Actions

Work Header

Mangata

Summary:

Naruto despierta y observa la Luna.

No hay nada extraño, excepto que todo está mal.

Muere, de eso no tiene duda... excepto que no está seguro y Kurama no responde. Cuando ve los rostros de las personas a las que les falla, no sabe qué pensar; no sabe si está en una pesadilla, si está muerto, en otro mundo o si, de pronto, tiene una pequeña posibilidad de una nueva oportunidad en la vida.

Notes:

Este capítulo contiene ambigüedad temporal (Naruto es el narrador, él mismo no sabe qué sucede), distorsión de la realidad, descripción vaga de ataques de pánico, entre otras.

Naruto tiene problemas.

(See the end of the work for more notes.)

Chapter 1: El rojo en la Luna

Chapter Text

Naruto despierta en una cama.

No sabe en qué momento es que pierde la consciencia, pero puede adivinarlo fácilmente.

Despierta en medio de la noche, en su cama, con el frío de su propio sudor haciéndolo temblar y a punto de ahogarse con su propia saliva mientras evita gritar.

Es tan difícil respirar, que le toma más de una hora darse cuenta del entorno en el que se encuentra y, para ese punto, Naruto vacía el nulo contenido de su estómago justo a un lado de una cama que no debería siquiera existir.

No debería existir, se dice intentando respirar profundamente.

Sale de la cama y se golpea con la mesa de noche, resbala con el desastre que causa antes y sus piernas tiemblan tanto que no pueden sostenerlo más de dos pasos antes de caer sin ceremonia al suelo. Cierra los ojos con fuerza, pretendiendo no ver lo que ve.

No tiene idea de qué hacer o qué sucede con él porque, de pronto, Naruto no se encuentra en el Valle del Fin, acompañado de su… de Sasuke después de su última pelea. No escucha el sonido del agua cayendo detrás de él y tampoco puede sentir la presencia de Sasuke.

Estaba muriendo, lo sabe.

Y lo sabe porque Kurama es lo suficientemente amable para hacérselo saber cuando Sasuke y él terminan de hablar.

-“¿Kurama?”- no hay respuesta –“¡¿Ku-Kurama?!”- intenta respirar por la nariz, pero lo único que logra es tomar pequeñas cantidades de aire, usa su boca, pero no sirve de nada –“¡KURAMA! ¡Ku…!¡Kurama!”-.

El silencio le lastima los oídos más de lo que espera.

Estaba muriendo, eso lo recuerda.

Se lleva una mano al rostro, pero no puede sentir la hinchazón sobre su ojo y tampoco las pocas heridas que Kurama no logra curar rápidamente. Luego se lleva esa misma mano al brazo opuesto… esperando encontrarse con el vacío… pero no es así.

Naruto tiene ambos brazos.

Recuerda su vida desvanecerse, lo recuerda porque la voz de Sasuke y el pánico agudo siguen en su mente como si se tratara… si cierra los ojos puede… puede ver una imagen borrosa del adolescente a su lado… recuerda los susurros de Sasuke pidiéndole algo, pero no recuerda exactamente lo que está pidiendo. Recuerda sonreír y reír por algo, pero también recuerda haber tenido la boca llena de un líquido caliente y de sabor familiar.

Pero ahora nada de eso está ahí… porque ahora está en Konoha.

Está en Konoha, en medio de una noche silenciosa, escuchando a la nada y esperando… esperando escuchar algo.

No está en el departamento que le construyen después de la invasión de Pain, lo sabe porque reconoce fácilmente el piso laminado, las manchas negras y los muebles de ese lugar. Lo reconoce porque, a diferencia del departamento que el capitán Yamato construye para él y que no usó demasiado, es ahí donde pasa la mayor parte de su vida –toda su infancia, al menos–.

Es el mismo departamento que compra gracias al préstamo del Sandaime y que, pasando días y noches de hambre y frío, logra pagarle al ahorrar la mayor parte del dinero que recibe por ser un huérfano más –y el dinero de sus misiones, después–.

Pero cuando mira hacia el estante y nota su reloj, Naruto lo ve.

-“No… n-no… eso no es… no…”- niega con la cabeza hasta marearse.

Porque no encuentra respuesta lógica ante su problema.

No es Shikamaru, él no sabe qué… cómo…

Tal vez está muerto, piensa.

Quizá, se dice sin creerlo realmente, muere desangrado después de la batalla contra Sasuke –gana, o eso cree–, en un vano intento de hacerle entender que es un imbécil de primera por haberlo… por haberlos abandonado, muere en el Valle del Fin y eso no es…

Una muerte así no le parece la peor que podría haber tenido.

Casi de inmediato lo niega.

No se siente muerto, no sabe cómo es eso, pero algo en toda esa situación le dice que no puede estar muerto.

Quiere pensar que podría estar muerto, dispuesto a descansar en lo que podría ser el paraíso –o quizá el punto en su vida donde todo estaba casi bien y no lo sabía–. Encontrarse con sus padres y con su maestro, hablar con ellos y conocerlos… eso es lo que quiere.

¿No se suponía que morir significaba terminar con todo su dolor? Es más, si está muerto, ¿cómo es que no está acompañado de sus padres? ¿Dónde están ellos? ¿Y Ero-sennin? ¿Acaso está completamente solo, de nuevo?

Incluso así, Naruto está solo, en un departamento que llega a odiar por lo que representa en su vida, en medio de su propia basura y… y no ve a sus padres. Todo le parece enorme, más grande de lo que recuerda haberlo visto la última vez que pone un pie ahí. Incluso si ignora la proporción de su habitación, no puede ignorar el dolor de cabeza que amenaza con romperla a la mitad, o el dolor de estómago que simplemente no puede ser su imaginación.

No siente el dolor fantasma de las heridas que ya no tiene… sino… el dolor con el que está acostumbrado a lidiar desde que tiene memoria.

No logra darse cuenta del momento en que su respiración comienza a fallarle y tampoco nota cómo todo se vuelve borroso y desaparece.

Cuando despierta, Naruto tiene la cabeza más clara de lo que recuerda haberla tenido.

Cree que está olvidando algo importante, eso que logra tranquilizarlo hasta el punto en el que está ahora, pero –por todo el amor que tiene a su aldea y todo lo sagrado– no puede recordarlo y, cada vez que lo intenta, eso se aleja de su alcance. Al darse cuenta, Naruto se talla los ojos y limpia la humedad en sus mejillas.

Está en medio de su departamento, después de un ataque de pánico que debería haber evitado, solo y…

Le toma algo más de media hora lograr ponerse de pie y tomar el valor para mirarse en el espejo.

Viste su antigua ropa de dormir, es la imagen de un Naruto más pequeño, un niño… un Naruto diferente a sí mismo lo mira con una expresión de horror en el rostro y debe tomarse del borde de la encimera para no caer de nuevo.

Cierra los ojos.

-“Kurama… por favor, ¿dónde estás?”- no sabe qué hacer y justo en ese momento el consejo de su amigo sería un consuelo –“Kurama”-.

Pero nadie responde.

Mira el calendario en la pared y reconoce sus propias anotaciones, mira la encimera y puede ver su protector –el protector que Iruka-sensei le regala, el protector de su sensei–… mira por la ventana y deja que las lágrimas corran por su rostro.

Dolorosamente lento, Naruto se viste con lo primero que puede tomar, un par de pantalones y una remera, y sale del departamento.

Se siente desnudo si no usa su protector, pero no se atreve a tocarlo.

Konoha es su hogar, no importa cuántos sitios haya visitado antes, Konoha le parece bellísima… pero durante la noche… durante la noche puede quitarte el aliento.

Todo parece en paz, la iluminación de las calles es tenue… existe un silencio suave, interrumpido por las cigarras en verano y el susurro del viento en otoño. Los civiles duermen tranquilos y, si se esfuerza, Naruto puede escuchar a algunos shinobi entrenando cuando se acerca a los campos de entrenamiento.

Pero eso es antes.

La guerra termina con eso.

La noche en Konoha se vuelve un momento de tensión donde sólo pocas personas pueden dormir, los niños están en riesgo constante y los guardias en toda la aldea mantienen el control con un toque de queda que hace que el silencio sea horrible…

El silencio de la noche en Konoha vuelve paranoico a cualquier shinobi que haya visto el horror del campo de batalla… y Naruto no sabe qué hacer.

Sólo sale de casa para buscar respuestas, pero no está preparado para encontrarse con lo que encuentra.

El monumento a los Hokages está… está ahí, sólo que… sólo puede ver cuatro rostros.

Senju Hashirama.

Senju Tobirama.

Hokage-jiji…

Y su padre.

No está el rostro de la vieja Tsunade, no está el rostro de su Hokage, la mujer a la que él sirve.

Quiere llorar, pero…

-“¿Kurama…?”-.

Naruto camina lentamente por las calles –escucha los murmullos que lo siguen de aquellos civiles que simplemente no pueden irse a casa de una vez y siente la presencia de un shinobi en los techos, observándolo– y evita deliberadamente pasar cerca de Ichiraku. Llega a la Academia demasiado pronto y mira por fuera el edificio vacío.

La Academia sobrevive el ataque de Pain, sobrevive… aunque no por completo.

Recuerda muy bien la expresión de felicidad en Iruka-sensei cuando ve por primera vez las mejoras que agregan a la Academia… mejoras que no están ahí.

-“Algo pasa… necesito ayuda”- el problema…

Su problema es que no sabe en quién confiar o…

-“¡¿Se tratará del Tsukuyomi?!”- recuerda haber derrotado a Kaguya, recuerda haber luchado contra Sasuke, pero…

Pero no debería confiar demasiado en su propia memoria cuando sabe exactamente lo que puede suceder con él dentro de un genjutsu, incluso uno débil.

Naruto mira a la Luna y quiere relajarse cuando no ve el rojo cubriéndola como si de sangre se tratara, sin embargo, no es fácil relajarse cuando puede recordar años de una vida que no parece haberle pasado encima. Si Naruto está en medio de una Konoha en tiempos de paz, con un cuerpo que no es el que recuerda haber tenido unos momentos atrás, entonces no puede simplemente confiar en mirar a la Luna y pretender que todo está bien.

Es lo que la guerra le hace a una persona, no sabe por qué le sorprende.

-“¿Naruto?”-.

Su mano va directamente al kunai que lleva escondido y lo alza para enfrentar esa voz, pero se detiene en seco cuando ve a la única persona que definitivamente no debería existir.

Es sólo un segundo, pero el abuelo nota la postura de Naruto y entrecierra los ojos –“¿Sucede algo?”- pregunta.

Toma aire un par de veces –“Yo…”- baja la mirada cuando la sonrisa que intenta mostrarle simplemente no es más que una mueca –“Yo… no lo sé”-.

Suceden muchas cosas, responde en su mente.

Nota de reojo cuando el hombre se le acerca y se arrodilla frente a él, tal como solía hacer cuando era sólo un niño más. Su mano sigue sosteniendo el kunai y, afortunadamente, el hombre no intenta quitárselo de la mano.

Es difícil respirar cuando no recuerdas cómo se hace.

Recuerda cómo atacar si el Hokage intenta atacarlo, eso sí puede recordarlo.

-“Naruto, escúchame… por favor”- lo hace, lo hace –“Estás en Konoha… ¿recuerdas eso?”-.

Quiere reír, porque sabe que está en Konoha, el problema es que no debería estar en Konoha, él debía estar…

-“Sí…”-.

-“Respira conmigo, Naruto, respira”- intenta imitar las grandes bocanadas de aire que toma el abuelo, pero apenas puede tomar un poco de aire antes de intentarlo de nuevo –“Respira lentamente, mírame, sólo mírame…”-.

Nunca en su vida… no, eso es mentira… hubo un momento en su vida en que pierde el control de su cuerpo de esa manera.

¿Por qué recuerda todo eso cuando es obvio que no hay alguien ahí que lo recuerde con él?

-“Quiero… quiero respirar”- piensa mirando con desesperación al hombre frente a él, espera que el hombre lo sepa.

-“¡NARUTO!”- Naruto abre los ojos y de inmediato siente de nuevo la humedad en su rostro, abre la boca, pero no sale ningún sonido –“¡Naruto…!”- se esfuerza por abrir la boca y respirar de esa manera y, a pesar de saber que no es muy útil, escucha las palabras del Hokage cuando lo felicita en susurros por hacerlo –“Muy bien, bien, Naruto…”-.

Mientras hace eso, decide que no puede ver ese rostro de nuevo, no tan pronto… no ahora y nunca, si puede evitarlo.

Porque la última vez que lo ve, su Hokage-jiji viste ropa apropiada para luchar en la guerra contra Madara y pelean lado a lado con el resto de los shinobi. En aquella ocasión, Sarutobi Hiruzen es sólo una sombra del hombre que recuerda… del hombre que está frente a él.

-“Naruto, escúchame”- y lo hace, sólo no es capaz de verlo a los ojos –“Estás en Konoha… ayer te graduaste, ¿lo recuerdas? Ayer te convertiste en genin… ¿recuerdas eso?”-.

Por supuesto que lo recuerda…

Pero de eso hace más de cuatro años.

Cuatro años.

Esas palabras no lo tranquilizan como el hombre espera, en lo absoluto.

-“¿Ayer?”- pregunta en un suspiro –“¿Eso… e-eso…?”- niega con la cabeza y siente las manos húmedas contra su ropa –“¿Eso…? ¿Eso fue…? ¿A-Ayer?”-.

El hombre suspira y espera un tiempo que le parece eterno antes de volver a hablar –“Mizuki se acercó a ti engañándote para robar algo de mi oficina, ¿lo recuerdas?”- Naruto asiente –“¿Recuerdas lo que te dijo?”- asiente de nuevo –“Mizuki está en prisión, no puede hacerte daño… Iruka está en casa, no tiene ninguna herida…”- de nuevo, asiente –“Mañana vas a tomarte la fotografía de registro… es muy tarde y deberías dormir, ¿crees poder regresar a casa?”-.

Naruto escucha sin escuchar al hombre mientras le describe los sucesos de sus últimos días y, sin notarlo, ambos regresan al departamento de Naruto.

Quiere calmarlo, lo sabe porque Kakashi-sensei intenta hacer algo similar en algún momento que no recuerda…

No lo logra.

Obtiene respuestas, por supuesto, pero no lo logra.

Naruto abraza con poca fuerza al hombre y no puede sonreírle tan bien como quisiera. Le promete en voz baja que se irá a la cama cuanto antes. Deja que cierre la puerta después de un momento en incómodo silencio cuando se despiden y agradece a cualquiera que pueda escucharlo cuando se da cuenta que no hay preguntas sobre su extraña conducta.

Mira a la Luna…

Por supuesto que no está en un sueño eterno donde todos sus deseos se convierten en realidad… eso es demasiado para él.

Uzumaki Naruto está en una pesadilla… y no cree que pueda despertar de ella.

Chapter 2: El silencio del pasado

Notes:

Este capítulo contiene vagas descripciones de mecanismos de supervivencia ante un trauma, entre otras.

Naruto observa el primer encuentro con su equipo, de nuevo.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

No logra dormir en toda la noche.

Ni siquiera lo intenta porque sabe desde el principio que será imposible hacerlo. El Hokage no entiende lo que sucede y Naruto se siente decepcionado por no verlo preocuparse un poco más por él –se trata de esa pequeña parte en él que sigue esperando la ayuda que sabe que no va a llegar–.

Sin embargo, está mucho más preocupado y desesperado por cuidarse de su propia mente como para fijarse demasiado en las acciones de un hombre muerto.

Todo está mal.

¿Cómo puede pretender dormir en ese lugar cuando ni siquiera debería estar ahí? Quizá ni siquiera debería estar vivo, pero… pero no se siente muerto.

No entiende nada –y eso no es ninguna novedad– y tampoco puede encontrar una manera para solucionarlo que sucede; no confía en el viejo Hokage para hablar con él y resolver sus problemas… y no confía en sí mismo para encontrar una respuesta o hacer algo. Necesita a Kurama urgentemente, pero cuando intenta hablar con él, no responde.

Está preocupado por su amigo, y el pánico casi logra consumirlo dos veces mientras recoge ropa y limpia el suelo a mano.

Kurama siempre responde…

Así que Naruto hace la segunda mejor cosa que puede ocurrírsele para entretener su mente y su cuerpo para no entrar en estado de pánico, de nuevo.

Naruto limpia su departamento a solas, sin ayuda de ningún clon –porque no se atreve a llamar a alguno y traer una imagen de su yo más joven, no puede siquiera verse en el espejo–. Limpia ese lugar obsesivamente, tanto, que le recuerda un poco a Kakashi-sensei… y lo odia.

Se toma toda la noche limpiando minuciosamente. Su departamento termina viéndose tan limpio como nunca en su vida lo está. Se toma el tiempo necesario para revisar toda la comida y tirar toda la comida vencida –algunos vegetales, dos envases con leche y algo que no reconoce, y otras cosas que no es tan estúpido como para abrir y averiguar de qué se trata–. Lava su ropa a mano y se relaja un poco al sentir el agua fría golpearlo.

Para cuando termina, Naruto se siente cansado, pero no lo suficiente como para dormir.

Está amaneciendo cuando Naruto decide que no puede soportarlo y sale de su departamento completamente vestido, dispuesto a olvidar su nombre entrenando en su pequeño campo de entrenamiento privado.

No es privado, no es pequeño… pero es el campo de entrenamiento que menos visitas tiene, un campo que conoce gracias a todas esas veces que se pierde en Konoha intentando evitar a los civiles y hacer algo productivo consigo mismo.

Corre alrededor sin rumbo fijo y se siente torpe. Intenta dar pasos y calcula las distancias pensando en un cuerpo más grande, piernas más largas, extiende los brazos para alcanzar a sostenerse, pero no se da cuenta de qué tan lejos está todo hasta que cae al suelo. Tropieza con sus propios pies y cae varias veces mientras corre; le lleva bastante tiempo lograr adaptarse a un paso medianamente normal y, cuando lo hace, Naruto se siente tan frustrado, que crea un clon para luchar.

No se fija en el rostro de su clon ni en la apariencia, sólo quiere golpear algo.

Y lo hace.

Sus clones desaparecen en cuanto los toca lo suficientemente fuerte, pero es humillante ver que no puede hacerlo tan bien como antes porque su cuerpo no es el mismo. Simplemente no responde con la velocidad a la que está acostumbrado y sabe –por las memorias de sus clones– que sus golpes no llevan la fuerza que deberían llevar.

Naruto logra calmarse lo suficiente cuando nota que su chakra responde tal como esperaría que hiciera durante la guerra –el alivio es tal, que debe sentarse un momento y respirar lentamente–. Sí, su cuerpo requiere trabajo –y no es lo suficientemente estúpido como para no darse cuenta de las debilidades que solía tener–, pero al menos con su chakra intacto, Naruto puede hacer lo que sabe hacer.

Regresa al departamento con la poca fuerza que le trae saberse no vulnerable en un mundo ajeno.

Quiere permanecer en el departamento hasta que no pueda esconderse más, encontrar la manera de comunicarse con Kurama y resolver todo, pero… pero… no puede… no puede levantar sospechas. No sabe si está en un mundo creado por el jutsu de Madara o algo similar, no puede saber si, de algún modo, toda su vida ha sido un sueño y acaba de despertar… no puede saber si… si acaso viaja en el tiempo y…

Todo parece tan real, todo es tan real que duele.

Ya no sabe nada…

Así que debe seguir la corriente de ese sitio hasta encontrar respuestas.

Teme que, si no lo hace, algo pueda sucederle, alguien puede sospechar de sus acciones y quizá hasta llevarlo a Tortura e Interrogación, y no quiere eso. Necesita estar libre para poder actuar, para regresar a casa y… y lo que sea, obtener respuestas… algo que le ayude.

Y, para su mala suerte, Naruto tiene cosas que hacer que no pueden esperar a que termine de comportarse como el niño que parece ser ahora.

De acuerdo con el Hokage, Naruto debe tomarse la estúpida fotografía de registro que no sirve para nada. Recuerda ese momento como algo emocionante, pero ahora mismo sólo se trata de un fastidio. Quiere asistir a tiempo, y no como la última vez, para evitarse problemas con el Hokage o las miradas de alguien que pueda ver algo extraño en él –entre menos problemas tenga, se dice, menos personas estarán interesadas en seguir sus movimientos–.

Sí… eso es…

Antes, cuando Naruto busca ser reconocido por cualquier persona en la aldea –cualquiera–, no importa si la atención que recibe es buena o mala, sólo importa que la recibe y que, por un momento, voltean a verlo. Es doloroso recordarlo ahora, cuando Naruto había logrado obtener el reconocimiento de toda la aldea.

Pero ahora, ahora cuando necesita pasar inadvertido, admite que es una mejor idea no llamar la atención que nadie ahí pretende darle –al menos no una atención positiva, piensa con amargura mal disimulada–.

Nadie puede sospechar algo sobre Naruto si simplemente… si simplemente no hay nada mal con él o sus acciones, ¿verdad?

Mantener un perfil bajo… no suena tan difícil.

Quizá sólo un poco.

Bien…

Deja escapar un gemido angustioso que ahoga contra su brazo, antes de dirigirse al baño y tomar una ducha rápida para alistarse y terminar con ese día lo más pronto posible.

El agua helada lo calma tanto como lo hace durante la noche y, para cuando sale, Naruto está decidido a resolver su problema, a pesar de no saber cómo y cuándo… de momento.

Evita su reflejo al salir y sólo se mira cuando se da cuenta que la mayor parte de su ropa sigue húmeda, por haberse lavado esa noche. Es un problema, porque lo único que tiene a la mano es su antigua chaqueta naranja –sonríe un poco al verla–, una remera negra y un par de pantalones oscuros.

¿Desde cuándo Naruto no tiene suficiente ropa?

No recuerda eso.

Antes de salir, Naruto crea un clon y le ordena quedarse en el departamento para meditar en su lugar.

Cualquier oportunidad que tenga debe usarla para contactar con Kurama o, en su defecto, intentar acceder al chakra natural y verificar si todas sus técnicas y habilidades siguen disponibles para él en caso de una emergencia.

Sakura-chan estaría increíblemente orgullosa de él, por haber pensado tanto en tan poco tiempo, se dice… y el buen humor desaparece por completo.

Extraña a todos.

Extraña a Sakura-chan y a Tsunade baa-san… extraña a sus amigos… a Shika y al resto…

Pero, se detiene al ver la calma de los civiles en las calles, no extraña particularmente la guerra y el dolor de todo el mundo… no extraña nada de eso.

Sólo… quiere volver.

Naruto se toma la fotografía en silencio y sin pintura en el rostro –no lo admite, pero olvida por completo ese pequeño detalle de su vida–, el hombre que la toma lo ignora tanto como ignora al resto de los niños que están esperando hacer lo mismo que él.

Con mucho cuidado, evita encontrarse con cualquiera de sus amigos –o quizá no lo son–, por lo menos hasta que debe regresar con el Hokage y entregar todos sus papeles.

El hombre lo felicita por tomarse en serio el registro shinobi –algo que no hace la última vez– y le pregunta cómo se encuentra. Naruto asiente con la cabeza y no dice nada mientras se encoge de hombros; sabe que es una mala elección de respuesta cuando el hombre intenta seguir preguntándole frente a otro shinobi que no reconoce sobre algo que le parece privado…

Pero en ese momento, justo en ese momento, entra Konohamaru.

Entra tal como entra aquella vez.

En su mano sostiene un shuriken sin filo con tanta fuerza que podría lastimarse y de forma torpe entra a la habitación con la idea de derrotar a su propio abuelo y quedarse con el título de Godaime Hokage de esa manera. Konohamaru tropieza con su larga bufanda y se golpea el rostro sin poder usar las manos para detenerse…

Naruto sonríe sin poder evitarlo.

Sonríe por primera vez desde que despierta en su cama y quiere agradecerle al menor por hacerlo sentir ligeramente mejor. Konohamaru es el niño que recuerda, si acaso algo más pequeño, y puede tranquilizarse al verlo porque sabe que, ni siquiera si está en el Tsukuyomi, Konohamaru podría hacerle daño.

Sus planes para ocultarse en su departamento, sin embargo, desaparecen cuando el niño se le acerca para retarlo por haberlo hecho tropezar y, aunque Naruto ríe de buena gana a sus palabras, no se contiene al golpearlo en la cabeza, porque no puede permitir que siga usando el nombre de su abuelo para defenderse. A veces olvida los problemas que Konohamaru solía tener por su familia.

No nota cómo el Hokage lo mira y suspira aliviado.

Pasa el resto del día en compañía del menor, cuidando de él y jugando a ser shinobi, mientras le explica –o intenta– lo que significa para él ser Hokage… o lo que significaba… o significaría… o algo así.

Es agradable ver qué tan receptivo es el niño y Naruto no puede contenerse cuando lo abraza un par de veces durante el día –eso no es normal, no es algo que haga comúnmente, pero Konohamaru no parece molesto, así que ninguno menciona nada–, porque son cosas que aprende a apreciar después.

Admite que extraña la forma en que Konohamaru actúa a su alrededor –no lo ve desde la invasión y lo extraña también–, quiere llorar en cuanto siente la familiar sensación de su presencia, pero no lo hace porque Konohamaru no es su Konohamaru y ese niño no necesita ver a Naruto llorando por tonterías.

Casi todo sucede como debería haber sucedido –y tiene mucho cuidado de hacer las cosas tanto como recuerda–. Excepto que Naruto pasa quizá demasiado tiempo enseñándole más sobre cómo lanzar un shuriken apropiadamente –y ayudándolo a atar su bufanda sin dejar una trampa mortal arrastrándose por el suelo– que enseñándole su jutsu especial. Y quizá ignora a Ebisu con más esfuerzo que la última vez porque, lo admite, el hombre no le causa confianza en ningún sentido.

No importa nada porque, al final, Naruto no tiene por qué tratar con Ebisu más allá de lo estrictamente necesario y espera resolver su problema antes de volver a hablar con el hombre.

Acompaña a Konohamaru hasta su casa y no se da cuenta que el menor termina mirándolo con la misma admiración de antes y tampoco nota que el niño parece algo más interesado en sus palabras que la última vez.

No tiene cabeza para nada de eso.

Quiere prestarle la atención que merece, porque Konohamaru es un niño y recuerda haber tenido esa misma edad y buscar con desesperación la atención de alguien, de cualquiera, pero… pero… Naruto tiene problemas, Konohamaru no se merece eso de él.

No se atreve a salir de su departamento más allá de acompañar a Konohamaru a jugar o entrenar por su cuenta antes del amanecer, simplemente no puede…

Tiene miedo.

Tiene miedo de enfrentarse a un mundo que es exactamente como su pasado, hasta el más mínimo detalle.

Si todo sigue por el mismo camino que ha tomado hasta ahora, Naruto tendrá que enfrentarse a personas que no está seguro de querer ver.

Y no está preparado para eso.

Busca en medio del pánico poder hablar con Kurama, de cualquier manera. A veces, mientras medita o intenta hacerlo, Naruto cree escuchar algo, pero siempre recibe el silencio como respuesta. Se distrae tanto –mientras busca la manera de fastidiar a Kurama lo suficiente como para obtener una reacción–, que tropieza con sus propios pies o se lastima al entrenar más de lo que está acostumbrado.

Pero sabe que no puede rendirse porque Kurama está ahí. Puede sentirlo tanto como su conexión lo permite, siente su chakra y… y está seguro que debe seguir intentando…

El silencio es horrible, no lo soporta.

Pasan dos días en los que Naruto cree que se ha vuelto loco, lo suficiente como para creer que ha imaginado todo un futuro en el que… en el que, de alguna manera, crea toda una guerra. Pero Naruto no es idiota, no tanto como todo el mundo quiere creer, y sabe los límites de su propia imaginación, sabe que él no es capaz de haber pensado todo un futuro en donde él es, de alguna manera, el salvador del mundo junto con el resto de sus amigos ante la amenaza de Uchiha Madara y asociados.

Puede estar loco, sólo que no a tal grado.

Ríe por su propia estupidez y llora por lo mismo –por favor, como si él fuera capaz de detener el paso del tiempo–; busca excusas para no presentarse a la orientación en la Academia –porque tendrá que ver a Iruka-sensei y al resto de sus… no, al resto de compañeros de clase que alguna vez conoce– y algunas de ellas podrían ser válidas… aunque Naruto sabe que no debe usarlas, que no debe llamar la atención y faltar al día más importante para un recién graduado puede ser considerada una acción fuera de lo común.

Así que despierta temprano esa mañana –en realidad, casi no puede dormir, como las otras noches– y se toma el tiempo para salir a entrenar antes de prepararse para seguir con un día que promete ser el peor en su corta existencia. Tal vez tarda más de lo que debería, se dice mientras se ducha y se viste sin ánimo, distraído.

No desayuna, aunque no es como si tuviera demasiado que comer en ese lugar cuando no se atreve a visitar el mercado y comprar algo.

Duda frente a su protector por un momento, no estando seguro de lo que podría hacer con eso, pero al final, Naruto está tan acostumbrado a usar uno, que realmente no lo piensa demasiado. Su protector es parte de él.

Llega a la Academia con tiempo de sobra, a pesar de su esfuerzo por lograr lo contrario, e ignora como puede las miradas que recibe mientras camina por los pasillos –es una novedad, porque normalmente todo el mundo, antes, intentaría ignorarlo–. No entiende el súbito interés de los niños y algunos profesores, pero Naruto no se toma el tiempo para averiguarlo mientras entra en el salón que, recuerda, fue el suyo.

No es como si fuera a tener contacto con la mayoría de las personas que se empeñan en mirarlo, no realmente. De todos los alumnos de la Academia con los que comparte clases, Naruto sólo puede recordar los rostros de los ocho novatos con los que comparte generación… y a los chicos del equipo Gai, por supuesto.

Sabe que, si en ese lugar las cosas se desarrollan tal como en casa, entonces sólo nueve de los chicos ahí –incluyéndolo– crecerán para ser parte de las fuerzas shinobi de élite.

Toma asiento al final de la clase, junto a una de las ventanas –puede que no quiera llamar la atención de otros, pero no es lo suficientemente idiota como para querer repetir ese momento de su vida al sentarse junto a un Sasuke que todavía no está ahí–.

-“Naruto, ¿qué haces aquí?”- alza la cabeza y voltea a ver a Shikamaru, no su Shika, el chico que se vuelve parte esencial de Konoha por su gran intelecto, sino el mismo niño con el que juega algunas bromas en la Academia –“Este lugar es sólo para los graduados”-.

