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Las 5 veces que Max intentó declararle su amor a Checo y falló...y 1 vez que no

Summary:

Para Checo el estado de confusión es su residencia permanente, es muy malo para las indirectas y es mucho peor para captar las señales muy directas de cierto rubio holandes.

Y es que desde que un Max adolescente se enamorara de cierto pecoso, Max decidió no dejar de intenarlo porque él no conoce la derrota...aunque ya no sepa como captar la atención de su compañero, estas son las 5 veces que Max intentó declararle su amor a Checo y falló...y una vez que tuvo exito.

Este fanfic ya esta publicado también en Wattpad (autor: puckyblack).

Chapter 1: 14 años: Gasolinera

Chapter Text

Max vio un espacio, era arriesgado, estaba fuera de linea, pero era un espacio ¿no había sido Senna el que dijo que si un piloto veía un espacio y no iba por él entonces no era piloto? Entonces ¿quién era Max para contradecir a Senna? Él era un piloto, esta bien, tal vez no era uno de Formula 1, de hecho estaba todavía en karts, pero aplicaba igual ¿no?

 

Fue por el espacio. Pero ese espacio dejo de ser espacio cuando fue por él.

 

Inevitablemente tocó los limites de pista, esto lo hizo descontrolar, salió hacia la grava y tardó en recuperar la carrera.

 

Ese día no llegó al podio. Tal vez Senna no se refería a todos los espacios.

 

Sin quitarse el casco, y decepcionado, observó a lo lejos cómo Gasly alzaba el premio del primer lugar. Sintió como sus manos se cerraban en puño, respiró hondo y justo cuando se iba a acercar para “felicitar” al ganador sintió una mano enterrándole los dedos en su hombro.

 

Se volteó enojado y listo para pelear con el dueño de ese agarre pero se quedó congelado al quedar cara a cara con su padre.

 

Sintió que les corazón se le cayó hasta los pies, los puños que había formado en sus manos se soltaron y sus dedos empezaron con un ligero temblor.

 

Los ojos furiosos de su padre no eran una novedad, eran más una costumbre pero aún así seguían helandole hasta los huesos del miedo.

 

—¿Qué diablos fue eso?— preguntó su padre entre dientes, el sonido de su voz era casi imperceptible para cualquiera que no estuviera a centímetros de distancia, por desgracia Max lo escuchó fuerte y claro.

 

—Eh-eh…e-el es-espacio, el espacio estaba ahí, y-yo p-pensé…—

 

—“Yo pensé, yo pensé” ¡pensaste una mierda Emilian!— su padre movió su mano de su hombro a su brazo, jalándolo agresivamente y todavía hablándole de cerca, cada una de sus palabras taladrando al chico de 14 años. —¿porqué no puedes seguir indicaciones? ¿Eres retrasado? ¿O simplemente eres un perdedor? ¡Responde!—

 

—Y-yo, lo s-siento pa…— habían llegado al estacionamiento, Max ni siquiera se dio cuenta si la gente los vio o no, su mente bloqueaba todo menos la voz venenosa del mayor y justo cuando estaba disculpándose su padre lo empujó contra la furgoneta, Max tuvo que poner las manos para evitar golpearse de lleno la cara contra la ventana del pasajero

 

—¿Lo sientes? ¿LO SIENTES?— su padre, abrió su puerta del lado del conductor —¡entra a la maldita camioneta y no me hagas perder el tiempo!— Jos gritó mientras él mismo subía a su asiento y arrancaba el motor del vehículo.

 

Max pudo sentir sus ojos picándole con el indicio de la formación de lagrimas, vio fugazmente su reflejo en el vidrio y se encontró con una cara patética: sus mejillas y su nariz visiblemente rojas, sus ojos brillosos, su expresión de total derrota. Suspiró y abrió la puerta, subiendo a la camioneta junto a su padre.

 

El camino fue en absoluto silencio, Max intentaba no mover ni un músculo, no voltear a ningún lado y mantener su vista al frente, estaba tenso y nervioso. Esperaba que si no se moviera su padre pudiera olvidarse de él al menos hasta que llegaran a casa.

 

Sin embargo sus plegarias no fueron escuchadas.

 

Un auto enfrente de ellos se detuvo al ponerse el semáforo en amarillo, esto ocasionó que Jos casi chocara con él, frenando abruptamente y quedando solo a centímetros de una colisión.

 

—¡QUÉ LE PASA A ESTE IDIOTA!— gritó golpeando el volante —lento de mierda ¡Alcanzabas a pasar con la luz amarilla!— siguió gritando como si el conductor de ese carro pudiera oírlo

 

—¡Y TÚ! Otro lento de mierda— Max tembló, se sintió patético al temblar con solo una frase de su padre —¿qué pensabas? En serio, ¿qué pasaba por tú estúpida cabeza?

 

Max no respondió, sabía que no importaba lo que dijera, una palabra suya solo empeoraría las cosas.

 

El semáforo se puso en verde, su padre siguió gritando, Max tenía la cabeza gacha, tratando de hacerse lo más pequeño posible…algo que no le funcionaba mucho ya que a sus 14 años ya era muy alto, un poco desproporcionado y él sentía que era medio torpe con sus extremidades, realmente el único lugar donde se sentía a gusto consigo mismo era sobre su kart y el peor lugar para él era justo en ese momento a lado de su padre.

 

—¿No escuchas? ¡¿O acaso aparte de retardado estas también jodidamente sordo?!— Max sintió una lagrima caer sobre su mejilla —¡no te atrevas a empezar tus escenas de lástima! ¿Vas a llorar ahora? ¿Crees que llorar te quitará lo perdedor?

 

Más lagrimas cayeron sin que el chico pudiera detenerlas, su nariz congestionándose rápidamente. Esto solo hizo enojar aún más a su padre.

 

Max sintió como la camioneta frenaba de golpe.

 

—¿Sabes qué? Ya estoy harto— Jos apagó el motor y salió de la camioneta, Max hasta ese momento se dio cuenta de sus alrededores, estaban en una gasolinera.

 

Volteó a ver a dónde había ido su padre y justo en ese momento su puerta se abrió, era su padre agarrando su brazo y sacándolo del auto, el cinturón de seguridad que traía puesto se desabrochó de la fuerza con la que lo jaló.

 

—¿Quieres ser lento? ¿Quieres llegar en último lugar? ¿Eso es lo que quieres?— Max estaba afuera, casi cae al piso de la sorpresa y de la fuerza con la que fue sacado. —¡pues eso tendrás! vuelva a casa caminando— dijo su padre mientras regresaba a su lugar al volante

 

—E-espera ¡¿QUÉ?!— Max gritó confundido, seguramente estaba bromeando ¿verdad? Su padre no lo dejaría aquí. En una gasolinera en medio de la carretera, habían pasado el pueblo en donde fue la carrera, esta gasolinera era básicamente lo único que había alrededor.

