Chapter Text
El comienzo:
Fuego por todas partes, pero no puedo sentirlo: este no me hace ningún daño; sin embargo, yo lo se, esos hombres sí logran encontrarme, me matarán.
Los gritos de los aldeanos llenan el lugar, tengo miedo, las frágiles casas parecen deshacerse, derretirse entre las llamas. Corro desesperado, pero a diferencia de muchos aldeanos que huyen por sus vidas, me sumerjo más en el interior del pueblo. Mis piernas arden: corro lo más rápido que puedo, estoy temblando. Ellos tratan de agarrarme, la mayoría están encapuchados, veo sus armas, pero no pueden atraparme, porque me sumerjo entre las llamas. Los gritos y los cuerpos chamuscados parecen estar en todos lados. Me siento perdido.
-¡Un potenciador! -gritó uno.
-¡Es solo un niño pequeño, busca a los que huyen! ¡Todos deben morir! -le exclamó otro, su voz sonaba cerca, pero no podía verlo.
La necesito, quiero a mi mamá. Cuando más bandidos parecen alejarse del pueblo, corro aún más rápido para mi casa: seguía de pie. Más cerca de la colina, alejadas del centro de la aldea, las casas están más intactas, pero la destrucción era evidente: las puertas habían desaparecido y las ventanas están rotas, no había gritos como si el caos del centro no hubiera llegado hasta aquí, pero el silencio me inquieta.
-¡Mamá! -gritó, estoy llorando, se me nubla la visión y estoy temblando. -¡¿Dónde estás?! -vuelvo a gritar, mi ropa está chamuscada, el frío viento me molesta.
La puerta de mi casa está rota, entró corriendo. -!Mamá¡ -llamó, pero me calló de repente, siento que no puedo hablar. Delante mío, está mi mamá, llorando y temblando. Hay tres hombres, uno de ellos tiene a mi mamá, este parece tener un rostro quemado o deformado, no puedo apreciarlo bien en la oscuridad.
-Mystogan -sollozó mamá, parecía como si el solo hablar le costará mucho esfuerzo.
Uno de los hombres me tomó del brazo, mamá se sacudió. -¡Ya no hay nada más, déjenlo ir! -gritó desesperada, su voz sonaba extraña como distorsionada.
-No lo hagas, debe haber más joyas escondidas en la casa. El niño…-
El gritó de dolor del hombre que me sostenía, dejó a todos sorprendidos, enmudecidos; mientras ese hombre grita, su brazo izquierdo se quema con llamas rojas, que se extienden hasta llegar al hombro y cuello, provocando que se tire al suelo y ruede.
-Un potenciador- señaló el hombre que parece liderarlos.
-¡Corre! -gritó mamá. Seguía llorando, el hombre que la sostenía la apretó aún más hacía él. -!Corre¡ -gritó nuevamente.
-Mamá -susurró antes de salir, uno de ellos me sigue, mamá grita. Hay un momento, mientras subo la colina, donde ya no se escuchan sus gritos: solo escucho mis pasos, mi respiración y creo escuchar los latidos de mi corazón.
-Mystogan- alguien me llama, pero no puedo voltear, si me detengo moriré. -Mystogan, Mystogan…-.
-Mystogan -repitió Daw.
Mystogan había despertado, le dolía la cabeza, sentía la garganta reseca. -Hola fortachón -quiso saludar con un tono burlón, pero su voz sonó muy apagada. -No es que no me gusten tus visitas... -duda de seguir hablando. Lo miro fijamente a los ojos, de un marrón más claro que los de él. A Mystogan solía parecerle gracioso: lo primero que la gente veía del “hombre más poderoso de la tierra”, era su cicatriz en la mejilla izquierda. Sin embargo, a él siempre le llamaba la atención sus ojos marrones claros, parecían brillar, como si todo fuera maravilloso.
-Me alegro de que despertaras -dijo Daw, mientras sonreía amablemente, -tienes una misión, Mystogan -comunicó con una sonrisa despreocupada.
-Eh, pero tengo esta semana libre -señaló soñoliento.
-Se terminó esta mañana -refuto Daw, lo miró fijamente, tomó con sus grandes manos ambos hombro de Mystogan, y declaró como si fuera un discurso; aunque con el mismo tono alegre y picarón de antes: -eres un caballero Mystogan, y como un caballero del reino de Braze, no puedes tomarte vacaciones, las responsabilidades que tenemos ante la corona…-
-Entiendo -logró interrumpir Mystogan, mientras se levanta. -Conozco mis responsabilidades -le dijo cansado. -Dime, Daw… ¿No habrás roto nuevamente la cerradura para entrar, verdad?-.
