Chapter 1: Prólogo
Chapter Text
—¡Hiccuuuuup!
Escucho que alguien grita mi nombre, pero no logro ver de quién se trata.
El caos y la destrucción alrededor mío es casi palpable, o al menos eso creo, no puedo moverme en realidad, el dolor en todo el cuerpo me lo impide.
Me quiero dormir, pero sé que no debo hacerlo o no me sentiré capaz de despertar de nuevo; sin embargo, es difícil.
¿Acaso será este mi fin?... ¿Ahora si será mi fin?
Siempre tuve curiosidad de cómo sería ese día, más nunca me imaginé que sería así.
No, miento.
Esta sensación, ya la había tenido antes, hace muchos años, cuando era un niño, cuando todo empezó para mí y en cierto modo también para él, cuyas primeras palabras aún tengo bien grabadas en mi memoria.
"¿Este niño es mi prodigio?"
Así, empezó está historia.
¿Continuará?
Chapter 2: Primer encuentro
Chapter Text
Un resonante y cansado jadeo hacia eco en la cabeza de un dragón de color negro que, agitado, corría entre una multitud de seres humanos que eran incapaces de verlo, así como a las sombras oscuras que lo perseguían dando de brincos entre los diversos edificios.
Pese a tener alas, el dragón iba andando en sus cuatro patas, pues no veía la posibilidad de ganar la batalla, no contra aquellos seres que, en un corto lapso, se deshicieron de la mitad de su corte, en su mundo de origen.
—No puedo, no puedo.
El patético pensamiento de impotencia hacia su actual situación lo llenaba de rabia y de tristeza, pero también de un profundo miedo que impidió que pudiera hacer más por los habitantes de su reino.
Había sido un cobarde, no dejaba de reprochárselo mientras seguía andando entre las largas calles de esa ciudad desconocida, con aquellas sombras cada vez más cerca de él.
Tenía que hacer algo pero ¿qué?
¿Escapar o pelear?
Eran sus únicas alternativas.
.
.
.
Por otro lado, un distraído niño andaba con tranquilidad por la calle, sujetaba su mochila con ambas manos con fuerza para evitar que todo el peso de las cosas que llevaba a la escuela recayeran en su espalda. Con la mirada perdida en el suelo, zarandeaba su cabeza de un lado a otro al ritmo de la música que emitía sus enormes audífonos, los cuales con una increíble cancelación de ruido le hacían escuchar las canciones como si estuviera dentro de un concierto.
El ir distraído se las cobró cuando chocó con una persona mayor, quien desde su altura le reprochó con la mirada no ver por donde andaba y peor, haciéndolo notar que estaban en un cruce del semáforo.
El niño, enrojecido, no dijo nada, sólo prestó la debida atención en lo que el semáforo cambiaba, al ritmo de que en su playlist comenzaba un clásico de casi 90 años de antigüedad:"Welcome to the jungle"
El sonido de las guitarras así como las personas que esperaban del otro lado del cruce hicieron que su imaginación volara y viera todo aquello como si estuviera en un ruidoso evento de música al aire libre que venía con todo incluyendo a la nieve que comenzó a caer en la vida real, así como… ¿un enorme animal?
El niño se desconcertó al momento que vio como un enorme animal de color oscuro caía a gran velocidad en dirección a la multitud, tal fue el impacto que hasta se había echado para atrás, para extrañeza de las personas que lo rodeaban, y no se mostraron para nada sorprendidos con lo que acababa de suceder.
—¿qué?
Se extrañó viendo que del otro lado, la gente seguía como si nada y reanudó su marcha cuando el semáforo peatonal cambió a su favor, a excepción de un joven de cabello negro y expresión furiosa que tenía la mirada fija en lo alto y que para sorpresa del niño se transformó en un animal mítico de los que había leído en viejos libros.
Se rascó los ojos, pensando que estaba alucinando; sin embargo, al terminar de parpadear un par de veces vio que no se trataba de su imaginación, por delante de él había realmente un dragón peleando con unos extraños seres oscuros que rápido lo obligaron a moverse entre las grandes calles.
Curioso, el niño corrió hacia donde se habían ido, con la música aún retumbando en sus oídos como si de una banda sonora se tratara para la batalla que se estaba presenciando.
.
.
.
Con suerte la pelea se estaba dando en un plano separado al de ese mundo o las consecuencias estarían siendo aún más fatales, pensó el joven que perdiendo su transformación se vio inmerso entre los seres humanos; sin embargo, si las cosas continuaban así, esa ventaja se perdería y esas sombras conseguirían empujarlo a ese plano y por como actuaban no les interesaba si destruían toda una ciudad con tal de deshacerse de él.
Tenía que evitarlo. Si no había podido proteger su reino al menos trataría de proteger ese lugar. Muy a su pesar, pero a la vez decidido volvió a su forma de dragón y se arrojó hacia las criaturas, persuadiéndolas para que lo siguieran en otra dirección.
Quería llevarlas a un lugar apartado, el muelle, el único lugar que alcanzó a ver desde las alturas en esa enorme ciudad; sin embargo, su plan se vio deshecho cuando una de esas sombras lo alcanzó, desgarrándolo de una de las aletas de su cola, para luego volverlo con un certero golpe a la tierra.
El dragón cayó, y volvió a su forma humana en cuanto chocó contra las escaleras de emergencia de uno de los edificios departamentales, y se vio imposibilitado de continuar cuando su cuerpo cayó de golpe en medio del callejón.
Lo habían derrotado otra vez.
La frustración e impotencia de nuevo se apropiaron del joven, y lo hizo recordar a los seres queridos que había perdido, incluyendo a...
—¿Oye? ¿Estás bien?
—¡¿Qué fue eso?
Espantado, reincorporó medio cuerpo a tientas, viendo que detrás de él había un extraño niño de cabello castaño, que quitándose los enormes audífonos lo vio con curiosidad.
—"Mierda... ¿Por qué demonios ese niño me puede ver? ¿Acaso ya estoy en el otro plano?"—se arrastró desde su sitio, para impedir que ese pequeño humano se le acercara demasiado.
—No te asustes, me llamo Hiccup...—se presentó rápido el niño al verlo inquieto. — Tú eras ese dragón ¿Verdad?
—¿Qué?
La sorpresa se reflejó en el rostro del joven al caer en cuenta de que ese niño lo había visto antes, tanto en su forma humana como en su forma de dragón, lo que solamente significaba una cosa.
—¿Este niño es mi prodigio?—masculló, viéndolo por completo.
El pequeño no entendió de lo que el espantado joven hablaba, sin embargo no pudo preguntar, pues de repente sintió un horrible escalofrío que le recorrió la espalda.
Al girarse vio que se trataba de un ser oscuro sin rostro y que le provocó un terrible miedo al momento que este alzó su garra hacia él.
Su única forma de reaccionar fue cubrirse con su brazo al mismo tiempo que el joven, transformándose de nuevo en dragón, se dirigió hacia él.
Entonces sucedió, un desgarramiento muscular, un grito estruendoso y un pacto que al cerrarse fue tan poderoso que iluminó todo aquel callejón y desintegró a las sombras en un abrir y cerrar de ojos.
Cuando la luminosidad se apagó el joven de cabellera oscura, se vio por fin a salvo, más no aplicó lo mismo para el pequeño niño al cual tenía sujeto por la muñeca y que al soltarlo le mostró que tenía su marca, la imagen del dragón llamado furia nocturna, pero no sólo eso, también en su cuerpo estaba reflejado el resultado de su intervención.
El niño había perdido parte de la pierna izquierda, lo que lo sumió en un estado de shock tanto por la herida como por lo que sintió que despertó dentro de él cuando aquel joven lo tomó para intentar salvarlo.
—Mierda, niño... resiste... ahora estás en esto conmigo. Soy Tannlos Fury, príncipe de Drakenverden, o en pocas palabras: Mundo dragón, y tú niño, te acabas de convertir en mi prodigio.
El niño, aún en shock, ya no fue capaz de escuchar la música como minutos atrás, en su inconsciencia sólo percibió como aquel joven lo empezó a atender apresurado y no paraba de llamarle "prodigio".
.
.
.
.
Ese mismo día, horas más tarde, en otra parte retirada de la ciudad, en específico sus carreteras estatales, se registraron múltiples accidentes automovilísticos por causa de la "nevada".
Entre las víctimas, una familia de tres cuyo conductor y copiloto murieron al instante, mientras que la menor que aguardaba en el asiento trasero resultó con una herida de gravedad, aun así semi inconsciente alcanzó a ver de reojo como un dragón se acercaba al auto y en un destello se convirtió en una hermosa joven.
—Resiste.
Continuará.
Chapter Text
Lentos pasos resonaban en las escaleras de un viejo edificio departamental, cada uno entonando un diferente sonido; uno era suave pero a la vez chillón debido a la suela de plástico, el otro sonaba más fuerte y metálico debido al protésico que llevaba el inquilino del edificio que, agitando una bolsa ecológica llena de comestibles, andaba perdido en el mundo musical en el que lo envolvían sus enormes audífonos.
—"Maldición, ya va a llegar la mejor parte y ya llegué"
Se detuvo frente a la puerta, posponiendo su llegada para terminar con su concierto interno y...
—¡Oye, Haddock! ¡Quitate eso, te estoy hablando!
Alguien le removió los audífonos por detrás y la magia (según el muchacho) se terminó.
Suspiró exhausto, pero aun así sonrió y se dio media vuelta para darle las buenas tardes a su vecino Nero Renvann que, viéndolo como si fuera un bicho raro, ya conocía muy bien esa expresión.
—Que bárbaro... te vas a quedar sordo, o si andas así en la calle un día te van a atropellar.
—Sí, lo sé. —rio Hiccup nervioso. —Pero no puedo evitarlo...
—Por lo menos quita la cancelación de ruido mientras estás en el exterior.
—Sí, sí... claro... lo haré. —asintió este, harto de tanto sermón, hasta que notó algo que llevaba su vecino. —Oh... ¿Te vas de viaje?
Nero miró su maleta.
—Sí... ¡iré a un concierto! —expresó emocionado. —En la ciudad de Berserker y...—miró su reloj. — maldición, se me va a ir el tren si no me voy ya... ¡Nos vemos Haddock! Por cierto dile a tu hermano que tampoco haga tanto escandalo mientras esté jugando en línea... se escuchan todas sus quejas por todo el piso.
—Seguro. —susurró Hiccup, viendo como su vecino se iba, pensando que era irónico que le diera consejos de cómo cuidar su audición, cuando justo se iba a ir a un concierto, pero dejando eso de lado, lo envidió de cierto modo, ya que él también deseaba viajar. —"Tal vez si se lo propongo de nuevo..."
Con ese pensamiento en mente, se adentró a su departamento, teniendo como primera imagen al descuidado de su "hermano" haciendo exactamente lo que Nero le había comentado.
—¡MIERDA! ¡TODOS SON UNOS IDIOTAS! NO PASAREMOS DE NIVEL SI SIGUEN FALLANDO O HACIENDO ESTUPIDECES!
