Chapter Text
¿Por qué los trabajos honestos eran los menos remunerados?
Suguru no lo entendía, hacia todo bien. Se levantaba temprano, iba a trabajar a su oficina, cumplía con su horario, ayudaba a gente mayor a cruzar la calle de regreso a su casa... ¿Y cómo le pagaba la vida?
Con exactamente 2000 yenes en su cuenta bancaria, un cartón de leche vacío y caducado en su refrigerador y una enorme deuda para pagar.
Claro, también con la amenaza de desalojo de su apartamento de mala muerte si no pagaba lo que debía ese mes.
—Estás loco —Shoko le dijo sin titubear cuando escuchó el plan de su amigo.
—No estoy loco —Suguru le corrigió, aún leyendo el artículo— tengo hambre.
Su amiga negó con la cabeza, sacando otro cigarrillo de su chaqueta y encendiendo este, lanzando el humo por la ventana.
—Igual que la mitad de Japón. Y no por eso se convierten en cazafortunas.
—Porque no pueden —Suguru le aseguró— yo, en cambio, tengo el atractivo para lograrlo.
La castaña giró la cabeza hacia él, soltando un suspiro.
—¿Estás seguro?
—Lo estoy.
Shoko asintió, soltando un poco más de humo.
—Bueno —la beta dijo al fin— ¿Quién es la presa?
—Ay, no le digas así —Suguru la regañó— no es una presa.
—Claro —Shoko murmuró, sarcástica— ¿Qué es entonces?
—¿Una inversión?
—Eso suena peor.
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Shoko tuvo que prestarle un poco más de dinero para lograr completar su plan, pero eso solo logró que Suguru confirmará que quería seguir con ese plan.
—¿Cómo es que esto es tan difícil? —se quejó Shoko, volviendo a reproducir el vídeo.
Suguru levantó los hombros, sintiendo un alivio instantáneo cuando Shoko le quitó la corbata, que le había estado impidiendo una correcta respiración.
Llevaba un traje de diseñador que estuvo tentado a robar, su cabello bien peinado, sin ser solamente un moño torpe y ahora, junto a Shoko, luchaban por colocar la corbata.
Pero valió la pena cuando vieron el resultado.
—Vaya, Geto —Shoko dijo, poniendo una mano en su hombro— sí pareces alguien millonario.
Suguru sonrió, asintiendo mientras se acomodaba un poco más el traje.
—Solo espero que funcione.
—¿En qué va a llegar?
—Caminando, ¿De qué otra forma si no?
—Bueno, eso te restará puntos —la beta dijo— di que estás tratando de ser gentil con el medio ambiente o algo así, les gusta eso.
Suguru asintió, debía recordar eso.
—Nos vemos —Shoko le dijo— mucha suerte en encontrar quién te dé de comer.
Suguru rodó los ojos, pero asintió, saliendo del complejo de apartamentos para caminar hacia su nuevo destino.
Investigo mucho esto. No lo podía arruinar.
Una gala de modas para la beneficencia, no tendría seguridad fuera ya que era entrada libre.
Y asistiría él.
Era su mejor, no, su única oportunidad.
"Recuerda, sonríe, pero no muestres los dientes, saluda solo a quién te hablé, presume, pero no mucho, no queremos gente en tu apartamento porque insistieron en seguirte" Suguru recordaba las palabras de su amiga, porque enserio las necesitaría.
Su cuerpo se quedó quieto cuándo llegó al evento, las luces neón se lograban ver desde la salida, el olor a perfumes caros llegaba a su nariz y podía sentir cómo estás completamente fuera de su zona de confort.
—Tienes hambre —Suguru se recordó a si mismo en un susurró, obligando a sus piernas a caminar— debes hacer esto.
Y vaya que sí estaba lejos de lo que conocía.
El escenario brillaba con luces led seguramente más caras que su apartamento, los sonidos de tacones llegaron a sus oídos, los deslumbrantes flash de cámara lo cegaron por un momento y distintos olores llegaron tan rápido que se sintió mareado.
"Así es, Suguru, tu honestidad es lo que te hace una buena persona" el recuerdo de su madre llegó a su cabeza de golpe, haciéndolo retroceder algunos pasos.
¿Qué estaba haciendo ahí? ¿Por qué no podía solo conseguir otro trabajo? ¿Dejar de quejarse y agradecer lo que tenía?
El evento estaba repleto de omegas, betas y alfas, todos eran políticos, empresarios, celebridades o gente influyente.
¿Él qué era? ¿Alguien que debería estar ahí? Claramente no.
—¿Champán? —la voz del camarero llegó a sus oídos, haciéndolo girar la cabeza.
Y fue cuando lo vio.
Allí, en una de más esquinas, mirando casi con aburrimiento el espectáculo y sonriendo cada vez que la cámara se posaba en él.
Satoru Gojo.
—¿Señor? —Suguru finalmente tomó una de las copas, el alcohol le daría valor.
—Gracias —agradeció débilmente, aún observándolo.
