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No de Acuerdo al Plan

Summary:

Universo Alternativo. Todo lo que Stiles tenía planeado era una noche en el club nuevo para pasárselo bien. En vez de eso, se encuentra haciendo frente a los dueños del club, que no paran de olerle y preguntarle quien es su alfa, lo que quiera que signifique eso. Tomado como prisionero, Stiles es lanzando a un mundo de licántropos y disputas territoriales.

Sabe que su padre le estará buscando. Mientras tanto, debe sobrevivir siendo el prisionero de Derek Hale.

Traducción.

Notes:

Llevo meses con esta traducción. Como ya sabéis, no subo las traducciones hasta que no están completas, porque a mi no me gusta empezar algo que está incompleto, y tener que esperar semanas o meses a que se actualice.
Llegó un momento en el que no me acordaba de por qué la había elegido para traducirla, pero luego llegué a cierta parte y pensé "aaah si, ahora me acuerdo, 10/10".
Siempre me digo a mi misma que no me voy a meter a traducir fics largos, y aún así, siempre vuelvo a caer. El siguiente creo que también será largo.

Dicho todo esto, ¡disfrutad!

Chapter 1: Capítulo 1

Chapter Text

El plan era simple: salir y divertirse. Stiles intentó no sentir celos del hecho de que Scott tuviera ahora una novia, pero era duro no sentirse apartado a veces. Este Viernes noche, Scott iba a salir de nuevo con Allison. Incluso iban a una doble cita con Jackson y Lydia. Así que Stiles se quedaba solo para pasarse la noche del Viernes maldiciendo su pequeño círculo social. Puesto que la alternativa era hacer deberes un Viernes por la noche, cosa con la que Stiles estaba en contra por principios, Stiles decidió salir. Iría al pueblo, se colaría en un club, tomaría un par de copas, bailaría algo y, si tenía mucha suerte, quizás se enrollaría con alguien atractivo. 

Su gran plan incluía no encontrarse con alguien que conociera. Beacon Hills no tenía lo que se dice una sobreabundancia de vida nocturna y Stiles no iba a ir a Scorch, el sitio al que los chavales del insti solían quedar cuando conseguían IDs falsos. Stiles ni siquiera quería intentar ir al Jungle porque había una posibilidad de que se encontrase con Danny. Así que eso dejaba a Stiles una opción: Full Moon. Full Moon era un club en una vieja estación de ferrocarril que habían comprado y reacondicionado. Solamente había abierto hacía unos meses así que Stiles no había estado nunca y no creía que nadie de la escuela hubiera ido. Esta era su oportunidad perfecta para el anonimato. 

Stiles se pasó algo de tiempo en su cuarto preparándose, sacando ropa de su armario y mirándola, deseando que hubiera alguien allí con un sentido de la moda para que le ayudase a decidir más fácilmente. No necesitaba solamente vestirse para ir a un club, necesitaba vestirse para que no le echasen del club por no ser mayor de edad. Estaba cambiándose de camisa cuando su padre llamó a la puerta y asomó la cabeza. 

“¿Tienes una cita?” preguntó su padre. 

“No, solo voy a salir de fiesta. ¿Pero quién sabe? Quizás conozca a alguien.”  

“Bueno, ya conoces las reglas. Nada de tener sexo en un baño público con alguien a quien acabas de conocer.”

“¡Papá!”

“Y las mamadas cuentan como sexo.”

“¡PAPÁ!”

Su padre sonrió ante su incomodidad. “Y si bebes, que no te pillen y si piensas siquiera en conducir te cogeré las llaves de tu jeep y las destrozaré. Si necesitas ir a casa, pilla un taxi o llámame. ¿Lo pillas?”

“Lo pillo.”

Su padre ha intentado evitar que Stiles bebiera siendo menor de edad, pero al final se ha decantado por echarle charlas sobre ser responsable. 

“¿Y esa camiseta que te parece?” preguntó su padre, cuando Stiles apartaba otra. Stiles miró a donde estaba señalando. Una camiseta negra decorada con un diseño gris abstracto estaba arrugada en el suelo al lado de su cama. Stiles la cogió, mirándola con confusión. Estaba bastante seguro de que esa camiseta era suya. De todos modos se la puso. 

“Te queda bien,” dijo su padre. Stiles miró su reflejo y luego decidió ir con la misteriosa camiseta. 

“Puede que llegue tarde,” le avisó Stiles. 

“Bueno, esta noche estoy de turno de noche así que será mejor que no reciba ninguna llamada sobre adolescentes borrachos.” 

“Te prometo que seré bueno.”

“Esa es una frase que me llena de pavor.”

Stiles se rió, cogiendo su chaqueta, cartera y llaves del coche. Pasó al lado de su padre hacia la puerta. 

“Te quiero,” dijo por encima del hombro. 

“Yo también te quiero,” le dijo su padre. 

***

De pie en la cola afuera de Full Moon, Stiles intentó no parecer nervioso. Tenía su carnet falso listo pero tenía miedo de que el tío en la puerta le mirase una vez y le echase de patitas a la calle. El segurata era un tio negro enorme. Apenas parecía mucho mayor que Stiles pero era una mole de músculos. Un grupo de chicas universitarias más adelante en la fila vieron a Stiles y una de ellas hizo un comentario a sus amigas sobre si Stiles necesitaba una niñera. El comentario era lo suficientemente alto como para dejar claro que ella quería que Stiles lo oyera. Stiles intentó no pensar en ello, pero el tío de la puerta debió de haberlo escuchado también, porque miró en dirección a Stiles. Eso no pintaba bien para poder entrar. 

Las chicas llegaron al frente de la fila. La mole de músculos miró sus IDs, les cobró la entrada y las hizo entrar. Desaparecieron en el club y luego fue el turno de Stiles. Stiles mostró su ID falso e intentó tener aspecto de no estar haciendo nada malo. 

La mole de músculos miró el carnet. Miró a Stiles. Luego…olisqueó el aire. Absorbió aire por sus fosas nasales y miró a Stiles extrañado. Stiles de repente se sintió cohibido. Se había duchado después del insti así que no debería de oler tan mal. 

“¿Quién te envía?” dijo la mole de músculos. 

“¿Enviarme?” preguntó Stiles. Stiles se preguntó si había descubierto que su carnet era falso y estaba intentando descubrir si era una trampa, enviado por la policía para reunir pruebas de menores bebiendo. 

“No me ha enviado nadie. He venido por el club. Para salir de fiesta. En el club.” Genial. Ahora sonaba como un idiota. Probablemente parecía tan nervioso que tenía un cartel de neón sobre su cabeza declarando que no era lo suficientemente mayor como para estar aquí. 

La mole de músculos miró por la puerta del club e hizo señas a alguien de dentro. El chico que salió del club no era tan grande, pero seguía teniendo una impresionante musculatura debajo de una camiseta apretada y una chupa de cuero. Frunció el ceño hacia Stiles con una expresión de amenaza atractiva que quizás habría dejado babeando a Stiles de no ser por el hecho de que el tío daba mucho miedo y estaba fulminando a Stiles con la mirada como si su mera presencia le ofendiera. La mole de músculos presionó el carnet falso de Stiles en la mano de alto-atractivo-y-con cuero. 

“Creo que este chaval necesita ver al jefe,” dijo la mole de músculos. 

Alto-atractivo-y-con cuero sujetó el hombro de Stiles con una mano. Quizás sujetar no era la palabra adecuada. Los dedos se cerraron en su carne como una mordaza e igual de indulgentes. 

“Si no queréis que entre al club, me puedo ir y ya,” dijo Stiles. “Sin pena no hay delito.” Intentó sonreír. Alto-atractivo-y con cuero le lanzó una mirada que sugería que no estaba muy versado en las sonrisas. Empezó a ir dentro, y la mano sobre el hombro de Stiles no le daba otra opción que seguirle. En vez de ir al club principal, el tío condujo a Stiles más allá de los baños, atravesando una puerta lateral y entrando en una pequeña oficina. Stiles podía escuchar la música como un bajo zumbido que atravesaba el edificio. 

Había un hombre sentado tras un escritorio. Stiles supuso que este era el jefe al que le iban a llevar a ver. Era un hombre blanco cuya edad era difícil adivinar, pero Stiles hubiera estimado que era algo más joven que su padre. Era un hombre atractivo, quitando el hecho de que estaba mirando a Stiles como si su interrupción fuera un insulto personal. Al menos alto-atractivo-y con cuero soltó el hombro de Stiles. Stiles frotó un poco la zona en donde le había agarrado y se giró hacia el jefe, determinado a que no le intimidaran.  

“Deberías entrenar mejor a tus gorilas sobre un uso aceptable de la fuerza,” dijo Stiles. “Mañana voy a tener unos moratones de narices.”

“¿Moratones?” dijo el jefazo. Se puso de pie y bordeó lentamente la mesa, cada paso cuidado y con algo de depredador en ellos. Se puso justo en frente de Stiles, un poco demasiado cerca, mirándole con una intensidad que ponía incómodo a Stiles. Le costó no apartar la mirada. 

“Creo que ahora mismo los moratones son las últimas de tus preocupaciones,” dijo el jefazo. 

“¿Ha sido eso una amenaza?” inquirió Stiles. “Porque, en serio, amenazar a alguien por un carnet falso es pasarse un poquito bastante.”

El jefazo pareció ligeramente divertido cuando se acercó incluso más a Stiles y olisqueó, aspirando bien de aire. 

“¿Y qué os pasa con lo de olisquear?” preguntó Stiles. “Tus gorilas lo estaban haciendo en la puerta. Es muy creepy.”

“¿Quién es tu alfa?” preguntó el jefazo. 

“¿Mi qué?”

“Tu alfa.”

“No tengo ni pajolera idea de qué me estás hablando.”

“Este número no te va a ayudar,” dijo jefazo. “¿Por qué no te facilitas la vida y nos dices qué alfa te ha enviado y por qué?”

Stiles estaba empezando a pensar que le habían confundido con alguien más. Igual estos tíos eran criminales y su carnet lo había hecho un grupo rival y, por cualquier motivo, ahora se pensaban que estaba involucrado con ellos. 

“Mira, creo que me has confundido con alguien más,” dijo Stiles. “Debería irme.”

Se dio la vuelta hacia la puerta y casi choca con alto-atractivo-y con cuero. Stiles intentó pasar a su lado, pero el tío agarró a Stiles de los brazos, hundiendo los dedos dolorosamente en su piel. Giró a Stiles, le maniobró para situarle en una silla y luego le hizo bajar, obligando a Stiles a sentarse. Soltó los brazos de Stiles, pero volvió a cerrar una mano en su hombro para que no pudiera levantarse. El tío este tenía muchísima fuerza. Stiles se preguntaba si había esteroides involucrados de por medio. 

“¿Quién es tu alfa?” inquirió de nuevo el jefazo. 

“Que no sé de qué me estás hablando,” dijo Stiles. 

“Este juego no va a funcionar conmigo,” dijo el jefazo. “Tienes un olor de alfa encima tuyo. Si eres un espía, o si esto es una intentona sobre mi territorio, deberías decírmelo ya. Te hará la vida mucho menos desagradable.”

Se acercó para quedarse de pie de la silla en la que Stiles estaba ahora clavado. Sacó su mano, sosteniéndola como un puño cerrado frente a la cara de Stiles. Stiles se preparó mentalmente para un puñetazo justo cuando el hombre abrió su puño en un movimiento rápido que reveló unas uñas demasiado, demasiado largas para ser naturales. Casi parecían garras. ¿Qué clase de personas se pega garras a los dedos?

“Mira,” dijo Stiles, intentando no mirar a las garras, “No sé muy bien qué está pasando aquí o qué crees que está pasando, pero mi padre es el sheriff así que creo que será mejor para ti si me dejas ir y nos olvidemos de que ha pasado todo esto o si no haré una llamada y, créeme, mi padre te hará la vida muy desagradable.” 

Odiaba meter a su padre, pero no estaba seguro de cómo lidiar con gente que claramente estaba hasta las cejas de drogas para aumentar músculos y a los que les gustaba pegarse garras falsas en los dedos y amenazar a chicos adolescentes. Pero prefería llamar a su padre y lidiar con estar en problemas por estar en un club siendo menor de edad que lidiar con un problema potencialmente muy real que estos tipos podían causarle. 

“No creo que sea buena idea meter a la policía en esto, ¿no crees?” dijo jefazo. 

“Si no quieres involucrar al sheriff, deja ir al hijo del sheriff,” dijo Stiles. Dobló sus brazos y miró al hombre a los ojos, intentando una expresión de valentía. 

“No creo que tu alfa esté contento tampoco si metes a la ley en esto.”

“¿Por qué no me escuchas? ¡Ni tengo ni puta idea de a qué te refieres con eso de alfa!”

El jefazo ladeó la cabeza, alzando una ceja, y dijo, “¿En serio?” en un tono que era una mezcla de decepción y sarcasmo. 

“¡En serio!”

“Esta es tu última oportunidad de cooperar. Dinos quién te ha enviado y por qué.” 

“¡Que no sé de qué hablas! Solamente he venido aquí de fiesta.”

El jefe se dio media vuelta, yendo detrás del escritorio. 

“Mira,” dijo Stiles, “claramente aquí está pasando algo que es muy importante para ti pero lo que sea que creas que sé, no lo sé. No tengo un alfa, lo que quiera que sea eso, y creo que esto es sobrepasarse un poco por un carnet falso. Ahora que te has puesto todo amenazador y tal te puedo garantizar que no voy a volver a este club en la vida, así que lo has conseguido. Enhorabuena. Un trabajo épico. Ahora déjame ir.” 

El jefazo se había sentado detrás de su escritorio y rumiado por uno de los cajones mientras Stiles había hablado. Ahora claramente había encontrado lo que estaba buscando. Se puso de pie, con un rollo de cinta americana en la mano. Despegó el borde. 

“¿Qué cojones vas a hacer con eso?” inquirió Stiles. 

“Si no nos vas a decir nada útil, quizás no deberías de decir nada en absoluto.”

Arrancó el trozo de cinta. 

“¡Ey!” protestó Stiles. “Eso no es necesario.”

Intentó levantarse, pero alto-atractivo-y con cuero estampó su otra mano en el otro hombro de Stiles. Stiles se removió bajo su agarre. Movió las manos para intentar bloquear al jefazo, pero este apartó las manos de Stiles del medio y pegó la cinta sobre su boca. 

La reacción de Stiles fue intentar quitarse de nuevo la cinta. El jefazo agarró a Stiles de la muñeca. Stiles miró la mano. Ya no había garras. ¿Cuándo se había quitado las garras? ¿Cómo se había quitado las garras?

Alto-atractivo-y con cuero soltó los hombros de Stiles. Antes de poder reaccionar, el jefazo le echó hacia delante con mucha más fuerza que alto-atractivo-y con cuero. Stiles se encontró estampado contra el escritorio. Forcejeó pero el jefazo era demasiado fuerte. En cuestión de momentos, tenía los brazos clavados detrás suyo, las muñecas envueltas en capas y capas de cinta americana. Gritó en la cinta que había sobre su boca, pero todo lo que salieron fueron ruidos ahogados e ininteligibles. Con la música del club, no había manera de que alguien de fuera de la oficina le oyera. 

Apartaron a Stiles del escritorio de un tirón y uno de ellos golpeó a Stiles en las piernas para que cayera. Solamente sus manos en sus brazos impidieron que se cayera de cara al suelo. Stiles pateó salvajemente, pero unas fuertes manos le sujetaron las piernas. Más cinta le ató las piernas. Doblaron sus piernas. Más cinta le unió los tobillos con las muñecas. 

Stiles se removió, intentando girar sus dedos para agarrar el borde de la cinta. No podía creerse que  estuviera pasando esto. ¿Por qué estaba pasando esto? ¿Qué querían estos lunáticos de él?

Hubo manos sobre él de nuevo, sobre su culo. Protestó contra la cinta, sintiendo una oleada de miedo por la dirección que estaba tomando esto. Las manos le sacaron el móvil y la cartera de los bolsillos. Ahora Stiles no tenía modo de llamar a su padre, aunque consiguiera liberar las manos. Stiles nunca se había sentido tan vulnerable. Toda su vida, sin importar cuánto se metiera en líos, siempre había sabido que podía llamar a su padre para que le ayudase de ser necesario. Ahora ese salvavidas ya no estaba. 

“Derek,” dijo el jefazo, “lleva a nuestro visitante al loft. Asegúrate de que esté…cómodo y luego dale tiempo para que piense en si quiere cooperar.”

Así que ahora Stiles tenía un nombre para alto-atractivo-y con cuero, pero no escapatoria. Solamente podía esperar que alguien le viera mientras le sacaban. Después de todo, había gente entrando al club y usando los baños. Alguien le vería y llamaría a la policía. 

Esa esperanza se murió cuando Derek cogió a Stiles y este se dio cuenta de que había otra puerta. No la había visto antes porque había estado demasiado preocupado por gente extrañamente fuerte con garras. Ahora Derek le llevó con aparente facilidad hacia la puerta y la abrió, revelando un pequeño aparcamiento con un par de coches. Stiles gritó en la cina pero no había nadie alrededor para escucharle cuando Derek abrió el maletero de un coche negro y reluciente y tiró a Stiles dentro. 

Los brazos de Stiles ya dolían por estar atados y sentía punzadas de dolor en sus brazos que seguro que acabarían siendo moratones, pero apenas podía sentir otra cosa que no fuera terror atravesándole cuando se cerró el maletero y se quedó atrapado en la oscuridad. Cuando sonó el motor, luchó contra las ganas de llorar. 

 

 

Chapter 2: Capítulo 2

Chapter Text

Stiles consiguió no llorar. En su lugar se concentró en recordar lo que su padre le había dicho sobre qué hacer si alguna vez le secuestraban. Siendo el hijo de un policía, era un tema que había salido, en algún momento entre la charla sobre el sexo y la de las drogas. Tenía que mantener la calma. Tenía que intentar que le vieran como una persona porque entonces les resultaría más difícil hacerle daño. Tenía que estar al loro ante cualquier oportunidad en la que pudiera mandar una señal a las autoridades. Se suponía que no debía de hacerles enfadar, cosa que probablemente sería la parte más difícil para él. 

Fue un viaje incómodo y sin espacio. Su cara estaba presionada contra el suelo del maletero, sus brazos y piernas dolían por la posición. No podía ver nada y no paraba de moverse por los movimientos del coche. No tenía ni idea de cuanto llevaba allí. Se sentían como horas, y el interminable viaje solamente se veía roto con las curvas. Durante un rato intentó contar cuantas veces giraba y adivinar la distancia basándose en la aceleración y frenadas del coche, pero era difícil seguir el ritmo y muy pronto cesó en su intento. 

Por fin, el coche se detuvo y se paró el motor. Stiles luchó contra el creciente pánico. Notó como el coche se movía cuando se cerró una puerta y momentos más tarde estaba parpadeando ante la luz. Su secuestrador le agarró de la cintura, sacándole del maletero. Stiles pudo ver el aparcamiento, con solo unos pocos coches más y sin señal de gente. Ahí se murió su esperanza de que alguien fuera testigo de su secuestro.  

El tío aún estaba demostrando una fuerza ridícula mientras alejaba a Stiles del coche y le llevaba a un ascensor. Stiles, aún maniatado con la cinta americana, era llevado debajo del brazo del tío como si no pesara nada. El secuestrador pulsó el botón y entró. 

Stiles intentó recordar todo lo que podía ver, pensar en todos los detalles en caso de que necesitase dar a su padre una descripción más adelante. Era un edificio alto, dado el número de botones del ascensor, y su secuestrado pulsó el de arriba del todo. Luego el ascensor se movió con un progreso ruidoso y lento. ¿Un edificio antiguo?

Cuando llegaron arriba del todo, su secuestrador le sacó y fue a un conjunto de puertas, abriéndolas al deslizarlas a un lado. Era algo que pertenecía a una fábrica más que a una residencia. Pero era una residencia; Stiles pudo ver un sofá y una mesa antes de que su secuestrador le llevase hasta un pilar y le tirase al suelo. 

Probablemente habría unos cuantos moratones más a su creciente colección. El tío se apartó y Stiles intentó moverse en el suelo para mirar mejor el sitio. Podía ver al secuestrador. El tío dejó su chupa de cuero en el sofá y fue hacia un baúl de madera que había al lado. Lo abrió y sacó unas cadenas. Stiles no quería pensar en por qué ese tío tenía unas cadenas tan a mano. 

Entonces regresó hacia Stiles, echando la cadena alrededor del pilar. Luego se agachó. Stiles no podía ver lo que estaba haciendo, pero notó manos en sus muñecas. Se rasgó la cinta. Por fin podía estirar sus piernas, aunque aún estaban unidas. Su secuestrador cortó la cinta que había alrededor de las muñecas de Stiles, pero la cinta fue rápidamente sustituida por el frío agarre del metal. En cuestión de momentos, había esposas alrededor de sus muñecas, unidas por la cadena. 

Cuando el secuestrador se alejó, Stiles se incorporó para poder sentarse, probando su nueva libertad de movimientos arrancándose la cinta de su boca en un doloroso movimiento. Había un par de metros de cadena, así que podía mover el cuerpo. La cadena no estaba atada a nada, así que sería capaz de ponerse de pie y deslizar la cadena por el pilar, pero no sería capaz de alejarse mucho. No podía ver una llave o un teléfono o nada útil a su alcance. 

“Derek,” dijo Stiles, “¿es Derek, verdad?” Su secuestrador se giró para mirarle, pero no dijo nada. “Mira, de verdad que no sé qué está pasando aquí, pero si me dejas ir ahora, te ahorrarás muchos problemas.”

“Si no querías problemas, no deberías de haber invadido nuestro territorio,” dijo Derek. 

“Quería ir de fiesta,” dijo Stiles. “No estaba invadiendo nada.”

Derek le lanzó una mirada incrédula. Luego volvió al baúl, recogiendo unos extremos de cadenas que habían quedado colgando por fuera. Stiles miró por la sala. Era un gran espacio vacío, iluminado por unas enormes ventanas. Había unas cuantas piezas de mobiliario, como el sofá, y una tabla bajo las ventanas, y unos armarios en la esquina al lado de un horno. Incluso había una cama en la esquina, pero todo parecía muy escaso en comparación con el tamaño de la habitación y quienquiera que la hubiera decorado no se había molestado en comprar cosas nuevas o que conjuntasen. 

Stiles empezó a  despegar la cinta de sus tobillos para poder ser capaz de correr de ser necesario, y luego se concentró en que le vieran como una persona en vez de un objetivo. 

“Me llamo Stiles,” dijo. “Mi padre es el sheriff. Cuando se entere de que he desaparecido, destrozará este pueblo para encontrarme.”

“No estamos interesados en tu padre,” dijo Derek. “Estamos interesados en tu alfa.”

“Y vuelta la mula al trigo, que no sé de qué estás hablando.”

“Tienes el olor de un alfa encima tuyo.”

“Lo habéis dicho antes pero sigo sin saber qué significa eso. Y tengo que decir que lo de olisquear a la gente es muy raro.”

Ya se ha quitado la cinta americana, pero las cadenas no serán tan fáciles. Necesita una llave y no será capaz de conseguirla sin la ayuda de este tío. 

“Mira,” dijo Stiles, “esto es claramente un enorme malentendido. Déjame ir y fingiremos que esto nunca ha pasado. Si no, tendrás que lidiar con mi padre y te enfrentarás a cargos por secuestro y probablemente agresión dado todos los moratones.”

“¿De verdad crees que tu alfa está contento si metes a las autoridades humanas en esto?” preguntó Derek. 

“Y dale, que no tengo un…¿espera? ¿Has dicho humanas?”

Derek le miró durante varios segundos. Atravesó la sala hacia Stiles y se agachó enfrente suyo, mirándole a los ojos desde una posición que era un poco demasiado cerca. 

“¿Tienes un alfa?” preguntó Derek. 

“¡No! Ya te lo he dicho mil veces. No tengo un alfa, y no tengo ni idea de qué estás hablando.”

Una expresión de desconcierto cruzó por el rostro de Derek y dijo, “No estás mintiendo.” No era una pregunta. 

“¡Pues claro que no estoy mintiendo!”

“Pero no reaccionaste cuando viste las garras de Peter.”

“Pensé que era raro que alguien se pegase garras falsas en los dedos pero tampoco me iba a poner en plan juzgón delante de alguien que estaba ocupado amenazándome con ellas.” Stiles vio el pequeño vacile en la expresión de Derek cuando Stiles usó la palabra ‘falsas’. Recordó la referencia a las autoridades humanas de antes. 

“Por favor dime que eran falsas,” dijo Stiles. 

Derek sostuvo una mano delante de ellos, enfrente de la cara de Stiles. Durante un momento, parecía una mano normal y corriente, luego las uñas comenzaron a crecer. Se alargaron, se hicieron más gruesas, se doblaron un poco y se afilaron de forma letal. Un momento más tarde, Stiles estaba mirando a unas garras en donde antes había habido uñas. 

“¡Hostia puta!” dijo Stiles. Intentó apartarse, pero su espalda estaba contra el pilar. Miró a esos dedos y sus miedos de antes de repente parecían nimios. Le había secuestrado alguien que no era humano. Eso explicaba la fuerza. En realidad, eso no explicaba nada. ¿Cómo podía estar pasando esto?

“¿Qué eres?” preguntó Stiles. “¿Eres alguna especie de alien cambiaformas?”

Derek le sonríe divertido, luego dijo, “Somos licántropos.”

“¿Licántropos? ¿En plan me-transformo-en-un-lobo-en-la-luna-llena?”

“Si,” dijo Derek. “Más o menos. La mayoría de nosotros no podemos transformarnos en lobos al completo. ¿De verdad no sabes nada de esto?”

“¡No! ¿Por qué narices te piensas que lo sabría?”

“Tenemos un fuerte sentido del olfato, y los licántropos huelen distinto de los humanos, especialmente los alfas.”

“Cuando dices ‘alfa’ te refieres, en plan, a un lobo alfa, el líder de la manada?”

“Exactamente. Un licántropo alfa tiene un olor muy característico. Dejan su olor por su territorio y por su manada y tú estás cubierto de ello.”

“¿Pero cómo?” preguntó Stiles. 

Derek parecía entretenido, “¿Me lo preguntas a mi?”

“¡Si! Porque nada de esto tiene sentido. Esto está sacado de una película de terror. No puede ser real. No puedes ser real. Esto tiene que ser un sueño raro porque alguien me ha echado algo en la bebida en el club porque no me puedo creer que esté pasando esto.”

Stiles se sentía al borde de un ataque de pánico. Le atravesó el miedo y la respiración le salió en jadeos rápidos. Intentó calmarse, intentó recordar todas sus viejas técnicas, pero en todo en lo que pudo pensar fue que estaba en una habitación con un monstruo sacado de una película de terror, algo que podía hacerle pedazos con garras mágicas, o quizás comerle. Nunca iba a salir de esta y aunque su padre fuera a venir a buscarle, no estaba preparado para hacer frente a monstruos. 

Una mano le tocó el hombro y Stiles se dio cuenta de que Derek estaba de nuevo enfrente suyo. Sostenía un vaso de agua delante de la cara de Stiles. Stiles ni siquiera había notado cuando había ido a por ello. 

“Toma,” dijo Derek. “Bébelo.”

Stiles cogió el agua, bebiendo poco a poco, entre respiraciones que aún salían demasiado rápido. El acto de beber le dejó ralentizar sus respiraciones, luchando contra las oleadas de pánico. El hecho de que Derek estuviera intentando calmar su pánico era una señal de que Derek no estaba a punto de matarle en ese mismo segundo. 

“Por favor déjame ir,” dijo Stiles. 

Derek se puso de pie, alejándose de Stiles. Estaba mirando afuera de los grandes ventanales cuando respondió. 

“No puedo,” dijo. “Peter me ordenó traerte aquí. Si te dejo ir, es un reto directo a su autoridad.”

“Pero es todo un error.” 

“Quizás. Pero ahora sabes de nosotros. Será cosa de Peter decidir qué hacer contigo.”

Stiles se apoyó contra el pilar, echando la cabeza atrás para apoyarla sobre la madera. 

“¿No puedes llamarle?” preguntó Stiles. “Podrías decirle que de verdad no sé nada.”

“Tenemos que esperar a Peter,” dijo Derek. 

“¿Así que él lo decide todo y tú le sigues como un buen matón?”

“Él es el alfa.” 

“¿Y eso en qué te convierte?”

“En beta.”

“¿Tenéis todo el abecedario griego?” preguntó Stiles. Tenía curiosidad, además de estar aterrado. Al menos al hacer preguntas podía retrasar el pensar sobre su inminente y horrible perdición. “¿También tenéis a gammas y deltas y el resto?”

“Hay omegas,” respondió Derek. “Los omegas son lobos sin manada. Algunas manadas acogen a omegas perdidos pero no les convierten en betas del todo, se quedan en un estatus más bajo.”

“¿Y vosotros os pensasteis que yo era qué? ¿Cuando pensasteis que tenía un alfa, donde pensabais que estaba?”

“Algunas manadas tienen humanos que intentan ganarse el favor del alfa, intentando conseguir el mordisco y convertirse en betas. Asumí que eras un humano unido a una manada rival, espiándonos con la esperanza de convertirte en un hombre lobo.”

“¿Por qué iba a querer ser un hombre lobo?” preguntó Stiles, antes de darse cuenta de que eso igual sonaba insultante. Insultar a su secuestrador estaba probablemente en la lista de su padre de que cosas que no hay que hacer bajo estas circunstancias. Que no es que la lista de su padre incluyera a licántropos como una probabilidad. 

“Fuerza superior,” respondió Derek, tomándose en serio la pregunta. “Sentidos avanzados, curación rápida, resistencia ante la mayoría de las enfermedades.”

“Y la tendencia de convertirse en un monstruo rabioso una vez al mes y despedazar a la gente,” terminó Stiles. 

“Con entrenamiento, podemos aprender a controlar el cambio.”

“¿Así que no despedazáis a la gente?” preguntó Stiles. 

Derek le miró a los ojos por primera vez en cierto tiempo. Alzó ambas cejas con una pequeña sonrisa socarrona.

“Solo cuando no dejan de hacer preguntas,” dijo. 

“¿Eso era una amenaza?” preguntó Stiles. “Porque tengo que decir que las amenazas suenan mucho más amenazantes cuando vienen de tu alfa.”

“Eso es porque Peter ha despedazado a gente.” 

Derek atravesó entonces la habitación, a algún sitio detrás de Stiles. Stiles se giró, mirando a Derek en la esquina de la sala, sacando cosas de armarios en lo que asumía que era la zona de la cocina. Stiles intentó procesar lo que Derek acababa de decir. Así que Peter, el jefe creepy del club, era el alfa y alguien quien, presumiblemente, había matado gente. Eso explicaría por qué Derek no quería desobedecerle. Eso no presagiaba nada bueno para Stiles. Puede que Peter decidiera matarle solo por conocer el secreto. 

“¿Leche y azúcar?” dijo de repente Derek. 

“¿Qué?”

Derek le miró como si fuera estúpido, “¿Lo tomas con leche y azúcar?”

“¿Eh? ¿Cuándo?”

“Con el café?” 

“Oh. No. Lo tomo solo.”

Derek llevó una taza a donde estaba sentado Stiles y se la ofreció. Stiles la cogió, sorprendido y un poco confundido. 

“¿Les ofreces normalmente café a la gente que secuestras?” inquirió Stiles. Derek se limitó a encogerse de hombros. Stiles olisqueó el café, preguntándose si debería de arriesgarse dado que podía tener drogas. Pero ya había bebido el agua y dudaba que alguien fuera a molestarse en drogarle cuando ya estaba encadenado en su casa. Así que bebió. Era una taza sorprendentemente buena de café, recién hecho con una pizca de vainilla. 

Derek se bebió su taza mientras Stiles sorbía de la suya. Stiles estaba agradecido de tener algo que hacer porque si no o bien sufriría un ataque de pánico o tendría más conversaciones aterradoras con su secuestrador licántropo. Además, era un buen café. 

 

Cuando Stiles acabó, Derek cogió las tazas y fue al pequeño fregadero a lavarlas. 

Había una pregunta que estaba quemando la mente de Stiles y no pudo evitar hacerla. 

“¿Qué pasa ahora?”

Derek se encogió de hombros, “Esperamos a que Peter vuelva del club y le digo que la verdad es que no te estaba enviado otra manada y que no sabes quien es el alfa que te ha dejado el olor.”

“¿Cómo se me quedaría el olor de un alfa?” preguntó Stiles, porque esa era una de las muchas, muchas cosas que no tenían sentido de todo esto. 

“Normalmente con contacto físico,” dijo Derek. “El alfa tendría que ser alguien con quien fueras físicamente cercano para que su olor estuviera en ti de forma tan fuerte. O quizás alguien que tocase mucho tu ropa y que hubiera dejado su olor en ellas.”

Stiles se quedó ligeramente helado por dentro. 

“Esta no es mi camiseta,” dijo. Derek alzó una ceja inquisitiva. “Encontré esta camiseta en mi habitación pero no estoy seguro de dónde viene. ¡Hostias! ¿Y si el alfa supo de algún modo que iba a ir al club y me dejó la camiseta para engañaros?” 

“¿Le has dicho a mucha gente que ibas a venir a nuestro club?” preguntó Derek. 

“Yo…no. Solamente le dije a mi padre que iba a salir. No dije a donde.” Ahora que lo pensaba, una conspiración que involucrara camisetas parecía ridículamente poco probable. Pero si podía averiguar de dónde había salido esa camiseta, quizás sería capaz de descubrir una salida de todo este embrollo. Había asumido que era de Scott, abandonada por accidente una de las veces que se había quedado en donde Stiles. 

“Quítate la camiseta,” dijo Derek. 

“¿Qué?” dijo Stiles. “¡No!”

Se cruzó de brazos sobre el pecho, como si se estuviera protegiendo de miradas pervertidas de licántropos. Derek rodó los ojos. 

“Quiero comprobar si el olor está en tí o en la camiseta,” dijo Derek. Stiles no hizo ademán de quitársela. Ya había sido secuestrado y movido por todos lados por este tío. No tenía ninguna intención de que le quitase la ropa. 

“Podría cortar la camiseta con mis garras,” dijo Derek. 

“Hace unos minutos estabas intentando ser majo,” dijo Stiles, “dándome café y cosas como esas. No puedes pasar de eso a amenazarme con arrancarme la ropa.”

“Aparentemente sí puedo.”

Stiles sabía que no estaba en posición de discutir. Literalmente no tenía poder aquí, pero no iba a ser intimidado. Fulminó con la mirada a Derek. 

“A mí no me quitas la camiseta sin una cena y película antes,” dijo Stiles. 

Derek ladeó la cabeza, pareciendo considerarlo. Stiles esperó a la siguiente amenaza, medio esperando a que Derek saltase encima suyo y empezase a rasgar la tela. 

“Tengo pop tarts,” dijo Derek. “Y podría traer mi portátil para buscar algo para ver.”

“Se me acelera el corazón y todo,” masculló Stiles, un sarcasmo amargo en su tono de voz. La situación no era ayudada por el hecho de que esto era lo más cerca que había estado de tener una cita en más tiempo de lo que le gustaría pensar. Derek pareció tomarse su comentario como que estaba accediendo, porque empezó a rebuscar en los armarios los pop tarts. 

Un minuto después, Derek le dió un plato mientras fue a buscar el portátil prometido. 

“Eres un maestro de la cocina,” dijo Stiles. 

“Si no los quieres, no los comas,” dijo Derek. 

“¿Cómo traduces mi cumplido de tu cocina como que no quiero comerlo?”  preguntó Stiles. 

“No es un cumplido si estás siendo sarcástico.” 

Derek se había ido a otro lado, pero regresó sujetando un portátil debajo de un brazo y un cojín en una mano. Le lanzó el cojín a Stiles a la cara. Stiles casi tiró los pop tarts para cogerlo. Cuando sujetó el cojín, lanzó a Derek una mirada confusa. Derek se encogió de hombros. 

“Peter me dijo que me asegurase de que estuvieras cómodo,” dijo. Arrastró la mesa del café para poder posar el portátil y que Stiles pudiera verlo bien. Stiles le observó trabajar y colocó el cojín para poder estar sentado en un extremo y que el resto estuviera contra el pilar para darle un respaldo más cómodo. 

“¿Sabes lo que haría que estuviera super cómodo?” dijo Stiles. “Quitarme estas cadenas y dejarme marchar.”

“No,” dijo Derek. 

“¿Pues solo soltar las cadenas?”

Derek le lanzó una mirada, luego preguntó, “¿Qué película quieres ver?”

“Ninguna que tenga hombres lobo,” dijo Stiles. 

Se preguntó a cuanta gente secuestrada más les habían dado pop tarts y les habían puesto una película sus secuestradores. Seguro que no a muchos. Derek puso la clásica película de Superman que mostraba que, monstruo sobrenatural o no, al menos tenía buen gusto. Luego se giró hacia Stiles, se cruzó de brazos y dijo, “Quítate la camiseta.”

Cuando Stiles dudó, Derek alzó una ceja y dijo, “He cumplido tus condiciones.”

“Esas condiciones eran lo que normalmente se llama ‘una broma’,” dijo Stiles. 

“Cuanto más lleves esa camiseta, más difícil será comprobar si estás diciendo la verdad sobre lo del olor y más difícil será convencer a Peter de que no eres un espía enemigo. Si prefieres que te corte la garganta solo para asegurarse…” Derek dejó colgando la amenaza. Stiles le fulminó con la mirada durante varios segundos más, solo por principios, luego se quitó la camiseta. 

No podía hacer mucho porque aún estaba atado alrededor del pilar, así que la camiseta se quedó enganchada en sus muñecas, atrapada por las cadenas. Derek se acercó a Stiles y se agachó delante suyo. Sujetó la camiseta y la olisqueó. Luego se echó hacia Stiles y olisqueó de nuevo. Stiles intentó no encogerse sobre sí y alejarse, sin importar lo raro que fuera tener a un extraño oliéndole.   

“Podrías tener razón,” dijo Derek. “El olor es más fuerte en la camiseta que en tí.”

Alargó una mano, y las garras se extendieron repentinamente en sus dedos. 

“¡Ey!” protestó Stiles, echándose para atrás, pese a las cadenas que se lo impedían. “¡Dijiste que estaba diciendo la verdad!”

Derek rasgó la tela de la camiseta con sus garras, liberándola de las cadenas. Le lanzó una sonrisa divertida a Stiles y luego se llevó los restos de la camiseta a la mesa al lado de las grandes ventanas, tirándola ahí. 

“Si me hubieras quitado las cadenas hubiera sido más sencillo,” dijo Stiles. 

“Tú mira la película o te vuelvo a tapar la boca con cinta americana.”

Stiles recolocó el cojín e intentó ponerse cómodo. La película seguía reproduciéndose, una que había visto al menos una docena de veces ya. Se acomodó para mirarla, pero era difícil concentrarse. Seguía pensando en Peter, quien iba a decidir su destino. Derek había implicado que Peter estaba más que dispuesto a matarle. Puede que hubiera estado bromeando, o exagerando, o intentando asustar a Stiles para que cooperase, pero no lo creía. Había algo en el comportamiento de Derek, y más específicamente, en el hecho de que Derek no quería desobedecer a Peter, que sugería que la amenaza era real. 

Las cadenas eran otra distracción, las esposas de metal apretadas y haciendo daño alrededor de sus muñecas, e incluso con el cojín, no era exactamente cómodo estar sentado en el suelo. Stiles se encontró removiéndose en el sitio a menudo, intentando encontrar una mejor posición. Derek, quien estaba sentado en el sofá leyendo un libro, le seguía lanzando miradas fulminantes cada vez que Stiles se movía. Stiles se negaba a sentirse mal por distraerle; no era como si Stiles quisiera estar allí. 

Mientras progresaba la película, Stiles siguió preguntándose cuánto más tendría que esperar hasta que Peter viniera a decidir su destino. No hubo señales de él cuando empezaron a salir los créditos en la pantalla y Derek se acercó para llevarse el portátil. Stiles decidió hacer la pregunta. 

Derek se encogió de hombros, “Llegará cuando llegue. Probablemente no hasta dentro de unas horas. Deberías de intentar dormir algo.”

“¿En el suelo?”

“Tienes un cojín.”

Y eso parecía todo en lo que Derek respectaba. Se movió por la sala, colocando algunas cosas, y luego decidió prepararse para ir a la cama. Su cama estaba en la esquina de la habitación y parecía irritantemente cómoda desde el punto de vista de Stiles en el suelo. Derek se quitó las zapatillas y luego apagó las luces, dirigiéndose a la cama aún completamente vestido. Stiles no podía hacer mucho más aparte de recolocarse en el suelo con su cabeza sobre el cojín. 

Era imposible ponerse cómodo. Stiles intentó tumbarse sobre su espalda. Intentó hacerse una bola estando de lado. Intentó estirarse, pero eso causaba problemas con las cadenas, porque podía alejar las manos hasta cierto punto del pilar. Cada vez que cambiaba de postura, las cadenas eran un problema. Hacían mucho ruido y se ponían en medio, enredándose en sus brazos. Las esposas se le clavaban en las muñecas si ponía demasiado peso sobre ellas. Luego el suelo estaba duro debajo suyo y a Stiles le gustaba tener algo que le tapase. Incluso en las noches calurosas, le gustaba tener algo contra lo que enterrarse, pero ahora no tenía nada y no es que tuviera calor precisamente. El suelo era duro y frío contra su espalda desnuda. Las cadenas también parecían chuparle el calor. 

Mientras Stiles yacía allí, incapaz de dormirse, todos los dolores y moratones de antes se hicieron notar una vez más. Su hombro era el peor, en donde Derek le había agarrado, pero había otros golpes de cuando le habían maniatado y tirado al coche. Ninguno de ellos era particularmente importante, pero cada uno añadía otra capa de incomodidad a su posición actual. 

Al otro lado de la sala, Derek soltó un suspiro de agravio, encendió las luces, y lanzó dagas por la mirada a Stiles. 

“No me mires así,” dijo Stiles. “Esto es culpa tuya. Mira, sabes qué, dame a mi la gran y cómoda cama e intenta dormir tú mientras estás encadenado en el suelo.”

Derek le fulminó durante un minuto más, luego se bajó de la cama y se acercó hasta una serie de cajones. 

“¿Juegas al ajedrez?” preguntó. 

“¿Eh?”

“Al ajedrez,” repitió Derek, “¿juegas?”

“Un poco. Mi padre solía jugar así que yo le acompañaba a veces. No soy muy bueno pero me sé las reglas, es que me distraigo si el juego se alarga demasiado. Mi padre necesitaba de media vida para elegir sus jugadas y yo me aburría y empezaba a hacer movimientos estúpidos para que el juego acabara antes y al final dejó de pedirme que jugase con él.” 

Derek se quedó de pie sobre Stiles sujetando un tablero de ajedrez y una caja. Estaba mirando a Stiles mitad molesto y mitad divertido. 

“Eso ha sido una respuesta muy larga para una pregunta de sí o no,” dijo Derek. 

Derek se sentó en el suelo y posó el tablero entre ellos. Abrió la pequeña caja y sacó las piezas, empezando a colocarlas en los extremos del tablero. 

“A Peter le gusta el ajedrez,” dijo Derek. “Dice que es un buen método para enseñar pensamiento estratégico a largo plazo. Dice que necesito practicar eso.”

Derek fulminó con la mirada el tablero como si le hubiera insultado personalmente. Cuando acabó de colocar las piezas, fulminó con la mirada a Stiles, a quien había dado las blancas. Stiles movió la mano y movió un peón. 

Hicieron unos cuantos movimientos. Derek era más rápido a la hora de tomar decisiones que el padre de Stiles y el juego procedió relativamente bien aunque Stiles tenía que tener cuidado de no mover las piezas con las cadenas cuando movía él. 

Según jugaban, un pensamiento atravesó a Stiles y se rió por lo bajo. Derek le fulminó con la mirada inquisitivamente. 

“Es que me estaba preguntando en como explicar esto,” dijo Stiles. “‘Fui secuestrado por un tipo duro grandullón a quien le gustaba rasgarme la ropa, encadenarme en su cuarto y jugar a juegos’.”

Derek le fulminó todavía más. 

“No eres tan gracioso como te piensas,” dijo Derek. 

“Bueno, yo creo que soy desternillante así que eso me da cancha ancha para ser muy muy gracioso.”

Derek cogió un caballo y lo movió, estampándolo con una fuerza innecesaria en el tablero. Siguió fulminando con la mirada a Stiles. 

“Te toca,” dijo. 

Stiles movió a su alfil y luego sonrió brillante a Derek. 

“Jaque mate,” dijo, con lo que probablemente era un nivel innecesario de petulancia. Derek fulminó con la mirada al tablero, como si de algún modo hubiera sido el culpable y necesitase ser castigado. 

“Pensé que dijiste que no eras muy bueno,” dijo Derek. 

“No lo soy, es que tú eres malísimo.”

Derek le volvió a fulminar con la mirada, luego recogió las piezas, colocándolas para otro juego. 

Para cuando estaban acabando el tercer juego, el cielo que había tras los ventanales estaba empezando a iluminarse. Stiles estaba bostezando con frecuencia, luchando por concentrarse en el juego, lo que probablemente explicaba por qué todavía no le había pateado el trasero a Derek. Estaba más que cansado, pero no creía poder ser capaz de dormir ni aunque recogieran el tablero. 

Stiles había capturado a la reina de Derek y tenía los ojos puestos en su tercera victoria seguida, cuando hubo un sonido metálico de raspadura, y la gran puerta se abrió. Derek se incorporó rápidamente, repentinamente alerta, y Stiles se giró para mirar hacia la entrada del apartamento. 

Peter había regresado. 

 

 

Chapter 3: Capítulo 3

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“Vaya pero qué…acogedor,” dijo Peter. Cerró la puerta detrás de él y luego cruzó la sala hasta ellos. Derek se puso de pie, abandonando el juego y manteniendo la mirada de Peter sin titubeos. Un podo demasiado sin titubeos. Stiles se acordó de un niño que estaba pareciendo inocente cuando le habían pillado haciendo algo que no debía. 

Peter miró a Stiles, al cojín en el que se sentaba, y luego de vuelta a Derek. 

“Cuando te dije que le hicieras sentirse cómodo,” dijo Peter, “no esperaba que lo tomases literalmente.”

“No sabe nada,” dijo Derek. Stiles quería señalar que sabía muchas cosas, incluyendo saber más del ajedrez que Derek. Decidió que, por una vez, mantener la boca cerrada sería una mejor opción. 

“Y eso lo has determinado tú, ¿no?” dijo Peter. Volvió a mirar a Stiles, mirándole como si fuera un espécimen al que examinar. Stiles se sintió muy incómodo bajo esa mirada. 

“No sabía nada de los hombres lobo hasta esta noche,” dijo Derek. “De eso estoy seguro. No sabe quien es el alfa. Ha tomado prestada la camiseta. El olor del alfa está en la camiseta, no en él.” 

Señaló hacia la mesa en donde ahora yacía la camiseta arruinada. Peter se acercó hacia allí. Levantó la camiseta y la olisqueó. Luego regresó a donde Stiles, doblándose hacia delante para olisquearle. Que le olieran ya había sido bastante horripilante cuando lo hizo Derek. Cuando era Peter, la cosa era directamente perturbadora. Al final, Peter se enderezó y miró desde arriba a Stiles. 

“¿De quién es la camiseta?” preguntó. 

“No lo sé. ¡La encontré, vale!”

“¿Y donde la encontraste?”

Stiles titubeó. No estaba seguro de si admitir que la había encontrado en su casa, en su cuarto, le haría algún bien. Peter ya había demostrado estar dispuesto a cometer violencia en un santiamén. Si pensaba que el alfa estuvo en la casa de Stiles, quizás iría allí a buscarle. Stiles tuvo una visión repentina de Peter enfrentándose a su padre. Su padre no estaría preparado para hacer frente a una criatura sobrenatural super fuerte. 

Peter movió su mirada inquisitiva hacia Derek. 

“La encontró en su cuarto,” dijo Derek. 

Stiles fulminó con la mirada a Derek. Se sintió ligeramente traicionado, pero sabía que no debería estar sorprendido. Derek había dejado claro donde estaban sus lealtades. Stiles no podía confiar en él para que mantuviera en secreto algo. 

“Así que el alfa es alguien que tiene acceso a tu casa,” dijo Peter “¿Un amigo, quizás? ¿O un familiar?”

“No,” dijo rápidamente Stiles. Peter parecía divertido. 

“¿Cómo puedes estar seguro?” inquirió. “Dices no saber nada de los hombres lobo.”

“Sabría si mi padre es uno,” dijo Stiles. “Creo que notaría si mi padre se empezase a volver un furro o aullase a la luna llena.” 

“Las señales no son siempre obvias para quienes tienen suficiente control,” dijo Peter. 

“Mi padre no es un hombre lobo,” insistió Stiles. 

“¿Alguien más, entonces?” preguntó Peter. 

Stiles no respondió, pero estaba pensando la pregunta. ¿A quien conocía que pudiera dejar ropa en su cuarto? La lista era muy corta y Stiles no podía creerse que su padre o Scott fueran licántropos sin que él lo notase. Su teoría más plausible era que su padre debió de encontrar la camiseta en algún sitio y asumió que era suya, y luego la puso en su cuarto. 

Peter aparentemente se cansó de esperar a que Stiles contestase. Volvió a mirar a Derek. 

“Ven conmigo,” dijo. Salió del apartamento. Derek fue detrás. 

Stiles se quedó solo. Que no es que le ayudase en nada, puesto que seguía encadenado al pilar. Aprovechó la oportunidad para probar los límites de las cadenas. Le llevó unos segundos decidir que no iba a conseguir abrir las esposas sin una llave. Miró por toda la cadena, buscando algún eslabón débil que pudiera ser capaz de romper, pero parecía que Derek mantenía en buen estado sus cadenas. Al final, Stiles intentó sacarse las manos de las esposas, haciendo todo lo posible para hacer lo más pequeña posible su mano y tirando contra el metal de las esposas. Eso no parecía muy probable que funcionase. Aunque pudiera usar algo como lubricante, no creía que su mano fuera a caber. 

Cesó en su intento cuando se hizo aparente que solamente se estaba haciendo más heridas. Se puso de pie e intentó investigar el pilar. Era un pedazo de madera sólida que parecía sostener el techo. Stiles no creía tener ni una oportunidad de romper el pilar y sacar la cadena. Si lo hacía, probablemente se tiraría encima el edificio. 

La siguiente prioridad, ¿podría mandarle un mensaje a su padre? Desafortunadamente, Derek había alejado su portátil, así que no había manera de que Stiles lo cogiera y se metiera online. No tenía un móvil y no había señal de un teléfono en el apartamento. Lo único que había a mano era el plato de las pop tarts y no podía vislumbrar un modo de usarlo para mandar una señal de socorro. 

La puerta se abrió de nuevo. Stiles se giró para encarar a Peter y Derek, intentando aparentar que no había estado intentando escapar. Si Peter se dió cuenta de lo que pasaba por la mente de Stiles, no pareció importarle. Volvió a la mesa y cogió la camiseta, regresando al lado de Stiles. 

“Puede que no sepas quien es el alfa,” dijo Peter, “pero él parece conocerte. Puede que resultes útil para hacerle salir.”

Eso no sonaba alentador. 

“¿Cómo?” inquirió Stiles. 

