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Avatar: La Leyenda de Allura

Summary:

Los nómadas Aire fueron destruidos, el ciclo del Avatar se quebró y el equilibrio del mundo se perdió.
El mundo se sumió en la oscuridad, el ánsia por poder espiritual redujo a cenizas lo que alguna vez fue una gran era de paz reemplazándola con guerra, dolor y muerte.

Pero los tiempos venideros acarrean cambios, y en inesperados rincones del mundo habrá quien encuentre el eslabón perdido en la cadena de vida del Avatar. Podría decirse que entonces las cosas se pondrán... Interesantes.

Notes:

Damos arranque, no se supone que ésto sea demasiado complejo considerando que hay una base sobre la cuál dar comienzo pero con todo quién sabe, siempre las cosas se pueden complicar y mandar al caño toda planificación.
No hay advertencias por el momento, solo un prólogo y la esperanza de que todo vaya bien.
Y eso es todo bye.
JAJJAJJJAJA A

Chapter 1: Prólogo

Chapter Text

En un inicio, los espíritus habitaban tanto la tierra como el mundo espiritual, gozaban de los vastos territorios que el mundo terrenal poseía y mantenían a los humanos aislados, pues sus almas eran oscuras y los espíritus malignos las despreciaban, no merecían tal paraíso.

Conociendo de antemano el odio de los espíritus hacia la humanidad, los leones tortuga decidieron brindarles refugio. Los proveían de alimento y un buen lugar para sus hogares, pero no siempre era suficiente. Y es así, como, con la finalidad de no abusar de la hospitalidad de los leones tortuga, ciertos miembros de cada comunidad, los más  hábiles y valientes, abandonaban el refugio y buscaban otro medios para abastecerse.

Satisfechos con sus atenciones, los leones tortuga les otorgaban efimeramente el poder para defenderse.

Wan, el primer Avatar, provino de un enfrentamiento entre los espíritus del bien y el mal, un enfrentamiento que amenazó con exterminar al mundo entero y su equilibrio. Fue así, que Wan decidió cerrar los portales y separar al mundo espiritual del mundo físico.

Varios siglos después, un maestro fuego de la realeza descubrió un poder destructivo e inigualable que provenía del mundo espiritual , un poder que nubló su juicio y destruyó su cordura, la precisa razón por la que sus mundos se habían separado. 

Conociendo que el Avatar anterior había fallecido hace poco tiempo, y que el nuevo Avatar estaría  criandose con los nómadas aire, envío a sus tropas a destruir a toda su civilización como primer acto de guerra.

Conmocionados, el resto de naciones trataron de frenarlo, pero ya era tarde.

Enloquecido por el deseo de poder, su sucesor sin piedad alguna, el señor del fuego  Zarkon , asesinó a su hermano mayor y desterró a su heredero, para poder ascender al trono  con la seguridad de que no habría quien pudiera detenerle.

El reino Tierra se ocultó tras los muros de la capital, la tribu Agua del norte se aisló del mundo, la tribu Agua del sur fue devastada y los nómadas Aire....

Fueron eliminados.

Chapter 2: Agua

Summary:

Un poco de angst para comenzar.
Alusión a muerte de personajes, destrucciòn y ataques violentos.

Notes:

Estoy emocionadaaaaaa, no puedo creer que estoy publicando de nuevo.
Espero que disfruten el capítulo y que sea el primero de muchos.

Chapter Text

La guerra es un monstruo cruel e insaciable que se alimenta con el dolor y la pérdida de sus víctimas. Un ente maligno que habita entre los mortales y los persigue buscando una oportunidad para atacar, para alimentar su hambrienta sed de sangre. Un ser que corrompe almas, corazones y destruye incluso a los más inocentes.

Atrapado bajo la espesa bruma del sueño, aún podía mirar y sentir a ese monstruo atacando sin piedad a su pueblo, a su familia, acabando con su hogar. El olor de la ceniza mezclándose con la nieve, los gritos y la intensa humedad que se formó en el aire.

A pesar de que era muy pequeño cuando pasó, lo recordaba con nitidez. Después de todo el fuego se había tatuado en su piel...

- Lance, ¡Lance! Despierta, tenemos que irnos de aquí - la voz de su hermana resonó en su cabeza, desgarradora, destrozada. En medio de la somnolencia a penas era capaz de distinguir su voz de los gritos de afuera. Había mucha luz, pero aún no amanecía, y no se percibía el delicioso aroma del desayuno que su madre solía preparar ¿Qué estaba pasando?

-¿Vero? ¿Qué...? - trató de espabilarse mientras se dejaba arrastrar fuera de su cama.

- Están aquí, saben que hay un maestro agua.

Miró por la ventana horrorizado a la gente huyendo despavorida, los cadáveres esparcidos por el suelo y a varios soldados de la nación del fuego destruyendo sus hogares sin piedad.

Con el firme sentir de su corazón palpitando a toda velocidad en su garganta, tomó la mano de su hermana mayor y echaron juntos a correr. A cada paso las lágrimas que empapaban sus mejillas se volvían más densas, como extensos riachuelos tras una larga época de lluvia, mientras sus sollozos eran silenciados por el bullicio del ataque.

- Vero, ¿A dónde vamos? ¿Dónde está mamá? - trató de averiguar entre sollozos, pero Verónica no volteó ni le dió explicación alguna.

Caminaron en silencio hasta la pequeña sala de estar de la casa, había una enorme alfombra, en la que solían sentarse juntos de vez en cuando a cantar al rededor de un pequeño mesón que había sido removido de su lugar habitual. Se sentía en trance, su mirada fija en el pasadizo bajo la alfombra y su mente negándose a procesar nada y bloqueando todo el ruido.

No fue consciente de sí mismo hasta que salieron del túnel y se sentaron en la nieve.

- Arriba, aún no estamos seguros.

Se levantó con pesar siguiendo sus pasos en la oscuridad, la luz ya no era escandalosa y exagerada, pues se habían alejado del alboroto y para su fortuna el ruido también se había atenuado.

- ¿Vero? ¿Dónde está mami? - preguntó ya más tranquilo, aferrándose a la mano de la castaña.

La muchacha lo miró forzando una sonrisa, pero nunca llegó a responder. Caminaron lentamente un tramo más, sintiendo el frío acosándolos abrumadoramente, necesitaban entrar en calor pronto o el riesgo de una hipotermia sería inminente.

- Vamos a esa cueva, podemos prender una fogata y entrar en calor - sugirió la chica con fingido entusiasmo.

Asintió emocionado, pues sus piernitas dolían por la caminata y el frío que las habían entumecido. Aceleraron el paso con renovado ánimo sintiéndose un poco mejor creyendo que podrían descansar al menos un poco.

- No será necesario - una voz desconocida se hizo escuchar en medio de la gélida noche.

De pronto el frío ya no estaba, en su lugar un calor sofocante les quitó el aire y los empujó contra el suelo. Estaban perdidos, solos e indefensos, ya no existía escapatoria, ante ellos un hombre de mirada violenta y faz psicótica marcaba la recta final. Serían devorados por las iracundas fauces del fuego y sus almas condenadas se unirían a todas aquellas que ya llevaban algún tiempo esperando por ellos.

Con el corazón en la mano, se dejaron caer sobre la nieve. Si morirían, lo harían fundiéndose en su elemento, listos para formar parte de aquello que una vez les dió vida, cerrarían sus ojos y el dolor lentamente dejaría de existir.

Pero algo cambió.

No se sentía aterrado, no sentía el fuego que se alzaba amenazante sobre él, solo sintió una inmensa paz recorrer sus venas, sintió la energía fluir dentro de su cuerpo con la fuerza y tranquilidad que solo su elemento podían darle.

En un estado de inconsciencia total, se dejó invadir por aquel sentimiento y su cuerpo hizo lo que tanto su corazón como su mente le pedían desesperados. Una enorme ola se alzó ante ellos y arrasó con su atacante, llevándose con ella toda su energía y dejándolo inconsciente.

En cuanto despertó ya nada fue igual.

Su cuerpo, su corazón, su mente, su alma, todos destruidos tratando de reconstruir con sus piezas un nuevo ser.

Su madre había sido asesinada en cuanto el ataque empezó. Demostrando gran valor la mujer había protegido a su familia hasta el final, pero ese final, ahora era irreversible.

Tras la devastación el jefe de la tribu, el general McClain reunió a los pocos guerreros que aún no habían sido capturados y zarparon hacia el frente de guerra, dispuestos a hacer lo que hiciera falta para proteger a su pueblo, su esposa no habría muerto en vano y él la honraría con cada victoria.

La hija mayor del general McClain, Verónica, ocupó el puesto de líder en su ausencia, siendo reconocida por su sabiduría y gran liderazgo, logró en poco tiempo reconstruir gran parte de las viviendas, restituir las fuentes alimenticias e iniciar con la construcción de un gigantesco muro de hielo para proteger a su pueblo, pero sobre todo a su pequeño hermano.

Tras el ataque que casi los había llevado a su muerte, su cuerpo había cambiado. Marcas tan hermosas como extrañas rodeaban su cuerpo, se difuminaban en su piel, pero destellaban ante el peligro. Eran tan bellas y definidas que parecían haber sido delicadamente pintadas por un artista y su significado traía consigo un gran honor, pero también un gran riesgo.

El tiempo no se detuvo ante su pérdida, no les dió tregua, ni descanso, fue inclemente y los años pasaron, la tribu del Sur se alzó de entre sus escombros y se volvió una fortaleza, un refugio incluso, varias personas de la tribu del Norte y del reino Tierra habían terminado por refugiarse en las irónicamente cálidas murallas sureñas que les ofrecían protección. Un hecho que no era del todo ventajoso, pues ocultar las marcas de Lance ahora se había vuelto una obligación, no podían dejar a la vista algo tan importante, era un riesgo innecesario que no tomarían. Si bien no eran visibles a cualquier dichosa hora del día, un par de vistosos episodios de temor y furia que desencadenaron una excesiva demostración de fuerza habían bastado para aceptar que era mejor ocultarlas como si fueran visibles permanentemente.

Los libros sagrados contaban la leyenda del Avatar, su deber en el mundo y todo aquello que conllevaba, pero había un pequeño detalle que varios omitían. Voltron, el guerrero de Raava decidió seguir a su señora en el camino que había elegido junto al Avatar, pero durante la batalla fue herido de gravedad e irremediablemente fragmentado. En agradecimiento por su apoyo, 5 honorables humanos se ofrecieron a portarlo en su interior para que Voltron fuera capaz de acompañar a Raava durante el interminable ciclo del Avatar.

El Avatar tenía poderes inigualables por lo que era imposible que pasara desapercibido, pero los paladines tan sólo podían ser reconocidos mediante sus marcas, símbolos grabados en todo su cuerpo. Lance lo sabía, lo supo desde muy pequeño por cada vez que su hermana lo envolvía como a un tamal con busos de cuello alto, casacas enormes y bufandas que por poco le cubrían los ojos. Pero bueno, vivía en el polo sur después de todo, donde siempre hace falta una dosis extra de calor.

O eso se decía cada vez que, en las prácticas de lucha cuerpo a cuerpo,lo tiraban al suelo y le era imposible alejarse rápidamente o levantarse siquiera.

- Vamos McClain, es la quinta vez que caes sobre tu trasero como un costal de ostras ¿Qué es lo que te pesa tanto? - la decepción del entrenador era casi palpable mientras miraba despectivamente a Lance rodando en el suelo como cucaracha sin poder levantarse.

- Honestamente, señor, me sería mucho más fácil decirle qué no me pesa - pero si se lo digo me mata, pensó mientras inútilmente trataba de rodar hacia su costado para poder levantarse, cuando al fin logró ponerse en pie el entrenador parecía al borde de una aneurisma.

- La verdad no me interesa, fuera de mi cuadrilátero. ¡El que sigue! - Antes de que el entrenador pudiera cambiar de opinión, corrió hacia su mejor amigo quién lo esperaba con una botella de agua en la mano.

- Lance, amigo, eso fue genial - halagó Hunk emocionado.

Hunk era uno de los refugiados del reino de la Tierra, un chico fornido y de porte intimidante, pero con un corazón de pingüino. Se conocieron siendo niños, cuando los grupos considerados no primordiales dentro de las colonias fueron expulsados y exiliados. Por fortuna para Hunk y su familia, pudieron hacerse de una modesta barca que les permitió cruzar las heladas aguas del sur hasta la Tribu Agua. Al recibirlos Lance estaba junto a Verónica, registrando a los nuevos integrantes de la comunidad, en ese entonces severamente escasos. Hunk lloraba desconsolado así que para animarlo lo invitó a jugar con los pingüinos, el chico se negó llorando aún más, pero cuando se le pasó y pudieron cumplir con espantar a unos cuantos pingüinos se selló su amistad.

- Lo sé, aún con 5 kilos extra soy ágil como un tigre - no lo era, no solo se sentía pesado, sino que también tenía una fea sensación de asfixia, era demasiado calor para cualquiera, no importa en que lugar del mundo estuviera, todos los cuerpos necesitan respirar.

- Presumido. Escuché que Verónica quiere vernos ¿Qué hiciste ahora y por qué estás echándome el muerto de nuevo?

- Yo no he hecho nada - eso sí era cierto, en su defensa seguía lidiando con las consecuencias de su última travesura así que no había tenido la oportunidad de meterse en nuevos líos de momento.

- Eso dijiste cuando por tu culpa nos descubrieron robando en la cocina - un gesto de agotamiento se pintó en el rostro de Hunk al recordar la gigantesca reprimenda que Verónica les había dado esa vez y el castigo después de eso.

- No, en serio, esta vez no hice nada. He estado contigo todo el tiempo - renegó repasando lo que había hecho durante todo ese día, pero no encontraba motivos para que su hermana lo buscara.

- ¿Entonces qué? 

- No lo sé, Hunk, Verónica es todo un misterio incluso para mí.

- Cadete, ¿acaso no fui claro? Tú y el chico McClain vayan a buscar a Verónica - ambos dieron un respingo ante el grito del general.

- Sí, señor.

Salieron de ahí a carrerillas, deambularon por toda la aldea buscando a Verónica antes de encontrarla, parecía que la chica tenía verdadero talento para hacer que la tierra se la tragara cuando quería. Al llegar ambos chicos se pusieron tensos esperando la reprimenda, pero extrañamente no se veía molesta, tanto así que ni siquiera había notado su presencia. Y la verdad, en ese punto, Lance no sabía qué le asustaba más.

- ¿Querías vernos? - preguntó dudoso, mientras discretamente se aseguraba de no estar alucinando a su hermana estando tan tranquila estando él tan cerca.

- En realidad no, pero es hora de que me sirvan para algo par de problemáticos. Uno de los grupos de pesca tuvo un accidente y están incapacitados, quiero que los reemplacen por hoy y espero que no se metan en problemas - pero ahí estaba de nuevo, con su actitud implacable y genio de osornitorrinco. Resopló rendido, hasta que su mente terminó de procesar lo que había escuchado y en seguida se vio gesticulando estupefacto y emocionado frente a la castaña.

- ¿Hablas en serio? - Verónica le dió una mirada enfurruñada al verlo prácticamente saltar de la alegría.

- No hagan que me arrepienta - parecía una orden, pero quién la conociera sabía que esa era mucho más una súplica porque parecía estar arrepintiéndose desde ya.

- Vamos Vero, tennos un poco de fe.

- No, no, que te tenga fe a ti. Yo no puedo subir a un bote sin vomitar, no creo que esta tarea sea para mí - negó Hunk mientras lentamente trataba de escapar, siendo interceptado por Lance y su mirada fulminante - Esto es una pésima idea.

- No lo escuches, déjanoslo a nosotros, lo haremos bien - aseguró tomando a su amigo por la casaca y arrastrándolo consigo antes de que su hermana tuviera la oportunidad de arrepentirse y regresarlos al cuartel.

Era una simple expedición pesquera, ¿qué podría salir mal?.

Una vez les fue asignado un sector y les entregaron los implementos necesarios, aún contra las quejas del comandante Iberson, Hunk y Lance salieron de la seguridad de los muros para realizar su tarea.No era nada muy difícil, solo debían cumplir con la cuota diaria de producción antes del anochecer y sin contratiempos, si demostraban ser capaces de hacerlo ya no tendrían que estar dentro de los muros todo el tiempo, tal vez serían reasignados a una división pesquera permanente.

Lance estaba tan embelesado con la idea que no le fue problema ignorar las constantes arcadas de Hunk, el estómago sensible de su amigo no sería impedimento para su libertad.

- Lance, vas demasiado rápido, dañaras la canoa - reclamó el moreno entre arcadas.

Disminuyó la velocidad entre risas mal disimuladas mirando a Hunk de reojo.

- ¿Todo bien Hunk? Si sigues pegado al borde te caerás.

- Justo ahora lo prefiero.

Lance soltó una carcajada eufórica. Le encantaba la sensación de libertad que podía brindarle el simple soplar del viento helado del polo sur, el sonido del suave oleaje rompiendo contra la canoa y el dulce aroma del agua congelada. Se dejó manipular por la infinita satisfacción que ahora embargaba su cuerpo y volvió a adquirir velocidad emocionado, de poco o nada sirvieron las quejas de Hunk, pues sumar velocidad a esas asombrosas sensaciones era en definitiva el broche de oro para aquel momento.

Llegaron a la zona destinada y la canoa se detuvo en un movimiento brusco y carente de gracia. Lance era un hábil navegante en aguas correntosas, pero los surcos estrechos, los cambios de velocidad y sobretodo frenar, no eran precisamente sus fuertes, habría quienes incluso los clasificarían como sus puntos letales, porque lo iban a matar uno de esos días.

- Gracias espíritus.

- Y así concluimos con un maravilloso viaje gracias a nuestro adorado navegante estrella, Lance McClain, daré autógrafos más tarde.

- Espero que no perdieras las redes y cañas, navegante estrella.

- El simple comentario me ofende, por supuesto que no perdí nada - su indignación tendría mayor validez si no hubiera olvidado las cosas en el pasado, pero lo hizo y más de una vez así que no dijo nada más mientras se dedicaba a sacar lo que necesitaban de la canoa. Luego fue y se las entregó a Hunk con un poquito de más fuerza de la necesaria, que le ganó una fea mirada y un empujón en lo que echaban a caminar por el hielo, buscando el mejor lugar para pescar. Tenían mapas que registraban las conglomeraciones de peces según la estación y época del año así que no debería ser un problema, y efectivamente no lo fue - Bien, entonces a trabajar.

Se establecieron en el lugar rápidamente, prendieron una fogata y hicieron un par de ajustes finales en sus cosas. Abrieron un hoyo en el suelo para las cañas y colocaron las redes en el borde de la plataforma de hielo, ahora solo debían esperar. Así que se dedicaron a parlotear, no tenían nada más para hacer hasta que las redes  atraparan algo que pudieran sacar, así que sí conversar era su única opción. Por lo general charlaban sobre temas triviales y cosas insignificantes para hacer tiempo, pero por alguna razón la conversación no estaba fluyendo, ambos estaban muy distraídos, había algo irregular en ese lugar.

- Este lugar me es extrañamente familiar - confesó Lance tras un rato pensándolo.

- A mi igual, pero jamás había estado aquí antes. Es mas bien como si el perfil del lugar me fuera conocido.

Al parecer sus mentes se habían conectado, aquel era el mismo sentimiento.

Escucharon el agitado movimiento de los peces atrapados en la red y se levantaron velozmente a sacarlos del agua para acomodarlos en el primer barril que debían llenar. Luego volvieron a colocar la red mientras otra de sus trampas acuáticas cumplía su función. Pescar en aguas tan gélidas era un verdadero arte que tardaba más de lo conveniente, a menos que tuvieras suerte y un cardumen terminara atrapado en una de tus redes.

- Exacto, como una figura trazada - comentó una vez hubieron regresado a sentarse junto al fuego.

- Sí, como mis lecturas de energía espiritual - entonces Hunk pareció caer en cuenta de algo, sus ojos se iluminaron y no llegó a sentarse antes de dar un paso hacia adelante colocando sus manos como quién cierra el panorama en un cuadro para una fotografía - ¡Eso es! Mis lecturas, este es el primer lugar luego del templo que tiene esta cantidad de energía, no sé como no pude notarlo. Mira, los picos de los icebergs, son iguales - y es que Hunk era un ingeniero de los pocos con los que la tribu agua del sur contaba, rápidamente uso el vaho de su aliento para dibujar los gráficos de sus lecturas antes de apuntar a los icebergs y montañas a unos pasos de ellos.

- Que curioso... Hay que ir a ver - ante ese comentario la sonrisa de Hunk se desvaneció, le agradaba su descubrimiento pero esperaba compartirlo e indagarlo con alguien que no fuera a buscar específicamente que los mataran.

- Oh no, no, no, no. No debemos meternos en problemas, el comandante Iberson ya nos tiene entre ceja y ceja por tu culpa.

- Bien, entonces puedes quedarte aquí, yo iré - dictaminó Lance despreocupado dejando los barriles junto a Hunk para despejar la canoa. Una vez sin el peso extra le hizo un gesto a su amigo como la clásica última llamada antes de irse. Hunk trató de resistirse, tenían que concretar su tarea, o pasarían hambre toda la semana, no podían irse si no conseguían al menos una segunda ronda de suerte en la que consiguieran una buena cantidad de pescado. Iba a señalarlo y evitar la locura a la que seguramente Lance lo arrastraría, pero entonces las redes sonaron y la agitación indicó que tenían un nuevo lote de pescado. Lance bajó de la canoa a ayudarlo y una vez tuvieron a buen resguardo todo el pescado vieron que bastaría, era más que suficiente para un día de pesca, era hasta demasiado, como si los espíritus quisieran contribuir a que se fueran. Así que Hunk accedió de mala gana.

- Me voy a arrepentir, estoy seguro - subieron a la canoa y se pusieron en marcha hacia los glaciares, parecían solo bloques de hielo a la lejanía, pero al acercase lo suficiente lograron encontrarse con una abertura que actuaba como una pequeña puerta, como la entrada de una cueva, entonces Hunk supo que tenía razón, ya empezaba a arrepentirse.

- Lance, por favor no entres en la cueva - Lance en respuesta solo miró por sobre su hombro a su amigo con una sonrisa burlona.

- Anda Hunk, no seas miedoso - se adentraron a la cueva por la pequeña abertura vacilantes, porque aunque Lance sí pensaba que Hunk era algo cobarde, no negaría que poco a poco algo de temor nublaba su intriga, el lugar estaba oscuro y común se iban adentrando la bruma se volvía más pesada, un ambiente tétrico e incierto que no hacía más que motivar a Lance. Era extraño como lo desconocido por alguna razón resultaba excitante, estimulante. Era algo difícil de explicar, como sus vellos se erizaban y su corazón se desataba gracias a las leves dosis de adrenalina que su cuerpo liberaba y que se expandían lentamente.

