Chapter Text
Un día. Un maldito día bastó para que todo se fuera al caño. Todo lo que ambos sentían el uno por el otro, mandados al desagüe con relativa rapidez, en aquella noche que subió a la furgoneta y se marchó del departamento a toda velocidad, dejando atrás a la triceratops que alguna vez llamó amiga y, después, novia. Tras un rato de manejar, finalmente se dignó a frenar su coche para ver hasta dónde había llegado, percatándose de que se encontraba cerca de salir de la ciudad; aquello lo sorprendió: ¿tanto se había enojado con ella que fue capaz de llegar a ese punto? ¿Sólo porque le insistía con el tema del carfe? Debía procesar bastante esa decisión, era algo demasiado inusual de su parte, más considerando que hasta hace poco les iba muy bien. Apoyando sus brazos en el volante, acostó su cabeza en esas extremidades, respiró hondo y soltó un suspiro de cansancio mientras seguía en ese asunto que parecía imposible de abandonar.
Todo iba muy bien en la relación, aún con las bajas que tenían. Sí, había ciertas señales de que no duraría por mucho tiempo, pero aun así era rescatable y posible de mantener a flote porque... de verdad la quería. Ya fuera como amiga o incluso como pareja, se había prometido a sí mismo que no la dejaría bajo ninguna circunstancia, que sería su apoyo en las buenas y en las malas, que la cuidaría y protegería… al final, se quedó en promesas rotas y palabras vacías. Jamás pensó que podría hacerle algo así, pero mírenlo, lejos de lo que hace poco llamaba hogar. Lejos de ella.
Por un momento sacó su celular, queriendo marcarle para hacerle entender que no estaba enojado con ella, para darle la razón sobre su problema y discutirlo para llegar a un acuerdo, para al menos despedirse; al final no hizo nada de eso. Solo se le quedó mirando al aparato, con la app de contactos abierta, incapaz de tocar su número. Suspirando con pesar, bloqueó y guardó su teléfono, subió a su coche y, sin una idea realmente de qué hacer, condujo el resto del camino. Tal vez, por primera ocasión en su vida, dejar atrás todo le ayudaría a él… y tal vez a los demás también.
Dentro de sí mismo, solo deseaba que Trish saliera adelante.
–:–:–
Mudarse a otro estado no fue la mejor experiencia que pudo vivir. Ni siquiera podía decir que la idea le encantaba en primer lugar, y dejar a su mejor amiga allá definitivamente le dolía más de lo que su familia pensaba; pero por desgracia, lo hecho ya estaba hecho, y no podía echarse atrás. Así que no le quedó de otra más que aceptarlo, resignarse al presente y, quizás, esperar a que se le presentase alguna oportunidad para reconectarse con su preciada amiga; dentro de ella, sin embargo y como se ha dicho, le pesaba mucho haberlo hecho, más de lo que creía. Sería un camino bastante largo.
Todo eso lo había meditado mientras leía su novela favorita por quinta vez consecutiva en ese día, detrás del mostrador de la florería recíen instalada de su familia. Al ya no seguir estudiando, la pusieron como parte del personal de trabajo, algo que le animaba bastante en esos días y le ayudaba a sobrellevar la situación. Aun así, no le duraría mucho, y pronto su amor por las plantas ya no se vería tan reflejado con el paso del tiempo. Ahora su vida se había vuelto rutinaria, demasiado calmada y, para ella, casi sin color. De vez en cuando añoraba volver a Volcadera Bluffs, a esos días en los que sólo se preocupaba por estudiar, plantar flores hermosas y, más importante, pasar tiempo con Stella; definitivamente se sentía mal por dejar todo eso atrás.
§–0^0–§
Así fueron los días de esos dos, cambiando con mucha lentitud paso a paso y a ritmo de caracol, hasta que pasó un año. En las calles se podía ver a Reed conduciendo una combi cargada de algunas herramientas en la parte trasera y una caja llena de otras más a la mano. Habiendo llegado a su destino bajó del vehículo, tocó la puerta y una anciana laquintasaura le abrió con gentileza.
–Ya llegué madame, ¿cuál es el problema? –se presentó Reed con su mejor sonrisa posible, disimulando el poco de carfe que había consumido antes de llegar.
–Oh Reed, siempre tan puntual. Pasa, pasa, está en la cocina.
Si se preguntan por qué estaba haciendo eso, Reed desde hacía tiempo vivía de la reparación de electrodomésticos a domicilio, tras sacar los papeles correspondientes por supuesto. Las ganancias que recibía de ello le daban buen sustento, además de tener a varios clientes habituales cuyos modelos ya estuvieran fuera del mercado y por ende fuese imposible recibir una garantía, siendo el caso de aquella dino. Y como era costumbre, el raptor rosa ya estaba saliendo de nuevo tras una hora de labor, con una arepa a la mano por cortesía de la viejita del lugar.
–Gracias por arreglar mi lavadora de nuevo, Reed. Que Dios le bendiga.
–Igualmente. Y gracias por la arepa, está rica –le halagó mientras se dirigía a su combi.
Y así acababa otra jornada laboral en ese día, siendo el tercer y último pedido del día. Como faltaba poco para el anochecer, decidió que lo mejor sería darse una vuelta por la ciudad de Westgrace, que convenientemente era cercana al estado en el que se hallaba Volcader Bluffs. Deteniéndose en la calle que estaba frente al parque de la misma, se dispuso a observar un poco los alrededores, sacando discretamente de una mochila que tenía al lado la boquilla de un conocido bong. Le hirvió, metió su hocico por la entrada del recipiente y procedió a darse un ligero viaje de placer como el que solía tener en sus días de escuelas, pasándola increíble en esos pocos minutos de paseos mentales placenteros; para su pena no había consumido mucho, y por lo mismo su regreso a la realidad no fue tardado. Dicho regreso arrastró consigo a sus neuronas recuerdos de tiempos anteriores a su actual presente, entre ellos uno que destacaba por siempre carcomerlo desde que se fue de Volcadera Bluffs: Trish.
Irguiendo su cuerpo de golpe, sacó su celular de su bolsillo tras pocos minutos de haber salido de su habitual trance. Buscó entre los contactos hasta dar con el número en concreto que quería, presionando sobre este para ver la opción de marcar; casi lo hizo, pero algo le impidió llevarlo a cabo. Ese algo no era del todo entendido por su mente, pero tenía una idea de ello, algo que aún le costaba admitir. Perdiendo ese ímpetu que lo hizo sacar su aparato, devolvió el mismo a su lugar y pasó el resto del tiempo dentro de su van, admirando el atardecer y esperando que el efecto se le pasara para volver a casa sin problemas. Una vez cumplido ese cometido, procedió a conducir.
De repente, su teléfono empezó a zumbar. No tuvo de otra más que contestar.
–:–:–
Leer su novela favorita siempre le había ayudado a despejarse un poco del día a día que vivía, a su vez que la distraía de los pensamientos de culpa y remordimiento que esporádicamente entraban a su mente. Mientras sus ojos estuvieran recorriendo esas líneas, todo estaba de maravilla, nada podía separarla de ello… o bueno, casi nada.
No tomar agua estaba haciendo efecto en Rosa, y para su desgracia no tenía a su alcance algún vaso del líquido, así que no tuvo de otra más que salir de su guarida y obtener un poco de ello y hasta tal vez llevarse un poco de agua para tomarlo allá con tal de no volver a salir. En el camino se topó con su madre escribiendo rápidamente en la pantalla de su teléfono y se le notaba una pequeña sonrisa de satisfacción; Rosa sabía qué significaba ello, pero aún así se tomaría la molestia de confirmarlo ella misma.
–¿A quién le escribes tanto, ma?
–¡Mija! –el micro brinco que dio la anquilo mayor fue seguido de un suspiro de alivio y posterior a eso la reposición de su postura previa–. ¡No me andes espantando así, Rosa! A la próxima te daré una –le amenazó con un falso tono de enojo.
–Ta bien, ta bien, perdón – soltó entre pequeñas risas –. Pero ya dime, ¿a quién le hablas tanto?
–Oh pues, ¿te acuerdas que no está don Wolley? El que le sabe a esto de arreglar aparatos y así –Rosa asintió, recordando que ese viejo bronto había salido de vacaciones al menos por esa semana–. Pues le hablé de eso a la comadre, y ella dijo que conocía a una comadre que conoce a otro técnico por la zona. Ayer me mandó el número de ese joven y ya, por fin ese horno cochino tendrá arreglo –concluyó con un suspiro de alivio.
–Eso es bueno, má. Y dime, ¿a qué hora viene?
–Uy, dice que ya está en camino. Que anda en una combi de colores azul y verde, y que va a pitar cuando llegue. Estate al tiro Mija, que yo tengo que ayudar a tu apá con algo de la florería, ¿sí? –ni bien acabó de hablar, fue caminando a la habitación de ella y su marido, dejando a Rosa con la palabra en la boca.
La latina soltó un bufido de leve frustración ante lo que le pidió su madre. Luego alzó los hombros y le restó importancia, total, podía seguir leyendo y escucharía el claxon y ahí pasaría a avisarle a su madre…
Estaba subiendo de regreso, con botella a la mano, cuando el sonido del claxon justamente sonó. Sorprendida por la prontitud, se asomó por la ventana y vio que era efectivamente la dichosa combi de verde y azul.
–¡Amá, ya llegó!
–¡Ábrele la puerta, ahorita bajo!
Apenas escuchó un par de golpes en la puerta, de inmediato se acercó para abrirla y decirle que esperara a su madre, que no tardaba. Pero no pudo decir nada antes de quedarse paralizada, y lo mismo curiosamente le pasó al sujeto de la combi, que además soltó su caja de herramientas sin querer y esta calló con fuerza al suelo, haciendo ruido ignorado por ambas partes.
El raptor estaba tan consternado como ella. Parpadeó un par de veces antes de soltar palabra.
–Rosa…
Y la anquilo le imitó.
–Reed…
Segundos más de silencio…
...
–¡¿Eres tú?! –ya era demasiada coincidencia un grito al unísono.
Chapter 2: Reencuentro Sorpresa
Notes:
Nuevo Capítulo, jóvenes. Lean el mismo hasta el final, hay un aviso que daré (y también porque me tomó algo de tiempo acabarlo)
(See the end of the chapter for more notes.)
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La sorpresa y el nerviosismo de ambos al verse mutuamente en un evento como ese no tenía precedentes. Rosa no podía creer que, de entre todos los técnicos en electrónicos que había en la ciudad, y Reed no esperaba que, de entre todas las familias a las que pudo haber atendido, le tocó específicamente esa misa de una compañera a la que no había visto desde la graduación. La tensión era tal, que se podía cortar con un cuchillo.
–¿Qué ta pasando ahí abajo? –los pasos acelerados recorriendo las escaleras seguidos por esa voz mayor de edad hizo que ambos salieran del trance, dirigiendo sus miradas al origen de esa voz, la madre– Mija, ¿qué te pasa? ¿Por qué ese grito?
–Eh, bueno, yo... Ya llegó el técnico –dijo apenada–. Y también... Un viejo compañero de escuela
–Reed. Un gusto señora –se presentó a la señora, extendiendo la mano.
–¡Ay, Reed! ¡Un gusto conocerlo bien! –le correspondió la doña con la mano–. Perdóname por no reconocerlo, mijo. Rosa no tenía muchos amigos que me presentase –eso provocó un sonroje de vergüenza en la anquilo joven.
–No pasa nada, señora...
–Castillo. Renata Castillo. Y perdón por malpensar de usted, pensé que le habías hecho algo a mi hija o algo así –le dejó pasar a su casa.
–No se preocupe, doñita. Ahora, a arreglar ese asunto.
–Ah sí. Por acá, por favor.
Rosa los vio alejarse en dirección a la cocina, aún con la impresión de hace rato en su pecho. Reencontrarse con Reed, un viejo compañero de la escuela y baterista de la banda VVURM DRAMA, siendo aquello probabilidad de 1 en 1 millón... ¿Cómo? ¿Y por qué? No lo sabía ni de broma, ni podía pensar en alguna explicación lógica, solo le quedaba imaginar las consecuencias de lo ocurrido en su vida; le dedicó un rezo a la Virgencita de Guadalupe para ir directo a la cocina.
–:–:–
Estar arreglando el cableado del horno eléctrico que la familia poseía le estaba calmando los nervios al raptor rosado, a la vez que le ayudaba a mantener su cerebro concentrado en la labor de arreglar la avería. Aun así, tenía muchas ideas que le iban procesando a la velocidad de la luz entre sus neuronas que casi consideraba apagadas, todas ellas resumiéndose en una: Rosa; esa simple chica latina le había impactado bastante, porque de entre todas las personas con las que pensaba toparse otra vez, ella era la probabilidad más baja que había pensado, tan baja como que su familia tuviera ese horno muy moderno que ahora mismo estaba cambiando los componentes dañados por otros más funcionales. Los sonidos de las piezas cayendo al suelo y las herramientas siendo tomadas del suelo eran como música para sus oídos, algo que le daba relajación extra a su ser... hasta que unas pisadas se escucharon cerca de su zona de trabajo.
La latina se hallaba leyendo casualmente su novela y paseando a la vez, intentando centrarse en su lectura. De forma muy casual se encontró parada en el mismo lugar donde Reed estaba llevando a cabo su labor, el cual se detuvo para fijarse en quién era. Amabas miradas se cruzaron otra vez, hasta que la anquilo la apartó y redirigió a su medio de entretenimiento; eso mismo hizo el dino rosa volviendo a su labor, y el silencio siguió endeble entre los dos. No fue hasta que Reed finalmente añadió los ajustes finales que se puso relajar.
–Por fin. Otra labor terminada –se secó algo del sudor de su frente con el brazo, y apenas volteó se dio cuenta de que Rosa no se había ido–. Oh… hola –apenado.
–… Hola –le devolvió ocultando su cara en el libro.
Reed no pudo evitar sonreír ante el gesto de la chica. Acomodó sus herramientas en la caja y la cerró, para luego ponerse al lado de Rosa. Esta lo notó pero no dijo nada, solamente se apartó un poco de él para mantener distancia (y ocultar su pena). Él simplemente soltó una risita relajada, peinándose un poco.
–Yo tampoco esperaba esto.
