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Un cambio de destino

Summary:

Cuando Voldemort lanzó el avada, Harry solo podía mirar esos ojos y pensar en la mentira en la que estaban encerrados. Al cerrar los ojos deseo que la muerte le de una oportunidad, pero nunca pensó que sería una tan grande.

Notes:

¡Hola! Esta es mi la primera de mis ideas que me animo a subir.
Agradeceria cualquier consejo positivo que tengan para mejorar la historia
Desde ya ¡Gracias por elegir leer!

Chapter 1: Capítulo 1

Chapter Text

Harry camino de manera lenta por el bosque prohibido intentando posponer lo más posible el encuentro con Voldemort, con Tom Riddle cubierto de mentiras. El peso de su descubrimiento le facilitaba la marcha lenta.

Lo perseguían las miradas de aquellos que fueron su familia y perdió por culpa de la misma persona. Al cerrar los ojos la última mirada de Sirius antes de pasar por el velo le erizaba la piel. Hedwig interponiéndose entre una maldición y él, para después caer al vacío. Remus Lupin desde el otro lado del campo de batalla antes de caer y ser llevado al gran comedor. Y Fred, quien ni siquiera pudo ver sus ojos, pero si ver el brillo de la muerte en los de George.

Cada paso al claro donde lo esperaba la muerte era un clavo más en su ataúd. La tierra se hundía bajo sus pies, como si intentara que no enfrente aquel que nunca debería hacerle daño. Siguió adelante a enfrentar a la única persona que ahora no quería confrontar, a la persona que mediante planes, redes y manipulación lo convencieron de que debía matar para seguir viviendo.

¿Pero vivir qué? ¿Lo qué los demás querían? ¿Para seguir siendo controlado?

Ya no más. Todo había acabado, la gran mentira se desmoronó por completo, pero era demasiado tarde. Él ya caminaba hacía su muerte, porque no lucharía, no mataría.

Al dar su último paso hubo un silencio que duro poco, el viento sopló y con el llego la ciceante voz, casi como una serpiente.

- Harry Potter, haz llegado a tu muerte - Harry no habló, solo miro esos ojos que deberían parecerse a los suyos - Veo que no hablas y has aceptado tu muerte, bien, eso solo hará que todo sea mucho más rápido.

El viento ahora era más fuerte, avisando lo que ocurriría. Lo que no estaba destinado a que suceda.

El lazo de su alma gemela recién descubierta, recién liberada tiraba intentando arrastrarlo de nuevo. Si el moría su destinado seria libre, ya que nunca pudieron completar, ni siquiera alimentar, el vínculo.

- Potter, yo seré quien triunfó con tu muerte y para ti, será el fin de todo - Apuntó su varita hacía Harry y con voz firme, sin gritar dijo - Avada Kedrabra

La luz verde direccionó rápidamente hacía él, solo cerró sus ojos y espero el silencio.

Pero el ruido abrupto de su tío Vernon para que bajara lo desconcertó, se miró en el viejo espejo de habitación y se encontró con un él antes de la guerra. Solo el muchacho principiante en la adolescencia que aun veía el mundo con un poco de luz.

Cuando aun confundido por la situación iba a tomar el picaporte de la habitación para salir, un susurro apareció en su mente: "La muerte a decidido dar una nueva oportunidad al heredero de sus añejos amos, cambia tu final, venga tu herencia" .

Y Harry recordó, recordó en su camino pedirle a la muerte que lo lleve con aquellos que perdió. Pero nunca pensó en esta gran oportunidad.

Sin intenciones de fallarle a la muerte levanto el mentón y salió de su habitación. Al bajar las escaleras se encontró con su tía Petunia ayudando a su tío con el abrigo de lluvia al lado de la puerta.

- Iré a buscar a Marge, cuando vuelva quiero la cena lista maldito niño - Sin más palabras salió por la puerta con paraguas en mano, su tía solo lo miró y le ordenó de que se fuera a la cocina a terminar la cena.

Paso al lado de un Dudley que comía dulces hipnotizado con el nuevo televisor. Se dirigió a la cocina a terminar con la cena para la llegada de Marge, el tiempo paso, la comida estaba lista y Vernon entró por la puerta con la desagradable mujer quien traía su violento perro.

- Recuerda usar un lenguaje educado cuando te dirijas a la tía Marge - Le dijo Vernon muy cerca de su rostro en tono amenazador - Y ninguna exhibición de tu rareza chico ¿Recuérdame a que colegio asistes?

