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¿Alguna vez han sentido que todo el universo quiere hacerte pasar por un mal rato ante la posibilidad de algo muy bueno?
Bueno, así me siento yo el día de hoy.
Se preguntarán quien soy, bueno, si les soy sincera, no sé cómo describirme, creo yo que no tengo nada de especial fuera de otras chicas de mi edad. Antes diría que tengo cabello pelirrojo, pero tengo dos amigas rubias y una de cabello morado, hasta diría que entre Hayate-chan y yo pasamos bastante desapercibidas. A todo esto, me llamo Nanoha, perdón, yo iba a presentarme y me puse a divagar, eso es muy típico de mí.
¿A qué iba? ¡Ah sí!
Mi nombre completo es Takamachi Nanoha, voy en segundo año de bachillerato, tengo diecisiete años y soy la menor de tres hermanos en una familia bastante conservadora, cosa que está del asco si eres una chica como yo, con un nulo interés en los hombres… si, lo sé. Puede ser peor, bueno, en realidad lo es. Llevo casi tres años enamorada de mi mejor amiga.
Fate-chan es realmente una persona maravillosa, y aunque sea bastante reservada la mayoría de las veces, es muy difícil no sentirte atraído o atraída hacia ella. Bastantes de nuestras kohai sé que matarían por ser más cercanas a Fate-chan.
Antes de que siquiera lo piensen, no, no es una moda gustar de ella y no me gusta por eso. Estoy más que cansada de escuchar frases similares a esa, para mi desgracia las escucho todo el tiempo, ya sea de mi madre, mi padre o mi hermano cada que el tema de la homosexualidad se cuela en alguna plática. No pienso sonar mejor a nadie, pero yo ya quería a Fate antes de que su popularidad se disparara por el bachillerato, no fui “siguiendo al rebaño”, fue ver ese lado amable, protector y servicial que no siempre está a la vista.
Seguro, esas tres cualidades son sus cualidades más destacables y en alguna situación se habrá dejado ver, pero nunca nadie la ha visto de la misma manera en la que la he visto yo. Contrario a, por ejemplo, Hayate-chan, que la conozco de toda la vida, a Fate la conozco desde que cumplí catorce. Justo para cuando comenzaba el último curso la transfirieron a nuestra escuela, estaba en el grupo de Arisa-chan, siempre que la íbamos a buscar la podíamos ver sentada en su banco garabateando en su libreta ignorando a todos a su alrededor. Las cosas cambiaron drásticamente cuando en una clase conjunta de deportes terminé recibiendo un pelotazo bastante fuerte de su parte con un balón de voleibol, rápidamente Fate-chan se ofreció a acompañarme a la enfermería y al hacerle plática sobre una exposición de arte que estaba cercana a realizarse en Uminari, fue que todo comenzó a fluir.
Al principio fue difícil incluirla al grupo, pero actualmente todas se llevan súper bien.
Las cosas comenzaron a cambiar un año después, en nuestro primer año de bachillerato en el que un par de profesores la obligaron a salir de su zona de confort llamada invisibilidad. Fate-chan siempre fue buena para los números, pero de verdad, MUY buena; así que la enviaron a uno de esos “torneos de conocimiento” donde quedó en tercer nivel de nivel estatal, por lo que le dieron su debido reconocimiento. Poco después, nuestro asesor de curso quedó maravillado por una pintura suya (no, ninguna de nosotras nos habíamos dado cuenta de este particular hobbie), pidiéndole compartirlo durante el curso de inducción, con todo esto, fue inevitable que comenzara a llamar la atención de algunos superiores, y al cambiar de curso, también de sus kouhai.
Si no estoy mal, fue la primera vez en mi vida que sentí celos, celos mismos que me llevaron a sentir miedo. “¿Por qué me sentía así con Fate-chan?” En mi afán de encontrar que era diferente de Fate-chan vi aquellas señales que siempre me advirtieron que seguía un camino peligroso. Las creencias de mi familia se antepusieron diciéndome que eso estaba mal y que realmente “no había probado” con chicos como para estar segura.
Lo intenté gente lectora, de verdad lo intenté, pero no podía. Acepté salir con un par de chicos bastante amables que comprendieron que realmente no les correspondía, pero quisieron intentar de todas maneras, y aun así, muy apenas soporté tomarles la mano, quizá si alguno intentaba besarme me desmayaba en ese instante.
No, no odio a los hombres. Todavía soy amiga de esos chicos, pero para una relación sentimental o sexual, no podía soportar siquiera la idea. Más temprano que temprano que tarde comprendí que los chicos no eran para mí.
Negar que sentía cosas por Fate-chan era inútil, y hoy en día parecía ser de conocimiento público, sin embargo, Fate-chan no era del todo clara conmigo, a veces parecía sentir lo mismo que yo y a veces parecía simplemente pasar de lo que sentía. Tampoco me sentía con la valentía de preguntarle, me aterra hacerlo, no porque tema por una mala reacción, quiero decir, pareciera que nadie en nuestro grupo fuese hetero, pero sabía que Fate-chan tendría preguntas, y responderlas es lo que hacía que me temblaran las rodillas. Afortunadamente cuento siempre con Hayate-chan, quien me ha rescatado más veces de las que puedo recordar de verme descubierta, pero… puede que hoy todo cambie.
Maldito reloj que no avanza… ¿Por qué no avanza?
“Nanoha, ¿puedes verme terminando clases, en el camino de sakuras?”
Estoy tratando lo mejor posible que las palabras de Hayate-chan no me afecten, no quiero ilusionarme, pero podría ser que en unos minutos más Fate-chan me confiese que está interesada en alguien, y según Hayate-chan, es muy probable que se trate de mí. ¡¿Cómo diablos está tan segura?! Ni siquiera YO sé que piensa Fate-chan la mayoría de las veces.
—Muy bien chicos, esto es todo por hoy. Debo atender un asunto personal por lo que saldrán veinte minutos antes.
Lo sé, lo sé. Es muy de manga, tipo, declararse en el camino repleto de cerezos a un amigo cercano.
Fate-chan también me ha estado evitando en este último tiempo y rara vez me mira a los ojos.
Se siente tan raro.
Admitámoslo, puede ser posible que Fate-chan quiera… quiera…
—Psst. Nanoha-chan—Salto de mi lugar, viendo a Hayate-chan frente a mi asiento—Ya terminó la clase, ve por ella tigre.
Hayate-chan me guiñó el ojo con ese toque juguetón que solo ella sabe hacer.
—Nos vemos mañana.
—Quiero que me lo cuentes todo con lujo de detalles.
Rodé los ojos y comencé a recoger mis cosas.
—Serás la primera a la que se lo diga.
Hayate-chan se vio complacida y se despidió, dejándome sola.
¡Vamos Nanoha! ¡Tú puedes con esto!
Me levanté de mi lugar decidida y caminé hacia donde Fate-chan me había citado, no tardé mucho en llegar.
Mi corazón comenzó a latir a prisa, como si no pudiera esperar más a que Fate-chan dijera las palabras mágicas.
Momento, ¿Qué no se suponía que no dejaría que las ilusiones de Hayate-chan me afectaran? No tengo remedio al parecer.
—Nanoha, viniste—Siempre me ha gustado la manera en que Fate pronuncia mi nombre, a lo mejor se deba a su acento extranjero notablemente marcado o a la forma en que su voz ronca lo hace sonar tan hipnótico, no lo sé, solo sé que me encanta.
Me lancé rápido a abrazarla, era una costumbre que tenía, sus abrazos eran mágicos para ser una persona reacia al contacto físico. De hecho, solo a mí me permitía abrazarla, y rara vez me correspondía; esta vez lo hizo, se aferró a mí un poco más antes de dejarme ir.
— ¿Por qué no vendría? —Sonreí por inercia, mi corazón late cada vez más rápido— Dijiste que querías decirme algo importante, y sabes que para mí eres una persona valiosa.
La vi mascullar algo por lo bajo, viéndome con sus ojos rubíes llenos de miedo.
Fate-chan tontita, conmigo no debes temer nada.
—Esto es muy difícil para mí, solo… por favor no me interrumpas, ¿de acuerdo?
—Claro, como digas, Fate-chan. —Ella asintió.
—Verás... Esto es algo complicado de expresar, pero después de tantos años no podía seguir mintiéndome, ni a mí ni a ti. Siento que me asfixia y ya no soy capaz de mirarte a los ojos.
¡No puede ser! ¡¿En verdad Fate-chan va a...?!
—Quería decírtelo a solas por miedo a la reacción que vayas a tener, sé que aunque vienes de una familia muy conservadora eres muy abierta de mente, pero igual, nunca se sabe. Solo espero que no me odies después de esto.
Oh si, el que Hayate-chan, la bollera por excelencia del país le tenga miedo a mi madre y se contenga bastante dice mucho.
—Verás, siempre te he tenido en mi máxima consideración desde que te conocí, pues has sido, junto con Hayate, la primera amistad verdadera que tuve. Has visto como siempre me catalogan como una chica muy desinteresada por la vida, pero la verdad es que mis preocupaciones son muy diferentes.
Muy bien, ya no entiendo cuál es el punto.
—Quiero que sepas desde el fondo de mi corazón que te quiero como a nadie, por eso quería hablar de esto contigo primero.
Tomó mis manos entre las suyas y sus ojos estaban cristalinos.
— ¿Fate-chan?
—Nanoha, soy transexual. Soy un chico encerrado en el cuerpo de una mujer.
Notes:
Buenas~ ¿hay alguien vivo por aquí?
Historia corta. Estoy comenzando el proceso de irme mudando para acá y decidí que esta fuera la primera historia en mudar. La iré subiendo pero con unas cuantas correcciones, y nada, gracias por leer nwn
Chapter 2: Capítulo 1
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EL SILENCIO, con cada segundo que pasaba, se volvía más sofocante.
Fate estaba consciente de que estaba a nada de llorar, sentía ese ardor en sus ojos tan característico, pero no lloraría, no aún.
Desde el fondo de su corazón, ya sabía que sería lo que Nanoha le diría, sabía lo que estaba a punto de suceder con su amistad. Lo supo desde el momento en que su sonrisa se congeló y desapareció en apenas un nano segundo, parpadeando incontrolablemente mientras la miraba como si fuera la primera vez, como se mira a un desconocido.
Lo supo cuando sus manos se alejaron de ella como si le quemaran.
—Lo siento, creo que escuché mal, ¿me lo podrías repetir?
Fate respiró profundo, no queriendo que su voz saliera quebrada.
Falló.
—Soy un chico transexual, Nanoha, y eso no es algo que vaya a cambiar—Dijo—Y aunque no tenga el apoyo de nadie, iniciaré mi transición para verme como lo que soy. Sería muy importante para mí, si estuvieras allí, apoyándome, pero tampoco te obligaré.
Nanoha dio un par de pasos hacia atrás, negando con la cabeza.
—Lo siento, no puedo.
Lo sabía.
—Para mí Fate-chan es una mujer y siempre lo va a ser.
—Entiendo.
Pero eso no hacía que doliera menos.
SIGO SIENDO LA MISMA PERSONA
CAPÍTULO 1
— ¿Estás segura de esto? —Preguntó Fate mirando a su amiga empujándole por la espalda a aquel salón.
—Sabes, debería ser al revés esto, yo jalándote fuera antes de hacer semejante garrafada—Dijo Hayate terminando de hacerlo pasar por la entrada, like a boss.
Fate rio, dándole la razón.