–¿Qué?
–… Volver a vernos. Y menos en Westgrace –se rascaba la nuca–. Supongo que es verdad lo que dicen… el mundo es pequeño.
–… –una sonrisa apareció en su cara, bajando el libro con más confianza– Sí, es cierto. Y perdón por… ya sabes, invadir tu espacio de trabajo.
–Je, no pasa nada. No me molestaste en lo absoluto.
Y tal vez por inercia, Reed se le acercó más. Esta vez Rosa no se apartó, se sentía ya suficientemente cómoda para hablar con él. Y eso harían.
–¿No era mejor llevártela a tu combi?
–Nah, es más cómodo así. Además, tu madre es algo cuidadosa con sus aparatos.
–Bueno, es verdad. Mi amá suele ser así, muy cuidadosa con sus cosas. Y buena parte de lo que tenemos lo obtuvo ella.
–¿En serio?
–Sí. Por ejemplo, ese horno. También la tele, y quizás en parte el vocho de afuera.
–Hm, se ve que ganan muy bien.
–Es que las flores sí dan plata, aunque no creas –de forma burlona fingía tener un par de billetes entre sus manos, sacándole una risa a ambos–. Y es en serio, a veces hay días que nos hacen ganar lo de meses juntos.
Ante esa afirmación, el raptor alzó una ceja.
–¿Trabajas ahí?
–Sip. Digo, es un negocio de familia, y pues no me molesta porque en serio amo las flores.
–S-sí, es cierto. Je –pensaba en sus siguientes palabras en lo que se rascaba la barbilla–. Pero, ¿no seguiste estudiando? Pensé que lo harías…
En ese instante, ambos se dieron cuenta de que no habían tratado adecuadamente la siguiente cuestión: sus vidas y cómo terminaron ahí. Dentro de cada uno de sus seres, deseaban no hablar mucho de ello, al menos no en ese día. Rosa dejó el libro y se dirigió al dispensador de agua que estaba al lado del refrigerador, tomó un par de vasos que llenó de agua y le ofreció uno a Reed, que lo tomó y agradeció el gesto. Una vez refrescados, podían seguir hablando.
–Bueno, no negaré que me hubiera gustado seguir en los estudios. De verdad lo intenté, pero la situación no se podía dar en ese entonces, y además –la incomodidad estaba volviendo–… perdón, ahorita no quisiera hablar de eso.
–Oh… comprendo –le dedicó una sonrisa para que se tranquilizase, algo que funcionó porque fue correspondido.
La anquilo se sirvió otro poco de agua antes de volver a verle.
–Y pues, ¿qué hay de ti? ¿Siguieron tocando?
De parte del raptor, solo bastó un ligero movimiento de cabeza de lado a lado para que Rosa tuviese su respuesta.
–No. La banda se separó después de la graduación, y –inhaló y exhaló para proseguir–. Perdón. Es… un tema complicado. Tampoco me gustaría hablarlo de momento.
–… Entiendo –tomó lo último de su vaso de agua–. Oye, podríamos mantenernos en contacto.
–¿En serio? –su ceja alzada lo decía todo.
–Claro. Pásame tu Whats, no se lo quisiera pedir a mi amá.
–Lo comprendo. Pero me pasas el tuyo.
–Hecho.
Apenas unos segundos después, Reed estaba saliendo de la casa de los Castillo con su caja de herramientas y sacando las llaves de su combi del bolsillo mientras guardaba el pago en el otro; detrás de él lo seguía Rosa con una pequeña sonrisa en el rostro. Se vieron en silencio y sonriendo, antes de decir una palabra.
–Bonita combi.
–Gracias.
–Aunque, recuerdo que tenías otro vehículo más… moderno. ¿Qué le pasó?
Reed se rascó la nuca por la sorpresa y pena de la duda de su recién amiga.
–Te lo contaré otro día. Pero digamos que, tiene ver con cuando llegué a la ciudad.
–Oh, entiendo –se fijó mejor en el mismo, notando que los colores le recordaban a algo–… ¿Scooby-Doo?
–Sus colores me recuerdan al de Scooby-Doo. La, mmm, Máquina de Misterios –lo vio con una sonrisa algo traviesa–. ¿Por qué siento que es más que una referencia a la serie?
–Oye, no cuestiones los gustos de un hombre –le respondió sonriente–. Pero sí, es un gusto muy personal.
–Ya veo. Me encantaría viajar en él alguna vez.
Su mano derecha instintivamente rascaba su brazo izquierdo ante la idea de pasear por la ciudad en la combi con Rosa. Una pequeña sonrisa se formó en su hocico.
–Tal vez uno de estos días. Pero tú me avisas.
–Hecho.
Y otra vez el silencio. El más cómodo que había, de hecho. La anquilo dio un paso atrás, sin dejar de ver al raptor.
–Hasta luego –le sonrió.
–Nos vemos –le devolvió el gesto.
Ahora sí ambos protagonistas se separaron. Rosa volvió a ingresar a su hogar y Reed subió a su vehículo. Desde la ventana de su habitación, la chica pudo presenciar cómo rugía el mismo, para luego empezar a alejarse de a poco de su domicilio, hasta perderse en la siguiente vuelta y por ende. Se apartó de la ventana y se acostó en la cama con los brazos extendidos, cerrando sus ojos y respirando lento. Definitivamente ese día fue de lo más… emocional que le había tocado en todo ese tiempo que llevaba viviendo en la ciudad, y justamente no acababa de comprenderlo: ¿por qué? No conocía del todo a Reed, solo lo recordaba como el baterista de VVURM DRAMA y ese compañero con el que trabajaba en equipo en un par de clases, pero hasta ahí; aunque tal vez… él podría ser un buen inicio de nuevo. Una nueva amistad después de tanto tiempo, y con alguien que al menos tenía algo en común; quizás instintivamente, Rosa sonrió ante esa idea.
La puerta fue tocada. Rosa simplemente le dio el pase, y de la puerta semiabierta apareció la cara de tonos cobrizos de su padre, con ese bigote de pelos canosos y castaños a juego. Rosa se sentó de inmediato al verlo, sabiendo lo que significaba.
–Tu amá ya hizo la cena, mija. Unos ricos tamales.
–Ya bajo –le respondió con una sonrisa–. Dile que me haga muchos tamales, por fa.
–Eso te toca a ti, Rosa. Te espero abajo –con una sonrisa también, el señor la dejó y bajó las escaleras.
Se levantó totalmente de la cama y se dirigió al comedor. Ese asunto de Reed aún estaba en su mente, pero ya habría otro momento para lidiar con eso, por ahora debía llenar su estómago con deliciosos tamales.
–:–:–
Desde aquella breve plática con Rosa, el recorrido en solitario se sentía igual de ameno que como siempre. La calma tras el trabajo siempre era algo apreciable y apetecible, y nadie lo entendía mejor que Reed. Música relajante, vista agradable y, si se daba la ocasión, un dulce vapor inhalado. Aunque en esa ocasión prescindió de eso último, el último acontecimiento de ese día todavía estaba muy presente en su mente, y pensar en ello estaba ocupando el tiempo que usualmente usaba para hervir su líquido especial. Algo como eso solo podía ser orquestado por el misterioso destino, y todo indicaba que se verían con más frecuencia de lo que esperaba. Sería un interesante asunto a tratar, al menos en la cama, ya que se acercaba de a poco al estacionamiento del complejo de apartamentos en el que vivía. Una vez estacionado bajó de ahí, aseguró su vehículo (con un sistema moderno que él mismo instaló), subió al segundo piso por el ascensor y una vez fuera de ahí se dirigió al apartamento en el que vivía.
Una vez dentro, notó que el roomie con el que convivía y se repartía la renta ya había llegado. Le hacía especial gracia que fuera un humano como Anon, solo que más bonachón, con cara reconocible y pelo castaño. El mismo se hallaba relajado frente al televisor, con una soda a la mano y una sonrisa de satisfacción en el rostro tras cumplir su trabajo, algo que Reed solo podía sonreír también.
–Hola Mark –le dijo mientras se dirigía a su habitación.
–Qué tal, Reed. ¿Algo interesante hoy?
–Pues, la verdad… no debería decírtelo, pero sí. Hoy pasó.
–Wow, es curioso que tengas algo para contar. ¿Qué fue?
–Un reencuentro. Con una conocida de mi escuela.
–Vaya, suena a que fue inesperado –le dio un sorbo a su lata.
–Sí que lo fue. Pero vengo cansado, puedo contarte después –iba preparándose para tomar un baño una vez se quitó la ropa–. Me voy a bañar.
–No te tardes.
–No lo haré.
Un rato más tarde, se hallaba en la cama. Acostado, envuelto en su sábana, y todavía pensando en Rosa. No sabía siquiera por qué lo hacía, simplemente lo estaba haciendo. Parecía que había algo en ella que le estaba llamando muy fuerte la atención, algo que ni siquiera tenía sentido para sí mismo, pero estaba sucediendo. Intranquilo, tomó su teléfono, abrió el chat de Rosa y, tras unos momentos de duda, se dignó en mandarle algo
+#+#+
Reed:
Hola.
11:40 PM
+#+#+
Esperó un momento…
Y no tardó mucho en recibir respuesta.
+#+#+
Reed:
Hola.
11:40 PM
Rosa:
Hey! Qué pasa?
11:40 PM
Reed:
Bueno, sólo quería desearte unas buenas noches. Y eso haré: buenas noches!
11:41 PM
Rosa:
Je, ya se me hacía raro que me mandaras mensaje a esta hora. Pero está bien, lo acepto y también te lo diré: Buenas noches!
11:42 PM
Reed:
Aaaw, muchas gracias!
11:42 PM
Rosa:
Lo mismo digo! Y oye, lo de hace rato… ¿Estarás libre el martes? Mi amá me dio un día extra, consiguió una chambeadora para el lunes al menos.
11:43 PM
Reed:
Hmmm, pues tendré que verlo. Espera, quieres tener una salida conmigo el martes? Cuando apenas nos hemos vuelto a ver? Es algo pronto!
11:44 PM
Rosa:
Ya sé, ya sé! Pero honestamente, me emociona tener a un conocido de mi vieja escuela en la misma ciudad. No sé, se siente bonito.
11:45 PM
Reed:
Je, entiendo ese sentimiento. Está bien, mañana veré que no haya tanto trabajo para mí el martes. Yo te aviso, vale?
11:46 PM
Rosa:
Va! Y ya descansa, que mañana toca chamba.
11:47 PM
Buenas noches. XOXO.
11:47 PM
Reed:
Igualmente.
11:48 PM
+#+#+
Con ese breve intercambio de palabras, finalmente el cansancio estaba llevando al cerebro de Reed al reino de los sueños. Se posicionó para más comodidad, vio al techo y se preguntó una última vez: ¿por qué quería volver a verla?
Suponía que era lo mismo que le dijo Rosa y le comentó que así era, porque era una conocida que hace mucho no veía. Pero no se convencía del todo, sospechaba que había algo más, algo que deseaba saber; aquello quedaría como un pendiente, pues el reino de Morfeo reclamó su estadía y quedó profundamente dormido.
–:–:–
Los párpados le eran cada vez más pesados. Reflexionaba un poco sobre el reciente chateo que hubo entre los dos, y una pequeña sonrisa se asomaba en su rostro.
Una posible salida el martes. Con alguien que podría ser un re nuevo amigo. A Rosa le emocionaba más de lo que pensaba, tal vez por varias razones que todavía no se detenía a pensar del todo bien. La adrenalina fue de apoco dejando su cuerpo, regresándole ese sueño que tanto anhelaba, entregándose a la almohada.
Dormiría bien. Y a diferencia de en muchas ocasiones, dormiría realmente bien. Esa era la promesa inconsciente que se hizo Rosa a sí misma.
Y así fue.
Notes:
Bueno, otro capítulo finalmente subido. A decir verdad, tenis ya bastante avanzado y listo para subir el mes anterior, pero entre que no me quedaba conforme con lo que veía, experimentaba con otras cosas fuera de la escritura (como la mentada programación en Ren'py), leer muchos más fangfics y sobre todo mucha, mucha flojera de mi parte, es que apenas lo subí esta noche.
A su vez, me he percatado que hay varios lectores angloparlantes que se han topado con el fic y les ha gustado. A lo que les diré: muchas gracias, en serio. Cuando este fic esté oficialmente acabado o vayamos por la mitad de la historia, lo que pase primero (que tampoco será tan largo como Broken Wings), habrá una traducción al inglés para su disfrute. Y gracias a todos los que fueron pacientes, llévense de regalo un corazón de de este escritor novato.
Sin más, esperen con ansias el siguiente. Tal vez esté listo en dos semanas o menos en esa ocasión.
Sayonara.
Chapter 3: Una salida como cualquiera
Notes:
Muy al fondo de este capítulo, habrá una "explicación" del por qué tardé tanto. Sin más que agregar, disfruten de su lectura.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
+#+#+
Reed:
Ya estoy por acabar los trabajos de hoy.
11:00 AM.
Pasaré por ti en una hora.
11:00 AM.
Rosa:
Awebo! Pero por fa, no te tardes mucho wey.
11:01 AM.
Reed:
Jaja, claro que no! Estaré ahí más pronto de lo que crees, lo prometo.
11:01 AM.
Además, no tengo nada planeado salvo una salida típica al cine o algo así.
11:02 AM.
Rosa:
No mames.
11:03 AM.
Pos está mejor pa’ mí. Luego no me culpes porque te falte plata, ¿eh?
11:04 AM.
Reed:
Tranqui, amiga. Déjamelo a mí, prometo no quejarme.
11:05 AM.
Rosa:
Conste que tú lo dijiste. Ya no te distraigo, te espero en mi casa.
11:06 AM.
Nos vemos ^w^.
11:06 AM.
Reed:
Hasta luego.
11:07 AM.
+#+#+
La pantalla de su celular fue a negro. Lo dejó en el asiento del copiloto y se dispuso a partir a su próxima parada, con una sonrisa de oreja a oreja (metafóricamente) comparable a la que tenía tras su dosis diaria de esa deliciosa sustancia para él. Solo que, por ese momento, no lo tenía encima. Esa sonrisa era producto de su reciente plática con la anquilo de acento chilango/norteño. ¿Por qué una plática así con ella le ponía de buenas? No lo sabía, y por el Momento no estaba interesado en descubrirlo; no por el momento.
