Chapter 1: Prologo
Chapter Text
En un mundo aislado por la guerra y el sufrimiento, donde la esperanza parecía un eco distante de tiempos olvidados, la vida se aferraba a la existencia entre las ruinas de antiguos reinos y las sombras de un pasado glorioso.
La guerra, un monstruo voraz alimentado por el odio y la ambición, había arrasado con todo a su paso, dejando a su paso un rastro de destrucción y desolación. En medio de este caos
La paz, una joya preciosa que alguna vez brilló sobre la tierra, se desvaneció lentamente en el horizonte, eclipsada por las nubes de la discordia y la ambición desmedida. Los líderes de los clanes, cuyos nombres se perdieron en el eco de los siglos, lucharon por mantener viva la llama de la civilización en un mundo consumido por las llamas de la guerra.
Fue en este escenario desolado que se gestó un conflicto cuyas raíces se extendían hasta los mismos cimientos del mundo. Una guerra cuyo origen se desvaneció en la bruma del tiempo, una guerra que nadie recordaba cómo comenzó, pero cuyas consecuencias se sintieron en cada rincón de la tierra.
Esta es la historia de dos almas destinadas a cruzarse en un mundo desgarrado por la guerra, una historia de pérdida y sacrificio, de dolor y redención. Pero, sobre todo, es una historia de esperanza, una luz titilante en la oscuridad que recordaba a aquellos que aún creían que, incluso en los tiempos más oscuros, la luz podía encontrar un camino.
En las páginas polvorientas de la historia, se encuentra un relato olvidado por muchos, pero recordado por aquellos cuyas vidas se vieron entrelazadas en sus líneas. Es la crónica de un mundo devastado por la guerra, un mundo donde la esperanza era un bien escaso y la paz un recuerdo lejano.
En este mundo, los clanes eran pilares de identidad y tradición, cada uno con sus propias creencias y valores, unidos por lazos ancestrales que se remontaban a tiempos inmemoriales. Sin embargo, la paz que una vez había reinado entre ellos se vio eclipsada por las sombras de la discordia y la ambición.
Esta es la historia de dos hermanos en un mundo desgarrado por la guerra, una historia de amor y sacrificio, de pérdida y redención. Esta es la historia de cómo, incluso en los momentos más oscuros, la esperanza puede encontrar un camino hacia la luz.
Chapter 2: Ecos de una guerra eterna
Chapter Text
En la boragine de la guerra donde el clamor de las armas ahoga las voces de la razon y la comprensión, donde el odio y el dolor amenazan con destruirlo todo,donde la pérdida de seres amados es un suceso lamentablemente familiar para la mayoría de shinobis.
En un pequeño claro se encontraba Sentado en el suelo frío con una mirada cansada estaba un joven de no más que 15 años, con ojos rojos como la sangre y cabello blanquecino como la nieve,piel pálida, este chico no era nadie menos que tobirama senju heredero de los senju, genio y hermano menor del líder del clan senju.
Reflexionando tobirama miró hacia el cielo despejado inalando tranquila mente el aire fresco que en estos días ya rara vez podía permitirse. La guerra con los uchiha estaba aflor de piel, habían tenído muchos ataques este verano, y su hermano mayor se estaba descontrolando…. Hadhirama no podía seguir enviando escuadrones a lo loco…
Tobirama defiitivamente sabía que había algo mal en el, okey, su cabello blanco antinatural resplandecía contra el marrón,azabache,y dorado de sus compañeros de clan, su piel pálida y sus ojos rojos también parecidos la sharingan de sus enemigos jurados no hicieron nada por el, solo habían traído más cautela y precaución hacia el de los miembros de su clan
Pensaban que el no los oía susurrar de hay y allá el demonio blanco susurraron Dijeron que es un hijo bastardo de batsuma-sama o un pequeño Escuche que mato a su propio hermano aunque el último no era del todo mentira el había asesinado a sus hermanos tal vez el no los ejecuto pero si ubiera sido más rápido talvez itama y kawarama siguieran aquí
O kami los extrañaba tanto, la estúpida sonrisa de kawarama mientras hacía bromas a los miembros shinobi
O la dulce amabilidad de itama su bondad y cariño,que su padre habia hecho de todo para quitarle esos rasgos que según el algun día arian que lo matará
Y supuso que tubo razón itama habría podido escapar si realmente quisiera pero el no había querido hacerle daño a nadie, itama era un alma noble, tobirama siempre supo que itama no era apto para en campo, itama tenía un control de chacra increíble y su ninjutsu medico era expecional pero su padre quería otro guerrero otra arma para desechar.