 

—¿Qué? ¿Ahora si escuchas perdedor?— Jos arrancó la camioneta, Max se quedó perplejo por unos segundos cuando volvió en sí y empezó a correr detrás, tratándolo de alcanzarlo “se iba a detener ¿verdad? Esto solo era una prueba, se iba a detener ¿no?”

 

No se detuvo.

 

Sudoroso, llorando y agitado con su pecho subiendo y bajando por el ejercicio, Max se quedó parado viendo como la camioneta se hacía más pequeña a lo lejos.

 

¿Y ahora qué?

 

—————

 

Era su primer temporada en la F1, había empezado genial pero terminaron descalificando su auto de Sauber, bueno, al menos eso no fue su culpa. Aún así pudo obtener puntos y quedar por delante de su compañero en carreras posteriores…pero luego tenía que llegar Mónaco.

 

Mónaco y su necedad por ir más rápido. Estúpido e irresponsable. Eso es lo que fue, si tan solo no hubiera acelerado en esa curva no habría despertado en el hospital después de caer inconsciente por el madrazo que se dio.

 

Sergio Perez soltó un suspiro, definitivamente aquél no había sido su día y el de hoy tampoco. Después de Mónaco tuvo que ausentarse por la contusión, regreso y mintió al decir que se sentía mejor pero la verdad es que todavía tenía momentos donde se sentía mareado.

 

¡Pero en Inglaterra todo fue bien! Quedo séptimo, su mejor posición hasta ahora…hasta ahora que tuvo que abandonar en Bélgica por la estúpida suspensión del auto, parecía que por cada de cal le daban 1 de arena…¿o cómo era ese dicho?

 

Eh, no importaba, estaba decepcionado. Decepcionado consigo mismo todavía por el choque de Mónaco y decepcionado con su monoplaza por lo de hoy. ¿Y qué hacía cuando estaba decepcionado? Manejaba con RBD a todo volumen.

 

Había rentado un auto para ese fin de semana, no era uno lujoso ni nada por el estilo, lo único que importaba es que tuviera un estéreo para poder escuchar su música.

 

Un pitido en la consola le avisó que se estaba quedando sin gasolina “¡pendejo! Olvidé llenarlo ayer” se preocupó un poco, no se veía ni una gasolinera al rededor. Subió un poco la velocidad y bajo el volumen del estéreo, como si eso fuera ayudar a que apareciera una gasolinera.

 

Después de unos 20 min pareció que sus plegarias fueron escuchadas, ¡una gasolinera!

 

Y claro, como es una de cal por cada de arena, el carro se fue deteniendo haciendo un sonido de apagarse lentamente quedando a unos escasos 100 metros del establecimiento del preciado combustible.

 

Sergio dio un cabezazo frustrado al volante haciendo sonar el claxon.

 

Salió del auto (alcanzó a orillarlo con los últimos alientos del motor), fue a la cajuela por el bidón de gasolina y se puso a caminar…no dio ni apenas unos cuantos pasos cuando vio enfrente de él a unos 5 metros otra figura cabizbaja caminando hacia la misma dirección.

 

——————

 

Max no le quedó de otra que regresar al establecimiento, después de todo era lo único que había en la periferia. No sabía que iba a hacer, su padre no le dejo su celular ni dinero, no traía nada más que lo que traía puesto y lo que traía puesto era solamente su traje de karting. Se sentía ridículo. Un adolescente vestido como piloto pero sin nada que pilotear, arrastrando los pies por la carretera, “menuda imagen patética”.

Estaba sumido en su autodesprecio hasta que escucho un sonido detrás de él.

 

—¡Chssst, Chssst! ¡Hey Tú! I mean, ¡you!— una voz masculina cargada de un acento que no podía identificar lo llamaba.

 

Max rodó los ojos, “genial, un loco” trató de ignorar el llamado, una cosa es que su padre lo hubiera abandonado y otra cosa es que se convirtiera en víctima de trata, no gracias. Ignoraría al desconocido hasta llegar a la gasolinería.

 

O eso pensaba hasta que escuchó al hombre trotar hasta alcanzarlo, Max apretó sus puños, le enseñaría a ese extraño que no se metiera con él, podría ser un cobarde patético enfrente de su padre pero él sabía que podía lucir intimidante, no era secreto que era de un temperamento volátil con sus compañeros de karting.

 

—¿Qué quieres imbe-eee…eh?— volteó su cuerpo listo para atacar cuando se encontró frente a frente con el chico con la sonrisa más bella que jamás hubiera visto. No se veía para nada como un loco secuestrador y si lo era entonces era un muy atractivo secuestrador.

 

Se veía más grande que él, definitivamente no tenía 14 años, pero en estatura Max casi estaba a su altura.

 

—¡Hey! Hola, sorry, no era mi intención asustarte, de espaldas no pareces un niño— el chico pelinegro soltó una risita, Max sintió el calor en sus mejillas y orejas

 

—¡No soy un niño!— protestó como, bueno, un niño —¡tengo 14 años!

 

El mayor abrió más los ojos sorprendido, su sonrisa se apagó un poco

 

—¿¡14 años!? ¿Que hace un niño…— “que no soy un niño” se quejó bajito Max —…de 14 años caminando por la carretera solo?— Sergio (o el desconocido guapo en la mente de Max) miró preocupado alrededor, tal vez buscando otro carro varado.

 

—Digo, sé que estamos en Europa pero aún así, en México ya te hubieran robado chamaco— Max se quedo mirando al hombre, no entendía que quería decir chamaco pero estaba sorprendido por su reacción, el pelinegro se veía realmente preocupado

 

Max tragó, en cualquier otra ocasión hubiera mentido. Hubiera tratado de no verse vulnerable ni siquiera con un desconocido. Después de todo era Max Verstappen, no podía ser débil, no podía verse débil.

 

Pero hubo algo en ese apuesto desconocido que lo ablandó, no supo ni si quiera porqué, pero de repente soltó un resoplido triste, tratando de aguantar nuevamente las lagrimas

 

—Y-yo…digo, m-mi papá m-me abandonó— el menor bajo la cabeza mientras se limpiaba los ojos con la manga de su traje.

 

Sergio se detuvo, Max hizo lo mismo y lo miro con los ojos vidriosos, el pelinegro estaba boquiabierto pero no duro ni un segundo cuando su mirada se suavizo y sus ojos se llenaron de compasión.