Porque justamente ya había llegado al hogar del siguiente cliente en ser atendido, un estego cuya televisión “moderna” ya no encendía. No perdió más tiempo y se apresuró a salir de su combi, con caja de herramientas en mano, para pararse frente a la puerta y tocar el timbre. Usualmente se hallaba calmado al no tener nada mejor que hacer tras su labor, pero aquello era diferente; la misma se abrió revelando al susodicho animal con escamas de tonos similares al terracota y que no parecía superar los 35 años, aunque por su voz parecía ser mucho, mucho mayor de lo que aparentaba.
–¡Ah, ya llegó! Pase por favor –se hizo a un lado para darle acceso a su hogar.
–Estoy a su servicio.
La puerta se cerró tras la espalda del raptor rosado. Su trabajo apenas comenzaba.
–:–:–
Chorros delgados de agua cubrían la tierra en la que las flores cuidadosamente bellas posaban sus raíces, y el líquido vital se fundió con el terreno de forma casi perfecta, casi imperceptible al ojo común, lo que garantizaba que las plantas podrían nutrirse mejor; con esa tarea personal hecha, procedió a sentarse en el césped del patio, recargada en la pared de su casa.
Su vista le permitía admirar el paisaje que ella misma había creado con sus propias manos, suspirando de satisfacción al acabar nuevamente su labor personal y disfrutando del escenario visual con una sonrisa en la cara. Eran momentos como ese los que le recordaban su pasión por la jardinería; suspiró, recordando viejos tiempos. Unos tiempos más sencillos, más simples… y agradables.
La expresión pasó de calma a melancolía en un lapso de unos siete segundos, y la nostalgia le invadía.
–Ojalá Stella estuviera aquí…
Le pasaba cada que arreglaba el jardín personal. No poder hablar con ella de nuevo se sentía amargo, sacando de a poco su celular y viendo la pantalla. Cabe destacar que ese aparato que tenía no era el que llevaba al momento de mudarse, sino uno nuevo. Con otro número. Se sentía como una tonta cada que volvía de sus memorias el cómo perdió su anterior teléfono apenas puso un pie en su nuevo hogar, pero aquello no sería comentado hasta más tarde.
–¡Mija, te están esperando en la sala!
Aquel grito de su madre hizo que la aquilops se pusiera de pie inmediatamente, un tanto extrañada. Imaginando que no podía ser quien pensaba que era, echó un vistazo de nuevo a su celular, notando algo que había pasado desapercibido.
Eran las 12:01 PM.
Apenas un minuto pasado del mediodía, y de alguna manera ya estaba en la sala de estar de su hogar. Algo alarmada y desvaneciendo esos sentimientos algo deprimentes, se apresuró a cruzar su hogar y llegar hasta donde estaba la de estar del recinto. Sus ojos no la engañaban: ahí estaba Reed, sentado en el sofá, relajado y con una sonrisa mientras veía la tele y reprimía una risa. Por los diálogos, la latina dedujo que se trataría de una repetición de Betty La Feasauria, en la hora acostumbrada de ese canal, y tal parecía que el raptor conocía ese programa pese a su antigüedad. Con un extraño sentimiento de alegría al verlo ahí, se le acercó con cautela y procedió a sentarse a su lado, provocando en Reed una reacción de sorpresa y asombro al hallarla justo a su costado; después del susto breve y una recompostura, el raptor le sonrió.
–Perdón por no avisarte. Lo iba a hacer, pero tu madre básicamente me obligó a pasar –se rascaba la nuca con algo de pena.
–No pasa nada –la sonrisa de la aquilops le hizo relajarse en su postura–. Y, ¿a dónde iremos?
–¡No irán a ningún lado hasta que hayan comido! –exclamó la matriarca del hogar, asomándose por donde conectaban la sala y el comedor y tomando de sorpresa a ambos jóvenes.
–¡Pero amá! –le respondió Rosa con algo de pena y vergüenza.
–¡Pero nada, mija! Míralo, bien flaco el pobre muchacho –lo señaló–. Seguro no comió nada desde la mañana, pobrecito.
Reed estaba por decirle que no era necesario, pero sus tripas rugieron para indicar lo contrario. Era lo suficientemente sonoro para que Rosa voltease a verlo con una ceja alzada, y su madre con una sonrisa de triunfo y satisfacción. No quedaba de otra: si querían salir a algún lado, debían sí o sí almorzar en casa. Así que aceptaron, llenando el corazón de la señora de la casa con una notoria alegría.
Media hora después de haber almorzado, Rosa y Reed iban saliendo del hogar de los Castillo con los estómagos llenos. Reed en especial iba acariciando su barriga con una notoria sonrisa de satisfacción, pensando en que aquello no fue mala idea.
–Tu madre sí que es experta en llenar estómagos –le abrió la puerta con una leve reverencia, provocando en Rosa una ligera risita para luego subir.
–¿Por qué crees que mi padre y ella siguen juntos? –comentó apenas Reed se sentó en el asiento del piloto y cerró la puerta.
–Pues bienaventurado tu padre, porque nunca le faltará nada en la mesa –con otra risita de la latina, encendió su vehículo y afianzó su agarre en el ergonómico volante, con una mirada algo perdida en el camino.
Su combi comenzó a avanzar por la calle, aumentado paulatinamente la velocidad a la que iba, pero aún así se sentía más lento de lo usual. En buena parte se debía al pulcro silencio que había entre ambos, silencio que se hallaba en un limbo entre incómodo y agradable, pero que denotaba que efectivamente no habían planes previos de a dónde ir. Para quitar un poco esa curiosa tensión, Rosa notó que el vehículo tenía una radio y, de manera “discreta”, la encendió y puso una estación al azar al principio. Coincidencia de la vida que justamente la estación en sí era una dedicada a transmitir canciones en español, y en esos momentos se estaba escuchando una del Buki Solís, “¿A dónde vamos a parar?”.
–Oh, me encanta ese cantante –comentó la latina con una notoria sonrisa en el rostro, acomodándose en su asiento y cerrando los ojos para disfrutar de esa música. Iba tarareando la letra, ayudando y bastante a relajar el ambiente en general.
Por un instante Reed se dio el lujo de mirar de reojo a su amiga. De alguna manera, lo que debían ser apenas un par de segundos, para su mente se tornó una eternidad al no poder separar su vista de su objetivo. Verla de pies a cabeza le permitía apreciar su anatomía superficialmente le hizo percatarse de lo fornida que realmente estaba, y eso… le gustaba, por alguna razón. Rosa le regresó la mirada curiosa, haciendo que un suave tono carmín apareciera en las mejillas del raptor. Ella no tardó nada en devolver su vista a la ventanilla.
Y ahí estaba, otro silencio incómodo como los de antes. Y aunque al igual que en otras ocasiones no duraría mucho, no aliviaba la sensación que dejaba de por medio y les recordaba en parte que había pasado tanto tiempo hasta que se vieron de nuevo. Les costaba trabajo acostumbrarse a ello, y no sabían cómo quitarse de encima aquello. La aquilops se dedicó entonces a observar al frente, y el raptor se centró completamente en el camino. Ahora solamente quedaba la música de la radio entre los dos, evitando que hubiera más incomodidad.
Por fortuna ya estaban llegando al destino pensado para pasar el rato. Rosa alzó una ceja al notar que entraban al estacionamiento de un centro comercial, y girando su cara hacia el raptor notó en este una leve sonrisa; una vez acomodó el coche bajaron de este e inmediatamente se pegaron el uno al otro. En lo que ambos se dirigían al ascensor, sus manos se entrelazaron discretamente y el tacto de sus extremidades les causó ligeras sensaciones que agitaron sus escamas, aunque eso no les hizo separarse. Cuando ya estaban dentro, Reed tuvo que soltarla para oprimir el botón del piso al que irían, finalmente animando a Rosa a acercarse a este para saciar su duda.
–Reed, ¿qué hacemos aquí? –preguntó Rosa curiosa.
–Bueno, te dije que no tenía nada planeado para nuestra salida, ¿cierto? –la aquilops solo asintió, extrañada–. Con eso en mente pensé: ¿por qué no solo vamos a ver en un lugar que nos pueda ayudar? Y así acabamos en este centro comercial.
–Oooooh, ya veo. Pero entonces, ¿a qué piso irem-?
El elevador se detuvo antes de que siquiera Rosa terminase de hacer su pregunta, y acto seguido las puertas se abrieron de par en par, revelando el exterior al que se habían detenido. Reed le tomó de la mano y la jaló suavemente, a lo que la latina ni siquiera intentó poner oposición y sencillamente se dejó llevar. Una vez pudieron estar fuera de ese pequeño sitio, vieron sus alrededores con suma curiosidad, más de parte de Rosa que todavía no entendía las intenciones de Reed. Y comenzaron a caminar, hasta llegar a un punto en el que había una mejor vista panorámica de todo lo que les rodeaba.
Cientos y cientos de locales dedicados a diversas cosas del entretenimiento, desde tiendas de videojuegos y cómics, pasando por talleres de pinturas y caricaturas, centros de deportes “extremos”, hasta incluso un cine lo suficientemente grande como para que una estampida entera de ancestrales tiranosaurios rex pudiesen entrar fácilmente por lo ancha que era la entrada. La aquilops, sorprendida por ello, giró su vista hacia su compañero llena de confusión, mientras que este no hacía más que sonreír con cierta pena.
–Rosa… Bienvenida al tercer piso de Johnson’s Mall –le dijo mientras señalaba con su brazo derecho todos los locales anteriormente mencionados–. Si hablamos de diversión, este lugar es el más ideal para dicha tarea. Por eso no quise organizar nada, ya que… me gustaría que decidas tú qué hacer por hoy.
–… –algo anonadada, apenas parpadeó un poco y rió ligeramente por la situación, para luego proceder a rascarse el mentón pensativa– Mmmm… ¡Ya sé! Comencemos por el cine, quiero saber si sigue en salas una película que me interesa, ¡vamos!
El tirón que sufrió su brazo derecho, producto de la brusquedad con la que Rosa lo agarró de la muñeca y acompañado de una moderada velocidad de caminata, le tomaron por sorpresa a Reed por unos instantes. Sin embargo, aquello no duró mucho y se acostumbró muy rápido al hecho, aunado a que le parecía sentir un “algo” al verla sonreír con ese entusiasmo que la había caracterizado en la escuela; por aparente inercia, sonrío ligeramente mientras igualaba en velocidad a pie a la latina, con tal de no tropezarse.
En ridículamente poco tiempo, ya estaban ingresando al recinto. Su paseo amistoso oficialmente había comenzado, y la primera parada era el cine.
—:—:—
Ver dos películas fue lo primero que hicieron en las horas iniciales de la salida. No alcanzaron boletos para el filme de interés de la aquilops, así que para no irse a otro lado decidieron ver una mientras tanto, siendo esa una película rusa que parecía calcar a los populares filmes americanos de superhéroes; dicho y hecho, la vieron y les gustó más por la comedia involuntaria que por ser genuinamente decente.
Afortunadamente pudieron ver la película que Rosa realmente buscaba, siendo mucho mejor en más de un sentido a todo lo que esperaban y más. Su sonrisa de satisfacción ya declaraba que la había pasado más que bien en la función, y para Reed no fue menos, aunque no se esperaba que ella fuese de las que viesen ese tipo de películas. Eso era más notorio durante la plática que tuvieron al salir del cine.
–No puedo decirte cuál fue mi parte favorita de toda la peli. ¡Es que en serio es tan buena!
–Je, se nota que te encantó, amiga. Aunque si te soy honesto, definitivamente me encantó la persecución por la calle; en serio parecía algo hecho por el propio Nolan. Fue, puff, espectacular.
–¿Verdad? Lo único malo era que estaba muy oscura. ¡Parecía que no se veía un carajo!
–Me alegra saber que no era el único que pensaba eso. Tenía que entrecerrar los ojos para ver bien.
–Ajá. Pero fuera de eso, fue una muy buena película. La disfruté de inicio a fin.
–Ya somos dos, Rosa. Ya somos dos.
–Je… ¿Y a dónde vamos ahora?
Reed se detuvo ante la incógnita y miró los alrededores con sumo cuidado, atento a lo que pudiese captar su interés. No tardó demasiado en su cometido, sonriendo y señalando con su mano al local para que la vista de la aquilops se dirigiera rápidamente al mismo, alzando una ceja al enterarse qué era eso: un karaoke. Uno de diseño simple pero llamativo, con aires de pertenecer a la década de los ochentas o incluso de antes.
–¿Vamos? –la pregunta de Reed no se hizo esperar.
–Vamos –y la respuesta afirmativa de Rosa tampoco.
Tal y como sucedió con el cine, Rosa llevó rápidamente al raptor de la muñeca y ambos llegaron a paso rápido al sitio. Entraron y la diversión comenzó de nueva cuenta.
—:—:—
Su tiempo en el karaoke fue un poco más corto que en el cine, pero no por eso menos divertido. Las risas no faltaron al momento en el que Reed, por desafío de Rosa, intentó cantar algunas canciones en español de bandas cuyos nombres le eran muy raros; el hilarante resultado fue una amalgama de palabras carentes de sentido y la revelación del raptor de lo mucho que le faltaba para aprender el idioma correctamente. Por otro lado, Rosa tampoco se salvó de la vergüenza ajena al llevar las cosas un paso más allá: tratar de cantar openings y endings de anime en su lengua original. No es necesario aclarar el desastre y asesinato lingüístico cometido por la dino naranja en ese tiempo, ganándose unas cuantas carcajadas de parte del dino rosado (tantas eran las risas que se sentía cerca de estallar su estómago).
Tras hora y media de estar canturreando cualquier cosa menos la propia letra de las canciones la mayoría del tiempo, se fueron de ahí con amplias sonrisas en sus caras y sintiendo cada uno su abdomen doliendo ligeramente debido a ello. Para relajarse un poco se sentaron en una mesa del área de comida y Reed aprovechó el momento para invitarle a Rosa una bebida refrescante, a lo cual ella no se pudo negar y recibió su boba soda de manzana verde, mientras el raptor se pidió la suya de mora azul; así pues, sentados uno al lado del otro, sorbiendo ruidosamente por culpa de los popotes que acompañaban las bebidas, una vez más había un silencio agradable entre ambos escamosos, bastante cómodo y que evidenciaba el buen rato que pasaban juntos. Aunque en algún momento debía acabarse.