—"Toothless" vocabulario... estás jugando con niños. —masculló Hiccup, haciéndoles señas.
El que estaba frente al enorme televisor de pantalla holográfica, lo vio de reojo con molestia, bramó unas maldiciones en voz baja y regresó su mirada de nuevo al televisor y continuó jugando en silencio.
Hiccup resopló, su "amo" tenía un temperamento difícil, pero era algo a lo que se había acostumbrado no por nada lo conocía desde hace 20 años que lo convirtió en su "prodigio" y lo envolvió en un mundo que, hasta ese entonces, era desconocido para él.
Tannlos Fury o "Toothless" como le decía por costumbre al haber errado con su nombre la primera vez que conversaron, era un príncipe desterrado de otro mundo llamado Drakenverden, donde la sociedad ahí son humanos y dragones a la vez, una naturaleza doble, según le había explicado Toothless, en una de esas que de repente se le salía hablar sobre su mundo de origen.
—"Drakenverden, el mundo dragón."—se sentó Hiccup en su lugar de trabajo, rememorando todo lo que sabía a la fecha de su amigo.
El malhumorado hombre que estaba frente al televisor tenía 36 años "humanos" o 540 años dragones, era el único sobreviviente de la familia Fury cuando el prodigio de uno de sus consejeros se volvió tan poderoso como para deshacerse de una gran parte de la población "draguman", (término que se inventó).
El ataque de ese prodigio no sólo había acabado con casi toda la familia real, también había exterminado al resto de la corte la cual, según Toothless, estaba formado por las familias más poderosas de ese mundo.
Con respecto a los prodigios, por lo que tenía entendido, estos eran seres humanos comunes y corrientes pertenecientes al mundo donde vivía, y que se veían beneficiados con un "don" en cuanto se cerraba el pacto con un draguman, pero, según Toothless, ese pacto no era del todo gratis, siempre el prodigio parecía de algún modo pagar por el don que el dragón le ofrecía.
Hiccup se miró el protésico de la pierna, creyendo algo de eso, pues justo cuando Toothless cerró el pacto con él (sin su consentimiento claro está, debido a la situación en la que estaban) aquel monstruo que los había atacado terminó por arrebatarle parte de su pierna izquierda.
¿Y todo para qué?
Puso manos en marcha con el trabajo, viendo atentamente a su computador, se puso a procesar información más rápido de lo que una persona normalmente lo haría.
Ese era su don, tenía la habilidad de aprender y procesar tanto la información como algunas habilidades con sólo verla unos segundos. Por ejemplo, podía leer un libro entero con sólo hojearlo. Otro ejemplo sencillo, era que si veía como se preparaba algún platillo en especial, podía replicarlo a la perfección; pero para lo que más lo usaba era para analizar los datos de varias empresas a la vez y dar ciertas soluciones, algo por lo cual le pagaban bastante bien. Esas eran las ventajas.
En cuanto a desventajas. Su habilidad de aprender no lo hacía acreedor a las cuestiones físicas, por ejemplo, si entendía como era el box, podría entrar al ring, pero si su oponente lograba pegarle con fuerza era algo de lo que no se salvaría, ya que su complexión no era precisamente la de un peleador.
También por más que leyera y conociera muchos aspectos de las personalidades humanas, era algo que nunca terminaría de comprender, pues para él cada persona era diferente en muchos sentidos, en especial el "espécimen" femenino.
Las mujeres, según su creencia, eran una de las cosas más misteriosas que había en el planeta (además de los draguman)
Suspiró, notando que sus pensamientos se desviaban hacia otra dirección.
—¿Otra vez suspirando como tonto?
Se giró en su asiento asustado, viendo que Toothless había dejado los videojuegos para ir a hurgar en la bolsa de comestibles en busca de algo de comida.
—No metiste el pescado al refrigerador. —se quejó, dándole una mordida al cadáver del pez así en crudo.
Hiccup hizo una mueca de asco, algo que era inevitable cuando veía que su hermano no esperaba a que se lo cocinara.
—Estaba pensando...
—Que novedad.
—Toothless... hablo en serio. —se levantó Hiccup de su asiento. —Me puse a pensar de que es hora de seguir adelante, ¡Vámonos de viaje! A donde te dije que creo que puede haber más dragumans...
—Ya deja ese estúpido término, ya hemos tenido esta conversación antes, ¡no me interesa! ¡obedece!
—¡No! Toothless, por favor, escucha...
—¡Estás así porque viste a tu vecinito irse! ¿Verdad? —señaló este con el pescado.
Hiccup se paró en seco.
—No creas que no los oí, Hiccup, Ush.. ese menudo tipo tan molesto sólo te metió ideas en la cabeza, sabes que no debemos salir... ¡Es peligroso!
El prodigio resopló.
—Toothless... comprendo eso así como comprendo que pasaste por mucho en el pasado, pero... ¡ya han pasado 20 años! Es hora de seguir adelante, amigo... ¡YO quiero seguir adelante! ¡Tengo 28 años y mírame! Soy un fracasado que vive y trabaja en su departamento y mantiene a su flojo hermano. —señaló al draguman por completo.
—Te recuerdo que este "flojo" es tu amo y por ende debes de obedecerme... —amenazó este, comenzando a escamarse en ciertas partes del rostro. —¡Y que te ha mantenido también a salvo!
El muchacho tragó en seco, pero de igual manera se mantuvo firme.
—Lo sé, y te lo agradezco... pero... ¿a costa de que, Toothless?
El draguman, lejos de reflexionar, se sorprendió de que su prodigio no estuviera obedeciendo como generalmente lo hacía.
—Mira... yo comprendo si a ti no te importa, amigo, pero para mí, para la edad que tengo... quisiera más...
—¿Cómo qué?! —cuestionó el mayor, curioso de lo que diría.
—Conocer... conocer más lugares... conocer más personas... no sé... —enrojeció. —Tal vez conocer una chica... yo.. a veces me siento solo en ese aspecto... no sé si sabes a lo que me refiero.
"¿Chica? ¿Soledad? ¿qué si no sabía?"
Al escuchar aquello, Toothless desvió su mirada, sintiendo una punzada en el pecho al recordar ese sentimiento y lo que había perdido en el pasado. Algo que en definitiva ya no quería sentir jamás en su vida porque toda esa felicidad que alguna vez le dio, era ahora sólo dolor, y todo por culpa de esos malvados que lo traicionaron y por supuesto ese estúpido prodigio que, superando a su propio amo (cuando no debía ser así), se hizo de su reino.
—¿Toothless?
Regresó su mirada a su prodigio, y a veces sentía que lo odiaba porque le recordaba lo que el otro había hecho; sin embargo, se sacudió removiendo esos pensamientos, Hiccup para nada era así, era un muchacho bueno, inteligente, pero a la vez muy ingenuo, le seguía sorprendiendo lo noble que era a pesar de que lo había separado de su padre (por el bien de ambos) apenas se recuperó de la pierna.
Reflexionó. Ya le había arrebatado mucho, y Hiccup ya había cedido mucho por él, tal vez era momento de corresponderle con algo, aunque fuera con algo pequeño como un estúpido viaje, pero no estaba del todo seguro, de cierta forma el mundo exterior lo asustaba y su prodigio, con su don, no era de mucha ayuda en contra de enemigos.
¿Qué debía hacer? ¿Negarse o ceder?
—Por favor, Toothless...
—Ush... ¡está bien! ¡sólo un lugar, un día y se acabó! ¡Y yo te llevaré! Ni de loco me subiré en un estúpido avión cuando tengo la habilidad de volar.
—¡Sí! ¡Ok, está bien!
Asintió Hiccup esbozando una gran sonrisa, estaba emocionado, no sólo por el viaje, sino porque Toothless lo llevaría en su forma de dragón, algo que ya no hacía desde que era un niño.
—¡Y bien, anda! ¡Dime! ¿A dónde demonios quieres ir? Espero que sea un lugar apartado de esta maldita y ruidosa ciudad y que haya buena comida, porque yo solo iré a comer.
—Tengo el lugar perfecto... —sacó Hiccup un diario saturado de papeles de entre los cajones de su escritorio. —Un lugar en donde creo que podemos encontrar algo interesante.,
Tannlos rodó los ojos, para nada le interesaba encontrarse con dragumans, más no se lo dijo a Hiccup, ya se lo diría cuando este intentara investigar más en ese lugar.
—¿Y bien?
—Este es el más cercano, creo que puede ser aquí... —le mostró Hiccup el mapa que había hecho.
El príncipe dragón vio la isla que señalaba.
—¿Arendelle?
Continuará.
.
.
.
Notes:
Se viene el primer mini crossover de esta historia.
Chapter Text
La comunidad de Arendelle era vivaz, bonita y muy activa, sus pintorescas calles, edificaciones e incluso las personas daban la ilusión de que estaban en perfecta armonía, tanto que, para el recién llegado Hiccup, era como si toda la gente danzara a su alrededor al ritmo de una inaudible melodía, o al menos esa era su impresión ya que en Berk o en ningún otro lugar había visto algo así, porque para empezar no viajaba demasiado (para no decir que nada).
—La gente de aquí es muy escandalosa. —se quejó Toothless, con semblante fastidiado. —pero admito que los sándwiches están buenos.
El prodigio miró de reojo a su amo, el cual con su típico semblante malhumorado se devoraba su cuarto sándwich de dos mordiscos.
—A mí me parece que son personas muy alegres, la vendedora de los sándwiches dijo que todos están felices porque hoy es un día para celebrar; su regente, la reina Ana de Arendelle, cumple otro año de su reinado, 10 años para ser exactos.
—Hmph… ¿humanos reinando? Eso sí se me hizo extraño.
—No es muy común en estos tiempos, pero algunas culturas lo tienen muy arraigado… como supongo ocurría en tu mundo, después de todo ¿no eras tú el príncipe de tu reino?
Tannlos detuvo su andar.
—Era… ya no soy nadie. —espetó con molestia.
Hiccup tragó saliva, pensando que había cometido una indiscreción.
—eh… Toothless… yo… lo siento…
—Hmph… —el príncipe reanudó la marcha. —Hace calor… ya me dio sed, compra algo de beber.
Conociendo su actitud de evadir temas de conversación, Hiccup se limitó a obedecer a su amo, y corrió en busca de alguna bebida que lo pusiera de nuevo de "buen humor".
Al cabo de unos minutos, ambos llegaron a un lugar donde ofrecían unas refrescantes cervezas tradicionales.
—Tomen muchachos… espero lo disfruten. —entregó el vendedor su pedido.
—¡Salud!
Chocaron ambos varones sus tarros y bebieron al mismo tiempo.
—¡Mierda!... ahora se me congeló el cerebro. —volvió a quejarse Tannlos, llevándose las manos a la cabeza ante el punzante dolor que sintió por el repentino cambio de temperatura.
—Eso te pasa por beberlo demasiado rápido. —comentó el prodigio, evitando reírse. —Por cierto, señor… es una bebida bastante rica y refrescante.