A decir verdad, le había ido mejor de lo esperado.
Después de aquella fatídica tarde bajo los cerezos, las cosas cambiaron para el siempre unido grupo. Fate, no queriendo incordiar, se alejó de ellas casi sin dar explicaciones. Fate y Suzuka eran los únicos que iban en un grupo aparte de Arisa, Hayate y Nanoha, por lo que no pudo escapar del cuestionamiento de la chica de cabellos púrpura, sin embargo, tampoco había entrado en detalles; no era fácil estando en un salón de clases, y ya que el comportamiento de Nanoha le pareció razonable, no quiso decir algo que la hiciera quedar como la mala de la historia, razón por la que se limitó a decir que habían tenido una diferencia de opiniones solamente.
Y según lo dicho por Hayate, con la Takamachi no había muy sido diferente.
Acorde a la versión de Nanoha: “Fate-chan pronto se dará cuenta de que está equivocada”, sobre qué, es lo que no había querido revelar y dado que a Hayate no es de las que le gusta tener la información a medias, un sábado por la mañana se apareció en la puerta de su casa, pidiendo hablar con su persona, prácticamente exigiendo que se sincerara con ella.
Fate dudó un poco. No quería que lo sucedido con Nanoha se repitiera con su mapachesca amiga, hasta que llegó a la conclusión de que, si realmente existiera una persona libre de prejuicios, esa sin duda sería Hayate. Pidió permiso para salir y fueron a una cafetería cercana, era un tema delicado y que ni de broma podía arriesgarse a que su madre escuchara sobre él… aún.
Imaginen a la madre más estricta del mundo, ahora a la persona más homofóbica, transfóbica, y todo lo que termine en fóbica; súmenlas y listo, ya conocieron a Precia Testarossa. Fate intentaba ser comprensivo, apelando al gap generacional que había entre ambos, pero llegó un punto en el que ya no pudo simplemente quedarse callado, no cuando de manera indirecta trató de menospreciar a Arisa y a Suzuka tras enterarse (por culpa de Hayate) que eran pareja.
Su relación nunca había sido la mejor, casi siempre iba de Precia queriendo alcanzar la perfección y obligando a Fate a seguir su camino, calificaciones altas, reputación intachable, valores regios, modales impecables, feminidad elevada, imagen social perfecta… tarde o temprano Fate se cansaría, y el deterioro de su relación fue inevitable una vez llegaron a Uminari.
No malentiendan, Fate comprendía que las intenciones de Precia pudieran ser buenas, que quisiera que su hija fuera una persona de bien y que pudiera valerse después por su cuenta. Pero era inevitable que eventualmente Fate desarrollara su propio criterio y, literalmente, decidiera mandarlo todo por la borda.
Pasó por una depresión bastante fuerte durante los inicios de bachillerato de la que pudo reponerse con la ayuda de un psicólogo y el apoyo de sus amistades, especialmente de Nanoha, quien siempre demostraba ser la mejor amiga del mundo, y le estaría siempre agradecida por su ayuda. Desde entonces Precia trataba (y allí se quedaba) de ser menos exigente con Fate, pero Fate comenzó a ver más del mundo, y lo que tanto encerró en una botella dentro de sí, comenzó a filtrarse, transformándose ambos en polos opuestos.
Y fue este descubrimiento de las cosas que estuvo reprimiendo por años lo que le llevó asimilar ciertas cosas que antes pasó por alto, clasificándole como peculiaridades suyas, que, tras mucha, pero de verdad, MUCHA, investigación llegó a la conclusión de que era una persona transexual.
Lo que Hayate escuchó mientras tomaban unas malteadas fue el tren de pensamientos de Fate que le llevaron a definirse y, posteriormente, salir del armario frente a Nanoha, y ahora con ella también.
—Mi madre me va a matar cuando llegue a casa—Dijo Fate mientras esperaban ser atendidos por alguna de las señoritas, pues llegaron sin cita, por lo que debían esperar un rato.
—Sabes bien que deseas esto—Rebatió Hayate con una sonrisa que se contagió en Fate—No seas tímido, Fate-chan.
—Kun.
—Perdón, todavía no me acostumbro.
—Está bien, no te preocupes, sé que es difícil ¡Hasta para mí lo es! —Bromeó.
—Hey, ¿y ya decidiste que nombre vas a usar? —Preguntó Hayate con verdadera curiosidad.
Él asintió.
—Seguiré usando Fate.
— ¿Qué? ¿Por qué?
—Es un nombre, ¿Cómo dirían? Unisex, y me ahorra bastante trabajo a la hora de las presentaciones, o en tu caso, que quienes ya me conocen, no se confundan.
—Y a la vez pasar por debajo del radar de Precia-san.
—Exacto—Le dio la razón.
—Es una lástima, ya había pensado en hacer una lista de nombres italianos geniales.
— ¿Cómo cuáles?
—No sé, ¿Leonardo?
Fate rio de buena gana.
—No gracias, así estoy bien.
— ¿Y con los documentos que vas a hacer?
Fate gruñó.
—Bueno, en Japón no puedo hacerlo ya que no tengo la nacionalidad, tendría en todo caso que ir primero a Italia hacer el trámite de cambio de sexo y homologar mis documentos básicos como el DNI, pasaporte etc, y luego venir acá, volver a sacar la residencia, abrir un juicio y mucha burocracia para que por lo menos el certificado de bachillerato pueda corregirse.
— ¿Y con la universidad?
Fate suspiró.
—Tendría que hacer este trámite antes de sacar la carrera, tengo cinco años todavía, adivina que es lo que no tengo.
—Plata.
—Justamente.
Hayate le abrazó.
—Sé que lo vas a lograr. Cuentas conmigo para lo que necesites.
Fate correspondió el abrazo, a medias.
—Gracias. Significa mucho para mí todo lo que estás haciendo.
Pero siendo sincero, le sabía un poco mal haber fragmentado una amistad tan longeva como la que tenían Nanoha y Hayate, quienes se conocían desde los nueve años. Hayate le había dicho ya varias veces que no era culpa suya, que fue su decisión, pero si su argumento para dejar a Nanoha de lado si le tocaba escoger entre él y ella era: “Fate no tiene que retractarse de nada, más bien Nanoha-chan debería al menos pedir una disculpa”, no le hacía sentir mejor.
Y ya habían pasado dos semanas desde eso.
—Hayate, ¿crees que pueda algún día recuperar mi amistad con Nanoha?
—Nanoha solo está siendo una cabeza dura, pronto se dará cuenta de su estupidez—Dijo Hayate con notable molestia, contrario al rubio, sabía con exactitud qué es lo que le molestaba a la cobriza, algo que le parecía absurdo viniendo de alguien que defendía junto a Arisa que “el amor es amor”. ¡Fate seguía siendo Fate! Tarde o temprano Nanoha tendría ver eso, y siendo justos, ella, bueno, él, ya había dado algunas señales bastante fuertes.
Antes de que Hayate dijera otra cosa más, una de las señoritas les hizo una seña de que se acercaran.
El momento había llegado.
— ¿Qué vamos a hacer con todo este cabello? —Preguntó la estilista.
—Lo vamos a cortar lo más posible—Dijo Hayate con una mano en el hombro del rubio, quien ya estaba sentado en la silla—Vamos a hacer de mi amigo todo un príncipe despierta pasiones que deje a todas las chicas del instituto babeando.
La estilista se rio por las ocurrencias de Hayate mientras se sonrojaba.
Oh.
Ahora entendía por qué debía ser aquel lugar en específico.
— ¿Está bien que hagamos eso?
—Si—Dijo de lo más seguro que había estado nunca.
—Hagámoslo entonces—Le sonrió la dependienta.
Ahora solo quedaba una duda, ¿sería una de las quedantes o de las exnovias de Hayate?
Chapter 3: Capítulo 2
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DESCRIBIR A FATE TESTAROSSA siempre había sido una tarea complicada, ni siquiera las personas más cercanas a él podían hacerlo sin errar en una o dos cosas. Inclusive, si se juntaban las precepciones de varias personas, comenzaban a contradecirse entre sí, principalmente, porque casi no le gustaba hablar de su persona y entonces la gente a su alrededor tenía que hacer suposiciones en base a lo que observaba.
La música es algo que siempre le acompañaba, era su pasión más destacable, había algunos cuantos que se preguntaban cómo es que no tenía todavía algún problema visual si se la pasaba horas delante de su computadora produciendo. Solamente sus padres y su hermano mayor sabían que en realidad sí tenía un ligero problema de visión, pero que usaba lentes de contacto la mayoría del tiempo.
Muy pocas personas sabían que pintaba en sus tiempos libres. Es verdad que se la pasaba garabateando en las clases cuando se sentía particularmente aburrido, pero nunca fue fan de mostrar sus obras a otra gente.
Le gustaban las matemáticas y por lo general era muy racional, le gustaba analizar las cosas desde un punto de vista lógico. Debido a esto, sus compañeros de clases solían creer que era muy serio, organizado y raras veces se reía. Sin embargo, quienes le conocían más a profundidad afirmaban que solo dividía el plano profesional del personal, que se reía de cualquier cosa y era un desorganizado con mucho orden.
Hayate siempre había sido muy buena leyendo a las personas y, aun así, le costaba mucho llegar a Fate, por lo menos hasta que le reveló ser un chico transexual. Hayate juraría que en el preciso momento en que las palabras se resbalaron de sus labios, todas las piezas sueltas del rompecabezas comenzaron a llenar los huecos que había querido llenar desde hacía tres años, y una que otra cosa comenzó a encajar.
Sus bromas fue lo primero.
Hayate recordaba que Suzuka dudaba en si “salir del closet” con el Testarossa era una buena idea, ya que Fate siempre hacía uno que otro chiste que no era necesariamente ofensivo, pero si algo duros sobre la comunidad, principalmente sobre el mundo T. Era un humor bastante pesado, si Hayate tenía que ser sincera, pero nunca dirigía las bromas hacia otra gente, solo hacia sí mismo, inconscientemente reprochándose sobre su sentir y es que si había algo que tanto Hayate como Suzuka habían concluido es que Fate Testarossa tenía de femenina lo mismo que Precia tenía de open mind: nada. Su feminidad era de las cosas más forzadas de la vida, y por más que a su amigo prefiriera no meterse en problemas, siempre empujaba los reglamentos a sus límites con tal de no usar la falda obligatoria.
Durante las ceremonias el uniforme era algo que no podía evitarse, de hecho, durante la primera semana, probaba a los prefectos y a los miembros del consejo estudiantil, buscando siempre una excusa perfecta para justificar que usaba el chándal deportivo. En serio, Fate no dominaba el instituto nomás porque no quería, ni siquiera Hayate misma con todo su ingenio podía salirse tanto con la suya como el joven rubio.
Otra cosa que le hizo sentido fue su reticencia al contacto físico, era mucho peor a la del japonés promedio ¡Y era extranjero!
Nanoha era la única persona que Fate dejaba que lo tocara de manera repetida, ni siquiera con sus familiares era tan afectivo. Nunca en los tres años que llevaban siendo amigos lo vio abrazar a su hermano o alguno de sus padres. Hayate tenía varias teorías de porqué Nanoha era la única permitida, la que más validez tenía es que enfrentarse a Nanoha era agotador y Fate se terminó acostumbrado a sus abrazos repentinos; ahora según lo dicho por Fate, no le gustaba sentir por medio de otras personas (ni que estas sintieran) el cuerpo que tanto detestaba, pues esto solo le recordaba que su pubertad se había ido por el otro lado.
