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Angel guardian

Summary:

La batalla a terminado. El fuego quemo todo a su paso, destruyendo cada vida que se le cruzo, excepto una, la salvadora de Sodden será recordada para siempre con esa gran demostración de fuerza y poder, pero las historias siempre parecen centrarse más en ese parche de tierra sin quemar y lo que para la salvadora debió significar.

La tristeza cubre a Aretuza, la perdida y la traición rondan los pasillos, y la pena sigue especialmente a la rectora, que con el paso de los meses parece caer cada vez más en viejos hábitos, pues le han arrancado aquello que su corazón más amaba, su niña, Yennefer, las alumnas miran esto, miran a su rectora, siempre fuerte e implacable, volverse aun más dura y cruel que antes, pero hay algo que llama aun más su atención, la mujer que la sigue constantemente y que la rectora siempre parece ignorar.

Ficción de que pasaría si Yennefer hubiera muerto en la batalla de Sodden, pero que pasaría si incluso en la muerte, su terquedad la hiciera permanecer donde más quiere, con su amada rectora.

Notes:

Hola a todos, de nuevo aquí con otra ficción sobre Yennefer y Tissaia, simplemente las amo, pero esta idea me llego, es triste, debo aceptarlo, pero la idea me parece hermosa y dulce, pues incluso después de la muerte no creo que quienes amamos nos dejen totalmente, están ahí, en pequeñas cosas, solo debes recordarlas, pero por el momento Tissaia tendrá que aprender a ver aquello que no se le presenta con pruebas tangibles, sino que puede sentirlo dentro de ella.

Espero les guste como a mi, se que parece triste, en especial en este primer capitulo, pero conforme avancemos las cosas tomaran ritmo y no serán tan tristes todo el tiempo, al fin y al cabo, hablamos de Yennefer, ciertamente ni en la muerte estará tranquila.

Sin más por el momento los dejo con la historia, espero les guste y se queden para seguir con lo que tengo planeado, bye.

(See the end of the work for more notes.)

Chapter 1: Desgarro del alma

Chapter Text

Capítulo 1: Desgarro del alma

-Rectora, mi señora ¿Está bien? – La voz se acercó más a su mente, trayéndola de vuelta a la realidad de un agotamiento y dolor inducidos por la violenta batalla, se quejó un poco, pero al levantar la vista se encontró con Sir Ludo, uno de los duques con mejor cabeza que poseía el rey … este se encontraba inclinado sobre ella, al girar un poco la cabeza, pudo ver el humo negro de la batalla alzándose hacia cielo, las primeras luces del día por fin comenzaban a alumbrar, esclareciendo un poco el entorno, pero la luz suave y tibia del sol no se comparaba con el infierno que Yennefer había hecho descender sobre todo el ejército, sobre ella, no, no sobre ella, sorprendida movió más la cabeza, y a pesar de las quejas y el dolor de cuerpo, se levantó como pudo, logrando ver la mancha verde vivo que estaba debajo de ella, mientras alrededor, todo era negro, el pasto y los árboles convertidos en carbón, aun sentía el calor en el aire por la lluvia de fuego, entre lo que quedo podía ver ramas por aquí y por allá, no fue hasta que sus ojos se fijaron en un pequeño reflejo a lo lejos que distinguió en realidad lo que eran, aquellas que creía ramas, eran huesos carbonizados al punto de quebrarse y estar completamente expuestos.

Tal muestra de caos era inaudito, ese pensamiento la sacudió, aún más al recordar como Yennefer se acercó adolorida hacia ella, herida y sangrando, su querida niña la busco entre el caos, buscándola como si fuera la última salvación, como si debajo de su manga pudiera sacar la solución para terminar con esto y revivir a todos sus amigos muertos, pero no pudo, la decepciono, en cambio su niña había demostrado tal control y poder sobre esa piedra que era incomparable, Tissaia sabía que debió haber muerto, su cuerpo reducido a los mismos restos carbonizados que ahora la rodeaban, mostrando lo que ahora era un cementerio de personas sin nombre, irreconocibles para cualquiera, pero ese mismo pensamiento, al ver la mancha a su alrededor la impulso a levantarse, Yennefer había demostrado un despliegue de poder asombroso, se había desecho de la botella como ella le dijo que hiciera, pero ahora no tenía idea de donde estaba su niña, la urgencia de buscarla fue más que cualquier otra cosa, más que el dolor de sus pulmones por el dimeritio, más que el agotamiento físico y mental, más que cualquier razonamiento.