Era escalofriante y fascinante a la vez.

- Hunk, prende una lámpara, ya no veo nada - su visión se había vuelto casi nula, pues ni forzando la vista lograba divisar más allá del final de su canoa, temiendo estrellarse empezó a guiarse con los remos, tantenado con cuidado para poder dirigir la canoa en tanto Hunk encendiera una lámpara.

- Está bien, pero yo tampoco veo nada - se quejo Hunk molesto - No sé donde esta... tu lámpara - se vio interrumpido repentinamente por un destello de luz que brotó de las paredes.

Era azul, un fulgor intenso, pero a la vez tenue e intrigante de algún modo irregular, una luz que fue tomando forma en las paredes, en figuras que parecían haber sido talladas en las paredes. Leyendas.

Otra luz brotó de la oscuridad, esta vez amarilla y brillante, fuerte pero acogedora y trazó sus propias figuras en el aire. Dos entes distintos contando una misma historia.

- Lance, la luz me está hablando - musitó el moreno espantado. - Lance... estoy hablando con una luz.

- ¿Qué es un Voltron? - se preguntó Lance en voz alta, ignorando a su amigo.

Había escuchado las voces de las luces también, pero no las entendía, no sabía que es lo que querían, que buscaban.

En cuanto de sus labios salió la palabra Voltron las voces se cayaron de golpe y los murales de hielo se abrieron mostrando un interior de tierra y piedra, como si aquel lugar no fuera parte del polo sur, el lugar era oscuro pero en el medio de él brillaba una esfera de color celeste gigantesca que les brindaba iluminación suficiente para no perderse o estrellarse.

- ¿Qué diantres es eso?

Chapter 3: La gente del Iceberg

Summary:

Contexto, contexto y contexto

Notes:

No hay nada que decir, estoy editando todo de golpe en una noche para tener para publicar diario, o semanal o que sé yo, depende de cuánto avance, también descubrí que tanto capítulo era porque eran más cortos que nada en la vida, así que estoy intentando hacerlos más largos, no está funcionando como me gustaría pero, así están las cosas.
Disfruten del capítulo porque está elaborado con trabajo árduo y sufrimiento.

Chapter Text

Se miraron dudosos antes de tomar una decisión muda que creyeron mutua, se levantaron al mismo tiempo y descubrieron que sus pensamientos no coincidían. Lance ligeramente emocionado se deshizó de un par de capas de su ropaje para estar más ligero y bajó de la canoa a paso firme en dirección a la esfera mientras Hunk tomaba una remo dispuesto a salir huyendo. El moreno gruñó desesperado al mirar a su amigo a pocos pasos de distancia del objeto no identificado.

- Lance, no. No te acerques a eso. No vayas hacia la luz.

- Cállate Hunk, es una esfera de hielo - no podía ser una simple esfera de hielo, porque no solían brillar, pero era lo de menos, descubriría de dónde venía la luz si se acercaba, podía incluso ser solo un efecto de la luz reflejándose por alguna otra entrada de la cueva. Aunque, bueno, nada había sido tan simple nunca para él, y el universo se lo recordó cuando gracias a la cercanía pudo distinguir un par de siluetas que en seguida lo hicieron palidecer - Hay alguien adentro.

- Más bien algo, dejémoslo y vámonos.

- No, no, hablo en serio, mira - volvió a señalar atrayendo a su compañero para que lo viera por si mismo. Eran siluetas, difusas entre el hielo, no distinguía cuántas eran ni su posición, solo sabía que había más de una y que la apariencia de una de ellas era definitivamente humana. Podrían haber hecho un glorioso descubrimiento que datara de años atrás, miró a Hunk buscando una reacción y sonrió complacido al verlo increíblemente impactado.

- Cadáveres congelados.

- Pobres, debieron naufragar hace tiempo - su actitud cambió ante eso. Pasaba de vez en cuando, viajeros que quedaba atrapados en el mar y las tormentas, los encontraban en el hielo tiempo después, algunos en semanas, otros meses después y en algunos casos como el que parecía ser aquel, tras varios años, no habían recientes carteles de desaparecidos en la tribu, debían haberse atrapado en el hielo hace mucho.

- Hay que sacarlos de ahí.

- Pensé que querías irte, miedoso - Hunk negó ante eso, con ahora un gesto determinado, seguro había pensado lo mismo.

- Esta gente puede ser parte de los mercantes o viajeros del Reino Tierra desaparecidos, merecen que los espíritus recojan sus almas y que les demos paz a sus familias que los siguen buscando - Lance sabía que él había perdido a un par de miembros de su familia de ese modo, para cualquiera estar ahí sería impresionante y doloroso,  pero en lugar de deprimirse y desmoronarse, ahí estaba Hunk, decidido a brindarle alivio a una familia a pesar de que nadie se lo brindó a él.

Sonrió orgulloso a sus espaldas con cuidado de no ser visto.

- Es cierto, nadie merece terminar así.

- Ahora el problema es como vamos a romper un hielo tan grueso - confesó Hunk y con razón, era un hielo muy grueso y ellos no tenían herramientas, además la forma "iceberg" era nada menos que particular, nunca habían visto una perfecta esfera  menos con náufragos en su interior. Sacarlos sería un absolito desafío, tal vez deberían regresar al pueblo a por el material y más gente.

- No lo sé tal vez podríamos solo tocar - bromeó y dio un par de toquecitos a la esfera con sus nudillos.

Una ráfaga de aire salió disparada como una onda desde la esfera y un enorme resplandor empezó a emanar de esta, extraño y fuerte. Ya no se estaba riendo, e incluso la solemnidad del momento desapareció. Miró a Hunk alterado quién el devolvió la mirada con un gesto incrédulo y exaspero, antes de echar pies sobre polvorosa y salir corriendo hasta esconderse detras de una roca buscando refugio.

- ¿Qué demonios hiciste? 

- Nada, no hice nada.

A la primera ráfaga le siguieron otras, mucho más fuertes, parecía como si un torbellino esuviera sucitándose dentro de la cueva y la luz era suficientemente intensa como para que ya no fueran capaces de abrir los ojos. Lance gritó de frustración y de repente todo se detuvo. Fue sorpresivo e inmediato, la fuerza que los empujaba ya no estaba y la cueva se hundió en el silencio.

- ¿Lance...?

Con el corazón palpitándole en la garganta, el castaño asomó su rostro por el costado de la roca encontrando a la esfera partida a la mitad. Respiró profundo sin mirar a su aterrorizado amigo y salió de su refugio para acercarse hasta la esfera. Sus pasos fueron lentos y tambaleantes, todavía podía sentir el azote del viento, temía que otra ráfaga se desatara y lo hiciera trizas, no era lógico que otro pseudo tornado surgiera de la nada, pero tampoco que bultos de hielo gigantescos explotaran al son de un pintoresco toc toc, pero así resultaron las cosas y habría que adaptarse. 

O eso pensó hasta que una figura salió de entre la bruma y el hielo sacándole el alma del cuerpo y tirándolo de nalgas al suelo, arruinando al paso su dramática y épica caminata.

Una muchacha de más o menos su edad, con el cabello blanco como la nieve, tez morena y el atuendo típico de los Nómadas Aire, se alzó por sobre él. Parecía desorientada, pérdida y débil, pues sus piernas no lograron sostenerla por mucho tiempo y de un momento al otro estaba a punto de caer bruscamente al suelo. Alarmado corrió hacia ella y la sostuvo justo antes de que su cuerpo fuera a parar en el suelo. 

Ya con la chica en brazos quiso soltarla bruscamente al suelo, le había ganado la caballerosidad, pero la chica había brotado como margarita de entre la nieve, no era algo que quisiera en sus manos, sin embargo, lo hecho hecho estaba y ya no podía ponerla en el suelo. La miró bien y pudo apreciar lo bella que era, al menos si resultaba un cuerpo zombificado por espíritus y lo mataba, moriría a manos de una encantadora muchacha. Esperó unos minutos, nada ocurrió por fortuna, así que con renovados bríos, aferró el cuerpo de la muchacha a sus brazos y se puso de pie.

- ¡Hunk! Trae tu trasero aquí y ayúdame. Están vivos o al menos uno de ellos. Ven, carajo - exigió cargando a la chica hasta la canoa. Era delgada así que no fue mayor problema, pero con sus capas y capas de ropa no era una tarea tan agradable.

- Hay otra persona, es un hombre. Creo que respira y también hay un animal raro - giró el rostro en dirección a su amigo con las cejas elevadas hasta el borde de su frente. Habían más y vivos, espíritus santos, acababan de tropezarse con una situación sumamente compleja.

- ¿Animal? 

- Tu ven a verlo - se quejó mientras se cargaba al hombre en el hombro sin mayor complicación, físicamente hablando, porque era díficil cargar con peso muerto mientras te niegas a recargarlo en tu cuerpo en un desesperado intento por evitar contacto. Quiso reír al ver su nariz arrugada con disgusto y lo rápido que caminó hasta la canoa para practicamente lanzarlo (con la delicadeza de una jodida pluma, así que no se le podía considerar tal, pero la intención era la misma), y luego regresarse por las mismas para entablar distancia. Nunca muy cerca a los zombies ni a su mascota simplemente descrita como "rara".

A veces Hunk lograba exasperarlo, él tenía a un par de posibles hipotérmicos medio muertos en una canoa totalmente inconscientes, pero nooo, el joven quería que fuera a ver la extraña criatura dentro del iceberg. Solo esperaba que no fuera carnívora, no le gustaría ser su primera cena post criogenización.

Sintió un movimiento suave llamar su atención cuando trataba de evaluar si el hombre esta herido, la mujer se movía, torpemente pero parecía reaccionar de a poco, giró para revisarla y entonces otro movimiento. El hombre también despertaba, se había quejado muy suavemente y nada más, se veían entumecidos. Revisó sus pulsos rápidamente y soltó sus muñecas a la velocidad de la luz, estaban cálidas y no parecían azules, la última vez que vió a alguien casi congelarse parecía un pitufo de nariz rojiza, y se sentía helado, casi sin pulso, naturalmente. Ellos no se veían así en absoluto.

Confundido y aún más intrigado se centró en el rostro de la muchacha mientras ella trataba de abrir sus ojos. Se debatió internamente entre levantarse rápido y correr con Hunk o quedarse a asistirla, se suponía que estaba capacitado para dar primeros auxilios, pero no había nada en el manual que explicara cómo tratar hadas de la nieve.

- ¿Dónde... Dónde estoy? ¿Quién eres? - balbuceó parpadeando repetidas veces sin lograr abrir sus ojos del todo.

Lance era muchas cosas, un buen nadador, se le daba la caza, tenía una excelente puntería, era ágil para pelear y era muy atractivo, o eso le decía Hunk, y cómo dudar de su palabra. Pero había algo de lo que en definitiva Lance carecía y eso era agilidad mental bajo presión. 

Sí, podía reaccionar, ayudar y ser benéfico para la causa, pero que los espíritus lo mantuvieran callado para que no soltara una tamaña estupidez, era un obsequio con el que no siempre contaba. La preciosa mujer congelada habló, y su voz irónicamente fresca, le fritó el cerebro, la presión le explotó las neuronas y su primer impulso sacó de lo profundo de su alma una profunda voz de galanería y una temblorosa expresión coqueta.

- Soy Lance princesa y tu estás aquí en mis brazos.

Se arrepintió al momento de hablar, pero era tarde así que se mantuvo sonriente y aceptó su destino, mientras su cerebro dulce y delicadamente resonaba en su cerebro con un Ah, soy un imbécil. La chica frunció el ceño desconforme y en un rápido movimiento tomó a Lance por las solapas de su ropaje y lo neutralizó de un solo golpe. Se quejó por el doloroso golpe en su espalda mientras sus ojos se abrían como platos por la sorpresa. La chica se había recuperado en menos de 10 minutos y ya estaba apaleando su trasero. 

Su cerebro volvió a hacer acto de presencia.

Eso, me gusta eso en una mujer, maltrátame.

- ¿Qué es este lugar? ¿Cómo diste conmigo? ¿Cuánto tiempo llevo cautiva? - escupió histérica ejerciendo presión sobre su pobre cuerpo, más específicamente su garganta y mientras sentía que se desvanecía por la falta de oxígeno se preguntó si podría girar a ver a Hunk para levantarle una ceja en una pequeña bromita. - ¡Responde!

- Te respondería si lo dejarás respirar. ¡Esta morado! ¡Suéltalo psicópata congelada! - Hunk alzó sobre su cabeza amenazante un remo, no lo haría, normalmente nunca golpearía nadie con un remo, pero en serio Lance se veía morado. La chica reconoció la amenaza y soltó su cuello antes de dar un par de pasos hacia un costado, buscando proteger con su cuerpo al hombre de la canoa.

Lance estalló entre toses cuando el aire por fin le regresó al cuerpo, se arrastró hacia tierra firme y antes de acabar de salir de la canoa la golpeó para agitarla, desestabilizando a la chica y logrando que cayera de frente, antepuso sus manos para no romperse la crisma y entonces Hunk las atrapó en la tierra. Se desplomó en el suelo en un exagerado gesto de cansancio, sonrió satisfecho y miró con aprobación a su mejor amigo.

- ¡Bum! Este hombre es un maestro tierra. Estamos en el polo norte, pero aquí también hay rocas, princesa - comentó burlón con la voz ronca y despedazada. Giró boca arriba dejando que sus pulmones se llenaran de aire a gusto mientras por el rabillo de su ojo vigilaba a la extraña.

- ¡Déjenme ir! 

Lance la examinó con la mirada detenidamente. No parecía querer matarlos, aunque tal vez solo le parecía menos amenazante estando de cabeza como una lagartija. Esperaba en su corazón que agitar la canoa la hubiera tirado para apresarle los pies y tener una conversación más digna, pero eso era lo que tenían. 

- Emm no, yo creo que no. 

- Ya suéltala Hunk, está bien - no lo estaba, la chica parecía un arma en potencia, pero le incomodaba no poder verle la cara, estaba toda cubierta por su larga cabellera blanca, insusual, hermosa y excelentemente cuidada, tal vez tenía que ver con lo del congelamiento.

Sí, también lo distraía.

- Podría atacarnos en cualquier momento - alegó en su defensa negándose a mirarla siquiera. Lance lo miró fijamente unos segundos, sin intención, solo para que sintiera el peso de su mirada por un largo periodo, y entonces, como si hubiera soltado los seguros de su mente soltó velozmente - Además no sé romperlas.

- Ya lo suponía amigo. Bien, princesa, espero que no te moleste el lodo - la chica lo miró de mala manera pero no se movió, entonces Lance se puso en pie y elevó sus manos hacia el agua bajo la canoa, con dificultad formó una esfera de agua pequeña y la movilizó torpemente hacia las manos de la extraña para liberarla. Posó la gota sobre las esposas y extendió sus manos para romperlas de una vez. Pero fue detenido de último momento por el hombre que la acompañaba, que lo tiró al suelo de un empujón y en un satiamén había cercado el entorno de la chiquilla con su cuerpo propio.

- ¡Alto ahí maestro agua! No podrás jamás lastimar al Avatar - su voz era aguda e inquietante, pero más lo eran sus movimientos desordenados que pretendían ser una amenaza. 

Era un monje de los templos del aire, no había forma de que no lo fuera, su faz, su vestimenta, pertenecía a un templo sin duda. 

Solo un detallito no encajaba, y rimaba con los templos, los monjes, los maestros, todos llevaban casi un siglo muertos. Además...

- Los libros de historia no mencionan que los maestros aire son agresivos.

Y no lo hacían, pero al hombre poco parecía importarle, no dejo de mirarlos amenazante mientras destruía las esposas con un simple zapateo, parecido al de los movimientos de tap.

- No somos agresivos, pero representamos la fuerza del espíritu, joven maestro agua - declaró orgulloso a punto de atacar nuevamente.

- ¡Corán, detente! - la chica tomó al hombre por el brazo y puso distancia entre ellos.

- Dejen de tratar de matarme - exigió Lance, también tomando su lugar junto a su amigo. Eso se ganaba por sus buenos actos, iba los salvaba y aparte tenía que aguantar que lo golpearan. Genial.

Hunk lo sacó de su cabeza, aferrándose a su brazo como si fuera a perder el equilibrio, y como si Lance siendo un palo con patas pudiera hacer algo para evitar que se estampara contra el suelo. 

- ¿Acaso fui el único que escuchó lo que él dijo?

Lance lo miró confundido unos segundos antes de preguntar mucho más atento.

- ¿Qué cosa? 

- Ella, es el Avatar 

En ese momento, ese perfecto instante algo se activó, dentro de su cabeza, dentro de su ser mismo, ella era lo que habían esperado por siglos. Su espíritu se agitó, sus marcas cosquillearon y supo que era cierto. Su misión, su propósito en el mundo se erguía ante él con una larga cabellera desordenada y una postura tensa, plenamente desconfiada.

- Mi nombre es Allura, provengo del templo del aire del norte... no hace mucho nos fue anunciado que en efecto, soy el Avatar, mi maestro Córan y yo fuimos enviados a refugiarnos hasta que los ataques cesarán, buscábamos a la Tribu Agua del Sur, pero fuimos arrastrados por una tormenta - explicó velozmente - No sabemos cuánto tiempo ha pasado, debemos regresar con los demás.

- Así que no lo saben... - Allura miró a Hunk con pánico, no, no lo sabía, pero sin duda sospechaba fuera lo que fuera que hubiera pasado era algo malo. Sin duda su escape había sido turbulento.

Lance y Hunk se miraron perdidos, no era algo sencillo para contar, pero Allura parecía tan perdida, sin duda sus rostros los habían delatado. Se quedó en silencio unos minutos, entonces con voz temblorosa cuestionó:

- ¿Qué cosa? 

- Los ataques a los templos del Aire se sucitaron al inicio de la guerra, de eso hace ya 100 años - explicó Hunk con voz queda - Fue entonces la última vez que vimos a los maestros aire y a cualquier miembro de los templos.

- No puede ser.

Los rostros de los nómadas poco a poco se llenaron de comprensión, seguido por un dolor punzante y devastador, la chica entonces se derrumbó en sollozos contra su maestro, quién la sostuvo con fuerza, parecía que quería reconfortarlo, pero tal vez solo buscaba consuelo en ella.

- Lo sentimos mucho.

- Les falle, nuestro pueblo fue destruido y yo no pude hacer nada por ellos, los abandoné y ahora ya no existen.

- No, no, no. Nosotros.. íbamos a aprender agua control, íbamos a volver con un... con el apoyo de las tribus, solo, solo eran un par de días de viaje. El gran Maestro Alfor dijo que, que resistirían, que me estaría esperando en casa.

Los muchachos se mantuvieron en silencio, no se movieron en lo mas mínimo y se aseguraron de que sus respiraciones no fueran ruidosas, querían ser respetuosos frente al duelo de los nómadas, pero a su vez se sentían oprimidos, tan ajenos, como intrusos en presencia del íntimo y desgarrador momento.

- No podemos quedarnos aquí, necesito verlo, necesito... - detuvo su tembloroso balbuceo redirigiendo su atención a los chicos - ¿Cuánto tiempo dijiste que hemos estado desaparecidos? - Lance y Hunk se miraron nuevamente confundidos, aún tensos, no creían que fuera correcto repetir una noticia como esa cuando acababan de darles la de la implícita destrucción de su pueblo.

- Cien... cien años, tal vez un poco más.

- No puedo quedarme aquí... Lo arruiné todo, mi deber con mi gente, con el mundo, estuve atrapada durante tanto, ni siquiera les dí la oportunidad de otro Avatar. Tengo que repararlo... Necesito salir de aquí - la vieron enderezarse apoyada con la ayuda de su maestro, quién con delicadeza la llamaba a la calma. 

- Allura, no podemos salir aún, tenemos que primero saber dónde estamos y hacia dónde iremos, no sabemos qué tanto se ha expandido el imperio...

- Galra, el emperador Zarkon, quiso que su expansión tuviera su propio reconocimiento en la historia, un nombre apropiado - explicó Hunk incómodo, siempre hacia una cara extraña al mencionarlo y parecía limpiarse la lengua con los dientes después, se veía muy gracioso, lamentablemente no era tiempo de reír, solo se perpetuaba el gran aura de incomodidad.

- Ha tomado gran parte del Reino Tierra, los sobrevivientes o son refugiados en las murallas o fueron capturados y ahora los obligan a trabajar en campos de "rehabilitación". La tribu del Agua del Norte se mantiene en pie, y nosotros somos más una base para refugiados que una tribu, tenemos mapas en el pueblo que pueden ser útiles, señalan el territorio del imperio y lo distingue de las zonas seguras, distingue colonias, terriorio de invasión perpetua. Podemos ayudar - Hunk miró a Lance alarmado, también quería ayudar, pero llevar al Avatar al pueblo sonaba a una jugada peligrosa, podría ser contraproducente para la gente que apenas estaba recuperándose y asentándose.

- Te agradezco, necesitaremos un punto de partida, tenemos algo de dinero para provisiones - el Avatar le dedicó una pequeña sonrisa, se veía hinchada, sus ojos y nariz estaban enrojecidos, pero aún así su sonrisa los conmovió. Hunk, suspiró derrotado y asintió apuntando a la barca.

- Vamos.

- No, no, no. Debo llevar a mi Lew, ella nos llevará, debe seguir dormida - la chica recobró un poco de calma y se dirigió rápidamente hacia el iceberg, Lance asumió que hacia la dichosa mascota que Hunk había mencionado hace rato. Ahora sí que sentía curiosidad, no pudo evitar asomarse y observar a la gran bestia que se mantenía todavía en la esfera de hielo dormitando. 

Se quedó sin palabras, nuevamente, era otra criatura extinta de hace 100 años, la tercera en el día.

- ¿Eso es un bisonte volador? Carajo, es asombroso - quiso acercarse, pero Hunk lo retuvo, mientras la chica corría a abrazar al animal y a sacudirlo con fuerza para despertarlo. La tal Lew se puso en pie tambaleante, haciendo un gran estruendo y bostezando ruidosa.

- Lo es, magnífica ¿verdad?- el animal se puso derecho y se sacudió, empujando a la chica y tirándola de su lomo. La nómada se estabilizó con aire control, pero aún intestable tropezó siendo atajada por Lance. Se dejó ayudar y sus miradas se cruzaron unos instantes, Lance sintió escalofríos y un súbito presentimiento de ¿Será éste mi ser amado?

