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Equivocado

Summary:

Fernando Contigiani es uno de los mejores fisioterapeutas trabajando en Europa.

Rafael Federman es una joven estrella del fútbol con una lesión en la ingle.

Ellos se detestan uno al otro desde el momento en que se conocieron.

En cuanto a Fernando refiere, Rafael es un cheto mocoso mimado que está demasiado acostumbrado a hacer lo que quiere.

Por lo que a Rafael refiere, Fernando es un pesado mandón y presumido. Rafael odia a Fernando. En verdad. El problema es que él también desea cosas que no debería desear.

ADAPTACIÓN

Chapter 1

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Rafael no estaba de buen humor.

"Todavía no entiendo porque no puedo tener a un fisioterapeuta que conozca. No conozco a ese tipo."

La mirada que su asistente personal le dedicó podria considerarse profundamente sufrida en el mejor de los casos.

"Porque los fisioterapeutas del club ya están tapados de trabajo. Y, el Dr. Vogrincic quiere que trabajes con un terapeuta de su confianza."

Rafael chequeó la hora en su teléfono.

"El tipo está demorado. No tengo todo el día."

Volteó el rostro para ocultar su sonrisa mientras Ester apretaba los dientes. Sin embargo, su voz sonó increíblemente calmada mientras decía:

"Él está solo 17 minutos demorado,
Rafa. Y es la tercera vez que dices eso durante los últimos 5 minutos."

Rafael le dedicó una mirada inocente.

"¡Pero él está llegando tarde!"

"Vos llegas tarde todo el tiempo princesa."

Ester murmuró bajito, claramente sin intención de que él la oyera.

A pesar de ser su asistente personal durante un año, Ester aún no tenía idea de cuan aguda era su audición y tenía el hábito de bardearlo cuando pensaba que no podría oirla. Era bastante molesto.

Rafael evitó sonreír.

Sabía que probablemente debería dejar de irritarla deliberadamente, pero estaba tan aburrido. Ahora que él estaba lesionado y bastante confinado dentro de la casa, molestar a su asistente personal era la única cosa remotamente interesante para hacer.

Era casi gracioso ver a Ester tratando de contener las respuestas ingeniosas que deseaba dar.

Casi.

"Fernando Contigiani está altamente recomendado." dijo Ester más fuerte. "Estoy segura de que hay una buena razón para su tardanza. Es un fisioterapeuta, y entrenador personal, exageradamente costoso. Debe ser bueno."

Rafael se encogió de hombros. El médico de su equipo le prometió encontrar al mejor fisioterapeuta para ayudarle a recuperarse de su lesión en la ingle, pero no había pedido ningún detalle; ese era el trabajo de Ester.

"¿De qué me sirve eso a mí si él no está acá? Mi lesión no va a curarse por sí sola. Estoy cansado de esperar."

"Entonces volvamos dentro." dijo Ester, con una nota de exasperación arrastrándose en su voz de nuevo. "de todos modos, estoy bastante convencida de que no se supone que estés caminando."

Apoyándose contra el árbol, miró la casa y frunció el ceño.

"Estoy harto de estar encerrado dentro durante todo el día. No soy un inválido" Esta vez no se quejaba sólo para molestar a Ester. La falta de actividad realmente lo estaba volviendo loco.

Extrañaba el fútbol.

Extrañaba la sensación de estar sano y en forma, el viento en su cara mientras corría hacia la portería, la alegría que sentía cuando metía un gol, el rugido de la multitud cantando y coreando su nombre.

El fútbol era su vida. Lo único que importaba.

Miró al cielo gris. Ya estaban en marzo. El Mundial estaba a tan sólo tres meses de distancia.

ΕΙ tiempo se estaba agotando. Necesitaba volver al campo de juego tan pronto como fuera posible, y recuperar su forma, si quería impresionar al entrenador del equipo nacional.

Rafael podria ser el jugador más talentoso de Argentina en generaciones -en su humilde opinión- pero tenía, relativamente, poca experiencia a nivel de la selección y sabía que eso obstaculizaba sus posibilidades de ser elegido.

El DT era bastante anticuado y prefería a veteranos fiables antes que a las jóvenes estrellas en ascenso. Y ahora su lesión sólo lo había complicado todo. Cuanto más tiempo estuviera lesionado, menores serían sus posibilidades de participar en el Mundial.

Y para empeorar las cosas, estaban en marzo y todavía no tenía un fisioterapeuta, o, mejor dicho, su fisioterapeuta aparentemente había decidido que tenía mejores cosas que hacer que su puto trabajo.

Rafael desvió su mirada de nuevo hacia Ester. "Llama al Dr. Vogrincic y pregúntale dónde está el boludo ese."

Detrás de él, alguien se aclaró la garganta.

"Eso no será necesario." dijo una voz seca. "El boludo llegó."

Rafael hizo una mueca. Incómodo. Y un poco avergonzado. Le gustaba causar una buena primera impresión en la gente. Tenia una imagen pública que mantener, después de todo.

Fijando una sonrisa en su rostro, se dio la vuelta.

Su sonrisa vaciló un poco y se humedeció los labios con la punta de la lengua.

El hombre que estaba a unos pocos pies de distancia.

"Fernando Contigiani."

No era el hombre más guapo que había visto. Para nada. Pero exudaba tal confianza, fuerza y virilidad, que daba la impresión de ser increíblemente apuesto.

Era alto, con un cuerpo firme pero delgado. Su cabello era negro y un poquito rizado. Tenía una fuerte mandibula, piel morena, y un par de agudos ojos marrones. Su boca estaba finamente moldeada, con un ligero rasgo irónico en ella, pero no suavizaban la dureza de sus rasgos en absoluto. -un poquito turro- pensó Rafael

Había un surco entre las cejas del tipo mientras que estudiaba a Rafael. "Estás cargando todo el peso en una pierna. Andá dentro."

Rafael parpadeo.

"¿Disculpame?"

El médico se acercó, lo agarró entre sus piernas y le apretó el muslo.

Con los ojos ampliándose, Rafael se quedó sin aliento, en parte por el shock y en parte por el dolor.

"¿Estás loco?"

"Como pensaba." dijo el mayor "No tenés que estar parado. Deberías descansar."

"¿Ya acabaste de manosearme?"

El hombre retiró la mano.

"¿Manosearte? Pensaba que fui contratado para ayudarte a recuperar de una lesión de tercer grado en la ingle. Entrá y sentate. No deberías estar de pie si un simple toque continúa siendo doloroso."

Rafael cruzó los brazos sobre el pecho.

"Estoy bien acá, gracias."

"Eso no fue una petición."

El calor se precipitó a las mejillas de Rafael. Nadie le ordenaba que hacer. Nadie.

Detrás de él, Ester rió, -pequeña traidora- y, rápidamente, empezó a toser.

"Te despido."

Rafael dijo apretando los dientes.

"Rafa, lo siento..."

Comenzó Ester.

"Vos no." dijo y miró al medico "Vos."

El médico no se veía preocupado. En todo caso, algo así como diversión brilló en sus ojos.

"No podés despedirme por hacer mi trabajo. En realidad, no me podés despedir y punto. No sos quien me contrató: el club de fútbol para el que jugás lo hizo. Ahora, anda adentro, Rafael."

Los labios del fisioterapeuta se arquearon ligeramente.

Dios, Rafael quería borrar esa sonrisa de su cara. Le frunció el ceño al tipo, pero antes de que pudiera decir nada, el fisioterapeuta se dirigió a Ester.

"Fernando Contigiani."

Dijo con una agradable sonrisa estrechando la mano de Ester.

"E-Ester Exposito."

Dijo ella en voz baja.

¿Estaba realmente batiendo sus pestañas para el tipo?

"Dejá de babosear." Rafael le dijo. "es repugnante."

Ester se ruborizó hasta las raíces del pelo y se quedó mirándolo.

Fernando sólo levantó sus cejas y sonrió.
"¿Siempre sos así de cruel y sin tacto?"

Rafael amplió sus ojos y le dedicó su mejor mirada inocente.

"¿Yo? Creo que estás confundido."

"Sí, estoy confundido." dijo evaluando a Rafael. "Tenés reputación de ser un hombre simpático, con los pies sobre la tierra. Todavía me estoy preguntando dónde está."

Rafael sonrió.

"¿Escuchaste hablar de mí? Esperá, ¿Sos un fan?"

Los labios del fisioterapeuta se torcieron

"Difícilmente. Soy hincha del Real Madrid y River."

Lo imaginaba. Perdedor.

Como si pudiera leer sus pensamientos, el fisioterapeuta dejó escapar una carcajada.

"Incluso si me gustara tu equipo, yo no sería un fanático tuyo. Creo que tu hermano es el mejor jugador y debería ser el que esté jugando en el ala izquierda para el Barca."

Palideciendo de furia, apretó los puños.
En su vista periférica, podía ver a Ester haciendo una mueca por la observación de Fernando.

Ella sabía que era muy mala idea incluso dar a entender que su hermano adoptivo era mejor jugador que él porque Matías no era el mejor jugador, maldición.

Al carajo con dar una buena primera impresión.

Éste pelotudo.

No se merecía desperdiciar ninguna sutileza en él.

"¿Ah, si?"

Dando un paso más cerca del hombre. Sus caras estaban a pulgadas de distancia ahora. De cerca, la mirada del médico era algo inquietante. No es que Rafael dejara que lo notara. Y era molesto que el tipo fuera más alto que él y él era de una estatura perfectamente normal, muchas gracias.

Trabó los ojos sobre los del otro y dijo suavemente:

"Se requiere muy poco para arruinar la carrera de una persona, ya sabés. Unas pocas palabras a la persona equivocada harían el truco. Si yo fuera vos, querría ser un poco más respetuoso. Me sorprende que no te estés muriendo de hambre en las calles, si esta es tu actitud habitual hacia los clientes. Tené cuidado." Él sonrió con dulzura. "Sólo un consejo amistoso."

Los ojos del contrario se estrecharon, todos los rastros de diversión desaparecieron de ellos.

"Se necesitaría mucho más que las palabras de un nenr malcriado rico para arruinar mi carrera."

"¿De verdad?" dijo Rafael, ladeando la cabeza. "¿Tan seguro estás?"

"Creo que estás malentendiendo algo." dijo lentamente. "No necesito este trabajo. Mis servicios son reservados normalmente con meses de antelación. Acepté hacer esto, sólo como un favor a Enzo. Así que no soy yo quien debe tener cuidado, mocoso. Si no te gusta que yo no vaya a chuparte las medias como todos los demás..."

"¿Cómo sabes eso?" preguntó curioso a pesar de sí mismo. "¿Que la gente es "chupa medias" conmigo?"

Una sonrisa apareció en los labios del médico.

"Escuche hablar de vos. Y he sido advertido."

"¿Por quién?"

Preguntó, pero una sospecha ya se estaba formando en su mente.

Notes:

Lo volví a publicar al fic porque tuve ciertos problemas con la plataforma

Chapter Text

Ahora la actitud del tipo estaba empezando a tener más sentido.

"¿No será por mi hermano, de casualidad?"

"Sí. Por Matías."

Rafael se echó a reír.

"¿Te importaría compartir el chiste?" Dijo el mayor cuando la risa de Rafael se calmó.

"Mi "llamado" hermano simplemente odia que la gente me quiera más." levantó la mano y acarició la mejilla bien afeitada del tipo. "Pobrecita, cosita ingenua. Mati solo está celoso de mí, siempre lo ha estado. Soy más talentoso, guapo e inteligente."

"Y más humilde."

"La humildad está sobrevalorada." Dijo Rafael con una sonrisa, mirándolo desde bajo sus pestañas.

La cara de Fernando permaneció impasible.

Él agarró la muñeca del ojiazul y le apartó la mano. "Podés terminar con esto. Tus ojitos celestes de ciervo no funcionan sobre mí."

Rafael parpadeó, apenas dándose cuenta de lo que había estado haciendo, intentando hacer. Estaba tan acostumbrado a intentar tener a cada persona comiendo de su mano, que apenas se daba cuenta cuando lo hacía.

"Costumbre." dijo con el ceño fruncido, evitando su mirada. "Y, ¿Estás borracho? Mis ojos no son celestes de ciervo. Son más oscuros diría yo."

"Son de un color raro."

Dijo el alto, por lo que el ceño de Rafael se profundizó.

Miró a la ingle del chico.

"Te dije que entraras y te sentaras."

"Y yo te dije que estoy bien acá."

Él no estaba siendo del todo sincero. Sus músculos de la ingle estaban doloridos y la incomodidad crecía cada vez que se desplazaba incluso mínimamente, pero estaría condenado si lo admitiese y demostraría que este hijo de puta insoportable tenía razón.

"Si vos lo decís." Dijo el alto encogiéndose de hombros.

Asintiendo a Ester, que estaba observando con curiosidad, Fernando se alejó.

Rafael frunció el ceño.

"¿A dónde vas?"

"A casa."

Respondió y disparó por encima del hombro. Fue tras él.

"¿Qué? ¿Qué hay de mi lesión? ¡No podés irte sin hacer tu trabajo!"

"Voy a volver cuando dejes de ser un bebé y, de hecho, me dejes hacer mi trabajo. Yo trabajo con adultos."

"No dije que te podías ir." silbó, la ira acelerando sus pasos. Qué hijo de puta presuntuoso. "Si no te dejo mandonearme, eso no quiere decir que puedas simplemente abandonar el trabajo por el que te pagan."

¡Ay!

Rafael se agarró el área superior del muslo y se detuvo, maldiciendo floridamente mientras que un fuerte, agonizante dolor, se disparó por su pierna. Cayó sobre una rodilla, maldiciendo.

Fernando inmediatamente estaba a su lado.

"Te lo dije. Deberías estar descansando una lesión de ingle, no poniéndola bajo un estrés innecesario."

"Cállate."

Dijo Rafael, silbando mientras trataba de lograr ponerse de pie. Tratando y fracasando. Hizo otro intento por ponerse de pie y gimió.

El medico suspiro.

"Por el amor de dios." Dijo antes de inclinarse y agarrarlo en sus brazos. Lanzó a Rafael por encima del hombro como una bolsa de papas y se dirigió hacia la casa.

"Bajame." dijo Rafael, sonrojándose por la humillación. "Puedo caminar."

El mayor resopló ante eso.

"Guíame el camino." dijo a Ester "A su habitación."

"Por aquí." Lo guió ella, caminando por delante.

Al menos no fue riéndose a costa suya de nuevo.

Para el momento en que llegaron a la habitación, el labio de Rafael estaba ensangrentado; había estado mordiéndolo para evitar hacer algún ruido.

Dios, eso dolía.

Se sintió aliviado, y un poco sorprendido, cuando lo bajó con cuidado sobre la cama: él había esperado que fuera brusco.

Lo tomó de la cintura de los pantalones de chándal de Rafael, este le agarró la mano.

"¿Qué estás haciendo?"

El tipo le dio una mirada extraña.

"Mi trabajo. Necesito examinar la ingle."

Sintiéndose tonto, Rafael asintió a regañadientes y le dijo a Ester,."Fuera."

"Tráeme una bolsa de hielo, una toalla húmeda, y vendas."

Ella asintió y salió a toda prisa de la habitación.

Rafael miró al techo, mientras que el médico tiró de sus pantalones de chándal, dejándolo solo en bóxer. Fuertes dedos tocaron sus muslos, y a continuación, la parte baja del abdomen y la ingle.

Rafael hizo una mueca. No se sentía exactamente agradable. "¿Y bien?"

"Han pasado alrededor de diez días desde que te lesionaste, ¿verdad?"

"Sí."

"El dolor debería haber disminuido para ahora." dijo sonando un poco molesto. "Mi presencia acá es prácticamente inútil si no podemos empezar a hacer masajes y ejercicios, y no podemos hacerlo durante la fase aguda inicial. Debería haber pasado ya. ¿Has seguido las instrucciones de Enzo?"

Rafael se encogió de hombros.

"Más o menos."

"¿Más o menos?" Repitió.

"No soy del tipo de sentarse quieto y girar los pulgares durante todo el día.." Dijo Rafael, todavía mirando al techo.

El mayor respiró hondo y exhaló audiblemente.

Rafael reprimió una sonrisa. Enloquecer a la gente era una de sus cosas favoritas en el mundo.

"Mírame cuando te estoy hablando." Rafael lo miró a los ojos.

"¿Qué?" Dijo, extrañamente consciente de las manos del otro en sus muslos.

"Enzo me dijo que querías regresar al juego, tan pronto como sea posible. Gracias a tu propia imprudencia y terquedad, tu lesión empeoró. No podes empezar a entrenar hasta que el dolor se haya ido en su mayoría. Sólo te podes culpar a vos mismo si te perdes el Mundial."

Los labios del menor se adelgazaron.

Ester volvió a la habitación y le entregó al mayor lo que había solicitado antes de salir de nuevo.

En silencio, el fisioterapeuta se sentó junto a él, envolvió la bolsa de hielo en toalla una húmeda, y la presionó firmemente contra la ingle del futbolista.

"¿Ahora entendés lo estúpido que estuviste siendo?"

"Realmente no me gusta tu actitud."

Fernando sonrió. Era una de esas personas cuyo rostro no se suavizaba mucho por una sonrisa. "Acostumbrate. Yo no trato a mis pacientes con guantes de seda."

Rafael solo lo fulminó con la mirada.

Durante unos largos minutos, sólo hubo silencio, mientras se miraban uno al otro. Estaba haciendo que Rafael se sintiera un poco raro, pero se negaba a apartar la mirada primero. Minutos después, el medico fue el que finalmente lo hizo.

Quitó la bolsa de hielo y empezó a envolver la venda elástica alrededor de su muslo.

Pasando el vendaje alrededor de la parte posterior de la cintura de Rafael, lo aseguró allí. "Ahora tenés que descansar." dijo, quitando las manos. "Y, cuando digo descansar, lo digo en serio. También, hielo tres veces al día por quince minutos."

Rafael no dijo nada.

"¿Entendido?" Dijo en un tono que no admitía réplica.

"No puedo estar en cama todo el día." replicó tratando de sonar razonable y adulto.

Arañaba sus nervios el que el fisioterapeuta lo tratara como si fuera un bebé medio tonto.

"Mis músculos se están debilitando cada día. ¿Cómo se supone que voy a recuperar la forma si soy una papa tirada en un sillón?"

"Vamos a recuperar tu musculatura después de que la fase aguda haya terminado." Rafael sacudió la cabeza.

"¿Tenés alguna idea de cuánto tiempo trabajé por este cuerpo?"

Él tenía muy buena complexión, era naturalmente delgado y le había tomado un montón de trabajo duro para ganar y mantener la masa muscular que tenía. Y aún con todos los entrenamientos diarios, nunca sería tan musculoso y fuerte como la mayoría de los futbolistas.

Por lo menos era lo suficientemente fuerte como para no ser acosado por la pelota, como Matías lo era a menudo.

Chapter Text

La mirada del médico pasó sobre el cuerpo de Rafael.

Rafa se removió un poco. Era una tontería. No tenía nada de qué avergonzarse, aunque sólo era de estatura promedio, tenía un cuerpo genial pero el escrutinio de este tipo le hizo sentirse extrañamente consciente de sí mismo, y odiaba sentirse cohibido.

Era Rafael Federman. Era rico, guapo y famoso. Sus días de ser un niño flacucho y sucio, fueron superados hace mucho.

Cuando el médico lo volvió a mirar la cara, sus ojos eran ilegibles.

"No es nada que no podamos arreglar."

Rafael frunció los labios.

"Bien. Pero quiero un masaje de cuerpo entero. Puedo sentir mis músculos poniéndose débiles y tiesos."

Fernando le dio una mirada ladina.

"Muy bien."

Dijo después de un momento de consideración, abriendo el bolso que había tenido colgando del hombro. Sacó una botella de aceite de masaje.

"Sácate la remera y girá boca abajo."

Se quitó la remera, rodó sobre su vientre, y cerró los ojos.

Atrapó su labio entre los los dientes, repentinamente muy consciente de que llevaba solo los bóxer y nada más. Su propio malestar lo desconcertó un poco.

Estaba acostumbrado a recibir masajes de los fisioterapeutas del club. Demonios, él estaba acostumbrado a estar completamente desnudo durante esos masajes.

De hecho, la única razón por la que el médico no le dijo que se quitará también los bóxer, probablemente fuera debido a que la ingle de Rafael no podría ser masajeada, mientras que su lesión todavía estaba inflamada.

"¿Qué estas esperando? Me está agarrando frío."

Su irritación creciendo junto con su autoconciencia. Este hombre le hacía sentir demasiado incómodo y en el borde, sin razón aparente.

Oyó al mayor abrir la botella.

Y entonces.

"Se supone que debes calentar eso, ¡boludo!"

"Es la segunda vez que me llamas boludo. Me estoy ofendiendo"

Puso sus manos aceitadas en la base del cuello de su paciente.

"¡Ay! ¡Eso duele!"

"No seas nena."

"Pero duele."

"Vamos, no es tan malo."

"Vos nos sos el que está siendo, ¡Ah!"

Fernando se rió entre dientes, hundiendo sus dedos con más fuerza.

"Bebé."

"No creo que te conozca lo suficiente como para dejarte usar apodos cariñosos."
Dijo Rafael, con voz suave y sedosa.

"Te dije que la cortaras." dijo con sequedad. "Tu ridícula voz de nene está desperdiciada en mí."

Sonriendo, Rafael dijo en voz baja, intima:
"¿Mi jodas te hace sentir incómodo, Ferchu?"

"Mi nombre es Fernando o Fer. Sólo mi mamá me dice Ferchu."

"No contestaste la pregunta."

Fernando hizo un sonido irritado.

"No, no me hace sentir incómodo. Simplemente no me gustan los juegos. No me gusta ese histeriqueo."

"¿Y qué te gusta?"

"Prefiero la honestidad y los avances directos."

"Aburrido." dijo Rafael, arrugando la nariz. "Entonces, ¿qué haces para divertirte?"

"Ver fútbol. Tener sexo." Dijo Fernando en un tono coloquial.

Rafael se echó a reír.

"Espera, déjame adivinar, estuviste cogiendo con la misma persona durante años."

"He tenido una novia desde hace años."

"¡Ves!"

"Voy a tener que decepcionarte" dijo Fernando, presionando sus pulgares en la espalda baja de Rafael, con fuerza. "Estamos en una relación abierta."

"Que progresista de su parte."

Aunque estaba realmente sorprendido. El hombre no parecía ser del tipo que estaba en una relación abierta.

"¿Por qué? ¿Cómo funciona?"

"No es que sea nada de tu interés, pero cuando dos personas confían entre sí, tan sólo es práctico. Ella es periodista deportiva. Los dos estamos alejados mucho, y muchas veces no nos vemos por meses."

Fer continuó masajeando su espalda baja. Se sentia... no era terrible.

"Hmm, ¿Por lo que ambos son libres de dormir con quienes quieran?"

"Sí."

"¿Y nunca te sentiste asqueado de que otro hombre tocara a tu novia?"

El concepto era un poco difícil de entender para Rafael, pero, por otra parte, nunca había sido bueno en compartir sus cosas.

"No soy del tipo celoso. Los dos somos adultos, y ambos tenemos necesidades fisicas. No es más que práctico."

"¿Y ella no se pone celosa tampoco?"

Eso, Rafael tenía problemas para creerlo, teniendo en cuenta... bueno, él no era ciego. Fernando sería un boludo, pero era un boludo sexy.

"Ella sabe que el sexo no significa demasiado si no hay un vínculo emocional real. Ella sabe que es la única que importa."

Él ahora quería conocer a la mujer. Ella debía ser muy segura de si misma... o muy tonta.

"De todos modos." habló el médico todavía masajeando su espalda baja. "Pronto ya no importará. Acordamos que seremos exclusivos después de la boda."

Rafael abrió los ojos.

"¿Te vas a casar? ¿Cuándo?"

"En tres meses."

"Mis sinceras condolencias."

Fernando rió mientras se movía para masajear las piernas de Rafael, salteando sus nalgas y muslos.

"¿Sos compromiso fóbico?"

"No le veo el punto. Las relaciones a largo plazo son restrictivas y aburridas."

Las manos cambiaron hacia sus pantorrillas, masajeándolas con fuerza.

"¿Alguna vez has estado en una relación, nenito?" La voz de Fernando prácticamente chorreaba condescendencia.

Rafael le dio una patada y luego se quejó de inmediato cuando una sacudida de dolor disparó a través de su ingle.

"Si seguís así, no te recuperarás en el corto plazo."

"Lo dice el chabón que me provocó." Se quejó, suprimiendo la necesidad de voltear la cabeza y sacar la lengua. Dios, ¿qué tenía este tipo que sacaba lo peor de él? No podía recordar la última vez que se sintió tan al límite e infantil.

"Voltéate boca arriba."

Gruñendo, Rafael lo hizo, y el alto empezó a masajear su frente.

Rafael se retorció un poco. Estaba tan acostumbrado a recibir masajes que había dejado de sentirlos extraños e intrusos desde hace mucho tiempo, pero por alguna razón... Esta vez era diferente.

El toque de Fernando era impersonal, sus manos deslizándose sobre su piel con una eficiencia practicada, pero no podía apartar la mirada de las manos del otro, mientras que masajeaban y acariciaban los músculos de su brazo.

Sintió la mirada en su cara y levantó la vista.

Fernando estaba observándolo.

Tan pronto como sus ojos se encontraron, el médico apartó la mirada, centrándose en la tarea en cuestión.

Eso hizo a Rafael cuestionarse.

"¿Qué?"

"Nada."

Dijo bruscamente, moviéndose para sentarse justo por encima de la cabeza del chico. Colocó las palmas de sus manos por debajo de la clavícula.

Luego presionó sus manos hacia abajo, con las palmas en los pectorales y masajeándolos.

Rafael vió las manos de Fernando deslizándose sobre su pecho, cubriendo sus pezones, las palmas de las manos frotando contra ellos, una y otra vez. Se mordió el interior de la mejilla, sintiendo una agitación en la ingle.

Mierda.

Esto no le había ocurrido durante un masaje desde hacía años. El sabía que era una reacción bastante normal, y la mayoría de los fisioterapeutas no se molestaban cuando ocurría, pero el hecho de que le estaba pasando con éste comemierda era mortificante. Cerró los ojos, pensando en las cosas más repugnantes que pudo.

"Vas a necesitar una nueva cama."

Los ojos de Rafael se abrieron.

"¿Qué? ¿Por qué?"

"El colchón es demasiado blando."

Rafael apretó los dientes.

Increíble.

"Nadie te pidió opinión sobre mi colchón. Debes saber, estoy bastante apegado a mi colchón." Las manos de Fernando, finalmente, dejaron de acariciar su pecho. Se movió hacia abajo, para trabajar en las piernas de Rafael.

"Es malo para tu columna."

"Mi colchón es perfecto."

"No, no lo es. Debería sostener tu cuerpo en una postura neutral, en la que la columna vertebral tenga una buena curvatura y los glúteos, hombros y cabeza estén soportados en una alineación adecuada. Es necesario para tus huesos que ofrezca alguna resistencia. Tu colchón es demasiado suave."

"Pero si el colchón es firme, empujaría en esos puntos de presión."

"Sí, pero sólo si el colchón es demasiado firme. Si es demasiado suave, como tu colchón, los puntos de presión no serán adecuadamente soportados, por lo que todo tu cuerpo descansará mal." Fer lo empujó hacia un lado. "Mira." Dijo Fernando, poniendo una mano en su nuca.

Pasó lentamente la mano por la espalda del chico hacia su baja espalda, justo por encima de su culo.

"La columna vertebral se curva debido a que el colchón se hunde demasiado bajo el peso. Puede causar varios problemas a largo plazo. Puede empeorar..."

Fernando todavía estaba diciendo algo. Casi dándole una conferencia pero Rafael tenía problemas para concentrarse. La mano de Fer estaba descansando justo encima de su culo.

"¿Entendés ahora por qué necesitas un colchón nuevo?"

"¡Bueno, lo que sea!" se quejó, retorciéndose lejos de la mano del médico. "Todo lo que siempre hacés es criticarme."

"¿Siempre?" dijo Fernando, sus ojos destellando con humor. "Nos conocimos hace media hora."

"Precisamente. He escuchado más críticas en media hora de las que escuché en medio año."

"Eso significa que estás rodeado de chupa medias." Fernando se puso de pie, limpiándose las manos con una toalla. "Voy a elegir un nuevo colchón para vos. Vas a ser un buen chico y dormir en el colchón que te diga."

Por alguna estúpida razón, la pija de Rafael se sacudió. Él trató de ignorarlo.

"Estás cruzando la línea." Dijo el ojiazul muy, muy suavemente.

Fernando sonrió.

"No creo. Es trabajo del fisioterapeuta asegurarse de que su paciente está en plena forma. Y encontrarás que tomo mi trabajo muy en serio."

Él agarró su bolso y se dirigió hacia la puerta.

"¿Alguna otra orden?" Dijo a su espalda.

"No hagas nada estúpido sólo para fastidiarme." dijo Fernando por encima del hombro. "Voy a volver mañana por la mañana y espero encontrarte todavía en la cama."

"¿Se me permite levantarme a hacer pis, mi señor?"

"Sólo si realmente tenes que hacerlo. Puedo decirle a Ester que compre pañales para vos. Bebé."

Rafael agarró una almohada y la arrojó a la cabeza del hijo de puta.

Fernando se agachó, riendo.

Chapter Text

Fernando era un tirano.

Al menos de eso estaba convencido Rafael mientras que miraba el desorden poco apetitoso en su plato.

"No voy a comer esto, devolveme mi pancho."

Para ser honesto, no lo deseaba demasiado; era sólo seguirle la contra.

"No, comés demasiada comida poco saludable."

"Pasa que me gusta mi comida poco saludable. Un pancho no me va a matar."

"Uno no, pero Ester me dijo que todo lo que comés es comida rápida y golosinas."

Rafael levantó la barbilla ligeramente.

"¿Y qué? Soy joven, tengo un metabolismo rápido, entreno todos los días... bueno, solía hacerlo."

"Me lo vas a agradecer cuando tengas más años. Una cuota regular de panchos puede hacer que aumente tus niveles de colesterol y presión arterial. La carne procesada puede aumentar el riesgo de diabetes, enfermedades cardíacas y algunos tipos de cáncer. Y en realidad, comer uno todos los días puede aumentar el riesgo de cáncer colo-rectal en un veinte por ciento."

"Me siento tan mal por tu novia. Pobre mujer. Casarse con semejante aburrido."

"Que raro." Dijo Fernando, con los ojos brillantes por la diversión. "Sofia me dijo hace una semana que ella era la mujer más afortunada del mundo.

"Te mintió." Rafael se quejó, apuñalando al desorden en su plato con el tenedor. "Y, te odio."

"No estoy acá para convertirme en tu mejor amigo... Ahora comé."

Rafael frunció el ceño profundamente... y comió.

- -

Tres días después, Rafael irrumpió en la oficina de su médico y exigió:

"Quiero que lo despidas."

Enzo levantó los ojos de su computadora.

A pesar de su enojo, Rafael no pudo evitar mirar un poquito como hacía siempre. Con sus ojos mieles, el pelo negro y la estructura ósea perfecta, Enzo Vogrincic era sin duda el hombre más guapo que había visto nunca. Pero apuesto o no, todo era culpa de él.

Era Enzo el que lo había contratado.

"¿Qué estás haciendo acá? ¿Todavia te duele al caminar?"

"Sí, pero..."

"Entonces, se supone que debes estar descansando. La regla general del lugar es que, si una actividad te trae algún tipo de dolor o molestia, dejes de hacerla inmediatamente."

"Eso es lo que dijo él también." se quejó. "Quiero que te deshagas de él."

Reclinándose hacia atrás, Enzo le dedicó una mirada paciente.

"¿Asumo que estás hablando sobre tu nuevo fisio?"

"¿Quien más? Quiero que lo despidas."

"¿Por qué?"

Rafael se metió las manos en los bolsillos, sus ojos cayendo por un momento. Realmente tuvo que morderse la lengua para evitar ponerle apodos despectivos a Fernando.

Al contrario de lo que pensaba Fernando, él no era un bebé. Dios, odiaba lo infantil e impulsivo que Fernando lo hacía sentir.

"Me cae mal."

"Me temo que esa no es una razón lo suficientemente buena." dijo con calma. "Sabes lo cortos que estamos de personal."

"Soy la estrella de este equipo." le dijo con una cínica sonrisa "Es para tu mayor conveniencia hacerme volver a estar en forma tan pronto como sea posible. ¿No es ese tu trabajo, Enzo?"

Enzo entrecerró los ojos.

"Soy muy consciente de cuál es mi trabajo. Soy responsable de la rehabilitación de todos los jugadores de este club y, no hay nadie con derecho a un trato preferencial. Debido a la avalancha de lesiones en el equipo de primera, el equipo de la reserva y el equipo del Sub-18 nuestros fisioterapeutas están con exceso de trabajo."

"Pero..."

"Rafael." lo interrumpió, nivelando con una mirada. "le pedí a Fernando Contigiani que trabajara con vos como un favor personal para mí. Es uno de los mejores fisioterapeutas y preparadores fisicos trabajando en Europa. Fuiste increíblemente afortunado de que haya aceptado hacerlo con tan poca antelación. Normalmente seria imposible. Él es muy demandado."

Rafael se burló.

"Eso explica por qué es un mandón de mierda."

Enzo se apretó el puente de la nariz.

"Si queres volver a la cancha antes del final de la temporada y ser convocado por la selección argentina, vas a hacer lo que él dice. Y no, no podes contratar a otro fisio. No te voy a dar el alta si Fer no confirma que estás totalmente recuperado y listo para jugar. Después de todos los problemas que pasé para conseguirte al mejor fisio, no vas a conseguir que lo despida sólo porque no te chupa las medias." La voz de Enzo se suavizó. "Es por tu propio bien, Rafa."

Rafael apretó la mandíbula.

En otras palabras, Enzo le estaba diciendo que aguantara y lidiara con él. Pero Enzo estaba equivocado si pensaba que Rafael lo dejaría tratarlo como a una pintura relegada a una esquina. Nunca dejó que nadie lo hiciera. No había dejado que la gente lo hiciera incluso cuando había sido un niño.

Rafael reconsideró sus opciones. Él no quería hacer esto, pero tiempos desesperados requerían adoptar medidas desesperadas.

Dijo suavemente "Si no lo despedís, alguien podría accidentalmente averigüar que te estás cogiendo a mi hermano. Eso sería una pena. Su carrera estaría arruinada."

Enzo se quedó congelado, con los nudillos blancos mientras apretaba la pluma que sostenía.

Rafael sintió una punzada de arrepentimiento. Le caía bien Enzo. Realmente si. Enzo siempre había sido amable con él, a pesar de los intentos de Matías por convencerlo del pedazo de mierda que era Rafael.

Y él simplemente había demostrado que Matías tenía razón.

El sentimiento de arrepentimiento se hizo más fuerte mientras que Rafa observaba como la mirada de Enzo se endurecía. ¿Había cometido un error?

"Mirá vos" una voz familiar dijo detrás de él. "¿Lo estás chantajeando, mocoso?"

Frunciendo los labios, Rafael volteó la cabeza y fulminó con la mirada a Fernando.

Fernando entró en la oficina, sus ojos marrones midiendo a Rafael con una mirada dura.

"¿Por qué no estás en la cama? Te di instrucciones claras."

Rafael frunció el ceño.

"¿Querés decir órdenes?"

"Precisamente" dijo Fernando, sin inmutarse "Necesito hablar con Enzo. Andá a esperarme afuera."

Que temple nervioso.

Rafael le dio una mirada rebelde. Fernando solo lo miró esperando. La parte exasperante era que algo acerca de este hombre hacía que Rafael quisiera obedecerle. Y eso le molestaba.

Rafa salió de la habitación, bueno, intentó salir como una tormenta de la habitación, pero el dolor se disparó a través de su ingle y no pudo contener un gemido. Agarrándose la cara Interna del muslo, Rafael se ralentizó.

"Cállate" disparó por sobre su hombro.

"No dije nada" dijo Fernando, irónicamente "Pero si dejás de actuar como un pendejo caprichoso y empezás a escucharme, te vas a recuperar el doble de rápido."

"Te odio." dijo y cerró la puerta ruidosamente detrás de él.

Fuera de la oficina de Enzo, se dejó caer en el sillón, enojado y más que un poco desconcertado. Dios, ¿qué estaba mal con él? Rafael Federman no obedecía a nadie. Rafael Federman no dejaba que nadie le mandoneara. Él era quien engatusaba y manipulaba a las personas. Tenía a todo el mundo comiendo de su mano. ¿Por qué permitía que este pelotudo prepotente dictaminara lo que hacía? Fernando le había dicho que esperara afuera y él había obedecido, como un nene.

Increíble.

No entendía su propio comportamiento y eso le molestaba.

Rafael sería el primero en admitir que su brújula moral estaba probablemente bastante dañada para los estándares de la mayoría de la gente, y no veía nada de malo en decirle a la gente una mentirita blanca para conseguir lo que quería, pero siempre se enorgullecía de ser brutalmente honesto consigo mismo.

Conocía su mentalidad y no era propenso al auto-engaño.

No se reconocía a sí mismo.

Se comportaba como un... como un nene tonto.

Desde el momento en que conoció a Fernando Contigiani que había estado cometiendo un error tras otro. Lo más inteligente habría sido ser amable con Fernando desde el principio.

Se podía atrapar más moscas con miel que con vinagre: lo cual prácticamente era el lema de Rafael. Pero cuando se trataba de Fernando, su temperamento siempre sacaba lo peor de él y hablaba antes de que pensara. Era francamente estúpido y miope, y Rafael, no era estúpido y miope, bueno, normalmente.

El sonido de pasos interrumpió sus reflexiones y Rafael levantó la cabeza. Reprimió un suspiro al ver a Matías, su hermano adoptivo y una constante espina en el costado.

"¿Qué hacés acá?" dijo Matías con desconfianza, mirando la puerta del despacho de Enzo.

"Acabo de terminar de tener sexo salvaje con Enzo."

"Sos una mierda" dijo Matías con los ojos en blanco antes de desaparecer en la oficina de su... ¿Amante? ¿Novio? ¿Mejor amigo? La relación de Matías con Enzo siempre había confundido a Rafael.

Siempre había sido tan rara y extrañamente cercana que rayaba en la co-dependencia y lo enfermizo.

Fue casi un alivio saber que estaban cogiendo, ya que ahora era más fácil poner una etiqueta a su relación. Rafael no entendía realmente lo que Enzo vio en su hermano, pero no era ciego. Fue un milagro que no los hubieran descubierto todavía, se los veía tan nauseabundamente pegoteados entre sí, cada vez que Rafael los había visto juntos.

Rafa sacudió su cabeza.

Matías era un boludo por arriesgar su carrera, no importa lo guapo que fuera Enzo Vogrincic. Eran futbolistas profesionales. Siempre estaban en el centro de atención. El riesgo de ser descubierto era enorme.

Por eso Rafael era tan cuidadoso cuando ligaba. Tener una relación real con otro hombre era muy arriesgado para un jugador de fútbol. Bueno, era problema de Matías, no suyo.

Si el boludo quería arriesgar su carrera por una pija, era su propia elección. Rafael miró a la puerta del despacho de Enzo de nuevo.

Está bien, ya era suficiente.

Se puso de pie, abrió la puerta y asomó la cabeza.

Chapter Text

Fernando estaba charlando amigablemente con Enzo y Matías.

"¿En serio?" dijo Rafa. "¿Me estás haciéndo esperar para chusmear? Me voy."

"Ya terminé" dijo Fernando "Podemos irnos ahora."

Los ojos de Rafael se posaron en las invitaciones de boda sobre el escritorio.

"Podrías haberlas mandado por mensaje." Dijo antes de irse a pasos largos.

"Bajá un cambio, mocoso" Fernando lo llamó desde atrás "No voy a llevarte a upa otra vez si empeorás tu lesión... de nuevo."

Rafael lo ignoró, su estado de ánimo agriándose aún más sin motivo aparente.

No le tomó demasiado esfuerzo a Fernando alcanzarlo. Le agarró el brazo a Rafael, lo que lo obligó a reducir la velocidad.

"Viniste a quejarte de mí, ¿eh?"

"Sí" dijo Rafa entre dientes, antes de sonreír alegremente saludando a las personas que se encontraron. "¡Hola!"

Fernando se rió entre los dientes. "Sos un camaleón."

"Gracias."

"Eso no fue cumplido."

Rafael volvió la cabeza y sonriendo. "Y bueno."

Por un momento los ojos de Fernando se detuvieron en él, antes de que finalmente desviara la mirada.

Al salir del edificio, el viento frío de silbaba en el aire, mordiendo en la cara de Rafael.

"Subite el cierre de la campera" dijo Fernando.

Rafael subió el cierre de su campera. No estaba obedeciendo a Fernando.

Realmente hacía frío.

"¿Sos así de encantador con todos tus pacientes, o simplemente estoy de suerte?"

Una suave sonrisa torció los labios de Fernando.

"Con todos mis pacientes, pero sacas lo peor de mí" Curiosamente, eso le agradó a Rafa.

"¿Hasta dónde vas?"

Cuando Fernando sacudió la cabeza, agregó: "Bueno. Te llevo de vuelta a tu casa" Abrió la puerta de su coche y se metió en el asiento del conductor.

"Entonces, ¿Qué vamos a hacer hoy?" dijo Rafa, entrando en el asiento del pasajero "¿Otra vez nada? ¿Debo conseguirme algo más para leer?"

"De hecho, podriamos por fin empezar con el programa de rehabilitación, si la inflamación ya bajó por completo. Ayer se veía mejor."

"Ya era hora" murmuró Rafa.

Condujeron en silencio por un rato.

"Háblame de tu novia" dijo Rafa finalmente, aburrido por el silencio.

"¿Por qué?"

Rafael lo miró.

"¿Por qué no?"

"Ya te conté más de lo que debería. Normalmente me gusta mantener mi vida personal separada de mi vida profesional. Mezclarlas nunca es buena idea."

"Deberías decirle eso a tu amigo."

Fernando frunció el ceño.

"¿Te referís a Enzo?"

"¿Conocés algún otro doctor que este cogiéndose a su paciente?"

Fernando soltó una risita.

"Si te referís a Matías, son sólo amigos. Amigos muy cercanos, pero eso es todo. Sé que es fácil confundirse... también pensé que estaban juntos cuando los conocí, hace un par de años. Pero son sólo amigos."

"Oh, sí" dijo Rafa, con sarcasmo "La semana pasada, vi a Mati chupándole la pija a Enzo dentro de su auto. Parecían re amigos."

Eso dejó a Fernando sin palabras.

Finalmente dijo "Así que no sólo fueron boludeces que inventaste para obligar a Enzo a despedirme."

"Nop" Rafa parpadeó sus ojos para Fernando. Su rostro era dificil de leer "Entonces, ¿Qué opinas de eso?"

"No es asunto mío. No es asunto tuyo, tampoco." Fernando le dedicó un encogimiento de hombros, sin comprometerse. "Rafael."

"¿Qué?"

"No te incumbe. Y ni se te ocurra pensar en chantajear a Enzo de nuevo."

Rafa suspiró.

"No sos divertido. Bien" añadió rápidamente "No te estoy obedeciendo. Sólo que me di cuenta de que no fue lo más inteligente de hacer."

"No lo fue"

"¿Y vos?" preguntó Rafa después de un rato "¿Alguna vez te cogiste un paciente?"

Fernando no dijo nada, su mirada firme en la carretera.

Sus ojos se abrieron y Rafa sonrió.

"¡Lo hiciste! ¡Vos también lo hiciste! ¡Ah! No sos tan perfecto después de todo."

"Fue hace años" Fernando dijo cortante "Yo era joven e inexperto y ella necesitaba consuelo. No sabía cómo establecer el límite... un error común que muchos fisios cometen. Nunca repetí el mismo error otra vez."

"Esperá, ¿Por eso es que sos tan dictatorial e insensible con tus pacientes ahora? ¿Debido a que querés que ellos te odien?"

"No soy insensible"

"Al menos no negás lo de dictatorial"

La esquina de la boca de Fernando se elevó. "Costumbre. Tengo cinco hermanos menores."

"Pobrecitos" murmuró Rafa. "Entonces, ¿Qué pasó con la mujer?"