—Gracias, muchacho… es receta especial de la familia, con un toque de hielo de lago congelado de Arendelle.
—¿Un lago congelado con este calor?
—Supongo que en alguna parte de este lugar el clima es diferente. —opinó Tannlos, para que su prodigio no se hiciera ideas raras en la cabeza.
—Sí, pero no…—contestó el vendedor. —Ese lago está a unos cuantos kilómetros del pueblo, al pie de la montaña nevada… un lugar en donde no ha dejado de nevar desde hace 10 años aproximadamente, es como si estuviera hechizado por un eterno invierno.
—¿Por qué lo dice? —cuestionó Hiccup intrigado, recordando algo de los sucesos extraños que había leído de Internet.
Tannlos, se mantuvo en silencio, apretando su tarro de cerveza, curioso, pero a la vez le daba terror escuchar lo que ese hombre tuviera que decir.
—Pues verán…—suspiró el hombre, mostrándose nostálgico. —Hace 10 años, nuestra amada reina Elsa, hermana de nuestra actual reina, desapareció, dejando sólo su última voluntad a la reina Ana, desde entonces ya nadie más la volvió a ver y también desde ese entonces… es como si la montaña hubiera sido invadida por la tristeza.
—¿sólo se fue así como así? ¿abandonó su reino? —preguntó Tannlos, sintiéndose repentinamente molesto con ese relato.
—No creo que fuera así como así. La reina Ana, aunque fue reservada con los detalles, le hizo saber al pueblo que la voluntad de su hermana fue que se hiciera cargo del reino, que confiaba que ella haría mejor trabajo pues su corazón es tan cálido como el sol…
—Hmph… una reina abandonando su reino. —masculló el príncipe por debajo, con recuerdos invadiéndolo.
Hiccup lo miró de reojo, intuyendo lo que pasaba por la cabeza de su amo, luego se volvió de nuevo al hombre.
—¿Y esa montaña se puede escalar?
Aquella pregunta sobresaltó a Tannlos.
—Puedes ir, pero no es recomendable… conforme más subes el clima se va poniendo más agresivo como si la montaña no quisiera ser molestada.
Todos aquellos comentarios eran como pequeñas pistas para el prodigio que, sacando sus propias conclusiones bebió el resto de su cerveza con un plan en mente, que tampoco pasó por desapercibido para Tannlos.
.
.
—Anda Toothless… vamos…
Andando por las diversas calles comerciales, Hiccup no dejaba de fastidiar a su amo/ hermano que ignorándolo sólo seguía caminando.
—¡Que no! ¡Ya cállate!
—Vamos, sé que si me dices que no es porque tú también presientes algo ¿no es así?
—Ush… por eso no quería sacarte a pasear… eres como un perro fastidioso sin correa…
—¡Oye! Eso sí… me hirió. —se detuvo Hiccup, sintiéndose despreciado.
Tannlos se detuvo a unos cuantos pasos de él. Lo miró de reojo.
—¿Por qué insistes? Es lo que quiero saber… ¿qué ganas tú con esto?
—Nada, probablemente. —admitió este encogiéndose de hombros. —Sólo busco ayudarte…
—¿Ayudarme? ¿Con qué exactamente? Que yo recuerde no te he pedido este tipo de ayuda.
Hiccup se acercó a él para encararlo.
—Vi tu reacción cuando escuchaste la historia de las reinas Elsa y Ana… es similar a la tuya ¿no?
—No veo que nadie haya traicionado a este reino, esa tipa Elsa de seguro fue una cobarde que no pudo con la responsabilidad de….
Tannlos apretó los labios, incapaz de seguir.
—¿Ves, amigo? Tienes mucho dolor guardado ahí. —señaló su corazón. —¿En serio quieres seguir así?
—¿Qué ganaría si intento algo? —insistió Toothless, negándose a la posibilidad de abrir ese caparazón que se había hecho alrededor de él.
—Probablemente nada. —sinceró Hiccup. —Pero al menos no te quedarás con esa sensación de que no hiciste nada… ¿no lo crees?
El draguman bufó, negándose a ver a su prodigio a los ojos, pero en el fondo, muy en el fondo de su corazón sabía que tenía razón. Una parte ya no quería vivir con dolor, pero tenía mucho miedo, miedo a las represalias de lo que pudiera encontrar más allá de esa montaña nevada.
—¿Toothless?
—Eres como un niño fastidioso. —volvió a bufar, pero ahora sonando más relajado.
Hiccup igual suspiró, sintiéndose ofendido de cierto modo, pero no tanto como con su otro comentario.
—Hiccup, como mi prodigio, te haré caso por esta ocasión, pero conste que si mueres congelado en esa montaña no será mi problema ¿entendido?
El muchacho rio nervioso.
—Resolveré eso… suerte para ti que como draguman no sentirás tanto el frío.
—También tengo mis limites, no te creas… pero creo que puedo con la estúpida montaña…
.
.
.
Al día siguiente, dejando la posada en donde se alojaron y habiendo comprado las provisiones necesarias, Hiccup y Toothless se aventuraron a ir a la montaña, la cual quedaba situada a unos kilómetros al norte del pueblo de Arendelle, pasando por un extenso bosque, así como el lago que el vendedor les había dicho.
Una vez sobrevolando por los alrededores de la montaña, Hiccup y Tannlos se encontraron con el precipitado cambio de temperatura cuando llegaron a una determinada altura, así como con una brusca ventisca la cual conforme siguieron avanzando se volvió más violenta, tanto, que parecía como si los estuviera atacando.
—Esto definitivamente no es normal. —pensó el furia nocturna, evadiendo a cómo podía esos "golpes" de nieve, a la vez que trataba de que su pasajero, el cual estaba cubierto de pies a cabeza por un enorme abrigo, no se le cayera del lomo.
En tanto Hiccup, aunque sentía que se congelaba a pesar de sus abrigos térmicos, trató de serle de utilidad a su amo, aunque lo único que podía hacer era analizar la situación, así como su entorno, algo inútil, desde su perspectiva, hasta que de pronto vio un patrón en aquella inusual ventisca, la cual parecía seguirlos.
—"Pero donde… ¿dónde exactamente?"
Agudizó sus sentidos para tratar de detectar algún tipo de patrón, cuando de repente este llegó en frío, cuando lo sintió más penetrante en su espalda, después en su cabeza, después cerca de su pecho y finalmente en sus pies, repitiéndose una y otra vez como si el frío fuera alguien andando en círculos, y si no se equivocaba, entonces, tenían una oportunidad.
—¡Toothless! — se quitó el abrigo que cubría su nariz y boca
El dragón, viendo la imprudencia de su prodigio comenzó a regañarlo con gruñidos, pidiendo que se volviera a abrigar.
—¡No hay tiempo para eso! —gritó este muy apenas, acercándose a su oreja. —siente el frío, como este se va moviendo en círculos alrededor de nosotros… primero en la espalda, luego cabeza, luego de frente, luego hacia abajo.
El dragón impresionado por la deducción de Hiccup, vio como este teniendo problemas para respirar volvió a abrigarse a como pudo, mientras que él, comenzó a percibir lo que le había dicho, se sentía el frío por todos lados, sí, pero de repente era más en ciertas partes, como le había dicho su prodigio, y teniendo en cuenta este dato, comenzó a reunir una ardiente energía en su boca que pronto ayudó incluso a que Hiccup adquiriera algo de calor, luego, cuando llegó el momento, el príncipe dragón, con un movimiento rápido, apuntó hacia abajo y disparó todo su poder, acertando en algo invisible que pronto cayó en una parte de la montaña y comenzó a hacerse visible entre toda la nieve, al ras que la tormenta se calmaba en esa área.
—Ese es…—admiró asombrado. —Espectro de las nieves…
Un dragón perteneciente a una de las familias de su corte.
Hiccup, igual de asombrado, vio como ese dragón comenzaba a hacerse visible, pero no sólo eso, notó que cerca de él había una mujer de piel blanca como la nieve que también había caído con él.
La había visto en varias pinturas que estaban por todo Arendelle, y también en algunas noticias de sus investigaciones. Era la reina Elsa y todo parecía indicar que ella era la prodigio del espectro de las nieves.
Tannlos sin decir más, descendió junto con Hiccup para confrontarse con los caídos.
La primera en reaccionar fue Elsa, la cual luciendo atemorizada alzó ambas manos, mostrando lo que podía hacer al momento que estas se empezaron a escarchar.
El príncipe dragón le restó importancia, los poderes de los prodigios no tenían efecto sobre él, al menos no como el usurpador de su reino, así que no sintió amenaza alguna, sin embargo…
—¡Hey! ¡Tranquila! —bajó Hiccup de su lomo, quitándose los googles para luego alzar las manos en alto. —Venimos en paz.
El furia bufó, pensando que su prodigio de seguro se sentía como en una película de guerra, algo muy típico de él.
—¿En paz? —repitió la mujer aún a la defensiva, viendo en ciertos segundos a su amo y amigo aun caído por el ataque de ese dragón.
—Sí, reina Elsa. —dio una reverencia —Me llamó Hiccup, y soy un prodigio, como supongo tú también lo eres… y él es Tannlos, —señaló al indiferente dragón que se transformó en el malhumorado joven.
—Así que ya deja eso, no haremos nada. —advirtió.
—Entonces… ¿es cierto? —escuchó Tannlos en los gruñidos que comenzó a emitir el dragón caído.
Ante la asombrada mirada de Hiccup, el espectro de nieves comenzó a tomar la apariencia de un hombre adulto de largo cabello blanco y prominente barba del mismo color, que hacían juego también con su vestimenta blanca, y que al ponerse en pie con algo de dificultad dio una respetuosa reverencia.
—El legítimo rey dragón está aquí.
.
.
.
—Lamento no poder ofrecerte algo más, no somos de tener mucho fuego y cosas calientes por aquí.
Indicó Elsa, señalándole a Hiccup el caldero de donde podía tomar algo de beber.
El tembloroso prodigio, viéndose en una fortaleza interna en la montaña, cubierta de hielo, se apresuró a tomar algo de la bebida, así como permanecer cerca de la fogata que Toothless había encendido por él.
—También disculpa el no poder servirte, como verás… tiendo a congelar todo con sólo tocarlo…
—Descuide, es muy amable y recalco, reina, que no venimos con malas intenciones…
—Entiendo, pero por favor, no me digas reina, ya no lo soy. —respondió esta cabizbaja.
Hiccup bajó su bebida.
—Mhm… yo no lo creo, una vez reina o rey, siempre lo es, o al menos es lo que creo, y es lo que siempre le digo a él…—miró a lo lejos donde su amo platicaba con el draguman espectro de las nieves.
—¿En serio ese muchacho es el legítimo rey de los dragones? —lo observó Elsa con recelo. — "Sneu" se ve más imponente que él.