 

Max sintió que su corazón dio un vuelco.

 

—¿Cómo que te abandonó? ¿Estas solo? ¿Tienes familia? ¿Tienes hambre? Ven acá…— con el listado de preguntas Max empezó a dejar caer las lagrimas, el mayor se enterneció y extendió sus brazos para acercar al rubio en un abrazo

 

Max siguió sollozando en los brazos de Sergio, el adolescente no devolvió el abrazo, se quedó quieto y tenso, pero sí apoyó su cabeza contra el hombro del mayor, su cuerpo temblando por el llanto mientras Sergio le daba unas palmadas reconfortantes en su espalda.

 

El pelinegro lo apretó contra sí mismo un momento antes de separarlo lentamente por los hombros, Max sintió un poco de frio ante la separación

 

—Vamos, lleguemos a la gasolinera, ahí te compraré algo de comer y me platicaras que pasó, tengo un celular con saldo por si necesitas comunicarte con alguien—

 

Max no se atrevió a hablar por miedo a que su voz saliera demasiada aguda, se limitó a asentir y dejarse guiar por el atractivo hombre que tenía enfrente.

 

—————

 

—…y me dejó aquí— Max estaba más tranquilo, el mayor le había comprado un huevo kínder, al principio Max se había sentido ofendido, no era un niño…o al menos no tan niño, pero su indignación se esfumó en cuanto el chocolate tocó sus labios. Ademas el mayor también había comprado uno para él mismo.

 

Sergio lanzó un chiflido largo —no pues esta cabrón— le agarró el hombro al menor, ambos estaban sentados en el suelo con las piernas estiradas afuera de la tienda de conveniencia de la gasolinera —creo que ambos tuvimos un mal día chico—

 

Sergio también le había explicado a Max que era piloto, no había especificado que competía en la F1, sentía que el que necesitaba ser escuchado y por lo tanto protagonista de toda la atención era Max, así que solo le dio detalles vagos, diciéndole al menor que él mismo había sido descalificado por una falla en su auto. El resto del tiempo se dedicó a escuchar la historia del adolescente.

 

Estaba asombrado y muy preocupado, el chico había sufrido violencia a manos de su padre pero lo único que hacía el niño era decir como él era el que había fallado, que todo era su culpa y que se merecía el castigo.

 

—¿Sabes? A veces shit happens, hay cosas que están fuera de nuestro control y no por eso son nuestra culpa—

 

—Ya, pero esto sí fue mi culpa, si no hubiera cometido del error de ir por ese espacio tan pequeño…— Max simplemente no dejaba quitarse la actitud de derrota

 

—Bueno, diría Senna: “si no vas por un espacio que existe, ya no eres un piloto”—

 

Max lo volteó a ver boquiabierto —¡es justo lo que yo pensé! Antes de que el espacio no existiera y saliera de la pista—

 

“Vaya, el chico sí que se esfuerza por ser pesimista” pensó Sergio, pero si había algo que a él le sobraba era optimismo

 

—Bueno, si lo ves de este modo ya vas por la mitad para convertirte en el mejor piloto, al menos la primera parte ya la tienes: ya piensas como el mejor— le dijo mientras le revolvía el cabello al rubio —ya solo te falta lo último: conducir como el mejor.

 

Max sintió el calor volver a sus mejillas cuando el mayor pasó sus dedos por su cabellera rubia.

 

—Díselo a mi padre…nunca lo había visto tan enojado—

 

—Mhm…creo que no tienes control sobre lo que haga o diga o sienta tu padre— Max lo volteó a ver con los ojos muy abiertos cuando escuchó eso, Sergio ya no lo veía a él, el pelinegro tenía su mirada fija en la carretera…pensativo

 

—Entonces solo deberías de concentrarte en lo que sí tienes control, por ejemplo, cómo te sientes tú sobre ti mismo—

 

—Me siento como un lento perdedor de mierda—

 

Sergio lo volteó a ver con una mueca en el rostro —no, no es verdad, esas son las palabras de tu padre, no lo copies, piensa por ti mismo—

 

Max se quedó pensando un momento —pienso…que fui un idiota al apresurarme a tomar ese espacio…—

 

—¡Perfecto!— dijo alegremente el latino

 

—¿Q-que?— ¿acaso el chico atractivo también pensaba que él era un idiota?

 

—No pongas esa cara— dijo Sergio riendo —digo que esta perfecto porque eso sí que lo puedes cambiar, la próxima vez lo recordarás y no te apresurarás, lo pensarás mejor y estoy seguro que podrás tomar ese espacio—

 

—¿Y si no? ¿Y si me salgo otra vez?—

 

—Pues lo intentas de nuevo—

 

—¿Y si mi padre se vuelve a enojar?—

 

—¿Eso lo puedes controlar? ¿Puedes controlar que tu padre se enoje o no?—

 

Max titubeo…—n-no, creo que no— dijo recordando como su padre explotaba a la menor provocación

 

Sergio le dio la sonrisa más grande hasta ahora

 

—entonces que te valga madre

 

Max pestañeó —¿que me vaga madrew?—

 

Don’t give a fuck about it, kid

 

Max quedó impresionado por lo que le dijo, aprovechó ese momento en que estaban frente a frente para mirar detalladamente a Sergio, notó las pecas que le adornaban la nariz y las mejillas, el brillo de sus ojos cafés, sus grandes dientes blancos y sus labios delicados, el rulo despeinado que le caía por la frente…Max suspiró, una sonrisa empezando a formarse en sus labios y un calorcito creciendo en su pecho

 

—E-eres muy bonito—

 

Esta vez fue Sergio el que parpadeo —¿eh?—

 

Max tomó aire, iba a demostrarse a sí mismo que no era un cobarde como su padre decía

 

—Que eres muy bonito— dijo esta vez con seguridad y enderezando su espalda

 

El mayor entrecerró los ojos —¿me estas insultando?—

 

—¿Q-que?— la seguridad del rubio se esfumó —¡No! Yo…—

 

—Porque déjame recordarte que el rubio aquí es otro— Sergio levantó una ceja, estaba a la defensiva

 

No era la primera vez que le decían “bonito”, pero las veces que se lo habían dicho venían con una indirecta a veces menos indirecta, sus compañeros desde que él mismo era adolescente le habían dicho que “solo era una cara bonita” cuestionando realmente su talento, cuestionando incluso su inteligencia y él no se iba a dejar insultar por un adolescente rubio

 

—¿Q-qué tiene que sea rubio?—pregunto Max llevándose las manos a su cabello ¿acaso al chico atractivo no le gustaban los rubios? —¡me puedo pintar el pelo! Si te disgusta el rubio

 

—¿Uh?— el enojo de Sergio se había esfumado, la cara del adolescente estaba decidida, como esperando que Sergio le dijera de qué color debía tener el pelo…a Sergio esto lo desconcertó, que raros eran los adolescentes de ahora

 

¿Max? ¡Max!— el chico aludido volteó, era su madre que estaba estacionando su auto a lado de ellos en ese momento.