–¿Qué te hizo pensar que podrías cantar bien una canción de Cuarteto de Nos?
–No lo sé. Quizás el hecho de que tuviera ya nociones básicas del español, supongo –sorbió su bebida.
–Ay ajá, compa. Mira, no te quiero ofender, pero te falta mucho para que puedas acostumbrarte a eso.
–Mmm, ¿cuánto calculas?
–Pos, digamos que unos… ¿Dos, tres años más? Por ahí diría. Y eso apenas para el español de México, ¡ya ni te hablo del de los demás países!
–Uy no, no me digas que es tan diferente. No te creo.
–¡Neta, wey! Te lo juro.
–No me quites las ganas, Rosa, que pensaba que debía solo diferenciar entre el mexicano y el venezolano –puso una mano sobre su cabeza a modo de broma.
–Pues nomás puedo decirte: que Dios te bendiga, Reed.
Y rieron una vez más. Luego volvieron a la calma y Rosa mantenía su mirada fija en Reed. No sabía explicarse el por qué, pero estar a su lado le hacía sentir… bien. Muy bien. Más de lo que creía. Sentía que no hacía falta nada cuando estaba a su lado, solamente podían quedarse ahí mismo, sin hacer nada, y no le frustraría en lo más mínimo. Esa sensación le parecía curiosa, cuanto menos, pero no le incomodaba ni molestaba, hasta podría decirse que… le gustaba un poco; fue solo cuando Reed le miró de vuelta que salió de ese trance y apartó la mirada un poco apenada, pero con una pequeña sonrisa. Gesto que inadvertidamente fue correspondido por el raptor.
–Me alegra haber tenido esta salida contigo, Reed –admitió Rosa, sorbiendo su soda.
–Es un placer, linda. Aunque todavía no acaba el día. Todavía tenemos bastante por hacer, ¿sabes?
La intriga se hacía evidente en la latina con su ceja alzada, pensando en el tiempo que les quedaba y tratando de imaginar qué más podrían hacer. Su curiosidad se hizo evidente tras unos segundos.
–¿A dónde tienes pensado llevarme, compa?
Reed le sonrío de la misma manera que solía hacerlo en los tiempos de la escuela, sintiéndose mejor y un poco misterioso.
–Ya lo verás, compañera –y bebió lo último que quedaba de su soda.
—:—:—
El raptor de escamas rosas era una caja de constantes sorpresas. Si ese pensamiento ya estaba asentado en la mente de la anaranjada, se reafirmó al ver que el sitio al que iban a acceder era algo que ni siquiera se le había pasado por su mente entre las posibles actividades. Pero sus ojos no le mentían, y la expresión de felicidad de Reed todavía menos.
Un boliche.
Eso sí que era un giro de acontecimientos raro.
Aún así, le restó importancia y siguió al raptor a su lado. Una vez recibieron sus zapatos y pasaron a la pista correspondiente, Reed registró sus nombres de forma muy abreviada debido a las aparentes limitaciones de dicha máquina, quedando en la pantalla como Ree y Ros respectivamente. Una vez hecho eso y tras ponerse los zapatos, pasaron a agarrar las bolas con las que se sintieran cómodos; durante ese tiempo la latina vio a los demás tiradores realizar lanzamientos peculiares con los que conseguían derribar los pinos con suma facilidad y precisión, lo que la hizo sentirse algo intimidada. Aquello no pasó desapercibido para Reed, por lo que dedujo la situación velozmente.
–Jamás jugaste en el boliche, ¿verdad? –le indagó a la aquilops, recibiendo una negativa con la cabeza.
–Es que, bueno, yo… Nunca pensé pasar por un lugar así en mi vida –admitió con algo de pena, acariciando su pelo disimuladamente.
El raptor no pudo evitar sonreírle con ternura, por lo que le hizo señas para que se acercara a él. Algo que ella hizo.
–Te enseñaré todo lo que debes saber, ¿de acuerdo? –Rosa asintió–. Perfecto. Mira, lo único que debes saber es… tirar la bola.
–… –estaba algo confundida–. ¿Y… y ya?
–Sip. Escucha, parece algo sencillo y es sencillo. La cosa es que cada uno tiene una manera propia de lanzar la bola, por lo que no todos van a tirar de la misma manera. Todo está en el balanceo y el impulso.
–No… no lo capto del todo.
–Solo observa, y observa muy bien, ¿eh? Esto irá en el examen –bromeó.
Una vez dijo eso tomó su bola, la sostuvo frente su vista y de forma concentrada, dio un par de pasos atrás y bajó su brazo con la bola sujeta; acto seguido dio tres pasos adelante, tomando impulso en el proceso y dejó salir disparado el proyectil. Este dio una curvatura algo pronunciada, en cuyo tramo final logró derribar seis pinos antes de caer al fondo. La aquilops se sorprendió por ello, más aún porque parecía que no iba a tumbar ninguno, mientras que Reed simplemente recogió su bola y regresó a tirar; por desgracia solo pudo derribar dos, lo que lo dejaba con 8 puntos iniciales.
–Wow…
–Sí, no fue mi mejor jugada –dijo el raptor con una pequeña sonrisa, a lo cual dirigió su mirada a Rosa–. Ahora te toca.
–¿Ah? Oh… ok…
Para cuando se paró frente a la pista con su bola correspondiente a la mano, los pinos ya habían sido acomodados correctamente, listos para su movida. La aquilops respiró hondo, se calmó, dio un par de pasos hacia atrás para dar otros tres adelante y, con ese impulso obtenido, disparar su bola a una velocidad considerablemente alta. Pese a lo inestable que parecía el recorrido, al raptor y a la dino latina les tomó por sorpresa que los diez pinos fuesen derribados de un solo golpe, a lo cual apareció una animación en la que aparecía una gigantesca X tras el derribo de dichos objetivos digitales; efectivamente, Rosa había hecho una chuza.
–Eso… ¿Eso lo hice yo? –le preguntó al dino rosado, quien asintió con una sonrisa mientras aplaudía un poco–. Wow, yo… eso no me lo esperaba… Se sintió bien –eso último admitió mientras sus labios se iban curvando, mostrando en ella una alegría casi cercana a la que solía mostrar años atrás.
Las suaves palmadas en su espalda la hicieron volver en sí, notando cómo su amigo le asentía con orgullo, para luego tomar su bola y posicionarse para realizar su lanzamiento. Antes de hacerlo, la miró con un gesto de amistoso desafío.
–Ya estás preparada. Ahora juguemos en serio.
–… –Rosa correspondió al desafío con el mismo gesto facial desafiante–. Acepto.
—:—:—
El transcurso del tiempo fue ameno e intenso a la vez para ambos. Entre choque y choque, los resultados expuestos en la pantalla no se hacían esperar y se sentía como una auténtica competencia por la supremacía del boliche.
En la segunda ronda, Reed apenas pudo derribar seis pinos en conjunto, y Rosa milagrosamente consiguió otra chuza, lo que la hacía lanzarle burlas ligeras al raptor.
En la tercera, ambos quedaron parejos. En el sentido más literal posible, pues en sus turnos apenas pudieron derribar cuatro pinos cada uno.
Fue a partir de la cuarta ronda que las cosas giraron a favor de Reed, derribando seis pinos en sus dos tiradas frente a los cinco pinos tirados por Rosa en un solo lanzamiento (fallando evidentemente en el segundo). Desde ahí, el asunto era más “serio”.
En la quinta ronda, siete pinos derribados por la bola del raptor rosado hicieron palidecer a los seis pinos tumbados por la novata mano de la aquilops naranja.
En la sexta fue una humillación para la latina: se tuvo que conformar con tirar un pino, mientras que su amigo celebraba al menos derrumbar cuatro en su única tirada certera.
La séptima fue una ilusión exquisita para Rosa, puesto que el rosado solo pudo conseguir seis pinos tirados frente a sus siete pinos tumbados en sus lanzamientos. Por fin parecía que le iría mejor.
Y en la octava sucedió otro milagro inesperado: Reed, en una muestra de su restaurada confianza y capacidad deportiva de salón, realizó un lanzamiento curvo tal que la bola se llevó a todos los pinos en su camino, siendo así una chuza más que espectacular; por su parte, ella tuvo que conformarse con al menos un pino derribado.
Para la novena ronda las cosas ya estaban a favor del raptor, el cual casi consiguió otra chuza en su primer tiro y solamente se conformó con nueve pinos en su haber porque la bola se fue directo al fondo sin tirar el último; tuvo mejor suerte que Rosa, la cual apenas tiró cinco en un tiro.
Finalmente, la décima ronda fue de película. En los dos tiros, y como contraataque al milagro anterior, Reed apenas tiró dos pinos en sus dos lanzamientos de bola, lo que le otorgó a Rosa una ligera esperanza que se reflejó en el cómo derribó ochos pinos por la pronunciada curva que tomó su bola.
Y así, terminó esa contienda interesante para ambos. Cuando miraron la pantalla, se reveló que el ganador fue Reed con 62 puntos obtenidos; mientras Rosa se había quedado detrás suya con 57 puntos. Eso causó que la latina soltase un suspiro de ligera pena, que sería amortiguado por el brazo derecho de su compañero que la rodeó por el hombro inesperadamente.
–Oye, no te sientas tan mal nena. Lo hiciste muy bien para ser tu primera vez –le animaba Reed con una sonrisa.
Rosa le devolvió el gesto con algo de alegría.
–Tienes razón. Estuve muy cerca de patearte el trasero –su gesto de burla amistosa le pareció adorable al raptor–. Y lo conseguiré la próxima vez, lo prometo.
–Jo, eso veremos –le devolvió el susodicho gesto a la dino naranja, y tras eso empezaron a reír.
Después de eso, apenas salieron del boliche se dedicaron a caminar por un par de horas más a lo largo del centro comercial. No hicieron nada en particular más allá de eso y charlar de cosas sumamente banales, y para ambos a ese punto les bastaba y sobraba. Cuando sintieron que ya habían hecho suficiente cardio pasivo, se volvieron al ascensor y bajaron hasta el estacionamiento, subiendo al vehículo por el que llegaron apenas lo localizaron. El trayecto de ida era más ameno que el de llegada, y cada uno parecía estar pensando en sus propias cosas; por algún motivo, Rosa le pidió a Reed que pasaran por el parque de la ciudad, a lo que obedeció sin chistar.
Una vez ahí y estacionada correctamente la combi, Reed estuvo a punto de bajar cuando fue detenido por la suave mano de Rosa. Algo extrañado, la latina le hizo acercarse a ella y quedarse a su lado, a lo que el raptor intuyó que ella quería ver el paisaje con él antes de volver a casa. Nuevamente, le siguió la corriente en silencio y ambos ahora estaban unidos el uno al otro, en completa calma, tomados de la mano sin que se dieran cuenta mientras veían el cielo oscurecerse de a poco. Se sintió como un cierre excelente para un día excelente, y nada podía arruinar ese momento.
Ni siquiera el bong se cristal semiduro que se cayó del maletero que Rosa tenía enfrente. Ella lo recogió y antes de que pudiera preguntarle a Reed sobre eso, el raptor se lo arrebató rápidamente y lo lanzó hacia atrás, dejando a su amiga con bastantes dudas respecto a ello; aún así nadie dijo nada, y no tardaron en retomar la vista al horizonte, disfrutando del atardecer y del silencio que había entre ambos.
Luego de sucedido ello, Reed arrancó el coche y condujo hasta llegar al hogar de la latina. Con rapidez bajó de su asiento y le abrió la puerta caballerosamente, a lo cual recibió una pequeña risa de parte de la dama naranja; una vez esta bajó y se cerró la puerta tras su espalda, fue acompañada hasta la entrada de su casa. Aquello le parecía inusual, por lo menos.
–No hacía falta que hicieras eso, Reed. En serio –le dijo con una agradable sonrisa.
–Meh, quise hacerlo y lo hice. Así soy yo a veces –le admitió relajado.
–Je, eres interesante. Eso me agrada de ti.
–Es un placer recibir dichos elogios, madam –la respuesta muy formal acompañada de una reverencia innecesaria le daba a Reed un toque bastante cómico, lo suficiente para que la aquilops de nueva cuenta soltase otra risa que fue correspondida por él–. Jejeje.
–Ja, de verdad eres especial Reed.
–Je, hace mucho que nadie me decía algo así –se rascó la nuca y sonrío ligeramente–. Fue… fue un buen día…
Rosa asintió con la cabeza. Definitivamente había sido el mejor día de su vida en mucho, mucho tiempo. Por supuesto todavía persistía el detalle del bong que encontró, pero no dijo nada sobre ello de momento al no creer que fuera el momento adecuado; en su lugar, se acercó a Reed… y le abrazó. Dicho gesto tomó por sorpresa al rosado, y se confundió por unos milisegundos antes de corresponderle lentamente, sin cambiar su expresión facial.
–Gracias, amigo. De verdad, muchas gracias…
–… De nada, lindura…
Así estuvieron un rato más, pegados el uno al otro, dejando pasar el tiempo sin inmutarse. Por supuesto que no sería para siempre, y ambos tuvieron que romper el trance para verse a las caras con una ligera sensación de pena y vergüenza por ello. Miraban a otros lados de forma disimulada para dejar pasar esa sensación, y una vez sucedió se sonrieron el uno al otro en lo que Rosa palmeaba los brazos de Reed.
–Ya es hora de que entre a casa. Nos vemos, Reed –dijo, mientras se aproximaba a la puerta.
–Sí, claro… nos vemos uno de estos días, ¿o no?
–Me encantaría.
La alegría del raptor fue contenida con tanta efectividad que solamente se pudo mostrar bajo una pequeña sonrisa dulce. Se despidió de ella con la mano, volvió a su combi, se montó en ella y dio marcha de regreso a su departamento; en lo que se iba alejando, la dino naranja abrió la puerta de su casa y la cruzó, cerrándola detrás de ella antes de ser inundada por las muchas preguntas de su madre y uno que otro alegato de su padre. Algo similar pasó con Reed al llegar a su departamento compartido, aunque no pasó de un par de preguntas mutuas y luego a la cama.
