Chapter 1: Nuevo hogar
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La última gran guerra mágica había causado muchos estragos en la comunidad de magos y brujas. Muchas vidas se habían perdido y mucho sufrimiento fue causado por los magos oscuros. Cuando parecía que no tendría fin, los más grandes magos de la época se hicieron presentes y acabaron con la amenaza que fueron Rocks D. Xebec y sus seguidores.
Gol D. Roger y Monkey D. Garp trajeron la paz nuevamente a la comunidad mágica, se decía que la mayoría de magos oscuros que seguían a Xebec fueron capturados por ellos y encerrados en Azkaban, aunque muchos simplemente se esfumaron o hicieron tratos con los gobiernos mágicos a cambio de su libertad.
Si bien la guerra terminó, las consecuencias de esta fueron severas: muchos niños huérfanos, familias rotas, hogares destruidos. La comunidad mágica no volvió a ser la misma tras un evento de tal magnitud, especialmente luego de que un pueblo entero habitado por magos que se oponía a Xebec fuera totalmente destrozado. De dicho lugar solo quedó un sobreviviente, un niño de ocho años que pasó semanas entre los escombros, robándole a los muertos y ocultándose en los sótanos abandonados, incluso cuando aún había cadáveres en los pisos superiores.
Trafalgar D. Water Law era el hijo de dos de los mejores sanadores del hospital San Mungo de Enfermedades y Heridas Mágicas, se decía que podían curar cualquier herida, incluso desarrollaron una gran variedad de pociones para enfermedades mágicas que por siglos no tuvieron cura. Sin embargo, fueron víctimas de Xebec y sus seguidores; también lo fue su hija más pequeña.
Law no tenía más familia que sus padres o hermana, y como muchos huérfanos de la guerra, fue enviado eventualmente a un orfanato muggle, aunque estaba bajo un registro especial. Los gobiernos mágicos optaron por crear un sistema de tutorías particular al ser tantos casos, era lo mínimo que podían intentar por ellos, demasiados niños magos en orfanatos muggle podrían llamar mucho la atención.
No esperaba ser adoptado ni ser asignado a un tutor, no tenía amigos, no tenía esperanzas en ser mago tampoco, Law había perdido el sentido en la vida, no quería nada, no sentía nada más que dolor, cada noche tenía pesadillas con la muerte y cada día era ignorado por el resto de personas como si no fuera más que un fantasma.
…
Ser “adoptado” gracias al programa de asignación de tutores fue ligeramente sorprendente, aunque tampoco es que le importara demasiado, no esperaba una familia, no esperaba nada en lo absoluto. Con suerte sería ignorado y quizás el Ministerio les pagaría a sus dichosos tutores los galeones necesarios o pensó que lo hacían por dinero hasta que supo de quien se trataba.
La familia Donquixote era una de esas cuyo linaje se mantenía puro desde hacía siglos, eran simplemente de las familias mágicas más antiguas y conocidas. En parte le sorprendió saber que era uno de sus descendientes quien se mostró interesado en su cuidado, lo había escuchado mencionar a sus padres antes gracias a su participación en la invención de la poción matalobos.
Aquel alto hombre de cabellos rubios le había sonreído ampliamente y le aseguró que las cosas serían mejores para él, no es que pudiera creer eso, pero tampoco había nada que hacer que seguirle.
Conocer su nueva casa, grande y alejada de las civilizaciones muggle, no significó mucho para él, tampoco ver su nueva habitación ni ser presentado al otro miembro de esa familia.
—Aun pienso que no estamos capacitados para criar a un niño —le escuchó decir cuando le presentaron. Aquel otro hombre era casi tan alto como su hermano, aunque su aspecto era mucho más serio y parecía desinteresado en su presencia.
—No digas eso Rosi, Law estará muy bien aquí con nosotros, mucho mejor que en esos sitios rodeados de muggles.
—Los muggles no tienen nada de malo.
—Como tú digas, hermanito.
Law entendió su dinámica muy pronto. Doflamingo era el mayor, carismático, hablador y alguien sumamente inteligente, aunque también demasiado emocional para su propio bien. Rosinante era el menor, mucho más serio y controlado, aunque genuinamente descuidado y algo torpe, lo que contrastaba mucho con su personalidad; también impedía que la casa se llenara de niños a causa de su hermano.
Rosinante trabajaba para el Ministerio de Magia, desconocía en qué área exactamente y no le interesaba indagar, mientras que Doflamingo era un diseñador, lo que sea que estuviera de moda entre brujas y magos seguramente era algo hecho por él. No era extraño que lechuzas y todo tipo de aves mensajeras fueran y vinieran de la casa con cartas, diseños, paquetes y muchas cosas más. Aun así, el que pasara tanto en casa le daba el tiempo necesario para continuar con su educación y canalizar su magia infantil apropiadamente.
Aunque no lo pareciera, aquel par de hermanos resultaban unidos y funcionales juntos, incluso si por un momento pensó que era sorprendente lo opuestos que podían ser. A veces tenían discusiones, no eran muy acaloradas, Law las presenciaba en silencio, esperando ver quien daba su brazo a torcer primero.
—¿Qué estás haciendo ahora? —Rosinante pasó por la mesa de trabajo que su hermano tenía en la sala, esta vez no estaba trazando diseños, era un boceto diferente.
—Nuestra última discusión me dio una idea —respondió con sencillez mientras seguía haciendo trazos con una pluma color rosa.
—No puedo permitir que llenes nuestra casa de niños —repitió antes de llevarse la taza con café a los labios—, Law apenas tendrá un mes aquí y creo que es suficiente.
—Sí, pero sigue habiendo muchos niños huérfanos en esos orfanatos llenos de muggles ¿Ya leíste la última noticia del Profeta? Un obscurial apareció en Liverpool ¿Cuántos niños más tendrán que reprimir su magia hasta que sean capaces de ir a la escuela? —dejó a la pluma moverse sola tras susurrarle un encantamiento.
—Lo sé y es lamentable de verdad, pero no podemos hacer mucho más —volvió a negar, tomando asiento en su sillón favorito, estirando sus largas piernas sobre un taburete—. No podemos salvar el mundo Doffy, entiendo que empatices con su situación, pero no es nuestra responsabilidad solo porque también fuimos huérfanos desde niños.
Aquellas palabras hicieron que Law levantara su vista ligeramente del libro que estaba leyendo sobre historia de magos y brujas. Apretó un poco este entre sus dedos, mirando de reojo al par de rubios. Eso explicaba de donde nacía esa rara necesidad altruista de Doflamingo, porque a simple vista, no entendía porque un hombre como él querría ayudar a otros, incluso a veces le parecía que odiaba a la gente a excepción de su hermano y, bueno, ahora él.
—Podríamos hacer lo que Sengoku y Tsuru hicieron por nosotros. —espetó con una amplia sonrisa que no le gustó mucho a su hermano menor—Y no tienen que vivir con nosotros, por eso estoy trabajando en este proyecto, abriré un orfanato para niños magos huérfanos.
—Lo que intentas hacer es muy complicado, requiere permisos del Ministerio y una gran inversión, tenemos dinero, pero no puedo dejar que lo tires todo, no puedes ayudar a nadie si no nos ayudamos a nosotros mismos.
—Y es ahí donde entras tú querido hermano, tú como trabajador del Ministerio de Magia podrás ayudarme con eso.
—No es mi área de trabajo —frunció un poco el ceño al ver a su hermano mayor tan sonriente.
—Rosi —le insistió con voz cantarina—, por favor, haz esto por tu querido hermano, no te molestaré con nada más.
Rosinante se llevó un cigarrillo a los labios y trató que la nicotina le ayudara a relajarse de los extravagantes ideales de su hermano. A veces le parecía que era demasiado egoísta y caprichoso, pero otras veces era todo lo opuesto ¿Qué rayos había hecho Tsuru en su cabeza el tiempo que le estuvo criando?
—Bien —cedió finalmente tras exhalar un poco de humo.
—¡Genial! Pero por favor no fumes frente a Law, eres un mal ejemplo.
Vivir con los Donquixote definitivamente era peculiar.
…
Las pesadillas aún eran algo que atormentaban a Law durante las noches. Era inevitable, los recuerdos horribles de la guerra y todo lo que tuvo que hacer para sobrevivir le asechaban en su subconsciente terriblemente, por lo que no era extraño que despertara exaltado a mitad de la noche.
Decidió ir por algo de agua a la cocina en un intento de distraerse, no quería pensar en sus pesadillas o que despertó llorando. Iba en silencio, sin embargo, al llegar a la sala se encontró con la luz encendida. Doflamingo dormía sobre su mesa de trabajo, aunque su pluma mágica seguía anotando cosas en un pergamino.
Estaba por seguir su camino a la cocina cuando notó algunos gestos de incomodidad en su rostro. Se acercó despacio al adulto, parecía estar teniendo un mal sueño también pues sudaba mucho y daba pequeños espasmos de vez en cuando. Estiró su mano hacia su rostro, buscando retirar sus inamovibles gafas de sol, si lo pensaba nunca había visto su rostro sin ellos. Cuando estaba bastante cerca, una mano más grande le detuvo.
Al levantar su rostro se encontró a Rosinante, quien le hizo una señal para hacer silencio. Murmuró un hechizo y la pluma dejó de moverse a la par que pasaba una mano por la cabeza de su hermano con suavidad, como si acariciara sus cabellos entre sus dedos, aun murmurando algo que no pudo entender. Pronto los espasmos se detuvieron y la expresión del mayor pasó a ser más relajada.
—Doffy, despierta… —le llamó y pronto el mayor se removió en su lugar, estirándose un poco—Volviste a quedarte trabajando hasta tarde.
—Lo siento, mucho que hacer —habló en un bostezo—¿Qué hora es?
—Tarde, más de las doce.
—¿Por qué Law está despierto?
Ambos pasaron su atención al niño que prefirió desviar su mirada hacia el suelo, sería muy tonto decir que una pesadilla lo había asustado, aunque no hicieron falta palabras. Ambos hermanos cruzaron miradas, como si se dijeran algo sin realmente hacerlo.
—Quería agua —se excusó el niño.
—Yo me encargo de Law, tú ve a cambiarte —Rosinante guió al niño a la cocina.
A Law le pareció un poco extraño, al menos porque al menor de los hermanos no parecía convencerle de un todo su presencia. Aun así, no le evitó como la mayoría de las veces desde que llegó, le sirvió agua y esperó que la terminara para que fueran juntos de vuelta al piso superior.
Rosinante hizo que le siguiera a una habitación diferente a la suya o la de cualquiera de los dos hermanos, encontrándose con Doflamingo quien ya se había cambiado por su ropa de dormir. Law se mostró un poco confundido, aunque más llamó su atención ver finalmente como eran los ojos de Doflamingo ya que este por fin se deshizo de sus gafas cromadas.
Su único ojo visible era del mismo marrón que los de su hermano menor, el otro por su parte se mantenía cerrado y una cicatriz atravesaba su párpado. Ahora entendía que era lo que tanto ocultaba, incluso si eso despertaba más su curiosidad.
—Ya que tuviste un mal sueño, puedes dormir con nosotros —dijo el mayor con una amplia sonrisa, el niño se ruborizó un tanto abochornado.
—No hace falta…
—Te hará bien —le aseguró el menor de los rubios—, aunque supongo que te parecerá extraño que compartamos cama.
—Un poco —admitió.
—Cuando éramos niños, alguien hechizo a mi hermano con una maldición que se alojó en su ojo, por eso tuvieron que retirarlo, no había otra manera de erradicarla.
—Claro que era una maldición muy fuerte y aún quedan algunos estragos, cada que hay luna nueva tiendo a sufrir pesadillas bastante fuertes. Soy como el opuesto a un hombre lobo —bromeó Doffy.
—Por otro lado, yo nací con una magia natural de calma, lo ayuda a no tener pesadillas en noches como estas, cuando son muy fuertes dormimos juntos aquí, seguro también te ayudará a ti.
Ahora entendía por qué estar en esa habitación que no era la habitual de ninguno, igual la idea le seguía pareciendo extraña, pero si era sincero, ya no quería tener más pesadillas. Ese pensamiento le provocó una opresión en el pecho, así que finalmente se decidió a subirse a la cama, quedándose en medio de ambos blondos.
Cerró sus ojos, temeroso de que las pesadillas volvieran otra vez. Por suerte no fue así, tal como dijo Rosinante, su magia natural de calma le permitió dormir pacíficamente toda la noche al igual que a Doflamingo. Por fin, después de tantos meses, tenía una noche de sueño real, sin revivir sucesos espantosos y quizás el par de hermanos lo había notado, simplemente no encontraron la manera de ofrecerle ayuda en eso hasta ahora.
