Chapter Text
Levantarse a tiempo no suele ser un problema para Daniela. Excepto hoy.
En su defensa, no fue del todo su culpa… Bien, tal vez lo fue, cuando el despertador suena, le toma varios intentos golpear el botón correcto. El mundo está girando un poco más de lo que debería. Cuando finalmente se sienta en la cama, se pasa la mano por la cara y se queja con un gruñido.
Arrastrando los pies, llegó al baño y se miró en el espejo. Desastre era quedarse corto. Sus rizos, normalmente definidos y llenos de vida, parecían un nido de pájaros
—Mierda... —murmura. Se masajea las sienes, intentando ignorar la punzada de dolor de cabeza que le late con cada maldito latido.
Sale del baño refunfuñando. Ve a Manon, su compañera de apartamento, en la cocina.
—No digas nada —advierte Daniela, con la voz ronca.
Manon levanta la vista, arquea una ceja y suelta una carcajada suave.
—Te ves como un desastre. Necesitarás un milagro para estar presentable antes de clase.
Daniela la fulmina con la mirada y gruñe algo ininteligible. Abre la nevera y toma una caja de jugo, la destapa y, sin molestarse en buscar un vaso, se la lleva directamente a la boca.
—Gracias, Manon, siempre tan dulce. ¿Tienes un milagro para arreglar esto antes de clase? —Señaló su cara y su cabello con un gesto vago
—Asquerosa. —Manon la mira con asco.
Daniela le responde mostrándole el dedo del medio mientras sigue bebiendo.
Manon revira los ojos. —Súper madura.
Unos 25 minutos después, Daniela ha logrado transformarse de zombie a algo que podría considerarse un ser humano funcional. Va con una sudadera grande y sus audífonos puestos.
La música es una playlist aleatoria de Spotify, ese maldito DJ automatizado que piensa que le gusta cualquier cosa indie random. No le encanta, pero tampoco está para pelear con él hoy.
¿Por qué siempre me haces esto, algoritmo? , pensó
Camina rápido por la acera, todavía medio adormilada, cuando alguien choca con ella de frente.
Está lista para soltar top mejores insultos en español
—¡Mira por dónde—!
Se detiene cuando ve a Megan. También parece que ha corrido, el pelo revuelto y un poco sudada. Hay un brillo en sus ojos, pero está claro que la noche anterior también la golpeó.
—Si pretendías que cayera por ti —dice Daniela, levantando una ceja—, hay formas mejores de hacerlo.
Megan parpadea, bostezando
—Es muy temprano para responderte con algo ingenioso. Regresa cuando estemos atendiendo clientes, ¿quieres?
Daniela pone los ojos en blanco pero no puede evitar sonreír.
—Idiota.
—Pesada.
Sin más, se acomodan codo a codo y siguen caminando rápido hacia la facultad. Llegan tarde, por supuesto. Pero la maestra apenas las ve y suspira. Son dos de sus mejores estudiantes. Les hace un gesto con la mano para que se apuren y no interrumpan más.
Se cambian a toda velocidad en el vestidor. Las mallas, la camiseta ajustada, el moño improvisado que Daniela se arregla mientras corre. Ambas se unen al resto del grupo con la respiración agitada.
En el fondo Daniela solo espera que el día siga sin tantos contratiempos.
Tras un par de horas de clase, ambas terminan agotadas pero satisfechas. El sudor les chorrea por la frente y las piernas tiemblan un poco, pero saben que necesitan comer algo antes de la siguiente sesión.
El aula se vacía poco a poco, con el sonido de bolsas de deporte arrastrándose y risas apagadas. Las chicas se dirigen a un mcdonald's cercano
—Te juro que si no como algo pronto, voy a devorar tu brazo —dice Daniela, acomodándose la sudadera mientras recoge sus cosas.
Megan apenas le presta atención. Está encorvada sobre su celular, los pulgares volando, y una sonrisita boba en la cara.
Daniela entrecierra los ojos.
—¿Qué pasa contigo? ¿Me estás engañando con alguien?
Megan suelta un resoplido y sin alzar la vista contesta:
—No seas ridícula.
—Confirmo: me engañas.
