándose por la charla que tendrían que llevar más adelante—. Ignoren lo sucedido, ya hablaré con él para saber el motivo de su molestia. Bueno, no quiero copias en el examen.
La prueba pasó sin percances, pero con cada minuto que pasaba sabía que estaba más cerca de encarar a Vegeta. Por lo que le contó Goku, de que lo dejó solo en la habitación, sabía que la reacción con él sería peor. A cada rato bebía agua de su botella, llenándose de nervios por cómo reaccionaría. Su peor temor era que la misma amenaza que había hecho acerca de lastimar a Vegetto la cumpliera por no contarle su pasado.
—Alguien más falta de entregar su examen?—preguntó en voz alta, nadie respondió—. Bueno, sería todo por hoy. Pueden disfrutar su tarde. Que les vaya bien—tan sólo terminó de decir todos salieron corriendo. Sonrió tras recordar su adolescencia en esa institución, esa era una de las tradiciones de los alumnos que perduraban generación tras generación.
Guardó los exámenes en su portafolio y revisó las estufas, los hornos y las llaves de gas y agua. Finalmente apagó la luz y cerró la puerta con llave. Se adentró a la oficina que estaba a un lado y miró a Vegeta, que estaba sentado en una silla con los brazos cruzados. Se le quedó viendo unos segundos, recordando cuando era menor y ellos salían. Recordaba los múltiples pucheros que hacía, y de cuando le aplicaba la ley del hielo si discutían. Soltó aire y fue a sentarse en su lugar, tratando de olvidar ese pasado que, a pesar que lo hizo muy feliz, sabía que ahora no era más relevante que su relación con su mocoso mimado.
—Gotenks, ¿qué ocurre?—el pelinegro volteó lentamente, como si intentara recrear una escena de película de terror.
—Deja de fingir, Gogeta. Creo que está de más que lo hagas—respondió con voz grave.
—Bien, ¿cuál es tu problema, Vegeta? ¿Por qué tienes esa actitud en mi clase?
—¿Todavía lo preguntas, Gogeta?—apoyó sus manos sobre el escritorio poniéndose de pie—. Confié en ti y te creí cuando dijiste que no me conocías...—tragó saliva, conteniéndose y respirando profundo—. Te aprovechaste de que me conocías para que estuviera contigo…
—Vegeta, te equivocas en muchas cosas—susurró y le hizo una seña—. Toma asiento, te explicaré qué es lo que pasó…
—¡¿Explicarme qué cosa?! ¡No me dijiste la verdad!
—Vegeta, cálmate…
—¡No me pidas que me calme!—gritó, el mayor calló y dejó que hablara—. Esperaba más de ti, ¡mucho más!
—Vegeta, intenté decírtelo, pero…
—Pero, ¿qué?
—La reacción que tendrías no sería buena…—suspiró y volteó a ver al techo—. Te guardas todo y no dejas que los demás se acerquen a ayudarte.
—¡No hables si no sabes!—sus ojos se llenaron de lágrimas—. ¡Tú me abandonaste!
—¿Ah, sí? ¿Y por petición de quién?—miró al pelinegro—. Vegeta, intenté acercarme, te juré apoyarte en todo y aun así me alejaste. ¿Quieres que te diga la verdad? ¡Maldita sea, Vegeta! Tu indiferencia me hizo tanto daño que empecé a beber por eso—tomó su corto cabello con frustración—. Vegeta, hice demasiadas estupideces porque me culpaba de lo que pasó… Bebí frente a Vegetto toda una noche cuando él sólo tenía trece años...—miró al menor—. Vegeta, tú no tuviste la culpa de lo que pasó ese día, en realidad nadie aparte de esos malditos la tiene… Pero tú siempre buscas a los culpables equivocados…
—¡Claro que no!
—Vegeta, por favor… No pienso atormentarme más con el pasado, suficiente daño le hice a mi familia y a mí por la culpabilidad—soltó aire y bebió un poco de agua, bajo la mirada incrédula del menor—. Dime mejor si sabes por qué Vegetto no vino, ¿fue por flojera o se quedó dormido?
—Y yo qué sé, ayer dijo que iría a una investigación de campo...—dijo con indiferencia.
—¡¿Qué?!—empezó a guardar sus cosas rápidamente—. ¡¿Cómo pudiste dejarlo ir?!
—Bah, tu niño presumido seguro está bien…
—No, Vegeta. Vegetto no me ha respondido ninguna llamada—se veía la preocupación a través de sus ojos—. Como buen amigo debiste detenerlo, en estos momentos podría haberle pasado algo…
—Exageras, él no…
—Te diré una cosa, Vegeta… Si algo le pasa a Vegetto, no te perdonaré que no lo hayas detenido—el menor se quedó estático ante esas palabras. Sólo observó a Gogeta guardar un juego de llaves en su bolsillo y colgarse su maletín—. Cierra con llave—se la extendió—, tengo que cerciorarme que esté bien…
—¿Por qué prefieres ir a verlo que estar aquí…?—escuchó decir al menor antes de salir. Se detuvo y volteó a verlo.
—Vegeta, cuando tú me dijiste que querías tiempo me rompiste el corazón… Y ahora que encontré a mi verdadero amor no pienso dejar que algo malo le pase...—apretó la correa del maletín—. Pero eres demasiado egoísta para darte cuenta de que eso es lo que una pareja hace. Y aunque no lo creas, Vegetto lo haría por mí…
Y sin decir más salió corriendo, sin importarle lo poco profesional que un maestro como él se veía corriendo por los pasillos. Tenía que llegar rápido, su pequeño estaba en peligro, podía apostarlo, tenía una sensación de presión en el pecho y un mareo poco común, ese mal presentimiento sólo le decía que su peliazul estaba metido en problemas.
Cuando llegó al estacionamiento se metió en su camioneta y lo encendió, lo llevó hasta la entrada y el guardia de seguridad abrió la reja. Iba a alta velocidad, las llantas rechinaban con cada giro que daba. Se sentía tan preocupado, que no le importaba arriesgar su vida en ese momento, lo único que quería era ver a su niño odioso.
Sentía la sudoración perlar su frente, en verdad sentía demasiado malestar. Después del incidente con Vegeta una culpabilidad se había sembrado en su interior, y apenas hace poco la había aliviado. Y ahora que se veía metido en una situación similar, donde su peliazul teñido no daba señales de vida, sólo lo hacía revivir ese miedo a perder a un ser amado.
Condujo por al menos 25 minutos, donde la angustia lo apoderaba. Llegó a una cuadra del callejón donde sabía que Vegeta había sido despojado de su inocencia. Estacionó su camioneta a un lado de la acera frente a una vivienda, pidiendo permiso para estar ahí, el cual le fue concedido por aquella mujer de la tercera edad, y bajó para caminar hacia allá. Tragó saliva al pensar que en ese lugar había pasado una gran tragedia hace ya tres años. Con valor se atrevió a entrar, mirando el suelo sucio y lleno de manchas que no sabía si eran grasa vieja o sangre seca, así como también había muchos charcos de agua por la lluvia de la noche anterior.
Llegó hasta el fondo, visualizando el cuerpo de su niño gorroso en el suelo. A un lado de él estaba un perro blanco, acurrucado contra el peliazul. Se acercó casi corriendo, deteniéndose porque el can se paró rápidamente y le ladró con ferocidad, como si lo ahuyentara del adolescente. Escuchó quejidos por parte del menor, incluso el can volteó a verlo y olfateó su rostro. El pelirrojo se arrodilló a un lado y acarició el rostro del menor.
—Vegetto, pequeño...—empezó a decir, verlo así de herido, con sangre saliendo de una herida en su cabeza y con varios golpes, con la ropa completamente húmeda y con un mal olor.
—¿Gog…?—lentamente abrió los ojos, mirando al de ojos azules—. Gogeta…
—Ya, ya… pequeño, yo estoy aquí...—pasó sus manos por sus corvas y por detrás de su espalda, lo levantó y escuchó cómo el menor soltaba quejidos—. Vegetto, creo que lo mejor es llamar una ambulancia.
Volvió a recostarlo en el suelo, temiendo lastimarlo más al tratar de levantarlo. Llamó al número de emergencias y le dio los datos de su ubicación, sintiendo un ligero alivio de que esta vez no llegó demasiado tarde. Los minutos pasaron, en los que solamente se permitía acariciar el rostro del más pequeño con sus nudillos. Escuchó el estómago del menor rugir de hambre, el pequeño perro sólo salió corriendo del callejón, dejando solos a los dos. Pronto escuchó la ambulancia llegar y unos paramédicos con una camilla se adentraron.
—A ver, vamos a subirlo a la camilla—dijo uno a su compañero. Tomaron con cuidado al peliazul y lo acomodaron. Lo llevaron al interior de la ambulancia—. Señor, ¿tiene algún parentesco con el herido?
—Soy amigo de la familia y su maestro de clases—respondió.
—Señor, necesitamos que alguien lo acompañe, ¿podría venir usted?
—Por supuesto—subió a la ambulancia y tomó la mano del menor mientras los paramédicos intentaban curar la herida de su cabeza.
Gogeta pudo ver a través de la ventana, antes de que arrancaran rumbo al hospital, a aquel perro corriendo con un trozo de lo que parecía pan sacado de la basura. Pudo observarlo siguiéndolos velozmente, corriendo tras la ambulancia hasta que los perdió de vista.
Al llegar lo llevaron rápidamente a una de las habitaciones, para hacerle los chequeos debidos. Como era menor de edad el pelirrojo estuvo a su lado en todo momento, desde que lo desvistieron para revisar su cuerpo hasta cuando el doctor se despidió para dejarlos solos alegando que estaba bien y no tenía nada grave.
—Pequeño...—acarició su cabello, consiguiendo que volviera a reaccionar—. Vegetto, ¿qué pasó?
—Me golpearon… se llevaron mi mochila...—miró al pelirrojo—. También mi celular, y…
—Señor, perdonen que interrumpa. Soy oficial de policía y me reportaron un adolescente con golpes encontrado en un callejón—se acercó, quedando frente al menor en donde estaban sus pies—. ¿Me puedes decir qué pasó, jovencito?
—Entré al callejón, para alimentar a un perrito, y un sujeto me golpeó en la cabeza. No puede reaccionar y caí inconsciente con el segundo golpe...—dijo despacio, aquel hombre trataba de intimidarlo con su apariencia fuerte y porte serio.
—¿Sólo eso? Encontramos a un hombre que intentaba vender un celular en una casa de empeño, con fotografías tuyas—mostró su celular, al encender la pantalla se observaba una fotografía de él con fondo rojo, que era la cabellera antes larga de Gogeta, aunque el hombre no pudo identificar ese detalle—. El dueño de la tienda encendió la alarma y llegó una patrulla a arrestar al hombre, la mochila tiene la insignia del instituto La Esfera del Dragón.
—Estudio ahí, es mía...—respondió con seriedad, mirando fijamente los ojos del oficial.
—Dime una cosa, pequeño demonio, ¿qué clase de adolescente toma fotografías en un callejón oscuro?—vació la mochila sobre la cama, cayendo sobre la sábana todas esas fotos tomadas con la cámara instantánea, además que cayeron las bolsas herméticas y una libreta de tránsito, la última la tomó y abrió en una página específica—. ¿Qué es esto?, ¿alguna clase de complot o algo así?—se refirió al idioma inentendible en el que había escritos, además de los bocetos—. ¿Por qué hay dibujos del callejón donde te asaltaron anoche?
—Coincidencia.
—¿Ah, sí?—se inclinó hacia adelante, para hacerle frente al menor—. Fotografías, texto misterioso y dibujos previos… Niño, ¿qué hacías en ese lugar si la escuela en la que estudias es un internado?
—Pedí permiso para salir este fin de semana.
—¿En serio? ¿Y qué ibas a hacer ahí, niño?—alzó la voz.
—Yo...—sus ojos se cristalizaron y empezó a sollozar, bajo la mirada sorprendida del adulto—. Yo siempre he soñado con ser escritor y sólo quería un lugar dónde desarrollar mi historia y escena del crimen—talló sus ojos con su puño—. Yo sólo quiero que mamá esté orgullosa de mí y vuelva con papá y conmigo… Quiero ser importante para ella, porque sólo se llevó a mi hermano y nos abandonó a papá y a mí…
—Niño, no llores…
—¡También quería visitar a papá! ¡Odio estar solo en el internado! ¡Todos tienen compañero de habitación y yo estoy solo!—sus mejillas se habían puesto rojas y él se encontraba como niño regañado tras una travesura.
—Entiendo, perdonen la confusión...—el hombre rascó su nuca algo apenado—. Pareció demasiado sospechoso, no creímos que se pondría así…
—¡Yo sólo quería ir con papá!, ¡lo extraño!—siguió sollozando, cada vez más estruendosamente.
—Ya niño, deja de llorar…
—¡Gogeta-sensei!—volteó a verlo—. ¿Me llevarán a la cárcel?
—No, niño… ¡Aight! Por eso odio a los mocosos—dejó la mochila encima de la cama y también el teléfono—. Ya me voy, deja de meterte en problemas, enano—miró al pelirrojo—. Si necesita algo puede solicitar mi presencia, soy el oficial Bojack, estoy a sus servicios y—miró al peliazul que seguía gimoteando—, dele algo a ese niño para que se calle.
El oficial salió. Gogeta miró a Vegetto, ese berrinche que estaba haciendo fue demasiado inesperado. Pudo ver a través de la ventana que el oficial les dirigía una última mirada antes de alejarse definitivamente. Incómodo por eso se acercó y cerró las persianas. Al voltear se topó con un tranquilo peliazul limpiando despreocupadamente sus lágrimas.
—Te juro que creí al inicio que era eso—el peliazul sólo se dejó caer hacia atrás y miró al pelirrojo.
—Si le decía lo de Vegeta llamarían a la escuela—soltó aire, haciendo que su flequillo se revolviera un poco—. Por lo menos tengo todas mis cosas.
—Vegetto, ¿cómo es que entiendes esto?—se refirió a los apuntes raros que había hecho que, si bien eran muy parecidos a las letras latinas, no lograba identificar el idioma.
—Leonardo da Vinci hacía eso para que no descubrieran sus creaciones—alcanzó difícilmente su teléfono y activó la cámara frontal, la colocó a un lado de la hoja y así el hombre pudo descifrar las palabras escritas—. Dame cinco minutos, quiero saber si no están rastreando mi teléfono o grabando por el micrófono.
—Vegetto, ¿cómo podrías saber eso? Es decir, tienen genios computacionales que...—el menor lo vio juiciosamente—. Mejor lo olvido, tú eres más listo.
—Cuando estábamos en casa de Brief, la computadora que él usó, estaba conectada a la computadora principal, que es a partir de la cual están conectados casi todos los aparatos electrónicos que usamos. Al descifrar las claves me di cuenta de que era muy simple conectarme, así que configuré dos dispositivos extra que estén conectados a la “computadora madre”: mi teléfono y mi laptop—sonrió con burla—. Si yo quisiera podría encontrar toda la información que sea con un simple clic.
—Vegetto, espero no lo hayas hecho para controlarme y ver con quién hablo, ¿o sí?
—No, confío en ti… Lo hago para cerciorarme que nadie se meta en mi camino—dejó su teléfono a un lado—. Son muy idiotas como para investigarme bien.
—Vegetto, deja de meterte en problemas—tomó su mano—. Me asusté mucho cuando Vegeta me dijo que habías salido para tu investigación—el menor rodó los ojos—. ¡Te dije que sería peligroso!
—Calla, baka—soltó aire—. ¿Ya te odió?
—Me confrontó en clases y discutimos en mi oficina. Luego le pregunté por ti y me dijo que habías venido…
—Vale...—miró al pelirrojo—. ¿Sabes? Me pudo haber pasado algo peor…
—¡Lo sé, niño! ¡Deja de creerte invencible!—con ambas manos apretó la mano del peliazul—. Pequeño, no me perdonaría que hayas sido herido de gravedad.
—Ya, Gog…
—...—soltó aire, ya un poco más tranquilo—. ¿Por lo menos encontraste lo que querías saber?
—...—no respondió, sólo ensombreció un poco su mirada—. No quiero hablar de eso, sospechaba la verdad pero estando ahí lo confirmé y… aún no digiero la información.
—Pequeño…
—Algún día te lo diré, pero por ahora ni siquiera yo soy capaz de pensar en ello.
—Está bien, pequeño—con su pulgar acarició la palma de su mano—. Imagino que no quieres ir con tu padre.
—No quiero darle problemas, está feliz desde que le dije lo de la competencia y que Gojita volvería, como para darle una mala noticia.
—¿Y dónde piensas que debamos quedarnos? El doctor dijo que te daría de alta esta tarde. Gracias a que ese perro estuvo contigo toda la noche no bajó mucho tu temperatura corporal.
—Gogeta, ¿puedo conocer tu casa? Me gustaría saber cómo es el lugar donde creciste cuando tenías mi edad—pidió con voz suave.
—Claro, pequeño...—besó su mano—. Lo que quieras.
—Buenas tardes, jovencito, ¿cómo te sientes?—preguntó el doctor entrando—. ¿Ya mejor?
—Sí, gracias, doc.
—Tuve que hacerte un chequeo, y todo está en orden. Puedes irte ahora si gustas, si te sientes mal vuelve para que te revisemos nuevamente. Tomarás estas medicinas en estos horarios—le entregó una receta—. Puede solicitarlas en farmacia. Señor Gogeta, su seguro cubrirá lo del joven.
—Gracias, doctor.
—Bueno, dejo que el joven se vista para que pueda desocupar la habitación. Permiso.
—Vegetto, tu ropa estaba empapada. Y no traje nada para que uses… Creo que mamá guardó mi ropa en casa, podrás usar lo que necesites cuando lleguemos.
—De acuerdo—bajó con dificultad de la cama y empezó a quitarse aquella bata de hospital que dejaba a la vista su trasero. El pelirrojo soltó una risilla mientras el menor sólo se vestía—. ¿De qué te ríes?—reclamó.
—Tienes una mordida en… tu glúteo derecho—el peliazul se sonrojó—. Olvidé que te ha había hecho hace unos días…
—Tengo otra en el muslo interno—se colocó la playera—. Y una en el tobillo.
—¿En serio yo hice eso? Vaya, no recordaba…
—Gog, ¿me ayudas? Sinceramente no puedo caminar bien—el pelirrojo sonrió tiernamente.
—Claro, pequeño…
Con lentitud lo ayudó a caminar hasta la farmacia en la planta baja del hospital. Pidió las medicinas del menor, donde se incluían desinflamatorios y unas vitaminas. Cuidadosamente lo llevó a la salida, ya en la calle pidió un taxi que lo llevó hasta donde había quedado su camioneta roja. Pagó y cargó al menor para llevarlo al interior de ella.
Cuando pasó cerca del callejón pudo ver que el perro se levantaba y corría hacia donde estaba el menor. Metió a un adormilado Vegetto en el asiento del copiloto mientras el can le lamía la mano que colgaba. El pelirrojo soltó aire, el peliazul soltó una risita ante sus acciones.
—Un pitbull terrier, Vegetto… ¡Un pitbull terrier!—miró al can—. Anda, súbete, pulgoso—el can obedeció al mayor y se acomodó de modo que su cabeza reposaba en las piernas del peliazul. Gogeta simplemente se fue a su lugar y encendió la camioneta—. Deja tus brujerías, Vegetto…
—Él sólo está agradecido conmigo, le di lo único que traía para comer—empezó a reír mientras acariciaba la cabeza del animal, estaba sucio y desprendía un ligero mal olor—. Mordió al que me atacó.
—Ese pulgoso persiguió la ambulancia, hasta que no pudo seguir el ritmo. Traía comida para ti—miró al perro—. Me sorprende que esté así de tranquilo, los pitbull son muy peligrosos y agresivos.
—No lo son… No hay malos perros, sólo hay dueños que no saben cuidar a los animales como merecen. Los usan como forma de ganar dinero en apuestas de peleas clandestinas, pero los perros son los mejores amigos que puedes tener—acarició sus pequeñas orejas—. Odio que les corten las orejas, les duele cuando lo hacen.
—Usualmente los abandonan ya muertos—comentó.
—Tal vez perdió y el dueño se molestó y lo abandonó. O tal vez simplemente huyó—sonrió—. Ya somos una familia feliz.
—Sí, sí… ¿Dónde lo piensas meter? Tu padre no tiene tiempo de cuidar a una mascota, y en la escuela están prohibidos los animales—estacionó la camioneta fuera de la cochera, en ese espacio donde cabía incluso otro carro al lado.
—Ya veré qué hago. Si yo quiero puedo incluso esconderlo en mi habitación.
—No, Vegetto. Necesitará hacer ejercicio y tener dónde correr. No puedes simplemente ponerlo bajo tus cobijas para que duerma todo el día, eso es cosa de gatos—bajó y caminó hasta la puerta y cargó al menor, el perro bajó y estuvo atento de que estuviera bien el peliazul.
—Ya veré qué hago...—miró desde arriba al perro—. Jeje, se llamará malvavisco.
—Vegetto—soltó aire—. Haces mi vida una aventura cada día.
—¿Gogeta?—escuchó una voz femenina algo cerca—. Hijo, ¿eres tú?
—Bájame—el pelirrojo asintió y lo colocó en el suelo, así el más bajo pudo colocarse contra la camioneta para apoyarse.
—Hola, mamá—saludó. La mujer corrió a abrazar al joven.
—Cariño, hace mucho que no sabía nada de ti, ¿has estado bien? Hueles a perro mojado, ¿todo está bien?
—Jeje, sí, mamá. Todo está perfecto…
—¿Quién es el chico y qué le pasó en la cabeza?—se acercó a revisar el vendaje del peliazul.
—Es mi alumno, su nombre es Vegetto—el menor estrechó su mano con la mujer—. Lo asaltaron y fue golpeado. No tiene donde quedarse y pensé que podíamos pasar la noche aquí.
—Claro, hijo—miró al menor—. ¿Puedes caminar?
—Sí, sólo me duele un poco…
—Gogeta, ayúdalo—miró al can—. ¿Es tu perro, cariño?
—Lo encontré cerca de un basurero, me acompañó en la noche y evitó que muriera congelado...—apoyó su cabeza contra el pecho de Gogeta, quien ya lo tenía cargando nuevamente.
—Ay, qué lindo—se acercó al perro y lo acarició, inmediatamente hizo sus orejas hacia atrás disfrutando tener esas muestras de cariño—. Puedes usar el patio de atrás para bañarlo… Gogeta, hijo, iré a comprar algo para comer.
—Sí, mamá—miró al perro—. Pulgoso, ven.
Empezó a caminar hacia el interior de su antiguo hogar. Sí, antiguo. Luego del incidente con Vegeta, esa ocasión en la que lo vio sangrando por heridas autoinflingidas, no se sintió capaz de continuar ahí, todo le recordaba lo sucedido. Así que, aprovechando su mayoría de edad, decidió conseguir trabajo y pagar alquiler en algún lugar lejano que no lo hiciera pensar en su pelinegro.
Y ahora, luego de un par de años, pudo ver que fue lo mejor. Porque si no lo hubiera hecho, posiblemente ahora no estaría con su niño presumido. Subió hasta donde estaba su habitación y pudo ver que todo seguía igual que antes. Sonrió con nostalgia y entró, depositando al más bajo sobre la cama.
—Hace mucho que no venía...—se acercó a la mesa del fondo—. Aquí hacía mis tareas, y en este cajón siempre ocultaba mis dulces.
—Gog…
—Y en este armario—se acercó—. Solía ocultarme cuando tenía cinco años, tiene una cerradura por dentro.
—Gogeta…
—¿Sí?
—¿Quieres volver a vivir aquí?
—¿Eh?—miró los ojitos preocupados del más bajo. Soltó aire y se acercó, arrodillándose frente a él—. Vegetto, ya no soy un niño, crecí y ya he estado tanto tiempo lejos de mis padres que volver a estar con ellos sería muy extraño. Me acostumbré a estar solo...—se acercó a su oído para morder el lóbulo de su oreja.
—Ahh.
—Sólo unos días, después me acostumbré a tenerte a mi lado fastidiándome a todo momento…
—Gog...—tomó su cabellera y lo besó—. Dúchate conmigo…
—Pequeño… no puedo, no en la casa de mis padres...—intentó no caer en la tentación de sus palabras—. Anda, te llevaré a la tina.
Lo cargó y lo llevó al interior del baño. Lo depositó en la bañera y comenzó a desvestirlo. Después dejó correr el agua. Salió y a los minutos volvió con una barra de jabón y una esponja. Empezó a tallar sus brazos, acariciando suavemente su piel.
—Gog… ¿qué dijeron tus padres cuando decidiste estudiar gastronomía?—preguntó de repente, llenando ese silencio.
—Nada en especial, estudié ahí con beca por mi buen promedio, así que no podían decir que no… El problema fue cuando les dije que no quería ir a la universidad, sólo estudié para mi titulación como maestro en una escuela express—limpió sus manos—. Mi padre siempre esperó más de mí.
—¿Vas a ir a la universidad?
—No, pequeño… En verdad amo ser maestro, no me veo haciendo otra cosa. Además, la paga es buena a comparación con escuelas públicas…
—Gog...—tomó su mano sin voltear a verlo—. La verdad es que eres el mejor maestro que un alumno de esa carrera pudiera tener—apretó su mano—. El mejor de todos…
—Vegetto, nunca me dijiste qué decidirás estudiar después… Eres bueno para todo, pero nunca te decides por algo… No tienes el interés por algo en concreto…
—Sí lo tenía, pero luego mamá se fue...—hizo su cabeza hacia atrás, cerrando los ojos—. Y ver a mi padre sufriendo sólo me hacía desistir, creyendo que me necesitaría todo el tiempo. Aunque ahora veo que estará bien aunque no esté en todo momento con él..
—Vegetto, ¿a qué quieres llegar?—acarició su mejilla, eran pocas las veces que el menor se abría en sentimientos con alguien.
—Si yo decidiera ir a la universidad, ya sabes, clases presenciales sin necesidad de quedarme en las instalaciones a dormir… ¿Te hartarías de mí? Es decir, ¿te aburrirías si ya no te dedico tanto tiempo...—el pelirrojo se acercó a besarlo.
—Jamás me hartaría de ti… Aunque no haya mucho tiempo para estar juntos, aprovecharía los pocos minutos del día para demostrarte mi amor...—tomó sus mejillas entre sus manos y unió sus labios en un beso más duradero—. Nunca te dejaré, pequeño.
—Gogeta...—se incorporó con dificultad, quedando más cerca del mayor—. Quiero estudiar medicina…
—¿E-es en serio?—sonrió enormemente—. ¡Eso es genial, Vegetto! Eres el mejor en todo, seguro para ti será pan comido…
—Tendré que invertir mucho tiempo en estudios...—soltó aire—. Y son muchos años, para los veintitrés apenas tendré lo básico…
—Pequeño, no me importa si en esos años sólo te veo cinco minutos por día, créeme que los disfrutaría al máximo—volvió a besarlo—. Vegetto, apoyaré cada una de tus decisiones, por más difíciles que vuelvan nuestra relación.
—Gog...—empezó a sollozar, el adulto sonrió y lo abrazó como pudo, sin importarle estar mojando su playera—. Estuviste mucho tiempo negándote a estar conmigo, y ahora me parece muy poco el tiempo que tenemos para estar juntos, yo…
—No tienes que decir nada más, Vegetto—se puso de pie y cerró la puerta del baño con seguro. Después se quitó la camisa y corbata. Desabrochó su pantalón y lo retiró junto con su ropa interior. Se metió a la bañera frente al menor y separó sus piernas, colocándose entre ellas para poder estar más próximo a él—. Entiendo perfectamente lo que tus gestos intentan decir. Aunque no digas nada, conozco todo de ti…
—Gogeta… sé que no lo digo mucho, y sé que el mundo entero me odia por mi actitud… Sé que para todos sólo soy un mocoso mimado que te hostiga todo el tiempo, pero yo...—cerró sus ojos—. Yo de verdad te amo, y siempre lo he hecho.
—Mi niño, ya lo sé...—deslizó su mano hacia su entrepierna para comenzar a estimularlo—. Yo fui el idiota que no valoró eso, pero nunca más cometeré el mismo error.
El menor dejaba salir suspiros. Con dificultad se abrazó al cuerpo del más alto y acalló sus gemidos mordiendo su piel, como ya le era costumbre cada vez que hacían el amor.
—Hazlo ya...—pidió. El pelirrojo sonrió y acomodó al menor—. De verdad no necesito que me prepares, estoy listo…
—Pequeño...—besó sus labios con pasión, introduciendo su lengua con algo de fogosidad—. Te amo.
—Gog… ah, ah, ¡ah!—gimió sonoramente al sentir cómo se adentraba de una sola vez. Enterró sus uñas en su espalda, arañándolo, sintiendo el placer invadiéndolo.
—Vegetto, nunca dudes de lo mucho que te amo...—se acercó a su hombro y empezó a marcarlo, succionando su piel y haciéndolo delirar por las tremendas sensaciones de calor rodeando su cuerpo.
—Me duele… no puedo moverme...—dijo entre suspiros, sus ojitos entrecerrados le daban un toque adorable y hacía juego con sus mejillas sonrojadas.
—No te preocupes, yo me encargo de eso—tomó las caderas del menor y él mismo empezó el vaivén, sosteniéndolo firmemente para que el cuerpo del menor no se moviera y sólo fuera penetrado y sintiera placer—. Pequeño, has estado molesto estos días, y sé perfectamente la razón, una muy boba, por cierto...—empezó a besar su cuello, Vegetto sólo se sentía en el cielo con toda esa combinación—. Creí que era obvio, al parecer no lo fue para ti. Y es lo justo, debí decirlo apropiadamente—siguió moviéndose mientras deslizaba su mano para tomar la del menor, colocándole una argolla en la mano—. ¿Aceptas ser mi novio?
—¡Aaaahhh!...—hizo su cabeza hacia atrás mientras se corría en el agua de la tina.
—Pequeño, resiste un poco más...—siguió moviéndose, buscando su propio placer, tocando todavía ese punto sensible en el menor—. Ahhh, Vegetto…
—Gog...—tragó saliva y trató de recuperar la respiración—. Acepto ser tu novio…
—Te amo, mi niño...—unió sus frentes—. Me haces tan feliz…
Luego de un rato dedicándose palabras de amor, terminaron de tomar un baño y salieron. Al menor le quedaba un poco holgada la ropa del pelirrojo pese a que era la que usaba a su misma edad. Gogeta se encargó de bañar a Malvavisco. Al llegar la mujer ambos bajaron al comedor. Ella había traído pizza y pollo frito para que comieran.
—Hijo, cuéntame cómo has estado? ¿Qué has hecho?
—Aparte de decepcionar a papá, nada más…
—Hijo…
—Mamá, él nunca apoyó mi decisión. Sólo porque no quise hacer lo que él…
—Gogeta, por favor...—la mujer tocó su tabique con su mano—.Sabes que eso es cosa de tu padre y él no está aquí… No quisiera que discutiéramos por sus diferencias cuando tenía ya años sin verte.
—Yo...—soltó aire—. Lo siento, mamá... —sonrió—. Me ha estado yendo muy bien, me ascendieron a jefe de academia y tengo varios alumnos sobresalientes, a quienes acompaño en competencias interescolares.
—Me alegra hijo—la mujer siguió comiendo—. ¿Y tienes novia?
—No exactamente, mamá…
—Hijo, ya tienes veintidós años, ya era hora de que te casaras...—el pelirrojo soltó aire—. La hija del vecino es una muchacha muy linda, y tiene buena posición social, yo creo que deberías invitarla a salir o…
—Mamá. Con papá soy una decepción y para ti ya debo sentar cabeza—interrumpió—. ¿Quieres mi felicidad o quieres que sólo esté en una relación interesada?