Pero no, aparentemente no, porque el escalofrío y los tremores se debían a algo más específico y tangible, algo que iluminó el lugar en un segundo. Luces de colores vibrantes, azul y amarillo, estallaron a su alrededor, bailoteando como luciérnagas. Las marcas del Avatar titilaron con su luz también, seguidas de un calor delicado en su piel, sus propias marcas resplandecían, pero nada fue tan impactante como ver al propio Hunk brillando frente a él como fuente de la luz amarilla. Era una lámpara propiamente dicha.

La sorpresa era mutua, Hunk también lo miraba boquiabierto, pero nadie parecía tan fuera de lugar como la propia Allura, que parecía a punto de desvanecerse del alivio, como si de la inmensa carga que estaba habituada a llevar se hubieran desprendido un par de gigantescas rocas, o se las hubieran quitado de encima.

- Paladines.. ¡Oh los espíritus nos sonríen! ¡Son paladines! - Corán celebró con voz chillona. Y sí, lo eran, aunque por la situación del Avatar desparecido jamás creyeron que tomarían su lugar como tal, así que se condenaron a ocultarse, sin una misión para cumplir, no había motivo para poner una diana en sus espaldas. Llevaban la vida juntos y aún así no conocían ese secreto entre ellos siquiera.

Pero ya no había secreto, y la misión había llegado a ellos en un abrupto giro de la vida, sin precedentes, había explotado en sus rostros desde un iceberg. 

Lo primero que llegó a la mente de Lance fue una brutal oleada de emoción, un torrente de imágenes sobre aventura, gloria y desenfreno.

El segundo fue que no estaba listo. Toda la emoción bajó a sus pies como si nunca hubiera estado ahí, pensó en su familia, en todo lo que tendría que dejar atrás, su hogar, saltar a un mundo en llamas y ser miembro principal de la línea de fuego.

Necesitaba un segundo para pensar, trató de verse neutral, incluso levemente alegre pero quería regresar corriendo a los brazos de Verónica en busca de consejo, de verdad necesitaba volver a casa. Los nómadas parecían haber recobrado la esperanza, casi se sintió egoísta, y un perfecto imbécil por seguir tratando de averiguar la mejor forma para decirles que estaba en medio de una crisis de pánico y lo último que quería hacer era viajar directo al frente de guerra.

Lograron evitar ahondar en el tema acordando regresar a la aldea para conversar con calma, acompañados de un clima más agradable y algo de comida. Allura insistió en llevarlos con Lew, pero los chicos declinaron la oferta por varias razones, una de ellas era que no querían dejar atrás su pesca, también debían liderar la comitiva para que no los interceptaran violentamente de vuelta en la tribu. Tal vez la verdadera razón era que necesitaban espacio, o simplemente la idea de trepar en la criatura extinta era demasiado justo en ese momento.

Al llegar a la aldea hubo muy poca resistencia, fue impactante en efecto, ver al hijo menor del líder McClain, el pequeño y problemático Lance llegar escoltado por una gigantesca bestia y dos nómadas aire de regreso a la aldea. Tal vez hubieran habido burlas y risas si tan solo hubieran llegado con las canastas pesqueras llenas, felicitaciones por el trabajo arduo y la ausencia habitual de caos. Pero en su lugar solo hubo una gran oleada de murmullos, un poderoso coro que precedía el final de una era y un nuevo comienzo, todo junto. Aterrador y esperanzador, todo y nada, un simple par de extranjeros y su gigantesca mascota, y también los últimos destellos de una cultura extinta y la portavoz del equilibrio.

Fueron recibidos y llevados al Cuartel General, los líderes habían sido notificados y una comitiva los aguardaba impacientemente esperando detalles, cada miembro del consejo deseaba conocer hasta el más pequeño percance de aquel encuentro y si aquella joven de apariencia inocente era en verdad la respuesta a la guerra, pero quien presidía la junta no tenía ni el más mínimo deseo de recibir una respuesta afirmativa, no, Verónica no quería que aquella muchacha fuera el Avatar, no cuando podía ver a su hermanito a su lado, derecho y firme. Era tan evidente que él pertenecía ahí, a su lado, su brillante futuro irguiéndose ante sus ojos, había llegado la hora, era todo un jovencito, pero ella solo veía a su hermanito pequeño, enfundado en varias capas de ropa y causando revuelo.

Sin embargo la fortuna es apática al dolor humano, o a sus deseos, así que al poco tiempo de dar por iniciada la reunión confirmaron la identidad de Allura,y fue entonces el momento que Verónica temía más, pero trágicamente había previsto, el Avatar anunció con orgullo que había sido encontrada por dos de sus paladines, el consejo recibió el anuncio con distintos niveles de sorpresa y era comprensible, el chico refugiado del Reino Tierra podría haberseles escapado, pero Lance era un asunto completamente aparte. Todos miraron a su líder en busca de respuestas, pero ella se mantuvo firme con su atención puesta en el Avatar.

- El consejo le solicita al Avatar y compañía que nos otorguen un momento para discutir con respecto a la identidad de los paladines - solicitó suavemente antes de con una sonrisa continuar - Mientras tanto sean bienvenidos, un banquete los espera en la siguiente cabaña, nuestra gente los llevará y nos uniremos a ustedes en breve.

Los nómadas titubearon un momento, pero llevados por la hospitalidad de la gente de la tribu no pudieron negarse, se dejaron guiar hacia la cabaña contigua y dejaron a la junta en silencio. Un silencio que no duró mucho y fue difícil de recuperar, puesto que todos los miembros enloquecieron con las noticias. Verónica no se dejó intimidar, permitió que todos liberaran sus frustraciones a vivo pulmón, ignoró sus recriminaciones y en cuánto se detuvieron, hartos de la falta de respuesta, entonces se hizo escuchar.

- Mi hermano no es un arma, los paladines no son objetos o herramientas que deban exponerse al sesgo de la gente, sin la presencia del Avatar no eran más que objetivos. Dada su edad no tendrían oportunidad de hacer mella en ningún frente de batalla, solo hubieran sido cazados y asesinados, decapitados y expuestos como trofeos de guerra. Los espíritus son sabios, nos han traído de vuelta al Avatar en el momento justo, los paladines recientemente cumplieron la mayoría de edad, coincidentemente la aparente edad del Avatar. No negaré que oculté su posición en la guerra, pero fue necesario, gracias a eso estamos aquí ahora - el consejo por fin mantuvo silencio, a regañadientes, ella tenía razón, en cada palabra. Levantó el consejo a falta de oposición, tras recibir disculpas de varios miembros y la promesa de preparar todo para el viaje que emprendería el más joven de los Lance y su amigo refugiado. Un destello de alarma cruzó su mirada al escucharlo, pero se mantuvo impasible hasta que el último de ellos abandonó el lugar.

- Vero...

- He estado evitando ésto toda la vida, desde la primera vez que te ví hacer agua control, desde el día en el que entendí todo el poder que se escondía en tu pequeño cuerpecito lo he estado evitando - murmuró con la voz quebrada, sintiéndose devastada e incapaz de ocultarlo - Igual pudieron encontrarte. Los espíritus pueden llegar a ser crueles.

- Era mi destino, el día al fin llegó.

- Lo sé, lo entiendo, pero de verdad no quiero verte partir.

Abrió sus brazos para recibirlo, se aferró a él con cariño, sintiendo como su hermanito pequeño poco a poco se escapaba de sus manos, miró a Hunk que moqueaba a un lado conmovido y lo invitó al abrazo. Los arrulló como siempre, como si aún fueran pequeños mocosos escuchando historias al calor del fuego después de cansadas tardes correteando, jugando, siendo niños felices ignorantes a los riesgos y tragedias del mundo exterior - Mis niños, mis pequeños niños.

- Yo lo cuidaré Verónica - aseguró Hunk, seguro pero con voz aguda a causa del impulso imperioso por romper a llorar que contenía a penas.

- Sé que lo harás, sé que se cuidarán mutuamente y que volverán a mí, como héroes - aseguró con voz queda, rieron en voz baja mientras lloriqueaban con suavidad. Llegaron al banquete con los ojos hicnhados y las narices congestionadas, la decisión se había tomado aunque sentían temor, aunque sentían dudas.

Los preparativos estaban en marcha, se anunciaría al pueblo la aparición del Avatar, el inicio de su viaje y la promesa de esperanza se extendería por todo el polo sur, entonces y solo entonces, los paladines y el Avatar emprenderían su viaje a tierras hóstiles en busca de la paz, con el fin de terminar con la guerra y devolver de una vez por todas el equilibrio al mundo.

Chapter 4: Travesías y Desafortunados Encuentros

Summary:

Primer día Avatareando, terrible tarea si no sabes por dónde empezar. Oh por cierto, sorpresa, sorpresa, realeza galra en un complejo día de campo.

Notes:

En realidad no hay advertencias, pero hay cambios, muuuuuchos cambios para tener mayor continuidad con la historia, apropiadamente hablando. Además, leyendo de vuelta, Jesús, sí que necesitaba ayuda. Éste cap tomó más tiempo de lo que contemplé, a pesar de que tenía capítulos ya preparados e ideas básicas, literalmente lo tuve que reescribir, casi nada cuajaba y había mucho dialogo inconcluso. Es más sencillo republicar capítulos que solo hay que perfeccionar y corregir, pero hay algunos que casi todo el material es basura y hay que reconstruir de cero, dramático, pero cierto, espero lo disfruten.

Chapter Text

Salvar al mundo resultó ser un completo fiasco.

Y es que sonaba pintoresco, y si bien el objetivo era claro, el camino más que una senda a seguir, parecía un lodoso, difuso, complejo y desastroso montón de rocas que debían apilar una delante de la otra para avanzar. Lo peor de todo es que ni siquiera sabían qué roca debían mover primero.

El consejo de la Tribu Agua había marcado como punto de inicio el polo norte, debían llegar, recibir formación militar, aprender agua control y entonces encaminarse al Reino Tierra, nuevamente buscar un maestro, educarse con respecto a la tierra control, para finalmente contar con las aptitudes necesarias para ser el Avatar. Sencillo ¿no? Se suponía que el fuego control también venía en el paquete, pero por el momento no era una opción particularmente plausible.

Por desgracia, los maestros no caían del cielo con la facilidad que las desgracias, además, la gran distancia entre ellos y el polo norte era un factor que solo complicaba más las cosas, porque llevaban dos semanas en el aire, se habían detenido únicamente a descansar y a ese paso Lance juraba que le saldrían úlceras en lugares nada dignos de su esbelto y encantador cuerpo. Además la compañía no era exactamente entretenida.

Habían hablado, sí, aunque nunca lo suficiente. Las conversaciones no pasaban de pocas frases y monosílabos, Córan gritaba mucho y frustraba exitosamente cada intento de Lance por coquetear con Allura, porque sí, eran un trío de adolescentes en plena misión suicida, pero eso no nublaba la vista de Lance y su excelente gusto en mujeres. Lamentablemente, como ya había mencionado, coquetear no había funcionado, no solo por Córan, Allura era callada y tenía un temperamento fuerte, ya varias veces lo había frenado en seco por su cuenta, además era muy reservada, parecía atormentada todo el tiempo, así que no aportaban realmente a la conversación. Hunk era su amigo, su hermano del alma, pero por esa justa razón conversar sin novedades en su vidas estando juntos las 24 horas del día en un espacio extremadamente reducido era... ¿cómo decirlo? Aburrido, infinitamente absurdo.

- Necesito hacer pipí - Allura gruñó fustrada al escucharlo hablar mientras Hunk soltaba una pequeña risa histérica. Comprensible, era la septuagésima vez que insistía en ir al baño, juraba que si seguía pidiendo que lo llevaran a orinar Allura le exigiría que lo hiciera desde ahí, en el aire.

- Ya te dije que esperaras hasta la siguiente parada - reiteró.

- Es que ya no puedo más, mi vejiga va a explotar. Hemos estado en el aire casi un día y medio, entiendo que tenemos que llegar al polo norte, pero ¿a qué costo? No te sirvo si exploto como la rana que quería se convertir en buey.

- Entonces deja de tomar agua.

- El sol tan directo me deshidrata - trató de mantener su rostro tan neutro como pudo al ver la mueca que la muchacha le dirigió y las risitas que Hunk estaba tratando de disimular sin éxito alguno. Estaba ahogándose en su risa de hecho.

- Mira, una palabra más de ti y te tiraré del bisonte.

- No puedes, los nómadas aire tienen votos contra la violencia - la chica nuevamente lo miró con intenciones asesinas y trató de volver a la miel - Allura, por Dios, se razonable. No podemos solo volar y dormir hasta llegar al polo norte, se nos acaba la comida, además nunca sabremos el estado de guerra si no recolectamos información. El Reino Tierra está lleno de colonias, es decir, cientos y cientos de información. Como bonus, hay comida, comida fresca, no solo galletitas - la alusión a información llamó la atención de Allura, pero al escuchar sobre la comida definitivamente sacó su mente de la meditación para centrarla en sus nuevos compañeros de viaje.

- No creo que nos haga daño comer algo.

- ¿Y un paseíto?

- Un paseíto podría darnos la información que necesitamos.

- Bien, todos de acuerdo. Podemos dejar a Lew escondida tras las montañas y bajar a la aldea, sé de buena fuente que la comida del Reino Tierra es excelente, los padres de Hunk son los mejores cocineros de la Tribu, muero por saber cómo es la comida hecha aquí directamente.

- Y sin algas.

- Sí, y sin algas.

Allura mantuvo una actitud renuente todo el trayecto hacia la montaña, y los chicos prácticamente tuvieron que arrastrarla todo el camino hasta el pueblo, claro después de cubrirla con los abrigos de la Tribu del Agua que  Lance y Hunk habían dejado de usar pocos días atrás. Aceptar que eran paladines también había demandado que dejaran de ocultarse tan férreamente, sobretodo porque estando junto al Avatar como miembros activos de su destino, era un tanto ridículo que quisieran negarse a lo que eran a esas alturas. Por eso no fue difícil ocultar los ropajes de la nómada en su deseperada misión por llegar al pueblo.

Una vez ahí las cosas habían mejorado, rodearse de tanta gente alegre, en pleno movimiento mercantil después de pasar casi una semana totalmente aislados hacía maravillas con el estado anímico. En pocos minutos ya estaban correteando por todo el mercado, priorizaron la compra de provisiones, reservas de agua dulce purificada, comida fresca, incluso comieron en un restaurante, un restaurante de verdad. 

Hunk también fue de compras, no solo por el cambio de clima sino porque quería recuperar la vestimenta distintiva de su pueblo, representarlos en su tarea como paladín. Reunieron suficiente para sobrevivir un par más de semanas, nada muy glamoroso, puede que incluso Lance haya evitado que compraran demasiada comida para tener excusas para volver a pasar por algún pueblo en lugar de vivir condenados al aire. Entonces fue momento de actualizarse, Córan ya había conseguido mapas más actualizados y específicos con respecto al Reino Tierra, las colonias, los puestos de control, había escuchado rumores de grupos rebeldes, incluso grupos terroristas extremistas, aunque podían ser solo rumores de los colonizadores tratando de satanizar a los rebeldes y disminuyendo las posibilidades de más movimientos subversivos.

Entablaron conversación con quién tuviera la disposición a hablar, muchos de ellos se mostraron reacios, otros aunque entusiastas hablaron poco y casi codificado, negándose a dejar ir demasiada información por si estaban siendo escuchados, temerosos a la traición. Por lo pronto lo que sabían era que el único lugar seguro dentro del Reino Tierra era Ba Sing Se, una gigantesca ciudad amurallada, compuesta por tres murallas sucesivas, tan grandes e imponentes que ningún ejército podría atravesarlas, ni siquiera la primera. Sus maestros tierra eran gente dedicada, bien entrenada en su control, terca y difícil de derrotar, por ello la fortaleza de la ciudad era casi inquebrantable.

Varios pueblos del Reino Tierra habían logrado escapar de los maestros fuego y refugiarse en la ciudad, u ocultarse los uficiente como para volverse parte de la resistencia. Así los llamaban, eran una gran legión, destruían puestos de control, liberaban prisioneros de guerra, acababan con los centros de reeducación ergo campos de trabajo para prisioneros. Trataban de dar tantos golpes como les era posible, pero carecían de ventajas estratégicas, secuestraban o asesinaban a sus maestros, así que rara vez podían permitirse llevarlos consigo, y por ello el fuego control frecuentemente los reprimía con relativa facilidad. 

Se conocía muy poco sobre los líderes rebeldes, mucho menos sobre sus miembros, solo que pertenecían a diferentes naciones, pueblos, que probablemente ya no existían. Era más sencillo volverte un completo suicida subversivo cuando toda tu vida se había vuelto cenizas. O eso les había comentado un entusiasta mercader, que estaba increíblemente interesado en ellos y sus intenciones, Córan vió éste interés con malos ojos y se los llevó rápidamente a otro sector del mercadillo. 

Allura los llevó a un pequeño puesto de bisutería artesanal maravillada con un par de pendientes y dijes inspirados en los nómadas aire, seguramente con fines conmemorativos. Estaban entretenidos regateando, un tira y jala en otro de los intentos de galantería de Lance, quién buscaba comprarle el dije más grande y bonito al Avatar. Sus risas y las ovaciones entusiastas de la muchedumbre al ver los esfuerzos de Lance y lo terco del vendedor qe parecía ablandarse más y más con cada pequeña broma, u ofrecimiento que el chico tenía para intercambiar, eran cada vez más ruidosas. El movimiento del mercado pronto los rodeo en regocijo y alegre cantaleta. Al final Lance logró una gran rebaja en el dije, lo justo y necesario para que el dinero les alcanzara para comprarlo. Pagó recibiéndolo orgulloso antes los aplausos de los pobladores que rodeaban al puesto, dió un par de reverencias burlonas que varios correspondieron, en pleno jolglorio accidentalmente resbaló dando un pequeño paso en falso que resultó en un pequeño impacto contra un par de transeúntes cubiertos casi de pies a cabeza. Nada extraño en los trabajadores del Reino Tierra que de vez en vez solían cubrirse del sol tan arduamente como les era posible en las épocas más calurosas del año e incluso habían quienes lo perpetuaban en un hábito común.

No fue eso lo que llamó su atención, sino más bien la mirada de color violeta azulada que le devolvió una molesta mirada por el empujón. Se quedó quieto y distraído por unos momentos, perdido en el peculiar color. Se conocía que ciertos linajes poseían el gen para tan especial rasgo, pero era tan poco común que se consideraba casi extinto.

- Lo siento - articuló rápidamente en cuanto se sintió lo suficientementa ágil de nuevo, el muchacho tras el extenso turbante de un descolorido y oscuro color rojizo solo le dedicó un pequeño asentimiento de ceño fruncido antes de continuar su caminata, casi chocando con su hombro, logró evadirlo por poco pero entonces sí que le dirigió una mirada exasperada y ofendida. - Dije que lo siento - Hunk casi se soltó a reír al escucharlo reiterar en su disculpa ofendido del todo. El acompañante rezagado del muchacho del turbante que también estaba casi cubierto del todo, les dirigió una mirada mucho más gentil saludando con un gesto.

- No te preocupes, los caminos son estrechos.

Entonces Lance, sintiéndose ya menos agraviado regresó su atención al puesto ambulante y a su gran ganancia, recuperando su fácil sonrisa y su actitud victoriosa. Le entregó el dije a Allura bajó el clamor y aplausos del gentío que acompañaron su festejo con ruiditos insinuantes, la chica se puso roja por completo, trató de poner una expresión molesta queriendo ocultar que se sentía halagada, pero la sonrisa en su cara fue terca y la delató por lo que restó del día.

Para la noche tenían todo lo que necesitaban, incluso habían salido del mercadillo justo a tiempo para evitar involucrarse en un pequeño altercado, o eso habían escuchado, cenaron nuevamente en un restaurante y se dirigieron felizmente de regreso a Lew. Pasarían ahí la noche, estaban cansados y después de un día tan bueno era justo y necesario tener una excelente noche de descanso, pero antes, cuando prendieron la fogata para entrar en calor Allura les tenía preparada una pequeña sorpresa, unas pulseras del puesto de bisutería artesanal, eran sencillas y pequeñas, pero tan bellas. Cada una tenía una piedrita de color particular, naranja para Córan, ámbar para Hunk, una rosa para ella, pero la de Lance era especial, su color era particular, extraño, de un púrpura que alternaba entre tonos más cálidos y fríos. Hubo un conmovedor abrazo grupal bromas y todos se pusieron sus respectivas pulseras. Entonces definitivamente pudieron descansar, tener un sueño reparador y dulces sueños.

Y los tuvieron, durmieron como si estuvieran en casa un fin de semana, con la dulce perspectiva de un desayuno calientito esperándolos en el comedor, sin preocupaciones ni interrupciones. Incluso los nómadas, acostumbrados a despertar con el alba, se dejaron llevar por el plácido sueño. Fue un hecho del todo fortuito que condujo a un desafortunado desenlace. Córan había tenido razón sobre el hombre del pueblo, los tomó por aspirantes a rebeldes al verlos tan interesados en la coalición y los acusó con la guardia galra del pueblo.

Ser arrastrado del sueño era un decir y Lance nunca supo lo literal que podía volverse hasta que un par de manos en su brazo sumado a un salado trago de tierra que levantó su cuerpo barriendo el suelo lo sacaron bruscamente de su letargo. Las manos pertenecían a un guardia galra, de bajo nivel si sus ropajes baratos significaban algo, pero de todos modos era un guadia enemigo que lo tenñia ya bien sujeto de las solapas. Allura y Córan gritaban a la distancia, y creyó escuchar a Hunk murmurar alguna babosada sobre cubrir las muñecas con algo antes de atarlas, pero más allá de eso  no entendió nada hasta que era demasiado tarde para hacer nada. Tampoco es que pudieran hacer algo sin expobnerse, la única maestra era el Avatar, y controlaba un elemento cuyo control se creía extinto, así que sus opciones aún despiertos y en calma, eran nulas, pero pensar que no mientras se los llevaban como costales de harina descosidos ayudaba a sobrellevarse.

La celda era fría, estaba sucia o eso daba a entender el olor, oh y no estaba vacía. 

Fueron arrojados a la celda con el salvajísmo propio del trato a prisioneros, no tuvieron consideración alguna por ninguno de ellos, aunque Córan a simple vista parecía un viejecillo y Allura era una jovencita delgada. A ojos de los aburridos guardias de baja categoría no eran más que posibles amenazas "neutralizadas".

- ¡Hunk! Carajo me caíste en el pie.

- Tu pie me apuñaló la columna, deja de lloriquear - haciendo uso de toda su fuerza, Lance le asestó un buen empujón para quitárselo de encima. Hunk se sentó indingado, listo para reclamar por la innecesaria rudeza en su trato cuando Allura, furiosa y frustrada, se puso en pie de un tirón antes de chitarlos con firmeza.

