Chapter 1: Apariciones
Chapter Text
Era una mañana fría de otoño cuando Severus finalmente abrió los ojos después de una larga noche de pesadillas, se lamentó mientras giraba sobre la cama para observar por la ventana el cielo que apenas estaba siendo iluminado por los primeros rayos del sol. El frío de la madrugada se había colado en la habitación, pero Severus estaba arropado por la gruesa manta que su abuela le obligaba a llevar sin importar que.
Le costó levantarse porque durmió tan mal que aún se sentía cansado a pesar de haberse ido a dormir temprano la noche anterior con el propósito de finalmente poder descansar. Obviamente había fracasado. Pero no podía quedarse, tenía cosas que hacer.
Primero se sentó en la cama viendo con la mirada pegada a la ventana los pequeños rayos del sol, después movió sus piernas de un lado a otro hasta que finalmente pudo levantarse para ir al baño y arreglarse para un nuevo día. Bostezó un par de veces antes de verse en el espejo, el leve bronceado del verano ya casi estaba totalmente borrado de su piel, su cabello atrapado en un moño y las ojeras casi tan oscuras como sus ojos. Era una imagen a la que estaba acostumbrado, después de todo él nunca se caracterizó por sus buenos hábitos a la hora de dormir.
Una ducha era lo correcto para borrar el sueño, Severus aprovechó y lavó su pelo que ahora estaba aún más largo que en Hogwarts - y es que su abuela simplemente no lo dejaba cortarse el pelo ya que decía que eso lo hacía ver menos grosero, a lo cual Severus respondía con solo fruncir el ceño.
Su abuela no era nada como su padre - quien había expresado su disgusto hacia la apariencia de su hijo en varias ocasiones, en múltiples veces incluso cortando mechones de pelo él mismo. Severus aún se preguntaba como un monstruo así pudo haber nacido de una mujer tan dulce y suave, no podía encontrarle sentido. Era también raro pensar que su padre le tenía totalmente prohibido encontrarse con sus abuelos y en ocasiones mentía diciendo que estaban muertos. Severus aún no entendía la razón. Jamás podría.
Se había encontrado con la familia de su padre poco después de terminar Hogwarts cuando recibió una carta de parte de Adeline Snape y se sorprendió ya que nunca había escuchado ese nombre. En la carta se explicaba quien era y que quería. Su hijo había sido Tobias Snape, quien recientemente había fallecido un trágico incendio meses antes junto a su esposa. Adeline explicó que su hijo nunca le había contado que se había casado o tenido descendencia, pero que ella deseaba conocerlo aunque sea una vez antes de que su esposo falleciera.
Severus dudó así como dudaba de todo, pero no tenía ningún otro lugar donde quedarse así que decidió ir a visitarlos. La mujer lloró abrazándolo, repitiendo lo parecido que era a su abuelo, el chico solo se estremeció con incomodidad y asintió. Cuando vio al viejo hombre enfermo y en cama, se sorprendió al confirmar que sí se parecían.
— Es él, querido, éste es el hijo de Tobias. — La mujer contó, el viejo alzó los ojos y una gran lágrima se deslizó por sus mejillas.
Con la poca fuerza que tenía, agarró la mano de Severus y no la soltó hasta que se quedó dormido. Fue raro para él recibir ese tipo de afecto, nunca nadie se había interesado por conocerlo e incluso sus abuelos maternos lo despreciaban tanto como para ni siquiera querer verlo aunque sea una vez, no importa cuanto él quisiese acercarse a la gloriosa casa Prince, sólo recibía rechazo y humillaciones.
No se fue esa noche de la casa de sus abuelos paternos, Adeline lo instaló en una de las habitaciones libres de la casa y le rogó que se quedara. Una semana después el abuelo falleció. Adeline lloraba desconsolada en el funeral, sus únicos momentos de calma entre el llanto era cuando lo presentaba como su nieto y decía, con la voz tan rota que apenas se entendía, "es lo único que me queda". Y Severus sólo agarraba la mano de la mujer comprendiendo su dolor porque ella también era lo único que le quedaba.
Los meses e incluso los años habían pasado desde entonces, Severus se había acostumbrado al mundo muggle completamente y en muy rara ocasión utilizaba la magia. Vivía cómodamente con su abuela, había comenzado a ir a la universidad para estudiar farmacología - lo más cercano a Pociones que encontró, y ya iba en su segundo año de carrera cuando de pronto alguien tocó la puerta.
Su abuela y él estaba sentados conversando después de que Severus se terminara de asear, el desayuno aún caliente servido frente a ellos y la pequeña tele mostrando las noticias del sábado anterior en el que se había celebrado Halloween.
— Yo iré, querido, tú sigue desayunando antes de que se te haga tarde. — Le dijo Adeline levantándose.
Severus untó jalea sobre un pan tostado mientras escuchaba con atención como un atentado terrorista había acabado con la vida de varias personas, frunció el ceño, ¿terroristas un Halloween?
— Ehm... querido, te buscan. — La mujer dijo sorprendiendo al chico.
— ¿A mí? — Preguntó Severus dejando la tostada sobre el plato.
— Dice ser el director de tu antigua escuelas. — La expresión de Severus se transformó totalmente al escuchar las palabras de su abuela. — Parece estar apurado, ve y habla con él.
Severus quiso decir que no, negarse y no moverse de ahí hasta que Dumbledore se fuera. Pero tenía lo suficiente viviendo con su abuela para saber que la mujer jamás permitiría una falta de respeto de ese modo, así que simplemente se levantó y fue hacia la puerta donde se encontró con Dumbledore y detrás de él una persona que Severus quería nunca jamás volver a ver.
— ¿Director? ¿Qué hace aquí con Black? — El chico escupió con disgusto.
— Señor Snape, tenemos que hablar de algo muy importante. — Dumbledore dijo.
Severus apretó sus labios en una línea, nunca pensó que iba a volver a estar al frente de esos dos. Pero algo en él se removió con curiosidad, ¿qué hacían estos dos allí?
— Pasen, por favor. — Adeline dijo detrás de Severus, el chico se estremeció solo al escuchar la voz amable de su abuela que simplemente no captaba la tensión en el aire. — Pueden ir a la oficina de mi esposo.
— Lo agradeceríamos, señora... ¿Es posible que nos pueda traer leche? Es para el niño. — Dumbledore pidió, las cejas de Severus se elevaron con sorpresa al escuchar la petición y no pudo evitar ver a Black quien entre sus brazos sostenía a lo que parecía ser un niño.
Adeline aceptó y le indicó a Severus que llevara a los invitados a la oficina, el chico lo hizo a regañadientes aguantando las ganas de quejarse y echarlos de la casa. Cuando llegaron, Dumbledore no tardó en tomar asiento e indicarle a Black que hiciera lo mismo con el niño aún enterrado en su pecho. El silencio reinó hasta que la abuela de Severus entró con una taza de leche caliente.
- No teníamos biberones, lo lamento. - Se disculpó.
- No pasa nada, señora Snape, gracias.
- Yo ya me tengo que ir, querido, a la casa de mi hermana. Pero volveré a la tarde. - Adeline dijo a Severus quien simplemente asintió, la mujer aprovechó para despedirse de los invitados y se fue.
Al ver a su abuela salir de la habitación, Severus sintió que un gran peso de sus hombros había sido levantado. Su cara se oscureció aún más de lo que podía y cualquier rastro de paciencia se borró.
- ¿Qué hacen aquí? - Exigió saber.
- Es algo muy importante... - Dumbledore comenzó a hablar pero Severus no quería nada de sus sermones, no podía tolerar que siguieran ahí.
- Ya dijo eso, vaya al punto.
- James y Lily murieron. - Sirius dijo finalmente, su voz temblando y sus ojos grises tan vacíos como si no hubiese nada en ellos.
Un escalofrío se extendió por toda la columna de Severus, sus orejas vibraron casi como si estuvieran rechazando la información que había entrado por ellos. No podía ser cierto. No. No Lily. Mientras más lo pensaba, menos sentido tenía. Su corazón latía a un ritmo tan peligrosamente lento que cada latido parecía mandar ondas de dolor a través de su pecho.
- ¿Cómo...? - El chico no podía hablar, había un caos enorme de pensamientos en su cabeza, todos atacando al mismo tiempo.
- Voldemort... - Severus elevó sus ojos y observó a Dumbledore sin comprender.
Había escuchado del Señor Tenebroso durante sus años de Hogwarts, era alguien famoso entre los Slytherins e incluso él en algún momento se había interesado en formar parte de su ejército, pero sabía que nunca sería bien recibido entre ellos.
- No entiendo.
- Pettigrew los traicionó, ese hijo de zorra, era su amigo. - El odio vibraba en la voz de Black. - Él escuchó la profecía y se la dijo, y después les dijo donde estaba...
- ¿Qué profecía? ¿De qué hablan? ¿Por qué han venido a decirme todo esto? - Severus se sentía frustrado, su mente nublada por el conocido dolor del luto, su visión algo borrosa por unas lágrimas que no planeaba dejar salir, no frente a Black.
Dumbledore tomó un largo suspiro antes de dirigir su mirada azulada hacia Severus.
- Señor Snape... ¿usted no ha estado en contacto con nadie del Mundo Mágico? ¿Ningún... mortífago? - Preguntó directo al punto.
Severus frunció el ceño, ¿acaso el hombre creía que él tenía algo que ver con la muerte de Lily? Severus nunca podría ser capaz de herirla, o al menos no de una manera que la llevara a la muerte. Ella había sido la única persona en su vida que le había brindado amor y aunque en los últimos años de Hogwarts, la pelirroja no quería ni siquiera verlo en pintura, Severus nunca le deseó mal aunque la lloró, lloró aquel amor que no pudo ser y aquella amiga que había perdido para siempre.
- No. -Admitió, su voz fría por la acusación.
- ¿En serio? Me parece difícil creerlo, seguro tú sabías que Pettigrew era un maldito mortífago, que compartía tus asquerosas creencias y todo ese tiempo en Hogwarts... - Black lo acusó, su voz elevándose y sus ojos llenándose de furia mientras lo veía. El pequeño entre sus brazos se inquietó al sentir ese movimiento.
- Señor Black, prometió estar tranquilo. -Dumbledore le reprendió.
-Si han venido a acusarme, es mejor que se vayan. No he tenido contacto con ningún mortífago y tampoco tengo porque soportarlos, no entiendo para que vinieron. - Dijo el Slytherin con molestia.
- Vinimos, señor Snape, porque Lily quiere que cuides de su hijo - Severus sintió su corazón congelarse al escuchar esas palabras, su ceño se frunció mientras veía al director como si estuviera loco -... junto a Sirius.
- Absolutamente no. - Dijo Severus.
- Lily murió defendiendo a su hijo, su magia y su amor lo salvó, al igual que James...
Las palabras de Dumbledore hicieron que la cara de Severus se encendiera con rabia, ¿acaso Lily pudo haber comenzado una relación con el maldito de Potter?
- ¿Su hijo con Potter? ¿En serio creen que me interesa cuidar al hijo de Potter? - Las palabras fueron escupidas con veneno, Black levantó la cabeza dispuesto a defender a su amigo. - Yo no tengo nada que ver con ustedes, con el Mundo Mágico o con ese bebé. Largo de mi vista.
- Eres un monstruo, Snape, no puedo creer que Lily en serio hubiese creído que tú harías algo por ella. Eres una escoria. - Las palabras de Black venían acompañada con el conocido rastro de desprecio que utilizaba siempre que podía en contra de él.
- Por favor, jóvenes, mantengan la calma. Esto no le hace bien a Harry. - Dumbledore pidió al notar que el tono de voz de Black comenzaba a alzarse.
- Fuera, ahora. Fuera. - Exigió Severus en un rugido dispuesto a levantarse para echarlos.
Entonces un llanto ensordecedor llenó la habitación obligando a que él se llevara sus manos hacia las orejas intentando protegerlas del gran ruido, Dumbledore no tardó en repetir sus acciones y Black, desesperado, comenzó mecer al niño en un vago intento de parar el llanto.
- ¡La leche, dale la leche! -Dumbledore exclamó, Black le acercó la taza al niño pero éste solo siguió gritando con todas sus fuerzas.
Severus no sabía que hacer, los gritos del niño no parecían cesar y el sonsido solo se podría comparar con el de una mandrágora en su peor momento. Dumbledore tampoco parecía tener la solución para callar al pequeño, Black sólo podía mecerlo intentando miserablemente callarlo pero con el movimiento el niño parecía volverse más y más histérico. Severus podía jurar que la habitación estaba temblando con los gritos del niño.
Entre la desesperación pensó que quizás lo mejor era distraer al niño, dudaba mucho tener un juguete que le llamara la atención y no creía que la diminuta televisión muggle pudiera hacer algo. Recordó como en su infancia, durante los momentos en los que tenía mucho miedo, su madre invocaba a su patronus para hacerlo sentir mejor así que, decidido, Severus se estiró hacia uno de los gabinetes de la oficina y sacó su vieja varita para convocar a su patronus, pronto la luz iluminó la habitación y la hermosa cierva comenzó a bailar en el aire hasta acercarse a la punta de la nariz del bebé.
El llanto cesó lentamente tan pronto el pequeño abrió sus grandes ojos para ver al patronus, Severus alejó sus manos de sus orejas y dejó salir un suspiro al ver que el niño se calmaba. Su mano se extendía hacia la cierva, sus mejillas mojadas por las lágrimas tenían un color rosado, su cabello revuelto era caótico y se parecía tanto a Potter que Severus no pudo evitar estremecerse, pero sus ojos... sus ojos eran los de Lily. Hermosos, verdes, grandes e inocentes.
Severus se horrorizó al verlos, era como verla a ella de nuevo por primera vez. Pero Lily estaba muerta y al parecer había arriesgado su vida por el niño que ahora jugaba con su patronus, el mismo de ella, la misma chica que le había roto el corazón y que al parecer tuvo un hijo con aquel hombre que despreciaba tanto. Era doloroso verlo. Era doloroso aceptar que Lily ya no estaba, ahora sólo estaba este niño en su lugar con aquellos ojos brillantes que eran una marca viva de que Lily existió.
- Ella tenía razón... - Dumbledore suspiró casi aliviado.
- ¿Sobre qué? - Severus preguntó casi automáticamente.
-Tú... tú eres el más apto para cuidar a Harry. - Black reconoció con amargura.
Chapter Text
Severus se sentía varios años más viejo después de la explicación que Dumbledore le dio, sobre sus hombros cae el peso de años de información terrible que preferiría seguir sin conocer, y aunque intentaba mantener su cara neutra no podía contener sus cejas las cuales se fruncen mientras intenta procesar cada palabra. Esa mañana cuando despertó, aún era un estudiante de farmacia normal sin preocupaciones, pero todo eso cambió en las pocas horas que llevaba afuera de su cama.
La presión sobre él apenas le permitía respirar. No podía creer que Lily siquiera hubiese pensado en él, no después de todos esos años, ¿hace cuanto no se hablaban? Severus podía recordar aquellos días en los que la perseguía rogando por su perdón, desesperado por volver a tener a la única persona que podía otorgar al menos un poco de luz a la penumbra que era su vida. Estaba angustiado, ansioso por poder volver a conseguir la confianza de la pelirroja quien pasaba de él y le dedicaba una mirada llena de desaprobación, de disgusto y decepción que rompía el alma del pelinegro hasta que finalmente decidió no volver a intentarlo. ¿En qué momento Lily había decidido perdonarlo? Y confiarle su hijo...
— Necesito que dejes que Sirius y Harry se queden aquí hasta que el Mundo Mágico sea un lugar seguro para ellos dos. — Dumbledore finalmente pidió, sus ojos azules intentando hacer contacto visual con los de Severus.
El chico dejó salir un suspiro lleno de frustración. Llevó su mano hacia su frente masajeándola en un débil intento de disminuir el creciente dolor de cabeza que comenzaba a atacarlo. ¿Cómo se atrevía Dumbledore a pedirle un favor tan extremo? ¿Tener a Black en su casa? ¿Por qué él debía estar aquí?
— Mi abuela no sabe del Mundo Mágico, es muggle. ¿Cómo pretende que explique esto? — Preguntó con frustración.
— Deberías decirle la verdad, Severus... lo mejor es que sepa que también debe ser cuidadosa, lo mejor es que le pongas un hechizo a la casa y tengas precaución, estamos frente a personas muy poderosas.
Severus apretó los labios en una línea y no pudo evitar al bebé entre brazos de Black, totalmente ignorante de la situación, observando al pelinegro con aquellos ojos inmensos que le recordaban tanto a los de su amiga de la infancia. El duelo comenzaba atacar el alma de Severus y una sensación amarga recorría todo su esófago ardiendo dejando una estela de oscuridad a medida avanzaba, la muerte de Lily comenzaba a tomar cada vez más sentido.
— ¿Quiénes...?
— Muchos de tus amiguitos de Slytherin, por supuesto. — Black dijo con desdén, la amargura presente en su pronunciación. La mirada fulminante de Severus se posó sobre él.
— Así que supongo que varios de tu familia también.— La cara de Black se volvió aún más tensa al escuchar las palabras de Severus.
Dumbledore dejó salir un suspiro cansado. Severus no pudo evitar pensar en que era casi como si el hombre estuviera recordando todos los años de pelea entre ellos dos, las discusiones y constantes enfrentamientos que se mantuvieron estables durante todos los años en Hogwarts. ¿Acaso estaba tan desesperado que realmente pensó que esto era una solución?
— Por favor, muchachos, no otra vez. — Pidió. — Escuchen, están en una situación en la que lamentablemente no se puede confiar en nadie... y quiero que sepan que Voldemort no se ha ido para siempre, lo más probable es que vuelva.
— Pero usted dijo...
— Hay cosas que en un futuro te diré, Severus, cuando sea más seguro para Harry pero por el momento necesito que cuides de él. Estamos en una situación difícil, tú eres un mago muy capaz y conocías a su madre como nadie más lo hizo... por favor.
Severus tuvo que aceptar, Dumbledore sabía muy bien como atacarlo con sus palabras. El hombre se quedó solo unos minutos más antes de decirle que confiaba en que cuidaría de Black y de Harry, luego se marchó dejando a los tres en un silencio incómodo. Severus deseó con todas sus ganas poder meterse de vuelta en la cama. En su pecho habían tantas emociones, desde dolor hasta incomodidad. No se sentía bien.
Harry se quejó entre brazos de Black quien parecía decidido a no dejarlo ir. Severus finalmente se dedicó a examinar a ambos mejor desde que llegaron, notó que el mayor se veía claramente traumatizado, debajo de sus ojos grises – los cuales estaban idos, carentes de emoción, habían ojeras grandes y largas, reflejo de noches sin dormir, la cara del apuesto Gryffindor estaba pálida y sus labios estaban resecos, su cabello estaba revuelto y más largo de lo que Severus recordaba. Black había envejecido, desgraciadamente bien, en aquellos años en los que no se habían visto. Incluso con las marcas de cansancio, el hombre seguía siendo casi o más atractivo de lo que era en Hogwarts. Severus se sintió amargo al mencionar eso.
— Puedes dejarlo en el piso. — Murmuró Severus, Black solo le dedicó una mirada vacía pero no dejó a Harry en el piso sino que comenzó a mecerlo intentando dormirlo, el niño luchó con todas sus fuerzas intentando mantenerse despierto. — No hagas eso, vas a hacer que llore.
— No ha dormido en toda la noche...
— ¿Y crees que batiéndolo vas a conseguir que se duerma, Black?
— ¡¿Por qué mierda no te callas, Snivellus?! — Black rugió causando que el niño entre sus brazos abriera los ojos sorprendido antes de partir su labio en un puchero amenazando con llorar, el Gryffindor dejó salir un suspiro antes de comenzar a moverlo otra vez.
— Si te vas a quedar aquí, más vale que dejes de llamarme así. — La voz de Severus fue baja pero amenazante.
— ¿Y qué pasa si no lo hago? ¿Nos vas a echar? — Bufó Black.
— A él no, a ti sí. — Severus dijo antes de retirarse de la habitación.
Su día estaba arruinado, aún no eras las diez de la mañana pero ya no tenía sentido ir a la universidad o siquiera hacer algo más. ¿Qué demonios se supone que iba a hacer? Dumbledore llegó, le tiró un montón de problemas y se fue. Severus dejó salir un suspiro lleno de frustración, la jaqueca en su cabeza haciéndose presente mientras los pensamientos se acumulaban, el dolor en su pecho, la sensación de ojos lagrimosos. Pensó otra vez en Lily, la chica parecía no querer abandonar su mente y se preguntó si podía ser en serio que ella lo eligiera a él de entre todas las personas.
Lily tenía amigas. En Hogwarts era muy difícil encontrarla sola y eso era algo que desesperaba a Severus, a medida los años pasaban era como que Lily tenía menos tiempo para dedicarle a su amistad y él se quedaba atrás, en el fondo del barril de personas con la que la pelirroja podía seleccionar para pasar el rato. ¿Qué había de bueno con él? Severus sólo era una persona oscura que deseaba agarrarse a Lily con la misma fuerza con que las plantas se alzan hacia el sol.
No. Lily no podría haberlo elegido a él, no entre las filas de personas que pedían un poco de su atención, ¿y confiarle el hijo que tuvo con Potter? Severus odiaba a Potter desde el primer día en que se conocieron. Un arrogante mocoso que representaba todo aquello que él deseaba ser, Potter se caracterizaba por ser feliz y Severus, desgraciadamente, representaba la tristeza de la Hilandera. Potter recibía regalos, cartas e infinita atención por parte de sus padres. Ni siquiera era necesario mencionar que Severus nunca recibió nada de eso. Potter tenía todo lo que deseaba, siempre. Sólo había una cosa que el Gryffindor no tenía, en ese entonces, y que Severus si poseía, eso era a Lily.
— Pero al final la tuvo... — Murmuró derrotado Severus y no pudo evitar sentirse sucio al decir eso. Lily no era un objeto.
No se podía tener a Lily, ella no era alguien a quien se le podía poseer como un objeto. Ella era tan libre, sonriente, tan rebelde contra todo tipo de dominación. Severus había intentado tantas veces que fuera suya, suya solamente (y no en el modo romántico, sino en el modo desesperado de amistad y afecto que mantenía preso a Severus) y nunca pudo. Porque Lily era libre, se escapaba de entre las manos de las personas como el agua se deslizaba entre los dedos, era independiente y no necesitaba de nadie para nada. Era brava aunque no se enojaba con facilidad, solamente Potter podía sacarla totalmente de sus casillas y desesperarla.
Una lágrima se deslizó por la mejilla de Severus y otra más hasta que la cascada comenzó, los sollozos se escaparon y sus manos terminaron sobre su cara intentando callar los ruidos. Se preguntó hace cuanto no lloraba por algo, ¿quizás años? Había aprendido a manejar su tristeza y furia, pocas veces dejaba que algo lo afectara. Pero esto era destrozador, ya había perdido a Lily una vez en el pasado... pero esta vez era diferente, esta vez no sólo él había perdido a Lily, todos lo habían hecho e incluso su hijo...
El niño. Ahora Severus también se tenía que hacer cargo del niño, ¿pero cómo? Él no sabía nada de niños, ni siquiera le gustaban. No apreciaba los gritos, los berrinches, la manera en que sus narices siempre estaban mojadas por los mocos o como no podían controlar sus ganas de tocarlo absolutamente todo. No. No podía creer que Lily le había dejado a él esa tarea. Le dolía la cabeza solo pensar en todo este caos.
Estuvo encerrado en su habitación durante horas, silenciosamente llorando la muerte de su única amiga, pensando en los momentos en los que pasaron juntos, preguntándose una y otra porque Lily le había dejado aquella carga, dudando de ser capaz. Cada vez que pensaba que ya había terminado de llorar, las lágrimas volvían hacia él como una gran ola de mar que lo arrastraba más y más adentro. Vivir el luto de Lily era como volver a vivir el luto por su madre, era como sentir otra vez esa sensación de estar solo en el mundo.
Cuando finalmente paró de llorar y decidió bajar a ver que estaban haciendo Black y el niño, se sorprendió al ver al mayor sentado en el sofá con el niño acostado sobre su pecho durmiendo profundamente, el Gryffindor tenía los ojos cerrados y se veía miserable como si estuviera pasando por el peor dolor posible, su ceño se fruncía levemente y su cuerpo se movía, casi retorciéndose. Severus comprendió rápidamente que Black estaba teniendo pesadillas.