El hombre intento calmarla, intentar que no se levantara tan rápido, pero Tissaia no iba a detenerse por nada, sus niñas la necesitaban, Yennefer la necesitaba, debería estar agotada, porque se negaba a considerar cualquier otra alternativa, a pesar de ver hacia todos lados y no verla cerca, solo logrando ver a los hombres del rey observando todo atónitos, algunos a lo lejos ayudando en el castillo, probablemente ayudando a los heridos, la ansiedad comenzó a crecer en su pecho mientras giraba cada vez más frenéticamente buscando a Yennefer por todos lados, pero sin lograr ver sus hermosos ojos violetas cerca, se desesperó como nunca, fue entonces cuando los gritos comenzaron, gritos fuertes y desgarradores, alaridos de lo más profundo del alma, que llevaban consigo la desesperación de la mujer, gritos que serían transmitidos y recordados por siglos, el dolor más desgarrador que habían presenciado, mientras la mujer intentaba avanzar, buscando a la mujer que había salvado a todos, que la había salvado, adentrándose en la naturaleza muerta, intentando buscar cualquier cosa, un llamado, la chispa de caos, pero cada vez que buscaba la respuesta era el silencio, prolongando una búsqueda que sería recordada por todos aquellos que conocían a la comúnmente controlada rectora.

-

Después de avanzar por lo que parecieron horas, por fin obtuvo el primer indicio.

Horas antes, después de despertar y que Rita corriera hacia ella, abrazándola con fuerza después de oírla gritar con fuerza, Rita transmitió su alivio hacia Tissaia, también pudo sentir el inmenso dolor que tenía por su amiga Coral, pero ahora lo que más ocupaba su mente, era el alivio de ver a Tissaia con vida.

-Tissaia, estábamos tan preocupados. – Rita se aferró a su amiga un poco más, pero Tissaia fue casi incapaz de corresponder, mientras ansiosa seguía buscando alrededor.

- ¿Yennefer esta con ustedes? – Pregunto Tissaia en cambio, su mente concentrada únicamente en su pequeño cuervo y su necesidad de encontrarla, sabía que en este punto, lo que la ayudaba a mantenerse en movimiento era pensar en ella, en que debía estar en algún lado, sola, herida, y necesitaba su ayuda.

- No querida, pude ver por los recuerdos de Triss que la vio salir del castillo en tu búsqueda antes de quedar inconsciente, pero ni nosotros ni la gente del rey la ha visto. – Contesto Rita, he intento tirar de Tissaia, para guiarla de vuelta a donde tenían a los heridos. – Vamos, debemos llevarte con los curanderos, puedo sentir el dimeritio en tus pulmones, debes descansar.

-No, no sin Yennefer, debo buscarla- Balbuceo apurada Tissaia, no tenía idea de donde estaba Yennefer, de donde estaban incluso sus demás compañeros que la siguieron a la batalla y primero debía encontrarlos antes de descansar, de mala gana, notando que la mujer no se retractaría, Rita la sigue en su búsqueda de su antiguo cargo, sabiendo que la mujer no se rendiría hasta encontrar respuestas.

-

Lamentablemente y con dolor, descubre que no tardó mucho en recibirlas, aunque ciertamente no eran precisamente las deseadas, con algunos hombres de rey Foltest y algunos hechiceros que por fin se presentaron a ayudar en la búsqueda de sobrevivientes o de matar a aquellos del otro bando que seguían con vida, avanzaron rápidamente.

