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Y es así como todo comenzó

Summary:

Cuando Laurel Gates robó el libro de las sombras de Goody Addams, nunca pensó que una bruja de 400 años podría engañarla.
Ahora, ella, Tyler y Merlina se encuentran en el viejo Jericó donde la guerra abierta entre Crackstone y Goody Addams esta en su máximo apogeo.
No solo deberán encontrar la forma de regresar a su tiempo, sino también buscar aliados en un momento donde cada uno ve por su propio beneficio

Notes:

Chapter Text

Algo había salido mal.

Muy mal.

El suelo de la cripta de Crackstone comenzó a temblar violentamente haciendo que Merlina cayera al suelo. Se sujetaba con fuerza su mano derecha, sangrante debido a la herida que Laurel Gates le había abierto.

Los frascos alrededor de la tumban brillaban como si estuvieran electrificados y frente a ella, Laurel Gates repetía su cántico en latin manteniendose de pie a puras penas.

La puerta de la cripta se abrió con un estruendo y Tyler entró con su rostro traicionero marcado por la intriga y preocupación.

—¿Qué demonios...? — la cripta se sacudió y mandó al chico al suelo.

Merlina soltó una pequeña queja de dolor al sentir que el medallón de su cuello comenzó a calentarse hasta quemarle la piel y luego, los frascos explotaron y una luz blanca inundó la estancia.

Cuando Merlina despertó ya no estaba en la cripta. Se encontraba en el suelo, el sol brillaba sobre su cabeza y las hojas otoñales caían perezosamente sobre ella. Se puso de pie rápidamente y miró a su alrededor. Laurel Gates estaba inconsciente solo a unos pasos de ella, pero no había rastro de Tyler, ni de la cripta. El bosque a su alrededor también se miraba diferente, de una manera que no sabía definirlo.

Se acercó a Laurel, procurando no hacer ruido, y sacó el puñal que guardaba debajo de su falda. Alzó el puñal, pero antes de que pudiera acabar con la miserable vida de la maestra normie, una pisadas pesadas interrumpieron la tranquilidad del bosque. Merlina alzó su arma, esperando encontrar a Tyler, pero solo escuchó dos voces diferentes acercándose. Se apresuró a esconderse.

Los hombres que llegaron segundos después eran completamente desconocidos. Llevaban sus ridículos trajes de fanáticos religiosos pero eran demasiado mayores para trabajar en Mundo Peregrino repartiendo chocolates a los turistas. Uno de ellos tenia el pelo entrecano, una barriga prominente y una barba mal afeitada. El otro era robusto y una cicatriz le cruzaba el brazo derecho. Sus ojos eran azules, pequeños y malvados y cuando habló, Merlina pudo ver que un diente estaba quebrado.

—¿Está muerta? — preguntó el canoso, señalando el cuerpo inconsciente de Laurel Gates.

El hombre de ojos azules se agachó y la giró, arrugando su expresión al verla y haciéndolo ver incluso más feo.

— Ten cuidado, Pete —volvió a decir el hombre canoso — Puede ser una de esas brujas.

— ¿Por qué lo dices?

— Usa ropa de hombre y ese cabello rojo.

Desde su escondite Merlina arrugó su entrecejo.

—Levémosla con el reverendo, él sabrá que hacer.

— Ayudame a amarrarla, Thomas. Son como una plaga, nunca se terminan.

Merlina miró como los hombres se llevaban a una inconsciente Laurel, y comenzó a seguirlos, sin embargo, a los pocos metros comenzó a sentir una presencia detrás de ella.

Se detuvo y dejó que los hombres se alejaran, luego giró sobre sus talones.

— Te advierto que no es un buen momento para el acoso.

Detrás de los arboles salió una sombra. La mujer era pequeña, apenas unos centímetros más alta que Merlina, su cabello rubio iba suelto y caía hasta su cadera, su rostro se miraba curtido por el sol y unas arrugas se formaban entre sus cejas.

Merlina dio un paso hacia atrás y el medallón de su cuello volvió a arder.

— ¿Quien eres? — preguntó la mujer. — ¿Qué buscas?

— ¿Goody?

La bruja alzó su mano y un terrible dolor de cabeza se apoderó de ella. La vista de Merlina se volvió borrosa y luego su cuerpo volvió a caer al vacío. 

 

Chapter Text

Tyler caminaba por el bosque como lo había hecho desde que recordaba, sin embargo, se sentía perdido. No reconocía ni los árboles, ni los claros y sentía como si una burbuja de aire paseara por sus oídos.

Cuando despertó, miró removerse a Merlina y unos metros adelante estaba Laurel inconsciente. Era de mañana y su padre seguramente estaría furioso, así que Tyler se levantó y las dejo ahí.

Hasta donde le concernía, él había cumplido con las órdenes dadas, si Laurel era demasiado inepta para traer a la vida al peregrino muerto, pues no era su problema. Y si Merlina la mataba al despertarse, tampoco se sentiria mal. Tenia cosas mas importantes en las que pensar como que excusa pondría en el trabajo o si su padre ya había visto que no estaba en casa.

Sacó su teléfono y arrugó su entrecejo al ver la pantalla. No solo no había señal, sino que parecía que la pantalla parpadeaba de forma extraña. Lo único que le faltaba es que se arruinara cuando lo había comprado hace poco.

Tyler se detuvo por un momento y miró a su alrededor. Escuchaba el canto de los pájaros, las pequeñas pisadas de algunos animales y luego logró descifrar el sonido del río. Caminó hasta ahí, si seguía la ribera hacia el norte llegaría a la carretera principal y después solo debería retroceder hasta la entrada de Nunca Más y recuperar su auto.

Apresuró su paso cuando observó que los árboles comenzaban a escasear, pero al salir del bosque se dio cuenta que la carretera pavimentada había desaparecido y todo lo que había era un estrecho camino de tierra.

Arrugó el entrecejo y se llevó una mano a la nuca. ¿Qué estaba pasando?

Volvió a sacar su teléfono, buscando captar un poco de señal y poder buscar su ubicación, pero el aparato seguía sin funcionar.

Soltó un gruñido y siguió caminando, esperando que alguien pudiera darle un aventón.

Pasaron casi diez minutos hasta que escuchó que algo se acercaba. Se giró agitando sus manos, pero cuando vio como una caballo tiraba de una carreta sintió que su corazón caía al suelo.

El hombre que manejaba el caballo se detuvo a su lado y el animal le lanzó un resoplido. El señor vestía un traje negro y un sombrero de copa alta, tenía cestas llenas de manzanas y de hierbas en la parte de atrás, y unos sacos viejos y casi deshilachados.

— Disculpe, ¿Sabe como puedo llegar a Nunca Más?

El hombre arrugó su entrecejo.

— ¿Nunca Más? ¿Qué es eso?

Tyler tragó saliva.

— ¿Jericó? ¿Hacia donde queda?

La cara del hombre se iluminó y alzó su brazo hacia el frente.

— Vas por el camino correcto. Sube, yo también voy hacia ahí.

El hombre se hizo a un lado y con cierta dificultad, Tyler puso un pie en la rueda de madera y se sentó junto al hombre, buscando un lugar del cual sostenerse.

— Caprichosa es una yegua muy veloz. Espero que no te marees durante el viaje.

El hombre rió y movió sus riendas. El caballo comenzó a andar. Era más la cantidad de polvo que aquella carreta levantaba que la velocidad que alcanzaba, Tyler estaba seguro que podía haber andado más rápido en su bicicleta.

— ¿De donde eres? ¿Del sur?

— ¿Eh?

— ¿Si eres del sur? Usas ropa bastante extraña, ¿qué tela es esa? — dijo lanzandole un vistazo a sus vaqueros.

— Es mezclilla — respondió Tyler revolviendose incomodo. — Es bastante común en…eh... Utah.

El hombre soltó una expresión de entendimiento, como si aquello explicara porque Tyler era tan diferente.

— Nunca he ido, pero he escuchado cosas extrañas.

“Yo tampoco”, pensó Tyler con ironía.

— Te acostumbras — contestó en su lugar. — ¿El festival de la cosecha ya pasó?

— Si, hace una luna atrás.

Bien, debía estar a finales de octubre aún, aunque no en el mismo año,por lo visto. Tyler comenzó a reconocer el tramo del camino. Después de la siguiente vuelta debería poder divisar la capilla de la iglesia. Y justo así pasó.

La iglesia se alzó con su techo triangular, pero ya no era blanca sino que estaba sin pintar y parecía casi recién construida por el color vívido de la madera. Sin embargo, el resto de edificios eran diferentes. Pasó justo al lado donde debería estar el Veleta y ahora parecía un salón comunal.

“Bueno, supongo que ya no tengo trabajo” se dijo a sí mismo, sin lamentarlo tanto. 

— Voy hacia el mercado. ¿a donde te quedas?

Tyler junto sus cejas y procuró parecer lo más desamparado posible.

— ¿Conoce a Donovan Galpin?

— ¿Galpin? — dijo el hombre, sobándose la barbilla —. No me suena ese apellido. ¿Seguro que está en Jericó?

— Sí — respondió casi en un hilo de voz. Soltó un suspiro profundo y bajó su mirada. — Es mi padre — confesó — Un grupo de licántropos lo atrapó y lo ultimo que supe es que se dirigían hacia aquí.

El rostro del hombre palideció y apretó las riendas con más fuerza.

— Esos asquerosos demonios. — el hombre escupió al suelo y al volver a levantar la vista, soltó un profundo suspiro y colocó su mano en el hombro de Tyler. — Lo lamento mucho, pero no creo que encuentres a tu padre con vida, chico.

— Lo se — y cuando su voz se quebró Tyler tuvo ganas de aplaudirse a sí mismo. — Solo pensaba darle un entierro digno, que pueda encontrar descanso.

— ¿Por qué no me ayudas en el mercado hoy? Te pagare el dia y luego podremos ir con el reverendo para ayudarte.

— Gracias —respondió Tyler con visible alivio. — Es muy amable.

Oh, si. Gracias por los peregrinos ilusos y prejuiciosos, pensó para sus adentros.


 

Merlina despertó en una cabaña. La chimenea calentaba la habitación y sobre el fuego se alzaba una cacerola de cobre que emanaba un vapor mentolado. Llevó una mano a su cabeza e intentó recordar cómo había llegado hasta ahí.

Se acordaba de haber enfrentado a Laurel en el invernadero, luego despertar en la cripta, el ritual, el temblor, el bosque…

Abrió sus ojos de par en par y se puso en pie.

— Al fin despiertas — dijo una voz desde una oscura esquina — ¿Siempre pierdes el conocimiento de esa manera cuando estás en peligro?

Merlina apretó los labios con fuerza y aunque quisiera negarlo, en las últimas veinticuatro horas se había desvanecido más veces de las que le gustaría admitir.

— Goody.

La mujer salió de su escondite. Su rostro era duro y envejecido, nada de la niña que Merlina conocía por sus visiones.

— Sabes quien soy, ahora dime ¿quien eres tu?

— ¿No lo adivinas? — respondió con burla y por la forma en la que la bruja alzó su cabeza supo lo poco que le había agradado.

— Mi doppelganger.

Merlina rodó sus ojos.

— Soy Merlina Addams, el cuervo de tu estirpe.

La mujer frunció su entrecejo y se acercó.

— Mientes.

— ¿Por qué lo haría? No eres precisamente una tatara abuela cariñosa.

Goody se acercó aún más y tomó el rostro de Merlina, inspeccionándola fijamente.

— Yo no tengo hijos. No puedo tenerlos. Mi linaje morirá conmigo.

Merlina parpadeó sorprendida y dio un paso atrás.

— ¿Entonces como…? — miró a la envejecida Goody Addams y luego la cabaña en la que claramente vivía sola —. Eso parece un gran inconveniente. 

 

Chapter Text

Goody paseaba por la habitación, sus pasos producían un golpe mudo que estaban acabando con la paciencia de Merlina.

— ¿Diras algo? — dijo entre dientes.

— ¿Siempre eres tan impaciente? —respondió la bruja, cruzándose de brazos.— Dices que esa tal Laurel Gates utilizó uno de mis hechizos para traer a la vida a Crackstone, sin embargo no se puede revivir a alguien muerto.

— Eso fue lo que le dije —respondió Merlina, suprimiendo sus ansias de rodar los ojos—, pero ella siguió y en lugar de revivirlo ahora estamos aquí. ¿No entiendo como se pudo equivocar tanto en hacer un ritual?

Goody entrecerró sus ojos y se mantuvo pensativa por un largo momento hasta percatarse de la mirada inquisidora de Merlina.

— Yo tampoco — respondió, apartando su mirada de la chica—. Al parecer la educación ha decaído mucho en el futuro.

— Ni te imaginas. Como sea, debe haber algo en tu grimorio que me envíe a mi tiempo — dijo poniéndose de pie y ajustando su chaqueta.

— No te puedes ir —respondió tajantemente Goody.

— ¿Como?

— Si estas aqui es por algo, —dijo, acercándose a Merlina —. Algo que ya paso en tu futuro y debe pasar en este presente.

— Eliminar a Crackstone —murmuró Merlina y Goody le sonrió.

— Una vez completada la razón por la que estás aquí, deberías ser capaz de regresar a tu línea temporal.

— ¿Qué estamos esperando?

Merlina tomó sus armas de la mesa y caminó apresuradamente a la salida.

— Espera. Si alguien te ve así, pensaran que eres una bruja y te atraparan antes de que podamos hacer algo.

Goody abrió un baúl que estaba al pie de la cama y le lanzó un vestido descolorido.

— Intenta parecer de esta época. Te presentaré al resto de excluidos.

Goody salió de la habitación y Merlina miró el vestido amarillo descolorido con una mueca de desagrado.

Bueno, esperaba no tener que quedarse demasiado tiempo. 


 

Tyler se sentía un poco... iluso.

Algo que no sentía desde que Laurel arrancará la poca inocencia que quedaba en él a base de tortura, hambre y amenazas.

Al parecer, esos hobbies eran un rasgo familiar.

La cuerda en la que estaba atado volvió a descender y su cabeza quedó sumergida en una tina de agua helada que crispó todo su cuerpo.

Gracias a sus clases de natación, Tyler tenía una gran resistencia bajo el agua pero eso no quería decir que le gustara pasar de nuevo por cualquier tipo de tortura, asi que despues de unos segundos se retorcia como loco y dejaba salir una cantidad controlada de aire para que los peregrinos lo sacaran rápido, pensando que se ahogada, y volvieran a su interrogatorio.

Jonathan Castel, el hombre del mercado, cumplió su palabra de llevarlo con el reverendo para buscarle ayuda. Sin embargo, en cuanto Tyler entró al ayuntamiento y miró a quien reconoció como Joseph Crackstone, supo que aquello no acabaría nada bien.

Jonathan habló por él, le contó la misma historia que Tyler había mencionado y cuando los pequeños y oscuros ojos de Crackstone brillaron con maldad, él quiso correr.

Solo un movimiento de cabeza bastó para que dos de los matones lo sujetaran de cada brazo y lo arrastraron hasta una habitación de tortura. Si bien, Tyler podía transformarse en un hyde y eviscerar a todos en la habitación, no le pareció una buena idea teniendo en cuenta que había regresado al periodo de persecución de excluidos. Así que intentó parecer lo más normal posible y no mostrar ningún signo de tener un alter ego psicópata.

— Tranquilo Jonathan — escuchó que decía Crackstone —solo queremos confirmar que no sea uno de ellos, algunos pueden pasar por personas de bien. Los seres antinaturales le tienen aversión al agua.

Tyler soltó un resoplido que convirtió rápidamente en un acceso de tos, para su desgracia, la atención de Crackstone volvía a estar en él.

— Dices que unos hombres lobo se llevaron a tu padre y que están aquí. ¿a donde?

— No lo sé —repuso Tyler rápidamente— solo me dieron la dirección de estos bosques. Cerca de los acantilados.

— Ya hemos revisado esa área — dijo el matón número uno.

— Tal vez no revisaron bi-

Tyler terminó con su cabeza sumergida de nuevo y esta vez no tuvo que fingir ahogarse. Cuando lo sacaron, comenzó a toser hasta que su garganta se rasgó y sus ojos se llenaron de lágrimas. Apenas sintió cuando lo tomaron de los hombros y lo obligaron a sentarse en una silla, encadenándolo.

Crackstone hizo un gesto y una mujer colocó una taza de té frente a él.

— Matalobos — explicó el peregrino — esta noche es luna llena, será mejor que nos aseguremos que no eres uno de ellos.

Tyler tragó en seco cuando y tomó con lentitud la taza. Era nuevo en todo ese asunto de ser un Excluido y ciertamente sabía poco sobre su propia especie, así que rezó a todos los dioses normies y bestiales para que aquello no tuviera ningún efecto en él.

El líquido tocó sus labios y una mueca de disgusto se dibujó en su rostro. La pócima era nauseabunda, tenía un sabor amargo, sin ningún endulzante y sumamente concentrada. Cuando bajó por su garganta sintió un ligero calor, como si hubiera tomado un trago de tequila, uno muy barato y muy cercano al alcohol etílico.

Aparte del horrible sabor, nada más ocurrió y Tyler estaba seguro de ver cierta decepción en la cara de Crackstone.

— Se quedará en el calabozo esta noche — le dijo Crackstone a Jonathan, como si el hombre tuviera alguna autoridad en la vida de Tyler —. Debemos asegurarnos que no sea ningún riesgo antes de integrarlo. Haz hecho lo correcto. — Terminó, y con un gesto de cabeza despacho al buen peregrino.

Cuando la puerta de la celda se cerró detrás de él, Tyler soltó un suspiro.

De alguna manera se había liberado de estar en prisión hace cuatrocientos años, para terminar en una fria, humeda y apestosa celda durante las cacerías de brujas. Su suerte se había superado a sí misma con aquel cambio.

Tal vez, debería haber ayudado a Merlina a matar a Laurel en cuanto despertaron, engatusarla con alguna disculpa media sentida y buscar la manera de regresar.

Por qué si de algo estaba seguro Tyler, es que Merlina no descansaría hasta saber cómo y porqué habían retrocedido en el tiempo.

Y ella sería su pase de regreso.

Chapter Text

Las celdas eran húmedas, sucias y hacían parecer las de la comisaria de su padre como una habitación de hotel de lujo.

Tyler se había sentado en la esquina mas alejada de los barrotes, con su cabeza apoyando la pared y sin tocar el camastro de paja en el que estaba seguro que vivía alguna familia de ratas o pulgas. Tenía sus rodillas pegadas al pecho y se había colocado la chaqueta como una cobija, pero no había mucho que pudiera hacer para entrar en calor en una fría noche de noviembre, cuando su ropa y su cabello aún estaban húmedos.

Su cuerpo tiritaba y se preguntó si Crackstone creería que era alguna especie de Excluido si sobreviva a esa noche.

No es que el viejo peregrino se equivocara en esa asunción, pero Tyler dudaba seguir respirando al amanecer.

Ni siquiera en el campamento militar había padecido ese tipo de tortura. Lo más cercano había sido con Laurel, cuando lo capturó en la cueva, pero era de esperarse. Después de todo era su descendiente.

Sin duda el ser un psicópata desquiciado se llevaba en los genes.

Tyler no pudo evitar pensar en lo que debería estar pasando en su tiempo... lo que tendría que haber pasado.

Sabía muy bien que él no era más que una herramienta o cabo suelto en el plan de Laurel, pero no sabía si despues de ayudarla a escapar ella lo mataría o lo obligaría a asumir la culpa de la muerte de todos aquellos adolescente.

Se podía imaginar entrando en la comisaría y declarándose culpable frente a su padre y todos los agentes que llevaban meses buscando la misteriosa criatura de los bosques. Oh dios, la expresión de su padre sería gloriosa. Sorpresa, incredulidad, vergüenza, ¿furia talvez? Pero no es como si le pudiera golpear enfrente del mismísimo cuerpo de seguridad. Tyler seguía siendo menor de edad, al menos por unos meses, un acto de violencia dentro de la comisaria haría que le quitaran la placa de Sheriff de inmediato. Si no fuera porque sus mandibula tiritaba, Tyler hubiera sonreído ante el simple pensamiento.

¿Qué harían con él después? No es como si las celdas de Jericó pudieran contenerlo. ¿Existía alguna cárcel especial para excluidos? ¿O lo encerrarían en un psiquiátrico, drogándolo hasta el dia de su muerte como a su madre?

Tyler abrazó con más fuerza su cuerpo, como en las noches de tormenta, cuando era un niño, antes de que su madre entrara al dormitorio y se quedara con él hasta dormirse. ¿Qué pensaría si madre de él, si aún siguiera viva?

Tyler esperaba que Laurel hubiera planeado terminar con él. Seria casi poético y el sufrimiento en el que se sumergiría su padre sería digno de admirar. Estaba seguro que esa idea lo reconfortaría en sus últimos segundos de vida y que se iría de ese mundo sabiendo que al menos su muerte sería más notoria que su vida.

Pero hasta ese placer se lo habían arrebatado.

La noche fue eterna. Entraba y salía de su sueño, con el miedo de morir de hipotermia, sus manos y pies dolían del frío y su nariz estaba roja y congestionada. Se dobló sobre sí mismo buscando calor, pero nada era suficiente. En medio de la noche. escuchó unos distantes gritos de mujer, pero su cabeza estaba tan entumecida que ni siquiera tuvo curiosidad por saber de quien se trataba.

Finalmente, el par de matones abrieron su celda y le lanzaron una frazada limpia y seca.

— El reverendo quiere hablar contigo. Muévete.

Tyler tropezó con sus propios pies al levantarse y los dos imbéciles se rieron entre dientes.

Si tan solo supieran...

Lo llevaron hasta una sala y el fuego de la chimenea lo recibió con más calor que ningún abrazo que hubiese recibido antes. Su rostro debió delatarlo, porque Crackstone sonrío al verlo.

— Siéntate — le dijo, señalándole una butaca frente a la suya.

Con un ademán despachó a sus matones y Tyler avanzó con pasos cautelosos y un gesto desconcertado, con sus hombros elevados, buscando ocultar un poco de su altura y parecerse más a los aldeanos sumisos que Crackstone solía atemorizar.

— Tranquilo, no te hare nada —dijo esbozando una amplia sonrisa.

Tyler se sentó en el mullido sofá y todo su cuerpo agradeció la comodidad y calor que le brindaba. Crackstone le sirvió una copa de vino aguado y con un gesto, una chica entró con un plato de panceta y pan recién horneado. La forma en la que la comida captó su atención fue un poco vergonzosa, pero al menos entraba dentro del papel de huérfano perdido que deseaba interpretar.

— Teníamos que asegurarnos que no fueras uno de esas abominaciones —comenzó a Crackstone complacido de ver a Tyler comer. — Y debo decir que has pasado todas nuestras pruebas.

— Todos en mi familia son completamente normales. No habíamos estado cerca de ninguno de ellos hasta que se llevaron a mi padre.

Crackstone se inclinó con curiosidad.

— Eso dijo el buen Jonathan. ¿Estás seguro que esa manada de hombre lobos venia hacia aquí?

Tyler asintió.

— En las montañas después del lago, me dijeron que hay una serie de cuevas que usan como escondite.

Los ojos de Crackstone brillaron y su rostro pareció dividirse entre la euforia y la más visceral ira.

— Bien, Tyler. Permíteme brindarte la ayuda y generosidad por la que los habitantes de Jericó nos caracterizamos.

Abrió sus manos como invitándolo a un abrazo y Tyler dibujó la sonrisa más incómoda de su vida antes de empinarse lo que quedaba del vino. 


Crackstone lo llevó hasta la casa de Jonathan Castel. No era más que una pequeña cabaña de madera, idéntica al resto de cabañas que estaban construidas a ambos lados. El techo era de paja y al entrar solo habia una habitacion grande dividida por cortinas. Tenía una ventana pequeña en cada pared y un hogar en el centro delimitado por rocas de rio y donde crecía un pequeño fuego que llenaba de calor la cabaña y sobre el cual colgaba una cacerola.

Jonathan lo recibió con una gran sonrisa y detrás de él se mantenían de pie dos mujeres. una de ellas, la mayor, supuso que era la esposa y la más joven no tendría más de quince años. Ambas poseían un cabello rubio cenizo, la piel pálida y curtida y ojos grandes y asustadizo.

— Ten al muchacho, Jonathan. — dijo Crackstone dándole un pequeño empujón hacia adelante. Tyler frunció su entrecejo, aunque no dijo ninguna palabra — Se que te falta la ayuda de un hombre.

— Gracias. — con una pequeña inclinación de cabeza.

— Armaremos una salida de busqueda. Talvez podamos encontrar a tu padre.

— Gracias, señor — dijo Tyler.

— Te llamaremos cuando estemos listos. — luego, Crackstone volvió a dirigirse a Jonathan—. Después del mercado, llevalo al muro. Atrapamos una bruja merodeando cerca, y debemos reforzar la vigilancia.

Tyler caminó detrás de Jonathan durante todo el dia. El amable hombre le había indicado quienes vivían cerca (cosa que Tyler olvido casi al momento) y luego habían regresado al pequeño puesto del mercado a vender papas y algunas hierbas. Jonathan estaba maravillado con la agilidad de Tyler para las cuentas y se lo decía a cada cliente que llegaba.

Aquel dia, Tyler había hecho gala de su entrenamiento en atención al cliente y las personas estaban encantadas con él. Sus defensas ante el extraño chico se esfumaron fácilmente y no tardaron en comenzar a charlar con él. 

En la siguiente semana, Tyler ya había recabado algo de información.

Joseph Crackstone había liderado a los peregrinos en una campaña sin descanso contra los Excluidos. Los había encerrado en la antigua casa de reuniones y luego la había hecho arder. El olor de carne quemada duró meses y los restos de aquellas personas seguian ahi y por eso el pueblo se había mudado a ese nuevo espacio. De alguna manera, una bruja llamada Goody se había escapado. Según todos los peregrinos, ella tenía la ayuda del mismísimo demonio para poder resistir el fuego que acabó con los demás y ahora buscaba venganza.

Desde entonces, ella y Crackstone llevaban años en guerra. Goody lanzaba maldiciones a la comunidad, Crackstone mataba a algunos licántropos que ella reclutaba. Goody volvía a responder, Crackstone volvía a atacar. Fue así, hasta que el hombre atrapó a la única hija de Goody y la quemó en la plaza del pueblo, donde cuatrocientos años después alzarían una estatua del mismo Crackstone.

Tyler se detuvo enfrente del lugar donde habían quemado a aquella niña de diez años y recordó la forma en la que Merlina hizo incendiar la estatua del responsable. Tal vez había algo de venganza poética aunque el propio Crackstone no sintiera el beso de las llamas.

La guerra se había detenido después de eso, pero Crackstone estaba seguro que Goody atacaría.

Y él la buscaba sin cesar.

Su misión de vida se había convertido en cazar y matar a la bruja.

Luego del mercado, Tyler iba hasta el muro. Una construcción de dos metros de madera que delimitaban el naciente pueblo de Jericó de los peligrosos bosques circundantes. A veces, Tyler ayudaba con las reparaciones, otras con la vigilancia. Quienes dirigían los trabajos era los hombres de confianza de Crackstone y los rumores decían que la bruja que habían atrapado parecía salida del mismísimo infierno, que vestía ropa de hombres y que estaba completamente loca. Tyler no podía negar que tenia cierta curiosidad, pero tampoco podía verse muy interesado.

Al final del dia, Tyler debía ir por leña y regresar a la caballa de los Castel para comer un insípido caldo de papas con una porción minúscula de carne y dormir en un colchón de paja que era tan cómodo como el suelo. Para el final de la semana, estaba dispuesto a matar por un pedazo de pizza y la almohada de su habitación; y podía incendiar él mismo Jericó con todos sus habitantes por una hora de conexión a internet.

Dormir en la incómoda cama era terrible, pero lo peor era la nula privacidad de la cabaña. La primera noche que paso ahi, Tyler se había despertado a media noche, sin saber donde se encontraba. Le costó unos segundos recordar que ya no estaba en el siglo XXI y un poco más entender que tampoco corría peligro. Fue hasta que calmó su acelerado corazón que logró comprender los sonidos que escuchaba. La cama, al otro lado de la habitación, resonaba al compás de unos gruñidos silenciosos de un hombre. La vergüenza se apoderó de él y rápidamente cerró los ojos con fuerza, rogando por caer dormido. Escuchó un ligero gemido de Mary Castel, la esposa de Jonathan.

Mierda, mierda, mierda. Pensó, pero eso no evitó que la sangre fluyera hasta su entrepierna.

Tyler se giró, buscando dejar detrás de él los sonidos. Sin embargo, el ritmo aumentó y el sonido de la cama era más fuerte. Sintió como su pene se agrandaban y clavó sus uñas en la palma de su mano para distraerse.

No había tenido sexo en un largo tiempo. Si debía de ser sincero, su vida sexual apenas había comenzado cuando fue enviado al campamento de conducta y regresó convertido en una paria. Y en las últimas semanas, entre su trabajo, Merlina y Laurel, y la escuela; no había tenido un espacio para él más allá de los sueños que a veces los despertaban. No era de extrañar que su cuerpo reaccionara así, quiso pensar, y dejando de lado la sensación de culpabilidad de sentirse un voyeur, se giró sobre su espalda y llevó una mano hasta su pene.

Con su sólo contacto, el miembro saltó y Tyler cerró los ojos con placer. Su mano comenzó a subir y bajar. Tyler abrió sus ojos, inspeccionando que nadie podía verlo. La luz de la hoguera llenaba la cabaña de calor y una tenue luz naranja. La cortina separaba su espacio de la habitación del espacio de Wren, la hija de los Castel, y su silueta se mantenía acosta. Si estaba despierta o no, Tyler no podía saberlo.

Frente a él estaba la cama del matrimonio. Las sombras se dibujaban contra la cortina y Tyler observó casi hipnotizado como se movían. No es que lo hicieran como dos actores porno, ni siquiera cambiaban de posición, pero a falta de acceso a internet...

Tyler sentía como su cuerpo comenzaba a arder, apretó sus dientes para evitar que un gemido saliera de sus labios y aumento el ritmo en su sensible miembro.

Escuchó un último gemido y miró cómo la silueta de Jonathan se derrumbaba sobre la cama.

Maldición, pensó. Él ni siquiera estaba cerca.

Cerró sus ojos y el recuerdo de unos labios sobre los suyos lo asaltó. Tyler se aferró a aquella sensación. Recordó el ligero aroma a tierra mojada y la sensación del cuerpo femenino presionando el suyo. De repente, Tyler se volvía a encontrar en el Veleta y Merlina esbozaba una minúscula sonrisa solo para él.

Los labios de Tyler volvieron a chocar con los de ella y su mano sujetó con fuerza su cabeza. El guiaba ahora, con un hambre que no sabia que tenia. Su mano aferró con fuerza la cintura de Merlina y ella llevó una mano hasta su hombro, tocándolo con ciertas dudas. Asi tendría que haber sucedido si la inoportuna visión de Merlina no los hubiera interrumpido, y Tyler estaba seguro que habría logrado que la confesión terminara en su habitación o en la parte trasera de su auto, si la verdad no hubiera salido a la luz.

Tomando aquel recuerdo, dio pie a su fantasía. 

Se imaginó devorando su cuello, arrinconándola contra la pared. Tyler habría llevado su mano debajo de la falda del uniforme y sus dedos se hundirían en ella, en su calor y en su humedad. Los párpados de Merlina templarian y sus labios purpúreos dejarían escapar los más suaves y excitantes gemidos. Él no podría resistirse y morderia los carnosos labios hasta que un hilo de sangre cayera de ellos. Estaba seguro que eso la enloquecería y rompería cualquier duda que ella tuviera. Merlina enrollaría sus piernas en la cintura y Tyler la cargaría hasta acostarla sobre una de las mesas en el mismísimo centro del café. Separaría sus piernas y se introdujera en ella con fuerza, robandole un grito al mismo tiempo que su virginidad. Él no esperaría, a Merlina le gustaba el dolor después de todo. Entraría una y otra vez, hasta que el sonido de sus cuerpos chocando fuera tan fuerte que rebotara contra las paredes de la cafetería y la mesa se empaparía de los fluidos de la chica.

El cuerpo de Tyler tembló y su semen brotó, escurriéndose por su mano y la sabana.

Cuando abrió los ojos su mirada se clavó en el sucio techo de la cabaña. Solo dos respiraciones profunda bastaron para que cayera dormido de inmediato. 

 

Chapter Text

El cuchillo cayó con fuerza clavándose en la mesa, la sangre le salpicó el rostro y la cabeza de la gallina cayó a un lado.

Merlina alzó sus ojos y fulminó a su tatarabuela con la mirada.

Colgó la gallina de una soga y colocó un balde debajo de él. El repicar de las gotas de sangre contra el metal, se unió a la sinfonía del resto de gallinas decapitadas.

Goody seguía removiendo el caldo con esmero.

— Puedo sentir tu mirada juzgadora — dijo la mujer. — ¿Qué te tiene de mal humor ahora?

— Ya ha pasado casi dos semanas y no hemos hecho nada contra Crackstone. Laurel Gates sigue por ahí.

Merlina levantó el cuchillo y volvió a degollar otra gallina.

— No has aprendido nada sobre no apresurarse. Es por eso que estás en este tiempo.

— ¿Y cual es el terrible plan contra Crackstone? ¿Ser el terror de las aves locales?

Goody se acercó a una de las gallinas y le arrancó algunas de sus plumas.

— Un ejército necesita comida. Y sus pequeños corazones sirven para algunos conjuros. — con un cuchillo le abrió el pecho al ave y sacó el órgano bañado en sangre. — Apresúrate. Eres muy lenta.

Merlina rechinó los dientes hasta que crujieron y tomó la siguiente gallina. Unos minutos después, la puerta de la cabaña se abrió y un hombre alto y delgado traspasó el umbral. Tenía el cabello como la paja, castaño y liso, y una sonrisa antinatural que abarcaba la mitad de su rostro. Cuando se fijó en Merlina, sus ojos se abrieron de par en par.

— ¿Quien es ella? — le preguntó a Goody — ¿Por qué es idéntica a ti?

— Somos familia. — dijo la bruja, limpiándose las manos en el delantal de llevaba.

— Pensé que toda tu familia estaba muerta — respondió el hombre sin salir de su asombro.

— Evidentemente, no.

— ¡Dios! Podría ser tu hija.

Goody lo fulminó con la mirada, aunque el hombre estaba tan asombrado que no parecía notarlo.

— Creí que tenías algo importante que decir, Viktor.

El hombre, Viktor, se llevó una mano al cabello, desordenandolo aún más.

— Si, las cosas están un poco agitadas.

Goody giró su rostro hacia Merlina quien había dejado de decapitar gallinas y miraba a ambos adultos con atención.

— Es suficiente — le dijo — ve al río y lava esa ropa.

— ¿Qué?

— Ya me escuchaste.

Merlina abrió sus ojos de par en par y cerró sus puños con fuerza.

— Si es sobre Crackstone debo de estar.

— No — dijo tajantemente Goody —, ahora ve o me encargare de que no estes aqui. De un modo u otro.

El collar de Merlina volvió a calentarse sobre su pecho y sintió un creciente dolor en su cabeza, recordando el poder de la bruja.

A regañadientes, salió de la cabaña. En cuanto cerró la puerta el silencio al otro lado fue absoluto y supuso que no tendría caso intentar escuchar la conversación.

Merlina bajó la pendiente en la que se ubicaba da cabaña, escondida entre rocas y árboles como si fuera un espectro vengativo con su vestido largo y sus brazos llenos de sangre. Las ramas se enredaban en el dobladillo de su falta y rasgaban el deshilado vestido.

La tarde comenzaba a caer y el viento era cada vez más frío. Merlina llegó hasta la orilla del río y se desató el delantal. El agua del río estaba casi congelada y sus manos se entumecieron en cuanto las introdujo para mojar el delantal. Por unos minutos descargó su frustración fregando aquel desvencijado trozo de tela contra la roca hasta arrancarle toda la sangre de las gallinas, pero no fue suficiente.

Merlina miró a su alrededores, ni una tan sola alma se acercaba al escondite de Goody. Estaba no solo atrapada en el tiempo, sino en completo aislamiento de cualquier posibilidad de regresar a su vida. Como extrañaba su silla eléctrica en ese momento. Dos o tres descargas servirían para recomponer sus ánimos, estaba segura.

Soltó un suspiro y decidió trabajar con lo que tenía. Poco a poco se fue desprendiendo de su ropa. El vestido cayó arremolinado a sus pies y luego comenzó a deshacerse de la ridícula y gigantesca ropa interior. Finalmente, desató las dos tiras de tela que sujetaban sus trenzas y su cabello cayó ondulado en su espalda.

El aire frío le erizo la piel y lentamente se sumergió en el agua. Merlina cerró sus ojos sintiendo como cada hueso de su cuerpo se quejaba de la temperatura y sus pulmones expulsaron todo el aire en un tembloroso suspiro.

Ahora con su cabeza despejada y sus sentimientos aplacados por la leve tortura, Merlina sentía que podía analizar mejor la situación.

El mayor inconveniente era Goody. No solo la mantenía sin información, sino que también en una estrecha vigilancia. Tenía que encontrar la manera de escabullirse y buscar a Laurel Gates y Tyler, y acabar con ellos antes de que ellos la encontraran.

Tomó una bocanada de aire y se sumergió.


 

Tyler sintió que su corazón se detuvo y aceleró al mismo tiempo. Dio un paso hacia atrás, escondiéndose en la sombra de los árboles, y parpadeo varias veces hasta creer que lo que sus ojos le mostraban era real y no otra alucinación de su cabeza.

Tyler había tenido algunos problemas en reconocer a si mismo que se habia mastrubado bajo el recuerdo de un simple beso de Merlina. En primer lugar porque no tenía doce años y en segundo porque Merlina era su enemiga jurada, su némesis.

Eso no le impidió volver a usar su recuerdo la noche siguiente... y la siguiente. Y aunque intentaba recordar algunos de los videos que había visto en algún momento de su vida, siempre terminaba convirtiendo a la protagonista en ella.

Odiaba la maldita cabaña sin privacidad, odiaba tener que escuchar a Jonathan cada vez que se cogia a su esposa y odiaba, más que nada,  excitarse demasiado con los recuerdos que tenía de Merlina. No le dejaban otro remedio, se decía a sí mismo para aplacar la furia agresiva con la que se masturbaba. Además, Merlina era atractiva, tampoco lo iba a negar. No era tan idiota. La sola idea de lograr someterla y arrancarle a la estoica chica gemidos de placer, era excitante.

Tyler sabía que lo que hacía estaba mal, pero al menos solo era en su cabeza. 

Lo que hacía ahora, era peor y bien le podía costar ambos ojos retirados de su cabeza y colocados en frascos que adornarán la mesa de noche de Merlina Addams.

La otra opción, era que había caído en la locura finalmente. No le sorprendería descubrir que Merlina habia hecho algun maleficio para cualquiera que usara su imagen para actividades... estimulantes.

Tragó en seco y aun sabiendo el peligro que corría se quedó agazapado detrás del árbol.

Merlina surgió del agua y Tyler miró como su cabello negro se extendía por el agua como tinta derramada. Su piel lucía más pálida que de costumbre y sus labios habían adquirido un tono morado.

Se miraba deliciosa.

Su mirada recorrió sus hombros desnudos y sin darse cuenta relamió sus labios. Pensó lo bien que se sentiria morderlos, seguramente Merlina lo disfrutaría también. El agua distorsionaba en resto del cuerpo de la chica, pero para ese punto, él lo había imaginado tantas veces que no necesitaba mucha ayuda para recrearla.

Tyler escuchó unas risas a su espalda y su corazón brincó con violencia. Tomó una piedra del suelo y la lanzó lo más lejos que podía. La roca golpeó la orilla del río y captó la atención de Merlina. Tyler miró como ella se tensaba y retrocedía en busca de su vestido. Él salió al encuentro de su pequeña comitiva de búsqueda, entreteniéndolos y uniéndose a las escandalosas risas. Cuando volvieron a pasar cerca del río, acompañado de los otros tres hombres, todo rastro se Merlina había desaparecido.

— Esto es una pérdida de tiempo — renegó John, un hombre corpulento de cabello castaño y cara redonda sonrojada. — Lo siento chico, pero hemos inspeccionado este sitio muchas veces. No se porque Crackstone insiste en venir. Goody debe haberse marchado de aquí hace años

Aquel nombre finalmente resonó en la mente de Tyler y levantó su rostro intrigado. Si su memoria no fallaba, Laurel había mencionado a Goody antes. Una antepasado de Merlina o algo asi.

Debía reconocer que se sentía defraudado que una chica tan independiente recurriera a su abuela en busca de ayuda.

Lo bueno es que ahora sabía dónde estaba Merlina y por lo tanto Goody. 


 

Crackstone escuchó el informe de la búsqueda con cierta amargura.

— Ese chico no sabe nada — dijo Pete.

— O sabe demasiado — replicó Crackstone dando un sorbo largo a su bebida. — Mantenlo vigilado y a los Castel.

— Jonatan es demasiado cobarde para ayudar a esos fenómenos. Se cagaria en sus pantalones de tener uno enfrente.

— Su ignorancia es tan gran grande como su cobardía. No quiero sorpresas. Los forasteros siempre traen problemas.

Joseph Crackstone se pudo de pie y con un movimiento de mano despidió a su subordinado. Caminó hasta la chimenea y su vista contempló las llamas por un largo instante. Se encontraba en un salón amplio, hecho de piedra y madera. Tomó el anillo de su mano derecha y lo hizo girar sobre su dedo. Atentamente, escuchó como el sonido de un caballo se alejaba y luego uno de sus sirviente le informó sobre la marcha de Pete. Crackstone cruzó la estancia hasta una gran mueble de madera y con algo de dificultad lo separó de la pared.

Un túnel descendía y él tomó una pequeña antorcha antes de adentrarse a la oscuridad.

Sus pasos producían un sonoro eco en el estrecho camino, las paredes de piedra mantenían la estancia fría y húmeda. Las puertas de la celda aparecieron a su izquierda y derecha. Todas vacías, excepto por una.

Crackstone se detuvo frente a los barrotes y alzó la antorcha. El suelo era lodo, permanentemente húmedo por las gotas de agua que caían dia y noche. Una silla de madera estaba ubicada al centro y sobre ella una mujer de cabello carmesí, encadenada. Una de las gotas de agua caía constantemente sobre su cabeza y su cabello empapado se pegaba a su rostro en forma de corazón. De sus manos, atadas a cada brazo de la silla, se escurría la sangre de sus dedos sin uñas. 

— Entonces, — dijo Crackstone — ¿Como fue que llegaste aqui? 

Laurel Gates alzó su vista encolerizada.

Chapter 6

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Donovan cerró sus ojos y soltó un lento y profundo suspiro. Su mano sujetaba con fuerza la perilla de la puerta de la habitación de su hijo y reuniendo todas las fuerzas que le quedaban, la abrió con lentitud.

La habitación estaba tal y como Tyler la había dejado. La cama tenía las arrugas de la última vez que el chico estuvo ahí, su computadora estaba abierta y la pila se había agotado ya, un cuaderno yacía frente a esta con una tarea a medio camino. La ventana estaba ligeramente abierta y el aire frío del exterior se colaba y despojada de todo calor humano aquel pequeño cuarto.

La puerta se abrió por completo y golpeó la pared con un sonido seco que rebotó por la solitaria casa.

Pero Donovan se quedó en el mismo lugar, sin atreverse a cruzar el umbral.

Sus ojos cristalinos observaron cada detalle. El papel tapiz que él mismo había colocado hace años, el estante con libros en el que uno de ellos ocultaba la única fotografía de Francoise que Tyler poseía y que Donovan fingía no saber, la mochila de Tyler estaba en el suelo y su ropa en el armario.

Donovan encendió su teléfono y por centésima vez buscó la ubicación de su hijo.

La aplicación volvió a mostrar un error.

Hace tres dias, Tyler había desaparecido.


El dorso de la mano de Crackstone se estrelló contra el rostro de Laurel, lanzandole los lentes al otro lado de la habitación. 

Sintió el sabor metálico de la sangre en su boca y un quejido sordo salió de sus labios. La gota de agua cayó sobre su cabeza. 

—Vil mentirosa —dijo Crackstone. 

—No lo soy. 

La sangre se escurrió por la comisura de los labios de Laurel, tan roja como su cabello. 

—¿Una bruja en mi estirpe? ¡Es imposible!

—No soy bruja.

—Y aun así, aquí estás. 

—¡Goody me engaño! —gritó Laurel. Otra gota cayó en su cabeza y la sintió resonar por todo su cerebro. —Ella y su detestable descendiente, Merlina Addams. 

Crackstone resopló, sus narinas se dilataban con ira. 

—Buscaremos a esa chica y si mientes... 

Crackstone acercó la llama de su antorcha a las manos atadas de Laurel. El fuego no la tocó, pero el calor se coló por las heridas de sus dedos sin uñas. Laurel retorció sus dedos y gritó. Las celdas vacías ampliaron el eco de lamento. Pequeñas y dolorosos llagas se formaron en su piel tierna. 

Crackstone retiró la antorcha y una sonrisa de superioridad bailaba en su rostro. 

—¿Y el chico?

—Él es mío —dijo Laurel con su dientes apretados. 

La gota volvió a caer sobre su cabeza, escociendo su cuero cabelludo. Crackstone acercó nuevamente y esta vez el fuego rozó la piel de Laurel. Su grito fue fuerte y desgarrador, pero todas las personas que vivían en la mansión lo ignoraron. 

—Es un hyde —confesó finalmente. —Traelo frente a mi y te lo demostrare. 


—¡ Tyler!

El chico se detuvo a media calle y su corazón dio un brinco.

— Pete, ¿Sucede algo?

— ¿Tiene que suceder algo para buscarte? —Dijo el hombre esbozando una sonrisa que lo hacia ver aun más cruel y mostraba su diente roto. Tyler prefiero quedarse callado y sacar su máscara de niño perdido que tan bien le había funcionado ahí. — No te hemos dado una correcta bienvenida. Déjame invitarte a una cerveza.

Aquel ofrecimiento realmente dejó a Tyler asombrado. Sabía que Pete era uno de los hombres de confianza de Crackstone e intuía que algo podría tramar, sin embargo, Pete era más famoso por su brutalidad que por su cerebro y Tyler estaba más que seguro de poder manejarlo a su antojo.

— Si, claro. Creo que ya me hacia falta una —dejó escapar una risa nerviosa y el hombre lo sujetó con fuerza del hombro y lo condujo hasta la única cantina del antiguo Jericó.

El sol había caído solo unas horas atrás y el lugar ya estaba atestado de personas. Al ver entrar a Pete, desocuparon una mesa rápidamente y apenas se habían sentado cuando una camarera joven puso dos jarras frente a ellos.

Tyler miró el oscuro líquido espumoso y pensó que aquello era justo lo que necesitaba. Asi podria olvidar su bochornosa escena como voyeur de aquella tarde y por suerte caería tan rendido que no lo despertarían los gemidos de Jonathan.

¡Cielos! Tyler nunca se había sentido como un pervertido en su vida. Si, había visto videos antes o se había imaginado a algunas chicas mientras se masturbaba, pero pasar a espiar a una chica -y a Merlina, especialmente- desnuda, era sacar lo peor de sí. 

Y teniendo en cuenta que él era hyde, era decir mucho

Todo el día se había martirizado con eso y culpaba a la falta de distracciones. ¿Qué se supone que iba a hacer en ese pueblo donde la unica distraccion era cortar madera? Era obvio que terminaría perdiendo la cabeza en cualquier momento. Aunque él había pensado que cuando el momento de su inminente descenso a la locura llegará, terminaría haciendo una masacre y no siendo un maniaco sexual. Sin duda, Freud estaría orgulloso de su comportamiento.

Se llevó la jarra a sus labios y en cuento el líquido tocó su lengua, comenzó a toser escandalosamente. Era lo más horrible que había probado en su vida y no pudo evitar preguntarse si era otra forma de tortura o prueba a pasar.

Miró como frente a él, Pete se empinaba la jarra hasta vaciarla.

—Fuerte, ¿no?  —dijo Pete, dejando la jarra en la mesa con un sonoro golpe.

Tyler asintió con sus ojos nublados por las lágrimas.

— Escuche que no tuviste ningún problema en tu primera misión de exploración. 

— No, solía cazar... con mi padre — agregó rápidamente y volvió a llevarse la cerveza a los labios pero sin tragar. — ¿Han encontrado a alguno?

Pete sonrió de oreja a oreja y se inclinó sobre la mesa.

— Hace una quincena, yo mismo la encontré. Una bruja.

— ¿Qué harán con ella?

Pero antes de que Pete pudiera hablar, una chica se acercó con una jarra de cerveza y rellenó el vaso de Pete.

— Así que tu eres el forastero, ¿no? — Tyler alzó sus ojos a ella, que lo miraba con evidente curiosidad. — ¿Cuánto piensas quedarte?

— Hasta que encuentre a mi padre.

La chica le lanzó una mirada de arriba a abajo antes de sonreírle y rellenar lo poco que había logrado beber de la cerveza.

— Hyacinth es una chica preciosa — dijo Pete, con sus ojos ratoniles pegados a la chica que se alejaba —pero solo es la hija del tabernero. Ya sabes lo que quiero decir.

Tyler no sabía lo que quería decir, pero la sonrisa lasciva que esbozo respondía cualquier duda. Tyler giró su cabeza para ver nuevamente a la chica y ella le devolvió la mirada con una sonrisa.

Ciertamente, Hyacinth era muy atractiva. Su cabello era azabache y lo llevaba recogido en una trenza que caía pesadamente  sobre su hombro y sus ojos parecían un lago congelado, de un azul cristalino. Sobre su nariz se esparcían una infinidad de pecas que resaltaba sobre su piel pálida. Aunque su vestido llegaba hasta los tobillos, se notaba que tenía unas piernas largas y su busto sobresalía de su escote.

Tyler se terminó finalmente su primera cerveza y la segunda ya no sabía tan mal. Pete parecía conocer a todos los borrachos del lugar y pronto se aburrió de él y fue dando tumbos hasta otra mesa. Hyacinth llevó su jarra una vez más cuando Pete comenzó a cantar en voz alta y lo único que supo Tyler después era que estaba en el bosquecillo de detrás de la taberna, arrinconado contra un árbol y con la lengua de Hyacinth dentro de su garganta. Tyler hundió sus dedos en las carnosas caderas de la chica.

— El toque de queda será pronto —dijo ella, separándose y sacando la camisa de su pantalón.

— ¡Wow! Tranquila — dijo, deteniendo las manos de Hyacinth. No es que Tyler estuviera en contra del sexo casual. ¡dios! Claro que no y menos ahora que tenía que sacarse a Merlina de su cabeza a como diera lugar, pero tampoco estaba loco o demasiado desesperado.

Empujó a Hyacinth contra el tronco de un árbol y metió sus manos debajo de su falda. Con un aspaviento, la chica se sujetó con fuerza de sus brazos.

— ¿Qué haces?

Por toda respuesta, con su mano libre, Tyler tomó la mano de Hyacinth y la llevó hasta su miembro palpitante. Soltó un sonoro suspiro cuando la chica comenzó a acariciarlo.

Bueno, tal vez si estaba un poco desesperado pero recordaba de sus clases de historia la epidemia de sífilis de esos tiempos. Aunque siendo sincero, no recordaba tanto las clases como los comentarios de Lucas.

¡Rayos! Tal vez debería haber puesto más atención a su maestro. ¿Quién para saber que terminaría cuatrocientos años en el pasado?

Tyler hundió su rostro en el cabello de la chica. Sintió como sus hebras negras le acariciaban el rostro y se preguntó si se sentía así el cabello de Merlina. No, estaba seguro que era mucho más sedoso y no olía a humo de un fogón tampoco. Aun así, Tyler inhaló con fuerza y presionó su pulgar contra el clítoris de la chica.

Hyacinth lanzó un sonoro gemido, con una voz más chillona de la que a Tyler le hubiera gustado.

— Cállate — siseó y llevó su mano hasta la boca de la chica.

Siguió penetrándola con sus dedos y sintió como su mano se empapaba de líquido, mientras los ojos de Hyacinth se volteaba de placer. La penetró dos veces más, de una forma tan brutal que parecía llena de ira y luego se separó bruscamente de ella.

Hyacinth cayó al suelo,con sus piernas temblando y la respiración entrecortada, mientras Tyler terminaba el trabajo que ella comenzó. Sacó su miembro de su pantalón y unos segundos después se semen se esparció por el suelo entre ellos.

De repente, Tyler escuchó el sonido de una rama al romperse y sus sentidos se despertaron de golpe. Se acomodó su ropa y alzó su vista al momento de ver una sombra avanzar entre los árboles.

— Vuelve adentro — fue lo único que le dijo a Hyacinth antes de perseguir al intruso. Tyler avanzó entre los árboles y notó como aquella sombra se movía con elegante agilidad. Llevaba puesta una capucha que ocultaba desde su cabeza hasta sus pies y si él no se equivocaba...

Llegaron al límite del pueblo, donde un muro de madera se alzaba para proteger a los normies de las terribles bestias del otro lado. Tyler vió como la figura se detenía y el ralentizó su paso.

Aquella persona miró sobre su hombro y ante las tenues llamas de las antorchas, Tyler identificó las facciones de muñeca de Merlina. Su corazón se detuvo y con la velocidad de un parpadeó, la chica se escabulló entre unas tablas flojas. 

Notes:

Creo que lo notaron, en los capítulos anteriores he marcado que han pasado 15 días mientras que en este Donovan menciona que solo 3. No es un error, solo quiero que quede claro que el tiempo transcurre diferente en este pasado que en el presente.

Espero que les guste.
Gracias por leer.

Chapter Text

Cuando estuvo lo suficientemente lejos de Jericó, Merlina se dejó caer contra un árbol y llevó su mano a su desbocado corazón. Las sombras de aquella noche sin luna la acobijaban y protegían, escuchó el ulular de un búho distante y el suave correteo de los roedores, y sintió alivio al saber que no la seguían.

Aquella tarde en el río, se había logrado esconder a tiempo antes de que lo peregrinos llegarán. Los había dejado adelantarse y luego buscó algún rastro en el suelo para seguirlos. Las pisadas de tres personas estaban claramente señaladas en el fango y luego una más se unía. Al principio no entendió lo que la intrigaba del último par de pisadas, hasta que buscó borrar sus propias huellas y se fijó en el patrón que dibujaba sus zapatos. Comparó la forma de las primeras tres, de fondo liso y un pequeño tacón cuadrado y las últimas que eran sin duda de una zapatilla deportiva.

