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Perdido (Pero encontraras un hogar en mi corazón)

Summary:

Desde que vio a su primer hermanito por primera vez, Menma decidido que su único propósito en la vida seria protegerlo a toda costa. Luego vinieron los gemelos y con ellos su determinación de tener que ser el hermano mayor valiente paso a volverse una necesidad. Por ultimo fue su hermanita menor; y en cuanto vio aquel par de ojos azules, entendió que cualquier destino seria mejor que el infierno en el que vivían.

La primera vez que los cinco conocieron el mundo, estaba lloviendo y las gotas de agua se llevaban consigo el lodo y la sangre seca de sus rostros. Todo a su alrededor era un caos, pero nada de eso importaba. Por primera vez en su vida era libre, y sus hermanitos estaban a su lado. Se aseguraría de que siempre fuera así... aunque tuviera que dar su vida para lograrlo.

//

—¡Denos todo lo que tiene!

Sin poder evitarlo, su sonrisa se desvaneció en una expresión confundida, y su cabeza se inclinó un poco mientras repasaba las palabras gritadas en su dirección—¿Eh?

Para ser sincero, lo último que Naruto había esperado cuando pensó en visitar Amegakure para ver cómo iban las cosas, era que un par de niños empapados y con un kunai (sin filo), salieran de un callejón para intentar robarlo.

Chapter 1: El cielo lloró al verte partir (y de sus lágrimas nació nueva vida)

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

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Sus pasos sonaban por encima del silencio cada vez que pisaba el concreto mojado bajo ellos. Algunas veces se confundían con los de una que otra persona pasando a su lado, pero no tardaban mucho antes de volver a su melodía solitaria. Podía sentir como la lluvia caía, las gotas mojando su capa y a veces incluso alcanzando su piel, erizandose ante el frío contacto. Aun así, la tela gruesa lograba brindarle calor ante la brisa inclemente que lo golpeaba.

Para ser la primera vez que visitaba Amegakure, no le tomó mucho notar las diferencias que distanciaban a la aldea de todas las demás que había visitado antes.

La mayoría de sus calles se veían prácticamente abandonadas y los edificios que las rodeaban eran grises y tétricos. Las pocas personas que había visto desde que había llegado mantenían la cabeza baja mientras su caminar se perdía en aquel silencio que solo se rompía por el golpeteo de la lluvia. Sus rostros eran distantes y sus espaldas encorvadas parecían cargar con un peso que solo los que recordaban el pasado eran capaces de explicar, pero del cual no era necesario saber mucho para sentirlo.

En cuanto se acostumbró a la monotonía del ambiente, sus pensamientos comenzaron a divagar de un lugar a otro. Desde la cara de Sakura cuando le comentó que planeaba visitar el sitio donde su maestro había visto la luz por una última vez, hasta la suavidad con la que le había hablado Iruka al despedirse, tocando su hombro en un intento de brindarle confort. Todo parecía siempre volver a él.

Este había sido el lugar que lo había visto por última vez. Que había sido testigo del final de una crónica legendaria; escrita por alguien incluso más legendario. Este había sido el cielo que había llorado cuando Jiraiya murió; deseandole con cada lágrima un camino seguro a un nuevo mundo. A alcanzar la paz que tanto merecía su corazón, aquel que siempre estaba abrumado por los arrepentimientos del pasado.

Naruto miró hacia arriba y casi al instante sintió una gota caer sobre su mejilla, dejando atrás un sendero para sus propias lágrimas mientras se deslizaba hasta caer sobre aquella tela blanca. Un nuevo escalofrío hizo que su piel se erizara y sus manos temblaron ligeramente en cuanto una oleada de frío llegó a ellas. El mismo tipo de frío que ninguna capa, por más gruesa que fuera, lograría detener.

Un pensamiento fugaz cruzó su mente, forzando una sonrisa en sus labios mientras una nueva ronda de lágrimas escapaba de sus ojos. Probablemente debe estar llorando porque ya no tiene a quien espiar… o tal vez por fin consiguió el harem que tanto ansiaba tener.

Porque así era él, descarado, extravagante, despreocupado, carismático, cariñoso a su manera y tan, pero tan inconsciente , pero por más que su corazón doliera y su mente intentara convencerlo de que su muerte pudo haberse evitada, nada haría cambiar a su queridísimo maestro. El sabio pervertido

Una risa apagada surgió de su pecho, pero no tardó mucho en ser interrumpida por el sonido de unos pies descalzos pisando el suelo; haciéndolo salir de su mente para centrarse en el nuevo par de presencias que podía sentir escabulléndose unos pasos más adelante, ocultos en un callejón próximo. Las dos personas caminaban extrañamente despacio en su dirección y podía oír como el agua salpicaba por su peso, pero no sonaba como los otros aldeanos que había visto en el camino.

—¡Denos todo lo que tiene!

Sin poder evitarlo, su sonrisa se desvaneció en una expresión confundida, y su cabeza se inclinó un poco mientras repasaba las palabras gritadas en su dirección—¿Eh?

Para ser sincero, lo último que Naruto había esperado cuando pensó en visitar Amegakure para ver cómo iban las cosas, era que un par de niños empapados y con un kunai (sin filo), salieran de un callejón para intentar robarlo.

Él sabía que Konan quería intentar mejorar las condiciones de su preciado hogar. Una tarea noble pero ardua con tantos años de guerra pisándole los talones. Sin contar además, por lo que había escuchado mencionar a Kakashi, con la gran cantidad de organizaciones criminales que en cuanto escucharon de la muerte de Pain, no habían tardado en esconderse en las zonas más peligrosas de la aldea y a las cuales era más difícil ubicar ahora que ya no tenían el Ukojizai no Jutsu de su lado.

El cambio que la kunoichi buscaba, algo que definitivamente hacía honor a sus dos amigos, tomaría tiempo y dedicación, y mientras sucedía, las personas de la aldea probablemente no vivirían en las mejores condiciones, haciendo que muchos aprovecharan la nueva inestabilidad para usar el crimen como fuente de ingresos. Eso era algo que tenía más que claro, pero el hecho de que se tratara de unos niños que no se veían bien, hizo que un gran pesar se alojara en su pecho.

—¿¡No me escuchó!? denos todo su dinero. —El mayor de ambos niños gritó, sosteniendo el kunai hacia él con sus dos manos temblorosas, mientras el más pequeño se refugiaba tras su espalda. Naruto no respondió, su atención puesta en analizar a su supuesto ladrón para obtener al menos una pista de cómo proceder.

Tenía el cabello desorganizado, similar a como se veía el suyo unos años atras; solo que en vez de amarillo, el del pequeño ladronzuelo era de un tono negro que casi parecia azul gracias al reflejo de las gotas que caían sin clemencia sobre el. 

Su ropa podía resumirse en una camisa (no sabía si el gris de ella era su color verdadero o era debido a la suciedad), que claramente no era de su talla y que había sido víctima de múltiples intentos para cubrir los agujeros repartidos sobre la tela, mientras que sus pantalones, si es que aún podían llamarse así, no pasaban de sus rodillas; probablemente por decisión propia si los cortes imprecisos y la tela que se disolvía en largos hilos sueltos eran una pista por la cual guiarse. 

La piel de sus brazos, apenas oculta tras las mangas desgastadas de la camisa y de un tono similar al suyo (tal vez algo más claro), estaba llena de cicatrices y, a pesar de que la mayoría parecían ser cortes pequeños; también podia ver rastros de quemaduras junto a algunas marcas que no sabía reconocer muy bien lo que eran. 

Su estómago se revolvió y su garganta se cerró ante la vista, pero aun así, nada de eso incrementó su curiosidad tanto como el rostro de aquel pequeño.

Sus ojos, bien abiertos y atentos a todo lo que pasaba a su alrededor, eran de un color azul similar a un cielo despejado, mientras que sus pupilas se veían ligeramente más alargadas de lo normal. En sus mejillas habían seis marcas que se asemejaban a unos bigotes (tres en cada una), algo que solo había visto cuando se miraba a sí mismo en el espejo; pero además de eso, la manera en la que fruncía el ceño mientras le sostenía la mirada, su determinación (a pesar de lo claramente aterrado que estaba) al sostener el kunai en su dirección y aquella llama tenue pero constante en sus ojos; se sentía como verse a sí mismo en el reflejo del agua hacía unos años atrás, limpiando la suciedad de su rostro después de un largo día de entrenamiento junto a su maestro. 

—¿Cómo te llamas? —Naruto sonrió a pesar de lo doloroso del recuerdo y, queriendo entablar una conversación, se arrodilló para quedar a la misma altura de los niños, centrándose en no hacer ningún movimiento brusco que pudiera asustarlos.

Las pupilas ajenas se afilaron y pudo ver cómo su piel se tornaba unos cuantos tonos más blanca alrededor del kunai. Sin poder evitarlo, su ceño se frunció ante las similitudes que poco a poco se hacían más evidentes entre ambos pequeños y un animal asustado, algo que provocó que el niño tensara las piernas, como si estuviera listo para escapar.

—Tranquilo, no te voy a hacer daño, te doy mi palabra —dijo, intentando que su voz sonara un poco más amigable, pero en respuesta tan solo obtuvo una mirada desconfiada. 

El chico mayor dio un paso atrás y busco cubrir aún más al otro niño de su vista; moviéndose hasta que solo un pequeño ojo negro, enmarcado por algunos mechones del mismo color, se asomaba desde su espalda. 

—¿Podrían al menos decirme si hay alguien más con ustedes?

Pudo ver el par de ojos azules titubear por un solo segundo antes de volver a un estado neutral. Bien… entonces no están solos. Dejando salir un suspiro aliviado ante la idea, intentó ponerse de pie para buscar al acompañante de los pequeños, pero en cuanto hizo el primer movimiento una voz asustada lo obligó a volver a su posición inicial.

—¡No se mueva! — El niño mayor se quedó mirandolo por unos segundos más antes de voltear el rostro para susurrarle algo al otro. Su voz era lo suficientemente baja como para que Naruto no pudiera escuchar más que unos simples murmullos, pero a pesar del claro deseo de confidencialidad, sus ojos nunca dejaron de estar fijos en él. Esperando pacientemente a cualquier movimiento repentino de su parte.

Naruto no pudo evitar sentirse algo cautivado por aquella mirada penetrante. El pequeño lucía como un cuervo que miraba directamente a su alma, midiendo el nivel de amenaza que significaba mientras estiraba sus alas y lo hipnotizaba con la grandeza de las mismas.

Un extraño deja vu se alojó en su pecho pero, casi tan rápido como llegó, se esfumó entre los azares de su mente; dejando atrás solo un espacio vacío, tan frío que incluso sus pulmones se entumecieron y su corazón pareció congelarse ante su ausencia.

—Si no nos va a dar nada entonces déjenos ir. —Esta vez, las palabras del chico sonaron más bajo, como una petición tranquila y no una amenaza. Parpadeó para deshacerse de la sensación agobiante que comenzaba a subir por su garganta, pero en cuanto sus ojos se volvieron a abrir, en el rostro del pequeño había un nuevo sentido de indiferencia. 

Está tratando de verse lo más controlado posible.

Si tenía que admitir algo, era que el mayor de los dos niños, quien no podía pasar de los siete años, era bastante inteligente. Había preferido negociar antes que lanzarse a un combate del que sabía que no podría escapar y mucho menos ganar. Un movimiento lógico y calculado, sin contar con aquellos ojos que no parecían dejar nada por fuera de su vista.

—Hey, hablaba en serio antes, yo solo quiero saber tu nombre y el de tu amigo atrás tuyo, no los voy a lastimar. —La sonrisa animada volvió a su rostro en un intento de disminuir la tensión creciente en el aire y en su interior, pero ninguno de los niños se relajó ante la amabilidad que les ofrecía.

—¿Para qué quiere saber eso? —Una vez más el mayor de los chicos habló y Naruto no pudo evitar preguntarse cuál era la razón por la que el más pequeño no había dicho nada hasta el momento.

—Porque quiero saber cómo referirme a ustedes. Yo soy Naruto Uzumaki de Konoha, ¡de veras! —Señaló su bandana y por unos pocos segundos pudo notar como los ojos del chico se agrandaban antes de volver a su expresión seria una vez más.

—¿Hermano? —Una vez más, aquella sensación de deja vu volvió a apoderarse de su mente; pero esta vez en vez de dejar atrás un rastro invernal; sintió como el aire se le quedaba atrapado en la garganta y sus ojos ardían con fiereza. Su vista se nubló y en un instante el sonido de la lluvia se mezcló con sus propios pensamientos. 

(Hermano… Hermano, Itachi no, por favor. No….) 

La imágen de un pequeño Sasuke llorando y pidiendo en silencio a su hermano se formó en su mente. Un recuerdo que no sabía que tenía y que ahora lo había dejado mucho más desconcertado que antes. Que demonios…

Entre ilusiones de ramas y hojas pudo ver al chico mirándolo fijamente por unos momentos más antes de cerrar sus ojos y dar un respiro. El sonido de metal chocando contra el suelo rompió con el ritmo de la lluvia y los sollozos distantes, y lo siguiente que notó fue como un par de manos pequeñas y con varias cicatrices se juntaban rápidamente para formar un sello.

Entonces el cuervo voló.

Unas nubes se formaron alrededor de los chicos al instante, dando paso a otras dos figuras, y en menos de un segundo, había dos pares de niños huyendo en direcciones contrarias. 

Naruto, un poco lento por su estado de confusión, reaccionó creando sus propios clones para salir corriendo detrás de ambas parejas, pero no alcanzó a darse cuenta de cuál de los dos grupos que ahora estaban huyendo de él era el verdadero. Entre más los veía actuar, más crecía su intriga por ambos pequeños. 

Mientras saltaba entre techos y corría por callejones, intentando mantener su vista puesta en los escapistas, no pudo evitar alargar la persecución para aprender un poco más de ellos (si era también para intentar organizar sus pensamientos, eso nadie lo sabría). 

El menor también llevaba ropa que le quedaba excesivamente grande, una camisa cuyo cuello se elevaba un poco y unos pantalones cortos que estaban mejor mantenidos que los de quien, ahora sabía, era su hermano. 

El mayor corría mientras cargaba al pequeño a sus espaldas. Sus movimientos eran precisos en cada salto y vuelta que daba, guiando a Naruto por caminos que cada vez se volvían más angostos, dificultando el poder seguirlo. 

Sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa mientras veía como el chico se movía de un lado a otro, asegurándose de mantenerlo en su campo de visión para ser capaz de esquivar cualquier ataque que pudiera lanzar.

Saltando a una plataforma de metal, el chico tomó un nuevo kunai de quien sabe donde y, mientras sostenía a su hermano con una mano, lanzó el arma con una precisión que más de uno desearía tener. 

Naruto esquivó el kunai con facilidad, pero no se percató de cuando el menor de los niños se separó de su hermano para lanzar otro más; esta vez desde la dirección contraria.

Dando una vuelta sobre sí mismo, lanzó un shuriken para bloquear el arma que venía directo hacia él, quedando de frente con el otro pequeño a quien no había podido detallar hasta ese momento. 

Como una llama que incendia un bosque entero, una amarga calidez se extendió por cada nervio de su cuerpo, y sintió sus piernas temblar bajo su propio peso, que ahora parecía ser tirado hacia el piso por una fuerza aún más potente que la gravedad. 

Ah… Entonces esto era el Deja vu…

El niño tenía el cabello liso y sus hebras caían ordenadamente hacia abajo, exceptuando por la parte trasera que se levantaba en algunos picos rebeldes. Se hubiera burlado de las similitudes que tenía con la cola de un pato si tan solo su atención no hubiera sido completamente robada por los ojos del pequeño. Dos perlas casi tan negras como una noche sin estrellas lo miraban fijamente, envueltas por facciones delicadas que solo podían evocar un profundo dolor en su pecho. Aquel rostro era una réplica exacta de él .

Sin darse cuenta, Naruto se vio a sí mismo parado frente a Sasuke, buscando en aquel vacío de sus ojos una mínima pista de arrepentimiento por su traición. Sin darse cuenta, del cielo ya no caían gotas, pero por sus mejillas se formaba un camino que sólo podía llevarlo de vuelta a aquel trágico día donde su mejor amigo se alejaba de su lado y él no podía hacer nada para evitarlo. Entonces, justo como antes de perderlo entre las fauces de la serpiente, una vez más estaba en ese bosque. En ese nostálgico bosque .

Notes:

¡Holaaa, aquí SongsAndPoetries!
Esta es la primera vez que publico uno de mis Fanfics y estoy bastante emocionada por la experiencia. Espero que hayan disfrutado de este primer capitulo y que estén teniendo un excelente día/noche/madrugada :D
Es muy probable que hayan muchos errores y agradecería si me dejan un comentario haciéndome saber en lo que puedo mejorar.
Sin mas que decir, me despido hasta la próxima semana, ¡Bye byeeee!

 

Por cierto el titulo honorario de este capitulo es: "Me iban a robar pero no tenia ni pa' un chicle"

Chapter 2: Entre una cuchilla y un abrazo (no se cual me matara primero)

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

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Los pájaros cantaban desde lo alto de los árboles, sus melodías se juntaban en una orquesta pacífica y reconfortante, guiada por la calidez que traían los vientos del verano consigo. El sol brillaba por encima de su cabeza, haciendo que su cabello reflejara la luz en un destello amarillo, casi dorado. Naruto corría por entre los helechos y las raíces, su respiración acelerada y sus mejillas sonrosadas por el esfuerzo. 

Había dejado de escuchar a Iruka hacía un buen rato, pero no podía dejar de correr. No mientras la rabia del ninja siguiera reciente. 

—No entiendo porque se enoja tanto… —dijo en un susurro, sus cachetes inflándose en un puchero. Frunció el ceño, pero su mirada se mantuvo gacha mientras esquivaba los obstáculos que se interponían en su camino—. De veras… Solo eran unas hojas de papel, ¿¡Qué tan importantes podían ser!?

Él lo sabía. Sabía que en realidad eran los exámenes finales de toda la clase y que Iruka estaba furioso porque tendrían que repetir la evaluación una vez más, y eso no cambiaría nada, él volvería a perderlo, así como había perdido este. Pero tal vez unos días más, tan solo unos pocos días más serían suficientes. Tenían que

—Nunca podré ser Hokage si ni siquiera puedo pasar un examen… 

Sus ojos comenzaron a arder y su vista se volvió un poco borrosa; pero eso no importaba, tenía que seguir corriendo por lo menos hasta que se ocultara el sol, cuando Iruka se hubiera rendido y pudiera volver a aparecer en la aldea sin riesgo de ser encontrado. Así ganaría algo de tiempo, por lo menos hasta la próxima clase.

—Iré a comer ramen donde el viejo Teuchi y después estudiaré. —Una sonrisa torpe pero decidida se formó en sus labios—. Si, y esta vez pasaré el examen, lo haré, ¡De veras!…

Un leve quejido sonó en la distancia, llamando su atención y haciendo que levantara su mirada del camino para buscar el origen. Uno de sus pies tropezó con una rama baja, su peso yendo hacia adelante y haciéndolo caer sobre sus rodillas, raspándolas en el proceso y lanzando una corriente de agudo dolor que se extendió por todo su cuerpo—. ¡Auch!

Una vez más, el sonido del sollozo resonó en el bosque, obligándolo a callarse sus quejidos de dolor para poder localizar de dónde venía. Se levantó con algo de esfuerzo mientras buscaba con la mirada a su alrededor, sus piernas estaban lastimadas y pequeñas gotas de sangre comenzaban a brotar de ellas. Aun así no se preocupó, él siempre sanaba con rapidez y de todas formas pronto se iría el dolor para darle paso a un simple ardor molesto. Definitivamente no era el peor golpe que había recibido en su vida… Por mucho .

Le tomó un poco de tiempo encontrar de donde venía el llanto, pero en cuanto noto que venía de más adentro del bosque, rápidamente comenzó a caminar en su dirección. 

Entre más se acercaba, más claro se volvía y también más familiar. Era una voz que había escuchado antes, pero no sabía en donde. 

Solo… la conocía.

—Hermano… Hermano, ¿por qué?…. ¿¡Por qué!? ...—Junto a los quejidos y sollozos había un cántico de esas palabras. Hermano . Se escuchaba como una súplica, casi como si estuviera pidiendo perdón. O tal vez como una plegaria, una petición para alguien que nunca podría oírla. 

Naruto sabía cómo sonaban esas, después de todo, no habían sido pocas las noches en las que había llorado en silencio por ver a alguien que ni siquiera había conocido. Un padre o una madre. Siempre lloraba, e incluso se disculpaba por si era su culpa que nunca hubieran estado con él. Pero nunca había sido suficiente.

Cuando estuvo lo bastante cerca como para ver al pequeño niño que lloraba desconsolado, sus ojos se abrieron y algo en su pecho se encogió adolorido.

Sasuke nunca se había visto tan débil. No… Sasuke nunca se veía débil.

 

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Lo siguiente que Naruto supo después de perderse en sus memorias fue que ya no estaba de pie. En algún momento sus piernas habían cedido y ahora estaba arrodillado sobre el asfalto mientras sus lágrimas se mezclaban con la lluvia.

Sus ojos ardieron por la sal acumulada en ellos, forzandolo a cerrarlos, pero en cuanto lo hizo una sensación de peligro inminente lo abrumó. Unos pasos veloces hicieron el agua saltar a su espalda y para cuando volvió su mirada, pudo ver la hoja de un kunai a pocos centímetros de deslizarse por su cuello.

Instintivamente, su brazo se movió para golpear el codo del chico mientras intentaba tomarlo por la muñeca; pero antes de poder lograrlo, el pequeño retrocedió de un salto, parando a unos cuantos metros de su alcance.

—Tsk… —El ceño fruncido y la mirada asesina que recibió en respuesta, le confirmaron que estos niños no dudarían un solo segundo en tomar su vida si eso les implicaba escapar. El pensamiento solo logró que su estómago se revolviera.

Ambos se quedaron quietos, mirándose fijamente durante unos cortos instantes antes de que el juego diera comienzo. 

En cuanto un kunai voló en su dirección Naruto se puso de pie y saltó para esquivar el arma; pero fue recibido por un puño a su costado que apenas pudo evitar. Ambos niños lo estaban atacando, el más pequeño usando taijutsu (algo sorprendente para los cortos cinco años que parecía tener), mientras el mayor no paraba de lanzar armas en su dirección; dejándolo con pocas oportunidades de esquivar sin hacerle daño a ninguno de los dos.

Mientras bloqueaba una patada y usaba el impulso de la misma para lanzar al hermano menor en la dirección contraria, sintió una punzada arder en su brazo, y cuando volteo a mirar lo que era; pudo notar como unas cuantas gotas de sangre brotaban de un corte superficial. Sus ojos viajaron hacia el culpable y en cuanto cruzó miradas con él, su corazón se encogió

—Entonces usted es el real… —El alivio fue notorio en su voz. Sus ojos estaban más abiertos y el azul en ellos brillaba un poco más que antes. Era casi como si se hubiera quitado un peso gigante de encima.

No tardó en entender a lo que se refería, un nuevo sentido de orgullo creciendo en su pecho junto al gran pesar que le causaba la sola imagen de ese rostro. Cansado, temeroso pero mucho más relajado que antes.

Sonrió con suavidad y en cuanto sintió al mini-Sasuke acercarse para golpearlo una vez más, no tardó en esquivarlo, aprovechando su velocidad para tomarlo del brazo y redirigirlo contra una pared. Pudo escuchar un sonido de sorpresa viniendo de ambos chicos antes de que el golpe forzará al clon a desaparecer en una nube de humo—. Y por lo que veo tu también eres real.

El niño se quedó mirándolo, inmovil, como si nunca hubiera esperado que su plan fuera descubierto. El par de cielos despejados que tenía por ojos parecieron nublarse por un instante, pero la ilusión no duró mucho antes de que los cerrara con fuerza.

Naruto pudo ver cómo su cuerpo se tensó y sus brazos una vez más comenzaron a temblar. Había perdido gran parte de aquella seguridad que tenía unos minutos atrás y, a pesar de que estaba luchando por conservar al menos parte de ella, no era difícil notar como el miedo estaba ganando la batalla. 

Inclinando la cabeza, dejó escapar un suspiro antes de dar un paso hacia el niño—. Oye… ¿estás… 

Los ojos ajenos se abrieron de golpe y sus palabras se cortaron cuando un nuevo kunai pasó a su lado. Aunque alcanzó a rozar su mejilla, era obvio que ya no poseía la misma precisión y agresividad de antes, y el rubio no pudo evitar preguntarse qué demonios habían vivido esos niños para actuar de esa manera.

—Aléjese… no se acerque. Lo mataré. —dijo, pero por algún motivo, Naruto no pudo tomar sus palabras a pecho.

—Está bien, no me acercaré. —Alzó sus manos lentamente, su mirada nunca dejando la del niño—. Entiendo que quieras proteger a tu hermano, pero no les quiero hacer daño; así que…

—No tengo razones para confiar en usted, ni siquiera sé si realmente es Naruto Uzumaki. —El azul de sus ojos se asemejaba a una estaca hecha de hielo, pero al mismo tiempo, la manera en la que lo miraba desacreditaba cualquier intento de amenaza y simplemente lo convertía en un llamado de auxilio. Su mirada era oscura y Naruto estaba seguro de que, en el momento que intentara hacer algo, el pequeño no iba a dudar en defenderse. 

Esa era la palabra clave. Defensa

Si lograba mostrarse lo suficientemente inofensivo, o en su defecto, lograba demostrarle que de verdad no quería hacerle daño, entonces el niño no lo atacaría porque su objetivo no era matar. El tan solo quería cuidarse a sí mismo y a su hermanito.

—Que tengo que hacer para que me creas entonces, ¿hmm? —Una vez más, le lanzó una sonrisa sincera. Ese era el mejor paso inicial.

—Nada, solo déjenos ir. —Sacó un Kunai más de uno de sus bolsillos y por la manera en la que se aferraba a él, suponía que era el último que le quedaba.

—¿Tienen un lugar seguro a donde ir? —El pequeño había mencionado que no estaban solos, pero si las múltiples cicatrices en los brazos y piernas de ambos eran algo por lo cual guiarse, entonces Naruto no podía confiar en que realmente estuvieran a salvo.

—¡Eso no le incumbe! —Esta vez la voz del niño se alzó en un grito y sus palabras sonaron un poco más aceleradas. Su corazón dolió al verlo y tuvo que forzarse a mantenerse quieto. No podía ir a abrazarlo, eso solo lo asustaría aún más.

La sinceridad había sido uno de los primeros principios por los que se había aprendido a guiar, y con solo ver a aquellos pequeños, no podía negar su deseo de llevarlos de vuelta a la aldea con él, donde pudiera asegurarse de que estarían a salvo. Donde pudiera evitar el mismo destino de Nagato, Konan y Yahiko. Donde pudiera salvarlos del mismo abandono con él que tuvo que lidiar. 

(Si también era un deseo egoísta, alimentado por la culpabilidad de no haber sido capaz de ayudar a su propio amigo en el pasado, eso era algo a lo que no le pondría atención por ahora).

—Unos niños como ustedes no pueden estar solos en un sitio tan peligroso como este. —La expresión del chico se retorció en una de molestia ante esas palabras y dejando atrás toda compostura, se lanzó hacia él con intenciones de iniciar la misma batalla que hacía unos minutos estaba intentando evitar.

Naruto saltó hacia atrás sin mayor esfuerzo cuando se abalanzó hacia él. Sus pies rápidos en salirse del camino de cualquier ataque en su contra y su lengua rápida en formular un tema de conversación que (con suerte) pudiera desviar su atención de su molestia—. Eres bastante habilidoso.. Me costó darme cuenta de lo que habías hecho con tus clones.

—No tengo idea de lo que habla. —El chico se lanzó hacia adelante, intentando acertar una patada contra su cabeza. Naruto la bloqueó y, aprovechando el impulso que llevaba, el pequeño dio un giro en el aire, dirigiendo su kunai contra su antebrazo con rapidez, obligándolo a poner algo de distancia entre ellos.

—Mentir está mal, ¡De veras! —dijo en forma de reproche mientras él niño corría hacia él una vez más. Bloqueó una nueva patada dirigida a sus costillas, agarrando su tobillo y usándolo para lanzarlo al aire con poca fuerza, pero en unos pocos segundos el pequeño aprovechó su posición alta para hacer unos sellos y lanzar una gran bola de fuego en su dirección. ¿¡Katon!? .

Naruto dio un salto hacia atrás, esquivando el jutsu, pero, aprovechando la pantalla de humo creada por las llamas, el chico corrió de nuevo en su dirección, buscando con su kunai asestar un golpe certero a su cuello.

Gracias a sus reflejos, Naruto logró ver el humo moverse alrededor de la silueta y cuando estuvo lo suficientemente cerca, usó su brazo para desviar el del chico y así evitar el filo del arma.

—Has luchado antes, ese fue un Gōkakyū no Jutsu , ¿No?. Ese no es un jutsu simple de hacer—. El humo comenzó a disiparse, permitiendo ver al chico a unos cuantos metros de él. Definitivamente no estaba feliz—. Y la idea de hacer que tu hermano se fuera con uno de tus clones mientras que tú escapabas con otro transformado en él para que al menos uno de los dos pudiera escapar fue genial—Una sonrisa llena de admiración se formó en sus labios—, ¡eres muy inteligente!

El chico frunció el ceño aún más (si es que eso era posible) y volvió a correr para intentar con una patada pero, con cada segundo que pasaba, Naruto podía ver como sus movimientos se hacían un poco más torpes y menos calculados. 

—Tu control de chakra es muy bueno y ni siquiera se como eres capaz de hacer Kage Bunshin o usar un Katon , pero aun eres un niño y eso no es algo que ustedes deberían saber. —Su mirada se ablandó al ver como el pequeño paraba de atacar. Su cuerpo estaba aún a la defensiva, pero sus ojos se paseaban ansiosamente de un lado a otro como buscando una ruta de escape—. Escucha, te mostraré cómo proteger a tu hermano si eso es lo que quieres. Tus clones estuvieron perfectos pero…

Los ojos del chico se posaron sobre los suyos de un momento a otro, abiertos y llenos de terror—. No… no lo lastime… ¡por favor!

Sus palabras se quedaron atrapadas en su garganta sin poder entender muy bien a lo que se refería hasta que sintió un cambio en su propio chakra y recuerdos nuevos llenaron su mente. Uno de los dos clones que había enviado tras el otro grupo de niños acababa de desaparecer, pero el otro estaba intacto. El menor de los hermanos (el real) se las había arreglado para lastimar uno de sus clones, pero probablemente el otro ya lo había atrapado. 

—Yo no tengo nombre, ¿¡contento!? —El chico gritó, su kunai olvidado en el suelo—, con eso le basta ¿cierto?. Solo quería mi nombre, pero no tengo… Está bien, ¿no? —La desesperación en su voz era palpable, y eso solo hizo que Naruto se sintiera aún peor ante la idea de lo que pudieron haber vivido esos niños. ¿Qué clase de broma cruel es esta?

—Pequeño —intento calmarlo mientras subía sus brazos en señal de rendición—, está bien si no me lo quieres decir, solo te pido que te quedes tranquilo, ¿si? 

—¡No, lo juro!, créame, yo no tengo… ¡por favor no lastime a mi hermano!

En cuestión de segundos pudo ver como la respiración del niño empezaba a acelerarse cada vez más—. Oye, tranquilo, no te voy a hacer daño, ni a ti ni a tu hermano, te lo prometo…

Por más que intentara, el chico parecía solo ponerse peor con cada nueva palabra que salía de su boca y no le tomó mucho antes de caer de rodillas sobre el suelo. Sus manos subieron hacia su pecho en un vano intento de regular su respiración, y a pesar de que no dejaba de parpadear, sus ojos parecían estar perdidos en algún lugar de su mente. 

Naruto rápidamente se movió para quedar junto a él, pero ni siquiera pareció darse cuenta de la nueva cercanía entre ambos.

—Oye, hey… tranquilo, todo esta bien, tu hermano viene en camino. —Naruto miraba la situación sin tener idea de cómo proceder, sus brazos extendidos pero dudosos de siquiera tocarlo. Estaba temblando sin control y lágrimas resbalaban por sus mejillas. Sus manos, casi erráticas debido a los espasmos que iban y venían, ya no estaban presionadas contra su pecho sino que habían pasado a abrazarse a sí mismo; como si esa fuera la última barrera que lo protegía del mundo.

No sabía qué hacer, pero en un momento de desesperación, sintió que tenía que cubrir a aquel pequeño de lo que sea que lo estuviera atormentando en ese instante. De todo lo malo que había en el mundo. 

Una vez, hacía ya varios años, rodeados por espejos de hielo y bajo la amenaza de una muerte inminente, esa misma intención había nacido en él como un deseo ferviente de proteger la vida de un ser preciado. En ese momento todo había sucedido porque simplemente había sentido que era lo que debía hacer, abandonando todo sentido de razón. Así que, mientras tomaba al niño en sus brazos y lo cubría con su cuerpo de todo lo que los rodeaba, solo pudo rememorar las palabras que había escuchado ese horrible día.

 

Lo siento, pero mi cuerpo se movió solo.

 

—Hermano que… ¡Aléjese de él! —No tuvo que siquiera voltear para saber de quién se trataba; pero antes de poder explicarle la situación al recién llegado, sintió el cuerpo del chico en sus brazos ceder ante el estrés.

—Oye, pequeño… —Naruto se alejó un poco para verlo. El niño que antes había estado al borde de un paro cardíaco, ahora yacía desmayado contra su pecho. Una mueca de dolor en su rostro. Mierda…

—Hermano… —El silencio sepulcral que siguió a esa palabra fue suficiente para que Naruto volteara a ver al recién llegado, quedándose pasmado cuando vio al niño estático aun entre los brazos de su clon. No estaba luchando, tan solo sostenía su respiración y, aunque hasta hace unos segundos juraría que era imposible, que tan solo era un nuevo juego de esa venenosa nostalgia que lo perseguía a donde fuera que estuviera; esta vez estaba seguro de que era verdad. 

Aquel niño, portando un peso demasiado grande para él, algo con lo que alguien tan pequeño e inocente nunca debería cargar y que parecía como una cruel broma del destino, lo miró con unos vibrantes ojos carmesí—. ¿¡Qué le hizo a mi hermano!?

 

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Sasuke nunca se veía débil. Eso era una verdad que siempre lo había enojado.

