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Matrimonio Arreglado

Summary:

Gracias a la impertinencia de su padre, el reino de Heaven perdió la guerra que ellos mismos empezaron. Para no enfrentar mayores consecuencias prometen la mano de la princesa a el rey Dean Winchester.

Claire no desea tener nada que ver con ese rey y para lograr librarse de ese matrimonio convence a su mellizo, Castiel, de tomar su lugar durante el cortejo.

¿Sera que el amor podrá florecer entre los matrimonios arreglados y las mentiras?

Notes:

Este fic es un: si quieres algo bien hecho tienes que hacerlo tú mismo.
O

Tengo ganas de un fic Destiel de matrimonio arreglado con m-preg sin que sea omegaverse y no encontré ninguno

(See the end of the work for more notes.)

Chapter 1: Capitulo 1. Guerra

Chapter Text

Había una vez tres reinos, que muchos siglos antes habían sido los cuatro reinos más grandes y prósperos del continente, los cuatro reinos eran cordiales y amigables entre sí, pero un día, el rey de Heaven en el norte, decidió que quería las tierras del reino vecino, purgatorium. Su ataque fue brutal y tan precipitado que nadie lo vio venir y pronto sólo quedaron tres de esos prósperos reinos.

Con la confianza rota y el miedo siempre presente de que Heaven decidiera atacar a los demás sin previo aviso, se organizó un gran golpe de estado donde los descendientes del rey Chuck tomaron el trono y se aliaron con los otros reinos para restaurar la paz. Con el paso de los años, muchos reyes procedieron a Chuck el bárbaro, pronto, muchos olvidaron siquiera la existencia de un cuarto reino, todos excepto la realeza de Heaven, Gehenna y Silva quienes después de generaciones habían acordado no repetir la cruel historia. 

La madre de Castiel les contaba esa historia a él y a su melliza antes de dormir, como príncipes era su deber conocer sus raíces aun si nunca llegaran al trono, el gran reino de Heaven estaba construido sobre sangre inocente y eso nunca debían olvidarlo. 

Su padre, Charles III, aun habiendo crecido con las mismas historias que sus cuatro hijos y esposa, observó al reino vecino con avaricia y decidió de forma cruel y precipitada atacar a Gehenna. Contra las súplicas de sus hijos el rey continuó su avanzada hasta que llegó a la capital de Gehenna. Para su desgracia, Dean Winchester, rey de Silva era muy cercano a ese reino y un fiero caballero, con su apoyo y pese a lo grandes que eran las fuerzas de Heaven, Gehenna ganó la guerra. 

El rey Winchester dispuso del botín y se hizo cargo de los prisioneros de guerra, llevaba a los tres principales generales de Heaven atados unos a otros tras su caballo, su captura había sido lo que provocó la rendición del rey Chuck y ahora eran exhibidos con humillación por su miserable derrota. 

El tratado había establecido que toda la familia real debía darle la bienvenida personalmente para que el rey pudiera disponer de los perdedores como le apeteciera. Así que, toda la familia estaba a las puertas del castillo, llovía a cántaros, pero el rey no había permitido que ningún sirviente los cubriera del inclemente clima, sus dos hijos mayores soportaron mejor que los mellizos o su madre, sus finas prendas arruinadas por las gruesas gotas de lluvia. Cuando llegó el rey, Castiel había envuelto en sus brazos a Claire quien no paraba de temblar.

Los hombres encadenados parecían al límite de sus fuerzas, habían caminado el recorrido de una semana a caballo desde Gehenna hasta Heaven. El rey también estaba mojado, su capa de cuero arruinada para siempre y su cabello pegado a su sien. Dean Winchester bajó de su caballo con la gracia de un jinete experimentado y soltó la cuerda de los generales. Como si eso hubiera sido lo único que los mantenía en pie, los soldados cayeron de rodillas ante su rey, el forastero levantó su afilada barbilla y con una mirada acerada se dirigió al padre de Castiel.

 

— Estos hombres pelearon en tu nombre y dirigieron a otros más a una guerra que tu avaricia y tú insensatez comenzó—, los señaló con la palma de su mano abierta, un gesto extrañamente benevolente—; estos hombres que ahora están postrados ante ti, una vez estuvieron postrados ante mí, pidiendo por sus vidas y las de sus familias—. El hombre le regaló una sonrisa burlona a su padre y señaló un charco lodoso a unos pasos de distancia—. Ahora te pido, no, exijo que, así como los hombres que guiaste hacia el mal camino, te pongas de rodillas y ruegues por tu vida y la de tu familia. 

 

Su padre miró al otro monarca con ira apenas contenida, sus puños apretados y Castiel podía ver que se ponía rojo, aunque hace un segundo sus labios se estaban poniendo azules por el frío. Miguel, el príncipe heredero, empujó a su padre hacia el rey forastero y Charles III camino y se arrodilló en el charco señalado. 

 

— Por favor rey Winchester— Suplicó el monarca, pero su tono forzado por sus dientes apretados hacía que perdiera efecto.

 

El rey Winchester no parecía impresionado y con una rapidez casi inhumana, desenvainó su espada y apuntó al cuello del hombre a sus pies. 

 

— Un hombre como tú no merece gobernar—, escupió con una ira fría, toda la familia real contuvo el aliento—; Pero no te mataré, aún si tus crímenes lo exigen. Te perdonaré la vida y nombró a tu heredero el nuevo rey de Heaven. Te despojo de tus tierras y tu título. 

 

El rey Winchester camino hacia Miguel, el hermano mayor de Castiel le sostuvo la mirada y apenas se estremeció cuando una pesada mano cayó sobre su delgado hombro. 

 

— Como el nuevo rey es tu deber arreglar lo que tu padre hizo y traer paz a tu reino. 

 

Miguel tragó saliva, la lluvia había parado brevemente, pero el cabello rubio oscuro de su hermano aún goteaba y mojaba su cara quitándole dignidad, el nuevo rey hizo una reverencia forzada, pero parecía mucho menos molesto que su padre, quien seguía en el lodo. 

 

— Agradezco su benevolencia, rey Winchester de Silva, entiendo que ahora debo ser yo quien haga el tratado de paz con usted. 

 

El mencionado soltó por fin a Miguel, tenían más o menos la misma edad, pero en ese momento a Castiel le pareció que su hermano (aquel gran hombre a quien siempre había admirado) era un chiquillo comparado con el ancho hombre frente a él. 

 

— Estoy seguro que estás enterado de lo más importante, deberíamos entrar y poner en orden todo lo demás. 

 

Miguel apretó un poco la mandíbula al ser mandado así en su propio hogar, pero lideró el camino, Castiel lo agradeció porque Claire seguía temblando entre sus brazos y estaba seguro que sus labios estaban azules, esperaba que pudieran tomar un baño lo antes posible o ambos caerían enfermos. 

 

Antes de poder entrar el rey Winchester y él cruzaron miradas, fue un accidente, pero esos pocos segundos fueron suficientes para que Castiel sintiera sus rodillas débiles y una sensación de opresión cálida en su pecho, esos ojos que antes le habían parecido como la miel en realidad era de un verde exquisito al que no pudo comparar con cualquier otro que conociera. 

 

El momento pasó rápido y pronto Castiel siguió a su hermano mayor, su invitado no grato y arrastró a su hermana al castillo mientras Gabriel y su madre ayudaban a su derrotado padre a ponerse de pie. 

 

*****

 

La reunión se alargó lo suficiente para que Castiel y Claire estuvieran secos y calentitos junto a la chimenea. Estaban en la alfombra más cercana al fuego, aunque Castiel estaba seguro que el frío de sus huesos no se iría hasta que Miguel terminará las negociaciones de paz.

Castiel tenía su cabeza apoyada en el regazo de su hermana, Claire acariciaba el cabello de su hermano tratando de calmar su ansiedad.

 

— ¿Crees que nos deje vivir? — preguntó abruptamente su hermana sin detener las caricias en su cabello. 

 

Castiel se levantó lentamente, observando la cara de esa chica que conocía desde su nacimiento, sus ojos azules tan parecidos a los suyos llenos de temor, en busca de consuelo. 

 

— Si quisiera hacerlo ya lo había hecho— su hermana hizo una mueca ante la brusquedad de sus palabras, aunque un poco de tensión abandonó sus hombros—, estoy seguro que quiere la paz tanto como nuestro padre anhelaba la guerra.

 

Claire bufó molesta, fue ella quien más confrontó a su padre durante esa corta guerra, su espíritu fiero y rebelde le había ganado azotes cada vez que sobrepasaba la paciencia de su padre. El problema con los azotes es que los pocos que realmente recibió nunca lograron domar su espíritu, sino encender más la llama. 

 

— Me alegra lo que ese hombre le hizo a nuestro padre. 

 

— Cassie, cuida tu lengua…

 

Pero ella ya estaba de pie, llena de esa furia justiciera que la caracterizaba, su falda no la detuvo de pasear con velocidad por toda la habitación, Castiel suspiró sabiendo que no podría detenerla. 

 

— Le pedimos tantas veces, madre suplicó tantas noches que se detuviera. El rey Winchester fue demasiado benevolente.

 

Castiel tenía que darle la razón a su hermana, pero su tono le parecía demasiado acusador para su gusto.

 

— Tenemos suerte de que así sea, o ahora estarías preparando tres funerales y velando por la salud de una viuda.

 

— ¿Tres? — pregunta su melliza deteniéndose en seco.

 

— ¿Acaso crees que dejaría viva la línea real? Elieen y Kaia tuvieron la fortuna de ser las únicas hijas de un rey viudo. 

 

Claire se veía pálida, cuando entendió la implicación de las palabras de su gemelo. En la aristocracia la línea de sangre, como el apellido era heredado por el varón, sin hijos que heredar el trono de Gehenna, el anterior rey tenía que casar a una de sus hijas para asegurar el trono; su padre había matado al monarca y de momento el reino de Silva se encargaba de supervisar esa tierra. 

 

Se quedaron en silencio un rato más, afuera había vuelto a llover y el fuego fue lo suficiente tentador para que Claire volviera a la chimenea junto a su hermano. Después de lo que pareció una eternidad, una criada tocó y abrió la puerta, habían pedido que se les informara de inmediato cuando la reunión hubiera terminado. 

 

— Su alteza real solicita la presencia de los príncipes en la sala de trono. 

 

Los pelinegros se dirigieron una mirada llena de incertidumbre antes de salir hacia donde su hermano los había llamado. 

 

— Oh, Casiel qué será de nosotros—. Susurró Claire cuando al llegar vieron a Gabriel y a sus padres junto al trono que ahora era ocupado por Miguel. 

 

El rey Winchester estaba junto a uno de los ventanales, viendo la lluvia caer. Parecía querer darles una idea de privacidad, se había cambiado y aunque seca se notaba que esa ropa no era suya, no se ajustaba a su musculatura y parecía demasiado apretada, el rey, sin embargo, la llevaba como si fuera su segunda piel; Castiel apartó la mirada cuando Claire le dio un discreto codazo. 

 

Sus hermanos también se habían cambiado de ropa, así como su madre quien mantenía un aire de dignidad, aunque sus mejillas estaban manchadas de lágrimas, su padre seguía con sus pantalones, calzas y chaqueta manchados de lodo, toda la seda estaba arrugada por como la lluvia se secó y su capa de cuero se veía destrozada. Miguel se aclaró la garganta, llamando la atención de Castiel. 

 

— Ahora que estamos todos aquí, informaré lo más relevante de este tratado de paz. Debemos disculparnos públicamente con el pueblo de Gehenna, entregar una… compensación económica por nuestro abuso— Miguel hizo una larga pausa y miró a los mellizos haciendo que un nudo se formara en el estómago de Castiel, tomó la mano de su hermana esperando lo peor— Además el rey Winchester supervisará a Heaven por un tiempo indefinido. 

 

Eso no sonaba realmente mal, pero el rostro de todos era demasiado solemne, podría ser solo orgullo, pero incluso Gabriel tenía su rostro inusualmente serio y eso le preocupaba demasiado para relajarse. 

 

— Eso solo se logrará casándose contigo, Claire. 

 

— ¿Qué? — preguntó su hermana de forma casi chillona en una total falta de decoro. 

 

— Necesitamos un contrato más vinculante para asegurar que esto no se vuelva a repetir—, responde el rey Winchester alejándose de la ventana—, no hay nada mejor para eso que un matrimonio y tu hermano me ha asegurado que aún no te han prometido con nadie más. 

 

Hablaba con su hermana, pero su mirada se desvió a Castiel, se sintió débil de nuevo otra vez atrapado bajo esos verdes ojos, las velas de la habitación agregando tonos oscuros y claros que los vuelven imposiblemente más bellos. Castiel podría perderse en esa mirada, pero Clarie lo está lastimando con el agarre de su mano y no necesita mirarla para saber que tiene una gran mueca de ira en su rostro a punto de tener un estallido. 

 

— ¿Así que eso es todo? ¿Soy un seguro? El cordero al cual sacrificar ¡Qué gran reino se ha formado! ¡Vendan a la virgen para evitar derramar su sangre!

 

— ¡Claire! — Regañaron sus padres, pero era tarde, la princesa ya había salido de la sala de trono hecha una furia. 

 

— Mis más sinceras disculpas, su majestad. Mi hermana tiende a los arrebatos cuando algo la sobrepasa. 

 

Miguel se disculpó, aunque en su mirada había una furia fría, observó fijamente a Castiel y él entendió sin que le dijera una palabra. El rey parecía indiferente a las horrendas palabras de la chica, dijo algo y se volvió hacia Miguel, solo que Castiel no lo escuchó, hizo una reverencia que en ese momento se sentía absurda y fue tras su hermana. 

Entró a su habitación, tomó una profunda inhalación y abrió la puerta que conectaba a su sala conjunta, como sospechó su hermana estaba frente a la chimenea, parecía haberse arrancado el corsé y el vestido, solo con un fino vestido blanco suelto sobre sus enaguas, sostenía sus piernas contra su pecho y contemplaba el fuego como si quisiera lanzarse a él. 

 

— Incendiar la habitación no te va a salvar de esto. 

 

No levantó la mirada, pero tampoco desapareció en su habitación, lo que era una ganancia. 

 

— Nada de lo que digas me hará ir a disculparme o aceptar esa estupidez. 

 

Castiel ya lo sabía conocía muy bien a su melliza, así que solo se sentó a su lado y solo suspiro. 

 

— Lo siento mucho. 

 

Claire arremetió contra él porque odiaba la lastima y seguía molesta por su aparente nuevo compromiso. Su hermana era una dama y una princesa, pero cuando solo eran ellos dos no tenía reparos en comportarse como una moza de las cocinas.

 

— No me digas imbécil—, se dio la vuelta y lo golpeó en el hombro con fuerza, pero sus labios temblaron y lo abrazó— Soy la menor, creí que… creí que podría escaparme de esto, que podría casarme por amor o al menos…— Su hermana sonrió con autocrítica y Castiel lo odio más que ver las lágrimas contenidas en sus ojos— que estupidez, ¿No? Tales fantasías no son dignas para alguien de mi edad o posición. 

 

Castiel negó con su cabeza y acomodó el cabello de su hermana tras su oreja.

 

— No digas eso, lo único indigno de tu edad y posición son esas maldiciones, parece que te criaste entre los mozos de cuadrillas.

 

Claire soltó una risa húmeda y Castiel se sintió un poco aliviado por haber provocado eso. También se sentía infeliz por el desarrollo que estaba tomando su vida, él había nacido casi dos minutos antes, era el mayor y siempre había actuado con el bienestar de su hermana en mente, y ahora ella sería obligada a casarse con un hombre que no conocía. Su hermana era buena, llena de coraje y energía, merecía tener todo lo que había soñado. 

 

— Ojalá pudiera tomar tu lugar.

 

Claire toma su mano, más apagada que antes hasta que su mirada vuelve a iluminarse. 

 

— Podrías tomar mi lugar. Como cuando éramos niños, ¿Recuerdas?

 

A Castiel solo le tomó un segundo entender las implicaciones de su propuesta. 

 

— Claire, esto no son los azotes de nuestra institutriz, es algo que pone en riesgo a nuestra familia, ¡A nuestro país!

 

Su hermana tuvo la decencia de parecer avergonzada. Aun así, tomó su muñeca entre sus manos y lo miró suplicante. 

 

— Castiel por favor, siempre me has ayudado, me has salvado. Sálvame de nuevo. 

 

Castiel era muy débil o estúpido para estarlo considerando. 

 

— Y qué va pasar en la noche de bodas, ¿eh? No solo tengo una fisionomía idéntica a la suya, nunca tendríamos hijos, el punto de estos matrimonios es asegurar herederos para ambos reinos. 

 

Sin embargo, ella no cedió.

 

— Podrían, recuerda lo que dijo el brujo Metatron.

 

Castiel bufó tratando de soltarse del fuerte agarre de su melliza.

 

— Ese charlatán estaba burlándose de nuestro padre. Los donceles no han existido desde la masacre de Purgatorium, recuerda las historias. 

 

Se decía que la verdadera razón por la que Chuck el bárbaro conquistó Purgatorium es que era el único de los cuatro reinos en el que sus hombres podían procrear como las mujeres, hombres especiales y venerados. En Heaven las relaciones entre hombres eran mal vistas aún si se engendra a un heredero, por lo que, cuando Chuck el bárbaro anexo el reino de Purgatorium a sus tierras ordenó atrapar a cada hombre capaz de llevar la vida en su vientre y matarlos a todos. Ninguno pudo esconderse y pronto aquellos hombres especiales y venerados dejaron de existir, nunca se supo porque había hombres así y nunca volvió a haber de nuevo. 

 

— ¿Y la historia de Caín el valiente? — argumento Claire suavemente.

 

— Ese es un cuento de hadas Cassie, nadie sobrevivió.

 

Su hermana apretó los labios en una mueca enojada, Castiel se preparó para otro golpe y el insulto, Claire, sin embargo, solo le frunció el ceño y se puso de pie. 

 

— Cuento de hadas o no, tienes su marca y eso debe contar para algo. 

 

Castiel llevó una mano a su pecho a la altura de la clavícula, aunque con su traje no debía verse nada, Claire estaba de pie y lo veía como si la hubiera traicionado, lo que no era justo, porque era capaz de hacer todo por ella, pero le estaba pidiendo demasiado sin pensar en las consecuencias. 

 

— Te estas desviando del tema, Claire, si el rey Winchester te escogió no creo que desee nada que ver con tu contraparte masculina. 

 

Ese argumento pareció por fin penetrar en la obtusa mente de su hermana, sin embargo, solo le tomo unos segundos volver a intentar convencerlo de esa locura.

 

— Estas cosas toman mínimo una semana, ¿Podrías al menos pasar el cortejo por mí? Me dará tiempo para… procesar todo esto. 

 

Castiel sabía que esa era una excusa mediocre, parecía ya tener algo en mente, pero a sabiendas que ya tenía el sí en sus labios bajo los hombros derrotados y cedió ante su hermana. 

 

— Solo una semana, Claire y luego te casarás con él. 

 

Claire soltó un grito de felicidad y se lanzó a abrazar a su hermano mellizo. 

 

— ¡Casiel eres el mejor!

 

Castiel ya se estaba arrepintiendo de su decisión.

Chapter 2: Cortejo

Notes:

Me disculpo de ante mano si algunas de mis descripciones no coinciden históricamente entre sí, no pretendo ser una experta ni mucho menos y esto está ambientado en un continente ficticio al que no he definido en una era historica espeficica

Chapter Text

Hicieron el cambio esa misma noche, no era demasiado tarde y tenían un invitado por lo que una cena en familia era indispensable. 

 

Claire llamó a su doncella, Kali, y escogió el vestido con el que quería vestir a Castiel, le prestó ropa interior y Castiel hizo lo mismo con ella. Llamó a un sirviente para informar a su ayuda de cámara, Kevin, que sus servicios no serían requeridos esa noche y se dirigió al cuarto de su hermana. 

 

Kali ya se encontraba ahí y ella le dio una mirada antes de poner sus manos en sus caderas en un gesto de regaño. 

— ¿Qué están planeando ahora tu hermana y tú?

 

— Kalia, linda, hieres los sentimientos de esta pobre chica.

 

La mujer rodó los ojos y fue por el corsé para el vestido elegido, la morena no parecía impresionada por la imitación.

 

— Castiel, dejaron de poder engañarme cuando entraron en edad, podrán tener la misma cara y altura ¡incluso su cabello! Pero tú no tienes senos así como tu hermana no tiene esa campana en la garganta.

 

Castiel se sonrojo por eso, ella tenía razón por supuesto, tenía un tiempo desde que no cambiaban de lugar por esa justa razón.

 

De pequeños, los adultos siempre bromeaban sobre su increíble similitud, diciendo que si no los visitaran como niño y niña no podrían diferenciarlos, fue gracias a esos comentarios que, cuando tenían seis años se cambiaron de ropas como una broma a todos, nadie notó el cambio y había sido tan divertido que lo repitieron innumerables veces.

 

A veces, Claire tomaba la lección de piano que Castiel no quería tomar y él tomaba la lección de francés en la que ella era tan terrible. Sin embargo, la gran mayoría de las veces solo cambiaban de lugar si Claire se había ganado azotes de su institutriz o peor aún, por faltarle al respeto a su maestro en la lección de equitación; él recibía las peores "correcciones de carácter" en nombre de su hermana y nadie nunca lo había notado. 

 

Pero entonces comenzaron a crecer y sus pequeñas diferencias crecieron demasiado para ser ignoradas. Aun así, habían intentado un par de veces cambiar de lugar con medianas medidas de éxito. 

 

— Solo ayúdame a parecer femenino, quiero asegurarme que el hombre con el que se casará mi hermana es adecuado. 

 

Kali parece aceptar sus palabras y lo ayuda con el corsé, siente que apenas puede respirar, pero su cintura se ve más estrecha que la Clarie, el vestido es de seda azul oscura con algunos bordados dorados cerca del pecho, tenía dos mangas que quedaban debajo de sus hombros y dejaba totalmente expuestas sus clavículas. Kali le puso un collar enjoyado que ocultaba en su mayoría la marca de nacimiento y cubría tanto su cuello que su manzana de Adán se perdía y lo ayudó con unos guantes largos. 

 

— Vamos a tratar de arreglar un poco esto, querido—. Dice la doncella tomando su cabello lacio, lo tenía hasta los hombros, tan largo como el de su hermana y aunque su madre había tratado de que lo cortara, nunca lo había logrado. 

 

Cuando termina con él sale para ver si Clarie necesita ayuda para vestirse como Castiel, él se observa en el espejo, Kali lo había maquillado un poco para acentuar sus labios y agradeció que su afeitado se mantuviera tan riguroso porque sus mejillas se veían rojas y suaves al tacto, el vestido le quedaba perfecto, con una figura de reloj de arena que nunca puede lucir con su traje; su marca está cubierta y aunque su pecho es plano Kali ha logrado que parezca que está llenando el vestido como si hubiera sido hecho para él. 

 

Satisfecho con su aspecto sale a su sala compartida, muerto de miedo por lo que están a punto de hacer. Clarie ya estaba lista, su cabello atado a su espalda con un listón que hacía juego con su vestido y parecía incómoda en su chaqueta. 

 

— ¿Lista mi lady? — pregunta Claire con una sonrisa y se siente como si tuvieran ocho años de nuevo. 

 

— Claro mi lord. 

 

Caminan juntos al comedor, su madre e invitado ya se encuentran a la mesa, parecen envueltos en una conversación casual tan forzada que el alivio en su madre es demasiado claro. El rey Winchester se levanta y hace una reverencia hacia Castiel, Clarie tiene que patearlo para que regrese la reverencia, es difícil con el vestido tan cerrado en los tobillos, pero logra que se vea natural. 

 

— Princesa, espero que se encuentre de mejor ánimo que hace un momento. 

 

Clarie a su lado se tensa, pero Castiel le obsequió una sonrisa avergonzada mientras sigue avanzando a la mesa. 

 

— Quiero disculparme por mi arrebato, su majestad. La noticia me sobrepasó por un instante. 

 

El rey se movió hacia él y tomó su mano enguantada con delicadeza para presionar un beso en su dorso y pese a que no tocó su piel expuesta hubo algo electrizante en el contacto. 

 

— Lo entiendo perfectamente, me alegra que ya no parezca tan sobrepasada en este momento— dijo mientras guiaba a Castiel al asiento frente a él y con una sonrisa torcida. 

 

Y oh, Castiel sintió sus piernas débiles gracias a esa sonrisa, agradeció tener un asiento porque estaba seguro que se caería en cualquier momento.

 

Clarie se sentó junto a él y antes de intentar iniciar cualquier conversación sus hermanos entraron también vestidos para la cena, cuando Miguel llegó a la cabecera todos se pusieron de pie y solo se sentaron cuando él lo hizo, era algo que siempre hicieron con su padre y era tan raro ahora hacerlo con su hermano, el hombre que en otra vida había enseñado a Castiel a usar el arco y a no caerse del caballo; ahora era su rey y no creía que nada volviera a ser lo mismo. 

 

Los sirvientes entraron con la comida, iba a ser un servicio inglés sencillo, nadie tenía ánimos de tener a un sirviente a su lado sirviendo su comida. Su invitado se sirvió con gusto y comió el faisán con deleite. 

— Espero que el faisán sea de su agrado, majestad—. Comentó Miguel después de un rato. 

El mencionado tomó otro trozo de la jugosa ave con más lentitud y la envolvió en sus gruesos labios y Castiel no debería haber notado eso para empezar. El monarca lamió su labio inferior para total tortura de Castiel y pudo escuchar un sonido ahogado provenir de Gabriel a la derecha del rey, tratando de no sonrojarse Castiel volvió a escuchar la conversación que se estaba teniendo y de la cual hacia rato no formaba parte. 

— … Disfruto mucho de la caza de esas deliciosas aves. 

— Espero que pueda unirse a nosotros antes de la boda.

— Lo disfrutaría mucho—, entonces sus ojos vuelven a estar enfocados en Castiel y sabe que lo está viendo demasiado fijamente y que debe parar porque todos encuentran eso incomodo, pero no puede detenerse, hay algo magnético en este rey que quiere casarse con su hermana…— Entiendo que deberíamos tomar un té juntos para determinar nuestra compatibilidad.

 

— Así es—. Contestó Castiel tratando de descifrar a dónde quería llegar con eso. 

 

— En nuestra posición no creo que eso sea necesario, debo partir de inmediato a mi reino para preparar la boda, tardaré al menos una semana en ir y regresar. 

 

Claire volvió a tensarse y Castiel la pateó por si acaso planeaba replicar y echar todo a perder, Gabriel volvió a producir ese sonido que sonaba sospechosamente a una risa ahogada. 

 

— Me alegra saber que no le tomará tanto arreglar sus asuntos—. Respondió su madre quien se había relajado en el transcurso de la cena.

 

— Así es, partiré esta misma noche. 

 

— ¿Cómo? ¿Con este clima? No podría permitirme que viaje a caballo cuando la lluvia no parece no tener indicios de detenerse. Le iría mejor con una noche de descanso. 

 

Su madre casi parecía sinceramente preocupada, casi. Si el rey notó su falsa, pero educada preocupación no lo mencionó, en cambio sonrió y tomó una porción de su esponjoso merengue. 

 

— Gracias por su preocupación, su alteza, pero he experimentado climas más fieros que una simple llovizna. 

 

Parecía ser su última palabra al respecto y el tema paso a otra cosa, el rey era educado y estaba versado en los temas de interés, pero tenía una forma de sonreír y moverse en su silla que le decía a Castiel que no era un caballero de impecable reputación, de hecho, le parecía que había muy pocas mujeres que no pudiera hechizar con su encanto. Su madre, lamentablemente no era una de esas, para el final de la cena ella reía con soltura por las ingeniosas bromas del monarca y era lo más relajada que la había visto desde antes de la guerra. 

 

No entretuvieron demasiado a su invitado y como había indicado, en cuanto terminó la cena mandó a ensillar a su caballo. 

 

— Me haría un hombre muy feliz si las bellas damas aquí presentes me escolten a la salida. 

 

Castiel se levantó cuando su madre se lo indicó y la tomó del brazo para avanzar junto a su invitado a las puertas del castillo, la ahora reina madre despidió al rey Winchester en las puertas con una gran sonrisa y la promesa de verse pronto para que pudieran continuar con el cortejo. 

 

— Espero que no le moleste que no lo acompañe hasta su caballo, mojarme dos veces en un día no sería bueno para mí salud— un sirviente de le acercó con una sombrilla importada de Silva y se la entregó a Castiel— Mi hija, sin embargo, puede despedirle por mí. 

 

La mirada de su madre no dejaba espacio a discusión y Castiel tomó la sombrilla sorprendiéndose cuando el rey lo tomó del brazo, claro, debía escoltarlo. 

 

Cuando se alejaron lo suficiente para que el oído de su madre no los escuchara, el rey habló, la vista puesta en su bella yegua negra. 

 

— Sé que este compromiso es precipitado e injusto

 

Castiel se apresuró a negarlo. 

 

— Su majestad, le aseguro que-

 

Pero su interlocutor lo interrumpió con una pequeña mueca.

 

— No necesita negarlo, lo sé, nunca se imaginó que se casaría con un desconocido, pero espero entienda que está unión significará el bienestar de nuestros reinos— tomo la mano de Castiel y dejó un lento y deliberado beso en su dorso, más largo de lo que permite el decoro— no lo tome como una carga, sino como una oportunidad de cumplir tu deber para con tu pueblo.

 

Castiel tenía eso muy claro, pero había algo incorrecto en sus palabras, la forma en la que lo decía el príncipe lo hizo querer soltarse y tener un arrebato como Claire. Se soltó de su agarre y contrató a su intención de alejarse, dio un paso más cerca.

 

— Soy muy consciente de mi deber, su majestad y espero que usted también lo entienda. No le sirvo a Silva y por supuesto no le sirvo a usted—. Declaró, mortalmente serio y su voz más baja y grave de lo normal. 

 

Dándose cuenta que ha hablado como un hombre, se da la vuelta sin esperar respuesta, sintiéndose estúpido por su desliz.

 

Despidió a su madre con un beso en la mejilla y se fue a su habitación, cierra con llave la puerta que conecta a su salón compartido para que Claire no lo moleste y aunque tarda bastante puede deshacerse del vestido y corsé por su cuenta para poder dormir. 

 

Libre de las restricciones de la ropa femenina, en la comodidad de su cama con sábanas de seda, Castiel apenas pegó el ojo. 

 

*****

 

La semana antes del cortejo pasó a una velocidad alarmante, Castiel no volvió a fingir ser Claire y aunque trató de hablar con su hermana sobre no volver a hacerlo ella lo eludió cada vez. 

 

Considerando que la excusa del shock ya no podía ser utilizada, Castiel pensó cómo exactamente su hermana planeaba hacer que ocupará su lugar. Mientras tanto y en contra de su buen juicio, Castiel pensó en el rey Winchester.

 

Al principio solo se atormentaba por su pequeño desliz frente al rey, después se permitió ver más allá y avergonzarse por su arrebato cuando el rey sólo había ofrecido un tentativo consuelo a su supuesta prometida; pero sus pensamientos empeoraron cuando una tarde vio una esmeralda y pensó en los ojos del monarca, o una cena recordó la forma en que su lengua salió a lamer el merengue de sus labios. 

 

En ese punto puede que Castiel se estuviera volviendo loco y agradeció cualquier distracción que le pudieran ofrecer, aún si eran las conferencias interminables de Miguel sobre cambiar la cámara de consejeros por completo o Gabriel tratando y fallando en llevarlo al club de caballeros al que pertenecía o a algún burdel. 

