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Al caer la noche

Summary:

Kikyo siempre ha vivido por y para los demás, ¿pero qué sucederá cuando ella misma empiece a desear algo...o a alguien?

Sesshomaru lleva años tratando de deshacerse de la sombra del poder de su padre, pero todos sus planes se verán truncados por la aparición de una pequeña humana.

Para Sango ha llegado la hora de demostrar su valía como cazadora de demonios, no tiene tiempo para pensar en nada más, pero... ¿por qué ese maldito monje está en todos lados?

Los tres vivirán su propia aventura llena de obstáculos, demonios, y todo el romance del mundo.

Notes:

Este fic se lo regalo a mi yo de 9 años que tenía la mayor hiperfijación del mundo con Inuyasha -> y en especial con Sesshomaru, claro.

Disclaimer de que me voy a pasar el canon por donde me de la gana y voy a escribir todos los dramas que siempre quise ver en original.

Gracias por pasaros a leer <3

Chapter 1: Un alma pura

Chapter Text

–¡Señorita Kikyo!–un grupo de niños me saludó mientras volvía a casa

 

–Hola, chicos.–les dediqué una media sonrisa–Pronto anochecerá, no os alejéis mucho.–

 

–¡Sí!–lo dijeron al unísono

 

Lo cierto es que esta zona de la montaña es particularmente tranquila; y los demonios no se aventuran a bajar hasta aquí a menudo. Nuestra aldea es pequeña pero autosuficiente, y todo el mundo ayuda en lo que puede. Sembramos los campos; criamos ganado al que alimentamos en las laderas y comerciamos con pequeñas artesanías y amuletos protectores. 

 

Lo único por lo que es realmente conocido nuestro pequeño trozo de mundo es por su larga tradición de sacerdotisas; de la que mi hermana y yo ahora formamos parte. El entrenamiento fue riguroso: estudiamos en uno de los templos más grandes de la región y viajamos durante meses para perfeccionar nuestras habilidades espirituales, purificando y destruyendo a un sin fin de demonios, para después retornar a nuestro pueblo natal.

 

Mis labores incluyen proteger la aldea de las amenazas espirituales, atender a los enfermos y…

 

…mantener eso a salvo.

 

–Ya estoy en casa.–abrí la puerta

 

–¡Hermana!–Kaede me recibió con la cena lista–¿Dónde estabas?–

 

–He ido al bosque para recoger algunas cosas.–dejé mi bolsa repleta de plantas medicinales sobre la pequeña mesa

 

–¡¿Sin tu arco?!–se alarmó

 

–Está bien, no hay ningún demonio cerca.–

 

–No sé cómo estás tan segura, son seres astutos y podrían estar escondiéndose.–sirvió comida para ambas–No tienen corazón.–

 

–Lo sé.–

 

Mi hermana tenía razón en lo que decía, pero ella aún era joven y no había alcanzado la plenitud de sus poderes espirituales. Yo podía sentir a aquellos demonios. Esta era una habilidad que la mayoría de personas podían adquirir con el suficiente entrenamiento, pero por algún motivo yo obtuve ese don desde que era muy niña. Si dos bestias batallaban por su territorio a kilómetros de distancia, yo lo sabía .

 

Yo no pedí ser sacerdotisa. Ese había sido el sueño de nuestra madre antes de enamorarse y quedar en cinta de un mercader que se fue de aquí cuando Kaede aún no tenía edad de caminar. 

 

El día que llegamos al templo para comenzar nuestro entrenamiento realmente pensé que harían todo lo posible por deshacerse de nosotras cuanto antes. A fin de cuentas éramos solo un par de niñas campesinas nacidas fuera del matrimonio, pero…

 

«Talento innato»

 

«Unos poderes como los tuyos solo se ven una vez por siglo»

 

«Harás grandes cosas»

 

Fue lo que dijeron.

 

El día en el que me inicié como sacerdotisa mi madre lloró…y yo también. Me preguntaba si no habría algo más para mí, si sería tan sumo pecado «malgastar mi don» y vivir una vida diferente. Ni siquiera sabía qué tipo de vida me gustaría vivir, pero realmente me hubiera gustado poder escoger mi propio camino.



Claro que por aquel entonces mi madre ya estaba muy enferma, y tanto Kaede como ella parecían tan felices con todo esto… Y no solo ellas; los habitantes de la aldea también se mostraban orgullosos de «volver a tener sacerdotisas venerables que velaran por su seguridad». Supongo que con el tiempo me volví dependiente de aquella aprobación…tanto que a mis 20 años, cuando mi madre ni siquiera estaba ya en este mundo para verme, yo ya me había creído por completo aquella farsa que había creado sobre mí. Me había convertido en Kikyo, la sacerdotisa. Kikyo, aquella que ayuda a los enfermos y a los desfavorecidos que vienen a la aldea en busca de protección y sanación. 

 

Kikyo, cuya existencia sólo tiene valor por su relación con el resto, y no por sí misma. 

 

Sin deseos.

 

Sin sueños.

 

Sin corazón.

 

Tal vez no hubiera tanta diferencia entre aquellos demonios y yo después de todo.

 

**

 

Llevaba tres días en aquel maldito bosque, y parecía que solo se hacía más profundo a medida que avanzaba. Ni siquiera mi sentido del olfato podía ayudarme, era como sí…alguien lo hubiera convertido en un laberinto.

 

No conozco ningún demonio con ese tipo de poder, pero en cuanto lo encuentre va a tener que vérselas conmigo. Y yo nunca pierdo.



Claro que tampoco vi venir aquella flecha que me hizo detenerme en seco. Una de las mangas de mi traje había quedado clavada en el último árbol, pero cuando me dispuse a arrancar la flecha sentí como si me quemara.

 

–¡Joder!–maldije, y observé mi palma magullada–¡Tú, muéstrate si eres tan valiente!–le hablé a la nada

 

Y me di cuenta de algo.

 

–Una humana.–su olor no dejaba dudas

 

–Un demonio perro.–una silueta salió de entre los árboles

 

Era una mujer joven, con el pelo recogido y el arco listo para lanzar un segundo disparo.

 

Y sus ropajes...

 

–Con que eres una de esas sacerdotisas…–

 

–Y tú solo eres un medio demonio.–sus palabras hicieron que me hirviera la sangre

 

–¿Has sido tú la que ha embrujado este bosque?–rasgué la tela de mi manga para liberarme

 

–Esta es una de las zonas por las que los demonios como tú suelen acceder a mi aldea; así que he levantado esta protección. Da media vuelta y regresa a la montaña.–

 

–A mí nadie me da órdenes.–

 

–No era una orden.–tensó su arco–Era una advertencia.–

 

Me preparé para esquivar su flecha, y lo conseguí, pero en mitad del salto me di de lleno contra un muro invisible.

 

–¿Una barrera…?–ni siquiera pude terminar la frase antes de caer inconsciente

 

Cuando desperté estaba apoyado en un árbol en mitad de un claro que no recordaba haber pisado antes. Me levanté alarmado y busqué con la mirada a la sacerdotisa, pero no la encontré. No tenía ni idea de dónde estaba así que trepé hasta la copa del árbol y…

 

Cuál fue mi sorpresa al darme cuenta de que esa maldita mujer me había arrastrado montaña arriba. 

 

–...me las va a pagar.–bajé arrastrándome con las uñas, dejando ocho surcos enormes en la corteza del árbol, y rastreé su olor

 

Lo encontré algo lejos de donde nos habíamos enfrentado, y seguí su aroma sin pensar. ¡No recordaba haber estado tan furioso en años! 

 

–¡Eh, tú!–di un último salto para salir de entre los árboles

 

Y me quedé congelado.

 

No solo estaba frente a un maldito manantial de aguas termales en el que mi «enemiga» estaba tomando un baño completamente desnuda ahora mismo, sino que había un brillo inconfundible reposando sobre su pecho.

 

La perla de Shikon. 

 

Esa gema tenía tanto poder que podía conceder cualquier deseo a su portador; humano o demonio. ¿Pero qué hacía ahí? Para nosotros era poco menos que una leyenda, una de esas reliquias que se destruyeron hace cientos de años por miedo a que cayera en manos equivocadas.

 

–Entonces…los humanos nunca se deshicieron de ella…–murmuré

 

–La perla de Shikon lleva generaciones en nuestra aldea, siendo purificada por una sacerdotisa tras otra.–ella respondió con un tono monótono y calmado

 

–¿Cómo la habéis mantenido oculta tanto tiempo?–la miré a los ojos

 

–Bueno, lo habitual es que nadie vea a una sacerdotisa sin sus ropajes.–

 

–...–me di cuenta de la situación en la que nos encontrábamos, y me di la vuelta rápidamente–Bueno, me voy.–

 

–¿Mm? ¿No vas a luchar para intentar arrebatármela?–

 

–No lucho contra enemigos desarmados.–me crucé de brazos

 

Su risa reverberó entre las rocas, seguida por las salpicaduras de agua que me indicaron que acababa de levantarse.

 

–Un medio demonio con código de honor, qué curioso.–hubo una pausa–Puedes girarte.–

 

–¿Mm?–

 

Su cabello ondulado por la humedad le daba un aire mucho más inocente que la primera vez que la vi.

 

–Dejaré caer la barrera esta noche, antes del amanecer.–me dijo mientras terminaba de colocar su kimono

 

–¿Ah?–

 

–Cruza a través del pueblo hacia el otro lado de la ladera. No habrá nadie despierto, y si lo hay debes evitar que te vean. Y no regreses.–fue lo último que me dijo antes de desaparecer entre los árboles

 

–...–



**



Salí de casa al amanecer para volver a levantar las barreras alrededor del pueblo, y cuál fue mi sorpresa al ver al medio demonio descansando tranquilamente en una de las ramas más altas del árbol que se erguía justo detrás de la cabaña que compartía con Kaede.

 

–¿Qué haces aún aquí?–levanté la cabeza para mirarlo

 

–Me quedaré hasta que pueda quitarte la perla.–lo dijo como si fuera obvio

 

–Buena suerte con eso.–sonreí–¿Cómo te llamas, medio demonio?–

 

–Inuyasha.–puso ambas manos tras su cabeza y bostezó–¿Y tú, sacerdotisa?–abrió uno de sus ojos para mirarme

 

–Kikyo.–puse mi mano sobre el árbol, y levanté la barrera justo detrás de él–Disfruta de tu encierro, ahora no puedes volver al bosque.–

 

–¡¿Aah?!–casi se cae de la rama

 

–¿Esperabas que dejara la barrera desactivada para siempre?–ladeé la cabeza

 

–Eres una humana pérfida.–se cruzó de brazos–Pero te derrotaré, ya verás.–

 

Un demonio realmente malvado hubiera tomado a uno de los aldeanos como rehén durante la noche y me hubiera chantajeado para que le entregara la perla a cambio de su vida. Pero era evidente que Inuyasha no era ese tipo de criatura; y lo supe desde el primer momento en que lo vi.

 

Supongo que esa fue la razón para no acabar con él en cuanto supo de la existencia de la perla; un secreto que mis antepasados se habían ocupado de guardar con recelo durante generaciones. Eso o que…en el fondo quería que alguien lo descubriera.

 

Cuando se me entregó la perla esta llevaba enterrada en los cimientos de la que ahora era nuestra casa más de 20 años. Aquel edificio destartalado había hecho las veces de templo para las anteriores sacerdotisas, por lo que estaba cargado de energía espiritual, y Kaede y yo decidimos trasladarnos allí para mantener la tradición. La gema se había mantenido pura (en su mayor parte) gracias al esfuerzo de las generaciones anteriores, pero en cuanto la tomé entre mis manos sentí un dolor inmenso.

 

Era como cargar con el peso mismo de la avaricia humana. Como si un millón de voces te dijeran «hazlo, hazlo» pero todas desearan cosas diferentes. Después de varias semanas de agonía, revisé los escritos de las sacerdotisas anteriores para saber exactamente qué era lo que estaba sintiendo y por qué se me había asignado a mí, que en aquel momento solo tenía 13 años, esta carga tan pesada.

 

Al parecer una de las grandes sacerdotisas de nuestra historia, viendo que no podría purificar a los peligrosos demonios a los que se enfrentaba, selló sus almas junto a la de ella dentro de la esfera. Estar sellado no es lo mismo que estar muerto, por lo que la batalla entre las almas sigue librándose dentro de la perla, y el estado de la batalla dependerá del portador. Solo una persona que realmente se hubiera deshecho de sus deseos terrenales y con un gran poder espiritual podría mantener la pureza de la gema. 

 

Solo alguien cuya alma tenga todos sus componentes en un perfecto equilibrio.

 

Claro que…si un demonio menor como Inuyasha robaba la esfera…yo quedaría libre del deber de guardarla. Las consecuencias podrían ser devastadoras, por supuesto, el mundo tal y como lo conocemos podría desmoronarse dependiendo de la magnitud de sus deseos, pero…quería que todo terminara de algún modo.

 

Fuera como fuere, a partir de aquel día Inuyasha se convirtió en parte de mi rutina diaria. Le confié a Kaede el secreto de su presencia, aunque nadie más podía saberlo para evitar la conmoción, y aumenté el perímetro de la barrera con el paso de los días para que él tuviera más terreno en el que moverse. Por supuesto que mi hermana estuvo completamente en contra de que lo dejara quedarse, e incluso intentó echarlo ella misma, a lo que Inuyasha me miró confuso y me preguntó «qué estaba haciendo esa mocosa».

 

Al principio nuestras interacciones eran breves y estaban llenas de tensión, pero con el paso del tiempo las cosas se calmaron un poco y…empezamos a hablar. A veces permitía que me acompañara en mis salidas para recoger hierbas medicinales: le daba mucha rabia tener que mantenerse cerca de mí para no perderse en la ilusión del bosque infinito que yo había creado, y siempre intentaba demostrarme que «él podría orientarse a pesar de todo», pero acababa volviendo derrotado. En otras ocasiones lo invitaba a pasar a casa (cuando caía la noche y Kaede ya estaba dormida), y charlábamos en susurros junto a la hoguera. 

 

Era lo más parecido a un amigo que había tenido nunca.

 

Pero por supuesto que los cielos no iban a permitir que aquella época de felicidad durara demasiado. Aquel mes mi sangrado me tuvo en cama durante varios días, lo cual no sería un gran problema de no ser porque Kaede no podía mantener la barrera espiritual al mismo nivel que yo. Y podría no haber pasado nada, pero…cuando sentí una presencia desconocida cerca de los límites…tuve un mal presentimiento.

 

Una tormenta repentina había azotado la aldea, por lo que lo más probable era que ninguno de los habitantes se hubiera aventurado a los límites del pueblo, pero aún así me armé con mi arco y caminé como pude hasta la zona en la que la presencia comenzaba a hacerse más fuerte.

 

Encontré huellas de algún tipo de demonio reptil…y pisadas humanas.

 

Muy pequeñas.

 

–...–me apresuré a atravesar los matorrales, ignorando las gotas de sangre y los restos de ropa que empezaba a ver entre las ramas



Pensé que aún no era demasiado tarde. 

 

Solo tenía que lanzar mi flecha y…

 

–...–cuando llegué hasta el demonio lo único que quedaba del niño que acababa de devorar eran jirones de carne completamente irreconocibles

 

No tuve tiempo para pensar en nada más; tensé mi arco y lancé una flecha directamente hacia su cabeza, pero la lluvia y el fuerte viento desviaron mi tiro y le dieron al reptil la oportunidad justa para huir despavorido en dirección a la montaña.

 

Valoré la posibilidad de seguirlo, pero el clima y mi estado actual de salud no me lo permitirían. Lo único que pude hacer fue dar un par de pasos y desmoronarme frente a aquel charco de sangre. 

 

Y gritar. 

 

Gritar y llorar como no recordaba haberlo hecho en años. 

 

Porque esto era culpa mía. Yo tenía el deber sagrado de proteger la aldea de los demonios, y no solo había fracasado en eso, sino que me había permitido tener pensamientos egoístas de dejar que algún demonio se apoderara de la perla y me liberara de mi deber. Como si mis sacrificios fueran tan grandes como para justificar el sufrimiento de alguien más. 

 

Unos padres acababan de perder a su hijo. 

 

Y yo…

 

–¿Ah?–sentí algo suave caer sobre mí 

 

La chaqueta de Inuyasha.

 

–...–levanté la cabeza para mirarlo, a sabiendas de que debía parecer patética ahora mismo

 

–Vuelve a casa antes de que te resfríes.–me pidió

 

No sé muy bien por qué, pero no puse ninguna objeción. Me levanté con cuidado y volví caminando hasta la aldea, donde les di la noticia a los padres con un hilo de voz. Podría haber recogido los restos para ellos, pero pensé que sería más misericordioso que no conocieran esos detalles. Preferí tranquilizarlos y que pensaran que el muchacho había sido completamente engullido y…que no sufrió. Les prometí que tendríamos un rito funerario apropiado para él en cuanto las lluvias amainaran. Los consolé a ambos con una expresión estoica en mi rostro.

 

Luego llegué a casa y volví a deshacerme en llanto, envuelta en aquel amasijo de tela roja hasta que me dormí.

 

A la mañana siguiente encontré la cabeza del demonio reptil al pie del árbol en el que Inuyasha solía descansar.

 

**

 

Habían pasado dos días desde el rito funerario, pero un extraño silencio seguía reinando en la aldea, como si todos los habitantes estuvieran intentando no hacer ningún ruido para así evitar llamar la atención de algún otro demonio.



–Inuyasha.–Kikyo me llamó

 

–¿Mm?–bajé del árbol para encontrarme con ella

 

Tenía mucho mejor aspecto, y ya no olía a sangre. 

 

–Ten.–me entregó mi chaqueta de vuelta–Gracias.–no sabía si lo decía por la prenda o por haber matado a aquel demonio por ella

 

–De nada.–en cuanto pasé el brazo por la manga me di cuenta de algo

 

Había cosido el agujero que me hice el día que nos conocimos para liberarme de su flecha. 

 

–...bueno. Voy a ir a por comida.–carraspeé, avergonzado–Tú también tendrás cosas que hacer.–

 

–Claro.–

 

Empecé a caminar en dirección contraria, pero pronto me di cuenta de que su aroma ahora estaba impregnado en mi ropa.

 

Como si no pensara en ella lo suficiente a lo largo del día.

 

Y por supuesto, aquella noche me invitó a pasar a su casa por primera vez en semanas.

 

–Oye, Inuyasha…Tengo una pregunta.–

 

–Dime.–añadí otro pedazo de leña a la hoguera

 

–¿Qué deseo le pedirías a la perla?–lo preguntó mirándome a los ojos

 

–Mm…ser un demonio completo, claro.–me quedé pensativo–De ese modo podría ser mucho más poderoso y…–esta parte no me gustaba tanto admitirla–Dejar de estar en el limbo entre los dos mundos.–

 

–¿Y qué hay de ser humano? Podrías…llevar una vida tranquila.–

 

–¿Aquí, contigo?–bromeé, y sonreí de medio lado al ver cómo sus mejillas se encendían

 

–Lo más lejos que se pueda.–me golpeó con su pie

 

–¿Qué harías tú?–

 

–¿Mm?–

 

–Qué deseo pedirías.–

 

–...–tardó un par de segundos en responder–Paz y prosperidad para todos los habitantes de la aldea, claro.–

 

–Oh, vamos.–apoyé la cabeza en mi mano–No quiero el deseo aburrido de sacerdotisa buena. Quiero saber cuál sería tu deseo egoísta .–la miré de reojo

 

–... amor .–lo dijo en voz baja, pero pude escucharlo perfectamente

 

–¿Mm?–

 

–Quiero sentir eso que hacía suspirar a mi madre cada vez que hablaba de mi padre, aunque nos hubiera abandonado. Eso que hace que las doncellas de la aldea se rían en voz baja entre ellas mientras miran a los jóvenes arar el campo.–fijó su vista en el fuego–Eso que haría que mi alma dejara de ser pura.–

 

–...–

 

No sé por qué hice lo que hice, pero estiré mi brazo para pasarlo por sus hombros y la acerqué a mí.

 

–¿Ah–me miró confundida

 

–No creo que un alma como la tuya pueda dejar de ser pura.–murmuré, y sentí cómo ella hundía su cabeza en mi pecho

 

Aquella fue la primera vez que Kikyo dejó que me quedara con ella hasta el amanecer.

 

Chapter 2: El rey bestia del Oeste

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

–¡Señor Sesshomaru, es por aquí!–Jaken iba un par de metros por delante de mí

 

Llevábamos viajando varios días sin detenernos; pero ambos estábamos más que acostumbrados a recorrer cientos de kilómetros sin descansar. Y es que después de que mi padre, el Inu no Taisho, muriera de un modo patético al proteger a su amante humana y a mi medio hermano mestizo, los conflictos entre demonios escalaron a niveles inimaginables. 

 

Por supuesto que se esperaba de mí, como su hijo primogénito, que tomara el control de los ejércitos de mi padre y decapitara a todo aquel que dudara de mi posición como el rey bestia del Oeste. 

 

El problema es que para aquel entonces yo ya había vivido por casi dos siglos y no tenía ningún interés en lamer las sobras que mi padre había dejado. Si tan solo aquel imbécil se hubiera comportado como un demonio en condiciones yo mismo lo hubiera retado a una batalla por el poder. Quería haber visto la cara de mi padre mientras asesinaba a todos sus soldados uno por uno, para luego clavar mis dientes en su cuello y reclamar mi lugar como rey por derecho propio.

 

Y en cambio lo único que había obtenido con su muerte eran un montón de admiradores suyos que querían ser mis sirvientes para intentar asesinarme en cuanto me diera la vuelta…y un puñado de enemigos a raíz de conflictos que él había comenzado y no fue capaz de zanjar en vida.

 

Al menos para cuando mi padre murió yo ya había formado mis propias alianzas y ganado varias batallas por mi cuenta, pero nada podía prepararme para lo que estaba a punto de suceder. Los últimos veinte años habían sido un baño de sangre tras otro. La muerte del Inu no Taisho provocó un cambio tan grande en la balanza de poder del mundo de los demonios que muchos de los pactos y alianzas que llevaban siglos en vigor se rompieron de un día para otro. 

 

Y yo pasé de ser «Sesshomaru, el hijo de Toga» a…

 

«Sesshomaru, el que arrasó un asentamiento de cien demonios por su cuenta en una sola noche»

 

«Sesshomaru, el que atravesó los corazones de sus camaradas uno a uno con sus propias garras al descubrir que pensaban traicionarlo»

 

«Sesshomaru, el que venció al Rey Dragón del sur y forjó una espada con su colmillo para llevársela como trofeo»

 

–Jaken, detente.–me quedé parado en mitad del camino–Hemos llegado.–

 

–¿Ah? Pero señor Sesshomaru, según las indicaciones aún tenemos que atravesar un…–yo ya había empezado a caminar en otra dirección–¡Señor Sesshomaru!–vino detrás de mí

 

Aparté algunas de las ramas que estaban en mi camino y por fin pude ver la imagen que se encontraba frente a nosotros. Que era exactamente lo que habíamos venido a buscar.

 

Un nido de demonios.

 

Los demonios menores utilizan zonas tranquilas como esta para que sus crías puedan crecer sin ser devoradas. Eso significa que no hay ningún enemigo poderoso con el que batirme por aquí cerca, sin embargo…este es el tipo de lugar que puede darte información muy valiosa de cara a aumentar tu poder militar.

 

Qué demonios se están reproduciendo…

 

…y cuántos futuros soldados podrías ganar con una alianza estratégica.

 

Extorsionar a uno o dos clanes de demonios menores amenazando con deshacerte de toda su descendencia tampoco es un mal plan si alguno de ellos es especialmente obstinado y se niega a rendirse ante ti. O puedes simplemente cumplir esas amenazas si ya sabes con quién han pactado tus enemigos.

 

Es cierto que estamos bastante lejos de aquellos territorios en los que ya claman mi nombre como el demonio más poderoso que jamás había existido; pero si consigo que las familias de demonios más numerosas de esta región se subleven ante mí…solo tendría que crear un puente entre ambas partes.

 

Y pronto todo el continente sería mío .

 

–¿Mm?–antes de que pudiéramos acercarnos lo suficiente al nido noté un olor extraño

 

E inconfundiblemente humano.

 

Tanto Jaken como yo observamos desde la distancia como una joven humana que apenas había alcanzado la adultez se acercaba cada vez más al sistema de cuevas que habitaban las crías de demonio.

 

–¿Será una ofrenda del pueblo?–murmuró Jaken

 

–Los aldeanos de esta zona ya no sacrifican doncellas vírgenes a los demonios para ganarse su protección. Probablemente se haya perdido.–

 

Ambos esperamos unos segundos a verla convertirse en comida de demonio, pero aquella muchacha simplemente se acercó a la entrada de una de las cuevas y esperó. Tal como imaginaba, un montón de crías de demonio la rodearon en segundos, pero no parecía asustada; en lugar de eso depositó algo en el suelo y acarició la cabeza de una de las bestias como si fuera un animal doméstico.

 

–...qué le pasa a esa humana.–Jaken no cabía en sí del asombro–¿Por qué no la atacan?–

 

–Porque los está alimentando.–murmuré, al darme cuenta de que los cachorros de demonio formaron un círculo alrededor de lo que ella había dejado en el suelo

 

–¡¿Aah?!–Jaken me miró–¿Qué clase de humano hace eso?–

 

–Uno muy estúpido.–chasqueé la lengua–Y esos demonios comen de su mano como si se tratara de su ama…cómo pueden rebajarse así ante un estúpido mortal.–

 

No pude seguir observando la escena porque un halcón demonio que conocía perfectamente se posó en mi hombro. Y eso solo podía significar una cosa.

 

–¿Un mensaje de su madre…?–Jaken me miró preocupado

 

Abrí el pergamino que el ave traía y le eché una ojeada, pero era básicamente una petición «extremadamente urgente» de que fuera a verla a palacio.

 

–Espero que se esté muriendo.–gruñí–Jaken, nos vamos.–

 

–Sí, señor.–

 

Tardamos dos días completos en alcanzar el castillo en el cielo en el que mi madre residía, y donde yo mismo pasé la mayoría de mi infancia. Los guardias me recibieron con reverencias y alabanzas, pero yo no tenía tiempo para eso:

 

–Dónde está ella .–

 

–La señora lo espera en la sala del trono.–me guiaron hasta allí

 

Le indiqué a Jaken que esperara fuera y por supuesto que me encontré a mi madre sentada en el trono y en perfecto estado de salud.

 

–Espero que tengas una buena razón para haberme llamado con tanta urgencia.–fui severo en mi tono

 

–¿Es así como saludas a tu madre?–me reprendió–Te he llamado para algo importante, sí.–

 

–Pues habla.–

 

–Has llegado justo a tiempo. Habrá una fiesta esta noche.–

 

–¿Perdón?–

 

–Quiero que conozcas a algunas personas. Aliados. Si es que te comportas.–

 

–...–un músculo tembló en mi mandíbula–¿Me has hecho venir hasta aquí para que asista a una estúpida fiesta? No me interesan los aliados de mi padre, ni los que tú me consigas. Yo mismo me ocuparé de subyugarlos a todos personalmente, no necesito tu ayuda.–

 

–Ah…–suspiró–Los machos siempre estáis igual, queréis zanjarlo todo con sangre.–se levantó del trono–Los verdaderos líderes ganan las guerras antes de comenzarlas.–bajó la escalinata hasta quedar frente a mí–Si consigues los favores de los demonios más poderosos no te hará falta luchar.–

 

–Preferiría que no me dieras detalles sobre cómo conseguiste tú los favores de mi padre.–la miré de arriba abajo, pero ella solo se rió

 

–Si tú dejaras de malgastar esa cara de niño bonito y empezaras a utilizarla en tu favor todo el continente sería tuyo en cuestión de días.–puso su mano en mi mentón para que la mirara–Pero eres demasiado orgulloso y estúpido, como todos los hombres.–apartó la mano

 

Pero agarré su muñeca con fuerza.

 

–Vuelve a hablarme de ese modo y me replantearé la generosidad que tuve al permitirte seguir con vida.–

 

–Tu padre también era un hombre grande y malo, Sesshomaru.–me miró a los ojos sin un ápice de miedo en ellos, y me mostró los colmillos–No olvides con quién estás hablando.–

 

–A qué hora es esa estúpida fiesta.–la solté

 

–Tras la puesta de sol, habrá tiempo para que te preparen. Y deja el arma en tu cuarto.–

 

–Mi espada viene conmigo.–eso no era negociable

 

Varias de las sirvientas del castillo me acompañaron a asearme y vestirme para la ocasión. Odiaba que mi madre me hubiera metido en esto; pero una parte de mí sabía que tenía razón. Por mucho que las odiara, las relaciones diplomáticas eran una herramienta extremadamente útil cuando se trata de conquistar grandes territorios, y con dos décadas separándonos de la muerte de mi padre la mayoría de los invitados habrían acudido por mí .

 

Tal vez fuera una buena oportunidad para averiguar cuánto había conseguido alejarme de la sombra del Inu no Taisho…

 

…o para añadir una masacre aún más impresionante a mi lista de méritos personales.

 

 

«Joven Sesshomaru, es un placer verle»

 

Puedo lidiar con eso.

 

«Aún no he podido agradecerle lo suficiente que nos ayudara en aquella batalla, sabe que mi clan está a su servicio»

 

Todo en orden.

 

«¿Ha pensado en tener un heredero? Mi hija…»

 

Necesito una copa.

 

–Si buscas el sake de los cien años, ya se ha acabado.–una voz femenina atrajo mi atención

 

–¿Mm?–la miré de reojo

 

Si bien no conocía a todos los invitados de la fiesta, al menos tenía una idea aproximada de su procedencia. Pero aquella mujer de ojos carmesí…

 

…no me sonaba de nada.

 

–¿Y la botella que tienes en las manos?–arqueé una ceja

 

–Esta es mía.–le dio un trago, y un par de gotas se deslizaron por su barbilla–¿Quieres un poco, o compartir bebida es indigno para el anfitrión de la fiesta?–empezó a caminar, alejándose de la multitud

 

–Y quién eres tú, exactamente.–la seguí hasta la parte trasera del castillo

 

–Kagura.–soltó el recogido de su pelo y dejó que las ondas cayeran por sus hombros

 

–Qué tipo de demonio eres–

 

–Hechicera de viento. ¿Quieres que te cuente mi vida o prefieres inspeccionarme tú mismo para ver qué más puedes averiguar?–lo dijo en tono de burla

 

Pero su oferta sonaba tentadora.

 

–Dame eso.–le quité la botella de las manos

 

–¿Mm?–

 

Eché la cabeza hacia atrás para vaciar todo el sake que quedaba hasta que me ardiera la garganta, y me limpié la boca con el dorso de la mano al acabar.

 

–¡Oye, te he dicho que era mía!–se quejó

 

–Todo lo que hay en este palacio es mío.–la corregí

 

–Yo estoy en tu palacio.–

 

–...–me acerqué a ella–No soy el tipo de hombre con el que te conviene jugar .–sostuve su rostro con mi mano para que alzara la mirada hacia mí–Las cosas podrían acabar mal para ti.–

 

Pero en lugar de disculparse Kagura abrió la boca para lamer mis dedos.

 

Y eso envió al traste la última gota de contención que me quedaba. 

 

–¡Ah!–se quejó cuando la empujé contra la pared

 

La botella de sake acabó en el suelo y se rompió en mil pedazos, pero mis manos ahora estaban demasiado ocupadas manteniendo las muñecas de Kagura sobre su cabeza.

 

–Silencio.–acerqué mi rostro al suyo–¿Vas a pedirme que te deje ir ahora?–le mostré mis colmillos–Porque creo que es un poco tarde para eso.–fue lo último que dije antes de atrapar su boca con la mía

 

–Mhn…–entrelazó su lengua con la mía y se estremeció cuando hice presión con mi rodilla entre sus piernas

 

Deslicé una de mis manos hacia su cuello y sentí su pulso acelerarse bajo las yemas de mis dedos en cuanto hice un poco de presión. Dos de mis uñas se clavaron justo bajo su mandíbula, y me separé de sus labios para lamer la sangre que acababa de gotear de su herida. 

 

–Ah…–gimió en cuanto sintió mi lengua en su cuello

 

Ahogué una pequeña risa en el fondo de mi garganta al escucharla y me aparté de ella para poder observarla mejor. Su pintalabios corrido y su mirada de súplica eran tan tentadores que estuve a punto de arrancarle el kimono y tomarla allí mismo, contra la pared. Pero eso sería demasiado fácil.

 

–De rodillas.–ordené, y no me hizo falta repetirlo para que obedeciera–Buena chica.–yo mismo retiré el cinturón en el que había envainado mi espada y dejé que ella se ocupara de los pantalones de mi hakama–Ya sabes qué hacer.–



Kagura empezó a complacerme con su lengua sin perder ni un solo segundo: sus labios se deslizaban por mi extensión de arriba hacia abajo, y tuve que apoyar una mano en la pared para sostenerme cuando empezó a succionar sus mejillas en cada movimiento.

 

–Mhn…–solté un gruñido, y llevé mi mano libre a su cabeza para marcarle un ritmo más rápido–Eso es…–empecé a mover mis caderas hasta sentir que alcanzaba el fondo de su garganta con cada embestida 



Unos murmullos lejanos me distrajeron: la fiesta continuaba su curso y si nos quedábamos allí fuera solo sería cuestión de tiempo que alguien nos interrumpiera. Apreté los dientes y aparté a Kagura de mí con una fuerza de voluntad que por lo general no tendría en una situación como esta.



–¿Mm?–ella me miró confusa, y me agaché para limpiar con mis dedos el camino de saliva que se deslizaba por su barbilla–Estabas a punto.–sonrió

 

–Hay otra parte de tu cuerpo en la que me gustaría terminar.–me coloqué la ropa y volví a asegurar mi espada en su lugar–¿Puedes levantarte?–



–¿Si digo que no me llevarás en brazos hasta tus aposentos como a una princesa humana?–

 

–No soy ese tipo de macho, lo siento.–

 

–Lo imaginaba.–se levantó y nos dirigimos juntos al interior del castillo

 

Una vez dentro de mi habitación Kagura abrió las puertas correderas y salió a la terraza con un aire casi infantil, como si fuera la primera vez que estuviera en un sitio como aquel.

 

–Menudas vistas.–se apoyó en la barandilla y sonrió contemplando las nubes que nos rodeaban

 

–Estoy seguro de que puedes mejorar las mías ahora mismo.–me quedé recargado en una de las puertas 

 

–Oh, claro.–se giró para mirarme y empezó a deshacer el obi de su kimono con una lentitud que me estaba haciendo perder la paciencia, y supuse que eso era exactamente lo que quería

 

El kimono exterior cayó al suelo, y Kagura se desabrochó el interior mirándome directamente a los ojos. Finalmente abrió la tela dejando a la vista el contorno de sus pechos…y todo lo demás. 

 

–¿Te gusta lo que ves?–sonrió al no obtener respuesta por mi parte–¿O necesitas acercarte un poco más?–extendió sus brazos y los dejó descansar sobre la barandilla

 

Los bordes de la tela aún cubrían sus pezones, pero ya podía imaginar cómo se sentiría retorcerlos entre mis dedos.

 

–Necesito que te des media vuelta y mantengas la boca cerrada a no ser que sea para gritar mi nombre.–ordené

 

–Faltaría más.–obedeció y por fin dejó caer por su espalda la última prenda que la cubría, revelando una marca en forma de araña que no había visto antes

 

–¿Y esto?–me coloqué detrás de ella y le aparté el pelo de la espalda–Hechicera del viento… ¿y también demonio araña?–empecé a trazar el contorno de la marca con mi lengua

 

–Mhn…algo así…–echó sus caderas hacia atrás, y el roce de su trasero contra mí me hizo jadear–Por favor…–rogó

 

–Por favor qué.–mis manos recorrieron su abdomen con cuidado hasta llegar a su pecho–Pídelo con palabras.–un apretón firme

 

–¡Ah!–se aferró a la barandilla con más fuerza–Quiero sentirte dentro de mí y que lo hagamos hasta que salga el sol, ¡¿es suficiente con eso?!–

 

–Eres muy insolente.–me alejé de ella lo justo para desvestirme

 

Y yo también me tomé mi tiempo, como venganza.

 

–Sesshomaru, no seas así…–ella balanceaba sus caderas, tentándome

 

Podía ver perfectamente la humedad descendiendo por sus muslos, así que una vez estuve desnudo…decidí agacharme para probarla.

 

–¡A-ah…!–las piernas de Kagura empezaron a temblar en cuanto hundí mi rostro entre ellas–D-dioses…–

 

Continué hasta que pude sentir cómo sus paredes empezaban a contraerse alrededor de mi lengua…y me detuve.

 

–¿Ah…?–su gemido en esta ocasión fue de protesta, pero no tuvo mucho tiempo para pensar porque tomé sus caderas con ambas manos y me hundí en ella de un solo empujón–¡Aaah! Mm…–se convirtió en un amasijo tembloroso debajo de mí

 

–Oye.–mis labios junto a su oído–Ya sé que acabas de correrte, pero voy a necesitar que te recompongas porque…queda mucho hasta el amanecer.–sonreí de medio lado y empecé a moverme, haciendo que mi pelvis chocara contra ella con fuerza 

 

–S…sí…–clavó las uñas en la madera y trató de mantener sus caderas en alto, por lo que la recompensé deslizando una de mis manos entre sus piernas para acariciar su clítoris ya inflamado–Mhn…–se contrajo a mi alrededor, y aumenté el movimiento de mis dedos



–Eso es…–

 

Me mantuve inclinado sobre ella para poder mordisquear sus hombros, su cuello, su espalda… Disfrutaba de marcarla con mis dientes, y con mis uñas en su cadera… 

 

Claro que teniendo en cuenta el poder de regeneración del demonio promedio mis trofeos no iban a durar mucho.

 

Una lástima. 

 

–¡Ahh!–Kagura prácticamente gritó con su segundo orgasmo, y tuve que taparle la boca para que el escándalo no fuera demasiado–Mhn…–

 

–¿Quieres que todos los invitados de la fiesta escuchen lo que te estoy haciendo…?–le susurré–Tal vez alguna de esas damas casaderas que me llevan ofreciendo toda la noche quiera unirse al espectáculo.–me mordió la mano, pero no la aparté–Vaya, ¿no te gusta la idea?–bromeé–Tendrás que mantenerme satisfecho tú sola entonces.–en cuanto dije aquello su interior se apretó tanto que estuve a punto de correrme en ese mismo instante

 

Tal vez esto no sea cosa de una sola noche.

Notes:

No me arrepiento de nada.

Chapter 3: Honor familiar

Summary:

Bueno siempre he querido hacer una de estas notas dramáticas de por qué no hubo capítulo la semana pasada resulta que dejé mi trabajo y el mundo se fue a la mierda pero sobrevivimos!

Chapter Text

Diana número 1.

 

25 metros a la izquierda, ligeramente elevada en el tronco de un árbol.

 

Diana número 2.

 

Ya la hemos pasado, está colgada de una rama. Unos 10 metros detrás de mí. Y la distancia está aumentando con cada zancada que doy.



Si lanzo mi hiraikotsu con suficiente fuerza hacia la derecha… 



Dos golpes secos.

 

Y el boomerang volvió a mis manos.

 

–¡Blanco!–la voz de mi padre entre los árboles

 

Sonreí bajo mi máscara y dejé de correr.

 

–¡Un tiro increíble, Sango!–mis compañeros me felicitaron

 

Nuestra aldea llevaba cientos de años entrenando a los mejores cazademonios de la región, y dado que mi padre era el actual líder pude aprender de los mejores desde que era muy niña. 

 

Manejaba a la perfección todas las armas tradicionales e incluso tenía mi propia montura demoniaca: Kirara, una nekomata que podía surcar los cielos a una velocidad con la que un ser humano ni siquiera podría soñar. Además, en días como hoy acompañaba a los guerreros más veteranos en sus entrenamientos a través del bosque; algo que no era habitual para los jóvenes que aún no habíamos pasado el rito de iniciación.

 

–¡Hermana!–unos pasos ligeros detrás de mí

 

–¡Kohaku! ¿Qué haces aquí?–le acaricié la cabeza y me di cuenta de que Kirara, que hoy se había quedado en casa, lo acompañaba en su forma reducida

 

–Madre me ha pedido que os trajera algo de comer, lleváis entrenando desde la mañana.–

 

–Gracias.–sonreí

 

–¡Oh, Kohaku!–nuestro padre se apresuró a reunirse con nosotros–¿Por qué no te quedas un rato? Ya hemos terminado con la parte más dura, quiero enseñarte a manejar la guadaña.–

 

–Padre, Kohaku aún es joven para eso.–lo reprendí

 

–Bueno, pero está con nosotros, no pasa nada. Nunca es pronto para el futuro líder de la aldea.–lo dijo con tanto orgullo que se me revolvió el estómago

 

Y es que nuestras tradiciones no contemplaban que las mujeres formaran parte de la caza de demonios; una vez se casaban todas quedaban relegadas al cuidado del hogar y la crianza de los niños. Claro que algunas ayudaban en las labores de agricultura para alimentar al pueblo, y las más habilidosas incluso confeccionaban los trajes de los guerreros para que pudieran resistir ante los demonios más fieros…pero la producción de armas anti demonios y las misiones que se realizaban fuera de la aldea eran exclusivamente cosa de hombres.

 

El hecho de ser hija de mi padre me concedió el privilegio de poder unirme a los hombres en cuanto empecé a mostrar interés por la lucha.

 

«Bueno, ella es sangre de mi sangre después de todo»

 

«Tendrá que guiar a la aldea en el futuro, es mejor que sepa todo sobre nuestras tradiciones»

 

Ese fue el discurso recurrente de mi padre…hasta que nació Kohaku. 

 

Con la aparición de un heredero varón mis entrenamientos dejaron de ser logros y pasaron a convertirse en «esa afición que esperamos que deje cuando consiga un marido».

 

Tenía un tiempo límite y lo sabía. Pero estaba dispuesta a hacer lo que fuera para demostrarle a mi padre que yo era tan capaz como cualquier hombre, y que el puesto de líder me pertenecía.

 

–Ah…no, no, yo mejor vuelvo, no quiero atrasaros.–Kohaku se despidió de nosotros, y Kirara lo siguió

 

Él ni siquiera quiere hacer esto. Mi hermano es la persona más bondadosa que conozco. Es el tipo de niño que se detiene para devolver los pájaros caídos a sus nidos aunque tenga prisa por llegar a algún sitio. El que sale de casa cuando es hora de despellejar a algún animal para comer porque no puede ni mirar. No atacaría a un demonio ni aunque este estuviera a punto de devorarlo, y mi padre simplemente no es capaz de ver eso como una cualidad en él.



Cuando regresamos a casa después del entrenamiento esperaba poder descansar un poco, pero cuál fue mi sorpresa al ver que prácticamente todo el pueblo estaba conmocionado…por la llegada de cierto visitante.

 

–¿Mm? ¿Quién es?–pregunté a una de las muchachas que estaban arremolinadas allí

 

–Es un monje, pero es muy guapo…–suspiró

 

–¿Ah?–me abrí paso entre la gente

 

No era raro que los monjes visitaran pueblos durante sus viajes de peregrinación y pidieran alojamiento a cambio de bendiciones, exorcismos y otros servicios de protección. Nuestra aldea no necesitaba nada de eso, pero siempre se les atendía como acto de buena fe.

 

Claro que en cuanto vi cómo aquel tipo les hacía ojitos a las muchachas y hablaba de sus poderes espirituales como si fuera el rey del mundo…supe perfectamente que no era más que un farsante.

 

–Puede pasar la noche en nuestra casa, si lo desea.–y aún así mi padre lo invitó a quedarse

 

–Padre.–le susurré–¿Estás seguro? No parece un monje normal.–

 

–No podemos ser maleducados, Sango. Faltarle al respeto a un monje negándole alojamiento podría hacer que una maldición cayera sobre nuestra aldea.–

 

–Mm…–supongo que tenía razón

 

Durante la cena el dichoso monje se presentó como Miroku y no me quitó los ojos de encima. Yo ya estaba por cumplir los 19 años y tenía una idea general de lo que sucedía tras las puertas de una alcoba entre un hombre y una mujer, pero era la primera vez que alguien me miraba de ese modo. Y no me gustó.

 

La sombra de mi padre era demasiado larga como para que los jóvenes de mi edad que vivían en la aldea se atrevieran a cortejarme, y tampoco creo que quisieran hacerlo teniendo en cuenta que yo era «casi como un chico». No es que me importara, tenía otras cosas en la cabeza, pero…

 

¡¿Por qué me está sonriendo ahora?!

 

–Voy a irme a dormir ya.–decidí retirarme a mi habitación temprano, no quería saber nada de aquel tipo

 

Lamentablemente no pude descansar mucho ya que me desperté de madrugada por un mal sueño, algo que no me ocurría muy a menudo. Kirara, que se mantenía en su forma reducida cuando estábamos dentro de casa solo abrió uno de sus ojos para comprobar que estaba bien y siguió durmiendo. Me tomé un par de minutos para calmar mi respiración y salí del cuarto para dirigirme a la caseta que utilizábamos como letrina.

 

Todo el mundo estaba descansando así que los únicos sonidos que inundaban la aldea eran los de los grillos y otros animales nocturnos que campaban por el bosque. 



–Ah…–

 

Y os aseguro que eso no había sido un grillo.

 

–¿Mm?–doblé la esquina para ver de dónde procedía el sonido

 

No debería haberlo hecho, porque me encontré a aquel estúpido monje besándose con la hija de uno de los guerreros más importantes de la aldea. Y no era uno de esos besos castos que había visto compartir a algunas de mis amigas con sus prometidos cuando creían que nadie podía verlos. Era como si se estuvieran devorando el uno al otro, sus manos subían y bajaban y…y…

 

¡Joder, me está mirando!

 

–...–me quedé congelada, pero él ni siquiera rompió el beso al percatarse de mi presencia

 

Siguió mirándome mientras su mano se aferraba con fuerza al trasero de aquella chica.

 

Cuando por fin pude reaccionar salí corriendo de allí y me encerré en la letrina hasta que estuve completamente segura de que se habían ido. ¡¿No se supone que los monjes no hacen ese tipo de cosas?! ¡¿Que son hombres sabios que se abstienen de todos los placeres mundanos para alcanzar la divinidad?! 

 

Es evidente que no es más que un estafador.

 

–Partiré hoy.–por suerte anunció aquello durante el desayuno–Quiero llegar al siguiente pueblo antes de que anochezca. Le agradezco mucho su hospitalidad, tiene una familia maravillosa.–estaba hablando con mi padre, pero me miró de reojo a mí

 

¡¿Cómo podía tener tanta cara?! ¡Estaba hablando como si fuera un pobre hombre que había parado aquí por puro cansancio, cuando obviamente había venido buscando algo más!

 

Lo despedimos a la entrada de la aldea e hice una plegaria silenciosa para que no volviéramos a verlo nunca más, aunque dada la expresión de tristeza que tenía la chica con la que lo había visto la noche anterior probablemente ella acabara de pedirles a los dioses justo lo contrario. 

 

–Sango, ¿puedes venir un momento?–mi padre me pidió que me reuniera con él

 

–Sí, claro.–entramos de vuelta a casa y nos sentamos–Qué ocurre.–

 

–He escuchado de algunos de mis hombres que estás pensando en pasar el rito de iniciación.–

 

El rito de iniciación era una práctica por la que los guerreros más jóvenes se convertían en cazadores de demonios oficialmente al alcanzar los 19 años, cosa que para mí sucedería en pocos días. Nuestras costumbres dictaban que el joven debía abandonar la aldea él solo cargando sus armas favoritas, y traer de vuelta los restos de un demonio mayor para probar su valía como cazador. En ocasiones el viaje duraba unas pocas semanas, pero lo habitual era que los jóvenes pasaran fuera un año completo. El «premio» de caza no era el objetivo principal del rito; sino que el guerrero aprendiera a valerse por su cuenta, dejando así de ser un niño para convertirse en un hombre.

 

Claro que yo no soy un hombre.

 

–No lo estoy pensando, lo decidí hace mucho.–fijé mi mirada en la suya con determinación

 

–Sé que eres una gran guerrera, pero no es necesario que te tomes tantas molestias. Preferiría que te quedaras en la aldea y…empezáramos a buscar un buen marido para ti.–

 

–No quiero un marido.–fui muy clara–No me interesa ningún hombre; yo quiero ser una cazadora de demonios y seguir con la tradición familiar.–

 

–Bueno pero para eso está tu herm-–no le dejé terminar la frase

 

–¡Kohaku es un niño!–

 

–No lo será para siempre.–se puso serio–Si realmente quieres honrar nuestras tradiciones harás lo que se te pide.–

 

–¿Vas a obligarme a vivir ese tipo de vida? ¿Aunque Kirara me reconoce como su ama? ¿Aunque manejo mi hiraikotsu mejor que tú cuando tenías mi edad? ¿En serio, padre?–

 

–Esa es mi voluntad, Sango.–

 

–Pues yo también tengo la mía.–me levanté–Saldré el día de mi cumpleaños.–

 

–Sango, espera…–

 

Pero yo ya me había ido.

 

Aquella noche Kohaku vino a preguntarme si podía dormir conmigo en mitad de la noche. Parece que no soy la única con pesadillas después de todo.

 

–Ven.–le dejé un espacio en mi futón, y Kirara no tardó en unírsenos

 

–Te he oído discutir con padre.–aquello me pilló desprevenida

 

–Ya sabes como es.–le resté importancia–No pasa nada.–

 

–Yo creo que podrías hacerle cambiar de idea.–

 

–¿Mm?–

 

–Si traes un premio de caza…lo suficientemente impresionante.–

 

–No sé si existe algo tan grande como para impresionar a nuestro padre, él ha peleado con cientos de demonios, lo sabes.–

 

–Pero si existe tú eres la que podría traer su cabeza.–lo dijo muy convencido

 

–¿Lo piensas de verdad o lo dices para que te siga dejando quedarte aquí cuando tienes miedo?–bromeé

 

–¡Lo pienso de verdad! Tú eres mejor que padre. Tienes que dirigir la aldea cuando él no esté, no hay nadie mejor.–

 

–¿Y si cuando seas mayor…quieres ser cazademonios y liderar la aldea tú mismo?–

 

Yo me había planteado aquel escenario en mi mente, y aunque sabía quién era mi hermano ahora…había escuchado incontables historias de lo que el «deseo de poder» les había hecho a los hombres más nobles del continente.

 

–¡Entonces la lideraríamos juntos!–pero él me miró con una sonrisa de oreja a oreja

 

Y deseé que todos los hombres a mi alrededor fueran un poco más como él.

 

Cuando llegó mi cumpleaños, el único regalo que recibí fue un kimono de material fino cuyo objetivo sabía que era causarle buena impresión a una casamentera, por lo que no lo acepté. Mi padre y yo volvimos a discutir y yo acabé recogiendo mis cosas y escabulléndose en mitad de la noche para emprender mi viaje, aunque fuera sin su bendición.

 

–Hermana.–Kohaku me sorprendió cuando ya estaba prácticamente en la puerta

 

–Dile a padre que lo siento, pero esto es lo que tengo que hacer.–le pedí

 

–Lo sé.–asintió–Buena suerte.–

 

Compartimos un último abrazo y…me marché.

 

Viajé a lomos de Kirara durante día y medio sin tener un objetivo claro. La rabia contra mi padre aún burbujeaba en mi interior cuando salí, pero con el paso de las horas mi mente había empezado a aclararse.

 

Yo tenía conocimientos básicos de dónde vivían los demonios más poderosos aunque nunca hubiera visto esos lugares, pero estaba sola y esta era mi primera vez tan lejos de la aldea. Necesitaba prepararme.

 

Finalmente me detuve en una ciudad lo suficientemente grande como para estar segura de que habría al menos media docena de demonios atormentándola. No hay nada de malo en aceptar misiones pequeñas para ganar algo de dinero y poder permitirme seguir viajando, ¿no?

 

–Vaya, pero mira quién está aquí.–

 

Me di la vuelta al instante al escuchar esa voz.

 

–...eres aquel monje.–

 

–Oh, te acuerdas de mí.–puso su mano en mi hombro, pero la aparté al instante–Sango, ¿verdad?–

 

–Sí.–

 

–¿Habéis venido a ocuparos del demonio de la casa de té?–



–Solo estoy de paso. Si me disculpas.–empecé a caminar

 

–Ah, qué lástima… Es un poco fuerte para mí y me vendría bien la ayuda… Y la señora que lleva el negocio me ha ofrecido una buena recompensa…–

 

Me detuve en seco.

 

–Te sigo.–

 

–¡Genial!–empezó a caminar muy animado

 

La señora de la casa de té nos recibió muy agradecida y trató de explicarnos que su esposo llevaba un tiempo actuando de un modo extraño, pero que cuando intentaba hablar con él se mostraba esquivo, como si no fuera la misma persona. Le pedimos que nos guiara hasta él, y aunque el hombre frente a nosotros tenía una apariencia completamente humana…sentí un escalofrío recorrer mi espina dorsal cuando me miró a los ojos.

 

–Será mejor que nos deje a solas.–Miroku acompañó a la mujer a la puerta, y nos quedamos solos con su marido

 

–Ah, ella siempre exagera…No me pasa nada, solo estoy algo cansado después del trabajo…cosas de la edad.–él le restó importancia, pero Kirara retrocedió, erizando el pelo de su espalda–¿Es eso un gato?–el hombre abrió los ojos de par en par–Déjame verlo…–estiró la mano hacia Kirara y empezó a salivar, revelando unos colmillos de varios centímetros de longitud

 

–¡Kirara!–me puse en medio y detuve el mordisco de aquel demonio con mi hiraikotsu , lo que mi compañera aprovechó para adoptar su forma completa y ayudarme a reducirlo

 

Tardamos solo un par de minutos en lanzarlo al suelo e inmovilizarlo por completo.

 

–¡Lo tenemos!–canté victoria, y Miroku aprovechó para poner un sello en su frente. 



El hombre empezó a convulsionar y pronto un pequeño demonio comadreja salió a rastras de entre su ropa.

 

–Aquí estás.–lo agarré justo antes de que se fuera

 

–Gracias por ayudarme a atraparlo.–Miroku me sonrió

 

–¡Pero si tú no has hecho nada!–lo señalé

 

Hubiéramos seguido discutiendo de no ser porque el hombre comenzó a toser. Estaba un poco desorientado pero no parecía tener daños físicos, por lo que exorcizamos a la comadreja y cobramos nuestra recompensa.

 

«Es tarde, quedaros a pasar la noche aquí; es lo mínimo que podemos hacer como agradecimiento»

 

Hubiera sido una oferta genial de no ser porque acabé compartiendo una habitación con ese estúpido monje.

 

–¿No vas a dormir?–me miró mientras estiraba su futón

 

–No pienso quedarme dormida estando tú aquí.–yo me mantuve sentada en una esquina, con la espalda contra la pared y Kirara sobre mi regazo–Quién sabe lo que me harías.–

 

–Qué mala imagen tienes de mí.–se soltó el pelo y se quedó tumbado, con los brazos detrás de su cabeza de forma despreocupada–¿Y qué haces tú sola fuera de la aldea, si puede saberse? ¿Te han echado?–

 

–Claro que no.–rodé los ojos–Estoy haciendo mi rito de iniciación.–

 

–Oh, ¿y en qué consiste?–

 

Aún no sé por qué decidí hablarle de ello: tal vez porque ponerlo en palabras me ayudaría a no perder de vista mi objetivo, o tal vez porque llevaba dos días lejos de mi familia y me sentía un poco sola.

 

–Es un viaje que realizan los jóvenes guerreros cuando cumplen los 19 años, viajamos solos y nos convertirnos en adultos independientes. Aprendemos a cazar demonios por nuestra cuenta y…traemos pruebas de nuestras hazañas a casa. Aunque es algo que se reserva a los varones, así que técnicamente yo no debería estar haciendo esto.–suspiré

 

–¿Entonces tu cumpleaños fue hace poco?–fue lo único que me preguntó

 

–Hace tres días, sí.–

 

–Ya veo, buenas noches.–lo dijo con un tono suave justo antes de cerrar los ojos

 

Me mantuve despierta todo lo que pude, pero debí bajar la guardia poco antes del amanecer, porque pestañeé y ya era de día. Miroku ni siquiera estaba en la habitación, y me quedé observando su futón perfectamente doblado en una esquina durante un par de segundos.

 

–Kirara, vamos.–me levanté y recogí mis cosas, pero en cuanto estaba a punto de irme la puerta corredera se abrió de golpe y me encontré a mí misma con la cara a milímetros del pecho de Miroku

 

–¿Ya te has despertado?–sonrió

 

–Sí, ya me iba.–me alejé un paso–Tengo que seguir mi viaje.–

 

–Claro, toma.–sacó algo de la manga de su kimono

 

–¿Ah? ¿Un omamori?–me quedé observando la pequeña bolsa de color rosa con los ideogramas de «fortuna»



–¡He escrito el mensaje de dentro y lo he bendecido yo mismo! La señorita que cose las bolsas ha sido muy amable ayudándome a escoger la mejor.–lo dijo con su tono bromista habitual, y luego su expresión se volvió seria–Feliz cumpleaños.–

 

–...–

 

Aquella fue la primera vez que un hombre me hizo sonrojar.