Sus modales también comenzó a verlos desde otra perspectiva.
Fate siempre fue muy educado, pero tenía ciertas actitudes que eran un poco contradictorias a ratos. Hayate siempre pensó que era una chica conservadora, reunía muchas características y con la existencia de Precia Testarossa, no se le podía culpar. Si lo comparaba, por ejemplo, con Chrono, el hermano mayor de Fate, o su padrastro, Clyde, era evidente que, fuera de los modales básicos, también seguía el comportamiento socialmente bien visto para los hombres, junto con ese instinto protector que estos por algún motivo siempre tenían.
Todavía recordaba lo molesto que Fate había estado con el representante de su clase por la manera en que trató a una de sus compañeras, abusando de su posición de poder sobre la clase y sobre la sociedad justamente, por ser hombre. Fate le recitó todo un código de honor que dejó a más de uno con la boca abierta. Según Suzuka —ya que Hayate no había estado allí para comprobarlo—, ese fue el momento en que sus compañeras de clase comenzaron a referirse a Fate con el adjetivo de “príncipe”, mismo que ahora comprendía porque lo hacía sonreír cada que lo escuchaba.
Fate se reía de muchas cosas, hacerlo reír no era complicado a menos que lo estuvieses intentando en un ámbito profesional, pero sonreír… Suena raro que una persona pueda reírse con facilidad, pero no sonreír. Las sonrisas de Fate siempre se sentían falsas, casi siempre emitían un simple sentimiento de tristeza por lo que este, conscientemente, elegía no sonreír; pero cada vez que escuchaba que se referían a él como “príncipe”, dejaba salir una sonrisa tímida, pero cálida, misma que Hayate le veía cuando Nanoha tenía un gesto especial con él.
Describir a Fate Testarossa será siempre una tarea complicada, cada día se descubría algo nuevo de su persona, y ahora que decidió dejar de esconderse, Hayate podía asegurar que más cosas saldrían a la luz, cosas que ocultaban al verdadero Fate y Hayate sinceramente se sentía honrada de verlo desde cerca.
SIGO SIENDO LA MISMA PERSONA
CAPÍTULO 2
Decir que Nanoha se encontraba de mal humor era quedarse corto, Arisa se encontraba a nada de gritar alerta roja e irse a esconder con Suzuka, el demonio blanco estaba a nada de despertarse y, como siempre, no sería la persona que lo despertó quien lidiaría con su ira y el mapache que tenía por amiga no le estaba ayudando para nada a apaciguar a la bestia, riéndose descaradamente.
Habían tocado la campana de receso hacía unos minutos y ya que Suzuka no se había aparecido por la puerta. No vieron nada de malo en ir a su salón, estaban a un pasillo de distancia únicamente, y eventualmente tendrían que pasar por allí si realmente tomarían su almuerzo en la azotea. Lo que recibió a Arisa fue la imagen de Fate ayudando a su novia con lo que parecía ser un problema matemático, con notablemente MUCHO menos cabello del que recordaba haberle visto el viernes y… ¿Era idea suya o le habían desaparecido los pechos?
No tuvo tiempo de decir nada, porque Nanoha repentinamente carraspeó para hacer notar su presencia, a lo que tanto como Suzuka como Fate se giraron a verlas. Su novia les hizo un gesto de disculpa antes de girarse con Fate e igualmente disculparse. Fate le restó importancia y dijo que no tenía problema en ayudarla más tarde si todavía necesitaba ayuda. Entonces el demonio comenzó a despertar, pues mientras Suzuka guardaba sus cosas y sacaba su bentō, otra chica se acercó a Fate a devolverle un bolígrafo al mismo tiempo que otra más pedía ayuda también con un ejercicio.
—Fate-san se ve realmente bien con el cabello corto —dijo una de las chicas sentadas en la ventana, cotilleando con una amiga suya.
— ¿Crees que se moleste si le dijera que se ve como todo un príncipe? —respondió con una pregunta la otra chica.
—Nunca la he visto molestarse por el apodo, así que no creo —mencionó—, pero si se lo dices en medio de una confesión será incómodo.
— ¿Por qué Suzuka-chan tarda tanto? —masculló Nanoha molesta.
¿Tardar? Pero si ni siquiera había pasado un minuto y… oh.
Las fans de Fate, otra vez.
Ah~ Pero la nena seguía sin hablarle.
—Me voy adelantando.
Hayate no soportó más y terminó riendo mientras entraba al salón y abrazaba a la Testarossa. Suzuka se vio confundida cuando se acercó a ella.
— ¿Y Nanoha-chan?
—Celosa.
Suzuka rio.
—Te preguntaba dónde estaba.
—Se adelantó a la azotea. —Se giró hacia Hayate quien despeinaba el cabello de Fate—. ¡Mapache, te esperamos arriba!
Recibió un pulgar arriba como señal de que ya podían irse.
Suzuka le tomó de la mano y caminaron tranquilamente a donde Nanoha ya las esperaba, masticando con mucho enojo y maldiciendo por lo bajo. Ya estaban en cierta parte acostumbradas a esas actitudes infantiles causadas por bueno, celos. Nanoha no era precisamente discreta respecto a sus sentimientos por la rubia y el que Fate siguiera inconsciente de estos es lo que sorprendía a Arisa, si hasta ella se había dado cuenta…
Fate era otro nivel de densidad, no cabía duda.
Sin embargo, esto no significada que estuvieran a gusto con ellos, y a Arisa en específico, le exasperaban. Suzuka por otro lado, siempre decidía ser una buena amiga.
—Fate-chan no saldrá con ninguna de ellas, lo sabes ¿verdad?
—No me importa —dijo Nanoha, arisca. Arisa sintió como su paciencia se reducía, en primera, por la forma en que le contestó a su novia, quien hacía lo mejor posible para apaciguar sus demonios, y en segunda, por lo orgullosa que Nanoha se comportaba, ¡y la orgullosa del grupo era ella!
— ¿Sigues molesta con ella? ¿No piensas hacer las paces todavía? —La respuesta era obvia, pero Suzuka necesitaba una reafirmación.
—Fate-chan se comportó y se sigue comportando como una idiota. Si alguien debe disculparse, es ella —respondió.
Dios, dale paciencia.
—Bueno, pero... ¿qué es lo que hizo?
Ese empalagoso par llevaba ya dos semanas sin dirigirse la palabra, todo un récord. Desde que Arisa podía recordar, lo máximo que duraban molestas era… dos horas, o dos minutos si es que Fate hacía uno de sus típicos comentarios fuera de lugar, pero que les arrancaba a todos mínimo, una sonrisa. Por esto comprenderán, que le es difícil, casi imposible, descifrar que causaría una disputa de tal magnitud.
Nanoha se veía bastante ilusionada antes de que procedieran a ignorarse, según lo que les había dicho Suzuka, Fate se veía más nerviosa conforme las horas avanzaban. Según lo que Hayate les comentó en medio del cotilleo que Nanoha, es que Fate le había pedido que hablaran a solas bajo los cerezos, a lo que Hayate apostó que al día siguiente ese par regresaría como una pareja.
Y bam, que les golpeó la realidad.
— ¿Le declaraste tus sentimientos y te rechazó?
Aunque eso no tenía mucho sentido, igual Hayate no les había podido decir nada, alegando que la única persona que podía declarar la razón de esa pelea era Fate, razón por la que tanto Suzuka como Arisa seguían en la oscuridad. De acuerdo con Hayate, la verdadera idiota era Nanoha, y por ende quien debía hacer las paces (además de disculparse profundamente), era Nanoha misma, razón más de que se encontraran tan confundidas.
—No, no me declaré, y nunca estuve más feliz por eso. —Otro bocado más fue masticado con mucha molestia.
Arisa se vio preocupada.
— ¿Fate va a mudarse de nuevo?
No pudo pensar en otra cosa que tuviera sentido, era bien conocido por el fucking maldito todo mundo que Fate había vivido, por lo menos, en 6 países distintos debido al trabajo de sus padres. Entonces era lógico que solo Fate pudiera hablar sobre ello y que Nanoha estuviera tranquila de no haberse declarado.
—Ojalá lo hiciera, así no tendría que verla más.
Bueno, al demonio con la lógica, tal parece que por hoy no existe.
—Sabes perfectamente que no quieres eso, si Fate realmente se fuera, estarías llorando a moco tendido. —Dijo una voz detrás de ellas, era Hayate, que había llegado al fin, la única persona que había sobrevivido al demonio blanco las veces suficientes como para considerarse que era inmune al dolor o simplemente inmortal.
Nanoha no respondió a lo dicho por Hayate, era dolorosamente evidente que no podía rebatir eso, ni siquiera con la cantidad de enojo que llevaba cargando.
— ¿Podemos hablar de otra cosa que no sea Fate?
— ¿Por qué? ¿Te sigue carcomiendo la culpa?
—Hayate-chan, creo que de verdad deberíamos cambiar de tema —dijo Suzuka al ver como la cobriza se iba tensando cada vez más.
La aludida se cruzó de brazos, pareciendo que seriamente estaba debatiendo si hacerle o no caso a Suzuka. Arisa se encontraba en las mismas, no queriendo que entraran en una pelea acalorada, pero a la vez cansada de tratar a Nanoha con pinzas.
—No me importa realmente, solo venía a decirles que no desayunaré con ustedes hoy, y que también dejaré de acompañarlas en las tardes. —Como que Arisa repentinamente prefería que siguieran hablando de Fate, aunque bueno, lo más probable es que se relacionara con su situación.
Su rara y misteriosa situación.
—Creo que escuché mal—Dijo Nanoha con un tono helado. Hayate no se incomodó ni un poco por ello.
—Escuchaste muy bien, Nanoha-chan.
Wow, realmente había roto sus palillos.
—No lo entiendo.
—Ese es, justamente, el problema. No lo entiendes —suspiró—. No vine aquí a pelear, soy persona de paz y lo sabes. Sin embargo, una de mis amistades más cercanas ocupa de mí en estos momentos, ya que como bien sabrás, no cuenta con el apoyo de nadie más. La persona en la que más confiaba recientemente le dio la espalda.
¡¿Y DICE QUE NO QUIERE PELEAR?! ¡¡ESTA MUJER ESTÁ LOCA!!
—Haz lo que quieras—Bufó.
—Cuídense, nos veremos pronto. —Se despidió Hayate con su característica sonrisa de “ignoraré olímpicamente el hecho de que aquí correrá sangre” y se fue tan repentinamente como llegó.
Silencio, solo eso hubo.
—Traigo otro juego de palillos, Nanoha-chan —dijo su novia, ganándose una mirada sorprendida por la aludida—. Arisa-chan a veces se olvida de guardar los suyos.
Nanoha no pudo evitar sonreír por la respuesta de la peli-morado a su muda pregunta.
—Puedo imaginarlo.
—Hay cosas peores.
Y así fue como una hora avergonzando a su persona, comenzó.
La lluvia continuó cayendo con intensidad. Estaban mediados de Junio, por lo que la temporada de lluvias en medio de su apogeo, y como era costumbre, olvidó su paraguas en casa. Por lo regular no era algo por lo que debiera preocuparse, casi siempre Fate compartía el paraguas con ella de camino a la estación y Hayate le ayudaba a llegar a su casa seca, pues eran vecinas; pero desde hace un par de meses, las cosas cambiaron lo suficiente como para que dicha escena se volviera impensable.
