Chapter 1: Inesperado
Chapter Text
Día 1: Revelación
Sus manos no habían dejado de temblar; estaba inquieto. Con un solo vistazo a su alrededor, alcanzaba a notar que no era el único nervioso —eso lo tranquilizaba un poco.
Varios niños se ocultaban detrás de sus padres, algunos simplemente se mostraban alegres —ojalá ese fuera su caso.
—No tengas miedo Shoto— le dijo su madre cariñosamente caminando unos cortos pasos para quedar frente a él. Se acuclilló para tomar delicadamente las manos de su hijo entre las suyas. —No hay nada que temer.
—Eso depende de lo que sea— expuso alguien al lado del pequeño.
La albina le dirigió una mirada seria a quien habló, antes de suavizarla al regresarla hacia su hijo. —No le hagas caso a tu padre, él te seguirá amando, sea cual sea tu casta. Además, no olvides que me tienes a mí y a tus hermanos.
Al mencionarlos, el niño giró su rostro a un costado para verlos a la lejanía. Le seguía pareciendo extraño que él fuera distinto a ellos. Su cabello totalmente blanco como el de su madre. Mientras que él era una combinación con la de su padre. Rojo y blanco; sin olvidar de la heterocromía en sus ojos —marrón grisáceo y turquesa.
Su hermana Fuyumi logró verlo e instintivamente lo saludo con alegría. Ella observó que era la única haciéndolo, así que deja de saludar para pegarle con los codos a sus hermanos. Estos se quejaron antes de que su hermana les indicara que su pequeño hermano los estaba mirando, fue entonces que ellos regresaron el saludo, sin ser tan enérgicos al seguir doliéndole el costado de su torso; donde habían sido golpeados.
El bicolor sonrió levemente antes de regresar la mirada hacia su madre. Se sentía más tranquilo con el apoyo que le estaba brindando su familia—. ¿Estás mejor?
Shoto asintió en respuesta, se negaba a usar las palabras, estaba seguro de que estas podrían traicionarlo.
‹
›
Observando que la mayoría de los niños habían pasado, hacía que sintiera la presión sobre él. Sabe lo que eso significaría; todas las miradas caerían sobre él.
Se sobresaltó al sentir un peso sobre su hombro, alzando la mirada ve que se trata de su madre—. Tranquilo— susurra.
Nuevamente, asiente antes de enfocarse en mirar al frente. Siendo guiado entre la multitud que se hacía a un lado para dejarlos pasar, no hacía nada por relajarlo. Era consciente de que no debería de mirarlos o sería aún peor.
Lo único que pedía es no tropezar antes de tiempo o sería recordado para siempre en la memoria de todos.
Quedando solo una persona al frente, al apartarse, la vio. La anciana que dirá ante todos a qué casta pertenece. No estaba muy seguro de cómo funcionaría, nunca había presenciado una ceremonia como esta, hasta este día.
Lo que podría caracterizarla entre los demás, era su manto de pieles de pelaje oscuro que caía hasta el suelo, su báculo que sostenía firmemente en su mano izquierda, la cicatriz sobre su mejilla derecha.
—Shoto, hijo de Enji Todoroki; líder actual de nuestra manada— pronunció la mujer en voz firme. Provocó que el bicolor se detuviera; por instinto quiso retroceder, pero la mano firme de su padre lo detuvo. —Por favor, acércate.
Después de varios segundos —con pasos vacilantes—, caminó hacia ella. Se detuvo cuando la anciana le indicó que lo hiciera. La mujer estiró su mano libre hasta posarla sobre el pecho de Shoto. En su palma podía sentir el rápido palpitar de su corazón y la energía que este emanaba.
Los segundos se volvieron tensos para todos mientras esperaban—. ¡Alfa!— anuncia al fin retirando su mano. Entre los festejos de la gente, la mujer musitó únicamente para que el bicolor alcance a escucharla. —Tienes un corazón fuerte como tu padre y la bondad de tu madre. La Diosa Luna bendecirá tu camino— reveló antes de marcharse.
Shoto estaba confundido ante aquellas palabras, no las comprendía muy bien. De pronto, alguien lo levanta hasta sostenerlo entre sus brazos.
—Me enorgulleces cachorro— declara con entusiasmo, depositándole un beso en la cabeza. No podría estar más orgulloso de que todos sus hijos son alfas.
Rei se acercó para tomarlo de la mano, diciendo: —Lo hiciste bien Shoto.
Al poco tiempo, sus hermanos se acercaron también para felicitarlo.
Esa noche habrá una gran celebración.
‹
›
Mientras tanto, en otra manada, un niño se encontraba observando al anciano realizar la ceremonia. El pequeño estaba aburrido por tener que haber esperado desde muy temprano, subir una colina para llegar al santuario, escuchar el discurso del líder —su madre—, ahora ansiando a que sea su turno.
Simplemente, quería corroborar efectivamente que era un alfa —eso él decía. Tenía que serlo.
—Más te vale comportarte como es debido mocoso— advirtió su madre colocando su mano sobre la cabeza de su hijo, aplastando su cabello puntiagudo.
—Ya lo sé. Déjame. —Se apartó para evitar más su contacto. Le desagradaba que lo tratara de esa forma. Si sería alfa, actuaría como tal.
—¡Katsuki Bakugo, primogénito de nuestra líder! —Su llamado resonó por todo el lugar, provocando que el rubio le prestara atención.
—Ya era hora. —Alcanza a escuchar los pequeños murmullos que pudieran venir de entre la gente ahí presente. No le importaba realmente, podría decir lo que quisieran; jamás será relevante para él. Con pasos decididos, se dirigió hasta donde el hombre estaba sentado. Siendo notable por el abrigo de pieles de pelaje blanco.
Presentando sus respetos, se inclinó ligeramente antes de que el anciano le indicara que se sentara. Obedeciendo, observó como una joven se acercaba a su izquierda, colocando un pequeño cuenco frente a ambos antes de retirarse. A su derecha apareció otra que sostenía sobre una tela una daga. Esta se arrodilló ofreciéndole la herramienta al hombre.
—Tu mano— demandó el anciano.
El rubio acató hasta que el hombre lo sostiene por su muñeca. Toma la daga para cortarle ligeramente la palma; girándola, hace que la sangre goteé directamente sobre el agua que contenía el cuenco. Al suceder eso, deja el instrumento nuevamente en la tela, así la joven se aleja.
Un joven se acerca con una bandeja, donde había un pañuelo de tela y un vendaje.
El anciano rápidamente toma el pañuelo para cubrir la mano de Katsuki. Siendo algo tosco, pero cuidadoso al tratar con la herida. El rubio se abstiene de decir un comentario respecto al fuerte olor del medicamento que pudiera contener. Aunque su gesto de arrugar la nariz, no paso desapercibida por el hombre que solo gruño.
Estando por completo limpia la palma, dejó el pañuelo sobre la bandeja y agarró el vendaje para envolver la mano de Katsuki.
Únicamente solo faltó que el anciano lavara sus manos en otro cuenco que le había sido traído. Procedió a secarse. Los únicos que quedaban al frente de la multitud eran él y el rubio. Sin esperar más, el hombre tomó el pequeño cuenco entre sus manos para acercarlo lo suficiente a su rostro y olerlo.
El tiempo se volvió eterno para Katsuki al tener que esperar otra vez. Deseaba gritarle que se apresurara, pero eso solo provocaría que su madre lo regañe—. ¡Omega!
Esto tenía que ser una maldita broma. El rubio estaba estupefacto por lo que acaba de escuchar. Era imposible que lo fuera.
A sus oídos nunca llegó el sonido de jadeos de asombro detrás de él, para que luego comenzaran los murmullos.
—¡Silencio!— demando Mitsuki callándolos a todos. Ella también estaba sorprendida, no esperaba que su único hijo resultara ser omega, cuando ella y su pareja eran alfas.
—¡Mentira!— contradijo de pronto Katsuki, rompiendo con el silencio. —¡Yo no puedo ser un omega!— insistió observando furioso al anciano.
—Eso es lo que la Diosa Luna eligió para ti. No puedes cambiarlo— decreto con seriedad, dejando el cuenco en su lugar. Con fuerza fue lanzado por el rubio antes de levantarse.
—¡Muérase! ¡Muéranse todos!— vociferó dirigiéndose hacia los demás al voltearse para salir. Quería estar solo, no soportaba estar más tiempo bajo aquellas miradas que parecían juzgarlo o compadecerlo.
—¡Katsuki! ¡Regresa aquí en este instante!
—¡Espera!— interrumpió el hombre deteniendo todo intento de la rubia por ir tras su hijo.
—¡Pero tiene que pedirle disculpas por ofenderlo!
—No es necesario, deja que se vaya. Tiene que estar solo para que asimile su nueva naturaleza— decretó el hombre al levantarse. —Alguien haga el favor de limpiar el desastre que fue ocasionado.
Mitsuki se resignó a ir tras su hijo, aun así no se salvará del castigo por lo que hizo. Solo le quedaba el esperar a que regrese de dónde sea que vaya a ocultarse, de lo contrario, tendría que ir ella personalmente o su pareja. Tenía que actuar como líder antes que una madre en este momento.
Chapter 2: Nuestro nido
Chapter Text
Día 2: Nido
Shoto no podría dejar de observar a su pareja a lo lejos. Le encantaba verlo sonreír o reír, como en ese preciso instante cuando su mejor amigo Izuku le dijo algo.
—Oh, suspiros de enamorado— comentó Denki sentándose a un costado del bicolor en la mesa de pícnic. —Si lo ves por mucho tiempo se va a gastar— bromeó.
—Eso no es cierto— contestó sin evitar que una sonrisa apareciera. —Además, ¿no deberías de estar con Hitoshi?
—Sí, debería, pero todavía no sale de clases. Aunque cambiando de tema, ¿cómo van las cosas entre Katsuki y tú?
—Perfectamente— contesta sin apartar la mirada del rubio.
—Se nota. Me parece increíble que ustedes decidieran salir hace… ¿Qué? ¿4 meses?
—5 meses y 20 días— corrigió Shoto. Desde entonces ha sido el hombre más feliz de todo el mundo.
—Correcto— concordó con una pequeña risa. —¿Y tu padre sigue enojado por lo mismo?
Del bicolor salió un gruñido mientras borraba su sonrisa y fruncía el ceño. —Ni me lo recuerdes. —Seguía molesto con él después de que le haya confesado con quién salía. Enji únicamente dijo que no era “correcto” tener una relación con otro alfa. Solo alfa-omega, beta-beta. Eso no era para Shoto, él estaba perfectamente bien con tener a Katsuki como su pareja.
Encajaban perfectamente. Eran el uno para el otro—. De ser posible, olvidaría que existe.
Comprendiéndolo, el pelirrubio alzó su mano para dejarla sobre el hombro de su amigo. —Ánimo. Todos los que los apreciamos, los apoyaremos sin dudarlo.
—Me alegra saberlo. —También su madre, como sus hermanos le habían dicho algo similar, así que no estaría solo. En verdad estaba agradecido por las buenas personas que se encontraban a su alrededor y podría confiar en ellas.
Sonando una notificación en el celular de Denki, lo sacó del bolsillo de su pantalón para ver que se trataba de un mensaje. —Lo siento, tengo que irme; Hitoshi acaba de salir— manifestó al levantarse. —Nos vemos luego.
—Claro. —Solo había desviado la mirada por unos segundos para ver a su amigo marcharse, para cuando vuelve a regresarla, cruza miradas con aquellos hermosos ojos carmesí.
El rubio parecía decirle algo al peliverde antes de levantarse e ir directamente con su novio —a tan solo una mesa de distancia.
—¿No te cansas de verme?— cuestiona coquetamente con una ligera sonrisa.
—De ninguna manera, jamás lo haría— responde sinceramente.
—¿Puedo pasar a tu departamento en la tarde?— preguntó cambiando de tema.
—Por supuesto que puedes. ¿Acaso planeas que hagamos algo?
Su única contestación es cuando Katsuki se encoge de hombros antes de dar media vuelta y regresar con su amigo.
Ahora la curiosidad estaba sobre el bicolor. Deseaba saber lo que el rubio estaba planeando. Sin embargo, tenía que esperar varias horas hasta que eso ocurra. Qué mal.
‹
›
Ya estaba Shoto preparado justo cuando escucha el timbre sonar. Revisando rápidamente que estuviera presentable, se apresuró para abrir la puerta hacia afuera. Sorprendiéndose al ver que Katsuki alzaba un bolso de viaje frente a él.
—Entrégame tu ropa.
—¿Por qué?— solicitó confundido.
—Solo dámela. —Desconcertado, acepta tomando su chaqueta. —Esa no— lo detiene con una pequeña risa. —La que tienes en tu habitación. Aunque la chaqueta también te la acepto. —Al entregársela, ambos se adentran después de haber cerrado la puerta tras de ellos.
El rubio se dirige hacia el armario, en donde al abrirlo, toma la primera prenda para olerla.
—¿Qué haces?
—Revisando lo que voy a llevarme.
Seguía sin tener explicaciones, y solo obtenía leves respuestas que no lo ayudarían a entender lo que estaba sucediendo.
Luego de verlo por unos momentos, metiendo y regresando alguna de su ropa, ya sea al bolso o al armario; el bicolor indagó: —¿Para qué la quieres?
—No pienso decírtelo.
—¿Al menos me la vas a devolver?
—Quizás. —Ya no obtendría más que eso, tendría que darse por vencido. Cuando la mayoría de sus atuendos estaban dentro del bolso, Katsuki lo sostuvo para después marcharse seguido por Shoto—. Por cierto, ven a mi departamento esta noche— informó al abrir la puerta.
—¿Bien?
—Entonces te estaré esperando. —Al marcharse, el bicolor sale por un momento para observar que el rubio entra en el departamento de al lado. Fue una coincidencia que hayan elegido vivir en el mismo lugar cerca de la universidad, que incluso les pareció graciosa aquella casualidad.
‹
›
Las horas habían pasado, hasta que anocheció. El bicolor se había esforzado en ver la televisión para no pensar sobre lo que podría esperar de su pareja. No funcionó.
Al estar frente a la puerta de Katsuki, tocó el timbre. Solo basto unos minutos antes de que fuera abierta—. Vamos, pasa. —Dejó abierto mientras él regresaba.
—Con permiso— anunció entrando. Se quitó los zapatos para colocarlos junto a los del rubio en la entrada.
No había tanta diferencia entre un departamento y otro. Una pequeña sala de estar, media cocina y un antecomedor. Todo estaba ordenado, con una buena limpieza—. ¡Apresúrate y ven!— puntualizó desde su habitación.
Sin perder más el tiempo, se acerca hasta que se detiene al ver adentro—. ¿Qué te parece?
Lo que más sobresaltaba era toda la ropa que estaba acomodada en forma de un círculo enorme. Shoto estaba sin palabras. Ahora ya sabía para qué había utilizado su ropa.
El rubio se posicionó para dejarse caer hacia atrás, soltando un ruido de satisfacción—. ¿Te vas a quedar ahí parado toda la noche?
Con cautela, el bicolor se acercó. Se colocó de rodillas y con cuidado colocó sus manos sobre las prendas—. Ni que se fuera a romper. —Katsuki lo tomó de la sudadera que Shoto vestía para jalarlo hacia enfrente y cayera. —No tienes por qué ser cuidadoso. No soy un omega para que te gruña si destrozas el nido.
Al estar sobre la ropa, el bicolor alcanza a distinguir cierto aroma. Inclinándose, inhala con profundidad. —También está tu ropa— declaró estando seguro de ello, al alcanzar a ver una de estas prendas.
—Las tiene, es por eso que ambos encajamos bien dentro.
—¿Pero cómo?