Chapter 4: La cascada

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Cuando me desperté y sentí el olor de Kagura de forma tan débil en la habitación no me hizo falta abrir los ojos para saber que se había marchado. Por lo general yo ni siquiera invitaba a mis acompañantes de alcoba a pasar la noche conmigo después de nuestros encuentros, pero para cuando ambos estuvimos satisfechos el alba ya despuntaba y nos habíamos desplomado sobre el colchón sin decir nada. 

 

Estaba acostumbrado a que las mujeres me rogaran quedarse un poco más a mi lado, aunque yo nunca se lo permitía. Me gustaba que mis encuentros fueran breves y discretos, nunca me aferraba a la misma compañera por demasiado tiempo. Que en esta ocasión hubiera sido ella la que se había ido sin siquiera decirme nada…me desconcertaba. Puede que incluso me molestara un poco.

 

Fuera como fuere llamé al servicio para que me prepararan un baño cuanto antes, y les pedí que me dejaran a solas esta vez. Necesitaba hundirme en la bañera poco a poco y dejar que la temperatura del agua y el aroma de los aceites y las flores que flotaban en la superficie me ayudaran a relajar mis músculos agarrotados.

 

–Mhn…–exhalé mientras echaba mi cabeza hacia atrás, estirando mis brazos sobre los bordes de la bañera

 

Tal vez no había sido tan mala idea venir hasta aquí después de todo. Ni siquiera recordaba la última vez que me había tomado un momento de tranquilidad como aquel.

 

–S-señor Sesshomaru…–la voz de Jaken detrás de mí me sacó un gruñido de molestia–S-siento molestarle, pero es importante…–

 

–Eso espero.–giré la cabeza para mirarlo–Habla.–

 

–Dejé un…marcador en el nido de demonios…para cuando volviéramos y…acaba de detectar la presencia de…otro demonio mayor.–lo dijo con un hilo de voz

 

–...mierda.–me levanté, chorreando–Jaken, prepáralo todo. Nos vamos.–salí de la bañera y me cubrí con una gran tela de algodón–Voy a enseñarle a ese tipo qué pasa cuando se meten en mis asuntos.–

 

**

 

Al final Miroku y yo acabamos saliendo juntos del pueblo al mismo tiempo. Me dispuse a ignorarlo y tomé un camino poco transitado hacia el bosque con la esperanza de que nos separáramos, pero por supuesto que aún seguía detrás de mí:

 

–Me estás siguiendo, ¿o qué?–resoplé

 

–Solo vamos en la misma dirección por casualidad.–se excusó–Quiero aprovechar este tiempo que tenemos juntos hasta que los azares del destino nos separen de nuevo…–dramatizó

 

–Eres un idiota.–seguí caminando, pero me detuve al ver que Kirara se había quedado observando a un punto fijo–¿Qué pasa, Kirara?–me puse en guardia

 

–¿Un demonio?–Miroku también se aferró a su bastón

 

–Kirara, transfórmate, vamos a buscarlo.–le ordené, pero antes de que pudiera subirme sobre ella los árboles a nuestro alrededor empezaron a morir, y un gas verduzco nos rodeó–¡Cuidado, es veneno!–saqué mi máscara

 

Pero en lugar de ponérmela se la lancé a Miroku.

 

–¡Póntela, monje!–

 

–¡Pero…!–se quejó

 

–¡Yo puedo volar, te apoyaré desde el aire!–me subí sobre Kirara y despegamos de un salto– Vamos…hay que encontrar el origen del veneno…el cuerpo del demonio tiene que estar en algún lado…– pensé mientras observaba el bosque desde arriba, tratando de localizar el punto en el que los árboles comenzaban a teñirse de marrón

 

El humo no podía alcanzarme aquí arriba, pero yo ya me sentía algo mareada, por lo que mi visión no era la mejor.

 

–Vamos…–me aferré al pelo de Kirara–Tiene que estar por aquí…–lancé mi hiraikotsu al primer punto de movimiento que noté entre las hojas, pero este volvió a mí como si no hubiera golpeado nada

 

Después de unos segundos de incertidumbre, descendimos de nuevo y encontramos a Miroku con una barrera espiritual a su alrededor. No parecía tener ningún daño, por lo que supuse que el demonio tampoco le había revelado su posición.

 

–¿Lo has podido localizar?–me preguntó

 

–No.–mascullé–No se ve nada ahí arriba, tiene que estar oculto entre los árboles.–

 

–La barrera nos protegería de su cuerpo, pero el humo venenoso la traspasa.–se lamentó cuando me vio apoyarme más en Kirara–Tengo un…modo de hacerlo salir.–empezó a deshacer las cuentas que envolvían su muñeca–Pero no puedes volar ahora.–

 

–¿Ah?–yo ya estaba a punto de despegar de nuevo para huir del humo–Tengo que salir ya, me voy a desmayar.–

 

–Agárrate a mí.–lo dijo con un tono serio, y me miró a los ojos al ver que yo iba a reprochar–Solo por esta vez, obedece.–

 

Me quedé detrás de él y pensé que estaba teniendo alucinaciones por culpa del veneno cuando vi una enorme corriente de aire arrastrar todo lo que nos rodeaba hacia su mano.

 

Como si fuera…un vórtice.

 

En tan solo unos segundos un gran demonio serpiente emergió de entre los árboles; y aunque se aferró a estos tanto como pudo, la mano de Miroku acabó tragándoselo por completo. Cuando eso pasó, él cerró su puño y lo llevó hacia su pecho, jadeando por el esfuerzo. 

 

Yo tenía un millón de preguntas que hacerle, pero antes de que pudiera formularlas todo a mi alrededor se volvió negro…y caí al suelo.



**

 

–¿Mm? Hay agua cerca.–Inuyasha olisqueó el ambiente

 

Hoy habíamos salido en una de nuestras caminatas fuera del pueblo, y para variar un poco había decidido tomar una ruta distinta a lo habitual. Nos llevaría algo más de tiempo volver a casa desde aquí, pero cuando estaba con él apenas sentía las horas pasar. 

 

–Sí, hay una cascada no muy lejos de aquí. ¿Quieres verla?–ofrecí

 

–¡Claro! Es por allí, ¿no?–lo preguntó muy emocionado

 

–Sí, pero es mejor dar un rodeo, si vamos recto tendremos que escalar unas rocas bastante afiladas.–

 

–Eso no es problema.–una sonrisa altanera–Sube.–me ofreció su espalda

 

–¿Ah?–

 

–Vamos, así llegaremos antes.–

 

Me tomé un par de segundos para pensarlo, pero finalmente me aferré a la espalda de Inuyasha. El calor que desprendía era tan agradable que en otras circunstancias podría haberme quedado dormida allí. 

 

Era la primera vez que estaba en contacto tan directo con un hombre; y aunque él solo era mitad humano…he de decir que mi corazón se aceleró.

 

Tal vez si tenga uno después de todo.

 

–Agárrate fuerte.–me recomendó antes de dar el primer salto

 

Se sentía como si voláramos. No puedo ni describir la sensación de flotar por encima de todo lo demás. Superamos las rocas en cuestión de minutos y me quedé observando la cascada desde el hombro de Inuyasha como si fuera la primera vez que la veía.

 

–Waa… ¡Hay un montón de peces ahí abajo! ¡Voy a pescar uno enorme!–anunció, y dimos un último salto para quedar frente al lago

 

–Ten cuidado de no hacerte daño.–le advertí mientras bajaba al suelo–Podrías resbalar y caerte.–

 

–No te preocupes.–se empezó a quitar la parte de arriba del hakama sin ningún pudor

 

Y yo tomé las prendas para doblarlas como tantas veces había visto hacer a las esposas cuando sus maridos se descubrían el pecho para trabajar los campos durante el verano.

 

Me senté junto a la orilla y me quité los zapatos para poder mojar los pies mientras observaba a Inuyasha poner todo su esfuerzo en atrapar a uno de esos escurridizos peces. Yo misma había cazado varios con mis flechas la última vez que vine, pero se sentía bien que alguien más se ocupara de todo y poder relajarme por una vez.

 

–¡Mira, Kikyo!–Inuyasha me mostró orgulloso su botín mientras sostenía un pez con cada mano

 

–Haré una hoguera entonces.–me levanté y empecé a reunir madera y hierbas secas

 

Pusimos el pescado a asar y estuvimos charlando junto a la hoguera durante un buen rato mientras comíamos. Nunca se nos terminaban los temas de conversación, era como si el concepto de los silencios incómodos no existiera entre nosotros.

 

Y entonces…Inuyasha propuso algo:

 

–¿Quieres que vayamos hasta la cascada?–

 

–El agua es profunda, habría que nadar.–

 

–¿No sabes?–ladeó la cabeza

 

–Sí que sé.–sonreí al ver que ni siquiera se había planteado que yo no podía simplemente desnudarme delante de un hombre

 

Aunque supongo que él ya lo había visto todo aquel día en el estanque termal.

 

–¡Vamos, solo para verla de cerca! ¿Y si hay una cueva mágica justo detrás de la cascada y nos la estamos perdiendo?–insistió

 

–No hay ninguna cueva mágica, bobo.–me levanté y removí algo de tierra con mis pies para lanzarla sobre las últimas brasas que quedaban encendidas–Está bien, si tienes tantas ganas de que vayamos…–empecé a desabrocharme el traje y él se quedó observándome atentamente hasta que el pudor se adueñó de él y apartó la mirada

 

Yo sabía que ambos teníamos la misma edad, por lo que Inuyasha era prácticamente un infante en términos de esperanza de vida demoníaca, pero nunca le había preguntado si había tenido la oportunidad de…conocer mujeres.

 

Probablemente él ya había yacido con varias, y tal vez algunas de ellas fueran demonias con atributos con los que yo jamás podría soñar. De hecho lo más probable era que una humana como yo ni siquiera le resultara atractiva. 

 

Aunque eso no debería importarme, ¿verdad?

 

–Venga, vamos.–me dejé puesto el kimono interior, que aunque me cubría todo el cuerpo era de una tela bastante fina, por lo que el agua no tardaría en hacer que se pegara a mi cuerpo de un modo inapropiado

 

De perdidos al río, supongo.

 

Inuyasha me ofreció su mano para ayudarme a caminar entre las rocas hasta que el agua se hizo tan profunda que ya no podíamos tocar el fondo. Luego comenzamos a nadar hacia la cascada: el sonido del agua rompiendo contra la superficie del lago era ensordecedor, pero el pequeño arcoiris que se formaba junto a la caída del agua era realmente hermoso. 

 

–¡Voy a ver qué hay detrás!–Inuyasha se adelantó, y de haber sido humano me hubiera preocupado de que la presión del agua lo aplastara, pero solo volvió nadando hacia mí como un perrito mojado–¡No hay nada!–lo dijo con mucha lástima, y tosió un par de veces

 

–¡Ya te lo había dicho!–

 

Él hizo un puchero, y no pude evitar alzar mi mano para acariciar su mejilla 

 

–¿Mm?–

 

Y juraría que incluso el sonido de la cascada se detuvo cuando lo besé.

 

–Mhn…–Inuyasha me atrajo un poco más hacia él y sentí sus dedos enredándose en mi cabello

 

Su lengua se abrió paso en mi boca de un momento a otro y sentí que ya no podía mantenerme a flote por mi cuenta, por lo que rodeé su cuello con mis brazos y seguí besándole, disfrutando de la calidez de su cuerpo contra el mío. La cabeza me daba vueltas, pero no quería que aquel momento terminara nunca, porque en cuanto nos separáramos volveríamos a ser una sacerdotisa y un demonio…y eso simplemente no podía ser.

 

–Kikyo…–murmuró sobre mis labios 

 

Una descarga de excitación recorrió todo mi cuerpo…y la perla comenzó a brillar en mi pecho.

 

–...–empujé a Inuyasha rápidamente y nadé hacia atrás hasta que el brillo se detuvo

 

Los dos nos quedamos mirándonos en silencio durante unos segundos sin saber qué hacer o qué decir.

 

–Volvamos.–dije finalmente, y salí del agua sintiéndome completamente abatida

 

Saqué la perla de mi escote y me horroricé al ver que su color se había vuelto opaco. Nunca la había visto así; ni siquiera cuando la tomé por primera vez. ¿Mi avaricia había sido tan grande que habían provocado esto? ¿Mi…deseo carnal?

 

–Lo siento.–Inuyasha se quedó detrás de mí, pero no se atrevió a tocarme

 

–He sido yo la que te ha besado. La culpa es mía.–murmuré

 

–Pero yo llevo tiempo queriendo besarte a ti.–

 

–¿Ah?–me di la vuelta para mirarlo

 

A juzgar por el tono del que se tornaron sus mejillas, había subestimado cuánto iba a transparentarse la tela mojada.

 

–Llevo queriendo besarte desde… ¡no sé ni desde cuando!–miró hacia otro lado–Pero no quería…mm…ponerte en un compromiso. Sé que…no puedes.–

 

Oírlo de sus labios era aún peor que la voz en mi cabeza.

 

–No puedo, es cierto.–suspiré–Cuando me convertí en sacerdotisa renuncié a todos los deseos de una mujer de a pie.–sopesé mis opciones durante un par de segundos–Es mejor que las cosas se queden así.–

 

–...–era obvio que quería decir algo más, pero se contuvo

 

–Vamos, se hará tarde.–tomé mi ropa y me oculté entre las rocas como excusa para cambiarme

 

Pero en realidad no quería que me viera llorar.

Notes:

La escena de Sesshomaru en la bañera era total y absolutamente necesaria para la trama.

Chapter 5: El abismo encarnado

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Sentí el olor putrefacto de aquel demonio desconocido mucho antes de que Jaken y yo llegáramos al nido. Estaba deseando ver su cara de terror cuando me viera aparecer frente a él. Cuando supiera en el lío en el que acababa de meterse por tocar lo que me pertenece.

 

–Tú debes ser Sesshomaru.–pero aquel tipo cubierto con la piel de un babuino blanco me recibió con una calma absoluta, sentado en la rama de un árbol–Eres la viva imagen de tu padre.–

 

No le dejé seguir hablando; simplemente utilicé mi látigo envenenado para cortar el tronco del árbol, lo que le obligó a aterrizar frente a mí.

 

–Yo ya había reclamado este lugar y a estas crías. Sal de mi territorio y dejaré que sigas vivo.–le advertí

 

–¿Tu territorio?–soltó una pequeña carcajada y nubes oscuras empezaron a extenderse a nuestro alrededor–Siento decirte que este asentamiento es mío. Todos los clanes que acuden aquí para dejar a su descendencia me rinden pleitesía desde hace décadas.–

 

–Y quién se supone que eres tú exactamente.–lo cuestioné

 

–Naraku. El abismo encarnado.–

 

–Nunca he oído hablar de ti.–

 

–Mis hazañas se extienden más allá de tu triste territorio. Puede que al joven heredero le cueste procesar esta información, pero el mundo no gira a tu alrededor.–

 

No me dejé afectar por sus provocaciones, eso era lo que él quería.

 

–¿Entonces solo tengo que matarte para reclamar como mías todas esas tierras que dices tener?–lo pregunté con frialdad

 

–Inténtalo.–

 

Jaken se puso a cubierto y Naraku y yo comenzamos a pelear. El primer impacto entre nuestros cuerpos, que acabó con ambos inmovilizándonos mutuamente, me trajo recuerdos de mis batallas de épocas pasadas, esas en las que mi magia aún era débil y todas las peleas se resolvían con los puños. 

 

Pero ahora esto no eran más que preliminares para mí; un modo de evaluar la fuerza y la estrategia de mi enemigo antes de pasar a mayores. Y a juzgar por el gran poder espiritual que sentía emanar del cuerpo de Naraku…él también me estaba probando. 

 

–Nada mal, Sesshomaru…–desde esta distancia podía ver su boca por debajo de la máscara–Se te da mejor de lo que esperaba.–

 

–No puedo decir lo mismo de ti.–utilicé mis garras venenosas para empezar a disolver aquella piel de babuino–Si vas a enfrentarme al menos hazlo con tu rostro real.–

 

Aquella capa se desvaneció entre mis manos, y me encontré frente a un demonio con un aspecto mucho más humano de lo que había predecido. Puede que tuviera uno de esos dones de posesión de cuerpos, o quizá de transformación, pero lo que estaba claro era que esa no era su forma original.

 

–Odio a los tipos como tú.–lo solté antes de que mis garras siguieran derritiendo el resto de su ropa, aunque el cuello de su kimono había desaparecido por completo, dejando su pecho al descubierto–Demonios que se visten con piel de humano, como si esa forma fuera más digna que la nuestra.–desenvainé mi espada–Voy a acabar contigo antes de que sigas avergonzándonos a todos.–le mostré mis colmillos



–Oh, ¿es esa la famosa espada que mandaste hacer con el colmillo del Rey Dragón del sur?–él ni siquiera se inmutó

 

–Estás bien informado.–

 

–Una lástima que tú no lo estés.–sacó su propia espada–Porque esta hoja será tu perdición.–

 

Un choque de espadas, y todo el bosque a nuestro alrededor tembló. Algunas de las crías de demonio salieron de sus cuevas para observar la batalla, pero ninguna se entrometió. Tal parece que esa lealtad de la que Naraku hablaba no era más que un farol. Esta zona aún estaba por conquistar.

 

E iba a ser mía.

 

–¿Q-qué está pasando?–lo que sí que nos interrumpió fue una pequeña voz humana emergiendo entre las criaturas

 

Era la misma muchacha a la que vimos alimentar a los demonios la última vez que vinimos. Ambos la ignoramos y seguimos peleando; si era tan estúpida como para meterse en medio del fuego cruzado yo no iba a preocuparme por su triste vida. 

 

–¿Eso es todo lo que tienes, Naraku?–le pregunté, presionando el filo de mi espada contra la suya–Tal vez esas hazañas de las que hablas no sean tan impresionantes después de todo.–

 

–Y tú tampoco eres ni la mitad de impresionante de lo que era tu padre a tu edad.–se burló de mí, y conseguí acertar una estocada directa a su abdomen–Mhn…–la sonrisa que se asomó en sus labios me dejó claro que acababa de cometer un error–Tan ingenuo…–soltó su espada y puso ambas manos en el filo de la mía, sin importarle que sus palmas se cortaran cuando hice presión para clavarla aún más en su estómago

 

No sabía qué estaba planeando, así que me mantuve alerta pero…todo su cuerpo desapareció frente a mis ojos en un instante, transformándose en cientos de arañas del tamaño de una uña. Miré a ambos lados enfurecido; la idea de que aquel infraser tuviera mi espada me daba náuseas, aunque estuviera clavada en sus entrañas. 

 

–Aquí, Sesshomaru.–su olor volvió a aparecer, y para mi sorpresa estaba junto a la humana–He hecho una nueva amiga.–la tomó del cuello–Me vas a ser muy útil.–

 

–¡Suéltame!–ella pataleó, aunque no servía de nada resistirse

 

–Deja de hacer el ridículo, Naraku.–aparecí frente a ellos–Estás sangrando y demasiado débil como para seguir luchando. Devuélveme mi espada y ríndete.–le advertí

 

–Ah, no. Tengo una idea mejor de qué hacer con tu bonita espada.–Naraku sonrió–Y esta señorita me va a ayudar.–una luz cegadora los envolvió a ambos, y retrocedí para cubrirme

 

Pero cuando el destello cesó el único rastro de mi espada que quedaba era el reguero de sangre que brotaba del abdomen de Naraku.

 

–Dónde está.–di un paso al frente

 

–Aquí.–balanceó a la humana, que había perdido el conocimiento

 

–...–lo agarré del cuello, a sabiendas de que a estas alturas no podía resistirse–Deshazlo.–

 

–Lo siento, pero «estoy muy débil como para hacer eso».–imitó mi tono de voz, y apreté mis uñas sobre su yugular–Mátame y no volverás a ver tu espada.–sonrió–Oh, y por cierto…aplica lo mismo para la humana. Y ya sabes lo frágiles que son.–su cuerpo volvió a deshacerse en cientos de pequeñas arañas, y tuve que agarrar a la humana para que no se diera de cabeza contra el suelo al caer

 

–¡Señor Sesshomaru! ¿Está bien?–Jaken corrió a reunirse conmigo

 

Me quedé observando el rostro inconsciente de la humana durante unos segundos, tratando de procesar todo lo que acababa de suceder e ignorando la verborrea de Jaken.

 

No tenía ni idea de qué tipo de truco había utilizado Naraku para hacer esto, o de si siquiera me había dicho la verdad. Tal vez él tuviera mi espada y la humana no fuera más que una distracción. 

 

Solo había un modo de comprobarlo. 

 

–Mm…–dejé a la humana en el suelo y posé mi mano en su pecho en un intento por sentir la energía espiritual de mi espada dentro de ella

 

Cerré los ojos y esperé.

 

Una pulsación.

 

–Jaken, en marcha.–

 

Eso era todo lo que necesitaba saber.

 

**

 

–Mm…–desperté con Kirara lamiéndome la mejilla, y me di cuenta de que ya era de noche–¿Ah?–me incorporé rápidamente 

 

–Estás a salvo.–Miroku, que había encendido una hoguera, me tranquilizó–Solo te desmayaste por el veneno.–

 

–...–miré alrededor, estábamos en una parte completamente distinta del bosque–¿Tú me has traído a cuestas hasta aquí?–me abracé a mí misma por instinto–Qué horror.–

 

–Ni te he tocado; te subí a la espalda de Kirara para que ella te llevara. Y ya solo con eso me estaba gruñendo como si me fuera a arrancar un brazo a cualquier movimiento sospechoso que hiciera.–rodó los ojos–Te repito que te deshagas de esa imagen rara que te has hecho de mí. No me interesan las damiselas inconscientes.–

 

–Claro, las prefieres tras los baños a medianoche.–

 

–Tú te quedaste a mirar.–me miró a los ojos–¿Tienes curiosidad?–

 

–Eres un cerdo.–sentí mis mejillas arder–Qué clase de monje hace ese tipo de cosas.–

 

–Uno que tiene los días contados.–su respuesta me pilló desprevenida

 

–¿Ah?–

 

–Lo viste, ¿no? El vórtice.–

 

–...–todos los recuerdos de la pelea me vinieron de golpe–Quería preguntarte sobre eso, sí.–

 

–Es una maldición. Un demonio mayor se la impuso a mi abuelo, mi padre lo heredó después de su muerte…y ahora me toca a mí.–se quedó observando la hoguera, casi ausente–El agujero se hará más y más grande, hasta que finalmente me absorba por completo. Y cuando eso pase lo único que quedará de mi vida será un enorme agujero en el suelo…y nada más.–

 

–¿No hay modo de deshacer la maldición?–

 

–Matando al demonio, claro.–suspiró–Pero es muy poderoso, mi abuelo y mi padre lo intentaron y no lo consiguieron, así que yo no estoy seguro de poder hacerlo. Por eso quiero aprovechar la vida al máximo. Por si acaso.–

 

–¿Sabes dónde encontrar a ese demonio?–

 

–Tengo una idea, sí.–

 

–...–lo pensé durante un par de segundos–Has dicho que era un demonio mayor.–

 

–Sí, su nombre es…Naraku.–

 

–Entonces ese tal Naraku probablemente llevará generaciones atormentando a todo tipo de humanos.–

 

–Aha.–

 

–Y es muy poderoso.–

 

–Exacto.–

 

–Voy a ayudarte, monje.–

 

–¡¿Aah?!–

 

Trofeo a la vista.

 

**

 

Kikyo se encerró en casa durante tres días después de nuestro encuentro en la cascada, y aunque intenté colarme para verla Kaede me dijo que estaba muy ocupada meditando y que no debía molestarla.

 

Cuando por fin la vi salir de la cabaña había demasiados aldeanos caminando por el pueblo como para que pudiera ir a hablar con ella sin que me vieran. Y me pregunté si había escogido esa hora a propósito. 

 

Lo peor de todo era que yo no había dejado de pensar en el beso. Que conocía y entendía las razones de Kikyo para querer que las cosas se quedaran en pausa entre nosotros. Y que aún así me moría de ganas por volver a sentir la calidez de sus labios.

 

–Mhn…Kikyo…–me desperté con un gruñido

 

Era la tercera noche que soñaba que la hacía mía. Que rasgaba su ropa y que la tomaba en mitad del bosque, donde nadie podía vernos. O junto a la cascada donde nos besamos, con el agua salpicando por todos lados. O en su cabaña, ahogando mis gemidos en su cuello para no despertar a nadie.

 

Bajé del árbol en el que estaba durmiendo y caminé hasta el riachuelo más cercano para mojarme la cara y (con suerte) enfriarme las ideas. Pero lo que llegó hasta mí fue un olor muerte y podredumbre que había experimentado muy pocas veces en mi vida.

 

…mezclado con un aroma muy familiar .

 

Corrí río arriba para llegar a la fuente del olor, pero me di de bruces contra la barrera espiritual de Kikyo. Maldije para mis adentros y volví a bajar hasta el pueblo; sabía que era de madrugada y que no podía molestarla pero…tenía un mal presentimiento. 

 

Me colé por la ventana de la cabaña y avancé con pasos ligeros hasta el futón de Kikyo, intentando ignorar lo mucho que esta escena se parecía a la de mi sueño. No había tiempo para pensar en eso.

 

–Kikyo…–murmuré, y la moví ligeramente con mis manos

 

–...–se despertó de un sobresalto–...qué haces aquí.–me miró con desaprobación–Inuyasha no puedes hacer este tipo de c-–le tapé la boca antes de que siguiera hablando

 

Mierda, esto también se parece.

 

–Necesito que vengas conmigo. Hay…hay algo ahí fuera.–

 

–¿Mm?–apartó mi mano de su boca–¿A qué te refieres?–

 

–Subiendo por el arroyo. No sé si…es un cadáver o…algo que está a punto de serlo. Pero su olor es muy extraño.–

 

–...–se quedó en silencio un par de segundos–Puedo sentirlo.–me miró a los ojos

 

–¿Entonces es un demonio?–si su respuesta era afirmativa yo estaba bastante seguro de quién se trataba, y que estuviera aquí no eran buenas noticias

 

–No…estoy muy segura.–se levantó y tomó su arco–Vamos.–

 

Salimos juntos de la cabaña y caminamos hasta el punto en el que yo me había quedado; Kikyo deshizo la barrera y continuamos montaña arriba. 

 

No tardamos en encontrar a un joven humano en medio de un charco de sangre.

 

–Dioses…–Kikyo se inclinó a su lado y le dio la vuelta, revelando una herida profunda en su abdomen–Le han apuñalado y…también tiene heridas con rastros de veneno.–se inclinó sobre su rostro–Pero aún respira.–me miró–Ayúdame a llevarlo hasta la aldea.–

 

–Claro.–lo cargué en mi espalda con cuidado, ahora no tenía ninguna duda

 

–Qué pasa.–Kikyo me miró

 

–Ha sido mi hermano.–

 

–¿Ahh?–

 

–Creo que…por eso este humano tiene un olor extraño. Mi hermano utiliza…técnicas con veneno. Probablemente está pudriéndose por dentro.–

 

–¿Estás seguro de que no ha sido otro demonio?–

 

–Estoy seguro. Sus heridas huelen a él.–asentí

 

Yo le había hablado muy por encima sobre Sesshomaru y el hecho de que él era un demonio completo a diferencia de mí, pero probablemente esa era la primera vez que ella veía lo mucho que me afectaba su maldita existencia.

 

Como si no tuviera suficientes cosas encima.

Chapter 6: Vientos de cambio

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No soy ningún idiota, yo sabía que no había modo de que venciera a Sesshomaru en una pelea justa. Había escuchado mil y un historias sobre lo sangrientas que se volvían sus batallas, y lo frío y calculador que podía llegar a ser. La mayoría de demonios que habían sido testigos de su poder coincidían en que este era incluso mayor que el del propio Inu no Taisho a su edad. 

 

Es por eso que había empezado a prepararme para nuestra batalla mucho antes de nuestro inminente encuentro; reuniendo nuevos aliados y perfeccionando el uso de mis poderes para que todo estuviera a mi favor llegado el momento. Claro que no esperaba que Sesshomaru viniera en persona para reclamar el nido de demonios. Ni siquiera envió a un demonio menor que estuviera a su servicio para acabar conmigo. Apareció frente a mí y me atacó como si lleváramos 200 años en guerra.

 

Así que tomé la mejor oportunidad que tendría para debilitarlo, y sacrifiqué un poco de sangre con tal de sellar su espada en el primer recipiente que pude encontrar, que convenientemente resultó ser una humana. Podría haber utilizado a una de las crías de demonio, pero la posibilidad de que con el tiempo aprendieran a canalizar la energía de la espada y se convirtieran en un enemigo más era demasiado grande como para ignorarla.

 

–Mhn…–me desperté adolorido, lo último que recordaba era haber caído entre unos arbustos después de haberme transportado todo lo lejos que pude de la batalla

 

Pero no estaba tumbado en mitad del bosque.

 

Sino en una cabaña humana.

 

–¿Ah…?–traté de incorporarme, pero una voz femenina me detuvo

 

–Descansa, estás a salvo.–una mujer se sentó a mi lado–¿Quieres un poco de agua?–asentí y sostuvo mi cabeza para que pudiera beber

 

Por sus ropajes era evidente que se trataba de una sacerdotisa, y el poder espiritual que manaba de ella era…magnífico. Como si hubiera estado viva durante cientos de años para perfeccionarlo. De hecho, algo en su mirada me trajo recuerdos de cuando yo aún era humano.

 

No, no nací siendo demonio, pero vendí mi alma hace tantos años que lo único humano que quedaba de mí eran los cuerpos que necesitaba para residir. Claro que estos no eran para siempre; la carne humana se pudre con el tiempo sin importar la cantidad de poder que le infusiones.

 

Supongo que en esta ocasión mi «humanidad» jugaba a mi favor. Los humanos por lo general no podían distinguir que yo no era como ellos, ni siquiera los más entrenados. Y para los demonios…bueno, yo les parecía un cadáver viviente, pero al menos no un ser humano.

 

–Gracias…–murmuré

 

–Soy Kikyo.–volvió a apoyar mi cabeza en el futón con cuidado

 

No tardé en quedarme dormido de nuevo por la fiebre que me había provocado la infección, pero…en ese fugaz instante en el que la tela de su kimono se separó lo suficiente de su pecho…me pareció ver un destello.

 

**

 

«Ya está otra vez…»

 

«Si sigue así uno de estos días hará que los demonios invadan la aldea»

 

«¿Por qué permiten que se quede aquí?»

 

Yo ya estaba acostumbrada a que los vecinos de la aldea murmuraran ese tipo de cosas a mi paso, pero mentiría si dijera que podía ignorarlas por completo. Al parecer mi madre había sido una mujer muy querida en este pueblo; era tan hermosa como amable y tenía una de esas personalidades enérgicas que iluminaban todo a su alrededor. Por desgracia cayó gravemente enferma durante su embarazo y…nunca se recuperó. Murió cuando yo tenía solo un par de meses, y todos los aldeanos (incluido mi padre) dieron por hecho que yo había sido la causa, ya que ella nunca había tenido problemas de salud antes.

 

Me di cuenta muy rápido de que el resto de niños de mi edad no querían que me uniera a sus juegos, y que a los adultos tampoco les gustaba mi presencia cerca de sus casas o sus tiendas. Empezaron a especular que un demonio debió engañar a mi madre haciéndose pasar por mi padre y que yo ni siquiera era humana. Solo una maldición que tarde o temprano se cerniría sobre el pueblo.

 

Mi única salida era el bosque. Al principio jugaba conmigo misma; construía castillos con rocas y ramas y me inventaba un sin fin de aventuras…pero un día encontré el sistema de cuevas. Y a los demonios que lo habitaban. La primera vez que los vi me oculté muerta de miedo, pero ellos no me atacaron. Solo se quedaron observándome desde lejos, tan aterrados como yo misma.

 

En aquel momento yo no lo sabía, pero ellos eran niños igual que yo. Aún no sabían nada sobre la enemistad entre nuestros mundos, y yo lo único que les generaba era curiosidad. Con el tiempo se convirtieron en mis compañeros de juegos, y aunque cuando alcanzaban la madurez dejaban el nido y no volvía a verlos más, cada año aparecían nuevas crías en primavera. Nunca llegué a ver a los padres de aquellas criaturas; por lo que siempre imaginé que venían durante la noche, cuando yo regresaba a dormir a la aldea. 

 

Los años pasaron y dejé de ser una niña, por lo que ahora tenía responsabilidades más allá de jugar todo el día. Mi padre fue muy claro con que tenía que empezar a ayudarle con su trabajo; él se dedicaba a curtir pieles para los comerciantes que las vendían en la ciudad. Y por supuesto el trabajo ideal para la «niña demonio» era el que nadie más querría hacer: degollar a los animales y manipular los cadáveres. Empecé a crear mis propios «rituales»; agradeciendo el sacrificio de cada vida que tomaba antes de hacerlo, y asegurándome de que nada se desperdiciara. La carne se utilizaba para alimentar al pueblo, y yo guardaba las vísceras que no eran aptas para el consumo humano en bolsas pequeñas y se las entregaba a las crías de demonios cada vez que iba a visitarlas.

 

No me molestaba el trabajo duro, pero es cierto que a veces me encontraba soñando despierta con ser algo más. Me imaginaba todos los tipos de vida que podría haber tenido: ser una princesa con kimonos de seda que duerme en una cama mullida de un castillo gigantesco, una sacerdotisa que bendice todo a su paso y viaja por todo el mundo viviendo aventuras, o una partera que se mancha las manos de sangre para traer vidas a este mundo en lugar de para quitarlas.

 

También me preguntaba cómo sería tener una familia que me quisiera…o amigos con los que hablar. Ninguno de los demonios que vivían en el nido tenía ese don, pero había escuchado infinitas historias sobre aquellos que apenas podían distinguirse de nosotros, que vivían cientos de años y tenían poderes más allá de la imaginación humana.

 

Claro que nada podía haberme preparado para ver a dos fuerzas de la naturaleza enfrentarse justo frente al sistema de cuevas, golpeándose con tal poder que hasta los árboles más robustos se partían por la mitad como si fueran briznas de hierba. Cuando me di cuenta de lo que estaba pasando no pude hacer más que observar desde la distancia; pues huir parecía casi tan peligroso como entrometerse. 

 

Ni siquiera noté la presencia de aquel demonio junto a mí hasta que ya fue demasiado tarde. En el momento en el que me tomó del cuello tuve claro que iba a morir aquel día y que no había nada que yo pudiera hacer para evitarlo. Que todas esas advertencias de los aldeanos sobre mí se habían hecho realidad y que mi pequeña amistad con los demonios me había hecho caer en desgracia por fin.

 

Y me sentí tan…impotente.

 

–¡Suéltame!–grité y pataleé cuanto pude, pero empecé a notar que me faltaba el aire

 

«Ah, no. Tengo una idea mejor de qué hacer con tu bonita espada»

 

«Y esta señorita me va a ayudar»

 

Ni siquiera entendí el significado de sus palabras, pero un inmenso dolor empezó a irradiar desde mi cuello, allí donde el demonio había posado su mano, y no tardó en extenderse por todo mi cuerpo. 

 

Entonces llegó esa inmensa luz…y perdí el conocimiento.

 

–Mhn…–lo primero que vi al abrir los ojos fue al demonio con pelo blanco inclinado sobre mí, mirándome como si hubiera estado esperando impaciente a que me despertara–¿Ah…?–

 

Lo más sensato en aquel momento hubiera sido temer por mi vida, tal vez gritar o incluso salir corriendo, pero yo aún me encontraba en medio de aquel estado entre el sueño y la vigilia y…solo me quedé observando su rostro

 

Era…realmente hermoso. Tal como contaban las historias, de no ser porque sus orejas afiladas y el color de su pelo lo delataban, hubiera pensado que era un ser humano. Tal vez un noble de una tierra lejana o…

 

–Humana.–ya había escuchado su voz durante la pelea, pero aún así me sorprendió lo profunda que era

 

–Soy Rin…–alcancé a decir

 

–Rin.–repitió, y sentí la palabra reverberar por todo mi cuerpo–Vuelve a tu aldea. Y no salgas de ahí.–

 

–¿Ah?–

 

–¿Lo has entendido o tengo que repetirlo de nuevo?–parecía molesto

 

–Lo he entendido.–me incorporé

 

Ya no sentía ningún dolor, y mi cuerpo no parecía haber cambiado, pero…

 

–¿Qué me ha…pasado?–me atreví a preguntar

 

–Mi espada reside dentro de tu cuerpo. Al menos por ahora.–

 

–...–

 

–Por eso necesito que te mantengas en un mismo lugar mientras averiguo cómo recuperarla.–

 

Algo me dijo que eso de «recuperar su espada» no implicaba asegurar el bienestar de la humana que la tenía dentro. Pero tampoco es que pudiera reprochar a…

 

Sesshomaru.

 

Así lo había llamado el otro demonio, ¿verdad? 

 

–Vete antes de que anochezca.–hizo un gesto con su mano 

 

–¡Eso, el señor Sesshomaru y yo tenemos mucho que hacer ahora!–el pequeño demonio verde que lo acompañaba me gritó

 

Les hice una reverencia a ambos y volví a casa por el camino de siempre, pero no podía deshacerme de esa horrible sensación de incertidumbre en la boca del estómago. 

 

Me quité toda la ropa nada más llegar a casa y observé mi cuerpo con cuidado, pero aparte de los moratones en mi cuello no encontré ninguna marca que no estuviera antes ahí. Tal vez nunca hubo ninguna espada dentro de mí, tal vez esos dos demonios no eran más que esos tanukis de los que los ancianos hablaban de vez en cuando. Me habían gastado una broma. Ningún demonio mayor me hubiera dejado huir con vida de allí. 

 

Tenía que ser eso.



**

 

Los fuertes vientos de primavera hicieron que mi viaje de regreso a casa fuera mucho más corto que a la ida. Aterricé frente al enorme castillo humano que habíamos convertido en nuestra base y crucé las enormes puertas de madera sin saludar a los guardias que las custodiaban.

 

–Estás de vuelta, Kagura.–Kanna, una de las únicas personas en unirse a nuestro grupo antes que yo, me recibió en los jardines–¿Cómo fue la misión?–

 

–Sin mucha novedad, los demonios de esas zonas tienen otros intereses.–mentí–¿Y Naraku?–

 

–No está.–

 

–¿Ah?–era raro que él abandonara el palacio por tanto tiempo

 

Para eso estábamos nosotros.

 

–Ha ido a uno de los nidos de demonios, tampoco me ha dado más detalles.–

 

–...ya veo.–

 

Recorrí los interminables pasillos hasta llegar a mi habitación; que estaba en la parte trasera del castillo y apenas tenía luz natural porque las puertas correderas daban a una pared de piedra. Al parecer los humanos construían así sus edificios importantes para que fueran más fáciles de defender, pero a mí me parecía poco menos que una cárcel.

 

Supongo que en cierto modo lo era. Mi pequeña aventura al castillo de las nubes había sido muy divertida…en más de un sentido. Me reí al pensar en la cara que debió haber puesto Sesshomaru, ese gran guerrero del que Naraku no paraba de hablar como uno de sus principales rivales, al ver que me había ido sin siquiera despedirme de él.

 

No os equivoqueis, yo no había planeado ir a esa fiesta como una gran estrategia para meterme en la cama del enemigo y sacarle algún tipo de información. Naraku me había pedido que viajara en busca de aliados, no que me emborrachara y me acostara con el primer demonio guapo que viera. Yo llevaba varios días viajando, me encontré con un demonio de dos cabezas que me habló maravillas de aquella fiesta y…bueno, eso de ir a un castillo en mitad del cielo no sonaba nada mal. 

 

Bebí y me evadí de la realidad hasta que vi aparecer al macho más impresionante que había visto en toda mi vida. Era incluso más alto que Naraku y tenía esa cara de imbécil altanero y orgulloso que tanto me gusta. Yo sabía que tener cualquier acercamiento con él sería estúpido por mi parte: si Naraku se enterara de que lo había conocido (profundamente, además) me enviaría a alguna estúpida misión de espionaje para él, y yo ya estaba cansada de arriesgar mi vida para que él consiguiera otro trozo de tierra. 

 

Pero cuando me acorraló contra aquella pared...simplemente no pude parar. Cada palabra que salió de su boca, cada arañazo en mi cuerpo… 

 

Me tumbé haciendo una estrella en el suelo de mi habitación y repetí todas las interacciones en mi mente una y otra vez. Quería exprimir aquella pequeña fantasía al máximo antes de que la rutina dentro de esos muros me ahogara de nuevo.

 

Claro que cuando pasaron dos…tres…cuatro días…y Naraku no volvió…

 

Me pregunté si las cosas estaban a punto de cambiar para siempre.

Chapter 7: Un amor pasional

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Dejé que Jaken se ocupara de adoctrinar a las crías de demonio y yo seguí a la humana para asegurarme de que cumplía mis órdenes y volvía a la aldea sin dar rodeos estúpidos o ponerse en peligro de nuevo. Ningún otro humano interaccionó con ella cuando llegó, aunque aún era temprano y la mayoría deambulaban por la aldea aprovechando las últimas horas de luz. La casa de Rin resultó ser una de las cabañas destartaladas que estaban cerca de los límites de la villa, y me posicioné de tal forma que pudiera ver lo que sucedía dentro a través de la ventana. Estaba demasiado lejos como para que ella pudiera darse cuenta de mi presencia, pero aún así tenía una buena vista de sus movimientos.

 

Aún no se le había quitado la cara de espanto que había tenido todo el camino de vuelta, y lo primero que hizo nada más llegar fue quitarse la ropa. Sus dedos pasaron por las marcas que Naraku había dejado en su cuello, una colección de moretones que resaltaban sobre su piel pálida. Su cara se contorsionó por el dolor cuando hizo presión sobre ellos, y me pregunté cuánto tardaría una humana como ella en sanar ese tipo de heridas superficiales. 

 

Los mortales que vivían en aldeas humildes no contaban con espejos de bronce para ver su propio reflejo cuando no había fuentes de agua cerca, por lo que sus manos pasaron por cada una de las partes de su cuerpo lentamente. No estaba seguro de si estaba evaluando sus lesiones o buscando algo más, pero me quedé observándola todo el tiempo. Su cuerpo no tenía curvas abundantes como las de algunas otras humanas a las que había visto por casualidad a lo largo de mi vida, pero desde luego ya no era ninguna niña. 

 

Cuando acabó soltó un gran suspiro y volvió a ponerse la ropa antes de empezar a cocinar. El modo en el que manejaba el cuchillo me hizo plantearme si había recibido alguna clase de entrenamiento en su vida, pero lo descarté rápidamente. Esta no era una aldea de militares, y ella era demasiado joven como para haber sido instruida en otra. Cuando terminó de cocinar ella parecía satisfecha con su obra, aunque para mí la comida humana siempre tiene un olor nauseabundo.

 

Al anochecer un hombre mayor que supuse que era su padre llegó a la casa, y aunque los moratones del cuello de Rin eran ahora mucho más evidentes no hizo ninguna pregunta al respecto. Ambos cenaron en silencio junto al fuego y se metieron en sus futones justo después. 

 

Los demonios no tardaron ni una hora en aparecer.

 

Yo ya había imaginado que la energía de mi espada los atraería, pero no pensé que sería tan pronto. No me requirió mucho esfuerzo partirlos a todos por la mitad con mis garras, pero decidí quedarme haciendo guardia toda la noche por si aparecía algún otro. Cuando Jaken tuviera a todas las crías a su servicio ellas podrían relevarme en esta tarea, y yo podría salir de aquí para buscar una maldita solución a este lío en el que el desgraciado de Naraku me había metido.

 

Si tan solo hubiera sido así de fácil.

 

** 

 

Mi enfermera particular, Kikyo, apenas se apartó de mi lado en los días consecutivos a mi pelea con Sesshomaru. Me alimentaba, vendaba mis heridas (que estaban tardando mucho más de lo normal en sanar gracias al estúpido efecto del veneno) y siempre me hablaba con ese tono de voz calmado para asegurarme que todo iba a estar bien.

 

Las pocas veces que ella abandonaba la casa era su hermana menor la que ocupaba su puesto y velaba por mí, aunque su poder espiritual no se comparaba al de Kikyo. Ella era tan…inmaculada. Yo había visto a un sin fin de sacerdotisas a lo largo de los años, tanto en mi vida humana como demoníaca, pero a todas parecía sentarles demasiado grande aquel papel. En cambio Kikyo…lo hacía sin esfuerzo. Era grácil por naturaleza, amable, hermosa…pura.

 

Si mi cuerpo no palpitara de dolor con cada movimiento ya me habría encargado de cumplir mis más oscuros deseos con ella. 

 

No es que me falten amantes demoníacos; a estas alturas ya he yacido con todo tipo de demonios, desde los más monstruosos a aquellos que utilizan su belleza como hechizo para embaucar a los mortales…pero aún conservo cierto gusto por la inocencia humana.

 

Tener a un ser tan…frágil…a mi merced. Saber que con solo aplicar un poco de fuerza con mis dedos podría aplastar su garganta…esa sensación de poder era intoxicante. Claro que la mayoría de humanos ya están más que corruptos, y convencerles de irse a la cama con un demonio resulta cada vez menos entretenido. Unos pocos aún te rechazarían aterrados (y por desgracia para mí no soy el tipo de demonio que se excita con eso), y el resto aceptarían, atraídos por una de esas historias en las que el demonio regala sacos llenos de monedas de oro. Cosa que tampoco iba a otorgarles. 

 

–¿Cómo te sientes hoy?–la pregunta voló desde los labios de Kikyo

 

–Mucho mejor…–me incorporé–Gracias por todo lo que estás haciendo, Kikyo.–la miré a los ojos

 

Una de las ventajas de haber vivido como humano tanto tiempo es que aún recuerdo sus gustos y costumbres. Y la sensación de cosquilleo cuando alguien usa tu nombre al hablar contigo, mirándote directamente a los ojos.

 

–De nada, no podía dejarte ahí.–pero ella no apartó la mirada con vergüenza, de hecho pareció darle absolutamente igual–¿Qué te ocurrió exactamente?–

 

Yo estaba bastante seguro de que el cuerpo que ocupaba actualmente era objetivamente atractivo, así que supuse que tendría que conocerla más antes de que mis acercamientos funcionaran.

 

–Me atacó un demonio.–

 

No me costó nada inventarme una mentira elaborada sobre mi triste vida de humano. Yo era un noble de una tierra lejana que estaba de viaje por esto y aquello…un poderoso demonio asesinó a mi comitiva y yo fui el único superviviente. Incluso mi querido caballo había salido despavorido y me había abandonado a mi suerte…

 

Apelar a la lástima de los corazones humanos era muy sencillo.

 

–Siento que hayas tenido que pasar por eso, puedes quedarte aquí hasta que te recuperes.–se levantó y me dio la espalda para ordenar algo

 

–Muchas gracias.–y yo no pude evitar relamerme los labios

 

**

 

Miroku y yo viajamos durante varios días hasta llegar al siguiente asentamiento humano; una aldea de mineros que parecía bastante antigua. Las casas estaban decoradas con grabados en metal y podía apostar que los hornos de fundición mantenían la zona caliente incluso en invierno.

 

Al parecer la mayoría de hombres se pasaban el día trabajando en las minas, por lo que nos recibieron un montón de mujeres y niños. Por supuesto que el monje estuvo encantado con este pequeño detalle y utilizó su «gran carisma» para que nos invitaran a pasar la noche allí. Los niños correteaban por todos lados y nos miraban con curiosidad, por lo que supuse que a pesar de la belleza del lugar no recibían muchos visitantes. 

 

–Deja de flirtear, monje, la mayoría de estas mujeres están casadas.–le di un codazo cuando sentí que ya llevaba demasiado tiempo de charla

 

–Bueno, si sus maridos no tienen tiempo para ellas…–se agachó para susurrarme–Yo no tengo problema en echarles una mano…o dos.–

 

–...–lo empujé con fuerza–No te soporto.–caminé para alejarme de él

 

–¡Señorita!–una de las mujeres se acercó a mí–¿Le gustaría acompañarnos el día de hoy? El monje puede quedarse en nuestro templo para orar. Nos vendrá bien que revise y bendiga nuestros altares.–

 

–Oh.–me giré justo para ver el rostro de decepción de Miroku–Él lo hará con mucho gusto. Os sigo.–Kirara y yo la acompañamos

 

Yo estaba esperando ver a un montón de mujeres en sus casas; cocinando y ocupándose de los más pequeños, pero pronto me di cuenta de que las dinámicas dentro de la aldea eran un poco diferentes a lo que yo conocía. Dado que no había hombres suficientes para realizar esas tareas eran las mujeres las que trataban el cobre. De hecho muchas de ellas tenían quemaduras y cicatrices en las manos, pero no parecían querer esconderlas. Las que realizaban los trabajos más pesados tenían un físico increíble, y...me pregunté si yo podría tener mi propia unidad de cazadoras algún día con mujeres tan fuertes como ellas. 

 

Incluso me invitaron a que yo misma intentara martillar el cobre; pero requería mucha más habilidad de la que yo había previsto, por lo que después de un par de patéticos intentos decidí devolverle la tarea a las expertas. Cuando ya estaba por caer la noche los hombres volvieron a sus casas, y yo me quedé compartiendo una cena con las jóvenes solteras. 

 

–¿Y desde cuándo conoces al monje, Sango?–me preguntaron

 

–No mucho, vino a mi aldea a…–me avergoncé solo de recordar la escena junto a las letrinas–A orar. Y luego nos encontramos en la ciudad y bueno, aquí estamos.–

 

–Oh, ¿ solo eso?–había algo más en aquel tono de voz

 

–¿Sí…?–no entendí muy bien a qué se referían

 

–Perdona, Sango, es que… Nosotras nos habíamos hecho otras ideas.–una de ellas soltó una pequeña carcajada–Que estábais huyendo juntos para consumar vuestro amor prohibido porque…él es un monje y eso.–

 

–¡¿Aah?! ¡Por supuesto que no!–seguí comiendo para acallar mi rabia–Miroku es un patán, nunca me gustaría alguien como él.–

 

–Pero es bastante guapo, ¿no crees?–

 

–Mm…–traje su imagen a mi mente–A mí me parece normal. Pero aunque fuera guapo daría igual porque es el tipo de hombre que te abandonaría por la primera mujer guapa que se le cruzara por delante.–

 

–Oh, por eso dicen que lleva todo el día como alma en pena por el templo. Debe sentirse solo.–

 

–Mejor así, no quiero que os moleste. Se le está bien empleado.–eché un vistazo rápido debajo de la mesa para asegurarme de que Kirara seguía allí acurrucada–La verdad es que cuando estuvo en mi aldea…–no había palabras bonitas para decir esto–Hizo algo más que orar con una de las muchachas.–

 

–¡¿Los viste?!–algunas de ellas se escandalizaron

 

–Bueno…solo se besaban. ¡Pero era evidente que eso iba a ir a más!–

 

La mayoría estuvieron de acuerdo conmigo en que era indecente que un hombre (y sobretodo uno que había tomado el camino de Buddha) hiciera ese tipo de cosas en mitad de la aldea con una mujer que ni siquiera era su esposa. 

 

Pero unas pocas se deshicieron en suspiros y expresaron su deseo de vivir una aventura como esa. «Un amor pasional» lo llamaron.

 

–¿Entonces no has dejado a ningún pretendiente en tu aldea, Sango?–me preguntaron cuando ya habíamos terminado de cenar

 

–No realmente. Mi padre quería encontrar a alguien para mí pero…yo quería tomar mis propias decisiones. Tengo otras cosas en las que pensar antes de casarme, ¿sabéis?–

 

Las chicas terminaron sirviendo sake para todas aprovechando mi llegada, y me animaron a que yo también tomara un poco. Era la primera vez que bebía alcohol en toda mi vida, y aunque había visto a todos los adultos a mi alrededor hacerlos siempre pensé que estaban exagerando con lo de los efectos, y que lo usaban de excusa para hacer tonterías.

 

No podía estar más alejada de la realidad.

 

–Uf, voy a ir a tomar un poco el aire.–me disculpé–¿Podéis cuidar a Kirara por mí?–les pedí mientras me levantaba

 

–Claro, ¿quieres que te acompañemos?–algunas se ofrecieron, pero rechacé la propuesta

 

–No, no, no hace falta. En seguida vuelvo.–

 

Empecé a caminar por el pueblo para despejarme, aunque no era como si las cosas a mi alrededor se movieran o estuviera teniendo dificultades para caminar. Solo me sentía algo…diferente. Estaba relajada, pero todas las luces eran un poco más brillantes, y las calles se veían un poco más anchas y… ¡Mira, el pozo!

 

Saqué un cubo lleno de agua y bebí un poco. Luego pensé que un poco no era suficiente, y prácticamente hundí mi cara en el cubo para refrescarme.

 

–¡¿Sango?!–levanté la cabeza y me encontré a Miroku observándome con una expresión muy preocupada

 

Y me pareció un poco guapo.

Chapter 8: Ven conmigo

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Sango me pareció una mujer hermosa desde el primer momento en que la vi; con su cabello castaño, el maquillaje a juego con su kimono y…esa expresión adorable que ponía cada vez que se molestaba conmigo. A pesar de eso he de decir que cuando la vi con el rostro empapado y sus mejillas sonrojadas, mirándome como si acabara de despertar de un sueño largo…algo diferente se movió dentro de mí.

 

Claro que tuve que forzarme a volver a la realidad porque aunque no llevábamos tanto tiempo viajando juntos estaba bastante seguro de que la Sango que conocía no estaría aquí en mitad de la noche con la cabeza metida en un cubo de agua. ¡De hecho Kirara tampoco estaba con ella! Tenía que pasarle algo.

 

–¿Estás bien?–rodeé el pozo para acercarme

 

–Sí, muy bien.–ella sacudió su cabeza como un gato, haciendo que las gotas de agua volaran para todas partes, incluida mi cara

 

–...–arrugué la nariz ante la salpicadura, y entonces caí en la cuenta–¿Has bebido?–

 

–Un poco.–se echó el flequillo hacia atrás–Ah…tengo mucho calor.–

 

–A ver, déjame.–me puse detrás de ella para deshacer el recogido bajo que tenía en su pelo–No me va a salir tan bien cómo cuando te lo haces tú, pero tendrás que conformarte.–empecé a recoger los mechones sueltos con mis dedos

 

–Mm…–no se quejó

 

Definitivamente está muy borracha.

 

–Listo.–terminé de hacer aquella cola de caballo que le había visto tantas veces pero que desde luego era más difícil de recrear de lo que parecía–¿Mejor?–

 

–Un poco.–me miró–¿Ya has orado?–

 

–He bendecido hasta la última mota de polvo de ese templo.–lo dije con ironía–Ha sido un día maravilloso.–

 

–Las chicas del pueblo son geniales.–

 

–¿Ah, sí? ¿Quieres quedarte más tiempo aquí?–

 

–¡No!–estaba bastante seguro de que ella no percibía lo mucho que bailaba su tono de voz–Hay que ir a buscar a Naraaaaku. No podemos distraernos.–

 

–Es verdad, es verdad.–sonreí–Venga, te acompaño de vuelta, yo dormiré en el templo.–

 

–Pero yo aún no he visto el templo…–se quejó

 

–Anda, vamos.–cómo iba a decirle que no a esa cara

 

Caminamos hasta el templo y le ofrecí mi mano para subir las dos escaleras que llevaban hasta la puerta. 

 

–Y ya estamos.–ella se puso muy contenta al llegar–¿Aquí has estado todo el día?–miró alrededor con curiosidad

 

–Todo el día.–suspiré–No he podido conocer a ninguna de las aldeanas, ¡en un pueblo lleno de mujeres! Toda una desgracia.–

 

–Algunas querían conocerte a ti.–

 

–¿Ah, sí?–

 

–Sí, pero ya les he dicho que eras un mujeriego que no merecía la pena.–sentí como si una piedra gigante cayera sobre mi cabeza con aquellas palabras

 

–¡Sango!–me quejé–No expandas rumores raros sobre mí.–

 

–No son rumores, es la verdad.–

 

–Nunca me vas a perdonar lo de tu amiga, ¿eh?–entrecerré los ojos, mirándola–Pues ella estaba contenta.–

 

–¡Ni siquiera era mi amiga!–me corrigió–El problema es que tú quieres poner «contentas» a todas.–

 

–Qué le voy a hacer, soy un hombre de fe, mi amor no tiene límites.–bromeé

 

–No llames amor a eso.–farfulló

 

–¿Y qué es el amor entonces?–me acerqué un poco más a ella

 

–Mm…no lo sé.–pero me ignoró por completo y se quedó mirando el altar frente a nosotros–Nunca lo he sentido.–lo dijo en un murmullo

 

–Aún tienes mucho tiempo para eso.–le aseguré–Y si nunca lo haces no pienses que te has perdido de nada. No siempre es…tan genial como lo pintan.–yo también dejé que mi mirada vagara por el altar

 

–¿Tú te has enamorado alguna vez?–giró su cabeza hacia mí–De verdad.–

 

–...lo hice, sí.–

 

–¿Y cómo fue?–

 

–No…muy bien.–suspiré–Venga, vámonos, ya has visto el templo, ¿no?–cambié de tema rápidamente

 

Solo tenía que llevarla de vuelta para que durmiera y yo podría pasarme el resto de la noche aquí, torturándome con mis propios pensamientos. Un plan genial.