Nunca pensó ver a Black en dolor, nunca pensó verlo atormentado. Severus sólo conocía las expresiones de burla y furia del Gryffindor, durante todos sus años de Hogwarts deseó con todo su corazón poder verlo aunque sea con un poco del tormento que Severus debía cargar por su culpa. Aún así, verlo sufriendo ahora no era satisfactorio. El momento que fantaseó durante toda su adolescencia ahora se sentía amargo, se sentía difícil de ver porque no podía dejar de pensar que ese dolor provenía de la muerte de Lily.
Que irónico que el dolor de Black estuviese vinculado al dolor de Severus.
Black se estaba moviendo demasiado y a Severus le preocupó que dejara caer al niño así que se acercó silenciosamente hacia el sofá, las mejillas del hijo de Lily descansaba en el pecho de Black, tenía la boca medio abierta de lo profundamente dormido que estaba y parecía sin ninguna preocupación alguna, totalmente ignorante a su situación. Severus dejó salir un suspiro antes de intentar despegar al pequeño del pecho de Black quien rápidamente se alarmó y abrió los ojos grises para verlo.
— ¡¿Qué mierda estás haciendo?! — Black exclamó mientras el sudor se deslizaba por su frente, el niño se agitó entre sus brazos.
— Estás teniendo pesadillas Black, lo vas a dejar caer. — Respondió Severus frunciendo el ceño.
— No, tú no te vas a llevar a Harry, aléjate ya mismo. — Masculló el hombre mientras refugiaba aún más al pequeño entre sus brazos.
— ¿Crees que le voy a hacer daño?
— ¿Qué exactamente me dice que no lo harás? No toques a Harry.
— Entonces déjalo caer, maldito idiota. Y después tú verás que harás para calmarlo. — Ladró Severus con rabia alejando finalmente las manos.
La pelea de miradas entre ellos se intensificó, Black estuvo a punto de decir algo para insultarlo cuando ambos escucharon la puerta de la casa abrirse. El mayor claramente se tensó mientras apretaba aún más al pequeño entre sus brazos, su cara volviéndose aún más pálida y sus ojos observando hacia la dirección de la puerta con intensidad como si así pudiese ver que estaba detrás de ella. La abuela de Severus pronto ingresó a la casa con una sonrisa dulce en su cara.
— ¡Severus, querido! ¿No tenías que ir a tu clase hoy? — Preguntó sorprendida cuando observó a su nieto, sus ojos pronto cayeron en Black y el niño. — Oh, tu amigo sigue aquí.
— Abuela, necesitamos hablar. — Severus dijo acercándose a ella, la mujer elevó sus cejas sorprendida.
— ¿Qué sucede? — Pestañó confundida, Severus abrió la boca pero no supo que decir, se giró para ver a Black quien seguía parado observándolos con desconfianza como un verdadero loco. La abuela de Severus también lo notó. — Por favor toma asiento, querido, no necesitas estar parado. — Sonrió amablemente pero Black no lo hizo, sólo observó.
— Vamos a mi habitación, abuela. — Pidió Severus. La mujer frunció el ceño.
— Sería de mala educación dejarlo solo... es tu invitado.
— Esto es importante. — Dijo Severus.
Adeline siguió a su nieto, con cada paso volviéndose más nerviosa ante la seriedad del más joven. Cuando llegaron a la habitación, Severus se giró para verla y abrió su boca pero no pudo decir nada. La observó, los ojos marrones amables, el pelo canoso perfectamente acomodado, su cara dulce simplemente esperando a que su nieto dijera aquello tan importante. Ella no se parecía a Tobias, en nada, pero Severus sintió miedo al verla allí. Sintió miedo después de perder a su madre, de perder a Lily, ¿podría esto también hacerlo perder a su abuela?
Había tardado un tiempo en confianza en ella, Severus no podía confiar en las personas en especial cuando todas las personas que conocía se encargaban en apuñalarlo por la espalda. ¿Qué le podría asegurar que Adeline no haría lo mismo? Después de todo él era tan difícil de entender, de amar, de querer. Ella lo había aceptado con un gran corazón de abuela que deseaba tener a un nieto aunque no comprendía porque su hijo lo ocultaba, ¿había hecho Tobias lo correcto en mantenerlo lejos de ella? ¿Lo odiaría después de esta confesión?
— Querido... ¿Qué sucede? — Adeline dijo acercándose a él, agarrando sus manos entre las suyas y sosteniéndolas viéndolo con aquellos ojos brillantes y marrones que eran tan diferentes a los de su padre. Severus se sintió mareado al ver tanto cariño hacia él.
Su mundo volvió a temblar. Como deseaba que Dumbledore nunca hubiese aparecido por la puerta esa mañana, como deseaba no tener que hacer esto y decirle a su abuela que era un fenómeno, un mago, algo tan diferente a lo común. Adeline había aceptado su personalidad reservada, seria, extraña y lo había amado... pero ¿sería esto lo que terminaría de abrir los ojos de la mujer?
— Abuela... ¿crees en la magia? — El labio de Severus tembló al preguntar.
Notes:
¡Hola! ¡Holis! ¡Holaaa! Bueno, primero que nada quiero agradecerles un montón por los kudos en serio no me esperaba tanta atención pero se siente muy lindo recibirlos. Ahora mis pensamientos sobre este nuevo episodio:
Este capítulo para mí fue un poco terapéutico de escribir, siento que es bueno abrirse y escribir sentimientos profundos como es el dolor, el duelo de perder a una persona que fue muy importante para ti pero que hace mucho no le hablabas. Me gusta explorar más ese sentimiento porque he notado que en muchos fanfics es como que se omite esa parte (?. Siento que mencionar el malestar de Sirius es más que necesario también, en este momentos los dos son dos personitas rotas pasando por muuuucho trauma y eso se va a ver aún más en lo que se viene jeje :" (esto es enemies to lovers al fin y al cabo ajajja)
Espero hayan disfrutado de este capítulo, por favor dejen sus pensamientos al final ¿si? Espero tengan un hermoso día, tarde, noche <3 Vuelvan en 5 días por otra actualización. ¡Hasta entonces!
Chapter Text
Adeline estaba en shock. Severus podía ver que toda la información había sido demasiado para ella, ambos estaban sentados en la cama del chico observando por la ventana en silencio, un silencio que a Severus le causaba ansiedad, su corazón latiendo a más no poder después de haberle contado y mostrado todo. Desde Hogwarts hasta su padre, como éste se sentía con la magia, el porqué pensaba que nunca se habían conocido. Adeline no había hecho preguntas, no había dicho nada, sólo había escuchado con atención.
Severus se lamentaba el haberle contado. Lamentaba haber aceptado que Black y el niño se quedaran. Lamentaba no haber echado a Dumbledore tan pronto lo vio. Su corazón dolía tanto como le dolía respirar, se estaba ahogando en la preocupación de perder al único familiar que le quedaba, se reclamaba el haberse aferrado a ella. Sentía sus ojos picar con las lágrimas, necesitaba desahogarse en llanto ahí mismo pero no podía, no debía. Dejó caer su cabeza vencido por el ataque de emociones, la culpa y el arrepentimiento golpeando como olas.
Sintió un apretón en su mano, llevo su mirada hacia ésta y vio la mano arrugada de su abuela sobre la de él.
— Ha sido muy difícil para ti, mi niño. — Adeline dijo con una voz suave, Severus la miró con los ojos llenos de lágrimas.
— Lo entiendo... si ya no me quieres ver. — Murmuró con la voz rota intentando pasar el nudo de su garganta. Adeline abrió los ojos también llenos de lágrimas y negó la cabeza repetidas veces, llevó la mano de Severus hacia la suya.
— ¿Cómo querría yo eso? — Preguntó horrorizada. — Tú eres mi nieto, Severus, no importa si eres un mago, un ¿mudle? ¿moder?
— Muggle...
— Eso, a mí no me importa, tú sabes que en este mundo sólo me quedas tú y al parecer yo también soy todo lo que te queda. Yo siempre te amaré, no porque nos una la sangre, si no porque en mi vida jamás he conocido a un muchacho tan dulce como tú. — La mujer derramó algunas lágrimas mientras decía esto, Severus también dejó salir algunas. — Jamás tengas miedo de decirme algo, yo te adoro. Que seas mago no cambia nada, sigues siendo tú.— La mujer sonrió tiernamente antes de acariciar la cara del chico con ternura.
— Soy demasiado... abuela... lo siento...
— Hay todo tipo de personas en este mundo, tú eres diferente pero eso no quiere decir que sea algo malo. Yo creo que ahora lo más importante es ayudar al hijo de tu amiga, ¿no? Y al otro chico.
— No sé como podré hacer esto. — Severus confesó bajando su cabeza. — Es demasiado para mí, temo fallarle a Lily.
— Todo lo que puedes hacer es dar todo de ti, Sev, yo estaré aquí para ayudarte. ¿Qué tal si preparo algo para que comamos? Seguro deben de tener mucha hambre. — La abuela lo animó, Severus asintió.
Adeline se levantó de la cama y se paró al frente de Severus para acariciar una última vez su pelo con cariño, el chico sólo la miró agradecido.
— Gracias. — Murmuró Severus.
— No hay porqué, ve a lavarte la cara y pregunta que necesita tu compañero. Se ve algo descompuesto.
Severus asintió ante las palabras de su abuela, ambos salieron de la habitación y el chico aprovechó para finalmente entrar al baño para lavarse la cara empapada de lágrimas. Se vio en el espejo sólo para comprobar que estaba horrible, sus ojos estaban rojos al igual que su nariz y su boca estaba en una mueca de descontento que él simplemente no podía cambiar. Severus odiaba verse en el espejo.
Llenó sus manos de agua y las frotó con fuerza en su casa intentando borrar el rastro de debilidad, queriendo con esto dejar atrás aquellos momentos de sensibilidad que tan pocas veces dejaba salir sin controlar. Cuando terminó de tallar su cara con furia, luego dejó salir un suspiro antes de secarla con una toalla y animarse a salir para enfrentar al mundo que esperaba afuera.
Cuando Severus bajó las escaleras, vio que Black seguía parado mirando todo con extra recelo, el niño entre sus brazos seguía dormido pacíficamente pero mostraba ganas de estirarse aún más. Severus no pudo evitar sentirse frustrado, ¿por qué Black no podía simplemente acostar al niño en el sofá? Era obvio que el pequeño no podía dormir bien.
— Black, dámelo. — Dijo Severus caminando hacia él.
— ¿Qué mierda te pasa? Ya te dije que no. — Gruñó Black, sus ojos mostrando una especie de locura que Severus nunca pensó ver en el Gryffindor.
— ¿Qué mierda te pasa a ti? El niño está incómodo, dámelo. — Respondió Severus, su paciencia agotándose sólo por intentar hablar con el mayor.
— Por un carajo, Snivellus, déjame en paz. Aleja tu espantosa cara si no quieres que...
— ¡Te dije que no me dijeras así, hijo de...!
— ¿Qué está pasando aquí? — Adeline exigió saber atravesando la puerta de la sala para verlos con una expresión algo molesta en su cara, Severus llevó sus dedos hacia el puente de su nariz intentando inhalar. — ¿Por qué están peleando mientras el niño duerme? — Volvió a preguntar Adeline.
— Es este idiota, el niño está incómodo y Black no lo quiere soltar. — Masculló con frustración Severus.
Los ojos de Adeline fueron hacia Black quien los miraba a ambos con desprecio, la mujer relajó su ceño y se acercó suavemente al chico, éste no pudo evitar retroceder llevando a Harry aún más cerca de su pecho. Severus tuvo ganas de gritarle, ¿su abuela le abre las puertas de su casa y el maldito de Black se atrevía a verla así?
— ¿Qué tal si te llevo a una habitación donde haya una cama para que ambos se acuesten? Te daré la llave y te puedes quedar ahí con él. — Preguntó con extremada delicadeza Adeline con una sonrisa suave, el corazón de Severus se hundió, su abuela no podía ser suave... ¡No con Black!
— Estás siendo demasiado blanda, abuela, él...
— Sí. — Respondió Black, fan de llevarle la contraria en absolutamente todo.
Adeline sonrió y llevo sus manos juntas con alegría, se giró sobre sus talones para ver a Severus.
— ¡Pues vamos a preparar esa habitación! Se pueden acostar un rato a lo que preparo el almuerzo, dame un momento.
La mujer desapareció por las escaleras y Severus sólo le dedicó una mirada de desprecio a Black antes de ir con ella para ayudarla, en la única habitación vacía que quedaba Adeline estaba intentando con todas sus fuerzas limpiar a gran velocidad mientras movía cajas de un lugar a otro intentando hacer espacio. Era una habitación oscura y con algo de polvo, llena de cajas con cosas de su abuelo y del padre de Severus, la mujer había decidido ponerlo todo ahí cuando el chico comenzó a vivir con él porque quería hacerle espacio.
— Abuela te vas a hacer daño, deja de mover eso. — Pidió Severus quitándole la caja de las manos a la mujer.
— Pero necesito acomodar todo para que tu compañero pueda venir a descansar. ¡Qué lástima que no tengamos una cuna para el bebé! — Se lamentó antes de agacharse para agarrar otra caja, Severus la paró inmediatamente.
— No, no, te vas a lastimar la espalda. ¿No hay otra posibilidad? Podría dormir en el sofá. — Propuso, la mujer lo fulminó con la mirada.
— Ese no es un lugar para un invitado y un niño, Severus, no hagas chistes de mal gusto... pero la verdad es que mi espalda no puede con esto y está lleno de polvo. — Adeline murmuró decaída mientras veía alrededor. — Tampoco hay un lugar donde poner todas estas cajas... ¿Qué tal si llevamos la cama a tu habitación?
Severus abrió los ojos sorprendido antes de ver a su abuela. ¿A su habitación? Eso significaría tener que dormir en el mismo lugar que Black.
— Pero...
— ¡Es una gran idea! Y la cama no es tan grande, tú puedes llevarla. — Exclamó con alegría Adeline decidida.
El chico se encogió en su lugar con molestia pero no dijo más nada, sólo respiró con fuerza y comenzó a hacer lo que su abuela le decía. Primero levantó el colchón de la vieja cama poniendo toda de su fuerza para arrastrarla por el pasillo hasta su habitación, se lamentó de su poca fuerza física mientras jadeaba tirando del colchón, su abuela lo animaba indicándole por donde ir. Cuando llegó finalmente a la habitación se puso en cuclillas un momento a recuperar fuerzas, Adeline mientras tanto examinaba como hacer para acomodar ambas camas.
Al volver a la vieja habitación, Severus se desaminó al darse cuenta que tendría que mover la base de la cama y dejó salir una queja. ¿Cómo iba a poder moverlo si tan sólo mover el colchón había sido un gran esfuerzo físico? Mordió su labio con nerviosismo y se preparó primero parando la estructura contra la pared, jadeó mientras hacía toda la fuerza posible.
— Mierda. — Murmuró y agradeció que su abuela se había quedado en la habitación ordenando un poco. Exhaló con fuerza cuando finalmente consiguió poner la base contra la pared. — Bueno, eso ya está hecho. — Se habló a si mismo llevando una mano hacia los mechones de cabello que se habían escapado del moño.
— Sigues siendo un debilucho. — Severus se sorprendió al escuchar la voz de Black, llevó sus ojos oscuros hacia el Gryffindor quien lo observaba casi con burla mientras sostenía al pequeño aún en su pecho.
Parecía que Black finalmente había comenzado a explorar la casa, el menor no supo como sentirse al respecto.
— ¿No ha despertado? — Preguntó Severus.
— No. No ha dormido casi nada en los últimos días así que seguro el sueño finalmente lo alcanzó. — Respondió Black, Severus sólo dejó escapar un pequeño "ah" antes de girarse hacia la base de la cama pensando como hacer. — Usa un hechizo, ¿por qué te quedas cómo un imbécil viendo?
Los labios de Severus se estiraron en una línea y en su cara se dibujó una mueca de disgusto al escuchar a Black, el tipo simplemente no podía ser amable por un maldito segundo. Él se estaba casi matando buscando una manera de llevar la estúpida base de la cama a su habitación para que el idiota pudiera dormir en un lugar que no estuviese llena de polvo, ¿y a cambio recibía un insulto?
— Tú eres el único imbécil aquí, Black. — Gruñó Severus.
— Maldita sea, Snape, usa el maldito hechizo.
Odiaba que Black lo presionara. Odiaba también que Black dijera algo lógico. Severus sólo lo observó antes de agarrar su varita y levitar la cama por la puerta, no sin antes fulminar al odioso invitado en su casa y llevarla hacia su habitación. Cuando la entró Adeline abrió los ojos sorprendida antes de llevar una mano para tapar su boca la cual se había convertido en una o.
— Tú... tú ¿puedes hacer eso, Severus? — Adeline preguntó.
— Si te molesta puedo no volver a hacerlo, abuela. — Prometió Severus angustiado de haber causado algún sentimiento negativo en la mujer.
— No querido, para nada, es sólo que nunca había visto algo así. Pero es algo increíble, ¿no crees? A mí siempre me han gustado los shows de magia. — La mujer sonrió con amabilidad hacia su nieto, el chico sólo le respondió con una pequeña sonrisa.
Adeline le indicó que colocara la base cerca de su propia cama y luego pusiera el colchón encima, la mujer se alegró al ver lo rápido que todo había sido y no tardó en envolver a Severus entre sus brazos con cariño felicitándolo por su talento. El chico casi se lanza a reír pensando en como ese era uno de los hechizos más comunes y más fáciles de usar, pero le enterneció escuchar a su abuela alegrarse tanto.
— No es nada, abuela... pero esto es sólo una ocasión que requiere magia, yo ya no la uso más. — Dijo Severus serio mirando los ojos marrones de su abuela. — Y debe ser un secreto, ¿okay? Recuerda lo que te dije sobre nosotros.
— No te preocupes querido, es mejor que este tipo de cosas en un pueblo pequeño no salgan más allá de nuestra casa. — Le aseguró Adeline con tranquilidad. — Bueno iré a ver la comida, tú tiende la cama y dile al chico que venga.
Antes de que Severus pudiera decir que sí, Adeline ya había salido. El chico se giró sobre sus talones para ir a su armario y sacar un juego de sábanas para tender la cama. Cuando terminó, volvió a la sala para encontrarse con un Black aún más distante que antes, el pequeño aún dormido sobre su pecho, Severus no pudo evitar pensar que era raro. ¿Los niños duermen tanto?
— Black, ven, te mostraré donde dormirás. —El hombre se giró para verlo, sus ojos grises sin vida observándolo con una intensidad que Severus no pudo explicar. Hace poco Black no estaba así.
— No dormiré. — Anunció.
— Bueno, lo que sea, ven. — Severus dijo controlándose para no soltarle una maldición.
Guió a Black a través del pasillo y por las escaleras, se sintió un poco irritado de tener que hacer el recorrido una vez más. Cuando llegó a su habitación le mostró a Black cual sería su cama y luego se quedó observándolo mientras el más alto observaba todo con recelo, Severus frunció el ceño.
— Bien. — Fue todo lo que dijo Black.
— Bien... — Dijo Severus.
El silencio fue incómodo, Black no se sentaba en la cama, ni siquiera se acercaba a ella, sólo miraba por la ventana con tanta fijación que Severus no pudo evitar también llevar su mirada a ésta. Afuera el sol brillaba, algo extraño para esta etapa del año, se podía ver como las copas de los árboles que rodeaban el exterior de la casa eran iluminadas por los rayos y creaban la falsa realidad de un día de primavera o verano. Severus se dio cuenta que no había salido de la casa en todo el día.
— Ya está el almuerzo. — Anunció la abuela entrando a la habitación.
— Gracias, ya vamos. — Contestó Severus, Black en cambió sólo siguió pegado a la ventana como si estuviera esperando algo. — Vamos, Black. — Lo llamó Severus.
— No tengo hambre.
Severus no creía ser capaz de poder aguantar la actitud de Black, no en lo absoluto. El tipo estaba actuando como un verdadero idiota, haciendo de menos cada intento que él y su abuela hacían para que el Gryffindor estuviese cómodo. Quería gritarle, decirle lo mucho que lo aborrecía y como no soportaba su actitud, quería que Black se fuera inmediatamente de su casa y que Adeline no se tuviera que esforzar más en ser amable con una escoria como él.
— Pero seguro no has comido nada, querido. ¿Qué tal si te sirvo un plato sin muchas cosas? Necesitas tener algo en el estómago para tener energía. — Adeline ofreció con una sonrisa suave en su cara, agarró con cuidado el brazo de Severus acercándolo a él como si hubiese sentido lo que el chico estaba por decirle a Black.
El chico finalmente se giró para verlos a ambos, Severus mantuvo su mirada desafiante hacia él, Black en cambio sólo movió la cabeza aceptando la propuesta de Adeline.
El brazo de Severus no fue soltado mientras su abuela lo llevaba consigo hacia el comedor en donde ya está arreglada la mesa, Black los seguía con el niño aún en brazos. ¿En serio no lo pondría abajo ni siquiera un momento? ¿Cómo pensaba comer o sentarse?
— ¿Cómo vas a comer con el niño en brazos? — Preguntó Severus.
— ¿Y a ti qué mierda te importa? — La respuesta de Black fue casi automática, cargada de molestia y furia hacia a Severus.
— ¿Qué mierda te pasa, Black? Eres un maldito malagradecido, te recuerdo que te estás quedando en mi...
— Severus, es suficiente. — Su abuela lo cortó con un tono que nunca había utilizado hacia él, Severus no puedo evitar sentirse herido al escucharla.
Dolió. El tono dolió. Sintió como una sensación agria y amarga recorría su cuerpo, no pudo evitar verla con recelo. Durante sus años en Hogwarts, Severus había aprendido que los adultos siempre iban a defender a Black sobre a él, no importa si fuese Slytherin, Gryffindor o de cualquier otra casa. Severus siempre iba a estar abajo del mayor por más que él tuviese la razón. Perder a su abuela ante Black era como revivir otra vez los desastrosos años de secundaria.
Sentir esto de vuelta era como ser golpeado por una ola de calor en la cara, era como ahogarse en un mar de recuerdos que pensó había dejado en el pasado. De pronto el odio por Black volvió más grande que nunca, como un tsunami que arrastraba consigo todo el falso crecimiento que Severus pensó que había hecho en los últimos años. Pensó que había pasado aquella fase pero era obvio, nunca podría dejarlo de odiarlo, nunca podría dejar el pasado atrás no cuando la historia se repetía una y otra vez. Había perdido a Lily por él, no iba a perder a su abuela. Black no podía quedarse con ellos.
Notes:
Hola, hola, holaaa. He leído sus comentarios y muchas gracias <3, me hice infinitamente feliz poder ver que están leyendo mi historia y bueno eso. Esta semana que pasó fue muy cumpleaños así que no tuve mucho tiempo para avanzar en la historia pero hoy les traigo un nuevo capítulo más para su gusto jeje.
Siento que necesito hacer hincapié en que esta historia toca traumas porque siento que fingir que entre Severus y Sirius no hay una historia llena de cosas malas le quitaría todo el sazón a este ship y porque me gusta explorar eso. La verdad es que este final del capítulo me emociona, aquí tenemos esta sensación de como que odio ODIO hacia Sirius y también dolor porque su abuela se puso del lado de él, es intenso y creo que Sev está justificado a sentir así. ¿Cuándo comenzará el amor? ¿Cómo comenzará el amor? Quédense conmigo un ratito, ya pronto van a llegar los buenos momentos para contrarrestar estos momentos tan amargos y llenos de sentimentalismo.
Sigan comentando gente, quiero ver como se sienten al leer esto. No me molestaría si hacen un comentario tan largo como mis notas jajaja. Pregunta: ¿Qué piensan hasta ahora sobre la abuela de Sev?
Chapter Text
El viento acariciando la cara de Severus era más frío de lo que pensó, sus ojos apenas se estaban acostumbrado a la claridad que había afuera de su casa, su mirada no tardó en caer en los árboles que lo rodeaban y su ceño se fue relajando poco a poco. Su corazón aún latía con fuerza, su mente aún se sentía nublada por la rabia, la frustración, la molestia. Apretó su mano en un puño.
— Severus — Adeline lo llamó — . No tenías porque salir así.
Una sensación desagradable recorrió el cuerpo de Severus.