Pero ese día, mientras los ojos que normalmente se veían inexpresivos entre la profundidad de aquella noche que habitaba dentro de ellos, brillaban en un tono tan doloroso y vibrante como la sangre que se resbalaba por su rodilla, Naruto no pudo evitar desear que Sasuke fuera fuerte. Que dejara de llorar. Que dejara de pedir por un hermano que ya no estaba ahí. Que dejara de sufrir… porque eso le recordaba su propio dolor.

Sasuke nunca se veía débil. Pero mientras abrazaba sus piernas  y susurraba una última vez por alguien que ya no estaba ahí, Naruto pudo jurar que nunca había conocido a alguien más débil que él. 

Bueno… más que ellos, porque ese día no fue solo Sasuke quien lloró hasta quedarse dormido. 

 

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Notes:

¡Holaaa, aquí SongsAndPoetries!
Entonces... nuestro primer niño misterioso sabe jutsus de fuego (Gōkakyū no Jutsu = Jutsu gran bola de fuego), es bueno en taijustu, tiene una puntería 10/10 y nuestro segundo niño misterioso tiene el Sharingan... Me pregunto de quien son hijos :v
Anyways... espero que les haya gustado este capitulo y si tienen alguna sugerencia siéntanse libres de dejarlas en los comentarios. Tomen agüita y coman bien :D
Nos vemos dentro de una semana, ¡bye byeeeee!

Chapter 3: Un día a la vez (Tal vez así saldremos de este infierno)

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

La primera vez que escuchó acerca de Naruto Uzumaki fue una semana después de su escape.

Su objetivo inicial había sido robar unas cuantas frutas y, si era posible, tal vez un trozo de pan de alguno de los puestos en el mercado de la aldea. Su hermanita menor estaba llorando casi a diario por el hambre, e incluso él estaba seguro de que no podrían seguir evitando salir de su refugio si es que pensaban sobrevivir en su recién adquirida libertad

En cuanto llegó, sus ojos viajando nerviosamente de persona en persona; buscando algún peligro que le resultara familiar, no tardó mucho en escuchar algo que le llamó la atención.

—Me han llegado rumores de un ninja muy poderoso de Konoha, dicen que podría incluso compararse con Pain-sama. 

Algo en la base de su estómago se removió y su mirada se fijó en los dos hombres hablando entre susurros justo al lado de un puesto de frutas

Por lo que entendía, gracias a conversaciones furtivas de ninjas que a veces hablaban a pocos metros de su escondite, el tal Pain-sama era el líder de la aldea. Un ninja extremadamente fuerte quien los había salvado de una época bastante violenta en su historia y el cual siempre estaba acompañado por el mismísimo ángel de la muerte. 

Desde el primer momento, no le había costado deducir que Pain solo significaba una amenaza para él y sus hermanos, por lo que estar atento a cualquier noticia que lo involucrara se volvió una obligación. Después de todo, si se trataba de alguien tan poderoso como todos decían, entonces estaba cien por ciento seguro de que los estaría buscando.

Lo que nunca imaginó fue que alguien se atreviera incluso a comentar acerca de alguien igual de fuerte que Pain.

Por lo que había notado, todos en Amegakure parecían adorar a Pain como si de un dios se tratase, y por si fuera poco, era terriblemente obvio la manera en la que todos parecían querer ocultar cualquier mala opinión acerca de él, como si todo el tiempo estuvieran siendo vigilados. Nadie sabía realmente ocultar lo que surcaba su mente y eso solo lo llevaba a una conclusión. O Pain no era realmente tan fuerte como para forzar a todos a respetarlo, o era incluso más fuerte de lo que mostraba y simplemente no le importaba la opinión de su aldea. 

En cualquiera de las dos opciones, Pain no eran buenas noticias y alguien incluso más fuerte que él era incluso peor.

—...Me pregunto si se va a desatar otra guerra. —Su corazón dio un brinco en cuanto escuchó esas palabras, pero se mantuvo inmóvil mientras fingía mirar unas manzanas en un puesto cercano—. No creo poder volver a esos tiempos… Mucho menos si volvemos a terminar en una guerra entre las tres naciones.

—Yo tampoco… pero por lo que he escuchado, ese tal Naruto Uzumaki parece ser más uno de esos pacifistas.

Inconscientemente, su cabeza se alzó para poder ver mejor la expresión del hombre que estaba hablando. Alguien poderoso y pacifico… Tienen que estar bromeando.  

Nadie podía realmente ser tan estúpido como para creer que el poder y la paz iban de la mano. No cuando el mundo les demostraba a cada paso que daban que todo aquel que fuera superior a los demás, se los haría saber de una forma u otra. 

Tortura, maltrato, frialdad, reclusión… Incluso el hecho de que, mientras intentaba conseguir algo de comer para sus hermanitos, la gente lo miraba como si fuera la peor escoria del mundo; aún cuando no tenían fundamentos para hacerlo. Los débiles tenían que conocer su lugar, y ese era el trabajo de los fuertes. Es simple y llana lógica.

—¡Oye, tu! —La agresividad de aquellas palabras lo trajeron de vuelta a la realidad de golpe. Para cuando se dio cuenta de que ambos hombres lo estaban mirando fijamente, sus piernas ya estaban listas para salir a correr y su respiración estaba mucho más agitada que antes—. ¿Qué demonios crees que estás mirando?

—Nada… perdón.

Por un momento pensó que no le habían entendido por lo bajo que había hablado y que eso los enojaría aún más, pero el hombre solo resopló antes de echarlo con desdén.

—Entonces lárgate de aquí.

No necesitó más para salir corriendo de ahí. Su mente aún dándole vueltas a la idea de alguien fuerte y amable al mismo tiempo mientras que una manzana yacía perfectamente escondida entre el bolsillo de su pantalón. Un desayuno menos, faltan tres.

 

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Esa última hora había sido una verdadera pesadilla. O tal vez fueron solo unos pocos minutos. No lo sabía y, para ser sinceros, no tenía ninguna intención de descubrir cuánto tiempo le había tomado ser vencido. Qué tan débil había sido. 

Podía suponer que se había desmayado luego de que el supuesto “Naruto Uzumaki” lo tocara. La sensación de estar flotando en el vacío de su mente ya bastante familiar para él. 

Había intentado moverse con todas sus fuerzas, lo juraba; pero su cuerpo no respondía y lo único en lo que podía pensar era en la sensación de cómo su pecho subía y bajaba sin control, en cómo su clon desaparecía dejando a su hermanito solo contra alguien que sin duda lo podría lastimar (Lo iba a lastimar) y como, entre toda la desesperación que sintió en ese momento, la imagen de sus hermanos, solos, sirvió de golpe final para que el descontrol aumentara peligrosamente. Había tenido que centrar toda su fuerza en mantener bajo control su propio chakra. Ya les iba a hacer demasiado daño a todos con su ausencia, no podía arriesgarlos más. 

Él sabía que no debía haber ido tras aquel ninja, pero no había tenido opción. Como siempre, la decisión de arriesgar o no su vida se volvió fácil al compararla con cuatro caras hambrientas mirándolo con sonrisas comprensivas.

En cuanto había visto la bandana, sus sentidos se alertaron, y con solo escuchar que era Naruto Uzumaki , su corazón había comenzado a latir desenfrenado, presa del pánico. Aun así había sido estúpido, y se dio cuenta de ello desde que se paró frente a él y la única reacción que recibió del ninja fue una mirada confundida y una sonrisa aparentemente amable. Nunca antes había recibido una en la que pudiera confiar, más que todo porque algo en su interior le decía que esas eran las peores. 

Él significaba peligro, mucho más ahora que no estaba Pain y podía rondar libremente por las calles de Amegakure. Era solo cuestión de tiempo que se diera cuenta de lo que eran para comenzar a perseguirlos, y si de algo estaba seguro, era que ser atrapado no era una opción.

Su primera respuesta ante el peligro inminente fue tomar a su hermanito e intentar llevarlo a un lugar seguro mientras él ganaba tiempo distrayendo a la amenaza. Al fin de cuentas, siempre y cuando sus hermanos pudieran estar a salvo, entonces él podría engañar al shinobi para hacerle creer que no valía la pena perseguirlos. Tal vez moriría en el intento, pero su único propósito siempre fue cuidar a sus hermanos y si moría haciéndolo, entonces definitivamente habría valido la pena. 

¿Por qué no pudo pasar?, todo habría sido tan fácil…

—Hermano… —Aquella mirada oscura apareció en su mente mientras recordaba cómo había sonado cuando se dio cuenta que no estaban en una buena posición.

Hermano… —Las lágrimas que se almacenaban en aquellos ojitos negros mientras veía como su clon desaparecía y lo dejaba con las dos copias de su perseguidor, se grabaron en su memoria como un último recuerdo de lo inútil que era. Que siempre había sido.

Hermano!

Sus ojos se abrieron de golpe, el grito de su hermanito sacándolo de su sueño y haciendo que instintivamente buscara cuál era el peligro que lo tenía tan preocupado. Pero esta vez, en vez de encontrar a alguien queriendo robarlos o algún adolescente idiota tomando a alguno de los gemelos por el cuello; su mirada cayó en varias personas que lo miraban fijamente con expresiones aparentemente preocupadas. 

Intentó pararse, pero el peso de su hermano aferrado a su torso lo hizo mantenerse estático en su posición, obligándolo a mover sus brazos para al menos cubrirlo de las miradas ajenas. 

Intentó buscar una forma de escapar, pero no pudo siquiera empezar a formar un plan mínimamente posible cuando una voz de mando sonó de repente, haciéndolo voltear directo a la puerta de la habitación, donde lo primero que notó fue la clara superioridad de la nueva presencia. Su postura era firme y sus ojos verdes estaban fijos en ellos.

—Todo el mundo salga, no quiero a nadie aquí. —La chica, con su cabello corto de un lindo color rosa atado en una cola alta, se acercó lentamente a ellos mientras todos los demás se movían para dejar la habitación. 

—Hola, mi nombre es Sakura Haruno —dijo, sonriendo mientras le ofrecía un vaso con un líquido que parecía ser agua. Era una sonrisa forzada, y eso siempre indicaba que querían algo de ellos—. Ahora mismo están en Konoha, un amigo mío los trajo inconscientes el día de ayer y yo me encargué de revisar que todo estuviera en orden.

Mirando al vaso y luego a la Kunoichi, frunció el ceño ante la idea de recibir algo que probablemente lo haría sentirse terriblemente mal—. No me importa, déjenos ir.

¿Por qué me quieren débil?

Si quisieran separarnos ya lo habrían podido hacer… 

¿Acaso lo saben? 

Necesitamos huir.

Sakura negó con su cabeza antes de dejar el vaso en una mesa cercana. Afortunadamente, pareció entender que no iba a conseguir que tomara nada sin tener que forzarlo antes—. Lo siento, pero ustedes claramente no están en condiciones de irse. Tú y tu hermano tienen claras señales de desnutrición, además de… algunas cicatrices que definitivamente no deberían tener. —Los ojos de la médica dejaron de mirar los suyos por un instante, bajando hasta sus brazos, lo que le hizo dar ganas de vomitar a pesar de tener el estómago vacío desde hacía días. 

Sakura volvió a subir su mirada casi al instante, sus ojos llenos de algo que no sabía cómo nombrar—. Por lo que me comentó mi amigo, no parece que ustedes tengan a nadie que los cuide… ¿No es así?

—Eso no es de su incumbencia, podemos cuidarnos bien por nuestra… —No pudo terminar su frase antes de escuchar un alboroto afuera del cuarto. Su hermano dio un salto cuando sonó un golpe seco sobre la puerta, y lo único que él pudo hacer fue moverse para intentar cubrirlo un poco más antes de que la puerta se abriera abruptamente, dando paso a alguien que inmediatamente le hizo perder cualquier tipo de esperanza de poder escapar.

—¿Naruto? —El tono de sorpresa de Sakura fue rápidamente reemplazado por uno enfurecido—. ¿¡Qué demonios estás haciendo aquí, y porque tocas si vas a entrar sin permiso de todas formas!? 

Su corazón golpeó con aún más fuerza contra su pecho y, aunque era leve, creía poder escuchar un pitido creciendo en sus oídos.

—Me enteré que acaban de despertar, ¿Están bien? —Quien al parecer si era el verdadero Naruto Uzumaki, entró en la habitación sin siquiera reparar en su amiga, yendo directamente hacia ellos dos. 

Aléjese…

En cuestión de segundos Naruto estaba junto a ellos, arrodillado al borde de la cama y, aunque no se atrevía a tocarlos, sus ojos estaban llenos de ¿ansiedad?¿Dolor?... no sabía describirlo, probablemente porque su cuerpo estaba temblando y toda su atención estaba puesta en intentar controlarlo, no en descifrar al rubio frente a él—. ¿Cómo están? me tenían preocupado…

 

.

 

..

 

...

 

¿Qué?

 

Las palabras lo hicieron salir un poco de su alerta, generándole más bien una sensación de confusión en vez del peligro inminente al que tanto estaba acostumbrado. Naruto lo miró por unos momentos antes de sonreír levemente, un poco avergonzado.

—Ya me había presentado antes, pero no sé qué tanto recuerdas de nuestro pequeño… Encuentro. —Dejando su lugar al lado de ellos, Naruto se paró, y muy sonriente volvió a repetir las palabras que había dicho el día anterior.

Mientras lo veía repetir su nombre con esa apariencia alegre y aquellos aires de rebeldía, no pudo evitar recordar a su hermanito menor. El más alegre y aventurero de los gemelos, con esos ojos azules que brillaban entre los mechones rubios que caían sobre su rostro; el sol de su vida. Sin darse cuenta, su corazón ya no parecía estar a punto de explotar y una sonrisa leve se formó en su rostro en reflejo a la de Naruto. Una imagen apareció en su mente, y de repente, en sus oídos ya no había un pitido ensordecedor, sino que solo se podían escuchar las risas de sus hermanitos. 

Ahí estaba, abrazando a todos sus hermanos con suavidad, narrando alguna historia que había escuchado por ahí y con el techo improvisado de su refugio cubriéndolos de la lluvia inclemente de Amegakure.

—¿Hermano…? —Saliendo de sus pensamientos, volteo a mirar hacia abajo, encontrándose con esos ojos negros mirándolo fijamente, algunas lagrimitas humedeciéndolos—. ¿Por qué lloras?

No alcanzó a llevarse una mano a su rostro antes de que una de esas malditas gotas saladas cayeran sobre la piel nívea de la frente de su hermanito, lo que rápidamente lo hizo recomponerse, limpiando esas lágrimas solitarias antes de pasearse su brazo por los ojos para intentar eliminar cualquier rastro de humedad—. No son lagrimas tonto, es la lluvia…

Su hermano lo miró extrañado (y con un ápice de decepción) antes de volver a hablar—. Estamos bajo techo, es imposible que esté lloviendo.

—¡Ah! es verdad… el tonto soy yo entonces. — Intentó reír para evitar el momento incómodo.

El mayor de sus hermanos pequeños siempre había sido el más inteligente de todos, seguido de su hermanita. Ambos habían ocupado un espacio en su corazón como los más realistas y analíticos de su pequeña familia. Su hermano era como una brisa tranquilizadora que te susurra en el oído cuando estás a punto de tomar una mala decisión. Siempre siendo el primero en decirle cuando sus acciones se volvían demasiado riesgosas. Por otro lado su hermana, seria y callada en contraposición a su gemelo, se había convertido en su luna, guiándolo con unas pocas palabras cuando todo se sentía demasiado oscuro para continuar.

No pudo evitar preguntarse cómo sería su hermanita bebé en el futuro.

—Lamento interrumpirlos. —Ambos voltearon a mirar a la kunoichi, recordando de repente que ya no estaban entre la seguridad de su refugio—. pero me gustaría saber cómo llamarlos de ahora en adelante. 

¿Otra vez con lo mismo?

Sus ojos volvieron a mirar a Naruto con algo de miedo, pero en vez de encontrarse con una expresión demandante (o tan siquiera seria), el ninja los miraba con esa misma preocupación, casi palpable, de cuando recién entró al cuarto.

—Sakura… —Naruto volteo a mirar a su amiga y negó suavemente, pero ella no dio el brazo a torcer.

—Naruto, necesito saber sus nombres, no puedo simplemente llamarlos “niño” o algo así…

—No tenemos. —Las palabras salieron de su boca con una seguridad que ni él mismo sabía que tenía. Las manos de su hermano lo apretaron un poco más antes de volver a su agarre inicial, una pregunta silenciosa; pero no se iba a arriesgar a voltearlo a mirar y que los descubrieran. La honestidad no era un lujo que él y sus hermanos se podían dar con absolutamente nadie más que entre ellos mismos.

—Es imposible que no tengan. —Sakura los volteó a mirar con impaciencia, lo que hizo que se aferrara a su hermano con algo más de fuerza antes de devolverle la mirada con un ceño fruncido—. Al menos sus apellidos bastan.

—No tenemos. —Enfrentando a la kunoichi con aquella expresión gélida que hacía cuando quería enfatizar su punto, su hermano habló más como una advertencia que una simple afirmación, haciendo que su corazón se acelerara al ver cómo la mirada de Sakura se llenaba de un poco más de rabia.

—No mientan, ustedes saben algo de… —La kunoichi se comenzó a acercar de manera amenazante, pero antes de que pudiera tomar a su hermano para salir a correr, Naruto se interpuso entre ellos y la pelirrosa.

Sakura.

En ese pequeño instante, el tiempo frenó su andar y la tensión en el aire se volvió tan pesada que de no ser porque no estaba siendo brutalmente aplastado ahora mismo, hubiera jurado que la gravedad se había incrementado con tan solo escuchar aquella voz, suave pero cargada con una amenaza silenciosa. Algo dentro de él sintió una necesidad inhumana de esconderse tras lo que sea que pudiera protegerlo de la rabia de Naruto y al mirar hacia la chica, pudo notar que ella también estaba mirándolo con una expresión llena de sorpresa, y muy en el fondo, miedo. Incluso su hermano, quien hacía unos instantes estaba determinado a no ceder ante ninguno de los presentes, ahora sostenía la respiración en un fútil intento de no ser detectado por nadie en la habitación.

Luego de unos instantes, Naruto dejó salir un suspiro, y con él, el tiempo volvió a retomar su curso—. Sakura, ¿puedes salir un momento? —Sus ojos azules, sin mostrar ni una sola pista de alguna intención maligna en ellos, cayeron sobre él y su hermano antes de que sus labios se curvaran en una sonrisa suave—. Yo hablaré con ellos durante un momento y una vez estemos más calmados, los dejaré a solas contigo, ¿Si?

Para cualquiera esas palabras sonarían como una petición amable; pero en sus oídos, eran más bien una orden que no dejaba espacios a ser desobedecida, y por la cara de Sakura (quien aún no salía por completo de su estupor), supo que no era solo su opinión.

—… Está bien, pero avísame a penas salgas, no quiero que estén sin supervisión ni un segundo. —La kunoichi se volteo y comenzó a caminar a regañadientes, pero sin siquiera mostrar un momento de duda ante la orden del rubio.

Naruto se quedó parado mientras veía a Sakura salir de la habitación, y viéndolo desde atrás, no pudo evitar fijarse en cómo su cabello era realmente similar al suyo y al de su hermanito más pequeño. Obviamente, el suyo no era de ese color tan vibrante, pero sin duda podía notar la similitud en la forma en la que cada mechón se desordenaba con testaruda rebeldía.

—Muy bien. Han estado durmiendo desde ayer y deben de querer salir, así que… —En cuanto se quedaron los tres solos, Naruto se volteo con una expresión animada en el rostro antes de acercarse un poco más a donde ellos para arrodillarse y volver a quedar a su altura, subiendo una de sus manos a su boca como si estuviera a punto de contarles un secreto—. ¿Qué les parece si nos vamos de aquí?

Notes:

Holaa, ¡¡aquí Songs&Poetries!!
Casi no lo consigo, pero el capitulo pudo ser publicado cuando debía.
Espero les guste mucho y si tienen alguna sugerencia, siéntanse libres de dejármela en los comentarios. Como siempre, espero que tengan un excelente día/noche/madrugada, tomen mucha agua y nos vemos la próxima semana.
Bye byeee!!

Chapter 4: Así de un paso en falso (Haremos que funcione)

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

—Ahhh… ¡Tengo hambre!

Sin necesidad de apartar su mirada de las nubes, aún buscando alguna forma entre los diferentes tonos grises, solo tuvo que contar hasta tres antes de escuchar un largo suspiro a sus espaldas, seguido no mucho después por una pequeña risa infantil.

—Hace años que no pruebo ni siquiera un trozo de pan —Volvió a intentar, esta vez añadiendo un poco más de dramatismo a su voz con un ligero deje de melancolía—, o una manzana, o algo de pescado, o incluso…

¿Qué quieres?

Contento con la respuesta (e ignorando completamente lo exasperada que sonaba), inmediatamente se sentó y volvió a mirar hacia atrás. Unas pequeñas motas de luz danzaban en su campo de visión, probablemente por el tiempo que había pasado buscando formas en las nubes, pero eso no le evitó poder ver la molestia en aquel par de ojos casi tan negros como el cabello que los rodeaba.

—Tengo hambre, no hay comida y nuestros hermanos no han vuelto. —Una sonrisa inocente se formó en sus labios, el punto de sus palabras siendo dejado a la deriva. No necesitaba explicar cuando se trataba de su gemela.

—No. —Su hermana respondió sin darle un solo segundo para emocionarse de más, sus dedos paseándose suavemente a través del cabello de su hermana bebé. 

Hizo un puchero infantil en protesta y pudo ver a su hermanita imitarlo desde las piernas de su gemela, sus cachetes, marcados con dos pares de bigotes, inflándose de una manera que solo podía derretir su corazón con ternura.

—Pero ya han pasado años y ellos aún no regresan.

—Solo ha pasado una hora y no deben tardar en volver—La mirada de su hermana se alzó hacia el cielo, sus ojos entrecerrados mientras intentaban calcular cuánto tiempo había pasado desde la partida de ambos—, falta poco para que anochezca.

—¡Aun así…

— No. —Las palabras se quedaron atrapadas dentro de su garganta, sus ojos se abrieron y su respiración se detuvo por un instante. Si se hubiera tratado de un simple regaño probablemente lo hubiera ignorado y hubiera seguido insistiendo; pero el temblor en la voz de su hermana y aquella ligera capa de dolor que las recubría, hicieron que un escalofrío demasiado familiar recorriera su espalda.

Por un segundo, el tiempo pareció detenerse. 

No era difícil ignorar la forma en la que el par de ojos negros relucían a causa de la humedad en ellos, y todo se sintió mucho peor cuando al bajar la mirada, esta vez fueron un par de cielos despejados los que lo miraron con el ceño fruncido. Incluso su hermanita menor había sentido el cambio en la atmósfera.

—Hermana, yo… 

No alcanzó a decir una sola palabra más antes de que su gemela removiera con cuidado a su hermanita de sus piernas, dejándola en el piso, para después pararse y comenzar a caminar hacia un rincón del refugio. El sonido de sus pasos, acompañados del compás de las goteras del techo, fueron lo único que se escuchó por un largo momento. El chap, tap, chap, tap , haciéndolo enloquecer y guiando a sus pensamientos por un camino demasiado oscuro como para siquiera considerarlo viable. 

—Lo siento… ¡D-de verdad no fue mi intención! yo… Lo siento tanto hermanita, por favor no te enojes. Lo siento mucho —En cuanto el aire volvió a entrar sus pulmones y su cabeza dejó de girar alrededor del ritmo ensordecedor, miles de disculpas comenzaron a salir sin necesidad de formularlas en su mente, y en tan solo segundos, ya estaba caminando tras los pasos de su hermana en busca de algo de contacto—. Hermana, perdón, yo no quería…

—Cállate… —Sintiendo aquella mirada cargada de fiereza caer en él, algo en su estómago se revolvió y su garganta pareció cerrarse. Igual de rápido como llegaron, el par de ojos desaparecieron tras una cortina de cabellos igual de negros que ellos; y de alguna manera, eso lo hizo sentir aún peor. Era una sensación similar a cuando quería vomitar. Su piernas temblaban y… ¿Acaso eran esas sus manos cerrándose?... Espera , ¿Voy a vomitar o es…? No… no puedo. No quiero que se enoje más, no puedo, no quiero que me mire como…

—Hermano. Respira. — ¿Respirar?... Estoy respirando. ¿No?. Si, si, lo se, lo hago. Yo si… lo intento pero… pero mi pecho no-

—Hermano, tranquilo, respira conmigo, ¿Recuerdas? —Su pecho dolía y su garganta igual, pero aun así tenía que asentir porque le habían hecho una pregunta. Después seguiría una orden y si lo hacía bien, entonces nada tendría que doler. No tanto—. Respira y cuenta tres. Uno, dos, tres… Uno, dos, tres… Suelta el aire. Bien .

En cuanto abrió los ojos ( ¿En qué momento los había cerrado? ) lo primero que vio fue a su gemela frente a él. Se veía tan amable y tan bonita y tan gentil, y no entendía porque podía compararla con… Con un monstruo.

—P-perdón… —Su voz titubeó, y el temor creció una vez más en su pecho, pero en vez de una mirada severa o el ardor de un golpe en su mejilla, lo único que pudo encontrar fue un cielo nocturno mirándolo como si de algo importante se tratase. Eso estaba mal… su hermana lo veía como si el de verdad pudiera hacer algo para mantenerla a salvo, y mientras tanto, en su mente solo podían aparecer manchas de sangre y ojos del mismo color—. No te enojes por favor. N-no te vayas, no me dejes de hablar. Perdón… perdón…

Su hermana negaba suavemente con su cabeza con cada nueva petición, pero era claro por la suavidad de sus manos en sus mejillas y la pequeña sonrisa en su rostro que realmente todo estaba perdonado. 

—No hay nada que perdonar. —La voz de sus hermanos siempre habían tenido parecer un efecto similar a lo que les daban en la comida dentro del cuarto oscuro, y a pesar de que odiaba sentirse tan tonto , de alguna forma, cuando se trataba de ellos todo se sentía demasiado bien como para seguir pensando en los peligros que los rodeaban—. Nunca nos vamos a separar. Lo prometí y yo nunca-

—Nunca rompes una promesa —No pudo evitarlo, sus mejillas coloreándose por la vergüenza cuando vio la gran sonrisa que se formó en el rostro de su hermana. Nunca lo admitiría, pero esa frase que siempre le recalcaba a su hermana por “ser demasiado tonta e infantil”, era su favorita del mundo mundial. Después de todo, si se trataba de su gemela, entonces estaba seguro de que era real.

Después de unos cuantos minutos más en los que simplemente se centraron en escuchar la respiración el uno del otro, finalmente sus ojos pudieron enfocarse en algo más que no fuera entre la batalla de su mente y la realidad. Su hermana estaba arrodillada frente a él y sus manos habían dejado sus mejillas para reposar encima de sus piernas, el filo de un kunai asomándose desde sus puños, los cuales  se cerraban fuertemente sobre lo que suponía, era el mango.

—¿Qué es eso?

Los ojos de su hermana no dejaron de verlo fijamente, pero pudo notar como un pequeño rosado se pintó en sus mejillas. Aun así, la vergüenza no la detuvo de hacer un comentario lleno de sarcasmo.

—Un perro.

Sintiendo la oportunidad para mejorar la tensión que él mismo se había encargado de generar, dejó que una sonrisa juguetona apareciera en su rostro y entrecerró sus ojos como si estuviera intentando descifrar la más hábil de las mentiras.

—¿Uno con un hocico muy afilado y de metal?

—Exacto.

—¿Si es un perro no debería de ladrar?

—No puede.

—¿Un perro que no puede ladrar?, es imposible.

—No lo es. 

—Si lo es. Nuestro hermano dice que los perros ladran. Si ese no puede, sería como decir que es un ave que no puede volar o una persona que no puede pensar. Sería imposible.

—No lo es —Una sonrisa malévola se extendió por el rostro de la pelinegra, antes inexpresivo—. Porque entonces tú no serías posible.

—... ¿Qué? —Bajo su mirada y movió sus manos para asegurarse de que su cuerpo estuviera ahí de verdad. Tras comprobar que, efectivamente, lo que su hermana había dicho no tenía sentido, simplemente volvió a mirarla con autosuficiencia—. Creo que no entendiste el punto.

Ella rió y giró la cabeza con fingida inocencia—. ¿Estás seguro?

Quería decirle algo, estaba seguro, pero el problema era entender el que. Si sus hermanos estuvieran ahí seguro ya le hubieran explicado. Después de unos segundos donde ninguno de los dos siquiera parpadeo, no tuvo más remedio que soltar un suspiro y rendirse ante la sonrisa entretenida de su hermana.

—¡No sabes de lo que hablas! —Intentó inflar su pecho para verse completamente seguro de sus palabras, pero en cuanto escuchó la risa de su gemela, supo que no había tenido ningún efecto. Pero eso no le podía importar en lo mas mínimo, al fin y al cabo, si eso haría reír a su hermana, entonces no le importaba ser un tonto por el resto de su vida.

—Eres un tonto… —Ambos se rieron y en cuanto pudieron parar, el par de orbes negras cayeron sobre él, mucho más vibrantes que antes—. Toma, es tu regalo adelantado.

Abrió sus manos para recibir el kunai y, en cuanto lo tuvo en sus manos, sintió las lágrimas acumularse en sus ojos. El filo se veía reluciente, casi como si lo hubieran estado afilando y puliendo sin descanso durante días, mientras que el mango estaba envuelto en un detallado patrón hecho con hilos de varios tonos azules, los cuales se cruzaban y sobreponían unos sobre los otros, tejiendo el cielo más bello que había visto en su vida. Aun así, la parte mas hermosa era el sol tejido en toda la mitad del mango, de un brillante color amarillo que se volvía mas naranja a medida que llegaba al borde. 

—Esto…

—Le pedí a nuestro hermano que consiguiera los hilos, entonces si no te gusta el color es su culpa. Además, me dijo que no te lo diera tan rápido, entonces no dejes que lo vea. Es más, aún ni siquiera sé si de verdad vamos a…

—Me gusta. Es perfecto .

Sus ojos ardían y sabía que por sus mejillas corría un camino de lágrimas, pero no le importaba, después de todo, ¿Quién lo iba a regañar por ser débil?. Había llorado miles de veces frente a su gemela antes, y por primera vez, sus lágrimas no eran a causa de dolor o ira o tristeza. Estaba a salvo, estaba seguro, y si ese kunai significaba algo, entonces se aseguraría de volverse el ninja más fuerte del mundo con tal de proteger a todos sus hermanos.

—Como te dije, no sé si vamos a empezar a entrenar aún… Tan solo escuche a nuestros hermanos discutiendo hace varios días y quise empezar rápido tu kunai para tenerlo listo en caso de iniciar dentro de poco.

Para ser sinceros, ninguna de las palabras de su hermana quisieron registrarse en su mente, su atención puesta completamente en el sol que parecía brillar incluso más que los jutsus de su hermano mayor. Paseó su pulgar por encima del tejido y un sonido roto salió de su garganta. Apenas se estaba dando cuenta de que no había ninguna nube en el diseño; y no supo si reír o llorar aún más.

—Hermano… ¿estás bien? —Un roce gentil fue a parar a su rostro, limpiando con extrema suavidad la humedad en ella para después intentar verlo mejor. No sabía en qué momento había bajado su cabeza, pero ahí estaba su gemela, apartando mechones dorados con tal de poder mirarlo directamente a los ojos.

No podía hacerlo, no podía dejarla ver lo mucho que le dolía el bello regalo que le había hecho, así que simplemente dejó el kunai a un lado y se abalanzó a abrazarla; asegurándose de esconder su cara entre su hombro y su cuello.

—Gracias… gracias, gracias, gracias .

Sintió la respiración contraria detenerse por solo un instante antes de que un par de brazos se cerraran sobre su espalda—. Mhm…

Con eso, ambos supieron todo lo que el otro tenía que decir.

El resto de la tarde pasó entre risas y juegos. A veces era él huyendo de su gemela porque había dicho o hecho alguna broma. Otras veces con ambos mirando fijamente a su hermanita bebé mientras intentaban hacer que dijera alguna palabra. Finalmente, para cuando el sol empezó a ocultarse y el cielo se tiñó de un cálido anaranjado, todos se acostaron en su pequeño refugio mientras esperaban el regreso de sus dos hermanos.

—Hermana —Intentando mantener la voz firme en un intento de esconder el nudo en su garganta, murmuró para que su hermanita (quien dormía tranquilamente en su regazo), no se despertara—, ¿Crees que deberíamos…

—No. —Su respuesta fue instantánea y a pesar de sus deseos de reprochar, dejó que siguiera hablando—. Tenemos que esperar aquí, esa fue la orden de nuestro hermano.

—Pero ellos ya debieron haber regresado. —Deteniéndose un momento al sentir a la bebé moverse un poco, solo pudo tomar una respiración profunda antes de continuar con su idea—. Ellos nunca se demoran tanto

Desde que salieron de aquel lugar, su hermano mayor se había encargado de que ellos nunca vieran el atardecer sin él a su lado; volviendo del paso de cada cielo escarlata a un profundo azul, un regalo que siempre iba acompañado de una historia para dormir. 

—Tal vez solo están un poco demorados porque traen tanta comida que no pueden moverla en un solo viaje. —Su hermana, desviando su mirada hacia el piso, intentó hacer creíble una historia que ni aunque la viera con sus propios ojos, aceptaría que es cierta.

—Tú sabes que eso no va a pasar —Sin quererlo su voz se alzó un poco más de lo normal, pero mientras sentía una fría brisa rozar su piel, burlándose de la falta de aquella calidez que siempre le brindaban sus hermanos, no le pudo importar menos el tono de su voz—. ¿Qué tal si algo les pasó? Tenemos que ir a ayudarlos.

Su hermana negó una vez más, pero con solo verla desviando su mirada y apretando los puños, era claro para el que quería ceder. Ella lo sabía pero prefería no aceptarlo, y eso solo lo motivaba más a intentar convencerla. 

—Ellos irían por nosotros, tú lo sabes… —Bajó su cabeza para intentar fijar sus ojos en los de su gemela, pero en cuanto pudo ver a través de sus mechones sueltos, se encontró con una expresión aterrorizada en su pálido rostro. Esto no era como lo que le había pasado antes, porque su hermana seguía respirando con normalidad y sus ojos no se movían de un lado al otro.