Suspira sin darse cuenta –“Soy un graduado, Shikamaru”- no recuerda lo mucho que duele escuchar esas palabras y ese tono de voz de alguien que consideró un amigo, pero decide que no debe darle tanta importancia ahora porque todo eso lo recuerda, tanto como que sabe que ya lo ha vivido.

Naruto no es muy inteligente, pero tampoco es tan idiota como para darle más importancia de la que tiene.

Explicarse frente a un chico que, incluso a esa edad, es un genio, no promete ser divertido –no confía en sí mismo como para lograr mentirle a Shikamaru–, así que se gira en su sitio y deja descansar la cabeza entre los brazos, evitando que la luz entre en su campo de visión.

Demasiado preocupado por evitar una conversación más, no se da cuenta cómo Shikamaru se encoge en su sitio e intenta llamar su atención de nuevo antes de detenerse y dirigirse a un asiento en la siguiente fila –donde toma asiento la última vez–, mirándolo fijamente en todo momento.

Escucha los murmullos sin mucha atención y el movimiento a su alrededor por lo que le parecen horas interminables –en algún punto alguien toma asiento a su lado, una sorpresa, seguro– y se pregunta cómo es que logra soportar todo eso sin generarse un dolor de cabeza como aquellos que Iruka-sensei tiene cuando lidia con él.

No es hasta que escucha los gritos de Ino-chan y Sakura-chan que Naruto levanta la vista mira sin ver realmente hacia las dos niñas que se dirigen… directamente hacia él…

No, espera…

No van hacia él, él jamás ha llamado la atención de esas dos y está seguro que no es su presencia la que buscan…

Cuando voltea a su derecha, se da cuenta que Uchiha Sasuke está ahí.

Uchiha Sasuke, el bastardo que insiste en fastidiarlo desde que se conocen, está ahí, a su lado. Sentado como si nada extraño sucediera en el mundo.

Y, para ser honesto, no le sorprendería… sino fuera porque recuerda ese día casi a la perfección.

Recuerda llegar algo más temprano de lo normal, recuerda llegar a un salón donde su asiento usual está ocupado por Sasuke y el asiento a la derecha está libre. Recuerda tomar asiento por costumbre y para fastidiar al otro… y recuerda lo que sigue después de eso.

Ahora, sin embargo, Naruto se asegura de tomar un asiento al fondo del salón, en la esquina que da a la ventana, donde nadie querría sentarse si es que Naruto está cerca… y… y Sasuke está a su derecha…

No puede evitar el gesto de fastidio en su rostro –“¿Por qué no se va de una vez?”- no está de humor, no le importa si se trata de niños, si comienzan a fastidiarlo más de lo que ya está, Naruto no va a tocarse el corazón.

-“Naruto, muévete”- escucha decir a Sakura-chan.

-“Ah… cierto”-.

¿Por qué no lo sorprendía esa actitud?

Es deprimente pensar que, de no haber huido Sasuke, la relación entre el equipo 7 no habría cambiado mucho. Naruto la ignora y se gira en su sitio, porque es eso o gritar algo de lo que se puede arrepentir –esa Sakura no tiene el entrenamiento de su compañera, pero eso no significa que quiera soportar el golpe de una niña con la mano pesada–, pero no se atreve a ocultarse entre sus brazos, no confía, no va a confiar.

Eventualmente, Sakura termina por ignorarlo en favor de centrar toda su atención en el niño a su lado y eso, por primera vez en su vida, está bien para él.

-“Buen día, Sasuke-kun”- oh, tanta amabilidad… ¿cómo es que llegan a creerle? Sakura puede ser muchas cosas, pero definitivamente no así de amable –“¿Te molesta si me siento junto a ti?”-.

Naruto mira de reojo a Sasuke y nota una expresión de asco bajo la máscara indiferente que suele usar –como un niño, Sasuke no tiene la misma habilidad que su versión mayor para ocultar sus emociones–. Sonríe un poco sin poder evitarlo –“Tal vez debería disculparme… no”- quizá Sasuke tiene ciertas razones para no querer la compañía de Sakura-chan, pero Naruto sabe que Sasuke es un imbécil y puede rechazarla, y a todas las otras niñas, con un poco más de delicadeza.

Escucha la discusión de todas las niñas del grupo y la pelea para tomar el último asiento junto a Sasuke, pero no presta atención.

Suspira definitivamente aliviado cuando Iruka-sensei entra al aula y nada sucede entre él y Sasuke, pero al mismo tiempo siente el impulso por llorar cuando no puede ver ahí al mismo Iruka-sensei que recuerda. La persona que cuida de él incluso durante una guerra.

No está preparado para eso y está decidido a evitar cualquier confrontación por el mayor tiempo posible.

-“Tomen asiento, por favor”- y definitivamente recuerda ese discurso.

Iruka-sensei habla sobre lo que se espera de ellos en su nueva carrera shinobi, comenta algunas cosas sobre el tipo de misiones que pueden esperar –convenientemente dejando de lado las misiones de rango D– y les habla sobre los equipos genin. Iruka-sensei lanza algunas miradas en su dirección y Naruto intenta sonreírle un poco, pero no sirve de nada cuando el hombre frunce el ceño.

-“De acuerdo, ahora llamaré a los equipos”-.

La conmoción por ser parte de un equipo en específico es graciosa hasta cierto punto. Naruto, que ya sabe el resultado de todo eso, no se muestra mínimamente sorprendido por la extraña selección de los primeros seis equipos. Poco después, escucha los nombres que conoce.

Equipo 7, Haruno Sakura, Uchiha Sasuke y Uzumaki Naruto…

Es la victoria en la voz de esa Sakura-chan la que hace que Naruto se despierte por completo y sienta cierta punzada en el pecho que prefiere ignorar. Es de esperarse esa reacción, sabe lo que sigue y sonríe internamente al verla bajar la cabeza en derrota cuando escucha su nombre al final.

No importa lo mucho que puede emocionarle escuchar sobre el equipo 7 de nuevo, no cuando se recuerda que esos dos niños no son su equipo. Son niños sin el entrenamiento que sabe que tendrán, son niños sin experiencia y con sueños que distan de lo que sabe que sucede en el futuro… en su futuro.

Nada hay ahí para él que sombras de lo que puede llegar a ser, remordimientos y una brecha… una brecha que no quiere admitir que existe.

Son el peor equipo posible.

Naruto no se molesta en escuchar el resto –aunque se da cuenta que los niños comienzan a gritarse entre ellos, algo que no sucede la última vez, y eso lo confunde– y esconde de nuevo la cabeza en sus brazos.

Tal vez, se dice, tendría que haber comido algo.

Porque esperar a Kakashi-sensei… va a ser un martirio, en especial para él porque no se siente capaz de enfrentar a otro rostro conocido que no cambia a pesar de los años que transcurren. Quiere regresar a su departamento de una buena vez y fingir que… que está durmiendo junto a Sasuke en medio del Valle del Fin…

Tendría que haber comido algo.

No alza la mirada de nuevo, incluso cuando Iruka-sensei anuncia la hora del almuerzo y la campana suena. Por lo menos hasta que todos los niños se van, Naruto decide ignorar su existencia lo mejor posible para evitarse un problema o… o tener que ver a los ojos a alguien como Sakura-chan o Sasuke.

Afortunadamente para él, todo el mundo se va y lo deja solo casi de inmediato –no piensa en la ligera presión del pecho cuando se da cuenta qué tan importante es para todos ahí–. No se sorprende cuando, al ver por la ventana, nota a Sakura-chan mirar hacia todos lados intentando buscar a Sasuke para almorzar con él.

No se arrepiente en ningún momento cuando sale de la Academia y se dirige a Ichiraku con el poco dinero que todavía tiene sin siquiera mirar un poco a la niña que busca desesperada por algo que no va a suceder, no se arrepiente de no repetir la humillación que significa ser rechazado por Sakura-chan mientras finge ser Sasuke –de acuerdo, él se lo busca, pero sigue lastimando su orgullo y no pretende repetir ese tipo de cosas sólo por no llamar más la atención–.

Camina en silencio hasta Ichiraku y se sienta.

No espera ver la inmediata preocupación de Teuchi oji-chan –“Naruto, ¿estás bien?”- pregunta el hombre mientras se inclina hacia él –“Pensé que hoy tenías que estar en la Academia”-.

Ah… sí.

Naruto asiente con la cabeza e intenta sonreírle –“Eh… sí, pero… no comí nada en la mañana”- luego agrega –“Desperté muy emocionado y lo olvidé…”- ríe, pero incluso para sus oídos, la excusa es simplemente ridícula.

El hombre no dice nada mientras le sirve un plato de ramen.

A pesar de todo lo que puede estar sucediendo con su vida en ese preciso momento, Naruto no puede evitar sentirse ligeramente mejor al ver cómo Teuchi oji-chan lo trata con el mismo cuidado con el que lo trata desde siempre –nada en el hombre cambia, es una constante y, está seguro, Ayame-chan también será así–. Agradece que personas como ellos existan, y que existan en su aldea y justo en ese momento, porque Naruto siente que puede ahogarse si no tiene cuidado.

La mano en su cabeza llama su atención y sube la mirada –“No has comido mucho”- y, en efecto, su plato no ha bajado tanto como debería –“¿Qué sucede, Naruto?”- normalmente, el hombre no lo presiona para hablar, sólo lo escucha paciente.

Naruto sonríe un poco –“Hoy anunciaron los equipos…”- y no tiene el mejor equipo que podría tener, para ser honesto.

Aunque no dice más, el hombre parece entender y asiente con la cabeza –“¿Qué sucedió con tu ropa?”- pregunta para cambiar de tema a algo menos importante.

Naruto debe bajar la mirada para observar a qué se refiere.

Oh.

Bien, tampoco es la gran cosa, supone.

Usa un pantalón negro algo más grande de lo que debería usar –de esos que recuerda comprar en la tienda de segunda mano y que es lo único que le permiten tomar– y una remera gris casi tres veces más grande que él. Lo único que reconoce de su apariencia es el protector que siente en la frente y el familiar peso de su bolsa con kunai.

No sabe qué decir, así que simplemente se encoge de hombros y sonríe un poco –interiormente, Naruto se siente un poco más confiado al usar ropa sin mucho color, porque no está llamando la atención que normalmente busca atraer–.

Paga su almuerzo y le promete al hombre visitarlo pronto para contarle todo lo que pueda contar sobre su nuevo equipo –Naruto sabe que no hay mucho que pueda contar sobre el equipo 7, a menos que se traten de todas las discusiones que se crean–.

Le parece inútil regresar a esperar por horas la llegada de un hombre que conoce un poco mejor de lo que todos pueden imaginar, pero de todos modos lo hace porque prefiere eso a lidiar con un reproche del Hokage, de Iruka-sensei o la estúpida mirada de condescendencia de Kakashi-sensei. Al menos, se dice, tiene la oportunidad de planear una broma mejor a la última que realiza en el hombre.

Como espera, pasan horas en las que Naruto se oculta en sus brazos o mira por la ventana, horas en las que el resto de los jōnin aparecen y buscan a su equipo.

Ve a Kurenai-sensei y luego ve a Asuma-sensei –un hueco en el estómago aparece y Naruto suspira e intenta controlarse al ver a un hombre que, en teoría, debería estar muerto–.

Y pasa la primera hora…

Y el resto de los estudiantes se van.

Sólo Sakura-chan y Sasuke permanecen ahí con él.

Así que Naruto decide usar su tiempo en algo importante, y comienza a meditar para llegar a la prisión de Kurama –no quiere llamarle prisión, pero sabe que no es otra cosa–.

Kurama sigue sin responder, pero Naruto se tranquiliza al sentirlo cerca, al saber que está ahí, que su chakra está ahí –caliente, escaldando su piel–.

Pasan dos horas… y Naruto comienza a pensar que Kakashi-sensei simplemente es un imbécil y no sólo un hombre con problemas para superar la muerte de sus compañeros.

Sasuke es el primero en perder la paciencia y no Naruto.

Se le acerca por detrás e intenta averiguar qué es lo que hace, mientras Naruto se tranquiliza con respiraciones profundas y la sensación de Kurama en él; busca ser discreto y en realidad podría haberlo logrado porque sus pasos son silenciosos, pero Naruto puede sentir sus movimientos y su chakra responder al ambiente a su alrededor. Siente su curiosidad y también un desdén por todo lo que significa Naruto, así que lo ignora.

Pasan tres horas para que Naruto decida que, no sólo Kakashi-sensei es un imbécil de primera, sino que es evidente lo mucho que le importa el estúpido futuro de Konoha, su trabajo o los niños que, impacientes, esperan de alguien que pueda guiarlos.

¿Siempre fue así?

Si así fue, ¿por qué Naruto tarda tanto en verlo?

Todo intento de cualquier tipo de broma queda en el olvido cuando siente el familiar chakra de Kakashi-sensei frente al Monumento a los Héroes, alejándose lentamente en dirección a la Academia. No sólo porque no tiene tiempo de hacer una buena trampa que sirva contra el hombre, sino porque Naruto no es tan insensible como para fastidiarlo después de visitar… de visitar a quien quiera que visite ahí.

Y, entonces, las cosas cambian.

Naruto está sentado al fondo del salón cuando sucede.

Sasuke y Sakura-chan están al frente.

Y Hatake Kakashi entra.

Es exactamente el mismo hombre que recuerda, con la misma expresión de fingido aburrimiento y pereza. El protector cubre su ojo izquierdo, donde sabe ahora que tiene el sharingan de Obito, su cabello es quizá algo más largo, pero Naruto reconoce al hombre con el que va a la guerra y al que llega a respetar como un compañero y no precisamente un sensei.

No duele tanto como sabe que debería, pero eso es probablemente porque pasa tres horas dentro de su mente, empapándose en el chakra de algo familiar en vez de lidiar con su nueva realidad… si es que es la realidad y no un sueño.

Kakashi-sensei los observa por diez segundos, y Naruto cree que exagera, cuando habla por primera vez hacia ningún lugar en particular –“Mi primera impresión de ustedes es… ¿cómo puedo decirlo fácilmente?”- Naruto abre los ojos y lo mira fijamente, esperando lo que va a decir –“Los odio”- así que no tiene nada que ver con su pequeña broma la primera vez, eso es… ¿bueno? Supone que puede ser peor –“Los veo en el patio superior”- señala el techo y desaparece.

Naruto suspira y sale del salón sin ánimo.

Puede hacerlo.

Puede hacerlo…

Puede pasar unos diez minutos más con el equipo 7 en una parodia total de su pasado.

Sólo algunos minutos…

Y podrá huir.

-“Puedo hacerlo…”- cree que puede hacerlo.

Escucha los pasos de Sasuke y Sakura-chan detrás de él, pero se asegura de no voltear a verlos en ningún momento. Siempre que parece que van a alcanzarlo, Naruto decide caminar ligeramente más rápido.

Al final, aunque no es lo que quiere, llegan al patio al tiempo que Kakashi-sensei se apoya en la baranda y los mira… no… los examina…

Kakashi-sensei mira desinteresado a tres niños que caminan hacia él, excepto que el hombre no está sólo mirándolos aburrido, sino que analiza sus movimientos… la forma en que interactúan, seguramente, todo.

Naruto suprime una mueca y no puede evitar encogerse cuando la mirada del único ojo visible se posa en él. Desvía la mirada ligeramente hacia la izquierda, donde no hay nadie y sólo puede ver la copa de los árboles.

-“Siéntense”- dice cuando llegan lo suficientemente cerca de él –“Muy bien, ¿por qué no se presentan?”- sugiere cuando los tres están sentados en los escalones, con Naruto un poco más alejado de los otros dos.

-“¿Presentarnos?”- pregunta Sakura-chan –“¿Qué deberíamos decir?”-.

-“…”- prácticamente puede escuchar a Kakashi-sensei llamarla idiota por preguntar algo así, al menos no es una actitud limitada a Naruto –“Lo que les gusta, lo que no les gusta… sus sueños para el futuro… pasatiempos”- Naruto inclina la cabeza hacia el hombre –“C-Cosas así…”-.

¿Uh?

Nadie dice nada más, y Naruto no está dispuesto a preguntar de nuevo por todos ahí algo sobre el hombre; con cierta satisfacción que no es necesaria, Naruto cree que los niños son los que deben preguntar si quieren conocer a su sensei.

-“¿Por qué no se presenta usted?”- pregunta Sasuke al final, quizá molesto, seguramente molesto.

Es impaciente… casi tanto como Naruto… le alegra saberlo, a pesar de comprenderlo casi cinco años después.

-“¿Yo?”- el hombre finge pensarlo –“Yo soy Hatake Kakashi”-.

-“Shinobi de rango S, con una reputación en todo el mundo por sus habilidades… conocido como Kakashi del Sharingan…”- Naruto presiona los labios juntos.

-“Lo que me gusta y no me gusta… no tengo interés en decirlo”- se encoge de hombros –“Mis sueños para el futuro… nunca había pensado en eso”- Naruto arquea una ceja, pero no interrumpe –“En cuanto a mis pasatiempos… tengo muchos pasatiempos”-.

-“Sí… como leer novelas eróticas de una pésima calidad…”- supone que, al menos, el hombre no comenta nada de sus malos hábitos.

Sakura-chan frunce el ceño y mira hacia Naruto y Sasuke –“Eso fue totalmente inútil”- sí, eso es verdad –“Lo único que nos dijo fue su nombre”- bien, podrían buscar su entrada en el libro Bingo, suponía, no es como si no fuera posible hacerlo, ¿verdad?

Ahora que son genin, tienen acceso a otro tipo de documentos… o eso dice Shikamaru.

-“Muy bien, ahora es su turno”- y Naruto gira la cabeza justo a tiempo para ser señalado –“Tu primero”-.

Abraza sus piernas –“Mi nombre es Uzumaki Naruto, -ttebayo”- se muerde la lengua –“Me gustan las plantas y los entrenamientos al aire libre”- y pasar el tiempo con Iruka-sensei –“No me gusta… no tengo nada en particular que me desagrade”- se encoge de hombros porque no cree que sea prudente mencionar lo que no le gusta –“Mi sueño es… convertirme en Hokage”- y terminar con el ciclo de odio –“Mis pasatiempos son la jardinería, meditar y entrenar”-.

Su presentación es distinta a la que da la última vez, pero no puede decir que le importa demasiado, después de todo, no es como si alguien ahí lo conociera como lo conoce su equipo 7, ¿verdad?

Además, sabe que sólo Kakashi-sensei está escuchándolo, así que no le preocupa decir algo extraño.

Ni siquiera pasa por su mente que, mientras Naruto se presenta, la atención de los dos niños está en él y en su inusual forma de hablar –su voz no se alza por encima de la inexistente voz de alguien más, se dirige al hombre frente a ellos y no a todo el mundo–.

-“Bien…”- Kakashi-sensei tarda más de lo normal en continuar –“Siguiente”- y apunta con el dedo a Sakura-chan.

-“¡Yo soy Haruno Sakura!”- dice la niña en una voz aguda y suave, la misma que usa cuando está junto a alguna autoridad o frente a Sasuke –“Lo que me gusta es… quien me gusta es…”- y mira a su izquierda.

Naruto rueda los ojos, pero oculta una sonrisa cuando nota que Sasuke se remueve en su sitio y pretende alejarse un poco de la niña –“Bien… te lo mereces”- piensa sin mucho humor.

-“¿Y lo que no te gusta?”- es casi como si Kakashi-sensei no quisiera escuchar la respuesta, pero es ridículo, el hombre ni siquiera quiere estar ahí.

-“¡Naruto!”-.

Naruto arquea una ceja, pero no dice nada.

¿Qué puedes decir cuando una niña parece odiarte tanto que eres la primera respuesta en su mente cuando la pregunta se hace? Sabe que, con el tiempo, Sakura-chan aprende a aceptarlo… o quizá sólo a soportarlo lo suficiente para trabajar juntos. Al final, no pasan demasiado tiempo juntos después de la separación del equipo, y sólo comparten cuando deben lidiar con las misiones del reformado equipo 7.

Sabe que, si se trata de una opción para ella, Naruto ni siquiera es contemplado como buena compañía… lo sabe y lo acepta… ¿qué más puede hacer?

-“Ah…”- Kakashi-sensei carraspea, incómodo –“¿Y tú?”-.

Sasuke no se mueve de su sitio y su voz es amortiguada por sus manos, pero Naruto se sabe ese discurso como sabe el camino que el niño toma para matar a su hermano –“Mi nombre, Uchiha Sasuke”- luego suspira –“Me disgustan muchas cosas y no me gusta nada en particular, mi sueño no es un sueño, es una meta… reestablecer mi clan… y matar a cierta persona”-.

Naruto quiere tomarlo en serio, en verdad quiere ver la amenaza y la promesa detrás de las palabras de Sasuke, quiere hacerlo porque sabe que es verdad que es… prácticamente una profecía. Sasuke, lo recuerda, es un niño que intimida a cualquier otro de su edad, por la forma en la que habla, por la apatía que demuestra… pero ahora…

Incluso si sufre de un trauma como el que sufre, incluso si Sasuke realmente cree todo lo que dice y el ansia de matar a Itachi es lo que mueve todas sus acciones de una forma deprimente. Aunque Naruto lo entiende y sabe lo que significa una soledad como la que Sasuke soporta después de la masacre de su clan, Naruto lo sabe… lo entiende… pero declarar sus metas así… ¿por qué no simplemente decide no responder?

Naruto se siente mal por pensarlo, pero… ahora que lo escucha, con cuatro años de ventaja sobre los tres ahí… Naruto cree que Sasuke es demasiado dramático para su propio bien.

-“De acuerdo…”- Kakashi-sensei parece no estar de humor para decir mucho más –“Mañana tendremos nuestra primera misión, un ejercicio de supervivencia”-.

Naruto sabe lo que sigue.

Escucha con vaga fascinación cómo Sakura-chan y Sasuke se indignan al saber que, probablemente, tengan que regresar a la Academia. Están asustados, o quizá molestos, y no los culpa, Naruto lo siente la última vez que hace eso –la única diferencia es que, ahora mismo, nada le importa demasiado como para reaccionar–. Escucha claramente la diversión en Kakashi-sensei y, si no se equivoca, el fastidio de tener que seguir lidiando con ellos.

Sí…

Kakashi-sensei no es un hombre fácil de entender y tampoco parece particularmente feliz por convivir con ellos más de lo estrictamente necesario. Conociéndolo, el hombre prefiere mantenerse a solas, en algún lugar, lejos de cualquier interacción humana que requiera un esfuerzo…

Les explica las posibilidades de aprobar y se despide dándoles la espalda –“Campo de entrenamiento 3, a las cinco de la mañana… no lleguen tarde… ah, y les sugiero no comer nada, porque sólo van a vomitar”-.

-“Grandes palabras… Kakashi-sensei”- se dice mientras se levanta y ve al hombre desaparecer.

Nada cambia.

Naruto mira a los otros dos, incómodo por permanecer ahí más tiempo de lo que iba a hacerlo –“Eh… supongo que nos vemos mañana, -ttebayo”- se despide antes de decir o hacer alguna tontería más.

Hablar con ellos no está permitido, no puede hacerlo porque simplemente no hay razón para ello. No puede perder de vista el gran problema en el que está, no puede… no puede involucrarse con nadie ahí.

Ya está cansado de salir herido.

Notes:

Comentarios y críticas son bienvenidos!

Hasta el siguiente capítulo!

Chapter 3: El equipo que nunca fue

Notes:

Este capítulo contiene vagas menciones de tortura psicológica (genjutsu), entre otras.

Naruto puede tener, sorpresivamente, sentido común. Y Sasuke, recuerdo, no es tan malo al principio...

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Despierta temprano, mucho antes de la hora en que planea hacerlo.

Kakashi-sensei los cita a las cinco de la mañana en el Campo de Entrenamiento 3, destinado al equipo 7, el único campo de entrenamiento que está relativamente cerca al Monumento a los Héroes. Sabe que el hombre va a estar ahí, mientras ellos pierden valiosas horas de sueño en medio de un campo vacío con mochilas llenas de objetos innecesarios y con el estómago vacío, mientras lo esperan para comenzar con su examen.

Al principio, se plantea seriamente no ir.

No sólo no ir a la primera reunión del equipo 7, sino… simplemente desaparecer y quizá buscar respuestas a su problema mientras viaja lejos de tantos rostros familiares. Nadie lo espera, lo sabe. Porque esas personas no son su equipo y ellos nada quieren tener que ver con él. Quiere esconderse en el departamento o –si la desesperación lo llama– ir en busca de alguien como Iruka-sensei, quiere irse de Konoha para no…

Su desesperación va en aumento cada vez que intenta hablar con Kurama y no encuentra respuesta, aunque su chakra lo calma lo suficiente para poder seguir respirando.

En realidad, sabe que desaparecer no es ninguna opción.

Naruto es el jinchūriki de Kurama.

Su sola existencia es información clasificada de la aldea así que, si intenta desertar o huir, probablemente será buscado por un grupo de ANBU como una amenaza… o quizá como un arma que no es posible controlar.

Si acaso lograra salir de Konoha sin ser visto, muchas personas lo buscarían –y, si acaso está en un pasado exactamente igual al suyo, entonces está Akatsuki–.

Y todo eso sería en contra de la decisión que toma para no llamar la atención hacia él.

Naruto se toma el tiempo para preparar un desayuno medianamente comestible –no es Iruka-sensei, pero al menos ahora sabe cómo cocinar lo básico... no, no sabe– y comer lentamente para saborear lo poco que puede saborear del té, pan tostado y algo de fruta. También decide preparar el almuerzo con lo que sobra de su alacena, y se promete ir de compras en cuanto tenga la oportunidad –o quizá ir a pescar al río, porque no tiene mucho dinero–.

Kurama, como espera, no responde a nada de lo que Naruto dice o hace, así que deja al zorro por la paz antes de terminar frustrándose por la falta de resultados.

Al final, Naruto no puede hacer mucho más que mirar su ropa y preguntarse qué demonios sucede con su vida… y si algún día podrá regresar a casa.

Ese que ve en el espejo no es él…

No sólo su apariencia, sino… todo.

Pero no puede, por todo lo sagrado, forzarse a comportarse como si nada estuviera sucediendo, no puede… no puede.

Naruto se viste de la misma forma que el día anterior –sólo porque es cómodo, y no porque, de pronto, esa ropa sea conveniente para sus intenciones– y toma sus armas antes de crear un clon y dejarlo con instrucciones de esperar ahí y meditar por su cuenta.

Sale del departamento sin prisa y llega al campo de entrenamiento que conoce tan bien como el resto de Konoha.

Ahí está Sasuke y también Sakura-chan… de pie… esperando…

-“¿Tal vez debí…? Nah”- podría haberles dicho que Kakashi-sensei no llegaría temprano y que deberían desayunar algo, pero Naruto sabe que habría sido ignorado.

Sasuke frunce el ceño en cuanto lo ve, tarda un poco de hablar, pero al final lo hace –“Llegas tarde, idiota”-.

-“Oh, lo siento… ¿lastimé tus sentimientos?”- no puede evitar pensar –“No es como si te hubiera abandonado y huido de la aldea, ¿verdad?”- pero, afortunadamente, Naruto se muerde el interior de la mejilla y se resiste a responderle –“Buenos días”-.

Ver a Sasuke, verlo ahí… tan joven y tan inocente… Naruto no puede mirarlo.

No puede verlo porque sólo puede ver la imagen del Sasuke que persigue por años sin resultados, puede ver al hombre en el que se convierte después de asesinar a su propio hermano. Ve a la persona que pierde todo camino y que decide pelear con él… ve sus últimos momentos en su propio mundo y no puede soportarlo.

Duele.

Naruto se sienta en el suelo y pretende dormir hasta que Kakashi-sensei aparezca, pero es detenido por la mano de Sakura-chan en su hombro y una mirada que no le promete nada bueno –“¿Por qué llegaste tan tarde, Naruto?”- y alza la otra mano para golpearlo en la cabeza si no responde –“¿Y qué sucedió con tu ropa?”- pregunta después de unos segundos, cuando nota por primera vez lo que lleva puesto.

-“Eh… ¿lo siento?”- no sabe qué más puede decirle, ¿realmente le importa?

No obtiene respuesta.

-“¿Olvidaste que esto es un ejercicio de supervivencia, dobe?”-.

Naruto frunce el ceño, confundido –“No”-.

No los entiende, ¿por qué ahora quieren hablar con él? ¿Qué sucede con esos dos? Ni Sakura-chan ni Sasuke están actuando como normalmente actúan. Es una prueba de sus problemas, porque en su pasado, esos dos lo ignoran por horas mientras esperan a Kakashi-sensei. De hecho, ellos no tienen una conversación medianamente normal sino hasta después de su primera misión real.

-“¿Dónde está tu equipo?”- presiona Sasuke, mirándolo desde arriba.

Naruto suspira –“No necesito gran cosa”-.

Como genin, entiende, ninguno de los tres está realmente preparado para un ejercicio de supervivencia real. Naruto tiene años de ventaja sobre ellos y sabe cómo viajar ligero, así que realmente no miente cuando Sasuke le pregunta; no es su culpa, se dice cuando escucha al otro bufar, que no le crean y que Sakura-chan crea que él es un idiota más. Además, recuerda, esos dos no saben exactamente lo que Kakashi-sensei tiene planeado para ellos.

Eventualmente, en algún momento después de las diez, Kakashi-sensei aparece en los límites del campo, caminando lentamente hacia ellos.

-“Buenos días a todos”- saluda sin ánimo.

Naruto no puede evitarlo, sonríe hacia el hombre –“Buenos días”- responde, al mismo tiempo que Sakura-chan grita sobre su tardanza –“Ah… cierto”- se muerde la lengua.

-“¡Llegó tarde!”- la niña se cruza de brazos y espera una explicación, casi como hace con Naruto.

Es una pena que algo así no sirva con Kakashi-sensei, al menos no ahora mismo.

-“Ah… un gato negro se atravesó en mi camino y tuve que…”- y Naruto ignora el resto de sus excusas porque debe recordarse que ese no es su Kakashi-sensei, el hombre suspira cuando es evidente que ya aburrió demasiado a los niños –“Pues bien… deberíamos comenzar”- saca un reloj y lo coloca en medio del campo y no encima de los postes, como Naruto lo recuerda –“Su misión es muy sencilla…”- saca de su bolsillo los cascabeles que recuerda.