— Tú no lo conoces, no sabes quien es él, no deberías tratarlo bien. — La rabia se deslizó por la boca de Severus sin poder pasar por un filtro, sin medir su tono o controlarse, el desprecio hacia Black desprendiéndose en cada palabra.
Adeline frunció el ceño al escucharlo, Severus se arrepintió al ver el rostro de la mujer. Parecía confundida, él nunca se había dirigido con tanto desprecio hacia una persona frente a ella. Severus siempre había intentado ser lo más digerible posible para su abuela, intentó ser menos él. Pero Black siempre lo arruinaba, siempre arruinaba todo lo que Severus tenía y por eso lo odiaba tanto. No podía soportarlo.
— Pero...
— ¡Ahora tú te pones de su parte, no puedes! ¡No deberías! Él es una escoria, abuela, una pésima persona. Él hizo que Lily se alejara de mí y ahora también te está manipulando a ti. — Por más que Severus quería detener su boca, no podía, parecía como si una corriente estuviese arrastrando las palabras llevándolas con fuerza. — ¡No es justo!
— Severus, cálmate. — Adeline pidió.
La vista del chico estaba nublada por las lágrimas de rabia, de molestia, sus uñas enterrándose con fuerza mientras intentaba calmar ese mar de frustraciones que se encontraba revuelto adentro suyo. Se giró dándole la espalda a su abuela, necesitaba irse, necesitaba alejarse antes de que las palabras siguieran saliendo sin control. Pero no podía, una vez destapado el frasco de emocionantes ya no se podía volver a tapar.
— ¿Cómo puedes ponerte de su lado? — Murmuró con rabia, dolor, sintiéndose traicionado. — Apenas lo conoces...
— No estoy de su lado, querido, pero perdió a sus amigos también ¿no? Está muy ansioso y con miedo. — Explicó Adeline, Severus escuchó sus pasos acercándose a él. — Está en una casa nueva, pensé que ustedes dos tenían una amistad... pero entiendo que no.
— Jamás podría soportar a Black...
— Escucha, yo no sé que pasó entre ustedes dos pero diste tu palabra de que ibas a dejar que se quedaran acá, Severus, y yo no voy a dejar que faltes a ella. — Anunció. — No sé porque te sientes así, ojalá me lo pudieras explicar... pero yo entiendo como él se siente.
— ¿Lo entiendes? — Severus se giró para enfrentar los ojos de su abuela. — ¿Cómo se supone que él se siente? ¿Por qué razón debería dejar que se comporte como un idiota con nosotros?
Adeline agarró las manos de Severus con las suyas y las acarició suavemente.
— Cuando yo era joven vi a muchas personas ir a la guerra y regresar... todas actuaban un poco parecido a él, no querían dormir, mantenían a sus seres amados cerca de ellos sin soltarlos en lo absoluto, recelosos con todos...
— Yo no tuve nada que ver con la muerte de Lily. Ni siquiera estuve en la guerra, esto es sólo la actitud pedante de Black.
— Cariño, sé que es difícil de entender... pero ahora mismo él está en modo supervivencia, se siente en peligro. ¿Cómo te sentirías tú? No confía en nadie, ¿no me dijiste que su amigo los traicionó?
Severus tragó con dificultad. Su abuela tenía razón. Pero era molesto escucharla, era molesto tener que ponerse en el lugar de Black, era molesto que ella simpatizara con él, que intentara excusar las acciones del Gryffindor. Él siempre había sido una mierda con Severus y antes no habían razones, ni guerra, ni muertes.
— Pero...
— Yo voy a poner todo de mi parte, Severus, para que no sientas que estoy tomando un lado. Igual deberías saber que eres mi nieto, mi corazón siempre va a estar de tu lado y eso es un poco obvio — Adeline sonrió con ternura — . Pero ahora quiero que entiendas que estamos lidiando con alguien que acaba de pasar por algo horrible, necesito que pongas de tu parte.
— Él no pone de su parte. — Chistó Severus.
— Por favor... — Pidió su abuela. — Recuerda que tienes que hacer lo mejor por ese niño, ahora no sólo se trata de ustedes dos también se trata de él. Su madre murió, su padre también, de alguna manera ahora tú y el chico tienen que llenar esos puestos.
El peso de las palabras de Adeline lo movieron un poco, no en el sentido sentimental, sino en el sentido literal. Una corriente de aire caliente que solamente él sintió golpeó su cuerpo haciéndolo sentir incómodo. Es cierto. Ahora no sólo era la rivalidad entre Black y él, ahora también está el niño.
Black le había arrebatado muchas cosas a Severus en la vida. Pero no podía permitir que el Gryffindor también le quitara al niño, no podía cuando Lily lo había designado para que él lo educara, para que le contara sobre las cosas que amaba su madre. Si Lily había confiado en él para mantener su imagen viva en la vida del pequeño, no podía dejar que Black lo sacara de su posición. No lo iba a permitir.
— Tienes razón. — Admitió Severus.
— Cuidar de un niño es difícil, lo mejor es que intenten llevar la paz. Tal vez podrían hablar sobre lo que pasó entre ustedes y...
— No, abuela, no se puede hablar con un simio. — Severus descartó la idea con rapidez. La mujer apretó los labios en un signo de molestia. — Mejor entremos a comer.
Antes de que Adeline pudiera seguir hablando, Severus entró a la casa con la misma velocidad con la que salió, yendo directo hacia el comedor en donde Black se encontraba aún parado mirando hacia la puerta.
— ¡Oh, no te has sentado! — Adeline dijo al verlo. — ¿Estás bien? — Preguntó al mayor.
Black se veía agitado, en el poco tiempo en que Severus y Adeline se habían retirado parecía como si el chico hubiese pasado por toda una batalla, su respiración era irregular y sus ojos parecían perderse en la sala viendo cosas que ninguno de los demás presentes podían ver. Severus se dio cuenta de que el chico no estaba bien, no podía estarlo.
— Sí. — Contestó a pesar de su apariencia.
Severus apretó los labios, pero decidió dejarlo pasar.
— Bueno, pues a comer, creo que se ha enfriado un poco espero no te moleste... ¿Cómo era tu nombre, querido? — Preguntó la mujer mientras tomaba asiento en la mesa indicándole a Black que hiciera lo mismo.
— Sirius... Sirius Black.
— ¿Sirius? Qué hermoso nombre, ¿tus padres son amantes de la mitología griega?
Una mueca de incomodidad pasó por la cara de Black, se quedó parado allí sin saber que hacer con el niño profundamente dormido entre sus brazos viendo a Adeline como si estuviese ante un enorme desafío. Severus fue hacia él y estiró la silla lo suficiente para que Black pudiese sentarse.
— No. — Respondió finalmente Black a Adeline, ni siquiera le agradeció a Severus por la ayuda. — Es una tradición familiar nombrar a los miembros de la familia con nombres relacionados a las estrellas.
— Me parece una hermosa tradición... ojalá tuviéramos una así, ¿no, querido? — Le preguntó a Severus con una sonrisa en su cara, el chico le respondió con una suave sin agregar ningún comentario mientras se sentaba en una de las puntas de la mesa. — Yo me llamo Adeline, me puedes decir así y para lo que necesites estoy aquí.
— Gracias, señora. — Murmuró Black.
Comenzaron a comer, el chico apenas podía mover el único brazo que tenía disponible y tampoco era que pareciese tener mucho apetito. Severus observó al pequeño entre sus brazos respirar, las mejillas regordetas y sonrojadas recostadas sobre el pecho de Black, se veía tan en paz dormido.
— ¿No le trajiste pañales? — Preguntó Severus.
Black pestañeó, parecía como si la pregunta lo hubiese tomado de sorpresa.
— No.
— ¿Leche?
— No.
— ¿Ni ropa?
— ¿Cómo mierda se supone que iba a agarrar todo eso si la casa quedó destruida y sólo él sobrevivió, Snivellus? — Severus apretó la mandíbula con fuerza al escuchar otra vez el desagradable apodo, sus ojos observaron con furia la cara alterada de Black.
— Lo más importante son los pañales, ¿no? Y la ropa, podemos ver si a algún vecino le sobra. Al menos sigue siendo temprano. — El posible enfrentamiento fue interrumpido por Adeline.
Severus volvió a su plato de comida, tenía una mueca en su rostro mientras se tragaba con cada bocado todas las maldiciones que quería dedicarle a Black. Quería gritarle en la cara, pero no lo haría en frente de Adeline así que respiró profundamente.
Estar con niño pequeño sin pañales ni ropa para él era un problema, Severus ya había utilizado magia una vez y aunque podría transformar algunas prendas sería sospechoso que utilizase tanta magia en un sólo día. ¿Estarían los del Ministerio del lado del Señor Tenebroso? Por otro lado la solución de su abuela era buena, pero en el caso de que alguno de sus vecinos fuera mago – y aunque esto era poco probable seguía siendo una posibilidad, era mejor no levantar sospechas.
— Abuela, necesito que vayas por esas cosas lejos de la casa, ¿okay? No sería bueno que los vecinos noten que ellos viven aquí y nosotros no nos podemos mostrar. — Pidió Severus. Black lo miró fijamente.
— Claro, querido. Tan pronto termine de comer tomaré el autobús e iré a la ciudad.
— Gracias. — Dijo Black antes de levantarse de la mesa e irse, Severus apretó los labios pero su abuela negó con la cabeza indicándole que no hiciera nada.
Cuando terminaron de cenar, Adeline se apresuró a salir mientras Severus levantaba los platos dispuesto a lavarlos todos y organizar. Pensó por un momento en hacerle frente a Black, decirle que era un idiota por no comer la comida y luego obligarlo a lavar los platos. Pero sólo negó con la cabeza. Lo menos que necesitaba era otra pelea con él.
Comenzó a lavar los platos uno por uno, su mente totalmente distraída por la situación, por Black, por el niño, por Lily. Cuando se encontraba sólo, sus pensamientos se acumulaban en una gran avalancha que amenazaba con aplastarlo. ¿Se sentiría Black del mismo modo? Severus arrugó la nariz. ¿Por qué estaba pensando en él? Pero es que el hombre no abandonaba su mente, no podía dejar de sentirse frustrado, cansado, incluso harto de la situación y el Gryffindor ni siquiera llevaba un día con ellos.
Cuando terminó de lavar, su cabeza dolía por la cantidad de pensamientos y aún no podía llegar a nada. Quería que Black se fuera. Quería que su vida volviera a ser la misma que era antes de esa mañana. Pero no podía dejar que Harry se fuera. No podía traicionar los últimos deseos de Lily. Pero ¿por qué debería sacrificarse por un niño que no era suyo? Un niño que apenas conocía, un niño indefenso que había tenido que perder a su madre de ese horrible modo... ¿por qué ahora Severus debía cubrir un papel tan grande en la vida del pequeño? No tenía preparación ni experiencia. Dolía pensar, dolía hacerse preguntas, sentía como si un millón de cuchillas se clavaran en su mente.
Sus pensamientos variaban, cambiaban, mutaban mientras más vueltas le daba al asunto. Por momentos sentía que ya no podía más, pero luego se sentía extremadamente culpable por siquiera pensar en fallarle a Lily. Luego desconfiaba de ella, desconfiaba de que en serio confiara en él. ¿Cómo sabía que no era un mortífago? La última vez que se vieron, Lily no dudó en llamarlo eso, no dudó en decirle que era un mago oscuro. ¿Entonces por qué encargarle a su hijo? No podía entenderlo. No podía.
En algún momento sus pies decidieron actuar por si solos y pronto se encontró a si mismo subiendo las escaleras para ir hacia su habitación, su cabeza se sentía tan hinchada que era como si fuera a estallar en cualquier momento y deseaba con todo su corazón poder acostarse aunque sea unas horas. Este día no acababa más aunque Severus deseaba por fin pasar de fecha.
Cuando abrió la puerta de su habitación, fue recibido por un Black en alerta, el chico sostenía a Harry con los ojos llenos de furia observando a quien ingresó. Era como encontrar a un perro asustado en un callejón sin salida defiendo a su cachorro.
— Sólo soy yo. — Murmuró Severus sin ánimos de pelear antes de ir hacia su cama dispuesto a tomar una buena y merecida siesta.
— No me digas. — Contestó sarcástico Black.
— Lo digo porque cada vez que se abre una puerta parece que te vas a cagar encima, Black.
Severus se dejó caer sobre la cama y cerró sus ojos con fuerza mientras se sacaba los zapatos con los pies, la claridad de la habitación le provocaba aún más dolor de cabeza.
— Eres una mierda, Snivellus.
— Y tú, un perro sarnoso.
Pero el Slytherin ni siquiera abrió los ojos, se quedó con la cara apoyada sobre la almohada y dejó que poco a poco el manto del sueño lo cubriera. Necesitaba dormir, necesitaba escapar de este día y ponerle una pausa.
— No te duermas.
— Black, cállate, mierda.
— No te duermas. — Repitió el Gryffindor esta vez con menos agresividad en su voz. Severus frunció el ceño.
— Déjame en paz.
— No te duermas, no, no lo hagas. — La voz de Black sonó ahogada y llena de preocupación, Severus abrió los ojos con molestia.
No se esperó ver a Black de esa manera, el Gryffindor parecía desesperado y asustado en un modo que Severus nunca pensó posible ver. Los ojos grises lo miraban gritándole que permaneciera despierto.
— ¿Por qué? — Preguntó Severus.
Black pareció dudar en responderle, tenía la mandíbula tensa mientras lo veía con desprecio por obligarlo a explicar sus motivos.
— Porque si te duermes y alguien entra, no tengo manera de defendernos a Harry y a mí. — Reconoció finalmente.
— ¿Y tu varita?
— Dumbledore me la quitó, dice que pondrían rastrear mi magia y venir por nosotros.
Dumbledore era un idiota, reflexionó Severus.
— Nadie vendrá y si lo hacen, sólo despiértame. — El menor se volvió a acomodar en la cama dispuesto a dormir.
— No te duermas, mierda. — Rogó sonando desesperado.
Severus se sintió frustrado. Primero Black era un idiota, lo trataba mal, trataba mal a la abuela, se comportaba como un verdadero imbécil y ni siquiera comía lo que le servían. Segundo, se encerraba en la habitación poniendo distancia entre ellos, y ahora ¿le impedía dormir? Esto ya era demasiado.
Quiso gritarle en la cara, pero las palabras de Adeline resonaron en su cabeza. Debía controlarse por Harry. Observó la cara de Black con atención, la desesperación combinada con la locura. ¿Se estaba volviendo loco? La palabra trauma resonó en su cabeza. Asociarla con Black no se sentía correcto, se sentía como justificar su personalidad de mierda, como excusarlo de su mal comportamiento y eso era algo que el Slytherin no podía hacer. Sin embargo, era una realidad que Black se estaba comportando extraño.
— Nada te va a pasar aquí. — Aseguró Severus.
— ¿Y cómo estás tan seguro?
Nada de lo que le dijera a Black iba a ser suficiente, Severus estaba consciente de eso, tampoco era como si deseara que el tipo confiase en él. Así que no pensó mucho su respuesta sólo se echó en la cama boca arriba y abrió la boca dispuesto a contestar.
— Porque mientras Harry esté contigo, yo los protegeré con mi vida.
Black no le contestó. Severus volvió a cerrar los ojos dispuesto a finalmente dormir, sin embargo la voz del mayor volvió a llenar la habitación.
— Harry... Harry... — Llamó Black preocupado.
— ¿Qué tiene? — Preguntó Severus levantándose.
— Está muy caliente... no despierta.
El corazón de Severus se hundió en su pecho, rodeó la cama para ir hacia Black y el niño que descansaba sobre la cama. Harry estaba sudado a más no poder, su cabello se pegaba a su cara y sus mejillas estaban rosadas mientras se sacudía dejando salir quejidos.
— ¿Hace cuánto está así?
Esto se sentía irreal, Severus quiso creer que tal vez estaba dormido y esto solo era un sueño. Esto no podía estar pasando. La preocupación recorrió su cuerpo hasta apoderarse de él completamente.
— Cuando... cuando estábamos comiendo sentí que estaba un poco caliente y pensé que era normal, así que lo acosté pensando que se le iba a bajar pero está peor.
Severus colocó su mano sobre la frente del niño sólo para retirarla casi instantáneamente al sentir el calor que esparcía. Esto no era normal. Mordió su labio con fuerza mientras maldecía silenciosamente su vida. Sus ojos recorriendo la cara del niño intentando encontrar que había provocado la fiebre. No lo halló, pero algo captó su atención casi inmediatamente.
— ¿Le pusieron un glamour? — Preguntó aunque era obvio, podía ver como un aura poco normal danzaba sobre la cara de Harry.
— Sí... Dumbledore consideró que era peligroso que lo vieran.
— ¿Ésta no es su cara? — La voz de Severus reflejó la sorpresa que sentía, sus labios se movieron murmurando un hechizo sobre el pequeño.
Algo en él sintió miedo de que Harry fuese diferente, algo egoísta que lo hacía sentir culpable pero se sentía traicionado. ¿Acaso no tenía los ojos de Lily? ¿Acaso era diferente? ¿Acaso se parecía más a su amiga? Su corazón latió con impaciencia y su conciencia lo castigaba por sus pensamientos.
Cuando el glamour fue retirado, Severus retrocedió con horror al ver la frente del niño, Black también dejó salir una queja de sorpresa. El corazón del más joven latió con fuerza mientras intentaba tomar el impulso para acercarse, la cara de Harry seguía siendo la misma pero su frente... había una horrible herida ahí y parecía haberse infectado.
— Mierda... — Black comenzaba a enloquecer a su lado.
— Conserva la calma, Black, tenemos que hacernos cargo de esto.
— ¿Qué conserve la calma? Mira su frente, por Merlín, él ha estado sufriendo todo este tiempo y yo... — La voz del mayor se escuchaba rota, cuando Severus llevó sus ojos hacia Black confirmó lo que se temía. Estaba llorando. — Le he fallado, le fallé a James y a Lily... y a Harry. Les he fallado. Merlín, ¿qué he hecho?
Las lágrimas no dejaban de deslizarse por la cara de Black, el hombre estaba como loco mientras se hiperventilaba y no cerraba la boca en lo absoluto repitiendo las mismas palabras, caminaba de un lado a otro casi marchando. Llevaba sus manos hacia su cara con horror, sus manos temblando por los nervios.
— No tenías manera de saberlo, Black. — Lo último que necesitaba Severus era tener que consolar al idiota de Black, pero ahí estaba haciendo exactamente eso.— Sólo déjame, yo sé que hacer.
— ¿Sabes? — Preguntó Black con duda.
— Sí, respira. Yo sé. — Aunque Severus dudaba de sus palabras.
Pasó una mano por su cara intentando organizar su mente, necesitaba actuar lo antes posible. Podía intentar curarlo a la manera muggle pero sería mucho mas doloroso que utilizar magia... y necesitaba pociones, ¿pero dónde las iba a conseguir? Se aborrecía en este momento culpándose por no tener ninguna para esto. Salió de la habitación para dirigirse hacia el baño donde agarró el pequeño botiquín de emergencia que tenían. No habían muchas cosas, pero si las necesarias para hacer algo.
Primero iba a desinfectar la herida y rezar para que los medicamentos que tenía hicieran algo por el niño, reflexionó que incluso una poción sería demasiado dura para él por lo joven que era. Aún así después de curar su frente podía intentar buscar alguna que sirviera, pero por el momento necesitaba encontrar algo que le bajara la fiebre. Se colocó en frente a Harry y pasó con mucho cuidado el algodón por la herida causando que el niño se retorciera con dolor.
— Lo estás lastimando.
Mordió el labio para no gritarle a Black, se sentía nervioso y las acotaciones del Gryffindor no le aportaban nada positivo. Severus tomó un largo respiro para controlarse, necesitaba enfocarse primero en Harry y después podría gritarle a Black tanto como quisiera. Volvió a pasar el algodón hasta que la herida fue quedando un poco más limpia, colocó una pomada antes de poner una banda sobre la herida.
Si su profesor lo viera, le gritaría por el mal trabajo que hizo porque sus manos temblaban y no podía calmarse, pero era todo lo que podía hacer.
— Necesitamos paños con agua tibia. — Dijo Severus.
— ¿Para qué? — Preguntó Black.
— Para bajar la fiebre, no se me ocurre nada más.
— ¿Y eso sirve? — Severus miró a Black como si fuera tonto.
Decidió no perder más tiempo hablando con el Gryffindor y se apresuró a llenar una cubeta con agua para llevarla al lado de Harry junto con un pequeño paño el cual mojó y exprimió antes de colocarlo sobre la frente del pequeño. Black a su lado lo miraba desconfiado, pero no dijo nada. Severus agradeció profundamente el silencio del mayor. No podía hacer más nada por Harry y la preocupación lo estaba comiendo vivo.
El paño no era magia ni una poción, pero la temperatura había bajado para cuando Adeline volvió a la casa. La noche ya estaba comenzando a apoderarse de la tarde y los últimos rayos de sol se perdían en la lejanía del horizonte. Black se había acostado en silencio al lado de Harry y tenía su mano apoyada sobre el estómago del pequeño. Severus los observó a ambos con atención desde su cama.
Harry no se veía tan mal, sus mejillas aún seguían sonrojadas pero no estaban del mismo color preocupante de antes. Adeline había insistido en hacerle una sopa al pequeño así que se había ido a prepararla, Severus no estaba seguro de que tan buena idea fuese, pero ella contaba con más experiencia que él.
— Gracias. — Murmuró Black de pronto, interrumpiendo el silencio. Severus alejó sus ojos de la cara de Harry para ver al mayor. — Gracias por cuidar a Harry... Snape.
Eso era un cambio. Severus relajó su ceño al escuchar el agradecimiento.
— De nada, Black.
Quiso agregar que él siempre iba a cuidar de Harry, pero algo lo detuvo, tal vez esa naturaleza suya que nunca le permitía abrirse con las personas. Incluso si quisiera no podría decir nada más así que sólo miró a Black recostar su cabeza al lado de Harry y cerrar sus ojos.
— Cuídame la espalda, Snape, despertaré en un rato.
Severus no dijo nada, sólo asintió en silencio. Fue la primera vez en todo el día que vio a Sirius Black relajarse.
Notes:
¡Hola! Ha pasado un tiempo, perdón :( tenía que estudiar para un examen así que me concentré mucho en eso. Este mes va a ser medio complicado pero intentaré actualizar tanto como pueda. Gracias por los comentarios, los kudos, el apoyo <3. Publicar se siente muy lindo porque hay interacciones y no son solo mis opiniones lo cual es genial.
Este capítulo se llama Paz pero es porque no sabía como más llamarlo ajaja, la verdades que mientras lo escribía me sentí cansada de que sigan en el día uno. Estoy tan acostumbrada a hacer saltos en el tiempo que es raro como que sea el cuarto capítulo y sigamos en el inicio, pero ya este es el último del día uno! ¡Nos vamos al día dos!
Siento que Severus ha hecho mucho crecimiento en un sólo día je mientras que Sirius sólo dio un pequeño paso, pero ya vendrán los días en que ambos crezcan juntos. A partir de ahora los capítulos van a ser más largos yyyy va a haber un poco menos de dolor porque siento que esta primera parte fue todo muy traumático, obviamente no lo van a superar en un día pero esta última escena de "confío lo suficiente para dormir contigo en la habitación" es como ese primer paso a los días mejores. Creo que estoy hablando demasiado ajajja.
Me despediré ahora, muchas gracias por todo el apoyo, les envío mucho amor y buenas vibras. Nos leeremos próximamente.
Chapter Text
Severus no sabía en que momento se durmió la noche anterior, quizás mientras observaba a Harry, quizás luego de cambiarle el paño y confirmar que efectivamente la fiebre había desaparecido, o quizás luego de que Adeline viniera a desearle una buena noche. Sólo sabía que en algún momento cerró sus ojos para sumergirse en el mar de los sueños sin fin que amenazaban con dejarlo sin descansar otra vez. Entre más nadaba en la inmensa oscuridad, más cansado se sentía.
Abrió los ojos en algún momento de la mañana para encontrarse con una claridad que apenas alumbraba la habitación, a diferencia del día anterior no hacía tanto frío y tal vez eso se debía a la presencia de Black y Harry. Al pensar en ellos, Severus llevó sus ojos hacia ambos esperando verlos durmiendo debido a que aún era muy temprano y en la noche anterior ninguno había podido dormir bien. Sin embargo, se encontró con el Gryffindor despierto, lleno de ojeras, viendo quedadamente por la ventana con la cara cubierta de sudor.