No era aquella sensación de fuego quemando tus pulmones y agua bloqueando tu garganta, pero su hermanita estaba asustada, demasiado. El solo pensamiento hizo que el pánico comenzara a crecer en él también y su corazón dolió como si un kunai lo acabara de atravesar—. Hermana… 

Intentando buscar las palabras adecuadas, su memoria comenzó a surcar por lo que normalmente hacían sus hermanos cuando alguno de ellos estaba muy asustado. Cuando era una pesadilla, normalmente solo bastaba con despertarlos y entonces su hermano mayor se pondría a contarles un cuento o alguna historia acerca de ninjas (La mayoría de las veces, esas historias terminaban volviendo a un tal “Naruto Uzumaki”, pero eso a él no le importaba mucho), o si él estaba muy cansado, su segundo hermano mayor empezaría a jugar con ellos o a cantar algo para pasar la noche. Pero mientras miraba a su gemela, con esa expresión llena de miedo y perdida en recuerdos que muy probablemente no eran bonitos, decidió que nada de eso serviría en ese instante. No mientras su hermana no estuviera realmente ahí.

—Hermana. —Intento que su voz sonara suave y gentil, una sonrisa débil curvando sus labios en cuanto vio el par de ojos negros subir hasta mirarlo. Estaban nublados y sin vida, pero si lo había escuchado entonces no podía estar demasiado perdida—. ¿Estás ahí? ¿Sabes quien soy?

Pasaron unos cuantos minutos en los que lo único que podía escuchar era la respiración de la bebe en su regazo y su propio corazón golpeando su pecho con fuerza. Si no le respondía o si mencionaba a alguna otra persona no sabría que hacer, y el solo pensar en eso hacía que lagrimas amenazaran con salir de sus ojos, empeorando todo aún más.

—Hermano —La palabra sonó casi robótica, haciendo que el dolor del pasado casi se igualara con el alivio de saber que por lo menos estaba respondiendo—, ¿Cero?... ¿uno?

Algunas lágrimas comenzaron a caer al ver como los ojos desenfocados de su gemela intentaban mirar a su alrededor. Él sabía, por experiencia propia, que no estaban viendo nada real.

—No, hermanita… —Intentando que su voz no se cortara, tomó a la niña que aún dormía en su regazo y la cargó para pasársela a su gemela; estando atento a que ella realmente la tomara entre sus brazos sin el riesgo de dejarla caer—. Esta es nuestra hermana menor ¿Recuerdas?

La mirada nublada bajó hasta fijarse en la pequeña durmiendo en sus brazos, y parpadeando lentamente, algunas gotas saladas comenzaron a formar un camino en sus mejillas.

—Si te acuerdas… —dijo en medio de un suspiro aliviado. La sensación de felicidad al ver como su hermana parecía retornar de ese lugar oscuro, hizo que volviera a alzar la voz sin pensarlo—. Yo soy tu gemelo, y nuestros dos hermanos mayores no han regresado aún, ¡pero estoy seguro de que están bien!

Siguió hablando por algo más de tiempo, hasta que el repentino llorar de su hermanita bebé lo sacó de su charla, haciéndolo asustarse y forzando a su cabeza a ir incluso más rápido que antes. 

¿Qué hago?, ¿Qué hago?, Hable muy duro y desperté a nuestra hermana, y está llorando, y eso va a empeorarla, y tengo que hacer algo… ¿Qué hago? ¿¡Qué hago!?

Afortunadamente, su desesperación no duró mucho, porque a los pocos segundos escuchó una pequeña risa venir de su gemela; haciéndolo soltar un suspiro aliviado.

—¿Estás bien? Yo lo siento… no quería, —Iba a comenzar a disculparse una vez más, pero después de pensarlo mejor, decidió que eso no les ayudaría en nada, así que simplemente se obligó a callarse antes de simplemente preguntar—. ¿Mejor? 

La sonrisa cansada de su gemela junto con los leves movimientos que hacía para calmar a su hermanita menor, le indicó que si, estaba mejor. Asintiendo, pasó su mano por sus ojos para evitar una nueva ronda de lágrimas antes de sonreírle brillantemente.

Si… mientras estemos juntos, todo estará bien.

Los llantos de la bebé cesaron por un momento antes de volver con más intensidad, haciendo que ambos centraran toda su atención en poder alegrar a su hermanita. Tal vez fue esa la razón por la que no escucharon a nadie acercarse hasta que fue demasiado tarde.

—Vamos a ver, ¿Qué tenemos aquí? —Ambos gemelos se tensaron antes de pararse rápidamente para fijar sus ojos en el desconocido quien se acercaba hacia ellos con una expresión que mostraba de todo menos buenas intenciones.

Volvió a mirar a su hermana, quien apretaba a la bebé entre sus brazos como si de ello dependiera su vida, y supo que no tenían ninguna oportunidad de escapar de aquel hombre que caminaba confiado hacia ellos. Intentó moverse, pero su cuerpo no respondió.

El hombre estaba hablando, lo sabía porque podía ver sus labios moviéndose, pero lo único que podía escuchar era un pitido aturdidor que hizo que su piel se erizara. Entonces, detrás del hombre pudo ver el último rezago de luz ocultarse tras los edificios grises, de un naranja tan familiar que pudo sentir su estómago revolverse y su garganta quemar. Parpadeo y ya no estaba en un callejón frío de Amegakure, sino que en aquel cuarto oscuro, enredado en sábanas manchadas de rojo y con el sonido de una puerta rechinando a sus espaldas, mientras que en medio de sollozos, rogaba una y otra vez para que su hermano lo salvara.

Notes:

¡Holaaa, aquí Song&Poetries!
Un nuevo capitulo recién sacado del horno, con nuevos personajes y por supuesto, mas traumas :D
Espero que les haya gustado el capitulo y recuerden que cualquier sugerencia o corrección que tengan, son libres de dejarla en los comentarios. Me encantaría leer su opinión respecto a los personajes o a la historia y si alguien tiene alguna teoría respecto a los niños pueden comentarla también.
Les deseo un excelente día/noche/madrugada y recuerden tomar agüita, comer bien y dormir por lo menos 8 horas.
¡¡Nos vemos la próxima semanaaa!!

Chapter 5: Di mi nombre (Qué más da si me mientes)

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Naruto siempre había sido alguien impulsivo. La mayoría de personas lo solían tildar de idiota, inconsciente e inmaduro porque, cada vez que había una decisión en sus manos, normalmente se dejaba llevar por sus sentimientos en vez de ceñirse a cualquier respuesta lógica. 

“El ninja número uno hiperactivo cabeza hueca”… Podía suponer que el título le quedaba.

Era terco y más veces de las que no, era el último en entender cuando Sakura, Kakashi, Yamato o, cualquier persona en general, trataba de explicarle algo mínimamente complicado. Lo sabía, y a pesar de que le había costado aceptarlo, no era algo que le importara en la actualidad; más que nada porque había entendido que él simplemente no era ese tipo de persona. Cuando hacía algo, no lo planeaba desde antes, porque en el mundo en el que vivían las cosas casi nunca iban según lo planeado. 

Podía intentar generar una estrategia general y cambiarla conforme las situaciones lo requirieran, como Sakura o Kakashi, pero eso le parecía una pérdida de tiempo. Con solo saber su objetivo principal bastaba, lo demás iría surgiendo. Siempre lo hacía.

Podría intentar prepararse con antelación, planear una sola estrategia y cuando llegara la hora, forzar al enemigo a hacer justo lo que necesitaba que hiciera, pero eso era algo que requería de demasiada capacidad de adelantarse a los hechos. Él era una persona más del “aquí y ahora” por lo que prefería dejarle ese tipo de cosas a Shikamaru.

Por último, en algún punto de su vida (Cuando el sol brillaba sobre una Konoha aún ingenua de lo que vendría en el futuro y lo único en lo que podía pensar era en lo aburridas que eran las misiones rango D), su atención solía desviarse a como Sasuke parecía saber todo acerca de lo que pasaba a su alrededor. Calculador, inteligente, rápido y realista, Naruto nunca supo con certeza si Sasuke actuaba según el momento o era del tipo que ya tenía el kunai afuera aún cuando no había puesto un pie por fuera de la aldea.

Si tuviera que adivinar, probablemente ambos no eran tan distintos el uno del otro en ese aspecto, prefiriendo seguir sus instintos en vez de un camino preestablecido. 

“Lo siento, pero mi cuerpo se movió solo.”

La única razón que se le podía ocurrir a porque entonces eran tan distintos el uno del otro se resumía en su forma de ver las cosas. Mientras Sasuke fijaba sus ojos en algo y dejaba que su cabeza apagara completamente todo lo demás, Naruto prefería tomar una visión más amplia del panorama, permitiendo a su corazón medir el peso de todo lo que estaba en juego. Esto último hacía que más de una vez, su mismo objetivo cambiara a favor de lo que sea que considerara más importante.

Normalmente, lo más importante para él no era aquello que todos esperaban… mucho menos lo que querían. Tal vez por eso, a los ojos de quienes buscaban tenerlo bajo control, Naruto nunca sería más que un niño revoltoso y sin una sola pizca de inteligencia en su cuerpo. 

Un huérfano que no tiene más remedio que ser problemático porque nadie le enseñó cómo comportarse.”

Mientras se paseaba por las calles de Konoha, un par de hermanos caminando junto a él, prácticamente abrazados el uno al otro, no pudo evitar sonreír con melancolía y permitirse aquel pequeño momento de paz. 

Si, tal vez era impulsivo, pero de no serlo entonces nunca habría podido ver aquel par de rostros, inicialmente aterrados, irse poco a poco iluminando con curiosidad por todo lo que sucedía a su alrededor. Si no le hubiera pedido el favor a Sakura de guardar el secreto del sharingan, entonces probablemente los hubieran tomado para investigarlos y, en el peor de los casos, torturarlos por información valiosa para la aldea.

Si, tal vez era tonto y lento, pero el también había crecido en el mismo mundo que todos los demás. Él sabía lo que sucedía cuando unos niños crecían sin ningún tipo de apoyo o cuidado. Él había tenido al viejo Hiruzen y al viejo Teuchi, a Iruka e incluso a Kakashi, pero mientras veía a los dos hermanos estremecerse de forma casi imperceptible ante cualquier ruido o apretarse aún más el uno contra el otro con cada nueva persona que pasaba junto a ellos, su mente viajaba a la imagen de tres niños abandonados por la sociedad que terminaron por convertirse en los villanos de una historia cuyo final pudo haberse evitado con dolorosa facilidad. 

Jiraiya había intentado salvarlos del destino trágico que la guerra había puesto sobre sus hombros, pero no logró hacerlo y terminó muriendo entre las manos que en algún momento guio para formar un primer sello. Al final, todo había sido por el dolor que venía con el odio de un mundo que no podía ver más allá de su propio beneficio. Su pecho se encogió ante la idea pero no tuvo más remedio que ignorarlo.

Si ser el “El ninja número uno hiperactivo cabeza hueca” significaba tener que asegurarse que niños inocentes pudieran realmente vivir como los niños que eran; entonces se enorgullecía de tener el título más gratificante e importante de todos.

—¿Qué les parece?

Llevaban caminando aproximadamente unos quince minutos sin decir absolutamente nada. Naruto se había asegurado de caminar despacio para poder mantener un ritmo cómodo para los niños, y eso les había permitido poder echarle un vistazo a todo el movimiento que había a su alrededor mientras él mismo intentaba analizarlos a ellos. 

Después del ataque de Pain, Konoha había quedado devastada y apenas ahora estaba siendo reconstruida. El proceso era lento y arduo, pero todos los aldeanos estaban trabajando duramente para recuperar su hogar, por lo que ver a personas sosteniendo madera u otros materiales de construcción por los caminos provisionales era algo bastante normal. 

—Es… es… colorida. —dijo el mayor mientras miraba a un grupo de personas comiendo en un restaurante que había abierto recientemente. 

El comentario lo tomó por sorpresa, haciendo que una pequeña risa se escapara sin poder contenerla. Ambos niños se detuvieron para mirarlo, confundidos, y Naruto pudo ver al menor moverse para quedar tras su hermano; sus manos yendo a aferrarse del borde de la camisa del chico.

—L-lo siento, es que, pues, creo que comparado con Amegakure cualquier cosa es colorida… —Intentó arreglar el error, pero por la forma en la que el mayor lo miraba; sus ojos casi tan fríos y afilados como un kunai hecho de hielo, supo que era demasiado tarde—. Yo… lo siento, no me quería burlar de su aldea, de verdad…

La expresión de ambos niños se mantuvo igual de cautelosa, forzando a Naruto a mirar alrededor en un intento desesperado de desviar el tema de conversación. Las personas pasaban y, aunque lo miraban extrañados por su nueva compañía, no hacían más que un gesto amable antes de continuar con su camino; el sol estaba cerca al ocaso, pero no lo suficiente como para diluir el cielo del azul vibrante que lo pintaba y, de alguna manera, todo parecía estar completamente estático dentro de una monotonía que no le daba chance de escapar. Estaba a punto de decir lo que sea que le ocurriera para escapar del momento incómodo, cuando una voz baja captó su atención.

—No es nuestra aldea… —A pesar de haber hablado en un susurro; Naruto estaba seguro de que hubiera sido imposible ignorar la profunda melancolía oculta en aquellas palabras—. No tenemos aldea. Amegakure no es nada para nosotros… Solo somos nosotros dos.

Un profundo dolor se comprimió en su pecho y bajó hasta su estómago, recordándole aquella época donde a veces el bosque alrededor de Konoha se sentía más como un hogar que la aldea misma. Después de todo, por lo menos en el bosque podía encontrar frutas o pescar algo para evadir el hambre cuando las decenas de cajas de ramen se veían de todo menos apetecibles. 

Mientras miraba directamente a esos ojos que comenzaban a reflejar más de lo que debían (tal vez por la creciente capa de humedad que los recubría, o por el claro dolor que se mezclaba con el mar en ellos), un amargo sinsabor empezó en su boca y lentamente descendió por su garganta; robándole la oportunidad de decir algo que pudiera reconfortar.

Unos pocos segundos pasaron y entonces, tal y como siempre lo hacía, Naruto tomó una decisión.

Ambos niños dieron un paso atrás en cuanto el rubio se movió para quedar frente a ellos y, estaba seguro que hubieran salido a correr de no haber sido porque, en un instante, él ya estaba arrodillado, mirándolos directamente a los ojos. 

En ese preciso instante Naruto no era el salvador de Konoha, tampoco un jinchuriki y mucho menos el protagonista de una profecía dictada incluso antes de su nacimiento. Lo más cercano a él era el personaje principal de un libro cuya historia nunca fue reconocida como la obra de arte que era; y cuyo autor había perecido sin la oportunidad de decir adiós.

Mientras miraba su propio reflejo en el mar de lágrimas que coloreaba unos ojos demasiado heridos y demasiado maduros para pertenecerle a alguien tan pequeño y tan frágil, dejó que aquella sonrisa que tanto dolía por fin saliera a la luz, y le permitió a su propio corazón latir en aquel ritmo que tanto le dolía recordar. Por un instante, toda la fuerza abandonó su cuerpo y en su alma solo quedó el crudo sentimiento de pérdida; arañando y gritando. Doliendo… 

Después volvería a ser optimista, mostrando una sonrisa brillante en vez de una rota. Después volvería a hacer el tonto para que los demás pudieran reír también. Pero ahora… ahora simplemente quería dejar de ser lo que tenía que ser.

Por un instante, Naruto se permitió recordar lo mucho que había perdido, porque sólo así sería capaz de jurar que nunca permitiría que algo similar sucediera una vez más. No a él… No a nadie.

Por un instante, Naruto se permitió ser Naruto.

—Ya no están solos… nunca más. Puede que no confíen en mí y lo entiendo perfectamente; pero les prometo que nunca más tendrán que repetir lo que sea que hayan vivido en el pasado. No están solos…  no mientras yo siga con vida. Es una promesa .

Si los niños le creyeron o no, eso era algo que nunca podría saber con certeza; pero mientras sentía una sola lágrima resbalar por su mejilla, estaba seguro que dentro del frío de aquella mirada, una débil llama de calidez se encendió.

 

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Ambos niños se mantuvieron igual de callados por el resto del tour por la aldea, pero de alguna manera (por lo menos el más pequeño), pareció relajarse un poco más; su cabeza moviéndose de un lado a otro con pequeñas sonrisas furtivas que se escapaban de vez en cuando al ver algo que le gustaba. Naruto simplemente hacía una nota mental de sus reacciones para el futuro. 

Continuaron caminando sin ningún rumbo en específico hasta que el sol comenzó a esconderse tras los árboles que rodeaban la aldea. El cielo tiñéndose de un hermoso color escarlata. 

No fue difícil decidir su próximo destino en cuanto escuchó el estómago de alguno de los hermanos rugir. Solo un lugar merecía el privilegio de mostrarles a un par de pequeños hambrientos por primera vez lo que algo de comida caliente podía hacer por uno…

El restaurante no era para nada como antes, las paredes estaban hechas de madera mientras lograban reconstruirlo a su antigua gloria. Aun así, el viejo Teuchi se encargaba de que todo aquel que entrara se sintiera bienvenido; por lo que apenas entró, el olor a ramen y la calidez del ambiente fueron suficientes para que tanto Naruto comenzara a salivar.

—¡Naruto, hola! —Teuchi lo saludo apenas salió de la parte de atrás del restaurante, donde estaba viviendo junto con su hija como antes de la devastación. 

Él alzó su mano en forma de saludo, y supo que había tomado la decisión correcta al ver la ternura con la que el hombre volteaba a mirar a los dos niños detrás suyo. Si alguien merecía el premio a la mejor persona del mundo, entonces ese era el viejo Teuchi.

—¿Quiénes son ellos? —Apenas se asomó para verlos mejor, su boca se abrió en una gran “O” y sin siquiera darle tiempo a Naruto de explicar, su ceño se frunció con indignación—. Naruto… —El tono de su voz hizo que un escalofrío recorriera su espalda—, ¿¡Cómo es que no me habías dicho que tenías hijos!?

¿¡QUE!? —Su mirada rápidamente volvió a los dos hermanos, que lo miraban con el mismo nivel de confusión ( ¿¡Y ofensa!? ), antes de negar con ambas manos en un intento de aclarar la situación—. Nononono, para nada, ellos no son mi hijos, ¡De veras! 

La cara de Teuchi no cambió en lo absoluto, aunque hubiera podido jurar ver algo de decepción en sus ojos—. Naruto, ni pienses que soy tan viejo como para dejarme engañar tan fácil, puedo ver claramente los ojos azules y las marcas en las mejillas de ese niño. Es imposible que no sea tu hijo.

—No le estoy mintiendo, ¡De veras! , no son mis hijos, ¡Y además uno de ellos es igualito a Sasuke! —Las palabras salieron sin que él tuviera que pensarlo, y no se dio cuenta de ello sino momentos después, cuando Teuchi se quedó mirando al más pequeño con seriedad. 

—Hmm, tienes razón, pero de igual forma, también tiene algo de parecido a ti. De hecho, una vez te fijas…

Naruto fijó su mirada en los hermanos por un momento antes de notar su incomodidad por ser el repentino centro de atención. Disimuladamente, intentó llamar la atención de Teuchi mientras se movía para cubrir a los niños detrás suyo, pidiendo tres ramen para llevar.

Luego de unos cuantos regaños más, los tres finalmente pudieron salir del restaurante con la comida en la mano. El viejo Teuchi podía ser bastante insistente cuando se lo proponía y en definitiva, la idea de no enterarse de primero que Naruto tenía hijos (Lo cual ni siquiera era cierto) fue lo suficientemente ofensiva para él como para cobrarle solo su plato y no los de los niños, a quienes les entregó los suyos con una sonrisa llena de cariño y un: “vuelvan pronto, les daré extra ración de cerdo”.

El chico mayor había murmurado un rápido gracias antes de tomar la bolsa que llevaba su ramen y el de su hermano como si, con tan solo demorarse más de un segundo en tomarla, nunca más la volvería a ver. Naruto solo negó cuando Teuchi lo miró preocupado, y con eso todo fue entendido. Los ojos del hombre se llenaron de una tristeza melancólica y las arrugas en su rostro se marcaron aún más a causa de su ceño fruncido; pero no dijo ni una sola palabra al respecto.

Una vez en medio de la calle y con el día habiéndose pasado en un instante; pensó en la mejor opción para mostrarle a los hermanos como se veía Konoha de noche, con solo un lugar compitiendo por el primer puesto.

—Conozco un sitio bastante pacifico y alejado de aquí… pero necesitamos caminar. —Los niños lo voltearon a mirar extrañados, pero ninguno dijo nada y simplemente lo siguieron sin rechistar.

Una media hora después, con la fría brisa ondeando suavemente y todos tres parados sobre los rostros de los kages, las caras de ambos chicos hablaban por sí mismas. 

Valió la pena el camino…

Ambos niños miraban hacia la aldea en la base del valle bajo ellos, sus ojitos brillantes con curiosidad y asombro, y sus bocas ligeramente abiertas. Su mirada se paseaba de un lado a otro, desde el gigantesco bosque que parecía extenderse incluso más allá del horizonte, hasta el mar de estrellas que les ofrecía el cielo despejado, una sonrisa sincera decorando aquella inocencia que hasta el momento, Naruto había temido que ya no estuviera en ellos.

Después de dejarlos admirar por un rato el panorama, Naruto los animó a sentarse cada uno con su plato de ramen mientras disfrutaban de las luces que brillaban abajo en una Konoha que, a pesar de no ser ni un cuarto de lo que era antes, aún podía fácilmente ser una de las imágenes más bonitas que había visto en su vida.

—¿Esto es lo que ve todos los días? —Por primera vez, uno de los hermanos (el mayor) decidió hablar sin necesidad de que hubiera una conversación previa. La noche definitivamente no podría mejorar más.

—Hacía mucho no subía aquí —dijo mientras la nostalgia se apoderaba de su voz—, pero si… antes solía pasar el tiempo aquí con mi maestro de la academia.

Miles de imágenes inundaron su mente, haciendo que su garganta se cerrara y sus ojos comenzaran a arder. Si algunas veces en la noche lloraba al recordar esos momentos de juegos y misiones simples junto al equipo 7, cuando todo estaba bien, eso era algo que solo su almohada y las cartas escondidas en su mesa de noche podían saber.

—¿Qué es esto? —Saliendo de sus pensamientos, Naruto volteo a mirar al más pequeño, y siguiendo su mirada confundida, se encontró con lo que pareció despertar la curiosidad del niño.

—Se llama Menma, son brotes de bambú. —Prefiriendo enseñarle mediante acciones antes que palabras, tomó uno de su propio plato y lo mordió, demostrando que era completamente comestible.

El niño se quedó mirándolo con algo de desagrado, volteando hacia su hermano en señal de ayuda. El chico miró su propio plato como si le hubiera hecho algo realmente ofensivo antes de tomar uno de los brotes para saborearlo cuidadosamente.

—Y… ¿Qué tal? —Naruto preguntó, su cuerpo tensándose en respuesta al rostro inexpresivo que no dejaba salir ni una sola pista de sus opiniones. Tras unos cuantos segundos en los que solo se dedicó a masticar, el par de ojos azules cayeron sobre los ojos de su hermano. 

Una mirada que hablaba por sí sola, eso fue la única advertencia que tuvo el pequeño antes de que su hermano se lanzará hacia su ramen para robarle todos los trozos de bambú que podía. 

—¡Oye! —En cuestión de segundos, Naruto fue rodeado por dos niños que corrían gritando y riendo, uno huyendo mientras intentaba proteger su ramen mientras el otro corría detrás de él con el hambre viva en su rostro— ¡Si están tan buenos déjame al menos uno!

—¡No, dame! ¡Quiero, quiero, quiero!

Naruto no pudo evitar soltar una carcajada ante la cómica escena, haciendo que ambos niños pararan su persecución antes de mirarse entre ellos y soltar una tímida sonrisa. Luego de eso, ambos volvieron a sentarse junto a él para disfrutar de su comida.

—¿Saben? —Comenzó Naruto luego de ver como los dos pequeños parecían un poco más cómodos que antes—, mi comida favorita es el Ramen y justo tiene un ingrediente que se llama como yo. —Sosteniendo el Narutomaki entre sus palillos, lo levantó para mostrárselo a los niños que lo miraban curioso.

—¿Te llamas como un ingrediente de Ramen? —El tono incrédulo del menor le resultó bastante entretenido, además de que la falta de aquella distancia con la que hablaba su hermano le dio a entender que poco a poco estaban bajando sus defensas.

—¿Interesante, no?, podríamos decir que era mi destino ser amante del Ramen. —La imagen de su maestro vino a su mente junto con una oleada de nostalgia. Ya sea por el destino o no, ese nombre sostenía un valor invaluable, y era algo que no pensaba echar a perder entre las lágrimas que querían escapar.

Los oscuros ojos del pequeño se quedaron mirándolo por un momento más, antes de soltar una última mirada juzgadora y volver a mirar a su hermano; quien estaba atento a su conversación.

—Deberías llamarte Menma. —Naruto no pudo evitar sentir curiosidad ante aquellas palabras—. Es tu destino ser un ladrón de Menma, entonces ¿por qué no llamarte así?

—¿Ah sí —Su hermano lo miró con un cierto aire de suficiencia—, y entonces por qué no te llamas ramen si tanto lo amas como para no darme?

No tomó mucho antes de que los dos hermanos volvieran a discutir, una vez más corriendo uno tras el otro mientras se gritaban nuevos apodos que en algún momento dejaron de estar relacionados con comida y ahora eran simplemente nombres de animales o cosas al azar. Ah… si, puesto de mercado y kunai torcido, unos nombres hermosos . Naruto los veía desde su lugar, disfrutando de los juegos infantiles de dos pequeños que, podía suponer, se habían perdido de la oportunidad de jugar así en mucho tiempo.

Una vez terminó con su propio plato se paró para recoger los otros dos (que no habían durado más de cinco minutos), pero entonces un grito vino de la dirección donde estaban los niños. En cuanto volteo a ver que pasaba, Naruto no alcanzó a procesar del todo la situación antes de salir corriendo hacia el filo de la roca.

¡HERMANO!

—¡Menma, quédate aquí! —El chico ni siquiera tuvo tiempo de voltear antes de sentir la ráfaga de viento que dejó Naruto al lanzarse al vacío, en dirección al más pequeño de los hermanos quien estaba siendo abrazado en cámara lenta por los brazos de la muerte.

Invocando múltiples clones para lograr hacer una cadena que lo mantuviera conectado al pico de piedra, alcanzó al niño antes de abrazarlo para cubrirlo de cualquier daño y, una vez sintió al pequeño aferrarse a él, Naruto dio la orden, haciendo que en un instante ambos quedaran colgando a varios metros de la tierra, siendo sostenidos por sus clones sobre una caída que significaba una muerte segura… por lo menos para el pequeño en sus brazos.

Una vez seguros de que ya no tenían más riesgo de caer, se balancearon hasta alcanzar el filo de la nariz de la imagen del cuarto hokage. Naruto saltó para quedar encima, y se las arregló para mantener el equilibrio en la curvatura de la roca.

Asegurándose de tener la suficiente estabilidad como para no resbalar, bajo su mirada al rostro oculto contra su pecho—. ¿Estás bien?  

Volteando a mirarlo con las mejillas llenas de lágrimas, la humedad en los ojos de ónix los hizo brillar bajo la luz de la luna—. Mi hermano, q-quiero a mi hermano. 

Naruto sintió un pinchazo en el pecho al verlo y, sin perder un segundo, calculó cómo ascender rápidamente hasta la cima de la montaña, donde aún estaba el otro pequeño esperándolo (o al menos eso esperaba). 

—¿Sabías? Este es el cuarto hokage. Mi papá… —dijo, casi en un susurro, como si estuviera probando cómo se sentía la palabra al salir de sus labios. Su corazón latió con fuerza, pero decidió ignorarlo. No era el momento.

Naruto comenzó a hablar mientras tomaba un kunai de su bolsillo y saltaba hasta una de las paredes de piedra que formaban el cabello de la imagen. Necesitaba que el niño estuviera tranquilo y lo único que se le había ocurrido en ese momento fue recurrir a distraerlo, hablando de las historias que le había contado Iruka en su momento acerca del cuarto. Dolía, pero de alguna forma también le resultaba extrañamente agradable. 

El silencio reinó por un momento mientras Naruto revisaba la roca para ver cuál sería el punto más óptimo para seguir subiendo, pero luego de un momento, pudo escuchar un murmullo contra su pecho, instándole a seguir con su historia.

—Bueno, el fue un shinobi grandioso, le decían “El relámpago amarillo de Konoha” y era muy fuerte. —Se balanceó una vez más, alcanzando a generar el impulso suficiente para saltar hacia arriba mientras sacaba otro kunai para volver a sostenerse de él.

—¿Relámpago? 

—Si, era el ninja más rápido de su tiempo y era muy inteligente ¡Incluso fue capaz de crear nuevos jutsus! —Naruto dio un último salto hasta que pudo agarrarse de uno de los picos más bajos que formaban el cabello de la figura—. Y ni hablar de su valentía ¡fue capaz de enfrentar al zorro de las nueve colas por su propia cuenta!

El niño se tensó por un momento entre los brazos de Naruto, haciendo que se preocupara de si estaba siendo muy brusco, pero al poco tiempo volvió a preguntar en voz baja—... ¿Zorro?

Para cuando alcanzaron el alto de la montaña, el pequeño en sus brazos lo miraba atento, preguntando y comentando acerca de cada una de las historias que le contaba. 

—¡Hermanito! —En cuanto vio al segundo niño corriendo hacia él, Naruto supo que no podría resistir el peso de ambos, pero no tenía el corazón para quitarle a los hermanos ese momento, por lo que solo le quedó resignarse al dolor de caer sentado después de la embestida que recibió por parte de un hermano mayor preocupado.

En un instante, Naruto tenía a dos niños sobre él, abrazándose con tanta fuerza que parecía que se iban a volver uno solo.

—Lo siento, yo me resbale y no alcance a… Perdón. — La voz del menor se fue rompiendo de a poco, hasta que se soltó a llorar contra el pecho de su hermano, quien solo lo cobijó en un abrazo y comenzó a murmurar palabras bonitas.

De un momento a otro, Naruto se sintió como un extranjero en un país del que nunca había escuchado antes. Aquella familiaridad con la que se abrazaban los niños provocó una sensación extraña en su pecho, algo que podría pasar por envidia, pero en realidad se sentía más profundo y más doloroso que unos simples celos.

—Señor Naruto… —Alzando la mirada, fue recibido por la expresión más sincera que cualquiera le había dirigido en su vida—. Gracias…

Le tomó unos momentos recomponerse, pero luego de asimilar aquella mirada llena de gratitud, solo pudo sonreír en respuesta, antes de llevar una de sus manos a rascarse la cabeza—. No fue nada y no es necesario el “Señor”. Me hace sentir viejo.

Por un segundo, ambos niños se quedaron en silencio hasta que el menor susurro de forma casi inaudible—. Te pareces a él… 

—¿Hmm, a quien? —Naruto preguntó, confundido.

—Al cuarto hokage… 

Le tomó un momento entenderlo, pero en cuanto el significado de esas palabras se asentó en su mente, sintió sus mejillas calentarse por la vergüenza. Le había dicho que el cuarto era su padre, pero de alguna forma, sentía que esas palabras iban más allá de la apariencia física o de la personalidad (las cuales de por si habían sido pobremente descritas por Naruto). Su respiración se quedó atrapada en su garganta y sus ojos se humedecieron. Pero estaba feliz. Dolía… pero estaba feliz—. ¿Tú crees?... No creo que sea tan grandioso, pero gracias.

Los tres se quedaron ahí por unos minutos más mientras se terminaban de recomponer hasta que Naruto decidió pararse, ayudando a los dos niños a ponerse de pie. Recogieron todos los platos que habían quedado olvidados en medio del ajetreo de antes y estaban a punto de comenzar su caminata de regreso a la aldea, cuando Naruto noto al mayor de los hermanos detenerse; mirando unos pocos restos de ramen que se habían regado sobre la piedra.

—¿Todo bien? —Naruto preguntó mientras se detenía, el más pequeño parando a su lado.

—Cuando salió corriendo por mi hermano —Comenzó, su mano izquierda yendo a reposar en su brazo derecho en un semi-abrazo—, me llamó… Menma.

Naruto recordó el momento y de inmediato intentó disculparse por su desliz, pero no alcanzó a decir nada antes de que el pequeño volviera a hablar.

—Dijo que su nombre es Naruto… Que tal vez el destino le había dado ese nombre… —Su mano se cerró aún más sobre su brazo, sus uñas ( ¿Eran así de largas? ) clavándose sobre su piel, haciendo que Naruto se preocupara de que se hiciera daño—. Usted cree que…

Una brisa suave pasó entre ellos, y con ella el frío de la noche se hizo presente como un testigo de aquel momento de vulnerabilidad. Naruto se quedó mirándolo mientras intentaba pensar en que era lo que tenía que decir en ese momento, pero al ver como unas cuantas gotas se resbalaban por las mejillas marcadas por aquellos bigotes tan familiares y a la vez tan intrigantes; las palabras salieron sin necesidad de pensarlo dos veces.

—Está haciendo frío. —El chico subió la mirada y Naruto sonrió, porque simplemente eso era lo que su corazón le dictaba—, que tal si regresamos a la aldea, ¿si, Menma?

Aquellos ojitos celestes lo miraron con un mar de emociones indescifrables. Tal vez había sorpresa, tal vez incredulidad, incluso un poco de confusión. Muy en lo profundo, también podía verse un gran dolor. Pero al final, la única que Naruto alcanzó realmente a identificar fue una felicidad tan pura que podría contagiar a cualquiera que lo viera.

—¡Si! —Limpiándose las lágrimas, Menma salió corriendo hacia ellos con una gran sonrisa en su rostro, tomando la mano de su hermanito en la suya mientras lo miraba con un gran cariño. 

—Yo también quiero un nombre… —La mirada de Naruto se desvió de Menma para ver un pequeño puchero tras unos mechones negros como el cielo sobre ellos. Sin quererlo, una risita nació en su pecho mientras se recordaba a sí mismo refunfuñando porque iruka no le quería prestar su bandana.

Ambos niños lo voltearon a ver extrañados, pero sin molestarse en lo más mínimo, Naruto se arrodilló y llamó al mini-Sasuke (con aires de rubio rebelde) con una mano.

—Hmm... —Naruto hizo una mueca pensativa, para molestarlo un poco. Había notado que parecía ser más impaciente que su hermano, y sería tonto de el desperdiciar la oportunidad para sacarle de quicio—. Creo que nunca te dije el nombre del cuarto hokage, ¿No es así?