—Sólo quiero que seas feliz..
—Pues mi felicidad ya la tengo, mamá...—tomó la mano del peliazul y la alzó un poco—. Mi felicidad está con Vegetto Saiji.
El menor no lo podía creer, el pelirrojo encaraba a su madre poniendo su relación por encima de todo. Sus mejillas se sonrojaron y su mirada brilló, tragó saliva al imaginar su futuro juntos…
—Hijo, dijiste que era tu alumno. Además es un chico…
—Suficiente, mamá—se puso de pie—. Vegetto, iré por tu ropa. Nos vamos a un hotel…
—Hijo—el pelirrojo subió corriendo las escaleras—. ¡Gogeta!
El peliazul se quedó ahí, incrédulo de la actitud que tomaba la madre de su novio. Sintió una ligera tensión desde que mencionó su trabajo, como si a ella no le enorgulleciera su profesión. Miró a Malvavisco y soltó aire, a eso se refería Gogeta cuando dijo que no era buena idea y que era muy apresurado. Aunque, por las acciones del pelirrojo, suponía que nunca sería el momento adecuado para ello.
—Vegetto, nos vamos—se colgó la mochila y llevaba también una maleta consigo—. Mamá, si decides cambiar de opinión acerca de mis decisiones, estaremos en el hotel de la calle próxima.
Tomó al menor y lo subió a su hombro, el perro los siguió detrás mientras la mujer sólo trataba de convencer a su hijo de quedarse. Gogeta acomodó a su peliazul en el asiento del copiloto y él sin inmutarse encendió la camioneta y la puso en marcha. Vegetto lo miró en silencio durante todo el trayecto. El pelirrojo condujo sin quitarle la vista al frente, pero sus ojos se veían llenos de lágrimas que cayeron finalmente. Al detenerse en el estacionamiento del hotel apagó el coche. Su mano en la palanca de cambios fue sostenida por la del peliazul.
—Gog, yo nunca te abandonaré… Yo estoy orgulloso de ti…
—Vegetto...—sonrió y besó la frente del menor—. Gracias, pequeño…
***
—Hola, ¿podemos hablar?—pidió el pelinegro entrando a la enfermería, donde estaba el de cabellera bicolor alimentando al pequeño Kyabe.
—No estoy de humor. Vete por favor, Goten—pidió con voz grave, viendo solamente al bebé.
—Trunks me explicó que tu verdadero nombre es Vegeta—se sentó a su lado en esa camilla—. ¿Sabes? A pesar de todo seguimos siendo amigos…
—Tú no entenderías...—gruñó bajo—. Necesito tiempo, no quiero estar cerca de Kakarotto.
—Vege… Yo me metí al equipo de artes marciales, el entrenador dijo que tú también estás dentro...—acarició la cabecita del bebé—. Seremos un equipo. Además, mi primo te extraña, y…
—Goten, por favor, esto es un asunto entre él y yo.
—Pero...—bajó la mirada y soltó aire—. Como quieras… Vegeta, si necesitas hablar con alguien puedes venir conmigo, yo te escucharé—posó su mano sobre su hombro—. Estás muy enojado con el mundo entero cuando no deberías estarlo…
—Goten, vete.
—De acuerdo...—se puso de pie y caminó a la puerta—. Sólo te pido que, si decides no volver con Goku, díselo, para que sea feliz con alguien más…
***
—¿Qué es todo eso que traes ahí?—se refirió a la maleta que había sacado de la casa de sus padres.
—Algunos CDs, ropa y unos libros de cocina—sacó las prendas—. Puedes usarlas de pijamas—sacó una chaqueta negra—. Esta era mi favorita cuando tenía tu edad, pero luego me di el estirón y ya no me quedó.
—Es linda...—soltó aire y miró al techo—. Ignora lo que ella te dijo.
—Esperaba que en mi ausencia haya cambiado, pero veo que no lo hizo—se recostó a su lado—. Vegetto, ¿para qué son las fotos que tomaste?
—Evidencia—volvió a mirarlas—. Confirman mi teoría. Además que tenerlas en mi celular no me ayuda cuando necesito hacer un tablero de ideas.
—Vegetto...—tomó las fotografías y las colocó sobre la mesita de noche—. Prométeme que ya no habrá más investigaciones de campo.
—Lo prometo, Gog...—se incorporó con dificultad y se acurrucó a su lado—. Y si las hay, prometo no ir solo.
—Me parece perfecto—se colocó encima de él, dedicándole una tierna sonrisa—. Vegetto, te amo…
—Ya sé...—soltó aire—. Perdón por haberte preocupado.
—Estás perdonado…
—¿Me haces el amor esta noche?—el pelirrojo soltó una risita.
—¿No te bastó haberlo hecho hace un par de horas?
—Anda...—lo atrajo y empezó a marcar su cuello con algunos chupetones, consiguiendo sacarle suspiros al mayor—. Accede...—le quitó la camisa, abajo sólo llevaba una interior sin mangas—. Sólo un ratito…
—Claro que acepto—tomó las piernas del menor y se acomodó entre ellas—. Adoro hacerte el amor—le desabrochó el pantalón—, amo oírte decir mi nombre.
“¡Gogeta!”, seguido de unos golpeteos en la puerta pudo escucharse. El pelirrojo frunció el ceño y suspiró. Bajó de la cama con pereza y algo de fastidio, miró con una sonrisa al menor.
—Vuelvo en un minuto. No bajes de la cama, te podrías lastimar.
—¿Es tu padre?—preguntó refiriéndose a la voz masculina.
—Sí, pero no te preocupes. Pequeño, no me tardo.
Dejó al menor y fue a la pieza principal a abrir la puerta. La habitación que pidieron en ese hotel asemejaba más a un departamento, lo que le permitía estar a ambos a sus anchas. Tan sólo abrió la puerta pudo sentir la tensión de las dos personas que lo visitaban.
—Hola, papá...—saludó sin muchos ánimos apoyándose en el marco.
—Gogeta...—el hombre parecía sorprendido, luego mostró un gesto de molestia—. ¿Es eso lo que te enseñé?, ¿a andar como un cualquiera con ese tipo de marcas?—se refirió a los chupetones que se percibían en su cuello—. Además, ¿qué demonios te pasa? Tu madre me dijo que sales con un mocoso de secundaria.
—Preparatoria, papá—corrigió—. Además, no entiendo lo malo, sólo son seis años…
—Gogeta, no entiendo qué estupideces haces—tomó su cabello con frustración—. Primero me sales con una maldita homosexualidad y, para acabar, puedes ir a la cárcel sólo por un capricho tuyo. ¿Acaso sólo lo haces por fastidiarme?
—Eres tú el único responsable de ese fastidio, porque desde siempre estás en contra de mis acciones—frunció el ceño—. Nunca me has apoyado en nada de lo que he hecho.
—¿Y qué es lo que quieres que apoye?, ¿que no quisiste ir a la universidad sólo por estar en un mediocre trabajo de maestro? ¡Ni siquiera una maldita licenciatura en educación quisiste hacer!
—La hice, obtuve mi titulación…
—¡En una maldita escuela barata! ¡Y en línea!—bufó molesto—. ¿Cómo quieres que apoye eso? Primero tu idea de ser cocinero y otra de ser maestro.
—¿Sabes? No me refiero sólo a eso. Nunca me apoyaste cuando más lo necesité personalmente—empuñó sus manos—. Por eso me fui de la casa…
—Ah, cierto… por tu capricho de que “tu pareja te cortó”...
—¡Me sentía a morir en ese entonces y sólo fuiste capaz de decirme que podría encontrar a alguien de mejor categoría!—lo miró con seriedad—. Papá, en ese momento necesitaba apoyo y no me lo diste. Por esa razón me fui de la casa y conseguí un trabajo. Me mudé a la casa de la persona con la que trabajaba después de un tiempo porque él quería apoyarme para que pudiera ahorrar para los estudios que estaba llevando a cabo. ¿Sabes qué hice?—se acercó un poco y bajó la voz, pero sin perder su tono de hostilidad y reclamo—. Aquel señor me dejó a cargo de su hijo todo un fin de semana, me emboraché frente a ese niño de trece años y rompí varias botellas en el suelo por esa “estúpida relación”. ¿Y todo por qué? Porque mis padres no supieron apoyarme en un momento difícil…
—Nadie te dijo que era la solución a tus problemas. Tú eras un adulto y sabías las consecuencias de tus actos.
—Tienes razón, pero como no tenía con quién hablarlo tomé el camino fácil—sonrió vacíamente—. Y ahora mi intención es ayudar a otros a buscar escapes que no los hagan cometer mis errores, pero tú no lo ves así. Sólo vez que mi trabajo como docente no recibe tantas ganancias como el tuyo de abogado.
—Sólo eres un miserable, creo que fue una pérdida de tiempo invertir tanto en ti cuando al final te conformarías con lo más fácil…
—¡Se equivoca!—todos voltearon hacia donde provenía la voz, era Vegetto apoyándose contra la pared, encarando al hombre pese a que difícilmente podía erguirse y que en su cabeza había un vendaje—. ¡Gogeta hace muy bien su trabajo!
—Así que este es el chiquillo—soltó aire—. Cada vez siento que me decepcionas más.
—¡No tiene por qué estarlo!—caminó con dificultad, tambaleándose—. ¡Siempre apoya a todos, y hace que los alumnos mejoren siempre!
—Vegetto, te lastimarás—lo sostuvo del brazo al ver que iba a caer.
—Lo mejor de él es que lo hace con pasión, ¡es el mejor de todos!—frunció el ceño—. Y si usted no está de acuerdo con ello, tal vez no tenga derecho a llamarse padre de él—lo señaló—. Su hijo es lo mejor que pudieron haber tenido, y es una pena que no supieron apreciarlo.
—Niño, no tengo tiempo para discutir contigo. Gogeta sabía lo que debía ser, además—lo miró con algo de duda—, mínimo mi hijo se hubiera conseguido a alguien de mayor prestigio.
—¡¿Prestigio?! ¡¿De eso se trata todo esto?!—empuñó sus manos fuertemente, para después señalarse a sí mismo—. Mi nombre es Vegetto Saiy, número uno de la clase, IQ de 200, tercera calificación más alta en un examen que dejé inconcluso e integrante del equipo representativo de la Corporación Cápsula—señaló al pelirrojo—. Y él fue quien estuvo asesorando todo ese proceso, ¡él cuidó de mí cuando más complicado era! ¡Él me enseñó muchas cosas!—bajó su tono—. Tal vez si no fuera por él, yo ni siquiera sería quien soy...—levantó el mentón, con un porte más serio—. Y así como lo hizo conmigo, ¡a diario lo hace con los demás! ¡Todos mejoran gracias a la dedicación que tiene Gogeta!
—Vegetto...—susurró el pelirrojo.
—Y si no piensan apoyarlo sólo porque tomó las mejores decisiones de su vida, les pediré amablemente que salgan por esa puerta, o me veré en la penosa necesidad de sacarlos a patadas—frunció el ceño y empezó a empujarlos a ambos—. ¡Buenas noches!—y cerró con un portazo, puso el seguro y se recargó contra la puerta.
—Vegetto...—sonrió y posó su mano sobre su cabeza—. Nunca antes te había visto así, tan… compasivo. Usualmente sólo dejabas las cosas fluir como si no te importara—besó su frente—. Gracias por hablar con mis padres—empezó a besar su cuello—. Te amo tanto, pequeño…
—Ahh, Gog...—empezó a sonrojarse por aquel tacto. Sintió cómo sus piernas eran levantadas y su espalda era chocada contra la puerta—. Ten.. ten cuidado…
—Lo tendré…
***
—¡¿En qué estabas pensando?!—reclamó muy molesta la mujer, frente a ella estaba el peliazul, con su mirada gacha. Gogeta, por otra parte, permanecía de pie del lado de la directora, sintiéndose mal por ese regaño que estaba pasando su pequeño.
—Lo siento—se disculpó.
—Vegetto, la escuela tiene una política estricta en cuanto a permanecer dentro de la institución—frunció más el ceño—. Resultaste incluso herido.
—Tenía que buscar algo...—empuñó sus manos—. Era importante.
—Vegetto...—se acercó a un gabinete de lámina y sacó un folder, lo abrió y lo colocó sobre el escritorio—. Estuve leyendo tu expediente cuando Gogeta me llamó esta mañana—se sentó y juntó sus manos entrelazando sus dedos, observando seriamente al menor—. Tu padre escribió dentro de los archivos que de niño resolviste un caso de un asesinato—el más bajo levantó la mirada—. Te metiste en la casa del vecino “buscando pistas” y encontraste evidencia para incriminar a ese hombre, corriendo el riesgo de sufrir lo mismo—soltó aire y se recargó en la silla, bebiendo café—. Te tuvo encerrado dos días, quemaba las plantas de tus pies con cigarrillos y amenazaba con matarte. ¿Qué hiciste? Encontraste la forma de huir y dar aviso a las autoridades...—miró con una media sonrisa al pequeño—. Desde ese entonces todos se dieron cuenta de tus grandes habilidades mentales y esa inquietud que tienes por hacer justicia… Sin embargo, ahora debo suponer que repites lo mismo—se inclinó hacia adelante—. Vegetto, ¿qué pasó en ese callejón?
—Lastimaron a alguien hace un par de años—tragó saliva—. Están en prisión los culpables.
—Y dime, ¿los policías se equivocaron o falta alguien?—habló suavemente, el menor negó—. Vegetto, ¿qué buscabas entonces?
—Alguien fue afectado indirectamente, eso es todo…
—Vegetto—llamó—. Dime, ¿quién fue y cómo lo afectó?
—Eso...—empezó a respirar un poco más agitado, alarmando al pelirrojo, el menor apretó sus ojos con fuerza sin dejar de respirar de esa forma tan profunda y acelerada.
—Está hiperventilando—dijo el de ojos azules acercándose al peliazul velozmente.
—Gogeta, rápido, llévalo a la enfermería.
Él acató la indicación, cargándolo en sus brazos para llevarlo casi corriendo a la enfermería. ¿Cómo era posible que su pequeño tuviera ese ataque de pánico? ¿Acaso lo había fingido? No, Vegetto no llegaría más allá del llanto y manipulación, por lo que la hiperrespiración era real. Llegó y rápidamente lo atendieron, lograron calmarlo luego de unos minutos.
—Gogeta—llamó la directora mirando el cuerpo del peliazul—. Tú eres amigo de su padre, ¿cierto?
—Sí, incluso yo me encargué de cuidar su casa y a Vegetto un tiempo.
—Dime una cosa, ¿sabes qué es lo que trató de investigar allá?—lo observó fijamente, analizando al hombre.
—Era amigo suyo, no pudo quedarse con los brazos cruzados, necesitaba saber la verdad—miró al menor, sus ojos estaban cerrados pero sabía que permanecía despierto—. Nunca es su intención faltar a las normas, pero es un espíritu libre que no puede quedarse esperando alguna respuesta.
—Necesita buscarla—complementó—. Gogeta, tomen una habitación del edificio, o si prefieres en la tuya, pero quiero que lo cuides. La enfermera podría hacerlo aquí, pero lo ideal si se presenta una situación similar es que lo tranquilice alguien de su confianza, en este caso tú.
—Sí, yo me encargo de él...—la mujer asintió débilmente.
—No voy a sancionarlo, pero me interesa mucho saber qué es lo que pasó allá.
—No me ha querido decir, debe ser algo muy grave—soltó aire—. Hablaré con él, gracias por su comprensión.
—No es nada. La enfermera estará en su oficina, llámala si necesitas algo.
—Gracias.
Tan sólo la mujer salió, se acercó más al peliazul, se sentó en una silla cercana y acarició su rostro, observándolo con mucha preocupación. ¿Hasta cuándo entenderá ese niño a no buscar más respuestas de las que necesitaba?
—Gogeta, ¿ya se fue?—preguntó abriendo los ojos, se veía cansado y confundido.
—Sí… Escucha, sé que prometí respetar tu privacidad, pero esto está yendo demasiado lejos. Tienes que decirme qué pasó—el menor desvió la mirada—. Vegetto, ¿qué encontraste?
—Muchas cosas—se acomodó, quedando sentado—. Pásame mi mochila—el pelirrojo lo hizo y así el de ojos negros pudo colocar todo sobre la sábana, miró al adulto y le mostró la libreta—. Lo escribí siguiendo las ideas de da Vinci, pero está en latín—mordió su labio inferior—. Apunté las pistas que había descubierto durante todo este tiempo.
—Te escucho.
—Mai Shimizu, Pilaf y Shu son los creadores del proyecto Mariposa. Sin embargo, antes de dar a conocer esto trabajaron quince años como médicos en hospitales, de hecho ahí se conocieron, todos tenían ese lado científico frustrado. Shu también tenía conocimientos de psicología, trabajaba con niños que habían tenido infancia difícil, como abusos familiares, violencia, y otras cosas. Mai tuvo una pareja que falleció en un accidente de auto y perdió un bebé, fue aborto espontáneo por daños, en el expediente encontré que debido a ello se volvió estéril… Y Pilaf fue rechazado de Harvard, no pasó el examen psicométrico allá, pero al venir a Japón lo respondió correctamente, seguramente supo qué respuestas debía dar.
—Relájate, tú puedes hacerlo…
—Mai Shimizu colaboró en el parto de Judith Saiyan, la mamá de Vegeta, hace casi dieciséis años y medio—miró al pelirrojo—. Eran gemelos, pero ella no lo sabía, nacieron por cesárea y en los ecos nunca les dijeron porque ella quería la sorpresa del número y sexo—soltó aire, el pelirrojo se sorprendió por lo que él descubrió—. Mai aprovechó eso para robar uno de los dos bebés, por eso sólo se conocen a Vegeta y a Tarble Saiyan, no conocen al tercer hijo.
—Vegetto, ¿ese niño está bien?
—Me temo que no—miró las fotografías, después abrió la libreta y con su teléfono se auxilió para mostrarle un apunte—. Ella se mudó junto con los dos a la ciudad del Norte, y el bebé lo registró a su nombre, sin embargo no podía cuidarlo bien, así que lo abandonó en un orfanato—cambió de página—. ¿Reconoces este símbolo?
—Orfanatorio Esperanza...—susurró al identificar el logo que dibujó.
—Así es… Sin embargo, lo visitaba seguido, alegando que disfrutaba pasar tiempo con los niños, aunque sólo iba a verlo a él.
—Vegetto, ¿me estás diciendo que…?
—Mai llamó Gotenks al bebé—miró al pelirrojo—. Vegeta y Gotenks son hermanos.
—Pero...—bajó la mirada, aturdido por lo que le contó—. Gotenks está…
—La historia es más perturbadora todavía—tragó saliva—. Gotenks era buen chico, su carta de comportamiento estaba limpia. En conducta sólo apuntaron que tenía mucho apego con un chico llamado Gohanks, infiero que del tipo amoroso, y que este chico padecía poliosis en la parte del flequillo.
—¿Poliosis?—repitió.
—Es una enfermedad genética hereditaria, hace que algunos mechones de cabello sean más claros. En su caso eran de un blanco con una ligera tonalidad lila. El expediente de Gohanks decía que sufría burlas por ese detalle, su autoestima era baja y su único amigo era Gotenks, quien buscaba la manera de ayudarlo—sonrió de medio lado—. Gotenks se tiñó su cabello para que Gohanks no se sintiera excluido o diferente, es por eso que en todas las fotografías su cabello es bicolor.
—Vaya… lo quería demasiado entonces…
—El verdadero problema viene después—rascó su cabeza—. Gohanks tenía visita de rutina con un médico especial, el cual residía en la ciudad del Oeste, por lo que permanecería fuera dos días… Los dos compartían habitación, por lo que esa noche Gotenks se quedó solo—empuñó sus manos.
—Relájate…
—La habitación de Gotenks estaba en la parte sur del edificio, con una ventana que daba la vista al callejón…
—Relájate, Vegetto...—lo abrazó, haciéndolo calmar.
—Y la noche que su vida cambió fue el 29 de diciembre, del 735—el pelirrojo sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral—. Su habitación estaba en la planta baja, tuvo vista directa de todo lo que pasó al otro lado de esa ventana...—soltó aire y se acomodó mejor entre los brazos del mayor—. Fue traumático ver a sus doce años a un chico, físicamente idéntico a él, ser violado sexualmente por un cuarteto de hombres maduros—apretó las manos del pelirrojo contra las suyas—. Gohanks tenía diecisiete años, si él hubiera estado ahí habría sabido manejar la situación y calmar a Gotenks, o simplemente evitar que viera esa escena. Sin embargo, como no estaba tuvo que enfrentar ese momento solo, y no soportó. Cayó en shock y a partir de ese día su conducta empeoró.
—¿Gohanks lo apoyó?
—Hasta donde pudo, después cumplió la mayoría de edad y tuvo que arreglárselas solo—soltó aire—. A los quince ya no lo resistió, era mucha presión y pesadillas por lo que vio y decidió huir. Robó una motocicleta, escribió Watashi wa anata o tasukemasu en una nota antes de escaparse del orfanatorio…
—¿“Te ayudaré”?
—Dicen que los gemelos sienten lo del contrario, posiblemente imaginaba que Vegeta la pasaba muy mal y quería encontrarlo para ayudarlo—soltó aire—. Pero luego fue lo del accidente…
—Vegetto, ¿qué me ocultas?—se acomodó, lo tomó del mentón y lo hizo levantar la mirada.
—El día del accidente tú estabas en mi casa, ese día discutimos porque tú no querías aceptarme y...—sus ojos se llenaron de lágrimas—. Si no te hubiera retomado el tema de Vegeta, tú habrías salido veinte minutos antes y…
—Esa avenida tenía que tomarla para llegar, me habría tocado el accidente… Yo habría sido el auto que chocó...—el menor asintió, Gogeta sonrió y lo acurrucó en su pecho—. Ya, pequeño… Ahora todo está bien, todo está bien…
—No quiero que Vegeta se entere de que tiene un hermano, ahora no es importante...—apretó la camisa entre sus dedos—. Gog, prométeme que siempre tendrás cuidado…
—Ya, pequeño, no llores—rio bajito al verlo así, por primera vez en muchos años Vegetto dejaba de lado su faceta madura y de adultez para abrir paso al niño dulce lleno de sueños que algún día fue.
—Ah, lo siento—se disculpó al entrar—. No sabía que estaría interrumpiendo algo—agregó con voz grave. Caminó al fondo del lugar y tomó entre sus manos al pequeño bebé que se esforzaba por alzarse—. Ya, Kyabe, te llevaré a mi habitación…
—Vegetto, iré a hablar con tus maestros de la situación y después iré a calificar unos exámenes, pasaré por ti esta noche para llevarte a la habitación—besó su frente—. Adiós, pequeño.
—Adiós, Gog...—cuando el pelirrojo se fue, el pelinegro se acercó con el bebé en brazos.
—¿Qué te pasó?—preguntó refiriéndose al vendaje en su frente y al hecho de que ahora estaba en una camilla.
—No mucho—empezó a recoger las fotografías antes de que las notara—. Me asaltaron, me golpearon con un tubo de acero y quedé tirado en el suelo un largo rato—sonrió—. Adopté un perrito.
—Bah...—relajó su expresión y se acercó a abrazar al peliazul—. Me preocupó que no contestaras ni después de que Gogeta saliera corriendo por ti.
—Estábamos ocupados, conocí a sus padres…
—¿Sus… sus padres?—repitió—. ¿Ya… ya cambiaron?
—Pues creen que Gogeta está demente por querer estar conmigo, así que supongo que no...—sonrió—. Después de estar en su casa fuimos a un hotel, sus padres llegaron luego de un rato, les cerré en la cara e hicimos el amor con ellos tocando desesperadamente la puerta.
—¿Y el perrito que dices que adoptaste?
—Esta mañana Gog me llevó a ver a su abuela—ensanchó su sonrisa—. Es una dulzura de mujer, cuidará a Malvavisco hasta que sean vacaciones.
—¿Probaste las galletas que hace?
—Sí, son las mejores—lo miró unos segundos—. ¿Tú la conociste?
—Sí, me llevó una tarde que cayó una tormenta imprevista—soltó aire—. Diablos, detesto esto.
—Vegeta, lamento haberte tocado sin permiso.
—...—acercó su rostro al del peliazul—. ¿El golpe te afectó o por qué el cambio de actitud?
—Nada de eso, sólo quiero disculparme—acarició la cabecita del bebé—. Me porté como un idiota.
—¿Tienes fiebre?—tocó su frente.
—Nada de eso, sólo soy feliz...—bostezó—. ¿Por qué usas dogi?
—Tengo entrenamiento en unos minutos—miró al bebé—. Supongo que tendré que dejarlo otro rato aquí.
—Te acompañaré—se levantó con lentitud, soltando quejidos de dolor.
—Vegetto…
—Estoy bien...—tomó su mochila—. Vámonos…
***
—Goku, deja de atormentarte—pidió Goten acariciando la espalda de su primo.
—Lo sé, por eso vengo a verte a ti...—le sonrió—. Te apoyaré en todo momento y…
—Hola—se acercó un tipo pelirrosa al de cabellera alborotada. Mostraba una linda y seductora sonrisa, que era enriquecida con ese par de ojos grises brillantes.
—Hola—respondió en voz baja. Analizó al chico, era ese mismo que había aspirado al equipo de baloncesto y que sólo ocasionalmente se dignaba a aparecer en las prácticas. Además, era el mismo que le había coqueteado a Vegeta y con quien casi tiene relaciones sexuales.
—Goku, ¿cierto?—el pelinegro asintió—. Vaya, hace tiempo que no te veía…
—¿Qué quieres, Black?—preguntó con voz áspera al recordar las marcas que se había atrevido a hacer en el cuerpo de su chico.
—Uy, ¿y ese tonito?
—No he olvidado lo que le hiciste a V… Gotenks—corrigió.
—Ah, eso...—sonrió—. al final sólo resultó no ser tan especial como creí.
—¿Cómo puedes decir eso luego de lo que estuviste a punto de hacerle?
—Él no me interesa mucho...—se inclinó hacia él—. Quien verdaderamente me gusta eres tú.
—¿Y-yo?—repitió.
—Sí, tú—ensanchó su sonrisa—. Es bien sabido por casi todos cuando tú y él pelean, son el centro de atención—acarició su mejilla con brusquedad—. Y me contaron por ahí que se fue de tu habitación.
—Ese no es tu problema.
—Goku—aproximó más su rostro al suyo—. En serio me gustas tú…
Y sin pensarlo más unió sus labios con los de él, saboreando la delicadeza de estos. El Son no se molestó en alejarlo ni nada de eso, únicamente dejó que lo besara, sintiendo un ligero toque cariñoso por parte del pelirrosa. Sentía algo de nostalgia al pensar que Vegeta alguna vez lo beso con amor y que ahora ni siquiera lo saludaba.
Ahora el menor se había marchado sin dejarlo hablar siquiera, y ahora le tocaba aceptar que no era suyo. Ahora Black llegaba demasiado tarde a su vida, ahora era imposible sacar de su corazón al de cabellera en forma de flama. Sin escuchar Vegeta le había dicho adiós, rompiendo su alma y haciéndolo sentir demasiado solo.
Sin embargo, sólo quedaba resignarse y tal vez aceptar al pelirrosa para olvidar al menor. Aunque todavía le dolía la partida del de cabello bicolor, verlo alejándose pensando sólo en lo que pasó y que no le dio la oportunidad de remediar la situación.
Colocó su mano en el hombro del pelirrosa y correspondió su beso.
***
—Oye, no me quedó claro, ¿me odiarás o no?—preguntó cuando estaban entrando al gimnasio.
—Supongo que no—empezó a voltear a todos lados.
—Aun así, te vuelvo a pedir disculpas por lo que te hice—el de cabello bicolor volvió a verlo con duda, ¿qué rayos había pasado como para que Vegetto, el chico que se creía la mejor cosa, dios inalcanzable, ahora era muy amable y considerado? Incluso la idea de daño cerebral por el golpe no parecía tan descabellada.
—Está bien...—siguió mirando hacia todas direcciones.
—Vegeta, ¿qué es lo que harás con Goku?—lo miró, el de cabello bicolor se veía molesto, se había detenido tras eso.
—Eso no tiene por qué importarles—respondió con voz grave. El peliazul se le quedó viendo unos segundos, el pelinegro mordía su labio inferior mientras empuñaba sus manos.
—Vale, ya no te diré nada más con respecto a eso...—soltó aire y miró hacia el lado contrario—. Iré a sentarme con tu pulga—se refirió al bebé—. Te pones insoportable cuando te enojas.
—¿Eh?—miró al peliazul, pero éste ya estaba alejándose.
Chasqueó la lengua y se acercó al entrenador. Difícilmente podía poner atención, solamente veía en dirección donde estaba el de cabellera en forma de palmera. Gruñó y empuñó con más fuerza sus manos, llegando al punto de lastimarse.
—Gotenks—llamó el entrenador, el menor salió de su trance y miró al hombre—. ¿Estás en la luna o qué te pasa? Te dije que te toca una pelea con Black—el menor asintió.
—Suerte, Vege—dijo Goten antes de alejarse. El de cabello bicolor miró al menor, aquel pelinegro no podía odiar, era incapaz de tratarlo mal o mentirle. Sin embargo, esto era como una guerra, independientemente de su amistad sabía que siempre estaría del lado de Goku, y que ahora era sólo amabilidad por parte de él.
—Gotenks, hace tiempo que no te veía—dijo colocándose en posición de pelea, su conversación sólo era audible para ellos dos.
—Ajá—dijo con molestia, colocándose también en una pose que le permitiera atacarlo.
—Vamos, no te sientas mal por lo que pasó esa noche… Ya está olvidado, he encontrado a alguien más…
—Alguien más...—repitió con lentitud.
—Sí… Bueno, comencemos…
El pelirrosa se acercó a atacar al menor, quien fácilmente esquivó el ataque. Velozmente golpeó a Black, sintiendo cómo el calor se acumulaba en su interior. Alternó golpes, impidiéndole responder y lastimando su cara. Necesitaba liberar toda esa ira de su interior, así que no se detuvo, siguió golpeando sin piedad.
—Gotenks,¡basta!
—¡Vege, detente!—sintió los brazos del menor rodearlo de la cintura y jalarlo hacia atrás, cayendo ambos al suelo.
—¿Eh?—miró con molestia al pelinegro por lo sucedido, para después ver al pelirrosa—. N-no…
Black limpiaba como podía el chorro de sangre que escurría de su nariz, el entrenador lo ayudaba con una toalla. Todos estaban callados, sólo observaban al pelirrosa desangrarse por los ataques del menor.
—Yo no...—empezó a tartamudear, viendo cómo la sangre difícilmente cesaba.
—No hiciste ningún ataque contra las reglas….—empezó a decir Goten—. Sólo fue un acci…
Pero no lo dejó terminar, sólo salió corriendo en dirección desconocida. Algunos lo siguieron con la mirada, curiosos por la extraña reacción que había tenido.
—¡Vegeta!—gritó Goku tan sólo lo vio correr.
—No, Goku—lo tomó del brazo, impidiéndole seguir al peliflama.
—¡Pero, Trunks…!—replicó forcejeando.
—Goku, tienes que dejarlo ir...—el mayor bajó la mirada—. No puedes seguir hiriéndote así.
—Pero yo...—empuñó sus manos—. Sólo quiero ver si está bien…
—Perdón que te lo diga, pero ese ya no es asunto tuyo...—el más alto tragó saliva—. Hasta que no decida volver por su cuenta, tú tienes que hacer tu vida.
—Pero yo lo amo...—susurró.
—Son Goku, llévalo a su habitación—pidió inesperadamente el entrenador—. Black dice que sabes dónde queda.
—¿Eh? C-claro...—antes de acercarse el pelilila lo tomó del brazo y se acercó a susurrarle al pelinegro.