—¿Cómo supe hacer el nido? —El bicolor asintió. —Deku me enseño a hacerlo. De eso es de lo que estábamos hablando en el descanso. —La sonrisa que hace un momento había sido dibujada en sus labios desapareció. —Soy consciente de que al ser alfas, no podemos tener lo que un alfa y omega sienten, pero estoy conforme con lo que hay entre tú y yo.
—No pienso igual— opina Shoto antes de agregar rápidamente para no haber malentendidos. —Sentimos amor como cualquiera. Ambos percibimos lo mismo cuando cruzamos miradas por primera vez. Tenemos un lazo que nos une— compartió estirando su brazo para tomar de la mano al rubio. —¿Qué importancia tiene que seamos alfas?, si queremos tener hijos más adelante; podríamos adoptar. Si es por el celo, nosotros tenemos el Rut. La marca que colocó en tu nuca, aunque desaparezca, puedo volver a hacerla las veces que sean necesarias para que todos sepan que tienes pareja.
Katsuki se conmovió ante sus palabras, pero fue más con las siguientes: —Decidí que puedes quedarte con mi ropa, se ve mejor junto a la tuya… en nuestro nido. Me reconforta— compartió con una sonrisa que iluminaba el brillo en sus ojos.
El rubio se giró a un costado, y colocando su mano libre sobre la mejilla de su pareja, se aproximó para besarlo lentamente, disfrutando de ese dulce momento entre los dos. —A mí también me gusta, tu aroma siempre me tranquiliza— confiesa al separarse.
—¿Qué tal si ordenamos algo para cenar, y me quedó aquí a dormir contigo esta noche?
—Eso me encantaría. —En ese momento lo único que quería era tenerlo cerca.
Chapter 3: Dominación
Chapter Text
Día 3: Voz de mando
El poder entre el más fuerte y el más débil, era algo muy propio de los cambiantes. Era su naturaleza. Shoto lo sabía, su padre se lo había inculcado.
Si el dinero no era suficiente, el estatus, el respeto y la casta alfa prevalecían. Él lo podía tener todo en sus manos, incluso ser un líder de la mafia. Como su padre lo había querido. Lo único que le faltaba era una pareja. Aunque no sería tan fácil con aquel testarudo lobo.
Que importaba que fuera un leopardo de las nieves, había elegido a ese rubio desde la primera vez que lo vio.
Normalmente, iba a visitarlo a su trabajo —siendo barman en un antro exclusivo—, observándolo desde la mesa que cada noche reservaba. Notaba como sus orejas de lobo se movían ligeramente mientras sonreía falsamente; significaba que estaba molesto. Lo sabía porque una vez lo había provocado y fue emocionante para él.
Sus ojos carmesí, que cuando cruzaban con los suyos, lo cautivaban hasta enviarle escalofríos. Era un deleite para su cuerpo.
Lástima que nada parece enamorarlo. Ni siquiera su fuerte presencia logra sucumbir algo en el contrario, en cualquier otro cambiante provoca que no dejaran de mirarlo y si no fuera por sus guardaespaldas, todos se le acercarían. Un gran dilema.
‹
›
Aquella noche fue como cualquier otra. El bicolor entró al establecimiento junto con cuatro de sus guardaespaldas. Absolutamente, todos los que se encontraban dentro se detuvieron de lo que hacían. Por curiosidad desvío la mirada hacia la barra, donde vio que el lobo estaba más concentrado en secar los vasos que lavó con anterioridad, que en darle un rápido vistazo.
—Buenas noches, señor Todoroki. Es bueno verlo por aquí nuevamente. —Apartando la mirada, la regreso para ver frente a él a un cambiante conejo, quien le sonreía radiantemente haciendo que sus ojos color esmeralda relucieran. —Su mesa habitual está lista. Sí gusta seguirme.
Sin intercambiar palabras, se dirigieron hacia donde se encontraba un gran ventanal que proporcionaba una buena vista de la ciudad. Era un lugar exclusivo, en uno de los edificios más altos. Justamente dentro de su territorio.
Durante el trayecto, alcanzaba a oír perfectamente los suspiros y jadeos de cada mujer, como hombres, al pasar frente a las mesas de estos. Si hubieran pasado más cerca de la pista de baile, sería todavía peor. Aunque poco le importaba. Solo tenía ojos para uno.
Estando frente a la mesa, Shoto se quitó el abrigo gris dejando a la vista su traje negro hecho a la medida—. ¿Desea algo de tomar, señor Todoroki?
—Por el momento no. Puedes retirarte— ordenó, acomodando su abrigo sobre el sofá de esquina blanco, ligeramente apartado de donde se sentaría. La noche apenas comenzaba.
‹
›
Luego de hacer una reverencia, Izuku caminó tranquilamente, pese a que en el fondo quería correr para llegar más rápido hacia la barra. Cuando está frente a esta, se alegra. —Acaba de llegar tu admirador— informó con una sonrisa.
—Te he dicho que dejes de decir eso, no lo es— le respondió malhumorado el rubio.
—Por supuesto que lo es Kacchan. No lo niegues. Ha venido desde hace meses solo para venir a verte.
Katsuki bufó al parecerle absurda su teoría. Y de ser cierta, no le importaba. Conocía quién era, no es estúpido. Admitía que era atractivo y llamativo por su cabello, además de su color de ojos de distinto color. De ninguna manera correría el riesgo de involucrarse con él. Estaba bien con la vida que tiene; sin un alfa en ella.
Podría ser un omega, pero no era alguien dócil o débil. Tiene su carácter y no dudaría en pelear con cualquiera, cuando estos lo provoquen—. Se nota que le gustas.
—O simplemente quiera acostarse conmigo, así se olvidaría de mí fácilmente al día siguiente— señaló con desagrado. Odiaba a ese tipo de gente, jamás quiere involucrarse con uno de ellos.
—Si tú lo dices— concedió para después irse.
Por más que fueran amigos de la infancia, y este le propusiera trabajar en su antro, a veces quería golpear a ese conejo. Nunca lo haría, ya que en verdad lo aprecia.
‹
›
El bicolor permaneció observando únicamente al rubio. Había colocado los codos sobre sus muslos, mientras tenía entrelazados sus dedos para apoyar su mentón. La punta de su cola ondeaba, pensando en qué es lo que podría intentar esta vez para llamar su atención.
Al poco tiempo alcanzó a ver que un sujeto se acercaba a la barra, le fue irrelevante hasta el momento en el que nota el ligero movimiento de las orejas del lobo. Parecía que se estaba conteniendo en decir algo. El punto de quiebre sucedió cuando el tipo tuvo el atrevimiento de colocar su dedo contra el pecho de Katsuki golpeándolo en repetidas ocasiones con este.
Soltando un gruñido profundo que provocó que se estremecieran del miedo sus guardaespaldas, se levantó con la intención de hacer algo al respecto.
‹
›
—Vamos, repíteme lo que acabas de decir.
El rubio reprimió un gruñido cuando volvió a sentir que lo apuñalaba con el dedo. Odiaba tener que tratar con tipos como estos, agregando el hecho de que estaban ebrios en la mayoría de los casos.
—Señor, le dije que ya no puedo servirle nada más. Su nivel de alcohol es alto, quizás cuando su metabolismo… —Se vio interrumpido cuando el hombre lo tomo de su camisa para acercarlo hacia él.
—Tú no puedes decirme lo que no debo de hacer, estúpido perro— bramó. —Será mejor que me sirvas lo que te pedí, o de lo contrario, haré que te despidan.
Ahora Katsuki estaba molesto, una cosa es que lo tocara, pero que se atreviera a insultarlo; era rebasar su último límite de tolerancia. Tampoco se iba a dejar intimidar por los absurdos intentos de intimidación de aquel cambiante tigre.
Al entreabrir la boca para decirle algo al respecto, alguien más lo hace. —Suéltalo— ordena en voz severa. —Ahora. —El rubio vio que el sujeto rápidamente obedeció e incluso retrocedió unos pasos.
Al desviar la mirada del tigre para dirigirla a quien habló, miro que se trataba de aquel que ha estado observándolo desde lejos. Parecía furioso. Aparentemente, emanaba una enorme fuerza; que incluso, viendo a su alrededor, notaba que varios clientes que se encontraban cerca, habían bajado la cabeza sumisamente. El aire olía a miedo—. De rodillas.
Su interés regresó nuevamente al acto principal, donde el sujeto había cumplido con la orden; bajando sus orejas y visiblemente temblaba. Era impresionante ver lo que la voz de un alfa podría lograr, Katsuki envidiaba eso.
Shoto se acercó peligrosamente al tigre, hasta detenerse frente a él. Colocó su mano contra el cuello de este, dejando que incluso sus garras perforaran un poco su piel. Estaba controlándose para no matarlo en ese mismo instante. Tenía muchas ganas de hacerlo. —¿Cómo te atreves a tocarlo o insultarlo frente a mi presencia?
—No lo mates, sería tedioso tener que limpiar después.
Como si fuera un llamado, el bicolor volteó a ver al rubio suavizando su expresión—. Solo déjalo ir. —Era consciente de que está siendo muy considerado con alguien que no lo merecía, sin embargo, prefiere que quede ileso. De ninguna manera quería tener que presenciar un cadáver frente a él.
Shoto asintió antes de regresar la mirada hacia el patético hombre. —Tuviste suerte de que él fuera piadoso contigo. Pero si te vuelvo a ver por aquí, te arrancaré la cabeza— amenazó fríamente liberándolo.
El tigre cayó, solo unos segundos le tomo apresurarse a levantarse y correr torpemente.
—No era necesario que me ayudaras. Podría manejarlo yo solo. —El bicolor volvió a ver a Katsuki, cambiando su expresión nuevamente.
—Lo siento, es solo que yo… —Alzó su mano izquierda para colocarla tras su nuca. El leopardo aterrador y dominante se había marchado para dejar a un simple gatito avergonzado. Qué lindo. —No pude evitarlo. Tú eres alguien especial para mí— admitió en un sonrojo desviando la mirada.
—A la una.
—¿Qué?— regresó la mirada estando confundido por sus palabras.
—A la una termina mi turno— añadió.
Shoto parecía perdido antes de que una agradable sonrisa apareciera en sus labios. —Será un placer esperarte.
—Espera— lo detuvo cuando estaba por irse. De atrás de la barra tomó un paño para tendérselo. —Tienes sangre goteando de tus garras, ensuciarán más el piso.
—Discúlpame, lo limpiaré enseguida— aceptó lo que le ofrecía, cubriendo su mano derecha.
—Déjalo, lo haré yo, es mi trabajo. Regresa a tu mesa y espérame como habías prometido. —Un rápido asentimiento fue su respuesta antes de que le hiciera caso.
Una media sonrisa surco los labios del lobo. Siendo testigo de lo que había hecho por él, quizás podría darle una oportunidad a ese enorme minino.
Chapter 4: Quietud
Chapter Text
Día 4: Púas en la lengua
Era curioso que Katsuki se deje únicamente tocar con su pareja. Los abrazos, el estrechar las manos o incluso el chocar con alguien por error lo hacían enfurecer a tal punto de insultar a cualquiera. Detestaba el contacto físico de extraños. Incluso con sus padres era complicado.
Sin embargo, estar entre los brazos de Shoto lo tranquilizaba. Inclusive cuando la situación era lo suficientemente tensa, como para que tuviera deseos de matar. El sentir el toque de su nariz contra su nuca, los escalofríos que le provocaba su aliento caliente contra su piel antes de que este lo lamiera. Su lengua áspera lo hacía sentirse relajado, haciendo que olvidara su enojo por completo.
Todo su cuerpo se debilitaba, que si no fuera por el fuerte agarre que era ejercido por el abrazo del bicolor tras su espalda, probablemente caería al suelo. Simplemente lo reconfortaba.
Al igual cuando ambos se convertían en felinos, su pareja se encargaba de que su pelaje estuviera completamente liso y ningún pelo fuera de lugar. Amaba consentirlo.
‹
›
Shoto se había acercado sigilosamente hasta pasar sus brazos contra el torso del rubio, sobresaltándolo por un segundo antes de reírse.
—¿Qué estás haciendo?— Tenía la intención de sorprender a su pareja llevándole el desayuno a la cama, aunque el sorprendido fue otro.
—La cama comenzó a sentirse fría.
—Mentiroso, la cama perfectamente conserva el calor.
—No es cierto— contradijo dejándole un tierno beso en el cuello, provocando que Katsuki se estremeciera.
—Deja eso, tengo que preparar el desayuno.
—¿Y si lo dejamos para después?— ofreció siguiendo con su trabajo, deteniéndose tras la nuca. Solo dejó que la punta de su nariz la tocara.
—¿Y si no quiero?— lo desafío.
Sonriendo, abrió ligeramente su boca para lamerlo un poco. Fue bueno que lo estuviera sosteniendo o el rubio hubiera caído. Le gustaba que fuera tan sensible ante sus toques. Se enorgullecía por eso.
—Podría hacerte cambiar de opinión.
—Odio que hagas esto. —Realmente no lo hacía, pero no le gustaba que se mostrara débil ante la mirada de alguien. Por suerte nadie ha comentado algo al respecto o en verdad los mataría.
—Tú y yo sabemos que eso no es cierto. Adoras que lo haga. Que lo áspero de mis púas recorra tu piel tan sensible que te hace estremecer y derretirte por mí. O cuando la paso contra tu pelaje, peinándolo.
—Entonces detesto que tengas razón. —Le gusto la forma en que logró hacerlo reír, habría deseado verlo, como lo hacía con cualquier buen gesto.
—Lo sé. ¿Ahora que tal si regresamos a la cama y te hago recordar los lugares donde te gusta que pase mi lengua?— ofreció. Fue bueno que Katsuki no estuviera preparando algo en el fuego o de lo contrario provocarían un incendio —ya había pasado una vez, pero lo apagaron de inmediato.
—Aceptaré tu oferta, solo que tienes que hacer algo a cambio— cedió.
—Trato. ¿Qué es lo que haré?
—El desayuno.
—Me parece justo. —Apartó su brazo izquierdo para bajar ligeramente hasta pasarlo tras las rodillas del rubio y poder cargarlo.
Por instinto, Katsuki colocó sus brazos alrededor del cuello del bicolor, así se sostendría. De esta manera, ambos se miraban con una sonrisa sobre sus labios.
—Siempre logras convencerme.
—Es uno de mis encantos— expresó caminando con dirección a la habitación. Era un día libre para ambos, por lo que posiblemente el desayuno se convierta en almuerzo. Era momento de mimar a su pareja.
Chapter Text
Día 5: Aroma
A Shoto comenzó a fascinarle el aroma que cada persona en la manada emanaba. Su madre tenía un olor a sándalo, su padre a pino, Touya olía a abeto, Fuyumi a eucalipto y Natsuo a cedro. Aunque para el bicolor era distinto, su aroma tenía una mezcla entre el bosque y ligera humedad. Incluso algunos afirmaban que olía a tierra o a flores. A pesar de ser confuso, le agradaba de cierta manera.
Desde pequeño había estado en contacto con varios aromas, reconociendo fácilmente a quién pertenecían. Inclusive podría decir que si el aroma era demasiado fuerte, lograba percibirlo desde una larga distancia. Esto se desarrolló cuando cumplió 16 y podría cambiar a su forma de lobo.
Exploraba tanto como quisiera dentro del bosque, teniendo cuidado para no cruzarse con animales salvajes. No estaba en sus planes luchar contra ellos.
Le agradaba el viento contra su pelaje cuando corría, todos los nuevos olores que llegaban a su nariz —por desgracia, unos más desagradables que otros.