-Mystogan -contestó con una ofensa mal disimulada, -claro que no. ¿Qué preguntas son esas para tu comandante? Para que lo sepas -decía buscando algo en sus bolsillos, -la última vez que mandé a reparar tu cerradura, pedí una copia para mi ¿Ves? -preguntó alegremente, mientras sacaba de su bolsillo derecho un juego de llaves.
-Eso es algo excesivo, creo yo -declaró Mystogan.
-Oh no digas eso, sabes que eres como un hijo para mi. Además la idea fue de King-.
-Eso no cambia nada, no respetan mi privacidad. Aunque tampoco quiero que rompas mis cerraduras, comandante… -cedió; aunque con el ceño fruncido.
-Bueno… - Daw se mostraba pensativo. - Te hablaré de la misión, -toce falsamente, o al menos así le parece a Mystogan. -La misión es sobre atrapar a una ladrona ,una joven-gato. Aunque no sabemos si es un alma-quimera o un cambiante -Mystogan ante esto suspiró. -La joven-gato apareció hace unas semanas, reportándose en cada robo producido en las casas más grandes del pueblo donde irás-.
-Los ricachones deben odiarla, siempre odian a todo que le haga perder un poco de dinero- piensa divertido Mystogan; aunque trata de mantener una expresión neutral . -Seguro deben odiar pagar un caballero-.
-Claro que lo odian, el Alcaide tomó la decisión de pedir ayuda al Gran Castillo. Claro que fue después de que las fuerzas locales, no pudieron atraparla -comentó, mientras ambos iban a la cocina-comedor. -Siempre me pregunté: ¿Por qué elegir una casa tan angosta, podrías tener algo mejor, tú lo sabes?-.
-Me gusta angosto -contestó indiferente. -Además es menos para limpiar ¿Quieres un café? -pregunto, recibiendo una negativa. -Pareces estar seguro que es una mujer ¿Podría ser un cambiante?-.
-Según el Alcaide, las veces que han podido verla: presenta una figura femenina, humana a veces o felina en otras ocasiones. Además los que han podido escucharla identificaron una clara voz de mujer -comenta Daw, mientras Mystogan toma una taza de café.
-¿Figura felina? Suena un cambiante -.
-Si, una leona blanca. Sin embargo, Dimitri cree que podría ser un alma-quimera. En ese caso debes traerla con vida -comentó incómodo.
-Espera -refunfuñó Mysogan, -¿quieres que caze a un alma-quimera, para entregarla a la brigada siete? ¡Es ridículo! -gruñó. -¿Qué no pueden ir ellos mismos?-.
-Es una posibilidad, podría ser un cambiante o una bruja. Mira, debes usar un águila mensajera o una paloma, pero solo si es un alma-quimera. Yo me encargaré de darte las órdenes correspondientes con los datos que tu me brindes -informó, tratando de no darle más importancia al asunto.
Mystogan solo asentía, para mostrarle que lo escuchaba; sin embargo, todo esto le sonaba como futuros dolores de cabeza.
-En caso de ser una bruja o un cambiante, bueno los locales decidirán qué hacer con ella… ¿Preguntas?-.
-¿Dónde está la fortaleza? -preguntó. Ya se había terminado su café, pero aún con todo lo que le gusta el café, este no le fue nada satisfactorio.
-La fortaleza se llama Luckau -contestó Daw.
-Suena un lugar al sureste -murmuró desganado. -Suena muy lejos -pensó aumentado su desánimo.
Daw asintió.
-Dime, Daw : ¿Está cerca del Bosque del Este? -balbuceo Mystogan.
-No tienes de qué preocuparte: no está ni cerca de un bosque, es un lugar del este; sin embargo, es más cercano que muchos pueblos y fortalezas. Puedes ir en tren ¡En realidad, tu boleto ya está comprado! -exclamó alegremente Daw.
-Veo que no tenía posibilidad de negarme, pero agradezco tu amable visita -agregó de manera sarcástica.
-El Barón Propst nos ha pedido ayuda urgente, si tomas el tren de las diecisiete horas, llegarás en la noche -explicó Daw.
-Realmente, entre todos los hombres de la brigada cuatro, tengo que ser yo. Además, no es territorio de Rothschild ¿Por qué no va alguno de sus hombres? -objetó.
-La brigada ocho… bueno hay algunos conflictos con la frontera este -al ver la expresión de duda, Daw agregó: -No es algo que te importe. Mystogan irás hoy -.
-Lo sé - contestó resignado.
-Bien -dijo mientras se levantaba. Saliendo por la puerta de madera, agrego: -tienes hasta las quince horas para prepararte. Ve al Gran Castillo y se te dará tu boleto -.