—Goku, Black es buena persona—soltó un suspiro—. No te limites a no creer nuevamente en el amor.
El Son asintió y se encargó de acompañar al de ojos grises, llevándolo con cuidado pese a que ni siquiera sabía a dónde se dirigía. Entendió perfectamente la razón por la que lo escogió, Black estaba interesado en él y posiblemente quería que pasaran tiempo juntos.
Siguió las indicaciones que el chico le dio y llegaron hasta una habitación de un piso vacío. Suspiró antes de ayudarlo a sentarse sobre el colchón. Sintió cómo era atraído para sentarse en las piernas del mayor y ser besado con lentitud. Sentía muy rara esa sensación, además del hecho de besar a alguien a quien no quería, ni siquiera conocía a Black, lo último que pensó de él era que se trataba de un miserable que se había atrevido a aprovecharse de Vegeta.
¿Y ahora? Ahora era posiblemente el único que podría sacarlo de su depresión y abandono ofreciéndole un cariño especial.
En ningún momento dejó de ser besado, el pelirrosa lo trataba con gran delicadeza. Sentía bien los besos, sentía bien las caricias en su espalda. Sin embargo, no era Vegeta. Vegeta lo había abandonado y ahora se encontraba despechado entregándose, en su sentido casi literal, al primer idiota que se le había insinuado.
—Goku, deja de pensar en él—besó su cuello y mordió despacio, consiguiendo que se sonrojara—. Mírame—pidió, el menor acató la indicación—. Voy a hacer que te olvides de él.
***
Con lentitud se asomó por la ventana, soltó aire y volvió a recargarse contra la pared. Miró al bebé con algo de molestia, babeaba mucho y era inquieto. Se sentó como pudo en el suelo y empezó a jugar con el pequeño.
Mas no podía dejar de pensar en lo que vio segundos atrás. Vegeta había tenido una reacción completamente inesperada, y ahora se encontraba golpeando con furia aquel costal de boxeo. Si ese saco fuera una persona, ya habría sido enviada a urgencias.
—Pulga, no hagas ruido—le dijo al menor cuando éste empezó a reír.
Escuchó la puerta abrirse y vio al pelinegro salir, se veía todavía agitado y molesto.
—¿Qué haces aquí, Vegetto?—preguntó con firmeza.
—Se te quedó esta cosa—alzó un poco al bebé—. Pasará la noche con Gogeta y conmigo.
—Tsk, ¿por qué?
—Estás demasiado enojado—el pelinegro iba a replicar—. El bebé no puede estar en un ambiente así.
—Hmph—soltó aire y miró al cielo—. No estoy enojado, sólo necesitaba relajarme…
—Dormiré contigo—se incorporó—. Sólo por esta noche.
—¿Sin acercamientos nocturnos?
—Sin ninguno…
—Entonces vamos—cargó al bebé, y empezó a hacerle gestos para que riera.
—Sólo mando un mensaje—dijo sacando su teléfono y tecleando rápidamente.
—Vegetto, ¿a dónde fuiste en tu investigación?
—No importa eso—se apoyó del hombro del más bajo—. Aunque primero quisiera ir a comer…
***
—Ah...—suspiró arqueando su espalda—. Black, es-espera…
—No puedo esperar para estar dentro de ti...—mordió su hombro y siguió moviendo su mano para masturbarlo, sonriendo satisfactoriamente al notar cómo se estremecía y se retorcía entre sus brazos.
—¡Ah!—gimió sonoramente mientras enterraba sus uñas en su espalda.
—Eso fue más rápido de lo que esperaba—besó su mejilla, Goku únicamente tomó aire, perdiendo su mirada en el techo—. Diablos, Zamas, ¿qué quieres?—preguntó respondiendo el teléfono—. Ajá, llego en diez minutos.
—¿Te… irás?—preguntó volteando a verlo.
—Tengo que arreglar un asunto—besó su frente—. Volveré esta noche a terminar lo que empezamos.
Y sin decir otra palabra salió, dejando al menor desnudo sobre la cama.
¿Qué diablos hacía? ¿Acaso le entregaría su primera vez a Black, un chico a quien no conocía? ¿Hacía eso por placer, o como consolación de su dolor? Se sintió un miserable por caer tan bajo, dejarse llevar por palabras bonitas de un chico lindo.
—Vegetto me envió un mensaje—susurró viendo su teléfono.
Goku, no caigas en el juego de Black. Sólo quiere sexo.
—Bah...—apretó las sábanas contra su cuerpo—. Estoy pensando seriamente en dárselo...—comenzó a vestirse—. Pero… no puedo… Si no amara a Vegeta, si sólo fuera un simple enamoramiento… Si mi alma no le perteneciera tal vez sí sería capaz de hacerlo.
***
—¡Cállate, cosa babosa!—dijo tapándose los oídos, el menor soltaba gritos acompañados de risas.
—Cuida a Kyabe, necesito llamar a alguien.
—Sólo métele algo en la boca para que deje de hacer ruido.
Vegeta salió de la habitación y caminó hacia el cuarto de estudios, el cual permanecía solitario y silencioso. Tragó saliva y se fue a sentar tras un estante de libros, oculto de cualquiera que entrara.
Nuevamente tenía esa ansiedad, de cuando todo se vino abajo e ignoraba su dolor cortando su piel, de cuando las cosas se habían vuelto difíciles y trataba de acabar con todo. Miró sus brazos, aún había rasguños y le ardían un poco.
—¿Cómo estará Tarble en estos momentos?—pensó tomando su cabellera con frustración—. Pude haber estado todo ese tiempo con él, de no ser por...—dejó la frase inconclusa y apretó sus puños, una vez más sentía el coraje llegar e invadir su interior—. De verdad necesito alejarme de Kakarotto…
***Tiempo después***
—Vegetto, deja de contarme con detalles explícitos todo lo que Gogeta te hace en la cama—pidió destapándose los oídos. Miró con algo de duda su comida y decidió degustarla únicamente por el hambre que tenía, aunque aquellas imágenes no podrían salir fácilmente.
—Bah, sólo quería sacar tema de conversación. Me dijo que saldría todo el fin de semana a un asunto importante—el de cabello bicolor lo miró—. No me quiso decir a dónde, pero me oculta algo. Y prometí no invadir su privacidad.
—Entiendo… Yo tengo que ir a una revisión por mi papelería en el orfanato, aunque no creo que sea buena idea contarles la situación—miró al otro lado de la cafetería, enfocando su vista en una persona.
—Falta poco para salir de vacaciones y no has vuelto a hablar con él—mencionó el castaño.
—Te pedí que no te metieras en esto—bebió jugo—. Es nuestro asunto.
—Tsk, como quieras...—ambos se quedaron unos segundos en silencio, los dos observaban detenidamente al pelinegro.
—Tengo que ir al entrenamiento de baloncesto.
—Goku está llorando.
—¿Eh?—miró al pelinegro, a pesar de la distancia pudo notar la forma desesperada en que limpiaba sus lágrimas—. Hmph, debo llegar temprano.
El castaño siguió a su amigo, todavía inconforme por la forma en que se comportaba. Salieron por la puerta de la izquierda. Sin embargo, al atravesar el pasillo y estar cerca del más alto, Vegeta había pasado su mano ligeramente por la cabeza de Goku.
Dudaba ahora el verdadero propósito de sus acciones. En el fondo esperaba que todavía siguiera viva la llama del amor que le tenía a Goku. Sin embargo, no podía descartar la posibilidad propuesta por Trunks: a modo de venganza, está dándole ligeras esperanzas en su incertidumbre, para finalmente herirlo con un rompimiento inesperado.
—Vegeta, no hagas una estupidez—dijo repentinamente.
—Sé lo que piensan—cerró los ojos y colocó sus brazos detrás de la cabeza—. Detesto que siempre traten de analizar a todos los que conocen…
—Y yo detesto que siempre evadan la pregunta cuando necesito una respuesta firme.
—Vegetto—miró al castaño—. Sólo le daré a Kakarotto lo que merece...—el chico parpadeó un par de veces—. Sabes a qué me refiero con esto…
***
—Veg—llamó, el aludido volteó—. ¿Cuándo arreglarás todo esto?
—Vegetto, ya lo arreglé—pasó su mano por su cabello—. Y pronto todo acabará.
—Entonces… sólo me queda despedirme—abrazó al pelinegro cuyo cabello tenía todavía tonalidades lilas—. Te visitaré algún día de estos.
—Gracias, yo también iré a verte—cerró sus ojos y permanecieron en ese contacto unos segundos más.
—Nos vemos…
Salió de la habitación, dejando al castaño solo para que hiciera su maleta y se fuera junto con el pelirrojo. En ese par de meses habían pasado muchas cosas, se había distanciado demasiado de Goku a tal punto de que cruzaba miradas con él solamente cuando entraba a su salón de clases, únicamente en ese momento lograban mantener contacto visual.
No había estado con nadie en ese tiempo, sólo se dedicó a ejercitarse y a cuidar a Kyabe en su tiempo libre, a quien por cierto ya no vería más que en el orfanatorio. Sentía cómo su vida, que antes se dedicaba a entregarle a Goku con sus pieles juntas, ahora se limitaba a cerrarse en él y nada que le recordara al de cabellera en forma de palmera.
Además, lo último que supo de él fue que Black lo cortejó hasta que estuvo con Zamasu, y la foto de ellos dos besándose en una borrachera se viralizó para todos en la escuela. Goku había dejado de hablar con el pelirrosa desde entonces, por lo que ahora el Son había permanecido también solo.
Sin embargo, la vida del de cabellera alborotada ahora era ajena a él, se había distanciado a tal punto que tuvo que enterarse por terceros lo que le había ocurrido en ese tiempo. Información que ni siquiera pidió pero los chicos creyeron que era necesario decirle.
Apretó la correa de su mochila y la manija de la maleta antes de abrir la puerta. Inmediatamente el chico que permanecía dentro volteó a ver hacia su dirección. Por primera vez en tantas semanas estaban así de cerca, viéndose a los ojos.
—Hola, Kakarotto—saludó—. ¿Puedo pasar?
—Vegeta...—bajó la mirada y empuñó aquella camisa que doblaba—. Adelante.
—Vine a saber cómo estás—se sentó en la orilla de la cama donde alistaba sus prendas para guardarlas.
—Bien...—sonrió—. Aunque… hubo muchas bajas…
—Entiendo...—soltó aire—. Vegetto me contó del experimento, los papeles y cómo ocurrió todo… Me consiguió una copia.
—Pasaron muchas cosas raras...—miró al techo—. Incluso a Trunks se le dificultó entenderlas…
—Yo hablaré con los encargados del orfanato, explicándoles la situación, les diré mi nombre y residencia, para poder volver a casa.
—¿Vol… volverás a casa?—lo miró.
—Sí, es mi hogar… ¿Cómo ha estado Tarble?
—Bien, mi hermano lo hace feliz—mordió su labio inferior—. Son felices juntos…
—Ah, cierto, ese asaltacunas… Lo golpearé si ya hizo algo indebido.
—Vegeta… ¿quieres que les diga que tú estás…?
—Iré hoy al orfanato a despedirme, mañana a las 10 am llegaré a casa—agravó un poco su expresión—. Explícales lo de la papelería, yo llegaré a decir el resto.
—De acuerdo...—bajó su mirada—. Vegeta, ¿me odias?
—No te odio.
—¿Entonces por qué hablas de esa manera?—se escuchaba algo quebrada la voz del más alto.
—De verdad, no te odio...—soltó aire—. Necesitaba tiempo para pensar.
—Veg… —miró al más bajo—. ¿Me… me amas todavía?
—Kakarotto—el peliflama bajó la mirada, sin perder su seriedad—. ¿Tú me amas todavía?
—Por supuesto, Vegeta—soltó una risa vacía—. Es imposible dejar de amarte—hizo la ropa a un lado y se sentó junto a él—. Traté de estar con Black, pero no podía, mi amor por ti era demasiado grande. Y ahora, a pesar de que te fuiste y me dejaste solo, yo sigo queriéndote…
—Antes me necesitabas para estar bien—lo vio de reojo—. Pero ahora no me necesitas para vivir.
—Yo...—soltó aire—. Puedo vivir sin ti…
—Perfecto—tomó su mochila y se puso de pie—. Yo también puedo vivir sin ti.
—Kjj—tragó saliva y se sintió inmediatamente mal, escuchar la facilidad con la que lo dijo mientras él sólo sentía dolor ante la posibilidad de nunca más ser una pareja.
Sin embargo, se lo había prometido a Goten: no volvería a caer en esa depresión que lo llevó al borde del suicidio.
—De verdad no estoy molesto—repitió, se acercó y besó su frente, sorprendiendo al mayor—. Me alegra que puedas vivir sin mí… es lo mejor…
—Veg...—intentó tocarlo, su mano se había alzado tímidamente. Mas no pudo hacerlo, sentía esa necesidad de acariciar una última vez su mejilla, pero entendía que todo había acabado.
Esa historia había terminado, ahora ya no existía. Lo que alguna vez habían construido, ambos en equipo, desapareció. Ahora tenían que dejarse, eran dos almas que no dependían de sí y que no podrían estar juntos.
Valió la pena todo, se habían amado fuertemente, y lo suyo jamás se perdería, esa historia permanecería por siempre en sus corazones. Pero ese pequeño refugio de sólo ellos dos, lo que era sólo suyo, se acabó. Ahora el viento se llevaba aquellos momentos.
—Veg, yo te amaré por siempre. Mi amor por ti durará para toda la vida...—tragó saliva y se puso de pie, para abrazarlo inesperadamente—. Suerte en tu nuevo inicio…
—Gracias, Kakarotto—correspondió el abrazo y se separó, para caminar a la salida—. Te deseo sólo felicidad, espero que lo sepas…
Y sin más, se fue.
Vegeta lo había abandonado para iniciar nuevamente, pero esta vez solo. La sonrisa que tenía se había esfumado cuando se fue y lo dejó solo, por muchas noches había deseado volver a tocarlo, besarlo, entregarle su amor incondicional. Aquel dolor había permanecido, extrañaba su cariño y la felicidad que le daba estar con él.
Quería recuperarlo, en serio quería que estuvieran juntos. Le pedía a Kamisama por que Vegeta recapacitara y entendiera sus razones, pero hasta ahora sólo le quedaba continuar. Quería rogarle de rodillas que no lo abandonara, pero a estas alturas tampoco quería dañarse.
No mintió al decirle que podía vivir sin él. Pero esa vida iba a ser vacía, no sería felicidad completa. Continuaría, sí, es verdad. Pero no podría olvidar todo eso que vivieron. Eternamente lo amaría.
—Puedo, pero no quiero vivir sin ti—pensó viendo la puerta por donde se había ido—. Regresa a mí, Vegeta…
Chapter 21: Decisión para toda la vida
Chapter Text
Capítulo final
—¡Gotenks, por aquí!—pudo visualizar a la mujer peliazul moviendo su brazo de un lado a otro para captar su atención. Sonrió y se encaminó hacia ella.
Todavía no podía creer lo distanciado que estuvo de Goku. Cuando ellos dos se encontraron, desde el primer momento en esa escuela, tuvieron esa necesidad de estar juntos. Cada noche que dormían abrazados añorando no separarse jamás por miedo a morir de dolor, pero que en estos momentos ambos habían estado bien sin el contacto del contrario.
De los cuatro meses dentro, sólo fueron un par de semanas que fueron “un equipo”, tal como se lo prometían a cada segundo. Claro que si restaban sus peleas y huidas, el tiempo juntos se reducía a incluso días. Sin embargo el par de meses restantes estuvieron alejados, ni siquiera se saludaban. Muy apenas se volteaban a ver.
¿Y todo por qué? Por decisión propia, él no quería estar de nuevo con Goku, quería estar alejado el tiempo suficiente para no necesitarse para vivir. Y vaya que lo había conseguido, y por lo dicho por el mayor el Son también lo logró. Esta vez Goku podría afrontar su partida sin caer en una depresión autodestructiva.
—Te extrañé demasiado, Gotenks...—abrazó al menor y lo ayudó con la maleta, aprovechando que tenía ruedas.
—Yo también los extrañé…
—Ven, el taxi nos espera—ambos se subieron a aquel auto amarillo, cuyo conductor ya sabía a dónde dirigirse.
Vegeta miró a través de la ventana durante todo el trayecto, se sentía con unas estúpidas náuseas y quería mandar al diablo todo eso. Esos meses alejado del más alto… esos estúpidos meses en los que aclaró su mente y dejó de depender de él. Sin embargo, sabía que para Goku fue más difícil, para el más alto le era más complicada esa separación.
Ahí estaba la razón de su llanto aquella tarde en el comedor, Goku lloraba porque lo necesitaba. Y claro que pudo haber sido fácil para él acercarse y calmarlo. Pero ese no era el modo, tenía que alejarse. Por eso sólo había pasado su mano por su cabello, porque si lo abrazaba el de cabellera alborotada no querría dejarlo ir y volvería a luchar por su amor como todas esas veces que pelearon.
—Te veo muy callado, ¿pasó algo malo?—preguntó la mujer. El menor soltó aire y volteó a ver aquellos hermosos ojos azules.
—Recordé todo…
—¿Qué?—se sorprendió—. ¿Pero cuándo…?
—Hace un par de meses, no lo he hablado con la directora. Preferí hacerlo primero con la señorita Fasha.
—¿Y cómo te sientes?—acarició su cabello.
—Se podría decir que mejor que cuando me enteré… En ese momento tuve que afrontarlo solo.
—Ay, pequeño...—lo abrazó, el menor sólo cerró los ojos. Hace tanto que no recibía un cálido abrazo maternal, y sabía que llegando a su hogar no lo tendría por lo sucedido hace ya más de un año.
La mujer le permitió que pensara y aclarara su mente en silencio. Sabía que para ese pequeño el descubrir sus orígenes era muy importante, y por la reacción que en esos momentos tenía significaba que descubrió algo que no era muy grato.
Al llegar se dirigieron a la oficina de la encargada del orfanato, Fasha, quien ansiaba ver nuevamente al joven que ponía en alto el nombre del Orfanatorio Esperanza y el nombre de la escuela La Esfera del Dragón.
—Gotenks, siéntate—le pidió, el menor acató la indicación—. Déjame felicitarte, tus calificaciones este primer semestre fueron excelentes, estoy orgullosa de ti. Además, lo que hiciste con Kyabe fue excepcional, debo agradecerte lo que hiciste por ese pequeño…
—No fue nada—sonrió de medio lado—. Fue un gusto para mí cuidar de él…
—Gotenks, ¿qué ocurre? Te noto algo triste…
—Yo… recordé todo...—rebuscó en su mochila unas hojas y se las entregó—. Mi nombre es Vegeta Saiyan, vivo al sur de la ciudad con mi padre y hermano. Tuve un accidente hace más de un año, y me inducieron amnesia como parte de un experimento, haciéndole creer a mi familia que había muerto…
***
—Goku, por aquí—oyó decir a su padre. Suspiró y miró por última vez a su alrededor, buscando entre el grupo de jóvenes a Vegeta para poder despedirse con una última mirada. Sin embargo, el menor ya se había ido.
Se acercó a su padre, dedicándole una sonrisa sincera. Al estar frente a él no pudo evitarlo y lo abrazó, sintiendo las ganas de llorar acumularse en su interior. En ese tiempo había reflexionado al punto de que se concientizó en la realidad: perdió a su madre para siempre, Bardock había perdido a una esposa y día con día vivía en la incertidumbre de si perdería a su hijo también o no.
—Papá, te extrañé—sollozó en su pecho, sin importarle si parecía un niño o si los demás se burlarían de él. Amaba a ese hombre, lo amaba por todo lo que hizo por él cuando era niño y por lo que seguía haciendo por él. Sin importar sus decisiones lo apoyó en todo momento.
—Yo también, hijo—besó su cabeza y cerró los ojos—. ¿Cómo te sientes?
—Bien, papá—el hombre con sorpresa buscó su mirada—. Ya superé lo sucedido, yo… puedo vivir sin Vegeta…
—Hijo—volvió a acurrucarlo en su pecho—. No conocí a Vegeta, pero estoy seguro de que eso es lo que él querría…
—Es justo lo que él quiere...—pensó con decepción—. Papá, fue gracias a Goten que pude ver muchas cosas. Hice buenos amigos estando aquí, ellos me ayudaron a salir adelante…
—Entonces, ¿no volverás a…?
—Nunca más, papá. Te lo prometo—el hombre sonrió y palmeó su espalda.
—Entonces vamos a casa…
Ambos subieron al auto y el adulto encendió el motor, saliendo rápidamente de donde estaba estacionado. Goku jugó nerviosamente con sus dedos unos segundos, tratando de encontrar las palabras adecuadas para lo que iba a tratar.
—Padre, si Vegeta no hubiera muerto, ¿cómo crees que se lo tomaría su familia?
—¿Eh?—ajustó el espejo retrovisor—. Si alguien les dijera que no murió, al principio sería un dolor muy grande. ¿Sabes? Sería como si jugaran con un tema que afecta demasiado a la familia. Sin embargo si se tratara de algo real, si él estuviera con vida, sería un alivio; Vegeta y Tarble han pasado muchas depresiones, la muerte de Judith les dolió, pero lo de Vegeta fue más doloroso—miró a su hijo—. Ambos se culpan demasiado…
—Papá, ¿podríamos ir mañana a su casa, a eso de las nueve? Necesito hablar con todos de algo importante…
—¿Algo importante?—repitió.
—Sí, muy importante, que descubrí hace poco.
—De acuerdo, Kakarotto. Pero por ahora vamos a comer algo, festejaremos que regresaste con nosotros…
***
—Esto es… increíble...—apenas pudo decir la mujer tras oír toda la historia, sobre todo por la perfección con la que encajaban los datos. Era imposible que lo estuviera inventando—. Vegeta… ¿Entonces de quién era la identidad de Gotenks?
—Vegetto, un amigo que estuvo presente durante toda esa revelación, dijo que un chico que falleció hace un par de años. Dijo que es más sencillo tomar una identidad que crear una nueva.
—Entiendo—miró las hojas otra vez—. Vegeta, ¿quieres que te lleve con un doctor o…?
—Descuide, fui con el psicólogo de la escuela, claro que sin decirle lo del proyecto. Y me dijo que la reacción que tuve era aceptable. No caí en una clase de shock o algo similar.
—No me refiero sólo a eso—se acercó y se sentó en la silla cercana al menor, tomando su mano—. ¿Cómo te sientes con respecto a tu pasado?
—Dolía por las pesadillas, el recuerdo de ese día—tragó saliva—. De verdad dolió mucho en su momento—sonrió de medio lado—. Pero ahora no duele tanto. Estoy bien, lo que ocurrió en esa ocasión ya no me afecta. Es más, ya quedará en el olvido.
—Me alegra que estés bien—lo abrazó—. Entonces, ¿piensas volver con tu familia a explicar lo que pasó?
—Sí, pienso ir mañana a las diez. Quisiera pasar una última noche aquí, si me lo permite.
—Por supuesto—acarició su cabello—. Promete que volverás a visitarnos…
—Claro que lo haré, vendré cada vez que pueda.
—¿Sabes, Vegeta? Te tenemos preparada una cena especial, por tus calificaciones y tu regreso. Tomémoslo como la cena de despedida, para avisarles a los demás que te vas. Aunque los niños no querrán dejarte ir tan pronto, te quieren mucho y estaban emocionados por tu regreso.
—Yo también los extrañé. Y sí los visitaré…
***
—Rad, me lastimas—se quejó al sentir el peso del mayor sobre su cuerpo. Estaba sobre él dándole un fuerte abrazo de bienvenida.
—Te extrañé, cabeza hueca...—se separó, permitiéndole respirar—. ¿Cómo sigues? Espero que bien, porque no quisiera tener que atarte para evitar que te lastimes.
—Descuida—soltó aire—. Estoy bien, hace casi tres meses que no me corto y… sí he llorado, pero no por depresión, sólo un segundo de malestar y ya…
—Hermano, estoy orgulloso de ti—lo volvió a abrazar, esta vez con más suavidad—. Te quiero, Kakarotto.
—Yo también te quiero, Rad.
Ambos hermanos disfrutaron de una buena sesión de videojuegos, charlas de distintos temas y llenaron ese vacío que la separación les había causado. Ya llegada la hora de dormir se dirigió el menor a su habitación, donde hace mucho tiempo no dormía. Sacó de su maleta la almohada que le pertenecía a Vegeta y la abrazó, aún conservaba su aroma.
—Te extrañaré demasiado, Vegeta...—se recostó sobre su cama y cubrió su cuerpo únicamente con su sábana—. Espero me perdones…
***
—Pss, Tarble...—llamó a través de la ventana. El menor tan sólo lo oyó, se acercó a levantar el cristal para que se adentrara a su habitación.
—Papá está en una cena con su jefe, posiblemente le den un ascenso en su trabajo—sonrió—. Rad, ¿cómo está Goku?
—Excelente—se sentó en la orilla de la cama—. Al parecer ya dejó atrás sus intentos de suicidio—suspiró tan aliviado—. Llamé a Goten y me dijo que es verdad, el estado de mi hermano ha mejorado mucho en estos meses.
—Me alegro, ustedes por fin serán una familia feliz...—abrazó al más alto—. Sólo merecen felicidad.
—Gracias, pequeño…
—¡No me digas pequeño!—se removió entre sus brazos—. Ya tengo catorce años.
—Es verdad, perdón. A veces olvido que ya creciste dos centímetros desde que comenzamos a salir…
—¡Raditz!—se quejó. El mayor sólo lo levantó y lo colocó sobre el colchón, mientras comenzaba a reír.
—Ya, era broma—lo acurrucó contra su pecho—. Te amo tanto, Tarble. De verdad no quiero separarme de ti nunca.
—Yo también te amo, Rad…
—Pequeño—besó sus labios—. Te amo tanto.
Aquellos besos que se daban encendían cada uno de sus sentidos. Y no era novedad, en su tiempo de noviazgo aquellos besos inocentes habían pasado a ser más intensos e incluso pasionales, donde sus cuerpos reaccionaban con cada roce de sus manos en las espaldas del contrario.
—Espera—se detuvo, tomó aire y unió su frente con la del menor. Su piel se estaba perlando de sudor, sus mejillas estaban rojas y ni hablar del bulto que comenzaba a marcarse en su pantalón.
—Rad—llevó una mano a su frente, él también estaba en un estado similar, sus mejillas rojas le daban un toque de inocencia.
Pero el mayor seguía estático. Él estaba deseoso, no del acto carnal, sino de entregarle su alma al más bajo. Pero, ¿y si lo lastimaba? O peor aún, ¿y si el menor no quería y él estaba al borde de la excitación y del placer?
—Rad—llamó nuevamente—. Quiero hacerlo.
—¿Qué dijiste?—tragó saliva, sintiendo los cabellos en su nuca erizarse.
—Por favor...—sonrió—. En serio quiero entregarme a ti…
—¿Estás seguro?
—Raditz, sí…
—Pequeño—tragó saliva—. Estás consciente de que una vez que empecemos me será más difícil detenerme, ¿verdad?
—Rad...—lo tomó de su cabellera y lo besó—. Por favor, quiero hacerlo.
El más alto asintió débilmente. Sintiéndose completamente vulnerable y nervioso. Tomó las piernas del menor, separándolas y colocándose en medio de ellas. Sonrió, y comenzó a formar un sendero de besos en el cuerpo del menor.
Besos delicados, tiernos, llenos de cariño. Besos que podían encender sus sentidos pero también demostrarle su cariño y amor. En esos momentos, con la simple vista que tenía de él: con sus mejillas sonrojadas, su carita tierna y sus ojitos entrecerrados, su cuerpo ya quemaba de tanta excitación por ese privilegiado panorama que tenía.
Empezó a desvestirlo, primero quitándole aquella playera del pijama. Besó su cuello, sus pectorales, lamió sus pezones y succionó con delicadeza. En ese momento estaba demostrándole una parte de él que el menor no conocía, en estos momentos los límites serían sobrepasados.
Dejó un par de mordidas en su pecho, consiguiendo sonoros suspiros por parte del más bajo. Aquellos suspiros con los que decía su nombre. Sonrió al ver la erección del menor, había conseguido excitarlo con aquellas caricias en los lugares exactos. Bajó el elástico de su pijama, hasta los tobillos, junto con la ropa interior, descubriendo su intimidad que aclamaba atención.
—Tranquilo—dijo y besó sus labios rápidamente. Bajó nuevamente su rostro, esta vez a la altura de su cadera, comenzando a dar lengüetazos en su miembro.
—Ah, Rad, no…
—Relájate—dijo antes de meter aquella hombría en su boca.
Las succiones y el movimiento de cabeza conseguían llegar a lo más alto en la excitación del menor. Tarble se removía entre sus brazos. En momentos como ese deseaba que no hubiera alguna clase de interrupción, de verdad necesitaba estar a solas con él esa noche, ya no podía resistir.
—¡Ah!—gimió sonoramente mientras se corría en la boca del mayor. Raditz bebió aquella esencia gustoso y buscó la mirada del menor. ¿Acaso aquel orgasmo había sido lo suficientemente intenso como para que ahora estuviera casi llorando, sufriendo espasmos en todo su cuerpo?
—Pequeño...—se recostó a su lado y llevó su mano a su boca, humedeció sus dígitos y los llevó a su entrada, comenzando a prepararlo.
A pesar de su mayoría de edad era inexperto en el tema. Siempre fue vigilado por Bardock, por lo que las estupideces de adolescente con las hormonas alborotadas jamás sucedieron. Además, cuando conoció a Tarble sintió esa extraña conexión, por lo que si bien se sintió interesado en alguien esa atracción desaparecía rápidamente. Su corazón se había reservado para estar con el menor.
—Creo que ya está bien...—dijo sacando sus dedos de su interior. Con cuidado se posicionó y desabrochó su pantalón, lo bajó un poco junto con la ropa interior, sólo hasta los muslos y empezó a penetrarlo.
—Raditz, te amo...—murmuró. El más alto se detuvo, miró los ojos del menor y sonrió con una dicha inexplicable.
—Yo también te amo pequeño—besó sus labios—. Te amo tanto…
Continuó avanzando, adentrándose centímetro a centímetro, estando cada vez más cerca. Su pelvis chocó con el trasero del menor, se quedó quieto e inclinó su torso hacia adelante para volver a besarlo. Ese pequeño era su persona favorita, a quien cada día quería más, era como un angelito con una sonrisa preciosa que podía aliviar en él todos sus malestares.
Ese chico con el que seguía soñando todos los días, y ahora lo veía estremeciéndose entre sus brazos por el placer del que era causante. Ese pequeño que conoció por su amistad con su hermano, y que ahora se había convertido en amor.
—Comenzaré a moverme—avisó con un susurro en su oído.
El vaivén dio inicio, y junto con él en la habitación resonaron los gemidos de placer del menor. Con cadaestocada se podía oír un gran suspiro o gemido ahogado. La velocidad de sus movimientos aumentó, llegando al compás perfecto que enloquecía al menor.
El mayor también estaba agitado, se sentía en el paraíso al estar en su interior cálido y apretado. Cerró sus ojos y se sostuvo firmemente del colchón, para poder incrementar un poco más la velocidad. Se sentía tan bien poder entregarse así a la persona que amaba.
Con Tarble las cosas habían fluido de maravilla, en ese tiempo, poco más de un año, no habían tenido problemas. Y las inseguridades que tenía por el miedo a ser abandonado por el menor ahora eran aliviadas por la forma en que sus cuerpos se estaban entregando. Ahora, después de tanto tiempo juntos, sabían con seguridad que eran el uno para el otro.
—Ah, Rad… No… no puedo más...—su pecho subía y bajaba, no podía resistirlo, todo el placer en su cuerpo era demasiado. Ni siquiera fue capaz de acercarse para poder besarlo nuevamente, se sentía tan agotado.
