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Capítulo 1
Buena o mala, no importa cómo fue su vida. La vivió completa, hizo todo lo que se esperaba de ella, pagó por todos los pecados que eran suyos y hasta por los que no lo eran. Pasó toda su vida pagando por los errores de su niñez, los cuales nunca dejaron que olvidara. Y cuando al fin pensó que podía ser libre, que todo había terminado, que cada deuda estaba saldada y solo rogaba porque su próxima vida fuera una mejor vida… ¿volvía al inicio? ¿Era esta mierda en serio? ¡Por el Caldero y por la Madre! ¿Qué crimen tan imperdonable había cometido en su vida para merecer esto?
Sí, entendía que no había sido la mejor hermana del mundo, entendía que pudo haber sido una mejor hermana y que no lo fue… Que se jodan las excusas de si fue porque no podía, porque no era capaz, porque estaba resentida con su padre, etc., etc. La pura y llana verdad es que no fue una buena hermana, nunca fue cariñosa y nunca hizo más allá de lo mínimo que se esperaba de ella.
Luego, en su vida como fae, después de su primera guerra, se había vuelto un poco alcohólica y castigaba a todo el mundo con su lengua. Pero al final, hizo todo lo que se esperaba de ella para pagar por esos errores. Pasó siglos pagando por esos errores. Desde el día que fue encerrada en la Casa del Viento bajo el poder de Cassian, de su hermana y de todo el Círculo Interno de la Corte Nocturna, no hizo otra cosa que pagar con intereses cada deuda que tenía e incluso las que no tenía. Se calló la maldita boca y pagó incluso por aquellas faltas percibidas, sin importar si las cometió o no, o por qué razón las cometió. Fabricó armas para ellos, fue su arma cuando lo quisieron y el resto del tiempo desaparecida discretamente en su casa, la Casa del Viento, solo apareciendo para hacer feliz a Feyre yendo a sus cenas, en las que nunca se sintió cómoda. Fue su arma de persuasión cuando nombraron un rey de Prythian. Bajó la cabeza y fue quien otros siempre quisieron que fuera.
Realmente no sabía qué esperaba al morir, pero fue un alivio cuando aquella espada atravesó su corazón. Solo esperaba que, fuera lo que fuera lo que la esperaba más allá de la muerte, fuera paz, tal vez una reencarnación a una vida mejor, lo que fuera. Pero, en lugar de eso, había abierto los ojos el día que se pegó su primera borrachera en su apartamento de mala muerte en Velaris. ¿Qué carajos? ¿Por qué? Si la idea era cambiar algo, debieron haberla mandado a su niñez, no a este momento.
Se arrastró lejos de la cama y vomitó en el escusado. Cerró los ojos, rogando que todo fuera un sueño, que esto no fuera real. No podía volver a pasar por lo mismo. No quería volver a pasar por lo mismo. Una vida pagando por sus errores fue suficiente. Exigirle dos vidas por lo mismo era demasiado, demasiado extenuante, demasiado todo, y no lo quería. Pasó 480 años pagando el hecho de haber dejado que Feyre fuera a cazar y no haberlo hecho en su lugar, pasó 480 años pagando por haber tenido una lengua venenosa y dura. Y encontraba que eso era suficiente pago. No estaba dispuesta a hacerlo de nuevo, no estaba dispuesta a pasar por todo de nuevo.
Pero, ¿qué podía hacer? ¿A dónde podía ir? No tenía dinero, no tenía nada. ¿El dinero de la herencia de su padre…? Nunca supo qué pasó con él, pero probablemente ya no existía. No podía vivir del dinero de Feyre y Rhysand; eso fue lo que usaron para condenarla una vez. Pero nunca salió de la Corte Nocturna, no sabía hacer nada más que ser un arma para ellos.
Se levantó y se enjuagó la boca, aún ligeramente temblorosa y confusa.
—Arriba, Nesta Archeron —se susurró a sí misma. Lo primero que debía hacer era conseguir un trabajo, nunca más debía volver a vivir del dinero de otros. Su padre, Feyre, el dinero de Rhysand, el de Cassian… siempre dependió económicamente de otros. No podía volverlo a hacer, no podía volver a darle ese control sobre su vida a nadie.
***
Buscó trabajo, realmente lo hizo, pero su perfil era muy alto. Nadie se atrevía a darle trabajo a la hermana de la Gran Dama. Irónicamente, donde único su nombre no valía nada y estuvieron dispuestos a darle un trabajo fue en una de las tabernas de mala muerte que había frecuentado en su vida pasada. Un trabajo de camarera; cuando eres guapa, las propinas son buenas, notó rápidamente.
Se mantuvo lejos del alcohol a nivel personal; lo servía para otros, pero lo evitaba para sí misma. También se mantuvo lejos del sexo, no quería que volvieran a usar nada de eso en su contra.
***
Se tensó cuando vio a su hermana Feyre frente a la puerta de su desvencijado departamento días después. Sintió náuseas y un momento de pánico real al verla. ¿Habían vuelto por ella? ¿La iban a volver a encerrar?
—Nesta —pero Feyre le sonrió con suavidad. Aun así, la miró con desconfianza.
—¿Qué quieres? —preguntó sin rodeos, yendo al grano. Sabía que si decía algo incorrecto, también lo usarían en su contra.
—Bueno, va un mes desde que te mudaste sola, estaba... Quería saber cómo lo estabas haciendo, cómo lo estabas llevando.
—Bien, estoy bien —susurró en voz baja, caminando hacia su puerta. No podían quedarse simplemente paradas ahí. Cuando Feyre extendió su mano para tocarla, Nesta no pudo evitar estremecerse, y Feyre debió notarlo, porque retiró su mano antes de tocarla. Nesta volvió a respirar ante eso y abrió la puerta de su departamento para dejar a Feyre entrar.
—Este lugar... —Feyre miró alrededor del departamento de Nesta, y era obvio que no tenía nada bueno que decir. Nesta no la culpaba; el sitio era barato y en mal estado, no había nada bueno que decir de él.
—No me gustaría quitarte tiempo, Feyre. Será mejor que vuelvas con tu familia, estoy cansada —le dijo en voz baja, sintiéndose incómoda. Tener a Feyre ahí la ponía nerviosa. Sabía que si su hermana se sentía mal o nerviosa, sin importar el motivo, mientras tuviera que ver con ella, Rhysand estaría furioso. Así que prefería que su hermana se fuera rápidamente antes de que algo pudiera pasar.
—Yo... solo quería verte —Feyre se escuchaba, y se notaba confundida. No entendió por qué, solo estaba tratando de no molestar.
—Ya me viste, Fey —le susurró sin mirarla.
—He escuchado que estás frecuentando mucho un bar...
La miró asustada, temiendo que la fuera a acusar de alcohólica y puta de nuevo, y adelantaran su intervención. Pensó que tendría mucho más tiempo. La última vez la dejaron pudrirse casi un año completo, ahora solo había pasado un mes.
—Yo... —Feyre debió sentir el ambiente excesivamente incómodo, porque se levantó—. Me gustaría que vinieras el domingo a cenar, si puedes. Yo... me iré, no te molesto más —susurró. Nesta se sintió aliviada cuando su hermana se marchó y volvió a respirar. Se sentó con las extremidades temblorosas, eso había estado cerca.
***
Cuando conoció al equipo de “Sin Fronteras”, le llamaron la atención. Estaban compuestos casi en su totalidad por inmortales inferiores; en su vida pasada los había visto de pasada, pero nunca les prestó atención, justo como hacían siempre los altos faes. La diferencia es que ella no los había ignorado por ser una alta fae, lo hizo porque estaba recién salida de una guerra, hundiéndose en los remordimientos por la muerte de su padre, tratando de ahogarlo todo en alcohol, y no fue muy lejos de esas fechas cuando también comenzó a tratar de ahogarlo en sexo.
Este grupo de inmortales inferiores era nómada; viajaban de corte en corte ofreciendo sus servicios de ayuda. Construían casas, graneros, escuelas, cualquier edificio a bajo costo que necesitaran las castas inferiores. También traían medicinas y trataban de escolarizar un poco allí donde pisaban. Trabajaban principalmente con donaciones y sus propios recursos. Este grupo estaba compuesto, en su mayoría, por aquellos con un padre que era inmortal inferior y un padre alto fae, lo que los hacía mestizos.
Este grupo había estado en Velaris para pedir donaciones al Alto Lord, con el fin de construir algunas casas y una pequeña escuela en los barrios marginales. Rhysand les había dado el dinero e incluso varias cortesías, pero el grupo estaba por partir hacia la Corte del Día para seguir su viaje.
—¿Tienen espacio para una más? —preguntó Nesta por impulso, dejando la bandeja donde servía bebidas y sentándose junto al líder del grupo. El hombre, un fauno de cabellos castaños y bastante guapo, la miró curioso.
—Mi señora, la vida nómada que llevamos no es adecuada para una Alta Fae —le dijo amablemente.
—Soy igual de mestiza que tú, solo que no lo parezco —se encogió de hombros, y no era del todo falso, después de todo, aunque el Caldero la hizo, ella fue humana una vez—. Sé leer, sé escribir; podría ayudarles con las partes de alfabetización en las zonas más pobres. Además, soy buena con los números, por lo que podría ayudar con las cuentas también —aseguró.
El macho pareció pensarlo.
—¿Está segura de querer dejar este lugar? Es una bonita ciudad y, para el estado en que quedaron muchos lugares después de Amarantha y de la guerra contra Hybern, es de los que mejor está. La vida nómada no siempre es la más cómoda, mi señora.
—Ustedes hacen algo bueno ayudando a los demás, yo también quiero hacerlo, quiero hacer una diferencia en la vida de aquellos que no le importan a nadie, como nosotros —le aseguró—. Además, Velaris no es mi hogar —añadió.
—Bueno, en ese caso... si quieres intentarlo, eres bienvenida. Nos vendría bien una maestra a tiempo completo —confesó, tendiéndole la mano—. Soy Gustavo —se presentó.
—Nesta Ar... Nesta, soy simplemente Nesta —estrechó su mano. El fauno le sonrió amablemente.
—Bien conocida, simplemente Nesta.
Notes:
Todos mis fics hasta ahora siempre han sido Nessian, pero estoy pensando seriamente si este también lo será. ¿Qué creen ustedes? ¿Lo hacemos Nessian (Cassian x Nesta) una vez más o nos aventuramos con Nesriz (Nesta x Eris)? ¿O qué tan inclinados se sienten hacia un trío Eris x Nesta x Cassian? O tal vez Lucien x Nesta, siempre me ha intrigado esa pareja, que había sido la idea original de Sarah hasta que la descartó por Nessian y Elucien.
Por otro lado, Feyre estaba auténticamente desconcertada por el temor de Nesta. Aunque Nesta renació tras más de 4 siglos, para Feyre, su hermana acaba de mudarse sola. Nesta despertó en el momento en que se emborrachó por primera vez, antes de caer en el alcohol y el sexo. Aunque Nesta actuaba insoportable y soberbia como siempre, y un poco deprimida/molesta cuando se mudó, no había hecho nada de lo que luego se usó como excusa para encerrarla; aún no ha atacado a nadie. Por eso la reacción de pánico hacia Feyre, quien la miraba como si Nesta temiera ser lastimada, fue algo que Feyre no pudo entender. Porque Feyre, ni en los peores momentos, se fijó en cómo Rhys trataba a su hermana, ni le molestaba. Así que su desconcierto era genuino, al igual que el pánico de Nesta, porque Rhys nunca la ha tolerado, y él mismo dijo que no la perdonaría por lo que le “hizo” a Feyre cuando era una niña.