Los ojos del niño se iluminaron al escucharlo, y pronto negó—. No, ¿puedo saber cómo se llamaba?, por favor.

Podía notar como el pequeño tenía cosas que eran de alguna forma similar a lo que había podido ver de su padre. No hablaba muy alto y claramente eran completamente distintos físicamente, pero no tenía miedo a preguntar cuando quería saber más detalles; su voz más bien tranquila y amable; al igual que la forma en la que miraba. 

—Bueno, es curioso —Naruto dejó de hacer muecas y lo miró con una sonrisa en sus ojos—, Se llamaba igual que tú, Minato .

El niño se quedó mirándolo por un momento con sus ojos bien abiertos, antes de voltear a mirar a su hermano, como pidiendo permiso. Menma, quien se veía intrigado y algo sorprendido por la expresión de su hermano, no hizo más que sonreír mientras subía sus brazos a reposar detrás de su cabeza.

—Podrás ser Minato para todos, pero para mi siempre serás ramen. —Naruto rio ante esas palabras, pero rápidamente se tragó sus carcajadas cuando escuchó unos sollozos bajos.

—¿¡Qué pasó!? —Naruto comenzó a mover sus manos en un intento de abrazar al pequeño frente a él ( Minato ), pero no se sentía con el derecho, por lo que al final solo terminó haciendo movimientos extraños mientras buscaba cómo darle confort—. Está bien si no te gusta, podemos buscar otro nombre si…

—¡No! —Volteando a mirar a Naruto mientras negaba, aquellas orbes negras reflejaron las estrellas gracias a las lágrimas que se resbalaban desde ellas. Sin duda el cielo se veía mil veces más lindo a través de unos ojos esperanzados—, me gusta, en serio. Quiero ser Minato

Naruto se quedó admirando las miles de galaxias que se reflejaban en aquellos ojos por unos segundos más antes de sonreír con dulzura, una de sus manos yendo a parar en la cabeza de Minato como una muestra de cariño. Algo leve, pero que esperaba que el niño pudiera entender.

—Muy bien, Menma, Minato —Ambos sonrieron alegremente al escuchar sus nuevos nombres siendo pronunciados—, vamos a casa ¿si?

 

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En cuanto llegaron a la casa, Naruto se dio cuenta de su primer error. Todo estaba hecho un desastre. Habían bolsas de basura en casi todas las esquinas de la sala, su nevera estaba más vacía de lo normal (Lo cual ya era mucho decir teniendo en cuenta que su dieta se basaba en un noventa y nueve por ciento en ramen), y el polvo parecía cubrir cada superficie del lugar.

La casa parecía haber sido abandonada en el tiempo, y a pesar de haber sido construida hacía muy poco, sin darse cuenta, había permitido que la suciedad se apoderara del lugar como si nadie viviera allí. 

—Bueno… Lo siento por el desorden, no recordaba que la casa estaba así. —Sintió sus mejillas arder por la vergüenza mientras se volteaba para ver a ambos niños atrás suyo. Una mano yendo a parar a la parte trasera de su cabeza de manera inconsciente—, en seguida me encargo de esto ¡solo denme un segundo!

Rápidamente juntó sus manos en un sello y de inmediato cinco clones aparecieron frente a él, listos para encargarse de la limpieza mientras él se ocupaba de darle un pequeño tour a los niños por la casa—. Muy bien. —Volviendo su atención hacia sus invitados, frunció el ceño al ver a Minato más tenso, oculto detrás de un Menma listo para el combate—. ¿Niños?

Minato se sobresaltó y rápidamente fijó su mirada en él, como si estuviera asustado de que en cualquier momento fuera a atacar. Menma por su parte se acercó más a su hermano, moviendo su mano frente a él disimuladamente en señal de defensa.

—Minato, ¿Estas bien? —Intento hablar con suavidad, relajando su postura y alivianando su mirada, negándose a desperdiciar aquella pizca de confianza que habían ganado antes. 

Ya había decidido que iba a ganarse la confianza de ambos niños; y eso implicaba demostrarles que fuera lo que fuera que hubiera ocurrido en su pasado, siempre existirán buenas personas dispuestas a mostrarle la luz a aquellos perdidos en la oscuridad. Personas que realmente pueden valorar a alguien que ha sido abandonado por el mundo. Iruka le había enseñado eso a él, Jiraiya también lo había hecho, y ahora era su turno de iluminar el camino de alguien más.

Los ojos de Minato comenzaron a saltar de un lugar a otro, y a pesar de que le tomó unos segundos, al final Naruto entendió la razón. Estaba asustado por los clones—. Minato…

—Estamos bien. —Menma rápidamente lo interrumpió, terminando por cubrir el cuerpo de su hermano mientras lo miraba con una sonrisa suave que hizo retorcer a su estómago—. Pero creo que estamos algo cansados después del camino de regreso. ¿Estaría bien para nosotros si nos acostamos en algún lugar?

Su pecho dolió de manera familiar, pero no era el momento para ponerle atención a eso, así que simplemente asintió y se disculpó por su falta de hospitalidad, guiándolos hacia su propia habitación, donde por suerte todo estaba mucho más organizado que afuera—. Mi cuarto está en el segundo piso, estoy seguro de que ambos pueden dormir en mi cama. Yo dormiré en la sala. 

Los niños lo siguieron en silencio y con movimientos calculados, más que todo Menma, quien escaneaba todo a su paso de arriba a abajo. Desde la entrada a la cocina hasta cada escalón antes de pisarlo, nada se escapaba de ser cuidadosamente analizado por el. 

Tras cruzar el pasillo del segundo piso, llegaron a la entrada del cuarto, donde antes de abrir la puerta, vio por el rabillo del ojo a Menma lanzándole una mirada seria a Minato. 

Decidido a darles todo el tiempo que necesitaran para acostumbrarse a todos los cambios, no tuvo ninguna intención de detener esa complicidad entre ambos y simplemente siguió hasta su mesa de noche, sacando todos sus papeles, pergaminos y tintas para buscarles un nuevo lugar mientras preparaban una nueva habitación para los hermanos—. Para cualquier cosa que necesiten me pueden llamar, yo voy a dormir abajo en el sofá. No importa lo que sea, tan solo tienen que salir y despertarme, o solo griten y estaré aquí en un instante, ¿Ok?

Menma se quedó mirándolo fijamente antes de asentir, haciendo una reverencia que Minato no tardó en seguir—. Muchas gracias por su hospitalidad, prometemos no ser una molestia.

— Tranquilos, les aseguro que no lo son. —Con una última sonrisa, salió del cuarto, cerrando la puerta tras él.

Una vez fuera de la vista de ambos hermanos, Naruto cerró los ojos por un momento antes de bajar y pararse en la mitad de su sala, viendo a sus clones limpiar todo a su alrededor mientras él solo sostenía fuertemente los papeles en sus brazos.

… ¿Qué demonios está pasando?

El haber encontrado a dos niños cuyos orígenes desconocía completamente, y los cuales compartían una apariencia que fácilmente podría ser el resultado de una mezcla entre el y Sasuke, ya de por sí es algo que no había esperado tener como resultado de su inocente visita a Amegakure, pero lo que lo dejaba completamente a la deriva acerca de ellos era la imagen de los ojos de Minato brillando en un rojo más vibrante que el de cualquier atardecer.

—Mierda… —Soltando un suspiro que hacía mucho tenía atrapado en su pecho, dejó sus cartas en la mesa del comedor y deshizo a los clones, prefiriendo encargarse del resto de la limpieza de la casa por sí mismo para poder distraerse de la melancolía que comenzaba a agobiarlo. 

Tenía que admitir que el lugar estaba hecho un desastre, e incluso alcanzó a ver una cucaracha corriendo a esconderse a quien sabe donde mientras movía algunas bolsas tiradas en la cocina. ¿Hace cuánto no me ocupo de… esto?

Irónicamente, la respuesta estaba en la punta de su lengua mucho antes de que la pregunta naciera en su mente; siempre queriendo salir en medio de lamentos que ya fuera por un sentimiento de determinación ( temor ) o un acto de fortaleza ( debilidad ), había decidido que no valía la pena expresar. Él era consciente que desde la batalla con pain no había tenido el tiempo ( motivación ) como para arreglar o siquiera acomodar un poco aquel espacio que los aldeanos le habían regalado como agradecimiento. Siempre estaba yendo de un lado al otro, buscando a quien ayudar o qué hacer para reconstruir la aldea.

Aún así, en la intimidad de su mente no paraba de repetirse el mismo cántico desesperado de siempre. Demasiado, todo esto es demasiado y no lo quiero, no quiero nada , solo a ellos… 

Si lo destruyes todo, entonces no tendrás nada más por lo que sufrir.

Naruto sintió un escalofrío recorrer su espalda, pero no dijo nada, prefiriendo seguir con sus pensamientos en vez de continuar con una conversación que no creía estar listo para afrontar aún. En un inicio se había negado a aceptar la pequeña casa, alegando que habían personas que necesitaban el espacio más que él y que fácilmente podría conformarse con una carpa como la mayoría de los demás habitantes, pero todos habían insistido en que ese era una manera de mostrar su gratitud ante “El héroe de la aldea” por lo que al final (Con un poco de persuasión por parte de Shikamaru y unas cuantas amenazas de Sakura), terminó aceptando a regañadientes. De ahí, fueron sus amigos quienes le ayudaron a amueblar todo. 

¿Ahora si eres importante? ¿Ahora si eres un héroe? No valen la pena... ¿Qué sucedió con el demonio al que insultaban y golpeaban?

Iruka y Kakashi le habían conseguido varias cosas para su cuarto, desde la cama hasta el armario donde guardaba toda su ropa. Shikamaru, Chōji y Kiba se habían encargado de coordinar con los aldeanos para hacer todos los muebles necesarios para tener un lugar funcional. Lee había llegado un día con varios elementos para ejercitarse, mientras que Neji y Tenten se habían apropiado de reabastecer todas las herramientas ninja que había perdido.

Ellos te temen… vieron mi poder y no saben cómo controlarme, como controlarte ; pero quieren hacerlo, porque así son todos.

Sakura le había llevado la vajilla junto con algunas ollas para poder cocinar, alegando que necesitaba dejar de comer ramen todo el tiempo y que una dieta nutritiva lo ayudaría a recuperarse luego de todo lo ocurrido con Pain. En sus palabras: “Su cuerpo se había recuperado a una velocidad demasiado alta, y eso le costaría caro por la cantidad de energía que tomó”, y tenía que descansar apropiadamente o las consecuencias de haber liberado ocho colas lo afectarían gravemente a largo plazo.

Viste el miedo en sus ojos cuando dijiste su nombre, cuando no le permitiste seguir insistiendo… ¿No es así?

También estaba el sofá que le había llevado Sai, junto con unos cojines naranja con negro que en su opinión eran feos, pero no tuvo el corazón de comentarlo cuando le dijo que había leído en un libro que, cuando un amigo se sentía mal, llevarle un regalo que le gustara y además fuera funcional, era una buena forma de hacerlo sentir mejor: “Y entonces pensé que un sofá es muy funcional, porque puedes dormir, sentarte o comer en el… si es que eso quieres. Y tu color favorito debe ser el naranja porque siempre usas ese color”

Tsk…

Curiosamente, ese recuerdo hizo que su corazón doliera. Sai había tenido razón en todo (mas que todo porque ese sofá seria donde dormiría ahora que tenía a dos personas más quedándose ahí), excepto por lo último. Su color favorito solía ser el naranja, porque le recordaba a esos bellos atardeceres que veía junto con iruka en la montaña de los kages. Pero hacía tres años, el naranja se había vuelto más como su marca, algo que lo identificaba, más no su color favorito. Ese puesto solo lo podía ocupar el negro, porque era en la noche, soñando con un par de ojos de ese hermoso color, que por al menos un momento, lograba encontrar la paz.

El zorro no volvió a decir nada, permitiendo a Naruto suspirar aliviado. Una vez terminó de poner todo en orden, la casa se sintió un poco menos fría que antes, e incluso podía ver como, sin darse cuenta, había organizado algunas cosas de manera similar a lo que era su antiguo apartamento. Aún así, no se sentía como su viejo hogar y la sola idea de llegar a “casa” para solo ser recibido por el silencio de la soledad le dolió más que nunca.

Sus pies lo llevaron a sentarse en su sala mientras que sus manos, en una danza que ya tenían memorizada, rápidamente buscaron una pluma para comenzar con aquella rutina nocturna que tantas veces lo había hecho desvelarse en medio de memorias y sollozos.

Su mano levitó durante unos segundos sobre la nueva hoja que, vacía, lo tentaba a simplemente derramar toda la tinta sobre ella, para después burlarse engreída de su incapacidad de superar todo aquello que había sucedido. Como ya era natural en él, ignoró sus deseos de hundirse en la desesperación y empezó a imaginar a quién irían dirigidas sus palabras esta vez.

 

Sabio pervertido

 

Gracioso, pero no.

 

Sabio pervertido

 

Querido Maestro Jiraiya

 

El querido definitivamente sobraba, pero aun así, no era precisamente a él a quien le quería hablar esta vez.

 

Sabio pervertido

 

Querido Maestro Jiraiya

 

Papá…

 

Su ceño se frunció con molestia mientras se quedaba mirando aquella palabra. No era la primera vez que le escribía a su padre después de haberlo conocido, y tampoco le era extraña la idea de acudir a la pluma y el papel para poder imaginar lo que se sentía hablar con aquellos que no estaban ahí (Después de todo, la primera vez que lo hizo fue justo después de enterarse de la muerte de su maestro), pero por algún motivo, ninguna dedicatoria parecía funcionar. O por lo menos, ninguna a la cual se atreviera a nombrar. 

Tal vez no es necesario escribir un nombre si al final esa persona nunca lo va a leer…

.

..

Una última mirada por la ventana hizo que Naruto se fundiera en una conversación con la luna, con la esperanza de que ella llevara el mensaje hasta su destinatario. De esa forma, su mano comenzó a moverse por voluntad propia hasta que un nuevo poema fue terminado.

Notes:

¡Buenas, buenaaaas! Aquí Songs&Poetries.
¿Cómo me les trata la vida? :D
Para ser sincera, este capitulo me costo bastante precisamente porque no sabia donde cortarlo, además de que quería hacerlo mas largo de lo normal en celebración que ya casi llegamos a los 100 hits, pero bueno... de todas formas siento que por lo menos llegamos a una parte bastante necesitada, EL NOMBRAMIENTO DE LOS BABYS. Ya nos mas niño/chico/pequeño de parte de Naruto, lo cual agradezco enormemente ;-;
Por otro lado, recuerden dejar su comentario con opiniones, sugerencias o teorías. Estaré encantada de leerlos.
Tomen mucha agüita, coman bien, duerman sus 8 horas mínimas y espero que tengan un excelente día/noche/madrugada.
¡Nos vemos dentro de una semana, byeeeeeee!

Chapter 6: Acompáñame a dormir (Y no me abandones en mis sueños)

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

En cuanto puso un pie dentro de la casa, lo primero que notó fue la falta de grietas recorriendo las paredes del lugar. Lo único que podía ver era un pasillo corto, con una puerta al lado derecho y un arco al izquierdo que daban paso a lo que, suponía, eran más habitaciones. Unas escaleras llevaban hacia un segundo piso y en el final del pasillo, donde la falta de luz no le permitía distinguir casi nada, alcanzaba a ver una puerta más, un vidrio alargado con lo que parecían patrones, decorándola en su mitad. 

No había mucho más que la simple arquitectura de la casa, pero de alguna manera, se sentía mucho más cálido que cualquier otro lugar que hubiera conocido antes. No era para nada comparable a los largos y estrechos callejones que reinaban en Amegakure, y mucho menos se parecían a la roca, húmeda y fría, que estaba presente en cada una de sus pesadillas.

Entonces, Naruto se adentro unos pasos más en la casa y presionó un interruptor.

La luz reclamo cada esquina del lugar, bañando el espacio con un nuevo color similar al del sol cuando se encontraba en su punto más alto. Se veía brillante, hermoso, y algo dentro de Minato, atrapado entre ese suspiro que sus pulmones se negaban a soltar y el nudo que bloqueaba su garganta, saltó con una felicidad que nunca había sentido antes. 

Por primera vez en su vida, Minato sintió una pequeña flama de esperanza arder en su corazón ante la idea de poder alejar la oscuridad de sus eternas noches. Tal vez, y solo tal vez, no tendría que dormir rodeado por las sombras que tanto odiaba, sino que podría confirmar, con toda seguridad, que los brazos que lo sostenían eran los de su hermano, en vez de los de muchos monstruos que lo acechaban en cuanto cerraba los ojos.

Naruto los invitó a seguir, con esa sonrisa que poco a poco se volvía más natural para él adornando su rostro, pero su aparente alegría no duró mucho antes de que su expresión se disolviera a una de pánico e incredulidad. 

En el instante en que Naruto prácticamente desapareció tras el arco, su hermano rápidamente se puso frente a él para protegerlo de lo que sea que hubiera ganado esa reacción de parte del  rubio. Ambos se quedaron unos pocos segundos a la espera de que el bullicio de una batalla estallara, pero cuando nada pasó y lo único que pudo escucharse fue un quejido cansado que claramente venía de Naruto, una sola mira de su hermano fue suficiente para que Minato comenzará a avanzar junto a él por el pasillo. Sus pasos suaves e insonoros, porque esa era la mejor opción ante un riesgo inminente.

Lo primero que noto al asomarse a la habitación, fue el gran sofá que se encontraba en la mitad de la misma; varios cojines de color naranja y negro dispersos sobre el (incluso había uno encima de la mesa de centro). No estaba organizado, y Minato no pudo evitar sentir un gran deseo de acomodar todo como se debía; pero aún así, una extraña sonrisa se asentó en sus labios al darse cuenta de lo vivo que se veía. De lo sincero que se sentía. 

Desde muy joven, Minato aprendió que la perfección era sinónimo de dolor. Simplemente una máscara que buscaba ocultar todo aquello que estaba mal, porque siempre hay algo mal. Pero esto… no había forma de que algo tan bello pudiera ser un engaño.

—Bueno… Lo siento por el desorden, no recordaba que la casa estaba así. —Su atención fue atraída de vuelta a la realidad en cuanto escuchó la voz de Naruto, pero no alcanzó a registrar el resto de sus palabras antes de que unos clones aparecieran alrededor de ellos. 

Nos están rodeando .

Sus músculos se tensaron y de inmediato, toda su atención se centró en buscar una forma de escapar. ¿Ventanas?, ¿Puertas?, ¿Grietas?. Eran cinco clones en total y estaban bloqueando todas las posibles salidas, no había forma de huir exceptuando por el mismo pasillo por el que habían entrado. Es una trampa, no podemos devolvernos, nos tiene atrapados. Hay que pelear. Hermano. ¿Qué hago?¿¡Qué hago!?…. ¡Hermano!

Una mano fue a parar en su hombro, y cuando volteo a mirar, los ojos azules de su hermano lo bañaron con una cascada de sentimientos antes de guiarlo suavemente tras él, brindándole la seguridad suficiente como para que su cuerpo (no sabía en qué momento había comenzado a temblar), pudiera relajarse por unos instantes.

—Muy bien. ¿Niños?

Minato dio un ligero respingo, pero rápidamente se recompuso y volvió a mirar a Naruto directamente a los ojos, sus labios presionados en una delgada línea para intentar disimular la manera en la que los sentía temblar.

—Minato, ¿Estas bien?

No sabia que responder ante eso… No era algo que hubiera escuchado antes y mucho menos era algo para lo que hubiera practicado junto a sus hermanos; después de todo, entre ellos nunca habían necesitado palabras para realmente saber lo que sentían. 

¿Qué se supone que tenía que responder ante un “Estas bien”?... Tal vez un sí bastaría, pero una vez más, por lo que había podido entender, Naruto era alguien que apreciaba la verdad. ¿Decir “No” tal vez lo salvaría de una paliza, pero entonces qué pasaría con su hermano?... El también estaba asustado, la piel de sus manos estaba casi blanca por la fuerza con la que las cerraba, y su chakra estaba fluctuando un poco más rápido que antes… ¿Acaso Naruto lo había notado?

La poca tranquilidad que había conseguido gracias a aquel tiempo en la montaña de los hokages, se evaporó, dejando atrás una gran ansiedad que de inmediato lo transportó a un día antes, cuando estaba huyendo de los mismos clones que ahora lavaban platos y cargaban bolsas de basura ( ¿De donde salieron? ) torpemente.

 

<< >>

 

Su sola mirada, casi tan azul como la de sus hermanos, había sido suficiente como para que entendiera que estaban lidiando con alguien más peligroso de lo normal. Esa sonrisa que sabía que solo era una fachada, y las preguntas personales solo habían logrado confirmar sus sospechas. ¿Nos está buscando?... ¿Sabe que somos?

Su hermano mantuvo sus ojos fijos en aquel ninja extraño por unos segundos más antes de voltear el rostro lo suficiente como para susurrarle una última orden.

Cuídalos…  

Aquellas palabras fueron como una cuchillada en su corazón, pero no podía hacer nada cuando aún estaban frente a una amenaza inminente, por lo que cerrando sus puños en la tela de su camisa, esperó a que su hermano lo mirara. Tan solo un segundo sería suficiente para hacerlo cambiar de opinión. 

Pero él también lo sabía, por eso nunca lo hizo.  

 

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—Estamos bien. —La voz de su hermano lo trajo nuevamente a la realidad, recordándole que las gotas de lluvia ya no recorrían su piel y que aún seguían juntos. Cuando volvió a mirar hacia arriba, pudo ver esa sonrisa que su hermano hacía cada vez que buscaba escapar de algo ileso… Una hermosa máscara tejida delicadamente con engaños que iban más allá de lo que cualquiera podía descifrar. A Minato no le gustaban las mentiras, pero daría lo que fuera para ver a su hermano decirlas con tal de admirar esa bella habilidad—. Pero creo que estamos algo cansados después del camino de regreso. ¿Estaría bien para nosotros si nos acostamos en algún lugar?

Cuando Naruto los guio hasta el segundo piso, Minato se centró en pisar en las mismas partes que lo hacía su hermano, mientras que mantenía sus manos aferradas a su brazo y buscaba atento cualquier indicio de peligro. No podía olvidar que estaban en el territorio del enemigo.

Una vez llegaron al cuarto donde se suponía que debían de quedarse, su hermano se inclinó en una reverencia practicada y él lo siguió apresurado, tratando de verse lo más seguro y respetuoso posible. Le faltaba destreza, lo sabía, pero su hermano siempre le había dicho que él era el más delicado de todos, por lo que aún sostenía la esperanza de no haberse visto demasiado ridículo mientras le rendía respeto a Naruto—. Muchas gracias por su hospitalidad, prometemos no ser una molestia.

—Tranquilos, les aseguro que no lo son. — La sonrisa en el rostro de Naruto se veía pacífica, pero detrás de ella había algo que Minato no fue capaz de identificar. Como una mezcla de colores que te llamaban a respirar profundamente pero también te dejaba con un ligero sinsabor. Blanco y gris… ¿Algo de naranja y un poco de azul, tal vez?

Definitivamente no era algo que él quisiera llegar a experimentar. 

Luego de que Naruto los dejara solos en la habitación, Minato volteo a mirar a su hermano, cuyos ojos estaban entrecerrados, incluso más afilados que los shuriken que guardaban en su refugio. Entendiendo aquella expresión, se volteó casi al mismo tiempo que su hermano para comenzar a adentrarse con practicado sigilo en el cuarto.

Sus ojos escanearon la habitación de arriba a abajo, sus pies moviéndose con cuidado para evitar pisar cualquier trampa oculta bajo ellos, y sus manos pegadas a su cuerpo con tal de no enredarse en ningún hilo bañado en algún tipo de veneno o sustancia peligrosa. Al final, tras unos cuantos minutos así, los dos llegaron a la conclusión de que no había nada peligroso; lo que era bastante preocupante por sí solo, sin contar con el hecho de que Naruto los había dejado quedarse ahí sin ningún tipo de supervisión. ¿Qué es lo que quiere?... No tiene sentido dejarnos solos…

— No veo nada extraño, ¿Y tú?

Negando suavemente, intentó dar una última ojeada con aún más cuidado. Si de verdad estaban sin ningún tipo de restricción, entonces fácilmente podrían irse en cualquier momento; pero eso no tendría ningún sentido, así que la única explicación posible era que Naruto estaba cien porciento seguro de que ellos no intentarían nada (Lo cual no podía saber con ninguna seguridad), o no estaba preocupado por un intento de escape porque sabía que no tendrían éxito.

—Debemos de estar rodeados… O tal vez él tenga algún jutsu para monitorear nuestra ubicación. —Su hermano mayor caminó hasta la ventana que había al lado de la cama, mirando hacia afuera como si tan solo estuviera admirando la vista, cuidándose de no mostrar ningún interés en querer escapar en caso tal de que de verdad los estuvieran vigilando. Una vez más, Minato no pudo sentir más que admiración por él.

—¿Y bien?... ¿Hay alguien afuera?

—No veo nada, pero creo que no hay nadie, ¿Puedes verificar?

Minato asintió y adentrándose unos pasos más en la habitación, cerró sus ojos para intentar centrarse en cualquier chakra ajeno. 

Siguió las mismas instrucciones que le había indicado su hermano tiempo atrás, cuando recién le había enseñado a manejar un poco su propio flujo de chakra. Se imaginó en un océano en calma, hecho de su propia energía y de aquella que podía sentir a su alrededor, siempre a la par, sin ninguna onda perturbando el equilibrio de la naturaleza. De alguna manera, ahora le resultaba más fácil hacerlo que antes, como si en este lugar la fluctuación de chakra fuera mucho más pacífica. Hmm, interesante .

Navegando entre el océano de chakra, comenzó a buscar los puntos con más concentración de energía. Sintió a su hermano primero. Azul y en calma. Con él siempre había sido fácil porque su chakra era brillante y enérgico; se sentía como un remolino que te atraía hasta quedar hundido bajo su fuerza. 

Una pequeña sonrisa se pintó en sus labios al escuchar a su lado un sonido de aprobación. 

Siguió buscando alguna otra zona de interés y rápidamente pudo dar con otro punto de alta concentración de energía. Era mucho más grande y compacto que el de ellos, con una forma más evidente en vez de un constante vaivén que salía y entraba en sincronía con la naturaleza. Se sentía poderoso y vibraba con fuerza, primero naranja, luego amarillo, azul y una vez mas volvía al color inicial. También era rojo, agresivo y vibrante; como sangre que se derrama desde un espiral de energía. 

La sola imagen hizo que su garganta se cerrara y sus piernas dieran un paso atrás de manera instintiva; como si estuviera frente a una gran represa que amenazaba con romperse con cada nuevo golpe del río tras ella. Era terrorífico, o al menos sabía que eso dirían la mayoría de personas; pero para él se sentía extraño, tan cálido y familiar que solo lo hacía querer ir y refugiarse en las llamas que sabía que quemarían a cualquiera que intentara acercarse de más. Incluso a él mismo.

—Hermano… —En cuanto abrió sus ojos, lo primero que notó fueron un par de orbes azules (mucho más brillantes que de costumbre) puestos fijamente sobre él, completamente aterrados de lo que estaban viendo. Y alrededor de ellos, minúsculos ríos de chakra recorrían cada parte de su rostro hasta bajar por el resto de su cuerpo, mezclados entre sí y delineando a la perfección la silueta de su hermano, como si se trataran de corrientes de agua tan brillantes que eran fácilmente visibles incluso por debajo de la piel—. Tus ojos…

Minato se quedó mirándolo por unos instantes antes de darse cuenta de lo que significaban aquellas palabras, y como si se tratara de un interruptor siendo encendido, la idea de que ahora tenía el sharingan por fin se asentó en su mente.

El chakra de su hermano estaba fluctuando entre negro, gris, naranja y rojo; el flujo en cada corriente de su cuerpo acelerando para después verse frenado en seco en un claro intento de mantenerse en calma. Sintió unas gotas acumularse en sus ojos antes de resbalarse y cruzar sus mejillas. Podía verlo, en la forma en la que su energía buscaba descontrolarse, en la manera que su color cambiaba agresivamente entre uno y otro. Su hermano estaba asustado, triste, dolido y sobre todo enojado. Pero Minato sabía que no era con él. No, era consigo mismo—. Qué…. ¿Qué pasó en Amegakure?

Las lágrimas brotaron sin control y, en menos de un segundo, ya estaba lanzándose para abrazar a su hermano. No pudo siquiera controlar sus sollozos cuando rememoró el terror de verlo en los brazos de un desconocido, con sus ojos cerrados y sin hacer un solo movimiento para intentar escapar.

—¡Perdón! —Su voz se cortó en cuanto salió, pero no le importo en lo más mínimo. Si había alguien en este mundo a quien Minato le permitiría verlo en su momento más débil, ese era su hermano mayor—. Perdón, pero creí que estabas muerto y yo… no sé qué pasó pero yo…

Minato sintió los brazos a su alrededor cerrarse con aún más fuerza antes de ser separado de él para mirarlo directamente a los ojos, con el terror llenando su expresión. Negro… todo se veía tan negro.

—No me digas que… —Minato solo pudo asentir antes de volver a romper en llanto, rogando que lo perdonara y repitiendo que no había sido su intención cómo si de un mantra se tratase—. Hermanito…

Así duraron lo que se sintieron cómo horas. Ambos llorando en silencio mientras se sostenían el uno al otro, porque eso era lo único que les quedaba en este mundo. Cada lágrima que caía de ellos equivalía a un “Perdón” o un “Está bien”, creando un mar que solo se mantenía en equilibrio cuando estaban abrazados. El único problema era que con ellos dos no bastaba y ambos lo sabían.

 

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En un inicio, los clones de Naruto no se habían acercado demasiado, pero luego de unos minutos de persecución, uno de ellos decidió tomar la iniciativa al ver que ellos no parecían tener un rumbo específico. Minato suponía que el plan inicial era que el clon de su hermano lo llevara hacia donde estaban los demás, pero no iba a arriesgarse a mostrarle al enemigo su posición, por lo que solo estaba dando vueltas mientras su cuerpo real trataba de distraer lo suficiente a Naruto cómo para hacerlo perder el control de sus clones. 

Para ser sinceros, ambos sabían que era más probable que el plan fallara por culpa de ellos, a que funcionara por un desliz de un ninja claramente entrenado, por lo que Minato no se sorprendió cuando el clon que lo llevaba cargado de pronto comenzó a hacer algunos movimientos más torpes hasta que, finalmente, terminó tropezando con un desnivel del callejón por donde estaban corriendo, causando su desaparición. Minato, a pesar de las lágrimas amenazando con salir de sus ojos por el repentino peso de estar completamente solo, alcanzó a caer de pie antes de voltearse para enfrentar a los dos clones que lo veían cómo si fuera un animal asustado. 

Tomando un shuriken y lanzándolo hacia uno de los clones cómo distracción, dio un salto hacia atrás mientras invocaba un clon propio y, aprovechándose de que los dos Narutos se habían quedado boquiabiertos mientras veían el arma ir directo a la cabeza de uno de ellos, trató de salir a correr en dirección contraria a su clon (repetir el mismo truco de su hermano no había sido lo más inteligente, pero en su momento fue lo único que se le ocurrió), más su intento de escapatoria no duró mucho porque en segundos, sintió su cuerpo ser detenido en el aire, su clon desapareciendo casi de inmediato a causa del miedo que rápidamente crecía en él.

El clon de Naruto lo sostenía en un agarre suave pero firme, y en un momento de desesperación absoluta; lo único que se le ocurrió fue tomar su kunai (Un regalo de parte de los gemelos), oculto en el bolsillo de su pantalón para clavarlo en la pierna del clon para hacerlo desaparecer.

Un ápice de esperanza nació en su pecho al sentirse libre, pero rápidamente el Naruto que quedaba (Quien al parecer había esquivado el shuriken), tomó su muñeca y lo obligó a soltar el arma antes de inmovilizarlo y comenzar a llevarlo de vuelta con el real.

Minato luchó con todas sus fuerzas, pero nada parecía funcionar y en poco tiempo, la debilidad por la falta de comida y sueño le cobró factura, dejándolo inútil mientras lo único que podía hacer era lamentarse ante la idea de no volver a ver a ninguno de sus hermanos nunca más. 

En el camino de regreso a donde, suponía, se iba a encontrar con el Naruto real; Minato solo se quedó quieto mientras dejaba que las lágrimas cayeran silenciosamente hasta el asfalto. Recuerdos del pasado llenaron su mente, obligándolo a tragar de vuelta el vómito que subía por su garganta ante la idea de regresar a aquel infierno. 

No tenía la fuerza en él para dar una última lucha, pero todo cambió en cuanto fue recibido por la imagen de un Naruto sosteniendo a su hermano mayor, inmóvil y con una expresión de sufrimiento cubriendo su rostro, normalmente alegre y cariñoso. 

Minato sintió su cuerpo y alma arder con un ardor que quemaba cada parte de su ser. Un tipo de dolor que jamás había experimentado antes lo recorrió de punta a punta, paseando como rayos a lo largo de su cuerpo antes de concentrarse de golpe en la parte de atrás de sus ojos.

El tiempo se detuvo en esa escena que poco a poco se pintaba de un rojo carmín. Escucho un grito desgarrador y no fue hasta que Naruto lo volteo a mirar, con el terror llenando cada poro de su piel, que se dio cuenta, venía de él. Podía sentir como su corazón y ojos amenazaban con estallar en cualquier momento, disfrazando de dolor cualquier otra sensación que pudiera estar sintiendo. 

Todo sucedió en un segundo, para después darle paso a la oscuridad total. 

 

<< >>

 

Había despertado su sharingan, pero en vez de pasar en medio de las prácticas de combate contra su hermano mayor o tratando de detener las peleas entre los gemelos, o buscando a su hermanita menor entre las cajas donde guardaban sus reservas de emergencia; había sido vendiéndose a sí mismo y a su hermano, a un destino del cual dudaba poder escapar por segunda vez.

La desesperanza del relato plagó la habitación de un silencio cargado de arrepentimiento. En algún punto de su relato, el sharingan se había desactivado por su propia cuenta. Solo podía sentir las respiraciones de ambos, sus ojos una vez más ignorantes de todo el cúmulo de emociones que se atiborraban en sus cuerpos. 