—Pequeño, te amo…
—¡Ah!—gimió al sentir la mano del mayor acariciando su entrepierna—. ¡Ahhh!
Aquel sonoro gemido resonó en la habitación, el menor había llegado a su límite, manchando la mano de Raditz con su esencia. El de cabellera larga sonrió y besó su mejilla, para continuar moviéndose un par de veces más, consiguiendo así también su propio orgasmo.
—¡Ah! Rad...—se estremeció por aquel líquido caliente llenando su interior.
—Tranquilo—con cuidado salió de él, observando pícaramente cómo salía su semen de su entrada.
—Te amo, Rad—soltó una risita mientras cerraba los ojos—. Te amo mucho…
—¿Tarble?—lo removió un poco, pero ya no estaba consciente, había caído dormido tras aquella intensa experiencia.
—Resistió demasiado—sonrió con ternura que las últimas palabras que le había dicho habían sido para decirle lo mucho que lo quería—. Yo también te amo, pequeño—susurró. Se acurrucó a su lado, se cubrió con las sábanas y lo abrazó con cariño. Un cariño tan fuerte que no podía ser descrito.
***
—Goku, ¿no me dirás todavía por qué quieres que hablemos con la familia de Vegeta?—preguntó Bardock mientras se estacionaba en la calle, frente a la residencia Saiyan.
—Es algo que debo hablarlo con todos juntos, algo delicado...—apretó contra su pecho la mochila que llevaba—. Sólo quiero que confíes en mí, papá—volteó a ver al hombre—, todo lo que les diré es verdad… ¿Prometes creerme?
—Te creeré, hijo—acarició su cabello—. Sea lo que sea que dirás, creeré en ti.
—Bien—soltó aire—. Es hora, no tarda en llegar…
Sin dejarle oportunidad a su padre para preguntar quién era aquella persona bajó del auto. Se sentía inseguro, tenía la papelería que confirmaba lo que revelaría, pero de todos modos sentía que no era suficiente. Se trataba de un tema demasiado delicado que, a pesar de que sería un gran alivio para todos, el no poder explicarlo con claridad se tornaría en contra, haciéndolo parecer una broma de mal gusto.
—Goku, hola—abrió la puerta y lo dejó pasar, metros atrás venía también Bardock—. ¿Por qué dijiste que era importante que estuviéramos todos?
—Tenía que hablar algo con ustedes—caminó hacia la sala y se sentó en el sofá individual, que estaba frente al sillón donde todos se sentaron, incluido Raditz “quien había llegado tan temprano esa mañana que ni el señor Saiyan se había dado cuenta”.
—¿Hablar de qué, chiquillo? No puedo faltar de esta manera al trabajo, espero tengas una buena razón para desperdiciar mi tiempo.
—Sí, la hay, señor—soltó aire y volvió a abrazar la mochila, tratando de encontrar la fuerza y el valor—. Verán, hace un par de meses yo intente suicidarme saltando del puente Wiss y…
—¡¿Qué tú qué, Kakarotto?!—reclamó su padre, al parecer no enterado de lo que había tratado de hacer.
—Un chico lo evitó—tragó saliva, intentando ignorar la mirada furiosa de su papá—. Regresé demasiado feliz porque creí que ese chico era Vegeta, su parecido era demasiado. No lo volví a ver sino hasta que entré en la preparatoria. Fue mi compañero de cuarto.
—Niño, no sé a dónde quieres llegar con esto. No me importa si es alguien que se parece a mi hijo, deja de…
—¡Se trata de Vegeta!—sus ojos se llenaron de lágrimas, veía con desesperación al hombre—. Por favor, escúcheme. No le miento, se trata de él. Tiene su voz, su rostro, su cabello…
—Hijo.
—¡Prometiste creerme, papá!—miró a su padre, después volvió a ver al hombre de barba—. Señor, yo no hago esto para abrir nuevamente la herida. De verdad, no miento—sacó de su mochila un folder con hojas, los papeles originales del proyecto, así como también las fotografías de su viaje al cementerio.
—¿Esta es… la tumba de mi hijo?—miró con casi terror al menor de los Son—. ¿Acaso… acaso profanaste su tumba?
—Mire bien las fotos, por favor—bajó la mirada y tomó aire, apretó entre sus dedos la tela de su mochila—. Me fugué de la escuela, estaba desesperado por saber si era o no Vegeta. Ese chico tenía pesadillas en las que nombraba a Tarble y le pedía que huyera, y en sus sueños él era...—omitió aquella palabra, pero fue fácilmente entendido por todos—. Para descartar esa posibilidad fui a su tumba y yo mismo verifiqué si Vegeta estaba ahí—sonrió de medio lado—. Era obvio que tanta coincidencia no era posible, Vegeta no estaba ahí. Vegeta era el chico con el que había estado compartiendo habitación, sólo que con un caso de amnesia.
—Goku, tú… ¿de verdad no estaba ahí?—el pequeño Saiyan miró las fotos impresas, la caja se veía vacía a pesar de la oscuridad.
—No, Vegeta no estaba ahí—mordió su labio inferior—. Conocí a Trunks Brief, el heredero de la Corporación Cápsula. Él es muy inteligente y me estuvo asesorando desde que había conocido a “Gotenks”, o la identidad que Vegeta se había formado. Dijo que la amnesia era disosciativa, o sea que seleccionó qué recuerdos permanecían y cuáles no, como modo de salvarse de sí mismo en su depresión—miró de reojo al hombre, todavía atónito de lo que estaba diciendo—. Eso incluía todo lo relacionado a la violación, por ende a su familia también.
—¿Qué? ¿Pero por qué si…?
—Fueron parte de su depresión, él… olvidó su vida para comenzar una nueva. Es por eso que conocía muchos lugares de la ciudad, pero no cómo los conoció—suspiró—. Estas hojas hablan del Proyecto Mariposa, experimentaron con Vegeta. Por eso no nos dejaron verlo en el hospital cuando dijeron que murió, se lo llevaron y lo hicieron olvidar todo—sus ojos se llenaron de lágrimas—. Curaron sus heridas, curaron sus cicatrices, le dieron una nueva vida… Y a nosotros nos hicieron creer que ya nunca más lo veríamos.
—Mocoso, ¿por qué vienes a…?—las lágrimas se acumularon en el rostro del adulto—. ¿Por qué vienes a decirnos esto?
—Señor, entiendo que no quiera creerme. Pero Vegeta está con vida. Hace un par de meses yo le dije todo y pudo recordar, pero él—tomó su cabello—, él me dijo que quería tiempo, y dejamos de hablar.
—Kakarotto…
—Y ayer, al ser el último día que nos veríamos en la escuela, me dijo que vendría hoy a las diez de la mañana para volver con ustedes y explicarles todo lo que pasó—empezó a sollozar—. De verdad va a volver….
—¿A las diez, dices?—el hombre se veía alterado, el oír cosas así acerca de su hijo al parecer le afectaba demasiado, como si una última desilusión más le pudiera romper el corazón—. Bien. Entonces, si mi hijo fallecido aparece mágicamente aquí a esa hora, te creeré. Si no, no quiero verte de nuevo aquí, mocoso—decretó.
Y era comprensible. El hecho de que perdió a su esposa, y viviera engañado creyendo que su hijo falleció, le había dolido en lo más profundo de su ser. Y el darle una esperanza de que estaba con vida y que volvería, si no se cumplía, sólo lo dañaría más.
Ahora todos estaban sentados, en un silencio profundo, esperando que llegara la ansiada hora. Goku simplemente deseaba que Vegeta no se arrepintiera en el último momento, de lo contrario su familia no lo resistiría.
***
—Vegeta, ¿no piensas empacar?—preguntó la mujer peliazul asomándose por la puerta.
—Es sólo que… todas mis cosas me las dieron aquí, y posiblemente tengan un chico de mi edad a futuro, que le servirá esta ropa.
—¿Es por eso que te pusiste el conjunto que traías cuando llegaste por primera vez?—se sentó a su lado en la orilla de la cama.
—Sí. Sólo me llevaré los libros. Los cuadernos los dejaré, arranqué las hojas que usé, no fueron muchas. En casa recuerdo haber escondido dinero debajo de un cajón, de ahí compraré útiles nuevos—miró a la peliazul—. Bueno, supongo que es hora.
—Vegeta, no te noto muy convencido. ¿Qué ocurre?
—La última vez que mi padre y yo nos vimos, habíamos discutido—soltó un largo suspiro—. Yo al menos lo olvidé, pero él creyó por mucho que morí y no pudo disculparse. Lo conozco, sé que se ha sentido culpable todo este tiempo.
—Ya, ya...—lo abrazó—. Vegeta, todo se arreglará. Sé que te será difícil reintegrarte después de mucho, pero recuerda que ellos te aman y tú también a ellos—besó su cabeza—. Vegeta, todo estará bien.
—Gracias—cerró los ojos—. En serio, les agradezco por todo.
Luego de ese abrazo ambos bajaron a la planta principal, salieron al estacionamiento y tomaron uno de los coches, así la mujer pudo llevar al menor hacia su destino: su hogar.
O, como prefería verlo Vegeta: su casa. Aquella vivienda había dejado de ser un hogar desde lo ocurrido, la calidez del espacio se había consumido y ahora era un lugar frío, sin felicidad. O al menos así la recordaba, era un lugar en el que no quería estar, era un refugio inseguro, donde no se sentía bien. Aquel amor que se sentía en el aire había desaparecido y se convirtió en un lugar más dónde estar.
Y su madre se había esforzado mucho por volverlo cálido de nuevo, pero simplemente le era imposible a ella sola: la tragedia había manchado a la familia y ella se sentía cada vez más incapaz de conseguirlo, hasta que dejó de insistir y la calidez se esfumó por completo.
—Debí apoyarla…
—¿Dijiste algo, Vegeta?—preguntó al oír murmurar al joven.
—No, nada. Sólo pensaba en voz alta—miró a su alrededor—. Mi casa es la de color verde grisáceo.
—Bien—frenó el auto—. Me imagino que quieres ir solo.
—Por ahora es lo mejor...—sonrió y miró a la mujer con ternura—. Muchas gracias, señorita Bulma. Gracias por todo.
—Ya...—tomó sus manos, la mujer tenía un brillo en los ojos, como si fuera a llorar en cualquier momento—. Mucha suerte, Vegeta. Sé feliz con tu familia…
***
Se sentía demasiado incómodo, con su padre y el señor Saiyan hablando en la cocina a solas, y con Raditz y Tarble en la sala abrazados con cariño. Estaba inmóvil en su lugar, completamente nervioso. Ya habían pasado diecinueve minutos y Vegeta no llegaba, por lo que la discusión de aquellos hombres en la cocina se debía, seguramente, a él.
Vegeta tal vez desistió en el último minuto.
O tal vez no.
El Vegeta que conoció hace casi un año y medio tal vez lo haría, tal vez tendría miedo de comenzar en el mismo lugar donde sucedieron sus peores momentos, donde fue levemente rechazado pero que le dolía más que por parte de cualquier otra persona. Ese Vegeta que había buscado refugio en él por ser la persona que más insistió y que apoyó con sinceridad. Ese Vegeta tal vez no volvería, tal vez empezaría de cero en cualquier otro lugar.
Pero el Vegeta de ahora, podría decirse que el auténtico, aquel que no sufría estragos por la violación porque por fin la había superado, ese Vegeta que tenía la actitud original, esa que tendría si no hubiera ocurrido la tragedia… Ese Vegeta era firme en decisiones, era fuerte y aceptaría iniciar donde había dejado las cosas, retomaría su vida pero esta vez con más valor que antes.
Sonrió de medio lado al pensar que ese mes que estuvieron juntos cuando se conocieron, eso era lo que deseó: que Vegeta pudiera estar bien y perdiera todos sus temores. Escuchó el sonido de la puerta ser golpeada, así que se puso de pie velozmente y fue a abrir.
Ahí estaba, el chico que tanto amaba. Vegeta, tan apuesto como siempre, con esa mirada que lo cautivaba y con esa expresión que lo hacía suspirar, vistiendo de blanco y resaltando sus bellos ojos negros.
—Vegeta...—sonrió.
—Lamento llegar tarde—se asomó un poco detrás del mayor—. ¿Cómo lo tomaron?
—No me creyeron—le sonrió tiernamente—. Te ves como un ángel.
—¿Qué?—arqueó una ceja, el mayor se sonrojó un poco y bajó la mirada.
—Nada, olvídalo—se hizo a un lado—. Bienvenido a casa, Vegeta.
—Gracias, Kakarotto—entró despacio. Goku cerró la puerta y así, ambos juntos, caminaron a la sala—. Hola—saludó en voz alta.
Inmediatamente ambos adolescentes levantaron la mirada, el oír aquella voz tan familiar que habían extrañado por tanto…
—¿Ve… Vegeta?—el menor de los Saiyan se quedó paralizado, sus ojitos se llenaron de lágrimas y se veía muy sorprendido.
—Tarble, volví.
—¡Vegeta!—se paró y corrió hacia él, para abrazarlo con fuerza. Por el impacto inesperado ambos cayeron al suelo. El menor se aferraba fuertemente al cuerpo del mayor, como si no quisiera dejarlo ir. No otra vez.
—¿Tarble, qué pas…?—el adulto había llegado a la sala y se quedó anonadado.
Su hijo menor abrazando a Vegeta. Una escena que hace años no veía, desde que ellos eran infantes, y ahora estaba frente a él. Una vez más tenía a su hijo, aquel que le habían dicho que murió, ese que por mucho creyó que enterró y que jamás volvería a ver. Ahora estaba ahí, frente a él. Parecía un sueño.
—Vegeta...—se acercó a pasos torpes, arrodillándose a un lado de él, viendo cómo Tarble lloraba en su pecho mientras Vegeta ¿sonreía? Sí, sonreía con ternura—, ¿de verdad eres tú?—el hombre sollozaba, alzó su mano y tocó la cabellera bicolor del menor.
—Sí, papá...—le dedicó una sonrisa de medio lado, esa orgullosa pero alegre que mostraba cuando tenía doce años—. Soy yo—miró a su hermanito, quien alzó su mirada para verlo—. Y esta vez no me iré…
—Hijo—abrazó al menor con fuerza, soltando al fin el llanto que por tanto había contenido—. Perdón, perdóname por todo lo que pasó, lo que te dije, por no apoyarte…
—Papá—interrumpió—. No te atormentes, ya todo está en el pasado.
—Vegeta...—reforzó su agarre.
Goku sonrió ante la escena, sintiendo la emoción del momento. Miró a Raditz, él también se veía emocionado por volver a ver a su mejor amigo. Sonrió y bajó la mirada. Todo terminaba como comenzó, la tragedia sucedió con él y su familia, y al parecer ahora finalizaba así. El Son sólo había estado en el punto intermedio, y ahora era excluido de su felicidad. Miró una última vez aquel bello momento y se alejó silenciosamente.
—Hijo—llamó su padre—. ¿No vas a quedarte?—su voz estaba quebrada, a él también le había provocado un choque de sentimientos ver lo sucedido.
—No, papá. Iré a casa—miró en dirección a la sala—. Esa felicidad es suya, siento que yo no encajo aquí.
—Entonces te llevaré de regreso—besó su cabeza y lo abrazó—. Kakarotto, hiciste muy bien al reunir a la familia.
—No es nada…
—Vamos a casa, pequeño. Me adelantaré a encender el auto.
El hombre salió de la casa. Goku miró una vez más el cuadro familiar de los Saiyan. Una vez más podía ver la sonrisa de aquel pequeño niño, ahora Vegeta volvía a ser feliz y sonreír. Se le quedó viendo, otra vez tenían a aquel infante. Retomarían la historia que quedó inconclusa.
Soltó un suspiro y salió de la casa. Le sonrió a su padre y caminó al auto. Pero tan sólo avanzó dos metros la puerta de la casa fue abierta, el de cabello bicolor salió.
—¿No te quedarás a almorzar?—preguntó acercándose al más alto. Goku negó lentamente con la cabeza.
—Creo que este momento familiar es privado. Sólo ustedes.
—Si dejé que el asaltacunas se quedara, creo que sería bueno que ustedes también nos acompañen. Tu padre apoyó al mío en mi ausencia y tú…
—Vegeta, no estaré si no lo quieres—miró al cielo—. Sólo quiero tu felicidad—volvió a ver al más bajo—. Suerte en tu nueva vida.
—Etto...—desvió la mirada—. Gracias, Kakarotto. Que tengas linda tarde.
—Igualmente—alzó su mano, el menor lo vio confundido. Después entendió, la estrechó y con eso se despidieron.
Goku no corrió a abrazarlo esta vez, en esta ocasión no hubo un beso en la frente como adiós. Ahora sólo se daban un apretón de manos, como si fueran desconocidos.
El menor entró nuevamente. Goku ahí se permitió respirar hondo para evitar soltar el llanto. Oficialmente ya no era parte de la vida de Vegeta.
Regresó al auto y subió despacio, se colocó el cinturón de seguridad y abrazó su mochila. El hombre lo miró unos segundos, no le quitó la vista de encima.
—Hijo, ¿estás bien?
—Vegeta y yo… Creo que se acabó para siempre—sonrió y dejó correr sus lágrimas—. Está bien, digo, sólo quiero su felicidad.
—Kakarotto, por mucho pensé que tú eras su felicidad...—dijo su padre acariciando su cabello.
—Te juro que yo también pensé lo mismo—volteó a verlo—. Pero me equivoqué—empezó reír, mientras su expresión se volvía más triste—. Él me lo dijo, él puede vivir sin mí.
—Hijo…
—Papá, por favor, vamos a casa. Quiero sacar mis cosas de la maleta—tomó aire—. De verdad sólo necesito un poco de tiempo, yo también podré vivir sin él.
—Entiendo.
Dejó de insistir y condujo hasta su hogar. El trayecto fue silencioso, pero sabía que su hijo era lo que necesitaba. No se molestó en encender la radio para que el menor pudiera pensar con claridad. Llegó y aparcó frente a la cochera, se sorprendió al ver a un muchacho sentado en el escaloncito frente a la puerta principal.
—Kakarotto, ¿ese es amigo tuyo?—Goku salió de sus pensamientos y volteó a ver, sonrió y bajó rápidamente del auto.
—Vegetto, ¿qué haces aquí?—el más bajo se puso de pie y se sacudió el polvo.
—Quería hablar contigo de algo—lo inspeccionó—. ¿Puedo pasar?
—Ah, claro—sacó de su bolsillo las llaves y abrió—. Papá, estaremos en mi habitación—le avisó al hombre antes de que ambos subieran.
—Vaya, realmente se ve muy normal este lugar como para ser donde vivía un chico con depresión—miró todos los posters, así como también algunos trofeos y medallas en repisas—. Entonces lo de ser deportistas viene de familia.
—Sí, yo preferí artes marciales, mi hermano box. Y Goten disfruta todo por igual...—se sentó en la orilla de la cama al ver que Vegetto se sentó sobre su mesa para tareas—. Vegetto, ¿a qué viniste?
—Vegeta me contó cómo perdió la memoria, ya lo hablé con Trunks y concordamos en nuestra teoría.
—¿Sigues hablando con Trunks? Creí que no se agradaban—soltó una risita.
—No, pero trabajaré para él en las vacaciones—frunció el ceño—. Descubrió que me colé en la base de datos de la Corporación y dijo que llamaría a la policía si no accedía a ayudarlo en la empresa.
—Me alegra que hayan llegado a un acuerdo—se tornó un poco más serio—. ¿Cómo fue que perdió la memoria?
—Verás, Vegeta me contó que lo hicieron ver un video, cuyas imágenes y audio eran inusuales. ¿Sabes? Las ondas en una frecuencia exacta, y usando las ilustraciones precisas pueden hacer que el cerebro entre en un estado de estrés extremo—sonrió de medio lado—. Ante el estrés y la tensión se logra la perturbación de la mente, eso ligado al reciente trauma psicológico desató la fuga disosciativa. A lo que quiero llegar es que si él no hubiera superado ya lo que le pasó, en estos momentos todavía sería propenso a una amnesia.
—Entonces me alegro por eso—sonrió también—. Ahora es fuerte.
—Eso no es todo lo que tenía que decir. Mira, lo estuvimos considerando seriamente y creemos conveniente no dar aviso a la policía de lo ocurrido—se colocó en una pose pensativa—. Nos metimos en la base de datos, el registro de defunción. El grupo de Pilaf, a pesar de que hicieron a la familia llenar el formulario, no lo entregaron. Se podría decir que no hay registro que diga que Vegeta murió en algún momento. Sólo la palabra que la familia dio, nada más.
—Entonces puede hacer su vida normal.
—Exacto. Se lo dije anoche que le llamé, ahora todo será como antes—se tornó un poco más serio—. Goku, ¿no han hecho las paces?
—Terminamos bien, pero… ya no soy parte de su vida—suspiró—. Se acabó.
—¿Vegeta no se reconcilió contigo?—el más alto negó con la cabeza—. ¡Hmph! Ese imbécil de Vegeta…
—Está bien. Debió tener sus razones para hacerlo.
—Como sea—bajó de un brinco—. Ese idiota sólo se la pasa creando malos entendidos.
—¿Malos entendidos?—repitió.
—Goku, no vine sólo a hablar de Vegeta. Quería invitarte para que vayamos al aeropuerto. Gojita y Broly ya casi llegan—el Son sonrió enormemente.
—¿Tu hermano ya volverá?
—Sí. Me dijo que huyó de casa, para evitar que mamá lo detuviera antes de abordar. Dejó una nota, posiblemente ella apenas la esté leyendo. Pff, como diez horas tarde.
—¿Broly también se transfirió?
—Sí, esos dos deben estar juntos.
—Como tú y Gogeta.
—¿Eh?—lo miró, después sonrió—. Supongo que sí.
—Te acompañaré, sólo dejame avisarle a mi papá—ambos bajaron a la cocina, donde el hombre cocinaba—. Papá, iré con Vegetto a recoger a su hermano.
—¿A dónde?—preguntó con los brazos cruzados.
—El aeropuerto—el menor respondió, Bardock miró con un poco de molestia al castaño—. Señor Son, descuide, estaremos bien.
—Sólo no llegues tarde—el menor asintió con una sonrisa y salieron juntos. El hombre también se permitió sonreír, el ver a su hijo alegre era lo que por meses había deseado. Y ahora nuevamente lo podía ver así.
—¿Pediremos un taxi?—le preguntó al castaño.
—Nah, Gogeta está en la calle próxima, él nos llevará—comenzaron a caminar por la banqueta—. Gojita dormirá conmigo, Gogeta en la habitación que papá le rentaba y Broly en la otra habitación.
—¿Tu papá sabe que tú y Gogeta…?
—Sabe que me gustaba, pero no que comenzamos a salir. Él siempre supuso que Gogeta me rechazó en todo momento.
—¿Se lo dirás?
—Tengo qué—metió sus manos en sus bolsillos—. No quiero ocultarle cosas.
—¿Crees que se lo tome bien?
—Mientras no se entere de todas las veces que hicimos el amor, no tiene por qué enojarse—llegaron hasta la camioneta roja, se sentaron en la parte de atrás.
—Hola, Goku—saludó el pelirrojo—. ¿Cómo les fue?
—Bien, aunque terminamos—sonrió—. Su familia estaba muy feliz de verlo de nuevo.
—¿Terminaron?—preguntó volteando a verlo—. Creí que ustedes…
—Te dije que Vegeta se estaba portando como un idiota—interrumpió el castaño—. Vámonos, ya casi aterriza el avión de Gojita.
—De acuerdo…
El pelirrojo condujo sin preguntar nada más, mientras los dos menores charlaban en los asientos traseros. Se quedó un poco pensativo, ¿de verdad había acabado así su relación, esa que era envidiable por su perfección? Recordó inconscientemente su adolescencia, Vegeta lo había cortado de una manera similar, alejándolo para siempre. Pero, ¿entonces qué pasó con lo que le dijo aquella tarde cuando lo besó en…?
—Gogeta, bajaremos aquí, estaciona el auto—avisó el menor ante el tráfico. Los chicos bajaron y caminaron hasta el interior, donde se encontraban personas de todos lados del mundo—. Sólo queda esperar.
—Vegetto, ¿crees que tarde mucho?
—Nah, como veinte minutos—se sentaron en unos lugares disponibles. Siguieron charlando unos minutos más acerca de todas las cosas que habían pasado juntos, como la competencia del videojuego.
—Chicos, ¿aún no llegan?—preguntó el de ojos azules llegando—. Estacioné la camioneta en un parquímetro cercano, el estacionamiento estaba lleno.
—Acaba de aterrizar—señaló una esquina lejana—. Están saliendo las personas.
Se pusieron de pie y se acercaron un poco, tratando de visualizar al hermano del castaño. La gente que había en ese lugar era demasiada, algunos corrían, otros iban despacio, había también niños llorando.
—¡Vegetto!—escuchó su nombre antes de ser tacleado. Sonrió al identificar a la persona, correspondió ese extraño abrazo en el suelo.
—Chicos, obstruyen el paso, levántense—pidió el adulto—. ¿Dónde está Broly?
—Trae las maletas.
El Son y Gogeta buscaron con la mirada al de piel bronceada. Broly cargaba difícilmente las valijas. Fueron rápidamente a ayudarle, sin poder culpar el comportamiento de Gojita. Tanto Vegetto como su hermano habían pasado tanto tiempo distanciados que era una gran bendición su reencuentro.
—Broly, ¿cómo estuvo su vuelo?—preguntó el mayor.
—Bien, aunque Gojita estaba ansioso por llegar—bostezó—. Estamos cansados, no dormimos bien.
—Entiendo—se acercaron a los jóvenes que seguían en el suelo, Gogeta dio pequeñas pataditas en sus cuerpos—. Niños, ya levántense.
—Amargado—dijo el rubio poniéndose de pie. Le extendió su mano al castaño para ayudarlo a levantarse.
—Le quitas lo divertido a la vida—mencionó el de pendientes.
—Sí, ya sé que soy el villano. Pero ya vámonos, los llevaré a comer—miró al Son—. Goku después te llevaré a casa.
—Sí, está bien—rio nerviosamente—. No te preocupes por eso—miró a los mellizos y sonrió sinceramente—. Lo cierto es que disfruto estar con ustedes.
***
—Goku, tengo que salir—avisó el hombre colocándose una chaqueta—. El idiota de tu hermano también está afuera y volverá tarde. Si sales cierra con llave—besó la frente de su hijo.
—Sí, está bien—respondió con una sonrisa—. Ten cuidado.
Bardock se fue, dejando completamente solo al menor. Goku observó la puerta cerrada unos segundos, sintiendo la casa en un completo silencio. Suspiró y se fue a sentar en el sillón. Encendió el televisor y cambió varios canales, sin encontrar nada agradable.
—Me pregunto qué está haciendo Vegeta en estos momentos, ya han pasado seis días y no sé absolutamente nada de él.
Se recostó y siguió cambiando canales, aburriéndose cada vez más por la escasa programación y los múltiples canales de compras que había. Su teléfono sonó, lo tomó con pereza.
—¡Es un mensaje de Vegeta!—se incorporó velozmente y lo abrió.
Vegeta: Ven a mi casa.
Tragó saliva al leer esas cuatro palabras. Mordió su labio inferior y después apagó el televisor. Colocó su teléfono sobre un cojín a su lado. ¿Era correcto ir? Es decir, ¿no sería malo después de todo lo que pelaron y discutieron?
Buscó su cartera y las llaves de la casa y salió en dirección a la residencia Saiyan. Una última vez, es lo único que pedía, una última vez que lo viera, sólo quería eso para darle el adiós para siempre y desaparecer de su vida, tomar un rumbo completamente diferente.
Era curioso que, aunque todavía lo amara con locura, había aprendido a vivir sin él. Sólo quería la felicidad del otro pelinegro, con o sin él. Alzó la mirada, viéndose cada vez más cerca de su objetivo. Sacó su teléfono y miró la hora.
Sonrió al ver su fondo de pantalla: era una fotografía de los mellizos disfrazados de superhéroes con sábanas y ropa desordenada, más atrás Broly cubierto con una manta verde que lo hacía parecer una bestia dormida, y Gogeta trataba de desatarse luego de que los hermanos lo amarraran por ser “el cruel villano”. Aquella tarde que los recogieron del aeropuerto fueron a comer y después a la casa de Vegetto y Gojita.
El señor Saiji había sido muy amable con todos, y le tocó presenciar las amenazas que le dio a Gogeta cuando le confesó su relación con Vegetto. Claro que después admitió que creía que Vegetto no podría encontrar a alguien mejor. Las cosas habían terminado demasiado bien. Así que para cerrar ese día los menores hicieron una pijamada, donde también participó. Y sin saber cómo terminaron jugando a los superhéroes.
—Etto, Vegeta. Ya llegué—avisó en voz alta al estar frente a la puerta. Nadie contestó—. ¿Hola?—giró la perilla y se encontró con que no había seguro—. Voy a entrar—avisó sin saber si alguien lo escuchaba. Cerró con seguro tras sí, creyendo que alguien más podría entrar, y subió a la habitación que recordaba era la de Vegeta.
Tocó con su puño dos veces, una vez más sólo obtuvo silencio. Entró y sintió nostalgia al recordar las veces que habían dormido juntos. Y que la última vez que estuvo ahí fue para robar su caja de objetos personales y secretos donde recordaba a Gogeta.
—Kakarotto—pronunció el menor saliendo del baño, tenía una toalla amarrada en el cabello.
—Vegeta—se sobresaltó un poco—. Perdón, la puerta estaba abierta y...
—Está bien, esa era la idea—se recargó contra la puerta del baño—. ¿No piensas sentarte?
—¿Eh? Claro—se sentó en la orilla de la cama—. Vegeta, ¿por qué me pediste que viniera?
—Quería mostrarte algo—se quitó aquella toalla blanca de la cabeza.
—¿Pintaste tu cabello de negro?—sonrió—. Te ves… te ves muy bien…
—Ahora todo es como antes—comenzó a deslizarse hasta el suelo, se sentó y apoyó su mano en su pierna flexionada.
—Antes del incidente, supongo.
—No exactamente—miró al techo—. No te he dado la oportunidad de explicarme apropiadamente algunas cosas, así como yo tampoco te he contado toda la verdad.
—¿Me dejarás explicarte?—preguntó sorprendido.
—Sí—miró al Son—. Sólo quisiera exponer yo primero mis razones.
—¿Eh? Sí, claro. Hazlo, Vegeta.
—Cuando tú y yo comenzamos a salir, no tenías ni la menor idea de otra cosa de mi vida aparte de lo que tenía escrito en el diario. Sólo supiste de Nappa, pero lo de Gogeta me esforcé por ocultarlo de todos—volvió a ver al techo—. De Nappa nadie supo, y de Gogeta menos. Kakarotto, el día que pasó el incidente, yo iba a verlo. Gogeta y yo nos iríamos a unas pequeñas vacaciones en la playa para festejar nuestro aniversario.
—Él me contó sobre eso…
—Y la razón por la que terminé con él, no fue porque casi nos dejáramos llevar, sino porque era muy inseguro por mi situación. Ante el más mínimo toque sentía el dolor y volvían los recuerdos. Kakarotto, esa noche donde abusaron de mí yo pude haberlo soportado, estaba luchando por no enloquecer; pero cuando ellos dos...—prefirió suprimir aquellas palabras, aunque el más alto se imaginaba qué quería decir—, cuando ellos dos lo hicieron simplemente acabaron con todo el valor que me quedaba.
—¿Tú luchaste?—el menor asintió.
—Pude huir, pero Tarble salió a buscarme. Le dije que corriera, pero se tropezó y se lastimó. Un sujeto quería buscarlo, así que me sacrifiqué para que mi hermano huyera—sonrió vacíamente y cerró los ojos—. Dejé de ejercer fuerza y ya me fue imposible escapar.