Después de sus primeros minutos de recuperar la conciencia, Vilgeforts se acercó con un informe, para avisarle que de los hechiceros que se presentaron a pelear, solo cinco, contándolo, estaban vivos y ya estaban siendo trasladados por Artorius hacia la enfermería de Aretuza, pero entre esas personas no se encontraba Yennefer, de ahí, los otros siete habían sido encontrados rápidamente, entre ellos su amada amiga Coral que murió en medio de la pelea y a quien lamentablemente sintió morir, ahora solo quedaba Yennefer, pero su caos no estaba lo suficientemente bien como para buscarla a través de el, y sabía que ningún otro podría, Yennefer siempre fue espectacular escondiéndose cuando quería, sabía que solo ella podría encontrarla si se lo proponía, por lo que sabía que pedirles ayuda a Rita o Vilgeforz para hallarla seria en vano, nadie conocía a su niña tan bien como ella.

Siguieron avanzando cuando después de varios cadáveres que reviso en sus últimos segundos sin respuestas aparentes, creyó ver en la vista periférica de uno de ellos a Yennefer hablando con alguien mientras el moría, por lo que apurada avanzo en esa dirección, gritando con fuerza el nombre de Yennefer, pero sin recibir respuesta a cambio, lo que la impulso a apurarse hacia el lugar.

-Tissaia, espera no corras. – Llamo Rita preocupada por su estado, pero en ese momento no le importaba, solo tenía en mente encontrar a Yennefer.

Pasando por un grupo de árboles, encontró lo que parecía un claro, en medio de este había dos cuerpos tirados en el suelo, asustada se apuró hacia ellos, el primero que vio en una parte más descampada era el cuerpo de Fringilla, la tierra y el pasto a su alrededor estaban manchados de sangre coagulada, una cantidad impresionante que había brotado del profundo corte en el cuello, y que sabia no le daría tiempo de curar por sí misma, la desesperación y el tiempo jugando en conjunto en tu contra para que fuera imposible ganarle, no pudo evitar sentir una punzada de satisfacción  al ver sus ojos inmóviles y sin luz viendo hacia el cielo.

Cualquier pequeño aprecio que tuviera por la chica por haber sido su aprendiz desapareció en el momento en el que arrojo el dimeritio a su rostro, pero no pudo evitar lo que seguía ahora, mirar el otro cuerpo que estaba medio cubierto por las largas hojas del pasto que acunaban  suavemente el cuerpo que temblorosa tuvo que acercarse a mirar, esta vez para ver los fríos ojos morados inmóviles que veían el cielo.

Dio los últimos pasos hacia el cuerpo, sabía que su cuerpo se movía veloz, pero para ella todo iba en cámara lenta, sintiendo un inmenso peso y dolor sobre ella, sintiendo como si el aire se volviera sólido y empezara a presionarse contra su cuerpo, casi derribándola en el suelo.

A pesar de esto, de algún modo, a pesar del dolor, por fin llego hasta ella cuando el peso le gano, dejándose caer arrodillada a un lado del cuerpo de Yennefer.

-Yennefer. – Tissaia murmuro, su garganta cerrándose por el dolor, sintiendo las lágrimas alcanzar sus ojos. – Yennefer. – Se lamento temblorosa, mientras sus manos alcanzaban el rostro de Yennefer, pero se lamentó al sentir la piel fría, aún más fría que el día de su llegada a Aretuza después de su intento de suicidio, sus manos se volvieron frenéticas, buscando la herida en el cuerpo, encontrándola rápidamente, a pesar de la tela negra de su vestido, podía ver el enorme corte en su vientre, se adelantó hacia la herida, en cuanto puso las manos sobre la herida las retiro doloridas, dimeritio, su vientre había sido cortado con una daga de dimeritio puro, intento usar el poco caos que le quedaba para curarla, pero en cuanto su caos entro en su cuerpo en un intento por cerrar los tejidos, pudo sentir como su corazón estaba completamente detenido, pudo sentir el inmenso daño en el cuerpo de Yennefer, la daga había penetrado hasta la columna, había dañado demasiados órganos vitales, ocasionando un sangrado masivo, desesperada intento influir caos en ella, pensando que tal vez sí pudo salvarla décadas antes, podría hacerlo ahora, pero en cuanto lo intento supo lo inútil de la acción, un desgarrador lamento subió por su pecho, saliendo con fuerza, atormentando todo a su alrededor, aun asi intento hacerlo, aun sabiendo que no habría diferencia alguna.