Si su padre lo ubirara enviado a él y no a itama ,itama seguiría vivo? Probablemente, así que si tobirama se culpo por la muerte de sus hermanos.
Tobirama, inmerso en sus pensamientos, sacudió la cabeza como si con eso pudiera disipar los recuerdos dolorosos. Sabía que no podía permitirse ser consumido por la culpa y la tristeza; había responsabilidades que atender y decisiones que tomar, en estos tiempos ya no había lugar para sentimientos.
Al entrar en su oficina, un espacio pequeño y austero lleno de mapas, documentos y pergaminos, se sentó en su escritorio y comenzó a revisar los informes recientes. Los ataques de los Uchiha habían sido brutales y precisos, demostrando una vez más la habilidad estratégica de Madara. Los Senju necesitaban una respuesta, pero una que no involucrara una represalia directa. Hashirama, su hermano mayor, era un idiota, empecinado en vengar la muerte de sus dos hermanitos y de su madre, hashirama estaba tan resentido con los uchiha que nublaba su juicio
—Esto no puede seguir así —murmuró Tobirama para sí mismo, pasando los dedos por los bordes de un pergamino—. Si no tomamos acción pronto, las consecuencias serán catastroficas
Una llamada interrumpió sus pensamientos. Era uno de sus subordinados, un joven shinobi que parecía nervioso.
—Tobirama-sama, tenemos nuevos informes de los exploradores. Han avistado un campamento shimura [aliados de los uchiha] no muy lejos de aquí. Los ancianos y hashirama-sama ya lo están esperando
Asintiendo levemente, el chico hiso una breve reverencia y se marchó lo más rápido que pudo.
Los shimura eran aliados fieles a los uchiha, habían luchado codo con codo por almenos 5 generaciones, si bien los shimura no tenían límite de línea de sangre, eran guerreros formidables que no temían a nada, con un ligero suspiro se dirigió a la reunión.
Al llegar a la sala de reuniones, Tobirama notó la tensión palpable en el aire. Los ancianos del clan Senju y Hashirama estaban inmersos en una discusión acalorada. La presencia de un campamento Shimura tan cerca era un desarrollo preocupante, y los líderes del clan estaban divididos sobre la mejor manera de proceder.
Hashirama que parecio notar su existencia exclamo con un tono agresivo, frustrado y sarcastico—tobirama que alegría tenerte por aquí, gracias por brindarnos con tu celestial presencia, donde carajos estabas?— prácticamente gruñó al final de la oración
Tobirama se detuvo en seco, sorprendido por el tono de su hermano. Hashirama rara vez perdía la compostura en publico, y su frustración era evidente en el aire.
—Estaba revisando los informes de inteligencia, hashirama —respondió Tobirama, tratando de mantener la calma—. No estaba al tantocon la situación me acaban de informar e inmediatamente traté de revisar en los informes todo lo que pude antes de venir.
Hashirama apretó los puños, su mirada fija en Tobirama.
—¿Y has encontrado alguna solución milagrosa en esos informes? Porque aquí estamos, enfrentando una amenaza inmediata y no tenemos un plan claro.
Tobirama suspiró, sabiendo que no era el momento de discutir.
—Propongo que enviemos un equipo de reconocimiento para evaluar la fuerza y las intenciones del campamento Shimura. Si determinamos que están preparando un ataque, entonces debemos actuar. Pero primero, debemos obtener toda la información posible.
Los ancianos murmuraron entre ellos, algunos asintiendo en aprobación mientras otros parecían reacios. Hashirama finalmente cedió,
—Está bien haremos eso. Exclamo
Tobirama asintió y comenzó a organizar el equipo de reconocimiento. Seleccionó a sus mejores shinobis, aquellos que eran hábiles en el sigilo y la observación. Entre ellos estaba un joven llamado hitoru, que se había ganado una reputación por su agudeza y lealtad.