Fate no volvió acercarse a ella, ni buscó pedirle disculpas.
Debía admitirlo, en cierta manera le dolía, porque los sentimientos no desaparecen tan pronto, y lo que sentía por Fate era intenso, algo normal si se considera que hablamos de una adolescente; pero tampoco es que pudiera permanecer de la misma manera, se iba apaciguando. Nanoha nunca pensó que su primer amor terminaría de una manera tan deplorable, sin siquiera tener la oportunidad de expresar sus sentimientos, siendo cada día más distantes.
Nanoha no mentiría, la extrañaba, mucho.
Más de una vez se encontró mirándola desde la distancia… se veía bien sin ella. Una parte egoísta quería verla siendo miserable sin su compañía, pero a la vez se alegraba que no volviera a ser ese pozo depresivo que era cuando la conoció, suponía que era por el apoyo de Hayate, cosa que agradecía, pero a la vez le enojaba, Nanoha quería ser igual de cercana a Fate y verla sonreír mientras salía de su caparazón.
Sabes perfectamente que debes hacer, no es tan difícil.
No se iba a disculpar.
Fate solo estaba confundida y el tiempo le daría la razón.
—Si no salgo pronto, llegaré tarde al Midori. —Se lamentó tras ver la hora en su celular. Debía olvidársele el paraguas justo cuando debía cubrir turno, simplemente fantástico. Para hacerla peor, Hayate llevaba enferma tres días, así que se ausentó, como era lógico. Estaba ya considerando seriamente irse corriendo y al demonio con mojarse, pero eso haría que cuando llegara a casa debiera ducharse y cambiarse, lo que le haría llegar todavía más tarde aparte de recibir un sermón por parte de su padre acerca de no cuidarse bien; porque era casi seguro que también se enfermaría, así era ella de todos modos.
¿Qué hacer? No es como que le quedaran muchas opciones.
Ese día tuvieron educación física, y el chándal estaba en su casillero, si lo usaba, escondiendo su cabello y cubriendo su cabeza con su bolso, podría llegar de manera medianamente decente a la cafetería además de poder cambiarse al instante, el regaño le sería dado igual, pero podría cubrir un par de horas hasta la hora de cierre al menos.
Se dirigió a los sanitarios una vez recogió su uniforme deportivo, había un par de chicas conversando mientras retocaban su maquillaje, ocupando toda el área del lavamanos. Nanoha rodó los ojos y se metió a uno de los cubículos. Escuchó a varias personas entrar y otras salir junto unas cuantas risillas antes de salir, preparada para darse la carrera de su vida. Fue al único lavamanos libre, observando un paraguas sospechosamente familiar que no estaba ahí hace un par de minutos. Observó a la chica del centro hacer una seña a las demás a través del espejo antes de que todas hicieran ademán de abandonar el lugar, como un séquito.
—Oye —Llamó, todas se giraron—, se te olvida el…
La que Nanoha suponía que era la líder le sonrió con ese sentimiento que conocía bastante bien: envidia.
—Es tuyo —dijo ella—, te lo vinieron a dejar.
— ¿Quién? —Preguntó, temiendo la respuesta.
La chica reviró los ojos.
—El príncipe, ¿quién más? —Preguntó como si fuera algo obvio antes de abandonar junto con sus amigas el sanitario.
Nanoha nunca odió ese apodo tanto como en ese momento. Siempre le pareció irrespetuoso que se refirieran a su Fate de esa manera, por más que Fate sonriera y le dijera que no le molestaba; pero ahora que sabía de dónde provenía esa aceptación, simplemente le hervía la sangre, porque fomentaba la confusión de Fate.
Tomó el paraguas con la firme intención de encontrar a la Testarossa y decirle que se ocupara de sus propios asuntos y que no necesitaba su ayuda, pero se detuvo en seco al ver una nota debajo de éste.
«Sé que tienes turno en el Midori-ya y lo que pasará si te atrasas más, así que úsalo. Por mí no te preocupes que lo más seguro es que ya esté en la estación, y de aquí a que llegues mi autobús habrá pasado. Puedes devolvérmelo con Hayate si todavía no quieres tener nada que ver conmigo, yo lo entiendo, pero no podía quedarme como si nada pudiendo ayudarte»
Sonrió sin poder evitarlo. Solo había dos maneras en que Fate supiera sobre sus turnos en la cafetería de sus padres, o lo recordaba por una mención que hizo el año pasado, o le había estado preguntando a Hayate sobre su persona. Fuere como fuere, eso calentaba su corazón. Fate todavía pensaba en ella, como Nanoha también lo hacía, pero por lo visto todavía no se disculparía tampoco. Parece que era cuestión de ver quien de las dos era más terca.
Guardó la nota como si fuera una carta del mismísimo papa y salió de la escuela camino a la estación, bajo el mismo paraguas que Fate usó en años anteriores para cubrirles a ambas, solo que esta vez, no la acompañaba.
No tuvo que esperar mucho a que su ruta pasara, un par de minutos nomás. Mientras caminaba por el pasillo con el fin de tomar uno de los asientos traseros vio a Fate caminando tranquilamente bajo la lluvia, cubriendo su cabeza con la capucha del polerón que le regaló la navidad pasada.
Se rio abiertamente, causando que uno que otro pasajero se quedara viéndole.
“¿Sabías que te mojas más corriendo bajo la lluvia que caminando?”
—Tonta.
Chapter Text
ESPERAR POR ALGO no era demasiado complicado para Nanoha. Consideraba que siempre había sido una mujer paciente, sin embargo, tal parecía que siempre que Fate estaba involucrada, afloraban partes de ella que no conocía. Puede que no lo quisiera admitir aún, pero puede que su rechazo a la transexualidad de Fate fuera justamente porque se trataba de Fate.
Por Fate había pasado un proceso complicado. Su falta de atracción por otras personas le llevó a creer que era asexual, y estaba bien con eso, hasta que el tiempo comenzó a pasar y se encontró observando a la Testarossa con más atención de la que se podría considerar normal, fue ahí donde decidió experimentar porque, si le gustaba Fate que es una chica, entonces era lesbiana, ¿no? Pero, ¿cómo saberlo si nunca salía con un chico? Esa fue la línea que le hizo experimentar con los chicos antes de decir un gran “Nope”. Aunque por otro lado… nunca intentó salir con una chica que no era Fate, pero, comparando un poco, la idea de salir con una chica se le hacía más pasable que salir con un chico. El punto es que Nanoha pasó de creer que era hetero (porque arriba la imposición social) a asexual, para finalmente considerarse lesbiana para que de la nada Fate decidiera ser hombre y darle una bofetada en toda la cara con eso.
Suspiró, negando con la cabeza, para alejar ese pensamiento tan irritante. Esa reflexión rondaba su cabeza desde que Fate se sinceró con ella, y solo la ponía de mal humor; y ponerse de mal humor no es algo que pudiera permitirse ahora, mientras se acercaba lento a Hayate.
No es que Hayate haya dejado de ser su amiga realmente, a decir verdad, balanceaba bastante bien su amistad tanto con Nanoha como con Fate –aunque en un par de ocasiones dejó mostrar su preferencia a la rubia–, y desde que ésta faltó a clases, moría de ganas de preguntarle al mapache si tenía idea de la razón tras su ausencia. Fate prefería ir ardiendo en fiebre a tomar clases antes que perderse un día, y la señora Precia alentaba esa actitud, así que esto era, por demás, inusual. Se contuvo durante los primeros días, pero Fate ya iba para la semana ausente y en cierta manera le asustaba que Fate realmente se hubiera mudado sin decirle nada. Se tranquilizaba recordándose que Suzuka mencionó que ella estaba tomando notas para Fate y que Hayate le llevaba las tareas a casa todos los días.
Nanoha esperó a Fate el día siguiente a su buena acción con el paraguas, su intención era darle las gracias personalmente y quizá ver si podían encontrar una manera de volver a ser como antes; pero tocaron la campana y la Testarossa nunca se apareció por la puerta principal. Ese día, Hayate compartió con Nanoha, Arisa y Suzuka la jornada entera, y a la salida se dirigió a casa de Fate con los apuntes que Suzuka le otorgó, aceptando su oferta de acercarla junto a su chofer. El día que vino después, igualmente esperó por Fate, pero nuevamente se ausentó. Con un poco de duda, esperó igualmente durante el tercer día, con el mismo resultado. Ya para el cuarto día, se rindió y lo tomó como una señal del destino, pero hoy se era el quinto día de Fate estando ausente en el instituto y necesitaba una respuesta, pues ya iba una semana sin saber absolutamente nada de su persona; y por la manera en que Suzuka esquivó responderle antes, supo que solo Hayate le diría que pasaba con Fate.
Hayate la estaba probando, y por eso le miraba atentamente sin decir nada ni moverse en lo más mínimo.
—Tú sabes por qué Fate-chan ha estado faltando a clases —dijo una vez se armó de valor. Hayate sonrió de manera socarrona.
Ugh, a veces la odiaba.
—Así es, yo sé porque Fate-kun ha estado faltando a clases.
…
Silencio.
— ¿Y bien?
— ¿Qué?
— ¿Por qué no ha venido a clases?
—Y quieres saber eso por qué…
—Me preocupo por ella.
—Él.
Nanoha rodó los ojos.
—Bien, me preocupo por él, soy su amiga.
—Oh, ¿en serio? —Cuestionó con sarcasmo—. No te has comportado como su amiga durante el último trimestre.
—Fate-chan tampoco ha hecho un intento por arreglar las cosas.
—Eso es porque no lo he dejado. Créeme, Fate-kun se muere de ganar por volver a lo de antes.
Eso le hizo enojar, ¡¿quién se creía?!
Su coraje debió reflejarse en su rostro, porque Hayate alzó la mano, pidiendo la palabra antes de que comenzara a despotricar contra ella.
— ¿Recuerdas cuando te dije que me gustaban las mujeres? —Preguntó Hayate, a lo que Nanoha asintió sin entender a donde quería llegar—. Lloré, y me disculpé por ser gay, ¿recuerdas lo que me dijiste? —No le dejó responder—. Me dijiste que yo no debía disculparme por mis preferencias y que no me tratarías diferente, por lo tanto, Fate-kun no debe disculparse por cómo se identifica y no deberías tratarlo de la manera en que lo haces, como si fuera la peste.
—Yo no… ¡No es igual!
— ¿Por qué no? ¿Por qué a mí no me gusta Fate-kun?
—Imagina que un día conoces a la chica de tus sueños y de un día para otro te dice que quiere ser hombre.
—Me lo imagino perfectamente, sigo sin ver el problema.
— ¿Me vas a decir que cuando su cuerpo empiece a cambiar la vas a seguir queriendo igual? ¿Te va a seguir atrayendo de la misma manera?
—Nanoha, el cuerpo eventualmente pierde su belleza, envejecen o se lastiman; yo no me enamoraré de un cuerpo, me enamoraré de una persona y Fate sigue siendo la misma persona que conocimos, solo que más confidente sobre quién es y lo que quiere para su vida. Madura un poco.
Apretó los dientes y respiró profundo, obligándose a contar del uno al diez para no perder la compostura, no iba a terminar en malos términos con ella tampoco.
—Solo quiero saber si está bien, ¿puedes contestarme eso al menos para que pueda estar tranquila? Podremos tener nuestras diferencias pero Fate... —Tras ver la atenta mirada de Hayate decidió no usar ningún tipo de honorífico— ...sigue siendo importante para mí y al igual que eh… Fate, yo también quiero volver a tener lo que teníamos antes.