-Tissaia, déjala, ya no hay nada que hacer. – Escucho a lo lejos, o más bien susurrado cerca de ella, sintió las manos de Rita intentando apartarla de Yennefer, pero Tissaia se soltó bruscamente, regresando a inclinarse sobre Yennefer.

-No, no, esto no es posible, no ella. – Se lamento Tissaia, las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas mientras alcazaba el rostro de Yennefer, girando ligeramente la cabeza de Yennefer hacia ella, pero no encontró calidez, ni diversión, o frustración, sentimientos que siempre venían acompañados con la brillante mirada violeta de ojos traviesos cuando se encontraban con los suyos, sus mejillas con una palidez mortal, una que un día vio años antes, la noche que la llevo a Aretuza y su niña intento matarse, pero sabía que esta vez no había manera de cambiarlo, se acercó a ella, y a pesar del cansancio, levanto suavemente su torso y la abrazo contra ella con fuerza, igual que décadas atrás, pero esta vez sabía que ella no se recuperaría, su corazón ya no latía, se aferró a su cuerpo con fuerza, llorando con dolor y furia, le habían arrebatado a su niña, su pequeña más brillante y talentosa se había ido y era su culpa, no había podido protegerla.

Con culpa y tal vez sabiendo que quería atormentarse a sí misma por su fracaso, regreso el cuerpo inerte al suelo con la mayor suavidad posible, acaricio el cabello a un lado y con suavidad puso la mano sobre sus ojos para cerrar sus parpados con suavidad, acaricio levemente el rostro manchado de hollín y la sangre que había derramado de sus labios, antes de poner sus manos sobre su pecho, dolorida, pero forzándose a ver los últimos momentos de Yennefer.

-Tissaia, no ¿Qué haces? No lo hagas. – Rita se había arrodillado frente a ella, del otro lado de Yennefer, atrapo sus muñecas, impidiendo que sus manos tocaran el pecho de Yennefer y asi poder hacer el hechizo. – No ganaras nada con esto, ella se ha ido, déjala ir. – Pidió Rita, suplicándole al ver el dolor que tenía, pero Tissaia no podía, le debía esto a Yennefer.

- Necesito ver, vino aquí por mí, necesito saber. – Declaro Tissaia antes de alejarse de las manos de Rita, la mujer la dejo alejarse, pero no se apartó, se quedó arrodillada en su lugar, esperando, no la dejaría sola, estaría ahí para cuando Tissaia saliera del hechizo y terminara de ver la muerte de Yennefer, aceptándolo, Tissaia se sometió al hechizo.

-

Tissaia ahora estaba ahí, podía ver lo que eran los últimos momentos de Yennefer, pudo llegar lo suficientemente lejos para ver cómo se vio desde su posición el despliegue de fuego que arraso el campo, excepto a ella, igual que la primera vez, solo pudo maravillarse del espectáculo, pero no pudo evitar el dolor que sintió cuando una de las voces que motivo todo el dolor que Yennefer dejo escapar, que la amargura y dolor que la ayudaron a llegar a este punto, también venia de ella, entre las voces que la atormentaban de su pasado, ella era una de ellas y no pudo evitar sentir la culpa desgarrarla al escuchar en sus oídos sus crueles palabras a su niña décadas atrás.

Vio caminar a Yennefer, internarse en el bosque mientras sentía como su caos comenzaba a escasear, escapando de sus manos como castigo por destrozar la botella con una magia caótica tan brutal que la estaba castigando.

Encontró el destino de Yennefer, se encontró con Fringilla siguiendo la estela de su caos, quería venganza, acabar con ella, podía sentir su ira y resentimiento por lo que había ocasionado, el encuentro no fue algo brutal en un inicio, ambas se rodearon, midiéndose, pero ambas estaban cansadas y heridas, por lo que sus posturas se veían forzadas y doloridas.