"Tyler" pensó e inmediatamente llevó su mano hasta una de sus dagas.

Esa noche, resguardada por la oscuridad de la luna nueva, Merlina había conseguido escabullirse de la cabaña de Goody y había recorrido de nuevo el sendero que los cazadores habían dejado.

Estaba preparada para ver a Tyler; para acorralarlo, interrogarlo y torturarlo por su traición, por su alianza con Laurel y la manera cruel y viperina en la que la había engañado. Incluso, Merlina estaba preparada para matarlo.

Para lo que no estaba lista, era para verlo con su rostro hundido en el cuello de una chica y su mano debajo de la falda. Se detuvo en seco y sus ojos no pudieron despegarse de la expresión de absoluto éxtasis de aquella desconocida. La forma en la que su pecho se retorció y al mismo tiempo sintió como si un puño hubiera impactado con la boca de su estómago, tampoco se lo esperaba.

Merlina estaba completamente petrificada y cada gemido de la chica solo avivaban las brasas de un odio cada vez más visceral.

Cuando el semen de Tyler baño el suelo de aquel bosquecillo, Merlina parpadeó y su cuerpo se liberó del hechizo en el que estaba sometida.

Se giró y en su prisa fue descuidada y llevó la atención de Tyler hasta ella.

Cuando su pulso estuvo más estable, Merlina reanudó su camino hacia la vieja cabaña, sin prisas.

Estaba claro que ahora podía saltarse el interrogatorio y pasar a la parte en la que clavaria su puñal en el centro del pecho del mentiroso barrista.

Desde el instante en que descubrió que Tyler era el Hyde que tanto había buscado, Merlina sabía que todo lo que habían pasado juntos no era más que una forma de engañarle y desviar su atención. Como si ella fuera una patética niña enamoradiza a la que compraría fácilmente con sonrisas y cafes gratis.

Lo peor era que el ridículo plan había funcionado y ahora ella sentía la necesidad de reivindicarse, haciéndolo sufrir como nadie lo había hecho antes.

Verlo con su rostro hundido en el pecho de la chica (a la que seguramente no tenía ni diez días de conocer) no solo le confirmaba cuanta mentira había en las palabras de Tyler, sino que también la hacía sentirse patética.

Para su desgracia, recordaba muy bien la forma en la que su corazón revivia violentamente cuando sus miradas se encontraban, ya fuera en la cafetería junto a su tío, en medio de la pista de baile o curándolo en la sala de su casa. La forma en la que la sonrisa de Tyler lograba hacer vibrar una fibra que creía inexistente en ella. Emociones que nunca había deseado sentir estaban ahí, por él; y para Tyler no era nada. ¿Acaso se habría reído de ella y su inexperiencia? ¿Se habría ido a probar suerte con otras de sus clientas después de su cita interrumpida?

Merlina quería cavar un agujero de tres metros y enterrarse viva, y lo haría, si eso no afectara sus planes de venganza.

Cuando entró en la cabaña, se acostó en su camastro y cruzó los brazos sobre su pecho. Cerró sus ojos y mientras la oscuridad de su inconsciencia la abrazaba, recordó la primera vez que había encontrado a Tyler en el bosque. Recordó la forma en la que su brazo aprisionaba su cintura, su mano le sellaba la boca y le inundaba la nariz del olor de los granos de café frescos. También rememoró el olor de su cuerpo y la calidez de su tonificado torso. Y mientras su mente se deslizaba a los confines más oscuros de su sueño, escuchó los graves gemidos de Tyler junto a su oído.


Tyler entregó la canasta llena de papas a la señora frente a él que por alguna razón lo miraba confusa. Casi de inmediato, Jonathan le arrebató la canasta y se la entregó a otra chica que estaba junto a la anciana.

— Discúlpenme un momento — dijo y arrastró a Tyler con él hacia el fondo del puesto.

— ¿Qué te sucede?

—Lo siento —dijo Tyler apenado — estaba... pensando en algo.

Rememoró la noche pasada y la vergüenza de saberse descubierto por Merlina.

—Escuche que no encontraron ningún rastro de tu padre en la busqueda de ayer.

Jonathan le colocó una mano en el hombro y esbozó una sonrisa condescendiente que Tyler tardó en comprender. Sacudió su cabeza y sacó a Merlina de su mente. Ahora, más que nunca, tenía que mantener su red de mentiras coherente.

—No, no encontramos nada. — bajó su mirada y hundió sus hombros.

—Hoy me encargare de todo. ¿Por qué no tomas a caprichosa y vas a casa? Mary te entregará una hierbas para el reverendo.

Tyler asintió. Montó la yegua y salió de la plaza principal. No tenía prisa y dejó que el animal fuera al paso que quisiera, mientras en su cabeza volvía a ver el rostro de Merlina bañado por la luz de las llamas.

Sabía que había perdido su ventaja estratégica y que más temprano que tarde, ella aparecería para cobrar cada uno de sus pecados. Tyler ni siquiera había dormido bien la noche pasada, despertándose a cada tanto con la sensación de tener un afilado cuchillo sobre su garganta. Su único tranquilizante era creer que Merlina no lo mataría mientras durmiera. Estaba seguro que ella quería verlo a los ojos cuando eso pasara y tenía que pensar en cómo podía usar eso a su favor.

Soltó un suspiro profundo y arreó el caballo para acelerar el paso.

Llegó a la casa y miró como Wren, la hija de Jonathan, se acercaba a recibirlo.

— Llegas temprano — le dijo la chica, tomando las riendas de la yegua.

— Solo vengo por algo que pidió Jonathan.

— ¿Las hierbas? —Tyler asintió y la sonrisa de la chica desapareció. Sus ojos castaños se posaron en la cabaña por un instante y luego volvieron rápidamente a Tyler. — No dejes que te toque la piel. —dijo rápidamente en un susurro.

— ¿Como?

La puerta de la cabaña se abrió y Mary salió con una canasta en la mano.

— ¿Tyler? ¿Crei que vendria Jonathan? —La mujer pasó su mirada de su hija a el chico un par de veces mientras se acercaba a ellos.

— Solo vengo a traer algo.

Mary lo observó de arriba a abajo. Sus ojos, de un verde casi amarillento, estaban llenos de desconfianza y temor. Tyler no se lo tomaba personal, se había dado cuenta que Mary era así con todos, incluso con su esposo. Finalmente le entregó la canasta, que cuidadosamente sostenía de la parte más alta del mando.

Tyler la tomó y esbozó una sonrisa forzada antes de volver a montar en el caballo. Le lanzó una mirada a Wren pero la chica tenía la mirada clavada en el suelo. No fue hasta que perdió de vista la cabaña, que Tyler se atrevió a ver el contenido de la cesta. El olor de la menta era inconfundible, pero Tyler notó que había un tipo hoja diferente mezclada. Apenas rozó el borde de la hoja con su dedo y de inmediato miró cómo se tornaba rojo. Juntó sus cejas extrañado y tuvo el impulso de sacar su teléfono y colocar la imagen en el buscador. Soltó una maldición y siguió su camino hasta el mercado. Tenía otras formas de obtener información y ya se encargaría de que Wren le dijera todo lo que sabía.

Jonathan lo recibió con ansias, pero en lugar de colocar las mentas con el resto de hierbajos, le colocó una manta encima y le ordenó a Tyler guardar todo en la carreta. Tyler subió los costales de papa y cebollas, mientras el hombre se dirigía rápidamente a la plaza central. Tyler bajo las cortinas que cubrían el puesto de los Castel y las aseguró con un fuerte nudo a los troncos cuando, de repente, las campanas de la iglesia comenzaron a replicar sin parar.

Tyler miró cómo las personas a su alrededor se tensaron y todas dejaron lo que estaban haciendo para dirigirse a la iglesia. Cuando dirigió su mirada hasta ahí, notó como Joseph Crackstone subía a una pequeña tarima frente al edificio.

No podía negar que moría de curiosidad, pero también una parte de él estaba seguro que no era nada bueno. Caminó con la multitud, pero tuvo el cuidado de permanecer en la parte de atrás.

— Nuestros esfuerzos han dado frutos —dijo Crackstone, alzando su voz frente a la multitud — y hoy nos encontramos más seguros que antes. Debemos seguir con nuestra misión y erradicar a todos los engendros de satanás.

Una amplia sonrisa se dibujó en el rostro del hombre y Tyler sintió como un escalofrio recorria su espalda.

Crackstone hizo un ademán de su mano y subieron al estrado a una mujer con su cara tapada por una saco oscuro. Los hombres la ataron a la picota que se encontraba en la tarima.

— Encontramos un vampiro, una aliada de la bruja Goody, merodeando nuestros bosques, alimentándose de hombre valientes y justos. — siguió Crackstone y el murmullo se extendió por la multitud al mismo tiempo que el miedo.

Con un brusco movimiento, el peregrino le quitó la capucha y Tyler juntó sus cejas al ver la chica. Su piel era blanca, como una hoja de papel y su cabello platinado, caía sobre sus hombros desordenado y reseco. Solo un camisón cubría su cuerpo escuálido y cuando alzó su rostro, Tyler se percató de sus extraños ojos rojizos.

Tyler había visto vampiros toda su vida. ¡Por Dios, le había tenido panico al entrenador Vlad desde los seis años! Los podía reconocer a kilómetros de distancia y podía apostar cualquier cosa a que aquella chica era mucho más Normie que él.

Crackstone alzó un manojo de hojas con una mano enguantada y las sacudió a la multitud. Desde donde estaba, Tyler pudo sentir el olor de la menta y sus cejas se juntaron aún más, formado varias líneas en su frente.

Crackstone acercó las hierbas a la chica y se las paso por toda la piel.

El grito agónico de ella se alzó sobre todos los murmullo. Era desgarrado, pero luego su piel se tornó roja -ahí donde las hierbas la habían tocado- y parecía que se estaba quemando frente a ellos.

Tyler apretó su dientes con fuerza. Sabía que todo era un engaño y que él había contribuido a eso. Sintió el feo sabor de la culpa bajando lentamente por su garganta, no era la primera vez, pero era más fácil ignorarlo cuando la víctima estaba muerta y no gritaba desesperadamente.

Cuando Crackstone golpeó el rostro de la chica con las hierbas, Tyler dio un paso hacia atrás. Había tenido suficiente. Sin embargo, una mano lo sostuvo con fuerza de la camisa.

— Te vigilan.

Lanzó una rápida mirada sobre su hombro y miró a Hyacinth junto a él, con la mirada clavada al frente y sin delatar ninguna expresión.

Tyler volvió la mirada al estrado y contempló cómo lentamente se formaban llagas en la piel de la chica, vio su llanto, escuchó sus súplicas y recordó los gritos de ayuda que él alguna vez había lanzado en la cueva donde Laurel lo torturó.

Nadie lo ayudó a él, y nadie ayudó a la chica.

Chapter Text

Merlina iba detrás de la pequeña comitiva. Su cuerpo se balanceaba con cada paso del caballo que montaba y sus ojos registraban cada detalle del camino. Goody y Viktor estaban sentados en la carreta frente a ella.

El hombre había llegado aquella mañana y había colocado todas las provisiones en la carreta, mientras Merlina le ayudaba a preparar los caballos. Para su sorpresa, Goody había aparecido con un caballo más para ella y aunque inicialmente lo había agradecido, no tardó en darse cuenta que de esa manera la bruja la había excluido, nuevamente, de la información que Viktor le entregaba. El sonido de la carreta eclipsaba por completo sus palabras y Merlina no tuvo más remedio que memorizar el camino y repasar una y otra vez la poca informacion que tenia.

Habían bajado por el río hasta llegar al lago y lo rodearon, internándose hacia el norte donde los árboles tenían troncos más gruesos y el suelo estaba lleno de hojas rojas y amarillas. Subieron a través de la montaña hasta que encontraron una hendidura en la roca.

La carreta en la que iba Goody se detuvo y Viktor amarró a los caballos a un árbol cercano. Merlina también desmontó y observó como Goody sacaba un frasco con sangre de su morral y comenzaba a escribir algunas runas en los árboles que crecían cerca. Marcó tres de ellos con su pulgar y al terminar se colocó en el centro y alzó sus manos empapadas de sangre, sus labios apenas se movieron para pronunciar el hechizo y las runas resplandecieron por un segundo.

— ¿Qué hiciste?

— Hechizo de protección — Goody se secó las manos en un pañuelo.

— ¿Cómo sabes que funcionó?

— ¿Cómo sabes que el sol saldrá mañana por el horizonte?

Merlina rodó sus ojos y detrás de ella, Viktor soltó una suave risa.

Goody entró en la cueva liderando la marcha y Viktor le indicó con un ademán que siguiera ella.

— No le gusta que cuestionen sus hechizo — dijo Viktor, caminando detrás de Merlina.

— Uno de sus hechizos me trajó hasta aquí, es natural que los cuestione.

Viktor se encogió de hombros.

— ¿Qué tipo de hechizo era?

— Uno de resurección.

Viktor junto sus cejas, su silencio llamó la atención de Merlina quien se detuvo y lo miró sobre su hombro.

— Si Goody llega a realizar un hechizo así, estoy seguro que no fallaria.

— ¿Para revivir a su familia?

Los ojos castaños de Viktor se clavaron en la espalda de Goody y la sonrisa floja que casi siempre llevaba, había desaparecido por completo. Merlina no pudo evitar notar lo extraño que se miraba su rostro sin la sonrisa que abarcaba la mitad de su cara.

— Le bastaría con revivir a una sola persona. Agnes — agregó, regresando su mirada a Merlina — su hija.

Merlina abrió sus ojos de par en par, pero antes de que abriera la boca unos aullidos llenaron la caverna. Merlina llevó su mano hasta una de sus navajas, pero Viktor le colocó una mano en le hombro y negó lentamente la cabeza.

De una decenas de cuevas aledañas, salieron hombres y mujeres aullando.

— ¡Addams! — gritó un hombre, avanzando hacia ellos y abriendo sus brazos de de par en par. — Veo que esta vez nos has traído algo para cazar.

Sus ojos negros se clavaron en Viktor y una sonrisa lobuna se dibujó en su rostro.

— Tus bromas se hacen viejas, Logan. ¿Tengo que escuchar eso cada mes?

Logan se acercó hasta Viktor y pasó su brazo detrás de su hombro.

— Un dia de estos, almorzaré a mi normie favorito.

— Basta — dijo Goody — pueden seguir con sus idioteces cuando los víveres estén repartidos.

— ¿Y esta quien es? — preguntó Logan señalando a Merlina. Sus ojos verdes la miraban con divertida curiosidad y ella tuvo el deseo de apuñalarlo al recordarle demasiado a otro par de ojos.

— Merlina —respondió Goody. — Es un cuervo.

Logan abrió sus ojos sorprendidos, pero no dijo nada. Solo asintió y con un silbido llamó al resto de la manada. Merlina junto levemente sus cejas al percatarse como los licántropos la miraban sin disimular su asombro y luego susurraban entre sí antes de ir hasta la entrada de la cueva.

Volvió a ver a Goody, que seguía caminado escoltada por Logan y Viktor y supo que sus palabras encerraban aún más secretos. 


 

Tyler se introdujo en lo que él conocía como el bosque Cobham, con el hacha recargada en su hombro y un manojo de cuerdas colgadas de su mano libre. El bosque estaba sumido en la oscuridad densa que se presenta antes del amanecer y el silencio absoluto. Escuchaba los pequeños pasos de los animales que se alejaban a su paso, no sabía si por temor a los humanos o simplemente sus instintos les indicaba que Tyler era algo más, un último depredador de cualquier criatura.

Sea cual fuera la razón, Tyler avanzaba sin ninguna prisa ni temor. Sus sentidos agudizados para descubrir a cualquiera que lo siguiera, pero hasta el momento nadie se acercaba. Finalmente llegó a la antigua casa de reuniones. Tenía por lo menos un par de décadas abandonada, el techo había desaparecido por completo, pero estaba en mejor estado que la casa con cuatro tablas que él conocía. Las paredes de piedra y madera que quedaban en pie tenían un color chamuscado, el suelo estaba cubierto por tierra pero aún podía sentirse la madera debajo de esta. Tyler deslizaba su pie o golpeaba buscando cualquier rastro de un hueco en el suelo. Segun le habian dicho, en ese lugar habían capturado a muchos excluidos y era el mismo lugar donde Goody Addams se había salvado del fuego infernal, ganándose el título de la Esposa de Lucifer.

De repente, su pie se topó con algo duro y un sonido titilante rompió la quietud de la noche. Tyler se agachó y miró la cadena atada al suelo, presionó sus labios con fuerza. Solo le tomó un corto momento para encontrar el primer hueso y más cadenas que se rompían bajo su tacto. Tyler se puso de pie y sacudió sus manos en el pantalón. Ignoró el enojo que le hacía temblar las manos y se concentró en buscar la manera en la que Goody había sobrevivido. Tenía que haber algo…

Buscó en cada rincón de suelo. El amanecer había llegado y una horda de pájaros cantaba sobre su cabeza. Casi se había rendido, cuando sus ojos se fijaron en la chimenea y sus cejas se unieron. Tyler caminó hasta ahí y movió con su mano el nicho de paja y excremento de animales, hasta que tocó una desvencijada trampilla de madera. La abrió y sin ninguna precaución saltó al interior.

La oscuridad del túnel lo engulló enseguida y Tyler sacó el teléfono móvil que llevaba siempre oculto consigo. Encendió el aparato y el pequeño sonido de inicio parecía antinatural y al mismo tiempo familiar. La luz del dispositivo rebotó contra el rostro de Tyler y no pudo evitar sonreír.

El telefono seguia sin conexión, lógicamente, y Tyler había desactivado todas las funciones de conexión a red para maximizar la duración de su pila. ¿Para qué? Ni él mismo lo sabía, pero la sola presencia del dispositivo era un ancla que lo mantenía aferrado a su tiempo.

Encendió la lámpara y miró como algunos roedores se escabulleron de inmediato ante la potente luz. El túnel era lo suficientemente profundo para caminar sin problema, y anduvo por varios minutos hasta que la estancia se abrió en una cueva semi circular que luego se ramificaba en una serie de túneles.

La sonrisa de Tyler se hizo más amplia. 

Bien, la temible Esposa de Lucifer no sería la única en escabullirse debajo de las propias narices de Crackstone. 

Chapter Text

Tyler regresaba del bosque cuando miró a Wren acercarse a la cabaña con una gran canasta de ropa mojada. Apresuró su paso, hasta darle alcance y tomó el cesto con facilidad.

— Te ayudo — le dijo con una cálida sonrisa. La chica tenía el rostro rojo del esfuerzo y simplemente asintió.

Tyler la acompañó hasta la parte trasera de la casa y mantuvo la canasta en alto mientras la chica colgaba la ropa en una hilera de cuerdas.

— Gracias — murmuró Tyler — por lo del otro dia.

Wren le dio un rápido vistazo, antes de asentir y volver a tomar una de las prendas.

— ¿Puedo saber qué era eso?

Wren no dio signos de escucharlo, más bien llevó sus ojos hacia la cabaña y luego bajó su vista.

— Hiedra venenosa — dijo, cuando se giró para tomar una sábana — Lo usan siempre en los juicios.

Tyler asintió.

— ¿Por que me advertiste?

— Abigail era mi amiga. Ella no es un monstruo. 

— Aún está viva — Tyler quiso transmitirle cierta esperanza, pero la mirada que le lanzó Wren le indicaba lo absurdo de su comentario.

— No lo va a estar después de Accion de Gracias.

Tyler tuvo que tragarse su siguiente pregunta cuando la puerta de la cabaña se abrió y Mary salió con sus brazos en jarra.

— Wren, apresúrate. Te necesito aquí.

Mary llevó sus mezquinos ojos hasta Tyler, recorriendolo con reprobación e incluso negando lentamente con su cabeza.

En aquel momento Tyler sintió como si su corazón se detuviera y contempló una idea que hasta ahora le parecía imposible. ¿Podría Mary ser una de los agentes que Crackstone había apostado para vigilarlo?

Le entregó el cesto a Wren y la vio regresar a la cabaña.

Observó con cuidado a ambas, especialmente la forma en la que Mary no apartaba sus ojos de él. Conocía esa mirada, era la misma con le lanzó su celador cuando llegó al campamento de conducta, era la misma que tenía su padre cuando hablaba de los ataques en el bosque. Desconfianza, sospecha y esperanza de atraparlo en el lugar y momento equivocado. 

En ese caso, Tyler sabía que era necesario formarse una red de aliados, personas que estuvieran dispuestas a poner sus manos al fuego por él y dado el lugar donde vivía eso debía ser en el sentido más literal posible. 

Y tenía una idea de quién podía ayudarlo…

Después de su ronda en el muro, Tyler había pasado por el bar. Su jarra de cervezas la llenaron una sola vez, apenas la probó, y sus ojos no se apartaron de Hyacinth hasta que ella le devolvió la mirada y él se levantó y tomó la salida trasera de la cantina.

Pacientemente, Tyler esperó oculto entre las sombras de los árboles. No fue difícil saber cuando se acercaba, sus pasos no eran sutiles y el dobladillo de su vestido arrastraba las hojas secas.

— No tenemos mucho tiempo antes de que alguien note que me fui.

Hyacinth se inclinó sobre él, pero Tyler la tomó de las muñecas y la obligó a mantenerse donde estaba.

— Hoy no. Solo tengo algunas preguntas.

La chica parecía ofendida y cruzó los brazos debajo de su pecho.

— ¿Ah, sí? ¿Cuales?

— Dijiste que me vigilan. ¿Quienes?

— Crackstone — contestó rápidamente — aun cree que podrías ser uno de esos.

— Pero he pasado todas sus pruebas.

— Sí, pero él nunca se fía de los forasteros. Y tampoco te has presentado en el salón de cultos.

Tyler quiso maldecir para sus adentros.

— ¿Por qué me dices todo esto? ¿Como puedo confiar en ti?

— No es la primera vez que los hombres de Crackstone me envían a alguien, pero lo que hiciste, la forma en la que me hiciste sentir… nunca lo habia sentido antes.

Hyacinth se inclinó buscando besar a Tyler, nuevamente.

— Wow. Tranquila. — dijo, apartándose de ella. — Eso fue un orgasmo, ¿ok? No quiere decir que estas enamorada de mi… o algo asi. — continuo con cierta vergüenza y orgullo en su voz. Hyacinth parecía confusa, pero dio un paso hacia atrás.

— ¿Y podría estar embarazada ahora?

— ¡No! No —agregó un poco más bajo —. Lo que hice fue justamente para que no pasara eso.

— ¿Y por qué lo hiciste entonces?

— Eh… — Tyler parpadeó un par de veces — ¿placer? Mira no vine para darte un charla de educación sexual. Solo quiero saber que puedo hacer para ganarme la confianza de todos. — Tyler dio un paso hacia el frente y tomó con suavidad las manos de Hyacinth — Quiero quedarme aquí y no quisiera ser siempre un forastero.

Hyacinth tenía la mirada clavada en sus manos entrelazadas y un suave sonrojo se extendia por sus mejillas. Tyler dio un paso más cerca de ella.

— Podría ayudarte —respondió con la voz suave. — pero tengo que estar segura que no eres uno de ellos.

Con delicadeza, Tyler la tomó del mentón alzándole el rostro para que lo mirara a los ojos y unos segundos después deslizó su mano por toda la mandíbula de Hyacinth hasta acomodar un mechón de cabello detrás de su oreja.

Podía ver como la chica parecía contener la respiración y sintió como su orgullo se ensanchaba. Dios, si había logrado engañar a Merlina aquella chica debía ser sencillo.

— Te aseguro que no lo soy, Hyacinth, pero haré lo que me pidas para que confíes en mí.

Tyler la miró dudar, la miró tragar en seco y él apretó con más fuerza la mano que le sostenía.

— Por favor.

—Pete —dijo finalmente —primero tienes que hacer que Pete confie en ti. Él te llevará a Cole. 

Y en agradecimiento, Tyler le regaló la mejor sonrisa de chico bueno que tenía en su repertorio.


A pesar de que Merlina seguía atrapada en las tareas domésticas, removiendo un caldo específicamente, conocer la guarida de Goody le había dado nuevas posibilidades.

Especialmente porque la bruja ya no podía vigilar cada uno de sus movimientos. Claro, estaba Viktor siguiéndola como una sombra, pero el hombre no era tan astuto, evidentemente.

— ¿Por que todos me ven extraño? — preguntó Merlina a la Banshee que estaba colocando las verduras en el estofado.

— Eres el cuervo — dijo la chica como si fuese obvio. Su cabello era rizado, de un tono rojizo y por sus cejas redondas parecía tener una expresión de perpetua sorpresa.

— ¿Eso es raro? ¿No hay mas psíquicos aquí?

— Hay varios: telépatas, soñadores, videntes, palomas… — enumeró —. Pero eres el primer cuervo desde el incidente.

— ¿Qué incidente? — demandó Merlina, tal vez demostrado demasiado lo hambrienta que estaba de información.

— Bueno, yo no estaba aquí cuando eso paso. Los lobos si.

Merlina alzó la vista hacia el grupo de lobos que se mantenían alejados de los demás. Eran los leales a Goody y siempre permanecían cerca. Logan era el alfa.

— Hay una profecía sobre el cuervo que derrotara a Crackstone y por eso atraparon y asesinaron a la última. Agnes, se llamaba. Solo era una niña pero Crackstone no tuvo piedad. 

Merlina alzó sus cejas levemente. Su mirada buscó a Goody y descubrió como la bruja mantenía su ojos clavados en ella como si pudiera escucharlas a pesar de la distancia. 

Volvió a remover el caldo, sumida en sus pensamientos.

¿Sería posible que aquella profecía fuera la misma que la mamá de Rowan predijo?

No, el dibujo era claro. Ella estaría en Nunca Más cuando su batalla contra Crackstone sucediera. 

— Merlina — Viktor se acercó a ella. — Goody quiere presentarte a alguien.

Viktor la condujo por uno de cientos de túneles que habían en aquella caverna. El camino era angosto y oscuro hasta abrirse en una cueva más pequeña. Ahí estaba Goody y junto a ella un chico de unos veinte años.

— Él es Joshua — dijo —. Te ayudará con tus poderes.

Merlina miró al chico que no parecía saber mucho más que ella. Tenia una sonrisa casi estúpida en el rostro.

— Mi madre dijo que un ancestro me ayudaria.

— ¿No es lo que hago?

Merlina quiso voltear los ojos.

— Pero si te sientes más cómoda en las cocinas.

— Bien. ¿Qué es lo que tengo que hacer?

— Joshua y tu practicarán un par de horas al dia. Ambos tienen otras asignaciones en las que ocuparse.

— ¿Cuales otras asignaciones? — preguntó Merlina desconcertada, si tenía que desplumar una ave más…

— Iras con Katherine.

Y como si aquello explicara algo, Goody se marchó con Viktor pegado a sus pies.

— ¿Comenzamos? — dijo Joshua con una sonrisa que mostraba sus dientes disparejos y revelaba los hoyuelos de su rostro. 


 

Laurel Gates abrió lentamente sus ojos cuando escuchó la puerta de su celda abrirse. Llevaba un par de días hincada en el suelo, con sus manos encadenadas en la espalda. Le escocía la cabeza, en el punto donde la gota de agua había estado cayendo sin cesar y ahora tambien sentia sus piernas hormiguear. Ya no sabía cuánto tiempo llevaba en esa posición, pero su ropa estaba llena de heces y orina, y los olores se intensificaban en el encierro.

No sabía si era el amoníaco o la falta de sueño, pero cuando la chica entró a la celda su corazón se congeló.

— ¿Merlina?

La chica vestía un largo vestido negro con un cuello blanco que le enmarcaba el rostro de angulosas facciones. Su cabello era oscuro, pero estaba atado en un riguroso moño, y sus ojos negros parecían carecer de vida.

Cuando Laurel parpadeó, el rostro de Merlina se borró y pudo ver las diferencias. Era una chica mayor, más alta, de labios delgados y sin ninguna peca en su piel. Su cabello tampoco eran tan oscuro, se notaba más bien castaño. Aunque sus ojos si parecían siempre desprovisto de vida.

— Ayúdame — susurró Laurel, cuando la chica se acuclilló frente a ella. — puedo liberarte…

La chica le colocó un vaso de agua en los labios y obligó a Laurel a tomarlo hasta que la mujer comenzó a toser profundamente.

— Por favor… — suplicó, utilizando todo su encanto maternal —las cosas pueden ser mejor. Serás libre conmigo. 

La chica se puso de pie, sin mostrar ninguna reacción por sus palabras y volvió a salir de la celda.

— ¡No me dejes aquí! — suplicó casi con lágrimas en los ojos, pero cuando la chica se dio la vuelta su rostro se transmutó en el más puro odio — Voy a matarte, hare que te saquen las vísceras y las colgaré en esta misma celda. ¿Me oyes? ¡Lo voy a hacer!

Laurel escuchó como la puerta que llevaba hasta las mazmorras se cerraba. Se dejó caer sobre sus talones y en sus ojos se aglomeraron las lagrimas llenas de ira. 

Chapter Text

Los párpados de Merlina temblaron. Sintió los brazos que la sostenían con seguridad y una lejana voz masculina que la llamaba.

"¿Tyler?" pensó y su corazón saltó en su pecho. Su mano voló hasta su bota y antes de abrir los ojos ya tenía su cuchillo contra la piel del chico.

— Tranquila — dijo él. Joshua, recordó Merlina —. No creo que quieras caer al suelo.

Merlina se incorporó incómoda. Tyler había sido el único que había logrado atraparla de aquella manera. Que lo hiciera alguien diferente se sentía... extraño.

— ¿Fue muy terrible la visión para que despiertes con instintos asesinos?

— No —dijo cortante, volviendo a envainar el cuchillo. — pero la última persona que me sujetó así, resultó ser un asesino serial.

Joshua abrió sus ojos marrones de par en par.

— Te aseguro que no soy ningún asesino.

—Eso mismo diría él.

— ¿Puedo saber de que era la visión? 

— Un barco naufragaba y había un bebé en el bote.

Joshua bajó su vista hacia el collar que tenía un pendiente oscuro que él y que Merlina aun sostenían. Esbozó una triste sonrisa.

— Era de mi padre, se sacrificó para que mi madre y yo sobreviviéramos.

Merlina bajó la vista sin saber muy bien cómo proceder y recordó las palabras que Enid alguna vez le había dicho: "Realmente eres mala en esto de animar a las personas".

— Intenta volver a la visión — dijo Joshua de repente, antes de que el silencio se tornara incómodo —. Ya sabes lo que tienes que ver.

—Nunca he visto lo mismo dos veces.

— ¿Alguna vez lo has intentado?

Merlina soltó un bufido y taladró al chico con los ojos.

— Suenas igual que Goody.

— Lo tomare como un cumplido.

— No lo es.

Joshua soltó una suave risa y le tendió de nuevo el collar.

— Cuando quieras.

Merlina tomó la joya exasperada y cerró los ojos.


Ganarse la confianza de Pete no parecía ser una tarea difícil. Tyler había movido sus guardias en el muro de forma casual para aumentar los encuentros con él. Lo había acompañado un par de veces más a la taberna y en otras ocasiones, bebían junto al fuego que alzaban los guardias del muro. Tyler procuraba ser amigable con todos los demás, no se quejaba del trabajo pesado y demostraba que podía hacer cualquier cosa que le solicitaran.

Pete parecía satisfecho y por lo que Hyacinth le contó no había presentado ninguna queja a Crackstone, aunque era muy pronto para bajar la guardia. Thomas, el compañero de Pete, tampoco había hablado en su contra, pero tampoco a su favor. 

Thomas era alguien que solía ser mucho más prudente al momento de dar su voto de confianza.

Tyler le echó un vistazo a Hyacinth, al otro lado de la taberna y ella le respondió con un ligero movimiento de cabeza.

— Vaya, vaya. El chico bonito se nos está enamorando — río Pete, al ver el intercambio y el resto de la mesa río con él. — Sigue como vas y talves Crackstone te recompense con alguien mejor.

Tyler forzó una sonrisa que ocultara lo que el desdén que el comentario le producía, se despidió y caminó por las oscuras calles de Jericó. Derramó en el suelo lo que quedaba de la asquerosa cerveza y hundió sus manos en los bolsillos del pantalón negro de peregrino que usaba. 

El clima comenzaba a ser cada vez más frío y él deseaba poder sacar su chamarra café y dejar de sentir como sus manos se entumecían a cada instante.

Cuando llegó a la plaza central sus pasos se detuvieron. Tyler observó a Abigail, atada a un la estaca en la que posiblemente planeaban quemarla. Según lo que Wren le había dicho, Crackstone solía ejecutar algún excluido en la celebración de Acción de Gracias, algo que para él resultaba completamente irónico y fuera del espíritu festivo que el dia representaba, pero suponía que en 400 años muchas cosas cambiaban.

Una vez al día, una enviada de Crackstone se acercaba y le daba un vaso de agua a Abigail para mantenerla viva el tiempo que necesitaban. Cada vez que Tyler lo miraba, desde su puesto en el mercado, sentia como su piel cosquilleaba y el monstruo de su interior gruñía furioso.

Sabia que debia ser mas inteligente y no comportarse como el monstruo sediento de sangre que Merlina creía que era.

Las nubes grises se arremolinaban sobre su cabeza lentamente. Había escuchado a los agricultores hablando de las últimas lluvias que esperaba y él había decidido que ese día haría su movimiento.

Y mientras él esperaba, Abigail seguía atada dia y noche. 

Desde donde estaba, Tyler podía observar las llagas que el sol dejaba en ella. Tenía sus pómulos con manchas oscuras, igual que los brazos y los pies descalzos. También tenía granos por toda la piel que habían quedado del contacto con la hiedra venenosa. La carne estaba pegada a sus huesos y parecía que en cualquier momento se quebraría frente a todos.

Su camisón blanco estaba llena de alimentos que los niños jugaban a lanzarle. Un punto si le pegas en las piernas, tres en el pecho, cinco en el rostro. 

Tyler apretó sus dientes con fuerza.

— Repugnante, ¿no?

El corazón de Tyler saltó al escuchar la voz de Crackstone detrás de él.

— Lo es. — respondió aunque sabía que no se referían a lo mismo.

Se giró y miró cómo el viejo peregrino se acercaba apoyando su mano en el brazo de un hombre un poco mayor a Tyler.

— Él es Cole, mi hijo mayor.

Cole había heredado los ojos pequeños y malvados de su padre. Eran negros y brilloso. Su cabello era castaño, liso y largo, caía a los lados de su cara como dos tenebrosas cortinas . Era alto, delgado y tenía aquella forma de andar como si él mundo le debiera algo. Ciertamente, le recordó un poco a Xavier y quiso voltear los ojos.

Por supuesto, que la mano derecha de Crackstone sería un snob idiota.

— El famoso Tyler Galpin. He escuchado muchas cosas de ti.

— Buenas, espero — respondió Tyler con una sonrisa taimada.

Cole pareció complacido y solo intercambió una mirada con su padre.

— En la luna llena haremos una caza. Espero verte ahi.

Tyler asintió y Crackstone hizo un ademán con la mano para despacharle. Tyler continuó su camino y una ligera sonrisa satisfecha se dibujó en sus labios. 


Finalmente Merlina sentía que estaba en el lugar correcto.

Goody la había buscado esa tarde en las habitaciones de Katherine, una loba que estaba muy cerca de dar a luz y que era terriblemente mandona, y la había llevado hasta el centro de la caverna. Todos los túneles convergían en aquel agujero grande y oscuro. Habían antorchas por todos lados y por la forma en la que no parecían extinguirse, Merlinia suponia que tenian algun encantamiento. Del techo, a metros de distancia sobre su cabeza, caían leves gotas y formaban estalactitas por todo el suelo. En el centro había una larga mesa irregular rodeada por representantes de cada especie de excluidos.

— Observa y calla —le indicó Goody, antes de tomar el liderazgo de la conversación. A su lado, Viktor le sonrió con aprobación. — Falta una semana para la luna llena y Viktor ha informado que Crackstone planea una cacería con todos sus hombres.

— Bien — dijo Logan, mirando al chico a su lado. Parecía de la misma edad que Logan, con cabello de un profundo azabache y unos ojos verdes muy oscuros. — Así no tendremos que ir a buscarlo.

— ¿Crees que sea prudente? Katherine estará en un estado muy vulnerable.

— Ella irá al norte con una pequeña comitiva.

Goody asintió.

— Tengo entendido que hay un excluido capturado por Crackstone, debemos aprovechar este ataque para rescatarlo.

— La chica no es excluida — interrumpió Viktor — Crackstone dijo que es un vampiro, pero no se parece en nada a ustedes — dijo señalando a una pareja de vampiros al otro lado de la mesa. Su tez era pálida y sus cabellos tan oscuros como la noche. El hombre sonrió y Merlina notó uno de sus colmillos sobresalir.

— Si fuera una de nosotros, todos en ese maldito pueblo estarían muertos.

—No hablo de ella —aclaró Goody — El que debemos rescatar es una criatura bastante poderosa y extraña. Un hyde.

Los murmullos en la mesa comenzaron de inmediato, algunos curiosos y otros confundidos, pero ninguno tanto como Merlina.

— No puedes pensar en rescatarlo. Es un traidor. — dijo Merlina dando un paso al frente. Goody le lanzó una mirada punzante.

— Un hyde es uno de los monstruos más letales que hay. Si lo tenemos entre nosotros lograremos vencer fácilmente a Crackstone.

— Y si es tan impresionante, ¿como es que lo tienen capturado? -preguntó Logan con cierta ironía en su voz.

— Yo no he escuchado que haya alguien en las celdas — dijo Viktor extrañado.

— Un hyde posee tanto una apariencia monstruosa como una humana — explicó Goody. -Seguramente no se ha revelado.

— Tyler es astuto —accedió Merlina —y sabe que Crackstone es un genocida. No mostrará lo que es a menos que sea necesario.

— ¿Lo conoces? — preguntó una sirena que estaba ubicada a la derecha de la mesa. Su cabello era rubio y tan largo que le llegaba a la cintura. 

— Desafortunadamente.

— Entonces deberías de ir para reconocerlo.

— Es muy arriesgado —dijo Viktor rápidamente.

— ¿Prefieres que estemos capturando a cualquier normie sin estar seguros? —preguntó la sirena.

— Yo no me enojaria de capturarlos —dijo Logan encogiéndose de hombros.

Goody alzó una mano y la mesa volvió a quedarse en silencio.

—Merlina no irá. Además, todo hyde necesita de un amo. Debemos capturarlos a los dos por separado.

— ¡No puedes hablar en serio! — Merlina no pudo contenerse nuevamente y todos los que estaban en la mesa la miraron estupefactos — Laurel Gates es igual que Crackstone, solo desea matar a tantos excluidos como pueda. Se te olvida que es su descendiente. 

— Con más razón la debemos tener capturada, no podemos dejar que una fuerzas con Crackstone. Estará rodeada por un ejército, nos encargaremos que sus órdenes nos beneficien.

Merlina quería decir que no sería la primera vez que Laurel se desenvolvía entre Excluidos. Había convivido en Nunca Más por un año y medio completo y solo sirvió para que planeará detalladamente su futura masacre. Tenerla en aquella caverna junto a Tyler solo serviria para que todos murieran en esa misma noche.

Aun así, Merlina no dijo nada. 

Lo único más satisfactorio que hacerle ver sus errores a Goody, sería matar a Laurel en el momento que la encontraran. Tal vez, incluso, podría hacerlo frente a su cachorrito Hyde y con suerte Tyler perdería la cabeza al romper el vínculo con Laurel. Que deliciosa venganza sería. 

— Si Crackstone no los ha mostrado al pueblo, lo más seguro es que los tenga en los calabozos de su casa. Será fácil dar con ellos.

Goody extendió una viejo mapa sobre la mesa y señaló los bosques que Merlina conocía muy bien y que en un futuro pertenecerían a Nunca Más.

— Yo comandare a los hombres lobos hacia ahí y buscaremos al hyde. —dijo Logan — James puede llevar a otro grupo al pueblo y servir de distracción.

James, el lobo más joven que estaba a su lado asintió.

—Deberán de llevar más ayuda. Con la manada dividida en tres serán muy vulnerables.

— Somos más que suficientes para distraer a los peregrinos —respondió James. — ¿Siguen creyendo que lo que les distes es matalobos?

Viktor sonrió con travesura.

— Ni lo dudan. Me han encargado tres sacos para el ataque de la luna llena.

Goody pareció satisfecha.

— Quiero sirenas en el lago, encanten a cualquiera que se acerque demasiado.

— Colocaremos el doble de las que normalmente hay —contestó la sirena.

— También quiero que encanten a la ama del hyde, por ningún motivo debe comunicarse con él.

Todos asintieron obedientemente.

— Bien, comuníquenlo a los demás.

Con un ademán de su mano Goody terminó la sesión y cada uno de los miembros se marcharon.

— ¿No puedes seguir una instrucción tan sencilla como mantenerte callada? — dijo Goody, girándose hacia Merlina.

— Si me comentaras tus planes antes, podría señalarte los errores.

Viktor, que seguía junto a Goody como la sombra inseparable que era, abrió sus ojos llenos de asombro y temor.

— Llevas aquí menos de un luna y crees que puedes solucionar un conflicto de años, cuando ni siquiera puedes controlar bien tus poderes. No intentes darme lecciones, niña.

Merlina se sentía furiosa. Más que furiosa.

— No tienes idea de lo que Tyler es capaz de hacer —dijo, dando un paso hacia el frente pero la vieja bruja no lucía para nada intimidada. —Harás que maten a todos.

— Te equivocas, pero si tanto miedo le tiene puedes esconderte cuando él esté aquí.

Goody le dio la espalda con la intención de alejarse, pero Merlina estaba lejos de terminar aquella discusión. Dio un par de pasos para seguirla, pero Viktor la sujetó del brazo de inmediato.

Primero, Merlina sintió un leve cosquilleo en la zona que la mano de Viktor había hecho contacto. Luego, la sensación se intensificó en un segundo y su cuerpo se volvió rígido. Un instante después, Merlina estaba en el bosque.

Miró a su alrededor, era de noche y escuchó los susurros de varios hombres a su alrededor. Junto a ella estaba Viktor, se miraba mucho más joven y menos alto, y no habían rastro de su sonrisa. Sus facciones redondeadas estaban mutadas por el terror y en sus manos temblorosas sostenía una pica. Merlina avanzó con él.

Poco a poco los gritos fueron más fuertes. Merlina vio las llamaradas naranjas y el grupo de peregrinos rodeándolos. Viktor se hizo a un lado y Merlina miró como Crackstone entraba al círculo de atacantes. Un par de hombres se apresuraron y llevaron a arrastrados a otro. Tenía el cabello castaño y la mitad del rostro bañado en sangre. Lo lanzaron al suelo y el hombre ni siquiera se movió. Crackstone lo miró con desdén y le dio un puntapié.

Escucharon un grito desgarrador y Merlina miró como llevaban amarrada a una joven Goody. Tenía sus manos atadas a la espalda y su ropa estaba hecha jirones, junto a ella tenían atada a una niña pequeña que lloraba sin parar.

Merlina la miró con curiosidad, aunque tenía el cabello castaño claro pero su piel era terriblemente pálida y de ojos caídos, le recordaba un poco a su hermano Pericles.

— Dejalos ir — grito Goody con todas sus fuerzas. — Es a mi a la que quieres.

Crackstone la miró con absoluto odio y se acercó con pasos rápidos para darle una bofetada a la bruja.

— Quiero que veas bien lo que le pasara a cualquiera que se una a ti, bruja — le dijo Crackstone con una especia de mezcla de ira y euforia.

Tomó la pica de uno de sus seguidores y la clavó en el centro del pecho del hombre. Un débil quejido fue todo lo que lanzó antes de que la vida se escapara de él.

— ¡No! — la voz de Goody se quebró y las lágrimas corrieron por sus mejillas arrastrando toda la mugre y sangre que la cubría. — Te juro que te vas a arrepentir de esto.

Volteó sus ojos hacia atrás y sus labios comenzaron a moverse en un susurro. El aire del claro se tornó denso y fuerte, los árboles comenzaron a moverse de forma antinatural. Merlina miró como todos comenzaban a inquietarse a su alrededor, algunos comenzaban a toser y caían sobre sus rodillas.

Crackstone actuó rápidamente, sacó la pica del pecho del hombre y con la misma punta atravesó el vientre de Goody. El grito ahogado de Viktor a su lado parecía de ella y Merlina miró con horror como Crackstone retorcía el arma con una sonrisa sádica en su rostro.

La bruja abrió sus ojos de par en par y tomó la lanza que atravesaba en su vientre. Fijó sus ojos en el peregrino y una última maldición salió de sus labios.

Las corrientes de aire que hasta ahora parecían huracanadas, golpearon a Crackstone con fuerza y, tanto la bruja como el peregrino, cayeron desplomados al suelo. 


Un trueno hizo crujir el cielo, la luz blanca se filtró por las ventanas de la cabaña y luego la tierra tembló con el impacto del rayo.

Tyler abrió sus ojos de par en par, sobresaltado y casi soltando una maldición. La pequeña fogata de los Castel se había apagado por el viento huracanado y la cabaña estaba más fría que nunca. Otro trueno se escuchó, lejano, y Tyler terminó de espabilarse.

Fue hasta la ventana más cercana y miró la tormenta que azotaba Jericó, apenas y podía distinguir el jardín con toda la oscuridad y la cantidad de agua que caía sobre ellos.

De prisa, confirmó si Jonathan y Mary seguían dormidos, y luego acomodó unos bultos de ropa en su camastro para cubrir su ausencia.

El poco ruido que hacía, estaba completamente opacado por la potente lluvia que caía sobre el tejado.

Tyler tomó una capa oscura que había comprado unos días atrás y salió de la cabaña.

El viento lo azotaba con tanta fuerza que logró empujarlo en un par de ocasiones, pero al menos las calles estaban vacías. Todas las antorchas se habían apagado, pero los ocasionales relámpagos lo iluminaban por momentos. Tyler avanzó con todas las precauciones que podía para no ser descubierto, hasta que llegó a la plaza central y miró a Abigail, empapada y temblando.

— No grites — le dijo al oído, sacando un cuchillo y cortando las sogas que la ataban.

Lo mismo daba que no dijera nada. En cuanto las cuerdas cayeron al piso, el cuerpo de Abigail se desplomó. Tyler la tomó rápidamente. Su manos se hubieron en las llagas que cubrían su piel y un gemido apenas audible fue todo lo que la chica soltó. Un relámpago volvió a iluminar el cielo y Tyler pudo apreciar los extraños ojos rojos de la chica, estaban medio abiertos pero no parecía ver realmente nada.

Tyler la acomodó entre sus brazos y sin mucho sigilo esta vez volvió a cruzar el pueblo hasta encontrar las tablas en el muro que él había dejado flojas días atrás.

Las huellas de sus pasos se borraban casi al instante, con la gran cantidad de agua que estaba cayendo y una vez que Tyler llegó a una parte densa del bosque, dejó a la chica en suelo, la envolvió con su capa y se transformó en un espantoso y terrible monstruo.

Su grito agónico quedó enmascarado por los truenos y su piel se quemó mientras sus huesos se quebraban y se retorcían hasta convertirse en un hyde.

Tomó a Abigail y con los pasos agigantados del hyde, atravesó el bosque y llegó hasta la antigua casa de reuniones. El cielo se iluminó y Tyler saltó hacia el agujero en la chimenea. 

Chapter Text

Los golpes en la puerta hicieron retumbar la cabaña. De repente, la pequeña puerta se abrió de par en par y Tyler se levantó sobresaltado.

Miró la figura de Jonathan salir detrás de una cortina y luego a Mary.

— Todos afuera, ¡ahora!— dijo Crackstone con una voz potente.

Tyler tragó en seco, sentía como su corazón galopaba descontrolado. Un segundo después, la cortina de su lado se abrió y uno de los hombres de Crackstone lo sacó a tironeado de la cama. Escuchó también el suave grito de Wren y observó como otro hombre la empujaba hasta el centro de la cabaña.

Apretó sus dientes y contuvo el amenazador gruñido que se formaba en su pecho.

Los tres Castel y él se mantuvieron agazapados contra lo que quedaba de la apagada fogata. Mary lo miraba con rencor y Tyler intentaba lucir tan desconcertado como Jonathan.

Los hombres de Crackstone comenzaron a remover todo.

Tyler tragó en seco.

Había intentado ser lo suficientemente cuidadoso. 

Los peregrinos buscaron rastros de huellas en el suelo, pero Tyler se había encargado de dejarlo reluciente antes de acostarse. Levantaron el delgado colchón de su cama, pero la ropa que había usado estaba hecha trizas en el bosque y la capa seguía acobijando a Abigail en la cueva. Tyler ni siquiera se preocupaba de que encontraran la ropa, con la tormenta de la noche pasada ya estaría perdida entre el fango. 

Los hombres abrieron e inspeccionaron cada uno de los bultos que Tyler tenía debajo de su cama y comenzaron a sacar las pocas pertenencias que él chico había conseguido acumular durante aquel mes. Otra comitiva fue a inspeccionar la puerta trasera.

La sabana con la que se había quitado el lodo de su cuerpo estaba a varios metros de distancia y bien podía haber salido volando desde el tendero. Y las huellas del hyde que llevaban desde el bosque hasta la cabaña Castel, se habían esfumado entre la tormenta. 

Aun sabiendo todo eso, y que su plan había salido tal y como imaginaba, no fue necesario fingir su nerviosismo. Tyler paseó su mirada de un lado a otro. Notó como más hombres se reunían afuera de la casa y sintió como si su estómago se retorciera.

Thomas, el anciano desconfiado, entró.

— No encontramos nada, señor.

Crackstone asintió y sus ojos volvieron al chico.

— Revisen bien.

Thomas volvió a desaparecer y por una de las ventanas, Tyler observó cómo los hombres de Crackstone revisaban todas las casas circundantes.

— ¿Qué hiciste? —Mary lo tomó con fuerza del brazo, clavándole las uñas y asustándolo. Sus ojos estaban desorbitados y apretaba con fuerza sus labios.

— Na…nada —dijo Tyler alzando sus hombros.

— Basta, Mary — la reprendió Jonathan —. El chico no ha hecho nada.

Pero los ojos filosos y llenos de ira de Mary no se alejaron de él.

— Nada, señor — volvió a informar uno de los hombres.

— ¡Jonathan! — Crackstone caminó hasta el pequeño grupo, ignorando a todos menos al anciano. —Ve al salon de reuniones, nadie puede salir de la casa hasta que regreses.

El viejo peregrino salió, más molesto que cuando entró. Sus hombres lo siguieron casi de inmediato. Jonathan soltó un suspiro.

— Algo grave tuvo que pasar. Tyler, cuidalas por favor.

Él asintió rápidamente, pero a Mary no pareció gustarle la idea. Soltó un audible bufido y se marchó detrás de la cortina que separaba su cama.

Durante el resto de la mañana, la cabaña había estado bajo una tensión palpable. Tyler procuraba concentrarse en sus actividades, pero podía sentir la mirada de Mary clavada en él, atenta a cualquier minúsculo movimiento como si él fuera a delatarse culpable de un segundo a otro.

Para Tyler aquello era más que ridículo, era estúpido. Si los hombres de Crackstone no habían encontrado nada, mucho menos ella con sus ojos pegados en él. Pero no podía dejar escapar sus pensamientos y en su lugar, se mantuvo con una actitud precavida, casi como si estuviera ofendido por la muda acusación.

Por supuesto que Tyler había previsto que algo asi podia llegar a suceder por lo que había dejado comida y medicinas en la cueva. Y todas sus entradas selladas.

Si Abigail era capturada, él estaba perdido.

Tyler sintió un nudo en su estómago. La última vez que había hecho lo correcto, fue matar a Rowan y el castigo que siguió aún le erizaba la piel. 

Wren había intentado captar su atención un par de veces, pero él la había ignorado por completo. Sin duda la chica necesitaba espabilarse un poco y no ser tan obvia. 

La puerta se abrió cuando los tres estaban en la mesa, con un plato del insípido guiso de papas que siempre preparaban.

Los tres miraron entrar a Jonathan, pálido y asustado.

— El vampiro se escapó —dijo, cayendo sobre su silla. — debemos tener todo listo antes del anochecer. Hoy bautizarán a todos los que no lo estén.

El hombre miró a Tyler fijamente y el chico tardó unos segundos en comprender.

— ¡Oh! Ya estoy bautizado — le dijo.

— ¿Tienes como comprobarlo?

Tyler recordó haber visto alguna vez un certificado en un álbum familiar que estaba guardado en alguno de los archivos que su padre mantenía en el garaje… cuatrocientos años en el futuro.

— Será mejor que vayas a la plaza. Los bautizos serán a las tres en punto.

Tyler bajó su mirada al caldo frente a él. Con la lección de tortura acuática con la que Crackstone lo había recibido en el viejo Jerico, prefería no tener que estar cerca de él y el agua nuevamente, pero sabia que tenia que hacerlo si era todo lo que se necesitaba para que lo creyeran inocente.

Al final había sido más fácil de lo que él imaginaba.

Tyler había estado formado en una fila, en la plaza central, rodeado de docenas de madres con sus hijos en brazos. Podría ser incluso vergonzoso sino fuera por la forma en la que los aldeanos miraban con terror a cada bebé que pasaba y como los Castel lucían realmente ansiosos por saber si comenzaría a chillar al momento en el que el agua bendita tocara su piel.

A parte del escalofrío que le produjo el agua helada, Tyler no sintió nada más. Con tantas supersticiones y miedo, no le parecía extraño que fueran más normies que excluidos los que murieran en las cacerías de brujas.

Tyler alzó su cabeza con sus rizos mojados y el agua escurriendo por su cuello. Crackstone, frente a él, parecía casi decepcionado y Tyler no pudo evitar que una casi imperceptible sonrisa tirara de sus labios. 


Los párpados de Laurel temblaron antes de abrir sus ojos. La oscuridad la rodeaba y el frío se colaba debajo de sus huesos. Intentó distinguir algo, cualquier cosas, pero sus ojos no se acostumbraban aun a la falta de luz.

Mientras su conciencia despertaba lentamente, Laurel sintió el duro suelo debajo de ella. Ya no había humedad, ni lodo, y su corazón saltó acelerado.

