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Después de tí

Summary:

Han pasado 4 años desde que Tharn se fué.

Las pesadillas siguen ahí. Se presentan cada tanto para recordarle aquello que perdió.

Aquello que le fué arrebatado. Y el temor nuevamente consume su alma.

Pero no de nuevo. Ésta vez está dispuesto a pelear hasta el final para defender aquello que ama.

Para defenderla a ella.
Su dulce Nirin.

Notes:

🌈 Hola!!

Los invito a leer esta historia y seguir amando a estos personajes hermosos.

(See the end of the work for more notes.)

Chapter 1: Intro

Chapter Text

Ya no está. 

 

Se ha ido. 

 

Las palabras se repiten dolorosamente en su mente. Sus manos se extienden intentando retenerlo, pero solo es aire el que se escurre entre sus dedos y luego nada. 

 

No queda nada, solo su yo totalmente destrozado y horrorizado ante el hecho de haberlo perdido.  

 

Silencio. 

 

La brisa fría de la noche choca contra su ser anestesiado de tanto dolor, sus oídos retumban, su garganta quema como si tuviese un hierro hirviente en ella. La desesperación consume su ser a medida que un tenebroso agujero negro en su pecho lo va consumiendo todo a su paso y duele. 

 

Duele.

 

El simple hecho de respirar se vuelve una tortura. El aire en sus pulmones se siente como millones de agujas dañando su interior. 

 

La agonía recorre todo su ser dolorosamente, asciende por su pecho hasta su garganta. 

 

_ ¡¡Thaaaarnn!!

 

El grito destroza su garganta y estremece todo a su alrededor rompiendo el silencio, la tormenta azota furiosa como si fuera un reflejo de todo el caos que lleva dentro de sí mismo. 

 

¿Luego?

 

Luego sólo puede caer en la inconsciencia, porque sigue siendo un simple humano, de cuerpo y mente frágil, incapaz de manejar tanta agonía sin entrar en la locura. 

 

El nombre del otro sigue saliendo de sus labios a medida que se sume en su inconsciencia plagada de pesadillas. 

 

-

-

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Chapter 2: Después de tí

Chapter Text

 

El viento sigue siendo frío, las noches son más oscuras, más largas, plagadas de dolorosas pesadillas que lo atormentan cada vez que su mente se sume en la oscuridad, no son más que simples pesadillas disfrazadas de recuerdos, algunos brillantes luminosos y cálidos que luego se transforman en algo aterrador solitario y frío que lo hacen despertar en medio de lágrimas y desgarradores alaridos, para permanecer despierto hasta que finalmente la noche se termina y un nuevo día comienza. 

 

Entonces el amanecer lo encuentra así, tendido en su cama, con rastros de lágrimas secas que recorren su mejillas, con los brazos alrededor de su cuerpo como intentando mantener juntos los destrozados pedazos de su alma, con la mirada perdida en dirección a la ventana donde el sol se asoma un día más, esperando. Solo esperando. 

 

Otro amanecer. Otro día. Y eso es probablemente aún más tenebroso para él que la noche misma, más que las pesadillas, porque eso significa afrontar la realidad, su realidad. Porque ya no puede esconderse en ese mundo de fantasías donde puede estar cerca del otro, verlo, escucharlo, sentir sus labios una vez más, porque prefiere esos segundos de paz antes del tormento, porque sabe que al despertar todo habrá desaparecido una vez más. 

 

No sabía en qué momento desde su partida, las pesadillas que tanto lo atormentaban en el pasado, se habían vuelto sus mejores aliadas, en algún punto había comenzado a anhelar las noches oscuras y frías, y los días se habían vuelto sus peores enemigos. 

 

Porque era entonces cuando tenía que reorganizar los pedazos de su corazón, reunir la fuerza suficiente para levantarse y enfrentar nuevamente un mundo sin su presencia, un mundo vacío y sin sentido, sin razones para seguir luchando. Un nuevo día donde sus pensamientos lo atormentan y su corazón se siente cada vez más pesado en su pecho. 

 

Pero no puede renunciar a la más mínima esperanza, aún se aferra a ella con desesperación y espera. Sigue esperando. Probablemente lo hará por siempre, hasta el último aliento de su vida, porque eso es lo único que lo mantiene cuerdo, es lo único que lo mantiene atado a su existencia miserable. 

 

Los días parecen ir más lento desde que él otro ha desaparecido, las horas son más largas, casi eternas, los minutos se arrastran lentamente, como si el mundo hubiese frenado su velocidad solo para burlarse de él, todo él se siente aletargado también, como si toda su existencia hubiese entrado en un trance. 

 

Su rutina sigue siendo la misma desde ese día, no había podido volver a casa, se había olvidado de su trabajo, anclado y amarrado a aquel lugar con la esperanza de verlo regresar. 

 

¿Cómo podría marcharme? 

¿Y si él regresa y yo no estoy aquí? 

¿Creerá que lo olvidé? 

Eso lo haría muy triste. No quiero que él esté triste. 

 

Recorría los mismos caminos una y otra vez, con la esperanza de verlo aparecer delante de él, se sumergía en las frías y oscuras aguas de aquel río buscando, una señal, lo que sea. Pero nunca había nada, absolutamente nada, cada vez, regresaba con las manos vacías, con el corazón un poco más roto y su alma un poco más frágil. Entonces solo podía caer de rodillas destrozado y refugiarse en el regazo de la abuela del otro, intentando contener sus lágrimas y soltando desgarradores sollozos que sacudían su cuerpo y destrozaban el corazón de la anciana mujer que intentaba sostener su tembloroso cuerpo, su propio dolor siendo apenas un reflejo del sufrimiento del otro. 

 

Dos almas rotas intentando sostenerse, lidiando con una pérdida que no podían superar debido a la cruel esperanza a la que se negaban a renunciar. 

 

Los rayos del sol pegan directamente en su rostro, hoy se siente un poco más desganado, más triste, más desolado, el clima se nota cálido a su alrededor, pero él siente el frío calando sus huesos, quitándole sus ganas de enfrentar este nuevo día.

 

En algún momento sus lágrimas parecen haber empezado a correr, siente sus mejillas húmedas y sus ojos arder. 

 

Una vez más la realidad se hace presente y como cada dia al amanecer, los sollozos comienzan de nuevo, las lágrimas empeoran y el agujero en su pecho revive y se expande de nuevo. Su cuerpo se entumece ante el dolor, su garganta se cierra, el aire se vuelve escaso y el solo hecho de respirar supone una tortura. El miedo se cierne sobre él y solo puede quedarse allí, esperando a que este pequeño episodio se vaya, como lo hace cada vez desde hace desde hace un tiempo. 

 

Detrás de la puerta, la mujer escucha sus lamentos, mientras sus propias lágrimas se deslizan silenciosas y solo puede permanecer allí, en silencio, oculta, velando por el otro en secreto. Esperando que el momento pase, porque no hay nada que ella pueda hacer, aunque quisiera con todo su ser poder consolar al otro, pero su corazón está tan destrozado como el de él.

 

En algún momento, la desesperación cede, el dolor se vuelve un poco más soportable y siente que puede hacerle frente nuevamente, los jadeos vuelven a ser respiraciones constantes y su cuerpo vuelve a responder. 

 

Se sienta en la cama y lleva sus manos temblorosas a su rostro borrando con ellas la evidencia de sus lágrimas. Se levanta y camina lentamente hacia la ventana, el sol asomando por el horizonte parece saludarlo desde lejos, como burlándose de él. Se queda allí parado observando hasta que siente que no puede soportarlo. 

 

_ Phaya. 

 

La suave voz de la abuela lo trae de vuelta a la realidad y se voltea para verla parada en la puerta de la habitación, cada día se ve un poco más frágil, más débil, como si el peso de todos sus años se hubiera asentado en sus hombros de repente, y esto es algo que preocupa demasiado a Phaya, la pérdida había hecho estragos en ella y aún estaba allí, dispuesta a cuidar de él. 

 

Sabía que ella también había estado llorando, aunque había sido cuidadosa en ocultar sus lágrimas, sus ojos aún permanecían enrojecidos y húmedo, su voz sonaba igual de marchita que la mirada en sus ojos aún cuando intentaba ocultarlo con una pequeña sonrisa. 

 

_ Abuela. 

 

_ Te preparé el desayuno hijo. Es hora de levantarse. 

 

Su voz trae un poco de consuelo a Phaya, se aferra con fuerza a lo único que le queda de él. Es una promesa que le hizo en su interior, cuidaría a su abuela cómo no pudo hacerlo con él, no permitiría que algo malo le sucediera y tampoco la dejaría sola. 

 

Camina hacia ella para tomar suavemente sus manos juntas, agachándose un poco, apoya su frente en las manos de la pequeña mujer. 

 

_ Gracias _ Susurra cargado de sentimientos y ambos saben que es una palabra que abarca demasiado como para expresarlo con simples palabras. 

 

_ Vamos, vamos, es tarde. Tienes que comer algo o enfermarás. 

 

Entonces ambos salen de la habitación, Phaya pasa su brazo sobre el hombro de la anciana mujer, buscando brindarle el consuelo que sabe que necesita, y buscando consolarse a sí mismo en el proceso, los dos avanzan lentamente por aquellos pasillos, en aquella casa plagada de recuerdos, de vivencias al lado de aquella persona que les ha sido arrebatada y a la que aún esperan ver regresar. 

-

-

 

El viento parece soplar un poco más fuerte esta vez, aparta la mirada del camino frente a él para mirar hacia el cielo. Oscuras y pesadas nubes se vuelven cada vez más espesas anunciando la lluvia que se avecina, ésta parece ser una de esas tormentas furiosas cómo las que suelen darse de vez en cuándo. 

 

Pero no puede detenerse, sabe que es peligroso, pero a pesar de saberlo, continúa su camino para llegar a su destino. Siempre es el mismo. 

 

El río se ve aún más lúgubre ese día, sus aguas se agitan furiosas debido al viento que empeora a cada segundo, las nubes ahora cubren todo el cielo y la tarde se vuelve más oscura, aún es temprano, pero de alguna manera todo parece más sombrío de lo normal. 

 

Su vista viaja hacia el río frente a él, hay algo diferente esta vez, algo que no puede explicar, una urgencia diferente a la de siempre que lo incita a sumergirse en él. Algo que lo llama, pero no cómo antes, no es igual, antes le resultaba terrorífico, le quitaba la voluntad y lo incitaba a hundirse en su oscuridad hasta quitarle la respiración y perderse en su infinidad. 

 

Ahora se siente de otra manera, esta urgencia no tiene nada que ver con aquella, se siente simplemente como un llamado, un tirón a su corazón que lo llama, como el canto de una sirena. 

 

Y tal vez ha comenzado a enloquecer, tal vez, finalmente, su cordura se está dando por vencida, pero no puede renunciar a este llamado, a esta pequeña chispa que arde en su oscuridad. 

 

Sus pasos lo llevan hasta la orilla, ni siquiera se preocupa por quitarse las botas o algo de su ropa, después de todo, la tormenta parece estallar en cualquier momento y terminará empapado de camino a casa. 

 

El agua entra en contacto con su piel y nunca la había sentido tan helada, tan fría que parecen miles de agujas clavándose en sus pies y pantorrillas a pesar de ir totalmente cubierto. 

 

_ ¡¡Phaya!!... 

 

El viento azota más fuerte, las aguas se agitan todavía más, el llamado se hace más urgente. A lo lejos puede oír a alguien mencionando su nombre, pero no puede distinguirlo con claridad. 

 

Hay algo allí. 

 

_ ¡¡¡¡Phayaaa!!!!!

 

¿Qué es? 

 

Un poco más cerca. Solo un poco más. 

 

Hay algo más allí. Un reflejo. 

 

Pero... ¿Qué?

 

_ ¡¡¡PHAYAAA!!! 

 

De repente se ve arrastrado hacia atrás, la voz resuena en su oído y el reflejo frente a él desaparece cómo si nunca hubiese existido. 

 

¿Acaso lo había hecho en realidad? ¿Acaso era real? ¿O solo había sido producto de su imaginación?

 

No. No. No. 

 

Espera. Espera. 

 

La desesperación vuelve de nuevo y lucha contra esos brazos que lo aprisionan, buscando liberarse para correr de nuevo hacia el agua. La tormenta ruge furiosa y las gotas heladas se precipitan sobre él cómo si hubiesen estado esperando ese momento, la lluvia obstaculiza su visión y ya no distingue mucho más. 

 

_ ¡¡Phaya, detente!!_ alguien grita._ ¡Ya basta!. Phaya. Es peligroso. 

 

_ Déjame ir. Suéltame. Tengo que ir. Hay algo... 

 

_ !!No hay nada!! ¡¡PHAYA, NO HAY NADA!! ¡¡MÍRAME, NO HAY NADIE MÁS AQUÍ!!_ Grita tomando su rostro para obligar al otro a mirarlo _ Solo tú y yo. Nadie más, Phaya. _ susurra con voz temblorosa.

 

_ P'Yai. _ Hay tanto dolor en su voz, en sus ojos, que Yai siente que no puede soportarlo y se pregunta cómo el otro puede hacerlo, lleva sus manos al cuello de Phaya hasta que éste apoya la frente en el hombro del mayor, totalmente derrotado.

 

A su alrededor los truenos resuenan mientras los relámpagos iluminan el cielo, la lluvia es cada vez más fuerte al igual que el viento y sabe que es peligroso mantenerse afuera. 

 

_ Vamos Phaya, tenemos que volver a casa. 

 

_ P'Yai... Tengo que... 

 

_ No ahora, Phaya. Es peligroso. La tormenta está empeorando. 

 

_ Pero... 

 

_ ¡¡Phaya!! Si entrás ahí ahora el río te arrastrará con él._ El nudo en su garganta empeora_ No hagas esto, Phaya. Por favor. Vamos a casa. Estás preocupando a la abuela. 

 

Phaya quiere seguir discutiendo, no quiere marcharse, pero hay algo en la voz de Yai, suena como un ruego, a punto de romperse, llena de impotencia, ésto no hace más que hacerlo sentir egoísta y miserable. Así que tiene que ceder porque no es el único que está sufriendo. 

 

Los dos caminan a casa sin decir demasiado, no hay mucho que pudiesen hablar o que alguno de los dos quisiera escuchar en ese momento.

 

Phaya mira por última vez el río a sus espaldas pero ya no puede distinguir nada, solo las aguas que siguen agitándose por el viento 

 

Espérame.

 

-

 

-

 

_ ¿Entonces vas a renunciar?

 

El mayor suena incrédulo, enfadado con el otro. 

 

Phaya solo permanece de pie sin prestar demasiada atención, su vista se mantiene fija en la ventana, hacia el camino que lleva al lago. Su desinterés solo aumenta la impaciencia del otro. 

 

_ Phaya... No puedes hacer esto. No puedes dejar tu vida de lado de esta manera. 

 

_ No lo estoy haciendo. Estoy bien aquí. 

 

_ ¿Estás bien? Pues no parece que lo estés Phaya. ¿Te has visto en un espejo? Luces miserable. 

 

El otro ni siquiera se inmuta ante sus palabras, Yai siente que está hablando con un muñeco, un cascarón vacío y sin alma. Sin ganas de vivir.  

 

_ Me quedaré aquí P'Yai. Se lo comuniqué al capitán hace unos días. Envié mi renuncia. Me quedaré aquí y cuidaré a la abuela, no puedo dejarla sola. 

 

_ ¿Realmente eres capaz de cuidarla Phaya? ¿Eh? Dime. ¿Qué es lo que estabas haciendo hace rato? 

 

Y no quiere acusarlo de ésta manera, pero necesita que el otro entre en razón, porque verlo así, totalmente miserable, auto destruyéndose de aquella manera, es algo que ya no puede soportar. Salvar a Phaya, incluso de sí mismo. Se lo debe a su querido Nong. 

 

_ ¿Crees que él hubiera querido esto? 

 

Algo flaquea en la expresión del otro y le da a Yai un poco de esperanza. 

 

_ Phaya, piénsalo, él no querría que... 

 

_ Él no querría que su abuela se quedara sola, él la amaba, estoy seguro de que estará feliz de saber que estoy aquí con ella. 

 

_ ¿Y tu familia qué? Tu abuela, tu hermana. ¿Haz pensado en ellas? ¿Crees que Tharn estará feliz con eso? 

 

Tharn

 

La sola mención de su nombre hace estragos en él, todo su cuerpo se estremece, sus manos se cierran en puños hasta que sus nudillos se vuelven casi blancos mientras aprieta su mandíbula para soportar el latigazo de dolor. 

 

El mayor lo ve reaccionar de tal manera y se siente tan culpable, pero no puede flaquear ahora, porque necesita sacar al menor de ese espiral de autodestrucción en el que se a recluido voluntariamente. 

 

_ He notado que ya no pronuncias su nombre. 

 

_ Te equivocas. 

 

_ ¿Realmente lo hago?_ Presiona._ Entonces dilo Phaya. _ Se acerca a él y lo toma del brazo obligando al otro a apartar la mirada de la ventana _ Dilo. 

 

_ Ya basta P'Yai. Te lo dije, no voy a regresar..._ Intenta apartarlo de un empujón, pero el mayor en más grande, más pesado y en esos momentos, más fuerte que él._ Déjame ir. 

 

_ Di su nombre Phaya. No voy a soltarte hasta que lo hagas._ Dice apretando los dientes. Los dos siguen forcejeando y sus voces comienzan a ser más fuertes.

 

_ Suéltame P'Yai. 

 

_ No. Dilo. ¡¡DILO!!_ su paciencia se ha terminado, su grito resuena igual que los truenos que continúan en el exterior. 

 

_ Tharn..._ Sale como un susurro lastimero que se arrastra por sus labios.

 

_ ¡¡YAI!! _ La abuela y su esposa lo miran consternadas desde la puerta de la habitación _ ¿Qué estás haciendo?

 

Entonces entra en razón, afloja su agarre y de alguna manera el menor termina en el suelo casi de rodillas, como si hubiera perdido sus fuerzas, como si la simple mención de ese nombre pudiese consumirlo de tal forma. La abuela se apresura hacia él intentando ayudarlo.

 

_ Phaya _ la mujer parece al borde del llanto.

 

_ ¿Estás feliz ahora?_ Le dice desde el suelo clavando su mirada en la suya, pero no puede soportarla demasiado, no había nada allí además del dolor, como si ya no quedase nada más por ser salvado, como si el otro hubiese dejado ir completamente su ganas de vivir. 

 

¿Quién era esta persona? No puede reconocerla. No había forma de que el Phaya que había conocido se hubiera transformado en esta cosa.

 

¿Acaso ya no había nada en él que pudiese ser salvado?

 

Los sollozos escapan de sus labios y siente que podría llorar como un niño al sentir los brazos de su esposa a su alrededor. Y se siente tan culpable por haber llevado al otro hacia el extremo de aquella manera. 

 

Te extraño, Tharn. 

 

Perdóname, tal vez no puedo salvarlo. 

-

 

Otra pesadilla. 

 

Pero ésta no es como sus pesadillas habituales, aunque su inconsciente parece haber recreado este espacio para atormentarlo, el espacio es el mismo, infinito, solo él y nada más a su alrededor, solo su reflejo en el agua a sus pies y el reflejo de todas esas nubes de colores granate que siempre parecen estar más cerca de lo que realmente lo están. Todo permanece quieto y en silencio.

 

Te amo.

 

Esa voz.

 

-¿Tharn?

 

Siempre te he amado. 

 

La voz se hace cada vez más lejana. 

 

-No. No te alejes.

 

Y siempre te amaré.

 

-Tharn...

 

Llama mientras camina desesperado de un lado al otro.

 

-Por favor. Por favor. Vuelve. 

 

Lo prometo. 

 

-Te extraño. Te amo. Vuelve.

 

Pero ya no está, se ha ido. El silencio vuelve a reinar mientras se deja caer de rodillas. 

 

- Por favor. 

 

De repente algo pasa, los colores cambian, todo se vuelve sombrío, cómo si la tormenta se hubiese trasladado a sus sueños. 

 

~El río~

 

~Ve al río~

 

Apenas puede distinguir aquella voz que llega hasta él como un susurro. ¿Quién es?

 

¿Tharn?

 

Tharn

 

_ ¡¡¡THAAAAARNNN!!!

 

Su grito despierta a todos en casa, al mismo tiempo, su ventana es azotada por el viento y heladas gotas de agua se meten en su habitación, afuera la tormenta ruge furiosa. 

 

El río. 

 

El río. 

 

Ve al río. 

 

_ Tengo que ir al río...