—Sí, puede ser, pero Toothless… quiero decir Tannlos, es el príncipe dragón, aunque le cueste reconocerlo…
Ambos prodigios siguieron contemplando a sus respectivos amos, tratando de descifrar que era lo que hablaban, después de tanto tiempo de no verse.
.
.
.
—Ha pasado tiempo desde la última vez que te vi, pero sigues viéndote casi igual… no has cambiado mucho. —comentó el nombrado Sneu, viendo al cielo.
—Lo mismo digo, no has cambiado nada. —respondió Tannlos cabizbajo. —¿Y…? ¿Qué estás esperando? ¿Tienes algo que reprocharme?
—¿Reprochar? —se volvió el mayor hacia él.
—Sí, ¿no es obvio? La familia real no fue capaz de proteger a su gente.
—Muchacho, lo que sucedió no fue tu culpa.
Tannlos se sobresaltó, sintiendo una punzada en el pecho.
—Nadie pudo haber previsto lo que pasó, no había antecedentes, nos tomó a todos desprevenidos, y se hizo lo que se pudo en su momento.
—No lo suficiente. —gruñó Tannlos, apretando los dientes.
—Eras más joven en aquel entonces. —se compadeció el mayor. —La responsabilidad en sí no recaía del todo en ti.
—¡Pero desde el momento en que vi a mi padre morir, PASÓ A MI! —gritó exaltado. —¿Y qué hice? —se preguntó así mismo. —Sólo me quedé paralizado, viendo como a cada uno de ustedes…
"¡Taaaaannlos!"
El fugaz recuerdo de una chica tratando de alcanzar su mano se hizo presente en la cabeza del perturbado draguman, que, ido en sus recuerdos, sólo vio como esa chica desaparecía frente a él, lo mismo que le había pasado a esa otra persona muy querida de su pasado.
—Príncipe… príncipe Tannlos. —llamó Sneu, zarandeándolo.
El muchacho despertó de sus pensamientos, borrando las imágenes de su cabeza. Desorientado, se volvió hacia todos lados como si buscara algo, hasta que cayó en cuenta de nuevo en la realidad.
—Maldita sea…—gruñó furibundo.
—No creo que deba perder las esperanzas, príncipe, no dé todo por perdido.
—¿Por qué lo dices? —cuestionó este, aun sobando sus sienes.
—No creo que ese tipo haya eliminado a todos, la prueba, es que aquí estamos ambos.
El joven dragón lo consideró pensativo.
—Puede ser… pero… tú… ¿Cómo sobreviviste?
—Cuando me vi inmerso en el plano de este mundo, y me deshice de los lacayos de ese tipo, anduve vagando por 10 largos años en busca de un refugio que se adaptara a mis condiciones, fue entonces que llegué a aquí, y para mi sorpresa, también fue aquí donde la encontré, a mi prodigio. —contó Sneu, volviéndose hacia donde estaba Elsa
Tannlos también se giró, viendo como esa chica prodigio parecía conversar amenamente con el friolento Hiccup.
—Lo habías buscado por mucho tiempo ¿no?
—Sí, antes del golpe de ese usurpador había pasado años buscándolo, y finalmente lo terminé encontrando aquí. La muchachita tenía sólo 19 años y era reina de este lugar y se hizo mi prodigio cuando intervine en un conflicto que tenía con unos enemigos de otro pequeño reino; sin embargo, una vez derrotados tuvo que dejar todo eso, ya que la habilidad que adquirió le es muy difícil de controlar, casi le causa un daño irreparable a su hermana.
—Mmm… ya veo, entonces han permanecido aquí desde entonces y por eso no ha dejado de nevar en esta montaña. —concluyó Tannlos por sí mismo.
—Así es, es nuestra manera de protegernos y proteger al reino de su hermana.
—¿Y confías en ella?
—Sí, pese a lo pasado, no etiqueto a todos los prodigios con el mismo color. Elsa es noble y buena es como una hija para mí, muy diferente a ese prodigio ambicioso. Supongo que usted piensa lo mismo de su prodigio, ya que de otra forma no estarían aquí los dos.
Tannlos rodó los ojos, esbozando una ligera sonrisa.
—Hiccup es un fastidio, pero supongo que sí. Ha estado conmigo desde ¡20 años! Desde muy niño…
.
.
.
—Achuu…—estornudó Hiccup ruidosamente.
—¿Seguro que estás bien?
—Sí, aunque creo que necesito más de esta bebida. —señaló el tarro vacío.
—Adelante. —concedió Elsa, viendo como su invitado se servía más de la bebida caliente.
—¿Y Reina Elsa? ¿cuál es el alcance de tu habilidad? Es decir, ¿puedes congelar cualquier cosa con solo tocarlo?
—Algo así. —se miró esta las manos escarchadas. —Más de lo que quisiera…
—Es decir que… ¿no es controlable?
—Así es. Todo lo que toco con mis manos se congela, es por eso que me vi en la necesidad de alejarme de mi familia, casi congelo a mi hermana, y he vivido con ese temor desde entonces. No quiero hacerle daño a nadie, Sneu ha tratado de ayudarme, pero ha sido imposible.
—Mmm… ya veo. —analizó Hiccup pensativo, dejando el tarro, por un lado —Si me permite decirle algo, reina Elsa…—se acercó un paso a ella.
—¿Sí? —se alejó esta un paso instintivamente.
—Usted es muy bonita.
—¿eh? —la reina sintió sus mejillas arder, algo muy extraño en ella.
Mientras que, desde el umbral del refugio, las pálidas orejas del hombre mayor se exaltaron al escuchar dicho cumplido, a su perspectiva, llena de extrañas intenciones.
—Sí. — la tomó Hiccup de las manos. —Pero muy insegura…—agregó soltándola rápidamente.
—¿eh?
Entonces el encanto terminó, Elsa sintió como sus manos se escarchaban, pero a la vez tuvo la sensación de calor de las manos de ese prodigio contra las suyas, por una fracción de segundos.
—¡Eh! ¡muchacho tonto! ¿Qué crees que haces? —reclamó Sneu, después de ver aquel atrevimiento.
—¿Qué quieres terminar como una estatua de hielo? —regañó también Tannlos; sin creer lo que el atrevido de su prodigio había hecho.
—Sólo quería comprobar una teoría. —rio este. —Lo sintió ¿no, reina Elsa?
La incrédula chica asintió asombrada.
—Pude sentir su calor por una fracción de segundos, pero ¿cómo?
—Creo que tu habilidad está muy ligada a tus emociones, si estás pensando todo el tiempo en que congelarás a todo el mundo así pasará, pero si trabajas en eso, te relajas un poco, puede ser que llegues a controlar ese poder a voluntad.
—Bueno… no parece tan tonto. —reconoció Sneu. —Pero chico, hemos trabajado en eso, y no hemos conseguido nada.
—Tal vez deban de trabajarlo de otra manera. —guiñó Hiccup el ojo, haciendo que la reina se enrojeciera de nuevo.
—¿Estás coqueteando? —reprendió Tannlos, dándole un golpe en la cabeza.
—¡Ay, no! pero bueno… igual si pienso que es bonita…
—Ay, ya… mejor ya vámonos, o se te congelarán las ideas.
Tomándolo del cuello, Tannlos comenzó a arrastrar a su prodigio a la salida.
—Buen Sneu… Elsa. —nombró, dando una pequeña reverencia con la cabeza. —Nos retiramos y confíen en que no le diremos a nadie sobre su ubicación, ustedes sabrán… cuando salir de nuevo. —agregó con un poco de melancolía.
—Gracias, príncipe. —se arrodilló Sneu y Elsa lo imitó haciendo una reverencia baja, para luego despedirse de la mano del confundido Hiccup que seguía siendo arrastrado por su "hermano mayor" hacia la salida.
—¿Qué fue eso?
Tannlos lo soltó y resopló.
—Que tenías razón.
—¿eh? ¿En qué?
—Hay más como yo allá afuera. —contó con un poco de temor. —Y Sneu me dijo que en las últimas semanas ha sentido algo de movilización de energías como las que emitimos tanto nosotros los draguman como los prodigios.
—¿En serio? ¿Y eso que significa? ¿Iremos a averiguar?
El príncipe volvió a resoplar inseguro, pero asintió.
—Un lugar más. —aclaró alzando sólo un dedo. —sólo uno y ya…
—¡Excelente! ¿A dónde iremos?
—no sé, dime tú… Sneu me dijo que la movilización de energías se sintió hacia allá. —señaló al oeste.
Hiccup buscó en su mapa mental lo que había en esa dirección.
—¡Ya sé! Por ese lado está DunBroch.
Continuará.
Notes:
Notas de autora:
Se viene el siguiente pequeño crossover.
No es una historia Hiccelsa, solo aclaración. XD
Nuestra querida astrid creo que hará su introducción como en el capítulo 5 o 6
Chapter 5: Cobarde
Chapter Text
El camino a Dunbroch resultó estar más retirado de lo que pensó el furia nocturna, tanto, que en un punto del camino se vio en la necesidad de detenerse en la primera ciudad que encontró para descansar.
Arcadia, era el curioso nombre de ese lugar.
Hiccup, una vez que salió del sitio de descanso en busca de algunos víveres, se enteró sobre ciertas cosas que se decían sobre ese lugar. Desde extraños relatos sobre trolls que salían de noche y comían gatos, alienígenas que andaban entre ellos y hasta magos que hacían y deshacían a su antojo por los alrededores.
Cuando le contó sobre todo a esto a su amigo, este optó por ignorarlo y tacharlo de ingenuo, más lo que no le dijo es que en efecto en ese sitio se percibía un aura un tanto extraña y por supuesto que se sintió vigilado en cuanto llegaron, pero nada que ver con los de su especie.
Al día siguiente, de camino a un lugar apartado para despegar rumbo a su destino, Hiccup, confiado en que esos relatos eran ciertos, se mantuvo observando con detalle cada rincón, cada objeto e incluso personas, en busca de los dichosos trolls, alienígenas o hechiceros; sin embargo, una vez que encontraron un sitio adecuado para volar, el prodigio se dio por vencido y no le quedo de otra más que irse con su amo.
—Ufff… eso estuvo cerca. —murmuró una voz entre las sombras, viendo como el dragón y aquel muchacho se alejaban de su ciudad.
—Muy cerca, Maese Jim, aunque yo creo que ese dragón si se dio cuenta de nuestra presencia, pero optó por ignorarnos.
—Lo sé, y creo que fue lo mejor, que no vinieran aquí a causar más problemas. —determinó el joven troll, cargando una gran espada con él. —En fin, ya se fueron, volvamos a lo nuestro, Blinky.
.
.
Horas más tarde, después de cruzar algunos kilómetros de océano; Dragón y prodigio llegaron a su destino.
Al sobrevolar desde lo más alto percibieron que Dunbroch tal como Arendelle conservaba ese estilo medieval y pueblerino al juzgar su arquitectura e incluso un castillo que era lo más llamativo de todo ese lugar.
Tal como en los otros sitios que habían estado, los viajeros pretendieron descender en una zona libre de personas, para luego dirigirse al pueblo.
