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Se iban a cumplir once días de la última vez que Sasuke suplicó un momento para explicarse. No hubo llamadas, no hubo apariciones repentinas en su casa, tampoco lo buscó en el gimnasio donde entrenaba con Jiraiya. Sasuke le había dado lo que pidió; tiempo.
No podía quejarse, el tiempo fue necesario para poder ordenar sus pensamientos y entendió que Sasuke si merecía una oportunidad para explicarse. Fueron amigos por años y sería muy tonto romper aquellos hermosos días por una mujer que siempre supo que lo odiaba. Debía saber la historia de ambos lados y luego tomar una decisión, aunque eso no lo libraría del rechazo que continuaría.
No era lo suficientemente tonto para no entender que luego de su declaración los gestos de Sasuke ante su confesión eran claros y faciles de entender. Él no sabía sobre sus sentimientos y no pensaba en él de esa forma.
Era su amigo y solo eso.
Las luces coloridas lo cegaron por unos segundos al beber por completo la cerveza que Kiba le había servido. El ruido de la música retumbó en sus oídos quitando todo rastro de incertidumbre y temores que le causaba pensar en Sasuke.
—Jiraiya otra vez pateó mi trasero —Lee ejército su hombro derecho, adolorido—. No tuvo piedad.
—Debes dejar de desafiarlo cada vez que tienes oportunidad —alegó Neji, quien miraba más allá de la pista de baile—. Te terminarás lesionando.
—No es de él de quien deberías preocuparte —murmuró Kiba que a pesar del ruido de la música, todos lograron escuchar.
Iba por el quinto vaso de cerveza y en modo de rebeldía ante la mirada de todos tomó el sexto de la bandeja que traía su amigo.
—Te dejaré una muy buena propina.
—Más te vale —rugió Kiba.
—¿Todavía no hablas con Sasuke? —preguntó Lee.
Negó sin querer dar mucho detalle, aunque ellos conocieron la situación desde el principio, al menos Shikamaru.
—Deberías llamarlo —dijo Neji como si nada, provocándolo con la mirada—, y acabar con todo esto lo antes posible.
—Déjalo, está molesto porque Tenten no le hizo caso —argumentó Lee, celoso.
Neji no dijo nada más.
—¿Y no has pensado en, no lo sé, tal vez buscar otro alfa?
La mano le tembló al escuchar la propuesta de Kiba.
—No creo que pueda —respondió con sinceridad. ¿Cómo podría fijarse en otro alfa que no fuera él? Y si fuera capaz de hacerlo, ¿existiría alguien que lo mirara como Sasuke lo hacía?
—Tu belleza siempre fue opacada por la de Sasuke —comentó Shikamaru adivinando sus pensamientos—. Naruto, tienes el poder de hacer caer a todos los alfas con solo una mirada, pero no lo sabes porque siempre estuviste pendiente de él.
Al notar la afirmación de los presentes incluso la de Neji, lo hizo pensar unos minutos mientras continuaba divirtiéndose junto a ellos.
¿Qué tan reales eran las palabras de Shikamaru? Era cierto que los omegas poseían de una belleza única y delicada, pero para él aquel molde no servía, ya que la musculatura que desarrolló al entrenar lo hizo ver como un beta, un alfa para algunos. No tenía nada de la delicadeza que describen a los omegas, o eso pensó.
Al levantar la mirada del octavo vaso de cerveza se encontró con cuatro miradas diferentes, uno de ellos parecía ser un alfa dispuesto a acercarse para hablar, los otros seguramente betas lo miraban de forma descarada cada que cambiaba de posición en el sofá donde se encontraba a gusto.
Shikamaru siempre le dijo el poder que tenía sobre otros, pero jamás lo creyó, o no le importó al estar observando a Sasuke. Tal vez era tiempo de poner a prueba las verdades que ahora comenzaba a creer.
Se puso de pie y avanzó a la pista de baile ante la sorpresa de sus amigos, bailó entre la multitud emborrachada y se dejó llevar al ritmo suave y apasionado de la música. No pasaron ni diez segundos cuando alguien apareció, un hombre sin feromonas tomándolo de la cintura coordinándolos con sus movimientos.
A medida que avanzaba el baile, se fue alejando sin querer perder el tiempo con alguien que no sería capaz de hacerlo perder la razón. Necesitaba un alfa, deseaba sentir otras feromonas que lo hicieran olvidar las de Sasuke.
Sabía que una vez se juntaran él lo rechazaría, sabía que su amistad cambiaría luego de que le diera la oportunidad de explicar los dichos de Sakura. Todo cambiaría y deseaba ralentizar el tiempo para que ese momento no llegara.
Una vida donde no lograba ver a Sasuke los fines de semana, o hablar con él todos los días sería una tortura que creía no aguantaría.
Un segundo se acercó, el alfa, más alto y de cabello largo. Le tomó las manos para cerrarlas alrededor de su cintura y balancearse al ritmo lento de la música. Con una personalidad que no conocía se acercó sin temores y posó la nariz en el cuello del desconocido para olerlo, embriagarse de aquella fragancia que alteró cada nervio de su parte omega.
Las enormes manos del desconocido con dedos largos y finos lo acariciaron de un modo suave que lo llevó a un pensamiento lujurioso y nublado. Acercó los labios a su mejilla y le dio un dudoso beso, pensando tal vez que no le seguiría la corriente —estaba equivocado—. El hombre unió sus bocas para abastecerse de sus feromonas que no sabía que había comenzado a liberar a voluntad propia.
El beso fue fugaz y delicado, esperando a ser correspondido.
Un pensamiento momentáneo pasó por su mente cuando sintió la lengua del hombre contra la suya; esperaba que Sasuke besara así de bien.