—¿Entonces tú…?—su rostro se veía demasiado sorprendido—. ¿Es por eso que tu hermano se culpa?
—No. Él cree que yo no tenía escapatoria. Si le digo lo que hice por él jamás se lo perdonará—miró nuevamente al pelinegro—. Kakarotto, cuando te conocí no te acepté porque fueras la primera persona amable que se tomó la molestia en hablarme. Desde el primer momento sentí una conexión contigo.
—Supongo que yo también, Vegeta—bajó al suelo, para estar más a la altura del menor—. Vegeta, la última vez que nos habíamos visto yo estaba con mi prima. Ella…
—Entiendo. Confieso que pensé que era otra cosa. Ya sabes, cuando alguien está harto o con un dolor profundo sólo accede a empezar algo con otra persona…
—No me harté de ti, quise irme para evitar decirte cosas más feas. Vegeta, me sentía insuficiente, como si lo que hiciera no bastara—mordió su labio inferior—. Cada vez que lo intentaba, fallaba para sacarte de esa depresión.
—¿Sabes que no era tu culpa, cierto?—el mayor no entendió—. Cuando tratas de ayudar a una persona con depresión, ese alguien debe estar dispuesto a hacerlo. Si no, no podrás hacerlo. Es por eso que Goten pudo ayudarte con facilidad, tú sí querías ser feliz nuevamente. A diferencia tuya, yo en ese entonces estaba arraigado al pasado.
—Vegeta, ¿entonces no te hice feliz?
—En ese entonces fui muy feliz contigo, pero mantenía todavía el pasado muy presente, tanto que me impedía disfrutar—miró al techo—. Kakarotto, en ese entonces lo eras todo para mí, tú me diste una luz pero no me atreví a tomarla.
—Entiendo—con cada palabra que pronunciaba, el mayor se veía más aliviado, como si hubiera esperado tanto para ser perdonado.
—Cuando te hice un oral, tú me llamaste Vegeta, a pesar de que creí que mi nombre era Gotenks—el mayor soltó una risita nerviosa—. En el fondo me alegra saber que nunca me viste como Gotenks, sino como Vegeta.
—Siempre supe que eras tú, aunque me era difícil asegurarlo considerando que esas personas dijeron que tú habías muerto—empezó a jugar nerviosamente con sus dedos—. ¿Recuerdas a Uub? El chico que te dije que conocí en la escuela en la que antes estudiaba. Él me ayudó para fugarme de la escuela, después fui a donde se supone que te habían enterrado y abrí la tumba.
—¿Qué?—se acercó un poco más—. ¿Pero y si…?
—Si tú no estabas con vida, yo no hubiera resistido eso—sonrió—. Pero no me equivocaba, eras tú el que estuvo conmigo todo este tiempo. En la caja sólo estaba la papelería que te mostré.
—Tengo entendido que cuando ya nadie reclama visitar una tumba, sacan la caja para dejar el espacio disponible a otra persona. Me imagino que como en cien años preveían que se enteraran del proyecto.
—Pero ya sería tarde—el menor ladeó su cabeza—. Tus seres queridos habrían pensado que nunca pudieron despedirse.
—Buen punto—se colocó en una pose más pensativa—. Kakarotto, hace poco fui con Gogeta a la playa. Nos fugamos de la escuela.
—¿Q-qué?—se inclinó hacia adelante—. Pero…
—Fuimos a donde debíamos haber ido hace tres años—cerró los ojos—. Verás, lo que pasó fue que…
^^^Flash Back^^^
—Ya voy—dijo la persona que estaba adentro de la habitación—. ¿Ve- Vegeta?—dijo el pelirrojo tan sólo abrió la puerta—. ¿Qué haces aquí a estas horas de la noche?
—Gogeta, debo hablar contigo. Quiero que salgamos un fin de semana—pronunció con voz grave—. No aceptaré un no como respuesta.
—Vegeta, ¿qué es lo que quieres?—suspiró—. ¿Crees que Vegetto se lo tomará bien?
—No le dirás—cruzó sus brazos y cerró los ojos—. No me importa cómo lo hagas, pero saldremos el próximo fin de semana sólo tú y yo.
—Vegeta, no pienso mentirle a…
—No le mentirás—abrió los ojos—. Después hablaré yo con él, pero es importante que salgamos.
—¿Viernes en la noche?—arqueó una ceja, el menor asintió—. ¿Estás consciente de que Vegetto tiene acceso a todos los aparatos electrónicos, verdad?
—Es por eso que vine directamente.
—Puede rastrear nuestros celulares y descubrir que estamos juntos, por eso no creo que…
—Lo dejaré aquí en el campus si es necesario, así que vas a ir conmigo.
—¿Y si me niego?
—Goge, por favor...—soltó aire—. De verdad tenemos que salir.
El adulto se quedó sorprendido, ¿acaso le había llamado Goge, el mismo nombre que usaba cuando eran novios? Tragó saliva, otra vez estaba viendo al Vegeta que conoció y del cual se enamoró: ese chico antes de su tragedia.
—Está bien, iré contigo. Le diré a Vegetto que tengo una junta con una persona de otra escuela para arreglar una papelería de un alumno, y tú invéntale una mentira creíble o nos descubrirá.
—Gracias, Gogeta—dijo antes de alejarse de su habitación.
***
El día tan inesperado llegó, así que el pelirrojo fue por su camioneta y salió de la escuela. Se sentía tan nervioso, nunca antes le había ocultado algo a Vegetto, siempre era muy abierto con él por la confianza que le tenía. Su castaño, a su vez, también le decía todo, como la vez que planeaba fugarse. Claro que lo desobedeció cuando le dijo que no se fuera; pero el menor aun así le hizo ver qué es lo que planeaba hacer, demostrándole la confianza que tenía.
Y en estos momentos él le faltaba a su palabra, planeando reunirse con quien ahora es su exnovio. Se detuvo a un lado de la parada de autobús, ahí esperaba Vegeta pacientemente. El menor sólo subió y el pelirrojo siguió conduciendo.
—¿Exactamente a dónde iremos, Vegeta?—preguntó sin quitar la vista del camino.
—Al hotel “The sky”—el adulto volteó a verlo sorprendido—. Reservé todo un fin de semana.
—P-pero…
—Más adelante te explicaré todo—dijo para cortar la conversación.
Luego de ese largo e incómodo viaje, ambos por fin llegaron al hotel. El pelirrojo se sentía demasiado nervioso, ¿qué es lo que Vegeta pretendía hacer al llevarlo al hotel donde habrían pasado su segundo aniversario hace tres años?
—Disculpe, hicimos una reservación a nombre de Gogeta S.
—Ah, claro. Una habitación—el menor negó con la cabeza.
—Un departamento con dos habitaciones—la mujer se mostró apenada.
—Perdone, pero envié un correo aclarando que sólo nos quedaba esa disponible.
—Bah, la tomaremos—ella asintió apenada y le entregó la llave—. Gracias, señorita.
—Vegeta, no creo que esto esté bien—mencionó el adulto cuando ya subían por el ascensor.
—¿Trajiste traje de baño? Bajemos a la playa—ignoró el comentario. Llegaron a la habitación y el menor se dispuso a desempacar—. Vístete y bajemos.
—Vegeta—agravó su voz.
—Me adelantaré—dijo cambiándose velozmente en el baño.
—Vegeta—volvió a llamar.
Pero el menor sólo salió. El pelirrojo se quedó ahí, todavía dudando. Finalmente decidió acceder y se colocó unas bermudas que usaba cuando iba a la piscina. Cerró y bajó a buscar al menor. Lo vio cerca del mar, sentado en la arena. Sintió de nuevo ese choque de emociones, incluso le parecía ver a su Vegeta de 12 años, ese niño tan dulce y adorable.
Otra vez recordó lo mucho que se quisieron, el tiempo juntos y la forma tan dulce de amarse que tenían. Se le quedó viendo unos segundos, volviendo a su mente todo lo vivido. Llegó de pronto la imagen de Vegetto, su pequeño niño estrella: las veces que le ayudó a hacer la tarea, cuando le preparaba su delicioso postre de fresas, de cuando el niño mentía diciendo que tuvo pesadillas sólo para dormir a su lado.
El pasado con Vegeta hace mucho había terminado, y ahora que estaba con Vegetto las cosas eran mucho mejor. Sí, su relación se basaba en contacto físico la mayoría del tiempo, aunque la verdad era que ambos se conocían perfectamente y sabían identificar todas las expresiones del contrario. Tomó valor y fue a sentarse a un lado del menor, sintiéndose más incómodo por la ausencia de personas en toda la playa.
—¿Qué es lo que querías hablar, Vegeta?
—¿Sabes? Este lugar es muy bonito, me hubiera gustado venir hace tres años—el mayor sintió un nudo en la garganta—. Siempre quise nadar en el mar.
—Vegeta, ¿por qué…?
—Goge, hubiera sido muy lindo, ¿no? Pasar nuestro aniversario aquí—volteó a verlo—. Muy bonito.
—Vege…
—No sé tú, pero—se inclinó hacia él—esta historia… aún no es tarde para acabarla…
Y aprovechando la sorpresa del mayor, se acercó tanto hasta que pudo besarlo. El de ojos azules no podía creer lo que pasaba, ¿Vegeta lo besaba? ¿Acaso Vegeta quería retomar aquella historia que había dado fin cuando el menor quiso alejarlo?
¿Dónde estaban esas promesas sobre que si volvía a tener la oportunidad de estar con el menor las aprovecharía al máximo?, ¿en dónde quedaron los juramentos de que esta vez sí lucharía por salvar la relación? ¿A dónde fueron las ilusiones de insistir con esa historia inconclusa?
Todos esos deseos al fin serían terminados. Volvió a tener presente la imagen de Vegetto, su pequeña estrellita dorada. Aquellos sueños se acabaron cuando lo conoció, ahora esas promesas se habían roto, ahora las ilusiones ya no importaban. En estos momentos, Vegeta era sólo un chico más.
—Vegeta, ¿qué haces?—lo separó bruscamente, para después limpiar su boca. El menor soltó una risita—. ¿Por qué lo hiciste?
—Llevábamos mucho tiempo sin hablar—suspiró y volteó a ver al mar, confundiendo al adulto por su repentino cambio de actitud—. Y aquella vez que estuvimos juntos no fue suficiente para que pudiera pensar con claridad. Lo que quiero decir es que no sé si cambiaste en estos años separados.
—¿Cambiar en qué sentido?
—El Gogeta que conocí era fiel y sólo capaz de amar a una persona—lo miró seriamente—. Quería saber si tú eras capaz de dejar a la persona que te ama para continuar con alguien a quien en el pasado quisiste tanto.
—¿Me estabas probando?—volteó a verlo con sorpresa.
—Quería saber si eras capaz de lastimar a mi mejor amigo—soltó un suspiro—. Gogeta, de verdad me enamoré de ti aquella vez, te creí el amor de mi vida. Y esa noche cuando fui a buscarte y sucedió el incidente yo estaba tratando de ser fuerte, pero me sentí mal por la forma en que ocurrió todo. Dejé de resistirme porque Tarble estaba en peligro.
—Vegeta...—susurró.
—Pensé en ti en cada segundo tratando de ser fuerte, pero al final no resistí—pasó su mano por su cabello—. Y no quería acarrearte a mi vida llena de traumas y conflictos mentales, por eso quise alejarte antes de que fuera demasiado tarde. Después conocí a Kakarotto y él se volvió mi prioridad, me olvidé de lo nuestro y traté de no recordarlo. Pensé que tú habías hecho lo mismo, pero por lo que hubo entre nosotros antes de que recuperara mi memoria me hizo ver que estuve equivocado. Lo único que me alegró fue que por fin te dieras cuenta de que existió alguien detrás de ti que te quiso tanto, estaba feliz por ambos. Tras recordar todo, lo único que temí era que fueras capaz de lastimar a Vegetto, me alegra que no haya sido así.
—No creí que fueras así, o que hicieras cosas como esta…
—Nunca habría pasado por mi mente, pero lo aprendí de Vegetto.
—¡¿Y tú qué te crees?! ¿Vegetto 2.0? Ustedes dos juntos son el colmo.
—Sólo lo hice por mi amigo—dijo después de una risita, miró al adulto con una sonrisa sincera—. Gogeta, la razón por la cual te hice venir aquí fue para cerrar de una vez por todas aquellas cosas que quedaron sueltas.
—¿A qué te refieres, Vegeta?
—En este lugar habría sido nuestro segundo aniversario, habíamos prometido estar aquí, ¿lo recuerdas?—el pelirrojo asintió—. Vegetto me contó que tú te culpaste por mucho tiempo lo que me ocurrió, y que a pesar de que Trunks y Kakarotto saquearon mi casa y te mostraron mis cosas privadas tú aún te sentías mal por ello.
—No es tan fácil aceptarlo…
—¿Por qué no? Yo ya lo hice—el mayor lo volvió a ver con sorpresa—. Gogeta, si tú hubieras sabido que mis padres aún no llegaban me hubieras pedido que esperara más, o habrías ido por mí a mi casa. Fui yo el que decidió tomar ese riesgo y apresurarme, yo quise ir por el camino corto en lugar de rodear por un camino más seguro. Gogeta, mi error fue no confiar en mi instinto que me decía que estaba en peligro. Goge, tú no tuviste la culpa de nada, yo tomé la decisión de ir y ellos son los responsables de que la haya pasado mal.
—Vegeta...—sus ojos se pusieron vidriosos.
—Nunca pensé en ti como el culpable, al contrario, siempre sentí que fuiste la persona que me intentó sacar de ese abismo y te guardé gran cariño por todo lo que hiciste por mí. Trataste de salvarme y aunque no lo conseguiste siempre estuviste pendiente de mí. Nunca te agradecí porque me quisiste salvar y apoyar en todo momento.
—Yo...—sus ojos ya habían derramado las lágrimas, comenzó a limpiarlas con ayuda de su antebrazo.
—Gogeta, yo no tengo nada qué perdonarte, nunca hiciste nada malo—se acercó y lo abrazó, a lo que el hombre no pudo evitar volver a soltar en llanto como esa primera vez que Vegeta quiso alejarlo pero él se rehusó a irse—. Tú nunca hiciste nada malo, quisiste lo mejor para mí y te lo agradezco.
—Debí ir por ti, de verdad debí perder el miedo y pasar por tu casa…
—¿Sabes? Yo también pensé eso por mucho, pero lo cierto es que ahora sólo pienso que tú habías dado lo mejor de ti.
—¿No me odias?
—¿Por qué debería odiar a la persona que me hizo muy feliz en mi pasado?
Los dos permanecieron abrazados por un largo tiempo. Aquel perdón era lo que el pelirrojo necesitaba, a pesar de haberlo leído alguna vez, el oírlo directamente del menor terminó de sanar aquella cicatriz que había quedado en su alma.
—Cuida a Vegetto, Gogeta. Tan bien como cuidaste de mí…
—Sí, Vegeta—ese hombre seguía llorando, aliviado completamente.
—No te recuerdo tan llorón—Gogeta rio—. No hay ningún lugar mejor para dar fin a ese asunto amargo que el lugar donde prometimos ir.
—Gracias, Veg.
—No es nada—se quedaron admirando las olas del mar, la espuma casi alcanzaba sus pies—. Le diré a Vegetto lo que pasó, no te preocupes.
—Por favor—le sonrió—. Vegeta, perdón por no haberte dicho que te conocía.
—Está bien, entiendo sus razones. Tenías razón al decir que me portaba muy egoísta al buscar culpables y guardarme todo.
—No quise gritarte esa vez, pero Vegetto estaba en peligro—soltó aire—. Tenía ese miedo de llegar tarde otra vez.
—La otra vez... no era tu responsabilidad llegar—el pelirrojo suspiró ya más tranquilo—. Gogeta, sé que tú estás ahora con Vegetto, y lo que pasamos antes ya está en el pasado. Quisiera que cerráramos eso estando aquí, ya sabes, como camaradas solamente.
—Gracias, Vege…
^^^Fin del Flash Back^^^
—Ese fin de semana hicimos todo lo que habíamos planeado hace tres años, nadar en el mar, comer en los diferentes restaurantes y visitar todas las atracciones del lugar—sonrió—. Cumplimos la promesa que había quedado atrás. Me alegra porque Gogeta por fin ya ha superado todo lo malo.
—Gogeta… Bueno, él y yo creímos que jamás nos perdonarías el que te hayamos ocultado la verdad—el menor frunció el ceño.
—Con el tiempo que pasamos juntos pudimos hablarlo y dejar las cosas claras, lo cierto es que ahora quedamos bien y somos buenos amigos—miró con más seriedad al de cabellera alborotada—. Kakarotto, seré muy franco contigo. Yo de verdad quería odiarte.
—¿Q-qué?
—De verdad, maldije que tú hayas sido así, que no me lo dijeras. En los primeros momentos quise golpearte con mis propias manos, me molestó tanto que estuve contigo casi rogándote que me dijeras si éramos conocidos y me sentí traicionado—el mayor se veía cada vez más afligido, sólo bajó la mirada al suelo.
Vegeta calló, y pasó su mano por su rostro. Goku, al dejar de oír aquellos reclamos, levantó la mirada, se sorprendió al verlo aguantando el llanto. Parecía como si el menor se estuviera tragando el dolor.
—¿Veg?
—Lo cierto es que algo me decía que me contuviera, por eso me fui de la habitación. Pensé en lastimarte así como tú me heriste a mí por la falta de confianza. Pero...—cerró los ojos y una lagrimilla se escapó—. Gogeta tenía razón, soy un egoísta y siempre busco a los culpables equivocados. En sólo un fin de semana vi que tú eres quien más sufrió por la falta de confianza, viviste meses en depresión por no saber de mí y que trataste de suicidarte en más de una ocasión. Vi que yo era el verdadero culpable de la situación.
—No, tú no…
—Kakarotto, por mi culpa tú casi te matas—tomó su cabello con desesperación—. Me sentí tan culpable que ni siquiera era capaz de salir de la habitación. Tú no merecías pasarla así.
—Veg…
—Por más que trataba de odiarte no pude, ¡porque te amo! Tú no hiciste nada malo, fui yo el que exageró todo y que no entendió tus razones. Intentaste protegerme, y yo lo veía como traición cuando una vez más estabas tratando de pelear mis batallas.
—Vegeta—sus mejillas se sonrojaron. Se inclinó hacia adelante y comenzó a gatear hacia él. Estando a su lado acarició su rostro —. ¿Entonces por qué te fuiste?
—Si me quedaba iba a empezar todo desde cero—lo miró—. Dependías tanto de mí. Te vi una vez cortándote porque yo me fui, y ni hablar de la depresión en la que caíste cuando creíste que había muerto. Si me quedaba seguirías dependiendo de mí, así como yo de ti. Ambos merecemos poder vivir sin enloquecer por la ausencia del otro.
—¿Quisiste… quisiste protegerme?
—Ahora que sé que no dependes de mí puedo estar seguro de que, cualquier cosa mala que pueda ocurrir, sabrás afrontarla con fortaleza—limpió las lágrimas que corrieron—. Yo también puedo vivir sin ti, pero sería muy vacío.
El pelinegro más alto se acercó un poco, tomó su mentón y aproximó su rostro con el de él.
—Kakarotto, te amo tanto, como no tienes idea. Y sé que tú a mí. Ahora ambos podemos vivir sólo esperando la felicidad del contrario—soltó una risita, Goku sentía únicamente la felicidad volver a formar parte de su ser, una felicidad más pura y grande que las demás ocasiones—. Supongo que llegamos a la fase más pura del amor, donde nos preocupa sólo el bienestar del otro.
—Vegeta...—tragó saliva, sus ojos se llenaron de lágrimas y parecía como si fuera a llorar en cualquier instante—. Vege…
—Perdóname por haberte hecho tanto daño—tomó su mano—. Yo sólo quería tu felicidad, espero lo supieras.
—¿A esto…? ¿A esto te referías?—el menor asintió—. ¿Nunca… nunca te enojaste?—el menor negó—. Hubiera sido bueno saberlo.
—Tal vez habríamos corrido tan rápido para estar juntos otra vez—el más alto suspiró—. Kakarotto, ¿me dejas volver a entrar en tu vida?
—Siempre—ocultó su rostro en su cuello, el menor acarició su espalda—. Vegeta, te extrañé tanto…
—Sin saberlo pensaba en ti—acarició su cabellera, Goku estaba sollozando—. Aunque no recordaba nada, te veía en sueños. Tendiéndome la mano como siempre lo haces.
—Veg, perdón por ocultártelo…
—Ya, al contrario, gracias por hacerlo. Tienes razón, no habría soportado saberlo. No hasta el momento en el que lo hiciste—tomó su rostro entre ambas manos—. De haber sabido que ibas a estar tan mal después del accidente, me habría esforzado más por salir adelante. Nos hubiéramos ahorrado todos estos problemas.
—Fue lo mejor—Goku abrió sus ojos y buscó la mirada del menor—. Ahora todas tus heridas ya no están, como si nunca hubiera pasado aquello.
—Tsk, ¿y a qué costo? Entregar a la persona que amo a pasar algo similar…
—Vegeta—besó su mejilla—. Yo ahora estoy feliz—lo abrazó fuertemente—. Ya nada me arrebatará esa felicidad, por fin te tengo.
—Kakarotto—rodeó su cuello con sus brazos—, te amo tanto.
Comenzó a repartir besitos en su cuello y hombro, el más alto se sonrojó y apretó entre sus manos la ropa de Vegeta. Tragó saliva al sentir su piel ser succionada, se separó un poco para ver el rostro del menor, fue besado casi al instante.
—Vegeta…
—Ven—se puso de pie y le extendió su mano, Goku la tomó y se incorporó también. Vegeta lo empezó a empujar lentamente hasta que se sentó sobre la cama. Tomó su rostro entre sus manos y volvió a besarlo con ternura—. Te amo tanto, Kakarotto…
—Yo también te amo, Vegeta—lo abrazó, colocando su cabeza en su pecho. Permanecieron así unos minutos, sintiendo la calidez del contrario.
Tanto tiempo que los dos ansiaron poder estar así, juntos, entregándose un amor muy puro. Vegeta había vivido una etapa muy difícil, y cuando conoció a Goku él le ayudó. Pero por sus inseguridades no supo tomar esa ayuda. Goku, por el contrario, cuando conoció a Vegeta vio en él algo muy especial, y se sentía con la necesidad de sacarlo adelante.
Y después el accidente… Goku cayó en una depresión horrible, donde lo único que quería era morir. Aunque el destino, así de caprichoso que es, le mostró una nueva opción, le entregó a su Vegeta libre de temores, el niño fuerte y valiente que alguna vez fue. Y como si fuera difícil de creer, era alguien de quien se enamoraba cada vez más.
Y el menor tampoco la tuvo fácil. Tuvo que reflexionar mucho, se dio cuenta de sus errores y los problemas que tenía. Aprendió a perdonar y sobre todo aprendió a valorarse luego de lo que pasó. Arriesgó mucho cuando pidió distancia con el más alto, estaba jugándose su cariño. Pero lo amaba tanto que sólo quería su felicidad. Y ahora vio que el sentimiento era mutuo, ese estado era el más puro de todos, porque sólo querían lo mejor para el contrario.
Y sólo confirmaron que merecían era estar juntos.
—¿Por qué sigues usando vendas? Creí que ya no te has cortado—el mayor impidió que le quitara el vendaje.
—Ya no, pero se ve un poco asqueroso—soltó una risita nerviosa apartando las manos de Vegeta. El menor negó con la cabeza y volvió a tomar aquellas tiras blancas entre sus manos, las desató y empezó a desenvolver sus muñecas—. Veg, por favor. No quiero que veas las cicatrices.
—No entiendo por qué te preocupa—liberó un brazo, así que pasó al siguiente. Una vez lo hizo dejó caer al suelo las vendas. Sonrió y acarició su piel levemente abultada por las cicatrices—. Jamás podría sentir asco de ti—besó sus muñecas, después lo besó en los labios.
Aquellos besos tímidos fueron aumentando de intensidad. La pasión con la que se besaban era algo desesperada, ansiosa, ambos estuvieron esperando demasiado para poder continuar con su historia de amor. Vegeta se separó y se quitó la playera, empujó a Goku para que se recostara y se colocó sobre él, para seguir besándolo.
—Veg, ¿y si nos encuentran?—preguntó tan sólo tomaron aire.
—Nadie vendrá en un par de horas—empezó a levantar su playera, paseó sus manos por sus pectorales—. Kakarotto, quiero hacer el amor contigo.
—Pero, Veg...—intentó apartar un poco al menor.
Sí, ya habían arreglado su situación. Ya quedó claro que sólo lo hizo por su bien y que nunca dejaron de amarse. ¿Pero era correcto hacerlo luego de todo lo vivido, de todas las pesadillas, los miedos, las preocupaciones y los alejamientos?
—Kakarotto—soltó aire y tomó sus manos—. Confía en mí.
—Vegeta—desvió la mirada—. Siempre confiaré en ti.
—Perfecto—sonrió con orgullo, Goku se permitió admirarlo unos segundos, ese chico en serio era demasiado especial—. ¿Tengo algo en el rostro?
—Cuando comenzamos a salir soñaba con poder ver esa expresión en ti… Me alegra que por fin lo pudiera hacer—el menor se sonrojó un poco—. Estamos empezando desde cero, supongo.
—Parecido, pero no—se inclinó hacia adelante, quedando más cerca de él—. ¿Puedo empezar ya?
—Veg—colocó su mano en su mejilla—. Esta vez empezaré yo—el menor negó lentamente con un movimiento de cabeza.
—Lo siento, pero yo ya me adelanté—rodeó su cuello con sus manos y volvió a besarlo.
Goku se dejó hacer. A esas alturas no importaba quién tomara las riendas de la situación. Habían luchado tanto, cada quien su propia batalla llena de dificultades y adversidades casi imposibles para cada uno.
Por una parte, Vegeta había sumergido su ser en una depresión, después en la incertidumbre originada por la amnesia. Había cometido muchos errores en ese transcurso, tales como alcoholizarse siendo menor de edad, estar a poco de tener relaciones sexuales con un desconocido, iniciar una relación con un maestro de la institución y haber casi roto el corazón de Goku.
Mientras que el Son había comenzado con él apoyándolo, siendo ese soporte que el menor necesitaba. Pero después del accidente él se sucumbió en la tristeza, sus brazos ahora delataban todo el malestar que sintió.
Sin embargo, hoy en día ambos eran la evidencia de que siempre habría un día mejor, que siempre existirá una luz que ilumine su camino, y que los caminos del destino los llevarían a una felicidad merecida. Ahora podrían ser felices en su vida, veían que sí podría salir el sol después de una tormenta.
En su incertidumbre, Vegeta vivió engañado con que el corazón de Goku le pertenecía a alguien más. Como Gotenks, creyó que Goku soñaba con otra persona, y que lo tocaba pensando en otro. Había deseado mandar en el alma, poder llenarle la vida de sueños e ilusiones renovadas donde él fuera el dueño. Ansiaba que entendiera que él lo era todo para sí, había buscado maneras diferentes de hacérselo saber.
Y ahora podía ver que siempre fue su prioridad, para Kakarotto todo siempre se trató de Vegeta. El de cabellera alborotada sólo lo tenía presente a él.
Sus corazones se habían atado, aquel listón se desenredaba y se estiraba, dándoles distancia, pero nunca se rompía. Ellos dos estaban unidos por un lazo del destino, que a pesar de las dificultades siempre terminaba por unirlos.
—Veg...—hizo su cabeza hacia atrás al sentir las lamidas del más bajo en su entrepierna. Tomó entre sus manos la cabellera del menor y jugó con sus cabellos—. Ah… Vegeta…
—Es bueno oírte decir mi nombre una vez más—el más alto soltó una risita.
Y eso debido a que la primera vez que Vegeta, quien creía que su nombre era Gotenks, le hizo un oral, estúpidamente le había llamado Vegeta sin darse cuenta.
—Te amo, Kakarotto—bajó de la cama sólo para bajarse el pantalón y la ropa interior, quedando completamente desnudo. Goku lo vio detenidamente, embelesado.
Vegeta antes era un chico muy delgado, sus muñecas y muslos eran adornados con cicatrices y heridas abiertas; además de que siempre mantenía una expresión triste. Y ahora su cuerpo estaba en una excelente condición, sus músculos estaban levemente marcados y su abdomen firme, su expresión era orgullosa y sus ojos brillaban más que nunca.
—Te amo.
—Y yo a ti, Kakarotto—se colocó sobre él, sentándose en su abdomen.
Vegeta inclinó su torso hacia adelante, para besar al chico que yacía debajo de él. Lo besó tan profundamente, acariciando su piel cálida y tersa. Con ese aliento trataba de demostrarle lo mucho que lo quería y lo importante que era para él.
Se separó un poco y se sentó, con su espalda recta le permitía al más alto apreciar su cuerpo en su esplendor. Vegeta tragó un poco de saliva y comenzó a masturbar el miembro del mayor, se levantó un poco con ayuda de sus rodillas y lo posicionó en su entrada.
—Veg…
—Confía en mí.
—Vegeta, pero…
—Confía—colocó sus manos sobre el pecho de Goku y comenzó a descender lentamente.
Goku pudo observar cómo con cada centímetro que bajaba la expresión del menor cambiaba a una de mayor placer. Iba despacio, sin prisa, bajando con una completa paciencia y sobre todo cuidado de no lastimarlo y lastimarse a sí mismo.
Tantas veces que se privó de hacer eso por sus miedos y traumas. Tantas ocasiones en las que se tuvo que detener porque una parte de él se paralizaba y era incapaz de enfrentar sus temores. Pero ahora podía, su mente ya se había aclarado y él era completamente sensible a aquel roce en su interior. Ahora ya no había rastro de la violación, ahora su cuerpo no rechazaba a su pareja.
Por fin, después de tanto sufrimiento, su ser se permitía una nueva oportunidad, un nuevo comienzo. Ahora podía experimentar sensaciones de placer mediante la intimidad. Era como si su cuerpo quisiera superar todo y también perdonarse para poder llegar a ese paso.
—¡Ah!—gimió al descender completamente. Tragó saliva y tomó una bocanada de aire.
—Ve… Vegeta...—lo sostuvo de la cintura, atento a cada una de sus reacciones.
—Kakarotto—se inclinó hacia adelante y lo besó—. Aishiteru…
—Yo también te amo, Vegeta—sonrió y acarició su rostro.
—Nunca más me alejaré de ti, Kakarotto. Es una promesa—besó su frente y volvió a incorporarse, se apoyó en el pecho del mayor con sus manos y levantó sus caderas. Volvió a descender, esta vez un poco más rápido.
Ambos soltaron un tierno gemidito ante ese movimiento. Goku sonrió dulcemente cuando Vegeta comenzó a moverse sobre él. El menor tenía los ojos cerrados, sus mejillas enrojecidas, su boquita entreabierta que soltaba profundos suspiros de placer.
Esa sonrisa era tan auténtica, una sonrisa de un verdadero enamorado. Sí, de un enamorado, alguien que entregaba su corazón puramente. Goku había amado con tal pasión a ese chico que tenía delante de él, y cada día esos sentimientos se acrecentaban.
—Vege...—tomó su rostro con ambas manos y volvió a acariciar su mejilla con un gran cariño. El menor abrió los ojos y sonrió mientras se detenía—. Esta vez me toca a mí.
Tomó las caderas del menor y logró invertir las posiciones, donde el Saiyan quedaba debajo. Vegeta se abrazó con sus piernas al mayor, posó sus manos sobre sus hombros y cerró sus ojos.
—Hazlo, Kakarotto.