-“Sí… claro…”- Naruto no cree en sus palabras la última vez, no importa cuánto pretende que sí, no va a creer en esas mismas palabras ahora.

Bufa por lo bajo, pero aparentemente Kakashi-sensei lo escucha porque gira la cabeza ligeramente hacia él –“Cada uno de ustedes tiene que quitarme uno de estos cascabeles, fácil, ¿no?”- no –“Si no logran quitarme esto para mediodía, se irán de aquí sin almuerzo y los ataré a esos postes mientras me ven almorzar”-.

Hay un silencio que nadie se atreve a llenar, así que Naruto toma la iniciativa y pregunta –“Entonces, ¿por qué sólo hay dos cascabeles?”-.

¿Por qué Sakura-chan no habla?

-“Ah, qué observador”- dice arrastrando las palabras –“Aquel que no consiga un cascabel reprobará… y tendrá que regresar a la Academia”- Naruto alcanza a ver una sonrisa detrás de la máscara y decide que quiere borrársela –“Claro, cualquiera podría suspender… pueden usar cualquier técnica o arma para quitarme los cascabeles”-.

-“Pero, sensei, esas armas son peligrosas”- susurra Sakura-chan a su lado.

-“Vaya… éramos idiotas, ¿verdad?”- sí, supone que no pueden culparlos por no pensar mucho de otros shinobi cuando no tienen la oportunidad de hablar con ellos o conocer los límites de la profesión, Naruto realmente no entiende las habilidades de los jōnin sino hasta que deben enfrentarse a Orochimaru en los exámenes o quizá cuando regresa de su entrenamiento con Ero-sennin y todos los problemas reales comienzan.

-“¿Ninguna pregunta? ¿No? Qué bien…”- se detiene para mirarlos uno a uno –“Pueden comenzar… ¡ahora!”-.

Sasuke y Sakura-chan desaparecen dolorosamente lento hacia los árboles mientras Naruto hace lo propio, dejando a Kakashi-sensei en medio del campo.

El hombre los observa, ahora lo sabe. Sabe que Kakashi-sensei simplemente está analizando lo que pretenden hacer, hasta que alguno de ellos comience un ataque frontal para mostrar cuánto no está bromeando.

Naruto sabe que ese es su papel… antes.

Además, no entiende por qué debería darles la oportunidad para saber qué tan preparado está el hombre; en algún punto de su entrenamiento lo sabrán, ¿o no? Y, recuerda, ese examen no tiene nada que ver con mostrar sus habilidades o luchar contra Kakashi-sensei… sino trabajar en equipo…

Algo que el equipo 7 no aprende a hacer porque no tienen el tiempo… no, no es por eso.

Naruto mira hacia el sitio donde puede sentir el chakra del hombre.

El equipo 7 no aprende a ser un equipo, no porque no tengan el tiempo… sino porque la mayoría de los miembros del equipo –todos– no están dispuestos a intentar serlo. Todos ellos son demasiado orgullosos para admitir que necesitan un equipo para sobrevivir como genin y, cuando están listos para hacerlo, Sasuke decide huir.

Naruto lo admite, es la primera persona en rechazar cualquier tipo de ayuda porque, sabe, la mayoría del tiempo es sólo por lástima –y odia las miradas que obtiene cuando no puede responder o reaccionar como esperan de él–. Pero también conoce a Sasuke y sabe que es un idiota que pretende resolver todos sus problemas con decisiones radicales, solo, sin ayuda… porque es lo que… es decir, no lo sabe, pero así es él. Y Sakura-chan es exactamente igual, siempre diciendo ser la más inteligente, la que puede resolver todo… y que, al final, puede hacerlo porque recibe el entrenamiento de la vieja Tsunade…

Kakashi-sensei no es mucho mejor.

No, ese no es ningún equipo.

Pueden usarse, pueden recurrir a sus habilidades o estrategias si la situación lo requiere, pero, ¿trabajar en equipo? No, no lo recuerda, no realmente… sí con otros genin, no entre ellos.

Y, desafortunadamente para ese nuevo equipo, Naruto no está de humor para ser ningún chivo expiatorio y… y, si es sincero, siente que no debería.

Va a esperar.

En algún punto, alguien va a caer en alguna trampa y, cuando eso suceda, Naruto se acercará para hablar sobre las verdaderas intenciones del hombre. Con mucha suerte, Naruto y los dos niños podrán pretender ser un equipo el tiempo suficiente para convencer a Kakashi-sensei de aceptarlos. Incluso si a Naruto no podría importarle demasiado todo eso, simplemente no tiene el corazón para enviar a Sasuke y a Sakura-chan de nuevo a la Academia –sería una enorme satisfacción para él verlos fracasar tanto como lo ha hecho toda su vida, por supuesto, pero él no es así–.

Espera mirando hacia el punto en que sabe que Kakashi-sensei está de pie, esperando… y se pregunta quién perderá la paciencia primero –si todo fuera normal, Naruto sería la primera opción–. Si tiene que adivinar, inmediatamente diría que Sakura-chan sería la primera en perder la paciencia y atacar a Kakashi-sensei.

Pero casi un segundo después recuerda que no está pensando en la misma Sakura-chan que tiene ahí; piensa en su compañera, la chica que recuerda de la guerra y la que crece para ser su propia kunoichi, con la fuerza monstruosa de la vieja Tsunade, el trabajo de excelencia con ninjutsu médico y la confianza que tiene en sí misma. Ahí no está la chica que se convierte en mujer porque una guerra los llama a hacer su trabajo, ahí está una niña que no sabe hacer nada más que lo más básico en la Academia, con un taijutsu más pobre que el de Naruto… y una niña que, recuerda, sólo puede pensar en Sasuke.

No.

Si alguien va a atacar, ese es Sasuke.

Sabe esto y, aun así, Naruto se sorprende un poco al ver los shuriken volar directamente hacia el lugar donde Kakashi-sensei… donde Kakashi-sensei había estado.

Naruto sonríe.

Durante la siguiente hora –y un poco más–, Naruto se dedica a sentir los movimientos del chakra de Kakashi-sensei y de Sasuke, siguiéndolos desde una distancia prudente.

La lucha es… patética.

En algún punto, Kakashi-sensei deja un clon para pelear contra los ataques de Sasuke o seguirlo, mientras va en busca de Sakura-chan… unos minutos después, Naruto puede escuchar el grito agudo de Sakura-chan que no recuerda que sea capaz de emitir.

¿Siempre fue así?

La última prueba que Naruto y Sakura-chan tienen con Kakashi-sensei termina muy diferente. Tres años de entrenamiento hacen una diferencia considerable, pero no se da cuenta cuán grande es hasta ahora…

Entiende por qué Kakashi-sensei simplemente no puede tomarlos en serio, porque incluso Sasuke no puede ser considerado una amenaza para el hombre –y, lo admite, Sasuke tiene un nivel de habilidad mucho mayor que Sakura-chan o él en esos momentos–. Sasuke es rápido, se mueve y reacciona a su entorno con la naturalidad de… de un genio, supone. Sin embargo, le falta la experiencia que Kakashi-sensei tiene, la paciencia que requiere para un buen ataque y quizá algo más que no puede identificar de inmediato.

Al final, no importa si tiene el talento.

-“… debajo de ti, donde nadie piensa en buscar…”- dice el hombre arrodillándose frente a la cabeza de Sasuke –“Doton: Shinjuzanshu no Jutsu”- casi puede escuchar la sonrisa en Kakashi-sensei –“Un ninjutsu de rango D”- el hombre continua dándole una explicación a Sasuke sobre el pobre desempeño de alguien a quien llaman el mejor novato de la generación, habla sobre las primeras tres técnicas de un shinobi y no parece que va a alejarse…

Ah.

Naruto sonríe de nuevo y crea un clon.

-“¡Jefe!”- lo saluda.

-“Necesito que vayas por los almuerzos y finjas… distrae a Kakashi-sensei, ¿de acuerdo?”- cuando el clon está a punto de irse, Naruto agrega con un pánico creciente –“¡No…! ¡No uses el rasengan ni otras técnicas…! ¡Sólo taijutsu o técnicas de evasión!”- susurra.

El clon saluda y asiente antes de desaparecer.

Regresa su atención a Sasuke y a Kakashi-sensei y siente una punzada de fastidio al ver que el hombre sigue hablando con el niño, un par de minutos después, el hombre se levanta y, sin decir más, deja a Sasuke a solas.

-“Mi oportunidad”- y se acerca con cuidado hasta el niño.

Es gracioso, lo admite, pero no lo dice en voz alta.

Camina directamente a la cabeza y observa a su alrededor antes de arrodillarse –“¿Dobe?”-.

Naruto frunce el ceño –“No tenemos mucho tiempo, creo que entendí el verdadero examen”- dice en voz baja, como si intentara hablarle sobre un secreto –“Eso siempre funciona con él”- no es ninguna novedad que Sasuke se sienta especial si alguien parece confiarle algo como un secreto, Naruto entiende esa parte –“¿Notaste algo raro en el sensei?”-.

Sasuke arquea una ceja –“No hay nada normal en ese jōnin, idiota”-.

¿Es realmente necesario?

-“Me refiero…”- se lleva una mano al rostro para ocultar su molestia y no golpear al niño arruinando todo su plan –“Es decir, ¿siquiera está intentándolo?”- cuando Sasuke mantiene el silencio, Naruto habla de nuevo –“¿No es conveniente?”- se cruza de brazos –“Digo… ni siquiera parecía interesado en pelear contigo…”-

-“¡¿Estabas observando?!”- el grito del niño es algo que no espera y Naruto mira confundido a Sasuke, esperando una explicación –“¿Por qué no peleaste tú?”- cambia de tema.

Uh…

-“Bueno… si no pudiste ganarle, ¿cómo iba a hacerlo yo?”- arquea una ceja –“Creo que ese es el punto de todo el examen”- luego hace el sello de la serpiente y se concentra en sacar al niño de su trampa antes de llamar la atención de Kakashi-sensei.

Antes de poder sacar a Sasuke de la trampa, Sakura-chan aparece de entre los árboles, corriendo en ninguna dirección en particular. Pero los ve… y por un segundo, nada sucede… hasta que se desmaya sin ningún sonido más que el sonido del golpe seco. Naruto se encoge en su sitio, pero no se acerca para despertarla, todavía.

-“Y esa es mi compañera…”- susurra Sasuke.

-“Bueno… podría ser peor”- no, no realmente, incluso Hinata-chan está mucho más preparada para todo eso, y Naruto simplemente no puede evitar decepcionarse –“Cierra los ojos, voy a sacarte”-.

Sasuke no tiene tiempo a aceptarlo, porque lo siguiente que siente es el aire en el resto de su cuerpo y las piernas temblorosas tocar el suelo, libre –“¿Cómo…? ¿Dónde aprendiste…?”-.

No, realmente no tienen tiempo para eso –“Sólo escúchame, imbécil”- lo calla con una mano en la boca –“Creo que Kakashi-sensei quiere que ataquemos juntos”- el niño no entiende –“Ya sabes…”- no, no sabe –“Como un equipo”-.

Sasuke se cruza de brazos y aleja el rostro de Naruto para poder hablar –“¿Por qué crees eso?”- luego añade –“Pude tocar un cascabel, podría obtener…”-.

-“¡Bien!”- interrumpe y lo toma de la mano para acercarse a Sakura-chan –“¡Podemos trabajar juntos! No…”-.

Sasuke frunce el ceño –“¿Qué hay de la niña?”- señala sin cuidado a Sakura-chan.

Vaya…

Eso es una sorpresa.

¿Sasuke está genuinamente preocupado por otro ser humano? ¿Preocupado por Sakura-chan? Vamos, Naruto no sabe que Sasuke fuera propietario de una vena moral, ¿de qué se pierde todos esos años?

-“¿Qué hay con ella?”- es gracioso, Sasuke cree que él podría dejar atrás a alguien, no es como si hubiera sido él quien decide huir de su propia aldea en medio de la noche para unirse a un desertor y un traidor que experimenta en niños –“Pues ella puede ayudarme a ser una distracción mientras tú tomas los cascabeles y…”-.

Bufa sin cuidado –“Sólo son dos cascabeles, idiota, ¿acaso no sabes contar? Sólo dos de nosotros vamos a pasar y el otro será enviado a la Academia”-.

Es el turno de Naruto para rodar los ojos –“¿Alguna vez has visto un equipo genin?”- y lentamente, casi como si fuera un gran dolor hacerlo, Sasuke niega con la cabeza –“Es un instructor, un jōnin… y tres genin”- Sasuke abre los ojos y Naruto no puede evitar reír un poco –“Es una regla… no hay equipos de dos genin”- no son Iwa, después de todo.

Bien, para ser justo, Naruto tampoco sabe mucho sobre el programa de shinobi la primera vez que todo sucede. Nadie se molesta en explicarle a él qué sigue, nadie lo intenta y Naruto ciertamente no se interesa lo suficiente para investigarlo. Es un idiota, lo sabe, pero él tiene una justificación, ¿cuál es la justificación de un heredero de clan con ocho años de vida familiar con tres shinobi en casa y medio mundo dispuesto a explicarle cualquier cosa que pida?

Si Naruto es ignorante, no es precisamente su culpa… o al menos no sólo suya…

Si Sasuke es ignorante… bien, no quiere pensar en el tema.

Todo eso casi vale la pena cuando ve fascinado cómo el color sube al rostro de Sasuke y tartamudea para encontrar la respuesta –“Eso suena… casi inteligente”- y Naruto sabe que debería sentirse ofendido, pero no tiene tiempo de decir algo cuando Sasuke habla de nuevo –“N-Nos… nos… mintió… me… me mintió”- la traición, el dolor, qué dramático, piensa Naruto.

Naruto asiente con la cabeza –“¿Qué dices?”- y extiende una mano.

-“… ¿Tienes un plan?”-.

Eh…

¿No?

Asiente de nuevo –“¿Viste el libro que sacó?”- la vieja y confiable distracción de un shinobi tan capaz como Kakashi-sensei –“Tal vez podríamos hacer algo con eso”-.

Sakura-chan despierta unos minutos después, justo a tiempo para escucharlos discutir sobre un plan medianamente burdo en donde Naruto parece ser el protagonista mientras que Sasuke trabajaría en las sombras. Sakura-chan ni siquiera mira a Naruto directamente –“¿En verdad lo necesitamos, Sasuke-kun? Creo que tú y yo podríamos hacerlo juntos, ¿o no?”- luego lanza una mirada en dirección a Naruto –“No necesitamos a ningún desastre como él”-.

Naruto mentiría si dijera que esas palabras no lo lastiman más de lo que deberían.

Intenta decirse que esa niña no es la Sakura que él conoce y que aprende a respetar como una compañera, no es la misma que comparte misiones con él y ve el gran progreso que hace desde sus años en la Academia. Quiere recordarse que esos dos niños son versiones distintas de su propia vida y que… que no deberían importarle.

No funciona.

Sasuke detiene esa línea de pensamiento cuando corta cualquier cosa que Sakura-chan estuviera diciendo –“¡No!”- y le duele admitirlo, lo ve –“Trabajaremos de acuerdo al plan de Naruto”- se levanta de su sitio…

Naruto siente el familiar golpe de las memorias de su clon y lo distrae lo suficiente –“Kakashi-sensei viene para acá”- comenta.

-“¿Cómo lo sabes?”- pregunta Sakura-chan.

-“… Tal vez envié a uno de mis clones para distraerlo y… y poder hablar con Sasuke”- se encoge de hombros.

Mira hacia el Monumento a los Héroes y se da cuenta que Kakashi-sensei debe estar caminando extremadamente lento como para no haberlos alcanzado ya. Les da tiempo, está siendo deliberadamente amable con ellos… porque… porque quizá…

Bien, sabe que su clon le habla sobre ciertas partes de su plan, como rescatar a Sasuke y buscar la ayuda de su equipo, así que debe ser eso. Kakashi-sensei les está dando la oportunidad para aprobar ese examen.

Bien, tal vez no sea un imbécil… no por completo.

No nota la expresión de genuina sorpresa en Sakura-chan o la pequeña sonrisa en Sasuke.

Carraspea para llamar la atención de los dos niños –“De acuerdo, ¿deberíamos trabajar?”-.

Recibe dos afirmaciones y, en cuanto eso sucede, ambos desaparecen, dejando a Naruto en medio del campo, esperando su turno para enfrentarse a su sensei.

-“Usar un clon para distraerme, muy inteligente, Naruto-kun”- admite el hombre en cuanto lo ve, sonríe un poco, pero cuando no ve a los otros dos, su expresión cambia a una de completa seriedad que simplemente no va con él –“Pero parece que tu plan no resultó como esperabas”-.

Naruto se encoge de hombros –“¿Cuál plan?”- luego sonríe –“Oiga, ¿de qué se trata su libro?”-.

Kakashi-sensei lo mira fijamente –“Sobre algunos temas que no le interesan a los niños”-.

Oh, claro…

-“¿Puede prestármelo?”- y extiende una mano, avanzando un par de pasos hacia el hombre –“Sólo quiero ver de qué trata y después se lo regreso, ¿sí?”- hace todo lo posible por lucir tan inocente como sabe que no es.

-“Eh… ¿no deberías intentar quitarme un cascabel?”- a pesar de sus palabras, Kakashi-sensei aparta la vista de su libro un poco.

Inclina la cabeza hacia un lado –“¿Podría darme un cascabel, por favor?”-.

-“No, lo siento”-.

Naruto se encoge de hombros –“¿Tiene algún consejo para obtener un cascabel?”- cuando ve que el hombre no parece retroceder y sólo está confundido por las obvias intenciones de Naruto, decide dar otro paso hacia él –“Es sólo que no pude hacerlo muy bien con mi clon”-.

Kakashi-sensei, aunque inteligente y dispuesto a creer que unos niños pueden ser bastante creativos cuando se requiere, no piensa lo mejor de todos ellos… y no cree que pueda pensar lo mejor de él, no cuando Naruto tiene las peores notas de toda la Academia.

Incluso si el hombre pretende no subestimarlos, Kakashi-sensei los subestima –no lo culpa–.

-“Ah, un clon sólido, ¿cómo es que aprendiste a hacerlos?”-.

Claro, como si Kakashi-sensei no supiera exactamente cómo es que Naruto aprende a realizar un jutsu prohibido –“Puedo decirle… si usted me presta ese libro que lee”- y extiende la mano de nuevo.

-“No… creo que no”- Kakashi-sensei se encoge de hombros –“¿No crees que desperdicias tu tiempo hablando conmigo? ¿No vas a intentar atacarme?”-.

-“Ah… pero, ¿cómo podría?”- suspira –“Quizá si lo intento con… con un ninjutsu”- hace el sello del carnero y Kakashi-sensei se retira de inmediato, sorpresa evidente en lo poco que puede ver y un jadeo que apenas logra escuchar.

Naruto no intenta eso la última vez, de hecho… no intenta engañar a Kakashi-sensei con esa técnica, pero no encuentra ninguna razón por la que no debería usarla ahora. Es decir, Kakashi-sensei es un pervertido más, ¿verdad? Además, si acaso no reaccionara como desea, la simple sorpresa le va a dar tiempo suficiente para actuar.

Sólo… sólo es por diversión…

Silenciosamente, crea un clon más –“Oiroke no Jutsu”-.

El humo invade el espacio, pero Naruto puede ver casi a la perfección. La reacción que obtiene es más que suficiente para él. Da igual si Kakashi-sensei los deja aprobar o no, Naruto va a tener como recuerdo ese día.

El día en que Hatake Kakashi pierde toda concentración, el control y quizá algo de sangre al ver una simple ilusión.

A la fecha, Naruto no entiende cómo es que una simple transformación en una mujer puede hacer que hombres como el viejo Hokage, Iruka-sensei, y otros, puedan perder el control tan fácilmente, pero no va a cuestionarlo porque funciona perfectamente.

Mientras Kakashi-sensei mira fijamente hacia Naruto –o su transformación, para ser precisos–, libro en mano olvidado y una clara incomodidad para moverse o hablar, tres sombras aparecen por detrás. Dos de ellas son ruidosas, llaman demasiado la atención, pero la tercera –el clon– avanza rápidamente hasta su objetivo.

Naruto sólo canta su victoria cuando nota la sonrisa en Sasuke.

Son cinco segundos, pero es más que suficiente.

Deshace su transformación y los niños y su clon se acercan.

Naruto toma los cascabeles y el clon desaparece –“¡Ganamos!”- anuncia hacia el hombre, que se recupera de un vergonzoso momento de distracción –“Supongo que debe ser algo de los grandes shinobi… o eso creo…”- tiene que preguntar en cuanto regrese a casa.

Kakashi-sensei los mira y sonríe.

-“Oh… tenemos un líder”- arrastra las palabras de nuevo –“Muy bien, Naruto-kun, ahora tienes que decidir”- apunta a sus dos compañeros –“Tú tienes los dos cascabeles, puedes quedártelos y enviar a tus dos compañeros a la Academia… o podrías escoger a alguno de ellos y entregarle un cascabel”- bien, años atrás, Naruto habría elegido sin pensarlo dos veces, ahora, esas son sólo palabras vacías frente a alguien que conoce a Kakashi-sensei.

Está seguro que Kakashi-sensei apenas puede actuar por la sorpresa de haber sido derrotado en su propio juego, Naruto bufa por lo bajo –“¿Cómo puedo hacer que…?”-.

-“El tiempo sigue corriendo, Naruto-kun, ¿a quién vas a elegir?”-.

Se acerca a sus compañeros para entregarles los cascabeles a cada uno –“Esto es lo que voy a elegir, sensei”- lo mira fijamente y se siente culpable por lo que está a punto de decir –“No voy a abandonar a mis compañeros”-.

Para su sorpresa, y vaya que no es el día de sorprender a Naruto, Sasuke toma el cascabel que le extiende junto con su mano –“Somos un equipo”- casi de inmediato, la mano de Sakura toma la otra mano libre de Naruto, siente el cascabel en su palma.

-“No vamos a abandonar a nadie”-.

Naruto tarda un poco en reaccionar después de eso, porque… porque el equipo 7 no hace algo así, ese no es su estilo.

-“¿Es esa tu respuesta, Naruto-kun?”- luego presiona –“¿Vas a dejar que tus dos compañeros se arriesguen de esa forma?”-.

Por favor… ¿por qué no simplemente puede aceptar que pierde y los deja disfrutar de la victoria como cualquier otro sensei haría?

-“Esa es nuestra respuesta, sensei”-.

Notes:

Comentarios y críticas son bienvenidos!

Hasta el siguiente capítulo!

Chapter 4: Los sabores del ramen

Notes:

Este capítulo contiene exceso de introspección, mala comunicación y malentendidos, narrador poco confiable, diferencias de perspectivas, entre otras.

Hasta Naruto tiene límites y el ramen es la panacea universal.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Naruto se siente culpable.

Todos los días se despierta más temprano de lo que acostumbra en toda su vida, ya sea por las pesadillas, los recuerdos o porque simplemente no puede soportar la suavidad de una cama que antes puede causarle dolor en la espalda. Se levanta temprano y huye de su departamento en busca de aire limpio…

Y entrena…

Su cuerpo sigue teniendo problemas para adaptarse a su conocimiento y habilidades, tropieza más de lo normal, le duelen los brazos y las piernas como nunca antes y a veces la comida no es suficiente, pero Naruto sabe que progresa rápidamente –mucho más rápido de lo que él mismo espera–, en un frenesí de algo que nadie puede saber o entender.

Entrena más de lo que acostumbra hacer con el cuerpo de un niño de doce años que no obtiene demasiado alimento regularmente y, gracias a eso, su ropa deja de quedarle como debería, más rápido de lo que podría ser sano.

Antes, su cuerpo tiene suficiente con lo que consume –está acostumbrado–, pero ahora Naruto hace el doble de actividad física y, aunque se adapta fácilmente, simplemente hay cosas que no puede modificar, así como así. Naruto es un adolescente que proviene de una guerra, acostumbrado a comer mayores cantidades de comida –o usar las píldoras– y trabajar mucho más de lo que antes lo hacía. No es ningún niño y, aunque su cuerpo es el de un niño, su mente no lo es.

Pero lo ignora…

Porque no puede detenerse.

Sale a entrenar por horas antes de ser capaz de regresar a su propio departamento, porque no soporta el olor a humedad que antes no reconoce, no soporta el silencio y… y no soporta que ese lugar siga existiendo cuando él sabe muy bien que no debería existir. Sale a entrenar y regresa horas después, cuando logra tranquilizarse; regresa a su departamento y come algo para encontrarse con los niños del equipo 7 después.

Incluso el ramen que pasa por su boca le sabe a lodo caliente mezclado con algo de sal, Naruto quiere llorar porque no puede hacer nada por eso.

Encontrarse con ese equipo 7 es difícil; saluda a los dos niños tan amablemente como es capaz de hacer –como lo haría si se tratara de niños de la edad del Konohamaru que deja en su mundo, en los mejores días–. No puede mirarlos a los ojos o intentar entablar una conversación con alguno.

No puede.

No son ellos, no son…

No es lo que recuerda, no es su vida y… y quizá es su culpa, pero no tiene intenciones de repetir todo sólo porque quiere pasar inadvertido. No es lo que recuerda y las cosas cambian más de lo que puede soportar. Ve los rostros infantiles y recuerda que esa época pasa mientras él cree en un futuro mejor… Naruto viene de un futuro… y podría haber sido mejor.

Pero los ve… lo ve cuando hace años que no puede estar cerca de Sasuke apropiadamente, de Sakura y de Kakashi…

Son tres semanas en las que lleva la misma rutina y, mientras que no tiene problema en realizar la mayoría de las tareas que les asignan –han evitado la misión de Tora y eso es un cambio que agradece infinitamente–, Naruto se siente ajeno a su cuerpo y a su vida. Llevan tres semanas en el servicio activo –realizando tareas domésticas con el nombre de misiones– y Naruto, al menos, nota un incremento en el dinero que ahorra. Tiene el dinero suficiente para comprar un mínimo de comida y el resto lo guarda, no sabe por qué, sólo sabe que no le interesa demasiado gastarlo.

Tiene dinero, una rutina, un equipo y la paz que añora… todo está mal… pero al mismo tiempo, todo está bien, mejor de lo que ha estado en mucho, mucho, tiempo.

Lo odia.

Nada de eso es realmente importante porque… porque Naruto se siente culpable por disfrutar esas semanas más de lo que disfruta el recuerdo de su pasado.

Disfruta de despertar temprano y pasar tiempo a solas antes de ver al equipo, se siente bien cuando deja a un clon en casa y puede ser productivo dos veces al mismo tiempo, no se siente tan mal cuando saluda a todos… está casi feliz cuando nadie en su equipo le grita o dice algo sobre su estupidez o tardanza o torpeza…

¿Por qué se siente culpable?

Lo tratan… de acuerdo, no lo tratan bien, pero tampoco puede decir que lo tratan mal… ¿por qué se siente tan miserable?

¿Por qué no encuentra una forma de regresar a casa y olvidarse de ese horrible sueño que sólo lo tortura?

A veces, cuando terminan una misión y esperan recibir el pago en la Torre del Hokage –evitando de cualquier manera a Iruka-sensei o al Hokage mismo–, Naruto olvida por momentos que el Sasuke que comienza sus discusiones diarias no es su Sasuke, que sus comentarios sobre su desempeño no tienen la misma fuerza a la que está acostumbrado –y le responde–. Olvida a veces que esa niña, esa Sakura-chan no es la misma que él conoce, la que disfruta de gritarle o jugar bromas con él cuando tienen el tiempo. Pero, por encima de todo, olvida por largos ratos que el Kakashi-sensei con el que interactúan no es el hombre que Naruto conoce, porque el hombre es constante, no cambia… excepto que cambia, y es tan diferente que le duele verlo a los ojos.

Cuando se da cuenta de sus errores, Naruto intenta ocupar el menor espacio posible y no habla con ninguno a menos que sea realmente necesario.

Nadie nota esos momentos –quizá porque no lo conocen–, o eso se dice… por lo menos hasta que recibe la familiar atención de Iruka-sensei sus preguntas incómodas que lo dejan sintiendo un calor en el pecho que… que disfruta.

Iruka-sensei los espera en el escritorio donde trabaja todos los días para recibir su reporte –escrito por Sasuke, sorprendentemente–. Tienen una misión rango D bastante similar a otra que vive con su equipo, así que Naruto sólo espera regresar al departamento y encerrarse ahí en cuanto Kakashi-sensei les dé la oportunidad de retirarse.

Entra decidido a no mirar a Iruka-sensei, pero sus planes no funcionan cuando el hombre lo llama desde el escritorio para preguntarle sobre la misión. Su pánico inicial disminuye cuando ve la expresión del hombre; Iruka-sensei es de las únicas presencias estables en su vida, en ese extraño mundo y en el propio, no importa lo que suceda, siempre es el mismo… y Naruto estaría ofendiéndolo si no dijera que aprecia todo lo que hace por él.

-“Naruto, ¿podemos hablar?”- sabe que no es una pregunta así que sólo asiente con la cabeza y espera a que el hombre tome cierta distancia del equipo –“¿Cómo te trata la vida de un genin?”-.

No nota la mirada de Kakashi-sensei en ellos y tampoco nota la forma en la que Sakura-chan y Sasuke se detienen detrás de su sensei.

Naruto se encoge de hombros –“Aburrido…”- aunque aburrido es lo último que piensa sobre su experiencia esas últimas semanas –“Creí que tendríamos mejores misiones”-.

Como Iruka-sensei no parece convencido, insiste –“¿Y qué tal tu equipo?”-.

Ese equipo, duele admitirlo, funciona mucho mejor que su equipo.

Es decir, Kakashi-sensei continúa ignorándolo por encima de Sakura-chan y Sasuke, el hombre llega tarde a las reuniones y no parece dispuesto a enseñarles más de lo que pretende hacer con el famoso trabajo en equipo, pero al menos está lo suficientemente interesado como para no burlarse de alguno ellos –o de él– cuando tropiezan, arruinan algo o se quejan. Y eso es un avance.

Sakura-chan apenas le dirige la palabra, demasiado preocupada por llamar la atención de Sasuke como para considerar hablar con el tercer miembro en ese equipo. La niña tampoco parece esforzarse por seguirles el ritmo en las misiones a menos que Sasuke la vea, evidentemente dándole más importancia a su ropa, o algo así, que a terminar pronto la misión. Pero supone que es mejor que ser golpeado al menos dos veces al día cuando no hace mucho por ganarlo… sí, eso es mejor que nada.