"¿Qué mujer?"

"Con la que dormías. Tu paciente."

"No es asunto tuyo."

"¡Oh, dale!"

"Los dos estuvimos de acuerdo en que fue un error. Y lo fue. Eso fue hace mucho tiempo. Apenas la recuerdo."

Rafa lo estudió con interés. "Háblame de tu novia, entonces."

"No. Ya te dije que no."

"Pero, ¿Por qué no?"

"Debido a que no es asunto tuyo."

Rafael exhaló con fuerza. La peor parte, era que sabía que Fernando le estaba sacando de quicio a propósito. Rafael lo sabía, porque él le hacía lo mismo a Ester, sólo por el gusto de hacerlo. El rostro de Fernando era severo, pero sin dudas había un toque de diversión acechando en sus ojos.

"Estás disfrutando tanto de esto" dijo Rafa.

"Síp. Sos divertido cuando hacés pucheros. Tan diva"

"No hago pucheros."

"Seguro."

Rafael cruzó los brazos sobre el pecho y no dijo nada.

Cuando Fernando finalmente estacionó el auto delante de la casa de Rafael, se miraron el uno al otro.

"¿Seguís haciendo pucheros?" dijo Fernando. Rafael asintió con una sonrisa serena.

Riéndose, Fer sacudió la cabeza.

"He visto algunas entrevistas tuyas, luego de los partidos. Sos tan diferente de tu imagen pública."

Rafael rodó los ojos. "Sé que no va a gustarme, pero dale, te escucho."

Los labios de Fernando se torcieron.

"En todas las entrevistas sos siempre tan encantador, fácil de llevar, y sonriente. Sos simpático. Tan simpático que mi radar de falsedad sonaba cada vez que te veía diciendo todas las cosas adecuadas y envolviendo a la gente alrededor de tu meñique."

"Se llama carisma" dijo Rafa con arrogancia.

Fer soltó una risotada.

"No creo. la gente sólo está encandilada, por tu linda cara y un par de lindos ojos azules."

Rafael bateó sus pestañas. "Aw, ¿Pensás que soy lindo?"

Recibió una mirada inexpresiva de Fernando.

"Como fisioterapeuta y entrenador personal, aprendí hace mucho tiempo a mirar el cuerpo humano de forma objetiva. Y objetivamente, sos el chico más lindo que he visto nunca."

Rafael sonrió. Por supuesto que sabía que se veía bien; no tenía falsa modestia. Rafael se miraba en el espejo. Desordenado cabello castaño dorado, pómulos altos, piel de un color blanco cálido e impecable, labios gruesos y ojos azules. Síp, él totalmente había notado eso.

"Para mi lo es Enzo, sin embargo..." dijo Rafa. "Sé que soy el hombre más hermoso que has visto en tu vida."

Fernando le lanzó una mirada aguda antes de bajarse del auto burlándose. "Dije lindo, no hermoso."

"Tengo la sensación de que eso fue un insulto, no demasiado sutil, a mi masculinidad" dijo Rafa, saliendo y cerrando la puerta.

Fer estaba de camino a la casa.

"Vamos, vamos a echarle un vistazo a tu ingle y ver si la inflamación se fue."

Un poco desconcertado ante el repentino cambio de tema, Rafael lo siguió.

Cinco minutos después, Rafa se encontró en su gimnasio, en la planta baja, sentado en un sillón mientras que Fernando, arrodillado delante de él, le examinaba el muslo.

La casa estaba tranquila. Rafa miró sus jeans en el suelo.

"Ves, la hinchazón se fue. Te dije que ya estaba bien para empezar a entrenar."

La hinchazón realmente había desaparecido, y el hematoma también se había desvanecido considerablemente. Su lesión no le molestaba tanto como solía hacerlo. Únicamente lo hacía cuando se movía demasiado abruptamente.

El fisioterapeuta presionó cuidadosamente en su carne.

Chapter 6

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Fernando acarició el muslo de Rafael, aplicando un poco de presión.

"¿Te duele cuando hago esto?"

"No realmente."

Los dedos se movieron hacia la parte superior del muslo de Rafael y presionaron.

"¿Ahora?"

Rafael sacudió la cabeza.

"Está bien" dijo Fernando "Voy a quitarte la ropa interior."

Él no estaba preguntando. No hacía falta que preguntara. Era una cosa completamente normal para un fisioterapeuta.

Rafael vio como Fernando puso las manos en sus caderas. Las manos jalaron los calzoncillos de Rafa por sus muslos. Era algo que muchos otros fisios habían hecho anteriormente, y el tacto de Fernando no era diferente: profesional e impersonal.

Pero no había nada profesional o impersonal en la forma en que el cuerpo de Rafael reaccionó.

Las manos de Fernando quedaron inmóviles en sus muslos, con los ojos fijos en la verga medio-erecta de Rafa.

Rafael se preguntaba si era posible morirse de mortificación. Apartó la mirada, sintiéndose traicionado por su propio, estúpido, cuerpo. ¿Qué estaba mal en él?

"No tuve sexo en meses" dijo.

Fernando se mantuvo en silencio. Sus manos reanudaron el movimiento y rápidamente quitaron los calzoncillos de Rafael.

"Es solo que la piel de mis muslos es muy sensible" dijo Rafa.

"No tenés por qué estar tan a la defensiva."

Rafael apenas se contuvo de patearlo. Se abstuvo de hacerlo sólo por su lesión: no le daría a Fernando otro motivo para regañarlo en su tono de '"oh-soy-tan-superior". No es que Fernando necesitara motivos.

"No estoy a la defensiva"

Estaba bastante orgulloso de cuan pareja y calmada sonó su voz.

"Por supuesto que no lo estás" dijo Fer, moviendo su mano hacia arriba, sus dedos a menos de dos centímetros de la pija de Rafael. Le acarició la ingle "¿Esto duele?" Antes de que Rafa pudiera sacudir la cabeza, Fernando presionó con fuerza su dedo en el músculo.

Rafael chupó aire.

"Sí" Afortunadamente, el dolor solucionó su pequeño problema. Estaba casi blando de nuevo. Casi.

"Estás lo suficientemente en forma como para empezar con un programa paulatino de rehabilitación" dijo Fernando, para sorpresa de Rafa "Ejercicios de estiramiento y fortalecimiento muscular. Vamos a empezar con estiramientos estáticos suaves. Recordá que los ejercicios de estiramiento no deben ser dolorosos. Si te duele, parás. Avanzaremos a ejercicios más dinámicos cuando estés listo. Lo mismo para los ejercicios de fortalecimiento. Aumentan la carga sobre los músculos poco a poco."

"¿Cuándo?"

Los ojos marrones lo miraron fijamente.

"La palabra clave es poco a poco."

"Pero..."

"No está abierto a debate. Enzo me dijo que querías volver tan pronto como fuera posible, pero vas a volver cuando estés listo, y ni un minuto antes" Fer sonrió un poco "Y dejá de darme esa mirada. Te ves ridículo."

"¿Cuál mirada?"

"La mirada con ojitos de cachorro. No funciona sobre mí. Tengo cinco hermanos menores. Soy inmune a esa mierda."

"No te estoy poniendo ojitos de cachorro" Rafa dijo distraídamente, muy consciente de las manos de Fernando en sus muslos. Eran tan grandes. Era algo así como una debilidad suya. Le gustaban los hombres con manos fuertes y capaces. Y las manos de este idiota eran perfectas. Le hacían pensar en sexo.

"¿Es realmente necesario que mantengas las manos en mis muslos?" dijo Rafa, un poco más tembloroso de lo que habría querido.

Fernando miró hacia abajo, como si recién ahora notase dónde estaban sus manos. Rafael tenía esperanza de incomodarlo, pero Fernando no parecía nervioso en lo absoluto.

"No sé" dijo, su mirada cambiando a la pija, nuevamente medio dura, de Rafa "Parece que te gusta mucho."

La cara de Rafael se acaloró.

"¡Creido de mierda! Te dije que mis muslos son muy sensibles."

"Entonces, que mal por vos" dijo Fernando "Ahora que la inflamación se fue, voy a masajearlos todos los días, sobre todo después de tus ejercicios. Hablando de ejercicios" Fernando subió los calzoncillos de Rafael y se puso de pie "... Vamos a empezar con estiramientos muy suaves. Estiramiento de aductores cortos, aductores largos y los músculos flexores de la cadera."

Asintiendo, Rafael se puso sus pantalones cortos de gimnasia y se sentó en la alfombra.

"Doblá las rodillas" instruyó "Ahora presioná suavemente hacia abajo con los codos sobre las rodillas, para aumentar el estiramiento..."

"Ya sé cómo hacerlo" dijo Rafa sintiendo un suave estiramiento en la cara interna del muslo. Aunque no era doloroso, se sentía un poco incómodo.

"Aguantá por medio minuto" dijo Fernando, haciendo caso omiso de sus palabras. Como si Rafael no hubiera dicho nada.

Rafa lo fulminó con la mirada.

"Ahora estiremos el aductor largo" dijo Fer, con la comisura de su boca torciéndose hacia arriba. Cruzó los brazos sobre el pecho "Dado que sabés cómo hacerlo todo. Obviamente, no necesitás de mi ayuda."

Rafael dudó. No estaba seguro de que ejercicio de estiramiento era, pero estaría condenado si lo admitiera ahora.

Se paró y separó los pies. Mirando a Fernando y tratando de evaluar si estaba haciendo el estiramiento adecuado, dobló la rodilla izquierda hacia un lado y se inclinó hacia la izquierda.

"Bien" dijo Fernando y Rafa sonrió en señal de triunfo... hasta que Fer volvió a hablar "Pero ese no es el estiramiento al que me refería."

Rafa frunció el ceño.

"Estoy bastante seguro de que éste estira al músculo aductor largo."

"Si. Pero quería que hicieras algo más."

"Entonces, que mal por vos" dijo Rafa con voz burlona, lanzando las propias palabras de Fernando en su contra "Ya terminé de estirar el músculo aductor largo."

Un músculo se contrajo en la magra mejilla de Fernando.

"Sentate en la alfombra."

Rafael no se movió.

Fer dio un paso hacia él y luego otro, las cejas juntas y su mandíbula tensa.

"¿Te gusta hacerte el difícil?"

"Síp" Rafa murmuró, mirándolo a los ojos "Pero está claro que no tanto como a vos te gusta mandonearme."

Se miraron uno al otro apenas a pulgadas de distancia.

El silencio se prolongó.

El corazón de Rafael latía tan rápido, que casi podía sentir la adrenalina corriendo por sus venas.

"Ya hice el estiramiento del músculo aductor largo. No tengo que hacer nada más, sólo porque se te antoja verme hacer lo que digas."

La mano de Fernando se cerró en un puño antes de que estrechara ambas manos detrás de su espalda.

"Soy tu fisioterapeuta" dijo. Su tranquilo tono de voz en desacuerdo con la intensidad en sus ojos "Vas a hacer lo que digo si querés ponerte en forma. Es tan simple como eso."

"Sos mi fisioterapeuta, no mi jefe."

"Cuando se trata de tu recuperación, soy tu jefe."

Rafael levantó las cejas.

"¿Y qué vas a hacer si me niego a hacer lo que decís? ¿Nalguearme?"

Una extraña expresión cruzó el rostro de Fernando.

"¿Pensás que no lo haría?"

Rafa sonrió.

"¡Te reto a intentarlo!"

Las fosas nasales de Fernando se encendieron.

"No me tientes" Dio un paso atrás "Sobre la alfombra" le ladró.

La respuesta de Rafael murió en su garganta. Fernando estaba ahora realmente enojado, mucho más enojado de lo que la situación ameritaba. ¿Por qué?

Lentamente, Rafa se sentó, mirando a su fisioterapeuta con curiosidad.

"Las piernas tan separadas como te sea posible y las rodillas estiradas" dijo Fernando, su tono todavía duro "Mantené la espalda recta e inclínate hacia adelante."

Rafa hizo lo que le dijo.

"Mantené la posición por veinte segundos."

Los segundos pasaban.

"Flexores de la cadera" dijo Fernando, sonando un poco más tranquilo ahora.

Rafa hizo los estiramientos necesarios sin hacer ningún comentario.

Cuando terminó, Fernando se dio la vuelta.

"Vas a hacer todos esos cuatro veces por día. Cinco, si no te sentís dolorido."

Y luego se fue, dejando a Rafa mirándolo, frustrado y, en gran medida, desconcertado.

Notes:

Creo que voy a publicar todo, me cansé

Chapter Text

Al dia siguiente, Fernando habia regresado a su mandona y ligeramente distante forma de ser habitual, la mueca irónica en sus labios estaba firmemente de regreso. La ira desbordante del dia anterior no estaba a la vista. Era un misterio. Rafael no podía resistirse a los misterios.

"Quiero un masaie de cuerpo completo" Rafa le dijo después de haber terminado de hacer sus ejercicios, baio la supervisión de Fer "Pasaron días y estoy dolorido."

Fernando asintió y agarró el aceite de masajes de su bolsa.

"Desnúdate y ponete sobre tu vientre."

Rafael se sacó la remera y bailoteó para quitarse el pantalón y el boxer.

Desnudo, se subió a la mesa de masajes.

Era nueva, al igual que la reluciente cama nueva en el piso de arriba. Al igual que la variedad de comida "saludable" en su nevera. Era bastante molesta la forma en que Fernando había logrado cambiar tantas cosas de su vida en tan poco tiempo.

Fer arrojó una toalla sobre las caderas de Rafa.

Eso lo sorprendió un poco. A menos que lo pidieran, los fisioterapeutas del equipo no se molestaban en preservar la modestia de los futbolistas, si es que tal cosa existiera.

Era dificll preocuparse por la modestia, después de partidos brutalmente largos, cuando sus cuerpos se resentian y dolían.

Fernando, obviamente sabía, como deportólogo profesional, que Rafa estaba habituado a los masajes, y que realmente no necesitaba cubrirlo para preservar su inexistente modestia.

¿Su desnudez incomodaba a Fernando?

La idea lo intrigaba. Estaba bastante seguro de que Fer era hetero. Se iba a casar.

Pero...

Pero.

Rafael cerró los ojos cuando Fernando empezó a masajear su cuello.

Mientras los fuertes dedos aceitados de Fernando amasaban sus rígidos músculos, los pensamientos de Rafa volvieron a la toalla que cubría su culo.

"¿Pensás que soy atractivo?"

Las manos se detuvieron sobre sus omóplatos.

"¿Qué clase de pregunta es esa?"

"Una facil." Rafa dijo, sin abrir los ojos.

"Sabés que sos atractivo" dijo Fernando, con un poco de irritación en su voz "Y respondí esa pregunta ayer."

"No estoy preguntando tu opinión profesionalmente objetiva. ¿Me encontrás atractivo? Lo que uno considera atractivo es subjetivo."

Un largo silencio.

"Soy hetero" dijo Fernando, como si eso fuera una respuesta. Antes de que Rafael pudiera decirle que no lo era, Fer continuó, con un atisbo de sonrisa en su voz "y estoy seguro de que te encontraría atractivo si fuera gay. A los hombres gays probablemente les gustan los chicos femeninos."

"¿Femenino?" Rafa balbuceó, indignado "¡No hay nada femenino en mí! ¿Este cuerpo se ve femenino para vos?"

Fernando realmente tuvo el descaro de reírse.

"Estoy hablando de tu cara. Sos demasiado lindo para ser un hombre, carita de muñeca. No se supone que los hombres tengan ojos y labios así."

"¿Ah si? Parece que les dedicaste mucha reflexión."

Pero una vez más, Fernando no mordió el anzuelo, y su voz fue tranquila cuando respondió.

"Tenés el tipo de cara que llama la atención, y mi trabajo consiste en prestar atención a los detalles. Tu cuerpo es mi trabajo. Lo estudio, lo aprendo, y luego lo mejoro. Nada más y nada menos."

Rafael frunció los labios.

Las manos de Fernando se movieron a su espalda baja y comenzaron a amasar allí.

Oh.

¿Se había acostumbrado a las manos de Fer? Ya no se sentían tan brutales.

Se sentían... se sentían bien. Fuertes, capaces, un poco duras... simplemente perfectas.

Fernando quitó la toalla y puso las manos sobre sus nalgas. Rafael se tensó y abrió los ojos cuando las manos de Fer comenzaron a acariciar y masajear sus cachetes.

Rafael se quedó mirando la pared.

Era sólo un masaje.

Sólo un masaje.

Como de costumbre, el toque de Fernando era absolutamente impersonal y profesional. No era diferente de recibir un masaje de Carlos o Angel, los fisioterapeutas del equipo, que por lo general lo frotaban después de un largo partido.

No debería haber sido diferente.

Los ojos de Rafa se cerraron de nuevo.

Tuvo que tragarse un gemido.

No había mentido ayer. Su piel realmente era muy sensible, sobre todo allí abajo, pero generalmente era fácil mantener su excitación a raya cuando lo masajeaban.

Estaba desconcertado y molesto, porque al parecer no era capaz de hacerlo ahora.

Finalmente, Fernando se movió más abajo, pero eso ayudó muy poco.

En todo caso, esas manos grandes, acariciando y amasando sus muslos, sólo hicieron al problema empeorar.

Su pija estaba totalmente erecta ahora, su cuerpo hormigueando todo, sus pezones apretados y doloridos.

Rafael se tragó otro gemido, más que un poco desconcertado. No podía recordar haber estado tan excitado por un impersonal masaje deportivo.

Habia una explicación sencilla, sin embargo.

Había pasado demasiado tiempo sin tener una buena, gruesa pija dentro de él.

Solo necesitaba cojerse a alguien discretamente, y luego dejaría de reaccionar tan ridículamente ante un simple masaje de un hombre que ni siquiera le gustaba.

"Sobre la espalda" dijo Fer

Con la explicación encontrada y la decisión tomada, Rafa se relajó y rodó sobre su espalda.

Se encontró con los ojos de Fernando cuando este vio su erección.

Se miraron el uno al otro.

Fer resopló y comenzó a trabajar en sus hombros.

"Es una respuesta fisiológica al tacto. Pasa todo el tiempo y no es nada de lo qué avergonzarte."

"No estoy avergonzado."

Sentir vergüenza implicaba tener algo de lo qué avergonzarse, lo que sin duda no hacía.

"Entonces ¿Por qué estás sonrojándote?"

Estupendo. ¿Ahora se estaba ruborizando?

Nunca se sonrojaba.

"Sólo estaba imaginando tener tu pija dentro de mí."

Los ojos de Fernando rompieron en él, sus manos quedaron completamente inmóviles. Habría sido cómico, si Rafa no se sintiera con ganas de cortar su propia lengua.

¿De dónde carajos había salido eso?

El silencio se prolongó.

Rafael sonrió y forzó una carcajada.

"¡Jaja! No tenés sentido del humor."

"Y vos tenés uno muy extraño" dijo Fernando luego de un momento, volviendo a la tarea en cuestión.

Terminó el masaje rápidamente, haciendo caso omiso a la erección de Rafa, y se apartó.

"Mañana podría añadir unos cuantos ejercicios más" dijo, lavándose las manos de espaldas a Rafa "Tal vez apretar muy suavemente una pelota estática."

"¿Puedo tener relaciones sexuales?"

Fer hizo una pausa antes de darse la vuelta.

"Absolutamente no" dijo, cruzando los brazos sobre el pecho "El sexo está fuera de los límites."

"Sos tan predecible" Rafael se quejó, agarrando su ropa.

"Si querés recuperarte lo antes posible, tenés que prescindir del sexo."

"Decile eso a mi pito."

"Tenés una mano derecha normofuncionante" dijo Fernando "hacete una paja."

Rafael le arrojó la toalla mojada a la cabeza.

Fer la esquivó

"Es un milagro que puedas anotar algún gol" dijo, con sus labios temblando "tu punteria es muy mala."

Rafael manoteó el aceite de masajes.

Esta vez no falló.

- -

"Podrías haberme mutilado."

Rafael rodó los ojos, presionando la bolsa de hielo en el ojo derecho de Fernando.

"Y me decís a mi reina del drama."

Fer lo fulminó con la mirada de su ojo izquierdo. No parecía divertido en lo absoluto.

"Esa botella pesa doscientos cincuenta gramos, Rafael" dijo entre dientes "Y la tiraste a mi cara."

"No es mi culpa que tus reflejos sean tan pobres" dijo Rafa con una sonrisa dulce, presionando el hielo con más fuerza en la carne rápidamente inflamándose.

Recibió otra mirada funesta desde el ojo izquierdo.

"Se supone que tengo que participar de una sesión de fotos por la boda."

"Entonces deberías agradecerme, te salvé de ella."

"¿Y qué se supone que voy a decirle?"

"¿A quién?"

"Sofia."

"¿Sofia?" dijo Rafa con fingida confusión.

"Mi prometida" dijo Fernando lentamente "La mujer con la que voy a casarme."

"Ah" Rafael se acercó para presionar la bolsa de hielo en el pómulo de Fer. No era la posición más cómoda. Era consciente de que su muslo estaba prácticamente arriba de los de Fernando. Demasiado consciente "Creo que podés decirle la verdad. Podés decirle lo forro que fuiste y que te lo merecías totalmente."

"¿Así es como lo ves desde tu perspectiva?"

"No, es sólo la verdad" Rafa se dejó caer sobre el regazo de Fernando, renunciando a toda pretensión de no estar trepando sobre él. Cuando Fer levantó las cejas, Rafa frunció el ceño "Si tengo que jugar al doctor con vos, no voy a forzar mi propia lesión. Ni siquiera debería estar haciendo esto" Y añadió con una sonrisa fresca "Tenés una mano derecha normofuncionante, después de todo."

Fernando dejó escapar una risa.

"Y vos tenés la memoria de un elefante. Y estás haciendo esto porque fue tu culpa."

"La tuya" contraatacó Rafa, hundiendo sus dedos en el espeso pelo de Fernando y tirando con fuerza, lo que lo obligó a volver un poco el rostro.

Fer dijo algo mordaz y Rafa dijo algo igualmente mordaz en respuesta, pero todo parecía distante, irrelevante, estúpido. Su corazón latía con fuerza, su piel se sentía demasiado caliente, el muslo de Fernando se sentía duro debajo de él y él simplemente no podía concentrarse.

No podía pensar.

Maldita sea.

Rafael siempre intentaba ser honesto consigo mismo.

Él sabía de lo que se trataba.

Por supuesto que lo sabía.

No hacía falta ser un genio.

Sentado tan cerca de Fer, en su regazo, estaba convirtiéndose en un idiota que se preguntaba como se vería la pija de Fernando, y si sería tan grande y gruesa como esas manos, y en como se sentiría tenerla en su boca.

Dios.

Si Fernando no fuera alguien que le disgustaba tanto, alguien que lo enfurecía, que lo frustraba y lo hacía sentir estúpido e inferior, Rafa no estaría tan enfadado consigo mismo.

Habría ido a por ello, como siempre lo hacía cuando quería algo, o a alguien, lo suficientemente.

Él sabía que era atractivo.

Él sabía que era lo suficientemente atractivo incluso, para convertir hombres heteros a bi-curiosos. Pero este era Fernando-maldito-Contigiani.

No había forma en el infierno de que Rafa fuera a por él.

Podía fácilmente imaginar el aspecto de superioridad y disgusto en el rostro de Fer si se diera cuenta de que lo deseaba, y que su pija goteaba por él.

Una ola de humillación lo barrió ante la idea. Cuan patético se vería.

Sin embargo, él no deseaba a Fernando. Su estúpido cuerpo estaba caliente y parecía que le gustaba la idea de estar bajo el imbécil de su entrenador personal.

Sólo necesitaba cojer con alguien y luego toda esta tontería desaparecería.

"Ya terminé de jugar al doctor." Dijo Rafa cortante, dejando caer la bolsa de hielo y deslizándose fuera del regazo de Fernando con tanta naturalidad como le fue posible.

Evitando mirar a Fernando, se encaminó hacia la puerta.

"Salí de mi casa. ¿Por qué estás siempre en mi casa?"

Fer murmuró algo en voz baja, demasiado bajo para que él lo escuchara, antes de seguirlo fuera del gimnasio.

Rafael no se volteó, pero podía sentir a Fer justo detrás de él, podía sentirlo con cada pulgada de su cuerpo.

Los ojos de Fernando debían estar al mismo nivel del culo de Rafa.

¿Fer estaba mirándolo?

Rafa se estremeció, disgustado con su línea de pensamtentos.

Millones de años de evolución y los seres humanos seguían sin ser mejores que los animales.

Animales sin raciocinio guiados por instintos básicos.

No le caía bien el tipo ni siquiera un poco.

Fernando rápidamente había reemplazado a su hermano, como la persona a la cual Rafael soportaba menos. Pero eso no cambiaba el hecho de que una parte suya quería darse la vuelta, empujar a Fer contra la pared y treparle como a un árbol.

Rafael apretó la mandíbula.

Esta noche iba a tener sexo, al carajo su lesión.

Chapter 8

Notes:

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Chapter Text

El problema de ser un futbolista famoso era que Rafael no podía ir a un boliche gay y chamuyarse a alguien cuando quería coger. No podía coger con cualquier hombre que pudiera vender la historia a los medios apenas Rafael se fuera.

Tenía que ser extremadamente cuidadoso, por lo que sus opciones eran limitadas. se suponía que podía coger con hombres que tuvieran tanto que perder como él, si fueran descubiertos -conocía a algunos futbolistas que casi seguro eran gays- pero el riesgo era el doble.

O quizás sólo estaba siendo paranoico.

De cualquier modo, estar con hombres siempre era demasiado riesgoso. por eso era que mayormente estaba limitado a coquetear con hombres y coger con mujeres. El sexo con mujeres era insatisfactorio en el mejor de los casos y, en el peor, vagamente desagradable, pero era más seguro.

Más inteligente.

No era tan estúpido, como Matías, para arriesgar su carrera por una pija.

No valía la pena.

Pero a veces, el deseo de sentir un cuerpo duro contra el suyo lo tentaba demasiado, y Rafael no tenía más remedio que rascarse la picazón; la frustración sexual lo volvía irritable, que era algo que no podía darse lujo, ya que era mucho más difícil ser un buen chico agradable, cuando todo lo que quería era una buena cogida para relajarse.

Y cuando lo quería, sus opciones eran muy limitadas.

Por eso Rafa estaba ahí.

El boliche estaba oscuro y brumoso, con el característico olor a sudor y sexo. Había luces en el escenario, que fue lo primero que le llamó la atención al entrar.

El escenario de la derecha estaba actualmente vacío, pero el de la izquierda, estaba ocupado por un desnudo moreno, que estaba flagelando a un rubio deslumbrante.

Las luces estroboscópicas iluminaban escasamente a la gran habitación, llena de gente, apenas permitiendo distinguir a los individuos agrupados en parejas o tríos... o grupos.

Era una gran orgía.

El olor a sudor, sexo y alcohol empapaba el ambiente, se filtraba en todo. varias filas de sillones se alineaban en las paredes, pero pablo no se molestó en mirar a sus ocupantes.

Mientras se abría camino en el boliche, numerosas manos lo manoseaban y acariciaban, intentando acercarlo más.

Haciendo una mueca, Rafa se sacudió las manos de encima. nunca había estado en eso de las orgías.

Era malo compartiendo; lo había sido siempre, incluso cuando era un niño.

Pero para ser honestos, esa era sólo una de las razones.

La verdad era que no podía evitar la incómoda sensación en el estómago que tenía cada vez que tantos desconocidos lo tocaban. no importaba cuántas veces Rafa se dijera que estaba seguro, era inútil. Algunas costumbres nunca morían.

Estaba acostumbrado a cuidarse desde muy chico y, en aquel entonces, cada extraño era peligroso.

Incluso después de que fuera adoptado, las cosas no habían cambiado mucho.

Los Recalt habían sido gente amable, siempre involucrados en causas de caridad y trabajos de voluntariado, pero tenían poca idea de que hacer con un niño y estaban más que dispuestos a dejarlo -y más tarde a Matías- arreglarselas solos. Luego se cambió el apellido por el de su madre, ella había hecho más por criarlo que sus supuestos padres adoptivos.

Rafael había estado bien con eso.

Depender de otras personas era estúpido; siempre lo supo.

Estaba solo, como de costumbre.

"¿Buscando a alguien?" dijo una ronca voz masculina, agarrándole el brazo. "¿Capaz a mí?"

Rafael se detuvo y miró al hombre en la penumbra. A pesar de que no lo veía del todo bien, el chico parecía ser bastante atractivo y no aparentaba ser un miserable. Sólo un excitado tipo normal, buscando coger con un desconocido.

No era mucho más alto que Rafael, pero la mano en su brazo era grande y fuerte.

"Me servís" dijo Rafa. "Soy muy estricto sobre los condones. Nada de fluidos corporales."

El chico se rió, acercándolo más.

"No te preocupes, yo también" Sus manos se movieron por el cuerpo de Rafa, evalúandolo. "Lindo" murmuró, deslizando sus manos bajo el pantalón de Rafa y amasando sus mejillas. "¿Quieres hacerme un oral o...?"

"Follame" dijo Rafa. Tenía que recordar que estaban en España.

"Bien, puedo hacer eso" dijo el tipo con una sonrisa, volteándolo contra la pared y empezando a trabajar en su cinturón.

Rafael apretó la frente contra la pared fría y cerró los ojos. respiró hondo y trató de relajarse, pero la persistente excitación que había estado picando bajo su piel durante los últimos días, no estaba. En cambio, se sentía incómodo...como si estuviera haciendo algo malo.

-Absolutamente no.-

La mirada de Fernando era dura y acerada.

-El sexo está fuera de los límites.-

Cambió el peso de un pie al otro, tratando de forzar el recuerdo fuera de su mente. No iba a obedecer a Fernando, como… como un nene bueno.

No lo era.

No lo haría.

Su pantalón estaban siendo bajado.

"¡Ey! ¿qué…?" el tipo sonaba sorprendido. "¿Qué coño te pasa? ¡Búscate a alguien más, yo no comparto!"

"Raja de acá."

Los ojos de Rafael se abrieron de golpe, su pulso por las nubes.

Fernando.

Era Fernando.

-¡Espera! ¡Cálmate tío! Ya me voy"

El tipo se alejó.

Lentamente, Rafa se volteó.

Apenas podía distinguir las facciones de Fer en la penumbra, pero no necesitaba ver correctamente su cara para poder sentir la ira que emanaba en cada rígido movimiento de su cuerpo, visible en su mandíbula apretada.

"¿Me estás siguiendo?" dijo Rafa, cerrando el cierre de su pantalón.

Fernando no dijo nada.

Simplemente agarró la muñeca de Rafa, su agarre como una banda de acero, y lo arrastró hacia la salida.

Su respiración saliendo en duros jadeos, pablo iba tropezando tras él.

"¿Me estás siguiendo?"

Preguntó de nuevo una vez que estaban fuera.

Fernando se mantuvo en silencio, arrastrándolo hacia su auto. Abrió la puerta, empujó a Rafa al interior, se metió en el asiento del conductor y luego se pusieron en marcha.

Después de unos minutos de silencio enojado, cargado, Rafael cruzó los brazos sobre su pecho.

"¿No vas a decir nada?'

Fernando no dijo nada, sus ojos en la carretera.

Estaba tan tenso que hizo a Rafael retorcerse un poco.

"No vas a hacerme sentir culpable" dijo Rafa. Odiaba la forma en que sonaba, a la defensiva. "No hice nada malo."

Silencio.

Rafa apretó los dientes. "¿Y qué estás haciendo? ¿No tenés otra cosa que hacer que seguir a tus pacientes por la noche?"

"No cuando esos pacientes son pelotudos que no pueden tomar un "no" por respuesta. Sabía que harías algo estúpido."

"Lo que hago en mi tiempo libre no es asunto tuyo" dijo Rafa.

"Es asunto mío cuando es probable que empeores tu lesión" la voz de Fer podría contener vidrio molido. "Te dije que dejes el sexo y, unas horas más tarde, te encuentro en un club de sexo de mala muerte, sin pantalón, listo para dejar que un desconocido sucio te coja y arruine todo mi trabajo."

"Sólo quería sexo. no es un crimen querer sexo. ¡Si quiero coger, lo voy hacer!"

"No estás autorizado a tener sexo a menos que yo lo diga."

Rafael parpadeó.

"¿Disculpa?"

Fernando no habló de inmediato, con la mirada fija al frente.

"No sabes cuándo podes tener relaciones sexuales. Es por eso que podes tener sexo, sólo después de que yo te diga que es seguro."

Los ojos de Rafael se clavaron en él. las palabras de Fernando eran bastante razonables.

Pero...

"No soy estupido" Rafa dijo, observando cuidadosamente a su entrenador personal. No podía verlo bien en la penumbra. "Si no soy el que hace todo el trabajo durante el sexo, debería estar bien. No me iba a lesionar la ingle en la posición en que estaba."

Un músculo en la mandíbula de Fernando pulsaba.

"Que yo sepa, no sos fisioterapeuta."

Estrechando la mirada, Rafa lo estudió.

La sensación de que algo estaba mal sobre el comportamiento de Fernando persistía, pero no lo presionó.

"¿No te sorprendió encontrarme en un boliche de putos?"

Preguntó en cambio.

Probablemente debería sentirse más preocupado por ello. Parte de él esperaba a que le entrara el pánico -su sexualidad era un secreto cuidadosamente guardado- pero él estaba extrañamente despreocupado.

Fernando solo tosió burlonamente.

"¿Qué?"

"Lo supe desde el primer día. Tenes que ser ciego para no notarlo."

"¿Notar qué?" dijo Rafa, una bola de ansiedad instalándose en sus entrañas. ¿era realmente obvio? "¿Cómo lo supiste?"

Fer siguió conduciendo en silencio.

"¿Notar qué?" Rafa repitió, más fuerte. "¡Fernando!"

"Tenés esa insinuante mirada en tus ojos" dijo Fernando con irritación. "Todo el tiempo. incluso cuando te hacés el boludo."

Rafa abrió la boca y la cerró.

Echando un vistazo sobre él, Fernando rió sin humor.

"No me digas que te sorprende. Miras de esa forma a todo el mundo. Ahora deja de cambiar el tema. Me vas a prometer no hacer otra cosa tan estúpida. Cuando digo nada de sexo, lo digo en serio."

"Claramente naciste en el siglo equivocado" dijo Rafa. "Perdóname, pero no soy tu esclavo, y no sos quién para decirme que hacer. Estás equivocado, Contigiani."

Ferdesvió el auto hacia la derecha, saliendo de la carretera, y frenó de golpe; los neumáticos chirriaron cuando el auto se detuvo.

Rafael miró a su alrededor.

No estaban lejos de su barrio. A esta hora, el barrio era oscuro y relativamente tranquilo.

"Déjame ver si entiendo" dijo Fernando a través de sus dientes, agarrando la barbilla de Rafa con rudeza. "¿Soy el responsable de tu recuperación, pero ignoras mis instrucciones otra vez y te arriesgas a empeorar la ingle, y yo estoy equivocado?"

Rafael se humedeció los labios con la lengua.

Había algo desconcertante y emocionante acerca de Fernando esta noche, igual que ayer, cuando se irritó mucho más de lo que la situación ameritaba.

"¿Me haces todo esto a propósito?" dijo Fernando, con una voz suave que contradecía por completo su agarre castigador en la barbilla de Rafa.

"No todo se trata de vos" dijo Rafa, igualmente en voz baja. "Quería coger. Quería una hermosa y gruesa pija en mí. Salí para conseguirla. Y lo voy hacer otra vez. No sos quién para detenerme."

Fernando aspiró una respiración.

Abrió la puerta, agarró el hombro de Rafael y lo arrastró sobre sus rodillas.

Ocurrió tan rápido que Rafa sólo pudo balbucear y jadear cuando se encontró echado sobre el regazo de Fernando, con la cabeza sobresaliendo del auto.

"¿Qué..."

Fer jaló abajo el pantalón y boxer de Rafa, y le dio una nalgada rápida.

Los ojos de Rafael se ensancharon, su cara enrojeciendo por la indignación.

"¡Soltame!"

Él se resistió, tratando de rodar del regazo de Fernando, pero este lo sostenía firmemente en su sitio.

"¡Estoy herido, enfermo! ¿Qué clase de terapeuta sos?"

"Si estás en forma para coger, estás lo suficientemente en forma para ser azotado" Fernando escupió. "Quizás esto te enseñe una lección."

Él lo azotó de nuevo.

En esta posición, no le dolía la ingle en lo absoluto, pero aún así. Era el principio de la cuestión.

"¡Te voy a echar por esto, le voy a decir a Enzo!"

"Decile."

Otro golpe violento aterrizó en su nalga.

"No estoy jodiendo, Fernando. ¡Vas a ser despedido a primera hora de la mañana! Incluso Enzo no se va a oponer cuando se entere de esto."

"Andá y quéjate con Enzo" dijo Fernando pegándole de nuevo.

Su voz sonaba áspera y extraña.

"No sos más que un niño malcriado, centrado en sí mismo, acostumbrado a salirse con la suya. Si seguis actuando como un niño caprichoso, vas a ser castigado como lo sería un niño."

"¡Para, estupido!"

Rafael arremetió de nuevo, pero Fernando lo ignoró, manteniéndolo abajo con una mano mientras la otra lo azotaba.

La paliza dolía pero de ningún modo tanto como podría; Fer estaba claramente conteniéndose, consciente de su lesión incluso ahora.

Otro golpe, y luego otro.

Su piel comenzó a quemarle un poco y
Rafael se oyó a sí mismo gimiendo y suspirando suavemente, su mundo reduciéndose a la mano de Fernando y su calor.

Se sentía extraño, como si estuviera flotando dentro de su cuerpo en lugar de que lo vistiera, sin ninguna preocupación en el mundo.

Para el momento en que Fernando se detuvo, Rafa descansaba inmóvil y flexible sobre su regazo.

Todo estaba extrañamente en silencio, salvo por la respiración agitada de Fer y el lejano sonido del tráfico.

El peso de la mano de Fernando en su piel desnuda se sentía casi insoportable.

Rafael trató de decir algo, pero nada le vino a la mente.

Su mente estaba vacía.

No tenía energía o inclinación a discutir y pelear.

Su cuerpo se sentía... suelto. Ingrávido.

No quería moverse.

"¿Rafa?" Preguntó tras un largo silencio. Su voz sonaba rara. Con cuidado subió el boxer y pantalón de Rafael y lo giró sobre su espalda.

Apenas podía distinguir el rostro de Rafa. Lo alegraba, porque no estaba seguro de lo que su propia cara habría revelado.

Ni siquiera estaba seguro de lo que estaba sintiendo.

En silencio, salió del regazo de Fernando y se dejó caer en su asiento. Cerró los ojos, presionando su caliente mejilla contra el fresco cuero.

Después de lo que pareció una eternidad, la puerta se cerró.

El motor rugió.

El auto comenzó a moverse.

Rafael no dijo una palabra.

Fernando no dijo nada, tampoco.

Cuando el auto se detuvo de nuevo, Fer dijo "llegamos" su voz sonaba áspera, incómoda, y sin embargo, había algo más ahí... algo oscuro e intenso.

Rafael no se movió. No quería hacerlo.

Pasaron segundos en silencio.

"Eso fue poco profesional" dijo Fernando después de un tiempo, su voz rígida, entrecortada. "No sé lo que estaba pensando. no va a suceder de nuevo, pero podes quejarte con Enzo. Estoy seguro de que va a encontrarte otro fisio."

Rafael abrió los ojos, abrió la puerta y salió.

Los neumáticos chirriaron y el auto arrancó hacia el frente.

Rafa se dirigió hacia su casa lentamente, con las piernas todavía un poco débiles y temblorosas.

Abrió la puerta, entró y se apoyó en ella con dificultad, sus pensamientos en desorden.

Y entonces la realidad golpeó; él realmente podría conseguir que Fer fuera despedido. Finalmente tenía un excelente motivo para que sea despedido. Enzo se horrorizaría si se enteraba de lo que había hecho Fernando; nalguear a un paciente iba más allá de lo poco profesional.

Podía echar a Fernando.

Podía deshacerse de él para siempre. No más conferencias, no más de esa prepotente actitud y, sin duda, no más azotes que lo dejaran sintiéndose completamente extraño.

No más Fernando.

Rafael frunció el ceño.

Notes:

Se lo merecía

Chapter Text

"¿Por qué sigues mirando el movil?"

Rafael levantó la mirada y se encontró con Ester observándolo.

"Fernando esta llegando tarde, y sabés que odio cuando me hacen esperar."

Sus ojos verdes lo estudiaron con curiosidad.

"¿Qué?" dijo Rafael, jugando con su celular.

"¿Qué pasa entre Fernando y tu últimamente?"

"No sé de que me hablas."

"No sé... algo cambió."

Rafael le dio una mirada significativa.

"¿Terminaste de chusmear? No te pago para meterte en mi vida."

Tragando visiblemente cualquier comentario bajo que ella quería hacer, Ester volvió sus ojos a la pila de sobres en frente de ella.

Rafael volvió a mirar a su celular.

Ella tenía razón igual. Algo había cambiado.

Fernando había estado... diferente.

Ya no trataba de controlar todos los aspectos de la recuperación de Rafael... y su vida.

Fernando se iba tan pronto como era posible después de examinar la ingle de Rafael y darle instrucciones para el día. Incluso su actitud había cambiado. Fernando ya no lo llamaba nene, bebé o mocoso. No había más sonrisas torcidas y chistes. De hecho, su tono era neutral y muy profesional cada vez que hablaba con él.

Y cada vez, Rafael quería darle un piña en la cara.

El comportamiento tan correcto de Fernando lo volvía loco.

Le molestaba mucho más de lo que esperaba. Y no ayudó que aún estaba caliente y frustrado.

Al menos había dejado de sentirse mortificado cuando tenía una erección, mientras Fernando lo masajeaba.

Debido a que ni siquiera ver su erección tenía absolutamente ninguna reacción por parte de Fernando, ni siquiera el levantamiento de una ceja.

Fernando era un perfecto profesional.

En cuanto a la conducta de Fernando en los últimos diez días, era difícil creer que aquel incidente hubiera pasado.

Rafael se retorció un poco. No habían hablado de eso, por lo que el incidente puede ser que nunca haya sucedido. No le había dicho nada a Enzo. Todavía no estaba seguro de por qué.

"Me agrada Fernando" dijo Ester de repente. "Es un buen tipo. Me invitó a su boda."

La mirada de Rafael se levantó para encontrar la de ella.

"¿Qué? Lo conociste hace un par de semanas."

Ester le dio una sonrisa muy dulce. "¿Entonces no te invitaron?

Rafael le devolvió la sonrisa.
Ester era una perra. Era divertida, pero no estaba en su liga cuando se trataba de mala leche.

"Yo no habría aceptado la invitación, de todos modos" dijo con perfecta calma. "¿Por qué querría ir?"

Claramente decepcionada, Ester volvió a clasificar su correo.

Rafael dejó el celular antes de agsrrarlo de nuevo. Se quedó mirándolo por un momento.

"¿Ya viste a su novia?" dijo casualmente.

"¿Sofia? ah, sí, ella lo pasó a buscar el otro día cuando su auto se descompuso. Nos presentó."

"¿Cómo es ella?"

Sentía su mirada especulativa sobre él.

Manteniendo su rostro vagamente aburrido, Rafa dijo: "Tengo curiosidad por saber qué clase de mujer sería tan estúpida como para casarse con un tipo tan mandón. Ella debe ser un osito."

"Ella no lo es" dijo Ester inmediatamente. "Ella es fuerte y fue obvio para mí que su relación es de igual a igual. Él la respeta. Ella parecía práctica y de mente abierta."

Rafael se miró las uñas.

"¿Y dicen estar enamorados?"

Ester se río entre dientes. "Ellos se van a casar, ¿Verdad? Deben estarlo."

"No seas estúpida. La gente se casa todo el tiempo por muchas razones diferentes."

"¿Cómo qué?"

"Costumbre" dijo Rafa. "Expectativas familiares, razones financieras. Las personas inseguras buscan la seguridad del matrimonio. Algunas personas tienen miedo de estar solas. Algunos quieren hijos. Y así sucesivamente. El amor no es necesario en absoluto. En realidad, las personas realizadas no necesitan "amar" a nadie para sentirse feliz. El amor es algo que la gente inventa para excusar su comportamiento idiota y para vestir la lujuria de corazones y flores."