- Centro de Seguridad San Bruto para Delincuente Juveniles y me comportaré si ella lo hace - Harry apretó el borde de la encimera recordando las condiciones que debía seguir para que su permiso fuera firmado.

Vernos se alejo de él, pero no sin antes dejar un empujón de advertencia.

La valija lanzada a su estómago, la falta de aire y el estruendoso grito: "¿Donde está mi Dudders? ¿ Donde está mi sobrino querido?" lo sacó de su enfoque dirigido a Vernon.

Dudley dejo de mirar la televisión para caminar de forma torpe con la tía Marge, recibiendo besos de su grasosas mejillas. Quien solo lo soportaba por el grandioso pago que vendría después

- ¿Qué les parece si cenemos? El viaje me dio hambre - Se giró mirando a Harry - Tu, chico. Sirve de algo y sirve la cena. Me imagino que estos años con tus tíos se hicieron funcional.

Luego del despectivo comentario, el cual solo recibió sonrisas de parte de sus tíos, tomaron lugar en la mesa esperando que Harry llevara la cena.

Tomó las fuentes calientes con el trapo de cocina para dejarlas en medio de la mesa, junto a las botellas de vino caro y brandi que decoraban la mesa en presencia de Marge. Luego de terminar de servir, volvió a la cocina a limpiar las ollas, utensilios y todo lo que se uso para cocinar.

Con el pasar del tiempo y el correr del alcohol por la sangre de los adultos, comenzaron las preguntas maliciosas a un Harry que terminaba de dejar el pastel sobre la mesa.

- ¿A qué escuela ibas niño? - Marge ya arrastraba las palabras por el brandy

- San Brutos - Respondió cortante

- ¿Te reprenden con vara? Es la única forma de corregir a los mal educados como tu.

- Todo el tiempo - Harry se dio vuelta a la encimera simulando limpiar, ya que recordaba lo que venía.

-Como decía antes, todo se hereda. La mala sangre prevalece. No digo nada contra tu familia, Petunia - Le dio una palmadita sobre la mano huesuda de tía Petunia - Pero tu hermana era la oveja negra. Siempre hay alguna, hasta en las mejores familias. Y se escapó con un bueno para nada. Aquí tenemos el resultado. -Se quejó, pero pareció congelarse antes de volverse hacia su hermano-. Ese Potter... nunca me dijiste a qué se dedicaba.

 

Vernon y Petunia estaban completamente tensos. Incluso Dudley había retirado los ojos del pastel y miraba a sus padres boquiabierto.

-No... No trabajaba -dijo tío Vernon, mirando a Harry de reojo.

 

- ¡Lo que me imaginaba! - Comentó Marge echándose un buen trago de brandy y limpiándose la barbilla con la manga-. Un inútil, un vago y...

-No era nada de eso -interrumpió Harry sin soportar nuevamente las palabras sobre su padre.

 

Todos se callaron. Harry estaba en blanco, quieto y rígido, sus ojos oscuros fijos en Marge. No recordaba el nivel de enojo que tenía con esa mujer.

- Tú, chico -gruñó a Harry - vete a la cama.

 

-No, Vernon-dijo entre hipidos tía Marge, levantando una mano. Fijó en los de Harry sus ojos pequeños y enrojecidos - Sigue, muchacho, sigue. Estás orgulloso de tus padres, ¿eh? Van y se matan en un accidente de coche... unos borrachos, me imagino...

-No murieron en ningún accidente de coche repuso Harry, que sin darse cuenta se había levantado.

- ¡Murieron en un accidente de coche, sucio embustero, y te dejaron para que fueras una carga para tus decentes y trabajadores tíos! - Gritó tía Marge, inflándose de ira- Eres un niño insolente, desagradecido y...

Pero tía Marge se cortó en seco. Por un momento fue como si le faltasen las palabras. Se hinchaba con una ira indescriptible. Pero la hinchazón no se detenía. Su gran cara encarnada comenzó a aumentar de tamaño. Se le agrandaron los pequeños ojos y la boca se le estiró tanto que no podía hablar.

Al cabo de un instante, saltaron varios botones de su chaqueta de mezclilla y golpearon en las paredes... Se inflaba como un globo monstruoso. El estómago se expandió y reventó la cintura de la falda de mezclilla. Los dedos se le pusieron como morcillas...

¡MARGE!-gritaron a la vez Vernon y Petunia, cuando el cuerpo de tía Marge comenzó a elevarse de la silla hacia el techo. Estaba completamente redonda, como un inmenso globo con ojos de cerdito. Ascendía emitiendo leves ruidos como de estallidos.