Y Sasuke…

-“Bien”- responde cortamente, sin sonreír.

Iruka-sensei frunce el ceño –“Ya veo… ¿todo bien con las misiones, entonces?”- no entiende lo que intenta hacer, no sabe si el hombre busca una respuesta más elaborada o si quiere decirle algo él mismo –“¿Por qué no me cuentas todo mientras vamos por ramen?”-.

No quiere aceptar.

Pero no tiene otra opción, ¿verdad?

-“¡Ramen!”- grita con más emoción de la que siente –“Tiene siglos que no voy a Ichiraku”- y mientras más habla sobre eso, menos ve al equipo detrás de él.

Iruka-sensei es seguridad, es un pequeño espacio en donde no tiene que cuidarse demasiado, sabe que el hombre lo acepta y que no se mete demasiado en sus problemas cuando piensa que puede resolverlos. Ahora mismo él no sabe cómo resolver su problema, pero al menos Iruka-sensei no tiene que preocuparse por eso.

Poco a poco, la sonrisa en su rostro se siente menos dolorosa.

-“A menos que tu equipo y tú vayan a celebrar el final de una misión juntos…”- sugiere el hombre y Naruto aparta la mirada.

Eso no sucede.

Incluso en su equipo, los tres rehúyen de su presencia la mayoría del tiempo.

-“Ah… no, no vamos a hacer eso”- luego, como parece que está hablando por todos cuando no es lo que debería hacer, se gira y pregunta a nadie en particular –“Terminamos la misión, ¿verdad? ¿Podría irme ahora?”- conecta la mirada unos segundos con Kakashi-sensei y el hombre sólo atina a asentir.

-“Mah, supongo que por hoy fue suficiente”- supone que le sonríe y alza una mano para despedirse o quizá para llamarlo, pero la guarda antes de hacer cualquier gesto –“Nos vemos mañana a las siete en punto, Naruto… no llegues tarde”-.

Naruto no llega tarde…

Idiota.

Frunce el ceño y se cruza de brazos mientras lo ve irse por el pasillo. Sakura-chan y Sasuke lo siguen no mucho después y Naruto no hace nada excepto verlos hasta que se pierden a la distancia. Naruto sólo duerme un par de horas por la noche y se despierta muy temprano, no es posible para él llegar tarde.

-“¿Todo bien, Naruto?”- pregunta Iruka-sensei –“¿Kakashi-san es… es un buen sensei?”- Naruto asiente de inmediato –“¿Contigo?”-.

Eh…

-“Claro que lo es, Iruka-sensei”- le sonríe de lado mientras ve al hombre guardar algunos papeles de su escritorio y despedirse de una de las secretarias cercanas –“Aunque lo único que hace es leer su libro y observarnos mientras terminamos con las misiones”- añade en voz baja.

Es algo que no cambia.

Kakashi-sensei es apático y Naruto no lo entiende.

No entiende muchas cosas, obviamente, pero su sensei está dentro de la gran lista.

Sabe que al hombre le importan sus estudiantes… la mayoría del tiempo… sabe que se esfuerza por hacer algo por todos ellos, mucho más justo después de los exámenes de rango. Lo sabe porque lo ve, puede ver la desesperación del hombre cuando Sasuke se va –y es una de las tantas razones por las que promete llevarlo a Konoha–, sabe que sus estudiantes son importantes para él. Sabe que carga con una culpa que no debería tener, pero que es parte de su personalidad y está tan integrado en ella que es difícil separarlo.

Y Naruto es capaz de experimentar un poco de eso cuando regresa de entrenar con Ero-sennin, cuando puede pasar algo de tiempo con él y con el capitán Yamato…

Pero…

Kakashi-sensei no es un buen sensei… al menos no el suyo.

Y, por lo que ve en esas semanas, tampoco el Kakashi de ese mundo.

El hombre pasa más tiempo preocupado por los otros dos –más prometedores, con talento, inteligentes– que por él y, si está preocupado por Naruto… no es porque Naruto sea Naruto, sino porque Naruto es el hijo de Namikaze Minato. Su poca paciencia termina fácilmente cuando debe enseñarle algo a Naruto y lo sabe por su tono de voz, muy parecido al tono que los profesores en la Academia usan, exasperado y confundido por la estupidez que Naruto presenta.

Lo entiende, Naruto tampoco podría tenerse demasiada paciencia… es por ese tipo de cosas que reconoce que Ero-sennin se convierte en su maestro, porque a pesar de todos los problemas que tienen al principio, el hombre en verdad intenta enseñarle… cuando viajan… la mayoría del tiempo… casi siempre… eh, bien… de vez en cuando.

Llegan a la calle principal en silencio y entonces Iruka-sensei se atreve a seguir hablando –“He escuchado que es un sensei muy estricto”-.

Sobre el trabajo en equipo, quizá –“Pues… sí, supongo”- se encoge de hombros.

Estricto… ¿cómo es ser estricto?

Kakashi-sensei no tiene problemas con verlos trabajar todo el día sobre una misión sin sentido, se encoge de hombros si alguno de ellos tiene un problema menor… les dice que deberían relajarse un poco y tomarse las cosas con calma… aunque el hombre no cree ni por un segundo las palabras que salen de su boca.

Iruka-sensei suspira, como derrotado y lo lleva hasta Ichiraku por los callejones, sólo que antes de llegar al negocio de Teuchi, Iruka-sensei lo detiene del hombro y se arrodilla a su lado como suele hacer cada que piensa hablar con Naruto de algo importante –“Naruto, por favor, sólo dime qué sucede”- cuando Naruto no responde, el hombre continua –“Entiendo que después de Mizuki y lo que sucedió en el bosque las cosas… cambiaron para ti”- oh, incómodo, así que eso es lo que creen que pasa –“¿Crees necesitar una consulta en el hospital?”-.

Naruto baja el rostro y evita ver al hombre a los ojos.

Morderse el labio no sirve de nada para calmarlo y cómo desea decirle todo lo que sucede… excepto que Naruto no sabe cómo hacerlo y no sabe cómo podría tomarlo. No quiere mentirle, pero tampoco quiere decir la verdad.

-“No necesito ayuda”- sabe que Iruka-sensei se refiere a una consulta del ala psiquiátrica del hospital, ese lugar al que ningún shinobi que se respete podría ir voluntariamente –“Estoy bien”-.

Ni siquiera en sus oídos parece ser una mentira convincente, así que no se molesta demasiado cuando bufa y lo golpea suavemente en la parte trasera de la cabeza –“¿Por qué no me explicas la falta de naranja en tu ropa?”-.

En ese momento, Naruto mira su ropa y la toma entre las manos.

No sabe qué tiene de malo, todo el mundo tiene años rogándole abandonar el naranja, ¿por qué ahora parece ser algo importante?

Sólo está usando ropa de segunda mano que, a su parecer, luce más como la ropa reglamentaria de un shinobi en entrenamiento. Esa remera y ese pantalón negro es sólo ropa que Naruto logra rescatar de la basura y arregla para poder usarla en una emergencia… que le guste más el naranja que el negro no tiene nada que ver con nada, pero ahora mismo… no se puede ver al espejo o ver su reflejo con la chaqueta naranja de su infancia porque… porque no puede.

Porque ese cuerpo no es suyo y porque Naruto simplemente no puede.

-“¿Esto está mal?”- pregunta sin poder evitarlo –“Creí que…”-.

-“¡No, no! No…”- Iruka-sensei se lleva una mano al rostro –“No es eso a lo que me refiero, Naruto, es sólo que… no te comportas como…”- dejó salir el aire y tomó su rostro –“Dime que estás bien… que no crees ninguna de las palabras de Mizuki… de Konoha”-.

Naruto abre la boca… y la cierra.

Intenta decir algo, pero…

¿Cómo puede mentirle al único adulto en ese lugar que parece preocuparse por Naruto y no por el hijo del Yondaime o el jinchuriki de Kurama? ¿Cómo podría?

-“N-No…”- y, cuando las lágrimas caen, Naruto no intenta detenerlas.

No puede decirle la verdad, la verdad completa, no puede hacerlo… pero tampoco puede mentir.

Iruka-sensei lo abraza.

Lo sabe porque, de pronto, Naruto no puede respirar otra cosa que no sea la extraña mezcla de olores que son únicamente de Iruka-sensei. Acero, tiza y algo más que no alcanza a identificar en ese momento. Iruka-sensei lo abraza tan fuerte, que Naruto sólo puede corresponder con toda la fuerza que logra imprimir en el gesto –no es mucha, ni de cerca a lo que es capaz con su verdadero cuerpo, pero lo suficiente para hacer que el hombre suspire en su cabello–.

Naruto no sabe, hasta ese momento, lo mucho que había necesitado ese abrazo.

Es agradable… Iruka-sensei es especialmente cuidadoso cuando lo abraza, cuida su fuerza, pero tampoco es demasiado delicado; no hay duda cuando lo toca y tampoco la incomodidad a la que Naruto está acostumbrado.

Es natural.

Se escucha a sí mismo llorar en el hombre y se pregunta qué piensa de él, se siente culpable de hacerlo creer que la situación con Mizuki es algo importante, pero…

Pero sabe que podría involucrarlo en algún problema si acaso menciona algo sobre su verdadera identidad.

-“Naruto”- dice el hombre después de un momento en silencio donde nadie se atreve a hablar –“Sabes que puedes buscarme cuando lo necesites, ¿verdad?”- se separa de él un poco, lo suficiente para verlo al rostro –“A veces estoy ocupado, pero… pero estoy aquí… para ti”- y sonríe.

Y la pequeña sonrisa que el hombre le dedica es casi suficiente para tranquilizarlo.

Porque Iruka-sensei siempre dice la verdad… y Naruto sabe que puede contar con él, sin importar lo que suceda.

Naruto le sonríe tanto como puede –“Gracias”- no sabe qué más decir.

A partir de ese momento, el ramen sabe a lo que debe saber.

Notes:

Comentarios y críticas son bienvenidos!

Hasta el siguiente capítulo!

Chapter 5: El ostracismo de la aldea

Notes:

Este capítulo contiene vagas menciones de negligencia infantil y sus consecuencias, abuso infantil, entre otras.

Naruto está confundido y cansado, y Sasuke puede ser amable (supongo).

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Iruka-sensei lo saluda todos los días después de esa conversación –sólo llevan cinco días, pero Naruto nota la diferencia–, tomándose al menos cinco minutos para preguntarle cómo se siente y si las cosas con su equipo van bien.

Es mucho más de lo que hace en su pasado y se pregunta si acaso una pequeña conversación es capaz de lograr tal cambio. Sabe que sí, porque el poder de resolver ese tipo de problemas sólo con hablarlos es algo que aprende con el tiempo… gracias a su maestro. Sin embargo, Naruto no tiene el corazón para hablar de lo que realmente pasa cada uno de esos días cuando pasa el tiempo con el equipo 7 que no es su equipo.

-“Todo está bien”- le dice cuando Kakashi-sensei y los otros dos permanecen en la habitación más del tiempo requerido y cuando realmente no puede responder con medias verdades que, sabe, hieren a personas tan sensibles como Kakashi-sensei.

Nada está bien, apenas duerme y apenas sobrevive en un mundo que no es suyo, rodeado de una rutina que no le pertenece, de personas que no lo reconocen y de una realidad que, puede o no, ser real. El cansancio constante le impide concentrarse en encontrar una forma de resolver todo su problema y… y estar cerca de personas que una vez conoció no es la solución.

Le dice –“Voy a estar bien”- cuando el equipo se aleja de él para hacer lo que sea que hacen cuando Naruto no está presente.

No hace más, no puede hacer más.

Porque no sabe cómo mentirle al hombre que parece genuinamente preocupado por él y por todo lo que sucede en su vida después de esa noche –la noche que todo el mundo asume que lo cambia, aunque Naruto sigue siendo Naruto, a pesar de tener algunos años más de los que todo el mundo ahí piensa que tiene–. Iruka-sensei está dispuesto a perder su tiempo preguntándole sobre su día como… como un padre haría en su lugar.

¿Cómo puede lastimarlo diciéndole la verdad?

-“Naruto-kun”- voltea casi de inmediato hacia el lugar donde, sabe, Kakashi-sensei lo está mirando fijamente.

El hombre parece nervioso o quizá incómodo hablando con él y Naruto puede entenderlo… hasta cierto punto –es hijo de su maestro, es la imagen de Namikaze Minato, es la imagen de su dolor y tortura mental, lo entiende… casi–. Kakashi-sensei no habla con él directamente, no lo hace desde el día del examen y Naruto cree que es suficientemente extraño como para no hacerlo notar.

No es realmente algo inesperado; su Kakashi-sensei no habla demasiado con él, al menos no en un principio, así que ni siquiera está sorprendido.

-“¿Kakashi-sensei?”- es extraño porque el hombre no sólo se le acerca voluntariamente, sino que se acerca antes de poder hablar con Iruka-sensei sobre su día, inclinándose ligeramente para mirarlo mejor en vez de voltear a verlo desde arriba, como acostumbra hacer –“¿Qué sucede?”-.

De inmediato, Naruto se siente a la defensiva.

Porque algo debe suceder como para que el hombre se le acerque sin razón aparente… y piensa en lo peor.

¿Acaso algo sucede con Sasuke? ¿Con Sakura-chan?

-“¿Qué dices si llevo a todo el equipo a celebrar?”-.

¿Qué?

¿Celebrar qué?

Celebrar no es algo que el equipo 7 hace voluntariamente –no ahora, no nunca–, así que lo siguiente que se le ocurre es que está dentro de un genjutsu… pero… pero se supone que está dentro de un genjutsu, como el que Madara…

-“¿Celebrar?”-.

Kakashi-sensei se lleva una mano a la nuca, como cuando quiere fingir vergüenza o pretender ser como el resto de las personas, Naruto no confía en ese gesto –“Bien… creo que lo merecen… y no te he visto interactuando demasiado con el equipo, Naruto-kun”-.

Bien, no.

No lo hace porque Naruto sabe qué tan bienvenido es. No lo hace porque ellos no son bienvenidos dentro de su pequeña burbuja. No lo hace porque pasa la mayor parte del tiempo haciendo algo, por una vez, útil, en vez de perder el tiempo con personas que no son su equipo y que es evidente que no lo quieren cerca.

Se encoge de hombros y se pregunta qué puede decir para no aceptar, sin embargo, antes de poder usar a Iruka-sensei como excusa –genuina–. El hombre se levanta de su sitio y se le acerca –“Esa es buena idea, Naruto”- le dice cuando se inclina lo suficiente detrás de él para hablarle a una altura prudente y que ofende las sensibilidades de un adolescente encerrado en el cuerpo de un niño –“Yo tengo mucho trabajo hoy, así que…”-.

Eso es una completa mentira, lo sabe porque el trabajo de escritorio que realiza para el Hokage ni siquiera se lleva la décima parte del trabajo que tendría que ser, pero… pero Naruto entiende las razones que Iruka-sensei tiene con eso, así que asiente con la cabeza.

Iruka-sensei lo conoce… sabe que Naruto pasa la mayor parte de su infancia intentando encontrar la manera de ser reconocido por otros y, en mayor o menor medida, hacer algún amigo en el camino. El hombre tiene buenas intenciones, pero eso no significa que Naruto lo aprecia justo en ese momento… porque nadie entiende.

Nadie entiende que él no pertenece ahí.

Intenta sonreír a ambos hombres, pero por la expresión que obtiene de Iruka-sensei, Naruto sabe que no está tan seguro de la facilidad con la que acepta sus palabras.

Le toma un incómodo momento darse cuenta que no está actuando como normalmente haría, donde gritaría y se enfadaría por simplemente ser dejado de lado por el trabajo del hombre… pero es tarde para arreglarlo y Naruto no tiene fuerza para corregir su comportamiento cuando no sabe cómo hacerlo.

Desvía la mirada sin poder evitarlo y, cuando lo nota, Sasuke está mirándolo directamente a los ojos.

Hay al menos tres metros y un jōnin entre ellos, pero reconoce la mirada que le lanza como una mirada que no encuentra en el menor… nunca.

Curiosidad.

Tiene los ojos ligeramente más abiertos que lo normal y la cabeza inclinada hacia su derecha, como intentando concentrarse y escuchar algo, sigue mirándolo. Sasuke lo mira definitivamente con curiosidad mal disimulada, como aquella curiosidad que muestra sólo cuando Kakashi-sensei comienza a enseñarles –enseñarle a Sasuke, quiere decir–.

Luce como un niño, un verdadero niño; por primera vez desde que Naruto llega a ese tiempo puede ver la fragilidad en Sasuke… y no puede evitar sonreírle.

No es gran cosa, apenas una mueca, pero aparentemente Sasuke lo nota, porque abre los ojos un poco más y gira la cabeza hacia Sakura-chan quien, definitivamente, no está feliz por verlo más del tiempo estrictamente necesario.

-“El equipo no… no parece quererme cerca”- apunta después de un momento, cuando Iruka-sensei se va y quedan solos frente a los dos niños.

El silencio incómodo después de su comentario parece ser el final de esa conversación, hasta que siente la mano del hombre en su hombro, sosteniéndolo con más fuerza de la necesaria –“Tonterías, Naruto-kun, vamos a celebrar”- dice con voz aguda y luego llama con la mano a los otros dos.

-“Y… ¿qué celebramos?”-.

Cuando Sasuke y Sakura-chan están lo suficientemente cerca de él para escuchar la conversación sin problema, Kakashi-sensei vuelve a hablar –“¿Por qué no eliges a dónde ir, Naruto-kun?”-.

Suspira –“Podríamos… ir por ramen”- sugiere con más entusiasmo del que siente.

Sakura-chan lo mira casi indignada por la sugerencia –y, realmente, no se sorprende, porque así es como ella reacciona cada que Naruto sugiere comer ramen, pero le sorprende de todos modos porque es la primera vez que Naruto siquiera habla de su comida favorita– y luego se gira directamente hacia Kakashi-sensei.

-“Pero, sensei, ¿no deberíamos elegir todos?”- pregunta –“Yo quisiera visitar la Tienda de Té que acaba de abrir cerca de los Yamanaka”- y tal vez para buscar un poco más de apoyo, se gira hacia Sasuke –“¿Qué hay de ti, Sasuke-kun?”-.

Naruto no entiende muy bien qué puede tener de agradable ir a tomar el té con sólo unos dulces cuando eso no puede ser suficiente como para satisfacer el hambre de nadie, pero supone que Sakura-chan tiene un gusto por los dulces y por fastidiar a Ino-chan cada que tiene la oportunidad de hacerlo sin levantar sospecha.

Sasuke deja salir un sonido de fastidio, pero no se va.

Kakashi-sensei toma eso por respuesta y todo el mundo comienza a caminar hacia su nuevo destino.

Naruto no debería sentirse sorprendido de ser ignorado con tal facilidad –ni siquiera debería sentirse ofendido, porque no es la primera vez que sucede–, pero simplemente no puede evitarlo.

Puede aceptar sus palabras, ir con ellos y fingir que se entretiene, excepto que no quiere hacerlo y no quiere pasar más tiempo con ellos del que es necesario. Además, dice una parte de él que mira con amargura a lo que es su aldea en ese momento, no cree poder soportar las miradas y los murmullos de personas que aprenden a respetarlo con el tiempo.

No está ansioso por su compañía, no está desesperado como lo está antes, así que no comprende por qué debería aguantarlo –“De acuerdo”- dice cuando salen de la Torre –“Nos vemos mañana”- saluda con la mano y comienza a caminar.

Una mano lo detiene por el brazo.

-“¿Sasuke?”-.

Está confundido, ¿qué sucede?

-“Vamos a ir a ese lugar por ti, dobe… ¿a dónde crees que vas?”-.

No cree que sea esa la razón por la que van a comer, las personas van a comer porque tienen hambre, ¿o no? No es hasta que Naruto regresa de su viaje con… con Ero-sennin que comienza a salir con sus amigos y, aun así, normalmente se trata de Shikamaru o Chōji.

Ve a Kakashi detrás de Sasuke y no sabe a quién responderle o qué decir… así que opta por decir la verdad –“No tengo permitido entrar a esa tienda”- porque está seguro que no tiene permitido hacerlo, conoce demasiado bien a Konoha.

Para ese momento en su vida, Naruto recuerda que tiene permitida la entrada a tres lugares: Ichiraku, la tienda de conveniencia y la tienda de ropa de segunda mano –con ciertos problemas con las dos últimas–. Una tienda de té, que probablemente es costosa, nunca dejaría que Naruto pusiera un pie dentro y, cuando Konoha le da la bienvenida, Naruto simplemente evita la mayoría de los negocios o a los civiles.

Pero cuando espera que lo dejen ir, que Sasuke lo suelte y le diga alguna tontería sobre cuánto le importa su presencia y su existencia en general –una perfecta excusa para irse de ahí, una excusa con la que cuenta– el silencio lo recibe con la misma incomodidad con la que Kakashi-sensei habla con él.

La mano de Sasuke presiona dolorosamente en su brazo, sin darse cuenta del daño que logra o quizá porque está demasiado distraído que no comprende lo que hace –o sabe lo que hace, pero sólo quiere lastimarlo–. Kakashi permanece en silencio y lo mira fijamente… pero no lo mira, mira a algo que está detrás de su cabeza y que no alcanza a ver… y Sakura-chan, para su sorpresa, luce genuinamente confundida.

Naruto no sabe qué hacer.

¿Qué se supone que debes hacer cuando dos niños y un adulto mal adaptado a la vida social parecen esperar algún tipo de respuesta o comentario? Ni siquiera sabe exactamente qué esperan de él o qué se está discutiendo.

Él no es bueno con esas cosas.

No entiende por qué las personas no pueden ser normales y hablar directamente, pero no pretende quedarse ahí para averiguarlo.

-“Eh… sí…”- alza una mano para despedirse y, antes que Sasuke pueda tomarlo del brazo de nuevo, comienza a alejarse.

De pronto, Naruto no tiene apetito.

Sasuke no lo toca.

Su Sasuke no lo toca, se corrige mientras camina sin ver.

Es Naruto quien siempre busca tocarlo, incluso cuando sabe qué tan incómodo es en realidad para él mantener cualquier tipo de contacto físico que no sea durante una pelea o el entrenamiento. Es consciente de lo que hace y sabe que presiona demasiado, así que… bien…

Ahora lo entiende.

El simple contacto con Sasuke no sólo lo lastima –literalmente–, sino que también le causa una repulsión que nada tiene que ver con Sasuke.

Y se odia.

Sólo quiere regresar a casa, es lo único que quiere.

-“¡Dobe!”- y sólo por inercia, gira la cabeza.

Sasuke está caminando hacia él, sin Kakashi-sensei o Sakura-chan a la vista.

En apariencia, porque Naruto no puede estar seguro de nada en ese extraño lugar, Sasuke luce tranquilo, indiferente a todo a su alrededor, pero cuando Naruto mira bien… cuando mira bien, puede ver que tiene los hombros tensos, que Sasuke mira ligeramente hacia su derecha cuando cree, quizá, que algo sucede.

-“¿Qué sucede?”- pregunta cuando Sasuke está a una distancia prudente para hablar sin gritarle o llamar la atención de los civiles.

Los civiles viéndolo interactuar con Sasuke es algo que no quiere, no antes, no ahora, no nunca. Porque son los primeros en reaccionar y, para ser honesto, no se siente de humor o con la paciencia suficiente para soportar lo que puedan decir o hacer –y no quiere saber cómo reaccionaría él si acaso se deja llevar–.

Para su sorpresa, Sasuke desvía la mirada ligeramente, lo suficiente para no dejar que Naruto vea su rostro –excepto que su cabello no lo cubre demasiado y el color rosa en sus mejillas destaca más de lo que el menor cree–. Sasuke no dice nada por un momento, hasta que respira profundamente.

-“Llévame a comer ramen”-.

Naruto abre los ojos ligeramente.

Es… una novedad, se dice.

Sasuke no es idiota –lo llaman genio por muchas razones–, ni siquiera es una mala persona, pero tampoco puede decir que es la mejor persona en el mundo porque sabe de lo que es capaz y cuánto le importa los sentimientos de otros. Sasuke nota lo que otros no se molestan en ver –aunque no es Shikamaru, por supuesto, y aunque lo nota, no le importa demasiado, casi nunca–, es por eso que Naruto decide detenerse y… y aceptar.

-“Eh…”- cierra la boca un par de veces antes de asentir con la cabeza –“De… de acuerdo, sí…”-.

No es una invitación, es más bien una orden, pero no puede obligarse a negarle algo a ese rostro tan patético de vergüenza que no entiende muy bien.

Caminan en silencio por las calles menos transitadas de Konoha, las que están detrás de los negocios de la calle principal y que ambos conocen por razones completamente diferentes. Eventualmente, Naruto encuentra el negocio casi vacío de Teuchi oji-san.

-“¡Naruto!”-.

Sonríe un poco hacia la chica –“Ayame nee-chan”- luego mira hacia Sasuke –“Traigo a mi… compañero de equipo”-.

No son amigos, no es su Sasuke, así que no aprecia siquiera pensar por un segundo que confunde a Sasuke con el niño que no parece saber qué demonios hace junto a él –“Bien… aparentemente quiere estar conmigo… por cualquiera que sea su razón”- se encoge de hombros y le ofrece al niño el asiento que usualmente toma Iruka-sensei.

La chica ríe al verlos –“¿Qué van a ordenar?”-.

Naruto no piensa en su respuesta –“Miso, Sasuke quiere tonkotsu, por favor”-.

Es sólo cuando la chica se va que Sasuke se atreve a hablar –“Sabes que puedo pedir mi propia comida, ¿verdad, dobe?”-.

Deja caer la cabeza en la mano que apoya en la barra –“Ah… lo siento, podemos cambiar la orden, si quieres”-.

El niño sólo frunce el ceño –“¿Cómo sabías lo que iba a pedir?”- pregunta curioso –“Nunca he comido ramen”-.

-“Bien… porque conozco a una versión tuya que sólo pide tonkotsu o shio…”- duda que la respuesta real sea lo que el otro busca así que encoge de hombros –“Siempre comes carne de cerdo y tomates, pensé que querrías algo así”- y no es mentira.

Sasuke tiene casi tan malos hábitos como él, excepto que Sasuke es más discreto, tiene más dinero y más posibilidades de satisfacer esos malos hábitos con cosas que, en apariencia, pueden ser saludables. No es ajeno a las mentiras que Sasuke dice cada vez que alguien le pregunta sobre su comida o la verdadera razón por la que sólo lleva onigiri como almuerzo –normalmente no responde a las preguntas–.

Naruto le sonríe un poco.

No nota cuando Sasuke desvía la mirada y el color aparece en su rostro –“Tal vez no eres tan estúpido como pareces”-.

Y eso es Sasuke intentando decir algo así como: Gracias.

-“No hay problema”- responde sin problema.

Es increíble, se dice, que se sienta acostumbrado a escucharlo hablar de esa manera cuando sabe que tiene alrededor de cuatro años sin entablar una conversación civilizada con su Sasuke. Sabe que son cosas que permanecen en él más de lo que desea, pequeños detalles de la vida de otros que lo hacen sentirse más cercano a esas personas con las que comparte su vida.

Por eso duele tener que verlo ahí, junto a él y por voluntad propia, luciendo más joven que nunca, con la misma sombra que lo acompaña desde que su familia muere, pero sin el peso de la culpa que carga desde que Naruto lo encuentra por primera vez desde que huye de la aldea.

Es doloroso, porque su Sasuke jamás se toma el tiempo para acompañarlo a comer ramen, su Sasuke es grosero, evita contacto con todo el mundo, no demuestra preocuparse por él… al menos no hasta que sucede su primera misión de rango C. Estar ahí, junto a él, es fingir estar con su Sasuke y se siente culpable por el niño a su lado.

Ayame nee-chan no tarda demasiado en servirles las órdenes y, pronto, Sasuke y él están comiendo en silencio. Un silencio que, sorpresivamente, es bastante cómodo.

Prefiere eso.

Puede lidiar con el silencio que Sasuke crea mucho mejor de lo que lidia con la incomodidad que Kakashi-sensei logra –el hombre es demasiado perceptivo para su propio bien, pero no actúa con base en lo que sabe y simplemente permanece en un limbo permanente del que no puede salir sin ayuda, y Naruto no puede ayudarlo–.

-“¿A qué otros sitios no puedes entrar, dobe?”-.

Y… lo arruina.

Naruto suspira y se muerde la lengua por un segundo cuando no puede responderle como quiere responderle a su Sasuke, porque su Sasuke aprende la verdadera razón sobre Konoha y la forma en que lo tratan mediante la observación y cierta información que obtiene después de, literalmente, sacrificar su vida para salvar a Naruto. El niño que está a su lado observa y está seguro que tiene una idea aproximada de qué tan mala es su vida, pero no tiene idea de la razón, no sabe exactamente qué significa ser condenado desde su nacimiento.

Sasuke no es su Sasuke.

-“Eh…”- son demasiados, recuerda –“Muchos”- muerde el final de sus palillos.

El menor arquea una ceja –“Sé más específico”-.

Naruto bufa contra su voluntad –“Sería más fácil hablar de los lugares a los que puedo entrar”- rueda los ojos –“Ichiraku”- y señala hacia el frente –“La Academia, la Torre del Hokage, la Tienda de Segunda Mano de Towa… eh… una tienda cerca de mi… de donde vivo”- quiere pensar en otro lugar, pero de momento, no tiene idea de alguno.

Sabe que, si lo intenta, puede entrar a la Biblioteca; puede ignorar a la bibliotecaria y puede estudiar ahí, pero eso no lo intenta sino hasta que regresa de su viaje de entrenamiento, cuando los civiles de Konoha más bien lo ignoran.

Luego recuerda.

Algunos Uchiha lo dejan pasear por sus tiendas, no tiene suficiente dinero para comprar artículos de tan buena calidad, pero recuerda vagamente cómo consigue algunas cosas –como la pequeña bolsa para llevar sus kunai–.

-“¿Sólo eso?”-.

Naruto se encoge de hombros –“Sí”-.

Sasuke permanece en silencio, comiendo lentamente, hasta que al final suspira –“Dobe”-.

Naruto sonríe –“Eres un imbécil”- y puede ver que Sasuke sonríe también.

Notes:

Comentarios y críticas son bienvenidos!

Hasta el siguiente capítulo!