El más alto empezó a moverse, su vaivén era sensual y rítmico, estremeciendo al más bajo por su cadencia. Goku iba despacio, sin prisa, disfrutando cada segundo con él. No se molestó en ir rápido tan pronto, sabía que el pelinegro contrario también ansiaba perdurar ese momento lo más que pudieran.
—Te amo, Veg—el menor abrió los ojos y volvió a sonreír.
Tantos años privándose de esa sonrisa, pero que ahora le era imposible no mostrarla cada vez que miraba al de cabellera alborotada. Se sentían, ambos, dichosos de su compañía.
—Yo también te amo, Kakarotto… ¡Ah!—arqueó un poco su espalda. Goku sonrió y apoyó sus manos en el colchón, a cada lado de la cabeza del menor. Se inclinó lo suficiente para quedar cerca de él, donde sus respiraciones se mezclaban, y lo besó, abriendo paso a movimientos más acelerados tocando el mismo punto que antes.
Aquel beso se rompió cuando ambos necesitaron soltar profundos suspiros de placer, el vaivén conseguía hacerlos llegar a su máximo punto, donde las ideas se esfumaban y sólo querían concentrarse en las expresiones del contrario.
Esos ojos, tan llenos de brillo y de ilusiones, satisfechos y en paz por su reencuentro. Sus labios, irresistibles a la vista, suspirando sus nombres con un amor incondicional. Sus corazones, palpitando velozmente porque por fin, luego de todos aquellos inconvenientes, pueden estar juntos una vez más. Y no sólo eso, sino que ahora son más fuertes que antes.
—Ah, Ka… Kakarotto...—encajó sus uñas en la piel del otro, sintiendo su cuerpo tensarse con cada embestida.
—Vege...—soltó una risita nerviosa, después cerró sus ojos y contuvo un poco el aire, sintiendo él también todas esas excitantes sensaciones acalorando su cuerpo.
Aumentó su velocidad, su pelvis chocaba contra su trasero, provocando aquel peculiar sonido de sus pieles golpeándose. La habitación se había llenado de una temperatura cálida, y el olor a sexo inundaba sus sentidos. Esas cuatro paredes eran las únicas testigos de aquella entrega de alma y cuerpo.
—¡Ah!—aquel sonoro gemido escapó de su garganta, sintió el líquido caliente adentro de sí, y al mismo tiempo manchó el abdomen del más alto.
Goku acurrucó al menor entre sus brazos, percibiendo su cuerpo tembloroso y espasmódico. Salió de su interior, se acostó a su lado y lo abrazó. Aquel cuerpo encajaba perfectamente entre sus brazos.
—No te preocupes, estoy bien—suspiró, se acomodó mejor entre él—. Una vez más, Kakarotto, espero que sepas lo mucho que te amo—cerró sus ojos y lo rodeó de la cintura con su brazo, para poder sentirlo más cerca.
—Y yo a ti, Veg…
***
Abrió sus ojos con un poco de pereza, con la escasa luz de la luna entrando por la ventana alcanzaba a ver la figura que estaba sentada a su lado. Estaba sentado pacíficamente, con una mirada pensativa postrada en el techo.
—¿Veg? ¿Qué pasa?—preguntó con voz baja, el menor volteó a verlo. Goku aprovechó para incorporarse y sentarse también—. ¿Mh? ¿Qué hora es?
—Pasa de medianoche.
—¿Ocurre algo, Vegeta?
—No, sólo pensaba algunas cosas—buscó la mano del mayor y al encontrarla, la tomó con un poco de fuerza—. ¿Sabes? Vegetto ya me había dicho antes que fuiste a donde se supone que estaba enterrado mi cuerpo, y abriste la lápida. En su momento no le creí.
—Sí—soltó aire—. Mi intención no era profanarla, pero ya no podía más con la situación. Te aferrabas demasiado a que tu nombre era Gotenks, y no tenía pruebas suficientes que me garantizaran que eras tú…
—También me lo dijo, era tu miedo equivocarte—el más alto asintió—. Me porté como un imbécil.
—No, tú…
—Kakarotto, seamos francos. Mi actitud fue demasiado estúpida.
—Un poco—se permitió reír bajito—. Me dolió demasiado cuando me alejaste, pero entiendo tus razones ahora que me las dijiste. Supongo que si hubiera estado en tu posición hubiera hecho lo mismo.
—No, tú habrías querrido ir tras de mí y Trunks te habría obligado a alejarte—el Son volvió a reír—. Te conozco demasiado bien. Así como tú a mí.
—Creo que me falta mucho por conocerte. Si no, habría pensado en esto antes.
—Bueno, supongo que tienes razón. Pero ahora tendremos suficiente tiempo para eso.
—¿Cuánto tiempo, Vegeta?
—Toda una vida, Kakarotto—respondió con una sonrisa.
—¿Lo prometes?—el Saiyan volteó a verlo y sonrió.
—Sí, Kakarotto. Esta vez sí cumpliré con todas las promesas que rompí en el pasado. Esta vez sí me aferraré a la vida; ahora no te voy a alejar cuando haya dificultades, los enfrentaremos juntos; esta vez te prometo, Kakarotto, que estaré a tu lado para siempre.
—Como un equipo—susurró con voz tierna.
—Sí, Kakarotto. Como un equipo—unió sus frentes—. Siempre lo hemos sido, y siempre lo seremos.
Y así, adornados por la luz de aquel astro, ambos jóvenes se abrazaron con cariño.
La vida los había separado una vez, poniéndoles una dura prueba. Pero ahora, en su reencuentro, se veían nuevamente, cambiando su timidez por una inmensa fortaleza, cambiando sus temores por ganas de luchar juntos; y cambiando aquel cariño que tenían antes por algo más fuerte llamado amor.
—Tú una vez me dijiste, Kakarotto, que yo era como tu ángel.
—Sí, Vegeta—acarició su cabello, aprovechando que el Saiyan ahora estaba recostado sobre su pecho—. Me dabas esperanza en que no estaba equivocado.
—¿Sabes? Tú me dices que soy tu ángel, pero creo que te equivocas—buscó su mirada—. Tú eres el verdadero ángel que llegó a mí vida. Me salvaste una vez en el pasado, ahuyentando mis temores y apoyándome en todo momento. Y lo volviste a hacer, una vez más me ayudaste aunque tu estado era peor y tu lucha más difícil. Creo que ya te lo he agradecido antes, pero jamás será suficiente. Hiciste demasiado por mí, y espero algún día poder pagarte por todo ello. A lo que quiero llegar es que tú sí fuiste un verdadero ángel para mí, quien me salvó tantas veces y que me sigue acompañando todavía. Kakarotto, tú eres mi dulce ángel…
La mirada del Son se iluminó, como si el dolor de esos meses jamás hubiera existido, como si su alma por fin encontrara su verdadero propósito en esa vida. Y no sólo era amar al Saiyan, sino haberlo ayudado a él a amar y perdonarse.
Dicen que un hilo rojo conecta a dos personas que están destinadas a estar juntas. Ese hilo se estira, contrae, pero nunca se rompe.
Tal vez fue el destino…
Tal vez fue un lazo desde que nacieron…
Pero la vida los había reunido una vez más, permitiéndoles a ambos retomar su cariño.
Esta vez más fuerte.
Esta vez como un equipo.
Esta vez sin miedo.
El amor que ellos formaron, a pesar de todo, nunca murió.
Se amarían incluso aunque que la muerte los separe.
~Aishiteru~
Fin.
Notas:
Chapter Text
Epílogo
—Ya, Goku. ¡Quiero ver tus brazos!—pidió el menor saltando con gran entusiasmo.
La emoción del joven se debía a que Trunks se ofreció tiempo atrás a pagarle un costoso tratamiento al Son para sus cicatrices. Y si bien apenas iba en sus primeras sesiones, los cambios ya eran evidentes.
Después de la reconciliación del Saiyan y el Son, aquella situación y malentendido fue explicado de tal modo que ahora ese grupo de amigos volvía a estar junto. Además, aquellas reuniones que hacían para verse y jugar o salir a comer, las hacían en compañía de otras dos personas.
Antes sólo eran Goten, Trunks, Goku, Vegeta, Vegetto y ocasionalmente Gogeta. Y ahora a esa lista se sumaban Broly y Gojita. Era increíble lo bien que habían terminado las cosas.
—Goten—lo abrazó por la espalda—. Cálmate—el menor empezó a reír—. Tranquilo…
—Ya—dijo el más alto mostrándole sus brazos—. Ya se están borrando.
—¡Genial!—alzó sus brazos y sonrió—. ¡Vamos a comer pizza!
—Yo quiero pollo frito—comentó el rubio acariciando el cabello de su novio, ellos dos estaban sentados en el suelo de la habitación del Son.
—¡Pizza!—repitió Goten frunciendo el ceño.
—¡Pollo frito!—le mostró su lengua.
Siempre que ellos se reunían, Gojita y Vegetto perdían el porte serio y firme, para abrir paso a uno infantil con el que discutían con Goten.
—¡Pizza!
—Pues yo quiero hamburguesas—el castaño arrojó la almohada y golpeó al menor de los Son.
—¡Trunks!—el menor hizo un mohín y miró con súplica al pelilila.
—Chicos, vayamos a comer pizza. La próxima vez vamos a donde ustedes quieran—los demás inflaron sus mejillas.
—¡Gogeta!—como si fuera un reto, Vegetto imitó privilegiadamente al pelinegro, mirando con ojitos brillantes al pelirrojo que lo único que deseaba era poder disfrutar su libro en tranquilidad.
Goten y Vegetto se parecían demasiado cuando de pedir cosas se tratase. Ninguno de los dos se sentía conforme al ceder ante las peticiones del contrario. Si bien Goten sí era de ese modo, los mellizos normalmente lo hacían para molestar. Además, era una forma de que ambos recuperaran momentos perdidos de su niñez arrebatada.
—No molestes, Vegetto—golpeó suavemente la frente del castaño con aquel ejemplar—. Goten, deja que otros escojan. Tú elegiste la última vez—el Son le mostró la lengua—. No repliques.
—Já—el castaño sonrió triunfante al ver al menor con un puchero derrotado.
—Vegetto, me refería a que hoy Goku decidiría—el Saiji mayor se alejó de él y lo miró con el ceño fruncido—. No te quejes.
—¿Yo?—repitió el de cabellera alborotada, siendo víctima de muchas miradas inquisitorias—. Le prometí ayer a Vegeta que iríamos al restaurante que abrieron hace poco, es un buffet muy variado.
—A todo esto, ¿dónde está Veg?—el de ojos esmeraldas se tiró al suelo, quedando recostado, viendo de forma aburrida al techo.
—Adoptarían a Kyabe hoy, se fue a despedir—todos volvieron a verlo—. No lo dejaron cuidarlo porque es menor de edad, y porque el papá de Vegeta tiene turno completo en el trabajo. No cumple los requisitos legales.
—Pobre Veg, él quería mucho al bebé—Goten se deslizó hasta llegar al suelo.
—Sí, pero estuvo de acuerdo, la mujer era muy dulce—miró la hora en su teléfono—. ¿Les parece si nos adelantamos? Y allá lo esperamos.
Los adolescentes salieron de la casa y subieron a la camioneta del pelirrojo. Quedaban sólo tres semanas de vacaciones, las cuales aprovecharían al máximo todos en grupo. Sus primeros días se podían resumir en lo siguiente:
Vegetto pasó solo con su padre una tarde, ya que Gogeta tuvo que cerrar asuntos en el instituto para poder salir de vacaciones también. Y al día siguiente, el sábado, pudo volver para quedarse ese mes y medio.
Cuando Gogeta decidió irse para iniciar su trabajo como maestro, cuando se daban los días de vacacionar, prefería pasarlos dentro de la institución. Incluso algunos alumnos también optaban por esa opción, sobre todos los que eran extranjeros que no podían financiar su viaje a su hogar cada fin de semestre. Así como él, algunos maestros se encargaban de permanecer dentro de la institución para cuidar a los estudiantes.
Pero ahora no tenía necesidad de eso. Antes trataba de huir de Vegetto y sus acosos, harto de que insistiera tanto. Pero ahora que ellos dos eran pareja no quería perder ningún momento, por lo que se animó a regresar. Además cuando estuvo ahí hace un par de años, pagaba su renta ayudando en las labores de la casa. Y sabiendo que con un niño ya era difícil, ahora que habría tres adolescentes en casa le iba a ser difícil al señor Saiji tratar con ellos.
Por otro lado, Trunks y Goten habían pasado sus primeros días juntos, como les era costumbre. El Son visitaba a sus familiares, pero la mayor parte del tiempo la pasaba en la Corporación Cápsula, jugando con las cosas del pelilila mientras él trabajaba.
Y Goku ahora estaba feliz, salió completamente de esa depresión con la ayuda de su familia y de Vegeta. Ambos, tanto el Saiyan como el Son, habían cerrado las heridas que quedaron abiertas, estando ahora en una merecida paz.
—¿Es aquí, Goku?—preguntó el pelirrojo estacionándose en el único lugar libre.
—Sí, es aquí—ante la confirmación todos bajaron—. Vegeta me mandó un mensaje, dice que ya viene.
—Hay un trampolín—el rubio se quedó viendo hacia el área de juegos, estaba casi vacío—. Y hockey de mesa.
—También hay videojuegos—el pelinegro se asomó por un lado del de ojos esmeraldas—. ¡Y una piscina de pelotas!
—Vamos a sentarnos y...—el adulto no pudo terminar de hablar, porque los mellizos y los dos pelinegros fueron al área de juegos, quedando sólo Goku, Trunks y Gogeta en el lugar—. Esos niños…
—Sólo irán a inspeccionar, regresarán en unos minutos—comentó el de ojos turquesas—. Sentémonos y pidamos algo.
Al cabo de un rato los cuatro regresaron y todos ya estaban comiendo, disfrutando el variado buffet que ofrecía aquel restaurante, donde se cumplían todos los caprichos.
—Hola, perdón por tardar—avisó un agitado Vegeta que recién llegaba. Se sentó a un lado de Goku y tomó aire.
—¿Estabas llorando?
—Claro que no—desvió la mirada con un ligero rubor en sus mejillas.
—Veg, ¿ya no volverás a ver a Kyabe?
—La familia me dio su dirección, podré ir a visitarlo cuando quiera, aunque es un poco retirado su hogar.
—¡Eso es genial, Vegeta! Avísanos cuando vayas para también ir a verlo—pidió el azabache menor, el Saiyan asintió y bebió un poco del vaso del de cabellera alborotada.
—Sí, Goten—sonrió—. Mañana será la cena de Navidad en el orfanatorio, por si quieren venir aunque sea un rato. Sé que posiblemente la pasarán con sus familias, pero sepan que serán bienvenidos acá. También a la cena de fin de año.
—Ay, yo iré a ver a mi familia, Vegeta—se disculpó el menor de los Son—. Pero quizás vaya a ver a los niños después.
—Cuenta conmigo, Vegeta. Mi abuelo también irá—avisó el pelilila bebiendo un poco de agua.
—Gracias, Trunks.
—Estaremos con nuestro padre—avisó el castaño—. Será su día libre, el 31 irá a trabajar, así que ese día podemos ir contigo.
—Gracias. ¿Gogeta?
—Lo siento, iré a ver a mi abuela—el pelinegro asintió con comprensión.
—Kakarotto, a ti ni te pregunto. Tienes la responsabilidad de estar con tu familia—el de cabellera alborotada rio nerviosamente—. No puedes faltar a tu cena con Bardock
—Ya entendí, Vegeta—sonrió y miró con ternura al más bajo.
Una vez más podía decir que era feliz.
~***~
—Kakarotto, fue una linda cita—comentó. Ambos ya sólo caminaban por un parque, el cual sólo era iluminado por la luz de las farolas. Tras una ida al cine, y después a comer a solas, ellos dos cerraban aquella salida con una caminata bajo la luz de la luna llena—. Es la primera cita que tenemos. A pesar que dentro del internado nos habíamos prometido una, nunca lo cumplimos.
—Me alegra que te haya gustado, Vegeta—se detuvieron y tomaron asiento en una banca.
—Demasiado. Me alegra que tu primo se haya despegado un poquito de ti, ya no teníamos tiempo para nosotros dos.
—¿Sólo Goten? Vegetto y Gojita no te dejan solo tampoco—el más bajo soltó una ronca risita—. Ellos te quieren mucho.
—Para mí fue difícil al inicio convivir con ellos por Broly—el más alto lo miró confundido—. Vegetto me lo explicó. El parecido que tiene con el otro Broly que me hizo daño es porque es su hijo—el Son se sorprendió—. Pero éste es más amable, incapaz de lastimar a alguien. Es por eso que intenté borrar la imagen que tenía y abrir paso a una nueva.
—Sí, Broly es muy buena persona—aceptó el de cabellera alborotada.
—Él se sintió mal cuando se enteró, no quería ni verme.
—¿Y cómo lograste que volviera a hablar contigo?
—Gojita y Vegetto lo ataron, para que me escuchara. Y ya después dejó de culparse—ambos rieron—. Había olvidado lo bien que se sentía tener amigos.
—Mi hermano está celoso porque ya no pasas tiempo con él.
—Pero él pasa todo el día con mi hermano—arqueó una ceja—. Por cierto, ¿tienes algún inconveniente si lo golpeo y lo dejo tirado en un callejón?
—¿Por qué quieres lastimar a mi hermano?
—Sobrepasó la línea con mi hermano—cruzó sus brazos—. Es un aprovechado.
—Sabes que mi hermano no es malo—el azabache menor lo miró molesto—. Ya, Vegeta. No tienes porqué sentirte preocupado, mi papá lo vigilará más ahora que ya sacó su licencia de conducir.
—Eso espero.
—...—el Son soltó una risita—. Vegeta, ¿sabes qué día es hoy?
—29—soltó aire—. Si piensas que me sigue afectando y que voy a ponerme a llorar, estás equivocado. Ya lo superé.
—Me alegra—se levantó pero sólo para colocarse frente a él, se arrodilló y tomó su mano, el Saiyan se sonrojó—. Vegeta, hace mucho tú odiabas esta fecha por lo que te pasó, y me molestaba la idea de que pensaras todavía en este día como antes.
—¿A qué quieres llegar?
—Quiero que le demos un nuevo significado a esta fecha—sonrió—. Vegeta, ¿quieres ser mi novio?
—¿Q-qué?
—Sé que nunca terminamos oficialmente, pero tanto tú como yo cometimos muchas idioteces cuando dejamos de hablar. Esa relación había fallado—soltó un suspiro—. Pero ahora quiero que ambos lo volvamos a intentar, ahora haciendo las cosas bien.
—Tú—cerró los ojos y sonrió, de medio lado, orgulloso, como si tuviera frente a sí una gran hazaña—. Claro que sí, Kakarotto.
—Jeje—ensanchó su sonrisa y cerró los ojos—. ¿Pasamos la noche en tu casa o en la mía?
—En la tuya—el Son se incorporó, así que él también se puso de pie—. No sé dónde diablos quedó mi almohada y odio apilar sábanas para apoyarme.
—¿T-tu almohada?—preguntó con voz temblorosa.
—Sí—lo miró—. Déjame adivinar: tú la robaste.
—Perdón, quería algo que me recordara a ti—rascó su nuca mientras reía—. Y a pesar de que nos reconciliamos hace dos semanas he estado olvidando regresártela.
—Bah, quédatela. Pero a cambio quiero la tuya—Goku sonrió y pasó su brazo por su hombro, abrazándolo mientras caminaban.
—Vegeta, te amo.
—Y yo a ti—metió sus manos en los bolsillos al sentir la corriente de aire helado.
—Veg, ¿recuerdas cuando me dijiste “Aishiteru”? No sabía que hablaras japonés—el menor soltó una risita.
—Cuando salía con Gogeta él me enseñó. Su abuela es de Japón, y ella le había enseñado a él. Gogeta lo habla fluido, pero no tenía con quién practicarlo aparte de ella.
—Entiendo…
—Ya estoy olvidando lo que me enseñó, nunca más volví a practicar y ahora estoy tomando clases de inglés en línea.
—Vegeta, ¿quieres estudiar idiomas?—el menor negó—. ¿Qué es lo que querrás estudiar en la universidad?
—Mmm… primero dime tú.
—Arquitectura—sonrió—. Pero también retomaré los deportes, pienso inscribirme en uno de los equipos representativos.
—Bueno, yo ya dejé atrás toda idea de querer dedicarme a escribir. No es mi verdadera vocación, es sólo un pasatiempo que incluso ya me aburre…
—Es una pena, me gustaba tu poesía.
—Contigo será la excepción, aclaro—el mayor sonrió triunfante—. Quiero estudiar psicología. Y así poder ayudar a otros que alguna vez pasaron lo mismo que yo, para que puedan superarlo.
—¿De verdad?—sonrió emocionado—. Vegeta, eso es lo más dulce que puedes hacer—lo abrazó y lo alzó, el más bajo pataleó al sentir sus pies en el aire—. Creo que sería muy especial, sobre todo porque sabrías comprenderlos bien y ayudarlos.
—¡Bájame ahora!—exigió. Goku lo bajó un poco, pero seguía apresándolo contra su pecho, quedando sus rostros a la misma altura.
—No—dio un casto beso en sus labios.
—Kakarotto, está bajando la temperatura. Vayamos a casa—el Son lo hizo descender hasta que sus pies nuevamente tocaron el suelo.
—Está bien, Vegeta—siguieron su trayecto. Las calles estaban vacías y muchos de los negocios ya habían cerrado, algunos por la temporada navideña—. Papá trabajará el 31, así que los acompañaré en la cena—el Saiyan sonrió.
—Envíale la invitación, para que vaya si se desocupa antes—el más alto asintió—. ¿Te gustó el regalo que te di en Navidad?
—Claro que sí. Amé el dogi, el color naranja es mi favorito.
—Genial, porque tú y yo entrenaremos artes marciales juntos—al Son se le iluminaron los ojos—. Esta vez sí mejoraremos nuestros niveles juntos.
—Gracias, Geta.
—¿Geta?—repitió, el Son sólo sonrió—. Tardaré en acostumbrarme.
~***~
—Vegeta, me alegra que por fin llegaras—la peliazul abrazó al menor con mucho cariño—. ¿Quieres ir a ver a los niños? Te extrañaron.
—Me vieron ayer—comentó riéndose.
—Sabes que te quieren mucho—revolvió su cabello.
—De hecho, quise llegar temprano para ayudarles a preparar la comida—caminaron hasta la cocina, donde no había nadie—. Ehm… ¿dónde está la señora Ox-Satán?
—Fue a un retiro matrimonial, volvería hoy pero creo que hubo una tormenta y no pudo viajar—soltó aire—. Fasha me dijo que más tarde llamaría a la dueña del local de comida que está a dos calles.
—Pero la señora Paozu se fue de viaje esta mañana, iría a ver a sus nietos—el rostro de la mujer se puso azul—. ¿Los alimentos están aquí?
—Sí, ayer habíamos hecho las compras—el Saiyan soltó aire y se colocó un delantal.
—De acuerdo, llamaré a alguien para que me ayude.
—Pero esperaba que me ayudaras a controlar a los niños—se escuchó el sonido de objetos cayendo y muchas risas—. Los menores hacen destrozos en esta fecha del año.
—Descuide, arreglaremos esto—se escuchó un objeto de vidrio romperse, Bulma salió rápidamente. El Saiyan sacó su teléfono, llamó a un número—. Vegetto, necesito tu ayuda. Es urgente. Sí, trae a Broly y Gojita…
Colgó y comenzó a sacar muchos vegetales, debido a que la crema sería lo más tardado de hacer decidió comenzar con eso. Escuchó los gritos desesperados de la mujer intentando calmar a los niños, sólo atinó a reír.
A diferencia del resto de los orfanatos en la ciudad, o incluso del país, ese era bastante peculiar por la forma en que los niños podían expresarse libremente. No los obligaban a mantener un comportamiento estricto y firme, exageradamente disciplinado. Sino que se dejaba que ellos, dentro de las reglas, pudieran jugar a lo que quisieran.
Y funcionaba la mayoría del año, no se presentaban accidentes de ningún tipo e incluso llegaban a aprender mediante la práctica muchas cosas nuevas. Incluso aquellos niños que salían de ahí llegaban a convertirse en ciudadanos ejemplares por los aprendizajes obtenidos en ese lugar.
Aunqu,e durante la fecha navideña y de fin de año, la emoción de los más pequeños se disparaba y sus juegos eran un poco más bruscos, su energía tardaba más en agotarse. Y lo peor de todo era que muchos de los empleados también se tomaban sus vacaciones, por lo que la supervisión disminuía considerablemente.
—Vegeta—empezó a llamar un chico asomándose por la puerta—. Aquí estás, ¿por qué quisiste que viniéramos?
—Pues...—se volvió a escuchar el sonido de un golpe en seco y muchos pasos en el techo—. Gojita, Broly, ¿podrían ir a ver a los niños? Bulma ya está desesperada.
—Sí, Vegeta. Vamos, Broly—ambos adolescentes corrieron para impedir que alguno de los menores se hiciera daño.
—Me imagino que yo me debo quedar y ayudarte a cocinar—comentó colocándose un delantal y lavando posteriormente sus manos.
—Todo el personal tomó vacaciones—el castaño rio—. La receta está pegada en el refrigerador.
—De haber sabido le hubiera llamado a Gogeta para que también venga a ayudar.
—¿Dónde está?—preguntó vaciando dentro de la olla las verduras picadas.
—Con su abuela—sacó varios paquetes de carne y los colocó sobre la mesa—. Él está comiendo galletas mientras yo tengo que trabajar gratis.
—Creí que te gustaba cocinar—encendió la estufa.
—Yo estaba en la Corporación, Trunks es un mandón—Vegeta rio sonoramente—. Pero debido a que era una emergencia accedió a dejarme ir temprano.
—Me sorprende que Trunks no te esté pagando—el castaño lo miró mal—. ¿Qué hiciste?
—Yo no hice nada, él me dijo que me daría el dinero regresando de vacaciones—su sonrisa se tornó burlona—. ¿Recuerdas que Black trabajaba para él? Lo despidió porque llevó a Zamas a su oficina y los encontró un ejecutivo cuando apenas comenzaban a desvestirse, iban a tener sexo ahí.
—¿Un ejecutivo?
—Sí, se perdió en el camino y quiso ir a preguntarle. Los cachó sin camisa, con Zamas sobre el escritorio. Brief se molestó tanto, llegó casi al instante porque le preocupó que el inversionista se quedara asustado frente a la puerta. Lo despidió, le dio una indemnización muy mísera y le autorizó que podía poner en su CV que hizo prácticas profesionales en la C. C., pero no su verdadero puesto. Que sólo era encargado de mantenimiento en el sector más bajo de la empresa.
—La Corporación es una gran empresa, incluso aunque sea del sector más bajo, es un buen puesto—el castaño rodó los ojos.
—Trunks fue blando porque Black trabajó para él durante un año, fueron buenos amigos. Pero todo se derrumbó...—el Saiyan volvió a reír—. Trunks no me ha pagado porque quiere hacerme un contrato especial, seré su mano derecha a partir de ahora.
—¿Trabajarás para Trunks? ¿Y el odio que se tenían?
—Han pasado varias cosas, ahora somos amigos—cerró los ojos y mostró una sonrisa, esa expresión era algo tétrica considerando que él normalmente era un chico malhumorado—. Y me dejó acceder a toda la información que quiera siempre y cuando lo haga responsablemente.
—¿Puedes acceder a los archivos del gobierno, de todos los países?—el castaño asintió mientras espolvoreaba especias sobre la carne—. ¿Es cierto que China tiene máquinas para viajar en el tiempo?
—Creí que me preguntarías por cosas más interesantes—el pelinegro chasqueó la lengua—. ¿Lo preguntas por su ley?
—Es demasiado sospechosa.
—Pues…
—¡Ahhhhh!—un niño de cuatro años de edad entró a la cocina. Iba dentro de un carrito, el cual estaba amarrado a un perro blanco, el cual tiraba de él y lo hacía parecer como una extraña carroza—. ¡Sigue adelante!—rodearon la mesa central donde ellos cocinaban y volvió a salir. Los adolescentes sólo veían con estupefacción la escena.
—Fue mala idea que malvavisco se quedara aquí—comentó el pelinegro.
—N-no creí que esos demonios lo reclutarían en su ejército—se asomó al pasillo—. Si Gojita y Broly no pueden controlarlos, terminarán atándolos con camisas—miró al Saiyan—. ¿Los mayores dónde están?
—Hace un año nos habían encerrado mientras dormíamos. Hay pasadores afuera de las puertas, sólo de las habitaciones antiguas.
—No creas que estoy asustado—cerró la puerta y colocó el seguro—. Pero si esos niños deciden venir todos juntos, no podremos detenerlos. Y hay un muy completo juego de cuchillos ahí.
—Vegetto, ¿estás bien?—el castaño sólo volvió a lavar sus manos y siguió cocinando—. ¿Vegetto?
—Gojita y yo hacíamos eso. Conseguimos un carrito de supermercado y lo atamos a nuestros perros. Teníamos como cinco años—empezó a reír—. Nuestros padres no podían alcanzarnos, y nosotros sólo reíamos—soltó aire—. Una rueda se calló, el carrito se desestabilizó y se volcó, ambos caímos. Los perros se detuvieron y se acercaron a vernos. Gojita se lastimó, es por eso que tiene esa cicatriz en la pierna.
—Fue tu idea, ¿verdad?
—Sí. Gojita se levantó casi muriéndose de la risa, y mi mamá me regañó por haberlo ocasionado—colocó la charola adentro del horno—. Creo que no me había detenido a pensarlo, pero en parte entiendo por qué ella se quiso llevar sólo a mi hermano y a mí no. Yo era muy problemático.
—Vamos, no creo que…
—Nos colamos en una fábrica de galletas a los cuatro años; lo convencí de ir conmigo al zoológico cuando teníamos seis, fuimos en autobús y regresamos, completamente solos; entre los dos pintamos el auto de mamá con las pinturas en aerosol que teníamos en el garaje, en una bonita imitación de una constelación. Ella lo odió.
—¿Te echaste la culpa?
—Nunca le mentí, la idea fue mía y acarreaba a Gojita a que me ayudara.
—¿Y qué decía tu padre?—el castaño rio.
—Amó la pintura del universo, él nunca se enojó. Solía decir que ambos hacíamos su día más feliz, excepto las veces que escapábamos de casa—comenzó a lavar algunos trastes—. Cuando cumplí ocho discutimos demasiado, pero después me sentí mal. A partir de ese día dejé de causarle problemas.
—¿Por eso eras demasiado serio cuando te conocí?
—Sí—soltó aire, su flequillo se alborotó—. Pero ahora creo que no tiene caso serlo.
—Todos te quieren, aunque te la pasas peleando con Goten—el castaño rio, con las mejillas sonrosadas por la pena—. ¿Sabes? Eres mi mejor amigo.
—Sí, también tú eres el mío—aceptó.
—Aun así me cuentas cosas que, a pesar de que somos mejores amigos, no deberías decirme.
—¿Como qué cosas?
—Tu intimidad con Goge—el castaño rio—. A mí qué me importa si tienen sexo.
—Sólo es manera de sacar tema de conversación. No es mi culpa que Gogeta sea pervertido.
—¿Él o tú?—el mayor frunció el ceño—. Admítelo, tú eres el que siempre se le insinúa.
—Pues te diré algo, sólo porque la posición es placentera—terminó de cortar frutas y le colocó la crema líquida—. Si yo quisiera pondría a Gogeta abajo—el pelinegro empezó a reír—. ¿Por qué no me crees?
—Sólo no me parece como si tú fueras el dominante—el castaño bufó.
—Soy tan dominante como Gojita—el pelinegro se sorprendió—. ¿Apoco creíste que mi hermano estaba abajo en la cama?—sonrió burlón.