 

–Quiero quedarme aquí un poco más.–por supuesto que la Sango obnubilada por el alcohol no me lo iba a poner fácil–Se está muy tranquilo.–tomó asiento sobre el tatami

 

–Si tú lo dices.–me senté a su lado

 

Este día no iba a acabar nunca.

 

–Mm…–ella apoyó su cabeza en mi hombro

 

Y se quedó dormida como un tronco.

 

–...no me lo puedo creer.–la sostuve con cuidado–Sango, vamos, despierta… Si te quedas dormida aquí te vas a resfriar…–la zarandeé

 

–Déjame…–pero ella no me hizo ni caso

 

–Vale, cómo quieras.–me moví un poco para hacer espacio y dejé que se apoyara en mi regazo–¿Estás más cómoda ahí?–

 

–Mhn…–se hizo un ovillo

 

–Me lo tomaré como un sí.–suspiré

 

Pronto empecé a acariciar su cabeza sin darme cuenta, y en cuanto me percaté de lo que estaba haciendo mi mente se inundó con una catarata de recuerdos. Como si de repente volviera a tener 15 años y estuviera descansando a los pies de un árbol…con aquella muchacha a la que quería por encima de todo. 

 

«No podemos estar juntos»

 

«Lo sé»

 

**

 

Habían pasado dos semanas desde «el incidente», y aún no me había atrevido a volver al nido de demonios. Tampoco había vuelto a ver a Sesshomaru ni a Naraku, lo cual supuse que eran buenas noticias. Esperaba que todo volviera a la normalidad dentro de poco; y es que aunque mis moratones ya eran prácticamente imperceptibles, habían generado un montón de rumores desagradables en los últimos días.

 

Que me había escapado con un hombre.

 

Que a lo mejor estaba vendiendo mi cuerpo.

 

Que era una deshonra para mi padre.

 

A pesar de todo, yo traté de centrarme en el trabajo de cada día para mantener mi mente ocupada en otras cosas, a sabiendas de que esas habladurías se disiparían con el tiempo. Lo único que aún parecía perseguirme eran las pesadillas sobre aquel día. Sueños horribles en los que grupos de demonios me devoraban mientras seguía con vida, en los que caía a un abismo sin fondo durante horas…

 

Había muchos días en los que me despertaba llorando. 

 

Me hubiera gustado poder recurrir a alguno de los templos cercanos para buscar alguna clase de remedio que me ayudara a dormir mejor, pero no necesitaba añadir otra razón para que los aldeanos pensaran que estoy maldita. Tendría que aguantarme por ahora.

 

–¡Socorro!–unos gritos me hicieron salir a toda prisa de casa en mitad de la noche, pensando que una de las cabañas cercanas se había incendiado

 

Pero era aún peor.

 

–...dioses…–me tapé la boca ante la escena que estaba presenciando

 

Era como si un enjambre de demonios se hubiera cernido sobre la aldea. El cielo estaba lleno de ellos hasta donde alcanzaba la vista; algunos lanzaban llamas por su boca, otros creaban nubes venenosas…un infierno en la tierra.

 

–¡Aah!–la gente intentaba ocultarse en sus hogares, pero los monstruos destruían todo a su paso

 

–¡Cuidado!–corrí a ayudar a una de las madres que cargaba con sus pequeños a cuestas antes de que una viga de madera en llamas cayera sobre ambos–¡Ah!–ambas caímos al suelo en el proceso, pero pudimos esquivar el impacto–¡Vamos, corre!–la instruí, y traté de volver a mi cabaña esperando que mi padre hubiera podido resguardarse allí

 

Pero uno de los demonios se enredó en mi tobillo y me derribó. Su cuerpo era como el de un ciempiés gigante; con unas mandíbulas enormes y ojos rojos como la sangre. Me estaba mirando fijamente, y apretó tanto su agarre sobre mi pierna que se me puso morada.

 

–Mhn...–busqué con mis manos algo en el suelo con lo que poder golpearle, pero no había ni una triste roca

 

Realmente pensé que ese iba a ser el fin, que clavaría sus mandíbulas en mi cuello y mi cabeza saldría rodando por el suelo como pasó en una de mis últimas pesadillas. Cerré los ojos esperando lo peor y…escuché un golpe. Pero lo único que sentí fue como el demonio dejaba de hacer presión sobre mi pierna. Un ronroneo familiar me hizo abrir los ojos de nuevo, y reconocí a «mis salvadores» al instante.

 

Eran las crías del nido.

 

–...gracias.–tardé un poco en reaccionar, pero me levanté y premié su valentía con un par de caricias, a lo que todos se pusieron muy felices a levitar a mi alrededor



Pero el resto de demonios seguían destruyendo la aldea; y yo tenía que hacer lo que pudiera para impedir que se cobraran las vidas de los aldeanos.

 

–¿Podéis ayudar a los demás, por favor…?–no estaba segura de si mis compañeros entenderían aquella petición, pero tenía que intentarlo

 

Algunos se quedaron haciendo guardia junto a mí, pero otros cumplieron mis órdenes y empezaron a ahuyentar a los invasores. Los alaridos de los demonios, los golpes y los gritos parecían no tener fin pero…después de unos minutos que se sintieron como horas, finalmente todo quedó en calma.

 

Ahora los únicos demonios que permanecían en la aldea eran los que me rodeaban, lo que hizo que los aldeanos me miraran con una mezcla de miedo y rabia.

 

–Rin.–la voz de mi padre entre la multitud

 

–...padre.–di un par de pasos al frente, aliviada al ver que había podido mantenerse a salvo–¿Estás bien? ¿No estás herido?–

 

–Qué haces con esos monstruos.–pero él fue cortante

 

Yo estaba acostumbrada a que me ignorara, para mí siempre había sido evidente el rencor que sentía hacia mí por «haberme llevado a la mujer que amaba». Pero esa mirada…era de puro asco.

 

–No…no son monstruos. Ellos no son los que han atacado la aldea…–lo dije con un hilo de voz–Ya has visto que nos han ayudado a echar a los otros…–

 

–Son asquerosos.–se acercó hasta mí–¿Tú los has traído hasta aquí?–

 

–No…yo…estaba durmiendo…igual que tú… Me han despertado los gritos.–

 

–Te dejé quedarte en esta casa para cumplir los deseos de tu madre.–era como si escupiera cada una de las palabras–Y así es como me lo pagas. ¡¿Haciendo pactos con los demonios y trayéndolos para que ataquen nuestra aldea?!–

 

–¡No! ¡Yo no he hecho nada de eso!–me defendí

 

–Eres una mentirosa .–sabía que aquellas palabras iban a quedarse grabadas en mi mente durante mucho, mucho tiempo

 

Y lo peor es que el resto de los aldeanos empezaron a apoyarlo; gritando cosas como «ya es hora de que se lleve su merecido» y «no la queremos más aquí». Sentía que me faltaba el aire; quería salir corriendo de allí, esconderme en el hoyo más profundo de la tierra y que nadie me encontrara nunca. 

 

Entonces mi padre levantó la mano para golpearme, animado por los gritos de nuestros vecinos. Me encogí a la espera del impacto…pero alguien agarró su muñeca con fuerza justo antes de que me alcanzara.

 

–No la toques.–la voz de Sesshomaru hizo que todos se quedaran en silencio

 

La luz de la luna y las hogueras hacían que su cabello brillara como si estuviera hecho de plata. Al percatarse de su presencia, las crías de demonio formaron un círculo y agacharon sus cabezas para inclinarse ante él. Nadie se atrevía a decir nada; lo único que podía escucharse era el crepitar de los fuegos que aún no habían sido apagados.

 

–Rin.–Sesshomaru, que aún sostenía el brazo de mi padre, giró su cabeza para mirarme

 

–¿...sí?–

 

–Ven conmigo.–fue lo único que dijo, y empezó a caminar hacia la salida del pueblo

 

Mi padre me miró estupefacto, y podría haber aprovechado ese momento para decirle un millón de cosas. Que quería quedarme en la aldea, que ayudaría en las labores de reconstrucción, que mi intención nunca sería hacer daño a nadie... 

 

Podría haberme arrodillado para pedirles a todos que me perdonaran.

 

Pero en lugar de eso sacudí el polvo de mi kimono y corrí para alcanzar a Sesshomaru.

 

Lo hubiera seguido hasta el fin del mundo.

 

**

 

Ya era bien entrada la noche; tanto Naraku como mi hermana estaban profundamente dormidos y parecía que por fin podría descansar, pero no paraba de dar vueltas en mi futón. 



Decidí que necesitaba tomar un poco de aire, y salí de casa convencida de que Inuyasha también estaría en su quinto sueño y nadie me molestaría.

 

Queda por descontado decir que me equivocaba.

 

–Kikyo.–

 

–...–levanté la vista hacia él–Dime.–

 

–¿Podemos hablar? Por favor.–

 

No podía seguir postergando esta conversación.

 

Será lo que tenga que ser.

 

Chapter 9: A corazón abierto

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–¿Podemos hablar? Por favor.–

 

–Bien, pero no tengo mucho tiempo. Tengo que estar dentro por si Naraku despierta y necesita algo.–

 

La frialdad en su tono de voz me dolía. Me dolía a pesar de que entendía perfectamente sus motivos para poner distancia entre nosotros. Porque sabía que no era lo que ella realmente quería; que si las circunstancias fueran otras ahora estaríamos besándonos bajo la luz de la luna y riéndonos como niños que hacen travesuras a escondidas de sus padres. 

 

Porque quería volver a ver a la Kikyo relajada y sonriente que solo aparecía cuando estábamos a solas.

 

–Ah, Naraku…–no había vuelto a verlo desde que lo rescatamos–¿Cómo están sus heridas?–pregunté

 

–Mucho mejor, creo que no tardará en poder andar de nuevo.–sus palabras me sorprendieron

 

–...entonces por qué sigue teniendo ese olor a podredumbre.–murmuré

 

–El veneno de tu hermano es muy fuerte, puede que se mantenga en su cuerpo durante semanas o meses. Incluso si las heridas cicatrizan.–

 

–...claro.–sacudí la cabeza para volver a centrarme en el tema que quería tratar–Kikyo, yo… No quiero seguir así.–tomé aire para poner esto en palabras del modo más maduro que pude–Y sé que no podemos estar juntos de ese modo , pero a estas alturas estoy demasiado enamorado de ti como para alejarme por completo.–confesé

 

–...acabas de decir que estás enamorado de mí.–

 

–¿Querías una declaración con flores? Pensé que el beso era suficiente para que lo supieras.–me crucé de brazos, avergonzado–Los días son una mierda sin ti, ¿vale?–

 

Ella dio un paso hacia mí, y estiró de la manga de mi hakama para liberar mis brazos.

 

–¿Mm?–la miré confuso, pero la abracé cuando apoyó su cabeza en mi pecho–...qué pasa.–

 

–Que yo también estoy enamorada de ti.–no podía ver su rostro, pero su voz quebrada me hizo saber que estaba llorando–Y yo pensaba que podía pasar toda mi vida viviendo como hasta ahora. Que podría ignorar todos mis deseos para siempre y que todo estaría bien.–se separó para mirarme a los ojos–Pero entonces llegas tú. Y lo pones todo patas arriba.–se secó las lágrimas–Y ahí empiezo a hacerme preguntas. Preguntas que llevo evitando desde que dejé de ser una niña. «¿Y si lo mando todo al traste? ¿Sería tan malo amar a un hombre, dejar que me tomara y que me convirtiera en su esposa y madre de sus hijos?»–

 

Yo me quedé en silencio, esperando a que terminara de hablar.

 

–Así que lo hice. Ignoré la esencia misma de lo que significa ser una sacerdotisa y me enamoré de un medio demonio. Te besé debajo de aquella cascada y pensé que eso me ayudaría a reclamar de vuelta lo que es mío. Mi vida, mi voluntad…mi deseo.–

 

–Yo quiero que tengas todo eso.–

 

–¡Pero no puedo, Inuyasha! Si cedo a mis deseos la perla de Shikon se volverá impura, y solo los dioses saben las consecuencias a las que nos enfrentaríamos. Este es mi deber. No puedo huir de él por muy miserable que me haga. No quiero…–dijo esto con un hilo de voz–No quiero causar más daño…–

 

–...Kikyo.–sostuve sus manos con las mías–No puedes seguir así.–

 

–Tengo que hacerlo…–ella se quedó mirando al suelo, abatida

 

–Pero no tiene que ser para siempre.–

 

–¿Mm?–levantó su cabeza, y por primera vez desde que nos habíamos encontrado vi en sus ojos algo parecido a una chispa de esperanza

 

–Bueno tú…la mocosa no siempre será una mocosa. Y ella parece mucho más emocionada con eso de purificar demonios.–rodé los ojos

 

–Kaede no tiene suficiente poder.–

 

–Pues entrénala.–

 

–...–

 

–No hay nadie mejor que tú para hacerlo. Y yo…bueno.–desvié la mirada–No me importa ser el experimento si necesitáis practicar.–

 

–Pero no quiero que ella viva como yo…quiero que pueda escoger lo que quiere hacer…–

 

–¡Bueno, pues si cuando se haga mayor no quiere hacerlo viajaremos y buscaremos a alguna otra sacerdotisa!–le aseguré–No voy a dejar que seas infeliz toda tu vida, Kikyo. Te lo prometo.–puse una de sus manos en mi corazón a modo de juramento

 

–Por qué eres tan…así.–

 

–¿Mm?–me arrepentí al instante de haber hablado, y la solté–¿He dicho alguna estupidez?–

 

–Siempre lo haces. Pero…cuando las dices tú…me da la sensación de que podrían funcionar.–esbozó una pequeña sonrisa

 

Pero fue suficiente para inundar todo mi corazón.

 

–Anda, ven conmigo.–le ofrecí la mano

 

–¿Mm? ¿A dónde?–

 

–Habrá que compensar los paseos que no hemos dado todos estos días.–

 

–...claro.–entrelazó sus dedos con los míos

 

Y nos perdimos en el bosque.

 

**

 

Me había embargado un sueño tan profundo y tan agradable que cuando me desperté mantuve mis ojos cerrados durante un buen rato para que la luz del sol no me lo estropeara. Traté de darme la vuelta para acomodar mi postura pero…me di de cara contra algo. No era tan duro como una pared, era…

 

Era alguien.

 

–¿Mm…?–finalmente abrí los ojos, solo para encontrarme con que me había quedado dormida en el regazo de Miroku–...–

 

Me incorporé de golpe y un dolor punzante en mi sien estuvo a punto de obligarme a volver al suelo.

 

–Ah…–llevé ambas manos a los lados de mi cabeza

 

–¿Te duele mucho?–Miroku bostezó, al parecer acababa de despertarle–Mm…–se estiró–Tengo las piernas entumecidas de estar así toda la noche.–

 

–¿ Toda la noche…?–pregunté, completamente mortificada

 

Yo tenía recuerdos más o menos coherentes de lo que había ocurrido: cené con las chicas, di un paseo, me encontré con Miroku, vinimos al templo y…nada más.

 

–Sí, no me has dejado ni moverme.–

 

¡¿Había dormido toda la noche pegada a él?! ¡Y Kirara ni siquiera estaba aquí para vigilar! 

 

–...–un sudor frío me recorrió el cuello en cuanto recordé un episodio en el que mi padre, tras tomar un par de copas de más, empezó a exigirle una docena de besos a mi madre delante de todos, cosa que nunca sucedía de ese modo–Oye.–me puse seria–¿Pasó…algo?–

 

–¿Mm? Algo de qué.–me miró, divertido–Oh, ese algo. ¿No te acuerdas?–

 

–...no.–

 

–Fue una noche inolvidable.–su mano en mi mejilla–Gracias por darme el honor.–

 

Todas las alarmas de mi cabeza empezaron a sonar al mismo tiempo, y en lo que dura un pestañeo mi mente creó una docena de escenarios, cada uno más aterrador que el anterior: yo lanzándome a besar a Miroku, los dos desnudos deshonrando el lugar sagrado en el que estábamos de la peor manera posible, yo con una barriga gigantesca que me impediría cazar demonios durante lo que restaba de año…y un bebé calvo con la cara de Miroku.

 

–Creo que me voy a desmayar.–apoyé mi espalda contra la pared

 

–¡Sango, que era broma!–se inclinó hacia mí, preocupado

 

–¿...broma?–lo miré con una sonrisa que no tenía nada de alegre, la vena de mi frente a punto de explotar

 

–...venga, no te enfades…–se alejó sin darme la espalda, arrastrando su trasero sobre el tatami–Era una bromita de nada…–soltó una risa incómoda, ahora que se veía acorralado contra la pared

 

Pero eso no lo libró de mi ira.

 

Después de «arreglar nuestras diferencias» y que Miroku me pagara una infusión de hierbas para aliviar mi migraña (la cual fue carísima, pero se lo tenía merecido por la bromita) fui a recoger a Kirara y a disculparme con las chicas por no haber regresado anoche.

 

–¡¿Has dormido con Miroku?!–algunas se reunieron a mi alrededor para obtener los detalles

 

–Muy a mi pesar, sí.–me llevé una mano a la cara–Estaba un poco borracha no me acuerdo bien de la conversación pero lo prefiero así porque seguro que dije un montón de bobadas.–

 

–Ay, pero te ha cuidado todo el rato, eso es mono.–

 

–No es mono, es decencia humana básica.–las corregí–Pero partiremos hoy, muchas gracias por todo. Ha…sido muy divertido estar aquí.–

 

–¡¿Ya os vais?!–todas pusieron caras tristes

 

–Sí, estamos… buscando a un demonio.–me quedé pensando un momento–Probablemente sea una pregunta estúpida, pero esta aldea parece antigua, ¿alguna de vosotras ha oído algo sobre él? Lo llaman Naraku.–

 

Hubo unos segundos de silencio, y la atmósfera se volvió pesada, como si acabara de destapar uno de esos secretos familiares que todo el mundo intenta ignorar.

 

–¿...qué pasa?–

 

–Hay una…leyenda sobre él.–

 

–¿Mm? ¿Qué leyenda?–

 

–No sucedió aquí, pero más allá de las montañas hay una aldea de pescadores y… Bueno.–se miraron entre ellas, como si no quisieran compartir más detalles–Es de mal augurio hablar sobre este tipo de historias.–

 

–...por favor. Cualquier información nos será útil.–insistí

 

–Hace muchos años una de nuestras mujeres se enamoró perdidamente del hijo del líder de esa aldea. Era un muchacho apuesto que vino a nuestro pueblo para encargar algunas herramientas de pesca. Podría haberlas buscado en la ciudad, pero se quedó aquí porque él también había puesto sus ojos en esa mujer. Ella estaba dispuesta a mudarse al otro lado de la montaña con él, y muchos de los nuestros acudieron al casamiento como acto de buena fe.–

 

Aún no entendía a dónde estaban intentando llegar, pero seguí escuchando la historia:

 

–Pero la noche antes de la ceremonia la mujer simplemente desapareció. Su prometido salió a buscarla…y tampoco regresó. Después de unos días los padres de ambos iniciaron las labores de búsqueda y…lo encontraron a él.–asentí para invitarla a seguir hablando–Sin embargo, cuando el líder de la aldea trató de hablar con su hijo este le respondió que no conocía ese nombre, que él era…Naraku. Dicen que sus ojos tenían un brillo rojizo y que había nubes oscuras envolviéndolo… No era como una posesión normal; era como si Naraku estuviera habitando su cuerpo por completo .–

 

–¿...y la mujer?–

 

–Nunca se supo de ella.–

 

–Los…padres… ¿se enfrentaron a Naraku?–pregunté

 

–Sobrevivieron a duras penas para contar la historia. Naraku desapareció después de la batalla y…nadie lo ha vuelto a ver.–

 

–¿Hay algún anciano aquí que aún recuerde cómo era? Cualquier descripción de su apariencia actual podría ayudarnos.–

 

–Hace demasiado tiempo de eso, pero puede que encontréis a alguien en la aldea de pescadores.–

 

–Muchas gracias, en serio. Es un gran punto de partida.–

 

Me despedí de mis nuevas amigas (que insistieron en que me llevara como souvenir una tetera que ellas mismas habían moldeado) y le pedí a Kirara que buscara el olor de Miroku para volver a encontrarnos.

 

–Ah, estás aquí.–me miró–¿Lista para irnos?–

 

–Sí.–caminé hacia la salida del pueblo–Iremos en dirección al mar.–

 

–Oh, ¿te apetece que nos demos un chapuzón?–bromeó

 

–No, pero tengo información de Naraku.–

 

Su expresión se ensombreció en cuanto pronuncié aquel nombre.

 

–Cuéntamelo todo.–

 

Y así dio comienzo la siguiente etapa de nuestro viaje.

 

**

 

Se me ocurrieron un millón de explicaciones posibles para que Kikyo se levantara y saliera de casa en mitad de la noche; pero definitivamente «ir a encontrarse con un medio demonio» no era una de ellas.

 

Y no cualquier medio demonio, ese crío apestaba a Sesshomaru. 

 

Con que él era el pequeño hijo bastardo del Inu no Taisho, aquel que concibió con la humana que le robó el corazón. A juzgar por cómo estaba mirando a la sacerdotisa había adoptado las costumbres de su padre. 

 

«...entonces por qué sigue teniendo ese olor a podredumbre»

 

No podría engañar a la nariz de un demonio perro para siempre, su presencia podría ser un problema si decidía quedarme para cortejar a Kikyo.

 

«…estoy demasiado enamorado de ti como para alejarme por completo»

 

Oh, por favor.

 

«Pensé que el beso era suficiente para que lo supieras»

 

Me quedé petrificado por un instante. Kikyo, la mujer de mayor virtud que había conocido en toda mi vida, una sacerdotisa, el estandarte mismo de la pureza…ya estaba siendo cortejada.

 

Y por otro demonio, nada menos.

 

¿Qué fijación tiene esta familia con hacerme la competencia?

 

«Que yo también estoy enamorada de ti»

 

De no ser porque Kikyo había puesto tanto empeño en cuidar mis heridas, se me habrían abierto en ese preciso instante. No quería seguir escuchando estupideces, y de hecho estaba a punto de volver a la cama cuando…

 

«Si cedo a mis deseos la perla de Shikon se volverá impura»

 

 

¿Entonces el destello que vi en medio de aquel episodio febril…?

 

Esta competencia está a punto de ponerse interesante.

 

Chapter 10: Estrellas y vapor

Notes:

No quiero ser esta autora pero la semana pasada no hubo capítulo porque la pared de mi cocina decidió combustionar de forma espontanea y lanzar los armarios al suelo, así que he estado viviendo en medio del caos.

Con suerte estas semanas las actualizaciones volverán a la normalidad, gracias por esperar!

Chapter Text

Una vez fuera del pueblo seguí a Sesshomaru y al pequeño demonio verde que más tarde se presentaría como Jaken a través del bosque. Era ya muy entrada la noche y había zonas en las que la luz de la luna no podía colarse entre los árboles, por lo que estuve a punto de perderme en la oscuridad un par de veces.

 

Finalmente llegamos a un pequeño claro en mitad de la nada, y Sesshomaru se detuvo.

 

–¡Ah!–Jaken chocó contra él, y yo casi hago lo mismo

 

–Descansaremos aquí.–anunció–Jaken, enciende una hoguera.–

 

–¡Sí, señor Sesshomaru!–

 

Hubiera tratado de seguirles el ritmo en caso de que quisieran seguir viajando toda la noche, pero realmente agradecí la pausa. Después de todo lo que había pasado aquel día estaba mentalmente exhausta, y al parecer mi cuerpo se sentía igual, porque cuando me senté en el suelo y levanté los pies estos empezaron a palpitar de dolor. Yo estaba acostumbrada a andar descalza por cualquier lugar, pero entre las marcas que había dejado aquel demonio cienpiés en mi tobillo y los cortes que me había hecho este último tramo de camino por no poder ver por dónde pisaba…tenían una pinta terrible.

 

Jaken encendió el fuego utilizando su bastón, y me quedé maravillada observándolo. 

 

–¿Es un bastón mágico?–pregunté

 

–...no es cualquier bastón mágico, humana.–me regañó–Es el báculo de dos cabezas, un obsequio que el señor Sesshomaru me hizo personalmente, como su fiel lacayo.–

 

–Oh, debe apreciarte mucho.–miré a Sesshomaru, que tomó asiento al otro lado de la hoguera, con la espalda apoyada en uno de los cedros 

 

No parecía querer añadir nada a la conversación, pero Jaken y yo sí que estuvimos hablando un rato. Se alteraba con facilidad, pero era un tipo muy divertido. 

 

–¡Jaken, por favor!–me hacía reír con todo lo que decía

 

–¡No sé de qué te ríes, humana!–

 

–Mañana marcharemos temprano.–la voz de Sesshomaru cortó nuestra charla, y sentí un escalofrío cuando me miró directamente a los ojos–Deberías descansar.–

 

–¿A dónde…nos dirigimos?–pregunté

 

–A buscar a alguien que pueda devolverme mi espada.–de nuevo me quedó claro que si yo vivía o moría en el proceso no era importante

 

–...entiendo.–me acomodé cerca de la hoguera y me encogí sobre mí misma para dormir

 

A pesar de que el bosque estaba en completo silencio y no hacía tanto frío como para que me impidiera dormir, mis pesadillas fueron tan vívidas que me desperté al amanecer con la sensación de que no había descansado nada.

 

–¿Mm…?–miré a mi alrededor, y tardé unos instantes en recordar por qué no estaba en mi casa, con mi padre durmiendo a mi lado y escuchando el cacarear de las gallinas del exterior

 

Me incorporé despacio y me froté los ojos, tratando de volver a la realidad. La hoguera estaba apagada, y no había nadie más en el claro aparte de mí. Pero lo que sí que encontré fueron un par de sandalias perfectamente colocadas a mi lado.

 

–¿Ah?–las tomé entre mis manos

 

No eran las sandalias simples que podría haber comprado en mi aldea; las tiras tenían colores vibrantes que combinaban con el patrón de mi kimono. Como si…fueran para mí.

 

–Póntelas.–ni siquiera había sentido a Sesshomaru aparecer a mi lado, por lo que me estremecí–Vamos a tener que caminar bastante, no quiero que nos retrases.–

 

–Son preciosas…–lo miré a los ojos–Muchas gracias.–

 

–Busca algo de comer, no pararemos a descansar hasta el mediodía.–

 

–¡Sí!–me levanté

 

No era la mejor cazadora de la región, desde luego, pero algo dentro de mí se encendió al darme cuenta que esto era lo más cerca que había estado nunca de vivir una de esas aventuras con las que llevaba soñando despierta toda mi vida.

 

Y no iba a dejarla escapar.

 

**

 

Inuyasha y yo caminamos a través del bosque durante un buen rato; y por primera vez desde el incidente de la cascada hablamos de modo informal y compartimos algunas bromas entre nosotros. Era como si todo hubiera vuelto a la normalidad de repente.

 

Claro que nuestros dedos seguían entrelazados.

 

–Mira dónde hemos terminado.–sonrió 

 

Ante nosotros se encontraba el mismo estanque termal en el que me vio bañándome el día que nos conocimos. 

 

–¿Nos sentamos por aquí?–sugerí

 

Los vapores del agua caliente mantenían una temperatura agradable alrededor del estanque; pero eso no iba a impedir que nos acurrucáramos. Inuyasha dejó un espacio entre sus piernas para que yo me sentara apoyando mi espalda en su pecho en lugar de en las rocas, y por supuesto lo ocupé.

 

–¿Estás cómoda así?–

 

–Sí.–dejé que me rodeara con sus brazos, aún seguía sorprendiéndome por la calidez que desprendía su cuerpo

 

Y por un instante me pregunté cómo sería sentirlo si no hubiera ninguna prenda de ropa separándonos. Si podría sentir ese mismo calor sobre mi piel desnuda…o empujando dentro de mí. Cerré los ojos para alejar aquellos pensamientos intrusivos antes de que se hicieran demasiado grandes, pero me tensé cuando sentí la nariz de Inuyasha rozando mi cuello.

 

–¿Mm…?–giré la cabeza para mirarlo, esperando encontrarme con la mirada amable que conocía

 

Pero lo único que reflejaban los ojos que me recibieron era el más puro instinto animal. Ambas orbes habían tomado un tono carmesí, y me miraban como si yo fuera una…presa.

 

–Inuyasha…–puse mi mano en su mejilla sin perder la calma, tratando de traerlo de vuelta con mi energía espiritual

 

Él tomó mi muñeca con fuerza, pero no me moví. Llevó mi mano a su boca y aspiró su aroma; ahí fue cuando me di cuenta de que sus colmillos también se veían más pronunciados que de costumbre.

 

–Inuyasha.–volví a llamarlo con más firmeza, justo antes de que hundiera sus dientes en mi piel

 

Y esta vez volvió en sí.

 

–...–soltó mi mano y apartó la mirada de mí–Lo siento.–estaba tan agitado que incluso un par de gotas de sudor empezaron a recorrer su cuello en dirección a su pecho–Es que…tu olor era…–



Yo sabía que el sentido del olfato de Inuyasha era más agudo que el de muchos otros demonios. En algún momento me había dicho que incluso podía sentir emociones como el miedo o…la excitación. 

 

Mierda.

 

–Perdón yo…solo ha sido un pensamiento estúpido. No le des importancia.–me disculpé, una razón más para recobrar el control sobre mis emociones–Está todo bien ahora.–sacudí un poco mi kimono como si eso fuera a alejar cualquier rastro de olor

 

–...Kikyo.–pero él me tomó en brazos sin esfuerzo e hizo que me sentara a horcajadas sobre él

 

–¿Mm?–coloqué mis manos en su pecho para mantener la distancia entre nosotros, pero ahora no tenía otra opción más que mirarlo a los ojos–Dime.–

 

–¿Tú me…deseas?–

 

–...–aquellas palabras hicieron que mi cabeza empezara a dar vueltas–Ya te he…dicho cómo me siento antes.–mi voz tembló un poco, haciéndome ver estúpida y vulnerable al mismo tiempo

 

–Ahora no estoy hablando de amor.–una de sus manos fue a parar a mi nuca, y acercó mi rostro al suyo–Estoy hablando de deseo .–sus labios prácticamente sobre los míos–Quiero saber si lo que estoy oliendo ahora mismo es solo mi imaginación.–un mordisco en mi labio inferior–O si tú también quieres algo más que un beso.–podía sentir sus uñas aferrándose a mi cintura

 

Estábamos al borde del precipicio. Un paso más y no habría vuelta atrás.

 

–Inuyasha.–estuve a punto de ser la voz de la razón, pero al tratar de levantarme mi rodilla cedió y acabé cayendo con más fuerza sobre él

 

–Mhn…–él emitió un gruñido, y me di cuenta de lo que era aquel bulto que sentía justo debajo de mí

 

–...lo siento.–intenté echarme hacia atrás, pero él me sostuvo con fuerza para que no lo hiciera

 

–Quédate ahí.–sus ojos volvieron a relucir en un tono escarlata, y su voz se volvió un poco más baja de lo habitual–Necesito…–empezó a moverme sobre él, creando un roce cada vez más intenso entre ambos

 

–Ah…–la descarga de placer que recorrió mi cuerpo en un movimiento especialmente fuerte de sus caderas fue lo que me hizo perder el juicio por completo–Espera...–lo alejé un poco, y pude ver cómo tuvo que utilizar cada gota de autocontrol que tenía en el cuerpo para detenerse en seco

 

Me quité el collar que contenía la perla, que a estas alturas prácticamente palpitaba entre mis dedos temblorosos, y observé la gema durante unos instantes.

 

Luego miré a Inuyasha de nuevo…

 

Y lancé el colgante a un lado antes de besarlo.

 

–Mhn…–nuestras lenguas se entrelazaron con más ansias que la vez anterior, ninguno de los dos queríamos darnos la oportunidad de arrepentirnos esta vez–Inuyasha…–lo ayudé a deslizar el kimono por mis hombros–¿Alguna vez has estado con una humana…?–

 

–No...–murmuró, sin quitarme la vista de encima–Y después de esto jamás estaré con ninguna otra.–su respuesta fue clara

 

–¿Y has estado con mujeres demonio?–yo misma abrí el kimono interior, dejando mi pecho a la vista–Inuyasha, te he hecho una pregunta.–

 

–¿...ah?–volvió a mirarme a los ojos después de unos segundos–Perdón, es…difícil controlarme. No quiero hacerte daño.–

 

Los medio demonios siempre están caminando por el límite entre los dos mundos, pero en aquel momento era más evidente que nunca que la parte demoníaca de Inuyasha le estaba pidiendo que sucumbiera a ella.

 

–Escúchame.–lo tomé de las mejillas, quería que esta frase quedara grabada en su mente–Estoy lista para que me tomes tal y como eres.–le aseguré–Yo misma me ocuparé de «traerte de vuelta» si es demasiado.–

 

–...–hubo una pequeña pausa

 

Y volvimos a besarnos.

 

La ropa se iba amontonando a nuestro alrededor por momentos, y cada vez me era más difícil reprimir los gemidos que querían escapar mi garganta cuando Inuyasha tocaba, arañaba o mordía alguna zona especialmente sensible. 

 

–¡Ah!–cerré los ojos cuando una de sus manos se aventuró entre mis piernas

 

Sus garras eran demasiado afiladas como para que pudiera ser delicado conmigo, así que terminé guiándolo con mis propios dedos para conseguir la mezcla perfecta entre dolor y placer. 

 

–¿Te gusta así?–acompañó esa pregunta de un mordisco en mi cuello

 

–Mm…–mis caderas se movían por su cuenta, y estaba empezando a tener problemas para concentrarme–Un poco…más…–

 

Ninguna de mis lecciones en medicina podría haberme enseñado lo que estaba a punto de sucederle a mi cuerpo. Cada vez que los dedos de Inuyasha se movían tenía que aferrarme un poco más fuerte a él, y llegó un punto en el que los latigazos de placer se volvieron tan fuertes que mi vista se nubló. 

 

Terminé en su mano y me deshice por completo sobre él, dejando caer mi cabeza en su hombro mientras intentaba recuperar el aliento. Me quejé un poco cuando siguió moviendo sus dedos, pero pronto volví a sentir el calor acumulándose entre mis piernas, tanto que ya ni siquiera podía notar sus uñas presionando contra mi piel.

 

–I-Inuyasha…–busqué sus labios de nuevo, y mi segundo orgasmo fue aún más fuerte que el primero–Dioses…–me temblaban las piernas, y no estaba segura de si podría continuar

 

Pero cuando vi a Inuyasha lamer las gotas que escurrían entre sus dedos con la avidez de un hombre hambriento…supe que quería llegar hasta el final. Le bajé los pantalones y contuve la respiración: incluso los hombres convalecientes que necesitaban de mis cuidados eran pudorosos, por lo que no tenía tanta experiencia para comparar pero…eso iba a doler. 

 

–¿Estás bien?–su expresión se suavizó mientras colocaba un par de mechones rebeldes detrás de mi oreja

 

–Sí, todo bien.–me coloqué en posición–Deja que…lo haga yo.–utilicé sus hombros como soporte y fui descendiendo poco a poco, tratando de ignorar el aro de fuego que sentía entre mis piernas a medida que Inuyasha entraba más y más en mí–Mhn…–

 

–Ya casi…–él se mantuvo completamente quieto, trazando círculos imaginarios sobre mi espalda y murmurando palabras dulces en mi oído–Estás preciosa.–

 

–No sé si es momento de cumplidos como esos…–apoyé mi frente en la suya

 

–A mí me parece que lo estás.–un apretón firme en mis pechos–Tendría que haberte dicho que fuéramos al agua.–

 

–Podemos ir después.–sugerí, y bajé la mirada para valorar la cantidad de sangre que escurría entre mis muslos

 

Era un poco más de lo que me gustaría.

 

–Mírame a mí.–Inuyasha levantó mi mentón–Relájate.–me distrajo con besos y caricias suaves hasta que mis músculos se destensaron lo suficiente como para que ambos pudiéramos empezar a movernos–Eso es…–sonrió antes de colocar sus manos bajo mis muslos–Ahora déjame a mí.–me levantó hasta salir casi por completo de mí, para luego bajarme de forma brusca

 

–¡Aah!–clavé las uñas en sus hombros, y parece que aquello lo encendió de nuevo, porque empezó a moverme como si no pesara nada, con una fuerza que no creía que ningún hombre humano fuera capaz de replicar 

 

El ardor y el dolor habían quedado atrás, e Inuyasha se levantó conmigo para seguir haciéndomelo contra las rocas y tener un poco más de control de los movimientos. Los salientes se clavaban en mi espalda y estaba segura de que dejarían unas cuantas marcas mañana, pero enredé mis piernas en su cintura y seguí dejándome llevar, disfrutando de cada roce de su cuerpo contra el mío.

 

–Mhn…–él terminó dentro de mí con un gruñido gutural, y yo arqueé mi espalda al sentir mi propio clímax llegar de nuevo–Joder…–me abrazó con fuerza, manteniendo nuestras caderas unidas un poco más

 

Y yo me quedé ahí quieta, abrazándolo y observando el cielo abierto por encima de los vapores del agua…

 

Nunca había visto tantas estrellas juntas.

 

Chapter 11: Rompiendo esquemas

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Mi conciencia se había nublado tantas veces mientras Kikyo y yo manteníamos relaciones que cuando ambos terminamos y me di cuenta de la magnitud de lo que había hecho estuve a punto de entrar en pánico.

 

El cuerpo de Kikyo estaba cubierto de marcas de mordiscos, arañazos y moratones. ¡Incluso había gotas de sangre manando de algunas de sus heridas! Por no hablar del reguero que corría entre sus piernas.

 

–Kikyo, yo…–me alejé un poco de ella, temeroso de hacerle aún más daño–...lo siento.–

 

Estaba tan abrumado que incluso me temblaban las manos; pero ella se puso de pie como si nada hubiera sucedido.

 

–No me subestimes.–un toque en mi nariz con su dedo–Estoy perfectamente.–empezó a caminar en dirección a donde había descartado el colgante de la perla

 

Solté un suspiro de alivio y empecé a reunir nuestra ropa de entre las rocas, tratando de no pensar en las consecuencias de lo que acababa de suceder.

 

–¿Nos damos un baño entonces?–Kikyo me ofreció su mano, y cuando la miré pude ver que la esfera se había vuelto opaca de nuevo, pero no tenía grietas ni había pasado nada que fuera a acabar con el mundo tal como lo conocemos, así que me conformaba con eso

 

–Sí, vamos.–acepté

 

–¿Estás bien tú?–terminó preguntándomelo después de los cinco primeros minutos de silencio dentro del agua

 

–Estoy bien solo…no esperaba perder tanto el control.–

 

–Te acostumbrarás.–se apoyó en mi hombro–No creo que siempre vayas a quedarte así de embobado cuando me veas los pechos, te entrarían moscas en la boca.–bromeó 

 

–¡Oye!–me quejé

 

Y cuando la vi reírse en voz alta por primera vez desde hacía semanas…mi corazón se aceleró tanto que pensé que iba a estallar. 

 

**

 

Pensé que tener a Rin con nosotros nos retrasaría, pero esa humana era como un animal salvaje. Afilaba pedazos de ramas para crear sus propios arpones de pesca, ponía trampas para cazar cuando nos quedábamos varias horas en un mismo sitio y recogía hierbas de todo tipo para sanar sus heridas y completar su dieta. Nos seguía el ritmo al andar tanto como podía; se aseaba en manantiales helados y nunca se quejaba por nada.

 

Jaken parecía disfrutar de su compañía; los dos se pasaban el día hablando y riendo juntos. Aún me sorprendía el hecho de que no mostrara ni un ápice de miedo hacia nosotros, demonios que no tenían nada que ver con las crías indefensas a las que estaba acostumbrada a tratar. 

 

Por mucho que me hubiera seguido por voluntad propia cuando la saqué de su aldea, realmente pensé que intentaría huir tarde o temprano. Cada vez nos alejábamos más y ella no tenía ninguna garantía de que yo fuera a mantenerla con vida. 

 

Podría devorarla si quisiera. 

 

Pero ella seguía ahí, sonriendo y charlando como si todo esto fuera normal.

 

El único momento en el que mostraba debilidad era durante la noche. Ya llevábamos varias semanas viajando juntos, pero no había habido ni una sola madrugada en la que no la atormentaran las pesadillas.

 

Cada noche gritaba y se revolvía pidiendo ayuda, a veces incluso lloraba en sueños. 

 

Y cada noche yo me levantaba y activaba el poder de mi espada dentro de ella, esperando que actuara como protección contra las pesadillas. Por lo general se calmaba en mis brazos y todos podíamos volver a dormir después de eso, pero llegó una noche en la que su pánico fue tal que ni siquiera podía acercarme a ella.

 

–Rin.–la sostuve con fuerza para que dejara de empujarme y arañarme como si su vida dependiera de ello–Rin.–repetí

 

–¿Ah…?–finalmente abrió los ojos, completamente desorientada–¿Qué…?–

 

–Tenías una pesadilla.–por supuesto Jaken había corrido a nuestro lado, alarmado por los gritos–¿Estás bien?–

 

–Ah…sí.–por fin pareció ubicarse, y la solté–Siento haberos despertado…–se quedó observando mi rostro arañado unos instantes

 

No hacía falta saber leer mentes para poder ver cómo se daba cuenta de que ella había sido la que me había hecho esas marcas.

 

–Con su permiso, señor Sesshomaru, yo voy a volver a dormir.–Jaken regresó a su rincón, y no tardó ni diez segundos en empezar a roncar

 

–Lo siento muchísimo…–murmuró Rin

 

–Desaparecerán en unos minutos. Ni siquiera tienes garras.–

 

–Mm…–ella se quedó sentada junto al fuego, no parecía tener intención de volver a dormir–Ese tipo…Naraku. ¿Lo que me hizo…puede tener que ver con estas pesadillas? Nunca las…había tenido así antes.–

 

–Es posible.–admití, yo mismo no estaba muy seguro de la extensión de su poder

 

–Ya veo…–se echó el pelo hacia atrás–Oye…Sesshomaru.–

 

–¿Mm?–

 

–Gracias por salvarme.–me miró de reojo–No había tenido ocasión de decírtelo antes.–

 

–Yo no te salvé de nada.–la corregí–Te aparté de tu hogar por mis propios intereses.–

 

–No es un hogar si nadie te quiere allí.–una sonrisa irónica–¿Tú tienes familia?–siguió preguntándome–¿Tienes…padres?–

 

–Tengo una madre.–

 

En cualquier otra circunstancia hubiera evadido su pregunta, pero por algún motivo me encontré a mí mismo respondiéndola.

 

–Yo no conocí a la mía, pero dicen que era una buena mujer.–las llamas se reflejaban en sus ojos–Sé que no te interesa nada de esto, no tienes que responder si no quieres pero… ¿podrías escucharme?–

 

Que una simple humana fuera tan directa con un demonio de mi categoría era algo completamente inaudito, pero supongo que el simple hecho de que estuviéramos juntos ahora mismo ya rompía todos los esquemas.

 

–Es que…por una parte me alegra haber salido del pueblo porque…nunca encontré mi lugar allí, ¿sabes? Pero al mismo tiempo es lo único que conozco y mi padre es la única familia que tengo, aunque no me quiera como su hija.–suspiró–Me…me preocupa lo que pasará conmigo después de esto, cuando tengas tu espada. No tengo ningún plan, ni nadie en quien confiar…–hizo una pausa–Así dicho suena un poco deprimente, ¿no?–corrigió su tono apagado y forzó una expresión alegre–No pasa nada, solo necesito dormir un rato y mañana lo veré todo mucho más claro.–se estiró–Buenas noches, Sesshomaru.–se hizo un ovillo para dormir

 

Me quedé velando su sueño toda la noche.

 

**

 

Yo me había tomado eso de «más allá de las montañas hay una aldea de pescadores» como que nos esperaban caminos rocosos y arbustos durante unas horas; no como que tendríamos que escalar pendientes imposibles, sortear rocas afiladas y apretujarnos por estrechos pasos de montaña. 

 

Al menos teníamos a Kirara para ayudarnos con los obstáculos más intrincados, pero ella también estaba cansada y yo me negaba a que nos cargara a ambos al mismo tiempo. He de decir que Miroku no se quejó en ningún momento, era como si estuviera muy acostumbrado a este tipo de terreno escarpado.

 

–Así que Naraku tomó el cuerpo de aquel tipo…–escuchó toda la historia con mucha atención

 

–Si no se trata de una posesión normal… ¿crees que puede cambiar su apariencia a placer?–pregunté–Por la de cualquier humano al que haya…devorado.–

 

–Es posible, y eso no sería nada bueno para nosotros.–suspiró

 

Cuando finalmente llegamos a la costa el lugar estaba prácticamente desierto, y a diferencia de la cálida bienvenida que habíamos tenido en la aldea de los mineros, las pocas personas que sí encontramos nos miraron con desprecio. Era como si los estuviéramos molestando solo con nuestra presencia.

 

–Tal vez no ha sido buena idea venir, no creo que vayamos a sacarles mucha información.–le susurré

 

–Oh vamos, Sango, no seas así. Tú déjamelo a mí.–Miroku parecía muy confiado–Disculpe, buen señor.–se acercó al primer hombre que nos encontramos–¿No sabrá acaso de un lugar en el que la señorita y yo podamos hospedarnos esta noche? Llevamos días viajando, orando por todos y exorcizando demonios. Una labor desinteresada, desde luego, pero también muy sacrificada.–hizo grandes aspavientos para acompañar su discurso

 

–Volved por donde habéis venido.–pero el hombre no compró su farsa, y a mí casi que me pareció divertido ver a Miroku completamente derrotado por una vez

 

–¿Aah? ¡¿Cómo puede rechazar de ese modo a un hombre de Buddha?!–eso le sacó de sus casillas, y yo le puse la mano en el hombro antes de que siguiera hablando y nos metiera a los dos en un lío

 

–Acamparemos en la playa.–anuncié

 

–¡Pero Sango…!–iba a quejarse, así que lo agarré de la oreja y me lo llevé hacia la playa mientras le hacía reverencias de cabeza al pescador para que nos disculpara a ambos

 

Yo había intentado disimular mi asombro a medida que nos acercábamos al pueblo, pero cuando por fin estuve frente a la inmensidad del océano no pude evitar quedarme embobada, siguiendo el movimiento de las olas con mis ojos. El ronroneo de Kirara me trajo de vuelta a la realidad, se estaba paseando entre mis pies para intentar llamar mi atención, como si le preocupara que me hubiera quedado tan ausente.

 

–¿Es la primera vez que lo ves?–preguntó Miroku detrás de mí

 

–Sí.–admití

 

–Nosotros prepararemos la hoguera.–tomó a Kirara en brazos (me sorprendió que le permitiera hacerlo) y me dejaron a solas de nuevo

 

Yo me quité las sandalias para acercarme un poco más a la orilla, y me estremecí cuando el agua helada cubrió mis pies con la primera ola. En aquel momento, mientras veía el sol esconderse en la línea del horizonte que separaba el cielo del mar, me sentí realmente en calma por primera vez desde que salí del pueblo. Todos aquellos sentimientos de culpabilidad y arrepentimiento por haber dado la espalda a mi padre y a nuestras tradiciones se desvanecieron. 

 

No había modo de que yo me quedara en la aldea para siempre, solo sirviendo a mi marido y criando a nuestros hijos. Esto era lo que yo quería hacer con mi vida: escalar montañas, descubrir nuevos pueblos y ver la misma puesta de sol desde los diferentes rincones del mundo. 

 

Y no iba a dejar que me lo arrebataran.

 

–¿Sango? Todo listo.–había perdido la noción del tiempo cuando Miroku se acercó a mí–Ah…qué lástima que el agua esté tan fría en esta época, hace siglos que no nado en el mar. Esto me recuerda a mi aldea.–

 

–¿Vivías en la costa?–me senté junto a la hoguera

 

–Sí, era una aldea muy pequeña, se parecía mucho a esta.–avivó un poco el fuego–Claro que la gente era más abierta y educada.–refunfuñó

 

–¿Entonces por qué sabes escalar montañas como si fueras un mono?–

 

–Bueno.–se le escapó una pequeña risa–Digamos que había alguien que vivía en la cima de la montaña.–

 

–¿Mm? ¿Como un ermitaño?–

 

–Algo así. Mi padre, mi abuelo y sus predecesores, todos se ordenaron como monjes en el templo de la montaña, así que tuve que subir y bajar cada día durante todo mi entrenamiento.–

 

–Seguro que estabas muy triste sin poder pasarte el día buscando mujeres a las que seducir.–lo dije en tono irónico

 

–No te creas, tenía mis métodos.–me guiñó un ojo

 

–...asqueroso.–

 

–Te recordaré tus palabras cuando te vuelvas loca por algún chico y vengas a pedirme consejo aprovechándote de mis grandes artes amatorias.–

 

–Preferiría pedirle consejo a un demonio.–

 

–Cuidado con lo que deseas. Ya sabes que a algunos les encantan las doncellas.–

 

–Tendrán que atraparme primero.–esta vez le guiñé un ojo yo

 

Acabamos conversando hasta bien entrada la noche, y he de admitir que con el paso de los días…estaba bajando la guardia con él. No es que me fiara del todo de que no tuviera malas intenciones conmigo, porque definitivamente las tenía y no se esforzaba en ocultarlo, pero supongo que…sabía que no era el tipo de hombre que se aprovecharía de momentos de debilidad para cumplirlas.

 

Esa paz mental debería haber hecho que tuviera un sueño reparador, pero lamentablemente no se me concedió ese privilegio. Un sonido vibrante me despertó en mitad de la noche, y no eran los ronquidos de Miroku.

 

Era el rugido de un demonio.

 

Uno grande.

 

**

 

Me terminé quedando dormido antes de que Kikyo regresara de su excursión con Inuyasha, por lo que no la escuché llegar en mitad de la noche. A la mañana siguiente la busqué con la mirada desde mi futón y me di cuenta de que ella ya estaba preparando el desayuno, como si no hubiera trasnochado.

 

Pero entonces mi nariz detectó algo más que el delicioso olor de aquel caldo de verduras. Una mezcla de aromas que reconocería en cualquier lugar, y que manaba directamente de la sacerdotisa.



Sangre…y sexo.

Chapter 12: Mi lugar seguro

Chapter Text

Aunque no sabía exactamente a dónde nos dirigíamos era evidente que Sesshomaru, Jaken y yo habíamos estado viajando en dirección norte prácticamente todo el camino. El clima era cada vez más frío y mi cuerpo empezaba a resentir aquello de no tener un gran barreño de madera en el que calentar agua para bañarme, o al menos más capas de ropa con las que cubrirme durante las noches. 

 

–Am…Sesshomaru.–

 

–¿Mm?–giró la cabeza para mirarme, no era habitual que me dirigiera a él 

 

–¿Aún queda…mucho viaje?–me atreví a preguntar 

 

Se quedó en silencio un par de segundos, como si estuviera valorando si quería responderme o no, pero finalmente lo hizo:

 

–Nos reuniremos con alguien en los picos.–señaló las gigantescas montañas que se encontraban ya a poca distancia de nosotros–Pararemos a mitad de camino hoy y deberíamos llegar a la cima mañana.–

 

Yo había escuchado historias de los ancianos de la aldea, aquellos cuyas familias procedían de lugares lejanos, sobre los picos nevados y los preciosos paisajes blancos que se encontraban en las zonas más elevadas. Me moría de ganas por ver algo así, pero no estaba segura de poder escalar algo tan grande.

 

–...entiendo.–

 

–¿Hay algún problema?–Sesshomaru me miró a los ojos

 

–No, no, solo era curiosidad.–

 

Si algo había aprendido de crecer prácticamente sola es que nadie te va a ofrecer su ayuda desinteresada por muy duras que sean las cosas para ti, así que quejarte no sirve para nada. Y mi padre se había ocupado de grabarme a fuego y a golpes que yo había pedido todo el derecho a depender de alguien más en cuanto me convertí en adulta. 

 

Escalaría esa montaña aunque tuviera que agarrarme con los dientes. 

 

Tardamos poco más de una hora en llegar a los pies de los picos, y Sesshomaru me pidió que fuera a buscar provisiones para mí antes de subir, ya que sería difícil encontrar vegetación y animales arriba. Hice mi mejor esfuerzo en reunir la suficiente comida y estoy muy orgullosa de decir que regresé incluso antes de que se pusiera el sol.

 

–Estoy lista.–anuncié, y me dispuse a escalar la primera roca como si lo hiciera todos los días

 

–Yo te llevaré.–pero Sesshomaru me detuvo

 

–¿Ah?–

 

–Es demasiado para un humano.–la seriedad de su tono no me dejó lugar a réplica

 

¿Me había estado preocupando por esto cuando él tenía planeado llevarme desde un primer momento? Yo sabía que Sesshomaru y yo no éramos amigos, ni mucho menos familia o un equipo, pero… era como si supiera exactamente dónde estaba el equilibrio entre dejarme demostrar que era una adulta independiente capaz de ocuparme de mí misma e intervenir cuando realmente necesitaba una mano extra pero aún así estaba dispuesta a forzar mis límites por no pedir ayuda. 

 

–...bueno.–me sentí un poco inquieta cuando se acercó a mí

 

Me levantó del suelo con uno de sus brazos sin esfuerzo, y yo no sabía ni dónde poner mis manos. Entonces dio un salto que nos propulsó a ambos varios metros hacia arriba, y me agarré a su estola por instinto. 

 

–Mhn.–él me miró de reojo cuando aterrizamos en la primera roca

 

He de decir que aunque me había acostumbrado bastante a su presencia, tenerlo así de cerca aún seguía siendo algo intimidante. Me quedaba perdida en sus ojos, en las marcas de sus mejillas y en… Creo que llevo demasiado tiempo mirándole.

 

Bajé la cabeza para fijar la vista en cualquier otro lugar y traté de hacerme lo más pequeña posible durante nuestra subida. Estábamos prácticamente volando, el viento helado movía mi pelo para todas partes, y me acurruqué un poco más contra el pecho de Sesshomaru en busca de calor.

 

–¡Señor Sesshomaru!–miré hacia atrás y vi que Jaken se había conseguido agarrar al extremo de la estola, pero estaba golpeándose contra las rocas a cada salto que dábamos

 

–¿...no puedo llevarlo yo en brazos?–me ofrecí, pero en cuanto giré la cabeza de nuevo hacia Sesshomaru nuestros rostros quedaron tan cerca que se me subió la sangre a la cabeza por un momento

 

No dije ni una palabra el resto del viaje.

 

Cuando llegamos a la mitad del recorrido Sesshomaru me dejó en un gran saliente que tenía bastante espacio para hacer una hoguera y que los tres pudiéramos dormir. Me asomé al borde de la roca unos instantes para comprobar la altura a la que estábamos, y luego volví a mirar el paisaje, confundida.

 

–¿Qué pasa?–me preguntó Jaken, que estaba acariciando la montaña de chichones que le había salido en la cabeza durante el recorrido

 

–Es que creía que…ya veríamos la nieve.–

 

–¿Ah? Es primavera, toda la nieve se habrá derretido a estas alturas.–aquellas palabras me cayeron como un jarro de agua fría

 

–...pensé que en estas zonas había nieve todo el año.–me senté a preparar la hoguera, decepcionada

 

Sesshomaru no intervino en nuestra conversación hasta que ya había terminado de cenar.

 

–No has comido nada.–apuntó

 

–Es que me duele un poco la cabeza.–me excusé, pero era la verdad 

 

–Es la altitud.–Jaken asintió un par de veces–Los humanos son sensibles a esas cosas. Estarás mejor cuando bajemos.–

 

–Seguro que sí.–sonreí

 

Intenté dormir lo más cerca de la hoguera posible, pero empecé a tiritar de madrugada y el dolor de cabeza había ido a más. Me sentía mareada, tenía náuseas y sudores fríos…

 

–Tienes fiebre.–Sesshomaru lo dictaminó sin tocarme

 

–...tal vez un poco.–me sequé el sudor de la frente con la manga de mi kimono–Pero se me pasará, solo necesito dormir.–le aseguré–Mañana tenemos que llegar arriba.–

 

–Ven aquí.–me ordenó

 

Prácticamente me arrastré hasta donde él estaba, a lo que Sesshomaru me tocó la frente y frunció el ceño, ¿tan grave era?