Chapter 6: La voluntad de un equipo

Notes:

Este capítulo contiene dos adorables genin (de acuerdo con Naruto), vaga descripción de manipulación (gaslighting), vagas menciones de abuso del alcohol, negligencia infantil, entre otras.

Naruto no es tonto, sólo necesita ayuda... a veces. Y Sakura y Sasuke son... adorables?

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

No lo admite, no quiere admitirlo y no va a hacerlo, pero…

Se divierte.

En realidad, Naruto no tiene ningún problema en admitirlo –es gracioso y se divierte como no recuerda hacerlo en su propio mundo, con su propio equipo–, pero cree que es más gracioso ser un observador más mientras Sasuke y Sakura-chan intentan ser pacientes y comportarse como los buenos genin que no son, que reírse frente a ellos y lograr romper con la relativa paz que logra en una semana con Sasuke –y, en cierta medida, con Sakura-chan–.

Ahora entiende a Kakashi-sensei cuando decide ver cómo la frustración de los niños crece rápidamente en vez de responder a sus veladas exigencias de otorgarles el derecho a una misión de rango C.

Es gracioso.

Sasuke hace un mohín, con las mejillas ligeramente rojas que hacen resaltar el rostro infantil que todavía no cambia, mientras que Sakura-chan frunce el ceño en una imitación de lo que será su expresión normal en la guerra.

Los adorables genin de ese Kakashi-sensei son, lo admite, adorables. Se imagina en el lugar de Kakashi-sensei, intentando negar algo a esos rostros, pero no puede… Naruto no cree ser capaz de negarle algo a alguien con esas expresiones –Konohamaru, afortunadamente, no lo sabe–.

Pero también entiende por qué no cede, cuando Naruto comienza a exigir más responsabilidades.

Incluso ahora, con esos niños comportándose mucho mejor de lo que él y su equipo lo hacen para esas fechas, Naruto nota lo poco preparados que están. Ellos no son un buen equipo –ni siquiera un equipo–, Kakashi-sensei no se toma el tiempo para entrenarlos realmente y sus habilidades, aunque buenas para su generación, carecen de los instintos que te hacen sobrevivir fuera de la aldea.

Todo el conocimiento que Sasuke tiene, viene de las prácticas académicas, de los pergaminos que guarde de su familia y una sola experiencia cercana al peligro –aunque no está seguro de contar a Itachi como un peligro para Sasuke–. Sakura-chan sólo conoce lo que la Academia le enseña y sus malos hábitos alimenticios son casi tan malos como los de Naruto –al igual que los de Sasuke–, no sabe hacer más de lo estrictamente necesario –como los tres jutsus básicos de la Academia– y no está interesada en aprender.

Y Naruto…

Naruto, para esa época, sólo sabría lo que vive con Iruka-sensei y Mizuki. Sus experiencias son el único conocimiento tangible que tiene y… y sólo eso.

Es inútil, peso muerto siendo cargado sólo porque es parte del equipo.

Naruto no mejora sino hasta mucho después, cuando su maestro aparece.

Por eso entiende a Kakashi-sensei cuando decide negarles una misión con mayor rango, por eso entiende el pánico en el que entra el hombre cuando cede y la misión de rango C que aceptan sólo por satisfacer a tres niños y sus caprichos se convierte, de pronto, en una misión de rango A.

Gracias a esa misión se ven forzados a mejorar –mínimamente, pero lo hacen–, así que no puede quejarse por algo así.

Pero, ¿estos niños?

No.

Naruto no quiere verlos pasar por un peligro innecesario cuando no están listos y no entienden lo que significa el verdadero peligro.

Es por eso que, cuando Sakura-chan y Sasuke comienzan a hablar con Kakashi-sensei sobre las razones por las que merecen una mejor misión y no tareas domésticas –tareas domésticas que Naruto hace más rápido y más fácil que ellos dos porque sabe qué van a hacer–, Naruto permanece en silencio, observando.

De alguna manera, el Hokage-jiji está ahí, hablando con Iruka-sensei sobre las misiones y algunas cosas que no alcanza a escuchar.

Piensa que Sasuke y Sakura-chan no tienen el valor suficiente para exigir –como lo hace él en su pasado– una misión más importante o que signifique mayor reto para sus excelentes habilidades, así que se siente relativamente seguro al ver al hombre –incluso cuando no quiere verlo y prefiere evitar estar cerca de él porque el hombre debería estar muerto y se siente horrible al pensarlo–.

Lo último que necesita es cuidar de los dos niños en una misión donde pueden encontrarse con Zabuza y Haku…

-“Queremos una misión de rango C”- declara Sasuke mirando directamente al Hokage, sin cuidado, sin afecto o respeto, sin esperar un momento apropiado o que Kakashi siquiera los presente –“No, necesitamos una misión de rango C”-.

Naruto se encoge en su sitio sin poder evitarlo cuando nota la expresión del hombre.

Sasuke es… imprudente.

Es una sorpresa para él porque no lo recuerda así.

Es decir, claro que recuerda lo impulsivo que es cuando Naruto presiona lo suficiente o cuando la atención del mundo no está centrada en sus proezas, recuerda que puede llegar a ser tan torpe como cualquier otro niño y que realmente no sabe mucho sobre la vida de un shinobi como quiere creer. Tiene presente que Sasuke es, en efecto, un niño perdido que necesita el apoyo que nadie puede brindarle porque nadie entiende o porque Naruto es muy joven para entenderlo completamente… o para darle lo que necesita.

Pero…

Jamás lo escucha hablar así frente al Hokage, mucho menos cuando está rodeado de otros.

-“¿Una misión?”-.

Iruka-sensei, escandalizado por la situación –y quizá sorprendido porque, por una vez, no es Naruto el que causa el problema con su poca paciencia–, se levanta de su escritorio con la intención de gritarle a Sasuke por primera vez en mucho, mucho, tiempo, pero no puede hacerlo.

-“¡Sasuke-kun tiene razón!”- Naruto quiere cubrirse el rostro y fingir que no está ahí, viendo una parodia de los peores momentos de un equipo que es similar al suyo –“Es… E-Es decir… eh…”- mira a Naruto por un segundo antes de continuar –“Hemos estado haciendo tareas sin sentido para los civiles, nada real…”- esas son grandes palabras, se dice Naruto, sabiendo que sus padres son civiles.

-“Somos shinobi”- dice Sasuke, dando un paso al frente y lanzando una mirada hacia Naruto porque, de alguna manera, parece esperar apoyo –“No sirvientes glorificados”- termina con una mueca similar a una sonrisa.

Es una expresión desagradable, piensa Naruto, porque le recuerda a otro momento en la vida de Sasuke donde…

No, no quiere pensar en eso.

Iruka-sensei frunce el ceño –“Los genin no tienen derecho a exigir una misión si su jōnin no los recomienda… eso quiere decir que no están listos para una responsabilidad mayor”- luego mira hacia Naruto –“¿Por qué no pueden aceptarlo como su compañero?”-.

¿Acaso no es eso una novedad?

Ser usado como ejemplo no es precisamente lo que espera, porque Naruto no es un ejemplo a seguir en ningún sentido de la palabra.

Iruka-sensei tiene razón, incluso si es humillante terminar atendiendo el jardín, la cocina o el baño de algún civil. Incluso si debe soportar las miradas nada discretas que le lanzan cada que toca algo –como si esperaran verlo robarse alguna de sus posesiones, o quizá romper algo o transformarse en un zorro gigante para comer todo a su paso, no lo sabe–…

Pero entonces comete el error de girarse un poco y conectar la mirada con Sasuke.

¿Cómo, demonios, lo logra?

Naruto suspira y siente un nudo en el estómago –“Iruka-sensei”- comienza –“Llevamos un mes haciendo misiones de rango D”- y luego recuerda algo que Shikamaru comenta en algún punto que no puede recordar –“La regulación de misiones indica que los genin tienen derecho a solicitar una misión de rango C si se cumple un número mínimo de misiones de rango D”- un número que, sin duda, cumplen con creces porque Naruto se asegura de ello.

Necesita el dinero, y esas misiones pagan el mínimo necesario para cumplir sólo una tercera parte de los gastos de alguien como él. Por supuesto que pide hacer más misiones, aún cuando ninguno de los dos niños quiere hacerlo, se lo exige a Kakashi-sensei porque, a pesar de todo, no quiere pasar hambre mientras averigua cómo regresar a casa.

Es decir, no gasta el dinero que obtiene en comida, no realmente.

Lo divide tal como recuerda hacerlo durante sus viajes con Ero-sennin, una parte mínima se va a la comida que necesita, una parte más se va a un ahorro específicamente para comprar armas y materiales esenciales… y la mayor parte de su dinero se va a un escondite que sólo él conoce.

Naruto no tiene idea de lo que sucede, no sabe por qué está ahí, por qué Kurama no responde o cómo regresar a casa –a donde pertenece–. No… No sabe si es posible, pero… pero si es posible, Naruto quiere asegurarse que el Naruto de ese mundo tenga… tenga algo que él no tiene.

Mirando hacia nadie en particular –porque no quiere estar ahí, porque no quiere ver lo que va a suceder, porque no quiere poner en peligro a esos niños y de todas formas habla, porque se siente culpable–, Naruto no nota cómo todos los presentes abren los ojos en sorpresa y lo miran en silencio, como viéndolo por primera vez.

-“Muy bien, Naruto”- escucha la voz del abuelo, curioso, mientras que su equipo y Kakashi-sensei se sorprenden al escucharlo hablar casualmente, sin prestar atención a la clara ofensa de Sasuke –“¿Y crees que cumplen el número de misiones requeridas?”-.

Se muerde la lengua para no responderle como se merece –“Al día de hoy el equipo 7 completó con éxito treinta y cuatro misiones de rango D”- luego mira a Kakashi-sensei –“Nuestro sensei puede confirmarlo”-.

Kakashi-sensei sostiene su mirada y luego sonríe falsamente, como acostumbra, pero Naruto no corresponde el gesto.

No puede.

Kakashi-sensei asiente con la cabeza y se gira hacia el Hokage –“Quisiera hablar en privado sobre el asunto, Hokage-sama”- no está feliz, lo nota.

Ese es su problema, se dice Naruto con más fuerza de la que pretende.

Pasa un mes ignorando a tres niños –Naruto no es ningún niño, pero Kakashi-sensei no lo sabe–, fingiendo aceptarlos como equipo, favoreciendo el monumento y sus conversaciones con muertos que no están muertos, con sus padres y otras personas. Pregona sobre la importancia de los equipos, sobre las enseñanzas de Obito, pero en realidad no está interesado en ellos… no realmente.

Quizá después, en unos meses, cuando demuestran que son capaces de pasar los exámenes chūnin, cuando Sasuke demuestra verdadero talento y decide entrenarlo.

¿Pero ahora?

Ahora Sakura-chan, Sasuke y él son simplemente una mala copia de lo que el equipo 7 original fue. Son un recordatorio de lo que sea que pasa por su cabeza y, aunque quiere ser comprensivo, no puede evitar juzgarlo porque –ahora que está ahí y puede pensar claramente, sin cegarse por la novedad de ser un verdadero shinobi– lo ve.

Lo ve.

Y lo que ve… no le gusta.

Porque Kakashi-sensei no se supone que sea Kakashi-sensei, porque tendría que haber sido su hermano… ¿o no?

Porque Kakashi lo abandona por años, evita su sola presencia porque sufre –y lo entiende, lo hace, pero él también sufre y sufre algo que… que todavía no supera, incluso si lo intenta o lo ignora con mucha mayor facilidad de la que el otro es capaz de tener–. Kakashi es humano, por eso lo entiende, quiere darle tiempo porque sabe lo que significa sufrir, pero casi dieciocho años –o veintiséis años–, le parece, es demasiado.

No es su idea lastimar a esos niños, que esperan una misión para probar que son capaces de ser shinobi, no quiere verlos en las mismas condiciones en las que ve a su equipo 7 en aquella misión. Se siente culpable porque sabe que van a aceptar sus palabras como verdad, como prueba de ser merecedores de más responsabilidad, porque Naruto parece madurar y porque, por primera vez, Naruto y su equipo funcionan.

Se siente culpable, pero… pero sabe que lo necesitan.

Sonríe sin humor al salir de la habitación con los otros niños.

Ni siquiera puede dar sentido a sus propias emociones y pretende juzgar a Kakashi-sensei… es patético.

-“¿Sabías sobre las misiones, dobe?”- pregunta Sasuke cuando sabe que están solos.

Estar solos es una forma de hablar, porque no hay manera de estar solos ahí, mucho menos cuando los ANBU que cuidan del Hokage están vigilando todo.

Naruto se encoge de hombros y asiente con la cabeza –“Sí”-.

Sasuke parece genuinamente impresionado y Naruto no sabe si ofenderse o ignorarlo –“Lo sabías cuando nos obligaste a completar todas esas estúpidas tareas”- no es ninguna pregunta, pero de todas formas no espera ninguna respuesta –“Por eso lo hiciste”- deduce asintiendo con la cabeza.

Y Naruto honestamente no lo entiende.

¿Sasuke? ¿Impresionado?

Ese mundo está mal, muy mal… y quiere irse a casa ya.

Lo peor de todo es que Sasuke malinterpreta sus intenciones, cree que Naruto tiene algún tipo de plan del que no les habla, pero que sirve justo para ese momento en que exigen una misión más importante. Porque así es Sasuke, tiende a llegar a conclusiones muy extrañas que no tienen ningún sentido para nadie… como abandonar su aldea para ir con Orochimaru a entrenar, por ejemplo.

Escucha vagamente a Sakura-chan murmurar para sí algo sobre cómo Naruto sorprende a las personas y algo más que no le interesa demasiado.

Está más interesado en saber si, cuando acepten que el equipo 7 va a tener una misión de rango C, acaso van a encontrarse convenientemente con el viejo Tazuna o si, por el contrario, Naruto evita ese particular conflicto.

No tiene muchas esperanzas y, si es sincero, no quiere pensar mucho en lo que sucedería con cualquier otro equipo estando en el lugar de ellos.

No quiere imaginarse al equipo de Shikamaru enfrentándose a un trauma tan rápido en su carrera o al equipo de Hinata-chan. Sin duda, el equipo 7 es la mejor opción que existe porque Naruto puede protegerlos si sucede algo, pero… pero si otro equipo decide aceptar la misión de Tazuna, Naruto está seguro que no va a resultar en un éxito.

-“¿Qué clase de misión creen que nos den?”- pregunta Sakura-chan después de un momento en relativo silencio –“Me gustaría que fuera una misión de escolta…”- y mira hacia el fondo del pasillo, como viendo algo que nadie más ve –“Quizá encontrar algún príncipe y…”-.

Y Naruto se recuerda que antes de todo lo que vive, él cree que rescatar princesas y cuidar de ellas, protegerlas y llevarlas a sus castillos, o luchar contra grandes villanos es el trabajo que les dan a los genin…

Es decir, eso es justo lo que pasa con ellos, pero no tiene nada que ver con lo que sucede justo en ese momento, para nada.

Sasuke se cruza de brazos, haciendo un gesto de disgusto casi imperceptible que, evidentemente, Sakura-chan no nota –“Preferiría una misión para entregar información”-.

Su respuesta, a pesar de todo, tiene lógica.

Es mucho más fácil cuidar de un pergamino o un libro que cuidar de un ser vivo que, probablemente, no va a apreciar que unos niños son lo que consiguen pagar.

Naruto se tarda más de lo normal en dar su respuesta, olvida momentáneamente que también lo están incluyendo en la conversación y se siente estúpido por distraerse, pero tampoco se siente tan mal porque esas conversaciones incómodas casi nunca lo incluyen –“Supongo que sería mejor una misión de reconocimiento”- sabe, por experiencia, que son las misiones más sencillas y las que tienen menor posibilidad de encontrarse con ciertos shinobi desertores, pero con la mayor probabilidad de encontrarse con una pelea o un grupo de bandidos.

Sin embargo, internamente sabe lo que va a suceder.

Sasuke asiente cuando lo menciona y Sakura-chan se apresura a aceptar su respuesta como la verdad absoluta.

Eventualmente, Kakashi-sensei abre la puerta para ellos y los deja pasar, pero se asegura de mantener a Naruto a una distancia prudente –con una mano en su hombro, sosteniéndolo como nunca lo hace, y haciéndolo porque, seguramente, cree que Naruto es imprudente–.

-“Hablaremos de todo esto después, Naruto-kun”- y el tono de decepción no pasa desapercibido.

De hecho, Naruto se siente algo más tranquilo al escucharlo, porque es más algo que espera del Kakashi-sensei que él conoce y no el hombre que está ahí ahora –el que tiene problemas para mirarlo, hablar o estar cerca de él–.

-“Sí, -ttebayo”- se encoge de hombros.

Naruto no es, nunca ha sido y nunca será alguien que pueda sentir respeto por las autoridades sólo por ser autoridades; todo el mundo –en su mundo– lo sabe y lo tiene presente porque lo deja en claro más de una vez. Kakashi-sensei no es la excepción; Kakashi-sensei sólo logra ganarse su respeto y admiración –obtener, porque Naruto no cree que sea un gran logro– durante la guerra, cuando comienza a tratarlo como un ser humano y no como…

-“Equipo 7”- llama Hokage-jiji al verlos entrar –“Revisamos el avance de su entrenamiento y misiones”- comienza el hombre –“Kakashi me dice que han tenido un progreso notable y…”- Naruto deja de escuchar después de eso.

Puede apostar su departamento que Kakashi-sensei es el primero en oponerse a llevar a su equipo a una misión fuera de Konoha. No se necesita de un genio cuando ve que las razones por haber aceptado las exigencias de Sasuke –del equipo, supone– son sólo razones que el Hokage conoce, porque ni Iruka-sensei ni Kakashi-sensei lucen convencidos.

Nadie, excepto los dos niños a su lado, lo está.

Es increíble, piensa casi impresionado, cómo es que unas simples palabras de tres niños logran que el hombre que dirige la aldea haga su voluntad sin hacer preguntas –quizá Kakashi-sensei responde esas preguntas, pero evidentemente no necesitan de ellos para decidir–. Es… decepcionante.

Cuando sucede aquella primera vez, Naruto no lo ve así.

Lo ve como una batalla ganada, lo ve como el reconocimiento que quiere.

-“… por lo que irán en una misión fuera de Konoha”- escucha.

-“¿De qué se trata la misión, Hokage-sama?”- pregunta Sakura-chan en la mejor imitación que tiene de Hinata-chan.

Naruto arquea una ceja, pero no dice nada.

-“Se trata de una misión de escolta, Haruno-san”- es obvio que el abuelo ni siquiera intenta creer la actitud de Sakura-chan, entretenido por una actitud claramente falsa –“Acompañarán a su cliente hasta su hogar”-.

Quizá, piensa con cierta esperanza, no se trata de Tazuna.

En ese momento, justo cuando Naruto realmente quiere creer que nadie va a entrar por la puerta y demostrarle que realmente está en un pasado que no es suyo, la puerta es abierta de par en par por un hombre que reconoce muy bien.

Reconoce el asqueroso olor del alcohol barato –quiere vomitar al olerlo, pero no se lo permite–, la ropa de mala calidad que lo acompaña –es su mejor ropa, lo entiende– y el miedo que oculta con dificultad. Reconoce el sombrero y los lentes…

Tazuna lo mira por un momento –“¿Se supone que estos niños me van a proteger?”- y Naruto sabe lo que va a decir después.

Va a dudar de su capacidad, porque son niños y no están preparados para lo que él espera en el camino de regreso a su puente –Tazuna lo sabe, lo teme, sabe que lleva a tres niños a la muerte–. Duda de ellos también, porque no sabe exactamente lo que significa ser shinobi, el camino que recorren y lo mucho que entrenan. Es un civil que aprende a respetarlos, pero sólo cuando Naruto los obliga a hacerlo, no antes.

Se dirige hacia Naruto, porque ve que es el menor ahí, más pequeño y delgado por la poca comida de la que puede hacerse. Desdeña a Sakura-chan porque es una niña, porque las mujeres –de acuerdo con los civiles– no pueden hacer el trabajo pesado… ignora con facilidad a Sasuke, porque, incluso con su entrenamiento y su talento, es evidente su legado, el dinero y las comodidades que lo rodean incluso en la orfandad.

No puede hacer nada por lo que ve en Kakashi-sensei, porque es el adulto responsable ahí, pero sabe lo que Tazuna piensa; no es confiable porque tres cuartos de su rostro están cubiertos, porque la postura falsamente relajada oculta la fuerza de los brazos y las piernas. Kakashi-sensei luce extraño a los ojos de un civil que no convive con las excentricidades de una aldea shinobi.

No confía en nadie… y puede ver el miedo claramente.

Casi tanto como huele su aliento… ¿aliento?

Naruto debe perder una gran parte de la conversación porque, de un momento a otro, se encuentra detrás de Kakashi-sensei, sin ser capaz de vez a su nuevo cliente.

-“Tazuna-san, mantenga una distancia prudente de mis estudiantes, por favor”-.

Naruto inclina la cabeza hacia la derecha, sólo lo suficiente para ver a Tazuna fruncir el ceño y murmurar algo que no alcanza a escuchar sobre rubios y estúpidos –nada fuera de lo normal, se dice Naruto, porque recuerda a la perfección la lista de insultos que el hombre tiene preparada para él, específicamente–.

-“¿Kakashi-sensei?”- lo confunden –“¿Todo está bien?”-.

Kakashi-sensei le ofrece una mano y una sonrisa oculta detrás de su máscara –“Todo está bien, Naruto-kun”- Naruto toma la mano casi de inmediato.

Por supuesto que todo está bien, piensa sin entender, Tazuna jamás podría hacerle daño, incluso si lo intentara. No le agrada el olor del hombre y tampoco le agradan sus mentiras, pero Naruto sabe que es una buena persona. Kakashi-sensei está, definitivamente, exagerando algo que no está ahí.

Escuchan la presentación de Tazuna y lo que se espera de todos ellos en la misión –sí, claro–; protegerlo de cualquier peligro, aún a costa de su vida, llevarlo hasta su hogar porque es un hombre importante –es importante, aunque Naruto tiene que morderse la lengua para no decir exactamente lo que sabe de él y esperar a que Hokage-jiji pueda lidiar con todo eso–.

Si es honesto, Naruto no está feliz al saber que va a tener que ver a Inari de nuevo –es un buen niño, pero recuerda lo que dice, recuerda sus palabras y el pesimismo que es innecesario–.

-“Bien… querían una misión fuera de Konoha, ¿o no?”- piensa con una sonrisa cuando ve las expresiones de decepción y asco en Sakura-chan y Sasuke.

No los culpa.

Y… y son adorables.

Dioses… espera que nadie se entere de eso.

Tazuna se va no mucho después, botella en mano y una pésima primera impresión del equipo que contrata –no tiene muchas opciones–, mientras que todos ellos se quedan en medio de la habitación sin mucho más que decir.

Naruto no tiene necesidad de preguntar por los detalles de la misión, porque sabe que son falsos y porque realmente no sirven para nada, así que no se molesta en pretender estar interesado en lo que, ninguno de los hombres ahí, dicen. Al final, porque sabe que pierden fácilmente la paciencia cuando los ignora, Kakashi-sensei se los lleva de la Torre en silencio.

Cuando están fuera, Kakashi-sensei no retira su mano de Naruto, más bien lo sostiene con más fuerza, como recordándole que quiere hablar con él y Naruto, porque es capaz de entender esas pequeñas señales –casi siempre–, lo permite.

-“Partiremos mañana… es un viaje de algunas semanas, así que empaquen lo suficiente”- luego suspira –“Voy a hablar un momento con Naruto-kun a solas, pueden retirarse, nos veremos mañana al amanecer, en la entrada de la aldea”-.

Pero nadie se va.

Es decir, Sakura-chan y Sasuke se alejan, pero… pero no se van.

Kakashi-sensei suspira a su lado, como derrotado, y se arrodilla frente a Naruto para poder conectar la vista con el menor –“¿Qué sucede?”- porque no entiende nada.

En su mundo, Kakashi-sensei y los otros dos lo dejan solo después de esa reunión. Cada quien regresa a su… a casa, y se preparan por separado. Kakashi-sensei no intenta hablar con él y los otros ignoran su invitación a comer ramen.

-“Sé lo que hiciste”-.

-“¿Qué hice?”- está en la punta de su lengua, pero no lo dice.

Está seguro –realmente seguro– que no hace nada para merecer la acusación que aparece en el rostro de Kakashi-sensei. Ninguna broma, ningún comentario; no discute, no grita, no habla con el hombre, ni siquiera comenta sobre su tardanza o sus pésimas excusas.

Y Naruto comienza a analizar su rutina porque Kakashi-sensei debe ver algo.

¿Verdad?

El hombre es un genio famoso, lee entre líneas y es paranoico, sabe lo que sucede a su alrededor –a pesar de fingir que nada le importa–. De pronto, Naruto no se siente seguro ahí, ¿qué sucedería con él si acaso alguien se entera de lo que sucede en su cabeza? ¿Qué puede hacer si alguien descubre que tiene las memorias de toda una vida que no existe ahí?

Su menor preocupación es ser enviado al Departamento de Tortura e Interrogación… porque duda sobrevivir a Kakashi-sensei si el hombre se lo propone.

Pero está seguro –no tanto, ya no– que no hace nada para merecer la sospecha.

Es decir, Naruto se levanta temprano y entrena por su cuenta antes de siquiera aparecer en el puente y reunirse con los dos niños, pero eso Kakashi-sensei no lo sabe. Desayuna tan bien como puede y hasta viste como un verdadero shinobi –no es por gusto, es por comodidad, pero eso nadie lo sabe–, hace el calentamiento para un entrenamiento básico mientras esperan a Kakashi-sensei, intenta no quejarse cuando deben pintar, limpiar o hacer alguna otra tarea que está muy por debajo de sus habilidades…

Es cuidadoso con sus palabras, ni siquiera intenta seguirle el juego a Sasuke cuando busca fastidiarlo en medio de las misiones. No se acerca a Sakura-chan y sólo saluda tan amablemente como puede hacerlo.

Kakashi-sensei no lo conoce, así que no sabe exactamente cómo se supone que todo eso no está bien porque, después de todo, el hombre no es Iruka-sensei.

-“Sabes que tu equipo no está listo para una misión C”- apunta seriamente –“Creí que lo entendías, ¿por qué lo hiciste?”-.

Naruto quiere reír.

-“Lo siento, -ttebayo”- y en verdad lo siente –“Es sólo que…”-.

¿Qué puede decirle? ¿Qué es lo que quiere escuchar? ¿Kakashi-sensei querrá escuchar algún tipo de disculpa donde justifique darle el conocimiento más básico que tiene a dos niños que deberían saberlo ya? Es decir, no cree que sea eso, ¿o sí? ¿Querrá hablar sobre el apoyo que brinda ante las exigencias de dos niños?

¿Qué podría decirle?

Kakashi-sensei es quien actúa como un indulgente padre que, además, es negligente. No ahora, por supuesto, pero sí en unos meses.

Naruto no es así, no lo es, Naruto sólo intenta evitarse problemas, más atención… no quiere poner en su contra a dos niños que… y sabe que puede con lo que viene, así que no es realmente un problema, es decir…

Puede controlar el peligro en el que pone deliberadamente a Sasuke y Sakura-chan, puede hacerlo… no quiso…

No quiere…

-“De acuerdo, Naruto-kun”- suspira de nuevo y Naruto quiere ver su rostro, al menos ambos ojos para asegurarse que el hombre no lo culpa de algo que todavía no sabe –“Mírame”-.

Abre los ojos, sorprendido porque nunca nota en qué momento los cierra, y se encuentra con la mirada de Kakashi-sensei, esa que sólo dedica… esa que no es para él, sino para otro Naruto que no está ahí y que lo necesita más.

-“Lo siento”-.

-“Entiendes lo que sucede, ¿verdad?”-.

Asiente con la cabeza, pero no es suficiente para Kakashi-sensei, lo sabe –“No estamos listos para una misión fuera de Konoha, -ttebayo”- no lo están –“Debimos esperar… y puede ser peligroso”-.

Y ahora se siente más culpable que antes, el estómago le duele y siente que su garganta se cierra, mira de reojo a los dos niños, que no saben de qué habla con Kakashi-sensei.

-“Exacto”- la mano de Kakashi-sensei cae en su cabeza con poca fuerza –“Así que… vamos a cuidar de nuestro equipo, ¿verdad, Naruto-kun?”-.

Es la combinación de las palabras que usa –nuestro equipo, cuidar…– y la forma en que lo dice –es suave, amable, paciente, algo que casi nunca logra cuando habla con él– que sorprenden a Naruto más de lo que está dispuesto a admitir.

Su respuesta se queda en la garganta, justo en el punto donde siente que se cierra para no dejarlo respirar… sólo que ahora sabe que puede respirar, que Kakashi-sensei no lo culpa –no por completo, al menos–, que ellos pueden ser su equipo y que… que puede cuidar de ellos, porque Kakashi-sensei confía lo suficiente en él.

No es su Kakashi-sensei… pero es suficiente por ahora.

Notes:

Comentarios y críticas son bienvenidos!

Hasta el siguiente capítulo!

Chapter 7: La soledad compartida

Notes:

Este capítulo contiene leves menciones de negligencia infantil, ansiedad e hiperactividad, además de una referencia sutil de depresión.

Extrapolación (ligero OoC?) del personaje de Sasuke.
Sasuke puede ser adorable y Naruto parece tener una debilidad por las cosas adorables.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Cuidar de su equipo es algo que aprende a hacer con los años.

No es fácil cambiar los hábitos que gana los primeros doce años de su vida, pero lo logra y se siente realmente orgulloso de sí mismo.

Aprende, al principio, porque el equipo 7 necesita mejorar para sobrevivir y porque se siente… natural. Es natural trabajar codo a codo con Sasuke y, después, con Sakura-chan. Son eficientes, un equipo de asalto, los llaman –es la meta de ese equipo, hasta que Sasuke decide arruinarlo todo–. Después…

Después Naruto se va de viaje, abandona cualquier tipo de entrenamiento en conjunto, prefiriendo trabajar solo y aprender por su cuenta con la ayuda de Ero-sennin.

Es bueno, se dice, porque aprende a reconocer sus propios movimientos –habilidades, debilidades, todo–, descubre lo dependiente que se vuelve de la ayuda de otros que son mejores que él –Sasuke, Sakura-chan, Kakashi-sensei, incluso Shikamaru–, así que… se obliga a aprender lo que debió haber aprendido desde el principio.