— Ya despertaste.

Laurel giró su cuello y miró a Tyler de pie, apoyado en la pared rocosa de la cueva.

Todo había sido un sueño. Una espantosa pesadilla. Seguramente se había deslizado al entrar a la cueva y Tyler la había cuidado mientras despertaba.

Intentó moverse, pero se dio cuenta que sus manos estaban atadas a unos grilletes.

— Esto no es divertido, cariño.

Tyler sonrió.

— No, no lo es —su voz llegaba hasta ella distante, distorsionada, como si se encontrara sumergida en agua. Tyler se acercó a ella y se inclinó hasta verla a los ojos — ¿Cuantos dias me mantuviste así? ¿Te acuerdas?

— Fue por tu bien, lo sabes.

— Esto también es por tu bien.

Tyler abrió un estuche que ella conocía muy bien y tomó una jeringa que contenía un líquido azul brillante.

— Tyler, cielo. Te ordeno que me liberes.

Pero el chico no le hacía caso, alzó la aguja y sacó lentamente el aire.

— Tu eres mi hyde —dijo esta vez con más autoridad. — si no me liberas en este momento te haré asesinar a tu padre, Tyler. ¿Me escuchas? Lo matarás y te quedaras encerrado con él hasta que no sean más que huesos.

Tyler negó lentamente, sin perturbarse por sus amenazas.

— Será rápido, después te sé tiras mejor. —prometió con voz apaciguada.

— ¡No, Tyler! Eso va a matarme yo no soy un asqueroso monstruo como tu.

— Todos somos monstruos, Laurel. — fue lo que dijo antes de clavarle la aguja en el brazo.

Laurel sintió como si su sangre se convertía en fuego, sus ojos querían explotar. Se retorció, gritó y maldijo, pero nadie fue a su rescate.

— Tranquila, ya va a pasar.

Sintió la caricia en su rostro, pero al abrir sus ojos no miró a Tyler. El rostro del chico se derritió hasta formar una plasta en el suelo y ahora era ella quien sostenía la aguja.

Otra Laurel, con su cabello perfectamente colocado, sus lentes escondían sus ojos hambrientos y su sonrisa compasiva le dio repulsión.

— Tranquila — volvio a decir la otra Laurel — es necesario…

Y clavó otra aguja en su pierna.

La cueva dio una sacudida violenta y cuando Laurel volvió a abrir los ojos, su rostro estaba enterrado en el fango. La cueva había desaparecido y volvía a escuchar la maldita gota que no dejaba de caer. Fue como si una burbuja estallara en su cabeza y el dolor que había sentido en su sueño se multiplicó. Quiso llorar, quiso gritar, quiso reír…

— ¡Mentiste!

Crackstone le había lanzado una bofetada que la tiró al suelo. Laurel tosió y un hilo de sangre salió de su boca.

— Fue bautizado y no sucedió nada.

Le dio un puntapié en el estómago y ella se retorció entre la mugre de su celda. Lo que parecían espasmos de dolor se convirtieron en carcajadas que retumbaron por todas las celdas húmedas y vacías.

— Idiota — murmuró Laurel sin alzar su cabeza.

El rostro de Crackstone se crispó y con un ademán de su mano le indicó a Cole que la sujetara.

Laurel no era más que una sombra de lo que alguna vez había sido. Su cuerpo no era más que un saco de huesos cubierto de excremento, lodo y sangre. Moretones decoraban su piel y unas enorme ojeras negras enmarcaban su ojos vidriosos y extraviados.

Cuando Cole la alzó, ni siquiera mostró resistencia. Si cabeza cayó hacia atrás y su risa seguía saliendo como si fuera una maniática.

— ¿Cómo lo descubrimos? — Cole la sacudió con fuerza.

Laurel alzó su cabeza y su risa cesó de golpe.

— Si quieres descubrir lo que es, tiene que traerlo a mi. — dijo con voz rasposa. Sus ojos enloquecidos parecían desafiarlo. — Es la única forma.

Cole la empujó hasta el suelo. Cayó sobre un cubo de madera que se quebró y Laurel soltó un alarido de dolor.

Padre e hijo salieron de la celda y volvieron a cerrarla.

— Ponla presentable — dijo el peregrino.

La carcelera de Laurel asintió y con sus ojos oscuros y desapasionados, observaron con disgusto a Laurel.  Rápidamente entró a la celda. Ni siquiera habían llegado a la siguiente puerta cuando ambos hombres escucharon el grito agónico de la mujer.

— ¡Agnes! —gritó Cole regresando sobre sus pasos.

Laurel salió de la celda y alzó una estaca de madera sangrante. Corrió hacia Cole con su rostro enloquecido, pero el hombre logró esquivarle y darle un puñetazo en el rostro que la lanzó hacia atrás. La boca de Laurel se llenó de sangre y cuando escupió, un diente blanco cayó al suelo. Cole la tomó del descolorido cabello rojo y la arrastró de vuelta a la celda.

Agnes estaba sentada en el suelo con su manos sosteniendo la herida de su costado. Intentó levantarse, pero su rostro se puso verde del esfuerzo. Cole corrió hacia ella y la levantó entre sus brazos.

— Debemos llamar a un médico — dijo Cole. — Está sangrando demasiado.

— Llevala a su habitación.

Cole corrió fuera de los calabozos y Crackstone cerró la puerta de la celda con un horroroso chillido.

— Si el chico no es lo que dices—dijo Crackstone mirando con desdén a Laurel — tú serás la siguiente.


 La tensión en Jericó era palpable.

A medida que Tyler atravesaba el pueblo hacía la cantina en busca de un mejor almuerzo que un estofado lleno de papas y cebolla, pudo ver cómo las personas andaban con grandes crucifijos colgados del pecho y extendía un manojo de ajos sobre las puertas y ventanas.

Al menos habían acertado en algo, pensó.

En su tiempo, mientras trabajaba en el Veleta, siempre habían sido muy cuidadosos de separar los bocadillos que tenían ajo de los que no. Debemos ser Vampire-friendly, solía decir su jefa con demasiado entusiasmo y más de una vez Tyler se había preguntado si se daba cuenta que el término era tan ofensivo como si estuviera diciendo que los vampiros eran más parecidos a una mascota que a un tipo de humanos. De todas maneras, todos obedecían y no precisamente porque les agradaran los engreidos vampiros de Nunca Más.

En una ocasión, cuando Tyler comenzaba en el puesto, uno de sus compañeros había confundido las empanadas y le había entregado un par de empanadas con ajo. La reacción fue inmediata. La pareja de vampiros no murieron ahí frente a todos, por suerte, pero si comenzaron a vomitar como si pensaran expulsar todo lo que habían comido en los últimos cientos de años.

Ese dia, Tyler había descubierto que el mito era parcialmente cierto y que los vampiros tenían una fuerte reacción alérgica cuando ingerían ajo.

Como sea, aquellos ajos sobre la puerta no lograrían nada principalmente porque el monstruo que buscaban era el incorrecto.

Se sentó en la barra y pidió un plato de estofado con hidromiel.

A esas horas de la tarde la cantina estaba casi vacía. El viejo John, el padre de Hyacinth, solía encargarse de los trabajos más pesados a esa hora. Buscar la leña, cargar los sacos de ingredientes o los barriles de cerveza. Sus hijas solían estar en la cocina, preparando pan, pasteles o cualquier otra tarea que el viejo John considerara. Eran tres y Hyacinth era la menor. Su madre había muerto por fiebres de parto y Tyler no pudo evitar sentir cierta empatía por la chica. No solo por crecer sin una madre, sino por ser la causa de su muerte.

Él conocía muy bien el sentimiento.

Hyacinth colocó el estofado frente a él y se sentó a su lado.

— Pareces demasiado tranquilo con todo esto —lo reprendió con una mirada casi acusadora.

—¿Es tan terrible?

— ¡Por supuesto! — Hyacinth miró a su alrededor con temor de haber alzado la voz más de lo debido, pero el otro par de clientes ni siquiera se molestaron en alzar la cabeza. — Si no encuentran a nadie antes de acción de gracias…

Dejó la frase al aire, pero la mirada preocupada era todo lo que Tyler necesitaba saber. Tragó con cierta dificultad.

Si no encontraban a alguien… el sacrificio sería el extraño forastero del que todos sospechaban.

Tal vez ser el héroe no era lo de él.

— No tienen ninguna prueba —murmuró con cierta inocencia aunque sabía muy bien que eso no detendría a Crackstone.

La puerta de la posada se abrió de par en par y Hyacinth saltó sobre la butaca. Era Pete que sonreía de oreja a oreja al verlo.

— Sabía que estarías aquí.

Le lanzó una lasciva mirada a la chica y luego la despachó con un gesto de la mano ocupando el asiento vacío.

— Apresúrate, Crackstone quiere que estés en la reunión de hoy.

El estómago de Tyler se cerró y tuvo problemas para tragar su bocado. Tomó la hidromiel de un solo golpe y con cierto pesar dejó el resto del estofado antes de levantarse.

Al salir de la taberna se encontraron a Thomas y Jonathan. Caminaron por varios minutos y Tyler reconoció el camino enseguida. Había escuchado de Laurel que los excluidos habían quitado propiedades de los Crackstone y como burla había elegido el colegio ahí, pero nunca creyó que fuera cierto.

Por supuesto, el castillo de Nunca Más aún no se había alzado pero la casa de Crackstone lucía como una mansión comparada con las cabañas en donde la mayoría de peregrinos vivian. Era grande y tenía dos plantas. Algunas paredes eran de piedra pero la mayoría eran de madera. Cruzaron un par de puertas dobles y llegaron a un patio central muy parecido a uno que él había visto rápidamente durante el Rave’n. Tenían un extraño árbol de madera blanca, aunque no había ninguna fuente.

Cuando atravesaron el patio, Tyler escuchó un agudo grito agónico que le erizó la piel. Se detuvo por unos segundos y miró como un par de mujeres corrían con cántaros de agua y vendas limpias. La puerta por la que entraron quedó abierta y escuchó el sonido de voces dentro.

Ganado por la curiosidad, Tyler se detuvo e intentó divisar lo que sucedía ahí. La luz de las velas apenas dejan ver, pero cuando el anciano médico se movió Tyler pudo ver a una mujer tendida en la cama. Tenía el cabello largo, liso y castaño, su piel mortalmente pálida y sus rasgos eran filosos.

— ¿Qué haces aquí? — Tyler saltó al escuchar la voz de Cole a su espalda.

— Yo no…

Miró con desesperación a su alrededor buscando a alguien de su grupo, pero estaba solo.

— Lo siento, yo no quería… — las palabras salían atropelladamente de su boca. Cole lo miraba con dureza.

— La reunión es en el salon. Acompañame.

Cole entró por uno de los pasillos laterales y Tyler se apresuró a seguirlo. Puso la mano en la manija de una gran puerta de madera, pero antes de entrar volvió a girarse hacia Tyler y clavó sus pequeños ojos oscuros en el chico.

— Ella es mi esposa. No le digas a nadie lo que viste.

Tyler negó enérgicamente.

Cole repasó a Tyler con su mirada y una fina línea se formó entre sus cejas. Tyler sentía como su corazón palpitaba fuertemente y un fino sudor comenzaba a cubrir sus manos a medida que los segundos pasaban y el hombre seguía con su mano en el pomo.

¿Acaso debería decir algo más? ¿Volver a disculparse? ¿Lamentarse?

Tyler iba a abrir la boca cuando escuchó el eco de una maldición lejana. No se entendía lo que decía pero el sonido de la voz fue suficiente para erizarle la piel y hacer que su estómago cayera diez metros debajo del suelo.

Por mucho que quisiera olvidarlo, aquel tono de voz estaba en la mayoría de sus pesadillas.

El hyde dentro de él reaccionó, alerta a una orden.

Tyler miró a Cole atento y con cierta preocupación, pero el hombre seguía sumido en sus pensamientos. De repente soltó el pomo.

— La hirieron —dijo Cole, casi en un susurro — uno de esos fenómenos.

Cole siguió avanzando hasta quedar frente a la siguiente puerta. Cole abrió y Tyler encontró una sala llena de hombres que servían como defensores del muro. Los ojos de Crackstone se pararon en él por unos segundos antes de continuar.

— Viktor debería estar aquí dentro de tres días con los matalobos. Cada uno llevará un cántaro con la infusión.

— ¿Las mujeres y los niños se quedarán en la sala de reuniones? — preguntó Thomas, quien estaba cerca de la mesa central.

— Sí — dijo Crackstone — quiero que cinco hombres se queden custodiando el lugar.

— Deben ser los más jóvenes y el chico —Pete sentenció cruzando los brazos debajo de su pecho. — son los más inexpertos.

— No — la voz de Cole retumbó en la sala y todos miraron hacia donde ellos estaban — él viene conmigo. Cole colocó una de sus manos sobre Tyler y él abrió sus ojos de par en par, sorprendido.

— ¿Yo?

— Claro —dijo Cole en voz más baja — a menos que quieras que mi padre sepa que eres un miron. Me debes una.

Tyler tragó en seco y buscó un poco de ayuda de sus conocidos. Jonathan estaba tan sorprendido como él, pero el rostros de Pete había pasado de la sorpresa a algo parecido al resentimiento.

— El viejo Thomas se puede quedar en la casa de reuniones. —siguió Cole —es bueno que alguien con experiencia guíe.

— Recuerden que después de que la luna baja de su cenit la transformación se termina —Crackstone golpeó con su bastón el suelo — tenemos que buscar rodearlos y resistir hasta que eso pase. Una vez que se conviertan en humanos, le lanzaremos el matalobos y capturaremos a todos los que podamos. Sin los lobos, esos demonios no podrán defenderse y pronto terminaremos con el resto.

Un murmullo de aprobación se extendió por toda la sala y Tyler notó los rostros optimistas y entusiasmados de los peregrinos. 

Chapter Text

Merlina arrugó su rostro cuando una punzada de dolor cruzó todo su brazo. Un quejido casi imperceptible salió de sus labios y luego miró una sombra arrodillarse frente a ella.

— Lo siento — repetía, mientras ella trataba de volver a enfocar su vista.

Lo primero que distinguió fue el brillo anaranjado de las llamas que la rodeaban y por un momento su corazón se detuvo. Recordó la daga que tenía atada al muslo y cuando parpadeó miró el rostro preocupado de Viktor.

Ya no era el mismo rostro joven de su visión, lleno de miedo, era del hombre que ella conocía pero tampoco estaba su característica sonrisa.

— ¿Estas bien? Lo siento, no quería soltarte, pero me tomaste por sorpresa.

Merlina miró la pequeña estalagmita destruida debajo de ella y luego el rostro impasible de Goody que se mantenía a unos pasos detrás de Viktor.

Era casi surrealista ver aquell cara envejecida y desprovista de emociones cuando acababa de presenciar uno de los peores momentos en la vida de la bruja.

— Aun tienes mucho que aprender — dijo Goody — acompañala a su habitación.

Las habitaciones como tal realmente no existían. Se trataba de una serie de pequeñas cuevas que se esparcían a los lados de unos retorcidos túneles que parecían serpentear por toda la montaña. Era fácil perderse y terminar dentro de la cueva de alguien más, pero la mayoría de excluidos vivián ahí desde hace tanto tiempo que se movían incluso sin las antorchas.

Por supuesto, Merlina se había memorizado la ruta del suyo enseguida, pero Viktor parecía empeñado en fungir como su niñero de cabecera.

— Te vi en la emboscada que Crackstone le hizo a Goody — dijo Merlina cuando estuvieron frente a la ramificación que desemboscaría en su "habitación".

La sonrisa de Viktor se borró. Las arrugas junto a sus labios se intensificaron y de repente parecía mucho mayor de lo que realmente era.

— Vaya que eres un cuervo — le dijo con especie de risa ironica. — Tu primera visión sobre mi tenia que ser el recuerdo más amargo de mi vida.

Viktor bajó su mirada apesarada y el silencio los abrazó. Lo observó detenidamente por unos segundos esperando que continuara.

Viktor alzó su vista y algo encontró en el rostro del Merlina que lo alentó a hablar. 

—Fue una de las cacerías de Crackstone. La primera en la que participe — dijo Viktor, con un tono que parecía suplicar por un perdón—. Creía que él tenía la razón hasta que lo vi masacrar una familia sin ninguna piedad.

Viktor llevó una mano a su pecho y sacó un pequeño colgante de una cruz de madera.

— No es para nada parecido a lo que decían en los sermones dominicales. Vi que sangraban, lloraban y sufrían como nosotros. 

Una sonrisa vacía se dibujó en su rostro y su mirada parecía perdida en sus recuerdos.

— Regrese la mañana siguiente para enterarlos. Me pareció que era lo menos que podía hacer. Y descubrí que Goody seguía con vida, lamentablemente Aldous había muerto al instante. La escondí y ayude en todo lo que pude.

— ¿Desde entonces le eres leal?

Viktor asintió.

— No pude ayudar a Agnes, cuando regrese a Jericó escuche que la niña había muerto. Me prometí ese dia que tenia que hacer algo para que todo acabara.

Merlina bajó su mirada y recordó la pequeña niña de la visión. La hija de Goody. El antiguo cuervo que tanto temía Crackstone. Sintió como su estómago se revolvía y apretó sus puños con fuerza.

— ¿Cómo es que no sospecha de ti? — preguntó alzando su rostro con curiosidad — Han sido años.

— Cree que tengo un motivo para odiarlos — Viktor se encogió de hombros y se apoyó en la pared de la cueva—. Encontramos un grupo de excluidos, venían de europa huyendo, estuvieron casi un mes en los calabozos y luego algunos escaparon— los ojos de Viktor se iluminaron, aunque su sonrisa desapareció —. Crackstone nunca lo mencionó y ejecutó a todos los que quedaban en los calabozos. Unas semanas después, las personas en Jericó comenzaron a caer con fiebres y escalofríos. Mi esposa fue una de ellas, nos habíamos casado tan solo dos lunas atrás. Él dijo que era una maldición de las brujas, pero no sabía que los que llegaron hasta aquí también cayeron enfermos. Goody logró hacer un remedio eficaz y me dio instrucciones de como aplicarlo a los enfermos. A diferencia de Crackstone, y a pesar de todo lo que ha vivido, ella aun cree que podemos convivir juntos. ¿No crees tu eso?

Merlina le lanzó una larga mirada. No quería romper su ilusión y decirle que cuatrocientos años después los dedos seguirían apuntando al excluido más cercano cada vez que algo malo sucediera.

— Sigo creyendo que traer a Tyler aqui sera un error.

—¿Por qué?

Merlina apartó su mirada y cruzó sus brazos debajo de su pecho. Solo en pensar en tenerlo cerca le hacía hervir la sangre y recordar su rostro de satisfacción en el bosque con aquella chica...

— Es un manipulador y mentiroso. Un monstruo sediento de sangre.

— Estoy seguro que Goody podrá controlarlo.

— Su error podría matarnos a todos.

El rostro de Viktor se endureció y se separó de la pared.

— Goody nunca nos pondría en peligro. No vuelvas a insinuar que se toma las cosas a la ligera.

— ¿Por qué esta prohibido contradecirla?

— No, porque como viste, ella ya lo perdió todo en esta guerra y aun así no se rinde. Hemos salvado a cientos de excluidos. Tu no tienes ni idea de lo que hemos hecho.

— Tal vez no lo más eficaz.

Viktor apretó sus labios hasta que se volvieron de un color blanquecino.

— Deberías entrar — dijo sin ninguna pizca de ligereza en su voz.

Merlina dio dos pasos dentro del angosto túnel, antes de arrepentirse y darse la vuelta. Para su sorpresa, su cuerpo chocó contra un muro invisible y atónita solo pudo escuchar el eco de los pasos de Viktor mientras se alejaba. 


— ¡Hola, hola! — la animada voz de James rebotó en el estrecho pasillo del túnel y Merlina cerró sus ojos con fastidio.

El aislamiento no era realmente terrible, incluso podía llegar a ser agradable, pero Merlina debía admitir que Goody tenía un sentido muy especial y sutil sobre la tortura. Su nuevo carcelero era prueba de ello.

James aparecía cada tanto tiempo con alguna excusa patética: comida, agua, pergaminos para estudiar, un poco de charla.

Comenzaba a preguntarse si esa necesidad por integrar a los demás y llenar cada rincón con algún ruido incesante era cosa de licántropos, porque de no ser así estaba segura que él y Enid debían estar emparentados de alguna manera.

Tanto optimismo debía ser una maldición generacional.

El silbido de agudo de James comenzó a rebotar en las paredes de su celda, llenándola de una melodía alegre y nauseabunda.

Con más dramatismo del que Merlina jamás había hecho gala, se levantó y cruzó el diminuto espacio de su cueva, para adentrarse en el angosto y oscuro túnel donde quince pasos después el licántropo la esperaba con su manos dentro de sus bolsillos, una sonrisa confidente en sus labios y sus ojos verdes brillando con la luz de las venas.

— ¿Tan malo es ser un cuervo enjaulado?

— Tanto como el humor de los licántropo —Merlina se detuvo frente a la barrera invisible que la mantenía cautiva y cruzó los brazos debajo de su pecho.

James no parecía ofendido, de alguna manera los comentarios negativos parecían no llegar hasta él.

— Eres nuestra primera y única prisionera. Es normal que me sienta emocionado.

—¿Cuantos años tienes? ¿Cinco?

Los ojos de James se abrieron de par en par y su sonrisa se ensanchó.

— ¿Qué me delató? Apuesto que mi rostro juvenil.

— Tu capacidad cerebral, dirá yo.

James soltó una carcajada que se extendió gracias al eco de los túneles. Un grito lejano le lanzó una maldición y otro le pidió que se callara. Merlina cerró sus ojos por un segundo. ¿Era buen momento para probar si su cuchillo si podía atravesar la barrera de Goody?

— Joshua me pidio que te trajera esto — James extendió el colgante del vidente —. Dijo que espera poder escuchar qué más ves cuando regrese.

Merlina tomó el colgante con suspicacia.

— ¿A donde fue? — dijo, clavando sus ojos en el dije azul.

— Tiene una misión que cumplir. Tal vez podamos encontrar a ese tal Tyler antes de la luna llena. — Ante la mención del ex-barista, Merlina alzó su cabeza y miró como James movía sus cejas de forma extraña, como si eso debiera tener algún efecto en ella.

— Eso podría hacerlo yo con facilidad.

— Si, bueno, tu estas incapacitada.

James levantó sus nudillos y golpeó la pared invisible. Un sonido grave, parecido al de un gong, se levantó del suelo y le hizo sentir una sensación de cosquilleo por toda la piel. No era la primera vez; se había dado cuenta de ese efecto después del primer intento de escape.

— ¿No puedes enviarle algún mensaje psíquico a través de eso? —preguntó con un tono casual.

Merlina lo fulminó con la mirada.

— No funciona así.

James soltó un sonido decepcionado y, por un momento, Merlina vio cómo su actitud confiada desaparecía. Frunció el ceño y examinó al licántropo.

— Eres pésimo como espía —declaró con dureza—. Debería enviar a Viktor.

La sonrisa volvió a los labios de James, llena de arrogancia y diversión.

— Tampoco está. Soy lo que tenían.

— Parece que te sientes cómodo siendo la segunda opción.

El pecho de James vibró con una risa contenida, inclinándose ligeramente hacia ella.

— Es una posición cómoda, especialmente si soy el beta de la manada.

— ¿Y nunca has querido ser el alfa? —Merlina alzó la barbilla, sus ojos destilando la promesa muda de que ella podría ayudarle a llegar a esa posición.

Por primera vez, James pareció quedarse sin palabras. Sus ojos se abrieron tanto que parecía que se saldrían de sus órbitas, pero la sorpresa rápidamente dio paso a la negación.

— A ustedes, los psíquicos, les gusta jugar con la cabeza de los demás, ¿no? —dijo con tono firme—. Logan es como mi hermano, más que mi hermano. No hay nada que no haría por él. Y Goody, es como el alfa de los alfas. No conseguirás el apoyo que buscas.

Merlina alzó una ceja, evaluando su respuesta. Sin perder un segundo, lanzó su siguiente ataque verbal.

— Entonces no tienes ninguna posibilidad contra Tyler.

James la miró con curiosidad.

— Pareces tener mucha fe en el Hyde.

— Lo vi despedazar a alguien en segundos.

— ¿Era un hombre lobo? —preguntó James, con un ligero destello de duda.

— No, un telépata —respondió Merlina con frialdad.

James hizo un gesto desdeñoso con la mano, su rostro volviendo a relajarse.

— Los telépatas son como conejos, presas fáciles. Te aseguro que no sería lo mismo con ninguno de nosotros.

Merlina lo observó con una mezcla de frustración y resignación. La autoconfianza de James era un muro impenetrable. Bajó la vista hacia el colgante que sostenía entre sus manos y recordó la sugerencia del licántropo. ¿Sería posible que pudiera contactar a Joshua? Sin duda sería alguien mucho más fácil de convencer, al no tener las capas de orgullo que nublaban el raciocinio de James.


Sintió un tirón en su estómago que comenzaba a volverse familiar. Su cuerpo entero se tensó sobre la cama y Merlina tomó con más fuerza el colgante de Joshua. Se aferró a la sensación vertiginosa e intentó alargarla lo más que pudiera, tal y como Joshua le había indicado.

De repente su cuerpo fue expulsado y tropezó cayendo en la cubierta de un barco.

La tormenta hacía tambalear a todos de un lado a otro, las olas eran tan grandes como las velas y parecia que en cualquier momento enguñirian por completo la nave. Merlina miró al capitán instando mantener firme el timón, y a los marineros corriendo a cada orden.

— Tienes que irte.

La voz grave la sobresaltó y Merlina miró a sus espaldas. Un hombre alto y de una prominente barba oscura pasó a su lado, llevando del brazo a una mujer cubierta totalmente por una capucha con un bebé en sus brazos.

Merlina sabía que el niño era Joshua.

— No me iré sin ti.

El hombre se detuvo y quito una lona que cubría un pequeño bote.

— Saoirse, hay una razón por la que ya no aparezco en tus visiones. Es esta.

— No...

— Vete.

— Prometimos que estaríamos juntos.

— Moriremos los tres si no te marchas — dijo exasperado. Metió las bolsas que cargaba en la balsa y tomó a Joshua por última vez. — Sálvalo.

La mujer apartó sus rostro, las lágrimas llenaban sus ojos.

— Ven con nosotros — suplicó y el rostro del hombre se suavizó.

Negó lentamente con la cabeza. El barco dio una sacudida y Merlina se tomó del barandal para evitar caer al mar.

— Saoirse, ya no hay tiempo.

Ella se llevó las manos al rostro desesperada y las lágrimas se derramaron combinándose con la tormenta.

Con su mano libre el hombre le tomó el rostro y le plantó un beso, una despedida. Entre el violento vaivén, Saoirse subió al bote y tomó al pequeño Joshua. El hombre se quitó el medallón y lo colocó sobre el bebé.

Se miraron y sin necesidad de decirse nada, Merlina supo lo mucho que se amaban. Había visto esa mirada anhelante en sus padres y sin el dramatismo usual de ellos, incluso Merlina podía reconocer que era conmovedora.

El hombre dio un paso hacía atrás y alzó sus manos. Las sogas que sujetaban la balsa se desataron y con suavidad el bote descendió hasta el agua. A pesar de la tormenta, la pequeña balsa avanzaba por el mar y cuando Merlina giró su rostro vio las lágrimas que se arrastraban por el rostro de aquel hombre.

Cuando abrió sus ojos, Merlina sintió como todo a su alrededor se movía como si aun estuviera de pie en medio de una agitada tormenta. Le tomó un par de respiraciones organizar su entorno y volver a sentir la cama debajo de ella.

Miró el medallón entre sus manos. La piedra era de un azul profundo con millones de diminutos puntos blancos y dorados que lo hacía parecer una fragmento del universo. Tomó la piedra con más fuerza y pensó en Joshua, mientras cerraba los ojos y su cuerpo volvía a tensarse.

Volvió al barco y esta vez Merlina se alejó de la pareja e inspeccionó el resto de la nave. Vio como una vela se rompía y como un marinero caía a babor. Repitió la visión una y otra vez, hasta que la despedida de los padres de Joshua comenzó a darles nauseas y todo pequeño rastro de empatía desapareció.

Si algo caracterizaba a Merlina era su testarudez y los siguientes dos días siguió con el mismo cometido.

James siguió visitandola.

Le informó de los arreglos para rescatar a Tyler y que se había acordado que estaría ocupando la cueva que estaba a su lado, para que se sintieran más familiarizados. Merlina le lanzó uno de sus cuchillos y el lobo solo se rió mientras lo esquivaba. Lamentaba haber perdido esa navaja, fue un regalo de su padre.

— No creo que ese Tyler sea tan terrible como dices.

— Cree lo que quieras — le dijo ella, cruzándose de brazos — pero no me culpes a mi cuando te apuñale por la espalda.

Finalmente James se cayó y entrecerró sus ojos al verla.

— ¿Eso fue lo que te hizo?

La respiración se atascó en los pulmones de Merlina, la sangre subió a su cabeza. Se dió la vuelta y se perdió en la oscuridad de su cueva con grandes zancadas y sus manos cerradas tan fuertemente que sus propias uñas hirieron su piel.

Cuando James volvió, Merlina no salió. Cerró sus ojos con fuerza y apretó el collar de Joshua entre sus manos.

— Solo vine a despedirme —dijo la voz de James. Ella intentó ignorarlo — Tu secreto esta a salvo conmigo.

Sintió un tirón en el estómago que nada tenía que ver con sus visiones y su corazón aleteó como un pájaro herido.

Escuchó los pasos del lobo alejarse y mientras exhalaba lentamente, su cuerpo se puso rígido y Merlina aterrizó en un espacio oscuro.

Merlina sentia como sus oídos zumbaban y miró de un lado a otro en el infinito y oscuro espacio. Poco a poco fue escuchando sonidos, voces de diferentes personas. Escuchó al padre de Joshua, a Saoirse, pero también aún bebé llorando y luego la voz de Joshua preguntándole si lo había intentado antes. Todas sonaban lejanas y desordenadas y mientras se concentraba en una voz, sentía como el espacio oscuro comenzaba a moldearse a esa visión pero en cuando se concentraba en otra, el espacio parecía cambiar.

— ¡Merlina! — escuchó de repente. Fuerte y claro.

Frente a ella, Joshua se materializó. Sonrió mostrando sus dientes torcidos y sus ojos marrones la observaron con cierta calidez.

El chico tomó su mano y Merlina sintió una descarga recorrerla por completo.

Una serie de imágenes asaltaron su mente de repente: La primera vez que había visto a Tyler detrás de la máquina de café. Su sonrisa triste en la pantalla de una computadora. Su mirada llena de admiración en el Raven y sus palabras llenaron el aire "sabía que por algo me gustabas". Vio a Tyler herido con sus propias garras y lo vio sonriéndole como nadie lo había hecho antes. También lo vio en la estación, con sus ojos vidriosos y su falso dolor confesandole todo. Merlina volvió a sentir el terror de esa noche, pero también la ira y  el dolor de la traición volvió a inflamar su espíritu.

Cuando abrió sus ojos, su cuerpo entero temblaba.

Merlina escuchó unos pasos entrar en la cueva y luego apareció Goody con una antorcha en sus manos. Sus ojos captaron el estado caótico de Merlina y viajaron rápidamente al colgante que llevaba en sus manos.

Un brillo extraño apareció en los ojos de la bruja y por primera vez, Merlina la miró sonreir.

— Bien hecho —dijo acercándose.

Tomó el dije de las manos de Merlina y dejó que la piedra brillara a la luz de la llama.

— Azurita —dijo Goody —. Es una piedra excelente para catalizar los poderes psíquicos y la comunicación.

Merlina inhaló fuertemente.

— Fue tu plan.

La bruja rodó los ojos.

— Si te lo decía, no lo harías —dijo con total naturalidad. — Vamos, es momento de irnos.

Llegando a las puertas de Jericó. Joshua abrió sus ojos de par en par y soltó un audible suspiro. Viktor sonrió sin ver hacia atrás donde el chico dormía junto a los sacos del falso acónito.

— ¿Estas bien?

Joshua se recompuso y pasó a sentarse junto a Viktor al frente de la carreta.

— Acabo de ver cosas muy extrañas —dijo, con sus ojos casi desorbitados —pero ya sé como luce Tyler.

Viktor volteó hacia él con su sonrisa ensanchada.

— Justo a tiempo.

—Si — la voz de Joshua parecía llena de dudas,pero aun así le devolvió una débil sonrisa que murió en cuanto el chico regresó su vista al frente con los recuerdos de Merlina grabados en su retina y una sensación incómoda carcomiéndolo lentamente.

Chapter Text

El primer dia, Donovan se había sentido furioso.

Aquella tarde había almorzado con Tyler en la comisaria. El chico parecía taciturno, distraido, pero no le sorprendía teniendo encuentra que menos de veinticuatro horas atrás había sido secuestrado y torturado por la chica que le gustaba, Addams.

¿En que momento se la había ocurrido a Tyler fijarse en ella? Se lo había advertido desde el inicio.

Ahora. en retrospectiva, Donovan pensaba si tendría que haber preguntado algo en ese momento.

Si, claro que tendría que haberlo hecho. Sin embargo, vio a su hijo hundido en sus propios pensamientos y guardó silencio, tal y como lo había hecho los últimos diez años.

— No tienes de qué preocuparte — dijo finalmente— ya debe estar camino a Burlington.

Tyler presionó sus labios con fuerza antes de bajar la mirada a su comida.

— Lo sé — fue todo lo que dijo antes de despedirse.

Lo que daría Donovan ahora por saber que pasaba por la cabeza de Tyler en aquel momento.

Luego, Donovan había salido para dejar al chico Thorpe en algún lugar que pudiera lidiar con él. Cuando regresó a casa aquella noche, Tyler no estaba. El Veleta estaba cerrado. Lo buscó con la aplicación de rastreó y esta mostró por un segundo la isla del cuervo antes de actualizarse y no volver a mostrar nada. Solo negó con la cabeza, se tragó una maldición y cerró la puerta de su habitación.

La mañana siguiente, Santiago lo levantó con una llamada urgente de Nunca Más. Donovan pasó por la habitación de Tyler y la encontró vacía.

Su cama estaba tal cual la había visto la noche anterior y como pasarían los siguientes días.

Se marchó hacia la academia con un feo presentimiento en su pecho.

Al llegar, no lo recibió Weems sino el entrenador Vlad y lo llevó hasta el invernadero donde la multitud de adolescentes se aglomeraba curiosos mientras los policías rodeaban el área con cintas amarillas.

Donovan sentía el corazón en la garganta a medida que se acercaba y aun así no estaba listo para lo que encontró.

El cuerpo de la directora Weems estaba tendido, sus ojos dilatados y sus labios y lengua azulados.

— No encontramos a la maestra Thornhill — dijo el entrenador Vlad a sus espaldas con aquella voz de ultratumba que tenia— ella es la encargada del invernadero.

Donovan escaneó la escena con sus ojos y encontró unas gotas de sangre en el suelo y muy cerca una pala manchada de rojo en uno de sus costados.

— ¿Y Addams? ¿Donde esta Merlina Addams?

El entrenador Vlad arrugó su entrecejo.

— Weems la llevó a Burlington. Creemos que esto sucedio despues de que regresara.

— Quiero saber si esta sangre es de Larissa Weems. — le dijo al equipo forense antes de marcharse, pero él sabía que no. La antigua directora no tenia ningun golpe en su cuerpo. — Y busquen a esa tal Marylin Thornhill de inmediato.

Ese día llamó a Tyler más de treinta veces, lo buscó en la secundaria, en el Veleta y en casa.

Nadie lo había visto.

Aquella noche llegó a casa temprano y se sentó en el comedor, esperando que la puerta de entrara se abriera en cualquier momento y Tyler saliera con algún comentario amargo sobre comer en familia. Apretaba la lata de cerveza entre sus manos y sus cejas estaban fruncidas en un gesto molesto y duro.

Seguía enojado, pero sobre todo estaba preocupado.

El tercer día fue aún más inquietante. Los resultados de ADN de la sangre fueron negativos. Llamó a los Addams para localizar a Merlina y le informaron que ella aun no llegaba a casa.

— Mi pequeña victimaria —dijo Homero al teléfono, con una voz conmovida —nos lo advirtió desde el primer día que llegó a Nunca Más. La familia ya está informada, si se contacta con cualquiera de nosotros, nos avisaran de inmediato.

Donovan colgó y se llevó las manos a la cabeza con frustración. De inmediato, ordenó que la sangre fuera testeada para Merlina y, muy a su pesar, Tyler.

Su estómago cayó al suelo al decirlo en voz alta.

El nuevo forense no entendió la orden hasta que Donovan dio la alerta de desaparecido.

Una hora después, le envió un reporte informando que Larissa Weems había muerto por envenenamiento por Belladona.

Aquel nombre resonó en la cabeza de Donovan y fue directo a los archivos de Garrett Gates para confirmar sus sospechas.

De nuevo los Gates, pero estaban todos muertos... ¿o no?

Recordaba a Merlina acusando a la Dra. Kinbott de ser Laurel Gates.

Las preguntas se aglomeraban una a otra en su cabeza y Donovan limpió la pizarra de los asesinatos en el bosque y colocó el nombre de Tyler en el centro, luego Merlina y por último, Weems.

No sabía cómo, pero tenía una corazonada de que todos estaban conectados.

Aquella tarde le informaron que la maleta de Merlina estaba en el carro de Weems, las cámaras de la estación de Burlington daban fe de que el auto jamas se habia acercado ahí y estaban seguros de que Merlina no había salido ese día de Jericó.

Miró fijamente a la pizarra frente a él.

¿Sería capaz Addams de matar a Weems? o, ¿Se habría escapado de la directora antes de salir del pueblo? En ese caso podría explicar por qué no habían llegado a su destino, Weems podría haber regresado por ella.

¿Qué motivo podría tener Merlina para huir?

Sus ojos se volvieron a clavar en el nombre de Tyler.

Tragó en seco y unió una flecha del nombre de ella al de él. "¿Venganza?", escribió.

Envió un grupo de oficiales a revisar la oficina de la directora y el cuarto de Merlina en busca de alguna pista.

Nada.

Cuando finalmente la junta de Nunca Más aprobó que comenzarán con las interrogaciones, todo comenzó a tornarse más complicado.

— Durante la primera semana, Merlina pensaba escaparse con ayuda de Tyler — dijo Enid. — Tenía mis dudas con él, ya sabe por todo el incidente con Xavier el año pasado, pero creo que a Tyler le gustaba realmente Merlina y a ella también le gustaba él.

Donovan no pudo evitar soltar un bufido.

— Lo secuestro y torturo. — dijo.

— Lo se, pero antes de eso, Merlina lo fue a buscar al Veleta por la cita interrumpida y no fue con ninguna intención de secuestrarle en ese momento.

Donovan gruñó.

— ¿Y si decidieron volver a escaparse? — Santiago vocalizó una pregunta a la que él no quería llegar.

Era eso por lo que Tyler estaba tan extraño. ¿Pensaba seguir a Merlina? ¿Después de que lo torturara?

A pesar del chisme de un romántico escape entre un normie y una excluida que comenzaba a circular gracias al Blog de  Enid Sinclair, Donovan no estaba realmente convencido.

En su pizarra hizo otra flecha de Tyler a Merlina.

En el nombre de Larissa, por otro lado, colocó Belladona y Laurel Gates.

Soltó un bufido frustrado, nada tenía sentido.

Aquella noche, Donovan no durmió. Manejaba hacia su casa cada hora y en cuanto miraba las luces apagadas regresaba a la estación. Los oficiales lo miraban con cara de preocupación y nadie lo interrumpió con otro caso. Adictos, peleas, desmembramientos... todo podía esperar en aquel momento.

Las cosas empeoraron cuando el reporte de ADN confirmó que la sangre era de Merlina Addams.

Y una nueva pregunta se abría...

Si Merlina nunca habia llegado a Burlington, ¿Donde se había encontrado con Tyler?

El cuarto dia, el pueblo estaba lleno de papeles de se busca y en el telediario repetían su nombre una y otra vez. La cara de Tyler lo atormentaba en cada rincón, recordándole el mal padre que había sido siempre.

Irónicamente, Donovan se había refugiado en casa.

El lugar era incluso más frío que antes. La música que Tyler solía poner a todo volumen cuando estaba enojado ya no sonaba, el ligero olor de la comida que preparaba ya no se percibía. Miró una suéter azul colgado en el perchero, alzó su mano y en cuanto lo movió sacudió el olor de Tyler y por el tiempo que tardaba en aspirar, la casa se llenó de vida.

El rostro de Donovan se contrajo con las lágrimas que no podía derramar.

Santiago llamó. Los padres de Merlina habían llegado.

El sheriff llegó a su oficina cabizbajo, se sentó frente a los tres Addams y se quitó su sombrero.

Homero parecía curioso, relajado incluso. Estaba reclinado sobre su silla y acariciaba la mano de su esposa. Morticia parecía más precavida, tenía aquella postura perfecta que Merlina le había heredado y la mirada de saber más que cualquiera. El menor por otro lado, lucía casi compungido y confundido.

Soltó un profundo suspiro y les explicó la desaparición.

— ¡Oh! —exclamó Homero conmovido —Una fuga romantica. La pasión siempre corre por la sangre de un Addams.

Donovan rodó los ojos mientras el matrimonio le contaba con lujos de detalles las muchas veces que Homero había secuestrado a Morticia.

Pero los padres de Merlina no habían visto el rostro roto del miedo de Tyler, ni sabían lo rencoroso y agresivo que su hijo podía llegar a ser. Si Donovan estaba seguro de algo, es que si Tyler había ido a buscarla no era por una fuga romantica. No después de lo que ella le hizo.

— Entonces... —dijo Morticia, escogiendo cuidadosamente las palabras una vez que él pudo terminar de informar todo lo que sabía — mi hija creía que su hijo era una especie de monstruo. ¿Qué pruebas tenía?

Con aquella pregunta, la garganta de Donovan se cerró y apartó la mirada por un momento. Por diez años había evitado hablar de ese tema y ahora debía hacerlo frente a dos completos desconocidos.

—La madre de Tyler... ella estudió en Nunca Más —la sorpresa de los Addams fue casi cómica— Francoise.

— La recuerdo —contestó Morticia con tono soñador — era muy tímida. ¿Qué era?

—Un hyde. Pero Tyler... él nunca ha mostrado algo que sugiera... él no lo es. Es un poco problemático, pero es un buen chico. Él no puede haber...

Las palabras se atoraron en su garganta. Si lo decia parecería más real y no podia perderlo a él también.

— Sheriff, ¿qué sabe usted de los hyde?

El semblante sosegado de Morticia había desaparecido y junto al tono condescendiente de su voz, había encendido todas sus alertas.

— No mucho. — confesó —Fran no me dijo mucho, me aseguro que habían pocas probabilidades que Tyler heredará su condición.— soltó un suspiro profundo y sus mirada se desvió a la ventana — Recuerdo que se iba por días al bosque y regresaba lastimada. Tenia esos cambios de humor... a veces, parecía otra persona.

— Los hyde son una criaturas horrendamente magníficas —Homero se inclinó hacia él con sus ojos brillando de emoción. — ahora entiendo porque Merlina estaba tan fascinada por él.

 Mon chéri, creo que este no es el caso.

—Tish, ¿Desde cuando ser una sanguinaria bestia detiene a dos enamorados? En todo caso solo aviva la llama de la pasión, ¿no es así Sheriff? — Donovan casi atraganta —. Nuestra pequeña víbora jamas lastimaria a Tyler por ser un hyde.

— No —concedió Morticia, con un elegante gesto de cabeza —. A menos que exista otro motivo que no haya mencionado aún, Sheriff.

Donovan sentía su corazón en la garganta. 

Tyler era su hijo... su único hijo. 

Después de la entrevista con los Addams y hablar de cómo las probabilidades de encontrar a los chicos vivos había decaído bastante, Donovan tomó a Elvis y caminó por todo el bosque. Otros equipo ya lo habían recorrido, pero él siguió hasta el punto que levemente le había mostrado la aplicación. Sabía que estaba acercándose a los terrenos de Nunca Más cuando Elvis olió algo y comenzó a correr. Donovan corrió con él y su pecho se contrajo con dolor. El perro se detuvo frente a la cripta de Crackstone y Donovan entró con pasos cautelosos.

Abrió sus ojos de par en par cuando entendió lo que alguien había intentado hacer ahi. El suelo estaba resquebrajado por la mitad, un millar de velas apagadas se extendía por todo el suelo y unas cadenas con esposas colgaban del techo. Debajo de ellas había una mancha de sangre. Un olor putrefacto inundaba la cripta y Donovan encontró los órganos faltantes de las víctimas del bosque en diversos estados de descomposición.

Sintió la bilis subiendo por su garganta, pero lo único que hizo fue llevarse una mano al rostro.

Caminó con pasos cautelosos y encontró un pesado libro negro: Libro de las sombras.

— Santiago, quiero que envíes un equipo a la cripta Crackstone de inmediato. — dijo por su radio.

— Enseguida, señor. Tiene que regresar a la oficina, hay un nuevo testimonio.

Eugene Ottinger, el niño que había sobrevivido al ataque del monstruo le contó que Merlina y Weems habían llegado al hospital para despedirse, le habló también sobre la cueva, las esposas y la persona que había visto salir de ahí... Marilyn Thornhill.

Aquella noche, reunió toda la evidencia y se sentó en una mesa del Veleta. Curiosamente, se sentía más cerca de Tyler en ese lugar. Podía pretender que el chico de delantal rojo que miraba por el rabillo del ojo era su hijo y que no estaba desaparecido, que su foto estaba pegada en el cartel de anuncios por ser un empleado ejemplar y no porque arriba de ella dijera "¿Lo has visto?"

Fue en la cuarta noche desde la desaparición de Tyler que Donovan Galpin entendió lo que el alcalde le había querido decir con el último mensaje que le envió antes del accidente.

Laurel Gates no había muerto.

Laurel Gates era Marilyn Thornhill. 

Chapter 14

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Al final de aquel día, la luna llena se alzaría.

Era casi irreal pensar que llevaba un mes atrapado en el viejo Jerico, conviviendo con peregrinos en una guerra abierta contra los excluidos. Y ahí estaba él, el más peligroso de todos los monstruos afilando un cuchillo con el que pensaba cazar a algún licántropo.

Era de plata, segun habia dicho Cole.

En los últimos días Cole Crackstone se había acercado mucho a él y aunque esa había sido la intención de Tyler desde el inicio, no podía negar que ahora le producía una profunda desconfianza.

Tan solo recordar el tono de voz agónico de Laurel hacia que el Hyde dentro de él se alertara, que su corazón se acelerara y su cuerpo se tensara preparado para recibir una orden.

La parte de él que aún le debía ciega obediencia a Laurel, quería buscarla; la parte de él que recordaba todo lo que esa mujer le había obligado a hacer, quería correr lejos.

Pero Tyler sabía que tenía que ser más inteligente que eso.

Si tenían a Laurel era cuestión de tiempo que llegaran a él. Así que, con más urgencia que antes, Tyler se tenía que ganar la confianza de Cole y convencerlo de matarla antes de que pudieran darle una nueva orden.

El bosque estaba en completo silencio, solo el sonido del metal contra la piedra viajaba a través de los árboles. Llevaba sentado en ese viejo tocón cerca de media hora. Esperaba que ese tiempo fuera más que suficiente para despistar a cualquiera que pudiera seguirlo.

Alzó el cuchillo para examinarlo y con su reflejo oteó los alrededores.

Tal vez estaba empezando a ser un poco paranoico, pero no tenía otra opción.

Tyler se levantó, estiró su espalda y comenzó a andar sin rumbo aparente.

En los días pasados, incluso antes del rescate de Abigail, Tyler había procurado visitar aquella zona durante la más absoluta oscuridad. No quería que por ningún motivo lo relacionaron con la antigua casa de reuniones, pero ahí estaba de nuevo, arriesgando su supervivencia por una completa desconocida.

Aún no estaba seguro de su plan, pero si algo pasaba aquella noche, no podía dejar a Abigail sola y encerrada en una cueva. Si él caía, no tenía que caer nadie más. 

Tyler llegó hasta la vieja casa de reuniones y guardó el cuchillo en una funda de cuero.

Wren lo espera, oculta en una esquina. Sonrío aliviada al verlo.

— Traje todo lo que pediste — dijo mostrando una canasta.

Estaba nerviosa. La parte Hyde de Tyler podía sentirlo, en aquel momento era una presa perfecta y el propio nerviosismo de Tyler hacia que el hyde estuviera a flor de piel.

En lugar de todo lo que deseaba hacer, Tyler le sonrío y la llevó hasta la entrada del túnel.

Bajaron y caminaron en la más absoluta oscuridad. Los pasos de Wren eran torpes, producían eco y se tropezaba cada dos que tres. Su condición física no era muy buena, lo que era evidente por la forma pesada con la que respiraba con aquella caminata, y a su alrededor había un ligero olor a ajo que la delataría frente a cualquier depredador...

Como un hyde.

Como él.

Tyler hizo crujir sus nudillo pretendiendo liberar la tensión por cazar que lo comenzaba a consumir al percatarse de que Wren era una presa perfecta. Sus músculos estaban tensos como si de esa forma pudiera evitar que su cuerpo se transformara en el del monstruo.

"Pero no es mi presa, es mi aliada". Se repetía.

Finalmente, Tyler movió la piedra de la entrada de la cueva y calor de una hoguera alejó la humedad de los túneles.

Tyler se hizo a un lado y Wren hizo un aspaviento a sus espaldas.

— Abigail — dijo en un susurro. La chica corrió y se dejó caer junto a la improvisada cama donde Abigail estaba tendida.

Tyler esbozó una media sonrisa al verlas y algo se movió a dentro de él.

En el tiempo que estuvo capturado por Laurel en aquella cueva, Tyler había imaginado muchas veces que alguien se asomaba por la entrada y corría hacia él, lo llamaba y le aseguraba que todo estaría bien. La mayoría de las veces imaginaba que era su padre, pero a veces pensaba en sus antiguos amigos: Lucas, Jonah o Carter; o la teniente Santiago que siempre había sido buena con él. Llegó un momento en el que no importaba quien fuera, hubiera estado feliz aunque se tratara de Xavier Thorpe.

Sin embargo, nadie llegó y después de eso nada estuvo bien.

Tyler había cedido, se había rendido y dejó que su voluntad se la llevara Laurel, porque sabía que estaba solo y nadie cuidaría por él.

Los ojos rojos de Abigail lo buscaron y Tyler pudo ver el brillo de las lágrimas y la gratitud en ellos. La chica le sonrió por primera vez. Tyler bajó su mirada, sintiendo como su garganta se cerraba y sus propios ojos escocían.

Dios, si alguien hubiera hecho eso por él...

— Tyler, ven aquí —dijo Wren más animada de lo que Tyler nunca la había visto. Sus ojos temerosos y su rostro controlado se habían roto en completa felicidad y por primera vez en aquel mes Tyler notaba la energía y juventud que la chica de quince años debía tener. — Traje algo para comer.

El olor de una tartaleta de manzana hizo crujir su estómago y le convirtió en agua la boca.

Tyler se acercó hasta ellas y ayudó a Abigail a incorporarse.

— Sé que es tu favorito — dijo Wren, clavando sus ojos en la otra chica.

Clavó un cuchillo en la tarta y el relleno de manzana se derramó con la misma lentitud con la que la sangre abandona un cuerpo.

Tyler no se entretuvo mucho con las chicas. Aquel era un dia importante y su ausencia no pasaría desapercibida. Abasteció de leña y llenó los cántaros de agua, antes de despedirse de ellas. Wren le ayudaría a curar las heridas que el sol había provocado en Abigail. La chica solo le había permitido a Tyler tocar sus brazos y pies desnudos, pero él sabía que tenía lesiones debajo del raído vestido. Wren tambien le habia traido un par de sus vestidos, aunque le quedarían cortos. 

Atravesó las calles del antiguo Jericó. La tensión era palpable en el aire y Tyler se sentía contagiado del mismo nerviosismo. Desde el escape de Abigail, el pueblo entero parecía contener la respiración, las risas ocasionales habían desaparecido, los niños ya no gritaba al jugar y cada vez que Crackstone paseaba por las calles, las miradas nerviosas lo seguían.

Tyler sabía que toda aquella caótica energía no le estaba sentando bien. Los sentidos agudizados de su hyde lo detectaba y Tyler sabía que estaba llegando a su límite. Tenía que deshacerse de aquella energía acumulada como fuera o terminaría transformándose a la más mínima tentación.

Llegó al puesto del mercado justo a tiempo para ayudar a Jonathan a desatar las cortinas. Como siempre, Tyler se ocupó de los trabajos más pesados mientras el viejo hombre se acomodaba su delantal, el dinero y revisaba las verduras en venta. Tyler fue hasta la parte de atrás y revisó que los sacos estuvieran libre cualquier animal y llevo unos cuantos hasta el frente.

La mañana transcurrió de forma lenta y cada vez que un alguien pasaba por ahí les deseaba suerte para aquella noche, casi como si fuera una especie de despedida. Tyler no pudo evitar preguntar cuántas personas morían en aquellas cacerías de Crackstone.

Estaba charlando con una de sus clientas habituales cuando el sonido de una carreta llamó su atención. No era algo fuera de lo común, pero fue la reacción de las personas lo que atrajo su curiosidad. Una leve ola de alivio pareció levantarse sobre el pueblo e incluso Tyler observó cómo algunos se atrevían a sonreir.

Dos hombres venían sentados al frente de la carreta. El más viejo tenía un cabello castaño y liso, de rostro filoso; el otro, más joven, no parecía familiar, su cabello era rubio ondulado y sus facciones más cuadradas aunque aún denotaban su juventud.

Fue el chico el que se percató de la mirada curiosa de Tyler entre la multitud y una expresión de sorpresa bañó su rostro. Tyler juntó sus cejas confuso, seguro de nunca haber visto a ese chico en su vida. El incómodo y familiar peso de la incertidumbre se posó en su estómago y se apresuró a girarse y escabullirse a la parte trasera de la tienda.

En la carreta, Joshua volteó hacia el frente. El cuartel de Crackstone estaba a unos metros y el peregrino salia para recibirlos.

— Debes regresar pronto — murmuró apresuradamente.