 

Cuando la semana llegó a su fin Castiel sintió que se aferraba a su último gramo de sanidad. Había estado pintando un cuadro, gustaba de esa actividad más que salir a montar como su melliza, había estado retratando uno de sus jardines favoritos, dónde había un panal de abejas inusualmente amistosas, pero no podía quitarse de la cabeza que el tono de verde no era el correcto, demasiado oscuro o apagado. Estaba seguro que su paisaje solo se sentiría completo una vez pudiera lograr el verde que deseaba, se sentía sumamente frustrado así que cuando el sirviente llegó para avisar que se solicitaba su presencia para recibir a un invitado, la distracción fue totalmente bienvenida. 

 

Encargó que llevaran el cuadro a su salón y fue hacia su castillo, trató de encontrar a Claire antes de ir al salón de las estrellas para recibir a su invitado sin éxito alguno. Al llegar a sus habitaciones Castiel vio a Miguel golpear con una furia asesina la puerta de su hermana.

 

— ¡Claire abre ya mismo!



— ¿Qué sucede? — preguntó Castiel alarmado. 



Miguel apenas le dirigió una mirada antes de volver a golpear la puerta. 

 

— Nuestra querida hermana se niega a ir al salón para recibir a ¡Su prometido!

 

Hacía años que Castiel no veía a su hermano tan alterado, desde que Gabriel había sustituido su cara loción traída del sur de Gehenna por jugo de manzana rancia. No era digno de un rey, pero dadas las circunstancias no creía que comentarlo fuera a beneficiar en algo la situación. 

 

— Yo hablo con ella. 

 

Miguel le dio una mirada tan oscura y llena de odio que casi retrocedió con miedo, su hermano no se lo permitió, lo tomó de los brazos y lo acercó a la puerta de su hermana. 

 

— Será mejor que lo hagas, asegúrate que ella se presente al té con el rey Winchester o las consecuencias recaerá en tus hombros. 

 

Con eso se alejó por el pasillo pasando una mano por su cabello murmurando algo poco halagador hacia su hermana. Castiel suspiró y llamó a la puerta de Claire, cuando no respondió, el hombre de cabello negro toma el florero junto a la puerta y toma la llave de bronce ahí escondida. Por lo general no toma esas medidas, pero su integridad está en juego y considera que Claire debe dar la cara de una vez. 

 

Solo que al entrar la habitación está vacía, su hermana no se encuentra por ningún lado y se le acaba el tiempo. 

 

— Por Dios, Claire—. Suspiró comenzando a entrar en pánico. Llamó a la doncella de su hermana buscando un vestido para la tarde y apenas conteniéndose de maldecir el nombre de su hermana. 

 

Kali llega con rapidez y tal vez notando la urgencia de Castiel lo vistió y arregló de prisa, pronto se veía como su hermana y se dirigió al salón de las estrellas. La habitación se llamaba así por un precioso mural del cielo nocturno que uno de sus antepasados había mandado a pintar para deleitar a sus más distinguidos invitados, era cercano a la sala de trono y ahora mismo sus hermanos mayores y su madre estaban frente al rey Winchester. 

 

— Mis más sinceras disculpas, su majestad, no era mi intención hacerlo esperar. 

 

El monarca le dio una sonrisa amable mucho más sincera que la de su familia (a excepción de Gabriel) e hizo una reverencia marcada en señal de saludo, Castiel la regresó lo mejor que pudo, el corsé parecía más apretado que la semana anterior. 

 

— Me parece que algunas señoritas gustan de hacer esperar a sus pretendientes, esperaba que no fuera de ese tipo. 

 

Castiel se sonrojo de la vergüenza, aunque no fue él quien lo hizo esperar, pudo ver por el rabillo del ojo como Miguel apretaba el puño y vaya que estaba molesto por la actitud de Claire, tratando de hacer su castigo más llevadero (puesto que al paso que iban probablemente él sería quien tendría que tomarlo) se acercó al monarca llevándose una mano al pecho con falsa indignación. 

 

— Para nada milord, soy consciente de lo poco efectivos que son esos trucos en usted. 

 

En cuanto lo dijo se arrepintió porque fue una broma terrible y poca gente entendía su sentido del humor, Gabriel era el bromista de la familia, no él. Sin embargo, contra todo pronóstico, el rey soltó una risa ligera y cantarina que parecía genuina. 

 

— ¿Sería tan amable de escoltarme al salón donde pasaremos nuestra tarde?

 

El hombre ofreció su brazo y Castiel lo tomó consternado de la calidez que transmitía, la fuerza que se adivinaba bajo su traje de satén a la medida. 

 

— Por supuesto el servicio está en…— Vaciló, no tenía ni idea de donde tomarían el té. 

 

— El salón azul, querida— Le “recordó” su madre sonando menos irritada de lo que seguramente se sentía— como te indique en la mañana. 

 

Castiel asintió sintiéndose miserable, incluso su madre podría castigarlo esa noche, por un momento incluso olvidó que en realidad no era con él con quien estaban molestos, sino su hermana actualmente desaparecida. 

 

El salon azul era una habitación decorada en blanco y varios tonos de azul, sus ventanas eran grandes y altas por lo que permitían la entrada de una gran cantidad de luz solar que lo volvían cálido y acogedor.

 

— Espero que la decoración no le parezca demasiado. 

 

El monarca despegó su mirada del techo bellamente esculpido y le regaló una de las sonrisas más encantadoras que había visto.

 

— Me parece extraordinario, combina con tus ojos. 

 

Castiel sintió que se sonrojaba, rápidamente trato de cambiar de tema. 

 

— Creí que el té de compatibilidad no sería necesario. 

 

Se sentaron frente a una mesa pequeña donde había un servicio de té con algunas de las pastas favoritas de su hermana, Castiel suspiro cuando vio bizcochos de pistacho, los odiaba con toda su alma casi tanto como amaba los ausentes pasteles de miel.

 

— Sí y no— Dijo el rey mientras se sentaba a la mesa junto con él, tenía una mirada expectante como si esperara que Castiel hiciera algo—. Sigue siendo un té de compatibilidad solo no podemos cancelar el cortejo si resulta que nos odiamos. 

 

Castiel bufo con amarga diversión. 

 

— Tengo el presentimiento de que usted es una persona muy difícil de odiar. 

 

La sonrisa del monarca se volvió más suave e hizo un gesto hacia las pastas, fue entonces cuando Castiel recordó que en teoría debía ser él quien sirviera el té. Rápidamente tomó la tetera y sirvió dos tazas de lo que parecía earl grey. 

 

— Creo que muchas personas discrepan de su opinión— Dijo mientras agregaba un poco de azúcar a su taza, su mirada volviéndose intensa cuando lo observa— Tu padre y hermano, por ejemplo.

 

Castiel casi se atragantó con su té demasiado amargo, eso había sido demasiado directo para una conversación casual, por otro lado, el rey Winchester parecía el tipo de persona que iba directo al punto. 

 

— Lo siento por eso—, dijo porque en realidad no sabía qué otra cosa podía decir. 

 

El monarca siguió removiendo su té e hizo un gesto de incomodidad hacia los bizcochos de pistacho. Después de unos segundos de incómodo silencio, el rey Winchester por fin contestó.

 

— Sí, creo que lo hace—, dio un sorbo a su té y lo miró directo a los ojos— Déjeme contarle una historia, sobre un reino próspero con un rey justo, su amada esposa murió poco después de dar a luz a su segundo hijo. Trastornado por la pérdida, se convenció a él y a su hijo mayor de que su madre había sido asesinada por seres malignos de otros reinos. 

 

Castiel sintió que se le helaba la sangre ante la historia terriblemente familiar, era un rumor cruel contra los reyes de Silva y el temprano ascenso al trono del hombre frente a él.

 

— Estaba convencido de que una criatura de la oscuridad le había arrebatado a su amada y cada día tenía más claro que debía atacar a los otros reinos antes de que lo volvieran a atracar— Castiel soltó un involuntario jadeo y el rey sonrió de manera oscura—; pero su hijo mayor, asustado por los delirios de su padre lo enfrenta como nunca antes en su vida como el soldado perfecto había hecho. 

 

El monarca se puso de pie y le dio la espalda. 

 

— Poco después de ese enfrentamiento ascendí al trono para cuidar a mi reino. 

 

Un silencio sobrecogedor inunda la habitación, a Castiel ya no le parece cálida y acogedora en lo absoluto, sino asfixiante. 

 

— Ese es solo un cuento de malas lenguas contra usted, su majestad—. Dice tratando de restar importancia a su horrible declaración.

 

— ¿Lo es? — pregunta el monarca dándose la vuelta y de repente el aliento se atoró en su garganta— Princesa, le cuento esto con solo un objetivo en mente, ¿Quién es en esta historia? ¿El soldado que sigue ciegamente a su padre o el soberano que hace lo que sea para salvar a su pueblo? 

 

Consternado por la pregunta, Castiel también se pone de pie, el té olvidado y frío desde hace un rato.

 

— ¿Qué está insinuando? ¿Acaso cree que quería esto tanto como usted? — Susurra tratando de controlarse y no revelar demasiado de sí— ¿Que no me opuse lo suficiente?

 

— Eso es justo lo que digo 

 

A Castiel lo inundan un horrible impulso de abofetear a alguien, su interlocutor de preferencia.

 

— No todos tenemos la sangre fría de asesinar a nuestro propio padre—, dice eligiendo herir de otra forma, demasiado cerca del otro para ser ignorado— la audacia para cometer tal traición y tratar de salirme con la mía con ese grado de impunidad.

 

Estaban demasiado cerca, se veía muy fijamente y si no estuviera tan enojado entonces Castiel… no sabía lo que haría en otras circunstancias sin su sangre hirviendo de ira, pero sus ojos se separaron solo un instante de los del monarca, lo suficiente para ver sus gruesos labios y una loca idea de lo que podría hacer inundó su mente…

 

Fue en ese momento en que su hermana, vestida con uno de sus trajes irrumpió en la habitación, se veía justamente avergonzada.

 

— Su majestad—. Saludo con una reverencia demasiado femenina para un príncipe, pero pasable. 

 

Castiel agradeció la distracción y se separó del rey, caminando hacia su hermana. 

 

— Lo lamento su majestad, parece que se acerca la hora de la cena, espero que no le moleste que me ausente por unos momentos. 

 

Cuando el rey negó con un gesto demasiado amable para la furia que los inundaba hace un segundo, Castiel se dio la vuelta y tomó el brazo de su hermana con más fuerza de la que nunca había usado.

 

— Querido hermano, ¿Me acompañas a nuestras habitaciones? 

Castiel no esperó a que Claire contestara, prácticamente la arrastró por el pasillo hasta su cuarto y cerró con llave tan pronto como ambos estuvieron adentro. 

 

— Tú y yo tenemos mucho de que hablar. 

 

Declaró con una seriedad tan grande que su melliza se estremeció.

Chapter 3: Paseo

Summary:

Castiel interactúa con Dean lo suficiente para darse cuenta que el rey no es un mal hombre

Chapter Text

Claire no tuvo el valor de verlo a los ojos, Castiel pocas veces se molestaba con su hermana, pero en ese momento sentía una furia ardiente hervir en su interior incluso mayor que su discusión con el rey.

 

— Casiel-

 

— De todas las bajezas—, la interrumpió en un profundo susurro— y estupideces que has hecho a lo largo de tu corta vida…— Se muerde los labios interrumpiendo lo que iba a decir.

 

— Cassiel lo lamento tanto, yo solo, me asuste. 

 

Castiel vio fijamente a su hermana sin reconocerla, vestía su traje como si fuera de ella y su cabello atado en una coleta baja le cambiaba el rostro, era más masculina y Castiel se preguntó cómo es que su valiente hermana se acobardó ante un hombre que parecía repelerla tanto desde el principio; la conocía lo suficiente como para reconocer la mentira, una enorme y descarada.

 

— Vístete para la cena, será mejor que te comportes y dejes de actuar como una niña.

 

Claire abrió los labios de forma poco digna por el shock que provocaron sus duras palabras, Castiel la ignoró, aún demasiado furioso para pensar en una disculpa. Llamó a la doncella de su hermana y no se marchó hasta que ella estuvo arreglada y solo permitió que Kali le quitara el corsé antes de irse a su habitación. 

 

— Si me entero que la dejas sola te las verás con Miguel. 

 

La doncella asintió pareciendo sorprendida por su actitud. Kevin estaba en su habitación esperando para cambiarlo y no comentó nada ante la ropa interior claramente femenina, le ayudó a cambiarse y se dirigió a la cena más incómoda de su vida. 

 

Claire estuvo en la cena, todos estaban incómodos, pero lo disimulan lo mejor posible, al terminar el postre Miguel y su madre se llevan a parte a Claire, por lo que son Gabriel y él los que tienen que entretener a su invitado, pero se sentía como la peor compañía, serio y callado frunciendo el ceño ante las bromas de su hermano a su costa suya. 

 

Cuando por fin pudo retirarse estaba agotado emocionalmente, escucho a Claire gritar desde su habitación, el castigo había sido solo permitirle salir para continuar el cortejo y siempre acompañada de alguien (siempre que no fuera Castiel o su doncella). Incluso le habían ordenado a un guardia custodiar su alcoba y seguirla a todo sitio, Claire estaba furiosa por eso, pero Castiel no intervino, seguía molesto con su hermana y mientras su integridad física no se encontrará comprometida Castiel consideraría justo cualquier castigo por hacerlo pasar ese calvario, por dejarlo a solas con un hombre así y si bien era cierto que se sentía aliviado de que Claire no hubiera tenido que responder a sus preguntas, no aliviaba el dolor y furia que verse en esa situación le ocasionó. 

 

Esa noche apenas durmió y cuando lo hizo, una horrible pesadilla de él tratando de matar a su padre durante la guerra para después ser descubierto y sentenciado a muerte lo acosó y agotó.

 

Se levanta poco antes del amanecer, demasiado ansioso para seguir fingiendo que estaba dormido, tomó su ropa más sencilla y se vistió para un paseo matutino. Gustaba de visitar el panal de abejas de su jardín favorito, tomar un poco de miel mientras las abejas aún estuvieran un poco dormidas, pero había llovido la noche anterior y no quería molestarlas, así que caminó por los jardines comunes mientras pensaba cómo sobrevivir a esa semana, después del cortejo todos partirían a Silva para presenciar el matrimonio de su hermana y volvería a casa sin ella. El pensamiento lo hizo sentir extraño y triste, sabía que era algo que pasaría, pero la realización de que no volvería a vivir con su hermana bajo el mismo techo no lo había golpeado hasta ahora. 

 

Envuelto en sus deprimentes pensamientos apenas noto que había llegado a las cuadrillas donde un hombre ensillaba un caballo negro. El hombre resultó ser el rey de Silva y parece que no podía escapar, ya lo había visto y lo observaba con intensidad, Castiel se acercó esperando que el rey no quisiera compañía. 

 

— Buenos días, su majestad.

 

Castiel hace una reverencia rígida y el mencionado lo imita aun sin dejar a su caballo.

 

— Príncipe, no esperaba encontrar a nadie despierto al amanecer. 

 

— Yo tampoco, solo daba un paseo matutino. 

 

El hombre de cabello rubio cenizo asintió como si entendiera lo que Castiel no estaba diciendo, fuera lo que eso fuera. 

 

— ¿Monta a caballo? — pregunta el rey de la nada, acariciando la crin de su caballo sus ojos negros observaban a Castiel con curiosidad ligeramente hostil — Ella es mi yegua, Impala. 

 

Declara con orgullo, como si la hubiera criado y cuidado él mismo, probablemente era así. 

 

— Una yegua preciosa— respondió Castiel cortésmente, realmente no le gustan mucho los caballos, sabe montarlos y es mejor que sus hermanos varones, pero no aprecia tener que estar encima de un ser pensante que ante el mínimo desaire te tiraría. El rey lo miró expectante y Castiel recordó que tenía que contestar a su pregunta— Sí, soy el mejor, solo superado por mi hermana. 

 

Lo dijo en un tono plano, contando un hecho simple y verdadero, eso pareció divertir a su interlocutor. 

 

— He oído que superaste a ti hermano mayor cuando tenías doce — comentó, Castiel asintió, era cierto y después de eso Miguel se había negado a enseñarle más—. En ese caso, hagamos una competencia inofensiva. 

 

Castiel ladeo la cabeza mientras entrecerró un poco los ojos. Eso sonaba extrañamente sospechoso.

 

— ¿Inofensiva? He oído que es uno de los mejores jinetes que ha pisado la tierra, para usted vencerme sería sencillo. 

 

El rey sonrió con orgullo, bastante divertido por el rumbo de su mañana. Castiel no bromeaba, todo el continente conocía las habilidades del caballero frente a él, como si hubiera nacido sobre el caballo, tenía una comunicación especial con sus caballos y viendo lo bien que trataba a su yegua podía entenderse el porqué de esos rumores. 

 

— Me halaga, príncipe Castiel, pero le aseguro que será una competencia de lo más justa, usted escoge el recorrido y mi caballo.

 

Castiel no estaba seguro de que fuera buena idea nada de eso, pero sonaba bastante tentador.

 

— ¿Cuál sería el premio?

 

El rey pareció reprimir una sonrisa.

 

— El ganador podrá hacer una pregunta y ordenar hacer algo al perdedor.

 

— ¿Conoce usted el árbol torcido del jardín sur? 

 

El rey lo pensó un momento como si mapeara los jardines en su cerebro antes de asentir parecía haber perdido un poco de confianza. Castiel camina hacia los establos para escoger al caballo del rey, un dócil yegua café que prefería oler las flores que correr a cualquier sitio. Él tomó su propio caballo, un precioso espécimen pinto que solo le hacía caso a él, pero aún con eso, era terco y lo había tirado de la silla más veces de las que lo había dejado montarlo.

 

Estuvo tentado de darle su caballo, pero algo en él lo detuvo, quizás el orgullo de que podría ganarle aún con su terco caballo. Cuando tuvieron a los caballos ensillados a Impala en un corral caminaron hacia el punto donde comenzarían, ambos montados en sus respectivos caballos.

 

— Perfecto, entonces el primero en llegar al dichoso árbol será el ganador—. Dijo el rey—. En sus marcas, listo ¡Ya! 

 

Sin esperar más, Castiel hizo avanzar a su caballo, el ingrato resoplo molesto, como si le ofendiera ser despertado tan temprano solo para eso, corrió tan rápido como siempre, conocía cientos de atajos hacia ese árbol, pero era un caballero y estaba seguro que el rey no lo alcanzaría con esa yegua, en especial porque no podía ver al rey por ningún lado y por supuesto, no lo había adelantado. Se sintió extrañamente eufórico al saber que ganaría, cuando vislumbro el gran tronco torcido del olmo torcido comenzó a pensar cómo usaría su premio.

 

Y entonces vio al rey Winchester recargado contra el árbol, esperándolo.

 

— ¿Cómo es esto posible? 

 

El rey sonrió arrogante y Castiel siente que ha jugado contra un estafador experto.

 

— Ahora, soy yo quien hace las preguntas aquí. Si hubiera llegado antes, tendría derecho a preguntar cómo he domado a este manso caballo. 

 

 Castiel se sintió realmente furioso, pero era un hombre de palabra así que solo asintió esperando la pregunta del monarca y rezando que no lo obligara hacer algo humillante. El rubio se tomó su tiempo, seguramente disfrutando del sufrimiento de Castiel ante la perspectiva de lo que iba a decir, su sonrisa confirmaba ese pensamiento al menos, torcida y maliciosa. 

 

— Muy bien, príncipe Castiel. Tercero en la sucesión al trono, ¿Alguna vez pensaste en obtener el trono?

 

Castiel frunció el ceño, ladeando ligeramente la cabeza, extrañado por la pregunta, no esperaba algo como un cuestionamiento sobre sus ansias de poder, quizás algo más difícil, algún secreto retorcido que el rey quisiera sacar a la luz, supuso que para él lo sería si la respuesta fuera afirmativa. 

 

— No deseo el trono, su majestad. Nunca he deseado el peso de la corona sobre mi cabeza—, declaró suavemente, sin apartar la mirada de los ojos del rey— Mi vida ha sido mucho más fácil sabiendo que nunca tendré que gobernar. 

 

Era algo que había pensado antes, cuando era un niño y estaba aprendiendo sobre su familia, sabiendo que solo gobernaría si algo le pasaba a Miguel y Gabriel huía lo suficientemente rápido para no ser atrapado bajo el peso de la corona; le había parecido algo injusto, pero mientras sus hermanos mayores tenían el doble de clases de historia y etiqueta e interminables horas de charlas de política, él podía pasar su tiempo libre pintando, con las abejas y disfrutando de la compañía de su melliza. Fue cuando Miguel se negó a seguir enseñándole equitación y le reclamo las horas que gastó en su tonto hermano que Castiel acepto que estar lejos de la sucesión al trono en realidad no era una injusticia sino una oportunidad unica de libertad.

 

El rey lo observó unos segundos, como si determinara la sinceridad de sus palabras, asintió con aprobación y después sonrió un poco más.

 

— Bien ahora la orden— dijo, y Castiel se sintió repentinamente mareado— Te ordeno… pasar todo el día conmigo. 

 

Castiel frunció el ceño, esperaba algo mucho peor, pero no se sentía exactamente aliviado por eso.

 

— Me encantaría su majestad, pero hoy debería dar un paseo con mi hermana. 

 

— Puedo verla durante la cena—. Sonaba extrañamente deprimido ante la perspectiva y Castiel frunció en respuesta y el rey se vio obligado a explicar— Sé que es una estupidez, pero… me gustaría darle a tu hermana un matrimonio agradable

 

— Creo que es lo que todos deseamos, su majestad.

 

El monarca hizo un gesto de impotencia y desesperación, como si lo irritara que Castiel no entendiera sus confusos pensamientos.

 

— Claro, pero es…— se corta, buscando las palabras adecuadas— Me temo que es inmune a mis encantos y si no tenemos siquiera un mínimo de entendimiento, ninguno tendrá un matrimonio soportable.

 

Castiel sintió una gran punzada de simpatía por este hombre, de repente lo vio sobre una luz diferente nuevamente, cada que se hacía una idea de qué clase de persona era el rey de Silva, él hacía algo que lo contradecía todo y Castiel tenía que volver a comenzar a comprenderlo. Queriendo cambiar la mirada de pesar en esos ojos verdes, el príncipe tuvo una pésima idea. 

 

— Haré algo mejor que someterlo a mi compañía toda la tarde, su majestad—, dijo Castiel después de un momento en silencio—, convenceré a mi hermana de darle una oportunidad. 

 

El rey no parecía aliviado ante la idea. 

 

— No creo que obligarla sea el camino correcto. 

 

— No podría obligarla a hacer algo, aunque mi vida dependiera de ello—, dice Castiel con diversión mientras niega con la cabeza—, soy capaz de convencerla de darle una oportunidad, su majestad. 

 

Aún sin parecer convencido en rey Winchester asintió y tomó la rienda de su caballo. 

 

— Si está tan seguro de su éxito, no lo detendré. Me reuniré con su hermana o con usted en el jardín oeste después del almuerzo. 

 

El hombre se subió al caballo en un movimiento medido y elegante y Castiel se volvió a preguntar cómo es que logró que esa yegua fuera más rápida que su propio caballo infernal, quien ahora mismo parecía tratar de querer comer su cabello. Sin embargo, pronto ese pensamiento fue dejado de lado por uno más apremiante, tenía que quitarse el hedor a caballo y convencer a Claire de ayudarlo a ponerse un vestido para ver al rey. 

 

— Se tendrá que conformar con mi compañía, su majestad—. Susurro mientras cabalgaba a los establos

 

*****

 

Se lavó tan rápido como llegó a su habitación y pronto estaba tocando a la puerta que conectaba sus habitaciones, esperando que Claire no estuviera tan enojada con él para atender, después de interminables segundos, su hermana abrió, su cara demostraba todo el fastidio que sentía. 

 

— ¿Te gustaría librarte de la compañía del rey una tarde más? 

 

Su hermana estaba tan sorprendida que en realidad no respondió, solo abrió más la puerta, dejándolo pasar a su habitación, Castiel no desaprovecho la oportunidad y pasó directo al armario por un vestido para la tarde, tomó uno rosa con un estampado precioso que su hermana nunca usaba. Solo después de que lo puso sobre la cama, Claire reaccionó. 

 

— ¿Cuál es el truco? 

 

— Que me dejes tomar tu lugar. 

 

Claire frunció el ceño con sospecha y se cruzó de brazos. 

 

— Hace menos de una tarde me gritaste en esta misma habitación por dejarte a merced de ese horrible hombre.

 

— Yo nunca dije tal cosa—, replicó con rapidez, aunque seguro que lo pensó—, un mal momento durante el té no es suficiente para juzgar el carácter de un hombre. 

 

Claire lo siguió observando con sospecha, pero dejar que Castiel tomara su lugar significaba escapar de la vigilancia de su familia, no ver a su prometido en lo absoluto, lo que hasta ese momento era su mayor acto de rebeldía y esa era una oportunidad que no dejaría escapar. 

 

Desayunaron juntos y cuando llegó el momento Claire vistió a Castiel para el paseo. El vestido le quedaba bastante bien y se sorprende de que lo luzca con más gracia que su hermana, quizás porque ella nunca había gustado esos colores suaves. 

 

— Me daría envidia lo bien que te ves si no luciera mejor tus trajes— Comentó Claire mientras le arreglaba el cabello, se lo estaba atando de manera sencilla para amarrar su sombrero. 

 

Castiel sonrió, pero se sentía nervioso. El verdadero problema eran sus clavículas, el vestido era de escote cuadrado como dictaba la moda y no podía usar los recargados collares de joyas para un paseo, Claire maquillo su marca tanto como pudo y agrego un tocado de flores que cubría medianamente su hombro, eso tendría que servir. Claire se escondió en el cuarto de su hermano y Castiel espero a que llegarán por él para ir al jardín. 

 

Castiel llegó a la hora pactada seguido por un guardia y su madre quien de nuevo no había notado nada sobre su cambio, el rey le dio una sonrisa cortés que se notaba falsa si la comparaba con las suaves y divertidas que recibió esa misma mañana. Con una pequeña sonrisa, Castiel hizo una reverencia a modo de saludo y espero a que el rey besara su mano.

 

Después de eso el rey le ofreció su brazo y comenzaron a caminar con su madre a unos respetuosos pasos de distancia, lo suficiente para no escucharlos, pero sin perderlos de vista ni un instante. Sin poder soportar demasiado el silencio, Castiel inicio una conversación. 

 

— Mi hermano me ha dicho que me cree inmune a sus encantos.

 

El rey se tropieza por la sorpresa. Y después de un momento suelta una risa que sonaba nerviosa.

 

— Oh, creí que tu hermano era capaz de guardar un secreto.

 

Castiel elevó la barbilla sin darse cuenta que estaba sonriendo como nunca en su vida.

 

— Es mejor que aprenda esto ahora, su majestad, mi hermano y yo nos contamos todo.

 

El hombre rio, más relajado en esa ocasión y Castiel fue abordado por un sentimiento de orgullo nacido de poderlo hacer reír. 

 

A partir de ahí la conversación fluyó bastante bien, el rey era quien más hablaba y después del primer chiste riéndose de Castiel, pareció tomar más confianza con él y Castiel se sentía feliz al respecto aún si le recordaba un poco a cómo era Gabriel con él.

 

Después de una broma que no entendió, Castiel se preguntó porque le dio lastima este mismo hombre, pero no con un juicio tan duro como hacía un día y eso era algo que lo desconcertaba y asustaba a partes iguales. 

 

Tomaron el té en el jardín, seguía siendo amargo y las pastas seguían sin ser sus favoritas, pero era una mejora contra su anterior encuentro en esas circunstancias. Castiel regresa a su habitación sintiéndose ligero y tranquilo, estaba pensando en cambiarse para la cena cuando una voz a sus espaldas lo sobresaltó. 

 

— ¿Te divertiste paseando, Castiel? 

 

El mencionado dio la vuelta y soltó un jadeo sobresaltado al ver a uno de sus hermanos mayores sentado en su cama, su cara mostraba una sonrisa que dejaba claro que lo había atrapado en el acto. 

 

Chapter 4: Baile

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Castiel no supo si el hecho de que fuera Gabriel y no Miguel quien lo había descubierto era motivo de alivio, se acercó presa del pánico y prácticamente rogó por su silencio. 

— Gabriel puedo explicarlo, por favor no-

Su hermano lo cortó con un gesto de sus manos la sonrisa astuta aún sin abandonar sus labios. 

— No se lo diré a Miguel o a nuestros padres si eso te preocupa, si los ejecutan a todos, ¿Quién sería el rey? 

Castiel se abstuvo de comentar que él sería el único sin ser ejecutado. Gabriel nunca quiso la corona y más de una vez había declarado que Castiel tendría el trono antes que permitiera ser encerrado en ese puesto. 

Su hermano se levantó y sin abandonar esa irritable sonrisa lo barrió con la mirada. 

 — Pero he de admitir, hermanito, que eres más femenino que Clarie. 

Castiel se sonrojo y quiso echarlo de su habitación, pero tenía que asegurarse que no lo delataría. 

 — Gabriel…

 — Sí, sí. No le diré a nadie, pero deberían ser más cuidadosos— su cara se vuelve un poco más seria y en sus ojos hay algo que le revuelve a Castiel el estómago—Su truquito de parents trap sigue funcionando porque ellos desean tanto que Claire se comporte y nadie te conoce lo suficiente para notar alguna diferencia.  

 Lástima, ese era el sentimiento en los ojos de su hermano mientras le daba esa advertencia. Así que después de destrozar a su hermano menor con esas duras palabras Gabriel salió de su habitación sin siquiera decir adiós, Castiel no se movió, su corazón latía tan fuerte que escuchaba un zumbido en sus oídos, sintió que el corsé lo ahogaba y no podía respirar. 

Sobre todo, se sentía enfermo, era algo que había pensado muchas veces, pero siempre tuvo la esperanza de que fuera solo él quien lo notaba, que en realidad era bueno actuando y sin embargo…

Se quitó el vestido, busco los cordones del corsé y cuando no pudo quitarlo se metió a su cama con eso puesto, de cualquier forma, no creía que pudiera dormir en lo absoluto. Despidió a cualquiera que lo buscó para la cena y después de un par de intentos lo dejaron tranquilo. 

Se sintió entumecido todo ese momento en su cama, apenas consciente de nada y aparentemente perdió el conocimiento en algún momento de la madrugada porque cuando abrió los ojos un gran rayo de sol le dio directo en la cara. Pero no fueron los rayos del sol lo que lo despertaron, sino los insistentes toques a su puerta. 

 — ¡Castiel abre ya! Es más de medio día. 

Su hermana nunca había respetado cuando él se sentía enfermo y luego de unos segundos de más insistencia Castiel se obligó a abrir la puerta y dejar pasar a su hermana. La chica de cabellos oscuros entró y después de escanearlo con la mirada buscando lo que estaba mal sin encontrarlo se cruzó de brazos y reclamó.

 — Ayer olvidaste tu reporte—, dijo mientras los llevaba a la cama y lo sentaba—, el rey estuvo toda la cena dándome esas sonrisitas idiotas y tratando de continuar una conversación de no sé qué y Cassiel casi muero. 

Castiel se acostó sintiéndose culpable, el reporte era algo que habían establecido cuando fingían ser el otro, le contaban a su mellizo que habían hecho y dicho en todo ese momento para que no descubrieran que nunca habían estado ahí. Claire se acostó a su lado, le quitó el corsé y lo abrazó, ella no era muy dada a esos contactos, pero algo en la actitud de Castiel parecía indicarle que debía hacerlo. 

Suspiró y aceptó el abrazo mientras contaba a detalle su interacción con el monarca omitiendo sus partes favoritas, como la sonrisa divertida del rey, o cuando tomo su mano enguantada y le dijo con suma seriedad que odiaba las pastas de pistacho, haciéndolo reír como nunca antes, ni siquiera mencionó la forma en que la mirada del rey se iluminaba al hablar de su hermano menor, como sí el amanecer sucediera entre sus rasgos volviéndose aún más hermoso de lo que ya era.