Hayate no dijo nada, continuó mirándola. Nanoha se sintió desanimada, creyendo que eso no era suficiente para Hayate, así que sacó el paraguas de su bolso y se lo extendió, Hayate le vio sin mucha sorpresa.
—Fate lo dejó para mí el lunes, quería entregárselo personalmente y hacerle saber que solo ocupo tiempo para asimilar todo esto; pero supongo que al final tendrás que devolvérselo tú.
Ahora fue Hayate quien suspiró.
—Fate-kun estuvo en un accidente de tránsito, lo atropellaron a una cuadra de su casa.
— ¡¿QUÉ?!
SIGO SIENDO LA MISMA PERSONA
CAPÍTULO 3
Estar confinado en casa es de lo más aburrido del mundo, especialmente si no tienes tu autonomía al cien por ciento. Cambió la posición en la que se encontraba en el sofá, arrepintiéndose casi al instante y volviendo a ponerse boca arriba, y continuó viendo el televisor indiferentemente. Fate no era del tipo de personas que veía televisión regularmente (exceptuando quizá cuando había un buen anime en transmisión), pero su madre le regañó ya por estar todo el día leyendo en el celular. No entendía como la televisión era mejor, pero ya qué. Tampoco es que tuviera permitido dormirse porque “los sofás no son para dormir”, estaba seguro de que de no estar herido, Precia lo hubiera pateado por arruinar su hermoso sofá, porque la mujer tiene bastante claras sus prioridades.
Igual no es que faltara mucho para que Hayate viniera con los apuntes del día, afortunadamente, la temporada de exámenes acababa de terminar, así que las clases no eran tan cargadas y por ende, no debía dedicarle mucho de su día; cosa que era tanto buena como mala, porque no tenía nada por hacer. Solo esperaba que no tardara mucho, moría de hambre y su madre, esperaba por su amiga para darles de comer tanto a él como a Chrono... o bueno, a Fate más que nada, Chrono desde que ingresó a la universidad parecía un fantasma y sobrevivía a base de Nissin.
Ah~ No estaría en ese estado si la gente no fuera tan imbécil y Fate no tuviera tanta mala suerte.
Ir por leche nunca fue tan peligroso.
Precia quería cenar uno de sus nutritivos cereales, pero no había leche, y como Chrono estaba muerto en su habitación, Fate fue el escogido para ir por tan preciado artículo. Ni siquiera alcanzó a llegar al convini cuando un conductor imprudente, no solo traía sus luces apagadas, sino que también quiso usar la maldita acera peatonal para retornar, le golpeó, porque vaya que da paja rodear la calle. De pura suerte, lo hizo enfrente de una gasolinera, así que los encargados reaccionaron rápido y llamaron a una ambulancia; o eso le dijeron. Fate no fue muy consciente de lo que pasó, todo fue bastante rápido y perdió la consciencia luego de estamparse con un árbol.
Afortunadamente, porque no todo es malo, no fue tan grave, según el médico que le atendió, dentro de su mala suerte, “estaba de suerte” pues los golpes que se llevó no representaban peligro –pero si demandaban su respectivo tiempo de descanso para sanar– y lo más grave había sido una fractura en el peroné, estuvo de vuelta en su casa casi cuatro horas después de lo sucedido.
Tocaron a la puerta.
¡Aleluya!
— ¡Mamá llegó Hayate…! —Avisó, ya que no tenía permitido levantarse.
— ¡Enseguida bajo! —Respondió desde el segundo piso.
—Ya escuchaste mapache, te toca esperar—Escuchó su risa del otro lado de la puerta seguido de unos pasos. Tan solo un par de segundos después, la ventana a su lado fue abierta, con Hayate asomándose a través de ella, sonriéndole con travesura.
Oh no.
—Espero que no mucho, mira que suficiente tuvimos con tu autobús. Ya comprendimos por qué nunca te apura que salgamos tarde.
—Bueno, esta es una zona poco habitada, todavía no hay muchas unidades—Momento…— ¿tuvimos?
Parpadeó un par de veces, mirando a Hayate con curiosidad.
—La densidad es parte también de ti~
Fate solo le hizo mala cara, a Hayate no le importó y se rio.
—Vinieron a devolverte tu paraguas.
—Oh.
—Ven a saludar Nanoha, por lo regular la señora Precia se arregla de manera express y se tarda de a cinco a diez minutos.
Escuchó esa risa que tanto extrañó escuchar después de tanto tiempo.
—Típico de tu madre—Dijo Nanoha asomándose.
Diablos, sí que la extrañaba.
—No es que me moleste tu presencia ni nada por el estilo, ¿pero qué haces aquí? Creí que tenías turno hoy además de que, bueno… eh…
Nanoha le dirigió una sonrisa penosa, de las mismas que solía hacer cuando por alguna u otra situación terminaba metida en algún problema y ocupaba su ayuda para solucionarlo; aunque ahora más bien que estar cerca suyo era el problema.
Era bastante triste.
— Pedí permiso a mis padres para venir. Le pregunté a Hayate por qué habías estado faltando a clases, me contó lo que te pasó y aunque me aseguró que estabas bien, necesitaba comprobarlo.
Miró a Hayate quien asintió a las palabras de la Takamachi, alzándose de puntillas y rodeando sus hombros con su brazo.
—Nanoha no ha dejado de ser una preocupona como puedes ver —se burló—. No podía estar tranquila hasta ver que no estabas convaleciente en un hospital, entre la vida y la muerte.
Fate rio con ligereza después de tanto tiempo, al ver el rostro molesto de Nanoha, se extrañaba ver a Hayate molestando a otra gente que no fuera él.
—De verdad, quitando lo de mi pierna, todo bien, iría a la escuela si mi padre no lo hubiera prohibido. —Explicó.
Nanoha iba a agregar algo más, pero en ese momento escuchar a la señora Precia bajando las escaleras, y por inercia, todos miraron en dirección a ellas. Solo se había cambiado de sus ropas de “flojera” a unas hogareñas en esta ocasión.
—Una disculpa por la demora, estaba hablando con mi esposo. —Saludó a las chicas a través de la ventana.
Patrañas.
—No se preocupe, señora—Alabadas sean las costumbres japonesas, amaba ver como su madre siempre se fruncía el ceño por dicho apelativo—No andamos con prisas, ya sabe.
Precia forzó su mejor sonrisa antes de abrir la puerta y recibir, hasta donde ella sabía, las mejores amigas de su hija; aunque su instinto de madre le decía otra cosa sobre cierta cobriza, pero ya qué…
Ambas chicas se reverenciaron antes de entrar a la casa, Precia les brindó la bienvenida y dejó que acomodaran sus cosas; al mismo tiempo, Fate se sentó en el sofá y les observó, preparándose para ponerse de pie, pero conociendo a su retoño como lo hacía, se adelantó a sus planes, poniendo una mano sobre su hombro, evitando que lo hiciera, girándose con Nanoha con una de sus falsas sonrisas de madre amorosa y paciente.
—Nanoha, querida, podrías pasarme las muletas a tu derecha para esta niña tan terca.
Fate le vio con molestia, claramente mordiéndose la lengua para no recriminarle por llamarle “niña” ya que todavía no le había comunicado sobre su sentir, y estando herido, dependiente de ella, no era la mejor idea. No es que Precia fuera una madre violenta ni mucho menos, pero con diecisiete años conviviendo con ella le hicieron a Fate aprender lo radical que podía ser, nunca olvidaría como Precia le prohibió por muchos años practicar deportes de contacto como el basquetbol o el fútbol por no ser algo propio de señoritas… alabados sean Clyde y Chrono.
Hayate le dirigió una mirada compasiva que le alivió un poco el alma, nunca se cansaría de decirlo, era muy afortunado de tener una amiga como ella.
—Podía tomarlas por mi cuenta—Dijo, todo orgulloso.
—Deja que te cuidemos un poco—Comentó su madre muy dulcemente a lo que no solo él se sintió incómodo.
Fate no dijo más y se puso de pie, recibiendo una para nada disimulada mirada de Nanoha hacia el área de su pecho, y si él se había percatado, estaba seria la situación. En cierta manera, estaba un tanto justificado, la última vez que se vieron sus pechos habían desaparecido “mágicamente” y ahora pues no; esto estaba ligado en parte a su corte de cabello. Fate tenía antes era poseedor de una muy larga melena rubia, que además, era bastante voluminosa, Fate había heredado más de su familia materna que paterna (cosa que agradecía) en genética, y hasta donde recordaba, nunca habían sido de preocuparse por tener poco pelo, así que al él recortarse, tuvo en sus manos, literalmente una mina de oro. Su cabello se vendió bien, a lo que destinó dicho dinero en adquirir dos binders largos y ropa interior masculina… la vergüenza que le hizo pasar Hayate no la olvidaría nunca en la vida.
Ahora querido lector, quizá te estés preguntando: ¿Qué es un binder?
Pues bueno, en términos generales, y simplificando mucho las cosas, un binder vendría siendo algo así como un sostén deportivo combinado con una faja. Los binders largos por lo general son llamados “camisetas compresoras” debido a su apariencia y su función, pues se ven como la típica camiseta sin mangas que te pondrías debajo de las playeras, pero que dependiendo de cómo esté diseñada, pueden ser elástico o con ganchillos, sin embargo, la función es la misma, amoldar y distribuir el pecho de tal manera que da la impresión de tener un abdomen liso, como el del hombre cisgénero promedio, sin contar que era, además, mil veces más seguro que usar vendas o (y esta fue nueva para Fate) cintas deportivas.
Con su cuerpo lastimado y con Precia pendiente de su persona las 24/7, no es que Fate pudiera usarlo libremente, por lo que comprendía que para Nanoha verle así le causara confusión después de varios meses siendo visto sin nada.
—No esperaba tenerte por acá, Nanoha, querida. Últimamente habías estado ausente, pensé que ya no eras amiga suya o algo por él estilo.
Fate ignoró lo mejor posible el comentario de su madre y avanzó directo al comedor.
—Nada de eso…—Escuchó la voz de Nanoha—Yo solo… tenemos algunas cuantas diferencias, pero me sigo considerando su amiga.
Se giró a verla, Fate se veía temerosa, preguntándole si estaba en lo correcto, y él no pudo hacer otra cosa más que asentir.
—Déjame adivinar, también estás en contra de como Fate está arruinando su apariencia.
—Mamá…—Rezongó, en parte fastidiada de su sermón y en parte sin ganas de escuchar a Nanoha estar de acuerdo con su madre.
—Fate tiene toda la libertad de hacer lo quiera con su cuerpo y apariencia—Dijo Nanoha un poco dudosa, casi soltándolo con miedo—Nuestras diferencias vienen de otras cosas, de la escuela y últimamente por mi trabajo—Mintió.
Precia se vio decepcionada de que su mayor aliada le fallara en esta ocasión. Fate por otro lado estaba sorprendido, confundido y emocionado.
¿Qué significaba aquello para su amistad ya bastante frágil?
De verdad quisiera saberlo.
Notes:
*Cisgénero. - Prácticamente la "gente normal" que no tiene problemas de disforia ya que su género si se alinea con el sexo asignado al nacer.