"Espero que algún día te enamores" Ester murmuró, apenas audible. "Y esa persona te ponga de rodillas."

Rafa sonrió.

"Sos hilarante, corazón. Es por eso que te tengo acá, aunque sé que me odias."

Fue divertido ver su cara de color rojo. Ella abrió y cerró la boca varias veces sin decir nada.

Por fin, se aclaró la garganta. "De todos modos, si estás esperando a Fernando, no lo hagas. Él no viene hoy."

La sonrisa de Rafael se desvaneció.

"¿Qué?"

Ester le dio una mirada inocente. "¿No te dije que él llamó mientras estabas en la ducha? Vaya. Me dijo que no iba a venir hoy. Dijo que sabías qué ejercicios hacer. Él tiene planes con Sofia para hoy."

Rafael se quedó mirándola.

Entonces, llamó a Fernando.

"Que yo recuerde, no te di un día libre" agregó en el momento que Fernando respondió su teléfono.

"No me necesitas hoy" dijo Fernando. Sonaba como si estuviera conduciendo. "Sabés que ejercicios hacer. No me necesitas para supervisarte. No sos un niño."

"No te di un día libre" dijo Rafa lentamente, como si él le estuviera hablando a un niño. "Sos mi fisioterapeuta. Se supone que debes revisar mi progreso cada día. No podes darte un día de descanso cuando querés. Lo que quiero es lo único que importa. Vení. Ahora."

"Estoy ocupado, Rafael"

Una voz femenina dijo algo en el fondo.

El pulso de Rafael comenzó a hacer un ruido sordo en sus oídos.

"No me interesa. Vas a venir ahora. Mientras seas mi terapeuta, puedo mantenerte a mi lado todo el tiempo que sea necesario durante tus horas de trabajo. Firmaste el contrato. ¿Creíste que no lo leí? A partir de las nueve de la mañana hasta las seis de la tarde, sos mío... si yo lo quiero. Y ahora quiero."

"Estás haciendo esto solo para joderme."

"Me conoces tan bien" dijo Rafa en su mejor voz "Ahora vení."

Fernando dejó escapar un suspiro.

"Escucha, ne… Rafael. Estoy realmente ocupado. No estoy solo. Dame un día libre, y mañana puedo esperar ahí todo el día sin hacer nada, solo verte no hacer nada."

"No lo creo. Te quiero ahora" Rafael hizo una mueca tan pronto como él dijo eso, una oleada de calor subiendo a sus mejillas.

Hubo un silencio en la línea.

"Nene mimado" dijo Fernando través de sus dientes.

Rafael sintió una involuntaria sonrisa tirar de sus labios

"Siempre" dijo y colgó, sintiéndose ridículamente satisfecho por el hecho de que Fernando lo había llamado bebé mimado y actuó más como su viejo yo.

Mirando hacia arriba, se encontró en el otro extremo de la mirada crítica de Ester.

"¿Qué?"

Ester negó con la cabeza

"Es que... pudiste haberle dado un día libre. ¿Sabes que él había liberado su agenda para la boda? Es por eso que el Dr. Enzo pudo contratarlo para vos al final. Si no fuera por este trabajo, Fernando habría estado pasando su tiempo con su prometida, como lo había previsto. Como debería ser."

"No es mi problema. Estoy herido. Es mi fisioterapeuta. Lo necesito acá."

Ester lo miró extrañamente pero no dijo nada.

Pasaron cincuenta y siete minutos antes de que sonara el timbre.

Rafael no se molestó en levantarse del sillón. Esperó, mirando a la puerta, mientras Ester fue a abrir la puerta principal.

El sonido de los pasos y las voces se acercó.

"Aquí está" Ester le dijo a Fernando, rodando los ojos.

Fernando se acercó y simplemente le miró durante un largo momento.

Por último, Fernando habló. "¿Podemos hablar un minuto, Rafael? a solas" agarró su muñeca y lo arrastró nada demasiado suavemente fuera de la habitación.

Cerrando la puerta, se volvió a Rafael.

"¿Y bien?" dijo, con la mano aún agarrando la muñeca de Rafael. "Ya estoy acá. ¿Ahora qué?"

Rafael apretó los labios.

"No sé de que me hablas. Se supone que tenes que estar acá, conmigo. Ni siquiera te molestaste en pedirme permiso... y no, una llamada a Ester no cuenta."

"Sofia volvió a casa por unos días entre sus viajes de trabajo. Te dije qué ejercicios debías hacer hoy. En realidad, no me necesitás hoy."

"Ese no es el punto" dijo Rafa. "Sos mi fisio. Se supone que debes estar acá si yo te quiero acá."

Fernando levantó las cejas. "¿Y por qué me queres acá? ¿hmm? ¿para mirarte mientras te relajás en el sillón?"

Si...

Rafael se tragó la respuesta que tenía en los labios. No sabía que donde había venido.

"Admitilo" dijo Fernando, tomando la barbilla de Rafa con su mano libre. Sus ojos marrones perforaron a Rafa. Su pulgar acarició detrás de la mandibula y apretó, duro. "No me necesitas acá. Sos un nene caprichoso, que echó a perder mi día sólo porque podía."

"Mordeme" Rafa dijo con una sonrisa

Los ojos de Fernando se oscurecieron.

Se lanzó hacia delante y mordió el labio de Rafael salvajemente.

Ambos se congelaron. Sus respiraciones mezclándose.

Un latido pasó.

Rafa se lamió los labios y sintió el sabor del cobre de su propia sangre. Lentamente, levantó los ojos para encontrarse con Fernando.

El fisioterapeuta lo soltó y se apartó, pero Rafa agarró un puñado del pelo de Fernando, tiró de él cerca y le mordió los labios de vuelta. Se quedó sin aliento, sintiendo el sabor amargo de la sangre y algo puramente masculino.

Mordió de nuevo.

Fernando chupó una respiración antes desgarrar su boca libre.

Se miraron el uno al otro, con los ojos abiertos, su dura respiración, el único sonido en la habitación.

Por fin, Fernando se dio la vuelta, pero Rafael agarró sus bíceps. Los músculos de Fernando se tensaron ante su contacto.

"Tenes sangre en el labio" Rafael se oyó decir. Se sentía distante, como un sueño.

Fernando no se movió para limpiar la sangre. Su cara estaba en blanco, pero sus ojos eran aterradores en su intensidad mientras lo miraba.

Miró a Rafael como si fuera una serpiente venenosa. Una serpiente venenosa de la que no podía apartar la mirada.

El ojiazul se inclinó y lamió la sangre en el labio de Fernando lentamente, sólo su lengua contra los labios.

El cuerpo del medico vibraba de tensión contra él.

Éste lo empujó y salió de la casa.

Cuando la puerta principal se cerró tras él, cerró los ojos.

Él aspiró y exhaló antes de abrir los ojos de nuevo.

Con cautela se tocó el labio partido y se miró los dedos.

Estaban temblando.

Él los enroscó en un puño.

La puerta se abrió detrás de él.

"¿Fernando ya se ha ido?" dijo Ester, sonando desconcertada.

Sin decir una palabra, Rafael volvió al sillón, llevó las rodillas a su pecho y envolvió sus brazos alrededor de ellas.

Miró por la ventana.

"¿Rafael?"

"Andate" susurró.

"¿Qué?"

"Déjame solo."

Chapter Text

Enzo lo llamó justo cuando se preparaba para ir a la cama.

"¿Qué hiciste esta vez, Rafael?"

"Hola, Enzo" dijo Rafa, tirando de su remera. Se sentó en la cama para quitarse una media. "¿De qué estás hablando?"

"Fernando me llamó y me dijo que quería renunciar."

Rafael se pausó.

"¿Te dijo por qué?"

"No. por eso te llamo."

Rafael retiró la otro media.

"¿Qué le dijiste?"

"Que firmó un contrato y tiene que darme una buena razón para romperlo" La decepción en la voz de Enzo era inconfundible. "Él es mi amigo, pero sabe muy bien que dejar a los pacientes en el medio de su recuperación no está bien sin una buena razón. Decime que hiciste. Normalmente, Fer es muy responsable y nunca se rinde con sus pacientes, sin importar lo difíciles que son."

"¿Por qué estás suponiendo que fue mi culpa?" Rafael se estiró en su espalda y miró al techo.

"¿Estás diciendo que no tenes nada que ver con eso?" Su voz sonaba seca como papel de lija.

Rafael hizo una mueca.

Enzo casi ni le hablaba desde su intento de chantajearlo.

Una vez más, Rafael sintió una punzada de pesar.

A él le caía bien Enzo.

Todo fue culpa de Fernando.

Si Fer no se hubiera vuelto loco, él habría pensado dos veces antes de chantajear al hombre que iba a ser el médico del club de alto nivel en el futuro previsible.

Era fastidiarse a él.

"No estoy diciendo eso" Rafa se lamió el labio. Ya no picaba. "Estoy diciendo que Fernando es un forro."

Enzo dejó escapar un suspiro.

"Mira, no voy a pretender entender lo que está pasando con ustedes dos, pero estoy cansado de su pelea constante. Contrato o no, si Fernando realmente quiere renunciar, no puedo obligarlo a quedarse. Él no necesita este trabajo, el cual tomó sólo como un favor para mí. Así que, soluciona el problema, Rafael" Enzo colgó.

-Solucionar el problema-

Rafael se pasó una mano por la cara.

Era fácil para Enzo decirlo.

¿Cómo se suponía que iba a hacer eso cuando él no sabía lo que quería?

Sus labios se curvaron.

Muy bien, muy bien, eso era una mentira.

Él sabía lo que quería. Por supuesto que sí.

Quería a Contigiani desnudo, encima de él y atornillándole en el colchón.

Una risa áspera arrancó de su garganta.

El problema era que no quería quererlo.

Decía problemas.

Era imprudente y estúpido, y Rafael no era imprudente ni estúpido. Por un lado, no le caía bien Fernando. Odiaba su actitud de superioridad.

Fer lo miraba como si lo hubiera descubierto, como si pudiera ver el inútil pedazo de mierda que Rafael era.

Pero admitir que en realidad deseaba a Fernando a pesar de todo esto, para actuar efectivamente en esos sentimientos -aunque la lujuria tenía poco que ver con los sentimientos- era humillante y vergonzoso.

Es cierto que probablemente no era tan vergonzoso, como debería haber sido para Fer desearlo en contra de su mejor juicio.

Rafael sonrió ante la idea. Había algo hilarante acerca de la situación.

Su sonrisa se desvaneció al pensar en otra razón por la cual esta lujuria era muy incómoda.

Fernando se iba a casar pronto.

Rafael sería el primero en admitir que tenía muy pocos principios morales, pero había uno que nunca se rompió: él nunca se involucró con un hombre casado.

Nunca sería tan estúpido.

Además, tener un romance con el muy masculino entrenador personal -un muy conocido entrenador personal-, que estaba a pocos meses de casarse con una periodista deportiva era espectacularmente una mala idea.

Potencialmente una idea que terminaría con su carrera.

Él no era un estúpido para arriesgar su carrera -su vida-, por coger con un hombre que le disgustaba intensamente.

Él no lo era.

E incluso si lo fuera, nunca se involucraba con un hombre casado, por lo que el punto era indiscutible, de todos modos.

Pero dios... desear esa pija era bastante malo, pero ahora que sabía que Fernando no era tan indiferente como pretendía, era una receta para el desastre.

La cosa era, que Rafael nunca había sido particularmente bueno en negarse a sí mismo cosas.

- -

Rafael sabía quién era cuando sonó el timbre.

Abrió la puerta y se hizo a un lado, dejando que Fer pasara.

Con la espalda apoyada en la puerta, mirando a su invitado en silencio.

Nunca había sabido que el silencio podía sentirse así; nunca supo que podría tener tal peso.

El rostro de Fernando era pétreo, sus ojos brillaban con una emoción que Rafa no podía ubicar.

"Hablá con Enzo y decile que estás de acuerdo con mi decisión de renunciar" dijo Fernando. "Pedile que te encuentre otro entrenador personal."

Rafael cruzó los brazos sobre el pecho.

Eso era lo que él tenía planeado hacer de todos modos, pero el tono inflexible de Fer estaba rozando el camino equivocado.

Como siempre.

"¿Y por qué debería hacer eso?" dijo Rafa. "Buenos días a vos también, por cierto."

Un músculo se contrajo en la mandíbula de Fernando.

"Eso es lo que querías. ¿Tengo que recordarte que trataste de chantajear a Enzo para echarme?"

"Sí" dijo Rafa. "Pero tal vez cambié de opinión."

Pará...

¿Qué estaba haciendo? No había cambiado de opinión.

Pero era como si su boca se hubiera desconectado de su cerebro.

No había forma de detenerlo.

"¿Qué haces acá, de todos modos? Si queres renunciar, no necesitas mi permiso. Sin duda, se vería mal en tu cv, pero..."

"Enzo es mi amigo. Le prometí que lo ayudaría, y no me gusta dejarlo tirado. Él estaba enojado cuando me negué a decirle por qué quería renunciar. Es por eso que le vas a decir que querés que me vaya."

"¿Vos decis?" dijo en voz baja Rafa. Puso una cara confusa. "Por cierto, ¿por qué querés renunciar?"

Recibió tal mirada, que hizo que un escalofrío corriera por su columna vertebral.

De repente, quería sonreír.

Molestar a Fernando era una de sus cosas favoritas en el mundo.

"No te hagas el boludo, Rafa" dijo Fer, su voz entrecortada. "Sabes por qué."

"No creo. ¿Y tenes que estar tan lejos?" Rafael era incapaz de reprimir su sonrisa por más tiempo. "Si no te conociera, pensaría que tenes miedo."

Si no hubiera estado observando tan de cerca, se habría perdido el endurecimiento en la postura de Fernando.

Entonces él estaba acechando sobre Rafa.

Su ritmo cardíaco corrió, Rafael agarró el pomo de la puerta detrás de él.

Fernando se detuvo a pocas pulgadas de distancia.

Rafael estaba exhalado, odiando la forma temblorosa en la que sonaba.

Fer tomó su barbilla y la inclinó hacia arriba, los dedos ásperos contra la sensible piel del cuello de Rafael.

Sus ojos se clavaron en los de Rafa.

"Te estás confundiendo, mocoso" dijo, sus labios curvándose en una sonrisa irónica familiar. "No te tengo miedo. Quiero dejar el trabajo porque vos me molestás demasiado y no puedo comportarme profesionalmente a tu alrededor. Es eso."

"Ah" dijo Rafa, mirándolo desde debajo de sus pestañas. "Así que me besaste porque era molesto. Tiene mucho sentido ahora."

"No te besé" Fernando dijo entre dientes.

Su cuerpo casi presionado contra Rafael.

Casi.

"No, claro que no."

Alguien respiraba con dificultad; esperaba que no fuera él.

"Sólo me mordiste. Me mordiste el labio y me dejaste lamer los tuyos."

La nuez de adán de Fernando se movió.

"Me molestás."

"No sé, pero yo no muerdo los labios de la gente cuando me molestan" Rafael lamió la comisura de su boca seca.

Estaban tan cerca ahora que podía sentir el aliento de Fernando en los labios.

"¿Estás molesto conmigo ahora?" Su voz salió mal; se suponía que sonaría como una burla, que se suponía que molestaría a Fer, pero en vez de eso, sonaba como una invitación.

Dios, estaba respirando y temblando como si estuviera en medio del sexo. ¡Y el único lugar que Fernando estaba tocando era su cuello!

Esto era ridículo.

"¿Por qué haces esto?" dijo Fernando con voz ronca, el ceño fruncido hacia él con los ojos vidriosos. Sus dedos se cerraron alrededor del cuello de Rafael. "No podes desear esto."

"No quiero" Rafael acordó aturdido. "No deseo esto."

Queria empujarlo.

Patearlo lejos.

Pero no podía hacerlo.

No podía moverse.

"No deseo esto" Susurró de nuevo, su mano llegó para enterrarse en el pelo de Fer. "Todo esto es tu culpa" Sus dedos temblorosos se clavaron en la nuca de Fernando cuando los labios de él casi cepillaban los suyos. Los rastrojos de Fer rasparon su barbilla. "Te odio" Murmuró, ya en su boca...

Y entonces se estaban besando, si es que se podría llamar besarse en absoluto, más bien atacarse.

Fernando atacaba su boca con besos húmedos y profundos, con un hambre feroz que debilitó las rodillas de Rafa.

En un rápido empujón Fer lo había clavado, atrapado entre la puerta, su cuerpo duro y el de Rafael mismo, presionándose con necesidad.

Dios.

La lengua de Fernando se sumergió en su boca, barriendo el interior y la saqueó, la poseyó, y Rafa le devolvió el beso, haciendo caso omiso del sabor metálico agudo de la sangre que se mezclaba en sus lenguas.

Las llamas que ardían en su sangre estallaron en un infierno repentino, y él se perdió, sólo lejanamente consciente de que estaba jadeando y moliéndose sin poder hacer nada en contra de la cadera de Fernando, su mano en un puño en la camisa del fisioterapeuta y su mente felizmente vacía más allá de una profundidad sin forma de querer, y deseo, y necesidad carnal.

Tanta necesidad.

Gimiendo en la boca de Fernando, Rafa deslizó la mano entre ellos y agarró el bulto en el pantalón de Fer.

Fernando se estremeció y mordió su labio con un gemido, su pene empujando contra la codiciosa mano de Rafael.

Dios, deseaba esto.

Lo deseaba dentro, profundo y duro.

"Cogeme" Se oyó implorar. ¿Era realmente su voz, temblorosa y patética? "Por favor, cogeme."

Todo se detuvo.

Los besos se detuvieron.

Fernando se puso rígido. Apartó la boca, el pecho agitado, con los ojos tormentosos.
"No."

Empujó a Rafael lejos de la puerta y luego se había ido.

Sus rodillas cedieron, Rafa se deslizó hasta el suelo y cerró los ojos, tratando de ignorar los escalofríos de deseo que todavía viciaban en su cuerpo.

Ira, vergüenza y humillación quemaba en su interior.

-Estúpido, estúpido, estúpido-

Chapter Text

Cuando Rafael tenía cinco años, su mamá lo llevó a una casa grande en el mejor barrio de la provincia de Buenos Aires. La memoria era algo tan voluble. Rafa no recordaba muchas cosas que sucedieron más recientemente, pero recordaba esa noche fría y lluviosa con perfecta claridad.

Recordó el frío filtrándose en su pequeño cuerpo mientras permanecía de pie, agarrando la fina mano de su mamá. Estaba temblando, su agarre en la mano doloroso.

Rafael pensó que estaba asustada. Estaba asustado, también.

"Tengo frío" Se quejó.

"Cállate. Estarás caliente pronto" dijo antes de toser violentamente. Se soltó de su mano para cubrir su boca. Ella siempre lo hacía, como si no pudiera escuchar. Como si fuera estúpido.

Rafael desvió la mirada durante el minuto que tomó antes de que sus toses se calmaran y el sonido de su respiración se hizo menos espantoso. Una ráfaga de viento sopló en su rostro, casi haciéndole perder el pie y borrando temporalmente su visión.

Odiaba esto.

"Me quiero ir a casa" Murmuró, a pesar de que odiaba su casa, el pequeño cuarto frío que estaba repleto de cosas.

Con un suspiro, su mamá se volvió y se inclinó hacia abajo, así que estaban cara a cara. Su cara estaba gris, delgada y fea, con los ojos sin brillo por el dolor. Rafael odiaba su cara, también. Solía ser tan diferente. Ella solía ser la mujer más bella en su vecindario. La enfermedad la hizo fea y Rafael lo odiaba y la odiaba.

"Bebé" dijo con voz ronca. "¿Te acordas que solías preguntar por tu papá? Esta es su casa, una de sus casas. Vas a vivir con él ahora."

Los ojos de Rafael se abrieron. Miró a la casa grande.

"¿Papá?'

"Sí" dijo, tomando de nuevo su mano y tirando de él hacia la casa. "Él es... él es un hombre muy importante y te puede dar cualquier cosa que necesites. Él... él se ocupará de vos."

A medida que sus palabras se hundieron en él, Rafael retiró la mano y corrió por delante de ella.

Un papá. ¡Su papá! Mateo tenía un papá. Benja tenía un papá también. Incluso esa tontita de Lupe tenía un papá. Un papá. Tenía un papá de verdad. Y ¡tal vez su papá podía arreglar lo que estaba mal con su mamá, también!

Rafa golpeó la puerta delantera.

"Rafael" Amonestó su mamá, pero un ataque de tos terrible interrumpió cualquier otra cosa que ella quería decir.

La puerta se abrió, revelando a un hombre en el otro lado.

No era muy alto, pero parecía... agradable. Él no se parecía a Rafael, -todo el mundo dijo que Rafa se parecía a su mamá- Pero tenía los ojos como él.

El hombre -su padre- lo miró con confusión, una educada sonrisa en los labios.

El corazón de Rafael latía en su pecho.

Él sonrió.

"Hola."

"Hola" dijo suavemente su padre. "¿En qué puedo ayudarte?"

Rafael le sonrió.

"Soy Rafa."

Parecía desconcertado, su papá miró por encima del hombro de Rafael.

Detrás de Rafa, su mamá finalmente dejó de toser.

"Hola, Eduardo" dijo ella, su voz todavía terrible por la tos. Su papá la miró, su cara... vacía.

A medida que el silencio se prolongó, Rafael tuvo una sensación extraña en el estómago.

"Perdón, señor, no escuche los golpes" dijo de pronto una voz masculina de disculpa. "No debe abrir la puerta."

"Está bien, Jere" dijo su papá después de un momento. "No es nadie importante. Podes irte" Le frunció el ceño a su mamá. ¿Tal vez él no la había reconocido? Se veía tan diferente ahora que ella estaba enferma.

"Soy tu hijo, Rafa" Lo intentó de nuevo, tratando de dar al hombre su mejor sonrisa. La mamá de Mateo siempre dijo que era un niño bonito e irresistible cuando era agradable.

Su papá le dio una mirada muy extraña.

Antes de que pudiera decir nada, se oyó el sonido de alguien corriendo y, a continuación, un niño, de la edad de Rafael, vino entre las piernas de su papá.

"¡Papi, no terminamos de jugar!" dijo, agarrando su mano y tirando del hombre.

"Espérame en la sala de estar, Valen."

El chico miró a Rafa e hizo una mueca.

"¡Dale algo a los pobres y vamos!" Rafa miró al chico, de repente consciente de que él se veía como un mendigo en comparación con el niño, que usaba ropa limpia y ordenada.

Rafael nunca había visto ropa de ese estilo.

"¡No digas eso!" dijo, lanzándose hacia adelante y empujando al chico. "¡No soy un pobre!"

"Rafa" Su mamá comenzó, pero otro ataque de tos la interrumpió a mitad de camino.

"¡Papá!" El niño gritó, tratando de empujar a Rafael lejos.

Manos agarraron el cuello de Rafa y lo empujaron fuera del chico.

Mirando hacia arriba, Rafael se encontró con los ojos con ira de su papá. Él tuvo esa sensación rara en el estómago de nuevo.

"Decile que no soy un pobre" Susurró. "Decile que soy tu hijo."

Algo brilló en los ojos de su papá, algo así como vacilación. Miró por encima del hombro de Rafael a su mamá.

"Eduardo, por favor" dijo, con la voz entrecortada. "No tiene a nadie. Cuando me vaya, él..."

"Papi, ¿Quiénes son estas personas?" El niño se quejó.

"¿Eduardo?" una voz femenina culta llamó. Se oyó el ruido de pasos que se acercaban. "¿Quién es?"

Tragando, su papá soltó el cuello de Rafa.

"Nadie" dijo y cerró la puerta en la cara de Rafael.

La memoria era una cosa caprichosa.

Rafael no recordaba lo que le dijo a su madre después o lo que ella le dijo. Sólo tenía un vago recuerdo de la muerte de su madre unos meses más tarde. Pero recordaba con perfecta claridad lo que sentía mientras miraba la prístina puerta blanca hace dieciséis años; la sensación de insuficiencia y completa humillación y el dolor. Y la ira.

Rafael sacudió la cabeza con una sonrisa torcida.

Dios, esto era tan patético.

Era perfectamente consciente de que era un caso de libro. Freud habría tenido un día de campo con él.

El sabía que una de las razones por las que no podía soportar a Matías era porque proyectó su odio hacia el chico -su verdadero hermano- en él, a pesar de que no ayudó el que Matías a menudo lo hacía sentir inferior, también.

Matías a menudo lo acusó de ser una mierda de dos caras, manipulador.

No estaba equivocado.

Pero él no estaba bien, tampoco.

A Rafael le hubiera gustado ser tan tortuoso como Matías lo imaginaba ser, pero la verdad era más simple y mucho más degradante; Rafa ponía mucho esfuerzo en ser del agrado de otras personas porque lo necesitaba.

Pero ser consciente de sus problemas y realmente hacer algo acerca de ellos eran dos cosas diferentes. Hacía dieciséis años y él todavía no podía lidiar con el rechazo mejor que cuando era un niño.

Odiaba sentirse inadecuado.

Inferior.

No deseado y humillado.

Nunca había odiado a Fernando Contigiani más.

Rafa cerró los ojos, tratando de aclarar su mente, pero no pudo borrar el recuerdo de su propia voz temblorosa, necesitada implorando a Fernando y el golpe del rechazo.

Por supuesto que Fernando lo había rechazado, él podía desear a Rafa físicamente, pero tenía una novia perfecta con la que se iba a casar.

El papá de Rafael la habría aprobado.

Una risa brotó de su garganta y Rafa sacudió la cabeza.

No.

Él no dejaría que Fernando le redujera a esto.

No iba a revolcarse en la autocompasión.

Así que Fernando lo rechazó; ¿y qué? fue algo bueno.

No importaba lo humillante que era, era bueno que Fernando se hubiera detenido antes de que pudieran ir demasiado lejos.

Si se hubiera acostado con Fernando, se habría arrepentido de todos modos. Una cogida no era digno de su autoestima. Nunca sería "la otra mujer" como su mamá había sido.

Así que, que se joda Fernando. A Rafael no le importa nada de él.

Era Rafael Federman, una estrella de fútbol de clase mundial y millonario, y era increíble. Millones de personas querían ser él. Millones lo querían.

Fernando era nada. Fernando era nadie para él. Fernando no se merecía besar sus botas. Y Fernando seguro que no merecía una cogida fácil.

Su mandíbula se apretaba, Rafael sacó el celular y lo llamó.

"Mirá" dijo Fer cuando finalmente respondió. "Sobre lo que pasó..."

"Descuidaste tu trabajo durante dos días" Rafael lo interrumpió, su voz dura. "Espero que estés acá a primera hora de la mañana."

Hubo un silencio en la línea.

Por fin, Fer dijo: "Estoy yendo a lo de Enzo. Voy a entregar mi renuncia."

"¿Por qué?"

Fernando exhala audiblemente.

"Rafa..."

"No, realmente no entiendo por qué estás dejando el trabajo" Rafa se burló, asegurándose de sonar tan burlón como fuera posible. "Si se trata de lo sucedido esta mañana, olvídate de eso. Obviamente no va a suceder de nuevo. No sé que estaba pensando" Rafael sonrió con gravedad, contento con lo aburrido e indiferente que sonaba su voz. "Yo espero verte acá mañana."

"Lo estoy dejando, Rafael."

"Ah, ya entiendo" dijo amablemente. "Tenés miedo de que no seas capaz de mantener tus manos fuera de mí."

"No tengo miedo de eso" dijo Fer con irritación.

"Entonces demostralo" dijo Rafa suavemente. "Pero creo que no podes. Tenés miedo de estar cerca de mí."

"¿Cómo entras por la puerta de entrada con una ego tan grande?" preguntó Fernando con una risa.

"Es un talento especial. Soy muy talentoso. No llegues tarde" Rafael colgó, sabiendo que había ganado.

-O perdido...- algo susurró en el fondo de su mente.

La verdad era que tenía miedo, también.

Chapter Text

Cuando el timbre sonó a la mañana siguiente, Rafael ya estaba en el gimnasio, estirando sus músculos antes de su sesión de entrenamiento.

Él no se apuró en ir a la puerta, se detuvo para comprobar su reflejo en el espejo.

Rafa se pasó la mano por su sedoso cabello, haciendo su pelo ya desordenado aún más desaliñado. Miró a su ropa: una camiseta sin mangas que hacía que sus ojos se vieran más azules y un par de pantalones cortos blancos que dejaba ver sus piernas y culo a la perfección.

Rafael sonrió con gravedad.

-Perfecto-

Quería que Fernando lo mirara, sabiendo que el nunca, jamás podría tenerlo.

El timbre sonó de nuevo. Alguien se estaba impacientando.

Con una última mirada al espejo, Rafael fue a abrir la puerta.

Los ojos de Fer inmediatamente fueron a las caderas y las piernas de Rafael. Sus labios se adelgazaron. Metió las manos en los bolsillos de la campera y le dio a Rafa una mirada muy impresionada.

Rafael sonrió inocentemente. "Buenos días."

Aún sin decir nada, Fernando continuó perforando un agujero en Rafa con los ojos.

Rafael se humedeció los labios secos y se aclaró la garganta. "Está bien, quiero dejar algo claro: lo que sucedió ayer fue estúpido y no volverá a ocurrir. Besás mal, por cierto."

"¿De verdad?" dijo Fer entre dientes, todavía viéndole molesto. "Me diste una impresión diferente ayer."

Rafa miró. "Debés saber que simplemente tengo una boca muy sensible. Me gusta tener algo en la boca, eso es todo."

Fernando se le quedó mirando.

Rafa luchó contra el rubor que amenazaba con colarse hasta sus mejillas, preguntándose qué demonios estaba mal con él. Su filtro cerebro -boca parecía inexistente cuando Fer estaba cerca.

Pensando que el ataque era la mejor defensa, Rafa sonrió. "Te estás imaginando mi boca alrededor de tu pija, admitilo."

La mandíbula de Fernando se movió.

"No te molestes en negarlo" dijo Rafa con un encogimiento de hombros. "No me importa. No es que alguna vez vaya a suceder, por lo que podes imaginar todo lo que quieras. No me tocarás de nuevo."

"No seas absurdo" dijo Fer. "Soy tu fisioterapeuta. No puedo evitar tocarte."

Sintiéndose tonto y avergonzado -se sentía de esa manera demasiado a menudo en presencia de Fernando - Rafa frunció el ceño y se dirigió al gimnasio, tratando de no pisar fuerte, consciente de su lesión. Su ingle no le molestaba en absoluto últimamente, pero él no estaba dispuesto a correr el riesgo de volver a lesionarse, nunca oiría el final de ello por parte de Fernando.

"Dejá de sacudir tus caderas" dijo Fernando irritado, siguiéndolo.

"Nadie te está obligando mirar" dijo Rafa, con igual irritación.

Maldita sea, esto había sido una idea terrible. No debería haber manipulado a Fer para que se quede simplemente porque su orgullo fue herido. ¿Qué estaba tratando de probar? Era obvio que no podían lograr una relación de trabajo, mientras que esta... tensión estaba colgando entre ellos, densa y cargada. Dios, nunca antes había querido tanto sexo que tenía que pararse conscientemente a sí mismo de saltar a los huesos del individuo.

Entraron en el gimnasio en un tenso silencio y se miraron.

Fernando se acercó a las colchonetas.

"¿Hiciste los ejercicios de ayer?" Su voz era fría y muy profesional, de repente. "¿Aducción de la cadera, flexión de la cadera?"

"Sí" dijo Rafa.

"¿Los ejercicios isométricos aductores?"

"Sí."

"¿Aplicaste hielo después de los ejercicios?"

"Por supuesto que sí."

"¿Sentiste algún dolor?"

Rafa sacudió la cabeza.

"¿No hay dolor ahora?"

"Te dije que estoy listo para el entrenamiento. La formación real."

"Voy a ser yo quien juzgue eso" dijo Fernando, apoyado contra la pared y cruzando los brazos sobre el pecho. "Empeza con los estiramientos en primer lugar."

Poniendo los ojos en blanco, Rafa agarró la pelota medicinal.

"Bueno."

Hizo sus ejercicios en silencio, tratando de ignorar la figura vestida de negro que lo miraba como un halcón.

No miró en la dirección de Fer, pero podía sentir su mirada pesada, casi como un toque físico.

Sentía la mirada de Fernando mientras se reclinaba en la espalda y separó las piernas.

Cuando se inclinó de rodillas y colocó sus pies apoyados en el suelo. Mientras colocaba la pelota medicinal entre las rodillas y presionaba hacia adentro.

Sentía la mirada de Fer en las piernas y los muslos mientras apretaba y relajaba.

De pronto fue muy consciente de lo verdaderamente minúsculos que eran sus pantalones cortos. Y a pesar de que se había vestido de esta manera para volver a Fernando loco, que volviera a pegarle en el culo.

Se sentía desnudo y estimulado.

"Dejá de mirarme." Dijo Rafa, girando sobre su lado para hacer la aducción de cadera contra la gravedad.

"No te estoy mirando. Estoy observando. Ese es mi trabajo."

Rafael resopló, doblando la pierna superior hacia la parte frontal de la pierna inferior. Él levantó la pierna lo más alto posible, jadeando un poco como la levantó.

"Estoy bastante seguro de que tu trabajo no involucra comerse con los ojos los muslos de tu paciente."

Fernando río. "Tenés una rica imaginación. Solo ves lo que querés ver."

Rafael se puso boca arriba y con la mirada hacia él. "¿Qué se supone que significa eso?"

Fer se acercó y se arrodilló a los pies de Rafa "Aducción excéntrica ahora" dijo, en vez de responder. Sus ojos estaban bajos y su rostro era difícil de leer. "Las piernas estiradas."

"Dejá de cambiar de tema" dijo Rafael, pero hizo lo que se le dijo. "Si tenés algo que decir, decilo. ¿Qué estás insinuando?"

La mano de Fernando de envolvió alrededor de su tobillo.

"Voy a mover la pierna hacia un lado y debes resistir el movimiento, pero no tanto que la pierna no se mueva. ¿Entendido?"

Sus grandes dedos rozaron la piel sensible de su tobillo. Los dedos de los pies de Rafa se curvaron.

"Respondé a la maldita pregunta"

Fer movió con fuerza la pierna hacia un lado y Rafa chupó una respiración, aunque Fernando fue relativamente suave, definitivamente había alguna molestia mientras Rafa trató de resistir y reducir la velocidad del movimiento.

"Este ejercicio es un poco más avanzado" dijo Fernando, como si Rafa no hubiera dicho nada. "Es más probable que cause algún dolor muscular mañana."

Rafa tomó una respiración profunda a través de sus dientes "Te hice una pregunta."

"No hagas preguntas cuyas respuestas no quieras oír."

"Yo juzgaré eso" dijo Rafa, sabiendo lo mucho que irritó a Fernando cuando lanzó sus propias palabras hacia él.

Por último, Fer lo miró a los ojos. La sonrisa torcida en sus labios estaba en desacuerdo con la intensa mirada mortalmente seria de sus ojos.

"Si estos shorts cortos fueran más cortos, serían llamados cinturón. Nunca vi una invitación más obvia que lo que estás usando ahora."

Luchando por mantener su expresión bajo control, Rafael logró poner en una sonrisa descarada.

"Me parece que vos sos el que ve lo que quiere ver. No me gusta decírtelo, pero yo no te deseo. No estoy tratando de seducirte, o algo así. Si lo estuviera, ya estarías acostado sobre tu espalda, rogándome."

"¿Estás seguro de que no es al revés?" Murmuró Fer, un destello de diversión en sus ojos. "Lo recuerdo de otra manera."

Uf, Rafael nunca había querido matar a alguien más. Él levantó la barbilla. "Ese fue un momento de locura."

"Estoy de acuerdo. Soy hetero."

Las cejas de Rafael se arrastraron hacia arriba. "Me diste una impresión diferente ayer."

"Como dijiste, fue un momento de locura. No estoy interesado en los hombres."

"¿De verdad?" dijo Rafa, sonriendo. "Entonces fue la lengua de tu malvado gemelo gay la que estaba en mi garganta ayer. ¿Tu futura esposa sabe al respecto?"

Fer lo miró a los ojos con calma.

"Ya te he dicho, Sofia y yo estamos en una relación abierta hasta la boda. Y para alguien que sigue diciendo que fue un error, seguro que sigues hablando mucho sobre eso."

Rafael buscó algo que decir, algo que le daría la ventaja, algo que lo impidiera sentirse tan fuera de su lugar. La sonrisa sardónica de los labios de Fernando era absolutamente exasperante. Fernando sabía que lo deseaba, y después de la humillación de ayer, Rafa apenas podía negarlo.

Pero ¿por qué debería negarlo?

"La verdad es que yo estaba caliente" dijo Rafa y le sonrió a Fernando. "Sí, podes añadir “puta” a la larga lista de defectos míos. Yo estaba caliente y estabas ahí. La verdad es que cualquier pija lo habría hecho."

Los dedos de Fernando apretaron alrededor del tobillo de Rafael.

Rafa ladeó la cabeza, mirándolo inocentemente.

"¿Qué? No me digas que pensabas que eras especial. Si no estuviera herido, tendría sexo todas las noches." La mentira descarada salió de su lengua con facilidad. "Pero lo entiendo: por supuesto que te gustaría pensar que me gustas, cualquiera lo haría. Soy irresistible."

"Irresistible no es la palabra que se usa para describirte" El agarre de Fernando en su tobillo era casi doloroso ahora.

"¿Tierno?" dijo Rafa con una sonrisa, batiendo sus pestañas. Molestar a Fernando siempre era tan divertido. "¿Hermoso? ¿Cogible?"

La mirada de Fer era lo suficientemente fuerte como para enviar a alguien escondiéndose lejos.

"Azotable."

"Ah" dijo Rafa, luchando por mantener su tono alegre y burlón. "Admítilo: amas totalmente azotarme. Te estás muriendo por hacerlo de nuevo" Él lo dijo como una broma. Principalmente.

Pero cuando los ojos de Fer se pusieron vidriosos, la sonrisa de Rafael se desvaneció, su boca de repente estaba muy seca.

Sus ojos se encontraron.

-Movete- la voz en el fondo de su mente susurró. -Salí de ahí.-

Pero Rafael no podía, estaba clavado en la mirada de Fernando y atrapado en una red de necesidad.

Cada segundo que pasaba hizo cada respiración fuera cada vez más difícil, dejando a Rafa sintiéndose extrañamente expuesto y vulnerable. Pero era un arma de doble filo: él sabía que Fernando también lo deseaba.

"Vení acá" dijo Fernando, su voz en un tono bajo y su rostro sombrío.

Era vago, pero Rafael sabía lo que quería decir. Lo que los dos querían.

Poco a poco, como en un sueño, Rafa se movió y se tendió sobre el regazo de Fernando. Enterrando la cara en la alfombra, cerró los ojos al sentir la mano de Fernando tirando de sus pantalones abajo, sus movimientos impacientes, urgentes y espasmódicos.

Iba sin ropa interior.

Rafa podía sentir casi físicamente los ojos de Fer en la curva de su culo desnudo.

Probablemente no deberían hacer esto.

Pero, por otro lado, esto era lo suficientemente seguro. No era sexo, pero era algo. Una salida para toda la frustración que se habían ido acumulando en su interior.

Un golpe aterrizó en la mejilla.

Rafael se tragó el grito que se elevó a los labios. Podía sentir el aguijón y el calor residual, donde había aterrizado la mano de Fernando. Se sentía raro... satisfactorio al mismo tiempo que humillante. Lo que probablemente sólo comprobaba que estaba demente por haberse dejado alguna vez llegar a esta situación.

Durante un largo momento, la mano de Fer simplemente acarició la piel suave que todavía llevaba la huella de sus dedos.

Rafael trató de luchar contra la tentación de mover sus caderas y apoyarse en el toque. No era sexo. Ellos no estaban teniendo relaciones sexuales. "¿Eso es todo lo que tenés? Se siente como una picadura de abeja."

"Pero la..." La mano de Fernando descendió en su nalga en una fuerte palmada, que escocía.

Rafael se quedó sin aliento, frotándose la mejilla enrojecida sobre la colchoneta cuando Fer comenzó a azotarle en serio, sin darle ningún tiempo para hablar entre golpes.

Esta vez Rafa no luchó contra el sentimiento vaporoso y cálido que comenzó a nublar sus sentidos. Se relajó, jadeando con cada golpe. Su piel comenzó a picar bastante duro, y cada golpe se sentía más agudo y mejor…

De repente, la paliza se detuvo. Rafael hizo un ruido decepcionado.

"Si no me detengo ahora, no serás capaz de sentarte mañana" dijo Fer, su voz áspera y su respiración entrecortada.

Rafael se retorció contra la palma de la mano de Fernando. -Más-

"Va a doler" Fernando gruñó, su gran mano tocando la mejilla punzante de Rafael.

Rafa se retorció de nuevo, apoyándose en el toque. No podía pedirlo en voz alta.

"Será irresponsable" Fernando sonaba como si estuviera tratando de convencerse a sí mismo.

"Cállate y solo hacelo" susurró Rafa. "Haceme bosta."

Silencio...

El momento se prolongó.

Podía sentir a Fernando mirando hacia abajo en él, y la tensión le montó mientras Rafael resistía a la tentación de volver la cabeza y mirar a los ojos de Fer, para poner fin a esta espera enloquecedora. Quería implorarle a Fernando que le pegara más duro, que lo tomara, simplemente hacer algo.

No pudo ocultar su jadeo cuando una mano se metió en su pelo, obligando a girar la cabeza y mirarlo.

El calor en los ojos oscuros de Fer lo quemó, la intensidad haciendo calentarse algo dentro de él también. Se sentía como si el rostro de Fernando llenara todo su mundo, sin dejar espacio para nada más.

La mano de Fernando fue a la garganta de Rafa, tan suave, sin embargo, tan amenazante.

Un pulgar acarició su pulso antes de que los dedos apretaran, muy ligeramente.

Rafael no se movió, se limitó a mirarlo por debajo de sus pestañas.

Las fosas nasales de Fer se encendieron. Se inclinó hacia delante, con su cara casi tocando la de Rafa, hasta que sus respiraciones se mezclaron y sus labios estaban tan cerca, tan cerca...

Rafa se tensó para el contacto, sufriendo por los labios de Fernando, con ganas de ser besado, pero estr se enderezó con un bajo: "Dios" Rafa no pudo reprimir del todo el gemido de decepción.

Fernando miró, con una expresión oscura en su rostro.

De repente Rafael era dolorosamente consciente de lo vulnerable que estaba en esta posición: acostado medio desnudo en el regazo de su fisioterapeuta, sin ningún tipo de influencia para hacer cualquier cosa. Y la mano de Fernando estaba todavía alrededor de su garganta.

Mirandolo a los ojos, se relajó, dejando al descubierto su garganta aún más.

Fernando inhaló bruscamente, se lanzó hacia adelante y hundió sus dientes en la sensible piel del cuello de Rafael.

Ambos gimieron, y los ojos de Rafa se deslizaron cerca, su cuerpo flojo, con la mente en blanco felizmente mientras Fernando prácticamente le mordió el cuello.

No fue un beso, ni tampoco era un chupón.

Dolía.

Le dolía mucho, pero el dolor se mezclaba con tal placer del tipo que enrosca los dedos de los pies y Rafa se encontró frotando su erección contra el muslo de Fernando.

"No se supone que estés disfrutando de esto."

Un golpe vicioso aterrizó en su nalga izquierda, la fuerza de ello haciéndole soplar el aire de sus labios, y luego otro, y otro.

A la vez que Fernando se mantenía chupando y masticando su cuello, su respiración áspera, el único sonido en el que Rafa podría enfocarse.

No tenía idea de cuánto tiempo duró.

Todo era una falta de definición de dolor y placer y sus gemidos y respiración pesada y los dientes de Fernando.

Sus ojos estaban húmedos pero no fue capaz de hacer que le importara.

Hubo otro golpe violento, y otro, hasta que su piel estaba ardiendo y Rafa se retorcía, queriendo, necesitando...

"Fer" exhaló, boca seca como papel de lija.

Los firmes labios de Fernando se movieron por su cuello, los rastrojos raspando la piel de Rafael, antes de que sus dientes se hundieran en el lóbulo de Rafa y un golpe aterrizara justo entre sus mejillas.