 

Intenta salir de su cama, pero su cuerpo se encuentra totalmente enredado entre las sábanas debido a sus pesadillas, su desesperación no le permite pensar con claridad y termina cayendo de bruces en el suelo. El golpe alerta a los demás que se apresuran para averiguar qué está sucediendo. 

 

_ Phaya... _ Yai mira al otro en el piso intentando liberarse y se apresura hacia él para quitarle las sabanas de encima._ Phaya...

 

_ El río P'Yai... Tengo que ir al río._ Dice antes de encarar hacia la puerta. 

 

Yai se queda perplejo en la habitación mientras el otro se dirige a la salida, con los pies totalmente descalzos y con muy poca ropa. 

 

_ ¡¡Hijo!!... No vayas... es peligroso..

 

La voz de la abuela saca a Yai de su estupor y corre para detener al otro, pero es demasiado tarde. Un relámpago lo ilumina todo, dejando ver la espalda del otro que desaparece a la distancia. 

 

Ve a la abuela llorar en brazos de su amada Sand y ésta lo mira sin saber qué hacer. 

 

_ Iré por él abuela. Todo estará bien. Lo traeré de vuelta. No te preocupes. 

 

Apenas alcanza a ponerse sus zapatos y una chaqueta antes de salir disparado en la misma dirección, la lluvia sigue siendo abundante y no puede distinguir correctamente en la oscuridad, pero sigue corriendo sin permitir que el terror que siente paralice su cuerpo. 

 

No puede perder a otro hermano, no puede permitir que algo malo le sucediera a Phaya. Tharn jamás se lo perdonaría, tampoco su abuela ni la familia del otro.

 

Él mismo, jamás se lo perdonaría.

 

No es consciente del camino, todo es oscuridad a su alrededor, pero a medida que continúa avanzando, el sonido de las aguas del lago se hace más fuerte y nunca había estado más feliz de oirlas. Está cerca. Solo un poco más. 

 

_ ¡¡¡Phayaaa!!_ Grita mientras busca desesperado en la oscuridad. Sus ojos buscan a su alrededor sin encontrar nada. _ ¡¡¡Phayaaa!!! ¿¿Dónde estás??

 

Entonces lo ve, en el río, caminando hacia el fondo con el agua casi en la cintura. Sigue lloviendo, el agua se mueve furiosa a su alrededor pero el menor sigue adentrándose hacia lo profundo lentamente. 

 

_ ¡¡¡PHAYAAA!!!_ Vuelve a llamar pero el otro no parece dispuesto a escucharlo.

 

Desesperado solo puede pensar en correr hacia él para arrastrarlo de vuelta a casa, pero en cuanto sus pies tocan el agua algo le impide avanzar. Mira sus pies horrorizado. 

 

Nada

 

No hay absolutamente nada. Y lo intenta de nuevo para obtener el mismo resultado. No puede moverse, no puede avanzar, solo puede permanecer allí anclado a la orilla observando al otro alejarse cada vez más. 

 

Así que grita, llama al otro una y otra vez hasta destrozar su garganta, con la esperanza de ser escuchado, con la esperanza de que el otro volviera de una vez. 

 

Pero Phaya ya no lo escucha. Ya no escucha nada a su alrededor, su mirada se mantiene fija al frente, está perfectamente consciente pero se rehúsa a apartar la mirada por temor a perderse algo, un movimiento, lo que sea. 

 

El agua helada cubre la mitad de su cuerpo y la lluvia que cae sobre él termina de empaparlo por completo, pero no le importa, ni siquiera el viento helado que choca contra su rostro. Solo puede avanzar, seguir ese llamado que siente en su pecho, obedecer a esa voz distorsionada que llega a sus oídos. 

 

De un momento a otro sus pasos se detienen, intenta avanzar pero hay algo que se lo impide, el agua ya casi pasa su cintura y no le importa, aun así intenta seguir avanzando, pero no puede, una fuerza desconocida parece frenar sus pasos como si estuviera consciente de que ir más allá podría ser peligroso para él. 

 

Y ahí estaba de nuevo. 

 

Aunque exigiera sus ojos al máximo, apenas podía distinguir algo, pero estaba seguro esta vez, había algo más, que parecía refugiarse en la oscuridad para acercarse a él y obstaculizar su visión. 

 

Pero aunque no pudiera verlo, Phaya podía sentirlo. Acercándose a él lentamente, despacio. Cada vez más cerca. 

 

De pronto lo siente, choca contra sus manos, llega hasta él flotando suavemente sobre el agua. Sus ojos se entrecierran confundidos.

 

¿Qué era aquello? ¿Una especie de canasta? ¿En medio del río y en la tormenta? ¿Cómo había llegado allí? 

 

En la oscuridad ni siquiera puede distinguir nada, como si sus ojos estuviesen vendados por un halo de oscuridad. La canasta se siente un poco pesada y se pregunta cómo es que aún permanecía intacta aún cuando el río se agitaba y se sacudía de aquella manera. 

 

¿Acaso este era el motivo por el que había sentido la necesidad de correr hasta allí? ¿Esta pequeña cosa era algo debía recoger? ¿algún tipo de señal? 

 

Y no puede evitar sentirse decepcionado. 

 

Por un momento había pensado que... 

 

Un trueno resuena por el cielo, seguido de un relámpago que lo ilumina todo por unos segundos. El viento se arremolina furioso una vez más y luego simplemente se detiene, cómo si nunca hubiese existido allí. Phaya levanta la mirada nuevamente pero sólo puede distinguir una silueta borrosa que se sumerge hacia la profundidad. 

 

Pero en el momento en el que intenta ir más allá su movimiento sacude bruscamente la canasta en sus manos entonces lo escucha. 

 

Ésta vez fuerte y claro. 

 

Yai siente que podría enloquecer, en algún momento había dejado de ver al menor. Como si algo lo hubiera envuelto en penumbras para evitar que lo viera y no sabe exactamente cuánto tiempo llevan así cuándo de repente la tormenta parece calmarse, ya no hay viento, y todo permanece en silencio, la tormenta parece en calma ésta vez, como si la lluvia fuese a parar en cualquier momento. 

 

Siente su cuerpo libre nuevamente. Pero se queda allí parado, cuando ve al menor volver a la orilla sosteniendo cuidadosamente algo en brazos. Algo que no distingue hasta que el otro se acerca un poco más. 

 

_P'Yai_ Susurra al llegar a él y se siente como un deja Vu.

 

Pero es diferente esta vez, algo en el menor se ve totalmente diferente, como si de repente se hubiese encendido una pequeña luz en su interior. Una pequeña luz que parecía decidida a luchar con las sombras. 

 

Hay una sonrisa en el rostro de Phaya. Es la primera sonrisa que Yai ha visto en él desde hace mucho tiempo. Lo ve sonreír y llorar al mismo tiempo, de repente le envía una mirada aterrorizada cuando sus rodillas comienzan a ceder y lo ve ajustar el agarre como si temiera soltar aquello que sostenía con tanto ahínco. 

 

Sus piernas responden de inmediato y llega en el momento justo para sujetarlo y mantenerlo de pie. 

 

Un pequeño movimiento llama su atención. Entonces puede verlo. El pequeño bulto en brazos de Phaya. 

 

Sus ojos se abren enormes e incrédulos y chocan con los del menor buscando una explicación. 

 

La lluvia se detiene. 

 

En medio de la noche un agudo llanto irrumpe el silencio.

 

Fuerte y claro...

-

-

(...)

Chapter 3: Nirin

Chapter Text

 

~ ¿Qué has hecho? ~

 

Lo sabía. 

 

La había descubierto.

 

Incluso más rápido de lo que había esperado. Pero por supuesto, no podía ser de otra manera. No viniendo de él. 

 

~ Lo correcto. ~

 

La mirada en sus ojos es casi insostenible, la rabia en ellos casi parece desbordarse como si fuese lava ardiente, dispuesta a arrasar con todo a su paso. 

A pesar de ésto se niega a apartar la mirada. No ésta vez. Aunque el agarre de las manos ajenas en sus brazos se vuelva cada vez más cruel y las marcas se se hagan más notorias. 

 

~ ¿Te atreves a traicionarme? ~ 

 

Parece desquiciado, casi al punto de perder el control, apretando los dientes como si masticara cada palabra antes de dejarla salir. 

Probablemente solo deba detenerse pero necesita mostrarle al otro que tiene razón, que aún puede remediar todo el dolor que habían provocado. 

 

~ No pertenece aquí, ninguno de los dos. 

 

Su mirada se torna borrosa, poco a poco la conciencia se escapa de sí a medida que la mano en su cuello le quita la respiración. 

Ambas miradas se mantienen, ancladas la una a la otra, y se pregunta dónde quedó la persona que había amado alguna vez. 

El dolor, la culpa son mucho más grandes que su amor, que la obsesión que alguna vez hubiera sentido por esta persona que hoy le resulta desconocida. 

Mientras pierde el conocimiento piensa que volvería a hacer lo que hizo una y otra vez, si eso implicaba arreglar solo un poco de lo malo que había sucedido por su culpa. 

 

~Perdoname Wansaarat~

-

-

 

A medida que pasan las horas, las cosas parecen un poco más irreales para todos en aquella casa. 

En el centro de la habitación y a la vista de todos, Phaya permanece de rodillas en el suelo mientras apoya sus brazos en la improvisada cuna. De vez en cuando una de sus manos se posa en las suaves y rosadas mejillas o se pasean por los diminutos dedos de sus manos disfrutando plenamente de las tiernas reacciones de ese pequeño ser ante el tacto desconocido. 

La mira fijamente, como si temiera que de un momento a otro, la pequeña criatura, pudiese simplemente desaparecer. Observa cada detalle y la encuentra cada vez más hermosa, más irreal, más especial. Y es que hay algo en ella que lo tiene maravillado, lo llena de un sentimiento cálido y reconfortante. 

Como si fuera un cálido rayo de sol derritiendo la frialdad alrededor de su corazón. Una pequeña chispa que pareciera tener el poder suficiente para espantar las sombras que lo atormentaban. 

Con cada minuto, cada segundo que pasa, se le hace aún más imposible el simple hecho de apartar la mirada, aunque ciertamente, ni siquiera lo intenta, tal vez podría quedarse viéndola para siempre, sin pestañear, tratando de grabarse en sus ojos y en su mente cada detalle, cada pequeño cambio, absolutamente todo. 

Y a medida que lo hace, mientras más la observa, su mente grita, exclama a viva voz una sospecha, un susurro que su corazón se niega siquiera a asimilar porque se niega a sentir más dolor, inconscientemente parece, finalmente, estar cerrándose ante una nueva posibilidad de salir lastimado. 

Entonces lo ignora. Decide ignorar, porque de esa manera, ese sentimiento cálido no se transforma en amargura. Decide ignorar porque así es más fácil y puede seguir viéndola sin que el parecido le estremezca el corazón. Puede ver sus pequeños ojos de ese color extraño mirarlo fijamente como si él también llamase su atención y no pudiese dejar de mirarlo, puede seguir viendo el lunar debajo de su ojo, justo en el mismo lugar, incluso sus pequeños labios que parecen tener la misma curvatura, o sus negros cabellos contrastantando con su palida tez, o sus rosadas y gordas mejillas, tan suaves como la seda más fina, puede seguir viéndola de esa manera, sin empañar sus sentimientos.

Absolutamente todo en ella era perfecto, Phaya jamás había visto una criatura tan perfecta.

 

No. Si lo había hecho. Por supuesto que sí. 

 

El recuerdo llega a su mente, sin permiso, sin aviso previo, sólo llega a él de pronto acompañado de un sentimiento doloroso y agridulce que lo obliga a cerrar los ojos ante la avalancha de sentimientos que trae consigo. 

Ambos entrelazados, siendo felices, aquella primera vez, cuando se había sentido tan dichoso de tenerlo finalmente entre sus brazos, amándolo, siendo uno mismo después de lo que habían parecido demasiadas vidas alejados el uno del otro. 

Cuando el rostro sonriente, la mirada saciada y llena de amor del otro se desvanecen detrás de sus pupilas, es entonces, cuando solo queda abrir sus ojos a la realidad otra vez. 

Pero sus ojos  vuelven a cerrarse por un segundo, tratando de desdibujar, de borrar la imagen que parece superponerse ante él cuando esos ojos, en ese pequeño rostro tan parecido al de sus recuerdos, le devuelve la mirada. Una mirada llena de inocencia, pura y cálida.

Así que, una vez más, se obliga a ignorar este hecho, el parecido inexplicable y extraño entre los dos. Por ahora solo puede concentrarse en esa pequeña criatura, lo demás, puede esperar, un poco más. 

Había estado ignorando a todos, evitando preguntas de las que ni siquiera él tenía respuestas. ¿Lo creerían loco si les dijera la verdad? Probablemente sí. ¿Quién iba a creer que esa pequeña niña había llegado flotando hasta él en aquel río y en medio de una tormenta como aquella? Conocía la respuesta. Nadie. 

Porque era imposible, ilógico. Pero para él, ya no había nada extraño, no después de lo que él mismo se había visto obligado a sobrellevar, después de todo aquello de lo que había sido testigo.

Sus ojos se cruzan con los de Yai que se mantiene al otro lado de la habitación con la mirada fija en él, puede ver la cantidad de preguntas que bailan en su mirada esperando ser formuladas pero se mantiene callado, lo hace desde el momento justo en el que tuvo que sujetar al menor evitando que se derrumbara en aquel lugar, desde el momento en que el llanto de la pequeña niña en los brazos del otro irrumpiera la noche. 

El mayor solo lo observa desde lejos, mantiene el mismo silencio desde que llegaron con la pequeña bebé apenas cubierta por aquella chaqueta, tampoco ha quitado la mirada de ninguno de los dos, se mantiene firme parado junto a la puerta, vigilante y alerta, como si estuviese dispuesto a neutralizar cualquier tipo de amenaza, hay algo inexplicable que ni siquiera él puede comprender del todo, como un hilo muy fino e invisible que lo une a ese pequeño ser desde el momento justo en que esos pequeños ojos se posaron en él, como si hubiese atrapado su alma en su pequeño puño y se negase a soltarla. 

El sentido del deber, de lealtad hacia la pequeña niña le parece ridículo y a la vez tan inquebrantable que no le encuentra lógica razonable, pero está allí, haciéndose cada vez más fuerte con cada latido, estableciéndose en su corazón, echando raíces como si siempre hubiese estado allí.

Y no puede evitarlo, la comparación, ese sentimiento tan cálido y familiar, el mismo sentimiento que solo una persona había podido despertar en él, la misma lealtad, el mismo cariño, el mismo deseo protector, como si fuera un guardián nacido sólo para preservar su bienestar.

Y había fallado. Miserablemente. Sin saber exactamente cómo, pero ésta vez, no pasaría, no fallaría de nuevo…

Cuando Tharn había desaparecido se había sentido tan miserable, como si un pedazo de su alma hubiera sido arrancado de él, había sentido el momento justo en que su imaginario lazo unido en su corazón se había desbaratado casi hasta desaparecer, y nadie le había dicho nada, ni Phaya o la abuela se habían visto en condiciones de explicar que estaba sucediendo, sólo había tenido que aceptar que su hermano había desaparecido de la noche a la mañana sin dejar un solo rastro más que un hombre destrozado detrás. 

El menor parecía un muñeco sin alma que sólo sabía repetir que se lo habían llevado para luego recorrer los caminos como un alma en pena y arrojarse a las aguas del lago cada día, buscándo. Lo había visto sumergirse en la amargura, en la pena y el dolor de perder a quién amaba y no había podido soportarlo, perder a su hermano ya había sido demasiado doloroso para él también. 

Se sentía tan culpable por haber abandonado a su suerte a la persona por la que Tharn había luchado tanto por mantener a salvo así que se había hecho la promesa de seguir cuidando del menor en su ausencia. 

Y ahora ese sentimiento parecía haberse multiplicado, como si proteger a esas dos personas en medio de la habitación fuera su completa responsabilidad, un deber únicamente suyo. 

Desde hacía apenas algunas horas, después de la apresurada huida de Phaya hacia el lago, la casa antes vacía, parecía haberse llenado de gente alertada ante su pequeño y temerario acto de salir disparado ante semejante tormenta. Tanto la abuela como Sand se habían tomado las molestias de poner en conocimiento a su familia de lo ocurrido así que, en cuanto la tormenta había amainado, tanto su propia abuela como su hermana se habían hecho presentes en el lugar. Sus semblantes de preocupación lo habían hecho sentir tan culpable por un momento, más no podía arrepentirse del todo, no si eso significaba cambiar los acontecimientos que los habían llevado a aquella situación. 

 

_ Phaya, hijo. ¿De dónde sacaste a la niña? Necesito que lo pienses claramente. 

 

La voz de su abuela trata de ser lo más conciliadora posible, Phaya siente como si le estuviera hablando con demasiado cuidado, cómo si fuera a perder el control y salir disparado en cualquier momento. 

 

_ Estaba durmiendo abuela. Tuve una pesadilla y me desperté en medio de la noche, entonces la oí llorar. 

 

Su mirada busca inmediatamente la de Yai, puede ver el reconocimiento en sus ojos. 

 

_ Con semejante tormenta no podrías haber escuchado nada Phaya.

 

_ ¿Insinúas que estoy mintiendo, Dao? 

 

_ Por favor, todos deben tranquilizarse. Cariño, tú estuviste ahí. ¿Qué sucedió?._ Sand trata de mantener la calma mientras toma la mano de Yai entre las suyas.

 

_ Phaya la tenía en brazos cuándo lo encontré, no sabemos cómo fué que llegó allí, no había nadie más en el lugar. 

 

_ Es imposible. Una niña tan pequeña no pudo haber llegado allí sola. 

 

_ No la secuestré. Si es lo que intentas decir._ Dice de mal humor.

 

_ ¡Phaya! Dao jamás diría algo cómo eso._ La voz agitada de Pharanee se levanta para encarar a hermano intentando  defender a la joven que permanece cruzada de brazos de pie a unos metros del mayor. 

 

_ Basta los dos, paren. Por favor Phaya, tu abuela no se siente bien. Vamos a calmarnos todos. 

 

_ Le pedí ayuda al equipo, Sing se comunicó con las autoridades, no hay registro de ningún menor perdido en un radio de veinte mil kilómetros a la redonda. Ni siquiera hay registros de nacidos que correspondan con su descripción. 

 

Yai lo había comprobado estaba seguro de que si había algún tipo de información de la niña, sin duda, Sing lo habría encontrado, pero no había nada, como si hubiera aparecido allí por arte de magia. 

 

_ Phaya.

 

_ Abuela. Yo… Voy a quedarme con ella_ Clava la mirada en ella, después de lo que parecían años de haberla visto por última vez, desde ese día en que se había negado tajantemente a volver a casa con ella decidiendo quedarse en aquel lugar. Está seguro de haber roto un poco su corazón en aquel momento y es algo que nunca se perdonaría del todo, pero no cambiaría su decisión. 

 

La temblorosa mujer se desploma en el sofá detrás de ella lentamente con ayuda de su nieta que la mira al borde de las lágrimas. 

 

_ ¡Abuela, abuela! Está bien, tranquila, le hará mal a tu corazón.  

 

_ Estoy bien. Estoy bien, solo necesito un minuto._ Trata de tranquilizar a la llorosa y preocupada chica que intenta ayudarla. 

 

_ ¿Vas a quedarte con ella? ¿En qué estás pensando Phaya? Es una niña, una pequeña persona. 

 

_ Eso no es algo que te incumba a tí. Ni siquiera tendrías que estar aquí, esto no te concierne. 

 

_ Oh. Por supuesto que lo hace, desde el momento en que decidiste abandonar a tu abuela y a tu hermana, desde el momento en que me he tomado la tarea de cuidar de ambas porque tú estás demasiado cegado en tu egoísmo como para preocuparte por algo más aparte de tí. 

 

_ Cállate, tú no sabes nada. Yo no te pedí que lo hicieras. El que tengas una relación con mi hermana no te da ningún derecho de entrometerte en mi vida. 

 

_ Esto no se trata de la relación que Pharanee o yo tengamos, sino de que soy tu amiga, fuimos amigos durante muchos años y no te reconozco, Phaya. No reconozco a esta persona lamentable en la que has decidido convertirte. Mírate ¿Crees que serás capaz de cuidar de ella después de que abandonaste a tu propia familia? ¿Y por qué? ¿Solo por una persona que ya no está y que ya no estará? 

 

_ Será mejor que te calles ahora._ De un momento a otro se pone de pie para enfrentar el ataque de la otra, la mira con resentimiento, con rabia apenas contenida. 