Si bien estoy de acuerdo en que Nesta no fue la mejor hermana, tengo una opinión impopular: Nesta NO era responsable de Feyre. Ella NO era su madre, y ser la hermana mayor no la obligaba a cuidarla o amarla. Quien tenía esa obligación y falló monumentalmente a Feyre (y a Elain y Nesta) fue el señor Archeron. Él abusó de sus hijas al abandonarlas. Tampoco debió ser responsabilidad de Feyre cuidar de su familia, pero fue la señora Archeron, no Nesta, quien la obligó a prometerlo. A mi parecer, las tres hermanas fueron víctimas de negligencia y abuso parental, y cada una reaccionó de manera diferente, y no de la manera más sana. Feyre creció demasiado rápido, haciéndose “la responsable” cuando aún era una niña, y eso no fue saludable. De hecho, Feyre resiente haber tenido que hacerlo, pues le robaron su infancia. Elain se aisló del mundo y negó el cambio en su vida. Y Nesta convirtió la furia en su mecanismo de defensa: si lastimaba a otros primero, nadie la lastimaría a ella. Muchos culpan a Nesta por ser una “mala hermana” por no haber reaccionado de una forma más “aceptable” ni bonita al abuso como hicieron Feyre y Elain, pero yo veo a tres niñas a quienes les robaron su infancia. Mi corazón duele por las tres. No ando, como muchos, midiendo quién sufrió más. Yo, sinceramente, a quienes no puedo perdonar es a la cruel señora Archeron (y la abuela) y al padre que, desatendido e indiferente, no luchó por sus hijas.
Si eres un hater de Nesta, esta historia no es para ti. Por que tienes que sumarle que a mis ojos lo que paso en ACOSF no fue sanación, fue castigo, venganza, un camino para doblegar y volver sumisa a alguien. A mis ojos Nesta no es alguien que haya sanado al final de ese libro, solo la obligaron a cambiar mecanismos de defensa destructivos por otros mecanismos de defensa igual de destructivos pero mas convenientes para la Corte Nocturna por que ahora Nesta moriría por ellos. ACOSF para mi fue un gran red flag, parecía mas un Dark Romance que un Romantacy para mi ^^U
Chapter 2: Capítulo 2
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Capítulo 2
Feyre estaba preocupada; Nesta no había venido a la cena del domingo. Y cuando fue a visitarla, su hermana se comportó de manera extraña… era como si… como si tuviera miedo de ella. Pero no podía imaginar por qué, ni qué podría haber puesto a su hermana así. Decidió marcharse rápidamente para darle espacio a Nesta; realmente quería hablar con ella durante la cena para asegurarse de que estuviera bien. Pero Nesta no apareció en la cena. Pensó en ir a verla, pero decidió darle tiempo y espacio, a pesar de lo preocupada que estaba.
Se arrepintió de eso solo una semana después, cuando Elain le dijo, muy inquieta, que había ido a ver a Nesta, pero nadie le abrió en el departamento.
Eso, sumado a su última visita a Nesta, encendió todas las alarmas en Feyre. Decidió ir personalmente al departamento de Nesta, acompañada por Cassian. Pero tampoco les respondieron. Preocupada, buscó al dueño del edificio para que les abriera la puerta del departamento de su hermana, pero este los miró confundido.
—Su hermana entregó las llaves del departamento hace más de una semana y se marchó, mi señora —les explicó el hombre. Feyre no podía creerlo. Así que el hombre les abrió el departamento para mostrárselo y, efectivamente, estaba vacío. Aparte de los muebles que venían con el lugar, no había nada más allí.
Inmediatamente, ante la angustia de Feyre y Cassian, Rhys movilizó todo para buscarla, pero era como si Nesta hubiera desaparecido de Velaris. Ni siquiera Azriel pudo encontrarla. Feyre y Elain se enfermaron de angustia, imaginando lo peor: desde que Hybern se la había llevado, hasta que su hermana estaba muerta en algún lugar. Rhys podía hacer poco; incluso había extendido su mente por todo Velaris sin éxito para localizarla.
Por eso, cuando un mes después recibieron una carta, Rhys estuvo a partes iguales furioso e incrédulo.
Queridas Feyre y Elain:
Espero que esta carta las encuentre bien de salud a ambas. Yo estoy bien, por primera vez en muchísimo tiempo me siento tranquila y segura. Encontré un buen trabajo y estoy haciendo algo que nunca pensé antes, pero que me gusta. Sé que amas Velaris, Feyre, y que ese lugar lo es todo para ti, pero yo… me estaba muriendo allí. Sentía que no podía respirar, que me estaba ahogando… odiaba Velaris. Lamento si decirte esto te duele, FeyFey. No pretendo lastimarte, pero, aunque Velaris puede que fuera lo que tú necesitabas para sanar, no era lo que yo necesitaba para curarme definitivamente. Más bien, todo lo contrario, mis heridas se estaban infectando en ese lugar.
Creo que he podido respirar por primera vez desde que salí de ese maldito Caldero, en el momento en que puse un pie fuera de Velaris. Sin las miradas condenatorias y juzgadoras de toda tu familia sobre mí, solo por el hecho de que fui una niña bastante mala contigo… o una hermana horrible, si prefieres llamarlo así directamente. No te negaré ese derecho, lo fui. Pero tu marido disfrutaba aterrorizarme porque me odia, por el simple hecho de no haber sido yo quien saliera a cazar. Lo lamento, Feyre, de verdad. Ojalá hubiera sido una mejor hermana, pero el pasado es lo que es, y no quiero vivir en un lugar donde siempre voy a ser juzgada por él. Así que no me busques ni te angusties; estoy bien, realmente bien, por primera vez desde que regresaste a nuestro hogar convertida en un hada. Puedo decir que estoy bien.
Elain, lamento no haberte traído conmigo, pero siempre te ha gustado la buena vida. Eres la típica princesita, y eso está bien, pero no puedo darte esa vida. El trabajo que conseguí y que me gusta no se presta para ese tipo de vida, y odiarías completamente esta vida que a mí tanto me gusta. Feyre sí te puede dar esa vida, así que no te preocupes. Ese compañero tuyo es bastante guapo; tal vez deberías darte la oportunidad de conocerlo, y si no te gusta, entonces mándalo al diablo, pero al menos conócelo primero.
Y tú, Feyre… ten cuidado. Eres muy joven para tener hijos, pero eres una hembra emparejada, así que si tú y tu marido se ponen creativos, recuerda que él es un macho mitad ilirio, y por lo que he estado estudiando… las hembras NO ilirias que tienen bebés ilirios terminan muriendo en el parto. Algo relacionado con las alas del bebé, que las desgarran, porque sus alas no son flexibles y los huesos pélvicos de las hembras no ilirias no están hechos para permitir su paso. Siempre hay una posibilidad, si duermes con un medio ilirio, de que el bebé tenga alas. Antes de tomar decisiones como esa, te recomiendo hablar con una partera especializada en el tema. Aunque tal vez solo estoy sobrepensando las cosas. Tienes veintipocos años y una vida por delante, diviértete un poco antes de hacerme tía.
No sé cuándo volveré a tener acceso a un servicio postal, pero cuando lo tenga, les enviaré algunas actualizaciones. Cuídense mucho, las dos.
Siempre suya,
Nesta
***
Azriel pudo localizar de dónde fue enviada la carta: desde la misma ciudad de Rodas, la ciudad principal de la Corte de la Luz. Sin embargo, ninguno de los trabajadores de allí recordaba quién pudo haber enviado la carta ni a ninguna hembra con la descripción de Nesta.
***
—Es tu culpa, ¿por qué tenías que ser tan duro con ella por nuestra niñez? —sollozó Feyre, preocupada por Nesta.
—Feyre… lo siento… jamás le hubiera hecho daño. Ella es tu hermana —le aseguró.
—Pero la aterrorizaste.
—Feyre… me cuesta perdonarla después de todo lo que te hizo, pero… JAMÁS la hubiese lastimado, jamás la lastimé —añadió.
—Déjalo ir, Rhys. NO tienes derecho a usurpar mi dolor ni mis traumas —le advirtió—. Tú no estuviste en esa cabaña, no sabes nada. Sí, dije algunas cosas no agradables de mis hermanas cuando estaba en mi punto más bajo, pero son MIS hermanas. Yo tampoco fui una hermana perfecta. En esa cabaña, ninguno de nosotros lo fue, pero son MI FAMILIA. Mi casa también debería poder ser su casa, pero no. Una de ellas se sintió tan rechazada que se fue sin nada, sin nadie, a enfrentar un mundo que no conoce, porque estaba asustada de nosotros. Nesta no sabe hacer nada; fue criada para ser una esposa trofeo. ¿Cómo demonios va a enfrentar el mundo sola? Tú no tenías derecho a actuar como si Nesta te hubiese hecho una afrenta personalmente.
Rhys respiró hondo, suspiró y abrazó a Feyre por la espalda.
—Lo dejaré ir. Encontraremos a Nesta, la traeremos a casa y te prometo que dejaré de mirarla mal —le aseguró, besando su cuello—. La trataré como a Elain —prometió.
Elain era alguien suave y amable; era fácil perdonarla. Pero Nesta… Nesta era una hembra fuerte y con mal carácter, y que alguien así hubiera dejado a Feyre a su suerte hacía que fuera muy difícil para Rhys perdonarla. Pero Feyre amaba a sus hermanas, y Rhys haría cualquier cosa por Feyre, incluso soportarlas.
Además, Feyre y Elain no eran las únicas devastadas por la situación. Cassian estaba completamente perdido y desesperado; todos sospechaban que él y Nesta eran compañeros.
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Capítulo 3
~25 años después~
—Muy bien, Erawen —sonrió Nesta, mientras la joven ninfa casi danzaba alrededor de ella, saltando de alegría con su cartilla fonética correctamente completada. Nesta aplaudió suavemente, animando a la pequeña ninfa de la aldea donde habían estado el último mes, en la Corte de Verano.
—¡Yo, yo, profesora! También escribí bien todos mis caracteres. —Un pequeño fauno saltó, llamando la atención de Nesta con nerviosismo. Nesta se acercó con pasos suaves, tomó la cartilla y la leyó.
—Oh, Bruce, esto es muy bueno. Están perfectamente hechos —le aseguró, acariciando la cabeza del niño.
Todos los niños estaban un poco enamorados de la única alta fae del equipo de "Sin Fronteras", una organización sin ataduras a ninguna corte en particular, que viajaba allí donde era necesario. Ofrecían servicios de salud, educación y construcción gratis o a bajos costos, por el tiempo que fuera necesario. Trabajaban con las castas más marginadas, nunca para los altos fae, ya que estos no necesitaban sus servicios. Eso había permitido a Nesta pasar desapercibida durante años; nadie prestaba atención a las clases marginadas, pero ella había encontrado un hogar entre ellos.
Estos 25 años habían sido más felices que toda su vida en Velaris. Oh, aún les escribía al menos dos veces al año a sus hermanas: una vez en el cumpleaños de Feyre y otra en el de Elain, para desearles felicidades y solía enviarles alguna baratija que le hubiera gustado. Después de todo, Nesta no tenía mucho. La organización no podía pagarle mucho, y normalmente lo poco que ganaba lo gastaba en insumos escolares para los niños a los que enseñaba y en su propio muchacho.