Rafa gritó, corriéndose duro, y luego se estaba ahogando, y él no quería nada más que fundirse en Fernando, caer en la cálida neblina, tranquilo.

Él dejó escapar un sonido pequeño, desesperado, necesitando.

Suspiró cuando Fer se estiró a su lado, tirando de él hacia su hombro.

Una mano cálida se posó en la nuca, de alguna manera estabilizandolo, y Rafa se alejó flotando, con la sensación de seguridad, y calma, y calidez.

Tan cálido.

Antes de darse cuenta, estaba dormido.

Chapter 13

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Rafael miraba su reflejo en el espejo.

Las huellas de manos sobre su culo.

En su cuello, que le hacía parecer como si fuera la víctima de un vampiro.

Había dicho a Ester que reprogramara la entrevista que se suponía que debía dar esa tarde. No podía hacer la entrevista cuando se veía así.

Mordiéndose el labio, Rafael tocó el chupón gigante en el lado de su cuello y se estremeció.

A pesar de la evidencia, todo parecía bastante surrealista.

Cuando se había despertado en el gimnasio ayer, no había rastro de Fernando en la casa.

Rafael habría pensado que fue sólo un sueño muy vívido, extraño si no hubiera sentido sus nalgas como si estuvieran en llamas y si no se había secado su corrida en su piel.

Se preguntó si Fer incluso fuera a venir esta mañana.

Lo dudaba.

El timbre sonó.

Su estómago se desplomó en un infierno helado en algún lugar debajo de sus botas.

Se puso sus pantalones de chándal y corrió escaleras abajo.

Cuando abrió la puerta, los ojos de Fernando se centraron en su garganta. En las marcas que sus dientes habían dejado ayer.

Rafa reprimió el impulso tonto de cubrirlas.

Se sentía como si una pequeña eternidad pasara antes de que Fernando le mirara a los ojos.

Rafa se humedeció los labios con la lengua, sin saber qué decir.

Demonios, ni siquiera estaba seguro de lo que había sucedido.

Estrictamente, lo que pasó ayer no fue sexo; ni siquiera se besaron.

Fer acababa de darle nalgadas y unos chupones desagradables.

Así que sí, estrictamente hablando, no era sexo.

Pero en cierto modo, era peor. Su memoria era un poco confusa, pero estaba bastante seguro de que no había imaginado a Fernando sosteniéndole después.

¿O había sido un sueño?

En cuanto a Fer ahora, era difícil de creer que algo de eso había sucedido.

Rafa se hizo a un lado.

Fernando entró en la casa, muy inflexible en sus movimientos. Él estaba más apretado que una cuerda de arco a punto de romperse.

Rafa cerró la puerta y se apoyó en ella, sintiendo una fuerte sensación de deja-vu.

Inesperadamente, Fer se apoyó en la puerta, también.

Rafael había pensado que Fernando trataría de poner la mayor distancia entre ellos como sea posible. Y sin embargo, se encontraban cerca.

Sus hombros estaban rozándose.

Rafa enganchó el pulgar en la cintura de sus pantalones de chándal y atrapó su labio entre los dientes.

A pesar de las varias capas de tejido, su piel estaba hormigueando donde sus hombros se tocaban.

Jesús.

Esta cosa era ridícula.

Por fin, Fernando soltó un suspiro, rompiendo el silencio.

"No me gusta repetir lo obvio, pero..."

"Fue un error" dijo Rafa, mirando a la pared opuesta.

"Sí."

Otro silencio largo y tenso.

"Mirá" dijo Fer. "No quiero ser ese tipo. No soy ese tipo de hombre."

"¿Ese tipo de hombre?" sonrió Rafael. "¿Queres decir el tipo de hombre que se va a casar dentro de unos meses, que dice que es hetero, y que tiene fantasias raras?"

"Todas esas cosas son ciertas."

Rafael tarareó.

"Tenés una forma curiosa de demostrarlo. ¿Por qué estás acá?"

"¿Qué?"

Rafa volvió la cabeza hacia él y estaba un poco sorprendido por lo cerca que estaban sus caras.

"¿Qué estás haciendo acá, Fer?" Preguntó en voz baja y suave. "Si estás tan disgustado por lo que pasó, deberías haber ido directamente con Enzo y decirle que renuncias. Nadie puede obligarte a que te quedes, contrato o no." Rafa ladeó la cabeza. "¿Entonces qué estás haciendo acá?"

Estudió el perfil de Fernando cuando quedó frente a él.

Podía ver el pulso apenas perceptible de los músculos en la mandíbula de Fer.

Rafael puso una mano en el bíceps de Fernando.

Los músculos se pusieron rígidos mientras lentamente pasó la mano por el brazo de Fernando a su muñeca.

Podía sentir la tensión increíble en el cuerpo de Fernando, y reflejandose en el suyo.

Rafael se encogió cuando se dio cuenta que sus dedos temblaban.

Temblaban...

Por el amor de dios.

"No me toques" dijo Fer, con la voz tensa.

"¿Sabes lo que pienso?" Rafa murmuró, envolviendo los dedos alrededor de la muñeca de Fernando. Él les apretó para que el temblor no fuera tan notable. "Creo que lo odias. Odias desearme. Lo odias y te parece que está mal, y gay, y que no podes desear a alguien que ni siquiera te cae bien. Crees que sos mejor que eso, pero la cosa es que no lo sos. O vos no estarías acá conmigo ahora."

Fernando lo miró.

"Yo no te deseo."

Rafael tocó su propio cuello.

"Entonces, ¿qué es esto?"

Los ojos de Fer echaron una ojeada a los chupones. Sus labios se apretaron en una línea.

Rafa sonrió descaradamente.

"Ah, ¡ya sé! ¿El gemelo malvado ataca de nuevo? O tal vez..."

Fernando cerró sus bocas juntas.

Gimiendo, Rafael agarró el pelo de Fer y tiró de él más cerca, abriendo la boca, ansioso, tan condenadamente ansioso.

Dios...

Los labios de Fernando estaban calientes y ásperos, su pescuezo enviando escalofríos por la columna vertebral de Rafa.

Los labios de Fernando sabían a resentimiento, ira y algo primitivo.

Era el beso más profundo, más salvaje que había tenido.

Fer le dio un beso como si lo odiara y lo anhelara al mismo tiempo, la boca como un hierro de marcar, abrasando sus labios y agitando sus sentidos en un frenesí de deseo embriagador y necesidad.

Él quería, necesitaba, los labios de Fernando en todas partes, en todo el cuerpo, que aspiraran en su cuello, sus pezones, su pija, entre sus mejillas...

Como si hubiera leído sus pensamientos, la boca de
Fer se trasladó a su cuello, mordisqueando y chupando.

Rafael abrió la boca, los ojos rodando hacia la parte posterior de su cabeza.

Probablemente debería parar a Fernando; nunca había sido fan de la gente que le marcaba, pero no pudo hacerlo.

-Él me desea, él me desea, me desea...-

Rafael clavó las uñas en la nuca de Fernando y susurró:

"Me deseás."

La boca de Fernando se quedó inmóvil, sus hombros endureciéndose.

Se apartó lentamente.

Respirando con dificultad, se miraron el uno al otro.

Las pupilas de Fer estaban tan dilatadas que sus ojos parecían oscuros.

"No" dijo, su voz apenas reconocible. "Yo no te deseo" Él apartó la cara, poniendo la mano en el picaporte. "Esto no es desear."

Rafael tomó una respiración profunda, calmante.

Por lo menos se suponía que era calmante.

"Entonces, ¿qué es esto?"

Porque es seguro que se sentía como desear.

Se sentía como si su cuerpo estuviera en llamas, todo su cuerpo vivo como nunca había estado antes. Deseaba tanto sacudirse, sus testículos y pija doloridos.

El podría apenas detenerse de engancharse a Fernando de nuevo y pedirle que lo tomara, pero el dolor del rechazo todavía estaba fresco en su mente.

Estaría condenado si le rogaba de nuevo.

"Debilidad" dijo Fer con irritación. "No me gustás. No como persona."

"Ah" dijo Rafa. Trató de rizar sus labios en una sonrisa. Fue más difícil de lo habitual. "Lo único que querés es cogerme."

"Yo no…" dijo Fernando antes de cortase a sí mismo. Él apretó los dientes y miró a Rafa, como si fuera de alguna manera su culpa.

Por supuesto que lo era.

Rafael se enderezó y se alejó.

"No te preocupes, lo entiendo: todo esto es mi culpa. Yo soy el malo, como de costumbre. Ándate, decile a Enzo que vas a renunciar, y volve con tu novia."

Se dirigió hacia arriba, sintiendo la mirada de Fernando en su espalda. En la parte superior de la escalera, Rafael se detuvo y miró por encima del hombro.

Él sonrió ampliamente. "Chau. Tratá de no pensar en mí cuando la cojés"

Silbando una melodía alegre, reanudó su camino.

Una vez en su habitación y fuera de la vista de Fer, Rafael se desplomó contra la puerta. Había una sensación desagradable firmemente alojada en su garganta y no sabía cómo deshacerse de ella.

-No me gustás. No como persona.-

"Te odio" susurró. "Te odio."

¿Qué había en él que lo hacía no querible… no deseado? ¿La gente lo miraba a los ojos y no veían nada digno? ¿Era tan mala persona, tan poco atractivo?

Tal vez si.

Parpadeando rápidamente, Rafael se acercó a la cama y se dejó caer. Abrazó su almohada y cerró los ojos.

"No me importa" dijo en voz alta. Nunca se había preocupado antes. Él no iba a empezar ahora. Era Rafael Federman, una estrella de fútbol, y él era… él era...

Todo el mundo lo amaba. La gente lo amaba.

Lo amaban.

Notes:

Unos problemas de autoestima rafita

Chapter 14

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Enzo se echó hacia atrás en la silla y observó a su amigo en silencio.

Fernando sostuvo su mirada con constancia.

"Por lo tanto, no cambiaste de opinión" dijo Enzo. "¿Todavía querés renunciar?"

"Sí."

"Y aún te negas a decirme el por qué" dijo Enzo con frialdad. No estaba muy contento con Fer en ese momento. Fernando era la última persona de quien esperaba que fuera tan irresponsable y renunciara en medio del proceso de rehabilitación de su paciente. Y en un nivel puramente personal, le molestaba que Fernando no confiara en él lo suficiente como para compartir el motivo por el cual quería irse. Eran buenos amigos. Por lo menos, él había considerado a Fer uno de sus amigos más cercanos en España.

"Mirá" dijo Fernando. El conflicto en su cara era fácil de ver. "Es... es personal."

Enzo se le quedó mirando.

"¿Personal?"

Pasándose una mano por la cara, Fer se apretó el puente de la nariz.

"No puedo mantener una distancia profesional. Logra meterse bajo mi piel."

Eso Enzo podía creerlo. El mundo conocía a Rafael, como a un hombre simpático, de trato fácil, pero Enzo se había dado cuenta de cuán errónea era esa imagen. Aún así, no creía que Rafael fuera un engendro del diablo como Matías lo pintaba. Las cosas raramente eran blancas y negras, malas y buenas.

"Pensé que podías manejarlo" comentó Enzo, observando con curiosidad a Fer. La última vez que había visto a Fernando y a Rafael en la misma habitación, Rafa era el que estaba exigiendo que Fernando fuera despedido, mientras que Fer actuaba frío y tranquilo, incluso divertido. ¿Qué había cambiado?

"Yo pensaba lo mismo" dijo Fernando, una esquina de su boca encrespándose en una sonrisa sin humor. "Estoy acostumbrado a los pacientes difíciles, ya lo sabés."

"¿Pero?"

"Está intentando seducirme."

Al principio pensó que había escuchado mal a Fer. Pero por supuesto que no.

"Ah" dijo Enzo. Y rió entre dientes. "¿Eso es todo? Es solo la forma en que la que él es. Rafa siempre ha sido un coqueto."

La expresión en el rostro de Fernando era difícil de leer.

"¿Se te insinuó?" dijo. Su voz sonaba un poco extraña.

Enzo frunció el ceño, mirando a su amigo evaluadoramente. Fernando nunca había sido homofóbico. El hermano menor de Fer era gay, y cuando salió del closet, Fernando había sido más que un apoyo.

Pero definitivamente había algo fuera de lugar en su reacción.

"Solía coquetear mucho conmigo, pero no era nada grave" dijo Enzo lentamente. "Creo que lo hacía solo por el gusto de hacerlo, y para molestar a Matías."

"¿Y nunca te sentiste tentado?

"No soy ciego. Fácilmente es el tipo más hermoso que he conocido" Enzo dijo riendo.

Los ojos de Fernando perforándolo como dagas gemelas.

Enzo negó con la cabeza.

"No pasó nada. Él es mi paciente, Fer."

-Algo- asomó en el rostro de Fernando.

"Matías también es tu paciente."

Enzo se congeló, preguntándose cómo Fernando sabía sobre él y Matías.

"Es diferente. Sabés lo especial que él es para mí. Rafa es... sí, es ridículamente hermoso. Soy un hombre gay y tengo ojos, pero nunca me sentí atraído por él. No puedo verlo como a algo más que al hermano de Matías. Cuando amas a alguien, es fácil controlar los deseos superfluos."

Fer titubeó.

Enzo estudiaba la repentina tensión en los hombros de Fernando y la forma en que su mano estaba cerrándose en un puño. Era desconcertante. Nunca había visto a su amigo tan nervioso. No era habitual en Fernando. Siendo el mayor en su familia y acostumbrado a lidiar con sus hermanos menores, Fet no era alguien fácilmente alterable. Algunas personas consideraban a Fernando como a alguien dominante, incluso arrogante, pero Enzo sabía que sólo era consecuencia de que Fer fuera responsable de tanta gente, desde que era un adolescente. Si alguien le hubiera pedido a Enzo que describiera a Fernando con una sola palabra, sin dudarlo escogería la palabra -responsable- Ese era el por qué la repentina decisión de Fernando de renunciar le había sorprendido tanto: estaba muy fuera de lo normal para él.

"¿El coqueteo de Rafa te molesta tanto?" preguntó Enzo, manteniendo su voz neutra. Hablar estas cosas, con sus amigos heteros, siempre era algo incómodo. "Si ese es el problema, le pediré que lo deje de hacer."

Fernando se mantuvo callado.

"¿Fer?" dijo Enzo.

"Quiero cogerlo."

Cuando Enzo no dijo nada, los labios de Fernando se torcieron.

"Deja de mirarme como si me hubiera crecido una segunda cabeza."

Enzo se aclaró la garganta. "Pensé que eras hetero."

"Lo soy" dijo Fer con la mirada turbada. "Solo que realmente quiero cogerme a ese pesado."

Enzo se aclaró la garganta otra vez. Esta no era una conversación que había esperado tener nunca con Fernando, acerca del hermano de Matías.

"¿No están Sofia y vos en una relación abierta?"

Fernando asintió brevemente.

"Entonces, ¿cuál es el problema?"

"¿Cuál es el problema?" Fer rió con dureza. "¿En serio?"

"¿Estás enloqueciendo porque te atrae un tipo?"

"No" Fernando se pasó una mano por la cara. "Tal vez un poco. Ni siquiera me gusta el mocoso. Me vuelve loco. La mitad del tiempo, quiero tirarlo encima de mi rodilla y…" Cerró la boca y le dio una sonrisa triste a Enzo. "...no tiene sentido. He visto y tocado a cientos de hombres desnudos, y bueno, tal vez ninguno de ellos tuviera una boca tan linda" Fernando se interrumpió de nuevo con una mueca. "... no tiene ningún puto sentido."

Enzo no podía decir que él pudiera identificarse. Las mujeres no significaban nada para él, sin importar lo bonitas que fueran.

"Hablar con Matías sería probablemente más útil para vos que charlar conmigo, aunque quizás no."

"¿Por qué no? Siempre pensé que Matías también era hetero."

Enzo miró la foto de su escritorio. Era una foto del equipo, tomada hacía dos años después de ganar la Champions League. Matías estaba apoyado en él, con su mejilla presionada contra Enzo, como un gatito hambriento de afecto.

"Fue diferente para Mati" dijo Enzo, arrancando los ojos de la sonrisa en los labios de Matías. "Él siempre me amó y me necesitó, así que cuando en realidad llegamos a estar juntos, el sexo solo era el paso siguiente. Otros hombres no hacen nada con eso. Me desea porque me quiere, en lugar de al revés. No sabe lo que es desear a un hombre que le desagrade" le echó una mirada a Fernando tanteándolo. "¿Estás seguro de que no podés controlarlo? ¿Realmente tenés que renunciar?"

Una sonrisa de desaprobación apareció en los labios de Fer.

"Hace unas semanas, lo nalgueé sólo porque fue a buscar sexo después de que yo se lo hubiera prohibido, así que creo que es bastante seguro decir que mi juicio profesional se ve comprometido. Deja de mirarme de esa forma. Sé que no debería haberlo hecho. Ya sé eso. No puedo pensar con claridad en torno al mocoso ese" Fernando se pasó la mano por el pelo, la frustración palpable en su rostro. "Cuando está cerca, es como si mi cerebro estuviera en mi pija. Tengo que renunciar."

Enzo lo estudió por un momento.

"El matrimonio es un compromiso muy serio. Debes estar completamente comprometido con tu relación. ¿No sería mejor conseguir sacarte la duda antes de la boda y seguir adelante con tu vida?"

Recibió una mirada fulminante de Fernando.

"Realmente no necesito ese consejo, Enzo."

"No te hagas el boludo" dijo Enzo. "Sabes que tengo razón. Todavía estás en una relación abierta. Sácate la duda antes de casarte con Sofia. Eso sería lo mejor para todos los involucrados."

Fer miró por la ventana.

"Sos terrible dando consejos. Deberías haberme dicho que mantuviera mis manos lejos de él. Ahora tengo una razón perfectamente legítima para hacer lo que quiero."

"¿Eso es malo?"

Una risa áspera dejó la garganta de Fernando. Se puso de pie y agarró su campera.

"Te lo haré saber pronto."

Enzo profundizó el ceño fruncido. A pesar de los consejos que le había dado a Fernando, la situación se le hizo algo incómoda. Rafael era mayor de edad y más que capaz de dar su consentimiento, pero... la situación era un desastre. El hecho de que Rafa fuera paciente de Fer no habría sido un gran problema, sería hipócrita pensar eso, solo que la naturaleza del interés de Fernando por Rafael era diferente a la relación de Enzo con Matías. Fer no quería a Rafael, ni siquiera parecía agradarle. Fernando sólo deseaba a Rafa y parecía resentirse mucho con él por ello."

"Sé que su ingle está mucho mejor ahora, pero tené en cuenta que aún está herido" dijo Enzo. "Traducción: nada de sexo duro y enojado, con uno de mis jugadores lesionados. Si lo hacen, sé cuidadoso" Una parte de él no podía creer que estuviera realmente teniendo esta conversación con uno de sus fisioterapeutas, pero tenía que ser dicho. La salud de Rafael estaba primero.

Fernando sonrió, como si Enzo hubiera dicho algo muy divertido, y se fue.

Enzo se quedó mirando a la puerta algo perplejo cuando la cerró tras Fer.

Seguía mirando a la puerta cuando ésta se abrió de nuevo y Matías caminó dentro de la habitación.

"Cerrá la puerta" dijo Enzo inmediatamente.

Sonriendo y blanqueando los ojos, Matías hizo lo que se le dijo. "No es como si alguna vez hayamos tenido sexo acá."

"Eso no te detiene de venir a molestarme" dijo Enzo con una mirada curiosa.

"Cállate, te encanta" Matías trepó a horcajadas en el regazo de Enzo y acarició su boca contra la mejilla de Enzo. "Mmm, ¿Por qué siempre olés tan bien?"

"Vos olés mejor" dijo Enzo, presionando su nariz en la mejilla de Matías y respirando. Cristo. A veces pensaba que no era posible ser tan feliz y estar tan enamorado. Amaba a este muchacho. Lo amaba más que a nada en el mundo.

Sus pensamientos volvieron a Fernando. No podía imaginarse estar en la posición de Fer. Antes de que él y Matías se hubieran convertido en amantes, Enzo se había acostado con otros hombres, por supuesto, pero su atracción por ellos no era ni siquiera un ápice de lo que sentía por Matías, no importaba lo guapos que fueran esos hombres. Se preguntó sobre la fuerza de los sentimientos de Fernando por Sofia. ¿Realmente era amor si uno fuera capaz de desear tanto a alguien más?

Pero de nuevo, no era su lugar para juzgar. Matías y él no eran exactamente la pareja más normal del mundo.

Matías pasó sus dedos por el cabello de Enzo.

"Vi a Fer. ¿Finalmente se hartó de Rafa y quiere renunciar?"

Enzo se preguntó cómo se suponía que debería responder a eso.

"Algo así."

"¿Algo así?" Matías se alejó y lo estudió con curiosidad.

"No me mires así. No es mi secreto para contarlo."

"Enzo."

"No."

"Enzo."

Riendo, Enzo lo besó una y otra vez, hasta que Matías se fundió en él, olvidándose de Fernando y de su hermano.

Notes:

Ay encito porque ese consejo

Chapter Text

Sentado en su auto, Fernando se quedó mirando la casa.

Había luz en la planta baja, pero por lo demás la casa estaba a oscuras y en silencio.

Todavía lo sorprendía un poco lo común que era la casa. Incluso su propia casa era más grande y más llamativa que la de Fer. Si no lo hubiera sabido, nunca habría adivinado que era el hogar de un famoso jugador de fútbol.

Tal vez ese era el punto, ya que las medidas de seguridad eran inexistentes.

Pero de nuevo, si la casa tuviera una mejor seguridad, él no sería capaz de mirar durante media hora como un espeluznante acosador.

Fernando sacudió la cabeza con una mueca.

Suficiente.

Se bajó del coche y se dirigió hacia la casa mientras que empezaron a caer gotas de lluvia del cielo.

Fernando se negó a dudar antes de llamar.

Había actuado ridículamente por semanas.

Suficiente, era suficiente.

La puerta se abrió y él se puso tenso, pero sólo era Ester.

"Ey."

Ella parpadeó, mirándolo con sorpresa.

"Hola, Rafa dijo que renunciaste" Fernando sacudió la cabeza.

"¿Está en casa?"

Ella hizo un gesto de arriba.

"Sí, pero no creo que sea buena idea hablar con él esta noche. Está de un humor terrible" Ester hizo una mueca y se apartó, dejándolo entrar. "Estuvo así todo el día en realidad. Tuve que cancelar un evento de prensa muy importante. Su gerente de relaciones públicas está enojado conmigo. ¡Conmigo, no con Rafael! ¿Cómo es que es mi culpa que esté actuando como una diva?"

"¿Entrenó hoy?"

"Sí" Ella sonrió con malicia. "Pero creo que fue sobre todo para confundirte y demostrar que puede hacerlo mejor sin ti. ¿Qué hiciste para que se moleste tanto? ¿Lo hiciste comer demasiada comida sana?"

Fer desvió la mirada.

"Necesito hablar con él."

Ella le dio una mirada comprensiva.

"Buena suerte con eso. Traba la puerta cuando me haya ido."

"¿Te vas?"

Ella abrió la puerta.

"Ya estaba a punto de salir. Estuve aquí todo el día y ya son las diez, gracias a dios. Necesito tanto un descanso de él. Estoy segura de que puede sobrevivir hasta la mañana sin tener a alguien a su entera disposición. ¡Nos vemos!"

Fernando cerró la puerta después de Ester, un surco marcado entre sus cejas.

Sus palabras le hicieron preguntarse.

Él tenía una familia grande, ruidosa, y aunque todos sus hermanos se habían independizado hace rato, todavía pasaban una gran cantidad de tiempo en su casa.

Pero cada vez que había visto a Rafael, siempre estaba solo. Ni amigos ni familiares parecían visitarlo nunca, a pesar de su lesión.

¿Tendría a alguien?

Sacudiéndose el pensamiento fuera, Fer se dirigió hacia arriba. No estaba aquí para entender al mocoso o sentir pena por él.

-No deberías estar aquí en absoluto-

Tomó la caminata con calma, con la mano en la barandilla de madera pulida, un paso lento después de otro paso lento.

Sintió resequedad en la boca, con el corazón acelerado.

La pequeña voz en el fondo de su mente le decía que estaba cometiendo un error.

Él no estaba cometiendo un error.

Enzo estaba en lo cierto: esto tenía que hacerse.

Pero sin importar lo que se dijera, no podía quitarse de encima la sensación de que estaba haciendo algo mal.

Él no estaba haciendo nada malo.

A Sofia no le importaría.

Sofia y él habían estado entrando y saliendo de una relación desde hacía casi diez años y habían sido amigos durante quince años. Por sus puestos de trabajo, a menudo no se veían uno al otro por meses, por lo que una relación abierta era simplemente práctica para ellos, y ambos estaban bien con el otro cogiendo a alguien más mientras estuvieran separados.

Se había acostado con docenas de otras mujeres en el transcurso de su relación y Sofia nunca había sido tímida sobre sus conquistas, tampoco.

Bromearon y compartieron una risa sobre ello. En muchos sentidos, Sofia y el eran un viejo matrimonio, amigos más que amantes apasionados.

A decir verdad, nunca habían sido particularmente apasionados, ni siquiera a sus veinte años.

Fernando nunca se había considerado un hombre apasionado. Tenía un impulso sexual saludable, pero eso era todo.

Era un hombre racional, siempre lo había sido.

Su sangre nunca se recalentaba si él no lo permitía. Nunca antes había conocido a alguien y simplemente sentir la imperiosa necesidad de hacerlo callar... con su pija.

Esto no era algo que le hubiera pasado a él anteriormente, hasta Rafael. Este deseo ardiente de tener, poseer, cogerse a alguien contra el colchón le era completamente ajeno.

Era crudo y primitivo; no era algo que pudiera explicar o racionalizar.

No quería hacer el amor o incluso tener sexo con Rafael -quería cogerselo-

No parecía importar que Rafael fuera un tipo, y que a Fernando no le gustaran los hombres.
Quería cogerse a este tipo en específico.

No había nada bonito al respecto.

Era tan primitivo como se podría.
Eso lo tenía algo avergonzado y disgustado, y un poco incrédulo de que le estuviera pasando a él. Sus hermanos se reirían como asnos si se enteraran de que su hermano mayor, el hermano responsable, estaba actuando por su instinto y babeando por una celebridad caprichosa menor que él.

Sofia se cagaria de risa si lo supiera.

Y, sin embargo, ahí estaba él.

Debido a que Enzo estaba en lo cierto: tenía que conseguir sacarse esta duda antes de la boda.

Cuanto antes se deshiciera de ello, mejor.

Empujó la puerta del dormitorio de Rafael abriéndola.

La habitación estaba vacía, pero podía oír el agua corriendo en el cuarto de baño. Rafael probablemente ni siquiera sabía que había alguien más en la casa.

Sintió sus pies en movimiento, sin que su cerebro les dijera que lo hicieran.

El baño estaba sofocante por el vapor de la ducha.

Era grande y espacioso, la ducha lo suficientemente grande como para cinco personas, y solo ocupado por un tipo de tamaño mediano.

Un tipo muy desnudo, que estaba de pie, de espaldas a Fer, con el vapor ondulando en torno a él.

Fernando había sido entrenador personal o fisioterapeuta para muchos actores y deportistas.

Para la mayoría de ellos, sus cuerpos eran la principal fuente de ingresos; muchos de ellos estaban en forma y con buen aspecto, y algunos de ellos eran perfectamente hermosos. Pero sus cuerpos eran trabajo para Fer', nada más.

Sin embargo, cuando su mirada siguió las gotas de agua que bajaban la elegante curva de la espalda de Rafa, su impecable piel dorada, a los hoyuelos por encima del oleaje de su culo perfectamente redondo, Fernando tuvo que recordar a respirar.

Estaba duro como una roca, con las manos y boca prácticamente picando de ganas por tocar y probar.

Él quería morder y besar ese culo perfecto, enterrar la cara contra él y comérselo, como había querido hacerlo ayer, cuando Rafa estaba tumbado sobre su rodilla, con las mejillas enrojecidas por las manos de Fer y tan malditamente bonito que le había tomado toda su fuerza de voluntad para no estirar al chico abriéndolo y lamerlo hasta que estuviera flojo y listo para su pija.

Luego de que Rafa se quedara dormido, unos cuantos tirones de su pija fue todo lo que tomó para correrse como un colegial en su mano.

No estaba en mejor estado ahora.

Con la boca seca, vio cómo Rafael cuidadosamente enjabonó entre sus mejillas, su delgado dedo moviéndose arriba y abajo antes de empujar dentro.

Un pequeño gemido salió de los labios de Rafa.

Fernando se quedó inmóvil, dándose cuenta de que Rafael estaba masturbándose en lugar de limpiarse a sí mismo. Sus ojos se centraron completamente en ese dedo, mientras que Rafa ampliaba ligeramente su postura y apoyaba la frente contra la pared de la ducha para darse un mejor acceso.

Jesús, la curva de su culo era francamente obscena.

El dedo de Rafa se movía dentro y fuera de su agujero, y Fernando no podía dejar de imaginar la enrojecida punta de su pija desapareciendo lentamente dentro de él.

Mierda.

Rafael empujó un segundo dedo dentro y empezó a dedearse con ambos dedos emitiendo pequeños jadeos de placer, que repercutieron directamente en la verga de Fernando.

Fer cerró los ojos, tratando de obligarse a salir.

Debería esperar a Rafael en el dormitorio.

Tenían que hablar.

No se hacía ilusiones de que pudiera dejar la casa sin meter su pija dentro del mocoso, pero necesitaban hablar primero.

Tenía que asegurarse de que Rafa estuviera en su misma página y que entendía que el sexo no significaría, ni cambiaría nada.

-Movete- se dijo a sí mismo.

Fernando se movió, pero no para salir del cuarto de baño.

Se movió hacia Rafael, el agua encubriendo su acercamiento.

Se dejó caer de rodillas en los azulejos del baño y, agarrando las caderas de Rafa, arrastró su boca por la suave mejilla.

El cuerpo de otro se puso rígido, sacando sus dedos inmediatamente.

Trató de dar la vuelta, pero Fer aún lo sostenía y Rafa sólo podía voltear la cabeza. Tenía el rostro encendido, sus ojos azules ampliados, sus largas y oscuras pestañas húmedas y brillantes por el agua.

Estaba tan jodidamente hermoso que las bolas de Fernando empezaron a dolerle mientras que aquellos suaves labios rojos formaban una perfecta “o”

Rafa seguía abriendo y cerrando la boca sin poder articular palabra.

Dios, se veía lo suficientemente bueno como para comerlo.

"¿Qué?" dijo Rafael, pero sus palabras se convirtieron en un gemido cuando Fer le dio a su agujero una larga lamida.

Estirando las mejillas abiertas, Fernando profundizó dentro, saboreando la piel limpia y el lubricante con sabor afrutado. Nunca le había importado hacerle un rimming a alguna mujer que se lo pidiera, pero esta era la primera vez que tomaba la iniciativa de bajar a hacerlo.

Los pequeños gemidos rotos de Rafael, resultaban un giro tan excitante que no podía conseguir suficiente. Pero pronto ya no resultaba suficiente: su pija deseaba estar en donde estaba su lengua.

Parándose, Fer se quitó la campera empapada, abrió el cierre de sus pantalones y sacó su dolorida pija fuera.

"Lubricante" dijo, empujando su cuerpo mojado completamente vestido contra el desnudo de Rafa. Mierda, necesitaba cogerselo.

Con dedos inestables, Rafael se acercó al estante y le pasó la botella de lubricante. Fernando recubrió rápidamente el agujero de Rafa con lubricante, empujó dos dedos dentro y comenzó a hacer tijera de forma rápida.

No estaba en condiciones de esperar un segundo más.

Hundiendo sus dientes en el cuello de Rafa y chupando, él lubricó su palpitante pene e intentó alinearlo.

La cabeza de su pija empujó contra el agujero de Rafael y ambos gimieron, pero el ángulo resultaba demasiado incómodo por su diferencia de altura.

"Sos demasiado enano" dijo, silbando mientras su pija continuaba frotando contra la entrada de Rafa.

"Nada que ver" dijo Rafael, sonando aturdido mientras empujaba de nuevo contra su falo.

Fer maldijo y se apartó.

"Vamos" dijo, agarrando el brazo de Rafael con rudeza y arrastrándolo fuera del cuarto de baño.

Durante el camino, se sacó la remera mojada y se quitó las botas pateándolas, pero ese era el máximo de su paciencia.

Al momento en que Rafa estuvo en la cama, Fernando estaba encima de él, su lengua en la boca de Rafa y su pija moliéndose contra el muslo.

No fue un beso suave o una exploración dulce.

Fue furioso y en carne viva, lleno de la frustración y el alivio reprimidos.

Atacó la boca de Rafael con labios y dientes, mordiendo y chupando mientras que Rafa se retorcía debajo de él.

Cristo, quería consumir a la pequeña mierdita, quería cogerlo hasta sacarlo fuera de su sistema, fuera de su vida.

La lengua de Rafael invadió su boca y las manos se agarraron al pelo de Fernando, con pequeños jadeos de placer escapando de sus labios.

"Carajo" gruñó Rafa. "Vamos a coger. Por favor, por favor, vamos a coger."

Fer dejó de besarlo y respiró temblando, tratando de reprimir el impulso violento de tirar las piernas del niño sobre sus hombros y embestir dentro de él.

No podía hacerlo.

Tenía que tener cuidado. Debía tener cuidado.

Rafael no estaba completamente recuperado aún.

Rodó alejándose de Rafa y lo empujó hacia un lado.

"¿Qué estás...?'

"De este modo es menos probable que vuelvas a lesionarte la ingle" dijo Fernando, acomodándose detrás de él y enterrando su cara en la nuca de Rafa. "Levantá la rodilla en alto. Con cuidado. No te muevas demasiado abruptamente. No esfuerces los aductores cortos de forma innecesaria."

"No puedo creerlo" dijo Rafa con un gemido. "Esto no es sexy en lo absoluto."

Con una risa áspera, Fer apretó los labios en la marca roja que había dejado en el cuello de Rafa ayer y chupó.

"Esto no pretende ser sexy" tomando su pija goteante en su mano, empujó dentro de Rafa lentamente. Siseó entre dientes mientras que la increíble presión envolvió su miembro.

Jesús.

Cuando tocó fondo, Fernando se obligó a quedarse quieto. No había preparado a Rafael del todo bien.

Tenía que darle tiempo para ajustarse.

La respiración de Rafa salía en jadeos entrecortados.
"Estás limpio, ¿verdad?"

Fernando cerró los ojos, haciendo una mueca.

No podía creer que estuviera siendo tan irresponsable. Él nunca era irresponsable.
"Sí. ¿Y vos?"

"Obvio" El cuerpo de Rafa empezó a relajarse a su alrededor. "Enzo nos pide exámenes de ETS cada pocas semanas."

Algo se tensó en sus entrañas. Fer hundió sus dientes en la vulnerable curva del cuello de Rafa y lentamente articuló: "Enzo me dijo que le has coqueteado. ¿Fantaseás con él?"

Rafa se rió sin aliento. "Es el hombre más caliente que he visto. Por supuesto que fantaseo con él."

Fernando se cerró de nuevo.

Jadeante, Rafa volvió la cabeza y le sonrió aturdido.
"Perdón, ¿Te molesta?"

"¿Por qué me molestaría?" Envolvió su brazo alrededor de la cintura de Rafa y lo jaló más cerca, antes de comenzar a moverse dentro y fuera.

Se sentía bien, pero increíblemente frustrante. La posición no le permitía una gran movilidad y no podía cogerse al mocoso tan duro como quería. Lo cual era bueno, teniendo en cuenta la lesión de Rafael.

"Solo decía" dijo Rafa descaradamente. "Te ves un poco resentido."

"Deberías ser azotado todos los días" Fer dijo entre dientes, agarrando con fuerza la cadera de Rafael y empujando en él lentamente.

Dios, quería empujar al chico bajo suyo y golpearlo en el colchón.

Esto se sentía como una lenta tortura.

"No me podría importar menos quién te gusta. No vamos a pretender que esto sea algo que no es. Sólo nos tenemos ganas. Eso es todo."

"Aaaw, sabés cómo hacer a un hombre sentirse especial."

"Esto no es especial" dijo Fernando, cubriendo el cuello de Rafael con húmedos besos con su boca abierta. "No significa nada. Ni siquiera nos agradamos. Es sólo una cogida."

"Cierto" dijo Rafael con una sonrisa agradable. "Esta es la peor que he tenido."

"¿Lo es?" dijo Fer en un tono de voz bajo.

"Sip. Tan aburrido" Rafa bostezó. "Despertame cuando hayas terminado..."

Fernando lo volteó boca abajo, haciendo a Rafael aullar.

Al carajo.

Empujó a Rafa sobre sus cuatro patas y volvió a embestir nuevamente dentro de él.

Rafael gimió y cayó sobre sus codos, empujando hacia atrás en la pija de Fer.

Silbando, Fernando finalmente comenzó a cogerlo como él quería, forzando el cuello mientras envestía en Rafa con abandono.

En todas las veces que se había permitido imaginar cómo sería estar dentro de Rafael, nunca había pensado que sería tan desesperado o tan fuera de control.

Pero así fue exactamente lo que era: desesperado, fuera de control, arqueando y moliendo y tratando de deslizarse todo el camino hacia el interior del chico.

Cada golpe era más duro y más profundo, pero no podía coger a Rafael lo suficientemente duro, mientras se emborrachaba con la visión de él: su hermosa espalda y culo, y su propia verga pistoneando dentro y fuera de ese agujero.

Rafa estaba haciendo ruidos bajitos, desvergonzados, retrocediendo para encontrarse con sus golpes, como si no pudiera tener suficiente de su pija.

"¿Qué estabas diciendo?" Fernando dijo entre dientes, gruñendo con cada golpe.

"Al carajo… oh dios… nngh… más."

Fer le dio más, hasta que el mundo se tornó en borrosas acuarelas a su alrededor, cada vez más rápido -tan perfecto, tan bueno- y entonces pudo sentir a Rafael corriéndose, apretándose, temblando, agitándose y Fernando se mantuvo golpeando en él, porque no podía dejar de hacerlo; estaba tan cerca.

Finalmente, cuando las piernas de Rafael parecían estar rindiéndose, haciendo que el rostro de Rafa cayera por primera vez contra la cama, Fernando bajó con él, gimiendo y empujando profundo.

Entonces se estaba corriendo con tanta fuerza que su visión quedó en blanco.

Se sentía como si fuera a correrse por siempre, bombeando a sí mismo en Rafael, hasta que ya no pudo más.

Sus brazos cedieron y cerró los ojos, completamente agotado y saciado.

Probablemente debería moverse.

Las mujeres siempre se quejaban de que era demasiado pesado. Pero Rafa no dijo nada, así que no se movió, probando la sudorosa piel del cuello de Rafael.

Su pija todavía estaba dentro del chico y tenía pocas ganas de salirse.

El silencio se sentía bien.

Su cuerpo estaba completamente saciado, la desquiciante frustración acumulada finalmente desapareció.

Sabía que Rafael no estaba dormido -seguía retorciéndose un poquito contra los labios de Fernando, pero permaneció en silencio.

"El sexo es una cosa tan tonta" Rafael murmuró de repente, su voz amortiguada. "¿No te parece?"

"¿Eh?" preguntó algo confundido Fer, arrastrando sus labios sobre el cuello de Rafa. Nunca había considerado antes que los cuellos podrían ser bellos. El de Rafael lo era.

"El sexo hace que las personas se comporten estúpidamente y da una ilusión de intimidad" El tono de Rafael era reflexivo, casi melancólico. "Es tan estúpido."

Fernando frunció el ceño, su sobreestimulado-cerebro no queriendo nada más que dormir. Entonces se dio cuenta de que todavía estaba besando el cuello del mocoso.

Se detuvo.

Aclarándose la garganta, buscó algo que decir.

"Es normal" dijo, con su voz más seca. "El orgasmo generalmente produce un aumento en los niveles de oxitocina y provoca sentimientos de cercanía e intimidad..."

"Detente. Solo pará. No puedo creer que todavía me estés dando clases mientras que tenés tu pija en mí" bostezó Rafa. "Buenas noches."

Y sólo así, se quedó dormido.

Ahora era sin duda el momento de irse.

Fernando no se movió. Pero si lo haría.

En un ratito.

Chapter Text

Rafael despertó con el sonido de los pájaros fuera de la ventana de su dormitorio. Estaba tirado medio encima de algo grande y cálido, y algo suave le hacía cosquillas en la nariz.

Abrió los ojos empañados y parpadeó un par de veces antes de que todo se enfocara.

Oh.

Estaba acurrucado sobre un costado de Fernando, el brazo y la pierna colgaban sobre el cuerpo del otro hombre y su cara presionaba en la axila de Fer.

Aspiró con cuidado.

Debería haber sido desagradable. No lo fue. El cálido, masculino, olor almizclado lo mareó un poco, en un buen sentido. Inhaló de nuevo, saboreando lo bien que se sentía su cuerpo.

Bien descansado y bien cogido, y cómodo.

Rafael miró a Fernando, quien todavía estaba muerto para el mundo.

El sol tempranero resaltando los pequeños reflejos marrones en su rico cabello negro.

Lo miraba con fascinación.

Nunca había visto un pelo como el de Fer antes: parecía negro la mayor parte del tiempo, pero en cierta luz su pelo podría asumir un tono castaño.

Entonces su cerebro jodido por el sueño registró algo mucho más importante: habían pasado la noche juntos.

En algún momento durante la noche, Fernando debería haberse desnudado completamente: estaba tan desnudo como lo estaba él.

Rafael se mordió el labio preocupado.

Todo esto era muy extraño para él.

Nunca se había despertado con un hombre en su cama; en realidad nunca había traído un hombre a su casa; sería suicida para su carrera.

Siempre había sido sólo sexo anónimo, con extraños sin rostro, en clubes oscuros.

Nunca había estado dispuesto a arriesgar su carrera por sexo.

No era como Matías, que era lo suficientemente estúpido como para no preocuparse por las consecuencias de si las personas se enteraban de su relación con Enzo.

Lo más gracioso era, que Matías ni siquiera era gay; Rafael estaba bastante seguro de que Enzo era el único hombre por el que Matías se había sentido atraído.

Era bastante irónico que su mayormente hetero hermano adoptivo, estuviera completamente orgulloso de su relación con otro hombre, mientras que él, Rafael, no pudiendo ser más gay, tuviera tanto miedo de ser descubierto que no dejaba que ninguno de sus amantes masculinos consiguiera una buena mirada a su rostro.

Quizás algunos lo llamarían cobarde.

Tal vez era un cobarde, pero era práctico.

Había trabajado tan duro para llegar a donde estaba ahora; sería absurdo perderlo por sexo.

Tirarse mujeres podría no ser satisfactorio o estimulante -se sentía como una tarea en el mejor de los casos si se las arreglaba para que se le parara al menos-, pero se veía obligado a hacerlo para cubrir las apariencias de vez en cuando, y él nunca había llevado mujeres a su casa.

Así que en general, esta era su primera vez durmiendo con alguien.

Los ojos de Rafael viajaron por el cuerpo de Fernando.

Se humedeció los labios.

Había mentido cuando le dijo a Fer que Enzo era el hombre más caliente que jamás había visto. Enzo era clásicamente apuesto, su aspecto hacía que la mayoría de los actores de Hollywood palidecieran en comparación, pero Rafael nunca se sintió loco de deseo por tener a Enzo desnudo y sobre él.

"No te tenía cómo abrazador."

La mirada de Rafael irrumpió en la cara de Fernando, una ola de vergüenza barriendo en él mientras se encontraba con los ojos castaños y demasiado alerta.

De pronto se volvió muy consciente de su brazo y pierna colgando sobre el cuerpo de Fer y el hecho de que su cabeza se encontraba en su axila.

Rafael no se alejó; si lo hiciera, demostraría que había algo malo en su comportamiento en primer lugar.

Él no era responsable de su comportamiento mientras dormía.

Inhalando con cuidado, Rafael trató de pensar en algo mordaz que decir y no lo encontró.

No tenía idea de cómo comportarse en esta situación.

Esta era su primera mañana después.