—Dani... —dice Megan, por fin alzando la mirada—, cállate. ¿Qué quieres comer?
Daniela frunce el ceño, pero acaba encogiéndose de hombros.
—Papas. Y hamburguesa. Grande. Y jugo o algo.
Megan asiente resignada y se guarda el celular.
—Voy por eso. Vigílame el bolso.
Daniela se deja caer en la silla y suspira dramáticamente. Mientras espera, repasa mentalmente los movimientos de la clase y se masajea los gemelos.
Megan regresa al rato con la bandeja llena y una sonrisita incómoda.
—¿Por qué esa cara? —pregunta Daniela, desconfiada.
Megan deja la comida frente a ella y saca un papel doblado con un número escrito y un corazón junto al nombre Adela .
—La chica del mostrador me lo dio —dijo Megan, encogiéndose de hombros mientras tomaba una papa de su propia bandeja—. Fue... amable.
Daniela soltó una risita, pero había un filo en su tono. —Pobre Adela. Qué lástima que a ti no te gusten las chicas, ¿no?
Megan se quedó callada un segundo de más, su risa menos entusiasta de lo que Daniela esperaba. —Sí, claro... —murmuró, mirando su comida como si de repente las papas fueran lo más interesante del mundo. Antes de que Daniela pudiera analizar esa reacción, Megan estiró la mano y robó una papa de la bandeja de Daniela.
—¡Oye! —protestó Daniela, dándole un manotazo juguetón en la mano—. ¡Tienes tus propias papas, ladrona!
—Pero las tuyas saben mejor —replica Megan con una risita ronca.
Daniela bufa, pero no puede evitar sonreír.
El local de McDonald’s se vuelve repentinamente más ruidoso cuando se abren las puertas y entra gente riendo. Entre ellos están Lara y Manon.
Daniela las ve apenas entrar. Su mirada se clava un segundo más en Manon, su compañera de piso y mejor amiga, así que como cualquier persona madura, calmada, llena de paz y amor; le enseña descaradamente el dedo del medio desde la distancia.
Manon frunce los labios y le gesticula: "Qué madura eres" .
Daniela se ríe para sus adentros.
Enseguida, un par de chicos y chicas del local reconocen a las recién llegadas y se acercan a pedirles fotos. Ambas son bastante virales últimamente: Lara por sus videos de moda y humor, Manon por sus diseños y No tiene idea, las redes son raras, basta con que algo sea estéticamente hermoso para captar la atención de todos, aunque Manon es muy divertida, pero si se tratara de divertida Daniela sería la persona más popular del mundo ¿No? .
Daniela las mira de reojo mientras mastica, tratando de no parecer demasiado interesada.
Megan las saluda con la mano, distraída.
Una vez liberadas de los fans, Lara y Manon se acercan a la mesa.
—¡Meeeeg! —canta Lara, sin pedir permiso, mientras se deja caer a su lado y apoya la cabeza en su hombro—. Te fuiste sin despedirte ¿Tan rápido te aburriste de mí?
Daniela parpadea. No estaba al tanto de que Megan hubiera estado con Lara esa mañana. Hasta donde sabía, su roomie era Yoonchae. Pero no dice nada.
Megan apenas la empuja con el hombro, sonriendo.
—Estabas dormida y me dio algo de pena molestarte.
—Mentira. Yo nunca duermo —dice Lara.
Manon, que se había sentado al otro lado de la mesa, aprovechó la distracción para robar una papa de Daniela. —¡Oye! —gritó Daniela, dándole una palmada en el brazo—. ¿Qué pasa hoy? ¿Es el día internacional de robarme las papas?
Manon se lleva la papa a la boca —Hoy todos descubrimos tu verdadera utilidad, Daniela.
Daniela rueda los ojos, pero hay un destello de diversión en su cara.
Manon intenta robar otra, pero Daniela reacciona más rápido esta vez. Aun así, Manon agarra la papa y se levanta de golpe para correr mientras la mastica.
—¡Devuélvemela, traidora! —grita Daniela levantándose para perseguirla.
Lara, mientras tanto, aprovecha el caos y mete la mano para robarle otra papa a Daniela antes de que pueda volver.
—¡No! ¡Lara, tú no!