- ¡Suficiente! Se callan los dos - ordenó mirándolos con tanta intensidad que Lance podía oler el humo escapando de sus cerebros expuestos a esa llamarada de ira - Les advertí cientos de veces que debíamos permanecer en el aire, y que de bajar fueramos cuidadosos. Me negué rotundamente a esta pequeña incursión, pero no me escucharon, así que no quiero oír ni una sola palabra hasta que descubran como sacarnos de aquí o romperé mis votos, los freiré vivos y Lew, Córan y yo nos los comeremos. ¿Fui clara?

Estuvieron apunto de responder verbalmente, pero una mirada letal más fue suficiente para recordarles que era mejor mantenerse en silencio, bastó asentir para disminuir los humos en la ira del Avatar, y en cuanto sus hombros bajaron y su respiración dejó de parecer la de un toro furioso ambos muchachos recuperaron la capacidad de respirar. Pero al poder inhalar profundamente una vez más, Lance notó algo que inconscientemente había estado señalando desde hace un rato.

- ¿Huelen eso? - Allura giró como un rayo, lista para golpearlo, pero se detuvo al escucharlo murmurar - Es humo, aquí en la celda.

Todos se detuvieron por un segundo para buscar el aroma y efectivamente, ahí estaba, agitaron sus cabezas frenéticamente buscando el origen, aunque encontrarlo no requirió de mucho esfuerzo. Había una persona más en la celda, estaba de pie en una posición sospechosamente tensa y detrás de él se veían unas vetas grises casi invisibles a menos que te fijaras con atención.

Al verse bajo el escrutinio de todo el grupo de recién llegados el extraño se vió obligado a levantar la mirada y de una vez quitarse la parte inferior de su turbante. 

Lance sintió que su corazón se saltó un par de latidos y para cuando se acordó que latir era su tarea empezó a latir en todo su rostro. Quien les devolvía a la mirada en aquel momento no era otro que el joven con quién había tropezado la tarde anterior, y el rostro que escondía bajo el turbante en definitiva lo dejó sin palabras. Era pálido, de facciones masculinas y delicadas a la vez, a tal punto en el que parecían esculpidas con cuidado y dedicación reverentes, labios naturalmente rojizos, un combo de perfección casi insólito, coronado por los ojos más hermosos que hubiera visto jamás. Había escuchado que existían ciertas personas con esas características, ojos violeta azulados, pero eran un porcentaje tan pequeño que encontrarse con alguien que las tuviera de verdad era una posibilidad  dentro de un millón, y ahí estaba él, siendo uno en un millón.

Pasó su lengua por sus labios sintiéndolos repentinamente secos, su respiración fue pausada y en un intento desesperado por acabar con el silencio que se había instalado sobre ellos, murmuró:

- Tú.

- Yo.

Había sido un balbuceo absurdo, carente de significado a grandes rasgos, pero la respuesta que recibió bastó para volverlo un intercambio de lo más coherente a sus ojos. Eso o la ligera sonrisa ladina del joven le habría freído el cerebro, aún más mortal que la mirada asesina de Allura.

- Eres un maestro fuego, ¿por qué te encerrraron aquí con nosotros? - era una excelente pregunta, Lance quiso golpear su cabeza ya frita contra el muro por no haberlo preguntado, por ni siquiera haber reparado en el hecho. Era un maestro fuego, era el origen del humo, aunque tuviera la belleza de un ángel todo lo que conocía de él lo situaba como el enemigo.

- Causar disturbios, no soy de la guardia, ni la milicia galra, mi... compañero de viaje y yo somos mercantes, venimos para hacer unos recados, pero tuvimos un par de inconvenientes. Trataba de escapar cuando los trajeron - Corán lo miró de arriba abajo, antes de chistar en desaprobación, su forma muy particular de anunciar que no confiaba en él.

El equipo debería empezar a confiar en Córan con mayor frecuencia, eventualmente lo entenderían, aunque primero deberían estrellarse contra el suelo un par de veces para tener un panorama más claro.

Por el momento, existía un único punto a considerar, evaluar y priorizar, salir de aquella jodida celda.

- Nos dejarás acompañarte - evidentemente no había sido una pregunta, el misterioso joven de ojos violeta lo notó y dejó escapar un pequeño bufido de risa en respuesta.

- No es como que pueda dejarlos atrás para acusarme.

- Podrías matarnos - sugirió, sus amigos tras de él se tensaron al oírlo, como esperando un ataque, el chico nuevamente los sorprendió actuando indiferente.

- Innecesario, solo me retrasaría y probablemente advertiría de mi escape - Lance finalmente sonrió muy nervioso para seguir fingiendo seriedad, asintiendo tomó su tonalidad y respuestas como una buena señal que le dió luz verde para acercarse.

- Bien, suena justo, ¿necesitas algo o...?

- No, ya iba a mitad de camino.

Esperaron un par de minutos más, bueno al rededor de una media hora, ser discretos implicaba un cierto nivel de lentitud y paciencia que tuvieron que acatar incluso si sentían el tiempo como una infinitud. Los guardias pasaron a verlos una sola vez desde que llegaron, lo que con seguridad implicaba que las rondas se daban una vez cada hora. Tenían tiempo de sobra hasta la siguiente así que el anuncio de que su vía de salida estaba lista casi ocasiona una ruidosa ovación, que ellos mismos se encargaron de chitar, aunque no sirvió de nada para cuando el chico misterioso les advirtió que el último paso para salir era una pequeña explosión. Y sí hubo una explosión, pero de pequeña no tuvo un gramo, lo pequeño fue el espacio que abrió, pues el plan inicial y que tanto tiempo había tomado, era destruir las capas más superficiales de la tierra incinerándolas, pero nuevamente, hacerlo sin hacerse notar generando una excesiva onda de calor, o un ruidoso crepitar, así que había reducido las capas únicamente en un pequeño espacio, en el que solo cabía una persona por vez. El tiempo empezó una cuenta regresiva en cuanto se dió la explosión, tenían cierta ventaja por la falta de escándalo, los guardias no correrían a revisar qué lo había ocasionado pero en poco sospecharían, tenían que moverse con rapidez.

- ¡Ta da! - anunció el joven maestro de forma sarcástica apartándose para dejarlos pasar - Primero las damas. 

- Allura decidirá cuando quiera salir de la celda - el chillido de Córan los hizo replegarse, interrumpiendo su apresurada carrera para amontonarse en la pequeña salida. Lance sintió una súbita onda de satisfacción al ver a Córan maltratar a alguien aparte de sí mismo por atreverse a hablarle a Allura, y planeaba hacer una broma al respecto, para coronar aquel dichoso momento cuando el chico sin miramientos ni alterar su expresión lo señaló diciendo:

- De hecho se lo decía a él - una parte de él quiso indignarse, pero una increíble cantidad de movimiento en el espacio conjunto evitó que pudiera hacer más que una mueca sarcástica y un gesto grosero con las manos antes de encaminarse rápidamente a la salida, que era ya ocupada por el cabus de Hunk, quién no había necesitado que se lo dijeran dos veces antes de abalanzarse hacia la salida para huir. Las voces retumbaron por el pasillo aledaño y el imprudente escapista se tomó el tiempo para girar.

- ¡Carajo! Carajo, carajo, carajo. Salgan rápido

- Entonces quítate - había sido de hecho afortunado que Hunk saliera primero, puesto que el resto pasó tras de él con mucha más agilidad y rapidez, lastima que no bastara, se habían demorado demasiado perdiendo tiempo en pláticas en lugar de concentrarse en salir, así que los galra, sin sus limitaciones de discreción estarían sobre ellos en poco menos de un par de minutos.

- Bien, nos separaremos, así no caeremos todos, me llevo al moreno, ustedes por allá.

- ¿Hablas de Lance o de mí? - cuestionó Hunk genuinamente confundido, Corán y Allura lo miraron mal y asintieron, el chico tomó a Lance del brazo y lo condujo hacia el sector contrario con la voz de Córan retumbando en un último.

- Corran primero, coqueteen después.

Su ventaja nuevamente fue corta, a pesar de una charla y organización más veloces acabaron siendo perseguidos casi al instante de empezar su carrera, tal y como aquel muchacho la había predicho, los guardias se dividieron para cazarlos, así que con menos oponentes el ataque era más llevable, también comprendió que no fue elegido por su rostro bonito, si no porque era conveniente. Al ser menos solo enviaron a un maestro fuego, junto a guardias no maestros, así que esquivar y huir sería mucho más sencillo. Casi se sintió ofendido y traicionado, luego recordó que lo conoció hace solo una hora, que era galra y que naturalmente buscaría priorizar salvar su trasero y se le pasó.

Gritó adolorido al sentir una gran punzada en su brazo, algo extraño y borroso pasó a gran velocidad junto a él. Una flecha, genial ahora sangraba.

- ¡Gira! Gira, gira, gira, gira - obedeció a regañadientes siguiendo a su extraño compañero, que los sacó de la línea de fuego, pero casi a costa de un buen plantón de cabeza al suelo. Corrieron hasta que los perdieron de vista, aunque aún podían escucharlos a sus espaldas, era exasperante correr y correr sin poder dejarlos completamente atrás, siguieron en zig zag, hasta que se toparon con un barranco, y no en sentido lírico, un barranco literal. La caída no era de más de 6 metros, el fondo se veía menos doloroso que la punta de una flecha o acabar rostizado como un pollo, Lance quiso mofarse de su estúpida idea cuando el chico colocó una mano en su espalda y lo orilló hacia el frente.

- Espera, espera, aguanta.

- Ya vienen, hay que irnos.

- ¿Irnos? Guapo, esa no es una salida es una sentencia, no voy a matarme por un completo desconocido. Seré un sexy rostro en los campos de trabajo.

- Me llamo Keith, y no hay tiempo para ésto. Es una caídita, ni la vas a sentir - tomó nuevamente su cintura, pero Lance plantó firmemente los pies sobre la tierra.

- No va a pasar niño galra - los guardias se acercaban, el peligro era inminente, así que sin más opciones el recientemente identificado Keith calentó sus palmas en su espalda, obligándolo a saltar hacia el frente, y aunque estuvo de caer, logró mantenerse firme. - Óyeme no, no, no, no.

- Cállate y confía en mí.

No, Lance no quería confiar en él, quería vivir, por mucho que esos bellos ojos pudieran confundirlo había un par de cosas que tenía bien claras, era demasiado pronto para hacerse tortilla contra la ladera. A Keith éste hecho poco pareció importarle, lo tomó por los hombros con una sonrisa salvaje y los tiró por el risco cuando los crujidos del bosque eran tan fuertes que con seguridad los guardias los habían encontrado. Planeaba quejarse y negarse una vez más, incluso tal vez lloriquear, o meditarlo contar y saltar... lamentable, no tuvo tiempo. Para cuando se dió cuenta ya estaba en caída libre, la caída fue espantosa, quiso gritar, pero al sentir el vacío en su estómago, lo único que logró fue tomar una gran bocanada de aire. A los segundos logró gritar, un grito seco y sonoro, aunque corto por la falta de aire en sus pulmones y bueno, tal vez la prontitud del golpe. Primero sintió como su cuerpo se aplastaba sobre sí mismo rudamente y luego sintió un cuerpo más aplastarlo con la misma intensidad. Le sacó el aire de los pulmones y en un mal movimiento le hubiera partido el cráneo con el suyo, fue casi cosa de los espíritus que hubieran sobrevivido, ahora ver si se habían roto algo sería una cosa totalmente diferente.

- Oh espíritus mi cadera - gimoteó, no se molestó en mover un solo músculo, parpadeó despacio esperando a que su cerebro se reajustaran sus sentidos, tan mareado como estaba dudaba mucho poder seguir si los alcanzaban. Soltó una risita suave, no los alcanzarían nunca, nadie saltaría de un risco solo porque sí, excepto el chico misterioso de la Nación del Fuego y habían caído justamente en un sector cubierto ligeramente por la ladera y la vegetación, nada mal. Soltó una risilla más notoria que hizo que el gal... Keith, también riera. Entonces notó algo que había obviado, su cuerpo sí estaba entumecido, pero aparte no solo se sentía pesado, había algo, alguien, sobre él y no había reparado en ello hasta que una suave brisa en su cuello, el aliento de ese alguien en su oído lo sacó de su descuido.

Su corazón se disparó, el color le subió al rostro y le rogó a Dios que nada más en su existencia reaccionara, se dejó llevar por la risa que aún podía escuchar y sentir tan cerca, entonces el chico elevó ligeramente el pecho, lo suficiente como para dejarse ver, pudo posar la mirada en sus ojos y con eso Lance sintió que se hundía en la tierra, le hubiera gustado quedarse así por más tiempo, pero los chicos habían llegado a por ellos, por otro costado, seguramente una salida.

Pese a que llegaban corriendo, lograron detenerse en seco al ver su comprometedora posición, Hunk incluso soltó un insinuante silbido, mientras Córan y Allura demasiado estupefactos como para en realidad reaccionar solo dieron vuelta para darles privacidad. Los monjes carecían de todo tipo de prejuicio pero aún así consideraban la privacidad como uno de los más primordiales ejes de la vida y mirar fijamente a una pareja que literalmente estaba amontonada uno sobre otro sobrepasaba esos sanos límites de privacidad. Claro que Lance y Keith acababan de conocerse, pero estaban uno sobre otro y no se los veía disgustados, el asunto era extraño.

- No es lo que piensas enfermo.

- No Lance, yo te apoyo. Si quieres abalanzarte sobre el chico que conocimos hace menos de dos horas mientras huimos de una horda de guardias, está bien.

- Cállate y ayúdanos, saltamos de la ladera, ésto solo fue el resultado.

- ¿Se lanzaron? - Allura y Córan dieron vuelta entonces para mirarlos, si no era una escena de parejas la discreción estaba demás.

- Larga historia, encontraron la salida.

- Claro que sí, vamos podrías acompañarnos, te llevaremos a tu barco mercantil.

- No hace falta, les agradeceré que me saquen de aquí, solamente, necesitaré visitar al médico del pueblo antes de irme, creo que me rompí algo hoy.

Caminaron de vuelta, Keith cojeaba, pero no pidió ayuda, así que a pesar de que Lance moría por pedirle a Hunk que lo llevara en brazos se obligó a caminar toda la viada de regreso tan recto como pudo, fingiendo estar relajado cuando sentía tensa la vida. El tramo no fue tan largo, llegó el momento de despedirse y Lance sintió que de verdad no quería decir adiós, verlo partir se sintió como un agujero en su pecho, una ansiedad que se originó de la nada. Era tan patético, quería abofetearse para entrar en razón. 

No fue necesario, en cuánto perdió de vista al singular galra su cuerpo recobró de golpe el sentido del dolor y prácticamente se tiró en los brazos de Hunk. Regresaron a Lew, que gracias a los espíritus no había sido localizada, seguían en incógnito, nadie sabía quienes eran, escaparon y era su primera misión de reconocimiento, todo un éxito considerando que era, bueno, la primera y que no tenían ni guía ni punto preciso de partida. 

Al parecer salvar al mundo empezaba con un arresto y cofraternizar con el enemigo.

 

 

Chapter 5: Cosa de perspectiva

Summary:

Presentando nuevos personajes, perspectivas y líneas de pensamiento.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Y bueno, cofraternizar con el enemigo nunca había sido tan literal, y jodidamente irónico, puesto que ninguno de los involucrados era plenamente consciente de ello, estaban en bandos opuestos, sí, pero sus posiciones en el tablero eran verdaderamente un desastre que a simple vista no encajaban. Bueno, es que era necesario darle un vistazo a una perspectiva distinta para poder verlo, y justamente esa perspectiva se encaminaba hacia su navío a paso malhumorado y ligeramente rengueante.

Había sido un día más que complicado, había sido un día de mierda. Confuso como el carajo y lleno de altibajos, para empezar toda la culpa ni siquiera recaía sobre él. Pero ahí estaba arrastrándose de vuelta a su barco, su tripulación lo reconoció a la lejanía, se desplegaron inmediatamente a recibirlo, lo llevaron a su camarote y en pocos minutos estaba relajándose pacíficamente en una tina del doble de su tamaño a la espera de su comandante principal, quién seguía en el pueblo en su búsqueda. 

El día de por sí había empezado mal, un calor abrazador en un camarote dentro de un barco a mitad del océano con toda esa humedad podrían asesinar a alguien tranquilamente, tal vez por eso había accedido cuando Shiro le propuso pasear por el primer pueblo con puerto que hallaron. Bajó del barco cubierto hasta los ojos, lo que no era benéfico para lidiar con el calor, pero con telas suaves y respirables que no lo ahogaran o indujeran un fulminante golpe de calor mientras ocultaban su identidad. No que fuera particularmente conocido, puesto que desde su orfandan a muy temprana edad había dejado de ser una figura pública, pero la precaución nunca estaba de más. Oh sí, porque había olvidado puntualizar su identidad, su nombre era Keith, príncipe Keith Kogane, legítimo heredero del trono de la Nación del Fuego, aunque claro, destituido y aislado.

Todo había ido bien en un inicio, hasta había disfrutado comiendo cuanta golosina se les atravesara en el camino, frutas dulces y jugosas, pastelería fresca, incluso habían hecho compras para compartir con la tripulación que ya estaban en camino al barco. Había mucha gente pululando, riendo y corriendo de un lado a otro, incluso un pintoresco grupo de muchachos de más o menos su edad que parecían no haber visto un pueblo en su vida, puesto que su movimiento de una tienda a otra parecía ser propulsada por explosivos, uno de ellos en su euforia le había pegado un buen empujón que casi lo tira hacia atrás, tuvo la intención de reclamarle (no particularmente cordial) por su descuido, pero no lo hizo. Lo había petrificado en su sitio, sin paso a cambiar siquiera su expresión, no supo exactamente el motivo, solo lo dejó ahí, parado como un tonto campesino.

Era un muchacho de las tribus, sur seguro, eran más comunes fuera de las murallas, había visto a cientos de los suyos ser arrastrados a campos de trabajo en zonas más que áridas, todos con expresiones de desesperanza, miradas fúricas, sus ojos desolados. Nada que ver en absoluto con él, tal vez eso fue lo que lo impresionó, el cambio. A la final no tuvo tiempo ni de reaccionar, fue redirigido hacia otro espacio y decidió descartar la imagen en el fondo de su mente, no era conveniente desarrollar empatía por gente a la que terminaría arrastrando a zonas de confinamiento. Era mejor decirse a sí mismo que se lo buscaban por insurgentes y seguir con su vida.

A la final siempre podía conseguir más razones para sentir apatía, la gente en general se la generaba sin problema. Los motivos eran vastos y no tenían fin, entre ellos la incompetencia de sus cuerpos de seguridad. Era información poco conocida, pero muchos miembros de la guardia galra eran originarios de los pueblos a los que los asignaba, tras jurar lealtad y por supuesto bajo la supervisión de algún miembro del ejército galra de rango bajo, un comandante de quinta que se ganaría ser degradado si tenía algo que decir al final del día.

Una simple confusión lo había llevado a una celda, fue una total víctima de las circunstancias, estar parado frente a un puesto de frutas mientras era asaltado por un pequeño grupo de ladronzuelos de la mitad de su edad, lo había llevado a ser principal sospechoso de complicidad, sin más. Pudo haber usado su rango para evitar los sucesos, pero se recordó a sí mismo que lo último que necesitaba su vida en aquellos trágicos momentos era atraer la atención del maldito emperador, que seguro enviaría a la paria de su hijo a "inspeccionar su desempeño" que probablemente acabaría en un desgradable intercambio de agresión verbal, física y de otros origenes varios que dependerían del dichoso inspector y su jodido genio. Así que accedió al arresto consciente de que no duraría mucho, le hubiera gustado contar con alguna ayuda o apoyo pero para su justo infortunio se había separado de su comandante hace pocos minutos, creyendo improbable la posibilidad de líos.

Grande fue su sorpresa al reencontrarse con el joven que le había provocado un doloroso choque con la realidad, su posición de mierda en la guerra y su actuación como galra. Sus planes de desecharlo a él, su mirada llena de vitalidad, su feliz inocencia, propia de aquel que se pretende ignorante ante la desventura de los malos tiempos y su atractiva apariencia se fueron directo al caño. Por el contrario, ahora más que empatía sintió una ligera simpatía hacia él, que quiso arrancarse en cuánto divisó su navío en su caminata de vuelta a casa.

Suspiró frustrado a punto de sumergirse bajo el agua con la esperanza de no volver a emerger, cuando su ya mencionado comandante llegó casi a tropezones a su encuentro. Le dedicó una débil sonrisa sarcástica al verlo examinarlo en toda la extensión que las burbujas del baño le permitieron mientras suspiraba como si el peso del mundo por fin se evaporara de sus hombors.

Takashi Shirogane era el comandante de su tripulación, su mano derecha, su niñera asignada por el ejército galra para evitar que se volviera un insurgente, pero ante todo era su mejor amigo. 

Su historia era curiosamente desagradable. Había quedado huérfano desde muy temprana edad, pues su padre, el legítimo heredero del imperio había sido asesinado en batalla, o al menos era la versión que decoraba los libros de historia, los pasillos del palacio y la voz de todo aquel que deseara murmuran garantizaban que había sido víctima de un cobarde complot por parte del infeliz que en la actualidad fungía como emperador. Su madre había sido acusada de traición y su destino era incierto, se decía que había sido encerrada, desterrada o asesinada, pero sin respuestas claras o una tumba a la cual brindar sus respetos se mantenía como una herida fresca, un misterio sin resolver que acabó otorgando su custodia a su tío a sí como su trono. Su vida había sido un fiasco desde siempre, pero por lo menos aún contaba con su título, un piadoso gesto del hombre que le había jodido la vida para empezar. Creció a la sombra de su estúpido primo, solo y aislado, públicamente difamado tratado de inútil e incapaz por quienes debían amarlo, despreciado por sus súbditos y familia, era una paria para todos excepto para una persona, y esa persona era Shiro.

Naturalmente Shiro había llegado a su vida como consecuencia de la pesada avalancha de mierda que le siguió a la muerte de su padre, puesto que para evitar convertirlo en un mártir no debían matarlo, pero tenerlo fuera de radar para que se levantara en armas contra el usurpador del trono tampoco era opción, así fue como sus caminos se cruzaron. Por razones que le resultaban del todo desconocidas, probablemente los espíritus en un lapso de piedad, Shiro no era para nada lo que se esperaba de él, era amable y empático, en lugar de prolongar su sufrimiento y la humillación, Shiro le había dado todo lo que se le había negado a lo largo de su vida amor, apoyo, comfort y paz. Así que claro que se había enamorado del hombre que esperaba en silencio pacientemente a que dejara de cavilar. Lamentablemente, como todo en su vida, algo tenía que salir mal y el hombre que se había convertido en su todo tenía a alguien más para ser su todo y Keith había tenido que conformarse con una relación amistosa y fraternal que no había hecho nada en absoluto por acabar con su deseo por amor romántico.