Viktor se giró confuso pero antes de que pudieran seguir hablando ya se encontraban frente a Crackstone y su comitiva.

— Pensé que no llegarías a tiempo —dijo el peregrino con sus ojos diminutos pegados en los sacos que cargaban.

— Los caminos están muy mal — respondió, bajándose de la carreta y saludando con su sombrero a Crackstone y sus hombres. — Teníamos que movernos lento para no tener que deshacernos de algún costal.

Palmeó el saco más cercano y un olor a acre se levantó en el aire. Crackstone dio un amplio suspiro y luego sonrió. Abrió uno de los costales y las largas plantas verdes con flores amarillas saltaron a la vista.

Con un movimiento de cabeza, un par de hombres comenzaron a bajar los sacos. Joshua también los ayudó y fue pasando uno a uno.

— Ven conmigo, te explicare el plan.

Crackstone pasó una mano por los hombros de Viktor y comenzaron a entrar nuevamente en el ayuntamiento. Joshua miró sobre su hombro, pero el chico desconocido en el puesto de verduras había desaparecido. Pasó los últimos costales y finalmente tomó las riendas de los caballos y se dirigió hasta la vieja casa de Viktor.

Siguió con las actividades que normalmente realizaba. Sabía lo importante que era mantener una misma rutina dentro de Jericó, nunca sabía cuando alguien podía tener sus ojos sobre él, así que quitó las riendas de los caballos colocó el agua y el heno, y luego bajó el pequeño saco con su ropa. Se detuvo en la entrada de la casa y miró la los gajos de ajos colgados de la puerta. Bajó su rostro para esconder la sonrisa que asomaba en sus labios y no pudo evitar pensar lo mucho que Elara y Dan reirían al ver eso.

Una pequeña capa de polvo cubría el interior de la casa. Joshua dejó su saco sobre una mesa cuadrada y comenzó a encender la fogata para que el lugar fuera tornándose más cálido y ahuyentara el frío de finales de año que con cada dia se encrudecía. Luego, llenó los cántaros con agua del pozo y se lavó el rostro.

Finalmente, Joshua salió y comenzó a andar por el pueblo. Se entretuvo en el mercado pero cuando llegó al puesto de verduras de los Castell el chico nuevo había desaparecido. Soltó un suspiro frustrado y siguió merodeando en la zona con la esperanza de encontrarlo, pero el chico parecía haberse desvanecido en la nada. Sabiendo donde podria encontrar la información que buscaba, Joshua caminó hasta la periferia del pueblo donde se alzaba la taberna con todos los secretos sucios de Jericó.

El lugar estaba abarrotado pero una atmósfera pesada envolvía todas las mesas. Joshua miró los rostros sombríos de los hombres que aquella noche marcharían con la intención de matar a sus amigos. Se le revolvió el estómago y deseó poder hacer algo más para terminar con aquella guerra enseguida.

— Pero miren quien a traido la luna llena — Hyacinth lo recibió con una sonrisa y se sentó en la mesa junto a él. — De no conocerte mejor, dirías que eres un hombre lobo.

— Vas a hacer que me claven un daga en el pecho —respondió alarmado por las palabras de la chica, pero nadie parecía prestarles atención.

Hyacinth rió.

— Eres el protegido de Viktor, es más probable que me cuelguen a mi que a ti.

— Sigo siendo un forastero y sabemos lo poco que se fía de nosotros.

— Lamento informarte que te han quitado el puesto. — agregó Hyacinth con una mirada intensa — son cosas que pasan cuando te vas por mucho tiempo.

— Lo note, me pareció ver una cara nueva en el mercado.

Joshua se inclinó hasta ella y bajó levemente la voz. Su mano se posó por un momento en las piernas de la chica, debajo de la mesa, y cuando la retiró dejó varias monedas que ella rápidamente escondió debajo de su delantal.

— Se llama Tyler Galpin y se lo han dado a los Castell, por ahora.

Joshua no pudo evitar alzar sus cejas sorprendido. Entonces lo había reconocido correctamente.

— ¿Por ahora?

Hyacinth asintió.

— Está labrándose un buen lugar aquí. Estoy segura que Crackstone lo recompensara muy pronto, antes de que los Castell lo quieran atrapar para Wren.

— Suenas muy impresionada por ese chico —respondió Joshua con una sonrisa torcida, ella se encogió de hombros.

— He tenido el placer de conocerlo... bastante bien.

Joshua inspeccionó el rostro de la chica y no pudo evitar pensar en los recuerdos que Merlina le había transmitido. Frunció su rostro.

—Hyacinth, tal vez deberias tener mas cuidado.

Ella rodó los ojos.

— ¿Ves? Por eso, es que nadie desconfía de ti. Eres igual que todos en Jericó. — Hyacinth soltó un suspiro profundo y pasó su vista por la cantina. — ¿Por qué no me dices mi futuro?

Joshua abrió sus ojos de par en par.

— ¿Realmente quieres terminar en un calabozo hoy?

— Es solo un juego tonto — se quejó —todo el mundo lo sabe.

— A Crackstone no le gustan esos juegos.

— Cada dia te vuelves más aburrido, Joshua.

Soltando un profundo suspiro, el chico extendió su mano derecha sobre la mesa.

— ¿Qué quieres saber?

Hyacinth sonrió.

— ¿Voy a casarme?

Joshua la miró con sus ojos abiertos de par en par.

— ¿Con Galpin?

Ella volvió a encogerse de hombros y era evidente que luchaba por reprimir una sonrisa. Hyacinth colocó su mano sobre la de él y por un instante Joshua vio una imagen clara en su mente. Sangre, mucha sangre bañaba las piernas de la chica y empapaban el colchón en el que ella estaba tendida.

Miró el rostro expectante de Hyacinth y parpadeó un par de veces antes de recordar que ella esperaba una respuesta.

Joshua se aclaró la garganta.

— Si, te casaras y te convertirás en una dama respetada de Jericó.

Ella rió y retiró su mano de inmediato.

— Eres un mentiroso.

La puerta de la taberna se abrió y Hyacinth se puso de pie. Sus ojos se iluminaron y una amplia sonrisa se dibujó en sus labios.

— ¡Tyler!

El chico esbozó una sonrisa más contenida que no llegó hasta sus ojos y su atención se desvió por un segundo a él antes de volver su mirada a la chica.

— Estaba pensando que no vendrías hoy.

— Por lo que he escuchado, hay posibilidades de que sea la última vez que venga.

La alegría de Hyacinth se borró de inmediato al recordar el nefasto evento que tendría lugar esa noche. Sacudió su cabeza y luego miró a Joshua y rápidamente los presentó.

Joshua pudo sentir la mirada evaluadora de Tyler recorriendolo de pies a cabeza. Le sonrió con amabilidad y luego se marchó junto a la chica a una mesa más apartada. Joshua lo había visto en la mente de Merlina, sus sonrisas complacientes pero también su mirada amenazante y llena de rencor, y no podía evitar preguntarse quién era realmente ese chico que había conseguido engañar a todos en la aldea. Arrugó su rostro mientras pensaba en todas las advertencias que Merlina les había dado. 

No fue hasta que la noche cayó sobre Jericó que Viktor entró en la cabaña donde Joshua lo esperaba impacientemente.

— ¿Qué haces aquí? — dijo al entrar, mirándolo extrañado. — Ya están todos en la plaza.

— Encontre a Tyler — dijo Joshua acercándose. — Ha conseguido engañar a todos y ha sido acogido por los Castell.

Viktor se detuvo y alzó su vista completamente perplejo.

— Parece que es tan astuto como decía Merlina.

— Y espero que sea lo único en lo que ella acierte — respondió rápidamente —. Tenemos que informarle a los demás.

— ¿Por qué no te comunicas con ella a través del pendiente?

— Lo intente durante toda la tarde, creo que ya no lo tiene con ella.

Viktor arrugó su rostro y apretó sus labios.

— Es muy tarde para salir de Jericó, las primeros grupos ya están avanzando hacia el bosque.

Ambos se vieron por un momento y Joshua esperó impaciente por las instrucciones.

— Tendremos que hacerlo en medio de la batalla — murmuró Viktor casi para sí mismo. — Yo ire por Logan, deberán apoyar aquí si queremos llevarnos al chico con nosotros. Tu informale a James.

Viktor le pasó una bolsa con el falso matalobos que todos cargaban y con un asentimiento abandonaron la cabaña para empezar la cacería. 


Merlina miró la luna llena grande y brillante alzarse en el cielo antes de que la pesada piedra de la cueva bloqueara la entrada y quedaron completamente a oscuras. 

Habían subido a lo más alto de la montaña, caminando por horas hasta que sus pies comenzaron a doler y sus piernas a temblar. Una queja por esfuerzo fisico nunca saldría de los labios de Merlina, pero no tenía la menor intención en disimular su descontento ante los licántropos que caminaban cerca de ella en todo momento. Lo único que le faltaban era un par de esposas en sus muñecas para terminar de escenificar la pantomima de su voluntaria cooperación. 

Goody no le había dejado otra opción, para variar, alegando el escaso conocimiento que Merlina poseia en la magia y que debía familiarizarse antes de intentar un hechizo que la hiciera regresar a su tiempo. 

Merlina quiso alegar, sintiéndose ofendida. Su abuela había sido muy diligente en aquel aspecto, pero Goody como siempre, rechazó lo que ella tuviera para decir. 

Había pensado que saliendo de la cueva podría escaparse con facilidad, llegar hasta Jericó y encargarse de Tyler antes de que lo tuvieran durmiendo a unos metros de distancia de ella. Sin embargo, en cuanto cruzó la barrera mágica, los lobos la rodearon como si esperaran una tan sola orden para descuartizarla.

Fue hasta que llegaron a la cima de la montaña y todas las chicas de la comitiva entraron en la cueva, que los licántropos dieron un paso hacía atrás y se mantuvieron vigilantes.

Goody chasqueó sus dedos y una serie de antorchas se encendieron formando un amplio circulo que bañaba cada rincón con su luz dorada. Llevaron a Katherine hasta el centro y Goody comenzó a dibujar un circulo de sal alrededor de ella. Luego, sacó los pequeños corazones de las gallinas que Merlina había decapitado y fue lanzándolo uno por uno a las llamas mientras murmuraba palabras imposibles de escuchar. Cada antorcha por la que Good pasaba, elevaba sus lenguas ardientes hacia el techo de la bóveda y muy pronto el ambiente en la caverna se volvió sofocante.

Finalmente, Goody sacó un viejo cuchillo de piedra negra y por su brillo, Merlina supo que era de obsidiana. Sus dedos viajaron hasta el collar que su madre le había regalado y un extraño sentimiento se asentó en su frío corazón. Recordó la casi caricia de su última despedida y sus palabras de advertencia hacía Goody.

La bruja pasó frente a cada una de las mujeres y realizó un pequeño corte en ambas palmas. 

— Tomen sus manos — ordenó. 

Todas obedecieron. 

Merlina sintió como su sangre se mezclaba y caía al suelo junto a la sangre de la banshee que estaba a su derecha y la sirena de su izquierda. Ahora que se percataba, había una mujer de cada una de las especies formando aquel círculo. 

Elara, la vampiresa, entró al círculo. Primero depositó un cuenco con agua caliente y unas mantas a los pies de la loba y luego fue a sentarse detrás de ella, deteniendola de los brazos y obligándola a permanecer recostada. La loba siseó y su rostro se puso pálido en el momento en que una contracción indicó el inicio del parto. 

Goody caminó alrededor del círculo mientras daba instrucciones, de la misma forma en la que un general animaria a su ejército. 

— Por ningún motivo deben interrumpir el cántico, es la magia que habita en ustedes la que impedirá la transformación de Katherine esta noche. 

Todas asintieron. 

La bruja tomó su cántaro de sangre, dibujó una runa en cada una de sus frentes y por último pasó sus dedos sobre la frente de Katherine. El símbolo brilló en cada una de ellas, Merlina sintió el calor que emanaba de ahí y como resonaba con el collar sobre su pecho, quemándola.

Katherine soltó una pequeña exclamación y entre sus piernas abiertas, salió un líquido transparente.

— Ahora — indicó Goody, sentándose frente a Katherine y separando aún más sus piernas.

El leve letanía de las mujeres comenzó y a medida que las voces se intensificaban, las llamas de las antorchas cobraban más fuerza. 

Siste tempus, benedic vitam… 

Siste tempus, benedic vitam… 

Siste tempus, benedic vitam…

El canto de los lobos en el exterior se unió al de ellas, la sangre caía gota a gota marcando cada segundo y Katherine gritaba y se retorcía. Su espalda se arqueó y sus ojos se tiñeron de amarillo; sus colmillos crecieron, su cuerpo se bañó de sudor y las horas de un agónico parto solo estaban comenzando.


Tyler miró la luna grande y brillante que se alzaba sobre su cabeza y bañaba el bosque con su fría luz plateada. Los rostros de los peregrinos lucían tensos y fantasmales, y todos parecían contener la respiración al mismo tiempo.

Tyler miró a ambos lados con sus ojos bien abiertos. Se movían en pequeños grupos de cinco: uno a cada extremo con un antorcha, tres al centro con armas desenvainadas. Daban pasos suaves y lentos, evitando el crujido de las ramas y hojas que estaban por doquier. Cualquier sombra en la oscuridad hacía que el corazón de Tyler saltara. No era miedo a morir, por supuesto que no, Tyler sabía que en el peor de los escenarios siempre podía transformarse y matar lo que estuviera frente a él. Su miedo era precisamente perder el control y revelar su naturaleza en medio de cientos de peregrinos armados. El miedo que se respiraba en el ambiente era embriagante y Tyler sentía como la poderosa sensación de acabar con una vida bajo sus garras inyectaba sus venas de adrenalina.

Las ansias de matar volvían a acumularse en él de una forma abrumadora. Aquella tarde había visitado a Hyacinth con la intención de liberar un poco de aquella tensión de la que no habia podido deshacerse por si sol y había funcionado… por un momento, pero las caricias de la chica no parecían suficientes para aplacar el instinto de su hyde.

Tyler soltó un profundo suspiro y miró a Cole al lado suyo.

El hombre hizo un gesto con su cabeza y el grupo volvió a avanzar.

Escucharon un aullido a lo lejos.

Tyler sintió como la piel de sus brazos se erizaba, un escalofrío recorrió su espalda. Luego, todo paso muy rápido y muy lento al mismo tiempo. Escucharon el grito espantoso en uno de los grupos cercanos y antes de darse cuenta Tyler estaba tirado contra el suelo, con la tierra en su boca y el cuchillo fuera de sus manos.

Escuchó el gruñido de una de las bestias cerca de él y la levantar la cabeza vio cómo el enorme animal acorralaba a Cole.

No, pensó.

Cole era su carta para deshacerse de Laurel y más importante, si algo le sucedía bajo su cuidado, Tyler sabía que todos los dedos apuntarían a él.

Aquella noche tenía dos objetivos primordiales: Ganarse la confianza de Crackstone y conseguir un excluido para Acción de Gracias.

Se levantó, tomando el cuchillo en el proceso, y lanzando un gruñido se aferró a la espalda del lobo, tomándolo del cuello y alejando sus fauces del fascista heredero de Crackstone.

Era un lobo grande, adulto, de un lustroso pelaje negro y unos enormes ojos verdes. Con una facilidad abrumadora, el lobo lo lanzó nuevamente al suelo y Tyler se levantó rápidamente alzando su cuchillo de planta entre ambos.

Un sabor metálico inundó su boca y Tyler escupió sin apartar sus ojos del licántropo.

El lobo gruñó mostrando sus colmillos.

Por un instante, Tyler vio a Cole que seguia detras del lobo, completamente estupefacto, y tuvo el impulso de sonreír con presunción pero se contuvo sabiendo que cada una de sus acciones seria vista con microscopio.

Esperaba que salvarle la vida al heredero peregrino le asegurara un lugar en el círculo de confianza de Crackstone. Quid pro quo.

Habiendo conseguido el primer paso de su plan, Tyler podía concentrarse en el segundo: La captura de un excluido.

El bosque entero se había convertido en un pandemonium. Los peregrinos gritaban y corrían, los lobos saltaban sobre ellos y luego volvían a esconderse entre las sombras.

El lobo frente a Tyler gruñó y la atención del chico volvió a él. Rodó en el suelo para esquivarlo y movió el cuchillo rasgando el lustroso pelaje negro y robandole un alarido doloroso a la bestia.

Tyler no sabía si era el instinto de hyde manifestándose aún en su forma humana o la cantidad irracional de películas de acción que había visto en su vida, pero de alguna manera sabía que hacer, cómo moverse, cómo aterrizar.

Y la confianza comenzó a inflar su ego.

El pelaje del lobo se erizó como el de un gato molesto.

— ¿Qué? — le dijo con una sonrisa socarrona — ¿Vas a venir por mi?

Tyler se giró y corrió hacia lo más oscuro del bosque.

— ¡Tyler, no! —escuchó que gritaban, pero no se detuvo a averiguar de quien era la voz, solo siguió corriendo hasta alejarse de todos. 


El suelo parecía temblar debajo de los pies de Merlinas y su boca repetía el conjuro como autómata. Merlina podía sentir el sudor deslizándose por su rostro y por su cuello, sentia la sangre goteando desde la punta de su dedo y el dolor de su garganta al llevar horas hablando sin parar.

Intentaba dejar sus labios cerrados, soltar el amarre de sus manos, dar un paso hacia atrás y romper el círculo; pero su cerebro se ponía en blanco y antes de darse cuenta ya se encontraba nuevamente recitando el conjuro.

Merlina se sintió tambalear y por un segundo cerró sus ojos hundiéndose en la oscuridad.

El grito desgarrador de Katherine la hizo abrir sus ojos de nuevo, ya sin estar segura si solo habia pasado un minuto o diez.

Su conciencia parecía querer desvanecerse a un sitio que ella no conocía, luchó por permanecer ahí con cada fibra de su ser. Miró al restos de mujeres en el círculo que parecían estar en el mismo estado catatónico que ella, algunas con sus ojos en blancos otras con la cabeza alzada hacia atrás.

El conjuro se extendía en el aire como una venenosa neblina matutina y Merlina se preguntó si eran ellas quienes hacían el hechizo o si habían sidos atraídas hacia el.

Mientras tanto, sus labios seguían moviéndose.

La sangre escurría por sus manos y la tierra la absorbía con avidez.

El símbolo en su frente brillaba y las llamas se alzaban cada vez más alto.

Merlina miró a Katherine, con su piel perlada de sudor y su rostro mutado por el dolor. Gritaba y maldecía, sus ojos reflejaban el fuego de las antorchas que danzaba con frenesí. El éxtasis de su dolor era arrebatador e hipnótico casi se sentia propio. Sin mas fuerzas, finalmente, Merlina cerró los ojos uniéndose a ellas.

El medallón en su pecho ardió con fuerza. Su espalda se puso rígida, su cabeza se alzó de forma brusca hacía atrás y sintió aquel familiar tirón en su estómago que la trasportaba hacia una visión. Sin embargo, en lugar de abrir los ojos, Merlina los cerró con más fuerza mientras un dolor que jamás había sentido parecía partirle el cuerpo en dos. Su cabeza daba vueltas entumecida y escuchaba las suaves voces alentándola a despertar. A penas tuvo un respiro, cuando otro latigazo de dolor la hizo arquear su espalda apretar los dientes con fuerzas.

Vagamente, se preguntó qué clase de tortura podría causar un dolor tan exquisito.

La euforia la embriagó y ella quiso reír y llorar desconsoladamente.

Tan rápido como empezó, todo habia acabado. Merlina sintió su respiración desbocada, sus manos y piernas temblaban, y una fina capa de sudor frío perlaba su rostro.

Luego, escuchó un llanto agudo y distante, y su corazón saltó buscando escapar de su pecho.

Cuando Merlina abrió sus ojos vio a Goody alzar al recién nacido envuelto en sangre y líquido amniótico. Su negro corazón comenzó a latir frenéticamente. 


Tyler sentía el corazón rebotando en sus oídos. Sus venas palpitaban y aquel instinto depredador lo llenaba de una euforia que parecía querer nublar la cabeza.

Pero Tyler tenía un plan y pensaba seguirlo al pie de la letra.

Una vez que ya había impresionado a Cole, no habia necesidad de mantener la batalla a vista de todos y menos si quería asegurarse de atrapar a un excluido.

Tyler volteó sobre su hombro y miró los ojos verdes del lobo brillar en la oscuridad. Giró de improvisto y comenzó a correr en una dirección diferente. Escuchó el gruñido frustrado del lobo y un árbol crujió bajo las garras de la bestia. 

No era nada personal, realmente no lo era. Los licántropos le gustaban tanto como el resto de los excluidos, lo que no era mucho, pero aquel en particular sólo había tenido la mala suerte de atacar primero. Era cruel, incluso para él, tener que capturar a alguien solo para llenar el puesto que Abigail había dejado al ser liberada, pero Tyler tampoco tenía otra opción. Su súbito sentimiento de justicia no era demasiado elevado para ofrecerse a sí mismo. 

Lo hecho, hecho estaba y ahora debía solucionar los problemas que su momentánea generosidad causó.

Sus pasos resonaban erráticos, sus pulmones ardían por el esfuerzo y de repente, Tyler sintió un zarpazo en su espalda que le rasgó la camisa y la piel. El grito rompió las cuerdas vocales de su garganta. El frío viento acarició las nuevas laceraciones y gruñido vibró en su pecho.

El hombre lobo volvió a arremeter contra él, empujándolo al suelo y lanzando destellantes mordiscos a su rostro. Tyler logró ensartar una patada en la herida que le habia abierto con el cuchillo y el lobo gimió, retrocediendo.

Mostró sus colmillo filosos y se lanzó de nuevo por Tyler. Él giró en el suelo y volvió a mover la navaja hiriéndole una de sus patas.

Molesta, la bestia se alzó en dos patas. Tyler tragó saliva, intento correr hacia la trampa que habia preparado y que solo estaba a unos metros de distancia. Una vez ahí lo atraparía y solo debía esperar a que la luna bajara y la bestia volviera a convertirse en humano. 

El lobo volvió a embestir y lo empujó contra el tronco de un árbol. El mundo de Tyler se sacudió y sintió la bilis subiendo por su garganta y el aliento putrefacto del animal chocó contra su rostro. Tyler recordó la bolsa de acónito que tenía colgada en su cintura y rápidamente sacó un manojo de ellas y las introdujo en la fauces abiertas del lobo.

Él sabía que aquello debería quemar la piel del lobo, debilitarlo y si la cantidad era mucha, lo convertían en humano. Si algo habia hecho bien la secundaría Jerico en un fallido intento por erradicar la animosidad entre Excluidos y Normies, era presentarles las características de cada especie de Excluido que vivían en Nunca Mas.

Pero lo que tenía que pasar no pasó y Tyler tuvo un terrible momento para congelarse por la confusión.

El hombre lobo se enojó aún más alzó su zarpa derecha y Tyler intentó esquivarla, pero las garras desgarraron su pierna izquierda. El animal lo cerró sus  zarpas alrededor del tobillo y lo lanzó como si fuera un muñeco de trapo. 

Tyler rebotó contra el suelo. El golpe le robo el aire de sus pulmones y su boca se llenó de sangre. Su pierna se hizo gelatina y el dolor estalló en sus oídos en la forma de un pitido agudo que le cegó la vista y la conciencia.

— ¡James, no! Es Tyler. ¡El hyde!

Alguien gritaba cerca de ellos, pero a Tyler no le importaba.

El lobo se lanzó sobre él y Tyler alzó su mano. No la que tenía el inutil cuchillo de plata, no. Tyler alzó su otra mano, en la que cada dedo se habia convertido en una afilada garra que atravesó el pelaje del lobo y lo baño de una caliente y viscosa sangre.

El lobo lanzó un alarido de dolor y lo miró a los ojos.

Tyler sacó su mano del pecho del animal con un obsceno sonido.

Por un instante se miraron a los ojos. El caliente aliento de la bestia chocaba en su rostro. Y poco a poco el animal se hizo mas pequeño, el pelaje se disolvía y Tyler se encontró debajo de un chico de ojos verdes y cabello oscuro.

Tosió sangre que salpicó todo el rostro de Tyler.

— ¡James!

Tyler reconoció al hombre rubio de la cantina correr hacia ellos y lo miró tomar a James entre sus brazos.

— No, James. — lo escucho gemir, colocando las manos en la herida del abdomen de James como si eso pudiera evitar que la sangre abandonará rápidamente su cuerpo.

Tyler se arrastró lejos de ellos. Su cuerpo entero temblaba y el cuchillo cayó de sus manos.

Él no había querido matarlo, lo quería capturar y una parte de él sabía que lo matarían igualmente, pero aun así...

No pudo apartar sus ojos mientras miraba cómo la vida se escapaba de los ojos de James y el remordimiento caía pesadamente sobre sus hombros. 

A pesar de que le había hecho creer a Merlina que disfrutaba cada una de las muertes que habia ocasionado, la verdad era que apenas era consciente de ellas. Se sentia mas bien como un sueño -o una pesadilla- distantes. Lo que recordaba era el embriagante sabor de la adrenalina y la victoria, pero no le habia dicho que despues venia la culpa y el remordimiento del que se escondía diciendo que lo había hecho el Hyde, no él, no Tyler.

Aquella era la primera vez que Tyler mataba con su conciencia enteramente humana.

— Yo no quería... — intentó decir rápidamente, pero la mirada devastada de Joshua lo cayó. Más pasos se escucharon y Tyler vio tres lobos acercarse a él.

Joshua colocó el moribundo cuerpo sobre el lomo de un lobo y escucharon más pisadas acercándose rápidamente.

Los lobos le gruñeron, pero no lo atacaron y cuando el resto de peregrinos llegaron, las bestias huyeron de ahí y se llevaron a Joshua con ellos.

— Mató a uno — gritó alguien. —¡Mató a uno!

Los silbidos y felicitaciones rompieron la tensión de la noche. Los peregrinos se aglomeraron alrededor de él y Cole se acercó con una sonrisa enorme en su rostro.

— Bien hecho — le dijo, dándole la mano y ayudándole a ponerse en pie.

Su tobillo roto le envió una potente descarga de dolor y antes de perder la conciencia Tyler escuchó el lejano y triste aullido de los lobos.

 

Notes:

Muchas gracias a los que han leído esta historia, este es el último capítulo de los que ya tenía preparados así que las siguientes actualizaciones no serán semanales.

Chapter Text

La hoguera era grande y cálida. Estaba al centro de la gran cueva e ilumina la bóveda hasta el inicio de los túneles. Cuando las mujeres llegaron con la pequeña comitiva de licántropos y un bebé en brazos, la algarabía se levantó. Los excluidos que no habían participado en el ataque se habían encargado de hacer todo un banquete. Las mesas estaban en el centro y la comida olía delicioso. Los niños habían salido también y llenaban de gritos alegres el lugar.

Merlina miró al pequeño bebé de Katherine y luego a los niños que vivían ignorantes de la guerra en la que estaban y algo en su oscuro corazón se removió mientras recordaba el visceral dolor de su visión.

Los excluidos arrastraron al grupo de mujeres al centro de las celebraciones, como si fueran todas heroínas al dar su energía en favor del nacimiento de uno más.

Las sirenas comenzaron a cantar y antes de que Merlina se diera cuenta ya tenía un bebida caliente entre sus manos.

— Deberías beber — dijo la banshee que había estado junto a Merlina durante el alumbramiento. Su cabello rizado y rojizo parecía descolorido y su tez era casi fantasmal.

Merlina bajó la vista y miró con desconfianza el el liquido espeso y blanquecino.

— Te advierto que será difícil envenenarme.

La banshee sonrió.

— Solo es leche, huevo y aguardiente. Te mantendrá caliente y te ayudará a recuperarte.

Ella bebió y Merlina llevó el rústico vaso a sus labios.

Sintió como su interior se calentaba a medida que el líquido especiado descendía por su garganta.

— ¿No está tan mal verdad? — dijo Elizabeth alzando sus cejas redondas.

—¿Para que se supone que es? ¿Otro ritual?

Elizabeth, la banshee, rió.

— Si así le llamas a las celebraciones... — se encogió de hombros y empinó el vaso, tomándose todo lo que quedaba de un trago.

Después de dos rondas más, las mejillas de Merlina habían adquirido un tono rojizo como si tuviera una ligera fiebre y sus ojos caían pesados.

Elizabeth, parecía estar en el mismo estado, aunque más risueña de lo normal. EL tiempo comenzó a pasar de manera extraña, en un momento comía y al siguiente se encontraba de nuevo con sus manos entrelazadas a desconocidos, caminando en circulos alrededor de la hoguera. Su cuerpo se tensó, fuenció el ceño y miró a Elizabeth junto a ella, que reía como enloquecida.

Molesta de participar en otro ritual sin su consentimiento, soltó sus manos bruscamente y caminó tambaleante hasta ser engullidas por las sombras de la alta paredes de la cueva. Merlina se sentó en uno de los salientes de la roca y observó como todos los excluidos que habían quedado bailaban en grupos, saltaban y disfrutaban del banquete que habían preparado.

Katherine se encontraba con su bebé en brazos, rodeada de un pequeño grupo de lobas que evitaban que cualquiera se acercara al pequeño cachorro. Goody estaba cerca de ellas, con un vaso de ponche en sus manos que apenas había llevado a su boca un par de veces.

Merlina se dio cuenta que nadie reparaba en ella. Su corazón se aceleró y sus ojos viajaron a la entrada de la cueva solo a unos metros de distancia.

Era su oportunidad de irse.

Goody no parecía dispuesta a enviarla a su hogar hasta que Crackstone estuviera en la cripta, pero tampoco le permitía participar activamente en la predestinada caída de peregrino y la bruja estaba muy equivocada si pensaba que podría seguir utilizándole cuando más le convenía.

Solo recordar la forma en la que Joshua había hurgado en su mente para obtener información y como después se había atrevido a usar su sangre para un rito, le hizo hervir la sangre.

Se puso de pie de un saltó y el mundo se movió bruscamente lanzándola de nuevo a la piedra en la que se apoyaba.

Se llevó la manos a la cabeza como si quisiera evitar que se moviera por sí sola y tuvo una extraña sensación de seguir cayendo aun cuando estaba firmemente sentada.

Fue en ese momento de confusión, que la entrada de la cueva rugió y un grupo de licántropos desnudos cortaron la algarabía con la misma facilidad con la que una guillotina separaba cabezas.

Una pequeña comitiva de sirenas entraron después, con su cabello y rostros aún empapados de agua.

Merlina sintió cómo su estómago caía al suelo y esta vez estaba segura que no se debía al alcohol en sus venas.

Los licántropos cargaban un cuerpo a sus espaldas y el silencio llenó la cueva.

— ¡Goody! — gritó Logan, con su rostro desencajado.

Los licántropos depositaron el cuerpo ensangrentado a los pies de la fogata y antes de que Merlina se diera cuenta sus piernas se movieron por si solas, abriéndose camino entre la multitud de cuerpos desnudos. Miró las piernas bañadas de sangre y el abdomen abierto brutalmente. El corazón de Merlina retumbaba contra sus oídos cuando finalmente miró el rostro pálido, y lleno de rasguños, de James.

Merlina abrió los ojos de par en par y su estómago se revolvió bruscamente.

— ¡Observa lo que hizo tu monstruo! — escupió Logan rabioso.

Un murmullo temeroso se extendió por toda la cueva como si fuese un venenosa niebla.

Merlina alzó su vista del cuerpo para ver como Goody se acerca. Los licántropos retrocedieron y el cuerpo de James quedó expuesto para que todos pudieran verlo.

Los gritos que siguieron erizaron la piel y el llanto que le precedió fue desgarrador. Merlina tragó en seco y bajó su vista nuevamente a James. Su voz resonó en su cabeza, su risa y sus expresión engreída. Volvió a tragar para deshacer el incomodó nudo que se comenzaba a formar en su garganta y cerró sus ojos lentamente.

Si la tan solo la hubieran escuchado...

Cuando Goody entró al círculo de luz que producía la fogata, los sollozos se contuvieron. La bruja analizó la herida y cerró sus ojos con pesar.

— James murió por algo más grande que todos nosotros.

—¡No!— gruñó Logan, tenía sus ojos amarillos, como si parte de la bestia quedará en él. — Lo mató ese Hyde y cuando lo vea yo mismo le arrancaré la cabeza.

Sus palabras destilaban tanta ira que Merlina retrocedió un paso de manera instintiva y llevó su mano hasta la navaja más cercana. El resto de la manada realizó un sonido silbante y amenazador que parecía nacer de su propio pecho.

Merlina notó como todos en la cueva se removieron incómodos e incluso algunos retrocedian escondiéndose entre las grietas.

Cuando Goody abrió los ojos no había rastro de piedad en ellos.

— Tu no haras nada de eso —dijo Goody con tono implacable y si Merlina no hubiera estado tan cerca de Logan, no la habría escuchado.

— Ya veremos.

El lobo se irguió cuan alto era, los músculos de su espalda se contrajeron y ya no quedaba nada del joven bromista que Merlina había conocido. Logan se dio la vuelta y sus ojos amarillos se clavaron en ella.

Corto los pocos pasos que los separaban y ella sujetó con más fuerza la empuñadura de su puñal.

— Te tendría que haber escuchado.

La miró de arriba hacia abajo, antes de asentir y perderse entre las sombras que daban a las cavernas.

Los licántropos desaparecieron con él. 


El ambiente en la guarida de los Excluidos había cambiado drásticamente en un par de horas. 

La sensación de seguridad y camaradería se convirtió en tensión y silencio. La manada de licántropos había perdido a su beta y el resto de Excluidos, a uno de sus mejores guerreros.

Joshua había presenciado el desenlace de la historia y como Tyler había matado a un experimentado licántropo sin transformarse por completo. Por supuesto, en cuestión de horas, aquellos detalles eran de conocimiento público y la excitación por una nueva especie de Excluido se había tornado en un terror casi visceral. 

Merlina quería sentirse satisfecha por el cambio de opinión, probando una vez más que ella tenía la razón, pero era difícil evocar aquel sentimiento mientras limpiaba el cuerpo sin vida de James.

Ella se había ofrecido voluntariamente a la tarea y ahora se encontraba tallando con un trapo húmedo intentando quitar los restos de sangre seca del pecho del chico, mientras el grupo de banshee cantaban a su alrededor con sus ojos girados hacia atrás y su cabello flotando al rededor de sus rostro.

La tarea le llevó casi una hora, hasta que el cuerpo de James quedo sin ningun rastro de sangre. Con una mirada clínica lo inspeccionó y notó unas leves rasguños y la herida de un puñal a uno de sus costados. Sin la sangre, la perforación del abdomen se miraba aún peor. Tomó una tripa cebada y enhebró una larga aguja. Suturó el trabajo de Tyler, uniendo primero el músculo y luego la piel. Concentrándose meticulosamente en la labor con la intención de desechar los tumultuosos pensamientos que rondaban su mente. 

Se imaginaba como el hyde lo habría atacado, como alargo sus garras y borró la sonrisa cínica de James y el peso de la culpa que caía en sus entrañas era aplastador. 

Una vez más, no había hecho lo suficiente para protegerlos. 

Una vez que hubo terminado, se lavó las manos en un cántaro de agua y limpió el par de rabiosas lágrimas intentaban escabullirse de su rostro. Un par de lobas se acercaron y lo cubrieron con una mortaja oscura con un luna menguante bordada en su centro. Dieron un par de pasos hacia atrás y dejaron que Logan se acercara.

Logan tenía los ojos enrojecidos e inflamados, las lágrimas corrían por su rostro llenas de ira y dolor y su mirada era casi enloquecida. Tomó a James de los hombros en un último abrazo y se inclinó para susurrarle algo al oído.

Merlina no lo podia oir, pero estaba segura que Logan había jurado una venganza dolorosa. Tragó saliva y cerró sus puños, sabiendo que los días de Tyler estaban contados hasta la próxima luna llena. 

Lejos de sentir el alivio que esperaba, su estómago se retorció.

-Tyler -pensó, clavando sus ojos en el suelo, pero rápidamente desechó lo que pudiera estar sintiendo. 

Logan se separó del cuerpo de James y tomó su lugar junto al hombro derecho del caído. Rápidamente, otros tres licántropos se acercaron colocándose en cada esquina del féretro y levantandolo para comenzar la procesión.

Logan encabezó la marcha. Sus ojos en ningún momento dejaron de derramar sangre y sus labios permanecían firmemente cerrados. Detrás del féretro, caminó Katherine con su recién nacido y luego el resto de la manada según su posición. Merlina miró desfilar frente a ella la  decena de hombres lobos que dentro de un mes marcharían hacia Jericó con un único objetivo y, aunque Tyler fuera una espléndida bestia dotada con todas herramientas con las que ella solo podía utilizar un vil reemplazo, no había forma de que acabara con todos.

... Y de hacerlo solo lograría cimentar aún más el rechazo.

Estaba contra la pared y ella no pensaba salvarlo. 

Las banshees se unieron a la marcha, elevando sus cánticos y haciendo erizar su piel. Sus gemidos de dolor eran hermosos, oprimían el corazón como si de un pequeño infarto se tratara y la hacían sentir como si toda la esperanza se hubiera desvanecido.

Hundida estaba en sus pensamientos, cuando la mano de Elizabeth se posó en su hombro.

— Ven con nosotras — le dijo en un susurró.

Avanzó al final de la corta hilera de Banshees y sintió los ojos juzgadores de Goody clavados en su espalda.

Salieron de la cueva y siguieron avanzando hasta un claro cercano donde se había construido una pira funeraria. Colocaron el cadáver de James en el centro y la luz de la luna lo bañó por última vez. Logan tomó una de las antorchas que estaban cerca y volvio a acercarse al lobo caido.

— James, no solo era mi compañero, él era un hermano para mí...— dijo ante todos los excluidos que habían formado un círculo alrededor de la pira. Sin embargo no parecía que hablara para nadie en específico, sus mirada estaba perdida en la oscuridad y su labio inferior temblaba con ira contenida. —Éramos una alma en dos cuerpos. Jugamos juntos desde cachorros, me acompañó al cazar mi primera presa y yo lo acompañe cuando su primera luna llegó.

Hizo una pausa, cerrando los ojos un momento, como si el peso de sus recuerdos lo golpeara de lleno.

— Y ahora me lo han arrebatado. Ya no escucharé su aullido en la siguiente luna llena, ni sus bromas ni su risa escandalosa. Ya no estará para cubrir mi espalda o para imaginar cómo podrían ser nuestras vidas cuando esta guerra termine.

Su voz se quebró al final, y respiró hondo antes de continuar, más bajo, casi en un susurro desesperanzado

— Me arrancaron la mitad de mi corazón,— dijo en un tono desesperanzador. Bajó sus ojos al cuerpo de James, y con manos temblorosas retiró la tela que cubría su rostro. La quietud de sus facciones, que una vez rieron a su lado, lo atravesó como un cuchillo. Su mandíbula se tensó y alzó la antorcha sobre su cabeza. Cuando volvio a alzar la vista, el fuego iluminó sus ojos inyectados por la rabia —pero yo me encargaré de destruir por completo el corazón del culpable.— gruñó, su tono una mezcla de dolor y furia contenida.

Los licántropos aullaron al unísono, un grito desgarrador que resonó en el claro y más allá, cargado de dolor y promesas de venganza. Logan encendió los primeros troncos, y rápidamente las llamas se elevaron por la pira, consumiendo la mortaja sobre James.

El fuego era intenso y su calor se sentía como bofetadas en el rostro. Era sofocante e incómodo, y pronto, Merlina sintió su piel irritada.

Lentamente, los Excluidos comenzaron a regresar a la cueva, sus pasos pesados y sus cabezas bajas. Pero Logan permaneció inmóvil, con los ojos fijos en la pira, incluso cuando las llamas comenzaron a apagarse.

Se quedó de pie durante horas, hasta que la pira se convirtió en cenizas.

Chapter Text

Lo que Tyler más recordaba era el dolor.

Mucho dolor.

También recordaba la sangre en todo su rostro y la expresión desencajado del chico que había asesinado. No importa si estaba consciente o inconsciente, aquellos ojos verdes y vacíos parecían seguirlo a todos lados.

Se había despertado mientras lo cargaban por el bosque y sus ojos se pusieron en blanco casi de inmediato. Luego, despertó a la entrada de Jericó cuando gracias a la algarabía de las personas, había caído al suelo y sentía como si su pierna volvía a quebrarse. Su grito agónico pareció callar a todos. Finalmente, abrió los ojos en la improvisada enfermería local y lo depositaron en una de las camas.

Después todo fue caos.

Las mujeres entraban en tropel, cargando agua caliente y vendas para los heridos. Los únicos dos médicos, saltaban de una cama a otra.

— ¡Ayudenlo! — gritaba Jonathan, sin que nadie le prestara atención.

Tyler miró hacia su tobillo, rojo e inflamado, y cerró sus ojos con fuerza. Respiraba superficialmente y una capa de sudor frío cubría todo su cuerpo. Sintió un dolor agudo que le recorrió la pierna, como si un hierro candente le atravesara el hueso. Intentó gritar, pero solo salió un gemido ahogado. Sus ojos se llenaron de lágrimas y su visión se nubló.

De repente, Crackstone y Cole entraron en el salón como un huracán de arrogancia. Caminaron con grandes zancadas hasta quedar frente a su cama. Si el dolor no estuviera nublando su mente, tal ves Tyler se hubiera preocupado por la llegada o habría analizado cada gesto de los hombres; pero en aquel momento lo único que podía hacer era retorcerse del dolor y apretar sus dientes con fuerza.

Cole tomó a uno de los médicos por la solapa y lo arrastró hasta la cama de Tyler.

— Atiéndalo a él —le ordenó.

El médico palideció y asentí o rápidamente. Cortó lo que quedaba del pantalón de Tyler. Llamó a una de las enfermeras y comenzó a limpiar la zona exponiendo una herida profunda. Rozó el área más inflamada y Tyler soltó un seseó entre sus dientes. Su pie estaba doblado en un ángulo antinatural.

— Tenemos que cortar.—dijo el médico —. Trae la sierra.

Tyler abrió sus ojos de par en par.

— No — gruñó, intentando incorporarse pero el médico lo empujó a la cama de nuevo.

— La herida es demasiado profunda y está infectada—. Rompió el pantalón de Tyler arriba de la pantorrilla.

El estómago de Tyler cayó al suelo y la enfermera colocó la sierra en la mesa de trabajo.

Tyler apenas fue consciente del momento en el que sujetó al pseudo-doctor de las camisa y lo inclinó sobre él.

— Corta algo de mi y te matare —dijo entre dientes. El hombre palideció. Y sus ojos viajaron nerviosamente hacia los Crackstone que miraban toda la escena con curiosidad.

— Podría morir.— explicó el médico al reverendo, pero Tyler lo sacudió de la camisa recordándole donde estaba la verdadera amenaza.

Un gruñido reverberó en su garganta y la cara de Tyler tuvo que haber expresado exactamente lo que pensaba, porque el médico tragó en seco.

— ¿Quieres dejar tullido a nuestro héroe?— dijo Cole con un tono bajo y peligroso—. Él salvó mi vida y si eso significa algo para ti, lo salvará a él ahora.

El hombre dejó la sierra a un lado y sacó un pequeño frasco de un baúl.

— Es para que no sientas dolor.

Tyler negó con la cabeza, creyendo que en el momento que caería dormido aquel médico amputaría su pierna.

— Solo hazlo — dijo, cerró los puños en las sabanas debajo de él.

El médico giró su vista a los Crackstone, nuevamente.

—Mató un hombre lobo el sólo. Esto será pan comido.— dijo Crackstone con una sonrisa de satisfacción.

El médico soltó un suspiro, sin poder encontrar el apoyo que buscaba.

Tomándolo de la pierna y con un chasquido, el médico colocó el pie izquierdo de Tyler en la posición en la normalmente debería de estar. Tyler gritó con cada fibra de su ser. Su pie se volvió caliente como si fuera a entrar en combustión y mandó oleadas de dolor que hacían vibrar su nervios. Con un brusco movimiento, Tyler se giró y vomitó en el suelo lo poco que tenía en su estomago. La bilis quemó su garganta y su nariz. Y cuando volvió a acostarse, su cuerpo estaba lánguido y sudoroso. Sus ojos se pusieron en blanco y nuevamente quedó atrapado en sus pesadillas. 


El sol bañaba suavemente el rostro de Tyler y sentía una suave caricia en su cabello que solamente le incentivaba a regresar a su cómodo sueño. Inspiró hondo y sintió el refrescante olor del pino, el acre y la sensación húmeda que siempre permanecía en las partes más profundas del bosque; y debajo de todos esos olores estaba la tenue esencia del dulce olor de hojas descomponiéndose que Merlina siempre cargaba consigo.

Tomó todo el aire que logró meter en sus pulmones.

— ¿Piensas dormir para siempre?

Tyler sonrió de lado y abrió uno de sus ojos. El rostro inexpresivo de Merlina estaba sobre él.

— Sí— le contestó—. Estoy bastante cómodo aquí.

Movió su cabeza, que descansaba sobre las piernas de Merlina, para enfatizar su punto y rio al ver como ella giraba los ojos con fastidio.

— Te perderás las celebraciones.

— ¿Celebraciones?

— Las que han organizado por tu asesinato. Felicidades, Tyler.

Merlina lo miró a los ojos y el brillo de vida desapareció en ellos, la sangre salió de los labios de la chica y la mano que estaba enredada en su cabello dejo de moverse y cayó inerte a un costado.

Tyler abrió los ojos de golpe y la cálida sonrisa de Hyacinth lo recibió.

— Hola —dijo con un tono casi susurrante, enredado sus dedos largos y delgados en su cabello. — Creí que nunca despertarías.

Tyler tragó en seco y miró hacia todos lados completamente desubicado.

Se encontraba en un cuarto cómodo. Tenía una cama mullida, una pequeña mesa con un cántaro de agua y una silla en la que Hyacinth estaba sentada e incluso una pequeña chimenea apagada. El resto de camas de la enfermería habían desaparecido junto al caos y el olor metálico de la sangre.

Hyacinth tuvo que ver la confusión en su rostro porque agregó:

— Crackstone ordenó que te movieran a una habitación individual. Eres el nuevo héroe local. ¡Lo lograste!

Hyacinth le tomó la mano con entusiasmo y él esbozó una débil sonrisa recordando la forma en la que él rostro del licántropo se transformó frente a él.

Sintió la bilis subiendo por su garganta.

Tyler intentó incorporarse de inmediato, pero Hyacinth lo detuvo colocando una mano en su pecho.

— El doctor dijo que no te movieras. Es una lastima que no podrás estar en las celebraciones en tu honor. La fiesta será esta noche.

Una piedra cayó con fuerza en el estómago de Tyler y la suave sonrisa se convirtió en un incomoda mueca.

— No creo que sea para tanto.

— ¡Por supuesto que lo es! Mataste a un hombre lobo con tus propias manos, nadie había hecho algo así antes. Y dicen que capturaron a dos excluidos más. — agregó bajando la voz y con sus ojos brillantes. — Crackstone está extasiado.

— ¿Ah sí? ¿Qué son?

— No lo sé, los tienen en los calabozos.

Tyler alzó sus cejas. Por supuesto, Crackstone estaría disfrutando de darles una cálida bienvenida a esas desdichadas almas.

La puerta sé la habitación se abrió y Hyacinth se separó de él de inmediato. Una enfermera se detuvo en el umbral y arrugó su rostro al ver a la chica.

—No puedes estar aquí. ¿Quién te dejó entrar?

Era una mujer mayor, su cabello castaño con vetas blancas estaba sujeto en un apretado moño y unas cuantas arrugas adornaban su duro rostro.

— Nadie.— respondió Hyacinth bajando su mirada.

—Vete.

— Es mi amiga—intervino Tyler. Hyacinth alzó su vista y sus ojos parecieron brillar.

—Eso no importa.— reprendió la mujer, tomando del brazo a la chica y obligándola a ponerse e pie.

— ¡Hey!— se quejó Tyler. — Suéltala.

— No importa— dijo Hyacinth. Le sonrió forzadamente y luego se marchó con pasos rápidos.

La mujer acercó la silla a la cama de Tyler y comenzó a quitar sus vendas sucias.

—Te daré un consejo, chico. Las mujeres como ellas, no tiene amigos.

— ¿Por qué trabaja en una cantina?— dijo Tyler con un tono un tanto burlón.

La enfermera le lanzó una mirada fulminante, antes de negar lentamente con la cabeza.

— Son peligrosas...—murmuró entre dientes.

Tyler tuvo el impulso de reírse.

No había nada que Hyacinth pudiera hacer para herirlo.

Abrió la boca, pero casi al instante volvió a cerrarla. Por él , aquella enfermera podía pensar lo que quisiera. Es más, tal ves era lo mejor. Las personas hablarían más de como Hyacinth le rompería el corazón y los mantendría más alejados en indagar en su pasado y en descubrir que el único peligro real en Jericó era, justamente, él.

Se acomodó en la cama y notó la mirada de lástima que la enfermera le lanzaba.

Dejó salir un suspiro lastimero y justo cuando su actuación iba a comenzar, la enfermera derramó alcohol en su herida y él se retorcido de dolor.

La enfermera sacó un frasco ámbar de se delantal y con un cuentagotas deposito veinte gotas en el vaso de agua que estaba junto a él.

—Ten. Es láudano, te ayudará a descansar.

Tyler miró al vaso con cierta aprehensión. Tenía una leve noción de lo letal que era el láudano, a Laurel le gustaba darle toda una cátedra de los efectos de sus venenos antes de inyectarlos y jugar ruleta rusa con él. Y aquel en especial, era uno de los más peligrosos por la adicción que le provocaba.

— No te pasara nada— le aseguró la mujer.— Solo tómalo poco a poco.

Tyler asintió y se llevó el vaso a los labios.

Tenía un ligero olor a alcohol y a pesar que solo habían sido unas gotas, consiguió darle un sabor amargo al agua.

Solo unos minutos después, Tyler sintió como su cuerpo se relajo en la cama y cuando la enfermera siguió limpiando su herida, el chico ya se encontraba profundamente dormido. 


Los sueños que provocó el láudano fueron una amalgama incoherente de sus últimos meses de vida.

Los fuegos artificiales del festival de la cosecha ocultaban el crujido de las hojas que pisaba con sus garras. Tyler corría por el bosque y su corazón bombeaba adrenalina a cada fibra de su ser. Aquella era la primera vez que se convertía por su propia voluntad, antes de eso, sus transformaciones eran una pesadilla neblinosa que apenas podía recordar como un borrón o una terrible borrachera.

Ahora, en cambio, se sentía poderoso.

Convertido en un Hyde, Tyler flexión sus piernas y se lanzó hacía el distraído chico de Nunca Más. Su grito agónico le infundió más seguridad y Tyler pasos sus garras una y otra vez hasta que la sangre le empapó el rostro y el grito de Rowan no era más que un fantasma lejano.

Cuando Tyler lo volvió a ver, Rowan no era Rowan y él, no era el hyde.

Tyler levantó sus manos llenas de sangre y la sensación de poder se desvaneció.

La sangre goteaba de sus manos y Tyler sintió como un pesada piedra caían en su estómago. 

Cuando bajó la vista, Tyler observó al licántropo de cabello azabache a sus pies. Su abdomen estaba abierto y sus ojos opacos parecían mirarlo acusadoramente.

Tyler retrocedió con sus piernas temblando y cayó al suelo, pero el bosque se había convertido en una oscura y pedregosa cueva donde él estaba desnudo y temblando.

— Te lo dije, cariño— dijo Laurel con una sonrisa condescendiente en su rostro.

— No fui yo—dijo él con sus ojos abnegados en lágrimas.— Fue el Hyde. Él lo mató.

Laurel negó con la cabeza y colocó una mano sobre su rodilla, apretando a levemente.

— Fuiste tú, Tyler. Tu eres el monstruo.

— Pero yo no quería hacerlo.

— ¿Lo ves?— Laurel colocó su mano libre en el rostro de Tyler, acariciándolo.— Me necesitas. Solo yo, puedo ayudarte.

Tyler la miró con sus ojos abiertos de par en par. La mano que Laurel mantenía sobre su rodilla se deslizó suavemente hacia arriba y él saltó asustado.

Cuando Tyler volvió a abrir los ojos, se dio cuenta que seguía acostado en la enfermería. Su piel estaba fría y perlada de sudor; y sintió una mano acariciando su pierna herida. Rápidamente, Tyler intentó recomponerse, alejarse lo más que pudiera de aquel roce; pero la mano de la chica se cerró sobre él con fuerza y una oleada de dolor le recorrió el cuerpo entero.

— Solo soy yo— dijo Hyacinth consternada.

Tyler se giró hacia ella. La habitación estaba en penumbra, excepto por el pequeño haz de luz que se colaba por la única ventana del lugar.

— ¿Quien es Laurel?

—¿Qué haces aquí? —preguntó él, ignorándola por completo e intentando regular su acelerado corazón—. Te pueden correr de nuevo.

Hyacinth negó con su cabeza y se enderezó en la silla.

—Cole me envió. Todos están celebrando tu gran hazaña y tu también debes celebrar.

Ahora que ella lo mencionaba, Tyler del percató del ruido lejano que se escuchaba en la calle y que le habían hecho recordar el festival de la cosecha.

— Mate a un hombre— dijo Tyler, apartando su mirada y cerrando sus puños—. No hay nada que celebrar.

— Mataste a una bestia— lo corrigió Hyacinth, haciendo énfasis en la ultima palabra.— Y nos has dado esperanza a todos.

Hyacinth se puso de pie con determinación y desató el nudo que mantenía sujetó su sombrero blanco. Su cabello negro se deslizó como una cascada a su espalda, difuminándose con la oscuridad circundante.

Tyler la miró confundido. Luego, Hyacinth desató el nudo de su sobrefalda y la tela se deslizó hacia el piso aflojando el vestido negro que llevaba.

—¿Qué haces? –dijo Tyler apoyándose sobre sus codos.

— Ya te lo dije, Cole desea que me encargue de ti.

— ¡Oh! —exclamó, entendiendo el significado de aquel obsequio— Que amable de su parte pero no, gracias.

Hyacinth lo observó, primero perpleja y luego una furia contenida transmutó su mirada.

— Sabes que no puedo decirle eso.

— No estoy de humor, ¿entiendes? No quiero celebrar nada.

— Si no lo haces, comenzará a sospechar de ti — contraatacó rápidamente. — Pensaba que deseabas ganarte su confianza.