—¿Pensando en salir?— Shoto apartó la mirada de la ventana de su habitación, para ver entrar despreocupadamente al albino, quien se lanzó sobre su cama.
—¿Por qué no tocas antes de entrar Touya?
—No quiero. —Agarró la almohada de su hermano para colocar su rostro e inhalar. —Hoy hueles a fresas. Qué raro. —Apartó la almohada para dejarla donde estaba.
—Deja eso. ¿Además que haces aquí?
—Ocultándome de papá. No quiero ir a otra de esas reuniones aburridas— se queja mientras rueda sobre la cama.
—Algún día serás el líder de la manada, tendrás que acostumbrarte a esas “reuniones aburridas” como tú les llamas. Y ya para de frotarte en mi cama.
—Necesito tu aroma para confundirlo. —El bicolor guardo silencio ante aquel comentario. En realidad su padre ya sabía que aroma tenía ese día, sería inútil lo que su hermano mayor planeaba hacer. —También vine a decirte que encontré un buen lugar. Es muy hermoso. Está por las colinas.
—¿Eso no queda cerca del territorio de la otra manada?
—Lo hace, pero vale la pena correr el riesgo.
Su oferta parecía tentadora, aunque no estaba seguro si sería buena idea, no quiere arriesgarse a que haya un conflicto entre manadas. Por otro lado, su lobo ansiaba ir a ver. Solo esperaba que no cometiera un error.
—Está bien, vamos— cedió levantándose de la silla donde había estado observando hacia afuera.
—Genial— salió de la cama esperando hasta que su hermano estuviera a su lado. Alzó su mano para revolver su cabello. —Yo me encargaré de cuidarte.
—Lo entiendo— contestó apartando la mano de Touya.
Bajaron con cautela y absoluto silencio las escaleras para llegar al primer piso. Nadie debería saber que saldrían. Escucharon la voz de su madre y hermana desde la cocina, por lo tanto, se dirigirían a la puerta de atrás. Saliendo, el albino se encargó de cerrar cuidadosamente. Suspiro de alivio cuando lo logró.
—¿A dónde van? —Ambos se asustaron al escuchar la voz de Natsuo. —¿Te estás escapando de nuevo Touya?
—Claro que no— respondió enfrentando a su otro hermano menor. —Estaba por ir con papá, ya sabes, hoy es la reunión y eso.
—¿Y Shoto?
—Me va a acompañar— explicó colocando su brazo sobre los hombros de este. —Me aburro cuando no tengo a nadie; papá no cuenta, no tiene sentido del humor— añadió comenzando a guiarlos. —Así que nos vemos en unas horas.
Ambos notaron que el peliblanco parecía no creerles, pero guardo silencio—. No voltees— aconsejo Touya murmurando, al intuir las intenciones del bicolor. —Sigue caminando, viendo únicamente al frente; si te ve basilar, sabrá que estaba mintiéndole.
Respiraron tranquilos cuando ya estaban lo suficientemente lejos de la casa, adentrándose más en el bosque. El albino le contaba a Shoto lo maravilloso que era el lugar a donde planeaba llevarlo. Solo se detuvieron cerca de una gran roca, para comenzar a desvestirse. No podrían cambiar mientras tuvieran la ropa, o de lo contrario, toda se desgarraría.
Cuando iban a quitarse el pantalón, escucharon la voz de su padre: —¡Touya!
—¡Corre!— alzó la voz el albino.
Alterados comienzan a apresurarse, siendo torpes mientras se despojaban de las últimas prendas. En un instante lo que habían sonado como pasos sobre las hojas, ahora eran varias pisadas.
Enji a lo lejos había alcanzado a ver a su hijo mayor, lo que no espero era ver al menor de todos junto a él. Observando como ambos lobos se alejaban rápidamente. Estaba molesto por tener que posponer la reunión para ir a buscar a dos de sus hijos. Está completamente seguro de que todo fue obra de Touya.
‹
›
La brisa contra su pelaje, se sentía increíble para el bicolor. Era maravilloso el correr libremente para el lobo, le encantaba.
Al mirar a un costado, se encontró con su hermano corriendo a su lado; reluciendo por su pelaje blanco y ojos turquesa. Este gruño, indicándole que lo siguiera, girando a la izquierda.
Entre más lejos iban, Shoto veía nuevos sitios que antes no había visto. Escuchar el cantar de los pájaros, ver ardillas e incluso conejos alejarse rápidamente cuando los escuchaban cerca. Los ciervos que los observaron pasar, antes de huir. Un pequeño grupo de lobos salvajes que los siguieron con la mirada.
Le encantaba estar en la naturaleza, sintiendo que forma parte de ella cuando cambia.
Sin embargo, un leve aroma llegó a su nariz. No era tan fuerte, pero era fácil distinguirla de entre los demás olores que había a su alrededor.
‹
›
El albino desvió la mirada a un lado por un segundo antes de detenerse abruptamente. Se giró hacia atrás para ver a su alrededor. Dándose cuenta de que estaba solo. Rápidamente, cambio para ser un humano. —Mmm… ¿Shoto? ¿Dónde estás?— Sabiendo que no obtendrá respuesta, golpeó su frente contra su palma. —Mierda, papá me va a matar. —Había descuidado a su hermano pequeño, era obvio que iba a hacerlo.
Cambio nuevamente para regresar en sus pasos y encontrar algún rastro que lo lleve hacia donde había perdido al bicolor.
‹
›
Shoto troto siendo guiado por el aroma, cuanto más se acercaba más fuerte se volvía. Era dulce al igual que ácido; la naranja. A eso olía lo que lo estaba atrayendo.
Notó de inmediato que los árboles iban disminuyendo, al igual que las hojas. Todo era tierra hasta que sus patas tocaron el suave pasto. Debía de estar en las colinas. Eso era malo, muy malo. Tenía que regresar antes de que alguien lo viera, no obstante, se detuvo al pasar una leve brisa que trajo consigo el aroma que lo llevó ahí.
Volteó para ver el bosque un instante antes de devolver su cabeza al frente. Era una estupidez lo que estaba haciendo cuando su pata derecha dio el primer paso. Tendría muchos problemas si fuera descubierto, solo que eso no lo detuvo.
Caminó cuidadosamente hasta parar. Sus ojos parecían maravillados por lo que había delante a unos metros. No estaba seguro de que había dejado de respirar. Conteniendo el aliento. Delante de él, se encontraba sentado un atractivo joven.
Parecía estar dentro de sus pensamientos mirando hacia el horizonte. Su cabello rubio cenizo a penas se movía por el soplar del viento. La paz que había mostrado se interrumpió cuando el viento soplo del lado contrario, llevándole hacia él, el olor del bicolor.
Girando su cabeza, logro ver a aquel peculiar lobo, dándole a Shoto la oportunidad de admirar el color carmesí en sus ojos. Katsuki trató de recordar si había un lobo en su manada que se distinguiera por su pelaje blanco y rojo, divididos respectivamente. No había nadie así. Estaba seguro de que no se trataba de un lobo salvaje, hubiera huido al instante en que posó sus ojos en él.
—¿Quién eres?— exigió en voz firme.
El bicolor imaginó que una buena opción era dar la vuelta y salir corriendo, ahora bien, había algo que parecía retenerlo—. Si no te identificas ahora, iré con mi manada y les informaré que hay un intruso en nuestras tierras.
Con aquella amenaza, Shoto se apresuró a cambiar. —Por favor no lo hagas, no deseo meterme en problemas— suplicó esperando que tuviera piedad de él.
El rubio lo observó, intuyendo que podrían tener la misma edad. La mirada la sostuvo por un tiempo sobre su rostro antes de ir bajando. Notando que no tenía tanto músculo, piel blanca, ninguna cicatriz… demonios, se detuvo en su entrepierna.
Estaba acostumbrado a que los cambiantes constantemente estaban desnudos para hacer el cambio, sin embargo, ahora estaba teniendo problemas para apartar los ojos. Lujuria es lo único que tenía en mente, tuvo que obligarse a desviar la mirada para no meterse en un gran lío.
Por mala suerte, el viento jugo en su contra al enviarle su aroma a Shoto, provocando en él, un jadeo de sorpresa.
—Oh, eres omega— afirmó soltando la palabra sin más, sin saber el error que había cometido hasta que Katsuki lo vio con enojo. —¡Lo lamento mucho! ¡No era mi intención decirlo de esa forma!… es que tú… tu aroma… —No estaba seguro de cómo debía de explicarse correctamente. Comenzó a sentirse nervioso.
—¿A qué te refieres con mi aroma?— cuestionó dejando de lado la ira que le había causado.
—¿Ah? Bueno, estabas desprendiendo un aroma muy dulce, a comparación de la de hace poco. Entonces me hizo pensar que tú estabas imaginando ciertas cosas. —Su tono de voz fue bajando hasta un susurro para evitar provocarlo y que cumpla su amenaza de ir por su manada.
—¿Puedes… olerme? —La expresión del rubio había cambiado, mostrándose completamente desconcertado.
—¿Sí?— dudó al responder. No estaba seguro del porqué le preguntaba eso. —Hueles a naranja— agregó rápidamente.
Y lo hacía, claro que olía a cítrico ese día. Lo que no podría comprender es cómo el extraño frente a él decía sin titubear su olor. Era imposible, nadie —ni siquiera sus padres— podían olerlo. Inclusive imaginaron que cuando nació, era un beta, al no encontrar ningún aroma más que el de ellos.
El único que sabía su aroma era él mismo, aunque con la diferencia que siempre cambiaba. Un día podía oler a bayas y en otro al océano. Simplemente extraño, y si no fuera aún peor, cambiaba cuando lo hacía su estado de ánimo. Una completa locura—. ¿Te encuentras bien?
—¿Por qué no lo estaría?— replicó a la defensiva.
—Te veías confundido, muy probablemente impactado.
—Solo… no es nada— se corrigió rápidamente antes de decir algo que podría lamentar. —Por otro lado, ¿eres consciente de que estás en un territorio que no es el tuyo? —Realmente le era irrelevante, siempre y cuando no le causará ningún problema.
—Lo hago, y en verdad agradecería que no le digas a nadie que me viste. Por favor. —Katsuki lo estaba reconsiderando; su compañía no había sido mala en realidad. Su aroma a fresas lo relajó un poco, luego del horrible día que tuvo.
—Lo reconsideraré. —Ambos permanecieron en un pacífico silencio, viéndose directamente a los ojos, hasta que el rubio lo rompe. —Ahora vete, o me harás cambiar de opinión.
—Así… yo… nos vemos después. —Había retrocedido hasta casi tropezar. —Fue un gusto conocerte— compartió antes de irse corriendo en su forma de lobo.
Al verlo lo suficientemente lejos, Katsuki dejó escapar una ligera risa. Fue entretenido verlo actuando tan tranquilo antes de que lo hiciera como el adolescente que es. Quizás podría extrañarlo un poco, le alegraría la vida de vez en cuando. Esperaría a que otro día vuelvan a encontrarse.
Notes:
Esta vez utilicé los tips de escritura que amablemente le pedí a ZenZen. Solo espero que lo haya hecho bien, en relación con lo que sintieron Kacchan y Shoto.
Chapter 6: Suficiente ayuda
Chapter Text
Día 6: Supresores
Katsuki regresó a su casa luego de haber conocido aquel chico tan peculiar. Seguía sin creer que este lograra percibir su aroma. Era extraño.
—¡¿A dónde se supone que fuiste mocoso?! —Suspiro con fuerza al escuchar a su madre detrás de él. —¡Te advertí que no te alejaras de la casa! ¡Podría haberte pasado algo porque tú eres…!
—¿Por qué soy qué? —Se giró levemente para enfrentar a su madre. —¿Un omega débil? ¿Eso es lo que intentas decir?
Mitsuki se arrepintió por lo que había estado a punto de decir. Aun así lo creía. Era su hijo, simplemente no podría dejarlo solo. La rubia exhaló intentando relajarse, debía hablar calmadamente. —Entiéndelo Katsuki— trato de decirlo suavemente, aunque eso no se le daba muy bien como a su pareja. —Intento protegerte. Muchos ya saben que eres un omega, y no puedo arriesgarme a que un alfa te…
—Sé lo que intentas decir— la interrumpe nuevamente. —Pero ya dejé de ser un niño pequeño. Sé como debo pelear, además tengo los supresores. También por si no lo recuerdas, no tengo olor para atraer algún alfa si es que llegara a entrar en celo. Así que ya déjame en paz— sentenció retomando su camino hacia la casa.
Detestaba tener que discutir por lo mismo cada día. Nada era distinto.
Su habitación se encontraba en el primer piso, así de esa forma era más fácil huir. Simplemente, entraba por la puerta principal, pasaba por la sala al costado derecho y cerca se encontraba su dormitorio. Entrando, cerró la puerta tras de él. Se sentía cansado, agotado de todo lo que está viviendo.
Caminó directamente hasta su cama antes de arrojarse sobre esta. Quería dormir al menos hasta la hora de la cena, pero su mente tenía otros planes. Molesto giró para observar el techo.
Constantemente cuestionaba el porqué era un omega, y verdaderamente el anciano no se había equivocado. Fue corroborado hace 5 años. Su madre había insistido en que lo llevaría a la ciudad, se aseguraría de que le practicaran estudios y le brindaran supresores antes de que se presentara su primer celo.
Efectivamente, los resultados verificaban que era un omega, aunque no podrían explicar su falta de aroma —incluso preguntaron si había utilizado algún inhibidor para ocultar su olor. No lo había hecho, le aseguro Mitsuki a la doctora, nadie en su manada lo ocupaba.
En un principio le administraron supresores básicos que podrían funcionar a su edad, también una jeringa en caso de que su celo se presentara, tendrían que utilizarla en caso de emergencia.
Visitas regulares al hospital fueron necesarias cuando fue creciendo.
El rubio tuvo suerte de que con el constante cambio en supresores, el ser poco a poco más fuertes, jamás tuvo que sufrir por el celo. Realmente lo agradecía. Vivía con normalidad gracias a eso, hasta que un día tenga que suspenderlas cuando encuentre a su pareja. Por ahora estaría bien, intentando disfrutar de la pequeña libertad que se le permita.
Volteó ligeramente su mirada a un costado para observar aquel frasco blanco sobre la cómoda, al único que desearía que esté en su vida, aunque también lo desprecie.
Chapter Text
Día 7: Huida
Permanecer en silencio y asentir era bueno, se decía Katsuki. Simplemente, no podría opinar al respecto, dejaría que su madre y su suegra se encargaran de organizar la boda.
La presión era tanta, además que todo estaba yendo demasiado rápido.
Hace medio año conoció a Shoto. Se suponía que él era el encargado de diseñar su casa. Sabía que era adinerado por su apellido —cualquiera lo conocía. Lo que nunca espero es que en la primera reunión que tendrían para discutir los detalles del diseño, sus miradas se cruzaron; hubo una notable conexión.
Ser profesional se iba al carajo al ver aquella cálida sonrisa. El rubio era consciente de que estaba mal tener sentimientos por algún cliente, pero era simplemente imposible. Desde un principio hubiera dicho que no podría trabajar para él —aunque le recomendaría a algún otro arquitecto— mas no lo hizo.
¿Se arrepentía? Quizás.
Había pasado esos 6 meses malditamente feliz, hasta que sucedió lo inesperado; quedo embarazado. Fue estúpido de su parte olvidar tomar una vez sus supresores, ir a su apartamento a cenar y dejarse llevar totalmente.
A las pocas semanas comenzaron las náuseas, como los vómitos. Él mismo sabía lo que le estaba ocurriendo y eso lo aterraba.
Para el bicolor fue fácil aceptar la noticia, estaba fascinado. Sería papá.