- Me arrestaron - bajar de las nubes para ver la expresión pasmada de Shiro al descubrir donde pasó el día valió el esfuerzo.

- No por mucho por lo que puedo ver.

- ¿No preguntarás por qué?

- No es necesario, seguramente fue culpa de algún incompetente que hará que lloriquees por horas y estoy cansado, te estuve buscando por todo el pueblo hasta que apareciste. Además te ves bien, parece que tu pequeño paseo por la prisión te dió un toque de chispa - rodó los ojos al ver la expresión burlona de Shiro, que movía sus cejas en un bailecito que coronó el cuadro bufonería.

- Oh, que lindo que lo notes, tal vez si te dejo en las mazmorras del barco podamos tener eso en común. 

- Agradezco su consideración alteza, pero no es necesario. De verdad necesito dormir, salga de ahí antes de que se arrugue su elegante trasero - rió por el chiste de buena gana, y aceptó cuando el comandante se acercó a sacudir su cabello en un gesto cariñoso que le removió el alma - Buenas noches Keith

- Buenas noches Shiro.

Apoyó la barbilla en el borde de la bañera para mirarlo marchar y sintió más asco que nunca por su estúpido gesto soñador, parecía que nunca aprendería. él ya conocía los sentimientos de Shiro, sabía que Shiro conocía sus sentimientos porque se los había confesado varios años atrás, un episodio triste y humillante en su vida cabe mencionar, y conocía también al alguien especial de Shiro, era un general, un prodigio militar, un genio estratega y una leyenda entre el ejército galra por ser el primer miembro militar de las colonias y mucho más por su rápido ascenso. Además era una persona perfectamente decente, amable, inteligente y agradable. Deseaba con todas sus fuerzas que lo atropellara un oso ornitorrinco, pero sabía que de llegar a pasar le rompería el corazón... es que eran amigos, llevaban casi una  década conviviendo juntos claro que lo quería, aunque de vez en cuando fantaseaba con botarlo al mar amarrado al ancla, luego tenía un chuchaqui moral que le duraba días, así que no contaban en realidad como malos deseos.

Volvió a sopesar la posibilidad de ahogarse en la tina, pero no traía nada que pudiera mantenerlo sumergido el tiempo suficiente, maldito instinto de supervivencia. 

Una vez terminó su sesión de autodesprecio, se vistió y decidió atender algunos de sus asuntos oficiales antes de acostarse, solo en caso de que hubiera algo urgente, no era común pero nuevamente, nunca estaba de más ser precavido ante la amenaza de una "inspección" no se le ocurría algo peor que tener que aguantar la supervisión del jodido príncipe Lotor, su semana ya había sido bastante mala.

La mayor parte de la correspondencia era la misma basura de siempre, reportes que no le servía de , quejas, sugerencias no solicitada, solo un sobre lamó su atención, el papel era delicado y de buena calidad, portaba el sello real y probablemente provenía de la capital. La abrió esperando encontrar una notificación de a qué pobre aldea tendría que moverse a atormentar ahora, pero lo que en realidad encontró fue impactante en varios sentidos.

El Avatar había resurgido, no sabían si había reencarnado ni continuado su ciclo, simplemente había vuelto y ya, 100 años después y las estatuas de los templos del Fuego habían dado indicios de actividad. Acorde al último ciclo públicamente conocido deberían empezar por las Tribus Agua, pero dadas las circunstancias tranquilamente podría ser un maestro Tierra. No importaba, averiguar  esos pequeños detalles aparentemente no eran asunto de la capital, sino el suyo, su querido tío le había asignado alegremente la tarea de hallar al Avatar, sin indicios, ni sugerencias, y se le demandaba premura.

Maldijo antes de dejar su correspondencia a un lado y por fin decidirse a dormir, de todos modos no podía hacer nada en ese preciso instante, por la mañana reuniría a su tripulación y se irían hacia el norte a empezar su búsqueda, podrían pasar por los pueblos buscando indicios de irregularidad por si el Avatar había decidido reencarnar por ahí o pasar en su búsqueda de la iluminación o lo que sea, solo rogaba a los espíritus que no fuera un viejito bien entrenado que los hiciera pedazos, era lo último que necesitaba. Tampoco sería particularmente conveniente que fuera un niño pequeño, no le agradaban los niños, pero secuestrarlos y encerrarlos por siempre estaba fuera de los límites de lo que sanamente su conciencia le permitía.

Gruñó frustrado contra su almohada y decidió bloquear cualquier pensamiento relativo, resolvería las cosas cuando se presentaran. Si los espíritus lo permitían a lo mejor ni lo encontraba y se evitaba la fatiga de meditar qué hacer al respecto.

A pesar de todo no había sido un día tan malo, se dejó sonreír pensando en su pequeña incursión escapista. No había averiguado porqué motivo habían acabado compartiendo celda, y pensándolo bien podía haber dejado en libertad a insurgentes peligrosos y no se molestó siquiera en preguntar quiénes eran.

Lance.

Sus amigos así lo habían llamado, parecía un chico decente, mimado también. Se preguntó que sería vivir así, corriendo de una aventura a otra, aceptando la ayuda de desconocidos y devolverla, saltando de barrancos.

Que idea tan estúpida, mejor ni pensarlo, él jamás podría experimentar algo así, estaba atrapado, sus esperanzas sobre libertad o un futuro brillante las había perdido hace aproximadamente 6 años, cuando en un absurdo momento de euforia le dijo a Shiro que lo amaba creyendo que le diría que era correspondido y que huirían juntos para vivir en un pueblito del Reino Tierra. Spoiler, no salió nada bien, como había mencionado, un episodio de su vida verdaderamente humillante.

Se quedó dormido por fin cuando pudo deshacerse de la sensación de asco y vergüenza ajena y a la mañana siguiente casi ni podía recordar el vacío que había dejado en su alma el pensar en libertad y gente feliz.

- ¿Entonces hay un Avatar vivo, pululando por ahí?

La incredulidad de Adam era prácticamente el reflejo de la suya propia, era ridículo que 100 años de guerra no hubiera habido manifestación alguna del Avatar y que un día de la nada la tierra se haya azotado bajo su presencia. Existía una gran probabilidad que esos "indicios" hayan sido nada más que alucinaciones del emperador que sinceramente hablando ya no contaba con una mente cuerda y funcional a cabalidad, por no decir que había perdido la chaveta. Su abuelo, el primer emperador de la dinastía expansiva del imperio galra había iniciado con la explotación de la energía espiritual como recurso, pero su tan adorado tío había llevado el asunto un tanto más lejos incluso usándola para revitalizar y rejuvenecer, pero la energía espiritual no era solo vitalidad pura sino también el cúmulo de espectros que conforman la vida, eran demasiado para que una sola persona la soporte, naturalmente el hombre había perdido un par de tornillos en el camino que solo alimentaban sus deseos de poder y la psicosis por comandar al mundo, lo que en lugar de alarmar a su gente en realidad la llenaba de asombro, orgullo y admiración, incluso se corrían rumores de que había sido elegido por los grandes espíritus del bien y el mal para reordenar el mundo. En fin, la ignorancia en boca de supuestos ideologistas siempre alentaba a las masas.

- Es lo que dice la carta, no me consta, ni su origen ni su última ubicación. Nada de nada.

Siempre que recibían noticias las trataba primero con Adam y Shiro antes de dar órdenes y poner al día a la tripulación, en parte porque eran su gente de confianza y también porque de vez en cuando escuchar sus opiniones facilitaba elegir su curso de acción. Era verdadermanete productivo, lograban complementarse bastante bien y en poco tiempo ingeniaban planes completos y eficientes, por ello su pequeño grupo era conocido por el nombre de Ignis, refiriendo a su gran poder destructivo y devastador, no era un título bonito pero servía.

- Entonces ¿qué sabemos?

- Nada, empezaremos a buscarlo en la Tribu Norte, está más de camino y pasaremos por estaciones estratégicas del Reino Tierra, tal vez así encontremos algo que al menos nos de dirección.

- Siempre nos asignan los peores trabajos - Shiro bufó mientras Adam riendo bajito empezaba a seleccionar los puntos que visitarían en su búsqueda.

- No lloriquee comandante, arruinará la moral de la tripulación, además el príncipe desdeña toda queja que no salga de su boca.

- Podría deshacerme de los dos ¿saben?

- No fanfarronee su alteza, sabe que no duraría un día en este lugar sin nosotros.

- Como usted diga general. Shiro, reune a la tripulación y forma dos equipos de reconocimiento, quiero que recopilen toda señal de disturbios, asuntos fuera de lo común o actividades inusuales, las revisaremos y clasificaremos aquí. Si el Avatar está con vida no será bien recibido por la gente, y si lo es llegará a crear sublevaciones liberando colonias rezagadas. También quiero que envíen águilas a cada puesto de vigilancia en nuestro camino, que refuercen la seguridad y mejoren las guardias. Quiero saber que tan tangible y verdadero es el supuesto Avatar al que tenemos que cazar.

- Sí, su alteza.

Se dispersaron entonces, Shiro a cumplir sus órdenes y Adam dedicándose por entero a buscar qué era exáctamente lo que querían encontrar en sus misiones de reconocimiento, pero él volvió a su habitación para pensar a solas un momento. Y es que la vida estaba llena de ironías y la suya contaba con tantas jugarretas crueles.

Se quitó la chaqueta que cubría sus hombros frente al espejo de cuerpo entero que tenía en su camarote, era una estupidez considerando que estaban en un barco, por muy entablada que estuviera contra la pared, pero ahí estaba mostrándole algo que casi había olvidado y a lo que jamás le había dado importancia, porque dadas las circunstancias no debería de significar nada. 

Pero ahora lo hacía y era una mierda.

Una pequeña mancha en su brazo, en la piel blanca casi impoluta, un peqeuño escudo que había visto en los libros de historia que databan de los gloriosos orígenes del Avatar, la marca de Voltron, porque claro, ¿quién mejor para ser un paladín que el príncipe desterrado de la nación del fuego, el conquistador destructivo del Ignis?

Ahora el destino y el karma clamaban por él, para que pagara por su accionar contra su naturaleza, actuando contra el equilibrio. Debería perseguir y capturar al Avatar, cuando en otra vida, puede que su camino hubiera sido guiarle, acompañarle y ayudarle a cambiar el mundo para mejor.

Tal vez sí debió ahogarse en la tina.

La marea agitó el navío, casi lo tumbó hacia el suelo y se preguntó si alguna vez dejaría de estar a disposición de lo fuerte que se agitara el océano bajos su pies y tal vez lo haría, tal vez algún día se acostumbraría a verse agitado por el viento e intensos ventarrones que le desordenarían el cabello, entonces podría quejarse de la inestabilidad del viaje aéreo y lo molesto que era permanecer tanto tiempo sentado.

Lance lo hacía, a kilometros de lejanía no solo referente a longitud si no a altitud. Habían pasa un par de días desde el incidente en el pueblo, no mucho tiempo, pero volver a la dinámica de dormir en tierra firme y vivir el resto del día en el aire era exasperante de verdad. Pero ahora que se conocían mejor y gracias a la experiencia con el incidente en el pueblo ahora se sentían mucho más cercanos, así que había mayor conversación, risas, y juegos. Las cosas al menos habían mejorado en su ambiente y eso era agradable.

- He estado pensando. 

Allura y él habían descubierto que mirar el atardecer juntos era entretenido, solo mirar el paisaje en silencio, arullados por el viento. Era reconfortante, hablar en voz baja con ese ambiente era agradable.

- ¿Debería preocuparme?

Rieron en voz baja para no incomodar a Hunk que dormía apaciblemente junto a ellos, el prefería dormir en esos momentos, cobijado por las mantas que habían traído de la tribu. La expresión de Allura llamó su atención al cambiar de una suave sonrisa a un gesto de preocupación y algo bastante parecido a tristeza.

- Hemos estado un par de días viajando, pero creo que deberíamos parar.

El corazón de Lance dió un freno de puro pánico, le había llevado un rato hacerse a la idea de que tendrían que salvar al mundo, pero detenerse después de una sola semana de salir de su hogar con ese objetivo sería enloquecedor, por mucho que añorara volver, no justificaba mandar todo al carajo así como así.

- ¿A qué te refieres?

- No tenemos un plan, en realidad salimos del polo sur a ciegas, solo pensando en literalmente cruzar el mundo, buscando un maestro que no significará el fin de nuestros problemas, si no solo un pequeño paso hacia adelante, pensándolo bien todavía no hemos encontrado a todos los paladines, nos faltan 3, y los espíritus quieran ojalá sean maestros porque estamos perdidos - suspiró peinando su cabello hacia atrás con ambas manos, apoyándolas en su nuca con los ojos cerrados en un gesto de pura fustración, aunque Lance casi suspira el mismo pero por el alivio de verla decidia a no rendirse, pese a no tener nada a su favor - No hemos avanzado en nada y creo que, ocultarnos es una mala ide. Digo, no es necesario que pongamos nuestros rostros en panfletos y los repartamos en los puesto de seguridad galra, pero la gente debería saber que volví, que encontré a algunos de los paldines de ésta generación, que estamos listos para volver y luchar.

- Pero, no estamos listos.

- Exacto, y no lo estaremos si seguimos esperando.

- Tienes razón, debemos movernos, pero no podemos seguir caminando a ciegas.

- Quiero que nos preparemos y empecemos con nuestra labor cuánto antes.

- Lo estamos haciendo.

- No, no así, hablo de verdad, acciones activas.

Eso era fácil de decir pero realmente no entendía a qué se refería, o qué podrían hacer, por fortuna Córan tenía una idea y la manifestó apareciendo junto a ellos dejando el mando de Lew por un momento.

- Bien yo podría ayudar. Discúlpame Allura, no pude evitar escucharlos, pero les tengo una sorpresa, algo que logré recuperar de las manos de un estafador del pueblo.

Sacó unos pergaminos enrollados de la bolsita que cargaba siempre a su espalda, se veían algo viejos aunque en buen estado, Lance y Allura intercambiaron miradas confundidos mientras Córan les enseñaba su botín orgulloso.

- ¿Esos son...?

-Pergaminos ancestrales, casi ya no se usan para aprender control, ya que ahora es más un conocimiento generacional, pero creo que es ideal para prepararnos y de verdad empezar con la misión - entonces el rostro de Allura se iluminó y Lance sintió el repentino impulso de sonreír. Esa era una forma de comenzar, un pequeño punto de partida.

- Muchas gracias. 

- Bien, manos a la obra paladines, al primer avistamiento de tierra empezaran a entrenar.

 

Notes:

No es por deprimir a nadie, pero el capítulo hubiera estado listo antes si el universo no me odiara tanto, casi como mil palabras se fueron al carajo porque se me apagó la computadora antes de que pusiera guardar, y estaba todo tan bien escrito. En momentos como estos solo quiero pasar a mejor vida. También por eso quedó más cortico, porque ya quedó en lo que tenía planificado y me faltaron partes que se perdieron para siempre, no tengo tan buena memoria. Pero bueno, espero que les gustara el cap, nos vemos pronto. Bye.

Aclaraciones:
Chuchaqui refiere al malestar después de tomar, pero puede aplicarse también al malestar después de hacer algo malo, como en alusión a un sentimiento de ansiedad y culpa. Y sí, no recuerdo por el momento cuál es el término neutral, así que soporten.

Chapter 6: Solo se avanza con el primer paso, oh pero avanzar no siempre es bueno.

Summary:

Bueno, el universo es una perra, no puedes hacer nada bien sin que te lance algo para quitarte la alegría, ah y sí, el encuentro furtivo de la semana pasada, no no es un hecho aislado, carajo te va a perseguir hasta que te mueras, ¿listo?

Notes:

Bueno, aquí pongo unas notitas, he visto que todo el mundo lo hace, así que para evitarnos, les dejo advertencias. En algunos caps sí tengo cosas bien funables así que...
Agresión, física y verbal, nada grave, pero bueh.
Mención a la guerra, explotación. Heridas.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Los entrenamientos habían empezado bastante mal a decir verdad, eran la imagen absoluta de la incompetencia. Allura había decidido dedicarse enteramente a meditar para ver si de alguna manera lograba conectarse a otras partes de sí, porque definitivamente no estaba sintiendo el agua  y mucho menos el control. Hunk estaba seguro de que perdería una mano antes de lograr mover polvo en la tierra, el único que parecía haber tenido un avance era Lance, y no era justo decirlo tomando en cuenta que él ya había tenido tiempo para intentar involucrarse con su elemento así que estaba en muchísima más sintonía.

Lance se dejaba llevar por sus instintos, en su mayoría se permitía la libertad de sentir y moverse en consecuencia, leía el pergamino, analizaba los patrones de movimiento realizaba un pequeño ensayo solo para entenderlo y entonces inspiraba profundamente, se concentraba y en pocos segundos había agua movilizándose bajo su mando. No era perfecto, pero era mejor que nada, que era todo lo que los otros tenían.

A la mañana siguiente tras decidir no esperar más, Corán y Allura se levantaron con los primeros rayos de sol, ya acostumbrados a las rutinas propias de los nómadas aire que ni 100 años dormidos habían podido borrar, meditaron y se prepararon para el día que les esperaba, por otro lado la vida de las tribus Agua era muy distinta.

La gente en los polos no acostumbraba a madrugar, pues a las primeras horas de la mañana el frío era mucho más intenso, dormían hasta aproximadamente las 10 de la mañana cuando el día se abría y se sentía un ligero calorcillo que durante el medio día y parte de la tarde los cobijaba en sus actividades. Por eso, cuando los nómadas decidieron que las 6 de la madrugada era hora perfecta para desayunar se encontraron con un cuadro de terror; Lance y Hunk rodeados por un aura gris y maligna mientras sus rostros se deformaban en una mueca de ira listos para asesinar a cualquiera que quisiera despertarlos.

- Allura creo que lo mejor sería retirarnos - sugirió.

- Sí, ustedes sigan con lo suyo - una sonrisa nerviosa en los labios mientras lentamente retrocedía para poner distancia entre esos seres oscuros que temporalmente suplantaban a los paladines.

Los nómadas decidieron entrenar mientras esperaban a que los chicos despertarán, Corán no era un maestro, pero su amplio conocimiento sobre técnica, postura y muchas otras cosas lo volvían un entrenador ideal y el Avatar era quien mejor lo sabía.

Un par de horas después los paladines despertaron ya con sus chakras en orden y sus energías llenas de vibra positiva, ni como creer que ese par habían parecido espíritus malignos hace tan poco tiempo. A diferencia de Hunk, Lance no se veía para nada desaliñado, es más parecía que en lugar de dormir hubiera estado arreglándose todo ese tiempo, Allura lo miró asombrada justo en el momento en el que él muy orgulloso le guiño un ojo y fue a desayunar como si nada.

- ¿Qué fue eso?

Algo atontada Allura observó ciertos brillitos resplandecientes rodeando a su amigo mientras como si nada caminaba hacia su bolso lleno de provisiones presuntamente buscando el desayuno.

- Es un misterio, lo hace todos los días, sin falta.

- ¿Qué puedo decir? A un monumento como este se le debe dar mantenimiento constantemente.

Esa había sido la primera de varias mañanas, Allura se sorprendía cada vez que Lance despertaba luciendo como si el sol se despertara solo para verlo a él, lo molestaba al respecto, le pedía tips e incluso había empezado a dejar que Lance trenzara su cabello antes de irse a dormir para que se levantara sin nudos y más fresca. Era divertido y los ayudaba a empezar el día con pie derecho, los animaba a intentar nuevamente aunque no diera grandes resultados.

El agua control se trataba de fluidez, sus movimientos debían ser ágiles y ligeros pero a la vez debía usar fuerza suficiente como para poder controlar el temperamental elemento y combinar esas dos cosas a la final no era tan simple como se escuchaba, era controversial pero armónico.

La tierra control por otro lado era brusca, demandante, exigía de carácter y fortaleza tanto física como mental, pero un paso más allá, tenían que ser firmes hasta casi la absoluta terquedad.

Allura no sabía por dónde empezar, ella no era una persona que fuera capaz de solo dejarse llevar, caer en el instinto no era su mejor cualidad, pero ser dura y plantar los pies en la tierra al punto de atravesarla era un absoluto no, mucho más para ella que había pasado toda su vida casi sin tocarla. Le aliviaba saber que no era la única que estaba perdida al menos, si bien Lance estaba avanzando a mejor paso, no la desmotivaba porque Hunk estaba tan perdido como ella. Era un chico un tanto blando, de buen corazón y bastante sensible, no era exactamente del perfil del perfecto maestro Tierra.

Al sexto día de entrenar y tras ver a Lance perfeccionar dos técnicas mientras manejaba con relativa facilidad otras 6, empezaron a sentirse ligeramente ansiosos.

- ¿Cómo demonios lo haces?

Lance se veía muy pagado de sí mismo mientras movía una esfera por sobre su cabeza, convirtiéndola en un látigo que azotaba un par de veces antes de regresarlo a esfera. El proceso de regreso lo hacía con más lentitud, pero lo hacía y era genial, Hunk lo pensaba, Allura lo pensaba, solo Córan creía que era absurdo tanta emoción.

- Talento natural.

- Lance hablo en serio, hermano necesito ayuda. Si no puedo mover aunque sea una piedra para lanzártela en la frente, voy a tirarme de un barranco.

Hunk miró a Allura y asintió para que lo apoyara, la chica balbuceó confundida un poco antes de dar un paso al frente y asentir con intención.

- Y yo quiero que me expliques cómo levantar una burbuja, o me ahogaré con el lago.

Lance los miró confundido antes de separar la esfera en dos y explotarla sobre sus cabezas empapándolos en el proceso.

- Son muchas amenazas de suicidio para algo que podría ser una simple petición, hubiera accedido si me lo pidieran de favor y alegando sobre lo guapo que soy.

- ¿Entonces nos vas a enseñar ya o...?

Quiso decir directamente que no les serviría de nada pero verlos esperar pacientemente con la cabeza gacha totalemente mojados le hizo pensarlo dos veces.

- Bien, demonios, ni sé hacer tierra control.

- Deberíamos buscar un maestro, hemos estado en el Reino Tierra ya un tiempo, debería haber maestros por ahí.

- Podemos buscar alguno, pero mientras...

- Claro, eh... bueno yo primero leo el pergamino, entiendo cómo debo moverme y entonces, pues siento el agua.

Su explicación pareció ser poco productiva, o eso le dijeron las expresiones de sus amigos y era natural, él no era un maestro ni nada parecido, no podría enseñarle a un niño ni la diferencia entre culantro y perejil. Aunque era un mal ejemplo, porque ni el mismo la entendía, eran especias del Reino Tierra.