— ¿Dormiste mal? — Preguntó Severus interrumpiendo el silencio en la habitación. Black llevó sus ojos hacia él.
Tal vez la pregunta era muy tonta.
— Apenas y dormí. — Murmuró Black. — Pesadillas...y eso.
Severus sólo asintió sin querer indagar más. Él también había tenido otra noche de malos sueños, en los cuales se encontraba con una serie de cuerpos y caras que intentaban acercarse a él pero eran cubiertas por un velo de oscuridad, sólo quedaban sus sombras que se lanzaban sobre él intentando conseguir algún pedazo suyo. La secuencia de sueños se repetía tan a seguido que Severus se estaba acostumbrando, después de todo él nunca soñaba con algo positivo. Dormir no era una de sus pasiones, descansaba más con los ojos abiertos que cuando los cerraba.
Se levantó de la cama haciendo a un lado el pensamiento sobre sus sueños, fue hacia Harry para tocar la frente del niño y comprobar que su temperatura no hubiese subido demasiado durante la noche. El pequeño seguía un poco caliente, pero no era tan preocupante.
— Es muy fuerte, bajó muy bien la fiebre. — Comentó Severus. — Hoy deberíamos bañarlo y cambiarle la banda, necesitamos cuidar de la herida lo mejor que podamos.
— Claro... — Murmuró Black.
El ruido de sus voces provocó que Harry se moviera entre sueños, abrió sus ojos verdes con pesar para ver a ambos adultos, su labio se transformó en un puchero y su ceño se frunció con desconcierto, inseguridad, tristeza. Severus se culpó por interrumpir el sueño del niño.
— ¿Tendrá hambre? — Preguntó Severus sin saber que hacer al ver al niño con los ojos llenos de lágrimas.
— Quizás... sólo cenó la sopa por la fiebre. ¿Tienes hambre, campeón? — Black preguntó acercándose al niño. Antes de que el mayor siquiera pudiese tocarlo, Harry se quebró en llanto provocando que ambos chicos se vieran entre ellos con el ceño fruncido. — No, no, no, no llores. — Pidió Black.
— ¡Mami! — Entre los sollozos histéricos sólo se entendió esa palabra, el niño tenía toda la cara arrugada mientras gruesas lágrimas que se deslizaban por sus mejillas.
El corazón de Severus se encogió en su pecho al comprender. Por supuesto que Harry quería a su madre, estaba enfermo y con hambre. Seguro no entendía nada de lo que pasaba ahí.
— Harry, tranquilo, no llores. — Volvió a pedir Black con voz temblorosa obviamente tomado por sorpresa por el llamado del pequeño a su madre, el niño negó con la cabeza antes de volver a lanzar otro sollozo. — Mierda, mierda. ¿Qué hacemos? — Preguntó desesperado.
— Black, aprende a controlarte, maldición. Esto va a ser jodidamente difícil si cada vez que algo malo pasa con el niño te pones histérico. — La paciencia de Severus no podía actuar con los sollozos del niño y la locura de Black. Era demasiado temprano como para tener que lidiar con ambos.
Black le dedicó una mirada fulminante, pero se controló.
— ¿Y cómo mierda quieres que reaccione? Harry está pidiendo por Lily, pero ella...
— Ven, Harry — Severus interrumpió a Black llevando sus brazos hacia el niño, Harry llevó sus ojos verdes y brillantes hacia Severus, su labio temblando por el llanto —. Ven. Vamos a ver que puedes comer, ¿sí?
Harry observó a Black y luego a Severus, volvió a sollozar negando con la cabeza y balbuceando la palabra mami una y otra vez, llamando por alguien que nunca más podría volver a consolarlo. Era doloroso, incluso para Severus quien sólo conocía al niño por poco menos de un día. Pero nadie podía ver la escena y no sentir tristeza por Harry.
¿Cómo explicarle a un niño, no, un bebé que su madre no puede venir por él? ¿Le haría más daño si Severus mintiera y dijera que Lily vendría en un rato? Harry no quería consuelo por parte suya. Después de todo, él no era más que un extraño. No se conocían en lo absoluto, no había ninguna sensación de seguridad al estar cerca de Severus, dudaba que incluso el niño recordara su cara.
— Mami... mami... — Harry sollozaba desesperado viendo de un lado a otro intentando encontrarla.
— Harry... mamá no puede venir, pero ella nos dejó a cargo de ti, ¿sí? — Severus llevó sus manos hacia el pequeño brazo del niño intentando calmarlo un poco, era difícil intentar explicarle algo tan fuerte a alguien tan pequeño. ¿Debería hablarle con ternura? Eso no era común en él. — Yo me llamo Severus... pero tu mamá me decía Sev, ¿tú cómo me quieres decir?
— Se... Se... — Harry hipeó repitiendo la sílaba entre sollozos.
— ¿Se? Bueno, me puedes decir así, y tú ya lo conoces a él... ¿Quién es? — Señaló a Black quien miraba la escena en silencio.
— Paddy... Paddy. — Los ojos del pequeño brillaron al ver al único adulto que conocía, su ceño se alivió un poco.
— Sí, Paddy, ¿por qué no dejas que Paddy te cargue así podemos ir a desayunar? ¿Te gustaría? — Preguntó con cuidado, poco común de su parte.
Harry pareció dudar, observó a Severus con recelo y luego volvió a ver a Black. ¿Siquiera había entendido lo que él había dicho? El Slytherin simplemente no tenía experiencia con niños ni bebés. ¿Quién confiaría en él para hacerse cargo de algo tan pequeño y vulnerable?
— Soy yo, campeón, ven. — Pidió Black. — Mamá y papá no pueden venir, pero tú sabes que Paddy siempre va a estar para ti, ¿no? — Una sonrisa triste se dibujó en sus labios mientras se acercaba a Harry.
El niño finalmente confió en el mayor. Quizás ser presa del hambre o sus ganas de ser consolado lo motivaron en estirar sus brazos hacia Black para que el hombre lo alzara acercándolo a su pecho con cuidado. Las mejillas de Harry aún estaban mojadas por las lágrimas por lo que Severus no dudó en levantarse para limpiarlas con su pulgar.
— ¿Qué te gustaría desayunar? — Preguntó Severus. Harry lo observó confundido.
— Tiene un año, Snape, ¿cómo carajos te va a responder? — Black respondió con obviedad.
Las mejillas del Slytherin quemaron por la vergüenza. El niño hasta hace poco había hablado.
— ¿Por qué mierda dices groserías ante el niño?
— ¿Y te parece que mierda no es una grosería?
— ¡Deja de decir malas palabras, imbécil!
— ¿Te das cuenta de que me estás diciendo que no haga lo que tú mismo haces? — Preguntó Black.
Severus apretó sus labios en una línea, miró al niño quien observaba con curiosidad a ambos adultos discutir. Algo desagradable se movió en su interior. ¿Cuántas veces no había visto a sus padres pelear frente a él? En algún momento, antes de que el miedo de que las cosas se volvieran físicas, tal vez tuvo una cara de preocupación parecida a la de Harry. Aunque la situación fuese distinta porque Black y él no eran pareja, eran los tutores de Harry... él no iba a exponerlo a esa clase de actitudes.
— Necesitamos reglas, Black, por el bienestar de Harry. — Dijo Severus.
El ceño del más alto se relajó al escuchar eso.
— ¿A qué te refieres?
— A que no podemos pelear frente al niño, es demasiado pequeño y se puede llegar a sentir inseguro si ve que tú y yo nos llevamos mal.
— No sería el único sintiéndose inseguro. Sólo tu cara es suficiente para asustar. — Murmuró Black rodando los ojos con molestia.
— ¿Ves como eres de patán, Black? Contigo no se puede nada. — Dijo Severus entre dientes, intentando con todas sus fuerzas controlarse para no gritarle. ¿Por qué siempre tenía que ser él el que extendiera la rama de olivos? Black lo sacaba de sus casillas, lo insultaba y humillaba constantemente. ¡Incluso en su propia casa!
No podía seguir en la misma habitación que el Gryffindor, salió de la habitación con dirección hacia el baño para hacer su rutina de todos los días. Con más rabia de la normal. Black. Black. Black. Lo detestaba tanto. Cepilló sus dientes con agresividad mirándose en el espejo, sus ojos oscuros diciendo todas las palabras que no podía comunicar y talló su cara queriendo aplicar la misma violencia sobre la cara de Black.
¡Qué detestable manera de comenzar otro día! ¡Black siempre le arruinaba las mañanas! Quería patear una cubeta con la cara del Gryffindor, ahogarlo en un río, hechizarlo hasta convertirlo en un renacuajo, botarlo por el desagüe. Secó su cara con molestia. Se sentía infantil y de mal humor.
Cuando se fue a la cocina se encontró con su abuela preparando el desayuno, frunció el ceño. ¿A qué hora se despertaba la mujer? Severus podía jurar que no eran siquiera las seis y media pero ella ya estaba arriba, murmurando una canción mientras tostaba las rebanadas de pan.
— Buen día, querido.
— Buen día, abuela. — Respondió el chico.
— ¿Qué pasa con la cara?
— Desgraciadamente es la que me dieron al nacer. — Bufó antes de tomar asiento. La mujer lo vio con una ceja levantada para nada conforme con la respuesta. — El estúpido de Black y...
— ¿Tan temprano y ustedes dos discutiendo?
— ¡Es su culpa! Yo intenté hacer las pases, pero él siempre tiene que meter sus comentarios de mier...
— Por favor deja de decir tantas malas palabras.
Severus tomó un largo respiro. Ya podía sentir como este día no iba a ser bueno. Necesitaba un té caliente para poder afrontar todo lo que estaba sucediendo o se volvería loco antes del medio día. Se levantó para poner la tetera en el fuego.
— Buen día. — Se giró para observar a Black que entraba con Harry entre sus brazos.
— Buen día, ¿cómo durmieron? ¿Pudiste ver los cepillos que les dejé? — Preguntó Adeline.
— Dormimos bien, y sí, muchas gracias. — Respondió.
— ¿Quieres un té, querido? Severus recién puso la tetera.
— No hay suficiente agua. — Respondió rápidamente el Slytherin.
Adeline se giró para verlo con el ceño fruncido.
— ¿En serio? — La pregunta era más bien un; ¿En serio vas a actuar de ese modo?
Severus se encogió de hombros con simpleza antes de darse la vuelta para ver por la ventana.
— Igual no quería té, gracias. Pero Harry necesita leche.
— Claro, ahora mismo le daré un poco. Tomen asiento para servirles, hice un pastel para acompañar el desayuno. — Dijo amablemente Adeline.
Luego de que el agua hirviera, Severus preparó su té y el de su abuela para llevarlos a mesa en la que Black se encontraba con Harry sentado sobre su regazo. El niño tenía más color en su cara, sus ojos verdes recorrían la mesa con curiosidad mientras intentaba agarrar con sus pequeñas manos todo lo que estaba disponible a su alcance. Era mortalmente parecido a Potter... pero su curiosidad le recordaba a Lily.
Pensar en ella mandaba a Severus en un viaje, un millón de recuerdos lo atacaban en un sólo momento como si fueran luciérnagas en una noche oscura iluminando el camino. Era raro ver en alguien tan parecido a un viejo enemigo a la persona a quien amó tanto. Pero allí estaba Lily, presente, en los ojos de Harry, en la manera en que sus cejas se levantaban con curiosidad... era doloroso, pero hermoso.
Se sentó al frente de Black, colocó su taza humeante frente a él y reflexionó mientras veía al niño finalmente alcanzar una pieza de pan que no dudó en llevar su boca dispuesto a devorar. Era tan pequeño que aún ni siquiera tenía todos sus dientes de leche.
— Es una buena señal que haya vuelto su apetito. — Comentó Severus. — Tal vez la infección no era tan grave.
— Hiciste un excelente trabajo curándolo, querido. — Lo animó Adeline. — Anoche mientras te veía me preguntaba porque no decidiste ser un doctor. — Sonrió.
— No me agrada la idea de trabajar en un hospital, abuela.
— Serías maravilloso... ¿Tú estudias algo? — Preguntó observando a Black con curiosidad intentando incluirlo en la conversación.
El Gryffindor dejó el pan que estaba comiendo para observar a la mujer.
— Estudiaba... pero luego comenzó la guerra.
— Oh... lo lamento. — Murmuró Adeline con pena. — Pero quizás en algún futuro puedas comenzar algo, en la universidad de Severus hay muchas carreras, ¿no?
La simple idea de imaginar tener que compartir campus con Black hizo que el té le supiera amargo a Severus.
— No creo que eso vaya a pasar, Black nunca fue de estudiar. — Murmuró Severus.
— Pero no me iba mal, que no sea una rata de biblioteca como tú no significa que sea un idiota. — Masculló Black.
— Por favor no peleen en la mesa. — Cortó la discusión Adeline. — Harry, ¿te gusta el pan?
La mirada de ambos hombres cayó sobre el niño el cual tenía los cachetes inflados a más no poder mientras en su mano sostenía una gran rebanada de pan, parecía una pequeña ardilla... aunque no era de lo más higiénico.
— Se va a ahogar con tanta comida. — Dijo Severus frunciendo el ceño. — Es como si nunca hubiese comido.
— Pobrecito, seguro tenía tanta hambre, ¿por qué no le pones un poco de mermelada, Sirius? Seguro le encantará. Es casera y la preparó...
— Sí, sí, ponle. — Interrumpió Severus poniéndose rojo mientras veía a su abuela. ¿Cómo se atrevía a casi decir que él había preparado la mermelada?
No le gustaba compartir cosas suyas con nadie. Que Black supiera de sus pasatiempos no le parecía una buena idea en lo absoluto. El mayor siempre había sido de utilizar todo lo que a Severus le interesaba para burlarse de él, humillarlo y avergonzarlo públicamente. Sus años en Hogwarts se habían basado en eso. ¿Severus leía? Black lo llamaba un come-libros. ¿A Severus le gustaban las pociones? Black se empeñaba en sabotearlas. ¿Severus practicaba Magia Oscura? Black decía que era un brujo tenebroso que seguía los caminos de los mortífagos.
Apretó su mandíbula. Teniendo en cuenta su vieja historia con Black, mientras menos compartiera mejor le iría.
— ¿Hoy vas a ir a tus clases, querido? — Preguntó Adeline.
— Sí, abuela. No me puedo atrasar en mis clases.
— ¿Cuándo volverás? — Los ojos oscuros de Severus cayeron sobre Black.
Un qué-te-importa se dibujó en la mente del Slytherin y sus labios estuvieron a punto de curvarse para pronunciar las palabras cuando decidió frenarse. Seguía molesto con Black, pero no sería prudente seguir amargando el desayuno.
— Quizás a las tres de la tarde.
— Es mucho tiempo, ¿qué se supone que haré si alguien se aparece aquí? — La voz de Black se elevó y sus ojos se ampliaron al escuchar la hora, aquella nube de locura volvió a tomar lugar en su cara.
¿Era locura? ¿O era miedo? Severus apretó sus labios.
— Después de desayunar pondremos hechizos, tú dime cuáles quieres. Dudo mucho que alguien venga aquí... nadie sabe de este lugar.
— Lily te encontró. ¿Quién dice que nadie más lo hará?
El corazón de Severus se sumergió en su pecho al escuchar las palabras que Black había escupido hacia él. No le importó el tono que el Gryffindor usó con él, su mente solamente podía repetir las palabras. ¿Lily? ¿Lily lo había encontrado?
— ¿Qué? — Balbuceó intentando buscar una explicación al comentario de Black.
— Ella quería saber si eras un mortífago o no así que investigó y no sé muy bien como llegó a dar contigo, pero si ella pudo...
— ¿Ella me buscó? — Las palabras salían de la boca de Severus pero no se sentían reales. ¿Lily? ¿Buscarlo?
La cara de Black cambió, su semblante se oscureció y vio a Severus con tanto desprecio que no pudo esconder en lo absoluto.
— Ni siquiera pienses que ella estaba interesada en ti, Snivellus, sólo lo hizo porque quería saber si eras o no un mortífago. — Escupió casi como una burla Black. — Ella amaba infinitamente a James, siempre amó a James y no sentía nada más que desprecio por ti. Si te vino a buscar es porque pensaba tan bajo de ti que no dudaba que tú te habías vuelto un asqueroso mortífago, siempre fuiste un simpatizante de su política y Lily sólo quería comprobarlo con sus propios ojos. Ella nunca te iba a querer ni per... — La mirada de Severus se nubló, su labio tembló. La voz de Black era especialmente venenosa cuando se proponía hacerle daño.
— ¿No es eso suficiente? — Adeline interrumpió. — Si ella despreciaba tanto a Severus, no hubiese confiado en él para que cuidara a su hijo, ¿o me equivoco?
El silencio se hizo presente ante la mesa. Black y Severus se miraban uno al otro con un desprecio chispeante.
— Aún no entiendo como pudo...
— No necesitas entenderlo, Sirius, sólo una madre entiende hasta que punto puede llegar para salvar a sus hijos. — Pronunció Adeline. — Ustedes dos necesitan dejar de pelear, por Dios. Tienen a un niño pequeño frente a ustedes.
— ¿Te das cuenta de que siempre es Black?
— No siempre, Severus. — Su abuela lo observó con seriedad. — Pero me da vergüenza y pena que dos hombres adultos como ustedes no puedan poner a un lado sus problemas aunque sea para honrar la memoria de alguien que falleció hace tan poco. ¿Acaso son niños? — Preguntó. Severus apretó sus labios en una línea. — He intentado comprenderlos a ambos porque sus amigos fallecieron, pero necesitan dejar ir el pasado y trabajar juntos.
— Yo lo intento... — Severus intentó explicar con frustración.
— Eres muy poco paciente. — Adeline lo cortó. — Eres muy impulsivo y si las cosas no salen bien en el primer momento te molestas, ¿viste tu cara esta mañana? Tú no eres así, Severus.
— Él es así y mucho peor. — Bufó Black. Adeline le dedicó una mirada seria.
— Y tú no eres mucho mejor, ¿o si? — Ambos abrieron los ojos con sorpresa al escuchar el comentario. — No voy a ser sutiles con ustedes si se siguen comportando como niños malcriados. Sólo hay una persona pequeña en esta casa y ustedes están priorizando su enemistad sobre el bienestar de un niño que no tiene la culpa de nada.
Las palabras eran duras. Severus nunca había escuchado a su abuela hablar de ese modo. Estaba molesta, enfadada y decepcionada. Su tono de voz no era tan suave o amable como acostumbraba a ser, y eso era un golpe bajo para él. Sin embargo, sus palabras eran ciertas.
El silencio que se creó fue incómodo. Ninguno se atrevía a responder o defender su actitud. Adeline solamente los miraba con decepción.
La mirada de Severus cayó sobre la mermelada casera colocada a unos centímetros de él. Su mente repetía las palabras una y otra vez. Una parte de él quería seguir peleando, poner resistencia, mientras que la otra parte se culpaba por su manera de ser. Black tampoco dijo ninguna palabra y la mirada de Adeline se sentía dura sobre ellos dos. Esperando.
La tensión fue cortada cuando Harry finalmente se llevó un pedazo de pastel que hasta ahora había sido ignorado. Un balbuceo de emoción salió de los labios del niño, cuando Severus levantó la mirada para verlo, lo encontró llevando con sus pequeños dedos un pedazos ya casi hecho trizas hacia los labios de Black mientras repetía balbuceos poco entendibles.
— Paddy, Paddy, come... — Pedía mientras intentaba que el mayor abriera la boca.
La máscara de frustración y de molestia de Black se cayó antes de abrir su boca para que el niño pudiera entrar el pedazo, cuando lo hizo aplaudió emocionado antes de lanzarse por otro trozo más para comerlo.
— ¡Le gustó mi pastel! — Sonrió con alegría Adeline dejando a su lado su molestia. — Creo que la mermelada fue lo que hizo que le gustara. — Reflexionó.
— Está muy bueno... el pastel y la mermelada. — Admitió Black sonando avergonzado. — Tiene razón señora, nosotros tenemos que intentar llevarnos bien por Harry. — El comentario tomó por sorpresa a Severus. Black dejó de mirar a Adeline para llevar su mirada sobre el chico de cabello negro, su cara tembló antes de decir: — Snape... ¿tregua? — Black estiró su mano hacia Severus.
Severus parpadeó abatido. El tren de recuerdos lo volvió a atacar, pensó en la primera vez que vio a Black, en todas las veces en que Lily intentó que fueran amigos, en todas las peleas en que los profesores los obligaban a pedirse disculpas mutuamente. No confiaba en él, en lo absoluto. Sabía que la tregua con Black no podía durar, jamás lo haría. Pero sus acciones ahora traían consecuencias no sólo para él, si no también Harry e incluso su abuela.
Llevó su mano hacia la de Black. Fue extraño. Algo en él se removió, algo extraño que no lo hizo sentir para nada bien. Pero no quedaba de otra.
— Tregua.
Notes:
Hola, hola, hola. Tiempo sin leernos. ¿Qué sucedió? Pues... este mes tengo un examen y he estado estudiando a full, me quedan 9 días así que tengo que ponerle mucha mente a eso. Perdón por dejarles sin actualización por un tiempo
Chapter Text
Cuando el incómodo desayuno acabó, Black acompañó a Severus al exterior de la casa para verlo aplicar los hechizos protectores aunque a penas podía prestarle atención ya que los grises ojos del Gryffindor observaban ansiosamente el paisaje que se extendía inmensamente hacia el horizonte. La preocupación estaba dibujada en su cara mientras mantenía sus labios apretados uno contra el otro y sostenía a Harry muy cerca de él.
— Ya está, Black. — Murmuró Severus.
— ¿Ya? — Los ojos del mayor se encontraron con los suyos, el ceño de Black se frunció —. No usaste tu varita.
— Levantaría sospechas. Soy muy bueno con la magia sin varita, coloqué todos los hechizos que me pediste e incluso algunos de mi propia creación.
Black pareció dudar, pero sólo calló antes de asentir.
— Bien... ¿Qué hiciste? — Finalmente preguntó.
— Puse una alarma mágica, un glamour que muestra la casa como si sólo mi abuela estuviera aquí y trampas para aquellos magos que no tienen permiso de estar aquí.
— ¿Todo eso sin varita? ¿Estás seguro de que van a funcionar?
Era ofensivo escuchar a Black dudar de él, pero Severus no dejó que lo afectara... demasiado. Él había realizado magia sin varita durante mucho tiempo, incluso durante sus años de Hogwarts y se consideraba mejor que incluso algunos profesores. Era casi natural para él.
— Deberías de saber de nuestros años en Hogwarts que soy muy bueno defendiéndome contra hechizos, Black.
— Estos no son hechizos de niños, Snape, estos son asesinos y vienen por nosotros. — Chasqueó el mayor.
Severus no podía negar que el Gryffindor tenía un punto, pero él había puesto todas las defensas que conocía para poder mantener la casa segura. No podía hacer más nada más que fiarse del talento que poseía.
— Tendrás que confiar. — Se dio la vuelta para entrar a la casa dejando a Black con la palabra en la boca.
Adentro su abuela se encontraba limpiando la mesa, al escuchar la puerta abrirse se giró para ver a Severus quien estaba buscando sus cosas. El chico llevó su mirada hacia el reloj solo para comprobar lo que ya sospechaba, estaba llegando tarde.
— ¿Te vas ya, querido? — Preguntó Adeline.
— Sí. Volveré después del medio día, tengan cuidado. — Severus se colocó el abrigo antes de acercarse a su abuela para despedirse.
— Espero tengas un hermoso día. — Le sonrió.
— Gracias.
— ¿Llevas un paraguas?
— No.
— Parece que va a llover, toma un paraguas.
— No puedo, llego tarde. Adiós. — Caminó rápidamente hacia la puerta para salir cuanto antes.
Ya había sentido el frío cuando salió con Black a poner los hechizos. Pero mientras bajaba los escalones de la casa Severus sintió una corriente de aire que le hizo helar los huesos, no pudo evitar mirar sobre su hombro hacia la casa con una sensación revuelta en el estómago. Se cuestionó si era lo correcto irse, dejarlos, ¿eran lo suficientemente fuerte los hechizos?