Rafael decidió que no le gustaban las mañanas -después-

A él definitivamente no le gustaba lo vulnerable e inseguro que se sentía.

Los ojos de Fer siempre parecían ver a través suyo y, en este momento, Rafael se sentía como un libro abierto.

"No soy un abrazador" dijo con el ceño fruncido. "Solo tenía frío."

Fernando se limitó a mirarlo por un momento, pero no hizo ningún comentario. "¿Cómo está tu ingle?" le preguntó en cambio.

Gimiendo, Rafael rodó los ojos. "¿De verdad?"

"Sí. Ese es mi trabajo" Fer se desenredó de las extremidades de Rafael y se incorporó. Sus dedos empezaron a picar y amasar los músculos de la ingle de Rafa experimentalmente. "¿Algún dolor?"

Mirando hacia el techo, Rafael se preguntó qué haría Fernando si se quejaba de que tenía un dolor en su pija.

"No."

"Se ve bien" concluyó finalmente Fernando.

"Está bien. Te lo dije. Estoy listo para comenzar el verdadero entrenamiento. La ingle ya no me molesta más."

"La ausencia de dolor durante las actividades diarias normales puede ser engañoso. Es diferente con las fuerzas involucradas en un entrenamiento o en una competición. Pero se ve bien. Vamos a aumentar la intensidad y la frecuencia del entrenamiento."

Rafael lo miró. "¿En serio?"

"En serio. Estás listo para comenzar a trotar."

Rafael lo miró desconcertado. Todo era muy normal, como si ellos no hubieran tenido sexo y no estuvieran desnudos en la cama juntos.

"¿Por qué sos…?"

Fernando levantó las cejas.

"¿Por qué soy qué?

"¿Por qué no estás teniendo un enloquecimiento gay?" preguntó Rafa. "¿Por qué no te sentís culpable o enojado, o algo? ¿Por qué estás tan tranquilo?"

"¿Cuál es el punto?" dijo Fer en el mismo tono tranquilo y racional. "Lo hecho, hecho está. No estoy orgulloso de ello ni nada, pero había que hacerlo. Ahora que por fin hemos tratado con ello, podemos avanzar y seguir adelante con nuestras vidas, y con tu entrenamiento."

Se levantó de la cama, ofreciendo a Rafael una magnífica vista de su amplia y fuerte espalda y de su firme culo.

"Está hecho y terminado. No tiene sentido estar enojado por nada ahora. Sos mi paciente. Soy tu fisioterapeuta. Ahora levanta el culo de la cama. Ya estamos retrasados con el programa."

Rafael se quedó mirándole la espalda, poco a poco su confusión siendo reemplazada por otra emoción más oscura.

Se sentía como con ganas de reír y de arrojarle algo a la cabeza al mismo tiempo.

Así que Fernando le estaba haciendo a un lado como a un condón usado, con ganas de olvidar y seguir adelante.

Estupendo.

Bien.

Eso era lo que Rafael quería también: ningún compromiso era su lema de vida.

Bien.

Cuando el ojiazul no dijo nada, Fernando se dio la vuelta y lo miró.

Podía imaginarse bien lo que parecía.

Sus labios estaban doloridos, hinchados por los besos, magullados.

Tenía las mejillas y la barbilla irritadas por el roce de los dientes.

Su cabello estaba más desordenado que nunca, ya que se pasó los dedos a través de él.

Sabía que su cuello estaba cubierto de chupones. Había moretones en forma de dedos en sus caderas.

En pocas palabras, se sentía bien cogido y probablemente lo parecía.

Fer desvió la mirada y buscó su ropa, sus movimientos espasmódicos. "Deja de mirarme así y salí de la cama."

"¿Así cómo?" dijo Rafa, ladeando la cabeza y mirando a Fernando por debajo de sus pestañas.

"Como una puta necesitando una verga."

Rafael se negó a morder el anzuelo y enojarse.

Sus ojos pesadamente grumosos recorrieron desde el pecho de Fernando al apretado abdomen, y luego más abajo, a su gruesa erección.

Humedeciendo sus labios, volvió a mirar el rostro de Fer y separó las piernas.

No necesitaba decir nada.

Sus ojos decían todo por él.

-Vení acá. Cogeme.-

-Sabes que lo querés.-

Antes de Rafael lo notara, Fer estaba sobre él, aplastándolo bajo su cuerpo pesado.

"Rafa..."

Dijo entre dientes antes de besar a Rafael, una y otra vez.

Dios.

Rafael curvó una mano alrededor del cuello de Fernando y metió la mano entre ellos para agarrar su miembro .

"En…" murmuró, tratando de guiarla en su interior. "... Entrá."

"Lubricante" dijo Fernando, chupando sus labios.

Era algo hilarante que ambos estuvieran reducidos a palabras monosílabas con tanta rapidez.

"No importa" Rafa jadeó mientras la cabeza de la pija tanteaba su agujero. Estaba todavía un poco resbaladizo de la noche anterior, el lubricante era de larga duración y difícil de limpiar. "Cogeme."

"No seas tonto" Fernando logró decir, pero sus caderas ya se estaban moviendo, su miembro moliéndose en él hasta que la cabeza finalmente entró.

Rafael jadeó, su mirada ampliada y vidriosa y sus dedos clavándose en la espalda de Fer.

Dios, la pija de Fernando en él se sentía increíble, tan jodidamente perfecta, su circunferencia estirándolo hasta el límite, el placer mezclándose con dolor, y el dolor convirtiéndose en placer.

Con un gemido, Fernando dejó caer la cabeza al lado de la de Rafa en la almohada, y empezó a joderlo con embestidas urgentes.

Retorciéndose, Rafa envolvió sus piernas alrededor de la cintura de Fer, quejidos saliendo de su boca cada vez que la pija dentro de él golpeaba su próstata.

No era sexo; era necesidad, algo que ambos ansiaban y necesitaban.

Era sucio, rápido y descarado, un choque de cuerpos, dientes y labios, y deseo, tanto deseo que le provocaba mareo, vértigo, y desvergüenza.

Sus sentidos sobre-estimulados hasta el punto en que él tenía el pensamiento irracional de que podría morir si no se corría.

Fernando empujaba, fuerte, una y otra vez, y Rafael aguantaba, murmurando algo ininteligible y disfrutando entre jadeos, y las embestidas calientes, perfectas, y los gruñidos de Fer y el conocimiento de que sí, joder sí, esto era lo que necesitaban.

Su orgasmo fue aterrador por su intensidad y Rafa jaló a Fernando más cerca mientras se corría, apretándose fuerte alrededor de su pija.

Los espasmos eran tan potentes que podría haber caído de la cama si Fer no hubiera estado sujetándolo abajo.

Fernando se estrelló contra él unas cuantas veces más y se quedó inmóvil sobre él, deshuesado y pesado y tan malditamente perfecto.

Rafael gimió de placer, apretando sus brazos alrededor de él.

El silencio en la habitación era ensordecedor.

A diferencia de la primera vez, esta vez, ninguno de ellos se quedó dormido.

Ambos estaban completamente despiertos.

Rafael se quedó mirando al techo, sobre el hombro desnudo de Fernando, y se preguntaba cómo se suponía que debería actuar.

Sus piernas todavía estaban envueltas alrededor de las caderas de Fer.

Rafael pensó, no sin algo de humor, que por lo menos ahora sabían a ciencia cierta que su ingle estaba sin duda más que preparada para hacer ejercicios más vigorosos: no sentía ninguna molestia.

Fernando suspiró y luego su boca presionó contra un lado del cuello de Rafa.

Un beso suave.

Otro.

Y otro.

Rafael sonrió.

Había oído que el sexo dejaba a algunos hombres suaves y cariñosos después.

Nunca había pensado que Fer sería uno de ellos, no parecía de ese tipo, pero al parecer lo era.

Rafael de brazos cruzados pensó si debería hacer algún comentario al respecto y avergonzar a Fernando.

No eran... los besos y toques suaves no se sentían horribles, pero él no podía perder una oportunidad tan maravillosa para burlarse de Fernando, ¿verdad?

"¿Quién diría que el sexo podría convertirte en tal blandengue?" dijo con un resoplido.

Los besos se detuvieron.

Rafael frunció los labios.

"Eso suena bastante pretencioso viniendo de un tipo que me está abrazando como si fuera su osito de peluche" murmuró Fer.

Sonrojándose, Rafael desenredó sus brazos y piernas de Fernando y frunció el ceño.

"Aléjate de mí. Pesás una tonelada" Tan pronto como Fernando salió de él, Rafa se levantó de la cama y se dirigió al baño. "Usá el baño del pasillo" lanzó por encima del hombro. "Apestás."

"Siempre tenés que tener la última palabra, ¿eh?"

Rafael abrió la puerta del baño, se volvió a mirar a Fernando, que estaba sentado en la cama con una mirada oscura en su rostro. Rafa sonrió y le lanzó un beso. "Siempre."

Fernando lo miró con extrañeza y Rafa rápidamente cerró la puerta y se encogió. El sexo debe haber jodido su cerebro también.

Chapter Text

-Dos semanas después-

"Hey" dijo Fernando, cerrando y bloqueando la puerta principal.

Ester levantó la vista del montón de cartas en su regazo y sonrió. "Hey" miró con incertidumbre las llaves en la mano de Fernando.

"Pedí una llave de repuesto después de que el principito se quedó dormido por tercera vez y no podía molestarse en salir de la cama para abrir la puerta" explicó Fernando, poniendo sus llaves en el bolsillo.

Ester resopló. "Eso es más o menos como me dieron una llave de repuesto" miró a Fer con curiosidad. "Pero pensé que ya te habías ido y vuelto hoy. Me pareció que la sesión de entrenamiento fue por la mañana."

Se encogió de hombros, Fernando se acercó.
"Me pareció que era tu día de descanso."

Ester le lanzó una mirada afilada, pero no hizo comentarios sobre el cambio de tema. "Estoy un poco atrasada en el mensajes de los fans. Tengo que terminar de pasar por estos y facilitar los no espeluznantes a Rafael para responder."

Eso le dio a Fer una pausa.
"¿Posta hace eso?"

Ella sonrió.

"Lo sé. ¿Verdad? No suena como él, pero supongo que acaricia su ego leer todas las cartas que llegan."

"Hmm."

Fernando agarró una de las cartas. Echó una ojeada a través de ella y negó con la cabeza. A veces se olvidaba de lo famoso que era Rafael.

"¿Fer?"

Miró hacia arriba y encontró a Ester mordiéndose el labio.

"¿Puedo hacerte una pregunta?"

"Por supuesto."

Ester vaciló antes de decir lentamente. "Rafael estuvo extraño últimamente."

Después de un momento, Fernando preguntó. "¿Extraño?"

"Estuvo... distraído y simplemente extraño. Por ejemplo, yo llegue cuatro minutos tarde ayer y ¡Ni siquiera ha dicho nada!"

"Son tan sólo cuatro minutos, Ester" dijo Fer, mirando hacia atrás en la carta. "No es el fin del mundo."

"Vamos, ¡lo conoces! ¡Él está constantemente aburrido y le vuelve loco amenazarme con despedirme por las razones más tontas. ¡Pero esta vez no le molestó en absoluto!"

Fernando se rió.

"¿No deberías estar contenta de que no lo hizo?"

"Po… por supuesto que estoy. Es simplemente extraño."

"No es extraño"

"Pero eso no es todo. Creo que está viendo a alguien."

Poco a poco, Fer levantó la vista de la carta "¿Viendo a alguien?"

Ester asintió. "¿No le has visto el cuello? ¿Los chupones? Solía burlarse cuando veía chupones en alguien y ahora está..."

"Rafael está lo suficientemente en forma para tener relaciones sexuales" dijo Fernando, poniendo la carta sobre la mesa. "Eso es lo único que me importa" Miró hacía arriba. "¿Está en casa? Necesito hablar con él."

"Lo está" dijo ella, volviendo su atención a los DMs y correspondencia de los fans.

Fernando subió las escaleras, aliviado de que no tuviera que responder más de sus preguntas.

Él nunca había estado cómodo mintiendo.

A él le caía bien Ester y mentirle no le sentaba bien.

Técnicamente no había mentido.

Rafael no salía con nadie.

Ellos solo tenían sexo.

A veces.

Casi se rió en voz alta.

-¿A veces? En realidad todos los días.-

-A veces, dos veces al día.-

La peor parte era que no podían mantenerlo estrictamente en la habitación.

Como ayer, en el medio de una discusión Rafael agarró su cabeza y tiró de él para un hambriento, brusco beso y la verga de Fernando de alguna manera terminó en la boca de Rafa. En las últimas dos semanas, esos pequeños incidentes habían sucedido con una preocupante, cada vez mayor frecuencia e intensidad.

Por eso tenía que acabar con eso.

Su arreglo sin condiciones estaba desangrando su relación profesional.

No importaba lo que se dijera, no estaba bien empezar a besar los muslos de Rafael durante un masaje deportivo.

No estaba bien para nada.

Su falta de profesionalismo cuando se trataba de Rafael era enorme.

No podía seguir así.

Al menos él ya había tomado medidas para poner fin a esto.

Para empezar, se las había arreglado para no tocarlo este día.

-El día no ha terminado todavía- su voz interior dijo con sarcasmo.

Su voz interior sonaba perturbadoramente como Rafael últimamente.

Trató de ignorarla.

No estaba acá para eso.

No le había mentido a Ester, realmente necesitaba hablar con él.

Enzo lo había llamado y le preguntó sobre el progreso de Rafa.

Al parecer, los de arriba del club querían a Rafa de nuevo en el terreno de juego, y aunque Enzo no dejó que lo acosaran, le pidió a Fernando acelerar el programa de rehabilitación si Rafael estaba listo.

Por eso estaba Fer aquí: para hablar. Y nada más.

Rafael estaba en su habitación, sentado en el sillón con una tablet en sus manos. No levantó la vista cuando entró Fernando.

Al cerrar la puerta, Fer dijo. "Enzo quiere acelerar tu programa de rehabilitación."

"Ya era hora" dijo Rafa, con los ojos todavía en su tablet. "¿Y no me podías haber llamado para decirme eso?"

Fernando abrió la boca y la cerró.

"Andate" dijo Rafael. "No me gusta cuando la gente me mira."

Fer lo estudió. Rafael parecía... enojado.

"Ester cree que estás viendo a alguien" Rafa resopló sin levantar la vista de su tablet.

Fernando se acercó y cruzó los brazos sobre el pecho.
"Mírame cuando te estoy hablando."

"¿Por qué?"

-Porque cuando estoy en la habitación, siempre debes mirarme a mí- Fernando tuvo que morderse la lengua para pararse de decir eso. ¿Qué demonios?

"Mírame" dijo Fernando de nuevo.

Rafael levantó sus ojos azules, y una oleada de deseo golpeó a Fer tan fuerte y rápido que atrapó su aliento en su garganta.

Si creyera en esas cosas, él habría pensado que el niño era un incubo, porque no había nada racional sobre este embriagador querer y este deseo de besar esa boca con el ceño fruncido y poseer.

Él no lo entendía, no podía explicarlo o racionalizarlo.

Esto era ridículo.

No era él.

No era este hombre.

No sería este hombre.

"Dejá de decirme lo que tengo que hacer" dijo Rafa de mal humor. "Y, ¿no terminamos por hoy?"

"Si"

Rafael arqueó una ceja, todo arrogancia altiva.

"Déjame, entonces. ¿No ves que estoy ocupado? Yo no tengo tiempo para vos."

Nadie podía meterse bajo su piel como Rafael.

Poniendo una mano sobre el respaldo del sillón, Fernando se inclinó hacia abajo, así que estaban cara a cara.

"¿Qué te pasa, mocoso?" dijo, su voz más suave de lo que había previsto.

Rafael tragó antes de mirarle "Nada. Simplemente no me gusta que asumas que sos quien lleva la voz cantante. No estoy de humor para vos. Si creés que podés venir aca siempre que se te cante y meterme la pija, pensalo de nuevo" Sus labios estaban fruncidos, haciendo un puchero.

"No estoy acá para tener relaciones sexuales" dijo Fer, arrastrando sus ojos de esa boca. "Te dije ayer que fue la última vez."

Cierto humor cruzó el rostro de Rafael y desapareció.

"¿Cómo me dijiste anteayer? ¿Y el día antes de eso?"

La mandíbula de Fernando se apretó.

"Esta vez va en serio. No te toqué hoy. ¿Verdad?"

El ojiazul le dio una mirada viciosa.

Fernando se quedó inmóvil como si le ocurriera algo.

"Querías que te tocara" Esa no era una pregunta.

Poniendo sus manos sobre el pecho de Fer, Rafael trató de empujarlo. "Te dije que te fueras."

Fernando no se movió. Su mano se encontraba en la mejilla de Rafa. "¿Querías que te besara?"
Su voz se convirtió en un tono áspero mientras se inclinaba.

Tal vez un beso más.

Solo uno.

Muy corto.

Y entonces acabarían.

"No"

Sus manos en movimiento hasta el pecho de Fernando.

"Por lo general mentís mejor que esto." Fer murmuró antes de moldear sus bocas. Ambos gimieron, enterrando las manos en el cabello del otro mientras se besaban profundamente. ¿Había sido sólo un día? Demasiado tiempo.

"Rafael, terminé el..."

Ellos se apartaron, respirando con dificultad.

Ester estaba en la puerta, con los ojos muy abiertos y docenas de cartas a sus pies.

"Oh" dijo débilmente.

"Si le decís a alguien" dijo Rafael con fuerza. "Me aseguraré de que nunca encuentres otro trabajo."

Ester palideció.

Suspirando, Fernando se apretó el puente de la nariz.

"Ester, por favor espérame abajo" Ella prácticamente corrió fuera de la habitación y Fer se volvió hacia Rafa. "El chantaje no es la mejor forma de de lidiar con cada situación."

Rafael se puso en pie.

"Pero tengo que hablar con ella y asegurarme de que no..."

Fernando lo agarró y lo volteó. "Vos no vas a ninguna parte. No vas a amenazarla."

Rafael se limitó a mirarlo con los ojos abiertos, moviendo la cabeza una y otra vez. Él estaba hiperventilando.

"Cálmate" dijo Fer con firmeza, pero no sin amabilidad, apretando los hombros de Rafael. "Nada pasará. Ella no le dirá a nadie. Yo hablo con ella. Lo prometo."

La respiración de Rafael se niveló un poco, y los temblores se detuvieron, pero esos ojos... Maldita sea. Fernando se inclinó y rozó sus labios contra Rafa.

Ambos se quedaron inmóviles. Rafael exhaló temblorosamente.

Fer se retiró y salió de la habitación. Se pasó la mano por el pelo mientras iba escaleras abajo.

Se estaba volviendo loco.

Loco.

Era una locura.

Ester estaba de pie en medio de la sala de estar, con los brazos cruzados sobre el pecho.

Su cara era sombría, sus ojos verdes llenos de juicio. Fernando suspiró, cansado de la conversación antes de que comenzara.

"No es lo que parece."

"Vaya. ¿De verdad? Yo sé lo que vi" Ella sacudió la cabeza, mirando con incredulidad. "No puedo, no puedo creerte. Pensé que podrías ver el pequeño horrible monstruo que es."

La expresión vulnerable, presa de pánico, de Rafael pasó por su mente. Fernando la apartó, irracionalmente deseando que él nunca la hubiera visto.

Lo había visto vulnerables antes, por supuesto,
Rafael siempre se veía suave y vulnerable -y hermoso- después de que lo azotaba -que era la razón por la que Fernando trataba de no hacerlo demasiado a menudo, no importaba lo mucho que ambos lo disfrutaran- pero esto era diferente. Podía excusar la oleada de proteccionismo después de azotar a Rafael como un efecto secundario; esto no se podía excusar con la misma facilidad.

"Mirá" dijo Fernando. "Lo que viste... Es complicado."

"No me digas. ¿Qué pasa con Sofia?"

"No tiene nada que ver con ella. No la estoy engañando. Tenemos una relación abierta, la hemos tenido por mucho tiempo. Esto no le hace daño a nadie."

La frente de Ester se arrugó. "¿Una relación abierta? ¿Tan cerca de la boda?"

Fernando dio un encogimiento de hombros.

"Somos adultos. A menudo no nos vemos el uno a otro durante meses debido a nuestros trabajos. Tenemos necesidades. Una relación abierta siempre ha funcionado para nosotros. Hasta la boda podemos dormir con otras personas."

Una expresión de desconcierto apareció en el rostro de Ester. "No entiendo. Si una relación abierta funciona tan bien para vos, ¿Por qué se van a casar y ser exclusivos?"

"Por muchas razones."

Fer pensó en su conversación con Sofia medio año antes. No hubo una gran propuesta. Ni él ni Sofia eran del tipo sentimental, romántico.

Ambos eran personas racionales, que se amaban y que sabían hace años que iban a terminar casándose con el tiempo.

Ellos simplemente se habían sentado y discutido.

Estuvieron de acuerdo en que era el momento adecuado: ambos habían cumplido treinta ese año, y era probablemente el tiempo para asentarse.

Sus familias los habían presionado para atar el nudo durante años.

Sofia quería niños.

A Fernando no le molestarían los niños; a decir verdad, ahora que todos sus hermanos se habían ido, la casa se sentía demasiado grande para un solo hombre.

Además, ella estaría recibiendo una promoción pronto y un trabajo de escritorio, por lo que todos los planes se alinearon.

El momento era perfecto.

Nunca habían cuestionado si iban a dejar de dormir con otras personas después de casarse. Ambos tomaban en serio el matrimonio, que era por qué había sido pospuesto durante tanto tiempo.

Fernando volvió a mirar a Ester.

"Hay muchas razones, pero sobre todo, creemos en la monogamia en el matrimonio. Esta… esta cosa con Rafael no hace daño a nadie y no va a cambiar nada."

"¿Estás seguro de eso?"

"Sí."

"Está bien. Lo siento por llegar a conclusiones, entonces..." Ella todavía tenía el ceño fruncido. "Es sólo que... No puedo creer que estés poniendo en peligro tu relación por él."

"No voy a poner en peligro nada. Si Sofia me pregunta, le digo. No tengo nada que esconder. Es sólo sexo y el sexo no significa nada" En todo caso, Sofia pensaría que era muy gracioso y que estaba teniendo una crisis de mediana edad temprana.

"Yo ni siquiera sabía que eras bisexual."

"Ese es el punto. No lo soy" Fer se frotó los ojos con cansancio. "Él me provoca algo, y me saca de quicio también."

Ella resopló. "A mi me saca de quicio también, pero vos no me ves chupando sus labios" Sacudió la cabeza. "No puedo creer que puedas estar atraído por un pedazo de mierda como el. ¡Me esta amenazando con arruinar mi carrera!" Su cara se puso roja, sus ojos brillantes. "¡Veamos quien lo hace primero!"

Fernando se tensó.

"No le digas a nadie que es gay. Sabés que destruiría su carrera."

Le miró rebelde. "Bueno. ¡Eso le daría una lección!"

"No seas tan rencorosa, Ester" dijo Fer con calma. "Sos mejor que eso. Olvídate de sus amenazas. No era más que miedo y quería protegerse a sí mismo. No quería decirlo de verdad."

Ester se le quedó contemplando como si lo estuviera viendo por primera vez. "Oh, dios mío" Había una gran decepción en su rostro. Decepción, horror y compasión. "Cariño, aléjate de él antes de que sea demasiado tarde" Y con eso, se fue, taconeando con fuerza por la madera dura.

Le tomó a Fernando un momento para registrar el significado de lo que ella estaba dando a entender, y casi se río. La siguió fuera de la casa.

"Si realmente creés lo que yo creo que querías decir, estás siendo ridícula" dijo cuando se encontró con ella.

"Ah. ¿Sí?" dijo Ester, su voz llena de sarcasmo. "Antes de que te des cuenta, estarás diciendo lo buena persona que es. Por favor. Dios, hombres. ¿Es tan bueno en chupar pene?"

"No seas tonta" dijo Fernando. "Él no es definitivamente la persona más agradable alrededor. Es un mocoso total, pero no es un crimen. He conocido peores. He tenido clientes mucho peores que él. No sé por qué lo odiás tanto."

"¿Por qué?" Ella se detuvo y se volvió hacia él. "Está bien, te voy a decir el por qué. Desde el primer día que me contrató, me ha tratado como una esclava que está ahí para su diversión. No soy una persona para él. Soy un saco de boxeo para su temperamento cuando se cansa de pretender ser el Chico de Oro. Gasta todas sus frustraciones en mí. Tiene un sentido del humor muy cruel y nunca le importa que pudiera herir mis sentimientos. Y lo peor es, que siempre tengo que aguantar y no decir nada, ¡Porque necesito este trabajo! No soy como vos, soy una don nadie y no puedo dejarlo sólo porque quiero. No me gusta trabajar para él, pero necesito el dinero, y ¡No puedo dejarlo porque es una verga rica que tiene todo tan malditamente fácil!" Ella parecía al borde de las lágrimas. Lágrimas de rabia. "Y me pone enferma que la mayoría de la gente no tiene ni idea de cuán mala persona con malas intenciones es. Pensé que podía ser a causa de lo que él es, pensé que eras como yo, pero ahora te ha engañado, también."

"No, el no me engañó" dijo Fernando. "Y para ser justos, no creo que él siempre lo tuvo fácil. Es un huérfano."

Ella se burló.

"Oh sí, la tarjeta del pobre huérfano. Por favor. El público lo pone arriba, pero es sólo una historia lacrimógena para conseguir la simpatía de la gente."

Fernando se preguntó por qué no se había dado cuenta antes del alcance de la amargura y rencor de Ester hacia Rafael. Sus ocurrencias siempre habían parecido más sarcásticas y divertidas.

"Sí, pero no es necesariamente una mentira"

"Cariño, te está chupando el cerebro a través de tu pene."

"No está haciendo tal cosa" dijo Fer con una mueca.

"Lo hace" dijo entre dientes. "Deberías saberlo mejor. Es feo, Fernando. Es feo en el interior, confía en mí en esto. Él no tiene cualidades rescatables y todas las personas que realmente lo conocen saben eso. ¿Por qué crees que no tiene amigos reales? ¿Ninguna relación significativa, a pesar de toda su fama y aspecto? ¡Incluso su propio hermano no lo soporta! Nadie lo quiere como persona. Él puede tener un aspecto hermoso, pero es tóxico, superficial y falso. Detrás de su hermosa fachada, no hay alma. Deja el trabajo antes de que envenene tu mente más allá."

Fernando mordió el interior de su mejilla. Ella estaba empezando a irritarle, a pesar de que había tenido pensamientos similares, no hace mucho tiempo.

"Estás siendo dramática. Tengo todo bajo control."

"Sí, vi la forma en que tenías todo bajo control cuando tenías tu lengua en su garganta."

"Mirá" dijo Fer, su voz más recortada de lo que le hubiera gustado. "Aprecio tu preocupación, pero tengo todo bajo control. Te estoy pidiendo que guardes silencio al respecto. Si no es por su bien, entonces por el mío. Por favor. Yo realmente lo apreciaría."

Ester frunció los labios.

"Está bien. Pero recuerda lo que dije. Es un pedazo de mierda tóxica y no vale la pena los problemas."

"Voy a mantener eso en mente" Fernando arrancó y se dirigió de nuevo a la casa, desenroscando los dedos y flexionándolos. Ni siquiera estaba seguro de por qué sus palabras lo habían frotado por el camino equivocado. No estaba completamente equivocado.

¿Y por qué no le había dicho que él y Rafael terminaron? Debido a que terminaron.

"¿Qué dijo?" Rafael pidió el momento en que entró en la casa.

Por poco evitando chocar contra él,
Fer cerró la puerta. Rafael estaba masticando su labio, sus ojos cautelosos y ansiosos.

"Ella se comprometió a no decir nada"

"No confío en ella" Apareció un profundo surco entre las cejas de Rafa. "Ella me odia."

"Si fueras más amable con ella, no habrías tenido ninguna razón para preocuparte."

Rafael se echó a reír.

"Tengo que ser amable con todo el mundo todo el tiempo. ¿Sabes lo agotador que es? Yo le pago una cantidad obscena de dinero por el privilegio de no ser amable con ella."

"¿Es una cláusula en su contrato?" dijo Fernando, impresionado.

Rafael frunció el ceño, como si el pensamiento nunca se le había ocurrido. "Bueno no. ¿Tenía que haberlo sido?"

Fernando no pudo evitar reírse. "Sos increíble." Él lo agarró por la camisa y lo arrastró a un beso.

El mocoso suspiró y todo, pero se fundió con él, sus manos agarraron el pelo de Fer, sus suaves labios afelpados abriéndose con avidez haciendo palpitar el pene de Fernando.

Jesús, esa boca.

¿Cómo es posible que alguien tan venenoso tuviera una boca tan dulce?

Fernando gruñó cuando Rafael tomó su boca.

"Piso de arriba, lubricante" dijo Rafa, enrojecido y tan malditamente bonito que le dolía mirarlo y no tenerlo.

Rafael agarró la mano de Fer y lo arrastró escaleras arriba.

Y Fernando lo dejó. Por supuesto que sí. Hijo de puta, el niño realmente estaba chupándole el cerebro a través de su pene.

Pero esta era la última vez, prometió mientras empujaba a Rafa en la cama.

-Mentiroso- dijo la voz de Fernando su cabeza cuando el cuerpo de Rafael le contuvo, apretado, dulce y abrasador.

Chapter Text

"Más despacio. Estás corriendo demasiado rápido. Recordá lo que te dije acerca de tu técnica de carrera."

Rafael puso los ojos, aunque Fernando estaba detrás de él y no podía verlo.

"Soy un deportista profesional. ¡Te haré saber que mi técnica de carrera es perfecta!"

"Las caderas están detrás de tus pies otra vez"

Mirando hacia atrás, Rafael captó la mirada de Fer y sonrió.

"Tal vez deberías centrarte en mi técnica de carrera y dejar de mirar mis caderas." Se dio la vuelta y continuó corriendo, deseando poder retirarlo.

¿Cerebro podrido por el sexo? Efectivamente.

Ellos estaban entrenando, por el amor de Dios.

No se suponía que tocaran el tema -lo que sea que esté vínculo era- mientras estaban corriendo.

En este momento eran un paciente y su fisioterapeuta, y lo que hacían a veces después, no se suponía que interfiriera con las sesiones de entrenamiento y su relación profesional.

Por supuesto su relación profesional nunca había sido muy profesional, para empezar, pero después del fiasco con Ester la semana pasada, tenían que tener más cuidado.

La guarra tonta ahora estaba siempre alrededor, metiendo la nariz donde no debía. Observaba sus sesiones de entrenamiento en el gimnasio con ojos sospechosos, cautelosos, como si quisiera mantener alejado a Fernando de las garras del mal que era Rafael.

Era algo divertido al principio, pero se había convertido rápidamente en molesto y frustrante. Rafa le habría disparado ya, pero Fernando le había convencido de lo contrario.

Fer tenía razón: era más probable que le dijera a la gente acerca de su sexualidad si Rafael la despedía.

Pero eso no significaba que Rafa estaba feliz por tenerla a su alrededor.

"Concéntrate en las caderas, y los pies se harán cargo de sí mismos."

Su tono frío y muy profesional.

Fernando había estado haciendo un gran esfuerzo para ser profesional en torno a él.

Lo que Ester había dicho claramente le golpeó un nervio.

Rafael no era estúpido: era obvio que Fer quería lo que había entre ellos terminado.

Obviamente Rafael quería lo mismo.

Obviamente.

Ahora sólo tenían que encontrar la manera de parar.

"El golpe del pie es solo el resultado final de las otras cosas que suceden más arriba en la cadena cinética."

"Sí, lo que sea" dijo Rafael, mirando a su alrededor.

El parque estaba vacío a una hora tan ridículamente temprana.

Le robó una mirada Fernando y eligió el camino que conducía al bosque.

"Rafael." La advertencia en la voz de Fer era inconfundible.

Rafael lo ignoró y continuó corriendo, sabiendo que Fernando lo seguiría.

Él estaría enojado, pero lo seguiría.

Siempre lo hacía.

Rafael se salió de la ruta y se detuvo en un pequeño claro en el bosque.

Apoyando su mejilla contra el tronco de un árbol, Rafa cerró los ojos, aspirando el olor fresco del polvo y la primavera.

"Rafael."

Su voz tensa y enfadada.

Un cuerpo firme presionó contra Rafa y los labios familiares se arrastraron por su mejilla, los rastrojos rascándole la piel sensible.

Rafa se estremeció.

"¿No tenés una buena máquina de afeitar?"

Se quejó, apoyándose de nuevo en el calor de Fer. Era una mañana fría; eso era todo.

"¿Crees que sos sutil?"

Su mano deslizándose bajo la campera con capucha de Rafa y acariciando su vientre desnudo.

-No. Solo necesito tus labios y manos sobre mí.-

Rafael hizo una mueca por el hilo de sus pensamientos y dijo de mala gana:

"Nadie te obligó a que me sigas."

Fer se río, como si hubiera dicho algo gracioso.
"Sabés que te voy a seguir" Fernando acarició la oreja de Rafael, la mano sobre su abdomen cayendo en los pantalones de chándal de Rafa y ahuecando su pene semi-duro.

Rafael gimió.

"Por supuesto que te voy a seguir" Fernando dijo entre dientes, masturbándole con trazos gruesos. "Sos una sirena."

"Las sirenas eran mujeres" Dijo incoherentemente, deslizando sus ojos cerrados.

"Las sirenas eran criaturas hermosas que atraían a los hombres tontos a la muerte."

Rafael sonrió. "Estoy halagado" gimió cuando Fer sacó su mano.

Fernando le mordió el lóbulo de la oreja y murmuró con voz ronca.

"Quiero estar en vos, cara de muñeca. Pero no ahora. No acá."

Un gemido escapó de los labios de Rafa.

¿Por qué no? Había pasado casi un día desde que habían tenido relaciones sexuales.

"No me digas así" dijo tardíamente, tratando de recomponerse.

Fernando tomó una respiración profunda y dio un paso atrás.

"Vamos" dijo enérgicamente. "Tenés un poco más para correr."

Rafael miró la erección tentando sus pantalones de chándal y lo miró. "Sádico."

Fernando sonrió.

Él quería besar esa sonrisa de su cara.

Rafael se congeló.

"¿Qué?" dijo Fer, frunciendo el ceño un poco.

"Nada" Rafael corrió lejos.

 

- -

 

"¿Por qué vivís acá?"

Rafael abrió un ojo y miró a Fernando.

"¿Eh?" murmuró, todavía un poco aturdido después de su orgasmo.

El corazón de Fer latía uniformemente bajo su mejilla, ya no martilleaba.

"Esta es una linda casa" dijo Fernando, su voz todavía un poco ronca. "Pero no es exactamente el tipo de casa en la que las celebridades viven."

"Sabes que yo no hablo en la almohada." Mencionó adormilado y cerrando los ojos de nuevo.

"Tu cabeza está en mi pecho, por lo que técnicamente, no es una conversación de almohada."

Rafael pellizcó el lado de Fer.

"No sos divertido."

Los dedos de Fernando se acercaron a su pelo, las uñas rascando el cuero cabelludo de Rafa.

Dios.

Tan bueno.

Rafael suspiró suavemente y murmuró: "Pero si querés saber, yo solía ser dueño de una mansión muy elegante. La compré solo porque pude."

"¿Solías ser?"

"La vendí."

"¿Por qué?"

Rafa hizo una mueca.

Había comprado la mansión por una razón: para tener una casa más elegante que la de su padre y restregárselo en la cara. Pero no le había llevado mucho tiempo darse cuenta de lo poco convincente que era. Eduardo no lo sabría y no le importaría incluso si lo supiera.

"Fue una buena inversión" dijo Rafael, abriendo los ojos. Él le sonrió a Fer. "Se vendió por el doble del precio a un multimillonario ruso que estaba ansioso por comprar la casa de una estrella del fútbol. Un boludo. Viví una semana en esa casa."

Fernando sacudió la cabeza con una sonrisa.

"Sos..."

"Muy inteligente, ya sé" dijo Rafa, frotando su mejilla contra el pecho de Fernando y bostezando.

Fer se le quedó mirando.

"¿Qué?" Rafael murmuró con una sonrisa adormilada.

Fernando salió a toda prisa de la cama y comenzó a vestirse.

"Me tengo que ir" dijo más o menos, cerrando el cierre de sus pantalones vaqueros.

Rafael parpadeó hacia él.

No era como si Fernando se quedara cada noche, se quedaba solo cuando el sexo se prolongaba hasta bien entrada la noche, cuando estaba demasiado gastado para salir. Como esta noche.

"Son las dos de la mañana" dijo Rafael.

"Precisamente" dijo Fernando, deslizándose en su chaqueta.

Y luego se había ido.

Con el ceño fruncido, Rafa se dio la vuelta y enterró el rostro en la almohada.

Olía a Fer.

Era molesto.

Rafael consideró agarrar otra almohada, pero parecía demasiado esfuerzo.

Ésta tendría que valer.

Cerró los ojos, respiró, y se dejó llevar lejos.

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Dos días más tarde, Fernando se encontró cara a cara con Ester por primera vez desde que se había enterado de ellos.

"¿Todavía estás seguro de que tienes todo bajo control?" dijo Ester después de que Fernando desapareció escaleras arriba para tomar una ducha.

Fer miró y dijo: "Sí."

"¿Viste la forma en que lo miras?" Él ni siquiera quería saber.

"No sobreanalices, Ester" dijo con un suspiro, dejándose caer en el sillón.

Ester le dio una mirada terca con la que se había familiarizado.

"¿Por qué sigues aquí? Es tarde."

Fer se encontró con sus ojos de manera constante. "Tuvimos que acelerar el programa de rehabilitación de Rafael. Él tiene sesiones de entrenamiento dos veces al día ahora."

Ella frunció los labios, claramente no creyendole.
"Pero..."

"Mira, no quiero ser grosero, pero no es asunto tuyo" dijo tan suavemente como pudo. No era especialmente suave. Ester le caía bien, en verdad, pero él estaba harto de su constante interferencia. En realidad, no estaba de humor para otra queja sobre la maldad de Rafael y cómo Fer debería poner fin a esto.

Él no necesita ningún recordatorio. Sabía lo que debía hacer, lo había sabido todo el tiempo. Ejecutarlo era un poco difícil de alcanzar.

"Lo siento" dijo ella, torpemente. "Sé que puedo pasarme un poco. Está bien, voy a irme. No es como si fuera bienvenida aquí. Me sorprende que no me saque fuera ya."

"Estoy tratando de evitar que te despida, pero no estás ayudando, ¿sabés?."

Ella le dio una mirada extraña.

"¿Él realmente te escucha?"

Fernando se encogió de hombros. "No es tan maldito como parece."

Silencio.

Podía ver lo mucho que quería discutir con él. Por fin, ella suspiró

"Está bien, ya conoces mi opinión. No voy a decirlo una vez más" Ella tomó su bolso. "Decile que relaciones públicas dijo que sería bueno si se tomara algo con Oriana Sabatini en algún restaurante de lujo esta noche para celebrar."

"¿Celebrar qué?"

"Su cumpleaños" dijo Ester, cerrando la puerta tras ella.

¿Era el cumpleaños de Rafael?

Fer frunció el ceño. La rutina de Rafa no había cambiado en absoluto. No hubieron llamadas telefónicas, ni amigos o familiares felicitándolo, ni regalos. Nada. Rafael actuó como si fuera un día normal.

Después de unos minutos, escuchó el ruido de pies descalzos en la planta baja y se preparó mentalmente.

"¿Se fue?" Rafael dijo, limpiando su torso con una toalla blanca grande, mullida. Sólo llevaba un par de pantalones cortos, montando bajos en sus caderas.

"Sí" dijo Fernando, arrastrando los ojos lejos. "Ella dijo algo de tus relaciones públicas, dijeron que tomes algo con Oriana Sabatini en un restaurante esta noche."

Una mirada de confusión apareció en el rostro de Rafael.

"¿Quién es Oriana Sabatini?"

El tono de Fer era neutro. "¿Tal vez tu acompañante?"

Las cejas de Rafa se levantaron por un momento, luego su expresión se aclaró.

"Cierto. Probablemente" Él hizo una mueca. "No estoy de humor para una vagina" vio a Fernando con hambre una vez más, lamiendo sus labios carnosos. "Prefiero tener tu pija."

El pene en cuestión se contrajo en los pantalones de Fernando, saltando a media asta. Fer hizo una mueca, maldiciendo por dentro, pero sin sorpresa. Cuando estaba alrededor de Rafael, no tenía el control de su pene. No importa que ya hubieran tenido relaciones sexuales por la mañana antes de la llegada de Ester. Él no tenía la intención hacerlo, pero Rafa lo había mirado enrojecido y con sueño y suave, y Fernando no había sido capaz de resistirse a tocarlo. Muy, muy patético.

"No sabía que hoy es tu cumpleaños" dijo Fernando duramente, tratando de recomponerse. Ceder a su debilidad una vez al día era bastante malo. Él podía alejarse sin poner su pene en el chico una vez más. Él podría.

"Es un día como cualquier otro" dijo Rafa, paseando su camino hacia Fernando. "Nunca entendí por qué la gente hace un gran alboroto sobre eso. Creo que es algo que celebrar para los padres, pero mi madre está muerta, así que..." Se sentó a horcajadas en los muslos de Fer.

"¿Y tu papá?"

La mano de Rafael se detuvo en el cierre de Fernando. Una sombra cruzó su rostro antes de bajar el cierre de los pantalones de Fer y meter su mano dentro. Fernando siseó mientras los dedos delgados de Rafael se envolvían alrededor de su pene. A pesar de sus mejores esfuerzos para distraerse a sí mismo, estaba dolorosamente duro.

"Él nunca dio una mierda por mí ni cuando yo tenía cinco años. Dudo mucho que de algo por mi cumpleaños cuando tengo veintiséis" Rafa sonrió. No era una sonrisa agradable. "Vos y él tienen algo en común, ¿sabés?" Sus dedos se cerraron alrededor de la pija de Fer.

"¿Qué?" Fernando logró decir, con los ojos rodando hacia la parte posterior de su cabeza.

"Es un prepotente. Más tarde descubrí que es un político poderoso" Rafael río. "De todos modos, él estaba casado, pero no pudo mantener su pito fuera de mi madre. Ella era re linda" Rafa acarició el pene de Fernando lentamente. "Sé que pensás que soy lindo. Me parezco mucho a ella, antes de que ella enfermara" río. "Al menos no me podés embarazar."

Fer se le quedó mirando.

Luego les dio la vuelta y apretó sus labios contra Rafa con suavidad. Rafael se quedó inmóvil, su agarre en el pene de Fernando alejándose.

Fer lo besó suavemente, una y otra vez, el beso muy inocente en comparación con las cosas que habían hecho en el último mes.

Dios, una boca tan dulce.

La más dulce del mundo.

Rafael hizo un pequeño ruido y rompió el beso.

Apretando el pene duro de Fernando, lo miró.

"¿Qué creés que estás haciendo? No soy tu puta novia. Solo apurate y cogeme."

Fernando lo hizo.

Por supuesto que sí.

Cuando hundió el rostro en el cuello de Rafael y empujó dentro de él, casi podía identificarse con ese pene que había embarazado a la madre de Rafa.

Si la madre de Rafael había sido la mitad de embriagadora que su hijo... para vergüenza y disgusto de Fernando, podía entender al tipo.

Había una diferencia, sin embargo.

Estaba claro que en algún momento el padre de Rafael se había detenido.

Fernando ya no estaba seguro de poder hacerlo.

Chapter Text

En cuanto a los cumpleaños, este no era tan malo después de todo.

El cuerpo de Rafael dolía gratamente después del sexo y la segunda sesión de entrenamiento, pero un largo baño caliente lleno de sales aromáticas le refrescó.

Cuando salió del baño, se sorprendió al encontrar a Fernando descansando en el sillón delante de la televisión.

"Pensé que ya te habías ido"

Fer miró. "Le prometí a mi hermana que me vería con ella después del trabajo y la llevaria a su casa. Ella trabaja muy cerca. No tiene sentido conducir a casa solo para volver a conducir dentro de una hora."

Rafael se acurrucó más cerca y vaciló.