-Tenías que ser tú, maldita idiota, tú siempre te tienes que meter y arruinarlo todo. – Gruño Fringilla molesta a Yennefer que sonrió divertida. – Quita esa sonrisa idiota, al menos no ganaron totalmente, las demás están muertas, incluso la gran Tissaia de Vries, tú eres la última. – Pareció encantada, pero Yennefer sonrió agotada, pero el éxito en su sonrisa pareció confundir a Fringilla.

-Oh querida, estas mal, Tissaia está muy viva. – La sensación de alivio y satisfacción provenientes de Yennefer la confundió, pues unía esos sentimientos a su propio bienestar.

- Eso no es cierto, yo me encargue de eso. – Gruño molesta Fringilla.

- ¿Y te quedaste a verlo? Porque la vi justo antes de venir aquí. – Dijo Yennefer burlona.

- Quemaste todo imbécil, ella está muerta. – Replico cada vez más enojada Fringilla.

- Me subestimas demasiado, mi fuego jamás la toco, jamás la lastimaría. – Confeso Yennefer, Tissaia logro ver como el éxito en la cara de Fringilla se borraba al ver el orgullo en la cara de Yennefer.

- ¿Estas loca? ¿Eres de verdad tan masoquista o solo imbécil? Pudiste liberarte de esa perra vieja y amargada que nos torturo por años y en vez de eso la proteges cuando tuviste la excusa perfecta para dejarla morir, para ser por fin alguien. – Cuestiono Fringilla completamente frustrada y molesta.

-Te equivocas Fringilla, se quién soy, soy el monstruo, el aprendiz, la decepción, pero también he sido la ganadora, hoy lo soy. – Declaro Yennefer, Tissaia no pudo evitar sentir orgullo por su niña, aunque las primeras declaraciones que hizo no le gustaron para nada

- Hoy morirás. – Gruño Fringilla, algo que molesto a Tissaia, queriendo gruñirle de vuelta.

- Y estoy bien con eso, lo soy si ella puede vivir. – Acepto Yennefer abriendo los brazos con cansancio, aceptando su destino.

- ¿Es en serio? Oh no puede ser. – Dijo volteando los ojos Fringilla, aunque empezó a sacar una risa histérica que asustaría a cualquiera, cada vez más lejos de la cordura, completamente fuera de sí, probablemente ante toda la noche en guerra y todas las muertes vistas. – En serio eres estúpida, débil, no eres más de lo que esa niña torcida que llego cojeando tarde a clases, el cerdito de la maestra.

- Pero era suya, y tu solo eras la sobrina estúpida y creída de su compañero de trabajo que sirvió de espectacular ejemplo durante nuestra educación, lo que no debías hacer al hacer caos, el precio. – Le regreso Yennefer, Tissaia pudo sentir su sonrisa mientras se burlaba de Fringilla, se sintió satisfecha de saber que Yennefer misma se reconocía como suya, asi como Tissaia siempre la nombraba en su mente, suya.

- Tú eras la mascota de la clase, si no fuera por el encantamiento te verías igual de grotesca que antes, deberías recordar las palabras de Tissaia como pareces haber guardado en tu corazón todo lo que decía y hacía, incluso siendo una belleza, jamás serás amada. – La sonrisa de Fringilla se volvió torturadora, pero Yennefer no se sacudió ante eso, Tissaia podía sentir que esas palabras las manejaba como un credo, jamás olvidándolas, al decirlas pudo oír el eco de su voz décadas antes resonando en los oídos de Yennefer, y se sintió horrible por eso, no solía arrepentirse de muchas cosas en cuanto la educación de sus hijas, pero ciertamente esas palabras eran de lo que más se arrepentía y de lo que cambiaría si pudiera, pero ahora jamás podría ni siquiera enmendarlo, jamás podría decirle a Yennefer que tras las palabras, no había verdad alguna, solo veneno sin sentido.