Peter movió rápidamente su mano, sus garras abriendo repentinamente el brazo de Stiles. Stiles gritó, más por sorpresa que por dolor, y dio un salto atrás, chocando sin querer con el pilar. Peter le agarró con firmeza el brazo, evitando que hiciera más intentos de apartarse. Luego Peter empujó la camiseta contra el corte sangrante del brazo de Stiles, dejando que la sangre mojase la tela. Ahora Stiles notó como empezaba el dolor, un dolor punzante y caliente en su antebrazo. 

“¿Qué cojones estás haciendo?” demandó Stiles. 

“Ahora veremos si el alfa se preocupa por tu seguridad,” dijo Peter. 

Se dio media vuelta y se alejó, llevándose consigo la camiseta ensangrentada. Salió del apartamento, dejando a Derek y Stiles allí. Stiles miró su brazo. Había un par de cortes pequeños y superficiales. Ninguno serio. El sangrado ya era un mero goteo. Aún así, Stiles no estaba feliz de ser mutilado por un hombre lobo. 

“¿Está Peter loco?” preguntó Stiles. 

“Si,” respondió Derek. 

Un gritó atravesó el edificio, ahogado por las paredes y suelos, “También tengo un oído excelente.”

“Lo sé,” dijo Derek, con un tono de voz normal. 

“¿De verdad puede escucharnos?” preguntó Stiles, repentinamente en pánico. 

Derek se encogió de hombros, “Los licántropos tienen un oído excelente. Así que si quieres llamar a Peter monstruo o asesino bastardo o simplemente decir que no te gusta, será capaz de oírlo.”

“Quizás no debería de llamarle nada de eso,” dijo Stiles. 

“Es cosa tuya. Yo nunca dejo que le hecho de que pueda escucharme me retenga.” 

Stiles miró a Derek, confundido por estos comentarios. Era obvio que Derek seguiría las órdenes de Peter y que definitivamente le tenía miedo, así que era sorprendente que Derek también fuera tan directo con su obvio disgusto. Stiles se preguntaba cuál era la historia entre ellos pero decidió que preguntar probablemente no era un movimiento sensato. Había otras preguntas que podía hacer, sin embargo. 

“¿Qué hará Peter cuando encuentre al alfa?” preguntó Stiles. 

“Depende en lo que haga el alfa.”

“¿Le matará?”

“Quizás. Si Peter cree que su territorio está en riesgo, si.”

Stiles intentó contener los nervios. Sinceramente, no creía que su padre o amigos pudieran ser licántropos, pero eso quizás no importaría si Peter creía lo contrario. Peter ya actuaba sin prueba alguna. Si decidía que el padre de Stiles era el alfa, habría sangre. 

***

A Scott le despertó su teléfono desplazándose por su mesilla de noche por los zumbidos. El tono de llamada, que había parecido agradable y alegre cuando lo eligió, ahora parecía irritante. Salió de una montaña de sábanas y fue a coger el móvil, tocando el botón de responder, y planeando silenciosamente el asesinato de quien fuera que estuviera llamando. 

“¿Qué?” demandó. 

“Perdona que sea tan temprano,” dijo una voz. “Solamente quería saber si Stiles se ha quedado a dormir en tu casa. No está respondiendo su móvil.”

“¿Huh? ¿Qué?” preguntó Scott. Su cerebro aún estaba intentando arrancar. No podía entender por qué alguien estaba llamándole por Stiles a primera hora de un Sábado por la mañana. 

“Scott, soy el padre de Stiles,” dijo la voz, esta vez un poco más lento. “¿Está Stiles contigo?” 

“No,” dijo Scott. 

“¿Ha ido a casa de otro amigo anoche?”

Scott aún no estaba completamente despierto, pero el tono preocupado del sheriff estaba empezando a espabilarle rápidamente. Se sienta en la cama, intentando que sus pensamientos funcionen adecuadamente. 

“No vi a Stiles anoche,” dijo Scott. 

“¿No fuiste de fiesta con él?”

“Estaba con Allison en una cita. Dijo que se buscaría otros planes.” 

“¿Sabes con quien ha salido?”

El miedo estaba alejando los últimos vestigios del sueño de Scott. 

“No lo sé,” dijo Scott, sintiéndose como un amigo horrible cuanto más se daba cuenta de lo que no sabía. “Me despedí de él en el insti y no sé lo que planeaba hacer.” Intentó pensar en con quién podría haber salido Stiles. Sabía que había ido al Jungle con Danny un par de veces, así que igual había hecho eso. Pero no estaba seguro de si decírselo al sheriff porque no estaba seguro de cuánto le había dicho Stiles a su padre sobre su sexualidad y Scott no quería ser el que revelase sin querer que Stiles era bi. 

“¿No está en casa?” preguntó Scott. 

“No. No ha dormido en su cama y no consigo que responda al móvil.”

“Haré unas llamadas,” dijo Scott. “Igual alguien del instituto sabe a dónde ha ido.”

“Haz eso. Yo llamaré a la comisaría para que los ayudantes estén atentos.” 

Scott prácticamente podía escuchar el terror en la voz del sheriff. No podía imaginar lo que debió haber sido llegar a casa y descubrir que Stiles no estaba allí, y no era propio de Stiles no responder su teléfono. 

Scott intentó decirse a sí mismo que estaba siendo paranoico. Stiles estaba probablemente bien. Probablemente se había quedado a dormir en la casa del amigo con el que hubiera salido. O quizás había tenido suerte y había tenido otro motivo por el que no necesitar su cama. Se repitió estas palabras tranquilizadoras en su cabeza cuando buscó el nombre de Stiles en sus contactos y le intentó llamar, solo en caso de que Stiles no quisiera hablar con su padre. 

La llamada fue directa al contestador, lo que no era buena señal. 

Scott intentó llamar a más gente, recibiendo varias respuestas gruñonas de gente que estaba siendo despertada demasiado temprano un Sábado por la mañana. Nadie había salido con Stiles anoche ni sabía con quién podría haber salido. Ni siquiera sabían a donde había ido Stiles. Scott tenía sus esperanzas puestas en Danny, pero Danny dijo que no había visto a Stiles, aunque él había estado en el Jungle. Un par de chicos del equipo de lacrosse dijeron que habían estado en Scorch anoche y tampoco habían visto a Stiles. Era posible que no le hubieran visto por toda la gente que había los Viernes por la noche, pero cuando terminó de hacer su última llamada solamente aumentó su miedo. ¿Dónde diablos estaba Stiles?

 

 

Chapter 4: Capítulo 4

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“Tengo que ir al baño,” dijo Stiles. Derek había estado leyendo en el sofá de nuevo. Ahora miró hacia donde Stiles y le fulminó con la mirada, pero se puso de pie, posando el libro. Cruzó la sala hasta los cajones en donde había guardado el tablero de ajedrez. Ahora, rebuscó en ellos hasta que sacó un set de llaves. 

“Si intentas alguna estupidez,” dijo Derek, “Te partiré la pierna para que no puedas correr.”

“Claramente has aprendido técnicas de persuasión de Peter. Venga, que tengo que mear de verdad.” 

Derek cruza la habitación hasta él. Stiles está ya de pie frente al pilar y sostiene sus manos hacia Derek. Derek alarga su mano y mete una pequeña llave en el candado de una de las esposas. Momentos después, la cadena se cae de su muñeca, pero Derek la agarra con fuerza y no hace además de liberar su otra muñeca. 

Empezó a cruzar la sala hacia una pequeña puerta, usando la cadena casi como una correa de perro. Stiles no tuvo más opción que seguirle. Derek abrió la puerta para revelar un baño pequeño pero completo, con retrete, lavabo y ducha. No había ventanas ni más puertas, ergo no había modo de escapar de esa habitación para Stiles, pero eso no evitó que Derek cogiera el extremo abierto de la esposa y la atase a la barra de las toallas. Solo una vez estuvo seguro de que Stiles estaba bien atado abandonó la habitación, cerrando la puerta detrás. 

Stiles se tomó un par de minutos para hacer exactamente lo que dijo que haría. Ya había tenido ganas de mear desde hacía rato pero no había estado seguro de cómo pedirlo. Una vez acabó, miró por el pequeño baño, intentando descubrir cuánta libertad de movimiento le daría la cadena. 

“Voy a ducharme,” gritó desde el otro lado de la puerta. 

Para su sorpresa, Derek gritó, “Vale.”

Stiles se quitó la ropa, tirándolas en el suelo formando un pequeño montón. El cuarto era lo suficientemente pequeño como para que pudiera llegar a la ducha y meterse debajo del chorro. Dado el estado del resto del piso, estuvo placenteramente sorprendido por la calidad de la presión del agua. Un chorro de agua caliente cayó sobre él y Stiles se limpió, quitándose de encima el sudor de terror al igual que la sangre que se estaba secando en su brazo. Tomó prestado el champú de Derek, porque era lo mínimo que le debía su secuestrador. 

Se quedó un buen rato en la ducha, disfrutando de un momento de privacidad a la par que una oportunidad de quedar limpito, pero al final tuvo que salir. Se secó con una toalla que había en la barra y luego se puso su ropa. Cuando acabó, volvió a gritar a Derek. 

“¿Puedes dejarme una camiseta?” preguntó. 

No hubo respuesta. Stiles se quedó allí en el baño, el pelo mojado y sin camiseta, aún encadenado a la barra. Estaba empezando a preguntarse si debería de pegar un grito de nuevo cuando se abrió la puerta. Derek le lanzó una camiseta. Stiles la atrapó al vuelo, luego esperó a que Derek le desencadenase del toallero. Necesitó maniobrar un poco para pasar la cadena por la manga, pero luego fue capaz de pasarla por su cabeza. Era una camiseta sencilla y blanca, un poco grande en los hombros. 

En el instante en el que Stiles estuvo vestido, Derek tiró de la cadena, conduciéndole de nuevo a la habitación principal de su apartamento. 

“¿No puedo estar atado en un sitio más cómodo?” preguntó Stiles, cuando Derek pareció obcecado en llevarle de nuevo hasta el pilar en donde había pasado la noche. 

“No, pero te puedo volver a amordazar para que no te quejes,” dijo Derek. 

“Estoy seguro de que puedo irritarte igual amordazado que sin estarlo,” dijo Stiles. “De verdad que deberías dejarme ir. Hay menos irritación en el área y todos seremos felices.”

“No.”

“Podrías decirle a Peter que te superé en fuerza y escapé.”

“Tú eres tonto.”

Derek llevó a Stiles al pilar y envolvió la cadena alrededor. Cogió el brazo libre de Stiles y volvió a ponerle la esposa. Stiles consideró forcejear, pero Derek ya había demostrado su fuerza imposible. Stiles sabía que no tenía ninguna oportunidad así que parecía mejor fingir cooperar. Quizás podía crearle una falsa sensación de seguridad a Derek para tener alguna oportunidad de escape en el futuro. Que tampoco es que eso pareciera muy probable. 

Stiles miró a sus muñecas atadas. Se sentó de nuevo en el cojín, apoyándose contra el pilar e intentando pensar en todos los planes de huida que había leído en los libros de aventuras estos años. 

Lo peor era que Stiles sabía lo preocupado que estaría su padre cuando no llegase a casa. 

“Quiero decirle a mi padre que estoy bien,” dijo Stiles. 

“No,” dijo Derek. 

“Queréis la atención del alfa, pero fijo que no queréis que la policía os de caza.”

“No.”

“Deja que le llame. Deja que le diga que no estoy muerto en una cuneta en medio de ninguna parte.”

“No.”

“¿Es lo único que eres capaz de decir?”

Derek le miró y alzó una ceja, diciendo, “No.”

Stiles se dejó caer como un saco de patatas contra el pilar. Asesinó con la mirada a Derek. 

“Mi padre hará que toda la fuerza policial de Beacon Hills me busque. No dejará piedra sin remover. No queréis involucrar a la policía humana; Peter lo dijo. Lo mejor que se puede hacer es dejarme ir ahora para que pueda mentir sobre todo esto. Puedo decir que me he quedado en casa de un amigo.”

“Peter me ha dicho que te mantenga aquí,” dijo Derek. 

“¿Por qué haces lo que te dice? Es obvio que le odias.”

“Le odio,” dice Derek, “pero es mi alfa.”

“Y eso es todo.”

Hubo un pequeño y casi imperceptible titubeo, y luego Derek dijo, “Si.” 

***

Scott se fue hacia la casa de los Stilinski en su moto, llegando justo cuando el sheriff iba hacia su coche patrulla. Scott bajó de su moto en segundos. 

“¿Has oído algo?” preguntó. 

“Ha llamado Parrish,” respondió el sheriff. “Han encontrado el jeep, aparcado cerca de Full Moon, el nuevo club que ha abierto en la vieja estación de tren. Voy allí ahora.”

“Yo también voy,” dijo Scott, pensando que de ese modo quizás sería capaz de captar el olor de Stiles y seguir el rastro. 

“No.”

“Pero…”

“No,” dijo el sheriff de nuevo. “Quédate aquí. Si Stiles llega o llama o algo, llámame.” 

El sheriff se subió al coche sin esperar respuesta. Scott podía entender lo que quería decir. Después de todo, el sheriff no sabía que Scott era un hombre lobo, no podía saber que Scott tenía sus manera de seguir el rastro de Stiles. Por lo que a él respectaba, Scott solamente era un menor que estaría en peligro si seguía al sheriff a posibles escenas del crimen. Pero Scott no podía aceptar eso sin más. 

Scott se subió a su moto y atravesó el pueblo, dirigiéndose hacia donde había ido el sheriff. Nunca había estado en Full Moon, pero el nombre sonaba ominoso para sus oídos. Podía ser solo una coincidencia, pero Scott no podía evitar preocuparse de que quizás hubiera licántropos de por medio. Y si de verdad había licántropos de por medio, Stiles podía estar en mucho peligro. Scott recordaba el salvajismo de sus primeras lunas llenas, lo peligroso que había sido. Recordaba momentos en los que su temperamento había subido y casi se había transformado, casi había matado a alguien. Cada momento desde que le habían mordido, había estado luchando consigo mismo, intentando aplastar la parte de él que era un monstruo. ¿Y si Stiles estaba rodeado por toda una manada? ¿Y si era tan sarcástico como siempre y irritaba tanto a uno que se transformaba?  

Scott fue sacado de sus pensamientos cuando sonó un claxon detrás suyo. Había estado tan ocupado preocupándose por Stiles que había conseguido meterse en un cruce sin darse cuenta. Se obligó a concentrarse en la carretera. No salvaría a Stiles si se mataba en un accidente de tráfico. 

Scott encontró una zona de aparcamiento a pocas manzanas del Full Moon y aparcó la moto. Vio dos coches policiales aparcados cerca del familiar jeep así que aparcó a su lado. El sheriff, quien había estado mirando dentro del jeep, se giró ahora para fulminarle con la mirada. 

“Te dije que te quedaras en casa,” dijo. 

“Mi mejor amigo ha desaparecido, ¿de verdad pensabas que te iba a hacer caso?” inquirió Scott. 

“Tú y Stiles tenéis demasiado en común.”

El sheriff devolvió su atención al jeep, buscando dentro algo fuera de lugar. El jeep parecía normal para Scott. 

“¿Algo?” preguntó. 

El sheriff negó con la cabeza, “Parece que solo aparcó aquí para ir al club. No parece que hayan tocado nada. Voy a interrogar a los trabajadores del club.” Miró al Ayudante Parrish, quien estaba esperando al lado del otro coche patrulla, “Vigila la zona y evita que se meta en líos.”

Levanta el pulgar hacia la dirección de Scott. Empezó a irse. Scott se movió para seguirle, pero el sheriff le hizo detenerse con otra mirada asesina.

“Sé que estás intentando ayudar, pero tienes que dejar que la policía se encargue de esto. Si intentas seguirme, Parrish te va a poner las esposas y meterte en la parte de atrás de su coche. ¿Lo captas?” 

Scott asiente de manera reticente. Odiaba que le trataran como a un niño pequeño, como si fuera inútil. Regresó al jeep, mirando a través de las ventanillas. Parecía estar igual que siempre. El sheriff probablemente tenía razón; Stiles había aparcado aquí y se fue cuando todo seguía normal. 

“Le encontraremos,” dijo Parrish. “Ya sabes que el sheriff no se detendrá ante nada para encontrarle.” 

Scott asintió, pero no se sintió nada tranquilo. El sheriff lo intentaría pero no sabía en qué se estaba metiendo. Nadie sabía en qué se estaba metiendo. Scott cerró los ojos e intentó concentrarse en el olor de Stiles. 

Conoce a Stiles de hace mucho tiempo, se ha pasado mucho tiempo de su vida en su compañía, así que resultará fácil identificar el olor familiar. Pero hay demasiados olores más. Gasolina y metales y aceites de coches que vienen a este sitio todos los días. Hay olores de otra gente, mezclados con sudor y restos de orina de los borrachos que no fueron capaces de encontrar un baño a tiempo cuando salieron. Había un olor de alcohol viejo mezclado con heces de perro y un millón de olores inidentificables. Podía encontrar el olor de Stiles alrededor del jeep, pero más lejos se perdía en un caos de olores débiles. 

“¿Estás bien?” preguntó Parrish. 

Scott abrió sus ojos e intentó no aparentar ser una persona loca que acababa de olisquear el aire alrededor del coche de su amigo. 

“Es que estoy preocupado,” dijo. Se limpió los ojos, esperando que cualquier sonido de respiración que hubiera notado Parrish lo interpretase como que estuviera intentando no llorar. 

Seguir el olor de Stiles no iba a funcionar. Quizás si pudiera acercarse más al club, quizás sería capaz de captar algo, pero no parecía probable. Había habido demasiada gente y Scott no era lo suficientemente bueno separando un olor de entre el resto. Desearía haber sido capaz de seguir al sheriff y escuchar lo que le estaba diciendo a los trabajadores del club y vice versa. Podía escaparse de Parrish pero no creía que eso fuera a ayudar en lo más mínimo. 

Scott paseó alrededor del jeep. Quería ir al club. Necesitaba entrar ahí, aunque solo fuera para comprobar si podía oler a algún otro licántropo. Podía decirle a Parrish que se iba a ir a casa, dar la vuelta a la manzana, y acercarse al club desde otra zona. Pero no era probable que fuera a engañar a Parrish. Debería de haberse mantenido alejado del sheriff y no haberle dejado saber que le estaba siguiendo.

Comprobó su móvil por lo que parecía la milésima vez ese día e intentó llamar a Stiles. Naturalmente, no hubo respuesta. Stiles ya hubiera respondido de haber estado bien. Scott podría llamar a su madre de nuevo, quien estaba en el hospital y había prometido estar alerta y avisarle al momento si llevaban a Stiles allí, pero estaba trabajando y ya habría dicho algo si supiera algo. Llamarla al trabajo no iba a hacer nada. 

Odiaba sentirse inútil. 

Sintió que tuvo que esperar una eternidad hasta que regresó el sheriff, sujetando un disco duro portátil en una mano. Se lo dió a Parrish. 

“Vídeos de la cámara de seguridad,” dijo el sheriff. “Aunque aparentemente la cámara que hay sobre la entrada la rompieron hace unos días y aún no la han reparado, lo que es extrañamente conveniente.”

“¿Estuvo Stiles allí?” preguntó Scott. 

“El portero cree que reconocer la foto de Stiles. Aparentemente Stiles intentó entrar con un carnet falso pero el portero le apartó de la puerta. Parrish, quiero que lleves las grabaciones a comisaría y que las mires, solo en caso de que Stiles se colase luego o que estén mintiendo sobre lo de echarle.”

“¿Crees que están mintiendo?” preguntó Parrish. 

“No lo se. Hay algo que no encaja. El encargado estaba más que feliz de darme las grabaciones de la cámara de seguridad, incluso me dió el disco duro para guardarlas. Cualquiera que se muestre demasiado colaborador en una investigación policial me hace sospechar.”

“También sospechas cuando no quieren ayudar,” señaló Parrish. 

“Es que hay algo raro en este sitio,” dijo el sheriff. “Puede que no tenga nada que ver con Stiles. Quizás hacen venta de drogas en el baño y los trabajadores hacen la vista gorda. De cualquier modo, quiero que compruebes las grabaciones y busques algo fuera de lugar.”

“Entendido.”

“¿Qué puedo hacer yo?” preguntó Scott. 

“Puedes ir a casa y no meterte en líos. Lo digo en serio, Scott. Ya estamos buscando un adolescente perdido, no quiero añadir otro a la lista.”

Scott quería discutir, pero fingió estar de acuerdo. El sheriff le fulminó con la mirada hasta que Scott se subió a su moto y la arrancó. Scott se fue en dirección a casa e incluso condujo varias manzanas en esa dirección antes de dar media vuelta, manteniendo la distancia para que no acabase por pasar al lado del sheriff. Encontró una zona vacía para aparcar su moto y luego se fue andando hacia la vieja estación de metro. 

Aún estaba a un par de bloques del club cuando se detuvo en seco. Un olor le invadió las fosas nasales, le aterrorizó hasta la médula. Era el olor de la sangre. 

Scott corrió hacia el olor, metiéndose en un callejón estrecho que estaba entre dos edificios antiguos. Con cada paso, se sintió más desesperado, aterrado por lo que quizás vería. Conforme se acercó, el olor de la sangre se mezcló con otros olores. Estaba el olor de Stiles, enriquecido con sudor y terror. Estaba su olor, de alguna manera, y el olor de otros licántropos. 

Scott no estaba seguro de qué encontraría, medio esperando ver un cadáver tirado en el callejón. La camiseta rota no era tan malo, pero era aún suficiente como para llenarle de pavor. La habían dejado metida entre una salida de incendios y un cubo de basura, una bola arrugada de tela marcada con sangre. 

La habían dejado unos licántropos, Scott estaba seguro de eso. Podía oler sus olores en la tela. Debieron de haber sabido que un licántropo sería capaz de notar el olor y se preguntó si quizás esa había sido la idea. 

“¿No puedes hacer lo que te mandan por una vez?” cortó una voz sus pensamientos. El sheriff estaba de pie en la entrada del callejón. 

“He encontrado algo,” dijo Scott. El sheriff vino hasta su lado. El modo en el que empalideció su cara le dijo a Scott todo lo que necesitaba saber. 

“Esa era la camiseta que llevaba Stiles anoche,” dijo. 

“Hay sangre en ella.”

El sheriff miró alrededor, pero no había más sangre en nada alrededor. Cualquier herida que tuviera no podía ser demasiado seria, pero eso no lo hacía menos preocupante. 

“¿Has tocado algo?” inquirió el sheriff. 

“No,” dijo Scott. “No he tocado nada.” 

“Bien. Voy a avisar de esto y hacer que venga aquí el equipo forense para documentar la escena. Luego voy a empezar a preguntar por el vecindario a ver si alguien ha visto algo. Si te digo que vayas a casa, ¿hay alguna posibilidad de que me escuches?”

“No,” dijo Scott. 

El sheriff suspiró y se pasó una mano por la cara. Era un gesto de frustración que Stiles a veces usaba. Verlo ahora solamente aumentaba el miedo que estaba sintiendo Scott. 

¿Debía de encontrar él la camiseta? No había mucha sangre, pero era un olor potente. Scott no podía evitar pensar que había algo deliberado en el modo en el que habían dejado esto aquí. Necesitaba encontrar a los licántropos que la habían dejado, y tenía una fuerte sospecha de dónde encontrarles. Tenía que entrar en ese club. 

Pero había una pregunta que le quemaba la mente. ¿Por qué Stiles? ¿Por qué iba a ir alguien a por él?

Scott miró la camiseta sucia, dejada a posta allí. Era familiar. No podía verla muy bien, pero aún así creía reconocerla. Era suya, olvidada en la casa de Stiles después de haber practicado lacrosse con Stiles y haberse querido poner algo limpio. No es de extrañar que hubiera captado su propio olor en ella. Se preguntaba si los licántropos también lo habrían notado. ¿Lo que quiera que le estuviera pasando a Stiles estaba pasando por culpa de él?

 

 

 

Chapter 5: Capítulo 5

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Stiles consiguió dormitar un poco. Estaba cansado hasta la extenuación, al no haber dormido la noche anterior. Aún no estaba cómodo, y aún había un poco de preocupación dando vueltas por sus pensamientos, pero fue capaz de apagar su cerebro un rato y quedarse dormido de forma irregular sobre el suelo del apartamento. 

Fue despertado con el sonido de Peter volviendo. Se sentó, deseando pero no esperando que Peter quizás dijera que podía irse. Ese pensamiento quedó rápidamente aplastado. Peter fue hasta los armarios de la cocina y miró dentro, antes de girarse hacia Derek. 

“Vete a por algo de comida de verdad,” ordenó. “No podemos dejar que nuestro huésped se muera de hambre mientras esperamos a que su alfa responda.”

Derek se puso de pie y caminó hacia la puerta, pero luego se detuvo. Una expresión de preocupación le cruzó el rostro. 

“¿No vas a torturarle, verdad?” le preguntó a Peter. 

Stiles no había considerado la idea de que Peter quizás le torturase, al menos no desde su captura en el club. Ahora ese pensamiento estaba allí y tuvo que preguntarse por qué Derek pensó que era necesario preguntarlo. ¿Solía torturar a la gente Peter?

“Venga, venga,” dijo Peter, “tu falta de fe en mí es decepcionante.”

“¿Le vas a torturar?” inquirió Derek. Estaba de pie en el umbral, los brazos cruzados, sin hacer además de irse. 

“¿Tan poca confianza hay en el mundo que tienes que hacerle esa pregunta a tu propio tío?”

Stiles se estaba poniendo más que un poco nervioso por el hecho de que Peter no respondiese directamente. Ciertamente si no iba a hacer daño a Stiles lo habría dicho. El hecho de que no estuviera dando una respuesta era preocupante. Derek se quedó allí, mirando a Peter de forma firme, esperando alguna clase de garantía. Stiles estaba de alguna manera complacido de que Derek estuviera de su parte en esto, aunque no estuviera desafiando directamente a Peter al, digamos, dejarle marchar o algo. 

Peter rodó los ojos y dijo, “No voy a torturarle.”

Solo entonces Derek asintió de forma breve y dejó el apartamento. Stiles se sentó contra el pilar, poniendo sus rodillas delante como un escudo. Miró nervioso hacia Peter, quien le estaba mirando con una intensidad que no le gustaba a Stiles. Un pensamiento seguía molestando a Stiles: Peter era la clase de persona que mentiría fácilmente. 

“Mi sobrino parece querer protegerte,” dijo Peter. “Extraño. Normalmente no le cae bien…bueno, nadie.”

“No le caigo bien,” dijo Stiles. 

“¿Estás seguro de eso?”

“Si te cae bien alguien, no les dejas encadenados al suelo.”

Peter sonrió de medio lado ante eso, “He estado en unos cuantos clubs en donde los huéspedes no estarían de acuerdo contigo en eso.”

Así que su siniestro secuestrador ahora hacía chistes sobre bondage. Stiles se preguntaba si este tío estaba intentando conseguir algún trofeo en cosas siniestras.

Peter paseó por el apartamento. Parecía perfectamente feliz de recorrer el piso de Derek como si fuera suyo. Quizás lo fuera. Stiles había estado trabajando con la suposición de que esta era la casa de Derek, pero quizás era la de Peter. Quizás ambos vivían aquí. De cualquier modo, Peter fue hacia los cajones que Derek había estado usando antes. Buscó en ellos hasta que encontró el ajedrez y luego regresó con Stiles.  

“Vamos si eres un buen oponente,” dijo Peter. Se sentó con fluidez en el suelo a su lado, cruzando las piernas y posando el tablero entre ellos. Stiles aún se sentía demasiado agotado como para ser un oponente particularmente bueno. Además, Peter probablemente podía matarle en un suspiro. Era como jugar contra un wookie. 

Peter colocó las piezas, dando las blancas a Stiles. Stiles movió un peón en un movimiento inicial estándar, esperando la respuesta de Peter. Peter lo consideró y luego movió su peón imitando el de Stiles. Parecía más interesado en mirar a Stiles que al tablero, lo que era desconcertante. 

“El ajedrez es un método excelente para entrenar la mente,” comentó Peter, una vez que Stiles hizo otro movimiento. “Te enseña a pensar a la larga, intentar predecir los pensamientos de tu oponente, entender qué es probable que hagan luego.”

“Es demasiado rígido,” dijo Stiles. Claramente la falta de sueño no estaba ayudando a su sentido de supervivencia, porque discutir con un hombre lobo no era una elección de vida muy inteligente. 

Gracias al cielo, Peter parecía más curioso que enfadado. Alzó una ceja y dijo, “¿A qué te refieres?”

“Hay investigadores de inteligencia artificial hoy en día que han estudiando mucho el ajedrez,” dijo Stiles, “porque lo consideraban el epítome de la inteligencia, pero para los ordenadores funciona muy bien porque está estructurado. Hay reglas fijas. Para cada posición de las piezas, hay un número finito de movimientos. Puedes definir todo el conjunto, cada movimiento, cada posición de las piezas en el tablero, cada posibilidad. No es como en el mundo real en donde hay número infinito de opciones. Jugar al ajedrez te enseña a seguir las reglas según te las enseñan; no te enseña a pensar en las soluciones no obvias. El ajedrez no vale de nada si quieres hacer algo que tus oponentes no esperen.”

Peter pareció considerarlo. Luego cogió su caballo y lo movió para eliminar uno de los peones de Stiles. Su movimiento hizo que le caballo avanzase tres casillas en vez de dos, lo que era ilegal. Cuando posó la pieza eliminada en el lateral del tablero, Peter miró a Stiles, algo desafiante en su expresión.

Stiles podría quejarse de la injusticia de ello. Podría quejarse por el hecho de que Peter había roto las reglas, pero acababa de hablar de la rigidez de la naturaleza del ajedrez, así que quejarse porque Peter no estaba siendo estricto sería como rendirse. Así que Stiles intentó pensar en una respuesta menos rígida. 

Movió la mano y quitó del tablero el caballo de Peter. 

“Tu caballería estaba exhausta por viajar demasiado rápido para llegar a la batalla,” dijo Stiles, “así que fueron heridos en la batalla con mi peón y han sucumbido a las heridas.” 

Peter asintió y miró al tablero con una mirada contemplativa. Después de un minuto, hizo retroceder una casilla a uno de sus peones; otro movimiento ilegal. 

“Mis fuerzas han realizado una retirada cautelar,” dijo Peter. 

El juego continuó de esa manera. A veces hacían movimientos legales, pero más veces que no rompían las normas, inventándose alguna clase de justificación o explicación para lo que había pasado. De no ser por el hecho de que Peter pudiera matarle, Stiles habría encontrado el juego muy divertido. Era el único juego de ajedrez que había jugado que involucraba mover las piezas del oponente y reclamar sobornos, o hacer que un alfil enseñase a una torre como moverse en diagonal, o mover dos piezas en un ataque coordinado. Era difícil decir quién estaba ganando, hasta el momento en el que Peter quitó uno de los alfiles de Stiles y dos peones que habían estado en casillas adyacentes. 

Stiles miró a Peter esperando una explicación. 

“Uno de mis espías ha puesto una bomba en la iglesia,” dijo Peter, “eliminando al alfil y a la congregación de la iglesia.”

Stiles miró a Peter, luego dijo, “Eso es horrible.”

Peter se limitó a encogerse de hombros. Stiles miró al tablero, que era ciertamente caótico y no podía conseguirse con ninguna partida legal. No quería que Peter ganase, especialmente no con movimientos como esos, aunque no estaba seguro de que el criterio de siempre para ganar se aplicase. 

Stiles movió la mano sobre el tablero y desplazó uno de los peones de Peter hacia atrás para tomar al rey de Peter. 

“Tus súbditos están horrorizados por esta masacre,” dijo Stiles, “y han empezado una rebelión contra un líder tan cruel. Los peones han decidido que tu rey se ha pasado de la raya y ya no van a seguirle, así que organizan un motín y ejecutan al rey por sus crímenes de guerra.”

“Mis peones son leales,” dijo Peter. 

“Nadie dice que no lo sean. Siempre es posible hacer algo tan horrible que les haga ir en contra tuya.”

Stiles apoyó al rey en el suelo al lado del tablero, cruzó los brazos, y fulminó con la mirada a Peter. Peter miró al tablero, una ligera sonrisa en sus labios que de algún modo era más preocupante que cuando miró con enfado a Stiles. Miró a Stiles a los ojos. 

“Ante el asesinato de su marido,” dijo Peter, “la reina manda una petición para negociar la paz, invitando a tu líder a reunirse y acabar con la matanza.”

Stiles miró al tablero. La mayoría de las piezas habían sido capturadas en circunstancias dudosas así que no había muchas en juego. Stiles recordó lo que había dicho antes Peter sobre intentar averiguar lo que era más probable que fuera a hacer tu oponente. Stiles se preguntó si esto era Peter intentando estudiarle que sobre el juego. Si Stiles negaba la oferta de Peter en el juego, puede que Peter fuera más probable a considerarle un enemigo en la realidad. Era posible que Peter tuviera alguna clase de movimiento planeado para las piezas del tablero y esto fuera el inicio de una carta, pero quizás eso también podía ser ventajoso para Stiles. Si perdía el juego, Peter podría estar inclinado a subestimarle en la realidad. 

“Mi rey acepta,” dijo Stiles, “y accede a reunirse en un terreno neutral.”

Movió su rey y a la reina de Peter a una zona relativamente vacía del tablero de ajedrez. 

“Firman un tratado de paz y luego mi reina propone un brindis por el final del baño de sangre,” dijo Peter, “pero echa veneno en la copa de vino. Y luego hace pedazos el tratado.”

Peter quita al rey de Stiles del tablero y le da otra de sus sonrisas frías, esperando una reacción. Stiles no quería perder contra Peter en este falso juego, pero podía ver por qué era una idea peligrosa hacer mucho alboroto por esto. 

La reina de Stiles seguía en juego. Podía declararla la nueva líder de su bando al igual que había hecho Peter. La mayoría de las piezas importantes habían muerto, pero aún había algunos peones esparcidos por aquí y por allá. Pero había otra opción, inspirada por un viejo episodio de Doctor Who que había visto. 

“Los peones unen fuerzas,” dijo. “Están cansados de la violencia sin sentido y las puñaladas traperas, así que declaran un nuevo orden mundial y expulsan a los viejos líderes. Victoria para la gente común.” Sacó ambas reinas del tablero. “Viva la revolución.”

Peter miró al tablero. Había un número par de peones y solo un par de piezas distintas a ambos lados. Miró a Stiles y dio un breve asentimiento, aceptando que había acabado el juego. 

“Como líderes del viejo régimen,” dijo Peter, “supongo que ambos perdemos.”

“Pero es una victoria para los habitantes del ajedrez,” dijo Stiles. Había una expresión en la cara de Peter que era ligeramente perpleja y ligeramente divertida, luego sacudió la cabeza con una pequeña sonrisa. Ni en un millón de años Stiles hubiera predicho un juego como este, pero creía que por fin estaba siguiendo el consejo de su padre de hacer que los secuestradores le vieran como una persona. Pensó que Peter se había entretenido con este bizarro juego y Stiles esperaba que eso dificultara las cosas a Peter para hacerle daño. 

La puerta se deslizó a un lado cuando Derek regresó. Su llegada tan oportuna le hizo preguntarse a Stiles si había estado rondando en algún lugar hasta que acabó el juego, o si es que simplemente había sido casualidad y suerte. De cualquier modo, Derek entró en la sala llevando una bolsa de plástico de la que emergía un aroma tentador. Nadie le había ofrecido el desayuno a Stiles, así que estaba definitivamente atraído hacia los contenidos de la bolsa. 

“Y así mi peón muestra sus verdaderos colores,” comentó Peter. 

“¿Qué?” preguntó Derek, la cara malhumorada. 

“Ya sabes que no me gusta la comida china.”

Derek le miró a los ojos con calma y dijo, “Dijiste que esta comida era para evitar que Stiles se muriera de hambre.”

Peter suspiró, “Bueno, soy capaz de ver cuando no me quieren.”

“Quizás la gente te querría más si no te refirieras a ellas como peones,” dijo Derek. 

“Es la metáfora de Stiles, no mía.”

Peter se fue después de eso. Derek le fulminó con la mirada hasta que no pudo verle y luego apartó el ajedrez a un lado para poder empezar a sacar los cartones de comida para llevar de la bolsa, posándolos en el suelo al lado de Stiles y luego yendo a por cubiertos a la zona de la cocina. Stiles empezó a comer. Solo fue un minuto después, cuando presumiblemente Peter ya había podido alejarse como para dejar de oírles, que Derek se giró hacia él. 

“¿De qué estaba hablando?” preguntó Derek. 

“No lo sé. Acabamos de tener el juego más raro de ajedrez de la historia, pero no sé a qué se refería con lo de las metáforas.”

Stiles le explicó rápidamente el juego de ajedrez rompe reglas, o al menos todo lo que podía explicarse ese juego. La expresión de Derek se ensombreció con cada palabra, particularmente cuando Stiles llegó a la parte de al bomba en la iglesia y la rebelión de los peones. 

“Básicamente le has dicho a Peter que estoy conspirando contra él,” dijo Derek. 

“¡No, no lo he hecho! Estaba hablando de ajedrez.” 

“Le has dicho que la gente traicionará a su líder si hace algo demasiado horrible.”

“Pero el único modo en el que pensaría que estaba hablando de él sería su hubiera hecho algo…” claramente el cerebro de Stiles no estaba funcionando apropiadamente por la falta de sueño. No había otro modo por el cual debiera de llevarle tanto tiempo conectar las cosas. 

“¿Qué hizo?” preguntó Stiles. 

“Mató a mi hermana.”

Stiles había esperado algo malo, algo a niveles de la bomba en la iglesia del juego, pero esa no era una respuesta que hubiera podido adivinar. Derek no lo había dicho como algo que sospechaba, sino como algo de lo que estaba absolutamente seguro. 

“¿Qué pasó?” inquirió Stiles. 

“Mi hermana mayor era el alfa. Ella y Peter fueron al bosque. Luego ella acabó muerta. Peter dijo que estaban discutiendo y que perdió el control durante un minuto. Dijo que ella le estaba intentando calmarlo, así que no no se defendió al instante, y que él no recuperó el control hasta que fue demasiado tarde.”

“La verdad es que no suena a que te lo creas.”

“Peter fue el que me enseñó a controlarme. Se que puede pasar que un licántropo pierda el control durante un breve momento, pero Peter siempre ha tenido un control excelente. No, creo que atacó a Laura deliberadamente para poder robarle los poderes.”

“¿Y por qué le sigues?”

“Porque mató a mi hermana antes de que tuviera el poder de un alfa. Ahora es más peligroso que nunca. No voy a ser capaz de matarlo sin alguna clase de ventaja de mi parte.”

Stiles miró con severidad a Derek, luego dijo, “Así que estás conspirando contra él.”

Derek no contestó. 

***

Scott había estado vigilado por varios ojos atentos de varios ayudantes, con la intención de evitar que interfiriera con las escenas del crimen. Observó cómo la gente sacaba fotos del callejón, anotando cada detalle, y metiendo la camiseta en una bolsa para varias pruebas. Los oficiales habían peinado la zona en busca de más señales, o de algo más de sangre, pero no apareció nada útil. Scott sospechaba que habían puesto la camiseta allí a posta. Dado el olor de otros licántropos en ella, suponía que estaba más allí para él que para la policía. 

Scott necesitaba irse de allí, pero el sheriff ya le había visto irse y volver una vez, no iba a creerlo fácilmente si Scott decía que quería irse. Así que Scott se tomó el tiempo de fingir estar aburrido para que le vieran los otros ayudantes. Empezó a intentar mirar la escena del crimen, luego, cuando le apartaron, dejó que se viera su frustración. Después de un rato, pensó que los ayudantes se creerían que estaba frustrado y aburrido, porque la verdad era que lo estaba. Después de un rato más, su estómago empezó a rugir audiblemente. El ayudante que le había tocado hacer de niñero le miró con simpatía. 

“Mira, chaval,” dijo, “vete a casa. Come algo y no te metas en medio o el sheriff probablemente te arrestará, con el humor con el que está.”

Scott asintió y se fue de la escena del crimen sin queja. Estuvo atento a otra gente cuando se fue, tomando una ruta que daba la vuelta al club. Siempre que escuchaba a alguien acercarse, se metía en portales o tiendas abiertas, hasta que podía discernir si las pisadas próximas eran de policías o no. En una de esas paradas aprovechó la ocasión para comprarse un bocadillo y calmar su estómago rugiente. Luego volvió al club. 

Estaba cerrado y a oscuras, un lugar sucio y poco atractivo con la luz del día. La entrada principal estaba firmemente cerrada, y probablemente con llave, así que Scott rodeó el edificio, buscando otro modo de entrar. Encontró lo que parecía una rampa que bajaba hasta un aparcamiento, así que fue hacia allí, encontrando unos aparcamientos pobremente iluminados bajo el club. La mayoría estaban vacías, pero había un par de coches allí. 

En el espacio cerrado el olor de licántropos era obvio. Habían estado aquí, recientemente. El olor impregnaba toda la zona. O había habido muchos licántropos aquí, o habían venido a menudo. O ambas. 

Scott sabía que era una locura entrar solo. No podía luchar contra toda una manada de licántropos y era muy probable que una pelea fuera necesaria si habían hecho daño a Stiles. Lo razonable sería irse y decirle al sheriff que estaba seguro de que los secuestradores de Stiles habían estado en este club, ¿pero cómo podía explicárselo al sheriff de un modo creíble? No tenía más pruebas aparte de su sentido del olfato, cosa que sería difícil de explicar. Aparte, el sheriff no iba a estar equipado para lidiar con licántropos. 

Scott aún estaba debatiendo qué era lo mejor cuando aparcó un coche en el aparcamiento. Scott se giró para encararlo. Ahora le habían visto, así que huir estaba fuera de la cuestión. Todo lo que podía hacer era quedarse allí mientras el coche terminaba de aparcar y un hombre salía de él. Era un hombre lobo, Scott podía notarlo al instante por el olor, pero el olor era sutilmente distinto de los otros licántropos que había conocido Scott. El hombre le miró de arriba abajo.

“Te estaba esperando,” dijo, “pero no eres lo que esperaba.”

“¿Dónde está Stiles?” preguntó Scott. 

“A salvo. Por ahora.”

“¿Por qué le habéis cogido?”

El hombre se acercó un poco a Scott y empezó a dar vueltas a su alrededor. Scott se giró para ir mirándole. 

“Encuentro muy descortés,” dijo el hombre, “que un hombre lobo venga a mi territorio o envíe a sus amigos al corazón de mi dominio sin hablar conmigo.”

“No envié a Stiles aquí. Él va a donde quiere.”

“Entonces quizás quieras tener un poco más de cuidado en donde van tus amigos, y creo que tenemos que tener una charla sobre la disposición de territorios.”

“Primero quiero saber que Stiles está bien,” dijo Scott. No tenía nada de su parte. Este otro hombre tenía todo a su favor, pero Scott tenía que saber lo de Stiles. 

El hombre sacó un móvil de su bolsillo. Marcó un número y llamó. Scott escuchó con atención para poder escuchar lo que decían al otro lado de la línea. 

“Hola,” dijo una voz gruñona. 

“Pon tu móvil en altavoz y haz que nuestro huésped diga algo,” dijo el hombre del aparcamiento. “Hay alguien aquí que quiere saber de él.”

“Di algo,” dijo la voz gruñona. Hubo un silencio, luego la voz gruñona dijo, “¿No has cerrado la boca desde anoche y ahora decides callarte?”

Eso sonaba a Stiles. Scott fácilmente podía creer que se quejaría y usaría el sarcasmo durante su cautiverio. 

“¿Stiles?” inquirió Scott. 

“¿Scott?” preguntó una voz familiar, luego prosiguió rápidamente. “Scott, pírate de ahí. Son peligrosos. No son humanos.” 

El hombre del aparcamiento cortó la llamada antes de que se pudiera decir algo más. Stiles seguía vivo. Eso era todo lo que Scott sabía de seguro, pero era algo a lo que podía aferrarse. Estos otros hombres lobo no tenían motivo para hacer daño a Stiles, de hecho, perderían su ventaja para negociar si herían a Stiles. Scott solamente tenía que cooperar lo suficiente como para que le dejaran irse. 

“Tenemos mucho de lo que hablar,” dijo el hombre. Señaló hacia la puerta del club, una clara invitación. Scott ni siquiera lo dudó. Entró. 

 

 

Chapter 6: Capítulo 6

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Stiles había estado aterrado de lo que le pudiera pasar a su padre si se cruzaba con una manada de hombres lobo. No había imaginado lo que pudiera pasar si Scott se veía metido en esto, exceptuando los locos delirios cuando se preguntaba si Scott quizás había sido el hombre lobo cuyo olor habían captado. Pero había sido él el que había estado al otro lado de la línea, el que estaba ahora con Peter. 

Los restos de la comida habían quedado ya olvidados. Todo en lo que Stiles podía pensar era en que Scott no sabía en qué se estaba metiendo. No podía saber lo peligroso que era Peter. 

“Por favor,” le dijo Stiles a Derek, “no puedes dejar que Peter le haga daño a Scott.”

Derek miró a Stiles, alzando una ceja a modo de pregunta. No estaba negándose ni nada, solo esperaba a que Stiles continuara. 

“No puede dejar que Peter coja a Scott o le haga daño o nada. Por favor, es mi mejor amigo y no se merece que le metan en unas batallas de licántropos por el territorio.”

“¿Estamos hablando de Scott McCall?” preguntó Derek, después de solo un momento de pausa. 

“Si,” dijo Stiles, repentinamente dudoso, preguntándose cómo sabía su nombre. 

“Te das cuenta de que es un hombre lobo,” dijo Derek. 

Stiles le miró. Tenía que ser una mentira. O un error. No podía creerse que Scott pudiera ser un hombre lobo. Se lo preguntó, cuando se enteró de que la camiseta que había llevado había olido a licántropo, pero nunca lo había considerado en serio. 

“Si Scott fuera un hombre lobo,” dijo Stiles, “Lo sabría.” 

“Peter le mordió,” dijo Derek. “Intenté hablar con él para que se uniera a la manada, pero no me escuchaba, parcialmente porque Peter le mordió sin preguntarle primero y estaba furioso por ello. Para entonces, Peter había encontrado a Erica y Boyd y Isaac, y ellos querían ser parte de la manada, así que Peter dejó marchar a Scott. Creo que pensé que Scott no aguantaría mucho siendo un omega.”

“Los omegas son los que no tienen manada, ¿verdad?” dijo Stiles, intentando recordar lo que había dicho Derek antes. 

“Supongo que Scott debió de haber encontrado otra manada.”

“Si Scott fuera un hombre lobo, me lo habría dicho,” dijo Stiles. 

“Quizás no le conoces tan bien como pensabas.”

“Es mi mejor amigo. Le conozco desde que tengo cinco años. No hay nadie que conozca a Scott tan bien como yo, ni siquiera Scott.”

Derek no presionó, pero su cara dejaba claro que pensaba que Stiles estaba equivocado. Stiles le fulminó con la mirada. Derek pareció ignorarle. Volvió a su sofá y al libro que había estado leyendo.  Stiles se complació en esperar a que Derek se acomodase y empezase a leer antes de hacerle una pregunta. 

“¿Hace mucho eso?” preguntó Stiles. “Me refiero a lo de morder a la gente y transformarles en licántropos.” 

Derek marcó la página por la que iba con el dedo y dirigió su atención a Stiles. 

“No a menudo,” dijo, “pero dejó claro que pensaba que Laura estaba siendo débil cuando no aumentó la manada. Ella dijo que estaba feliz con que la manada fuera solo familia: ella, yo, nuestra hermana pequeña Cora, y Peter. Peter no paraba de decirla que necesitábamos más, que necesitábamos una manada más grande para ser poderosos, pero a Laura nunca la había importado el poder de verdad. Cuando murió Laura, lo primero que hizo Peter fue encontrar a alguien a quien morder para que fuera un nuevo beta.”

“¿Y estás diciendo que ese beta es Scott?”

Derek asintió. “Scott no estaba interesado, así que Peter cambió de táctica.  Empezó a encontrar chavales que estaban desesperados de pertenecer a algo, de tener la fuerza y el poder que ser licántropos les podía dar. Se lo dio como un regalo, para que estuvieran agradecidos, para asegurarse de que le fueran leales. Ahora tenemos tres nuevos betas y solamente nos importa a Cora y a mi que Peter asesinase a Laura.” 

“Y tienes miedo de enfrentarte a él.”

“No soy suicida,” dijo Derek. “No puedo derrotar a Peter solo; no tendría ni una oportunidad si luchara con él y la manada. Es más fuerte cuanta más gente tiene.”

“¿No puedes hacer que la manada esté de tu lado?”

“Quizás, pero es difícil. Si empiezo a hablar de querer tomar el lugar de Peter, él lo escuchará y no aceptará un desafío directo. Puede que sea su sobrino pero me matará para enseñarles una lección al resto si cree que es necesario para mantener su poder.”

“Esto es todo muy Juego de Tronos,” comentó Stiles. 

“Solo que sin los dragones y los zombies de hielo,” comentó Derek. 

“Esperemos,” dijo Stiles, luego parpadeó, su cerebro alcanzando a sus orejas. “¿Ves Juego de Tronos?”

“Leo. He leído los primeros libros. Aún tengo el resto de la saga en alguna parte, pero lo dejé cuando me di cuenta de que solamente quedaban dos personajes vivos que me gustasen y sus secciones estaban cientos de páginas separadas.”

“Me sorprende que no te gusten todos los personajes. Oscuros, huraños, con secretos, propensos a tramas complicadas, y con una tendencia a la violencia con la más mínima excusa.”

“Dibujo la línea con lo de acostarme con mis hermanas,” dijo Derek. 

“¿Ha sido eso una broma? ¿Ha sido eso una señal de humor debajo de tu exterior oscuro y huraño?”

“Sigue hablando y puede que vuelvas a experimentar mi tendencia hacia la violencia de nuevo,” dijo Derek, pero Stiles sonrió de oreja a oreja. Había conseguido que Derek bajase su guardia lo suficiente como para hacer una broma y sentía que eso era una clase de logro. 

Derek intentó volver con su libro. Stiles se preguntó si debería de pedir un libro para pasar el tiempo. Se estaba aburriendo extremadamente y no lidiaba bien con el aburrimiento. Después de un minuto, Derek fulminó con la mirada a Stiles por encima de su libro. 

“Como no dejes de mover el pie,” dijo Derek, “te lo corto.”

“¿Huh?” Stiles miró abajo. Había estado golpeando el suelo con el pie de manera inconsciente y no lo había notado. 

“No paro quieto,” dijo Stiles, “especialmente cuando estoy nervioso o aburrido, y tú no ayudas con ninguna de esas cosas. Deberías de intentar entretenerme.”

“¿Encuentras entretenido que te cuelguen cabeza abajo de un tobillo?” preguntó Derek. 

“Estoy empezando a pensar que tienes un fetiche con atarme.”

“Para que fuera un fetiche, tendría que encontrarte atractivo,” dijo Derek. Stiles no iba a ofenderse por eso. Después de todo, un tío con el aspecto de Derek no le miraría nunca dos veces de no ser por todo esto del secuestro. Aparte, Stiles se había pasado años enamorado de Lydia sin que ella notase que existía, así que estaba acostumbrado a la gente insanamente atractiva que no estaba ni remotamente atraída a él. No estaba sorprendido por la reacción de Derek, y no iba a dejar que le afectase. Ciertamente no iba a dejar que Derek viera que estaba decepcionado por que Derek pudiera ser tan directo sobre ello. 