—Demasiado tarde —dice Lara triunfante, masticando con satisfacción mientras Megan se ríe con la cabeza entre las manos.
Megan ha besado a una chica
Megan ha besado a una chica y no se ha tratado de un pequeño beso de 1 segundo
Megan ha besado a una chica
Eso es lo único en lo que Daniela puede pensar.
Está sentada en el borde de un sillón demasiado bajo en la sala de Lara, mientras la música sigue sonando en bucle desde el parlante portátil y la gente sigue riéndose y gritando “¡gira, gira, gira!”.
Se pasa las manos por la cara con frustración.
Fue solo en el juego. Fue solo un beso. Podía negarse. Pero no lo hizo.
Daniela respira hondo, tratando de calmar el temblor en su pecho. No entiende por qué se siente así. Ni siquiera estoy saliendo con ella.
Pero en su cabeza se repite la imagen de Megan sonriendo, un poco nerviosa pero feliz, después del beso. Esa mueca satisfecha que se le escapó antes de esconder la cara en el hombro de Lara.
Eso duele. Mucho más de lo que admitirá nunca.
Intenta contenerse. Cuatro minutos. Lleva cuatro minutos en esa habitación, lejos de todos, conteniendo las ganas de gritarle a Megan por algo que no tiene derecho a reclamar.
Finalmente se rinde y se levanta, empujando la puerta con un poco más de fuerza de la necesaria
En el patio trasero de la casa, donde algunos fumaban y otros reían demasiado alto, Daniela se dejó caer en un escalón. No estaba feliz. No entendía por qué, pero no lo estaba. Antes de que pudiera hundirse más en sus pensamientos, Yoonchae apareció a su lado, calmada como siempre. Sin decir una palabra, le pasó una botella de agua fría.
—Gracias —murmuró Daniela, tomando la botella y dando un sorbo largo. Agradeció que Yoonchae no preguntara qué pasaba. No sabría qué responder. ¿Que estaba celosa? ¿Que no entendía por qué le importaba tanto que Megan besara a alguien más?
Ambas se quedaron sentadas en silencio, observando la fiesta desde su pequeño refugio. Entonces, Daniela notó algo que la hizo fruncir el ceño. ¿Era eso... Manon? ¿Y por qué estaba tan cerca de Sophia? Las dos estaban en un rincón, riendo, con Manon tocando el brazo de Sophia de una manera que no parecía solo amistosa. Daniela entrecerró los ojos. Eso lo voy a investigar después , pensó, archivando el dato mentalmente.
Yoonchae, como si leyera su mente, habló en voz baja. —Sea lo que sea que te esté comiendo la cabeza, Daniela, enfréntalo. Huir no soluciona nada.
Daniela giró la cabeza, sorprendida por la precisión de las palabras. —Wow, Yoonchae, ¿desde cuándo eres tan sabia? —bromeó, pero asintió lentamente. —Tienes razón. Lo voy a enfrentar. Prometido.
No tuvo que esperar mucho para ponerlo en práctica. Apenas volvió a entrar a la casa, buscando a Megan entre la multitud, la encontró tambaleándose cerca de una mesa llena de vasos rojos. Megan estaba claramente borracha, con los ojos brillantes y una sonrisa que ocupaba toda su cara. Cuando vio a Daniela, gritó un "¡Dani!" tan entusiasta que casi se cae al suelo, lanzándose a sus brazos.
—¡Oh, mierda—!
Daniela no es pequeña, pero Megan es más alta y se le cuelga con todo su peso. Da un par de pasos tambaleantes hacia atrás, intentando no caerse con ella. Finalmente logra sostenerla, aunque medio ahorcada por el abrazo.
—Bájate —gruñe entre dientes—. ¡Vas a matarme!
Megan solo se ríe y se restriega más contra su cuello.
Daniela busca con la mirada a alguien que la salve. Sus ojos se clavan en Lara, que está mirándolas divertida desde el sillón.
—¡Lara! ¿Hay algún lugar donde pueda poner a… esto ? —dice señalando a Megan
—Mi habitación está arriba, primera puerta a la derecha. Déjala ahí.