Los padres de Katsuki, como los de Shoto también estaban felices, que inmediatamente propusieron que habría una boda. No tomaron en cuenta la opinión del rubio, todos asumían que estaba de acuerdo con todo.
Katsuki bajo la mirada hacia su abdomen. Lentamente, alzó su mano izquierda para tocar —sobre su ropa— el vientre donde su cachorro estaba creciendo.
—¿Estás bien?— susurraron a su lado. Al voltear, el rubio nota que se trataba del bicolor, quien lo veía con preocupación.
Por un momento se detuvo para pensar en su respuesta antes de decirla: —Por supuesto, solo necesito un poco de aire— anunció antes de levantarse de su asiento. Estaba sofocándose dentro de la casa de los padres de Shoto.
El bicolor lo dejó marcharse, es consciente de que Katsuki estaba estresado por la boda —idea de su padre. Si tan solo le hubiera dicho que esperaran, su pareja no actuaría tan reservado. Él también está nervioso, lo admite. Realmente, estaba feliz de ser padre, que no dudo en decírselo a su familia. Gran error. Debió de guardar silencio, al menos hasta que su hijo o hija naciera. Tarde se dio cuenta de lo que había provocado.
‹
›
Aquel día era hermoso y resplandeciente. El jardín donde se organizaría la boda, dio la bienvenida a varios invitados, por suerte no había ningún periodista para mantener la boda únicamente a conocidos. Shoto observó la alfombra de pasillo blanca sobre el césped, donde el rubio y él caminarían. El gazebo que será testigo de sus votos. El cuarteto de cuerdas que tocara la marcha nupcial que los acompañaría en cada paso.
Por el momento había personas sentadas en las sillas, algunas otras estaban esparcidas por el lugar hablando entre ellas.
Solo unos minutos y Katsuki sería su esposo.
La inquietud floreció en su pecho cuando a todos los invitados se les había indicado que se sentaran. Apartó la manga de su saco para consultar su reloj. Estaban retrasados por casi 2 horas. Algo no andaba bien. Olvidándose de que tenía que esperar, se apresuró a dirigirse a la habitación que había sido asignada para el rubio en el hotel.
Mientras más se acercaba, escuchaba una fuerte discusión. Identificó la voz de su padre y la de su suegra.
—¿Qué es lo que está ocurriendo?— exige fácilmente al estar la puerta abierta. Con una mirada rápida nota que estaban sus padres como los del rubio. Únicamente ellos. —¿Dónde está Kats?
—Shoto… —Comenzó Mitsuki antes de ser interrumpida por Enji, el cual le arrebató de la mano una hoja blanca que sostenía.
—Esto es lo que pasa— bramó su padre tendiéndole la hoja. El bicolor identificó que se trataba de una nota, en todo caso una carta. Con cierta duda la tomó entre sus manos y comenzó a leer:
Para Shoto
Sé muy bien lo que te estarás preguntando en el momento en que leas esta carta, y cuando la tengas en tus manos, me habré ido.
En verdad lamento que te haga pasar por esta humillación antes de la boda, pero simplemente ya no podía soportarlo.
Todo estaba yendo tan rápido en tan solo un mes, que me era muy difícil de asimilarlo. Habíamos estado muy bien antes de todo esto. Dios, no sé por qué fui tan estúpido en aceptarlo. Aunque no te culpo, en verdad que no lo hago.
Los 6 meses que estuvimos juntos, fueron los más frustrantes y maravillosos días que hubiera tenido en mi vida. Al enterarme de que seríamos padres, tuve miedo, creía que tú me abandonarías cuando lo supieras, claramente no fue así y te lo agradezco.
Está bien si empiezas a odiarme, me lo merezco.
Tuve suficiente de esto. Entre en pánico, así que no pensé en nada más que en marcharme.
Te suplico que no intentes buscarme. Si es que pensabas hacerlo. Quiero tiempo para asimilarlo todo, quiero estar preparado para el futuro.
Quizás algún día vuelva y puedas conocer a tu cachorro, hasta entonces no nos volveremos a ver, solo cuando nuestros caminos se crucen.
Adiós
El bicolor volvió a escuchar que empezaron a discutir, ya estaba cansado de eso.
—Váyanse— pidió, sin embargo, nadie le había prestado atención. Tomando una profunda respiración, ordenó: —¡LÁRGUENSE! —Todo se volvió silencioso antes de que escuchara los pasos de todos acercándose a él. Se negó a verlos e incluso evadió el tacto de su madre.
—Lamento todo esto Shoto— expresó la rubia al estar a su lado.
—Solo márchese. —Suavizo ligeramente su voz.
Estando completamente solo, se adentró a la habitación cerrando detrás de él. Notó que sobre la cama se encontraba el traje negro que Katsuki utilizaría. Al parecer ya no.
Lentamente, se dirigió hacia la cama, en donde se giró para sentarse en el suelo y recargar su espalda contra esta.
Inicio con una lágrima resbalando de su mejilla, seguida de una más y muchas otras. Su pecho, además de su garganta, se sentían oprimidos. Intentaba no gritar, pero tenía que hacerlo, deseaba sacar de alguna forma el dolor que sentía.
Fue tan tonto, él había visto todo, mas no hizo absolutamente nada. Tal vez habría estado con su pareja en su apartamento, disfrutando de este día. Posiblemente, el rubio estaría trabajando en el diseño de la casa que sería para ambos, añadiendo una habitación para el bebé.
Habrían sido tan felices, no obstante, al parecer ya no sería así. Tendría que resignarse y esperar lo que sea necesario para tenerlos a ambos de regreso.
Notes:
En un principio había pensado en que Kacchan huyera estando embarazado (como muchas otras historias), después imagine que sería buena idea que dejara en el altar a Shoto. Al final decidí que iba a mezclar ambas situaciones.
Chapter 8: Un momento de tranquilidad
Chapter Text
Día 8: Ronroneo
Algo más que a Katsuki le tranquiliza, es el suave ronroneo que produce Shoto. Escucharlo contra su oído mientras está cerca de su pecho, es simplemente gratificante.
Siempre es difícil admitirlo, de cierta manera le avergonzaba el confesarlo hacia su pareja, pero nunca era necesario. El bicolor sabe lo que le provoca cuando lo siente relajarse e incluso también alcanza a escuchar un leve ronroneo por parte del rubio. Su adorable gatito.
Es muy constante que lo haga cuando están solos, y no puede tranquilizarlo lamiendo su nuca —principalmente por estar demasiado cansado.
El trabajo es difícil y estresante para ambos, el lado bueno es que trabajar en la misma compañía era beneficioso para Shoto, podría tranquilizar fácilmente a su pareja. Era un milagro que no despidieran a Katsuki por su pésimo carácter o las continúas amenazas que podría dar a cualquiera que lo provoque —era común que constantemente fuera hacia él para tranquilizarlo. Si seguía conservando su puesto, es por lo bien que se desempeña.
Aquel día el bicolor tuvo que calmar al rubio un total de 5 veces. La primera cuando salían de su departamento y alguien accidentalmente chocó con él. La segunda, cuando Katsuki fue a enfrentar a unas adolescentes que se le quedaban viendo mucho a Shoto en el tren subterráneo. Le daba ternura lo celoso que se ponía.
La tercera vez fue cuando un cliente por teléfono se atrevió a decirle que estaba haciendo mal su trabajo. Incluso el rubio lo amenazó con investigar dónde vivía, pero antes de que dijera más, Shoto intervino para que su pareja no se metiera en problemas.
En la cuarta ocasión, el bicolor se encontraba en la sala de descanso, sirviendo café en dos tazas. Era la hora del almuerzo. Cuando está por terminar de servir, una de sus compañeras de trabajo entra desesperada contándole a Shoto que uno de los pasantes derramó su bebida por error contra la camisa de Katsuki.
El bicolor llegó a tiempo para detener al rubio antes de que intentara matar al chico frente a todos. Pobre muchacho, temblaba del miedo y estaba totalmente pálido. Llevó a su pareja hacia su cubículo en donde tomó una camisa extra que siempre llevaba en caso de emergencia.
La última fue la más liviana, ya que Shoto lo detuvo antes de que hiciera algo. Aunque eso no evitó que el bicolor fuera el que amenazara al tipo en la estación, al haber alcanzado a ver que este quería tocar indebidamente a su pareja. Sujetándolo fuertemente de la muñeca y con sus uñas extendidas, mientras sus ojos brillaban con intensidad y la pupila se alargaba. Su parte felina deseaba salir.
Fue afortunado que los guardias llegaran a tiempo antes de que le rompiera la mano al sujeto.
Había sido un largo día y por fin descansarían en su departamento, o más bien Shoto lo haría recostado sobre el cómodo sofá, escuchando las innumerables quejas de Katsuki, además de insultos acerca de todo lo sucedido.
—Kats.
—¡¿Qué quieres?!— vociferó deteniéndose un momento para verlo, todavía tenía mucho que expresar.
—Ven, te necesito— pidió extendiendo los brazos a los costados, invitándolo a que se acercara.
El rubio dudó por bastante tiempo si sería buena idea. ¿Pero a quién engañaba? También necesitaba un abrazo. Con pasos firmes se acercó a su novio, se acostó sobre él, dejando su cabeza sobre su pecho. El contrario lo rodeo entre sus brazos, acercándolo más a él. A los pocos segundos alcanzó a escuchar perfectamente el ronroneo del bicolor, haciéndolo vibrar a través de su torso.
Katsuki dejó escapar un suspiro de alivio antes de relajarse y cerrar los ojos.
Absolutamente, nada podría compararse con estos momentos que vivía al lado de Shoto, pasándole lo mismo al contrario. Se necesitaban el uno al otro.
Chapter 9: Destino
Chapter Text
Día 9: Clarividencia
Desde que Katsuki conoció a aquel chico hace unas semanas, se ha sentido inquieto desde entonces. No se explica la razón de aquella reacción, no había nada fuera de lo común.
Estando sobre su cama, desde la ventana observaba el bosque. Parecía tan silencioso y a su vez tenebroso. De ninguna manera podría sentir miedo hacia este, sin embargo, algo parecía perturbarlo. Es como si algo estuviera por suceder.
El llamado a su puerta, provoca que el rubio aparte la mirada para enfocarse en esta. —¡¿Qué es lo que quieres?!— exigió a quien estuviera del otro lado.
«—¡A mí no me hables en ese tono!» —Era su madre. «—Apresúrate, estamos por irnos—» informó antes de alejarse.
Desde que había regresado de las colinas, Mitsuki actúa más sobreprotectora que de costumbre, constantemente ha estado llevándolo con él, incluso a sus aburridas reuniones. Es incomprensible para Katsuki su extraña actitud. Al menos antes tenía más libertad cuando lo dejaban solo en casa, ahora ni eso tiene.
Soltando un gruñido, el rubio se levanta para salir de la habitación, encontrándose con su madre y padre en la entrada. Decidió no cuestionar a donde irían hoy, poco le importaba.
Jamás habría imaginado que subirían hacia el santuario para ver al anciano —seguía odiándolo por su acertado resultado. Tampoco es como si le interesara lo que su madre hablaría con él, por lo que se dirigió hacia la gran fuente de pared hecha de piedra donde brotaba el agua que era utilizada para la ceremonia. En todo caso, también para la unión de las parejas.
No se enfocaba en nada más que en ver su reflejo en el agua cristalina, sentado a un costado y apoyando su mentón contra sus brazos sobre el borde. Nada más había que hacer, solo esperaba que terminaran antes del anochecer; es complicado bajar si no hay luz suficiente para iluminar el camino.
Sus párpados comenzaron a sentirse pesados, gracias al sonido del agua. Se esforzaba en no quedarse dormido, de ninguna manera podría hacerlo ahí. Entre su estado de conciencia y el mundo de los sueños, varias imágenes comenzaron a hacerse presentes, acompañadas de sonidos tan reales.
La noche había caído, el bosque se veía aún más siniestro. El ulular de un búho se escuchó. Pisadas apresurándose sobre las frágiles hojas. El pelaje blanco y rojo que se mostraba bajo la luz de la Diosa Luna. Fuego. Un grito de dolor. El sonido ensordecedor de un disparo. Mucha, mucha sangre.
Katsuki despertó sobresaltado, antes de ver con horror como el agua comenzaba a teñirse de un color escarlata. Se alejó lo más rápido posible e incluso tropezando en algunas ocasiones. Sus manos temblaban, su corazón golpeaba fuertemente su pecho. No entendía lo que acababa de ver.
—¡Katsuki! —Al escuchar la voz de su madre, observó que parecía preocupada como también su padre. El hombre parecía verlo con una expresión extraña, y el rubio lo comprendía. Apartando su vista de ellos por un momento, notando que el agua se veía tan clara como en un principio.
Mitsuki se levantó para acercarse a su hijo, viendo lo alterado que estaba—. ¿Te encuentras bien? —Alzó su mano para apretar ligeramente su brazo.
Después de unos largos segundos, Katsuki respondería vagamente: —Yo…— vaciló. Su mirada se dirigió hacia afuera, percibiendo que el cielo se está pintando de naranja; estaba por oscurecer. Tuvo un mal presentimiento. —Tengo que irme— informó de pronto intentando alejarse, no obstante, su madre apretó su agarre para retenerlo.
—Katsuki, ¿dime qué es lo que sucede? ¿Por qué estás desesperado por irte?
—Suéltame. —Intentó apartar la mano de Mitsuki, pero ella se negaba a soltarlo.
—Katsuki, contéstame. —Al mirar que seguía intentando desesperadamente alejarla, optó por tomarlo del otro brazo y sacudirlo fuertemente. —Respóndeme— ordenó en voz firme, esperando que esta vez obtuviera una respuesta concreta.
—¡Déjame ir!
—¡No lo haré hasta que me digas lo que te ocurre!
—¡Tengo que salvarlo!— confesó al fin. Cuando los ojos del rubio se posan en los de ella, nota el miedo y la desesperación. Jamás lo había visto de esa manera. —¡Mamá, suéltame!
La rubia estaba impactada por sus palabras. Hace años que había dejado de llamarla mamá —normalmente le decía bruja, o cualquier sobrenombre que se le ocurriera. Poco a poco dejó de ejercer presión en su agarre, hasta liberarlo.
Al ya no ser retenido, Katsuki se apresuró a salir. Cruzando las puertas abiertas, estaba en su forma de lobo; dejando atrás su ropa desgarrada por su rápida transformación.
Mitsuki suspiro antes de ordenarle a aquellos hombres que los habían seguido: —¡Vayan tras él! ¡Apóyenlo en lo que necesite! —Varios gestos de tres hombres recibió, antes de que estos acataran su orden.
‹
›
Shoto se reprendía a sí mismo, a causa de haberse quedado dormido. La noche había llegado y muy probablemente su padre vendría a buscarlo. Seguramente castigándolo por un buen tiempo. Tal vez hubiera permanecido cerca de su casa.
En un instante se detuvo al escuchar un ruido a su izquierda. Se sorprendió al ver 2 humanos tan adentro del bosque. Al parecer acampaban, por la fogata y las tiendas de campaña. Daba la impresión que podrían ser excursionistas. No lo eran. Son cazadores.
Los rifles apoyados contra un árbol cerca de uno, mientras el otro sostenía un cuchillo, prestándole atención a la presa que cazaron ese día.
El bicolor se sobresaltó cuando uno notó su presencia: —Oye, ¿habías visto ese color de pelaje antes en un lobo?
—¿Cuál?— cuestionó alzando la mirada para ver que su compañero señalaba a un costado. Admiró al lobo a una distancia demasiado corta. Parecía temeroso, ni siquiera se veía que quisiera atacarlos.