 

_ ¿Por qué? ¿Acaso no es cierto? Ya no está Phaya. Se ha ido. Han pasado los meses, es hora de que entiendas que no va a volver y de que retomes las riendas de tu vida nuevamente, al lado de tu familia, como corresponde._ La mirada en los ojos del otro casi casi le produce temor, Phaya nunca la había mirado así, no a ella. 

 

_ Tu…_ Dice entre dientes antes de avanzar hasta ella en grandes y furiosas zancadas para tomarla fuertemente del brazo llevándola a la salida. 

 

_ ¡PHAYA! ¿Qué estás haciendo? ¿Suéltala? Phi, por favor no hagas esto.

 

Pharanee nunca había visto a su hermano tan furioso como ahora, solo puede tirar de su brazo intentando que aflojara el agarre sobre Dao. Sin embargo el otro solo se detiene una vez que los tres están fuera de la gran casa, a lo lejos puede oír el pequeño y agudo llanto que lo hace querer volver corriendo al lado de la dueña de tal lamento. 

 

_ No quiero que vuelvas aquí de nuevo. No me importa lo que creas, no vas a faltarle el respeto a esta casa y a la abuela de ésta forma. 

 

_ ¿Y qué harás, Phaya? ¿Vas a quedarte aquí para siempre? ¿Esperando por alguien que jamás va a regresar?

 

_ Te lo dije, eso no te concierne. Es mi decisión. Lo que yo decida es asunto mío, de nadie más. _ Dice antes de voltearse para volver adentro una vez más, pero la voz de la otra persona lo detiene.

 

_ Phaya… 

 

_ No hagas esto DujDao.  No espero que lo entiendas y te agradezco que cuidaras de mi hermana y de mi abuela, pero no voy a dejar que te entrometas en mis decisiones. Solo mantente al márgen. Por todos estos años en los que he cuidado de ti, por el poco respeto queda entre los dos, no sigas diciendo nada más._ Entonces el grito de la pequeña se oye un poco más insistente._ Tengo que volver.

 

_ Esa niña…

 

_ Voy a quedarmela. Haré hasta lo imposible para conservarla, no importa lo que tenga que hacer para mantenerla a salvo. Destruiré a cualquiera que se atreva a intentar alejarla de mí, incluso tú. 

 

Entonces solo camina hacia el interior de la casa nuevamente dejando a ambas paradas en la entrada. 

 

_ Shh tranquila N’Nee, no tienes que llorar, todo está bien. 

 

_ Ese tonto. ¿Te lastimó?_ Una sonrisa enternecida se escapa de los labios de la mayor ante la preocupación de la otra que toma su brazo y revisa una y otra vez la zona donde el otro la había sujetado momentos antes. 

 

Toma sus manos con una de las suyas mientras dirige la otra hacia su mejilla para secar las lágrimas que siguen deslizándose para luego acomodar un mechón rebelde detrás de la oreja de la menor. 

 

_ Estoy bien, Phaya jamás me lastimaría. Fué mi culpa por llevarlo al extremo. Lo siento N’Nee, me excedí demasiado, P’Phaya tiene razón, no puedo entenderlo. Supongo que pedir su aprobación ahora sería demasiado, ¿cierto?._ Intenta bromear para aliviar la congoja de la otra que solo puede largarse a sus brazos y llorar de angustia. 

 

Dao solo la consuela, como lo viene haciendo desde hace un tiempo, trata de contener a esa pequeña mujer que solo parece hacerse más pequeña entre sus brazos y su corazón duele al tener que presenciar una situación como esta nuevamente. 

 

¿Dónde está? Mientras todo se desmorona, ¿Dónde estás? 

 

Espero que sepas lo que estás haciendo, Phaya.

-

-

-

 

Yai mira a la pequeña en sus brazos, ella también lo mira a él, fijamente con esos ojos ambarinos tan inusuales, nunca había visto otros iguales, tampoco había visto a un niño tan pequeño mantener la mirada de aquella forma tan curiosa. 

Y no es como si hubiera estado demasiado cerca de cualquier niño alguna vez, pero no había podido resistir el llanto de la niña que se había desatado en cuanto la presencia de Phaya había desaparecido de su lado. El invisible lazo que parecía unirlos había apretado dolorosamente su corazón y la necesidad de contener a la pequeña lo había atraído hacia ella como un imán, misteriosamente, su presencia parecía ser suficiente para calmar a la niña, o al menos para provocar la suficiente curiosidad como para que dejara de llorar. 

Así que la mece entre sus brazos mientras le regala una sonrisa ante la mirada atenta de su esposa que lo mira enternecida y extrañada ante la nueva actitud de su esposo frente a la situación. La imágen de la pequeña criatura en los enormes y musculosos de su amado le provocan tal ternura que por un momento se permite desear aquello que su corazón tanto anhela pero que veía demasiado imposible y lejano. 

Phaya frena su andar, cierra sus ojos y suspira armándose de valor. El llanto ha dejado de oírse, lo que le provoca un poco de ansiedad, por un momento se pregunta qué haría si al entrar en aquella habitación todo resulta ser sólo producto de su imaginación. Aprieta los puños y finalmente regresa, para su tranquilidad, la pequeña permanece en brazos de Yai mientras éste la mira totalmente embobado. 

Su vista se posa en su abuela que aún permanece sentada en el mismo lugar, ambas mujeres mayores se mantienen una al lado de la otra, con sus manos unidas como si trataran de darse fuerzas, Phaya desearía poder ser capaz de cuidarlas un poco más. Envía una mirada a Yai antes de acercarse a ellas, recibiendo un asentimiento del mayor para luego cruzarse a la otra habitación llevándose con él a Sand y a la niña. 

El menor camina cabizbajo hasta llegar a ellas, luego se pone de rodillas delante de las dos y solo levanta la cabeza para mirarlas a ambas desde abajo, a través de los cabellos que caen sobre sus ojos. 

_ Abuela. Perdoname. He sido un mal hijo yo…_ Una mano en su cabello lo interrumpe, la caricia lo llena de calidez y de remordimiento, aún más cuando puede ver claramente los ojos llenos de lágrimas de su abuela. 

 

_ No te atormentes Phaya. Estás haciendo lo que crees que es correcto. Estoy muy orgullosa de tí._ Lo consuela aún entre sus propias lágrimas. 

 

_ Abuela yo… Quiero quedarme con ella. 

 

Ambas mujeres lo miran, cada una con un sentimiento distinto pero tan parecido a la vez. 

 

_ Es una niña, Phaya. Una criatura. Podría tener una familia buscándola en alguna parte. 

 

_ Sólo me tiene a mí. Puedo sentirlo. Es… Ella me necesita._ Más que eso._ Yo, la necesito. Por favor. Permítanme quedarme con ella. 

 

_ Phaya, hijo… 

 

_ Estaba en el río. Estaba flotando en el río, en medio de la tormenta. Estoy seguro de que algo me la entregó._ Dice al final, no puede ocultarle algo a ellas, de cualquier forma ambas lo saben todo. 

 

_ ¿Estabas en el río?¿Sabes lo peligroso que es?_ Sabía que su abuela estaría alterada cuando lo supiera. _ No puedes entrar en el río Phaya. 

 

_ Está bien, él está bien, no hay peligro mayor, no desde que… _ la anciana mujer pretende consolar a la otra, pero se ve incapaz cuando la realidad en sus palabras golpea su corazón. 

 

_ Estoy bien abuela. Solo… Estaba llamándome, era por ella… No puedo explicarlo, era como si tuviera que estar allí… Como una urgencia. Sé que fué peligroso, pero te prometo, les prometo a las dos, que no volveré a arriesgar mi seguridad de esa manera. 

 

Les dice tratando de tranquilizarlas. Toma las manos de ambas mujeres y apoya su frente en ellas. 

 

_ Así que, por favor, permítanme hacerlo, sé que puedo cuidar de ella. Se que fue puesta en mis brazos por alguna razón. 

 

Su voz suena casi desesperada, como si fuera a romper en llanto en cualquier momento, como si la simple idea de perder a esa niña fuera totalmente inimaginable para él, dolorosa.

La mano de la anciana acaricia suavemente la mejilla de su nieto, algo en la mirada de éste le hace preguntarse qué tan roto se encuentra el otro realmente, cuán destrozada se encuentra su alma, qué tan lúcida se encuentra su cordura y si alguna vez volvería a ver a aquella persona que solía ser antes de perderse a sí mismo, la persona que solía ser antes de perder su corazón. 

Entonces siente que realmente no sería capaz de quitarle a su nieto la única esperanza a la que parece haberse aferrado nuevamente. ¿No sería eso demasiada crueldad de su parte? Su corazón no tenía la fuerza suficiente como para causar tal daño a su amado nieto.

Compartiendo una mirada con la otra mujer que parece estar de acuerdo finalmente concede a su nieto aquello que parece tan empeñado en conservar. 

 

_ Está bien hijo, tienes mi permiso. Tendrás que ser responsable ahora, Phaya. Lo entiendes ¿Verdad? 

 

Por supuesto que lo entiende, pero justo en ese momento, el alivio puede más, solo puede deslizarse hasta quedar sentado en el suelo junto a las piernas de su abuela, apoya la cabeza en su regazo y permanece allí por un rato más. Un largo rato, mientras los dedos de la mujer se pasaban por su cabello en reconfortante consuelo, había olvidado lo mucho que la extrañaba, cuanta falta le había hecho. 

-

-

 

_ Es hermosa, ¿Cierto? Nunca había visto una niña tan hermosa. 

 

Sonríe mientras mece a la pequeña que duerme en sus brazos, su voz suena cargada del más puro cariño. 

 

_ Lo es. Es increíblemente hermosa. Yo… Cuando la miro, es como si…

 

_ No._ Lo detiene abruptamente porque sabe exactamente lo que él mayor está a punto de decir y no se siente listo para escucharlo_ No lo digas P’Yai. 

 

_ Phaya… Nunca me dijiste que fué exactamente lo que sucedió aquel día, pero no voy a presionarte de nuevo. Perdóname, por ser un cretino la última vez…

 

_ Ya no importa, P’Yai. Tal vez algún día pueda decírtelo todo._ Tal vez cuando no resultara tan doloroso que siente que se le corta la respiración. 

 

_Se que hay cosas más allá de lo normal, cosas que desconozco y que se escapan de mi entendimiento, pero te prometo, Phaya, que estaré de tu lado ante cualquier situación y voy a protegerte a ti y a esta niña con mi vida. 

 

Una pequeña sonrisa agradecida escapa de los labios del menor al escucharlo. 

 

_ Nirin._ La palabra sale de sus labios, lentamente, como una pequeña caricia metiéndose por sus oídos hasta llegar a su corazón. 

 

_ ¿Qué? 

 

_ Su nombre. Nirin. A partir de ahora su nombre será Nirin. 

 

_ Nirin _ Repite el mayor._ Bienvenida a casa, Nirin.

 

Y por primera vez en mucho tiempo, Phaya siente que puede volver a sonreír. 

 

_ Si… Estás en casa, Nirin._ Y cómo si respondiera a su nombre, la pequeña despierta de sus sueños para devolverle la mirada_ Estás con papá._ susurra mientras se pasea meciendo a la niña en sus brazos. 

 

La pequeña Nirin suelta un bostezo mientras se acomoda en el pecho de su padre para luego simplemente volver a dormir, tranquila, a salvo. 

Phaya sonríe, mientras siente la calidez reconfortante nacer justo sobre su corazón, en el punto justo donde la pequeña manito se asienta, calidez que recorre todo su ser como un bálsamo de alivio. 

Yai los mira a los dos, la sonrisa en los labios del otro. Después de tanto tiempo, allí estaba nuevamente. 

 

Lo prometo. Voy a cuidar de ambos. 

 

Tharn...

-

-

 

(...)

 

Chapter 4: Reflejos

Chapter Text

En un espacio donde todo parece infinito, donde el agua se extiende sin fin y las pesadas y grises nubes se confunden con su propio reflejo, en ese lugar, una joven permanece, inexplicablemente, de pie sobre ella, como si cuerpo no pesara más que una pluma, como si esa masa líquida se hubiese vuelto sólida sólo para sostenerla.

Mira a su alrededor, camina perdida buscando una salida, pero no hay nada. La desesperación hace presa de ella a medida que los segundos corren. Sus ojos arden y se llenan de lágrimas prontas a derramarse por esas tersas mejillas. 

 

~¿Por qué estoy aquí? ¿Dónde estoy?~

 

~¿Quién... soy?~

 

Entonces lo escucha, al mismo tiempo que una brisa choca en su espalda echando sus largos cabellos hasta su rostro, ese sonido, como los aleteos de un ave, pero con más fuerza, más intensidad, como si fuese una criatura demasiado gigantesca. 

Espera que el temor se haga presente, pero no hay miedo en absoluto, no hay terror, solo una extraña confianza, un extraño sentimiento que la insta a girarse, buscar con sus ojos a tal criatura, la dueña de los aleteos y responsable de esos extraños sentimientos provocados en lo más profundo de su ser. 

Pero cuando lo hace, no hay nada más que un enorme marco con lo que parece ser un espejo, ubicado a unos pocos metros, justo delante de ella. 

Siente curiosidad, necesita llegar a él, como si estuvieran unidos y la estuviera atrayendo de a poco, instándole a acercarse. Camina hasta él y entonces divisa su reflejo. 

 

~¿Esta... soy yo?~

 

Levanta su mano para tocar su rostro, recorre sus facciones apenas rozando su piel con la yema de sus dedos. En el espejo, el reflejo sigue sus movimientos, su mano abandona su rostro y se estira en dirección al cristal como si intentara tocarlo. 

Entonces algo sucede, su imagen ya no está, otras dos personas se reflejan delante de ella.

Sorprendida retrocede un poco sin entender qué está sucediendo, pero no puede dejar de mirar, esas dos personas delante de ella, de alguna manera, llenan su ser de nostalgia. 

 

_ Wansaa

 

Esa voz. ¿Por qué? ¿Quién es? ¿Por qué hace estremecer a su corazón? ¿Por qué siente esa necesidad de correr hacia él, de entrar entre sus brazos y esconderse del mundo?. 

Él se ve tan feliz, radiante. Lo ve tomar la mano de la joven delante de él e inexplicablemente, es como si pudiera sentir la calidez de su tacto en su propia mano. Pero al mirar descubre que no hay nada. 

 

~¿Por qué? ¿Por qué puedo sentirte si no estás aquí?~

 

La chica levanta su rostro para verlo interesada y es cuando puede verla correctamente. Es... como verse a sí misma, parecía como si estuviera viéndose al espejo, pero esta vez, su reflejo tenía sus propios movimientos.

La ve sonreír a la persona frente a ella como si fuera la cosa más preciosa que pudiese existir como si fuera lo único que existía en su mundo. Lo mira con esos ojos cargados de sentimientos que, nuevamente, puede sentirlo, en su alma y en su propio corazón. Los siente tan suyos como de ella, como si compartieran el mismo corazón. 

 

_ Estoy enamorado _ Dice él. El reflejo de la joven parece sorprenderse por un segundo y sus mejillas se tiñen de un leve carmín. 

 

Puede ver la emoción y la expectativa bailando en el rostro de ella, puede sentirlas como suyas. Su corazón enloquece en su pecho justo como parece enloquecer el de aquella mujer en el espejo. 

 

¿Acaso era un recuerdo? ¿Una confesión de amor?

 

_ La amo. Tienes que conocerla._ ¿Qué?_ Dao es preciosa. Se que te caerá bien._ ¿Qué estaba pasando?_ Eres la única que sabe de esto. Eres mi mejor amiga Wansaa. Y...

 

La imágen de ambos desaparece, en el momento justo en que él la envuelve en un abrazo,pero antes, esos ojos, ese rostro que es un reflejo del suyo, le devuelve la mirada, las lágrimas deslizándose por sus mejillas, le regala una pequeña sonrisa con los ojos cargados de dolor. 

Junto con ellos, el espejo también desaparece cómo si fuese polvo arrastrado por el viento, dejando solo pequeños rastros dorados arrastrados por la brisa, al mismo tiempo que la certeza se instala en su conciencia. 

 

Un recuerdo. Eso era. Un recuerdo. Uno demasiado doloroso. 

 

Tan doloroso que parece desgarrar su interior, como si ese joven hubiera metido la mano en su pecho para tomar su corazón y estrujarlo hasta convertirlo en nada.

Inconscientemente lleva su mano hasta su pecho esperando encontrarlo desgarrado y hueco, allí donde su corazón permanecía, sin embargo, todo permanece en su lugar. No existen heridas físicas en su cuerpo que justifiquen su dolor, pero este prevalece volviéndose cada vez más intenso, más cruel, casi insoportable.

Su mente parece envuelta en una vorágine de dolor y pensamientos confusos a medida que los sucesos se acomodan uno tras otro, pronto se siente demasiado aturdida, perdiéndose a sí misma, casi dejándose ir en la inmensidad. 

 

~¿Por qué?~

 

La fuerza la abandona y se deja caer. Sus brazos rodean su cuerpo y sus rodillas tocan el agua a sus pies, mientras se balancea despacio. Adelante. Atrás. Una y otra vez. Como si intentará darse consuelo a sí misma. 

Pero tal consuelo no llega, porque no hay absolutamente nada que pudiese borrar esa imagen, la sonrisa en los ojos del otro, la emoción en su mirada al confesar su amor por otra persona desgarrando su corazón en el proceso. Como un juez implacable, sentenciando su corazón a la miseria con un abrazo que no hace más que pisotear los girones de su amor rechazado sin haber visto la luz. 

 

Pobre alma mortificada, presa del limbo de sus recuerdos. 

 

~¿Por qué?~

 

No puede dejar de preguntarse. Es lo único que corre por su mente confusa mientras la mirada cargada de dolor de aquella mujer en el espejo se niega a marcharse. 

El llanto que sale de sus labios se oye desgarrador, las lágrimas le impiden ver más allá, sus ojos se convierten en cascadas de agua cálida e irrefrenable. Llora más fuerte, sus sollozos llenan el vacío de aquel lugar, haciendo eco en la inmensidad. Tan dolorosos que podrían estremecer a quien los escuchara. 

Pero allí, allí no hay absolutamente nadie más. Esta prisión, este limbo, solo le pertenece a ella. Éste era su Karma. 

 

~¿Por qué no puedes amarme?~

 

Sus ojos se cierran, se siente caer en la inconsciencia pero no tiene miedo, ya no es capaz de sentir algo más como si su cuerpo hubiese sido anestesiado ante cualquier emoción ajena a la agonía.

 

La oscuridad arrastra su consciencia. 

 

Una brisa la envuelve por completo, como un remolino que acaricia su piel y luego, al igual que el espejo, la joven se desvanece en el aire. Como si nunca hubiese estado allí. Todo se vuelve monótono, oscureciendo hasta desaparecer totalmente. Como una luz que se apaga, dando paso a las sombras. 

 

En un espacio donde ya no queda nada. 

 

Solo el eco de una voz, débil, suave, como una brisa. Arrastrándose lastimosamente antes de desaparecer. Fa

 

~Sakunanupparuj... ~

 

Luego, todo lo que queda es oscuridad. 

 

-

 

-

 

 

~Sakunanupparuj... 

 

Un desesperado jadeo escapa de sus labios, se sienta abruptamente en la cama y lleva la mano a su pecho respirando agitado como si el aire no fuera suficiente. 

 

Esa voz... 

 

La misma voz que solía aparecer en sus sueños desde que tenía memoria, desde que era un niño atormentado por pesadillas de ojos verdes que arrastraban su cuerpo reclamando por algo que en ese entonces desconocía. La misma voz que había dejado de escuchar tiempo atrás, solo para ser reemplazada por la de otra persona, la persona que había perdido, la persona que no podía recuperar. 

 

Entonces, ¿Por qué? ¿Por qué estaba de regreso?

 

Suspira frustrado, sus manos barren su cabello con fuerza y se cierran en puños. Su corazón se agita en su pecho con una nueva mezcla de sentimientos que no puede comprender. 

Porque es diferente esta vez, en este sueño que no sabe si llamar pesadilla o no. 

Y es que desde hace un tiempo las pesadillas solían ir y venir, casi habían mejorado, o tal vez, ya estaba acostumbrado a ellas. Por lo menos, ya no solía despertar desesperado entre gritos y sollozos buscando a alguien que no podía encontrar, y quería pensar que los ataques de ansiedad ante el hecho de enfrentar un nuevo día de ausencia también habían disminuido su intensidad, pero lo cierto era que no había sido así, solo se había vuelto un poco más bueno en disimularlas, más silencioso.