Se obligó a caminar, pero la sensación lo comía vivo. Tal vez los hechizos eran demasiado débiles, demasiado de novatos. Hace años que no pensaba en que debía defenderse de algo, de alguien, ¿de quién? En su mente vibraban las caras de sus compañeros Slytherin, sombríos y tétricos, llenos de prejuicios hacia los demás. Severus nunca fue de su agrado, él no era puro en lo absoluto. Pero en algún momento tomaron interés en él por su talento con las pociones, lo vieron como algo valioso que podía servir con su "movimiento".
Era extraño imaginar que personas con las que convivió ahora eran criminales, delincuentes que incluso había llegado a asesinar. Cuando los escuchaba hablar en Hogwarts, Severus se sentía intimidado por el odio que sentían hacia los nacidos de muggles, era un sentimiento de repudio que él nunca llegó a comprender completamente. ¿Se sentían intimidados? ¿Amenazados? Severus había intentado en varias ocasiones entender el porqué, pero nunca pudo. Incluso al imitarlos se sentía tonto porque no podía siquiera llegar a comprender la rabia. Quiso culpar a su naturaleza mestiza por su incapacidad de empatizar con sus compañeros, pero ni siquiera el odio que sentía hacia su padre podía hacerlo sentir de la manera en que muchos Slytherin se sentía sobre todos aquellos que no eran magos.
Repudio. Odio. Envidia. Severus se giró una última vez para ver la casa, sus ojos analizaron cada detalle intentando encontrar alguna falla, al no encontrarlo decidió caminar hacia la parada del tren la cual estaba a una distancia un poco alejada de la casa.
Los días de Severus antes de que Dumbledore interrumpiera con su rutina eran muy repetitivos. Despertaba temprano, desayunaba con su abuela y caminaba algunos minutos hasta donde tomaba el tren el cual lo dejaba relativamente cerca de la universidad. Durante el trayecto observaba el camino en silencio, a veces leía alguno de sus libros o notas de estudio. Observaba los arboles, las personas, los animales que caminaban lentamente por los campos verdes o las gotas de lluvia. Pero hoy, Severus sólo podía mirar atrás deseando tener aunque sea un poco de visión sobre la casa.
Se sentía fragmentado, su cuerpo estaba en un lugar mientras que su mente estaba en otro totalmente aparte. Casi se olvida bajarse en el lugar de siempre y apenas tuvo tiempo para agarrar su mochila, sus pies con dificultad recordaron el camino hacia su edificio y cuando finalmente llegó, su asiento estaba ocupado por alguien más. El salón estaba casi lleno, Severus se reprendió por su tardanza. Escaneó el lugar hasta que encontró un asiento vacío en una de las primeras filas.
Maldijo. Se sentía expuesto tan adelante, él siempre acostumbraba sentarse atrás o en el medio, en algún lugar donde nadie pudiese concentrarse demasiado en él — y no es que considerara que muchas personas le prestaran atención, es solo que era mejor pasar totalmente desapercibido a estar en el ojo de las personas.
— Hola. — Una voz interrumpió la serie de maldiciones que estaban pasando por la mente de Severus.
— Hola, Aimee. — Murmuró.
Aimee era su única conocida en todo el cuerpo de estudiantes, era una chica de cabello castaño y ojos azules con pupilas dilatadas y casi tan introvertida como él. En varias ocasiones ambos habían quedado sin compañero para hacer trabajos así que los profesores los asignaban juntos, con el tiempo ambos habían comenzado a acercarse uno al otro para hacer los trabajos por lo que en algunas ocasiones hablaban.
— No viniste ayer. — Comentó la chica.
— Algo se me presentó.
— Oh... ya veo, si quieres te puedo pasar mis apuntes. — Ofreció.
— Sí, sería de mucha ayuda. — Aceptó con prisa Severus que ya estaba un poco estresado pensando en la posibilidad de encontrarse atrasado en sus estudios.
La chica sacó algunas notas para compartirlas con el chico, estaban perfectamente alineadas con letra clara y prolija.
— Si quieres podemos tomar un café y te explico...
— ¿Podría ser en otra ocasión? ¿Me las puedo llevar a mi casa?
— Sí, claro, ya pasé mis notas así que no pasa nada — contestó Aimee, sus mejillas ardiendo al ser interrumpida por Severus —. ¿Me puedo sentar aquí?
— Claro. — Dijo Severus, la chica sonrió antes de sentarse a su lado.
Las clases pasaron lentamente, Severus no podía concentrarse del todo y en varias ocasiones observaba por la ventana solo para encontrarse con el día lluvioso y nublado como era costumbre de la época. Pero no se sentía correcto. Entre más miraba, más caras de Slytherins veía entre sus compañeros y no podía evitar sentirse agobiado. Sabía que no era real, sabía que era un engaño de su mente. Hace años no pensaba en ellos, pero tal vez por la situación ahora su inconsciente lo traicionaba.
Había alguien que no podía dejar de observar entre el mar de personas que había en el salón. Era una chica de gran cabello pelirrojo. El estómago de Severus se revolvió haciéndolo sentir enfermo..
¿Siempre estuvo ahí? Quizás sí, quizás no. Pero entre el montón de personas debajo de él, su pelo rojo brillaba con fuerza llamando la atención de todos, era rizado y enorme como una melena de león, vibraba por su peculiaridad entre las demás cabelleras negras, rubias y castañas. Era tan vivaz, intenso...
— ¿Estás bien? — Aimee le preguntó, Severus se obligó a pestañear y dejar de ver a la chica —. Te ves enfermo, Sev.
El estómago de Severus se removió peor que nunca, sintió ganas de vomitar y su cara se transformó.
— No me digas así. — Su voz sonó fría, cortante y Aimee abrió sus grandes ojos al escucharla. Pero no Severus no podía obligarse a sentirse mal por ella o por el tono que había utilizado, escuchar ese apodo era casi como ser insultado.
— Lo lamento — dijo —. Es sólo que te ves muy mal, yo... solo quería ayudarte.
— No me digas así, jamás. No lo vuelvas a hacer. — Se sentía mareado, alejó su cara de la de la chica y se agarró la cabeza intentando estabilizarse un poco, pero no podía.
Dolía. Pero no podía encontrar el lugar de donde provenía el dolor, no podía encontrar la causa de su mareo y sensación de nauseas. Cuando cerraba los ojos veía un rojo que lo perturbaba, también unos ojos verdes que lo repudiaban. Se sentía confundido, atrapado, horrorizado. Luego venían las olas de caras de Slytherins que intentaban agarrar aquel rojo para volverlo negro.
Era una pesadilla. Pero estaba despierto.
Sentía que algo estaba siendo presionado contra su pecho, encerrando sus pulmones como si fuera una jaula que se volvía cada vez más pequeña, sentía que no podía respirar ni controlarse. Era un dolor difícil de explicar que provocaba que una preocupante sensación de quedarse sin oxígeno se extendiera por todo su cuerpo. Una desesperación inmensa lo comenzó a poseer a tal manera en que Severus sentía que se moría ahí mismo, el rojo lo perseguía, la voz de Aimee llamándolo por ese jodido apodo, los inmensos ojos verdes inocentes. Era demasiado. Era demasiado.
— La clase ha finalizado. — El profesor finalmente dijo llamando la atención de Severus.
El chico pestañeó, ni siquiera se había dado cuenta de que su mirada se había puesto nublosa en medio de aquel extraño suceso. Dejó salir todo el aire adentro de sus pulmones y se removió antes de tomar sus cosas para salir cuanto antes del salón, necesitaba volver a casa. Necesitaba confirmar que Black y el niño estuviesen bien.
Aimee intentó hablarle, pero Severus ya se encontraba en la puerta del salón caminando a paso rápido – casi corriendo, hacia la salida del campus. Su corazón latía con fuerza como un tambor que resonaba por todo su cuerpo, la desesperación era inexplicable y se sentía como un loco.
Mientras se dirigía hacia la estación del tren, Severus sintió una clase de deja vu de sus años en Hogwarts, aquel miedo recurrente de perder el expreso y tener que quedarse en la Hilandera durante todo el año escolar era algo que lo mantenía despierto todas las noches. Ese mismo sentimiento ahora volvía mucho peor, más intenso y grande. Lo abatía entre oleadas.
Tenía miedo. Miedo de perder el tren y no poder volver a su casa. Miedo de encontrar la casa destruida. Miedo de que se hayan llevado al niño. Miedo de ver a su abuela herida. Miedo de aquellos ojos intensos. Miedo del rojo y de la oscuridad, de las caras de los Slytherins, del apodo, de no poder cumplir con lo que Lily le pidió.
El miedo no lo abandonó ni cuando abordó el tren, ni siquiera mientras veía el paisaje que cambiaba de la ciudad al campo o como de a poco las casas se volvían cada vez más conocidas. Cuando bajó sentía que sus piernas no podían resistir su peso y su corazón latía desquiciadamente. Otro miedo lo atacó mientras se acercaba a la salida de la parada dispuesto a dirigirse a su casa. ¿Y si alguien lo estaba siguiendo?
Era imposible. O no. Miró sobre su hombro todo el camino hacia su casa, quizás viéndose más sospechoso de lo querido y tardándose más de lo que le hubiese gustado. Cuando finalmente llegó a su hogar se sentía extremadamente ansioso, no quería ni siquiera girar el pomo de la puerta temeroso de lo que pudiera estar esperándolo adentro.
— ¿Qué estás esperando para entrar? — Dio un salto al escuchar la pregunta.
— ¡Black, quítate de la puerta! — Gruñó empujando al chico hacia adentro de la casa.
— Estabas ahí como una estatua mojándote, me estaba desesperando. — Bufó Black antes de darse la vuelta.
Severus dedicó una mirada al exterior de la casa antes de finalmente cerrar la puerta. Su corazón se calmó un poco al ver que todo parecía estar en orden, Black se estaba dirigiendo hacia la sala y la casa estaba cálida a comparación con el frío que hacia afuera.
— ¡Querido, te mojaste todo! Te dije que te llevaras un paraguas — Adeline se acercó a él con preocupación — . Ojalá no te enfermes. ¿Cómo estuvo tu día?
— Estuvo bien abuela, ¿y el niño? ¿Tuvo fiebre? — Preguntó Severus yendo hacia la sala, ni siquiera se había dado cuenta de que estaba empapado hasta que su abuela lo mencionó.
— Tuvo un poco durante la mañana. Pero luego de cambiarle los paños y darle un baño no ha vuelto. — La mujer sonrió cálidamente.
Harry estaba sentado en un sofá mirando hacia la única televisión que había en la casa, llevaba una ropa extremadamente colorida que hizo que Severus hiciera una mueca.
— Cuanto color...
— No había mucha variedad, querido, tuvimos que trabajar con lo que teníamos. ¿Estás bien? Te ves pálido.
La mano de Adeline se dirigió hacia su frente intentando medir si acaso tenía fiebre, Severus dejó salir un respiro cansado.
— Sólo necesito sacarme esta ropa y tomar un té.
No quería preocupar a la mujer contándole del día terrible que había tenido. Era innecesario seguir añadiendo a la bolsa más problemas, ya había llegado y todo parecía estar bien.
Salió de la sala casi arrastrando los pies, dejó su mochila sobre una de las sillas del comedor antes de subir las escaleras. Sus nervios no le habían permitido enfocarse en su situación por lo que ahora que estaba más calmado podía notar que la ropa mojada sobre su cuerpo era extremadamente incómoda. Dejó salir un suspiro cansado. Apenas eran las cuatro de la tarde y ya tenía mucho sueño, sabía que no debía dormirse ya que a la noche tendría problemas pero ver su cama le daba ganas de tirarse ahí y descansar. No podía creer lo nervioso que había estado todo el día. Era abrumador.
Jaló el suéter gris sobre su cabeza para sacárselo con todo y camisa cuando de pronto la puerta se abrió dejando ver a Black.
— Oh. — Fue todo lo que dijo el mayor.
— ¿Qué quieres? — Gruñó Severus volteándose para darle la espalda al Gryffindor.
— No te tienes que dar la vuelta, Snape, tampoco es como si tuvieras algo que ver. — Bufó Black.
Una maldición se cruzó por la mente del menor y luego las palabras del desayuno volvieron a resonar. Paz. Paz. Debía mantener la paz.
— ¿Qué necesitas? — Volvió a preguntar.
— ¿No recibiste ningún mensaje de Dumbledore? — El tono utilizado por Black fue completamente distinto, era uno cansado y frustrado.
— No.
— ¿Nada?
— Ya te lo hubiese dicho.
Se produjo un silencio entre ambos, Severus caminó hacia su armario para sacar una camiseta que solía usar bastante con el nombre de una banda muggle que él no escuchaba, pero que era muy cómoda y amplia.
— Necesito ropa — comentó Black cambiando de tema —... y bañarme.
— Báñate y luego veremos si alguna de mis prendas te sirven. — Propuso el menor.
—Sería una maravillosa idea... Pero; uno, no tengo una toalla; y dos, tu ropa me va a quedar pequeña.
Enlistó Black como si fuera algo obvio. El menor tomó una respiración profunda.
— ¿Por qué no dijiste que necesitabas ropa ayer? — Frunció el ceño Severus.
— ¿Cómo querías que me pusiera a pensar en eso, genio? El mayor problema era Harry.
— Pues ahora estás sin ropa.
— Y eso es lo que te estoy diciendo. Necesito ropa.
— ¿Y qué demonios quieres que haga? Vas a tener que usar mi ropa. Estás haciendo un problema de nada. Vete a bañar que apestas a perro. — Respondió irritado Severus.
Black salió de la habitación dejando solo a Severus quien aprovechó para enterrar su cabeza en su almohada, gruñó sintiendo el pantalón mojado sobre su piel. Sabía que tenía que cambiarlo, pero el agotamiento físico y mental no lo dejaba. Cerró los ojos por lo que se sintieron instantes, su mente seguía corriendo a mil aunque deseaba ponerla en pausa aunque sea por un momento para descansar del desborde emociones que había experimentado.
No tenía sentido. Severus se sentía frustrado por como no podía simplemente quedarse en blanco, no pensar. Los momentos se repetían, la desesperación, las ganas de llegar a la casa, el rojo, las caras... No lo dejaban en paz. Era una secuencia agotadora que no tenía fin.
— Snape, pásame la ropa. — Black lo llamó interrumpiendo su falsa siesta.
Severus abrió con pesar sus ojos llevando su cabeza hacia el lugar del cual escuchaba la voz de Black. El mayor tenía el cabello mojado al igual que su cuerpo el cual estaba casi al descubierto si no fuese por una diminuta toalla que cubría su entrepierna, Severus abrió los ojos a más no poder.
— ¿Por qué estás desnudo?
— Porque me bañé, obviamente — chistó con irritación Black — . ¿Dónde está la ropa? ¿No la buscaste?
— Pensé que no la querías.
— ¿Entonces no buscaste nada? Deja de verme así, Snape.
El menor apartó la vista viendo hacia la pared de la habitación, sus orejas quemaban y se sentía estúpido. No era como si estuviera viendo a Black de un mal modo, es sólo que le parecía estúpido que el Gryffindor hubiese agarrado la toalla de secarse las manos para taparse. Estaba haciendo un gran intento para no reírse a carcajadas.
Se levantó con gran pesar para ir hacia su armario y buscar algo que le quedara bien a Black, las camisetas no eran ningún problema porque Severus usualmente las compraba varios talles más grandes para mayor comodidad, con los pantalones fue un poco más difícil pero el problema real fue encontrar ropa interior que estuviese nueva.
— Creo que nunca usé ésta. — Severus dijo pasándole un bóxer gris a Black.
— Esto es demasiado grande para ti — comentó el mayor —. ¿Te lo compró tu abuela? — Comentó con sorna.
Las rojas de Severus volvieron a quemar. Maldito Black. Por supuesto que se lo había comprado su abuela.
— Iré a ver a Harry — murmuró —. Quizás mañana pueda conseguirte ropa interior, pero solo eso porque sería sospechoso comprar ropa de la nada. Además de que la mía te queda.
— Apenas. Apenas me queda.
— Bueno, pero entras. No tenemos la cuenta de los Black para poder acomodarnos a tus gastos, vas a tener que aprender a vivir con ropa que apenas te queda.
No dejó continuar al mayor antes de dirigirse a la puerta para dejarlo que se cambiara, pasó una mano por su cabello antes de bajar las escaleras aún con las orejas ardiendo. Había pasado mucho tiempo desde que tuvo que ver a un hombre cambiarse, pero ninguno de sus compañeros de Hogwarts — ni siquiera aquellos que jugaban quidditch todo el día, tenían un cuerpo como el de Black. Severus debía admitir que le daba envidia, él siempre fue delgado y con muy poco músculo así que ver a alguien con el aspecto del Gryffindor ciertamente le provocaba un poco de ganas de moverse más.
Cuando fue a la sala encontró a Harry en el suelo jugando con una lata y un palito, sus grandes ojos verdes concentrados totalmente en el juego mientras que su boca se abría ampliamente con sorpresa ante el ruido que producía.
Severus lo observó sin saber que hacer. ¿Qué hacían los bebés? Había visto al niño dormido, enfermo y llorando. Verlo jugar era incómodo porque no sabía que tenía que hacer, ¿tenía que jugar con él? Había pasado mucho tiempo desde la última que hizo algo así. Más de trece años. Muchos más. ¿Tenía que entretenerlo? ¿Hablarle? ¿O sólo quedarse ahí viéndolo?
— Ha estado llamando a su mamá. — Los ojos de Severus se movieron de Harry hasta Adeline quien se había colocado a su lado.
— Oh.
— Ahora paró, pero hace un rato solamente lloraba llamándola y Sirius ya no podía más así que lo dejó conmigo. Ha sido un día muy difícil para él. — Admitió la mujer en un suspiro.
— ¿Estás cansada, abuela?
— Un poco. Hace mucho que no cuidaba de un niño tan pequeño... y también es muy doloroso escucharlo llamar a su madre sabiendo que ella no puede venir por él. Como madre es horrible tener que ver esto...
Los ojos de Adeline brillaron por las lágrimas, su voz se había convertido en apenas un rumor que desaparecía en el concierto de Harry. Severus tragó en seco sin saber que decir. Por su mente no corría ni siquiera un pensamiento, no sabía que hacer. Se sentía tan perdido. Nunca había sido bueno consolando a la gente porque en los momentos tristes las palabras simplemente no le salían.
— Mamá, ¡boom, boom! — Harry llamó ilusionado mostrando su nuevo descubrimiento. Golpeó el palito contra la lata otra vez — ¡Mamá!
Pero Lily no podía verlo. No podía venir por él. Al lado de Severus, Adeline dejó salir un sollozo que tapó con su mano antes de darse la vuelta para retirarse dejándolo solo con el niño que llamaba por su madre. Severus no la siguió, tampoco le dijo nada a Harry sólo lo observó estancado en su posición de estatua con el corazón latiendo casi tan fuerte como la lata que Harry golpeaba con el palito.
El llamado comenzó ser más demandante, mucho más alto, el niño dejó de sonreír para comenzar a fruncir una mueca y sus ojos se llenaron de lágrimas. Severus se sintió sumergido una gran tristeza que no podía explicar con palabras y Black pronto apareció en la sala con preocupación.
— Hey campeón. ¿Qué pasa? — Preguntó con preocupación al niño que lloraba.
— ¡Ma! ¡Papá! — Harry llamó, gordas lágrimas rodando por su mejilla.
— Harry, tranquilo. — Severus finalmente reaccionó.
Black lo levantó del piso para acunarlo entre sus brazos mientras que Harry luchaba para bajarse pidiendo el comfort de aquellas dos personas que eran las más importantes para un niño de su edad. Severus se acercó con incomodidad sin saber que hacer y se puso al lado del mayor observando con preocupación como Harry lloraba desesperado, la imagen tranquila del pequeño completamente transformada en algo totalmente opuesto.
Se sentía absorbido por la situación, superado por el llanto desconsolado y la tristeza cegadora, algo en su pecho no lo dejaba alejarse de Harry, sentía que debía estar ahí pero no podía hacer nada para calmar los fuertes sentimientos del pequeño. Black también comenzó a llorar mientras abrazaba al niño que llamaba a sus padres en gritos angustiados. El intento de consolar a Harry ya había sido abandonado por su padrino quien solo sollozaba de un modo desconsolado que sorprendió incluso a Severus.
Parecía que Black finalmente había perdido la poca cordura que le quedaba, Severus sentía que también se estaba volviendo loco mientras escuchaba el llanto de ambos y no pudo evitar las lágrimas que corrían libremente por su cara para luego impactar la alfombra que adornaba el piso de la sala. Su corazón se sentía tan pesado como si estuviese hecho de plomo, era tan así que sentía que sus piernas no podían soportar el peso de este y pronto terminó arrodillado llorando inconsolablemente como un niño.
En cada lágrima recordaba a Lily, su cabello, su cara, sus lunares y marcas, la sonrisa que le dedicaba y su esencia. Era como si de pronto volviera en una gran ola que lo arrastraba hasta el fondo del mar, su corazón no podía soportar tanto dolor y se sentía tan frustrado por no haberla visto una última vez, por no poder consolar a su bebé, por ser un Slytherin. Se odió, se sentía sucio, se sentía ansioso e incapaz. Cada lágrima era para Lily, para la única amiga que tuvo y que perdió por si mismo. Cada lágrima era por Harry a quien ni siquiera podía consolar ni cuidar correctamente. Severus se sentía perdido y las lágrimas simplemente no podían parar.
Black terminó en una posición parecida con la cara de Harry enterrada en su cuello, las mejillas de ambos de un rojo intenso al igual sus narices y ambas caras mojadas. En algún momento el pequeño había abrazado el cuerpo de su padrino con fuerza no soltándolo ni un poco mientras lloraba. Entre los balbuceos del mayor, ahora arrodillado en el piso con un niño que no lo soltaba, solo se escuchaba una y otra vez.
— Ni siquiera van a tener un funeral... ni siquiera le harán un funeral...
Notes:
¡Hola! ¡No he muerto! Lamento mucho la demora y la espera, pasaron muchas cosas desde la última vez que actualicé pero no crean que no he pensado en ustedes y en lo mucho que quería actualizar. ¡Feliz año nuevo! ¿Cómo pasaron las fiestas? ¿Cómo les trata el nuevo año?
Siento que esta novela otra vez dio un paso hacia la tristeza, es que para ser sincera siento que saltar a la felicidad sin hacerle espacio al trauma no es realista. Lily y James ni siquiera tuvieron un funeral (por eso Sirius le pregunta a Sev si no ha recibido ninguna noticia de Dumbledore, tenía la esperanza de que el de la barba haya organizado un funeral para los Potter pero nada) y Harry es un bebé, seguro debe pensar mucho en su mamá :( algún día va a llegar la felicidad pero hay que ser realistas xd.
Prometo actualizar pronto y no dejar que pase tanto tiempo. Gracias por volver a leerme, espero disfruten este capítulo. Nos leemos luego <3 ¡Y GRACIAS POR LOS KUDOS Y COMENTARIOS, ME HACEN MUY FELIZ!
Chapter Text
El segundo día de vuelta a la universidad había sido levemente mejor al primero aunque Severus debía admitir que seguía sintiéndose ansioso, miraba el reloj esperando a que las clases se terminaran para irse a su casa casi obsesivamente. Debía agradecer que al menos ya no veía cara de Slytherins y podía prestar un poco más atención sin que el pensamiento de Lily lo comiera vivo. Quizás la vergonzosa escena de anoche había servido de algo.
Black, Harry y él habían llorado en la sala hasta que Adeline llegó a consolarlos. Tuvieron una incómoda cena en la que nadie pudo comer mucho y se fueron a dormir en silencio sin decir nada, Harry lloró un poco más antes de quedarse dormido en el pecho de Black quien no pronunció nada más en toda la noche.
A pesar de la incomodidad de lo vivido el día anterior, Severus se sintió un poco más liviano cuando despertó. Había llorado tanto que sentía que no le quedaban más lágrimas en el pecho y de alguna manera eso lo hacía sentir mucho mejor.
Salir de la casa aún le parecía incorrecto pero se había forzado a si mismo a seguir adelante con su vida ya que parar de repente con sus estudios levantaría sospechosas. Además debía considerar el hecho de que en algún momento Black y el niño se irían de su casa, no podía ponerle pausa a sus planes y posiblemente perjudicar su futuro por algo que era temporal.