—hitoru, liderarás esta misión —dijo Tobirama, entregándole un mapa del área—. Necesito que te acerques lo suficiente para evaluar su fuerza y sus intenciones, pero sin ser detectado. Si descubres algo significativo, regresa de inmediato.
Hitoru asintió con determinación y, con el equipo preparado, partieron hacia el campamento Shimura bajo la cobertura de la noche.
Mientras tanto, Tobirama se quedó en su oficina, incapaz de apartar sus pensamientos de la misión. Sabía que estaba enviando a estos shinobis a un gran riesgo, pero también sabía que era necesario. La guerra no era solo una batalla de fuerza, sino también de inteligencia y estrategia.
Horas más tarde, hitoru y su equipo regresaron con noticias preocupantes. Los Shimura estaban, de hecho, preparando un ataque coordinado con los Uchiha. Habían visto suministros de armas y tropas entrenando, listos para moverse en cualquier momento.
—No hay duda, Tobirama-sama. Están listos para atacar —informó el joven
Tobirama asintió, su mente ya trabajando a toda velocidad. Sabía que no podían esperar darse el lujo de esperar más
—Reúnan a los ancianos del clan. Y a los shinobis Necesitamos preparar nuestras defensas y planificar una respuesta inmediata —ordenó Tobirama.
La reunión fue rápida y decisiva. Se establecieron patrullas adicionales, se fortificaron las defensas y se enviaron mensajes a los aliados cercanos para que estuvieran en alerta máxima. Tobirama se aseguró de que todos estuvieran preparados para lo que venía, sabiendo que el destino del clan Senju dependía de su habilidad para anticipar y contrarrestar el ataque.
La noche se llenó de una calma tensa, interrumpida solo por el susurro del viento y el murmullo de los shinobis en alerta. Tobirama observaba desde su oficina, preparado para lo que vendría, con la esperanza de que, al final, sus decisiones serían las correctas y que, algún día, podrían superar la oscuridad de la guerra.
De pronto, un mensajero entró apresuradamente en la oficina, con el rostro pálido y el sudor perlándole la frente.
—Tobirama-sama, los Shimura se están movilizando. Han comenzado a moverse hacia nuestras fronteras.
Tobirama sintió un nudo formarse en su estómago.
Era un día perfecto, el cielo azul sin una nube a la vista. Tobirama, Kawarama e Itama habían decidido tomarse un descanso de sus entrenamientos para disfrutar de un momento de paz. Los tres hermanos estaban juntos, alejados del campamento, explorando el bosque y buscando aventuras.
—¡Mira esto, Tobirama-nii —gritó Kawarama, señalando un gran árbol con ramas bajas y gruesas—. ¡Vamos a treparlo!
Itama, siempre el más tranquilo y reflexivo, sonrió suavemente mientras observaba a su hermano mayor y menor. Tobirama, aunque siempre serio y responsable, no pudo evitar sonreír ante el entusiasmo contagioso de Kawarama.
—Está bien, pero tengan cuidado —dijo Tobirama, acercándose al árbol—. No quiero que ninguno de ustedes se lastime.
Kawarama fue el primero en subir, moviéndose con agilidad de una rama a otra, riendo todo el tiempo. Itama siguió, aunque con más cautela, asegurándose de que cada rama fuera segura antes de poner su peso sobre ella. Tobirama los observaba desde abajo, listo para intervenir si era necesario.
Una vez en la cima, Kawarama miró hacia abajo y gritó:
—¡Tobirama-nii, tienes que subir! ¡La vista desde aquí es increíble!
Tobirama suspiró, pero la alegría en los rostros de sus hermanos menores lo convenció. Trepó con facilidad hasta alcanzar la rama donde estaban sentados. Desde allí, podían ver el vasto bosque que se extendía hasta el horizonte.
—Es hermoso, ¿verdad? —dijo Itama en voz baja, sus ojos brillando con una mezcla de asombro y serenidad.
—Sí, lo es —respondió Tobirama, sintiendo una rara paz en su corazón.
Los tres hermanos se quedaron allí, en silencio, disfrutando del momento. Era una pausa en medio del caos de sus vidas, un respiro que les permitía recordar que, a pesar de todo, seguían siendo una familia unida.