Forzó una sonrisa en su cara y dijo, “Venga, sabes que soy adorable.”

“Eres un friki. Puedo entender por qué, con tu inferior capacidad de audición, has oído mal a la gente cuando te ha llamado eso.”

“¿Acabas de llamarme friki, inferior y feo de a una? Kudos. Estoy impresionado por la eficiencia de tus insultos.” Stiles mantuvo la sonrisa en su cara. No iba a dejar que Derek creyera que le afectaba en algo. 

“Podría añadir más insultos, si quieres,” dijo Derek. 

“Venga, lobo huargo, hazlo lo mejor que puedas. No voy a escuchar nada nuevo.”

“¿Lobo huargo?” preguntó Derek. 

“Parecía apropiado. Tú eres el que lee Una Canción de Hielo y Fuego.”

“Y tú también,” dijo Derek. 

“¿Por qué crees eso? Quiero decir, tienes razón, pero no he dicho que lea los libros.” 

“Has usado el nombre de la saga de libros. La gente que solo ve la serie tiende a usar el nombre del primer libro. Lees los libros.” Derek parecía orgulloso de su lógica. 

“¿Y qué?” dijo Stiles. “Leo libros de fantasía, me gustan las películas de superhéroes. Y a ti también. Así que si eso me hace un friki, entonces a tí también, pero finges que no lo eres con tus cosas de cuero y tu ceño fruncido. Intentas esconder tu frikismo porque crees que es algo de lo que avergonzarse, pero ese camino solo lleva a la miseria y la inseguridad. Deberías de aceptar quien eres, abrazarlo, y no esconderlo solo por amoldarse al resto. Debes ser leal a tu naturaleza interior.”

Derek le lanzó una mirada confusa y divertida, diciendo, “Suenas a que me estás intentando sacar del armario.”

“Eso es. Del armario del frikismo. Eres un friki en el armario.”

“Mejor que ser un idiota.”

“Y ahora regresamos con los insultos,” dijo Stiles, “pero no vas a hacer que me cuestione mi inteligencia, porque sé lo listo que soy y tengo pruebas para demostrarlo. A no ser que retrocedas en el tiempo y borres mi historial académico, ese insulto no va a ninguna parte.”

Derek le estaba mirando confuso de nuevo. 

“¿Te insultan mucho, verdad?” dijo Derek. 

“Estoy en el instituto,” dijo Stiles, “y leo libros de fantasía y me gustan las películas de superhéroes, y no me sacan del banquillo en lacrosse. ¿Tú qué crees?”

“Creo que no hubieras ideado un modo de desviar insultos como esos y no dejar que te afecten a no ser que hayas escuchado más insultos inciertos de los que merece una persona.”

Stiles estuvo tentado a reír, “¿Así que estás feliz de secuestrarme, amenazarme, y atarme, pero sientes pena por mi porque unos memos en el insti me llaman cosas feas? Tienes que poner en orden tus prioridades.”

“No estoy feliz de secuestrarte,” dijo Derek. 

“¿Pero noto que no niegas que estás feliz de amenazarme?”

“Quizás deberías de hablar menos y entonces estaría menos inclinado a arrancarte la lengua de la boca.”

“Estoy pensando que debería de catalogar todas las partes de mi cuerpo que has amenazado,” dijo Stiles. “Ya van mi lengua, mis piernas, mi garganta…”

“Cállate.”

“Si no me callan las amenazas, ¿de verdad crees que me voy a callar solo porque me lo mandes?”

“Cállate, Stiles. Ha venido alguien.”

“¿Qué? ¿Quién?”

“Si te callaras quizás podía escuchar y averiguarlo.” 

Stiles se quedó callado, observando mientras Derek se quedaba allí aparentemente escuchando con su superior audición de hombre lobo. Después de un momento, Derek pareció relajarse un poco. Stiles no estaba seguro de si eso era una buena señal para él o no hasta que se abrió la puerta y Peter hizo entrar a Scott. 

El pavor que Stiles había estado sintiendo desde que escuchó la voz de Scott en el móvil se alzó con un salvaje crescendo de terror. Peter era un asesino, un monstruo en cada sentido de la palabra. Podía decidir fácilmente matar a Scott. Stiles quería gritarle a Scott que huyera, pero no creía que Scott fuera capaz de alejarse un par de pasos antes de que Peter le agarrara y le hiciera pedazos. No había nada que Stiles pudiera hacer para ayudarle. Todo lo que Stiles podía hacer era ponerse de pie, mirar a Scott, mientras estaba atada impotente al pilar. 

“Scott,” dijo Derek, saludándole con la cabeza.  

“Derek,” replicó Scott. “Debería de haber sabido que estarías metido en esto.” 

Se conocían. Derek había dicho que conocía a Scott pero Stiles no lo había creído hasta este momento. Si Derek había estado diciendo la verdad sobre que conocía a Scott, entonces era probable que estuviera contando la verdad sobre el por qué. Eso quería decir que Scott era un hombre lobo. Mirando ahora a Scott, de pie al lado de Peter, Stiles sintió que de repente no conocía para nada a su mejor amigo. 

Scott se giró hacia Peter y dijo, “Hemos hecho un trato. Suéltale.”

“Tú no das las órdenes, recuerda,” dijo Peter, “y hay otro tema que zanjar. Su promesa.”

Peter miró con severidad a Scott, quien tragó con nerviosismo. Luego Scott cruzó la sala hasta donde estaba Stiles. Stiles esperaba una prueba horrible, alguna condición horrenda que hubiera puesto Peter. Scott se puso delante de Stiles y le miró a los ojos, más triste y más serio de lo que Stiles creía haberle visto. 

“Necesito que hagas una promesa,” dijo Scott. “Necesito que prometas que no vas a contarle a nadie lo que ha pasado aquí. Ni a tu padre, ni a nadie. No le puedes decir a nadie que esta gente son licántropos, o que te han tenido prisionero, nada.”

Stiles miró a Peter. Así que quedaría libre si prometía no contar lo de la manada de licántropos que vivían en Beacon Hills. Parecía demasiado fácil. Stiles se preguntó a qué más había accedido Scott, pero ahora no era el momento de preguntarle. O de pegarle una colleja a su amigo por no contarle algo tan grande como esto. 

“Promételo,” le dijo Peter a Stiles. “Y seremos capaces de saber si mientes.” 

Scott quería que lo prometiera. Y no era como si Stiles fuera a ser capaz de convencer a su padre de la verdad. Y este era el secreto de Scott. Si Stiles empezaba a hablar de hombres lobo, el secreto de Scott estaría entre todo. Stiles no quería que su amigo saliera herido. 

“Prometo que no le contaré a nadie lo de los hombres lobo o lo que ha pasado aquí,” dijo Stiles. Peter asintió hacia Derek, quien fue a por la llave de las cadenas. Un minuto después, las manos de Stiles quedaron libres. Se frotó los moratones y magulladuras de alrededor de sus muñecas. 

“Venga,” dijo en voz baja Scott. 

“Recuerda,” le dijo Peter a Scott, “que si cualquiera rompe el acuerdo, perderá la vida. Y si rompéis el acuerdo e intentáis que no lo sepa, mataré a dos personas que te importen y dos personas que le importen a él:” 

“No romperemos el acuerdo,” dijo Scott. Todo lo que Stiles pudo hacer fue preguntarse cuál era el acuerdo. 

Empezaron a ir hacia la puerta de nuevo. Cuando llegaron, y Stiles miró hacia la larga escalera que bajaba, Derek gritó, “¿Necesitáis que os lleve a casa?”

Stiles dudó, mirando a Scott. Stiles no tenía ni idea de en donde estaban, pero presumiblemente Scott sí. Scott parecía considerablemente reticente, pero luego asintió. 

“Puede que sea buena idea,” dijo. 

Derek se apresuró a unírseles y bajaron las escaleras. Stiles intentó no pensar en el modo en el que Peter le había sonreído de medio lado cuando se fueron. 

Nadie dijo nada mientras bajaron al parking y Derek abrió su coche brillante negro. Scott hizo una seña con la cabeza a Stiles para que entrase primero, así que Stiles se metió a la parte de atrás haciendo malabarismos para pasar por encima de la palanca de cambios, dejando que Scott fuera en el asiento del copiloto. Stiles se preguntó por qué Scott había insistido en ir así. ¿Pensaba que sería capaz de interponerse entre Derek y Stiles si algo iba mal?

Stiles no había estado pensando en que Derek podría herirle, especialmente ahora que la libertad estaba al alcance de la mano, pero ahora tenía que volver a preocuparse por esa posibilidad. Quizás Peter solamente había fingido dejarles ir solo para que bajasen la guardia y Derek pudiera matarles. 

Pero Derek solo parecía preocupado por conducir. Salió del parking y entró en la carretera. Después de un minuto, tuvo que pedir direcciones. 

“Hacia la parte este del pueblo,” dijo Scott, sin darle una dirección concreta. Derek empezó a conducir en un silencio gruñón. La tensión en el coche se cortaba con un cuchillo. Scott observó a Derek con atención, como si esperase que cada movimiento fuera a ser una amenaza. Derek se limitó a conducir, fulminando con la mirada a la carretera a ver si la sometía a él. Afuera, los edificios de Beacon Hills fueron pasando iluminados por el sol, como si no hubiera nada malo en el mundo. 

“Bueno, esto es incómodo,” dijo Stiles, cuando ya no podía soportar más el silencio. 

“Cállate, Stiles,” gruñó Derek. 

“Debo de decir,” prosiguió Stiles, “que como chofer personal, el coche recibe cien puntos solo por lo genial que es, pero el conductor podría mejorar algo.”

“Podría tirarte en medio de la carretera a ver si eso ayuda,” dijo Derek. 

“Tu alfa prometió que tu manada no iba a hacer daño a Stiles,” dijo Scott, lanzando miradas preocupadas en dirección a Derek. 

“Estoy seguro de que ha dejado alguna laguna legal en el acuerdo,” dijo Derek. “Eso se le da bien.” 

Volvieron al silencio incómodo. Era raro. En el piso de Derek, habían sido capaces de hablar. Vale, que la mitad de las conversaciones habían sido amenazas de muerte e insultos, pero al menos habían mantenido una conversación. Ahora que Scott estaba aquí, hablar parecía imposible, a excepción de las direcciones que le iba dando Scott a Derek. 

“Esto es lo suficientemente cerca,” dijo al final Scott. 

“¿Seguro?” preguntó Stiles. Aún estaban a cinco minutos andando de su casa. 

Derek le lanzó a Scott una mirada inquisitiva. Redujo la velocidad, pero no se detuvo. 

“Puede que le sheriff haya dejado a un ayudante vigilando la casa,” dijo Scott. “Lo último que queremos es que empiece a hacer preguntas sobre por qué nos estás acercando tú a casa.”

Derek asintió. Aparcó el coche a un lado de la calle y esperó a que se bajaran. Cuando Stiles estaba saliendo de la parte de atrás, pareció que Derek estaba a punto de decir algo, pero luego cerró la boca y apartó la mirada. 

“Ha estado bien que me amenaces,” dijo Stiles. Derek asintió con brusquedad, luego arrancó el coche, dejando a Scott y Stiles de pie a un lado de la calle. 

Durante un momento, se quedaron allí, luego Scott echó sus brazos alrededor de Stiles en un fuerte abrazo. Stiles se lo devolvió. Luego Scott se apartó y todo volvió a ser incómodo. 

“Deberíamos,” empezó Scott. Señaló con vaguedad en dirección a la casa de Stiles. 

“Sí,” coincidió Stiles. Empezaron a andar. Les siguió lo que quizás ha sido el silencio más largo que han tenido entre ellos. Duró casi todo un minuto antes de que Stiles no pudiera soportarlo. 

“Así que,” dijo Stiles, “¿eres un hombre lobo?”

“Si,” dijo Scott. “¿Me odias?”

“Si. Absolutamente. Puede que nunca te perdone. ¡Eres un puto hombre lobo y no me lo has dicho! Y yo ahí diciéndole a Derek que tenía que estar equivocado y que ni de coña podías ser un hombre lobo porque eres mi mejor amigo y tú me cuentas todo y ni de coña ibas a poder ser un hombre lobo sin que yo lo supiera.”

“¿Así que no estás cabreado con que sea un hombre lobo? ¿Solo con que no te lo haya dicho?” 

“¡Si! ¿Por qué cojones no me lo has dicho? Nos lo contamos todo.” 

“No estaba muy seguro de cómo decirte que me había convertido en un monstruo. No estaba seguro de que quisieras seguir siendo mi amigo si lo supieras.” 

Solamente había una respuesta para eso. Stiles le pegó una colleja a Scott. 

“¡Oye!” se quejó Scott. 

“Eres mi mejor amigo,” dijo Stiles. “Te podrías convertir en un monstruo que expulsa pus y aún así seguirías siendo mi mejor amigo.”

Stiles estaba enfadado ahora mismo con Scott, probablemente más cabreado de lo que había estado en su vida, porque le había hecho daño que Scott no hubiera confiado en él. Le había pasado algo enorme y que le había cambiado la vida y no había sentido que pudiera confiar en Stiles. Stiles siempre había creído que podían contarse todo, pero ahora parecía que él era el único que lo pensaba. 

“Lo siento,” dijo Scott. 

“Bien.”

“No se lo he dicho a nadie. Mi madre no lo sabe. Nadie lo sabe.”

“¿Qué hay de tu manada?” preguntó Stiles. Porque pensar eso también dolía. Derek había dicho que Scott debió de encontrar una manada de licántropos que le aceptase y eso quería decir que presumiblemente Scott tenía todo un grupo de nuevos amigos cuya existencia había mantenido en secreto a Stiles. 

“No tengo una manada,” dijo Scott. 

“Pero Derek y Peter no callaban con lo del olor del alfa, es decir el líder de la manada, así que tienes que tener un alfa para que su olor se haya pegado tanto a ti que se haya pegado a mi y haya causado todo este lío.” 

“No hay alfa. No hay manada. Solo estoy yo.” 

Había algo dolorosamente solitario en su voz. Stiles sintió como se le escapaba el cabreo pedazo a pedazo. Scott había estado pasando por todo esto solo. Si, había sido culpa suya que hubiera estado solo y Stiles estaba aún un poco más que cabreado por ello, pero aún así debió de hacerle daño haber sufrido todo esto él solo. 

“Quizás les hueles a alfa porque te lideras a ti mismo,” dijo Stiles. “No respondes ante nadie.”

Scott se encogió de hombros, “No lo sé. No sé como va nada de esto.”

Caminaron un poco más, doblando la esquina que daba a la calle de la casa de Stiles. 

“¿A qué has accedido con Peter?” preguntó Stiles. 

“No importa.”

“Obviamente si. Si has hecho un trato para sacarme de allí, merezco saber a qué has accedido.” 

“La mayoría es irrelevante. Peter ha asumido que tengo una manada. Me hablaba como si tuviera a otros licántropos respondiendo ante mí y yo no me molesté en corregirle. Básicamente he accedido a que Beacon Hills sea principalmente su territorio y que se permitirá que mi manada esté aquí siempre y cuando no interfiramos en la suya. No puedo morder a nadie ni transformarles en licántropo sin que Peter lo apruebe primero, lo que no importa porque no estoy planeando morder a nadie. No puedo llevar a las autoridades o a los cazadores o a nadie a los lugares seguros de la manada. Si el pueblo está bajo ataque bajo una amenaza exterior y tenemos que pelear, he accedido a que él estará al mando como una especie de alfa senior. La mayoría era que accedía a no desafiarle ni a luchar con su manada cosa que no iba a hacer porque no soy tan estúpido porque él tiene toda una manada de licántropos y yo estoy solo.” 

Stiles alargó la mano, apoyándola en el hombro de Scott durante un momento. 

“Ya no eres solo tú.”

Scott le dio una sonrisa breve. 

Luego llegaron a su casa. No había ningún coche policial aparcado enfrente, ni señales de un ayudante a la espera. Su padre debe de haberles llamado a todos para que peinen el pueblo en su búsqueda. Stiles aún estaba intentando pensar en qué podía decirle a su padre sin que le delatase, pero tenía que hacerle saber a su padre que estaba bien. Ya debía de tener un susto de muerte. 

Stiles entró en la casa con la llave de repuesto que tenían escondida debajo de una maceta al lado de la casa, lo suficientemente lejos de la puerta como para que no fuera demasiado obvio para ladrones potenciales. Una vez dentro, Stiles cogió el teléfono de la casa del pasillo y marcó el número del móvil de su padre de la libreta telefónica.

“¿Stiles?” respondió la voz de su padre, asustada y esperanzada al mismo tiempo. 

“Ey, papá,” dijo Stiles en voz baja. 

“¿Estás en casa? ¿Estás a salvo?”  

“Estoy bien. Estoy…bien.” Era posiblemente la frase menos reconfortante del universo, pero Stiles no podía pensar en nada mejor que decir. Se había pasado la noche y la mañana acojonado e incómodo y todo su mundo acababa de cambiar su axis con la existencia de criaturas sobrenaturales, una de las cuales era su mejor amigo. Necesitaría tiempo para sonar más confiado sobre su estado. 

“Voy de camino,” dijo su padre. “No vayas a ningún lado. No te muevas.”

“Estaré aquí,” dijo Stiles. “Te lo prometo. Te quiero.” 

“Te quiero.”

Stiles colgó el teléfono. Scott le estaba observando. 

“¿Qué le vas a decir?” preguntó Scott. 

“Todavía estoy trabajando en ello. Mientras, necesito una ducha.”

Stiles se había duchado en donde Derek, pero luego se había puesto la misma ropa sucia. Quería estar apropiadamente limpio, quitarse con agua la peste del terror. Se fue arriba, se encerró en el baño y se metió debajo del chorro caliente. El agua le limpió la suciedad y el lugar familiar, este lugar seguro, eliminó el miedo. 

Scott tenía razón, tenía que averiguar que le iba a contar a su padre. Su padre probablemente tenía a toda la fuerza policial buscándole. Stiles no podía pretender que esto fuera un accidente o un error o que solo había pasado la noche en algún lado; eso no explicaría por qué ya no tenía su móvil o por qué no había venido a casa por la mañana. Podía proclamar que no se acordaba, pero entonces su padre le mandaría al hospital para que le hicieran una analítica en busca de drogas o le examinasen a ver si le habían violado y cualquier cosa otra que pudiera estar involucrado en que un adolescente pierda la memoria de una noche entera. La verdad estaba fuera de toda cuestión, no solo por la promesa. Stiles quería estar seguro de que su padre no tenía ningún motivo para acercarse a Peter y su manada. Podía inventarse algo, pero luego su padre haría añicos la mentira o se pondría a perseguir a un grupo inocente. Sería más fácil si simplemente pudiera decir que no lo iba a decir, ¿pero cómo iba a conseguir que su padre lo aceptase?

El agua empezó a enfriarse, así que Stiles salió de la ducha, envolviendo una toalla alrededor de su cuerpo mojado. Empezó a frotarse para secarse cuando escuchó la puerta de abajo. 

“¿Stiles?” llamó la voz de su padre. 

“En el baño,” gritó Stiles. “Dame un minuto.”

Se secó con movimientos rápidos y se echó la toalla a la cintura. Cuando abrió la puerta, su padre le estaba esperando justo afuera. Stiles ni siquiera consiguió articular un hola de la boca antes de encontrarse envuelto en un fuerte abrazo. Stiles se apoyó contra el calor de su padre, notando el confort y la fuerza de esos brazos rodearle. Su cuerpo parecía relajarse por su cuenta, respondiendo a la sensación de estar siendo cuidado, de estar siendo protegido. Había fuerza en el abrazo, pero también algo amable y reconfortante, los brazos que le mantenían cerca, que le protegían de los males del mundo. 

“Estoy bien,” dijo Stiles, cuando quedó claro que su padre no le iba a soltar pronto. “Estoy bien. Estoy en casa. Estoy a salvo.”

“¿Qué ha pasado?” inquirió su padre, liberándole por fin del abrazo. 

“Deja que me ponga ropa primero,” dijo Stiles. 

“Vale. Estaré abajo. ¿Necesitas algo? ¿Comida? Un médico.”

Su padre estaba viendo su torso desnudo. Stiles estaba muy consciente de los moratones de su hombro y los cortes de las garras de Peter. 

“Estoy bien, en serio,” dijo Stiles. Alzó una mano de manera instintiva, planeando calmar a su padre. Todo lo que hizo fue atraer la atención hacia sus muñecas, que estaban magulladas y con cardenales por las cadenas. Su padre le agarró el brazo y lo levantó para poder mirar mejor las heridas. 

“¿Qué diablos te han hecho?” preguntó. 

“Son solo unas magulladuras,” dijo Stiles, liberándose del agarre de su padre. “Estoy bien. Necesito vestirme.” 

Su padre no parecía muy por la labor de moverse, pero Stiles pasó a su lado y se fue a su habitación. Cerró la puerta con firmeza detrás suyo y se vistió rápidamente. 

Aún había ropa aún desperdigada por su cuarto de cuándo se había estado preparando anoche. Se sentía como si hubiera pasado una vida desde que fue de fiesta al pueblo. Cogió ropa casi aleatoriamente, pero se puso una vieja sudadera encima de todo. Las mangas eran lo suficientemente largas como para esconder las marcas de sus muñecas y era algo viejo y cómodo que le reconfortaba cuando lo llevaba puesto. 

Ahora no tenía ninguna excusa para remolonear. Tenía que ir a enfrentarse a su padre. 

Fue abajo, encontrando a su padre en la cocina preparando sopa y sándwiches. Stiles se había llenado con comida china antes, así que no tenía mucho hambre y se sintió un poco mal de que su padre estuviera haciendo todo esto cuando no lo necesitaba. Scott aún estaba aquí, pululando por el extremo de la habitación, intentando no inmiscuirse pero no queriendo irse. 

“Come algo,” dijo el padre de Stiles, “y luego te llevaré a comisaría para que hagas una declaración oficial.”

“No voy a prestar declaración,” dijo Stiles. 

“Pues claro que la harás.”

“No, no lo haré. Me han dejado ir con la promesa de que no le cuente a nadie lo que ha pasado.”

“Una promesa hecha bajo coacción no es una promesa real,” dijo su padre. “No pueden esperar que la cumplas. Se ha cometido un crimen y debe de ser reportado.”

“Papá, prometí que no le diría a nadie quien me secuestró y voy a cumplir esa promesa. Si me llevas a comisaría para que preste declaración, me pasaré todo el tiempo citando frases de La Vida de Brian de los Monty Python. Sabes que puedo hacerlo.”

“¿Pero por qué no prestarás declaración?”

“Porque si doy declaración, tú intentarás arrestar a gente y no hará ningún bien porque no hay pruebas, ninguna, exceptuando la declaración que dé, y todo lo que tienen que decir es que estoy mintiendo y dile adiós a la duda razonable. No hay modo legal alguno en el que puedas hacer que mi testimonio no pierda.”

“¿Así que les voy a dejar salirse con la suya?”

 Stiles se ha pasado toda la ducha pensando en qué decir. Ahora tenía que ver si podía crear una imagen en la cabeza de su padre sin darle pruebas con las que trabajar. 

“Se suponía que era una broma,” dijo Stiles, “pero fue demasiado lejos. Luego cuando se dieron cuenta de que lo estaban considerando un secuestro, entraron en pánico. Estaban asustados y no querían dejarme ir sin más porque no querían meterse en problemas pero no sabían qué más hacer. Ahora yo sé algo que ellos no quieren que sepa la gente. Si te lo cuento, entonces todos en la escuela sabrán que yo soy el chaval que fue corriendo hacia su padre y que…” dudó deliberadamente, “metió en problemas a la gente. Ser un chivato sigue siendo considerado un pecado mortal en el instituto y mi vida será un infierno. Pero si no digo nada, entonces tendré conocimiento y ya sabes lo que dicen del conocimiento y el poder. No me harán nada porque aún puedo ir al sheriff y contarle que han cometido un delito. Me dejarán en paz.” 

“¿Así que prefieres dejar que estos gamberros se salgan con la suya porque crees que te dejarán en paz?”

“Papá, sé lo que estoy haciendo. Intentar arrestarles no traerá nada bueno, pero dejar que la amenaza cuelgue sobre sus cabezas sí.” 

“Stiles, ¿me dirás al menos de manera extraoficial quien lo ha hecho?”

“No.” 

Stiles sabía que su padre asumiría que era un grupo de chavales del instituto pero a no ser que interrogase a todo el equipo de lacrosse, no podía hacer nada con esas sospechas. Stiles podía escaquearse como si no hubiera una amenaza real. Después de todo, por muy mala pinta que tuvieran sus muñecas, no estaba herido. Que un grupo de macarras del instituto fueran idiotas era menos problema que un grupo de licántropos violentos. Esperaba que su padre lo dejase en chavales siendo chavales y lo dejase estar. 

En vez de eso, su padre por fin pareció notar que Scott había estado observando toda la conversación. 

“¿Sabes quien lo ha hecho?”

Scott miró al suelo y dijo, “¿No?”

“Scott…”

“No voy a decir nada que no vaya a decir Stiles.” 

“Quizás deberías de contármelo y dejarme decidir qué hacer,” dijo el padre de Stiles. “No puedes simplemente decidir imitar a alguien cuando una persona quebranta la ley.”

“Dice el sheriff que mira para otro lado cuando sabe que su hijo menor se cuela en clubs,” dijo Stiles. 

“Bueno eso ya no va a pasar más,” dijo su padre. “Nada de clubs. Nada de pegar tragos a escondidas de mi whisky. Y estoy seriamente tentado a que el Dr. Deaton te ponga uno de esos chips de rastreo.”

“En realidad esos solo funcionan con corto alcance,” dijo Scott. “Se usan para identificar mascotas callejeras, no para rastrearles a largas distancias.” 

El padre de Stiles le fulminó con la mirada, luego dirigió esa mirada hacia Stiles. No era particularmente impresionante. Al haberse pasado el último día siendo asesinado con la mirada por Derek, Stiles no iba a ceder ante su padre. Stiles hizo frente a esa mirada con calma. 

“Si no me vas a decir quienes son los autores,” dijo el padre de Stiles, “No tengo otra opción más que asumir que sigue habiendo una amenaza. Por ello, para asegurarme de que estás a salvo, quiero que vengas a casa directamente de la escuela y te quedes aquí los fines de semana. Si quieres ir a algún sitio, aunque sea la casa de Scott, tienes que dejármelo claro de antemano y quiero saber dónde estás exactamente y quiero que me mandes mensajes regularmente para saber que estás bien.” 

“¿Me estás castigando,” preguntó Stiles, “por haber sido secuestrado?” 

“No es un castigo. Y es por no contarme la verdad de lo que ha pasado.”

Stiles suponía que después de todo, debería de considerarse afortunado de irse tan de rositas. Su padre estaba probablemente furioso con él ahora mismo por ocultar un secreto tan grande como este, y por haber estado asustado por lo que pudiera pasarle. Dado lo cabreado que estaba Stiles con Scott, no podía culpar a su padre. 

“Papá, te prometo que esto es lo mejor. Sé lo que estoy haciendo.”

“Siempre había pensado que podías confiar en mí,” dijo su padre, el método definitivo para hacerle sentir culpable. 

“Lo hago.”

“¿Entonces por qué no me dices quien te ha hecho daño?” Su padre parecía más triste que enfadado, lo que era doloroso de ver. Stiles podía soportar ver a su padre cabreado pero le dolía verle así. Stiles se sentía como el peor hijo del mundo por sentarse aquí mintiendo a su padre a la cara después de que su padre hubiera temido por su vida tan recientemente. 

“Porque no puedo, Papá. Por favor, deja de preguntármelo. Ahora solo quiero dormir. No conseguí pegar ojo anoche.”

Su padre dudó un minuto, claramente no queriendo dejar estar el tema pero queriendo asegurarse que Stiles era feliz. 

“Vale,” dijo, “Supongo que a mi también me vendría bien dormir algo, pero esta conversación no ha acabado.”

Stiles asintió con la cabeza. También se despidió de Scott haciendo un ademán con la cabeza y se fue arriba, quedándose en camiseta y boxers y colapsando en la cama para recuperar ese tan necesitado sueño. 

 

 

Chapter 7: Capítulo 7

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Stiles puso una alarma para poder despertarse después de un par de horas de sueño, porque si no iba a trastocar del todo su ciclo del sueño. Su mente estaba aún en la cama mientras se movía por la casa, evitando todo lo que pudiera requerir que pensara o se concentrara. Se preparó una cena rápida y vio algo la tele, y luego se preparó para acostarse temprano. Se despertó el Domingo sintiéndose básicamente normal. 

Sus muñecas parecían heridas y al rojo vivo y aún dolía tocarlas, y los moratones de su hombro se habían vuelto de un color morado interesante, con tonos verdes y amarillos en los bordes. Un vez se pusiera una manga larga, sin embargo, nadie sería capaz de notar por lo que había pasado. Fue abajo, preguntándose a que hora razonable podría escribir a Scott para pedirle que viniera. ¿Los hombres lobo se quedaban despiertos toda la noche aullando a la luna y necesitaban por ello dormir hasta tarde el Domingo?

Los pensamientos de Stiles fueron interrumpidos al ver algo sobre el felpudo. Era un sobre, pese a que era Domingo. Stiles lo cogió. No había una dirección escrita en el sobre y no tenía sello, solo su nombre escrito en una caligrafía pulcra y pequeña en anverso. 

Stiles se preguntó qué era. ¿Amenazas de los hombres lobo para recordarle que mantuviera la boca cerrada? Stiles abrió el sobre y sacó una tarjeta con la foto de Superman en la portada. Aún más perplejo por esto, Stiles abrió la tarjeta. El fabricante había impreso un ‘¡¡¡Eres Super!!!’ en medio de la tarjeta y luego con la misma pulcra caligrafía que en el sobre se había añadido, ‘Cualquiera que diga otra cosa está mintiendo o es estúpido.’

Era inesperado, confuso, y más que un poco dulce. Stiles sonrió un poco, buscando en la tarjeta algún indicio del nombre del remite. ¿Por qué iba a enviarle alguien una tarjeta como esta? Quizás alguien del equipo de lacrosse estaba gastándole una broma. Quizás estaban intentando que pensase que tenía un admirador secreto para poder burlarse luego. O quizás alguien había oído que le habían secuestrado y se habían dado cuenta de sus sentimientos, o posiblemente solo sentían lástima por él. 

Stiles estaba inclinado a mostrarse suspicaz por cumplidos anónimos y aleatorios, pero eso no quería decir que no pudiera disfrutarlos. Sonrió a la tarjeta y decidió tomarlo como algo sincero hasta que tuviera más información. 

Stiles fue a la cocina y se encontró a su padre ya sentado desayunando. Sus ojos fueron hacia la tarjeta en las manos de Stiles. 

“¿Qué tienes ahí?”

“Quizás un admirador secreto.” Le dio la tarjeta a su padre para que la mirase. “¿Me supongo que no has visto a nadie dejarla?”

“No.” Su padre giró la tarjeta varias veces, como si buscase una trampa. Stiles intentó no reírse porque acababa de hacer lo mismo. Después de un momento, su padre le devolvió la tarjeta y dijo, “Bien por ti.”

Stiles le escribió a Scott después del desayuno y este no tardó mucho en aparecer. Fueron arriba para poder hablar sin que les oyera el padre de Stiles. Una vez estuvieron en su cuarto, Scott miró con sospecha a la tarjeta que Stiles había apoyado sobre su mesa. 

“¿De dónde has sacado eso?” inquirió Scott. 

“Ni idea,” dijo Stiles y explicó como la había encontrado. Scott aún estaba mirando la tarjeta como si esperase que explotara. Stiles casi encontró ofensivo que tanto su padre como Scott parecieran encontrar la idea de una tarjeta dándole un cumplido como algo sospechoso. Vale, que él también había pensado eso, pero él tenía permitido pensar así de sí mismo. 

Stiles puso un juego, un shoot-em-up sencillo que le permitiría reventarle los sesos a Scott una y otra vez. Entre dispararse el uno al otro, Stiles le preguntó a Scott sobre los hombres lobo. Scott le dijo lo que sabía, que era notoriamente poco. Aparentemente empezaba a transformarse si se enfadaba, se había transformado en las primeras lunas llenas pero ahora podía controlarse a sí mismo y no transformarse. Dijo que no parecía reaccionar a la plata, pero que había unas flores moradas que le hacían sentirse mal. 

“Debe de ser acónito,” dijo Stiles. 

“¿Qué?”

“¿En serio? ¿De verdad que no sabes nada de los hombres lobo, no? ¿Cómo has sobrevivido a esto sin mi?”

“Hay más,” dijo Scott. “Hay gente que intenta matar a los hombres lobo.”

Scott le dijo como en la luna llena, cuando se transformó por primera vez, le dispararon un puñado de hombres con pistolas y ballestas. Aparentemente Derek les había llamado cazadores y, desde entonces, Scott había intentado mantenerse lo más alejado posible de ellos. 

“Mayormente,” dijo Scott, sin mirar a Stiles. 

“¿Cómo que ‘mayormente’?”

Scott masculló algo. Stiles le golpeó en el tobillo y le dijo que lo repitiera. 

“El padre de Allison es uno de ellos,” dijo Scott. 

“¿¡Qué!?” demandó Stiles. Se giró para mirar a Scott. En la pantalla, su personaje explotó por el impacto de una granada, pero Stiles continuó mirando a Scott. 

“No sabe lo que soy,” dijo Scott. 

“¿Y Allison?”

“No. Ya te lo he dicho, no lo sabe nadie.”

“¿Y te piensas que el mejor modo de mantenerlo en secreto es salir con la hija de un hombre que quiere matarte? ¡¿Pero a ti se te ha ido la olla?!”

“No es que esté saliendo con su padre,” dijo Scott. Stiles pausó el juego para poder mover la mano y dar una colleja a Scott. 

“¡Ey!” protestó Scott. 

“¿Cómo no estás muerto?”

“No es tan malo como suena.”

“No sabes nada sobre lo que eres o lo que puedes hacer. No sabes sobre el acónito algo que, de acuerdo a todas las películas de hombres lobo, podría matarte, y estás saliendo con la hija del hombre que caza a gente como tú. ¡Y no pensaste en pedirme ayuda!”

Scott pareció decaerse un poco, “No quería que lo supiera nadie. Tenía miedo de hacer daño a alguien. O que me odiaras por ser un monstruo.” 

Stiles se contuvo las ganas de pegarle otra colleja a Scott. 

“Esto es lo que vamos a hacer,” dijo Stiles. “Vamos a acabar este juego y te voy a hacer morder el polvo. Luego vamos a mirar en internet todo lo que podamos sobre los hombres lobo. Porque ya no estás solo y vamos a solucionar esto juntos. ¿Vale?”

Scott sonrió, “Vale.”

***

 

Scott probablemente debería de haberse ido directamente a casa pero no paraba de pensar en la tarjeta que Stiles había dicho que había encontrado. Olía a hombre lobo. Scott se preguntó si debería de haberle dicho eso a Stiles, dado lo cabreado que estaba Stiles por el hecho de que hubiera estado guardando en secreto todo esto, pero quería descubrir qué era lo que significaba. No quería caer en las garras de Peter al preocupar a Stiles. 

Scott cruzó el pueblo en moto intentando recordar la ruta que había hecho Derek ayer. Al final acabó girando donde no debía un par de veces casi al final y tuvo que dar unas vueltas un rato hasta que vio el edificio. Desgraciadamente, el viaje le dio tiempo para pensar en si esto era buena idea. Probablemente no, pero suficiente daño había sufrido ya Stiles. Scott aparcó la moto y entró en el edificio. 

Derek debió de haberle escuchado llegar, porque estaba esperando en la puerta del loft cuando Scott terminó de subir las escaleras. Scott escuchó, pero no podía escuchar señas de que hubiera nadie más en el edificio. 

“¿Estás seguro de que quieres estar aquí?” inquirió Derek. 

“La verdad es que no,” dijo Scott, “pero quiero una explicación para lo de la tarjeta.” Scott no estaba seguro de que hubiera sido Derek el que la dejó. No hasta que Derek apartó la mirada. 

“Mientras estuvo aquí,” dijo Derek, “hablamos. Él habló. Mucho. Tuve la sensación de que estaba acostumbrado a que le insultaran y empujaran en el instituto. Después de todo, pensé que se merecía algo que le hiciera sentir bien consigo mismo.”

“¿Le has mandado una tarjeta de admirador secreto porque te sentías mal por haberle secuestrado?”

“No es una tarjeta de admirador secreto,” dijo Derek, pero había algo en el modo en el que lo dijo que parecía raro. Scott desearía poder tener la habilidad de notar las mentiras que Peter aparentemente tenía porque de verdad quería saber si Derek había dicho la verdad en ese momento. 

“¿Sabe Peter que la has mandado?” preguntó Scott. 

“No.”

“¿Sabe Stiles que es tuya?” 

“No. Me figuré que pensaría que era una broma si hubiera puesto mi nombre.”

“Probablemente ya piensa que es una broma. No suele recibir mensajes anónimos diciendo que es genial. Normalmente recibe notas anónimas en su taquilla llamándole bicho raro.”

Derek no dijo nada pero su ceño se frunció, con sus cejas descendiendo profundamente. 

“Se supone que tienes que dejar a Stiles en paz,” dijo Scott. “Ese fue el trato que hice con Peter.”

“El acuerdo de Peter fue que no le haríamos daño ni le amenazaríamos siempre y cuando tú mantengas tu parte del trato,” dijo Derek. “Darle al chaval algo de autoestima no es una amenaza.” 

“Pero si le perturbas, o le asustas, o le acosas, o le das coba y le rompes el corazón, lo consideraré como un incumplimiento del acuerdo y no estaré contento.”

Scott dejó que sus ojos brillaran, mostrando su color rojo. No sabía por qué sus ojos habían pasado de amarillo a rojo después de convertirse en hombre lobo, pero parecía tener el efecto deseado en Derek. No dijo nada, pero hizo un asentimiento breve con la cabeza, aceptando lo que había dicho Scott. 

“Mantente lejos de Stiles,” dijo Scott. Dio media vuelta y salió. Bajó las escaleras con calma, salió a la calle, se subió a su moto, arrancó, y esperó hasta estar a dos manzanas de distancia antes de que le diera un ataque de nervios por el hecho de que acababa de mandar algo a Derek. 

Derek era más fuerte y grande que él, y sabía muchísimo más sobre ser un hombre lobo. Había sido él el que había guiado a Scott cuando le mordieron al principio, clamando que necesitaba una manada y soltando amenazas sobre el peligro de ser un lobo solitario. Y ahora Scott acababa de echarle la bronca por su amigo. Lo que le estaba dando un ataque de nervios a Scott era el que Derek había parecido hacerle caso. 

O Derek estaba bajo el engaño de que Scott era más poderoso o tenía una manada peligrosa, o solamente había asentido para hacer que se fuera. Era posible que Derek hubiera accedido pero que no tuviera la intención de dejar a solas a Stiles. 

Scott había sufrido por el hecho de que la manada había ido a por Stiles cuando todo había sido un malentendido. Pero ahora no había malentendido alguno. Si Derek iba tras Stiles, era deliberado. Pensar eso aterraba a Scott porque sabía que no tenía ninguna esperanza en proteger a su mejor amigo. 

 

***

El Lunes en el instituto fue una pesadilla. Los rumores ya volaban sobre lo que le había pasado a Stiles el fin de semana. Las suficientes personas habían escuchado sobre la cacería que había organizado su padre, pero nadie conocía los detalles. Stiles se encontró rodeado de susurros. Conforme progresó el día, escuchó toda clase de extrañas versiones y le hicieron preguntas de muchas más. Jackson le había preguntado sin tapujos si de verdad le habían violado en grupo detrás de un club. Cuando Stiles lo negó, Jackson dijo, “No pensaba que fuera verdad. ¿Por qué iba alguien querer acostarse contigo?”

Drogado y violado parecía ser el rumor más común, aunque algunas personas preguntaron si había sido secuestrado por criminales que se la tenían jurada al Sheriff. Algunos estaban convencidos de que Stiles había consumido drogas y había quedado inconsciente. 

Conforme prosiguió el día, Stiles desearía poder ser invisible. Siempre había odiado el hecho de que la mayoría de la gente del instituto no supiera quien era, pero ahora añoraba volver a eso. Cualquier cosa sería mejor que susurros e historias y todas las tonterías que flotaban a su alrededor. La mayoría no era especialmente maliciosa, simplemente una gilipollez, y Stiles no podía aclarar las cosas. 

Incluso Harris decidió subirse al carro, declarando que lo de ser secuestrado no servía como excusa para dar unos deberes deficientes. Stiles había hecho sus deberes y los había entregado, mirando a Harris a los ojos cuando lo hizo. No iba a ser acobardado por un profesor mezquino. 

Al final del día, Stiles se alegró de ir a casa. Estaba intentando seguir las normas de su padre de ir a casa en cuanto saliera del instituto. Aún se sentía culpable por mentir a su padre, así que calmándole al estar en donde se supone que debía estar era un pequeño precio a pagar. Aparte, ahora mismo no quería quedar con nadie del instituto. 

Llegó a casa sin incidentes y luego vio algo en la entrada. Stiles era cauto. El hijo del sheriff no recogía paquetes misteriosos sin el debido cuidado. Era una bolsa de papel, envuelta alrededor de un objeto pequeño, rectangular, del tamaño de un libro. No parecía una bomba, aunque claro, suponía que una bomba no lo parecería. Pero podía estar lleno de algo malo. 

Cogió un palo y lo sostuvo por un extremo. Permaneció lo más lejos posible del paquete y lo tocó con el palo. No pasó nada. 

Lo tocó algo más fuerte. El paquete se deslizó unos milímetros por el escalón de entrada. Stiles le dio un par de golpes más y decidió que no iba a explotar. Se acercó un poco más. Usando el palo, solo en caso de que lo de dentro estuviera manchado con cualquier cosa asquerosa, bajó la parte doblada superior de la bolsa por debajo el paquete. Le llevó algo de tiempo, pero lo liberó y luego usó el palo para mantenerlo abierto para poder ver lo que había dentro. 

Era un libro. Uno de bolsillo perfectamente normal. 

Stiles dejó el palo a un lado y finalmente cogió el paquete, sacando el libro de la bolsa. Era un libro de Terry Pratchett viejo, muy desgastado y que claramente había sido leído a menudo, a juzgar por las arrugas de la espina y el modo en que las páginas parecían abrirse ligeramente solas, como si estuvieran pidiendo ser abiertas y leídas. 

No había ninguna nota, ni tarjeta, nada.  Lo único que había, vio en ese momento Stiles, era que alguien había escrito su nombre en la bolsa de papel. Sin indicios de quien lo había hecho, pero claramente lo habían dejado como un regalo para Stiles. ¿De la misma persona que mandó la tarjeta? Stiles se preguntó si de verdad tenía un admirador secreto. 

Metió adentro el libro y empezó a leer, diciéndose a sí mismo que resolver el misterio del regalo era más importante que unos meros deberes. Que no es que el libro le estuviera diciendo mucho, exceptuando que el antiguo dueño no doblaba las esquinas ni subrayaba ni escribía cosas por los márgenes. Aunque el libro mostraba las señales de uso típicas de haberse usado mucho, estaba en excelentes condiciones. 

No estaba seguro de quién podría haberlo mandado. ¿Alguien del insti? Pero Stiles no se había quedado a remolonear. Quienquiera que le hubiera dado esto no habría tenido mucho tiempo para venir aquí y dejarlo sin que le viera Stiles. A no ser que hubieran tenido una hora libre a última hora o se hubieran saltado una clase para irse del insti a dejar el libro. Eso no parecía probable. ¿Así que quien más podría ser?

Había algunos con los que quedaba que no eran del instituto y no podía imaginarse a ninguno de ellos haciendo esto. Había una persona en la que podía pensar Stiles y que sabía que leía novelas de fantasía y que veía Superman, pero Derek le odiaba. Había ladrado y amenazado y había dejado claro que estaría encantado de no verle la cara. Stiles no iba a engañarse al imaginar que era Derek quien dejaba los regalos, eso solo le conduciría a una decepción. 

 

***

Hubo otro pequeño token el Martes. Había un sobre que contenía unas cuantas hojas de papel con imágenes impresas. Alguien claramente había navegado por internet en busca de memes inspiracionales. Era parodias de posters inspiracionales, pero con imágenes sacadas de series de TV y películas, incluyendo uno de River Tam con la frase, ‘No Hay Poder en el Verso Que Pueda Detenerme’. Había un par de gatos memes con frases alegres. Había capturas de pantalla de películas, la mayoría de las cuales Stiles reconocía. Con todo, había unos diez folios de imágenes, todas ellas con temática de sentirse bien. 

No paraba de pensar en lo que decía su padre sobre patrones. Dos veces quizás era una coincidencia pero tres veces era definitivamente un patrón. La temática de las imágenes iban a juego con la tarjeta que recibió el Domingo. Alguien estaba intentando hacerle sentir bien. 

Una parte de Stiles aún se mostraba suspicaz, esperando a que alguien empezase a reírse de él. Alguien podría estar intentando que se confiase, hacerle sentir que caía bien, solo para poder destrozar sus esperanzas. 

Pero quizás, solo quizás, había alguien a quien le caía bien de verdad. 

 

***

Se pasó el viaje de vuelta a casa desde el instituto el Miércoles diciéndose a si mismo que no esperase nada. Solo porque hubiera habido algo los días previos, no quería decir que hubiera algo hoy. La misteriosa persona que le daba regalos quizás se había aburrido. No debería de hacerse ilusiones. Se pasó tanto tiempo convenciéndose a sí mismo de que no habría nada que estuvo genuinamente sorprendido cuando bajó del jeep y vio otro sobre en la entrada. 

Rasgó el papel, ansioso de sacar el contenido. Había un solo folio con una imagen de lo que parecía una captura de pantalla de un anime. Abajo, escrito con pulcritud, había una frase que decía, ‘Cuando te sientas solo, recuerda que la bola de arroz puede ser invitada a unirse a la cesta de frutas.’ La imagen mostraba a una niña pequeña, sentada sola en una silla. 

Stiles miró al papel, intentando descifrarlo. Luego tuvo que admitir la derrota. Fue al ordenador y usó el buscador de imágenes de internet para ver si podía averiguar qué significaba ese mensaje. 

Cuando su padre llegó del trabajo, Stiles aún estaba a medio camino del visionado de unos episodios descargados ilegalmente, esperando a que saliera el que diera sentido a la frase. Pero había una cosa clara: su misterioso acosador tenía buen gusto para el anime. 

 

***

Scott estaba cabreado cuando Stiles le dijo lo de los misteriosos regalos, pero Stiles no estaba seguro de por qué. Eran divertidos, aunque se pasase todo el día bostezando porque se había quedado viendo hasta tarde Fruits Basket. Los mensajes eran dulces. Stiles podría entender su reacción si fueran fotos de desnudos o mensajes creepys, pero solamente era alguien siendo amable. 

Aún así, Stiles decidió que ya había tenido suficiente secretismo. Quería saber quién era el que le dejaba los regalos. Parcialmente era porque quería darles las gracias, pero parcialmente era que no le gustaba no saber las cosas. 

El regalo del Jueves fue otro libro, esta vez nuevo, sobre la mitología del mundo. Stiles le echó una ojeada rápida, viendo un capítulo que comparaba historias de hadas de todo el mundo, y otro sobre mitos de la creación. Pero el capítulo que más le llamó la atención fue uno sobre cambiaformas, que ahondaba en el mito de los hombres lobos y los caminantes y otras criaturas parecidas, comparando las primeras historias y buscando similitudes. 

La naturaleza del regalo hizo que Stiles pensase de nuevo en Derek. Podía ser una coincidencia que el regalo mencionase a los hombres lobos. Después de todo, los otros regalos habían sido raros y aleatorios sobre su foco. Y no es que fuera un libro solo sobre hombres lobo. La misteriosa persona que le daba regalos quizás había pensado que era algo que le gustaría a Stiles, como con la novela. Pero Stiles no podía desechar sus sospechas. Necesitaba saber quién era. 

 

***

El Viernes por la mañana, Stiles se despertó temprano. Cogió su portátil y una webcam, moviéndolas a una de las ventanas que miraban a la entrada. Pegó con celo la webcam al marco de la ventana, apuntándola hacia el camino de la entrada, y luego coló el cable por dentro y la conectó a su portátil. Podía cerrar casi por completo la ventana, lo suficiente como para que no fuera obvio desde afuera que había algo distinto. Comprobó que todo funcionaba y que la cámara miraba en la dirección correcta. Luego empezó a grabar. 

“¿Qué haces?” inquirió su padre desde detrás suyo. 

“Un sistema de seguridad casero,” respondió Stiles. 

“¿Un sistema de seguridad?”

“Quiero saber quien es el que me ha estado dejando tarjetas y regalos y eso.”

Su padre asintió, con lo que quizás hubiera sido aprobación en su rostro. 

Stiles tuvo que irse al instituto entonces, y se pasó el día distraído e inquieto. Tres profesores tuvieron que llamarle la atención por no prestar atención y acabó castigado por mirar al infinito durante la clase de Harris. No paraba de preguntarse qué estaría pasando en casa. ¿Habría aparecido el de los regalos? ¿Habría captado la cámara algo? ¿Y si se caía la cámara o petaba el ordenador y perdía su oportunidad? ¿Y si no se presentaba el de los regalos? ¿Y si él o ella se presentaban y veían la cámara? 

Stiles quería estar en casa. Quería comprobarlo. La hora de castigo fue insoportable. Miró el reloj, contemplando como los segundos pasaban uno a uno, convencido de que el reloj debía de estar roto porque iba lentísimo. Intentó ponerse con los deberes, pero no podía concentrarse. Ya debería de estar en casa. Debería de estar comprobando las grabaciones de la cámara. 

El tiempo pasó y finalmente fue capaz de escapar. Se subió al jeep y fue a casa. Requirió de un esfuerzo enorme no apretar el acelerador. Quería llegar a casa escopetado, pero sabía que tenía que tener cuidado. Ya estaba bastante cabreado su padre ahora, no hacía falta añadir multas por exceso de velocidad. 

Por fin, llegó a casa, soltando un suspiro cuando vio otro sobre. Así que la misteriosa persona de los regalos había estado allí. Alzó la vista, viendo la oscura forma de la cámara aún pegada al marco de la ventana. Cogió el sobre y lo abrió con fuerza  mientras subía las escaleras, ansioso de llegar al ordenador. 

El regalo de hoy era un CD. Alguien había escrito ‘música para sentirse bien’ en él. Stiles metió el disco en su ordenador, mirando como se reproducía mientras detenía la grabación de la cámara. 

Una voz salió de los altavoces de su ordenador, cantando rápidamente, “¡Me siento fantástico! Y nunca me he sentido tan bien como ahora.” 

Stiles se rió un poco por la música, abriendo el vídeo y mirando por encima la grabación. Camino vacío. Camino vacío. El cartero. Camino vacío. Camino vacío. Luego hubo algo. Stiles detuvo la reproducción rápida y redujo la grabación al ritmo normal. La calidad de imagen era horrible, pero no había error alguno sobre la identidad de la persona que hizo el camino hasta la puerta y posó el sobre. Después de todo, era difícil olvidar a alguien en cuyo apartamento se había pasado toda una noche y casi un día encadenado. 