No lo dijo porque le parecía algo demasiado íntimo, era él quien había logrado observar esa faceta del rey, no su hermana y por mucho que la amara, una parte egoísta de él se negaba a entregarle esto. Después de un momento en silencio, su hermana se levantó parcialmente para mirarlo a los ojos

— Hoy es el baile de compromiso y sé que no puedes tomar mi lugar en esta ocasión— dijo y parecía bastante desilusionada al respecto—, pero me gustaría mucho que me ayudarás a arreglarme y que seas mi escolta.

Castiel le dio una sonrisa desganada y asintió, sin intención real de llevarla al salón, eso significa estar en el baile y ver al rey, verlo arreglado y apuesto bailando con su hermana como si estuvieran hechos el uno para el otro; el hecho de que a Claire parecía aún no agradarle el rey no parecía alterar sus deprimentes pensamientos. 

Aceptó un desayuno tardío con su hermana en una terraza y después que la lavaran ayudó con su cabello y corsé. Claire había decidido usar un vestido rojo con estampado negro por sobre uno verde esmeralda que Castiel pensó era mejor. 

Kali peino el cabello de su hermana y colocó su tocado de plumas con maestría y precisión, pronto el cabello negro de su hermana se perdió entre tantas plumas, blancas, negras y rojas, se ve preciosa, pero como un pensamiento lejano, Castiel se preguntó cómo se vería él con tocado parecido, arreglado para ese tipo de bailes, cómo sería bailar con el rey con un vestido que conviene con sus bellos ojos verdes.

Tratando de olvidar esos pensamientos inútiles, hoy no era su noche, el hombre era el prometido de su hermana y ni siquiera debería estar interesado en bailar con un hombre. Para alejarse de esas ideas incorrectas, se enfoca en su hermana quien parece inusualmente nerviosa para solo un baile. Castiel se acercó y la estrechó entre sus brazos tratando de relajarla. 

— Tranquilízate, Claire, te conté todo lo importante sobre mis conversaciones con el rey, — mentiroso, susurra una parte traidora de su cerebro, pero lo ignora — no notará el cambio. 

Y eso lo entristece más de lo que puede expresar. Ignora el dolor en su pecho y espera que la sonrisa de su rostro no se vea demasiado falsa. 

— Tienes razón Cassiel, no notará el cambio. 

La sonrisa de su hermana era demasiado enigmática para su gusto, pero alguien tocó a la puerta y su hermana fue escoltada hacia el salón. Castiel se quedó en la habitación de Claire, sintiéndose terriblemente solo.

 Se acercó a la gran ventana para ver el jardín frontal, lugar donde los invitados entraban al salón, los observó con un montón de pensamientos remolineando en su cabeza, tan rápidos y confusos que cuando alguien llamó a la puerta, no recordó nada de lo que había pensado. 

 Volvieron a llamar ahora con más urgencia y Castiel corrió a abrir sin la esperanza de que fuera Claire tan temprano en la noche. 

 — Cassie— dijo Gabriel cuando lo vio, sonando desesperado, le entrega una sonrisa que pone nervioso a Castiel— ¿Has visto a nuestra hermanita? 

 El menor negó.

 — No desde que la escoltaron al salón.

 Gabriel asintió como si ya esperara esa respuesta. 

 — Tenemos un problema. 

 

*****

 

Dean Winchester, rey de una de las tierras más prósperas del continente, hijo de una larga línea de monarcas, todos dispuestos a lo que sea por proteger a su pueblo, se encontraba en un pequeño dilema en ese momento. Era un hombre acostumbrado a los sacrificios y como tal había aceptado hace mucho que nunca tendría un matrimonio por amor, como le había dicho al príncipe Castiel, lo máximo que esperaba era un matrimonio agradable. 

Nunca esperó enamorarse y no lo quería tampoco, eso trae complicaciones demasiado grandes para alguien que lidera una nación. Es por eso que la emoción desnuda que lo recorría cuando veía a su prometida lo desconcertaba tanto. 

 Pero no solo por ese sentir que sabiamente ignoraba como un molesto insecto rondando a su alrededor, eso era sencillo; lo realmente sorprendente es que no siempre lo sentía. En el primer encuentro con su padre en el lodo, Dean no sintió nada, incluso cuando insultó a sus padres al enterarse de su destino, fue divertido, pero no había más ahí. Sin embargo, durante la cena, había una chispa nueva en la mirada de la princesa. Algo que antes no había estado. 

 En el té y el paseo ocurrió lo mismo, la existencia de una chispa, una conexión que nunca había experimentado que encendía una estúpida esperanza encerrada y acallada de que tal vez, tal vez podría enamorarse de su esposa… pero luego esa conexión desaparecía y para su prometida no era más que un anciano que había arruinado su vida y libertad. Era confuso y hasta cierto punto frustrante. 

 Y luego estaba el príncipe Castiel. 

 Su reino no era tan inflexible respecto a las relaciones del mismo sexo como Heaven, incluso en la alta sociedad donde es obligatorio desposar a alguien del sexo opuesto para asegurar descendientes, no era como en Gehenna, donde se podían casar incluso en la realeza (honrando a los seguidores de Caín), pero Dean y su hermano Sam se habían asegurado de romper con el gran prejuicio que perpetuo su padre. 

Dean sabía que gustaba de damas y caballeros, había tenido sus aventuras con suficientes sujetos de ambos géneros para poder asegurarlo. Y Castiel era, en todos los efectos… hermoso, era idéntico a su hermana, pero había algo más en él, brillaba de forma diferente al resto de su familia, aún con su cara seria y su ceño fruncido, el príncipe más joven tenía algo que lo atraía irremediablemente. Era injusto y se alegraba de casi no haber tropezado con él o podría hacer algo de lo que se arrepentiría. 

Esa noche al ver a su prometida no pudo evitar preguntarse dónde estaría su hermano y de inmediato se reprendió mentalmente porque ese no era el objetivo de visitar el reino vecino. Ella estaba objetivamente hermosa en un vestido rojo generoso con su tez, pero no había esa chispa que tanto anhelaba y se preguntó de nuevo, que tan mala sería una vida con alguien que claramente lo odia. 

 La princesa estaba de buen humor y bailó con gracia las pistas que el rey le pidió, parecía emocionada por algo y le intrigó que la mantiene tan animada. Después del último baile juntos la princesa Claire le pidió un vaso de limonada y él aceptó amablemente, haciendo una reverencia de forma que captó su hombro desnudo notando que estaba libre de imperfecciones y marcas, una parte de su mente le gritaba que hiciera caso a ese detalle, pero por su vida, no podía precisar porqué. 

 Cuando regresó con la limonada ya no pudo encontrarla. Supuso que se encontraba en el salón de las señoritas, pero su instinto le decía que no era cierto, recorre el salón con la esperanza de encontrarla o algún otro miembro de la familia real. 

 En su búsqueda se encuentra con el príncipe Gabriel, le había dado la impresión de ser un vividor y al verlo coquetear con una mujer que claramente era de la servidumbre esa imagen se consolidó, se acercó a él con la esperanza de que supiera la ubicación de su hermana. Aún pese a que lo vio, no se alejó de la doncella, de hecho, se acercó más a la doncella y sonrió con descaro.

 — Su majestad—. Saludo en un tono casi burlón. La doncella lo vio con desaprobación— ¿En qué puedo servir? 

 La desaprobación creció en la expresión de la señorita y Dean elevó una ceja con intriga, pero no preguntó, él solo deseaba saber si había visto a su hermana, sin embargo, su boca lo traicionó pronunciando otro nombre.

 — ¿Has visto al príncipe Castiel? 

 Dean cerró los ojos cuando sus palabras fueron procesadas por su cerebro, en especial por la sonrisa torcida que cruzó la cara del príncipe.  

 — Me temo que mi hermano se encuentra indispuesto, esperaba que la compañía de mi hermana fuera suficiente para su disfrute. 

 Dean carraspeó, sintiéndose terrible por ese desliz de lengua. 

 — Tu hermana ha rehuido de mi presencia, me temo. 

 La doncella intervino en la conversación en ese momento. 

 — Lo lamento su majestad, ha estado un poco nerviosa esta noche, iré a buscarla, seguro que está en el jardín tomando aire fresco.

 Él asintió y la vio marcharse con bastante prisa, parecía aliviada de tener una excusa para retirarse del salón, lo que le hizo preguntarse qué estarían hablando antes de que él llegara. 

 Sin ganas de quedarse a averiguarlo Dean se marchó solo con un asentimiento de cabeza como despedida, dio algunas vueltas saludando a los invitados más distinguidos y aliados políticos. Después de un largo rato observó al nuevo rey Miguel cada vez más impaciente por la desaparición de su hermana para el anuncio de compromiso.

 Entonces las puertas del salón se abrieron y la princesa entró, traía un nuevo vestido uno verde, brillante como una piedra preciosa y aquella chispa antes apagada ardió con fuerza cuando sus azules ojos se conectaron con su mirada. Su corazón latió con fuerza y sintió que se quedaba sin aliento ante su belleza. Ella caminó hacia él e hizo una reverencia viéndolo a través de sus pestañas. 

 — Su majestad, ¿Me extrañó?

 

Y en ese momento Dean supo que estaba jodido.

Chapter 5: Lo siento, Castiel

Notes:

Este capítulo es más corto que el anterior, pero espero les guste

Chapter Text

Gabriel llegó a la habitación de Claire una hora después de que el rey había reportado la desaparición de su hermana del baile, cinco minutos después llegó Kali, se veía sumamente preocupada, aunque eso no evitó que lanzará a Gabriel una mirada desagradable. 

 

— No debe haber ido demasiado lejos, vi al guardia que siempre la sigue entrar al laberinto en el jardín oeste— le dijo Kali a Castiel—, el pobre diablo debe estar totalmente perdido.

 

Gabriel fingió un suspiro. 

 

— Clar debería saber que es una causa perdida seguir huyendo. 

 

Kali le regaló una mirada aún más desagradable.

 

— No podrías entender el espíritu de una mujer, aunque te mordiera-

 

— ¡Iré a buscarla! — Interrumpió Castiel, bastante sorprendido de sus maldiciones. 

 

Ella asintió y su hermano casi parecía divertido por su reacción. Salió al patio interior dirigiéndose al laberinto. Castiel es uno de los pocos que sabe cómo no perderse en el laberinto de arbustos y cómo acceder al jardín de su interior.

 

El jardín secreto era el favorito de Claire, lo había mandado a construir una tía abuela y ella misma había cuidado las rosas, cuando su hermana necesitaba relajarse se escondía en ese sitio. No encontró a ningún guardia en su camino y cuando llegó al centro del laberinto tampoco encontró a Claire. 

 

En su lugar encontró una carta. Con un mal presentimiento la toma y la desdobla viendo el elegante rasguño de la letra de su hermana. 

 

"Cassiel, mi fiel y gran hermano, lamento mucho hacerte esto. Trate de fingir por mucho tiempo ser algo que no soy, está noche en el baile, el rey Winchester se comportó como un perfecto caballero y fue cuando me di cuenta que a diferencia de ti, nunca desee tener a un caballero. 

Estoy enamorada, nunca me has escuchado admitirlo y lamento que no puedas hacerlo. La dueña de mi corazón nunca pudo ser un hombre o un rey. Ha sido mi amiga desde hace años y pese a lo que pasó está dispuesta a acogerme en su hogar, donde nuestro amor si es permitido. 

Lamento dejarte mis responsabilidades y penas, sé que lo resolverás, siempre lo haces. 

No me busques, cuando lean esto yo ya me habré marchado.

Con amor y dolor, Claire Novak. Ex princesa de Heaven.

PD. ¿El guardia que siempre me seguía? Era yo vestida de soldado. 

Siempre amé ese juego."

 

Castiel releyó la carta miles de veces con la esperanza de cambiar su contenido. Su hermana había huido, con una mujer al parecer, nunca quiso casarse con un hombre. A diferencia de él, según Claire ¿Qué quería decir con eso? Él no era… a él no le gustaba…

 

Hecho una furia sale del laberinto y va a la habitación de Claire donde Gabriel y Kali lo están esperando. Los dos parecen menos incómodos alrededor del otro y por una vez Gabriel no está sonriendo. La sonrisa habría abandonado su rostro por la forma en reaccionó ante la carta de Claire. 

 

— Estamos jodidos.

 

Castiel tuvo que estar de acuerdo con la maldición de su hermano. Miguel podría irrumpir en el cuarto en cualquier momento y en cuanto leyera la carta montaría en tal furia que sería imposible ocultar ese terrible suceso. Los tres se quedaron en silencio, tratando de pensar que harían a continuación, después de unos minutos Gabriel suspiró y se rasco la nuca. 

 

— La solución es clara. No importa lo que diga la nota, debe llevarnos menos de dos horas de ventaja—. Suspiró y le dio a Castiel una mirada significativa— Kali arréglalo tal como lo hiciste con Claire diremos que se vino a cambiar porque alguien la manchó, yo iré tras nuestra escapista preferida. 

 

Kali aún tenía el ceño fruncido, pero accedió, consciente seguro de lo mal que resultaría todo si se notaba la ausencia de Claire. Le coloco el corsé y vestido en un tiempo récord, trenzó las plumas y Castiel escogió un aparatoso collar para tapar sus clavículas. 

 

Pronto, estuvo listo y pese a la conmoción que provocó la huida de su hermana se sintió emocionado. Tal vez era por la promesa de Gabriel que podría traer a Claire de regreso, tal vez muy en el fondo era la promesa de ver al rey de nuevo, pero ante las puertas del salón Castiel se sintió en un sueño.

 

Camino hacia el rey sintiéndose el centro de todas las miradas, le pareció indiferente, solo tenía ojos para una persona, el monarca pareció contener el aliento y Castiel se sintió increíblemente poderoso. 

 

— Su majestad— saludo Castiel con una reverencia, sin apartar la mirada del rey— ¿Me extraño?

 

El rey se quedó en silencio unos largos segundos y solo reaccionó regresando la reverencia, bastante anonadado. Ofreció su mano y Castiel entró en pánico, nunca había bailado tomando el rol femenino. 

 

Por suerte u obra de una autoridad divina benevolente, la orquesta tocó una canción donde no había roles, era alegre y pareció aligerar el ambiente casi eléctrico que los envolvía. Castiel nunca había disfrutado de bailar, era un deber con el que cumplía con gracia, pero no más, sin embargo, se encontró regresando la sonrisa del rey sintiéndose ligero y alegre. 

 

Nunca había sentido algo así, era como una sensación burbujeante que calentaba su estómago. Lamentablemente eso terminó tan pronto como Miguel se acercó a ellos y recordó que estaba ahí no para divertirse sino para cumplir con un deber, cumpliendo con una carga que no era suya. 

 

La sonrisa de Miguel era forzada, sus padres no se encontraban en el baile y eso, seguramente ya había levantado demasiado cotilleos sin necesidad de agregar su apresurada coronación y la desaparición de Claire de la fiesta. Su hermano lo tomó del hombro con fuerza mientras fingía que le daba un abrazo fraternal. 

 

— Será mejor que te comportes y dejes de desaparecer—, Miguel suspiro y su tono se volvió menos molesto, sonó casi suplicante—, sé que esto es lo que menos querías, pero debes entender que era tu felicidad o nuestras vidas—. Se separó de Castiel y sonrió como si le hubiera dado un consejo— No nos decepciones. 

 

Sabía que esas palabras estaban destinadas a Claire, pero eso no detuvo el sentimiento de impotencia que lo embargo, como si en realidad fuera su responsabilidad y deber casarse con ese atractivo rey y estuviera fracasando en lo único que le había pedido su familia. 

 

El sonido del tintineo del cristal lo sacó de sus desesperados pensamientos. Algún sirviente le había dado una copa con vino burbujeante a su hermano y con una sonrisa radiante en su cara Miguel hizo un brindis en nombre de toda la familia real. 

 

— … Así que brindemos, por la felicidad de mi querida y pequeña hermana —. Lo volteó a ver y su sonrisa adquirió un tinte más sincero—. Que tu próxima boda sea perfecta y tu vida como mujer casada sea la más feliz. 

 

Castiel sabía que esas palabras debían ser reconfortantes, pero Castiel no las sintió como tal y sabía que su hermana tampoco las percibiría de esa forma. Todos levantaron sus copas, sonrieron y bebieron, el alcohol no parecía una buena idea, pero Castiel bebió todo el contenido de su copa casi sintiéndose entumecido. 

 

Después del brindis el baile se reanudó y Castiel no vio a Gabriel por ningún lado. El rey lo sostenía del brazo y le sonrió tan radiante que Castiel casi olvida su malestar. 

 

— Se ve abrumada, ¿Le gustaría salir a tomar aire? 

 

Hay una terraza conectada al salón para que las parejas tengan un poco de aire fresco e intimidad. El rey lo lleva hacia allá, está oscuro, tanto que no podía ver a las demás personas en el lugar, aunque estaba seguro que no estaban solos, podía escuchar susurros de conversaciones lejanas, alguna risa ocasional y sonidos ahogados que parecían besos. Castiel se preguntó si Gabriel podría encontrar a Claire en una noche tan oscura. 

 

— Justo antes de su llegada— dijo el rey una vez llegaron a la barandilla de la terraza— Me estaba preguntando sobre su extraña forma de actuar— Castiel sintió que su corazón se detenía del pánico, pero el rey continuó hablando— por momentos es la persona con más sentido del humor que he conocido en este reino y por otros… 

 

Castiel soltó una risa, en parte sorprendido y en parte aliviado. Se preguntó si Claire mostró su ácido sentido del humor con el rey en algún momento.

 

— Interesante disección de mí personalidad, su majestad. 

 

— Por favor, dígame Dean. Después de todo, estaremos casados muy pronto. 

 

Castiel sonrió. 

 

Su majestad — Pronunció solo para molestar, nunca había hecho eso y se sorprendió a sí mismo por disfrutar bromear así con el rey— ¿Quién soy en este momento? 

 

El rey lo observó fijamente por unos segundos, su mirada brillaba casi en dorado a la luz de la luna y Castiel contuvo el aliento, temeroso de arruinar esa bella imagen frente a él. 

 

— Eres… la mujer más hermosa que he visto. 

 

Estaban muy cerca, Castiel ahora se daba cuenta, y se encontraban cada vez un poco más cerca, Castiel se sintió mal, las palabras del rey, aunque amables y halagadoras, no estaban destinadas a él. Así que cuando el rey acercó sus labios a los suyos, Castiel dio un paso atrás. 

 

— Es usted…— Su voz falla un momento y tiene que aclararse la garganta— muy amable su majestad. 

 

— Princesa-

 

— Deberíamos entrar. 

 

Castiel salió de la terraza sin esperar al rey, sintiendo que su garganta se cerraba y un peso se instalaba en su pecho. Con pesar y desesperación Castiel rogó a su hermano.

 

Gabriel por favor encuentra a Claire pronto.

Chapter 6: Revelaciones

Notes:

TW. Leve mención a homofobia internalizada

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

El baile terminó muy entrada la madrugada y Castiel volvió a su habitación, de inmediato agradeció la presencia de una doncella porque no creía que pudiera quitarse nada de su tocado sin ayuda. Una vez Kali le entregó su pijama, colapsó en su suave colchón queriendo olvidarse del estrés, la tristeza, ese sentimiento aplastante de su estómago y absolutamente todo lo que el rey le provocaba sentir.

 

No vio a Gabriel lo que restó de la noche y tampoco a la mañana siguiente, lo que fue alarmante teniendo en cuenta lo tarde que se levantó la aristocracia después de una fiesta. 

 

Castiel comenzó a preocuparse a media tarde, poco antes del paseo programado con el rey. Si Gabriel no pudiera encontrar a Claire y traerla de regreso, ¿Qué sería de ellos entonces? No podía casarse con el rey, lo descubriría todo de una forma u otra antes o durante la noche de bodas, además, su padre nunca lo permitiría. Detuvo el tren de sus pensamientos cuando analizó qué rumbo estaban tomando, no podía siquiera estar considerando la idea de casarse, ¿No? Mucho menos con un hombre. 

 

Castiel se pasó una mano por la boca y siguió moviéndose por su sala, temía que sí se detenía comenzaría a gritar de frustración o llorar por la pérdida de su melliza. Nunca habían estado separados de una forma indefinida, el sentimiento de pérdida que estaba experimentando en estos momentos no se comparaba ni siquiera cuando él fue enviado a un internado por tres años, en ese entonces al menos tenía una idea clara de dónde estaba Claire en todo momento y mandaba tantas cartas como le era posible. 

 

Habían sido los tres años más largos de su vida, aunque Claire estuvo perfectamente en el reino de Gehenna haciéndose amiga íntima de la segunda princesa de ese reino, Kaia. De hecho, aun eran amigas pese a todo… 

 

- ¡Eso es! — Exclamó cuando una idea llegó a su mente. 

 

- ¿Qué cosa? 

 

Castiel se sobresaltó ante la voz de su hermano mayor. Se había vestido como Claire después del desayuno y al ver a Miguel en la puerta de su salón lo agradeció, Miguel no estaba interesado en hablar con Castiel, el tercero en la línea al trono que no aportaba ni restaba nada a su reino. Su hermano mayor, el rey, requería hablar con Claire, la única princesa y su única esperanza para salvar su pequeño mundo. 

 

— Miguel—, dijo con una voz demasiado aguda incluso para Claire— No te escuché entrar. 

 

Su hermano asintió y se acercó, parecía bien descansado y mucho más tranquilo de lo que lo había visto desde que inició la guerra. 

 

— Parecías muy ensimismada, ¿Ocurre algo? 

 

Castiel negó con la cabeza, ni en un millón de año le contaría a Miguel sus problemas, Gabriel no tardaría en llegar y si todo va bien regresaría con la verdadera Claire para que Castiel le diera el regaño de su vida y pudiera verla casarse con el Rey Winchester. 

 

— Nada de que preocupe, quisiera hablar con Gabriel antes de ver al rey, dejemos un juego pendiente la otra noche. 

 

Miguel suspiro, Castiel sabía que estaba decepcionado de su hermano menor, nunca lo había ocultado y lo dijo muchas veces cuando creía que Gabriel no podía escucharlo. 

 

—Gabriel, Gabriel. Ese chico debería dejar de jugar y empezar a comportarse como alguien de su posición, buscando una esposa digna para empezar. ¿Sigue tras esa doncella tuya?— ni siquiera dejó que Castiel contestara antes de continuar con un tono de reproche cada vez más grande—, su necesidad de deshonrar esta familia es cada vez más deplorable.

 

Castiel apretó los labios, odiando como Miguel habló de Gabriel, nunca se habían llevado bien, pero no había necesidad de ese nivel de crueldad, entonces Castiel vio a su otro hermano recargado contra el marco de la puerta. Se veía cansado y aún no se cambiaba sus ropas de viaje, aun así su sonrisa estaba bien puesta en su cara. 

 

— Me parece que en estos momentos el peso del matrimonio está sobre otros hombros, ¿O no, hermanito?— Miguel se tensó ante el sonido de la voz de Gabriel, lentamente se giró y lo enfrentó ligeramente avergonzado—, ¿Acaso no es de mal gusto ser un monarca soltero? 

 

— El rey Winchester ha estado soltero desde que ascendió al trono hace diez años. 

 

La sonrisa de Gabriel se hizo aún más grande. 

 

— ¿Y no ha pasado los últimos diez años criticando esa situación? 

 

Miguel se sonrojó, en verdad lo hizo y Castiel no podía creer lo que veía. Lleno de asombró se preguntó si quizás el motivo de su odio se debía a que Gabriel era el único que podía dejarlo sin palabras y que perdiera su autocontrol. El mayor carraspeó y se dirigió a la puerta, dio una mirada desagradable a su hermano cuando pasó a su lado. 

 

— Será mejor que estés lista cuando el rey venga a recogerte. 

 

Esas fueron sus últimas palabras antes de desaparecer por la puerta a toda velocidad, sólo entonces la sonrisa de Gabriel flaquea y trata de encontrar algo de licor. Castiel tenía apenas dieciséis años y compartía salón con una señorita por lo que sabía que Gabriel no lo encontraría. El castaño detuvo su búsqueda infructuosa y llamó a un sirviente por una botella de Whisky. 

 

Solo cuando Gabriel tuvo un vaso con licor en su mano y consumió más de la mitad de un trago pudo ver a Castiel a la cara, no es que importara, él ya sabía cuáles serían las palabras de su hermano. 

 

— Esa hermana nuestra—, empezó, contemplando su vaso como si fuera lo más estimulante de la habitación— es alguien muy escurridizo. No encontré ni un rastro de ella, podría estar tomando un barco a otro continente por lo que sabemos. 

 

Castiel negó con la cabeza, no permitió que la desesperación en el tono de su hermano venciera su espíritu. 

 

— Gehena.

 

— ¿Gehena? — Repitió su hermano sin entender su punto. Entonces su rostro se iluminó por la comprensión, echó su cabeza hacia atrás en un gesto de frustración — La princesa Kaia.

 

Castiel asintió, todo encajaba, la carta, estar enamorada de alguien que no era un caballero, los recientes acontecimientos que tensaron su relación. 

 

— Estamos hablando de un viaje de una semana a caballo. 

 

— Te lleva un día de ventaja. 

 

— No estarás insinuando que tú…

 

Un carraspeó interrumpió la réplica de Gabriel, Kali acababa de entrar y tras ella estaba el rey Winchester. 

 

— Su majestad— saludó la doncella lanzando una mirada afilada a Gabriel— El rey Winchester está aquí para su paseo por el jardín. 

 

Castiel asintió y se despidió de su hermano con un nudo en el estómago al haber sido interrumpido de su conversación anterior. Tomarían el té en el jardín como un par de tardes atrás, manteniendo una conversación cortés sobre sus claras preferencias hacia los pastelillos de miel sobre las pastas de pistacho; pero la mente de Castiel estaba dispersa, bastante preocupada por la ubicación de su hermana. Si su teoría era Gabriel cierto debería partir de inmediato para interceptarla en el camino que podría llegar a Claire antes de que la boda se llevara a cabo. 

 

— Está usted muy callada hoy— dijo el rey después de la quinta vez que Castiel respondió con monosílabos a sus preguntas. 

 

— Me temo que hoy no soy una buena compañía.

 

— Siempre es un deleite pasar tiempo con usted. 

 

Castiel se sintió sonreír sin pensarlo. 

 

— Es usted un encantador. 

 

Castiel puede jurar que el rey se pavoneó ante sus palabras, aunque la verdad es que solo sonrió de forma encantadora mientras inflaba el pecho. 

 

— Solo puedo responder a eso con un gracias. 

 

— No es siempre un cumplimiento. 

 

Entonces el monarca se llevó una mano al pecho como si estuviera realmente herido y Castiel olvido todo, sus preocupaciones, su hermana huyendo, él fingiendo ser algo que no era, en ese momento nada importaba más que el hombre frente a él, iluminado por la luz de la media tarde haciéndolo sentir como nunca antes. La verdad era que lo veía, Dean Winchester lo hacía sentir especial, como si nunca pudiera pasar desapercibido para él, su mirada no se separaba de la suya, su sonrisa solo se torcía con honestidad en su presencia, antes sus ojos Castiel existía y eso lo asustaba. 

 

Estaba aterrado porque eso no era cierto, el rey solo vio lo que deseaba ver, a la princesa, la mujer con la que se casaría, Castiel nunca antes había envidiado a su hermana como en ese momento, teniendo a un hombre como Dean y sin embargo, no deseándolo en lo absoluto. Por su parte se encontraba él adorando cada matiz de ese hombre que estaba tan lejos de su alcance que dolía. 

 

Oh, Dios, deseaba poder casarse con el rey Winchester. 

 

Castiel se sintió enfermo de arrepentirse ante la revelación que acababa de tener. 

 

— ¿Princesa? — preguntó el rey con preocupación genuina en sus rasgos y Castiel se sintió significativamente peor. 

 

Se levantó de su asiento en el jardín y un mareo lo invadió. 

 

— Me temo que me encuentro un poco indispuesto— explicó alejándose de la mesa— Por favor perdóneme si me retiro en este momento, lo veré en la cena. 

 

El rey se ofreció a llevar de regreso, pero Castiel se alejó negándose, cuando volvió Gabriel no se encontró en su salón o su habitación, él no lo buscó tampoco, no tenía ánimo de enfrentarse a la crisis que significaba convencer a su hermano de ir a Gehenna cuando sintió que estaba a nada de romperse por la crisis a la que sus equivocados sentimientos lo estaban arrastrando.

 

Ni siquiera es consciente de cuando empezó a sentirse así, demonios lo conocía hacía menos de una semana, pero nunca se había sentido así y no sabía de qué otra forma llamar ese sentimiento donde su corazón se acelera y su pecho se calienta, que sonreía pecado pensarlo cuando antes rara vez lo hacia. Nunca había tenido esa conexión con nadie y ahora estaba asustado, no podía sentir eso, no por un hombre, no por el prometido de su hermana. 

 

Castiel se puso de rodillas frente a su ventana y descubrió el cielo nocturno lleno de desesperación. 

 

Por favor — oró— por favor, no puedo estar enamorando de él, no me puedo enamorar de un hombre. 

 

Sintió su cara humedecer por sus lágrimas, sus manos temblaban y por un terrible instante creyó que su padre, madre y hermanos irrumpirían en su cuarto para castigarlo por sus sucios sentimientos. 

 

Nadie entró, pero eso no impidió que ese miedo lo paralizara hasta el amanecer.

Notes:

Es un capitulo muy de transición, pero ya estoy de vacaciones y pese a que aun tengo algunas tareas (* llora *) espero poder actualizar más seguido en estas dos semanas

Chapter 7: Cazar

Notes:

Llevo esperando escribir este capitulo desde el principio, estoy algo emocionada al respecto.
Espero les guste

Chapter Text

Castiel amaneció en el piso cerca de su ventana, gimió cuando la luz de la mañana lo deslumbró, rodando sobre su espalda se reprendió en silencio, debía dejar de dormir así, ya había llorado más en esa semana que en toda su tierna infancia. No era un llorón, aunque hace una semana tampoco le gustaban los hombre y nunca considero enamorarse de uno así que… 

 

Se levantó del suelo sintiéndose rígido, se lavó el rostro y pidió su desayuno, se tranquilizó con un té endulzado con miel, sin intención de salir de su habitación en todo el día Castiel se vistió como él mismo, fue un poco raro, no había pasado demasiado tiempo desde que se puso sus propias ropas pero algo en la intensidad de sus sentimientos en los últimos eventos le hizo sentir que no usaba pantalón desde su otra vida. Era aterrador. 

 

Pasaba de media mañana, Castiel se había sentado a tratar de terminar su cuadro sobre el jardín, pintando suaves nubes blancas y bellas flores amarillas cuando llamaron a su puerta. Kali fue a abrir, ella estaba actualmente actuando como su dama de compañía hasta que encontraran a su hermana. El príncipe esperaba a alguno de sus hermanos, como Gabriel para seguir hablando de su infructuoso plan, pero quien apareció en su puerta no era otro más que el rey Dean. 

 

— Su majestad. 

 

— Oh príncipe Castiel—, saluda con una reverencia sorprendido—  tiempo sin verlo. 

 

Su tono era ligero, como de broma, pero estaba claro que desde su carrera matutina hacía casi tres días, el rey no había vuelto a pensar en él, al menos no como Castiel. Tragando su dolor, sigue con la conversación preguntando qué hacía en su salón. 

 

— ¿A sí? Deberá disculparme, su majestad he estado ocupado. 

 

Se alejó del cuadro para ir a uno de los sillones donde se había acomodado el rey, parecía estar viendo cada parte de la habitación, pese a que no era la primera vez que entraba. 

 

— ¿No le molesta que pregunte en qué?— pregunta el rey con curiosidad.

 

Castiel no tenía ni idea que decir, se estaba poniendo nervioso, su pregunta, aunque inocente no era algo que pudiera contestar, además, desde aquella carrera no había tenido que estar a solas con el rey sin fingir ser Claire. Trago saliva, no era demasiado bueno para mentir bajo presión. 