Kawarama, incapaz de quedarse quieto por mucho tiempo, comenzó a hablar sobre sus sueños y aspiraciones, sobre cómo algún día quería ser un gran shinobi que protegería a su familia y a su clan. Itama lo escuchaba con atención, asintiendo y ofreciendo palabras de aliento.
—Yo solo quiero que podamos vivir en paz algún día —dijo Itama suavemente, su voz apenas un susurro.
Tobirama los miró a ambos, sintiendo una oleada de amor y protección hacia ellos. En ese momento, hizo una promesa silenciosa a sí mismo de hacer todo lo posible para mantenerlos a salvo, sin importar el costo.
Chapter 3: Sombras de una devastación
Chapter Text
El campamento secundario de Senju estaba en ruinas. El ataque de los Shimura había sido más devastador de lo que pensaban, y aunque los Senju habían repelido a los invasores, las bajas todavía eran notables, Los gritos de los heridos y el olor acre de la sangre llenaban el aire, mientras los supervivientes intentaban recoger los pedazos de lo que quedaba de su hogar temporal.
Tobirama se encontraba en medio del caos, ayudando a trasladar a los heridos a un lugar seguro. Su mirada fría y decidida no dejaba entrever la furia que ardía en el, los shimura habian atacado con todo, si senju no respondia el ataque serian consiferados inferiores y debiles a los ojos de los demas, y él sabía que con la llegada del invierno los senju no podían permitirse tal cosa como perder clientes o comerciantes.
—¡Tobirama! —gritó Hashirama, corriendo hacia él con el rostro cubierto de polvo y sangre, y los ojos llenos de una mezcla de preocupación y rabia.—. ¿Cómo estan?—
tobirama quiso pasar de alto el dolor de su pecho En los ojos de su hermano no hubo una pizca de preocupacion por el
—Mal —respondió Tobirama, su voz cortante—. Perdimos a muchos, y hay más heridos de los que podemos atender adecuadamente. Necesitamos organizarnos y partir al recinto senju.
Hashirama asintió, mirando a su alrededor con una expresión de dolor. No había tiempo para lamentar las pérdidas; debían actuar rápido para evitar un desastre mayor.
—Vamos a reunir a los ancianos —dijo Hashirama, su voz firme —. Necesitamos un plan, y lo necesitamos ahora.
Se dirigieron hacia la tienda de mando, donde los pocos ancianos que habían venido se reunieron rápidamente. El ambiente era tenso, cargado de miedo y desesperación.
—Los Shimura no se detendrán aquí —dijo Tobirama, mirando a cada uno de los presentes. Notando como casi todos (si no todos) nisiquiera lo miraron, no les importaba lo que pensara tobirama, solo les importaria si fuera algo que veneficiara al clan—. Saben que hemos quedado debilitados, y aprovecharán cualquier oportunidad para aniquilarnos—
—Entonces debemos reforzar nuestras defensas y preparar una contraofensiva —intervino uno de los ancianos, su rostro surcado por arrugas de indugnacion —. No podemos dejar que nos tomen por sorpresa otra vez. Debemos ir partiendo a él recinto principal
Hashirama asintió, aunque Tobirama podía ver la tensión en su mandíbula apretada. Su hermano mayor siempre había preferido evitar la violencia(ironico no?), pero en este momento, la realidad de la guerra les dejaba pocas opciones.
—Necesitamos enviar exploradores para vigilar los movimientos de los Shimura —continuó Tobirama—. Y debemos establecer un perímetro defensivo sólido. No podemos permitir más sorpresas.
La reunión continuó, con cada miembro del consejo aportando ideas y sugerencias para fortalecer el campamento y prepararse para el inevitable próximo ataque. Tobirama se ofreció para liderar a los exploradores, debido a su habilidad sensorial sería más fácil si el iba con ellos. decidido a obtener la mayor cantidad de información posible sobre las intenciones de los Shimura/uchiha
—Tobirama —le advirtió Hashirama cuando la reunión llegó a su fin— No falles
Tobirama asintió, se inclino frente a su hermano y sin más se marchó
(no fue una despedida fue una orden, tobirama no esperaba menos, el no falles se clavo en su memoria)
Horas más tarde, Tobirama y un pequeño grupo de shinobis expertos salieron del campamento, moviéndose con sigilo por el bosque. La luna llena iluminaba su camino, pero las sombras parecían más profundas y amenazantes que nunca.