Derek era el que le dejaba los regalos. 

 

 

Chapter 8: Capítulo 8

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Stiles esperó hasta el Domingo para buscar a Derek. Desayunó y luego le dijo a su padre que iba a salir. 

“¿A dónde?” inquirió su padre, inmediatamente suspicaz. 

“Afuera, sin más.”

“Tengo que darte aprobación antes,” dijo su padre. “¿Recuerdas? ¿A dónde vas?”

“He descubierto quien es el que me deja los regalos,” dijo Stiles, “y voy a preguntarle qué quería decir con ellos. Ya sabes, si quiere ser amigos, si le gusto. Y sabes.”

“¿Y quién los ha estado dejando?” preguntó su padre. 

“Erm…uno al que conozco.”

“¿Un chico?” 

“Igual por eso estaba siendo tan misterioso con el tema. Igual no ha salido del armario. Igual no sabe si me gustan los chicos y está preocupado de que me lo tome a mal. Quizás estoy malinterpretando todo y tiene otro motivo completamente distinto para dejarle regalos. Tengo que hablar con él.”

“¿Y no me vas a decir quien es?” 

“No. Porque yo no sé lo que está pasando. No voy a empezar a decir que alguien igual es gay o quizás está interesado en mi a no ser que lo sepa a ciencia cierta. No quiero empezar rumores.”

“Contármelo no va a empezar rumores,” dijo su padre. “Y si este chico te ha estado dejando mensajes anónimos, quizás haya algo raro detrás. Quiero saberlo.”

Stiles podía entender la preocupación de su padre pero no había mucho con lo que poder aliviarla. Decirle a su padre que iba a ver a uno de sus secuestradores empeoraría las cosas un millón de veces más. Podía haber dicho que iba donde Scott, pero bastante había mentido ya últimamente. Aparte, quizás había algo por lo que preocuparse. Era posible que Derek hubiera estado dejando esos regalos con la esperanza de que le identificara. Quizás hubiera dejado que le captase la cámara esperando esta reacción por su parte. Stiles podría estar entrando en una trampa. 

“Tendré el móvil encima,” dijo Stiles. “Llámame para ver cómo estoy si lo necesitas. “ 

Luego se fue al jeep antes de que su padre pudiera discutir más. Había encontrado un viejo móvil y lo estaba usando hasta que pudiera permitirse uno nuevo. Igual podía pedirle a Derek que recuperase el suyo. 

Le llevó un rato encontrar el camino al loft de Derek. Lo había visto mayormente por dentro, y no había estado prestando mucha atención cuando volvió a casa después. Ahora necesitó dar unas vueltas por el pueblo hasta encontrar lo que pensaba que era el edificio correcto. Aparcó el jeep y entró, reconociendo la escalera eterna. Empezó a subirla. 

Se detuvo un par de veces para recobrar el aliento, pero al final llegó arriba. Derek debió de escuchar sus laborioso ascenso, porque estaba allí esperándole. 

“Holi,” dijo Stiles. Derek le fulminó con la mirada. 

“Oh,” prosiguió Stiles, “así que me puedes decir cosas bonitas en tarjetas y memes pero no a la cara.”

“Scott te ha dicho que era yo,” dijo Derek. Dio media vuelta, entrando en el piso. Pero dejó la puerta abierta. Stiles se lo tomó como una invitación para seguirle. 

“¿Scott lo sabía?” preguntó Stiles. Derek se dio entonces la vuelta, mirándole fijamente. Stiles le dio vueltas, recordando la reacción de Scott a los misteriosos regalos. “Pues claro que Scott lo sabía. No es de extrañar que estuviera tan cabreado cuando los regalos no pararon de llegar.” Él y Scott iban a tener que tener otra larga charla sobre guardarse secretos. 

“¿Cómo lo has sabido entonces?” preguntó Derek. 

“Soy un maestro detective,” dijo Stiles. “Además puse una cámara. Tenía que saber quién había detrás de todo.” 

“Bueno, ahora lo sabes.”

“Lo que no sé es por qué,” dijo Stiles. 

Derek volvió a girarse. Cruzó el suelo vacío para mirar por las ventanas. 

“Si te pone los pelos de punta,” dijo Derek. “Pararé.” 

“No he dicho que pares,” dijo Stiles. “Solo quiero saber por qué. ¿Por qué me has estado dejando imágenes y libros y eso?” 

Derek seguía sin girarse. Seguía sin mirarle. 

“Cuando estuviste aquí,” dijo, “dijiste que te insultaban en el instituto. Parecías aceptarlo. Quería darte algo agradable. Para compensar la última semana.” 

“Te di pena,” dijo Stiles. Tenía sentido. Los regalos dados por pena eran mucho más comprensibles que regalos de un admirador secreto. Después de todo, Derek había dejado claro que no encontraba atractivo a Stiles. Stiles no debería de encontrarlo tan decepcionante. La verdad es que no. 

“No merecías lo que te pasó la semana pasada,” dijo Derek. 

“¿Así que pensaste que te sentirías menos culpable por lo de secuestrarme si me dabas un par de libros?” Las palabras sonaron tan enfadas como se sentían en la boca de Stiles. Stiles no se había esperado eso. No se había dado cuenta de lo mucho que se había permitido esperanzarse de que esto quizás significaba que le gustaba a Derek, que quizás significaba que alto, atractivo y cuero quizás estaría interesado en él. La fría realidad de que no era así era más doloroso de lo que Stiles quería admitir, así que se permitió enfadarse. Enfadarse consigo mismo por haberse dejado engañar. 

“Lo siento,” dijo Derek. “No quería molestarte. Por eso no te dije que era yo.”

“¿Así que en vez de eso dejaste que pensase que tenía un admirador secreto? Que majo. Ahora puedes echarte unas risas por el pobre e incrédulo Stiles que pensó que había alguien al que le gustaba lo suficiente como para darle regalos. Adiós, Derek.” 

Empezó a dirigirse a la puerta. 

“Stiles,” le llamó Derek desde detrás suyo. Stiles se detuvo en el umbral pero no se giró. No miró a Derek. Sintió que se iba a echar a llorar y no quería eso. No quería que Derek le viera así porque entonces Derek pensaría que le había afectado y no era así. Esto solo era porque estaba agotado después de una semana larga y estresante. No tenía nada que ver con que Derek no estuviera interesado en él. 

“Stiles,” prosiguió Derek, “Ya te he cogido algo que te iba a dejar hoy. Bien puedes llevártelo ya.”

“Quédatelo,” dijo Stiles. 

Bajó las escaleras y salió a la calle hasta el jeep. Se montó tras el volante y luego se dejó caer sobre ello durante un minuto. 

Estaba acostumbrado a los insultos. Sabía cómo hacer frente a eso. ¿Así que cómo era que alguien intentando ser majo podía hacer pedazos a una persona tan completamente? No debería de estar enfadado con Derek. Él solo había intentado animarle. Estaba un poco enfadado con Scott por saber que había sido Derek y no decírselo. Estaba enfadado con los chavales del instituto por todas las preguntas e insultos de la última semana, por hacerle querer la amabilidad tan frágil que prometían los regalos. Estaba enfadado consigo mismo por dejarse creer que alguien podría estar interesado en él. 

Su teléfono sonó, sacándole de golpe de sus pensamientos. Su padre, naturalmente. 

“Ey, papá.”

“Ey, chavalín. Solo quería saber que tal. ¿Todo bien?”

“Odio a la gente.”

Hubo una pausa, luego su padre preguntó con amabilidad, “¿Alguna persona en particular?”

“En general.”

Hubo otra pausa y luego, “¿Vas a venir a casa? Podemos comer en el restaurante de las patatas rizadas.” 

“Se supone que no debes de comer patatas fritas,” dijo automáticamente Stiles, “especialmente las rizadas.”

“Pero tú si puedes. Y si yo tengo que probarlas para asegurarme de que son de la calidad adecuada, pues sea.”

Stiles mostró una pequeña sonrisa y accedió. Podía comer con su padre. Sacrificar unas pocas patatas rizadas era un pequeño precio a pagar para reconstruir la confianza que se había roto. 

 

***

Un poco después, se sentaron en el restaurante. Stiles había ganado la discusión sobre la hamburguesa de su padre, diciéndole a la camarera que trajera la vegetariana en vez de la de ternera, pero sospechaba que estaba a punto de perder la mitad de sus patatas.

“Así que,” dijo su padre, una vez que se pidió la comida y se sirvieron las bebidas, “¿la misteriosa persona de los regalos?” 

“Se dio cuenta de que unos chavales del insti fueron unos capullos conmigo y decidió hacer algo agradable para hacerme sentir mejor.”

“Eso parece…bueno. Difícilmente es motivo para proclamar su odio a la humanidad.” 

“Pensaba que le gustaba pero solo sentía lástima por mi.”

“Las dos cosas no son mutuamente exclusivas,” dijo su padre. 

“No importa,” dijo Stiles. 

“Bueno, a mi me parece que darle regalos a alguien para animarles es una cosa decente. Incluso si el chaval no está interesado en ti, claramente conoce tus gustos lo suficiente como para regalarte cosas interesantes. Puede que tengáis unos cuantos gustos en común. Igual merece la pena hablarle como amigo.” 

Stiles sabía que no tenían algunos gustos en común. Leían algunos de los mismos libros y Stiles estaba disfrutando del anime que Derek había referenciado en una de las notas. Stiles pensó en el loft, en los juegos de ajedrez y en las bromas. Quizás fuera capaz de disfrutar quedar con Derek, pero Derek había dejado claro que no quería a Stiles cerca. Cualquier culpa o pena que hubiera sentido, Stiles estaba bastante seguro de que a Derek  la amistad no se le había pasado por la cabeza. 

 

***

Stiles hizo sus deberes para poder pasarse el Domingo con Scott. Stiles no esperó mucho antes de anunciar quién era la persona de los regalos, y que sabía que Scott lo había sabido desde el principio. 

“No quería que te preocuparas,” dijo Scott. “Pensé que quizás te asustarías si sabías quién era y, aparte, le dije a Derek que te dejase en paz así que pensé que pararía.” 

“Bueno, pues ahora parece haber parado,” dijo Stiles. No había recibido ningún regalo nuevo. La verdad es que estaba un poco decepcionado, aunque ahora sabía de quién provenían. No paraba de pensar en las palabras finales de Derek, preguntándose qué habría sido el otro regalo. Ya se había escuchado varias veces el CD. Era una colección extraña, una mezcla de canciones tontas y cómicas, clásicos del rock que estaban pensadas para acompañar cantando, y unas cuantas canciones alegres de musicales. Era difícil estar triste por algo mientras lo escuchabas. Le picaba la curiosidad por saber qué más le habría cogido Derek. 

“Es lo mejor,” dijo Scott. 

“Si,” coincidió Stiles. No necesitaba recibir extraños regalos de gente peligrosa que ya le habían secuestrado una vez. Era mejor que cortase todo contacto con Derek de una vez por todas. Ni un regalo más. Nada. 

Stiles se acomodó para jugar al ordenador con Scott y salieron un rato a lanzarse la pelota de lacrosse. Era todo perfectamente normal, como si hubieran vuelto a donde estaban antes de que estallara toda esta locura. Era difícil creer que apenas hubiera pasado una semana desde que Stiles se hubiera dado de morros con un mundo de criaturas sobrenaturales. Se sentía como si hubiera pasado toda una vida, pero ahora, de pie debajo del sol con su mejor amigo, toda esa locura parecía más bien un sueño lejano. 

Cuando dejaron el lacrosse y se pusieron ropa limpia, Scott tuvo cuidado de no mezclar su ropa con la de Stiles. No iban a volver a confundir los olores. Fue Stiles el que sugirió ver una película y Scott fue a por la colección. Habían visto juntos la mayoría de los DVDs al menos una vez, quitando algunas aburridas que eran de su padre, pero aún podían pasarlo bien viendo una favorita de siempre. 

“¿Qué te parece Superman?” preguntó Scott. 

Stiles se congeló. Lo había hecho tan bien sin pensar en Derek, pero de repente regresaron los recuerdos. Pensó en esa noche en el loft de Derek, bromeando sobre necesitar una cena y una película antes de quitarse la camiseta. Quizás había creído entonces que Derek podría estar interesado en él. 

“La he visto hace poco,” dijo Stiles, cuando se dio cuenta de que Scott seguía mirándole. 

“¿Cuándo?” preguntó Scott. Su voz estaba cargada de sospecha. 

Stiles titubeó, luego dijo en voz baja, “En donde Derek.” 

“¿Viste Superman con Derek?” 

“Vimos Superman. Jugamos al ajedrez. Me hizo pop tarts. Hablamos de Juego de Tronos.” 

Scott todavía le estaba mirando. 

“Todo ese tiempo que estuviste desaparecido,” dijo Scott, “Yo temía que te estuvieran torturando o algo, pero básicamente estabas en una cita .” 

“Nada de eso. Solo estaba aburrido, y ya sabes como no paro de hablar cuando me aburro. Creo que Derek quería que me callase. No paraba de amenazarme con taparme la boca con cinta.”

Scott seguía mirándole. 

“Deja de mirarme así,” dijo Stiles. 

“¿Stiles, ¿qué opinión tienes de Derek?”

“Creo que da miedo y es dado a la violencia con un grave deterioro de su sentido del humor.”

Scott asintió, pareciendo ligeramente más relajado, pero solo ligeramente. 

“Bien,” dijo. “Sigue pensando eso.”

“¿Por qué? ¿Qué piensas tú de Derek?”

“Creo que estás mejor si te mantienes lejos de él.” 

 

 

Chapter 9: Capítulo 9

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Scott no sabía qué pensar de la situación de Derek y Stiles. Había estado confundido y preocupado por los regalos, pensando que serían parte de alguna clase de trampa. Peter y Derek habían intentado reclutarle cuando le habían mordido y tenía miedo de que fueran a intentar hacer lo mismo con Stiles, o que estuvieran intentando acercarse a Stiles para sonsacarle información sobre Scott y su supuesta manada. 

Pero cuanto más pensaba Scott en los regalos, y en la conversación que había tenido con Derek en el loft, más improbable parecía. Parecía que Derek y Stiles se habían unido algo pasando el tiempo juntos cuando Stiles había sido prisionero. Scott estaba empezando a pensar que había algo más detrás del hecho de que Derek hubiera querido hacer algo bonito por Stiles. Scott decidió que tenía que averiguar que era. 

Tuvo práctica de lacrosse después de clases el Lunes, pero justo después fue hacia donde Derek. Era extraño que, después de tanto tiempo intentando evitar a Derek y a lo que este representaba, Scott hubiera acabado volviendo allí tres veces en un par de semanas. Aún así, tenía que hablar con Derek y no tenía ningún otro modo de comunicarse con él aparte de presentarse allí en persona. 

Cuando Scott entró, escuchó voces provenientes del apartamento de arriba. No parecían haberle notado, así que intentó subir las escaleras lo más sigiloso posible, escuchando la conversación. Una voz era de Derek, pero la otra era una voz femenina que Scott no reconocía. 

“...pero Peter cree…” estaba diciendo la voz femenina. 

“No me importa lo que piense Peter,” la cortó Derek. 

“¿Incluso cuando está de acuerdo contigo?”

“Cuando Peter está de acuerdo conmigo, yo sospecho. De todos modos todo lo que dice puede ser una mentira o manipulación.”

Scott prosiguió su cautelosa subida, preguntándose si le había escuchado ya o si estaban demasiado enfocados uno con otro. 

“No importa,” dijo Derek. “De todos modos no le gusto.”

Scott no estaba seguro de que siguiera hablando de Peter, 

“¿Ha dicho eso?” preguntó la voz femenina. 

“Estaba implícito.”

“Que esté implícito no es lo mismo que si.”

“Dejó bien claro que no quería tener nada que ver conmigo.” 

Scott estaba ahora seguro de que la conversación no era sobre Peter. Tenía sus sospechas sobre el verdadero sujeto del tema. Siguió subiendo, ya casi en el apartamento, cuando su pie pisó un escalón que crujió de manera alarmante. Scott se congeló. 

 

Un momento después, la puerta del loft se abrió y Derek estuvo allí, asesinándole con la mirada. 

“Hola,” dijo Scott, repentinamente nervioso. Intentó no pensar en el hecho de que Derek probablemente podía hacerle pedazos en una pelea. 

“¿Qué demonios haces aquí?” demandó Derek. 

“¿Es él?” preguntó la voz femenina. Una chica apareció en el umbral, asomando la cabeza detrás de Derek. Tenía el pelo oscuro y probablemente tenía la misma edad que Scott, quizás un año mayor, o así. Le miró con una obvia curiosidad, y luego el olor de un licántropo llegó hasta Scott. 

“Este es Scott,” dijo Derek. El rostro de la chica decayó. Scott tuvo alguna prueba más sobre sus sospechas de quien podrían haber estado hablando. 

“He venido a hablarte de Stiles,” dijo Scott. 

Derek se cruzó de brazos y bloqueó la entrada. Scott se acercó algo más, para no tener que mirar tanto para arriba, pero manteniendo la suficiente distancia como para tener algo de ventaja si tenía que echar a correr. 

“Le estoy dejando en paz,” dijo Derek. “Estoy haciendo lo que me pediste.”

“Sigo sintiendo curiosidad de por qué le estabas dando regalos, para empezar,” dijo Scott. 

“Ya te lo dije. Quería hacer algo bonito después del desastre del fin de semana pasado.”

La chica morena rodó los ojos. Ella no se tragaba esa explicación mucho más que Scott. 

“¿Te gusta Stiles?” preguntó Scott. 

“No se merecía lo que le pasó,” dijo Derek, lo que no era una respuesta en sí. Scott estaba cabreado con Derek por todas estas evasivas y sintió como ese enfado tocaba su poder de lobo, como siempre hacía. Sentía la necesidad de proteger a su amigo, ya fuera de dolor físico o emocional. 

“¡Responde a la pregunta!” dijo Scott. Había algo inesperado en su voz, una profundidad que no había pretendido. Era como un eco o un rugido detrás de sus palabras. Derek se encogió sobre sí un poco. 

“Me gusta,” dijo Derek. “Pero claramente yo a él no. No voy a forzarle a ello. No volverá a oír de mí.”

Scott quedó sorprendido al descubrirse creyendo la admisión de Derek. La última vez, había venido aquí esperando engaños y trampas, pero la idea de que Derek estuviera diciendo la verdad tenía sentido. Era posible que a Derek le gustase Stiles y se sintiera mal de verdad por lo que le habían hecho. Ahora estaba haciendo algo que pretendía ser amistoso. Quizás le había salido el tiro por la culata un poco, pero Scott pensaba que a Stiles le habían gustado los regalos. De lo que no estaba seguro era de qué hacer con esta información. 

Se fue del loft de Derek, pero este y la chica tuvieron cuidado de no retomar su conversación cuando él podía oírles. Una vez afuera, Scott fue a por su moto y fue directo a la casa de Stiles. No estaba seguro de si debería de contarle a Stiles lo que le había dicho Derek. Había un fuerte instinto que le instaba a callarse. No confiaba en Derek y estaría encantado de que Stiles se quedase bien lejos de él, pero Stiles ya le había gritado demasiadas veces estos días sobre lo de guardar secretos. Probablemente le debía la verdad a Stiles y dejar que este decidiera qué hacer con ella. 

 

Scott dejó la moto afuera de la casa y fue a llamar a la puerta. Stiles respondió casi al instante. 

“¿Alguna revelación más de estas que te cambian la vida que me hayas estado ocultando?” preguntó Stiles, con más que un toque de amargura en su voz. 

“Si,” dijo Scott. 

Stiles parpadeó, luego dijo, “Hay algunas cosas con las que no debería de bromear.” 

Se fueron al cuarto de Stiles. Scott notó que ya no estaba la tarjeta de Superman, al igual que los folios con fotos de internet que Stiles había clavado en el corcho. Un rápido vistazo reveló que habían acabado en la basura. Quizás lo que Scott tenía que decir no importaría. Quizás a Stiles no le afectaría esas cosas ahora que sabía que provenían de Derek porque no le importaba Derek. 

“¿Y bien?” preguntó Stiles, sentándose en la cama de golpe. “¿Qué nuevos secretos me traes hoy?”

“He vuelto a hablar con Derek,” dijo Scott, “sobre los regalos.” 

“¿Qué más hay que decir?” preguntó Stiles. “Sentía pena por mí. Me dio cosas. Fin del tema.”

“Le gustas.”

“Me odia. Amenazó con romperme las piernas y arrancarme la garganta y taparme la boca con cinta y dios sabe que más, y eso solo con haber pasado una noche y un día en su compañía. Si hubiera estado más, probablemente me hubiera matado.”

“Le gustas,” dijo de nuevo Scott. 

“¿Qué te hace pensar eso?” 

“Me ha dicho que le gustas.” 

Stiles parpadeó confuso, luego dijo, “¿Y cómo sabes que no estaba mintiendo? ¿O siendo sarcástico?”

“Stiles, me dijo literalmente que le gustabas. ¿Por qué es un concepto tan difícil?” 

“¿Pero tú le has visto? Podría ser un modelo de portada para la revista mensual de Misterioso y Tozudo. Es fuerte y atractivo y tiene poderes sobrenaturales y unos brazos que prácticamente son una obra de arte y un culo tan perfecto que podría ser usado como arma y probablemente podría entrar en un club, negocio que tiene su familia, por cierto, y tener a todas las chicas de dentro babeando por él y a la mitad de los chicos cuestionando su sexualidad. ¿Por qué cojones iba a estar interesado en mi?” 

Scott intentó pensar en un modo de responder a eso, porque su cerebro se había quedado ligeramente paralizado al darse cuenta de cuanta atención había prestado Stiles a la apariencia de Derek. Mientras Scott pensaba, Stiles también parecía estar pensando. 

“Cuando dijo gustar,” prosiguió Stiles, “¿sabes a qué se refería con eso? Porque a mi me gustan las patatas rizadas, y me gusta mi padre, y me gustas tú, pero no es que esté pensando en lamer nata de vuestro vientre.” 

Scott sintió un escalofrío ante la imagen mental de Stiles y su padre en esa situación. 

“Por favor, no vuelvas a hablar de tu padre de esa manera delante mío nunca más,” dijo Scott. 

 A Stiles le dio otro escalofrío e hizo una mueca. “Coincido. Ug. Pero lo que quería decir es que el gustar es una palabra muy vaga con muchas posibles interpretaciones. ¿Sabes a qué se refería?”

“Le gustas lo suficiente como para comprarte libros y tarjetas,” dijo Scott. “Más allá de eso, ni jota.” 

“¿Y qué hago?”

Scott se encogió de hombros, sugiriendo, “Olvídate de todo, finge que Derek no existe, y vuelve a imaginarte que lames nata del vientre de Lydia Martin.” 

“¿Me estás diciendo que debería de ignorar esto?”

“No me gusta Derek. No confío en él. No quiero tener nada que ver con él y creo que tú tampoco deberías de tener nada que ver con él, pero no te puedo obligar a nada.”

“¿Entonces para qué me lo has dicho?” preguntó Stiles. 

“Porque no paras de darme collejas porque no te cuento las cosas.”

Stiles consideró esta respuesta y luego asintió en aceptación. 

“Lo que vayas a hacer es cosa tuya,” dijo Scott. “Yo creo que deberías de alejarte lo máximo posible de Derek, pero la elección es tuya. Pero no…hagas nada estúpido. Es peligroso.”

 

***

Stiles no paró de darlo vueltas. Scott parecía firme en que le gustaba a Derek, pero eso podía significar muchas cosas. Stiles no quería sacar conclusiones precipitadas sobre nada. Igual era que Derek se sentía solo. Después de todo, habían asesinado a su hermana y odiaba a su tío, así que no tenía mucha compañía de familia. No confiaba en los que había mordido su tío, lo que le dejaba con solo una hermana con la que hablar. Igual solo quería un amigo, solo necesitaba a alguien con quien hablar. Cuanto más pensaba en ello, más decidía que ese era el caso. Después de todo, no había nada romántico o sexual en los regalos que había dejado Derek. 

Stiles se decidió a ignorarlo, pero, conforme pasó la semana, sus pensamientos regresaban a Derek y al gran loft vacío. Varias veces decidió que igual iba a ver a Derek, solo para hacerle saber que no podían ser amigos por todo el tema de Peter y Scott y el hecho de que la familia de Derek le había secuestrado. Era cortés acabar con las cosas en vez de dejarlas a medias. 

Pero luego volvió a cambiar de opinión. Después de todo, ya había acabado las cosas bastante firmemente y no ya no había más regalos en su entrada. Ir donde Derek para decir cualquier cosa sería complicar las cosas. No. Mejor no acercarse. 

Para cuando llegó el Viernes, habían cambiado de parecer cien veces. Luego Scott le dijo que iba a volver a salir con Allison. Stiles pensó en que iba a pasarse otro Viernes por la noche solo, o peor, con su padre. Había estado pensando en ampliar su círculo social. Igual este era su momento. 

 

Le dijo a su padre que iba a ir a casa de un amigo a ver unas pelis, meneando incluso las películas a modo de prueba. 

“Vuelve para las once,” dijo su padre. “Y puede que te llame para ver como vas y si escucho música de discoteca estarás castigado de por vida.”

“No problemo,” dijo Stiles. 

Un poco después, Stiles estaba subiendo resoplando las escaleras de Derek. Derek salió de su apartamento justo cuando subía por el último tramo, mirándole con una sospecha extrema.

“¿Qué haces aquí, Stiles?”

“Trigun.”

Derek le miró confuso.  

“¿Has visto Trigun?” preguntó Stiles. 

“¿Qué es Trigun?” 

“Un anime. Es una especie de western de ciencia ficción. Pensaba que podríamos verlo, puesto que tú me has introducido a Fruits Basket. A modo de compensación.”

Rara vez se había sentido menos elocuente Stiles. No había pensado mucho este plan. Derek aún le estaba mirando extrañado y Stiles se preguntaba si quizás Derek había encontrado las fotos en internet y no sabía de donde eran. Igual Derek no era un fan del anime. Igual Scott se había equivocado con lo de que le gustaba a Derek y ahora Derek estaba pensando en el modo de mandar a tomar por culo a Stiles. 

Pero luego Derek se hizo a un lado, dejando espacio a Stiles para que entrase. Durante un rato, Derek no dijo ni una palabra más, pero colocó la mesa de café delante del sofá y fue a por su portátil. Luego cogió los DVDs de Stiles y metió el primer disco. No invitó a Stiles a que se sentase ni nada, pero Stiles lo hizo igualmente, tirándose en un extremo del sofá. Derek empezó la serie, y luego se sentó en el otro extremo del sofá, lo más lejos de Stiles posible. 

Empezó el primer episodio, en japonés con subtítulos. 

“Hay doblaje en inglés,” dijo Stiles. 

“No puedes ver el anime en inglés,” dijo Derek. 

“Pero al personaje principal le dobla un Power Ranger.”

Derek le lanzó una mirada rápida, antes de devolver la mirada a la pantalla, presumiblemente para poder leer los subtítulos. Cuando Stiles hizo un amago de ir a cambiar el idioma, Derek le apartó la mano de un golpe rápido y le asesinó con la mirada. Stiles se echó hacia atrás en el sofá con un mohín. Odiaba los subtítulos. Le gustaba hacer varias cosas a la vez y no podía hacer eso si tenía que leer a la par que mirar. Aparte, ¿para qué se molestaban en hacer una excelente versión en inglés si luego no lo hacían ni caso?

Aún así, Stiles tenía los DVDs y los había visto antes ya. Podía volver a verlos en inglés cuando no estuviera complaciendo a Gruñón McCaragruñón. Derek frunció el ceño e hizo muecas todo el episodio. Stiles tenía la sospecha de que Derek solo había accedido por cortesía y que le iba a echar en cuando aparecieran los créditos del primer episodio. Stiles se sentó y se removió en el sitio, sintiéndose más incómodo conforme pasaba otro minuto de silencio desde el otro lado del sofá. 

Finalmente aparecieron los créditos. Stiles esperó a que Derek hiciera o dijera algo, pero Derek se quedó ahí sentado, mirando como pasaban los créditos. 

“¿Y bien?” dijo Stiles. “¿Qué opinas?” 

“Nunca puedes decirlo en los primeros capítulos.”

“En inglés es mejor.”

“No.”

“No puede decir no sin más. Eso no es un argumento válido. Aparte, no has visto la versión en inglés ¿así que cómo puedes juzgar? Deberíamos de ver el siguiente capítulo en inglés para equilibrar las cosas y para que puedas ver las cosas objetivamente y te des cuenta de que tengo razón.”

“Cállate, Stiles.”

El opening del siguiente capítulo empezó. Stiles fulminó con la mirada a Derek, intentando que entrase en razón con lo de los subtítulos, pero Derek parecía inmune. Una vez empezó la historia, Stiles no podría seguir fulminándole con la mirada porque tenía que mirar constantemente a la maldita pantalla por los malditos subtítulos. 

Derek no dijo nada conforme pasó el capítulo. Stiles se removió un poco, incómodo con el silencio de Derek. Igual es que estaba muy interesado en ver la serie. Igual es que no le gustaba Stiles y estaba intentando ser tan desalentador como era posible para hacer que se fuera. Al final, Stiles no pudo soportarlo más. 

“Es interesante ver una serie de acción que demuestra el impacto económico de…” dijo Stiles. 

“Cállate, Stiles. Estoy viendo la serie.”

“¿No te gustan las conversaciones, eh?”

“No me hagas sacar la cinta americana.”

Stiles se hundió en el sofá en un silencio incómodo, mientras que la pantalla del ordenador mostraba balas anime volando. No había señal de una tele en todo el apartamento. Derek debe de ver las series así, en DVDs y descargas en su ordenador, en una pantalla pensada para uno. 

“¿No sueles ver cosas con más gente, no?” preguntó Stiles. 

“No.” 

“Menos mal que no estamos viendo Misterio en el espacio. Tu cabeza explotaría con tanta interrupción.”

“¿Quieres hablar o quieres ver el anime?” preguntó Derek. 

“Puedo hacer las dos cosas. Sería más fácil si no tuviera que leer los subtítulos.” 

“Stiles, o te callas o te ato la lengua a los tobillos.” 

Stiles consideró esa amenaza un momento y luego preguntó, “¿Cómo funciona eso siquiera?”

“¿De verdad quieres averiguarlo?” Derek apartó la cara de la pantalla, lanzando una mirada intensa hacia Stiles. Parecía estar considerando seriamente la violencia física. Ahí va la insistencia de Scott de que le gustaba a Derek. 

Stiles se echó hacia atrás en el sofá, viendo como se desarrollaba la acción. Su personaje favorito no aparecería todavía hasta dentro de unos capítulos pero podía ver la historia. Volvió a sentirse incómodo, como si Derek estuviera fingiendo que no existía. Stiles estaba empezando a pensar que debería de haberse quedado en casa. Podría estar viendo cosas él solo sin tener que lidiar con la audiencia más angustiada de la vida. 

Cuando acabó el capítulo, Derek alargó la mano hacia el ordenador. Stiles pensó que hasta ahí había llegado la cosa. Pensó que Derek estaba parando la serie para poder echarle, pero solo le dio al pause. 

“¿Quieres beber algo?” preguntó Derek. 

“Erm…claro…¿una birra?”

Derek le fulminó con la mirada. Fue hacia el frigorífico y, muy deliberadamente, sacó un brick de zumo, asegurándose de que lo viera Stiles. 

“Aguafiestas,” dijo Stiles.

Mientras Derek servía el zumo, preguntó, “¿Tienes hambre?”

“Si, supongo.”

“¿Pizza o Chino?”

“Me da igual. Como cualquier cosa.”

“Pues entonces el ciervo que he cazado en el bosque,” dijo Derek. 

“¿Ha sido eso un chiste?” preguntó Stiles, esperando en serio que lo fuera. “Y, por cierto, si alguien pregunta si ha sido un chiste, es que no ha sido uno muy bueno.”

Derek sonrió de medio lado.  Luego sacó el móvil y pidió pizza. 

Parecía que Stiles iba a quedarse un rato. 

Vieron el tercer episodio mientras esperaban la pizza, con Stiles señalando todos los beneficios del doblaje en inglés. Derek había progresado de discutir con él a fingir que no existía, cosa que hacía que Stiles quisiera llenar más el silencio. Así que Stiles señaló que si estuviera en inglés, entonces estaría escuchando el anime y se mostraría menos inclinado a hacer comentarios. 

“Tú harías comentarios hasta con Shakespeare,” dijo Derek. 

 

“Que dices loco,” dijo Stiles. “Ese pavo hacía innuendos y chistes de penes y los profesores le tratan como si fuera la cosa más seria de este universo. No tengo más que respeto por ese pavo.”

“¿En serio acabas de llamar pavo a Shakespeare?” 

“A ver hay unos cuantos teóricos conspiranoicos que piensas que en realidad es un ella pero todo apunta a que es un pavo.” 

Claramente Derek no podía pensar en un buen argumento ante eso porque recurrió al ya estándar, “Cállate, Stiles.” 

Cuando por fin llegó la pizza,  Derek esperó hasta que Stiles se metió un buen bocado antes de comentar que quizás ahora Stiles dejaría de hablar. 

“Todavía puedo hablar,” dijo Stiles, la voz medio ahogada por la enorme cantidad de pizza que había en su boca. 

“Eso es asqueroso. Sigue así y te quito la comida.”

Stiles sonrió con la boca aún llena de comida. Masticó pensativamente durante un momento y luego dijo, “No.”

Derek cogió la caja de pizza de la mesa y se la acercó hacia sí mismo en su lado del sofá. Stiles por fin se tragó el cacho que había estado masticando y alargó la mano para coger más. Derek alejó la caja de él, por encima del extremo del sofá. Stiles cambió de posición, poniéndose de rodillas en los cojines del sofá y estirándose por encima de Derek hacia la caja de pizza. Derek alargó el brazo todo lo que pudo, lejos del sofá, manteniendo lejos del ansia de Stiles la pizza. Stiles volvió a moverse de nuevo, intentando reclamar su premio, poniéndose por encima de Derek para poder alargar los brazos mientras Derek se contorsionaba en su sitio para mantener la pizza lejos de él. Stiles movió su mano el brazo de Derek, agarrando un borde de un trozo de pizza y alejándose triunfante. Dio un grito de júbilo mientras mantenía en alto el trozo de pizza. 

Solo entonces Stiles se dio cuenta de sus posiciones. Derek aún estaba sentado en el sofá y de algún modo Stiles había acabado de rodillas encima de él, con una pierna a cada lado de su cuerpo, Casi había estado pegado a Derek en sus esfuerzos de alcanzar la pizza y ahora se dio cuenta de lo cerca que estaban. Solamente tenía que mover su boca unos centímetros y se estarían besando. 

Stiles miró a Derek a los ojos y vio que Derek también se había dado cuenta. Los ojos de Derek bailaron hasta los labios de Stiles antes de volver a mirarle a los ojos. Sería algo tan sencillo de hacer. Un movimiento tan pequeño. Se preguntó si debería de hacerlo. Se preguntó si Derek lo haría. Se preguntó si Derek quería hacerlo. 

El estruendo de su móvil asustó tanto a Stiles que se cayó del sofá, acabando a los pies de Derek. Aún sujetaba su bien merecido trozo de pizza mientras hurgaba en su bolsillo para sacar el móvil. Era su padre. 

“Ey, papá,” respondió. 

“Solo llamaba para ver que tal,” dijo su padre. “Asegurarme de que todo está bien.”

“Todo guay. Estamos, ya sabes, comiendo pizza, viendo anime.”

“Bueno, pasadlo bien. Y recuerda estar en casa para las once.” 

“Lo estaré.” 

Stiles colgó. Volvió a su lado del sofá. El momento de antes se había roto y sería algo más que incómodo intentar retomarlos. Aparte, su padre acababa de recordarle a Stiles todo lo que había pasado. Su padre aún temía por él, y con razón. Stiles casi se sentía avergonzado de haber perdonado a Derek después de todo. 

Sus ojos se fueron hacia el pilar en donde se había pasado tantas horas incómodamente encadenado, y se le ocurrió una idea malvada. Se echó hacia atrás en el sofá, intentando aparentar estar relajado, no queriendo dar a Derek ninguna pista de su engaño. 

“Hay otro anime que igual te gustaría ver,” dijo Stiles. “Ahora no, obviamente, porque estamos viendo este, pero en algún otro momento. Los primeros episodios son algo raros pero aguanta porque una vez entre en escena la trama todo tendrá sentido.”

“¿Cuál es?” preguntó Derek. 

Stiles esperaba que Derek no fuera a hacer eso del detector de mentiras que él y su tío habían hecho previamente, y le dijo el nombre del anime. La venganza sería una tontería, pero también sería muy dulce. 

 

 

Chapter 10: Capítulo 10

Chapter Text

Stiles salió del instituto el Lunes después de un entrenamiento especialmente duro de lacrosse. Por fin se había dado cuenta de cuanto había cambiado el mordisco a Scott. Ya no le molestaba el asma, no estaba tan preocupado por ocultarlo y eso parecía hacerle triunfar en la práctica. Así que ahora el que sufría en el entrenamiento era Stiles, mientras que el resto parecía jugar con facilidad. Se dio una larga ducha para quitarse lo que se sentía como todo un largo de sudor y por eso el aparcamiento estaba prácticamente vacío cuando fue hasta su jeep. 

Había sacado las llaves cuando alguien le agarró desde detrás, golpeándole con fuerza contra el capó del jeep. Un cuerpo se presionó contra él desde detrás y una mano forzó a que bajara la cabeza contra el frío metal, aplastando su cara contra él. Sorprendido y asustado, Stiles forcejeó para buscar agarrarse a algo, y sus manos se resbalaban mientras intentaba agarrar a su agresor o algo. Dejó caer las llaves de la sorpresa, así que ni siquiera podía clavarle una llave a su agresor. Su agresor se inclinó entonces por encima suyo, presionando su cuerpo sobre su espalda. Una voz gruñó en el oído de Stiles. 

“Debería de sacarte los ojos de sus cuencas y hacértelos tragar.” 

“¿Derek?” dijo Stiles. Forcejeó contra el agarre, pero la fuerza de licántropo le tenía firmemente sujeto. “¿Que pasa?”

“¿Que qué pasa?” demandó Derek. “¿Que qué pasa? Debería de arrancare el esófago y estrangularte con él, pero te moriría demasiado rápido y mereces sufrir por lo que me has hecho pasar.”

“¿No te ha gustado el anime entonces?” 

“Me tragué eso porque me dijiste, y cito, ‘aguanta’. Seguía esperando a que empezase la trama. Había unas cosas ominosas en el ending que pensaba que tenían que significar algo y luego hubo un momento en el que parecían que estaban dejando caer algo para más adelante y pensé que por fin iba a pasar algo bueno, pero luego llegaron al capítulo final e hicieron una broma con el hecho de que no había trama y todo lo otro acabó en agua de borrajas. ¡Me vi doce capítulos de esa pesadilla porque dijiste que la trama merecería la pena y no hubo nada!” la voz de Derek era profunda y nuevamente un rugido furioso en la oreja de Stiles. “No. Había. Trama.”

“En verdad tienes un problema con la gestión de la ira,” dijo Stiles, aunque podía ver a qué se refería Derek. Quiso tirar su portátil por la ventana cuando llegó al capítulo final de ese anime en particular. Este plan de venganza había parecido mucho más divertido antes de que le estamparan contra un coche. 

Eso aparte, no estaba realmente herido. El agarre de Derek era firme y sin piedad, pero no doloroso. De hecho, Stiles estaba plenamente consciente del cuerpo de Derek presionando contra el suyo. Piernas contra piernas. Pecho contra espalda. La cercanía envió un escalofrío a través de Stiles que no tenía nada que ver con el miedo. Notó el aliento de Derek contra su oído cuando preguntó, “¿Por qué me has hecho sufrir eso?”

“Me tuviste encadenado en tu suelo toda una noche.”

Hubo un breve silencio. El peso se alivió un poco, la mano que le agarraba la cabeza ya no era tan ruda. Durante un momento, Stiles pensó que Derek igual estaba reaccionando a lo que dijo Stiles. 

“¡Ey!” una voz gritó y de repente el peso de Derek desapareció completamente de encima de la espalda de Stiles. Stiles se enderezó a tiempo para ver a Derek recuperando el equilibrio y Scott moviéndose para ponerse en medio de ambos. La verdad es que Stiles estaba triste por el hecho de no sentir el calor de Derek contra él. 

“”¿Qué te crees que estás haciendo?” demandó Scott. Parecía listo a saltar sobre Derek y hacerle pedazos. Siles rara vez había visto así de cabreado a su amigo. 

“Es culpa mía,” dijo Stiles. “Le engañé para que viera un anime.” 

“¿Y eso justifica que te ataque?”

“Es un anime muy malo,” dijo Stiles. 

Scott le miró como si estuviera loco. La mirada fulminante de Derek había decaído un poco, pasando de una mirada asesina a una que prometía desmembrarte. Stiles no estaba seguro de si era porque había admitido hacer algo malo, o porque Derek había entendido sus motivos para hacerlo. 

“Se supone que tienes que mantenerte lejos de Stiles,” le dijo Scott a Derek. 

“Él vino a mi,” dijo Derek. 

“¿Y tú le estampas contra un coche?”

“No había una pared cerca.” 

“No se te permite hacer daño a Stiles,” dijo Scott. “Eso era parte del acuerdo que hice con Peter,”

“Igual deberíais de dejar de hablar de mi como si no estuviera aquí,” sugirió Stiles. 

Dos pares de ojos se movieron para fulminarle. 

“A ver, todo está bien,” dijo Stiles. “Nadie está herido. No hay daño, no hay falta. No hay necesidad de amenazas y posturas amenazantes.”

Scott retrocedió un pequeño paso de Derek. La tensión y la amenaza del momento de antes parecieron disminuir ligeramente. Stiles se apartó de su jeep, reclamando sus llaves caídas mientras lo hacía. Scott señaló con un dedo a Derek. 

“No puede hacer daño a Stiles,” dijo. Era una amenaza sincera, algo mermada por el hecho de que Derek era dos veces má grande que Scott. Stiles podía apreciar la intención. 

Derek asintió una vez hacia Scott, luego le dijo a Stiles, “Me las pagarás.” 

“¿En plan, te vengarás haciéndome pagar en sangre?,” preguntó Stiles. “¿o en plan, que tendré que pagar la comida la próxima vez?”

Pero todo lo que Derek dijo fue una repetición de, “Me las pagarás,” y luego se dio media vuelta y se marchó. 

Luego Stiles quedó de pie al lado del jeep bajo la confusa mirada de Scott. 

“¿Qué demonios pasa con vosotros dos?” preguntó Scott. 

“La verdad, ni idea. Hubo unos DVDs, comida para llevar, muchos ‘Cállate, Stiles’ por su parte. Aún estoy moderadamente convencido de que me odia y que planea matarme mientras duermo pero quizás hubo un momento en el que creo que casi nos besamos que quizás haya sido imaginaciones mías.” 

Scott parpadeó. Aún estaba mirando a Stiles como si estuviera completamente loco. 

“¿Que casi os besasteis?”

“Si, pero también me amenazó con violencia física unas cuantas veces, lo que probablemente lo cancela.”

Scott aún le estaba mirando. Stiles se preguntaba si era algo de licántropo porque no estaba seguro de que Scott hubiera usado esa mirada silenciosa antes. Quizás era que Stiles estaba alcanzando nuevos niveles de comportamiento demente, pero pasar el rato con un hombre lobo que le había secuestrado probablemente solo estaba en mitad de la lista de cosas locas que había hecho. 

“Quizás no deberías de volver a verle,” sugirió Scott. 

“Si, esa probablemente es buena idea,” dijo Stiles. Excepto que había dejado sus DVDs de Trigun en casa de Derek. Los DVDs de anime eran caros así que ni de coña iba a sacrificarlos, lo que quería decir que no tenía más opción que ver a Derek de nuevo, aunque solo fuera para recuperarlos. 

“¿Quieres hacer los deberes de mates juntos?” preguntó Scott. 

“Claro. ¿Por qué no? ¿En mi casa?”

“Vale, te veo allí.”

Scott se fue hacia donde había aparcado la moto, pero se detuvo para saludar a alguien al otro lado del aparcamiento. Stiles se giró, viendo a Allison subiéndose en el asiento del copiloto de un coche. Ella estaba sonriendo a Scott y saludando, pero la atención de Stiles fue hasta el hombre que estaba de pie junto al lado del conductor. El padre de Allison. Que miraba fijamente a Stiles. 

 

***

Un par de días más tarde, Stiles se detuvo a echar gasolina de camino a casa al salir de clases, sin esperarse nada malo más allá del precio astronómico en la caja registradora. Había empezado a echar gasolina cuando dos coches entraron en la gasolinera, uno de ellos bloqueando el jeep desde detrás, y el otro le bloqueaba desde delante. Stiles se quedó allí de pie, confuso y más que un poco asustado. No podía mover su jeep, pero igual podía entrar corriendo a la gasolinera y hacer que el cajero llamase a la policía. 

Luego una figura familiar salió de uno de los coches. Era el padre de Allison. Sonrió a Stiles de una manera nada reconfortante. 

“Hola, Stiles,” dijo. Eso no debería de sonar tan amenazante. 

Stiles aún estaba agarrando la pistola del surtidor. Igual podía empapar de gasolina a este y echar a correr. Pero no tenía un mechero ni nada con lo que convertir a la gasolina en un arma. 

Un par de hombres se bajaron del otro coche. Stiles probablemente había perdido su oportunidad de escapar. Pero igual si se ponía a gritar el cajero de dentro se daría cuenta y llamaría a alguien. 

“Creo que mis amigos pueden terminar lo que estabas haciendo,” dijo Argent. “Tú y yo vamos a hablar un poco.” 

Señaló hacia su coche. 

“Yo creo que podemos hablar perfectamente aquí,” dijo Stiles. Ya le habían secuestrado bastante últimamente y esperaba que este tio no fuera a intentar nada en un lugar público. Podía ver una cámara de seguridad en la pared del edificio. De seguro que Argent no iba a hacer nada mientras le estaban grabando. 

“Creo que vamos a necesitar algo de privacidad para esto,” dijo Argent. “Hay algunos secretos que es mejor que no se digan al aire. Te prometo que no abandonaremos la gasolinera.”

Stiles no tenía modo de saber si estaba diciendo la verdad o no.  Pero Argent se puso a su lado, una mano sobre el hombro. Empezó a guiar a Stiles hasta el otro coche. El agarre era firme, pero al menos no tenía la fuerza de un licántropo. Stiles miró una vez más a la gasolinera. Podía ver al trabajador tras la caja registradora, inclinado sobre una revista y sin mirar siquiera a la escena que se desarrollaba afuera. 

“¡¡EY!!” gritó Stiles con toda la fuerza de sus pulmones, zafándose del agarre de Argent y empezando a correr hacia el edificio. 

Argent le agarró por detrás, tapándole la boca bruscamente con una mano. Stiles golpeó salvajemente las piernas de Argent, pero este le acercó hasta su coche, y le metió en la parte de atrás antes de subirse con él. 

Ya había alguien más allí, una mujer que Stiles reconoció como la madre de Allison, Victoria. Así que Stiles se encontró a sí mismo sentado en la parte de atrás del coche, clavado en el sitio entre los padre de Allison, y rodeado de flores púrpuras. Estaban esparcidas por el suelo y el asiento, colgando del espejo, atado a las manillas de las puertas, y básicamente en todos lados. Su olor era abrumador, llenando todo el vehículo. Probablemente hubiera sido agradable de no haber sido tan fuerte. Solamente había una cosa que podía ser: acónito. 

“¿De qué va esto?” inquirió Stiles. Tenía sus sospechas, pero no les iba a confirmar tampoco nada. Si eso significaba hacerse el tonto, entonces eso era exactamente lo que iba a hacer. “No podéis agarrarme así sin más. Mi padre es el sheriff y, creedme, no reacciona bien cuando me secuestran.” 

“Esto no es un secuestro,” dijo Chris. “Esto es una charla amigable.”

“No quieres ver la que no es amigable,” añadió su mujer. 

“¿Qué queréis de mi?” preguntó Stiles. ¿Podía coger su móvil? Aún estaba en su bolsillo. ¿Podría cogerlo y llamar al 911 sin que se enteraran? Probablemente no si le miraban así de fijamente. 

“Queríamos hablarte de tu problema de control de animales,” dijo Chris. 

“Ni tengo ni idea de qué me estáis hablando.” 

“¿Te pensabas en serio que no iba a notar la escenita del otro día en el instituto?”

“Pero ese no es un problema de animales,” dijo Stiles. 

“¿No lo es?” dijo Victoria. 

“A mí me parecía estar actuando como un animal,” añadió Chris. 

“Mira, no veo que tiene que ver eso con vosotros.”

“Los Hales son peligrosos.”

“Derek no es peligroso,” dijo Stiles, después de sólo una fracción de segundo de duda. Era posible que estuviera siendo un idiota por pensarlo. Era posible que acabase sufriendo enormemente, pero no creía que Derek fuera a hacerle daño. Pese a todas sus amenazas y fanfarronerias, Derek había tenido muchas ocasiones de hacerle daño y no lo había hecho. 

“Eres muy específico,” dijo Victoria. “Chris ha dicho que los Hales, en plural, son peligrosos, y tú dices que uno en concreto no lo es.”

“A ver, no he conocido a su hermana, así que no sé lo peligrosa o no que es,” dijo Stiles. 

“¿Y qué hay de Peter Hale?” preguntó Victoria. 

“No pillo por qué estáis tan interesados en mí,” dijo Stiles. “Si estáis preocupados por Peter Hale, id a hablar con él. Igual que habéis hecho conmigo.” 

“Si tiene algo con lo que te controla,” dijo Chris, “podemos ayudar. Solo dinos lo que pasó el otro día.”

“No. Es. Asunto. Vuestro.” 

“Por lo que entiendo te metiste el líos hace un par de semanas,” prosiguió Chris. “Secuestro, era el rumor, pero luego alguien dijo que fue una broma que se fue de madre. No se nombraron a atacantes. Y de repente Derek te está amenazando en la propiedad de la escuela. Me hace preguntarme qué fue lo que te pasó realmente.”

“Me cogió Peter Pan y me llevó al País de Nunca Jamás para vivir una maravillosa aventura,” dijo Stiles, “pero luego se dió cuenta de que tenía que volver a casa y crecer.” 

“Stiles, espero que te des cuenta de que solo tratamos de ayudarte. La familia Hale y la nuestra, podrías decir que tenemos una historia. Lo que sea que hayas aprendido de ellos, aunque tengas miedo de que no te vayan a creer, puedes estar seguro de que nosotros lo haremos.”

“Bueno, yo creo que debería de irme a casa,” dijo Stiles. “¿Habéis acabado ya con vuestras sutilezas y comentarios vagos?”

“Hemos acabado,” dijo Chris. “Pero quizás deberías de llevarte esto contigo.”

Se incorporó y abrió la puerta del coche, bajándose para permitir salir a Stiles. Pero cogió un puñado de flores violetas de la manilla de la puerta mientras lo hacía y las sostuvo hacia Stiles. Stiles miró con fuerza las flores, luego levantó la vista y miró a los ojos de Chris. 