Se vale por sí mismo y… y también se siente orgulloso por eso.

Se siente útil por primera vez… más útil de lo que se siente cuando salva la aldea, mucho más que cuando no puede derrotar a Sasuke y casi muere…

Por primera vez en su vida, Naruto se siente autosuficiente, siente que su vida vale lo que muchos parecen apostar en ella. Siente que es capaz de lograr lo que otros logran sin esfuerzo, que no desperdicia el tiempo de su maestro y que puede… que puede hacer algo por su mejor amigo.

En su mundo, Naruto aprende que es importante por sí mismo, que no necesita el reconocimiento de otros –aunque lo quiere, oh, cómo lo quiere–, que ser fuerte y tener el poder al alcance de sus manos es sólo un paso más hacia la protección de todos sus seres queridos.

Aprende a protegerse solo y luchar por su cuenta, a no depender de la ayuda de otros, reconocer su estilo de pelea, usar armas por su cuenta, trabajar con otras de las habilidades esenciales que descuida gracias a su distracción y estupidez.

No es tan sencillo, sin embargo, regresar a Konoha.

Porque regresar a Konoha significa regresar a malos hábitos y, después de tres años siendo él, Naruto se siente… en desventaja.

No es la debilidad que lo caracteriza lo que lo mantiene en desventaja, sino que, cuando regresa de un entrenamiento especializado de tres años, Naruto no tiene idea de lo que significa trabajar en equipo.

Entrenar a solas, sin saber cómo se supone que debe trabajar con otros es… extraño.

No se atreve a compararse con Sasuke, pero…

Pero.

Le toma tiempo, más de lo que quiere aceptar que es necesario para él, pero lo logra.

Aprende a convivir de nuevo, a conocer a los otros, sus talentos, nuevas técnicas, estilo de pelea… pero protegerlos es…

Ya no depende de la protección de otros para mantenerse con vida –Naruto, al principio, depende de la protección de muchos, no es especialmente humillante o algo similar, pero tampoco es bueno para su ego, no cuando sabe que puede ser mucho más–, no es débil y, francamente, llega a superar a muchos…

Pero proteger es diferente.

Tomar el papel de un protector –porque sabe lo que va a suceder y porque Naruto es el único que puede cuidar de esos niños y de Kakashi-sensei como realmente es necesario–, un protector real, como Ero-sennin o Kakashi-sensei, es algo más difícil de lo que parece.

Sólo es hasta la guerra que Naruto comprende la importancia de ser capaz de proteger a sus seres queridos.

Piensa en el cuerpo de Neji, cómo la vida escapa de cada pequeña expresión en su rostro, de su piel y… y lo odia.

No quiere volver… no quiere ver eso, no puede.

-“Dobe”-.

Naruto se gira automáticamente, porque necesita la distracción y porque está acostumbrado a ese tono de voz –“¿Qué sucede, Sasuke?”-.

Kakashi-sensei los deja a solas después de su pequeña conversación y Naruto permanece entre dos niños, incómodo porque, aparentemente, les hace un favor mientras los arriesga innecesariamente en una misión que va a ser más peligrosa de lo que creen.

El niño rueda los ojos sutilmente –“¿Sabes qué empacar?”- le pregunta de la nada.

Sasuke es, decide, extraño.

Inclina la cabeza hacia un lado –“Sí, eso creo”-.

-“¿Tienes todo lo que necesitas?”-.

Tiene lo que necesita.

Naruto aprende a viajar ligero después de tres años con Ero-sennin –principalmente porque el hombre lo pone en más peligro del que debería y porque Naruto no puede molestarse en cargar una mochila llena de cosas innecesarias cuando su maestro puede almacenar todo en pergaminos–, sólo lleva consigo algunos kunai y vendas, porque puede cazar o pescar si lo necesita, lavar su ropa en algún río y trabajar por cualquier otra cosa necesaria. No cree poder decirle eso a Sasuke, sin embargo.

-“Sí…”-.

Sabe que tarda demasiado en responder cuando Sasuke bufa y desvía la mirada hacia Sakura-chan, no lo suficiente para perder de vista a Naruto, pero suficiente para hablar con la niña –“Nos vamos, no llegues tarde”- ordena y Sakura-chan parece feliz.

-“Ridículo”- pero gracioso.

Naruto ni siquiera puede ofenderse por ella porque, vamos, la niña está feliz.

-“Ven conmigo, dobe”- dice cuando Sakura-chan se aleja lo suficiente para no escucharlo.

Naruto lo sigue, sólo porque tiene curiosidad y no porque está tan distraído con sus pensamientos que realmente no presta atención a sus palabras y sólo lo sigue por instinto –para nada, Naruto es un shinobi, él no confía en nadie ni nada y siempre presta atención a su alrededor–.

Para cuando Naruto reacciona apropiadamente, Sasuke y él están caminando por uno de los mejores vecindarios de Konoha, de esos que Naruto evita activamente.

Recuerda vagamente una de las pocas ocasiones en que hablan sobre sus hogares, y lo recuerda así porque Naruto evita hablar del tema tanto como puede –no sirve de mucho, pero realmente no quiere hablar sobre su departamento demasiado–. Sasuke vive en una zona donde las calles son amplias, limpias y están bien iluminadas, donde los edificios lucen altos, elegantes y definitivamente con mayor mantenimiento del que su propio edificio podría tener en un año.

-“¿Sasuke?”- lo llama –“¿Qué hacemos aquí?”-.

Pero el niño no responde.

Es tan normal en Sasuke, que Naruto no sabe por qué se sorprende.

Sasuke es demandante, está acostumbrado a no hablar y, cuando lo hace, no puede hacer otra cosa que ser directo de una forma que incluso Naruto encuentra agobiante y grosera. Es gracioso, ahora que no está… no se siente realmente involucrado sentimentalmente con lo que sucede a su alrededor, la actitud de Sasuke no le parece ofensiva, sólo… incómoda.

Supone que es normal.

Sasuke lleva tanto tiempo solo que Naruto puede entenderlo.

Caminan en silencio hasta un edificio con ventanales en la parte frontal –“Entra”- ordena Sasuke cuando llegan a la puerta del que debe ser su departamento, uno de los departamentos superiores que, seguramente, tienen el doble de espacio que el suyo.

Duda un momento antes de entrar.

No recuerda un momento en el que Sasuke confiara tanto como para llevarlo a su departamento, no cree que Sasuke lograra confiar en él lo suficiente como para ser realmente los amigos que cree que son, pero… pero acepta la invitación de Sasuke por lo que es.

-“Con permiso”- deja las sandalias en el genkan y espera a que Sasuke haga lo mismo.

Su departamento es…

Frío.

Hay tanto espacio ahí y hay tan pocas cosas, que la primera habitación a la que entra es… fría.

Luce agradable, es un buen lugar; limpio, con el tatami en perfecto estado, buena iluminación, espacio para moverse sin tropezar, Naruto jamás podría ser capaz de pagar por algo así –no es algo que suceda, por supuesto, nadie en su sano juicio le renta al jinchūriki un lugar en una zona tan buena–. Sin embargo, está tan vacío y frío, que Naruto casi prefiere su propio departamento a estar un minuto más ahí.

No sabe cómo es que Sasuke soporta vivir en un espacio tan grande él solo.

-“¿Qué estás esperando? Ven”-

Y Naruto lo hace.

Sigue a Sasuke hasta lo que se supone que es la cocina y el niño le ordena esperar ahí mientras va a una habitación que Naruto no puede ver desde donde está.

En medio de la cocina, sin sentirse cómodo como para sentarse ahí y no ensuciar nada, Naruto se dedica a mirar el espacio en donde Sasuke –ese Sasuke y su Sasuke– vive después de perder a toda su familia.

Todo se ve prácticamente nuevo, sin usar, como si Sasuke no pasara mucho tiempo ahí. Naruto, por supuesto, sabe que eso es exactamente lo que sucede, que Sasuke decide pasar todo su tiempo libre entrenando o estudiando o lo que sea que hace para ser mejor que él. Sasuke, probablemente, encuentra su propio departamento como algo ajeno, un lugar donde duermes porque no quieres dormir en las calles y porque la otra opción –el complejo de su clan– simplemente no es una opción.

Lo entiende, hasta cierto punto.

Naruto no tiene cosas de valor real en su departamento, a la vista de todos. No es posible, porque todavía teme que alguien decida entrar sin su permiso, como sucede antes, y no quiere perder lo poco de valor que tiene.

Tiene un par de sillas y una mesa que encuentra detrás del edificio, que arregla porque lucen útiles si tan sólo lija la madera y puede pegar una de las patas de la mesa como debería estar. Tiene los utensilios básicos de cocina en un espacio diminuto que apenas usa –cómo añora tener el espacio suficiente para aprender a cocinar ramen por su cuenta–. No tiene gran cosa en los gabinetes y su refrigerador es un modelo antiguo que gotea y genera un ruido de fondo que no es especialmente agradable.

Tampoco tiene demasiado en su habitación, sólo una mesa de noche y un armario pequeño, una cama y el futón –y un futón que guarda para las visitas que nunca tiene–. Debajo de la cama, en una de las tablas que el tatami no puede cubrir, ahí está todo lo que Naruto considera importante: su dinero, un kit de primeros auxilios, algo de comida para emergencias y está seguro que ese pequeño espacio se llena con tonterías que toma como recuerdos de momentos importantes de su vida –hasta que Pain ataca y todo desaparece–.

Aunque su departamento no luce brillante, nuevo y costoso como el de Sasuke, aunque se cae a pedazos incluso después de reparar lo reparable, su departamento tampoco luce… es decir, no parece habitado, no realmente.

Ambos usan el espacio que tienen para dormir, es cierto, Naruto se esfuerza al comprar algunas plantas o tomarlas del bosque con la esperanza de alegrar el pequeño espacio en el que se siente relativamente seguro del mundo, pero… pero hay algo impersonal a pesar de todo.

No sabe cómo puede explicarlo, pero cuando lo ve en el departamento de Sasuke, no cree necesitarlo.

Vive fuera y sólo se molesta en regresar a casa porque es necesario y porque ya ha vivido en la calle lo suficiente por una vida o dos.

Ver la monotonía de un departamento que parece más salido de un catálogo que de la vida real –en la vida de alguien que aprecia–, sin embargo, es más doloroso de lo que puede esperar. Sasuke vive ahí, pero no hay ningún toque personal, ningún esfuerzo por hacerlo algo más cálido, un lugar donde pueda sentirse relativamente seguro.

Es deprimente.

Ni siquiera puede encontrar el olor a aceite de calidad, arroz y menta característico de Sasuke en la habitación –y no cree poder encontrarlo en algún lugar de ese departamento–.

Se imagina dormir en un lugar tan frío y no puede.

-“¿Qué estás haciendo, dobe?”- cuando gira, Sasuke está en el marco de la puerta de su habitación, apoyado con una caja de tamaño considerable en el suelo y una mochila al hombro.

Naruto parpadea y por un segundo tiene el impulso de mirarse para estar seguro que no hace algo que no debería estar haciendo –“Eh…”- quizá, piensa sin mucho humor, Sasuke tiene un grave problema con personas dentro de su espacio personal –“¿Esperándote?”- porque está completamente seguro que no ha hecho algo.

Shikamaru le explica en alguna ocasión, cuando están reconstruyendo Konoha después de la invasión y Naruto es invitado al complejo de su clan porque Shika quiere jugar con él –es incómodo porque Shikamaru no parece estar seguro de convivir con Naruto de la forma en que quiere hacerlo–, que es importante recordar ciertas reglas cuando eres un invitado.

Él no es idiota, o no tanto como su amigo quiere pretender, porque sabe algunas cosas.

Shikamaru, sin embargo, le repite qué tan necesario es no tocar nada a menos que tenga el permiso explícito de su anfitrión.

Sasuke lo mira fijamente –“Sólo…”- suspira con poca fuerza –“Sólo siéntate”- dice al final, con la misma fatiga que Kakashi-sensei muestra cada que tiene que explicarle algo a Naruto, después murmura algo, pero Naruto decide no prestarle atención.

A pesar del tono y básicamente el dolor físico que parece invadir a Sasuke cuando intenta ser amable con Naruto –o alguien más– sin éxito, Naruto no puede evitar sonreírle.

Sasuke es… es sólo un niño.

No puede culparlo –podría hacerlo, no quiere hacerlo–.

Es decir, sabe que Sasuke alguna vez tiene una vida normal –o tan normal como puede ser la vida dentro de un clan, Naruto realmente no sabe sobre el tema–, pero es evidente que pasan años de eso y que ahora… ahora no está más adaptado a lo socialmente aceptable que Naruto. Tiene problemas para convivir con su entorno porque no desea hacerlo y porque no ve ninguna razón para hacerlo. Sasuke, se da cuenta cuando el niño no cambia su tono de voz, simplemente no sabe ser normal.

Naruto tampoco, por supuesto, pero él tiene la experiencia de diecisiete años… y ese Sasuke no.

No puede culparlo por no saber algo mejor.

-“Gracias”- pero apuesta que Sasuke jamás pensaría que Naruto puede ser amable.

Bien, de acuerdo, Naruto tampoco lo piensa, pero es gracioso ver la sorpresa en el rostro del menor, que no sabe qué hacer una vez que se presenta algo que no tiene sentido.

Sasuke se sienta frente a él y deja la caja encima de la mesa –“Tengo algunas cosas… cosas que no necesito”- cuando Naruto no hace ningún movimiento, el niño empuja la caja hacia él con más fuerza de la necesaria –“Llévatelas”-.

Es una verdadera suerte para Sasuke, se dice mientras mira la caja y respira profundamente, que Naruto esté en medio de una crisis que va más allá de lo existencial –Naruto no debe estar ahí, deja atrás un mundo en ruinas, amigos y un hogar para reconstruir, Naruto sólo quiere irse a casa– como para responder como se lo merece.

Una verdadera suerte.

Porque Naruto puede ser paciente… pero Sasuke realmente lo lleva a otro nivel.

La sonrisa en su rostro se borra casi de inmediato sin intentar detenerse a sí mismo y siente un calor recorrerle desde el cuello y hasta el borde de sus ojos. Por un segundo, Naruto ve a su Sasuke, el imbécil que conoce y aprende a aceptar como un amigo, siendo el mismo idiota que sólo pretende humillarlo de cualquier manera posible porque Naruto lo fastidia a un nivel personal que no conoce muy bien. El momento se desvanece casi tan rápido como llega, cuando ese Sasuke abre los ojos en genuino pánico.

-“¡Es decir…! ¡N-No…! No es que… no es que te tenga lástima o algo… o algo así…”- y luego, para aclarar lo que dice, añade –“No lo es”-.

-“Es un niño… sólo un niño”- Naruto respira profundamente, de nuevo, y mira la caja –“Ni siquiera debería permitir que… Sasuke es…”- quiere molestarse con el niño, quiere gritarle y lanzarle su estúpida caja, irse de ahí y olvidarse de una evidente humillación, pero ese Sasuke está ahí, haciendo ese adorable baile de pánico mal disimulado –“Oh…”- siente pena por él –“No debiste molestarte, Sasuke”- puede ver su esfuerzo, puede ver cuánto le cuesta ser educado –“Gracias”-.

Sasuke asiente y desvía la mirada hacia su mochila –“Lo que sea…”- y empuja de nuevo la caja hacia él –“Voy a empacar, puedes revisar y elegir lo que te sea útil”-.

Naruto niega con la cabeza –“Gracias”-.

Toma la caja con cuidado y comienza a revisar el contenido.

Dentro de ella ve, en su mayoría, ropa en relativo buen estado.

La ropa es, evidentemente, de Sasuke.

Es ropa de colores oscuros –aunque alcanza a ver algunos pantalones cortos blancos o grises– y Naruto deduce que se trata de ropa que Sasuke no puede usar más porque simplemente no es de su talla y no necesariamente porque la hubiera usado hasta dejarla inservible. No es ninguna sorpresa, se dice, porque Sasuke tiene el dinero para sustituir ese tipo de cosas sin esperar tanto como Naruto. También puede ver un par de sandalias negras que, cree, pueden quedarle fácilmente.

Todo está en un pequeño caos contenido sólo por una caja, así que Naruto no puede resistirse y comienza a sacar la ropa y doblarla apropiadamente mientras la examina.

No recuerda haber tenido ropa de tan buena calidad en su vida; incluso con Ero-sennin, Naruto está acostumbrado a sustituir las prendas inservibles por algo accesible –Ero-sennin es un autor relativamente famoso, sabe que tiene el dinero, pero Naruto simplemente no está acostumbrado a gastar grandes cantidades de dinero en cosas que puede conseguir a la mitad del precio–.

Puede sentirlo en el material de las remeras, principalmente, pero también en los pantalones. La suavidad o el grosor de algunos materiales –incluso si tienen algunas manchas de lo que puede identificar como blanqueador y algunas otras cosas– le habla de la calidad, de su durabilidad, de lo apropiado que es para su carrera. Sasuke le ofrece cosas que él ya no necesita o que no puede usar más –quizá cosas que lucen demasiado infantiles o que juzga inservibles por rasgaduras o manchas, no lo sabe–, eso es cierto, pero… pero le ofrece ropa y otras cosas con vida útil, que están en mejores condiciones de lo que Naruto pueda adquirir en esos momentos… y no puede rechazar algo así.

No sólo por él, sino por Naruto, el Naruto de ese lugar.

Sería agradable, se dice con media sonrisa, que, al regresar a casa, el Naruto de ese lugar pudiera… pudiera tener cosas que él no obtiene.

Cuando Naruto termina de ordenar la ropa y separarla sobre la mesa, Sasuke está en el suelo, guardando al menos tres cambios de ropa y cosas que, sabe, no son necesarias.

Es doloroso verlo, porque conoce a Sasuke… y sabe lo importante que es para él poder probarse a sí mismo que es capaz de hacer esa misión. Es casi tan importante como lo es para Naruto la primera vez, probar que puede ser un verdadero shinobi, probar que es fuerte…

Sasuke y él son realmente similares, ¿verdad?

Suspira y se le acerca un poco –“¿Necesitas ayuda?”-.

Alrededor del niño hay un desastre de kunais y shuriken, un par de fuma shuriken, un rollo que, está seguro, está vacío, una bolsa para dormir, ropa de invierno, dos pares de sandalias, algunas vendas sucias, un kit reglamentario de primeros auxilios prácticamente vacío, un libro… Sasuke es un idiota, decide, si cree que es capaz de leer durante una misión como la que van a tener.

-“No necesito ayuda de alguien como tú”- dice sin mirarlo, pero es obvio que está abrumado con su propio desorden.

-“Por supuesto que no, ¿cómo podrías?”- rueda los ojos –“Relájate”- y se arrodilla a su lado apuntando a su mochila, que no es la misma que su Sasuke lleva para esa misma misión –“Tenemos que viajar ligero”- intenta sonreírle –“No deberías llevar tanto peso”- cuando Sasuke sólo se cruza de brazos y no le grita o acusa de entrometerse, Naruto decide seguir y acercársele un poco más –“Sólo lleva una muda, las vendas… y el kit de primeros auxilios… si quieres podrías llevar un fuma shuriken”- agrega cuando recuerda qué tan útil es en esa misión.

-“¿Qué llevarías tú, dobe?”-.

Rueda los ojos –“Mis kunai, los shuriken, algunas vendas y un poco de comida”- se encoge de hombros –“Vamos a cuidar de un civil, Sasuke”- le recuerda –“Llevar demasiadas cosas puede ser peligroso”-.

Está bien estar preparado, pero tampoco necesitas llevar un libro.

Naruto decide ignorar la genuina sorpresa en la expresión de Sasuke y comienza a separar algunas de las cosas que Sasuke tiene desordenadas a sus pies. Dobla la ropa e intenta darle algún sentido al caos que parece más bien suyo que de Sasuke.

-“¿Sólo una muda y el kit?”- dice lentamente.

No nota la mirada y la inseguridad –“Tus kunai y fuma shuriken también”-.

Sasuke y él trabajan en el caos en silencio, poco a poco las cosas comienzan a retomar un orden relativo. Es un récord para él, el mayor tiempo trabajando en silencio con Sasuke… haciendo algo productivo más allá de gritarse tonterías sin sentido.

-“Te he visto cuando entrenamos”-.

Bien, entrenar sería más bien un eufemismo, porque Naruto siente que está tomando unas vacaciones mal pagadas donde apenas logra hacer lo mínimo necesario para poder recuperar la condición que tiene en su mundo –“Ah… ¿sí?”- mira sus manos.

Es sólo gracias a sus clones que Naruto comienza a ver cierta mejoría… apenas.

-“No sabía que podías meditar”-.

Ah.

Bien, Naruto sabe meditar. Sin embargo, ¿a esa edad? Para nada.

Naruto no tiene la paciencia suficiente para dedicarse a hacerlo, su… su interés por la meditación proviene de un momento complicado de su vida –la muerte de su maestro, la desesperación por salvar a su aldea… el horror de no poder hablar con Kurama–. Es sólo después que Naruto aprende a disfrutar la actividad, como una de las pocas maneras en que puede tranquilizar su propia energía y el zumbido constante del chakra bajo su piel. Tranquiliza su mente como ninguna otra actividad logra y, gracias a eso, Naruto… puede sentirse en paz por unas horas.

-“Sólo un poco”- porque es verdad.

Meditar viene fácil para él, incluso si no es una actividad que busca desde el inicio.

Es… es una calma que no espera en un momento importante, es la sensación de estar cerca de su maestro, aunque ya no esté a su lado, es… es Shikamaru fumando para recordar a Asuma-sensei o Kakashi-sensei repitiendo las palabras de Obito a sus estudiantes.

No conoce mucho, si es que existe, de técnicas sobre la meditación, pero lo que sabe es… suficiente.

Sasuke no responde al principio, aparentemente ocupado en los objetos delante de él, pero cuando lo hace, Naruto se sorprende –“¿Por qué mientes?”- dice.

El problema es… que no miente.

Y no está seguro por qué Sasuke cree que lo hace, ¿siquiera es importante?

-“No estoy…”- Sasuke frunce el ceño y le quita suavemente de las manos una resma de papel para sellar en perfecto estado y sin abrir.

En otro mundo, Naruto recuerda ese tipo de miradas con cierto recelo. Recuerda que Sasuke tiene una extraña facilidad para intimidarlo –incluso si el idiota no lo nota– o hacerlo sentir… no bien. Pero en ese momento, Naruto ve a Sasuke fruncir el ceño –como siempre–, con las mejillas ligeramente redondeadas por el esfuerzo, haciendo un mohín que, francamente, tuvo que haber ignorado en el pasado.

-“Adorable”- no puede evitar pensar.

Quizá es porque las miradas de fastidio de este niño no tienen ningún peso contra las miradas que su Sasuke le lanza, esas miradas llenas de agonía que disfraza de odio. Por supuesto, Sasuke cambia mucho en pocos años, su rostro deja de tener esa suavidad que en ese momento le recuerda más a Konohamaru que a su versión más joven, la mirada no contiene tanto hastío por tratar con él como recuerda que debería y… y Naruto sabe que no necesita notar todo eso.

Extraña a su Sasuke… y quiere regresar a casa, pero ver a ese niño mirándolo como lo ve su antiguo Sasuke… le hace pensar que, quizá, añora más su propio pasado de lo que añora su mundo y no está dispuesto a admitirlo.

La vida es fácil cuando no hay una guerra en puerta.

-“Lo haces”-.

Naruto suspira –“No, no lo hago, -ttebayo”- se muerde la lengua –“Me… me tranquiliza”- se encoge de hombros.

Permanecer en la aldea, en esa aldea, es demasiado.

Todos los días, Naruto se levanta para enfrentarse a fantasmas, a recuerdos y a la mirada acusadora de personas que, ciertamente, no deberían seguir con vida. Se cruza con un mundo que le es ajeno, que es exactamente como su pasado –exactamente–, pero en donde está completamente solo… tal como la primera vez, sólo que, en esta ocasión, Naruto simplemente… simplemente no tiene manera de hacerse de compañía, consejo o confort.

No hay Kakashi-sensei intentando ser un mejor sensei, no hay Shikamaru que lo haga salir de sus brotes depresivos, no hay Sakura-chan que intente sanar sus heridas… no hay Iruka-sensei entendiendo exactamente lo que sucede con él, no hay Tsunade… no tiene nada.

Se siente tan solo…

Escucha los murmullos poco disimulados de las personas mientras pasa por las calles, cuando hace las estúpidas misiones de rango D, cuando intenta comprar algo con su apariencia natural… escucha murmullos que sabe que desaparecen después de su regreso a Konoha, cuando su maestro muere y él se vuelve –de nuevo– el salvador de todos esos civiles malagradecidos…

Y duele.

Escucha y siente lo que dicen, lo mucho que lo odian, lo ve en su mirada, lo escucha en su voz… lo siente cada que se acerca demasiado a algún lugar.

Por eso medita.

Por eso y porque, cuando no lo hace, siente que debe hacer algo, y sabe que no siempre tiene tiempo para entrenar, correr o dedicarse a investigar por una manera de regresar a casa.

Gastar energía convocando clones funciona hasta cierto punto, pero no… meditar es mucho mejor, más efectivo, y productivo.

-“¿Tranquilizarte?”-.

Naruto asiente y cierra los ojos, imagina que está con su Sasuke, que su mejor amigo está ahí y está dispuesto a escucharlo –“Ya sabes, -ttebayo”- alza la mano y la agita por encima de su cabeza –“Hay muchas personas y me… es mucho, y cuando siento que se acercan…”- se muerde la lengua y baja la mirada –“Hay mucho… eh… sí, es demasiado en Konoha y… y… y me pone ansioso”- termina patéticamente.

¿Cómo explicar a un niño lo que siente al cruzar las calles de Konoha? ¿Cómo explicarle a Sasuke que Naruto necesita tranquilizarse si no quiere hacer algo de lo que podría arrepentirse?

¿Cómo decirle que espera, contra todo pronóstico después de un mes ahí, poder hablar con Kurama y sentirse acompañado?

Sasuke abre los ojos graciosamente y luego abre la boca, pero no deja salir ningún sonido por algunos segundos. Naruto permanece en su sitio, mirándolo, esperando lo que sea que el menor quiere decirle o no, pero cuando Sasuke no dice nada después de casi un minuto, comienza a preocuparse.

-“Es…”- se aclara la garganta –“¿Sabes qué significa eso, Dobe?”- habla lentamente, como cuando le hablas a un niño pequeño, de una forma que no contiene el tono normal de burla y humillación que usa con él cuando quiere dejarlo en ridículo.

-“Significa que estoy en un mundo que no me pertenece, rodeado de gente muerta y en una aldea que todavía me odia…”- inclina la cabeza un poco –“¿No…?”- se encoge en su sitio casi de inmediato al darse cuenta que esa no es la respuesta que ese Sasuke busca –“Es decir… yo… ¿Siempre ha sido así…?”-.

-“¿Siempre?”-.

-“Sí…”- esa conversación, decide, deja de ser interesante o divertida desde que inicia, Naruto quiere irse y olvidar todo –“¿Sasuke…?”-.

Pero no puede.

Ese niño le preocupa.

No es la misma preocupación que lo consume cada que piensa en su Sasuke y las muchas maneras que el idiota arruina su vida; es diferente.

Frente a él está un niño, exactamente igual a su Sasuke, excepto que este niño lo mira con una sorpresa tan clara en su rostro, que no puede evitar pensar que algo realmente malo sucede y él –como siempre– no es capaz de averiguar la respuesta tan rápido como se requiere.

Qué novedad.

-“Meditas… ¿meditar te ayuda?”- Naruto asiente con la cabeza, despacio –“¿Cómo es que te tranquiliza?”- y parece pensarlo demasiado para su gusto –“¿Es por eso que no has estado tan…?”- y hace un gesto, de pronto, como si hablar sobre Naruto le causara incomodidad.

-“O como si intentara ser… amable”- no es la primera vez que ese Sasuke decide ser considerado con él y Naruto, aunque desea por todos los medios alejarse, aprecia el gran esfuerzo que significa para el menor –“Es… es como…”- frunce el ceño –“Cuando entrenamos… cuando entrenamos, puedo concentrarme en eso y no pienso en nada más… sólo que puedo calmarme si medito y no molesto a nadie”- cierra los ojos –“Toda mi energía se enfoca en un solo punto”-.

Siente el ansia por contarle cómo es que el chakra natural que reúne se siente y lo conecta a todo, que la vida misma corre por sus venas por un segundo antes de seguir su curso… pero se contiene.

-“Me hace pensar claramente”- admite con una pequeña sonrisa hacia el niño –“Cuando siento demasiado”-.

Aunque Sasuke es bastante inteligente, no cree que pueda explicarle exactamente lo que siente sin correr el riesgo de poner a Sasuke en una situación delicada; después de todo, el senjutsu no es particularmente fácil y hay peligro si alguien intenta entrenar sin la supervisión adecuada.

Y, que quede constancia, Naruto no es ningún tipo de supervisión adecuada.

Por fin, el silencio entre los dos permanece.

Ambos demasiado sumidos en sus propios pensamientos, sin la extraña tensión que normalmente los persigue.

Está agradecido.

Notes:

Creo que ya tengo una idea de quién podría ser la pareja de Naruto, alguien quisiera adivinarlo?

Comentarios y críticas son bienvenidos!

Hasta el siguiente capítulo!

Chapter 8: La incertidumbre del viaje

Notes:

Este capítulo contiene menciones de negligencia infantil, descripciones vagas sobre las naturalezas del chakra, mención de paradojas temporales(?), narrador no confiable (o sí, depende de la perspectiva), interiorización de negligencia y abuso infantil, entre otras.

Sasuke puede ser observador y Naruto es demasiado interesante para su propio bien.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

No sabe qué hacer.

No es ninguna sorpresa, por supuesto, pero incluso para sus estándares, Naruto no tiene idea alguna de cómo proceder con su pequeño dilema.

-“Pequeño…”- ríe y, si el silbido que imita a una risa es ligeramente más agudo de lo normal, tal vez con una nota de histeria, decide ignorarlo.

Mira hacia abajo, donde la cabeza de Sasuke descansa en sus piernas y sólo el casi imperceptible ronquido del niño interrumpe un silencio tenso –tenso sólo para Naruto, obviamente, porque el idiota de ese Sasuke duerme sin reparo, usándolo como una cama o algo similar–.