Tal vez su nueva vida con ellos no sería mala después de todo.
Continuará…
Chapter 2: Cambios y adaptación
Notes:
Klaus y Hannah son los nombres que les di a los padres de Law ya que canónicamente no tienen
(See the end of the chapter for more notes.)
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En sus prácticamente dos años viviendo con los Donquixote se había tenido que adaptar a diferentes situaciones, siendo las principales tres: la llegada de otro miembro a la familia, la apertura de la casa hogar para niños huérfanos nacidos de magos y el nuevo empleo de Doflamingo.
El mayor de los hermanos adoptó a una niña de la misma forma que hizo con él unos seis meses después de su llegada; aún se preguntaba como Rosinante lo había permitido. Ellie, a quien de cariño llamaban Baby, era una huérfana de antes de la guerra mágica. Según recordaba ella, su madre era una muggle que la había dejado sola en una calle y nunca regresó, al parecer había descubierto que su padre era un mago y eso la enloqueció.
Ella desarrolló apego por los tres muy rápido y se esforzaba constantemente en ayudar con lo que necesitaran, quizás como resultado del trauma de su abandono. A Law no le agradó tanto al principio y era propenso a hacerla llorar, pero eventualmente se llevaron muy bien, de algún modo ella le recordaba a su fallecida hermana menor y terminó por complementar a su nueva familia.
Por otro lado, resultó que al Ministerio de Magia le había encantado la propuesta de Doflamingo sobre el orfanato para niños huérfanos con ascendencia mágica, aunque también le dieron crédito a Rosinante de ello por alguna razón y Sengoku, el mismísimo Primer ministro de magia, estuvo más que presente en todo el proceso hasta que finalmente abrió -Law entendería eventualmente que era algo así como un padre adoptivo para Rosinante-.
Con tanto apoyo del Ministerio en menos de un año todo estuvo listo y se dio la inauguración de la casa hogar; el periódico El Profeta no habló de otra cosa en días. Law y Ellie empezaron a ir seguido, por suerte podían hacerlo mediante la red flu, ir y venir era muy fácil.
Los primeros niños también parecieron desarrollar cariño rápido hacia Doflamingo con el pasar de los meses, también fue inevitable que Law y Ellie interactuaran más con ellos. Uno de esos niños era Buffalo, quien fue abandonado durante la guerra y contó como sobrevivió un tiempo en las alcantarillas.
Estaban también las hermanas Monet y Sugar, la mayor de ellas asistiría a Hogwarts y al menos ya no le aterraba la idea de separarse de la menor. También estaba Gladius, el mayor de todos, quien ya asistía a la escuela de magia y hechicería también. Por último, estaba Dellinger, el más pequeño, un niño mitad gyojin que fue dejado en el callejón Diagon. Eventualmente llegaron más niños, pero fue con ellos con quien Law y Ellie desarrollaron algo así como una relación estrecha.
…
Durante todo ese tiempo, Law y Ellie pasaron de ser educados en casa por Doflamingo a continuar sus estudios en la casa hogar Donquixote. Para su tutor era importante que se relacionaran con otros niños y que de esa forma sería más sencillo para ellos cuando ingresaran a la escuela oficialmente, aunque de todos modos era él quien les daba clases de historia por lo que seguían viéndolo a diario.
En casa seguía orientándolos en sus estudios, con su magia infantil cuando sus emociones la disparaban o simplemente educándolos en cuanto al mundo en el que vivían y sus constantes cambios.
Como algunas tardes, Law simplemente se sentaba con algún libro en el amplio sillón a leer mientras Ellie estaba en el jardín cuidando las plantas y flores, aquello parecía gustarle mucho. Rosinante estaba leyendo el periódico y Doflamingo revisaba el correo, parecía un fin de semana habitual.
—¿Algo interesante en el correo? —preguntó Rosi sin apartar la mirada del Profeta.
—No realmente, algunas de estas cosas ni siquiera deberían llegar aquí sino al orfanato —respondió dejando las cartas en la mesita de centro. Pasó su atención a Law, sonriendo al verlo tan concentrado en la lectura—. Te pareces mucho a Klaus cuando no usas tu gorro.
Aquel comentario captó la atención del niño de inmediato, pasando a verle directamente con algo de sorpresa. Sabía que su padre le conocía, pero no se le ocurrió pensar que Doflamingo lo conoció a él.
—¿Conociste a mi papá?
—Por supuesto, estudiamos juntos, más o menos, él era algunos años mayor, pero recuerdo cuando fue prefecto de su casa —respondió ampliando su sonrisa al perderse un momento en sus memorias—; también me asesoró cuando creé la poción matalobos.
—¿Por qué no me lo dijiste antes? —cuestionó un tanto indignado—¿De verdad me parezco a él?
—No había encontrado el momento —se excusó—, pero sí, era un hombre brillante, recuerdo haberlo visto varias veces con la cabeza metida en un libro, solo la sacaba para ver a la señorita Hannah.
El niño lo miró volver a sus cosas como si nada, sin embargo, esa conversación simple había producido una especie de calma en su pecho, escuchar algo de sus padres en sus tiempos de estudiantes le hizo sentir bien. Además, entendía que Donquixote no se había vuelto su tutor por mero capricho, existía una conexión pequeña con su familia.
…
El verano parecía marchar con regularidad. Ya no iban a diario a la casa hogar porque en teoría estaban de vacaciones respecto a estudios. Por supuesto que seguían yendo al menos una vez por semana, pero la regularidad se había asentado de modo que el siguiente cambio fue muy sorpresivo.
Este nuevo giro se daba el año que Law cumplía once. Como su cumpleaños era hasta octubre, no recibiría su carta de ingreso a Hogwarts hasta el año siguiente y Baby apenas había cumplido los diez en mayo. Sin embargo, sí que llegó una carta en julio por parte de la escuela de magia y hechicería dirigida a uno de sus tutores.
—¿De verdad quieren que enseñes en Hogwarts? —preguntó Rosinante, bastante perplejo con la noticia.
—Sí, hasta yo estoy sorprendido —dijo el mayor, dejando la carta firmada y sellada por el mismísimo Edward Newgate, director actual de Hogwarts.
—¿Y piensas aceptar? —inquirió su hermano—¿Qué hay de tu trabajo como diseñador y el orfanato?
—Tengo que pensarlo, aunque se ve como una gran oportunidad —respondió pensativo—. Enseñar me gusta, me agrada hacerlo con los chicos del orfanato, pero aquí me están solicitando como profesor de Encantamientos.
—No es como que no seas bueno en ello —Rosinante resopló un poco, sabía que su hermano de verdad lo estaba considerando mucho—¿Qué hay de los chicos? Si aceptas no te veremos hasta navidad y luego hasta verano.
—Que lindo saber que me extrañarás.
Doflamingo le dedicó una amplia sonrisa antes de fijarse en el par de niños que estaban escuchando todo en silencio. Law tenía una expresión confusa pero seria, mientras que Baby parecía a nada de llorar con la noticia de su posible partida.
—¿De verdad te irás? —cuestionó Trafalgar.
—¿Vas a dejarnos? —esta vez fue Ellie con la voz algo rota.
—Aún no lo sé, pero no es como que me vaya a ir para siempre —tomó asiento en el sofá y les hizo una señal para que se sentaran con él. El niño se sentó a su lado con la mirada en sus piernas mientras que la niña le abrazó el torso. El blondo acomodó una mano en sus oscuros cabellos y la otra en el sombrero de Law.
—¿Qué hay de tus pesadillas? —preguntó el niño sin mirarle todavía.
—Estaré bien, tenemos nuestro método cuando estamos distanciados —se encogió de hombros—y no los estoy abandonando, si acepto, el próximo año los torturaré con mis clases nuevamente.
Pese a la broma, los niños no estaban del todo convencidos con ello, quizás porque Doflamingo era su apego principal. Sí, le tenían cariño a Rosinante y lo expresaban jugándole algunas bromas, pero era el mayor de los hermanos quien más estaba al pendiente de ellos y mostraba una mayor cercanía. Trafalgar expresaba su descontento con el ceño fruncido y sus brazos cruzados, mientras que Ellie solo gimoteaba aferrada a la camisa del mayor.
—Rosi… —miró a su hermano buscando algo de apoyo.
—A mí no me digas nada, tú fuiste quien los quiso aquí en primer lugar —dijo de mala gana, alejándose hacia la ventana para poder fumar un cigarro propiamente—, los mimas demasiado, por eso están tan acostumbrados a ti.
—Véanlo de esta manera, a partir del otro año ustedes irán a Hogwarts y sería yo quien no los verá, y les recuerdo que serán siete años —trató de encontrar la manera de que vieran el lado positivo—, si acepto la propuesta, solo será por este año y ya.
Ambos infantes compartieron miradas un momento, eso era cierto, aunque no quitaba que fueran a extrañarlo. Law disfrutaba mucho de sus enseñanzas y Ellie los momentos más tranquilos como cuando le cepillaba el cabello.
Abrazó a ambos contra sí, acariciando sus pequeñas espaldas a modo de confortarlos un poco. Aún tenía que pensarlo, la idea le gustaba mucho y podía confiar plenamente en Giolla la administración correcta de la casa hogar. Su trabajo como diseñador era algo más de sus momentos libres que algo fijo, su preocupación principal eran sus dos niños.
—Si ustedes no quieren que vaya, entonces no iré —declaró finalmente.
…
—Mi hermano es bastante ambicioso al hacer tantas cosas a la vez —Law escuchó decir a Rosinante mientras bebía un vaso de whisky de fuego; era fin de semana y estaban los tres en casa—, supongo que es clásico de un Slytherin.
A final de agosto Doflamingo partió a Hogwarts. El par de niños había estado de acuerdo con ello, porque sí, era una gran oportunidad y tenía razón al decir que después podría estar cerca de ambos como su profesor por los años que durasen allí. Claro que a Rosinante no le hacía mucha gracia ser quien cuidara ahora al par de niños de forma constante. Al menos mientras estaba en su trabajo en el Ministerio, ellos pasaban tiempo en la casa hogar estudiando y conviviendo con el resto de niños, siendo cuidados por Giolla y otras personas más capacitadas.
—¿Qué decía su carta? —preguntó el niño desde la mesa donde hacía su tarea.
—Que le va bien en sus clases de Encantamientos, ya sabes que es muy bueno en ello y en realidad es bastante dado con los niños, el señor carisma seguro ya acaparó bastante la atención.
—Ya lo extraño mucho y en el orfanato todos lo extrañan también —comentó Baby con melancolía, también desde la mesa.
Rosinante suspiró, no le extrañaba ver al par de niños tan afligidos, cada uno a su manera, la ausencia de su hermano sí les afectaba y tendría que encontrar la manera de mejorar las cosas para ambos.
—Él dijo que les mandaría cartas, no se preocupen tanto, en cuanto se acomode empezará a escribirles.
Y tenía razón, las cartas llegaban semanalmente para cada uno y naturalmente Ellie era la más entusiasta en responderlas de vuelta, contándole muchas cosas sobre cómo iba todo y preguntando por Monet y Gladius.
En octubre, para el cumpleaños de Law, una lechuza llegó con un obsequio para él, siendo este un tablero de ajedrez mágico. Le había gustado mucho y pasó días estudiando el manual con tal de aprender a jugarlo apropiadamente, aunque encontrar un oponente era difícil pues a ninguno de los chicos del orfanato le interesaba. Fueron el señor Pink y Diamante quienes accedieron a jugar con él; ambos trabajaban en la casa hogar ocupándose de distintas labores.
Era Giolla quien se aseguraba minuciosamente que todo marchara bien y que los niños estuvieran bien, que los horarios destinados a comida, estudios, recreación y sueño se cumplieran adecuadamente; también les daba clases de arte, Law no creía ser bueno en ello, pero a Giolla siempre le gustaban mucho sus garabatos de pintura. El señor Pink y su esposa Russian por otro lado se encargaban de las clases y, si bien ella era una muggle, era amable y les enseñaba todo tipo de cosas, además que siempre les cuidaba con un toque muy maternal.
Trebol, Diamante y Pica manejaban otras cosas relacionadas al dinero y la infraestructura del lugar, pero Law realmente no les prestaba mucha atención, ni siquiera cuando Diamante se ponía a hablar sobre sus tiempos como un duelista aclamado, lo que era demasiado aburrido ya que solo hablaba de él mismo, pero no le quedaba de otra que escucharle con tal de tener un compañero de juego.