Nunca supo cómo actuar con Fernando en momentos como éste: cuando no estaban entrenando ni iban a coger. Había sido tan difícil encontrar el equilibrio correcto últimamente, las líneas se difuminaban.

Se dio cuenta que no era el único que luchaba con eso.

Cuando no estaban teniendo relaciones sexuales, Fernando actuaba alrededor de él como siempre lo hacía, ligeramente burlón, un poco cínico y mandón, pero a veces, su comportamiento era... apagado.

Rafael ni siquiera entendía esos momentos cuando yacían el uno al lado del otro después del sexo, saciados y felices, y Fernando pasaba los dedos a lo largo de la columna vertebral de Rafa, acariciando su nuca, el pelo sudoroso.

La gente decía y hacía cosas estúpidas después del sexo. Pero no era sólo durante el sexo.

Fer se le quedaba mirando.

No sucedía muy a menudo, pero cuando pasaba, hacía que Rafa se sintiera divertido en el interior. No le gustaba la sensación, porque era totalmente adicto a ella.

Y lo peor de todo era que ni siquiera podía culpar a Fernando por el tratamiento cariñoso y frío: a veces se sentía tan necesitado del tacto de Fer que se encontraba dando un paso más cerca de él cuando no estaban teniendo sexo.

Entonces se daba cuenta de lo que estaba haciendo y atacaba a Fernando con comentarios mordaces innecesariamente.

Mierda.

Esto nunca debería haber durado tanto como lo hizo.

Hacía ya casi un mes.

Nunca cogió con la misma persona durante tanto tiempo.

¿A quién quería engañar? Antes de Fernando nunca había cogido con el mismo tipo dos veces.

"¿Te vas a quedar ahí toda la noche?" Dijo Fer, sin mirarlo. Había apoyado sus manos detrás de la cabeza en ese gesto universal de chico, de aspecto muy masculino, relajado y casual.

Rafael atrapó su labio entre los dientes, mirando el espacio libre junto a Fernando, y se dirigió con decisión hacia el sillón.

Se dejó caer junto a Fer.

"¿Qué estás viendo?"

"Volver al futuro."

Rafael arrugó la nariz. "Aburrido."

"No pedí tu opinión."

Rafael se recostó, la pierna en equilibrio con la rodilla. Su pie desnudo presionado contra la pierna de Fernando.

"Pero es aburrido. Es mi cumpleaños y quiero ver otra cosa."

Rafael ocultó su sonrisa, consciente de que sonaba como un niño malcriado.

Él no fingía una mierda y sabía que Fernando tampoco, además: Fer no esperaba que él actúe diferente. Vivir sin las expectativas del mundo con Fernando siempre fue divertido. Con Fer, podía ser tan inmaduro y malo como quisiera.

Él no tenía por qué ser agradable, de buen carácter y relajado.

No tenía que fingir.

No tenía que ser nada. Se sentía... diferente. Liberador. Se sentía bien.

"Hay otra tele en la casa" dijo Fernando, sin apartar los ojos de la pantalla.

Rafa frunció los labios, sintiéndose algo molesto de que Fer no le estaba prestando atención. Él presionó su pie más firmemente contra la pierna de Fernando.

Sin darle un vistazo, Fer atrapó el pie.

"Dejá de moverte."

Él no quitó su mano. El pulgar de Fernando comenzó a acariciar la parte inferior de su pie, distraídamente.

Retorciéndose, Rafael no pudo dejar de escapar una risa de sus labios. Era cosquilloso, siempre lo era.

Fernando quitó la mano.

Rafa dejó de sonreír. Él lanzó una mirada de reojo a Fer y se mordió el labio.

"Estoy aburrido" dijo, golpeando con los nudillos en el brazo de madera del sillón. Ruidosamente.

Lo hizo por dos minutos completos antes de que Fernando finalmente dejara escapar un suspiro de exasperación. Fer se acercó y le agarró la mano.

"Cállate" Puso la mano de Rafa en el muslo de él, manteniéndolo en su lugar con su propia mano.

Rafael se quedó mirando la mano de Fernando cubriendo la suya y luego en el brazo de Fer a su alrededor.

Oh.

El brazo de Fernando se puso rígido, como si sólo ahora se diera cuenta de que efectivamente estaba abrazando a Rafael.

Unos segundos tensos pasaron. Fernando claramente no sabía qué demonios debería hacer acerca de la situación en la que se había metido.

Sus labios temblaron, Rafael le dio la mano, así que estaban palma con palma.

"Aw" el mierdecilla arrulló, entrelazando sus dedos. "¡Aún estás en mi corazón! ¡Creo que me voy a desmayar!"

"¿Tenés un corazón?" dijo Fer, su voz mezclada con diversión. Su brazo se relajó.

"Está bien" dijo Rafa, apretando los dedos de
Fernando. "Sé que no podés evitarlo."

Poco a poco, Fernando volvió la cabeza hacia él.

"¿Qué?"

Rafa asintió.

"Está bien. Te dije que soy irresistible."

Fer sacudió la cabeza. "Sos..."

"¿Gracioso, inteligente, hot?"

Riéndose, Fernando le lanzó una mirada divertida.
"¿Te sentís enamorado cuando mirás tu reflejo?"

Sonriendo, Rafael puso la cabeza en el respaldo del sillón, su rostro sólo a pulgadas de distancia de Fer ahora.

"¿Pensás que soy narcisista?"

Fernando le dio una extraña mirada.

"Cumplís con todos los requisitos."

Rafael miró perezosamente. "Tal vez. Pero, ¿No son todas las personas narcisistas? Creo que Freud lo dijo. La diferencia es solo en qué grado."

Recibió otra mirada indescifrable de Fernando.

Fer levantó la mano, la que no estaba apretada en los dedos de Rafael y rozó sus nudillos contra su mejilla.

Rafael se congeló, inseguro.

"Sos arrogante, seguro de vos mismo y altanero" dijo Fernando. "Pero" Sus ojos marrones recorrieron el rostro de Rafa. "...a veces pienso que en realidad tenés baja autoestima y todo tu mal carácter es solo un mecanismo de defensa."

Rafael abrió la boca pero la cerró sin decir nada. "Bueno, estás equivocado." Dijo al fin.

Asombrado de lo débil que sonaba su negación, él frunció el ceño.

Fer bajó la mirada hacia su boca con el ceño fruncido y la besó suavemente.

"Dejá de poner esa cara ridícula" dijo Fernando antes de chuparle el labio. "Dame tu lengua."

Rafael lo hizo.

De alguna manera, él no estaba seguro de cómo terminó con los brazos alrededor del cuello de Fernando y estaba besándole.

En algún lugar en el fondo de su mente, sonó una campana de alarma.

Rafael la ignoró, chupando la lengua de Fer y haciendo pequeños ruidos de placer.

Dios, tan bueno.

El tacto, el sabor, el olor... le hizo sentirse mareado y cálido.

Tan cálido.

La alarma sonó de nuevo y Rafael aturdido se dio cuenta de por qué: sólo se estaban besando, sin sexo en el menú.

Esto se estaba volviendo demasiado extraño.

Todo esto entre ellos había sido lo suficientemente confuso ya. Esto se sentía casi tan raro como los besos suaves que Fernando le había dado en la tarde después de que Rafael le había hablado de su padre.

Casi.

Rafa podía sentir la rareza ahora, también, colgando en el aire entre ellos cuando Fer rompió el beso para acariciarle detrás de la oreja, la ternura de sus toques contrastando con el agarre firme de Fernando en sus caderas.

Enterrando sus dedos en el cabello de Fernando, Rafa lo arrastró de nuevo a su boca, con ganas de más besos. Y agradecido, lo besó a fondo.

El celular de Fernando sonó.

Hicieron caso omiso de ello.

El celular no dejaba de sonar.

Suspirando, Fer rompió el beso y contestó el teléfono.

"Sí" dijo antes de aclararse la garganta. "Voy en camino."

Sin mirar a Rafael, se puso de pie.

"Tengo que irme. No te olvides que tenés chequeo medico mañana. Estate listo a las nueve" Se dio la vuelta antes de volverse y agacharse para besar sus labios. "Feliz cumpleaños, cara de muñeca" Se había ido antes de que Rafael pudiera decir nada.

Todavía un poco aturdido, Rafa se dejó caer hacia atrás contra el sillón y tocó los labios bien besados.

Dios santo.

Chapter Text

Rafael miraba por la ventanilla lateral, viendo pasar el paisaje mientras que Fernando los llevaba de regreso.

Desde que habían dejado el centro de entrenamiento, la tensión en el coche no se había desvanecido. Era una presencia viva, se la podía oír respirar.

El chequeo médico había sido bastante incómodo. Enzo había notado, obviamente, los chupones en varias partes de su cuerpo, tendría que haber sido ciego para no notarlos, pero no había dicho nada, manteniendo sus preguntas estrictamente profesionales.

Aún así, no pudo esconder el ceño fruncido en su cara o las evidentemente severas miradas que le disparó a Fernando.

Enzo lo sabía; Rafael estaba seguro de ello. Normalmente, no le molestaría tanto. Enzo era probablemente la única persona de su ambiente en quien confiaría plenamente para que no lo expusiera: Enzo era gay y era la definición misma de un tipo agradable.

Luego de que el exámen médico hubiera terminado, Enzo llevó a Fer aparte y le dijo algo en voz baja, enojado.

La mandíbula de Fernando se apretó, sus ojos se volvieron tormentosos mientras escuchaba lo que Enzo le estaba diciendo.

Por un largo y tenso momento, no dijo nada. Finalmente, asintió bruscamente y salió de la habitación después de decirle a Rafa que lo esperaría en el auto.

Cuando Rafael exigió respuestas de Enzo, el médico simplemente lo miró antes de informarle que mañana podría volver a entrenar con el resto del equipo.

Mañana.

Ese pensamiento seguía jugando en su mente una y otra vez. Mañana...

Rafa miró a Fernando, pero él estaba mirando la carretera. Rafa volvió a mirar el paisaje. Ya se encontraban en las afueras de la ciudad

"Enzo dijo que debería empezar a entrenar con el equipo mañana."

"Sí."

Rafael empujó su pulgar contra el cristal.

"Entonces eso quiere decir que nosotros básicamente terminamos."

Contó tres segundos antes de que Fer dijera:

"Sí."

"Ah" dijo Rafa, trazando líneas en zigzag por la ventanilla con el dedo. "Ya era hora. La temporada está a punto de terminar. Sólo voy a tener un mes para recuperar mi forma e impresionar al entrenador."

"Al retomar el entrenamiento con el equipo, no te apures en volver al campo de juego. Tu problema es que no tenés paciencia" Fernando soltó un gruñido irritado. "Me entregaron el auto recién lavado esta mañana. Pará con eso."

Rafael no se detuvo. "Tengo mucha paciencia. Soy la definición de la paciencia."

"Y yo soy el Papa. Esta es tu tercera lesión en la ingle en medio año. Es obvio que estuviste haciendo algo mal. Miré los vídeos de tus sesiones de entrenamiento y me di cuenta de que sos demasiado impaciente y no haces un exhaustivo precalentamiento antes de cada entrenamiento. Es muy importante, Rafael. Un correcto precalentamiento ayudará a preparar tus músculos para cualquier actividad."

Rafa dibujó un perro con su dedo. Bueno, al menos se suponía que era un perro. Miró por la ventana.

"No vamos a mi casa."

"No" dijo Fer. "Tengo un CD en mi casa. Una guía del calentamiento adecuado y una rutina de estiramiento estructurado. Lo verás con atención y seguirás las instrucciones al pie de la letra, cuando empieces a entrenar sin mí" Fernando se quedó en silencio por un momento. "Pensé que tendríamos una semana más, pero Enzo no estuvo de acuerdo. Por lo que tendrás que aprenderlo del video."

"¿Un CD? En que año te quedaste" Rafael empezó a pintar con sus dedos al perro.

Fer dejó escapar un suspiro de exasperación "¿Me estás desquiciando a propósito?"

"Ojos en la calle, no en mí" murmuró Rafa. "Sé que es difícil, pero soy demasiado joven para morir porque no podés dejar de mirarme."

"Rafael..."

Rafa tamborileó sus dedos sobre la ventana. "Todavía me estás mirando" Pudo sentir físicamente cuando Fernando apartó la mirada.

Permanecieron en silencio durante el resto del viaje.

Cuando Fer finalmente estacionó el auto frente una gran casa, hermosa, Rafael se echó a reír.

"Sabes, para alguien que sigue molestándome por ser un nene mimado rico, esto es bastante de rico.Tu casa es dos veces más grande que la mía. ¿Quién es el nene mimado rico ahora?"

Fernando se bajó del coche. "Tengo una familia grande."

Rafael le siguió hasta la casa. "¿Ellos están acá?"

"No por ahora. Mi madre prefiere vivir con nuestra tía. Mi hermana ahora está casada y mis hermanos, todos, se mudaron fuera también, algunas se volvieron a Argentina, aunque todos ellos todavía pasan el rato acá con bastante frecuencia. Voy por el CD" dijo Fernando antes de desaparecer escaleras arriba.

Rafael miró alrededor de la sala de estar. Era grande, pero parecía cómoda y habitada. Había fotos sobre la mesita junto al sillón. En su mayoría fotos de familia, pero una de ellas era diferente. Rafael la agarró y se quedó mirándola.

Fernando tenía un brazo alrededor de una hermosa chica.

Así que esta era la famosa Sofia. Su figura alta y curvilínea lucía perfecta junto al alto, masculino, cuerpo de Fernando. Se veían bien juntos.

Rafael bajó la imagen y agarró otra.

Fer y sus hermanos: cuatro hermanos y una hermana. No todos ellos se parecían a él, pero el parecido familiar era inconfundible.

Todos los hermanos eran altos, uno de ellos claramente cercano a la edad de Fernando.

Sintiendo la mirada sobre él, Rafa levantó la vista. Fernando estaba en la puerta, mirándolo.

"¿Qué?"

Sacudiendo la cabeza, Fernando se acercó y le entregó un CD. Rafa hizo una mueca, pero se lo llevó.

"¿Tus hermanos?"

Fer asintió, todavía mirándolo con la misma extraña expresión. Estaba picando más en los nervios ya deshechos de Rafael. Tratando de mantener su cuerpo relajado, Rafa señaló al chico de pelo medio rojizo a la izquierda de Fernando en la imagen.

"Totalmente me cogería a este."

La mirada de Fernando siguió su dedo. Él parecía divertido.

"Daniel es un niño. Apenas tiene veintitrés."

"¿Y qué?" dijo Rafael, poniendo la imagen en la mesa y sonriéndole dulcemente a Fer. "Yo acabo de cumplir veintiséis. ¿Le gustan los hombres?"

"¿A quién?"

"Daniel."

Los ojos de Fernando se estrecharon.

"No, no le gustan."

"Hmm. No importa."

"No te gusta. Solo estás tratando de molestarme."

Interiormente exacerbado, Rafael se esforzó por mantener un rostro neutral.

"¿Por qué te molestaría? Tu hermano es un pibe grande y puede defender su propia virtud. Y estás equivocado. Siempre he tenido algo por el pelo rojo y la piel pálida. Esta bueno y él es de mi edad" sonrió. "Ahora que no voy a tenerte para entretenerme, voy a tener que encontrar un nuevo juguete sexual. ¿Por qué no él? Es exactamente mi tipo."

"Mantente alejado de mis hermanos" dijo Fernando en voz baja, peligrosa. "No voy a dejarte utilizarlos sólo para molestarme. Ninguno de ellos puede manejarte."

"Y, ¿quién puede?" dijo Rafa, ladeando la cabeza. "¿Vos?"

Sus respiraciones, ambas, rápidas y tensas.

Las manos de Fer agarraron duro en las caderas de Rafael.

"Me importa una mierda lo que hagas. Sólo mantenete alejado."

"¿Asustado por no ser capaz de mantener tus manos lejos de mí?"

"Mocoso de..."

"¿Sabes qué? Vamos a saltarnos el juego previo, sobre cuando nos decimos cosas terribles entre nosotros y nos enojamos" Sus dedos empezaron a desabrochar la camisa de Fernando. Esperaba que Fer no notara cómo de inestables estaban. Miró a Fernando a los ojos. "Quiero chuparte la pija. Y luego quiero que me cojas. Despues, cada uno por su camino y nunca nos vemos otra vez."

Fernando estaba congelado. Sus pupilas estaban tan dilatadas que Rafa ya apenas podía ver el color del iris.

Tiró de Rafael hacia él.

No llegaron hasta la habitación. Lo hicieron ahí mismo, en la alfombra de la sala de Fer, rodeados por las fotos de su familia y su magnífica prometida.

Fue el peor sexo en la vida de Rafael.

Lo odiaba y odiaba a Fernando, odiaba la forma en que el sexo lo hacía sentir frustrado, crudo, y profundamente insatisfecho, incluso después del espectacular orgasmo que le hizo estremecerse y clavar sus dedos en la desnuda espalda de Fernando.

Después, Fer dijo en su cuello: "Voy a tener que tirar esta alfombra ahora. Y me gustaba mucho. Todo es tu culpa " su voz era ronca y todavía un poco aturdida. "Tu culpa" Sus labios se movían calientes a lo largo del cuello de Rafa. Fernando chupó con fuerza en la piel sobre su pulso.

Rafael cerró los ojos por un momento, luchando contra el nudo en su garganta. Los abrió y dejó caer las manos de la espalda de Fer a sus propios lados.

"Soltame."

Fernando no se movió, hundiendo sus dientes en su piel. Dolía. Dios, eso dolía.

"Salí" susurró Rafa.

Cuando Fer no se movió -¿Acaso estaba tratando de empujarse más profundo?-, Rafael lo empujó y se puso de pie, tambaleándose un poco.

Su cuerpo dolía.

No le importaba ser cogido con poca preparación.

Le encantaba rudo pero, por alguna razón, esta vez se sentía más magullado de lo que estaba físicamente.

Sin mirar a Fer, se puso los calzoncillos y los jeans. Su camisa era un problema. Luchaba con los botones de la camisa, con sus dedos torpes. Necesitó varios intentos para conseguir pasar los primeros a través de sus ojales.

"Mierda, mierda..."

Fernando empujó las manos de Rafa y comenzó a abotonarle la camisa. Por supuesto, sus dedos no eran inestables. Rafa vio a esos largos y fuertes dedos, hacer su trabajo en silencio. El silencio era opresivo, como un ser vivo, un peso pesado presionando en su pecho. Rafael odiaba eso y odiaba a Fer.

"Gracias" dijo, muy cortésmente, dando un paso atrás.

Fernando se encogió de hombros. Como si no le importara en absoluto. Parecía que ya había perdido interés en la conversación -en él- y quería estar en cualquier sitio menos allí.

"Chau" dijo Rafa, odiándose un poco a sí mismo por no salir con algo ingenioso y mordaz.

Algo brilló en los ojos de Fernando.

"Chau" dijo escuetamente, dándose la vuelta y alcanzando su ropa.

Rafael se fue.

Suprimiendo la necesidad de cerrar de un portazo al salir, cerró silenciosamente en cambio. No le daría a Fer la satisfacción de saber que estaba... enojado.

¿Estaba enojado? ¿La sensación de opresión en su pecho era ira? No tenía motivos para estar enojado.

Había sabido todo el tiempo que esto acabaría pronto.

Era sólo... era sólo demasiado abrupto. No estaba preparado.

Esa misma mañana, antes de que lo llevara al chequeo médico, Fernando se había pasado quince minutos besándolo una y otra vez, como si no pudiera obtener suficiente.

Y ahora...ahora, nada. Era simplemente demasiado repentino. Por eso se sentía tan desequilibrado; eso era todo.

"Hey, ¿vas llegando o te vas?"

Rafael levantó la cabeza.

Un tipo alto le sonreía. Después de un momento, Rafa lo reconoció de la foto.

Este era el hermano que se parecía mucho a Fer, excepto que su cabello era medio rojo. Al igual que Fernando, sus rasgos faciales eran sorprendentes en vez de tener una belleza exótica.

Tenía una contextura diferente, sin embargo: su cuerpo era delgado y no muscular. Tenía que tener algo más de veinte.

El tipo le tendió una mano.

"Daniel Contigiani."

Rafa la estrechó brevemente y forzó una sonrisa. "Soy..."

"Rafael Federman" dijo Daniel, dedicándole una atractiva sonrisa. "Jugador del Barca y la víctima actual de Fernando."

"Ya no más."

Los ojos de Daniel barrieron encima de él, con intermitente emoción en su cara.

"¿Querés decir que te recuperaste? ¡Ya era hora!" Ante la mirada de sorpresa de Rafael, Daniel le dio una sonrisa y un guiño. "Soy fan del Barcelona desde chico. Estoy intentando no ponerme tan modo fan."

Cierto. Fer le había mencionado que uno de sus hermanos era su fan.

Rafa sonrió, dejando a su máscara pública deslizarse en su lugar. Luego de cinco años en el candelero, ya era como una segunda piel para él. Ni siquiera era una mentira la mayor parte del tiempo. A él le gustaba ser el centro de atención. Le gustaba caer bien. Le gustaba ser admirado y adorado por los aficionados. Era realmente fácil.

"¿Fan del Barca?" Rafa dijo con una sonrisa. "Tu hermano te debe odiar."

Sonriendo, Daniel movió las cejas. "¿Cuál?"

Rafa se echó a reír. "Sos el malo, ¿eh?"

"Sip. Soy la oveja negra de la familia" Se estremeció dramáticamente e, inclinándose al oído de Rafa, dijo con voz cómplice, horrorizada. "Son todos Gallinas."

La risa de Rafael fue interrumpida cuando la puerta se abrió trás él.

"¿Qué haces acá?" La voz de Fernando sonaba helada.

Rafael se tensó. Danilo volvió la cabeza, su sonrisa fácil transformada en una expresión de desconcierto.

"Es bueno verte, también, hermanito. ¿Por qué me hablas así? Esta sigue siendo mi casa, como vos me seguís diciendo."

"Cierto" dijo Rafa, alejándose un paso. "Me tengo que ir."

Daniel lo agarró del brazo.

"Eu, ¡no tan rápido! No puedo dejarte ir así como así."

"Dani, ya hablamos de esto" dijo Fernando bruscamente. "No podés molestar a mis pacientes."

"No hay problema" Daniel sonrió a su hermano, claramente disfrutando de molestarlo. "Él ya no es tu paciente."

"Daniel"

La advertencia en la voz de Fer era inconfundible, y la sonrisa de Daniel se desvaneció, una expresión de genuina confusión apareció en su rostro.

Ignorando a Fernando, cuyos ojos estaban causando un agujero en su nuca, Rafael sonrió a Daniel. Le agradaban sus fans. Y le agradaba éste. Y le gustaba molestar a Fernando más que nada.

"Me tengo que ir ahora, pero podés pedirle mi número a Fer. Llámame."

Sorpresa y placer cruzaron el rostro de Daniel.

"Buenísimo, lo haré. Nos vemos."

Rafael asintió y se alejó, negándose a mirar atrás hacia Fernando. Sabía que si lo hacía, no sería capaz de mantener la compostura. Dios, había terminado con esto -con ese vínculo extraño, patético, lo que sea que fuera.

Al carajo Fernando.

Ya estaba terminado.

Hecho.

No podía esperar a que su vida volviera a la normalidad. Fernando era bienvenido a casarse con su preciosa prometida y vivir su "felices para siempre".

A Rafael le importaba una mierda.

Y si su garganta estaba un poco apretada y le dolía, nadie podría adivinarlo.

Chapter Text

"¡Bien muchachos, un descanso de media hora!" anunció el entrenador, para alivio de los jugadores.

Pateando la pelota lejos, Matías se secó el sudor de la frente y miró a su alrededor. Una sonrisa tiró de sus labios cuando notó la familiar figura alta al otro lado de la cancha de entrenamiento. Ignorando a sus compañeros de equipo, encaró hacia su novio... Novio. La palabra todavía se sentía extraña. No encajaba bien.

"Mi novio" articuló tentativamente y sonrió para sí mismo. Mucho mejor.

Se acercó silenciosamente a Enzo y arqueó un brazo alrededor de su cuello.

"Hey. ¿Qué estás haciendo?"

"Observando" dijo Enzo, su mirada chequeando a los jugadores suplentes.

Matías les prestó poca atención. Se mordió el interior de la mejilla, tratando de reprimir el impulso, totalmente inapropiado, de presionar sus labios contra la fuerte mandíbula de Enzo y chupar.

En cierto modo, era raro.

Siempre había sabido que Enzo era guapo, pero hace sólo unos meses, hubiera sido una observación abstracta: era hetero y su amor por él había sido estrictamente platónico.

Mientras que estaba aliviado de que este nuevo aspecto físico en su relación no se sintiera forzado, Matías estaba algo perturbado por lo mucho que había llegado a necesitarlo.

Ahora no podía tener suficiente del cuerpo de Enzo tanto como no podía tener suficiente de su afecto y amor.

Quería besarlo.

Pero por supuesto que no podía hacerlo.

La mayoría de las personas podrían estar acostumbradas a su inusual cercanía y no se inmutaban por sus muestras de afecto, pero incluso ellos no podían salirse con un beso público.

A veces apestaba ser jugador de fútbol.

"¿Observando qué?" dijo Matías, tratando de distraerse.

"Rafael" respondió Enzo.

Con el ceño fruncido, Matías siguió la mirada de Enzo. El estúpido de su hermano estaba un poco apartado del grupo principal, pateando la pelota con los pies.

"¿Por qué? Pensé que ya estaba en forma para entrenar sin supervisión médica. Estará jugando en el próximo partido."

"¿No notaste algo fuera de lugar en él?" dijo Enzo, acariciando el hombro de Matías. Dejó caer la mano luego de un momento, probablemente recordando que tenían audiencia.

"Nop" dijo Matías, ya extrañando su toque.

"Míralo."

"Lo estoy viendo."

"No, míralo. ¿No ves nada raro?"

Despertada su curiosidad, Matías estudió a su hermano más cuidadosamente.

Rafael estaba en silencio, con los ojos bajos y la mandíbula apretada con fuerza. Estaba emitiendo una palpable vibra de no-me-jodas.

"Parece que está de mal humor" dijo Matías antes de fruncir el ceño. "Parece de mal humor" repitió más lento, mientras que las palabras penetraban en él.

"Sí" dijo Enzo. "Y estuvo así toda la semana... desde que regresó a entrenar."

Oh.

Rafael nunca demostraba su temperamento en público.

Nunca.

Él era el hermano agradable. Era el que siempre estaba de buen humor, el que siempre tenía una broma que decir y una sonrisa que dar.

Matías sabía mejor que nadie que era sólo una fachada, pero otros no sabían.

En lo que al público refiere, Rafael era el exponente de un tipo bueno, un pobre huérfano que logró sus sueños con trabajo duro y dedicación, contra todo pronóstico. Se convirtió en una buena historia -y sin importar que la historia de Matías fuera básicamente la misma; él no era el adorado por los medios- Rafael vigilaba cuidadosamente su reputación y rara vez se le veía frunciendo el ceño o siendo desagradable en público.

"Hay algo mal con él" dijo Enzo.

"¿Por qué nos debería importar?" Matías murmuró, inclinándose hacia Enzo.

"Matías" dijo Enzo con un tono de advertencia.

Sonriéndole, Matías puso una cara inocente. "¿Qué?"

Enzo no parecía divertido. "Estamos en público."

"¿Y qué? Quiero tocarte."

La expresión de Enzo se suavizó. "También quiero tocarte" La mirada tras sus oscuros ojos mieles era tan tierna e intensa a la vez, que difundió calidez en Matías. "Pero es peligroso" dijo volviéndose hacia Matías.

Suspirando, Matías se enderezó.

"Bueno. Entonces, ¿por qué nos preocupamos por el mal humor de Rafa? ¿Por qué nos debería importar si está de mal humor por alguna razón?"

Enzo no respondió inmediatamente. "Me preocupa que tenga algo que ver con Fer."

"¿Fernando?"

Enzo parecía... incómodo. Pasaron algunos segundos antes de que respondiera, "Hace aproximadamente un mes, Fer vino a pedirme consejo. Bueno, no vino por eso, pero yo lo aconsejé."

La confusión de Matías sólo estaba creciendo.

"¿Qué tipo de consejo?"

"Me dijo que se sentía atraído por Rafael."

"¿¡Atraído por Rafael?!"

"Shhhh" dijo Enzo, con una suave sonrisa en los labios. "¿Por qué estás tan sorprendido?"

"¿Por qué?" Matías lo miró con incredulidad. "¡Fernando es hetero! ¡Se va a casar con Sofia en un mes!"

"Todavía están en una relación abierta" Enzo le recordó. "Y bueno, si alguien podría tentar a un hombre hetero, sería Rafa."

Los ojos de Matías se estrecharon, una fea, viciosa sensación retorciendo sus entrañas. "¿Ah, sí?"

Enzo rió, sacudiendo la cabeza. "Tonto" dijo, cepillando con el pulgar la muñeca de Matías. "Sos tan tonto."

Matías se sonrojó, avergonzado por su arrebato de celos, pero incapaz de hacer nada al respecto. Por supuesto que estaba siendo tonto; él lo sabía. Sabía que Enzo lo quería. Sabía que era el mundo para Enzo tanto como Enzo lo era para él. Pero el miedo de perderlo no era algo que pudiera racionalizar.

"¿Qué consejo le diste?" preguntó, curvando sus dedos en los bíceps de Enzo.

Al carajo; no le importaba si alguien consideraba que era demasiado gay.

"Le dije que Sofia se merecía toda su atención y que debía conseguir sacarse la duda con Rafa antes de la boda. En otras palabras, le dije que se cogiera a Rafael y lo superara."

"Ew" dijo Matías. "Posta, no necesitaba esa imagen mental. Pero, de todos modos, ¿cuál es el problema?"

La expresión de Enzo era sombría. "Ambos son adultos, pero Rafael es mi paciente... bueno, no ahora mismo, pero lo es. Me siento un poco culpable de no haber pensado en los sentimientos de Rafa cuando le di a Fernando ese consejo."

Matías se rió. "¿Sentimientos? Ese pibe no tiene sentimientos. Dale. ¿Creés que Rafa quedaría enganchado después de un polvo?"

"Ese es el asunto" dijo Enzo, sin compartir su diversión. "No fue solo una vez. Cuando Rafa llegó a su chequeo médico, estaba cubierto de chupones."

De acuerdo, eso era algo que realmente no necesita saber.

"Que asco. Y, ¿por qué eso es un problema?"

Enzo se veía arrepentido.

"Le di a Fernando ese consejo hace un mes, Mati. Pensé que iba a ser sólo una vez, rascarse la picazón. No pensé que iba a durar tanto tiempo. Cuando las personas cogen por semanas, es difícil mantener las cosas sin comprometerse" La culpa asomó en sus ojos brillantes. "Al igual que lo hizo el colo y luego resultó herido cuando se dio cuenta de que por siempre serías el único para mí" Enzo apretó los labios. "Eso no era lo que tenía en mente cuando le di ese consejo a Fernando."

"¿Cómo sabés que fue Fernando quien le dio los chupones? Tal vez Rafa tuvo otras aventuras luego."

"Sé que fue Fernando. Los observé juntos. Su lenguaje corporal lo dice todo. No creo que apartaran la mirada uno del otro por más de unos segundos" Enzo sonrió con malicia. "Fue algo incómodo estar en la habitación con ellos."

Matías volvió su mirada hacia su hermano.

"¿De verdad crees que Rafa quedó enganchado?" La sola idea le parecía ridícula. Rafael no se apegaba a la gente.

"Espero que no" dijo Enzo. "Pero, bueno, míralo."

"Tal vez no tenga nada que ver con Fernando" se burló Matías. "Rafa tiene un témpano por corazón. El año pasado, cuando estabas... cuando te habías ido, se burló de mí, me dijo que mi estado de depresión era patético. Él no reconocería una emoción así lo golpeara en la cara."

"Tal vez ese es el problema" dijo Enzo cuidadosamente.

Matías suspiró.

Podía ver lo mucho que estaba molestando a Enzo el que podría haber herido, sin quererlo, a uno de sus pacientes.

Enzo era demasiado bueno con personas que no lo merecían y les prestaba demasiada atención -En la opinión de Matías, él era la única persona que debería tener la atención de Enzo, pero eso no venía al caso-

"Muy bien" dijo, tocando el hombro de Enzo. "Si realmente te sentís culpable, voy a hablar con él y averiguar lo que le molesta, ¿mhm?"

Los altivos ojos de Enzo le hicieron sentir de unos diez pies de altura.

Volteándose para ocultar su vergonzoso sonrojo, Matías se encaminó hacia su hermano.

"Che."

Rafael lo ignoró completamente, su mirada sobre la pelota a sus pies.

Matías lo estudió en silencio.

Cuando eran adolescentes, solía envidiar la piel sin defectos y la gracia de Rafa. Incluso ahora, con el ceño fruncido estropeando sus facciones, Rafael parecía bastante asombroso.

Sin embargo, tenía problemas para imaginarse a Rafael y a Fer juntos.

Fernando era la última persona que había esperado se dejara engañar por el exterior de Rafa.

Por fin, Rafael le lanzó una mirada.

"¿Qué querés?"

Matías decidió cortar por lo sano. No quería estar hablando con Rafael por más tiempo del necesario.

"Quiero que me digas que no sentís algo por Fernando."

Si no hubiera estado observándolo con tanto cuidado se habría perdido la rigidez, apenas perceptible, en la postura de Rafa.

Rafael se rió entre dientes, con una sonrisa brillante y divertida apareciendo en sus labios.

"No seas boludo. ¿Yo? Me lo cogí un par de veces. Ya se acabó. Una buena cogida. Se estaba volviendo aburrido."

Si no hubiera crecido viendo a Rafael diciendo mentiras con cara seria, se lo habría comprado.

Pero lo hacía.

Y esta brillante sonrisa era la que Rafa reservaba para situaciones perdidas, cuando necesitaba encontrar una salida hablando mierdas.

Pero... ¿Importaba? La respuesta de Rafael era la que él había querido escuchar.
Podía irse ahora.

No era como si a él realmente le importara si Rafa estuviera triste o no.

Había unas pocas personas por las que Matías se preocupaba y Rafael no era una de ellas.

Podía irse.

Podía fingir que le había creído a Rafa.

El podría.

Probablemente debería.

Excepto... excepto que no podía.

El problema era que, desde su temprana infancia, Rafael había sido la única constante en su vida. No se agradaban uno al otro, pero siempre podía contar con que Rafa siguiera siendo el mismo estúpido insensible y narcisista. Y ver a Rafa realmente triste lo ponía... incómodo, como si el cielo de repente se volviera verde.

"Estás mintiendo"

Una mirada de asombro cruzó el rostro de Rafael, como si él no esperara que Matías lo hiciera dejar atrás su mierda pero, enseguida, se había ido.

"No te confundas conmigo" dijo Rafa. "No soy vos. No soy estúpido como vos."

Matías bajó la voz. "Si te referís a Enzo..."

"Por supuesto que me refiero a Enzo. Mírate" Una mueca curvó los labios de Rafael. "Totalmente engatuzado por un hombre que va a tirarte lejos cuando encuentre algo mejor."

Matías dejó escapar una carcajada. "Sí, claro. Enzo me ama."

Rafael ladeó la cabeza, con una expresión casi compasiva.

"¿Ahora? Quizás sí. Pero sos estúpido si pensás que va a durar por siempre. En un año o dos, Enzo va a despertar y darse cuenta de que no sos lo suficientemente bueno. Ya que no lo sos y nunca lo vas a ser. Y va a destruirte cuando te deje" La mirada de Rafael sostuvo la suya. "Admitilo: en el fondo, sabes que se va a ir. Por eso es que tenés miedo de perderlo. Sabes que la gente como nosotros no consigue un “felices para siempre”. Yo estoy bien con ello, porque no lo necesito. No necesito a nadie. Solías ser del mismo modo, pero ahora vos" Rafael le dedicó una mirada desdeñosa. "...Eras un patético cascarón vacío, mientras estuvo fuera de tu vida por unos pocos meses. ¿Qué vas a hacer cuando te deje por siempre? Sos boludo, Matías."

Matías escupió:

"Al menos no soy un patético cascarón vacío todo el tiempo. Al menos, no soy un cobarde de mierda."

La cara de Rafa quedó completamente en blanco.

Matías se alejó, cerrando sus manos en puños.
Se dijo que debía ignorar las palabras de Rafael. Estaban destinadas a hacerle daño, a plantar una semilla de duda; él lo sabía. Rafa era excelente para encontrar un punto débil y golpear donde más dolía.

Pero sus palabras seguían resonando en sus oídos, una y otra y otra vez.

-En un año o dos, Enzo va a despertar y darse cuenta de que no sos lo suficientemente bueno. En el fondo, sabés que se va a ir. Sabés que la gente como nosotros no consigue un “felices para siempre"-

Con la mandíbula apretada, hizo su camino de regreso al campo de entrenamiento.

"¡Matías!" La voz de Enzo lo sobresaltó.

Matías parpadeó como un búho cuando fue empujado dentro de la habitación más cercana y los preocupados ojos de Enzo lo miraron.

"¿Qué pasa, Mati...?"

Matías le dio un beso desesperado, abrazándolo y aferrándose tan fuerte como pudo.

"Te amo. Te amo. Te amo" susurró entre besos frenéticos antes de enterrar su cara en el hueco del hombro de Enzo.

Los brazos de Enzo se apretaron alrededor de él, y Dios, se sentía tan perfecto y correcto, pero dolía.

Dolía.

Durante un largo rato, Enzo no dijo nada, simplemente acariciando su cabello.

"¿Qué pasa?" dijo después de un tiempo. "¿Qué te dijo Rafa?"

Matías se rió, más o menos.

"Sé que no debería escucharlo nunca, pe… pero tengo miedo de que... sé que tiene razón."

"¿Sobre qué?"

"Que un día te darás cuenta de que no soy lo suficientemente bueno para vos" murmuró, apenas audible. "Nadie me ama. No entiendo por qué todavía lo hacés."

Enzo suspiró y, tomando su barbilla con la mano, obligó a Matías a mirarlo a los ojos. Sus ojos mieles se veían divertidos y tiernos a la vez.

"Soy muy consciente de todos los... aspectos menos encantadores de tu personalidad. Te vi en tu peor momento. Te he visto ser egoísta, mezquino, vengativo y extremadamente posesivo. Y eso no hace que te ame menos."

"¿Por qué?" susurró.

"Porque cuando amas a alguien, no lo amas por los rasgos buenos de su personalidad y acciones. Lo amas, porque lo amas, con todos sus defectos y ridículas inseguridades" Enzo sonrió, tocando los labios de Matías. "Te amo, cariño. Probablemente más de lo que debería."

Matías le devolvió la sonrisa y ocultó su sonrisa en el cuello de Enzo, abrazándolo con fuerza. Cerró los ojos, sintiendo al siempre presente temor, finalmente, disiparse, arrastrado por una oleada de emoción. Rafael estaba equivocado. Tal vez él no era bueno, pero era lo suficientemente bueno para la persona que más importaba. La clave era encontrar a esa persona.

Y, de repente, se sintió muy mal por su hermano. Rafa nunca tendría esto, porque no era lo suficientemente valiente como para desearlo. No era lo suficientemente valiente como para pedirlo.

"Entonces, ¿qué pasa con Rafael?" dijo Enzo, como si hubiera leído sus pensamientos. "¿Está molesto por Fernando?"

Haciendo una mueca, Matías se apartó un poco para mirar a Enzo.

"Cuando le pregunté si sentía algo por Fer, Rafa me golpeó en mi punto más vulnerable y casi me dejó llorando. Para Rafael, eso es prácticamente una declaración de amor."

Una arruga apareció entre las cejas de Enzo.

"¿Y ahora qué?"

"Nada" dijo Matías, odiando un poco lo bien que entendía a Rafa. "Todo lo que siente, no tiene importancia, porque odia sentirlo."

Tal vez Rafael no tuviera un témpano por corazón, pero para él las emociones eran una debilidad, y el sentido de autopreservación de Rafa no conocía rival.

Matías se encontró con la mirada preocupada de Enzo.

"No te preocupes" dijo, enderezando el cuello de Enzo. "No va a pasar nada. Se quedará alejado de Fernando y, finalmente, su corazón se congelará de nuevo, como en ese cuento" Sonrió ante su propia mala broma, porque Enzo no lo hizo. Suspirando, Matías acarició sus dedos por el cabello de Enzo. "No te preocupes, de verdad. Fer se casará con Sofia, y Rafa volverá a ser un hdp de nuevo... no es que él no siguiera siendo un hdp insufrible justo ahora."

Enzo no parecía especialmente seguro. "¿Y si no se mantiene alejado?"

"Lo hará" dijo Matías. "Rafa me dijo una vez que pisaria cualquiera para conseguir lo que quisiera, pero la cosa es, que si él quiere algo demasiado, se asusta y corre en la dirección opuesta" Matías sonrió con malicia. "Sip, así de jodido está. ¿Creés que esté más jodido que yo?"

Sonriendo, Enzo le dio un beso en la nariz. "Poco probable."

Matías se rió y no lo negó. Podría ser una persona jodida, pero al menos era una muy feliz.

Chapter Text

Mientras que Rafael se sentaba en el sillón junto al hermano de Fernando, en la sala de Fernando, mirando la televisión de Fernando y bebiendo la cerveza de Fernando, se preguntaba qué carajos estaba haciendo.

Quería agarrarse a patadas a sí mismo, pero sobre todo culpaba a Matías. Fue culpa de Matías, por haberlo sacado tanto de quicio ayer, que cuando Daniel Contigiani lo llamó y le preguntó si podían pasar el rato, Rafael aceptó sin pensarlo.

Cuando Dani le había dicho que estaba en casa de Fer, Rafa definitivamente debería haberle dicho que no podían pasar el rato allí.

Pero no lo hizo, y ahora aquí estaba.

Pelotudo.

Para complicar más las cosas, el brazo de Daniel estaba sobre el respaldo del sillón, con sus dedos apenas tocando el hombro de Rafael.

Rafael no era ingenuo. Podía notar que Daniel estaba ya medio atontado por él. Lo único que impedía a Dani hacer un movimiento sobre él, era probablemente su estado de celebridad. Era cauteloso -Como debía serlo, ya que Rafa era supuestamente hetero, dado que todos los futbolistas supuestamente lo eran- pero Rafael sabía que no duraría. No había conocido demasiado al tipo, pero podía notar que no estaba en la naturaleza de Daniel el ser cauteloso. El tipo era la definición de imprudente; no parecía tomar nada en serio. También era un chamuyero desvergonzado.

Rafael todavía estaba indeciso sobre qué hacer al respecto. Probablemente debería pretender ser hetero y desalentarlo con sutileza. Era más seguro de ese modo.

Pero una parte de él -la parte responsable de fomentar su relación-, quería ver la cara de Fernando cuando se diera cuenta de que se estaba chamuyando a su hermano. Y eso molestaba a Rafael. No se suponía que le preocupara la reacción de Fernando. Fer era su ex fisioterapeuta. No era más que un hombre con el que había tenido una aventura. El tipo que iba a casarse en un mes. Fernando no le gustaba, y el sentimiento era completamente recíproco. A él no le importa un carajo Fer.

No había visto a Fernando en ocho días.

Disgustado por la dirección que habían tomado sus pensamientos -de nuevo- Rafa trató de concentrarse en la película que estaban viendo, pero esos idiotas pensamientos se negaban a desaparecer por completo, zumbando en el fondo de su mente.

Qué carajos.

En estos días, se sentía como si tuviera una doble personalidad. Su personalidad “estúpida” tenía una mente unidireccional. Su personalidad “normal” se encogía sobre sí misma cada vez que se sorprendía pensando en las manos de Fer, en su boca, su calor, sus brazos alrededor suyo, su aroma.

La parte sobre el aroma era la más ridícula.

Por amor de dios, él nunca había notado cómo es que olía la gente -a menos que olieran mal. Se estaba volviendo loco.

Ayer mismo, atacó a uno de los terapeutas del equipo por masajearlo mal, sólo porque anhelaba las manos de Fernando sobre él.

Dios, se sentía como una puta masturbándose a sí mismo.

Se estaba convirtiendo en Matías -peor, en realidad, ya que Matías por lo menos se volvía patético por un hombre que daría algo por él; Rafa no podría decir lo mismo sobre Fer.