—¿Cuánto crees que nos darán por su piel? —El lobo pareció comprender lo que había comentado, ya que se apresuró a huir. El hombre cerca de las armas, tomó una para apuntarle y disparar. —Maldición. —Falló dándole a uno de los troncos de un pino. —Vamos tras él— dictaminó levantándose.
Su compañero no tuvo más opción que seguirlo, no sin antes tomar una rama gruesa que se encontraba cerca, así encendiéndola dentro de la fogata para alumbrarse. Sabía que debía de haber traído lámparas para estos casos.
‹
›
Shoto estaba aterrado mientras se apresuraba a correr. En nada ayudaba el escuchar el fuerte sonido del disparo, que milagrosamente pasaba a su lado para dar con cualquier lugar menos en su cuerpo. Quería alejarse lo más posible de ellos, sabía lo que pasaría si lograban atraparlo. Fue inesperado cuando algo lo golpeó en su rostro. Estaba caliente —demasiado, y era un dolor insoportable.
No pudo evitar su cambio cuando cayó. Llevó su mano para cubrir parte de su rostro del lado izquierdo. No podía hacer más que gritar de dolor.
Los cazadores se quedaron estupefactos después de lo que sus ojos habían visto.
Se adelantaron un poco al lobo, cuando lo tienen a la vista, quien tiene el rifle decide tomar la antorcha improvisada que sostenía el otro. Pretendía detener al animal, y en su confusión, dispararle. Era inesperado lo que sucedió a continuación.
—Así que las leyendas eran ciertas— murmuró acercándose para apreciar mejor al chico en el suelo, ayudado por el fuego que brindaba la rama sobre la tierra.
Había escuchado acerca de personas que vivían en el bosque, las cuales no eran del todo humanas, podrían convertirse en un animal a voluntad. Ahora frente a él había uno. Sonrió de felicidad e incredulidad al imaginar cuánto dinero podrían obtener si lo mostraban ante los medios.
Inesperadamente, escuchó un gruñido a su costado. Estaba por girarse en ese momento, cuando algo se abalanza contra él, perforándole la carne de su rostro con sus garras.
Soltó el arma al caer, gritando fuertemente por la herida causada, que inútilmente trataba de parar la sangre con sus manos.
‹
›
El rubio corrió a través del bosque, oyendo pisadas que se acercaban a él. Seguramente lobos que habían sido enviados por su madre.
Katsuki no estaba seguro de adónde debería de ir con exactitud. No hace mucho escuchó al búho ulular cuando todo oscureció y la Diosa Luna ilumino a su alrededor. Sabe que el tiempo se agota y aquel chico corría peligro.
Había elegido acercarse al otro territorio, estaba seguro de que ahí tendría más posibilidades. A lo lejos, escuchó el sonido de un disparo. Por un momento se detuvo para observar de dónde provino, alcanzando a visualizar la luz de una fogata. Estaba cerca.
Se guio por el sonido del arma, por lo que intentó que sus patas fueran más veloces. Pedía a la Diosa Luna llegar a tiempo. El grito que resonó a continuación, lo hizo sentir escalofríos. Pero por más que fuera desgarrador de oír, se obligó a seguir hasta que alcanzó a ver a un hombre frente al chico.
Gruño con enojo al ver aquella repugnante sonrisa, antes de decidir lanzarse contra él, permitiendo que sus garras atravesaran su rostro cerca de su lado derecho. Dejándolo en agonía, se apresuró a colocarse sobre el chico. Gruñendo en advertencia al ver al otro humano.
De ninguna manera dejaría que se le acercaran, ni siquiera que lo tocaran. Había visto que el otro corrió para tomar el arma que estaba en el suelo, le apuntó en un intento de amenaza. El rubio no sentía miedo, de ninguna manera iba a sentirse intimidado.
Ambas miradas parecían decididas, antes de que el humano desviara la mirada para observar a su compañero. Una y otra vez hizo lo mismo, alternando entre ambos. Tomó la decisión de bajar el rifle para enfocarse en levantar al otro.
Al sostener su brazo sobre sus hombros. Se dirigió hacia el lobo de pelaje dorado cenizo: —Dejemos esto aquí— pidió, sintiéndose algo estúpido por hablarle un animal, que seguramente podría entenderlo. —Nos marcharemos. Prometo que no le diremos a nadie lo que vimos. —Se alejó lentamente ante la atenta mirada carmesí.
Katsuki los siguió observando hasta que estuvieron lo suficientemente lejos de ellos. El peligro había pasado, pero todavía debía de ayudar al joven bajo él. Apartándose, se colocó frente a él, volviéndose una persona.
Su pecho se comprimió al verlo sufrir por el dolor, y lo rojizo que se veía cerca de su ojo. No estaba seguro de que debía de hacer ahora. De ninguna manera podría pedirle que cambie, al no saber la gravedad de la quemadura.
Alertándose al escuchar a alguien acercándose, estaba por transformarse de nuevo, hasta que se da cuenta de que se trataba de tres lobos que al detenerse; eran humanos.
—Ayúdenme a llevarlo a casa— suplicó sorprendiéndolos. Ellos nunca habían visto que le pidiera algo a alguien, incluso con una voz temerosa.
El primero en acercarse fue el de en medio, inclinándose para tomar al bicolor delicadamente entre sus brazos.
Sería un gran recorrido el que harían hasta llegar, pero al menos de esta forma el rubio se sentiría más tranquilo.
‹
›
Enji estaba intranquilo como toda su familia, el menor de sus hijos se había ido hace varias horas y aún no regresaba. Ansiaba ir a buscarlo o de lo contrario podrían perder su aroma cuando llegue el amanecer. No estaba dispuesto a que este cambie, volviendo más difícil su búsqueda.
Frustrado, se levantó de la mesa para ir con dirección a la entrada, escuchando pasos detrás de él. Seguramente todos irían para ayudar. Sin embargo, el sonido del teléfono los detuvo. Se giró para mirar a su pareja, acercarse y contestar.
Estaba por caer si Fuyumi no hubiera estado cerca de su madre para sostenerla. Intrigado por lo sucedido, a pasos largos se acercó y tomó el teléfono de las manos de la albina.
—¿Qué sucede?— exige a quién este del otro lado de la línea.
[—Enji.] —Reconoció la voz de Mitsuki. La había conocido hace años, aunque era incomprensible el porqué le llamaba. [—Como le dije a Rei, tu hijo está conmigo. Y antes de que pienses mal, mi hijo Katsuki fue quien lo encontró. Está herido.]
Sin escuchar nada más, regreso para salir de la casa.
—¡Papá!— lo siguió Touya hasta la camioneta estacionada afuera. —¿Qué pasa?
—Vuelve adentro, cuida de tus hermanos y tu madre.
—Pero…
—¡Haz lo que te digo!— exigió abriendo la puerta del conductor antes de cerrar para introducir la llave en el encendido. No había tiempo para explicaciones, su prioridad era Shoto.
‹
›
La rubia permaneció afuera de su casa, hasta que observó la camioneta que venía por el camino. Suspiro al ver que se trataba del pelirrojo. Este se detuvo antes de salir sin cerrar. Parecía molesto, sin embargo, Mitsuki estaba segura de que solo estaba cubriendo su miedo.
—¿Dónde está Shoto?— solicitó llegando hacia ella.
—Adentro— responde. Estando a su costado, rápidamente lo detiene sosteniéndolo del brazo.
—¿Qué estás haciendo?— rugió furioso porque lo retuviera.
—Antes que nada, tú y yo tenemos que hablar.
—Déjalo para luego, Shoto me necesita.
—Katsuki está con él, así que cuidara de Shoto. Esto es importante.
—¿Por qué lo sería?— giró levemente su mirada para verla con seriedad. Estaba molesto de que lo mantenga ahí. Solo quería corroborar el estado en el que se encontraba su hijo.
—Porque esto tiene que ver con nuestros hijos.
Enji no estaba comprendiendo a lo que se refería. Por otro lado, parecía que la rubia no estaba dispuesta a dejarlo por el fuerte agarre en su brazo.
—Está bien— accedió. —Espero que sea rápido. —Si la charla iba a ser innecesaria, se iría a ver al bicolor sin importar nada. Suficiente tiene con la tortuosa espera.
‹
›
El rubio permaneció al lado del chico en todo momento, mientras el anciano lo curaba, ya que al parecer había bajado del santuario para hacerlo. Sosteniendo todavía su mano cuando gritaba por el dolor, para posteriormente dormirse después de varios minutos.
—¿Se pondrá bien?— indagó cuando el hombre estaba terminando de cubrirle con una venda su lado izquierdo.
—Lo hará— contestó. —Tuvo suerte de que su ojo no resultara dañado o hubiera perdido la vista de ese lado— añadió.
—Gracias— dijo de pronto sorprendiendo al anciano. Se detuvo por un momento para mirar a Katsuki, antes de que una pequeña sonrisa ladina apareciera sobre sus labios.
—Es extraño que me des las gracias, luego de haberme faltado al respeto aquel día. Por el contrario, lo aceptaré.
Luego de eso, el rubio permaneció solo junto al chico. Se alejó por un momento para vestirse. Todo estaba más pacífico ahora.
Colocándose ropa interior, pantalón de pijama y su vieja camiseta negra; regreso de nuevo a la silla junto a la cama.
Lo peor había pasado, podría respirar mejor. Lo único que le esperaba era a que despertara, estaba gustoso por saber el nombre de a quien al parecer se ha vuelto importante en su vida.
Chapter 10: 🔞Nuestro preciado momento
Chapter Text
Día 10: Celo
Desde que Katsuki salvó a Shoto hace 4 años, han estado juntos cada que pueden.
Mitsuki permitió que el rubio estuviera fuera, siempre y cuando el bicolor lo acompañe. Enji no dice mucho al respecto, sin embargo, está de acuerdo que pasen tiempo luego de lo que la rubia y él hablaron.
Había ocasiones en las que el rubio se lamentaba no haber llegado a tiempo para evitar aquella quemadura en el rostro de Shoto. Realmente él no lo culpaba, solo estaba feliz de que Katsuki lo salvara para estar a su lado. Era lo único que le importaba.
Cualquiera se daba cuenta de lo bien que se complementaban. El rubio podría ser explosivo, pero el bicolor tranquilizarlo con unas cuantas palabras y un dulce aroma. Incluso era capaz de provocar una sonrisa o risa en él. Nadie más podía hacerlo.
Desde el punto de vista de Shoto todo iba bien, hasta ese día.
‹
›
Plácidamente, Katsuki miraba el bello paisaje frente a sus ojos, sentía la suave brisa pasar nuevamente; todo esto mientras palmeaba ligeramente la espalda del bicolor, quien al parecer se estaba ahogando con su propia saliva.
—¿Ya te encuentras mejor?— indagó al notar que la tos había disminuido.
—Un poco— logró decir tomando todo el aire posible. Sentía su garganta arder y sus ojos picaban, pero sobreviviría.
Con aquella confirmación, el rubio se alejó unos pasos para sentarse sobre el pasto, apoyándose en sus manos a los costados.
Aclarando su garganta, Shoto se enfocó en ver a Katsuki. —¿Estás seguro de lo que acabas de decir?
—¿De si quiero que pases conmigo mi primer celo? Sí, estoy bastante seguro de ello. Ya soy lo suficiente mayor como para experimentarlo, ¿no crees?
—Pero tu madre…— sonó inseguro. No estaba tan loco como para enfadarla, de por sí le infundó miedo cuando le dijo que lo castraría si se atrevía a tocar indebidamente a su hijo.
—¿Acaso le tienes más miedo a la bruja que a mí?— averiguó con una sonrisa burlona.
—A los dos, de hecho. —Respuesta que hizo reír al rubio, calentando el corazón del bicolor.
—Bien pequeño lobo miedoso, qué tal si hacemos lo siguiente— propuso luego de terminar de reír. —Hablaré con ella para convencerla. ¿Será suficiente?
Shoto seguía estando inseguro respecto a ese plan, por otro lado, asintió antes de agregar: —Estoy de acuerdo con eso, sin embargo, dame algo de tiempo.
—Una semana. ¿Es tiempo suficiente?
—Espero que sí. —Con una pequeña risa, el rubio se levantó acercándose al bicolor. Alzó su mano para colocarla tras la nuca del contrario, así de esta forma cuando hizo que se inclinara, le dio un beso que no duraría mucho, mordiendo ligeramente el labio inferior de Shoto al terminar.
—Una semana, no más. —Apartó su mano tras la nuca, para darle ligeros golpes en la mejilla antes de ir retrocediendo. —No lo olvides Sho. —Despidiéndose, lo dejó solo, mientras él se preparaba para una posible discusión con su madre.
‹
›
Al ver que estaba lo suficientemente lejos. El bicolor se apresuró a ir rápidamente hacia su casa, esperando encontrar a su hermano mayor ahí. Al entrar saludo a su madre, quien se encontraba en la sala. Subió las escaleras de dos en dos al segundo piso. Giró a la izquierda para ir hasta el final del corredor.
Sin esperar un segundo más, levantó la mano para llamar a la puerta suavemente.
—Adelante. —Alcanzó a escuchar del otro lado.
Feliz por ello, abrió, encontrándose a Touya sobre su cama, apoyando su espalda contra la cabecera. Este alejó la mirada de la pantalla de su celular para ver a quién había entrado—. ¿Necesitas algo?
—La verdad sí.
Poco a poco una media sonrisa se dibujó en los labios del albino. Arrojando su celular a un costado, comunicó: —Entonces dime.
‹
›
—Gallina, era más fácil robarle la camioneta a papá— se quejó Touya observando el vehículo frente a ellos.
—Mamá está adentro, es más sencillo pedírselo a ella— recalcó ofreciéndole las llaves que le fueron inmediatamente arrebatadas.
—Hubiera sido más divertido robársela. —El bicolor no estaba de acuerdo con eso, aunque no lo discutiría.
El albino condujo hasta el pueblo, yendo directamente hacia una farmacia. Shoto estaba nervioso por ser la primera vez que compra condones para alfa. Más resistentes para soportar su nudo sin romperse—. Es mejor la caja— aconsejo su hermano tomándola del estante para entregárselo al bicolor. —No vas a utilizar pocos si vas a pasar un celo.
—Eso es muy cierto— confirmó una señora que paso detrás de ellos, al haber escuchado su conversación.
—Ves— estableció tomando otra caja.
Confundido, Shoto le pregunta: —¿Por qué llevas otra?
—Es para mí. Dudo que papá quiera un nieto antes de que Keigo y yo nos unamos como pareja— admitió con gracia antes de que fuera con dirección a la caja —seguido por el bicolor— para pagar.
—¿Podrías ayudarme con algo más?— solicitó cuando salieron del establecimiento. Touya asintió encantado de poder apoyar a su hermano pequeño.
‹
›
No fue fácil convencer a su madre de que dejara que pasara su primer celo con Shoto. Le llevó casi toda la semana, algo que lo molesto. Por otro lado, obtuvo el permiso y suspendió el seguir tomando sus supresores. Ella aun así fue a hablar con el bicolor, no sabría de qué, ya que no lo llevó.
Ahora todo iría bien. Mientras tanto, se quedó recluido en su habitación —de ninguna manera se arriesgaría a salir si su celo llegaba de pronto. Al menos eso lo quería mantener controlado.
Empezó a quejarse cuando comenzó a sentir calor. Se despojó de su sudadera esperando que eso ayudara, sin ser suficiente, se quitó la camiseta. Por si fuera poco, sintió como algo salía de su entrada. Entro en celo.
Salió de la cama rápidamente para dirigirse hacia la ventana para abrirla. —Más te vale estar listo Sho— pronunció despojándose de su pantalón, sonrojándose levemente por el lubricante natural que resbalo de sus muslos. —Carajo— maldijo antes de escapar por la ventana, convertido en un lobo.