Mientras estoy releyendo y corrigiendo los capítulos me he dado cuenta que a veces meto demasiada terminología lgbt, así que a partir de hora trataré de explicar las cosas menos conocidas y/o complejas al final si es que no tengo planeado explicarlo más a detalle en un futuro en la historia. Es gracioso porque a veces doy por hecho que todo mundo sabe sobre estas cosas, me hacen falta amigos fuera de la comunidad 😅
En fin, espero que hayan disfrutado el capítulo. Nos vemos en el siguiente nwn
Chapter 5: Capítulo 4
Chapter Text
TRATAR CON GENTE SIEMPRE ES INCÓMODO, meterse en problemas por ello es más fácil que incluso respirar, tratar con alguien con quien no convives es mucho peor, no sabes ni de qué hablar, pero volver a tratar con alguien que de cierta manera te hizo daño… es mucho peor.
No es que Fate fuera un malagradecido, apreciaba la ayuda que recibía, especialmente ahora que andaba parcialmente inválido y el instituto se negó a facilitarle las cosas, porque “suficiente habían hecho ya justificando sus ausencias”. Eso es lo que pasa cuando no te llevas del todo bien con los directivos.
Desde hace tres días que volvió a clases, la rutina era la misma, su madre le llevaba en auto hasta la entrada del colegio, donde Hayate y Nanoha ya le esperaban con la intención de que no cargara nada, entonces, una vez estaban dentro de la institución, iban al baño en donde Fate ajustaba su binder. Una vez hecho esto, ambas se encargaban de hacerle compañía en su largo camino al aula.
Por lo regular, solo Hayate hablaba, recibiendo alguno que otro monosílabo de Nanoha mientras Fate les miraba en silencio. Una vez llegaban a su aula en el tercer piso, sus compañeros se amontonaban casi peleando por hacer lo mismo que Nanoha y Hayate; cuando eso sucedía, Nanoha se iba a mientras que Hayate solo se encogía de hombros. Trató de no darle mucha importancia al principio, pero el rostro de Nanoha le decía que debía hacer algo para borrar esa expresión de pena, pero no sabía que hacer; no es que repentinamente no supiera nada sobre su mejor amiga, más bien era que sabía demasiado y desconocía que tipo de confianzas tenia permitido tomarse con toda libertad.
Suspiró, centrado en su bolígrafo, distraídamente desvió su mirada a la ventana, observando al grupo de Nanoha y su mapachesca amiga en clases de deportes. Hayate siempre fue un asco para ello, pero era divertido verlas en esa situación, no lo iba a negar. Según Nanoha, esto se debía a que Hayate estuvo atrapada en un accidente de tránsito cuando era niña y estuvo confinada en silla de ruedas por muchos años, a tal punto que cuando Fate les conoció, Hayate no llevaba más de dos años que la dejó, aunque claro, no se enteró de esto sino hasta después.
Se preguntó que tanto las cosas seguirían cambiando. Aun si no hubiera salido del armario como trans, de alguna u otra manera hubieran cambiado, estaba seguro.
—Testarossa-san, ¿podría pasar al frente?
—Claro.
Se dijo que dejaría aquello para después y dio un vistazo rápido a la pizarra para ver qué ejercicio tocaría responder.
SIGO SIENDO LA MISMA PERSONA
CAPÍTULO 4
A pesar de lo sucedido recientemente, Fate todavía no era capaz de tomar el almuerzo con Nanoha. El lado bueno para Arisa y Suzuka, era que Nanoha ya no cargaba un humor de perros todo el tiempo. Suzuka los había visto pseudo convivir, y conociendo a Nanoha como la conocía, sabía que solo se había acercado a Fate por estar preocupada por su salud, pero en cuanto Fate se recuperara... Suzuka estaba más que segura de que Nanoha volvería a alejarse. Le encantaría que Fate hiciera su magia, pero su altercado con la cobriza había afectado de manera notable su autoestima.
—Entonces... ¿ya decidió su clase que harán para el festival? —Preguntó Arisa en un intento de romper el incómodo silencio.
Suzuka no estaba muy segura de que hubiera hecho la pregunta correcta.
—Un café. —Contestó sin querer entrar en muchos detalles, pero lastimosamente eso bastó para llamar la atención de Nanoha.
— ¿Un café? —Nanoha intentó verse desinteresada, aunque era evidente su curiosidad.
—Sí, un café. —Disimuladamente le dio un codazo a su novia para que dejara el tema de lado, pero Arisa nunca había sido buena captando indirectas.
— ¿Tipo temático o algo así? —Preguntó Arisa con cierta confusión que pasó a euforia con rapidez—. ¿Te disfrazarás de maid?
Suzuka no pudo hacer nada contra la ilusión de su amada. Así que solo asintió con la cabeza.
— ¡Qué increíble!
— ¿Fate también? —Saltó Nanoha enseguida. Suzuka negó con la cabeza.
—Ella se negó a usar vestido, así que la volvimos host.
Nanoha asintió con la cabeza, murmurando algo que Suzuka no pudo descifrar y de nuevo las tres quedaron en silencio. Esta vez Arisa no hizo intento de romperlo.
Para sorpresa de Suzuka, fue Nanoha.
— ¿Que opinan de la transexualidad?
Bastó con esa sola pregunta para que todas las piezas del rompecabezas encajaran.
— ¿Qué es eso? —Pregunto Arisa con curiosidad.
Arisa realmente no era parte de la comunidad, ni le interesaba serlo. De acuerdo a sus propias palabras: “Ponerse etiquetas es ridículo, solo es amor y ya. Se acabó”.
—Es cambiarte el género. —Respondió Nanoha escueta.
— ¡Oh, como los travestis!
—No. Ninguna de las dos está en lo correcto. —Dijo Suzuka seria como pocas veces. Nanoha le miró mal, pero ya se había acostumbrado—. La transexualidad consiste en que la persona no se identifica con el sexo que le asignaron al nacer.
—Lo mismo.
Ante la respuesta de Nanoha, Suzuka rodó los ojos.
—No entiendo.
—Arisa-chan, ¿para ti que es ser mujer?
—Hmm... —Arisa apoyó su cara entre sus manos. Era un hábito que tenía cuando pensaba algo detenidamente—. Es difícil de responder por que todas son diferentes.
— ¿Podrías explayarte un poco más?
—Bueno, tú eres muy fina, educada... pareces una princesa, yo en cambio soy muy tosca y me gustan cosas “de niños” pero no por eso tengo cabello corto. Y luego está Hayate que aunque tiene el cabello corto es la más femenina de las tres.
—Pero nunca se te pasó decir que es lo que tenían entre las piernas. —Comentó Suzuka. Arisa se sonrojó.
—No es que vaya con cada mujer que me encuentro a preguntarle eso. No es que me interese tampoco. —Dijo con desagrado, para ella eso es cosa de cada quien.
—Gracias. —Suzuka tomó su mano—. Ahora, porqué si Funami-san, la líder del club de atletismo, tiene cabello corto, hábitos y apariencia masculina, ¿porque todos nos referimos a ella como mujer?
— ¿Porque así se identifica ella? —Respondió dudosa, recibiendo una amplia sonrisa de su novia.
—Es correcto—Asintió—. ¿Cambiaría eso si por ejemplo, fuera estéril?
—Supongo que no.
— ¿O sí anteriormente todos le llamaban de “él”?
—Creo que tampoco. Dijiste que ella se identifica como mujer.
— ¿Y si ella está tomando medicaciones para que su cuerpo cambie a como ella lo ve?
—Pues con más razón, ¿no?
— ¿Pero si a pesar de eso, entre sus piernas no tiene lo mismo que tú y yo, sino otra cosa?
Ahí, Arisa se quedó callada por unos momentos. Nanoha las miraba con atención, analizando cada palabra que intercambiaban. Era imposible que se hubieran puesto de acuerdo antes como para que Arisa dijera todo lo que Nanoha se había negado a escuchar anteriormente.
—Como dije, yo no tengo forma de saber eso y no voy a andar preguntando. Si ella me dice que es mujer, pues bien, lo es.
— ¿Aunque se vea notablemente diferente?
— ¿En qué sentido?
—Que sus manos sean grandes, su voz esté muy gruesa, que sea muy alta y tenga una musculatura notable.
— ¿Cómo mi tía Seraphina?
Suzuka y Nanoha estallaron en carcajadas por la manera tan natural en que lo dijo, y recordando que efectivamente dicha tía existía y cumplía con lo dicho por la chica de cabellos morados.
—Quizá un poco más exagerado.
—Pues igual, ella es mujer—Se encogió de hombros.
—Ahora imagina que alguien que conoces, no sé, Fate, te dice que realmente nunca se sintió como una mujer y que en su interior siempre ha sido un hombre, que va a empezar a vivir como tal y quiere que le trates como uno.
—Pues bien por ella, es su vida, ella decide. Hay que respetar eso.
—Muy bien, aunque deberías llamarle “él” pero sé que es confuso al inicio. —Dicho esto besó su mejilla y se giró con Nanoha con una sonrisa triunfante.
—A veces me das miedo. —Dijo Nanoha con la boca hasta el suelo.
—Momento—Arisa finalmente cayó en cuenta de lo que Suzuka había hecho—. ¿Fate se siente hombre?
—No es correcto decir eso, pero diré que sí para que se entienda de manera más sencilla. —Respondió la chica de cabellos morados.
— ¡Por eso su corte de pelo tan repentino! —Exclamó, Nanoha bufó y Suzuka rio de manera ligera.
—Entre otras cosas.
—Espera, ¿por eso discutieron? —La rubia ahora se dirigió a Nanoha.
—Más o menos.
—Se podría decir que Nanoha-chan está pasando lo mismo que tú. —Comentó Suzuka.
— ¿Lo mismo que yo?
—Le gustan las mujeres, y de repente quien le gusta es un chico.
Aunque Suzuka se preguntaba si la primera afirmación era cierta.
—No es eso. —Murmuró Nanoha desviando la mirada.
— ¿Podrías iluminarnos?
—Es largo.
—Aún hay tiempo.
Fate nunca se sintió más aliviado en su vida de recuperar su autonomía. Le habían quitado la férula al fin después de dos largos meses y no necesitaba más de las muletas, aunque sí de un bastón; pero al menos ya tenía permitido desplazarse de manera constante, caminar un poco para re acostumbrar la pierna pero no en exceso como para volverla a lastimar.
Era libre de ir a clases y regresar a casa por su cuenta. Cosa que lo tenía más que contento.
Fate y su madre nunca se llevaron del todo bien. Resultaba gracioso incluso, para otras personas lo poco que se parecía. Según lo que familiares le habían dicho, él –junto a una prima suya– era el vivo retrato de su abuelo; su color de cabello, su color de ojos, la piel sensible y su baja tolerancia al calor. Entre otras cosas. Antes solían bromear diciendo que Fate era su versión femenina, pero desde que se descubrió a sí mismo, Fate no podía evitar imaginarse cómo su abuelo. Realmente no lo conoció jamás y no recordaba haber visto una foto suya, pero le gustaba fantasear.
Volviendo al tema, a menos que estuvieras buscando similitudes entre Precia y Fate, no encontrabas ninguna, a no ser que te fijases en la forma en que su flequillo se acomodaba en la parte frontal.
Hay veces que distingues a una madre y a su hijo porque su personalidad está calcada; pero este no era el caso. Fate era más parecido a Clyde que ninguno, ni siquiera Chrono que era el hijo biológico llegaba a ese nivel. La gente suele pensar de primera impresión que Precia decidió ser madrastra de dos hijos y que Clyde la tomó joven, hasta que descubrías que Clyde era varios años menor y Fate realmente era hijo de Precia.