— No tenemos que decirle...

Con un rápido movimiento, la chica se deshizo de su vestido negro quedando solo con una camisa larga y traslúcida que marcaba perfectamente sus grandes pechos. La mirada de Tyler cayó en ellos de inmediato y podía notar como poco a poco sus pezones se endurecian por el frío nocturno.

Aprovechando la distracción de Tyler, Hyacinth se acercó a él y deslizó su mano por la parte interna de los muslos de Tyler, rozando su miembro que comenzaba a creer y engrosarse. Sin embargo, el movimiento de Hyacinth le hizo revivir su pesadilla y antes de que Tyler se diera cuenta había apartado la mano de la chica de un rápido movimiento.

— Dije que no — repitió, apretando la muñeca de Hyacinth.

La chica apretó sus labios con fuerza y sus ojos se llenaron de lágrimas contenidas. Tyler cerró los ojos y dejo salir un largo suspiro. Aflojó el agarre que tenía sobre ella y deslizó su mano, casi como una caricia, hasta entrelazar sus dedos.

— Hyacinth —dijo con una voz más suave —. Estoy herido, me duele todo el cuerpo... Estoy seguro que Cole entenderá.

— A ti te perdonará, pero a mi no. — respondió apartando su mirada. — Creerá que ya no soy útil. Si no te puedo convencer en este estado, él me hara a un lado y buscara a alguien más.

Tyler frunció sus cejas y soltó la mano de la chica.

— ¿Por qué le interesa saber eso?

Ella rodó sus ojos, como si la respuesta fuera obvia.

— Para saber que te puedo convencer de cosas que él no te puede pedir directamente.

Tyler entendió perfectamente de que se trataba. Una prueba de lealtad, una muestra con la que Cole supiera que podía controlar cualquier aspecto de su vida a su antojo. Desde a quien mataba hasta con quien cogia. Los recuerdos de Laurel estaban tan frescos en su memoria, que la compresión de los planes de Cole solo despertó el mas visceral repudió que jamás había sentido y su lado Hyde deseaba hacer correr sangre.

Y aun así, tenía que ganarse su confianza si es que deseaba sobrevivir en aquel mundo y deshacerse de Laurel lo antes posible.

Sus ojos se clavaron en Hyacinth, en su rostro de muñeca y bajó hasta volver a ver sus pechos redondos y respingados. Había hecho peores cosas, pensó, tener sexo con una chica guapa no debía ser un gran problema.

Tyler alargó su mano hasta el seno que se le ofrecía tan facilmente y acarició con su pulgar el pezón hasta endurecerlo.

—Bien —dijo, sin ver la expresión de alivio de la chica. —Pero será bajo mis condiciones.

Tyler se sentó con dificultad, quedando en el borde de la cama y colocando a la chica entre sus piernas. Con su mano libre, tomó el otro seno y siguió acariciándolo por un tiempo mientras sentía como su miembro comenzaba a crecer.

— ¿Qué haces? — preguntó Hyacinth, su respiración se volvia superficial y sin notarlo se había inclinado hacia él.

Tyler alzó su vista y con su pulgar acarició el labio inferior de Hyacinth antes de deslizarlo dentro de su boca.

— Chupa — le ordenó Tyler. Hyacinth arrugó su rostro extrañada. — Succiona —repitió.

La chica lo hizo. Su rostro demostraba su confusión pero a pesar de eso no se detuvo.

— Bien — dijo Tyler. — Usa también tu lengua.

Tyler sintió como la chica tocaba con la punta de la lengua el largo de su dedo y asintió suavemente. Retiró la mano del seno de ella y movió su pantalón lo suficiente para liberar su pene, acariciándolo hasta que estuvo lo suficientemente erecto.

Retiró lentamente su pulgar de la boca de la chica y el sonido que creó pareció rebotar en las paredes.

— ¿Podrias hacer lo mismo? —preguntó Tyler.

— ¿Quieres que con mi boca...?

Los colores subieron en el rostro de Hyacinth.

— No es tan malo como suena — prometió Tyler. La tomó de la parte de atrás de su cabeza y suavemente la hizo inclinarse hasta que su rostro estuvo frente a su palpitante miembro.

Hyacinth se acercó dubitativa y colocó sus labios sobre él, probando por primera vez el sabor de Tyler. Con su lengua, formó círculos sobre la punta del pene y Tyler cerró sus ojos.

— Abre más la boca —le dijó, y con el firme agarre que tenía en ella la empujó hasta que sintió como chocaba contra su garganta.

Tyler soltó un gruñido que le hizo vibrar el pecho. Movió su cadera un par de veces, mostrándole a la chica lo que debía de hacer y una vez que lo compendio, Tyler la soltó y tomó la base de su miembro, pajeandose rápidamente.

Tyler cerró sus ojos con fuerza, no tenía la intención de que aquello durara mucho y en cuanto sintió que la eyaculación estaba cerca, no hizo el mínimo intento de impedirlo.

— Quítate —le dijo rápidamente, pero Hyacinth se aferró con fuerza a sus piernas y hundió su rostro aún más. La forma en la que la garganta de la chica se contrajo fue demasiado para él y con una maldición, su semen se derramó de los labios de Hyacinth.

La chica tragó tocando con sus dedos el fino hilo que se escapaba de la comisura de sus labios y Tyler se dejó caer sobre la cama.

El alivio del clímax se desvaneció con brutal rapidez, dejando tras de sí una sensación que lamentablemente le era demasiado familiar. Su boca se torció con desagrado mientras el sabor agrio de la bilis se arrastraba hasta su garganta. Su piel ardía, y Tyler cerró los puños con fuerza, conteniendo el impulso de arrancársela a jirones. Cerró los ojos, desesperado por hundirse en la inconsciencia, pero incluso allí sabía que sus pesadillas lo estarían esperando.

Chapter 17

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Merlina bajo a través de los túneles de la caverna. La humedad impregnaba las rocas a su alrededor y el frío era casi espectral. La antorcha en sus manos amenazaba con morir y dejarla en la penumbra, pero como todas las antorchas del lugar, estaba encendida con un fuego mágico y eterno, que la hacía renacer como un ave fénix.

Descendió, hasta escuchar el rumor del río subterráneo reverberar entre las paredes de piedra y siguió bajando aún más. Finalmente el túnel se abrió y Merlina encontró todo el consejo de guerra reunido en aquella caverna.

Un par de símbolos mágicos se encontraban a cada lado del umbral y ella dio un paso tentativo para entrar. Fue como si entrara en una burbuja, cualquier sonido externo se enmudeció y los ojos de los miembros del consejo se clavaron en ella.

Merlina dio un rápido vistazo al lugar. Habían doce antorchas, iluminando cada rincón de la pequeña cueva. Las sillas estaban posicionadas en un círculo al centro y en medio se encontraba un gran mapa de Jericó y sus alrededores. También habían libros y pergaminos apilados contra las paredes en diferentes montículos.

Los ojos de Goody se clavaron en Merlina y se puso de pie lentamente.

—Hemos decidido extenderte una invitación permanente para ser parte de este consejo.

Goody estiró una mano y señaló la silla opuesta a la de ella.

Merlina soltó un resoplido. Nunca antes había sentido tantas ganas de reirse.

— Lo oscuristas originales —dijo mientras tomaba su asiento y luego agrego un poco más bajo. —No creí volver a recibir una invitación.

Por un momento, Merlina había considerado declinar la oferta tal y como lo había hecho ante Bianca y su club social, pero al menos el grupo que tenía ante ella aún servía a un objetivo más grande y aquel objetivo la llevaría a regresar a su tiempo.

La satisfacción de ir en contra de los planes de Goody debería esperar un momento más oportuno

Logan, sentado a la derecha de Goody, sonrió de medio lado al escucharla.

— Realmente sabes mas de lo que deberias, ¿no es así? Es nombre nunca ha salido de estas paredes.

— Tal vez ahora se tomaran la molestia de escucharme.

La sonrisa de Logan se volvió más afilada y asintió con un movimiento casi imperceptible, pero fue el único. Los demás parecian completamente inmoviles y sus ojos viajaban nerviosamente hacia Goody. La bruja solo le lanzó una mirada de advertencia antes de acercarse al mapa y señalar la plaza central de Jericó.

— En quince días serán los festejos de acción de Gracias, Crackstone se encargara de eliminar a cualquier excluido que capture en los próximos días-

— Tal vez no hacen el favor de matar al Hyde —dijo Logan torciendo amargamente sus labios. —Aunque prefiero hacerlo yo, por supuesto.

La ira seguía tiñendo las palabras del lobo de una manera tan peligrosa que provoco que un ligero escalofrió viajara por la espalda de Merlina, aunque eso no le impidió registrar las acciones de los demás.

Katherine, que ahora ocupaba el lugar de James, cerró con fuerza sus puños arrugando la tela de su vestido. Elara y Dan, la pareja de vampiros, intercambiaron una mirada elocuente entre ellos; el sin rostro y la gorgona miraron ha Goody y la sirena tiro su largo cabello rubio hacia atrás con gracia y se aclaró la garganta.

— Aparentemente, no tienen a nadie en las celdas.

—¿Y la domadora del Hyde?

— Laurel Gates — dijo Merlina escupiendo el nombre como si fuera un insulto —. Tiene que estar ahí, yo misma vi como los peregrinos la capturaban.

— Tal vez escapó o Crackstone se deshizo de ella —apuntó Dan, el vampiro.

Goody negó y comenzó a caminar en círculos.

—Si estuviera muerta lo sabríamos. El hyde perdería el control.

— Es bueno saber que está controlándose —dijo Logan con sarcasmo.

Goody tensó su mandíbula pero no dio más indicios de haberlo escuchado. — Envíale un mensaje a Viktor, Ianthe, para que confirme la información.

La sirena asintió.

—Debemos reforzar nuestras fronteras. Estarán ansiosos por encontrar cualquier Excluido en estas dos semanas. Solo los vigías pueden estar en el bosque.

— Deben ir en parejas,— dijo Logan poniéndose de pie—. Gorgona, telépatas y sirenas.

—No hay suficientes— dijo Goody.

—Haremos que los hayan.— respondió Logan tajantemente.— Los organizare en la mañana.

Ianthe parecía perpleja y Merlina le pareció curioso la forma en la que la sirena miró a Goody antes de asentir.

—Los demás revisaremos las provisiones y los hechizos de protección. ¿Alguien tiene algo que aportar?— Goody clavó su mirada en Merlina y ella alzó una ceja en un mudó reto.

Era interesante, pensó mientras regresaba a su habitación, ver como el control firme qué Goody había ejercido se perdía y tal vez aquella era su oportunidad para convencer un próximo y más contundente ataque.

Sus pasos se detuvieron cuando encontró a Joshua esperándola junto a la entrada.

Merlina presionó sus labios y cerró sus puños.

—¿Que haces aquí?— dijo con sus dientes apretados.

—Tenemos que hablar.

—¿Por que no solo vuelves a entrar a mi mente? Nos ahorrariamos el tedio.

La suave sonrisa de Joshua desapareció y su rostro se alargó. Merlina intentó evitarlo y pasar a su habitación, pero él la tomó de la muñeca con un ágil movimiento.

La molestia que se había acumulado dentro de ella, encontró aquel pequeño gesto como un detonante y rápidamente, Merlina hizo una maniobra y el rostro de Joshua terminó pegado a la fría piedra de la pared mientras ella le sostenía el brazo contra la espalda. Solo necesitaba un tirón para escuchar el inconfundible chasquido de un hueso roto.

— Atrevete a volver a entrar en mi mente y te aseguro que acabare contigo de la manera más dolorosa posible.

Joshua apretó sus labios y ella tiró un poco, haciéndolo retorcerse del dolor. Luego, dio un paso hacia atrás y entró en el estrecho túnel que llevaba a su habitación.

— Necesitaba saber cómo era él. —dijo Joshua, que para sorpresa de Merlina la había seguido.

Ella giró sobre sus talones, apenas se podían ver en la oscuridad del túnel.

— En ese caso, tenía que ser yo quien fuera a Jericó.

Joshua volvió a alargar su brazo para tocarla, pero ella lo esquivó de un rápido movimiento.

— Lo siento —dijo Joshua, arrugando su rostro. — Lamento haberte engañado sobre el collar, pero no me disculpare por evitar que te arriesgues infiltrándote en Jericó.

— No necesito que me protejas, se cuidarme sola.

— ¿Y como pensabas cuidarte del Hyde? Vi cómo atravesó a James y ni siquiera estaba completamente transformado.

Merlina apartó su mirada y apretó sus labios. No necesitaba que le recordaran lo indefensa que estaba ante un monstruo como aquel, ella lo sabía y aun así…

— Conozco a Tyler.

Joshua soltó un profundo suspiro y el silencio se extendió cada vez más incómodo.

— Ven — la voz del chico fue tan baja que Merlina solo le entendió cuando él mismo tomó la delantera y entró a la habitación.

Las antorchas lo iluminaron y Merlina pudo ver las ojeras que decoraban sus ojos marrones y que resaltaba aún más en su piel pálida. Joshua colocó un pergamino sobre la entrada de la cueva donde se podía ver una linea vertical que cruzaba el papel.

— Es una runa — explicó ante la mirada inquisidora de Merlina. — Le pedí a una de las brujas que la hiciera. Es para ti.

—¿Qué se supone que hace? ¿Decorar este lugar? —dijo con claro desdén.

— Evitara oídos curiosos. Pense que podrias apreciar algo de privacidad.

Joshua esbozó una sonrisa diminuta, casi inexistente, pero sus ojos buscaron cualquier reacción en ella. Merlina, miró de la runa a él un par de veces.

— Esto no cambia nada —declaró.

— Realmente lo siento, Merlina. El plan estaba hecho antes de conocerte y yo nunca pensé que… — Joshua paseó por la habitación y su rostro volvio a envolverse en la pena.

— ¿No creiste que en un guerra morirían personas?

— No creí que uno de los nuestros, trabajara para ellos.

— Es un hyde, solo obedece las órdenes de su amo. —Las palabras salieron de sus labios antes de que ella pudiera siquiera pensarlas, fue la mirada atónita de Joshua que la hizo darse cuenta de ese error.

— Vi como te engaño, ¿estaba siguiendo órdenes también?

— No lo sé, pero tu hiciste lo mismo y estabas siguiendo órdenes ¿No es así?

La postura de Joshua pareció hundirse unos centímetros.

— No estás siendo justa. Sabes que no es lo mismo —Merlina cerró sus brazos debajo de su pecho y sus ojos lo miraron fijamente hasta quebrarlo —¿Qué puedo hacer para que me perdones?

Merlina dio un paso hacia él y alzó su mentón desafiante.

— Dime todo lo que sabes.

Joshua abrió sus ojos sorprendido y luego movió su cabeza de un lado al otro.

— Realmente Logan no se equivocó contigo. Es con él con quien debes reunirte si quieres saber cómo están las cosas, pero Goody sabe que una alianza entre ustedes le causaría problemas.

— Entonces, ¿serás el mensajero? — inquirió con una ceja levantada.

— Si logras volver a confiar en mi…

Dejó la frase en el aire y Merlina lo analizó detenidamente.

— Lo pensaré — declaró aunque su rostro dejaba ver lo interesada que estaba en la propuesta.

Joshua le sonrió antes de quitar la runa y entregársela.

—Estare esperando tu respuesta. 

Notes:

Feliz año nuevo y espero que todos hayan tenido unas lindas fiestas.
Originalmente este capítulo era más largo, pero al final me decidí por dejar el POV de Merlina solo.
Como no se como poner portadas en esta página, abri un IG para compartir las portadas de cada una de las historias y algunos adelantos. El link lo dejare en mi perfil.

Chapter Text

Donovan se llevó las manos al rostro. Su mundo daba vueltas y sentía que en cualquier momento devolvería el escuálido emparedado que había comido aquella mañana, sus manos temblaban y el aire se negaba a entrar en sus pulmones.

Había supervisado la inspección del despacho y habitación de Thornhill. Donovan estuvo de pie debajo del marco de la puerta, con sus brazos cruzados y sus ojos taladrando a cada uno de los efectivos que estaban en la tarea. Cada maldito papel, cada maldito adorno, habia pasado por sus manos.

Nada.

No había nada.

Cuando llegó a su casa, desquitó su ira contra la mesa del comedor, que seguía dada vuelta en algún rincón, y Elvis lanzó un gemido triste desde la esquina donde se escondía. Donovan solo se durmió después de terminar todas las cervezas del refrigerador.

La tarde siguiente, cuando el dolor de cabeza había menguado, condujo solo hasta la antigua mansión Gates y comenzó a recorrer cada una de las habitaciones, con la linterna en una mano y su arma en la otra.

La casa seguía igual que cuando la visito unas semanas atrás, con Merlina taladrándolo con sus acusaciones sobre los Gates y los monstruos que ahi vivian.

El polvo hacia que le picara la nariz y la madera vieja crujía bajo sus pasos, pero la casa seguía vacía. Donovan se detuvo en la antigua sala familiar y alumbró el viejo cuadro de los Gates. Iluminó el rostro del corrupto Ansel, recordó sus aires de grandeza y su andar pavoneado, en un pueblo que consideraba suyo y luego, sus ojos se quedaron pegados en Garret.

El chico había muerto casi a la misma edad que Tyler tenía ahora, todo por seguir un plan genocida de su perturbado padre. 

Todo por odio y obsesión.

Gates había llevado a su familia a la locura y la perdición; y Donovan no podía dejar de pensar que él también había hecho lo mismo con su propia familia.

Tragó en seco, intentado disolver el nudo que se forma en su pecho, y decidió continuar. Bajó su mirada e interiormente rezó a cualquier dios que existiera, que aquel no fuera también su final.

Terminó de revisar el primer rellano, sin encontrar nada más que polvo y ratas que correteaban cada vez que la luz iluminaba sus nichos. Fue en la segunda planta donde el estómago de Donovan cayó al suelo cuando abrió la puerta de una habitacion inmaculada y perfectamente limpia.

La habitación de Laurel Gates.

Donovan dio un paso lento, la madera crujió. Sin duda, eso habia sido lo que Noble había encontrado y que tanto deseaba contarle. Guardó su arma en la cintura y pasó la luz de la lámpara por cada sitio desde el florero con un ramo de rosas marchitas, al armario y el viejo tocador. La cama estaba tendida, el polvo era inexistente. Donovan abrió las gavetas llenas de ropas de adulto holgadas en algunas y con ropa de niña en otras.

El lugar le produjo escalofríos.

En el tocador, encontró un telefono desechable y rápidamente lo guardó en una bolsa para transportar la evidencia. Luego, Donovan se dirigió a la pequeña mesa junto a la cama, la jaló, pero la gaveta no se abrió.

Con el corazón latiendo fuertemente en su pecho. Donovan se arrodilló y sacó una pequeña navaja de su bolsillo trasero. Hizo un hábil giro de muñeca y un chasquido le indicó de su éxito.

La sensación de victoria fue corta.

Dentro del cajón se encontraba una serie de sobres, algunos grandes otros pequeños, que Donovan dejó caer sobre la cama.

Su corazón se detuvo cuando una fotografía salió de uno de ellos y cayó sobre todo lo demás.

La sangre se congeló en sus venas y rápidamente recolectó todas las pequeñas fotografías que habían encontrado en el sobre abierto.

Eran muchas y todas se trataban sobre una misma persona. Donovan miró a Tyler en el trabajo, en la secundaria, fotos de su casa e incluso de su perro. Habían una copia de la orden para asistir a terapias por manejo de la ira, el horario de citas con la Dra. Kinbott, una copia de su horario de clases y un volante del campamento de conducta.

Un año, pensó. Hace un año seguían a Tyler y él no se había percatado.

Una agria sensación se asentó en su estómago, pero al mismo tiempo, su corazón latía fuertemente sabiendo que al menos tendría algunas respuestas.

Sacó otro de los sobres rápidamente y se encontró con la copia del expediente médico de Françoise.

Aquel hallazgo hizo temblar el suelo bajo sus pies.

Algo en Donovan se quebró al ver su fotografía otra vez, ver aquella sonrisa dulce que tanto extrañaba. Se sentó lentamente en la cama y con dedos temblorosos acarició el rostro que aun recordaba cada vez que cerraba los ojos. Su voz, por el contrario, la había olvidado hace mucho tiempo y se odia por ello.

Obligó a separar su mirada de ella y observó como estaba circulada la palabra Hyde. Sus cejas se juntaron y el nudo en su pecho se estrechó con más fuerza.

Dejó el expediente sobre la cama y sacó los últimos dos sobres. Eran pequeños y sus dedos temblaron cuando abrieron el primero.

La nueva serie de fotografías le sacudió su mundo entero.

Donovan sintió como si hubiera recibido un puñetazo en el estómago. Se llevó sus temblorosas manos a la cara, sus lágrimas comenzaron a rodar y su respiración se volvió entrecortada.

En su regazo se extendía una serie de fotografías de Tyler encadenado, sangrando e inconsciente.

Su hijo...

Sus ojos se fijaron en la expresión de Tyler en una de las imágenes, tan asustado y perdido. Tan lleno de desesperanza. ¿Cuando? ¿Cómo?

Sus dedos temblorosos rozaron la foto, como si pudiera alcanzarlo. Como si pudiera hacer algo.

Un sollozo ahogado escapó de su garganta, quemándola, abriéndola. Y entonces, su grito quebró la quietud perpetua de la mansión Gates.

Le había fallado a Fran.

Le había fallado a Tyler…


Tyler apenas arrugó el rostro cuando el médico removió el vendaje. Su cuerpo entero parecía de plomo, hundiéndolo en la cama como si fuera parte de ella. Ni siquiera el dolor viajaba con normalidad a través de sus adormilados nervios.

—¿Te duele?— preguntó el médico, pero su voz llegó como un susurro lejano hasta él.

—Dale más láudano— dijo Cole que se mantenían con sus brazos cruzados frente a él— No quiero que sienta ninguna incomodidad.

Tyler alzó su vista hacia ellos, quería decir algo, pero su boca se sentia pesada y arenosa.

El médico le extendió el vaso con láudano y Tyler lo miró por unos segundos antes de bajar sus mirada hacia sus manos. Intentó mover sus dedos. No lo logró.

Alzó su mirada y las sombras de la habitación se estiraron para alcanzarlo y el licántropo muerto emergió de ellas.

Tyler apretó sus mandibula al verlo avanzar con calma. En el rostro la sangre aún fresca humedecía sus labios. El agujero en su abdomen era una herida imposible de ignorar. Todos los músculos de la espalda de Tyler se tensaron.

—Es normal— explicó el médico a Cole,— el láudano puede provocar alucinaciones.

Tyler escuchó al médico pero sus palabras se perdieron casi de inmediato.

Cole arrugó el entrecejo y cruzó los brazos, estudiando detenidamente a Tyler.

—¿Alucinaciones? —repitió con interés.

El médico asintió. Pero Tyler ya no estaba escuchando.

El lobo se sentó a su lado. Tyler sintió la cama hundirse. Con un gran esfuerzo apartó la mirada de él y se centró en Cole.

No era real -se repetia a si mismo- no podia estar ahi.

El médico le dio el vaso a la anciana enfermera y ella se lo puso en los labios humedeciéndolos.

—Qué lo beba regularmente.— le indicó a la anciana y luego siguió retirando el vendaje. Tyler trago distraídamente.

El médico continuó con su inspección, explicando los detalles a Cole, pero aunque Tyler quería escuchar las palabras eran tan lejanas que no podía.

Quitaron los vendajes, Cole se inclinó sobre la herida con una mueca de desagrado. Luego, la limpiaron con esperó y finalmente sustituyeron los vendajes con una nueva serie de cataplasmas que le produjeron que su piel se erizará.

Aun así, Tyler no se movió.

—Vaya, esta mejor de lo que había imaginado— dijo el médico— si sigue así te recuperarás antes de lo que tenía pensado.

—Tal vez no están tan mal — pensó Tyler. Sin embargo, los ojos de Cole y el médico cayeron sobre él y Tyler se dio cuenta que sus palabras habían resonado en la habitación.

El licántropo se inclinó sobre él y su pútrido aliento chocó contra él rostro de Tyler.

Van a descubrirte —susurró con voz triunfal —. Lo sabes, ¿verdad? Y cuando lo hagan…

Metió su mano en el pecho de Tyler, como si quisiera arrancarle el corazón, y él chico saltó sobre la cama.

—Ten cuidado— regañó Cole al médico.— ¿Podrá estar de pie para el día de acción de gracias?

Tyler cerró los ojos, con su respiración desembocada y su corazón martillando con fuerza. El licántropo seguía riéndose junto a su oído.

— Con ayuda si. Aunque su herida cierre, tiene un hueso roto.

Cole asintió y con un gesto de su mano despacho al médico y la enfermera. Arrastró la silla que el médico había utilizado y se sentó junto al chico. Tyler apenas movió su cabeza para verlo.

—Tengo grandes planes para ti, chico.— dijo. Su sonrisa era amplia, pero Tyler podía ver el brillo malicioso en sus ojos. Era tan parecido a Laurel.—Mi padre y yo lo hemos pensado mucho y queremos que seas tú quien haga la ejecución en el patíbulo.

Tyler sintió un escalofrío recorrer su espalda.

Genial— celebró el lobo con su sonrisa sangrante—. Un vida más a tu historial. ¿Qué harás cuando te descubran y los excluidos te odien?

Tyler esbozó una sonrisa forzada, fijando su mirada en Cole.

—No sé si…

Las palabras se esfumaron.

Parpadeó. Su boca estaba abierta, pero no recordaba lo que iba a decir.

Cole se inclinó, su sombra oscureciendo la vela más cercana.

—Yo…

—Tú lo harás —dijo Cole, acercándose —Solo debes seguir las instrucciones del doctor y por eso he decidido que mi esposa ayudará a cuidarte. ¡Agnes!

Tyler parpadeó lentamente cuando la puerta se abrió. Una figura delgada y rígida entró en la habitación.

Tyler juntó sus cejas al verla.

Era sumamente delgada y la palidez de su rostro no parecía ni saludable ni natural. Su cabello castaño estaba recogido en un apretado moño y sus labios se fruncía en un gesto molesto. Pero fue su postura la que le resultó más perturbadora. Se mantenía erguida, pero levemente encorvada hacia adelante, sus manos sostenían inconscientemente su abdomen.

—Te dejo en las mejores manos —dijo Cole, palmenandole el hombro con brusquedad antes de marcharse.

La puerta se cerró con un fuerte golpe que lo hizo estremecerse.

Agnes tomó el asiento que Cole había dejado y Tyler la miró con curiosidad. Ella no lo volteó a ver, solo sacó una madeja de lana de su bolso, comenzando a tejer en silencio.

—Hola —logró decir, casi en un susurro.

Agnes alzó su vista y su mirada hizo que el corazón de Tyler saltara enloquecido.

No fue por sus color de ojos o su forma, los de Agnes eran castaños y grandes. Más bien fue su mirada, que aunque parecía severa, un tinte de miedo se ocultaba detrás.

Tyler lo reconoció enseguida.

Lo había visto toda su vida.

Era la mirada de su padre. 


Cada vez que entraba a la habitación, Tyler miraba a Agnes con curiosidad.

La mujer se podía mantener horas junto a su cama, tejiendo la mayor parte de las veces, pero casi nunca le dirigía la palabra. Sus ojos oscuros tenían un mirada severa, pero lo esquivaban de tal manera que solo lograba aumentar su curiosidad por ella.

Cada vez que ella entraba, Tyler sentia como si alguien hubiera metido su puño en su estómago. Y cada vez que ella lo ignoraba, se sentia extrañamente decepcionado.

La parte de su mente que aún podía trabajar correctamente, era consciente que no se debía en absoluto a Agnes, sino a la persona en que ella lo obligaba a pensar.

Su padre.

Los recuerdo lo perseguían en sus delirantes horas. A veces, su padre aparecía en sus sueños. A veces, su voz surgía de los labios de Agnes, fría y distante, esquivando sus preguntas. Y los recuerdos lo aplastaban aún más a la cama en la que convalecía.

Era extraño siquiera recordarlo, cuando sólo lo había mencionado para hacer más creíble su coartada frente a Crackstone y por supuesto, el fantasma que habitaba en su cabeza no habia desperdiciado la oportunidad de torturarlo con él.

— Tu padre sabía el monstruo que eras —dijo el licántropo inspeccionando el semblante serio de Agnes. — por eso te tenía miedo. Ella tambien te tiene miedo.

Pero eso era imposible, porque Agnes no sabía lo que él era.

¿Verdad?

Una mañana en la que Tyler se encontró con su mente más despejada, encontró las palabras para poder acercarse a ella.

—¿Como sigues? —preguntó. Tenía un vago recuerdo de haberla visto el día que visitó los terrenos de Crackstone—Tu herida —agregó señalándole el abdomen.

La mujer llevó una de sus manos hasta su costado y lo miró atónita. Sus labios seguían apretados en una fina línea, pero Tyler no estaba seguro si era por asombro o enojo.

— ¿Qué te pasó?

Agnes abrió sus labios como pez fuera del agua. Su mirada dura cayó en la señora Miller y luego, regresó a Tyler antes de desviar su mirada.

—No paso nada. No se de que hablas.

La mujer dejó aun lado su bordado y se marchó con pasos rápidos.

Tyler se quedó viendo la puerta cerrarse, una sensación de inquietud formándose en su pecho. La señora Miller, la enfermera, se mantuvo en silencio y ambos escucharon como los pasos de Agnes se alejaban por las escaleras.

Tyler, miró a la anciana sin entender lo que había pasado, su corazón comenzó a palpitar frenéticamente e intento recordar exactamente lo que había dicho, ¿o solo lo había pensado?

De repente, y para aumentar aún más la ansiedad que lo escocia, la señora Miller también se puso de pie, rodeó la cama de Tyler y tomó el vaso de láudano que siempre descansaba ahí. Miró por la venta y lanzó su contenido.

— Ya no debes de seguir tomando esto — le dijo, rellenando el vaso con agua —Los médicos de ahora, solo saben dar láudano por esto y aquello.

Tyler la miró confundido y la anciana soltó un profundo suspiro agotado. Se inclinó sobre él y le tomó la mandíbula con fuerza.

— Ya no beberás esto ¿Me entiendes, chico? — Tyler parpadeó. — ¿Me entiendes?

Finalmente, Tyler asintió.

— Bien.

La señora Miller tomó las vendas y los ungüentos. Corrió la silla hasta el pie de la cama y destapó la pierna herida de Tyler.

El chico soltó un quejido adolorido y la anciana lo fulminó con su mirada.

— Tienes que aguantar —le dijo—Muerde la almohada si quieres gritar, pero deja de quejarte.

Le quitó el vendaje, algunos trozos de tela se quedaron pegados a la sangre seca y Tyler se mordió la lengua para acallar su grito. Un sudor frío comenzó a recorrerle la piel.

—Si gritas, la sacaran de aquí — dijo el fantasma del licántropo, mirando con fascinación el rostro contorsionado por el dolor de Tyler.

— No lo hagas —dijo su padre, con aquella mirada reprobatoria desde la puerta.

Tyler se mordió la lengua hasta que el sabor metálico invadió su paladar. El Hyde dentro de él gruñó desperezándose, como si se despertara con el sabor de la sangre. Tyler sintió sus músculos tensarse, su respiración volverse más pesada. No. No ahora. Tyler cerró sus ojos con fuerza, respirando profundamente hasta que la señora Miller terminó.

Le había limpiado la herida con esmero, y al enderezarse lo miró a los ojos. Dio un firme asentimiento. Tyler parpadeó, sorprendido. No recordaba la última vez que alguien lo había mirado así.

Tuvieron que pasar tres días para que que las alucinaciones dejaran de atormentarlo, pero cuando desaparecieron Tyler sintió como si un peso enorme se hubiera quitado de sus hombros.

No necesitaba el recordatorio constante para saber que sus manos seguían bañadas con sangre.

Tyler soltó un profundo suspiro y cerró sus ojos.

— ¿Ya te sientes mejor? — preguntó la señora Miller desde su silla.

Tyler se incorporó un poco en la cama.

—Gracias —la mujer solo asintió con sí vista fija en él bordado —. ¿No tendrá problemas?

— Solo si abres la boca, chico—gruñó y cortó el hilo que tejía. Tyler no pudo ocultar su sonrisa, la rudeza de la señora Miller se sentia extrañamente bien. —He visto hombres sucumbir por dosis menores a las que tomastes, pero los médicos solo quieren adormecer a sus pacientes ahora.

—Tyler –la señora Miller alzó sus ojos, de un pálido azul, y la intensidad de su mirada logró cohibirlo ligeramente. Tyler aclaró su garganta y tomó valor – Mi nombre es Tyler.

Por un momento, pensó que la vieja enfermera lo ignoraria. Su entrañas se retorcieron con fuerza. Sin embargo, la expresión del rostro de la señora Miller se suavizó levemente y Tyler soltó el aire que retenía.

Ella se puso de pie y le sirvió un vaso de agua, luego sacó un frasco de cristal ámbar de su delantal y colocó unas cuantas gotas de un líquido transparente, para después dejarlo sobre la mesa.

— Solo es agua, pero los conseguirá engañar. Recuerda cambiar el contenido todas las mañanas… Tyler.

Cuando tomó el vaso, las puertas se abrieron de par en par, haciendo que casi derramara el líquido sobre la cama. Cole entró con el médico y su esposa a cada lado. La señora Miller se hizo a un lado rápidamente y bajó su mirada.

— Escuché que estás mucho mejor.

— La herida ya ha curado por completo —respondió rápidamente el doctor pero Cole no separó sus ojos de Tyler, sonriéndole de aquella forma siniestra que tenía.

Tyler sintió un escalofrío recorrer la espalda y lo disimuló parpadeando lentamente con una mirada confundida.

— Es como ver un milagro.

Tyler esbozó una sonrisa tímida.

— Supongo que Dios desea que siga luchando para purificar la tierra. — arrastró sus palabras, buscando imitar el efecto del láudano. Sin embargo, tenía que reconocer que se escuchaba más como alguien ebrio que alguien drogado.

Su pequeño error pareció pasar desapercibido gracias al contenido de sus palabras, que no dejaron indiferente a nadie. Agnes, lo miró directamente, sorprendida, y luego, paso su vista a Cole. Su esposo por su parte se acercó a Tyler y se sentó juntó a él asintiendo.

—Lo sé, mi padre y yo estamos seguros de eso. Aunque te confieso —Cole miró a Agnes y río, antes de negar con su cabeza. — Que teníamos nuestras dudas de acerca de tu fe. Pocas veces te hemos visto en la iglesia.

— No sentia que me habia ganado el honor.— intentó ajustar su modo de hablar, para que las palabras salieran más lentas y adormecidas.

Aparentemente la información que Hyacinth le habia dado era cierta y Tyler hizo una nota mental de visitar el edificio cada semana una vez que saliera de ahí.

No le gustaba la idea, en su tiempo, Tyler solo había visitado la vieja iglesia para el funeral de su madre y el dia del funeral del Alcalde Walker. Recordó el rostro deshecho en dolor de Lucas y sintió como la culpa nuevamente retorcía dentro de él.

No fui yo” se repitió Tyler como un triste consuelo “Fue Laurel”.

“Pero eres cómplice” dijo otra voz en su cabeza y esta vez ya no era la del licántropo, era la suya propia.

Tyler empujó sus pensamientos a la parte trasera de su mente. Si se dejaba caer en la culpa, sabía que no podría salir.

— Tonterías —respondió Cole palmeando el hombro, ajeno al tumulto interno en él. —Dios recibe en su casa a todos los que no sean abominaciones de satanás.

Tyler intentó sonreír con gratitud, pero lo único que salió fue una mueca incómoda.

—Supongo que ya puedo regresar con los Castel —dijo Tyler.

—No.

La respuesta de Cole fue contundente y Tyler juntó sus cejas confuso.

— Ya te lo hemos dicho. Mi padre y yo hemos conversado. Me salvaste la vida y nos has demostrado una lealtad que pocos poseen. Queremos asegurarnos de que tengas todo lo que necesites. Quédate aquí todo el tiempo que tardes en recuperarte y después podemos pensar en algo más permanente, como un tierras y una casa. Es momento de que formes realmente parte de Jericó.

El médico no parecía de acuerdo con la idea, pero tuvo la sensatez de guardar sus pensamientos.

Tyler alzó sus cejas genuinamente sorprendido.

— Yo… — bajó su vista y negó lentamente con la cabeza —. Eso es demasiado.

— Tonterias, chico. Te lo has ganado.

Cole le palmeó el hombro y clavó sus pequeños y brillantes ojos en él. Tyler tragó en seco y asintió. La sonrisa de Cole parecía cálida, pero había algo en la forma en que apretaba su mano sobre su hombro que le hizo sentir un escalofrío.

— Se lo agradezco mucho.

Y aunque la sonrisa de Tyler apenas duró unos segundos, sus ojos se humedecieron y apartó rápidamente la mirada. Bien, pensó para sus adentros, sus dotes actorales no habían desaparecido aun con la sedación.

Cole apartó su mano de él y tomó el vaso que Tyler sostenía. Agregó una generosa dosis de láudano y volvio a extendérselo

—Bien. Viktor vendrá a visitarte para indicarte algunas opciones. Ahora debes de descansar.

Cole le palmeó el hombro, pero esta vez su mano no se retiró de inmediato. Sus dedos se cerraron ligeramente sobre él, como si quisiera asegurarse de que no intentara moverse. Solo entonces, con una sonrisa fugaz, se levantó y se marchó.

La señora Miller, Agnes y el médico lo siguieron.

Una vez solo, Tyler soltó un suspiro. Sus ojos viajaron al vaso en sus manos, donde normalmente debían haber una dosis de láudano esperando para adormecerlo.

Una parte de él deseaba volver a tomarlo el sedante real, pero rápidamente movió sacudió su cabeza. Se tomó el vaso de agua y luego se acostó. Cerró sus ojos, pero agudizó sus oídos. 


Los miércoles y sábados eran los días de culto. Tyler despertaba con el repique de la campana de la iglesia, llamando a los feligreses, y luego el pueblo entero se sumía en una quietud total.

Esos días se habían convertido en un respiro. Eran los únicos momentos en los que podía estar solo, seguro de que nadie lo interrumpiría.

Se deslizó de la cama y apoyó los pies en el frío suelo de madera. Un escalofrío lo recorrió cuando su peso cayó sobre su pierna recién recuperada. Cerró los ojos y soltó un suspiro pesado.

Dio un paso al frente. Sus piernas temblaron como gelatina. Se apoyó en la mesa, luego en la pared, avanzando lentamente, apretando los dientes con cada punzada de dolor.

Casi había cruzado la habitación cuando sus piernas cedieron. Cayó con fuerza, el sonido retumbó en las paredes. Su corazón se detuvo por un instante. Aguantó la respiración, atento a cualquier ruido que delatara que alguien se aproximaba.

Nada.

Se obligó a ponerse de pie otra vez.

No podía darse el lujo de ser débil. Tenía que recuperar su movilidad lo antes posible. La vulnerabilidad no era una opción. No ahora que había logrado acercarse a Cole y los Crackstone. Un paso en falso y sería su perdición.

Tenía que recuperar su ventaja.

Luego, podría concentrarse en eliminar a Laurel.

Se detuvo en seco.

Recordó las palabras de Cole sobre la próxima ejecución. Juntó las cejas, tratando de enfocarse, pero las palabras se deslizaban de su memoria. Tyler lanzó un resoplido frustrado. Luego, tragó en seco, eliminando el nudo que comenzaba a formarse en su garganta.

No tenía opción. Tenía que seguir obedeciendo a Cole... hasta que pudiera deshacerse de su “querida Ama”.

Dio otro paso. Enterró la culpa debajo del dolor.

No habia nada más que pudiera hacer y se convenció de que de todas maneras esas personas ya habían muerto en su tiempo, en su presente. Tal vez el lobo estaba destinado a morir aquella noche… si es que algo como el destino existía, claro.

Tan solo le dió una vuelta a la pequeña habitación, cuando Tyler se sentó en la cama con su respiración entrecortada y su frente perlada en sudor.

Al menos lo había logrado, se permitió regocijarse en el pequeño triunfo. Recuperó el aire y luego tomó el urinal que estaba debajo de su cama. Vació el bote de láudano y lo rellenó con agua. Luego, comenzó a vendar nuevamente su pie, humedeciendo las cataplasmas que se habia retirado. Los hierbajos apestaban a podrido y Tyler contuvo una arcada al sentir la textura viscosa en su piel.

Cuando saliera de ahí, se escaparía para darse un buen baño.

Un recuerdo lejano lo asaltó: Merlina bañandose a unos pocos metros de él. Parecía que habían pasado años desde que la había visto. Tyler sonrió de medio lado. Tal vez, la podria encontrar nuevamente bañando ahí. Tal vez, esta vez se uniría con ella.

Tyler estaba tan entretenido pensando en la reacción de su antigua… ¿novia? ¿amiga?, ¿enemiga?, ¿casi algo?; que cuando la campana de la iglesia sonó, dio un fuerte saltó sobre la cama.

Se apresuró a guardar todo y se acostó. Relajó su rostro y practicó su mirada perdida.

Poco después, escuchó el ruido de las personas llenar las calles y luego el edificio en el que se encontraba pareció cobrar vida. Los pasillos se llenaron de charlas y pasos que rebotaban contra las paredes.

Tyler escuchó crujir las escaleras y luego la puerta de su habitación se abrió.

Cole esbozó aquella cruel sonrisa que poseía y Tyler sintió un escalofrío bajar por su espalda.

— Tengo buenas noticias — le dijo, alzando un par de rústicas muletas —. El médico me anunció que podrás estar de pie para el dia de accion de gracias. Tal vez quieras familiarizarte con estas.

— Gracias —dijo Tyler cuidando de arrastrar sus palabras para simular el efecto del láudano en su cuerpo.

— Ya está todo listo para la próxima semana. Colgaremos a las brujas, mi padre no quiere que nos entretengamos mucho en eso.

— ¿Brujas? — dijo parpadeando lentamente con cuidado —¿Cuántas son?

Cole sonrió con malicia.

— Lo sabrás ese dia. No quisiera arruinarte la sorpresa.

Tyler sintió como una pesada piedra caía en su estómago, se obligó a sonreír, aunque, más parecía una mueca incómoda. Antes de que pudiera replicar, la puerta volvió a abrirse.

Hyacinth entró con una reluciente sonrisa.

— Tyl-

Su voz se cortó y sus ojos cayeron en Cole.

El hombre se tensó. La chica deslizó su mirada de él a Tyler, que se incorporó sobre sus hombros con curiosidad, y luego miró a Cole, nuevamente.

Tyler inclinó ligeramente la cabeza, observando cómo la sonrisa de Cole desaparecía, cómo sus puños se cerraban con fuerza.

Hyacinth abrió su boca, pero las palabras no parecían encontrar su camino.

— ¿Qué haces aquí? — fue Cole el primero en hablar, su voz extrañamente filosa y sus puños firmemente cerrados.

— Yo-

— El chico no puede recibir visitas.

Tyler arqueó una ceja y suprimió un bufido burlón ¿No podía recibir visitas? Qué curioso. Su habitación parecía más concurrida que la plaza central.

Hyacinth retrocedió un paso.

— Lo siento. Yo-no-lo — respondió Hyacinth rápidamente tropezándose con sus propias palabras. Su rostro habia palidecido.

— Te llevaré a la salida.

Cole tomó con fuerza a la chica del brazo y la arrastró fuera de la pequeña habitación. Hyacinth ni siquiera volvió a verlo.

Cole tampoco.

Tyler, en cambio, levantó y caminó cojeando hasta la puerta. Llegó a tiempo para ver por la ranura como Cole empujaba a Hyacinth hacia una de las habitaciones.

Tomando las muletas que le habían dejado, Tyler salió y se acercó al lugar procurando hacer el menor ruido posible. La algarabía del rellano inferior amortiguaba los golpes de las muletas contra el suelo de madera.

En cuanto estuvo cerca de la puerta escuchó una fuerte bofetada y luego el sonido de un cuerpo cayendo al suelo. Tyler se tensó. La ira comenzó a burbujear dentro de él incluso antes de acercarse a la puerta y ver una escena que le produjo un profundo malestar.

Hyacinth sollozaba a los pies de Cole. Sus manos palpaban su mejilla roja e inflamada.

Tyler tomó la manija de la puerta. Su brazo temblaba de ira, pero luego, Cole habló.

— Te dije que te alejaras de él.

Tyler se congeló en su sitio. Sus ojos, aún como dagas, perforaron la espalda del hombre.

— Lo siento — balbuceó Hyacinth, limpiando bruscamente las lágrimas de sus mejillas.

— ¿Lo sientes? —Cole masculló entre dientes. La cólera lo hacía sisear como una serpiente rabiosa. — ¿Crees que no se lo que tramas? ¿ Piensas que él te liberará?—dijo, mofándose de la última palabra. Cole la sujetó del cabello y la levantó. Hyacinth soltó un agudo chillido. — No seas estúpida.

— Cole, por favor. He hecho todo lo que me has pedido.

— Te he pedido, hasta el cansancio, que te alejes de él — la volvió a golpearla con el dorso de su mano y con el anillo que cargaba le abrió una herida en el labio inferior. La sangre se escurrió por su barbilla.

Cole soltó un fuerte resoplido y dio un par de pasos de un lado al otro, como un felino en acechó y los ojos de Tyler no se alejaron ni un segundo de él. Su corazón latía de prisa, sus entrañas se retorcían y su mente no dejaba de buscar un significado para lo que estaba escuchando.

¿Qué se alejara?

¿Pero, ella había dicho…?

— He sido paciente, Hyacinth —volvió a hablar, esta vez su voz era apenas un susurro y Tyler se acercó aún más.— Te he dejado juguetear con el chico.

El estómago de Tyler cayó al suelo. Sus pies se movieron con torpeza, como si el suelo se volviera inestable bajo él. Un frío paralizante le recorrió la espalda.

— Lo sé —dijo ella rápidamente. Cuando Cole alzó su vista a ella, la chica retrocedió con un escalofrío.

Cole tomó a Hyacinth de la mandíbula y la hizo retroceder hasta que su cuerpo quedó aprisionado entre él y la pared.

— Tu eres mia, hasta que me canse de ti.

Tyler ya no siguió escuchando a Cole. Sus ojos se oscurecieron mientras observaba a Hyacinth, la pequeña mentirosa Hyacinth, que se retorcía y chillaba como una asquerosa rata.

La bilis subió por su garganta al recordar su último encuentro. Su piel ardía de coraje.

Apretó sus dientes hasta que los escuchó crujir y con total repugnancia soltó el pomo de la puerta.

Tyler se dio la vuelta y sin considerarlo dos veces, regresó a su habitación.

Chapter 19

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

— Solo cazadores y recolectores han salido de las murallas —informó Logan en la reunión de Oscuristas.

—¿Alguna noticia de Viktor? —preguntó Goody a Ianthe.

— Al parecer, Crackstone no ha organizado ninguna expedición —respondió. — Sigue diciendo que capturó un par en la pasada luna llena.

— Tal ves solo desea que bajemos la guardia — dijo Elara con ligereza, cruzando sus piernas con aire desinteresado

— O tal vez, realmente los tiene — comentó Merlina, desapasionada, con sus ojos clavados en ella.

Elara rodó los ojos.

— El mes pasado capturó una chica enferma y la hizo pasar por vampiro. — le dijo — Crackstone no puede reconocer un verdadero Excluido, aunque lleve toda su vida cazándonos.

— Exactamente — respondió Merlina. — No tienen que ser realmente excluidos. Estoy segura de que Laurel Gates es una prisionera.

Goody frunció el ceño, pensativa.

—Pues debe estar muy bien escondida — comentó Logan. —No la encontramos en los calabozos de los Crackstone. Había un hedor en una de las celdas, pero ningún rastro de hacia donde la llevaron.

— ¿Y en los calabozos de Jericó? — preguntó Goody.

— Viktor no ha podido ingresar — dijo Ianthe. – Después del escape de la chica, se han vuelto más reservados. Solo la familia Crackstone tiene acceso. — Tal vez ya esta muerta. – opinó Elara.

—Imposible —dijo Goody tajantemente —. El Hyde se habría manifestado en el momento de la muerte de su amo.

Esta vez, fue Merlina quien unió sus cejas levemente.

—¿Él sigue en la enfermería? —continuó Goody.

— Si, lo han coronado como el nuevo héroe local. — Ianthe alzó sus cejas en un gesto irónico y compartió una mirada divertida con Elara, quien solo se encogió de hombros en su muda conversación.

Un gruñido suave y peligroso se escapó del pecho de Logan. Ianthe y Elara palidecieron de inmediato y a todos les erizó el vello de los brazos. Merlina sintió como su corazón comenzó a palpitar mas deprisa, como si el gruñido de Logan fuera capaz de atravesar su propia piel e introducirse en cada uno de sus nervios que gritaban "peligro". Algunos de los presentes desviaron la mirada hacia la salida y ella supo que todos se sentía de la misma manera.

— Basta — reprendió Goody, la única que no parecía alertada por el gruñido del alfa.

Logan le sostuvo la mirada por un instante, antes de cruzar sus brazos y girar su rostro.

La presión se esfumó y Merlina sintió como sus pulmones volvían a llenarse de aire.

Logan no dijo más, pero su rostro se había oscurecido

—Bien – dijo Goody, ignorando a Logan, y siguiendo como si nada.— Eso quiere decir que estará a salvo por lo momentos. Tenemos que preparar el plan para sacarlo lo antes posible.

Goody fijó la vista en Logan, esperando una confrontación. Él se mantuvo inmóvil, la mandíbula tensa. Katherine colocó una mano sobre su pierna. Goody desvió la vista, satisfecha. Merlina notó cómo Ianthe y Elara intercambiaban una mirada cautelosa.

Sabía que tanto la vampiresa como la sirena le debían lealtad a Goody.

— Haz que los grupos de vigilancia se replieguen hasta el lago. Si es una trampa, deberás hacer su ataque esta noche.

Poco a poco, la reunión se disolvió. Logan y Katherine fueron los primeros en marcharse. Goody se quedó de pie, brazos cruzados, observando el mapa del antiguo Jericó.
Merlina ya se deslizaba fuera de la zona encantada cuando escuchó su nombre:

— Merlina —dijo Goody, desplegando uno de los pergaminos sobre el mapa—. Quédate un momento.

Merlina lanzó un suspiro profundo. Por el rabillo del ojo, vio cómo los últimos Oscuristas apresuraban el paso y desaparecían.

Avanzó con pasos cautelosos hasta quedar frente a Goody. El mapa de Jericó se extendía entre ellas y, a medida que se acercaba, descifro el contenido de aquel pergamino que la bruja le mostraba.

Se trataba del hechizo de resurrección.

Alzó sus ojos sorprendida.

— Por tu expresión, deduzco que lo he hecho bien. ¿Sabes en qué lugar estaba cada una de las partes? — Merlina negó con la cabeza— ¿Y la sangre para activarlo fue la tuya?

— Si, dijo que habías condenado su alma al matarlo.

—Es lo que pienso hacer —murmuró. Enrolló el pergamino y alzó sus negros ojos hacia ella. —Tengo entendido que tú y el Hyde eran cercanos.

—Tanto como un león y una hiena.

—¿Lo suficiente para convencerlo de ayudarnos a descifrar el hechizo? —preguntó Goody con una ceja alzada. — Si no logramos salvar al amo del Hyde, debe darnos todos los detalles posibles.

—No confió en él – sentenció Merlina —pero no es idiota. Si le conviene, cooperará.

¿Pero le convenía a Tyler regresar?

Merlina disimulo su repentina duda, calvando su mirada en el hechizo, mientras un extraño sentimiento removiendo se en su pecho. Ahora Tyler era querido por todos en Jericó. Tenía una nueva vida. Una nueva novia. Regresar, significaba perder todo y volver a una vida miserable, con un padre ausente y seguramente una cadena perpetua en la cárcel de máxima seguridad.

¿Por que regresaría? 

¿Por su trabajo de medio tiempo y salario mínimo?

Merlina apretó su mandíbula. Ella tenia que regresar, volver con su familia, desvelar el misterio.

Cuando alzó su vista, notó la mirada inquisitiva de Goody y se recompuso de inmediato.

—Lo haré —declaró.

—Bien, porque necesitaremos que vuelva a recolectar todos los órganos en la víspera del hechizo. No contamos con las herramientas para preservarlos como en tu tiempo.

Merlina abrió los ojos, sorprendida.

—¿Los mismos seis órganos, de personas diferentes? —preguntó, y casi se sintió estúpida de hacerlo.

—Por supuesto —Goody rodeó la mesa acercándose a ella con pasos suaves—. La magia se basa en el equilibrio. No se puede obtener nada sin un sacrificio igual de grande.

—Y una vida es el sacrificio más grande —murmuró Merlina.

—¿Podrás hacerlo? —repitió Goody.

Merlina sostuvo su mirada. En los ojos de Goody vio la guerra tallada con cicatrices. Frialdad, fuerza, decisión.

Asintió, secamente.

—Bien —Goody alzó su mano y tomó el collar que Merlina llevaba en su cuello. La "M" que su madre le había regalado el primer día en Nunca Más, su nombre y el de ella unidos por un vínculo mágico y familiar—. Es obsidiana. Potencia las habilidades psíquicas.

—Lo sé —respondió Merlina, dando un cauteloso paso hacia atrás. El collar resbaló de los dedos de Goody y volvió a caer sobre su pecho.

—Servirá como conducto para que nos comuniquemos con él. Ianthe se encargará de que lo reciba.

—¿Qué? —dijo Merlina en un hilo de voz.

—Pensé que Joshua te había explicado su...

—Lo hizo —cortó Merlina tajantemente. Dio otro paso hacia atrás, más decidida—. Pero no pienso permitir que Tyler husmee libremente en mi mente.

Que Joshua hubiera invadido sus pensamientos la había molestado; sin embargo, el solo hecho de imaginar a Tyler removiendo sus recuerdos, observando todo desde su perspectiva, le hacía hervir la sangre. Casi podía ver su sonrisa engreída y maliciosa formarse en sus labios y su estúpida voz grave diciendo algo similar a: "No necesito un talismán mágico para entrar en tu mente, Merlina".

—Es la manera más segura para sacarlo de Jericó.

—No —sentenció. La sangre le martilleaba las sienes—. Busca otra manera.