 

–Quédate aquí.–se levantó–Jaken.–le dio una patada para que despertara

 

–¡¿Ah?!–él miró a ambos lados, confuso–Qué ocurre, señor Sesshomaru.–

 

–Rin está enferma. Vigílala.–le ordenó, y saltó al borde del saliente tan rápido que por un momento olvidé que era un demonio y mi corazón dio un vuelco al pensar que se había precipitado al vacío

 

A medida que pasaban los minutos el sentimiento de vergüenza y culpabilidad por necesitar que alguien me cuidara empezaron a generarme más malestar que la propia fiebre. Me había esforzado tanto para seguirles el ritmo a lo largo de todo el viaje y ahora estaba en mitad de una estúpida montaña lloriqueando de madrugada porque tenía frío y me encontraba mal.

 

Ni siquiera me di cuenta de que Sesshomaru había vuelto hasta que sentí su mano en mi mejilla.

 

–¿Mm…?–abrí los ojos, pero apenas podía enfocar la vista, sentía como si mi cabeza estuviera en ebullición

 

–Tómate esto.–Sesshomaru presionó algo contra mis labios, y abrí la boca sin rechistar

 

No tenía buen sabor, pero me lo tragué de todas formas. Gracias a aquella medicina la fiebre disminuyó eventualmente, pero seguía tiritando y con náuseas. Sesshomaru mandó a Jaken a dormir de nuevo y se mantuvo a mi lado toda la noche: dejó que me acurrucara en su estola para mantener mi temperatura estable, me quitaba el sudor con paños húmedos y me daba agua para que tomara un par de sorbos cada vez que me despertaba. 

 

–Quiero vomitar…–traté de apartarlo, pero me encontraba tan mal que ni siquiera podía tenerme en pie

 

No puedo expresar con palabras el nivel de vergüenza que me produjo el tener a Sesshomaru sosteniéndome al borde del saliente mientras yo vomitaba. Hubiera preferido que las rocas que había sobre nosotros se derrumbaran y me aplastaran con tal de no tener que mirarle a la cara nunca más.

 

Cuando las náuseas por fin se detuvieron Sesshomaru me dejó sentada de nuevo, y las lágrimas que se habían acumulado en mis ojos por el esfuerzo se convirtieron en un llanto real casi sin que me diera cuenta. 

 

Y eso solo me hizo sentir más estúpida.

 

–Lo siento…–por si fuera poco, lo único que podía hacer era disculparme en voz baja–No quería causar tantos problemas…–intenté serenarme, pero las lágrimas seguían cayendo–Ve a dormir…yo…yo lo haré sola…–empecé a toser

 

–Estás enferma.–Sesshomaru no se movió–Ni siquiera puedes levantarte.–

 

–Lo sé pero…no…–me encontré a mí misma encogiéndome cuando sus manos se acercaron a mí de nuevo

 

–No voy a golpearte.–lo dijo en un tono casi molesto–No sé nada sobre enfermedades o costumbres humanas, Rin. Cuando no me dices lo que te pasa y finges que estás bien me pones las cosas muy difíciles.–

 

–...–y me di cuenta de que lo había ofendido

 

–Pero mi espada sigue dentro de ti, así que tengo que hacer lo posible para mantenerte con vida.–lo dijo sin ninguna emoción, y me devolvió a mi lugar sobre su estola–Dormirás aquí a partir de ahora, hasta que mejoren las temperaturas.–anunció–Ahora duerme. Yo cuidaré de ti hasta el amanecer.–

 

Mi mente me pedía que le volviera a replicar, pero mi cuerpo había alcanzado su límite, así que cerré los ojos y me dejé arrullar por la calidez de la estola…

 

…y por esa sensación de seguridad y protección que era completamente nueva para mí.

 

**

 

Los días posteriores a mi encuentro con Inuyasha junto al estanque termal fueron bastante complicados. Yo me había hecho la fuerte delante de él, pero la verdad es que necesité algo de tiempo antes de poder sentarme sin dolor o volver a hacer cosas como correr y saltar sin que todo mi cuerpo se resintiera. 

 

Sufrir en silencio para no herirlo a él probablemente había sido lo más propio de una sacerdotisa que había hecho en las últimas semanas. Yo sabía que de haberle dicho la verdad él se hubiera escondido en su caparazón para no volver a tocarme jamás, y después de todo lo que había pasado no quería renunciar a eso. 

 

La perla seguía opacada por mis deseos, aunque me había pasado horas meditando y tratando de devolverla a su estado original. Claro que su aspecto tampoco había empeorado, por lo que esperaba que recuperara su pureza cuando una sacerdotisa con una voluntad más férrea que la mía me relevara.

 

Nuestra virginidad se consideraba uno de esos catalizadores de poder espiritual, pero había podido seguir llevando a cabo los ritos habituales sin demasiados problemas, y mis barreras no se habían debilitado. ¿Era una de esas enseñanzas anticuadas? La mayoría de monjes no optan por un voto de castidad, y nunca había escuchado que sus poderes se redujeran.

 

Esperaba que las cosas siguieran así y no viera deterioradas mis capacidades espirituales en el futuro, porque yo no había dejado de soñar con aquella noche. Todos los días esperaba con ganas a que todos se quedaran dormidos para poder tener nuestro momento de besos y caricias; era como…como si todos los problemas del día se me olvidaran cuando llegaba la hora de vernos. 

 

–Debo irme.–las palabras de Naraku me pillaron por sorpresa

 

Había estado tan enfrascada en todo el asunto de Inuyasha que casi ni me había dado cuenta de lo bien que se había recuperado. Poco quedaba del casi-cadáver que encontramos en la montaña aquella noche, ahora era un hombre fuerte que había conquistado el corazón de la mayoría de las aldeanas, que nos traían fruta fresca cada día para él.

 

–¿Seguro que estás bien? Puedes quedarte lo que necesites.–

 

–Lo sé, muchas gracias por todo, Kikyo.–me dedicó una sonrisa–Pero debo volver a casa, mi gente me necesita.–

 

–Claro.–

 

–Si no es mucha osadía…me gustaría escribirte cuando llegue.–

 

–¿Mm?–ladeé la cabeza–Está bien. Responderé cuando pueda.–

 

–Gracias.–una última reverencia–Ha sido…un placer conocerte.–

 

Puede que hasta hace unos días no hubiera yacido con nadie, pero no hay que ser una cortesana experta  para darse cuenta de con qué ojos me mira. 

 

–Igualmente. ¿Quieres que te acompañe a la entrada de la aldea?–me ofrecí

 

–No, no será necesario.–se alejó un poco, y giró la cabeza hacia mí antes de irse–Nos vemos.–

 

–Nos vemos.–

Chapter 13: La cabaña de hielo

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Había escuchado historias sobre demonios impresionantes a lo largo de mi vida, pero nunca había visto con mis propios ojos algo tan inmenso. Una bestia en forma de anguila erguía su cabeza sobre la superficie del agua; su piel cubierta de escamas era completamente negra, pero sus ojos brillaban como incendios en medio de la oscuridad.

 

Y nos estaba mirando a nosotros.

 

–...–me levanté a duras penas, con la esperanza de que esto fuera una pesadilla–¿Miroku…?–lo miré de reojo, él también se había puesto en guardia–¿Crees que puedes aspirar eso con tu mano…?–

 

–Es demasiado grande.–negó con la cabeza

 

–Lo imaginaba.–agarré mi hiraikotsu–Tendremos que pelear.–

 

–Ve con Kirara, yo te cubro las espaldas.–

 

–Bien.–alzamos el vuelo

 

El monstruo lanzó un coletazo hacia nosotras que conseguimos esquivar justo antes de que nos golpeara, pero su azote sobre el agua creó unas olas tan grandes que apagaron la hoguera de nuestro pequeño campamento. 

 

Ahora estábamos en completa oscuridad, y aunque apenas podía ver al monstruo gracias a los pequeños rayos de luz que nos aportaba la luna…sabía que él podía vernos a nosotros perfectamente. 

 

Pero no volvió a atacarnos. Se dirigió a uno de los acantilados y…tomó algo que estaba sobre las rocas. No podía distinguir qué era, pero a juzgar por los sonidos que emitía…se lo estaba comiendo.

 

–¡Sango!–no sabía en qué momento Miroku había subido colina arriba, pero consiguió encender un par de antorchas–¡Toma!–me lanzó una con la suficiente fuerza como para que llegara hasta mí

 

El monstruo dejó lo que estaba haciendo para atacar a Miroku, y me quedó claro que la luz lo atraía. Pero ahora sabía a donde apuntar.

 

–¡Aléjate de ahí!–lancé mi boomerang, que impactó de lleno en su nuca antes de que pudiera tocar al monje

 

El rugido de dolor que salió de la garganta del demonio hizo que las corrientes del agua empezaran a cambiar, y tuve que pedirle a Kirara que nos eleváramos aún más para evitar que nos alcanzaran. Si esto seguía así el nivel del agua subiría tanto que hundiría todo el pueblo.

 

Tenía que hacer algo.

 

Tomé la antorcha entre mis dientes y saqué una de mis hoces, esperando que pudiera lanzarla con la suficiente precisión como para que la cadena rodeara el cuello del monstruo un par de veces, pero no lo conseguí a la primera.

 

–¡Vuelve a intentarlo!–Miroku me animó desde su posición–¡Lánzame uno de los extremos!–clavó su bastón en una de las rocas, y enredó la cadena alrededor de este cuando se la lancé–¡Vamos!–

 

Traté de concentrarme todo lo que pude antes de lanzar, y en esta ocasión conseguí estrangularlo. Miroku sostuvo con fuerza su cadena mientras la anguila se revolvía, pero las rocas debajo de él empezaron a ceder ante la presión. Necesitábamos más fuerza.

 

Así que lancé una segunda hoz y agarré la cadena con todas mis fuerzas para tirar en dirección contraria. Después de un par de minutos que se sintieron como horas, la tracción desde ambos lados fue suficiente para que derribáramos al monstruo.

 

–¿Estás bien?–aterricé junto a Miroku, preocupada

 

–Sí, no hay problema.–un gran suspiro de alivio–Eso ha estado cerca.–le echó un vistazo a la anguila, que ahora agonizaba y chapoteaba en la orilla.

 

Pero antes de que pudiéramos celebrar nuestro triunfo nos dimos cuenta de que los habitantes del pueblo acababan de rodearnos, y no parecían muy amigables.

 

Un pensamiento fugaz inundó mi mente.

 

¿Tal vez acabábamos de matar a su…dios…?

 

**

 

No sabía cuánto tiempo había estado durmiendo, pero me desperté envuelta en algo suave y cálido. Asomé la cabeza por entre la estola de Sesshomaru, y me di cuenta de que estaba sobre su espalda.

 

–¿Mm..?–miré a ambos lados, estábamos mucho más alto que el día anterior

 

–Pronto llegaremos a la cima.–Sesshomaru siguió caminando–Ya no tienes fiebre, pero descansa hasta entonces.–

 

–Vale…–apoyé la cabeza en su hombro y me dejé llevar un rato más

 

Ya no tenía dolor de cabeza ni ninguna otra molestia, pero estaba muy fatigada, así que poder descansar un poco más me vino bien. Volví a abrir los ojos cuando sentí que nos deteníamos, pero no parecía haber nada a nuestro alrededor. 

 

–Muéstrate.–una sola palabra salió de la boca de Sesshomaru, y un anciano demonio tomó forma frente a nosotros 

 

De no ser por el tercer ojo que reposaba en su frente hubiera pensado que se trataba de un ser humano. Su piel arrugada era extremadamente pálida, y llevaba un sin fin de pieles de zorro a modo de abrigo. No pude evitar pensar lo contento que se hubiera puesto mi padre con tremendo botín, ese tipo de trabajos se vendían muy caros en la ciudad.

 

–Señor Sesshomaru…–una pequeña reverencia–¿A qué debo el honor de su visita?–

 

Cada vez que se movía el viento danzaba a su alrededor, creando formas que yo nunca había visto antes. Era como si su cuerpo creara cristales de hielo que hacían el aire visible por un instante.

 

–Necesito que rompas un maleficio.–

 

–Oh.–el demonio desapareció en un pestañeo y el viento lo hizo materializarse de nuevo junto a nosotros, sus tres ojos fijos en mí–¿Es este el pago por mi servicio?–me mostró sus dientes afilados–Qué generoso por su parte.–

 

–La humana es mía.–Sesshomaru no se movió, pero su voz fue suficiente para alejar al anciano 

 

Por algún motivo el modo en el que lo dijo hizo que el calor se acumulara en mis mejillas y…en el resto de mi cuerpo también.

 

–Una lástima…–el anciano hizo un gesto de decepción–Seguidme.–hizo aparecer una cabaña detrás de él con un solo chasquido de dedos

 

Era más o menos del tamaño de mi antigua casa, y estaba cubierta de enredaderas que se movían como si tuvieran vida propia. Los cuatro entramos al lugar y en cuanto traspasamos el umbral de la puerta dejé de sentir frío al instante.

 

–Un tal Naraku ha sellado mi espada dentro de la humana.–Sesshomaru explicó la situación sin dar demasiados detalles–Puedo sentir su energía y activar sus poderes hasta cierto punto, pero no se materializa para mí aunque la llame.–

 

No sabía cuándo había intentado hacer esas cosas, ya que apenas me había tocado en todo el tiempo que llevábamos viajando juntos, pero supuse que era una de esas acciones sutiles que los humanos no podemos percibir.

 

–Ya veo…–el anciano se llevó una mano al mentón, pensativo–¿Qué tipo de demonio era ese Naraku? Suena familiar.–empezó a rebuscar entre sus pertenencias, abriendo cajones y revisando las etiquetas de los frascos que se amontonaban en las estanterías

 

–Un demonio araña.–

 

–Mm…eso implica grandes poderes de transformación, no estoy seguro de que vaya a poder contrarrestarlos.

 

–No repliques al señor Sesshomaru.–Jaken lo regañó–Ponte a trabajar ya.–

 

–Voy a tener que examinar a la humana más de cerca.–el tercer ojo volvió a enfocarme, y un escalofrío me recorrió la espina dorsal

 

Sesshomaru me bajó al suelo a regañadientes, y yo me quedé ahí quieta, haciendo caso a todas las órdenes del demonio y respondiendo a sus preguntas lo mejor que podía.

 

«Abre la boca»

 

«¿Has tenido sensaciones inusuales últimamente?»

 

«Bebe un poco de este frasco y dime qué sientes»

 

–Mm…no hay ninguna señal que indique la naturaleza del maleficio.–el anciano se cruzó de brazos, molesto–Puede que haya dejado una marca externa en tu cuerpo, desnúdate.–

 

Todos mis músculos se tensaron ante esa petición. Yo nunca me había desnudado delante de ningún hombre, y si bien es cierto que ellos eran demonios y no seres humanos…el pudor que sentía era el mismo. Ni siquiera sabía exactamente qué era lo que pasaba detrás de las puertas del dormitorio de una pareja, pero sí que sabía que una vez hubiera sucedido era irreversible, y que por eso tenía que esperar a mi prometido.

 

Pero a estas alturas… ¿Era siquiera realista pensar que algún hombre querría desposarme? No tenía familia, dinero ni propiedades que me avalaran, y tampoco modales o educación que me ayudaran a llamar la atención de un marido que sí las tuviera. 

 

Tampoco tenía sentido pensar en el futuro lejano cuando la misma extracción de la espada podría matarme. Debía tomar decisiones para el presente; así que llevé las manos al borde de mi obi como si mis dedos no estuvieran temblando. 

 

–Eso no será necesario.–Sesshomaru me detuvo–No tiene ninguna marca, ya lo he comprobado.–

 

Mis ojos se abrieron como platos. ¿Había estado espiándome mientras me bañaba? ¿O tal vez se había…aprovechado de mí durante la noche? Nada de eso cuadraba con la imagen que tenía de él pero...estaba empezando a dudar de todo.

 

–Vaya, vaya…de tal palo tal astilla.–el anciano apenas pudo terminar la frase antes de que Sesshomaru lo decapitara con un solo movimiento

 

Su cabeza rodó por el suelo hasta llegar a mis pies, y me tapé la boca horrorizada.

 

–No te preocupes, sigue vivo.–Jaken le dio una patada a la cabeza para que rodara en dirección contraria–Como osas ofender así al señor Sesshomaru.–refunfuñó

 

–No era mi intención.–pegué un salto cuando la cabeza cercenada respondió

 

Pestañeé un par de veces para asegurarme de que era real, pero en el lapso de tiempo que tardé en abrir y cerrar los ojos la cabeza ya había levitado para reunirse con el cuerpo.

 

–Este no es el tipo de maleficio que yo puedo romper.–anunció

 

En esta ocasión Sesshomaru lo tomó por el cuello y lo alzó a varios centímetros del suelo, visiblemente molesto por aquella respuesta.

 

–No me hagas perder el tiempo.–sus ojos se volvieron rojos por un segundo

 

–¡Estoy diciendo la verdad, lo juro! Ese…ese tipo de demonios crean hechizos muy potentes si son lo suficientemente hábiles. ¡Si ni siquiera le ha dejado una marca visible no tengo nada a lo que aferrarme para liberar la espada!–

 

–Cuáles son las opciones.–

 

–Matar al demonio podría acabar con la chica y la espada también…–

 

–Te he pedido soluciones, no más problemas.–Sesshomaru lo golpeó contra la pared 

 

–Le…le daré algunos preparados para intentar que la conexión con su espada se vuelva más fuerte, tal vez así pueda recuperarla. Pero…–tragó saliva–Creo que debería pedirle ayuda a su madre, ella conoce…los secretos de los mundos mejor que yo.–

 

–Lo que me faltaba.–Sesshomaru lo soltó de golpe, y el demonio cayó al suelo como un peso muerto–Nos vamos.–

 

Jaken y yo lo seguimos en silencio hacia fuera, y la cabaña desapareció detrás de nosotros como si nunca hubiera existido.

 

**

 

–¡Naraku!–una de las aldeanas me detuvo antes de que saliera de la aldea–¿Ya…ya te vas?–

 

Era una muchacha que apenas estaba saliendo de la adolescencia, por lo que no era exactamente mi tipo, pero estaba seguro de que en un par de años se convertiría en una mujer muy hermosa.

 

–Sí, ya estoy recuperado.–sonreí–Es hora de volver a casa.–

 

–Vaya, yo…o sea nosotros…te vamos a echar de menos.–se balanceó de un lado a otro, nerviosa

 

–Volveré en alguna ocasión.–puse mi mano en su cabeza, y se sonrojó hasta las orejas–¿Sí?–

 

¿Por qué no puede ser así de fácil con Kikyo?

 

–Claro…–se quedó mirándome embobada, y decidí que ella iba a ser el desencadenante perfecto para mi plan

 

–Oye…ten cuidado, ¿vale?–

 

–¿Mm…? ¿Con qué?–

 

–Estos últimos días he estado…sintiendo cosas raras. Probablemente sea solo mi imaginación pero…me pareció ver a alguien rondando la parte trasera de la cabaña de las sacerdotisas.–

 

–¿Ah…? ¿Alguno de los aldeanos…?–

 

–No…–suspiré–No quiero que la gente se alarme porque probablemente ya se haya ido pero…tenía el pelo blanco.–

 

–Un demonio…–

 

–Eso me temo.–

 

–Deberíamos…deberíamos advertir a Kikyo ella podrá…–tomé sus dos manos entre las mías antes de que continuara hablando–¿Ah…?–

 

–No quiero causarle más molestias a ella por una corazonada tonta, pero… ¿podrías hacer que tu padre y algunos otros hombres hagan guardia esta noche? Que sean discretos, así el demonio se confiará.–

 

–...claro, hablaré con ellos.–

 

–Muchas gracias.–le dediqué una sonrisa–Sabía que podía confiar en ti.–

 

Salí de aquella aldea con una sonrisa de oreja a oreja.

Chapter 14: Acto de fe

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Un pensamiento fugaz inundó mi mente.

 

¿Tal vez acabábamos de matar a su…dios…?

 

–Quiénes sois.–uno de los aldeanos nos lanzó la primera pregunta–Unos humanos cualquiera no pueden haber acabado con el demonio Unagi tan fácilmente.–

 

La mayoría llevaban antorchas entre sus manos, pero había varios que sostenían garrotes y otras armas de madera y hierro. Me bajé de la espalda de Kirara y puse mi mano en su cabeza, acariciándola para que no hiciera ningún movimiento brusco. Teníamos que responder a la situación de la forma más calmada posible para no meternos en un lío aún mayor pero… ¡¿cómo?! ¡Era evidente que esta gente no quería charlar y solo estaban buscando una excusa para acabar con nosotros! ¿Deberíamos huir directamente? Soy una guerrera, pero yo no peleo con seres humanos, no puedo simplemente golpearlos… ¿estaría justificado? Algunas de estas personas son ancianos, no sé si mi conciencia estaría tranquila con eso.

 

¡¿Cómo se supone que tengo que saber la respuesta correcta?!

 

–¿Sois demonios también?–la segunda pregunta fue con un tono mucho más agresivo

 

–Somos humanos.–Miroku se puso frente a mí, y aunque no necesitaba ese tipo de acto de caballerosidad por su parte me alegré de que tomara las riendas en esta situación en concreto–Mi nombre es Miroku, soy un monje ambulante y llevo años ocupándome de exorcizar demonios de todo tipo. Ella es Sango, y como podéis ver por sus armas y su montura proviene de una aldea de grandes cazadores de demonios. Es por eso que hemos podido derribar al Unagi, lamentamos si era importante para vosotros, pero no teníamos otra opción.–

 

–¿Importante?–uno de los hombres soltó una risa irónica–Ese monstruo llevaba décadas atormentando a nuestra aldea, el único modo de aplacar su ira era entregarle alimento vivo como ofrenda.–

 

–¿Alimento vivo…?–murmuré

 

–¿Ves algún joven a tu alrededor? Prácticamente todos han sido ofrecidos. Se toman un preparado de hierbas para quedar profundamente dormidos y no sentir nada; después del sacrificio el monstruo nos deja en paz durante un tiempo y podemos volver a pescar en el mar.–

 

¿Entonces lo que se estaba comiendo en el acantilado era…una persona? 

 

Se me revolvió el estómago al pensar que no había podido hacer nada por evitarlo a pesar de haber estado tan cerca. ¡Ni siquiera había podido ver a la víctima para darme cuenta de lo que estaba sucediendo! Si lo hubiera sabido, yo…

 

–Sango.–no tenía ni idea de cuántas veces había llamado mi nombre Miroku–¿Estás bien?–me preguntó

 

–Sí.–me aclaré la garganta–Hemos venido para obtener información sobre un gran demonio al que estamos persiguiendo.–volví a dirigirme a los aldeanos–Marcharemos en su busca pronto, no causaremos ninguna otra molestia.–

 

Hubo algunos murmullos después de eso, y Miroku y yo intercambiamos miradas mientras ellos discutían si creernos o no. Finalmente un hombre anciano se abrió paso entre los demás y se detuvo a tan solo un par de metros de nosotros. 

 

–Unagi es el único demonio que ha perturbado esta aldea en los últimos años. No creo que encontréis lo que buscáis aquí.–

 

–Venimos de la aldea de los mineros, al otro lado de la montaña. Queremos saber más de la historia de Naraku.–

 

El semblante del anciano se oscureció. Algunos de los habitantes se veían confusos como si nunca hubieran oído hablar del tema, mientras que otros los mandaban callar diciendo que era de mal augurio mencionarlo. 

 

–Acompañadme, por favor.–el anciano se dio la vuelta

 

–¿Está seguro de que son de fiar?–uno de los hombres con garrote lo detuvo

 

–Han matado al Unagi, creo que un lugar caliente para dormir y un par de batallitas de un vejestorio como yo es lo mínimo que podemos ofrecerles.–

 

Ambos lo seguimos hasta su cabaña y tomamos asiento alrededor del fuego. Las paredes estaban cubiertas de instrumentos de pesca que parecían muy antiguos y Kirara, ya en su forma reducida, se emocionó con el olor a pescado que emitían.

 

–¡Kirara!–la tomé en brazos antes de que derribara algo o se hiciera daño por estar jugando–Lo siento.–le hice una pequeña reverencia al anciano

 

–Es un gato de fuego, ¿verdad? Cuando era joven vi uno muy parecido a ese correteando por las faldas de la montaña.–el hombre mostró una sonrisa amable por primera vez desde que lo habíamos visto–Disculpad a los demás, por favor. Sé que no son muy amables con los forasteros, pero esta aldea ha pasado por mucho desde que el Unagi apareció. Hemos perdido a nuestros jóvenes y…aunque han venido muchos como vosotros hablando sobre la grandeza de sus hazañas como exorcistas o cazadores todos acababan huyendo despavoridos en cuanto veían la inmensidad de la bestia. Pensábamos que haríais lo mismo.–

 

–Está bien, lo entendemos.–Miroku había regresado a su papel carismático habitual, pero yo no podía evitar recordar lo enfadado que estaba hacía unas horas porque no nos hubieran atendido como él quería

 

–Aún quedan algunas horas para el amanecer; podéis descansar aquí el resto de la noche. Mañana el cielo estará despejado, será un buen momento para emprender viajes.–

 

–Le estamos muy agradecidos por su hospitalidad, señor, pero realmente necesitamos que nos cuente todo lo que sepa sobre Naraku. Podemos dormir después.–le di un codazo suave a Miroku al escucharlo apremiar al anciano de aquella manera

 

–Yo era un niño cuando sucedió todo, así que tal vez lo que recuerde no os sirva de mucho.–carraspeó–El hombre al que Naraku poseyó era mi hermano mayor; Sengoku.–

 

Procedió a contarnos una versión de la historia que encajaba perfectamente con lo que habíamos averiguado en la aldea de los mineros, y también nos dio una descripción de cómo se veía su hermano justo antes del incidente.

 

–Muchas gracias, señor. Nos será muy útil.–incliné la cabeza

 

–Hay una cosa más…–el anciano desvió la mirada–La verdad es que no estoy del todo seguro de si esto fue parte de un sueño o sucedió en realidad, pero es un pensamiento que no me ha abandonado en todos estos años. Claro que en su momento nadie le dio importancia porque yo era demasiado pequeño como para que me tomaran en serio.–se lamentó–En esta aldea la tradición es que la futura novia pase la noche anterior a la ceremonia con las mujeres de la familia inmediata de ambas partes, y el novio hace lo mismo con los hombres. Como yo era muy pequeño no quería separarme de mi madre, así que dormí en la cabaña de las mujeres. Cuando me levanté de madrugada para ir al baño la prometida de mi hermano aún estaba ahí durmiendo, pero al regresar la vi junto a la ventana, hablando con alguien. Era la voz de un hombre, así que pensé que sería mi hermano y que no debía meterme en sus asuntos… Volví a mi futón sin hacer ruido para que no me descubrieran, ella salió de la cabaña…y nunca regresó.–soltó un gran suspiro–Realmente creo que Naraku sedujo a esa mujer para que fuera con él por voluntad propia. Y por eso cuando mi hermano intentó recuperarla…desató la ira del demonio.–

 

La habitación se quedó en silencio durante unos instantes, y miré a Miroku de reojo en busca de alguna señal. Si su padre y su abuelo antes que él buscaron a Naraku durante tanto tiempo para romper la maldición, probablemente le habrían contado historias parecidas a esta.

 

–Yo también creo que ese podría ser el caso. Encontraremos a Naraku y acabaremos con él, se lo aseguro.–finalmente habló, y una expresión de alivio se apoderó del rostro del anciano

 

Realmente espero que podamos cumplir esa promesa.

 

**

Esta sería la primera noche sin Naraku en la cabaña, por lo que podría invitar a inuyasha a pasar cuando Kaede se durmiera por primera vez en semanas. Me había pasado todo el día distraída pensando en el encuentro; qué tipo de historias contaríamos junto a la hoguera, si se quedaría conmigo hasta el amanecer…o si tal vez tendría el descaro de tomarme de nuevo allí mismo aunque no pudiéramos hacer ruido.

 

No habíamos vuelto a tener relaciones desde nuestra primera vez, pero yo me sentía completamente recuperada y los dos habíamos «jugado» bastante el uno con el otro durante los últimos días, lo cual había ayudado mucho a Inuyasha a aprender a no perder el control. Y la verdad es que verlo retorcerse de placer entre mis dedos era algo que disfrutaba mucho más de lo que me gustaría admitir. Me gustaba escuchar cómo mi nombre salía de sus labios cuando lo llevaba al límite; y verlo buscar desesperadamente dónde aferrar sus manos cuando sentía que estaba a punto de correrse.

 

Puede que él sea el que tiene sangre de demonio pero…creo que voy a ser yo la que tome la iniciativa esta noche.

 

–Buenas noches.–Kaede se acomodó en su futón y yo hice lo propio

 

Esperé con impaciencia a que su respiración se relajara y estuviera profundamente dormida antes de salir a avisar a Inuyasha de que podía entrar. Pero fue un alboroto inusual lo que me hizo abandonar la cabaña y salir al exterior antes de lo previsto. Pensé que alguno de los niños se había enfermado durante la noche y sus padres lo habían traído para que lo revisara. O que tal vez una de las dos mujeres embarazadas a las que estaba vigilando había comenzado sus labores de parto de forma prematura.

 

Lo que definitivamente no esperaba era encontrarme a media docena de hombres de la aldea cargados con sus azadas y antorchas…y a Inuyasha apresado con cuerdas.

 

Ambos sabíamos que era posible que llegara este momento desde que dejé que se quedara en la aldea, pero mentiría si dijera que no había hecho todo lo posible por ignorar cualquier pensamiento al respecto.

 

–Hemos atrapado a un demonio perro, señorita Kikyo.–uno de los aldeanos me lo mostró como si fuera un premio, y le hizo levantar la cabeza

 

Mis ojos se encontraron con los de Inuyasha, y se me encogió el estómago. Su mirada era una mezcla de resignación y derrota, como si me estuviera diciendo «no te preocupes por mí; sabía que esto podía pasar». Él podría haberse liberado fácilmente de sus ataduras con un poco de fuerza, y por supuesto que podría haber noqueado a esos hombres sin ningún problema…Pero no lo hizo.

 

No lo hizo porque sabía lo importante que era mi gente para mí, y que si recibían algún daño por culpa de nuestra relación no se lo perdonaría a él…ni mucho menos a mí misma.

 

–Ya veo.–fue todo lo que pude decir

 

¿Y ahora qué?

 

Si admitía la verdad delante de todos; que había estado viéndome a escondidas con un medio demonio, lo amara o no, no habría vuelta atrás.

 

Tal vez Inuyasha y yo podríamos huir más allá del bosque y empezar una nueva vida, pero Kaede aún era pequeña y no podía dejarla sola. Ni siquiera sabía si los aldeanos la seguirían aceptando después de mi huida, y llevarla conmigo significaría apartarla de todo lo que ella había conocido y deseado en su vida. 

 

Y ese era un límite de mi propio egoísmo que no estaba dispuesta a cruzar. 

 

–¿Señorita Kikyo? ¿Qué hacemos con él?–me pidieron opinión, y tuve que pensar un plan en ese mismo instante

 

–Está bien, yo lo purificaré.–anuncié–Sujetadlo contra ese árbol.–

 

El rostro de Inuyasha se desencajó al escuchar esas palabras, y me miró como si acabara de partirle el corazón. Si no hubiera habido tantos pares de ojos sobre mí, le hubiera dicho «confía en mí» en un tono que solo sus orejas pudieran captar, pero ni siquiera tenía margen para eso. Ahora cabía la posibilidad de que él dijera algo sobre mí o sobre nuestra relación para intentar liberarse.

 

Esto sería un acto de fe. Para los dos.

 

Los hombres colocaron a Inuyasha con la espada contra el árbol y lo sostuvieron para que se quedara allí. No dijo ni una sola palabra. 

 

Yo me ubiqué a pocos metros de él y saqué una flecha de mi carcaj mientras todos nos observaban. Miré a Inuyasha directamente a los ojos por última vez mientras tensaba mi arco…

 

…y disparé.

Chapter 15: Conexión

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Aún quedaban varias horas para el amanecer, por lo que tanto Miroku como yo teníamos bastante tiempo para dormir antes de irnos del pueblo, pero…por muchas vueltas que diera no era capaz de conciliar el sueño.

 

–¿No te duermes?–su voz en la oscuridad me sobresaltó

 

Habíamos tendido los futones en extremos opuestos de la habitación, pero el lugar que nos habían prestado era tan pequeño que hasta podríamos darnos la mano si quisiéramos.  

 

–No puedo.–suspiré–No dejo de pensar en que podríamos haber salvado al sacrificio del Unagi hoy y ni siquiera lo vimos. Me siento culpable. Y luego empiezo a pensar en todas las personas que habrán muerto del mismo modo en los últimos años. Y en que nadie se atrevió a ayudarlos. ¡Era un demonio grande, pero no muy poderoso! Estoy segura de que cualquier exorcista con algo de experiencia podría haberlo derribado sin problema.–

 

–Cuando los humanos están asustados no ven a través de su miedo. La gente tiene sueños y personas a las que aman y…pensar en que podrían perderlo todo activa su instinto de supervivencia. Huir se convierte en la opción lógica.–suspiró–Hay que ser de una pasta especial para dedicarse a esto.–escuché cómo se daba la vuelta en el futón, probablemente para mirar hacia mi lado del cuarto–Y tú tienes talento natural.–

 

–¿Me estás diciendo que en realidad tú estabas muerto de miedo y querías huir con tu cerebro lógico?–yo también me giré en su dirección

 

–Casi me hago pis encima, sí.–

 

–Idiota.–suspiré, y nos quedamos en silencio un par de segundos–¿Entonces por qué no te fuiste?–

 

–Porque estabas tú ahí.–su respuesta hizo que mi corazón se acelerara por unos instantes, aunque no sabía si se refería que yo le daba sensación de seguridad o a que se volvía valiente porque quería protegerme

 

A quién quiero engañar, ambas opciones me hacen sentir bien.

 

–Mm.–

 

–Sé que no nos llevamos bien, pero creo que hacemos un buen equipo, aunque sea para cazar demonios.–él siguió hablando

 

–Eso lo sabremos cuando nos enfrentemos a Naraku. Aunque visto lo visto tal vez nuestra mejor opción es que yo le haga de cebo virginal para que baje la guardia.–rodé los ojos

 

–Nada de eso.–

 

–Bueno, si es una buena oportunidad para acabar con él por mí está bien. Haré lo que haga falta.–

 

–No dejaré que te toque.–lo dijo en un tono más serio del que solía emplear

 

–Oh claro, eso te quitaría la oportunidad de ser tú el primero en hacerlo.–así que bromeé para aliviar la tensión del ambiente

 

–Me da igual ser o no el primero mientras sea el último.– 

 

–...–agradecí que la luz estuviera apagada porque toda mi cara estaba ardiendo en ese momento–¡¿Puedes dejar de decir tonterías?!–

 

Y él se rió.

 

Una risa que inundó toda la habitación; profunda y…adorable.

 

–Lo siento, es la falta de sueño. ¿Me perdonas?–podía sentir su mano estirando de mi manta para llamar mi atención

 

–No te perdono. Siempre dices bobadas.–me encogí sobre mí misma para dormir–Buenas noches.–

 

–Buenas noches.–murmuró

 

No sé ni cómo ni por qué pero…en algún momento de la noche acabamos compartiendo futón. 

 

Y dormí como un bebé hasta el amanecer.

 

**

 

El viaje a los picos nevados había sido extremadamente largo, y para colmo no había servido para nada. Mi mal humor era tan obvio que ni Jaken ni Rin se atrevieron a abrir la boca durante el descenso. Al menos la bajada era mucho más sencilla que la subida y pudimos llegar al valle en un solo día.

 

Una vez el campamento estuvo preparado revisé los tónicos que ese estúpido demonio había preparado, en caso de que se le hubiera ocurrido hacerse el listillo e intentar envenenarlos. Todo parecía estar en orden, así que llamé a Rin para que se acercara:

 

–¿Sí?–

 

–Toma la mitad de esto.–le entregué uno de los frascos

 

Cuando ella terminó yo me tomé la otra mitad y rogué internamente que funcionara. Que la conexión con mi espada se volviera más fuerte y pudiera invocarla en mi mano. Así no tendría que presentarme en el castillo para que mi madre se burlara de lo que me estaba sucediendo.

 

Pero por supuesto que no pasó nada. Utilicé mi mente una y otra vez para llamarla; y aunque podía sentirla y pedirle que activara su poder…no venía a mí.

 

–¿Sientes algo?–decidí preguntarle a Rin también

 

–No particularmente…–

 

Chasqueé la lengua.

 

–Está bien, come algo y descansa, puede que mañana haya cambios.–me ausenté para tener un rato a solas, aprovechando que ya había anochecido y el bosque estaba muy tranquilo

 

Todo este sinsentido de la espada no hacía más que retrasar mis planes cada vez más. Y cuanto más tiempo pasaba más probable era que alguno de mis enemigos se enterara de lo que había pasado y viniera a aprovecharse de la situación. Necesitaba una solución y la necesitaba rápido. 

 

Encontré un lago no muy lejos de donde habíamos acampado y me agaché junto a la orilla para mojarme la cara, con la esperanza de relajarme un poco. Pronto me di cuenta de que eso no sería suficiente para despejar mi mente, así que me quité la ropa para hundirme de lleno en el agua helada. 

 

El frío me ralentizó el pulso, y decidí sumergirme del todo para acallar todo estímulo exterior. Cerré los ojos y aguanté la respiración, repasando todo lo que había sucedido en los últimos días en busca de alguna pista sobre cuál era el mejor camino a seguir ahora. 

 

Hasta que… 

 

«La humana es mía»

 

Y el olor de la excitación de Rin inundando mi cerebro.

 

Saqué la cabeza del agua y tomé una gran bocanada de aire. ¿Por qué me había detenido justo ahí? Me eché el pelo hacia atrás y volví a pensar en ello con más calma.

 

Que una humana como ella se sintiera atraída por un demonio antropomorfo como yo no era algo fuera de lo común. Y de hecho, aunque me había mantenido bastante alejado de los asentamientos humanos a lo largo de mi vida este olor no me era ajeno.

 

Pero viniendo de ella

 

Por supuesto que yo no era como mi padre; nunca me habían interesado las mujeres humanas y no iban a empezar a gustarme ahora. Yo ya tenía doscientos años y ella era una mortal que aún no llegaba a los 20. 

 

Virgen, por si fuera poco.

 

Con ella no tendría ni para empezar.

 

Mi baño improvisado me hizo perder la noción del tiempo, y para cuando regresé al campamento ya era bien entrada la noche. Esperé encontrar tanto a Rin como a Jaken ya vencidos por el suelo, pero olvidé que yo había tenido la brillante idea de decirle a la humana que dormiría conmigo a partir de ahora. Así que aunque Jaken ya había ocupado su lugar junto a la hoguera para dormir…ella aún estaba despierta, esperándome.

 

–¿Sesshomaru?–me miró con una expresión de preocupación al verme llegar–¡Estás empapado!–

 

No había puesto ningún esfuerzo en secarme, no.

 

–Ven, avivaré la hoguera.–agarró una de las mangas de mi traje para apresurarme a que me acercara al fuego

 

¿En qué momento se había tomado esas confianzas? Hace día y medio no podía ni mirarme a la cara cuando la tomé en brazos. No entiendo a los humanos.

 

Dejé que me guiara hasta la hoguera y me senté allí; observando cómo los bostezos de la humana se hacían más prominentes con el paso de los minutos. 

 

–Bueno, yo voy a descansar ya…–me avisó, y levanté una ceja al ver que en lugar de acurrucarse en mi estola se alejaba en busca de otro lugar para acomodarse

 

¿Entonces no me estaba esperando por eso? 

 

No entiendo a los humanos. Parte dos.

 

–Te dije que dormirías conmigo para que no volvieras a enfermarte.–se puso tensa en cuanto dije eso, como si hubiera estado esperando que yo no lo recordara

 

–Ya, pero…no me siento cómoda con eso.–lo dijo tan rápido que me costó separar las palabras en mi mente

 

–¿Qué?–y aunque lo conseguí no tenía ni idea de lo que quería decir

 

–Bueno, ya sabes…somos adultos. Y tú eres un hombre y yo una mujer…–a juzgar por su tono ella tampoco parecía tener muy claro de qué estaba hablando

 

–Yo no soy un hombre, soy un demonio.–aclaré–Olvida lo que ha dicho el viejo. Mi padre tuvo un idilio con una humana, pero yo no tengo ninguna intención de seguir sus pasos, solo de que no mueras de frío y mi espada contigo.–

 

–Entonces por qué sabes que no tengo ninguna marca.–me miró a los ojos, y por primera vez desde que nos conocimos la vi molesta de verdad

 

–Te vi mientras tú misma revisabas tu cuerpo en la cabaña de tu padre, justo después del incidente. En ese momento aún no había instruido a las crías de demonio para que cuidaran de ti en mi lugar.–

 

–¡P-pero no puedes hacer eso!–gritó, y pensé que Jaken se despertaría y haría la situación aún más incómoda, pero siguió roncando

 

–Solo te vigilaba, no tenía ningún interés en verte desnuda.–

 

–...pero me viste.–

 

–Y qué.–

 

–¡Que me siento incómoda! Se supone que solo mi marido puede verme así.–

 

–Te repito que soy un demonio, no sigo esos estúpidos protocolos humanos.–

 

–¿Entonces los demonios no sentís vergüenza?–

 

–Sí, pero no tenemos pudor con ese tipo de cosas. Solo nos avergonzamos por cosas realmente importantes.–

 

–...pues para mí es importante que no me veas desnuda sin mi permiso, y mucho menos espiándome.–lo dijo en un tono serio–¿Puedes prometerme que no harás eso más?–aquella pregunta hizo que yo me molestara

 

–Vigila tus palabras, humana.–me incliné sobre ella–Creo que no estás en posición de pedirme favores, agradece que te necesito viva porque si no fuera el caso podría devorarte ahora mismo.–una amenaza que haría helar la sangre de cualquier humano

 

Pero en lugar de su miedo lo que percibí con mi olfato fue ese maldito olor a excitación. De nuevo.

 

Esta humana ha perdido completamente el juicio.

 

–...estoy intentando ponértelo fácil.–después de unos segundos de silencio finalmente bajó la mirada

 

–¿Ah?–mi mente le dio todo tipo de interpretaciones a esa frase

 

–Dijiste que no sabías nada de humanos y que te lo ponía difícil cuando no te contaba lo que me pasaba. Estoy incómoda porque me viste así y yo ni siquiera lo sabía y para mí era algo importante. Eso me pasa.–

 

–...–no repliqué

 

No podía discutir conmigo mismo.



–Está bien.–suspiré–Te prometo que nunca más te observaré sin que lo sepas, y no te pondré en ninguna situación que implique que te desnudes.–una sonrisa empezó a asomarse en su rostro, y seguí hablando antes de que se emocionara demasiado–Pero.–ella me prestó atención–Si la situación lo requiere, y tu vida corre peligro de algún modo.–le levanté el mentón para que volviera a mirarme–Iré hasta donde estés aunque no lleves ni una sola prenda de ropa encima. ¿Queda claro?–

 

–...sí señor.–se la veía realmente contenta–Entonces voy a dormir ahora, con permiso.–esta vez se hizo un espacio en mi estola 

 

Y sentí el latido de mi espada con tanta nitidez que por un momento pensé que la estaba empuñando.

 

–...Sesshomaru.–Rin me miró

 

–¿Mm?–

 

–¿Tú también has sentido eso?–

 

–...sí.–admití

 

Puede que el tónico sí que nos haya ayudado a crear una conexión después de todo. Aunque haya sido a costa de darle mi palabra a una humana. 

 

–¿Es algo bueno?–solo podía ver la mitad de su rostro entre los mechones blancos de mi estola, pero el brillo de curiosidad en sus ojos era más que evidente

 

–Sí. Si la espada responde cada vez más es posible que en el futuro venga a mí cuando la llame.– 

 

–¿Qué harás cuando la tengas?–

 

–Seguiré con mis planes.–

 

–¿Y cuales son tus planes?–

 

–Conseguir más poder.–

 

–¿Y qué harías después de eso?–

 

–¿No ibas a dormir?–levanté una ceja

 

–Sí, pero…yo siempre quise salir de la aldea. Y ahora que he salido cuando tengas tu espada y te vayas no sé qué quiero hacer. Estoy tomando ideas.–

 

–Dudo mucho que tu futuro vaya a incluir comandar ejércitos de demonios y conquistar tierras lejanas con ellos.–

 

–Bueno, podrías llevarme contigo, ¡te cubro las espaldas!–lo dijo en tono de broma, pero realmente me lo imaginé

 

–El resto de demonios te devorarían, o en el peor de los casos querrían hacer otras cosas contigo.–

 

–¿Qué otras cosas?–su pregunta era totalmente inocente

 

–...duérmete ya, por favor.–yo también me tumbé, ahora estábamos a poca distancia

 

–Entonces cuando tengas tu espada… ¿me dejarás allá donde estemos?–fue más un susurro que una pregunta

 

–Siempre que sea un lugar seguro.–me sorprendí a mí mismo cuando dije eso sin pensar

 

Porque una vez la espada estuviera en mis manos…no tendría por qué protegerla.

 

Chapter 16: La curiosidad mató al gato

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Tuve que poner en práctica todos mis años de meditaciones y oraciones de serenidad para ignorar el grito que salió de la boca de Inuyasha cuando mi flecha atravesó su hombro. Se desmayó casi al instante y los aldeanos lo soltaron vitoreando mi nombre.

 

–¿Está muerto?–preguntó uno de ellos

 

–No.–anuncié–Su energía demoníaca era demasiado fuerte, pero mis poderes lo harán desaparecer en siete días.–mentí para ganar tiempo–Hasta entonces…que nadie lo toque. Y…os pediría que fuerais discretos con este asunto.–todos me miraron confusos–No quiero que los niños se aventuren por aquí y lo vean, es mejor que nadie se acerque.–pero mis palabras hicieron que se relajaran en seguida

 

–Por supuesto, señorita Kikyo.–

 

–Bien, entonces me retiro a descansar.–me despedí–Deberíais hacer lo mismo.–

 

Entré a la cabaña esperando tener unos minutos para estar a solas y sacar a flote todo lo que acababa de suceder dentro de mí; aunque fuera con un gran llanto. Pero Kaede me esperaba despierta, y era ella la que parecía estar a punto de llorar.

 

–Inuyasha…–es lo único que dijo

 

–Lo sé.–la abracé–No te preocupes, no va a morir. He utilizado muy poca energía espiritual en esa flecha, no va a desaparecer. Yo misma le sacaré la flecha al séptimo día y…le pediré que se vaya.–

 

–Pero tú…–

 

–Estaré bien, Kaede. Inuyasha y yo…bueno. Nunca tuvimos que habernos acercado para empezar. Los dos lo sabíamos.–suspiré–Esto…será lo mejor para que todos podamos seguir con nuestra vida.–lo dije más para convencerme a mí misma que a ella

 

Me había esforzado tanto para ponerme a mí misma por delante del resto de cosas, para darme la oportunidad de vivir mi juventud…y la realidad había venido a golpearme en la cara. Todo lo que había pasado había sido una terrible idea desde el principio. No tenía que haberme dejado llevar.

 

Pasaron dos, tres, cuatro días… Traté de continuar con mis obligaciones diarias, pero iba arrastrando los pies a todos lados, y lo único que ocupaba mi cabeza era cómo iba a plantear la conversación con Inuyasha cuando lo despertara.

 

Cómo podría dejarlo marchar.

 

–Hermana.–hasta que la mañana del quinto día, Kaede dejó su bol de desayuno en el suelo, y me miró a los ojos–Por qué no nos vamos de aquí.–

 

–¿...ah?–me pilló completamente desprevenida

 

–No sé tú…tú siempre has sido muy seria con tus labores y…admiraba eso de ti pero a la vez…sentía que estabas un poco… lejos .–admitió–Y entonces llegó Inuyasha y se te veía…contenta. Contenta de verdad. Sé que una de las primeras normas de nuestro sacerdocio es el altruismo, dedicarnos a la gente y no a nosotras mismas, pero…No sé explicarlo.–bajó la mirada–Creo que tal vez eso no sea lo…correcto para ti.–

 

–...no podemos irnos, Kaede. Toda nuestra vida está aquí, no quiero apartarte de esto.–

 

–¡Pero tú eres mi familia!–me replicó–Yo lo único que quiero es ser sacerdotisa, no me importa si es aquí o en un templo de las montañas. Se supone que debemos ayudar allá donde nos necesiten. La gente vive bien aquí, apenas hay demonios que nos amenacen, y nuestros enfermos no son casos graves.–

 

–...–

 

–Además, Inuyasha es un medio demonio pero…supongo que no es tan malo.–hizo un mohín–Me daría mucha lástima dejar de verlo.–

 

–Nada de esto es buena idea.–yo seguía en negación–Además está la perla y…–

 

–Quieres ser feliz o no.–fue su ultimátum 

 

–...claro que quiero.–

 

–Entonces vámonos. Sella la perla en los cimientos de nuestra casa como hicieron las anteriores sacerdotisas. Si alguien tiene el poder para hacerlo eres tú. Llegarán más como nosotras. No pasará nada.–

 

En aquel momento la vi tan decidida que…deseé haber sido como ella cuando tenía su edad. Tomar una decisión y lidiar con las consecuencias sin pensar demasiado en ellas. Hacer lo que se supone que tienes que hacer mientras aún estás creciendo.

 

Tal vez no sea tarde para mí.

 

–Nunca pensé que serías tú la que me daría lecciones.–me levanté

 

–Es que ya no soy una niña.–refunfuñó–Además siempre he pensado que si quería llegar a tu nivel tenía que viajar un poco más.–

 

–Lo harás.–le prometí, y me di media vuelta para salir de la cabaña–Prepara todo lo que necesites. Escribiré una carta con instrucciones para los aldeanos y dejaré bastantes medicinas aquí para cubrir emergencias hasta que traigan a otra persona.–tomé aire antes de decir mi última frase–Partiremos esta noche.–

 

Salí de casa con la vista fija en el suelo, tratando de asimilar la decisión que acababa de tomar y uniendo las piezas del puzzle en mi cabeza poco a poco: ¿hacia dónde iríamos? ¿qué debería llevarme? ¿podría sellar la perla aunque hubiera cedido a mis deseos carnales?

 

Finalmente levanté la mirada hacia el árbol…



…y me horroricé al ver que el cuerpo de Inuyasha había desaparecido. 

 

**

 

Habían pasado varios días desde el incidente de la cabaña en los picos nevados y…creo que la conversación que Sesshomaru y yo tuvimos aquella noche nos unió mucho. Bueno, mucho en términos de humana-demonio, claro.

 

Habíamos formado el hábito de charlar todas las noches, cuando Jaken ya se había dormido y los dos estábamos acurrucados tan cerca el uno del otro que todas nuestras conversaciones eran prácticamente en susurros.

 

Y aunque Sesshomaru no era hablador por naturaleza, sí que me había contado algunas cosas más sobre él. Que su padre había sido muy importante y todos lo comparaban con él, que su madre lo sacaba de quicio con las cosas que le pedía aunque lo hiciera «por su bien» y que tenía un medio hermano al que apenas conocía. Lo cierto es que cuando hablaba de ese tipo de cosas…sonaba casi humano. 

 

Además, no sé si fue el efecto de alguno de los tónicos que habíamos consumido aquellos días para aumentar la conexión de Sesshomaru con su espada, o el hecho de que durmiéramos tan cerca el uno del otro pero…mis pesadillas se estaban desvaneciendo.

 

Es decir, seguían estando ahí pero…eran cada vez menos intensas. Solo había tenido un episodio realmente aterrador en las últimas noches, pero cuando desperté y vi a Sesshomaru tumbado a mi lado…todo mi miedo se esfumó.

 

Él se veía plácidamente dormido y…no sé por qué pero…aproveché para acurrucarme un poco más hacia su lado. 

 

«¿Estás bien?» Cuando me di cuenta de que estaba despierto me arrepentí de haberme atrevido a tanto, aunque no había abierto los ojos para mirarme.

 

«…una pesadilla» Lo dije en voz baja. «Pero ya estoy bien»

 

«Mm» Asintió con un pequeño gruñido y…me pasó el brazo por encima para pegarme más a él.

 

Aún se me acelera el pulso al recordarlo.

 

El latido de su corazón en mi oído…la calidez de su cuerpo…su olor…

 

Pensaba en él incluso en los momentos en los que no estábamos juntos, que en realidad no eran muchos. Cuando salía a buscar comida…cuando Sesshomaru se apartaba del grupo para tomarse un rato a solas o…cuando me bañaba. Aunque últimamente mis baños se estaban alargando porque…mi mente me estaba jugando malas pasadas. Algo dentro de mí me decía que lo que estaba haciendo estaba mal y me hacía sentir culpable después pero…a veces…mientras me lavaba…pensaba en cómo se sentiría si fuera Sesshomaru el que lo hiciera. Me imaginaba la noche en la que tenía fiebre y él me quitaba el sudor con paños húmedos…y pensaba en qué hubiera pasado si en lugar de limitarse a mi rostro y mi nuca hubiera metido la mano bajo mi kimono…entre mis pechos…tal vez aún más abajo.

 

No estaba segura de por qué el calor se acumulaba tanto ahí , pero últimamente pasaba mucho más rato de lo habitual limpiando esa zona y…se sentía…bien cuando lo hacía.

 

En momentos como este me gustaría tener al menos una amiga con la que poder hablar las cosas. Por mucho que me lleve bien con mis «compañeros de viaje» no sé si estoy en el punto de hablar sobre mis partes privadas con ellos.

 

–Rin.–Sesshomaru se detuvo de repente–Detrás de mí.–

 

–¿Mm?–

 

–Un demonio.–murmuró, y de repente su expresión cambió por completo, como si lo hubiera reconocido–...pero no es peligroso.–

 

–¿Ah?–

 

–Sal de ahí, Kagura.–dirigió su mirada a un punto concreto entre los árboles

 

Una mujer hermosa se materializó sobre una de las ramas. Sus ojos eran de un tono escarlata y llevaba un kimono precioso, accesorios en el pelo…parecía una princesa.

 

–¿Así me saludas?–ladeó la cabeza, divertida

 

–Tú ni siquiera te despediste.–

 

–¿Sigues enfadado?–soltó una risita–Qué mono.–su mirada se dirigió a mí–¿Y eso? ¿Te has traído un aperitivo por si te entra hambre por el camino?–

 

–Déjate de tonterías, Kagura. Hablemos a solas.–Sesshomaru se adentró en el bosque

 

Y Kagura también desapareció.

 

–¿Quién es ella?–se lo pregunté a Jaken cuando nos quedamos solos

 

–No tengo ni la más remota idea. Nunca la había visto.–pero él no supo darme respuestas, lo cual me pareció muy extraño–Y hablándole al señor Sesshomaru con esa confianza, qué se cree.–refunfuñó

 

Los dos nos sentamos a esperar y a charlar un rato, pero pasó el tiempo…y Sesshomaru simplemente no regresaba.

 

–¿Estará bien…?–me pregunté en voz alta–¿Y si esa mujer quería…pelear? Y si está herido.–

 

–No seas boba, el señor Sesshomaru es más fuerte que cualquier demonio que pudiera presentarse delante de nosotros.–

 

–Pero puede estar en problemas...voy a ir a ver.–me levanté

 

–¿Y si lo está qué harías? Eres humana.–el recordatorio de Jaken me dolió más de lo que esperaba

 

Porque a pesar de que Sesshomaru me había ayudado y guiado en incontables ocasiones…era cierto que yo no podía hacer lo mismo por él aunque quisiera. Volví a sentarme y me resigné a esperar, pero cada minuto me volvía más impaciente y mi cerebro inventaba nuevas situaciones peliagudas en las que Sesshomaru podría necesitar ayuda.

 

–¿Y por qué no vamos los dos?–sugerí

 

–¿Ah? No he recibido ninguna orden así del señor Sesshomaru, no estaría bien.–

 

–Lo sé, y no querría cuestionar su voluntad.–adopté un tono parecido al que Jaken utilizaba siempre para hablar de él–¿Pero no crees que si necesitara ayuda realmente querría que su lacayo número uno estuviera ahí para proporcionársela? Sería como una prueba de lealtad.–

 

–...claro, cómo no lo había pensado.–Jaken se levantó de un salto–¡No tema, señor Sesshomaru, ahora mismo voy en su busca!–

 

Lo seguí a través del bosque, parecía tener muy claro hacia dónde ir por lo que supuse que podía sentir la energía de Sesshomaru o algo así. Ojalá yo tuviera ese tipo de habilidad, aunque tal vez pueda aprender a hacerlo con la espada, ¿no?

 

–...será mejor que regresemos.–Jaken me miró de repente–El señor Sesshomaru está perfectamente.–

 

–¿Ah? ¿Qué dices?–lo miré confusa 

 

–Digo que el señor Sesshomaru tiene… mucho entre manos ahora mismo y es mejor que no lo molestemos.–

 

–Pero si hace un momento ibas a buscarlo con mucha emoción.–no le entendí

 

Claro que reconocí perfectamente el gruñido que venía de entre los árboles. Eché a Jaken a un lado y corrí sin pensar en nada; fue solo el impulso de «Sesshomaru realmente está peleando, tengo que hacer algo». 