Avanzaron en silencio, cada uno de sus sentidos alerta ante cualquier indicio de peligro. Después de lo que parecieron horas, encontraron el campamento Shimura. Estaba bien defendido, con patrullas constantes y barreras estratégicamente ubicadas.
Tobirama observó atentamente, analizando cada detalle. Sabía que cualquier error podía costarles caro, pero también comprendía que esta información era vital para la supervivencia de su clan.
De repente, un ruido sordo llamó su atención. Un grupo de Shimura se estaba reuniendo alrededor de una fogata, discutiendo en voz baja. Tobirama se acercó con cautela indicandole al resto que se quedara atras, aguzando el oído para captar cada palabra.
—Debemos atacar de nuevo antes de que puedan recuperarse —decía uno de ellos—. No podemos darles tiempo para fortalecerse.
—Sí, pero necesitamos más apoyo —respondió otro—. Madara-sama está ocupado con otros asuntos, pero podemos coordinar con los Uchiha para un asalto conjunto.
Tobirama frunció el ceño. Un ataque combinado con los Uchiha sería devastador. No podían permitir que eso ocurriera. Señaló a sus compañeros para que retrocedieran con cuidado, evitando ser detectados.
De regreso en el campamento Senju, Tobirama presentó su informe. Las noticias eran preocupantes, pero ahora tenían la ventaja del conocimiento.
—Debemos prepararnos para lo peor —dijo Tobirama, mirando a su hermano y a los demás ancianos—. Y debemos hacerlo rápido.
Hashirama asintió, la determinación endureciendo sus rasgos. La paz que tanto deseaba parecía más lejana que nunca, pero sabía que la supervivencia de su clan dependía de su capacidad para adaptarse y resistir.
—Entonces no perdamos tiempo —dijo Hashirama—. Tenemos mucho trabajo por delante.
La guerra continuaba, implacable y cruel, pero los Senju no se rendirían. Con cada día que pasaba, la esperanza de un futuro mejor parecía más distante, pero mientras lucharan juntos, no todo estaba perdido.
Esa noche, mientras Tobirama revisaba los planes de defensa, su mente volvió a sus hermanos caídos. Las imágenes de Itama y Kawarama seguían acosándolo, recordándole el costo personal de esta guerra interminable. Pero también sabía que no podía permitirse dudar. La próxima ofensiva Shimura y Uchiha requeriría de toda su astucia y fuerza.
—Tobirama —la voz dura de Hashirama interrumpió sus pensamientos—. Necesito hablar contigo.
Tobirama levantó la vista, encontrando a su hermano mayor en la entrada de su tienda. Hashirama tenía el ceño fruncido y los ojos oscurecidos por la preocupación
—¿Qué pasa? —preguntó Tobirama, dejando a un lado los pergaminos.
Hashirama entró y se sentó frente a él. Durante un momento, hubo un silencio tenso entre ellos.
—La situación es grave —dijo finalmente Hashirama—. Los ancianos están presionando para que tomemos medidas más drásticas. Quieren lanzar un ataque preventivo contra los Shimura antes de que puedan unirse a los Uchiha.
Tobirama asintió lentamente. Había esperado algo así. Los ancianos del clan Senju eran pragmáticos, y sabían que la mejor defensa a veces era un ataque decidido.
—Estoy de acuerdo —dijo Tobirama—. Pero necesitamos un plan sólido. No podemos arriesgarnos a una derrota.
—Exactamente —Hashirama suspiró de mala gana sabia que perderia si intentaba luchar otraves con los ancianos, frotándose las sienes—. Y necesitamos asegurarnos de que no perdemos más vidas de las necesarias. Los ancianos quieren una ofensiva total, pero no podemos permitirnos un enfrentamiento directo si no estamos completamente preparados.
Tobirama observó a su hermano, notando las líneas de cansancio y estrés en su rostro. La carga de liderazgo pesaba mucho sobre Hashirama, y aunque era fuerte, incluso él tenía límites.
—Déjame liderar la vanguardia —propuso Tobirama—. Con un equipo de élite, podemos infiltrar el campamento Shimura y debilitarlos desde dentro. Será arriesgado, pero con la información que obtuvimos, podemos hacerlo.