 

Max le había hablado a su madre, Sophie, para pedirle que pasara por él. Tardaría un poco en llegar por lo que Sergio se ofreció a esperar con él durante todo ese tiempo.

 

—¡Mamá!— Sophie se acercó a ellos, por la llamada Max le había resumido todo lo que había pasado, Sophie estaba furiosa con Jos pero no estaba sorprendida, esto solo era una cosa más a la interminable lista de cosas que hacían de su exmarido un pésimo padre.

 

—Gracias por cuidarlo— le dijo la mujer a Sergio

 

—No hay problema, soy un excelente niñero— respondió orgulloso

 

—¡Hey! ¡Que NO soy un niño!—protestó Max

 

Su madre y el hombre atractivo rieron —vamos, tenemos que irnos Max, sube al auto—

 

Max entró en pánico

 

—¡Espera! Dame tu numero de teléfono— Max buscó en sus bolsillos, no traía su celular —diablos, dejé mi teléfono en la camioneta…¡Mamá! Usa el tuyo, anota su numero— Max sonaba desesperado

 

Sophie y Sergio se miraron, ambos sabían que no era buena idea.

 

—No creo que el joven tenga tiempo para mensajearse contigo Max— intentó persuadirlo su madre

 

—P-pero entonces ¿cómo te volveré a ver?— la preocupación de Max era latente en su voz, esto le sorprendió a Sophie, su hijo no era precisamente el chico más sociable pero ahora parecía ansioso de no separarse del otro joven

 

—Bueno…puedes verme en la tv todos los domingos— Sergio sonrió —soy piloto de la formula 1…bueno un rookie todavía— dijo algo apenado —me llamo Sergio Perez—

 

Max abrió los ojos como platos —¡eres un piloto de la formula 1!— aunque el sueño de Max era llegar ahí, usualmente no le prestaba mucha atención a los pilotos, solamente a las carreras, su padre le había inculcado a no tener “ídolos”

 

Max apretó los puños, ahora estaba más decidido que nunca, dio un paso acercándose más a Sergio —¡Llegaré a la formula 1!—

 

Sergio sonrió —de eso no tengo duda rubio, sé que llegarás algún día—

 

Max negó con la cabeza —no, llegare rápido, me apresuraré en llegar, seré el más joven…solo…solo espérame— esto último lo dijo un poco más bajito, agachando la cabeza, sus orejas visiblemente rojas

 

El adolescente suspiró tomando valor —¡llegaré a la formula 1 para estar contigo!

 

—Muy bien, te estaré esperando— le dijo divertido Sergio, parecía que el chico era muy competitivo, tan solo le había mencionado que era piloto de la formula 1 y ya parecía ansioso de competir con él, aunque el mexicano no entendía porqué el chico parecía tan emocionado por estar con él en Sauber…no es cómo si fuera Ferrari

 

Max subió al auto con su mamá, volteó a ver a Sergio por última vez diciendo adiós, el rubio regresó el saludo suspirando

 

—mamá, creo que hoy fue el mejor día de mi vida—

 


 

¿Qué les parece? :)

Esta historia va a abrcar 14 años...desde este Max adolescente hasta el Max del 2025, por eso cada capitulo va a tener su edad con cada de los "intentos" para conquistar a su pecoso de ensueño.

 

 

 

Chapter 2: 20 años : despedida de soltero

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Max lo logró.

 

Llegó a la Formula 1 en 2015 a la edad de 17 años con la escudería Toro Rosso, el equipo escalón hacía la más prestigiosa Red Bull.

 

Su debut no estuvo libre de escándalo, la mayoría de los pilotos veteranos se rehusaban a aceptar a que alguien tan joven ya estuviera en la máxima categoría del automovilismo. Recibía burlas y caras llenas de escepticismo.

 

Su propio compañero, Carlos Sainz, era uno de sus principales detractores. La enemistad que empezó a formarse entre ellos era más heredada que realmente propia. Sus padres se odiaban. Así que desde el inicio una posible amistad o tan siquiera camaradería que pudiera haber entre ellos quedó descartada.

 

A Max no le podía importar menos lo que todo el paddock pensara de él.

 

Y no era porque fuera una persona madura o segura de sí misma. No. A Max no le podía importar menos porque había solo una persona que no pensaba así.

 

La única que realmente le importaba.

 

Sergio Pérez.

 

Un año antes de que llegará a la F1 uno de los comentarios más fuertes vino de Jacques Villenueve que describió su fichada como “lo peor que le ha pasado a la F1”

 

No va a negar que cuando vio eso tuvo ganas de romperle la cara a Villenueve. Pero luego encontró otro comentario.

 

Un comentario que encontró gracias a que llevaba días buscándolo. Solía revisar casi todos los días, en secreto, tratando de no dejar rastros en su buscador, buscando ese nombre que había escuchado aquella vez cuando tenía 14 años.

 

“Esta haciendo historia. El niño debe ser muy especial porque esta rompiendo el récord en grande”

 

Eso había dicho. De esos hermosos labios que Max recordaba había dicho que él estaba haciendo historia. Max se sonrojó al leer ese pequeño párrafo, y lo leyó de nuevo y de nuevo con una sensación de cosquillas en el estomago.

 

Pero no acababa ahí, encontró otro:

 

“He oído muy buenos comentarios sobre él, así que será interesante ver como un niño tan agradable lidia con toda la presión”

 

Eso hizo que Max se tuviera que levantar de la silla y diera unas vueltas en su habitación tratando de sacar un poco de esa energía, de esa emoción, de esas mariposas que le provocó leer esa frase.

 

“Un niño tan agradable” había dicho Sergio “El niño debe ser muy especial”

 

Max se dejó caer en su cama, la mirada en el techo, sus brazos extendidos a sus costados y una gran sonrisa en el rostro.

 

Esta bien, lo de niño le seguía sin agradar mucho, pero el próximo año tendría 17 y Sergio 25. Esa no era una diferencia de edad tan grande ¿verdad?

 

Se haría su amigo primero, sí, eso sería sencillo, después de todo hablar con él fue muy fácil aquel día en la gasolinera. Esperaría un año, en un año él lo impresionaría como piloto, tal vez hasta podría ganar el campeonato, eso sería más que suficiente para conquistar al pecoso y cuando Max tuviera ya los 18 años cumplidos, Sergio y él podrían empezar a salir.