 

Seguí los sonidos y sorteé los arbustos y las ramas caídas que iba encontrando, pero en cuanto pude asomar la cabeza entre las hojas…

 

–Sesshomaru…mm…–

 

Me di cuenta de que había sido una estupidez venir hasta aquí.

 

Sesshomaru y Kagura estaban juntos; besándose y…completamente desnudos. Él estaba de espaldas así que no podía ver todo pero sí que podía apreciar cómo sus músculos se tensaban con cada movimiento. Sus brazos…sus hombros…sus muslos…e incluso su trasero estaba realmente apretado. Kagura gemía su nombre y se movía junto a él, tenía ambas manos rodeando el cuello de Sesshomaru y ahora que su pelo estaba suelto se veía aún más hermosa.

 

Una parte de mí quería cambiar de posición para poder ver exactamente lo que estaban haciendo, pero mi conciencia fue más fuerte que mi curiosidad. Me di media vuelta y volví por donde había venido, con las mejillas encendidas y la boca seca. Sabía que aquella imagen alimentaría todas mis fantasías de los próximos días, semanas, tal vez meses.

 

–¡Rin!–Jaken vino por mí–¡Venga, vámonos!–

 

–...sí, perdón por haberte empujado.–me disculpé y ambos regresamos 

 

Sesshomaru volvió sin Kagura ya al anochecer, se tumbó a mi lado y me tapó sin decir nada. Yo había decidido simplemente hacerme la dormida, pero la incertidumbre me estaba matando. Tenía tantas preguntas.

 

–He de suponer que el trato sobre no espiar a alguien mientras está desnudo no se aplica a ti, ¿no?–pero aquella pregunta me hizo abrir los ojos de par en par

 

Tierra, trágame.

Chapter 17: El otro lado

Chapter Text

 

El amanecer llegó solo un par de horas después de que nos hubiéramos acostado, y la verdad es que aún sumando el tiempo que había podido dormir tranquilo antes de nuestra batalla con el Unagi no había conseguido descansar lo suficiente. 

 

Iba a taparme la cabeza con la manta del futón para poder ignorar la luz y seguir dormitando un poco más, pero enseguida me di cuenta de que no podía mover mi brazo izquierdo. 

 

Porque Sango se había dormido sobre él.

 

–...–abrí los ojos y me quedé observándola por unos instantes 

 

Estaba prácticamente abrazada a mí, y su rostro había quedado a muy poca distancia del mío. Y aunque ella ya se había quedado dormida en mi regazo durante nuestra estancia en el templo…era la primera vez que veía su cara desde tan cerca.

 

Ella siempre se tomaba un rato para arreglarse por las mañanas; se peinaba y se maquillaba con cuidado aunque fuéramos a pasar el día caminando por el bosque rodeados de bichos y barro. Decía que era una costumbre que la ayudaba a ponerse «en situación», como la pintura de guerra. Y era evidente que le funcionaba.

 

Claro que el modo en el que brillaban sus labios entreabiertos y lo adorable que se veía con su cara al natural… me estaba poniendo a mí «en situación». Y no en una de batalla precisamente.

 

Ser hombre por las mañanas da asco a veces. 

 

–Argh…–traté de sacar el brazo de debajo de ella sin despertarla

 

Misión imposible.

 

–¿Mm?–abrió los ojos–...buenos días.–se tapó la boca para bostezar, y pestañeó un par de veces al darse cuenta de lo cerca que estábamos–...–

 

–Que conste que ha sido todo idea tuya, yo estaba aquí atrapado.–finalmente pude liberar mi brazo, y me quedé boca arriba solo para darme cuenta de que eso hacía más evidente mi problema

 

Pensé que esto iniciaría una pelea, que ella me golpearía y me mandaría fuera a gritos pero… miró y no dijo nada. Y por algún motivo eso me hizo sentir más vergüenza que si se hubiera enfadado.

 

–Bueno, tal vez sí que me de un bañito en el mar antes de irnos, te espero fuera.–me levanté rápidamente y estaba a punto de salir del cuarto cuando Sango me agarró de la muñeca–¿Ah?–

 

–No hagas eso, idiota. Te vas a resfriar.–me regañó–No…no soy ninguna niña. Sé cómo funciona eso. Ve al baño y te espero fuera.–se puso de pie, pero tenía las orejas completamente rojas

 

–...Claro.–

 

Después de ocuparme de mis asuntos dentro de la letrina me reuní con Sango a la salida del pueblo y emprendimos nuestro viaje como si no hubiera pasado nada, bromeando y discutiendo a partes iguales. Y yo disfruto mucho de la compañía de las señoritas con las que tengo intimidad pero…he de decir que también se siente bien viajar con alguien con quien no tengo ese tipo de relación. 

 

Me gusta cuando se pone seria para avanzar con nuestra misión de encontrar a Naraku, cuando muestra sus habilidades como cazadora durante las batallas, pero también me gusta cuando se avergüenza con mis comentarios y me enseña un poco de esa parte más inocente de ella. 

 

Tal vez sea que me gusta ella en general.

 

Claro que eso plantea demasiados problemas como para pensar seriamente en ello. El primero es que precisamente acabo de decir que me gusta que solo seamos amigos y que tengamos un vínculo diferente al que he tenido con otras mujeres. El segundo es que es evidente que ella no siente lo mismo por mí y no sé si estoy preparado emocionalmente para enfrentarme a otro episodio de desamor. 

 

Y el tercero es que mis días están contados así que nada de lo que sienta importa realmente. No es que no confíe en nosotros y en nuestra capacidad de encontrar a Naraku y eventualmente acabar con él pero…mi padre y mi abuelo eran personas excepcionales con mucha más habilidad espiritual que yo y no estuvieron ni cerca de acabar con la maldición. ¿Por qué iba a ser diferente para mí?



–¡Oye, monje!–no me había dado cuenta pero Sango ya me había adelantado unos 10 metros–¡Que te quedas atrás!–



–¡Voy!–corrí para alcanzarla–Perdona, tenía la cabeza en otro lado.–

 

–Tú siempre.–ella siguió andando–No tengo muy claro a dónde nos dirigimos ahora, ¿lo sabes no?–Kirara se subió a su hombro, y Sango le dio un beso en la cabeza que me hizo sentir hasta envidia

 

–Vamos a la siguiente ciudad grande que encontremos. Puede que allí obtengamos más pistas, y aunque no lo hagamos al menos tendremos un sitio elegante para dormir. Tal vez uno con baños termales.–

 

–No tenemos tanto dinero, Miroku.–

 

–Déjamelo a mí.–le dediqué un guiño–Sabes que es mi especialidad.–

 

–Sí, lo vi cuando llegamos al pueblo de pescadores lo bien que se te dio convencerlos de que eras un graaan monje que merecía el mejor techo del lugar.–soltó una carcajada

 

–Bueno, pero esta vez será mejor, tengo una corazonada.–asentí 

 

–Si tu lo dices.–volvió a adelantarse, entre risas

 

Hubiera acompañado su dicha de no ser porque cuando bajé la mirada me di cuenta de que la tela que utilizaba para cubrir mi mano ahora dejaba a la vista los bordes del agujero negro.

 

Estaba creciendo.

 

**

 

Sin Naraku el castillo había quedado completamente descabezado; y nadie sabía realmente qué hacer o cuándo deberíamos empezar a preocuparnos por su falta. Ahí es donde yo, Kagura, «su mano derecha», debería haber tomado el mando y empezado a dar órdenes a todo el mundo…pero no tenía ningún interés en comerme toda esa responsabilidad.

 

Así que aproveché su falta para hacer otro viaje en solitario sin tener que darle explicaciones a nadie. Volé a través de un sin fin de parajes de todo tipo; montañas, lagos, aldeas humanas… Me encantaba la sensación del viento en mi cara y la libertad de poder elegir exactamente a dónde quería ir sin que nadie me dijera qué hacer. 

 

Pero mentiría si dijera que no había un sentimiento agridulce en descubrir lugares nuevos y vivir experiencias sin nadie que me acompañara. Y puede que precisamente esa melancolía fuera lo que me impulsó a bajar a tierra firme en cuanto sentí la presencia de Sesshomaru remotamente cerca.

 

No estaba buscando un «compañero de vida» en él, y tampoco soy el tipo de mujer que se queda prendada de alguien solo por una noche de sexo, por muy buena que fuera. Simplemente…supongo que me sentía un poco sola. Es todo.

 

Claro que no esperaba que estuviera llevando a una joven humana consigo. Al final resulta que siempre gravito hacia el mismo tipo de hombre. O demonio, en este caso.

 

–Déjate de tonterías, Kagura. Hablemos a solas.–

 

¿Pero y qué hago si solo con eso ya estoy pensando en yacer con él de nuevo? Una no puede negar sus preferencias. Lo seguí hasta un claro bastante apartado de donde habíamos dejado a su compañero y a la humana…y entonces me di cuenta de la «gravedad» de su problema, por decirlo de algún modo. El olor de su excitación…su lenguaje corporal cada vez que yo me movía…parecía que fuera a saltar sobre mí en cualquier momento. Una energía sexual incluso más grande que la que tenía cuando estábamos haciéndolo en el castillo.

 

Era como si estuviera en celo.

 

–Sí que eres un demonio perro, sí.–no pude evitar sonreír–¿Tanto te alegras de verme?–

 

–No digas tonterías.–me lo negó, pero estaba apretando los dientes

 

–¿Entonces por qué estás así?–ladeé la cabeza–¿Por la humana?–me acerqué un poco más a él–¿Tanto te tienta?–

 

–Ella no tiene nada que ver en esto.–dio un paso atrás, y aunque sabía que lo hacía solo para no distraerse y no porque me temiera me sentí realmente poderosa–¿Conoces a un tal Naraku?–

 

Y aquella sensación de poder se resquebrajó en mil pedazos.

 

–No me suena.–mentí–¿Por qué?–

 

–Era un demonio araña. Igual que tú.–me miró a los ojos

 

–Los demonios araña salen hasta de debajo de las piedras, no los conozco a todos.–le aseguré–¿Es un amigo tuyo?–

 

–Más bien todo lo contrario.–no me dio ningún otro detalle, lo que me hizo sentir muy inquieta–Argh…–se llevó una mano al rostro–Esto es insoportable…–su respiración se estaba agitando más y más con cada momento que pasaba

 

–Das bastante lástima ahora mismo, Sesshomaru.–me apené por él–Tengo tiempo, si quieres un alivio rápido.–apenas me dejó terminar la frase cuando ya estaba agarrándome y besando, mordiendo y arañando cada centímetro de mi cuerpo

 

Sobra decir que mi kimono no sobrevivió a aquel encuentro. Me tomó con tanta fuerza que realmente pensé que me iba a partir en dos, pero no tenía ninguna queja al respecto. Él necesitaba lidiar con sus problemas y yo con los míos, los dos ganábamos. 

 

Claro que cuando ya llevábamos varias rondas…y sentí la presencia de la humana a nuestro alrededor…no pude evitar meter el dedo en la herida.

 

–Puedes olerla, ¿verdad?–le susurré

 

El sonido gutural que salió de su garganta no fue una respuesta, pero el modo en el que aumentó el ritmo me dejó claro que su presencia no lo molestaba. Más bien todo lo contrario.

 

–Mm… ¿crees que le gusta lo que ve? Aún no se ha ido.–así que lo tenté un poco más–¿Te gustaría sacarla de entre esos árboles y mostrarle exactamente cómo se siente esto?–un mordisco en mi cuello–Ah…tal vez podría ayudarte a prepararla para ti. Sería una lástima que la rompieras antes de tiempo.–

 

–Kagura.–el tono de su voz fue una advertencia firme de que si seguía hablando sería yo la que acabaría rota

 

Así que cerré la boca. Y eventualmente la humana nos dejó a solas de nuevo. Cuando terminamos la sesión ya al anochecer me cubrí con lo que quedaba de mi ropa y blasfemé al ver que estaba prácticamente inservible.

 

–Bueno, me voy ya entonces.–me giré para despedirme

 

Y Sesshomaru dejó una pequeña bolsa en mi mano sin decir nada.

 

–Oh, vamos.–lo miré al darme cuenta de lo que era–No soy ese tipo de mujer, no tienes que pagarme por mis servicios.–

 

–Es para que te consigas otro kimono.–lo dijo con tanta naturalidad que hasta me sentí avergonzada por un momento

 

–...oye.–así que me tomé la confianza para decir lo que pensaba

 

–¿Mm?–

 

–Sé que vas a decir que no es asunto mío y a contestarme del modo más desagradable posible para que no te replique, pero… ¿Por qué no simplemente te acuestas con esa humana si te interesa tanto?–

 

–Efectivamente no es asunto tuyo, pero para tu información a mí no me interesan los humanos.–

 

–Oh, vamos, conmigo no te hagas el digno purasangre. A todos los machos os gustan las humanas, os la pone dura sentiros un demonio grande y poderoso.–

 

–Yo ya soy un demonio grande y poderoso.–su rostro a pocos centímetros del mío

 

–Es una lástima que yo ya no sea humana.–lo miré a los ojos

 

Y el viento me ayudó a desaparecer.

 

Hice una parada en la ciudad humana más cercana y me hice pasar por doncella ocultando mis ojos bajo un sombrero de paja. Allí compré el kimono más lujoso que tenían disponible y disfruté de las miradas que hombres y mujeres me dedicaban al pasar. También me imaginé a Sesshomaru quebrándose la cabeza con mi última revelación, debatiéndose entre si estaba jugando con él o había dicho la verdad. Seguro que ninguna de las dos opciones le gustaba. 

 

¿Pero qué le habría hecho Naraku? Hasta donde yo sabía nunca se habían visto en persona. Claro que…si Sesshomaru era la razón por la que Naraku no había vuelto a casa…

 

Me detuve en mitad de la calle principal, y por primera vez desde que todo esto había comenzado pasó por mi mente la idea de que tal vez Naraku estuviera muerto y no jugando a la guerra con otros demonios o flirteando con la primera humana guapa que apareciera en su camino.

 

Así que decidí apresurarme a volver al castillo, dejar de lado por un rato la pataleta de «mi vida es demasiado rutinaria» y empezar a tomar cartas en este asunto.

 

–¿Se puede saber dónde estabas?–claro que cuando sentí la voz helada de Naraku en mi oído nada más llegar a sus dominios se me olvidó todo lo que estaba pensando

 

Y empecé a rezar todo lo que sabía.

 

Chapter 18: Noche de luna nueva

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Había compartido con Kikyo un sin fin de cosas desde que nos conocíamos; detalles sobre mi familia, sobre mi vida, y sobre mí. Algunas de ellas no se las había contado a nadie nunca, pero a pesar de todo hubo un secreto que cargué conmigo hasta el final: el hecho de que me transformaba en humano durante las noches de luna nueva. Y no lo oculté porque creyera que tendría una reacción adversa, sino todo lo contrario. Me mataba pensar en lo que sentiría al verme como humano, al tener tan cerca algo que haría que nuestra relación fuera más sencilla . Que una sacerdotisa encuentre el amor en otro joven humano y renuncie a sus deberes no es algo inaudito…pero yo soy mitad demonio.

 

Por supuesto también estaba el hecho de que yo me avergonzaba de mi forma humana. Me hacía sentir débil, estúpido y todo el resto de insultos que otros demonios se habían asegurado de grabar a fuego en mi mente a lo largo de los años. Es por eso que el hecho de convertirme en un demonio completo siempre había sido lo que más deseaba en el mundo.

 

Hasta que la conocí a ella, claro. 

 

Kikyo había cambiado mi percepción sobre absolutamente todo en mi vida, tanto que en algún momento…me planteé vivir como humano por ella. Renunciar a ser demonio completo y a conseguir más poder, construir una casa pequeña en una aldea en mitad de la nada y pasar el resto de mis días tranquilo…a su lado. Tal vez incluso morir junto a ella cuando llegara su hora.

 

Estaba dispuesto a darlo todo por no perderla. 

 

El problema es que ella al parecer no sentía lo mismo. Y claro que no puedo culparla por escoger a su gente antes que a alguien como yo pero…pensé que al menos me dejaría libre. Ni siquiera puedo empezar a describir lo que sentí cuando disparó su arco contra mí con tanta frialdad, como si no me conociera de nada. Como si yo estuviera en la misma categoría que los monstruos que devoran niños y destruyen aldeas por diversión.

 

Me desperté la noche de luna nueva con el cuerpo completamente adolorido, ya en mi forma humana y sintiendo la sangre chorrear por mi hombro. La magia de purificación ahora no servía para retenerme, pero la herida era real. 

 

Apreté los dientes y tomé el cuerpo de la flecha con mi mano; tenía que estirar de él lo suficiente como para sacar la punta del árbol y liberarme, pero no tanto como para que se saliera de mi hombro porque eso crearía una hemorragia mayor. Cada pequeño movimiento era extremadamente doloroso; mi pulso no era tan bueno y cada vez que movía el astil un poco podía sentir cómo mi herida se abría aún más. Después de varios minutos de agonía, finalmente un último tirón me despegó del tronco, y tomé un par de bocanadas de aire para tratar de calmarme. Tendría que vivir con la flecha en mi hombro por esta noche, hasta que mis poderes de regeneración demoníaca regresaran. 

 

Pero ese dolor no era nada en comparación al que sentía dentro de mí al saber que en mi forma humana la barrera espiritual ya no me retenía en aquel lugar…y que probablemente no volvería a ver a Kikyo nunca más.

 

**

 

–He de suponer que el trato sobre no espiar a alguien mientras está desnudo no se aplica a ti, ¿no?–

 

Si la situación fuera cualquier otra yo no habría comentado nada al respecto. Aún seguía manteniendo lo que le dije a Rin; los demonios no tenemos pudor humano así que no me avergonzaba particularmente que me viera en esa situación. 

 

El problema era que me estaba haciendo pasar unas semanas infernales gracias a su «época de autoexploración humana», o fuera lo que fuera la razón por la que ahora de repente utilizaba su hora del baño para hacer otro tipo de cosas y luego tumbarse a dormir a mi lado con el aroma a sexo aún impregnado en ella.

 

La «visita» de Kagura por llamarla de alguna manera me había caído del cielo, realmente necesitaba desahogarme, y por mucho que Rin fuera la causante de mis problemas, ella no podía arreglarlos al nivel que yo necesitaba. ¡Y aunque pudiera no iba a tirar toda mi ética por la ventana y yacer con una humana solo porque ella se pasara el día en celo y me estuviera afectando estar cerca todo el rato!

 

No había podido tener sexo con nadie desde el incidente con Kagura en el castillo, era simplemente natural que me sintiera así si me exponía a esa atmósfera día tras días sin poder aliviarme . No tenía nada que ver con Rin en particular.

 

Definitivamente no.

 

–¡Lo siento mucho!–se puso muy nerviosa y tuve que taparle la boca para que no hiciera escándalo y despertara a Jaken

 

No era una conversación que quisiera compartir.

 

–Sssh.–me llevé un dedo a los labios, y aparté la mano cuando ella asintió

 

–Lo siento mucho.–esta vez lo repitió en un tono más bajo–No sabía que estabais…desnudos.–

 

–Te dije que me esperaras.–

 

–Estaba preocupada por si te había hecho algo.–hizo un mohín, y sus mejillas se veían tan infladas como las de una ardilla

 

–Cómo me va a hacer algo Kagura.–bufé

 

–¿Entonces es tu…bueno…tu esposa?–

 

No sabía si echarme a reír o molestarme ante la estupidez de esa pregunta.

 

–Por supuesto que no. No deseo tomar ninguna esposa ahora mismo, tengo otros asuntos de los que preocuparme. Solo es…una amante.–incluso esa palabra se sentía inapropiada–Solo tenemos sexo, es todo.–me vi en la necesidad de aclararlo

 

–...sexo.–me miró como si estuviera esperando una explicación más detallada

 

Y me di cuenta de que probablemente nadie en aquel agujero infernal de aldea le había hablado de esto. Por algún motivo mi mente reprodujo la voz de Kagura, diciendo algo como «oh, tendrás que enseñarle todo» con ese estúpido tono de burla. Para colmo pensar en ello me estaba haciendo empezar a sentir calor. De nuevo.

 

–No es mi lugar hablarte de eso.–traté de cambiar de tema

 

–Por favor.–pero ella se aferró a mi ropa–N-no tengo a nadie más y…–se estaba poniendo roja–Tengo muchas dudas.–reunió valor para mirarme a los ojos–Tú eres un demonio, a ti no te da vergüenza aunque te pregunte lo que sea, ¿no?–

 

Tal vez debería dejar de abrir la boca, porque últimamente todo lo que digo vuelve para morderme el trasero.

 

«Bueno, preferirías mordérselo tú a ella, ¿no?» La voz imaginaria de Kagura de nuevo.

 

Por qué me hago esto.

 

–...está bien.–suspiré–Aunque las cosas para los demonios son un poco diferentes porque algunos tienen una anatomía…particular a diferencia de los humanos.–

 

–¿Tú tienes una anatomía diferente?–su pregunta me hizo abrir los ojos como platos por la sorpresa

 

Claro que ella no tenía ni remota idea de lo que estaba preguntando, así que no tenía segundas intenciones.

 

–No. Además de las uñas, los dientes y todo lo que puedes ver ahora…el resto de mi cuerpo es bastante similar al de un hombre humano.–

 

–Entiendo.–

 

Hice mi mejor esfuerzo para explicarle todo lo que necesitaba saber una humana sobre el sexo; le hablé sobre lo que pasaba después de quitarte la ropa…sobre el deseo…y el placer. Ella se bebió cada una de mis palabras con ojos brillantes, lo cual no hubiera sido un problema de no ser porque podía sentir cómo la humedad se iba acumulando entre sus muslos cuanto más me escuchaba.

 

Iba a ser una noche larga para mí.

 

–...gracias. Por contarme todo esto.–me dedicó una sonrisa tímida cuando terminé de hablar–La verdad es que…estaba un poco preocupada, ¿sabes? Porque nunca había…experimentado ese tipo de cosas…hasta hace poco. Pensaba que me pasaba algo malo.–

 

–Eres mortal, pero tendrás bastante tiempo para vivirlo todo tú misma con otros humanos.–

 

–Eso no lo tengo tan claro.–se giró para quedar bocarriba–Los humanos solo hacen esas cosas cuando se casan, o eso creo. Pero la lista de requisitos que un buen marido querría en su prometida es extremadamente larga y yo no cumplo ninguno.–

 

–¿Mm?–eso me extrañó–Eres independiente y confiable, no creo que tuvieras problemas en ayudar a tu esposo con su trabajo fuera el que fuera, o en ocuparte de la casa y la cocina. Además eres joven y hermosa, que es básicamente lo único que les importa a los mortales. Yo te consideraría como opción si fuera humano.–aquella última frase tuvo más peso del que me hubiera gustado

 

–...gracias.–y su voz, apenas un susurro, también produjo un movimiento inesperadamente abrumador dentro de mí

 

**

 

Después de varios días de caminar siguiendo la costa y tener que acampar al aire libre cada noche, Miroku y yo alcanzamos nuestro siguiente destino. Era la ciudad más grande que habíamos visto hasta ahora, dos o tres veces más que aquella en la que exorcizamos al demonio comadreja.

 

Había un enorme río que desembocaba en el mar y dividía la ciudad en dos. Las casas estaban construidas por encima, con paredes de piedra y muelles de madera que las separaban del flujo del agua, en la que embarcaciones de poco tamaño surcaban la ciudad de un lado a otro transportando todo tipo de mercancías.

 

Nunca había visto tanta…gente. Había tiendas y puestos de comida allá donde miraras, y todo el mundo parecía tener algún lugar al que acudir. De hecho las personas iban con tanta prisa que ni siquiera se detenían a mirar a Kirara más de cerca; pasábamos completamente desapercibidos. 

 

Y justo al fondo, más allá de todo el gentío y el ajetreo…se erguía un edificio tan inmenso e imponente que no cabía duda de que debía pertenecer a algún señor feudal.

 

–No hace falta que te fijes mucho en eso ahora.–Miroku se acercó a mí–Tendrás tiempo para verlo más de cerca esta noche, porque vamos a dormir allí.–

 

–Deja de decir tonterías y busquemos una posada, anda.–negué con la cabeza

 

–No es ninguna tontería, es lo que va a pasar. Pero antes de eso…–dio un paso adelante y me tendió la mano para que lo siguiera–¿Por qué no nos divertimos un poco?–sonrió

 

Tomé su mano a regañadientes y dejé que me guiara a través de las calles. Empezamos por visitar el mercado, donde encontré todo tipo de reliquias y talismanes que nunca había visto antes.

 

–Dijiste que tenías un hermano pequeño, ¿verdad?–Miroku tomó una de las gemas que había expuestas, y la observó a contraluz–Tal vez aquí encuentres algún recuerdo que llevarle. No todo van a ser restos de demonio.–me miró con mala cara

 

Digamos que mientras él arreglaba «sus asuntos» en la letrina del pueblo de pescadores yo había aprovechado para recolectar un par de dientes del Unagi como trofeo.

 

–Los restos son para llevárselos de vuelta a mi padre, y para hacer armas nuevas cuando las necesite.–me agaché para observar mejor todos los objetos expuestos–Son importantes, así que no pongas esa cara.–

 

–Una señorita tan hermosa cargando cadáveres en su mochila…no tiene remedio, ¿verdad, Kirara?–se agachó para rascarle la cabeza, a lo que ella emitió un ronroneo

 

Después de comprar mucho más de lo que debería si quería seguir viajando ligera (no pude resistirme a una peonza pintada en colores vibrantes para mi hermano, y pulseras de cuentas para mi madre) me di cuenta de que había perdido a Miroku. Miré a ambos lados y luego hacia abajo, a lo que Kirara entendió mi petición al momento. 

 

Ella me guió hasta uno de los puestos de comida…y ahí estaba Miroku, comprando brochetas de carne para ambos.

 

–¿Has acabado de comprar?–me ofreció una

 

–Sí…al menos por ahora.–le di un mordisco–...–era la mejor comida que había tenido desde que dejamos el pueblo de los mineros

 

–Sabía que te gustarían, pero no imaginaba que te quedarías sin palabras.–Miroku se echó a reír

 

–¿No te cansas de molestarme?–iba a darle un pisotón, pero me esquivó 

 

–Nunca.–me sacó la lengua y siguió comiendo

 

El sol ya se estaba a punto de poner cuando Miroku insistió en que nos montáramos en una de las barcas que algunos comerciantes prestaban a los transeúntes durante las horas más bajas de negocio, para que pudieran llegar al otro lado de la ciudad más rápido a cambio de un par de monedas.

 

–...–el salto hacia abajo desde la calle hasta la barca era bastante grande, y aunque no me dan miedo las alturas he de admitir que vacilé un poco antes de subirme

 

–¡Vamos!–pero Miroku extendió sus brazos hacia mí 

 

Y salté sin dudar ni por un momento de que él me sostendría.

 

–Eso es.–cuando aterricé a su lado me rodeó con sus brazos 

 

Y la sensación de su mano en mi cintura hizo que me estremeciera.

 

–...bien.–me separé rápidamente y senté en una de las vigas que hacían las veces de asiento

 

–¿A dónde les llevo?–el barquero nos miró a ambos

 

–Al castillo, por supuesto.–pero fue Miroku el que respondió

 

–¿Ah?–lo miré, confundida

 

Él seguía de pie sobre el bote, y giró la cabeza para mirarme, con la sonrisa más hermosa que había visto en toda mi vida.

 

–Te prometí que dormiríamos ahí, ¿no?–

Chapter 19: La tela de araña

Notes:

Hemos tenido una pausita de dos semanas en el fic, quería tomarme un poco de tiempo para desconectar de él porque han estado pasando muchas cosas últimamente, pero ya vuelvo a la carga!

Os dejo un capítulo extra largo para compensar!

Chapter Text

El barco nos llevó hasta las inmediaciones del castillo, y aunque Miroku me ofreció su mano para ayudarme a bajar esta vez no la tomé. Como era de esperar los guardias nos detuvieron antes de que pudiéramos siquiera acercarnos a la puerta principal, y no sabía si estaba lista para otro episodio de tener que ir a buscar dónde quedarnos con el rabo entre las piernas después de que nadie comprara el cuento del monje altruista.

 

–Buenas noches.–Miroku les hizo una reverencia solemne a los guardias–Solicito una audiencia inmediata con el señor del castillo.–

 

–El señor del castillo está ocupado, no va a reunirse con ningún sacerdote ahora. Ni tampoco…–me miraron a mí, y luego a Kirara–Con quien sea que los acompañe.–nos denegaron la entrada

 

–Entiendo que el tiempo del gobernante es valioso, pero temo no traer buenas noticias.–Miroku se puso serio–He notado una presencia perturbadora rodeando el castillo. Algo oscuro y antiguo que de no ser tratado adecuadamente hará que la desgracia se cierna sobre todos los habitantes del interior, tal vez incluso de toda esta ciudad.–

 

A uno de los guardias le temblaron los labios al escuchar aquello, y miró a su compañero en busca de apoyo. Los dos se dieron la vuelta y susurraron un par de cosas que no pudimos escuchar, pero finalmente nos dejaron pasar.

 

Después de dar varias vueltas por los pasillos finalmente llegamos a un gran salón, donde un hombre ataviado con ropajes elegantes y flanqueado por dos mujeres hermosas nos recibió con expresión consternada. 

 

–¿Quiénes sois?–preguntó el gobernante

 

–Mi nombre es Miroku.–se arrodilló frente a ellos, y yo hice lo propio–Soy un monje con gran experiencia en lo que se refiere a…exorcizar y purificar presencias demoníacas. Esta es mi compañera, Sango. Proviene de una estirpe legendaria de cazademonios, por lo que me ayuda en esta tarea.–

 

–¿Y qué es lo que decías que habías sentido en el castillo?–el hombre levantó una ceja, dudando visiblemente de lo que Miroku les había dicho a los guardias

 

–Es difícil saberlo sin realizar los ritos adecuados pero…es el tipo de presencia que se siente atraída por almas especialmente…puras e inocentes. Como las de los niños o los sacerdotes como yo.–tuve que aguantarme el bufido ante esa última anotación

 

Pero por algún motivo la expresión y el tono de voz del rey cambiaron por completo después de eso:

 

–Haga lo que sea necesario para librarnos de la presencia.–se dirigió a sus guardias–Que preparen las mejores habitaciones para ellos, y que coman todo lo que quieran.–

 

Pestañeé un par de veces sin entender lo que acababa de pasar, pero me levanté e imité la reverencia de Miroku antes de que ambos saliéramos de la estancia.

 

–¿De verdad has sentido una presencia así?–le susurré, aunque sabía de sobra que la respuesta sería negativa

 

–Claro que no, pero es un buen sitio.–

 

–Entonces por qué han aceptado.–

 

–Hay que saber qué necesita cada persona si quieres conseguir algo de ellos.–una media sonrisa–Y la hermosa doncella sentada justo al lado del rey estaba en cinta.–

 

–...te estás aprovechando de que les da miedo que le pase algo al bebé.–

 

–No hay presencia así que no va a pasar nada, les daré paz mental para que el resto del embarazo vaya como la seda, y nosotros tendremos comida y alojamiento gratis.–juntó su dedo índice y su pulgar formando un círculo–Es un plan perfecto.–

 

–...si tú lo dices.–

 

Nos dieron dos habitaciones contiguas que rezumaban lujo allá donde miraras: los dibujos de las puertas correderas eran exquisitos, había una mesa con papel y tinta para escribir,  y aunque aún no había sacado el futón estaba segura de que sería el más grande y acolchado que habría sentido en toda mi vida. Todo el personal se puso a nuestro servicio como si fuéramos gente realmente importante, y Miroku se veía en su elemento.

 

A mí no me gustaba tener que utilizar este tipo de métodos deshonestos para encontrar dónde quedarnos, pero mentiría si dijera que no disfruté de la comida lujosa, la ropa elegante que nos prestaron…y el enorme baño termal en el que me metí antes de ir a la cama.

 

Era algo tarde por lo que prácticamente todo el mundo estaba durmiendo ya (de hecho yo había dejado a Kirara en mi habitación para que se acurrucara allí), y tenía el baño solo para mí.

 

–Ah…esto es vida…–me apoyé en una de las rocas

 

–¿Sango, estás ahí?–

 

Me cubrí por instinto, pero luego me di cuenta de que Miroku estaba al otro lado del muro de bambú, en el baño de hombres. 

 

–Aquí estoy, sí.–

 

–Sé que hubieras preferido que nos quedáramos en una posada, pero algo así no está mal de vez en cuando, ¿no crees?–

 

–Supongo…–respondí mientras arreglaba el recogido de mi pelo, no necesitaba que se mojara ahora

 

–Solo por lo guapa que estabas con el traje que te han dado ha valido la pena el numerito, la verdad.–casi me resbalo cuando Miroku dijo eso

 

–¡¿Alguna vez aprenderás a no hacer comentarios inapropiados?!–

 

–Lo haré el día que tú aprendas a aceptar cumplidos.–su voz ahora sonaba un poco más cerca, por lo que supuse que se había apoyado en la pared de bambú

 

Y no sé por qué, pero yo también me recliné contra la madera. Como si nos estuviéramos bañando juntos, aunque no pudiéramos vernos.

 

–Si sigues por ahí les diré a los guardias que eres un farsante.–lo amenacé mientras me secaba el sudor de la frente con la pequeña toalla de trapo que me habían entregado 

 

–¿Lo soy?–lanzó la pregunta con un aire seductor

 

–...en parte, supongo.–sabía que solo estaba jugando, pero me puso nerviosa

 

Hubo unos segundos de silencio, y luego…

 

–Cuando acabemos con Naraku…no habrá más mentiras. Prometido.–

 

Lo dijo con el mismo tono con el que la gente normalmente habla de cosas como «cuando seamos ricos». Como si fuera algo que sabía que nunca sucedería, por mucho que lo quisiera.



–Oye, Miroku…–



Quería preguntarle por sus planes de futuro. Si regresaría directamente a su pueblo natal en la costa, o si me acompañaría de vuelta a mi aldea primero. Y en caso de que lo hiciera…si le gustaría quedarse un par de días allí conmigo. Aunque tal vez quisiera pasarlos con la chica con la que le ví junto a los baños. Puede que siguiera pensando en ella de vez en cuando, o en alguna otra de las tantas mujeres con las que había estado… A lo mejor había alguien esperando su regreso en algún pueblo remoto. 

 

–¿Miroku?–

 

Se me paró el corazón por un momento cuando me di cuenta de que había dejado de responderme.

 

**

 

–¿Se puede saber dónde estabas?–claro que cuando sentí la voz helada de Naraku en mi oído nada más llegar a sus dominios se me olvidó todo lo que estaba pensando

 

Y empecé a rezar todo lo que sabía.

 

–Vaya, no sabía que habías vuelto.–oculté una sonrisa nerviosa en mi abanico, fingiendo normalidad

 

–Sí, hace un par de días. Ya me han dicho que tú tenías otros planes, al parecer.–hizo tronar su cuello–Hablaremos de dónde has estado exactamente más tarde. Te interesará saber que durante mi ausencia he averiguado el paradero de la esfera de los cuatro espíritus.–se acercó un poco más a mí

 

Me preparé mentalmente para escuchar un detallado discurso sobre cómo la había encontrado y su grandioso plan para hacerse con ella. Tal vez incluso para averiguar un poco más sobre qué había pasado entre Sesshomaru y él exactamente, pero…

 

–...–su expresión se oscureció cuando estuvimos lo suficientemente cerca, y extendió su mano para tomar mi mentón–¿Has dejado que otros hombres te tomen mientras yo no estaba?–

 

Alguien que no conociera nuestra relación hubiera interpretado su tono severo como un ataque de celos, pero yo sabía que lo único que había en sus ojos era puro deseo . A Naraku siempre le ha excitado la idea de que vuelva a él después de acostarme con otros. Le encantaba escuchar los detalles sórdidos de mis encuentros; saber exactamente en qué lugar, en qué postura y de qué forma me lo han hecho. Y por supuesto también le gustaba observar si se presentaba la ocasión. Su mirada fija en mí mientras otro demonio me tomaba desde atrás era una promesa silenciosa de lo que pasaría más tarde. De lo que él me haría. 

 

Y podría fingir dignidad y decir que me parece un pervertido, sobre todo teniendo en cuenta que ambos hemos sido humanos y esa sería una práctica tabú para ellos, pero a juzgar por lo que está pasando en mi entrepierna ahora mismo supongo que yo no soy mucho mejor que él. 

 

Solo esperaba que los días de viaje, el cambio de ropa y el tiempo que había pasado entre humanos hubieran sido suficiente como para borrar el olor distintivo de Sesshomaru en mi piel. 

 

–Bueno…es que has estado fuera muchos días…–me excusé, y no me resistí cuando reclamó mi boca con un beso húmedo–Mhn…–

 

–¿Ha sido uno de los nuestros?–lo preguntó con un jadeo entre besos–¿O alguien de fuera?–sus manos sostenían mi cintura con fuerza para pegarme a él, y ya podía sentir su erección a través de la tela 

 

–Alguien de fuera…–me dejé hacer, y solté un gemido cuando mordió mi labio inferior–Un demonio antropomorfo…–no iba a revelar lo que había pasado con Sesshomaru solo por un momento de pasión, pero podía ser vaga al respecto

 

Aunque visto lo visto tal vez si Naraku supiera la verdad se «emocionaría» aún más.

 

–Aha…–estiró de uno de los extremos de mi obi–Nunca te había visto este kimono.–

 

–Es nuevo, el que llevaba me…lo rompió.–

 

Aquella fue la gota que colmó el vaso de la paciencia de Naraku; murmuró una palabra malsonante y acto seguido ordenó que todos los demonios del castillo se desvanecieran por lo que quedaba de noche.

 

«Pero señor…»

 

«He dicho que os quiero fuera, no me hagas repetirlo»

 

Cinco segundos después estábamos completamente solos en el edificio, al menos en apariencia, porque ambos sabíamos que quedaban ojos curiosos ocultos en cada esquina.

 

–¿Por dónde íbamos?–Naraku se giró para mirarme de nuevo

 

–Por aquí.–deshice el nudo de mi obi–¿No?–

 

–...eso es.–un chasquido de sus dedos y la oscuridad nos envolvió a ambos, transportándonos al interior del castillo

 

–¿No quieres espectadores hoy?–me extrañé al vernos a ambos en sus aposentos, igual de lujosos pero mucho más lúgubres que los del castillo de Sesshomaru



–No, hoy solo quiero pensar en ti.–tomó mis mejillas entre sus manos

 

Y me miró a los ojos con una expresión tan dulce que estuve a punto de creerle.

 

–Si tú lo dices.–me aparté un poco de él para librarme de su hechizo y caminé hasta los pies de la cama, donde empecé a desabrochar mi obi yo misma

 

–Oh, vamos.–Naraku me abrazó por detrás, su cabeza apoyada en mi hombro–No te pongas así…–ronroneó 

 

Dejé que la tela se deslizara por mis hombros hasta quedar atrapada por los brazos de Naraku en mi cintura. Sus labios buscaron el lóbulo de mi oreja, después mi cuello…y finalmente sus dientes se clavaron en mi hombro.

 

–Mhn…–dejé escapar un suspiro cuando me soltó, y aquel precioso kimono nuevo que tanto me había costado elegir acabó arrugado a mis pies

 

Naraku levantó una de sus manos para tomar el alfiler que sostenía mi cabello y estiró de él hacia fuera con cuidado, dejando mis ondas libres. Luego lo deslizó hacia abajo, haciendo que el metal helado acariciara mi mejilla, y me estremecí cuando lo pasó sobre uno de mis pezones.

 

–Date la vuelta, quiero verte.–lanzó el alfiler a un lado, y este cayó con un ruido sordo

 

Me llenó de besos en cuanto me giré, y me hizo retroceder hasta que mis gemelos prácticamente chocaron contra la cama.

 

–Siéntate.–se arrodilló frente a mí, y por supuesto obedecí–Eso es.–se deshizo de uno de mis calcetines con un movimiento rápido, y levantó mi otra pierna para bajarme el otro más despacio, repartiendo besos desde mi tobillo hasta la punta de mis dedos a medida que retiraba la tela–No me canso de ti, lo sabes, ¿no?–

 

–Mm…–me dejé caer hacia atrás en la cama, disfrutando de cómo sus besos subían por mi pierna hasta llegar a la cara interna de mi muslo, donde se detuvo para dejar marcado un mordisco–Naraku…–lo miré a los ojos, rogándole en silencio porque hundiera su cabeza entre mis piernas 

 

–¿Qué es lo que quieres?–aprovechó que uno de mis muslos aún seguía sobre su hombro para girarme un poco y dejarme de costado–¿Tantas ganas tienes de correrte?–deslizó dos de sus dedos por mi entrepierna, formando una V alrededor de mi clítoris–¿Ese otro demonio no te dio suficiente?–hizo un poco más de presión

 

Cerré los ojos ante la sensación, y la imagen de Sesshomaru vino a mi mente por un momento. El modo en el que me había tomado en aquel claro como si su vida dependiera de ello, aunque yo ni siquiera fuera la razón de su deseo, había sido tan…

 

–¡Ahh…!–debió notarse en mi cara que mi mente había volado a otro lugar, porque Naraku me trajo de vuelta con otro mordisco en mi muslo y dos dedos en mi interior–Perdón estaba…pensando en él.–lo admití para tentarlo

 

–¿Ah, sí?–empezó a mover sus dedos rápidamente, generando un sonido húmedo cada vez que la palma de su mano chocaba contra mí–¿Mm?–sonrió de medio lado al ver como me aferraba a las sábanas–No creas que voy a dejarte terminar tan rápido, solo estaba asegurándome de que no quedara nada de él aquí.–apartó su mano cuando estaba a punto de correrme, y me quejé

 

Después de eso se puso de pie, y pasé la lengua por mis labios con anticipación al ver cómo su ropa iba cayendo al suelo junto a la mía, dejando a la vista su erección. Acercarme a lamer la punta que ya amenazaba con gotear sonaba muy apetecible, pero Naraku me dio la vuelta utilizando solo uno de sus brazos, y un fuerte manotazo en mi trasero me indicó que levantara las caderas para él.

 

–Mhn…–me coloqué a cuatro patas sobre la cama, y recibí otro azote algo menos duro que el anterior a modo de premio

 

–Escúchame bien, Kagura.–la voz de Naraku era tan grave que hacía reverberar toda la habitación–Voy a hacértelo tantas veces que vas a olvidar cómo se siente cualquier otra cosa dentro de ti que no sea esto.–podía sentirlo presionando contra mí–Y no quiero que bajes la cabeza para morder la almohada hasta que yo te lo permita.–se deslizó hacia delante, haciendo que toda su extensión rozara contra mi entrepierna, pero seguía sin entrar–Porque quiero escuchar si gritas su nombre o el mío cuando te corras.–un apretón firme sobre mis nalgas, y volvió a posicionarse–¿Lo has entendido?–

 

–S…sí–mis brazos ya estaban temblando, no sabía cómo iba a sostenerme cuando empezara a hacérmelo

 

–Buena chica.–entró en mí de un solo movimiento, y un grito rasgó mi garganta–Joder…–se quedó quieto unos instantes–Aprietas tanto como cuando eras humana.–empezó a moverse lento al principio–¿Crees que aguantarás todo lo que tengo pensado hacerte esta noche…?–se inclinó sobre mí para lamer la marca de mi espalda, un recordatorio de que estábamos unidos para siempre–Sería una lástima que te rompieras antes de tiempo.–

 

«Ah…tal vez podría ayudarte a prepararla para ti. Sería una lástima que la rompieras antes de tiempo»

 

Más recuerdos de mi encuentro con Sesshomaru en el bosque. Empecé a imaginarme que era él quien me decía que mi interior se sentía como el de una humana. Fantaseaba con que fuera a mí a la que deseara tanto como para perder la razón.

 

–¡Aah…!–terminé por primera vez aquella noche, y no pude evitar que mis manos cedieran, pero utilicé mis antebrazos para mantener mi cabeza por encima de las sábanas, incapaz de ignorar la orden que Naraku me había dado, por mucho que mi mente estuviera deleitándome con imágenes de alguien más

 

No es que realmente quisiera ser el objeto de deseo de Sesshomaru, ya tengo bastante con un solo demonio obsesionado con el poder y la conquista. Pero la fantasía de ser aquello que doblegaría la voluntad de un hombre poderoso, la única cosa por la que perdería su estoicismo y lanzaría por la ventana sus principios…

 

Espero que esa humana tenga un poco más de suerte que yo.

 

Naraku aumentó el ritmo de sus embestidas y de no ser porque estaba agarrando mis caderas con fuerza me hubiera caído de la cama. Mi cuerpo se balanceaba hacia delante y hacia atrás una y otra vez, y estaba a punto de alcanzar el clímax por segunda vez cuando…sentí el pulgar de Naraku haciendo presión sobre mi otra entrada.

 

–Mm…–me mordí el labio inferior para no soltar un gemido demasiado embarazoso hasta para mí–¡N-Naraku…!–rogué

 

–Te has portado bien. Permiso concedido.–

 

Me dejé caer sobre el colchón y abracé la almohada justo a tiempo para morderla cuando aquel dedo se abrió paso dentro de mí. Todo mi cuerpo estaba ardiendo, y para cuando alcancé mi segundo orgasmo me temblaban tanto los muslos y mi cabeza daba tantas vueltas que pensé que me iba a desmayar.

 

Naraku rodeó mi abdomen con su brazo libre para sostenerme, y sus movimientos se volvieron mucho más lentos, aunque seguía alcanzando los lugares más profundos de mí. Me da rabia admitirlo, pero por mucho que me recree en mis fantasías…

 

No hay nadie que sepa complacerme igual que él.

 

Y me da miedo que no lo haya nunca.

Chapter 20: Ni se te ocurra morirte

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Cuando Naraku finalmente cayó tumbado a mi lado después de horas de hacérmelo por todos los rincones del castillo (a mitad de la noche decidimos no limitarnos al dormitorio), me di cuenta de que algo estaba cambiando en su cuerpo. No era raro que utilizara sus poderes de cambio de apariencia para aprovechar los «mejores atributos» de cada una de sus formas, pero cuando vi aparecer aquella enorme cicatriz en su abdomen no pude evitar preocuparme.

 

–¿Y esto…?–pasé mi mano por encima con cuidado

 

Una herida lo suficientemente grave como para dejar marca en la piel de un demonio mayor no se veía todos los días.

 

–Ah, no es nada. No quería preocuparte así que la tapé, pero ya está curada.–le restó importancia–Fui a uno de los nidos de demonios de los que te hablé.–empezó a acariciar mi costado de forma distraída mientras me contaba la historia–Con tan mala suerte que me encontré con el señorito Sesshomaru en carne y hueso. Y quería pelea, claro.–

 

–...–traté de mantener una expresión estoica cuando mencionó su nombre–¿Tan fuerte es?–

 

–No, pero utiliza veneno en todas sus técnicas así que las heridas son bastante molestas. Lo que sí alberga mucho poder es su espada. Pero ya me ocupé de eso.–su sonrisa se volvió maliciosa–La sellé dentro de una humana cualquiera que estaba por ahí. Ahora mismo debe estar retorciéndose buscando cómo deshacerlo.–

 

Con que había algo más que un deseo carnal haciendo que Sesshomaru la mantuviera a su lado.

 

–¿Y qué pasó después? ¿Dónde has estado todo este tiempo?–seguí indagando

 

–Esa es la mejor parte.–me pegó más a él, y me robó un beso corto–Acabé en una pequeña aldea humana, y una sacerdotisa curó mis heridas. Pensé en quedarme solo esa noche, hasta que pudiera moverme por mi cuenta, pero…No era una mujer cualquiera.–

 

Después de veinte minutos de oír hablar sobre todas sus bondades, me quedó claro que el hecho de que esa tal Kikyo guardara la perla de los cuatro espíritus era lo que menos le interesaba a Naraku de ella.

 

En dado punto dejé de escucharle, así que me perdí la parte en la que explicaba cómo iba a conseguir la esfera y el modo en el que la utilizaría para convertirse en el demonio más poderoso de todos los tiempos.

 

Porque todo esto me estaba recordando demasiado a mi propia historia.

 

Y no quería pensar en ella ahora mismo.

 

**

 

Mi mente se sentía mucho más despejada desde la conversación que había tenido con Sesshomaru. Ya no me torturaba con esa sensación de culpabilidad cada vez que el deseo (que ahora sé que tiene nombre) me embriagaba, y… Me hacía un ovillo sobre mí misma siempre que recordaba cómo había dicho que «si fuera humano me consideraría como opción», aunque fuera un escenario imposible.

 

Habíamos comenzado el camino hacia el castillo de su madre, lo cual le tenía de bastante mal humor, pero después de lo que dijo el demonio de tres ojos esa parecía ser nuestra mejor opción.

 

Hasta que una mañana mi periodo me sorprendió por primera vez en varios meses. Llevaba tanto tiempo sin tenerlo que no había previsto qué haría cuando llegara ahora que no vivía en casa y me pasaba los días en mitad del bosque. Lo ideal sería ir a una aldea en la que comprar «suministros», pero ni sabía dónde encontrar un asentamiento humano cerca de aquí ni tenía dinero para pagar nada de lo que necesitaba. En momentos como aquel me arrepentía de no haber podido tomar algunas de mis pertenencias de casa de mi padre, aunque fueran pocas. 



–¿Rin?–oí la voz de Sesshomaru a través de los arbustos, pero no salió a mi encuentro–¿Estás bien?–



Había sido muy respetuoso de nuestro acuerdo sobre la privacidad y la desnudez, pero yo llevaba bastante más tiempo del habitual en mi «descanso para ir al baño» y…supongo que se había preocupado. 



–¡Estoy bien!–me coloqué la ropa y me acerqué a donde él estaba para que pudiera verme–Am…–



–...estás sangrando.–no era una pregunta



–¿Lo…puedes sentir?–



–Puedo olerlo.–se encogió de hombros



–Perdón. ¿Es…desagradable?–me avergoncé



–He lidiado con muchísima más sangre en el campo de batalla.–me aseguró–Y de todas formas estoy acostumbrado; puedo olerlo todo.–suspiró hastiado–Los demonios y humanos que hay cerca; el agua y las plantas a nuestro alrededor, o las sensaciones físicas como el miedo o la excitación. Todo tiene su propio aroma particular.–aquella última frase me cayó como una piedra en la cabeza



¿Sesshomaru había podido oler todo lo que había estado pasando conmigo? ¿Mis baños extra largos en el lago? ¿Las veces en las que él decía algo y me subía la temperatura corporal? ¡¿Todo?! ¡No había dicho nada! Tal vez para no avergonzarme, lo cual agradezco, ¡pero lo sé ahora! Tierra, trágame.



–De todas formas que estés sangrando es buena señal. Estás comiendo bien últimamente.–y él estaba ahí tan tranquilo, evaluando la situación mientras yo estaba teniendo una crisis existencial y una hemorragia interna al mismo tiempo–No queda mucho para el castillo, ¿necesitas algo antes?–



–Bueno…tendría que…ir a una aldea humana pero…–llegados a este punto ni siquiera pude fingir que no estaba algo desesperada con el tema



–Me sería problemático entrar a un lugar como ese.–buscó algo dentro de la manga de su traje–¿Podrás ir por tu cuenta? ¿No tienes dolor?–

 

–Estoy bien, no me duele nada ahora.–asentí

 

–Toma.–Sesshomaru me entregó una bolsa de monedas–Para lo que te haga falta. Y compra comida. Mi madre no es…la más tolerante con los humanos. No estoy seguro de que vaya a ocuparse de ti.–

 

Ni siquiera tuve margen para preocuparme por lo que acababa de decir, estaba demasiado obnubilada. Nunca había visto tanto dinero junto. Mi primer instinto fue rechazarlo, pero a estas alturas había aprendido que decir cosas modestas como «no es necesario» no funcionaba con Sesshomaru.

 

–...gracias.–así que eso fue lo que dije

 

Jaken y él me acompañaron hasta las afueras de una aldea bastante concurrida y me despidieron con un «ve con cuidado». Y aunque yo me había pasado prácticamente toda mi vida sola…me sentí algo triste cuando nos separamos. Solo iba a ser por un rato pero…supongo que recordé que algún día habría una despedida definitiva. Y que volvería a no tener a nadie con quien hablar o divertirme.

 

–Señorita.–uno de los mercaderes llamó mi atención–Venga, venga aquí, puedo recomendarle un buen regalo para su esposo.–

 

–Ah, no estoy…casada.–

 

–Oh, esa bolsa brocada que lleva tiene patrones que suelen utilizar los guerreros, pensé que su esposo era militar y se la había dado.–se rió, avergonzado–Perdone mi descaro.–

 

–No, tranquilo, ah…–me puse nerviosa–Un…amigo me ha prestado dinero para que compre unas cosas.–sonreí mirando la bolsa–Enséñeme qué es lo que vende, tal vez le lleve un regalo después de todo.–

 

**

 

–¡Miroku, Miroku despierta!–apenas podía distinguir de dónde provenía la voz

 

Abrí los ojos lo justo para darme cuenta de que estaba tumbado en el suelo, junto al baño termal. Y en cualquier otro momento tener a Sango prácticamente inclinada sobre mí con solo una toalla y completamente empapada hubiera sido una bendición de buda para mi vista, pero si había tenido que venir hasta el baño de hombres y arrastrarme fuera del agua es que las cosas no iban nada bien.

 

–Estoy bien…–tosí

 

–¡Te has desmayado dentro del agua! ¡¿Cuánto tiempo llevas ahí metido?!–me regañó–¡Me has dado un susto de muerte!–

 

–Yo…–quería contestar, pero mi conciencia me abandonó de nuevo

 

Esta vez mi mente me mostró varias imágenes: sueños felices de mi pasado…y horribles pesadillas sobre el futuro. El agujero negro de mi mano se hacía más y más grande, devorando todo a su paso hasta que me quedé en completa oscuridad… Y entonces…

 

–Mm…–cuando desperté me encontraba en la habitación que nos habían dejado dentro del castillo

 

Y la cara de Sango, que aún estaba velando por mí, fue la primera cosa que vi.

 

–Por fin…–suspiró de alivio al verme despertar

 

–¿Qué hora es?–intenté levantarme–¿Tenemos que irnos ya?–

 

–Nonono, nada de levantarte.–ella me volvió a tumbar–Es de madrugada, aún no ha amanecido. Y de todas formas…–carraspeó–He llamado al médico para que te vea y ahora todo el castillo piensa que has caído enfermo por culpa de la presencia de la que hablaste.–

 

–Oh, una coartada perfecta entonces.–solté una risa débil

 

–A mí no me hace gracia.–Sango estaba molesta

 

–Lo siento, no quería preocuparte.–saqué la mano del futón para ofrecérsela, y para mi sorpresa ella la tomó

 

–Tienes mucha fiebre, ¿sabes?–me quitó el paño húmedo que descansaba sobre mi frente, ya tibio

 

–Entonces estoy bien.–cerré los ojos–Me pasa a veces.–

 

–...cómo que te pasa a veces.–lo dejó en el barreño de agua que descansaba junto a mi cabeza

 

–Bueno…el…agujero ha estado creciendo un poco estos días. Y parece que mi cuerpo no lo está llevando bien.–lo dije en un tono jocoso para que no se lo tomara muy en serio, pero le dio un apretón a mi mano para que abriera los ojos y la mirara

 

–Ni se te ocurra morirte. ¿Me has oído?–

 

–...–mi corazón se aceleró por un momento–No me voy a morir. Al menos hoy.–

 

–«Al menos hoy». Tú sí que sabes animar a alguien.–rodó los ojos

 

–Sango.–suspiré–Que esto me mate es una posibilidad que yo ya he asumido. Si tiene que pasar pasará. No tengo arrepentimientos.–

 

–¡¿En serio te da igual morirte?!–

 

–No es que me de igual, solo… No es que pueda hacer nada por evitarlo.–

 

–Si puedes. Acabar con Naraku; que es exactamente lo que vamos a hacer.–

 

Hace algunos años hubiera dado lo que fuera por escuchar eso de los labios de la mujer que amaba. Porque ella lo hubiera mandado todo al traste y hubiera luchado conmigo contra esta maldición y contra el mundo. Pensé que eso era lo que realmente quería sentir, y me deprimí tanto cuando no sucedió que perdí la esperanza de poder ganar la batalla por mi cuenta.

 

Pero ahora que Sango, que tenía toda una vida por delante además de una familia y un pueblo que la necesitaban, estaba ahí ofreciéndose a arriesgar su vida tan abiertamente para salvar la mía…lo que sentí no fue alegría, sino miedo. 

 

Miedo y culpabilidad. Porque aunque ella también se llevaría un beneficio por la muerte de Naraku, no lo hubiera marcado como objetivo de no ser por mí. Por lo que si algo llegaba a pasarle sería únicamente culpa mía. Y no sabía si podría vivir con esa carga.

 

Porque realmente quería protegerla. 

 

Y a quién quiero engañar, quería estar con ella. A la mierda el «esto es especial no quiero que sea como con las otras chicas» y a la mierda el «no sé si puedo aguantar que me rechacen otra vez». Si salimos victoriosos de la batalla contra Naraku...