 

— Preparándome para viajar. Debo llevar una carta de mi hermana a la princesa Kaia de Gehenna, es urgente y necesita una pronta respuesta. 

 

El hombre frente a él elevó sus cejas con sorpresa y un poco suspicaz. 

 

— ¿Por qué no mandar a un sirviente?

 

Castiel sintió que sus manos comenzaban a sudar, lo había pillado ahí, sin embargo, antes de que pudiera seguir hundiéndose con una mentira tras otra, la voz de su hermano mayor lo sobresaltó. 

 

— Mi hermano es el sirviente personal de Claire—.Gabriel acababa de entrar al salón y Castiel se preguntó en qué momento sus habitaciones habían dejado de ser privadas— ¿Por qué no vas a ver cómo está ella? Estoy seguro que el rey tiene más asuntos con ella que con nosotros. 

 

Aun con esa leve irritación por la constante violación de su privacidad, Castiel se sintió sumamente agradecido por la intervención de su hermano. Le hizo una seña a Kali y con esa excelente excusa Castiel cruzó su sala y pasó a la habitación de su hermana para vestirse como ella y salir con el rey. Alcanzó a escuchar vagamente al monarca negar la afirmación de su hermano pero no había demasiado peso en sus excusas. 

 

Kali lo preparó en un tiempo récord y pronto se encontraba de nuevo en su salón. El rey no parecía demasiado cómodo en la compañía de Gabriel y su rostro pareció iluminarse del alivio cuando lo vio reaparecer. 

 

— Ahora que mi compañía ya no es requerida— dijo Gabe poniéndose de pie y haciendo una reverencia—, me retiro. No lleguen tarde. 

 

Castiel frunció el ceño y ladeó su cabeza en confusión, ¿A qué no debía llegar tarde?

El rey correspondió a la reverencia y sin contar la presencia de Kali, Castiel estaba solo con el monarca. 

 

— Buenos días, espero que se encuentre mejor. 

 

Castiel asintió sin mucha convicción y tomó asiento en el sillón más cercano a la ventana. 

 

— Nada grave, su majestad, ¿Qué lo trae tan temprano por aquí? 

 

— Por favor llámeme Dean— pidió rodando un poco los ojos, su tono era ligero y tenía una sonrisa que debilitaba las piernas de Castiel—, solo quería saber como se encontraba, ayer se veía bastante indispuesta y se saltó la cena me preocupaba que enfermara. 

 

Castiel lo descartó con un ademán, riendo un poco nervioso. No tenía ánimo alguno para inventar alguna excusa para su comportamiento la tarde anterior, no es como si pudiera decirle al rey que estaba enfermo de algo incurable y totalmente mezquino. 

 

— También me gustaría hablar con su hermano sobre la caza de esta tarde. 

 

Castiel se tenso, ¡Eso era! La cosa a la que no debía llegar tarde y que deliberadamente olvido. Era parte del cortejo, el pretendiente cazaba algo y se lo ofrecía de tributo a la dama elegida, entre más grande o extravagante fuera la presa, mayor honor había. En el castillo simplemente espantaban algunas aves y el prometido debía disparar a cuantas pudiera para considerarse digno. 

 

Era sencillo y no tenía nada que ver con la antigua tradición o cazar en lo absoluto, algo que agradece, porque odiaba cazar y si tuviera que asistir como él mismo había tenido que participar, como todos los hombres solteros que se encontraran en ese momento, si alguno cazaba más que el prometido, se consideraba una gran deshonra para el pretendiente. 

 

— ¿Con mi hermano?— pregunta confundido. ¿Para qué se había ido a cambiar entonces? 

 

— Sí—, dice con una sonrisa y Castiel está seguro que es imaginación suya que le parezca que se está burlando de él— disfruté nuestra carrera el otro día y quería charlar con él sobre sus habilidades para la caza.

 

— ¿Desea hacer otra apuesta?— preguntó con voz más ronca, como su verdadera voz.

 

Con justa razón, el rey se sobresaltó. 

 

— ¿Cómo sabe…? Olvídelo ya se lo que dirá— dijo levantando sus manos en una señal de alto, después siguió hablando con una sonrisa radiante—. Tal vez tu hermano esté interesado en una competencia amistosa antes de partir a Gehenna. 

 

Castiel entrecerró los ojos, dado el resultado de la última “competencia amistosa” se sentía muy precavido ante esa propuesta. 

 

— Sería algo digno de admirar, pero me temo que mi hermano odia cazar, lo he mandado a ensillar un caballo para que se vaya esta misma tarde. 

 

— Oh. 

 

Reprime un suspiro, no tiene derecho a sonar tan decepcionado con una sola sílaba, no era justo. Castiel era débil, débil y estupido si estaba considerando la idea de someterse a una tarde de caza con sus hermanos solo para borrar esa expresión de decepción del rostro del hombre que le había robado tan injustamente el corazón.

 

— Tal vez… tal vez pueda convencerlo de que participe. 

 

El rey sonrió de forma torcida, su cara se iluminó y se vio mucho más joven y Castiel no podía creer que esa sonrisa tuviera tal poder en él, no debería ceder a tales deseos oscuros por un hombre y sin embargo ahí se encontraba, cayendo desde lo más alto solo para ver esa sonrisa. 

 

— Maravilloso—, declaró mientras se ponía de pie para besar la mano de Castiel— Los veré a ambos esta tarde—. Su sonrisa se volvió más coqueta—, le conseguiré un zorro. 

 

Castiel se sintió sonrojar, un zorro era de lo más exótico que se podía conseguir en esa región apenas boscosa. Sabía que solo sería una cacería de pavos, pero la promesa era de lo más halagadora. Solo después de que salió del salón, Castiel se dio cuenta de su actuar, para fingir ser una prometida cortejada, era un actor excelente.

 

— Estoy en problemas—. Se dijo, con pesar. 

 

Kali hizo un sonido de acuerdo y Castiel se hizo consciente de su presencia, la doncella le dio una mirada tan llena de sabiduría que Castiel se sonrojó avergonzado parecía saber todos sus secretos y eso lo asustaba, no le diría a nadie, tenía la certeza pero aun así…

 

— Es decir, no puedo estar en dos lugares al mismo tiempo y-

 

Kali sonrió, pero había tristeza en su mirada.

 

— Eres un gran chico, Cas. Tu corazón es grande, cualquier persona sería afortunada de ser receptora de tu afecto. 

 

Castiel sintió un nudo en la garganta, nadie le había regalado palabras tan dulces. Trató de recomponerse con un suspiro tembloroso, le esperaba una larga tarde llena de mentiras, engaños y corazones rotos. 

 

Claro que el único corazón que resultaría herido sería el suyo. 

 

*****

 

Era una tarde cálida, el sol iluminaba todo y las nubes en el cielo eran tan blancas que parecían algodón, era una bella tarde de primavera y eso relajó bastante a Castiel, aún si tenía que tener un arco entre manos y ver a Miguel siendo tan competitivo, creyéndose él mejor por disparar a algunos pavos asustados, como si alguna vez hubiera entrado en el bosque más allá de buscar moras cuando niño.

 

Castiel no disfrutaba de disparar en público, pero aceptó el arco que el sirviente le entregó, todos ya habían llegado, sus hermanos revisaban sus armas y el rey Dean parecía aburrido esperando a que terminaran los preparativos, su madre estaba tomando el sol bajo una carpa algo retirada del campo de tiro, se suponía que Claire también debía sentarse con ella. Cuando al cabo de unos minutos ella no llegó todo el mundo comenzó a cuestionar. 

 

Castiel dijo lo primero que se le ocurrió. 

 

— Se encontraba algo indispuesta, me dijo que viniera en su lugar. 

 

Su madre se incorporó, preocupada, el rey frunció el ceño confundido, el único que no reaccionó fue Gabriel, aunque, lo estaba viendo raro, con suspicacia, quizás. 

 

— A mi me pareció que tenía excelente salud esta mañana—. declaró el rey y Castiel se quiso disparar en el pie, no había pensado en eso.

 

Castiel asintió, deseando que un agujero se abriera y se lo tragara para que no tuviera que contestar preguntas. 

 

— Espero que se encuentre bien para mañana, el viaje será muy largo, si se encuentra indispuesta—. Declara Miguel, sin despegar la mira del arma en sus manos. 

 

Su madre se levantó de su asiento con toda la intención de volver al castillo. 

 

— Iré a verla. 

 

— No hace falta—, dijo Castiel con rapidez—, se encuentra bien, solo es un ligero dolor de cabeza. 

 

Le dio una mirada significativa a su madre y ella pareció entender que Claire solo estaba actuando porque sus labios se fruncieron en un gesto de furia silenciosa y asintió a lo que dijo Castiel. 

 

— Si solo es eso entonces le hará bien descansar sin necesidad de que la molestemos. 

 

Todos estuvieron de acuerdo con las palabras de su madre, y pronto todos los caballeros se posicionaron para la “cacería”. Un sirviente soltó a un par de perros de caza y los pavos salieron volando, sus hermanos dispararon, Gabriel atinó a varios con una misma flecha, Miguel falló su tiro y la sonrisa petulante de su segundo hermano fue suficiente para hacerlo enfurecer. 

 

Cuando recuperan a las aves, repiten el proceso y el rey es el único que dispara, las flechas vuelan sucesivamente a una velocidad alarmante matando a literalmente toda la parvada. Todos se muestran impresionados por su habilidad y Castiel está a punto de sonrojarse ante la perspectiva de todos los pájaros que deberá recibir. Sin embargo, el rey se veía sumamente aburrido por el desarrollo de las circunstancias. 

 

— ¿Es acaso esto todo lo que se hace en estas tierras para tan significativa parte del cortejo?— preguntó con burla. 

 

— Es una simple representación de la tradición, su majestad—. Responde Miguel, con una sonrisa algo forzada. 

 

El rey, sin aceptar esas palabras, se colgó el arma al hombro y caminó hacia el bosque, con una sonrisa deslumbrante llena de arrogancia.

 

— En mis tierras se hace una competencia en los acres más grandes del reino, así que, creo que buscaré algo más cercano a la tradición. — Había llegado a las orillas del bosque y con una sonrisa más grande dio una despedida casi burlona— Además, prometí que trataría de entregar una gran presa. 

 

Todos se quedaron en silencio, viendo como se adentraba cada vez más en el bosque. A los pocos segundos, empezaron reaccionaron alarmados, si algo le pasaba en sus tierras, la crisis política sería tan grande que la anterior guerra parecería sólo una riña familiar de domingo. 

 

— Gabriel, ve por el rey de inmediato— Ordenó Miguel, bastante molesto por la actitud del rey. 

 

Gabriel se volvió hacia su hermano con gran incredulidad, no se movió de su sitio ni un centímetro, dio un bufido burlesco y levantó la barbilla con desafió. En sus ojos había una ira que en él era inusual, odiaba cuando Miguel se comportaba tan prepotente. 

 

— ¿Estas demente cierto? No he entrado ahí en años. 

 

Eso en realidad no era cierto si todos sus ligues con pueblerinas decían algo, era mucho más sencillo cortar por el bosque para que no tuviera que enfrentar a los guardias, pero sin atreverse a señalar ese hecho (y que en realidad no era relevante para a discusión) Castiel frunció los labios y se adelantó a sus hermanos.

 

— Yo iré— Declaró. 

 

Se cruzó el arco en su pecho, sin creer que las necesitaría, el bosque no era para nada tan peligroso como sus hermanos se empeñaban en creer, Claire y él pasaron bastante tiempo ahí cuando eran pequeños, escapando de la institutriz a insistencia de su hermana, les ganó algunos azotes y una seria platica con su padre sobre los supuestos peligros que habitaban en esas tierras. 

 

Pero Castiel también había aprendido que era un lugar hermoso, mientras se adentraba en el bosque alrededor del castillo en búsqueda del rey observó la luz del sol entrar entre las hojas verdes de los altos árboles, se sintió abrumado por una sensación de paz que tenía prácticamente olvidada en ese momento de su vida. 

 

Escuchó algunos pájaros cantar, inhaló el agradable olor del pasto y pino, había algo especial en ese lugar que lo hacía sentir más conectado con la tierra y su entorno. Disfrutó de todas esas sensaciones mientras trataba de alcanzar al rey quien no se encontraba muy lejos, apenas había alcanzado a avanzar algunos metros antes de que Castiel lo siguiera.

 

— ¡Su majestad! 

 

El rey volteó  ante su llamado y solo dejó de avanzar lo suficiente para saludar a Castiel. 

 

— Ah Cas, casi creí que no podría verte antes de que te marcharas. 

 

Castiel no respondió, solo trató de alcanzar al rey quien amablemente lo esperó, para después continuar marchando al corazón del bosque aunque el propósito de Castiel era traerlo de regreso al castillo. 

 

— Mi hermana me informó que deseaba competir conmigo y no pude negarle el placer de derrotarme de nuevo. 

 

El rey rio, con tanto placer que Castiel se sintió cálido y casi tropieza con una raíz. 

 

— Que baja estima tiene sobre sus habilidades para cazar— Lo recorrió con la mirada antes de seguir hablando— por otro lado, no lo vi disparar ni una vez, así que tendré en cuenta sus palabras.

 

Castiel no dignificó ese comentario con una respuesta., en cambio se acercó cada vez más al rey de forma casi inconsciente, tratando de averiguar cómo lo convencería de regresar. 

 

— La verdad es que no tengo el más mínimo interés en esta competición. 

 

El rey Dean levantó las cejas como si no creyera del todo en sus palabras, algo injusto si había creído en su palabra sobre oponerse a la guerra entre sus reinos (olvidando deliberadamente que en realidad lo había dicho cuando estaba vestido de Claire) y cuando lo había apoyado para que saliera con su hermana (aun si solo fue una treta para pasar tiempo con él).

 

— ¿Tiene algún inconveniente con la caza? 

 

Castiel descolgó el arco de su espalda y observó a su interlocutor con intensidad. Estaban bastante cerca, aunque eso no lo estaba molestando en absoluto. 

 

— Pocas veces he tenido la oportunidad de ejercer esa actividad, pero sí, su majestad. No tengo inconvenientes con la caza si eso no involucra una competición de egos. 

 

El rey Dean soltó un bufido, bastante divertido por su declaración y bravuconería. 

 

— Yo no diría que es una competencia de egos— el rey se acercó sólo un poco más para susurrar su propuesta— si lo deseas te lo puedo demostrar. 

 

— Creo que eso ya lo ha hecho en el campo de tiro. 

 

El rey se encogió de hombros y se alejó de él, dejando con una sensación fría y decepcionante a Castiel. Entonces el hombre mayor se descolgó el arma del hombro e hizo un gesto para que siguieran con su camino. 

 

— Hasta un niño podría disparar a aves asustadas. No, permita demostrarle que mi destreza con armas no es solo con la espada. 

 

Entonces continuó caminando en silencio, sin más remedio, Castiel lo siguió, pensando que a sus hermanos no les preocuparía demasiado si se perdían un rato. 

 

Caminaron un largo rato hasta que se encontraron con un conejo, sin pensarlo demasiado, el rey se posicionó, tomó el arco con firmeza y una flecha con la agilidad de un experto, Castiel lo observó tensar la cuerda y como sus ojos se llenaban de una seria determinación, esos orbes verdes se oscurecieron y el príncipe se sintió absorto, como si pudiera observar eso hasta el final de sus días. Lo escuchó inhalar profundamente antes de soltar la tensa cuerda y solo entonces apartó la mirada del rostro del monarca para observar al conejo, la flecha había atravesado limpiamente el ojo derecho y Castiel se encontró inevitablemente impresionado. 

 

— Impresionante, su majestad

 

El mencionado hace una reverencia casi burlona y va por el conejo, siguen caminando en silencio para no espantar a las presas, pero después de un pequeño tramo sin que ningún animal se cruce en su camino, el rey se voltea hacia Castiel con una sonrisa que presagia malas noticias para su paciencia.

 

— Entonces, príncipe Castiel—dice como si quisiera comenzar una conversación casual—.  ¿La razón por la que odia estas competencias es por su pobre habilidad para cazar o se debe a alguna mala experiencia? 

 

Castiel casi se tropieza de nuevo, levanta la mirada entrecerrando los ojos ante esa sonrisa burlona que sin embargo le provoca algo en el estómago. Al elevar un poco más los ojos puede observar una pequeña ave en una rama no demasiado lejana para alcanzarlo con una flecha. 

 

— Le aseguro que mi “pobre habilidad para cazar”— dijo haciendo comillas a las palabras exactas del rey— No tiene nada que ver con mi contrariedad con esta actividad. 

 

— ¿Entonces por qué no lo demuestra?

 

Castiel no dijo nada, se sentía picado en el orgullo, por lo que tomó con más fuerza su arco y sin pensarlo demasiado busco el ave que había visto antes, era una codorniz y aunque pequeña, era deliciosa y muy codiciada en las tierras de Silva.

 

Castiel solo necesito respirar una vez antes de apuntar y disparar hacia arriba. Desde la perspectiva del rey eso parecía como si hubiera soltado una flecha al aire y estuvo a punto de cuestionar su cordura cuando el sonido del canto de un pájaro fue cortado y una pequeña ave cayó prácticamente a sus pies, la flecha había atravesado su cuello y aunque no era el tiro más limpio que Dean había visto soltó un silbido, impresionado. 

 

— Ahora que ambos hemos demostrado nuestras habilidades, ¿Podemos regresar al castillo? Estoy seguro que todos nos están esperando. 

 

Más como Miguel a punto de explotar de ira contra mí , pensó y de pronto otra preocupación lo invadió, solo le quedaba esperar que Gabriel pudiera contener a su madre si decidían que debían ir a reprender a Claire por faltar a esa parte del cortejo. 

 

El rey asintió y regresaron por donde vinieron. Mientras caminaban Castiel se sintió más relajado, había sobrevivido a las actividades de caza con sus hermanos y ahora solo tenía que vestirse como Claire para aceptar los pavos y el conejo.

 

Podría convencer a Gabriel de ir tras Claire antes de tener que partir a Silva y si no... bueno, Gehenna no estaba tan lejos de Silva como Heaven. Y cuando encontraran a Claire ella tendría que casarse con el rey que tenía el corazón de Castiel y él podría fingir que no sentía nada al respecto aun si eso lo estaba matando. 

 

— ¿Conoces la marca de Caín?— preguntó el rey de repente, Castiel se detuvo, tratando de evitar que se notara en su casa el pánico ante la pregunta.

 

— ¿Disculpe?

 

El rey no se detuvo y Castiel tuvo que reanudar su marcha. 

 

— Ya sabe la historia sobre los hijos de Caín, toda la base de "Caíanos". 

 

Castiel tragó saliva. 

 

— Sé lo que sabe todo el no practicante.

 

Dean asintió sin detenerse, pero sin apartar su mirada de Castiel, como si tratara de descifrar un rompecabezas al que le faltaban piezas. 

 

— ¿Conoces la apariencia de la marca? 

 

Castiel negó con la cabeza aunque era una gran mentira, ¿Qué más daba una mentira sobre todas las demás? Esa era la primera que daba en pro de su propio beneficio. 

 

— Es una pena— dijo con un suspiro, después procedió a describirla y Castiel se esforzó en parecer que nunca la hubiera visto— es una extraña efe o algo por el estilo. La mayoría parecen una quemadura. Me parecía que solo aparecía en hombres, pero… 

 

La marca en su clavícula se sintió ardiente tras su ropa.

— ¿Pero…?— preguntó con temor a la respuesta. 

 

Sin embargo, el rey Dean no continuó con lo que estaba diciendo, en realidad, se detuvo de repente y lo mandó a callar con un gesto, cargó su arco con una flecha con rapidez y se posicionó para atacar. Castiel siguió su mirada hasta ver lo que había provocado esa reacción en el rey. Entonces lo vio, un zorro de pelaje naranja, y una cola esponjosa, sus inteligentes ojos negros aun no los habían detectado y siguió oliendo la corteza de un árbol a metros de distancia. 

 

El corazón de Castiel latió con fuerza en su pecho al ver como el rey se preparaba para cumplir con lo que le había prometido, un animal tan exótico que recibirlo era el mayor honor que alguien podía desear. 

 

Y aunque en realidad no era para él, aunque nunca sería para él, observar al rey, por un segundo, inocente y terrible se permitió fingir. Se dejó creer en su propia mentira y comportarse como si todo ese esfuerzo fuera por y para él; que recibiría esas presas no como Claire, sino solo como Castiel, que el rey estaba tratando de cortejar a él y ganar su corazón de modo que podría besarlo como agradecimiento y nadie creería que era una locura porque acababa de recibir un zorro y se le permitía la emoción al respecto, se le permitía desear besar a un hombre. 

 

Y esa idea terrible sobresaltó tanto a Castiel que jadeó, por suerte para él, fue justo cuando el rey disparaba, por lo que el tiro no fue errado y de nuevo el animal fue herido únicamente en el ojo, matándolo al instante. 

 

El rey creyó que su exclamación fue hacia sus habilidades y le dio una sonrisa tan brillante que las rodillas de Castiel se debilitaron. Sin embargo aún no se recuperaba de la impresión que le habían provocado sus propios pensamientos y deseos, así que después de una pequeña felicitación Castiel siguió su camino hacia el castillo casi de forma automática. 



*****

 

Castiel estaba sentado en el trono con un vestido azul zafiro que según Kali resaltaba sus ojos, tenía estampado y encaje negro, su cabello estaba suelto y en el había una tiara de plata y muchas esmeraldas, en su cuello, un collar que combinaba con la tiara ocultaba su marca de nacimiento. A sus pies había cuatro pavos, un conejo y un zorro entre las manos de un rey arrodillado que lo ofrecía como un surtido dando tributo a su gobernante. 

 

— Princesa Claire, quinta heredera al trono de Heaven, ofrezco este tributo como muestra de mis habilidades como proveedor. Conmigo nunca pasará hambre o pena— bajo su cabeza de forma respetuosa. 

 

Era algo que se decía cuando se entregaban las presas, como parte del ritual de cortejo, en teoría tendrían que haberlo hecho en el campo de tiro, pero había algo especialmente poderoso en que fuera en la sala de trono y si esto era gobernar y tener el poder, podía llegar a entender porqué era tan codiciado. Tener a sus pies a un hombre tan poderoso, tan fuerte y atractivo como Dean Winchester podía llegar a ser adictivo si no se cuidaba. 

Casi como una ocurrencia tardía, recuerda lo que anhelaba allá en el bosque, se siente audaz como nunca en su vida, por una vez, no le importa un comino nada más que cumplir con lo que desea, se pone de pie para arrodillarse frente al rey y hacer que eleve su cara a su altura con sus manos, lo besa tan cerca de los labios que la diferencia entre un beso en la mejilla y uno casto era solo semántica. 

 

Se levantó de inmediato y el rey lo observó con tal asombro que Castiel se sintió ebrio de poder. Después habría tiempo para los arrepentimientos y la culpa, después podría permitirse pensar porqué todo en su actuar estaba tan mal. Ahora solo habría tiempo para la euforia y ser feliz, para estar enamorado. 

 

En ese momento Castiel solo tenía tiempo para el ahora.

Chapter 8: Cuidado con lo que deseas

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Dean se encontraba en un predicamento, todo parecía marchar maravillosamente desde el baile, la chispa que creía esquiva y traicionera ardió como un fuego cálido y brillante. No sabe bien cómo o por qué, pero no podía negarlo, se estaba enamorando de su prometida y por una vez no vio ningún inconveniente en ello. Sí, podía ser una gran distracción, pero creía que podría sobrellevarlo. Enamorarse de su esposa, ¿Quién lo hubiera imaginado?.

 

Daría lo que fuera por poder revivir el momento en que entregó su tributo y la presa prometida a la princesa, y ese beso... no había podido dormir en lo absoluto, soñando despierto con cómo pudo continuar si estuvieran en otro contexto y con menos público. Todo estaba yendo tan bien. 

 

Debió darse cuenta que en su vida nada podía ser de ese modo. 

 

El comienzo del fin fue la mañana del día que partirían a sus tierras, lugar donde se celebraría la ceremonia. Estaba desayunando en sus habitaciones, porque aparentemente ese era un evento que se hacía en la privacidad del dormitorio en ese castillo; lo agradeció una vez recibió su correspondencia, dos cartas de Sam y una de Bobby, su mano derecha y quien estaba a cargo del castillo en su ausencia. 

 

La carta de Bobby no era muy trascendental, más de lo mismo y algunas anécdotas respecto a algunos aristócratas que querían desafiarlo ahora que Dean no estaba, nada demasiado preocupante, mandaba buenos deseos y eso era todo. La carta de Sam también era para ponerse al corriente sobre como lo estaba pasando en Gehenna y que tal iba su propio cortejo. Sammy había pretendido a la primera princesa, pero su cortejo se interrumpió por la guerra y ahora estaba siendo pospuesto por la propia boda de Dean, lo hacía sentir culpable por momentos, pero su deber estaba para con su pueblo y el de Sam también. 

 

Sin embargo, nada impedía que Sam se encontrara en Gehenna preparándose para cuando gobernará y apoyando a su prometida en estos terribles tiempos de luto. 

 

Eileen no cede aún si está equivocada y ya sé lo que dirás así que ahórratelo, por cierto, la princesa Kaia dijo algo sobre una visita de una amiga "muy cercana" de Heaven, ¿Sabes algo al respecto? Creo que tiene que ver con la información que me pediste buscar, espero que mi misiva llegue a ti, tenemos que prepararnos y hablar "

 

La carta termina con la promesa de llegar a casa para la boda de Dean y que Eileen le manda saludos; entonces Dean toma la segunda carta de su hermano. Le había pedido que recopilara toda la información que pudiera sobre los herederos de Heaven, no quería ser tomado por sorpresa, con casi terminado la semana del cortejo, la información había tardado demasiado en llegar para su gusto. 

 

La información sobre Miguel y Gabriel era superflua e inofensiva. Algunas aventuras con personas sin título (especialmente el príncipe Miguel con un chico hijo de una curandera y si eso no era hipocresía por su parte, no sabía lo que era) la información sobre Gabriel era más escandalosa, pero entre los círculos de mayor élite, las orgías no eran tan infrecuentes como se quería hacer creer. 

 

La información sobre los gemelos era más interesante y lo que había arruinado su estado de ánimo irremediablemente. La princesa Claire era amiga íntima de la princesa Kaia y había pasado casi tres años en el reino de Gehenna junto a ella, pero lo más impactante aún es que había formado parte de un grupo de choque que planeaba un golpe de estado durante la guerra, lo había dejado abruptamente poco antes de que el grupo fuera descubierto y todos los involucrados terminaran en la horca. 

 

Fue desconcertante descubrir esa cara de su prometida, pero no fue eso lo que arruinó su tarde y ánimo, sino de Castiel. El príncipe en sí no parecía haber tenido ninguna aventura o escándalo de ese tipo (aún era joven después de todo), no había participado en un grupo rebelde o algo por ese estilo. Contaba con excelentes calificaciones en su internado, básicamente era un nerd, un poco aburrido y sería intrascendente si no fuera un descendiente de Caín.

 

Dean no era practicante de ninguna religión protestante, pero conocía perfectamente a los cainianos, su padre estuvo a punto de masacrarlos en medio de su locura, investigó cada intimo detalle y obligó a Dean a aprenderlo también. Conocía la historia de Caín, el valiente, el mito y la realidad de su supervivencia.

 

Y tenía perfectamente claro lo que significaba que un hombre tuviera esa marca, en Gehenna y Silva era una bendición, significaba un matrimonio ventajoso y la entrega de una dote mayor, pero en Heaven era una sentencia de deshonra y muerte. 

 

Volvió a leer la carta, sin poder creer lo que eso significaba. Al parecer en cuanto el rey notó la marca en el cuerpo de uno de sus hijos acudió de inmediato a un erudito llamado Metatron, quien le había dicho lo que significaba, el rey lo llamó loco y mandó a ejecutar, el erudito pudo escapar y el rey optó por ocultar ese hecho a todo el mundo. 

 

Por eso su mente le había exigido que prestara atención al ver el hombro desnudo de la princesa, porque no tenía sentido que la princesa tuviera esa marca, nunca había sabido de una sola mujer que la tuviera y es que en realidad era ilógico, solo que no fuera la princesa sino el príncipe quien la tuviera. 

 

Eso también explicaba la reacción del príncipe ante sus preguntas sobre los cainianos. En ese momento solo había preguntado por la marca que a veces veía en el hombro de la princesa, oculta pero no lo suficiente, por un momento le hizo creer a Dean que era ignorante de la marca en el hombro de su hermana, poco probable, pero se aferraba a esa esperanza. 

 

Ahora estaba claro que mentía y que había mentido todo este tiempo. Por fin las piezas comenzaban a encajar, todas aquellas inconsistencias presentes desde el primer día cobraban sentido. 

 

— Carajo. — dijo y se puso de pie hecho una furia. 

 

No podía creer que hayan querido verle la cara a él de todas las personas, ¿acaso no había sido benevolente? ¿No les había permitido seguir gobernando, con sus títulos, con sus vidas? Era un insulto que quisieran burlarse de esa manera. 

 

Que humillado sentía, cuando por fin estaba dispuesto a entregar su corazón, a ser sincero con sus sentimientos, que podría enamorarla…y todo el tiempo había estado conviviendo con un impostor. 

 

Cuando terminara con ellos, desearían no haber tratado de jugar con él. Sin pensarlo, había terminado ante la puerta del salón de los príncipes, tocó, tratando de controlar su furia para no estrangular al príncipe en el instante en que lo viera.

 

— Madre, ya termine de empacar...— dijo el príncipe mientras abría la puerta solo para apagarse cuando vio quien era en realidad— Su majestad. 

 

Su tono estaba tan lleno de sorpresa, como si no planeara verlo ese día, se sonrojó. Dean se sintió irremediablemente atraído y se odio un poco por ello.  

 

Estaba vestido como la princesa, un vestido de algún tono de azul claro que realzaba sus ojos, era tan extraño, siempre había creído que era hermosa, pero ahora, verlo y saber que en realidad es un hombre debería detener todo el atractivo y sin embargo le seguía pareciendo la persona más hermosa que ha conocido.

 

Verlo de pie en el umbral de la puerta hizo que olvidara todo lo que iba a decirle, cómo iba a gritarle que era un impostor y que cortaría la cabeza de todos en su familia, en su lugar solo podía pensar en lo mucho que quería besarlo, esta vez como dios mandaba sin importar sus genitales. 

 

Como una ocurrencia tardía, el príncipe se hizo a un lado y lo dejó entrar a la habitación.

 

— Lo lamento, pensé que nos veríamos hasta esta tarde y madre ha estado presionando un poco sobre empacar.

 

Dean hizo un ruido poco comprometido, no quería escuchar sobre eso, su venas rugían por la energía contenida (pero olvidada) y sabía que si no la dejaba salir con violencia podía hacerlo de otra manera. 

— ¿Qué lo trae por aquí?—  pregunta el príncipe, su cabeza está inclinada y su ceño fruncido de firma que resulta adorable. 

 

Y esa es la cuestión, ¿No? Por qué estaba ahí. 

 

— No puedo dejar de pensar en ti— no era mentira, pero no había necesidad de que sonara tan desesperado. 

 

El príncipe lo observó con sorpresa, se acercó a él, un sonrojó más profundo floreciendo en sus mejillas, sus labios separados para realizar una pregunta, rojos y carnosos.

 

Si iba a decir algo, Dean no se lo permitió, tomó uno de sus cabellos, oscuros, lacios y suaves, tomó su cuello, suave y largo, acercando sus cuerpos hasta que solo los separaba un suspiro. Cómo consentimiento de que el deseo era mutuo el príncipe Castiel soltó un suspiro y se recargó en él, derritiéndose entre sus brazos. 