Tan pronto finalizaron las clases, Severus volvió a sentir todas las preocupaciones del día anterior mientras se apresuraba hacia la estación del tren con el corazón latiéndole a mil y todas las posibilidades de que algo malo haya pasado durante su estancia en la universidad pasándole por la cabeza. Parecía ser una nueva costumbre que había adaptado y que simplemente no podía controlar.
Por desgracia y quizás para beneficio de su creciente ansiedad, el tren venía con retraso así que tuvo que esperar un poco más de lo normal por lo que se quedó en una librería que estaba adentro de la estación leyendo la tapa de libros para intentar calmar las oleadas de preocupación que intentaba ahogarlo. Estuvo un buen rato recorriendo estantes hasta que un título llamó su atención: "Padres Primerizos".
Las letras eran escandalosamente grandes.
« No sería mala idea comprarlo. » Se dijo a si mismo mientras acercaba el libro a su cara. Después de todo, él no tenía ni idea de que hacer con el niño, jamás había tenía un acercamiento de ese modo con alguien tan pequeño y educarse respecto al tema sólo podría sumar. Observó a su alrededor con recelo antes de acercarse a la caja para pagar.
— ¿Padre primerizo? — Preguntó la cajera con una sonrisa. A Severus le pareció que era una metiche.
¿Qué le importaba a ella si era o no un padre primerizo? Severus odiaba las conversaciones triviales con personas que no conocía ni tenía el mínimo interés en conocer.
— Es para un amigo, ¿me lo podrías poner para regalo? — Pidió.
Necesitaba ser cauteloso por si alguien lo estaba siguiendo, quizás estaba siendo paranoico pero prefería serlo a no tener cuidado y exponer a Harry o a Black. Guardó la bolsa que le entregó la cajera en su mochila antes de girarse dispuesto a tomar su tren devuelta a casa el cual ya se encontraba llegando a la estación.
Durante el viaje volvió a sacar la bolsa para leer un poco del libro y anotar mentalmente una que otra idea que podía poner en práctica tan pronto llegara a casa. La manera en que estaba escrita el libro hacía sentir a Severus muy seguro sobre todo lo que estaba leyendo, era muy fácil de comprender contrario a los textos que acostumbraba a estudiar. La información era clara y directa.
Los niños necesitaban color, diversión y estimulación para crecer así que debía ser creativo para mantener a Harry en un buen camino para desarrollarse. También habían diferentes tipos de crianzas, métodos de alimentación. Pero surgían preguntas que eran esenciales para poder proveer una buena educación, ¿acaso el niño tenía una alergia? ¿Comía bien o era quisquilloso? ¿Le gustaba compartir? ¿Era sociable o prefería estar con su núcleo familiar?
A medida leía, más dudas se presentaban y se sentía ansioso por llegar a la casa para descubrir las respuestas a éstas. La infancia de Severus no había sido linda, ni tranquila, mucho menos agradable y sus padres no habían sido los mejores. No podía prometer darle una buena vida a Harry porque dudaba que el niño se quedara con él por mucho tiempo, pero Lily había sido la única cosa positiva de su niñez y lo menos que podía hacer para devolverle eso era intentar ser un buen guardian para su hijo.
Se sentía extrañamente motivado y energético, su cuerpo vibraba por bajarse cuanto antes del tren. Hace mucho tiempo no sentía aquel tipo de entusiasmo por algo, había pasado mucho tiempo desde la última vez que algo le provocó tantas ganas de seguir investigando, de estudiar o experimentar.
En el camino a la casa vio en un jardín un arbusto de azucenas blancas y no pudo evitar sonreír con tristeza. Era como si Lily estuviese ahí dándole el visto bueno a su nuevo propósito, se prometió a si mismo que antes de que Dumbledore viniera por Harry lo iba a traer a ver el arbusto aunque sea una vez. Dudaba que el niño comprendiera porque se lo enseñaba, pero la idea hizo sonreír a Severus todo el camino hasta la casa.
— Llegué. — Anunció cerrando la puerta detrás de él, el aroma del pan recién horneado lo envolvió.
— Ah, Snape — le dijo Black a modo de saludo —. ¿Algo de Dumbledore?
— Nada.
— Supongo que todo sigue igual.
El menor asintió con un poco de incomodidad ante el tema antes de girar su cabeza para observar con curiosidad hacia la sala esperando ver a Harry o al menos escuchar el ruido del televisor.
— ¿Y el niño? — Preguntó Severus pasando hacia la sala sintiendo la emoción latir en su pecho.
— Está durmiendo la siesta.
Severus se sintió decepcionado, bajó los hombros desmotivado antes de sacarse el abrigo para colocarlo sobre el perchero.
— ¿Está enfermo de vuelta?
— No, simplemente está volviendo a su horario.
— Oh... ¿es uno de esos niños que duermen mucho?
— Sí, se podría decir. Tu abuela está en la cocina haciendo pan.
El menor asintió sin mucho interés mientras se giraba para buscar en su mochila el libro y continuar con su lectura, cuando Harry despertara iba a poner a prueba sus conocimientos así que lo mejor era seguir avanzando cuanto antes.
Había leído que a veces era difícil tener un tiempo para uno mismo cuando cuidaba a un niño, así que era bueno aprovechar los momentos en que los niños dormían para avanzar con sus propias actividades. Aún así era un poco desmotivador no poder observar los compartimientos de Harry a medida leía para aclarar sus dudas, usualmente cuando estudiaba algo tenía una representación o una idea de cual era el objeto de estudio. En este caso sólo tenía a Black para que le respondiera sus preguntas.
— Oye, Black — Severus lo llamó — . ¿Lily y Potter estaban practicando un método de crianza sobre el niño?
— ¿Qué? — El Gryffindor pestañeó confundido.
— Sí... ¿Crianza de apego, Montessori, Waldorf...?
— No sé de que carajos estás hablando — respondió Black aun más confundido —. Ellos solo tuvieron a Harry y no sé, creo que Lily lo amamantaba... o no, no sé.
— ¿No eres su padrino?
— Obviamente lo soy, pero no soy su padre. Yo sólo iba, jugaba con él y algunas veces cambiaba pañales. — Black se encogió de hombros.
Severus lo examinó con atención. Parecía que Black, a pesar de conocer al niño por mucho más tiempo que él, no tenía ningún conocimiento de utilidad sobre Harry y era tan ignorante como Severus respecto a la crianza del niño. Era ligeramente preocupante que el principal de guardian del pequeño estuviera tan desconectado con como educarlo.
— ¿Entonces qué harás? ¿Cómo lo vas a criar? — Cuestionó finalmente.
— No se necesita mucho para criar un niño, sólo tengo que alimentarlo, jugar con él y cuidar que no se lastime, ¿no? — Dijo Black tranquilo.
La manera en que el Gryffindor decía las cosas como si no tuviesen mayor importancia hacía que Severus perdiera todo tipo de calma o paciencia. ¿Acaso Black estaba tan perdido en su propio mundo que creía que para criar a un niño sólo se necesitaba eso?
— No — respondió con seriedad —. Hay que estimularlo para ayudarlo a que tenga un buen desarrollo. Un niño necesita muchos estímulos para poder desarrollarse, hay que explorar todas sus cualidades desde una joven edad.
— Eso no tiene sentido.
— ¿Cómo no va a tener sentido, Black? Incluso a los perros se los entrena...
— ¿Dices que tengo que entrenar a Harry?
— Obviamente, ¿crees que va a usar pañales toda su vida? — Black se quedó en silencio —. Por favor dime que no creías que el niño iba a aprender a ir al baño solo...
— ¡Aún es muy pequeño para todo eso, Snape! ¡Estás adelantándote demasiado!
Bueno, quizás Black si tenía un punto con eso. Severus aún no había llegado a la parte en que los niños comenzaban a ir solos al baños aunque mentalmente anotó que debía responder sus dudas respecto a eso cuanto antes. No podía simplemente darle la razón al Gryffindor sin antes investigar por sus propios medios si estaba equivocado o no.
— Necesitas educarte con respecto al niño.
— Y tú seguro sabes tanto sobre niños. — Black dijo sarcástico antes de poner los ojos en blanco sentándose en el sillón sin interés de seguir escuchándolo.
— No. Pero voy a hacer el intento para aprender más sobre ellos, Lily puso su confianza en mí al dejarme a cargo del niño y también la puso en ti — le recordó — . No podemos decepcionarlos así... tal vez ellos no están, pero Harry sí.
— ¿En serio tienes que investigar sobre todo? ¿Nunca te aburres de querer ser un absoluto sabelotodo? — Preguntó Black haciendo de menos todo lo que había dicho.
Severus le dedicó una de sus peores miradas antes de volver su mirada hacia el libro escaneando cada palabra con atención y haciendo su mejor esfuerzo para ignorar a Black quien seguía recostado en el sofá como si nada.
— Oh, querido, ya llegaste — dijo Adeline entrando a la sala con el pan recién horneado en una bandeja junto a unos pequeños platos con queso y mermelada, Severus levantó la mirada para saludarla —. ¿Qué estás leyendo con tanta atención?
— Es un libro sobre niños...
— ¡Magnífico! Si tienes alguna pregunta podrías preguntarme, tengo un poco de experiencia. — Sonrió amablemente.
— ¿A qué edad comienzan a ir al baño solos? — Preguntó Black casi instantáneamente metiéndose en la conversación y llamando la atención de Severus y Adeline.
¿Así qué no había nada de que preocuparse? Severus casi, casi deja salir una burla pero decidió mantener la paz y morderse la lengua controlándose. Sabía que no tenía que confiar en las cosas que decía Black con tanta seguridad, el tipo no había cambiado casi nada desde Hogwarts.
— Depende del niño, algunos van antes que otros, lo importante es notar las señales y no obligarlos a ir demasiado rápido porque pueden causar accidentes. — Respondió Severus.
— ¿Y tú cómo sabes eso? — Dudó Black.
— Lo leí, en mi libro. — lo levantó para mostrarle al Gryffindor.
— Tienes razón, Severus, todo depende del niño. Pero alrededor de los dos o tres años es cuando más pasa. —Contestó Adeline.
Black asintió antes de volver a recostarse sobre el sillón con una mirada perdida sobre la sala, Severus decidió comer un poco del pan antes de volver a enterrar su nariz en el libro. La habitación volvió a quedarse en un profundo silencio hasta que un pequeño llanto llamó la atención de ambos. La cara de Black se puso pálida y Severus sintió que su alma dejaba su cuerpo mientras ambos corrían por la escalera yendo a buscarlo.
Miles de pensamientos negativos pasaron por la cabeza de Severus. ¿Qué si un mortífago se había metido y había herido a Harry? ¿Qué tal si el mismo Señor Tenebroso había decidido venir por él? ¿O sí se había caído de la cama y ahora su cabeza estaba abierta como una calabaza? Su corazón latía con fuerza mientras cientos de pensamientos se disparaban en su cabeza cada uno más trágico que el anterior.
El Gryffindor fue el primero en llegar a la habitación y dejó salir un profundo suspiro de alivio cuando encontró al niño sentado en la cama llorando, sin ningún mortífago, sin el Señor Tenebroso y con su cabeza aun completa. Severus le agradeció cinco veces a Merlín y dos a Dios mientras se acercaba.
— ¿Qué pasó, campeón? — Preguntó Black mientras acunaba al niño entre sus brazos.
A pesar de haber pasado las últimas horas leyendo, Severus se sentía incapaz de hablar con el niño o ir a consolarlo. Se sentía como una estatua, congelado en su lugar sin saber que hacer mientras veía a Black hablarle, ningún pensamiento pasaba por su cabeza y se sentía más que inútil. Harry tenía las mejillas sonrojadas llenas de lágrimas y lloraba histéricamente sin aceptar consuelo.
Toda la teoría. Todo el conocimiento. Todo lo que había aprendido simplemente se había borrado en el trayecto y había dejado a Severus en blanco como si nunca hubiese investigado nada. Era una escena vergonzosa. No era como si no conociera al niño o no lo hubiese visto llorando antes, es sólo que simplemente se sentía incapaz de dar un paso hacia él. No podía. ¿Por qué no podía?
— Ya estoy aquí, Harry — murmuró con ternura Black acariciando la espalda del niño el cual finalmente había acurrucado su cabeza en el pecho de su padrino e hipeaba entre sollozos —. Paddy está aquí, ¿no me he ido o sí? — Harry negó suavemente sorprendiendo a Severus —. Claro que no, Paddy jamás se va a ir de tu lado.
— ¿Qué le pasa? — Preguntó finalmente Severus sintiendo su garganta arder.
— ¿Tu libro no te lo dijo? — se burló Black, Severus estuvo a punto de maldecirlo —. Seguramente se despertó y se asustó al estar solo en un lugar desconocido. — Finalmente respondió mientras acariciaba la espalda de Harry.
— Oh. — Respondió Severus sintiendo incómodo.
¡Ese maldito libro no servía de nada! ¿Qué se supone que iba a hacer si no podía reaccionar cuando tenía al niño llorando? ¿Y por qué simplemente no le decía cómo saber que le pasaba a Harry? Severus tuvo ganas de pegarse en la frente con libro unas cuantas veces a ver si la próxima vez podía reaccionar.
— ¿Ya estás mejor? — le preguntó Black con voz suave al niño entre sus brazos el cual movió la cabeza suavemente —. Entonces ven, vamos a jugar, ¿sí?
— ¡No! — Dijo Harry sorprendiendo a ambos.
— ¿No? ¿Por qué no? — Black frunció el ceño.
— ¡No! ¡No! ¡No! — Repitió Harry.
Ambos adultos estaban sorprendidos ante la negativa del niño el cual los miraba con ojos verdes desafiante, Black y Severus se dedicaron una mirada antes de que el mayor volviese a intentar con el niño.
— ¿Entonces que quieres? ¿Comer?
— No.
— ¿Bañarte? — Intentó Severus.
— ¡No! ¡No!
— ¿Quieres que te cambie el pañal? — La cara de Harry fue graciosa, en opinión de Severus, que nunca había visto a un niño tan pequeño mostrarse ofendido.
¡Estaba ofendido! Harry frunció su nariz y llevó sus cejas hacia abajo mientras observaba a su padrino con la más inocente molestia, Severus no pensó jamás que alguien tan pequeño podía mostrar una actitud tan de adulto. Era adorable como nunca algo había podido llegar a ser tan adorable.
— ¡No!
— ¿Quieres comer? — Preguntó Severus.
— Ya dijo que no, Snape — respondió Black antes de menear suavemente a Harry —. ¿Qué quieres? ¿Me lo podrías decirte?
— No.
Era casi cómico, el niño contestaba negativamente a todas las preguntas y se mostraba más y más frustrado ante la incapacidad de ambos adultos de entender que era lo que quería. En algún momento ambos se dieron por vencidos después de mencionar todas las cosas posibles que se les podía imaginar.
Harry no quería comer, jugar, ver la tele, ir a la cocina, ver por la ventana, ir al baño, escuchar un cuento, cambiarse de ropa, que Adeline lo cargara, acostarse en la cama, gatear por toda la alfombra, ir a la sala, tomar leche o cantar alguna canción infantil. No quería nada. Absolutamente nada.
— ¿Y qué dice tu libro? — Preguntó Black frustrado.
— Aún no lo terminé. — Respondió Severus.
— Por Merlín, ¿entonces qué mierda quiere?
— Habíamos acordado en no decir malas palabras frente al niño — el menor frunció la nariz viendo al Gryffindor —. Podría llegar a repetirlas.
— Sería mejor que dijera mierda en vez de no. Harry di mierda, mierda. — Black abrió la boca repitiendo claramente la palabra.
— ¡Idiota! — Severus se apresuró a poner su mano sobre la boca del mayor con el ceño fruncido —. ¿Cómo le vas a enseñar eso a un bebé?
Los ojos de Severus estaban sobre los de grises de Black que lo miraban sorprendido, el menor se removió un poco incómodo ante su propio acto y se reprimió miles de veces hacerlo. ¿Cómo se le ocurría poner la mano sobre la boca de Black? Sentía sobre su palma el tacto sedoso de los labios del Gryffindor apenas húmedos, era algo que nunca antes había experimentado y no podía evitar sentirse incómodo. Muy incómodo.
Harry dejó salir una carcajada al ver la mano sobre la boca de su padrino y no tardó en extender la suya para colocarla sobre la de Severus mientras dejaba salir pequeñas risitas viendo a ambos con ojos brillantes por la diversión.
— Hmm... ¡hmm! — Se quejó Black.
— ¿Ves? Hasta Harry está de acuerdo con que a veces tienes que cerrar la boca. — Se burló Severus antes de sacar su mano.
La sensación de los labios de Black sobre su mano eran muy diferentes a la de la pequeño mano de Harry, los labios de Black estaban levemente húmedos y se sentían voluptuosos, mientras que la mano era suave y cálida tan dulce que derretía. Severus nunca había sentido el tacto de un niño tan pequeño así que era algo nuevo para él.
Era adorable. En su diccionario no podía encontrar otra palabra para describirlo.
Aunque Severus sacó su mano, Harry se divirtió levantando la suya y volviéndola a poner una y otra vez sobre la boca de Black.
— ¿En serio? — preguntó Black son las cejas arqueadas mirando a su ahijado — . ¿Me vas a — Harry volvió a poner la mano sobre la boca con diversión —… tratar así ? ¿Yo que soy tu Paddy? — el niño explotó en carcajadas una vez más —. Pues sólo me queda vengarme de ti.
Black colocó al niño sobre la cama antes de hacerle un ruido de pedorreta sobre el estómago de Harry causando que el niño se riera hasta más no poder mientras movían sus piernitas hacia arriba intentando patear a su padrino, Harry se seguía riendo aún cuando Black no le estaba haciendo nada lo cual le causaba una extraña sensación a Severus que los observaba a unos pasos de distancia.
Viéndolos desde ahí, a Severus incluso le daba un poco de envidia. En pocas ocasiones pudo presenciar un acto de afecto de ese modo, en su vida nunca hubo un adulto que jugara con él como lo hacía Black ni tampoco hubo un niño con el cual jugar como Harry. Era la primera vez que estaba expuesto a una relación de ese modo y no podía evitar sentirse incapaz, celoso e intimidado.
¿Podía alguien que nunca había recibido esa clase de afecto proporcionarlo? ¿Cómo crear un buen ambiente para que Harry creciera si él apenas sobrevivió su infancia? Se sentía como una estatua cuando estaba frente a él, incapaz de actuar y sintiéndose impotente. Incluso mientras los veía jugar, Severus se sentía aislado de ambos. Ellos dos estaban bien sin él, se podían divertir y tenían una confianza entre los dos que el Slytherin dudaba mucho en poder conseguir.
Siempre fue bueno leyendo y aplicando la teoría cuando se trataba de hechizos, pociones o elementos químicos. Pero era terrible con las personas, nunca había podido aprender a relacionarse con nadie más que Lily incluso ahora que era un adulto. Su niñez siempre fue enfocarse en estar tranquilo, en hacer silencio para no molestar a nadie, aprender lo más que pudiera antes de partir a Hogwarts. Nunca había aprendido a jugar. Incluso en el quidditch era un absoluto desastre, ni hablar de juegos muggles. ¿Qué podía él aportar? Ilusamente había pensado que podía estar presente para Harry en un modo en que nadie lo estuvo para él, pero el niño ya tenía una persona que le podía ofrecer todo eso y un poco más. No había lugar para Severus.
Sus hombros cayeron y se dio la vuelta para salir de la habitación, mientras caminaba por el pasillo hacia las escaleras escuchó las risas de Black y Harry una vez más. Sintió su pecho apretarse. La linda imagen agridulce comenzaba a sentirse cada vez más amarga y aunque pensó esa mañana que no tenía más lágrimas, sus ojos se pusieron un poco borrosos.
Notes:
¡Hola! ¿Cómo están? No ha pasado tanto tiempo a comparación con la otra vez, pero aún así pido perdón por la tardanza. Este capítulo es medio tierno... como Harry, pero tiene un poco de amargura que me parecía propia de la historia. Antes Severus se quejaba de que Sirius entraba en pánico y se quedaba como estatua y ahora le pasa eso mismo a él, ¡¿por qué?! Yo creo que es porque ambos salieron un poco del shock y ahora Sirius después de tremenda llorada ya entró en razón; tiene un niño al cual criar >:" a single dad who works two jobs... Y hubo acercamiento entre Sev y Sirius skdsbjsdkshjsd lento para va queriendo, espero hayan disfrutado de esta actualización y dejen sus kuditos y mensajitos. Extraño leerles, espero estén teniendo un hermoso año y sigan bien. ¡Cuídense!
Chapter Text
El libro pasó un día entero sin ser tocado. Severus pensó en tirarlo a la basura una gran cantidad de veces mientras lo observaba descansar sobre uno de los estantes en la sala, Adeline lo había acomodado al encontrarlo al borde de la mesa ignorado completamente por su dueño. No hizo mención, pero Severus podía verla planear cómo preguntarle al respecto.
Deseó, respetuosamente, que su abuela no hiciera ningún tipo de comentario. Los sentimientos se habían desarrollado en su pecho durante todo el día como una rosa repleta de espinas, como si una nube lo cubriera y miles de gotas invisible golpearan su cabeza. Era como si el recuerdo de su niñez hubiese absorbido cualquier color del mundo actual, encerrado en una burbuja de pasados dolores que pensó haber superado, tantas cosas que hace mucho no sentía...
Se cuestionó de pronto cómo hubiera sido su vida si su abuela los hubiese buscado en su infancia, ¿acaso sería mejor? ¿Habría hecho mejores decisiones? ¿Tendría más amigos? Si hubiese recibido aunque sea un poco del afecto que ahora Adeline le daba... ¿sería más fácil para él relacionarse con gente? No pudo evitar pensar que tal vez, si sus abuelos hubiesen sido parte de su infancia, la mujer también habría desarrollado una especie de rechazo hacia su persona.
Si incluso sus propios padres lo odiaban... ¿Cómo no terminaría Adeline sintiéndose del mismo modo?
— ¿Qué te pasa, Snape? Llevas todo el día como si te estuvieran tirando una cubeta de agua fría encima. — bufó Black interrumpiendo sus pensamientos.
Severus se encogió de hombros. No tenía ganas de hablar.
— ¿Pasó algo en la universidad, querido? — Preguntó Adeline con delicadeza.
— No. — Respondió cortante.
— Entonces cambia esa cara, es realmente desagradable tener que verte con esa cara de espantapájaros. Ya muy mierda es la situación.
— Es la única que tengo, Black.
— No es bueno para Harry que siempre te veas jodidamente infeliz, Snape, aporta algo. ¿No te dice eso tu librito? — cuestionó el mayor irónicamente.
Severus apretó los labios. ¿Acaso Black se había dado cuenta de que no estaba leyendo el libro y decía eso para atacarlo o simplemente era un maestro para descubrir como tocar sus nervios? Parecía que era un poder especial del Gryffindor saber como darle al punto débil de Severus aún cuando no parecía interesado en ello.
— ¿Qué mierda te importa a ti la cara que ponga, Black? Métete en tus propios asuntos.
— Lamentablemente no puedo hacer eso, Snape, estoy encerrado aquí y tu fea cara es lo único que...
— No hay necesidad de comenzar a insultarse — los cortó Adeline —. No volvamos a eso. No es necesario que nos cuentes que sucede, Severus... aunque sí sería de mucha ayuda.
El chico observó la cara de su abuela cuestionando si hablarle de sus pensamientos era o no una buena idea, nunca habían tocado temas así entre ellos dos. Pero la situación con Harry provocó en él una serie de hechos que desconocía hasta ese momento, una molestia que latía en su pecho y mente constantemente.
— ¿Puedo hablar contigo a solas, abuela?
La mirada de Severus y Adeline cayeron sobre Black quien los miró a cada uno antes de darse la vuelta diciendo algo sobre ir a ver que estaba haciendo Harry quien ya estaba acostado desde hace un rato. El menor dejó salir un suspiro antes de ver a su abuela.
— ¿Qué sucede, querido?
— Tú... ¿tú no sabías que yo existía? — Preguntó Severus dejando salir un poco de la presión retenida en su pecho, Adeline abrió los ojos sorprendida.
— ¿A qué te refieres?