Para los dos, fue el tiempo más feliz que tuvieron después de mucho tiempo. En sus mentes imaginaban que todo podría ir muy bien de ahí en adelante, y no habían tantas cosas que pudieran decir lo contrario.
Aunque no todo era color de rosas. Había un sentimiento de que algo podría suceder de mala manera, pero de momento era muy pequeña; tanto, como una espina. Sin embargo, solo el tiempo podría decirlo.
De momento, la flor que empezaba a nacer en ellos mostraba espinas que a futuro serían dolorosas de tratar.
Una de ellas, siendo curiosamente… ese bong.
Notes:
Este, como que no tengo manera decente de cómo explicar este asunto. Básicamente lo puedo resumir a un muy intenso bloqueo artístico con este fic en particular, lo que me llevó a dejarlo abandonado y en su lugar hacer unos cuantos one-shots y drabbles en un servidor privado con unos panas (si gustan, puedo subirlos por AO3 a modo de compilado); a eso añado también el estar ocupado en mi chamba, especialmente en diciembre del año pasado y enero de este, unas que otras vacaciones, asuntos personales y un largo etcétera.
Si has llegado hasta acá, muchas gracias por leer este fic. Prometo subir los siguientes capítulos en un tiempo más ágil, a lo mejor habiendo distancia de dos semanas a un mes entre capítulo y capítulo (todavía debo gestionar bien mi tiempo), así que si aún están por acá los tres a cinco lectores que les gustó este fic, espérenme por favor. Trataré de subir el siguiente pronto, lo juro, ¡lo juro!
Y ya sin más que agregar, les dejo para irme a mimir. Sayonara!
Chapter 4: Buen rato, giro especial
Notes:
Por fin, capítulo entregado. Solo disfruten, por favor.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Días pasaron tras aquella memorable salida amistosa, y desde entonces las cosas se mantuvieron bastante bien para ambos. Se comunicaban con más frecuencia de la que pensaban, a veces solían llamarse cuando menos se lo esperaba cada uno, y de vez en cuando alguno invitaba al otro a comer por ahí en caso de encontrarse por la calle; incluso en una ocasión Reed pasó por la florería para saludarla tras finalizar un trabajillo de un lugar cercano a dicho local. La frecuencia con la que se veían casualmente era tal, que se adaptaron rápidamente a ello y hasta parecía ser más bien un acuerdo inconsciente y mutuo entre ambos para hallarse y hacer algo juntos, por más pequeña que fuera la acción en cuestión.
Con todo ello dicho, aún existían ciertos detalles de las que no se animaban a hablar el uno con el otro abiertamente, siendo que todavía era demasiado temprano en su recién forjada amistad. En especial Reed, que sostenía en su mano izquierda ese bong que alejó de Rosa apenas ella lo alzó a sus ojos. Nuevamente había consumido algo de ese carfe, que apenas podía amortiguar esa pequeña preocupación que iba naciendo dentro de sí mismo poco a poco, y no le gustaba para nada. Incluso cuando había abandonado a Trish no tuvo problemas para seguir con el consumo de la sustancia y aún era capaz de percibir lo que buscaba: calidez, satisfacción, alegría, calma, lo que fuera que necesitaba en el momento; ahora, la percepción de ello era menor, mucho menor. ¿Por qué? Esa pregunta se respondía igual, sin importar cuántas veces lo pensara.
Rosa.
De alguna manera, que ella lo hubiese notado afectó negativamente al raptor. Se suponía que su fama como drogadicto “legal” en Volcano High era muy extendida y habría llegado a ella. Entonces, ¿por qué le daba vergüenza recordar eso una y otra vez? No tendría que hacerlo porque demostró decencia, ¿pero entonces qué le impedía acceder a la tan ansiada plenitud de su maravillosa “medicina”?
En un momento dado se rindió y mejor guardó aquel bong en el mueble. Ya lo dejaría para otro día, quizás descansar de eso era lo que le hacía falta. Ese era su tren de pensamiento en el momento, uno interrumpido por el sonido de unas pisadas provenientes del pasillo que conectaba su habitación con la de su compañero; miró su celular y notó que era bastante tarde, tan tarde como podía parecer a las 7:50 PM. Abrió la puerta y se lo topó bien vestido, señal de que sería otra de esas ocasiones. Solo quedaba confirmarlo.
–¿De nuevo una salida con tu dama, bro?
El humano de pelo castaño se giró a verlo con calma, asintiendo con la cabeza.
–Esta noche reservó una mesa para nosotros dos en uno de los mejores restaurantes de la ciudad. Y como no habíamos hecho algo así desde hace un buen tiempo, lo sentí muy lindo de su parte como para negarme.
–Vaya, así se habla bro. A veces he sentido envidia de tu vida.
–Eso me hace sentir un poco halagado –vio el reloj en su muñeca y se aproximó a la puerta del recinto –. Bueno, ella está a punto de llegar por mí. Que disfrutes tu noche.
–Seguro.
Y tras esa breve conversación, Mark cruzó la puerta y se dirigió a la calle. El raptor, asomándose por la ventana, presenció cómo llegaba un auto azul de un modelo modestamente lujoso al que se subía Mark, para luego partir directo a su destino sin perder más tiempo. Negó la cabeza con una sonrisa, deseando que él y Callie, la pareja microraptor del humano, duren bastante. Y hablando de durar, ya era el momento de llevar a cabo una acción importante...
Hacer algo.
Con ello en mente, se propuso a realizar alguna actividad que no tuviese que ver con su dichoso carfe, por lo cual buscó entre sus cosas algo que le pudiera servir en ese momento, aunque fuese por ocio. Entre un par de arduinos y aparatos a medio armar, se topó con el viejo Pachystation 2 que le había comprado a ese viejito broncosaurio en aquella venta de garaje y cuyo estado notoriamente deplorable lo había empujado a comprarlo, quizás con la idea de repararlo él mismo cuando pudiera. De ahí habían pasado varios meses y ahora mismo lo tenía entre sus manos, por lo cual supo qué hacer.
-:-:-
La dino naranja tenía entre sus manos otra novela que le estaba encantando. Por curioso que pareciera el plantar flores no era su única pasión en la vida, y eso se podía demostrar con el hecho de que su atención se hallase ahora en la exploración minuciosa de palabras de varias hojas de papel, con tal de adentrarse más al universo que la obra ofrecía. Y vaya que lo disfrutaba, ya que no se percató de lo tarde que era afuera de su hogar hasta que se levantó a buscar un vaso de agua por la sed que comenzaba a sentir en esos instantes. En medio del recorrido notó el cielo más oscuro, propio de las entradas horas nocturnas, por lo que se propuso leer un poco más antes de irse a la cama para reposar; estaba volviendo a subir las escaleras cuando su teléfono vibró, lo que la tomó por sorpresa y le generó algo de curiosidad. Su plan original se dejó de lado para atender ese nuevo asunto, así que tras acomodarse en su cama y sostener su dispositivo a la mano no tardó en abrir el chat y ver qué era. Y efectivamente, se trataba de su amigo rosado, con un tema que podría parecerle interesante a ella conforme fuese avanzando la conversación.
+#+#+
Reed:
Hola, Rosita.
8:14 PM
Rosa:
Hey, Reed. Oye, ¿a qué viene el que me mandes mensaje a esta hora?
8:14 PM
Reed:
Oh, eh, me disculpo por eso si te desperté.
8:15 PM
Rosa:
Nah tranquilo, todavía me falta para ir a la cama .
8:15 PM
En fin, ¿qué tanto haces?
8:15 PM
Reed:
Je, me alegra saber eso .
8:16 PM
Bueno pues, respóndeme una pregunta antes de pasar a lo que quiero enseñarte.
8:16 PM
Rosa:
Adelante .
8:16 PM
Reed:
Ok, ahí va.
8:16 PM
¿Tuviste alguna vez un PachyStation 2?
8:17 PM
Rosa:
Eeeehhh, creo que no.
8:17 PM
¿Por qué?
8;17 PM
Reed:
Bueno, pues estarás de suerte. Porque mira esto.
8:18 PM
*Pachypeada2.jpeg*
8:18 PM
¡Recordé que había comprado una de esas consolas hace no mucho!
8:19 PM
Rosa:
A su mecha :0!
8:19 PM
¿Pero cómo es que está bien fregada, wey? ¿Pos qué le hiciste o qué?
8:19 PM
Reed:
Nada, mi querida amiga. Así se la compré al viejito.
8:20 PM
Tenía pensado arreglarla, pero entre trabajos y otras cosas pues no se podía.
8:20 PM
Rosa:
Híjole, pues te salía mejor comprarte otra en mejor estado carnal.
8:21 PM
Esa cosa se ve bien fregada, la neta.
8:22 PM
Reed:
Oh, por favor, Rosa. La voy a devolver a sus días de gloria, lo juro por mi batería.
8:23 PM
Rosa:
¿Estás seguro?
8:23 PM
Reed:
¿Acaso pones en duda mis habilidades? Oh, ¡me siento ofendido!
8:24 PM
Rosa:
No mames wey XD
8:25 PM
Pero bueno, a ver si consigues que jale. La traes para acá cuando hayas acabado.
8:26 PM
Reed:
Rosa, también por eso te mandé mensaje ahorita. Mañana descansas, ¿no?
8:27 PM
Así puedo ir a verte para que la pruebe allá y pues, quién sabe, juguemos uno que otro juego.
8:27 PM
Rosa:
Mmmm... Órale pues.
8:28 PM
Mañana te veo por acá wey.
8:28 PM
Nomás espero que sirva cuando acabes, que desde ahorita digo que eso pasará.
8:29 PM
Reed:
Excelente. Nos vemos mañana, Rosita.
8:30 PM
Rosa:
Ora, ¿por qué me dices así?
8:30 PM
Reed:
Ah, este... Porque te queda bien
8:31 PM
¿Te molesta?
8:31 PM
Rosa:
No. La verdad es que no...
8:32 PM
Me gusta. Te doy permiso de llamarme así.
8:32 PM
Reed:
Je. Gracias, Rosita.
8:33 PM
Bueno, ya te dejo que debo seguir por acá. Buenas noches.
8:33 PM
Rosa:
Buenas noches, mi compa.
8:34 PM
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Así, ambas partes dejaron de mandarse más mensajes y procedieron a continuar en lo suyo.
En el caso de Reed, arreglar esa consola lo mejor posible.
En el de Rosa, terminar al menos un par de capítulos más.
Cada uno logró su objetivo y, satisfechos, pudieron irse a la cama y descansar para el día siguiente. El volverse a ver les hacía sonreír a cada uno antes de caer rendidos ante el sueño placentero que iban a tener.
Y así pasaron el tiempo nocturno hasta el amanecer del día siguiente.
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La aquilops se encontraba una vez más en su jardín, proporcionando a sus plantas el cuidado debido para garantizar el crecimiento saludable de estas. Trabajo que consiguió con suma facilidad y le hizo alegrarse ante lo que había obtenido por eso, siendo apenas de mañana. Según lo que había entendido de Reed, este llegaría a su casa inusualmente temprano debido a la falta de pedidos por ese tiempo, a lo cual ya se estaba mentalizando en qur otra vez este fuese a pasar a comer con ellos por petición de su madre; dicha idea tomó más fuerzas al oír el rumiante sonido del motor del vehículo a las afueras de su hogar, por lo cual se apresuró a abrirle la puerta antes que cualquiera de sus progenitores. Lo logró con diferencia, justo a tiempo para que el propio raptor fuese visto por ella descendiendo de la combi.
Pasando ahora con el dinosaurio de escamas rosadas, apenas se puso completamente de pie cuando pudo notar a su amiga aproximarse a él con una notoria sonrisa, de la cual se sintió contagiado y no pudo evitar devolverle el gesto. De algún modo, la presencia de la latina le ponía de mejor humor que antes, aunque ella le recibió con una palmada en su espalda que le causó un ligero dolor; no le importó eso.
–Pensé que nunca ibas a venir –dijo ella a modo de broma.
–Por favor, Rosa. Dije que vendría a tu casa y eso es lo que justamente hice –le respondió sin perder su sonrisa.
–Je, está bien. Oye, ¿la trajiste? –se asomó al vehículo del raptor, curiosa.
–Oh, por supuesto que sí, nena –inmediatamente se aproximó a su combi, ansioso por probar su arreglo.
Rosa se quedó detrás suya mientras él abría la puerta, entraba y buscaba entre las cosas que llevaba consigo. No tardó mucho para salir de ahí con un par de cajas a la mano (siendo una de estas algo voluminosa), acercándose a su amiga mientras que su cola emplumada se encargaba de cerrar ese acceso de la combi. La latina no se la pensó mucho y se ofreció para ayudarle a llevar algo, ya que una de esas cajas parecía bastante pesada; el raptor trató de negarse pero con la conocida terquedad de la dino anaranjada no pudo, dejando que llevase la caja donde iba la consola con sus componentes necesarios, algo que agradeció porque se sentía más ligero.
Apenas iban cruzando la sala cuando se toparon con sus padres. No se quedaron ahí tanto tiempo, solo compartieron unas cuantas palabras y retomaron su rumbo al destino final: la habitación de Rosa. Una vez ingresado a ese lugar, Reed procedió a dejar cuidadosamente en el suelo la caja que cargaba con ligera dificultad en lo que la aquilops también dejaba la que traía en manos sobre su cama; hecho eso se giró para ver al dino de escamas rosas sacar qué era lo que llevaba ahí, sorprendida cuando la revelación fue hecha.
–¿Una de esas televisiones pequeñas?
–Así es –contestó Reed con orgullo, sosteniendo en su mano derecha el cable que alimentaría al aparato con la jugosa electricidad hogareña–. Aproveché que tenía esta tele regalada también arrumbada por ahí y dije: ¿por qué no? –la vio con una ceja levemente alzada–. Oye, ¿dónde puedo conectarla?
–Por ahí –señaló el contacto que había al lado de su cama, al cual estaba enchufado un multicontacto.
–Gracias –se acercó al multicontacto y enchufó la televisión, para acto seguido tomar la caja de la consola y comenzar a sacar las cosas–. Lamento que esto tarde un poco más de lo debido. Puedes escoger el juego que podríamos probar juntos, revisa la caja –de a poco iba conectando cada clavija en su lugar correspondiente.