 

Su sonrisa creció.

 

Era sencillo. Solo tendría que llegar a la F1 y todo saldría como planeado.

 

————————

 

Nada salió cómo planeado.

 

Nada, nada, nada.

 

Primero: no logró ser el primer rookie en ganar un campeonato. Cometió muchos errores, Muchos. Y ahora tenía la fama aparte de talentoso de impulsivo, temperamental, agresivo y soberbio. Era vergonzoso. Nada era mentira y cada adjetivo se lo había ganado a pulso y puño. Pero aún así era vergonzoso.

 

Segundo: Se llevaba pésimo con los medios, constantemente preguntándole por sus errores. Los pilotos no ayudaban, había tenido ya altercados en pista con casi todos ellos y parecía que esos pilotos se mantenían ofendidos incluso fuera de la pista. Max no sabía cómo mostrarles que él no era “malo” como los medios lo pintaban, sí, se descontrolaba al volante un poco. Pero ¿no deberían dejarlo todo atrás cuando estuvieran fuera del monoplaza? Al parecer no.

 

Tercero: ¿el plan sobre conquistar a Sergio en un año? Total fracaso.

 

Sí, había sido fácil hablar con él aquella vez que se conocieron en la gasolinera. Vamos, era muy fácil hablar con él ahora también, siempre lo escuchaba, era gracioso, amable…pero eso era solo en la rara ocasión que podía hablar con él a solas.

 

¿Porqué el mexicano tenía que ser tan jodidamente popular?

 

¡No había momento donde no lo dejaran solo! Desde que llegó Max el pecoso le despertó una emoción que llegaba a tener todos los días, todo el tiempo: celos. Especialmente de un piloto, jules Bianchi. Él y Checo (su Checo) parecían vivir pegados. Entendía que habían sido compañeros en la academia Ferrari pero ¡¿porqué tenían que pasar cada maldito minuto juntos?!

 

Y en la rara ocasión que no estuvieran esos dos juntos, su pecoso se la pasaba hablando con Hamilton o con su compañero Hülkenberg y si no eran ellos era Fernando Alonso. Aunque era más difícil enojarse con este último ya que Alonso había sido también uno de los pocos que no atacaban a Max por todo. El holandés tenía la sospecha que era en parte por la influencia de Checo (cosa que le hacía muy feliz), Checo siempre trataba de interceder por él.

 

Esos celos lo llevaron a no pocas veces desear que todos desaparecieran. Cosa que lo hizo sentir extremadamente culpable cuando a solo unos meses de haber Max debutado, Jules Bianchi sufrió un accidente fatal. Checo pareció apagarse después de eso y le fue aún más difícil acercarse.

 

Incluso su compañero el primer año que estuvo en la F1, Carlos Sainz, acaparaba a su Sergio más que él mismo. Extraoficialmente Max mantenía la historia de enemistad del padre de Sainz y el suyo para justificar la desenfrenada competitividad con el español. Y aunque eso era en parte, la verdadera razón por la que le hervía la sangre ver incluso la cara de su compañero era porque él podía hablar en español con su pecoso.

 

Estaba claro que ese idioma era la ventaja que tenía ese español narizón con su Checo.

 

Entenderán su frustración, no podía conquistar a Checo si casi nunca podía estar cerca de Checo, y vaya que lo intentó.

 

Pero era obvio que Checo seguía viéndolo como un niño, ¿que porqué pensaba eso? Por que Checo literalmente cada vez que lo llamaba le decía “Hey kid!” (“Que no soy un niño” le contestaba el pecoso...“sure, kid” le volvía a decir Checo)

 

¿Y lo peor? El mexicano no parecía recordarlo de aquella vez en la gasolinera.

 

Max no se lo había mencionado, no se había atrevido. Pero Checo no daba ningún indicio de recordarlo. Max entendía que era porque él nunca le dijo su nombre, nunca le dijo nada realmente sobre él para relacionarlo con su yo de ahora, es más, entendía que no lo reconociera porque, bueno, para empezar había crecido como 15 cm más desde aquella vez.

 

Y el segundo año fue peor. Bueno fue mejor para su carrera, subió a Red Bull, quedó séptimo en la clasificación de pilotos del 2016. Tenía un nuevo compañero, Daniel Riccardo, que le agradaba (fuera de pista claro).

 

Pero no hubo ningún avance con Checo, al contrario, sintió que se alejaba más de él. Ahora su pecoso tenía de compañero a Esteban Ocon. ¿Porqué parecía que todos los rookies tenía el privilegio de pasar tanto tiempo junto a su Checo menos él? Ese año se va casi a los golpes con Ocon. Los medios afirmaron que la razón fue que el frnacés lo chocó en la carrera, y aunque sí había sido por eso, la gota que derramó el vaso fue cuando vio al larguiducho de Esteban acercarse de más al mexicano.

 

Max aún así no desesperó, ya tenía 18 años, al menos Checo ya no lo llamaba niño, tenía tiempo para ganarse la atención del latino, solo tenía que ser paciente.

 

O eso creía hasta que la peor noticia llegó en su tercer año en la formula 1, el segundo semestre de ese año Sergio Perez anunciaría que esperaba el nacimiento de su primer hijo en diciembre del 2017.

 

SU Sergio Perez había estado embarazado, bueno no él específicamente, pero su novia esa, una tal Carla, “¡pfff! De seguro esa trepadora buscó atrapar a su inocente y amable Checo” pensaba con lagrimas corriendo por sus mejillas mientras se había ido a encerrar en su cuarto en cuanto supo de la noticia.

 

Su padre pensó que lloraba por un mal resultado en carrera, así que lo dejó ser.

 

Pero no importaba, se decía a sí mismo mientras se sonaba la nariz, sus ojos rojos e hinchados por las lagrimas. A Max no le molestaría ser padrastro. De hecho eso estaba bien, era bueno con los niños, podría aceptar a Checo con todo y su hijo, serían felices los 3. Solo tenía que asegurarse de salvarlo de las garras de esa tal Clara.

 

Sí, el 2018 sería el año en el que su pecoso por fin lo viera a él, por fin Checo podría ver que sus sentimientos eran serios y ese año podrían empezar a salir.

 

¡GRAN ERROR DE NUEVO!

 

La vida parecía darle cruelmente un futuro cada vez peor.

