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Stiles durmió casi toda la mañana y luego, puesto que estaba excusado de ir al colegio ese día, decidió que había algunas cosas que tenían que hacerse más pronto que tarde. Llamó a su padre primero para hacérselo saber porque mientras que no podía permitirse que le vieran esconderse tras la placa de su padre, era buena idea que supiera dónde mirar si las cosas se ponían feas. Su equipo de rescate preventivamente preparado, Stiles fue a la casa de los Argents.
Victoria Argent abrió la puerta. No parecía sorprendida de verle.
“Nos preguntábamos si harías esto,” dijo ella. “Pensé que quizás traerías a toda la manda para intentar intimidarnos.”
Stiles no se sentía nada intimidante. Era un hombre lobo en una casa de cazadores de licántropos quien normalmente estaban armados hasta los dientes. Incluso si ahora tenía el poder, no se sentía ni remotamente cómodo con la situación.
“No estoy aquí para intimidar a nadie,” dijo Stiles.
Ella le condujo al salón y Chris vino a unírseles. Tenía el brazo en un cabestrillo pero quitando eso parecía notablemente ileso después de la pelea de anoche. Excepto por sus ojos. Mostraban la rojez propia de haber llorado.
Los dos Argents se sentaron en un sofá y Stiles se sentó frente a ellos. Parecía una colocación poco probable para una charla de paz.
“No pedí esto,” dijo Stiles. “No pedí que me mordiera ni que Peter me convirtiera en alfa. Pero ha pasado y ahora tenemos que decidir qué hacer al respecto.”
“¿Tenemos?” inquirió Victoria.
“Si. Porque lo que sea que pase ahora no me afecta solo a mi. Afecta a la manada, y a tu familia, y a Scott, y a Allison, y a mi padre, y al departamento del sheriff, y a todos los que viven en Beacon Hills. No puedo sentarme sin más y anunciar como van a ir las cosas porque esto es más grande que eso. Tenemos que llegar a un acuerdo sobre como van a ir las cosas.”
Stiles pensó que Chris quizás parecía un poco impresionado con él, pero fue Victoria la que dijo, “Habla pues, y nosotros veremos si estamos de acuerdo.”
Stiles tragó nervioso.
“No he matado a nadie,” dijo. “Tampoco lo ha hecho nadie de mi manada.”
“Eso no es cierto,” dijo Chris. “Los ojos de Derek son azules. Él ha matado al menos a una persona.”
“Pero no es peligroso.”
Chris se inclinó hacia delante un poco miró a Stiles a los ojos. “Si, si lo es. Al igual que tú. Todos los licántropos son peligrosos. Quizás pienses que eres una persona, pero en el fondo todos los animales quieren matar. Un pequeño desliz y alguien acaba muerto.”
“¿Y cuál era la excusa de tu hermana?” inquirió Stiles. Sintió el terror de que quizás Chris tenía razón, que quizás perdería los papeles y perdería el control de su nuevo poder, pero no podía permitirse mostrarlo.
Chris volvió a echarse atrás. Estaba menos convencido cuando dijo, “Kate pensó que era mejor prevenir que curar. Pensó que todos los licántropos acabarían matando y que era mejor no arriesgarse.”
“Así que prendió fuego a una casa con niños dentro. Muy humano.”
No era así cómo quería que fuera la cosa. No se suponía que tenían que entrar en acusaciones. Tomó aire.
“Mirad,” dijo, “intentémoslo de nuevo. Kate está muerta y Peter está muerto. No tiene sentido que sigamos discutiendo y señalándolos con el dedo. Deberíamos concentrarnos en el futuro.”
Victoria mostró una sonrisa fría, “En el futuro, si tu manada derrama sangre en Beacon Hills, iremos a por ellos con todo lo que tengamos.”
“Y si me matáis, estoy bastante seguro de que mi padre os crucificará. Una destrucción mutua asegurada.”
“¿Y qué sugieres?” preguntó Chris.
“Sencillo: sugiero una tregua. No quiero tener que pasar el tiempo mirando por encima del hombro a ver si hay tios con ballestas y tampoco quiero que lo haga la manada. Dejamos que la violencia termine con Kate y Peter. Vosotros os mantenéis alejados de nosotros, nosotros nos mantenemos alejados de vosotros, y se acaba.”
“¿Eso es todo?” preguntó Victoria.
“Eso es todo. Todo lo que pido es una tregua, una promesa de ambas partes de que no habrá violencia. ¿Aceptáis?”
Stiles extendió la mano entre ellos. Durante un largo momento, Chris y Victoria miraron esa mano, como si tocarla fuera a maldecirlos. Luego Victoria se inclinó hacia delante y alargó su mano, estrechando la de Stiles.
Cuando sus manos se cerraron la una con la otra, ella dijo, “Pero si alguno de vuestra manada romper la tregua, habrá sangre.”
Stiles no pudo evitar sonreír y decir, “Y todavía pensáis que nosotros somos los que sentimos sed de sangre.”