Ella hizo lo que dijo el raptor, viendo los juegos dentro de la caja y tomándole por sorpresa al notar que eran bastantes títulos. Al menos unos quince. Ninguno de estos le sonaba de alguna manera, salvo uno que otro con los que estaba familiarizada por el nombre como KOC y Metal Laggard, y de ahí en fuera el resto le parecían ajenos a su persona. Ahí estaba, debatiéndose mentalmente sobre qué disco escoger, si eso iba a importar o no, si le estaba dando demasiadas vueltas, sobre si las quesadillas llevaban queso o no, y demás cosas que de a poquito le iban disociando de forma inadvertida...
Hasta que recibió una suave palmada de parte del raptor rosa, lo que la sacó de su breve espiral decisivo.
Este, sin haberse fijado en el casi infinito rollo mental en el que se había metido su amiga, tomó un par de discos y los vio por unos segundos. Volvió su mirada a ella y, tras finalmente notar su confusión sobre qué juego poner en la consola, se limitó a sonreír de forma amigable.
–Abruma, ¿no es así?
–... ¿qué?
–Ya sabes, no tener idea de qué juego jugar.
–... Oh, eso. Sí, la verdad es que sí –admitió ella con pena, rascándose la nuca–... Perdóname, compa, es que en serio jamás tuve una de esas máquinas cuando niña.
–Ujum, se nota. Aunque pensé que mínimo te habrías topado con uno de estos por ese entonces –en lo que seguía hablando con ella, no le costó quitarle los discos de sus manos e irlos viendo uno por uno.
–Pues, algo así. Pero eso ya tiene tiempo, antes de que volviera a este país.
Reed alzó la ceja, extrañado, mientras se posicionaba cerca de la consola.
–¿Volver? ¿No naciste aquí?
La latina asintió.
–Sí, sí nací aquí. Pero mis padres no se quedaron por mucho tiempo y prefirieron volver a México, conmigo teniendo apenas un par de años de nacida –le contó mientras se acercaba a donde estaba él para agarrar uno de los controles–. Fue cuando tenía unos quince años que volvimos. Les fue algo complicado conseguirlo, pero pudieron pasar legalmente conmigo gracias a la ayuda adicional de parientes radicados; y pues, eso.
Por haberse centrado en escucharla, Reed todavía no había escogido el título que probarían para el disfrute mutuo de dicho medio de entretenimiento. Y la aquilops no tardó en darse cuenta de ello.
–Oye, ¿no vas a poner un juego?
Y con esas palabras, el raptor volvió en sí, parpadeando varias veces. Le resultaba un misterio el cómo la voz de su amiga le había bastado para disociarse, pero eso ya sería tema para otro día.
–Eh, sí, jugaremos... eh... –de manera nerviosa le mostró una caja al azar, dejando caer el resto al suelo de forma muy descuidada. Recibió una risita de parte de Rosa antes de que esta se enfocara en el juego a meter.
–Huh... Metal Laggard –se rascó ligeramente la barbilla, un poco pensativa–. ¿Estás seguro de eso, Reed?
–Eh, sí. Por supuesto que sí –abrió la caja y sacó el disco de esta, para acto seguido insertarlo en el lector de la Pachystation 2 y cerrar la tapa, dejando que la misma comience con el proceso de lectura–. Estoy seguro de que jugarlo será como recordar a casa para ti.
Rosa alzó una ceja a modo de broma.
–¿Eso crees?
–Nop, eso lo sé.
–¿No será que estás exponiendo... un prejuicio?
–No lo sé, ¿no te gastabas el cambio de las tortillas en una que otra partida?
En ese momento la latina alzó las manos, recreando esa famosa postura de Scorsese muy popular en internet y bajo un contexto semejante a ello.
–Me atrapaste. Sí lo hice, por lo menos un par de veces. Pero shhh, eso queda entre nosotros.
El raptor selló el trato simulando cerrar su boca con un cierre invisible. Tras ello, le puso en sus manos el control correspondiente, y por la espalda de Rosa recorrió un escalofrío curioso por el leve tacto manual entre ambos. Como estaba sucediendo con eventos así, prefirió dejarlo para más tarde y centrar su vista en la pantalla, sonriendo de forma tierna (según el juicio de Reed) al momento de presenciar la pantalla introductoria del disco y tras ello agarrar un poco más fuerte su control. Fue justo después de acabada la intro que recordó qué era exactamente ese disco: un recopilatorio de los juegos lanzados en los salones de arcade (o maquinitas, como ella los conocía), por lo que todavía debían escoger entre cuál de los títulos iban a jugar ambos. Una mirada suya al raptor bastó para que este último entendiera su preocupación, ante la cual como últimamente ya tenía una solución pensada.
–Entonces, Rosa... ¿Con cuál empezamos? ¿En orden numérico, o como se nos dé la gana?
Ante la interrogante, la aquilops no supo qué decir. Pensó un poco sus palabras, hasta que cayó en cuenta de algo... eso no era necesario. Nunca se dio la molestia de jugarlos en orden, ¿por qué hacerlo ahora? Con ello en mente y una apacible sonrisa, le transmitió la respuesta que el dino rosado ya estaba esperando.
–Lo haremos en el orden que queramos –y alzó un dedo frente suyo–. Pero eso sí, jugaremos el que quiera. Luego te dejo escoger a ti.
Reed se limitó a alzar los hombros, despreocupado.
–Usted manda –hizo un saludo militar, asintiendo con firmeza.
La satisfacción de la dino latina era palpable por aquella sonrisa de confianza que había adquirido tras oír esas palabras. Sonrisa que se grabó en la mente del raptor. Luego de eso, solamente bastaron unos segundos para que se aprendiera lo básico del manejo del control de la consola y ya estaba lista para la partida de ambos, escogiendo su juego favorito: Metal Laggard 3. Controlar a su personaje con una maestría inusual pese a haber pasado tiempo sin jugarlo era un espectáculo por sí solo, algo que para Reed era un tanto hipnótico y casi lo dejaba quieto, siendo únicamente sacado de ese raro trance por los ocasionales regaños de Rosa al ver que no movía la palanca de su control ni un milímetro en un par de segundos; de repente ambos estaban realmente bien coordinados, pudiendo avanzar juntos y masacrando pixeles a diestra y siniestra sin siquiera importarles cuántas veces morían.
Al final, a eso se pudo resumir ese tiempo en la tarde. Diversión sencilla y efectiva, para dos amigos que a este punto parecían los mejores que pudieran existir.
La satisfacción mutua al momento de finalizar el juego no se hizo esperar. Ver la última pantalla del juego tras los créditos les hizo soltar un suspiro, y Rosa lanzó su control a un lado antes de recostarse en el suelo para ver fijamente a la pared con los ojos entrecerrados. Reed no tardaría en seguirle el ejemplo, y ahora ambos estaban juntos haciendo nada. Solo pasando el tiempo así, sin decirse nada, en un silencio de aquellos a los que ya se habían acostumbrado. El raptor veía a la aquilops de vez en cuando, disfrutando de su presencia antes de volver su atención a la pared superior de la habitación, acción que también realizaba la dino de escamas naranjas. Tras unos minutos así, la latina se reincorporó en el suelo y palmeó la cabeza de su compañero suavemente, con una sonrisa que expresaba más que mil palabras.
–Reed... Gracias por venir a mi hogar hoy.
El rosado se quedó callado ante dichas palabras, sin saber qué comentar al respecto. Apenas pudo atinar a levantar su cuerpo como ella lo hizo, centrando su mirada en ella con genuina curiosidad.
–Bueno, solo vine aquí a jugar contigo. Y no sabía si eso ibas a querer...
–Por esa misma razón te estoy agradecida, Reed. Quiero decir... Hace mucho no pasaba un buen rato con alguien en mi casa.
Eso último lo mantuvo en el silencio durante un buen rato. Sopesando lo siguiente que diría, ya que no sabía si era pronto o no para volver a tocar dicho tema (y la consecuencia inmediata que tendría en su contra), la vio de cara con un gesto de ligera seriedad. Quizás no perdería nada al decirlo, dado la cercanía que tenían justo en esos momentos.
–La echas de menos, ¿no?
Ella asintió en silencio, con un gesto notablemente decaído. Recibió una suave palmada comprensiva de parte de su amigo raptor, lo que la reconfortó un poco. Reed sonrío ligeramente en respuesta, y cada uno procedió a distanciarse un poco en pos de otorgarle el uno al otro algo de espacio para dicho momento.
Así permanecieron, callados. Por unos segundos que se sintieron largos, y pesados. La aquilops estaba sumergida en su mente, debatiendo consigo misma si era oportuno soltar lo que sentía o no estando él a su lado, mientras que su cola se movía ligeramente, con pasiva quietud. Él, por su parte, sentía su celular más pesado de lo usual dado las breves palabras de su amiga. Tenía la posibilidad de comunicarse con la persona a la que lastimó y dejó atrás, aún conservaba su contacto. Entonces, ¿por qué no lo hacía? Su ceño ligeramente fruncido y el piloto rítmico que llevaba haciendo denotaban un sutil sentimiento agrio que tenía de sí mismo, uno que parecía reprimir con fuerza…
Su trance fue roto cuando Rosa se le acercó y recargó su cabeza sobre su hombro, tomándole por sorpresa y percibiendo un ligero ardor en sus mejillas dado a la cercanía. Parpadeando dos veces, solamente atinó en quedarse quieto por un corto rato, en lo que la latina simplemente pensaba en lo que diría a continuación. Hecho que no duró mucho.
–¿Qué hay de ti? ¿También… la extrañas?
Su cuerpo se petrificó al oír esa duda provenir de ella. De todas las cosas que pudo haberle preguntado, justo tuvo que ser la que lo estaba atormentando hacía poco. Sus escamas perdieron color y sus pupilas se encogieron en un nanosegundo, para posterior a ello recobrar la compostura y suspirar con una visible resignación. Rosa lo veía apenada en todo eso, sabiendo que quizás tocó un punto sensible al hacer eso.
Estaba por disculparse cuando fue interrumpida con la siguiente frase:
–Mucho. Como no tienes idea.
Luego de eso, silencio.
Eso hubo entre los dos por un tiempo más.
No obstante, ni siquiera esa tensión fue capaz de separar sus cuerpos en ningún momento. Todo lo contrario, parecía que la cercanía se había acentuado todavía más, puesto que inesperadamente Rosa fue rodeada por los brazos rosados de su compañero. Quedó paralizada brevemente, percibiendo leves sollozos de parte del raptor y temblores minúsculos a lo largo de su cuerpo que se transferían al de ella.
Comprendiendo lo que estaba atravesando, y a modo de agradecimiento adicional… correspondió al abrazo. De pronto su lado más maternal se manifestaba mientras acariciaba la nuca del contrario y le daba suaves palmadas en su espalda, en lo que dejaba que él pudiese liberarse aunque fuese un poco de aquello que le aquejaba. Dicha cercanía estaba ocasionando en la aquilops diversas sensaciones que se reflejaban al final en un sonrojo sutil en su rostro, sensaciones que se desarrollaban en segundo plano ante el momento principal que ella entendía como un acto de confianza.
Confianza pura.
Una rara de ver.
Que le hizo adoptar una expresión serena y cerrar los ojos, apegándose más a Reed conforme este se iba calmando y relajándose entre sus brazos; los sollozos se fueron silenciando poco a poco, dando paso a una paz más que necesaria para él. Una en la que Rosa, sin entenderlo bien del todo, sentía de igual manera, como si fuese… compartida.
–Aquí estoy, Reed –le susurró, con serenidad y como consuelo–. Aquí estoy, mi compa…
Quedaron así unos minutos más. La cuestión que los había unido de esa forma ya no era lo que los empujaba a abrazase el uno al otro de manera tan cercana, pero no les molestaba. Reed alzó su cabeza ligeramente, provocando que Rosa hiciera lo mismo y ambos se vieran a los ojos directamente; el raptor le sonrío dulcemente.
–Gracias, Rosa. Yo… necesitaba esto…
La dinosaurio de escamas naranjas le devolvió la sonrisa.
–No hay de qué, Reed. Y… gracias a ti también por esto, yo… hace mucho que no me sentía tan bien, tan…
–¿Libre?
–… Sí. Libre.
El corazón del carnívoro aumentó un poco el ritmo cardíaco al escuchar eso, y la sonrisa se alargó ligeramente. Su cara volvía a arder discretamente y sus ojos no podían separarse de los de Rosa, por más que quisiera. Ese tiempo era algo más para los dos, puesto que a este punto era… íntimo. En especial por la peligrosamente corta distancia que había entre sus hocicos y se había cortado en todo ese tiempo; con ello, sus labios estaban bastante cerca de hacer contacto directo y no parecía haber nada que detuviera el inminente encuentro para sellar ese consuelo mutuo.
Nada.
Excepto…
El sobresalto que les dio el golpeteo de la puerta hizo que salieran del trance y se vieran mutuamente ante esa cercanía. Justo en ese momento, la puerta fue abierta y la cabeza del progenitor se asomó.
–Mija, que tu madre dice que bajen a co… Oh –su expresión neutral, pasando a ligera incomodidad por verlos en esa situación, fue acompañada de una realización mental que le hizo cerrar la puerta rápidamente–. Perdonen chamacos, ya no les interrumpo. Nomás cuídense, por fa.
Los apresurados pasos descendiendo las escaleras se oyeron lejanos para ambos, quienes se vieron y separaron de inmediato tras el bochornoso evento. Las caras de ambos estaban enrojecidas de la vergüenza, sus vistas iban dirigidas a otros lados y sus corazones latían al unísono a un ritmo más alto, todo eso mientras iban procesando lo que había estado a punto de suceder.
Esa cercanía fue inusual. Demasiado. Y los conflictos personales parecían detonarse dentro de ellos debido a la confusión.
Pasaron unos pocos segundos así, hasta que Rosa respiró hondo, suspiró y se acercó una vez más a Reed para palmear su hombro, haciendo que este la viera algo confundido. En respuesta, ella solo alcanzó a rascarse la nuca con un gesto de vergüenza y una sonrisa ligera.