…
—¿Crees que estará bien sin ti durante las lunas nuevas? —preguntó Law tras un silencio algo tenso durante la cena.
—Tenemos un sistema para cuando debemos estar distanciados —explicó vagamente antes de sacar un guardapelo que tenía colgado el cuello, oculto gracias a su suéter verde—, Doffy tiene uno igual, digamos que están hechizados para que funcione como si yo estuviera con él, claro que no es igual de eficiente, pero es funcional.
—¿Por qué no usan ese método en casa?
—Pues solo duerme conmigo cuando las pesadillas son muy fuertes, eso lo sabes bien, aunque mi hermano a veces es demasiado meloso.
—Ya quiero que sea navidad para que regrese —comentó Ellie, removiendo la avena de su plato sin muchos ánimos.
—El tiempo pasará rápido, no desesperen.
A pesar de que solo iban dos meses, la ausencia del mayor se resentía mucho. Law no lo diría en voz alta, pero extrañaba verlo en su mesa de trabajo, ver su pluma rosa removiéndose de un lado al otro sobre algún pergamino o escucharle hablar extendidamente sobre cualquier cosa, también extrañaba sus lecciones sobre pociones y encantamientos básicos que esperaba poner en práctica algún día.
Doflamingo era un hombre muy inteligente y había tratado de aprender todo lo posible de él, aunque al no estar presente, había logrado conectar un poco más con Rosinante de lo que creyó poder, especialmente cuando al principio ni siquiera le quería en casa. Era divertido verlo tropezar a veces o incendiarse espontáneamente con algunos de sus propios hechizos, pero no es que fuese un total incompetente tampoco.
Rosinante no era el más dado con los niños, pero no quería que estuvieran tan deprimidos ante la ausencia de su hermano mayor. Tenía que poner más de su parte en su relación con ellos por lo que empezó a contarles anécdotas interesantes sobre su trabajo en el Ministerio y veían juntos partidos de quidditch mediante el proyector mágico -un invento reciente que funcionaba como una televisión muggle, pero a base de magia en lugar de electricidad-. A Law no le llamaba tanto la atención aquel deporte como a Ellie, pero Donquixote les explicó que en su tiempo de estudiantes fueron jugadores y que cuando pudieron permitirse ir a los mundiales, rara vez se perdían uno.
Durante navidad, Doflamingo regresó y les trajo algunos obsequios, libros principalmente para Law, una muñeca para Ellie y un abrigo nuevo para su hermano menor. Tenerlo de vuelta fue como si esa antigua rutina regresara sin problemas. Al menos esa navidad se sintió mejor para el niño, ya no seguía deprimido por la pérdida de su familia, incluso se permitió comer algo de postre y dormirse más tarde jugando ajedrez mágico con el mayor de sus tutores.
También les llevaron regalos a los chicos de la casa hogar, quienes estaban felices de ver nuevamente al mayor de los Donquixote al igual que a Monet y Gladius.
…
Con la llegada del nuevo año, Doflamingo regresó a Hogwarts al igual que los dos chicos del orfanato, la nueva rutina continuó para todos. Rosinante iba y venía del Ministerio, Law y Ellie se quedaban gran parte del día en la casa hogar donde veían clases generales como lectura, escritura, matemáticas y deportes. El tiempo pareció pasar muy rápido, pues el verano llegó pronto y quienes habían partido, regresaron una vez más.
El mayor de los hermanos contaba todo lo que podía de su año de trabajo, emocionado y satisfecho con su propio desempeño. También se quejó con una tensa sonrisa sobre algunos estudiantes que parecían demasiado lentos en aprender ciertas cosas o le sacaban de quicio, a Law no le parecería extraño que muchos se sintieran intimidados por él como maestro.
—¿Algún estudiante en especial que te dejara sin aliento? —le cuestionó su hermano menor con un tono algo sarcástico sin apartar la mirada de una carta de Sengoku.
—No realmente —negó desde su lugar en su sillón donde cepillaba el cabello de Baby y ella a su vez el de su preciada muñeca—, bueno, Monet es asombrosa, pero eso no es sorpresa, es muy brillante.
—¿En serio? ¿Ni siquiera de años superiores? Debe haber alguno.
—Espera, está Nico Robin, ella también es impresionante, pero no es de extrañar viendo quien es su madre.
—¿La hija de Nico Olvia está en Hogwarts? —levantó la mirada del papel finalmente para verle con sorpresa.
—Si, va en el mismo año que Monet e igual está en Ravenclaw. De hecho, Olvia está trabajando en Hogwarts también.
—¿Nico Olvia da clases en Hogwarts? ¿La que escribió los libros sobre civilizaciones mágicas antiguas? —preguntó Law, interviniendo en la conversación de los dos rubios, aún tenía muy presente uno de los libros que Doflamingo le regaló en navidad.
—La misma, ahora da clases sobre runas antiguas —Doffy sonrió ante la expresión curiosa del niño, cualquier otro desconocería quien era aquella famosa lingüista y arqueóloga del mundo mágico, pero Law era diferente, era un niño muy listo para su edad—. Su hija parece que sigue el mismo camino para ser una bruja igual de impresionante en cuanto a conocimientos.
—Creo que es lo más interesante que has dicho hasta el momento, no puedo creer que no contaras eso ni en tus cartas ni cuando viniste para navidad —comentó Rosinante, ganándose un puchero infantil de su hermano quien no tardó en lanzarle un cojín.
Law sonrió ligeramente y Baby rio divertida. Sí, puede que extrañaran un poco esa familiaridad. Él volvió su atención al libro en sus piernas y ella a su muñeca mientras el par de adultos seguía conversando.
Después de ese verano, las cosas volverían a cambiar para ellos.
Continuará…
Notes:
Sinceramente no esperaba actualizar tan rápido jaja pero me ganó la emoción y trato de aprovechar mis vacaciones que ya se acaban. Me disculpo si algo no se entendió bien, si es así, haganmelo saber plz. No existen teles mágicas en el canon de Harry Potter, eso me lo inventé yo y me inventaré más cosas, procuraré avisarlo en las notas. Me gusta hacer a Law un poquito mas feliz y adoro mucho a Baby 5 como para dejarla fuera de esta improvisada familia. Bueno espero les gustara, nos leemos muy pronto
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Como era de esperarse, durante el verano llegó la carta de admisión a Hogwarts de Law y Baby, pero no fue hasta las últimas semanas de agosto que decidieron ir al Callejón Diagon para hacer las compras. En cuanto a los chicos de la casa hogar Buffalo también recibió una carta y, al igual que con Monet y Gladius, la escuela financiaba sus gastos y Giolla se encargaba de sus compras.
De ese modo, el par de hermanos iba de tienda en tienda con los dos niños comprando todo lo que necesitaran: túnicas, calderos, plumas, libros y, lo más importante, sus varitas.
Gloriosa, la vendedora de varitas, era una anciana curiosa y parecía un poco gruñona, pero en realidad era bastante amable. Se sabía que venía de una familia donde todas las mujeres eran expertas fabricantes de varitas, las afamadas Kujas.
A Ellie le tocó una varita hecha de madera de cerezo con un núcleo de pelo de unicornio, de poco más de 26 centímetros. Era una varita muy hermosa por el tipo de madera con la que estaba hecha. Gloriosa le explicó que tenía capacidad para la magia ofensiva, reflejando el carácter de la niña y su deseo de ser útil y poderosa. El pelo de unicornio proporcionaba una magia consistente y leal, acorde con su naturaleza fiel y su necesidad de ser aceptada.
Por otro lado, a Law le había tocado una varita cuyo núcleo era de fibra de corazón de dragón, como las de los hermanos Donquixote, y estaba hecha de madera de ébano. Medía poco más de 30 centímetros y era bastante rígida en comparación con la de su compañera.
—La varita de ébano es conocida por su capacidad para realizar la magia de combate y transformación con gran poder y precisión —explicaba la anciana al niño que escuchaba con atención— se adaptará perfectamente a tu naturaleza analítica, además el núcleo de corazón de dragón proporciona una gran potencia y fuerza mágica, adecuada para hechizos muy complejos.
Law admiró su varita con cierta maravilla. Doflamingo le había explicado como un mago formaba una conexión especial con su varita, ellas tenían personalidad y Gloriosa le reafirmó eso cuando llegaron. Aun así, era impresionante como fue capaz de leerlos a los dos solo con la obtención de su nuevo canalizador mágico.
—Veo en ustedes muchas cualidades, pero tú, pequeño, estás destinado a ser un mago como ningún otro —la anciana fabricante le dedicó una suave sonrisa y el niño realmente no supo cómo tomar aquel comentario.
—Law vámonos ya, nos esperan para ir por helado —le jaloneó la niña tras dejar de curiosear en la tienda.
El chico pagó los siete galeones por la varita y salió del lugar, pensando un poco lo que la mujer le había dicho.
…
Los hermanos Donquixote les habían hecho un regalo cuando las compras acabaron, siendo un hurón para Baby y una lechuza para Law. Los dos niños se mostraron bastante agradados y agradecidos con sus animales de compañía, aunque para el final del día estaban completamente exhaustos.
Tras que el verano terminara, volvieron a Londres, específicamente a la estación en King’s Cross para tomar el tren que los llevaría a Hogwarts. Trafalgar no podía decir que se sentía particularmente nervioso por su nuevo año escolar, en realidad llevaba mucho tiempo esperándolo, quería aprender tantas cosas, quería practicar magia propiamente.
En la estación, se reunieron con Señor Pink, quien se había encargado de acompañar a Gladius, Monet y Buffalo, y ahora estaban todos reunidos en el andén, los pequeños listos para abordar el tren.
—Deberían darse prisa y subir para que tengan un compartimiento para todos —sugirió Doflamingo.
—Yo voy a subir ya, nos vemos después joven amo, adiós Corazón, señor Pink —Monet fue la primera en ir al tren, prefería evitarse las multitudes de niños empujando y buscando donde sentarse. Gladius imitó su acción casi al instante.
—Aun no comprendo porque nos llaman así —Rosinante suspiró, negando ligeramente ante la manera tan formal de tratar con su hermano y el apodo que le habían dado.
—Cosas de niños —le restó importancia el mayor—¿Estarás bien tú solo?
—No soy tan melodramático —negó antes de fijarse en los niños—. Espero que tengan un buen año, escríbanme cuando ya les hayan asignado sus casas —apoyó sus manos en las cabezas de ambos como un gesto afectuoso.
—Seguro —asintió Law.
De repente sintió un poco de nostalgia invadirle, cierto, ya no vería a Rosinante hasta navidad, se sentía extraño pensar que lo extrañaría cuando antes juraba que nunca se llevarían bien.
—Adiós Cora —se despidió Ellie usando el apodo que le dieron en el orfanato; Law se limitó a despedirse con su mano antes de subir junto a ella y Buffalo.
—Adiós, buen viaje —apenas hizo un gesto con su mano, soltando un suspiro poco después, no pudo evitar pensar que un cigarrillo no le vendría mal. La sonrisa amplia de su hermano le hizo enarcar una ceja—¿Qué?
—Sabía que les tomarías cariño tarde o temprano —dijo con orgullo.
—Sí, como digas —rodó los ojos, sintiendo como le abrazaba por lo que solo le correspondió el gesto—. Ten un buen viaje hermano y cuídalos mucho.
—Si te sientes muy solo no dudes en enviar una lechuza —dicho eso, se dispuso a subir también al tren.
Rosinante quedó en la plataforma, viendo a los niños y adolescentes subir al tren. No pasó mucho para que la señora Kokoro también apareciera, conocía a la conductora del tren desde sus tiempos como estudiante. Miró la hora en su reloj, el tren partiría seguro en menos de treinta minutos, podría esperar a entonces y luego marcharse.
—¿Rosinante? —escuchar su nombre le hizo girar su rostro, buscando entre la multitud quien le llamaba—¡Rosi!
—¿Bell-mére? —no pudo evitar mostrarse algo sorprendido al ver a su ex compañera de trabajo y también ex pareja, lo que le hizo sentir una mezcla entre nerviosismo e incomodidad, aunque también alegría—Cuanto tiempo, pensé que estabas en Gales.
—Estaba, pero mis hijas van a Hogwarts y teníamos unas cosas que hacer en Londres —la mujer sonrió, parándose a su lado para mirar hacia el tren.
—¿De verdad? ¿Las dos ya van a Hogwarts?
—Es el primer año de Nami y el segundo de Nojiko —ella sonrió con cierto orgullo—¿Tú qué haces aquí? Escuché de Nojiko que tu hermano le da clases ¿Viniste a despedirlo? ¿Ya son tan unidos de nuevo?