La organización se sostenía en gran medida gracias a donaciones de otros inmortales en mejor posición económica que sus congéneres, y también de algunos altos fae con sensibilidad suficiente y los recursos para ayudar. Incluso, de vez en cuando, algún alto señor. Sabía por Gustavo que el Alto Lord de Primavera, así como los de Verano y Día, habían abierto generosamente sus arcas para sus obras cuando pasaban por sus cortes. También sabía que Rhysand había sido generoso con ellos cuando estuvieron en Velaris poco después de la guerra contra Hybern. Sin embargo, Velaris era uno de los lugares que menos ayuda necesitaba tras Amarantha y Hybern, por lo que en 25 años no habían vuelto allí, para alivio de Nesta. Oh, habían estado en otras zonas de la Corte Noche, sobre todo en las áreas más empobrecidas de los campamentos ilirios y la Ciudad Tallada, pero pocas veces en comparación con otros lugares que habían sido mucho más afectados.
***
—¡Mamá!
Nesta dejó los papeles que revisaba y miró a su muchacho, su perfecto chico. Abrió los brazos y Miguel corrió hacia ellos. Su hijo en todo, menos en la sangre. Miguel era lo que se consideraba un Hada Malévola, pero Nesta no podía ver un gramo de maldad en su muchacho. Simplemente lo señalaban así por miedo, por temor al poder de su hijo y a su apariencia física inhumana. Miguel era un Suriel, uno considerado “defectuoso” incluso entre los propios Suriel. Miguel había nacido mudo, y cuando el poder de un Suriel radica literalmente en decir la verdad a través del conocimiento profético y la clarividencia... eso era problemático. También poseían un conocimiento innato de la magia y de los secretos del mundo.
Debido a la condición de nacimiento de Miguel, su propia gente, que ya de por sí vivía precariamente sin un hogar propio, lo rechazaba, y solo le importaba a su madre, porque incluso entre las criaturas que llamaban “malvadas”, una madre ama a su cría.
Nesta se encontró con la hembra moribunda, herida de muerte, y el pequeño de 2 años en ese momento aferrado a ella, con lágrimas silenciosas en su rostro. Físicamente, parecía una criatura a la que los humanos habían sido enseñados a temer, pero esas lágrimas, ese dolor... no era algo que una criatura malvada pudiera fingir. Nesta intentó ayudar, pero la madre estaba más allá de toda salvación. La hembra, con sus poderes, debió ver algo en Nesta, pues le suplicó con su último aliento que cuidara del niño, su hijo sin nombre. Nesta aceptó, y así volvió al campamento con el pequeño, a quien llamó Miguel, en sus brazos. Al principio, intentaron convencerla de que lo abandonara, de que los Suriel no debían tener un hogar, pero cuando Nesta amenazó con irse con el niño, lo aceptaron. Con el tiempo, todos aprendieron a amar al pequeño Suriel y a verlo como uno más de ellos.
Gustavo personalmente había ayudado a Nesta a dar los ritos fúnebres a la madre biológica de Miguel.
Miguel ya tenía 6 años. El pequeño Suriel tenía una apariencia ligeramente menos amenazante que la forma adulta normal de su raza, pero aún conservaba ese aire sobrenatural y un poco espeluznante. Su complexión era delgada y frágil, casi como si sus huesos estuvieran más visibles bajo su piel pálida. Su piel, de un tono ceniciento y translúcido, se estiraba sobre su cuerpo, mostrando las venas que se enredaban como pequeñas sombras bajo la superficie.
Los ojos de Miguel eran grandes y lechosos, a menudo brillaban con un conocimiento antiguo y melancólico, como si hubieran visto demasiado para su corta edad. Y Nesta no dudaba de que así era. Sus manos eran delgadas, con dedos largos y uñas afiladas que apenas comenzaban a crecer para convertirse en el arma que eran para los adultos de su especie. Su escaso cabello era ralo, pero siempre limpio y ordenado gracias a Nesta. Pero, sobre todo, en el niño se podía sentir un poder latente y dormido que resonaba con el de su madre, Nesta.
El niño solía vestir largas túnicas con capucha que Nesta elegía o cosía personalmente para él. A ella, personalmente, no le interesaba la capucha; no creía que su hijo debiera esconderse, pero a Miguel le gustaba usarla. Cuando lo hacía, los desconocidos no se fijaban en él.
Nesta había tardado un año en crear un sistema de lenguaje por señas que le permitiera a Miguel comunicarse con ella, pero lo había logrado. Más gente en la organización, que con el tiempo se había encariñado con el muchacho de Nesta, también había aprendido para poder comunicarse con él. En un mundo donde Miguel había nacido para permanecer aislado sin su voz, siendo parte de una raza condenada a deambular, Nesta rompió las reglas y los esquemas, dándole una voz y un hogar.
***
Nesta afinó su oído, con los ojos vendados, escuchando los aplausos y risas de los niños mientras los perseguía a ciegas. Las risas la guiaban más que los aplausos, revelando las posiciones de los pequeños a su alrededor. El grupo consistía en su hijo, tres pequeñas ninfas, dos faunos, un centauro y dos Spitfire. Después de todo, se encontraban en la triple frontera entre las cortes de Primavera, Verano y Otoño.
De repente, el juego se detuvo en silencio. Nesta percibió algo extraño y se quitó la venda de inmediato. Sus estudiantes habían corrido a refugiarse tras las amplias faldas verde hierba que ella llevaba. Los más traviesos asomaban sus cabecitas por los lados, mientras Ariel, el joven centauro, se colocaba junto a Nesta, tomando la mano de su profesora. Al mirar hacia los adultos que habían interrumpido el juego, Nesta reconoció solo a uno de los cinco altos Fae: Tarquin, el Alto Señor de la Corte de Verano.
—Nesta —saludó Gustavo, el líder del proyecto sin Fortenra, con una sonrisa. El fauno no había cambiado en un cuarto de siglo, al igual que Nesta—. Permítanme presentarles a nuestra profesora. Ella es Lady Nesta, y se encarga de escolarizar a quienes lo necesiten y deseen, allá donde vayamos. Lady Nesta, él es el Alto Señor de la Corte de Verano, Tarquin. Han venido a ver personalmente nuestro trabajo —explicó con entusiasmo, presentando a Tarquin—. El Alto Señor Tarquin es de los más amables con nosotros, los inmortales, y su corte es una de las más abiertas.
—Sí… lo conocí brevemente en el pasado —asintió Nesta con una sonrisa incómoda, estrechando la mano del guapísimo hombre moreno.
—Lady Nesta, un placer encontrarla de nuevo —la saludó Tarquin—. Ha pasado mucho desde que la vi por última vez durante la guerra. Admito que no esperaba verla en un trabajo como este —dijo el macho, mirándola de arriba a abajo—, pero le sienta bien —sonrió amablemente—, brilla y se ve mucho más feliz.
—Sí, bueno, creo que después de la guerra todos nos vemos mejor. Usted también luce bien, mi señor —respondió Nesta, cortesmente.
Tarquin no entendía de qué manera la escolarización podía beneficiar a un joven suriel o a un Spitfire. De hecho, estaba asombrado de ver a un suriel en primer lugar, ya que estas criaturas solían ocultarse en la Corte de Primavera y rara vez se dejaban ver. Sin embargo, aquí estaba uno, bien vestido y tomando clases. ¿Cómo había logrado Nesta Archeron algo así? Sintió curiosidad por la mujer. Nesta levantó en brazos al suriel, sosteniéndolo sobre su cadera. La pequeña criatura, normalmente considerada horrenda, apoyó su cabeza en la clavícula de Nesta y le sonrió con confianza a los adultos. Esto impactó a Tarquin, al darse cuenta de lo inadecuados que eran sus pensamientos hacia un niño, fuera suriel o no. Otra niña, aferrada a la falda de Nesta, levantó sus dedos saludando tímidamente a Tarquin, quien, divertido, correspondió con una sonrisa relajada, recordando que, al fin y al cabo, eran solo niños.
Tarquin era un buen Alto Señor, uno de los más jóvenes, y realmente se preocupaba por su gente. Al decir "su gente", no solo se refería a los altos Fae, sino también a los Fae de clase baja y a los inmortales. Él representaba el ideal de igualdad en su corte. Con el tiempo, Nesta bajó la guardia con él, ya que era difícil mantenerse a la defensiva ante un Alto Señor que no dudaba en ensuciarse jugando con los niños, que elogiaba pequeños avances como si fueran grandes logros, y que incluso se arremangaba para ayudar a pintar el pequeño dispensario que estaban construyendo en la zona.
***
Después de haberse topado con Tarquin, Nesta sabía que era cuestión de tiempo que su localización se supiera. No lo había tratado como un secreto, pero tampoco lo había ido pregonando. En sus dos cartas anuales a sus hermanas, nunca mencionaba dónde estaba ni que ahora era madre. Y, como siempre, mandaba las cartas poco antes de partir de una corte a otra. Durante 25 años había pasado bajo el radar de todo el mundo. Si bien la organización de buena voluntad “Sin Fronteras” era legal, estaba compuesta principalmente por aquellos que los altos fae consideraban inferiores, así que no muchos, en realidad, le prestaban atención entre los altos fae. Quienes siempre los notaban con agradecimiento eran los inmortales inferiores, y no es como que ellos fueran hablando con los altos fae. Así que nunca escucharon de la bonita maestra que era una alta fae dispuesta a enseñar las letras a cualquiera que se lo pidiera, principalmente niños, pero nunca rechazaba a ningún adulto que también quisiera aprender.
—Mamá —la había llamado Miguel esa mañana cuando desayunaban—. Te encontró, viene por ti.
Nesta había estado esperando eso desde que vio a Tarquin, pero no pensaba huir; esta era su gente y su vida, no la abandonaría. Así que solo asintió a su hijo y siguió con su día.
La visita de Tarquin había ayudado muchísimo; su donación monetaria y de mano de obra permitió que el proyecto avanzara muy cómodamente. Pero como siempre, en la organización todos se remangaban dispuestos a ayudar. En ese momento, Nesta se subía tambaleante sobre algunos barriles para pintar la parte superior de la pequeña biblioteca pública que habían construido. Incluso habían conseguido una buena cantidad de libros donados para el pequeño lugar en la aldea donde estaban trabajando. Algunas sacerdotisas cercanas se habían acercado a traerles algunas copias de libros que habían hecho amablemente para el proyecto.
—Profesora, tenga cuidado, déjeme subir a mí, es mejor —una joven Urisk que se había unido a la clase de Nesta hace un par de semanas, se inquietaba al ver a la mujer de apariencia delicada tambalearse en un barril para pintar algunas flores… bastante curiosas.
—Olvídalo, la profesora Nesta es muy terca —rió uno de los jóvenes faunos a su amiguita mientras seguía barriendo el lugar; el polvo de la madera aserrada se acumulaba.
—¡Profesora! —El joven centauro Ariel, que era el más grande del grupo en tamaño, mas no en edad, exclamó cuando la profesora resbaló hacia atrás.
Pero Nesta jamás cayó… no es que le preocupara desde esa altura, pero en lugar del suelo, sintió unos cálidos brazos. Cuando levantó la vista, vio un hermoso rostro que no había visto en más de 20 años.