 

…le pediré que sea mi esposa.

 

–Gracias, Sango.–le dediqué una sonrisa–En serio, no sé qué haría sin ti.–

 

–Cualquier estupidez, siendo tú.–me sacó la lengua–Oye.–

 

–¿Mm?–

 

–Cuando te…encuentres mejor. Quiero que hablemos.–

 

–¿De algo en particular?–

 

–Quiero terminar la conversación que estábamos teniendo en el baño, ¿sabes? Para…para una vez que podía preguntarte un poco más sobre ti.–

 

–Oh, ¿sobre mí~?–la molesté con mi tono cantarín–Qué quieres saber.–

 

–¡No pienses mal, es que no me cuentas nada!–se quejó–No sé…qué quieres hacer después de esto.–se quedó mirando a la pared para no mirarme más a mí–Si tal vez…tienes a alguien esperándote en casa o algo así.–

 

–Está bien.–accedí–Te lo contaré todo.–hice una pausa–¿Los detalles sucios también?–

 

–¡Miroku!–me zarandeó, y me quejé ante el movimiento–¡Ay, perdón, perdón!–me soltó con cuidado–Cuando se te pase la fiebre me las vas a pagar.–metió sus manos en el barreño y exprimió el paño con un extra de rabia antes de colocármelo en la frente

 

Supongo que una vida en la aldea de cazadores de demonios saliendo de vez en cuando a ayudar a mi sexy esposa líder de la aldea a hacer exorcismos no suena nada mal, no.

Notes:

Anuncio de última hora -> a partir de ahora las actualizaciones serán una semana sí y una semana no, hay un par de proyectos que quiero sacar adelante aparte de este :3 nos vemos pronto!

Chapter 21: Soñadores

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Había pasado tanto tiempo en la aldea humana que todo lo que había vivido antes de eso se sentía irreal . Los paseos diarios con Kikyo, la hermosa ladera de la montaña y el sentimiento de calidez constante en mi pecho se habían convertido en parte esencial de mi rutina y de mi vida. 

 

No iba a ser fácil asumir que nada de eso iba a regresar.

 

Ya llevaba un par de semanas viajando a través de las montañas; y había pasado todos los días completamente solo. Mis únicas interacciones eran con otros demonios con los que por lo general acababa luchando, ya que o bien me odiaban por mi condición de mestizo o no eran lo suficientemente inteligentes como para no intentar comerse todo aquello que se moviera a su alrededor. Y aunque ahora mismo no tenía nada en particular a lo de aferrarme, convertirme en comida de demonios inferiores no entraba en mis planes.

 

Mi yo de antes de todo esto se alimentaba de ese deseo de poder y adoraba el sabor de la victoria después de cada batalla porque se sentía un paso más cerca de reclamar su lugar dentro del mundo de los demonios. Pero ahora mismo…nada de eso parecía importante.

 

Y la imagen de Kikyo aún me perseguía en cada esquina. 

 

La echaba tanto de menos. 

 

Había intentado borrar el sonido de su risa y el reflejo de sus ojos de todos mis recuerdos, pero no podía evitar que cada noche me visitara en sueños. Sueños en los que decía que me amaba. En los que aún quería que huyéramos juntos y que tuviéramos una vida en común.

 

Atravesé al demonio comadreja que tenía enfrente con mis garras, como si acabar con todo lo que se interpusiera en mi camino fuera a ayudar a que me sintiera mejor. Pero entonces escuché gritos desde más allá de los árboles. Gritos humanos.

 

«No es asunto mío»

 

«No debería involucrarme»

 

«No tenemos nada que ver»

 

«No me importan»

 

«Yo soy un demonio»



–¡Ayuda, por favor!–



Solté un gruñido de hastío y corrí hacia la fuente de los gritos. Una mujer estaba siendo acorralada por varios demonios, que aunque se veían humanoides no medían más de un metro de alto. Me bastaron unos segundos para ocuparme de todo el grupo, y sus cuerpos verduzcos cayeron destrozados a mis pies. 

 

Ya no quedaba ningún otro demonio a nuestro alrededor, y la humana se había encogido sobre sí misma esperando que yo también la atacara.

 

–Levántate.–le tendí la mano que estaba menos manchada de sangre 

 

Y cuando alzó la cara para mirarme pensé que se trataba de un chiste del destino.

 

Porque era la viva imagen de Kikyo.

 

**

 

–Señor Sesshomaru, ¿qué hacemos aquí?–intenté seguirle el ritmo mientras nos colábamos por los callejones de la aldea

 

–Vigilar a Rin.–lo dijo como si fuera una obviedad–No hagas ruido, Jaken.–

 

–¿Ah? ¿No confía en ella?–lo dije con un tono más bajo esta vez–No creo que vaya a escaparse…–

 

Puede que yo le hubiera tomado cierto aprecio a la humana en este tiempo, pero aún podía juzgar su comportamiento de un modo imparcial, y era obvio que se sentía segura en nuestro grupo.

 

–No es eso lo que me preocupa.–Sesshomaru siguió avanzando–Los humanos no suelen tener buenas intenciones con las doncellas no acompañadas. Quiero asegurarme de que está bien.–

 

Yo había servido al señor Sesshomaru por muchos años y lo había visto en situaciones de todo tipo, por lo que me gusta decir que lo conozco bastante bien. Y también sé cuándo está mintiendo.

 

No le preocupa que ningún humano ataque a Rin, esta es una aldea concurrida y estamos a plena luz del día. Lo que le preocupa es que alguien se le acerque demasiado . Es evidente que el señor Sesshomaru cada vez está más apegado a ella, y tener el olor de su sangre en la atmósfera constantemente no ayuda a calmar su posesividad.

 

Por supuesto que yo no osaría mencionarlo. Mi señor es un demonio inteligente, pero sus procesos mentales son lentos. Se resiste al cambio.

 

Y puede que Rin sea humana y no se de cuenta, pero yo sí puedo notar el deseo que emana del señor Sesshomaru cada vez que están cerca. Y aunque no quiero inmiscuirme en sus asuntos privados sí creo que si se…dejara llevar un poco…y admitiera lo que le está sucediendo…nos ahorraríamos muchos problemas. No sé si lo que siente por Rin va a ir más allá de un deseo carnal, pero a estas alturas me dan lástima ambos. Porque ella también lo desea, aunque sea joven y aún esté tratando de organizar cada una de sus emociones en su lugar.

 

Lo que está claro es que reprimirse no es bueno.

 

–Qué está haciendo ese tipo.–los colmillos del señor Sesshomaru se volvieron más prominentes

 

Me asomé tras él para observar la situación: un joven vendedor humano estaba charlando con Rin animadamente, se reían juntos y…oh, le ha tocado el brazo.

 

–Señor Sesshomaru, seamos discretos por favor.–me aferré a su pierna–No está pasando nada malo, no merece la pena acabar con la ciudad solo por esto.–

 

–Como vuelva a tocarla de ese modo voy a partirlo en dos con mis propias manos.–

 

–...señor.–no era habitual que yo tuviera que hacer esto, porque siempre que no mencionaran a su padre el señor Sesshomaru podía mantener la cabeza fría incluso en el campo de batalla, pero este asunto estaba saliéndose de control–Ella no parece incómoda. ¿Se ha planteado que tal vez quiera…vivir este tipo de cosas?–

 

–...qué estás insinuando. ¿Qué va a aprovechar la oportunidad para yacer con ese desconocido?–

 

–N-no lo sé, señor. Solo digo que aunque lo hiciera no…tendríamos por qué inmiscuirnos siempre que regrese en un plazo razonable. Los dos son…humanos.–

 

–...–al parecer sí que necesitaba un golpe de realidad, porque miró hacia Rin una última vez y se dio la vuelta para salir del pueblo–Vamos, Jaken.–me llamó

 

–¡Sí, señor!–y por supuesto lo seguí

**

 

Si alguien pensaba que mi vida como demonio estaba llena de altibajos es porque no había visto lo que fue mi vida como humana. Nací en una aldea en la que las personas se ganaban la vida gracias a las minas de cobre: los hombres se pasaban el día bajo tierra y las mujeres trataban el material para hacer todo tipo de artesanías. Un día, cuando tenía cinco años, estaba «ayudando a mi madre» y mientras jugaba tropecé, lo que me hizo caer contra la estructura del horno de fundido…y mi espalda sufrió las consecuencias.

 

Las curanderas de la aldea hicieron todo lo que pudieron por mí, pero pasé semanas de agonía y las cicatrices nunca se fueron. Pero el factor estético era el menor de mis problemas (mi propia madre tenía un sin fin de marcas después de años de trabajar el metal), ya que el incidente dejó secuelas irreparables en los nervios de mi espalda. Esto implicaba que mis piernas no siempre respondían a mis deseos; y aunque estaba bien caminando distancias cortas, me sería imposible llevar a cabo tareas como ir a vender nuestros trabajos en las ciudades aledañas o correr para cazar animales en el bosque. 

 

Me acostumbré a vivir con dolor, día sí y día también. Tenía ubicados todos los lugares de la aldea en los que podía parar a descansar cuando lo necesitara, y me volví muy buena estimando dónde estaban mis límites dependiendo del día y la situación. De hecho cuando fui lo suficientemente mayor incluso empecé a trabajar el metal como el resto de mujeres de la aldea. Me dedicaba principalmente a hacer los grabados en las piezas que mi madre forjaba, ya que era algo que podía hacer sin tener que estar de pie, pero yo me sentía de lo más orgullosa de mi labor.

 

Cada cosa que hacía se sentía como un gran «que os jodan» a todos los adultos que me miraban con lástima cuando me veían. Tener algo que sabía que podía hacer me ayudaba a odiar el mundo un poco menos. Me sentía atrapada en mi propio cuerpo, pero jamás perdí la ambición por una vida más libre ; yo quería correr, saltar…volar. Por las noches soñaba que era un pájaro, que me dejaba llevar por las corrientes de aire y que lo veía todo desde arriba.



–Kagura.–aún recuerdo perfectamente cómo era la voz de mi madre–Ha venido un joven, quiere encargar unos anzuelos, ¿puedes ocuparte de su pedido?–



–Claro, madre.–



Así fue como conocí a Sengoku, que en aquel momento me pareció el hombre más atractivo que había visto en toda mi vida. Él era el hijo del líder de una aldea de pescadores que quedaba al otro lado de la montaña, y tenía una idea muy específica sobre lo que quería. Le dije que no habría problema pero que un encargo así llevaría un tiempo.



Decidió quedarse en la aldea hasta que todo estuviera listo en lugar de continuar su viaje y regresar después, y…bueno. Nos hicimos amigos . Tal vez más que amigos. Era la primera vez que un hombre mostraba interés en mí de aquel modo, lo cual no era raro teniendo en cuenta que no había muchos chicos de mi edad en la aldea y que yo no podía salir. Le hablé sobre mi accidente y sobre mis problemas de salud a sabiendas de que aquello probablemente le haría olvidarse de mí, pues nadie sabía si mi condición empeoraría con la edad y quedaría paralizada de cintura para abajo. Las curanderas tampoco estaban seguras de si podría llevar un embarazo a término.

 

Pero a Sengoku no le importaba nada de eso. Me dijo que estaba loco por mi y…me pidió que me casara con él. Me prometió que él mismo me cargaría en su espalda durante todo el camino a través de las montañas si era necesario. Tenía esa actitud de «puedo hacer absolutamente todo lo que me proponga». Supongo que era lo que la gente llama un soñador

 

Me despedí de mis padres (que obviamente estaban muy preocupados por mi) y me mudé a la aldea de pescadores un mes antes de la boda. Y aunque era un lugar precioso, no solo estaba muchísimo más aislado que mi pueblo natal, sino que había un demonio anguila que aterrorizaba el lugar e impedía que se pudiera salir de noche. Demonio al que se le ofrecían sacrificios humanos, algo sobre lo que yo había oído historias pero jamás había presenciado.

 

Para colmo a la familia de mi futuro marido no le gustó mucho eso de que yo fuera «mercancía defectuosa». Les preocupaba tener que ocuparse de mí en el futuro si Sengoku necesitaba pasar días mar adentro, y tampoco les hacía gracia que la posibilidad de tener un heredero ahora se hubiera reducido a un «quizá».



Por supuesto le conté a Sengoku todo lo que me preocupaba, era joven e ingenua así que realmente pensaba que aunque nos conociéramos desde hacía poco él había sido completamente sincero conmigo. Que estábamos destinados desde que nacimos y que nos complementábamos como el cielo y la tierra. No podía ni imaginarme que las cosas estaban a punto de cambiar drásticamente. Cuando respondió a mis preocupaciones con un simple «las cosas aquí funcionan así, tendrás que adaptarte» me di cuenta de que ya no quedaba nada del muchacho que me había cortejado aquellas semanas en mi aldea, que me había hablado de sus planes de futuro y que me había prometido la luna y las estrellas si accedía a acompañarlo.

 

Acababa de cambiar una cárcel por otra, y ya era tarde para echarme atrás. Mis padres habían dejado de preocuparse por mí en cuanto llegaron a la aldea la semana antes de la ceremonia y vieron lo beneficiosa que sería mi unión para nuestro pueblo. Y la opción de huir por mi cuenta por supuesto quedaba descartada; no llegaría muy lejos.

 

Mi desesperación se hacía más grande con cada día que pasaba, ya ni siquiera aguantaba estar cerca de Sengoku; discutíamos por absolutamente todo y…yo me sentía realmente estúpida. Si tan solo me hubiera conformado con mi maldito trabajo simple haciendo baratijas para vender día sí y día también… ¿y qué si nunca llegaba a conocer lo que había más allá de la aldea? ¿y qué si ningún hombre quería casarse conmigo y tenía que vivir el resto de mi vida dependiendo de mis padres hasta que ellos murieran? ¿y qué si yo era un poco diferente ?

 

Al final resultó que la soñadora era yo.

 

Y me había salido mal.



–¿Necesitas ayuda?–una voz masculina detrás de mí



Había conseguido llegar a la zona de playa más alejada de la aldea después de un largo rato y estaba sentada observando los movimientos de las olas. Caminar sobre la arena era realmente agradable para mí y tenía la ventaja de que podía sentarme cada vez que lo necesitara, así que me pasaba prácticamente todos los días en la playa.



Pensé que uno de los pescadores me habría visto desde su barco y se había acercado para ver si me encontraba bien, pero cuando giré la cabeza no reconocí a aquel muchacho que parecía aún más joven y frágil que yo.



–Ah, no…–negué con la cabeza–Solo estaba descansando.–froté un poco mis piernas para asegurarme de que podía sentirlas y me levanté con cuidado



–¿Te has hecho daño?–el muchacho me ofreció su mano al ver cómo mis rodillas temblaban



–No, qué va, es… Tuve un accidente hace tiempo. Me pasa a veces.–



–Puedo llevarte donde quieras.–me ofreció–Señorita…–



–Kagura.–



–Es un placer. Soy Naraku.–sonrió



¿Ya he dicho que era joven e ingenua, verdad?



Ahí empezó todo.



Notes:

LLEVO TODO EL FIC ESPERANDO tanto la aparición de kagome como que se revelara que Kagura era la señorita de la historia que le contaron a Sango ASI QUE ESPERO QUE OS HAYA GUSTADO porque yo estoy bien emocionada!

Próximo cap el día 1 de abril, he estado subiendo otras cosas estas semanas así que os podéis pasar si queréis!

Chapter 22: Los sueños se hacen realidad

Chapter Text

–Es un placer. Soy Naraku.–sonrió



–Encantada. No te…había visto antes por la aldea. ¿Llevas tiempo en el mar? Yo he llegado hace poco por mi…compromiso.–siempre se me hacía raro decirlo en voz alta



–Oh, felicidades. No, la verdad es que yo tampoco soy de la aldea.–



–¿Ah no?–



–No, soy un demonio.–lo dijo con un tono tan indiferente que realmente pensé que estaba bromeando



–¿Eh…?–



–Sí, así que realmente no vivo en ningún sitio, voy donde quiero.–



–...me estás tomando el pelo.–una risa nerviosa



–¿Mm? No, mira.–



En tan solo un instante, Naraku se transformó de pies a cabeza frente a mis ojos, como si aquello fuera algo completamente natural para él. Y donde antes había un muchacho joven y de apariencia delicada...ahora se encontraba una hermosa mujer con la piel tostada por el sol. 



–Q-qué...–di un paso atrás



Yo no había tenido muchas experiencias con demonios antes de llegar a aquella aldea. En mi pueblo natal la mayoría de los avistamientos eran pequeños insectos o reptiles que aparecían de vez en cuando. Para mí no eran muy diferentes a los demás animales que vagaban por los alrededores de las casas en busca de restos de comida, por lo que no sentía un temor reverencial hacia ellos. Pero cuando escuché los rugidos del Unagi durante mi primera noche en la aldea de pescadores…mi perspectiva cambió por completo. Aquel monstruo era un alma antigua y aterradora a partes iguales, el tipo de cosa con la que no querrías involucrarte bajo ningún concepto.

 

Y lo mismo aplicaba para un demonio antropomorfo capaz de transformarse de ese modo a placer. Debía alejarme de él cuanto antes, por muy humano que pareciera.



–Bueno, se está haciendo tarde así que yo ya me voy…–empecé a caminar en dirección a la aldea, ignorando todas las señales de mi cuerpo que me decían «para, te vas a caer, no puedes seguir andando»



–Te duele.–Naraku hizo aquella observación con un tono muy calmado



–Estoy bien, gracias.–disimulé, no quería convertirme en el conejo herido que llama la atención de los depredadores



Por suerte no me siguió.



Lo normal hubiera sido dar la voz de alarma en la aldea para que todo el mundo estuviera alerta de la presencia de un nuevo demonio en los alrededores pero…no dije nada. De hecho, en cuanto llegué a la casa familiar de Sengoku me arrepentí de haber seguido mi instinto de supervivencia. Lo único que tenía ahora mismo era un prometido que me gritaba por absolutamente todo lo que hacía o decía y un cuerpo siempre adolorido que ni siquiera respondía a mis órdenes. A estas alturas eso de que un demonio peligroso y malvado me devorara no parecía tan mala opción. Tal vez debería simplemente lanzarme al mar a medianoche para ser el postre del Unagi. 



–Una vida trágica la tuya, ¿eh?–



Claro que una cosa es que me devoren y otra que Naraku apareciera mientras estaba metida en el barreño de agua caliente que usábamos para asearnos.



–...–me quedé tan en shock que ni siquiera me cubrí



Estaba apoyado tranquilamente sobre la pared, aún con apariencia de mujer, y me miraba como si todo esto fuera un juego para él.



–¿Quieres que mate a ese tipo?–me ofreció



–¡Claro que no!–reaccioné rápido–Sengoku es…mi prometido. No nos llevamos bien ahora pero no…no se merece morir.–no sabía por qué estaba intentando razonar con un demonio mientras yo estaba ahí desnuda y a su merced, pero a eso habíamos llegado



–¿Y tú sí?–ladeó la cabeza



–¿Vas a…matarme?–



–Si así lo deseas.–se acercó a mí, y su cuerpo volvió a cambiar, esta vez al de un hombre que debía estar en su treintena, con el pelo largo y sombra de barba–Pero puedo hacer muchas otras cosas por ti.–puso una mano en el borde del barreño, y juraría que el agua se calentó un poco más



–¿C-como qué…?–aquella forma era mucho más imponente que las otras



–Podría sacarte de aquí, para empezar. Lejos de esta aldea y de ese matrimonio sin futuro. Ven conmigo y te mostraré cosas que ningún humano llegará a conocer jamás.–sus dedos se posaron sobre mi mejilla–Tal vez incluso podría convertirte en un demonio como yo… Tendrías poderes más allá de la imaginación humana; como controlar los elementos, cambiar tu apariencia a placer o…volar.–



Aquella última palabra hizo que mi corazón se acelerara.



–¿A cambio de qué…?–me sorprendí a mí misma con esa pregunta–¿Mi…alma?–



–Oh, por supuesto que no.–su risa sonó tan sincera que me pilló desprevenida–Es solo una oferta. No quiero nada a cambio.–



–¿Y por qué…me estás ofreciendo ayuda a mí?–



–Porque yo también fui un humano encerrado en un cuerpo que no me permitía hacer lo que realmente deseaba.–me miró a los ojos–Esperaré tu respuesta.–fue lo último que dijo antes de desaparecer



No pude sacarme aquella conversación de la cabeza en toda la noche. Giré y giré sobre mí misma en la cama, incapaz de dormir por más que lo intentara. Era obvio que ningún demonio poderoso iba a regalarle nada a una humana como yo, mucho menos un deseo tan ambicioso como la vida eterna o poderes demoníacos. O bien Naraku quería algo de mí o todo esto era una excusa para llevarme lejos y devorarme en serio.

 

Pero quedaban dos días para la boda y…todo a mi alrededor se sentía cada vez más asfixiante. Mis padres no paraban de decirme que «me veían muy feliz», y yo ya no sabía si lo decían porque estaban completamente desconectados de la realidad o porque trataban de convencerme de que todo estaba yendo bien para que no rechazara la unión en el último momento y me convirtiera en una deshonra para toda nuestra aldea.



En cualquier caso, la noche antes del compromiso yo apenas podía tenerme en pie. El estrés se había apoderado de mis músculos y el dolor era especialmente agudo, aunque no me estuviera quejando en voz alta.



–Venga, levanta. Quiero que vayamos con mis amigos a la playa a beber un poco para celebrar, antes de que se haga de noche y haya que quedarse dentro.–Sengoku sin embargo estaba lleno de energía

 

 

–No puedo, me duelen las piernas. Ve tú si quieres, está bien.–



–¿Otra vez?–estaba visiblemente molesto–Ayer estabas perfectamente. ¿No será que lo estás fingiendo para no ir?–



–¡Claro que no! Me duele en serio, ya lo sabes.–



–Vamos, deja de poner excusas y levanta.–me agarró del brazo 



Todo pasó muy rápido entonces: Sengoku intentó que me pusiera de pie, mis piernas cedían, lo empujé, me empujó, caí, me golpeé en el codo, estaba sangrando y…él se fue sin siquiera preocuparse por si me encontraba bien.



En aquel momento hice dos cosas. La primera fue derramar todas las lágrimas que me quedaban, porque estaba decidida a que fueran las últimas. La segunda fue arrastrarme hasta la ventana más cercana…e invocar el nombre de Naraku.



–¿Me llamabas?–apareció ante mí en su forma de muchacho 



–Quiero aceptar tu oferta.–lo dije sin un ápice de duda




Ya no me importaban las consecuencias.

 

**

 

Cuando terminé con mis compras en la aldea humana regresé al bosque sin tener muy claro dónde me iba encontrar con Sesshomaru y Jaken, pero en cuanto me alejé un poco del pueblo simplemente se materializaron ante mí.



–¿Has conseguido todo lo que necesitabas?–Sesshomaru observó la bolsa de tela con la que cargaba ahora



–¡Sí!–me acerqué a Jaken–Aquí tienes, es pescado ahumado.–me miró como si no entendiera por qué se lo daba–Bueno…dijiste que querías probarlo y me han dicho que es la especialidad de esa aldea.–sonreí



–¿Has pensado en mí?–se puso tan contento que le brillaron los ojos–¡Muchas gracias, Rin!–



–En marcha, quiero llegar al castillo antes de que anochezca.–Sesshomaru empezó a andar



–¡Espera un momento!–di un par de pasos largos para alcanzarlo



–¿Mm?–giró la cabeza hacia mí



–Toma.–le devolví su bolsa



–Gracias.–se dio cuenta de inmediato de que había algo raro con ella–¿Has comprado un netsuke nuevo?–



–Es que el que tenías estaba casi roto y…este era muy bonito. Quería comprar algo para ti también.–



–Gracias.–Sesshomaru se quedó observando la escultura en forma de conejo, y me hubiera encantado saber lo que pasaba por su cabeza–Vamos.–




Nos detuvimos justo cuando el sol estaba a punto de ponerse, y me di cuenta de que lo único que había delante de nosotros era una gran grieta en el suelo. Ni siquiera se veía un edificio esperándonos al otro lado.



–¿Hay que bajar por aquí?–pregunté



–No, hay que subir.–la mirada de Sesshomaru estaba fija en el cielo–Ven aquí.–me tomó en brazos, y esta vez estuve lo suficientemente tranquila como para disfrutarlo–Jaken, vamos.–le dio un único aviso antes de propulsarse hacia arriba



Empezamos a elevarnos rápidamente, y cerré los ojos cuando atravesamos las primeras nubes. La sensación era parecida a la de cruzar por un lugar lleno de vapor de agua; pero mucho más concentrado.



–Abre los ojos.–Sesshomaru susurró aquello contra mi oído



Y cuando miré a mi alrededor…sentí que estaba en un mundo completamente distinto. Habíamos llegado tan alto que ya apenas podía ver el suelo debajo de nosotros, y las nubes que flotaban a nuestro alrededor estaban teñidas de todos los colores del atardecer. Era como si las luces…bailaran a nuestro alrededor. El sol se encontraba justo frente a nosotros, y se veía inmenso…como si solo alargando la mano pudiera llegar a tocarlo.

 

Pero incluso ante aquel impresionante paisaje…no pude evitar fijar mis ojos en el rostro de Sesshomaru. En el momento en el que vi cómo la luz dorada resaltaba cada una de sus facciones…y recordé el modo en el que la luna había hecho lo mismo la noche que me sacó de la aldea…



…me di cuenta de que me había enamorado perdidamente de él.



–¿Mm…?–él también me miró, y durante unos segundos ninguno de los dos dijo nada



Hubiera dado lo que fuera para que aquel momento durara para siempre.



Pero no pasó. 



Poco después divisamos la estructura de un castillo en el horizonte, y Sesshomaru aterrizó en ella sin ningún esfuerzo.



–Es aquí.–me bajó al suelo–Camina detrás de mí.–me pidió, y la severidad de su voz me hizo entender que era algo importante



Había media docena de guardias en la entrada, y todos le hicieron una reverencia completa a Sesshomaru antes de dejarle pasar. Yo sabía que él era un demonio muy importante y me había hablado un poco sobre ello pero…supongo que como humana y como campesina nunca habría podido imaginar la magnitud de su poder. Todo el mundo aquí lo trataba como si fuera prácticamente un dios; las sirvientas se arrodillaban y las personas que sí parecían autorizadas a hablarle lo hacían con un tono de pleitesía total.



En cambio a mí…todos me miraban con asco en cuanto me veían. Y lo triste es que esa sensación de «nadie te quiere aquí» me recordó a casa.



–Ignóralos.–no tenía ni idea de si Sesshomaru podía oler sentimientos tan sutiles, pero me dijo eso sin siquiera tener que girarse a mirarme



–...sí.–seguí caminando



Después de un par de minutos llegamos a un salón con una gran escalinata, y justo en la cima se encontraba una hermosa mujer (que era la viva imagen de Sesshomaru) sentada en un majestuoso trono. 



Con que esta era su madre.



–Puede saberse por qué has traído a mi castillo a una apestosa humana que para colmo está sangrando.–su tono de voz era tan serio como el de Sesshomaru, lo que hizo que sus palabras me afectaran más



–Este es mi castillo, solo permito que vivas aquí.–pero él no se movió–Y precisamente de esto es de lo que vengo a hablar contigo. Necesito algo de ti.–



–Oh, ¿vienes a pedirme un favor y estas son tus formas? ¿Después de irte temprano de la fiesta a la que te pedí que acudieras para pasarte la noche acostándote con vete a saber qué fulana? Podrías haber esperado a saludar a todo el mundo al menos.–



–Ya soy mayorcito para tus charlas, madre.–Sesshomaru no se disculpó–Jaken, lleva a Rin a mis aposentos. Voy a ocuparme de esto.–



–Sí, señor.–



–Sí, sácala de aquí antes de que alguien se la tome como aperitivo.–fue lo último que escuché antes de salir 



Jaken me llevó a paso rápido hasta el otro lado del castillo, y la verdad es que no sabía si era por lo que acababa de pasar o porque mi periodo empezaba a hacerse más evidente, pero me dolía mucho el estómago.



–Es aquí.–abrió una puerta corredera



Nunca había visto una habitación tan bonita; la decoración, el balcón con vistas a las nubes…la cama. Una de esas camas mullidas de las que solo había oído hablar en historias. Me tomé la libertad de tumbarme sobre ella para probarla y no pude evitar pensar en todas esas veces en las que fantaseé con cómo sería mi vida si fuera una princesa en un hermoso castillo.



Supongo que a veces los sueños se hacen realidad.

 

Chapter 23: Qué es lo que deseas

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text



Naraku prometió que vendría a por mí esa misma noche, con la condición de que no dijera ni una sola palabra sobre lo que estaba a punto de suceder. Yo no tenía pensado delatarle, pero esperar al anochecer implicaba tener que fingir normalidad durante el resto del día. Tuve que pasar por los ritos prenupciales y encerrarme en una cabaña con todas las mujeres de ambas familias, respondiendo a las mil y un preguntas que me hicieron con la inocencia y el nerviosismo de una doncella casadera.



Como si Sengoku y yo jamás hubiéramos discutido.



Como si no estuviera a punto de dejarlo plantado en el altar.



Y como si no acabara de hacer un pacto con un demonio mayor .



Eventualmente apagamos las luces para descansar, y aunque le había otorgado un voto de confianza a Naraku…he de admitir que a medida que pasaba el tiempo empecé a pensar que tal vez no aparecería.



–Kagura…–aquel susurro a través de la madera hizo que una ola de alivio recorriera mi cuerpo



–Estoy aquí.–me acerqué a la ventana, y pude verlo aún en su forma de muchacho



–¿Estás lista?–



–Sí.–asentí



–No habrá vuelta atrás después de esto.–me advirtió



–No me importa.–



–Ven fuera.–



En aquel momento me sentía completamente entumecida; y no solo físicamente. Era como si ya no quedara nada dentro de mí; no me daba miedo la idea de que Naraku me hiciera algo malo y tampoco me sentía triste por dejar atrás a mis padres y al hombre al que había amado. Simplemente puse un pie delante del otro y…salí de la cabaña. 



–Señorita.–me ofreció la mano–Si me permite.–



–Gracias.–la acepté, y a pesar de su apariencia frágil él me levantó para tomarme en brazos como si no pesara nada–¿A dónde iremos…?–pregunté, aferrándome a su kimono



–Primero voy a sacarte de aquí.–empezó a caminar sin dificultad–Pero aparte de eso…–me miró a los ojos, y su sonrisa hizo que mis mejillas se sonrosaran–El mundo entero es nuestro.–



–...–tragué saliva–Bueno…no realmente porque…si quieres que vayamos lejos tendrías que llevarme a cuestas todo el rato… No tendrías esa…libertad.–traté de aterrizarlo a la realidad antes de empezar a creerme sus palabras



–Sé que el resto de humanos te verían como una carga, pero para un demonio como yo…–dio un salto tan grande que volamos más allá de las copas de los árboles–Lo único que tengo en mis brazos es una mujer hermosa...–se dejó caer de nuevo y aterrizamos sobre una de las ramas más altas–Y un sin fin de cosas nuevas que mostrarle.–observó el paisaje frente a nosotros, y yo hice lo mismo



Había soñado tantas veces con cómo se verían las cosas desde el cielo que cuando realmente lo tuve ante mis ojos sin tener que preocuparme porque se desvaneciera al despertar…no pude evitar que un par de lágrimas silenciosas se deslizaran por mis mejillas. 



Esa noche marcó el inicio de mi nueva vida.



Pronto aprendí que Naraku era un seductor por naturaleza: se pasó toda la noche enredando sus dedos entre mi pelo y hablándome como si yo fuera la mujer de su vida. En dado punto incluso bromeó con que «esa no era mi forma favorita» y volvió a convertirse en un hombre maduro para que me avergonzara. Le funcionó.



Me quedé dormida entre sus brazos al amanecer, al abrigo de un viejo árbol. Podía sentir su corazón latiendo a través de su pecho como si fuera un ser humano, y aquel sonido familiar me meció lo suficiente como para caer en un sueño profundo del que no recordaba haber disfrutado en mucho, mucho tiempo.



–¡Kagura!–mi nombre en un grito hizo que me cubriera la cabeza por instinto nada más despertarme–¡¿Cómo has llegado hasta aquí?!–Sengoku estaba a apenas unos metros



Y no había ni rastro de Naraku.



–S…Sengoku.–intenté echarme atrás, completamente desorientada, pero mi espalda chocó contra el árbol



¿No habíamos podido alejarnos lo suficiente? ¡Imposible! ¿Cómo me había encontrado? Mi respiración se agitó solo de pensar que podría llevarme de vuelta a la aldea a rastras si era necesario. O algo aún peor.



–Déjala.–pero Naraku se materializó detrás de él, y el tono de su voz hizo que los pequeños animales que nos rodeaban se ocultaran en sus escondites



–¿Y quién se supone que eres tú?–pero Sengoku no dudó en enfrentarse a él–¿Te estás acostando con mi prometida?–esta vez me miró a mí–¡¿Eso era lo que estabas haciendo mientras yo no miraba?! ¡¿Por eso me has dejado plantado?!–



–Sengoku, no es eso…–traté de buscar las palabras adecuadas, pero estaba claro que él no iba a atender a razones



Me preparé para lo peor, pero entonces el brazo de Naraku atravesó el pecho de Sengoku de un solo movimiento, como si estuviera hecho de hojas secas. Su sangre salpicó en mi mejilla y cerré los ojos, incapaz de enfrentarme a aquella imagen.



–Lo siento, jovencito. Pero me temo que ella ya no es tu prometida .–aquellas palabras resonaron hasta en lo más profundo de mi cerebro



Y cuando abrí los ojos…Naraku había tomado la imagen de Sengoku para sí. Solo el brillo rojizo en sus iris delataba la presencia demoníaca en aquel cuerpo, pero este también acabó desapareciendo después de unos segundos.



–...joder.–me tapé la boca



–Lo siento. Es un modo fácil de hacer que desaparezca el cuerpo, pensé que sería grotesco que lo vieras.–



Esto es grotesco.–me levanté–¿Así es…como lo haces? ¿Matas a alguien y…forma parte de tu colección?–



–A grandes rasgos, sí.–



No podía dejar de mirarlo. Sengoku acababa de morir y aún así…lo tenía frente a mí como si no hubiera pasado nada. Con su piel sonrosada y llena de vida, su pelo perfectamente recogido y…aquella sonrisa sincera que no veía desde hacía semanas.



Los sentimientos son complicados.



–Es posible que sus familiares también acudan en busca de represalias.–Naraku me miró a los ojos–Pero no te preocupes por eso, les…daré una advertencia para que cesen en sus intentos.–



–¿Vas a…matarlos a todos?–



–No será necesario.–se acercó a mí para posar un beso en mi frente



A ese punto mi cerebro debía estar completamente roto, porque aquello me hizo sentir algo .



Tal como Naraku había predicho, después de un par de días en los que él mantuvo la forma de Sengoku empezamos a escuchar las voces de sus familiares a lo lejos. Le pedí que me ocultara porque no me atrevía a enfrentarme a aquellas miradas, y él me concedió mi deseo sin preguntar. Volvió a por mí después de un par de horas que se sintieron como días y jamás hablamos sobre ello de nuevo.



A partir de ahí Naraku y yo empezamos a convivir mientras viajábamos de una esquina a otra del continente. Por primera vez en mi vida pude deleitarme con todos esos paisajes que pensé que solo llegaría a ver en mis sueños: volcanes llameantes, prados de flores de mil colores…y grandes ciudades. Las múltiples formas de Naraku le permitían camuflarse entre los humanos sin mayor problema, por lo que podíamos disfrutar de noches bebiendo sake juntos y baños termales a la luz de la luna.



Hubiera sido imposible no enamorarse de él. 



Dejé que me tomara por primera vez dos meses después de nuestra huida, y aunque las cosas se hayan complicado entre nosotros…eso es algo de lo que no me arrepiento. Yo llevaba toda mi vida detestando el cuerpo que me había tocado habitar: las limitaciones que tenía, el dolor que me causaba… Pero esa noche, cubiertos por un cielo lleno de estrellas…Naraku me enseñó todo lo que mi cuerpo podía hacer, y la cantidad de placer que era capaz de experimentar.



De hecho, esos encuentros cambiaron mi mentalidad hasta tal punto que cuando le pedí que me otorgara la vida eterna no fue con la premisa de obtener un cuerpo inmortal…sino para ganar tiempo infinito a su lado. 



Supongo que de eso sí me arrepiento un poco.



Toda la experiencia fue extremadamente demandante tanto a nivel físico como mental. Naraku me llevó hasta una cueva en la que él mismo se había ofrecido a cientos de demonios como sacrificio para obtener el poder combinado de todos aquellos que tomaron su cuerpo. Me dijo que si yo hacía lo mismo me aceptarían, que siguiera mi instinto y que…todo iba a estar bien. 



Le di un último beso antes de adentrarme en la oscuridad, y la agonía comenzó casi desde el inicio. Aunque no podía verlos, los demonios se arremolinaron a mi alrededor, deslizándose por mi piel y abriéndose paso por todos los orificios de mi cuerpo para poseerme desde dentro hacia fuera. Intenté resistirme y gritar, convencida de que no era digna y este sería el final para mí.



Pero en medio del dolor y la asfixia empecé a escuchar sus voces en mi interior .



«Qué es lo que deseas»



«Quiero estar junto a Naraku para siempre»



**

 

Aproveché las horas en las que la fiebre de Miroku le permitió dormir para hacer algo que llevaba temiendo desde que comencé este viaje: escribir a casa. Me costó una docena de intentos, pero finalmente pude encontrar las palabras para explicarle a mi familia que me encontraba bien y que llevaría a cabo el rito de iniciación con éxito.



Realmente esperaba que mi padre hubiera cambiado de idea y que cuando regresara con la cabeza de Naraku me recibiera con los brazos abiertos. Que aceptara que yo era suficiente .




–¿Sango?–no me había dado cuenta de que Miroku se había despertado



–Ah, dime.–guardé la carta terminada entre mi kimono–¿Te encuentras mejor?–



–Mucho mejor, sí.–bostezó y por suerte no hizo preguntas–Podemos irnos hoy si quieres.–



Ya llevábamos unos días alojándonos en el castillo, y aunque la estancia había sido cómoda era hora de marchar. Miroku hizo un último exorcismo para afianzar nuestra tapadera y todos parecieron quedar muy satisfechos con nuestro servicio. Lamentablemente nadie parecía saber nada de Naraku ni de demonios cambiaformas allí dentro, así que aquella parada resultó ser un poco en balde. 



Bueno, supongo que también nos merecíamos descansar.



–Viene una tormenta.–ya llevábamos horas caminando cuando me quedé observando las nubes, y el pelo erizado de Kirara me confirmó mis sospechas–Deberíamos buscar refugio.–



–Estamos en medio del bosque.–Miroku se rascó la nuca–Solo serán un par de gotas, vamos a ver si llegamos al siguiente pueblo aunque sea un poco mojados.–



–Está bien.–seguimos andando



Sorpresa, sorpresa. Fue el diluvio universal: el agua caía a trompicones sobre nosotros y los rayos iluminaban el cielo cada pocos segundos. Y para colmo hacía demasiado viento como para cubrirnos debajo de algún árbol, por lo que nuestra mejor opción fue una cueva tan fría y húmeda como el propio exterior.



–Joder…–apreté mi cabello para escurrir algo de agua de él mientras Miroku encendía la hoguera–Con que «solo serán un par de gotas», ¿eh? Ahora acabaremos teniendo fiebre los dos por andar empapados.–me di cuenta de que Miroku se estaba quitando la ropa–...–



–Habla por ti, yo me niego a estar enfermo otra vez.–se echó el pelo hacia atrás



Me di media vuelta para evitar que mi mirada se fuera a donde no debía, y yo también empecé a desvestirme. Mi kimono interior no estaba seco, pero tampoco estaba tan empapado como para chorrear, y dadas las circunstancias tendría que conformarme con eso. Así que me senté junto a la hoguera y Kirara no tardó en tomar su forma de demonio para envolverse a mi alrededor y mantenerme caliente.



–No tiene pinta de parar pronto.–Miroku se había acercado a la entrada de la cueva, y su espalda descubierta me estaba dando frío solo de verla–Tendremos que quedarnos aquí por ahora.–se sentó junto a nosotras, y agradecí a todas las deidades del mundo por la invención del fundoshi , ya que era lo único que lo cubría ahora mismo



–¿En serio te vas a quedar así?–

 

–Sí, tranquila, cuando estaba formándome para ser monje parte de los entrenamientos eran meditar bajo torrentes de agua, y no llevaba mucho más que esto encima.–asintió un par de veces–Mi maestro decía que el frío fortalece el alma.–



–Tu maestro estaba mal de la cabeza.–pestañeé un par de veces



–Oh vamos, no era para tanto.–le restó importancia–Era un hombre de honor que se tomaba muy en serio el camino de buda, pero por encima de todo eso era un padre . Su hija tenía la misma edad que yo, así que cuidaba bien de mí.–



–¿Y te llevabas bien con su hija?–lo pregunté por pura curiosidad



–La amaba.–claro que aquella respuesta me dejó sin palabras–No me mires así. Tú fuiste la que me preguntó si me había enamorado alguna vez y yo te dije que sí.–



–¡Ya lo sé! Pero lo dices tan a la ligera…–carraspeé para intentar redirigir la conversación–¿Qué pasó? ¿Estuvisteis…bueno…juntos?–



–Éramos uña y carne, como tenía que ir allí todos los días prácticamente nos criamos juntos. Para mí ella era lo más importante del mundo, ¿sabes? Si me hubiera pedido que renunciara a ser monje o que dejara de respirar lo hubiera hecho.–



Por algún motivo sentí como si alguien me apretara el corazón cuando dijo eso.



–A medida que íbamos creciendo digamos que nuestro…romance…empezó a florecer.–una sonrisa tímida que jamás le había visto antes escapó sus labios–Estaba listo para pedir su mano, me daba igual todo. Pero entonces…mi padre murió y…la maldición del vórtice pasó a mí.–suspiró–Ella no quería una historia de amor con fecha de caducidad. Le daba miedo quedarse viuda joven y que su corazón tuviera un vacío para siempre…y supongo que no la puedo culpar por eso. Pero a cambio fue mi corazón el que acabó roto.–  

 

–Si realmente te quería tendría que haberte apoyado.–ni siquiera me dio tiempo a pensar en que mis palabras podrían ser hirientes, simplemente las dije–Tendría que haber tenido fe en que romperías la maldición. ¿Su mayor miedo era quedarse viuda y sola pero que tú te murieras por ahí sin nadie a tu lado le daba igual? Fue una egoísta.–me crucé de brazos, 



–¿Eso crees?–



Miroku se inclinó para apoyar su cabeza sobre mi hombro, pero a diferencia de otras veces no parecía tener ninguna intención de avergonzarme o intentar sacarme de mis casillas. Más bien parecía…abatido.



–Lo creo, sí. Alguien que…te ama. Estaría contigo en los buenos y en los malos momentos, no saldría corriendo cuando más la necesitas.–giré la cabeza para encontrarme sus ojos fijos en los míos



No sé qué fuerza sobrenatural me otorgó la valentía (o la estupidez) para hacer esto, pero lo tomé por la nuca y posé mis labios sobre los suyos.

Notes:

Ha pasado un mes sí, me salté una actu, HAN PASADO MUCHAS COSAS ÚLTIMAMENTE no quiero dar el discurso de autor de AO3 de me atropelló un camión aquí teneis el cap porque no pa tanto PEEERO bueno hopefully volvemos al horario habitual

Chapter 24: El villano de la historia

Notes:

Buenooo ha pasado un mes la depresso es una cosa loca pero aquí estoy y creo que este capítulo es muy guay así que espero que os guste porque yo estoy CHOCHAAA de sesshomaru, gracias por leer <3

Chapter Text

 

–Levántate.–le tendí la mano que estaba menos manchada de sangre 

 

Y cuando alzó la cara para mirarme pensé que se trataba de un chiste del destino.

 

Porque era la viva imagen de Kikyo.



–Gracias…–se levantó



Iba a darme media vuelta para marcharme por donde había venido y ocultar este episodio en lo más profundo de mi mente. Claro que ella aún estaba temblando y yo…



…y yo aún estoy enamorado.



–Está bien, no hay más demonios por aquí. No puedo oler ninguno.–traté de tranquilizarla–Aparte de mí, claro.–refunfuñé ante la obviedad



–Pero tú…no eres un demonio de los malos, ¿no?–aquella pregunta me ardió más de lo que me gustaría admitir



–No, supongo que no. ¿Estás herida?–conocía la respuesta de antemano porque no percibía el aroma de su sangre, pero pregunté de todas formas



–Estoy bien, gracias. Am…soy Kagome.–se presentó



–Inuyasha.–y no sé ni por qué hice lo mismo–Apenas habitan humanos por estas zonas. ¿Qué haces aquí?–



–Estoy…bueno. Es que estoy formándome como sacerdotisa.–



No me jodas.



–Ah, genial. Suerte con eso.–ahí sí que decidí que lo mejor sería irme por donde había venido



–¡Espera!–agarró mi chaqueta–Deja que...deja que te lo agradezca. Estoy yendo al próximo pueblo, puedo comprar comida para ti.–



–...–pestañeé un par de veces–No sé si sigues en shock o eres un poco estúpida. Aunque no sea «de los malos» como tú dices sigo siendo un demonio. No puedes llevarme de paseo por ahí con tus amigos humanos. ¿Qué clase de sacerdotisa vas a ser si haces ese tipo de cosas?–escupí aquellas palabras todo el veneno que llevaba semanas guardando dentro de mí



–...una que cree en que los demonios y los humanos llevan miles de años conviviendo y pueden seguir haciéndolo, aunque en ambos bandos algunos escojan la violencia.–



–...o sea que tú no exorcizas demonios.–



–Solo si es extremadamente necesario.–



–Pues no se te ha dado muy bien con los bichos verdes.–la miré de reojo



–¡Aún estoy aprendiendo!–se quejó–Mis poderes no funcionan tan bien en situaciones de vida o muerte. Pero mejoro día a día, ya estoy casi al final de mi formación.–



–Claro.–rodé los ojos–Está bien, te llevaré hasta el pueblo. Pero no entraré contigo.–me ofrecí



–Muchas gracias.–me dedicó una sonrisa, y empezó a charlar conmigo durante el camino como si nos conociéramos de toda la vida, preguntándome por mis comidas favoritas y contándome sus últimas aventuras



Debería haberla detenido porque no podía permitirme tomarle cariño a otro ser humano tan pronto pero… 



Supongo que no tengo remedio.



**

 

Cada minuto que Rin estaba en aquel asentamiento humano sin mi vigilancia se sentía como una maldita hora. Yo sabía que Jaken tenía razón, que ella gozaba de libre albedrío y que si su decisión como humana era pasar tiempo o yacer con otro humano yo no tenía ni voz ni voto en aquel asunto. Pero eso no ayudaba a reducir aquel sentimiento de preocupación teñido por el deseo que me estaba carcomiendo. 



Quería que fuera solo mía . Mis colmillos salían a relucir solo de recordar cómo aquel estúpido humano la tocaba, y cómo ella sonriera para él…



No es extraño que los demonios sean posesivos en lo que respecta a su amantes, por mucho que no nos rijamos por las normas humanas del matrimonio y el compromiso. La mayoría somos seres territoriales por naturaleza, y eso aplica a todo lo que consideramos nuestro, sin importar si respira o no.



Claro que yo no recordaba haber tenido comportamientos de este tipo con ninguna de mis amantes, ni durante mis primeros años de madurez. Y tampoco es que pudiera meter a Rin en esa categoría porque aparte de ser una simple humana yo ni siquiera la había tomado . Esto no tenía ningún sentido.



«Está aquí» Su olor me hizo salir de entre los arbustos, y sentí una ola de alivio recorrer todo mi cuerpo cuando me percaté de que el hedor de aquel hombre no se había impregnado en ella.



No la había tocado.



Me invadió un sentimiento parecido al ridículo cuando reveló que se había tomado el tiempo de buscar un regalo para Jaken, lo que explicaba el retraso en su llegada. Seguramente ella ni siquiera se había fijado en aquel humano, y yo me había pasado todo este tiempo elucubrando escenarios imposibles y azuzando las brasas de mi ira para nada.



–En marcha, quiero llegar al castillo antes de que anochezca.–



–¡Espera un momento!–Rin me siguió



–¿Mm?–



–Toma.–me devolvió mi bolsa



–Gracias.–e inmediatamente vi aquella pieza de madera tallada en forma de conejo–¿Has comprado un netsuke nuevo?–



–Es que el que tenías estaba casi roto y…este era muy bonito. Quería comprar algo para ti también.–



–Gracias.–me quedé observando a aquel animalito con mejillas redondeadas 



Se parecía un poco a Rin.



O tal vez solo era yo que ahora la veía en todos lados: en las flores que crecían a los lados de los caminos de tierra, en el viento que hacía que mi cabello flotara durante unos instantes, y en los cantos de los pájaros que anunciaban un nuevo día.



Rin daba vida a todo lo que la rodeaba, así que cuando la hice volar conmigo a través de las nubes y vi su rostro junto a la puesta de sol se me hizo hasta natural . Como si ella fuera una parte tan esencial del cielo como las estrellas o la luna. 



El hecho de que los guardias de mi madre estuvieran vigilando nuestros movimientos desde la distancia fue lo único que me impidió besarla en aquel momento.



Por supuesto nuestra presencia no fue bien recibida en el castillo, y aunque había un instinto primitivo dentro de mí que me pedía que despedazara a todos los sirvientes que observaban a Rin con repulsa, tenía que poner por delante el objetivo de esta visita.



–Mi espada está dentro de la humana; quiero que utilices tus poderes para recuperarla.–mi petición para mi madre fue clara y concisa



–No.–y como por desgracia no soy adoptado, ella fue igual de escueta



–Harás lo que te ordene.–le advertí



–Siempre pidiendo. El amor de una madre es grande, Sesshomaru, pero no infinito.–



–¿Y qué se supone que quieres? ¿Que me arrastre por haber bebido y follado en una fiesta a la que yo ni siquiera quería asistir?–rodé los ojos



–Una disculpa no estaría mal, la verdad. Pero sé que esa cabecita tuya no da para tanto.–se acercó a mí–Por lo menos has tenido un poco más decencia que tu padre, no hueles a humana. Al menos por ahora.–



–Puedes sacar la espada sí o no.–



–Puedo conseguir los medios para hacerlo, pero tendrás que esperar a que deje de sangrar. Si lo hacemos ahora estará demasiado débil como para aguantar y podría morir antes de que consigamos la espada.–



–¿El proceso la matará?–



–Sí.–me miró directamente a los ojos, como si me estuviera probando



–Ya veo.–me mantuve frío



–Prepararé todo, y mientras tanto podemos meterla en uno de los establos de las monturas. Para que no huela tanto.–



–No voy a separarme de mi espada, humana por medio o no.–



–Por supuesto.–esta vez fue mi madre la que rodó sus ojos



Ni siquiera pude procesar la conversación durante el camino de vuelta a mis aposentos, o tal vez simplemente decidí ignorar el cúmulo de emociones que tenía en la boca del estómago. Rin era solo una humana. Lo importante para mí era recuperar mi espada, fuera cual fuera el costo. Para volver a mi vida. A mis planes. No podía…



–Sesshomaru…–Rin me recibió tumbada en la cama–Estás de vuelta…–



–¿...te encuentras mal?–me acerqué rápidamente a ella y posé mi mano en su mejilla



–Ahora sí que me duele un poco el estómago...–a pesar de todo me sonrió–Pero estoy bien así tumbada…–



–Ya veo.–miré a Jaken, que estaba sentado a los pies de la cama–Puedes irte a descansar, yo me quedo.–



–Sí, señor Sesshomaru.–nos dejó a solas



–¿Cómo ha ido…con tu madre? Parecía muy enfadada…–



–Ya está todo arreglado. Hazme sitio.–me metí a la cama con ella y la abracé por detrás, esperando que mi calor corporal la aliviara un poco–¿Así mejor?–puse una de mis manos en su abdomen



–...mejor.–se acurrucó más a mí–Mucho mejor.–



En mis más de doscientos años de vida he librado un sinfín de batallas: he torturado y asesinado a sangre fría a mis enemigos y he asediado pueblos hasta que solo han quedado cenizas. 



Pero cuando Rin se quedó plácidamente dormida a mi lado en un lapso de cinco minutos, como si mis brazos fueran el refugio más seguro del mundo…fue la primera vez en toda mi vida que me sentí como el villano de la historia.




**

 

Desde que Inuyasha ya no estaba entre nosotros, sentía como si mi vida también hubiera acabado. Me encerré en la cabaña los primeros días tras la desaparición de su cuerpo en el árbol, incapaz de asumir el duelo…y la culpa.



Si tan solo hubiera sido más valiente. Si hubiera confesado lo que teníamos entre nosotros y hubiera huido con él sin importarme las consecuencias…él seguiría vivo.



Me excusé con los aldeanos diciendo que estaba enferma, y Kaede cargó con la mayoría de mis labores durante ese periodo. Cuando por fin pude salir de la cama retomé mis responsabilidades y puse mi mejor cara delante de todo el mundo, aunque me siguiera pasando las noches en vela. 



A veces paseaba yo sola por el bosque al caer la noche, tratando de cansar mi cuerpo y mi mente para poder conciliar el sueño más tarde. Pero nunca funcionaba.



Y no sé si mi depresión debilitó mi energía espiritual, o si la perla aún tiznada por mi deseo egoísta se había convertido en una especie de cebo pero…los demonios empezaron a llegar en masa. Pasé de encontrarme un par de ellos en las cercanías del pueblo una vez al mes a hacerlo prácticamente todos los días.



Era como si…yo fuera la que los atraía.



–Hermana, ha llegado otra carta.–Kaede me entregó el sobre–Me lo ha dado el mensajero.– 



El mensajero no solía venir a este pueblo salvo que alguno de los aldeanos que tenía familiares en la ciudad recibiera una pequeña misiva con la noticia de que había tenido un nuevo nieto o que alguien había fallecido. 



–Ah, gracias.–



Pero ahora Naraku me escribía cada semana.



Eran cartas muy cuidadas, con una bonita caligrafía, y siempre me hacía un montón de preguntas:  ¿cómo te sientes?, ¿ha habido alguna novedad en el pueblo?, y mi favorita ¿te gustaría venir a visitarme?



Su insistencia podía llegar a ser algo abrumadora, pero he de admitir que en ocasiones me parecía encantador; siempre con esa caballerosidad con la que hablaba…no sé. Supongo que dadas las circunstancias tener esa pequeña rutina de escribirnos le daba algo de paz a mi inquieto corazón. 



Yo siempre respondía con escritos mucho más breves que los suyos, pero nunca lo ignoraba. A veces también le hacía preguntas sobre su salud, o sobre cómo era la vida en su castillo (porque por supuesto me había contado que tenía un castillo).



–¡Señorita Kikyo! ¡Ayuda!–unos gritos desesperados interrumpieron mi lectura, y salí de la cabaña armada con mi arco



Pero nada me preparó para lo que estaba a punto de ver; un par de demonios voladores habían tomado a uno de los ancianos de la aldea, y a medida que se peleaban por su cuerpo este estaba siendo rasgado en dos.



–¡Todos a cubierto! ¡Entrad en casa!–cargué mi arco–Malditos demonios…–disparé una flecha tras otra, pero no parecían tener tanto efecto como de costumbre



¿Realmente estaba tan débil, o aquellos demonios eran inusualmente poderosos? ¿Mi barrera se había consumido lo suficiente como para dejarles pasar? Ni siquiera tenía tiempo para buscar la respuesta a esas preguntas.



Queda demás decir que no tuve posibilidad alguna de salvar al anciano. Los demonios soltaron su cuerpo inerte y me tomaron a mí en su lugar. Traté de reunir toda mi energía para repelerlos, pero no lo conseguí. De hecho sentía como si ya estuvieran alimentándose de mí, aunque ninguno me hubiera mordido.



–¡Soltadla!–mi corazón se detuvo cuando escuché la voz de Kaede, que también comenzó a disparar sus flechas a los demonios 



Pero ninguno de los dos le prestó atención. Tal vez por el mismo motivo por el que habían dejado de pelear por el cuerpo del anciano aunque yo no les estuviera haciendo daño.



Me querían a mí .

Chapter 25: El primer paso

Notes:

AQUÍ ESTAMOS DE VUELTA HAN PASADO CASI DOS MESES PERO NOS QUEDA POCO PARA EL FINAL Y OS VOY A DAR UN FINAL.

 

De momento disfrutad del cap porque va a ser sexy.

Chapter Text

 

Los gritos de los aldeanos reverberaban en mis oídos, y mi cabeza empezó a dar vueltas a medida que los demonios elevaban mi cuerpo en el aire. El sol del mediodía me cegó, y por un momento pensé que si aquellos demonios me partían en dos a mí también se lo agradecería por poner fin a mi sufrimiento.