Para Fate era un misterio que diablos vio Clyde en Precia (aparte de su buen cuerpo) y sospechaba que Precia le habría hecho un amarre o algo, porque no le parecía normal tanto amor desmedido de su parte. Poniéndose en el lugar de Clyde (porque en serio, eran demasiado similares en muchos aspectos), Fate no tendría la paciencia de estar con alguien como Precia. No es que tener pareja estuviera entre sus prioridades en este momento, pero aun así...
Fate no solía hablar mucho sobre esto, se lo guardaba para sí. La única vez que lo intentó recibió palabras compasivas sobre cómo era “normal” ver a los padres como monstruos pero que con el tiempo comprendías sus razones y la ruptura cerraría. Patrañas. La brecha entre Fate y Precia crecía día con día y ahora Fate estaba más que seguro que nada la repararía.
Le enfermaba siquiera estar cerca de su madre, por eso apelaba a su autonomía cada que podía, usando siempre la escuela de por medio para evitar compartir con ella lo más posible. Desde que estaba en secundaria comenzó a meterse en clubes escolares aleatorios con tal de pasar más tiempo en clases que en casa. No solo sus ideas no pegaban ni con pegamento industrial, Precia parecía guardarle resentimiento por algo que salía a relucir especialmente cuando Fate cometía una falla. Al inicio quiso pensar que su madre era más exigente con él por compartir su sangre, con el pasar de los años se planteó que quizá ese era justo el problema.
Suspiró, recargándose contra el respaldar del asiento.
— ¿En qué piensas? —Preguntó Hayate, despegando apenas la vista de su celular. Fate la miró de reojo.
—En la universidad. —Mintió.
—Escuché que cambiaste tus opciones a último momento.
— ¿Escuchaste o chismoseaste? —Molestó él.
—No, esta vez sí fue sin querer—Rio—. Todos estaban convencidos de que no tendrías problemas en entrar en cualquier rama artística que quisieras. Fue extraño para todos que de la nada cambiaras por ingeniería.
—Supongo que estoy haciendo un salto de fe—Se encogió de hombros. —Eso sin duda no caerá bien a los directivos, es casi seguro que van a rechazar tu solicitud por eso.
—Lo sé.
—Entonces, ¿por qué? Juro que esta vez no te entiendo. Sé lo mucho que preferirías dedicarte al arte.
El autobús paró frente a ellos. Fate se mantuvo en silencio mientras las personas subían y bajaban, alejándose, dejándolos solos.
—De primeras, no pensé que llegaría tan lejos. —Comenzó, mirando a Hayate fijamente a los ojos—. Sabes perfectamente que yo no esperaba vivir el año pasado siquiera. Nunca hice planes a futuro porque me parecía inútil trazar un sendero que no pensaba seguir. Sin embargo, entre tú y Nanoha ayudaron a que no me hundiera en mi pozo negro. Ustedes dos me ayudaron a ver un mundo que yo me rehusaba por estar demasiado ensimismado en mí mismo para notarlo.
—No es como que pudiera culparte—dijo ella—, fuera de tu ambiente familiar, debió ser duro afrontar bullying tantos años sin un mínimo apoyo.
—Tuve alguno, una vez, hace años... —Fate rio con algo de nostalgia—Su nombre es Alph, vive en Fukuoka. No la puedo visitar porque me queda al otro lado del país, pero ella es la primera amiga que alguna vez tuve. Con Alph descubrí que no todo era tan malo y que la soledad es menos pesada cuando eres visto por alguien.
— ¿Pero siguen en contacto?
—Claro, bendita sea la tecnología—Rio—. Ahora, volviendo al tema. Yo no tenía planes o deseos y creí que era egoísta seguirlos una vez comencé a tenerlos. Mi papá incluso me dio un obsequio que no todos hacen: apoyarme con cualquier carrera que escoja. Solo una, sin cambios. No importa si no lo consigo en el primer intento y él se encargaría de que no hubiera repercusiones por parte de mi madre que me quiere de médico.
—Tienes miedo a la sangre ¿y Precia todavía quiere que seas médico? —Se burló Hayate.
—Tan congruente como siempre, ya sabes—Dijo Fate con sarcasmo—. El punto es que me ilusioné con algo que era un imposible para mí.
— ¿Por qué imposible?
Fate de nuevo suspiró.
— ¿Qué crees que pasará conmigo cuando mi madre se enteré de como soy realmente?
Hayate no respondió. Incluso querer brindarle el falso consuelo de que sería aceptado se sentía incorrecto. No era secreto para nadie que Precia tenía una forma de pensar bastante radical.
— ¿Piensas decírselo pronto?
—No es que piense decírselo o no. Ella se terminará enterando de todas formas. He intentado convivir con ella y subliminalmente ir poniendo distintos temas sobre la mesa. Su reacción por más que intente no cambia. Sin embargo, si se debe enterar, debe ser por mí. Y créeme no soportaré mucho guardándome esto. En primera, no me gusta mentir. En segunda, estoy cansado de seguir expectativas y pretender ser alguien que no soy. Llevo toda mi vida así, me voy desgastando poco a poco. Necesito priorizar mi paz mental por al menos una vez, y no sabes cuánto duele que diario escuche recordatorios sobre “lo que debo ser”.
Hayate tomó la mano de Fate y entrelazó sus dedos.
—Yo siempre estaré aquí para ti. Jamás voy a pedir que cambies, porque te quiero tal cual eres.
Fate apretó su agarre.
—En serio, no sabes cuánto agradezco contar contigo. No lo dije cuando debí hacerlo, y ahora se sentirá incompleto, pero para mí, Nanoha y tú son mi familia, mi verdadera familia, aquella que escogí y de la que me siento orgulloso de pertenecer. Perder el apoyo de alguna de ustedes me dolería más que el apoyo de mis padres, porque ustedes son quienes realmente me hacen sentir protegido.
—Oh, Fate-kun. Esa es la cosa más tierna que me hayas dicho alguna vez, voy a llorar.
Hayate intentó bromear, aunque era evidente que las palabras de Fate le calaron en lo más profundo y era muy probable que si terminara llorando. Así que Fate desvió el tema... o mejor dicho, volvió al tema inicial.
—Me cambié a ingenierías porque necesito algo que me dé un soporte seguro para poder salir lo antes posible de casa. Salir incluso antes de siquiera terminar, ya no soporto estar en ese lugar. Tengo la edad legal para trabajar y puedo ir ahorrando en lo mientras. Si pierdo el primer año no pasa nada, porque incluso podría ayudarme a escapar antes. Te juro que soy capaz de vivir en cibercafés si con eso soy libre de ese infierno.
—No es necesario. Siempre puedes venir con Shamal y conmigo.
—No puedo hacer eso.
—No seas orgulloso—Hayate apretó la nariz de Fate con sus dedos—. Igual si tanto te molesta, podrías ayudar con los gastos, sería prácticamente lo mismo que pagar un alquiler, pero más barato. Sé que a Shamal no le molestará la compañía extra.
—Puede que lo tome en cuenta.
— ¿En serio?
—Puede.
Chapter 6: Capítulo 5
Chapter Text
ES CURIOSO Y FRUSTRANTE A LA VEZ como a pesar de que todo el mundo intenta explicarte “lo complejo” que es un tema relativamente sensible, diciéndote que tienes una visión limitada, tachándote de ser poco empática; no dudan en simplificar la complejidad de tus sentimientos en algo tan limitado y poco empático.
Oh las ironías de la vida.
Por lo menos había una persona que parecía comprender su punto, y sin duda, quedó sorprendida por ello.
Bendita sea Arisa y su poco conocimiento en temas LGBT.
Hayate dejó clara su postura entre Fate y ella. Nanoha comprendía su punto, y silenciosamente lo agradecía, pues no quería imaginarse a un Fate sin apoyo, pero a la vez le costaba dar el suyo. Estaba confundida y asustada, ¿por qué nadie se molestaba en intentar comprenderlo?
En su humilde opinión, todo esto se debía a la visión centralista hacia las minorías, que a ver, en cierta manera está bien, brinda apoyo y visibilidad a una realidad que muchos prefieren ignorar... pero como que muchos olvidan que el proceso de cambio no sólo está en las personas que lo promueven, sino también de la gente a su alrededor. Y Nanoha misma no era muy buena lidiando con los cambios. Pruebas y momentos había de sobra, como cuando su hermano Kyoya comenzó a salir con la hermana de Suzuka, o como cuando su padre fue hospitalizado por un accidente de tránsito, o como cuando tuvo que plantearse la idea de que tal vez se estaba enamorando de una mujer. Suzuka decía que no había problema, que entendía su postura y que era válida a pesar de no compartirla. Sin embargo, a Nanoha no le pasaban desapercibidas las miradas acusatorias que Suzuka le dirigía de vez en cuando.
Arisa era la única que no la juzgaba, podría no estar de acuerdo con sus acciones, pero no la trataba diferente por ello. Era la única que comprendía sus dudas e inquietudes, pero a la vez le ayudaba a ver las cosas de manera distinta.
Para lo observadora que se jactaba de ser, le sorprendía que Hayate pensara que conflicto de debiera únicamente a sus sentimientos por Fate cuando en realidad iba todavía más allá de eso. De hecho, que su sexualidad estuviera difusa era la menor de sus preocupaciones.
Nanoha fue aprendiendo varias cosas conforme pasaron los meses. Fue estudiando sobre el tema tan desconocido que es la transexualidad, escuchó testimonios y asistió a conferencias (online), pero dicha información en lugar de confortarla hizo todo lo contrario.
Nanoha no negaría que su rechazo inicial fue algo absurdo y un tanto hipócrita (pero no lo admitiría en voz alta todavía). Lo que nadie sabía ni se dignaba a preguntar era sobre el arrepentimiento que vino con esa decisión. Desde el momento en que vio los ojos de Fate aguarse (y volverse más tristes y solitarios de lo que alguna vez vio), desde el momento en que sintió sus manos temblar, desde que escuchó como su voz quería quebrarse supo que cometió un error.
Pero ya era tarde.
Fue consciente desde el momento uno que rompió ese corazón que tanto se esforzó en proteger. ¿Pero qué más podía hacer?
Tuvo miedo a la idea de que quizá la Fate que conoció por años pudiera no ser quien pensó que era, pero sentía tantas cosas a la vez que verle tan frágil la desmoronaría ahí mismo. Por eso huyó, y por eso continuó huyendo hasta que Hayate hizo su magia.
Hayate descubrió el secreto mejor guardado de Fate y su reacción se podría decir que fue diametralmente opuesta. Nanoha se preguntó en más de una ocasión porque ella no pudo ser igual y sintió envidia de su mapachesca amiga. Cuando Hayate la confrontó no supo exactamente que responder. ¿Cómo decirle que su comunidad era la más vulnerable y sufría odio de todas direcciones? ¿Cómo decirle que le asustaba su bienestar? ¿Cómo decirle que le preocupaba que hubiera alguna complicación en su salud en medio de los cambios que buscaba? ¿Cómo decirle que temía por la alta tasa de suicidios en gente trans? ¿Cómo decirle que se sentía como la peor amiga del mundo, no solo por no apoyarle, sino también por ignorar las señales e irle lastimando por años sin ser consciente de ello? ¿Como decirle que le aterraba la idea de seguir lastimando a Fate con alguna mala acción, alguna mala palabra? ¿Cómo decirle que ya no comprendía sus propios sentimientos? ¿Cómo decirle que sus memorias juntos se distorsionaban? ¿Cómo decirle que tenía miedo de encontrar a un nuevo Fate y que este le desagradase? No pudo, por eso decidió permanecer en silencio y mantener su distancia. Así por lo menos no lastimaba a nadie.