—Oh… hola, Azriel —saludó, sacudiéndose para que la pusieran en el suelo, nada sorprendida de que fuera este macho el enviado por ella. De inmediato, unas manitas huesudas y espantosas se agarraron a su falda: Miguel.
—Estoy bien, corazón —extendió su mano sin mirar para acariciar el cabello ralo de su hijo. Miguel insistió, jalando a la hembra hasta que Nesta lo miró y le sonrió—. No me pasó nada, aquí el guapo hermano me atrapó —le señaló al enorme macho ilirio frente a todos—. Todos, este es Azriel, una especie de hermano de mi hermana. Azriel, te presento a mi clase, que hoy están haciendo voluntariado en nuestra nueva futura biblioteca —sonrió como si no fuera gran cosa y no llevara desaparecida más de 20 años. El macho se vio incómodo cuando las pequeñas criaturas, infantes todos, lo miraron curiosos.
—Maestra —la Spitfire, que era una criatura de los árboles de la corte de Otoño, llamó a Nesta—. ¿Tiene una hermana? —preguntó curiosa.
—Tengo dos —rió Nesta, divertida por la pregunta.
—¿Son tan guapas como la maestra? —preguntó Ariel, el joven centauro, casi encabritándose en sus patas por el entusiasmo.
—Soy el patito feo de la familia en realidad, Ariel, así que son más guapas, sobre todo la del medio.
—¡Eso es imposible! Nadie es más guapa que nuestra maestra —las tres pequeñas ninfas revolotearon alrededor de Nesta, indignadas de inmediato. Nesta solo rió suavemente, acariciando las pequeñas cabecitas.
—¿Qué te trae aquí, Azriel? —preguntó, mirándolo con curiosidad.
—Escuché…
—Oh, sabes, tenemos que terminar esto, pronto los niños deben ir a casa. Mejor ayúdanos y después hablamos —le interrumpió Nesta—. Termina de pintar ahí —le puso la brocha en las manos—. Nosotros terminemos de sacar el polvo para colocar la alfombra que nos tejieron las dríades —le dijo a los niños, que de inmediato se pusieron manos a la obra con entusiasmo. Cuando terminaran la biblioteca, la maestra Nesta les daría clases aquí. Todos estaban entusiasmados con la idea.
Azriel solo pudo ver con incomodidad cómo era ignorado por una tropa de alegres infantes dirigidos por la hermana prófuga de su alta dama, y no tuvo más remedio que tomar la brocha en sus manos. No es como si en realidad fuera un monstruo dispuesto a asustar a estos niños, así que solo pudo seguir las instrucciones.
—Hermano guapo —una de las tres pequeñas ninfas se acercó a Azriel con curiosidad en sus ojitos, jalando sus cueros oscuros para llamar su atención—. Tus alas son muy bonitas —le sonrió la pequeña con las mejillas sonrojadas. Azriel dejó lo que hacía para inclinarse a la altura de la niña, sin querer parecer intimidante—. Eres muy guapo —la niña le susurró con risillas nerviosas—. Hermano guapo, ¿quieres ser mi novio? —le preguntó coqueta. Azriel la miró asustado sin saber qué decir. La risa de Nesta lo sobresaltó un poco.
—Beth, no seas traviesa. Vuelve a preguntarle al hermano Azriel cuando tengas al menos 20 años —Nesta apareció junto a la niña, dándole un suave empujoncito hacia los demás críos—. Anda, vamos a trabajar. —La niña ninfa le arrojó un besito a Azriel antes de correr con los demás—. Deberías ver tu cara, Azriel —rió Nesta, divertida—. Es solo una niña y una coqueta, no le hagas caso. A Tarquin le pidió matrimonio a la hora de haberlo conocido. Beth será un terror cuando sea mayor —aseguró, divertida.
Azriel asintió incómodo, mirando a Nesta con curiosidad. Le resultaba difícil relacionar a esta mujer frente a él con el desastre que había visto por última vez hace veinte años. Hace veinte años, cuando la hembra abandonó la casa abozada de la ciudad para mudarse a un destartalado apartamento en las zonas marginales de Velaris, la mujer no se veía bien; era obvio que lo vivido en la guerra la estaba consumiendo. Pero la mujer que tenía frente a sí era… radiante. Sí, esa era la palabra para describirla. Brillaba, se le veía feliz y en paz consigo misma.
Notes:
Aquí tienen un poco de lo que ha sido la vida de Nesta en estos últimos 25 años y cómo ha usado este tiempo para sanar las heridas que carga de su vida anterior. Obviamente faltan muchos más detalles tanto de lo que es su vida ahora, sus nuevos amigos, como de lo que fue su vida pasada y por qué estaba tan empeñada en alejarse y no ha buscado a la gente de su pasado. ^^
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Capítulo 4
Cuando los niños se fueron, Azriel observó, curioso, que solo el pequeño Suriel se quedó, tomado de la mano de Nesta.
—Gracias por tu ayuda, Azriel —dijo Nesta, volteándose hacia él—. Supongo que si te quedaste es porque quieres hablar conmigo —adivinó.
Azriel asintió.
—Bien, hagámoslo, pero vayamos al campamento de descanso por nuestra comida. Podemos hablar allí —le indicó que lo siguiera.
Un sinfín de carpas y vagones marcaban el área de residencia de los voluntarios y trabajadores de “Sin Fronteras”. Muchos saludaban a Nesta al verla pasar, y ella les devolvía el saludo usando sus nombres. Era obvio que conocía a estas personas, y ellos la conocían a ella. Pero también conocían al pequeño Suriel, a quien llamaban "Miguel".
Nesta los condujo hacia una zona con grandes fogatas donde servían comida. Tomó tres platos: uno para ella, otro para el niño Suriel y otro para Azriel, que puso en las manos del guerrero tras intercambiar algunas palabras amables y sonrisas con los cocineros. Luego guió a Azriel y al niño hacia un par de troncos en un rincón para sentarse a cenar.
—Bueno, tú dirás —le comentó con una sonrisa antes de empezar a comer.
—Tus hermanas te han estado buscando —dijo Azriel, sintiéndose algo incómodo con la presencia del niño. Habría preferido tener esta conversación en privado. Era evidente que Nesta no había estado sufriendo como Feyre temía. Más bien parecía que había encontrado su lugar en el mundo. Velaris había sido el hogar ideal para Feyre, donde encajó desde el principio. Pero este campamento de voluntarios y trabajadores de una organización benéfica, lleno de individuos que la sociedad fae consideraba "inferiores", parecía ser el lugar para Nesta.
—Oh, ¿por qué? En la última carta que les envié para el cumpleaños de Elain les aseguré que estaba bien. ¿Les sucedió algo a alguna de las dos? Siempre estoy al tanto de las noticias, y según lo que sé, Velaris está estable y prosperando.
—Ellas están bien —se apresuró a tranquilizarla—. Solo… están preocupadas por ti. Siempre lo han estado desde que te fuiste —explicó con incomodidad.
—Eh… no entiendo. Me aseguré de escribirles dos veces al año y siempre les dije que estaba bien, que no debían preocuparse.
—Nesta… no funciona así. No basta con cartas. Son tu familia; necesitan verte —le dijo suavemente.
—Mis hermanas están bien —aseguró, sorbiendo el contenido del plato y limpiándose la boca antes de tomar su cantimplora para beber agua. Luego se la pasó al pequeño Suriel.
—Bebe, no te ahogues con el guiso —le habló con ternura al niño.
Después miró a Azriel.
—Mira a tu alrededor, Azriel. Me necesitan más aquí de lo que ellas podrían necesitarme —le dijo con una sonrisa suave.
—Entiendo que lo que haces aquí es bastante… maravilloso —admitió Azriel con suavidad—. Pero tal vez podría llevarte a verlas por unos días.
—No puedo, Azriel. Ahora mismo soy la única que realmente puede encargarse de la alfabetización de los niños. Además, asumí personalmente la creación de una pequeña biblioteca que conecta las tres aldeas: la de Primavera, la de Otoño y la de Verano. Se llama "La Biblioteca del Cruce". Yo misma conseguí todas las donaciones de libros y muebles para hacer el lugar acogedor. No puedo abandonar mi proyecto ni alterar la rutina de los niños, no cuando nos queda tan poco tiempo juntos. Calculo que en unos dos meses, tres a lo mucho, nos estaremos mudando a nuestro próximo destino —explicó amablemente—. Y para ese momento ya habré preparado a una bibliotecaria para que se encargue tanto de la biblioteca como de las clases de alfabetización que se seguirán ofreciendo allí para adultos y jóvenes que vivan en las fronteras de cualquiera de las tres cortes y quieran aprender. Cualquiera que lo necesite y desee, sin importar su raza, nivel social o socioeconómico, será bienvenido. Estamos en la etapa más crítica, donde corremos contra el reloj para dejar todo listo antes de movernos. A veces, más difícil que construir es encontrar al personal adecuado para que todo siga funcionando cuando nos vamos.
—¿Cuál será tu siguiente destino?
—Aún no lo sé —respondió encogiéndose de hombros—. Recibimos peticiones de ayuda de las personas comunes, y vamos a donde más nos necesiten.
—¿Siempre has estado aquí en Prythian?
—La mayoría de nosotros somos de aquí, así que pasamos la mayor parte del tiempo en Prythian. Pero también hemos viajado al continente un par de veces para ayudar con los procesos de reconstrucción —explicó con amabilidad, sin ocultar nada ni mentir—. Y yo he viajado incluso más que algunos de mis compañeros.
—¿Pero… siempre has estado con ellos? ¿Con esta organización?
—Cuando estoy en Prythian o en el continente, sí. Desde el día que dejé Velaris, siempre he estado con ellos cuando viajamos aquí —admitió con un asentimiento.
El maestro espía se sintió un poco tonto. Sabía que esta ONG había estado en Velaris en las mismas fechas en las que Nesta desapareció, pero no los había relacionado. Con vergüenza, se dio cuenta de que era porque la organización estaba compuesta en su mayoría por individuos que la sociedad consideraba inferiores. Jamás se le había ocurrido que una hembra orgullosa y altiva como Nesta se dignara siquiera a mirarlos. Así, ella había desaparecido del radar durante 25 años. De no haber sido por un comentario casual de Tarquin a Varian, que este repitió en una cena que compartieron… probablemente habrían pasado otros 25 años buscándola sin éxito.
Azriel nunca se consideró una persona clasista, pero darse cuenta de esto lo hizo ver que, tal vez, sin darse cuenta, se había vuelto un poco clasista a pesar de su origen.
—Ellas quieren saber de ti… —dijo Azriel, incómodo.
—Diles —se encogió de hombros Nesta tranquilamente—. No es como si fuera un secreto, y si de paso quieren cooperar, diles que cualquier donación siempre es bien recibida —le dijo con amabilidad, aunque Azriel sospechaba que era la misma que usaba con cualquier posible donante para la causa de esta ONG.
—Ellas insistirán en que vayas a verlas a Velaris...
—Como dije, no tengo tiempo, pero son bienvenidas a venir aquí si quieren verme tanto —sonrió un poco incómoda. Nunca planeó huir toda su vida, y por primera vez en dos vidas se sentía cómoda, segura y en paz consigo misma. Tenía un hijo, amigos, y hacía cosas que le llenaban de satisfacción y alegría, cosas a las que nunca renunciaría.