Era extraño, pero de alguna manera, el solo hecho de que aún estaban respirando, sin gemidos de dolor entre cada exhalación, era una promesa de que tal vez, y solo tal vez, regresar a esa pequeña familia que habían dejado atrás no iba a ser del todo imposible.

—No alcancé a ir con los demás… ¿Qué va a pasar con ellos, hermano? —Aún envuelto en el calor del abrazo, Minato no tuvo el valor de alzar su cabeza, queriendo evitar enfrentarse a la realidad de que tal vez no iban a escapar a tiempo antes de que algo le pasara a sus hermanos menores.

—No te preocupes, nuestra hermana sabe qué hacer en caso de que se queden solos. —Ante eso, Minato miró de reojo hacia arriba, solo pudiendo notar una sonrisa tranquilizadora enmarcada por unas marcas que hasta el día anterior, hubiera jurado, eran únicas de tres miembros de su familia—. Las reservas de comida deben durar al menos unos días si saben manejarla, y para cuando se acaben, ya vamos a estar allá, con ellos.

Minato se quedó en silencio por un momento antes de asentir, imaginando la cara de los gemelos al verlos regresar y lo bien que se sentiría el sostener a la bebé entre sus brazos mientras balbuceaba alegremente—. ¿Crees que para cuando volvamos nuestra hermanita habrá dicho su primera palabra?. No me lo quiero perder…

Su hermano mayor rio ante eso y el movimiento en su pecho hizo que Minato se sintiera feliz de estar con él. De tenerlo vivo aún. Sin pensarlo, se movió para quedar aún más cerca, moviendo su mejilla contra el hombro del contrario mientras buscaba una posición cómoda para dormir.

—¿Tienes sueño?

Un leve gruñido caprichoso fue la única respuesta que la sensación de comodidad le permitió soltar, pero antes de dejarse llevar por los brazos de la inconsciencia; quiso aclarar algo que lo había estado molestando.

—Ah… Hermano —Las palabras no alcanzaron a salir de su boca antes de que la mirada azulada cayera sobre él, algo asustada, como si hace momentos hubiera estado a punto de dormirse pero ahora estuviera listo para salir corriendo. 

Viendo aquellos ojos, nublados por el cansancio, Minato decidió que la información que había conseguido del zorro podía esperar. Después de todo, era más importante que su hermano pudiera dormir bien.

—¿Si? —No desistiría ahora que lo había llamado, pero podía aprovechar la oportunidad para preguntar algo más.

Intentando ocultar el miedo, pero también la esperanza, tras una máscara de indiferencia, Minato se movió incómodamente antes de continuar—. Pues… lo que pasó hoy en la montaña —Juntando toda la valentía que tenía, se separó para mirar a su hermano fijamente a los ojos—, quería saber si…

—¿Los nombres? —Minato se tensó ante la pregunta, pero ya había avanzado demasiado cómo para echarse para atrás, por lo que intentando guardar esa faceta impasible, asintió—. ¿Te gustó el tuyo?

Repitiendo la acción, una extraña chispa de esperanza volvió a brillar en su pecho, justo como lo había hecho la luz del pasillo. 

Incluso luchó con todas sus fuerzas para no sonreír ante la idea de tener un nombre propio. Uno real—. Si…

Su hermano rio con suavidad y alzó su rostro, haciendo que lo mirara directamente a los ojos; una sonrisa suave y cargada de cariño curvando sus labios—. Entonces está bien—, y con una de sus manos acariciando suavemente su cabello, repitió el mismo movimiento que hacía unas pocas horas Naruto había hecho con él—, ¿creo que ya es hora de ser alguien, no es cierto?

La sonrisa de Minato reflejó la de Menma, y decidiendo que la gota que ahora caía por su mejilla iba a ser la última lágrima que iba a derramar ese día, volvió a abrazar a su hermano fuertemente antes de dejarse llevar por el sueño. 

Lo último que escuchó antes de caer en ese vacío que tanto ansiaba fue un suave “Yo te cuidaré, Minato” y de ahí, los murmullos de aquella voz mientras comenzaba con una de sus muchas historias, se disolvieron a una melodía que lo arrulló hasta dormir.

Notes:

¡Buenas buenaaas, aquí Songs&Poetries reportándose con un nuevo capitulo!
(Juro que esto ha sido lo mas responsable que me he portado en mi vida, de verdad estoy subiendo un capitulo cada semana. Los subo tarde, PERO LOS SUBO)
Primero que nada me gustaría agradecerles por sus hits y kudos. No saben lo feliz que me hace ver que de verdad hay personas leyendo esta historia, y no solo eso, sino que también les esta gustando lo suficiente como para darle sus kudos. De verdad me alegra el día cada que veo que una persona mas leyó el fic o que a alguien le gusto.

Habiendo dicho eso (de verdad, gracias), es "the yapping hour".

Este es el primer capitulo desde la perspectiva de Minato si no estoy mal, y la verdad es que amo a este niño. Minato, Menma y Boruto (Mi Boruto, el canon no lo conozco bien), son todo lo que esta bien en este mundo y por eso me encantan.
El asunto con los colores se va a explicar después, por lo que no se preocupen si no entendieron a lo que me refería la mayor parte del tiempo con eso.
Por otro lado, hoy estoy habladora, así que les iré comentando que dentro de poquito va a aparecer Sasuke en la historia, así que no se desesperen por eso. Tal vez el emo vengador aparezca en 2, 3 capítulos... tal vez en el siguiente, no lo se, solo les puedo asegurar que no se pasara del decimo ^^
Otro mini spoiler (Que en realidad no se si cuenta como spoiler), es que dentro de poco vamos a poder ver mas desarrollo de los personajes, mas que todo del pasado de los chiquis. Siento que la historia comenzó un poco lento, pero ya casi completamos el arco de las "Presentaciones" y empezamos con el arco de "Lazos", por lo que les aseguro que el hurt/comfort va a venir con todas sus fuerzas.
Como siempre, espero que les este gustando la historia y siéntanse libres de dejar un comentario con sugerencias, teorías u opiniones. Tomen mucha agüita, coman bien, duerman sus 8 horas mínimas, y nos vemos dentro de una semana.
¡Bye byeeee!

Chapter 7: Regalame una sonrisa (Yo te daré las mías para iluminar tu día)

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

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—Cuando todo esté oscuro, y te sientas sola, quiero que cierres tus ojos y cuentes hasta diez. —Tras las lágrimas, pudo ver como un par de ojos azules la miraban con seguridad; una enorme sonrisa plasmada entre mechones hechos de luz solar. Alzó sus manos y, sacando su lengua en señal de concentración, levantó ocho de sus dedos justo frente de su rostro. Una risa nació en su pecho y eso solo hizo que su hermano brillara aún más. La única fuente de luz entre toda la oscuridad que la rodeaba.

No tuvo el corazón para corregir su error.

—No tienes permitido hacer nada mientras cuentas, solo escuchar. Cuando termines tienes que abrir los ojos y decir: “Lo sé”, ¿Ok?

Le tomó unos momentos asentir, no entendiendo realmente el punto al cual quería llegar, pero cuando lo hizo, la expresión satisfecha de su hermano fue suficiente como para sentirse orgullosa de sí misma por haberlo hecho.

—Muy bien, inténtalo.

Sabía que no tenía más opción que complacerlo ahora que estaba tan metido en lo que sea que quisiera enseñarle; y para ser sincera, la ambigüedad de su hermano con su “plan infalible anti-hermanas tristes”, fue suficiente como para hacerla ceder ante la curiosidad.

En cuanto cerró sus ojos y comenzó el conteo, sintió a su hermano moverse y, en un instante, su cuerpo fue rodeado por unos brazos cálidos y familiares. Las lágrimas amenazaron con volver a brotar y sus músculos se tensaron ante la nueva cercanía; pero aun así mantuvo sus ojos cerrados y no detuvo su conteo. No hasta que escuchó la primera palabra.

—Eres fuerte. Muy fuerte. Más que yo, aunque nunca le digas a nuestros hermanos que lo dije. —Una sonrisa juguetona se hizo evidente en su voz, y no pudo evitar sonreír en reflejo a ella—. Eres igual de inteligente que nuestro hermano mayor, y también igual de cuidadosa que nuestro otro hermano mayor. Eres valiente y amable y bonita. También das miedo… a veces, más cuando te enojas y nos comienzas a mandar.

Un nudo se formó en su garganta, forzándola a tragar para obligar al aire a llegar a sus pulmones. El número por el que iba siendo olvidado en favor de grabar la calidez del abrazo y la honestidad en la voz de su hermano en su memoria. Por toda la eternidad.

—Siempre te das cuenta de cuando estoy triste, y a pesar de que no hablas mucho, siempre sabes que decir para hacerme sentir mejor. A todos nosotros. Incluso nuestra hermanita prefiere que seas tu quien la calme cuando tiene hambre aún cuando normalmente yo soy el preferido. Es injusto ¡Lo juro!, me estás robando el puesto de hermano mayor favorito.

No pudo evitar soltar una carcajada, y el retumbar del pecho ajeno junto a una melodiosa risa en su oído la hizo sentir como si no le faltara nada en el mundo.

—Eres la mejor hermana que podríamos tener, y no seríamos capaces de estar aquí ahora mismo de no haber sido por ti. Eres nuestra hermana; nuestra familia, nuestra luna. Eres mi gemela y no hay nadie a quien quiera más en ese puesto que a ti. —Un pequeño momento de silencio se sintió, haciéndola pensar que había terminado, pero antes de que pudiera abrir sus ojos,  los brazos a su alrededor se cerraron con aún más fuerza. Sintió una gota caer en su hombro y su respiración volvió a perderse entre el miedo y el dolor. Odiaba cuando las personas lloraban—. No se que haría si no te tuviera a mi lado y, por eso, se lo mucho que duele tu corazón ahora mismo. Eres nuestra hermanita. Mi hermanita. Y por mas sola que te sientas, aún si no estamos ahí, tienes que saber que eso nunca va a cambiar. Siempre nos vas a tener aquí para cuando te sientas mal, para cuando estés triste. Para lo que sea. No estás sola, te lo juro…

Un lamento se escapó de su garganta al sentir como los brazos de su hermano la dejaban ir momentáneamente; pero la falta de calidez no tardó mucho antes de que un par de manos fueran a parar a cada lado de su rostro, tomando sus mejillas con una suavidad que solo su familia era capaz de lograr. Lo siguiente que sintió, fue su frente rozando la de su hermano y, una vez más, le fue confirmado que había sido por el que había logrado sobrevivir al mismísimo infierno.

—Hermana; no tienes porque temerle a la soledad porque nunca vas a estar sola. No lo permitiremos porque simplemente no seriamos capaces de vivir sin ti… Y tampoco tienes porque temerle a la oscuridad, porque eres fuerte y valiente y amable e inteligente. Y si aun después de todo, sientes que no eres capaz de luchar contra ella; entonces te prometo que yo voy a iluminar el mundo entero para que no tengas que ver una sombra nunca más. ¿Lo sabes, cierto?

Cuando finalmente abrió sus ojos, fue recibida por una sonrisa tan sincera y tan pura que estaba segura, era incapaz de romper aquella promesa.

En esos momentos, se dio cuenta que sus miedos no tenían sentido; porque el mismísimo sol la rodeaba con su luz y, entre sus brazos, no tenía nada que temer.

Lo sé…

 

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—¿Hermana?

Parpadeo unas pocas veces, intentando apartar el profundo cansancio de sus párpados. Sintió un peso sobre su regazo y apenas pudo distinguir la figura de su hermana, durmiendo pacíficamente contra su pecho, antes de que toda su atención fuera robada nuevamente por aquel par de cielos despejados que la miraban directamente, al igual que en su sueño.

Suaves dedos rozaron su mejilla mientras movían su cabello detrás de su oreja. Era como una caricia dada por un rayo de luz, sutil y cálido en contraste con la brisa fría que golpeaba su piel. La sensación la hizo querer volver a perderse en medio de sus sueños. Tenía que aprovechar cada oportunidad para poder descansar antes de que la sangre, los golpes y el dolor volvieran a plagar su mente.

Si, debía descansar antes de que ese maldito de la noche anterior volviera a atacar…

Su mente estalló con recuerdos, ahuyentando cualquier rastro de cansancio y haciéndola despertar de inmediato. Rápidamente comenzó a repasar sus alrededores con la esperanza de que algo le pudiera dar al menos una pista de donde estaban ( claramente no era su refugio ), pero no le bastaron más que unos pocos segundos para darse cuenta de que no había nada que le pudiera indicar su paradero.

La luz de la luna se colaba a través de la tela blanca que cubría los barrotes de la aparente jaula en donde estaban encerrados. Podía escuchar ruedas girando por encima de algo que sonaba más como tierra que el concreto del que estaban hechas todas las calles de Amegakure.

Su atención fue a parar una vez más donde su hermano, sus ojos buscando cualquier indicio de algo anormal en su cuerpo. Sus brazos y piernas no tenían nada que pudiera preocuparla mas que unos pocos rasguños, su ropa estaba igual de dañada de lo que siempre había estado y su cabello, aunque desorganizado y sucio, brillaba de un tono casi dorado. Una mezcla de alegría y alivio se asentó en su pecho, haciendo que una sonrisa se escapara de sus labios. Su hermano no tardó mucho en imitarla, y no tuvo dudas de que la de él era mucho más hermosa que la suya.

Abrazando a su hermanita con un poco más de fuerza para asegurarse de que estuviera firmemente sostenida entre sus brazos, la subió hasta que quedó frente a su rostro para darle un vistazo a ella también. 

Podía escuchar cómo su corazón latía en un ritmo constante y su piel nívea no llevaba ni una sola marca que pudiera indicar que la habían lastimado. Suspiro aliviada antes de volver a acostar a la niña sobre sus piernas.

—¿Y bien? —Escuchó a su hermano preguntar, pero no tuvo la fuerza para apartar la vista del rostro pacifico de su hermanita.

—Probablemente está cansada después de todo lo que pasó, pero está bien… —El pensamiento de que pudiera estar enferma, o que no hubiera despertado aún debido a algún tipo de cosa que le hubieran dado mientras ellos habían estado inconscientes, se mantuvo en su mente aún si no tuvo el corazón de mencionarle la posibilidad a su gemelo—. Ambos están bien… Tenía miedo de que... —Volvió a repetir en un intento de reafirmarse que sus hermanitos realmente estaban ahí, con ella, pero su voz se disolvió en silencio antes de completar la idea—. No… Están bien, y eso es lo que importa.

Lastimosamente, en cuanto subió la mirada para encontrarse con la de su gemelo, en vez de ser recibida por el típico optimismo inundando cada parte del azul en ella; se encontró con un par de ojos llenos de culpa y algo que no podía realmente nombrar (pero que no le gustaba para nada), haciendo que su preocupación rápidamente volviera a escalar a niveles insospechados. 

—¿Qué pasa? 

Se veía cansado y angustiado, pero más que cualquier otra cosa, en sus ojos se podía ver algo oscuro y desagradable. Era el mismo tipo de sentimiento con el que todo el mundo los miraba a ellos, pero esta vez, no iba dirigido a nadie más que no fuera hacia el mismo.

—No es nada... —Su voz tembló un poco, antes de que sus ojos se desviaran hacia un lado, evitando su mirada.

Hermano… —Se aseguro de que su tono no dejara espacio a preguntas e inclinó la cabeza para buscar la mirada ajena—. ¿Qué pasa, algo te duele o acaso…

Sus palabras se detuvieron en cuanto vio el brillo de una gota solitaria bajar por su mejilla, dejando a su paso un rastro de humedad que hizo a su corazón doler. 

—No es nada… 

—No me mientas. 

—Ya te dije que no es nada. —Sus palabras sonaron con más fuerza y su rostro se pintó con rabia mal contenida. Subió su mirada para enfrentarla con la de ella por unos cuantos segundos, antes de que sus ojos se suavizaran y volvieran a fijarse en cualquier cosa menos en ella. Su voz rebajándose a tan solo un murmuro—. Solo estaba preocupado, ¿Ok?

Dispuesta a todo menos a ceder, tomó a su hermanita para dejarla en el piso, antes de girarse con su hermano y tomarlo por el cuello de la camisa; forzándolo a mirarla—. Dime que te pasa, ya .

En cuanto los ojos de su hermano cayeron sobre ella, pudo notar como un cierto tinte rojizo se empezaba a expandir desde su pupila, ligeramente alargada, hasta los bordes de su ojo; creando un bello pero aterrador río de sangre entre la típica agua cristalina que normalmente descansaba en ellos. 

No alcanzó a decir nada antes de que sus brazos fueran atrapados en un poderoso agarre, haciéndola soltar un quejido de dolor. Sus manos dudaron antes de cerrarse con aún más fuerza sobre la tela e ignorando la presión sobre su piel, dejó que su propio chakra se elevará en una clara señal de advertencia hacia su gemelo. El intercambio de miradas fue mantenido por unos cuantos segundos antes de que la frustración en el rostro de su hermano mutará a una expresión de sorpresa, y luego, algo mucho más avergonzado.

—Lo siento…—murmuró con suavidad antes de que su mirada fuera a parar a sus brazos, dejándolos ir como si lo hubieran quemado—. No sé por qué lo hice… yo- lo siento…

Dejando su lugar en la camisa, sus manos subieron hasta las mejillas marcadas, obligándolo a subir la cabeza para poder mirarla fijamente. Sus ojos azules húmedos por la cantidad de lágrimas acumuladas en ellos.

—Está bien, pero tienes que decirme qué es lo que pasa—. Intentó que su voz sonara lo más cálida posible. Su pulgares repasando cada uno de los bigotes de su rostro—. Si no me lo dices, no podré ayudarte. Sabes que no puedo adivinar tus pensamientos, no como tu lo haces conmigo.

Por primera vez desde que había despertado, escuchó a su hermano dejar salir un pequeña risita, antes de que su rostro se contrajera en una mueca de dolor y finalmente, se quedara en una expresión triste y decaída. 

Tomando sus brazos para apartarlos de su rostro, esta vez tratándolos como una pieza de arte de valor incalculable, dejó ir el derecho para centrarse completamente en el izquierdo. Sus manos acariciando las marcas moradas que lo bañaban antes de que un ligero brillo naranja comenzara a desprenderse de sus palmas—. Quiero saber que paso en Amegakure…

Eso la tomó por sorpresa y en cuanto las imágenes del ataque volvieron a llenar su mente, sintió su estómago retorcerse y su garganta cerrarse—. ¿Por qué?

—Yo… no sé lo que pasó realmente. —Su voz sonaba rota, y eso no hizo más que empeorar la sensación de malestar—. En cuanto vi a ese hombre comencé a recordar y… —Hizo una pausa para tragar antes de volver a hablar—. Cuando desperté ya estaba aquí. No se que paso y necesito… Necesito saber.

Su corazón se encogió al notar la sinceridad con la que hablaba su hermanito, algo en lo profundo de su pecho ardiendo con la necesidad de resguardarlo de cualquier tipo de peligro o amenaza que lo estuviera lastimando. Incluso si se trataba de algo que no estaba en su control, como ahora mismo. 

Cuando volvió a buscar en aquel par de orbes azules la razón por la cual estaba así, finalmente le pudo dar un nombre a aquello que tanto lo estaba afectando. Aquel desprecio que no iba dirigido para nadie más que no fuera el mismo, dolió tanto que no tardó en sentir lagrimas correr por sus propias mejillas.

—Bien…

 

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El momento en que había visto a aquel hombre frente a ellos, su cabeza apenas reconociendo que no estaba devuelta en las celdas de su pasado y sus manos cerrándose instintivamente sobre el cuerpo de su hermanita, se dio cuenta de que no tenían ningún tipo de esperanza de poder derrotarlo. 

No se veía fuerte ni mucho menos. De hecho, probablemente se hubieran podido encargar de él si las circunstancias hubieran estado un poco más a su favor, pero su destino se había sellado en el momento en el que su hermano había dejado de responder a sus llamados o a los de intruso mismo. Su mirada perdida en los fantasmas del pasado.

No era su culpa, y ella sabía lo incapacitante que era tener que volver a ese cuarto, así solo se tratara de una pesadilla; pero el hecho de que solo ella hubiera estado en las condiciones para luchar, aún con su hermanita en brazos, había sido más que una sentencia de muerte.

Podía escuchar que el hombre estaba hablando, pero su atención viajaba de una lado al otro mientras intentaba idear un plan para poder escapar de aquel lugar con sus dos hermanos a salvo. Lastimosamente, al hombre no le había agradado en lo absoluto que nadie le estuviera prestando realmente atención, porque lo primero que hizo fue ir hacia su hermano mientras gritaba un “¡Respóndeme mocoso!”.

Sin pensarlo dos veces, corrió para interponerse entre aquel hombre y su hermano. Usando uno de sus brazos para bloquear la mano que iba directo al cuello del rubio, mientras que con el otro sostenía a su hermana; quien no paraba de llorar y se aferraba con fiereza a la tela de su vestido. No se arrepentía en lo absoluto de haber protegido a su hermano, pero aquella única acción fue suficiente como para definir todo el resto de la pelea, si es que siquiera podía llamarse así.

El hombre la lanzó contra una pared mientras soltaba un grito furioso; obligándola a encorvarse sobre el cuerpo de la bebé mientras ella recibía por completo el golpe en un intento de protegerla. El impacto la hizo perder el aire, obligándola a soltar a su hermana mientras intentaba recuperar el aliento, dejándola como una presa libre ante la amenaza de aquel hombre. 

Sus brazos habían ido instintivamente hacia ella, pero entre los parpadeos lentos y el palpitar punzante en su cabeza, no se dio cuenta de cuando el hombre se había acercado y la había apartado de su lado. 

Su mente no había terminado de registrar todo lo que estaba sucediendo cuando una patada se dirigió a su estómago. Un grito seco se escapó de su garganta, clavando cientos de agujas en ella antes de que su propia bilis subiera desde su estómago y ofuscara el dolor con un ardor similar al de la hoja de kunai hirviendo.

Su vista estaba nublada, sus pulmones luchaban desesperados por algo de aire y por su mejilla corría un hilo de saliva, pero nada de eso le podía importar en lo más mínimo. No cuando vio cómo, llevando a su hermanita hasta una especie de carreta de la cual no se había percatado antes, la dejaba ahí y tomaba algo que parecían unas inyecciones, para después ir con su hermano. 

Aquellos ojos azules se abrieron en señal de pánico en cuanto la aguja tocó la piel de su brazo antes de cerrarse en una mueca de dolor, su cuerpo cayendo desplomado en los brazos del extraño. 

No le había importado en lo más mínimo lo que estaba sucediendo con su cuerpo; pero por más que lo intentaba no podía moverse y solo le quedaba resignarse a ver como la apartaban del lado de sus hermanos. 

Una sensación aterradora comenzó a correr por su cuerpo al ver como el hombre volvía su atención hacia ella. Una aguja en su mano y sus ojos oscuros llenos de algo similar a la felicidad.

Cuando sintió su cuerpo ser bruscamente levantado por el brazo, el único pensamiento que cruzó su mente mientras caía en los brazos de la inconsciencia fue el de cómo alguien podría ser feliz haciendo tanto daño. ¿Cómo alguien podría querer ver a los demás sufrir?... ¿Por qué a todos les gustaba verlos sufrir? 

Hermanos… Por favor, no quiero más dolor… Por favor. ¿Dónde están…?

 

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Sintió un punzón en el brazo derecho en cuanto su hermano lo movió para examinarlo, haciéndola parar su relato para dirigir su atención completamente hacia él. Un feo moretón se había formado en donde el secuestrador la había agarrado, pero sabía que para cuando amaneciera, la mancha morada ya se habría esfumado y en su lugar apenas se notará un ligero tinte verdoso. De todas maneras, le permitió a su hermano acariciar la zona con suavidad; sabiendo que eso les ayudaría a ambos a mantener su cabeza ocupada.

—¿Duele?

Negó, pero un siseo traicionero la delató cuando dedos cuidadosos rozaron su piel magullada; haciéndola apartar su brazo en reflejo. Sus mejillas se sonrojaron por lo poco controlada de su acción y de inmediato volvió a ofrecerle su brazo. En cuanto lo tomó y situó sus manos por encima del moretón, un hormigueo familiar se hizo presente, y las palmas de su hermano comenzaron a brillar en un tono naranja. Cálido y amable.

Dejó salir un suspiro pesado en cuanto el chakra se expandió a lo largo de su brazo, su mano libre yendo a parar en la cabeza de su hermanita, sus dedos enredándose en los cabellos lisos y dejando caricias cargadas de cariño para recordarse a sí misma que ellos estaban ahí, con ella.

La presencia de ambos ahí era algo que la llenaba de paz, pero al mismo tiempo la hacía preocuparse aún más por lo que sea que les deparara. Lo último que quería era estar sola, más aún sabiendo todo el dolor que venía en camino, pero si enfrentar todo lo que venía por su propia cuenta era el precio a pagar para que sus hermanos pudieran estar bien, entonces con gusto estaría dispuesta a darles un último adiós antes de perderse en la oscuridad. 

Un par de cielos la miraron fijamente, el azul en ellos viéndose casi gris por la gruesa capa de culpa que los recubría—. Lo siento…

—No seas tonto, no es tu culpa. 

Ella siempre había sido la peor para ofrecer palabras de aliento, probablemente porque ella misma no solía necesitarlas; prefiriendo siempre más las acciones que las palabras (Después de todo, desde muy pequeña la vida le había demostrado que lo único en lo que valía la pena confiar era en aquello que podías ver con tus propios ojos), y por más que lo intentara, nunca podría sonar tan optimista como su gemelo, o tan reconfortante como su hermano mayor, mucho menos tan segura y determinada como su otro hermano mayor. El caso es que, en esa precisa situación no había mucho que pudiera hacer para brindarle a sus hermanos la tranquilidad que necesitaban, por lo que su única opción era intentar pintar su propia voz en aquel cariño que siempre envolvía las voces de sus hermanos cuando les hablaban y tratar de hacerle entender a su hermanito que no había nada que él hubiera podido hacer en esa situación. Ninguno de los dos.

—Hermano…

—Si no me hubiera paralizado, entonces hubiéramos podido escapar y tú no hubieras tenido que… —La interrumpió, dejando su brazo libre a pesar de que su mirada seguía fija en él. En su piel ya no quedaba ningún rastro del morado oscuro de antes, y eso normalmente lo hubiera hecho sonreír orgulloso. En cambio, solo podía ver como unos mechones dorados caían y oscurecían una expresión afligida y llena de enojo.

Aquella llama que normalmente era una luz de esperanza, ahora parecía más como una vela a punto de extinguirse, agitándose en un ritmo decadente que, más que una promesa de calor ante una noche fría; era más como conteo regresivo ante una muerte inminente. 

No lo voy a permitir…

—Hermano… —Una sonrisa amplia se dibujó en su rostro. Definitivamente no eran su fuerte, pero sería una pésima hermana si siempre estuviera esperando que él fuera el sol que iluminara sus días, sin ella estar dispuesta a ser la luna que iluminara sus noches—. Quiero que cierres tus ojos y cuentes hasta diez. No puedes hacer nada hasta que termines de contar. Cuando los abras, tienes que decir “está bien”, ¿Ok?

La mirada extrañada de su hermano la hizo cuestionarse si realmente sería capaz de decir todo lo que él necesitaba escuchar; pero en cuanto lo vio cerrar sus ojos sin titubear ni por un segundo, depositando toda su confianza en ella, no tuvo más opción que seguir adelante. De todas maneras ¿Quién sería de ella si se retractaba de sus palabras con tanta facilidad?

Aprovechando la cercanía, llevó sus manos hasta sus mejillas; tal como lo había hecho él en su momento; y tomando un último respiro; comenzó a dejar salir todo aquello que le dictaba su corazón.

Tu eres fuerte . —Su voz se quedó atrapada en su garganta cuando sintió su hermano dar un respingo, pero no se permitió detenerse—. Tu eres fuerte, y tienes mucho por dar. Tu corazón es brillante y cálido; como una llama que nunca para de arder. Eres determinado y justo y gentil y terco… a veces demasiado para tu propio bien. Siempre sonríes a pesar de que las cosas estén mal, y eso es lo único que nos motiva cuando la vida se vuelve… demasiado para seguir. A nuestros hermanos… A mi. 

Sintió algunas gotas deslizarse por entre sus dedos, y no pudo evitar sonreír, porque eso solo podía significar que sus palabras de verdad estaban sirviendo para algo.

—Siempre estas buscando lo mejor para nosotros, y a pesar de que muchas veces te da miedo lo que pueda llegar a pasar, siempre estás dispuesto a seguir adelante con tal de estar a nuestro lado. No porque quieras que te ayudemos, sino porque quieres protegernos a toda costa. —Imágenes de la sonrisa de su gemelo cuando los llevaban a los cuartos de entrenamiento se comenzaron a acumular en su mente. Sabía que estaba asustado porque ella misma lo estaba, pero cada vez que lo miraba, lo único que podía ver era una sonrisa amable que le brindaba esperanza. Esperanza de que un día, podrían ser libres de aquel dolor—. Recuerdo que la primera vez que hiciste esto, me dijiste que era valiente… Pero hermano, tú fuiste quien me enseñó a ser valiente, porque tú siempre estuviste dispuesto a sonreír a pesar de todo.

La respiración de su gemelo comenzó a ir cada vez más rápido, y en contraste, sus manos le ofrecían caricias cada vez más lentas. Más suaves. Llevó su frente hasta la ajena, y con cariño comenzó a hablar en una voz incluso más baja que antes, como si le estuviera compartiendo un secreto que solo ellos tenían el derecho a saber.

—Todos tenemos miedo… no está mal estar asustado. No está mal querer huir, y tampoco está mal ser vulnerable. —Esa era una verdad que a ella nunca le había costado asimilar, pero algo en su pecho le decía que aquellas palabras eran lo que su hermano necesitaba oír en ese preciso instante. 

Ella siempre había sido la luna, la paz y la calma, donde la mente tomaba más valor que la fuerza en los músculos, y la noche te hacía reflexionar mientras tu cuerpo descansaba para el largo viaje que le esperaba. 

El, su otra mitad, era el sol, la fuerza y la determinación abrasadora. Cuando la simple fuerza de voluntad te impulsaba a seguir aún cuando el día se veía interminable, cuando tu mente te rogaba detenerse, t e rogaba rendirse , pero tus pasos nunca se detenían.

—Está bien tener miedo hermano, está bien porque no estás solo y nunca lo vas a estar. Cuando sientas que no puedes seguir, entonces ahí voy a estar, para iluminar tu camino aun cuando todo se vea oscuro. Tal vez no puedo iluminar el mundo para ti, pero estoy segura de que te brindare la luz suficiente para que puedas ver el camino al frente tuyo… y creo que eso es suficiente, después de todo, no eres de los que mira atrás. Hermano… tú tampoco le tienes que tener miedo a la oscuridad o a la soledad. Tu no le tienes que tener miedo a perder a los que quieres porque no pudiste cuidarlos—. Sus propias palabras se mezclaron con los sollozos que hacían eco en medio del silencio de la noche, pero no le podía importar en lo más mínimo. De alguna manera, se sentía como si estuvieran cantando una melodía que solo era especial para ellos. Una canción que cualquiera envidiaría de lo hermosa que sonaba.

Nuestro hermano estaría orgulloso…

—No tienes que ser fuerte todo el tiempo para poder cuidarnos… te prometo que nunca te vamos a abandonar; porque tu nunca nos abandonarias a nosotros. Está bien tener tristeza, y rabia, y miedo. Está bien, porque siempre vamos a estar aquí para recordártelo, para decirte…

Abrió los ojos, y en en ellos puedo ver reflejado aquel cielo despejado que tantas veces la habían consolado. Que tantas veces la había guiado a través del dolor y la alegría. 

Y cuando vio aquella sonrisa, rota, pero real, no pudo sentirse más feliz—. Está bien…



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Había pasado por lo menos un día y medio desde que habían salido de Amegakure, y aproximadamente media hora desde que la carreta en la que iban había parado. El calor se sentía cada vez más, y ahora que habían salido del bosque que los cubrió durante la mayor parte del viaje, ya no tenían más la protección de las ramas para bloquear los rayos del sol y evitar que su celda se sobrecalentara.

—Hermana… ¿Estás bien? —A pesar de sentirse mareada y con náuseas, probablemente por la falta de comida y agua, no dudó un solo segundo antes de asentir; su mano apretando un poco la mano de su hermano para recordarle que ambos seguían juntos.

Le dedicó una pequeña sonrisa antes de acercar su frente hasta que chocara con la de su hermanito—. ¿Tú?

Él asintió también. Su voz salió en un hilo débil, casi como un suspiro en comparación a sus típicos gritos y carcajadas—. Estoy bien.

Ambos se mantuvieron cerca el uno al otro. Su hermanita menor jugando con el cabello de su hermano, soltando una risita cada vez que estiraba uno de los cabellos rubios, en un intento de que quedara tan liso como el de ella o el de su hermano, y estos volvían a pararse con su clásica rebeldía natural. 

Guiando sus ojos para repasar sus alrededores, volvió a nombrar una por una las cosas que sabía en un intento de formular algún plan que los ayudara a escapar. 

A su alcance no había nada que ellos pudieran utilizar para abrir la puerta o romper alguno de los barrotes, y ya había perdido la cuenta de cuántas veces había buscado si había alguna parte que estuviera suficientemente vieja como para dañarla y crear una vía de escape. También había pensado en usar un Katon para derretir las barras de metal, pero su control del chakra no era para nada bueno y corría un gran riesgo de lastimar a sus hermanos, sin contar con que sin duda alguna alertarían a su secuestrador si es que aún seguía cerca y pelear no era una opción. No teniendo que cuidar de su hermanita bebé.

¿Cómo podemos escapar?¿Qué opciones tienes? Piensa. Es tu deber salvarlos. Cuando algo pasa es tu deber cuidar de-

—¿Nada aún? —dijo su gemelo, haciéndola soltar un suspiro cansado antes de pasear una de sus manos desde su frente hasta su cabello.

Por un momento pensó dejar al silencio responder por ella, pero eso solo sería ceder ante su propia incompetencia, por lo que se resignó a negar con la cabeza antes de mirarlo directamente a los ojos—. No… pero es porque no tenemos la información suficiente todavía. Es como dice nuestro hermano mayor: Siempre hay una forma de lograr lo que queremos, solo tenemos que ser lo suficientemente pacientes como para buscarla.

Su hermano la miró incrédulo por unos instantes antes de girar la cabeza con confusión—. ¿Eso lo dijo nuestro hermano?