—Mira allá, Toothless… parece un campo de tiro abandonado. —señaló Hiccup un área despejada de arboles en medio del bosque.
Considerando que era un buen lugar para descender, el dragón comenzó a bajar hasta que su instinto detectó el peligro y con un rápido movimiento, golpeó con un ala un objeto que en apariencia había sido dirigido a su prodigio, el cual confundido, casi se cae de su lomo por el brusco movimiento.
—Toothless… qué…
No le dio tiempo de reclamar a Hiccup, puesto que su amigo de nuevo se movió con brusquedad para golpear algo con su cola. Cuando captó lo que pasaba, vio que varias flechas se dirigían en su contra.
—Pero… ¿qué…
—“Es un prodigio”. —gruñó Toothless, encontrando el punto de donde estaban saliendo todas esas flechas.
Sin pensarlo demasiado, redirigió unos de sus ataques a dicho sitio para acabar con aquel entrometido; sin embargo, cuando disparó su plasma, una bola de fuego chocó con su ataque.
—“Ya salió el dragón”
Más eso no detuvo al príncipe y aplicando el doble de su poder, disparó una plasma aún más poderosa que la anterior y que sobrepasó a la nueva bola de fuego que trató de hacerle frente.
Enseguida unos gritos, así como una inevitable caída fueron visibles para el par de viajeros que vieron que en efecto se trataba de un enorme dragón que, en su último instante, sostuvo a una chica de cabello rojizo alborotado antes de caer con pesadez al suelo.
—Creo que te pasaste. —opinó Hiccup, temeroso de que su amigo les hubiera hecho daño.
El dragón resopló como si no le importara; sin embargo, era todo lo contrario y más cuando reconoció a ese dragón, otro miembro de su corte, alguien a quien se le conocía como el soldado Bufalord.
De manera tranquila descendió hasta donde estaban los caídos, y tal como había pasado con Elsa, la joven de cabello alborotado también se puso a la defensiva y los amenazó con un arco y una flecha.
—No se atrevan a acercarse o juro que ahora no fallaré.
—Tranquila, no queremos lastimarlos. —anunció Hiccup, bajando del dragón.
—Ah, ¿sí? ¿Y por eso dejaron a “Buffy” ¡así!? —señaló la joven con desdén.
—Calma Mérida… —gruñó este en respuesta, transformándose en un hombre enorme y robusto que aparentaba al menos unos 50 años. —No creí vivir tanto para este momento, para ver de nuevo al legitimo rey Dragón.
Reverenció al dragón de color negro que, después de saberse reconocido, cambió también a su apariencia de humano y saludó con un pequeño asentamiento de cabeza.
—¡¿Qué?! ¿El rey dragón?! —exclamó la joven más escandalosa. —¡¿Y tú?! ¿Eres acaso su prodigio?
—Sí. —respondió el joven. —Él es Tannlos. —presentó al silencioso draguman. —Y yo soy Hiccup.
.
.
.
Después de la sorpresa inicial, tal como había pasado en Arendelle con el espectro de las nieves, el soldado Bufalord le solicitó al legitimo heredero hablar con él en privado.
Toothless se mostraba silencioso, en espera del reclamo, puesto que, a diferencia de Sneu, el soldado Bufalord había sido en su momento un orgulloso guerrero y también parte del concejo de la familia real.
—Así que estuviste vivo todo este tiempo.
—Sí.
—Ocultándote con tu prodigio.
—Sí.
—¿Tienes idea de lo que ha pasado con nuestro mundo?
—No. —susurró este, casi inaudible.
—“Drago”, ese maldito prodigio, se hizo de nuestro mundo, tomó tu lugar en la corona, mató a su amo, al gran consejero Bewilderbeast, y comenzó a esclavizar a los nuestros, como si fuéramos animales, y mientras todo esto pasaba ¿dónde estabas? ¿Dónde estaban los furia nocturna?
—No… tengo… palabras… —respondió Tannlos titubeante. —Sé que todo esto que pasó…. no
—¿Sabes que genialidad se le acaba de ocurrir a ese rey usurpador? —reclamó el hombre, tal como un padre estricto.
Tannlos tragó saliva, temeroso de preguntar.
—Una competencia…
—¿Eh? ¿Competencia?
—Parece que el maldito ya se aburrió de las cacerías así que se apareció frente a muchos, haciéndoles una invitación.
—¿Invitación? pero… ¿cómo?
—Tan encerrado has estado en tu burbujita que parece que no te has dado por enterado que ese maldito nos tiene a muchos bien localizados, no hemos podido pasar por desapercibido como ¡tú!
El joven apretó puños y dientes, sintiéndose juzgado, pero a la vez impotente por no haber podido hacer nada en el pasado.
—Ya dime… ¿qué es lo que está haciendo ese estúpido ahora?
El viejo draguman sonrió de lado, viendo de reojo el coraje infantil del legítimo heredero.
—Ese maldito… ha iniciado una competencia entre prodigios, parece que no satisfecho de vencer dragones quiere ver qué tal son los de su especie, pero eso es lo de menos, lo interesante es que… quien sea el amo dragón del mejor prodigio, tendrá derecho de enfrentarse a él por el trono y también, supuestamente, se le concederá el deseo que quiera.
—¡¿Qué?! ¿Y cómo mierdas se supone que se determinará cuál es el mejor prodigio?
.
.
—Con esto…
Le mostró Mérida a Hiccup, una preciosa perla de color rosa que tenía sobre la palma de su mano.
Después de alejarse para dejar a los draguman hablar, Hiccup y Mérida platicaron sus experiencias como prodigios.
Hiccup se enteró que la habilidad de Mérida era en sí tener una vista sorprendente, que le ayudaba a tener una puntería precisa con cualquier arma que se le diera, pero no sólo eso, también, tal como le había pasado a Elsa y a él, tuvo que dejar a su familia por el inminente peligro que conllevaba ser el prodigio de un dragón.
La diferencia con Elsa era que Mérida era más rebelde en cierto sentido y le confió en secreto que su amo también solía perder la paciencia con ella, en especial cuando no se quedaba quieta, motivo por el cual, fueron detectados por el enemigo, quien lejos de atacarlos les hizo esa extraña invitación a la competencia.
—Al principio Buffy no quiso, pero yo ¡INSISTÍ, INSISTÍ, INSISTÍ! Le dije: Buffy, podemos ganar esto… yo te consigo las perlas que se requieren, tú vences a ese usurpador y ¡pum! Te conviertes en el nuevo rey dragón, en el rey de Drakenverden, en lugar de esperar a esos miedosos furias nocturnas y… ¡Ay!
Se giró, viendo la cara de espanto que tenía Hiccup, en especial por como se expresó de su amigo.
—ay, lo siento… pero da lo mismo, es lo que piensa mi amo del tuyo…
—Toothless, ha pasado por mucho… él… creo que está confundido. —trató de defender Hiccup.
—Pues la confusión ya le duró mucho, eso no es de un rey, es de un cobarde…
—Mejor cambiemos de tema. —pidió el muchacho, sintiéndose incómodo. —Mejor dime… ¿cómo es eso de los requisitos? ¿qué pide está competencia?
—A cada uno de los que aceptaron la invitación se les proporcionó 50 perlas que puedes apostar como quieras y quien sea capaz de juntar 2000 perlas será quien se lleve el título del mejor prodigio. —respondió Mérida, dándole su perla. —y, por ende, digamos ese es el pase para que un Draguman, como me dijiste que los llamas, tengan derecho a pelear por el trono.
—Wow… ya veo… —observó el prodigio la perla con detalle, viendo el inusual tinte color interior que le daba esa tonalidad rosada. —¿Y están participando?
—Estaba.
.
.
.
—¿Estabas? —repitió Tannlos.
—Sí, la dejé… Mérida ni yo tuvimos oportunidad.
—¿Por qué? ¿Qué pasó?
—Oh… príncipe dragón, no tienes idea de la gran movilización que causó Drago con su competencia, hizo que muchos salieran de su escondite, incluso esos ambiciosos que también deseaban poder incluso antes que ese usurpador, y también creo, no… más bien, estoy seguro de que a muchos conocidos ha hecho salir de sus escondites, y tienen unos prodigios que superan en habilidades a los nuestros.
Tannlos frunció el entrecejo, con cierto detalle rondándole la cabeza.
—¿Dijiste conocidos? ¿quién?
El Bufalord lo miró de reojo.
—¿en serio no te das alguna idea de quienes pueden ser? ¿De “quién” puede ser?
—No… —musitó este asustado, negando con la cabeza, pensando en ciertos dragones, incluida ella. —murieron durante el golpe de estado, tal como aquella vez…
Nuevamente aquellos recuerdos de esa persona tratando de alcanzar su mano y luego esa otra gritando su nombre lo envolvieron.
—Yo no estaría tan seguro, mi príncipe, me pareció sentir su presencia,
—No… imposible.
—Y sí ella está, creo que confío más que pueda hacer algo en lugar de ti, que por lo que veo, te has convertido en todo un cobarde.
Tannlos resopló furioso.
.
.
.
—Ya había juntado 200 perlas, pero un día se apareció esta tipa y ¡Pum! Todo se fue al demonio, sólo me quedó esa perla y por supuesto me quitó el ánimo de seguir compitiendo.
—¿Qué tipa? ¿Qué hizo?
Mérida bufó molesta.
—No tienes idea Hiccup, tu habilidad y mi habilidad no se comparaban con los de esa maldita rubia engreída, no sé cómo describir lo que pasó, pero no tuvo piedad… fue bastante violenta ni qué decir de su ama, otra desconsiderada que no se apiado de Buffy cuando intentó defenderme.
—Mierda… suena a que es una competencia bastante feroz.
—Como no tienes idea, en fin, como te digo ya no me interesa nada de eso, ahora Buffy y yo nos dedicaremos a escondernos… quédate con esa perla si quieres, no me interesa.
—¿En serio? Te lo agradezco, justo te iba a decir que si me la podía quedar para investigar sobre esto que me has contado.
—Adelante, no tengo problemas…
—¡HIIICCUUP!
Irrumpió el irritado grito del furia nocturna.
El prodigio, desde donde estaba vio que tan furioso estaba y más al ver como se convertía en un dragón que sacaba humo de sus fosas nasales.
Hiccup guardó rápidamente la perla en su bolsillo.
—Demonios, creo que esto no terminó bien, aquí nos despedimos… creo… fue un placer conocerte, creo que eres muy bonita y Ahhh….
Ya no le dio tiempo de despedirse al prodigio pues se vio obligado a irse, cuando el mismo Toothless lo embistió para colocarlo sobre su lomo.
Mérida sólo alcanzó a ver como esos dos se alejaban de su campo de tiro, mientras que el soldado Bufalord se acercaba con lentitud a ella.
—¿Quedo hecho lo que te pedí? —preguntó.
Mérida bajó la cabeza, con cierto arrepentimiento.
—Sí, no hubo problema.