Hashirama lo miró, al final terminó asintiendo se levantó de la silla y se dirigió hacia la puerta
—Es peligroso, Tobirama. Pero confío en tu juicio. Para traer a todos.
Tobirama asintió, sintiendo un renovado cansancio. Sabía que la misión sería arriesgada, pero también sabía que era necesario. La supervivencia del Senju dependía de su éxito.
—Prepararé al equipo de inmediato —dijo Tobirama, levantándose—. No podemos perder tiempo.
Y sin otra mirada se mercho
A la mañana siguiente, Tobirama y su equipo de élite estaban listos. Conformado por los mejores shinobis del clan, el grupo incluía expertos en sigilo, combate y ninjutsu. Sabían que la misión sería peligrosa, pero también sabían que era crucial.
—Nuestro objetivo es simple —dijo Tobirama, mirando a cada uno de los miembros de su equipo—. Infiltrarnos en el campamento Shimura, desactivar sus defensas y causar tanto daño como sea posible antes de retirarnos. No podemos permitirnos ser detectados hasta el último momento.
Los shinobis asintieron, sus rostros serios y decididos. Sabían lo que estaba en juego, y estaban dispuestos a arriesgarlo todo por la causa.
—Buena suerte —les dijo Hashirama, despidiéndose de ellos en el borde del campamento Senju—. Regresen con vida.
Con esas palabras en mente, el equipo de Tobirama se adentró en la oscuridad del bosque.
Mientras el equipo de Tobirama se preparaba para infiltrarse en el campamento Shimura, uno de los shinobis más jóvenes, con los ojos llenos de preocupación, se acercó a él.
—Tobirama-sama, ¿alguna vez temes a la muerte? —preguntó el joven, su voz apenas un susurro.
Tobirama lo miró, sus ojos fríos y calculadores suavizándose ligeramente. Recordaba haber sido igual de joven e inexperto, cargando las mismas dudas y miedos.
—La muerte es una constante en nuestra vida como shinobis —respondió Tobirama, su voz firme—. No es algo que temamos, sino algo que aceptamos. Cada misión, cada batalla, nos acerca a ella, pero también nos recuerda por qué luchamos.
El joven shinobi frunció el ceño, tratando de comprender.
—Luchamos no solo por nosotros mismos, sino por aquellos que no pueden hacerlo. Por nuestras familias, por nuestros amigos, por nuestro clan. Cada vida que salvamos, cada enemigo que derrotamos, es un paso hacia un futuro en el que tal vez, solo tal vez, la próxima generación no tenga que vivir como nosotros.
Tobirama se acercó y colocó una mano sobre el hombro del joven.
—Recuerda esto: la muerte de nuestros seres queridos no debe ser en vano. Debemos honrarlos viviendo nuestras vidas con propósito y determinación. Su sacrificio nos da fuerza, y su memoria nos guía. No temas a la muerte, teme no vivir una vida que valga la pena ser recordada.
(Era cierto tobirama no tenía miedo a la muerte,no tenía miedo a morir estaba listo para ello, para morir por su clan, por su familia
Pero tobirama le tenía miedo a que era lo siguiente que la muerte podía quitarle que seguiría? Tal vez. Touka o hashirama, o hitoshi‐kun. Su tío kinjo hatake?)
Con esas palabras, Tobirama se apartó y se unió al resto del equipo, listo para enfrentar el peligro que les esperaba. Cada paso que daba estaba impulsado por una convicción inquebrantable con un ligero pensamiento, una mezcla de aceptación pragmática y un desafío constante hacia el destino.
Chapter 4: Cap 4
Notes:
Hola! De nuevo! Hice cambios importantes en el segundo captitulo!! Así que por favor leer de nuevo si no es mucha molestia ☺️
Comenta tus sugerencias o opiniones, te leo!
Chapter Text
La noche era oscura y fría, y el bosque que rodeaba el campamento susurraba con el viento como si murmurara secretos que nadie quería oír. Las ramas desnudas de los árboles se mecían lentamente bajo la luna temblorosa, y el humo del fuego se alzaba como una danza suave y silenciosa hacia el cielo sin estrellas. El silencio envolvía el claro como una manta densa y pesada, solo interrumpido por el ocasional crujido de la madera al arder.