–Hay… Hay que ir abajo. A mi amá no le gusta que la hagamos esperar cuando cocina –tomó la delantera a paso lento pero seguro, o casi seguro en su caso.
–Eh… este, claro –eso fue lo único que atinó a decir el raptor.
Bajaron y tomaron asiento justo cuando la señora iba colocando los platos en la mesa junto a su esposo. Recriminó a Rosa y Reed por no lavarse las manos y los mandó a hacerlo, cuando volvieron rezó por la comida y tras eso todo procedió como se acostumbraba. Fue un tanto incómodo al principio, con miradas compartidas entre el raptor, la aquilops y el anquilosaurio; conforme pasó el tiempo, el ambiente se fue relajando y amenizando, dándoles a los amigos un respiro, aunque fuera por lo que les quedaba de tiempo juntos. Una vez acabada la comida, se dirigieron de vuelta a la habitación y recogieron los aparatos electrónicos y sus componentes para posteriormente transportarlos al vehículo del raptor rosado; una vez concluida esa labor se vieron a la cara con cierta tensión. La vergüenza y pena que atravesaron rato atrás seguía palpable, demostrado por el desvió de miradas al poco tiempo y los dedos rascando sus brazos o nucas. Definitivamente no sabían qué decirse.
Al final Rosa rompió ese silencio tomando suavemente a Reed del brazo derecho, con una pequeña sonrisa que trataba de ocultar todo ese sentir.
–Bueno... Nos vemos uno de estos días, ¿no?
–Am... Sí, por supuesto –fue lo único que atinó a decir.
–Sí... –y la latina miró al cielo, notando nubes oscuras cubrir las estrellas – Deberías irte ya. Parece que va a llover.
El dino rosado miró también al firmamento, notando que las palabras de su amiga eran verdad. Si quería llegar seco a su hogar, debía hacerlo ya.
–Eh, sí, claro. Gracias, Rosa...
Ella simplemente asintió con una sonrisa.
Él, como ya era costumbre, le devolvió el gesto.
Subió a la combi, arrancó y pronto ya no era visible ante la lejanía de la calle. Rosa suspiró una vez más antes de ingresar a su casa inmediatamente, y para cuando cerró la puerta detrás suya comenzaron a caer las primeras gotas de un posible aguacero nocturno.
Vaya manera de concluir un día de buen rato. Fue lo que Reed y Rosa pensaron una vez estaban distanciados, acostados cada uno en su cama.
Notes:
Oye, si llegaste hasta aquí te lo agradezco un montón. Siento que he roto una promesa importante al postearlo en este día, pero de que tengo mis razones las tengo. Espero que en la siguiente ocasión ahora sí publique el siguiente capítulo a tiempo y no tenga que desvelarme para concluirlo como estoy haciendo ahorita (me va a pasar factura más al rato).
Sin nada más que decir, nos vemos. Sayonara.
Chapter 5: Se cierra el cielo, tensión
Notes:
Finalmente, otro capítulo. Explicaciones al final.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Dos semanas pasaron desde el suceso un tanto “bochornoso”.
Los encuentros casuales no se detuvieron debido a ello. Al contrario, aparentemente iban en aumento y a ese punto ni siquiera el trabajo era un impedimento real. A pesar de parecer que las aguas se habían calmado, lo cierto es que todavía persistía cierta incomodidad a la hora de tratar temas personales, evitando tocarlos si les era posible y en su lugar solían discutir de cuestiones más banales y comunes, como el tipo de películas que les gustaban o cuál era el tipo de bola ideal para derribar los pinos de un solo lanzamiento. Cosas tan simples que para algunos podrían parecer aburridas, para ellos era suficiente razón por la que debían pasar un buen rato a solas, usualmente fuera de sus hogares, incluso habiendo llegado al punto de cada uno volver a una hora más tardía. Sencillamente, les parecía algo… placentero, a su manera.
Sin embargo, lo que vivían juntos parecía causar mella al momento de estar separados. Las sensaciones internas no parecían dejar de crecer, lo que de vez en cuando se demostraba en algunas salidas suyas con silencios incómodos en cortos periodos de tiempo, acompañado de un ligero distanciamiento mutuo que más pronto que tarde se sentía insoportable, volviendo a juntarse de forma inconsciente. Sucedía con tanta frecuencia que hasta cierto punto ya se habían acostumbrado.
No obstante, la prueba definitiva de que algo pasaba con ambos fue en la última salida que tuvieron. Reed había aprovechado que sus labores de aquel día habían concluido para pasar por su compañera en su combi, con el fin de llevarla al parque por lo menos un rato. Rosa le avisó por teléfono a sus padres y posteriormente se subió al vehículo con notable felicidad. Durante el trayecto se dio lo ya descrito previamente, el distanciamiento entre ambos y el silencio que daba paso a una incomodidad ciertamente notable. Sin embargo, Rosa cortó eso al posicionarse inesperadamente en el asiento de en medio, justo al lado del conductor, por lo que la compañía ahora se sentía más íntima de alguna manera.
Por lo mismo, y aunque no hubiera iniciativa de alguno de los dos en un principio, el silencio fue roto por una pregunta sencilla.
–¿Qué tal tu día?
Tan sencillas palabras sirvieron para amenizar el ambiente. Lo cual fue beneficioso al momento de llegar al parque, el cual lucía con menos vacío de lo usual dado a lo tarde que era para ese punto. Al aparcarlo y asegurarlo como se debía, el raptor y la aquilops caminaron juntos hacia dicho sitio, yéndose de buenas a primeras a la sección de los columpios. En medio de los balanceos, retomaron una de las pláticas que había comenzado en el trayecto.
–A ver, déjame ver si te entendí Rosa, ¿me recomiendas ese anime o no?
–La verdad, ni yo sé qué decirte al respecto. Me gustó la primera vez, pero eso tiene mucho tiempo. Yo soy de puro ver Dragon Ball y hasta ahí.
–Seh, la verdad no te culpo por ello. Yo tampoco soy de ver esas series animadas.
–Me alegra saber que no sea la única en ese aspecto.
–A mí también.
–Je... Y bueno, ¿qué más solían hacer tus amigas y tú además de tocar música?
–Hmm, la verdad no mucho. Nada fuera de lo típico: salidas por aquí, salidas por allá, funciones de películas en el auditorio...
–¿Veían películas en el auditorio?
–Claro. Había que aprovechar la oportunidad.
–Vaya, ¿qué tan buenas eran?
–Rara vez eran de las buenas, siempre acabábamos viendo unas tan malas que se hacían buenas.
–Wow...
–Sí, esos eran buenos tiempos...
–Sin duda...
–...
–...
–Oye, Reed.
–¿Mmm? –al ver a su amiga, notó que se estaba balaceando más que antes. Sonrió y aceptó el reto.
Y así la competencia de balanceo había dado comienzo. Rosa y Reed estaban bastante igualados, tomando una considerable altura y riendo en el proceso debido a ello. Se podía percibir un aura agradable entre ambos con ese momento, uno del que disfrutaban plenamente y anhelaban para sí mismos que no acabase; desafortunadamente la vida a veces proporciona giros muy raros, y un balón chocando directo en la cara del raptor fue lo que rompió dicha sintonía semi perfecta al provocar que este cayera del columpio y se diera de bruces contra el suelo pastoso. Aquello alertó rápidamente a la latina, que sin dudarlo se detuvo y fue a auxiliarlo, ayudándole a ponerse de pie para sentarlo y revisarle detenidamente en caso de haber sufrido algún daño grave.
–Carajo, ¿estás bien Reed?
–Auch, lo estoy Rosa, no te preocupes... ¡Ayayay!
–¡Perdón! –alejó de inmediato su mano de la zona afectada de la cara. Lo revisó bien, notando un enrojecimiento inusual en la zona de la cara que recibió el balonazo–. Ay no, se te está hinchando por el balonazo. Iré a la farmacia por algo, quédate aquí –el rosado solo pudo asentir, mientras que la dino se alejaba en dirección a la susodicha zona.
Una serie de pasos rozando el pasto fue lo que llamó su atención en lo que observaba a su compañera partir. Con el objetivo de saber a qué se debía, notó que tres figuras se acercaban de manera apresurada hacia su dirección, mientras que una cuarta se dirigía hasta donde había caído la pelota que lo impactó. Un albertosaurus de tonos semejante al ocre, una edmontonia de escamas turquesas y un humano de tez oscura fueron los que se aproximaron al raptor con bastante pena.
–Amigo, ¿estás bien? –Le preguntó el albertosaurus con cierta pena.
–Eeeeeh, sí, estoy bien, nada grave –dijo el rosado alzando la mano y rascándose la nuca con una pequeña sonrisa.
–Ay, que bueno –suspiró aliviada la edmontonia, para luego encarar al humano con el ceño fruncido–. Te dije que tuvieras cuidado con cómo pateas la pelota, Juan.
–¿Yo qué hice? Nomás estábamos jugando –trató de defenderse el humano, alzando las manos.
–Sí, ¡y mira qué pasó! –señaló con ambas manos a Reed–. Uno no quiere echarte la bronca, pero tampoco cooperas.
El humano no pudo argumentar más, limitándose a rascarse la nuca con pena y acercarse al raptor.
–La verdad, tienen razón… Perdón, amigo.
–Nah, no pasa nada –le dijo Reed relajado.
Este alzó la mirada con sorpresa, luego sonrío aliviado. Mientras eso pasaba, la cuarta persona que fue por la pelota volvía con esta en manos y casualmente Rosa se aproximaba hasta ellos con una bolsita llena de algunos ungüentos. Apenas se paró frente a su amigo, se agachó un poco y comenzó a aplicarle parte del dichoso ungüento para tratar la lesión del raptor, en lo que el anquilosaurio de tonos bermellón hacía lo mismo con sus compañeros.
–Ya quedó, Reed. Dime, ¿te sientes mejor? –le preguntó Rosa con un tono maternal más cariñoso de lo usual.
–Sí, la verdad es que sí. Gracias, Rosa –le contestó con una sonrisa, a la vez que un disimulado rubor se formaba debajo de sus ojos.
–Anda la osa, no sabía que tenías novia compa –se le soltó al humano, provocando que todos girasen a verle.
Rosa y Reed se pusieron de pie y se distanciaron ligeramente tras esas palabras. El albertosaurus le soltó una palmada en la cabeza a Juan.
–Ay, perdón.
–No no, está bien, no… no somos novios –dijo la aquilops con un ligero nerviosismo, que se le pasó al tragar saliva–. Solo amigos.
–Sí, eso, amigos. Nada más –le apoyó Reed, agarrando su brazo derecho apenado.
–Ah bueno, no sabía, pero ahora sí sé –recibió otro sape del albertosaurus–. Ya párale, bro.
–Disculpen a nuestro compañero, es un desubicado total –se disculpó la edmontonia delante del dúo. Luego recuperó su compostura y se presentó–. Soy Naise –señaló al albertosaurus–. Él es Richard, aunque nosotros le decimos Ricky.
–Hola –el mencionado alzó la mano.
–Y el humano es Juan.
–Quiubo –hizo la seña de paz con su mano derecha.
–Como que se están olvidando de mí –dijo el anquilosaurio con la pelota aún en sus manos.
–Ah, sí, perdón. Él es Travis.
–Hola.
Raptor y aquilops sonrieron por la humilde cordialidad del cuarteto.
–Yo soy Rosa.
–Reed. Un gusto conocerlos.
–El nuestro, igualmente –contestó Naise contenta.
–¿No quieren jugar con nosotros un rato? Para compensar lo de hace unos minutos –dijo Juan mientras movía sus manos para acentuar sus palabras. Su lenguaje corporal era curioso, a la vista de los dos dinos.
Rosa se rascó la nuca, viendo a Reed y luego al resto. Sacó su teléfono y vio la hora, posterior a eso alzó su mirada al cielo.
–No lo sé, siento que ya es algo tarde y pues… no sé si mi compañero quiera jugar.
–No hay problema si no aceptan –comentó Travis relajado.
–Mmmmm –el raptor se rascó el mentón mientras veía el cielo, y pasados unos segundos de meditación fugaz alzo los hombros y chocó sus palmas en sus muslos–… Claro, ¿por qué no?
–¿Estás seguro? –le preguntó Rosa con una ligera preocupación.
–Por supuesto que sí. Mira Rosa: hay que divertirnos lo más que podamos, y no veo mejor manera que jugando futbol con este grupo de hasta hace poco desconocidos.
–Auch –bromeó Naise.
–… Pero Reed…
–Escucha, Rosa, esto nos beneficia a ambos por igual. Además, ellos deben estar aburridos de jugar 2 contra 2, ¿o miento?
–Para nada –confirmó Ricky.
–¿Lo ves? Hay que hacerlo. Me haré responsable de lo que te suceda, ¿de acuerdo?
Rosa se lo sopesó por unos instantes. No tardó realmente nada en aceptar la propuesta del raptor, tocando su pecho con severidad.
–Vas a encarar a mi apá cuando me dejes, que de seguro te va a dar un regaño bien duro. ¿Entendiste?
–Tan clara como el agua, fuiste.
–Bueno, vengan. Hay que organizar los equipos –dijo Ricky, yéndose a la modesta cancha de fútbol/basquetbol del parque con sus amigos.
Los equipos fueron organizados de la siguiente forma: Naise, Reed y Travis contra Rosa, Juan y Ricky. El partido fue bastante exigente, más cuando Juan sacó a relucir de nueva cuenta su habilidad para la pelota de manera magistral que era capaz de hacer excelentes pases y tiros difíciles; debido a ello, no era sorpresa que el equipo de Rosa se alzara con la victoria teniendo un 3-1 contra el equipo de Reed. Sin duda un partido intenso.
–¡Wuuu, buena esa! –exclamó Juan en medio del júbilo, chocando su palma con la de Rosa y haciendo unos trucos con el balón.
–Ya, Juan, no nos presumas lo que sabemos que tienes –le dijo Naise en broma, mientras se recuperaba.
–Déjanos divertirnos, mujer –le respondió Travis con diversión.
Mientras tanto, Reed y Rosa se habían vuelto a juntar para restaurar energías. Se sonrieron mientras cada uno se secaba el sudor de su frente, con completa complicidad.