A todas estas inquietudes, se sumaba el estrés diario de mantener su rendimiento escolar intacto y cumplir con su trabajo en la cafetería familiar.
Sí, su confusa sexualidad era lo menos importante.
En su generación últimamente se promovía la ciega aceptación a cualquier cosa de la comunidad, y dale, estaba bien. Nanoha misma no estaba en contra de ello, se alegraba de que menos gente viviera con miedo; no obstante, su situación actual le hizo percatarse de cómo todos parecían obviar que no es lo mismo una preferencia sexual a una identidad completa. No resulta igual para Nanoha, por ejemplo, que Hayate admitiera que es gay y que por ende tuviera asimilar que jamás le vería un novio a que Fate indirectamente dejara ver que no es la misma persona con la que compartió tantas memorias y —peor aún—, de quien se enamoró, que quiere ser tratado de manera distinta y negaba lo que fue, negándola a ella en el proceso.
Gracias a todas estas reflexiones que le llegaban a Nanoha cuando se encontraba sola, fue consciente de lo mucho que necesitaba un respiro, alejarse del ambiente habitual y centrarse en algo nuevo. Compartir el mismo espacio con Fate casi a diario y tener las mismas amistades —todas en una postura totalmente contraria a la suya—, no ayudaban a hacerla sentir menos sofocada.
Necesitaba alejarse de todos, y el semestre cero en la universidad parecía ser el pase perfecto.
SIGO SIENDO LA MISMA PERSONA
CAPÍTULO 5
La TSAB era un complejo inmenso. Contaba con una cantidad de carreras que resultaba abrumadora, era lógico que ocuparan tanto espacio. Aun así, no dejaba de ser impresionante. Ya lo había visitado un par de veces; primero en un recorrido escolar y después para dejar sus papeles con tal de adquirir una ficha de admisión. Esta era su tercera vez en el plantel, pero seguía imponiendo como la primera vez. Cerca de doce edificios, una cancha de béisbol tamaño profesional (junto a otras más de futbol, baloncesto y voleibol), un auditorio, una cafetería bastante amplia y áreas verdes; la hacían más que agradable a la vista a pesar de que respirara un ambiente de mayor seriedad. Su sistema de enseñanza era de los más avanzados en el país y por ende, su demanda también era de las más altas. Entrar no era sencillo en ningún aspecto si eras foráneo o no procedías de un bachillerato afiliado como lo era su caso.
Miyuki le dijo que con el tiempo uno se acostumbraba al lugar, pero Nanoha sinceramente lo dudaba. Con el tiempo se sentía más y más cercana a la mujer adulta con la que soñó convertirse desde que era pequeña.
No pudo evitar la pequeña punzada que vino a ella al pensar que, en ese momento, podría estar ingresando al plantel acompañada de las risas de Hayate al tiempo en que Fate le ayudaba a calmar sus nervios.
Negó con la cabeza y finalmente entró. Quería liberarse de ese drama por lo menos ese día.
Nanoha nunca había sido buena con las direcciones, por lo que batalló un poco para encontrar su salón asignado; pero lo logró. Llegó temprano, como siempre.
Dale, quizá un poco demasiado temprano. El lugar no estaba vacío, pero tampoco estaba del todo lleno. Rápidamente Nanoha calculó que no debían pasar de los diez aspirantes y aprovechó para elegir su asiento predilecto al centro del aula. No muy adelante, no muy atrás y alejada de las ventanas. Estar en ese sitio le relajaba, sentía que se mezclaba mejor con la gente y no se distraía viendo al exterior como Fate siempre hacía. Su vista tampoco sufría mirando la pizarra, entonces todo bien, todo perfecto.
—Muy buenos días. Mi nombre es Maria Cadenzavna Eve, estaré a cargo de ustedes durante estos seis meses. —Se presentó una mujer que bien era la definición de “Gay Panic” porque oh dios santo. Nanoha tenía ojos bastante funcionales y no necesitaba de su lesbianismo para admitir como ciertas personas se sacan la lotería genética.
Nanoha realmente no estuvo muy consciente del tiempo qué pasó viendo su teléfono a decir verdad. Debió ser el suficiente como para que una profesora de nivel universitario (que tienen fama de siempre estar tarde) los abordara.
Se quedó detallando a su hermosa instructora un poco más antes de sacar su libreta y comenzar a tomar nota. Tenía un cabello rosa pastel bastante largo y ondulado, siendo su peinado una elección bastante curiosa. De alguna manera no le hacía ver menos profesional y estaba segura de que seguiría inspirando el mismo respeto aun si no lo llevara.
Era bastante alta, puede que incluso más que Fate. En especial por los tacones que usaba. Dios mío, de estar Hayate acá seguramente le daba un infarto por encontrar a alguien tan hermosa o alguien mejor vestida que ella... puede que ambas.
—Nos estaremos viendo las caras bastante seguido, así que supongo que sería bueno familiarizarnos primero.
Por un instante, su mirada lavanda chocó contra la de su profesora. Sus ojos eran lindos y el delineado que traía los hacía resaltar lo mejor posible.
Wow.
Nunca pensó tener un crush con alguna profesora. Eso era nuevo.
— ¿Algún voluntario?
El aula cayó en un mutismo total.
— ¿Nadie?
Nanoha miró a su alrededor, todos se miraban nerviosos, pero nadie se atrevía a ser el primero. Suspiró, sabiendo que no le quedaba de otra.
—Yo lo haré—Habló con voz suave, pero portando una de sus clásicas sonrisas.
Su profesora le miró y le dirigió una sonrisa dulce y cálida.
—Muy bien. Dígame, señorita ¿cuál es su nombre? ¿Su edad? ¿Qué le motivó a estudiar medicina? Y por último, ¿En que desea especializarse?
Nanoha tragó saliva antes de comentar.
—Mi nombre es Takamachi Nanoha, tengo diecisiete años. La razón por la que estoy acá tiene que ver con mi hermana mayor. Ella tiene un problema visual bastante severo y cierta debilidad en su sistema respiratorio que pudieron ser tratados desde la infancia.
—Tuvo una mala gestión —comentó su profesora, Nanoha asintió.
—Desde que caí en cuenta de eso me pregunté, ¿cuántas personas más no pasan por lo mismo? Y me dije a mi misma que, así fuera poco, yo quería contribuir a evitar ese tipo de cosas, por eso me voy a especializar en pediatría.
—Interesante. —No dijo más, y tras eso, uno a uno se fueron presentando. Nanoha prestó atención y se podría decir que evaluó a sus compañeros por los próximos seis meses. La profesora Cadenzavna explicó su manera de trabajar una vez terminaron antes de dejarlos ir a almorzar. Nanoha tomó nota de las cosas que consideró importantes. Su letra iba de horrenda a jeroglífico, pero tenía un orden y para ella era legible, aunque ni siquiera un especialista en lenguas antiguas pudiera leerlo.
Tras despedirse, alistó sus cosas y salió indecisa sobre a dónde ir.
Se quedó de pie debajo de un árbol, reflexionando un poco sobre sus probabilidades.
Fate no era mucho de las multitudes, así que podía ir tranquila por las zonas más concurridas. Además el campus era enorme, ¿qué tan probable era que se toparan por accidente cuando artes y medicina no podían estar más lejos?
A todo esto, ¿qué rama se habrá decidido Fate al final? Fate sería muy bueno como pintor, pero igual como músico...
¡No, no! No más Fate.
—Esto, Takamachi-san...
Nanoha casi saltó de su lugar al escuchar una voz tan cercana a ella. Se giró solo para encontrarse con una chica ligeramente más alta que ella, de largos cabellos púrpura. Si no recordaba mal, era la chica que habló justo después de que Nanoha lo hiciera. Ginga Nakajima.
—Nakajima-san, ¿se le ofrece algo? —Preguntó con cortesía.
—No, nada. Es solo que olvidó esto en el aula. —Dicho esto, Ginga alzó el termo en el que llevaba su café. Nanoha parpadeó sorprendida, recordando que, efectivamente, nunca recogió el termo. Acabó con su contenido bastante tiempo atrás y se olvidó de él por andar distraída pensando en Fate... otra vez.
—Muchas gracias. Te debo una.
No era muy común que alguien hiciera eso. Por lo general se les arraigaba la cultura de dejar todo en donde se encuentre.
—No es nada —dijo Nakajima-san.
—¿Tienes compañía ya para pasar el receso? —Preguntó Nanoha, decidiendo que no tenía nada que perder. A lo mejor y estaba destinado a que así fuera, como su encuentro con Fate.
—No, en verdad no. No soy tan sociable y todos nuestros compañeros se ven mayores, así que me intimida un poco.
Nanoha rio.
—Entiendo eso, se siente raro ser de los más jóvenes.
—Bueno, no ha sido por nada, ¿cierto? La maestra Cadenzavuna quedó impresionada contigo.
—¿Eso crees?
—Estoy segura —contestó—, siempre miraba hacia tu lugar esperando a que participaras. Has creado una buena impresión en ella, y bueno... en mí también.
Nanoha se sintió repentinamente avergonzada por el cumplido. Fue ahí que se dio cuenta que esto de tener una mayoría de amigos introvertidos por tantos años, le había afectado.
—Gracias.
Tras esto, vino un pequeño silencio mientras ambas tomaban lugar bajo una de las mesas desocupadas al aire libre.
—Y dime —comenzó Nanoha—, ¿de qué escuela vienes? Nunca te vi en Seishou así que supongo que no vives por esta área.
—La verdad es que no, la universidad me queda a más de una hora, pero mi madre estudió aquí y quiero seguir sus pasos, no me importó lo demás.
Nanoha escuchó algo de eso sobre su presentación. Asintió para darle a entender que le prestaba atención y que por favor continuara.
—Estudio en Shuzen junto con mi hermana menor, sólo que ella comienza el año siguiente.
Nanoha conocía dicha institución y no por algún renombre. El bachillerato quedaba de camino a la casa de Fate, de hecho quedaba incluso más cercano que Seishou. La única razón por la que Fate no aplicó para Shuzen es que en un inicio no vivía donde lo hace actualmente y dado que transferirse es demasiado engorroso, se concluyó que era mejor que terminara, sin contar que Seishou estaba anclada a la TSAB, contrario a Shuzen.
—Me gustaría decir que tengo a algún amigo por allá, pero la verdad no, toda mi vida he estado en Seishou y mis amigos igual.
De esta manera transcurrió el receso, soltando un poco la una de la otra mientras almorzaban, cuando fue tiempo de volver a los cursos y Ginga tomó asiento a un lado de ella, Nanoha estaba segura de que tenía una nueva amiga.
CaptainHanamiHaru on Chapter 2 Wed 20 Jul 2022 01:57AM UTC
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Gokuren_Igalima on Chapter 2 Sun 24 Jul 2022 06:22AM UTC
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Anónimo (Guest) on Chapter 3 Fri 16 Sep 2022 03:50AM UTC
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Gokuren_Igalima on Chapter 3 Fri 16 Sep 2022 05:09AM UTC
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Anónimo (Guest) on Chapter 3 Sat 17 Sep 2022 01:52AM UTC
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