El pulgar de Daniel rozó su cuello, trayéndolo de vuelta al presente.

Rafael se mordió el labio. Tal vez debería alentar a Daniel. ¿Por qué no? El chico era guapo y con ganas de meterse en sus pantalones, y era poco probable que divulgara algún rumor: no parecía ser de ese tipo. Y sería bueno para él cogerse a alguien que no fuera Fer.

Jesús, ni siquiera podía recordar lo que se siente tener sexo con otra persona. Un mes de tener sexo sin parar con un hombre, claramente le había jodido la cabeza.

"Tengo curiosidad sobre algo" dijo Daniel repentinamente.

Rafael volvió la cabeza hacia él.

"¿Sí?"

Los ojos de Daniel barrieron su cara, buscando algo.

"¿Por qué Fernando está enojado con vos?"

Rafa no tuvo que fingir su sorpresa.

"¿Lo está?"

Daniel se rió un poco.

"Me quemó la cabeza cuando le pedí tu número." Hizo una mueca, aunque sus ojos todavía estaban llenos de diversión. "No me da vergüenza admitir que Fer me asusta cuando está enojado." sonrió. "De hecho, tuve que escabullirme en su pieza para obtener tu número, mientras que él estaba en la ducha" miró a Rafa a través de ojos entornados. "Pero valió totalmente la pena."

Rafael le devolvió la sonrisa, sin saber qué decir. El tipo realmente era muy atractivo. En la penumbra, se veía aún más como...

No, él no iría allí.

El silencio se prolongó. La mano de Daniel se dejó caer sobre el cuello de Rafa y sus labios estaban repentinamente mucho más cerca.

Rafael se tensó, pero antes de que pudiera decidir qué hacer, se abrió la puerta.

"¿Estamos interrumpiendo algo?"

El estómago de Rafael cayó a sus pies.

Fernando estaba junto a la puerta con su brazo alrededor de una mujer magnífica.

Negándose a encontrarse con los ojos de Fer, Rafa centró su mirada en la mujer. Sofia.

"Hey, Sofi" dijo Dani con pereza, saludando a la vez con la mano que no estaba alrededor del cuello de Rafael. "¿Volviste?"

La mujer -Sofia- sonrió. Incluso su sonrisa era preciosa. Ella y Fernando realmente hacían una bella pareja: ambos altos, confiados y llamativos.

"Hola, Dani" dijo antes de mirar hacia Rafael. Sus afilados ojos verdes, sin duda no se perdieron la mano de Dani en el cuello de Rafa. Ella sonrió más ampliamente. "Veo que estás siendo grosero, como siempre. ¿Vas a presentarme a tu... amigo?"

"Él es Rafael" dijo Daniel con una sonrisa y girando un poco los ojos. "Rafa, esta es la pobre mujer que aceptó casarse con el aburrido de mi hermano."

"Encantada de conocerte" dijo Sofia con genuino placer en su voz.

Rafael asintió con una sonrisa brillante.

"Igualmente."

"¿Qué haces acá?" dijo Fer. Su voz sonando un poco extraña.

Rafael no veía su salida.

"Tus ojos te están fallando por viejo" Dani le dijo a su hermano. "Estamos viendo una peli."

"No estaba hablando con vos" dijo Fernando. "Rafael."

De mala gana, arrastró su mirada hacia Fernando. No estaba preparado para la posesividad que los ojos de Fer despertaron en él, o la forma en que fue inmediatamente atacado por una repugnante oleada de emociones y necesidades. Dios, no era justo. ¿Cómo podía un hombre verse tan bien? Las suaves mejillas de Fernando estaban bien afeitadas, llamando la atención sobre su fuerte mandíbula y sus firmes, sensuales, labios. Labios que había probado. Labios que lo habían probado a él en todos lados.

Los ojos de Fer se desplazaron a la mano de su hermano sobre el cuello de Rafael, su cuerpo emitiendo ira como olas que azotan la costa. Rafa casi podía oler la testosterona saliendo de él. Tuvo que sacudirse el impulso, totalmente ridículo, de empujar a Dani lejos.

Sus miradas chocaron y se bloquearon juntas. Los ojos de Fernando estaban ardiendo.

"¿Qué?" logró decir Rafa.

"Se te olvidó el CD que quería que vieras" dijo Fer escuetamente. "Vení conmigo" Y se dirigió hacia arriba, seguro de que Rafa lo seguiría.

Ugh.

Rafael casi se había olvidado de sus formas altaneras.

No iba a ir. No lo haría. Fernando ya ni siquiera era su entrenador personal.

Fer se detuvo en lo alto de la escalera y lo inmovilizó con la mirada.

"Vení conmigo. Ahora."

Daniel dijo algo, pero Rafael apenas pudo oírlo. Se puso de pie y siguió a Fer hacia arriba, enfadado consigo mismo. No podía creer que estaba haciendo lo que Fernando quería, como un-como un perro moviendo la cola por un hueso.

Increíble.

Fernando estaba esperándolo en el segundo piso. Tenía los brazos cruzados sobre el pecho, la expresión en su cara positivamente asesina.

"Te dije que te mantuvieras alejado de mis hermanos" Su voz era engañosamente baja y tranquila.

Rafael se cruzó de brazos, imitando inconscientemente la postura de Fernando.

"¿Y qué? No tenés derecho a decirme qué hacer. No sos nada para mí y yo soy nada para vos."

"Daniel es algo para mí."

Rafael se echó a reír.

"¿Así que estás preocupado por tu hermano? Qué hermano maravilloso que sos, salvándolo de mis malvadas garras. No te preocupes, el sexo no mató a nadie todavía."

"¿Sexo?"

Rafael ladeó la cabeza, sosteniendo su mirada.

"Es mejor que vos, ya sabés. A diferencia de vos, él puede durar por horas."

Fer se le quedó mirando por un momento antes de que sus labios se curvaran hacia arriba.

"¿De verdad pensás que me voy a creer eso?"

"No me importa si me crees o no" Rafa se encogió de hombros. "No me puede importar menos lo que pensés. Ahora, si me disculpas, Dani está esperándome..."

"No vas a coger con él."

Rafael parpadeó lentamente. Luego entrecerró los ojos.

"¿Discúlpame?"

Fer parecía irritado, como si ya se lamentara de haberlo dicho. Sin embargo, lo repitió.

"No vas a coger con él."

Si Rafael fuera un personaje de dibujos animados, habría habido vapor saliéndole por las orejas.

"¿No lo haré?" dijo, en voz muy suave.

"No lo harás" dijo Fernando.

Rafael abrió la boca y la cerró sin emitir sonido.

Entonces, se acercó y ahuecó la mejilla de Fer con su mano.

Fernando se puso rígido.

Estaba tan silencioso allí. ¿O era solo porque sus respiraciones sonaban tan fuerte?

Apoyándose en él, Rafael rozó sus labios contra la mandíbula bien afeitada de Fernando. El cuerpo de Fer se puso rígido por la tensión. Inhalando superficialmente, Rafa arrastró sus temblorosos labios a través de la barbilla de Fernando, sintiendo la respiración entrecortada de Fer, caliente sobre su piel. Se detuvo cuando sus labios estaban a una pulgada de distancia.

Un latido pasó.

Rafael sonrió y susurró: "Jodete, Fer."

Cuando se apartó, la mirada fulminante que Fernando le disparó casi valía la pena por sus rodillas débiles y su furiosa erección.

Casi.

"Tu conmovedora preocupación por tu hermano me la paso por el orto" lanzó antes de retirarse.

Chapter Text

Cuando Rafael desapareció de su vista, Fernando cerró los ojos, tratando de recomponerse.

Había conseguido mantenerse alejado los últimos ocho días y ahora el mocoso había deshecho todo el trabajo duro con apenas un toque.

Fer hizo una mueca.

El hecho de que él supiera exactamente cuántos días había sido era malditamente ridículo.
Tenía treinta años de edad. Era un hombre adulto, no un colegial.

No debería haber sido una lucha mantenerse lejos.

Pero lo era.

Solía considerarse a sí mismo un hombre racional, con la cabeza fría.

Solía.

Había pensado que sería más fácil cuando Rafa ya no estuviera cerca para volverlo loco, pero era en realidad peor. Porque cuando Rafael había estado, al menos podía culpar su debilidad por los ojos bonitos de Rafa, y sus labios, y esa sonrisa enloquecedora.

Con el chico fuera de su vista, Fernando no tenía ninguna excusa para pensar en él sin parar, con ganas de verlo, y simplemente quererlo.

Se había encontrado pensando en los labios fruncidos de Rafa cada vez que se hizo una paja, y recordando la forma en que esos ojos azules se ponían vidriosos por la necesidad, cuando Fer se movía dentro de él.

Por el amor de dios.

Habían pasado ocho días.

No había visto a Sofia en más de un mes, mientras ella estaba en Argentina y apenas había pensado en ella.

Sofia.

Fernando suspiró.

No estaba a la espera de esa conversación.

Por supuesto que no iba a mentirle, pero siquiera pensar en explicarle esto a Sofia le hizo desear que ella no hubiera regresado todavía.

Él sabía que ella se había dado cuenta enseguida al volver, en el aeropuerto de que su estado de ánimo estaba apagado. Ella no le iba a gritar por eso, pero lo había estado observando cuidadosamente.

Ella lo conocía; por supuesto, no había pasado por alto cuán agotado estaba.

Tomando una respiración profunda y mirando hacia abajo para asegurarse de que su excitación no se notaba, Fer siguió a Rafael por las escaleras.

"¿Pasó algo?" Sofia murmuró, tocando su brazo. Ella tiró de él hacia la cocina, con el deseo de hablar con claridad. Se detuvo cuando él no se movió. "¿Fer?"

"Vamos a ver la película" dijo, tirando de ella hacia el sillón desocupado.

"¡Oh, dale!" dijo Dani poniendo los ojos en blanco. "No necesitamos niñeras. Prometemos no derramar cosas en tu sillón si nos dejan solos" Él movió las cejas con una sonrisa.

Fernando apretó los dedos en un puño.

Sofia se rió entre dientes.

"No me mires a mí. Culpá a tu hermano."

"Escuchaste eso. ¿verdad?" dijo Dani, dando a Fernando una mirada que decía ándate de acá y dejá de molestar.

Fer optó por fingir que no lo entendía.

"Esta es mi casa" dijo, haciendo su camino al minibar para sacar dos botellas de cerveza. Las abrió y volvió al sillón. "Si no te gustan mis reglas, andá a otro lugar."

"Está bien" dijo Dani lentamente.

Fernando y Sofia compartieron una mirada.

Fer fingió no darse cuenta y le entregó a Sofia una de las botellas.

"Entonces, ¿qué estan viendo?" preguntó Sofia, tratando de romper la tensión repentina en la habitación. Dani dijo algo y Sofia se río y dijo algo a cambio.

Rafael no hacía ruido.

Fernando tomó asiento junto a Sofia, enfocó sus ojos en la pantalla, y trató de relajarse.

"¿Vas a decirme lo que te pasa?" Sofia murmuró, manteniendo su voz baja, a pesar de que no sabía por qué se molestaba: sus voces fueron enmascaradas por el sonido de las explosiones.

"¿De qué estás hablando?"

"Estoy hablando del hecho de que estamos viendo una película de acción, y vos odias las películas de acción, con tu hermano menor y su novio, y nosotros podríamos estar haciendo algo mucho más interesante" Sus dedos corrieron por su pecho ligeramente. "Estas tan tenso. ¿Has tenido sexo mientras yo estaba fuera?"

"Él no es el novio de Dani. Es mi ex paciente."

Sofia parpadeó y lo miró con extrañeza.

"Sé quién es" dijo después de un momento. "Por supuesto que lo sé. ¿Qué periodista deportivo que se precie no reconocería a Rafael Federman? Pero se ven bastante cariñosos para mí. Míralos."

Fernando no quería. Pero él no tenía muchas opciones ahora.

Dani tenía su brazo sobre el respaldo del sofá detrás de la cabeza de Rafa, la punta de los dedos tocando su hombro.

El agarre de Fernando en la botella se tensó.

"¿Fer?"

El pulgar de Dani estaba a pulgadas de distancia del punto por debajo de la oreja de Rafael, el punto que hacía a Rafa estremecerse y gemir cada vez que Fernando rozaba sus labios.

"¿Fer?"

¿Daniel lo estaba tocando allí?

"¡Fernando!" Ella lo pellizcó.

Él volvió su mirada de nuevo a Sofia.

"¿Qué?"

Ella frunció el ceño antes de mirar a Rafael.

"Siento que me estoy perdiendo algo. ¿Qué está pasando?"

Fernando tomó un gran trago de su cerveza, deseando que fuera algo más fuerte.

"Nada."

"Entonces, ¿por qué parece que querés golpear a alguien?" Sofia tocó el brazo rígido. "¿Qué te pasa?"

No podía mentirle.

"Me acosté con él."

En su visión periférica, podía ver la boca de Sofia abrirse.

"Ah" dijo al fin.

La miró, sorprendido por la molestia en su voz. Ella nunca había reaccionado de esta manera cuando hablaban de sus aventuras.

Ella sonrió un poco, pero la conocía. Su confesión la hizo sentir incómoda.

Fer frunció el ceño. Sofia no era homofóbica. Ella había sabido siempre que Dani era homosexual y siempre fue un apoyo para él.

"Estás incómoda"

No se molestó en negarlo. Ella hizo una mueca, viéndose avergonzada.

"Perdón. Sabes que yo no soy así, pero" se rió, sacudiendo la cabeza. "... dios. Soy una mujer moderna, de mente abierta. No sé por qué es esto... Dios, esto es una tontería. No soy intolerante. No lo soy. No debería importar..."

"Pero te importa" Fernando dijo en voz baja.

En cierto modo, lo entendía. No lo tomaba contra ella. Una cosa era tener la mente abierta cuando se trataba de otra persona, pero cuando se trataba del hombre con el que se iba a casar... había ciertos estereotipos poco halagadores sobre los hombres gays. Todos ellos eran conventilleros, en lo que se refería a Fernando. Sin embargo, no todo el mundo compartía ese punto de vista.

"No pienso menos de vos" dijo ella rápidamente. "No hay nada malo en eso. No me importa que duermas con otras personas, no importa si es un hombre o una mujer. No hay diferencia para mí."

Sofia no estaba siendo del todo sincera, pero Fer decidió no decir nada. Ella estaba claramente incómoda por el simple hecho de que estaba incómoda.

Ella siempre se había enorgullecido de tener la mente abierta, práctica y sin prejuicios. Y si quisiera pretender que pensar en Fernando en la cama con otro hombre no era desagradable para ella, él no iba a discutir.

"Solo me sorprendiste, supongo. Nunca me dijiste que te sentías atraído por los hombres, también."

"Porque por lo general no me siento atraído por hombres" dijo Fer, frotando su frente. "Experimenté un poco en la universidad antes de estar juntos, pero no era lo mío. Él es... él es la excepción."

"¿Por qué?"

Apoyando la espalda en el sillón, Fernando tomó un sorbo de cerveza y sonrió.

"Tenés ojos. ¿No podés adivinarlo?"

"Pero trabajaste con cientos de hombres lindos antes."

Fer se encogió de hombros.

"Él solo se mete debajo de mi piel" Este era el eufemismo del siglo. Tomó un trago de la botella. "No importa ahora. Dormí con él. Es pasado."

"¿Pasado? ¿Entonces por qué te molesta que tu hermano esté sobre él?"

"No me molesta."

"Si claro" dijo rotundamente. "Si no te conociera, pensaría que estás celoso."

Los músculos de la mandíbula de Fer se tensaron, el calor corriendo a su rostro.

"Dani no sabe con quién está tratando. Rafa lo va a usar."

"Dani tiene veintitrés años y puede cuidar de sí mismo. Nunca te ha importado con quien tiene sexo."

"No tienen sexo" espetó.

Podía sentir sus ojos en él, sondeándole y evaluándole "Lo seguís queriendo" dijo al fin.

No parecía enojada, sorprendida, más bien un poco desconcertada. Por supuesto que estaba desconcertada: esto no era algo que había pasado antes.

Se encontraban en una relación a largo plazo, a veces ellos se acostaban con otros mientras estaban separados, y luego regresaban y bromeaban juntos sobre ello: así era como se supone que funcionaba.

Así era como su relación había funcionado durante diez años.

La mayoría de la gente no entendía cómo podían estar bien con una relación no exclusiva, pero funcionaba para ellos.

Funcionaba para ellos, ya que sabían que no había sentimientos involucrados cuando dormían con otras personas. Sabían que al final del juego eran el uno para el otro.

Ninguno de los dos se suponía que se enganchara con otra persona. Especialmente cuando su boda estaba a un mes de distancia.

"Vos lo seguís queriendo" repitió más tranquila. "Fernando."

Fernando puso la botella en el suelo.
"No importa. Es solo lujuria. Puedo controlarla."

-Mentiroso- susurró una voz en el fondo de su mente.

Mentiroso, mentiroso, mentiroso.

Chapter Text

A este ritmo, Rafael iba a tener un trastorno de personalidad múltiple.

Trató muy duro hacer caso omiso de la pareja en el otro sillón. Intentó duramente concentrarse en la película y el chico caliente sentado a su lado. No funcionó. En cambio, no pudo evitar pensar en la noche tranquila sólo hace una semana cuando él había sido el acurrucado contra Fer mientras veían la película juntos. Había una sensación horrible en la boca de su estómago que simplemente no se iba. Él quería perforar algo. Él quería estar en cualquier lugar menos aquí. Quería empujar a Sofia del sillón, disfrutar del confort de Fernando, y presionar el pie descalzo contra su muslo. Quería oírlo decir algo sardónico mientras la mano de Fer le acariciaba el pie. Él quería...

Rafael cortó el hilo de sus pensamientos, furioso consigo mismo.

Su mirada se desvió hacia el otro sillón. Fernando y su novia ya no estaban hablando. Ambos parecían sumidos en sus pensamientos.

Sus ojos se detuvieron en Fer. Se humedeció los labios. Ellos extrañaban a Fernando. El deseo era tan intenso, su boca casi dolía por ello. Jesús, ¿Qué estaba mal con él? Ya era bastante malo que se enganchó con solo sexo; ansiar los besos de Fer sólo lo hacía un necesitado. Había terminado con Fernando. Nunca debería haber cogido con él en primer lugar. Anotado, los hombres hetero tenían “mala idea”, escrito por todos lados. No importaba que Fer estaba todavía técnicamente en una relación abierta; pronto iba a ser sólo de ella.

El diamante en el dedo de Sofia reflejaba la luz. Rafael miró hacia otro lado, curvando sus propios dedos.

"¿Querés salir?" Dani dijo de repente. Su mano cayó sobre el hombro de Rafa de nuevo. "Podemos hacer algo más interesante."

Antes de que pudiera decidir qué decir, la puerta principal se abrió de nuevo.

"Hey. ¡Mirá esto! ¿Por qué no estábamos invitados a la Noche en familia?"

Los recién llegados eran dos chicos cerca de la edad de Rafa.

Rafael reconoció al tipo que había hablado. Era hermano de Fernando, Simón, muy guapo, con el pelo castaño y ojos ambar.

"¿Qué decís?" dijo el otro, dándole un codazo con una sonrisa. "Que yo sepa mi apellido no es Contigiani ni Hempe como vos."

Devolviéndole la sonrisa, Simón tiró de él en una llave de cabeza "Aw, ¡dale, Alonso! Ya sabés que amas ser miembro honorario de nuestra familia."

Rafael se quedó inmóvil. Apenas podía oír sus bromas con Dani. Se quedó mirando al chico que Simón había llamado Alonso.

Alonso era un apellido común.

Era un apellido muy común. El mundo era enorme. Las probabilidades eran ridículas.

Pero era posible.

El tipo era de la edad y como lo habia visto en fotos.

Cuando el joven se paseó más cerca, sonriendo e intercambiando chistes con los hermanos Contigiani, Rafa inhaló tembloroso. Era quien habia visto en las fotos de su progenitor.

"Este tarado tiró el café en mi compu, durante el viaje, así que nosotros queríamos agarrar mi compu vieja hasta arreglarla" dijo Simón.

Dani se rió entre dientes.

"Ustedes dos son más gay que yo. 'Nosotros,' ¿eh?"

"¿Qué te puedo decir?" Sonriendo, Simón pasó un brazo alrededor de los hombros de Alonso. "Está loco por mí. Lo siento por él, así que le dejo acompañarnos" Sonrió a Alonso y le dio un sonoro beso, descuidado en la mejilla. "¿O no, Valu?"

Rafael tragó, cualquier duda que ahora había se había ido. Valu. Valentino. Valentino Alonso. Su hermano.

"No me llames así" dijo Valentino con una mueca de dolor antes de reírse. "Si mi papá te escucha llamarme Valu, él..."

"Me miraria con cara de orto, lo sé" Simón sonrió. "No soy exactamente la persona favorita de su senador en el mundo."

El estómago de Rafael se apretó. Se quedó mirándolos, tratando de conciliar este chico sonriente, atractivo con el chico feo, quejumbroso al que recordaba.

Casi se río cuando se dio cuenta de por qué no podía. Hace tantos años, su mente infantil había convertido a su hermano en un pequeño monstruo que Valentino no era. Debido a que era más fácil odiar algo malo y repulsivo. De esa manera, era más fácil pretender que Rafael era mejor.

Bueno, era obvio que no lo era.

Mientras observaba a Valentino reírse y bromear con los hermanos Contigiani, viéndose como en casa, Rafa sintió las náuseas en la garganta. Él nunca podría ser amigable con tan poco esfuerzo. Nunca podría ser tan fácil de llevar y de buen carácter. En última instancia, Valentino parecía ser el tipo que Rafael pretendía ser. Probablemente había cierta ironía allí. En algún lado.

Cuando Valentino dijo algo que hizo que incluso Fernando sonriera -Fernando que nunca le había sonreído así- el estómago de Rafael se retorció en nudos duros, dolorosos. Una ola de deja vu lo golpeó con fuerza y él era un niño de cinco años de edad, de nuevo, mirando la puerta cerrada que lo separaba de ser el chico que nunca podría ser.

Con sensación de mareo, Rafael se puso de pie y murmuró "Tengo que irme" No le importaba si los otros le habían oído o notado.

- -

Fernando levantó los ojos a Rafael cuando de repente se dirigió a la puerta.

"Hey, ¿a dónde vas?" dijo Dani, poniéndose de pie y siguiéndole. Él agarró el hombro de Rafael.

Pestañeando, Rafa lo fulminó con la mirada.

"¡Déjame solo!"

Dani se tambaleó hacia atrás, lleno de choque en su cara. Por supuesto que estaba sorprendido. Dani no conocía a Rafael como Fernando lo conocía. Dani nunca había visto a Rafael tener un berrinche.

Excepto que esta no era una simple rabieta. Los ojos de Rafael se veían atormentados, y por un momento parecía muy frágil antes de que él se diera la vuelta y saliera de la casa.

Un silencio de asombro descendió sobre la sala. Dani se trasladó a seguir Rafael.

"No" dijo Fer bruscamente. "Yo voy a hablar con él."

Dani echó un vistazo a la puerta principal.

"Pero..."

Fernando ya estaba en movimiento, haciendo caso omiso de las miradas que sus hermanos y Sofia le estaban dando. Una vez fuera, se dirigió hacia Rafael, que caminaba hacia su coche poco a poco, como un anciano. Un destello de inquietud se apoderó de Fer. ¿Rafa tenía lesionada la ingle de nuevo?

"¡Rafael!"

Rafa no dio ningún signo exterior de que lo había escuchado.

Con el ceño fruncido, Fernando lo alcanzó y le dio la vuelta. El medio esperaba que Rafael lo atacara como lo hizo con Dani, pero en cambio se quedó mirando a Fer con el mismo aspecto atormentado en sus ojos antes de decir en un tono hostil. "¿Por qué estás acá? ¿Dani te mandó a lidiar con el loquito?"

"Nadie me envió" dijo Fernando, buscando en el rostro de Rafa alguna pista. Su voz se suavizó. "¿Qué pasa, mocoso?"

Algo en la expresión de Rafael se hizo añicos. Lo siguiente que supo es que tenía la cara de Rafa en el hueco de su cuello y sus brazos alrededor de él, abrazándolo como a un salvavidas. Fer hubiera estado menos sobresaltado si hubiera visto un elefante en su patio trasero. Se quedó quieto, todos sus sentidos agredidos por la proximidad de Rafael.

"Rafa..."

"Cállate" susurró "Cállate, cállate, cállate."

"Está bien" dijo Fernando, sus manos retorciéndose en los costados. Por último, cedió a su deseo y envolvió sus brazos alrededor de Rafael, acercándolo más.

Un pequeño ruido peculiar salió de la garganta de Rafa.

"Te odio" dijo en su cuello. "Mucho."

Cristo. ¿Qué le pasaba?

Fer apretó su abrazo, cerrando los ojos. ¿Cómo es posible que alguien tan mal llevado sé sintiera tan bien en sus brazos? Apretando los dientes con molestia -consigo mismo más que con Rafael- enterró su rostro en el cabello de Rafa. Inhalaba con avidez, tratando de dar sentido a sus emociones en conflicto. Protección. Disgusto por la facilidad con la que Rafael se metió en su piel y le entraron ganas de hacer lo que quiera Rafa. Posesividad. Y desear. Tanto deseo. Él quería probar al muchacho, tocarlo, estar dentro de él. Poseerlo.

Rafael murmuró repentinamente, sonando avergonzado.

"Si mencionas esto a alguien..."

"¿Qué te dije sobre las amenazas innecesarias?" Fer presionó su nariz detrás de la oreja de Rafael e inhaló profundamente. El aroma de Rafa le estaba haciendo cosas, todas ellas incómodas por varias razones. "No tenés que amenazarme. Lo sé: sos malo, sin corazón y duro."

"Lo soy" dijo Rafael a la defensiva, a pesar de que no mostró ninguna inclinación de alejarse de los brazos de Fernando. "No te burles de mí" Él echó un vistazo por encima del hombro de Fernando. "Dani nos está mirando. Déjame ir antes de que flahsee algo"

Fernando lo intentó, pero su cuerpo no obedeció a ninguna señal de su cerebro. Se sentía como si sus brazos pesaran una tonelada; se negaron a moverse. La imagen de su hermano tocando a Rafael antes pasó por su mente, y su intestino se arrugó en una bola dura, helada. Sus brazos se apretaron.

"¿Fer?" dijo Dani.

Fernando volvió la cabeza y la tiró por encima del hombro. "Andá adentro."

"Me alegra ver que no soy el único al que mandas" dijo Rafael con una sonrisa en su voz.

"¿Se fue?" preguntó Fer, deslizando sus manos para descansar sobre la baja espalda de Rafa, justo por encima de la curva de su culo. Se sentía como la cosa más natural del mundo. Sus manos se ajustaban perfectamente allí. Rafael encajaba perfectamente en sus brazos.

"Si" dijo Rafa, prácticamente fundiéndose en él. "¿Fer?"

"¿Mmm?"

"Todavía estás en una relación abierta. ¿Verdad?"

Fernando chupó una respiración.

"Sí."

Siguió un largo silencio.

Rafael salió de los brazos de Fer y retrocedió. Sus pómulos estaban un poco enrojecidos, pero aparte de eso se parecía a su estado normal de nuevo. Ya no parecía tan agitado. Fernando todavía quería saber qué le había molestado.

Rafael se pasó una mano por detrás de su cuello.

"Entonces, vení esta noche. Sólo esta noche. Si querés" Se mordió el labio y apartó la vista, ya que parecía que lamentaba decir eso. "Bueno, chau" Se dirigió a su coche rápidamente y entró. El motor rugió y él se había ido.

Fernando se detuvo después de que el auto hubiera desaparecido.

-Vení esta noche. Sólo esta noche. Si querés.-

Las palabras resonaron a través de su cuerpo, enviando olas casi dolorosas de necesidad a través de él. La tentación estaba más allá de lo que había experimentado nunca.

Sacudiendo la cabeza, Fer se dirigió hacia el interior.

Cuando entró en la casa, Fernando se detuvo cuando cuatro pares de ojos lo miraron.

"Entonces. ¿Qué fue eso?" preguntó Simón. "No fue así como me lo imaginaba."

"No es nuestro problema" dijo Valentino.

"En realidad, no estoy de acuerdo" dijo Simón. "Él salió corriendo cuando llegamos, así que en cierto modo me lo tomo como algo personal."

"Valen tiene razón" dijo Fer. "No es tu problema, Simón."

"¿Pero si el tuyo?" Dani intervino.

¿Había celos en la voz de Dani? Mierda, qué desastre.

Fernando quería a su hermano, a todos sus hermanos, pero esto era algo que tenía que cortar de raíz.

"No es el tuyo tampoco" dijo Fer, mirando hacia abajo a Dani, que ya no era tan fácil como solía ser ahora que eran casi de la misma altura. Dani ya no era el chico que lo había adorado y seguido como un perrito, era un hombre, y Fernando no se engañaba a sí mismo pensando que en este momento Dani lo veía como su hermano mayor. Dani se acercó más.

"Whoa, ¿qué carajos?" dijo Simón, saltando entre ellos. "¿Qué está pasando?"

"Fernando, vení" dijo Sofia de pronto.

Fer apartó la mirada de Dani sólo después de que Dani bajó la mirada.

"Fernando" dijo Sofia de nuevo.

De mala gana, él la siguió hasta la cocina y cerró la puerta.

Ella cruzó los brazos sobre el pecho y lo observó con calma por un momento antes de decir:

"Me mentiste."

Él frunció el ceño.

"¿Qué?"

"Me dijiste que era solo lujuria y que podías controlarlo. Cuando él se molestó, no te comportabas como un hombre lujurioso, Fer. Te comportaste como un novio preocupado."

Fernando desvió la mirada.

"No es verdad."

"¿De verdad? Deberías haber visto tu cara cuando le dijiste a Dani que debía quedarse quieto. Estaba claro que pensabas que tenías el derecho de hacer frente a la situación a pesar de que el era la cita del chabón ese"

"No era la cita de Dani" dijo Fernando con irritación.

Sofia se rió entre dientes.

"¿Ves? Odias incluso la sugerencia de que él fuera de otra persona" Cuando él se mantuvo en silencio, una sonrisa sin sentido del humor apareció en su rostro. "Sabes, yo siempre pensé que eras como yo: que eras demasiado práctico y racional para sentir emociones como los celos. Pero, al parecer, solo hizo falta la persona adecuada para despertar tu lado primitivo."

Fernando ni siquiera podía formar las palabras de negación que se elevaban en su garganta. Pensó en lo que probablemente parecía. Se comportó como un hombre celoso alrededor de Rafael. Porque estaba celoso. Lo estaba. No tenía sentido negarlo.

"¿A dónde querés ir con esto?" dijo en voz baja.

Se mordió el labio.

"Quiero que mi marido sea mío. No me refiero al sexo ya sabes que no me importa mucho al respecto, siempre y cuando tengamos un entendimiento. Me refiero a un compromiso emocional. ¿Puedo decir honestamente que si nos casamos, no babearas, lo desearás y te pondrás celoso por el novio de tu hermano?"

"¿Si?" dijo Fer.

Ella se encogió de hombros.

"No sé. Después de lo que he visto, no estoy segura de que esto es lo que querés, lo que yo quiero."

Fernando se le quedó mirando.

"Estuvimos juntos durante diez años. Nos vamos a casar en un mes. Las invitaciones se han enviado. No te voy a dejar en el altar."

"Sé que no lo harás. Sos demasiado responsable para eso. Pero eso no es suficiente. Necesito más."

"Te conozco, Sofi" dijo Fer, dando un paso más cerca de ella y tocando su mejilla. Él no se dejó engañar por su tono calmado. No importaba lo que dijo, sabía que ella estaría muy dolida y avergonzada si él rompía el compromiso tan cerca de la boda. "Sería humillante para vos si cancelamos la boda ahora."

"Prefiero estar mortificada por unos pocos días a casarme con un hombre que está loco por alguien más."

Fer desvió la mirada de nuevo.

"No estoy..."

"Pará" dijo, poniendo una mano en sus labios. "Pará un poco y pensá. Te voy a dar una semana para averiguarlo. Si nos casamos, yo quiero que sea por las razones correctas, no porque te sentís responsable y culpable. Merezco algo mejor. Y vos, también. Así que averigua qué, y a quién, realmente querés. Espero que sea yo, pero si no es así, no será el fin del mundo para mí. Soy una mujer autosuficiente y no necesito un hombre para ser feliz" Ella sonrió sin mucha alegría. "No voy a mentir: No estoy diciendo que no estoy enojada o molesta, lo estoy, me da mucha bronca esto, pero no voy a estar dolida con vos para siempre. Eso sí, no me mientas o a vos mismo. Habíamos sido amigos mucho antes de convertirnos en amantes y nada va a cambiar eso."

La besó en la sien.

"Sos increíble, ya lo sabes. ¿Verdad?"

"Lo sé" dijo ella, con tono muy ligero. "Soy lo mejor que te pasó. Harías bien en recordar eso."

Mientras la observaba también, le gustaría poder borrar los últimos meses y convencerla de que ella era la única con la que quería estar.

No podía hacerlo ahora. Él tenía que convencerse primero.

-Vení esta noche. Sólo esta noche. Si querés.-

Fernando cerró los ojos.

Chapter Text

No había venido. Por supuesto que no.

Rafael se quedó mirando las sombras que bailaban en la pared del fondo. La sensación de opresión en el pecho era sólo mortificación. Obvio. Excepto que nunca había sido tan bueno mintiéndose a sí mismo. Él sabía lo que era este sentimiento y el conocimiento le hizo sentirse mortificado.

Se dio la vuelta, golpeó su almohada un par de veces, y quitó las sábanas. Él cerró los ojos. Tenía un partido mañana, su primer partido en meses. Tenía que dormir. Tenía que olvidarse de lo tonto que había sido y dormir. Pero así como él había esperado, el sueño no vendría.

Tomó mucho tiempo, pero finalmente, sucumbió a su agotamiento emocional y se quedó dormido. Soñaba con los labios de Fernando besando su cuello. Que su barba raspaba su piel. Los labios de Fer eran amables. Casi reverentes. Se arrastraban hasta el cuello de Rafa a su oreja y mordian gentilmente.

"Deberías haberme hecho devolverte la maldita llave."

Los ojos de Rafael se abrieron. No estaba soñando. Podía sentir el cálido aliento de Fernando en su oreja. Podría olerlo.

Temblando, Rafa giró sobre su espalda y trató de distinguir el rostro de Fer en la oscuridad. No pudo.

El silencio cayó sobre el cuarto oscuro, su respiración irregular el único sonido que se oía, y Rafa estaba literalmente temblando. Quería alcanzar y tocarlo. Desesperadamente.

"Rafa" Fernando soltó un suspiro un tanto inestable, dejando que su cuerpo cayera encima de él.

Rafa dejó escapar un suave gemido.

Si era honesto, echo de menos esto tanto como el sexo: la sensación del cuerpo de Fer, pesado y perfecto sobre él, cortándole del resto del mundo y haciéndole difícil en concentrarse en nada más que él. El peso era un poco demasiado y era difícil respirar, y era perfecto. Antes de darse cuenta de lo que hacía, Rafa tenía sus piernas alrededor de Fernando.

Fer dejó caer su cara en el hueco del cuello de Rafa. Respiró hondo.

"Estás desnudo" dijo entre dientes. "¿Por qué estás desnudo, maldición?"

"¿Por qué no?" Rafael susurró, cerrando los ojos mientras Fernando chupaba un cardenal en el cuello.

"No estoy acá para esto" dijo Fer, dándole otra marca.

Haciendo caso omiso de sus palabras, Rafa tiró de la camisa de Fernando y corrió sus manos sobre la extensión de su amplia espalda.

"Te quiero. Te quiero dentro de mí."

Fer tomó una respiración entrecortada.

"No estoy acá para esto" lo intentó de nuevo, sonando aún menos convincente. "Necesitamos hablar."

Rafael no quería hablar. Sabía lo que Fernando iba a decir. No necesitaba oírlo. No era más que un pequeño secreto sucio, algo vergonzoso, algo para tener en la oscuridad antes de que cabalgara hacia el atardecer con su novia. Fer estaba aquí porque no podía evitarlo, no porque quisiera estar aquí. Si Fernando realmente hubiera querido estar aquí, no se resistiría a venir hasta que fuera la mitad de la noche. Rafael no tenía delirios. Él era lo suficientemente bueno para un polvo, pero no era lo suficientemente bueno para... para cualquier otra cosa.

"Dale" murmuró, haciendo girar sus caderas un poco y pasando los dedos por el cabello de Fernando. "Sé que querés. Podés tenerme. Una vez más."

Un gruñido salió de la garganta de Fer y luego estaba besándolo y Rafa le devolvió el beso, ambos gimiendo, codiciosos y desesperados. Echaba de menos esto, extrañaba esto, Dios, extrañaba esto y lo echaba de menos. Mucho.

"Tu boca debería ser ilegal" Fernando dijo con voz áspera, chupando y mordisqueando el labio inferior de Rafa.

Rafael no dijo nada; no podía. Su mente se sentía como un algodón, todos sus sentidos se centraron en su boca, y la boca de Fer, todo lo que podía hacer era absorber los besos y los toques de Fernando. Apenas se dio cuenta que Fernando se desnudó, pero sin duda se dio cuenta cuando sus cuerpos desnudos se apretaron firmemente, piel con piel. Él gimió cuando los labios entreabiertos de Fer arrastraron deliciosamente sobre su pecho, cerrándose en su pezón y chupándolo. Cuando Fernando soltó el pezón de su boca con un pop y trazó un camino con sus labios hasta el ombligo de Rafa, Rafael gimió y empujó la cabeza de Fer abajo. Fernando omitió su pene dolorido, arrastrando la lengua entre los muslos de Rafa. Levantando las caderas de Rafael, Fernando comenzó a lamer su agujero, reduciendo de forma rápida a Rafael a un tembloroso, gimoteante lío. Jadeante, Rafa se empujó contra su lengua, necesitando más. Fer agarró su cadera fuertemente y hundió su lengua más profunda, emitiendo un gemido que vibraba contra la carne tierna. Dios. Dios. Rafa no podía pensar, sacudido por los temblores que rodaban a través de su cuerpo con cada golpe de la lengua de Fernando. Sus muslos temblaban, su espalda se arqueaba, y la fiebre del rugido de placer golpeando a través de sus venas era lo único que podía escuchar durante mucho tiempo. Apenas podía registrar a Fer preparándolo y estirándolo a toda prisa, estaba ido por el deseo.

Cuando Fernando llevó sus dedos y la lengua fuera, Rafael se quejó. Movió sus caderas y hundió los dedos en las nalgas firmes de Fernando. Un gemido fue arrancado de su garganta cuando el pene de Fer se arrastró deliciosamente contra el borde de su agujero.

"Fer, vamos."

"Sí, solo dame un..." dijo Fernando y empujó dentro de él, sus fuertes manos acariciando los muslos de Rafa y manteniéndolos bien separados. Fernando se movió muy lentamente, su cuerpo estremeciéndose por encima de él y tenso como el infierno. "... ¿Estás bien?" dijo cuando tocó fondo.

Rafael se quedó mirando el techo oscuro, sus ojos llorosos.

"Perfecto" De inmediato lamentó decir eso, pero todavía sonaba menos vergonzoso que sus pensamientos necesitados.

Fernando comenzó a moverse y Rafael cerró los ojos. Su cabeza se desplomó sobre la almohada, su espalda arqueada en la cama mientras Fernando agarró rápidamente velocidad, la mano de Fer se extendió sobre su lado y la otra corrió por su pierna. Rafael no pudo evitar dejar salir una cadena entera de medias palabras y maldiciones juntas, cuando Fernando chasqueó sus caderas contra él con una intensidad que mostró que deseaba también jodidamente esto.

Él no iba a durar. Fernando se puso más cerca de él, el calor corriendo a través de sus venas, las llamas lamiendo su carne, y el dolor construyéndose con cada empuje del pene de Fer, llenándolo tan perfectamente, como si estuviera hecho para él, que era ridículo, porque los penes no estaban destinados a ser puesto dentro de otro hombre. Pero en este momento, sólo por un poco tiempo, el pene de Fernando era suyo, Fer era suyo, sólo suyo, suyo, suyo, suyo...

Él se vino con un gemido doloroso que era tan fuerte que se sorprendió a sí mismo, sus uñas clavándose en espalda de Fernando mientras su cuerpo se tensó con olas de placer que se extendió a través de él, como nada que hubiera sentido alguna vez.

Fer no paró de moverse, sus embestidas volviéndose más ásperas, los dedos agarrando lo muslos de Rafa duro, más duro...

"Sí, eso es todo" murmuró Fernando, sonando absolutamente destrozado. "Se siente tan bien, tan perfecto, quiero correrme en tu..." Se estremeció y se acercó con un gemido ahogado.

Y, la cara de Rafael se retorció mientras Fernando bombeaba en él, deleitándose con ello demasiado, era la semilla de Fer llenándolo, caliente y cremosa, en sus lugares más profundos. Dios, esto estaba tan jodido.

Cuando Fernando comenzó a besar su cara suavemente, besándolo por todas partes, Rafael no podía coger con él nunca más. Simplemente no podía.

No confiaba en que su voz no se rompiera. Esto no había sido un buen día para él y se sentía... frágil. Débil y patético y más necesitado que nunca.

"¿Rafa?" La nota de preocupación en la voz de Fernando le recordaba a la forma en que Fer le había sostenido y consolado esa misma tarde. De repente, una ráfaga de puro odio quemó a través de él. ¿Por qué Fernando había hecho esto? ¿Por qué estaba aquí en absoluto? ¿Por qué Fernando lo estaba besando de esa manera? Como si le importara. Como si Rafael significara algo para él. Algo precioso.

"Andate" Rafael dijo ásperamente. "Tenés que irte" Pasaron unos segundos en silencio.

Fernando se acercó a la lámpara de noche.

"No" Rafael espetó. No quería la luz. Él no confiaba en su cara, incluso menos de lo que confiaba en su voz. La oscuridad era perfecta para esto. No quería ver a Fernando. No quería que Fer lo viera hasta que hubiera logrado recomponerse.

"Andate" susurró Rafa.

Podía sentir los ojos de Fernando en él.

"¿Que me vaya? ¿Querés decir...?"

"Sabés lo que quiero decir" dijo Rafa.

-Sal de mi vida.- Silencio.

Por fin, Fernando se retiró y salió de él.

Rafael tragó, con sensación de vacío en más de un sentido. Se puso las sábanas hasta la barbilla y se quedó sin ver en la oscuridad, luchando contra el impulso de decir algo mordaz e hiriente. Fernando lo conocía y podría ver a través de él. Iban por caminos separados en la vida y era probable que nunca se vieran otra vez, pero no quería decir que Rafa quería que Fer lo recordara como ese chico patético que sé enganchó después de un mes de sexo.

El roce de la ropa se detuvo, y una pesadez extraña se instaló en el pecho de Rafael. El silencio se prolongó, llegando a ser insoportable.

Rafa cerró los ojos y susurró de nuevo.

"Andate" -Antes de hacer el ridículo y rogar que dejes a tu prometida por mí.-

Sintió más cuando escuchó a Fernando irse.

Cuando Rafael encendió la lámpara de noche, lo primero que vio fue la llave en la mesita de noche. El metal brillante brillaba en la penumbra.

Él cerró los dedos alrededor de ella antes de tirarla a través de la habitación. Algo estalló y se rompió y se acordó de lo que Ester le había dicho hace un tiempo.

-Espero que algún día te enamores. Y esa persona te ponga de rodillas-

Una rasgada risa inestable arrancó de él. Se río y río y río hasta que no quedó nada más en él.

Chapter Text

La casa estaba a oscuras y en silencio cuando Fernando entró. Cerró la puerta, encendió la luz, y se fue directamente al minibar. Agarró una botella de whisky y tomó un trago.

"¿Bebiendo solo por la noche?"

Fernando se tensó ante el sonido de la voz de Dani.

"Ya es tarde" dijo de manera cortante. "Andá a dormir."

"Ya estoy grande para tener una hora de acostarme."

Fer tomó un trago de whisky.

"Son las tres de la mañana, estoy cansado, y no estoy de buen humor Dani."