— ¿No sabías que tenías un nieto? ¿Por qué nunca fuiste a buscar a tu hijo? Tú no te apareciste durante — Severus llevó sus ojos hacia los de su abuela buscando leer en su cara las respuestas a sus preguntas —... tanto tiempo. ¿No te interesaba en lo absoluto?
Adeline lo observó durante un prolongado tiempo, Severus podía notar en la cara de la mujer que la serie de preguntas la habían tomado de sorpresa.
— No — admitió cuidadosamente —. Tu padre... él era problemático, tan explosivo que daba miedo y se nos salía de las manos todo el tiempo — explicó moviendo sus manos intentando atrapar con ellas las palabras para poder describirlo —. Tu abuelo y yo apenas podíamos con él, hacía cosas que no podíamos justificar... era mi único hijo, siempre intenté que lo tuviera todo, siempre intenté ser lo mejor para él porque nunca pude tener ningún otro — sonrió con tristeza, sus ojos brillantes por las lágrimas —. Intenté entender su actitud, entender su enojo con el mundo, la manera en que nos trataba... pero simplemente un día me di cuenta de que cada vez sentía más y más rencor hacia él, hacia su comportamiento, sentía que haberle dado a luz fue el peor error de mi vida.
El corazón de Severus se encogió en su pecho. Jamás pensó escuchar eso viniendo de su abuela, ella era una mujer tan suave y maternal que era casi imposible para él procesar las palabras que salían de su boca. ¿Rencor? ¿Podía Adeline sentir rencor hacia alguien? De algún modo se sorprendió así mismo ante sus pensamientos.
¿Por qué Severus había olvidado que su abuela era una persona? Él siempre fue un experto observando lo peor de la gente y ahí estaba, sorprendido por escuchar que Adeline podía sentir rechazo hacia alguien. Había considerado, torpemente, a su abuela como un ser divino y al mismo tiempo olvidó uno de sus principios más grandes, no confiar en nadie.
— ¿Lo odiabas? — preguntó Severus.
— A veces — admitió Adeline —. A veces sentía que di a luz a un monstruo. Cuando tu abuelo lo echó de la casa, sentí como si un gran peso se hubiese levantado de mis hombros y le di las gracias a Dios... me sentía tan mal por agradecer que mi hijo estaba lejos de mí, pero ya no podía más. Sentía que no podía.
Severus asintió despacio sin decir nada. Siempre pensó que tal vez la razón por la que su padre era de ese modo era por su crianza, creyó que quizás la razón de su actitud y desprecio hacia él y su madre eran porque quizás eso era lo que había recibido de pequeño y sólo estaba repitiendo un ciclo sin final. Que quizás los muggles eran así de despreciables. Seres incapaces de amar a sus propios hijos, seres violentos y llenos de odio... pero parecía que eso no era verdad.
Adeline hablaba de dos modos totalmente diferentes sobre su padre. Con amor, con sonrisas tiernas y buenas anécdotas que solía contarle en los primeros meses que pasaron juntos. Y con desprecio, como algo que verdaderamente no podía soportar. ¿Acaso había sido tan mal hijo?
— ¿Y por qué me buscaste? — finalmente cuestionó aclarando su garganta.
— Había pasado mucho desde la última vez que vi a Tobias — murmuró la mujer —... y de pronto me enteré de que murió y no pude evitar sentirme aliviada — la voz de Adeline sonó un poco horrorizada ante sus palabras —. Mi esposo estaba enfermo y yo siempre me preocupaba pensando que haría si algún día Tobias volvía, saber que ese ya no sería un problema me hacía sentir tan aliviada. Pero dolió, por supuesto, porque aunque temía que mi hijo volviera a ser un problema constante en mi vida también tenía la ilusión de que viniera a pedirnos disculpas a su padre y a mí... que besara mi mano, que me dijera que me amaba aunque sea una vez — las oraciones desaparecían en un rumor roto que Severus apenas podía escuchar con dificultad, los deseos de Adeline estaban llenos de dolor —. Nunca lo dijo, ¿sabes? Mientras otros niños le decían a sus madres todo el tiempo que las amaban, él nunca me dijo eso.
— Él nunca me dijo que me amaba... tampoco. — respondió con honestidad Severus.
Su abuela apretó su mano con cariño y lo observó con ojos llenos de lágrimas dedicándole un triste sonrisa.
— Cuando me enteré de que existías, sentí mucho miedo de que fueses igual a él — el corazón de Severus se hundió al escuchar sus palabras —... y también sentí miedo de que él te hubiese tratado como nos trataba a nosotros, me dio terror pensar que un niño tan pequeño pudo haber sido víctima de él. Lamento tanto no poder haber hecho más por ti, Severus.
Severus quiso decir algo, aunque sea alguna palabra. Pero no sabía que decir. Era la primera vez en su vida que escuchaba a alguien hablar de querer ayudarlo, de querer haber hecho más por él. Era extraño.
— ¿Aún lo odias?
— ¿A Tobias? — Severus asintió lentamente —. No lo sé. A veces se siente horrible sentir odio por alguien que ya no está más aquí.
— ¿Qué te hizo? — ante la pregunta Adeline pestañeó confundida —. ¿Qué hizo para que lo odiaras tanto?
La mujer tomó un respiro profundo y soltó la mano de su nieto para dar un paso hacia atrás, su cara se endureció un poco mientras lo veía.
— Muchas cosas, Severus. No fue una sola. Sé que suena difícil de creer que una madre se pueda sentir así sobre su propio hijo y tal vez pienses que yo sea una horrible persona, pero...
— No pienso eso, abuela. Si no me quieres decir está bien.
— Prefiero no hacerlo. Ya está muerto, ¿de qué serviría abrir eso?
— Tú... ¿me odias por ser su hijo? — la pregunto fue casi dolorosa de hacer para Severus, la mujer abrió los ojos casi horrorizada al escucharlo.
— Jamás — dijo Adeline —. Jamás vuelvas a decir eso, tú eres mi vida entera — aseguró —. Si tuviera que volver a vivir todo lo que pasé con tu padre mil veces para poder tenerte otra vez conmigo, lo volvería a hacer. Eres como el hijo que siempre deseé, Severus.
El chico asintió, pero no dijo nada más. Era extraño haber vivido tanto tiempo con Adeline y nunca haber indagado más sobre la extraña relación que mantenían sus abuelos con su padre. Quizás es porque durante mucho tiempo Severus deseó estar lo más separado de su parte muggle como era posible y siempre intentó conseguir el reconocimiento de los Prince que jamás se planteó buscar más sobre la familia Snape.
Sólo conoció lo de su padre lo que ya sabía. Era una mierda. Parecía que en el hombre no había nada reivindicable que pudiese excusar su comportamiento o actitud asquerosa, era simplemente una escoria que había decidido venir al mundo para ser un estorbo para todos. La única persona que podía soportarlo lo suficiente para quedarse a su lado era la madre de Severus.
— Me iré a dormir. — anunció Severus levantándose del sofá.
Su abuela asintió antes de acercarse y envolverlo en sus cálidos brazos, Severus suspiró sobre su hombro intentando replicar su acción aunque seguía siendo incómodo para él compartir esos actos de afectos. Muy pocas veces él había abrazado a alguien y siempre era una situación que se sentía extraña para él.
— Descansa, mi niño. Te quiero. — Adeline besó su frente con cariño.
El chico asintió antes de dirigirse al pasillo, se giró una última vez para ver a su abuela apagando las luces de la sala y luego volvió su cabeza adelante sólo para encontrarse con Black que al verlo abrió sus ojos sorprendido.
— ¿Estabas escuchándonos? — cuestionó Severus achicando los ojos.
— ¿Qué? ¿De dónde sacas eso? — se defendió Black.
—¿Qué hacías aquí, entonces?
Black pareció quedarse pensando en una respuesta lógica, Severus cruzó los brazos sobre su pecho esperando pacientemente la excusa con la que el mayor iba a salir.
— Bueno, sí, me quedé escuchando, ¿y qué? No podías simplemente decirme que me fuera así nada más y no esperar que yo quisiera saber de que hablan con tanto secretismo.
— Eres un entrometido, Black, no todo gira a tu entorno. — bufó Severus decidido a tomar su camino hacia la habitación.
El mayor siguió sus pasos yendo hacia a la escalera detrás de él.
— Tú también lo hubieses hecho.
— No lo hubiese hecho.
— Claro que sí, no te hagas el santo, Snape. — incluso sin verlo, Severus sabía que Black había girado los ojos.
— No todos somos como tú — respondió Severus sin ánimo de pelear, sólo deseando poder tirarse en su cama a dormir aunque sea un par de horas sin ningún sueño o pesadilla —. Algunos sabemos respetar.
— Yo respeto — afirmó el Gryffindor, Severus giró su cabeza para verlo sobre su hombro con los labios apretados en una línea fina —. Bueno, quizás eso no fue lo más respetuoso...
— No. No lo fue. Y debiste de haberte ido cuando te diste cuenta de que esta conversación no tenía nada que ver contigo.
— ¿Te da tanta vergüenza que la gente sepa sobre tu padre, Snape?
— Estás pasando una línea, Black — le advirtió Severus con un tono más cortante que el utilizado previamente —. Sólo finge que no escuchaste nada.
Entró a la habitación la cual ya estaba a oscuras ya que Harry se encontraba descansando sobre la cama de Black, rodeado por almohadas para impedir que se cayera y con los brazos estirados ampliamente. El modo de dormir del pequeño era muy cómico y a menudo escuchaba al Gryffindor quejarse por todo el espacio que el niño ocupaba en la cama dejándolo dormir en apenas una pequeña sección de la cama.
Los dos adultos se quedaron en silencio, con la puerta ligeramente abierta para que entrara un poco de claridad mientras ambos se cambiaban. Black seguía usando su ropa aunque no sin quejarse todo los días por lo incómoda que era para él y Severus seguía ignorándolo, aunque debía admitir que esa noche si que podía notar lo apretada que le quedaba la camiseta.
— Podría jurar que esa camiseta que estás usando es mucho más grande que esto — dijo Black observándolo, Severus llevó abajo su mirada solo para notar que afirmativamente lo que decía el Gryffindor era cierto —. Cambiemos.
— Imposible. — respondió Severus moviendo la cabeza de un lado a otro lentamente.
— ¿Qué? — preguntó Black —. No puedo dormir con esto, es tamaño tú.
— ¿A qué te refieres con tamaño yo? Apenas y me llevas unos pocos centímetros. — Severus cuestionó visiblemente ofendido.
— El largo no es el problema — explicó el Gryffindor frunciendo el ceño —, el problema es que eres jodidamente flaco y esto me queda apretado.
— No te voy a dar mi camiseta. Es mi favorita. — el menor se encogió de hombros.
— ¿En serio vas a ser tan egoísta y me vas a dejar dormir así? — bufó Black acercándose al Slytherin y cubriéndolo en su sombra —. Dámela. — exigió.
— Vas a despertar al niño y será netamente tu culpa.
— Dame, dame, dame — Black estiró de la camiseta —. Mira que grande te queda, no puede ser. ¿Dónde conseguiste esto?
Las mejillas de Severus quemaron, en cierta parte por la molestia, por la vergüenza, por sentir a Black tan cerca de él y por el cansancio. Se detuvo de gritarle justo a tiempo porque Harry se removió en la cama dejando salir un pequeño quejido llamando la atención de ambos, por un momento pensaron que se iba a despertar pero sólo cambió de posición alejando su carita de la luz que entraba por la puerta.
— Es hora de dormir. — murmuró Severus retirando las manos de Black de su camiseta, el mayor asintió antes de acercarse a cerrar la puerta.
A ninguno de los dos le convenía que el niño despertara.
Severus se tiró sobre su cama dejando salir un respiro, colocó la sábana sobre su cuerpo y cerró los ojos listo para quedarse dormido por fin. Sólo quedaba el viernes y ya por fin podría descansar de ir a la universidad, tenía planeado dormir todo el fin de semana y no hacer nada...
— Snape. — Black lo llamó interrumpiendo sus últimos pensamientos antes de quedarse dormido.
El Slytherin podía jurar que Black tenía más ganas de hablar con él que nunca. En todo el día Black había intentado hacer charlas cortas como queriendo llegar a un punto el cual nunca tocaba lo cual irritaba considerablemente a Severus. ¿Por qué no simplemente decir lo que quería decir?
Black había despertado temprano ese día, Severus lo encontró observando el amanecer por la ventana e incluso desayunaron. El Gryffindor no había dicho nada interesante entonces, pero las ganas de pedir algo se podían notar en su cara. Era un comportamiento extraño en él ya que Black era directo, frío e iba al punto.
— ¿Qué? — preguntó levemente irritado, el sueño colocado sobre sus ojos como pesas de varios kilos.
— ¿Por qué no estás leyendo tu libro? — Severus abrió los ojos con sorpresa y los llevó hacia la cama de Black.
Los ojos color plata del mayor brillaban por la luz de la luna que entraba por la ventana, su cabello caía suavemente en la almohada y lo observaban con atención como si saber la razón fuese algo importante para él. Era algo incluso irónico de decir y Severus tuvo ganas de rodar los ojos al verlo. ¿Podía ser posible que alguien pudiese verse así en medio de la oscuridad?
— No sirve.
— Ni siquiera lo pusiste en práctica — Black bufó suavemente —. Ni siquiera estás cerca de Harry cuando estás aquí, no haces nada más que quedarte ahí viéndolo.
— Tú siempre estás con él. — respondió Severus sin entender a que iba la conversación.
— Sí... pero es raro para él que tú seas la única persona con la que no puede jugar — el corazón de Severus se detuvo sólo por un segundo —. Pasado mañana... juega con él.
Black cerró los ojos como si nada. ¿Acaso era lo que tenía atragantado desde temprano? Solamente eso. Las palabras habían salido con tanta seguridad que incluso sonaban como una orden por parte del Gryffindor.
— ¿Por qué? — quiso saber Severus. ¿Por qué jugar con Harry?
— El sábado se cumple una semana — dijo Black aun con los ojos cerrados —. Y quizás Harry lo sienta... así que juega con él, aunque sea un rato.
Severus no dijo nada. No sabía que decir. Fue cuestión de segundos para que las respiración de Black se hiciera cada vez más pausada y profunda, pronto se quedó dormido con la luz de la luna apenas iluminado su cara... o al menos eso creyó el Slytherin mientras lo observaba desde su cama. Parecía tranquilo. Su nariz estaba levemente enterrada en la cabeza de Harry quien se había acomodado un poco cerca de su padrino.
Era loco para Severus, quien no podía dormir pensando en sus palabras, que alguien pudiese ver tan atractivo incluso en medio de la noche y le pareció injusto que alguien como Black tuviese una cara así. Pocas personas, en el Mundo Mágico o el muggle podían competir contra el Gryffindor cuando se trataba de tener una buena apariencia y eso era completamente injusto.
¿Cómo un imbécil del calibre de Black con un árbol genealógico como ese podría ser atractivo? Severus cerró los ojos reprendiéndose a si mismo ese tipo de pensamiento sobre su falso compañero de cuarto. ¿Por qué pensaba en lo atractivo que era Black? Lo importante es que mañana tenía una misión y era jugar con Harry... algo que él simplemente no podía hacer.
Había visto al niño y Black jugar en varias ocasiones, pero no podía recrear ese tipo de cosas. Se giró sobre la cama intentando encontrar el sueño que perdió por culpa del Gryffindor en alguna parte, pero simplemente se había esfumado y la mezcla entre pensamientos sobre el atractivo de Black y su incapacidad para jugar con Harry tomaban todo el lugar que el deseo de dormir antes ocupaba. Quiso gruñir, maldecir o gritar. Sin embargo, no pudo y su mente comenzó a trazar planes para el día que le seguía.
Se levantó de la cama dirigiéndose a la puerta con el propósito de salir de la habitación haciendo la menor cantidad de ruido posible, bajó las escaleras para ir a la sala completamente a oscuras y tomar el libro entre sus manos. Su corazón latió mientras que su mente le gritaba lo tonto por era en darle una segunda oportunidad al libro después de querer deshacerse de él, con todas sus fuerzas ignoró los pensamientos y llevó al libro con él a su cama para poder desarrollar su lectura en la oscuridad de la noche, sus ojos ya acostumbrados desde Hogwarts a leer con apenas la claridad de la luna.
— Ojalá sirva. — Severus se sorprendió al escuchar la voz ronca de Black, levantó la cabeza del libro para observar al chico que lo observaba con ojos apenas abiertos.
No supo que decir. Black volvió a cerrar los ojos para caer en un profundo sueño mientras que él leyó unas cuantas páginas antes de que las ganas de dormir lo consumieran en una noche sin pesadillas llenas de sueños con ojos de lunas y juegos con bebés de ojos verdes y melenas incontrolables que crecían y crecían.
Notes:
Hola! ¿Cómo les está yendo? Hoy traigo otro capítulo y espero lo disfruten mucho <3. Muchas gracias por los kudos y los comentarios, en serio lo agradezco!!! Como saben esta es la primera vez que me animo a escribir algo así que a veces me da un poquitín de miedo saber sus opiniones respecto a la historia pero hoy mientras corregía el capítulo decidí volver a releerla y pues me sentí feliz con mi trabajo hasta ahora, aún hay mucho que mejorar. Creo que por fin la historia está yendo hacia lugares más felices.
Severus está teniendo pensamientos intrusivos, ¿y la heterosexualidad?
Chapter Text
El viernes pasó volando. Severus intentó coleccionar toda la información posible para prepararse para el sábado, su mente apenas podía concentrarse durante la clase y su pie no dejaba de moverse impacientemente. Cuando la hora de salir llegó, Severus hizo lo que ya venía haciendo toda la semana y se fue casi corriendo de la universidad.
No fue a la estación inmediatamente, fue hacia el centro de la ciudad y se paró frente a una juguetería. La explosión de colores le provocó migraña, sus ojos apenas podían acostumbrarse a la increíble variedad de tonos chillones que envolvían el lugar. La cantidad de juguetes era extraordinaria, Severus se removió sintiéndose increíblemente fuera de lugar.
Era su primera vez en una juguetería.
Habían muñecos de todos tipos, triciclos, carros y pelotas de todos los tamaños. El pelinegro pasó una mano por su cabello que hoy caía libremente, se sentía incómodo e inseguro. ¿Qué debía llevarle?
— ¿Necesita ayuda? — Una mujer se le acercó.
La primera reacción de Severus siempre iba ser negarse a recibir ayuda de un desconocido, odiaba la sensación. Pero estaba completamente en blanco.
— Necesito un regalo para un niño de un año.
— ¿Cuántos meses tiene?
Severus pestañeó extrañado. ¿Meses? De eso no tenía ni la menor idea y eso lo hacía sentir avergonzado después del ridículo tiempo que había pasado leyendo su libro, ¿no era eso fundamental?
— No lo sé... — La mujer sonrió levemente.
— Los niños tienen diferentes necesidades y habilidades según la cantidad de meses que tiene, no puede llevarle a un niño de trece meses lo mismo que le llevarías a uno de dieciocho.
Los labios del chico se apretaron y su ceño se frunció.
— ¿Entonces no me puede ayudar? — Severus arrastró las palabras como era típico de él cuando no disfrutaba de la conversación que estaba teniendo.
— Hay un juguete que es muy popular con niños de todas las edades.
Severus no lo pensó más y esa tarde volvió a casa con una caja decorada con papel de regalo que sostenía muy cerca de su pecho, una leve sonrisa en su cara mientras se imaginaba así mismo entregándole el obsequio a Harry. Esperaba que le gustara.
Cuando llegó, la casa estaba llena de ruido como ahora era de costumbre. La televisión estaba prendida y Harry estaba frente a ella golpeando una olla con sus palmas, parecía que en serio había comenzado a tomar gusto por producir escándalo. Atrás del niño, sentado sobre el sofá estaba Black quien miraba en silencio la televisión con disgusto.
— Hola.
Los ojos grises de Black fueron hacia él. Severus no supo reconocer que tipo de mirada era la que le estaba dedicando el Gryffindor, pero podía suponer que no era alegre porque sus cejas estaban fruncidas.
— Te tardaste — dijo —. Más de lo normal.
— Tenía que hacer algo. — Severus no disfrutaba el hecho de que Black le reclamara algo.
— ¿Por qué no avisaste en la mañana que no ibas a venir a la hora de siempre?
— ¿Cuál es el problema? — arqueó una ceja sin entender.
Black tensó su mandíbula levantándose del sofá para colocarse frente a Severus, sus ojos reflejaban lo frío del hierro y su respiración estaba agitada.
— ¿Cuál es el problema? — preguntó Black sosteniendo la mirada dura, reflejando las nubes antes de una tormenta.
— Estoy aquí — contestó el menor alejando sus ojos de los del Gryffindor sin ánimos de seguir este absurdo reclamo, en cambio llevó sus ojos hacia Harry quien había alejado su vista desde la televisión para observarlo a ambos —. Te — Severus tragó saliva sintiéndose de pronto nervioso y avergonzado —... te traje algo, Harry.
No supo si el niño lo entendió, a veces Severus olvidaba que era tan pequeño. ¿Era siquiera esa la manera correcta de hablarle a un niño? Se alejó de Black para acercarse al pequeño que estaba sentado en la alfombra, extendió la caja hacia Harry quien le regaló una sonrisa llena de inocencia.
— ¿Harry? — El niño preguntó con inocencia mientras agarraba con sus pequeñas manos la caja que el pelinegro le estaba ofreciendo.
Severus asintió levemente, Harry llevó sus ojos verdes y brillantes hacia el regalo antes de comenzar a golpearlo con las manos como lo estaba haciendo con la olla dejando salir algunas carcajadas inocentes por el sonido.
Oh. Severus tal vez debió de haberle comprado un tambor de juguete. Lo anotó mentalmente para la próxima.
— No, Harry, tienes que abrirlo — Black dijo interfiriendo —. Mira como Paddy lo hace, ¿okay? — el niño observó con curiosidad a su padrino que comenzaba a retirar el papel regalo para revelar la caja, al ver los colores la atención de Harry se volvió a disparar y con ansias sacó la mano del Gryffindor para continuar él solo —. Bueno, bueno, sigue tú.
Un poco de miedo se instaló en el pecho de Severus, no pudo evitar pensar que el regalo que le trajo iba a decepcionar enormemente al niño. ¿Cómo no lo había pensado en la tienda? No podía dejar de reclamarse una y otra vez hasta que finalmente Harry terminó de romper la caja para llegar al juguete adentro.
Primero levantó las cejas, luego levantó la mirada observando a Severus con aquellos ojos verdes que parecían del color del jade y finalmente sonrió antes de comenzar a tocar el juguete en especial la rueda que tenía en el centro dándole vueltas con su pequeño dedo.
— Es un teléfono parlanchín. — comentó débilmente sin saber que más decir.
— ¡Tele! — balbuceó Harry girándose para ver a su padrino con una gran sonrisa de oreja a oreja.
— ¿Cómo lo supiste? — Black le preguntó a Severus —. Lo vio en la televisión hace un par de días y no deja de enseñármelo cada vez que lo ve.
Severus sonrió, ligeramente, sin poder creer su propia suerte. Harry seguía dándole vueltas a la rueda y observando con felicidad como se movían los ojos del teléfono.
— Puedes agarrar esto y hacer como si estuvieras llamando — el pelinegro se acercó al juguete para tomar el teléfono rojo entre sus manos, la cara de Harry brilló por la curiosidad mientras veía atentamente al hombre —. ¿Aló? ¿Quién está de ese lado? — Severus preguntó con el teléfono pegado a su oreja.
Harry extendió su mano pidiendo que se lo pasara y cuando lo recibió imitó a Severus.
— ¿Alo? ¿Alo? — Repitió torpemente sin poder pronunciar correctamente el saludo provocándole a ambos adultos una pequeña risa.
Por lo que restó del día, Harry no se despegó de su regalo ni siquiera por un segundo, mantuvo al juguete cerca suyo durante la cena e incluso lo llevó a dormir con él aunque Black intentó en varias ocasiones bajar al teléfono de la cama. Severus se durmió esa noche viendo con una sonrisa como el pequeño abrazaba, profundamente dormido, el juguete que descansaba a su lado.
No fue difícil para el Slytherin quedarse dormido completamente acurrucado en la oscuridad de una noche sin sueños en la que finalmente pudo descansar, fue incluso difícil para él creer que por fin podía tener una noche sin pesadillas ni caras ni gritos. La ausencia de estos elementos lo hizo despertar más fácilmente cuando sintió un ruido raro por lo que prendió la única lámpara cerca de él, una vez con la habitación un poco más iluminada miró hacia la cama de Black se encontró con el Gryffindor moviéndose entre sueños y un Harry que permanecía durmiendo profundamente.