- ¿Sientes el agua?

- Sí digo, me enfoco en sentirla y yo... lo proceso y bam.

- ¿Bam?

- Eres el peor maestro del mundo.

- Auch.

- Profesor, me refería a profesor.

- Aún duele.

- Mira, Allura, puedo enseñarte a moverte, pero eso es todo. Tienes  que sentir el agua, piénsalo, medítalo, siéntelo. Hunk... lo siento amigo, no hay mucho que pueda hacer por ti.

Allura se destensó de hombros, era un alivio saber que no estaba sola del todo aunque "sentir el agua" era una instrucción vaga, pero era no era tan malo como con Hunk, que estaba literalmente en la babia. 

- Bien, demonios, lo haré por mi cuenta. Sé que puedo, solo miraré a la roca hasta que se canse y se mueva por su propia voluntad.

Hunk no se quedó mirando a la roca a la final, decidió aplicar el método de Lance, ver, analizar e imitar. Si al menos se sabía todas las posturas, para el  momento en el que "sintiera la Tierra" estaría mucho más preparado. Era un buen método, aunque no hubiera dado resultados aún como tal, pero los daría pronto, o eso les aseguraba diario.

Allura por otro lado, lograba agitar olas, podía cambiar el curso del agua, no era lo que consideraría como alguien nato, pero no estaba tampoco tan mal. Honestamente los primeros días de entrenamiento se los había dedicado a ponerse en forma. Meditar, y entrenar físicamente, es decir, sí había intentado hacer agua control sin tantos avances.

- Es que no entiendo, se mueve pero no lo suficiente como para levantarse, por los espíritus.

- ¿Y cómo le haces con el aire control?

- El aire está en todos lados, no hay que levantarlo, moverlo solamente en diferentes direcciones, en círculos, arriba, abajo, de un lado a otro, con variados niveles de fuerza.

- Pues la primera vez que hice una esfera, levante mis manos lo más que pude, con más fuerza de la que necesitaba, porque la primera vez siempre es la más difícil, si le pones fuerza lo logras, cuando ya lo logras, lo repites y repites hasta que sabes hacerlo sin pensar.

- ¿Sirve también para mí? - Hunk preguntó.

- Supongo que sí, solo que según tengo entendido, mucha fuerza para mí, suele ser un cuarto de lo que tú necesitas, por suerte eres un hombre grande y fuerte, lo resolverás.

- Bien, bien, eso es genial.

Llevó tres horas ver un avance real, y curiosamente no fue por parte de Allura, quién en lugar de hacer su esfera causó una linda inundación, que pudo haberse asemejado a un tsunami, por fortuna Lance en un momento de pánico se puso como una lamparita azul y logró detener en seco el tsunami, aunque inundara el lugar. Fue impresionante para todos, en cuanto Lance dejó de brillar el agua cayó sobre los tres y los dejó impactados, casi corrieron en círculos en una ataque de energía nerviosa. Córan les explicó que aquel peculiar fenómeno se debía a su conexión los espíritus del pasado de Voltron, era muy similar al estado Avatar, pero no tan poderoso. Hunk se quejó por no haber sido quién se dió cuenta, pudo ser él y así habría movido algo. Lance no se molestó en mencionar que ya le había pasado antes. Quisieron alegrarse por Allura y su gran poder pero Córan los detuvo alegando que poderosa o no, control no tenía y así no servía de nada.

Era triste pero cierto, tuvieron que descalificarlo como avance y seguir como si nada, moviendo olas en lugar de lograr una propia esfera. Pero Hunk se quedó prendado con la escena de la lamparita y la demostración de fuerza, decidido a que fuera su primer golpe de suerte para acostumbrarse, siguió intentando. Con toda su fuerza en cada golpe siguió tratando, golpeaba el suelo con tanta fuerza que Lance se preocupó un poco pensando que se lastimaría, pero siguió tratando, hasta que en un momento dado la tierra bajo sus pies se elevó, no fue realmente una gran elevación, pero se elevó.

La euforia que le siguió a ese momento fue enloquecedora, se abrazaron como grupo y saltaron hasta que se cansaron, Córan solo asentía con aprobación de fondo. Ese momento fue como abrir una enorme chispa de esperanza que solo motivó más a Allura, que después de otros 20 minutos de estrés y motivación en los que Hunk volvió a elevar la tierra, dos o tres veces, cada vez más alto. Entonces Allura logró elevar el agua y hacer la esfera, pequeña pero era una esfera al fin y al cabo, volvieron a celebrar como locos y saltaron en círculos otra vez, se abrazaron y festejaron.

Esa noche casi no pudieron dormir llenos de energía nerviosa y al día siguiente aunque estaban cansados se levantaron temprano a seguir practicando. Fue un evento único en la vida, Lance y Hunk incluso se levantaron a las 8 del mañana, las 8, era un milagro. Volvieron a tratar todo el día y sus progresos fueron mucho más grandes, Lance al final tuvo razón, después de la primera vez todo se volvía más fácil.

Era genial, lo estaban logrando, por fin pudieron dar el gran primer paso, empezaron a avanzar, moviéndose por el Reino Tierra entrenando y mejorando. Pero trabajar y trabajar duro dejaba huella, y las huellas pueden rastrearse.

Dos meses después de recibir la tarea, la unidad Ignis por fin pudo mapear el registro de las anomalías que se habían registrado en el Reino Tierra. Habían empezado con una inundación a las afueras de un pueblo pesquero, que los pueblerinos aseguraban había sucedido después de un gran oleaje y un extraño espectáculo de luces azules. Luego irregularidades geológicas, montículos donde no estaban, grietas en todos lados, cambios en las zonas pesqueras, como si alguien hubiera sacudido los lagos y ríos espantando a los peces y cambiando sus espacios habituales de conglomeración.

Pero lo que definitivamente los hizo anclarse a tierra, fue un incidente mucho más llamativo, habían perdido el control de una colonia hace dos días.

Y en realidad, había sido un accidente.

Los paldines necesitaban provisiones, no habían logrado llegar a un pueblo más seguro así que acabaron en una pequeña colonia, estaba controlada porque solía ser una zona de minería, bueno, seguía siéndolo, solo que ahora que se habían llevado a todos los maestros y los habitantes no maestros del pueblo eran forzados a trabajar. Era indignante, pero no podían hacer nada todavía. No podían solo irrumpir y tratar de salvar a lo loco a quienes pudieran, sin siquiera saber si serían más de a los que condenarían. Podría morir gente si eran imprudentes, eso era lo que Córan les había dicho para convencerlos de quedarse quietos y no causar un alboroto.

O ese había sido el plan, en un inicio.

El verdadero problema había inciado cuando tras acabar con sus compras fueron interceptados por los guardias, porque claro, si eran tan miserables como para explotar a gente inocente de ese modo, ¿por qué no secuestrarían también a los visitantes?

Hunk era un hombre grande y muy alto, un perfecto espécimen de la gente del elemento de la fortaleza, por supuesto que era una perfecta opción para trabajo forzoso en las minas. Intentaron llevárselo, Allura y Córan trataron de razonar con ellos, pero digamos que las cosas se pusieron difíciles cuando se negaron, elevaron la temperatura de la situación y Lance perdió las luces al ver como trataban de separarlo de su amigo de forma violenta. La batalla no fue como tal una batalla, solo fue un intercambio sutil de golpes, lo que significaba solo que el tipo intentó quemar a Lance para hacerlo retroceder y Allura perdió la paciencia, luego de noquear a los guardias e inmovilizarlos caminaron hacia la estación de control. Arrasaron con ella en un santiamén. La tierra control seguía sin ser para ellos más que pequeñas grietas y protuberancias en la tierra, nada muy útil así que Hunk se valió de su entrenamiento militar que no era una cosa cualquiera que se pudiera desestimar. Córan también parecía ser muy hábil sin requerir de la habilidad del control, pero Lance y Allura era lo más cercano que tenían a una defensa de control, Allura era una maestra aire en toda forma, y Lance ya era perfectamente capaz de defenderse, no diezmaría a ningún ejército, pero joder que haría trizas a un par.

Era por fortuna, como ya habían mencionado, una colonia muy pequeña, su puesto de control también. Se deshicieron de ellos en breve, los llevaron al calabozo completamente inmovilizados y se aseguraron que los maestros no pudieran hacer nada en cuánto los perdieran de vista.

La victoria los paralizó por un momento, se sintieron orgullos y por fin como participantes activos de la misión, aunque no les duró mucho, un par habían escapado y aún tenían que ir a por los guardias en las minas.

El proceso en su totalidad les llevó el día entero. Llegar a la mina, llamar la atención sacar a los guardias, atacarlos, inmovilizarlos, liberar a los prisioneros. Sonaba fácil, pero era cansado y jodidamente complicado, incluso doloroso, porque un par de guardias singularmente competentes los habían arrastrado y eso era decir poco. Sin meniconar lidiar con el histerismo de la gente  que acababan de liberar, la confusión y el temor a represálias, incluso enfado, porque había gente furiosa con ellos por ponerlos en riesgos, sus posiciones y su futuro. Muchos los insultaron, agredieron y quisieron golpearlos, llevó rato tranquilizarlos, pero nada parecía ser suficiente para evitar que la gente se alzara contra ellos. Lance confesaba que se imaginó algo completamente diferente cuando decidieron enloquecer en su favor.

- Bien, bien, necesitamos que se calmen - por lo visto a los aldeanos no podía importarles menos de un carajo lo que necesitaban, de hecho Lance juraría que escuchó a alguien gritarle eso justamente con bastante furia.  

- No, los malditos rebeldes hacen esto cada vez, llegan arruinan todo y se van al carajo. Nos dejan aquí para lidiar con las consecuencias. Nos restringen la comida, el agua, nos obligan a trabajar mucho más.

- No los necesitamos váyanse.

- La guerra no acabará, solo empeoran nuestro sufrimiento.

- La guerra acabará pronto, debemos trabajar juntos.

Los nómadas aire eran pacifistas, pero aparentemente no sabían muy bien como generar paz, solo mantenerla y eso no estaba funcionando con sus nuevos queridos amigos, porque con cada palabra de Allura, la gente del pueblo se enardecía más.

- ¡Ja! El Avatar era el único ser en la faz de la tierra que podría acabar con la guerra y nos abandonó, ahora tenemos que bastarnos con estúpidos rebeldes incompetentes.

Lance miró a Hunk indignado con una mano en el pecho, pero Hunk se veía mucho más sereno de lo que esperaba, en lugar de colapsar como Lance había previsto, miraba a la gente con mucha atención y entonces sin más que decir dió un brutal pisotón a la tierra que la agitó. Era uno de esos truquillos que había aprendido, pero todos se sorprendieron al ver después de Dios sabe cuánto tiempo a un maestro tierra.

- ¡Escuchenme! El Avatar ha vuelto. No puedo decirles su identidad, ni donde está, pero ella ha vuelto. Se prepara para enfrentar a la Nación del Fuego, pero no puede hacerlo sola - ese anuncio sí que logró una respuesta más apropiada, no calmó a nadie pero cambió el tono y los temas abarcados por los gritos, que incrementaron notoriamente hasta volverse ensordecedores. Gente incrédula, negando la posibilidad acusándolos de mentirosos y timadores, gente esperanzada que buscaba hacerse escuchar por encima de los demás y gente chismosa que nada más buscaba que los demás se callaran para esccuchar con más claridad, pero solo generando más ruido.

- ¿Es una mujer? ¿La has visto?

- Ella lo es, no puedo decir si la he visto o no, porque es delicado, pero les aseguro que así es. Retomen la ciudad, entren en contacto con las fuerzas rebeldes y prepárense, necesitaremos toda la ayuda que podamos reunir. Nos quedaremos, permaneceremos en la ciudad dos noches y tres días más, para asegurarnos de que se hayan reorganizado y que tengan una defensa estable y sólida.

Mencionar el género no había sido una decisión al azar, los detalles siempre dan mayor fidelidad a cualquier estamento, y cuando pudo tan siquiera sembrar la duda en los pobladores pasaron a tener la ventaja, ofrecerse a facilitar el paso a la independencia del pueblo también había sido astuto, las palabras por magníficas que sean palidecen ante las acciones, nada para infundir confianza como expresar mediante acciones que lo que ofreces no quedará en planes. 

- ¿De verdad ha vuelto?

- Por supuesto que sí, deben creernos, confíen en nosotros, solo ésta vez, la guerra debe terminar y debemos empezar de a poco.

Claro que no bastó para calmar al pueblo, tampocó cambió su percepción sobre los rebeldes, mucho menos sobre el equipo a quienes ya de por sí consideraban rebeldes, pero la idea del Avatar era un ideal de esperanza por sobretodo y la esperanza era tan escaza aquellos días que no aferrarse a ella cuando se presentaba era como negarle un vaso de agua a un caminante del desierto.

Así que se dedicaron a convertir ese vaso de agua en un manantial, se dedicaron a ayudar a la gente a reubicarse en sus hogares, a limpiar el desastre que habían hecho los guardias, a distribuir debidamente los recursos, a generar cuadrillas para tratar a los heridos y a la gente fatigada por los trabajos forzosos. Hunk preparó junto con la gente disponible tanta comida como pudieron, deliciosa comida esperando a alimentar a toda esa gente que no había probado más que avena desabrida por probablemente un par de años o más.

Lo siguiente fue mejorar la seguridad, pero no es posible hacerlo todo en un día, mucho menos esperar para ello el apoyo del pueblo, ya que después de comer y recibir tratamiento fueron directo a descansar, mucha gente estaba tan fatigada que casi se desmayó mientras comían, así que se dedicaron enteramente a descansar. Mientras tanto el Avatar y sus amigos empezaron a trabajar. Inspeccionaron la armería para hacer un pequeño inventario. 

Allura reconfiguró la torre de mensajería, se deshizo de los halcones, ergo los dejó en libertad, y Hunk se las ingenió para desarrollar un primitivo sistema de comunicación, con ese gran espacio disponible, vistas amplias que permitieran analizar el perímetro, y un sistema que facilitaría alertar sobre invasores. Aprovecharon el anonimato de la noche para aislar el pueblo ligeramente, lo que involucró mucho esfuerzo, aire control y agua control. 

Abrieron grandes surcos rodeando el pueblo, les hubiera servido un poco de tierra control, pero como no estaba en sus posibilidades por el momento, Lance humedeció la tierra esbozando la silueta de los surcos y Allura pasaba removiendo la tierra. Demoró muchísimo más de lo que tenían planeado, pero una vez que estuvieron listos para rellenarlos de agua el alivio fue total. Hasta que entendieron que tenían que llenarlos de agua, así que el trabajo estaba solo a la mitad. No era una medida perfecta, pero era muy buena, los galra no esperarían tantas complicaciones para llegar, el aislamiento sería total un tiempo, nada de puentes que se pudieran usar para reinvasión, esperaban que los canales sirvieran para ralentizar los intentos de sitiarlos de nuevo, ya que los galras no contaban con esa información, y aunque la tuvieran... ¿qué carajo podrían hacer? ¿Traer un bote en el hombro? No habían puertos por kilómetros a la redonda.

Pero para que funcionara primero tendrían que llenar el canal, y para eso deberían ejercer exitosamente trabajo en equipo. Allura generaría una ola masiva que podría acabar con el pueblo, pero Lance la tomaría y redirigiría hacia los canales, así no muere nadie y los canales se llenarían. El plan perfecto.

Y lo fue... al quinto intento. Allura al parecer tampoco decidía cuando su poder era masivo y cuando sería tan solo un escupitajo al viento. Pero se logró y era lo único que importaba.

El segundo día fue relativamente más ameno, pero no perfecto del todo, mucha gente se admiró al encontrar el canal, disfrutando la idea de todas las posibilidades que podría brindarles, sintiéndose más seguros ante la perspectiva de una barrera contra los invasores, mientras que otros no parecieron disfrutar particularmente de la idea de estar aislados, manifestando que parecían haber cambiado nada más de situación en una misma prisión. Aunque los sentimientos funestos se fueron aliviando después de que la gente decidiera estrenar el canal con el buen clima armando picnics a las orillas y nadando un poco.  Disfrutando de una libertad que muchos ni siquiera conocían. 

Para el tercer día el pueblo se sentía mucho más rebelde, libre, poco a poco recuperaban las esperanzas y se volvían más optimistas. Regresaron a trabajar en las minas, ahora bajo sus propios términos y con el único propósito de sostenerse y defenderse a sí mismos. Las minas eran productoras de metales, como en la mayoría de los pueblos, ese en específico producía hierro y trabajaban con acero. Así que tenían lo que se necesitaba para armarse hasta los dientes y producir para el comercio, que era algo de lo que se ocuparían después de garantizar que estaban seguros para poder vivir con tranquilidad. Con miras al futuro, por fin, buscando un futuro de nuevo.

Esa noche por fin pareció chocarlos el hecho de que eran libres de nuevo y lo celebraron por lo alto, entonces también los chocó el hecho de quiénes habían iniciado con todo. Los forasteros a quiénes casi habían sacado a patadas en cuanto llegaron, a quienes acusaron de insurgentes irresponsables, así que les dedicaron el festín como una disculpa. Celebraron su llegada y lo que habían logrado hasta el momento. Podían posponer su partida para una fiesta, claro que sí, ¿no era también el trabajo del Avatar elevar la moral? 

Fue una noche grandiosa. Naturalmente era una mala premonición, tal vez balance del karma, varios días buenos a cambio de un día catastrófico de mierda. No era la primera, ni sería la última vez.

Al menos descansaron bien, muy bien de hecho, al estilo del polo, hasta las 10 am, sin pausas, Despertaron aún mareados por la dichosa velada, felices, juraban escuchar a la gente silbar mientras trabajaban. Además, no fue hasta tarde cuando se hicieron presentes los indicios de que todo se iría al carajo todo empezó con un gran alboroto de la torre de control.

Esperaban al ejército galra, pero lo que se avecinaba era mucho peor y se manifestó en un común grito de pánico.

- ¡IGNIS!

El Avatar y sus compañeros se adelantaron para ver al grupo que se aproximaba. No era particularmente significativo, de hecho eran a lo mucho 10 personas, marchaban a buen paso, pero con una sorpresiva lentitud. Aún así ese pequeño grupo había bastado para generar una oleada de pánico tal, que era casi tangible.

- ¿Qué diablos?

- Lance, lenguaje.

- Son solo 10, el pueblo tiene un gran déficit de maestros, pero aún así somos como 20 a uno. Además están armados.

- O sea, probablemente no son maestros.

- Ignis, escuche ese nombre en el pueblo. Es un pequeño grupo del ejército, dirigido según tengo entendido por el príncipe desterrado, son un grupo pequeño pero extremadamente letal, han devastado ciudades enteras, solo ellos. Se dice que están conformados por eruditos en el manejo de armas, la estrategia y el control de elementos, otros dicen que solo fueron glorificados por un par de misiones exitosas y no sabría decir cuál es verdad.

- Oh genial, Córan, entonces o son un devastador grupo de genocidas o son asesinos con suerte. Cualquiera de las dos no nos conviene.

Entonces volcaron su atención a Hunk, que para el momento ya analizaba atentamente a los invasores, porque aunque no lo comentaba, ni lo reconocía en realidad, era un excelente analista, uno de los mejores de la tribu de hecho, era además un ingeniero, los sistemas de canales habían sido su idea y los habían hecho acorde a sus instrucciones. 

- La verdad, tenemos tiempo para pensar hasta que crucen el canal, porque es amplio, no pueden cruzar en masa. Así que cruzaran de uno en uno, máximo en grupos de tres por el sector más angosto, pero no lo creo porque sus llamaradas deberían tener la misma intensidad para llegar juntos, y para cruzar levantando sus pesos por sobre un canal tan amplio llevaría, mucha intensidad, podrían quemarse y... -  escucharon con atención hasta que se detuvo en seco - ¿Dónde están los otros dos?

- ¿Qué?

- Los otros dos, habían dos hombres que dirigían la comitiva junto con el líder, el presunto príncipe, iba con dos soldados a sus costados.

La confusión les duró un rato, mirando a todas partes no había ni la sombra de los mencionados, pero era cierto que el grupo se veía más pequeño incluso a lo lejos.

- ¿Seguro? ¿Dónde están?

- Eso pregunto, desaparecieron.

Esperaron un rato buscando rastros de los sujetos o de una posible contacto con el pueblo pero no lo consiguieron hasta que escucharon un silbido, una especie de tonada que provenía del límite izquierdo del pueblo, y entonces una más, otra tonada del límite derecho. El líder sonrió y asintió, como si respondiera a las tonadas y ellos pudieran ver su gesto. Fue algo aterrador, sobretodo porque con su casco lo único que podían ver era su sonrisa, una bonita sonrisa que se veía tan malvada y gélida que inspiraba terror. 

Entonces silbó también pero no una tonada, un silbido rápido, entonces la tripulación se movilizó con mayor rapidez, abriendo su formación como si quisieran abarcar mayor terreno.

- Mierda... Bien sugiero que Allura los hunda. - era una idea burda, no era para nada un plan y la verdad con su absolutamente nula experiencia en combate no es como que supieran cómo reaccionar a eso, un minúsculo grupo de genios del mal que parecían compartir un lenguaje totalmente distinto y de quienes no conocían nada, debilidades o fortalezas nada. Soltar un golpe de fuerza bruta en lo que pensaban en algo más, no era tan mala idea, tal vez podría mejorar su visión del panorama (o, espíritus mediante, les salvara el trasero), así que Lance asintió y se encogió de hombros, era solo lógico. No podrían combatirlos si llegaban a cruzar la muralla, no sin comprometer sus identidades, era un movimiento de último recurso y estaba seguro de que lo entenderían si por algún milagro funcionaba, porque el secreto acabaría en el momento exacto en el cruzaran el canal, Allura le había prometido a la gente que no serían esclavizados nuevamente, y lo cumplirían aunque les costara un reinicio total al ciclo del Avatar.

- ¿Cómo? - Allura se veía algo afligida pero comprometida. Su control no había mejorado singularmente de un día a otro, si lograban generar ese golpe sería un milagro, pero no solo eso también se veía nerviosa por la posibilidad de inflingir daño. Siempre tenía problemas con eso, y era irónico, el Avatar en medio de una guerra obstaculizada por sus propias creencias e ideales, porque les constaba a todos que podía acabar con cualquiera, ese no era el problema.

- Vamos no los matarás, solo los noquearás un rato, cruzaremos, los neutralizaremos y chas, estaremos bien, no va contra tus votos contra la violencia - Allura suspiró como si intentara vaciar con ello sus pulmones, tan alividad, al parecer sí creía que le habían pedido darles fin a los famosos Ignis. Sintió el impulso de indignarse, pero prefirió dejarlo pasar. De todos modos su actitud ahora era diferente y se veía mucho más motivada a cumplir con su improvisado plan, si podía considerarse como tal. 