—Gracias por la comida —dijo Azriel, levantándose y dejando el plato—. Nos volveremos a ver, Nesta Archeron. Lo que haces aquí… es algo bueno. Así que gracias por ello —le aseguró el ilirio, llevándose una mano al pecho y haciéndole una corta reverencia.
Nesta le sonrió mientras lo despedía. Pero Azriel, además de los informes que tenía que dar, tenía mucho en qué pensar. Pensó en lo fácilmente que había descartado a los inmortales menores, casi olvidando que, por su amistad con Rhys, él también era, como ilirio, uno de los que la sociedad de Prythian consideraba inferior. ¿Cuándo había empezado a descartarlos con la misma facilidad con la que lo hacían los altos fae? ¿Cómo había comenzado a pensar como si él mismo fuera un alto fae?
Notes:
Prythian tiene un serio problema de discriminación racial, no solo contra las hadas menores, sino también contra los humanos. Muchas veces las personas forman parte de ese patrón de discriminación con su indiferencia, sin darse cuenta; no por maldad, sino porque simplemente “no lo ven”. Al menos Azriel tiene una conciencia social que le permite darse cuenta rápidamente de lo que estaba haciendo.
Chapter 5: Capítulo 5
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Capítulo 5
Feyre no podía creerse lo que le contaba Azriel, porque nada de eso sonaba como Nesta. ¿¿Básicamente una nómada? ¿Una maestra de poca monta para las hadas menores? Eso no sonaba ni por un solo segundo como Nesta, como la orgullosa y espinosa mujer que era su hermana mayor. Su hermana ni siquiera se molestó en darse cuenta de que Feyre no sabía leer durante su tiempo en la cabaña, hacía casi 50 años. Por eso, compaginar lo que decía Azriel con la Nesta de sus recuerdos era… complicado.
—¡Quiero verla! —la voz suave pero contundente de Elain sacó a Feyre de su ensoñación.
—Sí —estuvo completamente de acuerdo.
—Ella fue muy clara en que no tenía tiempo para venir a Velaris —les recordó el cantor de sombras.
—Sí, pero dijo que podíamos ir a verla —le recordó Feyre—. Y iremos —aseguró. Elain asintió, de acuerdo.
***
Feyre había esperado muchas cosas, pero definitivamente no esperaba llegar a un campamento y encontrar a su hermana bailando alegremente con un grupo de niños. Alrededor de una fogata, la gente conversaba, charlaba o comía, mientras un grupo de músicos tocaba una canción animada. Nesta se veía feliz, llena de vida. Entonces, un pequeño, vestido con una túnica con capucha, se acercó a Nesta y tiró de su falda. Hizo unos gestos extraños con su mano huesuda y luego la extendió, señalando hacia donde Feyre, Elain, Rhys y Cassian acababan de llegar, guiados por Azriel.
Nesta se giró hacia ellos, deteniendo el baile. Su expresión se volvió seria mientras se inclinaba para decir algo a los niños, quienes continuaron bailando. Ella caminó hacia los recién llegados, seguida por el niño de la túnica, que mantenía su pequeña mano pálida y con garritas aferrada a la falda de Nesta.
—Feyre, Elain —asintió hacia sus hermanas—. Caballeros —dijo simplemente, dirigiéndose a los tres machos fae—. Vengan por aquí —les indicó, alejándolos de la fiesta hacia su carromato.
Se detuvo un momento y se inclinó hacia el niño de la túnica.
—Miguel, mamá va a hablar con estas dulces tías. Vuelve a la fogata a bailar con tus amigos —le indicó.
El niño negó con la cabeza y se aferró aún más a ella. Nesta suspiró, pero lo tomó por debajo de los brazos y lo alzó, acomodándolo en su cadera. Luego, continuó su camino sin asegurarse de que los demás la seguían.
Feyre estaba en shock. Finalmente pudo ver la cara del niño: era claramente la cría de un Suriel. ¿Cómo había terminado Nesta con un niño Suriel por... hijo? Una vez en su carromato, Nesta los invitó a sentarse en los asientos preparados fuera de este. Se acomodó con Miguel en su regazo.
—Es bueno verlas bien —inició la conversación.
—Es bueno verte bien también a ti —susurró Elain, acercándose a ella temblorosa y abrazándola—. Te extrañamos, Nesta —añadió con la voz quebrada.
Nesta se tensó, pero antes de que pudiera hacer algo, las manos huesudas del niño empujaron a Elain lejos de su madre, aferrándose a Nesta.
—Disculpa, Miguel no está acostumbrado —dijo Nesta incómoda—. Él es Miguel, mi hijo. Miguel, ellas son tus tías, Elain y Feyre. Ese es Rhysand, el esposo de tu tía Feyre, y esos dos son la mano derecha e izquierda de Rhysand: Cassian, un general guerrero, y Azriel, el... cantor de sombras —le explicó Nesta con voz suave y amable.
El niño hizo gestos extraños con las manos. Nesta rió y negó con la cabeza.
—Es un título, no creo que Azriel cante en realidad —dijo divertida, besando la cabeza de la cría Suriel.
—No sabía que habías adoptado un niño; nunca lo mencionaste en tus cartas —susurró Feyre, observando al pequeño.
—No lo consideré un tema para comentar en cartas.
—Te ves bien, Nesta —murmuró Cassian, mirándola fijamente.
—Gracias, General Cassian —asintió de manera formal—. Usted también luce saludable.
Cassian se encogió sobre sí mismo, como si la formalidad con la que Nesta le había hablado le hubiera dolido.
—Todos se ven bien y saludables —añadió Nesta con cortesía.
—Tu hijo es encantador, Nesta —desvió el tema Feyre—. Sabes, hemos estado muy preocupadas por ti desde que te fuiste. El mundo es un lugar peligroso y...
—En este momento de mi vida, creo que he recorrido más mundo que tú, Feyre —le respondió suavemente—. Conozco los peligros del mundo de primera mano, y estoy bien. Les escribía al menos dos veces al año para que no se preocuparan.
—Sí, recibíamos tus cartas, pero... esta vida, Nesta... no es para alguien como tú.
Feyre intentó ser delicada al decirlo, pero sonó terrible apenas salió de su boca, y lo supo al instante.
—Quiero decir, esto es maravilloso, Nesta. He investigado sobre esta organización y las cosas que hacen son increíbles —se apresuró a añadir, temiendo que Nesta explotara—. Es solo que...
Pero Nesta solo sonrió, tranquila, sin enfadarse.
—¿Que esta no es la vida adecuada para una alta fae porque ellos son faes inferiores? Tal vez olvides que, al igual que tú, yo nací humana, Feyre. Algo que, para todos, está incluso más abajo que ellos.
Habló con una suavidad y serenidad que la Nesta de los recuerdos de Feyre nunca había tenido. La Nesta de sus recuerdos siempre estaba enojada.
—Me gusta lo que hago aquí, Feyre.
—Sí, por supuesto —asintió Feyre, nerviosa—. Pero, ¿sabes? En Velaris también hay escuelas. Los niños allí también necesitan maestros. Si te gusta enseñar, podemos arreglar algo para ti —dijo, retorciendo sus manos—. Te veo y noto que eres feliz. Si enseñar es lo que te hace feliz, podrías hacerlo en Velaris —le aseguró.
—El niño también es bienvenido —agregó Rhysand—. Estaremos más que encantados de ayudar a esta organización para que continúe con sus buenas obras.
—Agradezco realmente eso —respondió Nesta con educación—, pero los niños de Velaris ya tienen maestros, y si necesitan alguno más, estoy segura de que lo organizarán. Estos niños aquí me necesitan mucho más. Y, como le dije a Azriel, no pienso irme de aquí. Respeto mucho Velaris —añadió de manera formal—. Es un... lugar muy hermoso —encontró las palabras adecuadas—, pero no es el lugar para mí. Velaris está lleno de malos recuerdos.
—Han pasado 25 años, Nesta. Muchas cosas han cambiado, y ya te sientes mejor. Deberías poder volver a Velaris —insistió Feyre.
—Y si Velaris no te gusta, tal vez podrías probar en Iliria —intervino Cassian—. Tengo una casa allí, y tus habilidades como maestra serían muy valoradas en un lugar como ese —dijo atropelladamente.
Nesta asintió, reconociendo la verdad en las palabras de Cassian.
—En ese caso, podrían enviar una petición a la organización. Estoy segura de que Gustavo estaría encantado de ponerlo en la lista de cortes a las que podemos ayudar —reconoció, apreciando la sugerencia de Cassian mucho más que la insistencia de Feyre—. Pero si vamos o no a Iliria, será decisión de nuestro líder. Yo no puedo ir sola; tengo responsabilidades aquí —les explicó serenamente.
—¿De verdad no quieres volver a Velaris? —susurró Feyre con el corazón roto.
Nesta la miró con cierta lástima.
—No, Feyre. No lo deseo ni remotamente. Pero eres más que bienvenida a venir a verme cuando quieras. La Feyre que recuerdo era alguien amable. Tal vez puedas venir y dar algunas clases de pintura a los niños. Seguro les divertiría —sugirió amablemente—. Y si Elain quisiera, podría enseñarles jardinería —ofreció, intentando encontrar un punto intermedio.
Ella jamás pondría un pie en Velaris de nuevo, pero estaba dispuesta a dejar que sus hermanas entraran en su mundo.
—Eris y Lucien les han dado algunas clases de baile cuando tienen tiempo, y a los niños les encantó. Organizar actividades fuera de la rutina siempre es emocionante para ellos.
—¿Los Vanserra? —preguntó Feyre, desconcertada.
—Sí, Eris Vanserra, el Alto Lord de la Corte de Otoño, es uno de los colaboradores más activos de nuestra causa. Y Lucien Vanserra ha sido una bendición total. Nos ha abierto muchas puertas con donantes, permisos de construcción e incluso con materiales. Sus contactos son invaluables —explicó Nesta, extrañada por la reacción de Feyre—. Además, los considero mis amigos personales.
—¿Ellos sabían dónde estabas todo este tiempo? —susurró Elain, atónita.
—Eh... sí —respondió Nesta tranquilamente, mientras Miguel daba un pequeño salto de alegría al escuchar los nombres del tío Lucien y el tío Eris.
—¿Desde cuándo?
—Hmm... Eris desde hace unos 20 o 19 años, y Lucien desde hace unos 17 o 16 años —contestó sinceramente, aunque también con un ligero tono despreocupado.
Elain había pedido a Lucien que la dejara en paz, que se fuera de la Corte Noche y la dejara respirar. Y Lucien, el tonto enamorado y sacrificado que era, lo había hecho.
Por su parte, Nesta había entablado amistad con Eris cuando se acercó a él para pedir ayuda en un proyecto de Sin Fronteras en una aldea remota de Otoño. Eris no solo había ofrecido su ayuda, sino que también fue personalmente varias veces, guardando el secreto sobre la ubicación de Nesta. Así fue como se hicieron amigos.
Cuando Lucien dejó la Corte Noche destrozado emocionalmente, Eris lo trajo aquí.
De hecho, lo arrojó casi literalmente en sus brazos, con la esperanza de que hacer algo productivo sanara al macho de corazón roto.
Lucien, se quedó mucho tiempo con ellos, y el lugar resultó ser tan curativo para él como lo había sido para Nesta. Incluso desarrollaron una improbable amistad. Lucien fue de gran ayuda para la organización, y todos lo echaron de menos cuando partió.
El macho se marchó después de ver, durante un paso por la Corte Primavera, lo mucho que Tamlin trabajaba para levantar su corte de las ruinas.