Un sonrojo ligero subió a sus mejillas mientras intentaba hacer memoria de las palabras exactas que le había dicho su hermano mayor aquella noche; la primera bajo el bello cielo estrellado de Amegakure. Estaba segura de que le había dicho algo similar, o por lo menos buscaba la misma reflexión, pero ahora que lo pensaba, tal vez no habían sido esas mismas palabras.

—Bueno… no exactamente. Pero sabes a lo que me refiero. —Le dio un pequeño empujón a su frente, riendo por lo bajo cuando los cachetes decorados con bigotes se inflaron en un puchero infantil. Su hermana menor dejando salir una carcajada ante la situación.

Ambos estaban intentando que ese ambiente liviano se mantuviera por el mayor tiempo posible. Estaban en desventaja contra lo que fuera que quisiera hacerles su secuestrador, pero aún no les había hecho nada que no hubieran experimentado antes. La falta de comida, los constantes insultos y el agua apenas necesaria para seguir en pie, todo eso palidecía cuando lo comparan con sus días en aquel lugar, y mientras conservaran algo de fuerzas, sabían que podrían dar al menos unos minutos de pelea antes de caer víctimas del cansancio.

—Hermana… ¿tú crees que sigue por aquí?

—No lo sé, pero prefiero no arriesgarme.

El silencio se sintió por unos pocos momentos antes de que las manos de su hermano fueran a parar sobre su hermanita; quien aplaudió entretenida cuando fue alzada y dejada en sus propias piernas. Su hermano se paró y caminó hasta la mitad de la jaula; donde fijó su mirada en ella; determinado, antes de cerrar sus ojos y comenzar a respirar lentamente.

—¿Qué haces? —Incluso su hermanita se detuvo para mirar fijamente al rubio; quien lucía mucho más concentrado de lo normal.

—Intento sentir el chakra de ese hombre. —dijo, y casi al instante pudo sentir como de su cuerpo se elevaba el nivel de chakra y su hermano dejaba salir un “Tsk” molesto antes de nivelarlo una vez más.

—¿Sabes como hacer eso? Se supone que era lo primero que nos iban a enseñar nuestros hermanos… 

—Los solía escuchar cuando entrenaban para intentar aprender por mi cuenta. —Un nuevo pico de chakra brotó de él, pero esta vez no fue tan brusco—. Siempre hablaban de un mar y algo en calma cuando practicaban sentir el chakra.

Se quedó mirándolo incrédula por un instante antes de soltar una pequeña risita—. Problema número uno. Teníamos prohibido ir con ellos cuando entrenaban porque no querían que lo intentáramos por nuestra cuenta y nos lastimáramos. —Su hermano solo frunció el ceño y sacó su lengua en un claro “Desde cuando sigo las reglas”, lo que solo la hizo reírse aún más fuerte, esta vez acompañada por su hermanita menor—. Problema número dos… ¿Por qué los espiabas en un entrenamiento de un jutsu Contra-espionaje?

En cuanto dijo eso, pudo notar como un tono rojizo subió desde su cuello hasta sus mejillas, haciéndolo parecer a uno de los tomates que muy pocas veces su hermanos les habían conseguido llevar para comer. A su gemelo nunca le habían gustado mucho, pero a ella le parecían deliciosos, y ahora, tenía un nuevo motivo para molestarlo. 

Cuando se avergüenza se pone rojo como un tomate, anotado.

—Si me dejas concentrarme, tal vez pueda decirte si podemos o no escapar. —Eso la hizo soltar una última risa, antes de dejar a su pobre hermanito en paz. Su curiosidad aumentando cada vez que lo veía hacer una mueca a causa de un nuevo desbalance en su chakra.

Después de un minuto entero de intentarlo, finalmente dejó salir un quejido molesto antes de cruzarse de brazos con terquedad—. No funciona…

—Tal vez si me lo explicas pueda ayudarte.

Su hermano la miró dudoso antes de simplemente negar y comenzar a explicar algo acerca de un mar que tenía que estar tranquilo; pero en el que también se tenían que sentir ondas. Algo que claramente se contradecía.

Dando lo mejor de sí para imaginarse la situación, intentó crear en su propia cabeza algo similar a lo que decía su hermano, pero no fue capaz. Afortunadamente, al igual que sus hermanos, ella también podía ser terriblemente terca cuando se lo proponía y no era para nada su estilo detenerse cuando fijaba sus ojos en su objetivo.

Su objetivo era claro, poder sentir el chakra de su enemigo para proteger a sus hermanos. Con una motivación así, le sería imposible fallar.

—Nuestros hermanos dicen que cuando sale el chakra naranja, todo se vuelve más claro ¿no es así?

Su hermano asintió.

—Y cuando nosotros usamos el chakra naranja se siente como si estuviéramos dejando salir mucha energía, ¿No?

Una vez más, asintió.

—Entonces… qué tal si dejas salir mucho chakra, como si estuvieras intentando curar a alguien pero con todo tu cuerpo.

Los ojos de su hermano se iluminaron antes de asentir una última vez antes de rápidamente cerrarlos para intentar su plan nuevamente. Pero antes de que pudiera siquiera iniciar; su hermanita menor comenzó a llorar, haciendo que la atención de ambos cayera en ella.

—¿Qué pasó? —Su hermano preguntó, su voz más suave de lo normal cuando fue a cargar a la bebé.

—No lo sé, estaba tranquila…

No pudo continuar antes de escuchar unos pasos a la distancia, haciendo que automáticamente todo su cuerpo se tensara en respuesta. El par de ojos azules de su hermano fueron a caer en los suyos antes de que toda su atención fuera nuevamente robada por la bebe, cuyo llanto tan solo parecía incrementar aún más la fuerza cuanto más sentían a su secuestrador acercarse.

Shhh , cálmate, vamos… —el susurro de su hermano fue interrumpido por una voz molesta.

¡Callense!

El sonido unos pasos pisando agresivamente la tierra bajo ellos, fue reemplazado por el crujir de la madera de la carreta. Dándole un último vistazo a sus hermanos, un sentimiento de determinación se afianzó en su pecho, haciéndola ponerse a sí misma como escudo frente a ellos cuando sintió todo inclinarse un poco hacia un lado de la carreta, específicamente, donde yacía la puerta de su pequeña prisión. 

La tela que recubría los barrotes fue arrancada en un instante, forzándola a cerrar sus ojos mientras soltaba un gruñido por el cambio de iluminación tan brusco. No le tomó mucho volverlos a abrir, pero en cuanto lo hizo, pudo ver cómo el hombre que se había encargado de apartarlos de su familia los miraba fijamente, su expresión llena de furia y superioridad.

—¿¡Que tal si me dan a esa desgraciada para callarla de una sola vez, eh!? —Su cuerpo temblaba, pero no se movió en lo absoluto. 

—¡No se nos acerque! —Gritó con todas sus fuerzas, tratando de hacer que toda la atención del hombre se centrara en ella. Sabía que sería peor para ella, pero si se trataba de proteger a sus hermanos, estaba dispuesta a lo que fuera.

—Tú… siempre haciéndote la valiente. Es una lástima que los mejores compradores los pidan vivos, porque sino ya te habría matado solo por tu insolencia. —El hombre, haciendo una mueca de profundo disgusto, abrió la puerta de un tirón y alcanzó su cuello en un movimiento rápido, levantándola del mismo mientras ella solo trataba de luchar contra su agarre y soltaba gritos ahogados de dolor.

De ahí todo sucedió en un instante. Primero sintió como su cuerpo perdía fuerzas y comenzaba a ceder ante la falta de aire. Luego escuchó un grito ensordecedor a su espalda antes de que todo su mundo se moviera bruscamente. Por último, pudo sentir como el oxígeno finalmente pasaba a sus pulmones; su cuello libre de cualquier tipo de amenaza y su cuerpo siendo sostenido firmemente contra algo más.

Cuando abrió los ojos, lo único que pudo notar fue como ya no estaba siendo ahogada por su secuestrador. En cambio, ahora estaba siendo cargada por un hombre que, si no fuera imposible; hubiera jurado que era un clon de su hermano mayor, solo que bastante más alto; y con unos ojos muchos más fríos que cualquier otro que hubiera visto en su vida.

El alivio de haber sido rescatada de las manos de un agresor; siendo reemplazado por asombro y desconcierto al ver aquel par de ojos, igual de negros que lo suyos, formar un hermoso patrón en ellos. Sabía que era peligroso, su hermano se lo había advertido, pero por alguna extraña razón le resultó imposible apartar su vista cuando aquella flor de sangre nació entre el vacío de una noche sin estrellas.

Notes:

¡Buenas, buenaaaas, aquí Songs&Poetries reportandose!
Contrario a el anterior capitulo, hoy no tengo mucho que decir porque soy literalmente un muerto andante. Normalmente reviso los capítulos antes de subirlos, pero tengo tanto sueño que dudo que la revisión haya hecho mucho...
En fin, por lo menos tenemos la aparición de un cierto personaje que ya se extrañaba Xd, dentro de poco vamos a poder tener perspectiva de nuestro emo vengador favorito, así que estén atentos.
Como siempre, siéntanse libres de comentar acerca de cualquier teoría, opinión o error que vean (Mañana revisare mejor, cuando no este a un segundo de caer dormida), y les agradezco por sus kudos y la cantidad de hits que se incrementa entre capitulo y capitulo <3.
Les deseo un excelente día/noche/tarde/madrugada. Coman bien, tomen mucha agüita y nos vemos dentro de 8 días ^^
¡Bye, byeeeeee!

Chapter 8: Puedo esperar (No te aseguro que vaya a regresar)

Notes:

¡¡¡¡Adivinen quien volvió, Songs&Poetries is fucking back bitches!!!!

Normalmente las notas van al final de los capítulos pero creo que les debo un explicación, así que aquí va...

Bueno, me perdí por mas de un mes sin previo aviso, sin dar mas señales de vida que la respuesta a un comentario, y dejándolos en pleno Cliffhanger... Ups.

La verdad es que este ultimo mes fue bastante pesado para mi. No solo tuve exámenes y miles de trabajos de la universidad, sino que mi estabilidad emocional se fue un poquito en declive debido a varios problemas personales que tuve. No tenia ni el tiempo, ni la motivación para escribir.

Pero la situación cambio y ahora estoy mucho mejor. La U finalmente acabo (Aunque todavía sigo metida en varios proyectos ;-;), por lo que ahora estoy mucho mas libre que antes y espero poder emplear mas tiempo no solo en escribir y perfeccionar un poquito este fanfic, sino que también empezar a trabajar en nuevas ideas que me surgieron durante mi mini lapsus de depresión :D.

En fin, básicamente quería comentarles eso y explicar el porque de mi ausencia. Tratare de volver a la programación habitual, pero todo depende de que tan ocupada siga con los proyectos y como este de animo. Este capitulo es largo en compensación por mi ausencia, y ya estoy trabajando en el próximo, por lo que puede que llegue mas rápido de lo normal.

Mil y un gracias por todos los Kudos y hits que recibí durante todo este tiempo, y espero que disfruten el capitulo.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

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—Naruto…

Sus ojos ardían por las lágrimas acumuladas en ellos. Su boca entreabierta en un intento de que algo de aire pudiera quedarse en su pulmones. Todo se sentía demasiado, pero al mismo tiempo no había nada. Estaba flotando. Volando . De pronto, un nudo se formó en su estómago y no le costó mucho darse cuenta de que, en realidad, se estaba hundiendo. Cada vez que tomaba una nueva bocanada, el agua inundaba su garganta y quemaba todo su interior.

Naruto, mírame…

Su pecho dolía por la fuerza con la que estaba latiendo su corazón. Un continuo golpeteo que resonaba en sus oídos y no le permitía enfocarse en nada más que el descontrol en su mente. 

Céntrate en mí.

Un escalofrío recorrió toda la longitud de su espalda; y junto a él, una ola de miedo inundó cada parte de su ser antes de rápidamente ser reemplazada por algo agradable y desesperante al mismo tiempo. Se sentía extraño y cálido. Correcto. Algo en todo esto se sentía bien y Naruto no sabia que era. 

Temía las implicaciones de aferrarse a ello.

Abre los ojos.

No quería, sabía lo que significaría hacerlo y se rehusaba completamente a aceptarlo. Sabía quién hablaba tras esa voz demandante pero a la vez tan cercana. Sabía quién soltaba aquellos suspiros pesados y cargados de algo que no se atrevía a nombrar. Lo sabía y por eso prefería disfrutar en la frialdad de la ignorancia, porque no estaba dispuesto a afrontar lo que implicaría aceptar la calidez de aquella luz que lo llamaba a lo lejos. 

Temía ser quemado por la verdad.

No perteneces a la oscuridad. Te estoy pidiendo algo simple, mírame…  solo mírame.

Su boca se abrió en un grito sordo en cuanto una nueva ráfaga de calor se extendió por sus venas. Ya no había agua, solo su cuerpo estaba en llamas, pero todo se sentía tan bien . Quería seguir ahí. Quería seguir ahí para siempre. En aquel limbo creado solo para él, donde su piel ardía gustosa ante la idea de lo que podría pasar una vez se atreviera a creer. Donde su corazón dolía porque sabía la mirada que se iba a encontrar una vez se atreviera a ver la realidad. 

Un latido, luego dos, luego tres. Después, el silencio reinó.

La verdad tiene nombre… Tu la nombraste. Lo sabes muy bien, no es ni fortaleza, ni determinación, ni tiempo. 

El pánico comenzó a apoderarse de él una vez más, el placer retrocediendo ante la fuerza con la que arrasaba el miedo. La cobardía. 

Naruto nunca había sido cobarde, ¿Pero entonces por qué… ?

No te niegues a aceptarlo. Abre tus ojos y enfrenta la verdad.

Un gemido lastimero se escapó de sus labios cuando el trazo de una mano fría bajó por su pecho hasta su abdomen. Era familiar y a la vez algo que nunca había sentido. Lo sabía. Por más que le doliera aceptarlo, era algo que no podía seguir negándose.

Naruto, mírame. Sabes quien soy, lo que estoy haciendo, lo que quieres hacer… Mírame y canta para mi. Solo tú sabes lo que necesito oír.

La temperatura de su cuerpo volvió a subir, marcando un claro contraste con las manos que aún se paseaban perezosas por su torso. Era un toque suave, casi como una plegaria, o tal vez era él mismo quien estaba rogando. 

Conocía la respuesta, pero no tenía la fuerza para decirla en voz alta.

Vamos Naruto, —el aliento que rozó su piel lo hizo erizarse y retorcerse con anticipación, corrientes eléctricas danzando a lo largo de su cuello—. Lo quieres. Lo mereces… ¿Por qué no te permites sentir?.... ¿acaso no te duele todo lo que ha pasado, todo lo que has tenido que dejar ir?

El frío comenzó a descender aún más, dejando atrás un trazo tan helado como el par de ojos que sabía que encontraría una vez aceptara su propia incompetencia. Su cuerpo se arqueaba y su voz salía entrecortada por las sensaciones, sorda debido al agua que una vez más llenaba sus pulmones y no le permitía respirar. Estaba a la merced de algo para lo que no estaba preparado. 

No ahora. 

No nunca.

Pero entonces… ¿Por qué se sentía tan malditamente bien?

Dime… ¿acaso no me quieres de vuelta?

 

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El sonido de un golpe seco lo sacó de su sueño al instante, el breve destello de unos ojos escarlata disipándose junto con la neblina del cansancio acumulado. En unos pocos segundos, Naruto estaba listo para acabar con el intruso, chakra surgiendo en la palma de su mano mientras un clon (No sabía en qué momento lo había invocado) se encargaba de darle forma.

Su casa, se suponía, era un lugar seguro, porque era imposible que alguien pudiera entrar sin él darse cuenta antes. O al menos eso había pensado hasta hace unas pocas semanas, cuando al llegar a esa aldea que en algún momento había creído impenetrable, la única escena que había recibido había sido la de un valle vacío. El lugar donde en algún momento había formado su vida, diezmado a tan solo una explanada muerta, rodeada de devastación.

La imagen de una Konoha casi inexistente se esfumó casi tan rápido como apareció, dando paso a la típica calma calculadora que venía con la tensión de una batalla. No podía dejarse atrapar por el pasado, no cuando su futuro estaba pendiendo de un hilo.

El estruendo había venido de la cocina, por lo que, en unos cuantos pasos, Naruto ya se encontraba bloqueando cualquier forma de escape de la amenaza. 

Ubicándose de tal manera que su cuerpo cubriera la única salida del pequeño pasillo entre las encimeras y la isla que apenas ayer había limpiado de al menos una decena de platos sucios, Naruto estuvo a punto de lanzar su rasengan contra quien fuera que estuviera ahí, solo deteniéndose cuando, en medio de la adrenalina del momento, sus ojos cayeron sobre otros exactamente iguales a ellos.

¿Quiénes son…?, Mierda.

Cualquier instinto de supervivencia abandonó su cuerpo en cuanto las memorias del día anterior comenzaron a inundar su mente, y en su lugar, la culpa comenzó a escalar desde la base de su estómago hasta su garganta, haciendo que cualquier disculpa se quedará atrapada en un nudo de arrepentimiento antes de poder formularse correctamente.

Menma estaba atento a cada mínimo movimiento. Sus ojos, afilados como la más peligrosa de las cuchillas, lo miraron de arriba a abajo antes de parar sobre su clon y luego sobre el rasengan aun girando en la palma de su mano. Inmediatamente, Naruto hizo al clon desaparecer y junto con él, el chakra del rasengan se desestabilizó y fue liberado en el aire. 

Tenía la esperanza de que eso fuera suficiente para calmar a ambos niños, pero el daño estaba hecho.

Menma aún no había soltado el aire que estaba sosteniendo, sus piernas se veían tensas, listas para salir corriendo en caso de ser necesario, y sus brazos estaban abiertos con el solo objetivo de cubrir a su hermano, quien solo miraba aterrado a los últimos restos de chakra aún flotando en el ambiente.

—Niños… yo-

El ligero brinco que dio Menma al escuchar su voz hizo que su corazón se encogiera, pero el golpe final lo dio el rastro de humedad que poco a poco se comenzaba a acumular en aquel par de cielos, nublándolos con un dolor que iba mucho más profundo de lo que Naruto había pensado inicialmente.

En cuanto se movió para acercarse más a los hermanos, la expresión de ambos mutó. Toda la sangre se dreno de su rostro, y lo único visible en sus ojos era el más puro terror que Naruto había visto en su vida. 

Como si acabaran de ver a la muerte misma. 

Algo dentro suyo se atrevió a preguntarse si tal vez así se veían las caras de aquellos que lo veían cuando el Kyuubi tomaba el control, pero no tardó en forzar el pensamiento a desaparecer en el fondo de su mente. El eco de una risa autosuficiente resonó en su cabeza, pero no le dio importancia. Después de todo, lo único que importaba en ese momento eran Menma y Minato.

—Niños, de veras, lo siento —Forzando las palabras a salir, Naruto bajó lentamente hasta quedar arrodillado frente a los hermanos, su cabeza inclinándose en señal de arrepentimiento—. De verdad, les prometo que mi intención no era asustarlos y mucho menos hacerles daño. Yo solo me asuste y- bueno… verán, no estoy acostumbrado a tener más personas en mi casa, así que… si. Perdón, de veras.

Naruto nunca se había considerado alguien tímido. Por el contrario, muchas veces se sentía orgulloso del poder que tenían sus palabras sobre los demás. 

Si, tal vez a veces se excedía un poco con lo hablador que era, o tal vez podía llegar a ser bastante imprudente cuando se trataba de mujeres o personas que lo enojaban, pero definitivamente consideraba que eso era mejor que simplemente dar miles de vueltas a un mismo asunto para al final no terminar diciendo nada relevante.

Sin embargo, en ese momento, con la garganta hecha un nudo y su boca abriéndose y cerrándose en un intento de explicar la situación, Naruto no pudo evitar sentirse perdido en un mar de excusas que no iban a resolver el problema real. 

Por un descuido estuvo a punto de lastimar a un par de niños a los cuales, tan solo el día anterior, se había jurado mantener a salvo. No existía ninguna excusa válida para eso. 

Eres un maldito imbécil, Naruto.

—Lo sentimos… —Para sorpresa de Naruto, fue Menma quien rompió con la tensión que se había asentado en el silencio de la habitación, haciendo que su cabeza se disparara hacia arriba para mirar al niño directamente a los ojos—. Fue nuestra culpa, dejamos caer un plato y lo despertamos. Sentimos ser tan ruidosos, no volveremos a hacer nada... No nos haga daño, por favor.

—¿Daño…? —Esa sola palabra consiguió que algo en su mente se reiniciará, y de repente, ahora lo único que Naruto quería era hablar para apartar cualquier mínimo rastro de miedo o culpa de la mente del pequeño frente a él—. Menma, claro que no les haré daño, y además, esto no fue su culpa. Bueno, tal vez lo del plato si, pero no por eso me voy a enojar, no es como si no tuviera mas pla- espera… ¿rompieron un plato?

Como si le hubieran quitado una máscara que solo le permitía ver a los hermanos, Naruto por fin pudo desviar su atención de ellos para observar el resto de la escena. 

A los pies de los niños habían decenas de fragmentos de cerámica regados sobre la madera del piso, y en una de las piernas de Minato había unos cuantos cortes de los cuales se asomaban unas pocas gotas de sangre. 

—¡Minato, tu pierna!

El niño dejó salir un jadeo asustado y dio un paso atrás, haciendo que Menma sacara un kunai de quien sabe donde, subiéndolo a manera de defensa.

—Hermano… 

—Señor Naruto… No fue la intención de mi hermano romper nada y tampoco despertarlo. Por favor, le ruego que lo perdone. No lo lastime, haga lo que quiera conmigo, pero por favor, no vaya a lastimar a Minato—. La voz de Menma estaba llena de emociones contenidas, pero al mismo tiempo, era como si estuviera repitiendo el mismo discurso por milésima vez. Uno que nunca había funcionado antes, pero era su última oportunidad para proteger aquello que amaba, por lo que seguía intentado mientras rogaba con todo su corazón que las palabras no le fallaran una vez más.

—Menma no… —En un segundo, Minato se escabullo por debajo del brazo de su hermano y se paró frente a él, quitándole el kunai para apuntarlo contra Naruto. 

Una llama llena de determinación brilló en medio de aquella mirada oscura que tanto le recordaba a Sasuke, pero se sentía mal, demasiado mal ; porque Sasuke nunca había lucido tan aterrado antes. Sasuke nunca había rogado por la vida de alguien más mientras se ofrecía a sí mismo como sacrificio. Minato, por el contrario…

—No le haga nada, lo atacaré si lo hace, lo prometo. El no hizo nada, la culpa fue mía. Yo merezco el castigo, no él, y-yo no estoy mintiendo. ¡Por favor, lo prometo!

—¡Hermano, cállate!

—¡No! Estoy diciendo la verdad, fue mi culpa, él no hizo nada, yo rompí el plato, fue mi culpa, no más… no lo lastimen más, prometo que lo atacaré si lo hace. No más, mi hermano… yo- ¡No más, por favor!

La presión crecía a pasos agigantados y miles de pensamientos corrían de un lado a otro en medio del caos de su mente, haciendo que la voz agitada de Minato y los gritos de Menma se mezclaran en un rugido desorientador. Inmóvil, Naruto solo podía escuchar una cacofonía desesperada que no le permitía más que ver como un niño, el cual no podía pasar de unos cinco años, suplicaba con lágrimas en sus ojos que lo dañara, que lo lastimara todo lo que quisiera, con la única condición de que no tocara a su hermano.

¡Minato! —Su voz se alzó sin pensarlo, resonando en la habitación con una fuerza que ni él mismo sabía que tenía, pero realmente agradeció en cuanto el silencio finalmente le ofreció algo de paz a su mente. 

Sus párpados, los cuales en algún punto de todo el caos se habían cerrado, se apretaron aún más antes de abrirse con lentitud. Estaba dispuesto a aceptar lo que sea que los niños pudieran lanzarle. Odio, miedo, incluso una expresión traicionada, porque era completamente entendible. Les había gritado cuando justo unos momentos atrás les había prometido que no les haría daño. La situación se le había salido de las manos más rápido de lo que pensó posible y se dio cuenta de ello en cuanto un chakra ajeno, y al mismo tiempo extremadamente familiar, fluctuó peligrosamente en su interior.

Definitivamente era mejor enfrentar de una vez por todas las consecuencias del desastre que había causado.

Tal vez fue por eso por lo que no pudo evitar la sorpresa al ver a ambos hermanos mirándolo fijamente. Sus ojos abiertos de par en par, no aterrados, no llenos de odio o desagrado. No, era más bien… ¿curiosidad?

Ninguno de los tres habló durante varios minutos, y Naruto estaría mintiendo si dijera que no agradeció ese pequeño momento de paz, pero su ansiedad pronto comenzó a crecer con cada nuevo segundo en el que ambos niños tan solo lo miraban como si se tratara de un ser completamente nuevo. 

Por lo menos Minato se notaba mucho más calmado que antes, y Menma no parecía estar saltando entre un completo colapso y un intento de asesinato. Eso definitivamente era un punto positivo.

Hablando de intentos de asesinato… Oh. 

El kunai que hacía poco había sido usado para amenazarlo, ahora estaba tirado en el piso. Su filo contrastando con los varios restos de lo que en algún momento fue un plato, pero ahora solo podía ver como el causante del peor dolor de cabeza de su vida. 

Analizándolo con algo más de calma, no fue difícil para Naruto darse cuenta de que se trataba de uno de sus propios kunai, lo cual solo podía indicar que Menma se había escabullido para robarle uno y él no se había dado por enterado.

Francamente, el pensamiento le resultaba igual de intrigante que aterrador.

Aclarando su garganta, Naruto pudo ver cómo los niños salieron del trance en el que estaban casi al instante, sus ojos deparándose hacia él antes de mirarse entre ellos, compartiendo miles de palabras en tan solo un segundo—. Menma, Minato… Lo siento, mi intención no era alzar la voz y mucho menos asustarlos.

Esta vez, en vez de disolverse en una masa de nervios y lágrimas, ambos niños lo miraron en completo silencio; sus cuerpos inclinándose el uno contra el otro de una manera que parecía más por confort que protección. Lucían desconcertados y el miedo enmarcaba su expresión, pero por lo menos ya no estaban al borde de un ataque cardíaco. Eso ya era ganancia.

—Escuchen, que les parece si nos alejamos de todo… esto —dijo, señalando los múltiples trozos de cerámica esparcidos alrededor de sus pies a la espera de un mínimo paso en falso para iniciar un nuevo desastre—, y comemos algo mientras conversamos.

Ante la mención de comida, los ojos de los dos pequeños ganaron algo de brillo y sus estómagos rugieron al unísono, causando un alivio abrumador en Naruto que por poco lo hace llorar. Por fin… algo le salía bien.

Una vez ambos hermanos se sentaron en la mesa del comedor, alejándose por fin de cualquier objeto cortopunzante que los pudiera herir, Naruto recogió todos los fragmentos del plato de la discordia para después envolverlos en un trozo de papel y botarlos a la basura, asegurándose de que ninguno se le escapara para evitar futuros accidentes.

También recogió el kunai abandonado en suelo, pero en vez de guardarlo de nuevo en su lugar, bastó con darle una mirada a Menma para darse cuenta de que, probablemente, el chico se iba a sentir mucho más seguro si contaba con una mínima promesa de protección a su alcance todo el tiempo. 

Muchos dirían que Naruto estaba loco por ofrecerle un arma ninja a alguien que no dudaría ni un segundo en usarla en su contra si realmente quisiera, pero la verdad era que Menma nunca lo había amenazado directamente, e incluso Minato, quien si había prometido atacar de ser necesario, se había quedado estático en su lugar en vez de intentar algo.

Ellos no quieren lastimar… quieren proteger.

Tomando varias opciones directamente desde la alacena de “Ramen especiales”, Naruto respiró profundo y permitió que una sonrisa calmada curvara sus labios mientras dejaba los múltiples vasos en la mesa y caminaba hacia Menma con el kunai en mano.

El niño contuvo la respiración y cerró sus ojos, pero en cuanto Naruto tomó su mano con la mayor delicadeza que pudo, dejando el arma caer suavemente en ella, su expresión cambió de miedo a confusión.

—Se que probablemente estás pensando que esto es una especie de plan para lastimarlos —Comenzó, tratando de que su voz sonara lo más sincera posible—. Pero no es así. No sé cuándo o cómo conseguiste este kunai, pero ahora te pertenece. Te lo ganaste—. Regalándole una de sus sonrisas más grandes, Naruto cerró el puño de Menma alrededor del mango del arma, reafirmando sus palabras—. Úsalo para proteger a los que te importan ante cualquiera que los intente lastimar. Nunca por odio… sino por amor.

El par de ojos azules cayeron sobre él y lo miraron como si le estuviera hablando en otro idioma, completamente incrédulo de sus acciones, pero eso no le podía importar menos. Soltando la mano del chico, Naruto fue a tomar su lugar en la mesa, dando un aplauso animado para llamar la atención de los niños antes de comenzar a presentar cada una de las opciones de ramen con sus pros y sus contras.

—... y este último es de cuando el viejo Teuchi decidió lanzar una línea especial super picante. Fue horrible conseguirlo, tuve que hacer una fila de literalmente días, pero si me preguntan si valió la pena, ¡Claro que lo hizo, de veras!. —Terminando con la séptima opción, Naruto esperó ansioso a ver cuál iba a escoger cada uno de los hermanos. 

Lastimosamente, conforme el tiempo pasaba y ninguno parecía siquiera considerar ninguna de las opciones, un mal presentimiento se alojó en su pecho. Los niños lo miraban, luego a los vasos de ramen y por último entre ellos mismos, antes de repetir el ciclo una vez más. Y probablemente en su cara se notó la incomodidad, porque después de unos cinco minutos en completo silencio, Menma se comenzó a tensar, dirigiendo una última mirada a Minato antes de hablar casi en un susurro.

—Hmm... ¿no quiere comer, señor? —Sus ojos, como dos pares de diamantes, lo miraban fijamente con aquella expresión calculadora que tan solo unos momentos atrás, había lucido tan vulnerable, envuelta en lágrimas y cubierta por un dolor que ni siquiera podía alcanzar a imaginar.

—Lo mismo les iba a preguntar a ustedes… ¿No van a comer? —Dando lo mejor de sí para que su voz no dejara ver su desesperación, acercó las opciones de ramen un poco más hacia los niños—. Adelante, escojan el que mas les llame la atención, o si prefieren algo mas también podemos salir y-

—¿Tenemos que escoger uno de estos? —Menma se quedó mirándolo seriamente por un momento antes de bajar sus ojos para analizar cada uno de los recipientes con extremo cuidado—. ¿Bajo qué condiciones quiere que escojamos uno?

—Eh... ¿Condiciones?

—Si, nos está pidiendo que escojamos uno, pero necesitamos saber los parámetros para tomar la mejor opción. —Menma le sostuvo la mirada fijamente, su fachada neutral y aquella voz robótica no ayudaba para nada con esa sensación de estar hablando con un simple títere, haciendo que sus alarmas volvieran a encenderse con urgencia.

La tensión se estaba volviendo a construir y Naruto no podía permitir que la situación de más temprano se repitiera. Definitivamente algo estaba muy mal con estos niños, pero con cada nuevo comentario y cada nueva mirada, la idea de que no era algo de lo que ellos mismos estuvieran conscientes comenzaba a volverse más real, por lo que, decidido a comprenderlos, intentó tomar otro enfoque para el problema.

—Bueno, los parámetros son tus propios gustos, Menma. —Inclinándose un poco sobre la mesa, comenzó a señalar cada uno de los ramen y a explicar qué era aquello que, para él, lo convertía en una buena opción. Su atención saltando de vez en cuando a las expresiones de ambos para intentar adivinar sus pensamientos—. Este podría ser una buena opción si te gusta mucho la carne porque tiene más de lo normal; y por ejemplo, este tiene pollo, pero es picante y no se si te guste…

Una vez terminó, volvió a su posición inicial y, buscando darles una última pizca de ánimo, les insistió cariñosamente—. Pueden escoger cualquiera que les llame la atención, ¡de veras!

Minato miro a Menma sin decir una sola palabra pero con el hambre clara en su rostro suplicante. Aún así, no fue hasta que Menma se decidió a tomar uno de los ramen (Sin dejar de ver ni por un segundo a Naruto) y le dio el visto bueno, que finalmente el pequeño se lanzó a tomar la opción que venía con más vegetales, mirando el empaque con un gran anhelo. 

Es fan de los vegetales. Es raro… pero interesante .

—Perfecto. —Soltando un suspiro aliviado, Naruto también tomó la opción que más llamaba su atención y les indico que lo siguieran para poder preparar todo.

Mientras esperaban a que el agua estuviera lista para el ramen, los niños tomaron cada uno su vaso y lo abrieron con extremo cuidado. Minato más que su hermano, lo cual hizo que el corazón de Naruto doliera por el sentimiento de culpa.

—Hmmm… Señor Naruto. —Saliendo de sus pensamientos, Naruto dirigió su atención a Menma, curioso por lo que el niño le tenía que decir—. Hace rato estaba murmurando acerca de un tal Sasuke, ¿acaso es alguien importante para usted?

Naruto se quedó estático al escuchar eso, y de repente, imágenes de aquel sueño que estaba teniendo volvieron a su mente, haciendo que sus se incendiaran a causa de la vergüenza—. No, bueno, sí pero… —El golpeteo en su pecho se comenzó a acelerar, y con cada nueva sensación que recordaba, podía sentir como su piel comenzaba a arder—. Ehh… el… es complicado. Pero sí, podríamos decir que es un buen amigo y… ¡alguien a quien aprecio mucho! —Desviando su mirada hacia la tetera con el agua, se volteó con la esperanza de dejar el tema de lado—. Y ya te dije, deja eso del “señor”, apenas tengo dieciséis.

Menma solo asintió antes de lanzarle a Minato una mirada furtiva, y tal vez Naruto se hubiera cuestionado más a fondo el significado de la acción de no ser porque su mente estaba librando una batalla campal con los recuerdos de su sueño, todo mientras procuraba que los colores no se le subieran a la cara.

Una vez todos los platos de ramen estuvieron listos, todos se sentaron a comer en relativa calma hasta que el sonido de su puerta hizo que la piel de Naruto se erizara en anticipación. No estaba esperando visitas, y a decir verdad, después de los eventos de esa mañana lo último que quería era ver a alguien más en la casa; más que nada si no había sido invitado. 