 

Estaba furioso, había entrado a esa habitación con una intención asesina y sed de venganza, y sin embargo, ahí se encontraba, con la persona que se había atrevido a tratar de hacerlo quedar como estúpido entre sus brazos con toda la intención de hacerlo suyo.

 

A esa distancia, sus labios colisionan en un beso como un desenlace inevitable. Dean había ansiado eso por más tiempo que solo su anterior noche en vela, pero pese a esa espera y anticipación, el beso comenzó dulce, apenas un roce como el de la noche anterior, moviendo sus labios contra los de Cas tratando de guiarlo gentilmente, el príncipe inclinó la cabeza, Dean ejercicio un poco más de presión en su contacto y el más joven suspiró, separó sus labios lo suficiente para permitir la entrada de la lengua de Dean.

 

Entonces el beso tomó un matiz más oscuro y desesperado, fue más frenético, Dean exploró esa cavidad, tratando de mapear cada parte de esa boca que pudo encontrar. 

Cas gimió, de verdad lo hizo y Dean mordió su labio, deseaba enseñarle tantas cosas, hacerle tantas cosas que apenas podía contenerse. Movió sus manos contra su cuello, hombros y espalda, bajando tanto su mano derecha que casi acunaba su trasero. 

 

Cas se separó inclinando su cabeza hacia atrás con un gemido apenas y Dean aprovechó para besar y morder su largo cuello. Entonces movió el aparatoso collar y la vio. La marca de Caín estaba justo ahí debajo de su clavícula, tenía el aspecto de una quemada vieja y mal curada; fue como un balde de agua fría despertando a su consciencia y su sentido común vuelve a hacer acto de presencia de nuevo.

 

Se apartó y con resistencia, contra todos sus deseos soltó a Cas y se alejó un paso.

 

El príncipe tenia una mirada cristalina que le provocaba volver a acunarlo entre sus brazos, pero reprimió el impulso, esto estaba mal y debía detenerse antes de hacer algo de lo que podía arrepentirse

 

Pero había algo en Castiel casi magnético que lo llevó de regreso a su órbita de forma casi inevitable. Lo tomó del cuello de nuevo y de pronto una idea iluminó su mente, algo que podría acomodar todas las piezas del juego a su favor.

*****

Dean volvió a acercarse, acarició su cuello, su toque tan ligero que lo hizo estremecer de algo que apenas podía llegar a describir, iba más allá del deseo, era más profundo y fuerte que lo que había experimentado durante ese beso, ese increíble y maravilloso beso, su primer beso.

 

— ¿Cuál es la historia de esta misteriosa marca, que aparece y desaparece? 

 

Esa pregunta rompió el hechizo, el rey había movido el collar dejando expuesta su marca de nacimiento, Castiel sonrió esperando poder distraerlo, se separó con rapidez y puso una distancia decente entre ambos. 

 

— Que cosas tan raras dice, su majestad

 

— Creí que lo de su majestad estaba en el pasado. Le repito, llámeme Dean— dijo y su voz era baja y profunda, Castiel se sintió débil de repente. 

 

— Dean. No entiendo tu pregunta

 

El rey asintió y aunque Castiel pensó que seguiría insistiendo, solo dio una mirada más detallada a la habitación, todo estaba en orden, las maletas estaban en la alcoba de Claire, Kali le estaba ayudando a empacar la ropa suya y de su hermana. Entonces el rey Dean detuvo su mirada en la pintura, aquella que estaba arrumbada y sin terminar en su salón desde aquel día que el rey volvió a su vida.

 

— Podrías hablarme de quién pintó ese bello cuadro— dijo cambiando totalmente de tema.

 

Dean señaló el cuadro, tratando de aparentar normalidad, Castiel también se recompuso y se enfocó en las palabras del rey y no en cómo sus labios estaban rojos e hinchados, por Dios, ¿Era eso una mordida? ¿En qué momento de locura Castiel lo había mordido?

 

— ¿Princesa? — pregunta Dean divertido, después de un momento de silencio. 

 

— Oh, claro, sí yo lo pinte. No está terminado aún. 

 

— A mí me parece perfecto, ¿Qué más hay que agregar?  

 

Dean lo analizó más a detalle y Castiel está seguro que estaba tratando de hallar el error, nadie podía y aunque desde esa tarde en que el rey regresó a su vida no había tratado de continuar con la pintura, cada que la veía en su salón lo molestaba algo, aunque no estaba seguro de qué.

 

— El verde no es el tono correcto—. Declaró. 

 

El monarca le da una mirada incrédula y vuelve a acercarse, como si el sentido común nunca hubiera vuelto a su cuerpo. 

 

— ¿Y de qué tono debe ser?

 

Estaba tan cerca que sentía su cálido aliento y estaba seguro que si sus piernas flaqueaban el rey lo atraparía sin dudarlo. Entonces prestó verdadera atención a sus ojos y Castiel por fin entendió porque el verde estaba tan mal en su cuadro. 

 

— El de tus ojos. 

*****

Dean soltó una risa incrédula, el príncipe lo había halagado de una forma única y ni siquiera parecía haberlo hecho a propósito, calentó su corazón, ese intercambio le estaba dando motivos para poner en marcha el plan que se desarrollaba en su mente cada vez más despierta y liberada de tontos sentimientos de lujuria y atracción.

 

Cuando la doncella salió de uno de los dormitorios Dean se despidió, por el momento actuaría con normalidad, como si nunca hubiera notado el engaño. Permitiría que todos llegaran a Silva y en su reino, actuaría en consecuencia ante tan ruin engaño. 

 

Silva era una región montañosa a cuatro días del reino de Heaven. Todos partieron en la tarde después de una cena temprana, el ex rey sería el único en quedarse en el castillo, no le preocupaba particularmente dejarlo solo por al menos una semana o dos, sabía que nada podía hacer y si planeaba algo contra el reinado de su hijo o contra Dean él lo averiguaría mucho antes de que pusiera cualquier cosa en marcha. 

 

Los carruajes eran cómodos y prácticos contra las inclemencias del clima, pero Dean prefirió montar a caballo, impala estaba ansiosa por salir a correr después de estar tantos días en los establos sin apenas ejercitarse así que con su caballo listo, todos en los carruajes y una escolta de los mejores hombres de Heaven y Silva, partieron hacia la boda más grande del último siglo. 

 

****

 

Los días de camino a Silva fueron tranquilos, Cas actuó como Claire todo el tiempo y por momentos Dean podía olvidarse del engaño, podía olvidar su furia y dolor, es en esos momentos era cuando descubre que todo aquello que le había atraído de Claire en primer lugar siempre fue única e inherentemente Castiel.

 

Debía ser una obsesión enfermiza, desde su llegada al reino de Heaven a principios de esa semana, no había hecho otra cosa que pensar en Castiel y Claire Novak, solo que cada cosa, gesto y detalle que le habían atraído o llamado la atención de la princesa, cuando se creía enamorado de la mujer con la que estaba comprometido, siempre había sido Castiel, el tímido príncipe que no destacaba, pasando desapercibido ante el brillo de sus otros hermanos. 

 

Una vez descubierta la verdad, era mucho más fácil notar las diferencias, los gestos que eran inherentemente masculinos y toscos, las manos con dedos más largos y menos delicados, los ojos más azules y brillantes, el cabello más corto y rebelde. 

Resultaba insultante que hubiera tardado tanto en descubrirlo, que hubiera necesitado la ayuda de su hermano para siquiera notar que había algo malo en tanta perfección. Era algo que casi le daba pena admitir, pero para ejecutar su plan, debía hacerlo, por el bien de su reino y su corazón. 

 

Llegaron a Silva al medio día después de cuatro días de viaje, mandaron a los caballos a descansar, y mostraron las habitaciones a todos sus invitados, realeza, damas de compañía y todos lo demás. Después de asearse y cambiar su ropa, Dean busco a su hermano, le habían informado que había llegado al castillo poco antes que él y necesitaba discutir la información que le había entregado. Sin embargo, primero se encontró a Bobby. 

 

— Muchacho. Espero que el cortejo haya marchado bien

 

Dean sabía que el anciano lo decía desde una preocupación paternal, más que por una inquietud política y eso alivió un poco el dolor latente de la traición, aquel que había escondido y enmascarado con ira, lujuria y astucia (según él).

 

— Todo marchó excelente, hasta el final.

 

El problema era que se sentía estúpido por lo fácil que había sido para ellos engañarlo, pero sobre todo estaba furioso, no solo por el engaño, sino porque no se sentía enojado por el engaño en lo absoluto. 

 

Bobby levantó una ceja, intrigado por su tono y elección de palabras, sin embargo, Dean no dijo nada, no estaba seguro de que tan buena idea sería filtrar esa información y prefería hablar con Sam y los responsables del engaño antes de  discutirlo con nadie más.

 

— Sucedió algo— preguntó su mano derecha, pero por su tono parecía más la declaración de un hecho. 

 

— Nada de qué preocuparse, sin embargo, hay algo que debo discutir con Sam de inmediato.

 

— Está en la biblioteca con su prometida. 

 

Dean asintió y se despidió, caminando hacia el lugar que iba a revisar desde el principio, no era difícil averiguar dónde estaba metido Sam, rara vez salía de la biblioteca si es que se encontraba en el castillo. 

 

Su hermano parecía buscar un libro en específico para enseñarle a la princesa Eileen, eso le trajo recuerdos poco lejanos y Dean se alegró de ver a Sam tan relajado, feliz y enamorado, era por él que había peleado la guerra, para proteger esa sonrisa es que se había comprometido con el reino vecino y su orgullo no pondría en riesgo ese futuro. 

 

Cuando Sam lo ve, suelta los libros que estaba sosteniendo y va a abrazarlo, ya rebasa a Dean por más de una cabeza y su abrazo es tan fuerte que el mayor siente que sus costillas crujen en protesta, pero aun así, era su hermano menor y lo había extrañado demasiado. 

 

— Suéltame gigante, me romperás algo.

 

Sam pone los ojos en blanco, Dean no lo ve pero podría jurarlo. Su hermanito lo suelta y debe ver algo en su mirada porque su sonrisa es más tenue y le pide a Eileen que los deje a solas. 

 

— ¿Es sobre la princesa Claire?

 

— Y el príncipe Castiel. 

 

Dean le cuenta su experiencia en el reino de Heaven, el raro comportamiento frío y caliente de la princesa y sobre todo la marca que se parecía tanto a la de Caín y que no tenía sentido en una mujer.

 

— Entonces, ¿Los hijos de Caín son reales?

 

Dean hizo una mueca ante el tono de su hermano. 

 

— Lo dices como si fuera alguna clase de unicornio, sí Sammy, los hijos de Caín son reales y te lo puedo jurar, pueden engendrar vida fruto de sus vientres.

 

— ¿Cómo es que ocultaron algo así? Habría sido mucho más provechoso que te casaras con él, ¿Te imaginas cuantos simpatizantes protestantes podríamos haber puesto a nuestro favor en Gehenna y aquí?

 

Dean sonrió ante el ingenio político de su hermano menor, era algo natural en él, nada que tuviera que ser aprendido, copiado y desarrollado a la fuerza como en su caso. 

 

— Me alegra que pienses así. 

 

Sam entrecerró los ojos con sospecha ante el tono de Dean. 

 

— ¿Qué harás? 

 

— Algo estúpido, pero será asombroso, créeme. 

 

Sam asintió, algo inseguro pero teniendo fe en el juicio de su hermano. 

 

*****

 

Todos fueron convocados a la sala del trono del rey Dean después de instalarse en sus habitaciones. Cas estaba nervioso, el viaje a Silva había sido rápido y tranquilo, hablo con él rey en cada descanso para comer o estirar las piernas, se sentía cada vez más atraído hacia él y por una vez no estaba tratando de detenerlo, ¿Qué más daba? Gabriel estaba en Gehenna localizando a Claire y ella llegaría antes de que Castiel tuviera que hacer algo precipitado. Entonces ella se casaría con el rey y Castiel podía fingir que nada había pasado.

 

Era algo iluso mantener esa esperanza, pero le daba un poco de cordura a su situación. Una parte pequeña y estúpida de él, sin embargo, tenía otra esperanza, el deseo de poder casarse con el rey y poder ser feliz, la ignoró en su mayor parte, tratando de disfrutar cada momento como el último. 

 

El rey estaba sentado en un trono chapado en oro blanco, su traje negro se ajustaba justo en las partes correctas, realzado su masculina figura, traía una capa de piel roja y su corona brillaba en esmeraldas y rubís, tenia un rostro muy serio, lo que lo hacia verse mucho mas atractivo, pero su mirada de acero lo ponía nervioso. Tenía un mal presentimiento y no estaba seguro si quería afrontar las palabras que estaban por salir de la boca del rey. 

 

— Ha llegado a mi conocimiento la existencia de un plan, un complot, contra mi persona y esta boda. 

 

Su madre hizo un sonido ahogado de incredulidad, Miguel frunció el ceño, tratando de averiguar qué salió mal, en algún punto (pudieron ser segundos o minutos por lo que respectaba a Castiel) ambos lo miraron en búsqueda de respuestas. Castiel solo se sentía sudar frío, entumecido ante su plan cayéndose a pedazos frente a sus ojos. 

 

— ¿A qué se refiere su majestad?

 

El gesto del rey se volvió más duro y furioso si es que eso podía llegar a ser posible.

 

— Han sido audaces al tratar de burlarse de mí al hacerme partícipe de este retorcido juego de disfraces y engaños cuando el destino de su reino está en mis manos. 

 

Las miradas de su familia se volvieron más críticas y Castiel estaba apunto de romper. Sin embargo, eso no era necesario, su madre había entendido todo y sin muchas contemplaciones, camino hacia Castiel y bajo la manga de su vestido. La marca estaba ahí, brillante y roja, como si quisiera anunciar, sin asomo de duda, su existencia.

 

— Castiel como pudiste— susurro su madre y se sintió como un golpe, en realidad, fue un golpe físico lo que recibió, su madre lo había abofeteado y lo tomó con fuerza de los hombros— ¡¿Cómo te atreviste?! ¡Nos has condenado a todos!

 

Castiel cubrió su mejilla herida, su madre nunca le había puesto una mano encima, ese era el trabajo de su institutriz y las golpizas recibidas eran castigos que tomaba por Claire, rara vez era castigado por su comportamiento. Él era obediente, hacía caso de las indicaciones. 

 

Estaba en shock, no entendía lo que su madre reclamaba, solo veía a su boca moverse sin emitir sonido. Miguel la apartó de su hermano menor, parecía entero, lleno de una furia fría que asustó a Castiel más que cualquier gritó que pudo dar. Hasta aquí llegaba todo, lo habían descubierto y si no era colgado por traición, sería exiliado. No sabia cual era la peor opción pero no permitiría que alguien más sufriera por lo que había hecho.

 

— Su majestad, le aseguro que el engaño del que habla no es en absoluto un complot en su contra o contra el tratado de paz— Castiel tragó saliva—, entiendo que fue deshonesto y ruin, pero es única y exclusivamente mi idea nadie de mi familia o reino tuvo que ver con esto. Yo soy quien merece ser castigado, nadie más.

 

El rey elevó una ceja, su cara reveló un matiz de sorpresa, pero se mantuvo impasible, con una furia fría digna de un monarca. 

 

— ¿Incluida tu hermana?

 

Castiel trago saliva, no se había preparado para esa pregunta, aunque era obvio que vendría. 

 

— Especialmente mi hermana, ella solo quería ser libre del compromiso y yo me ofrecí a tomar su lugar—, se lamió los labios con nerviosismo, la última parte salió rota— Ella no tuvo nada que ver.

 

El rey, aquel con el que hace menos de un día tomaba el té y se reía a carcajadas de una mal broma, se mantuvo estoico ante sus súplicas de clemencia para su familia, pero cuando iba a dejarse caer de rodillas y llorar por la vida de su familia él se levantó de su trono. 

 

— Los territorios de Heaven ahora pertenecen al reino de Silva. La boda se realizará según lo planeado. 

 

Miguel y su madre no entendían a qué se refería con eso y ciertamente Castiel tampoco. ¿Cómo casarse si no hay novia? 

 

— Esto no es sólo por la total falta de respeto al creer que podrían engañarme con una falsa princesa—, declaró—, sino ocultar deliberadamente un bien mayor.

 

— ¿Disculpe?— dijo Miguel después de interminables segundos.

 

Entonces el rey señaló a Castiel y sintió que se caería de rodillas por razones diferentes. 

 

— Tienen entre la familia real a un hijo de Caín y lo mantuvieron en secreto durante todas las negociaciones. 

 

— Eso no es-

 

— Insulta a mi inteligencia tratando de negarlo—. Interrumpió a Miguel—  Esa marca de nacimiento solo lo prueba. 

 

— La boda continúa porque me casaré, no con la princesa, sino con el hombre que puede engendrar a mi descendencia y traer abundancia a mi reino. Espero que consideren mi acto de benevolencia como lo que es, sin tratar de abusar de nuevo, mi generosidad es escasa y ustedes ya han recibido demasiado de ella. 

 

Castiel trago saliva sintiendo que su mayor deseo se hacía realidad y al mismo tiempo su mayor pesadilla.

Chapter 9: Hijos de Caín

Notes:

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Este capitulo fue editado con la ayuda de MCarreant como beta

Chapter Text

Había una vez tres reinos, que muchos siglos antes habían sido cuatro de los más grandes y prósperos del continente, los cuatro reinos eran cordiales y amigables entre sí, pero un día, el rey de Heaven decidió que quería las tierras del reino vecino, Purgatorium.

Su ataque fue brutal y tan precipitado que nadie lo vio venir y pronto sólo quedaron tres de esos prósperos reinos. 

Con la confianza rota y el miedo siempre latente de que Heaven decidiera atacar a los demás sin previo aviso, se organizó un gran golpe de estado, donde los descendientes del rey Chuck tomaron el trono y se aliaron con los otros reinos para restaurar la paz.

Con el paso de los años, muchos reyes prosiguieron a Chuck el bárbaro, pronto, muchos olvidaron incluso la existencia de un cuarto reino, todos, excepto la realeza de Heaven, Gehenna y Silva, quienes después de generaciones habían acordado no repetir la cruel historia. 

 

Ése era el relato que era contado a cada miembro de la nobleza en los tres reinos, cuentos para dormir con moralejas llenas de advertencias sobre la codicia. Sin embargo, no era del todo cierto y llegados a una edad madura los aspirantes al trono podían escuchar la historia real.  

 

Dean tenía diez años cuando la escuchó, se había hecho amigo del hijo de un sirviente que le mostró, con orgullo, una marca de nacimiento en su brazo. En ese tiempo era casi imposible hablar con su padre, pero consiguió cinco valiosos minutos para contarle sobre su nuevo amigo y su extraña marca.

 

Dean jamás olvidaría como el rostro de su padre cambió de un pálido mortal a un rojo furioso, lo tomó del brazo y le exigió que señalara a su “supuesto amigo”. Dean lo sabía mejor como para mentir al respecto. Nunca volvió a saber de ese niño o de sus padres, y esa misma noche su padre lo sentó y le contó la historia real detrás del rey Chuck el bárbaro.  

 

—Había una vez tres reinos, que muchos siglos antes habían sido los cuatro más grandes y prósperos del continente. Los reinos eran cordiales y amigables entre sí. Sin embargo, el reino de Heaven no estaba de acuerdo con la existencia de ciertas personas en Purgatorium, hombres venerados por poder concebir niños frutos de sus vientres.  

 

Un día, el monarca de esa tierra decidió hacer algo al respecto y su ataque fue brutal al conquistar esa tierra tan fértil y extensa. Reunió a todos esos hombres y obligó a todo el reino a observar el asesinato de cada uno de ellos. 

 

Sin embargo, hubo un hombre, su nombre era Caín. Él era un brujo y uno de aquellos hombres. Había logrado escapar, nadie sabía cómo lo había hecho, algunos dicen que incluso salvó a otros de tan cruel destino; otros, que al ser libre lanzó un hechizo para que los de su tipo nunca desaparecieran. Lo cierto es que desde ese momento los hombres que nacen con esa… capacidad, tienen una marca asociada a Caín.  

 

Su padre terminó su historia de forma lúgubre, mucho más serio de lo que lo había visto nunca.  

 

— Es una marca muy fácil de identificar. —Su padre tragó saliva, aún con un poco de tacto cuando se trataba de sus hijos. —El hombre que mató a tu madre tenía una cerca de su ojo izquierdo.

 

En ese momento, Dean fue incluído en la cruzada de un solo hombre de su padre, con una historia incompleta que no fue cuestionada hasta mucho después. 

 

*****

 

Castiel tenía doce, la primera y única vez que escuchó hablar sobre la historia de Caín. Miguel acababa de cumplir los diecisiete y su padre expresó que lo requería en su oficina para “ejercer su derecho como futuro monarca”.

 

Le gustaría decir que fue la insistencia de Claire lo que lo llevó a escuchar a hurtadillas, que su gemela era quien tenía una irrefrenable curiosidad al respecto; pero la verdad es que era sólo él, quien no podía resistir el deseo de conocer esa historia. Así que esperó a que cerraran la puerta y cuidó que los guardias no estuvieran cerca.  

 

Su padre contó la historia que conocía desde niño y Castiel no entendió del todo el alboroto y tanto secretismo, pero su padre siguió y el corazón de Castiel se sintió pesado en su pecho.  

 

— Nuestro ancestro no sólo buscaba ampliar su territorio sino limpiar la tierra de hombres impuros que eran erróneamente venerados por su… condición. Eran llamados donceles y, una vez que el rey Chuck consiguió conquistar esa tierra, la liberó de aquellos que apenas podían llamarse hombres.

 

Pero hubo uno, un brujo llamado Caín, un bárbaro que escapó gracias a un hechizo, tan inestable que conjuró una magia muy antigua y oscura para que prevaleciera su raza, que, además, como una burla a quienes por poco logran exterminarlo, consiguió que aquellos quienes nacieran con esa condición estuvieran marcados de por vida.

 

Su padre pudo terminar el relato ahí y entonces, Castiel quiso engañarse con la esperanza de que tal vez, y sólo tal vez, la marca de su clavícula fuera una quemadura, tal como siempre había creído antes de ir con Metatron. Castiel únicamente podía cerrar los ojos ante lo evidente y fingir que no existía, tal como sus padres insistían en hacerlo.

 

Pero su padre no se detuvo, siguió hablando y, aún con el sonido amortiguado por la puerta, Castiel pudo escuchar claramente el tono amargo, teñido por el odio y disgusto. 

 

— Escucha bien mis palabras, hijo. Esos llamados hijos de Caín son una plaga para nuestro reino y el continente, peores que cucarachas por sus increíbles ganas de vivir, — hubo una pausa y Castiel se imaginó a su padre tomando un trago o un respiro. — Es mejor tener un hijo muerto, que un hijo que sea como ese marica muerde almohadas.



Si Miguel contestó algo a su padre, Castiel no pudo escucharlo. El único sonido que había en sus oídos era el de su propia sangre corriendo por sus venas, el bombeo loco de su corazón por el pánico y el dolor.  

 

Siempre se preguntó si Miguel había tomado en serio las palabras de su padre. Todos en su familia sabían acerca de la marca en su clavícula; pero antes de ese día, sólo sus padres lo veían como si fuera una decepción, como si hubiera hecho algo imperdonable y ahora no supieran qué hacer con él.  

 

Poco después de eso, Castiel venció a caballo a Miguel y él se negó a seguir dándole lecciones. Castiel siempre creyó que era por la humillación de haber sido vencido por su hermano menor; aunque había algo en su mirada, una especie de asco, que antes no había estado ahí.  

 

Muchas veces, en la privacidad de su habitación o en la soledad de los jardines, Castiel se cuestionó si aquella pelea no había sido, en realidad, a raíz de ese relato; de que Castiel fuera un ”marica muerde almohadas”. Y esto hizo que Castiel se sintiera enfermo, que quisiera desaparecer.

 

Nada volvió a ser igual, con el tiempo, sus padres aprendieron a superar su decepción simplemente ignorando su existencia. Miguel siguió su ejemplo y Castiel lo aceptó, porque eso era mejor que la forma en que había sido desde que Metatron reveló la verdad tras su marca.  

 

Al menos, él se convenció de que así era. Castiel vivió los siguientes cuatro años de su vida como si cumpliera una penitencia; siendo tan perfecto como podía y tratando en vano de hacer sentir orgullosos a sus padres.

*****

 

Lo que, en ese momento nadie sabía, era que no les habían contado la historia real. No fue hasta que Dean, a sus dieciséis años; encontró un papiro en la biblioteca más grande de Gehenna, que se enteró de la verdad.

 

“Caín era un doncel, pero no era ni un salvaje ni un místico hechicero. De hecho, ni siquiera se había salvado por un conjuro o algo por el estilo. La magia no existía en esas tierras y aquello que era considerado mágico, era en realidad sólo ciencia muy avanzada. Pero existían los milagros y eso era mejor que cualquier tipo de magia.

 

El día de esa terrible purga, sucedieron dos milagros. El primero: alguien había dado aviso respecto a la redada en el templo, donde la orden en la que se encontraba Caín se encontraba. Muchos alcanzaron a salir ilesos, la mayoría por ayuda del propio Caín. 

 

Ese alguien era parte del ejército de Heaven, y también pareja de Caín. Es ahí donde se gesta el segundo milagro: contra todo pronóstico, un nativo de Heaven se enamoró de un doncel. Los amantes se encontraron una y otra vez y, aún en medio de una guerra que destrozó su nación, Caín se entregó plenamente.



El problema con las relaciones secretas, es que no pueden ocultarse por demasiado tiempo. Después de la masacre inicial, el ejército cazó sin descanso a los amantes y cuando los encontraron; Caín pudo, una vez más, escapar. Su amante había provocado un incendio para retrasar a sus enemigos. 

 

Todo el lugar ardió en llamas, se derrumbó y con dificultad, el hombre pudo salir. Sin embargo, un soporte ardiente y retorcido le tocó el brazo, quemando su antebrazo y dejando una marca que parecía una especie de “efe”.

 

El segundo milagro no había sido el improbable y secreto amor, sino el fruto de esa prohibida unión. Caín sobrevivió prácticamente ileso para poder llevar a término el embarazo de su hijo. Al tener a su bebé en brazos, Caín pudo ver la marca de su quemadura en el brazo de su pequeño. 

 

El doncel murió antes de poder descubrir cómo eso fue posible. Quizás, en realidad si existe la magia o, la existencia de esa marca, es sólo otro milagro. Lo cierto es que desde entonces cada doncel con esa marca es un hijo de Caín y debe ser respetado como tal.”

 

Era un texto religioso y a Dean le habían enseñado a tomar cada una de sus palabras con escepticismo, pero quizás fue la ausencia de su padre o una corazonada, lo que hizo que Dean adquiriera la firme creencia de que esa historia de amantes trágicos (por cursi y cliché que sonara) era real, lo cual implicaba que su padre le había mentido.  

 

Esa revelación desencadenó una serie de eventos en la vida de Dean que lo llevaron al parricidio mas, mirando hacia atrás, Dean no podía decir que haría algo de manera diferente, aún si la culpa lo paraliza por momentos y le robaba el sueño.

 

Era un pequeño precio a pagar por su nación.  

 

Diez años después, haciendo los preparativos para su boda, Dean sabía que tenía que hacer otro sacrificio por su reino, había entregado su alma por esa tierra y su gente. Tirar su corazón parecía un sacrificio menor, más sencillo y, sin embargo, atarse a un matrimonio con alguien que creía amar, pero en quien no confiaba...Ese sería probablemente el mayor peso que habría tenido que cargar desde la muerte de su padre.

Chapter 10: La boda

Notes:

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Este capitulo, fue editado con la ayuda de MCarreant como beta.

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Castiel no había salido de la habitación que le habían asignado en Silva, desde que el rey Winchester decretó que debían casarse. No es como si lo hubieran confinado por orden del rey o algo por el estilo; al menos, no que él lo supiera: no estaba seguro. Nadie había hablado con él, los sirvientes sólo dejaban comida y cualquier otra persona que interactuaba con él hablaba como si no estuviera en la habitación. 

 

No había vuelto a ver a Miguel desde la mañana después de la revelación. Su hermano nunca lo vio a los ojos, su postura era rígida y parecía que apenas podía resistirse a gritarle o algo peor. 

 

— Pude arreglar tu desastre, para variar. Tendré que quedarme para... entregarte al rey. Sólo entonces podré irme a casa. 

 

No vio a su hermano tras eso

 

Su madre partió a Heaven el mismo día que se enteró de su engaño, no le dirigió la palabra, era como si no existiera, se mantuvo firme y digna, digiriendo su decepción de la única forma en que sabía hacerlo. Eso dolió más que cualquier golpe de su parte.

 

Su madre partió a Heaven el mismo día que se enteró de su engaño. No le dirigió la palabra. Era como si no existiera. Ella se mantuvo firme y digna, digiriendo su decepción de la única forma en que sabía hacerlo.

Eso dolió más que cualquier golpe de su parte.

 

Entonces Castiel permaneció recluido y solo. Todo había terminado de la peor manera posible, y no quedaba en él un gramo de fuerza de voluntad para anteponerse a su situación.  

 

Había pasado una semana. Le habían tomado medidas, pruebas y cualquier cosa que necesitaran para poder ser el novio perfecto para la boda. No consultaron nada con él y Castiel tampoco preguntó. 

 

Gracias a los susurros de las costureras, el príncipe se enteró de que la boda se había adelantado y que en menos de tres días sería desposado por el rey.  Cuando ellas se fueron, Castiel recibió la primera visita real desde que Miguel le explicó su situación.  

 

El príncipe Samuel entró a su habitación. Era mucho más alto que su hermano, su cabello tan largo como el de Castiel (aunque había escuchado que se lo contarían para la ceremonia) y parecía ajustarse a la perfección a sus prendas finas, aún si se mostraba ligeramente incómodo, como si quisiera encorvarse y su chaqueta no se lo permitiera. 

 

Castiel había estado junto a la ventana, añorando ver las suaves colinas verdes de Heaven en lugar de la gran extensión de bosque que podía ver desde esa ventana ajena, de una tierra forastera. 

 

— Príncipe Castiel—, saludó el príncipe Sam.

 

Castiel se puso de pie e hizo la reverencia correspondiente, bastante sorprendido de su actual visitante. 

 

— Príncipe Samuel, es un honor conocerlo. 

 

— Lo mismo digo, príncipe Castiel—. El príncipe de Silva, se sentó en el sofá junto a  chimenea, y Castiel lo imito, tratando de descifrar de qué se trataba esa visita. 

 

— Quisiera felicitarlo por su próximas nupcias— Castiel sintió que su falsa sonrisa cortés se quedaba congelada en su cara. No entendía la razón tras un comentario tan desconsiderado, dadas las circunstancias. También pareció creerlo el príncipe Samuel, porque sin perder el ritmo, continuó con un tono de disculpa.

— Sé que está es una situación extraña para usted, así como para mi hermano; pero me gustaría entender sus motivos detrás de toda aquella farsa del cortejo. 

 

Castiel asintió, sabía que tarde o temprano alguien cuestionaría sus motivos. 

 

— Las razones que expuse ante su hermano, son las únicas razones por las que hice lo que hice. 

 

El príncipe Sam hizo un ruido parecido a un bufido. 

 

— Para salvar a su hermana de un matrimonio sin amor, ¿es eso?

 

Castiel apretó su mandíbula ante el tono del príncipe. Evidentemente, no creía en su palabra. 

 

— Usted es el menor de su familia, ¿cierto? 

 

El príncipe Samuel asintió. 

 

— Entonces no espero que entienda lo que es querer que tu hermano sea lo más feliz posible, que harías lo que sea para protegerlo—. Castiel no dejó que el príncipe lo interrumpiera—. No me malinterprete, estoy seguro que haría cualquier cosa por su hermano, pero no es lo mismo, no es la misma profundidad de sentimiento. 

 

— Aunque la princesa Claire es tu melliza.

 

— Es como una hermana menor para mí. Siempre ha sido así. 

