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My Little Static Toy

Summary:

Miku era una persona amable, dulce, amistosa. Formaba parte de su personalidad, era así de cariñosa con todo el mundo. Adoraba a los niños, adoraba a sus amigos, adoraba hacer reír y divertirse con todos. Incluso había ablandado el podrido corazón de una mujer de negocios como Teto. La CEO solo quería aumentar sus beneficios con su imagen, pero ahora, tal vez le gustaría algo más. ¿Qué problema había con que quisiera una amiga? Después de solitarias horas en su despacho, Teto deseaba caer en los brazos de una bonita mujer que la reconfortase, que la calmase, que la hiciera olvidar las preocupaciones. Sin embargo, Teto se había vuelto selectiva. Ya no quería que fueran las damas de compañía que contrataba las que cubriesen ese hueco, quería que fuera Miku. A quién quería engañar. Se había enamorado de ella. Cegada por sus profundos deseos, se acercó al indefenso juguete y la besó pese a la diferencia de tamaño.

Notes:

Soy consciente. No tengo perdón. Me he olvidado dos fines de semana subir este fanfic. Como castigo, os subo el fic completo, de una tajada, para que lo disfruteis lo máximo.

(See the end of the work for more notes.)

Work Text:

Here she is, our sweet dear friend!

What does she have in store?

Her love won’t ever end!

What a good little toy!

 

***

 

Teto abrió la tapa del mechero y encendió un puro. Era la única luz que podía apreciarse en medio de la oscuridad. Dio una lenta calada, infiltrándose el humo por sus pulmones y lo expulsó poco a poco por la boca. No sabía muy bien qué le pasaba, llevaba inquieta toda la noche. Sabía que perdería el tiempo acudiendo a la casa de señoritas. Ella misma notaba que no tenía ganas para ese tipo de cosas. Las mujeres escasas de ropa eran agradables para su vista, pero no iban a solucionar los quebraderos de cabeza que suponían su empresa. Necesitaba una idea, algo innovador. Cuando acabó de fumar apoyada sobre su lamborghini rojo optó por irse a casa.

 

Era temprano, pero no lo suficiente como para que empezase el turno de sus criadas. Tiró la ropa por el suelo camino a su habitación y soltó sus coletas en forma de tirabuzón. Agarró su bata granate y la puso para cubrir su cuerpo. No tenía sueño todavía, así que se dirigió al salón después de abrirse una lata de delicioso sake. Su cuerpo se acomodó en el sofá y encendió la televisión. A esas horas de la madrugada no había gran cosa más que la teletienda. Aun así, Teto hizo zapping hasta acabar en un canal infantil. En la pantalla apareció una chica de coletas azuladas con la misma forma que las figuras negras musicales. Su atuendo y maquillaje eran extravagantes, simulando un payaso pero sin ser uno. La mujer era bien hermosa, ni en esas condiciones podría uno mofarse de su aspecto.

 

“¿No es un poco temprano para que empiecen los dibujos?” Normalmente la emisión se cortaba durante la noche o se emitían capítulos antiguos de series. Teto se quedó a ver el programa mientras bebía.

 

“Es buena. Bonita como una muñeca. Como una muñeca… Como una… Un momento”. En ese momento Kasane Teto tuvo una epifanía. Agarró su teléfono del trabajo y buscó en el navegador el nombre del programa y su productora.

 

—Bingo.

 

***

 

Teto entró en su despacho después de esquivar cientos de “Buenos días, Señorita Kasane” de los trabajadores que se encontraba por su camino. Nada más tomar asiento ajustó el nudo de su corbata y llamó a su secretaria para que le trajera un café. No había pegado ojo desde su eureka. Tampoco es que tuviera muchas horas para dormir, pero era lo que tenía ser una adicta al trabajo. En unas horas tenía la reunión para decidir el próximo proyecto de la compañía de juguetes. Sus empleados traerían sus propuestas, pero ella no quería dejarse adelantar por ellos. Quería hacerse notar, tomar las riendas de la empresa, hacer saber quien manda. Pronto su idea estaría a punto de revolucionar el mercado, pero para ello debía mover los hilos en la sombra primero.

 

—Buenos días. Soy Kasane Teto, la propietaria de la mayor juguetería del país. Estaba interesada en vuestro programa y quería haceros una oferta. ¿Hablo con la productora?

 

***

 

—¿Un juguete de una marca registrada? ¡¿Se ha vuelto loca, Señorita Kasane?! Sería un despilfarro pagar los derechos de autor. ¿Realmente las ganancias superarían los costes que supondría lanzar este producto?

—Heh. Claro.

—¿Quién aceptaría algo así? ¿Acaso ofrecemos nosotros algo a cambio?

—Nada de eso. Además ya conozco un interesado. Me reúno con él este mismo mediodía.

—¿Cómo?

 

Sus trabajadores eran unos ingenuos. Pronto entenderían su visión. La idea era sacrificar lo menos posible y exprimir el máximo margen de ganancias. No se trataba de qué podían dar a cambio, se trataba de escoger una empresa pequeña que no pudiera negarse a tal publicidad y Teto la había encontrado. Había quedado para comer con FF,  la productora del programa infantil que vio anoche. Tenía una oferta tentadora de la que no se podía negar.

 

Teto aguardó sentada en una de las mesas del restaurante acordado. Había venido un poco antes, así que optó por adelantar trabajo y firmar un par de papeles que tenía pendientes. No pudo hacer mucho, pues su cita había llegado muy puntual. El camarero la acompañó hasta su mesa y nada más levantar su cabeza la reconoció. Era la misma mujer que había visto en la caja del televisor. Llevaba puestas sus características coletas azuladas con las puntas rizadas. No tenía aquel maquillaje estrafalario, ni su atuendo cómico. Llevaba una camisa blanca de manga corta y una falda negra plisada junto a unas botas altas del mismo color. En el cuello tenía una pajarita azul cian que le daba un toque adorable. La verdad el cambio era demasiado notable, la cámara debía tener algún tipo de filtro que permitiera cambiar la apariencia de la mujer a algo más cartoon.