- Bien, carajo, bien, pero hay que ser discretos, si lo notan se irán.

Se escondieron tras las paredes de la torre de control para ponerse manos a la obra, se concentraron con los ojos cerrados para poder visualizar el agua sin necesidad de físicamente verla, lo que también era algo nuevo, Lance lo había hecho antes, nunca con un volumen tan grande, pero sabía cómo funcionaba al menos. A Allura le llevó un rato siquiera entender qué se suponía que debían hacer, pero tras un buen rato por fin sintieron el agua moverse, lentamente hasta que tuvieron el suficiente control como para elevarla, entonces rápidamente salieron de su escondite para apuntar y dispararon. Fue un golpe perfecto, uno para regodearse, preciso intenso y poderoso, lo justo y necesario para sacarlos de combate. Por un momento los llenó de orgullo hasta que una intensa llamarada lo cortó en un solo tajo, el agua se evaporó y abrió como un globo, y solo los mojó un poco. Al menos los galra se veían ligeramente disgustados, pequeñas victorias.

- Bueno, fue un placer conocerlos y llegar hasta aquí.

- Sí bueno, si lo ven por el lado brillante ahora sabemos que son un devastador grupo genocidas - Hunk tan solo se encogió ligermente cuando todos se giraron a verlo con reproche.

- Eso es lindo, la incertidumbre me mata. Ahora mi duda es: ¿cómo diantres vamos a salir de ésta? ¿Alguien tiene un plan?

- Habrá que atacarlos por partes - nuevamente un plan sin mayor detalle y ningún aval más allá de la simplicidad en la voz de Córan y la obviedad desdeñosa. Lance sintió la furiosa necesidad de ahorcar al viejo monje, pero se contuvo mientras Hunk y Allura elaboraban un poco más la idea. Hunk creía que el príncipe sería la principal fuente de ofensiva, respaldado por los soldados que se habían separado del grupo, mientras que los otros seis serían más bien agentes conservadores, dedicados a buscar la forma más adecuada de generar una entrada hacia el pueblo, una grieta entre las barricadas y el canal.

A la final decidieron que debían neutralizar al príncipe, por la manera en la que habían actuado desde su llegada, como un gran ente que orbitaba al rededor de su líder. Bueno, sin un punto sobre el que orbitar colapsarían, siempre y cuando lograran llegar hasta él, pasando por sobre los otros dos soldados, el segundo gran objetivo.

- Va, yo entretengo al príncipe, tú deshazte del resto - Lance anunció prácticamente saltando sobre sus tobillos llevado por la adrenalina y la expectación. Córan y Hunk aceptaron con agrado su sugerencia pero Allura se sintió ligeramente ofendida, ella era su líder, ¿no sería lógico que ella combatiera al líder enemigo?

- ¿Por qué tu tienes al príncipe? - el motivo era obvio, más allá de un rol o los sentimientos que pudieran destacar ante una batalla, habían factores delicados que debían tratarse por encima de prevalecer en aquel enfrentamiento.

- Porque yo sí sé apuntar, a menos que quieras revelar tu identidad secreta no acepto quejas.

No discutieron más, aunque por el gesto de Allura tenía un par de cosas más por decir, se situaron uno al lado del otro a plena vista, y tal como la habían predicho la comitiva se detuvo en el acto, pendientes a cualquier movimiento, pero el príncipe aún dió un par de pasos más como colocándose como escudo frente a su equipo, algo predecible, Hunk lo había predicho, los maestros fuego confiaban ciegamente en que la mejor defensa siempre era la ofensiva.

Lance sonrió al verlo, le encantaba jugar al gato y al ratón, más cuando tenía el terreno alto, lo supiera su contrincante o no. El primer ataque de Lance fue violento, tomó a tanto Allura como a Hunk por sorrpesa, siempre era cuidadoso y sistemático al entrenar, jamás lo habían visto moverse con tanta fuerza y energía frenética, pero en cuanto tomó impulso hacia delante se transformó en una fiera destructiva que desató la trifulca. Los galra también parecieron sorprendidos, el príncipe trató de frenarlo pero en poco se volvió demasiado para que lo enfrentara mientras trataba de cubir a su equipo, porque eso es lo que Lance había planeado desde un principio, aturdirlo, ni siquiera estaba haciendo algo complicado, levantó una ola, la dividió la arrojó y la convirtió en desiguales bloques de hielo, como si lloviera granizo gigante e una velocidad brutal. En un buen movimiento logró cambiar la dirección de una en específico y golpear el casco del príncipe, que se vió obligado a retroceder, entonces su ejército se abalanzó contra ellos y Allura entró en acción, su trabajo era dividir a los escoltas del príncipe y neutralizarlos de ser posible. Córan mientras tanto se había ido en algún punto y vuelto con un par de valientes jóvenes del pueblo que si bien no eran guerreros se ofrecieron a traer armas y municiones para atacar. Hunk no estaba en condiciones de atacarlos por Tierra, pero vaya que tenía un poderoso lanzamiento de balas, y se los hizo saber. Córan se encargo de la defensiva, puesto que varios de los soldados galra eran no maestros increíblemente armados con excelente puntería, habían tratado de atacar a Lance, pero con Allura arrojándoles oleada tras oleada y Hunk aventándoles gigantescos pedazos de metal no tuvieron tiempo de centrarse en el escurridizo maestro agua que ya había cruzado el canal para atacar al príncipe. Así que no habían tardado en llover flechas y cuchillos contra las murallas. Los habitantes habían huido hace ya un buen tiempo y se encontraban a buen resguardo a excepción de quienes traían armamento para ellos y eventualmente también empezaron a disparar. Sin Córan para interceptar los ataques un par de cuchillos ya habrían ido a dar en sus frentes. No había mucho que Hunk pudiera hacer desde donde estaba así que en un, algo literal, salto de fe, se lanzó al agua, Allura lo atrapó y lo dejó rápidamente en tierrra firme antes de seguir atacando por su lado a los maestros fuego, pero ese pequeño espacio había permitido que un ataque se colara y la arrojara por lejos.

- ¡Allura!

El grito de Hunk alertó a Lance que dejó su misión por retener al prícnipe y, con un certero golpe para hacerlo retroceder y congelarlo inmóvil, regresó a toda carrera para ayudar esperando lo peor, por fortuna, Córan había llegado al instante, al parecer el supuesto anciano del grupo resultó ser un gran maestro de la destreza, y con lo que parecía una simple vara muy grande empezó a combatir a todo aquel que tratara de acercarse a Allura, mientras Hunk se batía cuerpo a cuerpo con cuantos podía haciendo gala de su fuerza. Viendo la situación controlada se arrepintió de haber perdido terreno con el príncipe, pero no tuvo mucho tiempo para pensarlo cuando una pared de fuego se le fue encima. Logró escaparse por apenas un suspiró y regresó a la batalla.

El chico de las dagas, uno de los escoltas del príncipe y el primer atacante a las murallas de verdad tenía una puntería extremadamente certera, se movía con agilidad y estrategia únicas, casi imposibles, le había cortado la mejilla al verlo volver de tratar de correr a donde había dejado al príncipe y aparentemente era el culpable de la caída de Allura, había atinado a su pierna haciéndola perder el equilibrio, claro que nadie además de Allura y Córan lo sabían, eran los únicos que de verdad habían podido verlo y bueno, la daga en la pierna de Allura también era una gran pista. La  buena noticia es que la parecer no era su intención matarlos, el soldado de verdad era excelente y evidentemente si los quisiera muertos ya lo estarían, pero parecía ser cuidadoso preciso, buscando solo dañar y no aniquilar. Eso era una mala señal, podía significar que ya sospechaban sobre sus identidades y no querían tomarse la molestia de reanudar la búsqueda. Su precisión era impresionante, aunque evidentemente el combate cuerpo a cuerpo no era lo suyo, o eso es lo que Hunk descubrió al verlo celosamente rodeado por otros soldados  concentrado más que nada en interceptar los ataques por parte de la muralla y dirigiéndo a los maestros que intentarían destruir la muralla y hacerse una puerta de entrada, mientras soltaba mortíferos ataques furtivos a aquellos que los combatían de ese lado del charco. Era un genio evidentemente, aún así contra Hunk había quedado muy expuesto, por lo que en menos de un suspiro, ya tenía a Hunk sobre sus talones tratando de deshacerse de él. Hubieran logrado neutralizar uno de sus objetivos,  por desgracia, su otro objetivo un solado alto, fornido y con una gran espada casi rebana a Hunk en un violento movimiento para repelerlo. Allura había interferido con un torpe golpe de aire control disfrazado con un chapuzón de agua. De verdad necesitaba entrenar un poco más.

Todo el asunto había conseguido distraer a Lance, que más allá de entretener al príncipe también soltaba uno que otro ataque a los soldados que atacaban las murallas, nada impresionante, pero si suficiente para inutilizar sus ataques, solo un par, ahora que Córan parecía más ocupado tratando de cubrir a Allura.  Así que sí, a Lance empezaban a faltarle manos, hubiera hecho un pulpo de agua si no se le hiciera tan complicado aún, pero igual se las arregló para entornar su látigo de agua en la muñeca del príncipe y arrojarlo sobre sus propios maestros. Bueno, no se le ocurrió nada más, necesitaba un golpe para controlar a ambos y eso fue lo primero que se le vino a la mente.

El maestro fuego pareció perder la paciencia y se levantó abruptamente antes de lanzar una violenta ráfaga de fuego contra Lance quién a penas pudo repelerla, empezó a preocuparse, ya que tanta fuerza le impedía hacer nada que no fuera defenderse y ya ni tanto. Entonces una flecha pasó directo hacia el casco de su atacante, bastó para hacerlo caer y esta vez la caída logró sacarselo de la cabeza. Lance vió de reojo que tras las murallas habían muchas más personas que antes, aparentemente motivadas por la defensa a su pueblo que estaba consiguiendo hacerle frente a IGNIS por primera vez. No tuvo tiempo para más que sonreír, antes de volver a enfrascarse en su batalla, pero lo que vió de regresó lo dejó helado.

- ¿Tú?

- Yo.

La cara que le esperaba debajo del casco no era otra que la de Keith, el chico misterioso que había conocido hace poco y le había salvado la vida, aunque ahora se veía muy dispuesto a quitársela. Oh las ironías de la vida. Ver sus ojos tan peculiares y brillantes, que había considerado vivaces en un principio ahora estaban vacíos, muertos, no había nada en ellos. Verlo fue como un golpe en el estómago, de esos que doblan el cuerpo y quitan el aire. Tal vez su cuerpo se había doblado ligeramente, porque quería vomitar. Había pensado en Keith esos días, no había sido un tópico exclusivo en su mente que la absorbía y consumía sin parar, pero sí había pensado en él. Para él fue de esos extraños atractivos que ves al pasar y no vuelves a ver jamás, pero se quedan atrapados en tu cabeza un rato, solo que Lance no solo lo vió de pasada, habló con él, coqueteó con él, peleó a su lado y le confió de cierto modo su vida por unos breves instantes, en los que honestamente consideró que iba a morir.

Oh santos espíritus, a Lance incluso le había gustado, el hombre era alto, fornido pero esbelto, con una cara de ensueño y una voz masculina pero elegante muy acorde a su rostro. No solo había pensado en él, también había babeado sobre él un poco... y era un militar galra, todo el tiempo lo fue.

No solo eso, era el príncipe desterrado que lideraba a un séquito de genios genocidas que eran tan temidos que su simple mención inducía al pánico.

Se senía tan sucio justo ahora.

- ¿Qué carajos hacen aquí? ¿Qué quieren con éste pueblo?

Y esa era una excelente pregunta, la cosa iba así.

A unas horas de aquel lugar olvidado por los espíritus había un puerto, pequeño pero compuesto como casi todos por un mercado que abastecía en gran medida a todo navío mercantil o bélico que pasara por sus aguas, que el príncipe se encontrara ahí justamente cuando el par de soldados que lograron escapar del pueblo recuperado por insurgentes había sido una completa casualidad, pero encajaba con el perfil de lo que buscaban. No cabía duda que podría ser solo asunto de la coalisión que llevaba meses metiéndose con las colonias galra, pero nunca estaba de más revisar, y ¿por qué no? Recuperar la colonia.

Claro que grande había sido la sorpresa de Keith al ver a nada menos que Lance, abalanzarse sobre él protegiendo las murallas del dichoso pueblo. 

Claro que lo reconoció de inmediato, no hacían más que un par de semanas de haberlo conocido, un par de semanas en las que sí, le había dedicado uno que otro pensamiento, lo había convertido en su recordatorio personal de lo infeliz que lo hacía ser parte del lado de la guerra al que pertenecía y al que no podía renunciar, aferrado como fuera posible a lo último que lo conectaba con sus padres. Y a su gente, a la que jamás había dejado de amar y buscar proteger.

Oh pero nunca esperó volverlo a ver, peor como el insurgente al que debía neutralizar, al menos esperaba que no lo reconociera, pero esa maldita flecha le había quitado su casco de encima y eso lo había mandado al carajo.

Ahí estaba, esa miradita, como un par de ojos inocentes destellan traicionados con el universo por golpearlos con una realidad que en sus mentes no debería existir, y luego se llenan de algo más, algo parecido a la ira y la determinación, como si enfurecerse fuera a cambiar algo. Aunque más que molesto le pareció que Lance se veía confundido y ultrajado, como si se estuviera reprochando algo mentalmente. No pudo evitar sonreír ladino, cosa que llamó la atención del chico de la tribu agua, y solo asentuó su gesto de indignación.

- ¿No lo sabes? Alguien saqueó nuestra colonia - eso sí pareció enfurecer a Lance que en un segundo ya tenía un gigantesco bloque de hielo que casi le llegaba al pecho a mano.

- ¿Su colonia? - ahí estaba, la ira, la furia absoluta llevada de la indignación - Ésta gente se ha ganado el derecho de vivir libre, de recuperar el territorio que nunca debió ser tomado de sus manos, ésta no es una colonia, y no le pertenece a nadie más que a su habitantes y ustedes... Ustedes ya se van - mentiría si Keith no admitiera que el asunto del discurso, con palabras arrastradas llenas de rencor pero bañadas en osadía, no le había parecido sexy, pero aún más si confesaba lo fuera de guardia que lo había dejado cuando de la nada empezó lanzarle discos de hielo que sacaba del bloque entre sus manos.

Fue rápido y casi le costó esquivar y reaccionar, pero fueron segundos, entonces empezó a contraatacar con la misma intensidad, volcado de lleno en su pequeña batalla, sintiendo un subidón de adrenalina en cuanto el bloque dejó de bastar y cambió los discos para transformarlo en un látigo que blandió en su dirección, entonces las cosas se volvieron más reñidas, más movidas, más excitantes. De a poco la pelea se enfrascó tan solo en ellos, vapor por todas partes, un calor abrazador y el agua chapoteando con una fuerza indescriptible. Visto desde fuera era más parecido a una danza o un ritual que una pelea realmente, todo debido a su coordinación para bloquear y atacar, como si conocieran perfectamente a su atacante y pudieran anticipar cada movimiento.

A pesar eso, el pelinegro llevaba la ventaja por mucho, él ya era un maestro mientras Lance se alcanzaba como podía con las cosas que conocía. No fue una sorpresa cuando uno de los agresivos ataques del príncipe lo dejaron fuera de combate violentamente.

- ¡Lance! - gritó Hunk por encima del barullo.

Lance se había golpeado la cabeza al caer y por consecuente, se encontraba fulminado en el suelo e inconsciente. Bastaría con un solo golpe más para acabarlo, pero Keith no mostró señales de querer moverse, no hasta que un resplandor sobrenatural ilumino el lugar.

Allura había entrado en el estado Avatar.

Notes:

Oh sí, lo sé, deben creer que soy una perra por no actualizar como en mil años, pero me quedé sin celular y sin compu y difícil escribir en dispositivos ajenos casi nunca disponibles. Además siento que el capítulo me quedó de ututuy, está mal que yo lo diga pero lo amé, estoy tratando de darle más sinergia a la historia, a las perspectivas y profundidad a los personajes, así que toma un tiempo, no desesperen trataré de apretar el paso ahora que tengo con qué. De todos modos estoy de vuelta, no me odien. Bye.

Chapter 7: Adiós al factor sorpresa

Summary:

¿La reconciliación no es lo mejor de un confrontamiento?

Notes:

Advertencias:
Mención a muertes, guerra, asesinato y abuso infantil.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

- Así que, el Avatar está viva - oh y claro que estaba viva, recontra viva. Sabía que Connor solo quería bromear pero el comentario le hizo querer freírle la cara, porque ya el Avatar les había demostrado lo viva que estaba. Su pequeño despertar pudo ser una masacare, la chica los hubiera hecho añicos si no fuera por la rápida intervención de Keith, quién en un movimiento desesperado le prendió fuego a las murallas. El Avatar debía elegir, o los mataba o salvaba al pueblo, no había mucho espacio para escoger, y la elección había sido inmediata, salvar la pueblo mientras el sacaba de ahí a sus soldados. Vió que el chico grande iba a socorrer a Lance y como él se levantaba de a poco, golpeado, pero vivo y entero, eso era suficiente para él. No hubiera podido vivir sabiendo que había asesinado accidentalmente al último retazo de libertad que había conocido en los últimos 7 años siguiendo las órdenes de quién tenía el otro extremo de la correa que lo mantenía cautivo. Su vida era un jodido chiste.

Una vez de vuelta al puerto habían levantado anclas tan rápido como les fue posible, no creían que el Avatar y su séquito fueran a ir tras ellos, pero necesitaban alejarse de ese pueblito miserable. El olor a fracaso estaba fresco en el aire y se sentía como el aroma del ozono que se había liberado con los poderes del Avatar. Nunca antes habían pasado por algo así, una derrota era absurda para ellos, un equipo militar de la más elevada élite, no exageraban al decir que la situación había despertado pánico en la tripulación, nunca habían enfrentado una situación así. Pese a su estatus de exiliados eran un equipo militar excelentemente capacitado. No era lógico, pero claro que tenía una explicación.

El exilio había sido todo un tema, Shiro fue asignado a la tarea de cuidar del príncipe (evitar que se sublevara) como ya se había establecido, así que cuando lo exiliaron por supuesto que debía seguir el mismo camino, sin embargo, su escuadrón, aquél al que el mismísimo príncipe había pertenecido, eran fieles a su comandante y al linaje de sucesión de Keith. Solicitaron participar del exilio, alegando formar parte de una comitiva que garantizaría restricciones para el príncipe, pero la realidad era que solo querían acompañarlo.

Eran galras, y creían en el lema de la invasión, pero desconfiaban del emperador y sus métodos, seguir a Keith había sido una decisión simple.

En fin no habían salido ilesos de su pequeño encuentro con el Avatar, el fisiólogo del barco tendría que trabajar horas extra por un tiempo. Nada particularmente grave, un par de costillas magulladas, cortes, moretones de tamaños considerables, pero variados. El único miembro de la tripulación que de hecho había generado preocupación era Adam, parecía ser que durante el enfrentamiento el Avatar había logrado ponerse en pie y neutralizar a una de las principales amenazas a la vista, según los testigos ni siquiera había sido un ataque de verdad, sino más bien un golpe guiado por la desesperación, la chica lo había arrojado por lejos con fuerza, al punto en que el cuerpo del soldado había impactado de forma desagradable contra un árbol. Al final resultaba que quién desencadenó el estado Avatar fue Shiro, quién al ver a Adam en peligro había perdido la paciencia y trató de deshacerse de su oponente lo más rápido posible, que casi había acabado con su espada separando la cabeza del cuerpo del anciano que acompañaba al Avatar, por supuesto que en cuanto el anciano dejó de intentar enfrentarlo muy ocupado tratando de llamar a la chica de vuelta a la razón, Shiro no perdió tiempo tratando de lasmitarlo, sino que corrió inmediatamente directo a su verdadero objetivo, un Adam muy inconsciente y herido que no tardó en cargar en sus brazos y emprender la huida en busca de ayuda.

Poco tiempo después el fisiólogo anunció que las heridas no eran fatales, aunque sí se había fisurado un par de costillas y uno de sus brazos necesitaría inmovilizarse por un tiempo, pero que se recuperaría pronto. Shiro casi se había desmayado del alivio, y sin más había desaparecido con la excusa de llevarse a Adam a su camarote a descansar, mientras tanto el príncipe había convocado una reunión para evaluar la situación, una especie de control de daños y asignar a la tripulación tareas nuevas ahora que tendrían que embarcarse a la cacería del Avatar con más que solo rumores, susurros y supersticiones, lo que había llevado al chiste todo rancio de Connor. Los despachó sin más y se debatió sobre si debería ir a darse una ducha y a descansar o si primero debría pasar a visitar a Adam, sería apropiado revisar su estado antes de ponerse a descansar, pero había algo muy en el fondo que le pedía que se quedara de ese lado del barco.

Debió quedarse. 

Odiaba tener razón sobre algo, negarse a seguir su instinto y toparse con desagradables sorpresas. Aunque ¿sorpresa? ¿de verdad debería sorprenderle ver a Shiro cuidando al amor de su vida después del susto que se había llevado?

Pero es que verlos juntos siempre le sacaba el aliento de los pulmones y le destrozaba el alma. Ver a Shiro con sus ojos gentiles acariciando con tanta ternura el rostro de Adam, besándolo, cuidándolo, riendo con intimidad, susurrandóle, ver a Adam disfrutando de aquel paraíso, dejándose adorar con el corazón a flor de piel. Ahora Keith no podía sacarse la imagen de la cabeza, de vuelta en su camarote, aún podía verlos cada vez que cerraba los ojos, aún podía sentir su corazón desgarrarse por el desolador anhelo que lo llenaba de pies a cabeza, no podía describirse de ninguna otra forma, deseaba tanto poder ocupar un lugar que sabía no le correspondía. Hizo un esfuerzo sobrehumano para no ahogarse en la tina y se fue a la cama con la absoluta determinación de imponer como reglamento del barco que todos debían cerciorarse de cerrar bien las puertas de sus jodidos camarotes y mantenerlas cerradas.