“No gracias,” dijo. “No eres mi tipo. Ahora me vas a perdonar, pero tengo que ir a pagar la gasolina.” 

“No te molestes. Ya nos hemos hecho cargo.”

Chris volvió a su coche. Los otros matones, quienes habían estado esperando junto al jeep, se montaron en el suyo y se marcharon. Stiles estaba solo en los surtidores. Stiles se tomó un momento para coger aire. El aire apestaba a gasolina, pero era mejor que esas flores apestosas. 

Se volvió a asegurar de que Chris había dicho la verdad sobre haber pagado, puesto que no quería que su padre le detuviera por robar gasolina. Parecía que uno de los matones había terminado de llenar el depósito y había pagado la factura mientras Stiles estaba teniendo una conversación incómoda. No iba a ser Stiles el que se quejase de gasolina gratis, aunque hubiera venido con una orden de extrañeza. 

Lo primero que hizo cuando llegó a casa fue llamar a Scott por Skype y contarle todo lo que había pasado. 

“Supongo que saben que no soy un licántropo,” dijo Stiles, “porque no reaccioné al acónito, pero no usaron la palabra con L, así que probablemente no saben si lo sé de seguro.” 

“Ya,” dijo Scott. 

“Así que sabemos que saben sobre los licántropos pero no saben que nosotros sabemos sobre los licántropos.”

“Ya.”

“¿Me estás entendiendo o me estás dando la razón como a los tontos?” preguntó Stiles. 

“¿Si?” dijo Scott. 

“¿Qué debería hacer?” preguntó Stiles. “¿Voy a tener ahora cazadores de licántropos acosándome?”

“Quizás no,” dijo Scott. “Quiero decir, saben que no eres un hombre lobo así que si te mantienes lejos de Derek, entonces probablemente decidirán que no pasa nada.”

“¿Estás diciendo eso porque tú ya opinas que debería de mantenerme lejos de Derek?”

“Te empujó contra tu jeep por un anime,” dijo Scott. “Eso no es una reacción sana. Dado que la última vez que le viste, te amenazó, lo más sensato es no acercarse a él.”

“Pero todavía tiene mis DVDs.”

“¿Qué es más importante, unos DVDs o que no te muelan a palos?” preguntó Scott. 

 

***

Razón por la cual, el Viernes, Stiles se encontró volviendo a donde Derek después de clases. Comprobó el espejo retrovisor constantemente, intentando asegurarse de que no le seguía un Argent o alguno de sus agentes. Estaba bastante seguro de que no le seguía nadie, pero dio un par de vueltas a la manzana antes de aparcar el jeep. Luego entró en el edificio. 

Derek le estaba esperando. 

“No estaba seguro de que fueras a volver,” dijo Derek. 

“Tienes mis DVDs. Me imaginé que si todavía estarías enfadado conmigo, podía cogerlos y tú no tendrías que volver a verme.”

Derek se hizo a un lado y señaló hacia la mesa al lado de la ventana. 

“Siéntate,” dijo Derek. No era un tono de voz precisamente acogedor, pero era mejor de lo que Stiles habría esperado teniendo en cuenta su último encuentro. 

Stiles se sentó, tomando posesión de una de las viejas sillas de madera que estaban junto a la mesa. Se preguntó si Derek tenía algo más en mente para esta noche, en vez de compartir el sofá de nuevo. También se preguntó como sacar el tema de los Argents, porque Derek probablemente debería de saber que alguien que conoce el secreto vio su discusión del otro día en el aparcamiento del instituto. 

Aún estaba sentado allí, pensando en como explicar lo que había pasado en la gasolinera, cuando escuchó un sonido inconfundible detrás suyo. El sonido de una cinta americana despegándose. 

“¿Qué cojones?” dijo Stiles. Empezó a levantarse pero luego los brazos de Derek estaban alrededor suyo desde detrás, pegando un trozo de cinta americana alrededor de su pecho y brazos, dándola vueltas alrededor de la silla y luego de nuevo por delante de él. 

“¿Qué estás haciendo?” demandó Stiles mientras Derek envolvía cinta a su alrededor. Los brazos de Stiles estaban atrapados en sus costados, firmemente sujetos por la cinta americana, clavado en la silla. 

“Te dije que me las pagarías,” dijo Derek. 

Se agachó al lado de Stiles, agarrando la pierna de Stiles cuando este intentó patearle la cara. Una rápida aplicación de cinta tuvo prontamente cada pierna de Stiles sujeta a cada pata de la silla. En cosa de un minuto, Derek apoyó en en la mesa el aro de cartón vacío que había sujetado la cinta americana. Toda esa cinta ahora estaba ocupada sujetando a Stiles firmemente en el sitio. 

“¿Qué vas a hacer conmigo?” preguntó Stiles, genuinamente preocupado. Todas las advertencias de Scott, que habían parecido ridículas en el instituto, ahora parecían muy, muy serias. Ahora mismo Derek podía hacerle a Stiles cualquier cosa que quisiera. 

“Justicia,” dijo Derek. Cogió su portátil, posándolo en la mesa en frente de Stiles y colocó la pantalla muy cuidadosamente para que tuviera el ángulo perfecto para Stiles. Así que sus temores de tortura y muerte estaban aparentemente infundadas, lo que era bueno saberlo, pero Stiles aún estaba muy preocupado por lo que pudiera haber planeado Derek. Abrió un reproductor de vídeo, preparando un archivo para abrir. 

“Voy a por la cena,” dijo Derek, “y no quisiera que te aburrieras mientras.”

“¿Qué me vas a hacer ver?” preguntó Stiles. Tenía que ser algo bastante horrible como para ser necesaria tanta cinta americana. 

“Tengo cuatro palabras para ti,” dijo Derek, poniéndose al lado de Stiles y acercándose a su oído. Susurró en ellos de manera amenazante, “Especial de Navidad de Star Wars.”

Dio al play y se dio media vuelta, dirigiéndose a la puerta del loft. 

“¡No!” gritó Stiles. “Venga ya, Derek. Esto no es justo. Podías haber dejado de ver el anime de los ninjas cuando te hubiera dado la gana. Yo no te até a una silla.” Derek se fue, cerrando la puerta detrás suyo, pero Stiles siguió gritando, recordando lo bueno que era el oído de un licántropo. “Ya he visto el especial de navidad. Una vez encontré una copia para ver si era tan mala como la gente decía. Nadie debería tener que verlo dos veces. Venga ya, Derek, ¡ten piedad! Esto es tortura. Esto es cruel y un trato inusual que te haría ser condenado por las Naciones Unidas.” Stiles se removió y forcejeó contra la cinta, pero se mantenía firme. No había señal de piedad por parte de Derek. No había ninguna señal de Derek. 

“¡Me las va a pagar por esto!” gritó Stiles, luego se dejó caer contra la silla, fulminando con la mirada la pantalla del portátil y a la mala calidad de video de una familia wookie. 

Esto no era nada justo. Si, había animado a Derek a ver ese horrendo anime, pero había sido Derek el que le dio al play. Derek podía haber parado de verlo cuando se dio cuenta de lo irritante que era. Stiles no le había obligado a verlo. Esta situación era completamente diferente y completamente inaceptable. En cuanto regresara Derek, Stiles iba a dejar explícitamente claro lo que opinaba de esto. 

Solo esperaba que eso fuera pronto. De verdad esperaba que Derek no estuviera planeando hacerle ver todo esto. También se preguntaba que pasaría si su padre elegía este momento para llamarse a ver que tal. 

Afortunadamente, cuando habían pasado quizás quince minutos de vídeo, Stiles escuchó pasos afuera y la puerta abrirse de nuevo. Con suerte Derek había decidido ser piadoso, pero Stiles no le iba a dar la satisfacción de rogar. 

“Bueno,” dijo una voz que no era la de Derek, “cuando Derek dijo que no podía venir al club porque estaba haciendo algo importante, no me imaginé que se refiriera a ti.”

Stiles se retorció para mirar, intentando ver la entrada, y vio a Peter entrando, con una sonrisa divertida en su rostro. Stiles renovó sus intentos de librarse de la cinta, pero seguía atado a cal y canto. Stiles no tenía modo de escapar, mientras Peter se acercaba lentamente hacia él. 

 

 

Chapter 11: Capítulo 11

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“Pero igual quieres tener algunas palabritas con Derek por haberse referido a ti como algo,” dijo Peter, cruzando la sala hasta donde estaba atrapado Stiles, atado con cinta a una de las sillas de Derek. 

“¿No puedo llamarte a ti eso y ya?” preguntó Stiles. 

Peter se aproximó, pasando una mano por las capas de cinta que tenían atrapado a Stiles. Stiles podía notar la ligera presión de sus dedos a través de la cinta, subiendo y bajando por su brazo, en lo que podría haber sido una caricia. Stiles quería apartarse de eso, pero no había absolutamente nada que pudiera hacer, no tenía modo de luchar o liberarse. 

Estaba intentando desesperadamente no entrar en pánico, con el corazón galopando en su pecho. Peter podía hacerle cualquier cosa ahora mismo y no había una maldita mierda que pudiera hacer para detenerle. Por debajo del miedo había un chorro de furia, ira hacia Derek por haberle dejado así. 

“Lo de la cinta americana es un clásico,” dijo Peter, “pero en un futuro, quizás quieras quitarle la ropa primero. Facilita mucho las cosas después.”

“Estoy más que feliz de estar con la ropa puesta delante tuyo, gracias,” dijo Stiles. “Ahora si no te importa quítame las manos de encima.”

Estaba luchando por sonar calmado, para no dejarle saber a Peter lo mucho que le estaba afectando. Pero Peter debió de ser capaz de escuchar el martilleo de su corazón. Peter probablemente sabía lo que estaba haciendo. Probablemente lo estaba disfrutando. 

“Por supuesto,” Peter dio una sonrisa cortés y se apartó. Quitó su mano del brazo de Stiles y la mostró como para calmarle. No ayudó en nada a Stiles para tener una sensación de confort. Su corazón aún estaba martilleando, sus pensamientos se llenaban de imágenes de lo que Peter quizás decidiera hacerle. Stiles no tenía modo alguno de pararle si Peter decidía intentar hacer cosas como quitarle la ropa a Stiles. 

“No quisiera interferir con la diversión de mi sobrino,” prosiguió Peter. “Pero en serio, no debería de haberte dejado solo. No es muy profesional dejar a alguien solo durante una escena. Hay muchas posibles complicaciones. Pérdida de circulación. Ahogamiento. Cosas feas como esas. Debería de quedarse aquí en donde pueda vigilar las cosas.”

¿Una escena? De repente los comentarios sobre la ropa tenían más sentido. Peter se pensaba que esto era un precursor de un sexo fetichista y de bondage. Stiles no estaba seguro de cómo responder a eso. Su primer instinto era negar todo, pero no estaba seguro de cómo explicarle a Peter esta situación, o que quisiera siquiera. No estaba seguro de que quisiera que Peter supiera de sus intercambios con Derek. Pero tampoco quería recibir consejos de bondage de este tío. Sentía que necesitaba ducharse durante un mes para quitarse de encima la sensación del modo en el que le estaba mirando. 

“Uno debe ser muy cuidadoso,” dijo Peter. “cuando se experimenta con esta clase de…” se detuvo, pareciendo notar la pantalla del ordenador por primera vez. “¿Qué es eso?” 

“Es una familia de wookies preocupándose porque su amado no ha ido a casa por el Dia de la Vida,” dijo Stiles. “Obviamente.”

Peter miró el portátil muy confuso, luego posó esa mirada en Stiles. 

“No voy a ser yo el que cuestione los gustos de la gente,” dijo Peter, con una expresión que decía que lo estaba cuestionando mucho. 

“Bueno, pues cuestiónalos en otra parte,” dijo Stiles. De verdad esperaba que Derek regresara pronto. Si había planeado dejar solo a Stiles todo el vídeo, puede que no regresara en una hora. Peter podría hacer cualquier cosa a Stiles en esa hora. 

“Venga, venga,” dijo Peter, “somos prácticamente familia.” 

“¿Ah, si?” preguntó Stiles. 

“Bueno, Derek es mi familia. Cualquiera que esté cerca del corazón de Derek, es cercano a mi.”

Stiles resistió las ganas de preguntar si incluía ahí a la hermana de Derek. No estaba seguro de cuánto sabía Peter de la conversación que él y Derek tuvieron cuando Stiles había sido un prisionero. No tenía ganas de darle a conocer nada, aunque Peter probablemente sabía mejor que Stiles lo mucho que Derek le odiaba. 

Stiles no podía permitirse antagonizar a Peter ahora. Solo quería que se fuera. Prefería ver ese horrible video un millón de veces que sentarse ahí con Peter, sabiendo que Peter podía jugar con su mente para hacer cualquier cosa. 

“Bueno, no debería de interferir con vuestra diversión,” dijo Peter. Palmeó el hombro de Stiles una vez y luego se fue hacia la puerta. Se detuvo, viendo a Derek de pie en el umbral, con una bolsa de comida para llevar en la mano y una mirada fulminante en su rostro. Había una mirada de ira en sus ojos que iba más allá de lo que Stiles había visto en él hasta el momento. 

“Ah, sobrino,” dijo Peter. “No deberías de dejar alguien así solo. Podría pasar cualquier cosa.”

“¡Márchate!” gruñó Derek. 

“Si tú lo dices. Os dejaré para que os divirtáis.” 

Peter guiñó el ojo a Stiles y luego pasó al lado de Derek y salió por la puerta. Derek se detuvo lo suficiente como para mirarle irse, para asegurarse que se iba, luego cruzó la sala rápidamente, soltando la bolsa de comida en la mesa y permitiendo que sus uñas crecieran en garras. Stiles apenas tuvo un segundo para empezar a preocuparse, y luego Derek cortó las capas de cinta. Stiles podía volver a levantarse de la silla, quitándose los pedazos de cinta que le habían mantenido atrapado unos momentos antes. Prácticamente se puso en pie de un salto, apartándose de Derek y esa maldita silla. 

Sus manos estaban temblando conforme se quitó más trozos de cinta de su ropa. No había pasado nada. Tuvo que repetirse eso una y otra vez. No había pasado nada. No estaba herido. Estaba bien. Pero no podía evitar que su corazón latiera a todo trapo. 

“¿Estás bien?” preguntó Derek. “¿Te ha hecho algo?”

Stiles negó con la cabeza, diciendo, “Me dio unos cuantos consejos sobre escenas de bondage.”

Derek miró hacia la puerta. Stiles se preguntó si estaba comprobando con algún super sentido de licántropo que Peter se había ido de seguro. 

“¿Bondage?” dijo Derek. “Piensa que somos…”

“Sip,” dijo Stiles. “Aunque creo que los wookies le han asustado un poco.”

Derek miró al ordenador, pareciendo notar que estaba allí por primera vez. Golpeó un botón y apagó el reproductor de vídeo. Cuando ya no estaba mirando a Stiles, este pudo ver la tensión en sus hombros. Había estado preocupado, genuinamente preocupado, cuando había visto a Stiles con Peter. Había estado enfadado y aterrado y ahora estaba ahí, luciendo casi tan afectado como se sentía Stiles. 

“No hagas eso de nuevo,” dijo Stiles. “No quiero jamás de los jamases estar indefenso cerca de Peter. Me da igual que planes de venganza hagas en el futuro, no me dejes atado en un sitio en el que pueda entrar Peter. ¿Lo pillas?”

“Te lo juro,” dijo Derek. “Yo no…no te dejaré indefenso de nuevo. Lo siento.” 

Derek no miraba a Stiles a los ojos, pero aún así Stiles estaba seguro de que Derek lo decía en serio. La expresión que había portado cuando había visto a Peter había sido verídico, miedo y furia mezcladas. 

“Entendería que te quisieras ir,” dijo Derek. “Si no quieres volver a verme.”

Seguía sin mirar a Stiles. Todo en él parecía haberse apagado. Su postura no delataba nada, su rostro era una máscara en blanco, fría y dura. Se estaba preparando mentalmente para que Stiles se fuera, preparándose para el golpe. 

Stiles podría irse. Podría irse ahora e ir a casa y olvidarse de todo esto. Podía ducharse para quitarse el recuerdo de la mano de Peter en su brazo. Pero había algo en la expresión de Derek que le hizo detenerse. Derek parecía tan afectado por todo esto como Stiles, con una dosis añadida de culpa. Derek no había esperado que pasara esto. No había considerado las consecuencias de dejar a Stiles así, pero Stiles no era quien para juzgar a alguien por no pensar apropiadamente las cosas.

Aparte, Derek ya había prometido no volver a hacerlo. 

“Eso sería un malgasto de una buena comida,” dijo Stiles. Y Stiles tuvo solo un momento para ver la sorpresa en el rostro de Derek, antes de que todo volviera a estar oculta tras una máscara de calma. Derek le dio un pequeño asentimiento de cabeza, y luego empezó a abrir las cajitas de comida china- 

“Pero,” continuó Stiles, “voy a tener que insistir en encontrar algo de entretenimiento visual de mejor calidad.” 

Derek por fin le miró y alzó una ceja, “Bueno, alguien se dejó los DVDs por aquí la otra semana.”

Se tomaron unos minutos para preparar todo. Derek llevó el portátil hasta la mesa de café y fue a por el cargador para que no se quedase sin batería. También tuvo que ir a por los DVDs y recordar en qué disco se habían quedado.  Stiles se encargó de la comida, moviéndola a donde sería fácil alcanzarla y cogiendo tenedores de la cocina.

“Probablemente deberíamos de para con todo eso de la venganza de vídeos malos,” dijo Stiles, mientras se acomodaba en el sofá, “Quiero decir, yo podría rebuscar hasta encontrar el, no se, la película de 1997 de Barman y Robin y obligártela a ver como venganza por esto, pero creo que es mejor para todos si lo dejamos ya. Yo te la jugué con una, tú me la jugaste con otra, estamos en paz. ¿No?”

Stiles había empezado a sonar seguro de si, pero esa confianza se fue esfumando cuando vio la expresión dudosa que le estaba echando Derek. Esperó, con suerte, para que accediera. 

En vez de eso, Derek dijo, “No puedes estar comparándome en serio Batman y Robin con el Especial de Navidad de Star Wars.” 

“Pezones en el bat-traje,” señaló Stiles. 

“Eso es solo un pequeño momento de fealdad. No se compara.”

“¿Un pequeño momento?” Stiles estaba a punto de lanzarse de cabeza a un monólogo sobre esa película, pero Derek se sentó en el sofá a su lado, alargó la mano, y le tapó la boca a Stiles. 

“Sshh,” dijo Derek. “Tenemos un anime por ver.” 

“vale,” dijo Stiles. “Pero no creas que me he olvidado de lo de la cinta americana. Estaré maquinando el modo de mentirte y vengarme por ello.”

“Atarme no funcionará,” dijo Derek. “Fuerza licántropa. Necesitarás cadenas aseguradas a algo sólido.”

Stiles miró a Derek, casi inconsciente del capítulo que estaba empezando en el portátil de Derek. ¿En serio le estaba dando Derek consejos sobre como maniatar? ¿Y qué significaba eso siquiera?

 

***

El coche de su padre estaba aparcado enfrente cuando Stiles llegó a casa, lo que era desafortunado. Aún así, Stiles esperaba que su padre estuviera distraído o en la cama. Stiles abrió la puerta principal en silencio y se coló al pasillo, cerrando con llave la puerta detrás. 

“Stiles,” llegó la voz de su padre, clara y severa, desde el salón. Stiles hizo una mueca. Siguió el sonido de la voz hasta la sala. Su padre estaba sentado en el sillón, mirando intencionadamente al reloj y luego a Stiles. 

“Ey, papá,” dijo Stiles, intentando sonar casual y fallando estrepitosamente. 

“Pensaba que quedamos que tenías que volver a las once,” dijo su padre. 

“Lo siento, me distraje un poco. Y no llego tan tarde.”

“Te has distraído. ¿Haciendo qué?”

“Viendo DVDs.”

“Ajá,” dijo su padre. Su rostro y tono sugerían una completa falta de creencia en esa frase. Miró de arriba abajo a Stiles y luego preguntó, “¿Tienes cinta americana en los pantalones?”

“¡¿Qué?! ¡No!” dijo Stiles. Pero miró abajo y había un inconfundible trozo de cinta aún pegada a la pernera de su pantalón. Pensaba que se lo había quitado todo cuando Derek le había liberado. Se lo quitó ahora, haciéndolo una bola en sus manos como si eso fuera a hacer desaparecer el problema.

“¿Por qué tienes pegada cinta adhesiva?” preguntó su padre. 

“Yo…por ninguna razón…”, dijo Stiles. Inmediatamente, pensó en la confrontación con Peter y las conclusiones a las que había saltado, así que Stiles sintió la necesidad de añadir, “No es nada sexual.”

“Nunca he sugerido lo contrario,” dijo su padre. “Me parece curioso que sientas la necesidad de decir eso. En mi trabajo, cuando algo niega algo antes de que se les acuse de ello, es lo que normalmente consideramos sospechoso.”

Stiles buscó frenéticamente en su mente cualquier cosa que pudiera decir que hiciera que esto pareciera menos sospechoso a su padre. Mientras Stiles se quedó allí, su padre se levantó del sillón y cruzó la sala para llegar a él, mirándole sospechoso en el ojo. 

“¿Fue consensual?” preguntó su padre. 

“Más o menos,” respondió Stiles, porque decir que no y admitir que casi había tenido un ataque de pánico probablemente conducirían a que Derek sería disparado. 

“Stiles, el más o menos no existe. O hay consentimiento. O no lo hay.”

“Papá, te juro por Dios que no era nada sexual.”

“¿Entonces qué clase de cosa era?” preguntó su padre. 

“Engañé a un chico para que viera una serie realmente mala,” dijo Stiles, “así que él me ató con cinta a una silla y me hizo ver una serie igualmente mala.” Stiles se dio cuenta de que había muchos modos de interpretar esto, así que añadió rápidamente, “No era nada pornográfico. Aunque la parte musical con el cerebro droide es seriamente sugerente para ser algo pensando para niños.” Stiles se detuvo antes de empeorar las cosas.

“¿Así que eso era todo lo que estuvisteis haciendo?” dijo su padre. ¿Ver vídeos?” 

“Exacto.”

“¿Y esto no tiene nada que ver con el hecho de que hace tres semanas tuvieras marcas de abrasión en las muñecas tras haber estado afuera toda la noche?”

“Erm…” dijo Stiles, pillado con la guardia baja por la pregunta e incapaz de pensar en una respuesta adecuada. Incluso decir que no hubiera sido suficiente, pero tuvo que ir y hacer una pausa porque no había esperado que su padre uniera las dos cosas. Ahora su padre le estaba mirando y sabía que Stiles estaba con la persona que le había secuestrado, solo que era su padre estaba pensando otras cosas que Stiles no quería que pensara. 

“Stiles, dijo su padre, “eres joven. Están lleno de hormonas y aún estás averiguando quien te gusta y qué es lo que te gusta. Solo quiero que tengas cuidado. Esta clase de cosa…puede ser peligrosa, aunque la persona con la que estés no quiera hacerte daño. Se pueden cometer errores. Las cosas se pueden ir de madre.” Alargó la mano y luego agarró la de Stiles, alzándola y subiendo la manga de la sudadera de Stiles, para revelar las marcas en las muñecas de Stiles. Los moratones ya se habían curado, pero los arañazos aún eran visibles como heridas que se estaban curando, unas líneas rojas que manchaban sus manos. 

“De verdad que no es eso,” dijo Stiles, pero su padre estaba imparable. 

“Quiero que estés a salvo,” dijo su padre. “No quiero que hagas esto, pero puesto que nunca me escuchas cuando te digo que no hagas algo, así que investiga. Asegúrate de que todo está doblemente comprobado y seguro. No hagas esto con alguien en quien no confías completamente. Y si tienes alguna duda sobre lo que estás haciendo, di que no. Y por el amor del cielo, usad protección.”

“¡Que no es ningún fetiche sexual!” dijo Stiles, casi gritando. 

“Stiles…”

“¡No! ¡Lo digo en serio! Esto no es nada sexual. No va a ser nada sexual. Básicamente me ha dicho que no me encuentra atractivo. Solamente estábamos viendo animes. Y comiendo. ¡Y eso es todo! No necesito otra conversación sobre bondage.”

“¿Otra conversación?”

Stiles hizo una mueca por dentro ante sus palabras, “Su tío entró cuando estaba atado a la silla y sacó las mismas conclusiones que tú. Y esa conversación fue igual de incómoda. Así que me voy a ir ahora. Antes de que esto se vuelva más incómodo.”

“Stiles,” dijo su padre justo antes de que Stiles pudiera irse, “¿sabes que me lo puedes contar si pasa algo, verdad?”

“Papá, si tuviera un novio, novia, o una pareja no-binaria, lo estaría gritando desde los tejados. Pero no lo tengo. Sigo soltero. Es solo que ahora estoy soltero pero tengo un amigo con el que ver anime.”

Stiles se marchó antes de que la incomodidad pudiera continuar, pero sus pensamientos se atascaron en las últimas palabras que había dicho. Había llamado amigo a Derek, ¿pero lo era? ¿Pensaba Derek que esto era una amistad? ¿O solo aguantaba a Stiles porque no tenía a nadie más con quien ver anime?

 

 

Chapter 12: Capítulo 12

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Ir a hacer la compra no era un uso aceptable de una mañana de Sábado en lo que a Stiles concernía. Pero necesitaban hacer la compra y su padre estaba determinado a que esto sirviera como castigo por haber llegado a casa después del toque de queda cuando sabía que su padre se preocuparía. Al menos de este modo podía asegurarse de que su padre no colaba carne roja en la cesta. 

Stiles estaba terminando ya la lista de la compra mientras aprovechaba y añadía unas cuantas verduras más que su padre había olvidado añadir inexplicablemente a la lista, cuando notó que lo estaban mirando. Un chico de su edad estaba en el mismo pasillo algo más alejado. Cuando Stiles le notó, el chico se dio inmediatamente la vuelta y fingió estudiar un expositor de naranjas, pero Stiles estaba seguro de que le había estado mirando. Le resultaba conocido, aunque le llevó un poco saber de donde. 

Solía ir al Instituto de Beacon Hills. Stiles creía que había estado en lacrosse con él, aunque nunca había sido lo suficientemente bueno como para ser titular. Siempre había sido callado, escondiéndose de la luz. ¿Cuál era su nombre? ¿Isaac? Desapareció de repente del instituto por algún tema de su padre. Y ahora estaba en el supermercado, aparentemente acosando a Stiles. 

Stiles empujó su carro. Se agachó para coger unas patatas de la caja de abajo. Aprovechó la ocasión para  mirar de soslayo y comprobar que Isaac siguiera allí. Y aún le estaba mirando. 

Stiles estaba algo más que un poco acojonado. Después de las últimas semanas, le habían acosado licántropos y cazadores. Su vida perfectamente ordinaria se había visto de repente llena de figuras misteriosas que le observaban y seguían. No quería añadir a nadie más a su lista de personas raras de las que tener cuidado. 

Llegó al final del pasillo y empujó el carro para girar la esquina, deteniéndose allí para esperar a su acosador. En pocos momentos, Isaac apareció por el pasillo. Vio a Stiles y se detuvo en seco. Durante un momento, parecía que iba a fingir que no pasaba nada raro y solo estaba mirando los plátanos, pero luego miró a Stiles a los ojos. 

“Hola,” dijo. 

“Hola,” dijo Stiles. “Isaac, ¿verdad?”

“Si. Hola, Stiles.”

“¿Por qué me estás siguiendo?”

Isaac parecía estar a punto de negarlo, pero luego se quedó callado y pareció casi avergonzado. 

“¿Estás saliendo con Derek?” preguntó Isaac. 

Stiles no estaba esperando esa pregunta y su primer pensamiento fue preguntarse cómo demonios conocía Isaac a Derek. Pero Derek había mencionado que su tío había ido buscando gente a la que convertir en licántropos. Había mencionado unos nombres de extraviados a los que Peter había dado un lugar al que pertenecer. ¿Había sido Isaac uno de ellos? 

Aunque fuera uno de los otros licántropos que Derek había mencionado, ¿por qué estaba aquí ahora? ¿Por qué estaba preguntando esto? Stiles recordó que Derek dijo algo sobre que los otros licántropos le debían mucho a Peter. Derek había estado preocupado de que se aliaran con Peter si él intentaba retar directamente la autoridad del alfa. Peter podría haber enviado a Isaac aquí para ver si Derek estaba usando a Stiles contra él. ¿Por qué tenía que ser su vida tan complicada? 

“¿Por qué quieres saberlo?” preguntó Stiles. 

Isaac parecía sonrojado, aún bastante avergonzado. Era difícil imaginarle involucrado en algún malévolo plan de Peter. 

“Últimamente parece distinto,” dijo Isaac. “Más relajado. Te juro que le vi sonreír el otro día y todo.” 

“Bueno, si sientes curiosidad por su vida social, igual deberías de preguntarle,” sugirió Stiles. 

“Valoro mi vida,” dijo Isaac. “Aparte, ¿has mantenido una conversación con Derek alguna vez?”

“Mayormente me dice que me calle,” dijo Stiles. 

Stiles no había respondido a la pregunta. Parcialmente porque sospechaba de los motivos que tenía Isaac para preguntarlo, pero también porque no estaba segura de cual sería la respuesta. No pensaba que estuvieran saliendo. Nunca se veían en otro sitio que no fuera el apartamento de Derek y sus encuentros habían sido solo un par de veces en las que veían DVDs y comían. El único momento que se podría haber considerado como de cita fue el momento en el que Stiles había pensado en besar a Derek. Derek ciertamente no había hecho ningún gesto romántico. Stiles sospechaba que Derek solo le aguantaba por sus DVDs. Ciertamente no había visto ninguna señal de felicidad por parte de Derek por el hecho de que él estuviera allí. 

“¿Por qué te importa?” preguntó Stiles, volviendo a evadir la pregunta. 

“Derek es…una buena persona,” dijo Isaac, con considerablemente más duda de lo que una frase como esa debiera. “Solo quiero asegurarme de que si está con alguien, que esa persona lo sepa.” 

Stiles dejó salir una carcajada involuntaria, “¿Te estás asegurando de que no le rompa el corazón?” 

“Ha pasado por mucho,” dijo Isaac. “Su hermana…”

Se calló, apartando la mirada. 

“Si, que tu tío asesine a tu hermana suele afectar a uno,” dijo Stiles.

“¿Qué?” preguntó Isaac. Miró a Stiles con una sorpresa que sería difícil de fingir. 

“¿Peter no te lo dijo?”

“Dijo que ella murió, pero que fue un accidente.”

Stiles se preguntó si debería de dejar de hablar ya. Después de todo, estos eran los secretos de Derek, no los suyos. No conocía a Isaac y era completamente posible que Isaac le estuviera hablando por órdenes de Peter, para saber cuanto sabía Stiles. 

Al final se decidió por decir,” Yo no me fiaría de nada de lo que diga Peter.”

“¿Lo dices porque te gusta Derek?” preguntó Isaac. 

“No. Lo digo porque Peter me da mala espina.” 

Isaac asintió. Stiles no estaba seguro de si era porque estaba de acuerdo con el comentario de Stiles o simplemente como señal de que le había oído y comprendía la situación de Stiles. 

Stiles se dio cuenta unos momentos más tarde de que no había negado que le gustase Derek. Intentó no pensar en eso. Derek era atractivo, eso no se ponía en duda, y Stiles se estría mintiendo a sí mismo si intentase negar que pensaba en Derek. Coño, se había masturbado pensando en lo que quizás hubiera pasado si hubiera cedido a su instinto de besarle. Pero Derek le había dicho a la cara que no le encontraba atractivo. Stiles sabía que no le llegaba a Derek ni a la suela de los zapatos y no quería remolonear en cosas que nunca podrían ser. 

Stiles empezó a moverse de nuevo, empujando el carro por el pasillo, pausando para añadir un sobre de pasta a su creciente colección de comida. Isaac fue detrás suyo, cesta en mano. Stiles estaba empezando a sentirse incómodo por toda esta conversación, parcialmente por la paranoia que rodeaba a Peter. Derek no había confiado en que otros licántropos estuvieran de su lado. Pero parecía que Isaac no iba a desaparecer, así que Stiles decidió hacer un tanteo. 

“¿Qué piensas tú de Peter?” preguntó Stiles. 

Isaac se encogió un poco de hombros y dijo, “Le debo mucho.”

Eso ha sido extremadamente poco comprometedor. Casi era una vagueza de manual. Stiles se preguntó si Isaac había estado practicando el ajedrez tramposo con Peter como para ser tan cauteloso en su respuesta. 

“¿Te cae bien?” preguntó Stiles. 

Isaac pareció incómodo. Eso era respuesta suficiente. 

Stiles se preguntó si las dudas de Derek habrían estado infundadas en el caso de Isaac. Isaac estaba aquí para ver qué pasaba con Derek, para asegurarse de que le trataban bien, pero no estaba diciendo nada bueno de Peter. Quizás Isaac se aliaría con Derek después de todo, si las cosas acababan mal. O este podría ser Peter usando a Isaac como un peón y viendo varios movimientos en el futuro, intentando engañar a Derek para que confíe en Isaac usando a Stiles. 

Hacer la compra no debería de ser tan complicado. 

Stiles se detuvo en el pasillo del pan y leyó etiquetas, intentando encontrar el pan de molde con el mayor porcentaje de contenido en fibra. Notó que Isaac también estudiaba los panes de molde con cuidado, pero él miraba los precios, cogiendo el que estaba más barato. Se preguntó como era la situación en casa de Isaac en estos momentos, pero decidió no preguntar, aunque una mirada a la cesta de Isaac reveló que todo se podía comer si necesidad de cocinar. Stiles no iba a preguntar. 

“No te he visto por el instituto desde hace tiempo,” dijo Stiles, porque aparentemente su boca no escuchaba a su cerebro. 

“Peter nos matriculó en un instituto al otro lado del pueblo, cerca de donde vive. Dijo que era porque era una escuela mejor.”

“¿Tú no lo crees?”

“No tiene a Harris como profesor. Eso es mejor. Pero creo que Peter quiere que nos desconectemos de nuestras viejas vidas, que nos alejemos de la gente que solíamos conocer.” 

Quería aislarles, cortar su conexión con los sistemas de apoyo que conocían. Stiles recordó un artículo que había escrito una vez sobre las relaciones abusivas. Aparentemente un componente común era que el abusador empezaba a aislar a la víctima, evitando que interactuaran con amigos y familia, para que no tuvieran a nadie más aparte del abusador al que acudir en busca de apoyo. Tenía sentido que Peter se comportase de modo parecido, si estaba intentando asegurar la lealtad de su nueva manada. Querría que confiasen y se apoyasen solo en él, en nade más. 

Stiles se preguntó si esa era una razón de por qué Isaac le estaba hablando hoy. ¿También se sentía él solo?

 

***

Stiles fue al apartamento de Derek una vez que colocó la compra. Su padre estaba en la comisaría haciendo papeleo, así que nadie le hizo preguntas a Stiles cuando salió por la puerta. La ruta al sitio de Derek ya se estaba volviendo familiar. Aparcó el jeep afuera y subió. 

Esta vez Derek no le estaba esperando. Medio había esperado que Derek estuviera en el umbral para mirarle mal. Igual no estaba. Después de todo, no podía pasarse todo el tiempo malhumorado en la oscuridad- 

Stiles llamó a la puerta con los nudillos. 

“Está abierto,” gritó Derek, un ligero tono de sorpresa en la voz. 

Stiles deslizó la puerta y entró, viendo a Derek colocando platos y cubertería junto a la mesa de la ventana. Durante un momento, Stiles se preguntó si Derek le había estado esperando después de todo, pero luego vio la sorpresa en el rostro de Derek. 

“Stiles,” dijo. Había estado esperando a alguien más. Stiles miró la mesa. Dos platos. Dos sets de cuchillos y tenedores. Dos vasos. Y estaban puestos en la mesa para una comida civilizada, y todo. Esto era claramente algo más importante que las comidas que compartieron en el sofá viendo el anime. Igual Isaac tenía razón con lo de que el cambio de actitud de Derek era cosa del romance, es solo que se había equivocado de persona. 

“Lo siento,” dijo Stiles. “No me había dado cuenta de que tenías planes. Puedo volver en otro momento.”

“No pasa nada,” dijo Derek. “¿Por qué estás aquí?”

“Vine a hablarte de algo pero puede esperar. Claramente estás liado.” Stiles intentó sonar calmado por ello. No es como si hubiera pensado que Derek y él estaban saliendo. Esto no importaba. Esto no cambiaba nada. 

“¿De qué quieres hablar?” preguntó Derek, antes de que Stiles pudiera dar media vuelta e irse. 

“Isaac, la verdad. Y de los otros de los que me hablaste. Me encontré con Isaac en el supermercado y hablamos un poco. Tengo algunas ideas, pero no es nada urgente.”

Stiles se giró para intentarse irse de nuevo, y casi se chocó con una chica de pelo negro. Estaba de pie en la puerta sujetando una bolsa que olía a carne y especias. Miró a Stiles de arriba abajo y luego se asomó a un lado para fulminar con la mirada a Derek. 

“Deberías de habérmelo dicho,” dijo ella, “y habría comprado más comida.” 

“Stiles se estaba yendo,” dijo Derek. 

“No, no se va,” dijo la chica. Agarró a Stiles del brazo y tiró de él, de nuevo dentro del apartamento. Su agarre tenía la misma firmeza inquebrantable que el de Derek. Cuando llegaron a la mesa, la chica apoyó la bolsa y asesinó con la mirada a Derek, diciendo, “¿No vas a coger otro plato?”

Derek la miró igual de mal. Stiles quedó confuso por el resultante concurso de miradas. Su suposición de que esto era una cita parecía considerablemente menos probable ahora, porque no podía imaginarse lo de invitar a una tercera persona para fastidiar la cita. Lo que alzaba la importante pregunta de quién era esta chica. Podía competir con Derek en miradas fulminantes, lo que Stiles no podía descartar como pista. 

“¿Eres la hermana de Derek?” preguntó. 

“Eso es,” ella apartó sus ojos de los de Derek para ofrecer su mano. “Soy Cora.”

“Stiles.” 

“Obviamente. Derek ha hablado mucho de ti.”

“¿Derek habla?” preguntó Stiles. 

Cora sonrió a Stiles, “Cuando el tema le interesa lo suficiente.”

“¿Qué ha dicho de mi?”

Cora sacó un par de sillas de la mesa para que pudieran sentarse. Luego ella hizo un pausa lo suficientemente larga como para mirar a Derek y mover la cabeza hacia la cocina. Derek rodó los ojos y fue hacia los armarios para coger otro plato. 

“Según Derek,” dijo Cora, echándose hacia delante de manera conspirativa, aunque Stiles estaba seguro de que Derek podía escuchar cada palabra, “eres irritante. Hablas demasiado. No paras de moverte cuando ves la tele.”

Tenía una sonrisa en el rostro, como si estuviera enunciando cumplidos que hubiera hecho Derek, pero cada palabra era como un puñal en el estómago de Stiles. Claramente no le gustaba a Derek. El hecho de que Derek hubiera intentado librarse de él hoy era prueba más que suficiente de ello. 

“¡Cora!” saltó Derek, pero sus intentos de callarla llegaron demasiado tarde. Stiles ya había escuchado suficiente. 

“También ha expresado un deseo de…” empezó Cora. 

“¡Cora!” gritó Derek. “Que te calles.” 

“Mirad, debería de irme,” dijo Stiles. “Obviamente tenéis una comida familiar y habéis dicho que solo tenéis comida para dos, así que me voy a ir.” 

Se puso de pie. Esta vez fue Derek el que se movió para bloquearle el paso. Derek cruzó la sala en unas pocas zancadas. Se quedó ahí de pie, entre Stiles y la puerta, con un plato en una mano y un vaso en la otra. 

“Puedes quedarte,” dijo Derek. 

“Si me encuentras tan irritante,” dijo Stiles, “me sorprende que me lo pidas. Igual estamos mejor si me voy y no te vuelvo a ver. De hecho, me llevaré mis DVDs ahora. Así me ahorro tener que volver a por ellos en otra ocasión.” 

La voz de Stiles sonó ligeramente histérica. No debería de reaccionar así. Todo lo que había dicho Cora eran cosas que ya había oído antes, pero dolía que le dijeran que había salido de Derek. Derek había parecido afectado cuando escuchó que a Stiles le insultaban mucho en el colegio. Quería que Stiles se sintiera mejor por ello, pero luego resulta que había estado diciendo lo mismo a sus espaldas. La hipocresía era dolorosa. 

Stiles necesitaba irse de aquí antes de que se hiciera pedazos por completo. Miró alrededor, intentando ver la caja con sus DVDs de Trigun. 

“No,” dijo Derek. 

“¿No, que no me vas a dejar coger mis DVDs?” dijo Stiles. “Así que me los vas a robar.”

“No,” dijo de nuevo Derek. “Yo…”

“Bueno, pues que te jodan, Derek. Que te jodan.”

Stiles empezó a ir hacia la puerta rodeando a Derek, pero hubo un ruido de estallido de algo frágil. Cuando Stiles brincó y se giró hacia el ruido, Derek agarró a Stiles del brazo. El palto y el vaso que había estado sujetando ahora eran pedazos esparcidos por el suelo. 

“No te vayas,” dijo Derek. 

“Stiles,” dijo Cora, su voz suave y tranquilizadora, “cuando conoció por primera vez a Paige, se pasó una hora quejándose de lo irritante y engreída que era.”

“¿Quién coño es Paige?” preguntó Stiles. “¿Y por qué debería importarme?”

Tiró de su brazo luchando contra el agarre de Derek, pero sus dedos no aflojaban ni un poquito. No apretaban demasiado ni hacían daño, pero no cedían. 

“Paige fue su primera novia,” dijo Cora. 

“Cora, ya has dicho bastante,” dijo Derek. 

“Suéltame,” dijo Stiles. Volvió a tirar del brazo. “Si me odias tanto, no sé por qué cojones quieres que me quede. Así que suéltame. Estoy harto de que me arrastres y me mantengas prisionero.” 

El brazo izquierdo de Stiles aún estaba atrapado bajo el agarre de Derek pero su brazo derecho estaba libre así que lanzó un puñetazo, que conectó con la mandíbula de Derek. Derek apenas pareció notarlo, pero Stiles sí. El dolor afloró en su mano por el impacto. 

“¡Au! ¡Joder! ¿De qué coño está hecha tu mandíbula? ¿Adamantium?”

“No te odio, Stiles,” dijo Derek. “No quiero que te vayas. Yo…me gusta que estés aquí.” 

“Si te odiase,” dijo Cora, “no se quejaría de ti. Actuaría como si no existieses y de vez en cuando gruñir si alguien te mencionase.”

Derek lanzó una mirada asesina en su dirección. 

“Tú puedes irte,” dijo. 

“Derek, en serio,” dijo Stiles, “suéltame el brazo antes de que pierda la circulación.” 

“Por favor, no te vayas,” dijo Derek, pero sus dedos aflojaron su agarre. Stiles podía soltar su brazo. Se frotó algo las marcas rojas que habían aparecido en donde le había agarrado Derek. Si Stiles no estuviera tan cabreado con Derek quizás hubiera estado tentado de hacer alguna broma de Sobrenatural sobre tener una marca de mano en su cuerpo. 

“¿Le has dicho eso a Cora?” preguntó Stiles. Se cruzó de brazos e intentó parecer serio e intimidante. 

“Lo siento," dijo Derek en voz baja.

“¿Así que me has llamado irritante? ¿Y culo inquieto?” 

“Si pero…en plan bien.”

“¿Cómo puede ser uno irritante en plan bien?” demandó Stiles. 

“No lo sé. Pero tú lo eres. A mi…me gusta cuando estás cerca. Incluso cuando hablas demasiado o no paras de moverte cuando estamos viendo algo.” Derek dijo las siguientes palabras como si le dolieran físicamente y tuviera que forzarlas a pasar por su garganta. “Me gustas, Stiles.” 

Stiles no sabía qué decir. Una parte de él estaba tentado de preguntar a Derek a qué definición en particular de esa palabra se refería, pero probablemente sería mala idea teniendo en cuenta lo difícil que le había resultado a Derek decir eso. Una parte de él aún quería irse, enfadado por las cosas dolorosas que había dicho Derek. Pero otra parte, la parte que disfrutaba discutir con Derek de subtítulos y burlarse de sus habilidades de ajedrez, quería quedarse. 

“Eres malo,” dijo Stiles. 

“Si,” coincidió Derek, pero Stiles no había acabado.”

“Eres malhumorado. Tienes un problema muy serio de control de la ira. Era un incompetente total comunicándote. Eres un inútil en el ajedrez. Tus habilidades sociales son abismales. Te crees que puedes agarrar a la gente y moverlas por ahí, lo que es un modo completamente inaceptable de comportamiento, por cierto. Oh, y estás completamente equivocado respecto al doblaje.” 

Stiles estaba fulminando con la mirada a Derek, quien había estado asintiendo con la cabeza con cada frase, hasta la última. Luego al expresión de Derek se endureció, aunque Stiles pensaba que podía detectar diversión en sus ojos. 

“Tú es que eres un incivilizado y no estás dispuesto a apreciar el arte en su forma original, como se pretendía que se disfrutase.”

“Se pretende que la gente disfrute oyendo a la par que viendo lo que pasa en pantalla, no que estén demasiado ocupados leyendo como para ver lo que pasa en pantalla.” 

“Pero no puedes entender lo que querían decir, porque los traductores están igual de preocupados por hacer que las voces se sincronicen que de traducir de manera fiel el diálogo.”

“Estás asumiendo automáticamente que la versión doblada va a ser peor. Eres un ludita , convencido de que el progreso está automáticamente mal.” 

“Y tú eres un idiota,” dijo Derek. 

“Y ese es un ataque ad hominem,” dijo Stiles. “No puedes refutar mi argumento así que atacas a mi persona, lo que es una falacia en cualquier debate de lógica. Y el hecho de que sepa so también refuta el comentario de que soy idiota, ¿no crees?” Stiles sonrió a Derek, quien aún le estaba fulminando con la mirada, los ojos clavados en los de Stiles. Ahora estaban muy cerca pero Stiles no recordaba haberse acercado. 

“Pequeño exasperante…” empezó Derek. 

“Probablemente deberíais de besaros ya,” dijo Cora, desde su sitio junto a la mesa. 

Derek se puso pálido. Inmediatamente dio un paso atrás. Las palabras de su hermana claramente le había sorprendido. O quizás le había sorprendido lo que implicaban las palabras. 

“No pasa nada,” dijo Stiles rápidamente. “No espero que lo hagas. Ya dijiste que no me encontrabas atractivo.”

“Si, pero eso es solo porque es un idiota emocionalmente constipado,” dijo Cora. 

Derek movió su mirada fulminante hacia ella, ladrando, “Se supone que estás de mi parte.”

“Y lo estoy,” dijo ella. “Pero eso te estoy ayudando a que saques la cabeza del culo.” 

Fue ese momento en el que Stiles decidió que le gustaba Cora. No en el mismo modo en el que le gustaba Derek, obviamente. No había deseo de lamer nata montada de su cuerpo en sus sentimientos por Cora. Pero ella había visto la completa desgracia que era Derek expresándose y había decidido hacer algo. Cada cosa mala que había repetido que había dicho Derek había conducido a que Derek admitiese tener otra emoción además de enfado. 

“Derek,” continuó Cora, “será mejor que le digas lo que piensas de él o lo haré yo por ti, y créeme que no quieres eso.” 

Derek hizo un ruido en el fondo de su garganta que fue casi un gruñido. Stiles quiso reírse, pero tenía la sensación de que reírse de Derek en ese momento sería lo peor que hacer. Stiles no se atrevió a reír porque un pensamiento se coló en su mente: ¿Qué debió de haberle pasado a un hombre para que esté tan asustado de que le importe la gente? Grita y lanza insultos y le dice a alguien que se calle e incluso empuja a una persona contra objetos, pero actuaba como si el solo hecho de admitir que le gustaba alguien fuera algo terrorífico y peligroso. 

Derek dijo algo, las palabras un suave susurro. 

“¿Qué?” preguntó Stiles. “Algunos de nosotros no tenemos un super oído.” 

Derek fulminó con la mirada a Stiles y masculló, “Creo que eres adorable.”

Stiles se le quedó mirando durante un momento. Una pequeña parte de él se preguntó si Derek se estaba mofando de él, usando la palabra que él mismo había usado cuando había sido prisionero de Derek aquí. Pero no pensaba que Derek hubiera mentido, especialmente con ese tono. Derek parecía asustado. 

“Te dije que era adorable,” dijo Stiles, aguantando las ganas de lanzar el puño al aire. 

Derek bajó las cejas sobre sus ojos fulminantes. 

“No tienes que parecer tan pegado de ti,” dijo. 

“Cuando Cachas McCuero me dice que soy adorable, puedo estar como me de la real gana.”

Cora estalló a reír. Derek volvió a hacer ese ruido de gruñido. Se acercó a Stiles, agarrando la parte de adelante de la camiseta de Stiles y tiró de él un poco. A Stiles se le atascó el aire en la garganta y Derek se echó hacia delante, aún gruñendo. 

“No vuelvas a llamarme eso jamás,” dijo Derek. 

Stiles decidió hacer lo que probablemente debería de haber hecho la noche que trajo los DVDs. Cerró la distancia entre ellos y presionó sus labios contra los de Derek. 

Fue un beso breve. Derek se quedó allí, pareciendo sorprendido. Stiles se preguntó si había cometido un error. 

Luego Derek soltó la camiseta de Stiles. Echó un brazo detrás de la espalda de Stiles y tiró de él para otro beso. Esta vez, Derek abrió su boca, invitando a Stiles a entrar. Stiles cerró sus ojos y se perdió en el sentimiento, en la boca de Derek contra la suya, en su cuerpo presionado contra el suyo. Era un momento que Stiles nunca creyó que fuera a suceder. 

 

 

 

 

 

Chapter 13: Capítulo 13

Chapter Text

Dejaron de besarse cuando Cora amenazó con lanzarles comida. Luego se quedaron ahí, tan incómodos y avergonzados como siempre. Parecía que admitir que se gustaban no iba a facilitar esto nada. 

Cora volvió a coger los mandos, llamándoles a la mesa con el comentario de que se iba a enfriar la comida. Había traído comida india y ahora estaba sirviendo curry en los platos. 

“¿Vivís a base de comida para llevar?” preguntó Stiles. 

“Mayormente,” respondió Derek. 

“Así que sois, qué, ¿físicamente incapaces de cocinar?”

“Te hice pop tarts.” 

“Hacer pop tarts no es cocinar.”

“Están frías y acaban calientes,” dijo Derek. “Eso es cocinar.”

“¿Cómo no estáis obesos?” 

Fue Cora la que respondió, diciendo, “Metabolismo licántropo.”

Stiles pensó en las discusiones con su padre por las comidas saludables, en el esfuerzo que ponía en asegurarse de que tuvieran verduras y un equilibrio de nutrientes adecuado en su cenas. Pensó en todas las veces que tuvo que decir que no a repetir comida o cosas al imaginarse cogiendo sobrepeso e intentando corretear por el campo de lacrosse. Pensó en aquellas ocasiones en las que había tenido cuidado de quitarse la camiseta en el vestuario por todos los torsos musculados y esbeltos por los que había estado rodeado, asustado de que solo aumentase las burlas de Jackson y los otros capullos. 