—Más o menos, también estamos criando a dos niños juntos, es una historia larga.
—Tal vez puedas contarme con un café, si tienes tiempo claro.
El blondo sonrió ligeramente, en realidad la compañía de Bell-mére era una de esas que le agradaba bastante, cuando trabajaban juntos solían llevarse muy bien incluso si su relación al final no llevó a ningún lado, ella no dejó de ser una gran amiga, aunque sí se habían distanciado un poco después de que se fue del Ministerio.
Tras que el tren se marchara, decidió acompañarle, no le vendría mal un café primero y quería escuchar lo que ella tuviera para contar.
…
Una vez que el tren empezó a moverse, Law no pudo apartar la mirada de la ventana hasta que la estación desapareció y dio lugar a un bello paisaje.
—¿No deberías ir con tus amigos? —preguntó a Monet; agradecía que les hubiese guardado un compartimiento, pero no entendía por qué seguía con ellos; Gladius no lo había hecho.
—Pensé que sería bueno quedarme con ustedes —respondió ella, acomodándose sus lentes—¿Quieres que me vaya?
—Eso no fue lo que dije.
—Ya quiero que lleguemos —interrumpió Baby, quien estaba en el asiento frente a él, también mirando por la ventana—, me pregunto en que casa estaremos ¿Creen que estemos juntos?
—No lo sé, tal vez no —Law se encogió de hombros, restándole importancia. Ellie hizo un puchero por su respuesta.
—¿Puedes sostener a Hélice un momento? —Buffalo le pasó el pequeño tanque de cristal donde estaba el sapo que le compraron en su visita al callejón Diagon.
—¡Claro! Me alegra que me necesites para algo —ella sonrió feliz, sosteniéndolo sobre sus piernas, olvidando rápidamente lo que la había hecho sentir mal.
—¿Lo llamaste Hélice? —cuestionó Law, extrañado.
—Sí, es que tiene una mancha en su espalda que parece una —respondió el niño regordete.
—Ah ya, igual no deberías aprovecharte de Baby para que lo lleve por ti.
—A ella no le molesta.
Monet rio en voz baja por la conversación de los tres niños, aunque no pasó mucho para que un ruido en el pasillo captara la atención de todos. Abrieron la puerta corrediza y se asomaron un poco al igual que otros chicos ganados por la curiosidad, buscando el origen del problema.
—Nosotros ya apartamos este compartimiento, lárgate ahora —resonó la voz enojada de un niño que traía unos googles en su puntiagudo cabello rojo.
—Kid, déjalo, podemos buscar otro —le jalaba otro más alto de espeso cabello rubio que cubría su frente y dificultaba ver sus ojos.
—¡No! Ya habíamos apartado este lugar.
—¿Sí? Pues no veo tu nombre en ninguna parte —respondió otro chico pelinegro con pecas en las mejillas—¿No te enseñaron a respetar a tus mayores, niño nuevo?
—Ya Ace, déjalo, vamos a otro compartimiento y ya.
—No, alguien debe enseñarle a respetar a los mayores.
—¿Qué hacen atravesados el pasillo? —finalmente un adulto apareció a interrumpir lo que pudo ser una pelea a punto de formarse—Tomen asiento de inmediato.
La mayoría volvió enseguida a los compartimientos al ver al fornido profesor en el pasillo. Monet cerró la puerta corrediza de nuevo, negando ligeramente con la cabeza.
—¿Quiénes eran esos? —preguntó la niña.
—Portgas y Outlook, van en tercero este año, son bastante problemáticos —respondió la mayor—, los otros dos no los conozco, deben ser nuevos como ustedes.
—¿Y el profesor? —cuestionó Law.
—Charlotte Katakuri, enseña defensa contra las artes oscuras, tiene una habilidad de clarividencia por lo que es probable que anticipara el conflicto antes de que sucediera y por eso llegó a tiempo.
Law volvió su atención al camino, algo le decía que su vida escolar quizás no sería tan tranquila con chicos problemáticos cerca. Suspiró un poco y decidió cerrar sus ojos un rato, el viaje era largo, aprovecharía para descansar un poco e ignorar su alrededor. Sin embargo, debía admitir que un profesor con esa habilidad sonaba muy impresionante.
…
Doflamingo se había quedado en un compartimiento junto a algunos colegas. De hecho, uno de ellos no tardó en volver a unírseles, soltando un suspiro de exasperación al tiempo que tomaba asiento frente a él.
—¿Tan pronto hay conflictos entre estudiantes? Apenas dejamos la estación —el blondo soltó aquello con una pequeña risa.
—Los chicos son cada año más problemáticos —respondió el aludido, negando ligeramente—. Pareces muy tranquilo ¿No te preocupa que fuera alguno de tus chicos?
—Para nada, ellos son muy bien portados —negó con calma—, aunque bendita sea tu visión futura, Katakuri, bastante útil para este tipo de situaciones.
—Lo es, aunque no puedo estar en todos lados siempre para evitar que se peleen —se acomodó la bufanda que cubría su boca y luego cruzó sus brazos sobre su pecho y una pierna sobre la otra—¿Qué hay de ti, Dracule? ¿No empezaba tu hijo este año también?
El tercer integrante de aquel compartimiento mantenía su mirada en el camino a través de la ventana. Ante la pregunta, volvió su atención a los otros dos hombres, asintiendo ligeramente.
—Sí, es su primer año también, pero no puedo ser su padre, ahora seré su profesor —declaró de forma taciturna.
—Que frío —Doflamingo amplió su sonrisa—, pero supongo que es lo mejor, no puedes tener esa clase de favoritismos.
El compartimiento se abrió una vez más y esta vez apareció una bella mujer de cabellera blanca y brillantes ojos azules.
—Caballeros ¿Les importa si me uno?
Como respuesta, Katakuri le cedió el puesto vacío a su lado. Ella colocó su equipaje en la parte de arriba y luego se acomodó en el asiento.
—Leí en El Profeta que estuviste en Egipto, Olvia —comentó Mihawk.
—Me entusiasmé un poco con una investigación, además, pasé un tiempo especial con mi esposo y mi hija —dijo brevemente con una ligera sonrisa—¿Supieron sobre el despido de Ceasar como profesor de Pociones?
—Sí, me pregunto quién ocupará la vacante que dejó —dijo Katakuri.
—Al parecer no es algo que puedas ver con tu clarividencia —comentó el blondo.
—No llega hasta ahí, estaré tan sorprendido como ustedes cuando el director Newgate lo presente. También cambiarán a un jefe de casa.
Hubo un breve silencio ante ese comentario y las miradas se posaron en el hombre de cabellos negros, como si buscaran una respuesta de su parte. Este desvió la mirada de vuelta a la ventana.
—Es claro que no son ni Ravenclaw ni Hufflepuff y dudo mucho que le quitaran el puesto a Marco como jefe de Gryffindor —soltó Doflamingo de forma un tanto instigadora—, lo que significa…
—Desconozco si Moria renunció o perdió su puesto —gruñó el pelinegro volviendo a mirarlos—, no me entero de su vida, solo compartimos la custodia de nuestra hija.
—Entonces este año tendremos un nuevo profesor de Pociones y un nuevo jefe de casa de Slytherin —señaló Olvia—, me pregunto que tiene pensado el profesor Newgate, no debería dejarnos incógnitas así para último momento, el puesto de jefe de casa requiere mucha responsabilidad.
—No hay muchos profesores Slytherin en el castillo, no dudo que nos dará la información antes del banquete —señaló Katakuri.
Los cuatro profesores parecieron un tanto pensativos, incluso para ellos ese año estaría lleno de sorpresas.
Continuará…
Notes:
Nada como publicar el primer día del mes. Quizás es algo corto pero fue con amor. Si hay dudas o comentarios que deseen hacer para contribuir, se apreciaran y tomarán en cuenta tanto como pueda. Por cierto ya volveré a la universidad, veamos si esta y el trabajo me permiten seguir actualizando. Nos leemos.
Chapter 4: La selección
Notes:
Aclaración: Para fines de mi historia, los mink son una raza que funcionan como humanos con rasgos animales en lugar de furros antropomórficos como en el manga/anime. También por practicidad, Chopper será uno. Y Killer es un apodo como en el caso de Baby 5.
Chapter Text
La llegada a Hogwarts fue toda una experiencia. En algún punto del camino en tren, Monet les recomendó ponerse sus uniformes; mientras el de ella tenía los colores azules y bronces representativos de Ravenclaw, los de ellos tres aun se mantenían neutros hasta la asignación de sus casas.
Una vez el tren se detuvo en la estación de Hogsmeade, todos bajaron al andén. Los de primer año llegaban al castillo mediante un paseo en bote por el lago por lo que el guardabosques se encargó de agruparlos mientras que el resto de estudiantes y profesores que venían en el tren, partirían en carruajes tirados por thestrals.
—Los veré en el castillo, disfruten el paseo, es bastante lindo y seguro les encantará el banquete —les decía la bruja mayor—, espero que podamos ser parte de la misma casa.
—¡Monet! —su momentánea despedida se vio interrumpida por una chica de pelo rosa cuyo uniforme tenía los tonos verdes y plateados de Slytherin. Ella se lanzó hacia Monet, abrazándole con fuerza mientras lloriqueaba—¡Como no te vi en el tren pensé que no vendrías este año!
—Hola Perona, que gusto verte de nuevo —saludó apoyando su mano en su cabeza, llegando a ruborizarse por el gesto repentino de cariño—. Lo siento, este año es el primero para mis amigos, así que preferí hacerles algo de compañía en el tren.
—Oh… —la pelirosa se fijó en el trío de niños, aunque solo pareció interesada en Ellie por su expresión—¡Que linda! Mi tonto hermano menor también empieza este año, le dije que viniera con el grupo de primero, se suponía que estaba detrás de mí.
Law notó como la ruidosa amiga de Monet parecía buscar a alguien entre el grupo de niños más pequeños, aunque no le dio demasiada importancia tampoco. Ellie y Buffalo se despidieron de Monet antes de seguir al guardabosques, un hombre robusto de abundante cabellera y barbas rubias al que le faltaba una mano y tenía características de gato como orejas y cola; se presentó como Nekomamushi y les dio la bienvenida.
Con los libros de Doflamingo, Law había aprendido sobre distintas razas y estaba seguro que ese hombre era un mink. Había leído que antes aprendían magia en sus propias tribus, que tenían cualidades naturales para la electricidad y la magia ligada con la naturaleza, pero ahora se permitían ir a las diversas escuelas mágicas de todo el mundo. Sus características mas notables era que, a pesar de su aspecto humano, tenían rasgos de animales.
Luego del paseo en bote por el lago, llegaron finalmente al castillo. Law permaneció cerca de sus dos compañeros todo el tiempo, aunque también se permitió admirar la estructura del lugar, parecía inmenso con muchos pasillos donde cualquiera podría perderse.
—Bien, esperen aquí, un profesor no tardará en darles la bienvenida —se despidió el gran hombre gato luego de dejarles en lo que parecía el pasillo principal.
—Nunca había visto un mink de cerca, sus orejas son tan lindas —escuchó susurrar a Ellie, la cual le sujetaba de la túnica como un método de seguridad.
—No es el único —respondió, mirando hacia un niño con orejas y cola de oso polar que estaba en el grupo.
—¿Por qué se tardan tanto? —se quejó otro de los niños, Law pudo identificarlo como el mismo problemático del tren, ese pelo rojo era inconfundible y el mismo niño de cabello rubio espeso estaba a su lado.
—Es cierto, tarda mucho, muero de hambre —le apoyó otro, el cual tenía una particular cicatriz bajo su ojo—¡Quiero comer!
—Eres muy impaciente, Luffy —le reprendió una niña de cabellera bicolor.
Naturalmente el alboroto y desesperación fue en incremento gracias a los comentarios de ese par, cosa que fastidió bastante a Trafalgar. El ruido se estaba tornando molesto cuando finalmente un profesor apareció frente a ellos. Su simple presencia fue suficiente para que todos guardaran silencio. No venía solo, un niño permanecía a su lado con una expresión entre la molestia y vergüenza.
—Buenas noches, sean bienvenidos a Hogwarts —saludó cordialmente el profesor Dracule, haciéndole una señal al niño a su lado para que se reuniera con los demás—, disculpen el retraso, tuvimos un pequeño inconveniente.
Trafalgar apenas miró de reojo al niño, tenía el cabello verde y parecía reacio a mirar al profesor directamente. Por su parte, el hombre ante ellos tenía unos peculiares ojos amarillos, estaba seguro que lo había visto antes ¿Dónde? No podía recordarlo.