—No tenemos tiempo, Merlina —dijo Goody con los dientes presionados—. ¿Crees que no sé que Logan espera la luna llena para buscarlo? Tenemos que protegerlo.

—Es un Hyde —sentenció—, no necesita niñera.

Con su firme negativa, Merlina giró sobre sus talones. No volvió a mirar atrás.

El hueco en su pecho que debía alojar su corazón se retorcía de forma extraña y los recuerdos que Joshua había removido volvían a aglomerarse en su mente, burlándose de su tonta inocencia al dejarse engañar por un poco de amabilidad y la atención que Tyler le había brindado.

Merlina cerró los puños al sentir el calor quemarle el pecho.

Cuando llegó a la gran caverna, encontró a Joshua conversando con Elizabeth.

Se detuvo un instante, con la mirada fija en ellos. Luego, sin decir palabra, llevó su mano al collar que colgaba de su cuello.

La "M" de obsidiana brilló tenuemente entre sus dedos y ella recordó la voz de su madre, una caricia distante... y una advertencia que ahora resonaba con más fuerza que nunca.

"Su venganza la llevó al extremo... y ni siquiera ella pudo salvarse."


 

Tyler miraba atentamente hacia la pequeña porción de calle que se lograba observar desde su ventana. Una mueca amarga ensombrecía su rostro. Ya no necesitaba seguir fingiendo los efectos del láudano. Su mente estaba completamente atrapada en la conversación entre Hyacinth y Cole, repasando cada encuentro en el que pudiera encontrar la fisura de su mentira. Apenas escuchaba lo que Wren, tan animadamente, le contaba.

—Ha mejorado mucho y hemos explorado algunos de los túneles —agregó con voz baja—. Mañana iré antes de que comience la cena, mientras todos estén en el patíbulo. Nadie estará vigilando las murallas. Haré una tarta extra para llevarle. Estoy segura de que te encantará. ¿Cuál es tu pastel favorito?

Tyler arrugó el ceño.

No entendía qué pretendía Hyacinth con su engaño.

—¿Tyler?

¿Por qué desafiar a Cole?

¿Para qué pensaba utilizarlo a él?

—¡¿Tyler?!

—¿Ah? Sí, me parece bien.

Wren parpadeó, confusa. Y Tyler se separó de la ventana y comenzó a dar vueltas en su habitación, mientras su mente seguía repasando cada encuentro con Hyacinth.

Wren lo observó con aprensión, sus manos se cerraron arrugando la tela de su falda.

—Te preguntaba por la torta... —murmuró—. Supongo que no importa.

Tyler se detuvo frente a la ventana nuevamente. El sol comenzaba a ocultarse y los faroleros hacían su ronda, encendiendo las antorchas de las calles. Tyler reconoció a Thomas, supervisando a los chicos, y lo siguió con la mirada hasta que se perdió.

El suave murmullo de la voz de Wren volvió a comenzar, pero él seguía sin escucharla.

Cuando Tyler regresó su mirada al frente, se percató de que Hyacinth se movía entre las sombras del callejón.

Tyler arrugó el ceño y sintió cómo un gruñido bajo y vibrante nacía desde su garganta.

La voz de Wren se apagó, pero Tyler tampoco se percató.

— ¿Tyler estás bien? —dijo con voz trémula, poniéndose de pie.

Al otro lado de la ventana, Hyacinth alzó la vista y le sonrió. Le hizo un gesto, preguntándole si podía subir y Tyler cerró sus puños alrededor de las muletas que tenía.

Tyler soltó un pesado suspiro y asintió secamente.

Mientras la chica cruzaba la calle hacia él, Tyler recordó a Merlina y la emboscada que le habían tendido en el bosque. Cerró sus ojos pensando en su rostro estoico, analítico, y se obligó a tragar en seco, apaciguando sus propias emociones en el fondo de sus entrañas.

La puerta rechinó al abrirse y Tyler abrió lentamente sus ojos.

— Será mejor que te vayas Wren — dijo girándose.

Wren miró de uno al otro y su mejillas se encendieron.

— Lo siento — murmuró atropelladamente, bajando su vista y apagando la poca vitalidad que tenía en los momentos que estaban solos —yo... yo, lo siento.

Hyacinth le sonrió a Wren, con cierta suficiencia, cuando pasó junto a ella y en el momento en que la puerta se cerró, la atascó con un pequeño madero que tenía.

Nadie los interrumpiría esta vez, pensó Tyler, perfecto.

— ¿Estás listo para tu gran dia? — preguntó Hyacinth con una media sonrisa, mientras se acercaba a él contorneando sus caderas.

Tyler pasó su mirada lentamente por el cuerpo de la chica. La habitación rápidamente se envolvia en las sombras de la noche, pero Tyler pudo apreciar el pómulo magullado y el labio lastimado que ella fervientemente ignoraba.

— Sí — dijo quedamente, apoyando todo su peso en una de las muletas —¿Cole te ha vuelto a enviar?

Hyacinth se detuvo por un segundo, su sonrisa se congeló en un mueca. Tan rápido como un parpadeó, la chica continuó. Se acercó a la mesa de noche y encendió la pequeña lámpara de aceite.

— Entiendo que estés confundido — dijo —pero, no es lo que crees.

La luz de la lámpara tirito tímidamente, bañando los ojos de Tyler con fuego.

— ¿Y que fue entonces?

— Conoces a Agnes, ¿cierto? — respondió, cruzándose de brazos. Tyler asintió ligeramente intrigado por el rumbo de su respuesta —. Bueno, digamos que no le agrado y Cole me pidió que no viniera cuando ella pudiera estar aquí.

"¿Por qué eres su amante?" quiso preguntar, pero se mordió la lengua y en su lugar se dedicó a evaluar cada uno de los gestos de la chica.

Era buena, muy buena, pero había un pequeño detalle que la delataba. O dos, mejor dicho, dibujados en su rostro para que todos lo apreciaran.

Tyler dejó las muletas a un lado y dio un paso al frente. Sus hombros cuadrados y su rostro en blanco.

Los ojos de Hyacinth se desviaron hacia las muletas y su cuerpo se tensó visiblemente. Tyler no pudo evitar esbozar una diminuta sonrisa de lado. Acortó la distancia que lo separaba de la chica y tomó su rostro con una de sus manos. Lo ojos de Hyacinth volvieron hacia él, sus párpados temblaron mientras con el pulgar Tyler acariciaba su pómulo amoratado.

La chica entreabrió sus labios, inclinándose hacia él.

— Yo diría que fue más que un desagrado. — Tyler aplicó un poco más de fuerza y Hyacinth soltó un suave jadeo de dolor. Juntó sus labios y volvió a inclinarse hacia atrás.

— Eso no es nada — replicó, moviendo su rostro lejos de la luz de la lámpara. — Me lastime en la taberna — agregó sin mirarlo, con sus ojos clavados en el suelo y su labio inferior casi temblando.

¡Era tan jodidamente buena!

Tyler quiso soltar una carcajada frente a ella.

— Por favor — dijo en cambio, con un tono condescendiente y su cabeza ligeramente inclinada; pero sus ojos, aun bañados por el fuego, parecían dos témpanos de hielo—. Podría ayudarte.

Hyacinth alzó sus ojos hacía él, grandes, brillantes. Se lanzó y lo atrapó en un abrazo. Tyler sintió como si su piel ardiera, la bilis subió por su estómago y en su mente volvía a repetirse lo que había pasado en esa habitación. A lo que él había accedido para ayudarla.

Conteniéndose, la tomó por los hombros y la separó de él.

— No tienes idea de como es Cole. — siguió ella, con sus lagrimas acumulándose en sus ojos claros.

— ¿Fue él? — preguntó con sus dientes presionados.

— ¡Si!

— ¿Solo por que viniste a verme?

— Si.

—Entonces, ¿Cómo es que te envió también a felicitarme después de la cacería?

Hyacinth abrió la boca, las palabras se quedaron atoradas en su garganta. La lágrimas falsas de sus ojos desaparecieron y ella dio un paso hacia atrás.

— No se de que estas hablando, Tyler.

— Por supuesto que lo sabes. Te envió aquí a acostarte conmigo, pero también ordena estar lejos de mi. ¿Cuál de las dos es la verdad?

Hyacinth pasó su mirada por la habitación. Su rostro palidecía notablemente.

— Creo que no me entendiste —. Se revolvió nerviosa e intentó pasar junto él. — Seguro has tomado demasiado láudano.

Tyler la tomó con fuerza del antebrazo y la empujó contra la pared.

— ¿Cuál es la verdad? — volvió a repetir, puntualizando sus palabras. Inclinó su cabeza hacia el otro lado y a medida que lo hacia, parecía que un velo de oscuridad caía sobre él.

Hyacinth abrió sus ojos de par en par, tragó en seco. Su corazón palpitaba con tanta fuerza que era capaz de escucharse en el silencio que los abrazó.

—¡Dime! — Sus palabras parecieron más un peligroso gruñido que hizo temblar a la chica.

— ¡Bien! Él no me envió. ¡Lo hice porque me gustas! —exclamó. Su rostro cambió al instante, y la dulzura temblorosa dio paso a una expresión dura, casi insolente.

Tyler soltó una fría y breve carcajada. Hyacinth apretó los labios, hasta que no fueron más que una fina línea blanca. Su enojo y humillación se reflejaba transparentemente en sus ojos.

Ya no era tan buena, pensó Tyler.

— ¿Te gusto?

— Si. ¡Yo te amo, Tyler! Todo lo que he hecho ha sido para ayudarte.

—¿Ayudarme? — con un movimiento demasiado rápido, Tyler la tomó del rostro con fuerza, robándole un gemido. — Por como veo las cosas, eres tú quien necesita mi ayuda. Vete.

Tyler la soltó con brusquedad. Se dio la vuelta y cerró los puños con fuerza. Su pecho vibraba con la ira contenida, como si el hyde quisiera abrirse paso por su piel. Las manos le temblaban. Las imágenes de Hyacinth sobre él, de Laurel... sentia

Tyler se sentia nauseabundo. Cerró sus manos con más fuerza hasta que sus uñas se clavaron en las palmas. Quería liberar sus garras, destruir la cama frente a él hasta que no fuera más que paja y plumas sueltas.

De repente, Tyler sintió como tomaban su brazo con fuerza.

— No, Tyler. Tienes que escucharme, por favor.

Un gruñido bestial salió de su garganta. Hyacinth soltó su brazo como si le hubiera quemado, sus ojos se dilataron hasta que el negro cubrió casi todo el azul.

Y ahí estaba de nuevo, ese miedo puro de cada una de sus víctimas.

Hyacinth dio un tembloroso paso hacia atrás.

— Yo...

Tyler dio un firme paso al frente.

— ¿Tu?

Ella dio otro paso hacia atrás, su espalda chocó contra la pared, asustándola.

— Yo...

Los ojos de Hyacinth se movían rápidamente por la habitación. Tyler casi podía ver como aquel diminuto cerebro buscaba desesperadamente una salida.

Él dio un paso más. Su sombra se alargó sobre ella. Dio otro más y la chica tembló ante su cercanía.

—Estoy embarazada —soltó al fin, cerrando los ojos como si esperara un castigo divino. La frase, tan repentina y absurda, colgó en el aire como una broma cruel.

Tyler se detuvo en el instante. Parpadeó confuso.

— ¿Qué?

— Tendré un hijo tuyo.

Tyler la observó sin saber cómo sentirse en ese momento, hasta que una carcajada rompió su pecho y rebotó contra las paredes.

— Es imposible.

— Tome tu semilla— insistió ella. Sus ojos volvían a ser desafiantes y se llevó una mano a su abdomen, inclinándose hacia él.

— Eres una zorra estúpida. ¿Acaso no sabes que nada de lo que hicimos te puede dejar embarazada? Lárgate de aquí.

— ¡No vas a dejarme!

Intentó detenerlo otra vez, aferrándose a su brazo con desesperación. Tyler se zafó con violencia y la arrinconó contra la pared, su mano cerrándose en torno a su cuello. No apretaba, pero Hyacinth abrió la boca con un jadeo ahogado, teatral, como si el simple contacto le robara el aliento. Sus ojos se llenaron de un brillo acuoso, perfectamente calculado.

La muy maldita seguía en su papel, aunque él supiera la verdad.

— Escúchame bien. — gruñó. Se acercó a ella hasta que sus rostros estuvieron a centímetros de distancia —. No vas a volver a acercarte a mi, ¿me oyes?

Ella apretó sus labios con fuerza. Sus ojos ardían de ira.

—¡Contesta!

En un arrebato de ira, Tyler golpeó con su puño la pared junto a la cabeza de Hyacinth. La chica tembló, pero sus ojos no se apartaron en ningún momento, desafiantes.

— Lo haré —dijo en un susurró rabioso—. Pero, te vas a arrepentir.

Tyler la soltó y Hyacinth corrió hacia la salida. Quito el tablón con manos temblorosas y dejó la puerta abierta de par en par.

Tyler bajó su vista y abrió su mano. Sus garras se habían clavado en su piel y la sangre caía al piso produciendo un funesto eco que llenaba la habitación. 

 

Notes:

¡Finalmente lo termine!

Escribí este capitulo como 3 veces diferentes y al final lo tuve que dividir en dos partes. Espero que les guste, el próximo capitulo ya esta un avanzado y espero terminarlo pronto.

Chapter 20

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Merlina sintió el aire frío golpear su rostro.

Sus piernas colgaban desde el borde del acantilado, mientras los árboles —varios metros más abajo— se mecían al compás uniforme del viento de noviembre. La luz tenue del atardecer se reflejaba en sus ojos oscuros, arrancándoles un brillo inusual.

Desde lejos, Merlina parecía una estatua: inmóvil, impenetrable.

Soltó un leve suspiro y cerró su mano derecha, sintiendo el metal frío del collar contra su palma.
Su mente estaba muy lejos, enredada en las palabras de su madre... en las advertencias de Goody.

¿Qué era lo que la bruja estaba dispuesta a hacer por matar a Crackstone?

Porque si habia algo que Merlina podía notar en todo el plan, era la falta de maniobras para rescatar a Laurel.

Laurel sabía el hechizo.

Laurel era la ama del hyde y sin ella el monstruo sería incontrolable, ¿cierto?

Entonces, ¿Por qué Goody no buscaba tan desesperadamente salvar a Laurel como buscaba obtener a Tyler?

¿Sería posible someter al hyde a un nuevo amo? ¿Era ese su plan contra Jericó? ¿Esa sería la forma de derrotar a Crackstone?

La idea le produjo una sensación extraña y Merlina no pudo evitar removerse en su sitio.

Escuchó pasos detrás de ella y, al girarse, vio a Joshua salir de entre las sombras.

—¿No piensas unirte a la celebración? —preguntó, cruzándose de brazos y apoyándose en la roca.

—¿Hay alguna armonía entre nativos y conquistadores que celebrar?

—De hecho, sí. —Joshua sonrió, ladeando un poco la cabeza—. Hay un pequeño grupo de abenakis al este. Siempre hemos tenido buena relación con ellos.— Merlina rodó los ojos. —Y de vez en cuando, algunos navajos nómadas nos encuentran. ¿Los ves? Somos muy apreciados.

—Por brujos y cambiaformas. —replicó Merlina, con ironía.

Joshua soltó una breve risa antes de acortar la distancia y sentarse junto a ella.

—¿Se lo enviaras? —preguntó, señalando su puño cerrado.

Merlina abrió su mano, dejando que el sol arrancaba destellos en la obsidiana. Con el pulgar, trazó las diminutas piedras que formaban la letra "M". Morticia. Merlina.

¿Podría usarlo para contactar a su madre?

—Mi madre me lo entregó —dijo finalmente, sin levantar la vista—. Como un vínculo entre las dos.

—¡Oh! Entiendo si no quieres desprenderte de él. 

—No me insultes con esa clase de sensiblería —lo cortó Merlina, su voz afilada como un cuchillo—. Ella me advirtió sobre Goody. Podría tener más información.

Joshua frunció el ceño, visiblemente desconcertado.

—Pensaba que tu madre estaba... muerta.

—No. —respondió Merlina, apartando la mirada. Aunque, técnicamente, tampoco estaba viva.

—¿Y quieres hablar con ella?

Ella asintió en silencio.

—Debería ser sencillo —admitió Joshua, bajando la voz—. La obsidiana es un buen conductor.

—Enséñame. —Merlina se volvió hacia él y le tendió el collar.

Joshua abrió los ojos, sorprendido.

—¿Ahora? Merlina, deberías prepararte. Y este no es el lugar más seguro. —Su mirada recorrió el abismo frente a ellos—. Mira, te ayudaré. Pero será mañana, en tu habitación.

—¿Por qué?

—Porque Goody mandará a buscarnos en cualquier momento. Además, Ianthe no entregará tu collar hasta después de la celebración. Jericó es demasiado peligroso esta noche.

Merlina reprimió un resoplido de frustración. Con movimientos tensos, volvió a colocarse el collar alrededor del cuello, sujetándolo un momento contra su pecho.

—Tengo un mensaje para Logan —dijo, clavando sus ojos en Joshua—. Necesito a Tyler vivo... un par de días más.

La floja sonrisa de Joshua desapareció. Su rostro perdió todo el color.

—¿Quieres que el hyde viva?

—Solo unos días —recalcó—. Necesito información que solo él posee.

Joshua la observó en silencio, analizándola cuidadosamente.

—¿Estás segura que es solo por eso? Sé lo que pasó entre ustedes dos. Si aún sientes algo por él...

—Lo único que hay entre Tyler y yo es el más profundo y visceral repudio. —lo interrumpió Merlina, cortante. Sus manos se cerraron en puños, y la sangre le hirvió en las venas. —Mi decisión no ha cambiado, solo ocupo unos días más. 

Joshua desvió la mirada, su expresión endurecida.

—Logan no aceptará —dijo al fin.

Merlina se puso de pie de un solo movimiento, su sombra proyectándose largamente sobre el acantilado.

—Entonces convencelo. Cuando tenga su respuesta, entregaré el collar. Sabes que si no lo hago... Goody buscará otra forma de obtenerlo y Logan perderá su ventaja sobre ella. 

Merlina lo dejó ahí, con el conflicto que claramente se marcaba en el rostro de Joshua. Ella no pensaba condenarse a vivir en ese tiempo por más deseos que tuviera de ser ella quien le arrancara el corazón del pecho a Tyler.

Merlina se movió entre los túneles oscuros con absoluta maestría. El sonido de la música y conversaciones era cada vez más fuerte, el olor de la comida navegaba por la oscuridad y la guiaban hacia la caverna principal.

El túnel se abrió y le mostró un lugar completamente distinto al que había estado el último mes. La caverna estaba llena de luces cálidas, la fogata ardía sin ser sofocante y las mesas formaban un gran círculo que enmarcaba toda la estancia.

Las sirenas cantaban acompañadas por un violín y un laúd que parecían competir por protagonismo. Merlina sintió sus dedos cosquillear al verlos y recordó su propio chelo olvidado en su habitación.

— Tocan horrible – dijo Elizabeth, acercándose con una gran sonrisa –. Pero, no dejarán los instrumentos en toda la noche.

— ¿Quienes son?

— Samuel y Marcos. Gorgonas, obviamente.

Merlina observó como el turbante en sus cabeza se movía extrañamente por las serpientes de su interior. Era como si sus cabezas estuvieran hirviendo. 

—¿Donde te habías metido?

Joshua salió en aquel momento y Elizabeth se llevó las manos a la boca.

—Entiendo – agregó, con una expresión divertida –. Siguen con la misión secreta.

— No es ninguna misión secreta. Él me ayuda a desarrollar mis habilidades.

Las chicas caminaron hasta la mesa de comida, llenando sus platos con los diferentes platillos que habían.

— Por favor, Merlina. No puedes pasar tanto tiempo practicando. Si hay algo mas está bien, puedes decirmelo –agregó, con unas sonrisa pícara.

Merlina arrugó su rostro.

— Somos aliados. No hay nada más – aclaró, girando sobre sus talones.

— Espera, tienes que probar el venado. – Elizabeth la tomó del brazo y la arrastró con ella. – Lo hice yo... Bueno, todas las banshees.

— ¿No eres demasiado entusiasta para ser un presagio de muerte?

Elizabeth se encogió de hombros, sus rizos rojos rebotaron con el movimiento.

— Tal vez por eso lo soy —. Cortó las porciones del venado y lo colocó en su plato y en el de Merlina —. Se que hay que divertirse antes del dia cero. Por eso digo, que podrías replantearte tus alianzas.

— O si no, ¿que? ¿Volverás a llenar mi ponche de alcohol?

La sonrisa de Elizabeth se hizo más grande.

— Tal vez — y volvió a encogerse de hombros, antes de caminar hacia las mesas.

Desde la muerte de James, las comidas comunales se habían convertido en un tenso encuentro donde cada vez más excluidos debían tomar un bando: Goody o Logan.

Su salvadora o su protector.

Era más complicado que solo desear o no vengar la muerte de un amigo. Logan y su manada, representaba la mayor fuerza combativa contra los normies. Organizaban guardias, expediciones y protegían a los grupos más vulnerables. Si él se marchaba, un tercio del campamento se irían con él.

Goody por otro lado, mantenía la paz entre todos. Ella sola era una poderosa enemiga y una bruja que nadie quería tener en su contra. Sus maldiciones habían diezmado la población de Jericó, sus pociones los habían traído de las puertas de la muerte, sus hechizos los ocultaban, les daban calor y algunas comodidades. Sin contar con el hecho de que sin ella, nada de aquel grupo de resistencia existiría. La lealtad que algunos sentían por Goody era tan fuerte como el vínculo señorial entre los lobos.

Goody y Logan lo sabían; y por ello no habían exigido nada al resto, pero la guerra fría estaba ahí, debilitándoles.

Sin embargo, aquella noche todo parecía olvidado con una tregua temporal. Para demostrarlo, la vieja bruja cargaba al pequeño Jim, la pequeña cría de Logan y Katherine.

— ¿Bailas? — Merlina sintió una pesada mano sobre su hombro y un cálido aliento contra su cuello.

— No. — respondió tajantemente, sin mirar y moviendo su hombro.

El hombre detrás de ella soltó una grave risa.

— Creo que no me escuchaste bien. —dijo, tomándola de la mano.

Fue en ese momento cuando Merlina alzó sus ojos y lo observó. Era Matthew, el nuevo Beta de Logan. Hermano de James. Tenía el cabello azabache, ondulado; y con eso se terminaban todas las similitudes. Sus ojos eran oscuros y afilados, muy diferentes a los verdes burlones de su hermano mayor; y su mandíbula parecía que siempre estaba en tensión.

Matthew tenía una edad similar a Merlina y se esforzaba mucho por demostrar que era capaz para su puesto.

— ¿Bailas?

Merlina juntó sus labios con fuerza y le sostuvo la mirada por un momento, sin intimidarse por su suave gruñido amenazador. Elizabeth se tensó a su lado y miró de uno a otro.

Finalmente, Merlina se puso de pie y con una rápida mirada le indicó a Elizabeth que todo estaba bien.

En ese momento todos cantaban y bailaban una vieja pieza grupal. Matthew y ella se incorporaron al grupo más grande y siguieron cada uno de los pasos. El rostro del chico se relajó ligeramente y una sonrisa se formó en sus labios. Merlina lo miró de reojo, notando como sus hombros seguían encuadrados aunque su rostro se esforzaba por mostrar lo contrario.

La canción terminó y comenzó una peor. La molestia de Merlina aumentaba con cada nota desafinada.

Fue hasta después de una serie de giros que Merlina se encontró cara a cara con Logan. El alfa la tomó de la cintura y comenzó a girar con pequeños saltos.

— Recibí tu petición — dijo. La música sonaba alto. — ¿Qué necesitas del hyde?

— Información que solo él posee.

— Bien.— le dedicó una sonrisa. Merlina parpadeó sorprendida — Te recomiendo que te apresures. Tienes hasta la luna llena para conseguir lo que necesitas. Ese día será su ejecución.

Las parejas volvieron a cambiar. Ella quedó frente a un vampiro ebrio y con sus palabras atoradas en la garganta.

Quería darse la vuelta y marcharse, pero lo ojos de Goody estaban sobre ella. Siguió bailando. Su estómago se cerraba más con cada segundo. 

Quince días.

Logan no le habia dado ni un día más. 

* * *

La herida en su mano escoció cuando el alcohol tocó su piel.

Tyler apretó los dientes, conteniendo una mueca de dolor mientras la señora Miller trabajaba en silencio.

—Lo siento —murmuró rápidamente cuando ella le lanzó una mirada de advertencia.

—No quiero saber cómo te hiciste esto, pero sin duda otros te preguntarán.

—Fue con un vaso —respondió sin pensar, y la señora Miller asintió, aparentemente satisfecha.

Terminó de vendarle la mano y se puso de pie con esfuerzo.

—Gracias. Supongo que la veré en la celebración de esta noche.

Ella lo miró en silencio un instante antes de girarse para recoger sus utensilios en la canasta.

—Solo en la cena. No esperes que veas tu gran espectáculo.

El tono reprobatorio le retorció el estómago. Tyler bajó la vista, avergonzado de la emoción que comenzaba a sentir por el evento de esa noche. Desde la mañana, había escuchado a todos hablar con entusiasmo, decorar las calles... y por primera vez, los rostros aprehensivos de los habitantes de Jericó se tornaban en sonrisas.

Había algo en todo eso que lo arrastraba de vuelta a su tiempo, a su mundo. Y sí, estaba siendo nostálgico, pero tampoco sabía cómo evitarlo.

Recordaba los saludos que la pareja de ancianos Howard, en la esquina de su calle, siempre le deseaba cuando salía a caminar con Elvis. O el pastel de moras azules que la señora Jackson dejaba en su puerta todos los años desde que su madre había muerto.

Acción de Gracias siempre había sido una fecha agridulce. Con el tiempo, se convirtió en la única cena familiar que él y su padre no fallaban. Incluso si eso significaba sentarse en silencio frente a un pavo tan grande que no podía verse... y terminar tirando casi todo al día siguiente. Nadie mencionaba a la persona ausente, pero su presencia pesaba más que nunca.

Tyler tenía un recuerdo vívido de su madre sonriendo mientras metía el pie al horno.

—Nos recuerda que podemos convivir aunque seamos diferentes —le había dicho cuando Tyler le preguntó por que le gustaba tanto, y luego, con una sonrisa pícara, le limpió la mejilla y le mostró el relleno de durazno—. Incluso si es con un niño travieso que roba el relleno del pastel.

Ese recuerdo le arrancaba una sonrisa cada vez. Le abrigaba el pecho con ese calor que solo el hogar podía ofrecer.

La señora Miller se marchó con pasos lentos, como siempre. Tyler se puso de pie con un suspiro. Aunque su pierna ya estaba completamente curada, debía seguir alargando la farsa para no llamar la atención.

Tomó las muletas con pesar e intentó acomodarlas sin lastimar su mano. Las heridas no eran tan profundas como la noche anterior, pero aún escocían lo suficiente como para enviarle un escalofrío por la espalda.

Mientras, Tyler avanzaba lentamente por las calles principal, se dio cuenta de lo hermoso que el pueblo lucía. La calle estaba llena de antorchas y lámparas que lograban alejar el frío de noviembre. Las herramientas de trabajo que los hombres siempre cargaban estaban apiladas en las carretas o cerca de la pila de tocones que alimentaria la fogata de esa noche y que mantengan apilados a un lado de la plaza central.

El estrado ya estaba levantado y un solitaria cuerda se mecía con el aire. Tyler soltó un suspiro ligeramente aliviado. Al menos, con un ahorcamiento su participación en la ejecución sería mínima.

—¡Chico! – la voz de Jonathan lo sacó de sus pensamientos y casi de inmediato sintió una palmada en su hombro. – Es bueno volver a verte en pie. Te necesitamos en el puesto. Wren me ha estado ayudando, pero no es ni la mitad de buena con los números.

— Tal vez pueda ayudarla a mejorar – ofreció Tyler, comenzando a cruzar la plaza hacia el salón comunal.

Jonathan hizo un gesto con la mano.

— No pierdas el tiempo, las mujeres no entienden de estas cosas. Pero, aceptaría tu ofrecimiento con alguien más.

Jonathan se detuvo y Tyler lo imitó.

— Mary está embarazada – le confesó, con una gran sonrisa. – Si el señor nos bendice con un niño, queremos que lleve tu nombre.

El "queremos" a Tyler le pareció una exageración, aunque no dudaba de las intenciones de Wren o de Jonathan, Mary era un caso aparte en la casa de los Castells.

—Será un gran honor – dijo con una sonrisa.

Jonathan asintió y abrió las puertas del salón comunal para él.

Tyler cruzó el umbral del edificio con una punzada de nostalgia en el pecho. Era casi inverosímil pensar que en cuatrocientos años él estaría en ese lugar, sirviendo café tanto a normie como excluidos.

No pudo evitar preguntarse lo que pensaría Crackstone y Cole de saber aquella información.

El salón comunal se miraba espléndido. Mesas largas se extendía por todo el lugar y al fondo, y más elevada, estaba la mesa principal.

Las mesas estaban cubiertas por grandes manteles blancos. Platos con flores secas producían un olor primaveral y las velas artesanales llenaban todo de un color cálido. Algunas personas charlaban sentadas, otras intercambian dulces que ellos mismos habían hecho, los niños corrían y reían, y un dúo de músicos intentaban sin ningún éxito que el sonido de su laúd se escuchara sobre todo el escándalo.

Tyler entró lentamente, cojeando, como su personificación lo ameritaba; y uno pudo evitar notar como la personas mas cercanas volteaba a verlo y murmuraban. Cada mirada era una pequeña que piedra caía en su estómago y al final fueron tantas que se quedó de pie, petrificado y con su corazón acelerándose.

Luego, sin previo aviso, la sala estalló en vítores y Jonathan soltó una carcajada a su lado. Tyler sintió como su rostro ardía de la vergüenza e intentó calmarlos, pero fue imposible. Los hombres se acercaron para estrechar su mano, las jovencitas le sonrieron antes de bajar sus miradas apenadas.

Entre apretones de manos y palmadas en la espalda, Tyler logró llegar a su asiento con los Castells. Wren se hizo a un lado para darle espacio y rápidamente le ofreció una manzanas en almíbar y otros dulces que él jamás había probado. La chica apenas levantaba la cabeza para verlo sabiendo que su madre la supervisada estrictamente.

Cuando Tyler alzó su vista para saludar a Mary, no pudo evitar fijarse en Pete, al fondo, apoyado en una de las paredes de la sala. Se miraba más corpulento que antes y el frío hacía que su cicatriz se tornara roja y brillante dándole un aspecto aún más grotesco. El hombre tenía los brazos cruzados y lo fulminaba con la mirada, pero en cuanto se percató que Tyler lo observaba le saludó con un seco movimiento y se marchó hacia una de las habitaciones aledañas.

Tyler junto sus cejas. Pete no era más que un peón bravucón, pero era mejor tenerlo de su lado. Hizo una nota mental de invitarlo por una cerveza y un buen plato de caldo.

Tyler aun seguía rodeado de personas queriendo escuchar la historia de como asesino a un hombre lobo, cuando los Crackstone hicieron su entrada. Las familia se mantuvo de pie, frente a la mesa principal, pero la mayoría de persona seguían buscado acercarse a Tyler.

Fue hasta que Joseph Crackstone dio tres golpes fuertes con su bastón, que el silencio absoluto reinó en la sala. El viejo peregrino esbozó una cruel y amplia sonrisa. A su derecha estaba Cole, y luego Agnes con una niña en brazos.

A su izquierda, una mujer de piel cetrina y cabello oscuro entrecano. Tyler supuso que era su esposa, pero no lograba recordar si su nombre salía en algún libro de historia. Luego, había otro chico de unos diez años, con el mismo cabello liso de Cole y un rostro desapasionado y finalmente dos chicas mayores que el niño, pero que habían heredado la facciones cuadrada de su padre.

La familia Crackstone en completo, pensó Tyler. ¿De quién de ellos cuatro descendería Laurel? Sería tan fácil matarlo ahora y ahorrarse toda la tortura que ella llevó a su vida.

La idea no le pareció tan descabellada, aunque no tuvo tiempo de seguir pensando en ello ya que Crackstone comenzó con su monólogo.

— Se que están emocionados de ver finalmente a nuestro pequeño héroe, pero recuerden que todo victoria la otorga nuestro Señor.

Los peregrinos asintieron y aplaudieron a su líder.

Crackstone comenzó con un interminable discurso sobre su llegada a Jericó, la valentía de todos aquellos que habían luchado contra los hijos del demonio para salvar las tierra y reclamar lo que Dios les había prometido.

Mientras hablaba, Tyler se dedicó a ver a los demás, como asentía con sus cabezas, como reían al recordar las capturas. Cuando terminó de mirar a cada uno de los peregrinos, se concentró en la mesa principal. Todos sus miembros estaban serios, con sus ojos clavados en su líder como si fuera el único que importara. Fue por eso, que cuando Agnes giró la cabeza para verlo, fue imposible que Tyler no la notará. Los ojos de la mujer se abrieron de par en par y su rostro precio llenarse de terror.

Tyler junto sus cejas, una vez más.

Cole, percatandose del intercambio se inclinó hacia ella y le dijo algo al oído que la hizo palidecer, pero recomponerse. Bajó su mirada a la mesa y no volvió a levantarla hasta que el discurso terminó y una serie de chicas comenzaron a repartir la comida. El ruido volvió a romper la quietud del salón.

Tyler vio a Hyacinth entre las jóvenes que atendían la mesa principal y su rostro se ensombreció al instante.

La chica parecía decidida a ignorarlo mientras servía el vino, pero cuando llegó al lado de Cole, le susurró algo al oído y luego alzó sus ojos para ver directamente a Tyler.

Sintió cómo su estómago se comprimió. Rápidamente, Tyler apartó su mirada e intentó concentrarse en la conversación de su mesa aunque cada tanto volvía su mirada a la mesa principal. Miró a Agnes, seguir con su dura mirada a Hyacinth, hasta que la chica se perdió en otra habitación, y no pudo evitar que una duda se instalará en su cabeza: ¿Y si Hyacinth había sido honesta?

No.

Tyler se obligó a alejar aquel pensamiento de su cabeza. Él estaba seguro de lo que había escuchado, sabía que Hyacinth le estaba mintiendo. No podía permitirse dudar y caer nuevamente, como lo hizo con Laurel.

La misma inquietud y dudas le había producido ella, pero Tyler prefirió ignorarlas a cambio de migajas de información sobre su madre. Si tan solo nunca la hubiera escuchado...

—Nuestro nuevo héroe local —Crackstone le palmeó la espalda con un entusiasmo que no llegó a sus ojos—. ¿Te estás robando todas las miradas esta noche, eh?

—No... yo no —balbuceó Tyler, con una sonrisa tensa.

Crackstone río, aunque su voz sonó más seca que cálida.

—Tranquilo, muchacho. Te lo mereces. ¿Cómo sigue esa pierna?

—Bien, señor. Le agradezco mucho todo lo que han hecho por mí.

—Tyler Galpin, el terror de los licántropos. —proclamó, alzando la voz para que todos lo oyeran—. Salvaste a mi hijo, y siempre lo recordaré.

Varias personas rieron y asintieron. Tyler sintió que la sangre le bajaba al pecho.

—Ven, esta noche te sentarás con nosotros.

Tyler tragó saliva, inseguro, pero no podía negarse. Se puso de pie con torpeza y siguió a Crackstone hasta la mesa principal.

Se sentó entre Agnes y Cole. La mujer se mostró tan callada como en las tardes que pasaba sentada junto a él en la enfermería y Cole solo lo saludó con aquella sonrisa maliciosa que tenía, antes que las chicas entraran con calientes platos de carne y papas.

—¿Vino? —preguntó Hyacinth, inclinándose sobre su hombro. Su voz arrastraba un tono coqueto que sonaba más falso que de costumbre—. Este no es aguado como el de la cantina.

Tyler se enderezó en su silla. Con el rabillo del ojo, vio cómo Agnes se giraba, escandalizada.

La chica no esperó su respuesta. Le arrebató la copa, la llenó hasta el borde con una sonrisa envenenada y luego repitió el gesto con Cole.

— Espera — Cole le detuvo antes de que Tyler pudiera llevarse la copa a los labios. — Tu dosis de láudano de esta noche. El doctor me la entregó de camino. 

Cole sacó un pequeño frasco ámbar y se lo mostró.

— Gracias, pero me siento bastante bien.

—Tonterías. —Cole agitó la mano con desdén—. Te necesito fuerte para cuando esta cena termine. ¿Recuerdas que tienes un papel que cumplir, no?

Tyler asintió en silencio, sin opciones.

—Ya sé que sabe horrible, pero con el vino ni lo sentirás.

Abrió el frasco y vertió el contenido en su copa sin esperar su aprobación.

—¡Salud! —dijo, alzando su copa.

Tyler lo imitó con torpeza. Bebió un sorbo pequeño y el vino raspó su garganta mientras bajaba. Sabia horrible, peor de lo que él recordaba. Durante el resto de la cena Cole lo vigiló atentamente, obligándolo a vaciar más de la mitad del vaso.

Cuando Tyler finalmente se puso de pie, se tambaleó torpemente. La cantidad láudano no era mucho, pero si lo suficiente para aturdirlo levemente.

— Te veo en el patíbulo — dijo Cole, sonriendo de medio lado.

Tyler asintió y mientras avanzaba -recordándose que debía seguir cojeando –miró a Pete junto a el viejo Thomas, su mirada enfurruñada seguía clavada en él.

La plaza fue llenándose poco a poco de personas. Tyler miró como la señora Miller avanzaba, arrastrando sus pies, hasta entrar en uno de los callejones oscuros. Wren también había desaparecido y Tyler recordó que la chica tenía pensado ir a la cueva aquella noche. No fueron las únicas personas que se alejaron. Cuando Tyler subió al estrado, pudo ver como muchas mujeres se alejaban. Especialmente aquellas que llevaban niños dormidos en brazos. Aun así, la mayor parte del pueblo estaba ahí. Llenando la plaza y ansiosos por ver cómo ejecutaban a los Excluidos capturados.

Luego, Tyler miró como subió Thomas, Pete y tres hombres más que él no conocía.

Su estómago se retorció.

Buscó a Cole entre la multitud, pero ni él ni Crackstone aparecían.

— Ven aquí, chico — dijo Thomas — Tu estaras aqui, lo unico que debes hacer es mover esta palanca cuando el reverendo te diga. ¿Entendiste? Jhon y Viktor se encargaran de colocar las sogas.

Tyler asintió, aunque la voz de Thomas le comenzaba a llegar lejana. Sentía los párpados pesados, como si su cabeza flotará con cada palabra.

— Pete estará junto a ti por si necesitas ayuda. — Agregó Thomas, su ceño se frunció al verlo — ¿Estás bien, chico?

— Si lo está — respondió Pete, con una palmada en la espalda.

Pete le sonrió con malicia, mostrando su diente quebrado.

— No te ofendas, chico, pero no pareces tan fuerte — agregó riendo.

Tyler le devolvió una risa forzada y se acomodó en su su lugar, dejando que su peso cayera en la muletas.

Fue ahi cuando volvio a encontrar a Cole entre la multitud. Estaba en la esquina más oscura de la plaza, discutiendo con Hyacinth. Tyler apretó sus labios con fuerza, tenía que saber lo que la pequeña zorra tramaba antes de que destrozara todo lo que había logrado.

Para su alivio, Cole parecía cansado de ella. Vio cómo le tomó el rostro con fuerza y la empujaba lejos de él. La chica se giró molesta y se marchó con pasos apresurados, perdiéndose entre la multitud.

Cole subió al estrado. Unos minutos después lo siguió Crackstone y junto a él un hombre larguirucho de cabello como la paja.

El silenció cayó sobre la plaza en cuanto Crackstone dio un paso al frente.

— Esto es lo que nos espera en el futuro — dijo, alzando la voz y captando toda la atención de las personas. — Armonía, paz, seguridad. Esta noche nos muestra lo que lograremos cuando cada uno de los servidores de lucifer sean derrotados y enviados a las llamas del infierno.

Las personas vitorearon y aplaudieron, como si lo hubieran ensayado.

—Un mundo sin abominaciones, sin miedos, sin pecados... ¡Un Edén! —gritó y las personas aullaron con más fuerza— Uno que no sería posible sin que cada uno de nosotros atrape a esos demonios. ¡Una por una capturaremos a cada abominación que este en esta tierra!

La sonrisa de Crackstone se volvió tan grande que parecía dolorosa. Sus mezquinos ojos negros miraron a los hombres detrás de él y con un gesto le indicó a Tyler que avanzara.

— Adelante — le dijo Cole al oído, con una sonrisa traviesa en sus labios — Es tu momento de gloria.

Tyler avanzó. La madera bajo sus pies crujió.

— Tyler Galpin llegó a nosotros sin nada — continuó Crackstone —Sin una familia, sin un hogar, sin nada...

Tyler intentó sonreír y bajó su mirada apenado, después de todo se suponía que era un chico timido. Pero, los músculos de su cara comenzaba a dormirse y su sonrisa pareció más bien una mueca mal hecha. 

Cerró sus ojos con fuerza por un momento, intentando disipar la neblina que los cubría.

Mierda, no recordaba que el láudano le hubiera hecho eso antes. Necesitaba que Crackstone se callara y terminará con aquello de una vez por todas.

— Le dimos todo: una casa, una familia, un lugar en nuestra comunidad. Y hoy, aquí está ante nosotros como un héroe.

Crackstone se hizo a un lado para señalarlo. Su sonrisa rígida no alcanzaba sus ojos maliciosos.

Tyler se sintió como si el mundo se cerrará sobre él. Los hombres a su espalda parecían más cerca. Su respiración se agitó.

Sentía que en cualquier momento caería.

Cerró sus puños en las muletas y se acomodó para colocar ambos de sus pies firmemente en el suelo.

—...Con un coraje extraordinario venció él mismo a un licántropo y hoy nos hará el honor de acabar con una poderosa bruja.

Las voces asombradas se alzaron. Los rostros de los campesinos se tiñeron, algunos con asombro, otros con repudio.

La multitud se fue apartando para dar paso a una pequeña comitiva que arrastraba a una mujer encadenada y con su rostro cubierto por una mugrosa capucha.

Agnes caminaba al frente, sonando una campana y aunque sus ojos parecían pegados en Tyler, el chico no tuvo tiempo de confirmarlo, ya que Cole le indicó que debía volver al lugar asignado.

— Solo debes mover esta palanca — dijo Cole, tomándolo por el codo y arrastrándolo a su sitio.—Pronunciara sus últimas palabras y luego, te daremos la señal.

Tyler asintió y le entregó una de sus muletas a Pete.

La mujer se retorcía al caminar.

Tyler entornó los ojos al verla.

Llevaba un sucio vestido que le llegaba a la mitad de las pantorrillas. Sus rodillas estaban ensangrentadas y su piernas cubiertas de moretones, lodo y sangre. El hedor que desprendía era tal, que las personas se alejaban más de ellas y algunos ni siquiera disimulaban las arcadas que le provocaba.

Incluso con la distancia, Tyler podía sentir el olor fétido que enrarecía el ambiente.

En la multitud, surgió un primer abucheo y luego alguien lanzó un trozo de calabaza que se estrelló en el pecho de la mujer. La bruja se detuvo y más personas comenzaron a lanzarle comida y piedras que rompían la tela raída que vestía.

Tyler se revolvía cada vez más incomodó, a medida que la mujer se acercaba. Sentía como su pecho se comprimía y su respiración comenzó a ser más superficial.

— ¿Qué te pasa, chico? — murmuró Pete a su espalda. Tyler sintió su aliento agrio chocar contra su nuca. — No me digas que te da miedo una mujer.

Tyler lo vió sobre su hombro y negó sin atreverse a pronunciar palabra. Su boca se sentia como lija.

Subieron a la tarima de forma torpe. La mujer tropezó y sus captores solamente la empujaron. El corazón de Tyler latia tan fuerte que sentia la vibración en sus oídos.

Finalmente la colocaron sobre la trampilla y los dos hombres que Thomas había mencionado, le colocaron una cuerda alrededor del cuello. Una vez asegurada, el hombre alto y de cabello de paja, retiró la capucha y el corazón de Tyler se detuvo.

Laurel.

Su cabello ya no era de un rojo intenso, estaba sucio, opaco y con unas raíces rubias de varios centímetros. Tampoco llevaba sus anteojos, pero sus ojos avellana brillaban con la misma cruel locura que Tyler conocía muy bien. Ella lo miró a los ojos y Tyler se estremeció.

El chico dio un paso hacia atrás.

La sangre dejó de correr por sus venas y un sudor frío le cubrió la piel. Tyler sentía su cuerpo en tensión, listo para la orden que ella pudiera dar, pero su mente buscaba rápidamente una salida.

— ... Interesantes declaraciones...

Crackstone seguía con su eterno discurso, pero todo lo que Tyler oía era un agudo pitido en su oído.

¡Mierda! Mierda. Mierda. Mierda.

No podía dejar que hablara. Tenía que terminar con ella antes.

Colocó sus manos temblorosas sobre la palanca, pero Pete lo detuvo, colocando su pie como cuña.

—¿Te asusta una perra encadenada? Quizá por eso aún no has preñado a la zorra de la taberna...— gruñó Pete a su espalda.

Tyler frunció su rostro. Miró el pie de Pete, luego a Laurel y finalmente a la multitud que seguían embobados por el discurso genocida.

Cuando la parte más racional de él comenzó a sobreponerse, se dio cuenta que la Laurel estaba amordazada. No le podía dar ninguna instrucción, a pesar de que sus ojos parecían querer gritarle. Pero si de algo estaba seguro Tyler era que la iba a matar antes de que abriera la boca.

El miedo comenzó a despejar su juicio, aunque su corazón seguía desbocado.

Iba a matar a Laurel.

Iba a matar a la maldita perra.

Soltó un suspiro largo y cerró sus ojos, regulando su respiración como Kinbott alguna vez le había enseñado.

El ritmo de su corazón comenzó a disminuir, el zumbido en sus oídos desapareció, sus manos dejaron de temblar; pero el nudo de su estómago se apretó aún más.

Poco a poco, los sentidos volvieron a él. Primero sintió el fétido olor que emanaba de Laurel y no pudo evitar regocijarse por ello, al menos una parte de él. La muy perra había pagado por cada día que lo había torturado, cada golpe, cada jeringa, cada noche en la que tiritaba de frío sin poder dormir... Lo único que lamentaba era no haber sido él quien le infringiera todo el daño. Porque aunque lo deseaba, Tyler sabía que era incapaz. El hyde seguía siendo leal.

Por otro lado, él le daría el golpe final.

Cerró sus manos sobre la palanca con más fuerza. Sus dedos hormigueaban.

Luego, Tyler escuchó un gritó asombrado en la multitud que lo hizo salir de su ensoñamiento. Fue ahí cuando las palabras de Crackstone lo alcanzaron.

— ..una aberración antinatural, nacida del vientre impuro de un monstruo y del esperma de uno de los nuestros. Escondido entre nosotros.

Tyler miró como todos se revolvían incómodos y buscó en la multitud por el otro excluido, pero nadie llegaba.

Le tomó un segundo a Tyler entender el verdadero significado de las palabras de Crackstone y de sus ojos maliciosos sobre él.

Y cuando lo hizo ya era tarde.

Pete le quitó la muleta de una patada y lo sujetó de ambos brazos por detrás de la espalda. Le propinó una patada en su pierna recién recuperada y Tyler cayó de rodillas sobre el estrado. Los bruscos movimientos hicieron que su cabeza diera vueltas y ni siquiera se percató del momento en el que el hombre robusto le colocó una navaja en el cuello.

La multitud soltó un grito de asombro.

—... se aprovechó de nosotros y mató incluso a los de su clase.

Crackstone gritaba con el rostro rojo de ira y blandiendo su bastón.

— No — dijo Tyler con la voz entrecortada. — Están cometiendo un error.

— No hay ningún error — le dijo Cole, con una muestra de desagrado en su rostro. Con un rápido movimiento de su mano le propinó una bofetada golpeándole el pómulo con el gran anillo que cargaba.

Tyler sintió como su boca se llenaba de sangre.

Cole se arrodilló junto a él, mirando fascinado la sangre que salía de su boca.

— Para atraparlos, debemos ser más listos que ustedes ¿no es así? — Hizo un movimiento con la cabeza y Pete dobló aún más sus brazos. Tyler podía sentir como sus huesos crujían.

— Te esta mintiendo — murmuró Tyler entre dientes —¡Te salve la vida!

¿Pero qué mierda estaba sucediendo?

— Y ahora todos sabrán la verdad.

Tyler abrió sus ojos de par en par cuando miró como Crackstone se acercaba Laurel y quitaba la mordaza de su boca.

— ¡No! — gritó con todas sus fuerzas, removiendose desesperadamente — no lo hagas. ¡Matala! ¡Matala ahora!

Pero la cruel perra estaba liberada y sonreía como una psicópata.

— Habla — ordenó Crackstone, dándole un golpe con su bastón.

El pueblo entero parecía contener la respiración.

Tyler sentía su corazón palpitar alocadamente, buscando salir de su pecho. Sabía lo que seguía...

Laurel lo miró a los ojos, con la promesa de un severo castigo.

Tyler miró a la palanca. Si tan solo pudiera moverla...

Hizo un brusco movimiento para intentar lanzarse y moverla con su cuerpo, aun si eso le costara que Pete rompiera sus dos brazos.

— Tyler, — todos los músculos del chico se tensaron al escuchar el tono autoritario de su amo. Sus ojos se dilataron, sus fosas nasales se abrieron. — Transfórmate y libérame.

Laurel no pudo seguir hablando porque el monstruo dentro de Tyler estaba a flor de piel. El chico soltó un gruñido que hizo estremecer la plaza y su cuerpo comenzó a crecer y crecer.

Sus ropas de peregrino se desgarraron y su rostro afable se deformó.

— ¡Matalo! — ordenó Cole, pero era tarde.

Pete hundió el cuchillo en el pecho de Tyler, pero aquella hoja sin filo apenas podía atravesar la gruesa piel del monstruo. Con un certero movimiento, Tyler -convertido en el hyde- se giró y lanzó un manotazo con su garra. El pecho de Pete quedó expuesto ante todos. El hombre dio un par de pasos hacia atrás, ahogándose en su propia sangre y el cuchillo con el que lo había amenazado cayó en la tarima junto a su cuerpo sin vida.

El chico amable y guapo había desaparecido y ahora el hyde se erguía frente a todos los habitantes de Jericó. Su piel grisácea, sus ojos enormes y sus filosas garras manchadas de sangre.

Por un momento, el pueblo entero contuvo el aliento. Sus ojos incrédulos miraron al monstruo que se alzaba en el estrado, con el que habían convivido, al que habían acogido.

Un grito rompió la efímera quietud y luego, la plaza se llenó de más gritos, de maldiciones y personas corriendo de un lado para otro.

Las mujeres y los niños huían hacia las casas, los hombres corrían por antorchas y picas, por rastrillos y mazos.

— ¡Matenlo! — gritó Crackstone, señalándolo con su nudoso bastón.

Tyler le rugió al viejo peregrino. Los hombres de Crackstone se lanzaron sobre él. Los cuchillos laceraron su piel. El hyde derribó a las personas cercanas. El viejo Thomas cayó inconsciente en la tarima y el hombre de cabello de paja rodó por las escaleras hasta la plaza, sin levantarse nuevamente. Con sus garras cortó las cuerdas que rodeaban el cuello de Laurel.

La mujer cayó al suelo y en ese instante un cuchillo se clavó a un costado del monstruo.

El hyde soltó un largo alarido y sus ojos inyectados en sangre se clavaron en Cole. El hombre retiró el cuchillo y se lanzó hacia el monstruo, buscando clavar la daga en su ojo derecho.

Pero Cole nunca había luchado con un hyde. La bestia le tomó la cabeza con una de sus garras y el brazo en el sostenía el puñal con la otra. El pobre hombre se retorcía de dolor.

Tyler lo alzó en el aire, sus filosas garras penetraron la piel del peregrino y la sangre comenzó a brotar.

— Maldito engendro — gritó Cole y le escupió en el rostro.

El hyde enfurecido, rugió. Jaló la cabeza del peregrino hacia la izquierda y el brazo hacia la derecha. El hombre gritaba y lanzaba patadas al aire, hasta que finalmente su cabeza se desprendió y el resto de su cuerpo colgó grotescamente.La sangre caliente baño su cuerpo por completo. 

El hyde lanzó los restos lejos, la sangre de Cole Crackstone bañó a todos los aldeanos que seguían en la plaza, alzando otra frenética ola de gritos.

Los ojos de la bestia se clavaron en el mayor de los Crackstone, pero antes de que pudiera ir por él, sus hombres lanzaron antorchas a la tarima. El fuego comenzó a besar la madera y los cuerpos. La camisa del viejo Thomas se encendió, y el hombre solo recuperó la inconsciencia para gritar desesperadamente por el dolor.  Las llamas también alcanzaron la piel del hyde.

El monstruo saltó a la plaza, enloquecido. Rugiendo y derribando a cada persona que tenía enfrente. Torpemente, el hyde buscó escapar. Corrió por las angostas calles de Jericó y saltó a los techos de las viviendas, rompiendo algunos y causando que más personas salieran huyendo.

La conmoción inicial se había terminado, y los peregrinos rápidamente se organizaron en grupos para darle caza.

Tyler los sentia pisando sus talones. Las llamas del estrado cada vez eran más altas y mostraban todo la masacre que habia dejado en tan solo unos minutos. Avivando la ira de los habitantes.

El techo por el que corría cedió ante su peso y el hyde cayó entre escombros y paja. Se escabulló por una calle oscura y antes de que se diera cuenta se encontró frente a frente con una cara conocida.

La señora Miller lo miraba espantada, con un cuchillo en sus manos temblorosas y sus ojos claros abiertos de par en par.

Tyler soltó un lastimero sonido. El pecho del monstruo subía y bajaba erráticamente. Su aliento caliente hizo temblar a la anciana enfermera, pero aun asi no apartó su vista de él.

— Al noreste. —murmuró sin apenas mover sus labios —. Debes ir al noreste.

Los gritos de los aldeanos se volvieron más fuertes y el monstruo se marchó. Saltó la muralla y corrió por el bosque.

Soltó un último gruñido que parecía más un alarido y luego su cuerpo cayó al suelo, pero ya no como un monstruo sino como un chico.

Y como muchas otras veces, estaba desnudo y bañado en sangre.