Pero todo seguía allí, el dolor, la ansiedad, la desesperación y el desconsuelo, absolutamente todo, como un eco sordo y silencioso que se negaba a mostrar por completo a los demás por temor a preocuparlos.

Sin embargo, en algunas escasas ocasiones en que el subconsciente parecía apiadarse de él, cuando el agotamiento invadía por completo su cuerpo y caía rendido ante el cansancio, su mente parecía perderse ante la oscuridad y apagarse por completo. 

Cuando eso sucedía, solía despertarse al día siguiente sintiéndose un poco más vacío, más solo, como si le hubieran arrebatado un poco más, como si le hubieran quitado esos efímeros momentos que atesoraba incluso aunque trajeran más dolor. 

Porque era a lo único a lo que podía aferrarse, porque prefería engañarse a sí mismo, porque estaba dispuesto a soportar un poco más, si eso le permitía sentir su presencia, su voz, el cálido tacto y la dulzura de sus caricias, incluso si después volvía a perderlo todo y volviese a quedarse solo cuando sus sueños se convertían en pesadillas. 

Entonces sí, estaba dispuesto a abrazar el dolor, solo por ver su rostro una vez más. 

 

Solo por él. 

 

Y es por eso mismo que ya no teme a las pesadillas, son a esas noches sin sueños a las que más teme, al vacío en su corazón cada mañana luego de despertar de ellos, como un pintor que mira un lienzo en blanco incapaz de plasmar una sola pincelada. 

Pero este no parecía una de esas noches vacías de sueños, había sido algo más, y aunque no podía descifrarlo, sabía que no era igual. Está vez se sentía como esos sueños que se pierden en cuanto los ojos se abren y se niegan a volver a la memoria, esos que te mantienen pensando, y te dejan con la incógnita y la necesidad de saber que fueron. 

Se siente como si le hubieran arrebatado un pedazo importante de sus recuerdos, de su memoria. Pero ese sueño no viene cargado con las mismas emociones de siempre, esta vez la ansiedad no se hace presente, como si el sonido de esa voz cargada de sentimientos, de anhelo, fuera un bálsamo de alivio en su corazón. 

Este sueño viene lleno de nostalgia y sentimiento que se mezclan entre calidez y dolor. Nostalgia que lo toma por rehén haciendo estragos en él. 

Sentado en la cama, con los pies descalzos apoyados en el suelo helado, extiende su brazo hacia el cajón de la pequeña mesilla de luz a su lado y por primera vez desde hace un tiempo, saca de allí lo que guarda con tanto empeño. 

Acaricia los objetos en su mano y los mira con un sinfín de emociones bailando en sus ojos. La placa dorada con las iniciales IDF que alguna vez le habían pertenecido al hombre que amaba.

El nombre ajeno grabado en ella sigue intacto, a la espera de que su dueño volviera a hacer uso de ella, esperando, igual que él. 

La comparación lo hace soltar una risita rota, piensa que su corazón no debería verse diferente de esta placa, pero a diferencia de ella que luce un grabado prolijo y perfecto, ese nombre en él, sigue viéndose como una herida al rojo vivo que supura y sangra cada vez. 

Ese nombre que se ve incapaz de pronunciar por el dolor irracional que le provoca, aunque esto solo lo hace sentir más culpable. Un poco más miserable. Pero que no puede evitar.

 

Perdóname. Tal vez... Algún día... Cuando tú nombre deje de doler... 

 

Sus dedos recorren cada letra, tan lento, como una caricia, como si el objeto en sus manos fuera su propio corazón e intentará darle consuelo, sellar la herida con su tacto hasta convertirlo solo en una cicatriz. 

 

Pero no puede. 

 

Esa placa y la billetera del otro eran como su propio tesoro, guardados celosamente en aquel cajón que en algún momento, había dejado de abrir, solo enviando miradas llenas de nostalgia hacia él cada noche antes de dormir.

 

No puedo perderlos. Cuando regrese, él estará molesto si lo hago. 

 

Cuando regrese...

 

Porque tenía que regresar, debía hacerlo, de lo contrario...

 

_ Pa... Pa. 

 

Nirin

 

Esa vocecita lo trae de nuevo a la realidad, lejos de la bruma en la que había estado a punto de sumergirse, el ataque de pánico retrocediendo como si esa pequeña voz hubiese dado una orden silenciosa, que no podía ignorar. Solo entonces sus manos temblorosas vuelven a la calma y lentamente vuelve a colocar aquellos preciados recuerdos en aquel cajón. 

 

_Paaa_ El llamado es cada vez más impaciente, más insistente._ Paa Paa. 

 

Phaya mira hacia la enorme cuna blanca en la que Nirin se mantiene, agarrada de la barandilla, su ambarina mirada fija en él, cargada de anhelo, llena su corazón de ternura y hace retroceder las sombras que amenazaban con apoderarse de él. 

 

_ PAAA_ Grita está vez y Phaya sonríe divertido antes de ponerse de pie para caminar hasta ella. 

 

No le sorprende. Nirin siempre exigía su atención y se molestaba cuando demoraba en dársela.

 

_ Hola cariño._ dice mientras la toma en sus brazos para besar su regordetas mejillas. 

 

_ ¡¡Paa.!! _ 

 

Para diversión de Phaya la voz de la pequeña bebé suena como un reclamo. Ella lo mira fijamente con esos ojos tan fuera de lo común, y con un pequeño puchero en sus labios como si esperase una explicación

 

_ Papá lo siente cariño. 

 

Le habla dulcemente y deja un beso en la pequeña manito de la niña, como si fuera una princesa, lo que la hace reír feliz ante la atención de su padre. 

 

_Pa... Paa.. _ Repite feliz mientras apoya las manos en las mejillas del mayor y aprieta con la poca fuerza que posee. 

 

_ Así es cariño, papá. _ ella ríe feliz haciendo que su propio corazón baile al son de esa música _ ¿Quién es la niña de papá? 

 

_ ¡¡Nii!! ¡¡Nii!! 

 

_ Así es, eres tú, eres Nirin. _ Deposita a la niña feliz de pie en su cama mientras aún la sostiene para que no se caiga_ Anda, dilo conmigo. Ni-rin... 

 

_ ¡¡NI!! ¡¡NI!!... Paa ni ni . 

 

_ Por supuesto que sí bebé, papá es de Nirin. 

 

Nirin era una bebé de un año y pocos meses, no sabía exactamente cuántos en realidad, por lo que su vocabulario era bastante limitado, reduciéndose en su mayoría a sílabas sueltas. Pero a diferencia de su vocabulario, Nirin había desarrollado en demasía un sentido de pertenencia hacia su padre que era casi incontrolable a veces. 

De alguna manera parecía que para la pequeña niña, ella pertenecía a su padre y él le pertenecía a ella, lo que había generado demasiadas situaciones complicadas desde su llegada. 

Pero Phaya las había disfrutado a cada una de ellas. Incluso las largas noches en la que su hija se negaba a despegarse de él y terminaba con ella en su enorme cama, pasando noches enteras de insomnio por el temor de aplastarla mientras dormía.

Había tomado demasiado tiempo hasta que Nirin finalmente se había adaptado a dormir en la bonita y gigantesca cama que su padre había instalado para ella en la misma habitación, porque había sido imposible intentar que durmiera en otra habitación sin la presencia de su padre. 

Para Phaya había sido difícil también, así que acomodar a la niña en su habitación había Sido lo más lógico en su mente. Ya lo solucionarían cuando Nirin creciera, todavía podía mantenerla en su habitación. 

Apenas se cumpliría un año desde que Nirin había llegado a su vida, el doctor que la había revisado para comprobar su estado había dicho que la niña podría tener alrededor de tres meses de nacida pero que era difícil comprobarlo, entonces había decidido que ante la incógnita, el nacimiento de Nirin sería celebrado el día en que llegó a su lado flotando en aquella canasta. 

Y ese día casi había llegado, en solo cuestión de horas, finalmente se cumpliría un año desde que esta pequeña criatura había llegado para aliviar su herido corazón. 

 

_ ¡¡ PA!! 

 

_ Oh, lo siento cariño. Papá está distraído hoy. 

 

Si, Nirin era demasiado exigente cuando quería su atención. 

 

_ Ven aquí, te cambiaré e iremos con la abuela. 

 

La toma en uno de sus brazos y procede a buscar ropa para la pequeña bebé con el otro, casi se había vuelto un experto en ello debido a que Nirin solía negarse rotundamente a separarse de él. 

La niña se agita en sus brazos, moviendo sus manitos y piernas totalmente feliz, mientras su padre hace malabares para sostenerla y escoger su vestimenta al mismo tiempo.

 

_ Abu. Abu. Paa, abu _ Repite una y otra vez. 

 

_ Sí. A-bue-la_ gesticula despacio y vuelve a sentar a la bebé en la cama para comenzar a vestirla._ Desyunaremos con la abuela. Y veremos a P'Yai. 

 

El nombre del mayor parece llamar totalmente su atención, se queda totalmente quieta, su mirada curiosa no se aparta de su padre. 

 

_ Yi? _ Phaya aprovecha el momento para pasar el pequeño vestido por la cabeza de la niña acomodandolo en su lugar. 

 

_ Así es, P' Yai vendrá de visita por tu cumpleaños.

 

El mayor cubre los pies de la niña con blancas y suaves medias para luego acomodar los pequeño zapatitos en ellos, todo con rapidez antes de que Nirin volviera de su pequeña ensoñación. 

Nirin tenía una extraña fijación con Yai, o Yi, como ella solía llamarlo, cada vez que el mayor iba de visita, exigía su atención casi tanto como la de su padre, solía mirarlo fijamente mientras el mayor hablaba, casi sin pestañear para luego estallar en ruidosas carcajadas golpeando sus manitos y levantándolas hacia el mayor para ser cargada en brazos. Luego era toda una odisea despegarla de él. 

A Phaya le parecía divertido y un poco extraño, pero no quería pensar demasiado en ello, solo lo atribuía al hecho de que había sido Yai, la segunda persona con la que Nirin había tenido contacto desde ese día. Tal vez ese apego se había formado en el momento justo en el que el mayor los había sujetado a ambos aquella noche. 

La llegada de Nirin había marcado un antes y después en su vida. Se había aferrado a ella con fuerza y había luchado para poder mantenerla a su lado, para probar a los demás de que era capaz de cuidar de ella, que era capaz de ser un padre para esa pequeña niña y lo había logrado. 

Habían sido días difíciles, llenos de incógnita ante el temor de perderla a ella también, de no ser lo suficientemente fuerte. Y en todo ese tiempo, Yai se había mantenido fielmente a su lado, dándole ánimos y abogando por él, incluso desatendiendo sus propios asuntos. 

Mientras peina los suaves cabellos de su hija, piensa en lo agradecido que se siente con el mayor. Finalmente la toma en brazos para pararse frente al enorme espejo en la habitación. 

 

_ Mira cariño. ¿Quién es esa niña tan hermosa? _ Toma la pequeña manito apuntando hacia el cristal 

 

_ Ni. Pa. 

 

Nirin parece emocionada. Mira la imagen frente a ella y apoya su mejilla en la de su padre. Muestra una sonrisita que derrite el corazón del mayor y se queda mirando el espejo fijamente, como si, de alguna manera, fuera capaz de ver algo más, algo que los ojos de su padre o de los demás no eran capaces de vislumbrar.

A veces Nirin solía hacer eso, se quedaba mirando el espejo fijamente, como si esperase ver algo además de su propio reflejo. 

Había estado preocupado la primera vez que se dió cuenta, siendo apenas una bebé, Nirin se había quedado viendo en dirección al espejo, tan quieta y callada que el temor se había apoderado de él ante la idea de que podría haber algo malo pasando con ella. 

Pero unos segundos después, la niña solo había hecho un pequeño puchero y había buscado consuelo en los brazos de su padre. 

Otras veces, luego de esos cortos segundos, reaccionaba feliz dejando escapar suaves y adorables risitas llenas de alegría. 

No había nada mal o fuera de lo normal en ella, le había asegurado el médico, Nirin solo estaba aprendiendo y le daba curiosidad su propio reflejo. 

Phaya no había estado muy seguro, pero después de un tiempo había aprendido a aceptar y respetar esos cortos segundos en los que su pequeña niña se quedaba embelesada viendo una imágen que él no lograba distinguir. Porque había visto demasiado como para dudar de algo más, tal vez realmente había algo más allí.

Y justo ahora puede ver la expresión de su pequeña bebé ir cambiando hasta formar un pequeño puchero en sus labios, con los ojitos tristes antes de que finalmente escondiera la cara en el cuello de su padre apoyando la cabeza en el hombro del mayor que la abraza y la mece con cariño. 

 

¿Qué es? ¿Qué es lo que puedes ver Nirin? 

 

_ Maa _ la escucha murmurar como si respondiera a sus pensamientos. 

 

Su corazón se paraliza igual que la primera vez que la menor había pronunciado aquella pequeña sílaba que sólo podía significar una cosa... mamá.

 

¿Es eso? ¿Es el reflejo de tu madre el que se muestra ante ti? 

 

Si pudieras hablar... ¿Me dirías que la extrañas? 

 

La sujeta en sus brazos un poco más fuerte, siendo cuidadoso de no hacerle daño, mientras ella parece querer hacerse más pequeñita para esconderse totalmente en sus brazos, buscando el consuelo el pecho mami de su padre. 

Y ella no sabe, porque apenas es una bebé, pero su sola presencia ya es un consuelo para su atormentado padre. 

Alguien golpea la puerta del cuarto, tres rápidos golpecitos que le hacen saber a Phaya quien es el responsable, incluso antes de que la puerta se abriera revelando a la persona detrás. Nirin solo se esconde más, poco dispuesta a separarse de su padre. 

 

_ ¿Qué es esto? ¿Acaso no quieres ver a tío Yai, Ni-Ni?

 

La voz del otro es suficiente para captar toda la atención de la niña, que asoma lentamente la cara de su escondite para mirar a su Yi, quien se mantiene parado en el marco de la puerta con una sonrisa en su rostro. 

Inmediatamente, la niña parece volver a su habitual estado de ánimo lleno de energía, buscando la atención del recién llegado. El mayor la toma en brazos más que dispuesto a cumplir con su pedido. 

 

_ Mi preciosa Nirin _ la eleva por lo alto para mirarla mejor _ Pero mira cuánto has crecido, estás enorme._ gira su cuerpo con ella en brazos haciéndola soltar risitas felices. 

 

_Yi.. Yi.. Yi.. 

 

_ Y puedes hablar ahora, dentro de unos meses ya estarás corriendo de mí.. ¿Cierto? _ Vuelve a sacudirla y Phaya solo puede suspirar al ver cómo todo el trabajo que había tenido para dejar impecable a la niña se deshacía en cuestión de segundos. 

 

_ Pero no puedes correr de P'Yai ¿Si? _ Le dice mientras besas las suaves mejillas de la niña _ En su lugar te ayudaré a correr de papá._ Susurra como si fuera un secreto entre los dos, aunque el mencionado los escucha perfectamente. 

 

_ Hola a tí también, P'Yai. 

 

_ Oh, Phaya, lo siento no te había visto. Solo tengo ojos para esta preciosura. _ Dice divertido guiñando un ojo en dirección al menor que solo niega divertido. _ Vamos, vamos, ¿Por qué siguen aquí? Vi a la abuela preparando el desayuno. 

 

El menor lo ve marchar con su hija en brazos fuera de la habitación, entonces se cambia rápidamente para caminar en la misma dirección. 

Los encuentra a los dos en la cocina, Yai acomodando a la pequeña en Nirin en su silla mientras la abuela y Sand terminan de preparar el desayuno. Se acerca hacia ellas para saludarlas. Deja un beso en la cabeza de la abuela y toma sus manos para desearle un buen día recibiendo una sonrisa de su parte y una suave palmada en su hombro. 

Luego toma a Sand en un pequeño abrazo. 

 

_ Lo siento, le dije que esperara aquí Pero no pude detenerlo. 

 

_ No te preocupes, Sand, está bien. Nirin está feliz de ver a su tío favorito. 

 

_ Siéntense niños, todo está listo. 

 

Después de las palabras de la abuela, cada uno toma su lugar y la mañana transcurre en un momento de normalidad. 

 

Yai pasea su mirada alrededor de la mesa, ve a Phaya alimentando a su pequeña hija que parece extasiada en recibir toda la atención de su padre, no dudando en volver la comida por sus labios en cuanto siente que la pierde, convirtiendo su cara y su ropa, también a su padre, en un pequeño desastre de papilla y jugo. Ambos reciben cariñosos regaños de parte de la anciana mujer junto a ellos, que toma un paño para volver a limpiar las mejillas de la niña con una sonrisa que intenta ocultar, pero fracasa en el momento en que su nieta sonríe en su dirección. 

 

_ Buuu _ Exclama ella totalmente feliz, sacudiendo sus manitos y extendiendo el desastre por todo el lugar. 

 

_ Lo siento abuela.

 

La mujer sólo niega con la cabeza y una expresión de felicidad se queda en su rostro mientras continúa desayunando con los murmullos de la niña de fondo. 

Yai comparte una mirada con su esposa y esta le dedica una dulce sonrisa mientras sujeta su mano en suave apretón. 

 

Si. Tal vez... Estamos avanzando. 

 

Siente una punzada de dolor en su corazón. Como si alguien hubiera clavado una aguja en él. 

 

Tharn... 

-

-

(...)

Chapter 5: Ausencia

Chapter Text

 

_ Ya basta. 

 

_ ¿Qué? _ continúa en lo suyo ignorando totalmente al otro. 

 

_ Estoy hablando enserio. _ Nada._ ¡KHEM!

 

_ ¿Qué? No estoy haciendo nada. 

 

_ Ya deja de hacer eso. Harás que se moleste y luego P'Phaya y P'Yai querrán nuestras cabezas. 

 

_ Ya te dije que no estoy haciendo nada. _ Sonríe con picardía decidido a jugar con los nervios de su novio, que lo mira como si fuera a saltarle encima en cualquier momento. 

 

Singh está demasiado acostumbrado a los jugueteos de ambos menores, sabe que no faltaba mucho para que ThongThai golpeara a Khem, lo que desencadenaría todo un acto de lloriqueos de parte de éste para contentar a su novio, que se extendería hasta que finalmente ambos hicieran las pases. 

Si, definitivamente no quería presenciar eso de nuevo, ya habían sido demasiadas veces. Por lo que, en contra de sus deseos, decide intervenir antes de que esos dos comenzaran con sus coqueteos. 

 

_ Técnicamente, no está haciendo nada. _ No debía haber dicho nada, ahora la atención de esos dos estaba sobre él. 

 

_ Te lo dije. No estoy haciendo nada. 

 

_ Entonces deja de mirarla de esa manera. _ Vuelve a regañar al otro. _ Pondrás de mal humor a Nirin. 

 

La mencionada, sentada en su sillita en la cabecera de la mesa, sólo continúa comiendo los trozos de fruta que ThongThai le ofrece, totalmente decidida a ignorar las disputas de sus autoproclamados tíos menores. 

 

_ Solo digo que se parecen. ¿No crees Singh? _ Sí. No debería haber dicho nada. Khem no sabía cuándo mantener la boca cerrada. 

 

_ Por supuesto que se parecen, es su padre. _ Su mirada lo reta a contradecirlo _ ¿Acaso nunca escuchaste que "los niños no nacen, se hacen"?

 

Bien, según Singh, si Khem fuera inteligente, simplemente buscaría la forma de distraer a su novio. 

 

_ No me refiero a eso_ o tal vez ni siquiera tenía instinto de supervivencia en lo más mínimo _ Se parece a él. 

 

Para Singh, la falta de palabras, seguida a tal declaración, no es diferente a esos minutos de silencio que suelen brindarse en un funeral, esos minutos destinados a traer a tu mente cada uno de los recuerdos y vivencias junto a esa persona de la que debemos despedirnos.

Sin embargo, ellos no habían tenido esa oportunidad. Ni un funeral para llorar, ni un cuerpo para despedir. Solo la nada absoluta y la incógnita que nadie se había molestado en resolver. 

 

_ Tu también lo piensas, incluso tiene el mismo... 

 

_ Sabes que P'Yai nos prohibió mencionarlo. Aún más cuándo Phaya esté cerca. 

 

_ ¿No les parece extraño? _ su atención vuelve a la niña, mientras pone uno de sus codos sobre la mesa para apoyar la mejilla en una de sus manos. _ Nirin es... Cómo ver a Tharn... _ Extiende su mano para quitar un trozo de fruta del plato de la menor. Recibiendo un gritito indignado de parte de ella, al mismo tiempo que la pequeña cuchara en la mano de la niña vuela hacia él _ Y a Phaya... 