 

Se mantuvieron en silencio por un momento, entonces el príncipe Sam hizo la primera pregunta de la que Castiel no estaba seguro de la respuesta. 

 

— ¿Sacrificarías el bienestar de tu reino, de tu propia gente, por la felicidad de tu hermana? 

 

Castiel entrecerró los ojos molesto, sus labios en una fina línea.

 

— No imagino ninguna circunstancia en la que aquello suceda—, levantó su cabeza, en un gesto desafiante—, pero si tuviera que escoger entre mi hermana y mi pueblo… mi lealtad está donde debe de estar y eso es suficiente. 

 

El príncipe lo observó un momento más, antes de asentir como si tuviera lo que había estado buscando, se despidió y se marchó. 

 

Castiel pensó que quizás estaba buscando información respecto a su carácter, y lo que demostró no decía nada bueno a su favor. Ningún buen líder anteponía a su familia por su nación. En ese punto daba igual: era una pieza de cambio sin valor, solo una excusa para no continuar con la guerra. 

Además, hace tiempo le dejó claro al rey que él no quería el trono ni el poder. 

 

A solo un día de su boda, un montón de sirvientes llegaron para prepararlo. Había todo un ritual de purificación en Silva y Heaven, lo preparan respetando sus tradiciones; pero, además, seguirían el ritual especial que tenían en Silva y Gehenna para los donceles. 

 

Su última noche de soltero, lo bañaron en múltiples esencias, de las cuales algunas le irritaron la piel y lo dejaron sintiéndose en carne viva; para después colocarle cremas que dejan su piel suave y brillante. Lo libraron de vello en las piernas, brazos y cara; y cortaron su cabello tan corto como el del rey Dean. 

 

Kali había estado ahí en todo momento y describió cada procedimiento a Castiel. Él apenas escuchó una palabra de lo que salió de su boca, pero estaba agradecido por la presencia de una cara conocida. 

 

Lo dejaron dormir en una cama con sábanas de seda blanca, llena de pétalos de lirios blancos, y cubrieron su cara con una mascarilla para evitar las arrugas o, al menos, eso había explicado Kali.

 

Al amanecer, Kali abrió sus cortinas y lo despertó. La luz del sol debía bañarlo para simbolizar el nuevo amanecer de su vida: Era parte del ritual nupcial de Heaven, solo que, como doncel, él realizaría la parte de la novia. 

 

Después de que el sol bañó su rostro, Kali lo untó con un aceite que era sagrado para los cainianos. Debía hacer figuras con ese aceite en su espalda y justo en su marca. Ninguno de ellos estaba familiarizado con esa parte del ritual, por lo que el príncipe Sam estuvo supervisando todo el proceso.

 

Al terminar, el príncipe se fue a prepararse para la boda y dejó a Castiel solo con la dama de compañía

 

— Todo es un verdadero caos— dijo Kali en algún momento mientras estaba lavando a Castiel. 

 

Era un baño parecido al que le había dado la noche anterior, destinado a dejar su piel suave y sedosa. 

 

— Han estado demasiado ocupados con... la boda.

 

Castiel no dijo nada al respecto, porque no tenía nada que decir. 

 

— Gabriel llegó de Gehena hace un día. No lo han dejado verte, pero estuvo a punto de golpear al rey por ello. 

 

Castiel se sorprendió demasiado. No esperaba tener noticias de su hermano mayor, lo conocía, sabía que en cuanto todo se descubriera, se alejaría del problema y se ocultaría. 

 

— ¿Golpeó al rey...?

 

— No— dijo ella y estaba sonriendo con cariño—, pero estuvo a punto de hacerlo. Nunca lo había visto de ese modo, tan fiero y serio. De verdad le importas…

Lo dijo con mucha sorpresa y cariño, como si la mera idea aun no fuera comprendida en su cerebro. Castiel lo entendía, incluso él estaba conmocionado. 

 

— Mi hermano es un buen hombre— no tenia ni idea de que estaba pasando entre la dama de compañía de su hermana menor y el idiota de su hermano mayor, pero al menos podía decir eso. 

 

— Sí, sí lo es— después de eso Kali no dijo nada sobre el tema, como si estuviera procesando la información que tenía en ese momento. 

 

Cuando terminó de lavarlo, lo vistió con el traje para la ceremonia. Era mucho más fino que cualquiera de sus trajes de gala. Era de color blanco y tenia una capa tan larga que parecía un velo tras su espalda. 

Kali peinó su cabello corto con cierta nostalgia en su mirada, le colocó múltiples joyas, todas ellas prestadas. Se supone que debían ser reliquias de su nación, pero no reconoció ninguna. 

 

— Su majestad Miguel, ordenó no tocar las joyas que se empacaron para la princesa Claire— explicó Kali mientras le ponía a Castiel una pulsera de plata y rubís indudablemente femenina.— Su majestad, el rey Winchester, consiguió algunas reliquias para ti. 

 

Castiel observó a la dama con sorpresa, entonces llamaron a la puerta y supo que la hora había llegado. 

 

La ceremonia sería en el salón principal del palacio al mediodía. Kali lo acompañó hasta las puertas cerradas y Miguel estaba ahí, así que Kali lo dejó solo. Su hermano tenía su ropa de gala y una corona de oro que se veía demasiado pequeña en sus rizos oscuros. 

 

Miguel apretó la mandíbula mientras le ofrecía su brazo.

 

— De todos nosotros, de quien esperaba una traición de esta magnitud, nunca fuiste tú, Castiel, el pequeño siempre invisible.— Su tono estaba teñido de odio y desagrado—. Tú no eras Gabriel, el rebelde que quiere todo menos la corona, ni Claire, la mujer que se cree mejor que todos a su alrededor—, hizo una pausa y apartó su mirada, al tiempo que las puertas estaban a punto de abrirse.

— Debí saber que un… marica como tú, sería el que arruinaría a nuestro reino—, las puertas comenzaron a abrirse, pero nada detuvo a su hermano de dar el golpe de gracia:— Fuiste una decepción desde tu nacimiento, dañado sin remedio. 

 

Las puertas ya estaban abiertas de par en par y Miguel llevó a Castiel hacia el altar. 

 

Castiel apenas registró lo que pasaba, su rostro en blanco y sus extremidades rígidas… apenas pudo obligarse a repetir todo lo que el oficiante le pedía que dijera y firmar el contrato de matrimonio. 

La fiesta fue aún menos clara, sólo un borrón de caras con sonrisas falsas deseando felicidad y prosperidad. 

Toda la aristocracia de Silva estaba presente, así como la princesa mayor de Gehena. 

Una hora después vio a Gabriel, cerca de un sirviente y los bocadillos, en una esquina de la habitación. Su hermano sonrió cuando captó su mirada, y lo señaló con una copa. Castiel no se había separado de su esposo en toda la tarde, pero tenía que ver a su hermano. 

 

Castiel se alejó en cuento el rey se distrajo y caminó en dirección a donde había visto a su hermano. En cuanto estuvo frente a él, Castiel sintió que salía del shock en el que había estado toda la tarde, toda la semana desde que se enteró que debía casarse.

 

— Gabe— dijo y su voz se quebró. No había llorado en todo ese tiempo y no lo iba a hacer en ese momento, pero no pudo evitar lanzarse a los brazos de su hermano, buscando el consuelo que nunca se le había dado. 

Gabriel lo abrazo con la misma intensidad.

 

— Lo sé Cassie, lo sé. Te metiste en un gran lío. 

 

Castiel lo soltó y sólo entonces enfrentó a su hermano. 

 

— ¿Qué sucedió? ¿Encontraste a Claire? 

 

Gabriel frunció los labios. 

 

— Está metida en el corazón de Gehena. En cuanto lo supe, mi otro hermanito se metió en un gran lío. 

 

Castiel hizo una mueca sintiendo que le dio una reprimenda, pero al contrario de Miguel y su madre, con Gabriel no se sentía como una decepción, sólo era alguien que había cometido un error y que estaba pagando las consecuencias.

 

— Está en el castillo de Gehenna. 

 

Gabriel asintió, aunque no era una pregunta. Quería sorprenderse, pero la verdad es que no podía, para Claire, la princesa Kaia siempre había sido especial, parecía claro que buscara refugio con ella.

 

— Es sorprendente que te traten a ti como el traído cuando, claramente, es ella la que desertó. 

 

Castiel frunció los labios, molesto por el tono de su hermano, pero no había en su cuerpo suficiente lucha para defender a su hermana, cuando aún estaba luchando con el hecho de que lo dejó solo en las llamas que, directa o indirectamente, le ayudó a encender. 

 

— Eso ahora no importa. ¿Te penalizaron a ti? 

 

Gabriel se encogió de hombros, restándole importancia. 

 

— Digamos que no volveré a mostrar mi cara en el palacio por un tiempo.

— Gabriel lo lamento tanto. 

 

Su hermano desecho sus disculpas con un simple gesto. 

 

— Es lo que siempre deseé, y ahora, gracias a ti, soy libre. Así que no te disculpes por eso, ¿Me oyes? Miguel mantendrá el fuerte, se casará con alguien de la nobleza y pronto, cuando todos nosotros estemos muertos, la gente olvidará que había un tercer reino, así como olvidaron el cuarto. 

 

Castiel asintió, las palabras de su hermano no lo hicieron sentir mejor. Había acabado con el legado de su reino y eso es algo que nunca olvidaría. Gabriel lo abrazó de nuevo, sabiendo que no lo volvería a ver en mucho tiempo.

 

— Lo que sea que vayas a hacer, será mejor que tenga a Kali involucrada. 

 

Gabriel le regaló su sonrisa más traviesa. 

 

— Le ofrecí fugarnos. 

 

Castiel no se sintió sorprendido en absoluto, pero entonces Gabriel se puso serio y lo tomó por los brazos.

 

— Castiel…

 

— Su alteza, el rey solicita su presencia para el baile real—. No importa qué es lo que su hermano iba a decirle, porque un sirviente interrumpió. 

 

Castiel lo miró, y atinó a asentir para seguirlo. El rey estaba esperando en el centro de la pista para un vals. Castiel tendría que tomar el rol femenino y rezar a cualquier deidad para no hacer más el ridículo y no pisar a su pareja de baile. Eso es lo último que necesitaba. 

 

La música sonó y el rey Dean comenzó a moverlos. El rey fue gentil y la música era lo suficientemente lenta como para que Castiel no cometiera un error al bailar. 

 

El rey no había hablado con él más de lo necesario, pero le estaba sonriendo amablemente. En cuanto terminó la canción, beso su mano y se dejó arrastrar a otro baile, con una pareja distinta. 

 

Dado que Castiel era ahora el nuevo rey consorte no podía bailar con alguien por debajo de su estrato social, lo que quería decir que solo podía bailar con otros reyes o reinas consortes. Ni siquiera un príncipe podía invitarlo a un baile. Así que, Castiel se fue a sentar, sabiendo que nadie le pediría a bailar. 

 

Se sentó y observó como el rey Dean bailaba con una pareja y otra, preguntándose si así sería el resto de su vida, aunque sabe que es más de lo que se merecía como castigo, por todo lo que sus acciones provocaron. 

 

Después de la tercera pieza de baile, Castiel busco entre la multitud a su hermano, pero solo vio a Miguel, tomando vino como si se fuera su vida en ello y decidió que no se acercaría.

 

No encontró a Gabriel entre la multitud ni a Kali. Algo en su estómago se retorció al notar que sus únicos aliados acaban de abandonarlo en territorio enemigo. 

 

Entonces el rey Dean entró a su rango de visión y Castiel se enderezó, como un soldado preparado para recibir una orden. 

 

— Es momento de ir a nuestros aposentos. 

 

Castiel trago saliva. La noche de bodas estaba aquí y tendría que enfrentarla.

Chapter 11: Jaula de oro

Notes:

Lamento mucho la tardanza de este capitulo, espero les guste

Chapter Text

Una vez Castiel soñó con cómo sería su boda, imaginó a una persona sin rostro o género a su lado, su corazón latía desbocado por esa persona y el mundo era mucho más brillante en su presencia. Castiel había soñado con una boda por amor, aun siendo de la aristocracia, su familia estaba bien posicionada y nunca creyó que tendría que tener un matrimonio político. 

 

Al crecer, sus fantasías tomaron tintes más carnales, imaginó besos y roces de piel desnuda, se sonrojaba pensando en la noche de boda y la amorosa entrega que implicaría. 

 

Ahora, en su noche de bodas, nada era como sus más inocentes deseos. Hace dos semanas había estado seguro, de que nunca podría tener una boda como la de sus sueños si se había enamorado de un hombre que estaba comprometido con su hermana. Y aunque había terminado casándose con aquel hombre, todo estaba empañado bajo la desconfianza y el escándalo de su supuesta traición. 

 

Castiel fue guiado por el rey a través del castillo, Dean tenía su mano sobre la parte baja de su espalda y Castiel sentía su calor incluso sobre todas las capas de ropa, como hierro ardiente. 

 

Los nervios estaban comiendo vivo a Castiel, tenía una idea extraordinariamente vaga sobre las actividades que debían realizar, ¿Cómo haría el rey para…? Cortó su línea de pensamientos, aterrorizado por la respuesta. Llegaron al ala este, donde estaban los aposentos del consorte del rey, Castiel ya era un manojo de nervios, estaba a un solo un paso de entrar en pánico. 

 

La habitación era incluso más grande que en la que se había estado hospedando, era bonita aunque Castiel estaba demasiado nervioso para enfocarse en ningún detalle específico.

 

Dean lo soltó cuando entraron a la habitación, cerró la puerta tras él y se adentro más a la habitación, Castiel tragó saliva, sentía que sus manos temblaban y que sus rodillas no podrían sostenerlo más tiempo. Su esposo se dirigió a una puerta en medio de la pared derecha, se giró para ver a Castiel, con la seguridad de alguien que siempre es escuchado. 

 

— Esta puerta— Dijo con la mano en la manija de oro— conecta a la habitación donde se espera que consumamos el matrimonio.

 

Castiel sintió un peso en la boca de su estómago ante la perspectiva de atravesar esa puerta. 

 

— No hay otra forma de entrar a esa habitación que por esta puerta y una igual en mis aposentos. 

 

Castiel asintió, aun sin saber qué decir o sin creer que podría hacerlo de cualquier forma. 

 

— Esta noche podrás descansar, la puerta estará cerrada. No vamos a consumar nada. 

 

Castiel sintió que un peso aún mayor del que había creído se retiraba de sus hombros al oír esas palabras.

 

— Pero no te equivoques, esto debe hacerse más temprano que tarde.  Es solo que no confío en ti, y no creo que podamos hacer esto si no lo hago.

 

Entonces Dean se fue, no por la habitación conectada, sino por la puerta principal. Castiel se quedó ahí, solo en esa gigante habitación de blancas paredes. 

 

Eventualmente, se movió, exploró un poco la habitación, los muebles de madera oscura llenos con ropa que no era suya, pero que debía vestir, una cama demasiado blanda con sábanas demasiado suaves, había otra puerta que conectaba a un baño, tenía una bañera tan grande como para albergar a más de un hombre y un espejo tan grande que lo reflejaba de pies a cabeza.

 

Castiel observó su reflejo en la penumbra de esa habitación. Su cabello, antes largo y sedoso, ahora era tan corto que se ondulaba en las puntas, enmarcando su cara. Su rostro era serio, como el de alguien que no tenía permitido sonreír, sus ojos indudablemente azules se veían apagados. 

 

No era nada demasiado diferente a lo que había visto en el espejo toda su vida y al mismo tiempo, es como si nunca hubiera visto a la persona que se reflejaba frente a él. Se preguntó si era solo como se sentía, si su infelicidad estaba atrapada en sus rasgos y en sus rizos, o si nunca había visto realmente bien lo que mostraba su reflejo, ¿Era el verdadero él quien lo observaba ahora? ¿O era el producto de sus circunstancias? ¿Una forma de evitar caer en la desesperación?

 

Castiel no tenía la respuesta y esa introspección podía ser manejada cuando no estuviera tan cansado. Había sido un largo día y las pocas emociones que pudieron atravesar su estado casi catatónico fueron fuertes. Así que se quitó la capa y dejó caer una por una las bellas joyas con las que fue vestido. 

 

Su traje, aunque de diseño intrincado, era mucho más fácil de quitar que los corsés de su hermana. Tomó la bata que había visto cerca del baño y se envolvió en ella para poder dormir. 

 

Sin embargo, cuando su cuerpo se hundió en ese colchón tan suave, Castiel se vio incapaz de dormir. Las palabras de su esposo no dejaban de dar vueltas en su cabeza. Dean había dicho que no confiaba en él, ¿Eso quería decir que nunca volvería a hacerlo? ¿Cómo podía recuperar aquello que había perdido por su lealtad?

 

Castiel permaneció en su cama sin poder dormir hasta entrada la madrugada, pensando que iba a ser de él ahora. Cuando fue despertado sintió que no había descansado en absoluto.

 

— Se le espera a desayunar en media hora, su majestad. — dijo el sirviente que amablemente había abierto sus cortinas para que la luz de la mañana lo iluminará directo en su cara.

 

Castiel asintió aunque el sirviente ya se iba. Se refresco y tomó un atuendo que le pareció adecuado, azul en lugar de negro, y formal sin ser de gala, como todas las comidas debían hacerse. 

 

Sin embargo, cuando fue guiado por otro sirviente a través del castillo, se dio cuenta de su error de vestuario. Ni siquiera iban a desayunar en el comedor principal o el familiar, sino en una mesa tan pequeña para albergar a solo seis personas, cercanas a grandes ventanas populares en Gehenna. El príncipe Samuel y el rey Dean vestían batas de dormir, la princesa Eileen, también presente en ese pequeño desayuno, vestía un vestido tan informal que Castiel se sintió fuera de lugar demasiado rápido. 

 

Se sentó frente a su marido y observó el abundante desayuno para no tener que hablar con nadie, comió poco y sin apetito., sin demasiado apetito

 

Nadie decía nada, la atmósfera era pesada desde su llegada y Castiel sintió aún menos apetito. Pasados unos minutos el príncipe se aclaró su garganta y observó a su hermano con intensidad antes de levantarse, ofreció su mano, para que la princesa hiciera lo mismo. 

 

— Eileen, prometí llevarte al jardín oeste la próxima vez que visitarás este castillo.  

 

Ella asintió, tan ansiosa como él de dejar a los recién casados solos. El rey no se movió de su lugar, aún cortando su desayuno y degustando su platillo, pero era obvia su creciente incomodidad, Castiel no habló o pregunto nada al respecto.

 

Cuando terminó su desayuno, el rey se aclaró la garganta y por fin observó a Castiel.

 

— Hemos asignado a una persona que te ayude a adaptarte con los asuntos de estado con los que irremediablemente tengas que lidiar. 

 

Lo hizo sonar como si fuera una carga y no pudiera evitar que lo hiciera, las palabras de su esposo de la noche anterior volvieron a su mente. Era claro, que si no confiaba en él para intimar, mucho menos quería confiarle secretos de estado. 

 

Castiel asintió. Se puso de pie cuando el rey lo hizo aunque no había terminado su desayuno;  entonces un hombre entró a la habitación, se veía como un administrador común, de traje, era rubio, con barba, mucho mayor que Castiel, había algo en su lenguaje corporal que le recordaba a Gabriel, una forma picara en su sonrisa o sus ojos. Castiel tuvo el presentimiento de que se llevarían bien. 

 

Dean lo dejó sin decir más palabras. Cuando la puerta se cerró, el administrador hizo una reverencia hacia Castiel aunque no se sentía como una muestra de respeto, era como si el hombre supiera que Castiel no tenía poder. Extrañamente, no era algo que le molestara. 

 

— Me llamo Balthazar, seré su secretario personal, su majestad. 

 

Castiel asintió, sintiéndose terriblemente nervioso tratando de ocultarlo.

 

— ¿Cuáles se esperan que sean las funciones que realice? — preguntó Castiel con la esperanza de que si tenía una línea que seguir, si sabía que se esperaba de él entonces podía hacerlo y esperar a no fallar.

 

Balthazar le dio una mirada extraña, pero simplemente le pidió que lo siguiera a una oficina cerca al ala oeste, prácticamente alejado de todas las salas comunes de la realeza. 

 

La oficina era funcional y estética, más pequeña que su sala compartida en su castillo, Castiel sabía que no podía pedir demasiado, así que se sentó y esperó a que Balthazar le describiera sus funciones. 

 

— Hay papeles que debe firmar, cartas que debe contestar y en ocasiones, hablar con algunos nobles que tienen problemas con terratenientes a su cargo. 

 

Entonces Balthazar dejó caer una pila tan grande de papeles que el tintero tembló peligrosamente. Castiel tragó viendo esa pila con temor. 

 

— No es necesario que los lea—. Dijo Balthazar como si eso hiciera sentir mejor a Castiel. 

 

Con un suspiro, Castiel tomó la primera cosa que debía firmar y la leyó, no firmó hasta que entendió lo importante. Así continúo con todos y para la hora del almuerzo no había terminado ni con la mitad de la pila. Entonces tuvo que resignarse a leer por encima tratando de captar lo más destacado, para cuando vinieron a recoger su frío almuerzo Castiel ya estaba terminando ese trabajo.

 

Solo para que Balthazar agregara una pila del mismo tamaño a su nuevo escritorio. Castiel casi deja escapar un sonido de desesperación. Baltazar solo lo observó trabajar en silencio, tomando libros de los estantes y en una ocasión se sentó a escribir lo que parecía una carta. 

 

Para la hora de la cena, la mano de Castiel se sentía entumecida y sentía la gran necesidad de dar un paseo y estirar las piernas. 

 

— Buen trabajo su majestad, nos vemos mañana —, Baltazar se despidió con una reverencia y lo acompañó a su habitación, donde un plato de codorniz lo esperaba en una mesa pequeña.

 

El ave ahí era tan popular como el pato en su reino, a Castiel no le parecía del todo agradable, pero se sentó y consumió todo sin mucho ánimo. Por un lado, estaba agradecido por no tener que pasar una comida incómoda con su esposo, pero la punzada de rechazo era difícil de ignorar. 

 

Cuando se acostó a dormir se prometió que el siguiente desayuno junto a su esposo sería mejor. 

Solo para despertar a la mañana siguiente con el desayuno servido en su habitación. Castiel no pudo evitar la ola de decepción en su ser, Balthazar llegó solo media hora después y eso estableció la rutina de sus días.  

 

Realizaba sus dos comidas diarias a solas en su habitación, Balthazar estaba a su alrededor todo el tiempo que pasaba fuera de sus aposentos y básicamente no podía moverse de su oficina. 

Cuando trató de dar un paseo y no pudo llegar al final del pasillo antes de que el rubio lo localizara y llevará a su oficina quedó claro para Castiel que solo lo habían asignado para vigilarlo.

 

— Puedo hacer esto—. Se dijo después de casi tres semanas de la misma rutina. 

 

Cuatro nobles ya habían ido a darle sus felicitaciones por sus nupcias y condolencias porque el rey no pudo tomarse ni un día de descanso para ellos.

 

— Su majestad nunca sabe cuándo descansar—, la mujer soltó un suspiro bastante falso—, es tan devoto a su pueblo, me recuerda a mi fallecido Arthur…

 

 Entonces habló sobre su difunto esposo hasta pasada la hora del té. Terminó su discurso con una poco discreta indirecta sobre la proximidad de nuevos herederos al trono.

 

Los otros nobles no fueron mejores: se lanzaban a una interminable marea de banalidades, presumir sus tierras o demostrar su preocupación sobre el próximo heredero al trono. Todos parecían tan preocupados con eso y conforme avanza el tiempo más personas lo miraban con decepción, como si estuviera fallando y fuera un fraude.

 

Esas miradas en particular dejan a Castiel con un muy mal sabor de boca. 

 

Esa noche, después de concluir con su primer mes de casado, Castiel pudo llegar a la conclusión desgarradora de que su esposo era un sádico. Pudo haberlo mandado matar y terminar rápido, en cambio había escogido ese extraño y retorcido tormento sin fin. 

 

Castiel se sentía tan solo y quería terminar con todo, con el inmenso mar de papeleo, la idea constante de ser vigilado y aún así estar solo, estaba agotado aún si dormía desde el anochecer hasta el amanecer y poco más. 

 

Solo quería demostrar que podía ser bueno y terminar su castigo de una vez por todas. 

Chapter 12: Avanza

Notes:

Este capitulo fue un poco difícil de escribir, pero creo que los chicos por fin están volviendo juntos, espero que les guste.

Chapter Text

Dean suspiró después de que el Duque Arch se quejara por tercera vez de un cortesano de sus tierras que no quería entregar el impuesto de ese mes. 

 

— Sir Zachariah, estoy consciente de los elevados impuestos que cobra a sus arrendatarios—, pese a su cansancio, Dean logra sonar autoritario y molesto—, considere esto la única advertencia: respete mi autoridad y la tarifa real.

 

El noble se estremeció por su tono y aunque trató de disculparse y mostrar un respeto que no sentía, Dean ordenó que se lo llevarán. Lo sacaron prácticamente a rastras del salón del trono, gritando y exigiendo el respeto que merecía su título y linaje.

 

Dean se levantó, seguro de que necesitaba un descanso de este tipo de actividades; odiaba cuando tenía que hablar con los nobles respecto a sus actividades en sus tierras, era más aficionado a hablar con los ciudadanos, pero su consejo solo lo dejaba tener esos eventos una vez había tenido una con los nobles. Aunque la verdad era que no se estaba enfocando lo suficiente por otro motivo: los nobles estaban cuestionando su matrimonio. 

 

No abiertamente, no eran tan estúpidos, pero después de casi dos meses de casado y no haber sido visto con su esposo ni una sola vez, incluso la nobleza que no estaba al tanto de las verdaderas motivaciones tras su matrimonio (Bobby había sugerido presentar su matrimonio como una historia de amor trágico, cosa que no era tan lejana a la realidad si su corazón roto tenía algo que decir al respecto) comenzaba a cuestionar que estaba pasando, no es que les importara que su matrimonio fuera político, eso ya habría pasado, estaban preocupados por los herederos que podían tener. Con Sam preparándose para ser rey en Gehena, si Dean no tenía hijos, su trono sería disputado por toda la nobleza mayor, esos buitres querían asegurarse de que la posibilidad de un heredero era lejana. 

 

Dean no quería pensar en eso en absoluto, si no fuera por los informes de Balthazar a la hora de la cena ni siquiera sabría que estaba haciendo Castiel, no lo había visto desde aquel desayuno, y honestamente, no tenía la energía para hacerlo. 

 

Decidió tomar su almuerzo aunque ya había pasado la hora y no sería decoroso, camina hacia las cocinas, con la esperanza de que Ellen le permitiera un platillo fuera de hora, no importa cuánto tiempo llevaba en el poder, la cocinera aun lo trataba como el niño que trataba de robar el postre de la cocina. Sin embargo, a medio camino se encontró con una mucama llevando un platillo de comida fría sin tocar, ella se veía en conflicto pero se dirigía hacia las cocinas hasta que lo vio. 

 

— Su majestad—, saludó ella con una reverencia, parecía que deseaba decir algo más pero no se atrevía a hacerlo.

 

— ¿De quién era esa comida? 

 

La mujer se puso aún más nerviosa. 

 

— El rey consorte, su majestad—. Ella bajó los ojos, sus manos apretando con fuerza la bandeja que sostenía—, nunca toca su almuerzo. 

 

Dean se sorprendió al no saberlo, aunque le había pedido a Balthazar que le informara solo el desempeño de Castiel en su trabajo y lo único que el secretario le decía: “trabaja diligente, aún no hace nada sospechoso”, no estaba del todo seguro porque le preocupaba, no es como si tuviera la certeza de que Cas había dejado de comer. 

 

— ¿Nunca?— preguntó sin ocultar su sorpresa. 

 

Ella negó con la cabeza. 

 

— Tampoco está comiendo su cena, su majestad. 

 

Dean parpadeo sin hablar y dejó que la mujer se fuera. Dean avanzó por el pasillo con la idea de ir a la oficina que le había asignado a Castiel, pero al llegar a la puerta cerrada se detuvo, no estaba listo para enfrentar a su esposo, para lidiar con sus sentimientos heridos y su enojo, y estaba seguro que si veía a Cas volvería a él con fuerza todos esos sentimientos por los que se había alejado en primer lugar. 

 

Dean se sintió como un cobarde al no poder enfrentarse a esa estúpida puerta, pero en lugar de abrir y ver qué sucedía de una vez por todas, retiró su mano y se alejó de ahí. 

 

*****

 

Su cobardía duró poco después de eso, Sam ya había tratado de disuadirlo, lo miraba mal cuando escuchaba a Balthazar hablar sobre Cas, pero no lo desafiaba tan abiertamente en público, especialmente desde que ascendió al trono. 

 

Pero esa noche Sam ya lo esperaba en sus salas privadas, dispuesto a ser un dolor en su costado y vaya que era molesto cuando se lo proponía. 

 

— Tienes que hablar con tu esposo—. Le había dicho su hermano en cuanto Dean cerró la puerta.

 

— Hola a ti también Sam— dijo, ignorando deliberante la exigencia de su hermano.

 

Su hermano no se mostró impresionado y como no hizo ademán de moverse, Dean suspiró. 

 

— No es asunto tuyo.

 

—  Lo es, tu falso matrimonio no me deja casarme.

 

Dean aprieta la mandíbula y se dirige a Sam, furioso. 

 

— ¡No tengo un matrimonio falso!

 

Sam le regala una mirada poco impresionada, su cara de perra ya puesta y en marcha, pero suspira y decide cambiar de táctica.

 

— La gente ha comenzado a hablar y no tardarán mucho en empezar a cuestionar. 

 

Dean apretó la mandíbula y tragó saliva, es algo que había pensado él mismo, que sabía que debía solucionar antes de que le explotará en la cara. 

 

— Fuera de aquí, te casarás como lo acordado y eso es lo único que te incumbe. 

 

Sam le regaló una mirada poco impresionada, pero aún así salió de su habitación, después de desearle buenas noches. 

 

— Suerte, Dean. 

 

El mencionado suspiró, sabía que necesitaría más que suerte para lidiar con todo lo que había estado evitando

 

*****

 

Dean siguió manteniendo su distancia un poco más, pero le pidió a Balthazar que detuviera su informe diario. 

 

— Solo dime si hay algo extraño. 

 

Balthazar hizo una reverencia, Dean creyó haber visto una sonrisa en la cara del secretario, pero fue tan rápido que realmente no estaba seguro. 

 

Eso al menos quitó un poco de la presión que Sam estaba ejerciendo para que hablara con Cas.

 

Unos días después, estuvo en una reunión que terminó en unas copas digestivas que invariablemente lo llevaron a tener un poco de coraje líquido en su sistema. 

 

Camino a la oficina de Castiel, era tarde, pero no lo suficiente para creer que estaría en su habitación. Al llegar a la puerta que lo había hecho huir hace menos de una semana, Dean respiró hondo y levantó su mano para tocar.

 

Pero lo detuvo una voz.

 

— Vamos Cas, estoy aburrido. Hay que salir y divertirnos un poco. Conozco un guardia que puede dejarnos salir sin-

 

— Balthazar. 

 

— Sí, sí. Estás trabajando.

 

Dean se quedó ahí, escuchando tras la puerta como el secretario que supuestamente era leal a él, le coqueteaba con descaro a su esposo. 

 

Después de unos segundos en silencio, Balthazar volvió a hablar.

 

— ¿Sabes? El jardinero encontró un panal de abejas en el jardín este. 

 

Hubo una pausa significativa, Dean sabía que Balthazar esperaba una reacción y casi podía imaginarlo: Cas deteniendo cualquier movimiento, dejando en aire la mano que sostenía su pluma, la tinta gotea y arruina el pergamino, pero no importa porque Castiel eleva sus hermosos ojos azules, brillando con un entusiasmo casi infantil mientras se debate si podría dejarlo todo para perseguir a una abeja o eso sería excesivo. 