—Ya no quiero hablar de esto—probó la crema de vegetales—. Le falta poco.
—Como sea, iré a ver si malvavisco está bien.
—¿Y qué hay de los niños?
—La señora puede preocuparse por ellos…
***
Llegada la hora de la cena, todos los pequeños fueron al comedor y degustaron los platillos tranquilamente. Las travesuras que habían hecho fueron fácilmente remediadas y ahora todos podían comportarse debidamente. La cena estaba transcurriendo de forma tranquila. En una mesa, cerca de Fasha, Sharotto y Bulma, estaban los adolescentes, además de que habían llegado también Goku y Gogeta.
—Y dime, Gogeta, ¿has pensado hacer una maestría?—preguntó la mujer antes de beber un poco de vino.
—Algo así, por el momento no quiero descuidar mi trabajo—sonrió—. Además, no sé exactamente cuál preferir.
—Bueno, tengo contactos en varias escuelas. Si te interesa, dímelo para que te puedan ayudar—ofreció la pelinegra.
—Gracias.
—Geta, la comida está deliciosa—mencionó el de cabellera alborotada—. Vegetto y tú hacen un buen equipo.
—Fue un caos total el día de hoy—los niños que terminaban de comer se levantaban para ir a sus habitaciones y ver desde las ventanas los fuegos artificiales—. Al menos ahora ya todo está tranquilo.
—La próxima vez traeré mis juguetes, será mi venganza—el rubio sonrió—. Teníamos pistolas de dardos y algunas de agua.
—¿Se rebajarán a pelear con niños de primaria?—se entrometió el pelirrojo.
—Ellos empezaron—el de ojos esmeralda se veía feliz—. Vendremos más seguido para jugar, ¿verdad, Broly?—el azabache asintió con sus mejillas llenas de comida—. Vegetto ya no juega conmigo por culpa de su trabajo.
—La culpa la tiene Brief—desvió la mirada—. Hablando del Rey de Roma…
—Hola, chicos—saludó el pelilila, se acercó a las mujeres que conversaban en una esquina, ellas hace rato que se levantaron de la mesa—. Buenas noches. Mi abuelo no pudo presentarse hoy, me pidió que les deseara una linda velada.
—¡Goku!—abrazó a su primo y saludó a los demás con una sonrisa.
—Hola, Goten. Creí que estarías en la Montaña Paoz…
—Trunks fue por mí, quería verlos, chicos.
—¿Quieres que te sirva, Goten?
—No, Veg. No te preocupes, ya cené—miró a su novio, apenas terminaba de hablar con las mujeres—. Trunks, ya deja de actuar como empresario. Estás en tu día libre.
—Bien—se sentó y notó la mirada con desprecio del castaño—. Provecho, Vegetto.
—Eres molesto—cerró los ojos y siguió degustando su cena.
—¿Es el tío Bardock?—preguntó el menor de los Son notando a alguien que llegaba—. ¡Y viene con Raditz!
—Papá, creí que trabajarías hasta mañana—mencionó Goku cuando el hombre llegó a su lado.
—Sí, pero decidí tomarme un descanso para venir a verte, hijo—lo abrazó.
—En un momento le sirvo, señor Son—avisó el Saiyan levantándose.
—Gracias, Vegeta—a los pocos minutos el menor volvió con un plato—. Hablé con tu padre, dijo que estaba en otra ciudad. Me pidió que te dijera que te quiere.
—Típico de él—miró a su hermanito, quien sólo se dirigía miraditas enamoradas con Raditz—. Asaltacunas, aléjate diez centímetros de él.
—Vegeta—miró a su viejo amigo—. No le haré nada. Es más, yo me encargué de cuidarlo cuando tú no estabas.
—Pero ahora ya estoy aquí. Puedes retirarte tranquilo—el de cabellera larga soltó una risita—. Sólo no hagas nada que él no quiera, o te irá mal conmigo.
—Vegeta...—comenzó a decir el castaño, sin perderle la vista al pequeño Saiyan—. ¿Te molesta si salgo yo con tu hermano? Es lindo…
—¿Q-qué?—el pequeño azabache se sonrojó.
—¡Oye!
—¡Cállate, cabello de princesa!—el Son mayor se mostró ofendido ante esas palabras—. Tarble, ¿aceptas ir al cine conmigo?
—Vegetto—llamó el pelirrojo, se veía algo serio—. No molestes.
—Gog...—chasqueó la lengua—. Bah, era una broma.
—A veces tus bromas son un poquito exageradas—se levantó—. Iré a asear la cocina, permiso.
—Estás en problemas—comentó Goten viendo al de ojos azules irse.
—Tsk, iré a solucionarlo—se levantó—. Esperen a que volvamos, no se vayan antes, chicos.
El castaño se fue tras el pelirrojo, mientras ellos sólo esperaban y conversaban, todavía tratando de apaciguar el ambiente tenso que la pareja había dejado. Bardock limpió su boca con una servilleta y soltó un pesado suspiro.
—Gracias por la comida—miró a su hijo—. Kakarotto, debo volver al trabajo—revolvió su cabello—. Me alegra volver a tenerte, y que todo vuelva a ser como antes—miró al Saiyan—. Me da gusto que arreglaran todo, muchacho.
—Señor Son, gracias—sonrió y miró a su pareja—. No lo defraudaré nunca más.
—Bien, me retiro—miró a su hijo mayor—. Vamos, Raditz. Los dejaré en casa—se levantó y acarició el cabello de su sobrino—. Adiós, Goten.
—Adiós, tío Bardock.
Los tres se retiraron, dejando una vez más al pequeño grupo de amigos solos. El Saiyan miró a su alrededor, aquel comedor ya se había vaciado casi por completo, quedando únicamente ellos.
—Iré a ver que ya todos se durmieran, ¿podrían terminar de recoger los platos?—pidió antes de ir.
—Me pregunto dónde se metió Vegetto—mencionó el Son menor, ya había pasado mucho desde que él y Gogeta salieron—. ¿Creen que su pelea termine mal?
—Ellos se quieren mucho, lo dudo—comentó su primo, aunque después se tornó pensativo—. Aunque… he notado que están más distantes, como si no quisieran estar juntos como antes.
—No quiero que terminen—soltó aire—. Pero Gogeta también a veces le habla mal, está muy enojado a veces.
—Sí… me parece raro, si ya habían contado su relación y prácticamente viven juntos.
—¿Crees que es porque Vegeta y él salieron a solas?—Goku miró con un poco de pena la mesa, intentando ver en esas manchas de salsa y de jugo la respuesta de la situación en la que estaban metidos aquel par—. ¿O porque ahora Vegetto trabaja?
—Lo dudo—limpió la mesa y después miró a su primo—. Por cierto, ¿volverás a casa esta semana o seguirás en la ciudad?
—Seguiré con ustedes—miró con una sonrisa cómplice—. Pero no te diré qué sorpresa les tenemos.
—Bien—imitó su sonrisa, sabiendo que ese juego iba a ir para largo—. Ya quedó, creo que los demás terminaron de asear la cocina—se refirió a que salían ya de allá—. Geta, ¿ya fuiste a ver a los niños?—le preguntó cuando llegaba.
—Sí, todos ya están en sus habitaciones—hizo un ademán viendo a las mujeres, el cual fue devuelto—. ¿Nos vamos? Podemos pasar la noche en mi casa.
—Vegetto y Gogeta no han vuelto—replicó Goten poniéndose su chaqueta, los chicos salieron al frío exterior.
—Y no estaban en la cocina—agregó el pelilila.
—No pudieron haber ido a otro lado, además…
—Les dije que nos esperaran—mencionó el castaño, acompañado del pelirrojo.
—¿Todo bien?—el chico asintió.
—Bueno, había hablado con Goten y con Gogeta de esto—empezó a decir el de ojos turquesa—. Acordamos que podríamos ir a la playa unos días.
—¿Playa?—preguntó el rubio—. ¿Cuándo?
—A partir de esta noche. Me encargué de llamar a su padre, y también lo hablé con Bardock, Goku—miró al Saiyan—. Tu padre también estuvo de acuerdo.
—Trunks, ¿no es muy precipitado?—preguntó el Son algo nervioso.
—Goku, la Corporación tiene propiedades y tiene una residencia grande allá. Hay habitaciones suficientes para todos—sonrió—. Me gustaría que me acompañaran.
Después de varias insistencias todos aceptaron, siendo un buen viaje para aprovechar los últimos días de sus vacaciones. Acordaron ir caminando hacia la C. C. para tomar un amplio auto que el pelirrojo conduciría. Durante su caminata aquel grupo se había dividido en unos más pequeños, quedando hasta atrás el Saiyan y Vegetto.
—¿Seguro que todo bien?—le preguntó, el castaño sólo veía al suelo.
—Gogeta está frustrado—miró a su amigo—. Me dijo que sus padres intentan arreglarle un matrimonio con una chica que estudia medicina. Si él y yo terminamos, y ellos se enteran, lo forzarán a casarse. Por eso se molestó por lo que le dije a tu hermano, en realidad tiene miedo de que lo deje después de todo lo que hicimos juntos.
—¿Por qué lo quieren forzar?
—Cayeron en cuenta de que tú, el chico al que él presentó como uno de sus pupilos a los que le daba asesorías, en realidad fue su novio y lo estuvo llevando a su casa a dormir varias noches—soltó aire—. Odio esto.
—Par de idiotas—el castaño rio—. ¿Cómo es posible que no me odies? Soy el ex de tu novio, dormí con él más veces de las que imaginas, y lo besé cuando ustedes dos salían.
—Porque esa relación ya está en el pasado, ustedes dos sólo dormían, y esa vez sólo lo hacías por mi bien, además de que me lo tenía ganado luego de que te toqué de esa manera—miró al frente—. Veg, te veo a veces con Goku, y siento un poco de envidia porque ustedes sí pueden hacer todo público. En cambio Gog y yo no.
—Bueno, yo…
—A la vez me siento feliz por ti—alzó su mirada hacia las estrellas—. Ya merecías ser feliz y tener una vida tranquila, después de todo lo que viviste este es el mejor final que pudiste tener—lo miró burlonamente—. Y al que diga lo contrario puede irse al diablo.
—...—soltó una sonora carcajada, captando la atención del resto.
—Gogeta, cómprame algo—pidió, aprovechando que estaban frente a un mini supermercado 24 horas.
—Trunks, yo también quiero algo—lo tomó del brazo y lo arrastró al interior de la tienda.
—Broly, ven—también se lo llevó.
—Geta, ¿quieres algo?
—Un café, por favor—el Son asintió y fue con ellos, no sin antes darle un besito en la mejilla.
—Siento que me recalcas tu relación—el pelinegro negó con una risita—. Y dime, ¿cuándo se casan?
—No sé, pero estás invitado, es un hecho—el de cabello castaño sonrió—. Hay demasiada fila allá dentro para pagar—mencionó alejándose y recargándose en la pared.
—No sé tú, pero iré a recostarme en la arena tan sólo lleguemos, Vegeta—comentó. Un hombre, que apenas se acercaba a un auto viejo y dañado, se detuvo.
Su vestimenta era desarreglada, incluso llevaba una sudadera gris que lucía demasiado sucia. Volteó lentamente, como si la tensión en su cuerpo lo estremeciera y lo hiciera alterarse con la simple mención de aquel nombre.
—¿Ve… Vegeta?—repitió, mirando fijamente al más bajo de los dos.
Vegetto frunció el ceño ante la mirada levemente psicótica del hombre. Aquellos ojos eran visibles a pesar de la sombra producida por la capucha de la chaqueta. Por otra parte, Vegeta no pudo evitar sorprenderse por la identidad oculta tras esas ropas holgadas.
—¿Nappa?—frunció el ceño—. Tú… tú debías estar…
—Mocoso… ¡por tu culpa estuve en ese lugar!—se fue acercando, a pasos temblorosos y furiosos—. Ja… Ja… JAJAJAJA—empezó a reír escandalosamente de forma repentina, como si una idea pasara por su mente de pronto..
—Pss, Vegeta. Presenta demencia psicópata...—avisó en un murmuro que era sólo audible para el pelinegro.
—¿Sabes…? Ahí estuve mucho tiempo, hasta que pude salir con ayuda de un amigo—su sonrisa tétrica, donde mostraba su dentadura, no lograba inmutar al joven—. No niego que pensé en ti...—colocó su mano sobre su cabeza, apoyándose en el muro—. Tantas noches que quise tomarte como esa vez—acercó su rostro hacia el suyo, riendo en voz baja—. Te he tenido tantas ganas…
—Tsk, todo tuyo—el castaño caminó hasta el auto del hombre y se sentó en el cofre, mirando a aquel par.
—¿Y esa clase de amigos tienes?—acarició su cabello—. Te haré gemir mi nombre hasta que te arrepientas de todo, mocoso…
—Pff, inténtalo si puedes—una sonrisa orgullosa, levemente burlona y llena de confianza, apareció en su rostro, haciendo que el menor luciera increíblemente relajado, molestando al sujeto.
—Tú, pedazo de…
—Escucha, imbécil—tomó su ropa y frunció el ceño—. Olvídate que volverás a hacerme a mí o alguien eso…
—Mocoso—pasó su mano hacia su cuello, en un intento de asfixiarlo por ese rencor e ira acumulada desde hace muchos meses. Pero el joven, en lugar de desesperarse o suplicar, sólo ensanchó su sonrisa—. ¿Pero qué…?
Un fuerte golpe impactó su estómago, haciéndolo doblarse de dolor, incluso escapándosele algo de saliva y unas lagrimillas. Difícilmente tomó aire, aquel oxígeno le era complicado de tomar. El Saiyan sonrió, tan maliciosamente como nunca antes había sonreído. El hombre se mostró algo preocupado, asustado incluso por la apariencia del menor.
Tal vez por la locura en la que estaba cayendo, o las alucinaciones por posibles productos dañinos, pero parecía aterrado, inclusive retrocedió gateando hacia atrás, hasta que topó con su auto. Giró su rostro hacia el otro adolescente, quien sólo frunció el ceño y mostró su dedo medio obscenamente.
Se incorporó y caminó rápidamente a la puerta, abrió y subió, intentando encender su auto y poder largarse rápido de ese lugar. Vegetto bajó del cofre, Vegeta llegó a su lado y ambos jóvenes miraron con sonrisas maliciosas al sujeto, abusando del estado demente del hombre, quien cuando logró arrancar el motor huyó a toda prisa.
—Ya envié un mensaje a la policía y fotos del sospechoso—pasó su brazo sobre su hombro—. Has logrado superar traumas, te enfrentas a tus agresores y has atacado incluso. Estoy orgulloso de ti.
—Gracias—sonrió, pasando su brazo por su espalda.
—Chicos, ¿pasó algo o por qué están así de cerca?—mencionó el pelirrojo con varias bolsas en mano.
—Convencía a Vegeta de un trío—el Saiyan rio, solamente por la expresión incómoda del adulto—. Dijo que sólo si incluíamos a Goku también.
—Niños, por favor...—soltó aire y sacó de una de las bolsas un empaque de palomitas—. Ten, edición especial sabor fresa.
—¡Genial!—tomó la bolsa y la abrió.
—Vegeta, ¿todo bien?—preguntó cuando todos ya retomaban su caminata rumbo a la C. C. —. Te ves un poco más animado—miró al frente, hacia las tres parejitas, cada par abrazado con cariño mientras hablaban de su propio tema—. No ibas en serio con lo que dijo Vegetto, ¿o sí? No me imagino haciéndolo con él. Mucho menos con Gogeta—susurró. El menor sólo rio.
—Sólo tuve una discusión con un viejo conocido, y gané—se metió bajo su brazo—. Kakarotto, te doy gracias por estar conmigo.
—¿Por qué dices eso repentinamente?
—Porque me di cuenta de que, si no te hubiera conocido, yo tal vez no sería así de feliz—se detuvo y lo abrazó, Goku sonrió con ternura—. Incluso ahora tengo más amigos, estoy con mi familia y todo aquello se quedó atrás.
—Vegeta—soltó aire y unió su frente con la de él—. Creo que yo te agradezco a ti por darme la oportunidad de acercarme y de sacarte de ahí—sonrió—. Y ahora tú y yo ya podemos tener nuestra vida juntos.
—Kakarotto—se colocó de puntillas y unió sus labios con los suyos—. Te amo.
—Jeje—sonrió. Una vez más mostraba aquella estúpida sonrisa que desde la primera vez logró cautivarlo—. Yo también te amo.
Porque los recuerdos a veces se olvidaban, y las sombras del pasado se esfumaban; porque cuando el sentimiento era mutuo, y el corazón se entregaba, los daños sólo quedaban como cenizas que el viento se llevaba. Y cuando las caricias divinas llegaban a la vida, como si fuera el agua que los ríos fluyen, las grietas del alma se curaban, la belleza de la vida se mostraba una vez más.
Ahora la felicidad era una rutina, donde aquel par podía entregarse sin restricciones y sin miedos, aquel tiempo donde eran lastimados se acabó, y ahora podían estar juntos.
Incluso sentían esa necesidad de agradecerse. Las horas juntos eran lentas, ahora todo era más positivo, a pesar de las cicatrices se sentían completos por su encuentro. Sin saber si fue obra de Kamisama o el destino, día a día se llenaban de dicha.
¿Y si el otro no estaba? Ambos llenarían ese vacío pensando en el otro, llenándose con su ser y esencia, con su figura. En sí mismos podían confiar, siendo una sola alma, un solo corazón, la razón de la felicidad del otro y la cura de sus miedos.
Y, a pesar de lo vivido y todas las pruebas, confirmaron que su amor sería para siempre.
Chapter 23: Final Alternativo
Notes:
Este es un final alternativo, cumplí un capricho mío.
Chapter Text
ADVERTENCIA: No apto para personas sensibles o que se encariñaron mucho con los personajes. Lean bajo su responsabilidad.
Final alternativo
(Ubicado después del capítulo 17, donde Goku al final va a profanar la tumba de Vegeta. Advertencia: este final explica qué hubiera pasado si ahí estuviera su cuerpo)
—Era obvio...—murmuró tras ver el contenido de aquella caja, tras un leve shock inicial al cual ya estaba ateniéndose antes—. Al final era sólo una coincidencia. Era imposible que la vida me haya regresado a ti…
Aquella sonrisa vacía se fue esfumando lentamente, abriendo paso a una expresión de dolor. Empezó a reír, una risa lamentosa y dolida, una que delataba que su mente no podía soportar más presión y estaba al borde de la locura.
La emoción con la que había llegado desapareció cuando sus ojos se encontraron con el cuerpo de su amado en un estado de descomposición. Imposible que no fuera él, aún estaban visibles algunos rasgos únicos de él. Estaba tan ansioso en un inicio por demostrar de una buena vez por todas que ese chico que le hacía compañía en su habitación era Vegeta, y que todo sería felicidad a partir de ese momento. Pero no.
La vida le había jugado esa mala broma, poniéndole frente a él a un chico idéntico a su novio, pero que al final no se trataba de más que una imitación, una falsa identidad. ¿Y entonces por qué era físicamente igual, voz similar y tenía los recuerdos de Vegeta? No tenía ni la menor idea, pero en esos momentos le era indiferente. Su corazón roto distraía a su mente y le impedía pensar las cosas con claridad.
Pasó con serenidad sus dedos sobre el cristal, a la altura del rostro del Saiyan, como si quisiera acariciar su mejilla una última vez, a pesar de su estado aterrador, donde su piel estaba retraída y había algunas zonas donde incluso ya se notaban los huesos. Su mente no procesaba la imagen que tenía frente a él, seguía teniendo presentes los recuerdos de su Vegeta.
Cerró los ojos y sollozó, sintiendo aquella llovizna como la forma en que la vida se burlaba al verlo en esa situación.
—Vegeta, perdón por estar con él...—susurró. Miró una última vez el rostro algo desfigurado de quien alguna vez empezó a amar y volvió a bajar la tapa. Se acercó a la pared de roca y se recargó en ella, viendo aquella lápida y el hoyo que dejó abierto donde empezaba a llenarse de agua.
Tomó su cabello con desesperación y soltó un grito furioso, pero a la vez tan doloroso. Le quemaba la garganta y el pecho le dolía, su corazón parecía que estallaría por ese encuentro. Sacó su teléfono y llamó a alguien, sólo quería, no, necesitaba desahogarse con alguien por lo visto.
***
Abrió los ojos con pereza, el sonido y movimiento de su teléfono vibrando bajo la almohada lo hizo despertar. Vio en el remitente de la llamada el nombre de su amigo y bajó con lentitud de la cama, cuidando mucho de no despertar a su novio que había pasado la noche entre sus brazos. Salió de la habitación, alejándose lo suficiente de la puerta, y se dispuso a atender.
—¿Hola?
—Hola, Trunks...—la voz del pelinegro se escuchaba un poco quebrada, y el sonido de la lluvia al fondo lo inquietó un poco, en ese lado de la ciudad no estaba lloviendo con intensidad, muy apenas se divisaba una llovizna que fácilmente se confundiría con brisada.
—Goku, son las cuatro de la mañana. ¿Qué pasa?—hubo un profundo silencio llenado por el sonido del agua, alarmó al pelilila—. Goku, ¿qué es lo que está pasando?
—Estaba desesperado, Trunks—escuchaba los sollozos del mayor tan dolorosos—. No resistía no poder estar seguro de si era o no Vegeta… Así que fui a su tumba, para averiguarlo por mí mismo—el pelilila sintió cómo su sangre se helaba al oír esas palabras.
—Goku—intentó mantener la calma y la seriedad, pero su ser se estaba inquietando por el estado del más alto—. Dime que no cometiste una tontería.
—La cometí—lo escuchó sollozar—. Vegeta realmente murió, y no sé quién diablos sea el chico con quien he estado durmiendo todo este tiempo…
Alejó el teléfono de su oído con lentitud. Se apoyó contra la pared, sentía como si se fuera a caer en cualquier momento por la conmoción. ¿Cómo no pudo predecir que el Son iría a la tumba? Maldijo, sintiendo el miedo apoderarse de él: Goku en estos momentos no estaba mentalmente bien, el Son seguramente caería en un estado de shock, o peor aún, locura autodestructiva.
Miró su teléfono y volvió a llevárselo a la oreja. Caminó hacia su habitación y empezó a mover el cuerpo de su novio.
—Goku, no cuelgues por favor—pidió, su pareja se removió con un poco de pereza.
—¿Qué pasa, Trunks?—susurró todavía adormilado, sin entender el nerviosismo y tensión de su novio.
—Goku, dime, ¿por qué decidiste ir a profanar la tumba de Vegeta?—quiso saber, al mismo tiempo que le daba la respuesta a Goten. El Son menor se levantó rápidamente, asustado por las palabras pronunciadas por el pelilila.
—No soportaba todo mi malestar—cuando el menor ya se había vestido tomó su mano para calmarlo, ahora aquella llamada estaba en altavoz, era audible para él—. Quería saber si de verdad era él, pero no...—volvió a sollozar audiblemente—. Me equivoqué…
—Goku, no cuelgues. Aquí está Goten, quiere hablar contigo, está muy feliz, tiene planes para que vayamos todos a la playa el próximo fin de semana—le entregó su teléfono al menor—. Que no cuelgue...—pidió casi en súplica—. Ve al estacionamiento, busca la camioneta roja y ahí espera.
Salió corriendo velozmente, subiendo las escaleras de hasta cuatro escalones con largas zancadas. Una vez llegó al último piso, corrió hasta la puerta final y comenzó a tocar frenéticamente, ansiando que el hombre adentro saliera rápido. La puerta se abrió, y lo miró con su cabello alborotado y expresión agotada.
—Trunks, ¿qué…?
—Trae tus llaves del auto, debemos salir, es una emergencia—ordenó, el pelirrojo las rebuscó, sintiendo que el menor estaba muy alterado. Un peliazul que estaba bajo las cobijas se levantó también y lo miró mal.
—Tsk, ¿quién te crees para…?
—Gogeta, apresúrate. Goku fue a profanar la tumba de Vegeta—el adulto paró en seco y miró al pelilila—. El chico que hemos creído que es Vegeta, en realidad no lo es.
—¿Pero cómo si…?—sus ojos se pusieron vidriosos, mordió su labio inferior y pasó su mano por su cabello.
—Te explico abajo. Todavía debo ir por Gotenks para que nos acompañe…
—Iré yo—se colocó los tenis.
—Nos vemos en el estacionamiento, camioneta roja—el peliazul teñido asintió y salió corriendo—. ¿Las encontraste?
—¿Eh? Sí—salieron de la alcoba y bajaron rápidamente las escaleras—. Trunks, ¿qué se supone que haremos?
—Llamaré a algunas estaciones de policía para que vayan y consigan detenerlo. Pero es importante que estemos ahí para hacerlo entrar en razón—llegaron al aparcamiento, ya estaban los tres jóvenes allá—. Yo conduzco—le quitó las llaves de la mano y subió al asiento del piloto, mientras Gogeta iba en el del copiloto.
Trunks encendió aquella camioneta y la puso en marcha rápidamente, frenando de forma abrupta para colocar el código, y que así la puerta eléctrica se abriera. Después retomó la alta velocidad.
—Goten, tu teléfono—pidió, el menor de los Son se lo entregó, sin detener su conversación con su primo—. Pregúntale dónde está.
—Goku, dime, ¿en dónde estás ahora?
—En el cementerio Giru, en una colina a lo alto. Esa área es exclusiva, aquí decidieron enterrar a Vegeta. ¿Sabes? Tiene una bonita vista, a él le hubiera gustado verla...—se oía su voz sollozante salir de la bocina. El menor de los Son volvió a quitar el altavoz.
—¿Hola? Buenas noches, soy Trunks Brief, heredero de la Corporación Cápsula…. Sí, sí, me alegra que les sirviera el equipo nuevo… Llamo porque hay una emergencia. En el Cementerio Giru, dentro del área exclusiva que está en la colina, hay un chico que posiblemente se suicidará. Tratamos de mantenerlo en la línea, pero no sabemos qué tanto tiempo podamos mantenerlo así. Es importante que envíen una patrulla o personal a que lo detenga—todos se habían quedado en silencio tras esas palabras—. ¿Qué?—se detuvo por un semáforo en rojo—. ¡¿Cómo que no pueden hacer nada?!... ¡¿Por la lluvia?! ¡¿Esa es su estúpida excusa?! ¡Hay una vida en riesgo!... ¿Que podrían tener un accidente en el lodo?... ¡Hmph! ¡Grupo de imbéciles!—colgó y golpeó el volante.
—¡¿No harán nada?!—preguntó el pelirrojo—. Goku es sólo un niño—susurró.
—Ellos no, pero yo no dejaré a mi amigo—sin importarle que la luz roja seguía, Brief volvió a avanzar, a esa gran velocidad con la que antes iba. Los riesgos de accidentarse por el pavimento mojado eran muy altos, pero en esos momentos lo único que pensaba era en ayudar al mayor.
—Trunks, ¿qué es lo que pasa con Kakarotto?—preguntó el de cabello bicolor. Silencio.
—Gogeta, ¿qué diablos pasa?—demandó saber el peliazul.
—Gotenks, tú tienes un parecido, más bien eres idéntico, al chico con el que una vez salí—empezó a decir, el de cabello teñido mordió su labio inferior—. Ese chico se llamaba Vegeta, falleció hace unos meses. Goku también salió con él, eran pareja cuando murió. Cuando te vio creyó que eras él, de verdad eres idéntico. Profanó la tumba porque quería comprobar por cuenta propia si eras o no Vegeta… Obviamente no lo eras.
—¿Kakarotto, él…?—sus ojos se llenaron de lágrimas, sintiendo dolor por aquella comparación que hizo con él, pero sobre todo por el destino incierto del de cabellera alborotada—. Debí detenerlo…
—No te culpes, Gotenks—habló el pelilila, metiendo ágilmente los cambios—. Yo también le había insistido en que había otros métodos, él optó por este.
—Sí, Goku. Él está aquí conmigo—extendió el teléfono—. Gotenks, mi primo quiere hablar contigo.
—¿Eh? S-sí—se llevó el teléfono al oído—. Kakarotto, ¿estás bien?
—Sí… Gotenks, perdón por estar contigo, no debí...—al pelinegro sólo se le empezaron a derramar lágrimas, sentía mucha presión por el estado en el que estaba su amigo—. Pero tú no eres él…
—Kakarotto… ¿eso significa que ya no iremos a comer pizza?—escuchó una risita por parte de él, esa risita que logró aliviarlo un poco—. Kakarotto, si no estaré contigo como pareja, estaré contigo como tu amigo incondicional. Aquí está Goten, y Trunks. Sabes que todos te queremos y estaremos ahí para ti...—tomó un poco de aire—. Somos un equipo todos, ¿qué te parece si salimos por ahí un fin de semana? Podemos fugarnos e ir al parque de diversiones. ¿Qué te parece?
—De verdad me gustaría, pero…
—Pero, ¿qué, Kakarotto?—colocó en altavoz el teléfono tras la mirada del pelilila por el espejo retrovisor.
—Los quiero mucho a todos, amo a mi familia y la extraño, pero ya no puedo—volvió a sollozar—. Por mi culpa Vegeta murió, y yo no puedo vivir sin él…
—Goku—habló en voz alta el pelilila, el de cabello bicolor acercó el teléfono un poco más hacia él—. No… no hagas una tontería… No nos dejes.
Un largo silencio se escuchó, como si hubiera conseguido hacer entrar en razón al Son, quien quizá podría recapacitar a último momento tras aquella súplica del chico que aparentaba seriedad casi todo el tiempo.
—Trunks, mi decisión ya estaba tomada desde hace varios meses. Yo no quiero vivir si no es con Vegeta. Adiós, dile a los chicos que los quiero….
—Colgó.
—¡Demonios!—le pasó a su pareja su teléfono—. Goten, llama a Raditz y dile lo que pasa, dile que llame a Goku y lo haga entrar en razón, o mínimo que lo mantenga en la línea, ya casi llegamos…
***
—Vegeta, perdón por todo—acarició la lápida y la abrazó—. Por mi culpa tu familia sufrió, y ahora no te tengo… Estuve con él, pero no dejaba de pensar en ti. Creí que eras tú, perdón por confundirte con otra persona…
Escuchó que su teléfono sonó nuevamente, miró el remitente de la llamada y leyó un “Raditz” en la pantalla. Sonrió y pulsó colgar, se sentó en el suelo y colocó su mano en su rostro, llorando amargamente una vez más. De nuevo oyó su teléfono, lo miró, esta vez era un número desconocido. Lo respondió, sintiendo curiosidad.
—¿Q-quién es?
—Hola, Goku. Soy Tarble—pensó en esa carita angelical que tenía el menor de los Saiyan, sonrió tiernamente al recordarlo—. Raditz está asustado, en estos momentos llama a tu padre. Goku, ¿has pensado en lo que pasará con Bardock si algo te pasa?—la voz suave del menor lograba calmarlo.
—Tarble, sé que todos quieren que piense en qué pasará, y lo mucho que me quieren y sufrirían sin mí… Pero quisiera que entendieran que ya no puedo más, me es tan difícil continuar sabiendo que él ya no estará conmigo—oyó un suspiro—. Tarble, no quisiera lastimar a nadie. Pero tampoco quiero fingir más que estoy bien. Cada día me siento con menos ánimos de seguir.
—Mi hermano hubiera querido que fueras feliz.
—A estas alturas, estar con vida sólo me hace sentir más miserable…
—Goku, ya perdí a mamá, a Vegeta… No te quiero perder a ti también.
—Tarble—sonrió—. Estarás bien sin mí. Cuida a mi hermano, por favor…
Colgó y apagó el teléfono. Tomó la soga y empezó a formar un nudo, sus manos temblaban de frío, pero su mente estaba aferrada a terminar con todo. Una vez hizo aquel nudo escaló el único árbol que había ahí, cerca de la barranca de la colina. Subió a la rama más gruesa y ató el otro extremo de la soga. Aquel aro que se había formado lo colocó en su cuello. Permaneció unos segundos sentado, mirando la tumba abierta desde esa altura.