 

 

–¡Hermana!–por suerte la voz de Kaede me devolvió a mis sentidos



Y exploté. Una ola de mi energía espiritual golpeó a los demonios, que salieron despedidos cada uno hacia un lado. Caí a plomo sobre la hierba y mi hombro crujió por el impacto, pero me levanté de todas formas.

 

–¡Kaede!–la llamé, y ella corrió a mi lado–Voy a necesitar que seas tú la que dispare.–

 

–¿Ah?–me miró

 

–Yo te daré mi energía para la flecha. Se me ha salido el hombro, yo no puedo hacerlo. ¡Vamos!–la insté a ponerse en marcha



Kaede tensó su arco de nuevo, y los demonios no tardaron en recobrar el equilibrio y volver a dirigirse hacia nosotras.

 

–Aguanta…–mi mano sobre la suya, y la punta de la flecha empezó a brillar como si estuviera hecha de amatista–Aguanta…–cada vez estaban más cerca–¡Ahora!–soltó la flecha, que atravesó a ambos demonios al mismo tiempo y los hizo desvanecerse en una nube de humo gris

 

Nos ocupamos del resto de bestias de manera similar, y un silencio pesado inundó la aldea. No me atreví a contabilizar los muertos en aquel momento, solo renqueé hasta el centro de la aldea y anuncié que ya era seguro salir. Todos empezaron a organizarse para reparar los daños, y después de un rato de agonía Kaede también consiguió recolocarme el hombro. Todos seguían en shock por lo ocurrido, pero parecían tener la convicción de que se trataba de un hecho aislado y que ya estaban a salvo.

 

Lamentablemente, yo sabía que no era así.



Si bien no podía entender del todo las razones detrás de los ataques, no tenía ninguna duda de que el objetivo de los demonios era yo.

 

Reuní a los aldeanos esa misma noche.

 

–Lo que voy a decir ahora va a llegar como sorpresa para muchos, y entiendo que puedan  surgiros preocupaciones a partir de ello, pero os ruego que comprendais mi punto de vista, porque la decisión ya está tomada.–anuncié

 

Kaede me miró con los ojos como platos al escuchar esas palabras, y creo que adivinó cuáles eran mis intenciones.

 

–Parece que mi energía espiritual está atrayendo a los demonios montaña abajo; no puedo comprender por qué, pero el problema persiste.–suspiré–Voy a buscar ayuda más allá de la aldea. Visitaré el templo en el que nos formamos y volveré pronto con respuestas.–

 

Hubo murmullos y preguntas en voz baja, pero me adelanté a ellos. 

 

–La aldea estará segura en mi ausencia, yo soy la que los atrae y me llevaré la perla conmigo para que no quede ninguna tentación para ellos. Kaede se quedará aquí en caso de que suceda algo. Ha demostrado que ya es una sacerdotisa de pleno derecho tanto o más que yo.–le dediqué una sonrisa para inspirarle confianza

 

Hubo más objeciones, pero finalmente pude convencerlos de que esta era la mejor decisión para todos. Claro que cuando Kaede y yo nos quedamos a solas en casa no me libré de sus propias preocupaciones. 

 

–¿Es verdad lo que les has contado? ¿Tu energía espiritual es lo que los atrae?–

 

–No lo sé.–admití–Y tampoco sé si voy a ir al templo, porque allí tampoco tendrán una respuesta para mí. Pero creo que el único modo de arreglar esto es sanar mi mente, y eso no puedo hacerlo en este lugar.–una sonrisa triste–He puesto tanto empeño en quedarme para proteger esta aldea, y al final ahora soy yo misma la que la está poniendo en peligro.–me lamenté

 

–Hermana.–Kaede me tomó la mano–No te preocupes por nada aquí, yo me ocuparé de todo hasta que regreses, lo prometo.–

 

–No me demoraré.–le prometí–Y cuando venga…será tu turno de marchar.–

 

–¿Ah?–

 

–Ya es hora de que viajes un poco más para seguir formándote. Como querías.–

 

El brillo en sus ojos me ayudó a reafirmarme en que estaba haciendo lo correcto.

 

***

 

–Lo creo, sí. Alguien que…te ama. Estaría contigo en los buenos y en los malos momentos, no saldría corriendo cuando más la necesitas.–giré la cabeza para encontrarme sus ojos fijos en los míos




No sé qué fuerza sobrenatural me otorgó la valentía (o la estupidez) para hacer esto, pero lo tomé por la nuca y posé mis labios sobre los suyos.

 

–Mm…–Miroku no dudó ni un segundo en corresponderme el beso, y en cuanto abrió su boca me di cuenta de que aunque me había lanzado yo, no tenía ni la más remota idea de lo que estaba haciendo

 

Me limité a imitar sus movimientos y a seguir el ritmo que él marcaba; su lengua caliente se entrelazaba con la mía, y cada vez que me mordía el labio inferior sentía que me daba vueltas la cabeza. De un momento a otro ya no tenía frío, y la sensación de humedad que la tormenta me había hecho sentir por todo el cuerpo se evaporó por completo. Ahora me sentía arder .

 

A diferencia de mí, Miroku sabía perfectamente lo que estaba haciendo: sus manos recorrían mi espalda de arriba abajo, se posaban en mi cuello, se enredaban en el pelo de mi nuca y…de vez en cuando le daban un apretón a mi trasero. Yo apenas si había movido las mías de su cuello, solo las apartaba cuando sentía que dificultaban el movimiento, pero el hecho de que Miroku estuviera prácticamente desnudo hacía que la idea de tocarle se sintiera como cruzar los límites.

 

Claro que tal vez ya los estábamos cruzando.



–¿Y esto…?–apenas podía enfrentar su mirada, mucho menos aquella pregunta

 

–Yo…–me limpié la boca con el dorso de la mano–Lo siento, ha sido un impulso.–me excusé

 

–Claro.–Miroku soltó una risita–Un impulso que ha durado como diez minutos que llevamos enrollándonos.–

 

–¡No llevamos diez minutos!–lo empujé, y me di cuenta de que Kirara ya no estaba acurrucada a mi lado sino fuera, y que la tormenta había amainado

 

Tal vez sí que habían pasado diez minutos.

 

–Está bien, está bien.–Miroku le restó importancia–A mí me ha parecido muy sexy que hayas sido tú la que haya dado el primer paso.–se acercó un poco más–Claro que ahora quiero ser yo el que dé los siguientes.–sus dedos acariciando mi mejilla

 

–¿Ah, sí…?–tragué saliva

 

–Solo si tú quieres, claro.–

 

Hubo un momento de duda, pero volví a besarlo. 

 

Yo había querido hacer el rito de iniciación para poder experimentar lo mismo que el resto de guerreros de mi aldea: tener la oportunidad de valerme por mí misma, de visitar ciudades lejanas y enfrentarme a grandes demonios; en definitiva dejar de ser una niña para convertirme en una mujer. 

 

Supongo que esto también forma parte de ese proceso.

 

–Dime, Sango…–estaba tan abrumada por la situación que las palabras de Miroku en mi oído se sentían como si estuviera hablándome desde otro universo–¿Alguna vez has intentado complacerte?–sus dedos se deslizaron rápidamente bajo la tela de mi kimono–¿Has probado a acariciarte de este modo…?–se me escapó un gemido en cuanto su mano se coló entre mis muslos

 

–Ah…–me agarré a sus hombros–N-no…nunca…–

 

Si bien había sentido aquella necesidad , siempre había tratado de ignorarla. Tenía otras cosas en las que pensar; una aldea que dirigir en el futuro y…

 

–Dioses…–eché la cabeza hacia atrás cuando sus dedos se abrieron paso en mi interior, y todos los pensamientos se desvanecieron de mi mente 



–Eso es…–Miroku sostuvo mi espalda con su mano libre para que no me cayera hacia atrás–Relájate…–empezó a repartir besos por mi cuello a medida que aumentaba el ritmo–Déjame enseñarte lo que es el placer de verdad…– 



Cada vez que sus dedos se hundían en mi interior la palma de su mano me rozaba de un modo que enviaba descargas de placer por toda mi espina dorsal. Si en algún momento había tenido la capacidad de hablar, no lo recordaba. Todas las palabras desaparecieron de mi vocabulario y me convertí en un amasijo de gemidos y jadeos ininteligibles.

 

Y en cualquier otro momento me hubiera avergonzado que alguien me viera así, pero…el modo en el que Miroku me miraba . Sus ojos me decían que él estaba disfrutando cada momento tanto o más que yo. 

 

Pronto las descargas de placer se volvieron más y más intensas, y aunque no estaba segura de qué era lo que le estaba sucediendo a mi cuerpo, sabía que iba a pasar algo .

 

–M-Miroku…para…–me acobardé lo suficiente como para formular una frase coherente

 

–¿Por qué quieres que pare?–sus ojos fijos en los míos–Ahora viene la mejor parte.–

 

No sé qué fue lo que hizo con sus dedos, ni qué punto tocó dentro de mí, pero se me tensó todo el cuerpo por unos instantes y luego caí rendida contra su mano, que por suerte aún seguía sosteniendo mi espalda.

 

Sentía como si toda la sangre se me hubiera bajado de la cabeza para posarse entre mis piernas, y apenas podía controlar mi respiración pero…me sentía… extrañamente relajada ahora.

 

–Eres adorable.–Miroku apartó la mano–¿Lo sabías?–

 

–No digas bobadas.–me aparté el pelo de la cara, a estas alturas ya se me estaba pegando a la frente por el sudor, y mi kimono estaba de todo menos bien puesto

 

–Mejor ocupo mi boca con otra cosa, ¿no?–Miroku deslizó la tela por mis hombros y empezó a repartir besos por mi escote, deteniéndose para pasar la lengua por uno de mis pezones, mientras que la mano que hace un momento estaba entre mis piernas pellizcaba el otro

 

–Ah…–esta vez me agarré a su cabeza, y poco a poco me fui inclinando hacia atrás hasta quedar completamente tumbada en el suelo de la cueva

 

Me sobresalté al sentir algo duro presionando contra mi entrepierna, pero sabía lo que eso significaba. Ya había visto a Miroku «emocionado» antes, y me he criado rodeada de hombres, sé que esto es algo que sucede. Pero sentir aquel calor contra mí…era totalmente distinto a cualquier cosa que hubiera experimentado antes. El fundoshi no hacía mucho por separarnos dadas las circunstancias, por lo que prácticamente podía sentirlo piel con piel. 

 

Y quería más .

 

–¿Estás cómoda?–la mano de Miroku subió a acariciar mi mejilla, y asentí–Agárrate a mí, ¿vale?–se colocó entre mis piernas–Puede que sea un poco desagradable al principio, pero pasará rápido.–un beso corto sobre mis labios–Lo prometo.–

 

Me aferré a su espalda y me preparé para lo peor.

 

Describir aquella sensación como «un poco desagradable» sería quedarse corto. Me dolía mucho . Sentía un aro de fuego en mi entrepierna cada vez que Miroku empujaba un poco más, y tuve que morderle el hombro para no gritar.

 

–Lo siento, lo siento…–él no paraba de susurrarme palabras de disculpa–Ya casi está…–

 

–Joder…–tomé varias bocanadas de aire para intentar relajarme, pero lo veía prácticamente imposible–¿Y esto les gusta…a las otras chicas?–lo miré–No lo entiendo…–

 

–Bueno, en primer lugar…a ti también te va a gustar.–selló aquella promesa con un beso–Y en segundo lugar…–su frente contra la mía–Ahora mismo no quiero pensar en ninguna otra chica.–

 

Aquella frase hizo que mi corazón se acelerara de golpe, y lo besé para distraerlo y que con suerte no se diera cuenta.

 

Y lo peor es que tenía razón. Después de varios minutos de besos y caricias aquel dolor punzante se convirtió en una pequeña molestia que podía ignorar fácilmente. Luego pasó a ser una sensación neutra. Y eventualmente…

 

–¡Ah! A-ahí…–movía mis caderas al mismo ritmo que las suyas, tratando de que llegara más profundo con cada movimiento–Otra vez…dios…–



–Sango…no voy a aguantar mucho más…–me advirtió, pero no procesé lo que había dicho hasta que sentí aquel líquido caliente desbordándose en mi interior, y luego goteando entre mis piernas–Joder…–Miroku jadeó junto a mi oído y dejó caer su peso sobre mí con cuidado

 

Lo rodeé con mis brazos y acaricié su cabeza por instinto; disfrutando de la sensación de tenerlo aún dentro de mí.

 

Ojalá aquel momento hubiera durado para siempre.

Chapter 26: La forma del amor

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Cuando me desperté a la mañana siguiente Rin seguía entre mis brazos, prácticamente en la misma posición en la que se había dormido.

 

–Mm…–solté un gruñido y oculté mi rostro de la luz del sol, hundiendo la cara en su nuca

 

Tener un castillo en el cielo parece una buena idea hasta que ves el amanecer en todo su esplendor a las cuatro de la mañana. Respiré el aroma de Rin para calmarme y la pegué un poco más a mí. Tal vez podría seguir durmiendo así.

 

–Ah…buenos días…–solo entonces me di cuenta de que ella también estaba despierta

 

–...buenos días.–me aparté rápidamente y me incorporé como si no hubiera pasado nada–¿Cómo te encuentras hoy?–

 

–Mejor pero…necesito usar el baño–lo dijo en voz baja

 

–Ah, sí.–el olor de su sangre era más fuerte que ayer, y aunque sabía que no estaba herida un sentimiento de desasosiego me inundó el pecho–Ahí.–le señalé la puerta de la izquierda

 

Rin se quedó pasmada cuando dije eso.

 

–¿Tienes baño en tu habitación? En la aldea teníamos letrinas comunes...–

 

–Las hay fuera para los sirvientes, pero ese baño es el mío personal. También tengo una gran bañera en otra sala.–

 

–...guau.–Rin se levantó muy animada–¿Y Jaken? ¿Él también tiene su propio cuarto?–

 

–Mejor que el de muchos sirvientes, sí.–

 

–Eso debe hacerle muy feliz.–se rió–Ahora vengo.–se perdió tras la puerta corredera del baño

 

Yo por mi parte me levanté y traté de sacudirme el sueño de encima. Con suerte en cuanto me despejara también se desvanecerían el resto de sensaciones extrañas y sentimientos encontrados, porque a este punto estaba llegando a mi límite. 

 

–Sesshomaru...–Rin salió del baño, y la expresión avergonzada en su rostro me confundió–¿Crees que podría…lavar mi ropa…en algún sitio por aquí?–

 

–¿Mm?–me pareció una petición algo extraña

 

–Está toda…–suspiró–Manchada.–

 

–...oh.–me tomé un par de segundos para pensar–Está bien, pediré que te traigan otro kimono. El servicio puede ocuparse de tu ropa.–

 

–Nonono, no quiero molestarles con eso, puedo lavarla cuando volvamos al bosque y pasemos por algún río…–se la veía realmente apurada, tanto que sus palabras se agolpaban en su boca y salían como un torbellino

 

–No es molestia, trabajan para mí.–estiré de la cuerda que avisaba al servicio, y hablé durante un rato con la demonio que parecía estar más interesada en asomarse a ver a Rin que en escucharme–Estúpida.–farfullé al cerrar la puerta

 

Sabía que mi madre probablemente haría todo un drama de que le hubiera pedido a sus chicas que llevaran a cabo una tarea tan poco digna como limpiar sangre humana, pero ya lidiaría con eso más tarde. Después de unos minutos una procesión de sirvientas desfiló por la habitación, y todas ellas cargaban con kimonos de seda, obis con diseños intrincados y adornos para el pelo.

 

–Elige lo que quieras.–

 

–Esto es demasiado...–Rin me miró a los ojos, pero hice un gesto con la mano para restarle importancia–...gracias.–

 

En realidad, las ventajas de darle un kimono nuevo iban más allá de que tuviera un cambio de ropa limpia. Todas esas prendas habían sido confeccionadas por y para demonios, por lo que camuflarían su olor al menos parcialmente y reducirían algunas de las tensiones en el castillo. 

 

–¿Puedo ponerme este…?–Rin se detuvo ante un kimono violeta

 

–Mm.–asentí, e hice que todas las sirvientas se desvanecieran con una sola mirada

 

Por lo general ellas podrían ayudarla a vestirse como lo hacían con mi madre o conmigo, pero no confiaba en que fueran igual de diligentes con una humana, por lo que prefería ser precavido. Rin se cambió en el baño y cuando salió me quedé sin palabras.

 

Aquel color era perfecto para ella, y aunque el recogido que se había hecho en el pelo era muy improvisado, las partes colgantes de los adornos que había escogido titilaban cada vez que movía la cabeza y…

 

Joder.

 

–¿Estoy…bien así?–me preguntó, y me di cuenta de que llevaba mirándola en silencio aproximadamente 10 segundos

 

–...sí. Muy bien.–me aclaré la garganta–Permíteme.–me coloqué detrás de ella para ayudarla a ajustar el obi

 

–Mm…Oye, Sesshomaru.–ella levantó el brazo para señalar algo–¿Qué pone ahí?–

 

–¿Mm?–levanté la mirada hacia el gigantesco pergamino que colgaba de arriba abajo en una de las paredes–«El rey bestia del oeste». Es el título que le dieron a mi padre y que ahora me pertenece a mí.–me aparté de ella e hice una pausa para asimilar lo que acababa de ocurrir–No sabes leer.–no fue una pregunta

 

–Ah…no. La aldea no era lo suficientemente grande como para tener una escuela, así que nunca aprendí.–

 

–Ya veo.–caminé hasta mi mesa y saqué una lámina en blanco–Siéntate a mi lado.–coloqué el resto de utensilios para escribir y me remangué la chaqueta antes de mojar el pincel en su tinta–Fíjate bien.–empecé a deslizarlo por el papel, con trazos finos y elegantes

 

Mi madre había insistido en que aprendiera caligrafía desde que pude sostener un pincel entre los dedos. Según ella era una de esas habilidades distinguidas que un demonio que se precie debe poseer. Y aunque normalmente no estoy de acuerdo con ella en nada…esta era una actividad que sí disfrutaba.

 

–¡Woah!–Rin se quedó mirando el ideograma, entusiasmada–¿Qué significa?–

 

–Rin.–

 

–...–pestañeó un par de veces–Es bonito.–lo miró más de cerca–Rin.–lo repitió–Esto tengo que recordarlo.–

 

A partir de ahí empecé a escribir todo lo que Rin me pidió, y colocaba los caracteres uno debajo del otro: «Jaken», «flores», «Sesshomaru», «espada»… Después de cada ejemplo, ella tomaba el pincel e intentaba imitarlo, y sus trazos temblorosos al lado de los míos se veían encantadores.

 

–Ahora…mm…–

 

Se quedó pensativa y me preparé para la palabra más absurda del mundo como «renacuajo» o «patatas».

 

–Amor.–

 

Casi se me cae el pincel al suelo, pero por suerte conseguí serenarme a tiempo y me dispuse a cumplir su petición.

 

–Mm…–tracé cada línea con cuidado para que pudiera verlo claramente y cuando estuvo listo le pasé el pincel a Rin, que pareció esforzarse más que con ningún otro carácter

 

Tenía la lengua entre los dientes y una expresión de suma concentración en la cara, como si le hubieran asignado la tarea más importante del mundo.

 

–¡Listo!–levantó el pincel y me mostró su obra

 

El ideograma estaba torcido y el trazo era torpe, pero Rin, con las manos llenas de tinta, tenía una sonrisa de oreja a oreja en el rostro. 



Supongo que así es como se ve el amor. 

 

**

 

Mi «vida perfecta» como demonio junto a Naraku no duró mucho: él era un seductor nato que perdía la cabeza por cualquiera que llamara su atención, sí, pero ansiaba poder por encima de todas las cosas…así que no tardé en pasar a un segundo plano en sus prioridades. Con el tiempo reunió ejércitos completos de demonios, conquistó un sin fin de tierras y libró mil y una batallas. Y por supuesto yo tuve que formar parte de todas y cada una de ellas. 

 

Si bien Naraku había emergido de su transformación con un olor a pura muerte que no era ni demonio ni humano, yo era prácticamente indetectable. Me convertí en su espía perfecta. Podía infiltrarme en cualquier lugar y averiguar todo lo que él me pidiera en cuestión de horas o incluso minutos. Y es que por el camino descubrí que tenía talento para sonsacar información a humanos y demonios a partes iguales; podía ser persuasiva, eficiente, seductora…

 

Eso último le pareció especialmente interesante a Naraku, y fue lo que inició nuestro pequeño juego de «cuéntame todos los detalles sórdidos de tus aventuras». Claro que todo lo que estaba viviendo también hizo que me distanciara emocionalmente de él. No porque prefiriera a otros amantes, sino porque cada vez veía más partes de Naraku que realmente no me gustaban. Era orgulloso y podía llegar a ser muy manipulador; cuando estaba realmente enfadado jamás se preocupaba de si me hería con sus palabras o no. Por supuesto, cuando empecé a rechazar su compañía no tardó en sustituirme por otros que estaban más dispuestos a compartir su lecho cada noche, y eventualmente nos convertimos en amantes esporádicos.

 

Al final del día solo había cambiado una jaula por otra. Ahora era una hechicera del viento, podía volar como siempre lo había soñado, pero en lugar de eso estaba viviendo la fantasía bélica de un hombre estúpido del que por desgracia dependía. No podía simplemente irme y ya: sin Naraku no tendría ningún apoyo, pero sí muchos enemigos que sabían de mí y que intentarían utilizarme como arma arrojadiza para hacerle daño. Por no hablar de que probablemente si me fuera él me volvería a desear por encima de todo repentinamente y eso sería de lo más problemático. 

 

Claro que estos días pasaba tanto tiempo escribiendo cartas a Kikyo que tal vez si me escabullera de noche ni siquiera se daría cuenta. Me había contado con todo lujo de detalle su gran jugada para separarla de Inuyasha, el hermano medio humano de Sesshomaru al que aparentemente ella amaba. Me preguntaba si él estaría un poco menos obsesionado con la guerra y el poder. Si sería un tipo amable y cariñoso, prendado de una sacerdotisa a la que no podía tener.

 

Eso sonaba bastante romántico. 

 

–¿Mm?–un sonido extraño me sacó de mis pensamientos, y cuando salí de la habitación me encontré con varios de los habitantes del castillo caminando de un lado a otro sin saber qué hacer–¿Qué ocurre?–pregunté

 

–Kikyo está aquí.–fue lo único que me dijeron

 

Naraku llevaba tiempo planeando esto: había enviado a varios de sus demonios de bajo nivel a la aldea con orden de atacar y buscarla. Sabía que Kikyo acabaría con ellos, pero le daba igual perder soldados porque su objetivo era obligarla a salir de la aldea. Porque también sabía que ella haría lo que fuera para proteger a sus habitantes.

 

Y desconozco si hay una parte del plan que Naraku no me ha contado o si es solo otra muestra de su tremendo ego; pero por algún motivo él estaba convencido de que cuando Kikyo no tuviera lugar a donde ir…vendría aquí. 

 

Al parecer no se equivocaba.

 

–...Naraku aún duerme. Yo la recibiré.–tuve que pensar rápido

 

Ese idiota se levantaría al instante solo con que alguien mencionara el nombre de la sacerdotisa, pero primero quería verla por mí misma. Caminé con pasos rápidos hasta la entrada del castillo…y ahí estaba.

 

Era sin duda una de las humanas más hermosas que había visto en toda mi vida, pero su belleza no era nada comparada con el aura que emanaba de ella. Y es que a pesar de que se trataba de una mujer mortal, me sentí intimidada en el instante en el que nuestros ojos se encontraron.

 

Yo había yacido con dos de los demonios más peligrosos y respetados de todo el continente, pero aquella fue la primera vez que sentí en mis carnes aquella mezcla abrumadora de serenidad y poder propia de un líder.

 

Si Naraku la convertía, sería imparable.

 

**

 

Los días en el castillo eran tan maravillosos que se sentían casi irreales: Sesshomaru y yo dormíamos abrazados en su cama todas las noches y pasábamos las mañanas haciendo caligrafía. Aprendí muchísimo, y aunque no se me daba del todo bien, me encantaba compartir esos momentos a solas con él. Claro que también paseábamos por el castillo y nos reuníamos con Jaken a diario, pero aquella habitación se convirtió en nuestro pequeño trocito de mundo. 

 

Era como si estuviéramos congelados en el tiempo; como si de repente no existiera todo el problema de la espada que nos había traído hasta aquí. Como si nos hubiéramos conocido en otras circunstancias y ahora fuéramos un par de…amantes. De hecho, no le pregunté a Sesshomaru cuánto tiempo íbamos a quedarnos allí o cuándo marcharíamos porque quería seguir viviendo en aquella ilusión un poco más.

 

Dadas las circunstancias mis sentimientos hacia él estaban totalmente fuera de control, tanto que me convencí a mí misma de que los pequeños gestos de afecto que Sesshomaru me mostraba se debían a que él sentía lo mismo que yo. Otra ilusión en la que perderme.  

 

Cuando por fin dejé de sangrar, salí del cuarto de baño muy emocionada ya que tal vez ahora tendría ocasión de probar esa bañera gigante de la que Sesshomaru había hablado varias veces. Cuál fue mi sorpresa al encontrármelo abriendo la puerta para dejar paso a su madre.

 

Y aunque ahora no nos observaba desde lo alto de su trono, me resultó tan intimidante como la primera vez que la vi.

 

–Ya está todo listo.–fue lo único que dijo, y miré a Sesshomaru, confundida

 

Pero no pude leer nada en su expresión.

 

Notes:

Bueno parece que esto se ha convertido en un fic de actualización mensual :,)

Me gustaría volver a actualizar cada semana pero no me da la vida de adulto. Dicho esto quedan 14 escenas + epílogo para acabar esta historia! Así que no faltan muchos capítulos NO LO VOY A ABANDONAR NO SOY ESA PERSONA tenedme paciencia va a llegar.

Chapter 27: Mi forma de darte las gracias

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

 

–Señor Naraku…–sentí cómo Kanna me zarandeaba en mitad de un sueño profundo, lo cual no podía significar nada bueno

 

Ella había colaborado conmigo incluso desde antes de que yo conociera a Kagura, confiaba en que si estaba optando por despertarme antes de tiempo había una razón de peso para ello. No me gustaría tener que prescindir de ella.

–¿Qué pasa…?–me incorporé, sosteniendo mi frente con una de mis manos

 

Da igual que ya no sea un ser humano, lo de amanecer temprano nunca ha sido lo mío.

 

–La señorita Kikyo está en la puerta.–

 

–...–tardé un par de segundos en procesar esas palabras, pero en cuanto lo hice me levanté de un salto y empecé a quitarme la ropa–¿Cuándo ha llegado? ¿Ahora mismo?–rebusqué entre mis kimonos para ponerme el más adecuado para la ocasión y me agaché a arreglarme el pelo en el espejo que Kanna siempre portaba consigo

 

–Kagura ha ido a recibirla.–me advirtió

 

–¿Mm?–levanté una ceja–Espero que no haya hecho ninguna estupidez.–salí de la habitación

 

No podía permitirme que me arruinara los planes por un ataque de celos. Más allá de mi interés…personal en Kikyo, lo importante es que ella es la guardiana de la esfera de los cuatro espíritus. Un objeto tan poderoso que, de conseguirlo, podría hacer que el mundo entero se rindiera bajo mis pies. Esa era mi prioridad. 

 

Todo había sido más fácil de lo que me imaginaba: había enviado docenas de demonios a atacar la aldea y a buscarla a ella en específico; pues así Kikyo se sentiría culpable y se vería forzada a dejar a su gente. Y eso, sumado a su tristeza por haber perdido al amor de su vida por…casualidades del destino… Era una bomba de relojería a punto de estallar. La más pura de las almas a un paso de caer al abismo.

 

Y yo iba a estar allí para asegurarme de recogerla desde abajo, por supuesto.

 

Es una suerte que en esta lamentable situación en la que se ve forzada a irse de su hogar tenga un amigo que le escribe cartas todas las semanas y casualmente tiene un castillo en el que hay muchas habitaciones libres.

 

–...–me detuve en seco en mitad del pasillo

 

La parte más importante de este plan era que yo llevaba todo este tiempo construyendo mi confianza con Kikyo a través de las cartas. Al menos lo suficiente como para poder contarle que soy un demonio sin que me exorcice en cuanto se lo diga. Ella ya ha experimentado lo que es sentir compasión (o algo más) por un ser no-humano, no es algo descabellado.

 

Pero si Kagura es la primera a la que ha visto…

 

Me teletransporté hacia la puerta.

 

–¿Mm?–ambas me miraron en cuanto aparecí

 

No había sangre por el suelo y las dos tenían la ropa y el pelo perfectamente en su lugar, así que no se habían peleado. ¿A lo mejor podrían llevarse bien? Tampoco me quejaría si se hicieran muy…cercanas. Soy un demonio con mucho de mí para dar.

 

–Kikyo, es un…verdadero placer tenerte aquí.–di un paso hacia ella, y sonreí al ver que no se alejaba–Tendrás muchas preguntas, deja que te lo explique.–

 

–No hay nada que explicar.–

 

–¿...ah?–levanté una ceja

 

–Sabía que eras un demonio desde la primera vez que curé tus heridas. ¿Quién crees que levantó la barrera para que pudieras salir del pueblo? Estabas demasiado débil como para saltártela tú solo, por muy demonio mayor que seas.–

 

–...–me quedé sin palabras por un momento, tratando de recalibrar mis planes

 

–Qué chica más interesante.–Kagura se tapó la boca con su abanico

 

–Silencio.–la miré, y volví a dirigir mi mirada a Kikyo–¿Quieres pasar? Hablemos a solas.–

 

–Por favor.–me siguió hacia el interior del castillo

 

Toda la seguridad y la confianza que había ganado al enterarme de que Kikyo estaba aquí se había ido al traste en cuestión de un parpadeo. Si ella ya sabía que yo era un demonio, ¿por qué había venido hasta aquí cuando necesitaba apoyo? ¿Había descubierto lo que había estado haciendo y quería matarme para vengarse y solucionar sus problemas? ¿O mi plan no había salido bien y en realidad no se había separado de Inuyasha, por lo que ese idiota estaba esperando en alguna esquina para cortarme la cabeza y entregársela a su hermano como prueba de superioridad?

 

–Aquí.–abrí la puerta de una habitación vacía y la invité a sentarse–¿Quieres un té?–

 

–No. Quiero que dejes de enviar a tus demonios a mi aldea.– 

 

…lo sabía. Estoy jodido. ¿Finjo que no sé nada? No, eso sería estúpido y cobarde.

 

–Siento las…inconveniencias.–me senté a su lado

 

–Mandarme matar es una forma un poco rara de intentar cortejarme.–me miró directamente a los ojos

 

–Pero has venido hasta aquí.–sonreí de medio lado–Así que supongo que no me ha ido tan mal.–acerqué mi mano a la suya

 

–He venido para advertirte.–la apartó–Mi gente es lo más importante para mí. Y algunos han muerto por tu culpa. No eres ni mi amigo ni mucho menos una futura pareja. Primero que nada soy una sacerdotisa. Y si para proteger a mi aldea tengo que acabar contigo y con todos los demonios de este castillo uno por uno, eso es exactamente lo que voy a hacer. Piensa en lo que te conviene, y déjanos en paz.–

 

Debería tener miedo porque sabía que su amenaza era real, pero solo podía centrarme en esa sensación de «wow, ella de verdad es la encarnación de la benevolencia, el altruismo y todos esos valores que su título representa».

 

–¿Cómo supiste que era cosa mía?–apoyé la cabeza en mi mano y me quedé observando su cara, en caso de que esta fuera a ser mi última oportunidad

 

–No lo supe hasta que salí del pueblo. Pensaba que había algún problema con mis poderes, con mi energía, con mi…alma. Pero caminé durante varios días por los bosques más oscuros y los parajes más repletos de demonios y… No hubo ni un solo ataque. Aunque claramente me buscaban a mí. Por lo que debían tener órdenes de atacarme solo en la aldea. Alguien me quería fuera.–puso los ojos en blanco–Y solo se me ocurría una persona con el suficiente descaro como para llegar a tales extremos solo por verme.–

 

–¿No te parece romántico?–me acerqué un poco más a ella–¿Alguien que haría cualquier cosa…por ti?–

 

–Soy una sacerdotisa, el romance no forma parte de mis deberes.–sus labios dijeron eso, pero no se alejó de mi lado

 

Y además, aquella respuesta me confirmó que Kikyo no sabía que yo era el responsable de que hubieran descubierto a Inuyasha. Pequeñas concesiones que nos da la vida.

 

–Me parece un desperdicio.–hice un mohín–Estarías realmente hermosa en un trono junto al mío.–

 

Ella resopló.

 

–Deja de decir estupideces. Ahora debo regresar. Espero que tomes la decisión correcta y detengas los ataques. Porque la próxima vez no llamaré a tu puerta antes de entrar.–

 

–...por muy sexy que me parezca la idea de que me asaltes mientras duermo creo que no será necesario. No habrá más ataques, tienes mi palabra.–me llevé un par de dedos al pecho en señal de promesa–Aún así…ya que has venido hasta aquí…me gustaría que te quedaras unos días.–

 

–No voy a quedarme como si esto fuera una posada. Sois un grupo de demonios.–

 

–Eso son nimiedades, yo también fui humano  hace mucho.–zarandeé la mano para restarle importancia al asunto–Mientras estés aquí nadie te hará daño, lo prometo. Tómatelo como…mi forma de darte las gracias por haber curado mis heridas. No sé qué es lo que ha pasado por esa cabecita tuya para que hayas perdido el brillo de tus ojos…–mentí–Pero…algo me dice que necesitas tomarte un respiro.–

 

–Fuiste humano.–ella se quedó apegada a aquella parte

 

–Sí, ¿quieres oír mis batallitas?–chasqueé los dedos para que aparecieran algunos sirvientes–Servidnos un poco de sake. El mejor que tengamos.–

 

–Por supuesto, señor.–desaparecieron de nuevo

 

–No vas a emborracharme, Naraku.–Kikyo se mantuvo firme

 

–Bueno, pues emborráchame tú a mí.–sonreí

 

–No es ni mediodía.–

 

–Más nimiedades.–repetí–Venga, divirtámonos un poco.–di una palmada cuando nos dejaron el sake sobre la mesa–Ya has cumplido con tus labores al venir hasta aquí, y tu gente está a salvo.–llené su vaso hasta el borde, y luego hice lo mismo con el mío–Así que deja que sea yo el que te cuide a ti hoy.–levanté la mano para ofrecerle un brindis

 

Y aceptó.

 

**

 

Dejé a Kagome a la entrada del pueblo y le advertí que cuando regresara yo ya me habría ido. Pero mentí. Me quedé apoyado en una de las ramas más altas de los árboles que rodeaban los pequeños edificios de madera, tal cómo lo hacía cuando esperaba a que Kikyo terminara sus labores del día. Fue pura…costumbre.

 

Al anochecer compartimos una cena junto a la hoguera en mitad del bosque, y ella siguió hablándome…de su formación, de que pronto volvería al templo y que tenía ganas de ver a sus padres y a su hermano…

 

Se veía radiante cada vez que hablaba de algo que la emocionaba, sin importar si era algo pequeño o grande. Era ese tipo de persona.

 

Estuvimos viajando juntos por bosques, lagos y montañas durante las siguientes semanas, aunque al inicio yo era como un «guardaespaldas peculiar» que la seguía a sus pequeñas hazañas de sacerdotisa en formación. Supongo que con el paso de los días nos hicimos…amigos.

 

–Oye, Inuyasha…–hasta que una noche, todo cambió

 

–¿Mm?–yo estaba apoyado en el tronco de un árbol, listo para dormir, y abrí uno de mis ojos para mirarla

 

–¿Tú crees en el amor?–

 

–No.–fui rápido en responder, y me puse de mal humor solo porque sacara el tema

 

–¿No?–se sentó a mi izquierda–Pues para mí…–levantó la mirada, con los ojos fijos en el cielo repleto de estrellas–Es la única cosa que me hace plantearme si debería dejar mi formación.–

 

–¿Ah?–

 

–Me pregunto…ya sabes. Si me estaré…perdiendo algo grande.–me miró a los ojos

 

Y aunque debería haber escuchado a la voz de la razón en mi cabeza y haberle dicho cosas como: «no merece la pena, créeme», «céntrate en tu formación» o «será mejor que me vaya»…

 

Me dejé llevar por lo dolido que estaba, y por ese pequeño sentimiento de confort y familiaridad que estos días me habían traído. Fui egoísta.

 

Y la besé.

 

**

 

–Ya está todo listo.–las palabras de mi madre reverberaron por toda la habitación

 

Había tratado de ignorar todos los preparativos que se habían hecho los últimos días: los sirvientes reuniendo todos los materiales necesarios, mi madre dando órdenes de aquí para allá…y el lugar que habían preparado para quemar el cuerpo de Rin cuando todo acabara.

 

Pero ella estaba aquí ahora; viva y con una expresión confusa en el rostro, buscando respuestas en mí. La persona en la que confía por encima de todo. 

 

Ahora era mi turno de elegir entre volver a la vida que había tenido hasta ahora o…

 

–Rin, ve a por Jaken. Nos iremos hoy.–

 

Mandarlo todo a la mierda.

 

–¿Mm? Claro.–me dedicó una sonrisa, y nos hizo una pequeña reverencia antes de salir

 

Ambos nos quedamos callados durante varios segundos, pero no hacía falta que mi madre abriera la boca para hacerme saber que estaba furiosa conmigo.

 

–No quiero deberte ningún favor.–fui yo el que rompió el silencio–Y aunque tu deber es obedecerme…–me aseguré de recalcarlo–Sé que si haces esto lo utilizarías como arma arrojadiza contra mí para reclamarme lo que sea que se te ocurra. Seguiré buscando mis propios métodos para recuperar la espada.–

 

Mi madre me miró de arriba abajo antes de hablar, como si estuviera analizando hasta el más mínimo detalle de la situación.

 

–Y supongo que este repentino cambio de opinión no tiene nada que ver con intentar mantener a la humana viva . ¿Verdad?–

 

–No.–salí de la habitación para alcanzar a Rin

 

No quería darle ocasión a mi madre de replicar de nuevo, porque sabía perfectamente lo que iba a decir.

 

«Eres igual que tu padre»

Notes:

Por qué Naraku me parece super sexy cada vez que habla pues no lo sé.

Estamos muy cerca del final así que se vienen capítulos conflictivos. Nos vemos pronto!

Chapter 28: Deliciosa desesperación

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

 

Kikyo y yo estuvimos bebiendo juntos hasta bien entrada la tarde; me preguntó sobre mi vida como humano, sobre el ritual para conseguir la vida eterna y un montón de otras cosas que yo le respondí con mucho gusto. Después de la primera ronda de sake les pedí a los sirvientes que reunieran los mejores manjares humanos que pudieran conseguir para ella, y convertimos nuestra pequeña reunión en un gran banquete. 

 

Kikyo no parecía impresionada por mi lujoso despliegue, aunque yo había visto lo austera que era su aldea. De hecho, todo su semblante era bastante distinto del de la mujer que yo había conocido en la aldea; como si…le faltara algo. ¿Tanto pesaba el corazón roto en su pecho? Una parte de mí estaba deseosa de conocer todos los detalles, de ver cómo había caído en esta desesperación…pero ella no había mencionado nada sobre su amante, por mucho que yo intentara sacar el tema disimuladamente. 

 

Así que decidí que buscaría las respuestas por mi cuenta.

 

–Bueno, ha sido muy divertido.–me levanté–Pero deja que te muestre tu habitación.–le tendí la mano

 

–Oh, ¿no vas a ofrecerme compartir la tuya?–aceptó mi gesto, y la suavidad de su piel hizo que mi mente formara todo tipo de escenarios en los que ambos llevábamos mucha menos ropa que ahora

 

Una risa seductora emergió desde mi pecho.

 

–Esa invitación ya sabes que la tienes.–aproveché el agarre sobre su mano para acercarla más a mí y rodear su cintura con mi brazo libre–Pero por tu seguridad , es mejor que estemos separados. No sé si podría controlarme.–

 

–Claro.–ella resopló–Muy amenazante, Naraku.–se apartó de mí 

 

–¿No te preocuparía ni un poco?–me extrañó–Soy un demonio mayor.–

 

–Si yo no fuera una sacerdotisa. Y por alguna razón fuéramos amantes.–me miró de arriba abajo–Tú serías el que debería preocuparse porque yo me controle.–

 

Aquellas palabras enviaron una descarga de excitación directa a mi entrepierna.

 

–No juegues con fuego, Kikyo. Porque esto me está gustando demasiado para mi propio bien.–me relamí los labios

 

La risa que me dio en respuesta fue adorable. Y por suerte para mi nula capacidad de autocontrol, en ese instante llegamos a la puerta de la que sería su habitación.

 

–Solo era un supuesto. No te emociones demasiado, Naraku.–su mano fue a parar a mi mejilla, y la dejó allí el tiempo suficiente como para hacerme perder la cordura

 

Ahora mismo Kikyo llevaba la perla colgando del cuello, y por la distancia a la que estábamos, si estiraba la mano podría robarla sin más, pero…lo único en lo que pensaba era en el resto de cosas que había debajo de su kimono.

 

Regresé a mi habitación antes de dejarme llevar por la tentación y llamé a Kanna para que despejara mis dudas. Su espejo podía reflejar todo lo que ella le pidiera, y dado que ella siempre estaba a mis órdenes…era algo de lo que yo hacía uso a menudo.

 

–Muéstrame lo que ocurrió después de que me fuera de la aldea de Kikyo. Quiero ver si los aldeanos atraparon al medio demonio Inuyasha.–ordené

 

–Por supuesto, mi señor.–Kana invocó las imágenes para que emergieran en el espejo

 

No puedo ni empezar a describir lo placentero que fue ver cómo Kikyo atravesaba el hombro de Inuyasha con su flecha. El pánico apoderándose del medio demonio al darse cuenta de lo que estaba a punto de ocurrir, la derrota más absoluta en su rostro… Y la expresión totalmente calmada de Kikyo, que yo sabía que ocultaba una enorme desesperación… 

 

Simplemente deliciosa.

 

–Avanza, quiero ver cómo se deteriora el cadáver sobre el árbol.–sonreí–Me pregunto si ella lo vio decaer día tras día…–

 

Lamentablemente nada de eso ocurrió; pues en la noche de luna nueva Inuyasha se transformó en humano. Y se fue de la aldea por su propio pie. 

 

Que siguiera vivo era un problema.

 

–Muéstrame dónde está ahora mismo.–aquella orden fue más apremiante

 

Pero las imágenes que aparecieron ante mí no eran para nada lo que me esperaba. Y es que el joven Inuyasha no había perdido el tiempo; y ahora mismo estaba besando apasionadamente a una jovencita que no era Kikyo. Pero sí era humana y sacerdotisa, a juzgar por sus ropajes. 

 

–Vaya, vaya.–solté una carcajada–No detengas las imágenes. Veamos qué tiene para ofrecer el tipo que hizo caer a Kikyo en la tentación.–me quedé sentado cómodamente mientras observaba la escena, acariciando mi entrepierna por encima del kimono

 

Esto está saliendo mejor de lo que esperaba.



**

 

Miroku y yo acabamos pasando toda la noche en la cueva, y al día siguiente cada uno de los arrepentimientos y preocupaciones que había tratado de empujar al fondo de mi mente me golpearon nada más despertarme y sentir aquel dolor ardiente en mi entrepierna. 

 

¿Y ahora qué?

 

Las cosas iban a cambiar entre nosotros, eso estaba claro, pero ¿sería para bien o para mal?

 

–Buenos días.–Miroku buscó mis labios nada más despertarse–¿Estás bien?–acarició mi mejilla con cuidado

 

–...sí.–

 

Supongo que para bien.

 

–Podemos descansar un poco más hoy y retomar el camino después del mediodía. Hay un río aquí al lado, iré a pescar algo para el desayuno.–

 

–No hace falta.–me incorporé–Estoy…estoy bien.–

 

–Sé que lo estás. Pero hazme caso por una vez y tómate el día tranquilo.–un beso en mi frente, y casi me derrito

 

–Oye.–carraspeé–¿Ahora vas a ser todo el rato…así?–

 

–...–pestañeó un par de veces, confundido por mi pregunta–Bueno, soy bastante cariñoso por naturaleza, sí. Pero como siempre me pegabas no había besitos para ti.–

 

–No tengo problema en empezar a pegarte otra vez.–le estiré de la mejilla

 

–¡Ay!–hizo cara de perro regañado–¿Entonces no quieres mis besitos?–

 

Los quería.

 

Los quería mucho .

 

–Están bien.–admití, y se le iluminó la cara

 

Tal como había anticipado; a partir de ese día la dinámica de nuestro viaje cambió por completo. Ya no éramos dos desconocidos que viajaban juntos por casualidades del destino con un objetivo común que nos beneficiaba a ambos; ahora éramos dos amantes que buscaban asesinar al demonio que se interponía entre ellos y su «felices para siempre».

 

Suena dramático, pero es la verdad. De hecho nunca me había sentido tan motivada para acabar con Naraku. Aún si mi padre no aceptaba su cabeza como trofeo. Aún si no podía regresar y ser la líder de mi aldea tal cómo me correspondía. Si Miroku vivía…podríamos formar una vida completamente nueva juntos.

 

No, no pienses eso. Para ti esto es especial pero él ha estado de este modo con un millón de chicas. Eres una más para su lista aunque te tenga aprecio, puede que quiera que os separéis al completar la misión y eso también está bien.

 

–Tierra llamando a Sango.–era de noche y ambos estábamos acurrucados en la habitación que habíamos alquilado en una posada local, después de una sesión de intimidad

 

–¿Ah?–levanté la cabeza para mirarlo

 

–Estás muy distraída, ¿eh? Sé que soy bueno haciéndolo pero… ¿tanto?–hizo un aspaviento 

 

–No te lo tengas tan creído.–lo empujé, pero él me abrazó de nuevo, pegándome a su pecho–¿Mm?–me extrañó que no dijera nada

 

–Me estás empezando a gustar más de lo que puedo permitirme, ¿sabes?–

 

–...–era la primera vez que le escuchaba decir algo así de forma seria

 

–Yo que estaba intentando guardarme esto dentro de mí para no meterme en problemas por si me moría, y ahora que puedo tocarte y besarte todos los días estoy estúpido.–se rió para aliviar la tensión

 

–Bueno, yo creo que estúpido ya estabas antes, eh...–le di un beso en el pecho–Y no te vas a morir. Al menos aún.–

 

–Hubiera preferido que dijeras algo como «Oh, Miroku, tú también me gustas desde hace mucho».–

 

Me puse roja hasta las orejas.

 

–Bueno.–carraspeé–Supongo que pasar tanto tiempo contigo me ha hecho ver tus partes buenas.–

 

–¿Ese es el mejor cumplido que voy a obtener?–

 

–Confórmate por ahora.–

 

–Está bien, esperaré.–se tumbó bocarriba–Luego vendrán los arrepentimientos por no decirme cosas bonitas antes, ¿eh?–me hizo burla

 

–Tendré todo el tiempo del mundo para aprender a tolerarte mejor cuando matemos a Naraku.–puse las cartas sobre la mesa–Si quieres que sigamos pasando tiempo juntos.–

 

–...Ay, no quiero reirme de tu situación pero me resulta un poco cómica la idea de volver a tu aldea de la que te fuiste porque no querías casarte…con un futuro marido bajo el brazo.–

 

–¿Quién ha dicho que me vaya a casar contigo?–

 

–Te lo estoy pidiendo ahora mismo.–me dio la mano–¿Dirás que sí?–

 

–...primero centrémonos en lo de Naraku.–me di media vuelta para dormir, avergonzada–Y cuando volvamos a mi aldea podemos pensar en esos…detalles.–

 

–Claro.–me abrazó por detrás–Si lo digo para que no te vuelvas loca de celos cuando veamos a tu amiguita con la que me lié en los baños. Por si prefieres llevarme ya atado.–

 

–¡No me lo recuerdes, que aún me da rabia!–le di una patada que lo sacó del futón

 

**

 

Ya llevaba dos días en el castillo de Naraku, y aunque estaba en mitad de la nada, lejos de mis seres queridos y rodeada de demonios…no quería volver a casa.

 

No, no me había enamorado locamente de él ni iba a abandonar mis deberes en la aldea para mudarme aquí de manera indefinida. Tendrá que cumplir sus fantasías con otra persona.

 

Solo…necesitaba algo de tiempo para pensar. El tiempo lejos de la aldea que nunca había tenido antes, y que con todo lo que había pasado en mi vida en el último año…era realmente crucial para mí, sin importar si era un demonio mayor el que estaba acogiéndome bajo su techo.

 

A decir verdad, el resto de demonios del castillo trataban de evitarme, no sabía si por órdenes de Naraku o por voluntad propia. Ni siquiera la mujer que me recibió el primer día, Kagura, me había dirigido la palabra de nuevo, aunque tenía la sensación de que había querido decirme algo cuando nos encontramos.

 

–Kikyo, ¿puedo pasar?–Naraku llamó a mi puerta ya muy entrada la noche

 

Y es que aunque se había pasado estos días llenándome de todo tipo de atenciones, respetaba el hecho de que yo quisiera pasar varias horas a solas con mis pensamientos. Eso se lo tengo que conceder.

 

–Adelante.–yo estaba peinando mi cabello antes de dormir

 

–Con permiso.–entró a la habitación–Preciosa como siempre.–me dedicó una sonrisa

 

Casi me estaba acostumbrando a sus cumplidos sin fin. 

 

–¿Qué ocurre? Hemos estado cenando juntos hace un rato.–me extrañó que viniera tan tarde

 

–Sí, pero me he quedado pensando en que como estabas un poco taciturna a lo mejor podía hacer algo para ponerte de mejor humor y…se me ha ocurrido esto.–me mostró un pequeño espejo redondo

 

–¿Mm?–

 

–Es el espejo de Kanna. Es mágico.–se sentó a mi lado–Te mostrará aquello que tu corazón más anhela. Pensé que podrías usarlo para ver a tu hermana y a la gente de tu aldea, así si ves que están bien a lo mejor te sientes más relajada.–

 

–Eso es muy considerado por tu parte.–tomé el espejo entre mis manos

 

Y estuve a punto de lanzarlo al suelo cuando el metal pulido reflejó la imagen de Inuyasha en menos de un segundo.

 

–¿Mm? ¿Quién es ese demonio?–Naraku se acercó un poco más para verlo mejor

 

Estaba…ahí. Probablemente eran imágenes de mis recuerdos porque se le veía…feliz, caminando por el bosque y…

 

–Es Inuyasha.–traté de serenarme–Él es…–no estaba acostumbrada a hablar de él con alguien que no fuera Kaede, y no sabía si revelarle demasiada información sobre esto a Naraku me jugaría en contra–Es un medio demonio pacífico. El que me ayudó a traerte hasta la aldea la noche que te encontramos. Pero…ya no…está.–

 

–Eso no es posible.–las palabras de Naraku me pillaron desprevenida–El espejo no ve ni el pasado ni el futuro, solo el presente.–

 

–...–lo miré durante un par de segundos, y volví a dirigir mi vista al espejo–¿Está…vivo?–

 

–Eso parece.–

 

Luché por mantener mis emociones a raya, aunque tenía un millón de preguntas y lo único que quería era correr hacia donde él estaba, por muy lejos que fuera. Suerte que conseguí contenerme, porque lo próximo que el espejo me mostró fue a Inuyasha besándose con una sacerdotisa a la que no había visto en mi vida.

 

–...–

 

¿Tan poco había significado para él? ¿Con todo lo que yo había estado dispuesta a sacrificar porque estuviéramos juntos? ¿Y ahora estaba quitándole la ropa a otra chica como si yo nunca hubiera existido mientras yo estaba aquí con el alma rota? 

 

–No quiero ver más.–le devolví el espejo a Naraku

 

Una mezcla de rabia, resentimiento y celos se apoderó de mi pecho. Me costaba pensar con claridad y la idea de estrangular a Inuyasha con mis propias manos se peleaba con la de quitarme la vida y dejar que los demonios se pelearan por mis restos.

 

–Kikyo…–la voz de Naraku estaba cubierta de un deje de preocupación–¿Estás bien?–

 

Lo miré a los ojos solo un segundo…y me abalancé sobre él.

 

–¿Mm…?–me devolvió la mirada confundido, acomodándome sobre sus caderas–¿Y esto…?–su mano empezó a recorrer mi espalda

 

–Cállate.–fue lo último que dije antes de besarlo

 

Supongo que él es el demonio más cercano para devorarme .

Notes:

Estamos que lo tiramos una actualización en menos de dos semanas ue ue ue

Me voy a poner a trabajar en otro oneshot ahora así que la próxima no vendrá tan rápido pero espero que os haya gustado estos capítulos van a ser un poco monotema con el narakukikyo porque COMO VEIS LAS COSAS SE ESTÁN COMPLICANDO queda muy poquito para el final.

Gracias por leer <3

Chapter 29: El dulce sabor de la victoria

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Los labios de Kikyo sobre los míos enviaron una descarga de adrenalina por todo mi torrente sanguíneo: aquello que llevaba tanto deseando, finalmente la recompensa por mi duro trabajo estaba aquí…

 

–Mhn…–llevé mi mano rápidamente a su nuca para profundizar el beso, y aunque esperaba que sus pulmones humanos clamaran por aire después de unos segundos, su lengua se entrelazó con la mía sin dificultad

 

Pasé mi otro brazo bajo su trasero para sostenerla y me incorporé lo justo para lanzarla sobre el futón que tenía detrás y seguir besándola. Quería explorar absolutamente todos los centímetros de su piel pálida y perfecta, y quería dejar cuantas más marcas mejor.

 

Para que así cualquiera que pasara a su lado, demonio o humano, supiera que aquella mujer me pertenecía .

 

Rasgué su kimono exterior con mis uñas, deleitándome en la imagen de tenerla debajo de mí, jadeando y observándome con la mirada teñida por el deseo y la expectación. Volví a besarla con más fuerza esta vez, y deslicé mi boca por su mandíbula para llegar a su cuello, donde clavé mis dientes repetidas veces hasta que sus uñas se enterraron en mi espalda como advertencia.

 

Me gustan las mujeres que saben lo que quieren.

 

–Perdona…–se me escapó la sonrisa–Estás tan guapa que me he emocionado un poco…–pasé la lengua por las gotas de sangre que ahora manaban de su cuello

 

El dulce sabor de la victoria.

 

–¿Un demonio mayor como tú pierde los papeles por ver a una humana que aún ni siquiera está desnuda?–me observó con los ojos entrecerrados y una expresión de superioridad en el rostro

 

–...–un tic nervioso en mi ceja–Bueno, es que tú no eres una humana corriente.–traté de recobrar el control de la situación y posé mis manos a los lados de su cintura, acariciando sus costados y volviendo a bajar justo cuando alcanzaba su pecho–Tú eres…única.–deslicé uno de mis dedos entre los pliegues de su kimono interior, y estiré del obi con fuerza para apartarlo de mi camino–Ahora veamos qué tenías guardado para mí.–

 

Cuando por fin le abrí la ropa sentí que todos mis sueños estaban ahí delante de mí: la piel desnuda de Kikyo…y la perla ennegrecida reposando justo sobre su corazón.

 

–¿Impresionado?–flexionó una de sus rodillas y llevó su pie a mi pecho para empujarme, claro que yo lo tomé entre mis manos con gusto y deposité un beso en la parte superior–No me digas que te gustan ese tipo de cosas.–

 

–A mí me gusta cada centímetro de ti.–la miré a los ojos–Y esta noche voy a darme un festín contigo.–me incliné ante ella hasta que mi barbilla tocó el futón, y sentí cómo se estremeció al notar mi aliento entre sus piernas–Que aproveche.–me relamí los labios antes de envolverla por completo con mi boca, tomándome mi tiempo para lamer y succionar todo lo que ella tenía para darme

 

–Mhn…–una de sus manos fue a parar a mi cabeza, y me presionó contra ella con más fuerza–Mete la lengua.–una orden sin tapujos

 

Por supuesto la acaté. Contorneé mi lengua en su interior, haciendo gala de mis poderes de transformación para volverla un poco más larga que la de cualquier humano, lo justo para acariciar el punto que sabía que la haría temblar de placer.

 

Su primer gemido fue música para mis oídos. Y el segundo…y el tercero…

 

–Para…–pero aquella orden me pilló desprevenido

 

–¿Mm…?–me aparté, con la barbilla hecha un estropicio entre la saliva…y el resto de cosas

 

Kikyo se incorporó hasta acabar sentada frente a mí, lanzó lo que quedaba de su ropa a un lado y empezó a desabrochar la mía sin un ápice de vacilación.

 

Con que esa amenaza de «tú serías el que debería preocuparse porque yo me controle» iba en serio. Todo esto era aún mejor de lo que esperaba. 

 

Traté de llevar mis manos de vuelta a su cuerpo, pero me las apartó.