 

Y si Dean fuera el que estuviera dentro de esa habitación, a quien le están dirigiendo esa expresión, habría abandonado todo para cumplir con lo que había provocado esa mirada, le regalaría el mundo si lo hacía feliz. 

Entonces Balthazar continuó hablando y se dio cuenta que en realidad no estaba hablando con él y que esa imagen mental, era solo eso, una ilusión.

 

— Podemos salir al jardín y-

 

Sus brazos y piernas se movieron sin pensar, la furia (celos) lo hicieron avanzar lo que su cobardía no le había permitido. 

 

— ¡Su majestad!

 

— ¡Su alteza!

 

Gritaron con sorpresa las dos personas dentro de la habitación a la que había irrumpido. Era la primera vez en dos meses que lo veía y era demasiado diferente, se veía más pálido y delgado, lo preocupó a un nivel profundo, pero la ira era la emoción principal y una vez que la presa se rompió, lo ahogó todo. 

 

— Sir Balthazar—, demandó Dean, el mencionado lo observó, tenso y salió de la oficina. Dean le regaló una última mirada a Castiel antes de salir y cerrar la puerta—, ¿Qué crees que haces con mi esposo?

 

Dean siseo, quería gritar, golpear algo, descargar los meses de furia, culpa y miedo en la cara de este pobre imbécil. 

 

— Creí que si lo incitaba a realizar otras actividades podía dar muestra de su carácter—. Respondió Balthazar, con una humildad practicada.

 

Balthazar estaba mintiendo y Dean lo sabía. Pese a lo intrigante que pudiera resultar la razón por la que mentía, la verdad es que a Dean le importaba muy poco, el hecho es que le estaba tratando de mentir en su cara y eso lo estaba llenando de una gran ira. 

 

— ¿Por qué no lo intentas de nuevo? Una basura más creíble antes de que te mande a la horca por traición. 

 

El secretario tragó saliva, el miedo inundando sus ojos por primera vez desde que lo vio entrar a la habitación; pero cuadró los hombros y enfrentó su posible muerte de frente.

 

— Su majestad necesita un amigo— declara, descolocando a Dean— no vi ningún problema en serlo. 

 

Dean parpadea, tratando de procesar esas palabras. 

 

— Retírate.

 

No tuvo que repetir la orden dos veces, Balthazar se fue lanzando una última mirada angustiosa a la puerta que llevaba a la oficina de Castiel. 

 

Dean regresó hacia esa puerta, la abrió con fuerza, Castiel parecía muerto de la preocupación y angustia, pálido como un fantasma y en proceso de hacer un hoyo en el suelo por las constantes vueltas que estaba dando en su lugar. Cuando vio a Dean, pero no a Balthazar, Castiel reaccionó realmente asustado. 

 

Ni siquiera lo pensó, tomó con fuerza la muñeca de Cas y lo llevó al pasillo, no se detuvo, siguió avanzando, bajando escaleras y evitando a los sirvientes, ignoro los intentos de Castiel por saber su destino y se enfocó en simplemente en llegar al jardín este.

 

Cuando salió del castillo, el sol de media tarde le dio la bienvenida de una forma cegadora que lo regresó a sus sentidos, entrecerró sus ojos, momentáneamente cegado. 

 

— Dean. 

 

El mencionado parpadeo, sintiéndose demasiado abrumado por todas las emociones que experimentó en poco tiempo: como un maremoto, su respiración era irregular y agitada. Sin contestar a su pregunta, Dean continuó avanzando, aún no había soltado la mano de Castiel, así que lo arrastró con él, Cas no dijo nada, preocupado por la poca reacción de Dean a sus palabras. 

 

En el jardín este, se encontraba Joshua el jardinero principal, que en cuanto lo vio hizo una amistosa media reverencia, no parecía perturbado por el actuar de Dean. El hombre solo sonrió con cariño y saludo a Castiel de la misma forma que a Dean: con una ademán de mano y una inclinación de cabeza. 

 

— ¡Larga y próspera vida a los gobernantes del sol naciente!— Es lo primero que dice, con una sonrisa que se ve muy bien en su rostro de tez oscura de arrugas alrededor de su boca, el reflejo de una vida llena de sonrisas—. Me alegra verlo después de tanto tiempo, rey Dean. 

 

El mencionado relajó sus hombros, Joshua, como Ellen, era parte de esos sirvientes que lo habían visto crecer y lo trataba con familiaridad en lugar de respeto. Por lo general, le irritaba que lo trataran como un niño, en ese momento, lo hizo sentir en calma. 

 

— Joshua—. Saludo Dean, soltó la mano de Castiel por primera vez desde que lo sacó de su oficina—, escuche que encontraron un panal de abejas en este jardín, ¿Correcto? 

 

El hombre volvió a sonreír, más tenue esta vez. 

 

— Así es, extrañamente amistosas, las trasladaremos a las colmenas del apicultor real esta misma tarde. 

 

Dean asintió, sí Joshua pensaba que esa era la decisión correcta entonces él la respaldara, sin embargo, no olvidó porque estaba ahí hablando con el jardinero en primer lugar. 

— ¿Te importa que Cas vea todo el proceso? Es un gran fan de las abejas.  

 

Cas observó a Dean con mucha sorpresa y una culpa aplastante se gesta en su pecho, pero entonces Joshua dice que sí y la cara de Cas se ilumina con una sonrisa deslumbrante. 

 

Dean se queda toda la tarde junto con su esposo y Joshua, y lo acompaña más tarde con el apicultor, soporta las horas de preguntas curiosas y respuestas excesivamente técnicas. Pasó todo ese tiempo porque aún sí le importaba un comino la forma correcta de trasladar abejas salvajes y extraer la miel, valía la pena escuchar todo eso si a Castiel si le importaba.

 

Cuando anocheció y la hora de la cena pasó, Dean llevó a Cas a las cocinas y logró que Ellen les sirviera comida, después de una hora y con el tema de las abejas totalmente agotado, cenaron en silencio, pero no era nada incómodo o tenso. 

 

Dean acompañó a Cas a su habitación y una vez entró a la suya, aunque no habló de nada realmente importante con Cas, sintió que su relación había dado un gran pasó hacía el camino correcto.

Chapter 13: Alcohol

Notes:

Así que volví...
Lamento abandonar esta historia, mi vida a dado muchas vueltas, estoy por terminar la universidad y pase por cosas que me cambiaron, pero al mismo tiempo me dio la inspiración para juntar a Cas y Dean en este fic nuevamente

Chapter Text

La primera semana después de conocer al apicultor Castiel se siente en la cuerda floja, es agradable ver a Dean, que lo acompañe a cenar y cuando tiene tiempo, para almorzar. No es malo, a Castiel siempre le ha gustado su compañía, aun si la conversación no es la mejor, en realidad es banal o se limita al trabajo, lo que… no es lo mejor.   

 

Dean es amable e irremediablemente apuesto, pero Castiel no puede evitar pensar que aún está a prueba. Dean es demasiado amable y por mucho que finja con Balthazar que no escuchó su conversación con el rey cuando fue sacado de su oficina, saber con certeza que Balt fue contratado para vigilarlo y que está a la espera a que haga algo mal hace que su estómago se sienta pesado y su corazón duela, había tenido la esperanza de ser más cercano a Balthazar, incluso quizás amigos. 

 

De nuevo, sabe que no tiene a nadie de su lado en ese castillo y se siente un poco paranoico, cualquier paso en falso lo devolverá a como era todo en un principio o incluso peor; pero Dean es tan amable y Castiel lo ama tanto, simplemente no puede mantenerse al margen, no puede evitar ilusionarse y pensar que quizás... 

 

Por lo general esas ilusiones mueren cuando algún noble impaciente le recuerda lo precario de su posición, han pasado casi tres meses desde su boda; en una situación normal no sería demasiado tiempo para augurar alguna infertilidad, pero Dean ha sido rey por diez años antes de por fin casarse, Castiel solo está siendo presionado porque el monarca ha llevado demasiado tiempo soltero para el gusto del resto de la nobleza. 

 

— ¿Algo ocupa tu mente?— pregunta su esposo, lo que sorprende a Castiel y lo sobresalta. 

— Oh nada de importancia, su alteza. 

 

Dean frunce los labios y Castiel recuerda nuevamente lo frágil de su situación, no importa lo cortés de su respuesta, Dean nunca parece conforme con sus conversaciones, Castiel siempre siente que dice algo malo y prefiere no hablar en absoluto. 

 

— ¿Listo para cenar? Ellen preparó codorniz en salsa de naranja, es un platillo exquisito en esta época del año.

 

Castiel asintió con la cabeza y una sonrisa tenue, aún no le agradaba del todo la codorniz, nunca pensó que extrañaría el pato, las aves eran tan pequeñas que a veces sentía pena por comerlas y se alegraba de saber que solo la nobleza consume ese tipo de carne, ningún campesino se llenaría con tan poca carne. 

 

Aun perdido en pensamientos intrascendentes Castiel es guiado por su esposo a un comedor privado para cenar, el príncipe Sam y la princesa Eileen se unen a ellos y como otras noches, ambos son amables y lo involucran en la conversación tanto como las respuestas cortas que Cas ofrece les permite. 

 

Castiel se siente incómodo si recibe mucha atención, no está acostumbrado a ser visto, por mucho que ser parte de la nobleza exigiera estar en el escrutinio público, al ser el tercer príncipe, nunca fue muy relevante, sus padres y hermanos preferían pasar de su presencia como si no existiera, y en los últimos meses solo había convivido con Balthazar, las personas con las que cena en ese momento vivieron perfectamente sin la presencia de Castiel en sus cenas y no entiende la insistencia de incluirlo en sus conversaciones.

 

No es como si se sintiera menos solo ahora que cena en compañía a una semana atrás cuando comía en su habitación.  Además por cada respuesta que Castiel ofrece por concisa y amable que esta sea, Dean no parece contento, una ocasión cuando Castiel ofreció solo respuestas monosílabas su esposo parecía cada vez más molesto a medida que Cas habría la boca, fue una cena muy incómoda. 

 

Al terminar su comida, Castiel se levanta para volver a su habitación, sabe que Samuel y Dean toman un par de bebidas digestivas y Eilen se une a ellos en la habitación para jugar a las cartas, cada noche lo invitaban a unirse, pero por todo lo sagrado Castiel no podía someterse a más escrutinio, las cenas ya lo agotaban. Así que cada noche declinaba la invitación y se retiraba a sus habitación, por lo general leía un poco antes de dormir. 

 

Esa noche sin embargo, después de hablar con un sirviente, Dean se despidió de su hermano y la princesa y se acercó a Castiel con una sonrisa un poco nerviosa. 

 

— ¿Te importa si te acompaño a tus aposentos?

— Sería un honor su majestad. 

Caminan en silencio hasta llegar a la puerta de Castiel, pero en lugar de despedirse como esperaba, su marido preguntó si podían entrar a tomar algo. Castiel aceptó no sin confusión, estaba seguro que no había ninguna bebida en su habitación. Al entrar vio en su mesa para el té una botella de licor, supuso que recién dejada por algún sirviente. 

 

Dean entró, sirvió dos vasos y tomó asiento, bebió un poco de un vaso y observó a Castiel hasta que imitó al monarca y se sentó, pero no bebió. Después de unos minutos de silencio cada vez más incómodo, Castiel dio un trago tentativo al líquido ámbar y Dean carraspeó.

 

— Cas… — comienza y se detiene, se sirve otro vaso y se queda en silencio. 

 

Castiel siente la incomodidad como una segunda piel que queda demasiado ajustada, no puede soportarlo más. 

 

— Hoy vino un noble a preguntarme si había visto a su oveja favorita. 

 

Dean sonríe y aborda el tema con alivio.

 

— El barón Ash pierde tanto esa oveja que me sorprende que siga viva.  

 

Siguen hablando de la nobleza de Silva, temas seguros que diluyen la incomodidad poco a poco. En su tercer vaso, se sienten un poco menos inseguros, un poco más sueltos, y por un momento es como si nada hubiera pasado, hablan como en aquella semana de cortejo en Heaven. Dean ríe y Castiel está feliz de ver esa sonrisa nuevamente. 

 

El licor se acaba y piden otro, es tarde, pero ninguno quiere terminar la noche; sin embargo, cuando están por terminar la segunda botella, están sentados en el mismo sillón, más cerca que cuando empezaron la noche. Dean contó una anécdota de un joven Sam cayendo sobre un pastel la primera vez que conoció a Eileen, ambos ríen a carcajadas, y poco a poco se sumen en un silencio agradable, Castiel se siente tan relajado como para hablar del gran problema que nadie quería abordar.  

 

— Nunca me disculpe. 

 

— ¿Qué? — preguntó Dean sin entender. 

 

Castiel traga saliva, se siente culpable.

 

— Nunca me disculpe contigo, — ve la comprensión en la mirada de Dean y el alcohol hace algo raro a su estómago— Estuvo mal haberte engañado, no importa las razones por las que lo hice, traicione tu confianza y es algo que no me voy a perdonar, pero espero que tu puedas hacerlo, me mataría que vivieras con rencor en tu corazón. 

 

Los ojos de Dean se llenan de lágrimas que no derrama, Castiel se siente horrible, han pasado más de tres meses desde que se descubrió su engaño y ni una vez se le ocurrió disculparse con el hombre a su lado, aun si no tuvo muchas oportunidades, no hay excusa para no ofrecer esa muestra de redención. 

 

— Lo hiciste por tu hermana… Yo entiendo eso. 

 

Ambos se acercaron, Castiel no tiene claro quien se inclinó primero, pero cuando sus labios se tocan y recuerda su primer beso, la sensación, el fuego consumiendo cada lugar que Dean toca de su cuerpo, ya sean sus labios, manos o sus cuerpos al pegarse el uno al otro, arrasan con cada mal sentimiento, dejando a su paso solo el amor y el deseo que siente por su marido. 

 

Está demasiado borracho para saber en qué momento su entorno cambia, no van a la habitación compartida, pero terminan en la cama de Castiel. Si le preguntaran en realidad no podría describir como fue su primera vez, recuerda ojos verdes brillando en la oscuridad, suaves manos, labios recorriendo su piel con reverencia. 

 

A la mañana siguiente Castiel despierta solo, y la botella vacía en la mesa es la única prueba de que no soñó lo que paso anoche.

Chapter 14: El primer paso para el perdón

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Dean se despierta antes del amanecer, sus brazos rodean un cuerpo cálido, lo apretó un poco antes de recordar qué sucedió, recuerda el alcohol, las risas y la disculpa. 

Se levanta y mira a su marido, su cabello es un desastre por su actividad y el sueño, su expresión está en calma, apenas se perturba por la pérdida de la sabana humana que era Dean hace un momento. Es hermoso, envuelto en las sábanas blancas, su respiración uniforme, sus labios se ven aun un poco hinchados y rojizos, Dean recuerda lo suaves que son, los sonidos que escaparon cuando él…  

 

Escapa de la habitación, no hay otra forma de decirlo, toma su ropa y cruza la habitación donde debió consumar su matrimonio, entra a su habitación y pide llenar su bañera para lavarse, trata de no pensar en nada hasta que su cuerpo desnudo está sumergido en agua caliente, hasta ese momento Dean piensa en qué demonios hizo. 

 

Dean no había esperado la disculpa de Castiel, se siente tonto al pensar en eso, a pesar de lo herido y furioso que el engaño lo había hecho sentir cuando Cas pidió perdón Dean se sorprendió gratamente. 

 

Se queda en la bañera hasta que el agua se enfría, muchos pensamientos cruzaron por su mente pero cuando comienza a vestirse no puede recordar nada, se siente profundamente agotado y no está preparado para lidiar por lo que siente sobre su esposo y menos aún con el hecho de que se acostó con él. 

 

Agradece nunca desayunar con Cas y está bastante ocupado con asuntos que debe resolver antes de viajar a Gehena para la fiesta de compromiso y el matrimonio de Sam, por lo que ni siquiera tiene que buscar una excusa para no almorzar con su marido. Y aunque se siente cobarde, tampoco va a cenar con él, ni con nadie, lo que quita un poco de la culpa por no enfrentar a Cas. 

 

Es hasta dos días después del hecho que Dean se puede tomar un tiempo para buscar a Cas a su oficina para almorzar, casi teme encontrarse con la misma escena de hace tantos días, con Balthazar coqueteando con su marido, sin embargo, la habitación está en silencio cuando toca y el secretario de Cas abre la puerta con una cara tan desgraciada que Dean se pregunta qué demonios ha pasado. 

 

— Su majestad. — Saluda Balthazar y Castiel levanta la vista del papel que lee. 

 

— Cas, me encantaría poder acompañarte a almorzar. 

El hombre en cuestión, asiente, sus mejillas se enrojecen y Dean se pregunta si piensa en la última vez que se vieron, trata de no sonrojarse, ofrece su brazo y sale con Cas al comedor privado para comer con su marido. 

 

No hablan de lo que pasó, Dean sabe que es estupido no hacerlo, prefiere ahorrarles la incomodidad, la conversación no fluye como al estar llenos de alcohol, pero a media comida, ambos se sienten cómodos para hablar sin tanta incomodidad. 

 

Una brecha se estrecha, no caminan sobre hielo quebradizo alrededor del otro, al menos así le ocurre a Dean. Pasan los días, los documentos urgentes no parecen detenerse, Dean logra encontrar el tiempo para pasar al menos una comida con Cas, al final, un día antes de partir a Gehena, la cantidad de trabajo se reduce y Dean se puede tomar un respiro. 

 

Desea salir a montar, a descuidado a sus caballos y sabe que Impala, su yegua favorita, a estado decaída encerrada en los establos desde que regresó de Heaven, pasa por Cas a su oficina, y lo lleva a conocer los establos principales, equipado para más de 15 caballos, con el mejor equipo y los mejores cuidadores del reino, aun si le gusta encargarse de Impala él mismo.

 

Castiel nunca había estado en esa parte del castillo y a Dean le gustaría darle un recorrido alguna vez, después de todo, era el rey consorte de esas tierras, quizás después de la boda de Sam…

 

Al llegar presenta a los trabajadores. Ishim, encargado del establo, los saluda con respeto y ayuda a Dean a mostrar los caballos a Cas. Le presenta a Impala, su yegua está un poco molesta por el abandono, pero después de un poco de cepillado Dean es perdonado. Mientras ensilla a su yegua su esposo está fascinado por un caballo castaño con manchas blancas de 6 años, Macabeo, es un caballo demasiado terco para muchos y hay algo de ironía en que sea el que Cas quiere montar. 

 

— ¿Te ayudo a ensillar? 

 

Cas se sobresalta un poco, pero asiente y sonríe. 

 

— Sería un honor su majestad. 

 

Dean asiente, aún le entristece que Cas no lo llame por su nombre, pero teme que si lo menciona también tendrá que hablar de lo que pasó entre ellos. Con ambos caballos listos, los monarcas salen del establo para dar un paseo agradable, Macabeo se adapta bien a Cas y pronto recorren los terrenos tan rápido que parecen competir el uno contra el otro. 

 

Impala agradece el ritmo y conoce los terrenos desde que es potrillo, ganarle a Cas es fácil y después de media tarde de correr por los terrenos se detienen cerca del perímetro del oeste, dejan que los caballos pasten mientras se recuestan contra un manzano. 

 

— Hermosos terrenos los de su castillo— dice Cas, sus ojos brillan mientras observa su entorno, su cabello está desordenado por el viento (Dean intenta y falla en no pensar en su cabello después de aquella noche), y sostiene una manzana que Dean arrancó para él — ¿Los acres de bosque en el este también le pertenecen? 

 

— Son usados para cazar, muchos nobles viajan para poder disfrutar de su fauna, pero sí, esos bosques nos pertenecen. 

 

Castiel lo mira un poco sorprendido por la forma en la que Dean lo incluye y se siente un idiota por nunca esforzarse en hacerlo sentir parte del reino; ojála todo hubiera pasado de otra forma; conocer desde el principio el estatus de Cas como hijo de Caín, se habría enamorado con la facilidad con la que lo hizo cuando pensó que era Claire. 

 

Dean aprendió hace mucho el peligro de caer en los “hubiere” no hay nada provechoso en ocupar su mente con situaciones del pasado que no podía cambiar, por mucho que a veces lo deseara. Solo podía seguir adelante sin repetir sus errores. 

 

— Son tierras hermosas. 

 

— Por supuesto, deben estar  a la altura de su dueño. 

 

Podría sonar arrogante, pero han establecido que Cas también es dueño de estas tierras y a entendido a quien alude con su comentario, se sonroja y Dean se felicita, tal vez aún hay esperanza para ellos, para personas como él a las que les costaba no guardar rencor, que necesita más tiempo para confiar, el mundo le enseñó a no confiar ni en su propio padre, pero quería a Castiel, la prueba está en lo que ocurrió hace tantas noches, lo desea y quiere tener un matrimonio agradable, no sólo tolerar la presencia de su marido. 

 

Le cuesta confiar, pero al ver los orbes azules de Cas, el delicioso rosa de sus mejillas quiere dar un paso hacia el perdón que nunca ha otorgado y tampoco pedido. No dice nada, no ahora que el sol se oculta y sus suaves rayos les calientan de forma agradable.  

 

Cas, sin embargo, no tenía en mente disfrutar del paisaje en silencio. 

 

— Su majestad, lo que pasó la otra noche… 

 

Dean no quiere hablar de eso en lo absoluto, no está listo, por mucho que quiera la paz, agradece la llegada de otro caballero que interrumpe a su marido. 

 

— Larga y próspera vida a los gobernantes del sol naciente— Saluda el recién llegado, sonríe pero no parece querer estar ahí— Su majestad, me complace encontrarlo, deseaba hablar con usted antes de su marcha a Gehena. 

 

— ¿Qué es tan urgente que no puede esperar siquiera a convocar una audiencia de emergencia, Sir Zachariah? 

 

Hay reproche en su voz y Dean sabe que Zachariah lo ha notado, pero no se acobarda, tal vez la falta de audiencia le da coraje, humillarse en público es algo que Zachariah nunca ha soportado, lo que sea que busque de esta conversación está claro que no quiere testigos. 

 

— Oh usted perdone mi impertinencia, entiendo que pocas veces puede salir a dar un paseo con las grandes responsabilidades que su título conlleva, siempre he creído que trabaja demasiado, gran ejemplo de la dedicación que le debemos a los ciudadanos de este gran reino y-

Dean no pudo evitar interrumpir con fastidio la diatriba de aquel hombre. 

 

— Sea breve sir Zachariah.

 

— Por supuesto, por supuesto — dijo con un tono de falsa modestia, a Dean le molestaba demasiado tratar con personas así de falsas— Señor entiendo que ha pasado demasiado tiempo soltero y su deber para el reino es su única preocupación, mantener contentos a los hijos de… Caín y al resto de nosotros es admirable su dedicación… 

 

— Zachariah.

 

— Mi preocupación es solo por el reino, si me permite la intromisión, un heredero es más valioso que el apoyo de esos… usted me entiende. 

 

Durante toda la conversación, Cas se mantuvo en silencio, pero aquello que el Duque insinuó le arrancó un jadeo por el sobresalto, Zachariah reparó en su presencia pero no se mostró arrepentido, al contrario, parecía querer ocultar una sonrisa. Dean se acercó al imbécil que insultó a su marido, la furia corría por sus venas. 

 

— Escúcheme bien, Duque. Me tiene sin cuidado sus preocupaciones u opiniones sobre mi deber y mi matrimonio. Le sugiero que guarde sus opiniones para usted a menos que quiera que me encargue no pueda preocuparse por otra cosa que no sea su patrimonio. 

 

Hay terror en la mirada del Duque antes de ser reemplazada por ira, una ira llena de frustración porque no puede hacerle nada a Dean y eso lo hiere más que las amenazas apenas veladas para su título. Se marcha apenas inclinando la cabeza en señal de respeto. A Dean no le puede importar menos; ve como se marcha hasta que está tan lejos que sabe que no podrá escucharlo. 

 

Lo peor de esa pequeña interacción es que Cas tuvo que escuchar las estupideces del duque Arch, su rostro perdió color, y se ve tan tenso como los primero días de matrimonio, atrás quedó el hombre que había admirado el paisaje con él, se a alejado y Dean no sabe como traerlo de vuelta, aunque tiene la certeza de que daría todo por volver a ver a Cas tan relajado como hace un momento. 

 

— Cas… 

 

— Debemos volver, no quiero que pierdas la cena por mi culpa. 

 

Cas avanzó hacia su caballo sin esperarlo y Dean sintió ganas de matar a Zachariah solo por robar la sonrisa del rostro de su esposo.

Notes:

No olviden a Zachariah, va tener un poco de relevancia mas a delante.

Ya tengo medio capitulo escrito, pero no quiero prometer ninguna fecha porque la siguiente es la semana de entregas finales y es momento de estudiar en serio.

Chapter 15: Fiestas y reencuentros amargos

Notes:

Esto tardo un poco más de lo que esperaba, lo siento
Espero les guste.

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Chapter Text

El viaje a Gehena desde Silva es mucho más corto que un viaje de Heaven a la capital de Gehena. Llegaron después de tres días de viaje, el camino fue tranquilo y sin incidentes, su llegada era perfecta para poder disfrutar de la fiesta de compromiso, la celebración era casi un festival, según las costumbres de Gehena, un festejo de cuatro noches seguidas, con bailes y actividades destinadas a desear la prosperidad del matrimonio.

 

Castiel estaba un poco nervioso por la celebración, no solo por el extraño limbo en el que se encontraba su relación con Dean o su precaria posición en un reino sin aliados. Antes de partir a un lugar desconocido para Cas, Gabriel había descubierto que Claire se encontraba en la capital de Gehena y si Cas conocía a su hermana, seguramente aún se encontraría ahí, en especial por la princesa Kaia, su más querida amiga y quizás algo más. 

 

Se preguntó si tendría el descaro de presentarse a la celebración, si lo enfrentaría, si volvería a verla alguna vez…

 

Trata de apartar esos pensamientos de su cabeza, se enfoca en instalarse en el ala sur del castillo, agradecido una vez más por el protocolo que impide que su habitación esté tan cerca de la de su esposo. Dean y él simplemente… Castiel no está listo para lidiar con lo que pasa entre ellos, Dean decidió no hablar sobre lo que pasó en su cuarto y Castiel no va a mencionarlo tampoco, ¿Hablar sobre sus sentimientos no correspondidos hacia su esposo? No gracias. 

 

Se cambia su ropa de viaje por un traje más ornamentado hecho a su medida. La primera velada está dedicada a brindar por el futuro de la pareja y la prosperidad del país, es una cena de gala, una recepción tranquila. Cas bailó con Dean y mantuvo muchas conversaciones corteses con nobles de los que no recordaba sus nombres. A la mitad de la noche Castiel ya se sentía agotado solo por convivir con tantas personas. 

 

Se encontró con el deseo de no ser visto, para desaparecer y descansar, quitarse el traje y fingir que era un príncipe visitando a la amiga de su hermana, que la guerra no había pasado, deseo poder volver a ser tan anónimo como su antigua posición le permitía, donde el mayor riesgo era salvar a su hermana del último problema que ella misma provocó. Es imposible volver y lo sabe, pero no puede evitar la añoranza que florece en su pecho. N o impide el dolor físico que el anhelo le provoca y no sabe qué hará si se pone a llorar frente a la vizcondesa que habla frente a él, trata de contenerse, de no doblarse de dolor, de respirar a través de la opresión cada vez más grande. 

 

— ¡Oh Cas, por fin te encuentro! — La voz de su esposo lo saca de la espiral en la que se encuentra, se sobresalta por el tono jovial del rey — Vizcondesa Mills, perdone la interrupción, mi esposo me encomendó la misión de traerle una limonada y fue más difícil que una batalla campal. 

 

La Vizcondesa río con recato y Castiel trato de no mirar a su marido como si estuviera loco, después de su primer baile se habían separado, Dean estaba ocupado saludando a los nobles de Gehena, siguiendo a su hermano y a su prometida como un chaperón, no se había acercado a Castiel en al menos dos horas y mucho menos hablaron de bebidas. 

 

— Sí, incluso las jóvenes damas están sedientas a estas alturas de la velada, imagino que están extasiadas por una celebración después de las lúgubres veladas de hace menos de un año. — La Vizcondesa no observa a Castiel, pero es obvio hacia quien es su comentario. 

 

La mención de la tan reciente guerra pone aún más nervioso a Castiel, sería mentira si afirma que no esperaba alguna insinuación, pero no está de humor para pagar los pecados de su familia. No los de su padre al menos. 

 

Dean también lo nota, por su puesto y después de otras frases corteses, el rey se excusa y se lleva a Castiel fuera del salón, lo conduce a su habitación y Cas casi llora ahí mismo del alivio. 

 

— Lo lamento, no debió decirte nada, el Vizconde Mills falleció durante la ocupación de Heaven en Gehena, ella aún lo está sobrellevando. 

 

Castiel se encoge de hombros, ¿Qué más puede hacer? Está seguro que antes de la intervención de Dean la Vizcondesa fue mucho más concisa con su rencor hacia su familia y agradece no haber escuchado una palabra que salió de sus labios. Se siente aún más cansado que antes. No había considerado el riesgo de ser atacado como antiguo noble de Heaven y se siente estúpido por no haber pensado en la posibilidad. 

 

Su situación era tan precaria que incluso nobles extranjeros lo podían insultar sin temor a las represalias de uno de los monarcas más sanguinarios de su historia actual, Castiel se reiría si no estuviera tan triste. 

 

Dean lleva a su habitación a Cas, lo hace pasar y le entrega un vaso con licor ámbar, sabe que no es la mejor decisión, pero de igual forma lo bebe todo de un trago. 

 

— Lo siento, no debí dejarte solo — Dean parece mortificado, y el trago ha hecho efecto en Castiel muy rápido porque se siente muy aletargado para que le importe, Dean también parece notarlo, le dedicó una sonrisa triste y comienza quitarle la chaqueta— Debes descansar, ha sido una larga velada y aun quedan tres noches más. 

 

Dean lo ayuda a quitarse lo más incómodo de su traje, le entrega su ropa de cama y espera a que se cambie en el baño, lo arropa y Castiel está demasiado cansado para cuestionar nada. Sus ojos se están cerrando cuando una mano callosa pero gentil acaricia su cabello.  Antes de dormir Castiel le dedica un fugaz pensamiento de desconcierto al comportamiento contradictorio de su marido. 

 

*****

 

La noche siguiente la celebración consiste: en una cena al aire libre y un baile abierto a la gente del pueblo, para que conozcan a su nuevo monarca y les desean la prosperidad que quieren para su reino. 

 

En esta ocasión, Dean no se separa de su lado y defiende a Castiel de cualquiera que se acerque con intención de incomodar, no entiende que lo motiva, pero Castiel lo agradece, no solo por la falta de gente que se acerca a insultar, la presencia del rey de Silva reduce la gente que se acerca a hablar con él y por lo tanto puede solo existir sin que se le exija su atención. 

 

Lo disfruta hasta que capta una cabellera oscura en la periferia, gira su cabeza en esa dirección, con el corazón acelerado, pero no logra ver a quien piensa encontrar, se dice que lo imagino, no es nada, no es Claire. No está tranquilo el resto de la velada y Dean nuevamente lo acompaña a su habitación, le da un trago y se queda hasta que se queda dormido. 

 

Castiel tiene un sueño intranquilo, por lo que cuando algo golpea su ventana se despierta sobresaltado, quiere pensar que alguna rama cerca del balcón se movió por el viento, los vientos en Gehena son muy fuertes en esa época del año; solo que al observar a dónde provino el ruido, no ve una rama, sino una persona encapuchada. 

 

Su corazón late deprisa y una parte infantil que siempre espera ser rescatada tiene la esperanza de que Dean aun este a su lado, pero su marido hace mucho abandonó su cama y la figura encapuchada aun toca a su ventana. Es cuando el extraño fuera de su ventana nota que Castiel está despierto que se descubre la cara. 