¿Qué se supone que debe hacer una persona como él cuando un niño como Uchiha Sasuke elige ese preciso momento para quedarse dormido, sin motivo ni advertencia alguna, encima de él?

Si se tratara de Shikamaru, Naruto fácilmente podría deshacerse de él –Shika tiene el sueño pesado, normalmente se necesita de una razón realmente importante para despertarlo… o la presencia de su madre–. Si se tratara de Konohamaru, Naruto lo dejaría seguir durmiendo, porque el niño es adorable y parece disfrutar de su presencia cuando nadie más lo hace…

Pero no es Shikamaru, no es Konohamaru… no es Ero-sennin… ni siquiera es Kakashi-sensei fingiendo dormir para evitar enseñarle algo o hacerse responsable por lo que debe hacerse responsable.

Se trata de Uchiha Sasuke… y, a estas alturas, Naruto está casi seguro que preferiría tener a Itachi en el lugar de su hermano, si es totalmente sincero.

No se trata de su Sasuke, lo sabe, es por eso que ni siquiera intenta golpearlo la primera vez que lo ve cabecear a su lado. Se trata de un niño que… que actúa como un niño, que reacciona como el niño que Naruto nunca es capaz de ver porque es similar a él, que demuestra tenerle cierta confianza que su Sasuke jamás le tiene.

Sasuke está agotado, puede verlo.

Luce inusualmente pálido, con marcas oscuras debajo de los ojos que demuestran lo mucho que duerme –y quizá es sólo un poco más de lo que Naruto duerme, sólo un poco– y está seguro que no recuerda ver a su Sasuke llevar la ropa en tan mal estado; un ligero olor a sudor y lodo llega a su nariz, si acaso baja la mirada, Naruto observa el cabello de Sasuke enredado, sucio…

Francamente, Naruto no tiene el corazón para despertarlo.

No cuando es obvio que ese niño está durmiendo profundamente por primera vez en bastante tiempo, no cuando sabe exactamente lo que se siente pasar los días con insomnio, funcionando apenas con el mínimo necesario para seguir existiendo.

-“Kurama… espero que te estés riendo de esto”- gime por lo bajo, pero decide, contra todo lo que conoce y sabe, esperar.

No es muy tarde, en realidad.

Apenas puede ver el sol empezar a ocultarse, la luz que tiene todavía es suficiente para ayudarle a observar a su alrededor y decidir que puede esperar un poco más. Cierra los ojos y comienza a respirar tan lenta y profundamente como es capaz, intentando no moverse de su sitio.

Piensa en la suavidad del piso debajo de él, puede sentir la superficie de madera ligeramente pulida, fría al tacto y resbaladiza… no es como su propio departamento, donde la madera es algo más flexible y se hunde bajo la pisada de cualquier persona en ciertos lugares, mientras que en otros las tablas están demasiado astilladas como para poder caminar descalzo. Naruto apenas puede caminar en su propio departamento sin tropezar –eso es antes, Naruto aprende a memorizar los lugares que debe evitar o arreglar–. Su habitación tiene una tabla debajo de la cama, un pequeño espacio donde guarda lo que nadie necesita encontrar.

En su mundo, cuando se gradúa, Naruto tiene la esperanza de ahorrar suficiente como para buscar rentar en cualquier otro lugar.

Sueña con un pequeño departamento blanco, con grandes ventanas y una excelente vista hacia la montaña. Sueña con poner plantas en cualquier superficie posible, cuidarlas y regarlas para… para hacerle compañía.

Una cama grande y…

Muchas mantas y almohadas, con un sofá de una sola plaza en color verde o quizá rojo. Quiere una lámpara con una pantalla de un amarillo pálido.

Quiere unas grandes cortinas traslúcidas, por las que la luz pueda entrar, pero por las que nadie pueda ver dentro…

Sabe que no es posible, por supuesto.

Nadie va a rentarle al niño demonio, no a menos que esté dispuesto a pagar el triple de lo que es justo. E incluso si alguien está dispuesto a rentar un departamento para él, Naruto no es capaz de vivir en un lugar abierto, con tantos puntos débiles donde cualquier persona puede entrar o ver si acaso está dentro –aprende su lección muy temprano en la vida–. No es seguro, no es factible, así que se olvida de ese sueño en particular.

No vale la pena pensar en cosas que no tienen solución.

Justo así recuerda que intenta meditar, así que suspira profundamente y comienza a concentrarse en el chakra a su alrededor.

Lo primero que puede sentir, por supuesto, es a Sasuke.

Su chakra tiene esa sensación burbujeante que sólo puede comparar con agua mineral… de esa que acostumbra tomar con Ero-sennin… eh, sí… el chakra de Sasuke es fresco, como el aire durante una tormenta eléctrica y, Naruto se dice, es casi obvio.

Excepto que sabe que el chakra de Kakashi-sensei es diferente, algo más complicado que eso; tiene un sabor a tierra húmeda de las calles principales de Konoha, se siente algo más como estática bajo sus pies…

-“Lo estás haciendo de nuevo, Naruto”- se dice sin humor.

Es normal dejarse llevar, tanto que sabe que no es normal, pero es difícil cambiar ciertos hábitos, mucho menos si nadie excepto él sabe exactamente a qué se refiere.

Respira de nuevo, lentamente.

-“¿Kurama?”- llama en un susurro y, cuando abre los ojos, sabe dónde se encuentra.

Es la misma prisión en la que conoce a Kurama, el sonido de agua pasando por tuberías y el olor a humedad le dice suficiente. Exactamente el mismo sitio que odia por su amigo, que le hace odiar a su padre un poco más cada vez porque recuerda todo lo que sufre Kurama por los errores de otros…

Puede ver la gran reja roja que contiene a un buen amigo como si se tratara de una bestia como Obito o Pain… cuando Kurama es más considerado y mejor que ellos dos.

Cuando ve ese espacio –no es su mente, no es su sello, se rehúsa a considerarlo como tal–, Naruto desea tener a su padre frente a él y golpearlo… verlo encerrado tal como encierra a alguien sólo porque cree que es lo mejor.

No hay respuesta.

-“Kurama… sólo quiero… verte”- siente las lágrimas inundar sus ojos –“¿Estás bien? ¿Estás aquí?”- se lleva las manos a los ojos y se cubre –“Por favor, puedo sentirte”- niega con la cabeza.

Puede sentirlo, sabe que está ahí… pero no sabe cómo se encuentra, si está débil, si necesita algo… si hay algo que Naruto pueda hacer por él…

Pasa un mes desde que aparece en ese lugar y Kurama simplemente… simplemente no responde a nada de lo que intenta.

Eventualmente, cuando Naruto está seguro que no va a recibir respuesta, se concentra en su presente, y la situación en la que está su cuerpo –con Sasuke usándolo como almohada– y regresa derrotado a su primera intención: meditar.

Tranquilizar su corazón conectando con su alrededor es mucho mejor que intentar cualquiera de las estúpidas técnicas que escucha de Kakashi-sensei para no tener ningún ataque de pánico. Nada es mejor que saber exactamente la naturaleza de lo que lo rodea.

Y no es tan complicado respirar ahí –se da cuenta–, con ese Sasuke. Con el niño que es un Sasuke, pero que tiene tantas diferencias del Sasuke que conoce, que Naruto simplemente puede pensar en él como una persona diferente –“Quizá como si se tratara de otro Uchiha”-.

Lo cierto es que… entiende por qué ese Sasuke no actúa como recuerda al suyo.

Naruto simplemente no es la misma persona tampoco, ¿verdad?

Tiene al menos cinco años de ventaja sobre todos ellos y está en medio de una crisis que va más allá de los problemas que cualquier ahí puede tener. No tiene tiempo para dedicarle a insignificantes rivalidades que realmente no trascienden hasta que Naruto se obliga a hacer que trasciendan. El Sasuke de ahí no ve a Naruto como el mismo niño que conoce desde la Academia, porque Naruto no es el mismo niño que conoce.

Y no lo culpa.

Ese Sasuke es un imbécil, tanto como el suyo; es irresponsable, grosero, ensimismado, orgulloso… Sólo que, porque Naruto no reacciona a sus comentarios o a todo él en general, Sasuke no tiene forma de reaccionar en respuesta.

Es un dolor de cabeza y quiere deshacerse del dolor cuanto antes, pero…

Pero no puede, porque tiene a un Sasuke en las piernas, durmiendo, y él… él es débil cuando se trata de un niño vulnerable, de alguien que necesita un poco de paz por unas horas, como él.

¿Cómo puede pensar en su Sasuke, ese que lo abandona, cuando ve al niño que le regala una caja llena con material sólo porque cree que es lo correcto?

-“Sasuke… me la debes, idiota”- a pesar de sus pensamientos, Naruto coloca una mano en la cabeza del niño.

Permanece ahí, inmóvil, por tres horas, doce minutos y algunos segundos. Medita cuanto puede y reúne el chakra fácilmente varias veces, para después dejarlo ir; no sabe exactamente por qué lo hace, sólo que es natural.

Pasan tres horas, doce minutos y algunos segundos cuando Sasuke despierta lentamente.

Despierta lentamente del mejor sueño que tiene un mucho tiempo y, de inmediato, sabe que algo extraño sucede con él.

Porque él no duerme bien, apenas puede descansar unas horas sin tener que lidiar con recuerdos incómodos o pesadillas innecesarias.

Por supuesto, despierta con dolor en el cuello, el suelo es incómodo bajo él porque la calefacción no está encendida y no cree recordar el momento exacto en el que pierde la consciencia… ese tipo de desorientación no es agradable, pero… pero Sasuke siente que puede dormir toda la noche en esa misma posición sin siquiera moverse.

No es la primera vez que Sasuke se queda dormido en el suelo de su departamento –no cree que sea la última–, sin embargo, es la primera vez que Sasuke recuerda ser tan descuidado como para olvidar el momento en que se duerme en medio de su comedor. Tiene puesta la misma ropa que usa todo el día, su cabello no está húmedo y siente la punzada familiar del hambre en la boca del estómago.

Recuerda invitar a Naruto a su departamento, para deshacerse de cosas que no usa y que probablemente el rubio puede usar –no le interesa realmente, pero es un desperdicio de material shinobi como para tirarlo a la basura–. Recuerda haber pasado algo más de dos horas en compañía del menor que, sorpresivamente, puede llegar a ser una no tan mala compañía.

Durante un minuto, Sasuke considera seriamente volver a dormir, considera simplemente cerrar los ojos y preocuparse de todo en la mañana.

Sólo recuerda que no está completamente solo cuando la suavidad de una pierna bastante delgada bajo su cabeza no se asemeja a una almohada y una mano pequeña sobre su cabeza comienza a moverse en su cabello.

-“Sé que estás despierto, -ttebayo”- susurra la voz aguda de Naruto sobre él.

El problema es… es que Naruto ni siquiera está haciendo un drama de la situación, como acostumbra… como acostumbraba.

Sasuke conoce a Naruto.

En otra vida, es sólo una presencia pasajera que no asimila como algo relevante o digno de ser mencionado… parte de una gran pintura que sólo adorna el fondo de su vida, supone.

Sin embargo, se trata de una presencia que es imposible ignorar –sin importar qué tanto lo intenta–.

Suspira –“Puedes golpearme”- se lo merece, sustituye en su cabeza.

No es lo suficientemente idiota como para no saber que, aunque puede culpar al rubio, Naruto realmente no hace nada malo ahí… excepto permanecer inmóvil, sirviéndole de almohada.

De hecho, Naruto casi nunca hace algo malo.

En algunas ocasiones, el idiota busca llamar la atención de todo el mundo a costa de todo y tiene un especial talento para lograr su cometido. Otras veces, Naruto es simplemente raro, muy raro. Pero la mayoría del tiempo, la existencia de Uzumaki Naruto obliga a cualquier persona a girar la cabeza en automático y prestarle la atención que demanda simplemente con pasar.

No lo entiende.

Las personas –los civiles– hacen un esfuerzo deliberado por ignorarlo –un gran esfuerzo–, pero no logran gran cosa cuando deben enfrentarse a las consecuencias de sus bromas. No lo entiende, pero la vida es así.

No es difícil pretender ignorar la presencia del niño cuando estás ocupado en cuestiones de mayor importancia, después de todo.

Sasuke tiene seis años cuando lo conoce oficialmente.

Lo recuerda.

Llega muy temprano para la Ceremonia de Inauguración, al Auditorio de la Academia, y ve a unos cuantos niños ahí. La mayoría están acompañados de sus padres –civiles–, pero hay uno que resalta por encima del resto.

Está sentado hasta el frente, completamente solo.

Sabe que es él porque reconoce su descripción gracias a un problema que le provoca a la Policía Militar –algo sobre pintura, pegamento, una tienda de té y un niño rubio con marcas en las mejillas siendo el sospechoso–.

Desde ese momento, Sasuke y el niño comparten grupo en la Academia… pero sólo eso.

Se trata de un niño más en la Academia que no puede lograr el mínimo requerido para seguir el ritmo de clases básicas que él puede tomar a solas en su habitación o con la ayuda de su madre –cuando todo está bien, cuando el mundo gira como debe hacerlo–.

-“¿Por qué te golpearía?”- la genuina confusión no hacen más sencillo explicarle que Sasuke es quien hace algo inapropiado y Naruto tiene derecho a reclamar su espacio personal.

A pesar de la situación, una parte de su mente le pregunta por qué no se mueve del sitio.

Naruto no es especial. Es un huérfano del ataque del Kyūbi, aprende, sin amigos o familia. Es torpe, idiota, no sabe leer o escribir, no piensa lo que dice y, francamente, su elección de carrera –piensa– lo va a llevar a una tumba prematura por jugar con algo que es real. Sasuke, por supuesto, ignora el hecho de saber que antes, él tampoco toma muy en serio la Academia y lo que significa ser un shinobi, jugando a esconderse, riendo mientras sueña con ser un héroe.

Uzumaki Naruto sonríe… siempre.

Sonríe cuando hace una broma y termina mal, sonríe de lado cuando no hay nada divertido en la clase, sonríe incluso cuando frunce el ceño por un segundo o cuando pretende tratar con situaciones importantes… incluso cuando el mundo le grita o habla a sus espaldas sobre lo mucho que lo odian.

Se mete en problemas innecesarios con los profesores, los civiles, la aldea entera, con el Hokage, la Policía, el resto de los estudiantes… es ignorado, se ríen de él –Sasuke se ríe de él–, algunos niños se atreven a golpearlo porque no hay consecuencias… y él… él sonríe.

Sasuke cree firmemente que Naruto no entiende las convenciones sociales por las que se rige el mundo y, eso, es una desventaja –es triste, piensa vagamente–.

Es ruidoso –parece que no lo sabe, no lo nota o se fuerza por serlo–, estúpido, no sabe lo que significa la prudencia –el tampoco, pero eso es antes, mucho antes y nadie tiene por qué saberlo o recordárselo tanto como lo recuerda él mismo–. Vive en una burbuja de optimismo fabricado, algo que no puede explicar con palabras porque sabe que no es posible vivir así.

No es posible que exista una persona como él.

Quiere odiarlo.

Naruto es, básicamente, inútil.

Vive sólo porque respirar es instintivo del cuerpo humano, un reflejo, y no porque tenga la capacidad de sobrevivir en el mundo…

Su mera presencia significa una extraña contradicción y un fastidio –una pérdida de un tiempo ya perdido en su día a día durante la Academia–, porque cada que logra un mínimo de paz mental, de alguna manera llega él para sacudirlo y despertarlo, obligándolo a no olvidarse del mundo real.

Un mundo real que es caótico, cruel y… y todo lo que Sasuke no está preparado para enfrentar, pero que de cualquier forma enfrenta.

Lo quiere odiar porque le recuerda a sí mismo, a ese niño que muere con el resto de su clan y que vive una completa mentira porque se obliga a hacerlo, y lo hace sentir como un anciano en el cuerpo equivocado.

El rubio vive gritando a todo pulmón sobre un sueño imposible, no presta atención a las clases, los profesores o a sus compañeros.

-“Naruto”- dice con cuidado, lentamente –“No debí haberme quedado dormido”- no pretende disculparse y se muerde la lengua para no decir algo innecesario a un niño que lo mira desde arriba, fijamente, con los ojos tan abiertos que los hace ver imposiblemente grandes.

-“Ah… bien, pero al menos dormiste un poco, ¿no?”- la pequeña sonrisa en su rostro es casi imperceptible.

¿Por qué no se levanta?

Bien… no, no es… es una mentira, Sasuke no odia a Naruto.

Es decir, al principio –admite sólo para sí mismo–, Naruto le parece interesante.

Tiene una lengua afilada –cuando decide usarla para algo relativamente inteligente–, sus respuestas son rápidas, lógicas y generalmente graciosas; el niño tiene una capacidad para convencer a otros o simplemente dejar en ridículo a las personas con un comentario porque sabe observar.

Es pequeño, ingenuo y gracioso, llama su atención porque nadie en la aldea es exactamente como él.

Piensa que Naruto no pertenece… no hay una sola persona en la aldea que luzca, actúe o piense como el menor, tiene algo que le llama, algo que no puede explicar.

A pesar de todo, Uzumaki Naruto es… predecible –hasta cierto punto–.

Es una de las pocas personas que pueden brindarle un poco de color a un sitio aburrido y lleno de civiles, que sonríe aun cuando no entiende, finge prestar atención a un cuaderno en blanco, que apenas sabe sostener el bolígrafo y que aprende todo en menos de dos meses.

Sasuke no se molesta en dirigirle la palabra porque… porque en aquellos momentos de inocencia e ignorancia, todo lo que le importa está en casa, con su madre, su padre y… y él. Nada más le interesa, porque su vida es perfecta; así que no le interesa saber por qué Naruto, que responde correctamente la mayoría de las preguntas que le hacen, que parece practicar el doble que él, que es pequeño y débil y nada preparado para hacer un daño real, es castigado en el pasillo o enviado con el Hokage –qué tan grave puede ser lo que hace, se pregunta, pero no hace nada por responderse–.

No, no le interesa Uzumaki Naruto porque no hay nada interesante más allá de las particularidades que lo hacen ser una pequeña luz que todos dan por sentado y que nadie quiere admitir.

No le interesa –se siente avergonzado por sentirlo, por admitirlo–, porque Uzumaki Naruto y él –el segundo hijo de Uchiha Fugaku y Uchiha Mikoto, heredero del clan Uchiha, shinobi en entrenamiento– no tienen nada en común.

Excepto que lo tienen.

Después de esa noche, Sasuke y Naruto tienen más en común de lo que jamás querría tener con alguien.

Ambos son huérfanos… no los únicos en la aldea, cierto, pero… pero sí los únicos que viven por su cuenta, recibiendo la atención que no desean de civiles y shinobi –Naruto el odio y desdén de Konoha, Sasuke la lástima y el terror convertido en algún tipo de admiración que no entiende, no quiere–.

Sasuke, que no sabe vivir por su cuenta, ve en Naruto un alma… Naruto puede entenderlo.

Ve a Naruto luchar contra la timidez que oculta tan bien en su día a día, lo ve intentar hablar con él, acercársele –recuerda una de esas ocasiones en las que el niño lo consigue y le sonríe, pero las emociones están mal, la sonrisa está quebrada, Naruto lo entiende, pero Sasuke no quiere ser comprendido en ese momento–, pero también se ve a sí mismo alejarse cuanto puede.

Tiene una misión que no requiere de otros, así que no le provoca ningún problema seguir ignorando la existencia de Naruto… pero es justo por esas similitudes –y porque Naruto es insistente– que Sasuke comienza a notarlo realmente.

Lo odia.

No… no lo odia.

Odia la facilidad con que consigue acercársele, con la que toca su orgullo, incluso si no puede ganar ninguna de sus falsas peleas, odia que pueda fastidiarlo sólo con su presencia y su eterna sonrisa, su ingenuidad en un mundo que está lleno de sangre. No importa lo que hace o lo mucho que se esfuerza por ignorarlo como antes, cuando pelean, discuten, cuando Naruto exige su atención, cuando lo llama rival…

No importa nada de eso, porque cuando Naruto consigue su atención, Sasuke puede respirar profundamente y, por un momento, olvidarse de metas lejanas, mientras se concentra en un presenta banal que puede disfrutar.

La furia de sus ojos azules lo entretiene, la incapacidad que parece tener al insultarlo realmente lo hace reír –lo puede ver, Naruto no quiere lastimarlo, porque podría hacerlo, si es lo que quiere, pero no lo hace… y se lo agradece–, su frustración le hace sentir mejor porque, si el eterno optimista puede sentirse mal, entonces él no puede estar mucho peor… ¿verdad?

¿Verdad?

Quiere golpearlo por perder de vista el punto de toda esa conversación, pero Sasuke decide que no puede demostrar un argumento si sigue acostado en las piernas de Naruto, así que se levanta sin mucho ánimo y se sienta frente a él.

-“¿No te molesta?”- decide preguntar.

Naruto, para su eterna sorpresa, se toma un momento para responder –“Me duelen un poco las piernas y tengo un poco de frío”- admite –“Pero no…”- se encoge de hombros –“Estabas cansado, ¿o no?”- y, de nuevo, Sasuke puede ver la pequeña sonrisa tímida que no ve muy seguido en el rubio.

No sabe cómo lidiar con esa nueva actitud que el menor tiene.

No es lo que conoce.

No desde su graduación.

Antes, se siente relativamente cómodo con su antigua rutina y, aunque está feliz por haber dejado la Academia atrás –junto con el resto de compañeros que sólo estorban y roban aire–, le parece extraño pensar en no volver a verlo.

Porque Naruto, por tercera vez, no es capaz de pasar el examen.

Está bien, se dice.

Es suficiente con lo que vive en la Academia, acepta el tiempo ahí como una etapa que termina.

Naruto vive en su mundo y él tiene otro completamente diferente, algo que Naruto no es capaz de comprender porque… porque él es un huérfano, pero jamás conoce a su familia, no sabe lo que significa perderlos, Naruto no puede entender la necesidad que lo embarga cuando piensa en la venganza.

Es mejor para él.

Necesita más entrenamiento, necesita aprender más y… y tiene tiempo, él tiene tiempo para hacerlo. Tal vez después, cuando sea capaz de terminar con su venganza, Sasuke puede hablar con Naruto y realmente conocerlo, hacerle las preguntas que ignora… algo.

Pero cuando lo ve ahí –ese día– cuando no debería estar, sabe que algo está mal.

Sasuke mira al aula y encuentra el lugar prácticamente vacío; un segundo después, su mirada viaja automáticamente su asiento –es normal, se repite, porque así es como distingue si debe evitarlo o si puede sentarse sin repercusiones–. Naruto, como espera, no está ahí…

Excepto que, cuando su mirada sigue la luz que refleja desde las ventanas, Sasuke centra toda su atención en la única persona que puede encontrar en medio de una multitud sin esfuerzo alguno.

No debería estar ahí.

Es justo por eso que se sorprende cuando está.

Naruto está sentado lejos de su asiento usual al centro del aula –ese asiento que comparte con Sasuke por cuestiones que sólo el rubio conoce y que Sasuke aprovecha porque necesita algún tipo de beneficio por ese arreglo–. Está sentado tan lejos como le es posible de la entrada y esconde el rostro entre sus brazos.

Observa algo raro en el menor, pero al principio no puede identificar qué es.

La respiración del niño es regular, lenta… duerme sin preocupaciones, así que Sasuke se esfuerza por no prestarle atención, tanto como el idiota hace con él.

Se detiene por un segundo para evaluar la situación: por un lado, puede tomar su asiento normal, ignorar al rubio y fingir que no existe –no sabe qué demonios hace ahí, excepto por la evidente explicación–; por el otro lado, Sasuke tiene años usando a Naruto como escudo humano para evitar todo el contacto con las niñas de su clase y con otros imbéciles que insisten en acercársele.

Sasuke realmente no lo piensa e ignora la mirada que lo sigue –Nara es especialmente fastidioso cuando cree que es sutil– y se sienta a la derecha de Naruto.

Naruto ni siquiera alza la mirada cuando Sasuke decide sentarse a su lado, no hay reacción, no hay gritos –el descaro– y Sasuke se pregunta vagamente si acaso Naruto está enfermo, si olvida que no puede estar ahí…

Sólo alza el rostro ligeramente cuando Haruno y Yamanaka entran gritando y comienzan a discutir sobre un asiento y varias niñas les siguen el juego.

El rubio lleva un protector gastado en la frente, con la banda deslavada…

Y el fastidio en su mirada es tan evidente, que Sasuke no puede evitar alejarse un poco.

De alguna manera –no tiene curiosidad, ni siquiera le importa–, Naruto consigue pasar el examen que no pasa antes y obtener un lugar entre los veintinueve… no, entre los treinta graduados de esa generación.

Pero Naruto no sonríe.

Todo está mal, mal.

Porque Uzumaki Naruto sonríe, es algo a lo que está acostumbrado, sonríe… siempre, pero ahí…

No se ve feliz.

Luce cansado.

Es en ese momento que Sasuke recuerda la curiosidad que no puede ignorar por completo a pesar de sus esfuerzos.

No está acostumbrado a la apatía del rubio, ni a su cansancio y… y el fin de su optimismo.

Sabe que es mejor así, pero…

Cuando Umino llega para anunciar que los genin deben ser puestos en equipos de acuerdo a sus habilidades, Sasuke cree que no puede tener peor suerte; incluso si quiere saber qué pasa para que Naruto pueda pasar un examen, Sasuke no cree poder soportar estar en un equipo con él y con Haruno.

Naruto es débil, es pequeño, no sabe escuchar instrucciones, necio… y no sabe hacer mucho más, pero Haruno es mucho peor que él… y no tiene tiempo de cuidar de ninguno mientras entrena.

Está preparado para escuchar las protestas del rubio, que va a gritar a todo pulmón lo mucho que detesta la simple idea de tener a Sasuke en su equipo –lo conoce; Sasuke a veces presiona un poco, demasiado, la poca paciencia del menor, sólo para conseguir una reacción y, como resultado, Naruto realmente no quiere tener mucho que ver con él–.

Nada pasa.

Naruto permanece en su sitio, mirando sin mirar al frente, escuchando sin prestar atención al resto de los equipos… ignorando a todo el mundo cuando todos salen para almorzar, ignorando las estúpidas y molestas miradas de Nara… y Sasuke no se permite investigar, así que sale y se aleja porque todo es demasiado extraño.

Y espera…

Y espera, pero no importa el tiempo, la expresión de Naruto y la aparente apatía no desaparecen.

Es como ver a un completo extraño habitar el cuerpo de una persona con la que se ve forzado a convivir diariamente. Pero a la vez no es así, porque son los mismos manierismos, la forma de moverse, de alejarse, cómo inclina la cabeza o cómo desvía la mirada.

En aquel momento, nota a Naruto salir de la Academia y, aunque no tiene intención de seguirlo, se sorprende por la facilidad con la que logra perderlo de vista. Sin embargo, cuando regresa, Naruto está sentado en el mismo lugar que ocupa desde la mañana.

Mentón apoyado en la palma de su mano derecha, mirando al frente y ligeramente hacia la izquierda.

No mucho después comienzan a llegar los jōnin que se vuelven los responsables de todos los equipos, de todos excepto el equipo 7 –porque Sasuke tiene excelente suerte, por supuesto–. Se presentan y muchos de ellos lanzan miradas hacia el rubio, pero Naruto simplemente permanece en su sitio, suspirando de vez en cuando, distraído por algo que Sasuke no quiere saber.

Pero miente, porque quiere saber.

No reconoce esa pequeña obsesión como algo extraño y, aunque pretende no darle más importancia y dejar de prestar atención, lo cierto es que Sasuke simplemente no se da cuenta de cuán interesante se vuelve Naruto.

Pasa una hora y… y luego una más, cree que es posible no distraerse con Naruto si el menor no hace nada excepto existir a su lado, pero entonces ve a Naruto sentado encima del pupitre, cierra los ojos y medita.

O cree que medita…

No lo sabe.

Naruto actúa extraño y evidentemente todo el mundo lo nota –por muy estúpidos que puedan ser, por mucho que quieran ignorar al rubio, no es posible no notar el cambio–. Es decir, viste de negro, por el amor a todo lo sagrado.

Negro.

Sin embargo, a pesar de sus deseos por saciar la curiosidad que no debería tener, Sasuke no tiene oportunidad de responder ninguna pregunta.

Hatake Kakashi se presenta ante ellos y Naruto no reacciona; no grita que quiere ser Hokage, no habla sobre su obsesión con el ramen… más bien… más bien susurra una presentación vaga, menciona ciertas cosas sobre sí mismo y regresa a una posición donde pretende no ocupar mucho espacio.

El primer momento en que se sorprende realmente –positivamente– es cuando usa un jutsu de tipo tierra sin esfuerzo alguno, sólo para sacarlo de un estúpido agujero en el que cae por un error de novato –sí, de acuerdo, él es técnicamente un novato, pero eso no es relevante–, cuando Naruto explica el verdadero examen que Kakashi les hace usando sólo el sentido común… algo que él pierde de vista.

Naruto parece ansioso al explicárselo, pero lo hace… y pasan el examen.

Gracias a Naruto…

A un Naruto que parece más capaz de lo que él piensa originalmente.

Después del examen, las cosas no mejoran.

Kakashi llega tarde a los entrenamientos –no hay entrenamiento, Sasuke pierde todo su tiempo–, así que Haruno, Naruto y él deben esperar por horas para ver a su jōnin aparecer. Mientras él y Haruno pierden su tiempo –la niña quiere hablar con él, Sasuke intenta evitarla, pero es difícil–, Naruto se sienta lejos de ellos y medita.

A veces hace algún estiramiento, otras veces practica alguna kata y, si Haruno se burla abiertamente del rubio, Naruto los ignora tanto como… tanto como él es ignorado por años.

Claro que se hace evidente cada que el rubio escapa de ellos en cuanto terminan todas las misiones que hacen, primero solo y después con la excusa de esperar a su antiguo sensei de la Academia –y, vamos, Iruka no es desagradable, sólo está demasiado involucrado en el bienestar de sus estudiantes para su gusto–.

No es sino hasta que Kakashi detiene a Naruto y básicamente lo obliga a convivir –aunque al mismo tiempo obliga a todos a convivir entre ellos–, que Sasuke tiene una oportunidad para responder algunas preguntas.

Y las respuestas no le agradan.