El timbre sonó una segunda vez y Naruto soltó un suspiro cansado antes de pararse para ir a atenderlo—. ¿Quién-? Oh .

Na-ru-to…   —La expresión fruncida de una Sakura peligrosamente enfadada, lo recibió apenas abrió la puerta, y sin darle tiempo a siquiera pensar en una excusa, su amiga entró a la casa como si le perteneciera, apartando a Naruto del camino mientras pisaba con fuerza, haciendo crujir la madera del suelo—. Cuando te dejé sola con los niños nunca pensé que te ibas a escapar con ellos, ¿¡Sabes cuanto tiempo me quede esperando a que salieras para darles una última revisión!?

—Sakura. Lo siento, de veras, pero…

Ella se volteó a verlo con tanta rabia que lo hizo callar en un instante, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda antes de que inconscientemente, su mirada se desviara para ver si los niños los estaban viendo. No podía dejarlos ver a Sakura en ese estado, enojada por algo de lo que ellos ni siquiera tenían la culpa. Eso solo los haría cerrarse más.

Gracias al cielo, el pasillo de entrada no era ni tan largo, ni tan corto, por lo que la sala y comedor aún no eran visibles desde su posición y viceversa, y por alguna extraña razón, ninguno de los dos hermanos estaba asomándose desde el arco de la cocina para vigilar lo que estaba pasando.

—Naruto ¿Dónde están? —Sakura habló una vez más. Su voz no dejaba espacio a mentiras, y la cabeza de Naruto volvió a doler con la misma intensidad que antes.

—Escucha Sakura, —Intentando mantener el control sobre la situación, se adelantó a la pelirrosa y se ubico de tal forma en la que bloqueara el paso hacia más adentro de la casa. De ahí, intentó hablar en un tono bajo para no asustar a los pequeños que fácilmente podrían escucharlos—. Menma y Minato han pasado por situaciones muy difíciles, créeme, y no es justo tratarlos como si fueran nuestros enemigos o la razón por la cual… Bueno, la razón de nada. Solo porque se parecen a él o uno de ellos tiene el Sharingan no significa que tengan la culpa de todo lo que ha pasado.

La expresión en la cara de Sakura pasó de enfado a confusión, hasta que finalmente terminó mostrando una especie de mezcla entre dolor y arrepentimiento, permitiéndole a Naruto aprovechar la pequeña apertura para continuar hablando.

—Ellos siguen siendo niños y no tienen la culpa de nada. Es más, probablemente ni siquiera tienen la edad suficiente para entender lo que está pasando —Pronto, las facciones de Naruto se suavizaron al ver cómo aquellos ojos verdes relucían gracias a la humedad cubriéndolos—. Creo que nosotros, más que nadie, sabemos lo que implica cargar a unos niños como ellos con pesos tan grandes, ¿no es cierto?

Sakura se quedó en silencio durante un momento antes de subir uno de sus brazos para limpiar las gotas que amenazaban con caer, y asentir.

—Bien… ¿te parece si hablamos de esto afuera? 

—... Tsk, esta bien, pero ni se te ocurra volver a escapar.

—¡Entendido capitana!

Soltando una leve risa, Sakura lo miró con cariño y salió de la casa. Al instante, Naruto dio media vuelta hacia la sala, donde dos pares de ojos cayeron sobre él, dando paso a una tensión que se estaba volviendo demasiado familiar para su gusto.

—¿Nos va a llevar con ella? —Como siempre, el primero en hablar fue Menma, quien sostenía fuertemente a Minato en un abrazo que no daba espacio a preguntas, su nuevo kunai siendo sostenido firmemente en su mano. Nadie lo iba a separar de su hermano, y Naruto no fue capaz de evitar la extraña sensación que se alojó en su pecho.

—No Menma —dijo, acercándose unos cuantos pasos más antes de arrodillarse y mover sus manos para que fueran completamente visibles, mostrando que no tenía nada que los pudiera lastimar—, Sakura vino a hablar conmigo; no a hacerles daño ni a llevárselos, y mucho menos a separarlos. Ustedes están bajo mi cuidado, así que no importa lo que pase, o quien diga lo contrario, no voy a dejar que les hagan nada. Les doy mi palabra.

Ambos niños se mantuvieron callados, mirándolo como si estuvieran intentando descifrar un rompecabezas al cual le faltaban piezas. Naruto les lanzó una sonrisa sincera antes de volver a hablar—. Si tienen alguna petición o pregunta pueden hacerla, les prometo que daré lo mejor de mi para responderles.

Por un largo minuto nadie habló, y solo se podía sentir el paso del viento a través de las ventanas de la sala, pero entonces, Minato decidió dar el primer paso—. ¿De verdad no nos hará nada?

Naruto negó—. No Minato, ella no vino a hacerles daño, solo quiere hablar conmigo de algo y después le gustaría verlos a ustedes para darles una pequeña revisión. 

—¿Cómo puede estar tan seguro? Tal vez eso fue lo que dijo, pero en realidad hay alguien más esperando para atacarnos. —La voz de Menma, a pesar de que sonaba baja, tenía un muy claro tono de precaución y seguridad en ella; como si estuviera exponiendo un fallo obvio en su positivismo. El pensamiento hizo que el estómago de Naruto se resolviera.

—Estoy cien por ciento seguro de que no hay nadie más aquí. Konoha es un lugar seguro, con muchos ninjas muy fuertes que no dejarán que nadie malo entre, —Las ganas de reírse ante la gran mentira que estaba diciendo no tardaron en llegar, pero con practicada naturalidad, Naruto simplemente lo suprimió para darles una sonrisa reconfortante—, pero, si quieres, puedo invocar toda una barrera de clones para evitar que alguien se acerque.

Menma se quedó mirándolo por unos instantes más antes de negar con suavidad, su cabeza gacha y su cuerpo tenso—. No es necesario… —Su voz titubeó por un segundo, pero en cuanto se compuso, subió su cabeza y lo miró tímidamente—. Pero… si es posible, nos gustaría estar arriba.

—Claro que sí. Son libres de estar en cualquier parte de la casa, así que si prefieren ir a su cuarto, pueden estar ahí todo el tiempo que quieran.

Sin decir nada más, Menma volvió a mirar su plato medio vacío y con algo de incertidumbre tomó los palillos para seguir comiendo; Minato siendo rápido en soltarse de sus brazos para imitar la acción.

—Muy bien, voy a estar afuera hablando con Sakura. Si necesitan algo solo tienen que salir y decirme, o si no quieren salir entonces solo tienen que llamarme y yo entraré a ver que sucede. —En cuanto vio a ambos hermanos asentir, se dio la vuelta para finalmente ir a enfrentar a su amiga. 

En cuanto salió de la casa, sus ojos cayeron sobre la figura de Sakura dándole la espalda, sus manos entrelazadas detrás de su cintura, y su cabello meciéndose suavemente con la brisa. Los rayos del sol, tenues gracias a las últimas horas de mañana que les quedaban, le daban una apariencia de madurez y tranquilidad que no estaba acostumbrado a ver. Un cierto aire de nostalgia lo invadió en cuanto las memorias de su infancia llegaron a su mente. 

Sakura, una de las niñas más bonitas de su clase, decidida y de carácter fuerte. A decir verdad, no le sorprendía que la pelirrosa hubiera sido su primer crush de infancia, después de todo, si conseguía conquistar a alguien tan asombroso como ella, entonces definitivamente le estaría probando a todos que realmente podía alcanzar lo que propusiera. 

Luego Sasuke apareció.

Su actitud fría, talento innato y aire misterioso cautivaba a todo aquel que lo conocía, y Naruto no pudo evitar sentir celos, porque ahora Sakura miraba a Sasuke de la manera en la que quería que lo mirara a él. Y no era justo, porque él ni siquiera le dirigía la palabra, mientras que Naruto pasaba sus días y noches pensando en maneras de llamar su atención. 

Cuando entraron al equipo siete, las cosas cambiaron una vez más.

Sakura seguía siendo su prioridad, era la chica del equipo, la chica que le gustaba, y por lo tanto era su deber protegerla. Los sentimientos seguían estando presentes, sólo que, en vez de gastar horas y horas pensando en qué podría regalarle con el poco dinero que le sobraba de sus misiones, ahora su mente prefería gastar ese tiempo y dinero en formas de luchar contra Sasuke. Quería derrotarlo para mostrarle a Sakura que él era la mejor opción, quería ganarle para demostrarse a sí mismo que podía hacerlo, quería borrarle esa sonrisa burlona cada vez que lanzaba sus comentarios sarcásticos, quería que lo mirara directo a los ojos y aceptara su derrota, quería que lo mirara con celos, con admiración… pero más que eso, que lo mirara como siempre lo había hecho, sin un solo rastro de terror o desagrado en sus facciones.

Pronto, el equipo siete dejó de ser “Sakura y los demás”, y comenzó a verse más como una unidad, un verdadero equipo. Una familia; Kakashi, Sakura y, sobre todo, Sasuke. 

Por último, ocurrió un cambio más , y ahora estaban aquí.

Naruto se acercó en silencio hasta quedar al lado de su amiga y dejó que sus hombros se rozaran por unos cortos segundos. Así se mantuvieron por un tiempo, gotas cargadas de sentimientos encontrados caían por las mejillas enmarcadas por cabellos de cerezo, pero ninguno se atrevía a decir siquiera una palabra. No era realmente necesario, porque ambos sabían perfectamente lo que estaba sucediendo en el corazón del otro sin necesidad de decirlo. Era uno de los caprichos de la vida, aquella habilidad innata que venía con los años de compañía el uno al otro. 

—El más pequeño es… es exactamente igual a él, ¿no es así? 

—Se llama Minato —Ese era el nombre que había escogido, y Naruto haría lo que fuera para hacer que el mundo lo entendiera. Él sabía el poder que podía tener un nombre en la vida de una persona—, igual que su ídolo.

Sakura lo miró fijamente, confusión danzando en sus facciones mientras intentaba descifrar a lo que Naruto se refería, pero en cuanto supo que sería imposible, simplemente desvió su mirada hacia sus pies—. Bueno, le queda bien… ¿Cómo se llama el otro?

Una sonrisa sutil se marcó en los labios de Naruto, y en cuanto habló, en su voz resonó un sentido de orgullo del cual no debería sentirse dueño; pero aun así abrazaba como si el logro hubiera sido suyo y no del pequeño que se había permitido un segundo de vulnerabilidad mientras veía unos restos de ramen a sus pies—. Menma… Se llama Menma, como el ingrediente, y su nombre lo escogió el destino, ¡De veras!

—¿El destino?

—Si, al igual que el mío… —Su palabras se desvanecieron con el recuerdo de Jiraiya, pero antes de poder hundirse mucho en los sentimientos, negó y volvió a mirar fijamente a su amiga—. Sakura, ¿De que me querías hablar?

La expresión de Sakura se mantuvo entre compasiva y dolida, una combinación que Naruto había aprendido a odiar desde muy temprano en su vida—. Naruto, sabes que…

—No es necesaria la lástima Sakura. Tampoco necesito palabras suaves o sentimentales…. En serio, yo estoy bien. No tengo tiempo para lamentarme. —Esforzándose por mantener la buena cara, intentó ignorar lo mucho que deseaba abrazarse a sí mismo y llorar por horas hasta quedarse dormido. Tal vez así podría encontrarse con su maestro, o su padre una vez más. Si tenía suerte, incluso podría ver a Sasuke sin tener una katana de por medio.

Sakura sonrió en respuesta, se sentía triste y falsa, pero de todas maneras era una sonrisa; por lo que Naruto no tuvo más opción que replicarla. Un cómplice más de su propia destrucción—. Si… tienes razón, todo va a estar bien.

Les tomó unos cuantos minutos recuperarse de aquel momento, pero en cuanto lo hicieron, Sakura volvió a ganar esa firmeza que tanto la caracterizaba. Sus postura abandonando cualquier rastro de vulnerabilidad para portar aquella faceta de profesionalismo que venía con el oficio de ser un ninja médico.

—Para empezar, gracias a los análisis que les hicimos cuando los trajiste, pudimos darnos cuenta de que Menma y Minato tienen seis y cinco años respectivamente — ¿Tan poco? —, aunque considerando lo que debería ser una estatura y peso sano para esos rangos de edad, es evidente que ambos están seriamente desnutridos…

—Espera, Sakura, ¿me estás diciendo que Menma solo tiene seis?

—Si, ese fue el resultado de los exámenes, ¿Por qué?

—Eso no es posible, son demasiado pequeños para tener tanto control sobre su  chakra —Las imágenes de su persecución inundaron su mente, y de no ser porque lo había visto con sus propios ojos, ahora probablemente estaría cuestionándose si todo había sido un sueño—. Sakura, ellos saben taijutsu, ninjutsu y tienen una puntería extraordinaria, no es posible que sean tan pequeños. Es más, ¡Son incluso mejores que Sasuke cuando estábamos en la academia!

—Naruto, no tendría ninguna razón para mentirte. —La voz de Sakura se tornó más seria—, es imposible que ellos sean más grandes. Puede que sean unos genios, pero sus edades siguen siendo las mismas.

Ambos se quedaron en silencio por unos minutos antes de que Sakura dejara salir un suspiro cansado, llevando su mano al hombro de Naruto en señal de simpatía—. Si te soy sincera, me encantaría poder hacerles más estudios, pero con nuestra falta de equipos es imposible en este momento. Lady Tsunade, la única que podría conseguir más información con lo poco que tenemos a disposición, aún está en estado de coma, y pedir ayuda a Suna no es una buena opción considerando que ambos niños tienen el sharingan y eso sería arriesgarlos a ellos y también a Gaara. 

 

.

 

..

 

 

¿Eh?

 

—¿¡Espera, como que ambos tiene el sharingan!?

Sakura asintió, mirando hacia los lados para asegurarse de que estuvieran solos antes de continuar—. Solicite que un ninja médico del clan hyuuga le diera una revisión general a los canales de chakra de ambos, y mientras lo hacía, se dio cuenta de que los conductos de chakra alrededor de sus ojos eran mucho más grandes de lo que deberían y que las cantidades de chakra que pasaban por ahí eran más altas de lo normal.

Naruto se quedó mirándola fijamente, su mente trabajando a mil kilómetros por hora en un intento de entender lo que le estaba diciendo. No sabía realmente cómo funcionaba todo lo relacionado con la fluctuación de chakra, y mucho menos acerca de cuáles son los canales por los que transitaba; pero según lo que podía notar por la expresión de su amiga, no era algo anormal pero tampoco del todo bueno.

Sakura, conociéndolo bien, soltó un suspiro agotado antes de explicar mejor a lo que se refería—. Mira, normalmente para que el sharingan despierte el usuario tiene que sufrir de un choque emocional muy grande. Como por ejemplo, la pérdida de un ser querido. —Naruto asintió, su mente viajando a dos días atrás, la imagen de Minato llorando porque creía que le había hecho daño a su hermano haciéndolo sentir terriblemente culpable—. Eso causa que su cerebro comience a liberar demasiadas señales, las cuales terminan generando un gran desequilibrio en los canales de chakra de la persona sufriendo el episodio traumático. En el caso de los portadores del sharingan, el golpe emocional es tan fuerte que la propia naturaleza de su chakra se ve afectada, y cuando eso pasa, su cerebro dirige este nuevo tipo de chakra hacia los conductos de sus ojos. 

Sakura bajó la mirada durante unos instantes y trago antes de continuar, su voz tornándose mucho más suave que antes—. El proceso para despertar el sharingan es realmente doloroso. No solo a nivel emocional, sino que también lastima demasiado los canales de chakra porque la cantidad que requiere para activarse es demasiado alta. Eso hace que tras la primera activación, el cuerpo tenga que regenerar los conductos dañados y, para evitar futuros daños, los fortifica.

—Entonces es eso lo que les permite ver que ambos niños lo han despertado… —Naruto dejó caer sus hombros con pesadumbre. 

El hecho de que era su culpa que Minato hubiera despertado el Sharingan sería algo que lo carcomería por dentro hasta el final de sus días. Ese día, Menma se había desmayado en sus brazos y, aunque nunca había tenido la intención de hacerle daño, Minato lo había visto a él, un completo extraño, sosteniéndolo después de haberlos perseguido y amenazado con alejarlos del único hogar que habían tenido en toda su vida. 

Para ser sinceros, le sorprendía que aún fuera capaz de dirigirle la palabra… Y era mucho peor si le sumaba lo de esa misma mañana.

Por otro lado, Menma solo se comportaba como un buen hermano… Seguramente ya sabe que Minato despertó el sharingan y que fue por mi culpa. Mierda… ¿¡porque no puedo ayudar a-

El peso de una mano se posó en su hombro, haciéndolo salir de sus pensamientos para ver la mirada triste de Sakura—, ¿En quien piensas? —Naruto arqueó una ceja, haciéndola soltar una risa apagada—. Bueno… días antes hubiera sido obvio, pero ahora… 

Las palabras silenciosas que siguieron después de aquello fueron suficientes para hacerle entender a lo que se refería su amiga. 

¿En quién piensas?

Acaso era en el pequeño al cual le había hecho sentir lo que probablemente fue el peor dolor de su vida, o tal vez se trataba de su hermano, quien ya había pasado por una experiencia similar quien sabe donde y bajo quien sabe qué circunstancias… O será que una vez más sus pensamientos volvían Sasuke; como si de un laberinto que siempre lo llevaba a su centro se tratase. 

¿Será que aquel sentimiento de culpa no era solo por un par de niños con demasiadas cargas sobre sus hombros, sino que también giraba alrededor de alguien a quien no había sido capaz de salvar de la oscuridad?

Sin poder pensar en una respuesta válida, Naruto no tuvo más remedio que desviar la mirada para no poner en evidencia su propia incertidumbre. Así era siempre, un maldito vaivén de nostalgia y arrepentimiento que no le permitía sentir paz. Que no le permitía diferenciar entre lo que era real y lo que no.

"Vamos Naruto. Lo quieres. Lo mereces… ¿Por qué no te permites sentir?... ¿Acaso no te duele todo lo que ha pasado, todo lo que has tenido que dejar ir?"

Las memorias de su sueño golpearon su mente sin sutileza alguna, y claro que dolía, claro que lo hacía querer tirarse a un mar hecho de su propia miseria con la esperanza de nunca más volver a la superficie. Todo se sentía tan malditamente pesado que estaba cien por ciento seguro de que, una vez se dejará caer bajo la superficie del agua, nunca más podría volver a ver la luz que tanto luchaba por mantener cerca. Su mente dolía. Su cuerpo dolía. 

Su corazón dolía más que cualquier otra cosa.

—Na… to…

Cada día se volvía más difícil mantener los ánimos. Primero habían muerto sus padres, luego toda la aldea le había dado la espalda y después Sasuke lo había abandonado porque no había sido los suficientemente fuerte para mantenerlo alejado de la oscuridad; y cuando por fin había pensado que su vida estaba cambiando, que tal vez si valía la pena seguir a pesar del dolor porque había gente a su lado que nunca lo iba a abandonar, Pain había aparecido.

—Na… ru…

Una vez más todo se había ido por la borda. No había sido capaz de traer a su amigo de vuelta, y él, habiéndose liberado por su propia cuenta, ya no quería volver. No había sido capaz de salvar a su querido maestro de las manos de la muerte. Es más, ni siquiera había logrado salvar a Kakashi o a Hinata… Tampoco había salvado a la aldea, aun si se supone que había entrenado para eso. Y por  fuera poco, no había sido capaz de luchar contra el Kyuubi por su propia cuenta, sino que había sido su padre quien lo había salvado de haber sido consumido por la ira… ¿En qué momento se había vuelto tan débil ?

Nagato había traído a todos de vuelta a la vida. No había sido él. Pero entonces… ¿Qué he hecho yo?, ¿lo convencí?, no… Ese fue su libro… Jiraiya. Nada de esto tiene que ver conmigo. Yo solo he estorbado, he hablado por hablar… yo solo…

—¡Naruto!

No fue sino hasta que Sakura lo acercó en un abrazo cargado de cariño, que se dio cuenta de las lágrimas que caían sin cesar a lo largo de sus mejillas. Sus brazos subieron instintivamente hasta la espalda de la kunoichi y sin quererlo, un sollozo salió desde el fondo de su pecho.

—Está bien… —La voz de Sakura se sentía como una caricia llena de compasión. Era dudosa, pero tan, tan amable —. No te preocupes. Lo vamos a traer de vuelta.

Y tal vez ese no era el punto. Tal vez esa no era la razón por la que todo dolía, por la que todo se sentía tan pesado… Tal vez ese solo era una de las muchas agujas que atravesaban su corazón. Pero en ese momento, Naruto no se pudo dar el lujo de contener sus lágrimas. 

Así pasó el tiempo. Después de una media hora donde Naruto lloraba en silencio, paraba, y a los pocos minutos nuevas lágrimas volvían a caer descontroladas; finalmente ambos pudieron levantarse del césped (No sabía en qué momento se habían sentado), para continuar con su conversación.

Sakura no tardó en recomponerse y rápidamente volvió al tema de importancia, sus propias mejillas aun manchadas por las gotas que habían surcado por ahí—. Menma y Minato, ambos, tienen múltiples cicatrices de quemaduras, cortes e inyecciones a lo largo de sus brazos y piernas. 

Naruto asintió. Ya las había notado antes, pero había preferido que Sakura le confirmara lo que eran en caso de el estar malinterpretando las cosas. 

Cuanto deseaba que ese hubiese sido el caso.

—Estas cicatrices… Naruto, son crueles. Tal vez no son evidentes a simple vista, no todas al menos, pero todo mi equipo se asustó al verlas. Incluso a mi me dieron ganas de vomitar cuando vi las más graves—. Su voz se intentó entrecortar, pero rápidamente lo corrigió—. Es como si… como si muchas de ellas se hubieran hecho a propósito. Claro, las inyecciones obviamente lo fueron, pero… Las quemaduras y los cortes- la mayoría las pudieron haber ganado en un combate o fruto de un jutsu usado en su contra; lo cual no las hace mejores, pero… 

—Sakura, dímelo sin rodeos. Por favor .

Los ojos verdes de su amiga se nublaron con una capa de profunda tristeza, antes de asentir.

—Hay marcas demasiado precisas como para haber sido hechas en el campo de batalla. Tienen cicatrices en el cuello, brazos y piernas que son… que fueron repetidas hasta que su cuerpo se negó a sanarlas apropiadamente. Es como si en algún momento los hubieran tenido atados o drogados y hubieran comenzado a dañarlos deliberadamente hasta que sus propios cuerpos decidieron dejar de intentar reparar lo irreparable. 

Sin darle tiempo a Naruto de procesar la imagen de los hermanos siendo torturados de esa manera; Sakura sacó unas fotos de la bolsa en su cintura, pasándoselas con cierta incertidumbre.

Una cicatriz producto de un corte en el cuello de Menma, naciendo desde su pecho y subiendo peligrosamente cerca a donde estaba la yugular del niño.

Gracias a que las mangas de su camisa ya no estaban cubriéndolas, Naruto pudo ver las varias quemaduras con la forma de una hoja de kunai distribuidas uniformemente a lo largo de los brazos de Minato. Otra quemadura, incluso peor que las otras, marcaba un contraste entre la piel magullada de la base de su cuello y pecho, con su piel nívea normal espolvoreada en pequeños parches ahí y allá.

Marcas de inyecciones dispersas a lo largo de las piernas y brazos de ambos; alejadas y de diversas formas, pero aún así demasiadas para ser algo meramente coincidencial. Algunas de ellas incluso parecían haber sufrido de infecciones mal tratadas, la piel a su alrededor luciendo demasiado débil y frágil como para concluir que todo había sanado adecuadamente.

Un sentimiento oscuro y pútrido comenzó a arder con cada vez más fuerza por cada nueva foto que veía. Podía escuchar el palpitar de su corazón en sus oídos, su sangre correr enfurecida a través de sus venas, y el papel impreso con la evidencia de lo que habían tenido que vivir los hermanos, estaba comenzando a ceder ante la fuerza con la que lo apretaba.

—Naruto, tranquilízate. Tus ojos…

Como si se tratara de un polo a tierra, la atención de Naruto se centró completamente en Sakura al escuchar el tono atemorizado de su voz, y en el reflejo de su mirada consiguió ver el rojo carmín que comenzaba a agolparse en sus propios ojos. Su chakra estaba comenzando a descontrolarse de manera peligrosa y, muy en el fondo, podía sentir al zorro golpeando contra su sello.

—Yo… lo siento, ya me calmo. —Cerrando los ojos, forzó a sus músculos a relajarse, repitiendo en su cabeza conteos que le permitieran concentrar sus energía en mantener el control, en vez de acabar con el mundo entero por lo que le había hecho a Menma y a Minato.

Inhala. Exhala. Inhala. Exhala… No puedes dejar que te consuma. No ahora.

La presión se fue desvaneciendo poco a poco hasta que solo un zumbido del chakra quedó rondando en su abdomen. Era lo suficientemente bajo como para saber que no era una amenaza, pero seguía ahí. Una advertencia de que sus irá aún seguía presente por mucho que intentara opacarla.

—Entiendo lo molesto que debes estar. Yo también lo estoy. —Sakura lo miró con simpatía. Algunos matices de temor aun brillantes en el fondo de sus ojos—. Pero escúchame… esos niños no son normales.

—Sakura…

La pelirrosa fue rápida en corregir sus palabras; notando el tono de advertencia bajo la mención de su nombre—. No, espera, no me refiero a que haya algo mal con ellos, pero si con todo lo que los rodea. Naruto, tú mismo debes haberte dado cuenta ya, ¿El sharingan? Sasuke siempre dijo que era él último de su clan y dudo mucho que hubiera mentido acerca de eso. Y además, no creo que alguien que comparta sangre con ellos hubiera sido tan cruel como para…

—Itachi…

Los ojos de Sakura se abrieron cuando lo escucharon decir aquel nombre y Naruto no tardó en apretar la mandíbula con rabia. Sus puños cerrándose y su cuerpo tenso ante la idea de aquel traidor (El culpable del dolor de Sasuke… El hermano de Sasuke ), estuviera de alguna manera relacionado con ambos pequeños.

—No es posible… —Sakura llevó una de sus manos a su barbilla, pensativa—. Si ellos fueran realmente hijos de itachi, eso significaría que a Menma lo tuvo cuando tenía aproximadamente 16 o máximo 17 años… Sería demasiado joven, más aún si consideramos su participación en Akatsuki.

—Sakura, es la única opción. Es el único portador del sharingan capaz de heredarlo a parte de Sasuke, sin contar el hecho de que apenas ahora hay registro de ellos —Naruto trató de mantener su voz modulada, esperando que su conversación no se escuchara hasta el segundo piso de la casa—. Tendría sentido que apenas ahora se hayan mostrado, considerando lo reciente que es la muerte de Itachi.

Sakura se mantuvo en silencio durante un momento, su ceño fruncido y su mandíbula apretada. Estaba frustrada, era obvio, pero también podía notar como una cierta capa de dolor recubría su mirada—. ¿Primero Sasuke y ahora ellos…? No puedo creer que exista alguien tan… cruel.

Naruto suavizó su postura antes de abrazar a su amiga, tal y como ella lo había hecho con él momentos antes—. ¿Acaso no hay mucha gente así en este mundo…?

El mundo ninja era cruel… eso lo había aprendido recientemente. Aun así, había gente dispuesta a seguir adelante… Él también estaba dispuesto, siempre lo había estado. 

¿De verdad lo estoy?

Sakura se quedó estática por un momento antes de asentir lentamente. Ambos se mantuvieron ahí por unos segundos más antes de que Sakura se apartara por decisión propia.

—Entiendo tu punto… Pero aun así no quiero dar nada por sentado. Algo se siente muy mal acerca de todo esto… —Naruto se mantuvo callado, queriéndole dar espacio a su amiga de enfocar sus pensamientos—. Tú… ¿Tú crees que es posible que yo hable con los niños?, te prometo que esta vez no perderé el control.

Naruto desvió su mirada hacia la entrada de su casa mientras consideraba la petición. Confiaba en Sakura, pero no sabia como reaccionarían los niños ante ella, o incluso peor, no tenía idea de lo que harían una vez el interrogatorio comenzara.

En verdad quería mantenerlos alejados de cualquier rastro de peligro, pasado o presente, real o imaginario, pero saber sus orígenes era la base que necesitaba para hacerlo. El dolor que habían sentido, el miedo, la incertidumbre… Hacerlos revivirlo sería un pecado que Naruto estaba dispuesto a cometer si de eso dependía mantenerlos a salvo.

Ambos entraron a la casa, Naruto dando un último respiro profundo antes de poner una sonrisa en su rostro. Los niños no estaban en la planta de abajo. Sus platos completamente vacíos aún seguían en la mesa pero no había rastro de ellos, por lo que la última opción era que estuvieran en su cuarto.

—¿En serio… Ramen?

La sonrisa avergonzada de Naruto lo delató completamente, haciendo que Sakura lo mirara con incredulidad y le lanzara un golpe “suave” a la cabeza—. Como es posible que seas tan idiota… —Soltó un suspiro cansado antes de mirarlo con reproche—. Mañana te traeré un régimen dietario estricto. Necesitas que esos niños empiecen a comer sano de inmediato si es que quieres que ganen algo de peso.

—Entendido Sakura… Pero, por favor… que tengan mejor sabor que tus píldoras de alimento… —Naruto tuvo que saltar para evitar el nuevo golpe en su dirección, y con rapidez se dirigió hacia las escaleras con la esperanza de que la pelirrosa olvidara sus instintos asesinos a favor de hablar rápido con los niños.

Sakura lo seguía de cerca mientras subían las escaleras. Mirando hacia todas partes mientras probablemente pensaba en lo poco decorada que estaba la casa. En cuanto llegaron a la puerta de su cuarto ( el de los niños ), Naruto acercó su oído a la puerta para asegurarse de que no iba a interrumpir nada entre los pequeños. Lo último que quería era que, por entrar de sorpresa y atraparlos en una conversación que no querían que él escuchara, se terminaran cerrando por completo.

El silencio ocupó su lugar de inmediato, lo cual se le hizo raro, porque al menos debería de poder escucharlos caminar o si estaban durmiendo, entonces podría escuchar el movimiento de las sabanas. Pero no había nada en lo absoluto, ni siquiera su respiración.

Dio un pequeño toque en la puerta, luego otro, y por último un tercero, pero no hubo respuesta. Un mal presentimiento se alojó en su estómago. Volvió su mirada a Sakura, quien lo veía con igual preocupación, y sin necesitar ni un solo segundo más, abrió la puerta con suavidad.

El miedo era una sensación común en el mundo de los ninjas. Era aquello que te mantenía activo cuando el cansancio se vuelve tu peor amenaza, y funcionaba como la mejor motivación cuando el peligro acechaba en cada esquina. 

Naruto no era ajeno al miedo, y como casi todos los ninjas, estaba seguro de que siempre lo recibía como un viejo amigo. Algo en lo que podía confiar cuando la de morir se sentía desesperantemente cerca. Era familiar y, aunque doloroso, siempre significaba que iba a darlo todo para evitar que sus temores se cumplieran.

Mientras la puerta se abría con una lentitud insoportable y su corazón golpeaba su pecho como si estuviera a punto de explotar; algo completamente diferente a cualquier cosa que Naruto hubiera sentido antes hizo que su estómago se retorciera con una anticipación letal, su mente pensando en mil posibilidades y en ninguna a la vez.

El miedo era algo familiar para cualquier ninja y Naruto se había enfrentado cara a cara con él más veces de las que podía recordar, pero el terror crudo que sintió al ver la habitación vacía… Bueno, eso definitivamente era algo que no conocía.

Y hubiera deseado jamás conocer.

Notes:

¡Fin del capitulooo!, No olviden dejar sus comentarios con opiniones, teorías y recomendaciones. De verdad me hace muy feliz cuando veo que la gente comenta :D

Recuerden tomar mucha Agüita, comer bien y dormir sus siete horas mínimas. ¡¡Nos vemos pronto, byeeeeeeee!!

Chapter 9: No soy una buena persona (No le creas a mis palabras)

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Konoha había sido destruida.

La aldea que en algún momento había considerado su hogar ahora no era más que escombros y restos de ninjas que pudieron haber llegado a ser sus compañeros si las cosas hubieran sido diferentes. Al menos, eso era lo que Tobi le había dicho, ¿Y qué razones tendría para mentirle?

La noticia debió haberle hecho sentir calma, o incluso felicidad; pero en lugar de eso, algo dentro de él ardió con fiereza. La frustración e impotencia agitando sus pensamientos en un torbellino que Sasuke no podía parar. 

Su reciente descubrimiento del pasado de Itachi, sumado a las implicaciones de la aldea en la masacre de todo su clan, habían provocado que miles de sentimientos encontrados chocaran uno contra otro en el caos de su mente, obligándolo a disminuir el ritmo al que viajaban a la vez que intentaba evitar preguntas estúpidas por parte de su grupo. 

Disimular su creciente mal humor, causado por dolor de cabeza que lo acosaba día y noche como una maldición destinada a llevarlo a su propia muerte, se había vuelto significativamente más difícil luego de que Tobi le avisara que, no solo su captura del jinchūriki de las ocho colas había sido un engaño, sino que su plan de destruir a la aldea como venganza por Itachi también se vio frustrado porque no quedaba aldea alguna la cual destruir.

Sasuke estaba al límite, listo para asesinar a cualquiera que le diera una mínima razón para hacerlo; por lo que no le resultó extraño que ningún miembro de su equipo intentará detenerlo cuando, en medio de una parada para descansar en su viaje hacia la aldea del hierro, fue tras un hombre que no le había quitado los ojos se encima durante todo el tiempo que estuvieron comiendo, mirándolo sin ningún tipo de escrúpulos y relamiendo sus labios como si quisiera que él estuviera servido en su plato en vez de sus dangos.

Desagradable.

Mientras saltaba de rama en rama, cruzando el bosque, oculto entre las hojas de los árboles, no pudo evitar sentirse de nuevo en su infancia. Los bosques de la tierra del fuego eran, por mucho, los más bellos que había visto en su vida. Frondosos y de un verde penetrante que prometía seguridad, no habían sido pocas la veces en las que, en cuanto sentía su cuerpo ser envuelto por la sombras que brindaban los árboles, después de un cambio entre las muchas guaridas de Orochimaru, respiraba profundo y sentía sus pulmones alegrarse ante el aire puro que recibían. Su corazón saltando de alegría por la idea de estar un poquito más cerca de Konoha… de su hogar .