—Vegeta, yo te amo. Y no puedo soportar que por mi culpa tú ya no estás, espero me perdones lo que te dije esa vez—limpió sus lágrimas con su antebrazo—. Todo fue mi culpa…
Sonrió una última vez, pensando en que por fin podría reunirse con él y recuperar aquellos momentos perdidos. Cerró los ojos y dio un pequeño brinco hacia el vacío. Su cuerpo que caía fue tirado por la soga en su cuello.
Abrió sus ojos, había una luz destellante que lo cegó unos segundos. Una vez pudo acostumbrarse, los abrió nuevamente, encontrándose con la figura de ¿Vegeta? Extendía su mano, tenía una expresión un poco triste y decepcionada, pero a través de su mirada pudo identificar el amor que todavía le tenía y un toque de felicidad por volverse a ver.
Tímidamente alzó su brazo, intentando alcanzar el cuerpo de él. Su mano fue tomada, era cálida y el toque dulce. Sonrió, una vez más estaban juntos.
***
—Trunks, estoy asustado—reconoció Goten. El pelilila ya había entrado al cementerio, iba por aquel sendero de tierra lodosa por la lluvia—. ¡Demonios! Las llantas se atascaron—siguió bombeando el motor, pero las llantas no corrían.
—Hay que empujar la camioneta para sacarla y…
—No hay tiempo para eso—bajó de la camioneta y corrió a través de aquel camino, su cuerpo se estaba empapando por la lluvia, y sus zapatos se atoraban en el barro. Miró hacia atrás y vio que los demás lo seguían, a excepción del adulto.
Siguió su camino, ignorando el dolor que se hizo presente en su costado por el frío y por la respiración agitada. Aceleró su paso, sacando las fuerzas que no sabía que tenía, desesperado, deseando no llegar tarde.
Lo presentía, faltaba poco, ya casi llegaba al lugar. Visualizó un árbol, aceleró su paso. Se detuvo en seco al notar la figura del pelinegro colgando de una cuerda. Trago saliva, sacudió su cabeza y siguió, visualizó una navaja en el suelo, la tomó y subió al árbol.
—¡Goku!—escuchó el grito de su pareja al ver aquella imagen.
Intentó no prestarle atención, cortó la cuerda y bajó con cuidado al Son. Lo colocó sobre el suelo y retiró la cuerda. Intentó dar compresiones torácicas. Lo hacía constante, aunque su cuerpo estaba agotado y entumecido por el frío. Empezó a sollozar, pero no por eso se detenía, al contrario, ansiaba poder reanimarlo.
—No...—disminuyó con lentitud los movimientos—. No…
—Brief—oyó al peliazul hablar. Miró en su dirección, y se le partió el alma al ver a Goten arrodillado y llorando en los brazos del de cabellera bicolor. Más atrás estaba ya el pelirrojo, había sacado solo el auto y no había notado su llegada, Gogeta también lucía abatido y aterrado. Vio los ojos del peliazul, quien se mantenía serio todavía—. Su cuello—miró el cuerpo ya sin vida de Goku, percatándose a lo que se refería—. Está roto, fue muerte instantánea.
Se alejó unos centímetros. Había estado tan desesperado por reanimarlo que no fue capaz de ver que era imposible desde un inicio. Se levantó y se acercó al árbol, lo golpeó fuertemente, gritando y maldiciendo al aire.
Vegetto lo miró, después vio a Goten: lloraba y estaba asustado. Gotenks intentaba brindarle calidez pero también estaba igual de afectado. Miró a Gogeta, lucía también perturbado. Dudó unos segundos, ¿qué era lo que pensaba Goku al ir a ver la tumba? ¿En serio Gotenks sólo tenía un gran parecido con el verdadero Vegeta?
Miró la tumba abierta. Bajó y levantó la tapa del ataúd, intentando controlar sus emociones. Visualizó la lámpara cercana, posiblemente de Goku, y alumbró el cuerpo que estaba en aquella caja. Sintió un estremecimiento en su columna vertebral al notar que ya estaba descomponiéndose, pero en algunas zonas se veía mejor conservado. Su rostro, principalmente, le dio algunas pistas que le hicieron ver el gran parecido que, en vida, tendría con Gotenks.
Hizo una pequeña oración y volvió a bajar la tapa, antes de que a alguien más le entrara la curiosidad y se acercara, simplemente no soportarían ver aquello. Salió de ese agujero y miró al de cabello bicolor. Si no era Vegeta, ¿quién era?
—Gogeta, ¿tu laptop está en la camioneta?—el hombre asintió, el peliazul fue hacia ella y entró. Tomó el celular del pelilila, que había dejado sobre el tablero, y lo desbloqueó, además encendió la laptop, era momento de hacer una investigación profunda.
Afuera, el de cabellera bicolor se acercó al cuerpo del Son. Acarició con lentitud su mejilla, ya helada y pálida. Tragó saliva, le era incapaz verlo más. Volvió a acercarse a Goten y lo abrazó, sirviéndole de apoyo en ese momento, ya que Trunks seguía maldiciendo lo sucedido. Conforme pasaron los minutos la lluvia se desvaneció casi por completo, en esos minutos Gogeta ya había llamado a Sharotto para explicarle lo ocurrido.
—Brief, ¿podrías venir un minuto?—pidió. El pelilila limpió sus lágrimas y se acercó al chico peliazul—. Me filtré en la base de datos, encontré información.
—Esos datos están resguardados con contraseñas, son privados—mencionó bajando la mirada al suelo, se podía identificar el nudo en su garganta.
—Conozco una clave—le mostró la pantalla de la computadora portátil—. Gotenks, ven—le pidió. El menor de los Son se quedó en el suelo, seguía llorando.
—¿Qué pasa, Vegetto?—preguntó en susurro, también había llorado por la muerte del chico.
—Tu nombre es Gotenks, estabas en el Orfanatorio Esperanza. La razón por la cual tenías esos recuerdos de la violación fue porque tú la viste. Tu habitación tenía una ventana que daba hacia el callejón, donde todo pasó—explicó, el chico parecía estar recobrando la razón—. Ese orfanato cambió su nombre cuando decidiste huir. ¿No lo recuerdas?
—Yo...—pasó su mano por su cabeza—. Ese chico… se parecía a mí, y esos tipos le…
—Se parecía a ti porque era tu hermano gemelo—cruzó sus brazos y miró al cielo—. La enfermera los separó al nacer, ella no podía tener hijos por eso te llevó consigo. Tu madre no sabía que eran dos, confió ciegamente que sólo fue un bebé el que nació.
—Espera, ¿de dónde sacaste eso?—preguntó el de ojos azules viendo la pantalla.
—Uní pistas—soltó aire—. Después te dejó en el orfanato, no podría cuidar de ti por su trabajo.
—No dejé de pensar en el chico, por eso hui…
—Robaste una motocicleta, permaneciste oculto. Te intentaron asaltar, te golpearon y tuviste un ataque de amnesia debido a ello, ¿no? El chico parecía estar recuperando todas sus memorias—. Por eso no hubo registro tuyo en el orfanatorio, tú estabas en otro que tenía el mismo nombre.
—Yo...—miró hacia donde estaba el cuerpo del Son—. El chico, Vegeta, ¿era mi hermano?
—Al parecer sí—cerró la laptop y miró al Brief, él ya había entendido todo lo mostrado—. Al final fue coincidencia.
El sonido de patrullas se hizo cada vez más fuerte, voltearon y pudieron ver tres acercándose a donde estaban. Los oficiales se bajaron y vieron rápidamente el cuerpo de Goku en el suelo.
—Les dije que debían venir—reprochó el heredero, sus ojos delataban incluso furia, miraba a los oficiales con dolor y enojo combinados—. Tsk, daré mi declaración—caminó hacia otro lado, para hablar a solas con el hombre.
—Es increíble que sean tan...—calló y se reprimió, si bien no conoció a Goku le tomó un cariño tras lo poco que convivieron.
—Gogeta—empezó a hablar Gotenks—. Relájate un poco—acarició su brazo—. Imagino que tú también estuviste conmigo por el parecido con Vegeta.
—Yo…
—Está bien—sonrió, miró a donde estaban los oficiales analizando el cuerpo—. La razón por la que estuve con Goku, ahora que recordé todo, es porque su actitud era muy parecida a la de un viejo amigo.
—¿Gohanks?—mencionó el peliazul.
—¿Lo conoces? ¿Cómo lo…?
—Leí los informes, era tu amigo. Un chico con poliosis, actualmente ya es un adulto. Compartía habitación contigo—el más bajo asintió—. Dejaste de verlo cuando salió y nunca más supiste de él, además porque huiste—volvió a asentir—. Conseguí su número, lo llamé y…
—¡Gotenks!—se escuchó la voz de un joven, todos voltearon, ahí estaba un muchacho alto, de cabellera negra con un peculiar mechón pelilila al frente. El de cabello en punta corrió hacia él y lo abrazó—. ¿Estás bien?—acarició su rostro—. ¿Estás bien?
—Sí, estoy bien—lo abrazó con cariño.
Aquel par permaneció abrazado un largo tiempo, charlando en voz baja sin separarse. El peliazul se quedó ahí, viendo cómo se entregaban muestras de cariño desesperadas por la distancia que hubo entre ambos. Miró a su pareja, se había acercado a la tumba de Vegeta, posiblemente a dar una última despedida. Soltó aire y se acercó a Goten.
—Ya no llores—se sentó frente a él, acarició su rostro con lentitud.
—Creí que ya había conseguido que estuviera feliz—limpió sus lágrimas.
—¿Sabes? La felicidad que él necesitaba era una que sólo Vegeta le podía entregar—el azabache volvió a bajar la mirada—. Goten, no te sientas culpable…
—Sí, Goten—el pelilila ya había terminado de hablar con los oficiales, ahora estaba al lado de su novio—. La culpa es mía, yo debí predecir que esto ocurriría, pero…
—Ninguno es culpable—tomó la mano del azabache—. No sé si lo notaron, pero Goku sonreía… Estoy seguro que más que contracción de los músculos faciales por la cuerda, fue una expresión por el alivio que sintió—soltó aire—. Goku se había contenido demasiado, era algo egoísta forzarlo a soportar un dolor que él no sabía manejar y que no quiso manejarlo.
—¿Cuál es tu nombre?
—Vegetto Saiji—dirigió la mano del Son hacia la del pelilila, hizo que se tomaran de las manos—. Ustedes dos, nunca se separen.
Trunks miró los ojos de Goten, esos ojitos suplicantes y llorosos. Frente a él tenía a la persona que más amaba en el mundo, y había hecho lo posible para salvar a Goku. Ahora sólo le quedaba ser fuerte para él y ambos, juntos, salir adelante.
Vegetto los dejó solos cuando unieron sus frentes, se levantó y se recargó contra la camioneta. Más atrás estaban abrazados Gotenks con Gohanks, ese par se había necesitado tanto; la relación que tuvo con el Son había sido únicamente porque su mente intentaba reemplazar al otro chico, un sentimiento que era exclusivo de aquel.
Gogeta se acercó a él, se veía algo preocupado. El pelirrojo se paró enfrente y lo abrazó, acurrucándolo en su pecho.
—Idiota, no te preocupes. Yo no te dejaré—el adulto seguía aferrado a su pequeño cuerpo—. Aún debo seguir fastidiándote la existencia—lo escuchó reír un poco—. Gogeta, no llores—pidió acariciando su espalda.
—Goku… de verdad amaba a Vegeta—miró los ojos de su pequeño—. Si algo te pasara a ti, yo tampoco sabría cómo…
—Claro que sí, imbécil. Nunca te dejaré—el mayor se mostró aliviado con esas palabras—. Lamento lo de Vegeta, sé que aún lo veías como amigo.
—Sinceramente sí.
—No pueden pasar—se escuchaba la voz de un oficial.
—¡Se trata de mi hijo!—volteó a ver y vio que un hombre idéntico a Goku se abría paso empujando al policía, corriendo hacia la bolsa donde ahora estaba guardado el cuerpo de su hijo.
—Gogeta—escuchó la voz de la directora, por lo que se separó de quien era su maestro—. ¿Qué pasó?—decidió dejar a los adultos conversando en privado.
Vio atrás a un menor, viendo tras la cinta de seguridad, mientras su acompañante, un chico más alto y de cabellera larga, también corría hacia el cuerpo del Son. Se acercó al menor, deduciendo quién era por el parecido que tenía con Gotenks y Vegeta.
—Hola.
—Hola—respondió en voz baja.
—¿Cómo te llamas, pequeño?
—No me digas pequeño, tengo catorce años—soltó aire—. Me llamo Tarble, ¿y tú?
—Vegetto...—se le quedó viendo, se veía triste—. ¿Conocías a Goku?
—Sí… Era novio de mi hermano—empezó a sollozar—. Él me llamó, me dijo que ya no soportaba esto…
—Tarble, Goku… ahora podrá estar bien. Tenía mucha presión dentro, ahora está en paz—el Saiyan asintió despacio—. ¿Sabías que Vegeta tenía un hermano gemelo? Los separaron al nacer—el menor lo miró con sorpresa—. Sé que a Vegeta nadie lo podrá reemplazar, pero sería bueno que le abrieran las puertas a quien ha crecido sin familia estos dieciséis años.
—¿Tengo otro hermano?
—Sí. ¿Lo quieres conocer?—el menor asintió—. Ven conmigo—caminaron hacia donde la pareja seguía abrazada—. Gotenks, te presento a tu hermano menor, Tarble. Tarble, él es Gotenks.
—Hola—extendió su mano con timidez—. G-Gotenks, me alegra conocerte.
—Igualmente—lo miró, luego sonrió—. Ven, pequeño—lo abrazó, el menor empezó a llorar—. Sé que no podré ocupar lugar de Vegeta, pero ahora yo me encargaré de cuidar de ti—besó su cabeza.
Aquella mañana se veía más lúgubre por la lluvia reciente, Bardock perdió un hijo, Raditz perdió a un hermano. La tragedia había manchado de nuevo a la familia Son.
Pero, en algún lugar del universo, dos almas que se amaban se reunían nuevamente. Esta vez sin dolor, esta vez sin preocupaciones. Esas almas se unirían en una sola en la inmensidad del firmamento, cuidando de sus seres queridos desde el cielo.
Chapter 24: Agradecimientos
Chapter Text
Para mí no fue fácil llegar hasta aquí. Todavía recuerdo aquella mañana que decidí abrir paso a esta historia. Fue con “Mi novio suicida”, la cual se convirtió en serie llamada “El ángel de mi vida”, donde la presente fue la segunda parte.
Llegar a estos tres años (casi 4) trabajando en Mi dulce ángel creo que fue un logro total. Mi tiempo cada vez era más limitado a los estudios que permanecía muy lejos de la página, tardaba meses en actualizar. Y aun así, a pesar de todos esos hiatus constantes, aquí estoy, presentándoles hasta el capítulo final de esta bonita historia que pude compartirles.
Aprovecho esta hoja para poder darles las gracias a todos ustedes que estuvieron ahí, conmigo, alentándome a seguir, escuchando mis malestares si en algún momento me quería retirar por tonterías, etcétera.
Gracias a esta historia conocí mucha gente, incluso formé amistades que conservo todavía y que, de verdad, agradezco a la vida por ponerlas en mi camino.
Dejar un review a veces no es fácil, o resulta tedioso. Y aun así hubo quienes me escribieron y me alegraban el día con sus palabras. Este es el momento en el que aprovecho para poner música dramática de despedida, y releo todos, volviendo a encontrar aquellos sentimientos que dejaron en su momento. Reviven todas esas emociones, y me recuerdan por qué nunca me rendí.
Doy gracias a:
ValeGeta34
marta
Misaki chan
Carl 12002
Kaname Kazumi
winny
saori_hiey14
ToukaLove101
NovaSign
Anónimo
Marycielo
Amankay
Melubeuty (que también fue pieza clave para la aparición de Hiroshi ^^)
iriekun
Emmyllie
Coral
fan número una :v (quien me hizo la sugerencia de incluir a Kyabe)
Vegetto235
caroly23
VidelFujoshi (quien me ayudó para una corrección en Mi novio suicida, y que estuvo alentándome fielmente todas las publicaciones, tanto aquí, como en lo personal. Te quiero, amiga)
Estas personas, incluyendo a los comentarios anónimos, fueron quienes estuvieron dentro de AmorYaoi, acompañándome en algún momento y apoyando la historia dentro de esa plataforma. Muchas gracias por poder tomarse esa molestia y darme su apoyo.
También quiero dar gracias a:
VidelFujoshi
CaffeinatedSty
Jocyoliv
0NYXM00N
kiadal
CarolinaHernandez29
_Soy-Caulifla
DannLaFujoshi
ToonBlackGoku
12menina
YohanaZalazar5
_ToonBlackGoku
Coral_KidoSon
_Soy-Lunch
micaelita1648
Florcita918
EmmyllieHorsymeyer
JennyTangMiranda
_Soy-Lunch
Kirey-Son
Quienes me mostraron su apoyo dentro de Wattpad. Ya sea con votos, comentarios o con el simple hecho de añadirlos a una lista de lectura. Debo darles las gracias por haberle dado una oportunidad a este fic, y poder acompañarme en este proceso desde que compartí mi obra en esa plataforma.
Por último, y no menos importante, quiero darte las gracias a ti, mi querido lector. Sin importar si en algún momento tuvimos alguna interacción, quiero agradecerte por permitirme entrar a tu vida en algún instante, compartirte mis ideas y que hayas esperado hasta este momento.
Espero haber cumplido con todas sus expectativas, haberles sacado una sonrisa, una lágrima, un suspiro (también un gruñido de coraje por tardar mucho en actualizar, ¿por qué no?). Haber estado en este proyecto me hizo aprender muchas cosas nuevas, formalizar amistades nuevas…
No me bastarían las palabras para expresarles mi gratitud. Han sido parte importante, no sólo de esta historia, o de mi papel como ficker. Han formado parte de mi vida, y si en algún futuro vuelvo a leer esta hoja, sabré que no me equivoqué al intentar darles las gracias por no dejar de alentarme.
Sin más me despido. Les mando un fuerte abrazo.
Lili García
Princesa de los Saiyajin
(Última actualización: 27/07/2019)
P.D. Hace poco se añadió esta historia a AO3 y fue maravilloso ver que hubo gente nueva que le dio una oportunidad a esta historia. Muchos de ellos son mostrados directamente por sus comentarios y kudos, y quiero agradecerles demasiado por eso. Tenerlos aquí me dio gran satisfacción (U. Act. 04/01/2024)
Chapter 25: LOS ARCHIVOS DE MI DULCE ÁNGEL
Summary:
Este es un especial, donde me permitiré hablar más sobre la historia y todo el trasfondo de su creación. Cosas nunca antes dichas sobre el fic :o
Chapter Text
(NOTA ACTUAL: Dejaré una nota al final de mi verdadero pensamiento tras releer hoy en díá. Sólo avisaré que censuraré algunas partes de los Archivos y explicaré al final. Consideren que los archivos son de 2019 y ahora, en pleno 2024 mi reflexión es totalmente distinta)
ARCHIVOS ORIGINALES DE MDA
Pues… ¡Hola! Me llamo Lili, y puedo decir que esta historia fue un drama total. Quizá piensen que esta genialidad que hice tiene una gran historia de fondo… Pues, la verdad no es como se lo imaginan (^-^)7
Voy a responder algunas dudas que posiblemente quedaron sobre este fic.
- La historia inicial era Mi novio suicida, ¿por qué decidiste escribirle una segunda parte?
Mmm… recuerdo perfectamente que fue porque quería saber qué se sentía tener una serie.
Sí, la respuesta es así de boba (perdón, tenía 14 años cuando eso pasó). Es por eso que dividí ese fic (la idea original completa), pero después vi que fue lo mejor que pude haber hecho: había cerrado en el mejor momento con una buena incertidumbre, y en MDÁ abrí paso a una historia donde los personajes y sus actitudes iniciales eran diferentes a las nuevas. Incluso disfruté más esta segunda parte.
- ¿De dónde salió la idea de Mi novio suicida, y después Mi dulce ángel?
No sé, sólo llegó y la hice. En mis inicios era demasiado impulsiva, y publicaba la primera tontería que se me ocurriera. MNS fue el segundo fic que publiqué, pero después subir historias nuevas a cada rato se me hizo como un hábito.
También por ello hace unos meses me tomé la tarea de corregir los capítulos iniciales y mejorarlos para mis actuales y futuros lectores de esta serie ^-^
- ¿Alguna vez pensaste en abandonarla?
A cada rato (^-^)7
Incluso hace unos meses, y otra ocasión hace un par de días; quería abandonar todo y dar mis fics en adopción. Lloré, pataleé, hice un drama total y decidí quedarme al final. He pasado por muchos problemas, y pues también había cosas que me sucedieron con compañeros y lectores que me desmotivaba demasiado.
En fin, hubo lectores que, al leer mis avisos de retiro, me contactaban y me hacían ver que todavía mucha gente me apreciaba, además que me recordaron que era por ellos por lo que escribo y me esfuerzo tanto. Sus palabras de aliento me ayudaron mucho y sinceramente les agradezco a todos por ello.
- ¿Con qué personaje de Mi dulce ángel te identificas?
Con Hiroshi, porque todos lo olvidan.
Nah, no es cierto. Me identifico con Vegetto: sexy, inteligente y perfecto…
Bueno, en realidad porque se le dificultaba las relaciones con otras personas y prefería la soledad, pero a sus amigos verdaderos los quiere mucho y haría cualquier cosa por ayudar al que lo necesite. Ya saben, un gran corazón a pesar que la actitud no sea tan agradable (siento que soy muy molesta a veces y muy seria, pero entrando en confianza pueden confirmar que soy una dulzura de persona).
- La portada.
Mi idea original era con cuatro secciones: Atrás Gogeta-sensei recargado contra un escritorio. Poco más aelante, a la izquierda, Goten y Trunks tomados de la mano, Goten saludando muy animado. Al centro Vegetto cruzado de brazos y algo apático. Y al frente, en el primer plano, estaba Goku triste, con sus brazos vendados, y Vegeta a un lado con cabello bicolor, colocando un brazo frente a él a modo de defensa.
Pero como no tengo Stylus me es muy complicado hacer dibujos digitales, y siento que si los hago a estilo tradicional y fotografiarlos o escanearlos se pierden mucho los tonos originales de los colores que uso.
Además tenía que elegir si dedicaba mi tiempo libre dibujando escribiendo, así que preferí escribir. Es así que me fui por el camino fácil e hice una portada simple donde se mantenía la misma idea: Vegeta parece el ángel defensor, pero al final Goku resulta ser el verdadero ángel que llegó a su vida.
- El pasado de Veg con Gogeta.
Les voy a ser bien franca. La historia original, cuando la planifiqué, era demasiado básica: están juntos, Goku profana la tumba, Vegeta hace su berrinche y al final se perdonan. Nunca estuvo en mis planes meter a Gogeta o una historia de amor previa a la aparición de Goku. Simplemente la idea llegó y la tomé, después me dejé llevar y así resultó.
No me arrepiento para nada tener ideas así de espontáneas, siento que eso añadió gran dramatismo a la historia.
- El pasado de Gogeta y Vegetto
Se menciona varias veces que ellos dos tuvieron su historia de amistad/acoso. Y que en una ocasión Gogeta bebió tanto que perdió la conciencia. En Facebook publiqué el dibujo refiriéndome a ese momento, ellos dos desde antes tenían la necesidad de cuidar al otro.
CENSURA
- La actitud de Vegetto.
Él era un chico solitario porque perdió a su hermano, y su infancia fue traumática por el abandono de su madre. Pero en el fondo siempre fue un chico de buen corazón y sensible. Por eso ayudó a Veggie en muchas ocasiones y lo cuida mucho, además de que siempre acepta a Gogeta a pesar de que pelean (y peleaban) muy seguido.
- El Proyecto Mariposa
Al principio tenía dos ideas planeadas. Una con un rumbo espiritista, fantasioso, donde la mamá de Vegeta desde el otro mundo abogaba por que le den una segunda oportunidad y se la conceden (por eso vestía de blanco cuando despertó). Esta idea me pareció ridícula, muy fantasiosa para mi gusto.
Por lo que elegí el lado científico. Al inicio sólo tenía vagas ideas de qué haría pensando que en su momento lo solucionaría y no me preocupé tanto. Después, no sé cómo, pensé en la forma perfecta de ensamblar esas ideas en un proyecto unificado y ¡bum! Salió el Proyecto Mariposa
*Aplausos*
(VidelFujoshi me ayudó con este dibujo porque yo ya no podía seguir haciéndolos). Conforme avanzaba los capítulos mis actualizaciones eran lentas, lo sé. Pero el ritmo fue perfecto. Salí de la prepa con altos conocimientos de biología, genética y biotecnología; por lo que las investigaciones que hice en tareas me sirvió para plasmar aquí las cosas, además de que investigaba demasiado sobre psicología y trastornos para apegarlo lo más posible a la realidad.
- Gotenks
Sinceramente no recuerdo cómo pasó, pero lo elegí por el parecido con Vegeta (parecido físico), que después expliqué que era porque se trataban de gemelos.
- ¿Por qué murió Vegeta en Mi novio suicida?
Muchos reviews los comentaba explicando que era “por su bien”. Según la historia original (sin considerar el final alternativo), él pudo superar sus miedos, tener “su esencia original”, el Vegeta sin traumas ni daños en su cuerpo (o al menos no tan presentes como antes). Así que sí, fue por su bien.
Entonces, ¿quien está muerto es Gotenks? Sí. Un alma por un alma…. Ok, no. Así tenía que ser, de modo que se acopla a ambos finales.
- Los dibujos en Facebook.
En mi perfil subía dibujos acerca del fic, más que nada para llenar el vacío que dejaba por mis constantes pausas. Hay muchos, los invito a ir a verlos.
Este es Kyabe bebé
- ¿Por qué le diste un final alegre a una historia que inició como trágica?
Bueno, concedí ambos gustos en los dos finales.
Sin embargo, quiero recalcar que el final original lo escogí así porque ¿qué clase de enseñanza iba a dar si todo terminaba mal? No niego que para muchos es realista cuando las cosas que empiezan mal, mal acaban.
Pero no siempre es así. Dentro de los pequeños porcentajes sí hay gente que sale adelante cuando tienen sucesos de este tipo, aprenden a continuar y retoman sus vidas con nueva felicidad.
Eso quise expresar aquí: a pesar que sea difícil, tal vez es cuestión de que abras los ojos a tu alrededor. Hay una vida por delante, y nuevas personas llegarán a tu vida. Nuevos amigos, tu familia… Personas que te brindarán apoyo y que no te dejarán solo.
Por eso concluye así Mi dulce ángel, para demostrar que siempre hay esperanza.
- La pregunta del millón: ¿piensas escribir una nueva parte a esta serie?
No.
- …
Lo siento, tengo muchos pendientes. No les mentiré: sí tengo ideas para continuar esta historia, unas muy buenas. Pero hasta que no termine todas las historias que dejé en hiatus por darle prioridad a esta, este es el final oficial de El ángel de mi vida.
Más o menos es mi cara cuando veo un nuevo comentario o voto en esta historia. Disfruté mucho estar aquí, pero es momento de que acabe. Si en algún momento decido volver con una parte nueva, espero poder encontrarme con muchos de ustedes.
Bueno, eso es todo.
Como pudieron leer, no hubo mucho trasfondo al inicio
(^-^)7 Jeje
Pero después salieron ideas y resultó en esta bonita historia.
Espero que les haya gustado, y me dio gusto trabajar con todos ustedes.
Les dejo mi autógrafo ;)
(Fin de los "Archivos de MDA", primera edición, a 27 de julio de 2019)
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Archive of our Own, a 04 de enero de 2024
A los lectores que llegaron hasta aquí:
Primero que nada, gracias por leer y apoyar la obra. Tuve muchas dudas en subirla a esta plataforma, pero en sus inicios creí que era buena idea expandirme (y más por las fallas que mi primera plataforma, Amor-Yaoi, presentaba). Decidí hacerlo y por ello llegamos aquí.
Sin embargo, debo mencionar que las primeras veces únicamente copiaba y pegaba del archivo de Word sin leer. Luego de ignorar un año las actualizaciones, las retomé estos últimos días, tomándome la responsabilidad de leer apropiadamente mientras actualizaba. Si bien me dejó mal sabor de boca el encontrar algunas fallas en la redacción, y en la ortografía, eso no es mi mayor de las preocupaciones, sino la visión errada, limitada, ignorante y violenta con lo que manejé algunas situaciones.
Recalco que la historia fue hecha a mis 14-18 años de edad. Mi madurez y visión del mundo real era casi escasa. Releer cómo llegue a victimizar situaciones del fic, me dio una sensación incómoda conforme releía (supongo que es buena señal de crecimiento y aprendizaje el que ahora, como adulta, puedo identificarlas como acciones violentas). Las situaciones de abuso se revictimizaban, se restaba valor a un tema delicado como lo son las autolesiones, y todo el tema respecto a la salud mental se siente limitadísimo, como si de verdad "estás triste porque quieres, tan fácil que es ser feliz". Entiendo que es ficción, y que fue algo que escribí como pasatiempo. Sin embargo, releerlo me dejó pensando en cómo normalicé situaciones de violencia, y cómo en mi mente era "normal" actitudes que no eran ni son normales.
Supongo que parte de ello tiene que ver con que crecí leyendo fanfics desde el 2014, a mis 13 años, donde los fanfics que consumía predominaban en acciones similares, que por eso repetí patrones de escritura. Y sobre todo "el amor romántico", ese que "todo lo puede". Hoy que he aprendido más sobre la salud mental me doy cuenta de que esto ÚNICAMENTE SIRVE PARA LA FICCIÓN, y no es sano la idea de despersonalizarse y caer en la fantasía de darlo todo por la otra persona a un extremo.
Además, mi peor error fue la normalización en la historia de relaciones con diferencias grandes de edad (veré si puedo hacer ediciones en las edades para poder hacerlo menos inapropiado). Insisto, es ficción. Pero releyendo me quedé incómoda de cómo veía "bonito" el que alguien mayor se fijara en alguien muy menor. Tal vez mi yo adolescente creería que podría ser una historia romántica, pero hoy en día sé que es malo en todos los sentidos. Siempre separen la ficción de la realidad, por favor, y jamás crean que historias como la mía están bien en el mundo real.
También, y retomando el tema de la salud mental, quiero hablar acerca de la importancia que se le debe dar. Está bien de momentos necesitar ayuda, y es algo que debería dársele prioridad. La psicoterapia es necesaria para poder identificar cosas como cuando estás en situaciones de violencia, sanar heridas, etcétera, y es un proceso difícil, complicado, y lo que más necesitan las personas que lo viven es apoyo y comprensión. Así que, si en algún momento mi historia te hizo sentir culpable por alguna situación que viviste, o percibiste que fui violenta, inadecuada, o inapropiada al manejar los temas, ofrezco una disculpa. Hoy en día me doy cuenta de todo eso, sigo aprendiendo y espero enmendarlo con correcciones a futuro.
Tal vez no la borre pronto justamente por el aprecio que le tengo a ese segundo fanfic que escribí. Pero, consciente ya del mal manejo de algunos temas, puedo hacer una mejor advertencia para alertar a los nuevos lectores y sean quienes decidan si quieren leer o no. Es así como incluso los dibujos, que eran muchos, también los omití, por lo inapropiados que creí ahora que los veo nuevamente.
Una vez más, me disculpo. Y espero poder seguir mejorando y aprendiendo, para brindar mejores escritos.
Princesa de los Saiyajin