Daniela gruñó, pero comenzó la misión de llevar a Megan escaleras arriba. No fue fácil. Megan, en su estado de ebriedad, era un desastre, tan atractivo, tan hermoso, tan cariñoso. Intentó besar a Daniela no una, sino dos veces, inclinándose con una sonrisa torpe que hizo que el corazón de Daniela diera un vuelco. Cada vez, Daniela la esquivó suavemente, murmurando un "para, estás borracha" mientras intentaba no derretirse por completo.
—Eres tan... tan bonita, Dani —dijo Megan, arrastrando las palabras mientras Daniela la ayudaba a tumbarse en la cama de Lara.
—Cállate y duérmete —respondió Daniela, aunque su voz salió más suave de lo que pretendía. Se sentó en un puff junto a la cama, observando cómo Megan se acurrucaba en la almohada y caía dormida casi al instante, con una sonrisa todavía en los labios.
Daniela apoyó la cabeza en las manos, suspirando. Estaba volviéndose loca. Porque, por un segundo, cuando Megan intentó besarla, quiso dejarla. Quiso cerrar los ojos y dejar que pasara, borracha o no. Pero no lo hizo. No estaba bien, no así. Se quedó mirando a Megan dormir, con el corazón latiendo demasiado rápido y un pensamiento que no la dejaba en paz: ¿Qué demonios me está pasando?
La luz del sol se colaba por las cortinas mal cerradas de la habitación de Lara, y Daniela despertó con un sobresalto, su cuerpo rígido por un segundo antes de relajarse. Menos mal, nada de parálisis esta vez , pensó, aliviada, aunque su cabeza seguía protestando por la resaca. Pero cualquier alivio duró poco cuando sintió un peso a su lado. Giró la cabeza lentamente y ahí estaba Megan, todavía dormida, con un brazo extendido sobre el estómago de Daniela como si fuera lo más natural del mundo. Estaban en la misma cama. ¿Cómo demonios terminamos así?
El recuerdo de la noche anterior la golpea: Megan borracha, arrastrada hasta la cama, balbuceando cosas, intentando besarla. Daniela traga saliva. Intenta apartarse con cuidado, pero Megan gime en protesta y se aferra más.
La cara de Daniela se sonroja hasta las orejas.
—Mierda —murmura.
Finalmente logra escurrirse, aunque con movimientos torpes. Se sienta al borde de la cama, pasándose la mano por la cara. El corazón le late con fuerza en la garganta.
Megan casi la besa anoche. Ella casi la deja.
Se gira para verla. Megan parpadea, empezando a despertarse. Sus ojos se abren apenas, perezosos, pero se clavan en Daniela de inmediato.
El silencio que se forma entre ellas es incómodo.
—Eh… buenos días —dice Megan, voz ronca.
—Ajá. —Daniela evita mirarla. Se pone de pie de golpe.
Megan se incorpora con lentitud. Sus mejillas se tiñen de rosa al recordar dónde está y con quién durmió.
—Lo de anoche… —empieza.
—No pasa nada. —Daniela la corta, seca. Demasiado rápido.
Megan baja la mirada.
—Ah. Ok.
Silencio. Tenso. Desagradable.
Daniela bufa.
—Vamos. Lara y Sophia seguro están haciendo café.
Megan asiente sin entusiasmo.
….
Sophia y Manon están en la cocina, discutiendo bajito sobre cuánta leche ponerle al café. —No necesitas más azúcar si ya estás tú —dice Sophia con una media sonrisa.
Manon le lanza una carcajada ahogada mientras le empuja el hombro.
—Qué asco eres.
Sophia arquea una ceja.
—Pero te encanta.
Daniela, que acaba de entrar, se apoya en el marco de la puerta y aplaude lentamente.
—¿Cómo pueden ser tan homosexuales antes del desayuno?.
Manon gira para verla y hace una mueca.
—Cállate, resaca con patas.
Daniela ladea la cabeza con fingida inocencia. —¿Por cierto, Manon? Muy disimulada anoche con esa marquita roja en el cuello.
Manon se le queda viendo, horrorizada. —¡No tengo nada!
Sophia se gira de inmediato para escanearle el cuello con el ceño fruncido. —¿Qué marca roja?