—Dentro de un instante pasaran al comedor y se les llamará para la asignación de sus casas mediante el sombrero seleccionador. Podrán pertenecer a una de las cuatro casas de la escuela: Gryffindor, Ravenclaw, Hufflepuff y Slytherin…
El hombre explicó brevemente el sistema de puntos, como podían ganar o perder dependiendo de su comportamiento y rendimiento académico. Law ya conocía como funcionaba eso, los Donquixote se los habían explicado a todos en el orfanato. En su tiempo de estudiantes el mayor de los hermanos había pertenecido a Slytherin y el menor a Hufflepuff.
Doflamingo también le contó que los Trafalgar habían tenido predilección a quedar en la casa de Ravenclaw, lo que le produjo una sensación de nostalgia y dolor al pensar en su padre, había mucho que ya no recordaba o sabía de él.
Cuando el profesor Dracule terminó su explicación, les indicó seguirle y las grandes puertas del comedor se abrieron ante ellos. Era enorme, con sus cuatro largas mesas ya repletas de estudiantes esperando el inicio oficial de todo. El techo parecía el gran cielo nocturno y era iluminado por una gran cantidad de velas y candelabros flotantes.
Una vez al frente, Law se fijó en la gran mesa donde se encontraban sentados los profesores, entre ellos identificó rápidamente a Doflamingo, quien les hizo un gesto de saludo con su mano y les dedicó una de sus amplias sonrisas. También estaba el profesor del tren, sentado de brazos cruzados, parte de su rostro cubierto con una bufanda. Y pronto se les unió el profesor de ojos dorados, quien tomó asiento junto a una profesora de cabello blanco; la reconoció de inmediato como Nico Olvia, había visto su foto en uno de sus libros.
El silencio reinó apenas el director se puso de pie. La voz de Edward Newgate resonó con fuerza en todo el Gran comedor gracias a un hechizo amplificador. Les dio la bienvenida a todos a su nuevo año escolar y explicó que el subdirector, Kozuki Oden, se encargaría del proceso de selección de casas.
El hombre de gran sonrisa se acercó a ellos con pergamino en mano y les indicó que se les llamaría uno por uno al taburete donde el sombrero seleccionador les diría cuál sería su respectiva casa de ahora en adelante.
—Armstrong Ellie —llamó el primer nombre en la lista y la mencionada niña se tensó en su lugar por un segundo.
Law le dio un pequeño empujón para que se moviera y, bajo la atenta mirada de todos en el comedor, ella avanzó temerosa hacia el taburete. Natural que fuese la primera, el apellido muggle de su madre había sido cambiado cuando encontraron un registro sobre su verdadero padre, un mago que falleció durante la guerra mágica.
—¡Hufflepuff!
La mesa de los tejones estalló en aplausos cuando la primera niña fue asignada a su casa. Los profesores en la mesa también lo hicieron con menos efusividad. Baby sonrió más aliviada, dedicándole una última mirada antes de ir con los miembros de su nueva casa. Y así los llamados y anuncios continuaron.
—Eustass Kid —uno de los llamados que captó la atención de Law fue cuando el pelirrojo de googles y expresión huraña subió al taburete; el problemático, pensó apenas le vio pasar al frente.
—¡Slytherin!
Esta vez fue el turno de las serpientes de vitorear. En general no prestó demasiada atención al resto de niños, quizás solo cuando pasó el mink oso polar quien fue asignado a Ravenclaw. Sabía que para su turno tendría que esperar mucho considerando la inicial de su apellido, empezaba a aburrirse y a sentir hambre.
—Kamazo Kira —a ese chico lo reconoció como el amigo del problemático pelirrojo.
—¡Slytherin!
Bueno, suponía que debía haber alguna clase de ventaja en tener amigos en tu misma casa, aunque dudaba mucho estar en la misma que Baby y eso le pareció triste en cierta medida. Quizás le había tomado mas cariño del esperado, tal vez porque le recordaba a Lamy algunas veces. Se sintió extraño divagar en ello en ese momento, como si algo le hiciera presión entre el pecho y estómago.
—Icewind Penguin.
—¡Ravenclaw!
Escuchar de nuevo el nombre de aquella casa le hizo apretar un poco los labios. Cierto, la casa de su familia ¿Estaría en Ravenclaw o sería demasiado diferente de ellos? Otra vez divagaba demasiado y empezaba a sentirse ansioso, no lo exteriorizaba, pero en el interior muchos pensamientos estaban atormentando su cabeza.
—Monkey D. Luffy.
Ese apellido no solo llamó la atención de Law, pareció captar la de aquellos que incluso estaban distraídos ya. Todos conocían el apellido de uno de los héroes de la pasada guerra mágica, sin mencionar que los D eran un linaje que se remontaba a la era de la dominancia de los hechiceros.
—¡Gryffindor!
La mesa de los leones estalló en vitoreos de emoción, era curioso como el niño que hacía unos minutos solo se quejaba por tener hambre ahora parecía ser un centro de atención mucho más pesado que cualquier otro niño que hubiera pasado antes.
—Monkey D. Koby.
Sin embargo, lo más particular fue que aquel apellido se repitiese. Trafalgar detalló al nuevo niño, de cabello rosa y grandes anteojos, definitivamente no compartía ninguna característica física con el anterior ¿De verdad eran parientes? Bueno, no podría juzgar eso solo por una ausencia de parecido.
—¡Hufflepuff!
Y quizás las diferencias no eran solo físicas si ambos acabaron en casas distintas ¿De qué forma estarían relacionados con Monkey D. Garp? Admitía que eso le causaba genuina curiosidad.
Los nombres siguieron anunciándose y los aplausos persistían con cada llamado, al menos el sombrero no se tomaba más de algunos segundos en decidir.
—Roronoa Zoro.
Y ahí estaba el niño que llegó junto al profesor, le pareció raro ese hecho ¿No llegó con ellos en los botes? Su expresión seguía igual de seria y su ceño estaba algo fruncido. Notó como el profesor Dracule se fijaba en él con particular atención.
—¡Gryffindor!
Roronoa cruzó una mirada con el profesor de ojos dorados antes de ir con la mesa de los leones.
—Steelback Shachi.
Otro niño más, su cabello rojo era mucho menos llamativo que el del problemático, aunque parecía bastante seguro y confiado también en el banco, a diferencia de otros que al inicio se mostraban más nerviosos o serios.
—¡Ravenclaw!
Ahora que lo pensaba, había divagado bastante en gran parte de los llamados, muy pocos fueron a los que prestó real atención.
—Trafalgar D. Water Law.
Finalmente, su nombre. Respiró profundamente y avanzó hacia el taburete. Era extraño escucharlo completo después de tanto, le produjo una sensación extraña en el pecho al tener un vago recuerdo de su padre hablando de lo especial que era su apellido. Sintió como el subdirector colocó el sombrero en su cabeza y escuchó al objeto murmurar algunas cosas.
—Una mente interesante, brillante, tienes devoción por el conocimiento, pero también veo mucha ambición, astucia y un gran sentido de liderazgo —el sombrero pareció tomarse su tiempo para pensar y por un momento le pareció eterno—: ¡Ravenclaw!
La mesa de las águilas aplaudió con una emoción que no esperaba. Se levantó del lugar y caminó hacia ella, encontrando pronto el rostro de Monet entre las personas que aplaudían. De algún modo la tensión en su pecho disminuyó cuando tomó asiento junto al niño llamado Shachi en aquella alargada mesa y recibió la bienvenida de sus nuevos compañeros.
—Vinsmoke Ichiji.
Pasaron cuatro niños de rostros parecidos y mismo apellido, tres de ellos fueron asignados a Slytherin mientras que uno pasó a Gryffindor. Cada vez quedaban menos.
—Weatherly Nami.
Y entonces pasó la penúltima niña, una de corta cabellera naranja que parecía ansiosa por ya salir de ahí, dejando al último niño que no era otro más que Buffalo.
—¡Gryffindor!
Por último, Buffalo fue enviado a Hufflepuff junto con Ellie; Law no pudo evitar preguntarse si Doflamingo estaría decepcionado de alguna manera, aunque bueno, su adorado hermano perteneció a dicha casa así que tal vez solo estaría parcialmente desilusionado luego de que les repitió varias veces que esperaba pertenecieran a su misma casa. Lo vio sentarse en la mesa con los de traje amarillo, pensando vagamente que al menos Baby no estaría sola y que seguro Buffalo impediría que se aprovecharan de ella.
—Felicidades a todos y espero se sientan cómodos en sus nuevas casas, estas serán su familia hasta que terminen su vida escolar —volvió a hablar el director Newgate—. Además, les informo a los chicos nuevos y le recuerdo a los anteriores que está prohibido vagar por los pasillos en las noches, y que no pueden ir al bosque prohibido. También, a partir de este año el profesor Donquixote será el jefe de la casa Slytherin y si bien el profesor Gecko no continuará como jefe de casa, seguirá impartiendo su materia.
Los murmullos no se hicieron esperar con esa noticia, había tomado a los de dicha casa por sorpresa. Law estaba genuinamente sorprendido por ello ¿Por qué no les dijo nada?
—También, quiero darle la bienvenida al profesor Crocodile, quien será su maestro de pociones a partir de este año debido al retiro del profesor Clown. Sin nada más que agregar, comencemos nuestro banquete.
Y entonces la comida apareció en las largas mesas y todos comenzaron a comer con total emoción, los chicos nuevos empezando a conocerse y a escuchar consejos de aquellos de años superiores.
Law escuchó decir a uno de los mayores que el profesor Gecko Moria, un hombre pálido y grande, había sido el jefe de casa de Slytherin hasta el año pasado, pero seguramente le quitaron su puesto por abusar un poco con el tema de los puntos, el año anterior se presentaron demasiadas quejas al respecto.
—Se lo tenía bien guardado el joven amo ¿No te parece? —el comentario de Monet le hizo mirarla un instante y luego hacia Doflamingo ¿jefe de casa en su segundo año? Eso era curioso.
—Tal vez esperaba que alguno de nosotros quedara en Slytherin y quería sorprendernos —Monet rio por su respuesta.
—Eso es posible, o quizás no lo sabía, después puedes preguntarle.
Law se permitió disfrutar la comida y escuchar las preguntas que le hacían al chico mink, que ahora sabía su nombre era Bepo, y mentiría si dijese que no llamaba su atención conocer más sobre él. Shachi y Penguin también buscaron sacarle algo de conversación y en realidad no fue molesto hacerlo.
…
Tras ser guiados por los prefectos acabado el banquete, llegaron a la torre de Ravenclaw donde se encontraba alojada su sala común. Para entrar debían responder un acertijo que cambiaba diariamente, si no lo sabían, tendrían que esperar a que otro estudiante llegara y lo respondiera correctamente.
Una vez dentro, Law y los demás niños de primero admiraron el lugar con interés y fascinación. La sala común era amplia, luminosa y elegantemente decorada con tonos azules y bronces. Las paredes estaban adornadas con representaciones de estrellas y constelaciones, reflejando la fascinación de los Ravenclaw por el cielo y el conocimiento. En el centro de la sala había una estatua de Rowena Ravenclaw, la fundadora de la casa.
También, la sala común ofrecía vistas espectaculares de los terrenos de Hogwarts, incluyendo el lago, el Bosque Prohibido y las montañas que rodeaban el castillo, aunque al ser de noche y con la poca luz de luna no eran muy visibles.
Al entrar en sus respectivos dormitorios, Law se dio cuenta que ya estaban tanto sus cosas como su lechuza, además que ya había algunas prendas alusivas a su nueva casa perfectamente dobladas sobre su maleta. Se sentó sobre la que sería su cama y dejó salir un suspiro, vaya día, estaba agotado. Ni siquiera pudo permitirse prestar atención a sus compañeros aun conversando, se cambió su ropa y se acostó a dormir, al día siguiente les preguntaría a Baby y Buffalo como les fue en su respectiva sala común.
Continuará…
Chapter 5: Primer día
Notes:
Amble recordatorio de que los mink son humanos con características animales (orejas, colas, colmillos) y no furros antropomórficos
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Para su primer día de clases, Law despertó temprano y tomó una agradable ducha en el baño de varones. Al cambiarse por su uniforme, este ya contaba con los aditamentos de tonos azules que le destacaban y diferenciaban como estudiante de Ravenclaw.
Bajó a desayunar junto a Bepo, encontraba agradable la compañía del mink y este también parecía estar cómodo a su lado pese a las pocas palabras que habían cruzado. Al llegar al comedor, miró la mesa de Hufflepuff un momento, por un instante dudó en si acercarse, de repente le pareció que los miembros de distintas casas no se cruzaban demasiado o quizás era su imaginación.