 

Bueno, exceptuando la situación con su carrera, el 2018 pudo quedar en 4to lugar de la clasificación de pilotos. Se consolidó finalmente como el mejor de su equipo y la prioridad en Red Bull. Daniel había quedado en 6to, esto ocasionaría una ruptura en su amistad lo cual había lamentado Max pero no tanto como lamentó el otro suceso que marcó la vida del joven holandés:

 

Sergio Perez, el Sergio Perez que oficialmente ya no era suyo, se casó el 3 de junio del 2018 con esa tal Cynthia (“sí, sí, ya sé que en realidad se llama Carlota, Daniel, y no, no estoy llorando, se me metió algo en el ojo”)

 

Era definitivo. Unos meses antes de la boda había llegado su invitación a la boda (la cual había cortado en cachitos en cuánto la recibió).

 

Pero mientras hacía añicos la invitación con sus propias manos, se le ocurrió que aún tenía tiempo, Checo iba a tener su despedida de soltero pronto y había invitado a todos los pilotos de la F1.

 

Max respiraba agitado mientras veía los pequeñísimos pedazos del papel en sus manos, cerró el puño sobre estos. ¡sí! ¡Todavía podía lograrlo!

 

Se le declararía a Checo en su despedida de soltero, solo tendría que encontrar un momento a solas con el mexicano, le diría que él era el chico de la gasolinera, que siempre lo había admirado y que su destino era estar juntos. Que él podía hacerlo más feliz que esa tal Carolina que ni piloto era, “¿Cuántos Grand Prix haz ganado Carolina? ¿Eh?”

 

Después de todo Max era la joven promesa, el más joven en debutar en la F1, el que ahora ya era el principal piloto de su equipo.

 

Checo entraría en razón, cancelaría la boda, se quedaría con la custodia de Chequito y él y Max empezarían a salir para luego mudarse juntos a un departamento en Mónaco.

 

Era el plan perfecto.

 

Max sonreía triunfante (y algo descolocado) en medio de su sala con lo que quedó de la invitación todavía en su mano.

 

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La fiesta era de disfraces, porque claro era de disfraces, Checo siendo Checo. Max no tenía ningún interés en eso así que se fue con el kit de Red Bull y a quién le preguntara respondía diciendo que iba disfrazado de su todavía compañero Daniel Ricciardo. Eso le pareció graciosísimo a Daniel, quién iba disfrazado con un extraño atuendo de granjero (de seguro algo que uso un Halloween anterior).

 

Ya había la mitad de la parrilla cuando llegó al lugar, era un club en Mónaco que habían reservado para el evento, no solo eran los pilotos de la F1, también estaban ingenieros, amigos de Sergio, socialités e influencers de Mónaco y hasta algunos patrocinadores.

 

Al primero que encontró fue a Daniel, trato de pasar por desapercibida su búsqueda por el pecoso, pero si alguien sabía lo que sentía Max por el mexicano ese era Daniel. Nunca se lo había dicho y nunca lo admitiría a su cara, no al menos hasta que se le declarara al latino, pero el convivir tanto como su compañero hacía que para Daniel fuera más que obvio lo que el güero holandés sentía por el codiciado pecoso

 

“¿Sabes? Checo es muy abrazable, debe ser por su estatura, es del perfecto tamaño para tener en los brazos” le había dicho alguna vez Daniel al rubio, con el claro objetivo de molestarlo, la respuesta de Max fue ponerse rojo del coraje y al otro día en la carrera chocó el monoplaza de Ricciardo directamente por atrás. Desde ese entonces Daniel se contuvo de hacer bromas sobre cierto mexicano.

 

—Tu mexicano anda por aquel lado, con su perrito faldero Stroll— esta bien, esta bien, Daniel no siempre cumplía su regla de usar a Checo para hacer enojar a Max. Pero era verdad, desde que había debutado el hijo de Lawrence Stroll ese año como compañero del latino en la nueva adquirida Force India, el chico billonario no se le despegaba a Checo.

 

Lance Stroll era…tímido, solitario y algo raro en la opinión de Daniel. Pero con Checo parecía otra persona, sonreía y bromeaba con él y no dejaba de seguirlo a todos lados. Al australiano le recordaba a cierto holandés temperamental con tendencia a enrojecerse que tenía enfrente haciendo justo eso: tornarse carmín del coraje.

 

—¿Qué? ¿Otra vez el estúpido de Stroll molestando a Checo?— dijo indignado Max —¿que no se da cuenta que se ve patético siguiéndolo a todos lados?—

 

—¡Uy sí! Patético— dijo sarcásticamente Daniel, “definitivamente, lo que te choca te checa” pensó mientras veía al chico seguir maldiciendo a Stroll y toda su estirpe.

 

—Aunque, ahora que lo pienso tal vez no este con Lance— dijo Daniel fingiendo estar pensativo —ahora que recuerdo hace un momento Charles llegó preguntando por él— miro de reojo a Max mientras decía esto, esperando por otra divertida reacción.

 

No se decepcionó.

 

—¡¿Qué?! ¡¿El francés también?!—

 

—Charles es de Mónaco, de hecho—

 

—Es un franchute barato, eso es lo que es ¡¿dónde están?!— Max volteó a ver por todos lados encolerizado —¿en serio que esos niños no tienen nada mejor que hacer que molestar a Sergio?—

 

—¿Niños? Según yo tienen tu edad— Max ignoró ese comentario del australiano, caminó hacia el otro lado del club, dispuesto a salvar a su Checo de esos pubertos (20 años tenían las criaturas, Max incluido).

 

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No tardó en encontrarlos, Charles vestía un disfraz barato de banana y Lance…Lance iba con ropa casual “¡pfff! Ni si quiera se molestó en disfrazarse, que falta de respeto” pensó el rubio que portaba una playera de RedBull

 

—Leclerc— saludo fríamente Max, volteó a ver a Lance y solo hizo un movimiento con su cabeza en su dirección como saludo

 

—ah…Max, veo que hoy te vestiste de gala— le contestó el Monegasco burlándose, desde Karting él y Max habían tenido una relación algo…complicada, entre amistosa y competitiva, pero desde que Charles llegó a la F1 por alguna razón Max lo había orillado a que cada interacción fuera una pelea.

 

Max entrecerró los ojos —¿Dónde esta Checo?—

 

—¿Te refieres a mi pecoso?— Leclerc tenía un brillo maquiavélico en los ojos

 

Max se quedó boquiabierto soltando un quejido de indignación, a su lado de igual manera Lance se llevó una mano al pecho.

 

“¡¿Cómo se atreve este inchidente francés a decir que Checo es suyo?!”