Sentado junto al fuego, con una manta tosca cubriendo sus pequeños hombros, estaba Tobirama Senju. No debía tener más de seis años. Su cabello blanco contrastaba con la oscuridad a su alrededor, y sus ojos rojos —demasiado serios para un niño tan pequeño— reflejaban la luz del fuego con un brillo tan serio. Ahora solo pensaba. Tal vez Pensaba demasiado para un niño.
Aquella noche, su padre y los ancianos habían partido para una reunión con un clan aliado. Él se había quedado, como siempre, al margen. Demasiado pequeño para meterse en adustos del clan, demasiado callado para que alguien notara si estaba o no. La presencia de sus hermanos menores estaba allí, itama el primer hermano menor de Tobirama dormía profundamente con su madre, y kawarama le seguía el paso… sin sus hermanos allí Tobirama sentía que estaban en otro mundo, alejado de la realidad.
Fue entonces que escuchó unos pasos que perturbaron su pensar unos pasos Rápidos, ligeros, casi alegres. Levantó la mirada, y allí estaba él: Hashirama, su hermano mayor, unos diez años en ese momento. Su cabello cortado con un ridículo corte de tazón que se habia echó recientemente y su rostro redondo todavía conservaba la calidez infantil.
—¡Tobi! —dijo sonriendo, como si acabara de descubrir un tesoro escondido—. ¿Por qué estás tan solo? Mamá dijo que estabas por aquí...
Tobirama bajó la mirada. No respondió.
Hashirama, sin molestarse por el silencio (acostumbrado a ser ignorado por su hermanito) se sentó a su lado y tiró de la manta para cubrirse también. Se quedó en silencio un momento, mirando el fuego como si este le hablara.
—¿Sabes? Cuando era más joven, tenía miedo del fuego. Pensaba que podía comerse todo. Casas, personas… incluso los recuerdos. Pero luego el abuelo me dijo que el fuego también protege. Que da luz. Que calienta. Solo quema si se descontrola.
Tobirama giró apenas el rostro hacia él. Había algo en sus palabras que le dolía. El fuego calentaba, sí… pero también quemaba. Igual que su clan. Igual que la guerra.
—¿Crees que papá nos quiere? —preguntó de pronto, su voz apenas un susurro entre el viento.
Hashirama lo miró sorprendido. Tardó un momento en responder, su rostro perdiendo un poco de aquella inocencia despreocupada.
—Yo… creo que papá quiere que sobrevivamos. Y que seamos fuertes. Pero a veces… no sabe cómo querer bien.
Tobirama asintió lentamente. No era la respuesta que había esperado, pero era suficiente.
El mayor lo observó, más serio ahora, y luego le revolvió el cabello con cariño.
—Pero yo sí sé cómo querer a mis hermanos —dijo con firmeza—. Y te prometo que siempre estaré contigo, ¿sí?
Tobirama lo miró, y por primera vez en toda la noche, su expresión se suavizó. No sonrió, pero tampoco estaba tan tenso. Aquel gesto de Hashirama se grabó en su memoria como una marca cálida en el frío de su infancia.
La llama seguía crepitando, y aunque el viento helaba, por un instante, Tobirama se sintió a salvo.
No sabían aún cuán pronto cambiaría todo. Cuán rápido el fuego dejaría de calentar para solo devorar.
///////////////////////////////////////
Tobirama, 9 años aproximadamente
La noche era oscura y helada. La luna, partida en forma de guadaña, colgaba sobre el bosque como un ojo sin párpado. En la linde del campamento Senju, donde solo los sonidos del viento y del crujido de las ramas interrumpían el silencio, el fuego crepitaba sin consuelo. Frente a hashirama arrodillado sobre el suelo fangoso, un niño de cabello blanco mantenía los brazos en alto, formando sellos con dedos entumecidos y sangre reseca entre las uñas.
Tobirama.
El sudor se enfriaba sobre su cuello como escarcha. Tenía el rostro manchado de barro, un pequeño corte aún fresco en la mejilla, y el corazón encogido en su pecho. Cada vez que intentaba concentrarse, la escena volvía: el grito del niño, el filo de la katana enemiga, su cuerpo moviéndose sin pensar. Y luego... la voz de Hashirama.