 

–Pórtate bien y veremos si te ganas el derecho de volver a tocarme.–un mordisco en mi hombro

 

–...claro.–apoyé ambas manos en el suelo y me eché un poco hacia atrás, disfrutando del momento

 

Kikyo se puso el pelo tras la oreja antes de empezar a repartir besos por mi pecho, deteniéndose para lamer uno de mis pezones con una habilidad que me hizo preguntarme qué clase de atenciones había estado disfrutando aquel estúpido medio demonio todo este tiempo. Tendría que haber sido yo.

 

Solté un gruñido y me recosté del todo sobre el futón, invitándola a continuar, a lo que ella descendió con su boca hacia mi abdomen, donde tampoco se cortó en mordiscos y caricias de su lengua, haciendo crecer mi anticipación por saber cómo se sentiría su boca en otro lugar.

 

–Ahora veamos qué tenías guardado para mí.–imitó mi tono antes de apartar la poca tela que cubría mi erección, liberándola por fin–Estás prácticamente goteando, Naraku.–un solo toque de su dedo sobre la punta me hizo sisear–¿Realmente podrás darme todo lo que deseo?–apretó una de sus manos en torno a mi extensión, subiéndola y bajándola solo lo justo para ponerme aún más duro de lo que ya estaba

 

–Todo lo que desees y más.–le prometí

 

–Eso quería escuchar.–me recompensó agachándose para envolverme con su boca

 

Arqueé la espalda en cuanto sentí la primera succión: Kikyo me estaba devorando, su garganta se abría para recibirme como si fuera a tragarme por completo. Y aquella sensación…dioses. 

 

Llevo vivo más años de los que puedo contar, y me he enfrentado a enemigos de todo tipo de naturaleza y habilidades, pero puedo deciros que en aquel momento, con los labios de Kikyo presionando contra mi erección y su lengua caliente llenándome de saliva…fue la vez que más cerca me sentí a ser exorcizado por alguien.

 

Fue como una experiencia de otro mundo.

 

Haría cualquier cosa que me pidiera solo por poder volver a compartir mi lecho con ella. 

 

–Kikyo…–su nombre fue poco más que un gimoteo en mis labios cuando se apartó de mí antes de dejarme terminar

 

–Necesito que puedas llegar hasta el final.–se subió a horcajadas sobre mí– Ahora puedes tocarme.–me concedió su permiso, y no tardé ni un segundo en agarrar sus caderas para bajarla y poder hundirme en ella–Mhn…–ella echó su cabeza hacia atrás

 

Y la perla comenzó a brillar con un aura oscura que acabó envolviéndonos a ambos.

 

**

 

Ya sé que mi relación con Naraku no estaba en su mejor momento, pero desde que Kikyo había llegado las cosas se habían vuelto insoportables. Naraku se pasaba todo el día encerrado en la habitación con ella, follando, emborrachándose o haciendo quién sabe qué.

 

¡Tanto drama por sus maravillosos planes de conquista y de repente había dejado el castillo descabezado de nuevo, como si le diera igual! ¡Porque claro, quién iba a atreverse a interrumpirle en su retiro-espiritual-sexual-con-sacerdotisa-humana-incluida!

 

Yo. Yo lo haría. Porque paso de tener que encargarme de esto. 

 

–Naraku. Tus soldados están muy pesados.–abrí la puerta de la habitación sin llamar

 

–Kagura, ¿no ves que estoy ocupado?–me miró a los ojos, con Kikyo a cuatro patas debajo de él, y su muñeca presionando firmemente sobre la nuca de la sacerdotisa

 

La verdad quería que esa imagen me gustara, me encantaría haber sido la Kagura liberada que se quitaba la ropa y se unía a ese despropósito porque a fin de cuentas somos demonios y la vida es así. Pero estaba cansada. Y harta de todo esto.

 

Harta de él.

 

–Siempre estás ocupado. No puedo encargarme de todas tus mierdas.–me quejé

 

–Está bien.–Kikyo se apartó de Naraku con total facilidad, como si ni siquiera la hubiera estado sujetando, y se quedó sentada sobre el futon–Deberías ir.–le pidió

 

Y por supuesto él puso esa cara de estupido que en algún momento usó para concederme todos mis caprichos a mí . Y aunque yo llevaba tiempo sabiendo que para Naraku siempre había sido una más…que te lo pongan delante de tus narices duele.

 

–Vuelvo enseguida.–le dio un último beso antes de salir

 

A mí ni me miró a la cara.

 

¡Y es que además, aunque la perla se hubiera convertido en una gema negra y corrupta, seguía colgando del cuello de Kikyo, él ni siquiera se la había quitado! ¡¿En qué diablos estaba pensando Naraku?! ¡¿Realmente creía que Kikyo le dejaría usarla a su antojo solo porque da sexo oral decente?! Lo único que había pasado estos días es que la energía oscura del castillo había aumentado, pero todo eso de conquistar el mundo y ser el demonio más poderoso parece que puede esperar hasta que se le sequen los huevos.

 

Los hombres son imbéciles.

 

–¿Kagura?–Kikyo me miró, sin ningún pudor por su pecho desnudo–¿Quieres algo? No creo que te hayas quedado aquí porque quieras acostarte tú conmigo.–

 

Solté una carcajada.

 

–No, esta vez no.–me senté en el futón junto a ella–Creo que lo único que le impide a Naraku pedirme que lo haga es el miedo a que yo te guste más que él.–bromeé–Quería…hablar contigo.–me aseguré de que la presencia de Naraku se hubiera alejado de verdad antes de continuar hablando–De algo serio.–

 

–Dime.–

 

Al principio no supe ni por donde empezar a hablar…pero se lo conté todo. Todo. Cómo Naraku había conspirado para separarla de Inuyasha, cómo había entretejido todo este plan para conseguir la perla y cómo se desharía de Kikyo a la primera oportunidad que tuviera de conseguirse otra humana apretadita. 

 

Ella se mantuvo totalmente impasible ante la información; y no sabía si era porque su entrenamiento en meditación y serenidad como sacerdotisa había sido impecable, porque realmente no tenía sentimientos, o porque Naraku le había comido la cabeza tanto como el coño y no se estaba creyendo ni una sola palabra de lo que le decía.

 

–Pero bueno, haz lo que quieras tampoco es asunto mío.–salí de la habitación y cerré la puerta detrás de mí

 

Solo para encontrarme a Naraku cara a cara con la expresión más aterradora que jamás le había visto poner. Era imposible que no lo hubiera percibido.

 

Ni siquiera me dio tiempo a gritar. Me tapó la boca y nos transportó a ambos al exterior del castillo, donde me lanzó al suelo con tanta fuerza que las piedras rasgaron mi espalda, trayéndome flashbacks de la lesión de mi cuerpo humano.

 

–Toda una vida ocupándote de ti. ¡¿Y así es como me lo pagas?!–me espetó–Te lo he dado todo, Kagura. ¡Un cuerpo inmortal, una vida llena de lujos, todo lo que podrías haber soñado! No eres más que una arpía que traicionaría a cualquiera por sus propios caprichos.–me pateó en el suelo, y el aire de mis pulmones se vació–¿Tan celosa estás que no puedes ni siquiera tolerar que haya encontrado a alguien más?–se agachó a mi lado–¿Alguien mejor ? ¿Tenías que joderlo todo con esa boca que al parecer solo es buena para una única cosa?–

 

–Que te den, Naraku.–le escupí–No hables como si yo te hubiera importado alguna vez.–puse los ojos en blanco–Te las das de bondadoso y salvador del mundo, pero en realidad solo eres un hombrecillo triste y acomplejado que vendió su alma a los primeros demonios que quisieran devorarla con tal de conseguir una migaja de éxito.–

 

–¿Ah sí? ¿Y qué es lo que hiciste tú entonces?–acercó su cara a la mía–Porque que yo sepa entraste a la cueva de la inmortalidad tú solita. No fui yo el que metió a esos demonios por todos los orificios de tu cuerpo. Tú se lo permitiste.–

 

–Al menos eso fue mucho mejor que tener tu polla dentro.–me llevé un rodillazo en la barbilla por aquella frase–No puedo esperar a ver cómo una mujer humana acaba contigo después de tanto usarlas como fetiche.–escupí una mancha de sangre en el suelo, a sabiendas que yo no podría acabar con Naraku ni aunque me lo propusiera

 

Pero Kikyo sí.

 

–Lárgate de aquí. No quiero volver a verte.–me miró a los ojos–Y esta vez no aceptaré que vuelvas arrastrándote cuando se te pase la pataleta. Estás sola, Kagura.–pronunció esas palabras a sabiendas de lo que provocaban en mí

 

Yo me levanté con toda la dignidad que me quedaba y me di la vuelta para irme.

 

Solo para sentir como mi interior estallaba en llamas. Y dolor.



Mucho dolor.

Notes:

Bueno aquí estamos no se si este capítulo me super-convence pero es lo que tenemos. Ya no queda nada para acabar.

Chapter 30: De mujer a mujer

Notes:

AÑO NUEVO VIDA NUEVA HA PASADO MES Y MEDIO PERO AQUI ESTAMOS.

Un capítulo un poquito mas largo de lo normal y todo sesshirin porque sé que es lo que os gusta.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

 

Todas las miradas se posaron sobre mí en cuanto salí del castillo aún sin mi característica espada a la cintura…pero sí con Rin caminando a mi lado. El hecho de que no estuviera siguiendo el protocolo de ir detrás de mí ya era lo suficientemente escandaloso, pero marcharme de allí sin llevar a cabo el plan que mi madre llevaba días preparando les enviaba a todos un mensaje alto y claro: «La vida de la humana está bajo mi protección».

 

Rin no hizo preguntas sobre por qué nos habíamos ido sin la espada, y lo agradecí. En parte porque no quería generar un conflicto innecesario al contarle los detalles de lo que había estado a punto de ocurrirle…y en parte porque no estaba listo para enfrentarme a las consecuencias reales de lo que acababa de hacer.

 

A que había tirado por la borda todos mis principios por una mujer humana. 

 

Y a que si se lo contaba Rin sabría exactamente lo que siento por ella. 

 

Soy un demonio; las declaraciones de amor no forman parte de nuestra etiqueta habitual. Si ella también fuera inmortal podría besarla y ya, como quería haberlo hecho cuando ambos flotábamos en aquel atardecer entre las nubes. Y luego le rasgaría la ropa y bebería de todos sus deseos hasta que mi cuerpo se convirtiera en polvo. Ya no había miradas indiscretas sobre nosotros, y su sangrado se había detenido, era el momento perfecto…

 

Pero todo eso daba igual, porque Rin no es un demonio mayor como yo. Es una humana virgen. Y no he arriesgado mi rango y mi reputación por salvarla para acabar matándola en medio de un estúpido frenesí de apareamiento. Porque aunque ya no me siento completamente desesperado por hacerla mía cada vez que siento su olor cerca de mí, sé que una vez que la pruebe querré más




No puedo permitirme perder el control de esa manera. Necesito un plan mejor. 

 

–Señor Sesshomaru…–Jaken llamó mi atención cuando ya llevábamos un rato adentrándonos en el bosque, y un olor inconfundible me golpeó de lleno, tan abrumador que casi resultaba asfixiante

 

Sangre.

 

–¿Qué ocurre?–Rin nos miró a ambos

 

–Es Kagura.–respondí secamente–Jaken, quédate con Rin.–

 

–¡Sí, señor!–

 

Atravesé la barrera de árboles siguiendo su rastro y la encontré tendida boca abajo sobre la hierba, prácticamente nadando en un charco de sangre. Su kimono estaba hecho jirones, y aunque podía ver que aún respiraba, sus ojos se veían completamente vacíos.

 

–Vaya, el que me faltaba.–de hecho ni siquiera me miró cuando dijo aquello–Hoy no estoy disponible para un servicio, me temo.–

 

No respondí a su provocación, simplemente me hinqué ante ella y la tomé en brazos, de vuelta hacia donde había dejado a los demás.

 

–Mm…–ella apoyó la cabeza en mi pecho–El día de la fiesta te pregunté si me llevarías en brazos a tus aposentos como a una princesa humana, ¿te acuerdas…? Dijiste que no eras ese tipo de macho.–sonrió de medio lado, con la sangre corriéndole por la barbilla

 

Yo me agaché lo suficiente como para limpiar la mayoría con un lametón, y la miré directamente a los ojos.

 

–No gastes tus energías en decir bobadas, Kagura.–

 

Ella se quedó mirándome desconcertada…y no dijo nada más.

 

Cuando ya pude divisar a Rin en la distancia y vi la expresión en su rostro me di cuenta de que tal vez eso de decir «es Kagura» y adentrarme en el bosque a toda prisa no había sido la mejor de mis ideas. Después de lo que pasó la última vez probablemente habría malinterpretado lo que acababa de ocurrir. De hecho, a lo mejor incluso le incomodaba la presencia de Kagura, aunque solo fuera a quedarse con nosotros hasta que sus heridas sanaran.

 

–¡Sesshomaru!–

 

Pero por supuesto que Rin, siendo el rayo de sol que es, solo vino corriendo hacia nosotros con la mayor de las preocupaciones. De hecho, en cuanto dejé a Kagura en el suelo se apresuró a vendar y tratar sus heridas como si fuera una mortal con riesgo de desangrarse, en lugar de un demonio que se recuperaría por su cuenta dado el suficiente tiempo. Aunque si Kagura había dicho la verdad al sugerir que había sido humana en el pasado…puede que sus poderes de regeneración no fueran tan buenos.

 

Decidimos acampar allí mismo para que nuestra «invitada sorpresa» pudiera recuperarse, por lo que envié a Rin con Jaken a buscar comida…y yo me quedé con Kagura a buscar respuestas.

 

–¿Y bien?–me senté junto a ella, que estaba tumbada sobre una cama improvisada que Rin había preparado con hojas y maleza–Qué ha pasado.–

 

–¿Si te lo digo irás como un príncipe encantador a asesinar al tipo que me hirió?–sus labios bromeaban, pero sus ojos seguían huecos

 

–Corta el rollo, Kagura. Dímelo.–

 

–No me apetece hablar de ello.–fue tan elusiva como siempre–Mejor háblame de ti. Te veo mejor que la última vez, pero la humana sigue virgen. ¿Me has encontrado una sustituta para aliviarte?–

 

–No.–ni siquiera sé por qué respondí–He vuelto a la normalidad. Es todo.–miré hacia el bosque porque creí oír un ruido que podría haber sido Rin resbalándose junto al río, pero fue una falsa alarma–¿...qué?–me di cuenta de que Kagura me observaba con la boca abierta

 

–...dioses, estás enamorado.–

 

Un tic nervioso se apoderó de mi mandíbula cuando dijo eso.

 

–Y tú estás delirando, has perdido mucha sangre.–

 

–Puedes engañarte a ti mismo si quieres, pero no a mí.–se incorporó con un gruñido de dolor–Si ya has pasado la fase del deseo primitivo sin siquiera tocarla, y aún no la has apartado de tu lado… Supongo que sí tienes un corazoncito después de todo.–

 

–¿Y tú qué, eras una humana cualquiera y un día decidiste convertirte en demonio porque te enamoraste de uno que follaba bien?–decidí devolverle la jugada

 

–Guapo y encima listo.–me guiñó un ojo, pero era obvio que le estaba costando mantenerse erguida–Sí, eso pasó, pero visto en perspectiva y teniendo en cuenta que casi me mata…no fue una idea muy brillante.–tosió un poco

 

–O sea que él te hizo eso.–me crucé de brazos–¿Quién es? ¿Lo conozco?–

 

–Eso es lo de menos.–

 

–Ya.–

 

Hubo un silencio largo, y podríamos habernos quedado así todo el día porque no parecía que Jaken y Rin fueran a volver pronto, pero…

 

–Es Naraku.–esas dos palabras cayeron sobre mi cabeza como un mazo de hierro–Él me ayudó a convertirme.–me confesó–Llevo años siendo su juguetito y su espía favorita.–

 

–...–traté de contener mi desconcierto, pero poco a poco las piezas comenzaron a encajar en mi mente, y con ellas la ira se apoderó de mí

 

Me abalancé sobre Kagura con un movimiento rápido para agarrarla del cuello y la empujé contra unos de los árboles que tenía detrás, con tanta fuerza que la sangre volvió a brotar de su boca a borbotones.

 

–Me estabas usando para sacar información.–acerqué su rostro al mío–Dame una razón para no partirte el cuello ahora mismo.–

 

–Hazlo.–siseó

 

Yo no sabía exactamente lo que había pasado entre Kagura y Naraku, pero reconocía perfectamente aquella expresión, porque la había visto un millón de veces en mis enemigos. La cara de alguien que quiere que lo libres de su miseria.

 

No merecía la pena.

 

–¿Qué coño te pasa, Kagura?–la solté, y su cuerpo cayó a plomo sobre el suelo, dejando un rastro rojizo en la corteza del árbol–¿Tan patética has sido siempre? ¿Ese imbécil se ha deshecho de ti como si fueras basura y ahora intentas provocarme para que yo acabe el trabajo? Pensaba que te tenías un poco más de amor propio.–

 

–Hay cosas a las que es mejor no sobrevivir, pero tú no lo entenderías.–escupió algo de sangre al suelo–El Sesshomaru del que Naraku hablaba constantemente me hubiera matado sin pestañear. O sea que la humana no solo te ha ablandado, sino que te ha vuelto menos impulsivo.–se limpió la boca con el dorso de la mano

 

–Qué le contaste a Naraku sobre mí. Qué te pidió que averiguaras. Habla.–

 

–Nada, aunque ese hubiera sido su sueño húmedo yo fui a esa fiesta porque me dio la gana. Y follé contigo en los arbustos por lo mismo. Sabía quién eras, pero me daba igual.–

 

Me quedé en silencio unos segundos, evaluando lo que acababa de decir.

 

–No te creo.–levanté una ceja–Si realmente ibas por tu cuenta no entiendo por qué te comportas como un alma en pena ahora que eres libre.–me di media vuelta–Voy a por los demás, no quiero seguir viéndote la cara si vas a estar así.–

 

–Hay un modo de conseguir la espada sin matar a tu chica.–sus palabras me hicieron detenerme en seco–Y dices que no la amas…–una carcajada emergió desde lo más profundo de su garganta, como si hubiera recuperado algo de su garra por un momento–Naraku también fue humano alguna vez, ¿sabes? Por eso la mayoría de encantamientos y trucos de los demonios no afectan a sus maldiciones. Si quieres la espada, necesitas una sacerdotisa humana.–

 

–Ya veo.–me parecía bastante dudoso, pero no tenía ninguna otra opción–Me voy entonces.–

 

–Oye, Sesshomaru.–

 

–¿Mm?–

 

–Gracias.–su voz se escuchó como un susurro

 

–De nada.–

 

**

 

La aparición de Kagura hizo pedazos mi pequeña ilusión de que tal vez Sesshomaru sentía algo por mí. Y es que aunque estuviera cubierta de sangre y barro, seguía siendo tan hermosa que te dejaba sin aliento. Solo con eso entendí perfectamente que yo jamás podría tener ese efecto sobre alguien. 

 

Pero no tenía tiempo para lamentarme, porque lo importante era que Kagura estaba herida. Y mucho. Por suerte después de tantos años de desollar animales hay pocas cosas que me revuelvan el estómago, pero he de admitir que sentí una náusea en el fondo de mi garganta al ver el reguero de sangre que corría entre sus piernas. 

 

–Sesshomaru, ¿puedes sacar las vendas que hay en mi bolsa, por favor?–

 

Él me obedeció, y yo tomé un paño para limpiar aquella sangre rápidamente aprovechando que él no miraba. No sé por qué lo hice así; era evidente que Sesshomaru podía oler lo que había ocurrido aunque no lo viera con sus ojos, pero…sentí que era importante salvaguardar la dignidad de Kagura en ese aspecto. Y la sutil sonrisa de agradecimiento que ella me dedicó me hizo saber que había hecho lo correcto.

 

Nadie se merece que le pase algo como eso.

 

Tardé un buen rato en tratar y vendar todas sus heridas, pero ella no se quejó ni me dijo nada. Cuando por fin terminé cubrí su desnudez con uno de los kimonos que Sesshomaru me había obsequiado y preparé un lugar cómodo para que durmiera.

 

–Iremos a un asentamiento humano.–

 

No me di cuenta de cuánto me había afectado lo que había visto hasta que Sesshomaru apareció detrás de mí mientras lavaba los paños ensangrentados en el río. 

 

Llevaba horas funcionando por inercia. Jaken y yo fuimos a por víveres, Sesshomaru vino a por nosotros, al volver encontré a Kagura junto a un árbol ensangrentado y me dirigió las primeras palabras del día que fueron «intenté levantarme, culpa mía», y luego… 

 

¿Cuándo había venido hasta aquí?

 

–¿Un asentamiento humano? ¿Por qué?–traté de volver a la realidad

 

–Ha sido Naraku. El que ha herido a Kagura.–Sesshomaru se colocó a mi lado, y su silueta se reflejó en la superficie del agua–Al parecer ambos fueron humanos hace tiempo, así que…necesitamos a una sacerdotisa humana.–

 

–Naraku…–me quedé observando la corriente tranquila

 

Y recordé la horrible sensación de su mano en mi cuello. Y las pesadillas que le sucedieron.

 

–Hey.–Sesshomaru se arrodillo a mi lado–¿Estás bien?–puso un mechón detrás de mi oreja

 

–...sí, gracias.–

 

–Es tarde. Deberías ir a dormir.–

 

–Claro.–obedecí sin decir nada

 

Me desperté de madrugada en mitad de un sueño profundo, y un sudor frío me recorrió el cuello cuando vi un vacío en la cama de hojas de Kagura. Me levanté con cuidado de no despertar a Sesshomaru y caminé hacia el bosque, donde finalmente la encontré apoyada entre los árboles, al borde de un pequeño claro.

 

–Deberías volver a sus brazos.–me habló antes de que llegara a su campo de visión

 

–¿No…puedes dormir?–

 

–Tenía pesadillas.–

 

–Yo…mm. Naraku también me las dio a mí.–me senté a su lado, y ella me miró confundida–Después de que pusiera la espada en mí empecé a tener sueños horribles, de que los demonios me devoraban y…se abrían paso dentro de mi cuerpo. Era…terrible.–me estremecí solo de recordarlo–Me despertaba gritando casi cada noche. Ahora han parado, pero aún las recuerdo.–la miré a los ojos–Siento lo que te ha pasado.–

 

–Es irónico, ¿no?–levantó la mirada al cielo–Nos criamos en aldeas humanas en las que nadie te habla de lo que es el sexo, pero aún así reconocemos perfectamente cuando a una chica le ha pasado esto .–suspiró–El malnacido quería «darme una última lección», ¿sabes? pegarme no sería tan satisfactorio. Hay…hay gente así. Demonios y humanos por igual.–le tembló la voz por un instante

 

Extendí la mano para ponerla sobre la suya, y ambas nos quedamos en silencio unos segundos. 

 

–¿Te arrepientes de…haberte convertido en demonio?–me aventuré a preguntar

 

–Me arrepiento de haberlo hecho por él .–aquellas palabras me crearon una ansiedad que no tenía

 

La de que tal vez incluso si conseguía lo imposible: convertirme en una igual para Sesshomaru, en alguien que no avergonzara a su madre y que fuera hermosa como Kagura…puede que ni siquiera entonces consiguiera tener una vida feliz.

 

–...entiendo.–

 

–Pero a Sesshomaru le gustas como humana.–

 

–¿Ah?–de no ser porque había un árbol detrás de mí, me hubiera caído–¿Q-qué dices? Te…–una pausa–¡¿Te lo ha dicho él?!–

 

–Tú aún eres muy inocente, pero tómate esto como un poco de sabiduría de tu hermana mayor.–estiró los brazos para desperezarse–Sesshomaru está loco por ti, y de hecho solo folló conmigo en el bosque porque le tenías tan cachondo que estaba perdiendo el juicio.–

 

–...–me puse roja hasta las orejas solo de imaginarlo–No lo dices en serio.–

 

–Y tan en serio, está modo macho alfa contigo, todo el rato pendiente de ti.–soltó una carcajada–Es un buen tipo, ¿sabes? Cuando me ha encontrado, yo…estaba en shock por todo, y él se ha puesto en ese plan de «finjo que no me importas pero en el fondo sí, así que deja de estar modo depresión, joder». Y la verdad es que me hacía falta esa patada en el culo.–

 

–Suena propio de él, sí.–yo también sonreí–Sé que es…importante para su reputación eso de parecer frío pero…es la persona más cálida que conozco.–

 

–Tú has contribuido a eso.–aquellas palabras me pillaron por sorpresa–Los demonios puros como él que vienen de grandes estirpes no sienten empatía por los seres humanos. Sesshomaru ha tenido que aprender a adaptarse a muchas cosas desde que te conoce, y…aunque nunca lo admitirá…eso le ayudará a ser mejor guerrero y líder. Pelear solo por conseguir más poder deja de tener sentido cuando ya lo tienes todo. Pero pelear por amor…tendrá sentido incluso después de tu muerte. Bueno, aunque tal vez no estoy en la posición indicada para hablar de amor ahora mismo.–movió los dedos y una suave brisa le apartó el pelo de la cara

 

Y allí, bajo la luna llena, hice una pequeña plegaria para que ella pudiera encontrar ese amor que trasciende a la muerte.

 

–Pero bueno, no nos desviemos del tema con cosas tristes. Si tú también lo amas, cuando consigais la espada y él esté más tranquilo…podrías dar el primer paso.–

 

–¿Que yo de el primer paso…?–

 

–Sí, porque él estará torturándose con que no es buena idea hacer nada porque no quiere hacerte daño, tienes que mostrarle que tú también le deseas.–

 

–...y cómo hago eso.–

 

–Oh.–me pasó el brazo por los hombros–Puedo enseñarte un truquito o dos. Pero si los pones en práctica tiene que ser el día que estés dispuesta a llegar hasta el final, porque no se va a contener contigo.–

 

Probablemente esa idea debería haberme aterrado, pero me sentí más bien… acalorada .

 

–Enséñame.–

 

Era agradable tener a una amiga con la que hablar estas cosas.

 

**

Notes:

Y con esto entramos en los últimos cinco capítulos, agarraos las bragas para el final porque yo esto lo acabo sí o sí.

Chapter 31: Las fases del duelo

Notes:

HAN PASADO UN MILLÓN DE MESES YA LO SÉ me golpeó la maldición de los autores de AO3 en este tiempo hubo estancias en el hospital, funerales, crisis existenciales y todo lo que hace que estos capítulos luego salgan como salen :,) me disculpais.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Cuando Kagura se fue de la habitación me quedé sentada en completo silencio, procesando sus palabras mientras meditaba para así permitirme sentir todas las emociones en orden, sin que ninguna de ellas se saliera de control.

 

La negación…

 

La ira…

 

Y una ola de culpabilidad que casi me hace vaciar todo el contenido de mi estómago sobre el tatami. Porque a fin de cuentas, la única responsable de esto era yo. Yo sabía que Naraku era un demonio. Lo supe desde que lo vi. Podría haber dejado su cuerpo moribundo junto al río para que lo devoraran el resto de bestias de la montaña. Podría habérselo dicho a Inuyasha. 

 

Pero no lo hice. 

 

Elegí la misericordia y el cuidado, tal como me rogaba mi naturaleza de sanadora. Se suponía que nuestra compasión como sacerdotisas estaba reservada para los humanos, pero mi corazón clamaba otra cosa.

 

Tal vez nunca estuve hecha para el puesto, después de todo.

 

Una nueva sucesión de náuseas me sacudió, y esta vez tuve que apoyar las manos en el suelo para no derrumbarme. Mi mente empezó a torturarme con escenarios de «lo que podía haber sido». Si no hubiera socorrido a Naraku, yo ahora estaría viviendo una vida tranquila lejos de la aldea con el hombre al que amaba. Sería feliz . Pero en lugar de eso, nos habíamos separado de una forma tan abrupta que yo había caído de lleno en una espiral de tristeza y autodestrucción.



Me había pasado todo este tiempo dejándome consumir por el dolor y la oscuridad de perder a Inuyasha, y mi ego herido al verle tomar a otra mujer como si yo no hubiera significado nada solo fue la gota que colmó el vaso.

 

Un vaso que al parecer Naraku llevaba meses llenando.

 

Las cosas no tenían que haber acabado así. Se suponía que yo había venido hasta aquí para acabar con sus estúpidas llamadas de atención y regresar a la aldea a recomponer mi vida, si es que aún quedaba algo de ella en mi interior. Pero en lugar de eso había acabado compartiendo lecho con aquel que había orquestado todo mi sufrimiento. 

 

Y todo era mi culpa.

 

Mi culpa.

 

Mi culpa.

 

Respiré hondo, dejando que el aire se asentara en la boca de mi estómago, y volví a colocarme en posición de meditación. Solo había un modo de arreglar esto, y no podía hacerlo sola. Así que cerré los ojos para tratar de conectarme con la esfera de los cuatro espíritus. Rogándole que volviera a considerarme digna de purificarla. 

 

Repitiéndome que tal vez no era demasiado tarde.

 

Las mismas voces que me abrumaron cuando tomé la perla por primera vez atravesaron mis tímpanos; pero esta vez, en lugar de una marabunta de deseos enfrentados, todas pedían lo mismo. 

 

Oscuridad.

 

Poder.

 

Sexo.

 

Y control.

 

Fue entonces cuando me di cuenta de que la esfera no se había tiznado por mis propios deseos egoístas.

 

Solo vibraba ante la magnitud de los de Naraku.

 

Este descubrimiento me dejó dos cosas muy claras: la primera; que los cambios en mi poder espiritual habían tenido más que ver con mi estado depresivo que con la corrupción de mi alma, y la segunda; que si le permitía a Naraku siquiera sostener la gema…todos aquellos demonios estarían a su servicio. 

 

Así que traté de reunir toda la energía espiritual que tenía…



Y esperé.



–¿Kikyo?–Naraku entró a la habitación después de un rato, pero no me moví–¿No te habrás creído una sola palabra de lo que ha dicho Kagura, verdad? Es evidente que está celosa, se inventaría cualquier patraña con tal de separarnos.–soltó una pequeña carcajada para quitarle hierro al asunto

 

Pero cuando finalmente abrí los ojos para enfrentarlo, todo el castillo tembló bajo mis pies.

 

–...–Naraku dio un paso atrás, en guardia–Kikyo, por favor, tienes que creerme…–

 

–Sabes, he estado pensando en algunas cosas últimamente, Naraku.–me levanté sin preocuparme por cubrir mi desnudez, y el espejo me devolvió la imagen de mi cabello suelto flotando con una mezcla de energía purificadora y demoníaca

 

Era como si la oscuridad y la luz que llevaban siglos luchando dentro de la perla brotaran de mi cuerpo en ráfagas violeta y púrpura.

 

–Me preguntaba por qué a pesar de todo lo que hemos hecho no había habido consecuencias devastadoras. Por qué mis deseos no habían desatado un apocalipsis.–llevé una mano a la gema que reposaba sobre mi pecho–Una vez Inuyasha me preguntó cuál sería el deseo egoísta que le pediría a la esfera. La única cosa por la que dejaría mi alma corromperse.–cerré el puño sobre la perla, y toda la energía se desvaneció por un instante–Lo que respondí no fue ni poder…ni oscuridad…–volví a clavar mis ojos en Naraku, exponiendo esos deseos como suyos.–Fue amor.–

 

–¿Amor…?–él me miró con una sonrisa desencajada, como si quisiera salir corriendo pero su orgullo se lo impidiera–Bueno, me siento halagado, sabes que…estaré encantado de convertirte, si quieres ser mi reina….–me ofreció

 

–Tú nunca serás mi rey.–fue lo último que dije antes de liberar toda la energía que había estado acumulando y atravesar su pecho con ella

 

Las pupilas de Naraku se dilataron, y un reguero de sangre empezó a chorrear por su barbilla, pero no cayó al suelo. En lugar de eso, me agarró del cuello con un movimiento rápido:

 

–¿Qué crees que haces Kikyo? ¿Crees que puedes matarme y volver a casa como si nada hubiera pasado? No eres más que una puta, y nadie te aceptará de vuelta en tu aldea después de cómo pienso marcarte.–apretó lo suficiente como para cortarme la respiración

 

Sabía que no podía matar a un demonio mayor tan fácilmente, pero he de admitir que esperaba que mi ataque al menos lo derribara. La perla había ganado demasiada oscuridad como para catalizar mi poder espiritual a través de ella, y al parecer mi pequeña sesión de meditación no había sido suficiente para remediarlo. 

 

Tenía que usar cualquier método para acabar con él.

 

–¿Qué pasa, ya no eres tan valiente?–me levantó hasta que mis pies dejaron de tocar el suelo–Puede que tu energía espiritual sea grande, pero tus huesos siguen siendo tan frágiles como los de cualquier humano.–un crujido en mi garganta

 

Solo tenía unos segundos antes de desmayarme por la falta de aire, así que lo jugué todo a una carta y…dejé de resistirme. 

 

–Eso pensaba…–Naraku lanzó mi cuerpo lánguido al suelo con fuerza, pero no emití ni un sonido–¿Tan rápido has perdido la conciencia?–me pateó, y estoy bastante segura de que me fracturó una costilla–Qué lástima, quería que estuvieras despierta para esto.–se colocó sobre mí, y sentí su sangre caliente goteando sobre mí

 

Posó sus labios en mi cuello un par de veces y se entretuvo clavando sus dientes en mi hombro, lo justo para perforar mi carne sin llegar a arrancarla.

 

No tenía armas a mi alcance, y la fuerza bruta de un demonio como Naraku supera con creces la de una humana como yo, pero… 

 

Aún no estaba muerta.

 

–¡Mhn!–el cuerpo de Naraku pareció paralizarse cuando llevé mi mano desnuda al agujero que yo misma había abierto en su pecho

 

Si lo que tenía que hacer para salvarme era aplastar su corazón con mis propios dedos, lo haría. Mis uñas se enterraron en el tejido dañado, y por un momento sentí sus latidos apresurados a través de la carne…

 

Pero antes de que pudiera seguir avanzando, la perla en mi pecho emitió una onda de oscuridad…y observé con horror cómo el agujero se empezaba a cerrar en torno a mi mano. 

 

Yo misma lo estaba sanando.

 

Usé todas las fuerzas que me quedaban para empujarlo, me levanté y caminé a trompicones hacia la salida. Naraku farfulló algo, aún en el suelo, pero yo cerré la puerta y avancé por el pasillo sin mirar atrás.

 

Ni siquiera podía correr, y tenía que usar las paredes para sostenerme porque cada respiración enviaba una onda de dolor a mis costillas. La niña que cargaba con el espejo salió a mi encuentro, y pensé que ese sería mi fin. No podía enfrentarme a ella en mi estado, y Naraku aparecería detrás de mí en cualquier momento. Estaba acorralada.

 

–Por aquí.–la muchacha abrió una puerta para mí–Gira dos veces a la izquierda, y luego recto. Encontrarás ropa en la última estancia. La he dejado allí para ti.–lo dijo con un tono neutro

 

–...por qué me ayudas.–la miré con desconfianza

 

–Porque he visto lo que Naraku le ha hecho a Kagura.–lo ambiguo de su respuesta hizo que se me formara un nudo en la boca del estómago–Lárgate, humana. Y no vuelvas por aquí.–

 

Le hice una pequeña reverencia con la cabeza y seguí sus indicaciones tan rápido como mis lesiones me lo permitieron. Tal como me había dicho, encontré un kimono que supuse había pertenecido a Kagura justo en la puerta. Me lo puse por encima de los hombros y abandoné el castillo por lo que parecía ser una entrada secreta, ya que no había guardias vigilándola.

 

Lo más importante ahora era poner la suficiente tierra de por medio entre Naraku y yo como para que la perla dejara de reconocerlo como su amo. Si no conseguía volver a purificarla nunca podría enfrentarme a él, solo le estaría dando más fuerza.

 

Caminé por lo que me pareció una eternidad, sintiendo como si estuviera a punto de desfallecer hasta que…divisé una hoguera en la distancia. Cuando llegué a la fuente de luz me encontré con dos personas que no conocía, pero cuyos atuendos hacían evidente lo que eran.

 

Un monje y…una cazadora de demonios.

 

***

 

A petición de Rin, le ofrecí a Kagura que nos acompañara al asentamiento humano más cercano para no dejarla sola, pero ella se negó y alzó el vuelo tan pronto como sus heridas sanaron lo suficiente. 

 

Eso dejó a mi humana , como ella la llamaba, bastante decaída, ya que a lo largo de los últimos días habían entablado una pequeña amistad de la que no parecían querer hacerme partícipe. Se pasaban las horas murmurando y riendo entre ellas, como si fueran… hermanas. 

 

Rin apenas había mostrado sentimientos de tristeza y melancolía cuando dejó su aldea, por lo que verla así me hizo sentir especialmente culpable. Culpable porque en todo este debate sobre mis sentimientos nunca me había planteado lo que ella querría. Si le gustaría establecerse en una aldea humana donde socializar y hacer amigas con intereses similares a ella en lugar de…esto.

 

–¿Sesshomaru?–la protagonista de mis pensamientos se agarró a mi brazo en el momento justo para que mis divagaciones no se salieran de control

 

–¿Mm?–



–Llevamos caminando un rato y tal vez yo no tenga los sentidos super desarrollados de un demonio pero ya hemos pasado dos veces por ese árbol.–

 

–...–me detuve en seco y Jaken chocó contra mis gemelos–Me he distraído.–admití, y volví a ubicarme en tiempo y lugar–El próximo asentamiento humano está a unas horas de aquí, pero deberíamos llegar antes de que anochezca. Hay dos sacerdotisas en su templo.–

 

Ninguna sacerdotisa en su sano juicio ayudaría a un demonio como yo, pero solo tenía que alejarla lo suficiente de la aldea y… ser persuasivo .

 

Con violencia e intimidación, por supuesto, no con sexo. Soy hijo de mi madre, pero no tanto.

 

–Tal vez deberías pasar la noche allí y pedir asilo en el templo, Rin.–sugerí–Es una…ciudad grande. Podrías visitarla y por la mañana sacar a una de las sacerdotisas al bosque.–

 

–Pero yo prefiero pasar la noche contigo. Puedo entrar al pueblo mañana.–me sonrió 

 

–…–no tuve tiempo de regocijarme en esa sonrisa porque un olor conocido llegó a mí

 

Era mi medio hermano. 



Y en cualquier otro momento hubiera ignorado por completo su olor porque no podría importarme menos lo que esté haciendo pero…la presencia que había junto a él era sin duda una sacerdotisa humana. 

 

–Pensándolo mejor, vamos a tener un cambio de rumbo.–anuncié

 

–¿Ah?–

 

–Hay una sacerdotisa humana más cerca, podremos encontrarla directamente en el bosque.–

 

–¿Pero cómo sabemos que no te atacará en cuanto te vea?–preguntó Rin–Déjame ir delante.–

 

–No, tranquila, parece que le gustan de mi tipo .–

 

Rin me miró confundida, pero no me cuestionó cuando la tomé en brazos.

 

–Mi hermano está con ella–aclaré–Y no está sangrando, así que supongo que no es hostil con los demonios.–empecé a correr a través del bosque

 

–¿Tu hermano?–se aferró con más fuerza a mi kimono–Pero…–

 

–No nos llevamos bien, no.–leí sus pensamientos–Si peleamos, quédate con Jaken. No te preocupes, no dejaré que te haga daño.–

 

–¿Y tú? ¿Te hará daño a ti?–me miró con preocupación

 

–Por supuesto que no.–aquello me ofendió–Él no me llega ni a la suela del zapato.–

 

–Bueno…–su mano en mi mejilla–Confío en ti.–

 

–Eso espero.–incliné mi cara para besar sus dedos 

 

Fue algo tan espontáneo que no me di cuenta de lo que había hecho hasta que vi las mejillas enrojecidas de Rin.

 

Ninguno de los dos dijo nada…y seguimos nuestro camino.

 

Notes:

SOLO QUEDAN 4 CAPÍTULOS

dos de historia y dos de epílogo para ver a todas las parejas en timeskip!

Chapter 32: Voy a por ti

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Miroku y yo estábamos a punto de irnos a dormir cuando una mujer desconocida apareció prácticamente de la nada. Estaba llena de sangre y visiblemente agotada, pero mantuvo un tono de voz calmado cuando se presentó a nosotros como Kikyo.

 

Una sacerdotisa.

 

–¿Estás bien?–Miroku la ayudó a sentarse, y me sorprendí al notar que a pesar de lo bella que era no la miró con lujuria ni una sola vez

 

Para el Miroku que conocí en mi aldea hace tantos meses eso hubiera sido impensable.

 

–Estoy bien, es casi todo sangre de demonio. Por esta zona los hay muy… peligrosos.–Kirara se acercó de inmediato a la sacerdotisa, jugando entre sus pies como si la conociera desde hacía años–Si estáis intentando llegar a la próxima aldea, sería mejor que tomarais un desvío.–nos advirtió

 

–No, de hecho estamos buscando a uno de esos demonios.–Miroku avivó la hoguera para que todos estuviéramos más cómodos

 

–¿Ah, sí?–Kikyo levantó la mirada hacia él, y pude ver cómo el monje se encogía, intimidado

 

No tenía ni idea de a qué tipo de demonios se había enfrentado esa mujer, pero había algo aterrador en ella.

 

–Sí…am…–Miroku rompió el contacto visual y buscó el mío de forma instintiva, lo que me pareció adorable

 

–Naraku.–así que fui yo la que mencionó el nombre

 

Hubo un momento de silencio en el que Kikyo no movió ni un músculo, pero Kirara saltó a su regazo y la sacerdotisa pareció reaccionar al instante:

 

–No deberíais ir en su busca ahora mismo.–

 

–¿Lo conoces?–aquella revelación me pilló desprevenida

 

–Sí. Pero su poder ahora es…demasiado grande. Deberíais esperar.–

 

–Ya hemos esperado demasiado.–dijo Miroku–Por favor, dinos cómo llegar a él.–

 

Kikyo acarició a Kirara un par de veces antes de hablar, como si estuviera valorando cuántas posibilidades teníamos de salir vivos de aquella batalla, y finalmente nos dio las indicaciones que nos llevarían al castillo de Naraku. 

 

También nos habló de cómo estaban ubicados los guardias, de qué aspecto tenían sus aliados y con qué tipo de poderes contaban, pero no respondió a ninguna de nuestras preguntas sobre cómo había averiguado tanto .

 

Claro que tampoco tuvimos tiempo de indagar, porque nos despedimos de ella al amanecer. Miroku ya estaba adelantándose (era evidente que estaba nervioso e impaciente por llegar), cuando…

 

–Sango.–Kikyo me llamó

 

–¿Mm?–

 

–Ten cuidado.–puso su mano en mi hombro

 

Y sentí como si su energía manara hacia mí, aunque el contacto solo duró unos segundos.

 

–Claro…–me quedé un poco descolocada, como si mis pies hubieran dejado de sostener mi peso del mismo modo que siempre–Tú…tú también.–me apresuré a reunirme con Miroku para volver a la realidad–¡Kirara, vamos!–ella fue la última en apartarse del lado de Kikyo

 

No hubo ninguna broma ni discusión durante el camino al castillo, y de hecho apenas si nos dirigimos la palabra. Creo que los dos estábamos demasiado centrados en lo que al fin estaba a punto de ocurrir después de tanta espera.

 

Que los dioses nos ayuden.

 

**

 

Kagome y yo terminamos pasando la noche juntos de ese modo, y aunque mi mente me jugó varias malas pasadas, al menos conseguí no ponerme en ridículo gimiendo el nombre de Kikyo en mitad del acto. Obviamente era consciente de que no era ella, y creo que mi cuerpo también notó la diferencia. No perdí el control sobre mí mismo ni una sola vez, lo cual está bien e hizo las cosas más fáciles para ambos pero…dejó en evidencia que esto no iba a llenar el espacio que Kikyo había dejado en mí.

 

–¡Vamos, por aquí!–Kagome, al contrario que yo, había estado muy animada desde que nos despertamos, como si anoche se hubiera quitado un peso de encima

 

–Claro…–iba a seguirla, pero una presencia conocida me hizo ponerme en guardia de inmediato–¡Kagome, quédate detrás de mí!–me coloqué frente a ella

 

Y observé con horror cómo la figura de mi hermano mayor se materializaba entre los árboles. Era tal como lo recordaba, con esa expresión siempre estoica y ese aire altanero que lo caracterizaba. Por supuesto detrás de él se encontraba su fiel secuaz, Jaken. Y en sus brazos… ¿una mujer humana?

 

–¡¿Qué haces aquí, Sesshomaru?!–grité

 

–Siempre tan escandaloso.–él dejó a la humana en el suelo con un cuidado del que no le creía capaz–No vengo a hablar contigo, sino con la sacerdotisa.–hubo una pequeña pausa en la que la observó primero a ella, y luego me volvió a fulminar con la mirada–Espero que no hayas drenado todo su poder espiritual de tanto restregarte contra su pierna.–

 

No le dejé continuar; me lancé a por él y forcejeamos por unos segundos, pero finalmente acabé con la cara contra el suelo.

 

–¡Inuyasha!–Kagome se acercó para tratar de defenderme–¡Para, demonio! ¿Qué es lo que quieres?–

 

Sesshomaru alzó la mirada, sin dejar de apretar mi nuca para que no pudiera levantarme:

 

–Un exorcismo.–

 

–¿Un…exorcismo?–

 

Finalmente, y después de algunos forcejeos más, mi hermano me soltó y nos explicó (bueno, se lo contó a Kagome pero técnicamente yo también estaba ahí) que su querida espada se encontraba dentro de la humana.

 

–¿Has perdido tu espada? Patético.–me burlé

 

–¿Quieres volver a morder el suelo?–me enseñó los dientes

 

–Inténtalo.–

 

–¡Inuyasha!–pero Kagome me detuvo a tiempo

 

Y juraría que la muchacha humana agarró el kimono de Sesshomaru discretamente para hacer lo mismo.

 

–Jum.–me puse los brazos detrás de la cabeza

 

–¿Vas a ayudarme entonces, humana? No tengo tiempo que perder.–

 

–Sí.–Kagome no dudó–Cuenta conmigo.–

 

Y a mí casi se me salen los ojos de las órbitas.

 

–Kagome, ¿podemos hablar un momento?–le pasé el brazo por los hombros y nos alejamos un par de pasos–¿Qué ha sido de eso de «ay, yo aún estoy en formación, mis poderes no funcionan bien siempre»? ¿Y si no puedes hacerlo? ¡Mi hermano es un psicópata impulsivo, intentará matarte!–

 

–Puedo oírte.–la voz de Sesshomaru emergió detrás de mí–Y no tengo intención de matar a nadie. Por ahora.–

 

En menudo lío nos hemos metido.

 

**

 

–Relájate, Rin.–Kagome parecía una chica muy agradable, pero sus palabras de apoyo no eran suficiente para calmar mi nerviosismo

 

Habíamos montado un altar improvisado para el ritual en mitad del bosque, y ella había depositado sellos, hierbas y otros materiales que no conocía en puntos estratégicos para ayudar a canalizar su energía o…algo así.

 

El problema era que debido a la naturaleza del ritual Sesshomaru no podía estar aquí conmigo, pues su aura demoníaca podría afectar los resultados, y al no tenerlo a mi lado todo me parecía aterrador.

 

Sobre todo porque si esto salía bien…sería nuestra despedida definitiva.

 

–No te preocupes, Kagome, puedes…puedes empezar.–le di vía libre, y me arrodillé en el centro del altar

 

–Bien, puede que…duela un poco, pero será rápido.–me prometió

 

No pude evitar recordar el dolor abrasador de la mano de Naraku en mi cuello, pero no iba a echarme atrás ahora. Aunque esto hiciera que Sesshomaru y yo tomáramos caminos separados. Su espada significaba mucho para él, y si yo podía ayudarle a recuperarla…lo haría fuera cual fuera el precio.

 

Kagome empezó a recitar unos sutras que no conocía y…mis recuerdos están un poco borrosos a partir de ahí. Hubo dolor, tal como me advirtió, era como si algo estuviera intentando abrirse paso a través de mis entrañas…pero después de eso sentí mucha calma. Los párpados me pesaban, así que terminé cerrándolos y dejándome caer al suelo cuando mi cuerpo me lo pidió.

 

No sé cuánto tiempo pasó, pero lo siguiente que recuerdo es el sonido metálico que hizo la espada al caer a mi lado, y los pasos apresurados de Sesshomaru dirigiéndose hacia nosotras.

 

–¡Rin!–lo primero que hizo fue tomarme entre sus brazos–Rin, despierta…–me zarandeó con cuidado de no hacerme daño, pero sí con urgencia

 

–Mm…–

 

Finalmente abrí los ojos para encontrarme con los de Sesshomaru. llenos de preocupación. Y detrás de él…la espada que aún seguía en el suelo.

 

–Estoy…bien.–sonreí como pude

 

–¿Seguro?–me ayudó a incorporarme

 

–Seguro.–asentí–¿Está bien tu espada?–

 

–Ah.–solo entonces pareció darse cuenta de que estaba ahí tirada, y se agachó a recogerla–Sí, está…se siente bien.–

 

–Me alegro…–no sabía qué decir ahora

 

–Vamos.–me puso una mano en la espalda–Jaken está por ahí.–

 

–Ah, claro, un momento.–me giré hacia Kagome, alterada al ver que Sesshomaru no parecía querer siquiera despedirse por educación–Muchas gracias, espero que volvamos a vernos.–sonreí

 

–¡Sin problema!–ella me hizo una señal de aprobación con el dedo

 

Sesshomaru también ignoró a su hermano en nuestro camino de vuelta a las profundidades del bosque (aunque él sí se quejó bastante) y solo una vez estuvimos reunidos con Jaken y lo suficientemente lejos para que no nos escucharan pareció volver en sí:

 

–¡Felicidades, señor Sesshomaru! Ya está completo de nuevo.–lo alentó Jaken

 

–Mm. Así es.–se quedó mirando la espada unos instantes, y luego me miró a mí–Quiero hablar contigo.–

 

–...–me temí lo peor

 

–Jaken, déjanos.–

 

–Por supuesto, señor.–

 

El corazón me empezó a ir a mil por hora, ahora seguramente él diría algo como «bueno, te dejaré en la próxima aldea humana, ¿necesitas algo?» y yo sería tonta y no sería capaz de decirle «a ti». 

 

–¿Qué es…lo que quieres hacer ahora, Rin?–me lo preguntó sin mirarme a los ojos

 

–¿Cómo que qué es lo que quiero hacer?–ladeé la cabeza, incrédula ante la idea de que hubiera más de una opción

 

–Ahora eres…bueno. Libre. ¿Qué planes tienes?–

 

–Mm… La verdad es que…solo hay una cosa que quiero hacer.–admití

 

Me temblaban las rodillas, pero era ahora o nunca.

 

–Qué cosa.–se agachó instintivamente cuando me acerqué a él, como si estuviera a punto de confesarle un gran secreto

 

Y posé mis labios sobre los suyos.

 

**

 

El castillo de Naraku emergió ante nosotros de entre la niebla como una pesadilla lúcida. Era tal como Kikyo lo había descrito, y encontramos a los guardias en las mismas posiciones que nos había indicado. Miroku y yo nos detuvimos a una distancia prudencial para planear el ataque:

 

–Es mejor evitar peleas innecesarias, debemos ir directos a por Naraku.–

 

–Estoy de acuerdo.–acaricié la cabeza de Kirara–Ella puede distraer a los guardias mientras nos adentramos, de todas formas no podemos volar ahí dentro.–

 

–Bien.–Miroku respiró hondo–Y cuando ya le tengamos dominado usaré el agujero negro para detenerle. Cuando vaya a hacerlo colócate detrás de mí y agárrate, por favor.–

 

–Ya sé cómo funciona, bobo.–

 

–Mm.–Miroku se puso serio–No sé qué vamos a encontrarnos, estás… ¿segura de esto?–

 

–Segurísima.–

 

–Si las cosas se ponen feas, prométeme que huirás.–me pidió

 

–Mejor huye tú.–le saqué la lengua–Yo voy a luchar. Para eso hemos venido.–

 

Él se veía realmente preocupado, y mentiría si dijera que yo no lo estaba pero…era la hora.

 

Kirara cumplió perfectamente con su papel de distracción y Miroku y yo nos colamos en el castillo por una de las puertas laterales mientras los guardias la perseguían a ella. No parecía haber nadie en los pasillos, aunque tenía la terrible sensación de que nos estaban observando desde el momento en el que pusimos un pie allí.

 

Después de caminar un poco llegamos a una habitación que desprendía tanta oscuridad que no cabía duda de que un gran demonio debía estar habitándola. Miroku y yo nos miramos antes de asentir, y fue él quien abrió la puerta.

 

Pero no había nadie dentro.

 

–Es de educación llamar antes de entrar.–una voz escalofriante acompañada de un cálido aliento en mi nuca–No esperaba visita.–

 

–¡Sango!–Miroku me empujó para alejarme del demonio–Naraku, eres tú… ¿verdad?–se puso en guardia frente a él, apretando los dientes por la ira

 

–¿Y tú eres…?–el demonio ladeó la cabeza

 

Se veía como un hombre joven, pero sus lujosos ropajes estaban llenos de sangre, que iba formando un rastro allá por donde pasaba, como si tuviera una herida en su cuerpo que nunca terminaba de sanar.

 

–Soy Miroku. Tú maldeciste a mi familia con el agujero negro en mi mano, y estoy aquí para acabar contigo.–anunció

 

–Enternecedor.–Naraku esbozó una sonrisa 

 

Y lo siguiente que vi fue cómo se abalanzaba sobre Miroku, derribándolo como si fuera una figurita de papel. Apenas tuve tiempo de reaccionar y poner mi hiraikotsu frente a mí para evitar ser la siguiente. 

 

El aura de oscuridad que desprendía era asfixiante, incluso con mi máscara de cazadora puesta. Mantuve el tipo lo suficiente como para que Miroku se levantara, y dejé de hacer fuerza para desequilibrar a Naraku y colocarme detrás del monje. Era hora de poner en marcha el plan:

 

–Este es tu fin, Naraku.–Miroku apartó las cuentas de su muñeca, y me agarré a él como si mi vida dependiera de ello

 

–¿Ah, sí?–pero él parecía de lo más confiado

 

Miroku destapó el agujero de su mano, y la corriente hizo que algunas de las tablas de las paredes y puertas correderas se desprendieran, siendo engullidas por la oscuridad. Naraku se inclinó un poco, como queriendo aferrarse al suelo…y realmente pensé que iba a funcionar.

 

Pero entonces un enjambre de insectos demoníacos emergieron de sus mangas…y se precipitaron hacia el agujero.

 

–¡Aah!–Miroku gimió de dolor, y la única razón por la que no se derrumbó fue porque yo seguía aferrada a él

 

–¡¿Miroku?! ¡¿Qué te pasa?!–traté de hacerlo reaccionar

 

–Demasiado tarde, preciosa.–Naraku volvió a abalanzarse sobre nosotros

 

Y nos lanzó por los aires con tanta fuerza que atravesamos la pared.

 

Cuando volví a abrir los ojos me pitaban los oídos y me vi rodeada por una humareda de polvo que hacía que me ardieran los pulmones. Más allá del humo empecé a escuchar voces distantes que no reconocía, a las que Naraku acalló con un «no, dejádmelos a mí».

 

–Mhn…–traté de incorporarme, pero había algo sobre mí que me lo impedía

 

El peso inerte de Miroku.

 

–¿Ah?–lo aparté con cuidado y traté de hacer que recobrara la conciencia–¡¿Miroku?! ¡Miroku despierta! No me puedes dejar ahora…–el pánico me inundó al ver que no reaccionaba–Eh… escúchame… estúpido monje.–mis ojos se empezaron a llenar de lágrimas–No puedes morirte…aún no te he dicho que tú también me gustas…idiota…–apreté los puños sobre su ropa cuando resultó evidente que no me iba a responder–¡Te quiero, Miroku, te quiero y quiero que nos vayamos a vivir juntos, que nos casemos y que hagamos todas esas cosas cursis de pareja! ¡Ahora levántate y luchemos juntos!–

 

Silencio.

 

–Bueno, ya solo quedas tú, pequeña…–Naraku se acercó a mí

 

Y recordé la noche en que Miroku y yo nos enfrentamos al Unagi.

 

Cuando los humanos están asustados no ven a través de su miedo. La gente tiene sueños y personas a las que aman y…pensar en que podrían perderlo todo activa su instinto de supervivencia. Huir se convierte en la opción lógica.

 

Miré a ambos lados buscando una salida, y mis manos se rozaron con algo…resultó ser el omamori que Miroku me regaló cuando nos conocimos, que había quedado destrozado por el impacto. La tablilla de madera había salido volando, revelando el mensaje que él mismo había escrito para mí hacía tanto tiempo, y que hasta ahora desconocía:

 

«Vas a ser una gran guerrera»

 

–...–apreté la tablilla entre mis dedos

 

Y solo entonces recordé cómo terminaba el discurso de Miroku.

 

Hay que ser de una pasta especial para dedicarse a esto. Y tú tienes talento natural.

 

Voy a por ti, Naraku.

Notes:

Venga solo 3 capítulos más ahí vamos este año acabamos :,)