Estaba agradecido de que su aroma no fuera perceptible para nadie más que para el bicolor, o de lo contrario, tendría a varios alfas sin pareja detrás de él.
‹
›
Shoto permanecía dentro de su habitación, esperando a que Katsuki apareciera. Dejó que la ventana estuviera abierta día y noche, de esta manera podría oler cuando el rubio estuviera afuera.
Se entretuvo leyendo varios libros que le presto su hermana, así mataría el tiempo. En un instante alcanzó a percibir el aroma a rosas. No había duda, se trataba de Katsuki.
Levantándose de la cama, intentó correr fuera de su habitación, tropezándose con una pila de libros. Librándose de no haber caído, se dirigió —una vez que salió— a la habitación del albino. Sin tocar a la puerta esta vez, lo encontró frente a su computadora, con los audífonos puestos antes de quitárselos y ver al bicolor.
—Dame la caja— solicitó tendiéndole la mano.
Sonriendo, Touya se inclinó a un lado del mueble para sacar un contenedor de almacenamiento, sosteniéndolo por el asa antes de entregárselo—. ¿Qué es esto?
—¿Acaso puedes llevar una caja en el hocico cuando eres un lobo? —Shoto debía de admitir que tenía un buen punto, aunque eso no le quitaba el hecho de que eso lo haría ver vergonzoso.
—Bien. Gracias de nuevo— transmitió comenzando a irse.
—¡Que se diviertan!— gritó con diversión para luego volver a escuchar la música. Al menos quería relajarse antes de que su padre viniera a regañarlo por escaparse otra vez de la reunión.
‹
›
El bicolor se despidió rápidamente de su madre, al no saber cuántos días tardaría en regresar, además de disculparse por dejar su ropa en la entrada. Colocó el contenedor en el suelo y así empezó a desvestirse. Una vez transformado en lobo, tomó el asa entre sus colmillos antes de irse corriendo con dirección al bosque. Siguiendo el aroma de Katsuki.
Lo encontró a unos 2 kilómetros cerca de su casa. Se detuvo por un momento, olfateando el aire, llegando el aroma de su lubricante. Olía dulce y deseaba ser un humano en ese instante para estar sobre el rubio, bajar hasta quedar entre sus piernas y…
Shoto regresó a la realidad cuando sintió una mordida en su pata izquierda. Katsuki había olido la lujuria y eso no le iba a ayudar en nada en ese momento. Se alejó, no sin antes gruñirle. Se dio media vuelta, caminando hacia enfrente.
El bicolor quería suspirar por lo que había estado pensando hace poco, en cambio, negó con anterioridad para apresurarse y alcanzar al rubio. Lo empujó ligeramente, así llamando su atención. Se movió con dirección a la derecha. Solo se detuvo por un instante para ver detrás de él, observando que Katsuki no se movía, fijando únicamente sus ojos en él.
Deducía que estaba molesto, además de que su aroma lo delataba. Era sorprendente que lo estuviera mientras estaba en celo. Vaya maravilla.
Gimoteo esperando que funcionara. Los segundos se volvieron tensos hasta que lo miro dar un paso y luego otro, acercándose por completo. Fácilmente, el bicolor agitó la cola, estando feliz de que le hiciera caso.
Estando los dos juntos, Shoto comenzó a correr seguido por Katsuki. Debían de apresurarse antes de que el calor se volviera más intenso en el rubio.
Pasaron entre varios árboles y algunos arbustos, bajando algunos caminos ligeramente empinados, cruzando un arroyo para llegar a su destino.
A lo lejos, el bicolor logró ver las enredaderas, las cuales ocultaban el lugar donde pasarían los siguientes días. Ambos se adentraron en la cueva que estaba oculta tras la enredadera. Era lo suficientemente grande y espaciosa. Esta no estaba oscura, gracias al hueco que había arriba y que ahora poseía un tragaluz. El frío suelo que antes estaba, fue suplantado por varias pieles haciendo una cama.
Katsuki cambio, notándose estupefacto. —¿Cómo…?— pronunció suavemente. Había visto el estado en el que estaba la cueva en un principio, pero esto era completamente nuevo. Las cajas de lo que parecía ser comida, paquetes de botellas de agua. Se encontraban acomodados en un rincón. Todo se veía tan acogedor.
Shoto se apartó por un momento de su lado, así acercándose hacia donde estaba la cama, soltando el contenedor a un costado. Cambiando, se arrodilló dirigiendo su mirada hacia el rubio, sonriendo en el proceso.
—Le pedí a Touya que me ayudara con todo esto— señaló a su alrededor. —Pero no te preocupes, nunca entró aquí. Se lo prohibí— añadió para tranquilizarlo; sabía lo importante que era este lugar para él. —Valió la pena el dolor de todo mi cuerpo, así todo estaría listo a tiempo.
—¿Está bien? —Seguía impresionado por el cambio, por otro lado, le gustaba. —Aunque, me sorprende lo de las pieles. Tú rara vez cazas.
—Y así es. No iba a luchar con un oso para obtener la suya— bromeó provocando una risa en Katsuki. —Estas son un regalo de Touya. Por si te lo preguntas, tienen únicamente mi aroma o la mayoría de ellos— explicó dándole ligeras palmadas superficialmente.
—Sé nota— replicó refiriéndose a todo.
—Ven— le pidió cariñosamente el bicolor tendiéndole la mano.
Inevitablemente, el lubricante hizo acto de presencia. Molestándolo en serio por ser tan inoportuno. Por otro lado, le gusto la manera en que Shoto inhaló profundamente, antes de gruñir suavemente. Alfas. Estaba seguro de lo que podría estar pasando dentro de su cabeza, ahora bien, en realidad esperaba experimentarlo.
Sin ningún temor o duda, caminó sobre el frío suelo hasta que sus pies tocaron la suavidad del pelaje de las pieles. Dejó su mano contra la del bicolor, quien tiro suavemente para invitarlo a bajar. Pensaba en arrodillarse frente a él, sin embargo, Shoto tenía otros planes.
Lo atrajo con la suficiente fuerza para que fuera a caer sobre él. El rubio colocó sus manos sobre los hombros del bicolor para sostenerse, quedando sus rostros a solo centímetros de distancia. Sus respiraciones chocaban, los latidos yendo tan rápido, las pupilas dilatadas por la excitación y el deseo.
Katsuki fue el primero en acortar la distancia para besarlo, gimiendo levemente cuando sus lenguas se entrelazaron dentro, danzando entre ellas.
Shoto se encargó de sostenerlo para recostarlo, sin apartarse ni un momento. Se negaba a que esto se acabara. Obligándose para obtener aire, comenzó a besarlo en la comisura de sus labios, la mandíbula, el cuello, su hombro hasta llegar al pecho.
Alzó la mirada para apreciar los párpados levemente cerrados del rubio, mientras parecía controlar su respiración, en cambio, su corazón lo delataba. Incluso si bajaba la vista entre ellos, notaba lo duro que estaba su miembro; o más bien el de ambos. En verdad que muchas cosas de las que quería hacerle, pasaban por su mente.
Tuvo que dejarlo todo, mientras tanto —tendría tiempo más adelante—, ahora se enfocaría en una a la vez. Sus labios se posaron contra uno de los pezones de Katsuki, estremeciéndolo en el proceso. Solo había sido un pequeño beso y después lo lamería, hasta finalmente morderlo suavemente.
Sus planes se ven interrumpidos cuando el rubio lo jaló de su cabello para alejarlo.
—Deja de estar jugando. ¿Sabes lo fastidioso que es ese maldito cosquilleo ahí abajo?
—¿Dónde?— pregunta inocentemente. —¿Aquí? —Coloca su mano izquierda sobre su abdomen, causando que el rubio le gruñera. —¿Quizás es aquí? —Paso levemente sus dedos sobre el pene de Katsuki, obteniendo ahora un jadeo. Con una sonrisa pícara, descendió su mano más abajo. —¿O puede que sea aquí?— mencionó tocando la húmeda entrada, cubriendo la yema de sus dedos con el lubricante al provocarlo un poco; recibiendo un gemido.
El ligero agarre en su cabello se intensificó para después ser atraído hacia el rostro del rubio. Se veía molesto y miraba al bicolor con enojo.
—Te juro que si sigues con esto, me iré y buscaré a otro alfa para qué me ayude. —Para nada le gusto esa insinuación a Shoto, no obstante, tampoco se lo tomaba tan a la ligera.
—Está bien— concedió. —Solo suéltame para que pueda ir por un condón y pueda aliviarte en tu celo. —Sintiendo que era liberado, se apresuró a alejarse por un momento e ir por el contenedor.
Sinceramente, le sorprendía la forma de actuar de Katsuki, había creído que sería dócil, que le rogaría para qué lo preparara y cosas de ese estilo. Resultando en ser mandón, amenazarlo y detenerlo. En realidad le gustaba, coincide con su actitud. Posiblemente, más adelante lo dejé hacer lo que quiera.
Apresurándose para no hacerlo esperar, abrió el contenedor sacando un envoltorio. Regresó, hasta posicionarse entre las piernas del rubio. Lo abrió y se colocó el condón.
Lo único que podría pedir es que pueda complacerlo como es debido, además de intentar anudarlo. Alcanzó a notar que Katsuki estaba por protestar nuevamente, por lo que se acomoda hasta que introduce la punta dentro de él. Ambos contuvieron la respiración ante la nueva sensación.
Poco a poco el cosquilleo que sentía el rubio se estaba calmando, mientras el bicolor entraba. Permitiéndose respirar cuando estaba del todo en el interior, llenándolo. No hubo necesidad de pedirle que se moviera, al empezar a hacerlo.
En un principio eran movimientos lentos y algo torpes —al ser la primera vez de los dos—, hasta que fueron aumentando convirtiéndose en estocadas precisas, que sacaban involuntarios gemidos en ambos.
Shoto se inclinó, colocando sus manos a los costados de Katsuki, quien al tenerlo cerca, se aferró a él. Colocando sus manos sobre los hombros, sus piernas tras la cadera.
El primero en correrse fue el rubio, seguido por el bicolor que había llegado hasta su útero, causando que iniciara el nudo, provocándole a Katsuki otro orgasmo al sentir como se expandía. Permanecieron quietos, esperando a que las réplicas terminaran y el nudo bajara.
—Eso fue increíble— admitió exhausto el rubio.
—Pienso lo mismo— compartió Shoto intentando recuperar el aliento. Tendría que reponerse rápido; el calor y la excitación en Katsuki volverían pronto, debía de estar preparado para eso. Tenía que ir por otro condón.
—Será mejor que te prepares para lo que viene— informó, desconcertando al bicolor.
—¿Para lo que viene?— preguntó confundido, observando la tranquilidad que demostraba el rubio. No estaba completamente seguro de qué es a lo que se refiere.
Chapter 11: 🔞Otro gran paso
Chapter Text
Día 11: Mordida
Shoto intenta descifrar a lo que se refería Katsuki con: «Será mejor que te prepares para lo que viene». ¿Qué era exactamente a lo que se refiere? No tenía idea, por lo que decide preguntarle. —¿Para lo que viene?
—¿Acaso la bruja no te lo dijo?
El bicolor recordaba perfectamente las palabras que le había dicho cuando vino a verlo un día. «¿Recuerdas lo que te advertí si tocabas a Katsuki indebidamente?». En respuesta, Shoto asintió incapaz de hablar. «Ahora que me preguntó si le daría el permiso de que pasara los celos contigo, lo acepte. Sin embargo, a ti te diré que estarás en muchos problemas si resulta embarazado. Todavía no tienen edad para esa gran responsabilidad y no han sido emparejados oficialmente».
Suspiro para intentar calmarse, antes de agregar. «Será mejor que seas cuidadoso y utilices un preservativo, ¿entendiste?».
«—Por supuesto señora Bakugo». La madre del rubio era demasiado imponente. De ninguna manera la quería hacer enojar.
«—Bien». —Mitsuki se dio media vuelta con la intención de irse, pero se detuvo para voltear a verlo. Parecía que quería decirle algo más, aunque se rio un poco antes de pronunciar: «—Cuídate Shoto». —Posteriormente yéndose.
—Solo me advirtió que no debía de embarazarte.
El rubio soltó un gruñido, antes de indagar de nuevo: —¿Y tu padre?
—Casi no estaba en casa la semana anterior, además hoy salió temprano.
—¡Debí suponer que haría esto la vieja bruja!— se quejó maldiciendo por lo alto poco después.
—Kats, ¿a qué te refieres?— solicitó cautelosamente. No deseaba ser blanco de su furia.
—¡Ella me había dicho que ya lo sabías!
—¿Saber qué?
—¡Que dio su permiso siempre y cuando tú me marcaras!— confesó levemente sonrojado. Apartó la mirada a un lado, negándose a ver el rostro del bicolor. —No puedes embarazarme si no nos une alguno de los ancianos de cualquiera de las dos manadas. Pero si iba a dejar de tomar los supresores, la bruja me dio la opción de la marca. Para mí era maravilloso que la portara, así ya no tendría que estar tomando las píldoras. Y solo estaría contigo, con nadie más.
Shoto estaba sin palabras, todo era tan repentino. Era consciente de que era una posibilidad que podría marcarlo, de esta manera sabrían que Katsuki estaba con un alfa y su futura pareja. Era un paso demasiado grande.
Al sentir que el nudo había bajado, el bicolor salió con cuidado del rubio para sentarse, intentando comprender lo que estaba sucediendo.
Por un buen rato, Katsuki no había escuchado palabra alguna. Así que teniendo el valor necesario, regresó la mirada hacia Shoto, notando la perplejidad en su rostro. El pequeño temor de que no quiera lo mismo, comenzó a alojarse en su pecho—. ¿No estás dispuesto a hacerlo?— se atrevió a preguntar.
—Por supuesto que lo estoy, es solo que… no lo sé, es simplemente tan repentino. Todo está yendo tan rápido que estoy teniendo dificultades para asimilarlo.
El miedo que había empezado, comenzó a desaparecer, permitiendo que una tierna sonrisa surcara los labios del rubio. Se apoyó en sus manos para lograr sentarse, estremeciéndose cuando el aire frío tocó su espalda todavía caliente y sudorosa por el contacto con las pieles.
—Lo entiendo. Si en verdad no quieres marcarme ahora, puedo esperar hasta que estés listo— negoció colocando su mano contra la mejilla del bicolor, quien se inclinó hacia el tacto.
—Ese es el problema— expuso tomando la mano de Katsuki para alejarse un poco y depositar un dulce beso sobre su palma antes de verlo directamente a los ojos. —Realmente deseo hacerlo en este instante. Quiero que todos sepan que me tienes a mí. Llevaba tiempo pensando en esto— confesó.
—¿A sí? ¿Desde cuándo?
—Desde que lo acabas de proponer— comentó soltando una risa.
El rubio frunció el ceño. Alejó su mano con la que tocó al bicolor y lo golpeo en el hombro. No estaba molesto, en realidad le pareció un comentario gracioso—. La verdad fue desde hace una semana, cuando me sugeriste estar aquí contigo. Estaba seguro de que tarde o temprano hablaríamos de esto, y por lo visto es en este momento.
—¿Así que estás dispuesto a hacerlo?— intento corroborarlo para saber que ambos estaban de acuerdo.
—Claro que sí. No puedo pensar en nadie más para unirme. Supe que había algo que me unía a ti desde el primer instante en que dejé a Touya y seguí tu aroma a naranja. —Como si fuera una petición, el aroma a canela que tuvo después de las rosas, desapareció para cambiar al primer aroma con el que lo conoció. Causándole una radiante sonrisa. —Ese mismo.
—Entonces que esperas. —Desvió rápidamente la mirada hacia el contenedor. —Aún sigo en celo.