—Es lo mejor… —determinó el soldado. —Ese muchacho debe hacer algo, es su deber.
—¡Oigaaaan! Ustedes ¿qué hacen ahí? ¡llevamos esperándolos mucho! ¡La comida ya se enfrió! —anunció una regordeta muchacha, acompañada de otro regordete que llevaba algunas cuantas provisiones entre sus manos.
—Luggy y Fishlegs… —se volvió el Bufalord hacia ellos. —¿a qué no adivinas quién vino a visitarnos?
Tanto la muchachita como el joven que era su prodigio se miraron entre sí, intrigados por saber quién se había aparecido en su lugar de escondite.
.
.
Después de haber volado por horas sin detenerse a descansar, Tannlos y Hiccup llegaron a los limites de Berk, donde lo primero que hizo el príncipe dragón fue quitarse a su prodigio de encima para comenzar a derrumbar a cuanto árbol se le pusiera enfrente, con un rencor tal, que parecía que podía destruir todo un bosque de lo furioso que estaba.
—Toothless, trata de tranquilizarte… ¡¿qué es lo que pasa?!
El dragón se convirtió en humano.
—¡Por eso no quería salir! ¡todo esto fue un error! ¡Se acabaron las malditas salidas! ¡No quiero saber nada de nadie!
—amigo… ¿qué? pero… Toothless…
Lo siguió Hiccup pues Tannlos comenzó a andar en dirección a donde estaba los límites del bosque con la ciudad, y así anduvieron sin parar rumbo a donde ambos vivían.
El mayor seguía sin dirigirle la palabra al menor, a pesar de los intentos de este por calmar su furia.
—Toothless, amigo, vamos… no pudo ser tan malo, ¿qué te dijo ese draguman para que te pusieras así?
—¡Ya deja de fastidiar, Hiccup! No tienes la menor idea de lo que está pasando y lo mejor es que nos ocultemos, tal como estábamos.
—Toothless, no, por favor… no creo que esa sea la respuesta.
—Ushhh… a pesar de tu habilidad no sabes nada.
—¿y por qué será? —replicó este con cierto reproche.
—Porque eres un inmaduro. —lo contradijo el mayor.
—¿Y por qué será? —repitió. —La madurez se adquiere viviendo experiencias, ¿cómo pretendas que tenga experiencia en cosas si quieres mantenerme encerrado?
—Ya deja de cuestionarme y ¡obedece!
—¡No! ¡hasta que me digas!
—¡Son cosas de las que no sabes nada y duelen! —riñó, llevándose la mano al pecho, ignorando a los transeúntes que veían la discusión con total indiferencia.
Ese simple movimiento le causó cierto ruido a Hiccup.
—¿Estabas enamorado?
Toothless se sobresaltó, pasando de la ira al entumecimiento que llegó con una tintura rojiza que se hizo visible en sus mejillas.
—¡Cállate! —riñó titubeante.
—Eso es… —concluyó Hiccup sonriente. —Estabas enamorado, a ese ser… le pasó algo durante el ataque a tu reino. —musitó. — y ahora… por eso… te sientes así.
—¡Qué te calles! ¡No sabes de lo que hablas! ¡No sabes lo que se siente!
—Pues Ilústrame… —lo retó
—¿Ilustrar qué, idiota?!
—Dime, al menos… ¿cómo es?
—¡¿Qué?! ¿Estar enamorado? —se burló este.
Hiccup apenas iba a replicar pues no era eso a lo que se estaba refiriendo; sin embargo…
—Mira tonto, estar enamorado… ¡es como si una brillante luz apareciera por delante de ti y TE CEGARA LOS MALDITOS OJOS.!
Dicho aquello, Toothless se giró para continuar, pero en eso, una destellante luz lo cegó por unos breves segundos y cuando fue capaz de abrir los ojos, la vio.
Del otro lado de la calle, una joven con una expresión llena de indiferencia lo observaba, tal fue el shock en Tannlos que dejó caer su mandíbula con sorpresa, incapaz de moverse hasta que vio como aquella mujer, dejó caer discretamente algo y se dio media vuelta para retirarse.
Fue en ese momento que sintió la necesidad de moverse; sin embargo, antes de que pudiera cruzar, un montón de autos se atravesaron en su camino.
—Hey…. ¿qué tienes? ¿Te encuentras bien?
Escuchó varios murmureos por detrás de él; sin embargo, el príncipe los ignoró, tratando de divisar a donde se había ido aquella mujer, hasta que alguien lo llamó tomándolo por el hombro.
—¡Ay, ¡¿qué quiere?! —reclamó al individuo que osó a tocarlo.
—Ah… lo siento. —se disculpó el hombre. —Pero… ¿no venías tú con él? —señaló a quien estaba de rodillas en el suelo, rodeado de otras personas.
—¿Hiccup?... —musitó asustado, acudiendo con su prodigio. —¿qué tienes?
—No sé… —gruñó este adolorido. —El ruido… comenzó a molestarme, me duele la cabeza…
—¿La cabeza?
Tratando de comprender lo que pasaba, Tannlos ayudó a Hiccup a sostenerse al ras que veía hacia donde había visto a esa chica.
A esa persona de su pasado.
.
.
Mientras tanto, en la azotea de unos locales comerciales, la misteriosa chica se reunió con otra que miraba atentamente hacia dónde estaban esos dos.
—Te dije que sólo le dieras una probadita de tus habilidades y parece que le provocaste una jaqueca a ese chico, que malvada eres.
La joven hizo unas señas con sus manos.
—por supuesto que sí, Astrid, no quiero que tengas piedad con ese prodigio… ¿entendido?
La chica asintió sin mostrar nada en su rostro y con más señas de manos le respondió a su ama:
“Como ordenes, Stormfly”
Continuará.
Chapter Text
Dunbroch
—¡ ¡ ¡ ¿Qué hiciste qué? ! ! ! —exclamó la regordeta muchacha, con tal exageración que golpeó por accidente a su prodigio haciendo que a este se le cayera lo que sostenía entre sus brazos.
El soldado Buffalord rio, mirando al cielo.
—Ya era hora de que esos dos se encontraran, Luggy —explicó, mientras avanzaba en dirección a donde estaba su refugio.
—Pero… pero… ¡Stormfly lo hará trizas y su violenta prodigio…!
—Hará puré a ese chico. —completó Mérida enseriada.
—No importa. Esos dos tienen dos opciones: Morir o hacerse más fuertes.
—No, no… no puedo permitir eso. ¡Iré a advertirles! —replicó la nombrada Luggy decidida.
—Haz lo que quieras, tal vez sea hora de que tú también salgas de la cueva… tratar de hacer algo también y no dejarle todo a los viejos como yo.
La joven se transformó en un rechoncho dragón y vio con decepción a su superior, comprendiendo de alguna forma que siempre había sido un estorbo para él.
—No sé preocupe, haré lo que esté en mis garras. ¡Vamos, Fishlegs! —
—Eh… pero… la comida… —respondió este, comprendiendo lo que su ama le decía entre gruñidos
—¡olvídate de eso! ¡Tenemos una misión!
Al joven no le quedó de otra más que obedecer y montar al dragón, el cual a pesar de su complexión se elevó ágilmente en las alturas para luego ir hacia un nuevo rumbo.
—¿Crees que estuvo bien eso, Buffy? No es que dude de las habilidades de Luggy, pero Fishlegs no es que haya obtenido un buen poder como prodigio.
—Sólo es cosa de que presionen a ese muchacho al extremo para que saque esa extraña habilidad. No te preocupes, si el príncipe ve que más dragones se unen a su causa probablemente salga de esa confusión en la que se encuentra.
—¿Y que hay de ella y esa prodigio violenta que tiene?
—Ese es arroz de otro costal, espero que el príncipe pueda con Stormfly y ese chico Hiccup… que los dioses dragones lo ayuden, lo va a necesitar.
.
.
—Luggy… no llores… no creo que Buffy piense que eres una carga.
Consolaba un tímido Fishlegs a su dragona amiga que, volando en lo alto del cielo, no dejaba de emitir pequeños gruñidos tristes.
—Por cierto… ¿sabes a dónde vamos?
En ese momento el dragón paró el movimiento, así como el lloriqueo y se mantuvo en su sitio agitando sus pequeñas alas. Gruñó.
“No tengo la menor idea de a dónde se fue el príncipe.”
.
.
.
Berk
La multitud seguía alrededor de Hiccup y Tannlos, viendo como este primero trataba de controlar lo que aparentaba ser una dolorosa migraña, mientras que el segundo trataba de sostenerlo a la vez de que trataba de ver entre el gentío el área en donde había visto a esa persona de su pasado.
—¿Por qué? ¿Por qué?
Gruñía entre dientes y sin poder contener más la curiosidad, dejó a Hiccup a cargo de las personas para ir a averiguarlo.
Cruzó la calle cuando tuvo oportunidad, pero del otro lado ya no había nadie, o más bien ya no estaba ella, más lo que alcanzó a ver que había arrojado al suelo seguía donde mismo.
Era un pedazo de papel hecho bola de una propaganda, que ofrecía un espectáculo circense, teatral y musical, todo lo que se pudiera imaginar y que garantizaba entretenimiento de calidad.
Las imágenes en el papel de acróbatas y cantantes, así como el aparente maestro de ceremonias se le hizo de lo más ridículo; sin embargo, también lo percibió como una pista, una pista de que era probable que esa persona estuviera ahí.
Sin más, se regresó a donde Hiccup aguardaba, para cuando llegó con él, el dolor se le había pasado al prodigio lo suficiente para que ambos pudieran seguir el camino a donde estaba su departamento.
.
.
.
—Entonces…. ¿quieres ir a ese lugar sólo porque fue lo único que dejó esa chica como pista? —cuestionó Hiccup, andando escaleras arriba.
—Lo sé, es ridículo… pero…
A la cabeza de Tannlos llegaron de nuevo las imágenes de esa persona, viéndolo de manera indiferente al mismo tiempo que dejaba caer esa pista, para luego ser reemplazada fugazmente por una versión más juvenil y asustadiza de ella y quien suplicante y llorosa trataba de alcanzar su mano.
Se sacudió. Odiaba esas memorias que seguían atormentándolo.
—Tranquilo, amigo… prometo que investigaré y buscaré la forma de ir a ese lugar. —consoló Hiccup, aun aturdido. —Aunque es la primera vez que escuchó de ese espectáculo, probablemente se instaló durante estos días que estuvimos ausentes.
—Quien sabe, pero haz lo posible, tenemos que ir…
—¡Ah! Pero miren quienes regresaron, los hermanos Haddock.
Escucharon ambos varones tan pronto llegaron al pasillo que correspondía a su piso.
Era el vecino Nero, que tan animado como siempre, cerraba la puerta de su departamento con llave.
—Nero… Hola, ¿cómo has estado?
—Muy bien, ¿y ustedes qué tal? ¿Qué tal el viaje?
—Mmm… no estuvo mal. —respondió Tannlos con amargura, deseoso por terminar rápido con la conversación para seguir con lo que de verdad le importaba.