Orochimaru lo había notado al inicio, haciendo comentarios ocasionales solo para jugar con él.

“Sasuke realmente se alegra cuando viene por aquí… ¿No es cierto?” o “¿Acaso extrañas tu aldea y a tus amigos?”

Con el paso del tiempo, Sasuke aprendió a apagar completamente sus expresiones, forzando sus pensamientos a callarse para que su cuerpo no lo traicionara y así no tener que escuchar las molestas observaciones de la serpiente; las cuales por cierto, nunca nadie había solicitado. 

Al inicio todo había salido según el plan. De hecho, se atrevía a decir que el resultado había sido mejor de lo esperado, porque en medio de su proceso de eliminar cualquier rastro de sus sentimientos, de verdad había perdido la capacidad de mostrar emoción alguna. Lo único que todos podían ver en él era una cáscara vacía con solo un objetivo en su mente: Matar a Itachi Uchiha. 

En su momento, Sasuke de verdad había creído que el odio finalmente lo había consumido por completo. En realidad, simplemente se había acostumbrado a guardarlo todo en alguna esquina en lo profundo de su alma, junto a miles de recuerdos de un equipo de tres genin y un jōnin, ingenuos, y un par de ojos igual de brillantes que los cielos más azules de Konoha.

El único problema ahora era que Itachi Uchiha estaba muerto, el equipo 7 ya no existía y Konoha no era más que una aldea reducida a cenizas. Todo aquello que Sasuke había ignorado por tres largos años ahora golpeaba a su puerta exigiendo ser reconocido, y su mente no perdía ninguna oportunidad para recordárselo. Los arroyos corriendo, la brisa acariciando sus mejillas, las hojas que le recordaban a un antes y un después en su vida, ahora lo agobiaban con su canto de paz y tranquilidad. Todo lo que Itachi no había podido tener, pero gracias a él, Sasuke si.

Al menos por un tiempo, hasta que la masacre sucedió.

No, hasta que Danzo sucedió .

Un grito abrupto lo sacó de su mente, erizando su piel y haciéndolo parar sobre una rama alta mientras intentaba analizar su origen. El hombre al que había estado persiguiendo ya no estaba por ninguna parte y Sasuke se maldijo en voz baja por perderlo de vista, pero en cuanto el llanto de una bebé, acompañado de más voces desesperadas, hizo eco en el bosque, no tuvo más remedio que abandonar su objetivo inicial con el fin de averiguar qué estaba sucediendo.

Activando el Sharingan para captar cualquier amenaza, el mundo a su alrededor cambió y una seguridad que solo venía con aquella perspectiva inundó su mente. Los colores del bosque se transformaron en hilos de chakra interminables que se interconectaban los unos con los otros, pintando todo a su alrededor del mismo blanco tenue que venía con cualquier forma de vida cuya energía no fuera especialmente fuerte o única. 

En segundos, su visión captó un parpadeo de un vibrante naranja a la distancia. Su estómago se retorció ante la sensación de familiaridad, pero fue rápidamente ignorado cuando nuevos colores comenzaron a aparecer en su campo de visión. 

La primera figura, con un chakra azul-grisáceo bastante débil, pero físicamente más alto y grande que las demás, fue fácil de reconocer en cuanto tomó forma. Al parecer, el imbécil de antes había encontrado otras personas a las cuales acosar, haciendo que su previa molestia comenzará a brotar nuevamente, pero en cuanto Sasuke se fijó en sus nuevas víctimas, cualquier rastro de enojo se desvaneció en favor de contener la respiración, evitando que un jadeo alterado escapara sin su permiso. 

Mezclados con el repugnante color del adulto, había dos tonalidades vibrantes y enfurecidas danzando en un espectáculo hermoso pero desesperante a la vez. 

El primer chakra, vistiendo la figura de una niña que no podía tener mas de cuatro años, era una llama brillante y desesperada, emanando flamas rojas que se antes de perderse en el mar de energía se volvían de un morado profundo, casi negro. Tan similares a las de Itachi… pero al mismo tiempo completamente distintas.

El otro, tomando la forma de un niño probablemente de la misma edad, era una poderosa tormenta eléctrica tratando de ser contenida en un recipiente demasiado pequeño para conseguirlo. Rayos amarillos y anaranjados brincaban y corrían al rededor del cuerpo del niño, amenazando con cortar y quemar todo a su paso con el mas pequeño de los roces. De alguna forma, el chakra de la pequeña tormenta parecía atraerlo hacia él con una intensidad que ni siquiera el mismo Sasuke era capaz de comprender. Era cautivador y atemorizante a su manera, casi igual que el de…

—¡No se nos acerque! 

La realidad volvió a golpear a Sasuke como un balde de agua fría, rezagando los recuerdos de un chakra igual, o incluso más abrumador, a ese pequeño escondite donde ocultaba todo aquello que no se permitía atesorar. 

El hombre, habiendo gritado algo más que Sasuke no alcanzó a escuchar, tomó a la niña por el cuello con brusquedad y la sacó del lugar donde los tenía encerrados. Sin pensarlo dos veces, Sasuke desenfundo su espada y en menos de un segundo, el filo de la misma estaba acariciando la garganta del agresor como una promesa de muerte segura. 

La pequeña que hacía unos momentos estaba luchando por mantener sus llamas con vida, ahora tosía desesperadamente contra su pecho en un intento de recuperar el aire perdido, y su agresor, quien no reaccionó sino hasta que sintió el filo de su espada abrir una ligera línea en su piel, peligrosamente cerca de su yugular, comenzó a gritar con desesperación que lo dejara ir, insultando y lloriqueando patéticamente; haciendo la sangre de Sasuke hervir con ira.

—Muere. —Sus ojos ardieron bajo el esfuerzo de usar el Mangekyō Sharingan. El dolor no tardó en pasar de una simple punzada, a la sensación de haber estado viendo directo al sol durante días sin descanso.

En cuanto el hombre cayó al piso sin reparo alguno, su mente perdida en medio de un genjutsu tortuoso, Sasuke se vio obligado a cerrar sus ojos para dejarlos descansar por un momento. Aún no estaba acostumbrado al gasto de chakra que venía con sus nuevos poderes oculares e, igual que había sucedido con Killer B, el solo hecho de usarlos ya traía consigo un gran agotamiento y una dosis moderada de ceguera temprana. 

Respirando profundamente mientras, a través del resto de sus sentidos, buscaba interpretar lo que estaba sucediendo a su alrededor. El llanto junto con la tos de la niña en sus brazos había cesado por completo, dando paso a un silencio que iba y venía junto con el mecer del viento, solo roto de vez en cuando por una respiración tensa siendo liberada o unos pies moviendo tímidamente el césped bajo ellos. A parte de él y los pequeños, no podía escuchar a nadie merodeando alrededor, por lo que la idea de un segundo contrabandista pronto pasó a ser el menor de sus problemas, aunque no lo descartaba como posibilidad.

Luego de un minuto, la extrema resequedad de sus ojos pasó a ser una simple molestia, y el dolor se convirtió en un ardor constante pero soportable, indicándole que ya podía volver a abrirlos. 

Parpadeando para acostumbrarse de nuevo al mundo real, los vibrantes colores de la naturaleza volvieron a llenar sus retinas, cambiando la tenue escala de grises que le ofrecía el Sharingan por el abanico de verdes que venían con el césped y las hojas de los arboles, el café de los troncos y las cajas tiradas a su alrededor, el azul del cielo de verano y, curiosamente, el negro de dos irises que parecía fundirse con la infinidad de las pupilas que rodeaban.

Al instante, Sasuke se encontró cautivado por la pequeña entre sus brazos. 

Su cabello liso, de un precioso color azabache que rivalizaba con las mismas llamas del Amaterasu, enmarcaba con sutileza las facciones agudas, aunque suavizadas por la edad, de su rostro. Sus pestañas largas y curvas se movían con lentitud cada vez que sus ojos se cerraban y se volvían a abrir, llenos de una curiosidad casi tan grande como el miedo que los recubría.

De alguna manera, mientras se veía reflejado a sí mismo en su mirada, Sasuke no pudo evitar sentir una conexión formarse. Algo en esa niña lo atraía con la misma fuerza con la que la luna atrae la marea, dejándolo a la deriva en una playa llena de sentimientos que, el sabia, alguna vez se habían sentido cálidos bajo el abrazo familiar de aquellos a quienes había amado, pero ahora, solo le generaban un dolor igual de grande que el de la ausencia de un par de brazos acunándolo.

Una pequeña risa sonó a sus espaldas, y casi tan rápido como apareció, aquella frágil calma que se había construido a su alrededor se deshizo bajo el toque frío de la realidad. 

Para ser sinceros, el plan de Sasuke para su parada de descanso nunca había sido rescatar a dos niños de las manos de un hombre que lo había hecho enojar, pero no le hubiera dado mucha importancia si la situación simplemente hubiera terminado ahí: dos inocentes libres de las manos de un contrabandista que seguramente los hubiera vendido al mejor postor. 

Estaba dispuesto a dejar pasar la situación como una feliz coincidencia para los mocosos y un acto de bondad en el nombre de su hermano, ignorando cualquier sensación inútil y siguiendo adelante con su camino de venganza, sin embargo, en cuanto lo vio, el retumbar de su corazón contra su pecho le hizo dar cuenta de lo equivocado que estaba.

Un par de ojos celestes, igual de brillantes que esos que siempre se aparecían en sus peores pesadillas ( Sus mejores sueños ), se grabaron en su mirada como una marca de maldición de la cual esta vez nadie lo podría salvar. Miles de palabras ahogadas y sentimientos hace mucho dados por perdidos, comenzaron a agolparse en su garganta sin piedad, cantando una melodía agónica y decadente de la cual, solo un nombre, casi tan roto y anhelante como el susurro lastimero en el que fue dicho, pudo escapar.

Naruto…

El tiempo paró en el preciso instante en el que esa simple palabra salió de sus labios, y Sasuke, sin previo aviso, se vio a sí mismo parado frente a ese chico que no hacía más que quejarse todo el tiempo mientras gritaba a los cuatro vientos que su sueño era ser hokage. 

Las hebras de su cabello, casi tan amarillas como los pétalos de los girasoles que iba a ver en cada uno de sus cumpleaños lejos de la aldea, se mecían con la brisa en una danza llena de rebeldía. Las marcas en sus mejillas, únicas en su clase, se asemejaban a unos bigotes cada vez que aquella sonrisa zorruna se pintaba en sus labios tras alguna travesura. Y sus ojos, hechos del mismo cielo que Sasuke solía quedarse horas mirando en el patio de su casa mientras esperaba por el regreso de su hermano, relucían con una determinación implacable.

Ese era Naruto… El único problema era que, no lo era realmente, y entre más buscaba aquellos rasgos que sólo él podía tener, menos parecía encontrarlos. 

Entonces, una voz temblorosa hizo eco en sus oídos, rompiendo el limbo en que Sasuke había caído sin siquiera darse cuenta y quebrando la ilusión en mil pedazos. Cada uno más doloroso que el anterior—. ¡S-suelte a mi hermana ahora mismo, sino lo mataré, lo juro!

El cabello que normalmente rivalizaba con el mismo sol, se veía sucio, enredado, como si no hubiera sido tocado sino por el agua de la lluvia y el polvo y mugre que quedaba tras ella. Las marcas eran en total cuatro, dos por cada mejilla, a diferencia de las seis que solían venir acompañadas de una piel definitivamente más oscura. Y sus ojos, mucho más apagados y fríos, como las nubes que trae consigo una tormenta, seguían portando esa determinación implacable, pero ahora estaban manchados con un profundo temor y, aun más desconcertante, un odio que parecía querer rivalizar con el suyo propio.

Ese no era Naruto, era completamente distinto… pero entonces, ¿Por qué se ven tan parecidos?

—¿Cómo te llamas?

El niño dio un paso atrás, y solo entonces, Sasuke finalmente se fijó en una tercera figura que hasta ese momento había pasado desapercibida para él. Su cabello era exactamente del mismo color que el de la otra niña y su piel, igual de pálida que la suya, tan solo variaba en las dos líneas en forma de bigotes que decoraban ambos de sus cachetes. Por otro lado, sus ojos, grandes y llenos de vida, relucían con el mismo celeste brillante y cargado de inocencia que hacía unos segundos había confundido con los vestigios de la vida que había dejado atrás.

—¡Eso no le incumbe, solo déjenos ir!

—No… nos haga daño, por favor —Esta vez la que habló fue la mayor de las niñas, reclamando de vuelta la atención de Sasuke con su voz aterrada.

Volviendo su mirada hacia la copia de Naruto, luego hacia la bebé, y por último, hacia el hombre que aún seguía atrapado dentro de su genjutsu; Sasuke simplemente respondió con un  “Hm” antes de dejar a la pequeña en el suelo y crear un clon para que vigilara los alrededores.

En cuestión de segundos, los tres niños estaban juntos y habían hecho algo de distancia entre ellos y Sasuke. La niña susurro algo en el oído de su hermano a la vez que combatía las lágrimas que se acumulaban en sus ojos, y el niño, sin apartar su mirada de Sasuke ni por un solo segundo, solo le entregó la bebe a su hermana antes de ponerse entre ambas y él, como si de un escudo viviente se tratase.

—No les haré nada. —Sasuke habló sin moverse de su lugar, subiendo la voz para asegurarse de que lo escucharan sin necesidad de acercarse—. Pero van a tener que responder unas preguntas…

—¡No tenemos que responder nada! —El pequeño rubio habló con una seguridad para la cual Sasuke no estaba preparado—. No se mueva o si no voy a matarlo. No dejaré que toque a mis hermanas, ¡lo juro!

Antes de que Sasuke pudiera responder, un grito autoritario sonó, dejando a Sasuke aún más sorprendido ante la interacción de ambos niños— ¡Hermano, ya!

—Pero tiene él- él es, es… tu lo sabes. Nos va a hacer daño, ¡tu lo sabes! —Mirando entre su hermana y Sasuke, la expresión del niño comenzó a cambiar. La ira y seguridad que hacía segundos regían silenciosamente en su mirada, se empezaron a disolver en medio del pánico y la desesperación.

—Hermano…

¡Hermana, por favor!

Sasuke estaba listo para intervenir, pero en cuanto dio un paso hacia ambos niños, un quejido adolorido sonó a sus espaldas; haciendo que todos los presentes voltearan a mirar al hombre que, hacía un segundo, estaba seguro que iba a dormir por un largo tiempo.

Decidiendo ignorar a los niños mientras se hacía cargo del problema principal, Sasuke caminó hasta el contrabandista, aún envuelto en la neblina de su genjutsu, y sacó su katana en un movimiento limpio, pero antes de que la punta de la espada pudiera atravesar el pecho de la escoria bajo ella, algo adentro suyo lo hizo voltear. 

Tal vez había sido curiosidad, tal vez sólo quería asegurarse de que los niños no escaparan mientras les daba la espalda. Tal vez había sido algo más… De cualquier forma, ese fue su peor error.

Viéndose reflejado en el terror y la incertidumbre inundando dos pares de ojos que seguían cada uno de sus movimientos con extrema precisión, como si la espada estuviera blandiéndose contra ellos y no contra su agresor, las memorias de heridas recién abiertas volvieron a resurgir como una avalancha en su interior, transportándolo al origen de todas sus pesadillas.

Las imágenes de sus padres tirados en el piso de lo que en algún momento consideró su hogar, inertes sobre madera cubierta de escarlata y con su mirada opaca y pérdida, se filtraron en su mente en un ciclo que no hacia mas que torturarlo con cada desesperante inicio y trágico final. 

Los ojos de Itachi, ahora llenos de lágrimas y arrepentimiento, aún más dolorosos que cuando no mostraban más que apatía, no lo dejaban de mirar ni un solo instante. Sasuke hubiera jurado que solo estaba intentando grabar su rostro en su memoria para soportar los años lejos de él, pero dolía, dolía demasiado, porque sus iris brillaban con el mismo color de la sangre de sus padres y sus pupilas giraban, haciéndolo revivir toda la masacre de su clan una y otra vez hasta que finalmente su cuerpo y mente no pudieron más, dejándolo atrás con mil preguntas y ni una sola respuesta.

De un momento a otro, el llanto de su yo del pasado comenzó a sentirse demasiado cercano, demasiado real . Él estaba ahí, rogando, ahogándose con sus propias lágrimas y pidiendo al cielo o al mismísimo infierno que acabarán con su sufrimiento de una vez por todas.

Su respiración pronto se le salió de control, y no fue hasta que se sintió caer sobre sus rodillas, suplicando a Itachi que lo sacara de ese limbo hecho de sangre y dolor, que se dio cuenta que no solo eran sus pulmones los que estaban desesperados por algo de aire, sino que era todo su cuerpo el que gritaba que pronto iba a morir si no se recomponía en ese preciso instante.

Unas voces distantes comenzaron a sonar, su visión estaba borrosa y no podía detallar lo que pasaba, pero se escuchaban amables, llevándolo a buscar la fuente del sonido con el último ápice de conciencia que le quedaba. 

No era la voz de Itachi, no se parecía en nada, era más aguda y definitivamente demasiado chillona como para pertenecer a alguien de su familia, pero era conocida, y tan, pero tan cálida. 

Algo se cerró alrededor de su mano, y cuando intentó ver que era, de repente ya no estaba en el Barrio Uchiha. La luz del sol golpeó sus ojos sin piedad, obligándolo a parpadear varias veces antes de poder deshacerse de los puntos blancos que plagaban su visión. 

Para cuando por fin pudo distinguir más que figuras borrosas bailando con las siluetas del paisaje, los sucesos previos a su pesadilla viviente volvieron a su mente, y la imagen del pequeño que acababa de rescatar lo recibió de vuelta en la realidad. Solo que, esta vez, se veía completamente distinto.

En vez de resentimiento y pavor, lo único que Sasuke pudo distinguir en su expresión fue sincera preocupación y una cantidad incalculable de comprensión. De forma inexplicable, el mismo niño que hacía unos minutos le había gritado que estaba dispuesto a matarlo, ahora sostenía su mano con extrema delicadeza, paseando su pulgar en círculos reconfortantes sobre su piel mientras sus labios se curvaban con timidez.

Podía ver como la boca del pequeño se movía, seguramente susurrando cosas tranquilizadoras, pero no fue hasta que una cierta corriente de chakra cruzó su cuerpo; como una conocida corriente eléctrica acariciando su interior, que el pitido en sus oídos y el eco de sus gritos se desvanecieron en un silencio que casi lo hace llorar, permitiéndole enfocarse en las palabras del niño.

—¿Quién eres? —Tal y como lo había imaginado, la voz que sonó fue considerada con sus oídos, hablando despacio y en un tono casi comparable con el sonido que hacen los campos de arroz al ser movidos por el viento—. ¿Puedes decirme dónde estás?

Sasuke se mantuvo en silencio, ignorando las preguntas que venían en su dirección, y cada vez sintiéndose un poco más consciente de todo—. ¿Qué…?

—¿Quién eres y dónde estás? —Repitió el niño sin reparos, manteniendo el tono tranquilo en su voz.

Por un segundo, Sasuke se plantea la idea de no responder. Era absurdo y, en realidad, no le debía ningún tipo de información al mocoso, más que todo considerando que todo había sido culpa de ellos en primer lugar, pero, como si una profunda necesidad dentro de él se negara a dejar ir ese efímero destello de paz, Sasuke se vio a sí mismo tragándose su orgullo y simplemente dejándose llevar por la fragilidad del momento.

—Me llamo Sasuke Uchiha… Estoy en un bosque al oeste de la Tierra del Fuego.

El niño lo miró durante un momento para después asentir, su sonrisa creciendo hasta agolpar sus cachetes contra sus ojos, los cuales fueron rodeados de pequeñas arrugas que no hacían más recalcar el aura tan brillante y sincera que emitía—. ¡Ya volviste!, sé que estabas en un lugar feo, pero ya estás a salvo, lo juro.

Algo desorientado (y avergonzado) por su muestra de debilidad, Sasuke solamente murmuró un “Ya lo sabia” antes de observar sus alrededores con la esperanza de entender lo que había sucedido. 

Su espada yacía abandonada a unos cuantos pasos de su posición actual, indicando que probablemente se había alejado de ella en medio de su paranoia. Claramente, el más impulsivo de ambos hermanos estaba a su lado, aún mirándolo como si se tratara de un caso de caridad, pero por otro lado, la mayor de las niñas estaba parada a una buena distancia de él, la bebé sentada a sus pies, con sus grandes ojos reflejando el mismo color del cielo sobre ellos mientras lo miraba con inocente curiosidad.

Por un segundo, Sasuke pareció olvidar lo que acababa de suceder, perdido en lo cómico de la escena que se desplegaba frente a su ojos. Acababa de rescatar a tres niños (Que por cierto, parecían la mezcla perfecta entre él y Naruto), de un contrabandista al cual estuvo a punto de matar frente a ellos de no haber sido porque, la sola idea de hacerlos pasar por lo mismo que él había sufrido durante la masacre de su clan, fue suficiente para enviarlo en un espiral de recuerdos desgarradores que finalmente lo habían hecho entrar en un episodio de… Algo .

 

.

 

..

 

 

Hmp…

 

De pronto, sus propias palabras hicieron eco en su mente, haciendo que todos sus sentidos se alertaran y su cuerpo se tensara. En un salto ya estaba de pie, su mano yendo sin darse cuenta a la cabeza del pequeño a su lado, acercándolo para protegerlo en caso de un ataque sorpresa. 

Le dio un rápido vistazo a los alrededores en búsqueda del hombre que seguramente ya se había escapado, sus ojos desviándose a las niñas para asegurarse de que ellas estuvieran a su alcance en caso de ser atacadas, antes de saltar a los bordes del claro en caso de que alguien estuviera escondiéndose entre los árboles.

Cuando no vio nada a simple vista, Sasuke estuvo a punto de activar su Sharingan, pero antes de poder hacerlo, su atención cayó sobre algo, o alguien, en particular.

Un cuerpo estaba tirado a unos pocos metros de ellos, completamente inerte de no ser por los quejidos, que casi parecían disolverse en el aire en cuanto salían de su boca, y el pequeño río de sangre que brotaba de su cuello, manchando su camisa y el tapete de césped bajo el. 

Apartándose con cautela del mini-Naruto, atento de que no se tratara de una emboscada, Sasuke volvió a tomar su katana antes de avanzar hasta el hombre, aún agonizante, y se inclinó a su lado para poder darle una revisión con la esperanza de entender lo que le había sucedido. 

Un corte limpio cruzaba su cuello, pasando perfectamente por su yugular y cortando lo suficientemente profundo para asegurarse de que el daño fuera fatal. Era algo de lo que estaba seguro que él no había hecho, en primer lugar porque no recordaba hacerlo, y en segundo, porque un corte de ese tipo solo podría lograrse con un arma de corto alcance, lo cual, solo podía significar que…

—Yo lo mate. —La niña habló en un susurro, captando la atención de Sasuke, quien finalmente noto el rojo tiñendo sus manos temblorosas y el kunai tirado a su lado, su hoja envuelta en una capa de sangre—. Estaba despertando y tú no podías pelear. Él era más fuerte que nosotros, así que lo mate. No iba a permitir que nos hiciera más daño…

Sasuke se mantuvo en silencio mientras intentaba asimilar aquellas palabras, pero la curiosidad pronto fue demasiada como para mantenerse callado—. ¿Cuántos años tienen?

Esta vez, fue el otro el que aclaró su duda, corriendo hacia su hermana antes de tomar a la bebé en sus brazos para señalarla alegremente—. Ella es nuestra hermanita bebé y no se muy bien cuántos tiene, pero nuestro hermano mayor siempre dice que como es mucho más pequeña que nosotros, entonces la tenemos que proteger. —Aún manteniendo la misma energía, pasó a señalarse a sí mismo y a su hermana—. ¡Y nosotros somos gemelos!, nuestro hermano dice que aparecimos el mismo día, entonces tenemos la misma edad, que sería…

—Tres.

—Exacto, gracias hermana, ¡Tenemos tres! —Mostrando dos de sus dedos, la cara del mini-Naruto (Cada vez le quedaba mejor el apodo) se iluminó con una sonrisa autosuficiente, la cual brilló aún más en cuanto su hermana, con un suspiro cansado, tomó su mano para alzar un dedo más, como si esta no su primera vez corrigiendo el mismo error.

—Hm, ¿Cómo se llaman?

—No tenemos nombres. —La niña respondió en menos de una fracción de segundo, como si hubiera estado lista para la pregunta y tan solo estuviera repitiendo la misma respuesta practicada de siempre.

—Tsk, no tengo tiempo para esto, así que más les vale dejar de mentir. —Su mandíbula se apretó con molestia, pero más allá de eso, Sasuke buscó mantenerse indiferente ante su insolencia.

La niña ni siquiera se inmuto ante su respuesta, y por el contrario, su ceño se frunció con ofensa, como si la estuviera acusando injustamente de algo que ella claramente no había hecho—. No estoy mintiendo, no tenemos nombres.

Sin mencionar nada al respecto, pero claramente irritado por la ambigüedad con la que le había respondido, Sasuke decidió dejar pasar la pregunta en favor de saciar su más grande duda en ese momento—. ¿Quién es su padre?

Para ser sinceros, le parecía imposible que no compartieran ningún tipo de relación con Naruto. Tenían que, por más que el solo hecho de considerarlo le hiciera sentir extremadamente incómodo. Los tres niños compartían demasiadas similitudes como para no estar emparentados de alguna manera con él, y por lo que sabía, Naruto no tenía ningún otro familiar vivo, por lo que solo había una opción mínimamente coherente…

¿No?

—No tenemos. —Enfocando su atención sobre esos dos diamantes que lo miraban decididos, no pudo evitar sentir que se encontraba hablando con el rubio en persona. Igual de incomprensible, igual de terco, igual de desesperante, y al mismo tiempo, igual de sincero. 

Frunciendo aún más el ceño, Sasuke espero a que el niño elaborara su respuesta, pero ni él, ni su hermana, parecían interesados en hacerlo. Su cabeza comenzaba a doler porque nada de lo que estaba sucediendo tenía sentido, y su molestia crecía a pasos agigantados con cada nueva pregunta que solo era respondida con incoherencias.

—Hmph. —Estaba a punto de continuar con su interrogatorio cuando unos ojos cargados de molestia, lo miraron como si estuvieran a punto de regañar a un niño caprichoso. Sasuke incluso pudo ver a su propia madre reflejada en esa expresión de reproche, haciendo que su corazón sintiera una punzada de dolor antes de ser impactado por las palabras que la siguieron.

—¿Acaso eso es lo único que sabes decir? —... ¿Que? —, no haces más que preguntarnos cosas mientras tu te quedas callado y solo respondes con ese “Hm”. —Los cachetes níveos de la mayor de las niñas se inflaron en un puchero, exagerando su propia expresión y haciendo ver su imitación de él mucho más infantil—. Si tú preguntas cosas, también deberías decir cosas tuyas, ¿no?

Por un segundo, Sasuke se quedó sin palabras ante la arrogancia y superioridad escrita en esa expresión gélida de la niña. Sus ojos afilados engulléndolo en el pozo sin fondo oculto en ellos, mirando directo en su interior en búsqueda de cualquier tipo de ventaja que pudiera obtener de sus reacciones. 

Lastimosamente, Sasuke había sido evaluado por miradas de ese tipo más veces de las que podía recordar, y si esa mocosa quería jugar, entonces Sasuke estaba dispuesto a demostrarle lo equivocada que estaba al creer que él sería considerado con ella.

—Aquí no soy yo quien debe responder las preguntas y más te vale tener eso muy claro. —Con silenciosa satisfacción, Sasuke pudo ver el momento exacto en el que la pretensión era reemplazada por el pavor en el rostro de la niña, sus pensamientos tan claros en su rostro que Sasuke juraría que podía escucharlos intentando descifrar en qué momento, un clon suyo, había aparecido al lado de su hermano y ahora tenía su cuello amenazado bajo la hoja de su katana—. Si ustedes siguen vivos es porque yo así lo deseo, así que, porque no mejor comienzan a responder todo lo que les he preguntado. Con. La. Verdad .

—¡No le haga nada!

—Eso no depende de mí.

Los ojos de la pequeña no paraban de saltar entre él y sus hermanos, su expresión viéndose cada vez más angustiada. Pronto, lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas, y sus manos temblorosas, comenzaron a ganar color nuevamente tras deshacer los puños que habían formado.

—L-lo que le dijimos era cierto, no mentíamos, de verdad lo sien-

Una risa despreocupada resonó en el claro, haciendo que todas las miradas cayeran sobre el origen. Ahí, lo que menos espero encontrar Sasuke fue al pequeño rubio sosteniéndole la mirada como si supiera exactamente lo que estaba pensando. Sus ojos, llenos de rabia mal contenida, lo retaron sin titubear, como si su vida no estuviera pendiendo de un hilo.

—No llores hermana, no me va a hacer nada. Es una buena persona, ¡Lo juro!

—Tiene una katana contra tu cuello, ¿¡Como demonios puedes decir eso!?

Sasuke estaría mintiendo si dijera que no estaba de acuerdo con la hermana del, ahora mucho más idiota a su parecer, rubio. Era verdad que no pensaba lastimarlos, al fin y al cabo, simplemente se trataba de unos mocosos creyéndose mucho más de lo que eran, y su relación con Naruto aún era incierta, por lo que se iba a tomar su tiempo descifrando su verdadero origen; pero eso era algo que el Usuratonkachi meno r no sabía.

—Porque él también tiene un hermano, y así como yo nunca le haría daño a alguien que tiene a un hermano al cual proteger, yo sé que él tampoco nos va a lastimar a nosotros.

Las palabras tardaron en registrarse en su mente, pero en cuanto lo hicieron, algo dentro de él se retorció con un tipo de dolor solo había sentido una vez en su vida, mientras Itachi le dedicaba una última mirada, mientras el sonido de su cuerpo cayendo inerte sobre la roca resonaba en sus oídos, y el fantasma de dos dedos que cargaban con el peso de 17 años de sufrimiento hacía arder la piel en su frente.

Su boca se abría y cerraba en un intento de recuperar el control de la situación, pero su mente estaba completamente en blanco, luchando para en un fútil intento de formular alguna respuesta que pudiera darle la ventaja que, al parecer, nunca había tenido. 

Finalmente, ni siquiera tuvo que formular una respuesta apropiada, porque un grito extremadamente familiar hizo que todos los presentes olvidaran lo que estaba sucediendo en favor de ver hacia el bosque a su espalda.

Sin siquiera pensarlo, Sasuke se movió para cubrir a los niños de la vista de los recién llegados. Su clon deshaciéndose al instante, dejando ir al pequeño rubio que no tardó mucho en atraer a sus hermanas hacia él, ocultándolas también detrás su cuerpo.

—¡Sasuke! —Karin fue la primera en aparecer, seguida de cerca por Suigetsu y Jūgo; quienes no paraban de mirar alrededor en busca de cualquier posible enemigo.

Queriendo evitar más preguntas de las necesarias, Sasuke se mantuvo quieto para reducir al máximo las probabilidades de que los niños fueran descubiertos. A su vez, los pequeños, a pesar de haber sido amenazados por el hacía menos de un minuto, parecieron entender rápidamente sus intenciones y solo se apegaron aún entre ellos, ocupando el menor espacio posible. 

Incluso, podría jurar que uno de ellos estaba sosteniendo fuertemente la tela de la capa entre sus manos, pero no estaba del todo seguro de eso.

—¿Por qué están aquí? —Su voz salió fría y distante, su irritación y cansancio haciéndose notar en ella, pidiendo a gritos que lo dejaran en paz. 

Lastimosamente, Karin no pareció entender la señal. Nunca lo hacía .

—Desapareciste de la nada y después tu chakra se comenzó a alterar, así que… —Acomodándose las gafas, la pelirroja intentó acercarse un poco más, pero con una sola mirada, Sasuke se encargó de que se quedará estática donde estaba—. S-supuse que algo había pasado, por lo que le dije a los demás que viniéramos a buscarte.

—Bien, no pasó nada, así que pueden irse y esperar a que vaya. —Inconscientemente, su mirada se afilo al ver como Suigetsu parecía querer mirar detrás de él, probablemente curioso por el poco movimiento que estaba haciendo—. ¿Entendido, Suigetsu ?

El chico dio un ligero respingo al escuchar su nombre, y rápidamente su atención pasó a enfocarse totalmente en Sasuke—. ¿Eh?, si… —Alzando sus manos con aparente inocencia, solo sonrió levemente antes de voltear a mirar a Jugo, levantando un ceja en forma de pregunta.

El alivio lo inundó al ver como los tres ninjas, no sin antes dirigirse entre ellos varias miradas confusas, dieron media vuelta preparados para irse.

Por desgracia, el destino nunca había estado de su lado, y siendo este el perfecto momento para recordárselo, un balbuceo entretenido sonó detrás de él; haciendo que todos los miembros de Taka voltearan a verlo cada uno con diferentes expresiones, cada una peor que la anterior. 

Suigetsu tenía sus ojos abiertos de par en par, confundido. Jugo simplemente volteo con una expresión curiosa. Y Karin… bueno, la chica definitivamente se veía aterrada.

Ugh.

Notes:

¡Buenas buenaaas, aquí Songs&Poetries reportándose!

Les juro que me demore un resto reescribiendo este capitulo, porque no me gustaba como estaba quedando. La perspectiva que peor se me da es la de Sasuke, así que no me sorprendería si me dicen que esta OOC ;-;. Juro que intente dar lo mejor de mi para que quedara medianamente coherente con el personaje, pero es que el emo vengador es como medio bipolar a veces, y no se muy bien como demonios hacer que suene realista.

De todas formas, lo de los ataques de panico por Itachi por ejemplo, creo que no son algo realmente canon, pero siempre he creído que tanto Sas como Naru no pudieron haber salido ilesos de la muerte las personas mas importantes en su vida (Naru con Jiraya y Sasuke con Itachi), por lo que me puse de meta intentar explorar un poquito mas esos traumas que probablemente quedaron después del arco de Pain.

En fin, mucha parla.

Espero que les haya gustado el capitulo y no olviden dejar sus opiniones, recomendaciones y teorías (Si es que tienen), en los comentarios. Como siempre, mil gracias por el apoyo que le brindan al fanfic, tomen agüita, coman bien y les deseo un excelente día/noche/tarde/madrugada.

¡¡Bye byeeeeee, nos vemos (probablemente) dentro de una semana!!