 

Harry recordó su próximo encuentro con Sirius. Subió en busca de un poco de ropa en una valija, al igual que la jaula vacía de Hedwig quien parecía haber huido cuando pudo.

¡Vuelve aquí! -se escuchó el alarido de Vernon, presumiblemente aun en la cocina, pero Harry se lo encontró al pie de la escalera cuando bajaba- ¡regresa allá y arregla lo que hiciste!

Harry lo miro sin inmutarse, sonriendo levemente antes de sacar la varita y apuntó con ella a tío Vernon. Por dentro estaba furioso y solo quería ver a uno de sus padrinos.

-Tía Marge se lo merecía-dijo Harry- Se merecía lo que le ha pasado. Y yo me voy, ya he tenido suficiente de ustedes - Cuando ya se encontraba del otro lado de la puerta giro su cabeza para gritar - Y espero no volver nunca más.

 

Harry comenzó a caminar tranquilo por la calle, sin la desesperación y el miedo de la última vez. Se dirigió de manera lenta el lado contrario de la calle, en frente de los arbustos donde debía estar Sirius.

- ¿Sirius? - Susurro a los arbustos. Unos ojos brillantes aparecieron de repente de entre los arbustos, dejando ver un perro negro como la noche, tan flaco que sería capaz de ser invisible de frente y demasiado grande para ser un perro normal - Ey soy Harry, se quien eres y tengo mucho que contarte. Necesitamos un lugar donde no puedan encontrarnos, estoy en peligro. Ambos lo estamos.

Con esas palabras Sirius pareció reaccionar al desconcierto que le provocó el reconocimiento de Harry, quien nunca la había visto. De pronto se comenzó a escuchar un zumbido conocido para Harry, Sirius tomo su ropa entre sus dientes jalándolo detrás de los arbustos. Harry entendiendo el mensaje tomo sus valija y salto detrás de Sirius, llegando a ver justo a tiempo como el autobús noctámbulo aparecía donde el debía estar sentado.

Vio bajar al cobrador, de quien no recordaba su nombre, y recorrer al rededor del bus, buscando a alguien a quien tenía que llevar.

- No está aquí, creo que fue a otro lugar - Harry sintió dos cosas dentro de él. Una era el tirón que recibía hacía el bus, el tenia que subir a él. Y la otra el dolor mezclado con enojo de que tan controlada estuvo su vida.

¿Hasta su encuentro con ese extraño bus fue planeado? ¿Un movimiento para llevarlo justo a donde querían que este? ¿Lo que querían que vea?

Sintió el hocico de Sirius tocar su hombro y mostrarle para que lo siga. Caminaron un largo trayecto con la valija siendo el único sonido, cuando de pronto Sirius regresó a su forma humana y sin palabra tomó a Harry de un brazo para después sentir el tirón de la aparición.

Harry cerró los ojos, esperando al abrirlo ver la sucia y abandonada sala del Número 12 de Grimmauld Place.

Pero al abrir los ojos lo recibió un gran campo con el césped en el largo justo y al fondo una casa de dos plantas, bastante grande que por fuera no parecía descuidada.

Harry salió de su ensoñación cuando unos brazos débiles, pero seguros, lo dieron vuelta abrazándolo. Él envolvió sus brazos en su padrino, notando la desnutrición y debilidad que afectaba a Sirius.

Pero eso no sería obstáculo para ayudarlo a volver a ser el gran Sirius Orion Black-Prince. Ese apellido que no esperaba que su padrino recordará.

- Cachorro ¿Qué es lo que te ha pasado para que sepas quien soy? - SIrius no lo alejaba de su pecho, cada vez lo apretaba más, sin querer soltarlo.

- Mucho padrino ¿Dónde estamos? - Sirius lo soltó, pasando su brazo por sus hombros y llevando a Harry hacia la casa. Mientras más se acercaban, más Harry notaba que eso no parecía una propiedad de la oscura y sagrada familia Black.

- En la casa Black-Prince, mi esposo, con suerte, debe estar adentro. Él es inteligente, sabrá cómo ayudarte - La mirada esperanzada de Sirius dolió, el sabia todo, recordaba y vivió trece casi trece años en Azkaban con la verdad en él, para que al salir fuera robada.

Su padrino conocía la verdad, lo que haría más fácil contarle toda su historia. Pero le dolería verlo entrar a su hogar y que lo encuentre vacío.

Después de todo, su esposo solo lo recordaba con odio viviendo en un lugar que odia, trabajando en un colegio que odia y trabajando bajo órdenes de quien no recuerda odiar.

Viviendo de recuerdos plantados y los verdaderos encadenados.