"Me necesita" había dicho, y se despidió de todos.
Y bueno, sin duda Lucien sabía obrar milagros: en solo un par de años, había levantado Primavera de las ruinas, guiando a Tamlin por el camino adecuado.
Aun así, Lucien seguía siendo uno de los más dispuestos a ayudar a la organización. Incluso lo había tomado como algún tipo de centro de rehabilitación, enviando jóvenes a colaborar por temporadas cada cierto tiempo. Gustavo lo encontraba divertido y siempre aceptaba cualquier ayuda que Lucien ofrecía.
Sabía que, durante todos esos años alejado de la Corte Nocturna, Lucien había respetado el deseo de Elain y no había regresado. Sin embargo, el hecho de que hubiese ayudado a Tamlin no había mejorado precisamente su situación. Por otro lado, Eris era simplemente Eris. A pesar de todo, Nesta había llegado a confiar en el Alto Lord de Otoño, convencida de que no la traicionaría.
La reunión resultó profundamente incómoda, pero la presencia de Miguel evitó que se desataran gritos. Todos moderaron su tono alrededor del niño, que jugaba en el regazo de Nesta. Feyre comprendió, con dolor, que todo lo que su hermana había dicho en su primera carta era verdad: Nesta no quería volver a Velaris y, además, era feliz donde estaba.
—No entiendes, Nesta. Tu lugar es en la Corte Nocturna —dijo Feyre con nerviosismo—. Cassian es... Cassian es…
—¿Mi compañero? —terminó Nesta por su hermana con calma, mientras dejaba que Miguel jugara distraído con sus dedos. Feyre quedó muda por la sorpresa, al igual que Elain, Cassian e incluso Rhysand, quienes no podían creer lo que estaban oyendo.
—¿Lo sabías? —preguntó Elain, sin pensarlo.
—Lo descubrí con el tiempo —contestó Nesta, encogiéndose de hombros—. Cuando me transformé en hada, no entendía nada de lo que implicaba esta nueva naturaleza. Pero con el tiempo, comprendí quién era él… quiénes éramos.
—¿Y no volviste? —preguntó Feyre, incrédula. Cassian solo la miraba, aún procesando el hecho de que Nesta supiera que eran compañeros, pero nunca hubiese regresado ni escrito en veinticinco años.
—¿Por qué debería haber vuelto? —inquirió Nesta, observando a Feyre con curiosidad.
—Porque Cassian es tu compañero…
—¿Y? —respondió Nesta con tranquilidad. Feyre no supo qué decir. —Feyre, Lucien es el compañero de Elain, y eso no hizo que ella estuviera con él —le recordó Nesta—. De hecho, ni siquiera se interesó en darle una oportunidad. Se le dio el derecho de rechazarlo, y ahora está casada con Azriel. Pensé que lo mismo se aplicaba a mí. Tengo un compañero de enlace, pero como Elain, tengo el derecho de decidir si quiero o no actuar sobre ello. Y, como ella, decidí que no quiero esa complicación en mi vida.
El ambiente se volvió aún más incómodo. Nadie podía reprocharle a Nesta por hacer exactamente lo mismo que le permitieron a Elain. Esta última, visiblemente incómoda, bajó la mirada al suelo al escuchar la mención de Lucien y el vínculo que habían ignorado.
—Cassian es un buen hombre —susurró Feyre.
—Sí, y también es un guerrero valiente, un general de guerra, un héroe de la Corte Nocturna… y por eso no lo quiero —afirmó Nesta con serenidad.
—¿Por qué? —preguntó Cassian, dolido.
Nesta lo miró con calma, suspiró y luego respondió:
—Porque tu lugar está en la Corte Nocturna, general. El mío no. Mi sueño, incluso cuando era mortal, siempre fue viajar, descubrir hasta dónde podía llegar una mujer por sí misma. Y aquí lo logré. Viajé, crecí y descubrí quién soy por mi cuenta, sin depender de nadie. Si te diera una oportunidad y aceptara ser tu compañera, se esperaría que yo volviera contigo a la Corte Nocturna. No más viajes. No más mis sueños, porque tus obligaciones siempre estarían por delante de mis deseos. Además, como tu pareja, se esperaría que aceptara a Rhysand como mi señor y a Feyre... Y eso tampoco quiero hacerlo.
—¿Crees que estar conmigo significa que no podrías cumplir tus sueños? Somos la Corte de los Soñadores, Nesta.
—Mírame a los ojos, Cassian, y dime que si estuviera contigo, no se esperaría que yo estuviera a tu lado en la Corte Nocturna. Incluso diría que se esperaría que aprendiera a luchar para estar a tu altura. Y tú nunca dejarías todo para seguirme a mí. Míralo bien: ¿podrías vivir así? ¿Dejarías a Rhysand, a Feyre y a tu Círculo Íntimo para vivir una vida nómada conmigo, ayudando a los demás?
Cassian no pudo contestarle. No podía imaginarse viviendo esa vida ni dejando todo lo que conocía atrás.
—Podrías ser feliz en Velaris —murmuró débilmente—. Feyre y Elain lo son.
—Yo no soy Feyre ni Elain, Cassian. Y no, no podría ser feliz en Velaris —le respondió con una suave sonrisa, serena y segura, muy distinta de la fogosa mujer que él recordaba.
Esta nueva Nesta, a pesar de su amabilidad y calma, era mucho más inflexible que la antigua Nesta llena de rabia y dolor. Esa Nesta no sabía quién era ni adónde pertenecía; estaba perdida en su culpa. Esta, en cambio, sabía su valor y lo que quería para su vida.
—¿Pretendes hacer esto toda la vida? —preguntó Cassian con frustración.
Nesta se encogió de hombros, sin intención de discutir. No estaba interesada en pelear… ni en él.
-Organiza esa clase de pintura y vendré cuando me lo digas. Me encantaría conocer a todos tus niños —intervino Feyre rápidamente antes de que la situación empeorara, obligándose a sonreír y a no llorar ante la verdad. Nesta estaba bien… sin ella, sin Elain, sin Velaris, y sin todos ellos. Esa era la verdad innegable frente a sus ojos.
—Me encantaría. Tal vez puedas quedarte un par de días, conocer mi hogar; quizás eso te haga sentir mejor —ofreció Nesta, extendiendo una rama de olivo. —Y Elain también es bienvenida, si así lo desea.
—Me encantaría —respondió Feyre, conteniendo las lágrimas. Había extrañado a Nesta más de lo que imaginaba. Nesta había sido una constante en su vida durante la niñez; aunque distante, siempre había estado allí. Hasta que un día no lo estuvo más, y Feyre la había echado de menos. Pero ahora era evidente: su hermana mayor había seguido adelante, había encontrado su propio camino… sin ellas. Nesta ya no las necesitaba para caminar por su cuenta.
Elain, incómoda por la conversación, rompió el silencio:
—¿Tienes novio? —preguntó en un susurro, incapaz de evitar la curiosidad al ver cómo Nesta había rechazado con tanta resolución a alguien como Cassian, un hombre guapo, fuerte y de buena posición.
Nesta soltó una risa genuina por lo inesperado del comentario.
—No, Elain. No tengo novio. Necesitaba tiempo para sanar, para sanarme a mí misma y aprender a amarme y respetarme —respondió con calma—No estaba en el lugar mental para una relación cuando me fui de Velaris —continuó Nesta con calma. —A veces las mujeres necesitamos tiempo para nosotras mismas. No siempre necesitamos un hombre en nuestra vida. Tener pareja es hermoso, pero el momento adecuado es cuando ya no estás hecha pedazos, cuando sabes quién eres.
Nesta recordó cómo, en su vida anterior, ni ella ni Feyre tuvieron ese tiempo para descubrirse a sí mismas. Feyre pasó de Tamlin a Rhysand y, finalmente, llegó Nyx, sin nunca aprender a estar sola. Siempre fue “Feyre, la novia”, “Feyre, la compañera”, “Feyre, la madre.” Feyre nunca tuvo la oportunidad de ser solo Feyre, la mujer.
De igual forma, Nesta había sido manipulada para seguir ese mismo patrón. La habían empujado hacia Cassian cuando estaba completamente rota, dejándola reconstruirse y moldearse solo para encajar en el papel de compañera del general. Pero, esta vez, Nesta había tomado un camino diferente. Esta vez, ella había elegido ser simplemente Nesta.
—Aunque no tengo pareja, en estos años he conocido a alguien especial —admitió Nesta con una sonrisa tranquila—. No diría que somos novios, pero sí que somos algo. Algo que nos hace bien a ambos. Me gusta pensar que nos aportamos paz y felicidad.
Elain la escuchaba en silencio, pero Feyre, incapaz de reprimir su curiosidad, soltó de repente:
—¿Eres virgen? —preguntó incrédula.
Nesta se quedó helada un segundo antes de tapar rápidamente los oídos de Miguel, escandalizada.
—¡Feyre! Mi hijo está aquí —exclamó con ojos entrecerrados. —Y no, no lo soy. Soy una hembra saludable de cincuenta años.
Aunque lo había sido hasta hace escasos cinco años. Le tomó años desarrollar la confianza para abrirse y compartir su cuerpo con alguien más. En su vida pasada, el sexo le trajo tantos problemas que en esta nueva vida lo abordaba con cierta… cautela. No porque no fuera placentero o bueno, sino porque ya lo habían usado en su contra demasiadas veces. Primero, la juzgaron de promiscua porque los hombres con los que se acostaba no eran los que ellos aprobaban. Después, utilizaron el sexo para someterla a Cassian, ya que entre ella y el general nunca hubo mucho más allá de lo físico.
Por eso, Nesta decidió vivir esta vida sin esa complicación, hasta que, con el tiempo, alguien especial la hizo sentirse lo suficientemente cómoda para abrirse a él. Con esa persona, pudo confiar y disfrutar de su cuerpo sin temor a ser juzgada o utilizada una vez más.
—Lo siento —susurró Feyre, sonrojada por la pregunta inapropiada, mirando al pequeño Miguel en el regazo de Nesta. Rhysand y Azriel habían permanecido en silencio todo este tiempo. Rhysand observaba a la mujer frente a él, intentando reconciliarla con la versión de Nesta que Feyre le había descrito alguna vez y la que él mismo conoció brevemente. Por otro lado, Azriel captando los detalles de lo que Nesta no decía.
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Capítulo 6
Nesta sintió que un gran peso se liberó de ella y pudo volver a respirar cuando Feyre y su séquito se marcharon. Si permaneció abrazando a su hijo más tiempo del necesario, oliendo su olor a niño, nadie dijo nada, y Miguel solo fue un ángel feliz de acurrucarse en los brazos de su madre.
***
—Nesta.
Nesta levantó la mirada de la ropa de Miguel, que estaba colgando al viento para que se secara después de lavarla, cuando escuchó la conocida voz. Sonrió al ver a la sacerdotisa pelirroja con agrado. Cuando, 25 años atrás, se fue de la Corte Nocturna, sabía que estaba renunciando a Gwyn, a Emerie, a la amistad que alguna vez tuvieron, a las valquirias. Pero lo hizo por su bien y por el de las valquirias. En cuanto a Emerie y Gwyn, nunca dudó que sus amigas de su antigua vida estarían bien sin ella.