- ¿De verdad crees que puedes herirme con eso? He aceptado eso hace mucho, incluso luciendo asi tengo una media vida, y hace mucho lo acepte, agradecer lo que tengo y aceptar lo que me dan, tus palabras no pueden cortar cuando esas mismas me despedazaron años atrás, en especial porque en mi vida no eres nadie, no eres más importante que Vilgefortz o tu estúpido tío o el bastardo de Stregobor, dolores en mi culo que me creen inferior por cualquier excusa que prefieran, tu opinión vale tanto como la mano cadaverizada que cargaste por años, nada. – Fringilla se puso más furiosa por esto, pero Tissaia podía verla buscar otro enfoque para provocar a Yennefer, odio que Yennefer se defendiera con esas palabras, lo que más le dolió fue sentir la verdad en su admisión, aceptaba su muerte, el poco valor que creía tenia, y la idea de todos hacia ella, ella ya se había rendido, se odio por no haber sido más fuerte, más lista, más audaz, tal vez entonces Fringilla no la hubiera sorprendido y no hubiera podido debilitarla tanto como para evitar que protegiera a Yennefer.

- A pesar de todo esto, sigues siendo patética, únete a mí, esto está demasiado avanzado Yennefer, Nilffgart ganara, si no es hoy es mañana, estamos por todo el continente, incluso en la hermandad.

- Por eso te convenia deshacerse de Tissaia. – Comento Yennefer comprendiendo. – Ella podría destrozar tu trasero con el movimiento de un dedo y jamás traicionaría a la hermandad.

- Por favor, ni siquiera vio venir el dimeritio en la cara que le lance. – Se burlo Fringilla.

- Ella esperaba más clase de tu parte, no un ataque por la espalda, no eres más que la mocosa cobarde de hace décadas que fue lloriqueando a su tío por un puesto mejor, al final como te resultó. – Dijo Yennefer burlona.

- Mejor que a ti ciertamente ¿Cuántos años llevas huyendo? – Pregunto Fringilla sarcástica.

- Mejor sola que volviéndome un títere y yendo contra el orden natural.

- Oh por favor, te sigues aferrando a esas estúpidas enseñanzas moralistas, no, error, no te aferras a ellas, te aferras a quien te las enseño, sigues siendo la niña estúpida y hormonada que estaba enamorada de su maestra, probablemente eso te hace más patético que cualquier otra cosa, vas tras ella buscando migajas de atención, aun después de tantos años, Yennefer crece de una vez, no eres nada para ella, jamás conseguirás que ella te vea como algo más que una de sus aprendices, la más horrible, ese será tu lugar en su mente, la niña rota que fuiste, tu aspecto anterior es lo único memorable de ti, asi que deja de buscar migajas, te prometo gloria, poder, estatus, ser adorada, pero detén esto ahora o no estarás viva para ver el siguiente amanecer. – Las palabras de Fringilla la confundieron, Tissaia no entendía completamente a que se refería respecto a Yennefer

- Oh querida, de verdad me crees tan estúpida, sé que Tissaia jamás me vera como algo más que eso, ni digna de tiempo, esfuerzo o amor, lo sé, créeme, no espero que venga a través del bosque llamando mi nombre para salvarme, pero hoy estoy viva por ella, todo lo que soy, todo lo que se, es por ella, porque fue la única que me dio tiempo y algo de dedicación, aquella que le importo lo suficiente como para que la tortura y el dolor no fuera por su placer, sino que fuera para hacerme fuerte, asi que sí, soy patética por adorar a una mujer que debería ser la dueña de mis pesadillas en vez de mis fantasías más dulces y placenteras, pero soy suya, aun si ella no lo quiere, haría lo que ella quisiera. – La confesión sacudió a Tissaia que la veía asombrada, su corazón saltando por la dulzura de sus palabras.

- Según mi tío no regresaste a Aretuza cuando ella te lo pidió hace años ¿Qué fue diferente a la pelea de hoy? – Le cuestiono Fringilla intrigada, Yennefer parecía resignada, que más deba si hablaba, solo le daba más tiempo en la tierra.

- Que vine por ella, me pidió regresar a Aretuza por la hermandad, pero no siento nada por ellos más que odio y resentimiento, jamás haría algo por ellos a menos que afectara a Tissaia, pero esta vez Tissaia me lo pidió a mí, por ella, y jamás le diría que no a ella.