 

—¡Tú eres…! —exclamó, pero cuando se quiso dar cuenta nunca había escuchado el nombre de la mujer—. Espera… Joder, ¿cómo era…?

—Está bien, no pasa nada. Hace tiempo que no soy muy conocida. Soy Hatsune Miku, encantada.

—Discúlpame. Pensé que hablaría con la productora, no con la estrella del programa. Siento si he parecido grosera.

—No, por favor, no te preocupes, esto…

—Kasane Teto.

—Kasane-san —repitió, esta vez con el honorífico—. Bueno, ¿de qué propuesta querías hablarme?

—Con el debido respeto, Hatsune-san, pero considero que esto sería mejor hablarlo con la productora primero.

—Yo soy la única que queda al mando del programa.

 

La empresaria sintió un sudor frío con esas palabras. Esto era peor de lo que esperaba. ¿Sería buena idea? No, claro que lo era, pero no quería admitir que era muy probable que hubiera llegado demasiado tarde.

 

—¿La única?

—Todos se han ido. Yo me encargo de todo. De la dirección, la cámara, el guión, la puesta en escena… Todo. Hace poco nos han dado fecha para fin de emisión. Además, con audiencias tan bajas es imposible contratar nuevo personal. He dudado en si debería venir la verdad, pero creo que al final la curiosidad me ha podido arrastrar. ¿Qué quiere una empresa de éxito como la suya con mi humilde programa?

 

Teto suspiró. No estaba dispuesta a dar su brazo a torcer. Ella tenía razón e iba a demostrarlo. Solo tenía que sortear este pequeño obstáculo sin importancia. Apartó su chaqueta americana de su pecho para agarrar un bolígrafo guardado en el bolsillo de su blusa. Sacó de su maletín un talonario y abrió la primera página.

 

—Dame una cifra.

—¿Qué?

—Dame una cifra.

—¿Para qué?

—Quiero comprar tu programa.

—¡¿Qué qué?! ¿¡Está usted loca?!

—En este negocio se necesita una mente muy fría. Sé lo que me hago.

—¿Pero? ¿Por qué?

 

Solo se trataba de una inversión. Cierto es que solo quería comprar los derechos para producir juguetes del programa, pero si quería que funcionase realmente necesitaba gastar más. Afortunadamente la serie infantil no requería de excesivos costes como las películas más taquilleras. Además si se hace con el programa un tanto por cierto sería de su empresa. Sería ideal para anunciar todo tipo de líneas nuevas de juguetes. Era una situación de suma cero.

 

—Fácil, tú entretienes a los niños en el televisor y yo haré que sigas entreteniéndoles en sus casas.

—No la sigo.

—Quiero convertirte en un juguete, Miku. Por eso te lo pregunto. ¿Cuánto dinero hace falta? Te he visto, tienes talento. No tengo problema en invertir en ti. Ambas saldríamos ganando, y qué decir, te llevarás tu porcentaje de ventas de la próxima Miku Doll. Solo tienes que continuar tu programa y publicitar nuestro producto.

—¿Habla en serio?

—¿Crees que solo me reuno con señoritas guapas para tener conversaciones vacías?

—¿Entonces The Miku’s Show… no será cancelado…?

—Yo misma hablaré con la cadena en persona si hace falta. ¿Qué me dices?

 

Un sorbido de mocos interrumpió la escena. Miku se limpió rápido con las muñecas sus ojos lagrimeando. Teto se puso nerviosa con los sollozos. Llevó los brazos hacia Miku, sin saber muy bien qué hacer, así que no la tocó.

 

—E-ey… Tampoco hace falta que llores…

—Muchísimas gracias, Kasane-san. Estaré eternamente agradecida con usted. Pídame lo que quiera. Haré lo que haga falta.

 

La chica sonrió como si le brillara la cara con los focos del escenario. ¿Desde cuándo tiene unos ojos azules tan hermosos? Debería abrirlos más…

 

—Por lo pronto, ¿qué le parece si comemos algo?

 

Teto señaló la carta para distraer a Miku. La chica de coletas azuladas se limpió del todo y buscó algún plato que se ajustase a su paladar. De golpe sintió una emoción que yacía olvidada en su corazón: la esperanza. Miku empezó a recordar a los compañeros que la habían dejado atrás y la posibilidad de poder volver a contactar con ellos calentaba su pecho con ledicia. Habían vuelto sus ganas locas de conquistar al público en el escenario.

 

***

 

Con un sonido sordo, el corcho disparado de la botella de cava marcó el inició de la celebración. Todo el equipo audiovisual de FF estaba en el salón. Con la inyección de dinero habían muchas caras nuevas y otras que habían vuelto después de darlo todo por perdido. Ahora que estaban todos, la fiesta podía dar comienzo.

 

—¡THE MIKU’S SHOW RENUEVA TEMPORADA!

—Enhorabuena a todo el equipo.

—Todo esto solo es posible gracias a Kasane-san. ¡Hagamos un brindis por ella! —interrumpió Miku, la cara del programa con sus tan conocidas coletas cian de puntas rizadas.

—No, no. No es necesario. Solo he hecho mi parte del trabajo —se excusó Teto, la cabecilla que orquestaba todo desde las sombras a ojos del público.

—No sea tímida, Kasane-san. ¡Por Kasane-san! —exclamó la mujer alzando su copa con alcohol.

—¡Por Kasane-san!