Pero la vida tenía un modo curioso de hacer las cosas. Unos diez años atrás, algunas sacerdotisas se habían acercado a ayudar, y entre ellas había estado Gwyn. Gwyn, quien había tomado la decisión de salir de la biblioteca por sí misma cuando decidió no esconderse más del mundo. Entonces, sus caminos habían convergido una vez más en situaciones muy diferentes, muy lejos de una biblioteca donde una trabajaba a la fuerza y la otra se refugiaba.
—Gwyn.
Nesta abrió los brazos para recibir a la pelirroja. La joven dejó al bebé que llevaba en la cadera en el suelo para abrazar fuertemente a Nesta. El pequeño niño pelirrojo, de piel acanelada, tenía solo tres primaveras y saltó sobre sus piernitas regordetas queriendo atención. Nesta se inclinó para levantarlo y besar sus mejillas rollizas.
Casi como si oliera al bebé, Miguel salió corriendo de la caravana con entusiasmo.
—¡Miguel! —Gwyn levantó al pequeño Suriel, besándolo alegremente.
Miguel sonrió y extendió sus manos huesudas hacia el bebé que su mamá sostenía. Nesta rió, acercando al bebé a Miguel. El pequeño ya hacía garras hacia el Suriel, acostumbrado a su presencia.
Nesta y Gwyn pusieron a los niños en el suelo, y de inmediato Miguel tomó la mano del bebé pelirrojo.
—Miguel —le llamó la atención Nesta, sabiendo que su hijo quería llevárselo a jugar—. Ten cuidado con Gabriel, recuerda que es un bebé, no un juguete —le advirtió en lenguaje de señas, pero también lo vocalizó.
Miguel asintió, y Nesta lo dejó arrastrar al pequeño de tres años.
—Miguel está cada día más grande —sonrió Gwyn.
—Ni hablemos de Gabriel, juro que crecen demasiado rápido —suspiró Nesta, limpiándose las manos en su delantal.
Enredando su brazo con el de Gwyn, la jaló hacia las sillas frente a su carromato. La hizo sentarse y sirvió limonada para ambas.
—Escuché que la gente de la Corte Nocturna estuvo aquí —dijo Gwyn con una sonrisa amable. Después de todo, Azriel y Morrigan la habían salvado en Sangravah durante la guerra. Si bien sus relaciones con el Círculo Íntimo fueron casi nulas después de eso, sin la presencia de Nesta facilitando esas interacciones en la Corte Nocturna, Gwyn recordaba con gratitud la ayuda que le habían prestado en la biblioteca donde sanó sus traumas.
—Sí, como sabes, Feyre es mi hermana. Ella y Elain vinieron de visita.
—Nunca lo habían hecho antes —comentó Gwyn, pero Nesta solo se encogió de hombros.
—No creo que hayas venido solo a mencionarme la visita de mi familia —dijo, desviando el tema.
—Oh, para nada —rió Gwyn con su risa cantarina—. Voy a estar ocupada en un retiro de sacerdotisas, unas capacitaciones —explicó.
—¿Necesitas que alguien cuide de Gaby? Yo puedo —se ofreció de inmediato.
—Eres un ángel, Nesta, pero no. Su padre se encargará —aseguró sonriente.
Gabriel era el resultado de un Calanmai. La Gwyn que Nesta conoció una vez… bueno, nunca se la habría imaginado tomando parte en algo así. Pero esta Gwyn, que había sanado a su modo y en sus propios términos, había participado en una ceremonia como el Calanmai. Dijo que no tenía miedo del sexo, que el Calanmai le dio a su madre dos hijas que la hicieron feliz, y, a través de ella, Nesta admitía que había descubierto una belleza en la ceremonia ritual que sus prejuicios humanos no le habían permitido ver antes. Y bueno, el Calanmai le dio a Gwyn un bebé hermoso, una familia que siempre sería suya.
Tal vez lo diferente era que, donde el padre de Gwyn no había estado en la pintura después del nacimiento de ella y Catrin, el padre de Gabriel estaba muy presente en la pintura. Casi como si lo hubieran invocado, un hombre pelirrojo muy apuesto, con la piel besada por el sol, se acercó caminando hacia ellos. Gwyn se levantó, saludándolo alegremente. Nesta los vio desde donde estaba sentada, con una sonrisa, esperando a que el macho se acercara. Y rió cuando el macho fue embestido por dos niños, Gabriel y Miguel. El macho fingió caer al suelo, rodando en él y luego atrapando a los niños, haciéndoles cosquillas. Se levantó cargando a los dos chicos como sacos de papas sobre sus hombros mientras se acercaba a ambas hembras.
Nesta finalmente se puso de pie para saludarlo. Levantándose de puntillas, besó la mejilla del guapo macho, quien puso de vuelta a los dos niños en el suelo, y luego dio un paso atrás mientras Gwyn abrazaba alegremente al macho. El macho rió, besando los labios de su amiga. La cosa rara que era la relación del macho y Gwyn, Nesta nunca trató de definirlo; a ellos dos les funcionaba, y Nesta era feliz de verlos a ambos ser felices, verlos de pie, relajados y alegres como ambos merecían.
—Lucien, llegas temprano —rió Gwyn, aún abrazándolo mientras él la giraba.
—Bueno, no pude resistirme a venir temprano, tenía muchas ganas de ver a este par de campeones y, obviamente, a las dos mujeres más hermosas que conozco —dijo galantemente.
Lucien Vanserra y Gwyneth Berdara, una pareja improbable, una que jamás se había atrevido a pensar, pero que el efecto mariposa de sus decisiones diferentes había causado, y no solo a ellos, sino también a su precioso hijo, Gabriel. Después de lo que Lucien y Gwyneth habían pasado, la forma en que habían sido abusados, lo último que había pensado era que los dos formarían parte de un Calanmai, pero aparentemente eso era lo que ambos habían necesitado para sanar. O era Gabriel, no lo sabía, pero ambos irradiaban luz ahora. A veces Nesta se sentía un poco mal por no decirle a Gwyn que tenía una pareja, pero el lazo no se había roto para su amiga, tal vez porque, cuando se fue, cambió tanto las cosas que Gwyn no estuvo cerca de quien el Caldero eligió como su pareja y, por tanto, el lazo nunca se rompió.
Pero ese macho se había casado, y no con cualquier persona, sino con su hermana. Hablar solo robaría la alegría que Gwyn disfrutaba con su pequeña y peculiar familia. Así que Nesta cerró la boca. Azriel y Elain habían elegido su felicidad, entonces Gwyn y Lucien tenían derecho a la propia.
Sonrió y se sentó, levantando a Gabriel cuando intentó escalar por sus faldas, y a Miguel, que no estaba dispuesto a quedarse atrás mientras veía a Lucien y a Gwyn conversar, sobre todo de Gabriel.
—Correré a Primavera a unirme a ustedes en cuanto acabe el seminario.
—Gwyn, puedes tomarte todo el tiempo que quieras. Sabes que cuidaré bien de Gaby; él y yo nos divertiremos con noches de chicos y enloqueceremos a Tamlin y a Eris si se aparece —prometió divertido.
—Lo sé, es solo que es la primera vez que me apartaré de él tanto tiempo desde que nació —suspiró. Lucien solo sonrió y besó pacientemente la frente de la sacerdotisa. Gwyn había curado para Lucien lo que Ianthe había roto. Gracias a Gwyn, una vez más Lucien se sentía cómodo cerca de las sacerdotisas.
—¿Te quedarás un tiempo en Primavera cuando vuelvas?
—Sí, pedí el permiso y, pronto, si tenemos suerte, me asignarán a Primavera de forma permanente como su sacerdotisa.
—Eso sería bueno —sonrió Lucien, sin presionarla, pero se notaba la alegría del macho ante la perspectiva de tener de forma permanente a su familia con él—. ¿Y tú, Nes? ¿Lista para mudarte a Primavera con nosotros? Ya sabes que Gabriel y Miguel se adoran… Además, tenemos el plus de que Eris se volverá loco si accedes a dejar la organización y mudarte con nosotros en lugar de con él —le guiñó un ojo Lucien. Nesta no pudo evitar que se le escapara una sonrisa.
—Deja de molestar a Eris —dijo con cariño—. Y no pienso dejar la organización, no aún —agregó con una sonrisa pacífica.
—¿Algún día?
—Tal vez —se encogió de hombros. Lucien le sonrió.
—Sabes que no importa si es mañana o en un siglo, él esperará, te esperará, porque tenemos una eternidad para eso —le recordó sin presionarla con una sonrisa amable.
Nesta sonrió y asintió. Eso era algo que adoraba de Eris. Al hombre no le importaba esperar; se conformaba con sus momentos robados en el tiempo mientras la animaba a vivir sus sueños, a hacer lo que le gustaba hasta que estuviera satisfecha. Una vez, Nesta le había preguntado por qué no la presionaba para ir a Otoño con él cuando su relación se había vuelto algo más seria. Eris le había contestado:
“He tenido 500 años para probar la vida, para aventurarme, para equivocarme, para acertar, para vivir como he querido dentro de mis propias limitaciones. ¿Por qué debería presionarte a ti, que no llegas ni a 100 años, a renunciar a vivir tus propios sueños, solo para cargarte con el trabajo de ser la Dama de Otoño? Puedo esperar, Nesta. Quiero que vivas tus sueños, que cumplas tus metas y que, cuando lo hagas, me elijas a mí y a Otoño, si es lo que tu corazón desea.”
Aunque para ese momento ya compartía su cama con Eris, cuando Eris Vanserra, el Alto Señor de la Corte de Otoño, dijo esas palabras, algo comenzó a cambiar en Nesta. Ella se atrevería a decir que ese fue el momento en que empezó a enamorarse del duendecillo más problemático de Prythian.
—Lo sé —le respondió a Lucien—. No tenemos por qué apurarnos ni vivir a la carrera; hay belleza también en vivir la vida un paso a la vez.
Se levantó para servir un vaso de limonada a Lucien y al par de niños.
—Sí la hay —sonrió Lucien con satisfacción, viendo a su casi hermana, luego a su casi… pareja… bueno, madre de su hijo, y a su precioso niño, algo que nunca soñó con tener después de que su corazón se rompió el día que su propia compañera lo desechó. Y también a su alegre sobrino, porque, bueno, si Nesta y Eris un día se ponían realmente serios, Eris tendría que adoptar al niño, lo que lo convertiría oficialmente en su sobrino. De todos modos, Gabriel y Miguel ya se llevaban incluso mejor de lo que él y sus propios hermanos se llevaron jamás.
—¿Sabes que la gente de la Corte Nocturna estuvo visitando a Nesta? —preguntó Gwyn, curiosa.
Lucien parpadeó, aún sin haberse enterado de eso.
—¿Gente como tus hermanas? —preguntó con tacto.
Nesta asintió.
—¿Entonces te encontraron?
—Bueno, no es como si me hubiese estado escondiendo —se encogió de hombros Nesta—. No es mi culpa que no miraran donde era más obvio. Ni siquiera me cambié el nombre o algo así.
Lucien asintió, dándole la razón.
—Pero sí, se podría decir que me encontraron.
—¿Y qué querían? ¿Qué volvieras a Velaris?
—En resumen, pero les dije que no iba a pasar —le aseguró, mirando a Miguel y Gabriel arrojándose una pelota. Miguel era muy cuidadoso para no dañar la pelota con sus garras, y jugaba suavemente con el bebé pelirrojo, más pequeño que él—. Feyre y Elain aceptaron dar una clase aquí, una de pintura y otra de jardinería —le informó.