—Fue divertido. —complementó Hiccup para apaciguar la descortesía de su falso hermano.
—¿Sí? Bueno… que bien que están de regreso y… ¡oye! ¡¿También van a ir? —señaló lo que Tannlos tenía en manos.
El draguman gruñó, irritado de que su vecino fuera tan metiche.
—En realidad… nos encontramos con la propaganda en nuestro correo, pero, sí… parece interesante. —acomodó Hiccup con una sonrisita nerviosa.
—Yo les recomendaría comprar sus boletos de inmediato. Se dice que tienen mucha demanda y ¡ya lo creo! Si ahí está ella… —suspiró Nero enamorado.
—¿Quién?
—La chica más hermosa y talentosa que me encontrado en la vida.
Tannlos rodó los ojos, percibiendo que su vecino era demasiado ridículo.
—¿Quién? —curioseó Hiccup.
—Ah, no hermano… mejor no te digo, o de seguro te enamoras de ella. —rio Nero. —No, ya… bromeo… te la puedo presentar, hoy, en el espectáculo que darán esta noche… tengo un boleto extra.
—¡¿en serio?! —se sobresaltó Hiccup emocionado.
—Pero ¿no dijiste que tenían mucha demanda o algo así? —cuestionó Tannlos confundido.
—Y la tienen. Esos boletos me los gané en una trivia. —confesó el vecino avergonzado. —No pude conseguir en línea; así que me propuse a participar en cuanto evento hubiera en redes sociales y logré ganarme esos dos, y el que me sobra te lo puedo vender Hiccup si quieres, o tú, Tannlos.
—Ushh… que tontería. —gruñó el mayor, entrando a su respectivo departamento. —No me interesa, pero tú, Hiccup… cómpraselo a tu amiguito si quieres.
—Ya se amargó. —rio Hiccup. —Pero gracias, Nero… creo que primero buscaré los boletos en línea para llevar a Tannlos que, aunque diga que no quiere ir, de seguro que es todo lo contrario.
—Como quieras, a mi qué más me da, lo único que me interesa es verla de nuevo a ella.
—¿Ella? —volvió a curiosear Hiccup.
—Sí, ya te dije… ahora está con esta compañía de artistas, pero ya la he visto actuar en solitario y Hiccup. —suspiró embobado. —en serio, qué daría lo que fuera por poder conocerla en persona, es decir, ya sabes…
—Sí, la fantasía de todo fan con su artista favorita.
—¡Oye!
—Nos vemos Nero. —se despidió Hiccup, cortando la comunicación. —Que te diviertas esta noche.
—Seguro, y si cambias de opinión, ya sabes...
—Sí, claro…
Terminando la conversación, Hiccup entró al departamento en donde un malhumorado Tannlos lo esperaba.
—Como habla ese tipo, pensé que nunca se callaría.
—Je, lo sé… pero es un soñador empedernido. En fin, sigamos en lo nuestro y veamos si es cierto que esas entradas son difíciles de conseguir.
Posicionándose en su puesto de trabajo, Hiccup indagó en el internet en busca de las dichosas entradas y… cuando encontró el sitio en donde podía conseguirlos:
—¡Que mierda! ¡¡Están llenos!
—¡¿qué?!
Se acercó Tannlos a ver, encontrándose con que, en efecto, ese “magistral” espectáculo tenía lleno sus espacios para los próximos dos meses.
—¿Y ahora qué, Toothless? ¿qué quieres hacer?
—Creo que no queda de otra que…
.
.
Acto seguido, Tannlos, transformado en dragón se las ingenió para entrar al departamento del vecino, para después seguir con la segunda fase del plan: hurtar los boletos que se había ganado.
.
.
.
—Esto no es correcto. —reprendió Hiccup, cuando vio que su amo se salió con la suya.
—Es por el bien de esta misión, ¿no que debía enfrentarme con el pasado? Esto me ayudará. —disintió Tannlos señalándole las entradas que recién había hurtado.
Hiccup resopló, y como prodigio no le quedó de otra más que seguir a su amo, a la vez que se imaginaba que el pobre de Nero se volvería loco buscando los boletos en todo su departamento, sin imaginarse lo que realmente había pasado con estos.
.
.
Llegada la hora, ambos hermanos ya se encontraban frente a la enorme carpa de circo que se había instalado en medio del parque más grande de la ciudad.
A Hiccup se le hizo de lo más espectacular: las luces, el brillo, la ambientación en el exterior que había. La gente, staff y vendedores ambulantes, todos parecían muy animados.
El único que como siempre desentonaba era Tannlos, que con la mirada fiera trataba de dar con esa chica entre la multitud; sin embargo, con el tiempo en su contra no fue capaz de dar con ella, así que ingresó a la carpa con la esperanza de poder verla ahí, aunque para nada se la imaginaba como parte del staff de los artistas.
.
.
—¿Qué clase de concurso habrá ganado Nero? Estos son buenísimos asientos. —comentó Hiccup cuando encontraron sus respectivas butacas, a sólo cinco filas atrás de donde estaba el enorme escenario.
Tannlos no le prestó atención y siguió con su búsqueda personal que se vio entorpecida al momento que las luces se apagaron para dar inicio al espectáculo.
Tanto Hiccup y él se pusieron un poco nerviosos, en especial cuando el maestro de ceremonias, un curioso hombre de barba rojiza hizo acto de presencia.
—¡Querido público! —exclamó con elocuencia. —¡Sean bienvenidos al mejor espectáculo que sus ojos verán! ¡Sean bienvenidos al teatro de las estrellas!
Dicho aquello, las luces se apagaron por completo, dejando todo sumido en la oscuridad, creando así una sensación de expectación por parte de los presentes que sintieron las llamadas “ñañaras”, cuando el retumbar de unos instrumentos sacudieron a todo el escenario, así como unas voces que empezaron a cantar a coro.
De poco a poco las luces comenzaron a encenderse, mostrando al público lo que les deparaba en las próximas horas de espectáculo.
Un montón de artistas que, al ritmo de su maestro de ceremonias, comenzaron a mostrar un sinfín de habilidades, y también sus mejores pasos de baile.
Hiccup estaba atónito, ante él todo era una mezcla de luces, melodías, movimientos por doquier, y debido a su habilidad se le hacía no imposible captar cada mínimo detalles.
Por ejemplo, lo atractiva que era la chica de negro de ojos verdes que en un momento acompañó al maestro en su canto y baile, aunque no parecían ser pareja, más bien por lo que vio concluyó que podían ser familiares, además del aparente coqueteo que se traía con otro de los cantantes.
También notó a una chica de cabello negro y mechas rojizas con unos increíbles atributos físicos que saltaba de un lado a otro en los trampolines, le pareció increíble.
Ni que decir de una chica rubia y ojos azules que andaba de un lado a otro patinando y haciendo acrobacias a la vez, junto con otros patinadores, entre estos un tipo de cabello negro que daba la apariencia que quería sobresalir entre la multitud.
Y así como ese tipo, muchos más, chicas y chicos por igual, unos que cantaban y otros que tocaban instrumentos y hacían acrobacias a la vez, como esa chica de cabello rosado que tocaba el violín en lo mas alto, sólo sostenida por un par de enormes listones y…
La jaqueca, de nuevo.
Hiccup se llevó las manos a la cabeza, sintiendo que esta le estallaría con tanto ruido a su alrededor y no entendía el motivo, si estaba acostumbrado a escuchar la música a todo volumen.
Tannlos por otro lado, ajeno al dolor que comenzaba a sentir su prodigio no pudo dar con esa persona entre el montón de gente que había salido a actuar en la presentación. Gruñó enfurecido, pensando que esa persona de alguna forma estaba jugando con él y su paciencia.
La presentación terminó y con la música silenciada Hiccup dejó de sentir aquel dolor. Respiró hondo, esperando que lo que le había pasado no se repitiera de manera que pudiera estar atento al espectáculo, y por supuesto, ayudar a su desinteresado amo en lo que requiriera.
.
.
El espectáculo siguió su curso, entre actos de acrobacias de hombres, algunas payasadas y demostraciones de magia que tenían al público enganchado y también encantado, y que más se emocionó cuando el maestro de ceremonias dio introducción a lo que parecía ser una sección especial y la cual era protagonizado por un grupo de varias chicas a las cuales denominaban las adelfas azules.
Hiccup al ver al grupo, no pudo evitar pensar que todas esas mujeres eran bellísimas, notando que la que era evidente protagonista era la chica de largo cabello negro, seguida de la que tenía las mechas rojizas, pues eran las principales cantantes, y así lo hicieron ver cuando cada una interpretó una canción que maravilló a los presentes con sus voces y complicados pasos de baile.
.
.
—Mierda… ¿dónde estará? —gruñó Tannlos, cuando de nuevo la música y el espectáculo se silenciaron por un breve momento para preparar todo para el siguiente acto.
—¿Nada? —preguntó Hiccup preocupado por la estabilidad de su amigo, que para nada se permitía de disfrutar del espectáculo.
Sin embargo, antes de que el draguman le pudiera responder, las luces se apagaron dando inicio con una melodía que, a diferencias de las anteriores, sonaba más seria.
“¿Qué estás dispuesto a perder?”
La primera línea de la canción alteró los sentidos de Tannlos que, de alguna forma sintió como si aquella voz fuera la de esa persona, pero no era.
Hiccup, percibiendo una sensación similar, sólo sintió como la piel se le erizaba.
“Cubres tus heridas, pero debajo de ellas.
Un millón de voces en tu cabeza te susurran. "Detente, ahora"
Ambos levantaron la vista; pero se encontraron de nuevo con las mismas chicas que habían estado bailando, con la excepción de que ahora era una chica de cabello rosado y misteriosa mirada la que la protagonizaba en silencio, pues no era la que cantaba.
Otro giro del cuchillo, el giro de los tornillos.
Todo está en tu mente y está luchando contra ti
Ármate, una TORMENTA viene
Bueno, chico…
¿Qué harás ahora?
Tannlos ahogó un grito sintiendo una punzada en el pecho.
—¿Stormfly? —susurró.
Es tu reflejo mirando atrás para derribarte
¿Así que hoy morirás o saldrás vivo?
Las bailarinas comenzaron a bailar más audaces como si se tratara de un ritual, mientras que la protagonista comenzó a actuar en los trampolines, saltando de un lado a otro, girando en el aire como si tratara de volar.
Debes conquistar al monstruo en tu cabeza.
Y entonces volarás
Vuela, vuela, Dragón, vuela ya…
—¿Dragón? —susurró Hiccup, sin poder dejar de percibir todo aquello extraño. —¿Qué es esto?
Es tiempo de un NUEVO IMPERIO
Ve y entierra a tus demonios, luego derriba todo.
Y entonces volarás
Vuela, Dragón, vuela ya…
Toothless no podía dejar de ver a la protagonista como un reflejo de lo que había pasado en su reino, en especial cuando pareció que por más que intentara volar, al final terminó cayendo.