“Os odio a ambos ahora mismo,” dijo Stiles. Vio a Derek tensarse, el sutil modo de apretar aún más el tenedor, y añadió rápidamente, “Sólo por lo del metabolismo. Y odiar es una palabra muy grande. Es más bien celos.”

“Ser lo que somos tiene sus ventajas,” dijo Cora. 

“Dijiste que querías hablar de Isaac,” dijo Derek. 

Derek tenía que trabajar muy seriamente en su sutileza, pero Stiles decidió seguir su cambio de tema sin decírselo. 

“Me lo encontré en el supermercado,” dijo Stiles. “Creo que fue un accidente, pero quizás él sabía que iba a estar allí. Me preguntó por tí, y si estábamos saliendo, algo que supongo que ahora sí. Pero dijo algo que me hizo pensar. Dijo que Peter les había cambiado de escuela y creo que Peter está intentando cortar sus viejos lazos sociales para que dependan completamente de él. Para que si ocurre algo, Isaac tenga que acudir a Peter. Y si las cosas van mal con Peter, no tenga a nadie más al que pueda ir.”

“¿Qué puedo hacer al respecto?” preguntó Derek. 

“Dale a alguien más. Dale una manada. Has estado pensando en todo esta situación como un tú contra Peter, pero Isaac y supongo que los otros también solo quieren un sitio al que pertenecer. Esa fue la razón que me dijiste que usó para elegirles. Así que dales ese lugar, dales a alguien que no sea Peter. Se amable con ellos. Invítalos. Pasa el rato con ellos. Muestrales que hay alguien más al que pueden acudir si buscan ayuda. 

“Si soy amable con ellos para manipularles,” dijo Derek, “entonces no soy distinto a Peter.”

“Entonces se amable con ellos para ayudarles. Son jóvenes. Son nuevos en todo esto de los licántropos. Se su mentor. Enséñales como funciona. Hazlo porque es lo correcto, no porque se la quieres devolver a tu tío.”

“Yo no soy amable,” dijo Derek. Estaba moviendo la comida de su plato, sin mirar a Stiles. 

“Obviamente,” dijo Stiles. “Y no estoy diciendo que debas empezar siendo todo sonrisas y flores y ánimos. Solo hazles saber que estás aquí para ellos si lo necesitan. Dales un lugar en el que se puedan sentir a salvo.”

“No lo sé. No soy bueno con la gente.”

Cora rodó los ojos. 

“Tú inténtalo,” dijo Stiles. “Si me puedes aguantar toda una tarde, estoy seguro de que les puedes aguantar a ellos.”

“Eres muy mandón,” dijo Derek. 

“Solo cuando tengo razón.”

Derek asesinó con la mirada a Stiles por encima de su comida. Se giró hacia Cora. 

“¿Tú qué opinas?” preguntó. 

Ella se encogió de hombros, “Podría funcionar. Ciertamente no puede hacer daño darles a esos chavales otra persona que no sea Peter para aprender sobre los licántropos. Invítalos para ver una película o algo.”

“No estoy seguro de que podamos verla todos a la vez,” dijo Derek, mirando hacia donde estaba su portátil sobre la mesa de café. 

“Sé que estás dando excusas,” dijo Cora. “Sabes perfectamente bien que te puedes permitir una tele.”

“Vale,” dijo Derek. “Lo intentaré. Una vez. Solo para ver como va la cosa. Pero a Peter no le va a gustar.” 

“Peter no puede quejarse por una noche de pelis,” dijo Cora. Pero había cierta tensión en su rostro cuando lo dijo, y en el de Derek. Habían tomado una decisión, accediendo al plan de Stiles, pero Stiles pensó que la reticencia de Derek era algo más que ansiedad social. Tenía miedo de cómo reaccionaría Peter a esto. 

 

***

Cuando Stiles llegó a casa, su padre estaba allí, aún trabajando. Había papeles esparcidos por la mesa del salón. Stiles esperaba colarse en silencio, pero no hubo tanta suerte. 

“Stiles,” le llamó su padre, “la norma de que me avises cuando sales aún se aplica.”

Stiles se dirigió al comedor. Había algo que necesitaba decirse ahora, porque si no su padre estaría furioso luego. Aparte, aún se sentía en la séptima nube con la idea de que Derek se sentía atraído por él, que le gustaba, y quería compartir su triunfo con alguien. 

“Ya sabes que te dije que si tenía un novio, te lo diría,” dijo Stiles. 

“Si,” dijo su padre, cauteloso. 

“Bueno, creo que tengo un novio.” 

“¿Crees?”

“No hemos puesto etiquetas ni nada, pero nos hemos besado y dice que soy adorable y he usado las palabras salir juntos y ni siquiera parpadeó así que creo que somos algo pero él tiene unos serios problemas de ansiedad social y, ya sabes, hablando con la gente, así que no le voy a agobiar con esto, pero, si, dice que le gusto.” Dijo Stiles de sopetón, un torrente rápido de palabras, y una sonrisa asomando en su rostro mientras hablaba. 

El rostro de su padre mostró una sonrisa indulgente mientras escuchaba. 

“Entonces,” dijo su padre, “¿le puedo conocer?”

“¡Dios no! ¿Tú me has escuchado cuando he hablado de ansiedad social? Si intento presentar a mi padre armado, creo que le asustaré tanto que se esconderá en un agujero y no verá la luz del sol en un año.” 

“No doy tanto miedo.”

“Que yo sea inmune a tus terrores no quiere decir que el resto lo sea. Ni de coña voy a dejar que te conozca hasta que le de una década para que se prepare para la experiencia. Ahora, necesito llamar a Scott.”

Stiles empezó a irse, pero sus ojos se desviaron a los papeles y demás cosas esparcidas por la mesa. Había fotografías entre tanto caos, una de las cuales mostraba una cara, familiar pese a estar del revés. Stiles se olvidó de Scott por el momento y en vez de eso se concentró en lo que estaba trabajando su padre, en particular en la cara que le miraba desde la foto. 

“¿Por qué tienes una foto de Peter hale?” preguntó Stiles. 

“¿Por qué le has reconocido? preguntó su padre. La sonrisa indulgente desapareció al instante en una mirada de sospecha y Stiles recordó que, por lo que a su padre respectaba, Stiles nunca había entrado en el club de Peter, mucho menos conocerle. 

“Había una foto suya en el artículo sobre el nuevo club,” dijo Stiles. Su padre no parecía que le creyese, pero Stiles presionó de igual modo, “¿Por qué tienes su foto?”

“Aún sigo investigando ese club,” dijo su padre. “Sigo creyendo que su comportamiento aquel fin de semana era sospechoso y estoy intentando averiguar qué más está pasando allí.” 

“¿Alguna teoría?” 

“Hay muchas cosas que he descartado. Estoy bastante seguro de que no es trata de personas. No parece proxenetismo. Si son drogas, están siendo extremadamente discretos. No hay suficiente espacio como para que estén distribuyendo bienes robados,”

Así que su padre no estaba ni de cerca de la teoría de que fuera una manada de licántropos para explicar la extrañeza de Peter. Eso era probablemente bueno. Stiles no quería que su padre se enfrentase a Peter, pero aún había cosas en las que un oficial de policía podría ayudar. 

“¿Qué hay de su sobrina?” preguntó Stiles. “A la que asesinaron.” 

Su padre le miró con severidad, “¿Has estado hurgando en mis archivos otra vez?”

“No quieres que te responda a eso,” dijo Stiles, porque la respuesta era no. Su padre no estaría nada contento si supiera la verdadera razón por la cual Stiles conocía esa información. 

Su padre suspiró, “El informe del forense encontró marcas de garras y pelos de animal. Parece que su muerte fue causada por un animal grande. Probablemente un león de montaña.”

“¿Así que Peter no es sospechoso?”

“No hay sospechosos. Fue un ataque animal, no un asesinato.”

Y la policía no sabía que Peter podía transformarse en un animal a voluntad. Durante un momento, Stiles consideró decirle la verdad a su padre. Pero el trato que tenía con Peter pedía guardar el secreto. Aparte, su padre probablemente no le creería. 

Stiles empezó a darse media vuelta, pero luego se le ocurrió otra cosa. 

“¿Qué le ha pasado al padre de Isaac Lahey?” preguntó Stiles. 

La expresión de sospecha de su padre se profundizó, “¿A qué viene esto ahora?” 

“Porque me encontré con Isaac en el super esta mañana y se me ocurrió que había habido un montón de rumores sobre que le había pasado algo a su padre pero yo no sé la verdad. ¿Qué le ha pasado?”

“Le mataron,” dijo el padre de Stiles. “Probablemente otro ataque animal.”

“¿Probablemente?”

“Las heridas coinciden con garras y marcas de dientes. Aparte, el único sospechoso con un motivo era Isaac y él tenía coartada.” 

“¿Tenía coartada Peter Hale?” preguntó Stiles. 

“¿Por qué iba a ser Peter Hale un sospechoso de la muerte del padre de Isaac? Asumiendo de que fuera un asesinato, porque todo apunta a que fue un ataque de animal.”

“¿Pero y si solo estuviera haciendo que pareciera que lo ha hecho un animal?” dijo Stiles. “Quiero decir, he visto zapatos en internet que tienen diseño de huella de animal en la suela para que cuando así lo quieras dejes esas huellas. No estoy diciendo que haya usado eso, ¿pero no podría hacer alguien que conozca a los animales hacer que los cortes parezcan hechos por un animal? Para que no sospechen.”

“Es posible, pero eso nos lleva de vuelta a la primera pregunta: ¿por qué sería Peter Hale un sospechoso en la muerte del padre de Isaac?” 

Stiles no podía decir así sin más que era porque Peter era un hombre lobo intentando asegurar su control sobre su manda al matar a los apoyos de sus miembros.”

“¿Quién está cuidando ahora de Isaac?” preguntó Stiles. 

“No tenía más familiares, así que ha pedido emanciparse. Le han considerado capaz de cuidarse solo.”

“¿Así que vive solo?” dijo Stiles. “Entonces igual quieres mirar quién le ha cambiado de escuela.”

Su padre entrecerró los ojos, “¿Qué sabes de todo esto?”

“Se que hay al menos dos personas que piensan que Peter Hale mató a Laura pero no tienen pruebas. Y se que Peter me da muy mala espina.”

“Así que le has conocido. Stiles, ¿qué te pasó realmente aquella noche que fuiste al club?”

“Unas cosas que nunca voy a decirte,” dijo Stiles. Empezó a irse pero titubeó y miró atrás, añadiendo, “Papá, ten cuidado con Peter. Es peligroso. Muy peligroso.”

“Yo soy el que se supone que te tiene que advertir de gente peligrosa,” dijo su padre. Stiles se encogió de hombros y se fue a decirle a Scott lo que había pasado en donde Derek. 

 

***

El Domingo, Stiles estaba trabajando en una montaña de deberes, incluyendo una monstruosa hoja de problemas para Harris. Se preguntaba qué había pasado con el concepto de fines de semana que eran para relajarse y divertirse y para recuperarse y prepararse para otra semana de torturas en el insti. Su padre pudo hacer lo de relajarse. Estaba abajo viendo un partido de fútbol y gritando de vez en cuando a la tele. 

Stiles pasó de hoja, viendo otra larga lista de preguntas, y se preguntó si Harris era Satán en secreto. Acababa de ponerse con el primer problema cuando escuchó el timbre. Lo ignoró. Su padre podía atender la puerta. Ahora mismo, Stiles tenía que hacer frente a los cálculos de peso molecular. 

“Stiles, un amigo ha venido a verte,” gritó su padre. 

Stiles debería de agradecer un descanso de todo esto, pero tenía que tener buenas notas y Harris aprovechaba cualquier oportunidad para bajarle la nota, así que tenía que concentrarse en sus deberes. Aún así, se puso de pie y fue abajo, preguntándose quién diablos podría ser. Si fuera Scott, su padre le habría mandado arriba. 

De pie en la entrada, bajo la mirada de sospecha de su padre, estaba Cora. 

“Hola,” dijo Stiles, dejando que se viera su sorpresa. 

“Va a seguir tu plan,” dijo ella, “y creo que va a necesitar tu ayuda.”

“¿Mi ayuda?” 

“Apoyo moral. Antes de que empiece a entrar en pánico por tener que hablar a gente.”

“¿No puede poner una película y luego irse a acechar en una esquina?” sugirió Stiles. 

“No. Esta ha sido tu idea. Vas a venir a ayudar.”

“Mi idea no incluía mi, bueno, persona. Aparte, ni siquiera soy parte de la,” se dio cuenta de que su padre aún estaba mirando y cambió la palabra,” pandilla. Además tengo un tacazo de deberes.”

“Por favor, Stiles. Te necesita.”

Cuando lo decía así, Stiles no podía decir que no. Sabía que esto tenía que ser difícil para Derek. La verdad es que apestaba en lo que a hablar con la gente respectaba y ahora iba a socializar con personas que eran aliados del tío que había matado a su hermana. 

“Vale,” dijo Stiles. “Pero me llevo mis deberes conmigo así que no esperes que hable con nadie.” Miró a su padre, “Estoy asumiendo que me puedo ir.” 

“Si dices en serio lo de hacer los deberes,” dijo su padre, “puedes ir. Suena a que es por una buena causa.”

Stiles volvió arriba para coger sus libros y demás, dejando a los otros dos de pie junto a la puerta. Estaba a medio trayecto subiendo las escaleras cuando escuchó a su padre, “Creo que no te pregunté el nombre antes.”

“Soy Cora. Cora Hale.” 

Stiles tropezó en las escaleras, golpeando su rodilla en uno de los escalones. Si su padre lo notó, no reaccionó. Probablemente estaba demasiado distraído por el apellido de Cora. 

“¿Hale?” dijo su padre. “¿Y desde hace cuanto que conoces a Stiles?” 

Stiles llegó arriba pero agudizó el oído, intentando escuchar el resto de la conversación, incluso mientras metía libros y papeles y su portátil en la mochila. 

“Desde ayer,” escuchó que contestaba Cora, “pero mi hermano habla mucho de él, así que se siente como hace más tiempo.”

Stiles cogió bolígrafos de su escritorio y los lanzó a la mochila. Necesitaba bajar y poner un fin a esa conversación antes de que su padre empezase a hacer preguntas de las que Stiles no quería que escuchase las respuestas. 

“Tu hermano,” dijo su padre. “Ese es Derek, ¿correcto?”

“Eso es,” respondió Cora, mientras Stiles bajaba corriendo las escaleras, la mochila a la espalda. 

“Listo,” dijo Stiles, poniéndose ligeramente en medio de su padre y Cora. Ella le sonrió. Empezaron a ir a la puerta juntos. 

“Y recuerda, es noche de escuela,” dijo el padre de Stiles. “No llegues tarde. Y si llamo para ver como estás, será mejor que esos deberes estén hechos o en proceso de estarlo.”

“Recibido.”

“Te quiero.”

“Y yo a ti,” dijo Stiles por encima del hombro, y luego salió rápidamente de la casa tras Cora. 

Ella había traído el cochazo de Derek. Stiles se deslizó en el asiento del copiloto porque ni de coña iba a ir en su carraca de jeep cuando podía ir en esto. Mientras se sentó allí, se preguntó que estaría pasando por la cabeza de su padre ahora. Stiles casi lamentó haber hablado de Peter a su padre. 

No era tonto. Ahora mismo, probablemente habría descubierto que Derek era el misterioso nuevo novio. Sabía que Stiles tenía algo que ver con Peter y que el chico con el que había estado pasando el rato estaba involucrado de algún modo en su secuestro. Si no tenía cuidado, su padre empezaría a llamar a Derek para interrogarle. 

“¿Estás bien?” preguntó Cora. 

“Si. Solo me preguntaba como le voy a explicar las cosas a mi padre.”

“¿Qué hay que explicar?” preguntó Cora. “Vas a ir a donde vive tu novio para estar un rato con sus amigos.”

“Pero no es solo hoy. Es todo. Es el hecho de que me secuestraron cuando fui al club de tu tío, el hecho de que no le he dicho lo que pasó en realidad entonces, el hecho de que tuviera cinta americana pegada a mi ropa el otro día después de ver a Derek.” Vio la confusión en Cora. “No preguntes. Mi padre es el sheriff y tiene un par de cadáveres encima de su mesa que están conectados con tu familia: tu hermana y el padre de Isaac. No puedo ir exactamente donde mi padre y decirle, ‘Si, en realidad Peter Hale es un hombre lobo y por eso las muertes parecen ataques de animales’, pero si no digo nada, mi padre seguirá indagando y eso le va a llevar a Peter. ¿Mataría Peter a mi padre?”

Cora no respondió inmediatamente. La pausa fue suficiente para añadir más terror al miedo de Stiles. Si la respuesta a esa pregunta fuese una simple negativa, ella no habría dudado. 

“Si él cree que le ayudará,” dijo en voz baja Cora, “y si cree que se puede salir con la suya.”

“No dejaré que haga daño a mi padre.”

“Stiles, Peter no mata al azar. Es cuidadoso. Piensa las cosas detenidamente. Las planea al detalle. Tu padre es un oficial público de la ley; matarle sería un riesgo inmenso. No creo que Peter se arriesgase. No a no ser que fuera para ganar algo enorme al hacerlo y no creo que este sea el caso.”

Stiles desearía que sonase algo más convencida. Stiles no paraba de pensar en el juego de ajedrez. Peter había jugado para ganar, sin importar a cuantos peones sacrificase. Stiles se preguntó si ahora él era un peón en el juego de Peter. 

Pero pensar en Peter no ayudaba a nadie ahora, así que Stiles cambió de tema. 

“¿Cuál es el plan para hoy?” preguntó. 

“Derek ha invitado a la manada para ver una película y comer,” dijo ella. “Creo que le gustó la idea de socializar en donde tiene una excusa para no hablar con nadie.” 

“¿Y me quiere allí porque cree que voy a llenar el silencio?”

“La verdad es que no sabe que vienes.”

Stiles la fulminó con la mirada, “Pensé que dijiste que me quería allí.” 

“No, dije que te necesitaría. No es muy bueno en eso de pedir algo cuando lo necesita.” 

Stiles miró a Cora. Ella estaba mirando a la carretera. Parecía…normal. Stiles no conocía a Derek desde hacía tanto, en realidad no, pero todas sus interacciones le decían que algo no estaba bien. Derek tuvo que ser prácticamente amenazado por su hermana para admitir que le gustaba Stiles. Había sido tan dulce con esos regalos pero apenas podía unir dos palabras cuando estaban solos en su apartamento. Su primer instinto era reaccionar físicamente, agarrando a Stiles, en vez de hablar.

“¿Qué le pasó?” preguntó Stiles. 

Cora apretó más el volante. 

“Muchas cosas.” 

“Mira, quiero ayudarle pero es obvio que él nunca me va a hablar de esto. Pensé que quizás era por lo de la muerte de su hermana, pero tú también la has perdido y pareces llevarlo bien, y se que la gente pasa por el duelo de forma diferente pero se siente como si hubiera algo más.”

Stiles se calló. Sabía que estaba preguntando por un tema muy personal. Es solo que sentía que la psique de Derek era un oscuro desierto y él estaba a la espera de un mapa, o al menos un compás, para ayudarle a orientarse entre tanta confusión. 

“Laura fue la gota que colmó el vaso,” dijo Cora en voz baja. “Ha perdido…mucho. Ambos lo hemos hecho. Su primera novia murió. Mataron a nuestra familia y a él le afectó increíblemente fuerte, apenas habló con alguien dos meses después de aquello. Laura intentó buscarle ayuda pero él se resistió en cada paso del camino, dijo que no se lo merecía. Se encerró en sí mismo después de aquello. Apenas habló con nadie que no fuera familia. Dejó de salir; había estado saliendo con alguien antes del incendio pero nunca volvió a ver a esa persona después. Nunca trajo a amigos. Simplemente intentó desconectarse del mundo. Tiene miedo de dejar que entre alguien. Por eso procuro verle un par de veces a la semana, solo para asegurarme de que habla con alguien.” 

Stiles no sabía qué decir ante todo eso. Tenía sentido con todo lo que había visto. Derek había tenido demasiado miedo de admitir que le gustaba Stiles, demasiado asustado de admitir que quería que viniera Stiles, porque había perdido a casi todos los que le importaban. 

“Sabes algo que es realmente horrible,” dijo Cora. 

“¿Qué?”

“Peter. Él también va a ver a Derek todo el tiempo, y le hace salir y ayudar en el club. Incluso ha intentado que Derek vaya a citas. Incluso después de todo lo que ha hecho, creo que Peter se preocupa por la salud mental de Derek tanto como yo.” 

Chapter 14: Capítulo 14

Chapter Text

Scott no pensó nada al recibir una llamada de los Stilinski, así que respondió el teléfono con un alegre, “Ey, Stiles.”

“En realidad soy su padre,” dijo la voz al otro lado. 

“¿Qué ocurre?” preguntó Scott, porque no se podía imaginar por qué el padre de Stiles le iba a llamar si no hubiera pasado algo. 

“¿Está saliendo mi hijo con Derek Hale?”

Scott no estaba seguro de cuánto le había contado Stiles a su padre, así que no estaba seguro de cuánto debería de decir. No quería ser el que traicionase a su amigo y se chivase a su padre. Pero presumiblemente el sheriff no estaría haciendo la pregunta a no ser que ya tuviera una buena idea de la respuesta. 

“Igual deberías de hablar con Stiles,” dijo Scott. 

“Así que eso es un sí,” dijo el sheriff. 

“Han estado quedando mucho.”

“¡Tiene veintitrés años! Stiles tiene diecisiete.”

“Si es algún consuelo, estoy bastante seguro de que no se han acostado juntos.” Dijo Scott. Stiles había estado tan emocionado por el solo hecho de haber besado a Derek que Scott estaba seguro de que alquilaría aviones para que escribiesen en el cielo para contarle al mundo que se había acostado con Derek. 

“Si han hecho algo ilegal o no,” dijo el sheriff, “no es a lo que voy.”

Scott no quería meter en problemas a Stiles y no podía explicar lo de los hombres lobo, así que estaba atascado en cuanto a qué decir. Ni siquiera podía decirle al sheriff que no se preocupase porque él estaba preocupado. Estaba seguro de que a Derek le gustaba de verdad Stiles, pero eso no quería decir que una relación entre ellos fuera algo sensato. Derek seguía siendo potencialmente peligroso. 

“¿Cuáles crees que son las intenciones de Derek?” preguntó el sheriff. 

Era un modo tan antiguo de decirlo que pilló a Scott con la guardia baja. 

“No lo se,” dijo Scott. “Le gusta Stiles pero más allá de eso no tengo ni idea. No confío en él, pero no creo que vaya a hacer daño a Stiles.”

Hubo una pausa al otro lado de la línea, luego el sheriff preguntó, “¿Qué hay de su tío? Peter Hale.” 

Scott no había esperado esa pregunta y no estaba seguro de qué hacer con ella. No podía decirle al sheriff que Peter Hale era un monstruo que se transformaba en hombre lobo y que había secuestrado a Stiles sin provocación alguna. No podía decir nada de nada por el trato que había hecho con Peter. Había hecho ese trato por la vida de Stiles y Stiles perdería la vida si Scott infringía alguna parte del trato. Parte del trato era mantener el secreto. No le podía contar la verdad al sheriff sin poner en riesgo la vida de Stiles. 

“¿Scott?” le apremió el sheriff. 

“Es un monstruo,” dijo Scott en voz baja. 

Hubo una larga pausa. Cuando el sheriff habló de nuevo, su voz era baja y estaba tensa, como si estuviera considerando cada palabra antes de decirla. 

“Scott, voy a hacerte una pregunta. No quiero que pienses que la hace el sheriff, si no el padre de tu mejor amigo, alguien que solo quiere lo mejor para Stiles. ¿Lo entiendes?”

“Si,” dijo Scott, aunque tenía miedo de la pregunta y estaba un poco más que preocupado de qué respuesta tendría que dar. 

“¿Ha violado Peter Hale a Stiles?”

“¿Qué?” la pregunta era tan inesperada que Scott casi rió. “No. ¿Por qué has pensado eso?” 

“No sé qué pensar. He intentado averiguar por qué Stiles me ha estado escondiendo cosas, por qué ambos habéis estado mintiendo sobre lo que pasó la noche que fue al club de los Hale. He estado intentando averiguar qué le podría haber pasado como para que sintiera que no pudiera contármelo.”

“Bueno, no fue eso,” dijo Scott. 

Hubo otra pausa. Cuando el sheriff habló después, algo de la tirantez se había ido de su tono de voz, pero aún sonaba tenso, triste. 

“Siempre había pensado que Stiles podía confiar en mí. Siempre había pensado que si se metía en problemas, sabría que podía acudir a mi, que podía contarme lo que fuera. Pero ahora…se que me está escondiendo cosas. A veces, veo algo en su rostro, como si tuviera miedo de algo, como si tuviera miedo de contarme la verdad. No hay nada en el mundo que pudiera decir que me hiciera dejar de quererle pero no parezco ser capaz de hacer que sea sincero conmigo y no sé por qué.”

Scott no sabía que decir a eso. Esta no era una conversación que estuviera preparado para tener. Sabía lo que estaba pasando con Stiles y la culpa le carcomía pero él tampoco podía tranquilizar al sheriff. 

“Stiles te quiere,” dijo Scott, “y sabe que tú le quieres. No creo que vaya a dudar jamás de eso.”

“¿Entonces por qué no habla conmigo ya?” 

Scott conocía la respuesta a eso. Stiles tenía miedo de que le encontraran en el bosque, otro cadáver cubierto en mordiscos y zarpazos. Más que eso, tenía miedo de que encontrasen así a su padre. Pero Scott no podía contarle eso al sheriff sin romper su acuerdo con Peter, sin poner en riesgo a Stiles de que ocurriera exactamente eso. Solamente quería colgar el teléfono, cortar esta conversación, pero tenía que decir algo ante esa pregunta. 

Desearía que Stiles se hubiera mantenido alejado de Derek. Podrían haber cortado todo lazo con los Hales y el incidente en el club podría estar olvidándose en su memoria. Pero Stiles tuvo que seguir viendo a Derek, tuvo que mantener lo que ocurrió en la mente de todos como algo fresco. 

“¿Scott?” le volvió a apremiar el sheriff. Debió de ser muy obvio para él que Scott sabía mucho más que él sobre lo que pasaba con Stiles. 

“Scott tiene una buena razón para no contarte nada,” dijo Scott. 

“¿Y esa razón es?” 

“La misma por la cual yo tampoco puedo decirte nada. Pero Stiles…te quiere y confía en ti. Y no creo que Derek le haga daño.” 

“¿Pero Peter quizás sí?” 

Esa era otra pregunta a la que Scott no podía contestar. Cualquier respuesta que pudiera dar sería considerado una infracción del acuerdo que había hecho. Scott desearía poder hacer lo que hacían en las series de abogados y declarar que tenía el derecho de no responder a ninguna pregunta, pero no estaba hablando solo con el sheriff. Estaba hablando también con el padre de Stiles. 

Parecía que el silencio de Scott era toda la respuesta que el sheriff necesitaba. 

“Esto también va para ti, Scott,” dijo el sheriff. “Puedes hablar conmigo. Lo que quiera que esté pasando, cualquiera que sea el lío en el que estéis metidos, podéis contármelo.”

“Lo siento,” dijo Scott. Y colgó, antes de empeorar más su situación. 

 

***

Derek estaba claramente sorprendido cuando Stiles se presentó ante su puerta, siguiendo a Cora. Stiles pensó que era sorpresa en plan bien, pero era difícil saberlo, especialmente cuando Derek le saludó con un, “¿Qué estás haciendo aquí?”

“Lo del secuestro se ve que viene de familia,” dijo Stiles, y señaló hacia Cora. 

Derek la fulminó con la mirada pero ella parecía estar completamente imperturbada. 

En cuanto Stiles entró en el apartamento de Derek, pudo ver la diferencia. Derek había comprado una tele y ahora estaba en medio del suelo en frente del sofá. También había comprado un par de pufs coloridos, que hacían algo para aliviar el sentimiento de penumbra que llenaba el resto del loft. Se le ocurrió a Stiles que Derek debía de tener bastante dinero como para ser capaz de irse a comprar una nueva tele así de repente. También parecía un buen modelo y lo suficientemente grande como para que Stiles estirase los brazos cuan largo era para intentar tocar ambos lados de la pantalla.

“Tengo deberes que hacer,” dijo Stiles, “así que me mantendré fuera de vuestro camino y os dejaré hacer lo de pasar el rato y coger confianza.”

“Stiles,” dijo Derek, “Uh…gracias.”

“Todavía no he hecho nada.” Si atravesar la puerta era suficiente para Derek para pensar que se merecía un agradecimiento entonces Cora tenía razón con lo de que Derek tenía unas perspectivas muy jodidas sobre las interacciones sociales. 

Stiles se fue a la mesa junto a la ventana para poder tener suficiente luz y empezó a sacar libros y demás cosas de su mochila. Luego dudó, dándose cuenta de que estaba haciendo todo esto sin invitación alguna y que eso era de mala educación. 

“¿Está bien si trabajo aquí?” preguntó. “¿No necesitas la mesa para la comida ni nada?”

Derek negó con la cabeza. “No, bueno…supongo que estaremos por el sofá.”

“Veo que has planeado esto hasta el más mínimo detalle,” dijo Stiles. Derek le fulminó con la mirada. “¿Qué? ¿Nada de ‘Cállate, Stiles’? Debo de estar perdiendo mi toque.” 

“Cállate, Stiles,” dijo Derek, pero con rastro de una sonrisa en sus labios. Stiles lo consideró una victoria. Sonrió y siguió sacando sus cosas de química. Se acomodó para proseguir trabajando. 

Al menos, esa era la intención. Era bastante difícil concentrarse con Derek preparándolo todo. Sacaba vasos de las alacenas y luego los miraba, como si no estuviera seguro de para qué estaban ahí. Sacó zumo del frigorífico y luego cambió de opinión y volvió a meterlo. Sacó unas bolsas de palomitas ya hechas y algunos boles, luego dudó a la hora de abrir las bolsas. Al final, llevó todo a la mesa de café y se pasó dos minutos colocándolo aunque no había nada que colocar. Hubiera sido divertido de no ser por el hecho de que demostraba lo malo que era Derek con todo lo relacionado con socializar. Su incomodidad con algo que debería ser sencillo era casi descorazonador. 

Stiles abandonó sus deberes un minuto y cruzó la sala. Agarró la mano de Derek para detenerle en su empeño de colocar las palomitas. Derek le miró y Stiles pudo ver el miedo en sus ojos. 

“Relájate,” dijo Stiles. Alejó a Derek de la mesa de café y luego posó un rápido beso en sus labios. “Tu recuerda que eres más grande y fuerte y das más miedo que cualquiera de ellos. No tienes nada de lo que tener miedo. De hecho, probablemente están aterrados de estar aquí contigo.” 

Eso no debería de ser algo reconfortante de escuchar, pero pareció funcionar. Derek le mostró a Stiles una pequeña sonrisa mientras acariciaba su muñeca con el pulgar. Era un toque suave y amable y Stiles no estaba seguro de que Derek fuera siquiera consciente de que lo estuviera haciendo. Stiles no quería que parase, pero también era consciente de que estaban allí de pie sin hacer nada y él tenía deberes que hacer. 

Stiles se estaba preguntando si debería de decir algo cuando Derek se apartó de él. Stiles se sintió un poco herido y confundido, pero Derek se giró hacia la puerta. Debió de haber escuchado acercarse a alguien. Se fue hacia allí mientras Stiles volvía a su montaña de deberes. Derek abrió la puerta medio segundo después de que llamasen débilmente. 

Isaac estaba allí, con aspecto de estar tan aterrado como Derek. 

“Hola,” dijo Isaac. “¿Dijiste que teníamos que venir?” 

Parecía que le había llamado la inquisición o algo. Stiles se preguntó si Derek había conseguido invitarles mal, pero decidió que era más sabio no preguntar. Derek se hizo a un lado e indicó a Isaac que entrase. Isaac se detuvo momentáneamente por la sorpresa cuando vio a Stiles allí. Stiles le saludó con la mano y fingió concentrarse en sus deberes de química. 

“¿Quieres beber algo?” preguntó Cora. Aparentemente al menos uno de ellos recordaba como ser sociable. Isaac aún parecía un cervatillo asustado. 

“Vale,” dijo. Sus ojos no paraban de moverse por la sala, notando las palomitas, a Stiles, los vasos posados. No parecía estar ayudándole en nada a relajarse. Sus ojos no paraban de regresar con Stiles, quien estaba fallando estrepitosamente en leer la siguiente pregunta de sus problemas. 

“Siéntate,” dijo Derek, y movió su mano hacia el sofá. Isaac pegó un brinco y se movió rápidamente para sentarse. 

“La gente que es amable le preguntan a sus invitados si quieren sentarse,” dijo Stiles. 

“Lo siento,” dijo Derek, luego a Isaac, “¿Te gustaría sentarte?” 

“Gracias,” dijo Isaac. 

“Debería haberte escrito algunas normas,” dijo Stiles. “La primera sería, deja de parecer que vas a despedazar a tus invitados solo por osar respirar en tu dirección.”

“¿Te puedo despedazar a ti?” preguntó Derek, pero parecía más calmado con toda la situación. Aparentemente lanzar amenazas de muerte le devolvían a su zona de confort. Cora lanzó una pequeña sonrisa a Stiles desde la espalda de Derek. 

Derek volvió a moverse hacia la puerta y volvieron a llamar. Derek la abrió y Stiles vio a al chaval que había sido el portero en el club, el chaval al que había llamado Pared de Músculos. Así que quizás Stiles se había equivocado con eso de que Derek sería el licántropo más grande y fuerte. Derek se hizo a un lado e indicó al chico que entrase, y solo entonces Stiles vio que no venía solo, sino que venía acompañado por una rubia cañón que estaba vestida de manera precisa para enseñar sus encantos. Incluso cuando entraron, el chico se puso en medio de la chica y Derek, como su actuase como su escudo. 

“Así que,” dijo ella, “¿a qué viene este llamamiento?” 

“Tengo DVDs,” dijo Derek. 

Ella y el chico grandote miraron al sofá, en donde Isaac estaba sentado, sujetando nervioso un vaso de zumo que Cora que la había dado. Había una selección de películas al lado del televisor, esperando ser elegidas. 

“¿Nos has mandado que vengamos para ver películas?” preguntó el chico grande. 

“Os he invitado,” dijo Derek.

“Lo que Derek está intentando decir,” dijo Stiles, “es que os ha invitado aquí porque quiere crear vínculos de amistad en la manada. Os ha pedido que os reunáis esta tarde para pasarlo bien y conoceros un poco mejor, y lo primero que tenéis que saber de Derek es que pencó en habilidades sociales.”

“¿Y qué estás haciendo tú aquí?” le preguntó el chaval grande a Stiles. 

“Los deberes. Y aparentemente soy el traductor de Derek.”

“Por favor, tomad asiento,” dijo Derek. El por favor sonaba forzado, pero al menos esta vez fue una invitación y no una orden. Parecía que Derek estaba aprendiendo. 

Los dos licántropos fueron al sofá. Isaac se movió un poco para que pudieran sentarse lado a lado. Se sentaron tensos, como si estuvieran esperando a que les interrogaran o algo. Cora llegó con una colección de vasos y los posé en la mesita. 

“Elegid una peli,” dijo ella, cogiendo la torre de películas y pasándoselos a la otra chica, puesto que estaba más cerca. Luego regresó a la cocina a por los refrescos y los zumos. Los tres licántropos en el sofá se miraron nerviosos y luego empezaron a discutir en voz baja qué película querían ver. Parecían esperar que les pusieran nota por la que eligieran. 

Stiles recordó su conversación con Isaac en el supermercado y en lo preocupado y lo mucho que no paraba de pensar que fuera una trampa. Había tenido miedo de que Peter estuviera planeando algo. Solamente había conocido a Peter un par de veces y había estado paranoico de que le engañasen. Estos tres habían pasado claramente mucho tiempo con Peter y ahora estaban esperando lo mismo de Derek. 

Fue Isaac el que habló, eligiendo una película de acción genérica que había salido hacía poco. Derek asintió y la metió en el elector para que se reprodujera. 

Cora y Derek se acomodaron en los pufs, aunque Isaac intentó ofrecer un sitio en el sofá a Derek. Stiles agachó al cabeza sobre sus deberes e intentó no distraerse con la película. Nadie dijo nada. A Stiles le hubiera gustado creer que todos estaban ocupados viendo la película, pero sabía que ese no era el caso. Se preguntó si la había jodido al sugerirle esto a Derek. No iban a unirse mucho si todos tenían miedo de estar en la misma sala que Derek.

Stiles fue avanzando en su lista de problemas, llegando por fin a la última pregunta. Cerró los libros con pura dicha al haber acabado con todo esto, aunque aún tenía que acabar los de mates. En el sofá, Isaac miró en su dirección. 

“¿Harris?” preguntó. 

“Si, y me odia así que tengo que hacer un trabajo perfecto o si no….”

“Ese odia a todos,” dijo la chica. Stiles la miró, sorprendido, preguntándose cómo demonios iba a conocer a Harris para decir algo como eso. Cuando le golpeó, se dio cuenta de por qué no la había reconocido. Era Erica Reyes, la chica del Instituto Beacon Hills que había tenido los ataques epilépticos. Parecía que ser una mujer lobo la sentaba bien porque no se parecía en nada a la chica tímida y enfermiza que había estado en el fondo de las clases y que había intentado ser invisible. Miró más de cerca al chico grandote, y le reconoció como Boyd, un chaval que había estado un curso por encima del suyo. Todos habían estado en la misma escuela antes de que Peter hubiera intervenido y les hubiera transformado en licántropos. Stiles no les había conocido de verdad, pero supuso lo que había hecho Peter. Había elegido a los inadaptados, los que habían deseado tener a alguien a su lado. Y luego les había apartado de la escuela y les había metido en una con extraños. 

Stiles intentó concentrarse en las mates, mientras la película proseguía. De vez en cuando miraba hacia el pequeño grupo junto al sofá. Parecían un poco más relajados ahora. Erica estaba apoyada contra Boyd y él tenía una mano sobre su pierna. De ellos, Derek era el que parecía más tenso y mantenía los ojos fijos en la tele. Su posición en el puf significaba que los tres invitados estaban fuera de su campo de visión. Stiles se preguntaba si estaba intentando convencerles de manera subconsciente de que confiaba en ellos, o si solamente quería fingir que no estaban allí. 

Stiles acabó con sus deberes de mates justo antes de que acabase la película y se giró en su asiento para poder verla. Gracias al cielo, no parecía haber mucha trama con la que ponerse al día así que pudo ver explotar muchas cosas y al héroe enrollarse con el interés romántico ataviada en cuero, lo que hizo que Erica bufase y declarase, “Ella puede aspirar a algo mejor.”

“Ajá,” coincidió Cora. 

Cuando comenzaron los créditos, Derek declaró que iba a por la comida y que deberían de elegir la siguiente película. Desapareció tan deprisa que Stiles se preguntó si había usado velocidad sobrenatural. Derek probablemente había planeado esto para que tuviera una excusa con la que alejarse del grupo un rato. 

Isaac, Erica y Boyd parecieron relajarse un poco cuando se fue Derek, la puerta firmemente cerrada detrás suyo, pero esperaron un poco antes de empezar a hablar. 

“¿Por qué nos ha invitado aquí?” preguntó Erica. Dirigió la pregunta a Cora. 

“Se supone que una manada debe de ser cercana,” dijo ella, “como una familia. Esta no lo es. Derek está intentando arreglarlo.”

“Si esto va sobre toda la manada,” preguntó Boyd, con sospecha en el tono de voz, “¿entonces donde está Peter?” 

Fue Stiles el que respondió, diciendo, “A nadie le gusta Peter.”

Isaac soltó una pequeña risa nerviosa. Nadie le llevó la contraria pero Stiles sospechaba que ninguno de ellos se atrevería a decirlo. Stiles no era parte de la manada y eso le daba libertad de decir las cosas que ellos no podían. De las que tenían miedo de decir. 

Con los deberes acabados, Stiles guardó los libros y se fue a unirse al resto, sentándose en el puf que Derek había dejado libre. La tela aun guardaba su calor y Stiles se acurrucó como si le estuvieran abrazando. 

“¿Cómo está el entrenador?” preguntó Isaac, rompiendo el incómodo silencio. 

“Igual que siempre,” dijo Stiles. Se pasaron unos minutos intercambiando anécdotas del entrenador y de sus extraños hábitos, lo que hizo que Erica y Boyd se rieran, y que Cora le mirara con confusión y horror. El entrenador era un tipo raro que podía resultar algo intimidante para los que no le conocieran, pero Stiles le elegiría sobre Harris todos los días. 

Stiles supo cuándo iba a entrar Derek poco antes de que lo hiciera. Los tres en el sofá se callaron y se pusieron tensos de repente. Menos de un minuto después, Derek abrió la puerta y entró, portando una torre de cajas de pizza cuidadosamente equilibrada en un brazo. Stiles se levantó para ayudarle con las cajas, mientras que Isaac hizo algo de espacio en la mesa. Cora hizo de anfitriona y rellenó las bebidas de todos, pero el ligero relax de antes se había desvanecido. 

Cuando se acomodaron de nuevo, poniendo una película de espías, Stiles se sentó en el puf. Derek titubeó, aún cuando Stiles se había sentado a posta dejando espacio para Derek también. Solo fue cuando Stiles miró a Derek a los ojos y luego asintió con la cabeza al espacio a su lado que Derek se movió. Se sentó en el puf y luego se removió incómodo, intentando que el puf tomase una forma cómoda. De algún modo el movimiento del puf hizo que Stiles se desplazara contra el lado de Derek. Derek se tensó un poco, pero Stiles no dijo nada, solo se sentó ahí y dejó que su hombro descansase contra el de Derek, notando el calor del hombre lobo. 

Movió su brazo, apoyando su mano sobre la de Derek. Derek giró la suya y dejo que sus dedos se entrelazaran. Stiles dio un pequeño apretón, para tranquilizarle, un recordatorio de que Derek no estaba solo en esto. 

Stiles podía prestar atención a esta película, lo que le llevó a hacer comentarios sobre los horribles acentos rusos de los espías enemigos. 

“¿Y por qué van a hablar inglés?” preguntó. 

“Igual saben lo que opinas de los subtítulos,” dijo Derek, girándose para mirar a Stiles con una sonrisa. 

“¿Os importa flirtear una vez acabe la película?” inquirió Erica. Era lo más cerca que había estado alguno de los otros en echar la bronca a Derek, lo que para Stiles era una gran victoria. Incluso Derek parecía feliz por ello, devolviendo su atención a la pantalla. 

Todo estaba yendo bien, así que sea inevitable que algo pasase que hiciera que todo se estrellase estrepitosamente. Derek se tensó de repente al lado de Stiles. Se sentó recto y se giró hacia la puerta. Stiles se giró también, curioso, y vio a los otros tres del sofá tensarse también, casi asustados. Stiles lo estaba esperando cuando se abrió la puerta y entró Peter. 

“Asumo que se ha perdido mi invitación,” dijo Peter, dejando que sus ojos se movieran lentamente por la escena. 

“No te he invitado,” dijo Derek. 

“Pero es una reunión de manada,” dijo Peter. “Y yo soy manada.” 

Cruzó la estancia. Cora y Derek se pusieron de pie. Peter alargó la mano y Isaac se apartó encogiéndose sobre sí mismo, pero Peter solo se agachó sobre la mesita y cogió una porción de pizza. Peter mostró una sonrisa poco amigable sobre los licántropos a los que había mordido. 

“Confío en que mi sobrino esté siendo hospitalario.”

“Sabe donde comprar buena pizza,” dijo Boyd. Era una buena respuesta. Sonaba positiva pero de ningún modo podía interpretarse como que Boyd estaba participando en una alianza con Derek. 

Todos estaban asustados de él. Había cinco licántropos en la sala, pero cada uno de ellos estaba aterrado de Peter. Derek le había dicho a Stiles que los alfas tenían más poder que otros licántropos, pero de algún modo fue esto lo que le hizo comprenderlo. Por mucho que hubiera sabido que Peter era peligroso, esto fue lo que le hizo sentirlo. 

Peter pegó un pequeño mordisco de la pizza y masticó alegremente. Todos le estaban mirando. La película seguía reproduciendo pero todos parecían haberla olvidado, esperando a ver como reaccionaba Peter. Masticó un poco más y luego tragó el trozo, asintiendo con la cabeza apreciativamente, como si estuviera degustando un filete raro. 

“Igual debería de organizar una fiesta de pizza para la manada,” dijo Peter.

“No me presentaría,” dijo Derek. 

“Oh, ciertamente no declinarías mi hospitalidad. Bueno, quizás podría convencerte al extender la invitación a nuestro pequeño amigo.” 

Derek se congeló. 

Stiles no podía detener a Peter, no podía luchar contra él, no podía enfrentarse a él de un modo que importase algo. No sería capaz de ayudar a Derek si Derek decidía luchar. Todo lo que podía hacer era disipar esta horrible situación antes de que llegase a las manos. 

Miró a su entrepierna, luego de nuevo a Peter y dijo, “No tan pequeño.”

Peter le miró durante un segundo, y luego soltó una breve carcajada, con lo que parecía una sonrisa de verdad en su rostro. 

“Bueno, te tomo la palabra, Stiles,” dijo Peter. “No quisiera que mi querido sobrino se pusiera celoso.” Sonrió a Derek. “Os dejaré a lo vuestro.”

Pegó otro mordisco a la pizza en su mano y luego salió por la puerta, cerrándola detrás suyo. 

La habitación quedó como un cuadro. Los ojos de todos estaban aún clavados en la puerta. Stiles se puso de pie y se movió al lado de Derek, volviendo a cogerle de la mano. Derek se asió a los dedos de Stiles lo suficientemente fuerte como para que fuera doloroso, pero Stiles no iba a decirle que parase. 

Al final, un poco de tensión abandonó la sala y Stiles supuso que Peter se había alejado lo suficiente como para que los licántropos no pudieran escucharle más. Aún así, su presencia permaneció como un fantasma en el miedo que impregnó la sala. 

“Igual alguien debería de pegarle un tiro en la cabeza,” dijo Stiles. Le contestaron unas risas nerviosas y aterradas de los licántropos, riéndose simplemente porque no tenían una respuesta sana para su sugerencia. 

 

 

Chapter 15: Capítulo 15

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Aparentemente ya no había escapatoria de los licántropos. Tenían entrenamiento de lacrosse después de clases los lunes y todo estaba yendo como siempre hasta que Scott recibió un pelotazo en la cabeza y el Entrenador le gritó por no prestar atención. Sus ojos estaban fijados en las gradas, en donde un estudiante había venido a ver el entrenamiento. Stiles esperaba que estuviera distraído por Allison y se giró para mirar, listo para rodar los ojos. 

Pero era Isaac el que estaba allí, observando al equipo. Observando a Stiles. Stiles se encontró con su mirada incluso con toda la distancia, y se preguntó que diablos estaba haciendo Isaac aquí. 

Luego una bola le golpeó el casco y tuvo que lidiar con el Entrenador gritándole a él ahora que mantuviera concentrado. Stiles intentó prestar atención el resto del entrenamiento, pero sus pensamientos seguían dirigiéndose hacia Isaac incluso cuando sus ojos no lo hacían. “¿Por qué había venido aquí?

Claramente Stiles no era el único que se preguntaba eso. Al final del entrenamiento, el Entrenador le vio. El Entrenador llegó a Isaac antes de que Stiles o Scott lo hicieran. 

“¡Lahey!”

“Hola, Entrenador.”

“¿Ya te has cansado de esa nueva escuela de pijos tuya y has decidido volver?”

“Me temo que no, Entrenador.”

“¿Qué tal con todos los mocosos ricachones?”

“Terrible, Entrenador. Ni siquiera tienen equipo de lacrosse.”

El Entrenador hizo un ruido de disgusto. 

“Es horrible. ¿Qué os están enseñando a los chavales si no os enseñan lacrosse?” 

“Algebra.”

“¿Algebra? ¡Bah! ¿Quién necesita el algebra? Deberían de enseñaron algo útil.”

“¿Cómo por ejemplo cómo meter una bola en una red?” inquirió Stiles, llegando al lado del Entrenador. 

“¡Exactamente!” dijo el Entrenador, con todo su entusiasmo típico. Luego movió la mano en dirección general de los vestuarios, “Venga. Id a limpiaros.” 

Se fue con el resto, pero Stiles se quedó con Isaac. Scott también estaba allí, mirando con sorpresa a Isac. 

“Tú,” empezó Scott, luego se detuvo. 

“Hola, Scott,” dijo Isaac. “Cuanto tiempo.”

“Tú eres…¿cuándo?” Scott volvió a callarse. Esta vez, miró hacia las gradas, que se estaban vaciando rápidamente. 

“Más o menos cuando me fui de este instituto,” respondió Isaac. “Peter me ha metido en otra escuela al otro lado del pueblo después de que él…ya sabes.”

“Eres uno de los de Peter,” dijo Scott. 

“Si. Me suponía que ya lo sabías.” Isaac miró a Stiles. Ahora fue el turno de Scott de fulminar con la mirada a Stiles. Después de todo lo que había dicho Stiles sobre no guardar secretos, se removió un poco bajo su mirada. 

“Me enteré el Sábado,” dijo Stiles. 

“Me llamaste el Sábado. ¿Te pasaste casi una hora hablando de Derek y no pensaste en mencionar esto? ¿Qué más no se?”

Stiles miró a Isaac, pero no estaba esperando realmente a que le diera permiso. No estaba seguro de qué estaba esperando. 

“Erica y Boyd,” dijo. “Peter también les ha convertido.”

“¿Y eso lo sabes desde?” preguntó Scott. 

“Desde ayer.” 

“Ayer dijiste algo,” dijo Isaac, “sobre Peter. Me estaba preguntando si lo decías en serio.”

“Dije que a nadie le gusta,” dijo Stiles. “Ya te digo que lo decía en serio.”

“No. Lo de dispararle. Crees…¿crees que podríamos matar a Peter?” 

Stiles podía sentir como Scott y Isaac le miraban. Sus ojos le estaban desgastando, los de Isaac serios y ligeramente asustados, los de Scott sorprendidos y horrorizados. 

“Isaac, deberías de saber que no tienes que tomar en serio nada de lo que digo,” dijo. 

“¿Pero no fue lo de ayer sobre eso? ¿Por qué nos invitó Derek? ¿Nos estaba tanteando, verdad? ¿Intentando ver lo que pensábamos de Peter, para ver de qué lado nos pondríamos?” 

“Lo de ayer fue Derek intentando tener una conexión social con alguien que no involucrase violencia física. Y quizás daros a alguien a quien podáis acudir en caso de que Peter resulte ser un completo monstruo con vosotros. No era de haceros elegir a Derek por encima de Peter.” Stiles pensó en la conversación del Sábado y recordó que a veces los licántropos podían notar cuando alguien mentía, así que añadió, “No era mayormente sobre eso.” 

“Pero lo que dijiste,” empezó Isaac de nuevo. 

“Olvídate de lo que dije,” insistió Stiles. “Peter da mucho miedo. Es un asesino.”

“Lo se,” dijo Isaac. “Estoy bastante seguro de que ha matado a mi padre.”