 

La pelirroja odiaba ser el centro de atención en eventos sociales. Sus mejillas pálidas estaban ahora sonrosadas por la vergüenza. Lo cierto es que tenía su punto ver a la protagonista de la noche encendida por el alcohol. Miku había agarrado la suficiente confianza para pasar su brazo por el hombro de su mecenas. Teto tuvo que agacharse irremediablemente, pues era más alta que su compañera. Sin tiempo para siquiera pensarlo, su mano había acabado en la delgada cintura de la chica. No pudo evitar tener pensamientos acerca del buen cuerpo que tenía Miku.

 

De igual modo que The Miku’s Show había vuelto a flote, el Miku Doll también está batiendo récords en ventas. Ambos productos iban de la mano hacia el estrellato. Miku rivalizaba con los protagonistas de los programas infantiles más icónicos. Muchos niños acababan decantándose por la muñeca de su chica favorita y dejando atrás a otros que ya no eran tan relevantes en la estantería de la juguetería.

 

Durante la fiesta no faltó ni comida ni bebida. La cháchara entre los presentes no tenía fin. Teto miraba a la gente desde un lugar apartado de la sala mientras bebía. La empresaria de éxito era una persona solitaria, las fiestas no eran precisamente su ambiente. Se quedaría hasta estar el tiempo que socialmente está bien visto y se iría. Al fin y al cabo era un momento de alegría, nadie querría que su jefe estuviera ahí, o eso pensaba Kasane Teto.

 

—Están todos contentos… —se acercó Hatsune Miku comiendo una patatilla del cuenco—. Necesitábamos una celebración así para subirnos el ánimo. Llevamos meses trabajando muy duro sin resultados.

—Sobre todo tú, ¿no? Tú nunca te fuiste, al final.

—Claro que no. Si me hubiese ido no sería The Miku’s Show. Sería el show de otra persona.

—Me alegra que seas tú. La pequeñina me va a dar mucho dinero y todo gracias a ti. Solo tú tienes este encanto, Miku.

—Anda ya… Va a hacer que mis coloretes no sean solo maquillaje.

 

Era verdad que la pintura en su cara ocultaba su rubor, pero sus expresiones faciales y corporales le permitían leerla como un libro. Miku colocó una patata en la boca de Teto para que comiera y no soltara ningún piropo más. La mujer de tirabuzones arqueó las cejas sorprendida por la confianza. Ambas apenas se habían visto desde que habían cerrado su pacto comercial. Habían coincidido de forma puntual en algunos rodajes o en la sede de la juguetería, pero no habían podido intercambiar muchas palabras. Si Teto se paraba a pensarlo, siempre era Miku la que se acercaba a ella. Ella misma la invitó también a este evento. ¿Sería, tal vez, una locura, considerarla… una posible amiga?

 

—La verdad no creo aguantar toda la noche. Estoy muy cansada —admitió Miku con los ojos caidos.

—¿Quieres que te lleve a casa? —ofreció Kasane-san.

—¡Ah, no, no! No quisiera arruinarle la diversión y se pierda la fiesta por mí.

—Insisto. 

 

***

 

A Miku casi se le cae la mandíbula al ver el carísimo coche de Teto. Se sentía diminuta al lado de alguien tan poderosa. Se quedó estática en el asiento del copiloto para evitar alguna posible mancha o rotura que no pudiera costearse en su vida mortal. Ante el silencio, Teto encendió la radio y de pronto empezó a sonar la música sugerente que solía poner cuando traía damas de compañía a su coche. Teto se puso nerviosa y cambió rápida y torpemente de playlist a cualquier otra cosa, la que fuese. Milagrosamente nadie dijo nada.

 

Al llegar al destino, Miku se bajó del coche. Con la ventanilla bajada, se asomó por el hueco para despedirse. Sus dedos se movían nerviosos y sus profundos ojos azules no se despegaban del suelo. Tenía claro que no quería que se acabara todo ahí, y Teto tampoco quería que fuera así.

 

—Ha sido muy amable, Kasane-san. 

—No ha sido nada, de verdad. Que descanses.

—Ah, eh, mmm…

—¿Mhm? —alzó una ceja ante los titubeos de Miku.

—Solo quería invitarla a entrar como muestra de agradecimiento, pero es cierto que no son horas —se atrevió a decir pese a su actitud derrotista.

—No, está bien —contestó Teto después de mirar el reloj de pulsera—. Creo que puedo quedarme un poco más.

 

La joven actriz vivía en un apartamento pequeño, muy lejos de lo que estaba acostumbrada una persona adinerada como Teto. Miku se excusó como pudo e invitó a Teto al salón. La pelirroja tomó asiento en el sofá y dejó caer su cuerpo entre los blandos cojines. Estaba más cansada de lo que se había percatado. Cerró los ojos y relajó su cuerpo mientras esperaba por la anfitriona de la casa. Miku volvió de su habitación sin su chaqueta azul y el pelo suelto. No cabía duda que la mujer era bien hermosa, pero ahora se hacía complicado para Teto no pensarlo todo el rato.

 

—Deme su chaqueta, no vaya a ser que se arrugue. ¿Está cómoda?

—Mucho.

 

Teto le dio su americana negra, pero se impacientaba. Quería que Miku se sentase ya con ella. ¿Tal vez la estaba haciendo esperar a propósito? ¿Era ese tipo de mujer? La pelirroja sacó del bolsillo del pantalón su caja de puros. Cogió uno, pero no lo encendió. Lo tomó con sus labios y dejó la caja sobre la pequeña mesa delante de ella. Acto seguido se acomodó con ambos brazos sobre el respaldo del sofá y esperó. Cuando por fin Miku volvió, se sentó a su lado pese a encontrarse el brazo de Teto detrás de ella.

 

—¿Te molesta si fumo?

—No. Adelante. La ventana está abierta. Espere déjame que le ayude.