"Me doy cuenta" dijo Dani, su tono muy seco. "No has estado de buen humor en toda la noche. Desde entonces..."

"¿Dónde están Valen y Simón?" dijo Fernando. Cuando él había dejado la casa un poco después de la medianoche, habían estado allí todavía.

"Muy sutil" dijo Dani. "Sin embargo, en caso de que realmente te importe, están arriba, durmiendo como bebés: por extraño que parezca, no juntos. Por lo tanto, sobre..."

Fernando salió de la habitación.

Pero Dani, siendo Dani, no cachó la indirecta y le siguió a la terraza.

Sin hacerle caso, Fer tragó su whisky y se dejó caer en la reposera. Cerró los ojos y se concentró en el sonido del viento que soplaba a través de los árboles.

"Sabes, al principio me molestó" dijo Dani. "Por supuesto que estaba enojado. No recuerdo la última vez que mi ego ha tenido un duro golpe por el estilo. Es bastante fastidioso cuando el chico lindo con el que has chamuyado toda la noche se va a la mierda y luego se pone sentimental con mi hermano."

Fernando abrió los ojos. "Olvídate de él" dijo rotundamente.

Dani encendió un cigarrillo.

"Si no lo supiera mejor, podría creer que tienes algún interés personal" Dio una calada y exhaló. "Sabes, algunas personas dicen que la homosexualidad es genética. Yo solía pensar que estaban mal, quiero decir, yo pensaba que era el único en la familia, pero tal vez están en lo cierto. Aunque, quién sabe, tal vez sos hetero" Se rió. "Sí que es lo suficientemente lindo como para tentar a un monje. Sin embargo, parece que tiene una actitud de mierda que está detrás de su cara bonita, pero eso es un poco caliente. Los más locos, los forros suelen ser fantásticos en la cama. Él es probablemente como un gato salvaje, todos silbidos y garras..."

Fernando apretó los dientes. "Nunca lo sabrás, deja de hablar de eso."

Podía sentir la mirada curiosa de Dani en él.

"Nunca te vi salir de quicio cuando otros hombres le coquetearon a Sofi" dijo Dani, tomando otra calada a su cigarrillo. "Sé que han estado siempre juntos, pero para ser honesto, a veces pensé que no podía ser ella si no volvía tu sangre caliente. Es decir, yo estoy a favor de las relaciones abiertas, pero" Él soltó una risa. "... todavía somos hombres de las cavernas en el fondo cuando se trata de ciertas cosas. Es un instinto biológico."

"Dani" dijo Fer uniformemente. "Andá a la cama."

Dani suspiró.

"No me gusta cuando usas esa voz en mí. Está bien, te voy a dejar tranquilo" Dani se trasladó a la puerta, pero se detuvo. "No puedo decir que me sentí muy fraternal esta noche, pero... sos mi hermano" Su voz se volvió ronca y un poco incómoda. "Te amo y siempre te he admirado, lo sabes. Siempre has hecho lo correcto por nosotros. Pero a veces hacer lo correcto, no te hará feliz. No cometas un error. Hacé lo que se sienta bien por una vez, no lo que creas que es correcto" Dani apagó el cigarrillo y entró.

Fernando se quedó mirando el cielo turbio. ¿Hacer lo que se siente bien?

Pensó en la sonrisa confiada de Sofia, la forma en que encajaba en su familia sin problemas, la forma en que todo era fácil y sin esfuerzo con ella. Sofia era su amiga desde hace veinte años. Ella había sido parte de su vida durante tanto tiempo que no podía imaginarse sin ella.

Luego sus pensamientos se dirigieron a los ojos de color azul precioso, y la boca con el ceño fruncido. Una oleada de frustración removió su estómago, anhelo barrieron a través de él. Nada era fácil y sin esfuerzo con Rafael. Decir que Rafa tenía problemas era no decir nada. También estaba la cuestión de Rafa siendo una celebridad en el closet, que presentó un conjunto diferente de problemas.

Por Dios, Sofia era la elección correcta y Rafael era la elección equivocada.

Y ni siquiera estaba seguro de si Rafael era una opción en absoluto. No sabía lo que Rafa quería de él, si es que siquiera quería algo. Rafael sin duda había dejado claro que quería a Fernando fuera de su vida.

Fer mordió el interior de la mejilla con fuerza al recordar la voz de Rafa cuando le dijo que se fuera. Podía oír la ira y el odio en la voz de Rafael. Pero también podía escuchar el miedo, el dolor y la vulnerabilidad, y casi había sido la ruina de Fernando. Había querido besar todo el dolor lejos, dispuesto a todo para que fuera mejor, y eso le asustó lo suficiente como para salir. Joder, era peor que todas aquellas personas que Rafael tenía comiendo de su mano. Ellos no conocían al verdadero Rafa; él no tenía esa excusa. El mero hecho de que estaba incluso considerando la posibilidad de dejar a su novia de mucho tiempo, prácticamente en el altar, por un individuo que no le daba ninguna indicación de que sus sentimientos eran correspondidos era pura locura. Si Rafael le había dado un indicio de que quería que fueran más que "amigos con derechos", habría sido más fácil.

Fernando soltó una risa áspera. ¿A quién quería engañar? Si hubiera sabido con certeza que Rafa tenía sentimientos por él, no habría ninguna opción en absoluto. Si él era irracional y atontado, mientras Rafael lo mantenía a la distancia de un brazo, ¿Qué pasaría si Rafael admitía que quería ser suyo?

Suyo.

Una ola de anhelo rodó a través de él y maldijo entre dientes. Cristo. ¿Cuándo se había convertido este vinculo tan jodidamente profundo?

-¿Este vínculo?- La voz de Rafael se burló de él en su cabeza. -Deja de ser tan maricon. Ponele un nombre.- Fer cerró los ojos, tratando de ignorar la voz, pero sin éxito.

-Prefiero estar mortificada por unos pocos días a casarme con un hombre que está loco por alguien más. Si nos casamos, quiero que sea por las razones correctas, no porque te sentís responsable y culpable. Averigua qué y a quién deseas, Fernando-

Fernando bebió el resto del whisky.

Iba a ser una larga noche.

Chapter 28

Notes:

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"Te ves como la mierda" dijo Simón, mirando hacia arriba desde el sándwich que estaba haciendo. "¿Mala noche?"

Fernando abrió la nevera y se sirvió un vaso de jugo de naranja. Lo bebió de una sola vez, se sentó en la mesa, y dejó caer la cabeza golpeando en sus manos.

"Lo tomo como un sí" dijo Simón con una sonrisa, poniendo una taza de té frente a él. "¿Cuántas veces tenemos que tener esta conversación? Estás envenenando tu cuerpo."

A veces Fernando realmente odiaba a sus hermanos. Todos ellos se habían vuelto unos confianzudos.

"Simón" Fer entre dientes. "Cállate."

Una risa llegó desde la puerta, haciéndole hacer una mueca de dolor.

"Me encanta la mirada de niño que pones cada vez que Fernando utiliza esa voz" dijo Valentino, paseando en la habitación y dejándose caer en la silla junto a Simón. Agarró el sándwich que Simón había hecho y comenzó a comer.

"Eso era mío" dijo Simón.

"Sí, ¿y?" dijo Valentino con una mirada arrogante.

Entornando los ojos, Simón comenzó a hacer otro sándwich.

"No sos tu padre, no podés ser así. Me ves como una herramienta. Como siempre."

Fer parpadeó adormilado y tuvo una reacción tardía. ¿Por qué no había notado antes que los ojos del papá de Valen eran iguales a los de Rafa?

Valen le dio un golpe flojo en el pecho. Simón se rió y tiró de él en una llave de cabeza.

"Fuera de mi casa, niños" dijo Fernando, frotándose las sienes. "Su alegría me enferma."

"Sabes que nos amás" dijo Valen con una sonrisa, el brazo de Simón todavía alrededor de su cuello.

De nuevo, por lo general no tenía el hábito de notar los ojos de los hombres. Debido a que Valen no los habia heredado, y siempre lo cargaban con eso, pero Rafa los tenía: un color distinto único y ligeramente exótico. Por supuesto que podría ser una coincidencia, pero junto con el mini-colapso de Rafael después de que Simón y Valen llegaran...

Arrugando la frente, Fernando pensó en lo poco que sabía de la familia de Rafael. Todo el mundo sabía que Rafa provenía de una familia pobre y que su madre murió cuando él tenía cinco o seis. Su padre...

Fernando frunció el ceño al recordar lo que Rafael le había dicho de su padre. Él estaba casado -y muy posiblemente tenía hijos-. También era un político. Un político.

Fernando miró a Valen. El padre del niño era un político, también, que por lo general era una fuente inagotable de chistes para Simón. Aunque parecía poco probable que el padre de posición elevada de Valen podría tener algo en común con la madre de Rafael, cosas más extrañas sucedieron, especialmente si Rafa había heredado la exquisita apariencia de su madre. Pero ya habían muchos políticos ricos, prepotentes en Argentina.

"¿Te pareces a tu padre?" preguntó Fernando. A pesar de que había visto a Eduardo Alonso un par de veces en la tele -era un muy prominente político- Fer ciertamente no había prestado atención a los ojos del hombre. Todo lo que recordaba era la confianza rayando en la arrogancia.

Valentino le dio una mirada de asombro.

"¿Qué? No en realidad no. Encima ni siquiera tengo los ojos que todos los Alonso tienen, supongo que mi madre tiene genes dominantes" Se rió. "Mi papá dice que que la línea de sangre Alonso es tan superior, que los ojos Alonso siempre se reproducen naturalmente."

Haciendo una mueca, Simón dijo: "Sus ojos me recuerdan a los azulejos del centro de natación."

"Al menos los míos no son del color de un sapo" Valentino le dio un codazo.

"Estás celoso de que tus ojos son aburridos."

"Sí, claro."

Fernando desconectó, mirando su taza. Rafael sabía que él era el hijo del senador Alonso. A juzgar por su reacción, sabía que Valen era su hermano, el hijo que su padre no había rechazado. El hijo que tenía todos los privilegios y una amorosa familia a medida que crecía.

Fer desvió su mirada de nuevo a Valentino. Lo vio sonreír y reír con Simón, tan despreocupado y feliz. Valentino tenía innumerables amigos. Había sido un miembro no oficial de la familia Contigiani-Hempe desde que él y Simón se habían convertido en amigos cuando niños. Valen tenía padres amorosos que lo adoraban en cada momento y le daban todo lo que quería. Valen era un maldito tincho.

Fernando pensó en el niño que nunca tuvo nada de eso. Que había sido rechazado por uno de los padres cuando más lo necesitaba. Quién no sabía cómo conectar con la gente. Que no tenía una única persona que realmente podría llamar amigo. Que pretendía ser algo que no era sólo para ser querido. Quién no sabía cómo expresar cualquier emoción positiva. Quien nunca conoció el amor y, probablemente, no sabía cómo pedirlo.

Quien nunca lo pidió. Mierda.

Los labios de Fernando se convirtieron en una línea. Había tantas cosas que tenían mucho sentido ahora. A veces había sospechado que Rafael en realidad tenía una baja autoestima, pero hasta ahora no se había dado cuenta del alcance de la misma. En el fondo, Rafa siempre esperaba ser rechazado a favor de otra persona, sin importar lo confiado y arrogante que podría parecer. Detrás de todas las paredes que había levantado, el chico tenía muy baja autoestima. Rafael nunca confesaría sus sentimientos en primer lugar, si es que los tenía.

Ahora la pregunta era: ¿Estaba dispuesto a romper su compromiso por una cosa tan incierta?

Fer se puso de pie y salió de la cocina. Sacó su teléfono del bolsillo, encontró el contacto que quería, y presiono llamar.

"Tenemos que hablar"

Notes:

Chan channnn

Chapter 29

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Rafael se situó en el centro del campo, a la espera de que el juego comience. Miró a su alrededor, tomando todo: el ruido de la multitud, el aspecto familiar de la determinación en las caras de sus compañeros de equipo, los flashes de las cámaras por todas partes. Intentó construir la emoción que solía sentir, pero era inútil cuando se sentía absolutamente terrible. Sus ojos todavía se sentían como papel de lija después de la noche en vela, y podía sentir la corriente de náuseas de una jaqueca en aumento en las sienes.

Los aplausos de la multitud resonaron a través de su cuerpo cansado. Le tomó un momento darse cuenta de que estaban cantando su nombre. Su sonrisa tensa se volvió genuina y Rafael aplaudió, dando las gracias a los aficionados y provocando una nueva ola de:

"¡Ra-fa! ¡Ra-fa! ¡Ra-fa!"

Por fin, el silbato fue soplado y el partido comenzó.

Durante un tiempo, todo estaba bien. Su ingle no le molestaba en absoluto, y su dolor de cabeza retrocedió, dejándole disfrutar del juego.

Nada le preparó para lo que sucedió veinte minutos después.

Más tarde, todo el mundo decía que fue sólo una cuestión de estar en el lugar equivocado en el momento equivocado. Los futbolistas tienen sus piernas pateadas al menos un par de veces cada partido; no era nada inusual o particularmente peligroso. Pero cuando Rafael se precipitó después de que su equipo ganó una esquina y dos jugadores lo abordaron, un dolor debilitante como ningún otro tiró en la pierna izquierda, haciéndole casi desvanecerse cuando la pierna dejó de funcionar.

Respiró a través del dolor y el mareo y enfocó sus ojos en su pierna. La bilis subió a su garganta cuando vio que el hueso perforaba la piel y su pierna estaba doblada de manera poco natural debajo de la rodilla en varios lugares. Había sangre. Montones y montones de sangre. Tanta sangre.

Solo era vagamente consciente de los otros jugadores gritando a los médicos que corrieran a su lado. Vio el rostro sombrío de Enzo, pero no necesitaba mirar a la cara de Enzo para saber que esto era malo. Había sido herido muchas veces antes, pero nunca de esta manera.

Con los ojos húmedos de dolor, Rafael miró al cielo mientras fue llevado fuera de la cancha en una camilla. Los aficionados le aplaudieron.

Rafa cerró los ojos. En algún lugar profundo de sus entrañas, sabía que lo estaban aplaudiendo por última vez. Ni siquiera podía decir que estaba sorprendido. Las cosas buenas nunca duraban. No para él.

Él casi se alegró cuando el dolor se hizo demasiado y perdió el conocimiento.

Cuando abrió los ojos la siguiente vez, estaba en una habitación de hospital prístina y tenía un yeso en la pierna izquierda. La ausencia de dolor le sorprendió antes de que él se diera cuenta de que era probable que fuera por los analgésicos.

"¿Cómo te sentís?"

Rafael volvió la cabeza y se encontró a Enzo allí de pie.

"Decime lo malo que es"

Enzo miró a Matías, que estaba entrando por la puerta, antes de mirar de nuevo a Rafael.

"Tenés una fractura múltiple de tibia y peroné en la pierna izquierda. Se realizó una cirugía, pero..."

"Pero nunca me voy a recuperar" dijo Rafa.

"Lo harás" dijo Enzo con firmeza. "Vas a tener el completo funcionamiento de la pierna de vuelta. Sólo..."

"Mi carrera ha terminado."

Un largo silencio.

Rafael casi se rió. Era algo divertido que hubiera pasado los últimos meses trabajando para estar en forma para el Mundial sólo para obtener una lesión que acabara con su carrera en el primer juego después de su recuperación.

"Hay una posibilidad de que seas capaz de jugar de nuevo" dijo Enzo.

Rafael sonrió.

"Seguro que la hay. Pero incluso si lo hago, nunca voy a ser tan bueno como solía ser. ¿Verdad?" Enzo frunció los labios brevemente

"Decir nunca, no es una buena idea. Cada caso es diferente. He sabido de un jugador que fue capaz de regresar después de un año de terapia física intensa y no experimenta ningún problema. Pero en tu caso... es difícil de decir. Tu pierna estaba rota en múltiples lugares, y la lesión es extremadamente inestable debido a muchos fragmentos de hueso y grandes grados de desplazamiento. Hay una gran cantidad importante de daño en los músculos, tendones y ligamentos circundantes. Podrás volver a caminar muy pronto, pero es difícil decir qué tan bien sanará la pierna. Jugar al fútbol profesional después de una lesión de este tipo sería siempre un riesgo, sin importar lo bien que te recuperes."

"Sí" dijo Rafa. "Incluso si me recupero, seré un bien dañado. Mi contrato con el Barcelona está terminando. ¿Quién querría un jugador tan propenso a las lesiones? Yo tenía tres lesiones de la ingle en la mitad de un año y ahora tengo una lesión que amenaza mi carrera en el primer juego después de mi recuperación y estaré fuera por al menos un año. Ningún Club superior tomaría el riesgo conmigo. Yo nunca estaría de acuerdo con jugar en un club de mitad de tabla."

Podía ver que Enzo estuvo de acuerdo con él en privado, pero en voz alta Enzo dijo:

"En cualquier caso, no es algo de que tengas que preocuparte por ahora. Necesitas descansar. Mati, vamos."

"Dame un minutito" dijo Matías, tocando la muñeca de Rafael.

Enzo le lanzó una mirada severa. "No molestes a mi paciente" Matías sonrió un poco.

"No prometo nada. Andá."

Al cerrar la puerta detrás de Enzo, Matías se dio la vuelta y miró a Rafael.

"Sí, podés presumir ahora" dijo Rafa con cansancio, cerrando los ojos. "Estoy seguro de que pensás que me lo merezco."

"Me gustaría poder regodearme. Estoy seguro de que lo harías si nuestros lugares se invirtieran."

Rafael se echó a reír.

"¿Estás diciendo que realmente te preocupás por mí? Estoy conmovido."

"¡Uf!" Matías dejó escapar un ruido frustrado. "¿Por qué sos siempre tan difícil?"

"Dejá de molestarme. ¿No ves cómo estoy?"

"Bien. Te dejo con tu autocompasión."

Rafael abrió los ojos y lo miró.

"Está bien. Hablá."

"Dejá de ser tan negativo" dijo Matías en voz baja, un pequeño surco entre las cejas. "Sí, es una mierda, pero podría haber sido peor. Podrías haberte dañado la columna vertebral y podrías haber quedado paralizado. Confía en mí, hay cosas peores. Cuando me lesioné, los médicos dijeron que nunca podría caminar de nuevo, mucho menos jugar al fútbol. Pero nunca me di por vencido y acá estoy."

"Sí, sos más fuerte y mejor que yo. Nada nuevo. Ahora rajá de acá" Para su absoluta mortificación, su voz se volvió sospechosamente espesa, y Rafa miró más duro a su adoptivo hermano.

Frunciendo los labios, Matías se fue, murmurando algo en voz baja. Cuando la puerta se cerró detrás de él, Rafael cerró los ojos.

Fue fácil para Mati decirlo. Cuando Matías había sido lesionado, tuvo a Enzo para sostener su mano y abrazarlo. Rafael no tenía a nadie. No es que necesitara a nadie.

Rafael enterró su cara en la almohada. Olía a desinfectante de hospital.

Si, sus ojos estaban húmedos, bueno, su pierna se rompió en pedazos y su carrera había terminado. Era tan buena excusa como cualquier otra.

Notes:

Rafa perdió su primer amor:"(

Chapter Text

El problema con visitar a las estrellas del fútbol en los hospitales era el hecho de que era prácticamente imposible. Ya no era el fisioterapeuta de Rafael, ni era pariente.

Fernando echó un vistazo alrededor del vestíbulo del hospital y llamó al número de Enzo de nuevo, y de nuevo consiguió su buzón de voz.

"¿Fer?"

Miró hacia arriba, el alivio lo recorrió cuando vio a Matías.

"¿Cómo está?"

Matías le dio una mirada extraña.

"¿Estás acá por Rafa?"

-¿Era tan difícil de creer?-

"Sí" dijo Fernando, un poco más difícil de lo que había previsto. No estaba seguro de cuánto Matías sabía, de todos modos. "¿Él está bien?"

Matías hizo una mueca.

"Está tan terco y forro como siempre. Pero... bueno, vos probablemente viste la lesión, ¿no?"

Fer asintió bruscamente. Por supuesto que la vió. No la había visto en directo por tele, había estado dejando a Sofia en su casa, pero lo miró después de que Dani lo llamó, sonando asustado.

"Se veía espantosa" dijo más o menos. Como fisioterapeuta, había visto varias heridas terribles, pero ver la pierna de Rafael rota en varios lugares, con los huesos sobresaliendo y sangre por todas partes, le puso enfermo y furioso, sin poder hacer nada.

"Parecía peor en persona" dijo Matías, haciendo una mueca. "Un par de nuestros jugadores realmente vomitaron. He visto piernas rotas antes, pero esto es otra cosa."

"Bueno" Fer tomó una respiración profunda y aflojó el puño. "¿Como está él?"

Matías se encogió de hombros.

"Enzo dice que la cirugía salió bien, pero Rafa necesitará extensa fisioterapia. Él va a caminar de nuevo muy pronto, pero en cuanto a cómo irá su carrera profesional..." Se encogió de hombros otra vez.

Fer no podía decir que estaba sorprendido. Tan pronto como él había visto el alcance de la lesión de Rafael, ya conocía las consecuencias de la misma.

"Quiero verlo. ¿Podés hacer que entre?"

Inclinando la cabeza hacia un lado, Matías lo estudió.

"¿Por qué? Creo que está bastante molesto."

"No quiero ser grosero, Mati, pero ¿desde cuándo te preocupa él?"

"No me preocupa" dijo Matías inmediatamente, ruborizado. "Realmente no me importa."

Fernando sacudió la cabeza. Estos hermanos tenían una relación de lo más extraña.

"Los dos tienen unos problemitas."

Matías le dio una sonrisa torcida.

"No voy a negar eso. Pero al menos yo no estoy constipado emocionalmente como él."

Fernando no iba a discutir con eso.

"Tengo que hablar con él, Matías."

"No estoy seguro de si hablar con él ahora es una buena idea. Me dijo que lo dejara solo."

"No te ofendas, pero no soy vos."

"Lo sé" Matías cruzó los brazos sobre el pecho. "¿Pero qué es lo que querés con él?"

Fer casi sonrió. A pesar de todos los alegatos de Matías de que no se preocupaba por su hermano en absoluto, dio la impresión contraria.

"Le diré a Rafa lo que quiero con él. Después de que me metas en el interior."

Matías lo miró por un momento antes de asentir y haciéndole señas para que lo siguiera.

"Vamos" En la planta VIP, Matías se detuvo delante de la puerta y se volvió a Fernando. "Si hacés que me arrepienta, vas a..."

"Que lindo cuando intentás amenazar a la gente como lo hace Rafa" dijo Fer con una sonrisa antes de dejarla caer y mirar a los ojos de Matías. "Tal vez en realidad tenés que decirle que te importa. Sos lo más parecido que tiene a una familia."

Matías hizo una mueca y dijo de mala gana.

"Voy a pensar en eso" Al abrir la puerta, Fernando entró en la habitación y la cerró en silencio.

Sus ojos se centraron en la figura de la cama. Su mirada se deslizó sobre el yeso en la pierna de Rafa antes de parar en la nuca. Rafael tenía la cara hundida en la almohada, sus dedos apretando la almohada tan fuerte que sus nudillos estaban blancos. El nudo de preocupación que había establecido su residencia permanente en el estómago de Fer desde que se enteró de la lesión se retorció más apretado cuando una ola de proteccionismo posesivo surgió a través de él.

Fernando se acercó en silencio a la cama y se quedó en la parte posterior de la cabeza de Rafa. A pesar de sus palabras a Matías, no estaba tan seguro de que Rafael querría verlo. Había hecho un montón de suposiciones acerca de Rafa. No podía estar seguro de que no había imaginado lo que no estaba allí. Por mucho que le doliera admitirlo, no podía confiar en sí mismo cuando se trataba de Rafael: él no era razonable en torno a él, comportándose como un hombre poseído, que sólo quiere tenerlo en todas las formas posibles. La verdad era que quería que Rafael lo quisiera. Quería que lo necesitara. No había nada racional o práctico al respecto. Rafael era problemas. Rafa era una complicación que no necesitaba en su vida. Y, sin embargo, quería al mocoso en sus brazos, todo suyo para maldecirlo, besarlo, regañarlo, acostarse con él y adorarlo, con toda su mal carácter. Era irracional como el infierno. Y por eso no podía confiar en sí mismo para interpretar los sentimientos de Rafael correctamente.

Fernando levantó la mano y rozó las largas y oscuras pestañas y la mejillas de Rafa. Estaban húmedas. Pestañeando, Rafael volvió la cabeza y lo miró sin parpadear. Su nariz estaba roja, sus labios estaban agrietados, y sus ojos estaban rojos y húmedos. No había nada bonito en él en este momento. Fer quería besarlo.

Y así lo hizo.

Se inclinó y se ajustó a sus labios. Un pequeño suave gemido escapó de la boca de Rafa. Enterrando sus dedos en el cabello de Rafael, Fernando le dio un beso profundo, chupando y masticando esos labios de felpa. Dulce misericordia. No podía tener suficiente de esta boca. Las manos de Rafa rodeando su cuello, rastrillado por el pelo y tirando de él más cerca, esos pequeños suspiros y gemidos yendo directamente al pene de Fer y su corazón. Cristo, ¿Cómo demonios había conseguido caer tan profundo, tan rápido?

De repente, Rafael apartó la boca y lo miró.

"¿Qué creés que estás haciendo?"

"Te beso" dijo Fernando, besando una comisura de su boca y luego la otra.

Los labios de Rafa se separaron antes de que golpeara a Fer en la cabeza y lo empujara.

"¡Dejá de hacer eso!" Las cejas de Rafael se juntaron con recelo. "¿Qué haces acá?" Sus ojos se estrecharon. "¿Sentís lástima por mí?"

Fernando rió.

"Dios no lo quiera. ¿Quién en su sano juicio podría sentir lástima por vos?"

La mirada sospechosa no desapareció del rostro de Rafael, aunque sus hombros se relajaron un poco.

"¿Entonces, por qué estás acá?"

Fer se sentó en la cama.

"¿No se me permite estar preocupado por mi ex paciente? El sufrir una lesión en tu primer juego no hace exactamente que me relaje" Él lo había dicho como una broma, pero al instante se arrepintió cuando Rafael bajó la mirada. Fernando acarició la parte interior de la muñeca de Rafa y Rafael levantó sus ojos de nuevo. "Quería asegurarme de que estabas bien" dijo Fer más o menos.

Rafael sonrió. La sonrisa no alcanzó sus ojos.

"Nunca más voy a jugar al fútbol. Pero por lo demás estoy de color de rosa. Te podés ir ahora" Él sacó su mano de Fernando y se enroscó en su lado.

"Podés volver a jugar..."

"No" dijo Rafa. "No quiero mentiras reconfortantes. No de vos."

Fernando miró al yeso.

"No voy a mentir. He tenido pacientes con lesiones menos graves en piernas rotas que las tuyas que no pudieron regresar con éxito a los deportes profesionales. También he tenido pacientes que hicieron remontadas con éxito y fueron tan buenos como antes" miró a Rafael a los ojos. "Pero podés jugar al fútbol de nuevo, seguro. Incluso si no profesionalmente, podés..."

"Si no puedo jugar profesionalmente, no tiene sentido" dijo Rafael, con los ojos relucientes. Él sonrió. "Me dijiste narcisista una vez y tenías razón. Los fans son importantes para mí. Cuando cantan mi nombre, me insta hacia adelante, es... se siente tan... especial. Me siento..." se detuvo, con una expresión melancólica en su rostro.

"¿Amado?" dijo Fernando en voz baja.

La mandíbula de Rafael se apretó.

"Te gusta sentirte amado" dijo Fer. Eso no era una pregunta, y con cada momento que Rafael no lo negó, Fernando estaba cada vez más seguro de que él tenía razón. "Es por eso que pensás que tenés que jugar profesionalmente para sentir de nuevo."

Rafael desvió la mirada.

Tomando la barbilla de Rafa con los dedos, Fernando echó la cara hacia arriba, lo que le obligó a mirarlo a los ojos.

"No necesitas el fútbol para eso."

Rafael lo miró sin parpadear, como si él no entendía de lo que estaba hablando Fer.

Por fin, sus ojos se abrieron. Se ruborizó, frunció el ceño, y luego desvió la mirada antes de lanzar una mirada a Fernando de nuevo. Si hubiera sido otra persona, Fer habría pensado que Rafael era tímido.

Rafa le dio una mirada mordaz.

"¿Dónde está tu prometida?"

"No tengo una prometida. Ya no."

Rafael pareció dejar de respirar. Solo lo miró.

"¿Por qué?" dijo al fin.

"Hablamos" dijo Fernando cortante. La conversación había sido la más difícil de su vida. Él sabía que él y Sofia estarían bien finalmente, habían sido amigos mucho más tiempo que amantes, y su amistad no podía ser destruida fácilmente, pero en este momento no era exactamente la persona favorita de Sofia en el mundo. "Decidimos que sería inútil casarnos si quiero estar con alguien más. Ella se merece algo mejor. Los dos lo merecemos."

Rafael estaba parpadeando rápidamente, buscando cualquier cosa menos a él.

"¿Solo así?" Antes de que pudiera decir nada Fer, Rafa le lanzó una mirada hostil. "¿Por qué me estás diciendo esto? ¿Qué tiene que ver conmigo?"

Fernando sintió una oleada de afecto abrumadora mezclada con tristeza. Nadie debe permanecer tan guardado con la edad de Rafael.

"Vos sabes" dijo suavemente. Sosteniendo la mirada de Rafa, Fer llevó su mano al lado de la de Rafael, la palma hacia arriba. Rafael miró la mano como si fuera una serpiente venenosa.

"Yo… yo no lo entiendo."

"Sí sabés. Dale" Sonrió Fernando. "¿Dónde está mi confiado mocoso, arrogante?"

Lentamente, muy lentamente, Rafael movió su mano hasta que sus dedos se cerraron juntos.

El ceño fruncido de Rafael se profundizó.

"Te voy a matar si esto es una broma" se quejó, su voz un poco inestable.

Fernando se rió entre dientes.

"Esto debe ser realmente amor, porque no hay ninguna otra razón para que encuentre tu malicia constante adorable."

Rafael lo fulminó con la mirada, y Fernando finalmente cedió a la tentación de besar esa boca fruncida de nuevo. Unos minutos más tarde, cuando se separaron, Rafa tenía un aspecto suave de haber sido minuciosamente besado en el rostro. Él era tan malditamente precioso que Fer sólo tenía que besarlo de nuevo. Y otra vez. Joder, esto era ridículo.

"Pará un poco" Rafael dijo de repente, un poco jadeante. "¿Estás diciendo posta que, me amás?"

Tropezó un poco en la palabra “amor” y miró a Fernando con recelo. Cristo.

Fer rozó la mejilla enrojecida de Rafael con el pulgar.

"Sos un forro" murmuró, arrastrando besos en la mandíbula de Rafa. "Pero me volvés loco en el buen sentido y de una mala manera. Pero sí, estoy bastante seguro de que te amo. No tengo idea de cómo sucedió, pero lo hago."

La mano de Rafa apretó su mano casi dolorosamente. Él enterró su cara en el hombro de Fernando y murmuró unas palabras.

El corazón de Fer saltó mortal en su garganta.

"¿Qué fue eso?" dijo con ironía, a pesar de que le había oído perfectamente.

Rafael le dio un puñetazo en el hombro.

"Dije que te odio."

Fernando ocultó su sonrisa en el cabello de Rafa e inhaló profundamente. Dios. Esperaba que estos sentimientos se volvieran un poco menos intensos con el tiempo. Sentir tanto era malo para un hombre racional de treinta años de edad.

"Yo también te odio" dijo Fernando, envolviendo sus brazos alrededor de Rafael. Volvió a pensar en su primer encuentro. Si alguien en ese entonces le hubiera dicho que llegaría a estar tan completamente embrutecido con ese niño dentro de los próximos meses, él habría pensado que estaba loco.

Rafael suspiró, deslizando sus brazos alrededor de Fer, también. "Nunca vas a deshacerte de mí."

"Estoy bastante de acuerdo con eso."

Rafael clavó los dedos en su espalda. "Y no soy Sofia. Nada de esas mierdas de relación abierta. No comparto."

"Yo tampoco" Fer acarició el punto detrás de la oreja de Rafael. Mordió el lóbulo de Rafa. "Si coqueteas con Dani de nuevo, no voy a ser responsable de las consecuencias."

Rafael se retiró un poco y sonrió, mirándolo desde debajo de sus pestañas.

"¿Ah si? ¿Qué vas a hacer conmigo?"

El pulso de Fernando se disparó. Su pene se movió. Sus manos se movieron. Rafael le dio una mirada que todo lo sabe.

"Como sos eh" Fer río. "... tan pronto como pueda arreglar tu pierna, lo veremos."

"Creo que sus servicios fueron reservados con meses de antelación o algo así" dijo Rafael, ladeando la cabeza. "¿No tenés otros pacientes más importantes?"

Rafael podría estar tomándole el pelo, pero el tono de Fer era completamente serio cuando él respondió: "Vos no sos mi paciente. Sos mío y voy a cuidarte."

La sonrisa de Rafa desapareció y simplemente miró a Fernando durante un largo momento. A continuación, una pequeña sonrisa tiró de los labios de Rafa antes de transformarse en una sonrisa brillante, hermosa, sus ojos de azules brillando con calor, y el aliento de Fer quedó atrapado en su garganta. Mierda. Lo tenía tan mal.

"Que hermoso sos" dijo Fernando con voz ronca. No estaba hablando acerca de la apariencia de Rafa. Rafael se le quedó mirando con los ojos abiertos antes de sacudir la cabeza un poco. "Lo sos. Todo está en tus ojos."

Sonrojándose y mirando generalmente incómodo, Rafael sacudió la cabeza de nuevo. Fer se rió entre dientes.

"No discutas conmigo. Siempre estoy en lo correcto."

Rafael entornó los ojos.

"No estoy seguro de que quiero a alguien tan mandón como mi fisio de nuevo."

Fer le dio un beso corto, que se convirtió en uno muy largo, porque Jesús, esa boca le volvía loco.

Cuando finalmente se separaron en busca de aire, Fernando le miró. Rafael estaba sonrojado hasta el cuello de la bata de hospital y los ojos medio cerrados, las pupilas amplias y sólo el anillo más pequeño de color azul. Y esa boca, regordeta con marcas de sangre y dientes, roja y húmeda e hinchada... Jodido infierno. Manten el control, Contigiani.

Fernando se aclaró la garganta y sonrió.

"¿Quién dice que tenés opción, cara de muñeca?"

Los ojos de Rafael se estrecharon y Fer tenía que besarlo de nuevo, debido a que un enojado Rafa era un espectáculo para la vista.

"Uf, te odio tanto" dijo Rafa entre besos. "Tanto."

Fernando rió y lo besó en la nariz.

"Que adorable."

Rafael le dio un golpe en la cabeza.

Chapter 31: Epílogo

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Cuatro meses después...

 

"¿Alguna vez vas a decirle que sos su hermano?"

Rafael miró hacia el otro lado de la pileta, a Simón y Valentino, antes de cerrar los ojos y acurrucarse más profundo al lado de Fer. El diván era demasiado pequeño para ambos, pero Rafa estaba perfectamente bien con ello. El sol brillaba, los pájaros cantaban, y tenía al cuerpo semidesnudo de Fernando contra el suyo: todo estaba bien en el mundo. No estaba de humor para hablar o pensar sobre Valentino o sobre el padre de él.

"Nop" murmuró, presionando la nariz contra el brazo de Fernando. "¿Por qué debería hacerlo? Lo único que tenemos en común es al tipo que puso su pija dentro de nuestras madres y no usó forro."

Unos dedos empezaron a acariciar su cabello. Rafael se apoyó en el toque, aún algo sorprendido en parte por lo poco que le importaba ser vistos por otras personas. Solía ​​empezar a sudar frío cada vez que imaginaba a alguien viéndolo con otro hombre. Ahora le importaba una mierda -una de las ventajas de estar fuera de la atención pública. Ya no era una estrella del fútbol. Tal vez, nunca lo sería otra vez. Aunque Fernando continuaba diciendo que su completa recuperación era probable, Rafa realmente no creía que volvería al fútbol. Su pierna se sentía mejor cada día, y la mayor parte del tiempo su lesión no le molestaba demasiado, pero ya no tenía la misma confianza en su pierna. Dudaba que alguna vez volviera a tenerla -al menos no lo suficiente como para jugar al fútbol profesionalmente. Y la cosa era... que incluso no estaba seguro de querer hacerlo. Pensar en pretender nuevamente ser alguien que no era y estar ocultando constantemente su relación con Fernando estresaba a Rafa. Sería casi imposible, de todos modos. Ocultar una relación homosexual resultaba más fácil para Enzo y Matías, porque realmente trabajaban en el mismo club de fútbol, ​​y tenían motivos relacionados al trabajo para ser vistos juntos.

No ayudaba el que prácticamente vivía con Fernando hoy en día. Rafa aún no estaba seguro de cómo había sucedido eso. Solo recordaba que Fer lo habia convencido de que viajen a Argentina para empezar con su rehabilitación mas tranquilos, con menos foco de atención, y así se estableció en la casa de Fernando. Ya no sentía ganas de volver a España, ya nada lo ataba allí.

"¿Posta estoy viviendo con vos?" Rafael había preguntado, viendo su marca favorita de café en la cocina de Fernando.

Fer simplemente rió, rozó sus labios contra el cuello de Rafa y dijo, con la voz todavía áspera por el sueño. "Buen día."

Fue nauseabundamente doméstico -y embarazoso. Rafael se alegró de no tener amigos para burlarse de él. Matías ya era lo suficientemente malo. El tarado se echaba a reír cada vez que vez que chateaba con el y le contaba sus vivencias con Fernando. Algo de cariño se tenían.

"Tal vez Valen amaría tener un hermano" dijo Fernando, devolviéndolo al presente.

Rafael resopló.

"Ni siquiera le caigo bien."

"No puedo imaginarme por qué" dijo irónicamente. "Si sos tan bueno con él."

Rafael abrió los ojos y dedicó a Fer una mirada inocente.

"Ey, ahora que no tengo una asistente personal, tengo que conseguir mi diversión en donde pueda."

Fernando sacudió la cabeza con desaprobación, pero sus ojos reflejaban diversión y calidez. Rafa reprimió una repentina sonrisa. Ugh. Odiaba esta cosa.

"De todos modos" dijo Rafa, arrastrando ligeramente sus dedos por el pecho de Fernando, hasta que descansaron justo debajo de la cintura de sus shorts. "Me gustaría que no estuviera tanto alrededor. Su tonta cara me molesta."

"Es un buen pibe" dijo Fer. "Y él y Simón son algo así como un paquete de 2 por 1, por lo que tenés que aguantarlo."

Rafael hizo una mueca.

"Por cierto, ¿qué pasa con ellos? ¿Están cogiendo?"

"Malpensado. Son amigos. Simón es hetero."

Rafael levantó las cejas.

"Supuestamente vos también eras hetero, pero eso no te impidió meter tu pija en mi cuerpo a diario."

Fernando pellizcó el trasero de Rafa.

"No es tu cuerpo. Es mío."

Rafael no se impresionó en lo más mínimo. Él frunció el ceño, pero antes de que pudiera decir nada, Fer le echó la cara hacia arriba y le dio un beso breve.

"Esta es mi boca, también" dijo Fernando con una sonrisa exasperante.

"¿Ah, sí?" dijo Rafa antes de agarrar el pelo de Fernando y tirar de él para un profundo beso. Fer gimió, su mano acariciando la espalda de Rafa hasta ahuecar sus nalgas, hiper confiado y posesivo como de costumbre.

Alguien aulló: "¡Consiganse un motel!"

Rafael separó sus labios y miró a Simón, que estaba sonriéndoles desde la pileta.

"Raja de acá, y llévate al culo chato ese."

"¡Eu! Si tengo culo" dijo Valentino con una mirada de resignación.

"Si tiene" le dijo Simón a Rafael, pasando un brazo alrededor de su amigo. "Dale, Valu, mostrale al bebé de Fernando" enganchó un dedo en la cinturilla de los shorts de Valentino. "Sacatelo, mostrale."

"Sos tan gay" dijo Rafa. "Y no soy el bebé de Fernando."

"Lo dice el tipo que gime el nombre de mi hermano todas las noches" Simón sonrió y dijo en una horrible imitación de la voz de Rafa. "Oh sí, Fer, más duro..."

Rafael agarró una lata de Red Bull y se la arrojó a la cabeza, pasando muy cerca cuando Simón la esquivó.

"¡No sueno así!"

Fer -el traidor- se estaba riendo.

"Un poquito si."

"Te odio" Rafa se quejó antes de volverse a Simón. "Incluso si sí, ustedes dos son todavía más gays."

Simón suspiró, viéndose serio por una vez.

"Pará mente chata. Existe algo llamado amistad, ya sabés. Quiero decir, amo a este pibe por algún motivo" sonrió cuando Valen le dio un codazo. "Pero incluso pensar en él de esa forma me asquea" hizo una mueca. "Sería algo así como cogerse a un hermano."

"Sip" dijo Valentino. "Igual que cogerse a un gemelo. Asqueroso. Quiero decir, ¿Lo has visto desnudo?"

Sonriendo, Simón le dio a Valentino un beso terriblemente ruidoso en la mejilla.

"Soy sexy y lo sabés, cariño."

Valen rodó los ojos e hizo una mueca de disgusto. Él no estaba alejándose, sin embargo. Rafael movió las cejas.

"¿Igual que cogerse a un gemelo? ¿Nunca escucharon el fetiche de incesto?"

"Sos un asqueroso" dijo Simón pareciendo molesto.

"Sí" estuvo de acuerdo Valentino.

"Lo es" dijo Fernando con una carcajada.

Rafael le dio un codazo en las costillas. ¡Se suponía que Fernando estaba de su lado!

'Pero es mi asqueroso" dijo Fernando, dejando caer un beso en la cabeza de Rafael.

Rafa ocultó el rostro en el hombro de Fernando.

"¿Ahora sos timido?"

"Aww" Simón y Valentino aullaron al unísono.

"¡Miralo!" bromeó Simón. "Se puso colorado."

"Andate a la mierda" murmuró Rafa. "Y no estoy rojo."

"Sip, estás rojo" dijo Valentino con una sonrisa. "Está totalmente loquito por vos, Fer."

Rafael se removió. Todavía estaba lejos de sentirse cómodo hablando de sentimientos en público.

"Muy bien, ya es suficiente" dijo Fer, un dejo acerado asomando en su voz cuando él, probablemente, sintió la vergüenza e incomodidad de Rafa. Su brazo alrededor de Rafael se apretó. "Déjenlo en paz."

Rafael sonrió, con una calidez difundiéndose en su pecho, envolviéndolo y quedándose en torno a su corazón -siendo aún una sensación novedosa, pero ya muy familiar. Fernando seguía siendo infantil y lo desquiciaba la mitad del tiempo, pero él lo conocía. Fer sabía cuándo burlarse, cuándo presionar, cuando castigarlo por ser un idiota, cuando darle espacio, y cuándo ser estúpidamente sobreprotector. Él lo conocia perfectamente.

Rafael esperó hasta que Simón y Valentino se alejaran hacia el otro extremo de la pileta, antes de mirar a Fernando. Y por primera vez, no murmuró cuando dijo las palabras:

"Te amo Fer. En serio"

El mundo no se acabó.

Fernando se limitó a mirarlo por un momento antes de gemir con una mirada frustrada en su rostro.

Con el ceño fruncido, Rafa le dio una palmada en el pecho.

"¿Qué se supone que significa eso?" Rafael difícilmente sería un experto, pero estaba bastante seguro de que esa no era la forma en que se supone que la gente reaccionaba a las confesiones de amor.

"No puedo tomar en serio cuando sos genuinamente dulce" Fernando sacudió la cabeza con una sonrisa y se inclinó para besarlo con avidez. "... seguís siendo mi malo, malhumorado, cabeza dura. Por favor. Es bastante insoportable ya."

Rafael sonrió.

"¿Te das cuenta de que ahora voy a ser extra dulce sólo para enloquecerte, verdad?"

Fernando suspiró y lo besó de nuevo.

"Mocoso" dijo sobre sus labios.

Rafael sonrió.

"Siempre."

 

FIN

Notes:

Ya publiqué la historia de Valen y Simón, si quieren leerla..

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