Tyler intentó ponerse de pie, pero tenía heridas en todo el cuerpo. La mitad de su cara estaba cubierta de sangre propia y extraña, tenía una quemadura en su espalda y otra en su pierna; y cuando llevó la mano a su costado descubrió el agujero que Cole le había dejado. Le costaba respirar y escuchaba un extraño sonido silbante cada vez que exhalaba.

Sin embargo, no podía detenerse. Escuchó las puertas de la muralla abrirse y las voces de los cazadores sedientos de venganza.

Tyler se puso de pie como pudo. Todo a su alrededor daba vueltas, pero seguía corriendo. Miraba hacia atrás cada tanto. Sus pies se cortaron con piedras y ramas secas que estaban en el suelo. Cada vez que se caía, el zumbido en sus oídos se volvía más potente y lo que sea que Cole le había colocado en su bebida, le estaba entumeciendo lentamente todo el cuerpo.

Tyler cayó nuevamente al suelo, la tierra entró en su boca mezclándose con su sangre.

¡Demonios!

Estaba acabado. Lo sabía. La turba estaba cada vez más cerca. Las llamas de sus antorchas cortaban la oscuridad del bosque como un cuchillo.

Soltó un grito lleno de desesperación, sus ojos se llenaron de lágrimas calientes.

Apretó sus dientes con fuerza y se arrastró por el suelo. Sus heridas se abrieron aún más.

Quería transformarse, masacrar a todo habitante de ese maldito pueblo hasta que no quedará ni una sola alma, hacerlos pagar...

Las lágrimas corrieron por sus mejillas combinándose con la sangre y suciedad, llenas de rabia e impotencia.

Si tan solo pudiera transformarse una vez más...

Cerró los puños y la tierra se metió entre sus dedos.

Estaba acabado.

Él lo sabía.

Tyler se detuvo jadeado. Le dolía cada respiración y sus brazos temblaban por el esfuerzo.

No había más que hacer o a dónde huir. Moriría en un bosque de Jericó, cuatrocientos años antes de sus nacimientos y lo único que había logrado era liberar a la maldita bruja que lo había torturado y había abusado de él hasta convertirlo en su mascota.

¡Maldición!

Cerró sus ojos con fuerza y apretó sus dientes de furia conteniendo un grito de frustración.

Había sido un estudiante mediocre, un trabajador promedio. Había perdido a sus amigos hace un año y a Merlina hace más de un mes.

Tyler soltó un rugido feroz buscando la fuerza para que sus huesos se rompieran y su carne se agrandará. El monstruo en él se revolvía, aprisionado en un cuerpo demasiado débil para albergarlo.

¿Su padre lo extrañaría? ¿Encontraría sus huesos en alguna tumba sin nombre? ¿O solamente se enceraría en su trabajo, olvidando que alguna vez tuvo un hijo, así como había olvidado a su esposa?

Un sollozo rompió su pecho y Tyler hundió su rostro en la tierra.

Lo que más lamentaba, era que no sería sepultado junto a su madre.

Escuchó unos pasos acercarse y su cuerpo se tensó.

Bien. Iba a morir, pero se iba a llevar a un desgraciado más con él.

Permaneció tendido en el suelo, atentó a cada paso y dispuesto a lanzarse en su primera oportunidad.

Solo era una persona, de pasos ligeros, que lo rodeaba lentamente.

Las hojas junto a su cabeza crujieron. Sus músculos estaban listos para un último ataque. 

Tyler sintió como la persona se arrodillaba a su lado.

Su corazón palpitaba localmente.

De repente, Tyler sintió una mano hundiéndose en su cabello. Tirando de él hasta hacerle levantar el rostro.

Apretó sus labios con fuerza y se encontró con la mirada impasible de Hyacinth.

Los ojos de la chica le recorrieron el rostro. Lentamente, una sonrisa burlona se dibujó en sus labios.

— ¿Ahora quién necesita ayuda, Tyler?

Notes:

Espero que les haya gustado, es uno de los capítulos que más emocionada por publicar he estado.

Chapter 21

Notes:

Este capítulo contiene escenas explicitas de violencia, coerción, y temas sensibles relacionados con abuso y drogas. La lectura puede resultar perturbadora para algunas personas. Se recomienda discreción.

Por favor, leer etiquetas.

Señalé con una oración en negrita donde comienza la parte más cruda y donde termina, por si alguien se siente incomodo y desea saltar esa escena.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Hyacinth lo tomó con fuerza de la barbilla y le obligó a mover el rostro de un lado al otro. Negó con su cabeza lentamente y un ligero surco se formó entre sus cejas

— Se ve mal— murmuró con calma —. ¿Sabes? Cole no quería que tuvieras una muerte rápida. Su plan, era que te desangrarás lentamente mientras todos te contemplaban. 

 

Tyler apenas la escuchaba, su corazón retumbaba fieramente en sus oídos. Los gritos de los aldeanos se escuchaban cada vez más cerca. Intentó retroceder, pero Hyacinth lo sostuvo con más fuerza e hizo un chasquido con su lengua. 

 

— No te puedes ir. Solo yo sé lo que contenía el veneno que te dio... — Sacó un pequeño frasco ámbar de su blusa. —Y solo yo tengo el antídoto. 

 

Hyacinth sonrió y sus ojos brillaron con travesura, como si se tratara de una simple broma de la taberna.

 

Los ojos de Tyler viajaron del frasco hacia la chica. Sus pupilas se dilataron, dejando solo un pequeño anillo claro contrastando con el negro. 

 

Tyler intentó hablar. ¿Convencerla o amenazarla? No lo decidió y no fue necesario porque apenas pudo separar sus labios. Su lengua se sentia grande y torpe; sus labios cosquillaban. 

 

A pesar de que el instinto de supervivencia había despejado su mente, el veneno seguía adormeciendo su cuerpo. 

 

— Pero mataste a Cole, y arruinaste mis planes— cerró su mano escondiendo nuevamente el frasco de su vista. — ¿Cuál será el mejor casti...?

 

Hyacinth parpadeó confusa. Tyler le había escupido en el rostro. 

 

La hermosa cara de la chica se transmutó a uno de completa ira y con un rápido movimiento, le dio una bofetada que tumbó al chico al suelo. 

 

Tyler soltó un suave quejido.

 

Sin embargo, Hyacinth no se conformó con eso. Se puso de pie y hundió su pie en la herida que Cole le habia abierto a un costado. 

 

Un gemido ahogado se escapó de los labios de Tyler. El dolor nubló su mente y puntos negros comenzaron a danzar frente a él. La bilis subió por su garganta con vertiginosa velocidad y, con un movimiento brusco, expulsó vómito y sangre. 

 

Hyacinth volvió a inclinarse sobre él, en sus ojos no habia mas que un frío desprecio. 

 

— No entiendes tu posición aquí verdad. Solo tengo que gritar y tu vida acabara en un par de segundos-

 

— ¡Tyler! — Hyacinth volteó. Wren estaba de pie a unos pasos. Su rostro rojo de la agitación, su pecho subía y bajaba trabajosamente. — ¡Oh, por dios! ¿Qué fue lo que sucedió?

 

— Deberías regresar a Jericó. Yo me encargo — dijo Hyacinth. 

 

Tyler observó a Wren y utilizó todas sus fuerzas para mover su cabeza de un lado al otro. 

 

Wren giró su rostro hacía el pueblo. Escuchó las voces, miró las luces de las antorchas que se acercaban y luego, pasó su mirada por el cuerpo magullado de Tyler. 

 

Su rostro palideció a medida que comprendía lo ocurrido y luego, lo miró a los ojos en un mudo intercambio. 

 

Cortó la distancia que los separaba y lo ayudó a ponerse de pie. 

 

— Sé a donde podemos ir. ¡Vamos!

 

Hyacinth presionó su mandíbula por un pequeño segundo, pero rápidamente relajó su rostro y asintió. 

 

Avanzaron buscando siempre las zonas más tupidas del bosque, las más oscuras. Tyler apenas podía ver hacia donde lo llevaban, su mundo no era más que una mancha borrosa. Las voces que los seguían, se escuchaban a veces lejos y a veces cerca; y lo único que podía hacer era concentrarse en seguir respirando, en mantener sus ojos abiertos y su cabeza ligeramente erguida. 

 

En mas de una ocasión tuvo que detenerse para escupir la sangre que se acumulaba en su boca. 

 

— Ya vamos a llegar — decía de tanto en tanto Wren, en un susurro angustioso. 

 

Hyacinth se había mantenido callada, pero sus manos se aferraban a Tyler con fuerza, clavando las uñas en su piel. 

 

La noche se volvía más fría a cada paso, el viento helado reventaba contra sus rostros y aún así el cuerpo de Tyler estaba cubierto en una fina capa de sudor, sus músculos ardían. 

 

De repente, unos fuertes ladridos rompieron el silencio de la noche. Las chicas se petrificaron. 

 

— Vámonos —dijo Hyacinth con su rostro pálido. —Si nos atrapan, nos mataran con él. 

 

— No —rogó Wren. — Estamos cerca. 

 

— ¡Aquí no hay nada!

 

— Si lo hay. Ya casi llegamos. 

 

— Si los perros se acercan más, me iré. 

 

Con sus labios presionados con fuerza, Hyacinth reanudó la marcha. Wren estaba en lo cierto. La vieja y derruida casa de reuniones estaba a tan solo unos pasos más. La chica le mostró la trampilla oculta y bajó por el túnel primero. 

 

— Ya puedes bajarlo — dijo Wren desde el fondo del agujero. 

 

Hyacinth, sin embargo, lo observó detenidamente. Para aquel momento, Tyler era poco más que una masa viviente. Sus heridas no dejaban de sangrar, su piel que siempre parecía levemente bronceada empezaba a tornarse pálida, su respiración seguía siendo trabajosa y su consciencia se habia perdido hace mucho tiempo. Murmuraba palabras incongruentes y sus ojos miraban sin ver. Hyacinth torció sus labios y empujó al chico por el agujero.

 

Su cuerpo cayó con un golpe seco y un chillido mudo de Wren.

 

— Lo siento — dijo Hyacinth, mirando desde la orilla como Wren recogía el lánguido cuerpo de Tyler. 

 

— Fue mi culpa. No estaba preparada. Perdón, Tyler. — Las palabras de Wren sonaban cortadas por el esfuerzo. 

 

El golpe le despejó su nublada mente por un momento. Tyler miró a Wren a los ojos. 

 

— No. Ella, no...

 

Los puntos negros en su visión se hicieron más grandes, los sonidos desaparecieron. 

 

Hyacinth bajó con cuidado, cerrando la trampilla. Se sacudió sus manos y miró a Wren, expectante.

 

— ¿A donde...? 

 

Hyacinth se calló de golpe. El sonido de los ladridos retumbaron sobre sus cabezas. El rostro de Wren palideció y se aferró con más fuerza a Tyler. 

 

En aquel momento, los segundos se alargaron. Los pasos resonaron. Los ladridos parecían salir de la mismísima tierra que las rodeaba. 

 

Si los descubrían estaban muertos. 

 

A pesar de la tensión que inundaba a Hyacinth y Wren, Tyler apenas era consciente de lo que pasaba. Sus párpados amenazaban con caer pesadamente en cualquier momento y la fiebre se habia acentuado aun más. 

 

Algo sucedió en el exterior, porque las voces se escucharon más agitadas y las pisadas se alejaron. Hyacinth soltó un suspiro, aliviada.

 

— Ayúdame —dijo Wren en un susurro apremiante.—Aún falta un poco para que estemos en un lugar seguro. 

 

— ¿Qué lugar es este? — preguntó Hyacinth avanzando al frente sin ayudar a Wren. 

 

— Unos túneles... —respondió con esfuerzo, se acomodó uno de los brazos de Tyler en su hombros. — Tyler los encontró... Ayúdame. 

 

Hyacinth rodó los ojos y, finalmente, se giró. Tomó a Tyler por el otro brazo. Caminaron por varios minutos, sumidas en la oscuridad y frío. Solo sus pasos y jadeos rebotaban contra las paredes. Los pies de Tyler se arrastraban por el suelo, su cabeza caída se balanceaba de un lado a otro. 

 

El túnel dio paso a una amplia caverna y la luz cálida de la fogata los recibió. 

 

— ¡Wren! ¿Qué suce-? ¡Oh, por dios! ¿Qué le pasó a Tyler?

 

Abigail corrió hacia ellos, pero en cuanto la luz dio en el rostro de Hyacinth, se detuvo.

 

— ¿Quién eres tu? 

 

— Soy amiga de Tyler — respondió, mirando a Abigail con curiosidad —. Crackstone lo busca. 

 

Abigail soltó un suspiro derrotado, su mirada lastimera recorrió el cuerpo magullado del chico.

 

—Debemos curar sus heridas. Tengo algunas cosas que podrían ayudar. 

 

Acostaron a Tyler en la improvisada cama de paja que usualmente usaba Abigail. Limpiaron la sangre y lo envolvieron en gruesas frazadas, mientras maceraban algunas plantas con las que podrían hacer un cataplasma. 

 

El chico temblaba y no podían saber si era por el frío o por la fiebre. Sus párpados apenas se mantenían abiertos. 

 

— Voy a regresar — anuncio Wren, colocando un paño húmedo en la frente. — Veré que puedo traer. 

 

— No — la voz de Tyler fue apenas un murmullo. Su mano, tomó la de la chica con toda la fuerza que tenía. — No — repitió.

 

Abigail estaba concentrada en cubrir cada herida con el cataplasma y Hyacinth encontró el momento adecuado para llenar un cuenco de agua y agregar un par de gotas del antídoto en él. 

 

— Haz que tome esto — le dijo, pasándoselo a Wren que asintió obedientemente. 

 

Sumido en su delirio, el líquido pasó por los labios de Tyler sin que opusiera resistencia. 


Merlina observó a su alrededor. No habia más que un vasto y oscuro vacío. 

 

— Madre — llamó. Su voz retumbó en aquel espacio etéreo y sus dimensiones ondularon como cuando una piedra caían al agua. Luego de un momento, todo volvió a la calma — Madre — volvio a llamar, esta vez más fuerte. 

 

La respuesta fue la misma y ella juntó sus cejas con frustración. 

 

Dio un paso al frente, o lo que debería ser el frente, y a pesar de que no sentia el suelo debajo de ella, sus pasos produjeron un profundo eco. 

 

Siguió avanzando y llamando a su madre un par de veces más hasta que una puerta brillante se formó a su derecha. Merlina la empujó y la atravesó sin dudarlo. 

 

De repente, se encontró frente a la entrada de Nunca Más. Los estudiantes no eran más que sombras borrosas que pasaban junto a ella. 

 

Su madre estaba frente a ella, con una suave sonrisa en sus labios. Merlina sintió como su negro corazón brincaba en su pecho. 

 

— No quiero ser una extraña para ti, cariño. 

 

— Madre —dijo apresuradamente, interrumpiéndola — Goody. ¿Cómo venció a Crackstone? 

 

Morticia la observó confusa y el recuerdo se resquebrajó cayendo junto a ella como un telón.

 

— No... — con una bocanada de aire, Merlina abrió los ojos. Joshua sostenía el otro extremo de su medallón y ella observó como un fino hilo de sangre salía de su nariz. 

 

El chico abrió los ojos y se limpió rápidamente la sangre con la manga de su camisa. 

 

— Probemos otra vez — insistió. — Tal vez si te acompaño...

 

— Es inútil. 

 

— No puede estar tan lejos. Solo una vez más. 

 

Merlina rodó los ojos y tomó el medallón. Antes de que pudiera cerrar sus ojos, una escalofrió subió por su espalda y su cabeza se movió con brusquedad hacia arriba. Una serie de imágenes sin sentido pasaron por su mente. 

 

Una anciana de ojos claros le entregaba el medallón a Viktor. Miró caballos corriendo enloquecidos, sangre, a Crackstone y finalmente a Goody sosteniendo el amuleto entre los órganos recolectados para el ritual. 

 

Tan rápido como empezó, Merlina regresó en sí. Joshua apenas habia tenido tiempo para sorprenderse, cuando ella lo observó perpleja. 

 

— ¿Estas bien? ¿Qué viste? 

 

Merlina parpadeó un par de veces y luego arrebató el medallón de las manos de Joshua. 

 

— Lo entregaré. 

 

Ella se puso de pie de un saltó y salió del círculo de velas en el que ambos se encontraban. Apresuradamente, Joshua la siguió. 

 

— Estas hablando en serio. Pensé que no querías que el hyde se acercara a tu mente. 

 

— No me agrada la idea, —admitió deteniéndose —pero me dará la información para el ritual que necesito. Dile a Logan que nuestro trato sigue en pie. 

 

Merlina quitó la runa silenciadora de la pared y salió de su habitación con pasos firmes. 

 

La mayor parte de los Excluidos seguían dormidos después de la celebración de la noche anterior. Los grupos de vigilancia aun no regresaban y todas las actividades exteriores estaban canceladas hasta tener noticias de Jericó. Cuando Merlina entró a la gran caverna, sólo habían unas diez personas dispersadas por todo el lugar. 

 

Ianthe estaba entre ellas. Su rubio cabello liso caía como una cascada por su espalda. Tenía un cuello largo y una nariz respingona que le daba un permanente aire de superioridad. Y a pesar de que su vestido era viejo y raído como el de todos, su porte lo hacía verse elegante. Sus ojos de un vibrante azul contrastaba con su pálida piel y brillaron con triunfo cuando observó que Merlina se acercaba.

 

— ¿Creí que pondrías mas resistencia? —dijo extendiendo la mano. 

 

Merlina la miró a los ojos sin que su expresión revelara sus nefarios pensamientos. 

 

—¿Por qué lo haría? Tenemos el mismo objetivo. 

 

—Siempre estas en contra de Goody. — dijo encogiéndose de hombros y colocando el amuleto en su cuello. — Es bueno saber que recapacitaste. Dividirnos no hará que ganemos esta guerra. 

 

— Mi intención es acabarla lo más pronto posible. 

 

— Espero que así sea. 

 

Ianthe le sostuvo la mirada por unos segundos. Merlina debía reconocer que la sirena era más osada de lo que imaginaba y su lealtad a Goody mucho más feroz. Sin decir nada más, Merlina se dio la vuelta y se perdió entre las sombras de las innumerables cuevas, mientras sus ojos seguían cada paso que la sirena daba. 


Hyacinth se lavó las manos con premura. Escuchaba los cascos de caballo acercarse mientras luchaba por quitar la mugre y sangre que se alojaba entre sus uñas. Luego, subió por los barriles de cerveza que tenían en la parte trasera del pub y de ahí, saltó hasta la ventana de su habitación. Apenas podía entrar por el pequeño espacio, pero la adrenalina era tal, que logró hacerlo desde su primer intento. 

 

Su habitación era diminuta, una cama, una mesa y un armario con pocos vestidos. Todos opacos y con olor a la manteca de cerdo que usaba su padre en la cocina. El techo era inclinado y la parte más baja casi le rozaba la cabeza. 

 

Hyacinth se deshizo con prisa de su vestido sucio y se terminó de colocar uno limpio, justo cuando su padre aporreaba la puerta con fuerza antes de abrirla de golpe. 

 

— Los hombres de Crackstone te esperan abajo —dijo su padre con un susurro furiosos, tomándola con fuerza del brazo. — ¿Qué hiciste?

 

— Nada —se quejó ella, queriendo apartarse.

 

— Si te vuelves a meter en problemas con esa familia, nos colgaran a todos. Ahora, baja y haz lo que te pidan.

 

El hombre se marchó. Sus pasos pesados hacían resonar la madera de la taberna. 

 

— Tal vez yo haga que te cuelguen a ti — murmuró para sí misma, antes de alisar su vestido y recomponer rápidamente la trenza larga que caía sobre su hombro. 

 

Soltó un suspiro profundo y luego bajó con pasos suaves y lentos; sus ojos azules abiertos y confundidos. No estaba Pete ni Thomas en la puerta, quien la esperaba era Viktor. Se tragó una maldición y esbozó un dubitativa sonrisa. 

 

Pete y Thomas eran hombres fuertes, que en más de una ocasión la había abofeteado bajo las órdenes de Cole, pero no eran más que un par de brutos aduladores. En cambio, Viktor, era un hombre de Joseph Crackstone. Era más callado, pero suspicaz y había llegado hasta donde estaba por su mente estratégica. Hyacinth sabía que era más peligroso que los demás y por eso siempre habia buscado estar lejos de él. 

 

— Aun así nunca supo que Joshua era un fenómeno — se dijo a sí misma. — Él lo pudo engañar. 

 

Viktor la saludó con un gesto de cabeza. Su expresión sombría, era desalentadora. 

 

— Ven conmigo. 

 

Señaló la carreta que los esperaba en la entrada de la taberna con su mano derecha. La izquierda estaba en un cabestrillo y en su frente se notaba un abultamiento de un color morado. 

 

Se apretujaron en el asiento de la carreta. George Smith, un jovencito de apenas catorce años, llevaba las riendas. El trayecto fue silencioso. Hyacinth miraba a Viktor de tanto en tanto, pero su expresión no mostraba nada que le indicara a qué atenerse. Tragó con fuerza y clavó su mirada al frente, mientras sus manos apretujaban la falda de su vestido. 

 

Mientras recorrían las calles de Jericó. Hyacinth fue capaz de apreciar la destrucción que Tyler habia causado. Algunas casas estaban destruidas, habían manchas de sangre en el suelo que aumentaban a medida que se acercaban a la plaza central. El fuego habia consumido algunas casas y cuando llegaron a la sala de reuniones, miró la línea de cuerpos que habían colocado frente a la iglesia. Algunos tenían tajos completos que les atravesaban en cuerpo, otros estaban completamente desmembrados. 

 

Ella abrió sus ojos con asombro y no pudo apartar su vista de ellos, sabiendo que si Tyler se recuperaba, ella terminaría igual. 

 

No había visto a Tyler transformarse. Se había marchado de ahí antes de que el espectáculo comenzara. Cole tenía intenciones de celebrar aquella noche y ella tenía que esperarlo hasta que se aburriera de ser el esposo ejemplar y llegara a la habitación que tenía para ella. 

 

Miró los cuerpos tendidos y se preguntó cuál sería el desdichado de Cole. 

 

—No, él no está ahí —pensó —. Crackstone no lo pondrá con la basura. 

 

La mano de Viktor sobre su hombro la hizo sobresaltarse. 

 

— No los veas —le aconsejó antes de guiarla hacia la puerta. 

 

Pasaron el salón comunal, donde las mesas de la cena un seguían en la misma posición, y luego llegaron a un cuarto de interrogaciones. 

 

Joseph Crackstone estaba de pie, al centro del cuarto, sus brazos cruzados debajo de su pecho y sus labios tan juntos que formaban una línea blanca. La cicatriz en su cara se veía pálida en comparación a su rostro rojo de ira. Frente a él, el viejo Jonathan Castell están arrodillado. Las lágrimas surcaban el rostro del hombre y su camisa estaba hecha jirones.

 

— No se nada —murmuraba entre gemidos ahogados. 

 

Con un movimiento de cabeza, Johan, su verdugo, blandió el látigo que abrazó la espalda del hombre y su grito le desgarró la garganta. La sangre escurría de la espalda y formaba un pequeño charco debajo de él. 

 

Hyacinth se estremeció al escuchar el golpe y Viktor, que aun tenia la mano sobre su hombro, le dio un ligero apretón que pretendía reconfortarle. 

 

— Señor —dijo Viktor, llamando la atención de Crackstone.

 

El hombre miró sobre sus hombros y sus ratoniles ojos se clavaron en ella por un segundo. 

 

— Llévenlo al calabozo —dijo, regresando su atención a Jonathan. — y traigan a su mujer y su hija. Ellas cooperaran. 

 

—¡No! —grito Jonathan desesperado — ¡No, por favor! ¡Mary está embarazada! ¡Wren! ¡Wren no sabe! ¡Ella no sabe! 

 

Jonathan fue sacado de ahí. 

 

Con suma paciencia, Crackstone se lavó las manos en un cuenco de agua y Agnes se apresuró a extenderle una toalla. Crackstone hizo un movimiento de cabeza y Viktor la guió hasta otra sala. 

 

— Siéntate —le dijo, señalando una silla libre. Él tomó la otra y Viktor se mantuvo de pie detrás del viejo peregrino. Hyacinth bajó su vista apresuradamente y obedeció.

 

— Mi hijo te ordenó espiar al monstruo. Dime todo lo que sabes. 

 

Hyacinth lo miró con los ojos abiertos de par en par y el labio inferior le tembló ligeramente. Una palabra incorrecta y terminaría en el calabozo, lo sabía. Joseph Crackstone no era Cole; no era alguien con quien se pudiera jugar.

 

Mientras alargaba su actuación de temerosa damisela, se preguntaba quién era más peligroso... ¿Tyler o Crackstone?


Finalmente, Merlina había conseguido la oportunidad que tan pacientemente esperaba. 

 

Joshua se encontraba entreteniendo a Goody en la sala de los Oscuristas, contándole una parte de los planes de Logan para mantenerla interesada.

 

El chico no habia estado de acuerdo con el plan, pero Merlina había logrado usar hábilmente la carta del chantaje emocional, recordándole como él la había utilizado primero a ella y removiendo la culpa que Joshua decía sentir. 

 

— Además —agregó Merlina con determinación —si todo sale bien, Logan tendrá a Tyler y Crackstone habrá muerto para el amanecer, sin todos los muertos que podría acarrear que Goody sea la nueva ama del hyde. Me parece que es un trato beneficioso para todos. 

 

Joshua soltó un suspiro profundo y negó con la cabeza. 

 

— Solo busca a Viktor en cuanto llegues. Te esconderá y te dirá donde está Crackstone. 

 

Ella asintió una sola vez. 

 

—Y Merlina... — Joshua se quitó su colgante familiar y se lo entregó nuevamente. — Si necesitas mi ayuda, no dudes en usarlo. Ya sabes que hacer. 

 

— Gracias —dijo, mirando la joya en sus manos. 

 

Sus ojos viajaron hasta el rostro de Joshua en busca de algún engaño, pero no encontró ninguno. Sintió algo extraño en su pecho y un lejano recuerdo la asaltó: los fuegos artificiales, el olor de dulce, la carpeta en sus manos y la media sonrisa de Tyler. 

 

Merlina se giró bruscamente y guardó el collar en su bolsa, mientras enterrar el sentimiento en capas y capas de odio y desdén. 

 

La siguiente parte fue aún más fácil. Elizabeth no hizo muchas preguntas después de confesarle sus intenciones de matar a Crackstone. 

 

— No veo que la muerte esté cerca de ti — le dijo —. Así que tal vez tengas éxito y yo pueda salir de este agujero pronto.

 

Las banshees rara vez abandonaban el refugio. Los normies creían que verlas era un augurio de muerte y no dejan a ir a una viva. Eran de las pocas criaturas que nunca abandonaban el refugio. 

 

Una vez que Ianthe había partido con su medallón y otras órdenes de Goody, Elizabeth fue hasta la entrada y distrajo al par de gorgonas que estaban de vigías. 

 

Merlina salió de la cueva. No uso el camino principal, sino que entró al bosque que la rodeaba. Cuando dejó atrás los árboles que Goody había marcado con un par de runas sintió como si una burbuja de aire explotara en sus oídos. Miró hacia atrás y todo el pico de la montaña donde la guarida de excluidos se ocultaba se había transformado en un frondoso bosque. Si entornaba los ojos con cuidado podría ver los leves destellos en el aire que el uso de la magia dejaba. 

 

Con un media sonrisa en sus labios, retomó su camino y bajó por la montaña buscando cortar camino y encontrar pronto a Ianthe.

 

Si Merlina había accedido a entregar el amuleto de su madre, era porque sabia que no llegaría a manos de Tyler, pero que si la conduciría hasta Crackstone y el conjuro que ella buscaba realizar. 

 

Tal vez ni siquiera necesitaría a Tyler y podría dejarlo ahí sin mirar atrás. Tal y como él no pensó dos veces en dejarla a manos de Laurel en la cripta.

 

Abandonarlo ahí, con su nueva novia jugando a la familia feliz y una vez que ella llegara al presente al que pertenecía borraría su nombre de cualquier libro de historia de Jericó y su patética existencia desaparecería por completo. 

 

Merlina sacudió su cabeza y alejándolo de sus pensamientos. Se acercó al sendero del bosque y buscó cualquier rastro que Ianthe hubiera dejado. Siguió el camino por unos metros más hasta que los pasos en el barro se perdían y se internaban entre la maleza. Merlina supo rápidamente donde se dirigían. El río sonaba a unos metros de distancia. 

 

Se acercó con pasos cautelosos. Ianthe estaba de pie en la orilla del río, se deshizo de su vestido y de sus zapatos. Su cuerpo desnudo fue acariciado por la luz del atardecer por unos segundos antes de que se sumergiera en el río. Se acercó corriendo y miró como Ianthe nadaba rápidamente corriente arriba. Su cola de un rosa pálido brillaba cada vez que salía del agua. 

 

Merlina siguió la rivera del rio. Ianthe era mucho más veloz que ella y cuando Merlina llegó al lago, la luna ya brillaba sobre sus cabezas. Por unos minutos, Merlina la observó. Pronto la mitad estaría rellena y en menos de quince días, los lobos volverían a aullar. 

 

Su mente volvió a Tyler y el destino que le aguardaba. Su estómago se retorció.

 

Soltó un gruñido y se reprendió mentalmente por sus pensamientos. Volvió a concentrarse en su vigilancia, pero Ianthe seguía nadando en el lago indiferente a ella o cualquier otro.

 

La luna se había desplazado por el firmamento cuando Merlina escuchó el crujir de las ramas. Se puso en alerta, tomó con fuerza una de sus navajas y se acercó un poco más; sus pasos lentos y silenciosos. 

 

Del bosque emergió una anciana. Llevaba una cesta de mimbre en su mano y su cabello castaño entrecano recogido en un moño. Ianthe emergió del lago, su largo cabello se espacia por el agua, su pechos turgentes y desnudos brillaba al luz de la luna. La anciana rodó sus ojos azules e Ianthe sonrió con malicia. 

 

— No conoces la descendía, muchacha. — gruñó. 

 

— No seas celosa, anciana. No es mi culpa que no disfrutaras de tu juventud. 

 

— Cada día te vuelves más insolente. Te recuerdo que como tu tía, me debes el mismo respeto que a tu madre. 

 

— Medio tía —puntualizó Ianthe con un tono burlón — solo te debo la mitad del respeto. 

 

La anciana soltó otro gruñido.

 

— Deja de jugar, niña. Debo regresar pronto, las cosas no están bien. 

 

Ianthe se acercó a la orilla y le tendió el medallón. Merlina las observó atentamente, era tal como lo había visto en su visión. 

 

— Entrégaselo al hyde —dijo Ianthe —, pronto nos comunicaremos con él. 

 

La señora tomó el medallón y su rostro se ensombreció. 

 

— Eso no será posible. Crackstone lo descubrió. 

 

Merlina sintió como su corazón dio un vuelco y no pudo evitar mirar hacia Jericó. 

 

¿Eso significaba que Tyler estaba muerto? 

 

¿Por eso el medallón no llegaba hasta él?

 

— ¿Como? — la sorpresa en Ianthe era evidente. Sus cejas se habían elevado hasta su cabello. 

 

— Dicen que una mujer lo delató. Lo obligó a transformarse y luego... Nunca había visto algo así. 

 

La mujer bajó el rostro. Merlina podía imaginar lo que había pasado, la masacre, la sangre, el terror... Cerró sus puños con fuerza. 

 

— El chico — la anciana cerró sus ojos y negó suavemente con su cabeza — Tyler — corrigió —, mató a Cole y una decena de personas más. Luego, escapó. Dile a Goody que los bosques no son seguros. Las patrullas son permanentes hasta encontrarlos. 

 

— ¿El se fue con la mujer que lo delató? — preguntó Ianthe. 

 

La anciana negó. 

 

— Cuando yo lo vi, estaba solo. 

 

La expresión relajada de Ianthe se borró y sus cejas se juntaron con preocupación. 

 

— En ese caso... entrégale el medallón a Viktor. Si lo encuentran, él será uno de los primeros en saberlo. Dile que se lo entregue al hyde. 

 

La anciana asintió y guardó la joya entre su ropa. 

 

Merlina miró como la anciana regresaba a Jericó. Ianthe se perdió de nuevo en la profundidad del río. 

 

Sin duda, Goody haría una reunión en cuanto recibiera las noticias. Se daría cuenta de su desaparición. Por otro lado, Jericó estaba debilitado y acercarse a Crackstone sería más sencillo. 

 

Merlina miró de uno a otro camino y luego al bosque que se extendía frente a ella. 

 

Tyler estaba ahí, acechando en algún rincón de aquella vasta oscuridad. 


Hyacinth saltó por la ventana de su habitación hacia los barriles de cerveza vacíos. La cantina estaba en completa oscuridad. 

 

Después de los funerales, Crackstone había decretado tres días de oraciones y duelo por todas las vidas perdidas . Ni una risa debería de escuchar en ese tiempo o el responsable sería azotado en la plaza central. Mientras tanto, los equipos de búsqueda se adentraba cada vez más en el bosque buscando la pareja de fenómenos. Quien quiera que los encontrara, tenía la orden de matarlo.

 

Sin capturas, sin piedad. 

 

Una vez fuera de la cantina, la chica sacó una pequeña bolsa llena de frascos qué había escondido en unas tablas sueltas y se marchó al bosque. Atravesar la muralla sería fácil, entre los muertos y los buscadores, la cantidad de vigías había disminuido drásticamente y muchas zonas estaban desoladas. Movió las mismas vigas flojas que había usado aquella madrugada y se internó en la oscuridad del bosque. 

 

En la cueva, Tyler se removía en el camastro sumido aún en sus delirios. Su cuerpo tiritaba por la fiebre, sus labios se miraban blancos y agrietados; y las ojeras se acentuaba con la palidez que había adquirido su piel. 

 

Wren y Abigail no se había separado de su lado. Los paños con los que limpiaban su cuerpo tenían un leve tono rosado por la sangre que seguía transpirando. Y a medida que las horas pasaban, sus rostros se llenaban de pesar.

 

Habían suturado la herida del abdomen con un hilo de tripa, le habían colocado cataplasmas y estaba cicatrizando bien, pero el chico seguía balbuceando incoherencias. 

 

— Tenemos que ir a Jericó por medicinas — decía Wren, su voz llegaba distorsionada. 

 

— No. Es muy peligro volver ahora —respondió Abigail. — Ya se habrá dado cuenta que no estabas.

 

— Pero, ¿y si muere? — Wren bajó la voz. Tyler oía las palabras, pero no las entendía

 

— No va a morir — le aseguró Abigail tomándola de la mano con fuerza —. Lo he visto, no es como ningún otro... ninguno de ellos. — titubeó, sin saber cómo referirse a él o a su tipo. 

 

Tyler soltó un débil quejido y sus párpados temblaron antes de abrirse lentamente. 

 

—¿Tyler, estás bien? — saltó Wren. 

 

— Agua, trae agua. 

 

Pero en cuanto le pusieron el cántaro de agua en la boca, el tembló y se apartó su rostro.

 

— No —dijo en susurros inteligibles —. Ya no. 

 

Sus ojos estaban fijos en algo que solo él podía ver y su cuerpo se estremecía con cada contacto hasta que las chicas decidieron alejarse de él. 

 

— Vamos, tenemos que encontrar algo por lo menos —rogó Wren. 

 

Abigail cruzó los brazos sobre el pecho y miró de Tyler a Wren. 

 

— Iré yo —dijo finalmente. — Podrían estarte buscando.

 

— Pero si te encuentran podrían volver a capturarte. 

 

— Wren, se lo debo — replicó —. Además, conozco que túneles usar para estar a salvo. 

 

Abigail tomó una vieja capa que Tyler había llevado al refugio, habia tomado el moral cuando la piedra que bloqueaba la entrada se movió. Las chicas se tensaron y Abigail empuñó un cuchillo cercano. 

 

Hyacinth se deslizó al interior de la cueva y Wren soltó un suspiro aliviado. 

 

— Eres tu —dijo con la mano en el pecho.

 

— ¿Cómo se encuentra Tyler? —preguntó Hyacinth acercándose a ellas. 

 

— La fiebre no disminuye. Tenemos que darle algo. 

 

— Si, traje algunos remedios pero hay algo que no encontré: Verbena.

 

— ¿No había verbena en Jericó? — interrumpió Abigail extrañada. 

 

— Crackstone ordenó que solo se entregara a los enfermos, pero crece en el bosque y será fácil encontrarla. 

 

Hyacinth comenzó a sacar cada uno de los frascos y los colocó sobre una mesa. 

 

— ¿Qué se supone que tienen? —volvió a preguntar Abigail, tomando uno de ellos de color ámbar. 

 

Hyacinth se lo arrebató de las manos con brusquedad. 

 

— Es lo que Tyler necesita —dijo con firmeza. — Ahora, necesito que vayan por la verbena. 

 

Abigail presionó sus dientes con fuerza, pero una mirada a Tyler bastó para que cediera. 

 

— De todos modos pensaba ir. 

 

Se colocó el moral y colocó la capa sobre su cabeza, ocultando su pelo platinado.

 

— Deben ir ambas —dijo Hyacinth rápidamente —. Será más rápido. 

 

— Wren no puede ir —discutió, de nuevo, Abigail —. Crackstone la estará buscando. 

 

Hyacinth rodó sus ojos con desesperación.

 

— No la está buscando. Además, ellos partieron hacia el sur. 

 

— Yo sola puedo hacerlo. 

 

— Lo harán mas rápido juntas. ¿O es que quieres que Tyler muera? —lo último, lo preguntó directamente a Wren. 

 

La chica palideció ante la intensa mirada de Hyacinth y rápidamente negó con su cabeza. 

 

— Voy a ir —dijo en un hilo de voz. 

 

— No...

 

— Lo haremos rápido —agregó para convencer a Abigail. 

 

Con todas sus fuerzas, Hyacinth reprimió la sonrisa triunfal que pugnaba por dibujarse en sus labios. Sin embargo, no pudo evitar tenderles un odre vacío.

 

—Y agua fresca.

 

Abigail tomó el poste con brusquedad y se marchó por uno de los túneles de la derecha.

 

Una vez solos, Hyacinth tomó uno de los frascos y caminó hasta Tyler. Con un gesto suave le acarició el rostro y apartó los mechones húmedos de su frente.

 

—Esto es láudano —le dijo—. Ya estás familiarizado, ¿no? 

 

Tyler se movió débilmente, soltando gemidos apenas audibles, pero Hyacinth lo sujetó con fuerza de la mandíbula y vertió todo el contenido del gotero en su boca.

 

—Y esto servirá para detener el sangrado por unas horas —añadió, mientras vertía cinco gotas de otro frasco en un cántaro con agua.

 

Esta vez, Tyler apenas opuso resistencia cuando ella lo obligó a beber. Sus ojos se entrecerraban al intentar enfocarla, pero la silueta de la chica se volvía cada vez más difusa, su voz, más lejana. Sus párpados cayeron pesadamente.

 

Y cuando los volvió a abrir... no estaba ahí.

 

Estaba en una cueva más pequeña. El frío nocturno calaba hasta los huesos, y su cuerpo desnudo seguía sangrando. Forcejeó contra los grilletes de sus manos.

 

—Por favor... déjame ir —suplicó. Su voz se rompió y las lágrimas rodaron por sus mejillas—. No diré nada, lo juro...

 

—Por supuesto que no dirás nada.

 

La voz de la mujer era chirriante, le erizaba la piel y le revolvía el estómago. Sintió los dedos largos y delgados sujetarle el rostro. Un líquido amargo le recorrió los labios.

 

Tosió. Le quemaba la garganta.

 

—Por favor... —volvió a suplicar, temblando. Lágrimas calientes surcaban su rostro febril.

 

Hyacinth lo observaba con curiosidad mientras él se retorcía en su delirio. Le retiró las mantas que lo cubrían y comenzó a limpiar la fina capa de sangre que seguía transpirando.

 

—Siempre sospeché que eras uno de ellos —murmuró mientras el paño se empapaba de sudor y sangre. Lo enjuagó en un cántaro de agua tibia—. Tus extrañas... maneras de poseerme. ¿Eso hacen los de tu especie?

 

Alzó la mirada. Tyler seguía murmurando palabras incongruentes, completamente ajeno a ella. Sus ojos vidriosos, aunque abiertos, parecían observar algo diferente.

 

Hyacinth dejó a un lado el paño húmedo y secó sus manos en la falda del vestido. Sus dedos recorrieron el pecho de Tyler, descendiendo por los músculos marcados por decenas de laceraciones hasta posarse sobre la herida recién suturada por Abigail.

 

—Crackstone puso precio a tu cabeza. Diez libras si te entregan muerto, pero creo que podría darme veinte si sigues vivo.

 

Lo acarició nuevamente, y Tyler se estremeció. La sonrisa de Hyacinth se amplió. Con lentitud, se sentó junto a él en la cama. Sus manos se deslizaron con propiedad sobre su cuerpo.

 

—Por mí pagaron solo tres chelines. —Escupió las palabras con desprecio—. Crackstone dijo que solo valía uno, pero como haría hombre a su primogénito, le dio dos más a mi padre. Ya sabes, por cualquier futuro inconveniente. 

 

Apretó los labios.

 

—Pero ¿sabes algo, Tyler? Yo creo que me merezco todo ese maldito pueblo.

 

Sus ojos azules recorrieron el cuerpo del chico mientras sus manos se deslizaban hasta el borde del pantalón que él aún vestía.

 

—Pero Crackstone se lo dio a la frígida de Agnes. Y solo hay una forma en la que puedo arrebatárselo.

 

Palpó sobre la tela el miembro dormido de Tyler.

 

—Esa inútil solo logró darle una hija tan escuálida como ella. Yo iba a ser quien le diera el hijo que tanto ansiaba —susurró, inclinándose junto a su oído. Su aliento cálido le rozó el cuello—. Solo que no todos los hombres pueden tener hijos.

 

Tyler sintió el roce. En medio de la oscuridad, creyó distinguir una trenza larga, piel pálida, familiar. Su mano temblorosa se alzó y rozó el mentón de la chica, para asegurarse que no era una alucinación.

 

—¿Merlina? —su voz se quebró—. Merlina... ayúdame. Por favor...

 

—¿Merlina? —repitió Hyacinth con las cejas fruncidas—. Bien, puedo ser ella si eso quieres.

 

Bajó el pantalón de Tyler y se sentó a horcajadas sobre él.

 

Tyler se estremeció, su respiración se atascó en su pecho.

 

— ¿Qué haces? Laurel llegara pronto. 

 

La chica le colocó un dedos sobre los labios. 

 

— Nadie va a a venir — aseguró Merlina con una voz extraña, mientras se balanceaba sobre él. — Estas a salvo.

 

La sangre comenzó a fluir tan rápidamente por sus venas que Tyler sintió como si su mundo diera vueltas. Sin pensarlo, hundió sus dedos en la cadera de ella y se dio cuenta que sus manos no estaban encadenadas. 

 

Tyler parpadeó una vez, dos veces. 

 

Miró a su alrededor. 

 

No estaba en la cueva.

 

Todo había sido una pesadilla. 

 

Distinguió el familiar techo de su habitación sobre él. Miró a su izquierda, y reconoció su computadora y el papel tapiz con diminutos barcos que llevaba toda una vida en esas paredes. Sus cuadernos estaban abiertos sobre el escritorio con la tarea que había estado realizando antes de que Laurel lo llamara para ir a Burlington. 

 

La lámpara de lava junto a su cama, emanaba una delicada luz naranja que bañaba la pálida piel desnuda de Merlina. 

 

— Oh, carajo... — murmuró entre dientes, sus ojos se dilataron al verla.

 

Tyler dejó caer su cabeza hacia atrás, extasiado. 

 

La preguntas que se aglomeraban en su mente perdieron su importancia. Los pequeños recuerdos de sus ultimas semanas eran mas inverosímiles que la idea de tener finalmente a Merlina.

 

Desde la cita en la cripta, ella se había colado en cada una de sus fantasías, por mucho que él lo negara al despertar. Sin embargo, esta vez se sentía especialmente real. Demasiado real.

 

¿Sería posible...?

 

El cuerpo de Tyler se estremeció ante la sola idea de que Merlina realmente estuviera en su habitación. La adrenalina bombeó en sus venas con tal fuerza que el velo que cubría sus ojos se cayó .

 

El corazón le latía con desesperación, como un pajarillo atrapado en una jaula.

 

No...

 

Movió la cabeza de un lado al otro con creciente desesperación.

 

La habitación se derrumbo a su lado. Las paredes se volvieron de piedra y la luz de la fogata baño el rostro delicado de otra chica... de Hyacinth. 

 

— No... — dejó escapar en un susurro ahogado. 

 

El flojo agarre que Tyler tenía sobre sus caderas cambió; se tensó por unos segundos y luego la empujó, intentando alejarla de él. 

 

Sin embargo, Hyacinth se aferró a sus hombros.

 

—Detente —dijo entre dientes, pero su voz no era mas que un susurro. 

 

Hyacinth aumentó la violencia de sus movimientos. Sus dedos se hundieron en la piel de Tyler.

 

Él forcejeó con todas sus fuerzas, pero el tirón solo provocó que el vientre de Hyacinth se contrajera aún más alrededor de él.

 

—¡Mierda! —gruñó, apretando los ojos con fuerza.

 

Tyler sintió un nudo tensarse con fuerza en su abdomen. Mordió con fuerza su labios inferior, esperando que el dolor alejara cualquier otra sensación. Un nueva capa de sudor cubrió su piel, mientras resistía todo lo que podía.

 

No, no, no...

 

No podía estar pasando por esto, ¡carajo!

 

—Detente — volvió a decir. — Te juro que si no lo haces... ¡Ah!

 

Ella hundió los dedos en su herida cosida. Los puntos cedieron. La sangre fluyó.

 

Tyler palideció aún más, un gemido ahogado escapó de su garganta.

 

— No... 

 

Hyacinth soltó una risa maniaca cuando un torrente cálido baño su interior. Llevó una mano entre sus piernas y al levantarla, el liquido blancuzco brillaba en sus dedos. 

 

La sonrisa de la chica parecía dividirle el rostro y sin esperar más tiempo se levantó.

 

Tyler se incorporó en el camastro tan rápido que su mundo dio vueltas. Se aferró a la manta debajo de él. Todo su cuerpo temblaba, su piel ardía, y una parte de él deseaba que se disolvera, borrar así lo que acababa de pasar.

 

Apretó la mandíbula con fuerza y, cuando por fin abrió los ojos, su mirada se clavó en ella con una repulsión que le salía del alma.

 

— ¿Por qué...? — murmuró. Las palabras se atoraban en su garganta mientras un único pensamiento nublaba su mente: matarla.

 

— Este bebé me dará todo lo que me pertenece — dijo, colocando una mano en su vientre. 

 

Esas palabras fueron la chispa que encendió todo la furia en su interior.  Tyler soltó un gruñido bajo y vibrante, y usando todas sus fuerzas se lanzó hacia Hyacinth. 

 

La chica soltó un alarido al caer al suelo. Tyler le rodeó el cuello con una de sus manos. 

 

— Voy a matarte...— dijo con sus dientes apretados. Los huesos de su mano libre crujieron alargándose —Voy a despedazarte... 

 

Hyacinth, jadeante, alcanzó su herida y presionó con fuerza. Tyler soltó un alarido. La sangre manaba libremente.

 

Ella no perdió la oportunidad. Tanteó a su alrededor, tomó una piedra y la estrelló contra la cabeza.

 

El chico cayó a un lado. Un hilo de sangre se deslizaba por su sien. 

 

— ¡Tyler! — el grito de Wren captó la atención de todos. 

 

La chica dejó caer las hierbas que habían recolectado y corrió hasta él.

 

—¿Qué estás haciendo? —exclamó, horrorizada.

 

Tyler la apartó con brusquedad, tambaleándose al intentar incorporarse.

 

—Aléjate... —murmuró entre dientes—. Voy a matarla.

 

Tyler se tambaleó y Wren lo sostuvo sin dudarlo. Abigail se acercó corriendo a ellos y sujetó el otro brazo de Tyler. 

 

— Quien van a morir eres tu —espetó Hyacinth—. No solo tú... Todos ustedes. Crackstone viene hacia aquí.

 

Las chicas se tensaron. Abigail dio un paso atrás, temblando.

 

Hyacinth retrocedió lentamente, sus ojos clavados en ellos tres, su navaja en alto. Al llegar al túnel, giró sobre sus talones y corrió.

 

No esperaba que Abigail corriera detrás de ella. La chica, llena de un miedo cegador, tomó a Hyacinth del cabello y golpeó su cabeza contra la roca.

 

Hyacinth cayó, inerte.

 

—¿Está muerta? —preguntó Wren, horrorizada.

 

Abigail levantó la mirada. Sus ojos dilatados se clavaron en Tyler. Las manos le temblaban.

 

— Creo que si —respondió en un hilo de voz. 

 

Tyler cerró sus puños con fuerza. Su pecho subía y bajaba violentamente. 

 

 Lo que más deseaba era arrancar cada parte del cuerpo de aquella mujer, pero...

 

Miró a las dos chicas aterradas que lo acompañaban. 

 

Bajó sus ojos a Hyacinth. La bilis se atoró en su garganta.

 

— Vámonos —dijo al fin —, no podemos perder más tiempo. 

Notes:

Este es el capitulo más fuerte de esta historia (Creo). Y he tenido todo un debate interno por los POVs.

A partir de ahora, tendremos algunos POVs de personajes secundarios, como el de Hyacinth en este capitulo.

Se que no están aquí por ellos, pero no tengo otra manera de presentar lo que ocurra en Jericó, aunque tratare que no sean muchos.

Si ven algún error, por favor haganmelo notar. A la mitad de la revisión tuve un problema con la computadora y lo terminé de editar en mi teléfono, así que algo se me pudo haber pasado.

Ya son 60 mil palabras, ¡esto es todo una novela! 

Chapter Text

Los ojos castaños de Viktor se iluminaron con la luz de las antorchas. El tímido amanecer apenas comenzaba a despuntar sus primeros rayos, como si tuviera miedo de revelar los estragos ocurridos en Jericó.

Los círculos negros que adornaban sus ojos, se habían robado el brillo natural de la sonrisa que solía poseer y sus labios no eran más que una fina línea blanquecina qué dividida su rostro.

La noche anterior había sido una locura y Crackstone estaba más que furioso.

Con un ligero movimiento de cabeza, Viktor indicó a sus acompañantes que procedieran.

Los hombres tiraron de unas sogas y unos minutos después, dos cuerpos colgaban a cada lado de la puerta de entrada a Jericó.

Una advertencia de lo que eran capaces.

Viktor tragó con fuerza. 

A la derecha estaba el hombre. La piel de su espalda en carne viva. Su rostro casi irreconocible era el de Jonathan Castell.

El ingenuo Jonathan, cuyo único pecado había sido recoger a un chico desconocido en el camino.

Sus ojos se deslizaron a la derecha, donde Mary Castell acompañaba a su esposo a pesar de la desconfianza abierta que siempre había demostrado hacia él chico.

Esta vez, no habría misericordia. Así lo había declarado Crackstone. Viktor no pudo evitar preguntarse si el momento de marcharse había llegado. 

Soltó un pequeño suspiro y giró sobre sus talones. El bosque se extendió frente a él y sólo deseó que la pequeña Wren estuviera muy lejos o su destino no sería diferente al de sus padres. Crackstone deseaba erradicarlos; su sed de venganza era incontrolable.

— Debemos de seguir —le dijo al joven George, su nuevo ayudante. Los ojos del chico no podían apartarse de sus cuerpos, y no era para menos—. Diles que traigan a las perras.

El chico asintió, con su rostro pálido, y corrió hacia Jericó, cerrando con fuerza sus ojos al pasar por la puerta principal.

Viktor sintió como el medallón de Goody se volvía a calentar en su bolsillo. Se sentó en un tocón caído y soltó un suspiro cansado.

Con cuidado, introdujo su mano y cerró su puño alrededor del medallón. Tiró su cabeza hacia atrás y cerró sus ojos.

Inmediatamente, su mente entró en un espacio oscuro que borró el hedor de los cadáveres de Jericó. Goody se giró al verlo y no perdió un instante en acercarse a él. Sus ojos cansados registraron rápidamente sus heridas, desde el brazo en cabestrillo hasta el hematoma que adornaba  su cuello. 

 ¿Qué te ocurrió? — levantó sus manos para rozar la  herida de su hombro, pero aquella proyección astral no tenía la calidez de su tacto. 

— Descubrieron al chico. Crackstone le tendió una trampa para exponerlo frente a todos.

Goody dio un paso hacia atrás.

— ¿Está muerto?

— Señor estamos listos. ¿Señor? —el joven George, le sacudió el hombro y  Viktor abrió sus ojos sobresaltado. 

George lo observaba preocupado.

—Lo siento —murmuró—.  Solo necesito descansar. Debemos seguir.

Viktor encabezó la comitiva. Las perras encontraron un rastro de inmediato y el medallón en su bolsillo volvió a calentarse lentamente. 


Tyler observó como la luz del amanecer atravesaba difícilmente las sucias cortinas de la cabaña abandonada en la que se refugiaban.

En su apresurada huida, habían logrado tomar algunas provisiones básicas. Ropa, cuchillos... Abigail inteligentemente había mantenido bultos preparados en caso de ser encontrada y solo agregó las pocas posesiones que Tyler había llevado.

Tyler se encogió debajo de la chamarra de gamuza café que seguía conservando el olor del detergente de pino, que solía comprar su padre, mezclado con el aromatizante del cuarto de empleados del Veleta.

Hundió su rostro en la tela y por un instante quiso imaginar que se encontraba de nuevo ahí, frente a la monstruosa máquina de café compartiendo algún comentario con sus compañeros de trabajo. Fugazmente funcionó, Tyler incluso escuchó la campanilla que sonaba cada vez que entraba un cliente y su estómago se encogió como si se hubiera saltado un peldaño en una escalera. Luego, sintió una suave caricia en su mano y Tyler saltó en la cama, abriendo sus ojos de par en par.

Sintió cómo el corazón se le atoraba en la garganta. Se incorporó con torpeza, tratando de recuperar el aliento. Inconscientemente, limpió en su ropa el dorso de su mano donde sentia el recuerdo de la caricia.