 

Miku le quitó el mechero a Teto de las manos y le encendió el puro que aún sostenía con la boca. La mujer trajeada dió una calada breve, escapando paulatinamente el humo por los huecos entre sus labios y el puro. El imprevisto la había ruborizado notablemente. Desde luego ese tipo de señales no son las que mandaría una amiga. ¿Estaría malinterpretando a la joven? ¿A qué juego jugaba exactamente Miku?

 

—Kasane-san, ¿no está casada? Tendrá usted hijos ya, me imagino.

 

La pelirroja arqueó las cejas y sonrió divertida. ¿Así que era eso lo que le preocupaba? Teto no habría tenido pareja, pero no tenía un pelo de tonta. Sabía bien cuando una mujer estaba buscando algo más con ella. Dio una larga calada observando la situación.

 

—Debe ser duro compaginar su familia y vida profesional… La echarán de menos en casa, me imagino… —se excusó Miku fingiendo desinterés por el estado civil de la empresaria.

—Haha, nada de eso. Si con alguien estoy casada es con mi profesión. Nada de maridos, mucho menos de críos. ¿Y tú? ¿Tienes algún novio o algo así? —por supuesto no iba a ser ella la que se quedaría sin satisfacer su curiosidad.

—No, qué va. No puedo permitirme tener novio.

—Pero te gustaría tener uno.

—¿A quién no le gustaría sentir amor?

 

Teto guardó silencio. Imaginar a Miku con un hombre le había dolido más de lo que le gustaría admitir. 

 

—Siento que nunca podría enamorarme de un hombre.

 

Miku quiso preguntar, pero no se atrevió.

 

—No se preocupe, está bien. Hay más formas de vivir que buscar el amor y formar una familia, al fin y al cabo… —gesticuló Miku sin parar con sus manos intentando quitarle peso al asunto.

—No quise decir eso —respondió firme.

—¿Eh…?

 

Miku parpadeó confusa por la aparente contradicción en las palabras de Teto. La mujer le contestó con una sonrisa tranquilizadora y finalmente rodeó con su brazo los hombros cubiertos del pelo azulado de Miku. Apretó su cuerpo contra el suyo y pinchó su mejilla con ternura. Esta vez era el turno de sonrojarse para la joven actriz. 

 

—Háblame de ti. Yo también quiero saber más de ti.

—¿Huh? ¡Ah! ¡Sí! Bueno, ¿el qué?

—Haha, todo. Cómo mi pequeña estrella se convirtió en actriz, por ejemplo.

—Vaaaaale —alargó la “a” como si estuviera desganada—, pero después le toca a usted, ¿de acuerdo?

—Me parece perfecto.

 

La charla fue tan agradable que las mujeres ni se dieron cuenta del paso del tiempo. No es necesario decir que ninguna trató de separarse  de la otra hasta que tristemente para ambas llegó la hora de la ida.

 

***

 

La mujer inspeccionaba el pequeño e inofensivo juguete de plástico desde todas las perspectivas, como si se tratase del arma del crimen. En el despacho de Teto reinaba el silencio, el elemento principal para crear, si no fuera porque ahora mismo su mente era un jaleo de pensamientos. Cortó el celo de la caja con un abrecartas y retiró la tapa de cartón con sumo cuidado para no romperla. Sacó el plástico del envase acartonado y liberó a la muñeca de su cárcel con forma de cubo. Era idéntica a la versión cartoon de Hatsune Miku, la que todo el mundo conoce tras la pantalla. Pocos conocían a la verdadera artista detrás y Teto era de esos afortunados. Agarró la muñeca por el blando cuerpo con las dos manos y acercó su cara a la del juguete para juzgarlo por sus quebraderos de cabeza. Pese a la sonrisa de oreja a oreja que tenía, la pequeña parecía querer huir de inmediato, asustada por las acusaciones de las que era inocente.

 

Miku era una persona amable, dulce, amistosa. Formaba parte de su personalidad, era así de cariñosa con todo el mundo. Adoraba a los niños, adoraba a sus amigos, adoraba hacer reír y divertirse con todos. Incluso había ablandado el podrido corazón de una mujer de negocios como Teto. La CEO solo quería aumentar sus beneficios con su imagen, pero ahora, tal vez le gustaría algo más. ¿Qué problema había con que quisiera una amiga? Después de solitarias horas en su despacho, Teto deseaba caer en los brazos de una bonita mujer que la reconfortase, que la calmase, que la hiciera olvidar las preocupaciones. Sin embargo, Teto se había vuelto selectiva. Ya no quería que fueran las damas de compañía que contrataba las que cubriesen ese hueco, quería que fuera Miku. A quién quería engañar. Se había enamorado de ella. Cegada por sus profundos deseos, se acercó al indefenso juguete y la besó pese a la diferencia de tamaño.

 

¿Qué estaba haciendo? ¡Jamás debía mezclar amor con negocios! Teto soltó la muñeca sobre la mesa y se cubrió la cara, tirándose del flequillo desesperada. Miku merecía algo mejor. La joven era un adorable conejito inofensivo del pelaje más blanco que hubiese, mientras que Teto era el zorro más pícaro y despiadado que había en el bosque a punto de comérsela. Teto se sentía mal. Había convertido su programa en un espacio publicitario para su empresa. Incluso en las cláusulas del contrato todas las favorecía a su empresa económicamente. Prácticamente Miku era una empleada de su propiedad. Otra muñeca más. Sin embargo, Miku era feliz. Con un sueldo bajo y con altas exigencias durante el programa, Miku seguía siendo feliz. ¿Tanto le importaba ese programa? Teto no merecía su amabilidad, mucho menos su amor. No le sorprendería si Miku solo se acercaba a ella para obtener privilegios en sus rodajes, como una actriz seduciendo a su director para llegar más lejos. En realidad, de ser así, no le importaría.

 

De pronto unos golpes en la puerta de madera de la habitación interrumpieron su línea de pensamiento. Teto sudó nerviosa y abrió veloz un cajón en donde tiró la muñeca y lanzó la caja a la basura bajo sus pies. Carraspeó y ajustó su corbata antes de dar permiso para entrar.