—Te advertí que no actuaras por impulso —dijo Hashirama, desde las sombras del campamento—. No eres un niño común, Tobirama. Eres un Senju.
El hermano mayor caminaba en círculos, como un lobo vigilando a su presa. No alzaba la voz. No necesitaba hacerlo. Cada palabra suya caía como una piedra, firme, inquebrantable.
—Tenía cinco años, ni siquiera sabía hacer sellos —murmuró Tobirama—. Iba a morir…
—Y por salvarlo, cuatro de los nuestros sí murieron. Uno más quedó paralítico. —Hashirama se detuvo de golpe. Su sombra se proyectaba larga por las brasas—. ¿Y tú crees que tu compasión vale más que su estrategia?
Tobirama alzó la mirada, y por un segundo sus ojos brillaron con una furia contenida. Pero no habló. No aún.
—Responde —ordenó Hashirama.
—¿Compasión? —repitió Tobirama, con la voz rota—. Pensé que se trataba de proteger. De construir algo distinto… ¿No eras tú el que hablaba de eso cuando Kawarama murió?
El silencio fue inmediato. Denso. Ni el viento osó pasar entre ellos.
—Yo era un niño entonces —dijo Hashirama, finalmente—. Ahora soy el heredero. Y tú… eres mi sombra.
Tobirama tembló, más de rabia que de frío.
—No soy una sombra.
Hashirama dio un paso al frente. Su rostro ya no era el del hermano mayor que una vez le tejió una pulsera con ramitas secas y le enseñó a lanzar kunais sin cortarse los dedos. No. Este era otro Hashirama. Uno con la espalda tensa, los ojos endurecidos por la guerra que nunca debió precensiar a temprana edad… y una boca incapaz de ofrecer consuelo.
—Entonces empieza a comportarte como un Senju. No estamos jugando a ser héroes. Aquí no hay lugar para corazones blandos.
—¡No soy blando! —estalló Tobirama—. Solo… no quiero convertirme en lo que todos esperan que sea. Un arma.
Hashirama guardó silencio un instante. Luego, habló con tono lento, casi paciente.
—Entonces ya perdiste. Porque no puedes ser otra cosa.
Esa frase cayó como un martillo en el pecho del niño. El viento sopló entre las ramas desnudas de los árboles. El fuego titubeó.
Tobirama bajó la mirada. Los brazos le dolían por las repeticiones de sellos, pero más dolía esa certeza clavándose bajo su piel. La certeza de que ya no había un hermano mayor con quien llorar de noche. Solo un líder. Una estatua viva. Una figura con la que jamás podría hablar sin ser juzgado.
—Tú no eras así… —susurró—. Antes, cuando jugábamos a construir fortalezas con piedras. Cuando me decías que todo esto iba a cambiar.
Por un instante, Hashirama pareció desconcertado. Sus ojos vacilaron. Tal vez un recuerdo fugaz asomó a su mente. Una tarde soleada. Risas. Kawarama. Pero todo desapareció tan rápido como llegó.
—Entonces éramos niños. Ahora estamos vivos.
Dio media vuelta.
—Cien repeticiones más. Y no quiero oírte hablar hasta que hayas terminado.
Tobirama no respondió. Solo bajó la cabeza. El fuego seguía ardiendo frente a él, pero no ofrecía calor. Cada sello que formaba era una cadena más, un eslabón que lo ataba a un destino que no había elegido.
El niño cerró los ojos por un momento. Y en ese instante, el silencio le habló más fuerte que cualquier grito:
"No hay lugar para ti, si no eres útil."
Y sin embargo… Tobirama siguió formando sellos. Uno tras otro.
Porque si no podía ser libre, al menos tendría que ser fuerte.
aqquam08 on Chapter 1 Sat 15 Jun 2024 05:54AM UTC
Comment Actions
the_black_twin on Chapter 1 Sat 15 Jun 2024 02:18PM UTC
Last Edited Sat 15 Jun 2024 02:23PM UTC
Comment Actions
Lovemadatobi on Chapter 2 Tue 25 Jun 2024 09:06AM UTC
Comment Actions
the_black_twin on Chapter 2 Fri 28 Jun 2024 03:16AM UTC
Comment Actions
Amy (Guest) on Chapter 2 Fri 20 Jun 2025 02:19PM UTC
Comment Actions