A la mañana siguiente su determinación sobre cambiar el reglamente del navío ya había pasado, se concentró en plantear cuál sería la ruta del Avatar, porque la última vez que los había visto ellos se movilizaban a pie, pero habían llegado antes a la colonia, con tiempo suficiente para liberarla e instalar medidas de seguridad, no tenía sentido que se hubieran movido más rápido que ellos que tenían un barco. El que se movilizaran por agua también era imposible, los hubieran detectado antes, y su nave debería ser algo notable si eran más veloces que ellos, pero jamás los habían visto, también su curso parecía extraño, arbitrario, nada que pudiera seguirse como las rutas por carreteras en avestruces o rinocerontes de carga. La única opción disponible era que pudieran movilizarse por aire, y eso sí que sería sorprendente, como diablos podrían movilizarse tantos de ellos por vía aérea. A menos que tuvieran un... Un bisonte volador, un gigantesco animal originario de los templos del aire. Casi habían desaparecido con los nómadas, los que quedaban vivían silvestres y ocultos, era prácticamente imposible encontrar alguno, pero en la antiguedad fueron fieles compañeros de los maestros aire, si el Avatar era uno de ellos y ella había sobrevivido hasta ahora, bien podría tener uno, tal vez incluso podrían haber más maestros aire ocultos, con sus bisontes, su conocimiento, pérdidos en el mundo.

La idea lo dejó pensando, pero decidió no darle mucha cabida, no tenía sentido especular al respecto, aunque al menos había conseguido trazar un curso satisfactorio acorde a las coordenadas que tenía, valdría la pena seguir ese curso y tratar de interceptarlos por el camino. Los siguientes días los pasarían redirigiendo el curso y en pequeñas paradas para recolectar información y cerciorarse de que habían trazado la ruta correcta.

Y lo habían hecho, les tomaría un par de intentos encontrar evidencia que lo demostrara puesto a que moverse por aire era mucho más veloz, sin embargo, iban por el camino correcto y de haberlo descubierto antes los habrían alcanzado mucho antes, puesto que a diferencia de los galra, la salida del equipo Avatar no había podido ser tan veloz e inmediata, no cuando habían tenido que quedarse a reparar la muralla incendiada y de paso curar varias heridas de batalla.

El final de la batalla había sido todo un desastre, Córan a penas y había conseguido alcanzar a Allura, no fue hasta que Lance haciendo un fuerzas de donde ya no existían logro exter un látigo de agua que sujetó su muñeca, la chica había estado a un paso de atacarlo, pero pareció reaccionar poco a poco mientras él, Córan y Hunk gritaban su nombre, junto a súplicas porque se detuviera y regresara al suelo. No es que estuviera siendo violenta, o destruyendo el pueblo, pero según Córan, no tenía control alguno del estado Avatar y le era extremadamente costoso volver en sí, uno de los más grandes miedos de los maestros del templo del aire en su tiempo había sido que Allura se perdiera en el estado Avatar y no regresara más, así que regresarla a la normalidad era una verdadera urgencia. Por fortuna cuando lograron hacer que pusiera los pies sobre la tierra bastó con apachurrarla en un fuerte abrazo para que la chica volviera en sí. Estaban tan aliviados que casi olvidaron el hecho de que acababan de exponer sus intentidades ante todo el pueblo. Hunk se puso en frente para protegerlos, listo para recibir los gritos, reclamos y frustración que los aldeanos pudieran tener atravesado en contra de ellos. Para su sorpresa, el pueblo totalmente por el contrario celebraron a gritos su victoria por sobre Ignis, una hazaña que no creían posible, festejaron al Avatar y se declararon como el primer gran acto de guerra del Avatar tras 100 años. El pueblo se sacudió por la emoción y el honor de pasar a la historia.

El trabajo que conllevó reparar los daños de la muralla no detuvo los festejos, la gente reía, cantaba y bailaba al trabajar, grandes banquetes se prepararon a la par, mientras los magullados paladines y la propia Allura pasaban a manos de los fisiólogos del pueblo para ser tratados. No tenían heridas de gravedad, su sanación sería un hecho dentro de poco y podrían seguir con su camino, el pueblo de Arus por fin habría recuperado su identidad, su libertad y el camino del Avatar había dado su glorioso inicio en el.

Partieron un par de días después, habiéndose asegurado de que todo estuviera en orden y en mejores condiciones para volar, ahora que Lance ya no sentía que al menor movimiento se le desintegrarían los brazos y Allura ya no tenía riesgos de que la herida en su pierna fuera a abrirse a medio vuelo. Hunk había cargado a Lew con provisiones ahora que no tenían que esconderla y la habían llevado al pueblo a ser admirada por los pobladores, aunque ese era un plus, en realidad la pobre necesitaba alimento también. La despedida fue conmovedora, pero era momento de ponerse en marcha, no debían desistir, el entrenamiento no esperaría por ellos mucho más y habían cientos de colonias de ahí hasta el polo norte, algo podrían hacer si la oportunidad se presentaba, de todos modos la voz se correría, no tardaría en regarse como pólvora que el Avatar había regresado por fin, eso conmovería el espíritu de lucha de la gente y con suerte los motivaría a luchar y a recuperar su libertad.

El equipo Avatar por su parte se sentía verdaderamente motivado, dispuestos a darlo todo para mejorar las cosas, sus paradas para entrenamiento se volvieron más constantes, más largas, más eficientes, sus avances eran notorios, pronto Lance y Allura decidieron que estaban listos para enfrentarse en combate, aire contra agua, puesto que Allura aún era floja en su control del agua, pero Lance parecía mejorar a pasos agigantados motivado por haber perdido su enfrentamiento contra Keith... no, es decir, el príncipe galra, el paladín estaba completamente dispuesto a volverse un mejor guerrero en la inmediatez, no volvería a cometer los mismos errores jamás. Se volvería fuerte, definitivamente lo vencería la próxima vez.

- ¡Allura! - hasta Lance se había espantado al verla salir volando hacia el riachuelo a unos pocos metros de donde se habían estado enfrentando hace un minuto. Otra vez se había dejado llevar por sus pensamientos que últimamente estaba invadidos por el príncipe galra y su enfrentamiento, cada vez que le venía a la cabeza se volvía más agresivo al atacar, Allura siempre lo había repelido en ocasiones anteriores, por lo que sí se había sorprendido al verla salir disparada hacia el río. Pero el grito le pertenecía a Córan quien en un segundo había salido corriendo a auxiliarla, aunque no sin antes lanzarle a Lance una roca en la cabeza como represalia.

- ¿Todo bien? Lamento haberte lanzado - la chica salió a la superficie desestimando la situación con un gesto, tranquilizó a Córan de la misma forma y regresó a tierra muy contenta.

- No te disculpes, eso fue genial, has mejorado muchísimo. No te ví venir en absoluto, estoy muy orgullosa además - con una veloz ventisca secó su atuendo y aventó toda el agua a su compañero - me seco rápido.

- Ja, ja, tan chistosa.

- Chicos, chicos, miren ésto - giraron para ver en dirección de Hunk, quien habiendo conseguido su atención realizó una intrincada serie de movimientos que resultó en una enorme roca sobre su cabeza trasformándose em múltiples pequeños proyectiles que lanzó a gran velocidad contra un muro. Lo miraron impactados mientras el chico giraba emocionado en busca de aprobación tras haber concretado su nuevo truco recién descubierto. - ¿Qué tal?

- Estoy muy impresionada Hunk, eso fue...

- Explosivo, los galras no sabrán qué los golpeó.

- Gracias chicos, me llevó un rato perfeccionarlo.

- Pues es maravilloso paladines, sus avances son grandes, en celebración les he traído unos manjares del pueblo río abajo, siéntansen libres de disfrutar - todos agradecieron a Córa de camino a la fogata para devorar lo que sea que les hubiera traído, estaban contentos y orgullosos, de verdad estaban mejorando, pronto podrían empezar a trazar objetivos en su mapa, lugares pequeños y alejados, pero que podrían ayudar hasta conseguir una resolución más permanente, por el momento la curva de aprendizaje iba bastante bien. Nada podría salir mal como iban las cosas, o al menos eso fue lo que pensaba Lance esa noche recostado en su saco de dormir cuando algo lo sacó de sus perezosas vacilaciones. Había estado a punto de quedarse dormido, tal vez por eso le había llamado tanto la atención ver de la nada una brillante esfera de color rojo en su línea de visión. Abrió los ojos de golpe llevado por la curiosidad, creyó haber visto mal algún reflejo, pero al fregarse los ojos descubrió que no, había una particular esfera brillante de color rojo que efectivamente pululaba a pocos metros de ellos, se movía curiosamente, como si estuviera bailoteando a un ritmo inexistente pero muy alegre.

Se quedó un rato sentado en su saco de dormir, solo mirando a la bolita de luz y parpadeando, miró a su alrededor buscando que alguien comprobara lo que veía, pero todos estaban tiesos dormidos, era el único en pie. Debía levantar a alguien y pedirle que lo comprobara, no podía solo levantarse y acercarse a la dichosa esferita, no sería lógico, no debía... No debía, pero ahí estaba poniéndose de pie silenciosamente, no tardó mucho en acercarse, pero entonces la esferita se movió alejándose en un gracioso zig zag, luego voló hacia Lance lo rodeó un par de veces anim{andolo a seguirle y volvió a emprender su zigzagueante camino hacia el bosque. Lance revisó por sobre su hombro una última vez para cerciorarse si es que todos seguían dormidos, y en un impulso estúpido, decidió seguir a la esferita roja. 

En un determinado momento de la caminata empezó a mover la cabeza al ritmo de la esferita, que al parecer lo notó, porque empezó a ser más enérgica y a detenerse por tramos para dar complejas piruetas y girar a su alrededor alegremente. Entonces Lance decidió aportarle música a su pequeño baile tarareando un pequeño ritmo que sintió concordaba con los movimientos de la esferita en cuestión, llegaron a un bonito claro, con flores fluorescentes de colores verders o blancos que contrastaban con su nueva amiga... o amigo, lo que fuera la pequeña esfera, que para el caso ni siquiera sabía que era. Se sintió algo estúpido al haber seguido a una lucecita brillante sin más por el bosque, pero es que algo le había pedido que lo hiciera, algo muy profundo en su corazón, e incluso más profundo, una sensación. Pero entonces toda su confianza se fue para el carajo cuando el movimiento de algún cuerpo considerable agitó la vegetación del otro lado del claro. Se puso a la defensiva de inmediado, listo para defenderse de ser necesario, pero lo que vió salir entre la maleza fue a otra esferita, de brillante color azul, su amiga corrió hacia ella con euforia, y orbitaron una alrededor de la otra con gran entusiasmo, se sintió tentado a sonreír bobaliconamente ante el gesto, y tuvo la intención de acercarse a mirarlas de cerca, pero un nuevo movimiento lo volvió a llevar a la defensiva, había algo moviéndose por el bosque, sabía que la agitación en la vegetación no podía ser solo una esferita, pero lo que surgió de las sombras lo dejó helado. Abrió los ojos tanto que sintió que se le caerían mientras un alterado murmullo se escapaba de sus labios.

- Tú.

- Yo.

Keith también se sorprendió de encontrarlo ahí, no sabía que esperar cuando salió de su camarote en mitad de la noche tras una lucecita azul, pero en definitiva no esperaba eso.

La cosa iba así. Llevaba un par de días sintiéndose observado, no se quitaba el sentimiento de la nuca, cada vez que llegaba a una habitación se cercioraba de que estuviera vacía del todo, pero la sensación no se iba, hasta que esa noche mientras se preparaba para dormir se encontró con una pequeña esfera en mitad de cuarto, ahí solo existiendo. Le había sacado el susto de su vida, tanto así que había ido a parar en el suelo de la impresión. Trató de llamar a Shiro pero se detuvo a medio camino, no habían hablado mucho últimamente, lo estaba evitando descaradamente porque verle la cara le hacía recordar lo estúpidamente dulce y hermoso que se veía al admirar a Adam y como que se sentía suceptible. Viéndolo así prefería dejarse matar por la dichosa esferita antes que pedirle ayuda, era infantil sí, pero no podía importarle menos dadas las circunstancias.

Trató de marchar a la puerta manteniendo las distancias pero la esferita lo siguió de cerca y prácticamente lo empujó hacia la cubierta, una vez ahí  trazó un pequeño caminito hasta el bote auxiliar y se detuvo ahí a esperar. Keith consideró regresarse a su camarote y solo dormir, pero asumió que la condenada esferita lo seguiría de vuelta, así que sopesó que tanto querría dormir con esa cosa al lado d su cara toda la noche o seguirla a un gran tesoro o una muerte prematura. No podría dormir con esa lucecita en los ojos, y morir o tesoro eran un ganar, ganar, se encogió de hombros y se dejó llevar por la lucecita, del mar a la orilla, de la orilla al bosque y del bosque a... a Lance.

Estaba ahí parado en mitad de un claro, se veía tenso, aunque vestía nada más que unos shorts y una camiseta suelta, al parecer él también había sido sacado abruptamente de su cama, no pudo combatir la sonrisa que se le escapó, se veía tan bonito todo despeinado, y con lo irritado que parecía, casi lucía como un erizo. Debió ver venir el ataque del alborotado maestro agua, pero estaba tan distraído pensando en lo lindo que lucía que casi no había sido capaz de detener la oleada que se le abalanzó encima, tampoco había notado que había una especie de laguna a unos cuantos metros de ellos, honestamente no había visto nada más allá del par de esferas y al chico.

Se enzarzaron en una batalla al instante, Keith no le vió el sentido a atacar, así que solo se dedicó a defenderse, no le sorprendía esa reacción con todo lo que había pasado la última vez que se habían visto, lo que sí lo impresionó fue el incremento en la habilidad de Lance, cada ataque era más difícil de repeler, y con la violencia implícita se sintió cada vez menos capaz de combatirlo solo defensivamente, tendría que contraatacar en cualquier momento, o eso creyó cuando un enorme estallido lo mandó por lejos junto con Lance. Ambos se miraron atónitos desde el suelo desde sus posiciones, buscaron con la mirada la fuente del ataque pero solo encontraron al par de esferitas en medio de ellos expectantes, Keith levantó la mano con duda, encendió una conserable llama en su mano y ésta en segundos se vió ahogada por un estallido similar, pero pequeño en su mano.

- Roja, ¿qué diantres? - le dirigió una mirada incrédula, incapaz de entender por qué Lance le exigiría explicaciones a una esfera de luz, pero para su sorpresa la lucecita roja voló hacia Lance le hizo ademanes para que se levantara y prácticamente lo tomó de la mano dirgiéndolo a Keith. La esfera azul solo le dirigió una mirada penetrante, que dado que no tenía ojos resultaba absurdo, pero Keith juraba que lo miraba y que encima lo estaba mirando mal, así que se levantó obedientemente con las manos a la vista para evitar que Lance no pudiera sentirse amenazado por su proximidad, dado que la esferita roja los estaba acercando. Entonces cuando estuvieron uno frente a otro la lucecita lo soltó y se regresó con la otra - Eso no explica nada.

- Tal vez quiere que charlemos, sin violencia de por medio - había sido una sana sugerencia, la única razón lógica que veía para la secuencia de eventos presente, pero la mirada histérica que le dirigió Lance le hizo querer tener la capacidad de agarrar sus palabras y regresárselas a la boca.

- ¿Charlar? Aquí es cuando te recuerdo que casi me matas y que incendiaste al pueblo que tratábamos de proteger, de ti y de tu gente - Keith asintió pensativamente dando un par de pasos hacia atrás en medida de protección mientras el rebelde avanzaba con fuertes pisotones en su dirección.

- Eso no es cierto, la única persona que casi muere fue uno de mis soldados que tu amiga casi mata, además quemé la muralla, no el pueblo, si se controlaba a tiempo el pueblo estaba más que a salvo. ¿Por qué destruiría una colonia así tan a la ligera? - la mención de la palabra "colonia" había sido bien malintencionada, porque si Lance se traía atravesado el asunto del pueblo, Keith también se tenía atravesado a Adam, sus heridas y sí que también por esas mismas heridas lo había visto acurrucarse con Shiro, doble perjuicio para él, casi se había ahogado en la tina por eso.

- Deja de decir esa palabra, no son una colonia, son el pueblo de Arus, ¿qué carajo está mal contigo? - tantas, pero tantas cosas que no valían ser mencionadas al momento. Se dió por satisfecho por lo fácil que había sido meterse en su cabeza solo con una palabrita, sonrió de lado sabiendo que le crisparía los nervios y con un gesto sarcástico se apuntó a sí mismo e incluso levantó levemente su bata de dormir para exponer la tela.

- No sé si te fijaste en el color de mi ropa, mira de dónde vengo no nos dejan usar otros colores - Lance rodó los ojos exasperado antes de cruzarse de brazos y empezar a repiquetear con el pie con impaciencia.

- ¿Y ya? ¿Crees que solo ser galra justifica que vayas por la vida arrebatándole sus tierras y libertad a otras personas? ¿Que puedes simplemente levantarte de malas un día y destruir vidas ajenas? Tu gente devastó mi aldea en tantas ocasiones que soy el único maestro agua que queda - y ese había sido un golpe bajo, Keith pretendía solo mantener una conversación liviana, molestar un poco al maestro agua y disfrutar del aire fresco, no se le había pasado por la mente siquiera que el propio Lance hubiera sido víctima directamente de los abusos de su gente, lo cual le resultó estúpido pensándolo bien, porque, ¿quién no había sido personalmente por esa maldita guerra? 

La sonrisa se congeló en su rostro, bajó la mirada y luego giró el rostro hacia el claro buscando respuestas en algún lugar, no las había. Las palabras "lo siento" se le cruzaron por la cabeza, pero las detuvo al instante, eso no serviría de nada, un "lo siento" no detendría la guerra, tampoco devolvería a los maestros agua a la aldea de Lance.  

- Mira yo... Espíritus, no sé qué decirte 

- Claro, eres el líder del Ignis, eres un genocida conocido, ¿qué demonios podrías decir?

Genocida, claro, palabras fáciles de soltar con veneno, y a Keith le produjeron una sensación fuerte de acidez en la lengua. Los humos iban a empezar a ponerse feos si la conversación iba por ahí, podía sentir su cuerpo calentándose listo para prenderse en llamas mientras recuerdos de su niñez lo abatían por doquier. Casi podía ver a los prisioneros de rodillas en una fila para ser asesinados mientras su tío le recordaba que debía mirar y no se atreviera  a mostrarse débil ante ellos, a sabiendas de la paliza que le esperaba si se atrevía a girar el rostro o taparse los ojos. Un par de semanas en la enfermería del palacio bastaban para dejar curadito a cualquiera. Genocidas, así los había llamado uno de los prisioneros, un joven moreno de brillantes ojos azules, había sido lo último que pudo decir antes de que el emperador diera la orden y toda la fila fuera quemada hasta que no quedara más que huesos y cenizas.

Levantó la cabeza sintiéndose mareado por los recuerdos, viendo a Lance y a aquel soldado como figuras sobrepuestas una sobre otra. Sacudió la cabeza como si eso bastara para sacarse la idea de la cabeza.

- No soy un genocida, no asesinamos a nadie, esos son solo rumores la mayor parte nuestros "asesinatos" en realidad acaba con gente en campos de trabajo, y para tu información tu gente tampoco son santos, los rebeldes que "liberan" colonias asesinan a los guardias y a los soldados, ¿qué dices sobre eso? ¿está bien porque esogieron bien su lado de la guerra? Muchos de los guardias ni siquiera son galra, son gente de las colonias que hizo lo que debía para mantener con vida a sus familias y darles una mejor opción, ¿ellos no merecían vivir? - Lance retrocedió poco a poco al escucharlo hablar, no supo si por sus palabras o por la ira ciega con la que las había pronunciado.

- Yo no dije eso.

- Pues espero que no lo pienses porque vidas son vidas, y la guerra es así, mueren inocentes todo el tiempo no solo en tu lado del charco.

No lo había pensado antes de decirlo, pero Keith terminó pensando en sus padres, quienes también habían muerto, pensó en Lance y a quienes posiblemente había perdido, así que decidió quedarse callado y tranquilizarse antes de seguir hablando, o antes de tomar la decisión de dar la vuelta y largarse. Lance también optó por callar, en parte porque el giro de la conversación lo había tomado por sorpresa y en parte porque de verdad nunca se había dado el tiempo para pensar en los galras como más que eso, galras. Ellos habían empezado la guerra, ellos habían decidido levantarse en armas contra los demás, ¿como podía pararse a pensar en lo que ellos estaban sacrificando con eso? Aunque, uno no decide en que lado de la guerra termina por nacer.

- ¿No planeabas incendiar el pueblo? - la pregunta no fue viciosa, ni malintencionada, sino por el contrario parecía estarle ofreciendo una pequeña tregua. Keith resopló con una pequeña sonrisa bailándole en las comisuras.

- Bueno, si lo hubiera planeado eso me haría un pésimo pirómano, no le atiné a ni una sola casa - Lance rió por el comentario involuntariamente, dio un titubeante paso en su dirección antes de preguntar.

- ¿Está bien tu soldado? 

Keith le aseguró que sí, que de hecho lo habían llevado con el fisiólogo rápidamente y sus heridas no habían resultado tan mal, estaría totalmente recuperado en unas semanas. El tema de conversación no dió para más y con su reciente discusión haciendo de elefante en el claro, el silencio no era del todo cómodo. Pero no duró lo suficiente hasta que Lance decidió expresar sus inquietudes acerca de las condiciones de su encuentro.

- Ahora que lo pienso, ¿por qué viniste hasta acá? ¿Te dejaste arrastrar por una lucecita azúl así como así? - Keith lo miró acusatoriamente señalando lo obvio, Lance había hecho lo mismo, pero él no dudó en torcerle los ojos - No es lo mismo ni de cerca, soy amigo del Avatar, se supone que yo hable con espíritus y siga caminos misteriosos.

- No creo que eso funcione así.

- Lo hace, no has respondido mi pregunta.

Keith meditó un par de segundos antes de decidirse a responder, cedió ante la curiosa e insistente mirada de Lance.

- No me dejaba dormir, estaba observándome desde la esquina de mi camarote. 

Lance no pudo contener la risotada que se le escapó al ver al príncipe tratar de justificarse con un argumento tan pobre.

- No puede ser, en serio, ¿la seguiste hasta aquí solo porque no te dejaba dormir? No tiene ojos, ¿cómo te estaba mirando?

- No lo sé, no puedo explicarlo, pero lleva acosándome la semana entera, tenía que hacer algo.

- Eso es lo más ridículo que he escuchado jamás.

- Oh vamos por los espíritus, tú la seguiste porque sí, apuesto que solo se te apareció y saliste corriendo atrás de la lucecita brillante como un niño pequeño - el enorme sonrojo en la cara de Lance y su gesto de culpabilidad lo delataron en seguida - No lo puedo creer.

Notes:

Oficialmente he descubierto que AO3 me odia, no actualicé éste libro escribiendo un nuevo proyecto Sterek y me lo borraron enterito porque no había publicado nada todavía y ya pasó un mes, nunca antes había querido sacarme los ojos tanto. En fin espero que disfruten el cap, más detalles que han ido cambiando para resolver la trama y ahora no van a tener que esperar mil años para interacciones, siuuuu.