‹
›
Cambiaron de posición, quedando Katsuki boca abajo, mientras Shoto estaba nuevamente sobre él, embistiéndolo salvajemente. Respirando agitadamente sobre su hombro, esperando que llegue el clímax. No tardo mucho en hacerlo. Se acercó hacia la nuca del rubio y abriendo la boca, lo mordió perforando su suave piel con los dientes. Sin soltarlo, ambos se corrieron con el nudo formándose nuevamente.
El bicolor se detuvo de morderlo para limpiar con su lengua los restos de sangre alrededor de la marca. Con tan solo verla, se sentía orgulloso, al igual que Katsuki. Ambos sintieron que su conexión se había fortalecido aún más. Era simplemente espectacular.
Chapter 12: Castigado
Chapter Text
Día 12: Bozal
Todos en el pasillo de la escuela guardaron silencio cuando sintieron su presencia. Tan imponente ante los demás. No faltaron los suspiros o el “ojalá fuera mi alfa”, susurrando algún omega. Cualquier otro temblaba levemente al tener la estupidez de haberlo enfrentado y salir perdiendo.
Katsuki permaneció ajeno a lo que sucedía a su alrededor. Caminó con dirección al segundo piso y luego ir hacia las escaleras que dan acceso al techo. Encontrando lo que vino a buscar.
Su expresión seria comenzó a desmoronarse poco a poco. Intentó tanto como se lo permitió el evitar reír, hasta que al final lo hizo.
—Claro, ríete— manifestó con molestia Shoto, desviando la mirada hacia otro lado. Aunque en realidad le gustaba escucharlo, le enviaba calidez a su corazón. Sacó del bolsillo del pantalón su celular, fingiendo que se distraería con este mientras esperaba a que el rubio dejara de burlarse.
Entró en mensajes, volviendo a leer el que le había enviado a Katsuki:
. La respuesta fue corta:
. Ya se esperaba que actuara de esta manera, tampoco le importaba que lo hiciera.
Diez minutos después, Katsuki detuvo sus carcajadas, dejando únicamente su sonrisa para acercarse al bicolor, sentándose frente a él.
—Esta es ¿Qué?… ¿La cuarta vez que lo utilizas?— expuso alzando su mano para tocar el cuero del bozal que portaba Shoto. —¿A cuántos mordiste esta vez perrito?
Le fascinaba que lo llamara de esa forma cariñosa, aunque en un principio no era así, y lo tomaba más como una ofensa.
El bicolor guardó su celular, para intentar recordar. —3… quizás 5— admitió mascullando, negándose a ver al rubio.
—¿Así que el detective Todoroki te vio?— refiriéndose al padre de Shoto. Lo conoce y sabe lo estricto que puede llegar a hacer.
—No, se enteró cuando estuve en la estación. Me atraparon cuando estaba huyendo— relató. Al parecer hubo una persona que lo vio peleando con estudiantes de otra escuela, así que no dudo en llamar a la policía.
—Merecido tienes el castigo— pronunció apartando la mano que tenía sobre el bozal para golpearlo en la cabeza.
El bicolor se quejó, alzando sus manos para cubrirse donde fue golpeado. —Se supone que debías de estar de mi lado, por eso somos novios.
Desde el primer día de clases en la preparatoria, tuvieron varias disputas por intentar ser el mejor peleador de la escuela, terminando en varias advertencias del director, castigos por parte de sus padres, varios golpes y moretones. Solo para notar lo parecidos que eran, siguiendo con una amistad y hace meses con una relación. Dos alfas estúpidamente enamorados—. ¿Podrías al menos quitarme el bozal?— pidió con amabilidad.
—¿Cuánto tiempo te dijo que debías de llevarlo?
—Casi por 2 meses. —Sería detestable el tenerlo todo el tiempo, molestándole principalmente para comer. La única vez en que puede quitárselo es cuando va a ducharse. Es incómodo cuando está mojado.
Katsuki se tomó su tiempo para pensarlo, antes de decidir su respuesta: —No.
—Pero…
—Dije que no— sentenció levantándose. —La última vez me descubrieron haciéndolo, y no se le ocurrió mejor idea a la bruja en castigarme de la misma manera. Estás solo.
—Kats— suplicó imitándolo para seguirlo.
—Además, me libraría de tus mordidas por 2 meses— reveló volteando a verlo con una sonrisa juguetona. —Esta vez será mi turno de dejarlas sobre ti.
No sonaba tan mal esa idea para Shoto, sería interesante.
Chapter 13: Su favorito
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Día 13: Gargantilla
Para todos los alfas, Katsuki parecía inalcanzable. Varios rechazos a lo largo de 3 años.
En la fiesta que se celebraba cada año; exclusivamente para alfas y omegas, quienes buscan pareja. El rubio no estaba interesado en encontrar alguno, simplemente fue obligado por su madre a asistir desde que cumplió 20 —según ella, para que se enamorara. Claro, solo con ver a un alfa por un segundo a los ojos, iba a saber que quería estar con él toda su vida y tendría a sus cachorros.
Realmente no estaba interesado en eso, por lo que constantemente rechazaba a varios alfas cuando lo invitaban a bailar o le ofrecían una copa. Muchos se rindieron a la primera, algunos otros seguían insistiendo hasta terminar la velada.
Al cuarto año, un grupo de alfas veía a lo lejos a aquellos intrépidos que intentaban tan siquiera entablar una conversación con Katsuki.
—¿Cuántos van a lo largo de esta noche?— cuestiona uno, bebiendo tranquilamente de su copa.
—¿Cinco?— respondió uno.
—Seis, de hecho— corrige otro. —O más bien siete— añade al ver al susodicho alejarse con la cabeza baja.
—A este paso ya no habrá ningún alfa que lo corteje. Está rechazando a todos.
—Pobres de los que siguen insistiéndole. —Todos ríen por lo bajo ante aquel comentario. —Escuchen, creo que ahí va el octavo. —Al ser mencionado, dirigieron la mirada hacia aquel que caminaba con seguridad hacia el rubio. —¿Quién es?, no recuerdo haberlo visto antes. ¿Alguien sí?
Fueron negativas las que recibió, hasta que segundos después alguien habla: —Yo sé quién es. Es el hijo menor de Enji Todoroki, Shoto.
—¿No es el que enviaron a Estados Unidos?
—El mismo. Al parecer ya regresó.
—Shh. Ya está a su lado. —Ahora prestaron atención a lo que estaba por suceder.
Había pasado unos minutos antes de que alguien comentara confundido: —¿Acaba de sonreír?
Uno consultó la hora en su reloj, recordando el momento en que vio al bicolor acercarse. —Está durando más tiempo que los otros.
—Señores, al parecer ya hay un ganador. Es una lástima, nuestro único momento de diversión, terminó esta noche— afirmó, siendo aceptado por los demás.
‹
›
Katsuki siguió enfocado en la copa de champaña que sostenía, mucho después de que el alfa que quería charlar con él; se marchara, incluso fingió no ver aquel grupo que se divertía al mirar a todos aquellos que rechazaba.
Era aburrido estar ahí sin su amigo Izuku, sin embargo, hace un año encontró a su pareja, por lo que esta vez estaría solo. Es por eso que permaneció apartado de los demás, muy cerca de una esquina. Para su desgracia no podía escapar, su madre había contratado guardaespaldas para vigilarlo.
—Hola— escuchó de pronto a su lado. Su voz era tranquila y levemente alegre.
El rubio resopló al tener que lidiar con él. —Piérdete— espetó con seriedad sin voltear a verlo.
Lo que le sorprendió fue escuchar una leve risa.
—Qué curioso, me perdí como tres veces para llegar aquí— admite con gracia. Al notar que estaba ignorándolo, agregó: —Mi hermano Touya me contó que había un omega que estaba rechazando a cualquier alfa que se le acercara. Ese debes de ser tú— señaló. —¿Cuántos llevas hasta ahora? ¿Todos en la ciudad? —Katsuki admitía que le causo algo de gracia, provocando que sonriera.
—Quizás— le responde por fin. —¿Acaso tu hermano era uno de ellos?— indagó en broma volteando a verlo por primera vez. Quedando atrapado entre el turquesa y marrón de sus ojos. Estaba en problemas. Aclarándose la garganta, se apresuró al ver al frente.
Shoto había notado aquella acción, llenándolo de alegría. Al parecer lo que su padre le dijo que tendría que hacer en esa fiesta, lo encontró. Su pareja está frente a él. Pretendió no haber visto nada, así que seguiría charlando con normalidad. —No, o mi otro hermano. Tú apareciste mucho después de que hallaran a su pareja. En realidad muchos han estado hablando de ti, eres muy popular.
—Puede que lo sea, tampoco me importa.
—¿Quieres acompañarme a dar un paseo? Desde lejos había notado que te disgusta estar aquí.
Su oferta sonaba tentadora, pero tenía que asegurarse: —¿Intentarás hacerme algo?
—Nada que tú no quieras. Jamás te forzaría. ¿Entonces aceptas?— sugirió tendiéndole la mano frente a él.
—Solo si te deshaces de los guardaespaldas que me vigilan— cedió apartándolo. Quería ver que tan capaz era este extraño.
—Dalo por hecho— aseguró felizmente.
‹
›
El rubio se quejó cuando los rayos de luz lograron pasar a través de las cortinas, golpeándole en el rostro. —Sho, cierra bien las malditas cortinas— murmuró girando hacia el otro lado la cabeza sobre su almohada. Sin obtener respuesta, abrió lentamente los ojos para observar que el costado izquierdo de la cama, estaba vacío. —Seguro se fue a trabajar— pronunció tomando la almohada del bicolor para cubrirse la cabeza y seguir durmiendo.
A las pocas horas se levantó, y entre bostezos, bajo para dirigirse hacia la cocina—. ¿No se supone que tenías la semana libre?— cuestionó dirigiéndose a la mujer que preparaba el desayuno.
—Así es señor Bakugo, pero el señor Todoroki me llamó para que le hiciera el favor de preparar el desayuno para usted esta mañana. Diciendo que podría estar muy cansado después de lo de anoche. —Aquella declaración provocó que las mejillas de Katsuki enrojecieran. Recordándole que había terminado su periodo de celo, era una suerte que Emiko fuera beta para no oler el aroma intenso de ambos mezclados por toda la casa. Debía de abrir las ventanas para ventilar el sitio.
—Estúpido Shoto— murmuró.
Desde hace 4 años han sido pareja, luego de conocerse en aquella fiesta. Siendo así que se casaron hace medio año y ahora portaba su marca tras la nuca. Conservó su apellido porque sería confuso que a ambos los llamaran señor Todoroki. Con cuatro era suficiente.
—Por favor siéntese, señor Bakugo— pidió amablemente dejando el primer plato sobre el mostrador; ella estaba segura de que prefería comer ahí que en una mesa demasiado grande para una sola persona.
—Gracias— mencionó tomando asiento en unos de los taburetes. Realmente estaba hambriento.
—Es un placer servirle— contestó para ir por los demás platos.
Una vez que terminó, volvió a agradecerle a Emiko por el magnífico desayuno, antes de volver a subir las escaleras hacia su habitación. Abriendo la puerta, observa que su celular está vibrando sobre el búro de su lado de la cama.
Se tomó su tiempo para ir a agarrarlo, dándose cuenta de que se trataba de su esposo. Espero en el último segundo antes de que terminara la llamada.
—Te voy a matar. —Del otro lado de la línea alcanzó a escuchar su carismática risa.
[—¿Y esta vez por qué?—] cuestionó con gracia.
—Déjame recordar. —Guardo silencio por un momento antes de continuar: —No me despertaste esta mañana antes de que te fueras a trabajar, además dejaste las cortinas medio abiertas y me molesto la luz en los ojos. Le dijiste a Emiko que viniera en su semana libre para prepararme el desayuno, por si fuera poco, le contaste lo de anoche.
[—En realidad ella ya sabe por qué le damos una semana libre cada mes. 3 para que yo pase el celo contigo y el resto para que descanses. Así de simple. Por lo demás, me disculpo; te veías tan lindo mientras dormías. No quería perturbar tu sueño.]
Ahí está una de las razones de que no dura mucho enojado con él. Siempre se sale con la suya.
—Te salvaste esta vez.
[—Lo sé.] —Su voz tomo un tono más serio cuando pronunció lo siguiente: [—Kats, mi padre me llamó hace poco y me pidió —corrección— me ordenó que fuéramos a una fiesta que él había organizado. Le dije que tú no estabas dispuesto.]
—¿Y por qué no lo estaría?— replicó sentándose en la cama.
[—Tu estado de humor no es tan bueno antes y después del celo. Además de tu aroma.] —Eso es lo que le preocupaba, es por esa razón que se queda con él toda la semana para cuidarlo, solo que esta vez tuvo que dejarlo por una emergencia en el trabajo.
—Pero tú estarás a mi lado. —Palabras que dejaron atrás la inquietud, dando paso a la calidez y al afecto. —Vas a estar cuidándome en todo momento, además extraño hablar con tu madre, me agrada más. —Con esto estaba seguro de que lograría convencerlo.
[—Si lo mencionas de esa manera, está bien. Aunque llamaré a mi madre para decirle que cambiaste de opinión. Estará muy feliz de saberlo. Nos vemos en unas horas.]
—Hasta entonces. —Colgó sintiéndose feliz, lo único que tendría en mente es qué vestiría esa noche. Así que con ánimo se levantó para buscar lo que utilizaría.
Entre varios conjuntos se decidió por un traje rojo. Seguramente provocaría al bicolor, pero esa era su intención. Un chaleco color azul marino con estampado floral y una camisa color vino, corbata negra, añadiendo por último los zapatos del mismo color. Complementarían su conjunto.
Estando vestido con el traje, se dirigió hacia la cómoda, de donde sacaría una caja de terciopelo grande en color blanco. Al abrirla, sacó un objeto que se ha vuelto muy preciado para él desde que está casado con Shoto.
Sosteniéndolo con cuidado —luego de dejar la caja—, se dirigió hacia el espejo de cuerpo completo que estaba en la esquina cerca del ventanal. Estando frente a este, paso aquel objeto tras su cabeza antes de cerrarlo por enfrente con el reconocido clic.
Paso sus dedos sobre la gargantilla ancha transparente, antes de detenerse sobre el dije en forma de corazón donde estaban grabadas las iniciales SK. Esta es su gargantilla favorita, ya que le permitía mostrar claramente la mordida tras su nuca, en caso de que el dije no fuera suficiente.
El segundo podría ser aquel que el bicolor le regalo en su primer año juntos; era completamente negro, aunque lo peculiar de este era el dije en forma de granada enfrente, únicamente grabada la inicial K. Según el bicolor aseguraba que era por su carácter explosivo, y él estaba de acuerdo.
Escuchó un suave gruñido detrás, antes de que fuera envuelto en unos cálidos brazos. —Mi favorito.
—¿Qué cosa? ¿El traje? ¿La gargantilla? ¿O yo?
—Los tres— respondió besándolo cerca del cuello antes de inhalar profundamente. —¿Y si mejor nos quedamos? Ya no quiero ir. —Confesión que hizo reír al rubio, para posteriormente negar.
—Tenemos qué, se lo comentaste a tu madre— le recordó zafándose del abrazo. Había dado unos pasos hacia enfrente, antes de detenerse para voltear a verlo. —Vamos— indicó tendiéndole la mano mientras sonríe. —No puedes dejarme ir solo.
Shoto parecía rehusarse, por otro lado, era cierto que de ninguna manera se alejaría de él. —Jamás lo haría— sostuvo aceptando su mano y entrelazando sus dedos. Iría a donde Katsuki quisiera, siempre caminando a su lado.