 

Nuevamente, ninguno vuelve a decir nada, ninguno de los otros dos puede evitar el mirar a la niña. La nostalgia los invade en cuanto sus ojos se encuentran con el rostro diminuto de la menor. 

 

_ Si Tharn fuera una... _ La palmada en su cabeza le hace soltar un pequeño siseo de dolor.

 

Había estado demasiado distraído como para notar al recién llegado trás él. 

 

_ P'Yai. ¿Por qué me golpeas?_ el mayor levanta una ceja en su dirección. 

 

_ Ya lo hablamos Khem, no puedes simplemente... 

 

_ ¿Por qué? ¿Por qué no podemos hablar de ello? _ Tanto Singh como ThongThai esquivan la mirada del mayor, esta vez, incluso aunque no lo dijeran, ambos están de acuerdo con Khem. _ Desde que Tharn desapareció... ni tú, ni Phaya explicaron que sucedió con él. Se que al principio no lo sabias P', pero ahora... Tú también lo sabes... Y decidiste guardar el secreto. 

 

_ Khem... 

 

_ Nosotros también tenemos derecho de saber que sucedió con él. Un día simplemente desapareció y luego tú y Phaya aparecieron con una niña en brazos que se parece demasiado a él. 

 

_ Este no es el lugar para hablar de esto _ Yai mira el rostro del menor, no hay rastro de la actitud divertida de siempre, su habitual mirada juguetona reemplazada por ésta, llena de decisión. _ Es suficiente, Khem. _ Su voz suena dura y seca. 

 

Pero sus intentos de cerrar el tema no parecen funcionar ésta vez, el menor sigue enfrentándolo, poco dispuesto a dar un paso atrás sin recibir una respuesta. 

 

_ ¿Por qué? ¿Por qué no podemos?_ Su voz ya ni siquiera suena como una demanda. _ Ni siquiera podemos decir su nombre en presencia de Phaya, ¿Por qué?. _ Solo parece un niño que lo mira con esos ojos resentidos porque se niega a darle lo que quiere. 

 

Yai no puede enojarse con él, con ninguno de ellos en realidad, porque él sabía exactamente lo que estaban sintiendo. Pero así, de ésta manera, era lo mejor para todos. Niega con la cabeza en dirección el menor, lo ve cambiar su postura demandante por una totalmente desanimada mientras su novio se apresura hacia él para apoyar la mano en su hombro en silencioso apoyo. Khem esconde su rostro en el abdomen de su chico y lo rodea en un apretado abrazo. 

El mayor sólo puede suspirar, se acerca hasta él para pasar su mano por sus negros cabellos en una silenciosa disculpa. 

Singh mira todo en silencio, él no lo diría, pero estaba totalmente de acuerdo con Khem. Todo lo que el menor había dicho, eran los mismos pensamientos que habían rondado por su mente una y otra vez, sin poder darles una respuesta lógica. 

La desaparición de Tharn había sido caótica y extraña, pero nadie había dicho nada. No se habían levantado reportes, no se habían iniciado ningún tipo de búsqueda y todos los más cercanos a él habían permanecido en silencio, cómo si tuvieran la certeza de su paredero pero aun así no pudieran llegar hasta él, dejándolo a él y al resto del equipo en la total ignorancia. 

Los primeros días, Phaya parecía haber entrado en un estado catatónico, funcionando casi en piloto automático, encerrado en aquel hospital donde le habían salvado la vida después de casi morir ahogado. Lo había visto llorar horas interminables solo mirando al vacío, y despertar gritando el nombre del otro hasta que su voz dejaba de responder o hasta que su cuerpo fuera sedado por medicamentos para evitar que se dañara a sí mismo. 

Entonces no había manera de que él pudiera contestar sus preguntas. 

¿Y Yay? Yai había estado demasiado temperamental, alterable ante la más mínima situación. Parecía cómo si hubiera perdido aquello que lo mantenía atado a su centro. Como una bestia embravecida que había perdido el control. 

Había sido dado de baja para calmar su temperamento. 

Luego ninguno de los dos había estado dispuesto a dar explicaciones y la sola mención del nombre de Tharn parecía hacer estragos con la cordura de Phaya, así que todos habían tenido que respetar su decisión, aún en contra de sus propios deseos. 

 

Tharn también había sido dado de baja. 

 

La renuncia de Phaya había marcado otra ausencia en el equipo, incluso había temido que Yai siguiera sus pasos. No lo había hecho. 

Había regresado a la unidad unas semanas después, más serio, menos juguetón y más triste.

De vez en cuando, lo veía buscar con la mirada a su alrededor sin encontrar lo que esperaba, entonces se volvía demasiado taciturno y un aire de frialdad parecía rodearlo haciendo casi imposible acercarse a él. A veces, incluso en la actualidad, aún lo hacía. 

El ambiente en el equipo se había enfriado, casi no había bromas, las risas eran escasas y las conversaciones ajenas al trabajo prácticamente nulas, incluso los menores, Khem y ThongThai, parecían demasiado perdidos en sí mismos, pensativos y tristes, solo buscando el consuelo entre ellos. 

Singh había buscado por todos lados, cualquier cosa que le diera un indicio de lo que hubiera sucedido, sumergido en un mundo de información, buscando, tratando de encontrar una pista para dar con el paradero del otro. Incluso dejando de lado la barrera de lo legal y, aunque no se enorgullecía de ello, tampoco se arrepentía en absoluto. 

 

Pero no había encontrado absolutamente nada. 

 

Un poco más de un año después, Yai había desaparecido. 

Una visita a Phaya, que se negaba a abandonar la antigua casa familiar de Tharn, se había extendido demasiado para ser normal. A Sing le había parecido demasiado extraño. 

Unos días después, Phaya tenía una hija. Y Yai parecía haber recuperado un poco de su sensibilidad. 

Nadie sabía de dónde había venido la niña, y nuevamente, las únicas dos personas que sabían al respecto, habían decidido guardar silencio. Y él había estado a punto de perder la paciencia. 

Pero se había quedado en silencio, porque sabía que el silencio sería su mejor aliado para buscar respuestas. 

Pero no había nada, ningún dato sobre la niña, como si hubiera aparecido por arte de magia. Había buscado minuciosamente, pero aún así, era como si su existencia hubiera iniciado en ese momento en el que había llegado a los brazos de Phaya. 

No había registros que coincidieran con su nacimiento, no había denuncias o gestantes que justificaran su nacimiento. Absolutamente nadie tenía conocimiento de su existencia y toda su búsqueda había resultado en un callejón sin salida. . 

Y unos meses después, luego de una ardua batalla legal que la familia de Phaya se había asegurado de ganar a como diera lugar, finalmente la niña podía quedarse al lado de su autoproclamado padre. 

Ese día, todos habían tomado el primer vuelo disponible para conocer a la nueva integrante de la familia y felicitar al nuevo padre. 

La primera vez que había visto a Nirin había sido demasiado sorprendente, sus ojos se habían quedado fijos en ella demasiado tiempo y no sólo él, Khem y ThongThai parecían igual de sorprendidos que él. Los tres buscaron respuestas en Yai, pero solo encontraron una mirada de advertencia que los obligaba a callar. 

Su cerebro trabajaba demasiado rápido, analizando la poca información que tenía, intentando darle sentido a los hechos ante él. 

Está pequeña niña, de apenas unos pocos meses, era totalmente hermosa y parecía irradiar una calidez que te envolvía en ella, como una caricia suave y calmada. Y sus ojos, de ese color ambarino, casi amarillos con pequeñas pupilas oscuras resaltando en medio de ellos, parecían casi mágicos. 

Pero no era solo eso lo que llamaba su atención, no. Sino el hecho de que Nirin, casi parecía una copia en miniatura de la persona que habían perdido hace más de un año atrás. 

 

¿Cómo era posible que dos personas que no estaban emparentadas tuvieran tal parecido?

 

Y no sólo a él, curiosamente, y si ponías bastante atención, su apariencia se combinaba con alguien más, los pequeños rasgos de otra persona camuflados a la perfección. 

Como si hubiera sido minuciosamente creada, combinando los rasgos, y la esencia de estás dos personas. 

 

¿Entonces por qué? ¿Quién era esa niña? ¿Por qué se parecía tanto a Tharn? ¿Y por qué también se parecía a...? 

 

Sus pensamientos habían sido interrumpidos. La mirada pesada del mayor en la suya, como si pudiera leer cada uno de sus pensamientos, de sus intenciones de socavar información en busca de una respuesta. 

 

_ Sea lo que sea que estás planeando, sólo déjalo. _ Le había dicho más tarde ese mismo día, luego de reunirlos a los tres en una habitación alejada. _ Estoy consciente de que ustedes lo notaron. La condición de Phaya no... Solo no quiero que los escuche mencionarlo. 

 

A pesar de todo, la llegada de Nirin, había devuelto un poco de su esencia al equipo.De alguna manera, se sentía como si hubieran recuperado una pequeña parte de Tharn, tal vez por su apariencia o por esa forma tan dulce y extraña en la que su presencia parecía consolar sus maltrechos corazones, no lo sabía, pero su ausencia se sentía un poco menos dolorosa. 

La pequeña bebé les había devuelto un poco de alegría, de emociones que parecían perdidas. El ambiente en el equipo se sentía más liviano y las conversaciones empezaban a ser un poco más recurrentes. ¿Su tema preferido?. Nirin. Incluso había visto una pequeña foto de ella entre las pertenencias de cada uno, de hecho él también tenía una en su billetera. 

 

Y aunque sus visitas no eran demasiadas, ThongThai y Khem solían llenar el buzón de Phaya para exigir hablar con la niña, por supuesto que Singh terminaba uniéndose también, ver a Nirin era, extrañamente consolador para los tres. 

Y aunque en ese momento habían tenido que obedecer a Yai y permanecer en silencio, justo ahora, Khem parecía haber cedido ante sus sentimientos y no podía culparlo realmente, después de Phaya y Yai, él era el más afectado con todo el asunto, había estado dormido a causa de su lesión en la última misión y cuando había despertado, Tharn había desaparecido. Y en apenas unos días, se cumplirían dos años desde que lo habían visto por última vez.

 

_ Lo siento, Khem. Es mejor de esta manera. _ su mano sigue en el cabello del otro. 

 

ThongThai siente a su novio apretar el agarre a su alrededor. 

 

_ Lo extraño. 

 

El susurro que sale de sus labios marca otro silencio. "Yo también" quieren decir todos, pero nadie lo hace. 

La llegada de Sand los saca a todos de su pequeño momento, Khem vuelve a su lugar aunque se mantiene en la cercanía de su baby como si necesitara su presencia y el mayor también se aleja un poco de él para mirar a su esposa, quien viene acompañada por la hermana menor de Phaya y la novia de ésta última. 

 

_ Sawadee P'Yai_ Saluda en dirección al mayor y luego gira para saludar a los otros tres_ Sawadee. 

 

Dao les dedica una sonrisa cortés a todos antes mientras hace una reverencia de cortesía hacia ellos. Después ambas centran su atención a la niña que los mira curiosa desde su lugar. 

 

_ ¡Nirin!. ¡Mi preciosa sobrina! _ Pharanee la toma cariñosamente en brazos depositando sendos besos en sus mejillas. 

 

Dao se acerca a ambas para saludarla también pero la niña no parece muy contenta con sus atenciones y busca la mirada de Yai por toda la habitación hasta encontrarlo. Levanta una mano en su dirección y sus pequeños ojos manipuladores lo miran buscando su atención. Ya se había tardado.

 

_ Yi, Yi, Yi _ Insiste la pequeña mientras su manito se abre y se cierra en su dirección. Ya puede ver el principio de un llanto asomándose. 

 

Pero no quería herir los sentimientos de Pharanee, después de todo, esto no se debía a ella. 

 

_ Preciosa, no puedes venir conmigo ahora_ Toma suavemente la manito de la niña mientras le habla suavemente. La mira directamente a los ojos recibiendo toda su atención_ ¿Puedes quedarte con tía Nee y P'Sand mientras Yi va por papá? 

 

_ Pa. _ No se ve muy convencida, pero parece entender lo que el mayor pretende decirle. 

 

_ Así es, iré a buscar a papá. Y tú puedes pasar tiempo con tía Nee. _ Ella estira su labio en un diminuto puchero pero parece haber abandonado sus intenciones de ir con él. 

 

_ Nee. _ coloca su manito en la mejilla de la joven, quien recupera su alegría y recibe gustosa la atención de su sobrina. 

 

Las dos se dirigen a la sala para jugar con la enorme cantidad de juguetes y animales de felpa que Nirin había ido acumulando desde que había llegado. Yai comparte una mirada con Sand antes de que ella caminara en la misma dirección. 

 

_ ¿Dónde está P'Phaya? _ Si, ella también. Ya se había tardado. 

 

_ No está aquí. Iré por él en unos momentos._ Algo en el rostro del mayor la disuade de cualquier otra pregunta que pudiera tener. 

 

_ Bien. Gracias. Con permiso_ Su incomodidad la obliga a retirarse. Camina hacia la sala y se sienta un poco alejada para no poner de mal humor a la niña. 

 

_ Pensé que Phaya... 

 

_ Ella se disculpó con él... Y Nee también intercedió por ella. _ suspira disconforme_ Phaya no puede negarle nada a su hermana. Pero está condicionada. No puede volver a entrometerse en las decisiones de Phaya. 

 

Yai no hubiera sido tan complaciente pero había sido decisión de Phaya así que no iba a decir nada más al respecto. 

 

_ ¿Dónde está Phaya, P'Yai? No lo vimos desde que llegamos. 

 

La pregunta de ThongThai lo hace sentir preocupado. Observa la hora en su teléfono. Ya había pasado demasiado tiempo. 

 

_ Iré por él ahora. Ustedes tres, están a cargo. 

 

Los tres asienten. Mantener a Nirin a salvo. Se siente casi como una misión. 

 

Pero... A salvo... 

 

¿De qué...? 

-

-

 

El sol calienta su piel, el cielo totalmente despejado, parece más celeste que nunca, y la calma a su alrededor contrasta con el caos dentro de su ser. 

En el exterior, todo parece seguir su curso natural, la tierra continúa girando y las estaciones vienen y van, el verano cálido y húmedo se extiende a su alrededor. Pero en su interior, la tempestad se desata, siente el frío apoderarse de él, como si estuviera atrapado en un eterno invierno. 

Sus manos sujetan con fuerza la barandilla de aquel puente de metal mientras sus ojos se mantienen fijos en el horizonte. Siempre buscando. Esperando. 

Las aguas se mantienen totalmente en calma, parecen casi inmóviles. 

 

~Te extraño~ 

~Te extraño demasiado~ 

~No ha pasado un solo día en el que no sienta que podría morir sin tu presencia~ 

 

Su corazón duele, ojalá pudiera decirlo todo en voz alta. Pero no puede, el nudo en su garganta se siente demasiado doloroso. 

 

~Perdóname, no fuí capaz de protegerte. Al final. No pude salvarte~ 

~Por favor, por favor, te necesito~ 

~Te necesito tanto~ 

 

Una solitaria lágrima baja por su mejilla para morir en sus labios. Sus ojos arden ante su intento de retener aquellas saladas gotas que amenazan con salir, una tras otra. 

 

~Duele~ 

~No puedo soportarlo. Duele.~

 

El peso de su ausencia no había disminuido en lo más mínimo, parecía haberse asentado en su pecho de manera permanente. La soledad y el vacío como sus fieles compañeros. 

 

~Por favor, ¿podrías regresar a mí?~

~Solo una vez más, por favor.~ 

~Prometo mantenerme a tu lado para toda la eternidad~

~Voy a amarte, en cada una de nuestras vidas~ 

~Pero vuelve, mi amor~

~Vuelve a mí, por favor~ 

~Te amo~ 

 

Se lo pediría de rodillas si pudiera, se doblegaría ante él sin dudar. Por qué no importaba nada más. Sólo él. 

 

_ Phaya. 

 

Esa voz.... 

-

-

 

 

~Por favor, ¿podrías regresar a mí?~

 

Esa voz. 

 

~Solo una vez más, por favor.~ 

 

Por favor. 

 

~Prometo mantenerme a tu lado para toda la eternidad~

 

Por favor. 

 

~Voy a amarte, en cada una de nuestras vidas~

 

Continúa... por favor, háblame.... 

 

~Pero vuelve, mi amor~

 

No puedo encontrarte. No puedo llegar hasta ti. 

 

~Vuelve a mí, por favor~

 

¿Dónde estás? 

 

~Te amo~ 

 

Por favor, ayúdame ayúdame a volver contigo. 

 

Lágrima silenciosa que escapa de aquellos ojos que permanecen cerrados ante la luz del mundo, ¿cuánto dolor cargas en ti? 

-

 

_ No puedes hacerme esto. No puedes impedir que la vea. 

 

Lágrimas de impotencia corren por la cara de aquella mujer, sus ojos repletos de incredulidad se mantienen en el hombre que la mira desdeñoso e implacable delante de ella.

 

_ Esto es tu culpa Vanvisa. Tú decidiste traicionar mi confianza. Tendrás que cargar con las consecuencias de tus decisiones.

 

_ Por favor. No. ¡¡Es mi hermana!! No puedes alejarme de ella._ El grito de ella parece encender la ira del hombre. 

 

Vanvisa lo ve acercarse a ella totalmente furioso y, por primera vez, siente miedo de esta persona. Y se odia a sí misma, porque a pesar de todo, no puede dejar de amarlo, de anhelar su amor. Su corazón muriéndose un poco más al verlo preso de aquella obsesión enfermiza y equivocada. 

 

~¿Por qué no puedes amarme?~

 

Su corazón se estremece cuando el otro la toma por la barbilla con una de sus manos, pero no hay calidez en su tacto, no hay cariño, solo el deseo de castigarla, de causarle daño. Él la obliga a mirarlo, sus rostros están tan cerca que el aliento del otro choca contra sus labios. 

 

_ Tu hermana está muerta, Vanvisa. Yo la ví morir. Una y otra vez, y no dejaré que a él le pase lo mismo. _ su voz llega como un siseo rabioso mientras aprieta su agarre en ella hasta que resulta casi insoportable, justo antes de soltarla bruscamente. 

 

_ ¿Acaso no fuiste tú quien lo hizo? Culpas a Sakunannuparuj, ¿acaso no fuiste tú quién atravesó su corazón? 

 

Existen demasiadas cosas atrapadas en su interior que su devoción a él le habían impedido decir, ahora solo quería soltar, dejar ir el dolor de este amor que solo desgastaba su alma. 

 

_ ¿No eres el responsable de su estado actual?_ Su voz llega hasta él como una falsa caricia, desdeñosa y resentida_ No culpes a alguien más. Fue tu propia mano quien...

 

El dolor que nace en su mejilla recorre todo su cuerpo y finalmente se instala en lo profundo de su corazón, se entrelaza con su alma y embota su cerebro en un espiral de incredulidad. 

El impacto de la bofetada en su rostro llega demasiado fuerte, lo mira sorprendida y aterrorizada. Su mano viaja hasta su mejilla mientras su cuerpo se desliza hasta el suelo, puede imaginar cómo luce, enrojecida e hinchada. Duele. 

 

~¿En qué te has convertido?~

 

_ Vanvisa... _ Él también parece sorprendido, mira su mano como si la desconociera por completo. Menciona su nombre en un susurro pero la mujer en el suelo parece demasiado ida como para percatarse de su pequeño momento de debilidad. 

 

~Fue tu propia mano...~ había dicho ella. 

 

Ella lo ve mover sus labios, pero no puede saber lo que dice, sus oídos zumban y sus ojos llenos de lágrimas le impiden distinguir su expresión. 

Ninguno de los dos dice nada. El silencio pesado y cargado de tensión. Ella continúa en suelo, parece haber entrado en un trance, el primer sollozo aparece y a éste lo siguen muchos más. 

Y él no puede soportar el peso de su responsabilidad, sólo pretende marcharse para huir de este sentimiento culpable que comienza a perseguirlo

Pero sus intenciones no hacen más que alterarla, no puede dejar que se marche. Aún no. 

 

_ Por favor_ toma su mano, casi de rodillas, doblegando su orgullo_ Por favor, déjame estar con ella. 

 

_ Vanvisa..._ inexplicablemente, su corazón se contrae dolorosamente. 

 

_ Te lo ruego. Haré lo quieras. Pero no me alejes de ella _ Para, quiere gritarle, no digas nada más, duele._ Jamás volveré a desobedecer. Lo juro. 