–¿Sabes algo, compa? –habló la latina–. Deberíamos jugar otro partido más. ¿Ustedes que dicen?
–Me temo que no se va a poder –respondió Ricky mirando el cielo, notando cómo una serie de nubes oscuras se acumulaban en el firmamento y el aire se percibía más húmedo.
–No me digan que va a llover –dijo Reed.
–Eso parece. Muy pronto –respondió Travis viendo el cielo también.
–Demonios, justo cuando iba a aceptar otra partida –comentó Juan ligeramente frustrado.
–Lo lamento Juan, así está la cosa –Naise se puso de pie y le dejó al raptor y la aquilops un pedazo de papel cada uno–. Nuestros números de teléfono, por si quieren que nos volvamos a ver.
–¿Eh? –la confusión de Rosa esa notoria.
–Nos cayeron bien –respondió la chica, mientras sus compañeros se le acercaban–. Podríamos salir todos juntos uno de estos días.
Tras oír eso, se miraron por un momento, sonrieron y se levantaron de la banca. Reed estrechó la mano y Rosa sonreía con los brazos cruzados.
–Definitivamente.
Naise le devolvió la sonrisa y estrechaba la suya, como sellando sus palabras. Justo cuando se soltaron un trueno intenso los espantó, obligándoles a despedirse con prisa e irse de ahí de inmediato. La latina y el rosado alcanzaron a subir cuando la lluvia comenzó inesperadamente, tan rápida como intensa. Tanto que le dificultaba la labor al conductor de ir directo a la casa de Rosa, cosa que se antojó casi imposible porque justo en ese momento se le estaba acabando la gasolina.
–¡Me lleva! –golpeó su volante con coraje.
–Tranquilo, Reed tranquilo –Rosa le acarició la espalda en un intento de relajarlo, cosa que pareció ser muy efectiva porque el ceño fruncido del raptor se fue suavizando de a poco.
–Gracias, Rosa. No sé qué haría sin ti.
La aquilops, tras oír eso, sintió su cara colorarse de manera leve, lo que la hizo taparse la cara y mirar hacia la parte trasera de ellos, sintiendo un destello al notar de manera muy vaga una parte de ese curioso artefacto de vidrio semiduro que parecía emerger de debajo de los asientos traseros que quedaban. Agitó su cabeza rápidamente, ignorando ese momento para pasar a pensar en algo diferente, todo mientras Reed comenzaba a conducir hacia una gasolinera para recargar; aquello parecía ponerlo de malas debido a que justamente un establecimiento así estaba convenientemente alejado de la ubicación en la que estaban, sin mencionar que ya era más difícil ver la calle debido a la cada vez más intensa precipitación de agua de aquellos nubarrones concentrados. Podría ser una odisea, sin duda, por más que el tiempo fuese corto.
–Chale, se ve horrendo –la dino naranja se rascó la barbilla, pensando en algo a la brevedad del tiempo mientras admiraba las gotas impactando fugazmente contra el parabrisas sin cesar. De inmediato, se apresuró a asomarse por atrás y agacharse un poco, tratando de buscar algo– ¿No tienes por aquí algún galón de gasolina?
Reed iba a responder, pero verla en esa situación lo enmudeció de inmediato y le distrajo por un momento del frente, y de no haber querido apartar la vista habría chocado con ese poste de luz al que se acercaba y apenas pudo evitar girando el volante, provocando que Rosa se cayera al otro lado. Esta, molesta, se levantó de donde estaba y le dio una palmada en la nuca con moderada fuerza, para luego sentarse ahí cruzada de brazos.
–Baboso.
–Perdóname, Rosa. Es que casi chocamos con un poste.
–¿Cómo que casi chocamos con un poste? ¿No tenías la vista al frente o qué?
La cara del raptor reaccionó a la duda tornándose roja, y su lengua de pronto era incapaz de soltar sílaba alguna por unos segundos. Aunque tuvo que decirle la verdad, sabiendo que retrasarlo solo prolongaría su furia latinoamericana. Todo eso mientras la llovizna iba dando paso a la lluvia.
–Bueno, es que tú te inclinaste y yo, eh...
Las mejillas de la aquilops se oscurecieron y adquirieron un color rojizo al comprender el significado oculto detrás de esas palabras. Alzó su mano derecha, lista para darle un castigo más que adecuado bajo su criterio.
–¡Mendigo puerco!
–¿Rosa-? ¡Auch! ¡No, Rosa! ¡Espera siquiera un poco! ¡Auch! ¡Vamos a chocar otra vez! ¡Ayayay! ¡Rosa, yaaaaaaaaaa!
-:-:-
Apenas iban saliendo de la gasolinería cuando la lluvia empeoró drásticamente. Como si aquello fuese una nueva adición a la ya tensa situación entre ambos dinosaurios, que ni siquiera eran capaces de dirigirse la palabra luego del bochornoso momento que casi los hizo chocar contra otro poste de luz, esta vez a causa de la dificultad que le presentaba al campo de visión del raptor quien, aún así, milagrosamente consiguió llegar a su destino con la latina y él ilesos.
Minutos después, la combi, completamente empapada y dejando un rastro de agua en el pavimento seco, ingresó por un garaje de un espacio desconocido para Rosa. Cuando finalmente bajaron, la aquilops se cruzó de brazos y seguía a Reed en absoluto silencio, aun manteniendo su expresión de molestia. El raptor, por su parte, solo se sobaba su nuca con pena debido a los sapes que la aquilops le propinó antes y después de recargar de combustible a su medio de transporte.
–... Rosa, por favor...
–Me viste debajo de la falda, cochino. No te voy a hablar desde ahorita –la dino anaranjada le dio la espalda con desdén y se alejó del raptor, pero se detuvo por un instante–. No me mires por atrás, primer aviso.
–Bueno, ya –Reed apartó la mirada de inmediato, no queriendo más problemas con ella. Eso le hizo a Rosa sonreír ligeramente, devolviendo su mirada al frente y retomando su andar.
Para cuando llegaron al elevador, el raptor la dejó entrar primero y luego presionó el botón del piso correspondiente. Pese a los escasos segundos que duró el trayecto, para ambos dinosaurios fueron eternos y especialmente tensos. Más que nada de lado de Rosa, a la cual ya se le había ido el enojo por la aparente perversión de Reed. Su mente ya se encontraba pensando en otros asuntos, todos ellos relacionados al departamento del dino de escamas rosadas; ello debido a un mero recuerdo...
Ese bong.
Ese artículo de cristal semiduro había vuelto a su mente, a modo de una extraña jugarreta o predestinación para la aquilops. Aún estaba grabada en su memoria cómo Reed se lo arrebató de la mano y lo arrojó lejos de ella, su expresión en el rostro y la mirada que tenía, la breve pero posterior tensión entre ambos... todo eso, de golpe, haciéndola pensar mucho más en lo que podría estar pasando con su amigo, en un momento que, si bien no le había dado tanta importancia por pasar a segundo plano muy rápido, ya no era imposible ignorar por las circunstancias que estaban por desarrollarse. Todo por aparentemente volver a verlo en el suelo del vehículo, apenas escondido.
Sintió que había pasado una eternidad rebuscando en sus propios pensamientos cuando el elevador se detuvo y abrió sus puertas, siendo el leve zarandeo de Reed lo que terminó de devolverla a la realidad. Rosa se rascó la nuca y salió de ahí con una expresión un tanto complicada. El raptor le siguió el paso, y pronto ambos estaban frente a la puerta del departamento correspondiente.
–Eh, espera un segundo –le pidió Reed mientras tocaba la puerta.
–¿No es este tu departamento? –Rosa arqueó la ceja, extrañada.
–Sí, pero no vivo solo. Tengo un compañero, ¿recuerdas?
–Ah, ya –permaneció en silencio tras eso–… momento, ¿tienes a un compañero?
–¿Ujum?
–¿Y quién…?
La pregunta de la aquilops quedó en el aire al momento de que la puerta fuese abierta súbitamente. La mexicana se sorprendió al mirar a otro humano al otro lado de la entrada, el cual solo tenía puesto sus pantalones y el cabello estaba ligeramente alborotado, y la reacción de este al verla fue igualmente de breve desconcierto antes de mirar al dinosaurio de escamas rosas para saber algo sobre ello.
–… Ah sí, se me estaba pasando –se aclaró la garganta y Rosa fue presentada al compañero– Mark, ella es mi amiga Rosa –luego se dirigió a la dinosaurio naranja e hizo lo mismo–. Rosa, este es Mark. Mi compañero de piso.
–Es un placer conocerla –dijo el humano, estrechando su mano cordialmente a la latina.
A Rosa le tomó un poco de tiempo reaccionar y saludar de mano al castaño, pero luego sonrío ligeramente tras hacerlo.
–Igualmente. Oye Reed, me parecía raro que hubieras tocado la puerta en vez de entrar de una, ¿fue por ella?
–En parte sí, pero también fue porque quería saber si solo estabas tú.
–Oh, pues, sobre eso…
–¡Markie, mi cielo, ¿por qué no vuelves?! –aquella voz femenina hizo que los tres se callaran de inmediato.
Reed suspiró y se talló los ojos al entender qué iba a decirles Mark. Rosa, por su parte, se le notaba más confundida debido al hecho.
–¿La trajiste aquí? –preguntó el raptor.
–Sí, perdón amigo. Pensé que tardarían aún más tiempo, y ella vino de improviso y, bueno, ya sabes…
–Sí, sí, lo entiendo –sacudió sus manos por los costados.
–A ver, a ver, ¿quién está allá adentro? –indagó la latina, más confundida.
Unos pasos encaminados hasta el lugar en donde estaban los demás no se hicieron esperar y, pronto, la aquilops pudo presenciar a la microraptor de escamas rojizas y abundante cabellera pelirroja, que para variar solo llevaba puesto una bata que la cubría en su totalidad. Reed se tapó los ojos de manera instintiva, no queriendo que la situación se volviese más vergonzosa de lo que ya era, y Rosa miró a otro lado con los ojos muy abiertos y la misma incomodidad que su amigo.
–Amorcito, ¿ya acabaste los asuntos? Perdóname por ser tan ansiosa, quiero volver a morderte el cuello –abrazó al humano por la espalda y lo besó en la nuca con una evidente lujuria mezclada con cariño y ternura.
Un carraspeo la interrumpió y forzó a alzar la vista hacia el origen, siendo Reed quien presentaba una mueca rara. La dinosaurio rojizo suspiró y rodó los ojos.
–Ah, con que fue por ti que se levantó de la cama –comentó y se cruzó de brazos, con una expresión de leve molestia– ¿No se suponía que ibas a estar con una amiga? ¿Por qué...? –su inminente parloteo se detuvo en seco al darse cuenta de la presencia de una tercera persona en la entrada, una que apenas veía ahora. Al instante dejó de lado a ambos varones para, rápidamente, tomar las manos de Rosa con entusiasmo y una notorria sonrisa –. Pero qué tonta fui, no te vi en ningún momento. Tú debes ser Rosa, me Callie, un gusto conocerte.
La aquilops se quedó callada mientras Callie seguía moviendo sus brazos en ese exageradamente animado saludo. No sabía cómo responder de momento, y los otros dos tampoco tenían idea de si siquiera comentar al respecto. No fue sino hasta que la dino naranja sonrió levemente y devolvió la sacudida de brazos a la microrraptor.
–Sí, eh, igualmente –dijo en respuesta Rosa, soltando las manos de Callie con una sonrisa incómoda y alejándose de ella por un paso–. Y tú...
–¡Ah no, querida! Yo no vivo con ellos, aunque me encantaría hacerlo –se abrazó al humano casi que de inmediato, riendo ligeramente–. Pero bueno, aquí no es el lugar para hablar. ¡Vamos, pasa! ¡Hay mucho que quiero saber de ti!
Y tras eso, se llevó a rastras a Mark al interior y dejó a ambos protagonistas solos por unos segundos. Reed carraspeó y se rascó la nuca, acercándose al marco de la puerta y mirando a Rosa con una agradable sonrisa.
–Lamento que hayas tenido que ver eso. Ella, eh, usualmente no suele quedarse en nuestro departamento...
–No, no, está bien. Yo... No esperaba esto...
Y el raptor sonrió de forma comprensiva.
–Ni yo –le hizo una reverencia cómica–. Pase usted, por favor.
La aquilops reprimió una risita y avanzó hasta casi entrar, solo deteniéndose para darle una ligera palmada en la cabeza.
–Eso no te quita lo cochino y lo sabes –luego de eso, se metió al departamento.
El rostro de Reed se puso rojo de la vergüenza tras oír eso.
–Oye, ya te dije que no fue a propósito.
Fue el último en entrar, por lo tanto, cerró la puerta detrás de sí y, con ello, habría concluido el día...
Fuera de casa.
Notes:
No tengo ningua excusa que dar para haberme tardado tanto en subir el capítulo, más allá de lo usual (cuestiones laborales, asuntos personales, incluso el que estuviera tan adentrado en un curso de dibujo para refinar mis habilidades). Solo puedo decirles dos cosas: que ojalá hayan disfrutado de este capítulo, y que muy pronto los primeros cinco capítulos serán traducidos al inglés para el disfrute de los angloparlantes.
Si has llegado hasta aquí, que sepas que te lo agradezco de corazón y te quiero mucho.
Sayonara.
Draw_Ortega_124 (Guest) on Chapter 1 Sat 19 Aug 2023 06:35AM UTC
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Zoobanon on Chapter 1 Sat 19 Aug 2023 04:55PM UTC
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IvanFoxXD2001 on Chapter 1 Wed 30 Aug 2023 09:34PM UTC
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BlehhPdf on Chapter 1 Thu 07 Aug 2025 09:06AM UTC
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Crinkz on Chapter 1 Sat 19 Aug 2023 11:15PM UTC
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novAnon (Guest) on Chapter 2 Sun 07 Apr 2024 05:58AM UTC
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IvanFoxXD2001 on Chapter 2 Tue 30 Jul 2024 07:15AM UTC
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Patiyotl on Chapter 2 Sat 11 May 2024 10:16PM UTC
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IvanFoxXD2001 on Chapter 2 Tue 30 Jul 2024 07:14AM UTC
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SusurrosDeTinta on Chapter 5 Thu 11 Sep 2025 04:19PM UTC
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