—¡Law! —sintió un peso extra en su espalda y reconoció de inmediato la voz de Ellie—¡Buenos días! No pudimos despedirnos anoche.
—Lo sé, quería ver si estabas bien —se ruborizó ligeramente al decir aquello, aunque procuró hacer que ella le soltara—. No te metas en problemas, no dejes que se aprovechen de ti.
—¿Cómo piensas eso? Simplemente ayudo a quien lo necesita.
—Ella siempre dice eso-dasuyan —Buffalo se unió poco después.
Se sintió una diferencia extraña entre ellos, al menos con ambos usando los colores amarillo y negro de Hufflepuff. Retrocedió un par de pasos, no estaba seguro de que decirles ahora. Lo pensó un instante cuando una mano bastante grande presionó su cabeza.
—Buen día niños, mira que bonitos se ven con sus uniformes —la voz de Doflamingo resonó a su particular y afectuosa manera, aquella amplia sonrisa adornando su rostro.
—¡Buenos días! —Ellie y Buffalo se mostraron felices de verle, la única niña abrazándose a una de sus piernas.
—Buenos días, Doffy —se limitó a decir Law, apartando un poco la mirada mientras se acomodaba el cabello ahora revuelto; se sentía extraño sin su sombrero.
—Por ahora lo mejor será que me llamen profesor, al menos mientras estemos en el castillo —sugirió, inclinándose un poco para acomodar el lazo amarillo del cabello de Baby 5—, ahora vayan a desayunar, no quiero que se les haga tarde.
—¡Sí señor! —exclamaron ambos Hufflepuff al unísono antes de que el adulto siguiera su camino hacia la mesa de profesores.
—Nos vemos más tarde, Law —se despidió la niña con una sonrisa.
—Nos vemos —dijo para luego alejarse hacia la mesa de las águilas, tomando asiento junto a Bepo para desayunar. No había podido decirle nada sobre su nombramiento como jefe de casa, ya sería después.
…
Que el primer día de clases fuese un miércoles no era tan fuera de lo común. La fecha de inicio de clases casi siempre era inamovible, todos llegaban a Hogwarts el primero de septiembre y empezaban sus respectivos cursos al día siguiente, a menos que fuera fin de semana.
La primera clase en su horario fue Herbología. Un prefecto se encargó de llevarlos a los invernaderos, al ser nuevos era natural que no conocieran el camino. El profesor Mont Blanc Noland era un hombre muy animado, con una sonrisa entusiasta y una energía contagiosa que hacía difícil no prestarle atención.
—¡Bienvenidos, estudiantes de primer año! —exclamó con un tono jovial, abriendo los brazos en un gesto amplio—. Hoy tendrán su primer acercamiento al maravilloso mundo de la Herbología. Algunas de estas plantas pueden parecer inofensivas, pero créanme, no se confíen demasiado.
Los llevó a una mesa larga donde varios maceteros contenían unas pequeñas plantas de hojas gruesas y vibrantes que parecían moverse levemente.
—Estas son Plumasverdes temblorosas —explicó—. Son inofensivas, pero extremadamente sensibles al contacto. Si las tocan con demasiada fuerza, se encogerán y podrían tardar días en recuperarse, así que sean gentiles.
Los alumnos se miraron entre sí con curiosidad mientras Noland les entregaba guantes y los instruía para cuidar la planta sin dañarla. Law, siempre observador, analizó su propio macetero con atención antes de rozar suavemente una de las hojas con la punta de los dedos. La planta tembló y pareció esconderse un poco, lo que le arrancó una leve sonrisa.
Parecía que Herbología no sería tan aburrida después de todo.
Dicha clase era compartida con Slytherin y en ella Law tuvo una primera impresión de los trillizos Vinsmoke. Su familia era la creadora de un programa, historietas y personajes de su gusto, pero ellos definitivamente no iban a agradarle demasiado, no cuando los escuchó decir algo despectivo sobre Bepo por ser un mink.
—Parece que sabes mucho sobre plantas mágicas —le comentó al chico con rasgos de oso polar cuando la clase acabó; le había visto tratar la planta con una delicadeza impresionante, esta nunca se ocultó de él.
—Para los minks es normal aprender sobre herbología desde que somos muy pequeños, mi hermano mayor me ha enseñado muchas cosas.
—Normal que los animales estén en contacto con la tierra —dijo de forma despectiva Yonji—, tal vez deberías volver al bosque que habitas, oso.
—Y tú deberías hundirte en la tierra, puedes confundirte fácilmente con una mandrágora con ese cabello y tono chillón —soltó Law sin pensarlo demasiado, ganando algunas risas de sus compañeros.
—Tienes la lengua muy larga, Ravenclaw —gruñó el mayor de los trillizos—, no te conviene meterte con mis hermanos.
—¿O qué? ¿También tendré el cabello del color de una grajea?
Más risas se hicieron presentes y Law no esperó una respuesta, simplemente salió del invernadero junto a Bepo.
—Deberías defenderte de esos, no dejes que te molesten —de nuevo esa misma necesidad protectora que tuvo con su hermana menor y con Ellie se hacía presente.
—Lo siento —se disculpó con un aspecto depresivo.
—Oye sí que le cerraste la boca a esos Slytherin —Penguin se unió a ellos con una sonrisa divertida.
—Sí, eso fue genial —apoyó Shachi.
Los cuatro se retiraron juntos hacia los pasillos, aunque en algún punto Eustass Kid y Kamazo Kira les pasaron por el lado. El pelirrojo y Law cruzaron miradas por el rabillo del ojo antes de seguir sus caminos.
…
Su siguiente clase fue en las mazmorras, en las profundidades del castillo, lo que daba un aspecto algo lúgubre y oscuro al lugar. Allí se llevaría a cabo la hora de Pociones, clase que compartían con Hufflepuff por lo que Baby y Buffalo no tardaron en saludarle desde otra mesa.
El profesor Crocodile era un hombre mucho más serio e imponente. A diferencia de Noland quien era sonriente y hacía bromas algo tontas, él expresó directamente las expectativas que tenía sobre ellos y que no aprobaría ninguna clase de intento mediocre, que debían tomárselo muy en serio.
Law había leído libros de pociones en casa y Doflamingo le enseñó la preparación de algunas muy básicas, también el uso de algunos objetos medicinales, pero no por tener conocimientos previos dejó de prestar total atención a la clase de Crocodile, había encontrado atrapante su manera de explicar.
El profesor de Pociones demostró un dominio impresionante del tema, su aura autoritaria mantuvo a toda la clase atenta de principio a fin. Nadie se atrevía a decir nada con tal de no interrumpir. A pesar de su apariencia intimidante, su habilidad para enseñar era excepcional, ganándose el respeto y la admiración de Law.
—El profesor Crocodile es aterrador —escuchó decir a Baby cuando salieron del salón, uniéndose a su pequeño grupo.
—Es algo intimidante, pero creo que es genial de esa forma.
—¿Ustedes son parientes? —preguntó Bepo con curiosidad.
—No, pero sí somos familia —respondió la niña con total seguridad, confundiendo al mink—, el joven amo nos cuida a todos y dijo que éramos eso, una familia.
—Es una forma extraña de llamar a un adulto —comentó Penguin.
—Es nuestro tutor, ellos lo llaman así —explicó Law brevemente—, mejor démonos prisa en ir al campo de vuelo.
…
La clase de vuelo con el profesor Figarland Shanks fue una experiencia curiosa. Rosinante había empezado a enseñarles a volar en escoba durante una de las vacaciones de navidad, pero dadas las condiciones climáticas todo lo que pudieron lograr fue caerse de forma estrepitosa, lo que le hizo dudar sobre sus historias de sus tiempos en Hogwarts siendo el guardián del equipo de quidditch de Hufflepuff.
—Sus habilidades en la escoba les permitirá saber si eventualmente serán buenos para intentar entrar a sus respectivos equipos de quidditch —comentó el profesor ante la atenta mirada de los niños—, claro que la escoba también es un medio de transporte muy común para nosotros y dado que no pueden aparecerse hasta que cumplan diecisiete años, les recomiendo manejar esta opción.
Que la clase fuera con todas las casas le permitió ver a Law más de sus compañeros. Los Gryffindor tenían una habilidad natural para destacar, a veces elevándose más de lo necesario o simplemente siendo demasiado escandalosos, como era el caso de Monkey D. Luffy y su aparentemente nato liderazgo, sin mencionar que trataba con mucha familiaridad al profesor. También descubrió que la niña de cabello bicolor era hija de este.
Pudo percibir el trato hostil que tenían los hermanos Vinsmoke hacia el único de sus hermanos en la casa de los leones. No le dio mucha relevancia tampoco, pero le pareció cuanto menos curioso. Nada que ver con los personajes des sus historietas.
Buffalo destacó mucho en su uso de la escoba, la última navidad había recibido una como regalo y estuvo mucho tiempo practicando sobre ella y, a diferencia suya, fue mucho más entusiasta con las clases de vuelo. A Baby pareció costarle más y Bepo se cayó más de una vez, por suerte de alturas muy cortas.
—Esto es divertido —escuchó decir a Shachi, quien repetía el ejercicio de elevación y descenso con gracia, por su lado Penguin lo hacía de forma tensa, apretando fuertemente la escoba.
—No me gustan las escobas —se quejó Bepo.
—Eso es porque no te sostienes bien —excusó el pelirrojo.
—Lo siento…
—No te disculpes Bepo, esto no es para todos —Law trató de tranquilizarlo un poco, con hacer el ejercicio bien era suficiente para él, no pensaba ser excepcional en el vuelo, no le interesaba lo suficiente.
El profesor Shanks no pareció tampoco muy preocupado por los que fallaban, simplemente les dijo que trataran de divertirse y seguir las instrucciones. Parecía un hombre demasiado relajado, incluso les contó la historia de como un dragón le arrancó el brazo izquierdo algunos años atrás mientras reía como quien contaba un chiste. Se mostró muy paciente con aquellos que tuvieron dificultades y siempre brindó algún consejo útil.
Gracias al chico llamado Luffy, supieron que era un jugador de quidditch retirado, pero que fue muy importante en su época. Ya tenía otra cosa que preguntarle a los hermanos Donquixote después.
…
A la clase de Vuelo le siguió la de Encantamientos. Debía admitir que le emocionaba ligeramente ver como Doflamingo desarrollaría su clase. Era muy bueno explicando cosas, había aprendido mucho de él desde que vivía bajo su tutela.
Doflamingo, con su imponente presencia y su capa rosada característica que contrastaba fuertemente con las tenues paredes del aula, lograba captar la atención de sus estudiantes incluso antes de pronunciar una sola palabra. Tras iniciar la clase, su voz resonaba con gran autoridad y carisma, una sonrisa confiada siempre se dibujaba en su rostro.
—Hoy, nos adentraremos en el mundo de los hechizos básicos —comenzó su explicación con gracia y claridad—. Aquí aprenderán a manejar la magia con elegancia y precisión. No me interesan los movimientos torpes o las palabras a medias; en mi clase, cada movimiento debe ser impecable.
La presencia de Doflamingo era innegablemente intimidante, pero también fascinante. Su forma de enseñar era estricta, sabía cómo mantener a los estudiantes interesados y motivados, aunque esto Law ya lo sabía bastante bien desde sus estudios en casa y el orfanato.
Ese día aprendieron un hechizo bastante básico: Lumos, algo sencillo, pero como dijo Donquixote mediante sus explicaciones, una pequeña luz siempre podría sacarlos de la abrumadora oscuridad. Law estaba satisfecho en ver como era aquella clase con su tutor y, bueno, compartirla con los Gryffindor resultó hilarante porque Doflamingo dejó muy en claro que no iba a consentir sus tonterías.
…
Llegada la hora del almuerzo, Law podría decir que había tenido una buena mitad de su primer día de clases. No que todas le parecieran particularmente estimulantes, principalmente dos de ellas habían ganado su total atención e interés, pero eso no significaba que fuera a descuidar las otras de ninguna manera.
El Gran Comedor estaba lleno de bullicio y risas mientras los estudiantes disfrutaban de su primer almuerzo del año. Las mesas de las cuatro casas estaban repletas de platos humeantes, copas llenas y un sinfín de deliciosos platillos que se reabastecían mágicamente. A pesar del ruido constante, había una energía especial en el aire, ese nerviosismo y emoción del primer día en Hogwarts, sobre todo para los de primer año.