—¡No hay nada! —Manon se tapa con las manos—. ¡Daniela está jodiendo!
Sophia entrecierra los ojos. —¿Ah, sí?
Daniela se dobla de la risa mientras Manon tartamudea explicaciones absurdas.
En el fondo, Yoonchae los mira con cara de sueño.
—¿Pueden besarse después? Tengo hambre.
Todos se giran a mirarla.
—¿Qué? —Yoonchae encoge los hombros—. Los escucho flirtear desde las siete.
En el sofá del salón, Lara estaba boca abajo, con un brazo colgando y un ronquido leve que hacía dudar si seguía viva. Megan, como si buscara cualquier excusa para escapar de la tensión con Daniela, se lanzó sobre ella con un grito de "¡Lara, despierta!" que hizo que la pelirroja gruñera y levantara la cabeza.
—¿Por qué me odias, Meg? —protestó Lara, pero sonrió al ver a Megan sentarse a su lado. Las dos encontraron un paquete de papas fritas de la noche anterior en la mesa de centro y empezaron a comer como si fuera el mejor desayuno del mundo, bueno era mejor que esperar a que la parejita terminara.
Daniela se cruza de brazos, viéndolas. Hay algo en su pecho que duele al ver cómo Megan se refugia ahí.
—Te juro que Daniela está inventando. Mira. Mira mi cuello. Nada.
Sophia frunce el ceño, inspeccionándola.
—Mmm. Si me mientes, ya sabes que puedo exponer todas tus fotos feas.
—¡No hay fotos feas!
—Tienes razón. Todas son sexys.
—¡SOPHIA!
Megan se ríe entre dientes. Lara la imita. Por un segundo parecen ajenas a la tensión, como si solo existieran ellas dos.
Daniela las mira, y el nudo en su estómago se retuerce.
Pero no dice nada.
-
Daniela estaba harta. Harta de sentir cosas que no entiende. De ver a Megan reír con Lara mientras a ella le duele el pecho. En clase, durante el calentamiento, no puede dejar de mirarla. Megan que se sujeta el pelo en un moño desordenado. Megan que se ríe bajo con una compañera. Megan que evita su mirada en cuanto la atrapa.
Daniela exhala con frustración. Basta.
Recuerda algo que le dijo su papá una vez
"Mija, todo se aclara con un beso. Si te gusta, lo sabrás. Y si no... pues sigue con tu vida."
Ella se rió en ese momento. Su padre estaba demasiado borracho para pronunciar bien la frase.
Pero ahora… ahora suena como la solución a todos sus problemas.
Así que, cuando terminó la clase de danza y vio a Megan recogiendo su mochila , con la clara intención de huir, como lo ha hecho toda la semana. Pero Daniela no está dispuesta a dejarla. La llama una vez. Megan se detiene apenas, pero no se gira.
Daniela frunce el ceño. Camina con paso firme, la agarra de la muñeca y la obliga a voltearse.
—¡Dani, qué—! —protestó Megan, pero Daniela no la dejó terminar.
Sin fijarse si alguien las veía, Daniela abrió la puerta del baño más cercano y empujó a Megan dentro. Por pura suerte, estaba vacío. La llevó hasta un cubículo, cerró la puerta con un clic y, antes de que Megan pudiera decir una palabra, la besó.
Fuerte. Urgente.
Megan suelta un pequeño sonido ahogado, sus manos se quedan flotando a los costados por un segundo antes de aferrarse a la cintura de Daniela.
Daniela la sostiene de las caderas con firmeza. Sus manos suben con descaro bajo el suéter de Megan, acariciándole el abdomen con los dedos fríos. Megan se estremece y gime contra su boca.
Daniela sonríe apenas y profundiza el beso. Sus lenguas se encuentran un par de veces, calientes y suaves. El aire se vuelve denso, cargado de algo que no se atreven a nombrar. Daniela se separa apenas para besarle el cuello. Muerde un poco. Megan jadea.
Daniela chupa con fuerza suficiente para dejar una marca. Megan se muerde el labio y pasa los brazos detrás de la nuca de Daniela, atrayéndola de nuevo a sus labios.
—Dani… —susurra entre besos—. Por favor.
Daniela se estremece. Junta más sus cuerpos.