Omega. Modelo en sus tiempos libres, empresario de profesión. Un bombón andante. Millonario.
Vestía un traje blanco, ceñido a su cuerpo y que dejaba ver la mitad de su espalda, una delgada cadena dorada adornando su piel blanca.
Su cabello estaba desordenado, pero no de una manera exagerada, sino de una que incluso parecía planeada, unas gafas negras impedían que pudiera ver sus ojos.
Reía como si con eso pudiera conquistar al mundo cuando alguien le susurraba algo.
"El omega bañado en oro blanco" lo había nombrado Shoko cuando lo investigaron.
Era un año mayor que él y aún así Suguru se sintió como un adolescente, incluso tan lejos, ¿De qué le iba a hablar?
No sabía nada de política, a penas y sabía lo básico en moda... Iba a hacer el ridículo.
Tomó la champán de golpe y a medida que se acercaba a Satoru tomó otras cuatro copas.
Se alisó la chaqueta, suspirando y se sentó en el asiento vacío detrás del albino. Ahora podía ver cómo la cadena dorada adornaba su espalda.
Eso solo lo puso más nervioso, ¿Cómo pedía más chamán? ¿Levantaba la mano?
Estaba por hablar, pero su boca solamente se quedó abierta, sin que ninguna palabra saliera de ella. ¿Qué era lo que había practicado?
"A los omegas les gusta la seguridad" Shoko le había dicho.
¡Pero no estaba mostrando seguridad alguna!
Suspiró un momento, recordando el guión que había practicado, además del libro de etiqueta que había pasado la noche leyendo.
Pero Gojo fue más rápido, se dio media vuelta en la silla, la cadena chocando contra su espalda antes de que una sonrisa deslumbrara a Suguru.
—¿Tu y yo nos conocemos o solo me miras fijamente por qué soy irresistible? —Satoru le preguntó sin rodeos, bajando con suavidad sus gafas por su nariz para ver a Suguru.
El azul era inclusive más preciosos que el mismo cielo, ¿Cómo podía ser posible?
Abrió la boca una vez más, listo para comenzar su engaño.
"Tu honestidad es lo que te hace una buena persona".
—Investigue todo de ti en internet y pensé que, tú, al ser un omega millonario y yo, un alfa pobre que ya no tiene ni para comer mañana, podría conquistarte para poder sobrevivir.
¡Maldita sea!
Las gafas de Satoru se resbalaron de su nariz, quedando apenas y colgadas en su dedo, sus ojos muy abiertos, su boca en una nueva antes de que estallara en carcajadas, riendo tan fuerte que algunas personas cercanas voltearon a verlo. Tomando fotos también.
Satoru ni siquiera se inmutó, riendo libremente, sosteniendo su estómago luego de que la risa se hizo tanta que no logró soportar correctamente.
—¡Vaya! —dijo Satoru, llevando su mano a su cara y limpiando las lágrimas de diversión que habían salido de sus ojos— Eres muy divertido. ¿Tienes nombre o debería pagarte para saberlo?
—Geto —contestó, negando con la cabeza.
No podía creer la estupidez que acababa de comete.
—Dije nombre, no apellido.
—Suguru.
Satoru asintió, reclinando la silla para acercarse más, hablando en un susurró cómplice.
—¿Y cuál es el plan, Suguru? ¿Me enamoras, te casas conmigo, y luego desapareces con mi jet privado con la mitad de mi fortuna y mi casa en el extranjero?
Suguru negó con la cabeza repetidas veces apenas escuchó eso.
—¡No! ¡Yo nunca...!
Satoru sonrió, poniendo su dedo contra los labios de Suguru para callarlo.
—No te pongas tan nervioso. Solo dime qué planeabas.
—Yo... —Suguru suspiró, ya no había vuelta atrás.
Si lograba darle pena, tal vez y le pagaba un taxi de regreso.
—Yo no planeaba romperte el corazón... Yo solo necesito dinero, soy una buena compañía. No ronco, cocino bien, me gusta pensar que soy divertido.
—Lo eres.
Suguru asintió, respirando hondo.
—Solo quisiera llegar a fin de mes sin tener que escoger que servicio básico necesito más otro.
Satoru lo miro fijamente, por tantos segundos que Suguru se sintió algo incómodo, removiéndose en la silla.
—Claro que no tienes que aceptar.
—No, no, no, ¿Sabes qué, Suguru? Acepto. Me aburro rápido, y tú pareces divertido.
Suguru parpadeó, sin poder creer lo que escuchaba.
—¿En serio?
—Por supuesto, ¿Por qué no querría a un alfa guapo que me acompañe a todos los eventos y qué se la pasé escuchándome hablar sobre mí mismo?
Suguru asintió débilmente, sonriendo cómo una sonrisa crecía en sus labios, apresurándose a estrechar la mano que el contrario le entendía.
—Grac...
Suguru no pudo terminar de hablar cuando el rostro de Satoru se inclinó más cerca, dejando atrás todo espacio personal y casi rozando sus labios.
—Pero si terminas enamorando, no es mi culpa.