Sin embargo, ese no fue su final, entre el humo que se empezó a forma en el escenario el sonido de un violín comenzó a emerger y con este la protagonista hizo de nuevo acto de presencia, uniéndose con las demás bailarinas, pero destacando por las alas de dragón que ahora tenía en su espalda.
—Pero… ¿qué es esto?
¿Así que hoy MORIRÁS o saldrás VIVO?
Debes conquistar al monstruo en tu cabeza.
Y entonces volarás
Vuela, vuela, Dragón, vuela ya
No comprendía porque se sentía tan perturbado al ver ese espectáculo.
Es tiempo de un NUEVO IMPERIO
Mientras que, por otro lado, Hiccup de nuevo volvió a sentir ese dolor en la cabeza y más intenso lo sintió cuando el coro de nuevo empezó y resonó con fuerza con el agregado del nuevo instrumento y su protagonista se mostraba “renovada” en su interpretación.
Ve y entierra a tus demonios, luego derriba TODO
Dragón, Dragón, vuela ya.
La música y las luces se bajaron de intensidad dejando un leve tono azulado. Enseguida, toda la carpa resonó con los aplausos de los espectadores que quedaron más fascinados y que continuaron haciendo escándalo, hasta que el maestro de ceremonia hizo acto de presencia para presentar el siguiente segmento y el cual ahora sería protagonizado por puros varones.
—Creo que ya no vale la pena quedarnos. —resolvió Tannlos, viendo que sería imposible encontrar a esa persona desde su lugar.
—Opino lo mismo. —respondió Hiccup con cierto tono adolorido.
Para cuando Tannlos se volvió hacia este, vio con desconcierto que le estaba sangrando la nariz.
—Pero… que mierda Hiccup.
—Me duele mucho la cabeza… ¿podemos irnos?
—Idiota, ¿Por qué no me dijiste?
—Porque apenas me empezó el dolor… así de fuerte. —respondió este con sarcasmo, mientras era ayudado por su amo.
.
.
Minutos más tarde, en un baño público, Hiccup terminaba de asearse, mientras que Tannlos lo esperaba angustiado.
—¿Estás mejor? —le ofreció una botella con agua,
—Sí, gracias.
—¿Qué te está pasando?
—No lo sé. —bebió Hiccup de la botella con avidez. — de repente, sentí como si algo estuviera taladrando mi cabeza… eso es todo. ¿tú cómo estás? ¿Lograste ver a esa chica?
—No, y eso me hace sentir furioso… no dejó de pensar que algo está tramando. —susurró el draguman, saliendo del sanitario. —¿Qué mierdas estará esperando para aparecerse?
—Aquí estoy.
Los distraídos varones, sintieron un escalofrío en la espalda al escuchar aquella sutil voz, en especial Tannlos que tragó en seco incapaz de girarse, a diferencia de Hiccup que, aunque estaba cohibido, fue el primero en volverse a la chica que había hablado.
Alta, de cabello rubio con diferentes tonalidades, hermosa, con despectivos ojos amarillos fue lo primero que notó en ella, así como su peculiar vestimenta color celeste con amarillo que, conociendo lo que conocía de los draguman, estos siempre iban acorde al color de sus escamas.
—¿S.…Stormfly?
Luego escuchó balbucear a su amo que, aun incapaz de moverse, se mantuvo así por unos segundos hasta que tuvo el valor para encararla.
—Vaya… hasta que te acordaste de mí. —reclamó la chica de brazos cruzados. —Pensé que te habías olvidado de tu prometida.
—¿Pro… prometida? —balbuceó Hiccup enrojecido, volviendo la mirada a su asombrado amo.
—Stormfly…
—¿Stormfly? ¿Stormfly? ¿Es todo lo que dirás, estúpido?
—“Ay, está enojada” —pensó Hiccup, temeroso por su amigo y también por él.
—Stormfly… déjame explicarte… —pidió Tannlos titubeante.
Para Hiccup era impresionante ver a su amo así, de alguna forma temeroso de la reacción.
—¡¿Explicar qué?! ¡¿qué me abandonaste?! ¿Qué nunca te preocupaste por buscarme o a los demás?! ¡Claro, nunca fui suficiente para ti! ¡Nunca pudiste olvidar a la otra! —recordó la chica con desprecio.
—“¿la otra?” —repitió Hiccup en su cabeza, viendo de reojo a su amo, el cual sin lugar a duda le seguía ocultando muchas cosas.
—¡NO ES ESO! ¡tú no sabes por lo que he pasado! —trató de justificarse este.
—Lo único que sé es que decidiste mantenerte lejos hasta este momento CON TU PRODIGIO. —señaló a Hiccup por completo. —Mientras a los demás nos cazaban y mataban, eso es algo que no te lo perdonaré, Tannlos, ¿escuchaste?
—Stormfly…
Rogó Tannlos una vez más, viendo como aquella chica dando un bufido comenzaba a transformarse en dragón, para asombro de Hiccup que vio que esa chica en su forma de dragón era un poco más grande que su amigo.
—No dejaré que me juzgues tú también por esto, tú no…—sentenció Tannlos, comenzando a transformarse.
—¡Amigo, no!
Pero antes de que Hiccup pudiera abogar por la paz, una llamarada se dirigió en su dirección.
Stormfly había atacado, pero Tannlos fue lo suficiente rápido como para repeler el ataque y, furioso por tal cobarde ataque hacia un indefenso prodigio. se propuso a derribar a su prometida, con el mero propósito de que se calmara y escuchara, así como lo habían hecho Buffy y Sneu.
— “Andando, Hiccup” — ordenó cuando vio que la dragona, alzó el vuelo para seguir desafiándolo en las alturas.
—Amigo, si esa chica es tu prometida, debemos tratar de resolver esto de manera pacífica. —pidió el prodigio, subiendo a su lomo.
—“Es lo que quiero, maldita sea” —gruñó este enfurecido, alzando el vuelo a toda velocidad.
En las alturas, Stormfly de nuevo lo recibió con una llamarada que le impidió que se le acercara demasiado; pero aun así el furia nocturna no se retractaría y esquivando sus ataques se determinó a detenerla a como diera lugar.
Pero además de fuego, también la dragona atacaba con su arsenal de espinas las cuales eran letales si llegaban a entrar en contacto con algo.
—Mierda… ¡¿de qué familia es ella?! ¡Es muy fuerte! —gritó el prodigio, tratando de no caerse de su amigo, ya que este se movía demasiado para esquivar todos los ataques.
—“Nadder mortífero” —gruñó Tannlos en respuesta. —“Es la princesa de esa familia”
—Que lindo… una princesa mortífera. —comentó Hiccup con sarcasmo, pensando que estarían en serios problemas si no la detenían. —¿qué harás, amigo?
—“Derribarla… ¿qué más?”
—¡No creo que…
Demasiado tarde, Tannlos lanzó una de sus poderosas plasmas que casi acierta a la dragona que, furiosa, lanzó otra llamarada antes de salir volando en dirección al muelle.
—“¡Ah, no! ¡No te escaparás!” —pensó Toothless, siguiéndola a toda velocidad, y sin dejar de lanzar sus plasmas para intentar de alguna forma detenerla.
—“¿no que muy fuerte?” “¿Ahora huyes, Stormfly?” “Sólo baja, no te haremos daño,”
Alardeando al ver que su contrincante estaba optando por la huida al ser alcanzada, disparó, apuntando hacia un punto frente a ella en las alturas de manera que entorpeciera su camino; sin embargo, al hacerlo, la dragona hizo un extraño movimiento con el cual terminó recibiendo el ataque del furia nocturna, y por ende cayó en picada hacia el muelle.
—Amigo… ¿qué hiciste?! —exclamó Hiccup espantado.
—“No quería herirla” —balbuceó el dragón, apresurándose a ir a donde la dragona había caído.
Cuando llegaron a tierra, el polvo que se había levantado se estaba disipando, y de entre los escombros que quedaron estaba la humana Stormfly silenciosa y cabizbaja, y en apariencia “humillada” ante semejante derrota.
—Lo siento, Stormfly… no fue mi intención herirte… — se apresuró Tannlos a auxiliarla en su forma humana, ofreciéndole su mano en son de paz.
Sin embargo, la chica, aun cabizbaja, soltó una risa burlona, y con desdén rechazó la mano de su “prometido”.
—¿Herirme? ¿Tú… a mí? —respondió, levantándose como si nada del suelo. —No seas, estúpido Tannlos, caíste en mi trampa…
—¿Qué? —retrocedió el draguman unos pasos.
—¡Sí! ¡Escúchame! ¡Te reto a un duelo de prodigios, príncipe Tannlos! —exclamó la princesa. —¡Mi prodigio contra el tuyo! la recompensa, todas las perlas que tengas…
—¡¿De qué demonios hablas, Stormfly?! ¡Yo ni siquiera tengo perlas de ese estúpido juego!
—Ah… amigo… —balbuceó Hiccup.
Al escuchar su voz, Tannlos se volvió asustado hacía él.
—Hiccup… ¿Tú tienes?
—Ah… yo…
Hiccup se quedó sin palabras, no encontraba la manera de decirle a su amigo que Mérida le había dado una perla; sin embargo, antes de que pudiera continuar, el singular sonido de un taconeo se comenzó a escuchar.
Los varones presentes pensando que se trataba de una persona que andaba merodeando por ahí, trataron de huir, pero al intentar hacerlo se toparon con una especie de campo de fuerza que se los impedía.
—¿Qué es esto?
—El campo de batalla, príncipe. —sonrió Stormfly. —Nadie saldrá de aquí hasta que el duelo entre tu prodigio y el mío termine.
—Maldita… ¡¿y quién se supone que es tu prodigio?!
Stormfly sólo sonrió con arrogancia, percibiendo como aquel taconeo se hacía más fuerte al ras que una sombra se proyectaba frente a ellos.
Hiccup, asustado, vio como aquella persona se iba acercando.
Entonces llegó y el corazón le dio un vuelco al ver que se trataba de una de las artistas del circo, en específico, la chica de cabello rosado que tocaba el violín, y más impactado quedó cuando esta, a medio camino, se deshizo de lo que realmente era una peluca para dejar a relucir un brillante y largo cabello rubio que contrastaba a la perfección con unos profundos ojos azules que no demostraban nada en absoluto, todo lo contrario a su ama, la cual con una expresión burlona en el rostro dijo:
—Los presento. Ella es Astrid, mi linda prodigio.
Continuará.
Notes:
Nota: este es el fic de fics, o sea que tendrá muchas referencias de otros fics, en especial la maldición que nos une, porque este lo tenía pensando en partes antes de que este.
También habrá mucha inspiración de la película the greatest showman y de otra que ya se me fue el nombre, jejeje luego la pongo.
Por cierto, la canción que perturbó a Tannlos se llama: Phoenix, y es usada como parte del soundtrack de los eventos de league of legends.
Y eso es todo por el momento, espero que les haya gustado.
08 de septiembre de 2025