Y ahí, Megan lo nota.
Algo. Algo que no esperaba sentir presionándose contra su cadera.
Se queda quieta. Baja la mirada.
Daniela tarda un segundo en darse cuenta. Mira hacia abajo siguiendo la mirada de Megan.
El mundo se detiene.
Daniela siente cómo se le congela la sangre.
—Yo… —intenta decir algo, pero su garganta no coopera.
Megan alza la vista, confundida, con las mejillas rojas y los ojos enormes.
Daniela no puede sostenerle la mirada.
—Lo siento —murmura, apenas audible.
Se inclina para darle un pico torpe, rápido, casi una disculpa física. Después sale del cubículo y del baño con pasos apresurados, sin atreverse a mirar atrás.
Megan está contra la pared del baño.
—Dani… —su voz es un susurro grave, tembloroso, que la invita.
Daniela la observa un segundo, respirando agitada. Sus manos tiemblan, pero no de nervios, sino de hambre. Se abalanza sobre ella.
El beso es un choque de bocas, labios que se buscan con ferocidad. Megan gime contra su boca, entreabriendo los labios, dejando que la lengua de Daniela explore sin permiso.
Las manos de Daniela se aferran a sus caderas, presionándola con fuerza contra la pared fría. Siente el cuerpo caliente de Megan temblar contra el suyo.
Megan rodea su cuello con los brazos, halándola aún más cerca. Sus pechos se aplastan juntas. El roce las hace jadear al mismo tiempo.
Daniela rompe el beso solo para deslizarse hacia su cuello. Lo lame con lentitud, dejando un rastro húmedo. Megan se arquea, soltando un gemido grave.
Daniela sonríe contra su piel. —Te gusta…
—Cállate… —responde Megan, pero la voz se le quiebra.
Daniela muerde, fuerte. Megan se muerde el labio para no gritar, aferrándose aún más a ella.
Las manos de Daniela se cuelan bajo el suéter de Megan, subiendo por su abdomen, acariciándolo con avidez. Sus dedos se mueven con hambre, rozando costillas, acariciando la curva de su cintura.
Megan tiembla y sus manos se enredan en el cabello de Daniela, tirando un poco para acercarla otra vez a su boca. Sus labios se encuentran de nuevo.
Esta vez más lento. Más profundo.
Sus lenguas se buscan con lentitud deliberada. Daniela saborea cada jadeo, cada mínimo sonido que Megan suelta.
Cuando se separan un segundo, ambas están jadeando. Sus frentes se apoyan.
—Quiero más… —murmura Megan, apenas audible.
Daniela sonríe de lado. Sus manos bajan con lentitud, acariciando su cadera, aferrándola con más decisión. La empuja con su propio cuerpo. Se frota contra ella.
El contacto las electrocuta. Megan gime alto esta vez.
Daniela se mueve, lento al principio, luego más decidido. Siente su propia respiración romperse, el calor en su vientre estallar como fuego líquido.
Megan la agarra con fuerza, enterrando los dedos en su nuca y en su espalda. Su cuerpo se curva contra el de Daniela, siguiendo el ritmo. —Dani… —su voz es apenas un gemido roto.
Daniela acelera, perdiéndose en el beso, en su boca abierta, en la humedad compartida. El sonido de su respiración se vuelve casi obsceno.
La mano de Daniela baja aún más, apretándole la cadera para mantenerla en su sitio mientras sigue frotándose con más fuerza.
El placer es insoportable.
Megan tiembla. —Ah… por favor…
El corazón de Daniela retumba como un tambor en su pecho. Siente la dureza presionada contra Megan, más evidente que nunca, pero ya no le importa.
Quiere más.
Necesita más.
Sus labios se vuelven a encontrar, con dientes, con hambre.
Sus cuerpos se pegan tanto que es difícil distinguir dónde empieza una y termina la otra.
Megan está gimiendo contra su boca. Daniela apenas puede pensar.
El calor sube y sube y sube—
—
Daniela se despierta de golpe.
Está en su cama. Sola. Sudada.
Respira como si hubiera corrido un maratón. Su camiseta pegada a su espalda, el cuerpo ardiendo.