Lucien asintió, pensativo.
—¿Lo harán realmente? —preguntó con un toque de curiosidad.
Nesta se encogió de hombros.
—El tiempo lo dirá —aseguró.
Notes:
Bueno y finalmente estos fueron los resultados de la votación, el ganador fue Eris. Para mi absoluta sorpresa admitiré que Lucien tuvo muchos más votos de lo que yo esperaba quedó en segundo lugar superando incluso los votos que obtuvo Cassian XD Algun dia me sacare la espinita de escribir algo de Lucien y Nesta, después de todo si SJM no hubiese cambiado sus planes esa es la pareja que hubiésemos tenido realmente y yo si creo hubiese sido una pareja super interesante.
Pero como no iba a dejar a Lucien solo sufriendo por Elain, por que yo amo a Lucien y el es mi chico favorito pues le di su propia familia. Sinceramente odio que Elain y Azriel se juntan y luego se separan por que descubren que Gwyn es la pareja de Azriel, haciendo que Lucien y Gwyn sean los platos de segunda mesa, la segunda opción, lo que solo eligieron por que no tenian otra opcion. Que les den, si Elain tanto quiere a Azriel, pues que se lo quede. Lucien merece el mundo y creo que él y Gwyn arian buena pareja, ambos han sido pateados por la vida y se han levantado, además una pareja de pelirrojos es explosiva ^^
Chapter 7: Capítulo 7
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Capítulo 7
Nesta se ajustó la bata con un suspiro mientras salía de la cama, asegurándose de que Miguel estuviera bien arropado. Le dio un suave y rápido beso en la frente antes de apresurarse a la puerta, procurando que el niño no se despertara con el sonido de la persona que llamaba.
—Horacio, ya te dije que mañana... —Se interrumpió a mitad de frase, porque en su puerta no estaba su compañero de trabajo. Frente a ella había un enorme macho ilirio. Tuvo que parpadear un par de veces para estar segura de que su visión no la engañaba—. Cassian —reconoció finalmente a su visitante—. ¿Pasa algo? —Miró por encima del hombro del macho, tal vez esperando ver qué ocurría, pero Cassian estaba solo—. No te esperaba —dijo finalmente.
—No, no pasó nada —se apresuró a asegurarle el macho, intentando tranquilizarla de forma torpe—. Lo siento, no quise asustarte, pero... necesitaba verte —terminó en casi un susurro, demasiado avergonzado... de ella, como siempre.
Nesta miró un momento hacia dentro de su caravana, asegurándose de que Miguel aún descansaba, antes de volver a mirar al macho y asentir.
—Entiendo —suspiró la hembra—. Toma asiento en el porche —le pidió, señalando los asientos en el pequeño porche frente a su caravana—. Saldré en un minuto —le prometió.
Cassian asintió, pareciendo aliviado. Era casi como si hubiese esperado que Nesta lo rechazara agresivamente. Nesta suspiró ante su reacción, se dio la vuelta y volvió a entrar en su caravana. Se cambió rápidamente y se apresuró a salir sin despertar a Miguel. Las madres adquirían la experiencia de moverse por todo el lugar sin molestar a sus niños.
Al salir y acercarse al porche, no se apresuró a sentarse junto al macho. En su lugar, tomó un par de trozos de madera de la pila a un lado y los arrojó a la fogata apagada pero aún tibia. No tardó mucho en encenderla.
—Te ayudo —Cassian hizo el intento de levantarse, pero Nesta lo detuvo con un gesto.
—No es necesario, lo tengo —aseguró, colocando una tetera sobre el fuego—. Listo, el té tomará solo unos minutos —le dijo con amabilidad, dándole una mirada suave—. ¿De qué necesitabas hablar a estas horas, general? —le preguntó con el mismo tono amable con el que lo miró, esa misma amabilidad que daba a los padres de sus estudiantes. Una amabilidad distante y profesional.
—Sobre nosotros... sobre el hecho de que somos compañeros —susurró el macho, incómodo. Teniendo en cuenta lo grande que era el guerrero, era casi gracioso, incluso tierno, verlo tratar de hacerse más pequeño, como si temiera la reacción de una mujer mucho más delgada y pequeña que él.
—No veo qué tengamos que decir sobre el tema, pero adelante, te escucho —lo invitó a hablar.
—Sé que no naciste como hada, que te convirtieron a la fuerza. Y por eso quizás no lo sepas, pero los compañeros son una bendición, Nesta... una muy rara bendición. Nosotros somos bendecidos por la Madre por…
Nesta lo detuvo con un gesto de la palma, levantándola en el signo universal de “detente”, mientras negaba suavemente con la cabeza.
—Tú sabes mejor que eso, Cassian. No eres un niño para creer en cuentos infantiles. No todos los compañeros están destinados a la felicidad conyugal o son buenos el uno para el otro. El Caldero me odiaba por lo que tomé de él. No me dio un compañero como recompensa o bendición. Lo hizo como un castigo —le aseguró—. Soy el tipo de persona que menos deseas y que menos te conviene como compañera. Tú amas Velaris, amas a tu familia, a Rhys, a Morrigan… a todos ellos. Ellos son todo para ti, son básicamente tu razón de vivir y quien eres. Pero en cambio yo... La primera vez, desde que me convertí en hada, que pude sentir que respiraba sin ahogarme, sin que el dolor me desgarrara, fue el día que abandoné Velaris. Tu ciudad de sueños es el hogar de mis pesadillas. Nunca aceptaré a Rhysand ni a Feyre como mis gobernantes, ni les daría mi obediencia, y ni siquiera me gusta Morrigan. ¿Lo entiendes? Soy lo contrario a ti. Desprecio las cosas que tú amas y que son parte de ti. Tenerme como tu pareja te tendría siempre entre la espada y la pared. Siempre entre mí y los que llamas familia —le dijo con una sinceridad tranquila, mirándolo a los ojos—. Yo destruiría su paz y felicidad. Y ese lugar y ellos destruirían la mía. Y yo valoro mucho mi paz y mi felicidad con Miguel. Me costó mucho encontrarlas, como para permitir que me las arrebaten —Su honestidad era brutal, pero dicha con una voz suave y serena—. Tú nunca me pondrás por encima de Rhysand y Feyre. Incluso jamás me pondrás por encima de tu luna blanca, la perfecta por dentro y por fuera Morrigan. Y lo entiendo, no te juzgo por ello. Ellos han estado a tu lado toda tu vida. Pero entenderlo no significa que tenga que aceptarlo. Nunca aceptaré no ser lo más importante en el corazón del hombre que camine a mi lado como pareja. Así que lo de nosotros no será un cuento de hadas como la unión de Feyre y Rhysand. Nuestra unión nació condenada al fracaso porque ambos deseamos y necesitamos cosas muy diferentes.
—Nesta, los compañeros son sagrados. Si ambos lo intentáramos, podríamos hacerlo funcionar. Yo te haría feliz —le juró el macho.
—Creo que tú crees eso, que a tu manera incluso lo intentarías con todas tus fuerzas. Pero no lo lograrías, Cassian —le aseguró con calma—. Solo te desgarrarías a ti mismo. Serías miserable tratando de hacerme feliz a mí y a tu familia al mismo tiempo, cuando somos totalmente opuestos.
—Pero los compañeros…
—Los compañeros no son siempre el final del juego, como nos enseñaron Elain y Azriel, con Lucien. Ser compañeros no es una obligación. Elain dejó a su compañero destinado para estar con tu hermano —le recordó—. Y en ese momento, la santidad del vínculo no pareció importarte mucho. Bueno, yo también tengo el derecho a elegir. Y lo siento, Cassian, pero elijo mi salud mental y emocional por sobre un vínculo que me dio un objeto que me odiaba cuando me creó. Elijo mi felicidad y la de Miguel primero —su voz fue amable pero firme, irrompible. Sus ojos lo miraron con un toque de lástima, pero también con una firmeza que aseguraba que no retrocedería en su decisión.
—¿Entonces... rechazarás el vínculo? —preguntó preocupado.
—Incluso Elain, en su crueldad, no le hizo eso a Lucien. No te haría eso, condenándote a la locura, Cassian. No mereces eso. Creo que eres un buen macho, pero no el correcto para mí. Eso es todo. Así que no, no rechazaré el vínculo, pero tampoco lo aceptaré solo por tu bien. Lo mejor será ignorarlo, como hemos hecho hasta ahora, y seguir nuestras vidas.
—Duele —le confesó él—. Te he esperado toda mi vida, y ni siquiera me darás una oportunidad.
—No me esperabas a mí, Cassian. Esperabas a una compañera, sí, pero quién fuera no era lo importante. Solo querías tenerla, y lo entiendo. Pero no te reduces a eso, Cass. Eres mucho más. Eres un macho digno y creo que un día encontrarás tu lugar, tu propia felicidad, como yo lo hice aquí. Porque creo genuinamente que lo mereces. Que realmente lo haces —le aseguró, sirviendo una taza del té caliente que ya estaba listo, poniéndola con amabilidad en sus manos.
—Creo que preferiría que me odiaras, que me gritaras con toda tu rabia, en lugar de que me miraras con esa calma tranquila e indiferente con que me miras ahora —suspiró abatido el macho, sintiendo el calor de la taza en sus manos.
—No es indiferencia, Cassian. Nunca me serías indiferente. Lo que ves es tranquilidad, la aceptación y la serenidad que los años me han dado sobre el tema. También el tiempo te lo dará a ti, si lo dejas —le aseguró—. Sabes dónde estoy, dónde vivo. Si el vínculo se vuelve demasiado abrumador, siempre puedes venir. No te negaré una conversación, y al campamento siempre le vienen bien un par de manos extras para ayudar de tanto en tanto, si necesitas quedarte más tiempo —le dijo con amabilidad. Al principio de la ruptura del vínculo, para evitar que se volviera loco, Lucien veía cada pocos meses a Elain en una incómoda cena junto a Feyre, hasta que eventualmente el vínculo se calmó y dejaron de verse por completo—. Con los años dejarás de sentir. Es lo que le pasó a Lucien —le ofreció.
—Lucien... —susurró el nombre del macho pelirrojo que hacía mucho abandonó la Corte Noche—. ¿Él es... tu amigo? —preguntó sin atreverse a mirarla. No podía reconocer a esta mujer tan cambiada frente a él, tan diferente a la que aún vivía en su memoria: aquella joven humana de lengua afilada, tan enojada con el mundo. Aquella hada recién convertida, llena de pura ira. Esta mujer de mirada serena, llena de tranquilidad… tenía el rostro de la Nesta que él recordaba, pero ya no era la Nesta que él recordaba.
—Sí, lo es. Hoy día tiene una hermosa familia. Rehízo su vida después del rechazo de Elain —le aseguró, para que viera que no todo estaba perdido, que la vida no se acababa solo por no estar con tu compañero—. Aunque le tomó tiempo —confesó—. Y verás que eventualmente será igual para ti. Un día tendrás tu propia familia, esa que realmente encaje contigo y que no te desgarre en pedazos. Y cuando eso pase, cuando tengas una esposa que pueda reír con Morrigan y ser su amiga, que se incline ante Feyre y Rhys, que no te ponga entre la espada y la pared y sea lo que tú anhelas... Ese día me agradecerás haberte rechazado —le aseguró, convencida, aun cuando en ese momento Cassian no pudiera verlo.
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