- ¿De verdad sigues tan enamorada? – Pregunto Fringilla incrédula, aunque parecía que por los ojos que le daba a Yennefer creía que era estúpida.

- Como la primera vez que la vi, lo más hermoso y poderoso de la tierra, una diosa entre mortales. – Acepto Yennefer analizando a la chica.

-Sabes que es lo divertido, que en realidad creo que ella jamás dijo nada porque en realidad creo que no se dio cuenta a pesar de lo obvia que eras. – Comento Fringilla, ambas parecían que ante el cansancio cayeron en una charla banal, tal vez por el trauma o el agotamiento, una última conversación, antes del final.

- No, no creo que lo supiera, soy buena fingiendo odio, aunque creo que es mejor que jamás lo supiera, se habría horrorizado. – Dijo Yennefer después de pensarlo un poco.

- Se paseaba por todo el salón gritándote sin saber que ella podría ponerte de rodillas en un segundo con una palabra. -Dijo burlona Fringilla, dejando salir un resoplido divertido.

- Oh vamos, no era tan obvio. – Replico en su defensa Yennefer.

- Yennefer dejabas que te atraparan cuando hacías algo malo solo para estar en su despacho con ella, incluso si te gritaba lo disfrutabas, y parecía que cada que hablaba te derretías mientras memorizabas cada palabra que salía de su boca, no me dirás que varios de los regaños en clase no fueron por estar perdida viendo sus ojos.

- Si tal vez es un poco cierto. – Se rindió Yennefer, lo que hizo que ambas soltaran pequeñas risas por el recuerdo de su infancia. – Odio que termine asi, odio que nos hicieras esto, a todas.

- Tú me traicionaste primero, la rara amistad que teníamos murió en el momento que me traicionaste. – Gruño Fringilla, e imágenes de una joven Fringilla hablando con Yennefer llegaron a ella, Yennefer consolándola por su mano, ayudándola con unos matones, Fringilla ayudándola en una broma contra unas novicias mayores, algo que la sorprendió fue ver pequeñas pláticas entre ellas, no peleas, no gritos, sino conversaciones normales, a veces de la escuela, de las maestras, charlas triviales, un apoyo silencioso para la otra en un lugar hostil.

-Tu robaste mi puesto primero, de ser sincera, me sentí mal por quitarte el lugar, por humillarte frente a todos, pero tú no dudaste en hacerlo cuando tu tío me quito mi lugar para dártelo. – Fringilla negó frustrada una última vez antes de mirar a Yennefer.

- Por esas dos adolescentes que un día fuimos, te doy la oportunidad, vete, ahora, y vivirás. – Ofreció Fringilla algo que sorprendió a Tissaia.

- Aprecio la oferta, pero eso significara que iras tras Tissaia después y no lo permitiré. – Aseguro Yennefer, plantándose frente a Fringilla, decidida.

-¿Por qué tienes que ser tan malditamente terca? – Gruño Fringilla frustrada.

- Porque si no, no sería yo querida.

-Si es lo que quieres. – Gruño Fringilla después de un segundo, yendo contra Yennefer.

Tissaia grito frustrada y adolorida cuando presencio el encuentro, no fue una pelea de caos, ambas estaban demasiado heridas y agotadas para eso, fue corta y sanguinaria, Fringilla se lanzó sobre Yennefer con cuchillo en mano, balanceándolo para lastimarla, en los primero movimientos Yennefer pudo esquivarla, pero era obvio el cansancio que arrastraba, porque basto un mal movimiento, uno lento, que termino por hacer que Fringilla lograra acercarse, enterrando la daga tan profundo que la empuñadura impidió que penetrara más, Tissaia grito desesperada mientras veía la boca de Yennefer comenzar a escupir sangre, y los gorgoteos que empezó a hacer, el gemido de dolor que dejo escapar cuando Fringilla retorció el cuchillo, destruyendo aún más su interior, sellando su destino.

Las lágrimas caían por las mejillas pálidas, mientras lamentaba no poder hacer nada, odiándose profundamente, porque presenciaba la muerte de Yennefer, su niña, quien solo había venido por su culpa.