Cuando la puerta se cerró, Mysogan suspiró audiblemente. -Parece que este día solo puede ir peor. Lo único bueno, es que no iré a ese maldito bosque -sopesó con desánimo. -Además, podría haberme traído el boleto, en vez de tener que ir a buscarlo -pensó, mientras se preparaba.
Al terminar de prepararse, Mystogan tomó a Dalibor: su fiel caballo, que este atesora. Es un caballo negro, con un mancha blanca entre sus ojos, bastante grande, un regalo de su comandane.
El camino hacia el Gran Castillo fue breve, la ciudadela estaba en lo alto de la capital. La ciudad de Miroslav se dividía en tres grandes murallas. Mystogan vivía entre la segunda y la última muralla: lo suficiente cerca de la plaza principal, donde hay más comerciantes, pero lo suficiente lejos para no abrumarse con el ruido del centro.
Al entrar entre las grandes puertas del Gran Castillo, Mystogan pudo divisar un grupo de personas, entre ellas una jovén de pelo negro, ondulado y largo. -Jolie -pensó entusiasmado.
-¡Jolie! -llamó Mystogan. Está se alejo del grupo con el que estaba, vestía un vestido claro y bastante simple, llevaba un morral de cuero algo gastado, y un libro en su brazo izquierdo. Al acercarse a Mystogan, Jolie le saludo:
-Ha pasado tiempo, casi pensé que no te volvería a ver -comentó divertida.
-No nos hemos cruzado lo suficiente ¿Qué van a hacer? -preguntó, mientras señalaba al grupo de jóvenes.
-Me han mandado a enseñarles lo básico: venenos, sus antídotos, algunas hierbas medicinales. Además de las maneras de prepararlos -contestó algo tímida.
-Veo que has pasado de aprendiz a maestra, sabía que lo harías -ovacionó este.
-Sigo siendo aprendiz -refutó ella; aunque se había sonrojado con su elogio. -¿Vas a una misión? -preguntó mientras se acercaba a Dalibor.
-Le caes bien -comentó, mientras Jolie acariciaba a Dalibor. -Es algo selectivo con las personas, siéntete afortunada. Con respecto a la misión: tendría que atrapar a una ladrona, una mujer-gato o algo así -respondió, suspirando audiblemente.
-¡Blancanieves! -llamó uno de los jóvenes.
-¿Nuevo apodo? -preguntó Mystogan; aunque su tono era de broma, frunció levemente el ceño.
-Parece ser que sí -contestó. -Lo prefiero a pecosa. Parece que debo irme… fue lindo verte Mystogan, espero que tengas suerte con esa ladrona; aunque suena como alma-quimera -comentó interesada.
-No sabemos qué es, pero espero que sea un cambiante. Prefiero enfrentar solo a un problema a la vez -.
-¡Blancanieves! -llamó otro.
-¡Voy! -gritó Jolie. -Si es un alma-quimera: tanto el ser humano como el animal, tienen sus almas conectadas, pero también están conectados físicamente. Si dejas a uno inconsciente, el otro terminará de la misma forma -le informó. Luego se despidió rápidamente, para ir con el grupo de jóvenes. -El Eterno esté contigo -se despidió.
-Gracias, nos vemos -saludó Mystogan. -Debí invitarle un café -pensó resignado.
-Es lindo el amor juvenil ¿No crees? -preguntó Daw, que se encontraba detrás de Mystogan.
-No deberías aparecer así, a las personas no les agrada. A mi no me agrada -reprocha Mystogan.
-Solo… no quería interrumpir tu charla, pero como no aparecias decidí buscarte -le dijo, mientras le mostraba su boleto de tren. -Es para esta tarde. Recuerda que si es un alma-quimera debes decírmelo, nos ocuparemos, te ocuparás -aclaró, -de su retención y transporte. La brigada siete se ocupara de su encierro -.
-Lo más difícil se lo dejan a otros -se quejó Mystogan. -¿Qué es lo que ese montón de médicos quiere, de todos modos? -
-Es para investigación -respondió Daw; aunque Mystogan pudo notar que no obtendrá más respuestas, así que solo tomó su boleto, y volvió a subirse a su caballo.
-No era necesario que venga, podrías haberme dado este estupido boleto en mi casa -reprocha Mystogan.
-Lo sé -le contestó alegremente. -Pero al venir, pudiste ver a la señorita Abbott -.
-Debo irme -le dijo, ignorándolo. -Se me hará tarde. Tenga un buen día, comandante -se despidió.
El viaje a la estación de trenes fue rápido, debido a que se encuentra entre la primera y segunda muralla; sin embargo, presentar su boleto y subir al tren, fue muy tedioso para Mystogan.
Al poder subir al tren y elegir un vagón, Mystogan logró estar más tranquilo. -Espero terminar esto rápido -pensó mientras el tren avanzaba.