 

Ella sostiene su mano con fuerza y le impide marchar, su voz desesperada apenas se distingue entre su llanto, parece al borde de un ataque de pánico. 

Su tacto lo hace sentir asqueado. 

 

~¿Por qué? Ya basta~ 

 

No puede soportarlo, se siente doloroso. Quiere que se detenga. Retira su mano de la suya de un tirón, y se inclina despacio hacia ella, evitando mirar la desagradable marca que comienza a formarse en la mejilla ajena. Su estómago se revuelve. 

 

~Si. Puedo darte esto. Solo deja de llorar. ~

~¿Por qué tus lágrimas se sienten como cuchillos rasgando mi piel?~

 

_ Será tu última oportunidad, Vanvisa. _ Susurra cerca de su oído _ La próxima vez no seré tan condescendiente. _ La siente estremecerse ante su voz, hacerse más diminuta. Como si le tuviera... miedo. 

 

Se siente repugnante. Mira su mano totalmente asqueado. Abandona el lugar dejándola allí, aún en el suelo, con las lágrimas deslizándose por su rostro, huyendo de su propia culpa, pero los sollozos, esos ojos incrédulos y heridos, lo persiguen una y otra vez. 

¿Por qué ahora? 

 

~¿Que me has hecho... Vanvisa?~

 

El tiempo simplemente sigue corriendo, Vanvisa permanece en la misma posición hasta que finalmente puede obligar a su cuerpo a reaccionar, su mente recupera el control. Trata inútilmente de consolar a su corazón, pero el dolor punzante en su mejilla, es el fiel recordatorio de su miseria. 

Él jamás le había puesto la mano encima con intenciones violentas. 

 

¿Entonces, finalmente lo había perdido?

 

Aquella persona amable a la que había amado, a la que aún creía amar ¿Ya no existía?

 

Tharn... Perdóname. 

Voy a llevarte con ellos. 

Aunque me cueste la vida.

-

-

(...)

Chapter 6: Vacío

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Siente su presencia acercándose, no importa lo silencioso que él fuera, ella podía sentirlo desde el momento en que puso un pie dentro de la habitación, como si llevara su presencia grabada en su alma. 

Sabe que él está allí, porque no es la primera vez que lo hace, buscarla en medio de la noche, cuando las luces se apagan y la oscuridad reina. Siente cada uno de sus pasos acercándose a su cama, aguanta la respiración, expectante, inmóvil, totalmente a su merced. 

Entonces está allí, el frío tacto de las manos ajenas, colándose entre la suavidad de las sábanas, apartando su ropa lentamente para instalarse en su cintura. 

La habitación permanece en la oscuridad, no hay una sola luz encendida pero ellos no las necesitan, porque sus ojos parecen brillar, capaces de distinguir perfectamente cada detalle incluso ante tal oscuridad. 

El peso de su cuerpo apresa casi por completo el suyo, dureza masculina sobre femenina fragilidad, pero está bien, no siente miedo, no quiere huir, solo quiere permanecer allí, en el engaño de esos brazos, con el dulce veneno de esos labios que recorren su cuello y estremecen su cuerpo. 

Él va despacio, y ella intenta engañarse, se dice a sí misma que algo es diferente esta vez. Las manos ajenas siguen en su cintura, fortalecen su agarre como si quisiera asegurarse de mantenerla en el mismo lugar. Y ella quisiera poder decirle que no tiene la voluntad suficiente como para alejarse de él, pero una mano ajena encuentra lugar y se cierne sobre sus labios, entonces sus ojos se encuentran en la oscuridad, verde y dorado, calma y tormento. 

Los ojos de ella parecen gritar sentimientos, los de él, parecen perdidos y a la deriva en un mar de sentimientos que ella no puede descifrar, demasiado complejos. Demasiado ajenos. Demasiado lejanos. 

 

Él inclina su rostro hacia ella, pero no la besa. 

 

Él nunca la ha besado antes, pero esta vez, deposita sus labios justo sobre la mano que cubre los de ella, que no puede soportar el peso de esa mirada, así que cierra sus ojos y cede una vez más. 

Solo una vez más se dice a sí misma mientras él le recorre lentamente su mejilla con la nariz, con una suave caricia, bañando la piel con su aliento para luego depositar sus fríos labios justo en ese lugar, su toque casi reverente llevándose el dolor punzante que había estado allí desde el momento en que él mismo lo había provocado.

Su corazón tiembla, pero no puede retroceder, a pesar del dolor, de la desilusión, no puede renunciar a los únicos momentos en los que él le pertenece, al menos su cuerpo. Así qué una vez más, se lo entrega todo, le permite encontrar el consuelo en su cuerpo y derramar sus frustraciones en ella, aunque deba afrontar el resentimiento hacia sí misma después. 

 

Una última vez, trata de convencerse. 

 

Una última vez antes de renunciar a él. 

-

-

 

Otra vez. 

Otra vez ese sonido. 

Ya basta, quiere gritar. Es suficiente, no quiero verlo.

 

Pero las palabras no salen, y nuevamente su mirada es atraída hacia el espejo que vuelve a aparecer frente a ella. 

 

-¿Cuántas veces me lo has mostrado ya?- 

-¿Qué esperas de mí?- 

 

No hay respuestas, no hay absolutamente nada más que soledad, y los reflejos en el cristal, que repiten la misma historia una y otra y otra vez. Como si estuvieran atrapados en un bucle infinito que parecía no tener un final. 

Mira fijamente las imágenes que se reproducen ante ella, a veces cambian su atuendo, su apariencia suele variar, al igual que sus expresiones al hablar. Pero siempre es ella, la misma mujer, el mismo joven. Los mismos sentimientos. 

 

El mismo dolor. 

-

-

-

 

La mujer a su espalda se mantiene totalmente quieta, su acompañada respiración es un indicio claro de su sueño, pero él sabe que ella está despierta. Sentado en la orilla de la cama, se prepara para marcharse. Pero al ponerse de pié, ella se aferra a él. 

 

_ Por favor… _ Susurra mientras se aferra a su mano _ No lo hagas. Esa niña…

 

_ Vanvisa _  la tibieza de la mano de ella en la suya le resulta incómoda _ No hagas esto. 

 

_ Ella está donde pertenece. Por favor._ Ruega negándose a dejarlo ir _ Por favor. Prometelo. Promete que no la tocarás. 

 

~¿Por qué? ¿Por qué me dueles de esta manera, Vanvisa? ¿Qué has hecho conmigo?~ 

 

_ Lo prometo. _ sale de sus labios como una necesidad de consolar a la mujer que parece perder su fuerza con cada segundo. 

 

Ambos saben que él está mintiendo, la falsa promesa pesa en la habitación y ambos se mantienen en silencio. 

Toma su mano y presiona justo en su muñeca. Entonces ella lo siente, poco a poco su conciencia va cediendo ante ese toque, sus ojos comienzan a cerrarse en contra de su voluntad un solo nombre escapa de sus labios antes de quedar absolutamente inconsciente sobre esa cama. 

Esa cama donde momentos antes ambos habían cedido a sus más egoístas y profundos deseos. 

 

_ Chalathorn._ el susurro de su voz lo persigue, lo debilita, pero no puede detenerse. 

 

La acomoda en la cama y cubre su cuerpo delicadamente. Le dedica una última mirada antes de apresurarse hacia la puerta. Una vez más. 

Una vez más intentando huir de los sentimientos confusos que le produce la mujer que yace a sus espaldas. Negándose a aceptar algo que no sea aquello a los que lleva aferrándose desde hace demasiado tiempo.

Cierra la puerta con cuidado, y como si algo en él se quedará con ella, la expresión de sus ojos cambia totalmente, el color en ellos mutando a otro totalmente diferente, su rostro se vacía de emociones a medida que sus rasgos van cambiando, hasta que una nueva persona toma su lugar. 

 

_ Está bien Vanvisa. No tocaré a esa niña._ Por tí _ Pero su padre… 

 

La voz llena de resentimiento hace eco en el pasillo y los pasos de esta nueva persona resuenan a medida que se aleja de aquella habitación, con la decisión escrita en su mirada. 

-

-

 

En medio de la habitación, mientras ella duerme, una pequeña chispa cobra vida. 

-

-

(...)

Chapter 7: Un amor por otro amor

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~ Phaya~

 

(...)

 

Esa voz... 

 

Su cuerpo se estremece. Se siente indefenso y a la deriva, su corazón en vilo ante la cruel ilusión.

 

Solo un poco más. 

Unos miserables segundos más

 

Se permite divagar y engañarse a sí mismo. 

Permite que la dulzura de esa voz se cuele por sus oídos, recorra su cuerpo como un lazo cálido, que llena su pecho y envuelve su corazón con tanta suavidad y calidez que un tembloroso suspiro escapa de sus labios. 

 

Un poco más. 

Puede soportarlo. 

 

Cierra los ojos, sus nudillos se ponen casi blancos cuando aprieta las manos en la barandilla metálica. 

Puede verlo en su mente, ese lazo imaginario, su tacto antes cálido y consolador, poco a poco pierde su brillo, se convierte en finos alambres llenos de púas que rodean, aprietan y se entierran en su corazón tan dolorosamente que se hace casi insoportable. 

Sus manos siguen ejerciendo fuerza, se obliga a respirar, temblorosos y rotos jadeos escapan de él, haciendo su cuerpo temblar, como una hoja suelta a merced del viento. 

 

Está bien. Está bien. 

 

Se repite en su mente. 

Una ligera brisa acaricia su piel y parece arrastrar la ilusión que lo apresa. 

A veces piensa que está enloqueciendo, que su cordura finalmente se ha roto.

Hace un tiempo había comenzado a suceder, oír su voz, llamándolo por su nombre, dando consuelo a su corazón para luego sumergirlo en la miseria nuevamente. Cómo si lo elevara hasta la cima en un segundo para lanzarlo al vacío en el siguiente. 

La primera vez había sido más difícil, más dolorosa. ¿Ahora? Ahora ya sabe lo que viene detrás de su fantasía, la agonía que le espera en su cruel realidad. 

Yai mantiene su mirada fija en él desde unos pasos más atrás. Testigo silencioso del pequeño episodio del más joven. 

Sabe que Phaya está sufriendo, sin embargo no se entromete, le brinda su espacio hasta que el contrario parece lo suficientemente recuperado. 

Todavía le resulta difícil acercarse a Phaya en esos momentos, como si una barrera infranqueable lo rodeara y nada ni nadie pudiera llegar a él. Y esto lo llena de impotencia, porque sabe precisamente lo que el otro está haciendo 

 

~¿Cuándo dejarás de abrazar el dolor, Phaya?~

 

Cuando el otro parece lo suficientemente calmado, se permite acercarse quedando de pie a su lado.

Sigue la mirada de Phaya y se encuentra con la inmensidad del río delante de él. 

 

~¿Hasta cuándo seguirás esperando?~ 

 

Después de casi dos años, el corazón de Yai comienza a resignarse.

 

_ Phaya. _ Vuelve a pronunciar. Está vez, la mirada del menor se posa sobre él. 

 

_ P'Yai. 

 

_ ¿Cómo has estado? 

 

Mira con atención al menor junto a él, esperando su respuesta. 

 

_ Estoy bien P'Yai, no tienes que preocuparte.

 

Yai lo mira con resignación, ciertamente, el aspecto de Phaya había mejorado, se veía más saludable, más vivo, sus conversaciones solían ser más extensas y parecía un poco más interesado en aquello que lo rodeaba. 

Pero sus ojos... Sus ojos seguían reflejando el mismo abismo desde aquel día. Y no importaba lo saludable que pudiera verse por fuera, porque por dentro, el menor seguía viéndose miserable y eso era lo que realmente le preocupaba. 

 

_ Las pesadillas... 

 

_ Phi... Sé que te preocupas por mí, pero estoy bien. Las pesadillas..._ Mentir no serviría de nada_ siguen ahí. Pero están mejorando. 

 

El mayor lo mira sin creer totalmente en sus palabras. 

 

_ Lo digo en serio P'Yai. Incluso han dejado de aparecer algunas noches. 

 

Y no era una mentira, pero el mayor no necesitaba saber, que eran precisamente esas noches las que más lo atormentaban. 

 

_ Bien. Tomaré tu palabra por ahora, pero hablaré con la abuela para corroborarlo. 

 

Phaya no esperaba otra cosa, Yai parecía tomarse muy en serio el papel de hermano mayor. 

 

_ Gracias P'Yai. _ No hace falta decir nada más. Ambos saben todo lo que abarcan esas simples palabras.

 

_ No te preocupes, voy a mantenerme cerca siempre que lo necesites. 

 

_ Y gracias por venir. Es bueno que estés aquí. 

 

_ Por supuesto que iba a estar aquí, es el cumpleaños de Nirin, no podía perdermelo. 

 

Y si. La fijación de su hija, era totalmente recíproca por parte del otro. 

 

_ Los chicos están aquí. Están preguntando por tí. 

 

_ Creí que llegarían mañana.

 

_ Y así era, pero dijeron que querían pasar más tiempo con Nirin. 

 

El menor se siente agotado de solo pensarlo, tenerlos a todos allí sería una revolución, aunque se siente feliz de verlos otra vez. 

 

Yai solo quiere reír al ver la expresión en su cara. 

 

_ No seas aguafiestas, es el cumpleaños de Nirin, no quieras acaparar su atención solo para ti. 

 

El golpe de Yai en su espalda lo hace soltar una leve risa. Pero la expresión en su rostro es demasiado melancólica como para que se escuchara como un sonido feliz.

 

Ambos se quedan en silencio. El mayor no aparta la vista del otro. Lo ve inquieto, ligeramente ansioso, pero solo espera a que el menor se decida a compartir sus pensamientos. 

 

_ ¿Nirin? 

 

_ Está con Nong Nee. Ella y Dujdao acababan de llegar _ el nombre de Dao provoca una mueca en el rostro de Phaya. 

 

La relación con ella no había vuelto a ser la misma desde entonces, incluso sus visitas habían sido casi nulas y así lo prefería. Solo había accedido a escuchar sus disculpas a pedido de su hermana, pero no había forma de que pudieran volver a la relación que habían tenido antes.

Había cuidado de Dao durante muchos años, mientras ambos estaban en el extranjero. Había sido como una hermana pequeña para él, pero sus duras palabras habían sido suficientes para hacer temblar los cimientos de aquella amistad.

 

_ Será mejor que volvamos entonces. 

 

Phaya conocía perfectamente la aversión que su pequeña hija tenía hacia la mujer. 

No había manera de que Nirin tuviera algún recuerdo de aquel día, pero de alguna manera, parecía haber desarrollado un rechazo natural hacia Dao. Como si la sola presencia de la mujer le produjera mal humor. 

O tal vez, solo era él proyectando aquel resentimiento que aún no lograba superar. 

 

_ Vamos. Antes de que tú hija comience una rabieta. 

 

Yai encara el camino sin esperar al otro. Sus pasos son lentos y seguros.

Phaya permanece unos segundos en el mismo lugar, echa una última mirada hacia el río antes de seguir al mayor. 

 

~ Aún te espero~

~Solo vuelve~

~Te amo~ 

-

 

~Te amo~ 

 

Viene como un eco que se va como una brisa, acaricia sus sentidos y luego simplemente desaparece. 

Cómo si nunca hubiera existido. 

 

~Por favor. No te vayas~ 

~No puedo alcanzarte~ 

 

Sus sollozos poco a poco se pierden en la penumbra. Luego todo desaparece. 

-

-

 

Ambas mujeres permanecen en la puerta. Una junto a la otra, con la mirada fija en la misma dirección. A la expectativa. Temerosas en su corazón. 

Las dos comparten una mirada y todo el aire que habían estado conteniendo, escapa de sus labios en un suspiro de alivio en el momento justo en que ven a los dos jóvenes aparecer a unos metros de ellas. Caminando uno al lado del otro. 

 

_ Abuela _ el saludo respetuoso de Phaya no tarda en llegar. En cuanto llega hasta ella la envuelve en un apretado abrazo. _ Creí que llegarían mañana. Lamento no haber estado aquí para recibirlas.

 

Se aleja un poco para acunar las manos de la anciana mujer entre las suyas. Le brinda una leve reverencia para disculparse. 

 

_ No te preocupes, hijo. _ Ella acomoda el cabello de su nieto y aprovecha para dejar una caricia en su cabeza. 

 

Su tacto está lleno de cariño y el menor disfruta cada segundo de él.

 

_ PAAA 

 

El grito de su hija se hace notar y lo hace sonreír. 

 

Su abuela lo mira y su corazón se siente más tranquilo, más liviano. 

 

_ Bebé de papá._ Sonríe solo para ella antes de caminar hasta su hermana que se acerca con la niña en brazos. 

 

_ Paa, Paa _ levanta sus brazos hacia él mientras repite la misma palabra una y otra vez. 

 

_ Papá está aquí. ¿Me extrañaste cariño? _ Finalmente toma a su hija y deja suaves picos en las regordetas mejillas, Nirin parece extasiada con las atenciones de su padre. 

 

Todas las miradas están sobre ellos, pero no hay manera de que él las note, demasiado perdido en esa pequeña atmósfera en la que solo existe la presencia de su hija. 

 

Cálido y acogedor. 

 

La niña apoya sus pequeñas manos en cada una de las mejillas de su padre y se acerca para rozar su naricita de botón con la de él.. 

 

_ P'Phaya!!! No seas malo. Nirin y yo estábamos pasando tiempo juntas. 

 

Entonces su mirada vuelve a su hermana, la jovencita tiene una expresión de falso mal humor en el rostro. 

 

_ Nong Nee. Sigues siendo igual de molesta _ le dice divertido mientras le desordena el cabello con una de sus manos, antes de voltear hacia la mujer junto a ella. 

 

_ Dujdao. Hola a tí también.

 

Su saludo es escueto, casi por obligación y todos los presentes se sienten incómodos ante el intercambio. 

 

_ P' Phaya. _ Saluda de vuelta, no hay mucho que se atreva a decir y sabe muy bien que esta situación fue causada por ella misma. 

 

Siente esos inusuales ojos ambarinos sobre ella y se pregunta cómo es posible que la mirada de un bebé sea tan poderosa e intimidante como aquella. 

El silencio incómodo muere en cuanto Khem aparece detrás de ella. Parece más animado que antes. ThongThai y Singh caminan un poco más atrás. 

 

_ ¡Phaya! 

 

El mayor siente el impacto, Khem se aferra a él con cuidado de no aplastar a la niña que queda atrapada entre los dos, la pequeña ríe divertida mientras su cuerpo y el de su padre son sacudidos de aquí para allá entre los brazos del más joven.

Su novio sólo suspira resignado y Singh sonríe ante las locuras de su compañero. Los dos se acercan para saludar a su antiguo compañero de equipo. 

 

_ Suficiente, Khem. Estás aplastando a Nirin._ Toma al otro por su chaqueta y tira de él _ Es bueno verte de nuevo P'. 

 

_ Pero Babiii. _ se queja mientras es arrastrado hacia atrás por su novio. 

 

Singh aprovecha su oportunidad para saludar a Phaya con un ligero abrazo. 

Luego, todos se ven envueltos en una pequeña atmósfera de calidez. La casa parece cobrar vida, rebosante de conversaciones y algunas risas. Por un momento todos parecen dejar de lado aquella ausencia que los afecta a cada uno de ellos de manera diferente. 

La anciana mujer, aún cerca de la entrada, no aparta la mirada de ellos, permite que su corazón se llene de este momento, observa la sonrisa en el rostro de la niña mientras su padre la mira como si fuera lo más valioso en su vida. 

Phaya se mantiene de pié, con su hija en brazos y rodeado por los que alguna vez fueron sus compañeros de equipo, todos demasiado interesados en obtener atención de la pequeña bebé. Parecen un poco más felices, menos tristes que los primeros días, cuándo la ausencia era más reciente. 

Sigue mirándolos, todos ellos parados allí, como si fuera una fotografía. Pero hay algo más. Un espacio. Un espacio vacío. 

Entonces su mirada se queda fija en ese punto, justo al lado de Phaya, en ese espacio que, inconscientemente, todos parecen dejar libre, como una muestra de respeto, de anhelo, como si ese lugar le perteneciera a alguien más hasta el final de los tiempos. Como si aún estuvieran esperando. 

El cansado corazón de la mujer se sacude en su pecho, el dolor es demasiado real como para ser sólo emocional. El cansancio en su cuerpo se hace cada vez más notorio. El peso de la pérdida y el paso de todos esos años comienzan a pasar factura, se siente un poco más débil cada día. Como una llama que poco a poco comienza a consumirse. 