Baja la mirada. Genial.
El problema es evidente. Doloroso. Ridículo.
Se tapa la cara con las manos. —Mierda…
Se deja caer de espaldas en la almohada, exhalando con frustración.
Fue solo un sueño.
Solo un maldito sueño.
Pero el sabor de Megan sigue en su boca. Y su problema también se ve bastante real
Son las dos de la tarde cuando finalmente decide que hará algo por su vida, así que cambia el lado de la almohada porque se siente más frío. Suficiente amor propio por un día
Luego de un rato dando vueltas en su cama, aburrida y sin mucho piensa en la mejor idea de su vida
...
Toca la puerta con los nudillos. Sophia abre con su cara de qué quieres.
—Hola, mi lesbiana favorita —dice Daniela sin saludar de verdad.
—Ni siquiera estoy en tu top 3 —replica Sophia
—¡Oye!
Sophia la deja pasar mientras resopla divertida.
Daniela se deja caer en el sofá, dramática.
—Estoy harta.
—Dime algo nuevo.
Daniela alza un dedo.
—Sobre Megan.
Sophia se sienta en el brazo del sillón.
—Adelante hermana, ¿prefieres vodka o café?
—Vodka
Daniela suspira, removiéndose incómoda.
—Me gusta. Mucho. Demasiado. Y me odia ahora, creo. O me rehúye. Es lo mismo.
Sophia la observa en silencio.
—Aja. ¿Y?
Daniela alza los brazos.
—¡No sé qué hacer! Me siento una idiota.
Sophia asiente, comprensiva.
—Sí. Lo eres.
Daniela le lanza un cojín.
Sophia se ríe. —Dani… solo háblale. Con palabras. No con mordidas.
Daniela se pone roja. —¡Fue una marca normal!
—Daniela, cuando Megan se nos acercó, pensamos que la habían atacado, Lara casi llama una ambulancia.
En eso se abre la puerta sin avisar. Manon aparece y las mira con desdén.
—Ah. Las encontré.
Daniela le saca la lengua. —¡Fuera, bruja! Estoy confesando cosas serias.
Manon la ignora por completo y se acerca a Sophia. —Te dije que es una idiota.
Sophia sonríe con dulzura y Manon se recuesta en su hombro.
Daniela los mira y se escandaliza. —¡Son muy homosexuales! Mejor me voy.
Intenta levantarse, pero Manon se impulsa y salta sobre su espalda como un koala. —¡No te vas a ningún lado!
Daniela chilla mientras caen al suelo con un thump fuerte. —¡Bruta! ¡Pesas mil kilos!
—¡Dilo otra vez y tendré que contarle a mis futuros compañeros de casa que alguien murió ahí!
Sophia se ríe tanto que tiene que secarse los ojos.
..
Es en ese momento que se abre la puerta principal y entran Lara, Megan y Yoonchae.
La escena que encuentran es: Daniela boca arriba en el suelo, brazos y piernas extendidas en derrota, con Manon encima rezándole en falso, mientras Sophia está al lado con cara solemne como si oficiara un funeral.
Lara trata de mantenerse seria, pero la fachada solo le dura 3 segundos, no puede evitar reirse de lo raras que son sus amigas, pero así las ama.
—¿Qué demonios pasa aquí?
Daniela gira los ojos. —No puedo moverme. Me aplastaron. Llama a la policía.
Manon junta las manos como si rezara. —Que el Señor reciba a esta alma pecadora, enferma y con más odio del que su cuerpo puede mantener.
Sophia asiente seriamente. —Amén.
Megan se tapa la boca para no reír demasiado. Pero sus ojos brillan, enternecidos y divertidos a la vez.
Yoonchae suspira a veces es raro ser la única normal en este grupo, de verdad no entiende de dónde las sacó. —Vámonos. Dejen que continuen con su ritual satánico, fingiremos que no hemos visto nada.
Abre la puerta con lentitud y la mantiene abierta para que Lara y Megan salgan con ella.
Lara aplaude. —¡Vámonos! ¡Peregrinación a la calle!
Manon se deja caer aún más en Daniela. —No puedo levantarme. Estoy muerta.
—¡QUÍTATE! —grita Daniela, empujándola.