Una capa de sudor cubría la frente de Black y su cara se contraía con cada movimiento que daba, Severus se sentó en su cama para poder observar mejor dudando si despertarlo o no. Por un momento se cuestionó si él también se veía así de lunático cuando estaba teniendo una pesadilla, era una imagen extraña sin dudar. Sus ojos cayeron en Harry quien ya había soltado el teléfono y no pudo evitar preocuparse de que en uno de sus arrebatos, Black hiriera al niño.
La última vez que Severus había intentado tomar a Harry, Black había reaccionado terriblemente pero la situación lo empujaba a volver a intentarlo. Se levantó a duras penas y agarró al niño suavemente entre sus brazos provocando que este se removiera haciendo el casi afán de despertarse, Severus lo trasladó con suavidad hacia su cama y luego se volvió para tocar el hombro de Black para despertarlo.
— Black — llamó, el chico se removió entre sueños, sus labios entreabiertos dejando salir jadeos y su ceño fruncido —, Black, vamos.
Tuvo que sacudirlo un poco más hasta que el chico abrió los ojos de par en par, estaba respirando fuertemente y sobre su frente se deslizaban gordas gotas de sudor. El gryffindor pestañeó intentando reconocer donde estaba.
— Snape...
— Estás teniendo pesadillas — dijo, aunque le pareció que era absurdamente obvio —, así que me llevé a Harry a dormir conmigo.
— Tú... ¿sabes como dormir con él? — Murmuró con torpeza Black, Severus se sorprendió de lo fácil que fue para el mayor aceptar que se había llevado a Harry, esperaba una reacción peor, un grito o algo.
— Creo que sí — aunque no estaba seguro, sabía que Black ponía almohadas alrededor del niño para que no se cayera —. Sólo tengo que rodearlo para que no se caiga, ¿no?
— Y no tienes que pisarlo.
— Sé que no tengo que pisarlo. —Severus puso los ojos en blancos al repetir las palabras del Gryffindor.
— Okay... duerman, yo les cuidaré la espalda.
El slytherin se acostó en la cama luego de acomodar las almohadas alrededor del chico y luego se acostó detrás de él, sintió la mirada atenta de Black sobre él observando con atención su espalda. ¿Lo había dicho literalmente? Severus llevó sus ojos hacia la figura del niño, dormía boca arriba y tenía sus puñitos apretados levemente, su pecho subía y bajaba con cada respiración en un movimiento que el slytherin sintió que podía ver por toda su vida. Harry era hermoso, reflexionó, aunque se pareciera al imbécil de James Potter, su nariz era tierna, sus mejillas eran regordetas y su cabello era rizado y tan oscuro como la mismísima noche.
Había algo raro en Harry, algo que movía su adentro con una fuerza que sólo podía ser comparada con la misma gravedad. Era como caer fuerte desde una altura inexplicablemente alta sin tener nada para amortiguar el golpe, sólo su cuerpo y sus manos, eran tantas emociones desde el miedo hasta la adrenalina. ¿Qué era este niño? ¿Por qué le aterraba tanto estar frente a él? Tenía miedo de dañarlo, de tocarlo y que se rompa en miles de pedazos borrando de este mundo el único descendiente de Lily. Severus siempre había sido brusco, torpe, arisco, nada le aseguraba que no lo dañaría.
Se durmió en algún momento mientras controlaba que el niño siguiera respirando, debió admitir que fue una terrible secuencia de sueño a comparación de como venía antes, despertó varias veces para comprobar que no lo había aplastado e intentó mantenerse lo más quieto posible lo cual terminó en varias contracturas. Apenas pudo dormir cuando el sol comenzaba a asomarse, pero para entonces el niño comenzó a moverse de un lado a otro balbuceando cosas sin sentidos.
— Se... Se — Severus sintió una pequeña mano cálida sobre su mejilla que se iba moviendo dejando pequeños rastros de calor — ¡SeSe! — balbuceó de vuelta el niño agarrando su nariz.
— Harry, deja mi nariz. — murmuró con sueño el chico.
— Sese... vamos...
Cuando abrió los ojos se encontró con el niño viéndolo con atención, el pelo despeinado lo hacía ver tan adorablemente gracioso que Severus no pudo evitar sonreír. Se incorporó con dificultad para quedar sentado en la cama frente a Harry quien lo veía con atención.
— ¿Paddy? — Harry se movió para gatear hacia el borde de la cama, Severus abrió los ojos para sujetarlo antes de que se caiga.
— Black se siente mal hoy, así que yo voy a cuidarte hoy —la mirada del niño volvió hacia la cara de Severus, era obvio que no había entendido absolutamente nada de lo que había dicho. El slytherin se sintió estúpido, ¿el niño siquiera sabía cual era el apellido del mayor? Necesitaba hablarle con términos que pudiese comprender —. Hoy va a ser el día de Harry y Severus.
— SeSe.
— El día de Harry y SeSe — repitió con incomodidad el apodo que había recibido.
Ser llamado Sese lo hacía sentir como un personaje de esos programas para niños extremadamente coloridos que Harry veía todo el tiempo. Era extraño pensar en sí mismo como alguien que pudiese recibir ese tipo de tratos, por Dios él que siempre se vestía de negro... siendo llamado SeSe pero es que no creía que Harry pudiera decir Severus, ¿verdad?
Black estaba profundamente dormido, parecía que las pesadillas finalmente habían acabado y por primera vez en su vida Severus decidió que no quería complicarle más la existencia al Gryffindor así que cargó al niño para llevarlo con él hacia la sala. Notó que Harry necesitaba un cambio de pañal y su abuela desgraciadamente aún no despertaba así que necesitaba resolverlo por si mismo... lo había leído en su libre, podía con esto, era obvio que podía. Sí.
— Es hora de cambiarte el pañal, Harry — avisó al niño antes de mirar a su alrededor. ¿Dónde debía cambiar el pañal? ¿Sobre la mesa? Dios no, ahí comían. ¿En el piso? Estaba frío además de que podría darle una infección o algo a Harry. ¿En el sofá? Pero... ahí se sentaban.
Miró a su alrededor sin saber que hacer, su mirada se fijó en una toalla que estaba colocado sobre una silla... si colocaba eso debajo de Harry entonces el problema se resolvería, ¿no? Tomó la toalla y agarró al niño para acostarlo sobre ella en el sofá. Okay, paso uno completado... ¿dónde estaban los pañales? ¿Y el talco? ¿Y las toallitas?
Buscó en todas partes, para el momento en que las encontró sobre uno de los gabinetes de la sala, Harry ya se encontraba jugando con la toalla colocándose debajo de ella y riendo a montones.
— Aquí — celebró el niño sacando su cabeza para ver a Severus con una sonrisa, cuando el chico no respondió volvió a esconderse —... Aquí. — Volvió a salir y dejó salir una serie de risillas que hizo que Severus riera con él.
— Eso es muy divertido, Harry, pero hay que cambiarte ese pañal... ¿puedo?
Fue el primer pañal que Severus había cambiado en toda su vida y por más que intentó quedó chueco, el labio del slytherin se quebró en una mueca.
— Este no es un buen trabajo. — Murmuró pero ya era demasiado tarde, Harry se intentó incorporar para sentarse en el sofá y Severus se apresuró para colocarle el pantalón y dejarlo libre.
Después de tirar el pañal y lavarse las manos cuatro veces hasta que se sintió lo suficientemente limpio, volvió a la sala para encontrar a Harry frente al televisor apretando todas las teclas posibles para prenderlo, Severus lo cargó llevándolo y llevó su mano hacia el botón de encendido.
— Le tienes que dar ahí, Harry — le dijo con suavidad, el niño murmuró un suave "oh" al ver como de pronto los colores aparecían frente a él —. Aún eres muy pequeño, pero ya pronto crecerás... ¿tienes hambre?
Harry no contestó, sus ojos se quedaron sujetos a la pantalla viendo a los muñecos frente a él, unas marionetas muy extrañas.
— ¡SeSe... tú! — Señaló la televisión. A Severus no le causó nada de felicidad ver con quien lo estaba comparando.
Decidió aprovechar para hacer el desayuno mientras Harry se entretenía, calentó un poco de leche y puso algunas tostadas con mermelada en uno de los pocos platos de plástico que su abuela poseía. Cuando volvió colocó la comida sobre la mesa y cargó a Harry para llevarlo frente a una silla... no llegaba a la mesa.
— Eres muy pequeño — dijo Severus negando antes de sentarse y colocarlo sobre su regazo —. Come, Harry.
Dar la orden era fácil... pero para el niño no llegaba a cumplir correctamente, Harry se llevó la tostada a la boca y la babeó absolutamente toda. Severus arrugó la nariz sin saber que hacer, no era escena más linda que había visto y la verdad le daba un poco de impresión. Harry llevó sus manos hacia el vaso de leche, pero ante el peso de éste no pudo levantarlo aunque no pensó ni por un solo momento en pedir ayuda a Severus quien reaccionó un poco tarde antes de que el líquido cayera sobre la mesa.
La irritación se desprendió por todo su cuerpo y no supo en que momento encontró la fuerza para no soltar a Harry quien, ante el desastre creado, no tuvo mejor idea que llevar sus manos hacia donde estaba la leche desperdiciada y comenzar a jugar con ella.
— ¡Harry! — suspiró Severus alejando sus manos de la mesa mientras veía el desastre sobre el amado mantel de su abuela —. No jugamos con la comida, Harry, eso no se hace.
Tuvo que correr con el niño cargado entre sus brazos para llevarlo a la cocina donde lavó sus manos y aprovechó para lavar la cara llena de migas del pequeño mientras suspiraba, ¿cómo creó un desastre en tan poco tiempo? Harry quería seguir jugando con el agua que caía de la llave así que no fue cuestión de tiempo antes de que terminara por mojarse a sí mismo y también a Severus, que otra vez tuvo el impulso de soltar al niño. Pero no lo hizo, solo respiró.
— ¿Jugando desde tan temprano? — se sorprendió al escuchar la voz de su abuela mientras giraba sobre sus talones con el niño entre sus brazos, ambos mojados por el agua salpicada —. ¿No es este niño el más juguetón? — preguntó Adeline con una sonrisa de oreja a oreja acercándose a Harry quien dejó salir pequeñas risitas emocionado, cada vez más acostumbrado a la señora frente a él.
— Hizo un desastre en la mesa, con la leche — se lamentó Severus arreglando un poco mejor al niño que se estaba deslizando entre sus manos —. ¿Es siempre así de mal portado?
— No se está portando mal, es solo un niño — hizo de menos Adeline antes de tomar uno de los repasadores colocados en la cocina para luego acercarse a la mesa con una ceja alzada analizando —. Sólo dejo caer el vaso, no es tan serio, lavaré el mantel.
— Ya estoy cansado. — Harry alzó su mirada verde para ver a Severus, los ojos de Lily vivos en el pequeño con aquella mirada inocente y juguetona, la misma que le dedicaba al slytherin cuando jugaban juntos, cuando eran niños, cada vez que él decía que ya se había cansado.
Lily siempre fue una niña activa. No temía correr, no temía ensuciarse, no temía a la oscuridad cuando la tarde se convertía en las primeras horas de la noche y para ella el tiempo no importaba si se estaba divirtiendo. Lily era curiosa y valiente, mientras que Severus la seguía con paso cauteloso inseguro de a donde estaban yendo.
Hacía mucho que no recordaba a Lily pequeña, a esa niña que formaba parte de todos los momentos lindos de la infancia de Severus, la que lo había introducido a la gama de colores que era la vida cuando estabas acompañado... Aquellas memorias, que hace mucho no lo tomaban a esos días de verano donde el malhumor de los adultos en la vida de Severus pasaba a segundo plano porque Lily tenía una aventura nueva que quería vivir con el niño solitario de La Hilandera, provocaron que Severus decidiera enterrar el cansancio y tomar un largo respiro antes de apartar su mirada del pequeño en sus brazos pensando en que podrían hacer ahora.
Para su suerte, Harry recordó el teléfono parlanchín y el resto de la mañana se lo pasó jugando con él. Sus pequeñas piernas apenas le permitían correr de un lugar a otro sosteniendo la pequeña cuerda roja pero eso no lo detenía, solo paraba cuando Adeline le preguntaba si quería un poco de agua y luego seguía corriendo, llenando la casa de sus risitas y del sonido del teléfono parlanchín cuando el niño fingía hacer una llamada.
En algún momento del día, cuando el sol estaba en su punto más alto y Adeline se había retirado a la cocina a hacer el almuerzo, con un Harry que ya había decidido sentarse a descansar mientras batallaba para no quedarse dormido, Severus se dio cuenta de que Black no se había levantado. Tomó a Harry entre sus brazos, sintiendo el cosquilleo que causaba el cabello oscuro contra sus brazos mientras lo tomaba a dormir en al cuarto.
El niño no estaba dormido completamente, pero ya estaba bostezando cuando Severus comenzó a subir las escaleras. El hombre no pudo sonreír complacido, había leído en su libro que los niños siempre tenían un tiempo difícil quedándose dormidos por lo que ver que Harry finalmente había caído al reino de los sueños lo hacía sentirse satisfecho. Se sentía demolido y ni siquiera era la hora del almuerzo aún.
En su habitación, que ahora también era la habitación de Harry y Black, el mayor descansaba sobre la cama tapado completamente por una manta. Severus dudó de si estaba despierto, pero por si la duda fue silencioso mientras colocaba a Harry en su cama acomodando las almohadas alrededor de éste, por curiosidad miró a la cama donde se encontró con que Black no estaba durmiendo sino que tenía los ojos abiertos mientras lo observaba sin decir nada, cara completamente seria.
Los ojos de Black se veían como un día de tormenta, era la mejor manera de describirlos, estaban rojos y un poco hinchados al igual que su nariz. Había estado llorando pero Severus decidió no decir nada mientras alejaba su mirada de él, su cabeza volviendo al hecho de que la razón por la que estaba hoy con Harry era porque... hoy se cumplía una semana.
— Snape — la voz del gryffindor sonaba ronca, quizás porque en todo el día no había pronunciado ni siquira una palabra, Severus se permitió observarlo —. Harry... ¿estuvo triste?
— No. — respondió en voz baja, Black asintió dándose la vuelta para ver el techo de la habitación.
— Pensé que — empezó a decir, sin embargo cerró su boca apretando sus labios y se mantuvo así durante lo que se sintió como años en lo que buscaba en su mente que decir —... No sé que pensé.
— Mi abuela ya está preparando el almuerzo, deberías levantarte.
— No — contestó Black rápidamente, cualquier otro quizás la irritación hubiese aparecido en Severus pero hoy decidió no hacerlo, ser consciente —. No puedo — admitió con voz quebrada, nunca en todos los años que el slytherin lo conoció pensó que escucharía a la inolvidable voz de Sirius Black sonar de esa manera, rota y lejana, como si cada palabra fuese dolorosa de pronunciar —. Realmente no puedo.
— Está bien — dijo Severus, incómodo porque nunca fue del tipo de personas que sabe consolar, porque nunca tuvo tacto ni fue bueno brindando apoyo, porque nunca quiso afrontar el duelo ni la pérdida, porque siempre pensó que la mejor manera de tratar la tristeza era con enojo —. Puedes bajar después.
Black no dijo nada, tal vez estaba esperando algo que nunca conseguiría de él. Severus se sentó en su cama de espaldas a él y a Harry, observando el cielo que había afuera. Era otro día normal de noviembre para el mundo exterior, era otra mañana extraña para un bebé que de pronto había dejado de ver a sus padres para de pronto estar todo el tiempo en una casa con solo una persona conocida, era otro día de sufrimiento para Black que había decidido pudrirse en la cama.
Severus y Adeline almorzaron solos en un silencio que no invitaba a mucho, el chico notó que su abuela estaba vestida de negro al igual que él también inconscientemente lo estaba. Black no se levantó de la cama, ni siquiera cuando Harry comenzó a balbucear ya que estaba despierto y Adeline lo levantó diciendo que Paddy se sentía mal, el niño no pareció comprender bien. La mujer más tarde había ido a llevarle un poco de sopa y agua que estuvieron ahí hasta el final del día cuando los retiró para llevarlos a la cocina, no hubo mucho intercambio de palabras.
El resto de la tarde jugaron, jugaron más de lo que Severus alguna vez jugó en su vida, se rio tanto que al final del día sus cachetes le dolían y se sintió extraño mientras lo hacía, mientras activamente interactuaba con el niño, se sintió tan... joven y viejo al mismo tiempo. Nostálgico, feliz y triste. Podía ver tanto de Lily en él, ignoraba las partes de Potter y se sorprendía con quien era Harry, quien era esa pequeña personalidad que él nunca había conocido en ninguna otra persona y que no sabía explicar si era característico de todos los bebés o si él realmente era gracioso, listo, juguetón. Le gustó compartir con él.
Cuando el día terminó, Black seguía acostado con ojos abiertos, nariz roja. No lo había visto en toda la tarde, Severus ya había acostado a Harry y se colocó la pijama cuando finalmente el hombre decidió hablarle.
— ¿La pasaron bien? — preguntó.
— Sí, pero preguntó por ti... mucho. — respondió Severus mientras caminaba a su cama, no listo para verlo.
— Mañana — aclaró su garganta antes de pasar una mano por su rostro, pero solo dijo la palabra sin acotar más información de a qué se refería con mañana —. ¿Sueñas con Lily?
La pregunta descolocó a Severus quien levantó las cejas, pensó su respuesta antes de pronunciarla pensando si dar contexto o no, éste era uno de esos pocos días en que no había peleado con Black y eso era porque el hombre... no dio mucho signos de vida.
— Todo el tiempo. — admitió.
— Yo también, la veo en mis sueños... la veo llamarme, la veo llamar a Remus, a Dumbledore — poco a poco la voz de Black se va a quebrando más hasta el punto en que se tarda en pronunciar cada nombre, Severus nota que está llorando y eso lo sorprende. No recordaba que él y Lily fueran tan cercanos —, y yo intento llegar... pero entonces James muere en mis brazos, una y otra y otra vez.
— ¿Estabas ahí? — preguntó confundido el slytherin.
— No — contesta —, pero aún así, él vuelve a morir en mis brazos y Lily sigue llamando pero nunca llego. Esto es todo mi culpa — sollozó Black colocando sus manos en su rostro intentando callar pero no podía —, es todo mi culpa, sé que es mi culpa. Yo debí de haber muerto.
No paraba de repetirlo, era un lamento cargado de furia y de dolor que hizo sentir a Severus incómodo además de preocupado de que Harry despertase para encontrar a su querido Paddy llorando así. Era ver a un hombre adulto, a un viejo enemigo que Severus se prometió odiar hasta el día en que muriera, llorar frente a él completamente destrozado... y aún así no se sentía bien.
El karma. Severus, cuando era más joven e impresionable, pensaba que era el karma lo que finalmente le traería la satisfacción de ver a todo aquel que lo hizo sentir mal pagar por todo. Cuando su padre murió, al chico le pareció que el karma había hecho lo correcto porque una basura como esa no debería andar en este mundo, pensó que la muerte era una buena lección... sin embargo escuchar a Sirius Black llorar, al lado de su cama, diciendo que desearía estar muerto no le provocaba esa misma sensación aunque una parte de él, la parte oscura, maldita que siempre sería propia de su esencia le decía que debía de disfrutarlo aunque sea un poco porque él lo había intentado matar en el pasado pero esa parte era solo un susurro en un mar de sentimientos encontrados que tenía olas que chocaban entre sí.
— Pero no lo hiciste — es todo lo que pudo pronunciar sintiendo un nudo en su propia garganta —, y no se puede cambiar absolutamente nada. ¿Lo entiendes?
— Soy consciente.
— Bien, entonces duérmete porque mañana es tu turno de cuidar a Harry.
— ¿Mi turno? — repitió Black parando un poco con el llanto, voz pastosa y nasal.
— Pues sí, yo lo cuidé hoy, mañana te toca a ti.
— Yo siempre lo cuido. — la voz de Black dejó mostrar un poco de incredulidad entre el dolor mientras sus ojos plateados brillaban bajo la luna cuando miraban a Severus.
— ¿Ves? Así funcionan las cosas, yo lo puedo cuidar los sábados pero todos los demás días, es tu deber.
No es que cuidar a Harry le molestase a Severus, pero se encontró a si mismo navegando alguna manera de salir de la incómodo conversación que estaban teniendo porque no pensaba escuchar a Black llorar toda la noche, no pensaba consolarlo, no pensaba terminar él también llorando y en especial, no pensaba despertar a Harry.
— Huh, eso no suena como una distribución justa.
— Pocas cosas en la vida lo son — murmuró el menor acomodándose en su cama para darle la espalda al gryffindor, tomó una larga inspiración dejando que el olor a bebé de Harry y se captó a sí mismo pensando que, a pesar de que la vida era una mierda, al menos no todo era tan terrible si podía pasar tiempo con él —. Buenas noches, Black.
Pensó que el mayor no le dirá más nada, cerró los ojos decidido a entregarse a una noche de sueño en la que quizás, ojalá, no hubiese pesadillas y pudiese descansar aunque sea un poco. Las cosas que debía hacer al decir siguiente día comenzaron a listarse en su mente como si fuese un cuento para dormir, su respiración se sentía cada vez más lenta y entre el silencio de la habitación escuchó, aunque le pareció que tal vez su mente lo inventó, a Black decir: — Buenas noches, Severus.
Notes:
estoy de vuelta después de casi tres años, ¿qué pasó? Depresión, comencé una carrera universitaria, me comenzó a ir mal en la carrera universitaria, me deprimí más, pero no dejé la carrera... AH Y TUVE UN ACCIDENTE EN UNA MOTO, y bueno, hoy encontré que tenía un capítulo que nunca terminé.
¿Significa eso que voy a volver a retomar esta historia? Quizás, no lo sé. Seguramente si actualizo sea después de los parciales.
Ahora si tengo que ser narcisista y alardearme un poco a mí misma, quiero decir que ojalá no hubiese dejado de escribir esta historia porque es una buena historia okay? El concepto es lindo, es doloroso, es increíble lo mucho que odio el slowburn pero... esto es un slowburn y volqué mi corazón en los primeros ocho capítulos que le di a esta historia, la yo de hace 3 años tenía una historia que la yo de ahora no sabe si pueda seguir escribiendo con tanto sentimiento porque crecí, ahora me siento de otra manera respecto a otras cosas y sin embargo, siento que toqué el duelo bien en la primera parte de esta historia.
Sé que algunas personas querían que esto más que nada fuera amor desde el inicio o no entienden de que manera se va construyendo esto, pero lo que yo amo del Severus/Sirius es la difícil relación que tienen, lo puro que es el enemies to lovers, el verdadero ENEMIES to lovers y como todo eso se construye porque de alguna manera Severus refleja lo que Sirius odia de sí mismo y viceversa, odio a JK Rowling y el hecho de que no supo explorar bien esa temática, la manera en que sus vidas son líneas paralelas, lo sensible que es la temática del duelo, como los marca y cambia de su vida para siempre. Ambos perdieron a sus mejores amigos, ambos fueron prisioneros alguna manera (Sirius de Azkaban, Severus de Hogwarts) y tienen esta relación extraña con Harry, ambos lo tienen sometidos a estas expectativas que realisticamente él no es Lily, no es James y en la mayoría de los libros, Harry tampoco se siente muy él mismo porque comparte una parte suya con Voldemort, porque no puede vivir sin preocupaciones como los demás etc, etc, etc.
Para mí tiene que pasar un tiempo antes de Severus y Sirius se enamoren, tiene que ser doloroso y tienen que encontrarse, preocuparse el uno por el otro, perdonarse y ser honestos. No puede ser todo muy rápido, pero tampoco tienen que pasar años.
Para sorpresa de todo el mundo, en todos estos años desde que abandoné esta historia he estado leyendo TANTOS fanfics de Severus/Sirius, es impresionante y aún así no encontré algo como ésta :(, al menos no de la misma manera y no sé, ojalá alguien lo hubiera plagiado así podía yo lo podía leer jajajja. Me toca terminarlo... algún día. Por cierto, me niego a decir Snirius, Snack, todos esos, deben haber mejores opciones allá afuera.