Notes:
Tuve que hacer investigación para esta historia. Ya que sinceramente desconocía los tipos de gargantilla, y solo pude encontrarla transparente en el BDSM, en una imagen.
Chapter 14: Sentimiento mutuo
Chapter Text
Día 14: Colmillos
Era extraño, simplemente extraño.
Desde hace un par de semanas Katsuki ha estado observando al chico nuevo de su clase. Alto, piel blanca, cabello rojo a la izquierda y blanco a la derecha, la peculiaridad de sus ojos de distinto color; turquesa y marrón. Puede asegurar que en su vida no ha visto a alguien igual.
Donde se torna peculiar es en la manera en que siente que algo lo atrae de él, como una voz en su mente que le dice: “Hey, voltea a verlo” e inevitablemente lo hace. Lo cual lo molesta, provoca que gruña y sus colmillos sobresalgan. Son apenas notorios, solo son unos centímetros más alargados que los normales. Cosa de omegas.
Se obligó a apartar la mirada nuevamente para enfocarse en su almuerzo de hoy, debía de acabárselo para no dejar casi la mitad como el día de ayer.
Resoplo fuertemente, cuando frente a él en la mesa, dejaron una bandeja. No tenía necesidad de ver de quién se trataba, lo sabía.
—Lárgate estúpido Deku.
—De mal humor, ¿eh? Ayer hiciste lo mismo, y la vez anterior, y la anterior. Somos amigos desde bebés, te conozco perfectamente bien, no te tengo miedo cuando estás enojado.
—No existe el “amigos desde bebés”— replica únicamente a eso.
—Claro que sí. Nuestras mamás fueron amigas desde niñas, hasta que tú naciste primero y luego yo. Prácticamente, desde ahí somos amigos.
—Tonto. —Su única respuesta fue su risa.
—Además, ¿a quién estabas viendo?— indagó volteando un poco hacia atrás. —Oh, Todoroki— señaló regresando la mirada hacia su amigo. —¿Por qué no le pides una cita? No has dejado de verlo desde que llegó.
—¿Por qué no se lo pides tú?— contraatacó para fastidiarlo, pero este solo se rio nuevamente.
—Lo haría, aunque yo también soy alfa. Pero creo que mejor te concedo a ti ese honor.
Al chasquearle la lengua y apartar el rostro a un lado, Izuku logró verlo: —Tus colmillos están afuera, ¿acaso estás enojado?
—Qué te importa— dijo a la defensiva.
—Vamos Kacchan, claro que lo estás. Ahora tengo curiosidad de cómo se ven esta vez. ¿Me los mostrarías por favor?
—No.
—Solo por hoy. Tan solo un poco.
—He dicho que no— sentenció.
Con una sonrisa traviesa, el peliverde se levantó para sentarse rápidamente al lado de su amigo para empezar a juguetear y pedirle repetidamente que le deje ver sus colmillos. Como lo habían hecho algunos años atrás.
Toda diversión cesó cuando alguien golpeó fuertemente la mesa donde se encontraban. Sobresaltándolos.
—Bakugo, ¿puedo hablar contigo?
Ambas miradas se enfocaron en ver a Shoto de pie frente a ellos, mientras apoyaba sus manos contra la superficie de metal y su mirada estaba abajo. En realidad no eran los únicos observando, todos en la cafetería prestaron atención ante aquel fuerte ruido.
—… Claro— comentó el rubio después de un rato en silencio, intentando comprender lo que estaba sucediendo. Se levantó con tranquilidad para salir del lugar, sintiendo detrás de él la presencia de Shoto. Tenía intenciones de voltear a verlo, así que constantemente se obligó a actuar con normalidad. Ni siquiera estaba seguro del porqué estaba al frente.
Fue inesperado cuando fue tomado de su uniforme y posteriormente su espalda chocó contra la pared. El bicolor lo soltó antes de colocar sus manos a los costados de la cabeza de Katsuki, impidiendo que fuera a escapar.
—¿Qué carajos te sucede?— exigió enojado. Ya que sus colmillos permanecían visibles, fácilmente podría morderlo para huir.
—No me gusta— susurra. Seguía con la cabeza baja, por lo que el rubio no sabría qué expresión tiene.
—¿De qué estás hablando?
Shoto suelta un gruñido antes de alzar la mirada, mostrándose furioso. En eso bramó: —¡No me gusta la cercanía que tiene Midoriya contigo! —Katsuki observó claramente que los colmillos y los incisivos laterales habían crecido. Los incisivos tenían el mismo tamaño que los suyos, mientras que los caninos los rebasaban por unos centímetros.
El rubio no estaba sorprendido por verlos, esto porque había visto los de Izuku cuando se dieron cuenta cuando sus colmillos se mostraban, queriendo ver la diferencia de una casta y otra. En realidad estaba asombrado por la actitud del bicolor. Siempre se notaba tan calmado y no hablaba demasiado—. ¡Yo quisiera que solo tú te fijaras en mí como lo has estado haciendo!
En un segundo, Shoto se dio cuenta de lo que acababa de confesar, arrepintiéndose al instante—. Lo lamento. —Retrocedió rápidamente hasta chocar contra la pared del otro lado. —Yo… yo no quise… —Alzó su mano para cubrir su boca. —Por favor perdóname— transmitió apresurándose para irse en dirección contraria a la cafetería.
Katsuki se quedó de pie, repitiendo una y otra vez lo sucedido. No había manera sencilla de comprender aquella repentina actitud. Salió de sus pensamientos cuando escuchó que alguien se aclaraba la garganta a su costado. Al voltear, nota que se trataba de su amigo.
—¿En serio los alfas son tan posesivos?
—Tenemos nuestros momentos. Aunque admito que si me causo miedo la mirada que me dio antes de que te siguiera. Parecía que quería matarme. —Relato que le causo risa al rubio. —Eso no es gracioso Kacchan. —Aunque no pudo evitar sonreír al oírlo. —¿Y qué es lo que harás?
—¿A qué te refieres con eso?— cuestionó al detenerse.
—¿Le vas a pedir una cita?
Katsuki desvió la mirada hacia donde el bicolor había huido, dejando que una pequeña sonrisa se dibujara en sus labios. —Posiblemente— respondió para luego agregar: —Y quizás deba educarlo.
—No es un perro Kacchan— comentó en una pequeña risa.
—Por como se comportó hoy, me da la impresión de que lo es— aseguró acomodándose el uniforme. —Regresemos, debemos terminar nuestro almuerzo— dictaminó alejándose de la pared y pasar al lado de Izuku.
En el trayecto, repaso las palabras dichas por Shoto; dándose cuenta de que no era el único viendo. Era curioso que se enterara con aquella confesión, pero aun así le causaba alivio. Los dos sentían lo mismo. Aquella voz la escuchaban posiblemente al mismo tiempo.
Chapter 15: Obsequios dados con cariño
Chapter Text
Día 15: Ofrenda
Katsuki todavía recordaba aquellos días donde Shoto venía constantemente a casa de su madre. Estaba convencido de que había obtenido su permiso para hacerlo, sabe lo educado que es y el temor que siente al estar cerca de Mitsuki. Era algo digno de ver, posiblemente también burlarse un poco.
El primer día en que el bicolor se presentó en la casa, el rubio se distraía “leyendo” —en realidad lo dejo sobre su cama y se enfocó en ver por la ventana.
El silencio se vio interrumpido cuando escuchó un ruido a lo lejos. Intrigado por eso, se levantó de la cama para dirigirse hacia la puerta. Abriendo, se detuvo por un instante antes de volver a oír el sonido. Era como si alguien rascara la puerta de la entrada. Claramente, eran garras las que producían el ruido.
Katsuki se dirigió hacia esta, para que al abrir bajara la mirada, notando a Shoto en su forma de lobo. Lo que logró captar su atención, era la liebre muerta en su hocico. El rubio recargo su hombro contra el marco, cruzándose de brazos mientras sonreía levemente.
—¿Es para mí?
El bicolor se inclinó para soltarla con cuidado frente a él. Al alzar la mirada, ambos la sostienen por unos instantes—. Gracias Shoto. —El lobo movió ligeramente la cola antes de dar media vuelta e irse corriendo. Era un curioso primer regalo.
Más tarde, Katsuki se encontraba en la cocina luego de haber eviscerado la liebre y cortar su carne. Haría estofado solo para él.
—Mmm, huele bien— expreso Mitsuki entrando a la cocina y acercándose para ver dentro de la cazuela. —¿Qué vamos a comer?
—¿Vamos? Esto es mío. Consíguete tu propia comida— puntualizó moviendo el estofado con un cucharón.
La rubia tenía ganas de reírse por su forma de hablarle, pero optó por dejarlo para después, prefiriendo alejarse antes de transmitir lo siguiente: —Bien. Entonces no te guardaremos asado de ciervo.
—Me parece estupendo. Ve y atragántate. —Aquello merecía una reprimenda, sin embargo, al haber visto la sonrisa en su hijo al entrar, merecía ceder por esta ocasión.
Luego de este día, el bicolor regresó sosteniendo en su hocico una cesta con bayas —seguramente las recogió del bosque. Algunos otros animales pequeños comestibles. Lo que le causo demasiada gracia, fue aquel día en el que escuchó el llamado a la puerta, al abrir se encuentra con el lobo todo mojado y sosteniendo un pescado entre sus colmillos. No había parado de reír por aquella cómica escena.
‹
›
Esa mañana, tenía curiosidad de qué es lo que traería esta vez. Sorprendiéndose al oír que llamaban a la puerta. Del otro lado se encontró con el bicolor de pie, enfocando su mirada a un costado.
—Hoy no estás mojado— señaló en burla.
—No, hoy no— respondió. Entre ellos hubo un momento silencioso antes de que Shoto hablara: —¿Te interesaría dar un paseo conmigo? Ya tengo el permiso de tu madre— agregó rápidamente.
—Sí. —No tenía nada interesante que hacer hoy, así que el paseo le parecía una buena idea. —Vamos— anunció saliendo y cerrando detrás de él.
El bicolor le indicó que podría pasar primero, una vez que el rubio estuvo frente a él, Shoto se apresuró para caminar a su lado—. ¿Permanecerás callado todo el trayecto?— intentó averiguar después de varios minutos al estar de esta manera.
—En realidad me estaba preguntando cómo comenzaría la conversación, pero ya la iniciaste. Así que es tu deber continuar.
—¿Ese fue tu plan desde el inicio? ¿Correcto?
—Sí, así fue— confiesa con una pequeña sonrisa.
—¿Y lo de ser tímido hace rato?
—Eso no fue actuado. Pensé que tu madre estaba dentro, quería darle una buena impresión.
—Si claro— mencionó chocando su hombro contra el brazo del bicolor. Le agradaba la manera en la que actuaba cada vez que se veían. Aunque fuera en su forma de lobo, podría observar que movía su cola o bajaba sus orejas. Era fascinante el verlo, en cualquiera de sus dos formas; sus acciones como su actitud, eran interesantes. —¿Entonces qué es lo que planeabas con este paseo? ¿Caminar alrededor de la casa?— sugirió con diversión.
—Es mucho mejor lo que tengo planeado. —Katsuki estaba por indagar al respecto, no obstante, se vio interrumpido cuando el bicolor lo tomó de la muñeca para llevarlo con él. Inexplicablemente, el rubio sintió una calidez que lo envolvía a causa del tacto de Shoto.
Se habían adentrado lo suficiente en el bosque cuando el bicolor lo soltó. Se alejó unos pasos antes de quitarse la camiseta.
—¿Qué estás haciendo?
—Desvistiéndome— explicó desabrochando el botón de sus pantalones. —No puedo convertirme en lobo cuando estoy vestido. Tú también lo sabes. —Al ver que está por retirarse la ropa interior, el rubio desvío rápidamente la mirada, sabía a donde quería mirar. No era momento de enfocarse ahí.
Regreso la vista cuando oyó un leve quejido.
Le maravillaba que su lobo adoptara el mismo color de cabello en su pelaje, al igual que sus ojos. Simplemente hermoso.
Katsuki rio un poco cuando lo vio correr en círculos, hacerlo también de un lado al otro y girar en el suelo. —Estás loco. —El bicolor se detuvo de lo que estaba haciendo para colocar la parte delantera de su cuerpo contra el suelo. Estando en una posición de ataque. —¿Qué…? No, ni creas que lo haré— sostuvo al descifrar que quería que jugaran en su forma de lobo.
Shoto gimoteo siguiendo en la misma posición. El rubio lo ignoró por un buen tiempo antes de gruñir. —¡Bien! —También se quitó la camiseta holgada que tenía puesta antes de arrojarla a un lado. —Actuemos como cachorros. No me importa— cedió quitándose sus pantalones de chándal. —Y también estoy loco por hacerte caso— murmuró al estar completamente desnudo antes de cambiar.
No hubo tiempo de reaccionar para Katsuki, ya que el bicolor se lanzó contra él. Rodaron por un rato antes de que empezaran aquellas mordidas juguetonas, gruñidos leves y perseguirse el uno al otro.
Katsuki no recordaba cuándo fue la última vez que jugó con alguien de esta manera. Quizás fue con sus padres, cuando era más pequeño. No había jugado con otros niños, ni mucho menos tuvo amigos. La mayoría era a causa de su mal carácter. Por otro lado, ahora está divirtiéndose bastante.
En el momento en que Shoto se alejó, ladeó la cabeza estando confundido. El bicolor se detuvo a mirarlo antes de hacer un gesto para indicar que lo siguiera. Sin saber que pensar, el rubio decidió seguirlo; hasta que comenzaron a correr. Uno al lado del otro.
Pasaron por varios árboles e incluso cruzaron un arroyo, hasta llegar a una estructura que estaba cubierta por enredaderas. Katsuki se detuvo por un instante para ver que el bicolor había pasado a través de la planta. Atravesándola, logró ver la cueva. Era espaciosa, iluminada por la luz del sol que entraba por el hueco que se encontraba arriba.
Shoto fue el primero en cambiar, imitándolo a continuación el rubio.
—¿Qué te parece? ¿Te gusta?— preguntó el bicolor con alegría.
—Es… interesante. ¿Cómo lo encontraste? La mayoría de las cuevas están ocupadas, muchas de estas por animales salvajes. —No había dejado de observar a su alrededor, en verdad le gustaba.
—Fue por casualidad. El mismo día del incidente— reveló, provocando que Katsuki lo volteara a ver. —Estaba demasiado cansado, que simplemente me quede dormido dentro. Ya sabes lo que ocurrió después— relató con el fantasma de una sonrisa. Aún era un asunto delicado, aunque haya pasado un año. Desde entonces, ninguno toco el tema. —La razón del porqué te guie hasta aquí, es sencilla, quiero que este lugar sea tuyo— reveló, extendiendo los brazos a los lados antes de bajarlos.
—¿Estás seguro de eso? Tú lo encontraste.
—Lo estoy. Es por eso que quiero regalártelo.
Nuevamente, el silencio estuvo presente, causando inquietud en el bicolor. Esperaba que no fuera a rechazar su obsequio. Lo vio negar, causándole una opresión en el pecho.
Katsuki se acercó lo suficiente para estar frente a Shoto. Alzó su mano para colocarla tras la nuca del contrario, tirando de él para que sus rostros estuvieran a centímetros. —La cueva no solo será mía, es de ambos— estableció cerrando la distancia, chocando contra los labios del bicolor. Su primer y torpe beso.
Al menos este obsequio podría ser para los dos. Su pequeño escondite.

Chiara_Polairix on Chapter 13 Mon 15 Dec 2025 04:28AM UTC
Comment Actions
Futakubl on Chapter 13 Mon 15 Dec 2025 05:55PM UTC
Comment Actions