 

***

Scott tenía un trabajo al que ir pero aún había muchas cosas por discutir, así que Stiles se ofreció a llevarle para que pudieran continuar la conversación. Después de que se hubieran cambiado de ropa, se subieron todos al jeep, con Scott y Stiles al frente y Isaac atrás. 

“¿Por qué crees que Peter ha matado a tu padre?” preguntó Stiles. No lo dudaba, especialmente después de hablar con su padre, pero quería escuchar las razones de Isaac. 

“Cuando acepté el mordisco,” dijo Isaac, “le dije a Peter que no quería que mi padre me abusara más. Le dije que quería ser más fuerte. Que quería librarme de él. Un par de días después, una vez que estuvimos seguros de que había aceptado el mordisco, encontraron a mi padre destrozado y muerto en el cementerio. Peter vino a mi. No dijo que le había matado pero me dijo que ya era libre.” 

“¿Qué hay de las familias de Erica y Boyd?” preguntó Stiles. 

“Creo que no las ha hecho nada.” Isaac soltó una risa amarga. “Creo que pensó que me estaba haciendo un favor al librarse de mi padre.”

Un silencio incómodo cayó sobre el jeep. Stiles había lanzando una broma de matar a Peter pero no había pretendido nada con ello. Cuando había visto a Peter por primera vez en el club, había tenido miedo de él pero en las semanas que habían pasado desde entonces había conocido más y más cosa sobre él, y todo le aterraba más. Le había perturbado lo que había revelado el juego de ajedrez sobre la psique de Peter, y había conocido lo de las víctimas de la mano de Derek y Isaac. Peter era alguien cuyo sentido del bien y del mal estaba seriamente jodido, y tenía el poder de hacer lo que quisiera. 

“Se que la policía te interrogó tras la muerte de tu padre,” dijo Stiles. “¿Has dicho algo de Peter?”

“¿Qué podía decir? De todos modos todos pensaban que era por el ataque de un animal. Acusar a Peter parecía…peligroso.”

Scott se giró en su asiento para mirar a Isaac y decir, “No entiendo por qué sigues con él si ya sabes como es.”

“Porque sé cómo es,” dijo Isaac. “Es un asesino y nosotros somos sus betas. Si dijéramos que no queríamos estar más en la manada, lo tomaría como un ataque personal y luego estaríamos muertos.”

No podían abandonar la manada de Peter. No podían alejarse de él así sin más. Razón por la cual Isaac había preguntado sobre lo de matarle. Era la única salida que Isaac podía ver. Lo peor era que Stiles tampoco podía ninguna otra.

“Hipotéticamente hablando,” dijo Scott, “¿qué pasaría si encontrásemos pruebas o consiguiéramos una confesión o algo que pudiera convencer a la policía de la culpabilidad de Peter?”

“Mi padre intentaría arrestarle,” dijo Stiles. 

“Y probablemente acabaría muerto,” finalizó Isaac.

“No voy a hacer que maten a mi padre. Ya le he dicho bastante sobre Peter.” 

“Igual hay alguien más al que podríamos pedir ayuda,” dijo Scott. 

Le llevó dos segundos a Stiles saber en qué dirección estaban yendo los pensamientos de Scott. 

“¡No!” dijo Stiles. “No podemos ir a los Argents con esto.”

“¿Por qué no?” preguntó Scott. “Saben sobre los licántropos y se ofrecieron a ayudarte cuando Derek te amenazó en l escuela. Igual si les contamos lo que está pasando, serán capaces de ayudar con Peter.”

“Te olvidas de la parta en la que la madre de Allison hace que se me suban los huevos a la garganta,” dijo Stiles. Recordaba ese encuentro, todas las no tan sutiles amenazas, el modo en el que ellos pensaban que podían cogerle sin más en público, el modo en el que la Sra. Argent había dado a entender la posibilidad de una conversación no amigable. Había algo en todo ese intercambio que se había sentido tan intimidante como las amenazas de Peter. Stiles no era más propenso a confiar en ellos que en Peter. 

Aparte, si tenían que hablar con los Argents, probablemente tendrían que contarles lo de Scott y Isaac y los otros. Stiles no tenía ninguna gana de ponerles en peligro ante los cazadores. 

 

***

Después de dejar a Scott en la clínica, Stiles se ofreció a llevar a casa a Isaac. Cuando vio la reticencia de Isaac, añadió en lo que esperaba que fuera un tono casual, “O podrías estar un rato conmigo en mi casa.”

Él y Isaac nunca habían sido amigos, incluso cuando tenían clases o entrenamiento juntos, pero Isaac asintió ante su sugerencia. Stiles no sentía que fueran lo suficientemente cercanos como para preguntarle a Isaac por qué no quería ir todavía a casa. Podría ser simple soledad, puesto que aparentemente vivía solo, o podía ser miedo a que Peter fuese a buscarle y supiera que Isaac había estado hablando de traicionarle. 

“Pero va a ser muy aburrido,” dijo Stiles. “Tengo unos cuantos deberes que tengo que hacer.”

“No pasa nada. Yo también tengo deberes. Podemos hacerlos juntos.” 

Stiles condujo un poco más antes de preguntar, “¿Cómo es tu nueva escuela?”

“Está llena de pijos,” respondió Isaac, “que no se dan cuenta de la suerte que tienen y quienes parecen pensar que ser pobre es una enfermedad contagiosa.”

Lo que probablemente aumentaba el aislamiento de Isaac, que sin lugar a dudas era lo que pretendía Peter. 

“¿Tienes algún amigo allí?” preguntó Stiles, solo para asegurarse. No estuvo ni remotamente sorprendido de la respuesta de Isaac. 

“Solo Erica y Boyd.”

Condujeron un rato más en silencio. No faltaba mucho más para llegar a la casa de Stiles. Pensó que iban a pasarse el resto del recorrido sin decir nada, pero esta vez fue Isaac el que rompió el silencio. 

“¿Tú crees que los Argents nos mataran si se enteran de que somos licántropos?” preguntó. 

“Dios lo sabe. Todo lo que sé es que llamaron a Derek animal y que me acojonan.” 

Stiles llegó a casa y aparcó el jeep enfrente. Su padre aún no había llegado, así que Stiles le ofreció algo de beber a Isaac y luego se acomodaron en el salón, los deberes ante ellos. Isaac tenía una pila de libros nuevos, mientras que los de Stiles estaban desgastados y eran de segunda mano. Stiles se preguntaba si Peter también había comprado los libros. ¿Había hecho Peter que Isaac dependiera de él económicamente? 

Stiles no tenía mucho que hacer esa noche. Cogió su portátil de su cuarto y se puso con su trabajo de historia, y luego tenía un trabajo de Inglés que no era hasta dentro de una semana pero que probablemente debería de empezar. Resultaba sociable estar trabajando, sabiendo que había alguien más allí pero que no había necesidad de decir nada. Había hecho esto con Scott lo suficiente como para que fuera sencillo hacerlo con Isaac, y Isaac parecía estar relajándose más conforme pasaban los minutos sin que pasara nada más aparte de apuntes y ecuaciones. 

Aún estaban trabajando cuando un rato después sonó un coche en la entrada y luego la puerta principal. 

“¿Stiles?” llamó su padre. 

“Aquí,” contestó Stiles. 

Su padre empezó a hablar antes de que hubiera entrado en la sala, diciendo, “He estado pensando en lo que dijiste de las similitudes entre la muerte de Laura Hale y Lahey y…”

Se detuvo en seco en la puerta del salón, mirando a Isaac.

“¿Si?” le animó Stiles. 

“Igual o debería de hablar de esto ahora.” 

“Si estás hablando de como Peter casi seguro que mató a mi padre,” dijo Isaac, “Ya lo sé.”

“¿Y no es algo que sintieras que debieras de informar a la policía?”

Isaac estaba tumbado sobre su estómago en el suelo del salón, con la cabeza metida en uno de sus libros. Se encogió de hombros un poco, sin mirar al padre de Stiles. 

“No es como si pudiera demostrarlo,” dijo, “y tampoco hay razón para que te maten a ti también.” 

Stiles estaba observando la cara de su padre. Vio como los ojos de su padre se levantaban de Isaac y se encontraban con su mirada. Había furia en la mandíbula cerrada de su padre, pero vio comprensión en sus ojos. Stiles no dijo nada. Había jurado que no diría nada y estaba aterrado de que su padre salir herido si se mezclaba más con Peter Hale, pero al menos ahora su padre quizás entendiera por qué había mentido. 

“Esa noche que fuiste al club de los Hales,” dijo su padre, “¿fue Peter Hale el que te secuestró?”

Stiles no dijo nada. Apartó la mirada. Sabía que no decir nada era igual de malo que admitirlo porque el hecho de que no lo estuviera negando sería visto como prueba en los ojos de su padre. 

“¿Por qué?” preguntó su padre. 

Stiles siguió sin decir nada. 

“Fue un malentendido,” dijo Isaac. “Peter pensó que Stiles estaba involucrado con uno de sus enemigos y quería interrogarlo al respecto.” Vio el modo en el que Stiles le estaba asesinando con la mirada y dijo, “¿Qué? Yo no hice ningún pacto de silencio aquel fin de semana.” 

El padre de Stiles fue a una de las sillas y se sentó, echándose hacia delante apoyando los codos sobre las rodillas para mirarles a ambos. Tanto Stiles como Isaac estaban en el suelo con sus libros, así que incluso sentados, el padre de Stiles estaba por encima de ellos. Miró primero a Stiles, luego a Isaac, la expresión seria. 

“Quiero saber todo,” dijo. “Si Peter es tan peligroso como decís, entonces no podéis decidir qué es lo que puedo o no saber. Contadme todo lo que sabéis y todo lo que sospecháis, y dejadme decidir que hacer con ello.”

“No puedo,” dijo Stiles, recordando su promesa, las amenazas que había hecho Peter de lo que sucedería si la rompía. 

“Yo puedo,” dijo Isaac. 

“No,” dijo Stiles. 

“Prefiero confiar en él antes que en los Argenta. Si Derek tiene demasiado miedo de desafiar a Peter entonces necesitamos ayuda. Puedo contarle la verdad a tu padre y de ese modo, Scott y tú no habréis roto vuestra promesa.”

Stiles quería protestar, pero una parte de él quería que su padre supiera todo. Estaba cansado de sentirse asustado y perdido y confundido. Le gustaría que un adulto tomara las riendas, que le dijera que era lo mejor que podían hacer. Y Isaac tenía razón, Stiles había prometido que no diría nada. No había prometido nada de no dejar que alguien más hablara. 

Isaac se puso de pie y se quedó allí, con el padre de Stiles observándole de cerca. 

“La razón por la que tenemos tanto miedo de Peter,” dijo Isaac, “ es porque es un hombre lobo.”

El padre de Stiles empezó a hablar, bien para protestar o para decirle que se dejara de chorradas. Pero entonces los ojos de Isaac cambiaron, brillando un suave amarillo, casi dorado. Y su cara también cambió. Movió su cara de un lado a otro conforme sus facciones cambiaron y presumiblemente toda la estructura de su cabeza por dentro también lo hacía. Su frente se acentuó, sus orejas se alargaron, sus dientes crecieron a colmillos. Y luego Isaac estaba de pie frente al sheriff de Beacon Hills, con un aspecto tan humano como animal. 

 

***

Scott no se había olvidado de lo que Stiles había dicho de los Argents, pero necesitaban ayuda con todo esto. Solamente eran un grupo de adolescentes a los que todo esto les venía demasiado grande. Los Argents sabían lo de los licántropos. Sabían lo suficiente como para estar seguros de que Derek era uno. Tenían armas; Scott había visto su arsenal en su casa. Si alguien podía hacer frente a un hombre lobo alfa peligroso, esos eran los Argents. Todo lo que tenía que hacer era hablarles de Peter, hacer que se encargaran de Peter por él. 

Recorrió la distancia en minutos, luego se tomó un momento para cambiar. Desearía tener un espejo para poder comprobar que parecía completamente humano, pero luego salió apresuradamente de las sombras de los árboles y fue a la entrada. Llamó a la puerta y al poco le abrió el padre de Allison. 

“Hola,” dijo Scott. 

“Hola, Scott. Me temo que Allison no está en casa ahora. Está estudiando con Lydia.”

“No pasa nada. En realidad he venido a hablar contigo.”

El padre de Allison se apartó de la puerta, invitando a entrar a Scott con un movimiento de la mano. Claramente estaba sorprendido por lo que había dicho Scott. 

“¿Conmigo?” dijo. “Bueno, si me vas a pedir mi bendición, me temo que tendrás que esperar unos años.”

“En realidad, no estoy aquí por Allison. Estoy aquí por Peter Hale.” 

 

 

Notes:

Preparaos chavales que vienen curvas.

Chapter 16: Capítulo 16

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Stiles se quedó en el salón, esperando a que su padre dijera algo. Parecía que estaba a punto de hacerlo al menos tres veces, pero en todas ellas cerró la boca. Estaba mirando a Isaac, quien volvió a cambiar a una apariencia comúnmente humana. De vez en cuando, miraba a Stiles en su lugar, abría la boca, luego la cerraba. Se pasó una mano por el pelo. Stiles se estaba inquietando de los nervios pero tampoco sabía que decir así que dejó que su padre procesara todo. 

“Los hombres lobo son reales,” dijo. No era una pregunta, pero de todos modos había un aire de desconcierto en su voz, así que Stiles respondió. 

“Si.”

“Estás saliendo con uno.”

“Si.”

“Y Scott es uno.”

“Si.”

“Y a ti te secuestraron porque olías como Scott.”

“Y Peter pensó que otra manada me había mandado como espía, si.”

“Y Scott y tú no me lo podíais contar porque Peter amenazó con mataros.” 

“Y a dos personas que me importan a mí y a dos personas que le importasen a Scott,” dijo Stiles, “y estoy bastante seguro de que Peter empezaría contigo.” 

Su padre soltó un suspiro pesado. 

“Bueno, no puedo ir a comisaría y contar nada de esto o me quedaría sin trabajo y probablemente me someterían a una revisión psiquiátrica,” dijo. “No hay pruebas contra Peter porque ambas muertes parecen haber sido causa de un animal.”

Hubo silencio. Stiles no estaba seguro de qué decir pero esperaba que su padre le perdonase por no decir nada de todo esto. Tanto el miedo de que no el creyeran como el temor por la vida de su padre habían influenciado esa elección y esperaba que su padre lo entendiera. 

Pero su padre parecía tener otras cosas en mente. Una mirada de desconcierto cruzó su cara y dijo en voz baja, “Huh.” 

“¿Qué?” preguntó Stiles. 

“Quizás han sido más de dos muertes.” 

“¿Otra gente que haya muerto por un ataque animal que en realidad hayan sido víctimas de Peter?”

“No. El incendio de los Hale.”

Stiles intercambió un mirada de confusión con Isaac y luego miró en blanco a su padre, esperando una explicación. Su padre pareció un poco sorprendido y algo exasperado por la reacción de Stiles. 

“¿Estás saliendo con Derek Hale y no has investigado esto?” preguntó. “Lo investigas todo. ¿Non miraste lo que le pasó a su familia?”

“Sé que su hermana murió. y Cora mencionó que habían perdido al resto de su familia pero no me parecía bien husmear.”

“Hubo un incendio. Derek, Laura y Cora Hale no estaban en la casa, estaban en el ensayo de un evento del colegio, creo, está en los informes. El resto de la familia estaba en casa cuando hubo un cortocircuito. El fuego se extendió rápidamente. Peter fue el único en salir con vida de la casa.”

“Los padres de Derek,” respiró Stiles, preguntándose cómo era posible que no supiera esto. Cora había mencionado el incendio de pasada, como parte de la explicación de por qué Derek se había aislado, pero Stiles no había ni imaginado la gravedad del asunto. 

“Sus padres, sus tías, tíos, primos. Mucha gente murió en ese incendio. Hubo una investigación pero los informes fueron inconcluyentes. Nunca hubo suficientes pruebas como para determinar si fue un accidente o un incendio provocado.”

“¿Crees que Peter está detrás de ello?” preguntó Stiles. 

“Sois vosotros los que creéis que ha matado a su sobrina. Nunca fue un sospechoso del incendio en el momento porque fue le pilló en medio y normalmente se considera una estupidez prender fuego a un edificio cuando estás en él. Pero si tiene habilidades curativas mágicas, igual inició el fuego mientras estaba dentro solo para asegurarse de que la policía no sospechara de él.”

“No me extrañaría,” dijo Isaac.

Pero Stiles estaba pensando de nuevo en la conversación que tuvo con Cora en el coche, cuando había hablado de Derek y del modo en el que Peter le trataba. Peter era un asesino, pero a su modo, retorcido, intentaba proteger a su familia. En el loft, cuando Peter se había encontrado a Stiles atado a la silla, había hecho un comentario sobre que los que eran cercanos al corazón de Derek eran cercanos a él. Había intentado darle consejos sobre cómo hacerlo seguro, porque había pensado que Derek y Stiles estaban haciendo bondage. Había intentado, a su horripilante manera, ser amable porque había pensando entonces que Derek y Stiles eran algo. Eso no encajaba con lo de quemar a su familia. 

Tampoco encajaba con lo de matar a Laura, así que Stiles no podía estar seguro de nada. 

“No creo que él estuviera detrás del incendio,” dijo Stiles. Pero su voz estaba llena de dudas porque sus pensamientos estaban igual. Podía creer que Peter había incendiado un edificio con gente dentro, pero no estaba seguro de que pudiera hacerlo con gente que fuera su familia, su manada. Otra cosa no, pero los licántropos eran más fuertes con una manada más grande, Derek se lo había contado a Stiles. Peter no tendría nada que ganar al eliminar a su familia y quitar la fuerza a la manada.

“Tampoco es que vaya a ser capaz de hacer mucho con ello,” dijo su padre. “Ese caso ha estado sin novedades desde hace años y yo no sería capaz de vincular un viejo incendio con los ataques de animales sin sonar demente.”

“Así que volvemos a no ser capaces de hacer nada legalmente,” dijo Stiles. 

“Si," dijo su padre, “y aunque me gustaría ponerle una bala en la cabeza a este hombre por haber hecho daño a mi hijo, no estoy por encima de la ley.”

Se volvió a pasar la mano por el pelo. Stiles quería abrazarle por ese comentario de disparar a la persona que le había hecho daño, pero no era el lugar. 

“Hace un mes las cosas eran mucho menos complicadas,” masculló su padre. 

“Dímelo a mi,” coincidió Stiles. 

Su padre miró a Stiles algo más, luego a Isaac. Soltó otro suspiro y luego se enderezó, aparentemente habiendo decidido algo. 

“Creo que ha llegado la hora de que conozca a ese novio tuyo,” dijo. 

 

***

En cualquier otra ocasión, Stiles hubiera considerado que ya era un poco tarde para ir a donde Derek considerando que era noche de escuela, pero ni de coña iban a esperar otro día. Su padre iba a mirar unas cosas, buscar unos informes relevantes que tenía en la casa o a los que podía acceder desde su ordenador. Isaac accedió a quedarse en su casa. Parecía aliviado de que se lo preguntaran. Stiles sospechaba que quería estar lo más lejos posible de Peter ahora mismo y que este era un lugar tan seguro como otro para esconderse. 

No por primera vez, Stiles desearía tener el número de móvil de Derek. Presumiblemente Derek tenía un móvil. Pero siempre que habían quedado, Stiles había ido a donde Derek sin avisar primero. Esta era su única opción ahora mismo. Se subió al jeep y empezó a conducir, preguntándose como le iba a contar esto a Derek. 

Esperaba que Derek no se enfadase con Stiles por haber dejado que su padre se enterase del gran secreto. Técnicamente, Stiles no había roto su promesa, pero no estaba seguro de que Derek fuera a mirar mucho esos tecnicismos. Estaba seguro de que Peter no lo haría. 

No tenía ganas de nada de esto. Esta no iba a ser una noche de comida para llevar y debates por el anime subtitulado o doblado. Esta noche Stiles iba a tener que llevar a Derek ante su padre y pasar el rato hablando del asesinato de la familia de Derek y del potencial asesinato de uno de los dos miembros de la familia que le quedaban, No había manera de que esto fuera a ser agradable para nadie. 

No estaba seguro de cómo contarle esto a Derek. ¿Debería de pedirle a Derek que viniera a conocer a su padre y guardarse el resto para cuando llegaran? ¿O sabría Derek que había más de lo que aparentaba a primera vista? ¿Igual Stiles debería de empezar diciéndole que su padre lo sabía y luego pedirle que fuera? ¿Y debería de pedírselo? Pedir sonaba a que Derek podía negarse pero en realidad lo que Stiles necesitaba era decirle que viniera. ¿Pero acaso decirle a Derek lo que tenía que hacer no era algo estúpido y suicida? 

Sus pensamientos estaban dando vuelta a esto cuando alguien salió en medio de la carretera. 

“¡Hostia puta!”

Pisó el freno y el jeep chirrió hasta parar, calándose el motor porque no había puesto en punto muerto en las marchas. 

Mientras esperaba a que su corazón parase de intentar escapar del pecho, se dio cuenta de que la figura que estaba de pie frente a sus faros era Peter. Aún estaba en forma humana, pero sus ojos eran rojos, brillando como dos antorchas en la oscuridad. 

El corazón de Stiles aún estaba galopando y que los ojos brillantes de un hombre lobo le estuvieran fulminando no iba a ayudar. Durante un momento, consideró arrancar el coche y acelerar. ¿Sería suficiente una colisión con un jeep para acabar con un alfa? Probablemente no o Derek no tendría tanto miedo. 

¿Qué cojones estaba haciendo Peter siquiera? ¿Había estado esperando aquí a Stiles específicamente para saltar? ¿Pero cómo demonios iba a saber que Stiles iba a venir? ¿O que cogería esta ruta? 

Las preguntas aún estaban inundando la mente de Stiles cuando Peter empezó a avanzar hacia la puerta del conductor del jeep. Stiles decidió entrar en pánico en ese momento y averiguar las cosas luego. Alargó una mano temblorosa hacia las llaves, intentando volver a arrancar el motor. 

Luego Peter arrancó la puerta del conductor y agarró la muñeca de Stiles con la suficiente fuerza como para que doliera, lo suficientemente prieto como para asegurarse de que Stiles no tenía ninguna oportunidad de girar las llaves en el contacto. Stiles soltó un pequeño ruido de dolor, algo entre un quejido y un gimoteo. 

“Me supongo que esta no es una parada social,” dijo Stiles, la voz un poco aguda y teñida con pánico. Peter podría matarle en un latido y no había nada que Stiles pudiera hacer para detenerlo. Peter debe de saber que Stiles había permitido que su padre lo supiera. Esa era la única explicación.

Peter alzó su otra mano delante de la cara de Stiles, las uñas alargándose en garras. No dijo nada, solamente miró calmadamente a la cara de Stiles. Stiles estaba teniendo dificultades de apartar la mirada de esas garras. 

“Oh dios,” masculló Stiles. 

Cuando Peter cortó con las garras, Stiles soltó un pequeño grito de terror que era enormemente vergonzoso. Era probablemente bueno que no hubiera nadie aparte de Peter para escucharlo. Luego necesitó varios segundos para darse cuenta de que no estaba herido. Peter había cortado el cinturón de seguridad. Había hecho trizas la camiseta de Stiles, pero no había ni un rasguño en su piel. 

“Sal del coche,” dijo Peter. 

Tiró del arma de Stiles y no le dio otra opción que obedecer. Stiles tuvo que salir del coche porque la alternativa era que le arrancasen el hombro de su cuenca mientras Peter tiraba de él. El agarre de Peter en su muñeca no se aflojó ni un ápice. Tiró de Stiles hacia la cuneta. 

Stiles miró alrededor. No había nadie a la vista. Estaban en un tramo de la carretera con unas pocas casas en un lado y el inicio de la reserva natural en el otro. Miró hacia las casas, esperando que contra todo pronóstico hubiera alguien mirando por la ventana. Alguien tenía que ver esto. Pero las cortinas estaban cerradas o las luces apagadas. No creía que hubiera nadie para verlo. 

“Lamento esto,” dijo Peter. 

“Si lo lamentas, entonces no lo hagas,” dijo Stiles. Ahora estaba absolutamente seguro de que Peter iba a matarle. No tenía nada que pudiera usar como arma. Podría intentar dar un rodillazo a Peter en la entrepierna pero eso probablemente solo le cabrearía. 

“Es una pena. Pareces gustarle a Derek de verdad. Incluso había planeado ofrecerte el mordisco, para que pudieras estar de verdad con él. Pero un trato es un trato. Scott debería de haber tenido más cabeza. Debería de haber recordado que perderías la vida antes de haberme delatado ante los Argents.” 

 

 

 

Chapter 17: Capítulo 17

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Un aparte de Stiles se preguntaba por qué demonios estaba haciendo caso a Peter. Otra parte se preguntaba por qué demonios no le había matado ya. El resto de él estaba intentando que esas dos partes se callaran porque, de momento, seguía vivo. Cuanto más estuviera vivo, más oportunidades tenía de que le rescataran. O de vencer de algún modo al hombre lobo super fuerte que estaba planeando matarle. 

No creía tener muchas oportunidades de salir de esta con vida pero cuanto más pudiera entretener a Peter, más podía extender esas nimias posibilidades. 

Y aún así, cuando entraron en el bosque, con la mano de Peter en su brazo, no pudo evitar pensar que Peter la había jodido. Cora había hablado de Peter como un gran jugador de ajedrez, planeando cada movimiento que hacía al detalle, pensando las cosas detenidamente. Quizás a Peter le gustaba pensar de sí mismo así, pero no lo era. Esa noche en el club, había reaccionado únicamente en base a un olor, poniendo a su manada en peligro ante la fuerza policial de Beacon Hills. Había hecho un trato creyendo que Scott tenía toda una manada a su disposición, pero no era así. Y ahora, había cogido a Stiles cuando Stiles sabía que su padre le estaba esperando en casa a que regresara. Era un pequeño reconforte, pero aún uno,  saber que Peter no era tan inteligente como pensaba que era. Quizás eso significaba que su padre sería capaz de vengarse de Peter cuando todo esto hubiera acabado.

Las lágrimas se agolparon en los ojos de Stiles al pensar en su padre encontrando su cuerpo destrozado. Su padre seguramente se culparía a sí mismo, por dejar irse solo a Stiles cuando sabía todos los peligros que había por ahí. 

“Supongo que no me vas a dejar despedirme de mi padre,” dijo Stiles. “Dejar una nota o algo, al menos.”

Peter no dijo nada. Su mano aún estaba en el brazo de Stiles, tirando de él bajo los árboles. Stiles tropezó con ramas y raíces en la oscuridad, y ese brazo le mantuvo de pie, le mantuvo caminando implacable hacia delante. Stiles no tenía ni idea de a donde estaban yendo, pero sabía que tenía que ganas tiempo, de algún modo. 

“¿Qué hay de Derek?” preguntó Stiles. “¿Puedo dejar un mensaje para él?”

Peter siguió sin decir nada. El brazo de Stiles dolía mucho en donde los dedos de Peter se clavaban pero supuso que quejarse por eso sería una tontería teniendo en cuenta que estaba a punto de recibir zarpazos hasta la muerte. 

“Él ya te odia,” siguió Stiles. “Quiero decir, matar a su novio antes de haber llegado a primera base no está al mismo nivel que matar a su hermana pero…”

Fue ahí cuando Peter por fin reconoció que Stiles le estaba hablando. Se giró de golpe hacia Stiles, le agarró de la garganta con una mano y le empotró contra el árbol más cercano. 

Stiles soltó un pequeño uf de sorpresa y su corazón intentó escapar por su garganta una vez más. Se quedó allí, temblando un poco bajo la mano de Peter, los ojos rojos de Peter clavados en los suyos. Quizás no debería de haber dicho nada después de todo. Quizás esto solo traería su perdición antes de tiempo. De verdad que debería de aprender a no cabrear a la gente que podía matarle. 

“Lo que le pasó a Laura fue un accidente,” dijo Peter, la voz baja y gruñendo un poco. 

Claramente la boca de Stiles no había recibido las noticias de no antagonizar al hombre que estaba a punto de matarle, o quizás el miedo le estaba haciendo un cortocircuito en su sentido común, porque dijo, “Pero yo pensaba que tú eras el rey del pensamiento estratégico, quien cree en planear todas las jugadas de antemano.”

“Deberías de aprender a cerrar la boca.”

“¿Por qué? Me vas a matar igual. Alguien debería de cantarte las cuarenta.”

Stiles notó como se presionaban cosas afiladas en su garganta. Esos dedos contra su cuello estaban transformándose en garras. Esta era la hora de su muerte. Pero de algún modo ese pensamiento, que debería de haberle callado y vuelto obediente para ganar más tiempo, solamente le hizo darse cuenta de que esta era su última oportunidad. En cualquier momento, todo habría acabado y había todavía un millón de cosas que le tenía que decir a Peter. Nadie más iba a decirlas y nunca volvería a tener la oportunidad. 

“Todos te tienen tanto miedo,” dijo Stiles, “pensando que eres un gran estratega que sabe todo lo que están pensando o planeando. Quieres que piensen eso. Quieres que te tengan miedo porque quizás así no se darán cuenta de que tú tienes miedo.” 

Peter se echó hacia delante, su rostro tan cerca del de Stiles que Stiles quería echarse para atrás, pero aún estaba clavado en el sitio. Esos ojos rojos brillaban como llamas, atravesándolo. Peter emitió un ladrido bajo. 

“¿De qué crees que tengo que tener miedo?” preguntó Peter. 

“De la verdad. Quieres que crean que eres muy inteligente, brillante planeando cosas, porque estás aterrado de que aprendan que eres un animal, a la merced de cualquier impulso violento.” Peter emitió otro ruido de gruñido bajo, pero Stiles hizo como si nada. Podía notar el dolor agudo en un lado de su cuello, el reguero caliente que sugería que ya había comenzado a fluir sangre en donde las garras se habían clavado. La voz de Stiles tembló por el miedo, pero no había nada que fuera a hacer que se callara ahora. 

“Excepto que eso tampoco es del todo cierto,” dijo Stiles. “He leído mucho últimamente, sobre los licántropos y los lobos. Todo eso de que los lobos luchan para ser el alfa de la manada es una montaña de patrañas. En la naturaleza, una manada de lobos es una familia. Cuidan los unos de los otros. No tienen peleas internas por quién va a estar al mando. Ciertamente no se matan los unos a los otros por ello. Así que no puedes decir que te cegaran los instintos de lobo y que eso hizo que mataras a Laura. No es por un gran plan y no es porque seas parte lobo. Simplemente es porque eres un asesino.”

Peter apretó más la mano alrededor de la garganta de Stiles. Por un instante, Stiles luchó por respirar, luego Peter le apartó bruscamente del árbol. Stiles chocó contra el suelo, deslizándose por la fuerza del impacto, la cara y los brazos recibiendo arañazos por la tierra rugosa. Stiles rodó hasta quedar boca arriba, queriendo seguir manteniendo los ojos sobre Peter. No podía ver mucho más aparte de una sombra oscura y esos ojos brillantes, pero no necesitaba ver la cara de Peter con claridad para saber que estaba furioso. 

“¿Te crees que matarme va a mejorar en algo la situación?” dijo Stiles. 

Se apartó de Peter sobre el suelo, arrastrándose hasta que encontró un árbol. Luego, con manos temblorosas apoyadas sobre el tronco, se puso de pie. 

“Conozco la verdad sobre ti,” dijo Stiles, “pero matarme no hará que se vaya la verdad. Matarme hará que mi padre haga descender todo el peso del departamento del sheriff sobre ti. No estarás a salvo y tu manada no estará a salvo y ellos verán que todo es a causa de ti, porque la jodiste. Serás visto como un incompetente. Dejarán de tenerte miedo y tú necesitas que te tengan miedo porque  sabes que nunca te querrán. Te van a traicionar, Peter. Entonces estará solo, realmente solo.”

“Ya estoy solo,” dijo Peter.

Volvió a moverse hacia Stiles, su mano cerrándose en el brazo de Stiles. Durante un segundo, Stiles pensó que de verdad este iba a ser su fin. Pero luego Peter empezó a caminar entre los árboles y Stiles se encontró siendo arrastrado de nuevo, dando traspiés en la oscuridad. 

Se preguntó por qué Peter no había acabado con todo y le había matado ya, pero incluso él no era tan estúpido como para hacer esa pregunta en voz alta. 

 

***

La moto de Scott aún estaba en la escuela, así que el único modo de ir a la casa de Stiles era a pie. Intentó mantenerse en caminos del bosque, lejos de las carreteras y de los lugares en los que pudieran verle, y se permitió transformarse de nuevo, corriendo entre los árboles en su forma de hombre lobo. Había algo estimulante en ello, una dicha en la velocidad que no se parecía en nada a otro placer. Notó como la distancia desaparecía y luego se estaba aproximando a la casa del sheriff. No había ni rastro del jeep de Stiles, lo que sorprendió a Scott, pero había luces abajo y escuchó voces. 

“No es solo que sea fuerte y rápido,” alguien estaba diciendo. “También está la curación.”

Esa era la voz de Isaac. ¿Qué demonios estaba haciendo aquí? ¿Y qué estaba diciendo? Scott tenía un miedo atroz al posible tema de conversación de Isaac y se apresuró hacia la puerta, llamando con fuerza para intentar cortar la conversación de dentro antes de que Isaac dijese algo que no debiera. 

La puerta se abrió casi al instante y el sheriff estaba allí. 

“Hola,” dijo Scott. “¿Está Stiles?” 

Y entró en la casa sin esperar una invitación. Era la clase de cosas que Stiles solía hacer en su casa, pero ahora mismo su prioridad era averiguar cuánto había dicho Isaac. 

“Hola, Scott,” dijo Isaac desde el salón. Su expresión nerviosa dijo todo lo que Scott necesitaba saber, pero Isaac lo dijo también en palabras, “Le he contado al sheriff todo.”

Scott sintió como martilleaba su corazón. Se tomó un momento para calmarlo, para calmarse él, porque no podía permitirse perder el control de su lado licántropo ahora. Miró con nerviosismo al sheriff, preguntándose si todo quería decir todo. El sheriff no estaba mirando a Scott como si fuera un monstruo peligroso, lo que quizás quería decir que Isaac le había contado una versión edulcorada. Después de todo, Scott no le había dicho todo a los Argents y ellos ya sabían lo de los licántropos y todo eso. 

“¿Por qué?” preguntó Scott. 

“Porque alguien tenía que hacerlo,” dijo Isaac, “y de este modo ni tú ni Stiles tenéis que romper vuestra promesa con Peter.”

“¿De verdad le has contado todo?” 

Isaac asintió. Scott volvió a mirar al sheriff, esperando que le dijera que ya no podía se el amigo de Stiles, que era demasiado peligroso como para que Stiles estuviera cerca suyo. Esperando alguna clase de reacción. Pero el sheriff parecía sorprendentemente calmado, aunque parecía tenso. 

“Stiles ha ido a por Derek,” dijo el sheriff. “Deberían regresar en cualquier momento. Entonces podemos tener una conversación de verdad sobre lo que tiene que pasar ahora.” 

Sonaba a que rezar y esperar a que pasase el peligro por sí solo no era una opción que estuviera considerando el sheriff. Así que ahora era el momento de que se confesase él. 

“He hablado con Chris Argent,” admitió Scott. “No le he contado todo. No le he contado que yo soy un hombre lobo,” miró a Isaac, “ni le he hablado de ti, Erica y Boyd. Le he dicho que se lo de los Hales y que Peter Hale es un asesino. Dijo que iba a hablar las cosas con otros y que prepararían un plan de ataque. Puede que todo lo que tengamos que hacer sea mantenernos al margen y los Argents acabarán con Peter.”

“¿Pero y si van tras Derek también”? preguntó Isaac. 

“Chris me prometió que solamente cazan a licántropos que han matado a alguien.”

“Derek no confía en los Argents,” dijo Isaac. Estaba fulminando con la mirada a Scott, como si Scott le hubiera traicionado al hablar con Chris. Pero había sido Isaac el que había chivado los secretos de Scott al padre de su mejor amigo. Al menos Scott no había mencionado el nombre de Isaac. 

“Cuando llegue aquí,” dijo el sheriff, “veremos si él tiene alguna idea de como encargarnos de estas novedades.”

El sheriff miró su reloj. Caminó un poco y volvió a mirarlo. Era casi el mismo lenguaje corporal que Scott había visto en Stiles cientos de veces cuando Stiles estaba nervioso por algo. Scott casi podía oler la ansiedad del sheriff. 

“¿Cuánto tiempo hace desde que se fue Stiles?” preguntó Scott. 

“Hace unos cuarenta minutos.” 

Scott intentó recordar cuanto le había llevado a Derek cuando les había llevado en coche tras el incidente del secuestro. Veinte minutos, más o menos, y Derek no había llegado hasta la casa misma. Además, Stiles quizás tendría que discutir con Derek para que viniera, ahora que el sheriff sabía la verdad. Cuarenta minutos no era nada por lo que preocuparse. 

Scott miró su reloj. 

“Voy a llamarle,” dijo Scott. “Para ver cuanto le falta.”

El sheriff asintió con la cabeza. La tensión no disminuyó en nada. 

“Si no responde,” dijo Scott, “no quiere decir nada. Quizás decida no responder mientras conduce y probablemente está lo suficientemente cerca como para que decida que no importa.”

Lo estaba diciendo para calmarse tanto a sí mismo como al sheriff, incluso cuando buscó el número de Stiles en sus contactos. Tocó el icono de llamada y sostuvo el móvil en su oreja, intentando que su corazón latiera de forma estable. 

El tono de llamada se detuvo cuando respondieron. 

“¿Stiles?” dijo Scott. 

“Me temo que no,” dijo una voz que le llenó de terror frío. Al otro lado de la sala, Isaac se tensó, sin lugar a dudas escuchando el otro lado de la llamada. El sheriff no sería capaz de oír, pero si que notó las reacciones de los otros dos licántropos y ahora parecía completamente aterrado. 

“Peter,” dijo Scott, poniendo el altavoz en el teléfono para que el sheriff fuera capaz de escuchar. 

“Has roto tu promesa, Scott,” dijo Peter. “Has acudido a mis enemigos y eso te convierte en mi enemigo también.” 

“Está Stiles…” Scott no pudo terminar la pregunta. Su voz se cortó en la última palabra. Ni siquiera podía preguntar si Stiles estaba muerto. Porque esa sería la pena si rompía el acuerdo con Peter. 

Las lágrimas acudieron a los ojos de Scott. Había hecho el acuerdo con Peter para mantener vivo a Stiles y de algún modo Peter lo había sabido cuando lo había roto. Y ahora, por el mismo pacto que habían hecho, Stiles perdería la vida. 

“Está vivo,” dijo Peter. “Tienes una oportunidad de que así siga.” 

La garganta de Scott se cerró demasiado como para hablar. Su mejor amigo estaba en peligro mortal porque había sido lo suficientemente estúpido como para pensar que podría hablar con los Argents y nadie lo sabría. 

“Si haces daño a mi hijo,” dijo el sheriff, “te cazaré personalmente y te meteré una bala entre las cejas.” 

“Hombre, sheriff, un placer volver a hablar contigo,” dijo Peter, la voz perfectamente en calma. Pero bajo sus palabras había el sonido de otra voz, una voz enfadada, lo suficientemente lejos del teléfono como para que no se distinguieran las palabras. Las palabras que Scott consiguió discernir no eran agradables. Stiles estaba maldiciendo a Peter, 

Al menos esa era prueba de que definitivamente seguía vivo. 

“Disculpadme,” dijo Peter, la voz aún cordial. Las maldiciones sonaron algo más claras, luego hubo un sonido que solo podía haber sido el choque de un puño contra la carne. Las maldiciones se detuvieron. 

Luego la voz de Stiles dijo, baja pero distinguible, “Si le haces daño a mi padre, maldeciré tu penoso trasero y te atormentaré cada minuto de la eternidad.”

El frío nudo de terror en el estómago de Scott se apretó más. Porque Stiles no había dicho una amenaza de violencia salvaje e imposible. Había amenazado con maldecir a Peter. La única amenaza que había sacado era la de convertirse en un fantasma. Scott supo entonces que Stiles no creía que fuera a sobrevivir. 

La voz de Scott temblaba cuando dijo, “Has dicho que puedo salvar a Stiles.”

“Has acudido a mis enemigos,” dijo Peter. “Así que vuelve con ellos una vez más y llévalos hasta mi. Cuando los Argents yazcan muertos en el lugar en donde quemaron viva a mi familia, en donde me quemaron vivo a mí, entonces soltaré a Stiles.”

“¿Quieres que mate a los Argents?” preguntó Scott. 

“Y quizás quieras apresurarte con ello. Si Stiles sigue dirigiéndose a mí con tan poco respeto, tendré que ponerme creativo para callarle.” 

 

“Stiles,” dijo el sheriff, hablando rápidamente, “si puedes oírme, no le antagonices. Coopera. Haz lo que él te diga y…”

Pero la llamada ya había finalizado.

“Te quiero,” añadió el sheriff en un susurro final, hablando al móvil silencioso. 

Las manos de Scott estaban temblando mientras sostenían el móvil. Sentía que iba a vomitar. 

“Lo siento,” dijo, aunque las palabras eran inútiles. Había prometido mantener el secreto de Peter y ahora Stiles iba a morir porque no había mantenido esa promesa. 

El sheriff parecía tan pálido y mareado como se sentía Scott, pero alargó una mano y la posó sobre el hombro de Scott. Miró a Scott directamente a los ojos y dijo, “Vamos a recuperarle. Solo necesitamos un plan.” 

 

 

Chapter 18: Capítulo 18

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“Tu plan apesta,” dijo Stiles. 

Estaba sentado en el suelo en la esquina de una habitación quemada del esqueleto de la casa. Stiles no tenía dudas de que esta era la casa de la que había hablado su padre, en la que los Hales habían vivido antes de que todo se quemara bajo circunstancias cuestionables. Peter le había llevado a una habitación de arriba y le había dejado allí mientras había tenido la conversación telefónica con el padre de Stiles. 

Peter claramente no había pensado mucho lo de secuestrarle, porque no tenía nada para amordazar a Stiles. Esta vez no había cadenas. Ni siquiera había cinta americana. Pese a eso, Stiles no tenía esperanzas de escapar de la casa. Peter se había asegurado de ello al pisarle con fuerza sobrehumana su pierna. Por el dolor agudo que recorría toda su pierna cada vez que se movía un poco, Stiles sospechaba que era una rotura seria. No tenía esperanza de ponerse de pie, mucho menos correr lo suficientemente rápido como para escapar de un hombre lobo. 

Pero no iba a dejar que una nimiedad como un dolor agonizante le detuviera de decirle cuatro cosas a Peter, particularmente porque Peter no tenía nada a mano para cerrarle la boca esta vez. 

“¿Tu gran plan es que Scott mate a una familia de cazadores de licántropos por ti?” dijo Stiles. “Incluso si dejamos a un lado el hecho de que lloró durante una semana cuando tuvo que ayudar a Deaton a sacrificar un gato que se estaba muriendo de cáncer, está el hecho de que son unos malditos cazadores de licántropos . ¿De verdad crees que Scott será capaz de ir ante ellos, matarlos, y arrastrar sus cuerpos hasta aquí para que le des el visto bueno?”

Peter no dijo nada. Estaba de pie junto a una de las ventanas rotas, una tela de plástico rasgada cubriendo el hueco, que ahora golpeaba cuando el viento soplaba desde el bosque. Ni siquiera se movió para dar a entender que había hablado Stiles. 

“Y, en serio,” prosiguió Stiles, “¿tu plan incluye decirle a la gente que te odia y que tienen todos los motivos para querer que te mueras, donde exactamente vas a estar esperándolos? Ahora mismo estás tirando por la ventana tu imagen de maestro de ajedrez paciente y cauto.” 

“Me he cansado de la paciencia,” dijo Peter. Eran las primeras palabras que había pronunciado desde la llamada telefónica y salieron bruscas y airadas. Se giró para mirar a Stiles, los ojos aún ardiendo rojos en la oscuridad, haciendo que fuera difícil mirar otra cosa aparte de esos puntos malévolos. 

“¿Te puedes imaginar,” dijo Peter, “lo que se siente al estar en esta casa en donde comenzó el fuego? Escuchar los gritos agonizantes de tu hermana, de tus hermanos, primos, sobrinos y sobrinas? ¿Oler el humo y la peste de tu propia piel derritiéndose? ¿Escuchar a los pequeños, los niños inocentes, gritando para que alguien los salvara mientras se ahogaban y ardían? ¿Te puedes imaginar tomar cada bocanada de aire lleno de humo, notando como se descorchaba la piel de tu cuerpo, buscando la luz del sol pero encontrando solo más humo, más dolor?”

Peter aún estaba mirando a Stiles, quien tragó nervioso y dijo, “No. No lo puedo imaginar.” 

“Entonces no te puedes imaginar el infierno que viene luego, el dolor que hace que el fuego en sí parezca un buen recuerdo. Estaba atrapado en mi propio cuerpo, consciente y agonizante, mientras mi piel se curaba a sí mismo lentamente, pieza por pieza. No podía moverme, no podía hablar, ni siquiera podía gritar. Sobreviví a ese infierno, me mantuve lejos de la desesperación sabiendo que algún día encontraría a los responsables. Aguanté, me curé, volví a mí mismo porque sabía que un día les haría pagar con sangre por lo que habían hecho pasar.”

Peter se inclinó sobre Stiles, mirándole directamente al ojo. Stiles tenía el horrible presentimiento de que esos ojos fulminantes rojos serían lo último que vería. 

“Sabía que los Argents lo habían hecho, pero Laura no me hizo caso,” dijo Peter. “Cuando encontré pruebas, cuando encontré el nombre del que lo había organizado, incluso entonces no escuchaba. Era débil y tenía miedo. Ella era el alfa. Debería de haber protegido a la manada. Debería de haber acabado con nuestros enemigos. Debería de haberles destruido, igual que ellos hicieron con nosotros. ¡Debería de haberles matado! Y ella se negó.” 

“¿Por eso la mataste?” preguntó Stiles. 

“Todos esos años, esos años que pasé en agonía en cada momento, en donde todo lo que podía escuchar eran los ecos de aquellos a los que había escuchado morir, solamente podía pensar en recibir justicia. ¡Y ella se negó!”

Sus palabras eran un ladrido bajo. Stiles podía sentir su aliento con cada pronunciación. Peter estaba justo en frente suyo, agachado encima suyo, con fuego ardiendo en sus ojos. Stiles sospechaba que Peter había perdido la cabeza completamente, cegado por los años vividos con esta ira. Finalmente había estallado y ahora habría sangre. Stiles se preguntaba si haber matado a Laura habría sido la gota que colmó el vaso para Peter. 

“No quería matarla,” dijo Peter, “pero no iba a dejar que se interpusiera más en mi camino. No permitiré que nadie se interponga en mi camino.” 

“Así que ahora vas a vengarte.”

“Voy a buscar justicia.” 

“¿En qué sentido es justicia matarme?” preguntó Stiles. “Esa gente hizo cosas horribles, no lo estoy negando, pero eso no te da carta blanca para cometer asesinatos. Si me matas no será justicia. Ni siquiera será venganza porque no te he hecho nada. Igual que Laura no te hizo nada. Solamente demostrarás que eres un asesino. Un monstruo.” Stiles sabía que probablemente era una estupidez decir esto, que probablemente debería de quedarse callado y esperar que su padre estuviera de camino a rescatarle, pero no parecía poder parar la afluencia de palabras. 

Peter alargó una mano. La apoyó contra la mejilla de Stiles en un gesto que era casi una caricia. Stiles echó a un lado la cabeza, intentando escapar el toque. Pero no había sitio a donde ir. Incluso si no tuviera una pierna rota, estaría perfectamente clavado en la esquina por Peter. 

“El trato con Scott complica esto,” dijo Peter, “pero no puedo dejar que se vaya de rositas tras traicionarme. Planeaba matarte sin más, a modo de mensaje. Pero hubiera hecho que fuera una muerte rápida, por el bien de Derek. Derek estaría mal si hubieras sufrido.”

“A ti te da igual Derek,” dijo Stiles. “Un alfa de verdad se preocuparía por su manada. Un alfa de verdad cuidaría a la familia, no intentaría usarlos. Te preocupas más por tu venganza que por lo que le ocurra a la manada. Te da igual que si luchas contra los Argents y pierdes, igual decidan herir a Derek y Cora también. Te da igual que tu propia manada esté aterrada de ti, que te odien tanto como tus enemigos. Si fueras un alfa de verdad, te preocuparías más por protegerlos que de matar a los Argents. Quizás Laura era un alfa de verdad, pero desde luego tú no lo eres.”

Stiles sabía que probablemente debería de estar más preocupado por el hecho de que Peter hubiera implicado que una muerte rápida e indolora ya no era parte del plan. Stiles probablemente iba a pasar sus últimas horas de vida siendo torturado. Pero si Peter lo hacía durar, igual eso le daba a su padre el tiempo suficiente como para llegar a tiempo aquí, a tiempo para salvarlo. 

“Algunos de los de mi especie muestran desde jóvenes que poseen el espíritu de un alfa,” dijo Peter. “Desde ese momento, se les entrena para ello, sabiendo que un día tomarán el relevo de la manada del alfa actual, o que se separarán y formarán una manada propia cuando la manada es demasiado grande. Crecen preparados para el peso y la responsabilidad del liderazgo, de proteger a su manada. Laura había nacido para esto, era la hija de su madre hecha y derecha. Sus ojos empezaron a volverse rojos antes de que cumpliera los doce.”

Stiles no estaba seguro de adonde estaba yendo Peter con esta lección familiar, pero era mejor que ser torturado así que, por una vez, Stiles decidió callarse y seguirle la corriente. 

“Derek no es un alfa,” dijo Peter. “Se que sueña con matarme, pero aunque reciba mis poderes, no será un alfa de corazón, da igual de qué color sean sus ojos. Cora quizás sea algo mejor pero incluso ella se encogería intentando huir de lo que significa de verdad ser un alfa. Y esos chiquillos lloriqueantes que he traído a la manada están demasiado ocupados buscando a alguien a quien seguir como para pensar siquiera en liderar. Una manada necesita un alfa. Estarían perdidos sin uno.” 

“No eres el único alfa de la zona,” dijo Stiles.

“¿Te refieres a Scott?” inquirió Peter. Hizo un ruido burlón y se enderezó, apartándose por fin de Stiles. Stiles tomó aire aliviado por el hecho de que Peter ya no estuviera tan cerca. Sentía que necesitaba lavarse la cara para liberarse del recuerdo de su toque. Peter no pareció notarlo. Regresó a la ventana y miró hacia el bosque. 

“Scott tiene demasiado miedo de su poder,” dijo Peter, “como para usar el regalo que se la ha dado. Quiere esconderse, fingir que es normal, fingir que es humano.” Peter escupió la última palabra como si fuera un insulto. 

“Ey,” protestó Stiles, “no hay nada de malo en ser humano.”

Peter se rió. Se giró hacia Stiles y se agachó de nuevo frente a él. Esta vez, cuando alargó una mano hacia Stiles, la presionó en su pierna. Stiles gritó aun antes de que su mente reconociera el dolor. Peter presionó contra la rotura y una agonía se disparó por su pierna herida. 

“Una herida como esta se curaría en minutos,” dijo Peter. “Serás más fuerte y más rápido. Nunca te pondrás enfermo. Serás capaz de luchar por los que te importan, en vez de gastar saliva en amenazas vacías.”