 

—¿Sí?

—¡Kasane-san!

—¿M-Miku? ¿Qué te trae por aquí? ¿Hay algo de lo que quieras hablar?

—No, nada de eso. Estaba en la juguetería y pensé en venir a saludar. ¿Tienes mucho trabajo?

—No, nada, tranquila. Ven, rodea la mesa. Así podemos hablar mejor.

 

Miku obedeció alegre, casi a punto de dar saltitos. La joven tras pedir permiso se sentó encima del escritorio. Teto hubiera preferido que se sentara en sus piernas, pero no se atrevió a tanto. La empresaria se levantó y acortó distancia colocándose frente a ella con ambos brazos apoyados sobre la mesa acorralando por cada lado a Miku. A esta no pareció importarle la proximidad.

 

—Tus trabajadores son super amables. Me han enseñado buena parte de la fábrica y la producción. 

—¿Ah sí?

 

Miku solía venir a la sede de la juguetería por motivos de trabajo. A Teto le pareció sospechoso que sus trabajadores fueran tan cercanos sin motivo, ni les pagaba más del salario mínimo. Entonces fue cuando se le cruzó una horrible posibilidad por la cabeza. ¿Estarían intentando ligar con Miku?

 

—¿Y te ha gustado lo que has visto?

—¡Mucho!

 

Teto fingió tristeza y colocó el pelo de Miku detrás de su oreja.

 

—Es una pena. Te la hubiera enseñado yo misma si me lo hubieras pedido. 

—¡Volvamos a verla! Finjamos que no la he visto.

—Genial, porque justo ha llegado mi hora del café —mintió como bellaco sin remordimiento alguno mientras miraba su reloj de pulsera—. ¿Te parece bien si vamos y después tomamos algo en la cafetería? Si es que aún estás disponible, claro…

 

Los ojos de Miku brillaron con la invitación. No tardó en tomar la mano que Kasane-san le había ofrecido para poder bajarse de la mesa. Camino de la salida, Teto rodeó los hombros de Miku con su brazo, sin importarle las miradas aleladas de sus trabajadores.

 

Desde aquella noche en casa de Miku, el contacto físico se había vuelto completamente normal entre ambas mujeres. Guiándose por las reacciones de la joven actriz, Teto había optado por que era seguro pasar definitivamente a posición de ataque. Utilizó todas sus armas para flirtear. Desde roces, frases sugerentes, dobles sentidos, piropos disfrazados, regalos sorpresa, invitaciones inocentes… Los negocios serían como una partida de ajedrez, pero también lo era el amor. Tras varios jaques, Teto se dispuso a terminar la partida con el definitivo jaque mate.

 

Había sido en el rodaje del último programa de la temporada de The Miku’s Show. Teto se había arreglado todo lo que pudo con su traje de trabajo y condujo hasta el estudio donde se graba el programa. Teto estaba nerviosa revisándolo todo al milímetro y comprobando que todo estaba completamente en orden. Había sido un plan improvisado, sin avisar, pero presentía que hoy era la noche, algo se lo chivaba dentro de ella, tal vez el florista que le consiguió vender un hermoso ramo de lirios y tulipanes. No quiso interrumpir ni poner nervioso a nadie, así que esperó entre bastidores hasta que el programa estuviese terminado. En cuanto se dio la ocasión, la sorpresa comenzó y se presentó en el camerino de Miku dando dos suaves golpes en la puerta entreabierta.

 

—Rin, por última vez, no sé dónde has dejado tu cepi… ¿Eh?

—¿Cómo está la estrella de la noche? Ha sido un programa fantástico.

—¡Kasane-san! —su cara se iluminó por completo al verla y se acicaló lo más rápido que pudo para causar la mejor imagen—. ¿Qué hace aquí?

—¿Puedo pasar?

—¡Por favor! ¿En qué puedo ayudarte?

—Solo me pasaba a saludar.

 

Teto se adentró en el camerino y cerró la puerta sin dejar de esconder su brazo con el ramo de flores. Una vez en el interior pudo apreciar a Miku con ropa casual pero elegante. Las blusas y las faldas parecían haber colonizado su armario, pero no importaba porque le quedaban como un guante. La parte de arriba era una prenda ancha de azul claro con timidas rayas blancas, mientras que la de abajo era una falda plisada de color gris que caía desde su cintura. Unas botas altas negras acompañaban su lindo atuendo de moda lolita. La mujer de coletas con tirabuzón se quedó sin habla por lo bonita que se veía la joven. Tuvo que ser Miku la que interrumpió la escena con su curiosidad, asomándose para tratar de ver que ocultaba Teto.

 

—¿Eso es para mí?

—Sí no es inconveniente… —aclaró su garganta y mantuvo la compostura ofreciéndole el ramo. No podía mostrar ahora debilidad y perder su galantería.

—Kasane-san… No tenía por qué. Es usted un encanto… —sonrió con dulzura abrazando los lirios y tulipanes.

—Tú has hecho mucho más por mí.

—No es cierto… —contestó ojeando la etiqueta de las flores en busca de algún mensaje oculto sin éxito.

—Tenía una propuesta para ti.

—¿Qué es?

—¿Te apetece ir a cenar esta noche? Conozco un buen restaurante que tiene unos platos que quitan el habla. Yo invito. ¿Qué me dices?

—Jo, si fuera usted un hombre pensaría que está tratando de cortejarme —soltó inocente la bomba mientras abrazaba el ramo con nerviosismo.

—En ese caso, ¿estaría funcionando? —contraatacó Teto atrevida.

—Yo… Eso creo… —balbuceó Miku con la guardia baja—. A-aunque no hace falta que me invites.

—Yo creo que sí.