***
Lo de que Stiles se presentase sin avisar en la puerta de Derek estaba empezando a convertirse en algo habitual. Derek ya estaba esperándole, dejándole entrar sin mediar palabra.
“Ey,” dijo Stiles.
“Ey.”
Se quedaron ahí, mirándose el uno al otro al otro lado de la sala, más incómodos de los que había estado alguna vez. Pero ahora era diferente. Stiles podía notar muchas más cosas de lo que estaba pensando Derek. No estaba seguro de si estaba captando olores o si estaba pasando algo más, algo que ver con el poder que aún notaba recorrerle. Derek le estaba mirando, pero había culpa y vergüenza en su mirada había dolor y duelo y tantas cosas que Stiles solo quería abrazar a Derek y hacer que esos sentimientos se fueran.
Pero no podía borrar el pasado.
“Voy a necesitar tu ayuda,” dijo Stiles. “Puede que sea el alfa, pero tú eres el que sabe sobre ser un hombre lobo. La luna llena se aproxima y voy a necesitar saber cómo controlar esto. ¿Me ayudarás?”
“Te ayudaré.”
“Gracias. Supongo que esto me da una muy buena excusa para estar cerca tuyo, así que, eso que me llevo.”
Derek se dio media vuelta.
“No deberíamos de estar juntos,” dijo.
“¿Por qué? ¿Por qué soy el alfa? ¿Hay alguna clase de etiqueta social de licántropos de la que no soy consciente?” Derek no respondió. “¿O es por Kate? ¿Por que te sientes culpable de que te usara?”
Cuando Derek habló, sus palabras eran lo suficientemente silenciosas como para que Stiles necesitase de oído sobrenatural.
“Puedes encontrar algo mejor que yo,” dijo Derek.
Stiles se rió un poco. Derek pareció hundirse en sí mismo, bajando los hombros. Stiles lamentó inmediatamente su reacción y la risa murió en sus labios.
“Cuando Scott me dijo que te gustaba,” dijo Stiles, “No le creí. No podía ver como podía ser eso cierto. ¿Cómo era posible que a alguien como tú le gustase alguien como yo ? Ahora veo que eso es porque mides tu autoconfianza en número negativos. Eso no quiere decir que el resto del mundo te vea igual. Derek, eres precioso. Y te preocupas por la gente, te preocupas por tu familia y tu manada. Eres valiente. ¿Y he mencionado los abdominales sobre los que quiero lamer nata?”
Derek no parecía estar oyéndole. O, si le estaba oyendo, no parecía escuchar realmente las palabras. Derek no parecía ver su valor.
Se le ocurrió una idea, una pequeña memoria asociada a un anime. El anime que le había hecho conocer Derek tenía una escena hacia la mitad en la que un personaje había pensando en como la gente tenía dificultades para ver las buenas cualidades propias pero les resultaba fácil ver las de los demás. Ene l anime, el personaje había dicho que esas buenas cualidades estaban en las espaldas.
Stiles cruzó la sala y rodeó a Derek, mirando su espalda.
“Guau, es enorme,” dijo Stiles.
“¿Eh?” preguntó Derek, retorciéndose para intentar mirar a Stiles por encima de su hombro. Stiles apoyó una mano en la mitad de la espalda de Derek, notando su calidez y fuerza a través de la tela de la camiseta.
“La ciruela,” dijo Stiles. “La que tienes en la espalda. Es enorme.”
Derek se giró, agarrando la mano de Stiles con la suya.
“Idiota,” dijo, pero había una pequeña sonrisa en las comisuras de su boca.
“Solo porque no puedas verla,” dijo Stiles, “no quiere decir que no esté ahí.”
Esta vez, fue Derek el que se inclinó para besarle.
***
El Sábado, Stiles convocó a la manada. Lo hubiera llamado invitación, pero no había muchas opciones respecto a lo de ir. También invitó a Scott, puesto que esto también le afectaría. Aparte, Scott era su colega. Alfa o no, Stiles le quería involucrado con la manada. Stiles había hablado con todos los involucrados los últimos días, pero esta sería la primera vez que estarían todos juntos.
Eligió el piso de Derek, parcialmente porque era más grande, pero también porque tenía una tele más grande y Stiles quería que esto fuese más que negocios. A Derek no pareció importarle. Al poco, todos estaban reunidos, sentados en el sofá o los pufs. Stiles caminó por la estancia algo nervioso. Había estado despierto media noche para planear cómo decir esto.
“Bueno, pues,” dijo, “todos sabéis que ahora soy el alfa. Esto no quiere decir que vaya a empezar a tirar de rango y ordenaros cosas e insistir en que las cosas deben hacerse como yo digo, porque no soy un capullo total. Peter sabía que no era un buen alfa y yo no tengo ninguna intención de imitarle. Así que vamos a establecer unas cuantas reglas. La primera, no matéis ni hagáis daño a la gente.”
“¿De verdad tiene que ser eso una regla?” preguntó Isaac.
“Si, porque si alguien la rompe los Argents van a intentar masacrarnos a todos y mi padre probablemente intenté matarme también si mato a alguien. Así que nada de matar ni hacer daño. ¿Todos de acuerdo?”