La verdad era que Stiles no quería pensar en el hecho de que Peter había empezado a hablar de lo que podía pasar y luego había empezado a usar el verbo ser en futuro. Peter parecía pensar en esto como una conclusión  inevitable.

“No quiero ser como tú,” dijo Stiles. 

Peter por fin quitó su mano de la pierna rota de Stiles. El dolor se redujo, hundiéndose en una palpitación que golpeaba al ritmo de su corazón. 

“Tenías razón antes,” dijo Peter. 

“Tengo razón muchas veces,” dijo Stiles. “Vas a tener que ser más específico.”

“Estoy arriesgando mucho al decirle a Scott dónde encontrarme, especialmente ahora que sé que ha estado hablando con los Argents.”

“Y está el hecho de que mi padre también va a cazarte,” dijo Stiles. “No te olvides.”

“Quiero justicia,” dijo Peter, “y me he cansado de esperarla. Estoy cansado de jugar limpio. Así que deja que vengan todos a mi y por fin lucharé contra los que han causado todo esto. Pero hay un riesgo. Quizás los cazadores tengan suerte. Quizás Scott por fin haga uso de su poder.” Peter sonaba casi divertido cuando prosiguió con, “quizás tu padre haga honor a sus amenazas y me meta una bala entre ceja y ceja.”

“Cruzo dedos,” dijo Stiles. Esperó otro golpe, quizás otro hueso roto, pero si Peter lo había oído no le molestó. 

“La manada necesita un alfa,” dijo Peter. “Todas las manadas lo necesitan. Si me muero, Derek intentará liderar y eso no acabará bien. Necesitarán un licántropo en la manada que sea la clase de alfa que fue mi hermana, uno que proteja y cuide a los miembros de la manada, alguien que pelee por ellos incluso cuando tenga miedo y haga frente a unas probabilidades imposibles.”

Los ojos brillantes volvieron a fijarse en Stiles. Era difícil ver algo en su expresión con las sombras pero una tensión horrible se clavó en las entrañas de Stiles. 

“¿Estás sugiriendo lo que suena que estás sugiriendo?” preguntó Stiles. 

“Pues claro que no,” dijo Peter. “Una sugerencia implicaría que puedes negarte.” 

 

***

Caminaron con cuidado por el bosque. Se acercaron a la casa desde distintos lados, parcialmente para evitar potenciales trampas que Peter hubiera podido poner, y parcialmente para acorralarle. Si Peter estaba allí solo, entonces quizás alguien podría atraerle en una pelea en un lado, mientras los otros se colaban para rescatar a Stiles. Asumiendo que Stiles estuviera vivo. 

Scott se hizo camino entre los árboles. A su derecha, podía ver la linterna del sheriff mientras buscaba el camino a seguir entre la oscuridad. A su izquierda, Scott podía escuchar movimiento pero no veía nada. Los Argents estaban usando equipos de visión nocturna. En algún lugar al otro lado de la casa, lo suficientemente lejos como para que sus movimientos fueran indistinguibles a los oídos de Scott por los sonidos generales del bosque, estaba Derek y el resto de su manada. 

Scott le había dicho a los Argents que Peter había capturado a Stiles y estaba amenazando con matarlo. Les dijo que Peter había dejado escapar donde estaban. No les había dicho que Peter había pedido específicamente a Scott que les llevara allí. Ciertamente no les había dicho que Peter le había dicho que los matase. 

Scott había llamado a Derek para ponerle al día. Aún tenía el número de Derek de cuando este había intentado reclutarle para la manada de Peter. No podía evitar preguntarse cuantos problemas habrían evitado si le hubiera dado el número de Derek a Stiles. Pero no se le había ocurrido ofrecerlo porque había asumido que Derek se lo había dado a Stiles, y a Stiles probablemente no se le había ocurrido que Scott podría tenerlo. No era bueno lamentar lo que podría o no podría haber sido. Al menos no por ahora. Todo lo que podía hacer ahora era esperar que pudieran llegar a Stiles antes de que Peter le hiciera algo malo. 

La casa apareció como un espectro de entre los árboles conforme se acercaron. Era una forma sombría, que se erguía alta y oscura sobre ellos. Scott dejó que sus ojos cambiaran. No quería que Peter los viera si por lo que fuera estaba mirando, o que lo vieran los Argents, pero sería más fácil ver lo que estaba pasando con sus ojos cambiados. Todo se volvió más claro. Los colores desaparecieron, pero podía ver con más nitidez en la escasa luz. De momento, no había señales de movimiento desde el interior. Agudizó los oídos, esperando escuchar algo, alguna señal de que Stiles estaba vivo.

Scott esperó, agachado entre la maleza. Tenía que esperar hasta que todos estuvieran en posición. No tenían mucho plan, pero tenían que empezar con la vigilancia. Necesitaban saber de seguro que Peter estaba allí. Cuanto más supieran, menos probable era que esto acabase en un baño de sangre. Si había siquiera algún modo de que esto no acabara en un baño de sangre. 

Llegados a este punto, todo lo que Scott podía esperar era que fuera la sangre correcta. Sabía que los Argents iban a intentar matar a Peter. Sabía que Peter definitivamente quería matar a los Argents. Una parte de Scott solo quería sacar de allí a Stiles para que pudiera dejar que el resto hiciera lo que quisiera. 

Necesitaban un modo de comunicarse con el resto, algo para indicar al resto que estaban en posición porque Scott no tenía ni idea de en donde estaban los otros licántropos. Podrían estar esperando como él o podrían estar aún de camino atravesando la reserva natural, dado que su ruta hacia la casa requería de un mayor rodeo. Tenían los móviles en silencio y podían escribir, pero iba a ser difícil coordinar nada. Argent había querido más tiempo para planear las cosas, pero el sheriff no había querido ni un retraso y Scott había coincidido plenamente. Cada minuto que Stiles estuviera con Peter, podría estar en un dolor horrendo. 

Scott vio el primer indicio de movimiento y luego un cuerpo fue lanzado de entre los árboles al claro en frente de la casa. Tuvo un momento para discernir que demonios había pasado y luego Derek estaba allí, sujetando a alguien contra el suelo. Era Kate Argent. 

Una saeta cruzó el aire, clavándose en el brazo de Derek. No liberó su agarre en la garganta de Kate. Solamente se giró hacia la casa. 

“¡Peter!” gritó Derek. “Deja ir a Stiles y puedes matarla tú mismo.”

En el suelo, Kate forcejeó con una mano para liberarse del agarre que Derek tenía sobre su garganta. Pero con la otra mano, sacó un cuchillo de su funda. Lo clavó en la pierna de Derek. Este emitió un sonido de dolor pero no aflojó. 

“Suéltala o te disparo en la cabeza,” dijo Chris Argent, aún cubierto entre los árboles. 

Scott escuchó un ladrido y luego había otros licántropos sobre Chris. Escuchó disparos pero no pudo saber si había alguien herido. Scott se preguntó cómo se había vuelto todo tan caótico tan rápidamente. 

Escuchó al sheriff gritar que esto no iba a ayudar a nadie, que tenían que concentrarse en su enemigo real. 

Pero quizás este caos podía ayudar. Quizás si Peter estaba distraído por lo que pasaba afuera, no estaría prestando tanta atención al otro lado de la casa. 

Scott empezó a correr, cobijándose tras los árboles y recorriendo el borde del gran claro. Aún podía escuchar voces desde el otro lado. Chris estaba gritando a alguien, bien a Peter o a Derek, diciendo que esta violencia era innecesaria, que el incendio había sido un accidente y que su familia no tenía nada que ver. Estaba intentando llamar a la razón, diciendo que no había necesidad de que nadie saliera herido. Que sólo querían que un chico humano inocente estuviera a salvo. 

Scott no podía ver ninguna señal de movimiento en la casa. ¿Era posible que Peter no estuviera allí? ¿Que todo esto fuera una trampa?

Scott miró hacia la ventana rota y comprobó todas las ventanas que podía ver. No creía que hubiera nadie en este lado de la casa. Con suerte, Peter estaba demasiado ocupado viendo a Derek amenazar con matar a Kate. Scott salió de su escondite y echó a correr hacia el espacio que antaño había estado ocupado por un cristal. Cuando sus pies golpearon el suelo de madera de dentro, una de las tablas quemada y dañada por el fuego, se quebró bajo su pie con un ruido más fuerte del que le hubiera gustado. 

Scott se quedó congelado en el sitio. ¿Había escuchado alguien eso?

Afuera, Chris estaba diciendo de nuevo que los Argents no habían provocado el incendio. 

“Puede que tú no,” respondió Derek, “pero ella si.”

“Oh, no me puedo llevar todo el mérito,” dijo Kate. “Nunca podría haberlo hecho sin ti.”

Scott fue avanzando por el suelo ennegrecido, atento a cualquier sonido de movimiento de dentro de la casa, pero todo lo que podía escuchar era la conversación de afuera. 

“¿De qué demonios está hablando?” preguntó una chica. Probablemente la hermana de Derek. 

Al mismo tiempo, Chris soltó un afligido, “Kate, no.”

Entonces Kate gritó, “¿Te lo ha contado, Peter? ¿Te ha contado que la razón por la cual pude quemar a tu familia viva fue porque él me metió en la casa? Todo porque quería acostarse conmigo. ¡Tu sobrino vendió a tu familia por sexo!”

De algún lugar encima de Scott, salió un sonido que hizo temblar todo el edificio en ruinas. No era el aullido de un lobo, sino un rugido. Era el sonido de la pura rabia hecha ruido. 

 

 

Chapter 19: Capítulo 19

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Stiles había escuchado cada palabra fuera de la casa. Cuando había empezado la pelea, Peter le había sujetado en el sitio, una mano sobre su boca para que no pudiera llamar a nadie de los que habían venido a rescatarle. Había escuchado la voz de Derek, y la de los Argents, y, con una creciente alegría cuando la reconoció, la voz de su padre. No podía ver lo que estaba pasando, pero podía adivinarlo bastante bien. 

Entonces la voz de la mujer resonó, soltando la bomba. Admitió haber provocado un incendio pero, más que eso, que se había estado acostando con Derek. Lo había usado para acceder a la casa. 

Peter por fin apartó su mano de la boca de Stiles. Echó su cabeza atrás y simplemente rugió, una barrera de sonido que hizo temblar todo el edificio. La cara y el cuerpo de Peter se contorsionaron, le salió pelaje, las extremidades cambiaron de forma, mientras se transformó en algo más grande y más poderoso de lo que Stiles había visto alguna vez. Estaba tomando una forma que se asemejaba más a un oso que a un lobo. Y aún estaba rugiendo toda su furia, la boca abierta y mostrando esos colmillos viciosos. 

Y Stiles estaba sentado a menos de dos metros de él con una pierna rota y una herida en su brazo que aún estaba goteando sangre por un costado. Nunca había deseado más un arma en su vida. 

Peter ya no estaba interesado en él. Pegó un salto, a través de la ventana rota, sin importarle que arrancase un trozo del marco y de la pared mientras lo hacía. El edificio volvió a sacudirse por el impacto pero luego Peter desapareció hacia la calle. 

Stiles se arrastró por el suelo, tirando de sí mismo encima del suelo sucio y arrodillándose sobre su rodilla buena para poder mirar por el nuevo agujero. Ahí en el suelo bajo él, Peter apartó a Derek del medio de un empujón, hundió sus garras en la mujer del suelo y luego retorció . Algo golpeó el lado de la casa con un suave salpique. Peter volvió a hundir sus garras en ella, arrancando la carne, despedazándola. Un brazo salió volando. 

Stiles pensó que iba a vomitar al verlo, pero había otra parte de él, la parte que la había escuchado confesar que había usado a Derek para matar a su familia, que estaba más que encantado de verla morir. 

Alguien empezó a disparar. No. Era más de una persona. Stiles pudo ver fogonazos de dos pistolas mientras descargaban el cargando sobre Peter. 

“¿Stiles?” la voz provenía desde detrás suyo. Stiles se giró, el movimiento sacudiendo su pierna y enviando punzadas de dolor por ella. ¿Cuánto faltaba para que la curación sobrenatural empezase a hacer efecto? 

“¿Scott?” preguntó Stiles. No podía ver quien era en la oscuridad, pero un par de ojos brillaron rojo y Stiles había reconocido la voz. Un instante después, Scott estaba a su lado. 

“Oh dios,” dijo Scott, tocando con una mano la herida del brazo de Stiles. 

“Estaré bien,” dijo Stiles. “Quiero decir, tengo la pierna rota y estoy con un dolor considerable, pero el mordisco de hombre lobo se ocupará de eso no tardando.”

“¿Te ha mordido?” Scott sonaba en estado de shock. “Pensé que iba a matarte.”

“Cambió de opinión.” 

Afuera, aún se escuchaban los disparos. En algún lugar en la oscuridad de afuera había ladridos y alaridos de dolor.

“Venga,” dijo Scott. “Vamos a sacarte de aquí.”

Scott se agachó a su lado y metió un brazo bajo el sobaco de Stiles y por encima de su espalda. Stiles apoyó su mano en el hombro de Scott y dejó que este le incorporara. Mantuvo su peso sobre su pierna sana y se apoyó contra Scott. Usando a Scott como muleta, cruzó la sala cojeando. 

Afuera, los disparos cesaron. Escuchó voces. Chris Argent estaba protestando que no había sabido lo que había hecho Kate. 

“¡Suéltale o morirás!” gritó el padre de Stiles. Stiles no podía ver ya lo que estaba pasando afuera, pero no sonaba nada bueno. 

Stiles, aún apoyado en Scott, llegó a las escaleras. Esto sería más difícil. Stiles no estaba seguro de que confiase en la estabilidad de las escaleras la mayoría de las veces, mucho menos con dos personas intentando bajar juntas. Stiles apoyó una mano en la barandilla y se aferró a Scott, bajando las escaleras básicamente a saltos.

“Mataron a nuestra familia,” ladró Peter, su voz sonaba más animal que humana ya. 

“No fue él el que mató a Laura,” respondió Cora. 

Hubo más ruidos, ladridos y peleas, el chasquido de lo que Stiles ahora reconocía demasiado claramente como la rotura de un hueso. Alguien emitió un grito de dolor que era parcialmente un aullido animal. Las voces volvieron a disolverse en un caos.

Stiles intentó concentrarse en su difícil viaje, bajando a saltos las escaleras con la ayuda de Scott. Llegaron abajo y ahora Stiles podía mirar a la calle a través de la puerta abierta de la casa en ruinas. Peter estaba en medio del caos, en su forma alfa. Erica y Boyd estaban luchando con él, todo garras y dientes mientras intentaban sujetarlo. 

Peter lanzó a Erica a un lado como si no pesara nada y luego Isaac estaba allí, saltando a la abertura que se había hecho e intentando arrastrar sus garras por la espalda de Peter. Peter se giró rápidamente, agarró a Isaac con las garras de una mano, y luego le lanzó también a un lado. Entonces con un movimiento de su enorme cuerpo, lanzó a Boyd contra el suelo y apoyó un pie con garras sobre su estómago para sujetarlo. 

Scott intentó poner a Stiles detrás suyo, pero a Stiles no le iban a hacer a un lado fácilmente. Cojeó hacia delante, su pierna aún una agonía ardiente pero consiguiendo soportar su peso un poco. Stiles se aferró a la jamba de la puerta y miró mejor al claro. 

Los licántropos estaban claramente heridos, pero seguían peleando. La camiseta de Derek había quedado hecha trizas ensangrentadas, pero no parecía haberle retrasado. Embistió ahora, el cuerpo agachado, concentrando su ataque en la pierna de Peter para que Boyd pudiera liberarse. 

Stiles vio a su padre al otro lado del claro, y una ola de alivio le atravesó. Su padre estaba recargando su pistola, pero no parecía que le hubieran tocado ni un pelo. 

Chris Argent había caído, una figura inerte que yacía al lado de los espantosos restos de su hermana. Stiles no podía saber si estaba muerto o solo inconsciente, pero no había duda alguna con Kate. 

Peter apartó a Boyd de una patada y agarró a Derek de la garganta, alzándole del suelo. Derek hundió sus garras en el brazo de Peter, pero este no aflojó su agarre. 

“¡Todo lo que quería era justicia!” ladró Peter. 

“Matar a Derek no es justicia,” dijo Stiles. Lo dijo en voz baja, pero el sonido pareció fluir por todo el claro como una ola, arrasando el caos y el ruido. Todos los ojos se clavaron en él. Peter giró su cabeza, ojos rojos encontrándose con los de Stiles en la oscuridad. Se quedó de pie allí un momento, solamente mirando a Stiles. 

Stiles se preguntó qué le estaría pasando por la cabeza a Peter ahora mismo. Estaba luchando contra su propia familia, contra la manada que supuestamente quería proteger. Ya había hecho por lo que había dicho que estaba luchando. Kate Argent estaba muerta, un montón de partes del cuerpo esparcidas por el claro. Peter había impartido su justicia y había matado a la que había quemado a su familia. Todo lo que estaba haciendo ahora era herir a la gente que le importaba. 

Peter dejó caer al suelo a Derek y saltó al porche de un solo salto 

“¡No!” gritó el padre de Stiles, y disparó una bala que atravesó el hombro de Peter, salpicando a Stiles de sangre. Stiles se apartó del chorro pero no se atrevió a soltarse de la jamba o se caería. 

En un instante, Peter estaba de pie enfrente suyo. 

Peter agarró la mano de Stiles en una manaza enorme. Antes de que Stiles supiera lo que estaba pasando, Peter arrastró sus garras por su propia garganta, arrastrando la mano de Stiles con la suya. El chorro de sangre era cálido y húmedo por los dedos de la mano de Stiles y este emitió un grito de asco y terror. 

Luego la luz roja desapareció de los ojos de Peter y colapsó a los pies de Stiles, su forma mermando hasta que el cuerpo que había golpeado las tablas del porche pareció humano. Peter miró con unos ojos vacíos y sin vida, y Stiles notó el calor de la sangre que aún mojaba su mano  y que se había aferrado en gotas a la cara y a su pecho . 

El calor pareció arder en él, hundiéndose en su piel y en algo muy adentro. Llegó a su núcleo, fluyendo por sus venas hasta que cosquilleó en cada parte de su cuerpo. Quemó los dolores que le llenaban, reemplazándolos con algo más, una sensación de energía y poder que no se sentía como nada que hubiera experimentado antes. Su corazón latió desbocado por la emoción que ello conllevaba. 

Stiles sentía que podía correr una maratón o escalar una montaña o bailar toda la noche o hacerlo todo al mismo tiempo. La energía fluyó por él, implacable, brillante pero ardiendo por su cuerpo, como rayos en sus venas. Se sentía dolorosa y brillantemente hermoso. 

Era demasiado intenso. 

Necesitaba hacer algo para librarse de esa energía, para detener el crecimiento del fuego en su interior. Stiles echó la cabeza para atrás y abrió su boca, dejando salir un rugido que portó esta fuerza, este poder. Stiles lo liberó, toda esta fuerza bruta. La gritó en un rugido que hizo temblar al bosque. 

“¿Stiles?” la voz queda de su padre atravesó el inmenso ruido del rugido de Stiles. Sonaba tímida. Asustada. 

Stiles dejó caer su cabeza, buscando a su padre. Estaba de pie, en medio del claro, acercándose cautelosamente hacia Stiles. Sostenía la pistola en su mano, pero la otra estaba extendida hacia Stiles, levantada en un gesto apaciguador. Había un temblor en esa mano. Tenía miedo. Tenía miedo de Stiles

Eso hizo que se le helara la sangre a Stiles, eliminando el ardor de la emoción del poder. No quería que su padre le tuviera miedo. Nunca. 

¿Y si su padre le odiaba ahora? ¿Y si pensaba que Stiles era un monstruo?

Stiles sintió la sangre de Peter, aún cálida y pegajosa en su mano. Quería gritar que esto no era culpa suya. No era un asesino. No era como Peter. No había querido esto. No había pedido convertirse en esto. 

Stiles miró a los ojos de su padre. 

Stiles se cayó al suelo a cuatro gatas. El ácido quemaba en su garganta mientras vomitaba lo que tenía en el estómago. Vomitó de manera incontrolable, hasta que no le quedó nada dentro y luego siguió jadeando, como si pudiera purgar el poder que tenía dentro de él. 

“¡Stiles!” la voz de su padre estaba en su oído. Las manos estaban sobre él, frotándole la espalda, tocando su hombro, ofreciéndole una calidez reconfortante mientras Stiles temblaba y jadeaba. 

“Stiles, no. Otra vez no.” La voz de Derek. Estaba a su otro lado, las manos sobre el brazo de Stiles, ayudándole a sentarse sobre los talones. El estómago de Stiles aún se removía con nauseas pero no había nada más por echar. Stiles solo tembló. Se echó a un lado para apoyarse contra su padre, pero dejó que su mano, la que no estaba cubierta con la sangre de Peter, se moviera y apretara alrededor de la mano de Derek. Derek le devolvió el apretón. 

“¿Qué está pasando?” preguntó Scott, de pie sobre Stiles y removiéndose nervioso. 

“¿Lo está rechazando?” preguntó Cora. Ella estaba abajo, el resto de la manda reuniéndose, mirando con preocupación hacia Stiles. 

Derek tocó la mejilla de Stiles con una mano, diciendo, “No lo sé.”

Stiles dejó que las voces le envolvieran. No se sentía capaz de hacer frente a nada ahora. 

 

***

Stiles no recordaba llegar a casa. Derek y Scott le llevaron allí. Su padre quería que no estuviera cerca antes de que llamase para informar de los cadáveres de Kate Argent y Peter Hale. El informe diría que los mató un animal salvaje. Stiles no tenía claro lo que había pasado con Chris. 

Se movió como en un sueño cuando llegó a la casa. Scott le ayudó a subir a su habitación y luego envió a Derek a por comida. Stiles se quedó en medio del baño mientras Scott le ayudaba a desvestirse. Scott ayudó a Stiles a sentarse en el borde de la bañera para poder quitarle las zapatillas y luego titubeó. 

“Venga, colega, vas a tener que ayudarme con esto,” dijo Scott. “La verdad es que no quiero tener que ayudarte con lo siguiente.” 

Stiles tenía la consciencia necesaria como para ponerse de pies y quitarse los pantalones y los calzoncillos. Luego Scott le guio para ponerle debajo de la ducha y encendió el agua. Agua caliente cayó sobre Stiles, volviéndose rosa conforme limpiaba la sangre. Cuando notó el calor, su cuerpo pareció darse cuenta de que tenía frío y empezó a temblar. 

El temblor se convirtió en sollozos. 

Stiles se apoyó en las baldosas de la ducha y lloró, su cuerpo sacudiéndose conforme caían lágrimas gordas por su cara y se mezclaban con el agua de la ducha. 

“Stiles,” dijo Scott en voz baja desde el otro lado de la cortina, “¿necesitas algo?”

Stiles miró a sus manos en donde descansaban sobre las baldosas blancas. Parecían tan normales, con sus dedos de siempre. Parecían perfectamente humanas, limpias ahora de la sangre que las había manchado. No había matado a Peter. Conscientemente, lo sabía, pero aún podía notar la sangre de Peter en ellas. Aún podía notar lo que había sentido cuando sus dedos se movieron a través de las rasgaduras del cuello de Peter. Sentía que él había sido el que lo había hecho. 

“¿Stiles?” dijo Scott de nuevo. Su voz era suave y callada, como si estuviera hablando con un niño asustado. 

Stiles tenía que serenarse. Tenía que dejar de actuar tan frágil y débil. Tenía que ser fuerte. Especialmente si lo que pensaba que había pasado había ocurrido. 

“Ropa,” dijo Stiles. La primera palabra que había dicho desde la muerte de Peter. “Ropa limpia.”

“Vale. Iré a por ello.”

La puerta se abrió y cerró. Stiles se quedó un minuto más bajo la ducha. Giró el pomo de agua caliente hasta que salió casi ardiendo, dejando que el calor penetrase en su piel helada, limpiando cada parte de él hasta que las manchas de sangre imaginarias desaparecieron de su piel. Cuando por fin salió de la ducha y se envolvió en una toalla, Scott ya se había ido, dejando una pila de ropa limpia encima de la cesta de la ropa sucia. 

Las ropas destrozadas que había llevado Stiles ya no estaban, pero aún había restos de sangre en el suelo. Stiles podía oler la sangre. Llenó sus fosas nasales con un aroma potente. Debería de provocarle náuseas, pero había algo vigorizante en ello, algo que llamaba al poder que tenía dentro. Eso fue lo que le provocó náuseas. 

Stiles se secó y se puso la ropa limpia. Scott las había elegido bien y al poco Stiles estaba ataviado dentro de una sudadera vieja y cómoda. Salió del baño para encontrar a Scott esperándolo en el pasillo. 

“¿Estás bien?” preguntó Scott. 

“¿Estás apuntándote para ganar el premio a la pregunta más estúpida?” preguntó Stiles. Las palabras no tenían el sarcasmo mordaz de siempre. Stiles las había dicho como si las leyera de un guion, diciendo lo que se esperaba, pero Scott logró sonreír de igual modo. 

Stiles consiguió bajar las escaleras sin ayuda, lo que no estaba mal para un chaval que había tenido una pierna muy rota hace unas horas. Derek estaba por la cocina. Parecía haber cogido comida al azar de las alacenas y la había puesto sobre la mesa. Incluso intentó lo que para él era cocinar; había un par de pop tarts calientes en un plato. Parecía que quería tocar a Stiles, pero luego se apartó, esperando a que Stiles cruzara la sala, se sentara, y empezara a comer. Se sentía agotado, como si le hubieran chupado la energía, incluso con el poder fluyendo por él, y todo lo que Stiles se veía capaz de hacer era llevarse la comida a la boca, masticar y tragar de manera mecánica. 

“No pasa nada,” le dijo Scott a Derek, amable pero tenso, “yo me encargo a partir de aquí.”

Derek le miró con frialdad. 

“Es de la manada,” dijo Derek. Stiles no podía saber en qué estaba pensando Derek con ese tono de voz. Era duro, inflexible, serio. No parecía nada contento con la situación. Hubo un breve concurso de miradas entre Scott y Derek, pero al final fue Scott el que apartó la mirada. 

Stiles se dejó caer con facilidad en la silla al lado de la de Stiles, pero Derek se quedó de pie incómodo. Estaba hecho un desastre. Sus ropas estaban hechas jirones y manchadas de sangre, pero las heridas que habían causado eso ya habían curado. Una ducha y un rápido cambio de ropa y nadie sería capaz de saber por lo que acababa de pasar. Como Stiles. 

Stiles mordió un pop tart pero luego movió una mano hacia una de las otras sillas. 

“Come algo,” dijo. “Tienes que recuperar tu fuerza después de todos los zarpazos y golpes que diste antes.”

Derek se sentó. Lanzó una mirada incómoda a Scott, pero luego cogió una bolsa de patatas fritas y la abrió. 

“Bueno, alguien debería de decir algo,” dijo Stiles, después de unos minutos de comida siendo masticada y tragada. 

“Peter te mordió,” dijo Derek. 

“Si.”

“¿Por qué?” 

“Porque le dije que era un idiota, creo. No estoy seguro de que hubiera algo parecido a la lógica en su cerebro al final, pero estaba diciendo cosas sobre como la manada necesitaría un alfa. Supongo que decidió que yo tenía futuro como uno. 

Stiles esperó a que alguien dijera que eso era ridículo. Estaba esperando que alguien dijera que Peter estaba claramente loco. Pero Derek hizo un pequeño asentimiento con la cabeza y continuó comiendo su bolsa de patatas. 

Stiles se giró hacia Scott, “¿En serio fuiste con los Argents a contarles todo?”

“No todo,” dijo Scott. “Pensé que podían ayudar.”

Stiles le dio a Scott una pequeña colleja. Al menos, esa era su intención. El golpe tuvo más fuerza de la anticipada y casi acabó por estampar la cara de Scott contra la mesa. 

“¡Hostias!” dijo Stiles. “Tengo que aprender a controlar la fuerza de hombre lobo.”

“Te llevará tiempo,” dijo Derek. 

“Eso seguro,” coincidió Scott. 

“Y yo soy…” empezó Stiles, pero no estaba seguro de cómo hacer esta pregunta. Aún había muchas cosas sobre los licántropos que no sabía. “Eso que hizo Peter, lo de mancharme con su sangre cuando murió, ¿me ha convertido eso en…? ¿Lo soy?”

“Eres el alfa de nuestra manada,” dijo Derek. “Tu manada.”

“Mierda,” masculló Stiles. 

“Te preocupas por la manada. Incluso antes de que fueras parte de ella, quería protegerles. Te preocupabas por Isaac. Así es como debería de ser un alfa.”

Stiles comió un poco más, pensando en las últimas horas de su vida y en todas las conversaciones aterradoras con Peter. 

“Creo que Peter se preocupaba,” dijo Stiles. “Es solo que le importaba más la venganza.”

“Pensé que iba a matarme también,” dijo Derek, “cuando escuchó la verdad de Kate.”

Esa expresión tensa estaba en su rostro. Sus ojos miraban al suelo. Había algo, casi un aroma en el aire. Eso era la culpa, supo Stiles, aunque no tenía ni idea de como diablos lo sabía, Parte de la razón por la cual Derek estaba encerrado sobre sí, por la que se apartaba de la gente, era la culpa por el incendio. Las pequeñas piezas que había escuchado de Cora hicieron clic entre ellas con las cosas que había escuchado esta noche. 

“Derek,” dijo en voz baja, “¿sabías que Kate iba a usarte para matar a tu familia?”

“Pues claro que no,” dijo Derek. 

“Entonces no es culpa tuya. Ella era una zorra mentirosa, malintencionada que te manipuló. No es culpa tuya.”

“Fui un estúpido.”

“Mucha gente es estúpida,” dijo Stiles. “Scott fue un estúpido por acudir a los Argents después de prometer específicamente a Peter que no lo haría y al hacerlo provocó mi segundo secuestro y básicamente todo lo que ha pasado esta noche.”  

“Lo siento,” masculló Scott. Stiles le ignoró y siguió hablando con Derek. 

“Derek, tú no mataste a tu familia. Lo hizo Kate. No deberías de culparte por nada de lo que ella hiciera.”

Derek no estaba mirando a Stiles. Stiles taba seguro de que Derek le había escuchado, pero eso no quería decir que le hiciera caso. 

“¿Entonces qué pasa ahora?” preguntó Stiles. 

“Eso depende de ti,” respondió Derek. “Eres el alfa.”

Stiles nunca se había sentido menos preparado para algo en su vida. Peter le había confiado esta posición, dándole el poder y la responsabilidad que nunca había pedido, que nunca había querido. Ahora tenía una manada a la que cuidar y no sabía por dónde empezar. Ni siquiera había sido capaz de cuidar de sí mismo tras la muerte de Peter, mucho menos lo era de cuidar de alguien más. Miró al plato vacío delante suyo y se preguntó qué demonios se supone que tenía que hacer. 

La puerta principal se abrió y cerró. Stiles esperó en la cocina y, unos momentos más tarde, su padre se les unió. Su padre vio como estaba la mesa y no dijo nada. Se acercó a un armario y sacó un vaso y una botella de whisky. Stiles observó como su padre se servía y lo bebía de un trago. Su padre miró al vaso vacío un minuto, luego cerró la botella. Se acercó a la mesa y se sentó.  

“Nunca pensé que iba a ayudar a encubrir un asesinato,” dijo. 

“¿Qué le estáis diciendo a la gente?” preguntó Stiles. 

“Chris y Kate estaban en el bosque probando unos equipos de visión nocturna que su compañía estaba pensando vender. Se presupone que Peter Hale estaba cerca de la vieja casa. Derek, quizás necesitemos que menciones que solía ir allí para sentirse cerca de su familia cuando no podía dormir. Mientras estaban todos allí, fueron atacados por un león de montaña. Mató a Kate. Peter intentó detenerlo y Chris lo disparó. Un disparo alcanzó por error a Peter, razón por la cual tiene una herida de bala. El león de montaña mató a Peter pero entonces Chris lo disparó y consiguió darle. El león de montaña debió de asustarse y huyó herido. Tenemos a gente buscando a un león de montaña herido por la reserva.”

“¿Chris Argent?” preguntó Derek. 

“Vivo. Un brazo roto, algunas heridas de garras pero nada serio. No creo que nadie vaya a sospechar de una persona con todas las heridas que parecen haber sido provocadas por un animal.”

“¿Qué hay de las…um…pruebas que dejé en la escena?” preguntó Stiles. Había vómito y sangre por toda la casa.

“Estamos diciendo que Chris vomitó cuando pasó el peligro. El shock. Una reacción perfectamente natural tras ver a una persona morir así.”

Su padre miró a Stiles a los ojos. Había tristeza en los ojos, pero también comprensión. Y ni un ápice de culpa. 

“¿Y qué hacemos ahora?” preguntó Stiles. 

“Dormir. Llamaré a la escuela y les diré que estás enfermo para que no tengas que ir. Scott, ve a casa, y quizás quieras tener una discusión sincera con tu madre sobre todo esto. Pero ninguno de vosotros estuvo allí. Los tres estuvisteis en casa en la cama cuando todo esto pasó. Lo mismo va para el resto de vuestra…manada. ¿Entendido?” 

Los tres asintieron. Alfa o no, Stiles se alegraba de que su padre se pusiera al mando. 

“Derek,” dijo su padre, “será mejor que te limpies antes de irte. Estoy seguro de que Stiles puede dejarte una camiseta.”

Derek miró a los restos de su camiseta y asintió. Stiles agarró la mano de Scott rápidamente antes de que se fuera. No estaba seguro de si debería de agradecer a Scott la ayuda o pegarle un puñetazo por la que había montado, pero de todos modos se alegraba de que Scott hubiera estado ahí. Cuando Scott se fue, Stiles subió a su cuarto, con Derek siguiéndole detrás. No había imaginado esto para la primera vez que Derek entrara a su cuarto. 

“El baño está allí,” dijo Stiles, señalando con el dedo. “Te buscaré una camiseta.”

Pensando en ello, debía de tener alguna camiseta de Derek por aquí. Había pedido prestada una camiseta la primera vez que le habían secuestrado. Derek titubeó en el pasillo afuera del cuarto de Stiles. Parecía querer decir algo, pero todo lo que hizo fue quedarse de pie, mirando a Stiles, quien aún buscaba su camiseta. 

“Derek, la telepatía no parece ser un poder de licántropo que posea, así que vas a tener que usar las palabras.”

Derek dio un paso dentro de la habitación. 

“Lo siento,” dijo. “Siento no haber podido protegerte de Peter.”

“Derek, no tienes nada por lo que disculparte. Peter debería de disculparse, pero está muerto. Kate debería de disculparse, porque ella era la razón por la cual Peter estaba tan tocado del ala, pero ella también está muerta. Y supongo que Scott debería de disculparse por ser idiota pero eso es entre él y yo. Tú no tienes nada por lo que pedir perdón.”

Derek no dijo nada. Stiles suponía que aún sentía la necesidad de disculparse aunque no lo dijera en voz alta. Stiles abandonó la búsqueda y se acercó a Derek, cogiendo su mano. 

“Nada de esto es culpa tuya,” dijo Stiles. “Quizás no me creas ahora, pero te lo seguiré diciendo cada día si hace falta hasta que me creas. Esto no es culpa tuya. Lo que hizo Kate, lo que hizo Peter, ellos eligieron hacerlo. No tienes que sentirte culpable por ellos.”

Stiles se echó hacia delante y le dio un pico rápido a Derek. Derek apenas respondió. 

“Pensé,” dijo en voz queda Derek, vacilante. “Cuando empezaste a vomitar…pensé…a veces los humanos rechazan el mordisco. No se convierten. Solo…mueren. Pensé que iba a pasar otra vez.”

“¿Otra vez?” preguntó Stiles. 

“Paige. Eso fue lo que le pasó a ella.”

“¿Tu primera novia?” Stiles creía recordar el nombre de su primera conversación con Cora.

Derek asintió. ”Convencí a un alfa de que la mordiera, para que pudiéramos estar juntos. Pero ella murió. Pensé que estaba pasando de nuevo.”

No era de extrañar que Derek estuviera tan jodido. Una novia murió y la otra resultó ser una maniaca homicida. De repente el terror que había expresado cuando admitió que le gustaba Stiles parecía más fácil de entender. 

Stiles apretó un poco la mano que aún sujetaba. 

“Bueno, pues no va a pasar,” dijo Stiles. “Estoy bien. Estaré bien. Y por el resto, lo iremos resolviendo. No voy a ningún lado.” 

Derek le miró a los ojos y le dio una débil sonrisa. Stiles suponía que eso era lo mejor que iba a conseguir por ahora. 

 

 

Chapter 20: Capítulo 20

Chapter Text

Stiles durmió casi toda la mañana y luego, puesto que estaba excusado de ir al colegio ese día, decidió que había algunas cosas que tenían que hacerse más pronto que tarde. Llamó a su padre primero para hacérselo saber porque mientras que no podía permitirse que le vieran esconderse tras la placa de su padre, era buena idea que supiera dónde mirar si las cosas se ponían feas. Su equipo de rescate preventivamente preparado, Stiles fue a la casa de los Argents. 

Victoria Argent abrió la puerta. No parecía sorprendida de verle. 

“Nos preguntábamos si harías esto,” dijo ella. “Pensé que quizás traerías a toda la manda para intentar intimidarnos.”

Stiles no se sentía nada intimidante. Era un hombre lobo en una casa de cazadores de licántropos quien normalmente estaban armados hasta los dientes. Incluso si ahora tenía el poder, no se sentía ni remotamente cómodo con la situación. 

“No estoy aquí para intimidar a nadie,” dijo Stiles.

Ella le condujo al salón y Chris vino a unírseles. Tenía el brazo en un cabestrillo pero quitando eso parecía notablemente ileso después de la pelea de anoche. Excepto por sus ojos. Mostraban la rojez propia de haber llorado. 

Los dos Argents se sentaron en un sofá y Stiles se sentó frente a ellos. Parecía una colocación poco probable para una charla de paz. 

“No pedí esto,” dijo Stiles. “No pedí que me mordiera ni que Peter me convirtiera en alfa. Pero ha pasado y ahora tenemos que decidir qué hacer al respecto.”

“¿Tenemos?” inquirió Victoria. 

“Si. Porque lo que sea que pase ahora no me afecta solo a mi. Afecta a la manada, y a tu familia, y a Scott, y a Allison, y a mi padre, y al departamento del sheriff, y a todos los que viven en Beacon Hills. No puedo sentarme sin más y anunciar como van a ir las cosas porque esto es más grande que eso. Tenemos que llegar a un acuerdo sobre como van a ir las cosas.”

Stiles pensó que Chris quizás parecía un poco impresionado con él, pero fue Victoria la que dijo, “Habla pues, y nosotros veremos si estamos de acuerdo.”

Stiles tragó nervioso. 

“No he matado a nadie,” dijo. “Tampoco lo ha hecho nadie de mi manada.”

“Eso no es cierto,” dijo Chris. “Los ojos de Derek son azules. Él ha matado al menos a una persona.”

“Pero no es peligroso.”

Chris se inclinó hacia delante un poco miró a Stiles a los ojos. “Si, si lo es. Al igual que tú. Todos los licántropos son peligrosos. Quizás pienses que eres una persona, pero en el fondo todos los animales quieren matar. Un pequeño desliz y alguien acaba muerto.”

“¿Y cuál era la excusa de tu hermana?” inquirió Stiles. Sintió el terror de que quizás Chris tenía razón, que quizás perdería los papeles y perdería el control de su nuevo poder, pero no podía permitirse mostrarlo. 

Chris volvió a echarse atrás. Estaba menos convencido cuando dijo, “Kate pensó que era mejor prevenir que curar. Pensó que todos los licántropos acabarían matando y que era mejor no arriesgarse.”

“Así que prendió fuego a una casa con niños dentro. Muy humano.”

No era así cómo quería que fuera la cosa. No se suponía que tenían que entrar en acusaciones. Tomó aire. 

“Mirad,” dijo, “intentémoslo de nuevo. Kate está muerta y Peter está muerto. No tiene sentido que sigamos discutiendo y señalándolos con el dedo. Deberíamos concentrarnos en el futuro.” 

Victoria mostró una sonrisa fría, “En el futuro, si tu manada derrama sangre en Beacon Hills, iremos a por ellos con todo lo que tengamos.”

“Y si me matáis, estoy bastante seguro de que mi padre os crucificará. Una destrucción mutua asegurada.” 

“¿Y qué sugieres?” preguntó Chris. 

“Sencillo: sugiero una tregua. No quiero tener que pasar el tiempo mirando por encima del hombro a ver si hay tios con ballestas y tampoco quiero que lo haga la manada. Dejamos que la violencia termine con Kate y Peter. Vosotros os mantenéis alejados de nosotros, nosotros nos mantenemos alejados de vosotros, y se acaba.”

“¿Eso es todo?” preguntó Victoria. 

“Eso es todo. Todo lo que pido es una tregua, una promesa de ambas partes de que no habrá violencia. ¿Aceptáis?”

Stiles extendió la mano entre ellos. Durante un largo momento, Chris y Victoria miraron esa mano, como si tocarla fuera a maldecirlos. Luego Victoria se inclinó hacia delante y alargó su mano, estrechando la de Stiles. 

Cuando sus manos se cerraron la una con la otra, ella dijo, “Pero si alguno de vuestra manada romper la tregua, habrá sangre.”

Stiles no pudo evitar sonreír y decir, “Y todavía pensáis que nosotros somos los que sentimos sed de sangre.”

 

***

Lo de que Stiles se presentase sin avisar en la puerta de Derek estaba empezando a convertirse en algo habitual. Derek ya estaba esperándole, dejándole entrar sin mediar palabra. 

“Ey,” dijo Stiles. 

“Ey.”

Se quedaron ahí, mirándose el uno al otro al otro lado de la sala, más incómodos de los que había estado alguna vez. Pero ahora era diferente. Stiles podía notar muchas más cosas de lo que estaba pensando Derek. No estaba seguro de si estaba captando olores o si estaba pasando algo más, algo que ver con el poder que aún notaba recorrerle. Derek le estaba mirando, pero había culpa y vergüenza en su mirada había dolor y duelo y tantas cosas que Stiles solo quería abrazar a Derek y hacer que esos sentimientos se fueran. 

Pero no podía borrar el pasado. 

“Voy a necesitar tu ayuda,” dijo Stiles. “Puede que sea el alfa, pero tú eres el que sabe sobre ser un hombre lobo. La luna llena se aproxima y voy a necesitar saber cómo controlar esto. ¿Me ayudarás?”

“Te ayudaré.” 

“Gracias. Supongo que esto me da una muy buena excusa para estar cerca tuyo, así que, eso que me llevo.”

Derek se dio media vuelta. 

“No deberíamos de estar juntos,” dijo. 

“¿Por qué? ¿Por qué soy el alfa? ¿Hay alguna clase de etiqueta social de licántropos de la que no soy consciente?” Derek no respondió. “¿O es por Kate? ¿Por que te sientes culpable de que te usara?”

Cuando Derek habló, sus palabras eran lo suficientemente silenciosas como para que Stiles necesitase de oído sobrenatural. 

“Puedes encontrar algo mejor que yo,” dijo Derek. 

Stiles se rió un poco. Derek pareció hundirse en sí mismo, bajando los hombros. Stiles lamentó inmediatamente su reacción y la risa murió en sus labios. 

“Cuando Scott me dijo que te gustaba,” dijo Stiles, “No le creí. No podía ver como podía ser eso cierto. ¿Cómo era posible que a alguien como le gustase alguien como yo ? Ahora veo que eso es porque mides tu autoconfianza en número negativos. Eso no quiere decir que el resto del mundo te vea igual. Derek, eres precioso. Y te preocupas por la gente, te preocupas por tu familia y tu manada. Eres valiente. ¿Y he mencionado los abdominales sobre los que quiero lamer nata?”

Derek no parecía estar oyéndole. O, si le estaba oyendo, no parecía escuchar realmente las palabras. Derek no parecía ver su valor. 

Se le ocurrió una idea, una pequeña memoria asociada a un anime. El anime que le había hecho conocer Derek tenía una escena hacia la mitad en la que un personaje había pensando en como la gente tenía dificultades para ver las buenas cualidades propias pero les resultaba fácil ver las de los demás. Ene l anime, el personaje había dicho que esas buenas cualidades estaban en las espaldas. 

Stiles cruzó la sala y rodeó a Derek, mirando su espalda. 

“Guau, es enorme,” dijo Stiles. 

“¿Eh?” preguntó Derek, retorciéndose para intentar mirar a Stiles por encima de su hombro. Stiles apoyó una mano en la mitad de la espalda de Derek, notando su calidez y fuerza a través de la tela de la camiseta. 

“La ciruela,” dijo Stiles. “La que tienes en la espalda. Es enorme.”

Derek se giró, agarrando la mano de Stiles con la suya. 

“Idiota,” dijo, pero había una pequeña sonrisa en las comisuras de su boca. 

“Solo porque no puedas verla,” dijo Stiles, “no quiere decir que no esté ahí.”

Esta vez, fue Derek el que se inclinó para besarle. 

 

***

El Sábado, Stiles convocó a la manada. Lo hubiera llamado invitación, pero no había muchas opciones respecto a lo de ir. También invitó a Scott, puesto que esto también le afectaría. Aparte, Scott era su colega. Alfa o no, Stiles le quería involucrado con la manada. Stiles había hablado con todos los involucrados los últimos días, pero esta sería la primera vez que estarían todos juntos. 

Eligió el piso de Derek, parcialmente porque era más grande, pero también porque tenía una tele más grande y Stiles quería que esto fuese más que negocios. A Derek no pareció importarle. Al poco, todos estaban reunidos, sentados en el sofá o los pufs. Stiles caminó por la estancia algo nervioso. Había estado despierto media noche para planear cómo decir esto. 

“Bueno, pues,” dijo, “todos sabéis que ahora soy el alfa. Esto no quiere decir que vaya a empezar a tirar de rango y ordenaros cosas e insistir en que las cosas deben hacerse como yo digo, porque no soy un capullo total.  Peter sabía que no era un buen alfa y yo no tengo ninguna intención de imitarle. Así que vamos a establecer unas cuantas reglas. La primera, no matéis ni hagáis daño a la gente.”

“¿De verdad tiene que ser eso una regla?” preguntó Isaac. 

“Si, porque si alguien la rompe los Argents van a intentar masacrarnos a todos y mi padre probablemente intenté matarme también si mato a alguien. Así que nada de matar ni hacer daño. ¿Todos de acuerdo?”

Hubo unas pequeñas risas. Nadie se opuso. 

“La segunda regla es que los problemas de uno son los problemas de la manada. Si tenéis un problema, ya sean matones en el instituto o que no tenéis dinero para comida o que os están atacando una banda de personas-gato, me lo decís y lo intentamos resolver como una manada. No puedo prometer tener todas las respuestas pero al menos seré capaz de daros una palmadita en el hombro y daros una taza de colacao. Así que si tenéis un problema, gran o pequeño, me lo contáis y lo solucionamos como manada. ¿Todos de acuerdo con esta norma?”

“¿Y si es un problema personal?” preguntó Erica. “Porque, créeme, va a haber algunos problemas míos con los que no tendrás ni pajolera idea de qué hacer con ellos.”

Stiles tuvo que admitir que no lo había considerado. 

“Sigo pudiendo darte un colacao y hacer sonidos de empatía,” dijo. “Aunque sea algo que no pueda arreglar, puede ser bueno hablarlo. Así que los problemas de uno son los problemas de la manada. Esa es la segunda regla.” 

Hubo sonidos de asentimiento y aceptación, incluso de Erica, aunque Derek parecía sufrir una reacción alérgica ante el concepto de hablar de los problemas. 

“La regla número tres,” dijo Stiles, “es el día de la manada. El Sábado es el día de la manada. Todos vamos a pasar tiempo juntos. Quizás no todo el día si tenéis otras cosas que hacer, pero todos tenéis que asomar el morro algo. Veremos pelis, jugaremos a juegos de mesa, iremos a la bolera, no sé qué más, la cosa es pasar el tiempo juntos. Con Peter, la manada era una colección de individuos que se miraban con sospecha entre todos. Eso tiene que acabar. Desde ahora, estamos en esto juntos. Así que este será el primer día de la manda pero no será el último. ¿Entendido?”

Hubo más asentimientos con la cabeza por la sala, incluso una sonrisa de ánimo de Cora. 

“¿Qué más?” preguntó ella.

“Nada más,” dijo Stiles. “Esas son mis reglas. Bienvenidos al nuevo orden mundial.”

Hubo unas pequeñas risas, como si la gente no pudiera creerse del todo que esto estuviera pasando. Pero Scott estaba sonriendo. Incluso Derek había mirado a Stiles a los ojos y le había mostrado una débil sonrisa. Todos estaban un poco nerviosos lo que no era sorprendente con todo por lo que habían pasado, pero nadie le llevaba la contraria. Todos parecían listos para esto, lo que era todo lo que Stiles quería. 

“Guay,” dijo Stiles. “Entonces pidamos pizza y metamos un DVD. Voy a empezar con el anime que me dio a conocer Derek, que va sobre un grupo de inadaptados que se convierten en familia, y hablan de que la gente tiene ciruelas en las espaldas.” 

La mayoría parecía confusa cuando dijo eso, pero había una pequeña sonrisa en los labios de Derek, lo que para él era lo suficientemente bueno. 

Había comprado el anime de Fruits Basket después de haber visto dos veces lo que descargó ilegalmente, y ahora sacó el primer disco, metiéndolo en el reproductor debajo de la tele de Derek. A su alrededor, la manada se movió, colocándose en posición para ver mejor la tele mientras Stiles lo configuraba y guardaba la selección. 

“Stiles, no,” dijo Derek, cuando vio los ajustes del idioma.

“Este tiene un doblaje fantásticamente bien hecho, así que eso que vamos a disfrutar.”

“Ya lo hemos hablado,” protestó Derek. 

“¿Quién es aquí el alfa? Si digo que lo vemos doblado, lo vemos doblado.”

“Pensaba que no ibas a tirar de rango,” dijo Derek. 

“No con la mayoría de las cosas. Con esto, antepongo mi título de alfa. No vamos a ver esto con subtítulos.” 

Isaac soltó una risotada exasperada, “Podéis dejar de flirtear y darle al play ya.”

Stiles se sentó en el sofá, sujetando el mando para evitar que Derek cambiara los ajustes, y le dio al play. A su lado, Derek se apoyó contra él. Era un gesto sutil de cercanía, de estar juntos. Stiles se acurrucó más con él y Derek le envolvió con un brazo. 

Stiles empezó a pensar que quizás estarían bien. Tenían sus problemas e inseguridades, pero al menos podía asegurarse de que ninguno de ellos estuviera solo. Habían librado batallas físicas. Las emocionales iban a llevar más tiempo y serían más difíciles, pero esas también podían lucharse. No podía menear una varita mágica y hacer que la culpa de Derek desapareciera o borrar el recuerdo del abuso de Isaac o sus propios miedos de que iba a fastidiar esto, pero al menos serían capaces de hacer frente a esas cosa juntos. 

Stiles se permitió relajarse contra Derek. No estaba perfectamente feliz, pero estaba satisfecho. 

Al menos hasta que el brazo de Derek intentó coger el mando para cambiar los ajustes de idioma.