No existen demasiadas cosas que le brindan consuelo, porque en su vida ya lo ha perdido todo. No le ha quedado más que esperanzas, anhelos y ausencias dolorosas. Recuerdos que se tornan lejanos y borrosos. 

Sus ojos se posan en esa niña, y le resulta tan maravillosa, tan llena de vida, tan llena de consuelo para su corazón. Se siente unida a ella de una forma tan inexplicable. Y se permite contagiarse de sus ganas de vivir, como si ese pequeño ser le brindara un poco de su vitalidad e hiciera un poco más llevadero su dolor. 

Y como si la niña pudiera sentirlo, su mirada se encuentra con la de su abuela, la mira fijamente por un momento antes de renunciar a los cariños de su padre, para pedir el contacto con la mujer. 

 

_ Abu _ Impulsa su cuerpo, moviéndose desesperada entre los brazos de su padre para llegar a ella. 

 

_ Despacio cariño, podrías carte. _ Phaya intenta contener a la niña que sigue moviéndose. _ ¿Quieres ir con la abuela?

 

_ Abu, Abu, Abu_ Exige la niña y se hace casi imposible de sostenerla con tanto movimiento. 

 

Phaya la lleva hacia la abuela y la niña casi se lanza hacia ella. 

 

_ Nirin, ten cuidado. 

 

Pero la niña parece ya no escuchar a su padre, solo se apresura a acurrucarse en el pecho de la mujer, que sonríe cariñosa mientras su mano sube y baja por la espalda de su nieta. Siente el calor proveniente del pequeño cuerpo impregnarse en el suyo, la diminuta mano aferrándose a la blusa justo sobre su corazón. Entonces vuelve a sentirlo. 

 

Como cada vez que la niña busca su cercanía. 

 

El dolor retrocede, su corazón normaliza su ritmo y el cansancio en su cuerpo se hace más llevadero. 

 

Si. Nirin hace retroceder el dolor. 

 

La pequeña parece exhausta de repente, como si su energía fuera disminuyendo con cada segundo, hasta quedar adormilada aún entre los brazos de su abuela, débiles balbuceos escapan de sus pequeños labios mientras intenta acomodarse más cerca, buscando más calor en el pecho ajeno. 

Phaya mira el intercambio, respetando el momento de ambas. Algo dentro de él se retuerce y le grita algo que no quiere escuchar, que prefiere no ver porque no está preparado para otra pérdida más. 

 

_ La llevaré a descansar abuela. _ Pero cuando intenta sostenerla, su hija se aferra aún mas a ella. 

 

_ Está bien. Está bien, puedo sostenerla un rato más _ La fragilidad en su voz parece convencer a Phaya. 

 

Mece el cuerpo de su nieta contra su pecho y, por un momento, le parece haber vuelto muchos años atrás, casi puede verse, igual que ahora, de la misma manera, con aquel dulce y pequeño niño en brazos. 

 

Pero ahora... 

 

¿Dónde estaba ese niño? 

-

-

 

Después de un año, aún había noches en las que despertaba asustado, buscando la cuna de su hija con la mirada, temiendo no encontrarla, con la necesidad de convencerse de que era real, que no había sido solo un sueño, una cruel invención de su mente. 

Incluso ahora, mientras ve el rostro sonriente y feliz de su hija que se pasea de brazo en brazo recibiendo atenciones de todos los presentes, no puede apartar los ojos de ella, temiendo que esta imagen se desvanezca delante de él. 

Nirin parece haberse convertido en una princesa aquel día, toda vestida de blanco, al igual que sus pequeños zapatos y sus medias de puntillas. La corona, cuidadosamente colocada en sus negros y ondulados cabellos la hacen ver como una.

Se ve radiante y preciosa, sus ojos parecen brillar aún más de lo normal, el color ambarino en ellos se ven más claro que nunca, totalmente felices, sus ojitos infantiles se pasean por cada cosa que la rodea con curiosidad, totalmente fascinada con los adornos colocados para la ocasión. 

El primer cumpleaños de Nirin venía una mezcla de sentimientos y emociones. No solo era el primer aniversario de su llegada, sino todo lo que había significado su presencia para todos ellos. Porque había llegado en el momento justo, cuando la ausencia era demasiado dolorosa y el vacio amenazaba con acabarlo todo. 

Esta fecha traía consigo demasiado dolor, reproches y culpas no dichas. Los días no coincidían, pero no estaban demasiado lejos, sin embargo, el ánimo de todos parecía ensombrecer a medida que la fecha se acercaba. 

Phaya los ve a todos sonreír para su hija, a simple vista, todos parecen felices, pero él sabe los que se esconde detrás de esa felicidad. Como si pudiera verla, la sombra de la ausencia, arrastrándose como un fantasma, flotando sobre ellos esperando el momento justo para hacerse presente. Lo sabe porque convive con ella cada día, presente con él a cada momento. 

Y en estos momentos, Phaya puede asegurarlo, ama a su hija, su dulce niña de ojos ambarinos, su adorable Nirin, pero aunque su presencia apacigua el dolor, este no desaparece por completo, sigue allí, siempre presente; aunque ella llena su vida de nuevas emociones, el vacío angustiante y la ausencia dolorosa aún se extienden en su corazón. 

Las risas de la niña flotan a su alrededor, la dulzura de su voz baila en sus oídos. La canción de "feliz cumpleaños" resuena en las voces de los presentes mientras ella aplaude, infantilmente extasiada con la llama de la pequeña velita que arde en el hermoso pastel. Totalmente cautivada por la diminuta llama de color naranja que luce familiar y cálida. 

Y si. Phaya siente que haría cualquier cosa para mantener a esta niña, a su hija, de esta manera, feliz y a su lado. 

 

Incluso su propia vida. 

 

Mientras sostiene a la inquieta niña siente su pecho llenarse de calor. La ama. Sabe que la amará hasta el final de sus días, sin condiciones. 

 

La ama. 

Casi tanto como lo amaba a él. 

 

Una vez más, es débil, su mirada lo busca a su lado, en ese lugar en que el otro debería estar. Dónde pertenece. Pero no está. 

 

Otra vez.

 

Extiende su brazo, su mano buscando su presencia, cerrándose sola en el vacío. 

 

~Duele~ 

~Te lo daría absolutamente todo, solo tienes que regresar~ 

 

A su alrededor, la fiesta continúa, todos se dan un respiro, un momento de calma. Las canciones continúan y los regalos se abren. 

Porque este día, no les pertenece a ellos, sino a la pequeña niña que se aferra encantada al pequeño conejo de felpa que su tío favorito ha traído para ella, ignorando los montones de regalos que hay frente a ella, para indignación de los demás. Especialmente Khem, que intenta de todas maneras hacer que su auto nombrada sobrina se interese en el enorme elefante de felpa que parece casi tan grande como él.

Pero lo único que logra es un pequeño grito enojado de Nirin cuando intenta quitar el conejo de sus manos, ganando una palmada en la cabeza de parte de su novio y la mirada de regaño de todos los demás. 

Phaya pasea su mirada por cada uno de ellos, mira a su hija y una sonrisa casi imperceptible se dibuja en sus labios, justo antes de bajarla hasta su mano que se cierra sola. Aire escurriendo entre sus dedos. 

Por un momento le parece verlo, como un reflejo apenas visible a su lado, lo ve mirar a su hija con una mirada indescriptible y misteriosa para luego solo desaparecer. 

El destello de su pequeña alucinación se desvanece y la dolorosa ausencia abraza su cuerpo. Casi parece un consuelo. Pero no hay más que frío. 

 

~Me pregunto si tú también la hubieras amado~ 

-

 

Sentado al borde de aquel puente de madera, sus pies se sumergen en el agua que se siente tibia contra su piel, al igual que el aire a su alrededor. 

Todo permanece extrañamente quieto y en silencio, los árboles no se mueven, no se oye ni un solo sonido, absolutamente nada. 

Pero Phaya ni siquiera se percata de lo extraño que lo rodea, solo mece sus pies de vez en cuando, su atención totalmente perdida en el objeto que mantiene en sus manos. Recorre con cariño cada trazo en la placa cautivado por ese nombre que le provoca todo tipo de sensaciones. 

 

~Te extraño. ¿Me extrañas también?~ 

~Te amo~

 

_ P'Phaya. 

 

La voz de la mujer lo devuelve de sus pensamientos. Se asegura de guardar la placa en su bolsillo antes de voltear hacia ella. 

 

_ Dao. 

 

_ Pensé que podría encontrarte aquí. No me equivoqué._ su voz suena plana, casi sin emociones. 

 

La joven se acerca para sentarse justo a su lado. Los dos se quedan en silencio, Phaya vuelve su mirada al frente, hacia la infinidad del río y ella lo mira de reojo. 

 

_ P'Phaya...

 

_ Si vas a disculparte no es necesario. _ la interrumpe inmediatamente, porque no tiene ánimos para discutir esto de nuevo. 

 

Otra vez ese silencio, por unos momentos ninguno vuelve a decir algo más, él sigue con la mirada perdida y una minúscula, casi imperceptible, mueca aparece en el rostro de la mujer a su lado. 

 

_ Fué aquí, ¿Cierto? Dónde Yai y tú encontraron a Nirin. 

 

Él voltea el rostro hacia ella confundido. 

 

_ Y también es aquí donde Tharn se perdió. _ Otra vez, la mención de ese nombre producía estragos en él. 

 

Entonces, ¿Por qué ella lo mencionaba ahora? ¿Y por qué ella sabía...? 

 

_ ¿Cómo es que...? 

 

_ No fué difícil deducirlo, siempre regresas a este lugar._ Era como si ella pudiera adivinar sus pensamientos. 

 

Phaya siente que algo no está bien, hay algo en Dao, algo fuera de lo normal. 

Pero no necesitaba aquello, no en aquel día. 

 

_ Será mejor que vuelvas a casa. _ la dureza en su voz corta cualquier intento de conversación. 

 

_ P'Pha...

 

_ ¡Dao! _ Su tono es terminante, no deja lugar a dudas, la conversación ha terminado _ La única razón por la que accedí a darte una última oportunidad , fué por mi hermana. Así que no lo arruines de nuevo. 

 

_ Lo siento P'Phaya. Yo solo... 

 

_ ¡Es suficiente!. Solo ve a casa. _ posa su mano sobre la placa en su bolsillo, nuevamente parece perderse un poco en ella. 

 

La mujer a su lado se pone de pie y camina dándole la espalda, sus pasos resuenan en la madera debajo de ellos, avanza solo un poco antes de parar nuevamente. Se queda muy quieta, parece pensativa por unos momentos. Su expresión se vuelve fría, vacía de emociones, justo antes de abrir sus rosados labios. 

 

_ Dos años. Han pasado dos años. ¿Por qué sigues esperando? ¿Acaso crees que regresará? ... 

 

_ Tú... 

 

_ ¿ Acaso no lo hubiera hecho ya si así lo hubiera querido? 

 

La voz parecía venir de todas las direcciones, Phaya quería hacerla callar, gritar y decirle que no era su maldito asunto, pero su voz parecía haber desaparecido, solo podía quedarse sentado allí, inmóvil, la voluntad de su cuerpo totalmente perdida. 

 

_ Es curioso... ¿No lo crees? Perdiste a tu amante en este lugar y luego, de algún modo, obtuviste a tu hija casi de la misma manera. 

 

El mayor solo puede escuchar, las palabras se van sumergiendo en su mente, una por una. 

 

_ Apuesto a que la amas. ¿Cierto?_ él tampoco puede ver la sonrisa cínica en el rostro de ella _ Si. Así eres tú. 

 

El silencio resulta sofocante, no hay otro sonido más que la voz de la mujer, envolviéndolo todo. 

 

_ Y a él... ¿Aún lo amas?.

 

¿Cómo era capaz de hacer esa pregunta con tanto desdén? 

 

_ Dime, Phaya. ¿Lo has pensado alguna vez?_ ni siquiera entendía qué estaba sucediendo _ No intentes engañarte a ti mismo. Sé que lo sabes, aunque quieras ignorarlo cada día.

 

Otro silencio. 

 

_ Aún después de este tiempo, aun sigues buscándolo. Anhelando su presencia. Pero... ¿Qué tanto estás dispuesto a renunciar por él? 

 

~Todo. Lo dejaría absolutamente todo.~

 

_ Entonces, ¿Serías capaz de cambiar un amor por otro amor? _ ¿Un amor por otro amor?_ Amas a tu hija... Dime, ¿Serías capaz de renunciar a ella para recuperar a tu amante?. 

 

~Nirin.~

 

_ Piénsalo, si su regreso significa la desaparición de esa niña. ¿Aún así, lo escogerías a él?... ¿Lo harías? ¿Estarías dispuesto a renunciar a Nirin para tener a Tharn de regreso? 

 

Las palabras salen de sus labios, flotan cizañosas encontrando exitosamente el camino hacia su objetivo. Luego, como si no hubiera pasado nada, como si tales palabras no hubiera desestabilizado por completo a la persona a sus espaldas, como si no le importara, solo continúa su camino alejándose de él. 

Phaya está demasiado perdido como para notar la crueldad de aquellos ojos que lo miran con resentimiento, tampoco nota el destello verde en ellos en el momento justo en que ella se desvanece envuelta en lo que parecen extrañas llamas negras y verdes que se entrelazan entre sí.

 

"¿Serás capaz de cambiar un amor por otro amor?"

 

 

Una y otra vez, las palabras lo persiguen. No puede escapar de ellas. Siente el control de su cuerpo regresar, pero se siente demasiado catatonico , totalmente anestesiado mientras su mente continúa repitiendo las palabras. 

 

"¿Serías capaz de renunciar a ella para recuperar a tu amante?"

 

Su mano empuña el objeto en su bolsillo a través de la tela.

De repente todo cambia a su alrededor, el puente desaparece y se encuentra a sí mismo parado junto a la orilla del río, parece confundido por unos momentos, hasta que la risa de su hija llega hacia él. 

Su corazón se paraliza por un instante, unos pasos más adelante, Nirin se mantiene sentada sobre el agua, con su bonito vestido blanco y sus pequeños pies descalzos, parece encantada mientras mira frente a ella. Luego, inexplicablemente, comienza a ponerse de pie, riendo divertida mientras intenta mantener el equilibrio de su cuerpo. Phaya nunca había visto caminar a su hija, pero ahora, ella daba sus primeros pasitos tambaleantes sobre el agua, caminando hacia adelante con la mano extendida, como si alguien estuviera esperando por ella. 

 

 

"¿Estarías dispuesto a renunciar a Nirin para tener a Tharn de regreso?"

 

Las palabras regresan a él y envuelven su mente en una vorágine de desesperación, aun así, corre hacia la niña desesperado y la envuelve entre sus brazos, tratando de ocultarla en su pecho, aferrándose a ella de tal manera que incluso la niña se remueve en sus brazos intentando salir de sus agarre. Phaya afloja sus brazos y mira al frente, hacia donde Nirin había estado mirando antes, no puede ver nada. 

 

Otra vez no puede ver nada. 

 

El llanto de su hija rompe el silencio, suena doloroso y melancólico, ya no intenta alejarse de su padre pero su mirada sigue fija en el mismo punto. Extiende su brazo y su pequeña mano se abre y se cierra en esa dirección mientras las lágrimas se deslizan por sus rosadas mejillas de bebé. 

Phaya la mece intentando calmarla pero ella solo sigue llorando. Entonces vuelve a mirar y esta vez, casi le parece estar viendo el reflejo de aquella mujer, apenas perceptible, de pie unos metros delante ellos, solo dura unos segundo y luego... 

 

Todo desaparece.

-

-

 

 

Sus ojos se abren horrorizados en la oscuridad de su habitación, sus labios emiten un tembloroso jadeo. Su mente confusa parece ir a máxima velocidad al igual que su corazón. Su cuerpo reacciona demasiado rápido, corre hacia la cuna de su hija en la misma habitación. 

Ella duerme apaciblemente, con una sonrisa en sus pequeños labios, ajena al desastre de sentimientos que atormentan a su padre. Cae de rodillas aferrándose a la baranda de la cuna, totalmente sin fuerzas. 

Su mente parece ir acomodando cada pieza en su lugar. 

 

Una pesadilla. 

 

Una cruel pesadilla. 

 

Sus ojos vagan por la habitación hasta posarse en aquel cajón. Entonces, como un eso, aquellas palabras vuelven a él...

 

"¿Estarías dispuesto a renunciar a Nirin para tener a Tharn de regreso?"

-

-

 

(...)

 

🌈 ¿Ustedes que harían?

¿Creen que Phaya lo haría? 

Chapter 8: Permanencia

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

 

 

~No.~

~Vete.~

~Ya no quiero verlo más...~ 

 

Pero no hay absolutamente nadie que escuche sus súplicas. 

Los reflejos en el espejo siguen allí, ignorantes de sus ruegos, implacables ante su tormento e insensibles a su miseria.

Pero de repente, algo sucede.

Algo cambia, el aire se siente cálido, más liviano. Una brisa que sale de la nada acaricia la piel de sus brazos y trae consigo aquel musical sonido. 

El hechizo del espejo parece romperse, la atracción hacia él se debilita y voltea para buscar el origen de aquello que oye pero no puede ver. 

Silencio. 

 

~No. No. Por favor. Vuelve.~

 

Y ahí estaba de nuevo. 

Suena más claro ésta vez. Parece una risa... Una pequeña risita de bebé. 

Entonces una inexplicable necesidad se apodera de su ser. La risita continúa y su desesperación aumenta. 

 

~¿Dónde estás?¿Dónde estás?~ 

~No puedo llegar a ti. No puedo verte.~ 

 

De un momento a otro, como en un pestañeo, aparece frente a ella. 

Una niña. 

Una pequeña criatura, vestida de blanco, con graciosos rizos oscuros que parecen brincar con cada uno de sus movimientos. 

La niña la mira con aquellos ojitos que parecen brillar. Inusuales. Extrañamente familiares. Y ahí estaba de nuevo, esa necesidad, ese deseo irrefrenable de correr hacia ella, tomarla en sus brazos, como si ese fuera su lugar, ocultarla del mundo entero como su tesoro más preciado, como si fuera suya, como si le perteneciera.

Pero cuando lo intenta, cuándo quiere correr hacia ella, sus pies parecen anclados en su lugar, no se mueven ni un centímetro como si hubiese perdido la capacidad de moverse. 

Entonces solo puede mirarla desde lejos. Con anhelo doloroso y desesperado. 

 

~No, por favor, por favor.~ 

 

Intenta alcanzarla nuevamente, pero su cuerpo se niega a ceder, así que solo se queda allí, con la mirada fija en ella. Temiendo que al apartar la mirada tan solo por un segundo ella podría desaparecer. 

La siente tan cerca y tan lejana a la vez. Mira en la distancia y es como si una línea invisible las alejara por completo. Mientras ella permanece en este lugar sombrío y frío, lleno de fantasmas, donde no existen más colores que esta lúgubre escala de grises; el lugar del otro lado de aquella línea, dónde la niña se encuentra, se ve totalmente diferente, el agua totalmente cristalina refleja el azul pálido del cielo plagado de pomposas nubes que parecen hechas algodón, incluso a la distancia, le parece ver el verde brillo de los árboles que se mecen suavemente con el viento. 

Una vez más. Vuelve a intentarlo...

Otra vez no funciona. 

No puede avanzar, no puede llegar hasta ella. Su corazón agitado en agonía por aquello que anhela y no puede tener. 

Su garganta, presa de un doloroso nudo, no puede emitir sonido alguno, la impotencia llena sus ojos de lágrimas, y a estas alturas, ya ha perdido la cuenta de cuántas ha derramado. Pero no puede evitarlas, se deslizan sin su permiso, como una fuga constante que no tiene solución. 

De pronto, el pequeño rostro parece llenarse de infantil determinación. Muy despacio, apoyando sus manos como si el agua debajo de su cuerpo fuera totalmente sólida, toma impulso y se pone de pie. Su risa vuelve a resonar, parece demasiado curiosa y entretenida en mantener el equilibrio de su cuerpo que se tambalea un poco. 

El corazón de la mujer se paraliza, sus emociones van, inexplicablemente, desde la emoción hasta la preocupación y de nuevo quiere correr hasta la pequeña y tomarla en sus brazos para evitar cualquier daño posible. Temiendo que de pronto, el agua debajo de esos pequeños pies, se llevara aquel cuerpo pequeño y frágil hacia sus profundidades oscuras, frías y peligrosas , porque no habría forma de que ella pudiera alcanzarla si aquello sucediera. 