 

Antes de que Max se recuperara de esa ofensa y empezara a reclamarle a Charles, el monegasco se apresuró a decir:

 

—Hace un momento estaba con nosotros, pero luego vio a Sainz y se fue corriendo a saludarlo— Charles no era estúpido ni ciego, cualquiera con dos dedos de frente podía ver que Max tenía una…cierta fascinación con el mexicano. Y verlo enfurecer (fuera de pista claro, nadie quería encontrarse con Mad Max en carrera) era uno de las actividades favoritas de los rookies (y de Daniel…y de Sainz)

 

—Me lleva la…— dijo Max mientras se alejaba de los rookies ahora en busca del “españolete narizón” según alcanzó a escuchar Charles

 

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Max encontró a Sainz hablando animadamente con Alonso, Max tuvo la cortesía de saludar con un apretón de manos a Fernando y se dio a la tarea de darle un codazo al español más joven

 

—¡Auch! ¿Mad Max se levantó hoy del lado incorrecto de la cama?— dijo Carlos mientras se sobaba el costado

 

—No estoy para perder el tiempo Sainz, ¿haz visto a Checo?—

 

—ah…¿a mi Chequito?—

 

—Que hijo de p…— antes de que Max pudiera lanzársele a golpes a un muy risueño Carlos, Fernando decidió interponerse entre los dos.

 

—De hecho sí Max, Checo te estaba buscando, al parecer Daniel le comentó que ya habías llegado—

 

Max sintió que su corazón dio un vuelo, ¿Checo lo estaba buscando? ¿Su Checo preguntó por él? Eso hizo olvidar al rubio que siquiera Carlos seguía ahí.

 

—¡¿En serio?! Debo apresurarme a encontrarlo entonces, ¿hacia dónde se fue?—

 

—allá— señalo Fernando —si te fijas esta a lado de Daniel, Checo es el que va disfrazado de Superman—

 

Max volteó hacía a donde señalaba Fernando, a lo lejos pudo ver lo que supuso era Checo de espaldas, traía una capa roja que lo cubría. Volteo un poco hacía la izquierda y festivamente, ahí estaba Daniel hablando con Checo, sintió la mirada del Holandés y le lanzó un saludo con la mano.

 

El maldito Daniel lo hizo buscar a Checo por todo el club cuando el pecoso ya estaba en camino a donde él había llegado.

 

Le dijo gracias a Fernando y se dirigió hacia donde estaban Daniel y Checo no sin antes volver a enterrarle el codo a Carlos cuando pasó a su lado —¡Auch! ¡Vas a hacer reventar mi apéndice!—

 

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—¡Hey mira quién nos acompa…—

 

—¡Checo!— dijo Max acercándose a Checo para saludarlo con un abrazo ignorando totalmente a Daniel

 

—¡Hey Max! Viniste— Checo se volteó a saludarlo, tenía un traje completo de Superman con algo de padding en el abdomen para simular un six pack, su cabello estaba peinado con gel y lucia brilloso y ordenado a excepción de un solitario rulo que caía sobre su frente. Max no podía imaginarse un mejor Superman que el que estaba viendo con Checo.

 

—¡Claro que vine! Nunca podría quedarte mal— cuando Max se separó del abrazo no lo hizo lo suficiente, se había mantenido a unos cuantos centímetros del pecoso, invadiendo el espacio personal de este Superman latino.

 

—¡Me alegro! Sé que todos tienen muchas ocupaciones con el inicio de temporada por eso agradezco que hayan venido— Checo lo miró de arriba a abajo —¿y tú de qué vienes disfrazado? ¿De Daniel?— le preguntó riéndose

 

Daniel quedó boquiabierto —¿Qué? ¿Cómo supiste?—

 

—Porque trae un pin de un tejón aquí, mira— Checo agarro la solapa de la playera de Max, efectivamente, había un pequeño pin de un “honey badger” el animal insignia de Daniel al ser australiano

 

Max sonrió muy satisfecho consigo mismo, no solo porque Checo había notado el detalle que nadie más había visto, si no porque al agarrar la solapa de Max, Checo se había acercado un poco más a él.

 

Con el acercamiento el rubio pudo notar que Checo estaba ya un poco alcoholizado, no tanto como para que fuera demasiado obvio pero lo suficiente para estar un poco deshinibido

 

—¡Me lleva la…es verdad!— dijo riéndose Daniel al ver el pin

 

—Ya solo me falta emborracharme hasta perder los zapatos y mi disfraz estará completo— dijo Max burlándose del australiano

 

—¡Oye!—

 

—Por cierto, creo que Fernando te estaba buscando por allá— le dijo Max lanzándole una mirada muy puntual.

 

—¡Meh! De seguro es para reclamarme porque me le cerré en la última carrera— dijo guiñándole un ojo a Checo, este último rio.

 

—Creo que también Hülkenberg te buscaba, sería mejor que te apresures a ver que necesita— dijo Max con los dientes apretados viendo aún más intensamente a Daniel

 

—¿Hülkenberg? Pero a él no le he hecho nada ¿para qué me estará buscando?— Daniel se llevó una mano a la barbilla pensativo

 

—Eso te lo puede responder él, creo que esta por la barra—

 

—Ugh, se ve muy amontonada la barra—

 

—Daniel— Max pronunció el nombre del australiano como alguien que pronuncia al siguiente hombre destinado a la horca

 

En ese momento fue cuando Daniel captó la indirecta

 

—¡Ah claro! Mi amigo Hülkenberg, Hülkenberg mi amigo, ese amigo— le dio unas palmaditas a Checo en el hombro —te veo luego Checo tengo unas ganas inmensas de ver a mi amigo Hülkenberg en estos momentos…antes de que mi vida corra peligro—

 

Con eso se fue Daniel, Checo tenía una sonrisa confundida, a veces no podía entender las bromas de Daniel.

 

Max casi salta de la emoción, por fin estaba solo con Checo. El pecoso todavía estaba mirando hacia donde se fue Daniel tratando de descifrar esas últimas palabras del australiano, Max se limpió sus sudorosas manos en su pantalón, tomo aire y enderezó su espalda

 

—Oye Checo, yo…—

 

—¡Checo!—

 

Max quería prenderle fuego al club entero en ese momento

 

—¡Lewis!— Checo saludó al actual campeón, Lewis saludo con menos entusiasmo a Max estrechándole la mano

 

—Hamilton— Max pronuncio su nombre de la forma más cortante y seria mientras lo saludaba con un pequeño movimiento de la cabeza

 

—Max, ¿Qué haces con la playera de Red Bull?— Lewis hizo una mueca, era bien sabido por todos que el único con sentido de la moda era el actual campeón. Lewis de hecho no parecía que fuera disfrazado tampoco, llevaba un elegante traje negro con una gabardina excelentemente hecha a medida.