Law caminó hacia la mesa de las águilas en compañía de Bepo, Penguin y Shachi, quienes no paraban de decir lo intimidante que era Doflamingo, así como seguían expresando incredulidad ante el hecho de que era su tutor legal junto a Ellie. Levantó su mirada hacia la mesa de los maestros y notó como el jefe de su casa se encontraba de pie hablando con un Gryffindor de primer año.
Nuevamente Roronoa estaba con el profesor Dracule ¿Cuál era la relación entre ellos? Sintió curiosidad al respecto. Tomó asiento en su mesa y se dedicó a servir en su plato algo de comida.
—¿Qué tal ha ido tu primer día? —la familiar voz de Monet resonó cerca suyo y no tardó en tomar asiento frente a ellos—Que bien que ya hicieras amigos —le dedicó una suave sonrisa al grupo de niños.
—Que bonita es —Shachi y Penguin pensaron al unísono.
—Supongo que sí —respondió encogiéndose de hombros—. Ha ido bastante bien, ya tuve clases con Doflamingo.
—El joven amo es un gran profesor —dijo encantada.
—¿No tienes amigos con los que comer?
—¡Que grosero eres Law! —le recriminó Shachi.
—¡Si, déjala que nos acompañe! —apoyó Penguin.
Monet sonrió ligeramente, llegando a ruborizarse un poco.
—Quería saber cómo estabas, es más sencillo acercarme a ti ya que somos de la misma casa.
—¿Por qué sería difícil acercarte a los demás?
—La rivalidad entre casas ha incrementado mucho los últimos años, relacionarnos unos con otros ha sido difícil.
—¿No andabas con una chica de Slytherin? —enarcó una de sus cejas.
—Por supuesto, Perona es mi amiga y la quiero mucho —entrecerró sus ojos antes de empezar a servirse algo de comer—, pero algunas personas, especialmente los Slytherin, no son muy de congeniar con miembros de otras casas y no quiero causarle problemas o incomodidades.
—Eso suena tonto.
Monet rió suavemente.
—Lo entenderás con el tiempo, cuando empiecen a ganar o perder puntos.
…
Las clases de la tarde no fueron menos animadas. La primera después del almuerzo fue Artes Oscuras, una materia meramente teórica, pero que iría muy de la mano con Defensa contra las Artes Oscuras, así como con Historia de la Magia, algo que les permitiría estar preparados en caso de tener que enfrentar alguna vez a magos oscuros u objetos asociados con ese tipo de magia.
Era impartida por el profesor Gecko Moria, quien recordaba había sido el jefe de casa de Slytherin antes que Doflamingo. Tenía una voz algo irritante y parecía demasiado emocionado con lo que enseñaba. Esa clase era con Gryffindor y pareció algo ensañado en hacerles preguntas que sabía no podrían responderle.
Luego tuvieron Defensa Contra las Artes Oscuras, una materia que combinaba teoría y práctica. Su profesor era el mismo que conocieron en el tren, sabía que sería él tras lo dicho por Monet. Era un hombre imponente y serio, con una bufanda que siempre cubría parte de su rostro, pero eso nunca entorpeció su habla. Alto, con una postura perfecta y una expresión severa, su mera presencia imponía respeto.
Y una vez mas presenció sus habilidades de clarividencia cuando evitó que Monkey D. Luffy destrozara una serie de jarrones con contenido desconocido que se encontraban en una repisa al lanzar descuidadamente un hechizo.
…
Durante la tarde hizo las tareas que Doflamingo, Crocodile, Moria y Katakuri les habían dejado. Penguin y Shachi se quejaron, no obstante, al final también la hicieron. Era agradable estar en su sala común; era un lugar muy hermoso, con vistas impresionantes al estar en una torre tan alta y varias bibliotecas con libros muy útiles para terminar la tarea.
La cena no tuvo nada que destacar y ese día en particular su última clase era a las once de la noche, su única hora de Astronomía en la semana, pesada por el horario y compartida con todas las casas. El profesor Issho era un hombre ciego, esa discapacidad debería inutilizarle por completo para una clase como esa, sin embargo, no fue así. Conocía muy bien la posición de las estrellas, los planetas y con sus palabras explicaba perfectamente el uso de los instrumentos, daba indicaciones precisas y parecía orientarse con una habilidad única por la torre.
Había sido un gran primer día y agotador definitivamente.
Continuará…
Notes:
Muchas gracias por leer, cualquier comentario, duda o sugerencia será bien recibido. Me disculpo si hubo algún error. Nos leemos.
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Capítulo 6: Rivalidad entre casas
Durante el banquete de Halloween a final de octubre, Ellie se había acercado a Law en la mesa de Ravenclaw para mostrarle unos decorados de la celebración que ella misma había hecho. No notó nada extraño, tanto él como sus amigos la recibieron con gusto, incluso le invitaron a sentarse con ellos un rato.
En esos dos meses, ella había hecho amistad con un par de personas de su casa además de Buffalo, pero seguía buscándole a él y Monet, eran familia después de todo, cosa que no hacían los hermanos Vinsmoke. Ellos eran cinco y los tres de Slytherin parecían evitar como la peste a su hermano en Gryffindor, mientras que su hermana en Ravenclaw también los evitaba. Era una de las amigas de Monet así que escuchó mencionar que tenían una situación familiar complicada, no sabía cuál, tampoco le interesaba.
Baby destacaba fácilmente entre ellos con el amarillo en su túnica, aunque ninguno prestó particular atención en eso, más entretenidos en comer los deliciosos postres o admirar los distintos decorados que la niña había hecho.
—¡Miren! ¿No son lindos? —exclamó ella con entusiasmo, colocando sobre la mesa unos pequeños recortes de calabazas encantadas que flotaban y cambiaban de expresión cada cierto tiempo. Una reía, otra hacía una mueca de susto y una tercera giraba sobre sí misma antes de asentarse de nuevo—Los hicimos en la clase de Encantamientos hoy.
Law alzó una ceja, inspeccionándolas con interés antes de hacer un leve asentimiento. Penguin, Shachi y Bepo parecían genuinamente impresionados y emocionados con eso, al menos porque Ravenclaw no veía Encantamientos ese día, a diferencia de Hufflepuff y Slytherin.
—No están mal —dijo con su tono neutro habitual, aunque la ligera curvatura en la comisura de sus labios delataba que le parecían entretenidas.
—¡Que genial! —exclamó Shachi—El profesor Donquixote no nos dará esto mañana seguramente, tienen suerte de tener su clase justo hoy que es Halloween.
—Lo sé, que injusto —apoyó Penguin—, me habría gustado una clase especial de Halloween ¿Nos enseñarías a hacerlos?
—Si por favor Ellie, enséñanos.
—¿M-Me necesitan?
Trafalgar rodó sus ojos al verla tan emocionada con eso. A su lado, Monet observaba la escena con una expresión relajada, mientras jugaba distraídamente con un trozo de tarta de calabaza en su plato.
—Tal vez el otro año deberías unirte al club de Arte Mágico —sugirió la mayor con ligereza—, seguro te aceptarían sin dudarlo.
La conversación estaba muy animada, quizás demasiado, que no se percataron realmente de algunas miradas que les dirigían los de grados mayores, al menos no en un principio. Monet giró un poco su rostro y frunció sus cejas ligeramente ¿De verdad iban a empezar con esa tontería?
—Eres Ellie ¿cierto? —un prefecto de Hufflepuff se acercó a su mesa. Tenía el cabello púrpura algo largo y un pequeño ratón blanco estaba sobre su hombro.
—¿Eh? Ah sí, soy yo, señor Iceburg —respondió sonriente al reconocer al mayor de quinto año.
—No tienes que decirme señor —le dijo con suavidad—¿Podrías regresar a nuestra mesa? Pronto terminará la cena y debo asegurarme que todos los de primero suban juntos.
—Oh por supuesto —asintió ella antes de levantarse del banco—. Después les enseñaré como hacerlos, nos vemos —se despidió para regresar a la mesa de los tejones.
—Deberías dejar a los niños de primer año convivir como quieran, Galley-la —soltó Monet acomodándose sus gafas.
—Mi deber es asegurarme que ellos estén bien y que cumplan las reglas.
—Por supuesto, aunque esperaba más comprensión por parte de la casa Hufflepuff, nadie de Ravenclaw trataría mal a Baby, yo no lo permitiría.
—Estoy seguro que no, pero sé que entiendes como se pondrá todo pronto.
Iceburg se retiró a su mesa y los cuatro niños de primero solo le dedicaron una expresión de confusión a la chica de tercero. Monet vio de reojo hacia la mesa de las serpientes y frunció el ceño ante la mirada de un grupo en específico.
—Te lo mencioné antes ¿cierto? Las rivalidades entre casas a veces son algo pesadas y pronto comenzarán a serlo más.
…
Dicha rivalidad entre casas fue algo más evidente conforme pasaba el tiempo. Se volvió más claro cuando llegó noviembre y, a su vez, el tan esperado primer partido de quidditch de la temporada: el clásico Gryffindor contra Slytherin.
Desde temprano, la emoción se sentía en cada pasillo del castillo. Los estudiantes de Gryffindor y Slytherin caminaban con más altanería que de costumbre, intercambiando miradas desafiantes y comentarios mordaces sobre el desempeño de sus equipos. Incluso los profesores parecían más atentos al ambiente competitivo, aunque algunos, como el profesor Rayleigh, se limitaban a sonreír con diversión ante la energía juvenil que llenaba el colegio.
Los alumnos llevaban bufandas y distintivos de sus casas, listos para animar en las gradas. Para muchos, este partido no era solo un enfrentamiento deportivo, sino una oportunidad de demostrar la superioridad de su casa.
Cuando la hora del partido llegó, todos se dirigieron al estadio con entusiasmo. El viento fresco de noviembre soplaba con fuerza y la tensión en el aire era palpable. Las gradas estaban divididas en secciones llenas de estudiantes ondeando banderas y entonando cánticos para sus respectivos equipos.
Law no estaba particularmente interesado en ese partido, el quidditch no le apasionaba tanto como a los hermanos Donquixote o a Buffalo y Baby. Incluso sus nuevos amigos estaban entusiasmados con ir pese a no ser un juego de su misma casa. Había dicho que los alcanzaría, pero su andar por el pasillo hacia el campo era relativamente lento.
—Así que aquí andabas ¿Vas a ver el partido? Ya falta poco para que empiece —la familiar voz de Doflamingo le hizo detenerse para ver al adulto acercarse a él.
—Pues sí, dije que iría, pero no es que me interese tanto —respondió, retomando el paso junto al rubio.
—Comprendo —Donquixote le miró de reojo a través de sus gafas de sol, sonriendo ligeramente—¿Cómo te has sentido estos meses? No hemos tenido muchas oportunidades de conversar.
—Me he sentido bien, me gustan las clases y he hecho algunos amigos —admitió llegando a ruborizarse ligeramente—, Monet me ha explicado algunas cosas y sigo hablando con Baby y Buffalo, aunque no tanto con Gladius.
—Oh es porque él es un Slytherin y a veces se toman muy en serio algunas cosas, como la rivalidad entre casas —dijo como si le restara importancia; su sonrisa se amplió un poco—; pero me alegra que te sientas cómodo aquí y que te relaciones bien con tus compañeros.
—Monet también mencionó eso —comentó algo pensativo—. Supongo que te interesa mucho el partido ¿No? Como jefe de casa…
—Fufufu, que perspicaz, Law. Tienes toda la razón —asintió divertido.
El tono animado de Doflamingo contrastaba con la calma con la que caminaba junto a su hijo adoptivo. Su túnica rosa palo ondeaba ligeramente con el viento fresco que entraba por los grandes ventanales del pasillo.
—Pero no solo porque soy jefe de casa —continuó, inclinando un poco la cabeza en su dirección—, también porque me gusta ver a mis estudiantes demostrar de lo que son capaces.
Cuando estaban por salir del castillo, se toparon con un niño de Gryffindor que parecía solo deambular por el lugar. Trafalgar lo reconoció de inmediato, ese cabello verde era bastante inconfundible entre los colores rojo y dorado.
—Roronoa, perdido de nuevo —el adulto captó su atención primero y el chico solo frunció el ceño con disgusto.
—No estoy perdido —aseguró con firmeza pese a lo obvio.
Doflamingo soltó una carcajada baja y burlona.
—Tal vez tenga que convertirte en una brújula para evitar tus extravíos, aunque al profesor Dracule no le haría mucha gracia.
Zoro se tensó apenas perceptiblemente al escuchar el nombre, desviando la mirada de inmediato. Law captó ese pequeño gesto y su curiosidad se encendió de inmediato ¿Qué tenía que ver el profesor Dracule? Ciertamente parecía haber una relación cercana entre ellos, pero Zoro no se le parecía en nada físicamente. Tampoco compartían apellido, aunque eso no significaba necesariamente que no estuvieran emparentados.