 

Efectivamente hacía falta que la invitase. Los precios eran tan intimidantes que Miku empezó a sudar leyendo la carta. Nada más entrar se apreciaba el alto caché propio de un restaurante de lujo. La luz tenue que iluminaba la sala era acogedora y los inmensos ventanales que mostraban la ciudad de noche la dejaban atontada. Teto sonrió satisfecha al ver la cara impresionada de su acompañante.

 

Al llegar los platos, Miku quedó ensimismada con la cantidad deliciosa de comida. Por otra parte, la pelirroja no perdía ojo de su plato principal, que no era la comida precisamente. Naturalmente, las risas y los flirteos no se hicieron esperar.

 

—¿Quieres probar? —señaló Teto con su tenedor a un cacho que acababa de cortar de su comida.

—¿De verdad? ¿No le importa?

—Es que como sigas haciéndole ojitos a mi plato voy a acabar poniéndome celosa —la acusó Teto alzando sus brazos dramáticamente para incriminarla aún más.

—¡Eh! ¡Oye! ¡Jaja!

 

Con una boba carcajada las mejillas de Miku se encendieron al momento. Rápido alcanzó la mano libre de Teto y se la tomó para ponerla sobre la mesa, pero sin soltarla. La pelirroja no perdió detalle del gesto. La reciprocidad de la actriz estaba clara, no eran imaginaciones suyas. Prácticamente podía ver como saltaban las chispas al hacer contacto sus manos. Teto optó por ser más atrevida y entrelazó sus dedos con los de Miku. No hubo objeción, como era esperado.

 

—Entonces, ¿quieres probar?

—Si no es molestia…

 

Teto cogió el trozo de bistec con su tenedor y lo llevó a la boca de Miku. La chica de coletas notaba como su cuerpo se tensaba por los nervios de la situación, pero no se opuso. Echó su pelo restante detrás de su oreja y atrapó la carne entre sus labios sin dejar de mirar a la empresaria con sus profundos ojos cian. El cuello de Teto sudó y en su pecho se despertó un intenso hormigueo. Sin darse cuenta su momento romántico se había vuelto más erótico de la cuenta. El pánico la hizo actuar más torpe. Mientras Miku alababa lo rica que estaba su comida, Teto agarró una servilleta y le limpió la cara fingiendo que estaba sucia. Al menos funcionó para callarla y que siguieran comiendo.

 

—Estómago lleno, Miku feliz.

—Jaja, eres adorable.

—Anda ya.

 

Tras acabar de comer, Miku se recostó sobre el cómodo asiento frotando su tripa para calmar la hinchazón del empacho. La mujer de traje la observaba con ternura mientras jugueteaba por los nervios con su tirabuzón rojizo.

 

—¿Trabajas mañana? —lanzó la pregunta después de darle varias vueltas en su cabeza.

—No. Hemos acabado de grabar la temporada así que la productora me ha concedido un descanso de unos días. No sé qué hacer en tanto tiempo libre. Hacía años que no tenía de eso —expresó llena de ilusión por sus tan ansiadas vacaciones.

—¿Podría robar un poco más de tu tiempo?

—¿Qué propone?

—Por lo pronto… Vamos a beber algo.

 

Las luces rosadas de la discoteca envolvían la sala repleta de gente. La música era ensordecedora, pero eso no detuvo a Miku para sacar a Teto a la pista de baile. Los vasos de sus cubatas permanecían ya vacíos sobre la barra del local. El alcohol se había convertido en el combustible que mantenía sus cuerpos danzando tras sus duras jornadas laborales. Los movimientos de la actriz eran despampanantes. Era uno con el ritmo de la música. Teto no perdió detalle de aquel espectáculo privado. Observaba con tal deseo a esa muñeca que sus manos se posaron solas en su delgada cintura.

 

Miku sentía como si los pesados grilletes que la ataban se hubieran esfumado. Quería más de esa sensación, de esa euforia, de esa libertad, y Miku sabía el lugar exacto dónde conseguirla. Desde que Kasane Teto había aparecido en su vida todo se había vuelto más fácil. Miku se agarró a su cuello de la camisa y no la soltó pese a los escasos centímetros en sus narices. No acababa de poner nombre a lo que Teto despertaba en ella, pero sabía que no quería separarse nunca. Sus manos resbalaron por su pecho hasta atrapar su corbata roja, de la cual dio un travieso tirón. Ahora con Teto agachada la diferencia de altura había quedado fuera de juego. Podía apreciar de cerca su sombra de ojos de color negro que contrastaban con esos tentadores labios pintados de rojo brillante que sonreían traviesos. El pensamiento inocente de hacer una tontería en ese momento la ruborizó completamente. Teto estaba igual. Quería lanzarse ahí mismo, pero muy a su pesar tuvo que ser la que echase el freno. Estaban en medio de la discoteca y no se sentía del todo segura besando a otra mujer en un espacio público que no fuera un pub de lesbianas.

 

La noche de aquellas mujeres también llegó a su fin. Ni el cansancio detenían las vueltas que daban. Tuvo que ser la discoteca, que había encendido las luces y apagado la música, dando a entender que era hora del cierre. Los únicos pasos que quedaban ahora eran en dirección al Lamborghini de Teto. Miku daba saltos en el aire emocionada, mientras que el andar de Teto era más calmado agarrando sus manos detrás de la espalda.

 

—No sé cómo lo haces, pero contigo el tiempo siempre vuela… Jo, me lo estaba pasando tan bien… ¡No me quiero ir nunca!

—Fíjate qué casualidad. A mí me pasa justamente lo mismo, estrellita.

 

Miku tuvo que detener sus brincos al ser sonrojada por el apodo. Se colocó al lado de Teto hasta llegar al fin al coche. La pelirroja rebuscó en su bolsillo sus llaves, pero cuando las agarró no las sacó. Había ganado el tiempo suficiente, pero si no lo decía ahora, sería demasiado tarde.