 

Checo le dio unas palmaditas a Hamilton en el pecho para llamar su atención —¡viene disfrazado de Daniel!—le dijo el mexicano riendo como si fuera el mejor chiste del mundo

 

Hamilton levantó una ceja sonriendo de lado, tenía una mirada victoriosa y altanera sobre Max.

 

Eso hizo enojar al holandés —¿y tu? ¿No te alcanzó para el disfraz?—

 

Ahora Checo le dio unas palmaditas a Max en el pecho justo como había hecho con Hamilton, el mexicano estaba entre los dos europeos ignorante de la tensión entre ellos

 

—¡Lewis viene de Bruce Wayne!— dijo sonriendo —yo le había dicho que se viniera de Batman porque conseguí también ese disfraz cuando compré este— el pecoso señaló su propio atuendo —pero no quiso—

 

Max apretó los puños ¿porqué su pecoso no le había pedido a él que viniera disfrazado de Batman? Ok, tal vez tenía que ver un poco con el hecho de que apenas compartían unas cuantas palabras cada semana pero aún así, Max se hubiera disfrazado hasta de Krypto, el perro de Superman si Checo se lo hubiera pedido.

 

—El disfraz era horrible— dijo Lewis mirando a Checo, su mirada totalmente opuesta a la que le lanzaba a Max, cuando hablaba con el mexicano no solo los ojos si no también la voz se le suavizaba al británico —no había forma que me dejara ver en público en eso—

 

Checo se echo a reír —¡ese era el punto! ¿Crees que no me veo ridículo yo en este disfraz?—

 

¡No te ves ridículo!— se apresuraron a decir los europeos al unísono.

 

Ambos se lanzaron miradas asesinas al darse cuenta que dijeron lo mismo.

 

—Eso se escuchó como una vil mentira, en sonido surround, pero mentira— Checo cada vez se veía más risueño, no había parado de tomarle a su bebida y le parecía graciosa cualquier cosa.

 

—¡Ah! ¡Ahí esta Mikey!— Checo empezó a dar pequeños saltos mientras saludaba en dirección del mecánico —disculpen, los dejo solo un momento, tengo que saludar a Mikey—

 

—P-pero—

 

—Espera…—

 

Checo fue demasiado rápido y ya se había alejado de los dos hombres, dejándolos solos. Ninguno iba a pretender de más.

 

—Te veo luego Verstappen— dijo Lewis mientras se alejaba

 

—Hamilton— dijo Max sin ganas mientras se volteaba a mirar hacía a donde se había ido el mexicano

 

No volvió a encontrarlo entre el mar de gente.

 

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Max se la pasó casi toda la noche tomando, parecía que su pecoso tenía patines en los pies. Por más que lo intentaba encontrar o alcanzar no podía, Checo andaba de aquí a allá entre los diferentes grupos de amigos.

 

Inalcanzable para Max. ¡Ja!. Sonrió tristemente ante la metáfora.

 

El holandés se balanceaba de un lado a otro, su vista ya estaba algo borrosa y justo cuando iba a rendirse pudo ver una capa roja sobre el respaldo de un sillón, el dueño de la capa agachado recogiendo algo del piso.

 

Max no perdió tiempo.

 

—¡Por fin te encuentro!—

 

El dueño de la capa se quedo congelado en el piso, dudando si le hablaban.

 

—¡No! No te levantes, déjame decirte esto primero, será más fácil para mi—dijo Max, sus palabras sonando algo atropelladas por el alcohol, sería más fácil para él declararle así su amor a Checo para evitar cometer errores por su nerviosismo o torpeza

 

—Desde hace ya mucho tiempo quería decirte que me gustas, me gustas mucho, yo sé que tal vez no tengamos una relación muy cercana pero es verdad, no puedo aguantar más mis sentimientos, sé que estas en una relación sería pero solo quería pedirte una oportunidad, una solo oportunidad para demostrarte que puedo hacerte feliz— Max tenía lagrimas en los ojos, ¡por fin! Lo había logrado, le había dicho a su pecoso lo que sentía.

 

Se sentía nervioso mientras esperaba respuesta de la persona todavía agachada, su pecho agitado, se sentía mareado. Vio de reojo una mancha roja a su lado izquierdo, eso lo hizo voltear.

 

Y ahí estaba su pecoso, era el mismísimo Checo con un termo en la mano sorbiendo del popote mientras se acercaba a ponerse a lado de Max.

 

¡¿Qué?! ¿Entonces quién era…?

 

Checo miró a Max de reojo con una sonrisa traviesa, luego a la persona agachada que ya se estaba enderezando.

 

—¡Hola Kelly!— saludó Checo —¿Haz visto a Daniil?—le preguntó mientras la chica se giraba a verlos, recargando un brazo sobre el sofá. La mujer iba vestida de Supergirl, con todo y la capa roja.

 

Antes de que cualquiera pudiera responder Max empezó a hiperventilarse, la cabeza le daba vueltas, sentía el corazón en la garganta, otra vez había fallado, esperen…no, ese no era el corazón en su garganta, era otra cosa…

 

—¡Puaghhhh!— Max soltó una arcada, se dobló sobre si mismo mientras vomitaba sobre el piso…después de eso todo se volvió negro.

 

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Un par de meses después Sergio Perez y Carola Martinez se casaban en una hermosa y privada ceremonia en Guadalajara, Mexico.

 

Max se encontraba en Canadá, ese fin de semana era el Grand Prix de Montreal. A la boda había asistido Daniel, Sainz, Hülkenberg y Lance. Tenía su celular en una mano, un Gin&Tonic en la otra, sus ojos rojos y secos de tanto llorar. Se veía miserable. En la pantalla del celular se veía un video de Sergio y su esposa bailando, felices.

 

Su corazón roto, su alma destruida, le había fallado a su yo de 14 años enamorado de ese lindo chico que conoció en una gasolinera. Max soltó un hipido, ya no sabía si era por el alcohol o por llorar. ¿Porqué? ¿Porqué no lo había visto a él? ¿Porqué no había sido suficiente para él?

 

Max se sentía como un perdedor. Ese fin de semana quedaría en el podio, y el que sigue y el que sigue. Pero esa sensación de haber perdido no se iría en mucho tiempo.

 

Antes de apagar su celular Max recibió una notificación.

 

“Hola Max”

 

Era de Kelly Piquet.

 

Notes:

¡Entra Kelly al escenario! *recibe tomatasos*

Lo sé, lo sé...pero recuerden el titulo, son 5 veces fallidas...y con esta apenas van 2 *rié en malvada*

(¡pero prometo final feliz!)