Se obligo a levantar la vista, quería saber que paso, necesitaba saber, se lo debía.

-Te dije que te mataría y aun asi quisiste hacerlo, eres patética. – Dijo Fringilla con un tono de asco y burla que enfureció a la rectora, que movimiento más cobarde, atacar con un arma llena de dimeritio como esa, con armas asi, cualquiera podría matar a un hechicero con la mano en la cintura, el arma de un traidor.

Yennefer se balanceo hacia delante, perdiendo el equilibrio mientras sus manos, que tapaban su herida, se encontraban empapadas en su sangre, se acercó un paso a Fringilla mientras se tambaleaba, esta intento empujar a Yennefer lejos de ella por los hombros, pero ciertamente se vio sorprendida, porque haciendo acopio de sus últimas fuerzas, de su ira y la fuerte protección que Tissaia pudo sentir viniendo de ella, Yennefer había tomado una daga de algún lugar escondido en su vestido, y en un rápido movimiento, la garganta de Fringilla fue cortada, tan rápido que no se dio cuenta, hasta que fue demasiado tarde, las manos de Fringilla volaron a su garganta, intentando detener la hemorragia, pero Yennefer corto las arterias principales, aun si el cuchillo no era de dimeritio, era suficientemente grande la herida para no poder curarla, chorros de sangre brotaban de su garganta, Tissaia sabía que su final fue rápido, aún más rápido que el de Yennefer.

Fringilla se arrodillo y en segundos cayó al suelo, su cuerpo daba pequeños espasmos mientras el follaje a su alrededor se pintaba de un profundo color rojo, mostrando lo rápido que se desangro y sin dejar lugar a dudas como murió.

En cuanto Yennefer, Tissaia se dejó caer a su lado, después de cortar la garganta de Fringilla, apenas pudo enderezarse antes de que, trastabillando hacia atrás, su cuerpo por fin callera al suelo, por sus recuerdos Tissaia podía sentir el dolor que sintió Yennefer, pero pronto el dolor se desvaneció, una sensación fría comenzó a extenderse por su piel, pero a Yennefer no le afecto, en realidad sintió alivio de ya no sentir el dolor de la herida que atravesó cruelmente la suave piel de su estómago, Tissaia vio perfectamente como las respiraciones de Yennefer comenzaron a menguar, haciéndose más cortas y distantes entre sí, pero al menos sabía que Yennefer no sintió miedo, estaba tranquila, sin dolor, había aceptado lo que pasaría, pero Tissaia no pudo evitar comenzar a llorar aún con más fuerza, sintiendo que un increíble dolor y pena la embargaba, lastimándola y desgarrándola de una forma irreparable.

Mientras el recuerdo llegaba a su fin, marcando igualmente el fin de la vida de Yennefer, escucho un susurro, el ultimo pensamiento de Yennefer antes de partir, su nombre y su imagen desde su perspectiva, saber que el último pensamiento de Yennefer fue ella, y no como algo doloroso, sino como un consuelo, ocasiono que sus sollozos aumentaran.

Fuera del encantamiento, los sollozos desgarraron el pequeño cuerpo de la mujer, frente a ella, Rita observada viendo con dolor a su amiga, había visto con ella el recuerdo, pero por medio de Tissaia, consiguiendo mantenerse lejos y ser menos invasiva que Tissaia que pareció que ella estuviera ahí, a un lado de Yennefer.

Tissaia en su dolor volvió a inclinarse sobre Yennefer, acariciando su rostro, intentando limpiar la sangre que cubría su cara, movió con dulzura su cabeza, para que su mano subiera a sus ojos y finalmente cerrarlos, Rita le permitió hacerlo, sentir todo lo que se le venía encima, y se quedó ahí, acompañándola, sin invadir su momento mientras procesaba todo, saber que la mujer que la hizo sentir más en los últimos años que nadie en los siglos vividos, se había ido sin jamás poder decirle nada por miedo a ser rechazada, sin tener idea que los sentimientos fueran mutuos, y las posibilidades que ahora se habían ido sin vuelta atrás, que no había manera de revertir la muerte misma.