 

—Se me ocurre cómo alargar la noche un poco más.

—¿Mm? ¿Cómo? —se giró Miku sorprendida hacia Teto por el nuevo plan que estaba a punto de soltar.

—Un hotel. ¿Te apetece?

—S-sí… Me encantaría.

 

***

 

—Dúchate primero, si quieres.

—Vale, ¡pero no te duermas!

—Tranquila. Da por seguro que no lo haré.

 

El corazón de Teto latía desenfrenado. Esta noche era la noche. Iba a lanzarse. Todo iba muy bien, no podía fallar. Mientras Miku se duchaba, Teto dejó su americana sobre la silla del hotel, aflojó su corbata y la posó encima. Se sentó sobre los pies de la cama y apoyó sus codos sobre las rodillas. Su respiración estaba inquieta y sus latidos del corazón, acelerados. Estaba nerviosa. Teto aguardaba en silencio, solo escuchando el agua caer en la habitación contigua. Desabrochó los botones del cuello y soltó una larga bocanada de aire. Le apetecía un pitillo, pero no quería arruinar la estancia con el olor. Podía notar el sudor deslizándose por su nuca y en la espalda bajo la camisa. Teto estaba cachonda. Había llegado tan lejos. No había vuelta atrás. Miku prácticamente había dado luz verde aceptando este descabellado plan.

 

“Las dos somos mujeres. Sí, ¿y qué?

No somos idiotas”.

 

Fue la puerta del baño lo que interrumpió los pensamientos de Teto. Miku se había asomado con su característica sonrisa de oreja a oreja para invitar a Teto a pasar. ¿En qué momento la había empezado a tutear?

 

—¡Ya está libre el baño, por si te quieres duchar!

—Gracias.

 

No iba a usar el baño. El cuerpo de Teto solo tenía una meta y se lanzó dispuesta a cumplirla. Miku llevaba un simple albornoz cubriendo su piel desnuda. Estaba frente al espejo secando su pelo con la toalla. Ante el panorama, Teto no pensó, actúo. Envolvió la cinturita que tanto le gustaba de Miku con sus manos y acercó su cuerpo con el suyo. Sin permiso, posó sus labios sobre la piel de su cuello, liberando un tierno y fugaz gemido de la joven actriz.

 

—Kasane-san…

—Llámame Teto.

 

El susurro en su oído causó una descarga que recorrió de inmediato cada centímetro de Miku. La peliazul ladeó su cabeza buscando explicaciones que no encontraría, topándose por sorpresa con la boca de Teto. La tensión dentro de Miku fue bajando a medida que se rendía ante aquel beso apasionado. La mano de la mujer trajeada se adentró por el hueco del albornoz hasta alcanzar el pecho de Miku. Pese a estar su boca ocupada, la peliazul pudo dar un pequeño grito de sorpresa, pero no la apartó.

 

Cuando tuvo oportunidad, cortó el beso y se dio la vuelta completamente para ver cara a cara a Teto. La espalda de Miku estaba inclinada contra la pileta de baño. Sus pómulos estaban completamente colorados y su respiración, agitada. A Teto le gustaba verla así. Con ternura acarició su mejilla con sus nudillos para relajarla.

 

—¿Vamos a la cama?

—S-sí…

 

Teto ofreció galante su mano para que Miku la tomase. La misma mano que hace unos segundos estuvo sobando su seno. La peliazul no sabía qué ocurría exactamente dentro o fuera de ella, pero sabía que quería seguir. Tomó la mano de aquella empresaria que desde hace tiempo despertaba curiosidad en ella y se dejó guiar hacia algo completamente nuevo.

 

—Bonita…

 

Eso era. Esa era la palabra que había estado buscando hace un tiempo. Sabía que solo se estaba engañando a sí misma, pero la verdad era que sentía atracción por Teto, por otra mujer.

 

—Hermosa…

 

Los besos llovieron por todo su cuerpo alternados por los continuos halagos de Teto. Miku gemía al sentir como sus labios presionaban cada parte de sus carnes, al sentir como se bañaba en sus arrumacos sobre la cama.

 

—Preciosa…

 

En algún momento su albornoz se había abierto y la ropa de Teto había acabado perdida por el suelo. Los tirabuzones de Teto caían ahora sueltos sobre sus hombros. En cambio el pelo de Miku se revolvía húmedo sobre las sábanas. La actriz estaba algo asustada. Nunca había hecho algo parecido y sentía que no podría soportarlo más si Teto continuaba con aquellos besos.

 

—My cute little toy…

 

Los continuos susurros la enloquecían. Miku amaba que Teto la envolviera. No quería que se alejase ni un instante. Clavó las uñas en su espalda, pero la mujer no se quejó. Sus pezones se frotaban unos con otros, generando inmenso calor y placer en sus pechos. El brazo de la pelirroja reptó entre las piernas de Miku y se abrió paso hasta su vagina, la cual empezó a toquetear gustosamente.

 

—Teto…

—Miku…

 

La excitación en Miku crecía sin freno. La sensación de los dedos de Teto jugando con su clítoris era divina. Sus cálidas yemas lo atrapaban, lo apretaban y lo frotaban con mimo. El jugueteo empapó bien su mano con sus jugos. Miku nublada por el placer aprisionó a Teto rodeándola con sus piernas.