Aquellos ojitos llenos de determinación parecen brillar mientras se mira fijamente los pies, totalmente curiosa por aquella superficie que la sostiene y el mundo que se refleja en ella. Lentamente, muy despacio, uno de sus pies comienza a despegarse del agua, se eleva apenas, para volver a apoyarse nuevamente solo unos centímetros más adelante, sus brazos se extienden a los lados cuando pierde el equilibrio por un momento. 

La mujer jadea en su lugar, extiende su brazo en dirección a ella, como si de alguna manera pudiera estabilizar a la niña desde su lugar. 

La niña vuelve a reír, la sensación de vértigo causándole divertidas cosquillas en el estómago, sus pequeñas manitos chocan entre sí en una pequeña palmada y vuelve a mirar al frente. Hacia la mujer, hacia esa mano que se extiende en su dirección, entonces lo hace de nuevo, un pequeño pasito. 

Uno más... 

Otro... 

 

~Si. Eso es cariño. Ven conmigo.~

~Solo un poco más.~

~Un poco más~ 

 

Un jadeo horrorizado surge de sus labios, sus ojos totalmente desorbitados buscan desesperados, sus manos tiemblan y el aire parece más escaso. Los sollozos no tardan en llegar, porque delante de ella, la línea comienza a desdibujarse y la niña... 

La niña ya no está. 

 

~No, no, no, no, no, vuelve. Vuelve.~ 

 

Y con ella, todo comienza a desaparecer, ese paisaje cálido, lleno de luz, es apenas algo borroso difícil de ver, se desdibuja poco a poco y aunque intenta, aunque trata de impulsar su cuerpo, aún no puede moverse, el eco de las voces en el espejo a sus espaldas comienza a hacerse más fuerte. 

Ya casi no queda nada, casi desaparece por completo, pero no puede retirar su mirada, se ha dado totalmente por vencida, pero necesita empaparse de aquella última vista hasta que ya no quede nada. 

Entonces lo ve, justo antes de desaparecer nuevamente. Apenas se distingue entre las lágrimas y lo borrosa que se va tornando la imágen. 

Escucha el llanto doloroso de la pequeña, pero ya no puede verla, solo la espalda ancha y protectora de aquel joven que parece sostenerla en sus brazos mientras se aleja de aquella línea que las separaba y las unía por igual. 

 

~No. Para, no te la lleves~ Quiere gritar. 

~La necesito~

~Vuelve...~

 

Y es como si el tiempo se hubiera detenido, como si cualquier cosa perdiera sentido y desapareciera totalmente. No hay calidez, no hay frío, no existe absolutamente nada. Solo aquellos ojos, aquellos benditos ojos que se clavan en ella avasallando todo, llevándose todo y nada consigo. Inexplicables y tormentosos, pero tan familiares que quisiera quedarse en ellos por siempre.

Luego... Nada... 

Él ya no está, ha desaparecido llevándose a la niña en su brazos. 

El anhelo golpea sus entrañas de tal manera que sus débiles piernas ya no pueden sostener su peso sobre ellas. Cede ante la gravedad, sus rodillas golpean aquella superficie, pero no hay nada, este cuerpo no es capaz de sentir el dolor. 

Pero su corazón... Su corazón se contrae en su pecho. Y es tan doloroso que incluso su conciencia comienza a ceder, incapaz de soportar tal tortura. Poco a poco, la oscuridad comienza a tomar el control, sus ojos comienzan a cerrarse y su mente pierde la noción de la realidad, de su realidad. 

La voz en el espejo parece un eco que se arrastra con el viento. Aquella voz, cargada del dulce veneno del amor. Amor confesado hacia otra persona. Amor que lastima sin saberlo. Amor que se vuelve una carga pesada y dolorosa. 

Pero esta vez, la voz, las palabras, pierden su efecto, amortiguados por aquella imagen, aquel dulce sonido. Sigue mirando el mismo punto, aunque sus ojos se cierran y se sumerge lentamente en la inconsciencia, aún así, hasta el final... Sigue esperando... Una vez más... 

 

~¿Quién eres? Vuelve...~

 

Casi parece escucharlo de nuevo... Aquella dulce risita infantil... 

Sus ojos la buscan sin éxito y luego... solo... nada. 

Al mismo tiempo, a sus espaldas, en una de las esquinas del cristal, una pequeña grieta aparece... 

-

 

Las llamas se disipan y la figura de aquella mujer se desdibuja mientras es reemplazada por la de alguien más. Los oscuros ojos se han ido y en su lugar, el verde refulge en aquel rostro nuevamente masculino. Sus párpados permanecen cerrados mientras mueve su cabeza y su cuerpo, como si tratara de quitarse de encima los restos de aquella apariencia que no era la suya. 

De pronto llega a sus oídos, inconfundible. 

 

~Por supuesto, estás aquí. No podría esperar menos de tí.~

 

El cielo parece querer romperse, los truenos resuenan furiosos, acompañados de aquel sonido, como el grito de un ave enfurecida. Entonces, envuelto en un halo que parece de fuego, cae de pié justo delante de él, tan fuerte que rafagas de aire se expanden a su alrededor. Sus majestuosas alas extendidas a sus lados. Poderoso. Indescriptible. 

Furioso

No emite ninguna palabra, sus ojos parecen arder, solo mueve sus alas para elevarse y luego lanzarse hacia el otro, que se prepara para el impacto. 

El golpe nunca llega a su destino, aquellos brazos cruzados a la altura de su rostro impiden su avance, antes de empujar con fuerza para lanzarlo lejos una vez más. 

 

_ ¡¡TUU!! ¡¡TE ATREVISTE A USAR SU ROSTRO!! ¿CÓMO PUEDES SER CAPAZ? 

 

Su voz no suena diferente de aquellos estruendos que surcan el cielo, gritos duros y enfurecidos. 

 

_ ¿Y por qué no lo haría? ¿Acaso no era mía antes?_ Su voz totalmente burlona, provocadora hacia el otro, que parece casi fuera de control. 

 

Esta vez el golpe encuentra su camino, el puño aterriza doloroso sobre la comisura de aquellos labios venenosos, demasiado rápido como para ser visto, el impacto lo suficientemente fuerte como para arrojar su cuerpo unos metros hacia atrás. 

 

_ ¡¡ELLA JAMÁS FUÉ TUYA!!

 

_ Te equivocas, ella siempre fué mía. Fuiste tú quién quiso convencerse de lo contrario. _ Viejos rencores saliendo a la luz, sus facciones se endurecen, aprieta los dientes y muecas desdeñosas desfiguran su fachada de aparente calma. 

 

La respiración del otro se agita, lucha con sus emociones. La inherente verdad en aquellas palabras se mantiene flotando entre ellos. 

 

_ Solo mantente alejado de ella. _ contiene su voz, pero sigue sonando dura, como una orden tangible sin margen a la contradicción. 

 

_ No es ella a quien quiero. No podría importarme menos _ parece sisear, rencoroso._ Tu maldito hermano... Todo esto... ES SU MALDITA CULPA!!!. 

 

Esta vez, es él quien pierde la calma, su voz se eleva y el grito se arrastra por su garganta para ser liberado a través de sus labios. 

 

_ No te atrevas a tocar a Phaya nuevamente, ni siquiera en sus sueños...

 

_ ¿Y qué harás eh... Garuda? _ sisea como una serpiente, provocador _ Tu hermano tiene algo que me pertenece. Y voy a recuperarlo a como dé lugar. 

 

_ Obtuviste lo que querías. ¿Cuánto más necesitas para sentirte satisfecho?_ La condescendencia en sus palabras enfurecen aún más al otro _ Tu lo sabes muy bien, aquello que quieres, que exiges como si fuera tuyo, no te pertenece. 

 

_ ¡Tú no sabes nada! Un naga, siempre pertenecerá al mundo Naga._ Su pose cambia, parece dispuesto a correr hacia el otro, rafagas de poder serpentean a sus pies, oscuras y tenebrosas. 

 

_ Por supuesto. Pero ella... no es un Naga... _ Sus alas arden, fuego furioso que arde sin control. Su aura dorada lo envuelve por completo._ Y un Garuda, siempre protege a su familia... 

 

Ambos salen disparados hacia el otro, el salvajismo presente en cada movimiento, majestuosos y rápidos, buscando causar daño a su oponente. Letales. 

Y es casi hipnótico, cada movimiento, ataque y defensa, tan sincronizados, instintivos, como una danza que se ha extendido durante cientos de años, dos oponentes que conocen cada movimiento del otro pero que aún consiguen sorprenderse, o tal vez, ambos fallan a propósito, dejando aperturas, recibiendo aquellos golpes a propósito. Auto castigo que no se atreven a admitir. Tensiones liberadas sobre aquello que solo ambos entienden. Karma compartido que trae el mismo dolor. 

Los dos se ven heridos, sangre brota de sus múltiples heridas, sus respiraciones se han convertido en jadeos, pero se niegan a retroceder. Es más fácil, el dolor físico es más llevadero. Lo prefieren. 

 

_ Tu lo sabes, Ticharuj_ Sangre brota de la comisura de sus labios_ Voy a recuperar lo que es mío. Incluso aunque tenga que matar a tu amado hermano en el proceso. Y no hay absolutamente nada que puedas hacer al respecto... 

 

Entonces sucede demasiado rápido, apenas es consciente de aquella rafaga dorada en su dirección. Aquella mano poderosa, sobrehumana, se aferra a su garganta, aprieta cortando el aire, las garras lacerando su piel. Finos hilos de sangre se deslizan por su cuello. Sus ojos se cierran. Abraza el dolor, deja que su alma se empape de él antes de chocar su mirada con la del otro hombre. 

Ojos dorados que parecen brillar, odio líquido que se escurre desde el fondo de sus entrañas como lava ardiente de un volcán en erupción, amenazando con consumirlo todo a sus paso se enfrentan a aquellos sinuosos ojos verdes, fríos y duros como un diamante, el mismo sentimiento de odio en ellos, pero más gélido, como un glaciar, inamovible y eterno. 

 

_ ¿Qué harás ahora? Garuda..._ parece escupir el nombre de aquella raza, se mantiene altivo, se niega a doblegar su orgullo aunque las garras aún se hunden en su piel. _ Permíteme decirte..._ Su boca se llena de sangre que se desborda en una tos. 

 

_ No... _interrumpe sus palabras_ Lo sientes ¿verdad?_ Sus narices casi se rozan, están tan cerca que sus palabras no van más allá de simples susurros._ Tu propia debilidad._ Aprieta su agarre, gotas de sangre llegan hasta el suelo a sus pies._ Eres débil ahora. Se la diste... Tu alma Naga...

 

_ Tú... 

 

_ Dime... ¿Valió la pena?... Su alma rechaza la tuya, perdiste lo único que te quedaba por nada. La mantienes atada a un mundo al que no pertenece y solo obtuviste debilidad..._ Sus palabras buscan lastimar y lo logran por completo, porque ambos conocen perfectamente la debilidad del otro. Como viejos amantes que buscan destrozarse mutuamente. 

 

_ ¿Y tú? ¿Acaso no has hecho lo mismo?_ Escupe sus palabras, sus labios teñidos de rojo _ Te atreves a juzgarme, pero eres igual o peor que yo. Ataste tu alma a la de esa mocosa... Jugaste con el destino. _ Su mano se cierra feroz en la muñeca del otro, pero este no afloja su mano. Sus garras continúan lastimando _ Tu también eres débil ahora... No puedes detenerme, príncipe Garuda. No pudiste hacerlo en ese entonces y no podrás hacerlo ahora..._ Aumenta la presión, sus uñas cortan la piel del otro, su veneno se diluye en la sangre ajena. 

 

_ Te equivocas, esta vez, no dejaré que te acerques. No vas a tocar a mi hermano..._ Sus narices se rozan, se acerca un poco más y casi susurra en sus oídos _ Tampoco a esa niña. Jamás llegarás a ella. Y yo mismo me encargaré de eso...

 

Su mano libre se clava directamente en el hombro del otro. Sus garras parecen inyectar las llamas directamente en las venas del otro, invadiéndolo todo, consumiendo desde dentro, inyectando dolor como un veneno. 

Ambos se lastiman, sienten el veneno recorrer su sistema, los vuelve débiles, cansados. Pero se niegan a retroceder, los retazos de aquel orgullo siguen allí, inquebrantables. La sangre gotea, el hombro Naga totalmente magullado, su brazo cae inerte contra su cuerpo mientras la otra mano sigue sujetando la muñeca de aquella mano que sigue presionando su cuello mientras el agarre se hace más débil. 

Sus cuerpos salen disparados en la dirección contraria, magullados y cansados. Negándose a mostrar debilidad. 

Uno cae de rodillas, sujeta su hombro herido, el dolor casi insoportable, la sangre sigue brotando, sus ojos miran al otro que se mantiene estoico frente a él, cargados de resentimiento. 

El otro le devuelve la mirada mientras sostiene su muñeca herida. No muestra ninguna expresión en su rostro, se mantiene altivo, como si hubiera ganado la pelea, aunque su cuerpo se debilita con cada segundo y el veneno recorre su sangre desde su muñeca goteante. 

 

_ No podrás detenerme por mucho tiempo, Ticharuj. Y esa niña... Volverá al mundo Naga tarde o temprano._ Sisea como una serpiente, pero sabe que el otro puede oirlo perfectamente. 

 

_ Tu lo sabes, esa niña, no es un Naga... No puedes ir en contra de su naturaleza, Chalathorn. _ Sus palabras son altivas, como si fueran una verdad absoluta que el otro se niega a aceptar _ Ella pertenece justo donde está... Conoces el precio, lo que sucede si intentas ir en contra de la naturaleza misma. 

 

El Naga lo mira con rencor, poco a poco su cuerpo empieza a ser rodeado por aquellas familiares llamas negras y verdes que lo bañan de poder, luego simplemente desaparece. 

Ticharuj mantiene la mirada hasta que ya no quedan rastros de él, firme y altivo. Orgulloso. Hasta que finalmente su cuerpo flaquea. Sus rodillas ceden e impactan en el suelo. Puede sentir como el fuego de sus poder arde en su interior buscando erradicar con éxito el veneno Naga de su sistema. Su propia debilidad se hace presente y comienza a sentir el abandono de su consciencia. 

 

~Eso lo detendrá por un tiempo, Phaya. Voy a protegerte, a tí y a tu hija.~

 

La inconsciencia lo arrastra cada vez más. Un último pensamiento surca su mente, justo antes de ser consumido por la oscuridad. 

 

~Porque un Garuda, siempre protege a su familia.~

-

-

 

Avanza por el pasillo, sus pasos no se oyen. Su cuerpo parece deslizarse, elegante y hermosa. Su vestido dorado parece adherido a su cuerpo, como una segunda piel, como las escamas de una serpiente parecen brillar con cada movimiento. Su cabello perfectamente peinado, la diadema en su cabeza lo mantiene en su lugar y le da una apariencia aún más majestuosa. Como una sirena, como una reina. 

Su rostro carece de emociones, no hay ningún tipo de expresión en ella, pero sus ojos... Esos ojos cargan tormento, culpa y desamor. Su mente es un laberinto de pensamientos, de preguntas que buscan respuestas, soluciones. 

Su andar se detiene, su mano toma el pomo de aquella puerta que guarda su destino. Aprieta el frío material mientras su mirada se clava en la silueta que aparece al final del pasillo. Su corazón se estremece en su pecho y lucha contra aquella necesidad de correr a su lado ante la apariencia maltrecha del hombre delante de ella. 

Él permanece de pie mientras sostiene su brazo, sangre gotea de él manchando el suelo del pasillo. Un hilo de sangre baja por la comisura de sus labios, incluso su cuello parece estar manchado de sangre, aunque las heridas ya no existen en él porque seguramente su poder ya se ha encargado de sanarlas. 

Vanvisa lo sabe en el instante en que sus ojos se posaron sobre él. Ha roto su promesa. Igual que todas las que alguna vez hizo. No ha quedado absolutamente ninguna que él no haya roto y con ellas, su corazón. Una y otra vez. Pero no puede culparlo del todo porque a sido ella quien le ha dado el poder de hacerlo, cada una de esas veces. 

Su rostro permanece estoico, no le muestra ninguna expresión, pero no son necesarias, porque él puede verlo todo a través de sus ojos. Aquella mirada, tan cruda que no puede soportar. 

 

_ Vanvisa..._ no, no más. no está dispuesta a oír más de sus mentiras. 

 

Solo una última mirada antes de cerrar sus ojos, reúne todo el valor necesario y deja ir un suspiro mientras simplemente abre la puerta ignorando aquella voz, dando la espalda a su presencia. 

Lleva una mano temblorosa a su pecho y hace presión allí donde duele. Lucha contra ese sentimiento culpable que pretende hacerla correr de vuelta hacia él y brindarle su consuelo. Y ella lo sabe, quien ha hecho esto, el verdadero responsable del estado del otro, el único ser que puede causar tal daño. El enemigo de su raza.

 

~Príncipe Ticharuj.~

 

No importa. Trata de convencerse de ello. No le interesa meterse en los asuntos de esos dos. Ahora, lo único que importa es aquella persona que descansa en aquella habitación. Esa que yace inconsciente desde el momento en que llegó a aquel lugar. Totalmente inerte, como si estuviera prisionera de un sueño profundo imposible de despertar. 

Sus ojos se llenan de cariño esta vez, camina hacia la cama despacio, y aprecia las facciones de aquel hermoso rostro. Sus manos tocan aquel oscuro cabello, su toque casi reverente, tan suave, como si temiera molestar a la otra persona. 

 

_ Hola _ hay tanto cariño en su voz, tanta devoción, y como cada vez, se mantiene a la expectativa, esperando una respuesta que nunca llega.

 

Sus labios sonríen. Sus ojos lloran. Y su alma se destroza un poco más mientras su corazón se llena de culpa. 

 

_ Wansarut _ Susurra _ No importa cuántas veces vuelvas a nacer, sigues siendo hermosa.

 

Sus labios dejan un beso fugaz en la frente ajena mientras aprieta aquella mano entre las suyas. 

 

_ Lo has dado absolutamente todo por amor, en cada una de tus vidas, siempre tan leal y valiente. Ojalá hubiera sido solo un poco cómo tú, pero sólo fuí egoísta, solo pensé en mi misma y terminé provocándote todo este sufrimiento... 

 

El dolor se vuelve más fuerte, más crudo y lacerante. La culpa la corroe como el veneno más letal, quemando sus entrañas pero sin el consuelo de la muerte. Solo la eterna agonía. 

 

_ Lo siento... Lo siento tanto... Solo quisiera que abrieras tus ojos una vez más._ Solloza débilmente _ Te lo prometo... Te prometo que buscaré la manera de sacarte de este lugar... Porque no importa la apariencia que tengas ahora, siempre, siempre serás mi pequeña hermana... Mi dulce e ingenua Wansarut... 

 

Se inclina sobre el cuerpo en la cama, sus cabellos caen como una cortina a ambos lados, privándolos a ambos del exterior. 

 

_ Encontraré las respuestas _ susurra apenas audible _ sé exactamente dónde buscarlas... Ésta vez haré lo correcto... No importa lo que tenga que hacer pero te aseguro que te enviaré de regreso... Solo espera un poco más... Tharn.

-

 

"Solo espera un poco más..."

 

Esa voz... 

 

"Tharn"

 

Esa voz resuena en su oscuridad, parece venir de todas las direcciones y de ningún lado a la vez. 

 

~¿Quién?~

~¿Quién eres?~

 

Pero ya no está. Se ha ido. Aquella voz se disuelto igual que todo lo demás, solo queda aquel sonido y todo comienza de nuevo...

 

Las voces, el reflejo en el cristal...

El dolor...

Los recuerdos...

-

-

 

Y la pequeña grieta que se hace más grande...

-

-

 

🌈 Hello!!

 

Estoy de vuelta. 

Espero que este capítulo les dé algunas respuesta. 

 

       🧡Entonces... ¿Ya saben qué pasa con Tharn? 

 

🌈Nos leemos en el próximo. 

 

Dato: Cuando Chalathorn habla de Ticharuj uniendo su alma a la de una "mocosa", les aseguro que no se refiere a Nirin 🫣

 

Notes:

Les recuerdo que esta historia ya va por los últimos capítulos en mi perfil de Wattpad.

Iré subiendo los capítulos uno por uno aquí también 🤗

Notes:

🌈 Estaré resubiendo los capítulos en su idioma original... 🤗

Errores y faltas de ortografía serán corregidas al final de la historia..

Ya estamos llegando al final.
La historia está más avanzada en mi perfil de Wattpad. La estaré subiendo aquí también 😌

🧡🧡