Que una parte de la aldea lo ignore es reprobable, que esa misma parte de Konoha decida que es buena idea abusar del menor es sólo el siguiente paso, que Naruto no tenga amigos es raro, pero que la aldea entera decida sabotear y negarle la satisfacción de necesidades básicas es… inaceptable. Sasuke está seguro que no es lo único que sucede con su vida –las únicas personas amables son un antiguo maestro y dos personas que venden ramen–.

Naruto ni siquiera parece preocupado.

Es normal, piensa Sasuke con horror.

El idiota de Naruto piensa que es normal recibir ese trato… ¿y por qué sólo él es capaz de verlo?

Haruno lo ignora, pero cuando no lo ignora, la niña desdeña su existencia; no hay ninguna razón, porque Naruto no hace nada para merecerlo.

Y Sasuke sabe que no debe entrometerse en asuntos ajenos, no cuando tiene cosas más importantes con las cuales lidiar. Sabe que es irrelevante, porque Naruto sobrevive perfectamente bien sin su presencia… pero vamos, ¿cómo es que Kakashi, el jōnin que debe responder por su bienestar, simplemente no lo ve?

-“Eh…”- ni siquiera cree que ser capaz de responder coherentemente –“Sí, supongo que sí”- admite y desvía la mirada cuando siente que el calor en la habitación es demasiado –“Igual… no es apropiado”- tiene que decirlo, tiene que hacerlo porque Naruto realmente no entiende muchas cosas.

Pero el rubio simplemente inclina la cabeza de nuevo y sonríe suavemente, diferente a las sonrisas que regala antes a todo el mundo que intenta arrastrarlo hacia su crueldad –“No te preocupes por esas cosas, -ttebayo”- y la forma en la que habla es diferente, Sasuke no puede evitar pensarlo, habla con una persona completamente distinta –“Pero ya es tarde, creo que debería irme”-.

El hecho de saber que Naruto propicia en gran medida la misión de rango C que planean llevar al día siguiente es suficiente prueba que… que Sasuke… que quizá lo subestima, como todo el mundo alrededor.

Naruto los manipula –todavía está sorprendido por ese hecho– para completar una cantidad excesiva de estúpidas misiones de rango D y sólo cuando uno de ellos exige una mayor responsabilidad es cuando Sasuke comprende las acciones del menor.

Porque Naruto, aparentemente, conoce más sobre las regulaciones que él.

Invitarlo a su departamento es más bien un impulso, pero puede convencer al niño que su intención es simplemente regalarle algunas cosas inservibles –planea hacerlo, pero no justo en ese momento–, cuando en realidad busca la manera de responder a más preguntas.

Hablar sobre su repentino interés en la meditación no es lo que busca hacer, pero funciona… hasta cierto punto.

Quedarse dormido encima del rubio… no, no es algo que planea.

Sasuke observa al menor tomar la caja que organiza, con todo lo que entrega y siente cierta satisfacción que no puede identificar con nada en particular.

-“Quédate”-.

Notes:

De acuerdo, creo que he marcado con este capítulo una desviación del canon. Quiero hacerlo poco a poco, así que tengan un poco de paciencia, por favor XD.
Al final, también decidí la pareja principal (advertencia: slow burn): ItaNaru.

Comentarios y críticas son bienvenidos!

Hasta el siguiente capítulo!

Chapter 9: El eco de una motivación

Notes:

Este capítulo contiene vagas menciones de violencia, depresión, PTSD, negligencia, alcoholismo, entre otras.

Naruto y Sasuke hablan (de nuevo).

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Naruto y Sasuke son los primeros en llegar a las puertas.

Llegan incluso antes del cambio de guardia –puede sentir el chakra de Izumo y Kotetsu no muy lejos de ahí, probablemente acercándose para comenzar con su trabajo–.

No es ninguna sorpresa.

Todavía está oscuro, hace frío y no hay un solo negocio abierto en todo el trayecto. Los civiles no despiertan tan temprano, no importa su oficio, y los shinobi de la aldea que están despiertos a esas horas son cuidadosos para no dejarse ver. Konoha nunca duerme –no realmente–, pero, por algunas horas, Naruto siente que la aldea puede estar en relativa calma.

Le gusta salir a recorrer las calles durante esas horas, así que sabe mejor que muchos lo que significa el aparente silencio rodeándolos.

Salir tan temprano le garantiza no tener que cruzarse con civiles o algún shinobi que pretenda acercársele con intenciones no buenas. Puede entrenar sin ser interrumpido o ser percibido por las obvias miradas de niños o algún otro equipo genin –Gai-sensei pasea con su equipo desde el amanecer porque sólo Lee y Tenten despiertan lo suficientemente temprano para seguir con su tortura… entrenamiento, entrenamiento, Neji era… él es inteligente, por supuesto–.

Pero, aunque Sasuke tiene cierta aversión con las mañanas –lo entiende, supone–, ellos dos siempre llegan temprano.

Incluso durante los entrenamientos, antes, ellos son los primeros en aparecer –sí, Sakura-chan lo intenta, pero al tener una familia, tiene ciertas obligaciones que no puede simplemente ignorar para aparecer un poco más temprano a un entrenamiento que no empieza sino dos o tres horas después–.

La diferencia es la sensación que se crea a su alrededor.

Antes, Naruto y su Sasuke se sientan en silencio, alejados con un espacio considerable entre ellos, o se mantienen de pie, incómodos el uno con el otro. Naruto, normalmente, termina alejándose aún más, para no tener que estar cerca de alguien que evidentemente no disfruta de su presencia.

Ahora, sin embargo, no hay ningún silencio incómodo o una distancia dolorosa entre ellos.

Hay cierta incomodidad, obviamente, después de la noche anterior –Sasuke, decide, es un niño adorable con una extraña idea de lo que es o no inapropiado–, pero Naruto… se siente mucho más tranquilo con esa misión que cuando es confrontado por Kakashi-sensei.

Todavía está preocupado por lo que sabe que va a suceder, sabe que las habilidades de los otros dos genin no son exactamente las que se necesitan para enfrentar a un jōnin como Zabuza –o Haku–, y que en su mundo tienen suerte. Pero tiene confianza en sus propias habilidades, sabe qué buscar y qué va a suceder; tiene una ventaja, algo que casi nunca le pasa.

Gracias al pequeño momento de paz que Sasuke lo fuerza a pasar, Naruto se da cuenta de eso.

No importa lo que Kakashi-sensei le dice, porque Naruto tiene una ventaja… y la va a usar.

Y para usarla, no planea poner en riesgo a alguno de los otros equipos que tienen menos posibilidades por sobrevivir a Zabuza. Claro, lógicamente sabe que cualquiera de los otros equipos podría ser capaz de llevar a cabo esa misión sin ningún tipo de baja

Sabe muy bien que Asuma-sensei es increíble y básicamente está al mismo nivel en ninjutsu que Kakashi-sensei –sin tener un sharingan para ser una ventaja y desventaja a partes iguales–, pero el equipo de Asuma-sensei no es un equipo hecho para el combate frontal, al menos no en un principio; Shikamaru no es el estratega que es durante su guerra –es la apatía que tiene, que incluso en la invasión demuestra, que no entiende–, Ino no tiene el control sobre los jutsus de su familia y Chōji todavía no acepta por completo sus habilidades.

Están en mayor desventaja, sorprendentemente, que ellos.

-“Idiota”-.

Por supuesto, Naruto sabe que Asuma-sensei es más sensible que Kakashi-sensei. Sabe que, al enterarse del engaño de Tazuna, es muy probable que Asuma-sensei decida suspender la misión por el bien de su equipo. Pero eso es un problema para Tazuna, su familia y todos, porque dependen del puente que construye el hombre para sobrevivir a Gatō, porque no tienen dinero para pagar una misión de ese grado en ese mismo momento y porque el Sandaime… puede ser un buen Hokage, pero no es exactamente el hombre más comprensivo.

Está también Kurenai-sensei, con su increíble control del genjutsu –una habilidad que está sólo por debajo de aquellos que tienen un dōjutsu–, sin embargo, Kiba está muy por debajo de las habilidades que Naruto tiene en ese mismo instante en su mundo, Hinata tiene problemas para concentrarse en una pelea sin recurrir a un taijutsu de corto alcance –y con Zabuza puede funcionar, pero no con Haku– y Shino depende demasiado en sus insectos; además, agrega una parte de su mente, ese equipo –en casa, en su mundo– se especializa en el rastreo y no la protección de un objetivo.

O la eliminación del objetivo.

Sí, probablemente Kurenai-sensei podría tomar la decisión de suspender la misión, pero… ¿lo haría a tiempo? Zabuza es bastante rápido, sabe esquivar a Kakashi y Haku tiene una habilidad especial que Kurenai-sensei no puede negar con un genjutsu.

No, ellos no pueden… no todavía.

Y no pretende saber cómo el equipo de Gai-sensei se enfrentaría a Zabuza, pero conoce lo suficiente como para saberlo de cualquier forma. Gai-sensei ganaría, enfrentándose a Zabuza y Haku, por supuesto. Su habilidad para el taijutsu y su increíble sentido del trabajo en equipo es más que suficiente como para hacerlos terminar esa misión.

-“Dobe…”-.

Pero admite que ahí hay una problemática personal; el equipo de Gai-sensei tiene una ética profesional excelente, trabajan bien en equipo y sus formaciones derrotan al equipo de Kakashi-sensei en cualquier momento… pero carecen del compás moral para ayudar a otros de la misma forma que los impulsa Naruto… y de la forma que Kakashi-sensei lo acepta como parte de su deber.

Neji, en ese punto, sólo ve el mundo en blanco y negro, con un camino trazado para cada persona; Tenten está obsesionada con incrementar sus habilidades y sobrepasar a otras kunoichis, Lee sólo pretende buscar enemigos lo suficientemente fuertes para derrotar y seguir los pasos de su maestro.

-“¡Dobe!”-.

¿Se imagina una conversación entre Haku y Neji? No, no… para nada.

Pero Naruto sólo piensa en los equipos que conoce de su generación, piensa en aquellos que se convierten en la nueva generación de élite… ¿qué hay de los otros equipos genin? ¿Cuáles son las probabilidades que uno de los equipos en los que puede confiar pueda hacerse cargo de esa misión?

De cada grupo de la Academia, se gradúan diez equipos en promedio, de cada diez equipos sólo un máximo de tres sale a circulación… y, si Naruto hace las cuentas pertinentes e intenta ser positivo, se trata de dieciocho equipos en circulación…

Sabe que no es así, sabe que son muchos menos equipos… pero igual…

Bien para Konoha, mal para las probabilidades de esa misión.

Al final, el único equipo capaz de sobrevivir esa misión en particular, con todo lo que implica, es el de ellos… ¿acaso no es eso presuntuoso de su parte? ¿No es presuntuoso de alguien que pertenece al peor equipo formado de los graduados?

-“¡Naruto!”- dice Sasuke lo suficientemente fuerte como para sacarlo de su cabeza.

Parpadea un par de veces antes de enfocar la mirada en el niño –“Eh… ¿lo siento?”- intenta sonreírle un poco, pero sólo consigue una mueca.

Sasuke suspira y se cruza de brazos –“¿Qué te sucede?”- murmura.

Atina a encogerse de hombros –“No es nada, sólo estaba pensando”-.

-“¿Debería preocuparme?”-.

Pasa un segundo en silencio.

Y luego dos… y Naruto lo nota.

-“¿Hiciste una broma?”- tiene que preguntar porque eso es una novedad, cuando ve el color en el rostro de Sasuke, Naruto deja salir una risa que lo toma por sorpresa –“Hiciste una broma”-.

Cada vez que lo piensa, ese Sasuke le agrada más que el suyo –no quiere, le avergüenza, pero sabe que es así–. Es más… inocente, más abierto… dispuesto a… a tratar con personas, incluso si no quiere hacerlo.

-“No veo el problema”- y se cruza de brazos.

Naruto sonríe de nuevo, esta vez más ligero –“No, no hay problema”- se lleva las manos a la espalda y mira hacia la puerta principal –“Me agradas más cuando puedes ser… más tú”- porque recuerda vagamente a ese niño que conoce en la Academia antes de la masacre de su clan, antes del gran error del idiota de Itachi.

Recuerda las sonrisas, la amabilidad, la falsa confianza y esa extraña seguridad que viene con tener una familia y que Naruto no comprende; recuerda a un Sasuke más abierto a otras personas, dispuesto a convivir, más extrovertido que él… recuerda a una persona genuina y completamente diferente a lo que tiene frente a él y al adolescente con el que se enfrenta.

La verdadera tragedia de la masacre Uchiha no es la masacre en sí, es lo que le hace al único sobreviviente.

Quiere odiar a Itachi, claro que quiere hacerlo –no es justo, porque no es un asunto donde deba involucrarse, porque internamente conoce a Sasuke y sabe que Sasuke no odia a su hermano–.

Naruto está demasiado distraído pensando en un Sasuke de otro mundo y otro tiempo como para darse cuenta de la mirada que el niño le lanza de reojo o cómo el cuello de su remera apenas puede ocultar una sonrisa involuntaria que escapa al escucharlo.

-“¿Q-Qué…?”- Sasuke carraspea –“¿Qué se supone que estabas pensando, de todos modos?”-.

Inclina la cabeza hacia él –“Ah… sobre… sobre los otros equipos”- admite –“¿Crees que tengan buenos senseis, -ttebayo?”- y se muerde la lengua al escuchar decir tal estupidez –“Ya sabes… el equipo de Shikamaru tiene a… ¡Tiene a Sarutobi Asuma!”- dice alzando los brazos.

Sasuke lo mira –“¿Lo conoces?”-.

-“Mierda”- Naruto ríe –“No, -ttebayo… pero lo reconozco… eh… Hokage-jiji lo ha mencionado algunas veces”- eso es cierto, sólo que Naruto no presta atención a eso cuando lo dice la primera vez, porque se distrae viendo el libro que el hombre le muestra sobre los Senju.

El niño arquea una ceja –“Sí, supongo que sí”- dice lentamente –“Me imagino que los otros equipos tuvieron más suerte que… que nosotros”-.

Sí, entiende lo que dice –“Bien, Kakashi-sensei es…”- se detiene –“De acuerdo, tal vez podría ser un poco más…”- se muerde el labio, porque no es fácil defender al hombre cuando, a la fecha, no hace nada para poder ser respetado –“Kakashi-sensei es un jōnin de élite, ¿o no?”- y eso suena patético, incluso a sus oídos.

Sasuke sonríe de lado –“¿Pero acaso es un buen sensei?”-.

Y eso hace que Naruto se quede callado y que Sasuke sonría con suficiencia.

No, no lo es.

Kakashi-sensei es el peor sensei que Naruto tiene el gusto de conocer –bien, no cuenta a Mizuki, por obvias razones–, sus pobres excusas y el desinterés que tiene en niños que esperan un poco de apoyo es… doloroso. El hombre no es bueno enseñando, no tiene paciencia, no tiene vocación, está más enfocado en su pequeño mundo que no se da cuenta de todo lo que sucede a su alrededor hasta que es demasiado tarde.

Y sí, Naruto todavía siente cierta amargura al pensar en que su Kakashi-sensei puede haber sido quien evitara que Sasuke los abandonara, y sí… siente que el hombre lo ignora más que a los otros, que ignora a Sakura-chan… que desdeña a Sasuke…

Pero no quiere pensar en eso –“Tal vez no es el mejor”- dice con cuidado –“Pero podría ser peor”-.

-“Oh, ¿sí?”- Sasuke parece divertido con verlo tan incómodo, imbécil –“¿Cómo podría?”-.

-“Bien… al menos no me odia”- no odia a Naruto, simplemente no lo puede ver a los ojos sin siquiera pensar en muertos que arruinan su vida desde el día en que nace, pero no lo odia –“Y podría ser peor”- insiste y frunce el ceño –“Hay jōnin que son raros, mucho más que Kakashi-sensei”- asiente con la cabeza y baja la voz sólo para ser un poco más dramático, sabe que lo consigue cuando Sasuke se obliga a acercarse –“¿Conoces a Mitarashi Anko?”- suprime un temblor genuino.

-“¿No?”-.

-“Bien, pues ella es una tokubetsu jōnin y tiene… tiene un problema con la sangre”- Sasuke se encoge de hombros –“Le gusta demasiado”- frunce el ceño y dice con cuidado –“Anko-san es… he escuchado que fue estudiante de un shinobi que la torturó y la hizo creer que se volvería fuerte”-.

-“¿Qué sucedió?”-.

Naruto niega con la cabeza –“No lo sé, pero ella lo abandonó, su sensei sólo la engañaba y ella fue más inteligente”- eso es completamente cierto, él no sabe la historia completa de la mujer, pero Kakashi-sensei puede ser bastante informativo si se lo propone –“También hay un tokubetsu jōnin que lee el mismo libro que Kakashi-sensei, se hace cargo del nieto del Hokage y siempre dice algo sobre élite”- ríe un poco –“¡Oh, oh! Espera… hay un jōnin que tiene esta manía de gritar sobre la juventud y usa un traje verde demasiado ajustado…”-.

-“Bien…”- Sasuke no parece muy impresionado, pero Naruto realmente no se explica muy bien –“Al menos Kakashi es más fuerte que ellos, ¿o no?”-.

Naruto asiente –“Debe serlo, Kakashi-sensei fue un ANBU”- y, casi de inmediato, se lleva una mano a la boca.

No se supone que diga eso.

No se supone que lo sepa.

Kakashi-sensei va a matarlo si se entera –“¡Mierda, mierda!”- gime por lo bajo y reza porque Sasuke simplemente lo deje pasar.

-“¿ANBU?”- y eso no es posible, evidentemente –“¿Nuestro sensei es parte de ANBU?”- de pronto, la voz de Sasuke es demasiado fuerte en medio de la calle.

Naruto no siente a nadie lo suficientemente cerca como para escucharlos, pero de cualquier modo lleva una mano a la boca de Sasuke y la cubre –“¡Cállate!”- aunque Sasuke frunce el ceño, Naruto no lo suelta –“No debería saberlo, ¿de acuerdo?”- admite –“Ni tú…”- es, de hecho, uno de los secretos a voces de la aldea, pero ni siquiera su Kakashi sabe que Naruto sabe sobre su antiguo trabajo –“Así que debes guardar el secreto, -ttebayo”-.

Prefiere mantenerlo así.

La mayoría de las personas que lo conocen no saben exactamente qué tanto conoce Naruto sobre Konoha, ni siquiera Shikamaru. Es mejor, se dice, porque no tiene las responsabilidades que adquieren otros de sus amigos y puede concentrarse en entrenar.

Naruto espera una respuesta y Sasuke no dice nada, hasta que arquea y toma la mano de Naruto con fuerza para quitarlo de encima –“¿Puedo hablar ahora, dobe?”-.

Decide ignorar su pregunta, porque no, no puede hablar hasta que intente explicarle lo que sucede y que él no entiende –“Kakashi-sensei fue un ANBU, pero ahora no lo es, ¿sí? No puedes decirle, -ttebayo, porque se supone que sea un secreto”-.

-“Oh, ¿y cómo es que tú lo sabes?”-.

Se muerde el interior de la mejilla y lo considera por un momento, ¿vale la pena confiar en ese Sasuke? Es decir, ese Sasuke todavía no es ningún criminal internacional, es un niño… y un compañero de equipo para Naruto. Sabe que la información sobre Kakashi-sensei no es estrictamente un secreto, su fama lo precede y es realmente una sorpresa que nadie en su equipo 7 hubiese conectado al shinobi más famoso de la aldea con su sensei –en su defensa, Kakashi-sensei no es como los rumores lo describen, el hombre es su propio tipo de desastre andante–.

Saber sobre el pasado de su sensei no es tan grave, pero saber sobre la razón por la que Naruto lo sabe es… es legalmente un secreto.

Sasuke no es ningún idiota –a pesar de comportarse como uno–, el niño va a averiguar por su cuenta y su imprudencia realmente no es necesaria.

Naruto suspira y se sienta –“Hubo un tiempo… un tiempo en el que tuve una guardia ANBU… por razones clasificadas”- se encoge de hombros –“Nunca hablé con ninguno de ellos, pero puedo reconocer a Kakashi-sensei por su chakra”- y su cabello, por supuesto.

Sasuke no espera esa respuesta mientras se sienta a su lado y deja la mochila en el suelo –“¿Y Kakashi no ha mencionado nada?”-.

-“No”- niega con la cabeza –“Las misiones de los ANBU son clasificadas, todas, no pueden hablar sobre el tema con nadie, excepto el Hokage”- suspira –“No es que sea un secreto, ¿de acuerdo? Kakashi-sensei es conocido por su trabajo, pero…”-.

-“Pero un niño como tú no debería haberlo averiguado”- adivina –“¿Cómo es que lo mantuviste en secreto, dobe? No creí que fueras bueno mintiendo”-.

-“Oh, Sasuke… no tienes idea, ¿verdad?”- siente cierta pena por el niño, ingenuo hasta las últimas consecuencias y entiende cómo es que Itachi logra engañarlo por años –“Es mejor así”- reconoce mirando hacia Konoha, esperando que llegue el resto del equipo para salvarlo del interrogatorio de un niño de doce años –“A las personas no les gusta mucho si sé cosas”-.

Recuerda las pocas veces en que se esfuerza en la Academia, recuerda el miedo de los adultos al escucharlo hablar sobre cosas importantes… reconoce a la perfección la mirada desconfiada de Hokage-jiji cuando menciona su interés por el ninjutsu o las lecciones sobre fūinjutsu que no reciben en la Academia.

No recuerda un solo momento en que alguien parezca feliz al verlo interesado en algo o respondiendo una pregunta correctamente… pero por mucho tiempo carga la marca emocional de los susurros de civiles y shinobi que no entienden que Naruto tiene un excelente oído y puede escuchar fácilmente cuando lo llaman demonio y otras palabras por aprender algo nuevo.

Cuando mira a Sasuke, cree poder ver una pregunta en los labios del menor, pero en vez de preguntar y saciar su curiosidad, Sasuke asiente –“De acuerdo”- dice.

Naruto abre los ojos y parpadea un par de veces antes de dejarse llevar y sonreírle ampliamente, porque Sasuke… Sasuke entiende –“¡Oh!”- suelta suavemente –“¡Gracias, -ttebayo!”-.

El niño alza una mano –“No tan rápido, dobe”- y la sonrisa que tiene puede reconocerla, es la misma que usa cuando está a punto de vencerlo en las lecciones de taijutsu –“¿Qué me darás a cambio de mantener tu pequeño secreto?”-.

-“Lo dicho, es un imbécil”- suspira, eso es lo mejor que va a obtener de él, lo sabe –“Eh… ¿qué quieres?”-.

-“¿Qué puedes ofrecerme?”-.

No puede responder porque, casi de inmediato, puede escuchar los pasos dolorosamente pesados de Tazuna-san acercándose. El hombre, al menos, no parece estar tomando, pero el olor a alcohol permanece en él a pesar de ello.

No va a admitirlo, pero ahora que sabe lo que el hombre planea, Naruto no puede evitar sentir cierto fastidio al verlo dispuesto a arriesgar la vida de tres niños –él no es un niño, pero nadie ahí lo sabe, y no va a decirlo– sin siquiera pestañear.

No se siente culpable, eso lo sabe perfectamente.

El hombre se acerca a ellos, pero no lo suficiente como para hacerlo incómodo –“¿Se supone que deba creer que tú vas a protegerme?”-.

Vaya…

Qué amable…

Naruto frunce el ceño, pero no responde –“Somos shinobi de Konoha”- interrumpe Sasuke detrás de él con los brazos cruzados –“Si no desea nuestro servicio, puede solicitar una misión con alguna otra aldea”-.

Eso no es lo que espera –“Tazuna-san, le aseguro que nuestro equipo puede hacerse cargo de esta misión”- y luego, porque quiere hacerlo sentir mal, agrega –“Después de todo, es sólo una misión C, no debería haber ningún peligro para recién graduados de la Academia”- sonríe un poco hacia Sasuke cuando ve al mayor tensarse en su sitio –“¿Verdad? Es decir, debería ser una misión bastante tranquila y aburrida”-.

Cuando el hombre no responde de inmediato, Sasuke mira a Naruto y asiente –“Sí… debería ser seguro para tres genin”-.

-“P-Por supuesto, claro que es así”- ríe incómodo y se aleja cuanto puede de ambos.

Cómo desea decirle a Sasuke lo que el hombre sabe, quiere explicarle que es una misión peligrosa, que deben tener cuidado, pero… no puede. Ver la sospecha en el niño, sin embargo, es la siguiente mejor opción.

-“¿Y bien, dobe?”-.

Ninguno de los dos dice gran cosa, hasta que Naruto ve no muy lejos la imagen inconfundible de Sakura-chan corriendo hacia la entrada –hacia Sasuke, obviamente–. Cuando la ve corriendo hacia ellos, tiene una idea.

Sakura-chan tiene una forma peculiar de motivarse… siempre esforzándose con la esperanza de impresionar a Sasuke –por supuesto, Naruto no tiene mucho que decir sobre eso, no cuando él no es mucho mejor–. Eso es lo que la mueve, ser fuerte, entrenar para, algún día, obtener la aprobación de Uchiha Sasuke.

Naruto no es muy diferente, lo sabe. Al principio, su deseo por el reconocimiento de la aldea es tal, que no le importa el método, sólo el resultado; si acaso el mundo lo odia, él al menos quiere saber el motivo… que sus bromas lo causan, que hay una razón. Cuando Sasuke deserta, Naruto… quiere ser Hokage, por supuesto que quiere, pero… pero la ansiedad de ver a su amigo irse con un hombre que quiere –literalmente– experimentar en él es… necesita traer a Sasuke de vuelta y, para hacerlo, Naruto entrena, busca volverse fuerte, lo suficiente para hacerlo entrar en razón.

Y, cuando todo el desastre sucede, cuando el mundo deja de tener sentido porque pierde a su maestro, cuando se enfrenta a Pain… Naruto entiende que entrenar y obtener la fuerza para traer a Sasuke, aunque es importante, no es lo primordial, entiende que hay cosas que requieren su atención. Salvar a Konoha… evitar una guerra… nada sale como espera. Y hay una guerra, los muertos regresan a la vida y… y Naruto es sólo un adolescente en medio del campo de batalla, con sueños…

La fuerza que obtiene es gracias a sus amigos, es por ellos que Naruto puede entrenar hasta desmayarse y despertar para seguir entrenando. Es por ellos que quiere hacer del mundo un lugar un poco mejor… porque quiere ver lo que puede llegar a ser.

Quiere un mundo en paz, quiere terminar con el ciclo de odio…

Eso es lo que lo motiva.

¿Qué motiva a su Sasuke?

El dolor, el odio… la venganza y, más tarde, el arrepentimiento, el resentimiento por Konoha… es sólo cuando se encuentran en la guerra que Sasuke menciona algo digno de la persona que reconoce como el chico que se va de Konoha… Sasuke quiere evitar que otras personas sufran lo que él, quiere crear algo bueno –incluso si sus métodos no son buenos, ni correctos–, quiere una revolución y Naruto puede respetar eso.

¿Ahora mismo?

El Sasuke con el que habla, con ese niño que es tan similar y tan diferente del Sasuke que conoce, en ese momento de su vida…

No sirve de mucho todo lo que conoce, porque Sasuke no está interesado en su alrededor… lo único que le interesa es…

El poder.

Eso es lo que mueve a Sasuke, ¿o no?

Ofrecerle al niño una verdadera oportunidad para obtener poder y ampliar su arsenal con algo que Itachi no pueda predecir, que definitivamente lo pueda tomar por sorpresa; eso no es algo que el niño vaya desperdiciar, ¿verdad?

-“Bien…”- Naruto decide ignorar al hombre por un segundo y girarse hacia Sasuke –“Quieres matar a alguien, ¿o no?”- ni siquiera necesita ver a Sasuke para saber que se tensa a su lado y que, de pronto, no hay mucho humor en su actitud –“¿Qué tal si te enseño un jutsu?”- incluso si no quiere involucrarse más de la cuenta en ese mundo, con esas personas, Naruto no puede evitar querer hacer que Sasuke tome un camino diferente, mejor.

Es su único remordimiento, supone.

Ve casi en cámara lenta cómo Sasuke parece bufar ante su sugerencia, para quedarse inmóvil por un segundo. Abre los ojos cómicamente y luego la boca, su mano derecha tiembla y tarda demasiado para moverla hacia Naruto.

-“Fascinante”- ver a Sasuke tan sorprendido, tan distinto le hace querer burlarse del niño, pero verlo genuinamente emocionado por algo es…

No tiene el corazón para borrarle esa expresión que le dedica.

No sabe por qué, pero no pretende quejarse.

-“¿Rango?”- quiere sonar desinteresado, pero Naruto lo conoce.

Su voz apenas es un suspiro, apenas puede contenerse.

Naruto puede enseñarle dos jutsus que pueden ayudarle a tomar la ventaja en una pelea contra Itachi, dos jutsus que son complicados y que son básicamente técnicas restringidas. Sin embargo, tiene que tener cuidado. Por un lado, el Rasengan es una técnica que, en teoría, Naruto no conoce sino hasta que Jiraiya aparece y lo obliga a enseñarle; por otro lado, el Kage Bunshin es una técnica no permitida que aprende por accidente… y es peligrosa.

No tiene ninguna duda sobre la habilidad de Sasuke para dominar ambos jutsus, pero… pero miente si acaso dice que no quiere cuidar su Rasengan de otros –incluido Sasuke–.

Suspira y decide ignorar la culpa –“Puedo enseñarte un jutsu de rango B…”- arquea una ceja cuando ve que Sasuke no le cree –“La usé contra Kakashi-sensei, ¿recuerdas?”- Sasuke asiente lentamente y después da un paso hacia él –“Son clones… clones sólidos y tiene muchos beneficios”-.

-“Oh”- sonríe un poco cuando lo escucha –“Sí, Sasuke no es… no es exactamente bueno con las palabras”-.

Su buen humor no desaparece al ver la expresión de fastidio mal disimulado de Sakura-chan, tampoco le da mucha importancia a la conversación que Sasuke mantiene con él obligándolo a ignorar a la niña por diez o quince minutos, hasta que llega Kakashi-sensei. Está de tan buen humor por sus logros, que Naruto olvida por un momento que no está en casa, siente que logra algo que no comprende muy bien.

Notes:

Comentarios y críticas son bienvenidos!

Hasta el siguiente capítulo!

Notes:

Comentarios y críticas son bienvenidos!

Hasta el siguiente capítulo!