Hubo unas pequeñas risas. Nadie se opuso.
“La segunda regla es que los problemas de uno son los problemas de la manada. Si tenéis un problema, ya sean matones en el instituto o que no tenéis dinero para comida o que os están atacando una banda de personas-gato, me lo decís y lo intentamos resolver como una manada. No puedo prometer tener todas las respuestas pero al menos seré capaz de daros una palmadita en el hombro y daros una taza de colacao. Así que si tenéis un problema, gran o pequeño, me lo contáis y lo solucionamos como manada. ¿Todos de acuerdo con esta norma?”
“¿Y si es un problema personal?” preguntó Erica. “Porque, créeme, va a haber algunos problemas míos con los que no tendrás ni pajolera idea de qué hacer con ellos.”
Stiles tuvo que admitir que no lo había considerado.
“Sigo pudiendo darte un colacao y hacer sonidos de empatía,” dijo. “Aunque sea algo que no pueda arreglar, puede ser bueno hablarlo. Así que los problemas de uno son los problemas de la manada. Esa es la segunda regla.”
Hubo sonidos de asentimiento y aceptación, incluso de Erica, aunque Derek parecía sufrir una reacción alérgica ante el concepto de hablar de los problemas.
“La regla número tres,” dijo Stiles, “es el día de la manada. El Sábado es el día de la manada. Todos vamos a pasar tiempo juntos. Quizás no todo el día si tenéis otras cosas que hacer, pero todos tenéis que asomar el morro algo. Veremos pelis, jugaremos a juegos de mesa, iremos a la bolera, no sé qué más, la cosa es pasar el tiempo juntos. Con Peter, la manada era una colección de individuos que se miraban con sospecha entre todos. Eso tiene que acabar. Desde ahora, estamos en esto juntos. Así que este será el primer día de la manda pero no será el último. ¿Entendido?”
Hubo más asentimientos con la cabeza por la sala, incluso una sonrisa de ánimo de Cora.
“¿Qué más?” preguntó ella.
“Nada más,” dijo Stiles. “Esas son mis reglas. Bienvenidos al nuevo orden mundial.”
Hubo unas pequeñas risas, como si la gente no pudiera creerse del todo que esto estuviera pasando. Pero Scott estaba sonriendo. Incluso Derek había mirado a Stiles a los ojos y le había mostrado una débil sonrisa. Todos estaban un poco nerviosos lo que no era sorprendente con todo por lo que habían pasado, pero nadie le llevaba la contraria. Todos parecían listos para esto, lo que era todo lo que Stiles quería.
“Guay,” dijo Stiles. “Entonces pidamos pizza y metamos un DVD. Voy a empezar con el anime que me dio a conocer Derek, que va sobre un grupo de inadaptados que se convierten en familia, y hablan de que la gente tiene ciruelas en las espaldas.”
La mayoría parecía confusa cuando dijo eso, pero había una pequeña sonrisa en los labios de Derek, lo que para él era lo suficientemente bueno.
Había comprado el anime de Fruits Basket después de haber visto dos veces lo que descargó ilegalmente, y ahora sacó el primer disco, metiéndolo en el reproductor debajo de la tele de Derek. A su alrededor, la manada se movió, colocándose en posición para ver mejor la tele mientras Stiles lo configuraba y guardaba la selección.
“Stiles, no,” dijo Derek, cuando vio los ajustes del idioma.
“Este tiene un doblaje fantásticamente bien hecho, así que eso que vamos a disfrutar.”
“Ya lo hemos hablado,” protestó Derek.
“¿Quién es aquí el alfa? Si digo que lo vemos doblado, lo vemos doblado.”
“Pensaba que no ibas a tirar de rango,” dijo Derek.
“No con la mayoría de las cosas. Con esto, antepongo mi título de alfa. No vamos a ver esto con subtítulos.”
Isaac soltó una risotada exasperada, “Podéis dejar de flirtear y darle al play ya.”
Stiles se sentó en el sofá, sujetando el mando para evitar que Derek cambiara los ajustes, y le dio al play. A su lado, Derek se apoyó contra él. Era un gesto sutil de cercanía, de estar juntos. Stiles se acurrucó más con él y Derek le envolvió con un brazo.
Stiles empezó a pensar que quizás estarían bien. Tenían sus problemas e inseguridades, pero al menos podía asegurarse de que ninguno de ellos estuviera solo. Habían librado batallas físicas. Las emocionales iban a llevar más tiempo y serían más difíciles, pero esas también podían lucharse. No podía menear una varita mágica y hacer que la culpa de Derek desapareciera o borrar el recuerdo del abuso de Isaac o sus propios miedos de que iba a fastidiar esto, pero al menos serían capaces de hacer frente a esas cosa juntos.
Stiles se permitió relajarse contra Derek. No estaba perfectamente feliz, pero estaba satisfecho.
Al menos hasta que el brazo de Derek intentó coger el mando para cambiar los ajustes de idioma.