 

Teto sonreía divertida mientras le proporcionaba repetidos besos en el cuello. Sus dedos descendieron un poco más y se abrieron paso hasta el interior de la vagina de Miku. La espalda de la peliazul se tensó de golpe al notar como dos de ellos se deslizaban dentro de ella. Si bien era estrecho, los fluidos actuaban como lubricante para permitir el paso sin gran dificultad. Sus paredes se contraían tratando de atrapar el placer que originaban aquellos dedos. Las repetidas embestidas de Teto despertaron sus altos gemidos. Miku estaba en éxtasis y Teto no perdía ni un detalle. Amaba las expresiones faciales de Miku, ya fuera cuando mordía su labio inferior o abría su boquita para liberar más de sus gloriosos gemidos. Tampoco pasaba por alto como sus pechos rebotaban disimuladamente, o como se balanceaba la carne de sus muslos. Verla así ponía a Teto muy cachonda y hacía que el ritmo de su brazo, en contra del cansancio, acelerase cada vez más.

 

Miku se desilusionó cuando Teto retiró los dedos dentro de ella. Pese a la vergüenza que le producía, estaba muy cerca del orgasmo. Teto se separó de ella y se sentó. Miku frunció el ceño, preocupada de haber hecho algo malo que hubiese incomodado a Teto. Quería su tacto de nuevo y pronto lo obtuvo. Teto acarició su mano con mimo y besó con ternura sus rodillas. Tomó sus piernas con suavidad y como si se tratasen de las tapas de un libro las abrió. Posicionó su cuerpo encima del de Miku y unió su sexo con el suyo.

 

El contacto se sintió divino, como dos piezas encajando a la perfección. Teto empezó lentamente el vaivén de las caderas, a medida que soportaba el intenso placer que estaba sintiendo. En seguida el calor se apoderó de sus cuerpos, aumentando con cada embestida. Sus gemidos se peleaban unos con otros por ser los más altos de la sala. Hipnotizada al verlos tan cerca, Miku pasó sus manos por los pequeños pechos de Teto. El contacto agradó mucho a la pelirroja, agradeciéndolo con movimientos de cadera más lentos, pero fuertes.

 

Miku sentía que podría venirse en cualquier momento, pero de lejos era la única. Si bien Teto se había encargado de llenar de placer a su compañera, hacerlo la tenía casi igual de excitada. El compás final de aquel baile frenético lo marcaron las primeras contracciones de sus genitales, que desencadenaron en puro éxtasis por el tan ansiado orgasmo. Prácticamente había sido a la vez. La primera en venirse hizo inmediatamente correrse a la otra.

 

La mujer de cabello rizado separó sus sexos y cayó derrotada a la vera de su compañera. Le sudaba todo el cuerpo y a Miku también. Necesitaba coger aire y tomar un poco de agua, pero el agotamiento físico y el sueño no la hacían responder. La más joven no tuvo un desenlace muy diferente, pero permaneció mirando el techo, como si aún asimilase las sensaciones que todavía generaba su cuerpo. Había hecho el amor por primera vez, y pese a no ser con un chico como siempre lo había imaginado, había sido incluso mejor. 

 

Una mano entró en contacto con su mejilla. Teto acariciaba a Miku con su nudillo con cariño. Miku le contestó con una sonrisa y se giró hacia Teto, quien la envolvió en un abrazo lleno de amor. Poco después la pelirroja se levantó para ir al baño. Al volver trajo dos vasos de agua y una toalla. También puso el aire acondicionado para secar más rápido su sudor. Miku no se lo pensó y tomó la toalla, pues necesitaba limpiar su coño encharcado de la mezcla de fluidos. Después de beber, ambas mujeres se acomodaron en el colchón pegadas una a la otra.

 

—¿Sabes que te amo? —susurró la mayor con ternura sin dejar de acariciar a su bonita muñeca.

—Y yo —respondió escapándose de su boca una risa jovial.

—Duerme bien, hermosa.

—Tú también, bonita.

 

Sus párpados se cerraron para dar lugar al tan ansiado descanso. El sol mañanero acechaba con asomarse desde la línea del horizonte, pero las cortinas cobertoras las protegerían de sus rayos. Adormilados besos se posaban sobre sus caras, luchando el cariño contra el sueño. Con torpeza correspondían sus mimos hasta lentamente quedarse dormida una junto a la otra.

 

Un par de horas más tarde, la alarma de las 10 am sonó en el teléfono del trabajo de Teto. Algo mareada lo tomó y desactivó aquel sonido del infierno. Miku, aún desnuda entre las sábanas, se había estremecido ante el dichoso ruido, pero volvió a acurrucarse y cerrar los ojos. Era normal, solo había dormido tres horas, con suerte cuatro. Teto acarició su largo y suave pelo cian antes de levantarse. Buscó su ropa arrugada por el suelo y se la puso. Solo se había salvado su corbata y americana. No se molestó en arreglar su pelo, no llegaría a tiempo a trabajar si lo hiciera.

 

Al acabar de coger sus cosas, abrió automáticamente su cartera y empezó a contar los billetes que iba a sacar. De pronto se detuvo y frunció el ceño. Era cierto, no tenía que pagar a Miku. Teto se sintió tonta por el pequeño lapsus, pero sonrió. Estaba feliz de haber sido correspondida por fin. Se quedó mirando con ternura a Miku hasta darse por satisfecha. Ya fantaseaba con verla de nuevo hoy. Quería formalizar su relación, no dar cabida a error. Estaba muy enamorada, quería que todo fuera bien. Escribió una nota y junto a 100€ los dejó en su mesilla. Agarró su bolso y, en silencio, abandonó la habitación.

 

“Buenos días, querida mía. Lamento no haber podido levantarme a tu lado. He tenido que irme a trabajar, pero me encantaría si nos pudiéramos volver a ver más tarde, si te parece bien. Te he dejado dinero para el desayuno y el taxi. Date un capricho, corazón.

Te amo,

Teto.”

Notes:

He de decir que dude mucho en si subir este fic o no. My Toy Teto y Static Miku tuvieron recientemente ships muy populares asi que me la jugué a lo loco con este AU. Muchas gracias por leer hasta aquí, espero que lo hayais disfrutado y espero poder leer vuestros bonitos comentarios. Nos vemos en el proximo fic ♡