Doflamingo dejó el tema en el aire y simplemente inclinó la cabeza en dirección al campo de Quidditch.
—Ven, nos dirigíamos al campo de quidditch de todas formas.
Llegando al estadio, los cánticos y vítores de los estudiantes ya se escuchaban con fuerza. Los estandartes ondeaban en lo alto, rojos y verdes en un choque simbólico de la rivalidad entre Gryffindor y Slytherin.
Se separaron cerca de las gradas; Doflamingo se despidió con un gesto de su mano y luego se dirigió a la zona de profesores, mientras que Law y Zoro se encaminaron hacia la zona de estudiantes.
—Allí están los de Gryffindor —señaló una de las gradas.
—¡Ya lo sé! —respondió gruñonamente.
—¡Zoro! ¡Rápido! ¡Ya va a empezar!
Los gritos de Monkey D. Luffy llamaron la atención de los dos y el Gryffindor de cabellos verdes no tardó en ir con él para unirse al resto de sus amigos. Law optó por hacer lo mismo, estar con sus amigos al menos haría el partido más tolerable.
…
El clásico Slytherin contra Gryffindor sin dudas fue agresivo e intenso. Ese año Slytherin tenía un nuevo capitán: Rob Lucci. A pesar de apenas estar en cuarto año, ya había sido designado como tal tras la graduación de Charlotte Smoothie, la antigua capitana, y no era para menos, era un excelente buscador y volaba magníficamente en su escoba. Además, confiaba plenamente en Kaku, uno de los golpeadores, para ignorar las bludgers que iban dirigidas a él cortesía de Ace y Sabo.
Todo el partido fue muy reñido, con anotaciones por parte de ambos, aunque sus guardianes también evitaron que el marcador incrementara demasiado. Al final, Lucci capturó la snitch dorada y el profesor Shanks sonó el silbato que daba fin al partido, otorgándole la victoria al equipo de las serpientes. El furor de dicha casa era ensordecedor, aunque para los leones esa primera derrota era sumamente humillante.
Los estudiantes comenzaron a salir de las gradas en un bullicio que se sentía como un eco interminable. El verde y el plateado ondeaban orgullosos mientras los Slytherin celebraban a gritos su primer triunfo.
Los Gryffindor, en cambio, iban cabizbajos, algunos aun murmurando excusas sobre la fuerza de los golpeadores rivales o las “decisiones injustas” del profesor Shanks como árbitro.
Law, por su parte, observaba el entusiasmo de sus compañeros. No le interesaban los vítores ni los abucheos, pero no podía dejar de notar la manera en que todos se encasillaban en un bando, el de su propia casa. La rivalidad no terminaba en la cancha: estaba en los pasillos, en el Gran Comedor, en cada conversación entre estudiantes.
Monet tenía razón, el tema de las rivalidades se tornaba pesado, el inicio de la temporada de quidditch solo lo acentuaba. Ver los puntos que se sumaban o restaban en los enormes relojes de arena ahora se sentía más inquietante que antes. Ni que decir querer conversar con personas de diferentes casas.
…
La llegada de las vacaciones de navidad les permitió ir a casa, nada como un buen descanso tras tres meses de intenso estudio. Trafalgar se sentía seguro y confiado, aunque no podía decir lo mismo de Ellie, quien se quejaba de lo difícil que resultaban las clases de Pociones y Artes oscuras para ella.
Contarle de sus primeras experiencias a Rosinante hacía que el regreso fuese mucho más tranquilo; había una sensación acogedora en su ambiente familiar y hogareño. Además, que ahora podía volver a hablar con su otro tutor con más regularidad que en la escuela.
—Cuando Monet habló de la rivalidad entre casas, no pensé que se lo tomaran tan en serio —comentó durante una partida de ajedrez mágico con el mayor de los Donquixote. Afuera estaba nevando por lo que la chimenea de la sala estaba encendida.
—Oh sí que se lo toman en serio, siempre ha sido así, incluso desde que Rosi y yo asistíamos a Hogwarts —respondió Doffy, analizando su siguiente movimiento.
—Apenas empieza la temporada de quidditch es como si las cuatro casas se detestaran —intervino el hermano menor desde su sillón sin apartar su mirada de El Profeta—¿Han tenido problemas para hablar entre ustedes? ¿Quién ganó los dos primeros partidos?
—Slytherin y Hufflepuff —respondió Trafalgar, notando un curioso interés por parte de ambos hermanos, natural, eran sus casas.
—Iceburg dice que lo mejor para evitar conflictos es mantenernos con los miembros de nuestra casa —comentó Baby mientras cepillaba una de sus muñecas, pensando en lo dicho por el prefecto de sexto año—, quiero que Hufflepuff gane puntos y en el quidditch, pero no quiero dejar de hablar con Monet, Law y sus amigos.
—Aunque no lo parece, Hufflepuff es muy competitivo, pero también quieren evitar que alguna jugarreta de otra casa te meta en problemas —comentó Doffy, enviando uno de sus caballos contra las piezas del niño.
—¿Nosotros competitivos? Mira quien lo dice —Rosinante entre cerró sus ojos, apenas bajando el periódico para ver a su hermano—. Y esas jugarretas de las que hablas son cosa de Slytherin.
—Oh no seas infantil, hermanito —negó divertido—, aunque la rivalidad entre Gryffindor y Slytherin siempre es un problema para los demás.
—Si no quieren acabar en medio de fuego cruzado, aléjense de los miembros de esas dos casas.
Ambos niños intercambiaron miradas por las palabras de Rosinante y luego miraron hacia el mayor de los hermanos, esperando alguna respuesta o explicación, a fin de cuentas, él era jefe de casa de Slytherin.
—Mientras no afecte la integridad de nadie, no puedo hacer nada al respecto, es una tradición —se encogió de hombros—, no dejen que eso los distancie, la euforia bajará cuando la temporada de quidditch termine.
—Falta casi todo el año escolar para eso —Trafalgar frunció el ceño ante esa respuesta que no daba una solución—¿Simplemente no debemos hablarnos en la escuela?
—No antes de las cuatro de la tarde que termina el horario escolar.
Ambos hermanos se rieron como si compartiesen una clase de broma que solo ellos podían entender. Los niños hicieron una mueca de confusión. Esos hermanos podían ser tan raros a veces.
Law dejó escapar un suspiro, permitiendo que la calidez de la sala lo envolviera. Hogwarts podía ser fascinante, pero nada se comparaba con la tranquilidad de aquella casa, donde el bullicio no venía de rivalidades entre casas, sino de las excentricidades de sus tutores.
—Jaque mate —y entonces Doffy sonrió con orgullo cuando su torre destrozó al rey del niño, metafórica y literalmente, quien solo pudo resoplar frustrado—¿Qué tal si pausamos un rato y les preparo chocolate caliente?
—¡Si!
La exclamación de Ellie fue respuesta suficiente para el mayor, quien se retiró a la cocina. Law simplemente recogió las piezas de ajedrez mágico y dejó que se auto reparasen en su caja.
—Ya no te preocupes por los puntos de casa, son vacaciones, relájense —dijo Rosi, dejando el periódico a un lado finalmente.
—¿Y los deberes? —cuestionó el niño.
—¡Deberes después de año nuevo! —exclamó Baby.
—No creo que les vaya mal, de todas formas ¿Alguna materia que vean difícil?
—No, pero herbología me parece un poco tediosa —dijo Law.
—¡Pociones! ¡El profesor Crocodile es aterrador! —exclamó Ellie con exageración y los ojos casi llenos de lágrimas. Sin embargo, algo en sus palabras pareció sorprender al menor de los Donquixote.
—¿Crocodile? —repitió antes de mirar hacia su hermano que venía con una bandeja con tazas de chocolate caliente; nada que la magia no pudiera hacer rápido—¿Tu novio de la adolescencia también da clases en Hogwarts?
Y la expresión de los niños cambió completamente. La de Trafalgar fue de completa confusión y una mueca de desagrado, mientras que la de su compañera fue más de emoción. Doflamingo, pese a estar sonriente, fue claro que llegó a tensarse tras lo dicho por su hermano.
—Sí, como dijo Baby, ahora es maestro de Pociones —respondió, dejándole a cada uno su taza, echándose sobre el sofá alargado después para disfrutar de su propio chocolate—. No deberías decir eso frente a los niños, Rosi.
—¿De verdad fueron pareja? ¡Que romántico! —Ellie soltó un chillido de emoción—¿Y por qué terminaron?
—Después de graduarnos cada uno tomó su camino, al principio nos escribimos por cartas, pero cada uno se ocupó en su trabajo y luego con la guerra mágica perdimos todo contacto.
—Que triste —se lamentó ella, sentándose a su lado—¿Entonces ya no son amigos?
—Lo último que supe fue que había abierto un hotel con casino para magos en Italia, eso hasta este año.
—¿Me vas a decir que no cruzaron palabra en estos meses? —cuestionó Rosi tras hacer una mueca por quemarse con el chocolate—¿Ni una vez? ¿Cómo está? Tú y él eran como una maldición junta, atormentaban a todo el mundo.
—Sí, que buenos tiempos —sonrió con una mirada nostálgica—. Hemos hablado, se divorció hace años y tiene un hijo que curiosamente también empezó este año. Al parecer tuvo que decidir entre enviarlo a Hogwarts o a Castelobruxo.
—Debió enviarlo allí —masculló Law, ya había tenido sus pequeños inconvenientes con ese chico, parecía un imán de problemas.
—¿Y qué tal es el niño?
—Es todo un caso, tiene un talento bruto para la magia, no por nada es nieto de Monkey D. Garp, aunque también es hábil para sacar de quicio a cualquiera.
Doflamingo sonrió de forma algo tensa, no quería ponerle quejas a Crocodile, pero ya había tenido que bajarle puntos a Gryffindor por causa de su retoño y sus denominados hermanos mayores. No que lo fuesen de sangre, pero según explicó su colega y ex pareja, se habían criado juntos bajo el cuidado de una squib llamada Dadan.
Para Rosi fue curioso como su hermano y el niño tenían una expresión de notorio disgusto ante el dichoso hijo de Crocodile, se preguntaba cómo sería para tenerlos de malhumor a ambos.
—Entonces están tus niños, el de Crocodile, las de Bell-mére, la de Olvia… —optó por desviar un poco el tema—, muchos hijos de conocidos este año.
—También la hija de Figarland Shanks, los cuatrillizos Vinsmoke y el segundo hijo de Mihawk empezaron este año.
—Interesante.
Ambos niños volvieron a mirarle exigiendo una explicación, especialmente Law, a fin de cuentas, Dracule era su jefe de casa, aunque no le daba ninguna asignatura por el momento.
—Ya lo conocen, está en Gryffindor, tiene la peculiaridad de llegar tarde a clases si no anda con su grupito de amigos, curiosamente uno de esos es Monkey.
—¿Roronoa es hijo del profesor Mihawk? —cuestionó asombrado; eso explicaba las veces que los veía conversar.
—Sí, al parecer también tuvo que escoger entre Hogwarts o Mahoutokoro para sus estudios. Tiene una hermana en Slytherin, es amiga de Monet.
Law entendió rápido que se refería a Perona. Últimamente ella no hablaba tanto con Monet, nuevamente, la rivalidad de casas parecía tenerlas un poco distanciadas. Quizás ya se habían acostumbrado siendo su tercer año viviendo ese tipo de situación.
Los hermanos siguieron intercambiando comentarios sobre esos tres meses, los niños escuchaban e intervenían de vez en cuando. Luego pasaron a conversar sobre los planes de navidad y año nuevo con los chicos de la casa hogar y Hogwarts quedó en un segundo plano. Era bueno volver a la calma de casa, estar con su nueva familia y descansar. Seguiría el consejo de evitar problemas con Slytherin y Gryffindor, además de cuidar de Baby a su manera -además, Shachi y Penguin parecían adorarla, ellos no prestarían atención a una rivalidad con Hufflepuff-. Estaría listo para lo que seguía del año escolar.
Continuará…
Notes:
Así es, volví, porque me niego a soltar esta historia, espero que les haya gustado el capítulo aunque sigue sin pasar demasiado (? Espero nos leamos pronto y no tardar cinco meses jaja
TobiasChase on Chapter 1 Fri 10 Jan 2025 01:11PM UTC
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ElVirtuoso on Chapter 1 Fri 10 Jan 2025 04:44PM UTC
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A_R_A_X_X on Chapter 6 Sat 23 Aug 2025 11:42AM UTC
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