Movió un poco la cortina llena de polvo y observó como la neblina brillaba por los suaves rayos del amanecer.

La mayor parte de la noche anterior, caminaron durante horas por los túneles. Sin antorchas, ni iluminación. Tyler dudaba que avanzaran demasiado, ya que las chicas lo tuvieron que ayudar para mantenerse de pie y muchas veces tuvieron que detenerse en la oscuridad y el frío.

Cuando finalmente ascendieron, se encontraron cerca de los acantilados. El río sonaba cerca y una cabaña abandonada se ocultaba entre las rocas.

En la oscuridad de la madrugada, no podían saber dónde estaban o hacia dónde se dirigían. Así que decidieron entrar a la cabaña y esperar el amanecer.

Tyler se había ofrecido a hacer el primer turno de vigía, pero en ningún momento tuvo la intención de despertar a las chicas.

Los círculos negros alrededor de su rostro eran más notorios, la amalgama de colores que solían brillar en ellos, parecía absorta por un agujero negro. Con cada hora su piel palidecía, sus labios ya habían perdido su color natural y el golpe en su sien adquirió un tono morado difícil de ignorar. Tyler sentía aquella zona caliente y palpitante, pero solo era una molestia que se sumaba a todos los sitios que no dejaban de emanar dolor.

Vagamente se preguntó si moriría ahí, en la cama polvorienta de un desconocido; pero a diferencia de las otras ocasiones donde su vida había estado en peligro, esta vez Tyler no sentía la necesidad de esforzarse.

Estaba cansado de luchar, de intentar sobrevivir para terminar en un sitio peor.

Quería poder darse por vencido, pero ante ¿qué?

Antes, se había rendido ante Laurel y ahora... ¿a Hyacinth?

El simple eco de su nombre le retorció el rostro con asco. Un fuego que creía extinto volvió a chisporrotear en su pecho

Si tan solo la tuviera frente a él...

Cerró sus puños hasta que sus uñas se clavaron en su piel. Apretó su mandíbula y sus dientes crujieron.

El gruñido peligroso vibraba en su garganta.

Abigail se revolvió a su espalda. Tyler se giró con velocidad. La cortina cayó y el haz de luz que entraba en la habitación desapareció.

Wren y Abigail, se habían dormido en el suelo. Una junto a la otra en busca de calor. Le habían cedido la única cama a Tyler, lo cobijaron con todas las mantas que encontraron y le entregaron uno de los cuchillos más afilados que tenían. Sin embargo, cuando su turno de vigía terminó, no se sintió capaz de despertarlas.

Tampoco es que él pudiera dormir.

Cada vez que intentaba cerrar los ojos, sentía como se hundía el colchón a su lado. Su piel cosquilleaba, el calor del otro cuerpo rozaba su piel... Entonces, Tyler abría sus ojos rojos de furia y un gruñido amenazador salía de su garganta. Blandía su cuchillo al aire, ahuyentado el recuerdo de Hyacinth.

Finalmente, había dejado de intentarlo. Se incorporó en la cama y su mirada se clavó en la ventana hasta que los primeros rayos del amanecer la tocaron.

—Chicas – murmuró, su voz era débil y ronca; salía con esfuerzo de sus labios agrietados.

El susurro fue suficiente para alertar a Abigail que se incorporó en un salto. Sus ojos dilatados y su mano buscó el cuchillo que había dejado cerca.

— ¿Qué sucede?

— Tenemos que seguir – respondió Tyler.

Abigail parpadeó un par de veces. Miró a su alrededor y poco a poco, las memorias volvieron a su mente.

La chica observó sus manos por un instante. Tyler sentía que sabía exactamente lo que pensaba. Después de todo, no fue mucho tiempo atrás donde él fue consciente de la primera vez que mato a alguien. Recordaba muy bien la sensación: la sangre en las manos que no se desvanecía, el quiebre dentro de él demasiado doloroso para no ser físico, la impotencia, la culpa...

— Abigail — susurró. Los ojos de la chica se clavaron en él con desesperación —. Gracias. Lo digo en serio.

Miró a Abigail tragar en seco. El remordimiento se lavó un poco de su rostro. Ella asintió y comenzó a moverse.

Despertó a Wren con delicadeza y ella tardó un poco más en despabilarse. Cuando lo hizo, ni Tyler ni Abigail demostraron algo de su pequeño intercambio y en cambio, intentaron verse decididos en partir. Wren amarró el pequeño saco que cargaba a su hombro y tomó los frascos de Hyacinth que había dejado en la mesa de noche. Los olió uno por uno, hasta que seleccionó uno de ellos.

—Creo que es este –murmuró. – Toma un poco– agregó acercándose a él.

Tyler apartó su rostro de inmediato, con una expresión amarga en él. Cerró sus puños con fuerza y se deslizó al borde de la cama.

—Estoy bien. — murmuró —. No lo necesito.

— Tyler...

Wren lo observó con una mezcla de lástima que le enfermó. Tyler se puso de pie impulsivamente. Su rostro adquirió el color del papel.

— Dejame limpiar tu herida, al menos.

Mirando la preocupación, finalmente asintió y volvió a sentarse en la cama.

Wren se acercó a él, pero en cuanto su mano tocó el borde de la camisa, Tyler saltó. Su estómago hizo un violento giro y la piel de su cuello se erizó.

La chica retiró su mano asustada, y ambos se miraron con sus ojos muy abiertos.

—Yo... yo lo hago. – murmuró apresuradamente Tyler, arrebatándole el trozo de tela con manos temblorosa.

Levantó su camisa e inspección la herida. Los bordes estaban ennegrecidos y una capa blanca de pus se acumulaba junto a las puntadas.

Tyler apretó sus dientes y quitó toda la suciedad que pudo. El dolor le borró cualquier pensamiento.

Cuando terminó y salieron de la cabaña, la niebla envolvió sus cuerpos que lentamente descendía siguiendo el sonido del río.

— Debemos cruzarlo– susurró Tyler —. Borrará nuestro rastro. 


Merlina se escondió debajo de unas raíces enormes. Las pesadas pisadas pasaron casi sobre su cabeza. Escuchó atentamente cada una de los pasos. Uno , dos, tres andares distintos. Los hombres arrastraban herramientas de cosecha con una mano y antorchas con la otra. Uno de ellos cojeaba.

Asomó su cabeza y observó cómo los tres hombres se alejaban, difuminándose entre la pesada neblina del amanecer. Sería fácil derrotarlos, pero si dejaba cuerpos inconscientes la atraparía rápidamente.

Ajustó la capa sobre su cabeza y se fue por el lado contrario siguiendo las pasos que los hombres habían dejado en el barro.

Un par de metros más adelante, Merlina tuvo que esconderse de nuevo. Esta vez, el grupo era mayor, cinco hombres inspeccionaban minuciosamente la zona. Ella se agazapó debajo de un arbusto.

— Dicen que encontraron algo en la vieja casa de reuniones —dijo uno de los hombres —. La chica de la cantina decía la verdad.

— La chica de la cantina —repitió otro con burla—. ¿Desde cuanto tanto respeto? Todos sabemos que es la puta de Cole.

— No seas imbécil. ¿Quieres que te cuelguen también? Al menos la chica es lista, dio información antes de que Crackstone la echara del pueblo.

— Te apuesto que siempre lo hará — rió —. Un mes más y se deshace de ella.

— ¿Un mes? —rió el tercero, que hasta ese momento no habia dicho nada—. Una semana, sino es que antes.

— ¡Ustedes tres! ¡Apresúrense! Hay que encontrar a esa bruja si no quieren ser azotados.

Los hombres se alejaron del arbusto en el que Merlina se escondía. Rápidamente, ella se arrastró fuera. Miró en dirección a la casa de reuniones. ¿A quién habrían encontrado? ¿A Laurel? ¿A Tyler? Cerró los puños con fuerza y se obligó a seguir en la dirección contraria.

Ella venía por Crackstone.

Acabaría con todo de una vez.

Unos metros más adelante, los árboles comenzaban a crecer más separados. La luz dorada del amanecer se filtraba entre las hojas y Merlina acomodo más su capucha, hasta que la sombra cubrió su rostro por completo.

Escuchó los ladridos de perros a lo lejos. Apresuró su paso.

Entre más se acercaba, los grupos de peregrinos se escuchaban más cerca. Tenía que esconderse más seguido. Los murmullos de buscadores pasaban a su lado; los pasos rompían las ramas del suelo. Escuchó perros y caballos unirse a la búsqueda.

Sin embargo, en ningún grupo miró a Crackstone.

Era un cobarde, pensó Merlina, escondido detrás de su fortaleza de madera y cuerpos.

Finalmente, el muro de Jericó se alzó ante ella. Merlina se detuvo en el linde del bosque y sus ojos recorrieron detalladamente su alrededor.

Sacó una daga que escondía entre su falda y la sujetó con fuerza mientras caminaba lentamente, resguardándose en la sombra de los árboles.

Entre el muro y ella, había una amplia explanada de unos veinte metros desprovista de todo árbol. Servían como leña y despejaban la vista para que los vigías reconocieran rápidamente a los viajeros. La niebla se arremolinaba en el suelo, ocultando los tocones de los árboles mutilados.

Merlina rodeó el muro, siempre avanzando por la última línea del bosque, mientras buscaba una zona donde el recorrido fuera menor.

Cuando llegó a las puerta principal, quedó petrificada. Las puertas estaban abiertas para todo el que quisiera pasar y los únicos vigías se mecían grotescamente, varios metros por encima del suelo.

Merlina observó las torturas evidentes de los cuerpos, el rostro desfigurado del hombre...

Fue ahí, cuando el murmullo de una risa contenida a su espalda le congeló la sangre en sus venas.

Contuvo su respiración y agudizó su oído.

Escuchó una rama romperse a su espalda. Unos pasos amortiguados por el barro. El hedor putrefacto de un ser despojado de su humanidad.

Se dio la vuelta y lanzó una estocada con su navaja, rasgando la tela de un mugriento vestido.

— Él los mató—susurró la aguda voz de Laurel, sin ni siquiera inmutarse por el ataque.

No quedaba nada de la fachada cuidadosamente pulida, ni de la hábil manipuladora y mentirosa que había sido en Nunca Más.

Su cuerpo esquelético se movía erráticamente, tenía la raíz de su cabello rubia, sucias y grasosas; y contrastaba con el color rojo de su identidad falsa. Su piel estaba llena de rasguños y golpes. Un olor nauseabundo la rodeaba. Era menos que una sombra de la mujer que Merlina había conocido, y a pesar de su estado lamentable, era su mirada lo que causó en Merlina que la piel de su cuello se erizara y sus músculos se contrajeron listos para actuar.

Sus ojos redondos se movían ansiosamente por todo el entorno, sus pupilas estaban dilatadas y el singular brillo de la locura los adornaba peligrosamente.

— Los mato a todos. —repitió más fuerte. Sus labios se estiraron en una amplia sonrisa que mostraba uno de sus dientes ennegrecidos. — Yo le dije que lo hiciera.

Laurel soltó una escalofriante risa que hizo que algo dentro de Merlina se revolverá, incómoda, y en un violento movimiento se acercó a ella.

Merlina dio un paso hacía atrás, su corazón saltó; pero Laurel la tomó de sus manos y su expresión volvio a cambiar. La sonrisa maníaca se borró con un parpadeo y por un instante Merlina volvió a ver la expresión maternal que tan cuidadosamente ensayada tenía Laurel.

Pasó una mano por el cabello de Merlina y ella se fijó que tenía la zona de sus uñas en carne viva.

— Mi monstruo los mató —aclaró, susurrando nuevamente. El pútrido aliento de Laurel chocó en su rostro. —Y también te mataran a ti.

Laurel rió un poco más alto esta vez. Su voz aguda rompió la quietud del amanecer.

Merlina presionó sus labios con fuerza. Su sangre comenzaba a hervir lentamente. De un manotazo, se liberó de su agarre.

— ¿Donde esta Tyler? —preguntó, con sus dientes presionados.

— Viene por ti y cuando te vea te destrozará y me traerá tu pútrido corazón. ¡Si, si, yo se lo dije!

Laurel miró a Merlina con desprecio y dio un paso hacia atrás.

— Tyler haría cualquier cosa por mi. ¡Por mi! niña ilusa.

La mujer se llevó las manos a la boca, ocultando su risita tonta.

Y antes de que Merlina dijera algo, la mujer se dio la vuelta y comenzó a correr.

Solo por un instante, Merlina vaciló. Las puertas de Jericó estaban abiertas para ella. Crackstone esperaba su final.... pero no podía permitir que Laurel se reencontrara con Tyler.

Comenzó a correr detrás de la mujer. Escuchó silbidos lejanos. Las ramas le golpearon el rostro y Merlina sujetó su navaja con más fuerza.

Un cosa era ser lo suficientemente enfermo para liberar un hyde, otra completamente distinta era tener un hyde y haber perdido la cordura. Por mucho que no estuviera de acuerdo con el plan de Goody, podía ver que no había otra solución.

Merlina se detuvo en medio de un claro. Miró a su alrededor buscando a la mujer.

Los perros ladraban cada vez más cerca y los grupos de búsqueda se llamaban unos a otros.

Merlina sentia su corazón rebotando contra sus oídos. Entorno sus ojos y entonces, escuchó la demente risilla de la mujer.

Rápida, como una serpiente, lanzó su navaja.

El arma cortó el aire y con un eco sordo se clavó en el tronco de un árbol. La sangre bañó el hombro de Laurel y su grito alertó a todo el bosque.

La mujer se llevó las manos a su oreja izquierda. Abrió su boca, pero lo que iba a decir quedó opacado por el ladrido más fuerte de los perros.

Merlina pudo ver como el rostro de la mujer palidecía y comenzaba a mover su cabeza de un lado a otro frenéticamente.

Dio un paso atrás y murmuró algo que Merlina no pudo escuchar. Aun así, pensó, era gratificante poder ver la consecuencias de la tortura en alguien que la había ejercido también.

Si Tyler no fueran culpable como ella, incluso lo llamaría justicia poética.

Decida a acabar con su miserable existencia, Merlina avanzó un paso hacia la mujer. Sin embargo, fue capturada por la espalda y arrastrada fuera del claro.

Ella se liberó fácilmente y al darse la vuelta, se encontró frente a frente con Viktor.

— ¿Qué haces aquí?

— Tenía a Laurel —contestó Merlina, furiosa.

— ¿Donde? — el hombre miró hacía donde Merlina apuntaba, habia sangre en el suelo, pero la mujer había desaparecido. Arrugó su entrecejo y regresó su atención a Merlina. — Tienes que irte, ya.

— Iré por Laurel. No puede reencontrarse con Tyler.

— Lo sé. —Merlina se percató del lamentable estado del hombre. ¿Había sido Tyler? ¿Qué había pasado?

Los perros ladraron más cerca y los gritos se escucharon con mayor nitidez.

— Yo la alcanzaré, te lo prometo — dijo el hombre. — Pero, tienes que irte ya.

Merlina cerró sus puños con fuerza. A su derecha, los hombres de Crackstone se acercaban; a su izquierda, laurel se alejaba.

Viktor la sacudió de su hombro con fuerza.

— Rodea la aldea —susurró apresuradamente — y luego avanza hacia el oeste. Ve rio arriba todo lo que puedas, alguien te encontrará.

Merlina soltó un suspiro frustrada.

Todo había sido para nada, había perdido la oportunidad...

— ¡Ahora!

Viktor volvió a sacudirla y ella asintió. Un instante después había desaparecido entre los árboles aunque no lo suficientemente rápido para que lo ojos de un niño no la observarán.

— ¿Señor? — George avanzó con pasos cautelosos.

Viktor sintió como su corazón se estrujaba. Tragó en seco y recompuso su mirada.

— Los perros, George. Tengo un rastro que deben seguir.

El chico obedeció y fue por los animales, mientras de reojo observó el lugar por donde había desaparecido Merlina. 


Tyler tenía la frente perlada de sudor mientras avanzaba junto a la rivera del rio. El sol estaba cerca del cenit y el aire frío de diciembre le azotaba el rostro sin piedad. Aun así, él sentia como su cuerpo ardía.

Su respiración era más trabajosa con cada paso que daba y sus labios ya no solo estaban pálidos, sino también agrietados, su garganta se sentia como si hubiera tragado arena. Tenía que descansar, él lo sabía, pero era un lujo que no podían permitirse. Aún estaban demasiado cerca de Jericó.

Cada cierto tramo, Wren se volvía para mirarlo. Sus ojos recorrían el cuerpo de Tyler, y sus cejas se fruncía un poco más con cada vistazo. Durante las primeras horas, había insistido en que tomará las pócimas de Hyacinth, pero bastaba con que Tyler viera los frascos para que la bilis se le subiera a la garganta.

Hasta que, en un arranque repentino, le apartó la mano con violencia. Dos de los frascos cayeron al suelo y rodaron entre las piedras.

—Lo siento —dijo de inmediato al ver el rostro pálido de la chica. La culpa le pesó como una piedra en el estómago.

—Estoy segura de que ni siquiera funcionaban —intervino Abigail desde unos pasos atrás—. No podemos confiar en nada de lo que nos dio.

Wren observó los tres frascos que le quedaban y los guardó con un suspiro derrotado.

—Quizá encontremos algunas plantas medicinales en el camino —murmuró—. Estaré atenta.

Abigail asintió animandola y Tyler forzó una media sonrisa.

Desde entonces, cada vez que Wren se giraba para mirarlo, Abigail le daba un leve codazo, obligándola a seguir adelante sin volverse.

Finalmente, encontraron un punto donde el río era lo bastante angosto como para cruzarlo. El agua les llegaba a la cintura, helada como agujas. Tyler, al principio, agradeció el frío; lo mantenía despierto, lo anclaba, hasta que sus dedos comenzaron a entumecerse y la piel se le puso morada.

Al alcanzar la otra orilla, se desplomaron detrás de unos arbustos. Las piernas apenas les respondían después de tantas horas caminando. Abigail sacó unas rodajas de pan duro y tiras de carne seca, que en lugar de calmarlos, les abrieron aún más el apetito.

—Tenemos que encontrar un lugar para pasar la noche —dijo al fin, rompiendo el silencio que se había instalado entre ellos.

Tyler levantó el borde de su camisa. La piel alrededor de la herida ardía, enrojecida y caliente, y un olor dulzón empezaba a emanar de ella. Podía sentirlo incluso sin acercarse.

—He oído que hay tribus nómadas al norte —dijo Wren, intentando sonar esperanzada—. Tal vez podamos unirnos a ellos.

—Están a dos o tres días de viaje —replicó Abigail, tajante—. Necesitamos una cueva. Algo donde encender una fogata.

Tyler ya no las escuchaba. Sacó la botella de aguardiente que encontraron olvidada en la cabaña. Le dio un trago largo, dejando que el ardor quemara su garganta antes de verter el líquido directamente sobre su herida.

El dolor le arrancó un gruñido sordo, mientras apretaba los dientes con tal fuerza que pensó que los rompería. El alcohol pareció disolver su piel por dentro. El mundo giró un poco, pero no cayó.

Tyler dejó caer su cabeza hacia atrás y cerró sus ojos fuertemente, mientras sentia como el bosque dejaba de dar vueltas a su alrededor.

Abigail y Wren se detuvieron su charla para observarlo, antes de intercambiar miradas angustiadas.

— Tyler, necesitas tomar algo — dijo Abigail.

—Estoy bien. — murmuró débilmente entre dientes. Tyler se puso de pie trabajosamente. Unos puntos negros parecieron en su visión. Su frente se perló con el esfuerzo— Tenemos que seguir.

— ¿Hacia dónde exactamente?

De las sombras salió un chico, tal vez uno o dos años más joven que Tyler. Tenía el cabello azabache que caía sobre sus ojos igual de oscuros. Su expresión le pareció un tanto altanera y cuando sonrío pudieron ver su afilado colmillo.

Dos hombres más aparecieron a su espalda. Uno con un turbante sobre su cabeza y el otro de unos ojos azules difíciles de ignorar.

Tyler tragó en seco. A pesar de su estado lamentable, se colocó un paso delante de las chicas.

— Ellos son fe— susurro Wren. Abigail, rápidamente le propinó un golpe con el codo.

— No importa quienes somos — dijo el chico pelinegro. — Sino quienes son ustedes.

— Me llamo James —dijo Tyler rápidamente. El chico-líder se tensó visiblemente, una arruga se formó en su frente y sus hombros se encuadraron — Estamos huyendo de Jericó.

Los tres desconocidos intercambiaron una mirada.

— ¿Qué eres? —volvió a preguntar el pelinegro, mirándolo de pies a cabeza.

Tyler tragó saliva.

Era evidente que estaba ante un grupo de excluidos. Sirenas y gorgonas eran fácilmente identificables, pero el líder del grupo podía ser cualquier otra cosa. En el mejor de los casos un simple cambiaformas; en el peor, un psíquico como Merlina.

Involuntariamente, dio un paso atrás, buscando alejarse de su alcance.

— Hombre lobo —respondió y la mirada del chico se afiló aún más. Una sombra dolorosa paso por ellos tan rápido que Tyler creyó imaginarla.

— ¿Dónde está tu manada?

Tyler presionó sus labios con fuerza. Tal vez habría sido mejor decir la verdad, que era un Hyde, pero Tyler no se sentía seguro exponiendo su mejor carta.

— Soy un lobo solitario —dijo con tinte de desdén. Las fuerzas flaquearon en sus piernas y Tyler tambaleó.

El chico cada vez parecía menos convencido con sus respuestas y Tyler maldijo internamente.

— Matt — el chico sirena lo llamó y él pelinegro asintió. — Muestra tus garras. — ordenó con su canto de sirena.

Tyler sintió como las palabras parecían ingresar en su piel. Por un instante su mente quedo en blanco y sus labios se movieron sin su consentimiento.

— No puedo hacerlo. — confesó.

Cuando Tyler parpadeó, el encanto de sirena desapareció y tenía una leve sensación de lo que acababa de pasar. El enojo creció rápido, la sensación no era nada nueva para él. 

Con aquella sola orden, la sirena estaba ya en su lista negra. 

Ajeno a sus pensamientos, Matthew alzó sus cejas sorprendido y en un instante su postura se relajo.

— Claro —murmuró para sí mismo — Te expulsaron.

— ¿Y ellas? —preguntó la gorgona. — Es evidente porque te perseguían a ti —continuó observando a Abigail. Cuando sus afilados ojos se posaron en Wren, la chica tembló. —, pero no veo nada diferente en ella.

Rápidamente, Abigail pasó una brazo por los hombros de Wren y la atrajo hacia ella.

— Nos ayudó a huir —intervino Tyler — No puede regresar.

— Si —apoyó Abigail — No nos separaran.

Matthew rió, pero solo hizo que su rostro se observará más pedante.

— ¿Separarlos? ¿Creíste que dejariamos que alguno se fuera? — Tyler cerró sus puños con fuerza. Si tan solo no estuviera tan herido, podría acabar con los tres facilmente. — Andando, si realmente vienen de Jericó, Logan querrá hablar con ustedes.

La sirena se colocó frente a ellos, sus ojos azules brillaron y cuando abrió su boca, se hechizo resonó en sus oídos.

— Sigannos y no traten de escapar.

Avanzaron detrás de Matthew durante todo el camino y aunque Tyler se sentia por momentos desfallecer, el encanto de la sirena lo mantenía de pie sin más opciones que seguir avanzando. 


Merlina no se detuvo hasta alcanzar el lago.

Ya había pasado del mediodía y a pesar del frío aire de inicios de diciembre, sentia sus músculos arder por la rápida huida. La falda de vestido estaba empapada y pesaba una tonelada. El barro subía casi hasta sus rodillas y sabia que ni siquiera habia sido los suficiente cuidadosa para no dejar rastro.

A pesar de la ventaja que Viktor le brindó, Merlina no dejo de escuchar los ladridos de los perros a su espalda hasta que cruzó el río. De tanto en tanto, miraba hacia Jericó pero nadie parecía seguirla.

Ni los peregrinos, ni Laurel.

Merlina presionó sus labios al recordarla. No pudo evitar preguntarse que habían hecho con ella para que alcanzara ese grado de locura. ¡Como hubiera deseado ser ella quien la llevara a ese estado!

¿Usarían las mismas tácticas que usó contra Tyler?

¿Estuvo encadenada? Si, por supuesto que lo estuvo. Su cuerpo famélico mostraba los signos de sus ataduras.

¿Cuánto tiempo habría bastado para quebrarla? Merlina estaba segura que ella habría alcanzado el objetivo en horas, le habría demostrado cada una de las peores torturas que los humanos han creado.

Sin embargo, la demencia de Laurel era un amargo consuelo. Un peligro que no se podían permitir y que por desgracia, le daba la razón a Goody, una vez más.

Laurel debía morir... y antes de que pudiera reencontrarse con Tyler.

Tyler...

Y mientras Merlina rehacía el camino que había tomado la noche anterior, y en contra de su voluntad, sus pensamientos volvieron a él. ¿Estaría Tyler realmente obligado a matarla cuando volvieran a encontrarse? ¿O lo haría incluso sin tener la orden?

No había forma de saberlo y Merlina no estaba segura de querer averiguarlo. Su recuerdo le provocaba incomodidad. Se avergonzaba de la ingenuidad que había mostrado y que Tyler tan hábilmente aprovechó. Y si ser parte del complot para asesinarla no fue suficiente, verlo besándose en el bosque con otra chica que apenas conocía tenía que ser el último clavo de aquel ataúd.

El recuerdo se había colado a sus pensamientos más veces de la que ella jamás admitiría, así como tampoco admitiría el verdadero significado de sus sangre ardiente ante él.

Lo único que quedaba entre ellos era venganza; y si él pensaba matarla, ella lo haria primero.

Merlina apresuró su paso. Su aliento cálido formaba un vaho alrededor de ella.

Tenía que convencer a Goody de cambiar su plan. No podían buscar a Tyler. No cuando su ama estaba loca y su última misión había sido descuartizarla. Si Tyler ponía un pie en la guarida, mataría a todos los que se interpusieron entre ella y él, con tal de arrancarle el corazón de la forma más literal posible.

Finalmente, Merlina encontró los destellos de la magia de Goody brillando entre los árboles como destellos que el sol arrancaba a las gotas de lluvia.

Entre más se acercaba, sus pasos se volvían más pesados. Era como si el aire a su alrededor se enrarecía, se sentía extrañamente cansada y con la necesidad de regresar. Como si su cerebro, repentinamente, hubiera recordado algo que debía hacer. Lo único que la detenía de dar la vuelta, era saber que ese era el camino que debía seguir.

Supuso que todo eso era parte de los encantamientos de Goody para mantener a personas indeseadas lejos.

Presionó sus dientes con fuerza y siguió avanzando con pasos más firmes. Cuando atravesó los suaves destellos, el pico de la montaña se mostró ante ella como si una pesada cortina se retirara.

Merlina sintió como si entrara en una burbuja. Los sonidos del bosque a su espalda quedaban matizados, casi como si estuviera debajo del agua; el aire volvió a ser respirable y los músculos de su cuerpo se relajaron.

Frunció su ceño al ver la entrada de la guarida sin ningún guardia. Incluso las dos gorgonas de la tarde anterior sabían lo importante de estar en su sitio. Merlina tomó la navaja que ocultaba en su bota derecha y avanzó con pasos sigilosos.

La cueva entera parecía contener el aliento. Un murmullo llenaba el aire. No encontró a nadie que la detuviera y cuando finalmente llegó a la Gran caverna, encontró a casi todos los refugiados reunidos ahí. Unos rostros lucían asustados, otros sonreían abiertamente.

Logan y su séquito se encontraban al fondo, alejados de todos. Tenía los brazos cruzados frente a su pecho y su ceño tan fruncido que sus cejas se tocaban. Parecía rojo de ira y su rostro nunca había reflejado más al lobo como ahora. Katherine, a su lado lucía completamente derrotada, su mirada estaba perdida en algún punto del suelo y ni siquiera notaba como el pequeño James se llevaba su cabello a la boca.

A Merlina le pareció curioso no ver a Matthew con ellos. El joven beta, ansioso por probar su valía, raramente se separaba de sus alfas.

Merlina se dirigió directamente hacia ellos.

— ¿Qué sucede? —preguntó. Logan apenas le dedicó una mirada antes de clavar su ojos al frente. Con la multitud, y por desgracia su estatura, era imposible que ella lograra ver lo que el lobo taladraba con la mirada.

— El hyde —escupió la palabra como si fuera ácido. El corazón de Merlina se detuvo y necesitó de todo su autocontrol para no recorrer su mirada y buscarlo en la cueva. — Dicen que él solo casi acaba con todo Jericó la noche pasada.

En su tono, Merlina no solo detecto el odio que sentia por Tyler. Había una nota de resentimiento y frustración que ocultaba la verdadera causa de la molestia. ¿Era posible que un solo hyde lograra algo que la manada de licántropos completa no había hecho? ¿Goody tendría razón? ¿Lo necesitaban para ganar? ¿sería, él, capaz de destrozar las esperanza de libertad de los excluidos por su deseo de venganza? Logan cerró sus puños con fuerza, sus ojos se inyectaron de sangre mientras aquella implicaciones danzaban en su cabeza.

— Al fin regresaste, Goody no ha parado de preguntar por ti. — Elizabeth salió de la multitud. La conmoción en su rostro hacía que sus expresión de eterna sorpresa se intensificará. Miró a Logan de reojo y luego bajó un poco la voz —. ¿Lograste llegar a Jericó? ¿Es verdad que casi destruye el pueblo?

Logan salió de su trance y sus ojos se clavaron en ella. Merlina podía sentir el cosquilleo en su espalda.

— Te aseguro que el pueblo sigue en pie, pero no me extrañaría que anoche ocurriera una masacre. Lo descubrieron y Crackstone está loco por encontrarlo. Vi un par de cuerpos colgados en las murallas.

Elizabeth dio un aspaviento y se llevó las manos a la boca.

Antes de que pudiera preguntar algo más, los murmullos cesaron y las chicas miraron al frente. Goody se paraba sobre una mesa para que todos pudieran escucharla. La anciana tenía una sonrisa en el rostro que consiguió helar la sangre a Merlina.

— Los rumores son ciertos —proclamó —. El hyde ha acabado con Cole Crackstone de una manera digna para alguien como él. ¡Su cuerpo despedazado decora las calles de Jericó y nuestros hermanos muertos bajo sus manos al fin pueden descansar en paz!

La multitud aplaudió y vitorio. Logan soltó una maldición a su espalda y Merlina escuchó como Katherine trataba de tranquilizarlo.

— ¡Ha probado su lealtad para nuestra causa! ¡Se ha ganado su lugar en nuestra mesa! — la multitud cada vez gritaba más. — Lo vi en mis visiones —declaró Goody, su voz elevándose frente a las otras — con él a mi lado sellaremos el alma de Crackstone y quedará maldita, al igual que todos sus descendientes.

Merlina observó abrazos llenos de alegría , incluso algunas lágrimas derramadas, como si la masacre en Jericó fuera la noticia que tanto había deseado escuchar.

Ella, sin embargo, parpadeó confusa. No era la sangre de Tyler la que sellaría el alma de Crackstone, era la de Goody y por consiguiente, la de sus descendientes: los Addams. 

Tyler no tenía descendencia, lo que significaba que él era la única persona capaz de romper el hechizo. ¿Era por eso que no había funcionado? ¿Por eso estaban ahí? ¿Goody lo había escrito mal a propósito para despistar? Por supuesto que lo habría hecho. Si alguien era capaz de eso, era ella.

Nunca antes, Merlina había sentido más ganas de soltar una carcajada. Laurel había tenido todo ese tiempo a la llave de la tumba como su segador de miembros humanos.

De repente, la voz de Matthew se alzó por encima de las demás.

—¡Tenemos un herido! —gritó. Todos voltearon hacia la entrada de la caverna—. ¡Necesitamos ayuda!

El grupo de exploración entró acompañado por tres personas adicionales.

Merlina abrió los ojos de par en par cuando los chicos emergieron de la oscuridad y las llamas de las antorchas iluminaron sus rostros.

Su corazón se detuvo.

La sangre se congeló en sus venas.

Y sus dedos se cerraron con más fuerza alrededor del puñal.

Frente a ella, Matthew y la gorgona Robert, cargaban por los hombros el cuerpo moribundo de Tyler. Merlina observó la mancha oscura que se extendía por su camisa, el rostro rasgados, la sangre seque que aplastaba su cabello rizado.

Tyler alzó lentamente la cabeza y sus ojos verdes se clavaron en los de ella.

El aire se atascó en sus pulmones. Un pitido quiso reventarle los oídos, y sus labios susurraron su nombre sin permiso:

—Tyler.

Chapter Text

— Tyler

El susurro se escapó de sus labios sin permiso y como si el nombre fuera un hechizo, borró el mundo que la rodeaba. 

Su corazón dobló esfuerzos y saltaba tan fuerte que parecía a punto de salir a través de sus costillas. Los ojos de Merlina analizaron cada uno de los gestos de Tyler. La forma en la que sus cejas se alzaron, como su boca se abrió con sorpresa al verla.

Tragó en seco. Las palabras de Laurel resonaron en su mente. 

Tenía que actuar ahora, antes de que Tyler pudiera transformarse y sus garras se clavaran en ella.

Dio un paso al frente. Sus dedos se cerraron con más fuerza alrededor del puñal que aún sostenía, y de repente, una voz la regresó a la realidad.

— ¿Tyler? —dijo Logan detrás de ella. Un escalofrío le recorrió la espalda y su corazón aleteó como un murciélago confundido. — ¿El hyde?

La cueva entera pareció contener la respiración, los más cercanos voltearon a ver al grupo de exploradores.

Matthew observó a Tyler, y su rostro se desfiguró con ira.

De un rápido movimiento lo lanzó al suelo y el quejido del chico fue apenas audible.

— ¿Eres el hyde? — preguntó con la voz estrujada. — ¿Te parece divertido burlarte de tus víctimas? ¿Usar su nombre?

Merlina alzó una ceja. Parecía que las costumbres de Tyler no habían cambiado.

El chico solo se retorció en el suelo. Se giró, quedando con su espalda en la tierra, y se llevó la mano a su costado. El olor de la sangre llenó el delicado olfato de Merlina. Casi sonrió satisfecha.

— ¿Qué quieres decir? — demandó Logan, su voz sonaba más como un gruñido.

— Dijo que era un hombre lobo — escupió Matthew, alzando su vista hacia su alfa, con sus puños cerrados y su cuerpo temblando de ira. — Dijo que se llamaba James.

El murmullo se extendió como una ola. Los rostro de los licántropos se ensombrecieron.

De un fuerte empujón, Logan lanzó a Merlina hacia un lado. Su cuchillo cayó al suelo, pero el arma no llamó la atención. Para cuando el sonido del metal dejó de escucharse, un ruido más visceral hizo eco en la caverna: El puño de Logan impactó en el rostro de Tyler, no solo con fuerza sino con odio. 

Tyler dejó escapar un leve gemido de dolor que rápidamente fue silenciado por otro golpe. Y otro más...

Merlina abrió sus ojos sorprendida ante la brutalidad de Logan, el sonido de la carne impactando carne era grotesco y el rostro del chico cada vez se cubría más de sangre.  

Tyler no era nada más que un muñeco debajo de Logan y lo más penoso era que ni siquiera intentaba defenderse. Merlina juntó sus cejas extrañada por aquella actitud.

— ¡Detente! —el gritó de la chica, llamó la atención de todos. Fue hasta ese momento cuando Merlina reparó en el resto de acompañantes.

Eran dos chicas de edades similares a simple vista. Una de ellas claramente era albina, con cabello casi plateado y ojos rojos. La otra, quien había gritado, era más pequeña de cabello rubio y ojos azules. Merlina no pudo evitar que sus ojos recorrieran el cuerpo menudo de la chica.

Pero tan rápido como sus ojos subieron hasta su rostro, Matthew la tomó del cuello, alzándola del suelo.

— No, suéltala — gritó la chica albina.

Otro licántropo la inmovilizó en el instante.

— Si estás con él, eres nuestra enemiga — dijo Matthew, y con la misma facilidad de quien lanza una bola, él lanzó a la chica rubia junto a Tyler. — Es una peregrina. — alzó la voz y escupió las palabra como si fueran veneno. —Es de Jericó.

Los gestos desaprobatorios no se hicieron esperar. Matthew dio un paso al frente y alzó su mano mostrando sus filosas garras.

La chica se arrastró hacia atrás.

— Déjala — la voz de Tyler sonó débil. 

Merlina sintió como los vellos de su brazo se erizaron al escucharla.

El chico se incorporó levemente, limpiando la sangre que escurría por su boca.

— Tu problema es conmigo.

— Tu ya estas muerto — sentenció Logan.

El hombre lobo alzó sus garras. Merlina, dio un paso al frente sin pensarlo y luego, un fuerte temblor sacudió la tierra y lanzó a todos lejos de Tyler y la chica de Jericó.

Mientras se levantaba, Merlina observó a Goody avanzar sosteniendo un bastón de una gruesa madera que se retorcía como serpiente.

— Él está bajo mi protección — declaró Goody, su voz retumbó contra la paredes de la caverna y parecía vibrar dentro de su propia mente —. Ni tu ni nadie lo lastimara.

— Tu no me das ordenes — gruñó Logan, lanzándose hacia Tyler nuevamente.

Goody alzó su bastón, una luz esmeralda brilló y el cuerpo de Logan se estrelló contra una pared.

Todos contenían la respiración.

— Detén tu patética actuación, ahora. — dijo Goody, colocándose frente a Tyler. — No ves que el daño que le haces a nuestra causa.

Logan observó a Goody con una mezcla de resentimiento e ira contenida. Se levantó lentamente y paseó su mirada por la multitud. Merlina lo imitó observando rostros que iban desde la perplejidad hasta los que estaban llenos de desaprobación. Para los licántropos era diferente, todos ellos lucían tan ofendidos como su propio líder y su cuerpos estaban tensos, atentos a cualquier orden.

Logan se puso de pie, sacudió su ropa y abandonó la caverna con grandes pasos. Una veintena de licántropos le siguieron, apartando de su camino a cualquiera que se interpusiera.

El resto de excluidos intercambio miradas angustiosas. Merlina casi podía escuchar lo que cada uno pensaba "¿A quién debían de apoyar?"

Goody tendió su bastón y Joshua, que salió de la multitud, lo tomó de forma casi ceremonial. La bruja le susurró unas palabras que solo él escuchó, asintió firmemente. Antes de marcharse, Joshua paso su mirada por el cuerpo tendido de Tyler y luego, la buscó a ella. Merlina cerró sus puños con fuerza y mantuvo su mirada clavada en Goody. 

Sabía que Joshua esperaba por ella, por una reacción, por algo que indicara su postura ahora que él estaba aquí.

Cerró sus puños hasta que sus dedos crujieron.

Nada ha cambiado, pensó Merlina.

Sus objetivos seguían siendo los mismos: matar a Crackstone y regresar a su tiempo.

Nada había cambiado.

Goody se arrodilló junto a Tyler y rápidamente comenzó a registrar sus heridas. Tomó su pulso en el cuello, alzó su camisa y exponiendo la purulenta herida de su abdomen. Con un rostro lúgubre, Goody llamó a Elara. La vampiresa se llevó a las dos chicas que lo acompañaban.

Tyler no dijo nada esta vez, sus ojos la buscaron a ella y aun en contra de su propia voluntad, Merlina le regresó la mirada.

— Mer-

La sola idea de escuchar su nombre saliendo de esos labios, le revolvió el estómago.

Merlina giró sobre sus talones y se perdió entre la multitud. 


Donovan se había llevado todos los documentos que descubrió en la habitación de Laurel a la oficina, pero fue hasta el día siguiente que encontró la fuerza para seguir leyéndolos.

Llevó consigo los dos libros que había recolectado. El de la cripta de Crackstone lo reconocido en seguida. Noble le había informado de su desaparición en mundo peregrino y juntos llevaban una discreta investigación que no había llevado a nada. 

Codex Umbrarum, se llamaba el antiguo libro de magia oscura que habían encontrado hace años en la isla del cuervo. Donovan no era una persona aficionada a la historia local, pero habia escuchado la narración tantas veces que podía decirla palabra por palabra.

Había algo extraño en ese libro.

Solo posar su vista en el, hacia que los vellos de sus brazos se erizaran.

Donovan frunció aún más su ceño, la arruga entre sus cejas se profundizó.

No le gustaba nada el rumbo que la investigación estaba tomando. Magia oscura, la sangre en la cripta... 

El segundo libro era igualmente antiguo, pero pertenecía a un investigador Excluido, Nathaniel Faulkner. No había escuchado el nombre jamás, pero lo anotó en un pequeña lista y se prometió ir esa tarde a la academia por información.

Donovan le había estado dando vuelta a las páginas del diario, mientras tomaba su café en el Veleta cuando llegó a la imagen de los Hyde. Su corazón se detuvo y sus dedos temblorosos rozaron los trazos del monstruo.

Con el corazón en un puño, comenzó a leer. Con cada palabra, una piedra de culpabilidad caía en su estomago, cada una más pesada que la anterior hasta que la frase final hizo que el puño que sostenía su corazón se cerrará y las heridas de su distante relación con Tyler comenzaran a sangrar a la vez

"Se convierte en el instrumento voluntario de cualquier agenda nefasta que este nuevo amo pueda proponer."

Leyó la frase una y otra vez. Sentía que sus oídos estaban a punto de explotar...

—Disculpe, sheriff Donovan...— la voz de la chica lo regresó abruptamente a la realidad. 

Cerró el libro rápidamente.

La chica, llevaba el uniforme de porrista de la secundaria Jericó y su cabello rubio sujetado en una coleta alta. La reconoció como la chica de los Smother, compañera de Tyler desde la preparatoria.

— ¿Es verdad que Tyler y la chica de Nunca Más se fugaron porque usted les prohibió acercarse?

Donovan se tensó sobre su silla. ¿De dónde habían sacado ese disparate?

— Tyler no se fugó— declaró Donovan, sus dientes apretados.— Y menos con Merlina Addams.

—Es lo que dicen en Tik Tok — aclaró ella rápidamente alzando su telefono como evidencia —, pero yo no creo que Tyler se fijará nunca en uno de esos fenómenos de Nunca...

Chrissy Smothers cerró su boca ante la mirada furibunda del sheriff y su rostro palideció.

— Tyler no se escapó— volvio a decir, con más ímpetu —. ¿Quién está diciendo eso?

La chica tragó en seco y rápidamente le mostró el teléfono donde la compañera de cuarto de Merlina prometía relatar "toda la jugosa historia de los Romeo y Julieta modernos."

Donovan sintió su sangre como la sangre subió rápidamente a su cabeza.

— Están interfiriendo en una búsqueda policial. Borra eso de inmediato.

Chrissy no parecía entender sus palabras.

— Yo no pue-

— ¡Borralo!

— ¡Si!

Chrissy dio un saltó y tomó rápidamente su teléfono, antes de regresar a la mesa donde sus amigas la esperaban estupefactas. Donovan volteó hacía ella y miró como sus teléfonos apuntaba hacia él.

Mierda.

Soltó un gruñido y comenzó a recoger sus documentos.

La campana de la puerta sonó. Donovan dio un rápido vistazo y rodó los ojos al ver avanzar a Morticia y Gomez dentro de la cafetería.

¡Genial! Ese era su puto dia de suerte.

La pareja se deslizó en la butaca frente a él.

— Sheriff —comenzó Morticia con su voz suave—, hoy ha sucedido algo ciertamente interesante.

— ¿Ah, sí? — fue lo que su elocuencia le permitió decir, alzando sus cejas con cierta ironía.

— Así es — corroboró Homero —. Estábamos en la puerta principal de Nunca Más y Tish escuchó que la llamaban.

— ¡Ah! — exclamó, transpirando todo el sarcasmo que podía —. Imagino que eso es difícil que ocurra.

— No entiende, Sheriff—dijo Morticia—. La persona que me llamó, no se encontraba ahí. La voz, la escuche directamente en mi cabeza.

Donovan soltó un suspiro exasperado y negó con la cabeza.

— No se que piensa que puedo hacer, pero deberian de buscar otro tipo de profesional.

— Era Merlina — interrumpió.

Donovan se quedó con la palabra en la boca. Un escalofrío bajó por su espalda.

— ¿Esta... muerta?

La sola idea le revolvía el estómago. Si la chica Addams estaba muerta, Tyler...

—No lo se. Nunca me había pasado algo así, pero talvez debamos intentar contactarlos por medios menos... convencionales.

Donovan sentia que le faltaba el aire. No, Tyler no podía...

— ¿Dijo algo?

Morticia asintió enigmáticamente.

— Me pregunto por una persona, pero creo que usted ya sabe por quién.

Los ojos de la mujer se posaron en el Libro de las Sombras.

Donovan se hundió en la silla derrotado.

Ninguno de ellos se percató de cómo las chicas de la secundaria los fotografiaban y entre susurros apresurados enviaban las imágenes del rostro desesperanzado del hombre para que alimentarán la narrativa y el morbo que poco a poco se esparcía por la comunidad. 


Merlina no podía dejar de vueltas en su habitación. 

Su mente saltaba de un pensamiento a otro e intercambiaba su navaja de una mano a otra. Era frustrante y solo lograba que su rencor por Tyler alcanzaba un nuevo nivel, al ser el responsable de su falta de control.

¿Cómo podía tener esa influencia sobre ella, después de todo lo que había hecho?

— ¿Merlina? ¿Puedo pasar?

La voz de Joshua hizo que se detuviera en su sitio. Guardó el arma entre su ropa, y alisó la falda de su vestido de manera inconsciente. Dejó salir todo el aire de sus pulmones antes de contestar.

— ¿Qué quieres?

Joshua avanzó con pasos inseguros. La luz de la antorcha iluminó su rostro y lo que vio en él no le gustó para nada.

Merlina presionó sus labios y desvió su mirada hacia un punto detrás del chico.

— Goody convoca a una reunión de Oscuristas. Esta esperandolos.

Merlina asintió y con pasos rápidos cortó la distancia que los separaba. Sin embargo, antes de poder escabullirse, Joshua la tomó del brazo, obligándola a detenerse.

— ¿Estas bien? — su voz solo fue un susurro. La preocupación se derramaba en cada una de las sílabas.

— ¿Por qué no lo estaría? —respondió ella, alzando ligeramente su rostro carente de emociones.

Los ojos de Joshua recorrieron cada centímetro, buscando una grieta que no encontraría. 

— No estaba seguro de lo que harías. En la Gran Caverna, me refiero.

— ¿Por qué haría algo? Lo que suceda con Tyler no es de mi incumbencia.

— Te mirabas alterada. — confesó — ¿Estás segura, que lo que pasó entre ustedes...?

— Te equivocas si crees que caeré en sentimentalismos baratos—lo interrumpió —. Su llegada no cambia nada, al contrario — agregó, liberándose bruscamente del agarre del chico y dando un paso hacia atrás—, facilita todo. Conseguiré la información que necesito y luego, Logan podrá hacer lo que le plazca con él.

— ¿Y si Logan no quiere esperar?

—Entonces, debo apresurarme.

Por unos interminables segundos, se observaron fijamente. Merlina podía ver la duda en los ojos castaños de Joshua, casi podía escuchar sus pensamientos, el recuerdo de las memorias que le había robado.

Merlina también lo recordó. La suave sensación de sus dedos contra su piel, la calidez de su aliento chocando su rostro, la carnosidad de sus labios contra los de ella... pero, también rememoró las palabras frías susurradas en su oído, la burla en su voz y la frialdad en sus ojos al dejarla sola para afrontar su muerte. Su último encuentro descuartizaba cualquier debilidad que pudiera quedar en ella.

Merlina estiró su espalda y tensó sus músculos.

Sabía que Joshua estaba pensado en el pequeño desliz en el que habia bajado sus barreras en la intimidad de una cafetería y quería demostrarle que para ella, ese momento no significaba nada. Así que, se endureció más que nunca y se dispuso a resistir el escrutinio con estoicismo.

Ya era demasiado humillante saber que Tyler conocía ese error; pero, que lo supiera Joshua, y de la manera en lo habia hecho, era ultrajante.

Cerró los puños con fuerza a su costado. Su mandíbula se tensó visiblemente.

— ¿Terminó la inquisición o me has encontrado culpable?

— Eso no es lo que pretendía. Solo queria saber-

Merlina dió un paso hacia atrás.

— No vuelvas a confundirme con una adolescente enamoradiza. Ahora, debo atener una reunión.

Merlina esquivó a Joshua y se marchó.

La sangre hervía en sus venas, sus oídos parecían a punto de explotar. Antes de darse cuenta, se encontraba en lo más profundo de la montaña. Las antorchas de la sala de Oscuristas tiritaban frente a ella.

Merlina expulsó lentamente el aire de sus pulmones, antes de entrar y ocupar su asiento sin mirar a nadie. No había necesidad, los ojos de Goody se sentían como dos estacas clavadas en su pecho. Hacia dónde se moviera, ella la seguía, y en ese momento se preguntó qué tanto sabía la bruja de la historia no contada que tenía con Tyler. ¿Era por eso que confiaba en que ella podría convencerlo de quedarse?

Merlina clavó su mirada en el piso y cerró sus puños alrededor de la tela de su vestido. La humillación la aplastaba contra su silla.

Logan fue el último en entrar, Katherine y Matthew lo flaqueaba. Había algo de altanería en su expresión ensombrecida, como si deseaban que lo retaran para poder desquitar su furia contra alguien, cualquiera. Un sonido vibrante y bajó salía de su garganta. No lo podían escuchar, en cambio, lo sentían directamente en la piel erizada y en la sensación de peligro que disparaba todos sus sentidos. Merlina observó como los demás se removían incómodos e incluso Goody estiró su espalda y cerró las manos sobre su báculo de madera torcida. La luz esmeralda tiritó.

Logan entrecerró sus ojos al ver el bastón y su andar titubeó por una fracción de segundo.

El arma era antigua y poderosa, y Merlina supuso que su sola presencia anunciaba que la diplomacia había terminado.

Mejor así, pensó ella, era tiempo de poner todas las cartas sobre la mesa.

—Debiste llamar a esta reunión antes de darle asilo a ese asesino — dijo Logan sin perder el tiempo. Sus manos se cerraban en los reposabrazos de su silla con tanta fuerza que parecía que la madera crujiría en cualquier momento. — Y discutir tu supuesta visión.

Los hombros de Goody se tensaron al escucharlo, y la mano que sostenía el bastón se cerró con más fuerza. La luz verde comenzó a emanar con más brillo del arma.

— Mi visión es real —apuntó —. Aunque admito que debí compartirla primero con ustedes.

Logan soltó un bufido. Goody entrecerró sus ojos.

— Y el chico está bajo mi protección —volvió a recalcar —. ¿Alguien está en desacuerdo?

La pregunta era una mera formalidad. Los ojos ancestrales de Goody recorrieron cada uno de los rostros presentes. Nadie la contradijo y Merlina sabía que era a lo que la bruja estaba acostumbrada, obediencia ciega disfrazada de liderazgo.

— Mató a James —Logan se puso de pie, sus puños temblaban de ira —. No puedes pretender que comparta el mismo espacio que él. Ninguno de nosotros lo hará —agregó, señalando a Katherine y Matthew.

— Deberíamos escuchar su historia—dijo Ianthe, aunque se removió incómoda en su silla y no logró sostener la mirada.

— ¿Su historia? —rugió Matthew — ¿Y como escucharemos la historia de James? ¿Cómo sabremos que no nos miente?

— Sabemos que fue durante una misión — interrumpió Thomas, una de las gorgonas presentes —. Sabemos los riesgos de salir de aquí.

Los ojos de Logan y Matthew se dilataron y sus labios tiritaron como dos perros rabiosos.

—Veamos qué suerte tendrán las gorgonas sin la compañía de los licántropos — soltó como un ladrido.  

—Estas destruyendo todo lo que hemos creado — dijo Goody.

— ¡Tu lo haces al defenderlo! — interrumpió Logan — Joshua fue claro. Defendía a Cole Crackstone.

— Y ahora lo mató — intervino Goody, con voz firme.

— ¿Y se supone que eso es un consuelo? — dijo Logan, al borde de su asiento, con su voz llena de ironía —. No conoce la lealtad.

— Logan tiene razón — la voz de Merlina cortó la discusión. Goody la observó con un enojo contenido, y Logan esbozó una sonrisa satisfecha —. No conozco una persona a la que Tyler no ha traicionado.

— Pero hay una profecía que nos asegura que eso no va a suceder —rebatió rápidamente Ianthe.

— Dice Goody que existe tal visión —las palabras de Logan fueron como un puñetazo directo al estómago.

Las expresiones de todos, se tornaron temerosas cuando la bruja lentamente se puso de pie.

— ¿Dudas de mi? ¿Dudas de mi intención? — le preguntó. No alzaba su voz, no lo necesitaba. El filo de su lengua les hacía erizar la piel —. He sido yo quien ha sacrificado todo por esta causa. Y tu, pretendes llamar a tu egoísmo justicia y poner en peligro el futuro de todos para satisfacer tu sed de sangre. Eso no es liderazgo, Logan. Y no es lo que se espera de un alfa.

El rostro de Logan se encendió, sus ojos se tornaron amarillos. Katherine intentó retenerlo, pero él la apartó de un movimiento brusco.

— Como te atreves — rugió, lanzándose contra ella.

El báculo golpeó el suelo y la estancia se llenó de un destello esmeralda que cegó a todos. Cuando la luz se disipó, Logan estaba contra el suelo, retorciéndose y soltando alaridos quejumbrosos. El rostro de Goody se había transmutado y un brillo desquiciado adornaba sus ojos.

Era patético, pensó Merlina mirando al hombre lobo, porque acababa de demostrar a todos que Goody tenía la razón. Aquel conocimiento sabía amargo y fue ella, esta vez, la que se movió en la silla. 

La bruja, en cambio, se mostraba más peligrosa que nunca. Miró los rostros de cada uno de los presentes y luego, rompió el hechizo con el que contenía a Logan con la misma facilidad con la que parpadeaban.

— Dejaré la decisión de Tyler en sus manos, pero recuerden cómo llegaron aquí y lo que tuvieron que hacer para sobrevivir. Tyler no ha hecho nada diferente.

La bruja tomó su asiento y con un gesto, le indico a Dan que fuera por Tyler. Sin embargo, no era más que una formalidad. Merlina podía ver claramente en los rostros de los Oscuristas que la decisión ya estaba hecha. 

 

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