 

Entonces su corazón se acelera ya no solo por el miedo. Se levanta de un saltó y abre la entrada al balcón con una mezcla cada vez más grande de emociones con las que aún no quería lidiar, pero que exigen tanta atención como su hermana.

 

— ¡Cassie!

 

— ¡Cassiel!

 

Se abrazaron y por un instante perfecto Castiel olvido la razón por la que estaba en esa situación para empezar, olvido los amargos meses de matrimonio y el repudio de su familia, olvido los insultos velados que nunca debieron ser para él, incluso olvidó la forma cobarde en la que su hermano lo abandonó. La había extrañado tanto, perderla, fue como perder una parte de sí mismo. 

 

Entonces su hermana lo soltó y el momento terminó, porque todo volvió a él y ver a su hermana se convirtió en una experiencia amarga. Ella parecía estar bien y aunque lo llenaba de alegría, también le molestó. 

 

— Cassiel tu cabello… — fue lo primero que dijo su hermana, acaricia sus cortos mechones oscuros con nostalgia. 

 

— Así ya no puedo hacerme pasar por ti— sonó con más rudeza de la que quería, pero no se arrepentía de su tono.

 

Claire hizo una mueca, pero no parecía tan culpable como a Castiel le gustaría. 

 

— Al menos terminó bien para ambos. 

 

Castiel no supo decir si su hermana bromeaba, pero pasaban los segundos y su hermana solo parecía feliz de volver a verlo y comprendo que ella en verdad creía que no hizo nada malo. 

 

— ¿Crees que estoy bien? 

 

Claire tuvo la osadía de encogerse de hombros. 

 

— Bueno te casaste con el hombre que amabas.

 

Castiel no tuvo la presencia de ánimo para negar o fingir que lo dicho por su hermana es mentira, se siente sobrepasado por la incredulidad y sobre todo, la ira. 

 

— Oh, Entonces eso lo resuelve todo ¿No?— A Castiel nunca se le ha dado bien el sarcasmo, por lo que el tono áspero de su pregunta hipotética los toma por sorpresa, en especial a Claire, su hermano nunca la trató con algo menos que dulzura. 

 

— No seas grosero.

 

Entonces Castiel estalla. 

 

— ¡No seas…! no puedo lidiar con eso. ¡Me abandonaste! Nuestros padres no soportan verme, Miguel me odia a muerte, Gabriel tuvo que huir y tú simplemente… 

 

Aun con la sorpresa de ver el recién desarrollado coraje de su hermano, Clare no era la más errática de los gemelos por nada, de inmediato se recompone y arremete contra las acusaciones de su hermano. 

 

— Nuestros padres siempre ignoraron nuestra existencia, al menos yo hacía el suficiente ruido para ser reconocida de vez en cuando y en cuanto le ganaste a Miguel esa tonta competencia a caballo también te ganaste su odio ¿y Gabriel? Él había estado planeando huir desde antes de la guerra y lo sabes. 

 

— ¿No lo entiendes verdad? Acceder a tus caprichos me ha condenado.

 

— ¡No finjas que esto es solo culpa mía!— Réplica Claire quien se siente atacada por aquel que nunca había cuestionado sus acciones, o al menos no de la forma tajante en la que Castiel ahora trataba de hacerla responsable.

 

— ¡Al menos asume algo de culpa por una vez en tu vida!

 

— ¡¿Cómo me pides eso?! Tú entre todas las personas, aquel que siempre me ha salvado, siempre me has protegido. ¿Me pides que me haga responsable de tus actos? ¿Acaso te he obligado a ayudarme? 

 

— ¿Y cómo me has pagado mi ayuda? Eres una niña ingrata, te niegas a ver el daño causado y solo-

 

Claire lo abofeteó, Castiel ni siquiera sintió dolor, solo se sentía vació. Entiende que gran parte de la actitud de Claire es su culpa, por complacer y consentir la actitud de su hermana, acostumbrada a que él tome las consecuencias negativas de sus actos de rebeldía; pero la furia e insensatez lo hieren. 

 

— Si tenías la ilusión de actuar como si lo que hiciste fue un favor hacia mi y mis deseos depravados o mi naturaleza como hijo de Caín por favor retírate, está claro que nunca me conociste ni me consideraste más que un chivo expiatorio para tus errores. 

 

Claire no podía dar crédito a lo que su hermano le decía, no se entristeció, sus ojos se endurecieron con una ira creciente y cruda que le dolió a Castiel más que la cachetada. 

 

— ya veo… no te molestare más.

Notes:

No odien a Claire, ella es solo muy inmadura por lo mucho que Cas la sobreprotegió en su infancia.

Chapter 16: Consecuencias

Notes:

Este capitulo me costo muchísimo, lamento la tardanza.
pero les puedo decir que estamos en la recta final.

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Chapter Text

Castiel quiere irse a casa, donde sea que eso signifique, pero aún quedan dos noches de festejo y sabe que en su posición no puede irse de Gehenna en ese momento; así que después de una noche en vela, Castiel desayuna en su habitación y pide estar solo, no quiere pensar en nada, sin embargo no puede evitar analizar cada sílaba de la conversación con su hermana. 

 

Lo lastima, pero en la soledad de una habitación que no le pertenece, en un reino en el que nunca más será bienvenido, acepta que no pudo equivocarse más al proteger a su hermana de la forma en la que lo hizo. Nunca aprobó los métodos de disciplina de su padre, pero entiende que evitar que Claire tuviera cualquier tipo de responsabilidad sobre sus actos no fue la respuesta.

 

Estás son las consecuencias de la sobre protección a su hermana, no encuentra en él razón alguna para arrepentirse, pero tampoco para seguir cometiendo los mismo errores, era momento de dejar ir a su hermanita. 

 

Castiel llega a esa resolución poco antes que una doncella desconocida llegue a su habitación para ayudarlo a prepararlo. Esta noche sería el baile de mascaradas, la tradición de Gehena dictaba que el prometido debía encontrar a su prometida entre un mar de iguales, lo que quería decir que las nobles casadas o no debían vestirse igual que la prometida.

 

Dean lo consultó con Castiel antes del viaje, como rey consorte, Castiel podía o no ser parte de las mujeres disfrazadas, avergonzado de extrañar usar vestido, accedió. En ese momento no parecía mala idea y nadie parecía encontrar raro que le gustara vestirse de mujer; si sus padres lo vieran… 

 

La mujer viste a Castiel, con una peluca del color del cabello de Eileen, dado que su cabello aún es demasiado corto. En el salón, Castiel se unió a las damas vestidas como él, todas tenían su rostro cubierto, con el mismo estilo y tono de azul, de forma que la tradición se respeta lo más posible. En algunos casos era evidente quién era quién por la altura o alguna rubia que se negó a usar una peluca como él, sin embargo, en un mar de mujeres vestidas iguales incluso a Castiel le parecía imposible encontrar a la princesa Eileen. 

 

A su vez, pocas personas conocen que él sería parte de la festividad por lo que disfruta de su anonimato mucho más de lo que debería, le sonríe a las mujeres a su alrededor y distingue a Dean entre los caballeros que se mueven en el perímetro exterior del salón, esa noche solo las mujeres estarán en el centro hasta que el príncipe Sam encuentre a su prometida. No se acerca a su esposo, porque eso lo va a delatar demasiado pronto. 

Siente una mirada en su espalda, cuando da la vuelta ve a la princesa Kaia, es más baja y delgada que su hermana, por lo que es fácil distinguirla, junto a ella hay una mujer de espaldas la toma del brazo y parece decir algo en su oído. Castiel no tiene idea de cómo supo que era ella, si fue porque la conocía desde su nacimiento o alguna clase de sexto sentido o cualquier otra estupidez, pero desde que la vislumbro, supo con certeza que aquella era su hermana. 

 

Kaia y ella parecen estar discutiendo algo y tiene que ver con él, después de algunos segundos, ambas llegan a un acuerdo y se acercan a donde se encuentra. Kaia se ve avergonzada, Claire parece molesta y decidida. 

 

Una vez, cuando Kali curaba su espalda después de un castigo que fue impuesto a su hermana y que él se ofreció a sufrir en su lugar, con Claire dormida en el sofá junto a su cama, agotada de velar por el bienestar de su hermano pero con la integridad física intacta, la doncella de la princesa no pudo contener sus quejas y le dijo a Castiel algo que jamás se atrevió a olvidar. 

 

— Su corazón es tan blando…— dijo sin que sonara como un cumplido—  hay pocos que gocen del honor de poseerlo, pero si lo mantiene en su manga y no en su pecho quien se acerque lo suficiente se puede aprovechar de eso.  

 

En ese momento Castiel no entendía a qué se refería Kali con eso, ¿Qué tenía de malo su forma de amar? Era la única que conocía. Fue ingenuo, la doncella le estaba advirtiendo sobre la forma egoísta en la que su hermana lo amaba (si es que eso era amor), la forma en la que se aprovechó de él. En ese momento, entendió lo que Kali quiso decir y decidió: ya no más. 

 

Se dio la vuelta, busco a Dean y se acercó sin dudar, su hermana podía estar enojada todo lo que quisiera, ya había dicho lo que tenía que decir y no iba a malgastar más su tiempo. No miró atrás, se enfocó en la mirada de su marido: sus ojos verdes brillando a la luz de las velas, una sonrisa apenas distinguible que se hizo más grande mientras más se acercó Castiel. 

 

Al estar frente a frente, Dean estiró sus brazos para quitarle el antifaz de la cara. 

 

— Así te ves mejor. 

 

Castiel sonrió, tomó la mano libre de Dean y no lo soltó en toda la noche. Sam encontró a Eileen en poco tiempo, abrieron la pista de baile y Castiel decidió que esa noche la pasaría bien. 

 

Es la primera noche del resto de mi vida, piensa con esperanza de poder vivir en paz lo que le queda de ella. 

 

*****

 

Castiel está ebrio, reconoce la sensación aunque solo a estado ebrio una vez antes que está, ni siquiera sabe porque bebió tanto, un momento estaba bailando junto a su esposo tratando de evitar la melena castaña que lo acechaba, ocultando su nervios o paranoia de Dean tras copas de un licor dulce. 

 

Dean lo ayuda a quitar su vestido y le quita la peluca, es gentil, Castiel se estremece cada que los dedos de su esposo tocan su piel desnuda, se encuentra deseando más de aquel contacto contra su piel. 

 

Su vestido cae y el corsé se suelta lo suficiente para respirar mejor, pero se siente agitado y su aliento es tembloroso. 

 

— No hay whisky esta noche, ¿está bien?

 

Castiel lo mira con confusión hasta que recuerda los vasos que Dean le dio antes de dormir desde que llegaron a Silva. Ríe aunque no sabe qué le parece tan gracioso, Dean lo sigue tocando, lo dirige a la cama, dispuesto a arroparlo, pero antes de que retire el contacto, Cas sostiene su mano. 

 

— Quédate. 

 

— Me quedaré hasta que duermas, no te preocupes. 

 

Suena gentil, pero no es lo que Castiel quiere, no quiere dormir y despertar solo, no quiere solo dormir, no esta noche. Dean está cerca, sonríe, se ve tan hermoso a la luz de la luna, está tan enamorado de su esposo que no es justo que él no sienta lo mismo, no es más que un obstáculo de los retractores de su rey.

 

Sus pensamientos lo abruman y su cara debe mostrar algo porque Dean parece preocupado, acerca su cara a la de Castiel y parece que va a preguntar qué le sucede, en realidad no sabe lo que saldrá de sus labios porque los de Cas se estrellan en un beso torpe. 

 

— Cas— dice su esposo en cuanto se separan y no puede estar más feliz por el sobrenombre cariñoso en la voz de Dean. — No piensas con claridad

 

— Dean… por favor

 

No sabe que está pidiendo, pero cuando vuelve a besar a Dean, su acercamiento es más recibido, ante la falta de rechazo, Castiel toma valentía del licor que lo mantiene intoxicado y acaricia la mejilla de su marido, quiere que Dean tome el control, que lo tome y lo haga suyo como aquella primera vez en su habitación. 

 

Después de algunos toques vacilantes, Dean toma el control y Castiel se entrega a ello sin queja o demora. Su marido sabe que hacer, lo trata con delicadeza, lo toca con decisión y provoca su placer con maestría. 

 

Al final, saciado y con cansancio, Castiel insiste en que Dean se acueste con él y ruega porque no lo abandone esa noche. 

 

— Odio despertar solo, Dean quédate hasta que despierte. 

 

— Si es lo que deseas, no me separaré de tu lado. 

 

Castiel se relaja en sus brazos, agradecido. 

 

— Te amo. 

 

Es apenas un susurro, pero en la quietud de la habitación suena como un grito, los brazos de Dean (todo su cuerpo) se tensan por la sorpresa, no esperaba eso. Castiel no se dio por aludido, ya dormido en el nido caliente y reconfortante que eran los brazos de su esposo. 

Dean por otro lado están en crisis, no esperaba algo así, todo este viaje ha sido una locura; nunca quiso casarse por amor, claro estaba seguro que le gustaba a Castiel, incluso antes de descubrir su treta con su gemela, se besaron mucho antes y en ese momento había pensado que no era un mal destino enamorarse de su esposa, pero después descubrió a Castiel y su traición no dejó lugar para pensar en nada más, su desconfianza le impidió siquiera considerar algo más y nunca pensó que Castiel sintiera algo más que desprecio por él. 

 

Cas está durmiendo profundamente y hay algo en la noche que le permite a Dean confesar algo que ha estado oculto en su pecho bajo capaz de inseguridad, desconfianza y orgullo herido. 

 

— No quería amarte, pero lo hago.

 

Castiel no da señal de haber escuchado y Dean se duerme con el pecho más ligero, se siente bien decirlo, en especial si Cas no se entera.

 

*****

A la mañana siguiente Castiel se despierta con dolor de cabeza y náuseas, siente que su cuerpo se mece en agua turbia, un par de brazos lo envuelven y apenas recuerda lo que le pidió a Dean hacer, no debió tomar tanto anoche se mortifica por lo que el alcohol le permitió hacer y las terribles consecuencias que esto representa. Por suerte no dijo nada estúpido. 

 

Su cabeza palpita del dolor y las náuseas apenas son contenibles, por lo que con mucho pesar se separa del capullo caliente que representan los brazos de su esposo. Apenas llega al baño para expulsar todo el contenido de su estómago se promete no volver a beber tanto. 

 

Cuando regresa a su habitación Dean se a ido y Cas se permite volver a recostarse, las celebraciones de esa noche solo son un brindis con fuegos artificiales, se sacrifica el cerdo más longevo de la crianza y el lechón más joven para la cena representando el final de una era y el inicio de una nueva, nada demasiado elaborado en comparación de las noches anteriores, por lo que Castiel se permite holgazanear hasta el límite del decoro para arreglarse, las náuseas no volvieron aunque el dolor de cabeza tardó buena parte de la tarde en desaparecer. 

 

El brindis y la cena posterior son tan pacíficos como Castiel pensó, la princesa Kaia se encontraba sola en esta ocasión y solo se acercó para ofrecer disculpas por la persecución la velada anterior. Castiel aceptó sus disculpas, pero dejó en claro que no era ella quien le debía una disculpa, la princesa pareció aceptarlo y no volvió a cruzarse con él. 

 

Los fuegos artificiales eran hermosos, especialidad del país, Castiel los había visto pocas veces en su vida porque a su padre no le gustaba negociar ese tipo de productos con un país al que consideraba inferior. Los observó junto a Dean y aunque deseaba iniciar un abrazo o algún contacto físico parecido, su esposo se mostró incómodo en su presencia. 

 

Al parecer la noche anterior no fue tan agradable como Castiel recordaba, pero si no quería estar en compañía de Castiel, ¿Por qué quedarse a pasar la noche? No lo entendía, pero supo que no había significado nada, y sería algo no hablado, como la primera vez. 

 

Se fue a dormir temprano y no bebió más que el vino espumoso del brindis. Por lo que las náuseas al despertar lo tomaron por sorpresa, apenas pudo llegar al lavabo para vomitar. Se sentía mal y esperaba no haberse enfermado. 

 

Empacaron y partieron a Silva esa misma tarde, el príncipe Sam se quedaría para planear su boda, pero Dean debía regresar al castillo para seguir atendiendo asuntos de estado. Su recién descubierto malestar le jugó en contra durante el viaje. Castiel nunca se marea en los viajes en carruaje, pero pasó los tres días de regreso con náuseas, muy cansado y apenas podía retener cualquier alimento, lo único que calmaba su estómago era masticar hierbas para contener el vómito. 

 

Preocupado, Dean manda llamar al médico real para que atiendan el problema estomacal de Cas. Envuelve sus hombros con un brazo y toma sus manos con el otro por lo que prácticamente rodea a Castiel y es un poco difícil moverse, eso no parece detener a Dean quien está bastante preocupado. 

 

Están por llegar a sus habitaciones cuando la mano derecha de Dean se acerca para hablar de unos problemas de carácter urgente con un canciller y algunos nobles insatisfechos, su rey parece muy dispuesto a despedirlo sin escuchar, pero las cosas sonaban graves y estaban a menos de dos pasillos de llegar a sus habitaciones, el médico ya debía estar ahí.

 

— Dean, debes ir. Estaré bien seguro solo es un mal menor en mi estómago. 

 

El mencionado no parecía dispuesto a ceder, pero algo en la mirada de Castiel, sus palabras tranquilizadoras y las graves noticias de Bobby lo hicieron considerar dejar a su marido recorrer ese corto tramo a solas. 

 

— Estaré contigo tan pronto como pueda. 

 

— Por su puesto, su majestad— respondió Cas con una sonrisa, Dean apenas puede soltarlo para desandar el camino hacia la sala de mapas.

 

Las extrañas señales de su esposo no dejan de sorprenderlo, primero es frío e incómodo con él y después apenas puede soltarlo por un malestar estomacal. Castiel avanza por el pasillo a paso lento. Da vuelta a la izquierda cuando un estruendo a metros de él lo desequilibra. 

 

Alguien ha destrozado la ventana con su entrada y apenas se detiene para sacar un puñal y avanzar hacia Castiel.

 

 

Notes:

Lamento un poco ese final, estuve a punto de no incluirlo, pero el capitulo estaba un poco corto sin la parte de las nauseas y además todo tiene mucho que ver con el titulo del capitulo.
Espero que nos leamos pronto :D

Chapter 17: Noticias

Notes:

Me parece que es un capitulo un poco corto, pero no quería soltar toda la información en un solo capitulo.
TW. Referencia a pensamientos y un insulto homofóbico hacia el final del capitulo

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Dean avanza unos metros antes de darse la vuelta y ver a su esposo caminar a paso lento pero seguro hacia sus habitaciones, siente un peso en su estómago, un mal presentimiento que lo ha acompañado desde que bajaron del carruaje, no entiende muy bien si son por las noticias de Bobby sobre las guerrillas entre las tierras de sir Zachariah y Lady Naomi o por la enfermedad que aqueja a su esposo. 

 

Es aquel momento de vacilación lo que le permite escuchar los vidrios rotos, no duda, corre hacia la fuente del sonido, porque en el fondo ya sabe de donde proviene, lo que significa. 

 

Bobby le pasa una espada y la desenvaina sin dejar de avanzar, son apenas unos segundos de diferencia, un minuto por mucho, recorriendo ese interminable pasillo para poder encontrar a su marido y asegurarse que llegue a salvo a su habitación y no separarse de él hasta que el médico le confirme que estará bien. 

 

La escena que lo recibe no es alentadora, es un mercenario, se nota en el cuero en su ropa y su figura flacucha, perfecta para un ladrón o un asesino. Sostiene un puñal y está por acorralar a Cas, su esposo se mueve de un lado a otro evitando las estocadas del arma, pero está fatigado y comienza a marearse, Dean sabe que si el arma fuera otra, más larga o afilada, como su espada, Castiel ya contaría con más de un corte. Está a pocos metros, solo necesita acercarse un poco más y Cas estará a salvo. 

 

— ¡Cas!— grita y segundos después se da cuenta que es un error táctico, Cas se gira para ver a quien lo llama, distracción que el mercenario aprovecha. 

 

Golpea con la empuñadura de su arma en la cabeza de Cas, y baja en brazo en diagonal, de forma que corta parte de la cara y el corte en el pecho habría sido fatal si en ese preciso instante Dean no hubiera llegado al lado de su esposo y tirado del brazo que ya se inclinaba en su dirección de forma que el corte no fue tan profundo. 

 

Dean usa su espada para acorralar al mercenario y apenas se contiene de encajar su arma en su pecho, con la misma cruel frialdad con la que pudo matar a su marido, pero aun tenia la presencia de ánimo para recordar que, si quería llegar al fondo de esta conspiración (y vaya que lo haría), necesitaba a ese despojo de humano vivo. 

 

— Enciérrenlo en una celda, traten de que hable. ¡Asegúrense de que el médico ya se encuentre en las habitaciones! 

 

Recoge a Castiel sin apenas esfuerzo, lo lleva en brazos y trata de no pensar en la mancha cada vez mayor de sangre en su camisa. 

 

Estará bien, estará bien , piensa con desesperación para tratar de calmar su acelerado corazón. No tiene éxito en absoluto, en especial porque Cas está inconsciente, por el golpe en la cabeza. Su rostro está pálido y resalta la sangre que sale de su cabello, un rojo carmesí brillante contra la blanca piel de su esposo. 

 

Dean casi llora de alivio al llegar a las habitaciones de Cas y encontrar al médico real ahí, deposita a Cas con la mayor delicadeza posible en su cama, sin importar si arruina las sábanas; el médico se vuelca de inmediato en su trabajo, ignora a Dean y lo agradece, prefiere que se concentre todo lo posible en cuidar a su marido.  

 

En lo que parecen interminables horas, el médico ha terminado de curar la herida de la cabeza, limpió y vendo el rostro y pecho de Cas, pero al llegar al abdomen se demora un poco más en su diagnóstico, Dean se siente muy nervioso, apenas tiene conocimientos de medicina, pero hasta él sabe que muchos órganos delicados pudieron ser heridos. Después de su vacilación, sigue curando las heridas y con un suspiro apenas contenido por fin presta atención al monarca, para dar a conocer su diagnóstico. 

 

— El rey consorte ha sido muy afortunado. Un par de centímetros más cerca y pudo atravesar más allá de los músculos, estará bien, el golpe en la cabeza lo mantendrá en cama un tiempo. Por suerte el puñal no toco el vientre, habría sido una pérdida que todo el reino lamentaría

 

Dean tomó más tiempo del que le gustaría admitir en procesar lo que esas palabras implican, su significado para su vida y la de Castiel. 

 

— ¿Cuánto tiempo? — Pregunto aunque ya sabía la respuesta, si el médico lo detecto, no pudo haber sido concebido en Gehenna.

 

— Aproximadamente cuatro semanas. 

 

El médico se despide después de algunas instrucciones sobre los cuidados que requiere Cas, por sus heridas y embarazo, le asegura que no despertara pronto, deja un remedio para el dolor y más hierbas para los mareos. Al encontrarse solo con su esposo, toma su mano con suma delicadeza y deposita un beso en ella. 

 

— Te prometo que nada quedará impune—Espera una respuesta, pero fuera de las vendas, Castiel parece estar profundamente dormido, da un último apretón a su  mano y se pone de pie— Estaré aquí cuando despiertes. 

 

Manda llamar a Balthazar y le pide quedarse a velar el sueño de su esposo. 

 

—Llámame en cuanto al signo de querer despertar, sin importar lo que esté haciendo y vendré.

 

El hombre asiente y mantiene su mirada preocupada en Castiel, en otras circunstancias, Dean se sentiría celoso, pero en este momento solo puede agradecer contar con alguien que le tenga aprecio a Cas, no sabe quién está detrás de este ataque pero por el momento no hay mucha gente de la que pueda fiarse. 

 

Sin más vacilación se dirige a las mazmorras donde le espera un prisionero al que debe interrogar. Al llegar su guardia personal solo ha logrado sonsacarle un nombre y no hay forma de corroborar si es real. No ha querido decir nada más, está claro que quien lo contrató le aseguro que podría sacarlo del lío.

 

Debió ser un noble, porque un mercenario no se acercaría a un trabajo tan riesgoso si no tuviera la certeza que alguien con el suficiente poder y dinero lo librara de la peor ira del rey. Se equivoca, nada podría evitar que Dean destroce con sus propias manos al mercenario si Cas no mejora pronto. Solo había tres personas capaces de convencerlo de no condenarlo a la horca, uno estaba inconsciente, el otro en Gehenna planeando su boda y se negaba a creer que Bobby lo traicionaría pidiendo una insensatez como perdonar la vida de alguien que solo respeta el poder y el dinero. 

 

— Bien Daniel, me han dicho que no eres hablador— Comenzó Dean al entrar, el mercenario apenas mostró signos de miedo— pero no desesperes, me especializó en gente poco propensa a hablar. 

 

Nada lo obliga a que este hombre llegue entero a la horca, tampoco mentía al decir que era un experto en hacer a la gente hablar, su padre le enseñó las mejores maneras de infringir dolor sin apenas hacer sangrar a su interlocutor, herirlo sin peligro de muerte. Torturó a mucha gente incluso antes de ser un hombre y es tan natural como respirar, no tiene piedad y apenas se detiene para dejarlo hablar. La lealtad no existe en hombre como el mercenario que se desmorona entre sus dedos, basta un par de cortes para que suelte un nombre y después es imposible detenerlo, Dean no desea nada más que verlo retorcerse de agonía por casi matar al hombre que ama y a su hijo no nato. 

 

Pocas cosas pudieron detener su descenso a las peores partes de sí mismo, las crueles y viles que exigen sangre con un hambre voraz, pero la voz de un sirviente informando que Castiel estaba dando signos de querer despertar era una de esas cosas. El despojo de ser humano debajo de su cuchillo soltó un alarido que pudo ser de alivio o de dolor, a Dean le tenía sin cuidado. 

 

— Curen sus heridas, aún debe hablar. 

 

Dean se desvía un poco para cambiarse la ropa manchada de sangre y lavar sus manos impuras antes de ver a su esposo. Cas está despertando cuando entra, parece que está por volver a caer en las manos de Morfeo en cualquier momento, Balthazar le entrega la medicina para el dolor con solicitud y sin ninguna vacilación Cas toma un trago. Vuelve a dormir cuando Dean se acerca y acaricia su cabello; se queda un momento más, con la esperanza de que vuelva a despertar, no lo hace y después de un rato decide volver a las mazmorras. 

 

Admite que se dejó llevar por la rabia y que un simple nombre no basta para ir tras el noble que mandó a herir a Castiel, para su desgracia hay conmoción en la celda que ha dejado hace apenas un momento. El prisionero ha muerto. 

 

Den no lo puede creer, sabe que sus heridas eran superficiales, solo destinadas a causar dolor, apenas había comenzado a arrancar la piel cuando lo dejo, no era suficiente para desangrarse. Entonces lo ve: un corte limpio en el cuello, el hombre se ha suicidado o alguien le ha cortado el cuello. 

 

— ¡Todos fuera! ¡Y llamen a Bobby!

 

Se queda al lado del cuerpo hasta que llega su mano derecha, Bobby suelta una maldición entre dientes y se agacha para examinar el cuello, apenas se inmuta por los claros signos de tortura en su cuerpo. 

 

— Necesitare una investigación más a fondo, pero el ángulo indica que lo hizo él mismo. 

 

— Eso no implica que no haya un traidor. — Replica Dean. 

 

— Lo confirma en realidad, nadie más que un guardia le pudo entregar el arma para hacerlo. 

 

Tenía un nombre y la furia justiciera para lidiar con los enemigos que estaban amenazando a su familia. Se giró hacia Bobby, hasta que resolvieran quien era el traidor, solo podía confiar en algunas personas, Balthazar y Bobby por ejemplo. 

 

— Tráeme toda la información sobre la condesa Naomi— Bobby elevo una ceja escéptico. 

 

Dean también se siente escéptico, de todos sus enemigos o nobles que han mostrado al menos algo de animosidad hacia él o Cas, la condesa Naomi no estaría muy arriba en la lista, ella y su familia demostraron ser bastante astutos al mantenerse neutrales en cualquier conflicto, demuestran la suficiente lealtad a la corona para no ser considerados amenaza, pero tan indiferentes que no podrían ser aliados. 

 

Sin embargo, el nombre que arrancó de los labios del mercenario no podía confundirse con otro que no fuera Lady Naomi de tener más información podría entender la razón por la que abandonó su postura neutral. La culpa lo golpea con fuerza, si hubiera controlado su ira, el hombre pudo haber entregado más información que un nombre. 

 

— Y comprueba con nuestro contacto en Heaven sobre los movimientos de la familia real, en este punto no puedo descartar nada. 

 

No podía descartar que Naomi se aliara con algún otro noble hostil o con la antigua familia de Cas para ayudarlos a vengarse, en cualquier situación ella sacaba un beneficio tan grande como para olvidar la histórica neutralidad de su familia.  

 

Bobby asiente y salen de las mazmorras después de ordenar la limpieza, Dean se retira a la habitación de Cas para velar por su descanso; Balthazar protesta un poco pero se va sin armar un escándalo, su esposo no ha recuperado la consciencia y Dean trata de tomarlo como algo positivo sin éxito. 

 

 *****

Zachariah no era un hombre muy inteligente, se jactaba de su poder como si hubiera hecho algo más que nacer con una cuchara de plata en la boca, era un corrupto y siempre ansiaba más poder, más de una vez trató de incitar a otros nobles a derrocar al inexperto joven de dieciséis años que ascendió demasiado pronto al poder, llenando sus cabezas de incertidumbre ante ser dirigidos por un niño que estaba tan trastornado que había matado a su propio padre.

 

Zachariah siempre tuvo la esperanza de ser el siguiente rey. 

 

Pese a sus mayores intentos de incitar a una rebelión nada pasó los primeros años, con la memoria aún fresca de la muerte del anterior rey a manos de uno de sus hijos, ningún noble lo desafió abiertamente. Ni siquiera Zachariah, no era tan ingenuo como para pensar que alguien que pudo derrotar a John el más temible general de guerra podría caer por su propia mano y menos sin el apoyo adecuado; pero conforme pasaron los años y se mantuvo soltero y sin descendencia, las esperanzas de usurpar el trono de Zachariah crecieron, varios nobles lo apoyaron y estaba guardando dinero de sus impuestos para juntar un ejercito decente. 

 

Lamentable que el rey notó el cobro excesivo de impuestos, la humillación le quemó la garganta al ser sacado de la reunión de esa forma. Era muy molesto ser superado por alguien que se casó con un muerde almohadas que una religión sin fundamento insistió en que le daría un heredero. Los creyentes de Caín y su aparente falta de control llevó a que sus aliados más cautelosos retiraran su apoyo. 

 

Las crecientes dudas sobre la fertilidad del rey consorte podrían llevar a recuperar ese apoyo pero Zachariah se estaba impacientando, no era más joven que hace diez años, en ese punto sería muy difícil deshacer las políticas de Winchester y la reciente guerra mostró que Heaven no era el aliado más fuerte, aún si compartía algunas ideologías. 

 Zachariah no es un genio estratega y no le interesa ser sutil respecto a sus intenciones de usurpar el trono, resulta improbable que el rey no lo tenga vigilado y en la mira. Por lo que cualquier intento de rebelión sería erradicado de inmediato; la mayoría de sus aliados estaban tan absortos en la soberbia del Duque que ninguno ve las claras fallas estratégicas. 

 

Radicales así, son fáciles de controlar por personas con más ingenio, más astucia y ganas de venganza.

 

*****

Notes:

Haciendo cuentas me percate de un pequeño fallo de continuidad, pero creo que no afecta demasiado a la trama el momento de concepción xd
y respecto a la otra trama, prometo que en realidad no se va a largar demasiado

Notes:

Esta historia sera actualizada según me ilumine la inspiración